La cena del Idiota

Bueno, de momento pocos avances en la historia y las dudas de siempre; vayamos por partes;
- Le van a poner los cuernos, es una certeza dicho por el autor, además será dura y cruel para el.
- Por lo que sabemos de las normas del foro, los relatos con violaciones y demás creo que no están permitidos, o sea, que será consentido.
- Dudas como reaccionará el protagonista, o como se ha dicho que se parece a "perros de paja" el protagonista hará sufrir a todos y cada uno haber pasado por dicho sufrimiento, sin enterarse de lo que haya pasado en realidad como pasa en la película.
O se entera de todo y sigue siendo un pusilánime como a demostrado desde el momento que su novia le muestra el juguete sexual con el que se consuela porque él no llega y que el se encarga de lubricar con su boca, hasta que estalla y la lía.
 
En "Perros de paja", ella tontea un poco con los brutos del pueblo y no les llama la atención cuando debe, es más, como ve poco carácter por parte del marido a veces provoca situaciones confusas.

Su exnovio cree que ella le manda señales y la fuerza en in principio. Ella inicialmente no quiere, es violación, no quita que luego intenta disfrutar y de hecho lo hace (es cierto que imaginando que es su marido) llega a correrse y disfrutar. A continuación entra en la sala el primo de su exnovio y también la viola, nuevamente ella dice claramente "no, no, no!!!" Pero vuelve a correrse, incluso su exnovio pone una cara como diciendo "joder como disfruta la zorra".

Después, ella no le cuenta nada a su marido pero le hecha en cara que la deje sola que esos brutos hagan las obras, etc. Luego viene el follón con un discapacitado que se refugia en su casa y es ahí cuando se enfrenta a los brutos y los vence, pero se revela contra ellos porque se burlaban de él, no por las vejaciones a su mujer, de eso no sabe nada.

Por eso que no sé por donde pueden venir las similitudes con la peli....
 
En Straw Dogs de 1971, la violación es demasiado ambigua, al contrario de la versión del 2011, donde es un consentido juego de seducción forzada con violencia que ella desea.
En la de 1971, que es la referencia de aSeneka, hay un juego inicial de no consentimiento muy débil por parte de ella y su ex, lo que es rápidamente superado por un par de bofetadas que más que asustarla, parecen excitarle, pasando a besos forzados que pasan a ser compartidos, desde ahí el ex inicia un contacto físico rudo sin llegar a ser violento, que termina por doblegar todas las barreras que a ella le impedían entregarse por completo.
Los recuerdos de su esposo que ella trae a su mente mientras todo sucede, es una odiosa comparación en que ella va descubriendo lo diferente que su ex actúa en relación a su cobarde esposo.
A continuación ocurre la violación real, cuando al ex lo obligan a punta de escopeta, dejarlos participar.
 

Vía dolorosa​




—No pasa nada. Me gusta que te corras dentro. Ahora me haces una paja y ya está —le decía por enésima vez. Pero eso a Dani no lo consolaba y la culpa lo corroía por no haber estado a su altura. Otra vez.

Permanecía sobre ella con la polla, ya flácida, todavía dentro y los brazos por debajo de sus hombros, recuperando el aliento después del deprimente misionero. Había juntado su frente con la de ella y cerraba los ojos lamentándose en silencio. No era un gran amante y, para colmo, Alba era incansable. Y mientras él sufría, ella sin embargo, lo consolaba. Abrazándolo por encima de los hombros y acariciando su espalda con ternura. Sin darle importancia o simulando no hacerlo. De vez en cuando entrelazaba sus dedos entre su cabello revolviéndolo y aspirando el aroma del hombre del que se estaba enamorando.

Aunque se habían conocido hacía seis meses en lo que podría denominarse como un amor casi a primera vista, llevaban saliendo oficialmente desde hacía solo dos. Empezaron despacio, como una pareja normal. Cafés, paseos y castos arrumacos en el coche frente a la puerta de casa fueron sustituidos por noches de Pizza, sofá y sexo en la intimidad del dormitorio principal. Lástima que aquellos encuentros no estuvieran resultando todo lo felices que debieran ser.

—Te he dicho que no me importa, en serio.

—Ya, vale —decía abatido—, pero te he vuelto a dejar a medias.

—No me has dejado a nada. Además ya me he corrido antes cuando me lo has hecho con la boca.

—No digas que no, estabas a punto. —Pero ella sonreía y negaba con un leve movimiento de cabeza—. Joder, si te encanta hacerlo así. Disfrutas más cuando te la estoy metiendo que con cualquier otra cosa que te haga.

—Que me da igual —insistía—. Mira, si quieres acabarme, me haces una paja, pero deja de obsesionarte con lo mismo. Venga, tonto.

—Es que… no sabes lo importante que es para mí no poder estar a la altura. Es como si te fallara. Como si no pudiera darte lo que cualquier otro.

—¿Darme lo que cualquier otro? ¿En serio no eres capaz de ver todo lo que me das y que no puede darme nadie más que tú?

—No me refiero a eso. Hablo del tema físico. De matar a mi novia a pollazos como un tío normal. De darte sin parar sin que me desinfle en el peor momento.

Ella sonrió. Hasta derrotado era adorable. Lo acariciaba con sus dedos entre sus cabellos.

—Y yo te digo que no me importa, y que no va a hacer que me replantee lo nuestro por semejante chorrada. Me gustas así y punto.

—Para mí no es una chorrada, Alba.

Ella espiró el aire resignada. —Sabes que no estoy contigo por el sexo, ¿no?

—Ya, bueno. Pero eso es algo que se da por hecho en una relación. Es como si compras un coche y te encuentras con que no trae asientos. No lo compras por los asientos, pero cuentas con que vengan de serie.

—Yo lo veo más bien como si no trajese elevalunas eléctrico. Puedo usar el giro de mi mano para levantar la ventanilla. —Hizo la imitación de una masturbación con su mano.

—Lo digo en serio. —Cogió su mano y la llevó a sus labios, besándola.

—A ver —Lo separó ligeramente para mirarlo a la cara—, ¿tú me querrías menos si no tuviera estas tetas?

—Eh, no vayas por ahí, no es comparable. El sexo es algo muy importante, fundamental, diría yo. Tal vez hoy no te importe, ni mañana, pero algún día preferirás quedarte viendo algún programa de telebasura, cebando a un gato con ganchitos en lugar de pasarlo en la cama conmigo. Como una amargada, por mi culpa.

—No lo creo.

—Le pasa a mucha gente.

—¿Gente que conoces tú?

—No, no la conozco, pero es algo que se oye. —Ella volvió a sonreír—. Y para que conste, las tetas grandes son mi debilidad así que no me hagas muchas preguntas sobre elecciones con ese tema.

Intentaba ser una broma que rebajara la tensión pero quedó como un intento fallido. Se mantuvieron en aquella posición de calma contenida, cara a cara. Alba permanecía con semblante pensativo, observando la tristeza de su rostro y sus ojos afligidos. Pero por dentro estaba rumiando algo. Una cosa que, aunque Dani no lo sabía, iba a influir sobremanera en su relación como pareja.

—Vamos a hacer una cosa. —Apartó con suavidad a su novio que se recostó junto a ella boca arriba con su triste pene flácido apuntando a ningún sitio—. Espera aquí.

Completamente desnuda, se sentó en el borde de la cama, puso los pies en el suelo y se levantó. Al hacerlo, dobló el cuerpo por la cintura y puso el culo ligeramente en pompa. Eso ofreció a Dani una excelente visión de su trasero y de los labios de su coño que se vislumbraban desde atrás. Por la pequeña separación que se formaba entre éste y las ingles se colaba un pequeño huequito de luz. Algo que lo excitaba a más no poder y que hizo que sintiera de nuevo el furor del deseo. Vació el aire de sus pulmones, admirándola mientras se alejaba con pasos de gata.

Caminó hasta el final del dormitorio, hasta la cómoda. Se puso en cuclillas haciendo que sus tetazas pendularan como dos campanas y abrió el último cajón. Buscó entre la ropa y extrajo una caja alargada. Se acercó de vuelta hasta la cama y se subió a ella sentándose sobre sus talones. Dani se incorporó para ver mejor apoyándose sobre su codo.

No era una caja, sino una especie de estuche. Alba se quedó pensativa, como si dudara mostrar lo que escondía dentro. Por fin, tras unos segundos, lo sacó examinando el semblante que mostraba su novio a medida que lo descubría.

—Esto es… un juguete que suelo usar.

Dani lo miraba perplejo sin poder evitar abrir la boca a medida que veía lo que aparecía ante él.

Era una polla.

Parecía de verdad, con venas y todo. Una polla hiperrealista muy grande. Grande y gorda.

—Pero esto… es enorme —exclamó—. Debe tener por lo menos… veinticinco centímetros.

—Más o menos. —Bajó la mirada turbada. Midiendo su reacción de hito en hito.

Dani seguía confuso. No estaba seguro de que Alba utilizara aquello para lo que creía que debía utilizarse. Ella continuaba con la vista baja, como si no se atreviera a sacarlo de dudas.

—¿Usas esto como juguete? ¿Cómo?

La pregunta sonó más estúpida de lo que ya era de por sí y se sintió ridículo nada más decirlo. Después, carraspeó para disimular y alargó la mano para hacerse con el aparato, intentando manipularlo como si fuera algo normal, como si estuviera acostumbrado a manejar uno de esos a diario. Lo giró a un lado y a otro examinándolo. Después, lo colocó junto a su polla, comparándola. Había recuperado algo de su tamaño haciendo que su indecorosa horizontalidad se tornara en una modesta semiverticalidad.

La comparación era odiosa.

Era el doble que la suya y mucho más gorda. Sus dedos circundaban todo el aparato en su perímetro pero sin que sobraran demasiado, y en sus yemas podía sentir el tacto de las venas. Ese chisme parecía una copia perfecta si no fuera por el tamaño descomunal. Hasta la rigidez era como la de una de verdad.

Pasó un dedo por toda la longitud, notando cada protuberancia. Cuando llegó a la punta, palpó el glande con creciente curiosidad. Lo apretó para comprobar cómo la goma cedía a su presión y sintió repelús al reconocer una familiar elasticidad.

Cuando levantó la vista, Alba lo miraba de otra forma. Tenía la boca ligeramente abierta y el mismo brillo en los ojos que cuando habían empezado a follar. Sus mejillas volvían a estar coloradas, y hasta su respiración se había acelerado. La vio morderse el labio inferior cuando de nuevo bajó la vista hacia el consolador. Fue a decir algo pero ella se adelantó besándolo y sellando sus labios. A ese beso le seguiría otro más largo. Más largo y más húmedo.

Continuó por su cuello y por su pecho, devorándolo. Llevó sus besos hasta su vientre y después... a su polla. Notó que le abandonaban las fuerzas y dio gracias a que aún seguía recostado o se hubiera caído de espaldas. Ella empezó a subir y bajar lentamente proporcionándole un placer indescriptible. Lento, profundo y húmedo. Debía ser él quien la estuviera haciendo gozar pero no iba a discutir a estas alturas.

Apartó el dildo que aún mantenía apoyado en su pubis para facilitar la tarea pero ella se lo impidió asiéndolo de la muñeca y haciendo que la colocara en el mismo sitio, junto a su polla. Como si fuera un segundo pene. Como si fuera un rinoceronte con su segundo y enorme cuerno.

Alba levantó la mirada hasta cruzarla con la de él que la observaba entre la expectación y el desmayo. Después dejó que su polla se deslizara por sus labios hasta quedar completamente fuera de su boca, tiesa pero inclinada en el aire como un mástil de proa. Mantuvo la posición sin hacer nada durante tanto tiempo que Dani dudó si era por algo que a él le tocara hacer.

Por fin, tras varios segundos de duda, Alba se movió poniendo los labios sobre la polla de goma y comenzó a lamer la punta con la lengua, suavemente, con pasadas cortas pero lentas. Él la observaba algo confundido. Y más aún cuando los lametones se convirtieron en una pequeña mamada a aquel aparato. Sin embargo, se mantuvo en silencio y dejó que siguiera llevando la iniciativa.

Dani sujetaba la polla y Alba sujetaba a Dani por la muñeca, con el falo en ristre; rígido y vertical. Así hasta que ella se incorporó hasta recostarse junto a él. Lo besó en los labios y tiró de su antebrazo para que el dildo se colocara junto a la cara de él. Dani no comprendió y la inquirió con la mirada.

—Lubrícalo —respondió en un susurro.

Abrió la boca, atónito. ¿De verdad quería que se lo metiera en la boca? Era una polla. De goma, sí, pero una polla al fin y al cabo. Y él era un tío. Se mantuvo en la posición sin atreverse a dar el paso.

—No querrás hacerme daño, ¿no? —dijo ella melosa al ver su cara de espanto.

Y con eso se confirmaban sus más oscuras suposiciones. Alba quería que le metiese ese pollón. No entendía muy bien dónde se encontraría el placer de alojar todo aquello, pero tampoco se atrevió a objetar nada en contra y quedar como un tonto, más de lo que debía parecerle a estas alturas.

Posó la vista en el consolador que se encontraba a centímetros de su cara. Si no supiera que eso que tenía en la punta era saliva, tranquilamente podría pasar como flujo seminal. Sintió un amargo regusto en el estómago.

—Seguro que guardas un botecito de lubricante por ahí…

—Venga, Dani, hazlo ya, que estoy a cien.

Empujó ligeramente de su antebrazo para que el falo se acercara a su boca. Él se resistió pero sin que se notara demasiado, dejando que aquello se acercara lo justo hasta tocar sus labios que cerró nada más sentir su contacto. No quería contradecirla y hacer que se sintiera mal pero, esa cosa, no iba a pasar de allí. Intentó buscar una alternativa.

—Debes lubricarla bien, vamos —insistió ella al oído. Después besó su lóbulo para, acto seguido, metérselo a la boca y chuparlo. Dani puso los ojos en blanco y aflojó la presión de su brazo sin darse cuenta.

Alba, asida a su muñeca, empezó a moverla haciendo que la punta de aquella polla se paseara por los labios de Dani que mantenía pegados con fuerza. Al final, bien por el placer que recibía en su oreja o por no contradecir a su ardiente novia, dejó caer el mentón, haciendo que sus labios se separaran lo justo para que el dildo comenzara a entrar.

Poco a poco el glande de aquel monstruo se introdujo por completo en su boca, sin dejarle más opción que hacer lo que le pedía: lubricarla tal y como ella había hecho anteriormente.

Notó en su lengua lo mismo que había notado con su dedo minutos antes. Cada pliegue, cada protuberancia, cada vena. Notó hasta el resalte del frenillo. Lo palpó despacio, con los ojos cerrados, intentando acostumbrarse mientras lo ensalivaba lo mejor que podía, concienciándose de que solo era un trozo de látex, un plástico como cualquier otro. Intentando relajarse hasta poder lamerlo sin sentir el peso de los complejos que llevaba aparejados aquella cosa.

Cuando los abrió descubrió que Alba había soltado su muñeca hacía rato y permanecía boca arriba junto a él, observándolo con la misma mirada extraña y aquel brillo en los ojos mientras él continuaba la tarea solito. Se lo sacó de la boca, ruborizado, intentando no poner cara de asco.

Ella separó ligeramente las piernas, lo que Dani interpretó como la señal para dar el siguiente paso. Se movió hasta colocarse de rodillas entre ellas y deslizó la punta del dilo por toda la raja, arriba y abajo. Lo repitió varias veces y después lo alojó a la entrada de su coño. La miró esperando recibir un aviso para que abortara la misión pero lo único que vio fue una cara de ansiedad. Estuvo a punto de decir “si te hago daño me dices”, pero se reprimió.

Empujó con suavidad y, para su asombro, la polla entró. Lo hizo fácil, primero el glande y después el resto del tronco. Poco a poco, en breves mete-sacas, haciendo que con cada una de ellas avanzara un poco más. Cuando se quiso dar cuenta, aquel pollón estaba dentro de ella por completo. No daba crédito. Nunca hubiera imaginado que Alba pudiera alojar tal enormidad. Pensó en sí mismo y en su “pequeña” polla, y después imaginó el espacio que debería ocupar ahí dentro en comparación con ese chisme.

—Muévelo, vamos —suplicó ante la pasividad de Dani—. Despacito al principio.

«¿Solo al principio?», pensó él.

Cuando empezó a moverlo con lentitud, el cuerpo de Alba comenzó a mecerse arriba y abajo, al compás de la penetración. Su cara era un lienzo de satisfacción y placer. Suspiraba con los ojos cerrados y el cuello estirado. Al cabo de un rato, ella tomó su muñeca para imprimir más velocidad acelerando su paja. El ritmo ya no podría definirse como “despacito”.

—Hasta atrás. Sácalo hasta atrás y luego la metes entera. Y hazlo un poco más rápido, mi amor.

«¿Todavía más?»

Dani recorría los veintitantos centímetros adentro y afuera intentando que no se saliera por culpa de los movimientos de cadera de Alba. Y lo peor es que ella parecía estar cerca de perder el control. Más todavía.

—¿Te gusta así?

—Mmmssí.

—¿Te gusta que te meta esta polla?

—Sí..., hmm.., me gusta.

—Y… ¿no prefieres la mía?, ¿que te follara yo?

No contestó. Alba respiraba con la boca abierta y los ojos cerrados. Concentrándose en lo que fuera que estuviera pensando en ese momento.

—Dime, ¿te gustaría que te follara?

—Tú…, después.

Se sintió un poco desplazado pajeándola con un falo de plástico mientras su polla semierecta pero inútil, apuntaba hacia adelante, totalmente ajena a la fiesta.

—¿Te van las pollas grandes?

Alba asintió levemente sin dejar de respirar con profundidad ni de mover su cadera.

—Y… ¿te gustaría que fuera de verdad?

—Mmsssí.

—¿Querrías que la mía fuera así?

Esta vez ella se tomó su tiempo en contestar. Se agarraba al cabecero con ambas manos levantando la barbilla. Soltó el aire de sus pulmones una bocanada.

—Dime, ¿querrías que fuera como ésta?

—Mmm…, Dani... —Giraba la cabeza a un lado y a otro conteniendo el placer.

—¿Y que me corriera sobre ti? ¿Sobre tus tetas?

—Dani…

—Con una polla enorme como ésta. ¿Te gustaría?

Alba abrió los ojos y suspiró. Seguía resoplando de placer pero parecía que había hecho una pausa en su disfrute. Puso una mano en su mejilla.

—Déjalo.

—¿El qué?

—No sigas por ahí.

—¿Por dónde?

—Me gustas tú.

—Ya lo sé —respondió nervioso—. Lo preguntaba por… por seguir con la fantasía.

Ella volvió a suspirar, pero esta vez de resignación. Se tomó un pequeño tiempo cavilando. Puso la mano en la de Dani para que dejara de pajearla.

—Me gustan los hombres con manos grandes y que huelan bien, ¿vale? Lo demás… es fantasía.

Dani aceptó la respuesta con resignación y evitó insistir con el tema para no volver a estropear el momento. Retomó su tarea y Alba no tardó en cerrar de nuevo los ojos y morderse los labios mientras contenía gemidos y se movía sin parar, recibiendo ese gran cipote una y otra vez. A veces sonreía justo antes de exhalar un suspiro largo y profundo. A saber qué recuerdos evocaba.

Él seguía metiendo y sacándolo sin bajar el ritmo. Sujetándola con dificultad por la base donde deberían estar los huevos. Y ella la recibía tal cual, con total normalidad y disfrute. Cada vez más excitada. Cada vez más desbocada.

Llegado el momento tuvo que rodear su cintura con el brazo libre, atrayéndola hacia sí para frenar algo sus envites y que no se saliera la polla de goma. Seguía arrodillado entre sus piernas completamente separadas mientras metía y sacaba el consolador con toda la velocidad que le pedía. Alba, con la espalda arqueada, empezó a gritar como una posesa, arañando su espalda y profiriendo obscenidades.

Lo que más le sorprendió no fue el volumen de los gritos ni lo ofensivo de sus improperios. Tampoco los botes y las contorsiones de su cuerpo. Y tampoco fue el nivel del orgasmo sufrido por su novia.

Lo que lo dejó estupefacto fue el tiempo que se estuvo corriendo. CASI DOS MINUTOS DE ORGASMO. Suficiente para perder el conocimiento.

Había estado a punto de parar para cambiar de mano, lo que hubiese sido un desastre. Le dolían los riñones por culpa de la posición. Empezaba a notar calambres en la muñeca que sujetaba el dildo y se le estaba atrofiando el brazo con el que la sujetaba por la cintura. Ella en cambio, era inagotable. Después de unos diez minutos de calentamiento plagados de sudor, gemidos y contorsiones involuntarias, había estado otros dos gritando a pleno pulmón. Eso eran casi dos minutos más de lo que duraba cuando follaba con él. Pensó en sí mismo y en su exiguo orgasmo. Él nunca duraba más allá de cinco o diez miserables segundos.

Cuando acabó todo y la calma y el silencio volvieron a ser dueños de aquella habitación, se recostó junto a ella y la contempló. Alba se recuperaba plácidamente girada de espaldas, con la respiración agitada. Extenuada y satisfecha. Satisfecha como él no había sido capaz de dejarla por sí mismo en los meses que llevaban de relación como pareja.

—Joder, qué pasada, ha sido genial. Eres el mejor.

Él dudó mucho de que lo fuera. De haber sido cierto no hubiera estado pajeándole el coño con un consolador en lugar de hacerlo con su propia polla, y además, haciendo esfuerzos por no correrse de nuevo pero, esta vez solo, con la visión de su novia desnuda y excitada.

—Te quiero —dijo al fin, pegándose a su cuerpo y haciendo la cucharita. Aspiró el aroma a frutas dulces de su pelo y la abrazó sintiendo el sudor de su espalda en su pecho. Ella echó una mano hacia atrás para corresponder a su abrazo.

—Y yo a ti —contestó. Después, giró la cabeza hacia él para tomar conexión visual—. ¿Seguimos?

—¿Cómo? —preguntó desorientado.

—Ahora lo hacemos desde atrás ¿vale? A cuatro patas.

—Ah, pero… ¿quieres más?

—Sí, ¿no? solo lo hemos hecho una vez.

Se sintió avergonzado por su pregunta. Otra vez. Lo peor fue que ella lo notó y, por lo que dijo a continuación, tuvo la sensación de volver a quedar como un patán.

—Puedes, ¿verdad?

—Sí, sí, claro. Qué pregunta. No, es que… no pensaba que ibas a reponerte tan pronto.

Ella pareció azorarse un poco. A lo mejor por pedir más sexo del que sería normal para él.

—Sí, bueno, es que… como hace mucho que no...

—No, no, tranquila, está bien. Vale, ¿cómo nos ponemos?


— · —


Esta vez había sido más sencillo. Ella se había colocado apoyada en los codos mientras hundía sus gritos en la almohada. Él, tras sus piernas, solo tuvo que mover su mano rítmicamente mientras se sujetaba de su cadera con la otra. De vez en cuando atrapaba una de sus tetas y la amasaba para sentir su tersura y sus pezones duros.

Al igual que la vez anterior, también cayó rendida después de un tiempo interminable de gritos y placer y, al igual que hizo antes, se acurrucó tras ella, abrazándola. Observando en silencio cómo su cuerpo subía y bajaba a causa de la honda respiración.

Acariciaba su piel con la punta de los dedos, alegrándose de su suerte por salir con una chica tan especial. No solo era excepcionalmente guapa, además tenía el tipo de carácter que le gustaba. Dulce, pero traviesa, con marcada personalidad. Estaba totalmente enamorado de ella y deseaba que ella lo estuviera también de él.

Sin embargo, no podía dejar de notar un sabor amargo en el estómago. Había proporcionado a Alba el placer que tanto había deseado para ella. Lo malo era la manera de haberlo conseguido.

Todo había sido gracias a aquel enorme dildo. Ese chisme de plástico se había acomodado a la perfección a su coño, del que había logrado arrancar diez veces más gritos y placer en una sola tarde que su exigua polla en decenas de ocasiones.

Sospechó que sus exnovios o rollos de una noche estaban a años luz de lo que él pudiera ofrecerle.

Levantó la polla de goma y la miró con recelo. Después, levantó la otra mano y abrió la palma, extendiendo los dedos en toda su amplitud y la comparó con el falo. A ella le gustaban los chicos con manos grandes, había dicho. «¿Grandes comparado con qué?», se preguntó.
hay continuacion ??
 

Rafa​




Había llegado a casa como todos los días, cansado pero con ganas de ver a Alba y de charlar con ella antes de pegarse una ducha. Vivían en un adosado, propiedad de ella, al que Dani se había mudado un año después de que comenzaran a salir.

Abrió la puerta y entró en el recibidor de la vivienda. Era un espacio amplio que hacía de nexo de unión entre las diferentes estancias de la planta baja. Dejó las llaves en el vaciabolsillos de la entrada y atravesó el vestíbulo. Al fondo, un corredor conectaba con la cocina por la que pasó de largo, hasta llegar al salón.

Alba no estaba allí, sin embargo, el sonido de su voz le indicó que no andaba lejos.

En efecto, su voz llegaba a través de la puerta de aluminio acristalada que daba al jardín. La puerta corredera estaba casi cerrada y el sonido se colaba por la estrecha rendija que quedaba entre ésta y el marco. Al acercarse vio sus piernas bronceadas descansando en alto sobre una de las sillas de madera de teca.

Charlaba sentada cómodamente en otra silla, cuyo respaldo se apoyaba en la pared junto a la puerta, por lo que no podía verla más allá de sus rodillas. Cuando Dani fue a abrirla oyó pronunciar el nombre de su exnovio, Rafa. El sonido de su nombre le puso en alerta. Con la mano en la presilla de la puerta, se mantuvo atento a la conversación.

Su exnovio era un gilipollas con el que Alba no acabó de la mejor manera. La suya fue una relación muy convulsa, llena de altibajos de la que Dani conocía muy poco. Con el tiempo, su exnovio o cualquier referencia a él se habían convertido en un tema tabú. Que apareciera de nuevo en boca de Alba en un tono poco menos que jocoso lo hizo ponerse en tensión.

Aguzó el oído, acercándolo a la abertura de la puerta.

—Sí, tía. Como lo oyes. Y ya es la tercera vez… No, esta vez no… Sí, pero luego el remordimiento es peor y no pienso volver a pasar por eso… Pues porque no y porque quiero mucho a mi novio… ¿Qué?… Ni de coña, vamos. Se muere si se entera… —largo silencio— Es que es muy fuerte, tía. Pero sabes toda la movida con Rafa, ¿no?

Pronunció la última frase en un susurro, pegando su boca al teléfono, lo que provocó que Dani acercara su oído a la rendija de la puerta, pero de repente:

¡CLAC!

Alba había alargado el brazo y había corrido la puerta los escasos centímetros que quedaban hasta cerrarla por completo. Un acto reflejo de intimidad cuando se cuentan cosas muy sensibles en voz alta. Dani se pegó un susto, pero no salió de su estado de shock. En su cabeza solo rondaban dos cosas: “tercera vez” y “remordimiento”.

Con la puerta cerrada era imposible captar ni una sola palabra. Miró hacia los lados intentando encontrar otro hueco por el que escudriñar pero la única ventana también estaba cerrada y abrirla no era una opción puesto que haría demasiado ruido.

Salió al pasillo y de ahí entró de nuevo a la cocina. Había algo asándose en el horno. El temporizador indicaba que faltaban unos minutos para que terminara la cocción de lo que fuera que hubiera dentro.

Atravesó hasta el fondo donde otra puerta acristalada daba acceso al jardín, pero más alejada que la del salón. Soltó la presilla y la corrió con mucha lentitud, intentando amortiguar el sonido del deslizamiento. Milímetro a milímetro hasta abrir una rendija suficiente.

Y fue en ese momento cuando se dio cuenta de algo trascendental, algo que podría cambiar la concepción de su relación como pareja: Iba a espiar a Alba. Por primera vez desde que se conocían iba a invadir su intimidad y, probablemente, para enterarse de algo que no le incumbía y que podría no ser más que una tontería. Al final, sacudió la cabeza y se acercó a la rendija.

Ella seguía hablando en voz baja pero, desde donde estaba y sin barreras acústicas de por medio, pudo distinguir la conversación con claridad.

—No tía, como aquello no… Pues porque por aquel entonces yo era una cría; y porque no sabía decir que no; y mira, ya que lo preguntas, por lo que tenía entre las piernas, que eso no era normal… —risas— Ja, ja, ja. Sí, una pasada, enorme… Como te lo digo… —nuevas risas— Sí, sí, ja, ja, ja. Eso también. Era incansable… Brutote, pero es lo que tiene. Que donde hay poco cerebro, luego de lo otro… Por eso le aguanté tanto… —más risas— Sí… Que sí… Ya. Ya te digo... —nuevo rato escuchando— Ay, chica, pues ya lo sabes. Porque en el fondo era un gilipollas que solo pensaba con la minga y mira, estas cosas es mejor cortar y a otra cosa… Pues no, no merece la pena… Ya, claro… Por eso te cuento… ¿Dani? Es otro rollo. No tiene nada que ver y con él estoy superbién, como en una nube… Sí, todavía… Sí, después de tantos años… Claro, sin agobios, sin discusiones por cualquier tontería, deseando verle a todas horas… Sí, eso también. Ja, ja, ja. Qué guarrona… Sí… Que sí… —pausa larga— A ver, ya te he contado que en ese aspecto tampoco se puede comparar… Oye, tampoco te pases… No, tía, normal… Normal de normal… Bueno, pues quizás sea un poco escasito, pero a mí me vale… ¿Qué? Sí… Que sí…. ¿Qué? ¡no! Ja, ja, ja. Qué mala eres. Si lo sé no te cuento nada…

«Incansable, escasito», repitió mentalmente Dani. La comparación no era muy halagüeña.

—Pues llegará enseguida del trabajo ya que preguntas… Quizás sí, depende de lo cansado que llegue, o de lo cachondo… Ja, ja, ja, qué malona eres… No, con él nunca me duele la cabeza. Sé comportarme. Que se lo merece… Ja, ja, ja. Ya te vale… Pues me aguanto. Mira la otra… —largo silencio— ¿Quéé? ¡NO! ¿Echarlo de menos? ¿¡A Rafa!? ni hablar ¡No! Para nada… Que no, que no… —nuevo silencio prolongado— Ay, hija, qué pesadita eres… A ver, déjame pensar… —pausa larga y resoplido— Puede que en alguna ocasión a lo mejor, quizás de bajón… Ey, ey, ey. Para, bonita. No te hagas películas raras que no va por ahí la cosa… Pues porque no y porque aquello fue una chorrada… Pues sí, es por eso… Ya, pero solo como fantasía… Sí, solo… Pues porque en el fondo, a todas nos gusta una buena polla, ¿no?

Catacroc. Todo el aire de sus pulmones abandonó su cuerpo. ¿En serio había dicho lo que había oído?

«Echar de menos. Una buena polla».

Dani estaba recibiendo demasiada información que no sabía cómo procesar. Rafa, su exnovio, había hecho “algo” por tercera vez que ella le estaba ocultando. Y lo peor era enterarse de que tenía un pollón tan fantástico que ella aún echaba de menos.

La desazón casi lo hace escurrirse hasta sentarse en el suelo. Esa no era la Alba que conocía. Cada uno guarda la privacidad de su intimidad, pero siempre pensando en que son tonterías sin importancia, no al nivel de lo que había descubierto.

Y de repente, en mitad de sus pensamientos, la alarma del horno empezó a sonar haciendo que se pegara un susto de muerte. Alba no tardaría en aparecer en la cocina y descubrir que había estado escuchando tras la puerta. Si había algo que a ella le molestara de verdad eran los novios controladores, desconfiados e inseguros que metían las narices en su intimidad.

—Uy, que se me quema el asado. No me cuelgues, guapa —Oyó decir.

Sin tiempo para pensar, salió de la cocina como un cohete. Atravesó el vestíbulo y abrió la puerta principal como si acabara de entrar. Justo en ese momento, apareció Alba por la puerta del salón con el móvil en la oreja. Al ver a Dani lo saludó con una sonrisa y una mueca de extrañeza.

—Hola cariño —dijo apartando ligeramente el auricular contra el pecho—. Sí, es Dani que acaba de llegar —respondió volviendo a la conversación con su amiga.

Después, tapó el auricular y gesticuló con los labios el nombre de la que debía ser la persona con la que hablaba. A veces dibujaba en el aire su nombre con un dedo como si Dani pudiera leerlo con puntos y comas. Él se limitó a asentir como si lo entendiera. Después, se acercó a ella y le dio un pico en los labios.

—Me voy a la ducha —susurró mientras señalaba hacia el piso superior. Ella no se dio cuenta de que estaba sudando.

Subió las escaleras, que se encontraban a la derecha de la puerta de la entrada, y se dirigió a su cuarto dejando a Alba tras él. Se desvistió y fue directo a la ducha todavía con el pulso acelerado.

Al entrar en el baño, miró en el espejo el reflejo de su cuerpo totalmente desnudo y bajó la vista hasta su entrepierna que colgaba inerte. Se acarició haciendo que ésta se endureciera parcialmente y pensó en Rafa. Hasta hoy no había sabido que tenía una pollaza enorme y que Alba la seguía echando de menos. Algo normal teniendo en cuenta que lo había definido a él como “escasito”.

Había mencionado algo sobre no volver a pasar por un remordimiento. Suspiró preguntándose si ese remordimiento se habría producido antes de su relación o durante la misma. ¿Hasta qué punto echaría de menos sus, al parecer, polvos interminables?

Sabía de los gustos sexuales de Alba por el tipo de porno que ella solía buscar en internet: vídeos de negrazos o tíos bien dotados follando con tías tetonas… como ella. Ahora descubría que su exnovio Rafa cumplía con el patrón de macho empotrador de esos vídeos. Quizá tuviera nostalgia por manejar el pollón del hombre que la había estado follando antes que él.

Se apoyó en el lavabo y se miró a los ojos a través del espejo.

—Olvídalo Dani. ¿Eres feliz? Pues déjalo estar.

Pero bien sabía que no iba a poder hacerlo. Estaba demasiado enganchado a su novia como para no darle importancia. Iba a escupir en la cara del tipo que lo miraba con desprecio a través de su reflejo cuando se abrió la puerta a su espalda y apareció Alba con una sonrisa de oreja a oreja.

—Adivina —dijo asomando la cabeza por encima de uno de sus hombros mientras lo abrazaba por la cintura. Lucía una sonrisa radiante que hizo que Dani la sonriera de igual manera, aunque sus ojos permanecieran tristes.

—Nos ha tocado la lotería.

—Sí —contestó ella.

—¡No jodas!

—Prácticamente..

—¿Y eso?

—Era Marta —en referencia a la llamada telefónica—. Su hermana pequeña se casa. Martina, ¿recuerdas? —Dani hizo memoria y lentamente fue asintiendo con la cabeza. Marta era su prima. Era una persona muy importante en su infancia. Prácticamente se habían criado juntas en el pueblo hasta que dejó de veranear allí. Desde entonces, aunque no muy a menudo, solo se comunicaban por vía telefónica—. Me ha llamado para charlar y ha salido el tema de las vacaciones de este año. —Hizo una pausa para causar intriga—. Me ha propuesto que las pasemos en su casa, así de paso nos invitan a la boda.

—¡Pero si está en la otra punta del país!

—Oy, oy, oy. En la otra punta dice. Como si vivieran a un año luz.

—Uffff, es que… no sé. La idea era pasarlas los dos solos. Playa, sol, chapuzón, siestas… —puso cara de decepción— sexo…

—Venga, va. Si vamos a tener todo eso. —Alba ronroneó en su oído haciendo pucheros—. Mi prima es un cielo y su casa está a pie de playa. Nos va a tratar a cuerpo de rey y lo vamos a pasar genial, ya verás.

—No sé. La casa de tu prima no es lo mismo. Íbamos a buscar intimidad, un tiempo para nosotros…

—Si va a ser igual que un hotel. Ella va a hacer su vida y nosotros la nuestra. Prácticamente vamos a tener la casa para nosotros solos. Playita, sol, siestas calientes… —dijo besando su oreja—. Y a lo mejor hasta me animo a hacer topless.

Dani levantó una ceja escéptico y la miró a través del espejo.

—Sí, seguro. No lo haces ni en nuestra terraza y, ¿vas a empezar ahora en mitad de una playa atestada de gente?

—Porque aquí hay vecinos y me conocen. Además, la casa de mi prima tiene piscina, y está apartada —sonrió juguetona—. Ahí, seguro que hago hasta un integral y así me quito todas las marcas que tengo del bañador. Que me he mirado esta mañana y parezco una cebra.

Dani carraspeó al imaginarse la escena y tragó saliva. —¿Y tu prima?

—Bueno, a ver. Con ella delante no, claro, que me parece muy violento. Aunque no veo por qué no podría estar sin la parte de arriba estando los tres solos. —Pegó sus labios al oído—. ¿Te imaginas todo el día paseando en bolas?

La muy cabrona sabía cómo calentarlo. Tragó la saliva que se le estaba formando en la boca y se dio cuenta de que Alba estaba ganando la batalla. Lo estaba llevando a su terreno y eso era perjudicial para sus intereses. No le hacía maldita gracia la idea de pasar las vacaciones con su familia.

—No sé, Alba, no me convence ni media. Me había hecho a la idea de que serían unas vacaciones íntimas, alejados de todo el mundo conocido. Solos tú y yo.

—Si no va a haber nadie conocido, bobo, y menos para ti. En esa época del año no queda nadie. Venga, vaa. Porfa.

Dani se resistía a dar el brazo a torcer. Sabía que al final terminarían pasando los días visitando a alguna tía Paca de ciento un años y tomando magdalenas en su casa del quinto pino; o al típico abuelo Robustiano que había perdido el oído en no sé qué guerra; o vete tú a saber qué pariente lejano con Dios sabe qué problema de salud. No, decididamente no.

—Lo piensas, ¿vale? —dijo, por fin ella, ante el silencio de su novio.

Apoyó la cabeza en la sien de Alba y sonrió tiernamente concediendo, al menos, una reflexión sobre el tema. Mirando su reflejo, le costaba reconocer a la misma que minutos antes hablara de sexo e hiciera comparaciones por teléfono.

—Oye y… ¿No te apetece sudar un poco antes de pegarte esa ducha? —Le había agarrado la polla desde atrás y había empezado a meneársela. —Luego podrás recuperar fuerzas. Te he preparado una sorpresa en la cocina.

Dani salió de su ensoñación y soltó el aire de sus pulmones mientras notaba su pene hincharse. Había captado el mensaje. Se preguntó si aquello no sería un intento por inclinar la balanza a su favor. Cerró los ojos y se dejó hacer.

Alba le llevó de vuelta hasta la cama de la mano y se sentó en ella con las piernas abiertas.

—Primero juegas un poco con tu boquita aquí abajo ¿vale? Que llevo media mañana cachonda perdida. —Se recostó hacia atrás, apoyando los codos.

—¿Y eso? —preguntó meloso mientras se arrodillaba entre sus piernas— ¿Qué es lo que te ha puesto cachonda?

—No sé. Me he levantado así. Sin más.

Dani se preguntó si no sería acaso por la conversación sobre Rafa y sus recuerdos sexuales.

Le bajó el pantaloncito del pijama y las bragas. Después colocó su lengua en el punto exacto y... le hizo sonreír.

Se aplicó con esmero, dando largos pases antes de empezar a hacérselo como a ella le gustaba, sin embargo, no tenía pensado seguir el juego hasta el final. Por eso cuando notó, por su respiración y el incesante movimiento de sus caderas, que estaba a punto de llegar a la recta final, se incorporó y se colocó sobre ella intentando penetrarla.

—Eh, eh, eh, para, cariño. Primero me acabas a mí y luego ya veremos. Tu premio depende de cómo me des el mío.

—Eso no es justo, que yo también quiero disfrutar —Dani tenía la polla a tope y eso que no se había tocado. Le bastaba con ver a su novia retorcerse de placer para sentir una sensación parecida. Si la penetraba ahora que ella estaba a punto, podrían correrse a la vez.

—Todavía no —dijo con una sonrisa de oreja a oreja—, son mis reglas. Vamos, abajo, perrete. Compláceme si quieres tu recompensa.

Obedeció y terminó la faena tan obediente como encantado de complacerla. De nuevo se aplicó con esmero hasta que ella acabó gritando y retorciéndose de placer mientras su cabeza quedaba atrapada entre sus piernas, que lo zarandeaban de un lado a otro poseída por el éxtasis mientras él, se esforzaba por no dejar de lamerla para que no se interrumpiera su orgasmo, como un buen chico.

Cuando por fin lo soltó, agotada por el esfuerzo, él se tumbó de costado a su lado para admirarla mejor, observando su respiración a bocanadas con los ojos cerrados.

—Joder Dani. Con la boca no hay quien te gane. Creía que me moría de placer. Me duele la garganta de tanto gritar.

—Sí, con la lengua soy la hostia —bromeó—. A veces creo que soy más perro que humano.

Sonreía de oreja a oreja mientras, apoyado en un codo, acariciaba sus pezones anchos y oscuros que coronaban aquel par de tetas grandes y firmes. No podía dejar de mirarlas. Si era cierto que se iba a atrever a hacer topless en la playa, más de uno iba a flipar.

—Bueno, me toca. —Y se tumbó con las manos detrás de la nuca.

Ella negó con la cabeza.

—A mi manera. Ponte ahí — dijo señalando el cabecero. Quería que se sentase con la espalda pegada a él.

—Pero vas a…

—Chsss, a mi manera.

Quiso protestar pero sabía que iba a terminar obedeciendo, así que cerró la boca y se sentó dejando las piernas abiertas. Sin embargo, en lugar de acomodarse entre ellas para devolverle la mamada se subió sobre él a horcajadas. Bueno, tampoco haría ascos a una buena cabalgada. Lo malo fue lo que Alba hizo a continuación.

Encajó el tronco de su polla entre los labios vaginales, sin que hubiera penetración, y se frotó ligeramente contra él tomando posición. Después se dobló por la cintura, hasta alcanzar el cajón inferior de su lado de la cama y extrajo algo de él.

—¿Pero qué…?

—Méteme esto desde atrás, anda. Como tú sabes.

Acababa de darle un consolador, aquel que era una reproducción hiperrealista de una polla enorme y que ella guardaba con tanto mimo. Alba no estaba tratando de inclinar la balanza de las vacaciones a su favor sino de satisfacer la calentura que le había sobrevenido de la charla con su prima en la que su exnovio había sido el protagonista.

“A todas nos apetece una buena polla de vez en cuando”, recordó.

—¿Y por qué no follamos normal?

—Venga, que estoy muy cachonda y si me la metes ahora te corres enseguida y me dejas a medias. Dame con esto desde atrás, porfa.

—Es que… —dudó— estoy un poco cansado y no me apetece andar haciendo numeritos. Otro día utilizamos esto, ¿Vale?

Apartó su mano que sostenía el dildo cerca de su cara.

—Vengaaaa, porfaaa. Que tengo muchas ganitas. Además, sabes que luego te voy a compensar —Le guiñó un ojo y se metió la punta del dildo en la boca, simulando una mamada al capullo, luego se la ofreció a él para que la imitara—. Lubrícala bien, como sueles hacer.

No era la primera vez que practicaban esa postura. Ella frotaba su clítoris contra el tronco de su polla mientras Dani rodeaba su culo con las manos y le metía el consolador por el coño desde atrás. Empezó a sospechar que lo que realmente buscaba era imaginar que era otro el que la estaba follando. Otro como, por ejemplo, Rafa. Como si ese enorme trasto fuera su polla que la empalaba desde atrás. Y que eran sus manazas las que sobaban sus tetas mientras él solo asistía como simple mirón. Reducido a realizar las labores de mamporrero consentidor.

Apartó la cara de la polla de goma que, ella, volvía a pasear delante de su boca en un intento por que la chupara. La agarró del culo por abajo y la levantó un poco para conseguir liberar su pene y penetrarla. Ella se rebulló y no le dejó entrar, volviendo a tomar la misma posición. Puso una mano en su cara, cogiéndolo por el mentón para obligarlo a mirarla y de nuevo intentó que lamiera el pollón.

—Vamos, hazlo. Chúpala para que me entre bien.

—Eh..., no. —Chasqueó la lengua.

—¿Por qué?

—Porque… no.

Alba no insistió. Se lo metió en su propia boca hasta donde le entró y después lamió el resto por los costados, ensalivándolo en toda su longitud.

—Ya está, toma, métemela.

Pero Dani no hizo caso y se concentró en amasar sus tetas haciendo como si no hubiese oído mientras ella continuaba con su vaivén, apretándose contra él.

—Vamos, venga. Que estoy a cien. —Volvía a ofrecerle el dildo—. Venga, ¿a qué esperas?

Pero Dani no obedecía y continuaba su magreo.

—Toma, cógelo —insistía—. Pero cógelo. ¿Por qué no lo coges?

Ella sacó la teta de su boca, echándose ligeramente hacia atrás.

—Dani…

—Que no, joder.

—¿Por qué? ¿Qué pasa? —Alba frenó en seco—. Cariño.

—Pues… que no me apetece así, ya te lo he dicho. ¿No podemos follar normal?

—Pues sí, pero… es que no entiendo. Así me gusta más y disfrutamos los dos. Siempre nos ha gustado este juego.

—Quizás a mí no. Quizás lo que me apetece es estar dentro de ti y corrernos juntos.

—Pero si siempre nos corremos juntos al final.

—No, tú te corres y después yo te la meto y termino solo.

—Hombre, es que al revés... me dejas a medias. Ya lo sabes.

Lo que pasaba era que no aceptaba competir con ese trasto más dotado que él. Follarla con esa polla era cómo si renunciara a la suya y a sí mismo. Como si no tuviera derecho a penetrarla por no pertenecer al club de los muy dotados, relegado a cornudo consentidor que, además, hacía las labores de mamporrero. Era aceptar que su polla no merecía lo que con tanto gusto había disfrutado con otra mucho mayor, la del idiota de Rafa.

Alba dejó el consolador a un lado y tomó su cara entre las dos manos.

—Dani, cariño. Sabes que luego te dejo mi cuerpo para que acabes a tu gusto, a tu ritmo, sin agobios.

—Pues igual es eso, Alba. Es que yo no quiero follar solo, quiero llegar contigo, juntos, no como si fueras una muñeca hinchable.

Alba se quedó de piedra. La temperatura de la habitación bajó diez grados.

—¿Cómo que una muñeca hinchable? —Había congelado el rictus y se había separado un poco hacia atrás—. ¿Acaso crees que cuando te dejo terminar dentro de mí no siento nada? ¿Es que piensas que mientras estás encima no siento lo que tú sientes? ¿Que no disfruto por verte disfrutar conmigo?

—No digo eso. —Se masajeó las sienes intentando encontrar la respuesta correcta sin desvelar lo que acababa de descubrir en el jardín ni estropear la situación que parecía torcerse por momentos—. Es… no se… es que esa polla... me acojona.

Alba frunció el ceño, extrañada. Tomó el consolador y lo puso entre ambos.

—No entiendo.

—Joder, míralo. Mira el aparato con el que disfrutas como una loca y luego mírame a mí. Joder, es que… me frustra que lo prefieras a él.

Por no decir que lo que realmente le frustraba era que esa polla lo hacía sentir como un inútil en la cama. Que era un recordatorio constante de lo que no podía darle.

Alba puso el consolador junto a la polla de Dani y sonrió con ternura. En cambio a él se le encogieron los huevos al ver la comparación entre las dos, tan de cerca y de manera tan gráfica. Era más del doble que la suya.

—Pero qué bobo eres —dijo besando su nariz intentando consolarlo— Este trasto solo es un juguete, una fantasía. No cambiaría tu colita ni por todo el oro del mundo —dijo tomando su polla entre las manos.

Oír aquel diminutivo no le hizo sentir mejor, además de provocarle una punzada de dolor. Giró la cabeza e hizo un mohín.

—Ey, Dani —lo llamó tiernamente—. Dani, cariño.

Pero él seguía con la mirada hacia otro lado.

—Venga, va. No te rayes. Solo es un juego. Una chorrada para dar morbillo.

A él le daba otra cosa y seguía con la mirada perdida en la pared mientras ella lo observaba con paciencia.

—Venga, follamos normal, ¿vale? —terminó concediendo. Le tomó de la cara y, con suavidad, le obligó a mirarla. Frotó su nariz con la suya.

Él, como siempre, se derritió y le devolvió una tímida sonrisa. Para una vez que Alba cedía en algo, no era momento para tensar más la situación y malograr un polvo. Asintió con la cabeza.

—Gracias.

—Pero estas vacaciones las pasamos en casa de mi prima.

Touché. Ahí estaba el truco.

Raro había sido que ella hubiese claudicado con tanta facilidad. Al menos, se consoló por haberse deshecho del pollón. Uno a cero a su favor.

Solucionado el problema, Alba retomó su tarea con la polla de Dani. No le costó mucho volver a poner a tono a su novio que enseguida apuntaba con su apéndice al techo.

En cuanto lo tuvo a punto, se colocó a horcajadas sobre él y puso la punta en la entrada, dejó caerse hasta quedar alojada hasta el fondo. La polla había entrado con sobrada facilidad. Demasiada, según el criterio de Dani.

“Escasito”.

Cerró los ojos un momento y sacudió la cabeza de manera imperceptible, intentando liberar sus pensamientos. Alba comenzó a galoparlo con suavidad sin dejar de mirarlo a los ojos. Él sostuvo su mirada durante todo el tiempo comenzando a sonreír por el placer recibido y por la victoria parcial contra aquel aparato.

Algo después Alba comenzó a mostrar signos de estar alcanzando el tan ansiado orgasmo. Dani se alegró de haber podido mantener el tipo. Había puesto especial empeño en que la polla no se saliera malogrando el momento, y estaba recogiendo sus frutos, pero por desgracia, su cuerpo o quizás su cabeza quisieron jugarle una mala pasada. El orgasmo se acercaba también para él y para más INRI lo hacía a gran velocidad. La mayor parte de culpa la tenían los besos que le daba y sus dos tetazas que no hacían más que rebotar contra él. Tetas que, por otra parte, eran su punto débil.

Cerró los ojos y se mordió los labios con fuerza intentando retrasarlo. En un intento por acelerar la llegada del orgasmo de ella, acarició su ano con el dedo corazón sabedor de la excitación que le producía. Utilizó el pulgar de la otra mano para alcanzar su clítoris con la yema y atacar otro punto clave.

Funcionó pero, como contrapartida, ella aumentó el ritmo de la follada debido a la sobreexcitación que acababa de proporcionarle, llegando a alcanzar un galope frenético mientras comenzaba a emitir los aulliditos previos al orgasmo.

Dani aguantaba como podía. Si se corría antes que ella estaría perdido. Todo su discurso sobre correrse juntos se iba a ir a tomar viento e iba a quedar como el culo.

Por fin los gemidos de Alba dieron paso a auténticos grititos de placer acompañados de movimientos estertóreos que su cuerpo empezó a dar sobre él. Dani dio gracias por ver el final más cerca mientras apretaba los labios y cerraba los ojos con fuerza aguantando su propio placer. Pero cuando los grititos dieron paso a auténticos chillidos, su polla no aguantó más y explotó dentro de ella… y todavía faltaban sus dos minutos de orgasmo.

Apenas pasaron unos segundos, Alba, que no había dejado de gritar, miró hacia abajo, entre sus piernas sin dejar de galopar.

—¿¡Pero qué coño…!? —Tomó a su novio de la cara con ambas manos y suplicó—. Un poco más, mi amor… solo un poco más… Ya casi estoy.

Pero Dani no podía dar lo que no poseía. Abrió la boca intentando pronunciar una excusa, pero solo boqueaba un lamento mudo. Su cara era un cuadro de pesadumbre mientras terminaba de correrse irremisiblemente dentro de su novia. Alba siguió galopándolo pero fue disminuyendo la cadencia a medida que notaba desinflarse su polla. Sus gritos se fueron apagando. Al final se detuvo y pegó su frente a la de él mientras recuperaba el aliento.

—L...Lo siento —dijo él.

—No pasa nada. Está bien —jadeó.

—Lo siento, de verdad. Estaba aguantando pero cuando noté que te corrías…

—Que no pasa nada. Está bien.

—Quieres que…

—No, tranquilo. Ve a ducharte que hay que comer y se va a enfriar lo que estoy preparando. —Lo descabalgó y se sentó en el borde de la cama—. Yo subo luego a ducharme.

—Espera, te hago una paja. Te como el coño otra vez —dijo reteniéndola. Se sentía como una mierda. La había dejado a medias… otra vez. Frustrada.

—No, déjalo. Ya me lo has comido antes. Ahora lo que me apetecía era disfrutar con una polla. —No era un reproche, pero fue precisamente a eso a lo que sonó.

Se colocó las bragas y el pantaloncito del pijama y salió en dirección a la puerta, dejándolo sentado contra el cabecero. Antes de salir volvió a mirarlo.

—Está todo bien —dijo intentando mostrarse calmada.

Pero no lo estaba. Aunque no hubo ni un mal gesto, en el fondo Dani había percibido su ira cuando notó su flacidez, después su impotencia y por último la decepción. Se fijó en el consolador que se había quedado junto a él en mitad de la cama y lamentó haber oído aquella maldita conversación que, aunque aún no lo sabía, marcaría un punto de inflexión en su relación con Alba desde aquel momento.

—Puto cacharro de mierda y puto Rafa.
 
Bueno, se juntó de nuevo el viejo equipo. El novio bueno defectuoso y acomplejado, la novia buenísima insatisfecha, el patán follador macho alfa (ex novio) y la amiga que la incentiva a divertirse pasando del novio.

Una combinación de mucho rating. Veremos que tipo de desenlace tendremos.
 
Yo le ayudo a Dani a dar unas cuantas ostias al que ose humillarle y a decirle unas cuantas verdades a Alba.
 
Buen capítulo.

De momento lo único que le critico a Alba es su escasa (por no decir nula) habilidad para darse cuenta que su novio esta incomodo. Pasó con la invitación a tomar un café el capítulo pasado y pasó ahora con la polla plástica.

De Dani solo decir que si bien puedo llegar a entender sus inseguridades, y de seguro que habrán más situaciones que la alimenten, no entiendo que no sea directo con Alba y le diga las cosas de frente.

Me esta gustando mucho la historia. Veremos como sigue!
 
Bueno, se juntó de nuevo el viejo equipo. El novio bueno defectuoso y acomplejado, la novia buenísima insatisfecha, el patán follador macho alfa (ex novio) y la amiga que la incentiva a divertirse pasando del novio.

Una combinación de mucho rating. Veremos que tipo de desenlace tendremos.
Me encanta la palabra patán 😂😂😂
 
Creo estamos todos de acuerdo en que la infidelidad ocurre por parte de Alba, será dura y prolongada según el autor, no tendrá consentimiento, involucrará a nuevos y antiguos amantes, repetidas veces.

A Dani no lo veo tan inocente, sospecho que algo le descubrirá Alba, lo que puede sumarse a los motivos que le obligarán a continuar al lado de ella.

Hay un Dani AA y otro DA, antes y después de Alba, su vida le ha provocado una constante inseguridad que no llegaba a afectar su autoestima, mantenía cierta determinación que expresaba con límites que nunca transó.

Luego de conocerla sus convicciones se han vuelto difusas, años sufriendo siendo su novio, le han enfrentado a la dura realidad que a su inseguridad emocional también debe agregar la física, su carencia en calidad y cantidad hace que su autoestima disminuya cada día que pasa con ella.

No tiremos la toalla tan fácilmente, aún se evidencian ciertos vestigios de su férrea determinación, no permitió volver a ser humillado por Alba cuando intentó ponerle de secundario ante el protagonismo del kilométrico dildo, y ahora en la gasolinera ha logrado imponer su molestia decidiendo llevársela sin despedirse del joven guaperas.

La relación de ellos se ve dominada por un constante y egoísta comportamiento de ella, le sucede al entrar en lo que yo llamaría un "modo narciso", lo que termina anulando la figura de su novio.

Este modo parece iniciarse al interactuar con alguien que manifieste gran interés en ella, en forma instintiva centra sus cinco sentidos en esa persona, mientras más se siente atraída por esa interacción, más parece bloquear cualquier preocupación externa que la distraiga de ese momento., lo que usualmente le hace perder las formas, los modales, y algunas restricciones, traspasando límites que llegan a comprometer sus sentimientos hacia Dani.

Complicadas vacaciones se está tomando Dani, en un entorno que puede volverse muy inamistoso de compartir el gasolinero el trato recibido, estorbará cada vez más si su novia no se esfuerza por preservar lo que les une.

Es probable que la forma en que se desarrollen los preparativos de la boda formen el eje donde nacerán sus celos y sufrimiento, y que esa noche signifique el momento cúlmine de esta historia.
 
Perdón.
Esta misma tarde lo subo. Quería hacerlo a la vez que apareciera en el otro lado y se me pasó.
Despiste monumental.
Gracias por comentarlo.
Qué no vuelva a pasar por favor

😂

Hablando en serio, en la otra esquina tienen la plataforma de hace 20 años y es difícil intercambiar opiniones y darle seguimiento, por eso es mejor pelearse aquí para mi 😅
 
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