La cena del Idiota

Carlos, digo yo que si llevan tanto tiempo juntos será porque merece la pena, al principio de una relación puede ser algo físico pero después tiene que haber algo más digo yo.

Y si a Dani le cuesta tanto romper ahora es porque hace balance y piensa que por Alba merece aguantar lo que aguanta, pues más lo que siempre por allá que los desplantes continuos, ahora la pregunta es ¿Cuando dejará de merecele la pena? ¿Que desequilibrará esta balanza?
 
Tú puedes sentirlo si pierdes algo valioso, pero Alba no lo es.
Estará muy buena y todo eso, pero como persona no vale la pena. Debería haberse largado en ese momento que dudo.
Pienso que el realmente está enamorado y lo que está pasando no lo termina de asimilar, ya que ella no se ha comportado así en el tiempo que llevan juntos, el amor es así se cabron…veremos probablemente una ruptura pero por desamor o por cuernos…
 
Pienso que el realmente está enamorado y lo que está pasando no lo termina de asimilar, ya que ella no se ha comportado así en el tiempo que llevan juntos, el amor es así se cabron…veremos probablemente una ruptura pero por desamor o por cuernos…
Normalmente soy muy romántico y me gustan los finales felices, pero en este caso el único final que me va a gustar es en el que la mandé a paseo.
 
Carlos, digo yo que si llevan tanto tiempo juntos será porque merece la pena, al principio de una relación puede ser algo físico pero después tiene que haber algo más digo yo.

Y si a Dani le cuesta tanto romper ahora es porque hace balance y piensa que por Alba merece aguantar lo que aguanta, pues más lo que siempre por allá que los desplantes continuos, ahora la pregunta es ¿Cuando dejará de merecele la pena? ¿Que desequilibrará esta balanza?
Y crees que ella merece la pena después de como se está portando?. Porque yo creo que no.
 
Alba le volverá a reclamar y este le volverá a pedir perdón, como un bucle sin fin.
 
Dani se va a quedar en los huesos con la dieta de Alba... jajajaja.... ¡Eso es una dieta, lo demás, tonterias!
Alba y su eterno bucle de dominación/sumisión/ abdución. Dani come en la mano de Alba. No merece la pena buscar adjetivos... si un oftalmólogo de guardia y urgencias.
Tiene que hacerse ver que estar buena y ser un pibon, no compensa nada: ni sexual, ni personal, ni emocionalmente.
Es fácil entender el manejo de la trama por el autor pero no que se una tuerca infinita que no termina de apretarse nunca.
Dani puede competir. Marta estaba a tiro, esa es mi impresión.....¿me equivoco?
Aqui, cada personaje, cobra su pieza... diosa Alba aparte, que cobra casi todas...
 
Dani se va a quedar en los huesos con la dieta de Alba... jajajaja.... ¡Eso es una dieta, lo demás, tonterias!
Alba y su eterno bucle de dominación/sumisión/ abdución. Dani come en la mano de Alba. No merece la pena buscar adjetivos... si un oftalmólogo de guardia y urgencias.
Tiene que hacerse ver que estar buena y ser un pibon, no compensa nada: ni sexual, ni personal, ni emocionalmente.
Es fácil entender el manejo de la trama por el autor pero no que se una tuerca infinita que no termina de apretarse nunca.
Dani puede competir. Marta estaba a tiro, esa es mi impresión.....¿me equivoco?
Aqui, cada personaje, cobra su pieza... diosa Alba aparte, que cobra casi todas...
Con Marta….no lo veo. Primero debe recobrar su personalidad….y así ya será el principio de ser feliz.
 
Cada vez me fío menos de Marcos. Ya se la lió con "La Playa" y ahora con "El Arenal" no le da bien las indicaciones. Encima, que oportuno, se queda con el móvil apagado. Puede que el móvil de Alba se haya quedado sin batería (aunque yo pienso que ha sido Marcos el que ha apagado el móvil), pero es que además no le ha dicho nada a Alba de las llamadas de Dani. Alba no sabe nada de que Dani ha llamado, ella piensa que está en casa de su prima Marta.

Esa sería una buen explicación, pero ¿y si no fuera así?

Alba sabía del plan de sus amigos, y ha manipulado a Dani, para que estuviera fuera cuando han llegado. Cuando han llegado se ha ido con su pandilla y le avisa a Dani, cuando ya van camino del Arenal. Puede ser que Marcos le haya dicho o no lo de las llamadas, pero desde luego ella, pasa olímpicamente de él.

Lo normal hubiera sido que si vienen esos mal llamados amigos, ha hacerte la propuesta, matengas el plan que tenias con tu novio, o como mucho, esperas a que venga, y se decide entre los dos.

¿Que ha pasado con las promesas incumplidas? La falta de empatia que tiene Alba con Dani, es digno de estudiarla. Desde que han llegado, ha pasado más tiempo al lado de Aníbal que de dani.
 
Algo he notado diferente en este capítulo, Dani está empezando a pensar por sí mismo y se esta dando cuenta que no pinta nada en ese pueblo mejor irse a casa. Está harto de los amigos de Alba, y de sus bromitas. Pero como es un idiota, seguro que vuelve, para no perder a Alba. No se ha dado cuenta aún que Alba no se lo merece.
 
Bueno, y lo de perderse con el coche, puede que algo de culpa tenga Marcos, pero el idiota de Dani, ¿no se ha dado cuenta, que por ese camino hace tiempo que no pasan coches? Si ese fuera el camino correcto, hubiera visto las rodadas, de al menos tres coches.
 

Amor verdadero




Había subido a la quinta planta. Le gustaba pasearse por allí cuando le tocaba guardia. Él mismo pidió que lo destinaran a ese ala nada más confirmarse su traslado. Era, sin lugar a dudas, el lugar más desdichado de todo el edificio y, precisamente por ello, el hospital y todas las personas que lo frecuentaban, se esmeraban en hacer que los niños olvidaran el drama por el que estaban pasando.

El departamento de oncología contaba con medios y gente voluntaria que, al igual que él, dedicaba sus esfuerzos a hacerlo más amable. Y no solo a los pacientes. Los padres también eran el objetivo de otro tipo de cuidados, los destinados a curar las penas del corazón.

Solo llevaba quince días, pero ya empezaba a formar parte de aquella enorme “familia”. Y es que nada une más a las personas que una desgracia común.

Cruzó la puerta y avanzó hasta las camas. Un pequeño grupo de gente hacía corro alrededor de la primera. Nada más posar la vista, la reconoció al instante. No fue por su caminar, por su hosco cruce de brazos o por sus imponentes tetas. Todo ello quedaba escondido debajo de la bata, gorro, mascarilla y guantes de látex. Obligatorios para no castigar, más de lo que ya estaba, el sistema inmunodeprimido de los niños.

Sus ojos, aquellos ojos esmeralda que lo cautivaron la primera vez, estaban clavados en una niña que sostenía en sus manos un paquetito envuelto en papel de regalo. Estaba recostada, con la sábana por la cintura y un tubo saliendo de su nariz. Un pañuelo cubría su cabecita. Junto a ella, a un lado del cabecero, sus padres la observaban con una sonrisa, solo adivinada por sus pómulos elevados tras sus mascarillas.

La niña rompió el papel descubriendo una caja. La miró por un lado y otro con curiosidad y la abrió. Dentro había enfundada otra caja algo menor. Los padres sonrieron y la incitaron para que la abriera también. De nuevo, de su interior, extrajo otra nueva caja y, de nuevo, nuevas sonrisas. Una cuarta y después una quinta, llegaron a producir alguna carcajada. Parecía una especie de Matrioska de cartón.

—Una por cada año que cumples —dijo la chica de ojos esmeralda.

La madre de la niña, que acababa de caer en la cuenta, aplaudió la ocurrencia y ambos, padre y madre, cuchichearon felices. La niña, alegre pero algo azorada, abrió la última caja. Y entonces descubrió lo que guardaba en el interior.

La cara de enorme alegría se tornó en desconcierto y no tardó en interrogar con la vista a la chica que se lo había regalado. Por toda respuesta, solo obtuvo la misma sonrisa tras su mascarilla. Sus ojos esmeralda, refulgían moldeados en una línea sobre sus pómulos. Sus padres, que tampoco parecían entender el obsequio, le devolvieron la mirada sin saber cómo corresponder.

La mano de la madre se posó en el hombro de la niña en una muestra de apoyo mientras, su mirada inquisitiva, instaba a la muchacha a aclarar aquello que estaban viendo.

Dani, que se había acercado, alargó el cuello, entendiendo al instante la reacción de los allí presentes. Arrugó la frente a la espera de que no fuera una broma de mal gusto.

—Pero… —dijo la niña por fin— si está vacía.

En contra de lo que cabría pensar, los ojos de la muchacha no perdieron su brillo. Dos enfermeras, compañeras de Dani, flanquearon a la chica del regalo. Una de ellas, gorda como un planeta, puso una mano en su hombro. La chica se dobló por la cintura hasta poner su cara a la altura de la chiquilla.

—No es verdad —respondió por fin la muchacha, negando suavemente con la cabeza—. Está llena de besos. Los hemos puesto para ti.

La niña se quedó con la boca abierta y unos ojos como platos. Inmediatamente, puso una mano frente a la caja para evitar que ninguna corriente de aire volara aquellos besos imaginarios. Luego, con cuidado de no desbordarlos, se la mostró a sus padres para que pudieran apreciar el enorme tesoro.

La madre se llevó la mano al pecho y ahogó un gemido al ver la cara de su hija. Su marido, pasó su brazo por la cintura.

—Como no podemos dártelos —añadió la chica señalando la mascarilla—, los hemos puesto aquí, para que los tengas.

Las dos enfermeras asintieron al unísono. Una de ellas dio unas pequeñas palmadas a modo de aplauso.

—¿Cuántos hay? —preguntó la niña.

—Un millón —contestó la enfermera gorda—. Para que te puedas poner todos los que quieras.

De nuevo ojos como platos de la niña que no podía dejar de mirar el fondo de la caja, extasiada por tanta cantidad.

—Me voy a poner uno tuyo y tuyo —dijo señalándola a ella y a la chica de los ojos esmeralda.

Pellizcó en su interior y se colocó uno de los besos invisibles en cada mejilla. Después, con todo el cuidado del mundo, colocó la tapa para que no se derramara ninguno.

Dani no daba crédito. Nunca nadie había regalado tanta felicidad con tan poco. Y, tanto la niña como sus padres, al igual que el resto de niños que habían permanecido atentos al bullicio de la cama contigua, sonreían felices. Muchos de ellos, sabedores de que también les tocaría alguno de esos besos que, a buen seguro, iban a repartir por toda la habitación.



— · —​



La alcanzó antes de que llegara al ascensor. La chica se había deshecho de toda la ropa hipoalergénica y se frotaba la cara, masajeando la zona bajo la nariz.

—Perdona —llamó Dani a su espalda.

Ella se giró hasta encararlo. Ya no sonreía, y su ceño, fruncido por la curiosidad de quien la abordaba, la volvía a convertir en la tigresa de mirada desafiante de la otra noche. Dani se quedó momentáneamente bloqueado y, por un momento, no supo qué decir.

—Nos conocimos el otro día… —dijo al fin.

Miró de arriba a abajo a ese enfermero de azul que se quitaba la mascarilla descubriendo su rostro. El rictus de la chica se transfiguró a cámara lenta. Primero fue su ceño, se despejó por completo; luego fue su sonrisa, abarcó su cara de oreja a oreja.

—El chico del kas. —Entornó los ojos al observar su ropa de hospital—. ¿Trabajas aquí?

—Desde hace dos semanas —contestó más relajado.

Se hizo un pequeño silencio en el que ninguno de los dos supo qué decir.

—Oye, lo de antes —dijo él—, lo de la niña, ha sido una pasada. Ahora están todos como locos. Esa niña es la nueva reina de la habitación, repartiendo besos a diestro y siniestro. Está teniendo un cumpleaños muy feliz.

—Sí, bueno, tampoco tiene mucho mérito. No me ha costado nada.

—Tu… —Carraspeó y señaló con el pulgar hacia atrás, hacia la sala de oncología infantil. Ella negó con una sonrisa triste.

—No, no soy familiar. Una amiga mía trabaja aquí. Ella habló con el hospital para que pudiera venir un día a la semana —aclaró.

—Vaya, eso es muy generoso por tu parte. Los niños disfrutan mucho con las visitas. Y los padres… —levantó las cejas—, no sabes cuánto agradecen que se preocupen por ellos.

—No me has entendido —la muchacha lo miraba desconcertada—. No vengo por ellos, lo hago por mí.

Tuvo que cerrar la boca para no parecer tonto. Aun así, su cara obligó a la chica a explicarse.

—Estar aquí es como… evadirme del mundo exterior. Los niños, con su inocencia; los padres, que son todo bondad. Cada uno de ellos, las enfermeras, los médicos… todos. Estar con ellos me hace sentir bien.

Dani asintió, comprendiendo. A él le pasaba igual. Le gustó que compartieran ese hábito.

—De pequeña yo también estuve ingresada, ¿sabes? —Él levantó las cejas—. No, lo mío no fue nada grave, pero me mantuvo un mes en una habitación como esa.

Alba miró por encima de su hombro, hacia la puerta de aquella sala.

—Aunque parezca difícil de entender, fue la etapa más feliz de mi vida. Rodeada de otros niños que, como yo, solo pensaban en jugar y pasarlo bien, porque creíamos ciegamente que los médicos nos iban a curar; que eran hombres buenos con habilidades mágicas. Mis padres, junto a los padres de los otros niños, y todo el personal se esmeraban en hacernos la estancia lo más agradable posible. Las enfermeras eran como una segunda madre. Nos tenían como en una burbuja, aislados del mundo, en nuestro propio universo maravilloso.

—Indefensos —reafirmó Dani para sí—, pero invulnerables.

—Eso es —dijo asintiendo lentamente—. Volver aquí es como revivirlo. Como volver a mi infancia feliz. Pero a través de ellos, de los niños.

Dani lo entendía perfectamente. Sonrió con ternura.

—Aquí uno puede descubrir lo que es el amor verdadero. —Esperó su reacción que se mantuvo en la misma posición de oyente—. Ahí fuera, la gente dice “te quiero”, pero lo que quiere decir realmente es: “lo quiero”. Quieren a alguien para sí mismos, para su goce, como una posesión o un logro. —Bajó la cabeza apesadumbrada antes de continuar—. El amor de verdad es el que se vive a través de las personas que quieres, y a menudo te hace sufrir.

Una de las enfermeras salió de la habitación acompañando a dos de los familiares. Parecía que los estaba consolando. Otra enfermera, se acercó a ellos con una taza, seguramente una infusión. Ambas, les invitaron a sentarse en uno de los bancos del pasillo, junto a ellas. Alba los señaló con la barbilla.

—Los padres, por ejemplo. ¿Hay un amor más puro que el suyo por su pequeño? —Esperó mientras él negaba lentamente con la cabeza, dándole la razón—. Precisamente por eso, un padre solo puede ser tan feliz como el más infeliz de sus hijos.

Dani, sin dejar de sonreír tiernamente, tomó la palabra.

—Venir aquí es como apearte de la locomotora y sentarte a contemplar cómo gira el mundo, ¿verdad? Descubrir que no estás buscando en el sitio correcto; que toda la vida lo has estado haciendo mal. Y darte cuenta de que lo estás aprendiendo todo al revés.

Ella comenzó a sonreír a la vez que asentía con la cabeza.

—Exacto —corroboró—. Ahí fuera, todo te obliga a estar a la defensiva, a pelear, a comportarte como un depredador. Volver aquí, me ayuda a no dejar de querer ser lo que yo quiero.

Dani la miraba obnubilado. Parecía estar oyéndose a sí mismo. Esa chica, tan borde a primera vista; tan a la defensiva en distancias cortas, parecía su alma gemela. Se quedaron en silencio, mirándose. De repente ninguno sabía qué decir. Se dio cuenta de que ella lo miraba con los ojos entrecerrados y la cabeza ladeada, cavilando.

—Estoy pensando que, la noche que nos conocimos, no me dejaste invitarte —dijo ella—. ¿Puedo hacerlo ahora?

—Pero que conste que no voy a follar contigo —añadió Dani—. Paso de tías como tú.

La chica soltó una risotada.

—Me lo merezco, pero me alegra que aceptes, Chico del kas. Me encanta rodearme de gente que sea guapa por dentro. Como ellos —dijo señalando con la barbilla hacia la sala.

Dani estuvo a punto de babear.

Fin del capítulo XX
 
No sé en que momento tras 4 años, Alba se volvió una imbécil, esta chica de la que se habla aquí ¿Cómo puede ser ahora tan frívola y hace 4 años parecía madura y ver lo importante de la vida? Ahora parece boba y que no ha superado la adolescencia.

En cambio, Dani ya se ve que está enchochado de Alba y así se explica que aguanta lo inaguantable
 
Esa es la Alba que enamoró a Dani para siempre y por la que deberá luchar todo el relato, cualquiera de nosotros lo haría hasta que ya no te quedarán más fuerzas o razones….esto puede explicar muchas cosas…
 
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