La cena del Idiota

Lo de las artes marciales... ¿es por relacionarlo con algún personaje conocido? En ese caso la respuesta es negativa.
...
Lo de publicar en plazos semanales es porque necesito cierto margen para ir retocando. Quizás sea buena idea lo de acortar un par de plazos durante este periodo vacacional. Lo pensaré.
...
Y el título... pues qué mala noticia que opines eso, porque lo había elegido justo para que invitará a leerlo.
Precisamente por ser diferente a los típicos "infidelidad infiel", "mi esposa me traicionó", "me corneó con los cuernos"... y todo ese tipo de títulos demasiado... no simples.
 
La calidad del relato es incuestionable, no tiene desperdicio.

Es una dolorosa semana de espera, que bien vale la pena.

No oculto mi predilección por esta temática, es como obtener lo mejor de cada mundo.

Tipos sencillos, demasiado honestos emocionalmente, subestimados en su entorno, que por lo general consiguen pareja sobre su promedio, mujeres que los eligen al notar un pequeño destello de su verdadero potencial, las que luego de una infructuosa espera por más de esos destellos, terminan convirtiéndose en su punto más débil.

Hasta ahora van siendo unos personajes muy potentes, da la impresión de ir cada uno a su manera, de que sus propias versiones les son suficientes, parecen bastarse sin la necesidad de entender al resto, al final todo confluirá en una serie de encuentros y desencuentros que nos entregarán la verdad, una que no permitirá ganadores, sólo dañados y menos dañados sobrevivientes.
 
He leído los capítulos y de momento me parece muy interesante, más aún con lo que ha dicho el autor sobre que tomo inspiración de Required y de Randor.

Respecto a la historia en si, a mi me da bastante igual si el protagonista es un consentidor, un sufridor o el mismísimo John Wick mientras la trama sea interesante. Así que veremos como sigue.

Como ultima cosa, una opinión respecto a los tiempos de publicación. Obviamente yo como lector me gustaría leer todo del tirón, pero se entiende que el autor quiera tener tiempo para ir dándole los últimos retoques a la historia en caso de necesitarlo.
Sin embargo, si creo que quizás 1 capítulo a la semana sea muy poco, sobre todo si los capítulos son de transición o introductorios. Quizás tener algún capítulo extra, de vez en cuando, si el capítulo previo fue de transición pueda servir para leer más de la historia en sí y también para que haya más interacción aquí en el foro.

Saludos a todos!
 
Lo de las artes marciales... ¿es por relacionarlo con algún personaje conocido? En ese caso la respuesta es negativa.
...
Lo de publicar en plazos semanales es porque necesito cierto margen para ir retocando. Quizás sea buena idea lo de acortar un par de plazos durante este periodo vacacional. Lo pensaré.
...
Y el título... pues qué mala noticia que opines eso, porque lo había elegido justo para que invitará a leerlo.
Precisamente por ser diferente a los típicos "infidelidad infiel", "mi esposa me traicionó", "me corneó con los cuernos"... y todo ese tipo de títulos demasiado... no simples.
Me tienes enganchadisimo,con la trama y entiendo que te lleve su tiempo su realización,como sus correcciones,antes de publicar ya que nos gustaría a todos tus lectores disponer de esta droga lo antes posible.
En cuanto al título ,es original y poco visto, para un relato de infieles,no me desagrada y está muy bien escrito ,por lo que mi valoración de tu obra es muy positiva.
Estoy deseando que continúe el siguiente capítulo.Un saludo
 

Vía dolorosa​




—No pasa nada. Me gusta que te corras dentro. Ahora me haces una paja y ya está —le decía por enésima vez. Pero eso a Dani no lo consolaba y la culpa lo corroía por no haber estado a su altura. Otra vez.

Permanecía sobre ella con la polla, ya flácida, todavía dentro y los brazos por debajo de sus hombros, recuperando el aliento después del deprimente misionero. Había juntado su frente con la de ella y cerraba los ojos lamentándose en silencio. No era un gran amante y, para colmo, Alba era incansable. Y mientras él sufría, ella sin embargo, lo consolaba. Abrazándolo por encima de los hombros y acariciando su espalda con ternura. Sin darle importancia o simulando no hacerlo. De vez en cuando entrelazaba sus dedos entre su cabello revolviéndolo y aspirando el aroma del hombre del que se estaba enamorando.

Aunque se habían conocido hacía seis meses en lo que podría denominarse como un amor casi a primera vista, llevaban saliendo oficialmente desde hacía solo dos. Empezaron despacio, como una pareja normal. Cafés, paseos y castos arrumacos en el coche frente a la puerta de casa fueron sustituidos por noches de Pizza, sofá y sexo en la intimidad del dormitorio principal. Lástima que aquellos encuentros no estuvieran resultando todo lo felices que debieran ser.

—Te he dicho que no me importa, en serio.

—Ya, vale —decía abatido—, pero te he vuelto a dejar a medias.

—No me has dejado a nada. Además ya me he corrido antes cuando me lo has hecho con la boca.

—No digas que no, estabas a punto. —Pero ella sonreía y negaba con un leve movimiento de cabeza—. Joder, si te encanta hacerlo así. Disfrutas más cuando te la estoy metiendo que con cualquier otra cosa que te haga.

—Que me da igual —insistía—. Mira, si quieres acabarme, me haces una paja, pero deja de obsesionarte con lo mismo. Venga, tonto.

—Es que… no sabes lo importante que es para mí no poder estar a la altura. Es como si te fallara. Como si no pudiera darte lo que cualquier otro.

—¿Darme lo que cualquier otro? ¿En serio no eres capaz de ver todo lo que me das y que no puede darme nadie más que tú?

—No me refiero a eso. Hablo del tema físico. De matar a mi novia a pollazos como un tío normal. De darte sin parar sin que me desinfle en el peor momento.

Ella sonrió. Hasta derrotado era adorable. Lo acariciaba con sus dedos entre sus cabellos.

—Y yo te digo que no me importa, y que no va a hacer que me replantee lo nuestro por semejante chorrada. Me gustas así y punto.

—Para mí no es una chorrada, Alba.

Ella espiró el aire resignada. —Sabes que no estoy contigo por el sexo, ¿no?

—Ya, bueno. Pero eso es algo que se da por hecho en una relación. Es como si compras un coche y te encuentras con que no trae asientos. No lo compras por los asientos, pero cuentas con que vengan de serie.

—Yo lo veo más bien como si no trajese elevalunas eléctrico. Puedo usar el giro de mi mano para levantar la ventanilla. —Hizo la imitación de una masturbación con su mano.

—Lo digo en serio. —Cogió su mano y la llevó a sus labios, besándola.

—A ver —Lo separó ligeramente para mirarlo a la cara—, ¿tú me querrías menos si no tuviera estas tetas?

—Eh, no vayas por ahí, no es comparable. El sexo es algo muy importante, fundamental, diría yo. Tal vez hoy no te importe, ni mañana, pero algún día preferirás quedarte viendo algún programa de telebasura, cebando a un gato con ganchitos en lugar de pasarlo en la cama conmigo. Como una amargada, por mi culpa.

—No lo creo.

—Le pasa a mucha gente.

—¿Gente que conoces tú?

—No, no la conozco, pero es algo que se oye. —Ella volvió a sonreír—. Y para que conste, las tetas grandes son mi debilidad así que no me hagas muchas preguntas sobre elecciones con ese tema.

Intentaba ser una broma que rebajara la tensión pero quedó como un intento fallido. Se mantuvieron en aquella posición de calma contenida, cara a cara. Alba permanecía con semblante pensativo, observando la tristeza de su rostro y sus ojos afligidos. Pero por dentro estaba rumiando algo. Una cosa que, aunque Dani no lo sabía, iba a influir sobremanera en su relación como pareja.

—Vamos a hacer una cosa. —Apartó con suavidad a su novio que se recostó junto a ella boca arriba con su triste pene flácido apuntando a ningún sitio—. Espera aquí.

Completamente desnuda, se sentó en el borde de la cama, puso los pies en el suelo y se levantó. Al hacerlo, dobló el cuerpo por la cintura y puso el culo ligeramente en pompa. Eso ofreció a Dani una excelente visión de su trasero y de los labios de su coño que se vislumbraban desde atrás. Por la pequeña separación que se formaba entre éste y las ingles se colaba un pequeño huequito de luz. Algo que lo excitaba a más no poder y que hizo que sintiera de nuevo el furor del deseo. Vació el aire de sus pulmones, admirándola mientras se alejaba con pasos de gata.

Caminó hasta el final del dormitorio, hasta la cómoda. Se puso en cuclillas haciendo que sus tetazas pendularan como dos campanas y abrió el último cajón. Buscó entre la ropa y extrajo una caja alargada. Se acercó de vuelta hasta la cama y se subió a ella sentándose sobre sus talones. Dani se incorporó para ver mejor apoyándose sobre su codo.

No era una caja, sino una especie de estuche. Alba se quedó pensativa, como si dudara mostrar lo que escondía dentro. Por fin, tras unos segundos, lo sacó examinando el semblante que mostraba su novio a medida que lo descubría.

—Esto es… un juguete que suelo usar.

Dani lo miraba perplejo sin poder evitar abrir la boca a medida que veía lo que aparecía ante él.

Era una polla.

Parecía de verdad, con venas y todo. Una polla hiperrealista muy grande. Grande y gorda.

—Pero esto… es enorme —exclamó—. Debe tener por lo menos… veinticinco centímetros.

—Más o menos. —Bajó la mirada turbada. Midiendo su reacción de hito en hito.

Dani seguía confuso. No estaba seguro de que Alba utilizara aquello para lo que creía que debía utilizarse. Ella continuaba con la vista baja, como si no se atreviera a sacarlo de dudas.

—¿Usas esto como juguete? ¿Cómo?

La pregunta sonó más estúpida de lo que ya era de por sí y se sintió ridículo nada más decirlo. Después, carraspeó para disimular y alargó la mano para hacerse con el aparato, intentando manipularlo como si fuera algo normal, como si estuviera acostumbrado a manejar uno de esos a diario. Lo giró a un lado y a otro examinándolo. Después, lo colocó junto a su polla, comparándola. Había recuperado algo de su tamaño haciendo que su indecorosa horizontalidad se tornara en una modesta semiverticalidad.

La comparación era odiosa.

Era el doble que la suya y mucho más gorda. Sus dedos circundaban todo el aparato en su perímetro pero sin que sobraran demasiado, y en sus yemas podía sentir el tacto de las venas. Ese chisme parecía una copia perfecta si no fuera por el tamaño descomunal. Hasta la rigidez era como la de una de verdad.

Pasó un dedo por toda la longitud, notando cada protuberancia. Cuando llegó a la punta, palpó el glande con creciente curiosidad. Lo apretó para comprobar cómo la goma cedía a su presión y sintió repelús al reconocer una familiar elasticidad.

Cuando levantó la vista, Alba lo miraba de otra forma. Tenía la boca ligeramente abierta y el mismo brillo en los ojos que cuando habían empezado a follar. Sus mejillas volvían a estar coloradas, y hasta su respiración se había acelerado. La vio morderse el labio inferior cuando de nuevo bajó la vista hacia el consolador. Fue a decir algo pero ella se adelantó besándolo y sellando sus labios. A ese beso le seguiría otro más largo. Más largo y más húmedo.

Continuó por su cuello y por su pecho, devorándolo. Llevó sus besos hasta su vientre y después... a su polla. Notó que le abandonaban las fuerzas y dio gracias a que aún seguía recostado o se hubiera caído de espaldas. Ella empezó a subir y bajar lentamente proporcionándole un placer indescriptible. Lento, profundo y húmedo. Debía ser él quien la estuviera haciendo gozar pero no iba a discutir a estas alturas.

Apartó el dildo que aún mantenía apoyado en su pubis para facilitar la tarea pero ella se lo impidió asiéndolo de la muñeca y haciendo que la colocara en el mismo sitio, junto a su polla. Como si fuera un segundo pene. Como si fuera un rinoceronte con su segundo y enorme cuerno.

Alba levantó la mirada hasta cruzarla con la de él que la observaba entre la expectación y el desmayo. Después dejó que su polla se deslizara por sus labios hasta quedar completamente fuera de su boca, tiesa pero inclinada en el aire como un mástil de proa. Mantuvo la posición sin hacer nada durante tanto tiempo que Dani dudó si era por algo que a él le tocara hacer.

Por fin, tras varios segundos de duda, Alba se movió poniendo los labios sobre la polla de goma y comenzó a lamer la punta con la lengua, suavemente, con pasadas cortas pero lentas. Él la observaba algo confundido. Y más aún cuando los lametones se convirtieron en una pequeña mamada a aquel aparato. Sin embargo, se mantuvo en silencio y dejó que siguiera llevando la iniciativa.

Dani sujetaba la polla y Alba sujetaba a Dani por la muñeca, con el falo en ristre; rígido y vertical. Así hasta que ella se incorporó hasta recostarse junto a él. Lo besó en los labios y tiró de su antebrazo para que el dildo se colocara junto a la cara de él. Dani no comprendió y la inquirió con la mirada.

—Lubrícalo —respondió en un susurro.

Abrió la boca, atónito. ¿De verdad quería que se lo metiera en la boca? Era una polla. De goma, sí, pero una polla al fin y al cabo. Y él era un tío. Se mantuvo en la posición sin atreverse a dar el paso.

—No querrás hacerme daño, ¿no? —dijo ella melosa al ver su cara de espanto.

Y con eso se confirmaban sus más oscuras suposiciones. Alba quería que le metiese ese pollón. No entendía muy bien dónde se encontraría el placer de alojar todo aquello, pero tampoco se atrevió a objetar nada en contra y quedar como un tonto, más de lo que debía parecerle a estas alturas.

Posó la vista en el consolador que se encontraba a centímetros de su cara. Si no supiera que eso que tenía en la punta era saliva, tranquilamente podría pasar como flujo seminal. Sintió un amargo regusto en el estómago.

—Seguro que guardas un botecito de lubricante por ahí…

—Venga, Dani, hazlo ya, que estoy a cien.

Empujó ligeramente de su antebrazo para que el falo se acercara a su boca. Él se resistió pero sin que se notara demasiado, dejando que aquello se acercara lo justo hasta tocar sus labios que cerró nada más sentir su contacto. No quería contradecirla y hacer que se sintiera mal pero, esa cosa, no iba a pasar de allí. Intentó buscar una alternativa.

—Debes lubricarla bien, vamos —insistió ella al oído. Después besó su lóbulo para, acto seguido, metérselo a la boca y chuparlo. Dani puso los ojos en blanco y aflojó la presión de su brazo sin darse cuenta.

Alba, asida a su muñeca, empezó a moverla haciendo que la punta de aquella polla se paseara por los labios de Dani que mantenía pegados con fuerza. Al final, bien por el placer que recibía en su oreja o por no contradecir a su ardiente novia, dejó caer el mentón, haciendo que sus labios se separaran lo justo para que el dildo comenzara a entrar.

Poco a poco el glande de aquel monstruo se introdujo por completo en su boca, sin dejarle más opción que hacer lo que le pedía: lubricarla tal y como ella había hecho anteriormente.

Notó en su lengua lo mismo que había notado con su dedo minutos antes. Cada pliegue, cada protuberancia, cada vena. Notó hasta el resalte del frenillo. Lo palpó despacio, con los ojos cerrados, intentando acostumbrarse mientras lo ensalivaba lo mejor que podía, concienciándose de que solo era un trozo de látex, un plástico como cualquier otro. Intentando relajarse hasta poder lamerlo sin sentir el peso de los complejos que llevaba aparejados aquella cosa.

Cuando los abrió descubrió que Alba había soltado su muñeca hacía rato y permanecía boca arriba junto a él, observándolo con la misma mirada extraña y aquel brillo en los ojos mientras él continuaba la tarea solito. Se lo sacó de la boca, ruborizado, intentando no poner cara de asco.

Ella separó ligeramente las piernas, lo que Dani interpretó como la señal para dar el siguiente paso. Se movió hasta colocarse de rodillas entre ellas y deslizó la punta del dilo por toda la raja, arriba y abajo. Lo repitió varias veces y después lo alojó a la entrada de su coño. La miró esperando recibir un aviso para que abortara la misión pero lo único que vio fue una cara de ansiedad. Estuvo a punto de decir “si te hago daño me dices”, pero se reprimió.

Empujó con suavidad y, para su asombro, la polla entró. Lo hizo fácil, primero el glande y después el resto del tronco. Poco a poco, en breves mete-sacas, haciendo que con cada una de ellas avanzara un poco más. Cuando se quiso dar cuenta, aquel pollón estaba dentro de ella por completo. No daba crédito. Nunca hubiera imaginado que Alba pudiera alojar tal enormidad. Pensó en sí mismo y en su “pequeña” polla, y después imaginó el espacio que debería ocupar ahí dentro en comparación con ese chisme.

—Muévelo, vamos —suplicó ante la pasividad de Dani—. Despacito al principio.

«¿Solo al principio?», pensó él.

Cuando empezó a moverlo con lentitud, el cuerpo de Alba comenzó a mecerse arriba y abajo, al compás de la penetración. Su cara era un lienzo de satisfacción y placer. Suspiraba con los ojos cerrados y el cuello estirado. Al cabo de un rato, ella tomó su muñeca para imprimir más velocidad acelerando su paja. El ritmo ya no podría definirse como “despacito”.

—Hasta atrás. Sácalo hasta atrás y luego la metes entera. Y hazlo un poco más rápido, mi amor.

«¿Todavía más?»

Dani recorría los veintitantos centímetros adentro y afuera intentando que no se saliera por culpa de los movimientos de cadera de Alba. Y lo peor es que ella parecía estar cerca de perder el control. Más todavía.

—¿Te gusta así?

—Mmmssí.

—¿Te gusta que te meta esta polla?

—Sí..., hmm.., me gusta.

—Y… ¿no prefieres la mía?, ¿que te follara yo?

No contestó. Alba respiraba con la boca abierta y los ojos cerrados. Concentrándose en lo que fuera que estuviera pensando en ese momento.

—Dime, ¿te gustaría que te follara?

—Tú…, después.

Se sintió un poco desplazado pajeándola con un falo de plástico mientras su polla semierecta pero inútil, apuntaba hacia adelante, totalmente ajena a la fiesta.

—¿Te van las pollas grandes?

Alba asintió levemente sin dejar de respirar con profundidad ni de mover su cadera.

—Y… ¿te gustaría que fuera de verdad?

—Mmsssí.

—¿Querrías que la mía fuera así?

Esta vez ella se tomó su tiempo en contestar. Se agarraba al cabecero con ambas manos levantando la barbilla. Soltó el aire de sus pulmones una bocanada.

—Dime, ¿querrías que fuera como ésta?

—Mmm…, Dani... —Giraba la cabeza a un lado y a otro conteniendo el placer.

—¿Y que me corriera sobre ti? ¿Sobre tus tetas?

—Dani…

—Con una polla enorme como ésta. ¿Te gustaría?

Alba abrió los ojos y suspiró. Seguía resoplando de placer pero parecía que había hecho una pausa en su disfrute. Puso una mano en su mejilla.

—Déjalo.

—¿El qué?

—No sigas por ahí.

—¿Por dónde?

—Me gustas tú.

—Ya lo sé —respondió nervioso—. Lo preguntaba por… por seguir con la fantasía.

Ella volvió a suspirar, pero esta vez de resignación. Se tomó un pequeño tiempo cavilando. Puso la mano en la de Dani para que dejara de pajearla.

—Me gustan los hombres con manos grandes y que huelan bien, ¿vale? Lo demás… es fantasía.

Dani aceptó la respuesta con resignación y evitó insistir con el tema para no volver a estropear el momento. Retomó su tarea y Alba no tardó en cerrar de nuevo los ojos y morderse los labios mientras contenía gemidos y se movía sin parar, recibiendo ese gran cipote una y otra vez. A veces sonreía justo antes de exhalar un suspiro largo y profundo. A saber qué recuerdos evocaba.

Él seguía metiendo y sacándolo sin bajar el ritmo. Sujetándola con dificultad por la base donde deberían estar los huevos. Y ella la recibía tal cual, con total normalidad y disfrute. Cada vez más excitada. Cada vez más desbocada.

Llegado el momento tuvo que rodear su cintura con el brazo libre, atrayéndola hacia sí para frenar algo sus envites y que no se saliera la polla de goma. Seguía arrodillado entre sus piernas completamente separadas mientras metía y sacaba el consolador con toda la velocidad que le pedía. Alba, con la espalda arqueada, empezó a gritar como una posesa, arañando su espalda y profiriendo obscenidades.

Lo que más le sorprendió no fue el volumen de los gritos ni lo ofensivo de sus improperios. Tampoco los botes y las contorsiones de su cuerpo. Y tampoco fue el nivel del orgasmo sufrido por su novia.

Lo que lo dejó estupefacto fue el tiempo que se estuvo corriendo. CASI DOS MINUTOS DE ORGASMO. Suficiente para perder el conocimiento.

Había estado a punto de parar para cambiar de mano, lo que hubiese sido un desastre. Le dolían los riñones por culpa de la posición. Empezaba a notar calambres en la muñeca que sujetaba el dildo y se le estaba atrofiando el brazo con el que la sujetaba por la cintura. Ella en cambio, era inagotable. Después de unos diez minutos de calentamiento plagados de sudor, gemidos y contorsiones involuntarias, había estado otros dos gritando a pleno pulmón. Eso eran casi dos minutos más de lo que duraba cuando follaba con él. Pensó en sí mismo y en su exiguo orgasmo. Él nunca duraba más allá de cinco o diez miserables segundos.

Cuando acabó todo y la calma y el silencio volvieron a ser dueños de aquella habitación, se recostó junto a ella y la contempló. Alba se recuperaba plácidamente girada de espaldas, con la respiración agitada. Extenuada y satisfecha. Satisfecha como él no había sido capaz de dejarla por sí mismo en los meses que llevaban de relación como pareja.

—Joder, qué pasada, ha sido genial. Eres el mejor.

Él dudó mucho de que lo fuera. De haber sido cierto no hubiera estado pajeándole el coño con un consolador en lugar de hacerlo con su propia polla, y además, haciendo esfuerzos por no correrse de nuevo pero, esta vez solo, con la visión de su novia desnuda y excitada.

—Te quiero —dijo al fin, pegándose a su cuerpo y haciendo la cucharita. Aspiró el aroma a frutas dulces de su pelo y la abrazó sintiendo el sudor de su espalda en su pecho. Ella echó una mano hacia atrás para corresponder a su abrazo.

—Y yo a ti —contestó. Después, giró la cabeza hacia él para tomar conexión visual—. ¿Seguimos?

—¿Cómo? —preguntó desorientado.

—Ahora lo hacemos desde atrás ¿vale? A cuatro patas.

—Ah, pero… ¿quieres más?

—Sí, ¿no? solo lo hemos hecho una vez.

Se sintió avergonzado por su pregunta. Otra vez. Lo peor fue que ella lo notó y, por lo que dijo a continuación, tuvo la sensación de volver a quedar como un patán.

—Puedes, ¿verdad?

—Sí, sí, claro. Qué pregunta. No, es que… no pensaba que ibas a reponerte tan pronto.

Ella pareció azorarse un poco. A lo mejor por pedir más sexo del que sería normal para él.

—Sí, bueno, es que… como hace mucho que no...

—No, no, tranquila, está bien. Vale, ¿cómo nos ponemos?


— · —


Esta vez había sido más sencillo. Ella se había colocado apoyada en los codos mientras hundía sus gritos en la almohada. Él, tras sus piernas, solo tuvo que mover su mano rítmicamente mientras se sujetaba de su cadera con la otra. De vez en cuando atrapaba una de sus tetas y la amasaba para sentir su tersura y sus pezones duros.

Al igual que la vez anterior, también cayó rendida después de un tiempo interminable de gritos y placer y, al igual que hizo antes, se acurrucó tras ella, abrazándola. Observando en silencio cómo su cuerpo subía y bajaba a causa de la honda respiración.

Acariciaba su piel con la punta de los dedos, alegrándose de su suerte por salir con una chica tan especial. No solo era excepcionalmente guapa, además tenía el tipo de carácter que le gustaba. Dulce, pero traviesa, con marcada personalidad. Estaba totalmente enamorado de ella y deseaba que ella lo estuviera también de él.

Sin embargo, no podía dejar de notar un sabor amargo en el estómago. Había proporcionado a Alba el placer que tanto había deseado para ella. Lo malo era la manera de haberlo conseguido.

Todo había sido gracias a aquel enorme dildo. Ese chisme de plástico se había acomodado a la perfección a su coño, del que había logrado arrancar diez veces más gritos y placer en una sola tarde que su exigua polla en decenas de ocasiones.

Sospechó que sus exnovios o rollos de una noche estaban a años luz de lo que él pudiera ofrecerle.

Levantó la polla de goma y la miró con recelo. Después, levantó la otra mano y abrió la palma, extendiendo los dedos en toda su amplitud y la comparó con el falo. A ella le gustaban los chicos con manos grandes, había dicho. «¿Grandes comparado con qué?», se preguntó.
 
Joer. Si ya no estoy sufriendo poco con mi equipo y menos mal que ayer ganamos, ahora viene este capítulo que te hace intuir lo que va a pasar.
Tiene la autoestima demasiado baja y para mí eso no es justificación para la más que probable infidelidad que va a cometer Sara.
Además aunque no la tenga grande, puede satisfacer perfectamente a su novia y lo de durar poco eso es entrenable.
 
Joer. Si ya no estoy sufriendo poco con mi equipo y menos mal que ayer ganamos, ahora viene este capítulo que te hace intuir lo que va a pasar.
Tiene la autoestima demasiado baja y para mí eso no es justificación para la más que probable infidelidad que va a cometer Sara.
Además aunque no la tenga grande, puede satisfacer perfectamente a su novia y lo de durar poco eso es entrenable.
Me alegro por tu equipo, aunque me temo que vas a seguir sufriendo con este relato, al menos durante un tiempo. Si lo tuviera que catalogar lo colocaría en: DOLOR POR INFIDELIDAD NO CONSENTIDA.
Reconozco que he tirado de clichés para hacer la historia y lo siento por aquellos quien les pueda defraudar. Pero entendedme, si hago a un Dani perfecto y seguro de sí mismo, una Alba cariñosa y fiel a rabiar y un entorno amigable... pues no me queda relato o bien un relato de infidelidad consentida (que no es lo mío).
He intentado poner personajes imperfectos con sus grises (Dani no escapa) y he intentado plasmar lo que me gustaría leer. Ya os comenté los relatos y películas en que me he basado (con permiso correspondiente).
A media semana colgaré el siguiente, para amenizar la pascua a los que les haya tocado quedarse. De nuevo el relato vuelve al presente con Dani tomando su Kas de limón en botellín con pajita.
Y, de nuevo, gracias a todos por leer y mucho más por comentar.
 
Pues muy fácil entonces. Si va a serle infiel, evidentemente sin su consentimiento, se rompe la relación y cada uno por su lado.
Nada justifica una infidelidad.
Además, no creo que defraude a nadie.
Es evidente por el género en el que está puesto, que va a haber infidelidad.
Y por el carácter de Dani, por muy baja que tenga su autoestima en lo sexual, está claro o al menos yo lo tengo claro, que dará esta relación por concluida. Y eso a mí no me va a decepcionar. La única culpable será Ella, que es la que va a ser infiel y para mí es también la que va a perder por pensar con lo de abajo.
 
Esto va de mal en peor. Un tipo que se tiene lástima de sí mismo, y ni siquiera se plantea nada para arreglarlo, por el contrario, parece que le gusta dar pena a los demás, es de lo más tóxico. A ella no le conviene nada de nada.

Debe ser desesperante estar con alguien así.
 
Esto va de mal en peor. Un tipo que se tiene lástima de sí mismo, y ni siquiera se plantea nada para arreglarlo, por el contrario, parece que le gusta dar pena a los demás, es de lo más tóxico. A ella no le conviene nada de nada.

Debe ser desesperante estar con alguien así.

Yo no lo veo tóxico.
Lo que veo es que el se está dando cuenta que no la satisface en lo sexual y se come demasiado la cabeza.
Y esto no va a justificar la más que probable infidelidad.
 

Vía dolorosa​




—No pasa nada. Me gusta que te corras dentro. Ahora me haces una paja y ya está —le decía por enésima vez. Pero eso a Dani no lo consolaba y la culpa lo corroía por no haber estado a su altura. Otra vez.

Permanecía sobre ella con la polla, ya flácida, todavía dentro y los brazos por debajo de sus hombros, recuperando el aliento después del deprimente misionero. Había juntado su frente con la de ella y cerraba los ojos lamentándose en silencio. No era un gran amante y, para colmo, Alba era incansable. Y mientras él sufría, ella sin embargo, lo consolaba. Abrazándolo por encima de los hombros y acariciando su espalda con ternura. Sin darle importancia o simulando no hacerlo. De vez en cuando entrelazaba sus dedos entre su cabello revolviéndolo y aspirando el aroma del hombre del que se estaba enamorando.

Aunque se habían conocido hacía seis meses en lo que podría denominarse como un amor casi a primera vista, llevaban saliendo oficialmente desde hacía solo dos. Empezaron despacio, como una pareja normal. Cafés, paseos y castos arrumacos en el coche frente a la puerta de casa fueron sustituidos por noches de Pizza, sofá y sexo en la intimidad del dormitorio principal. Lástima que aquellos encuentros no estuvieran resultando todo lo felices que debieran ser.

—Te he dicho que no me importa, en serio.

—Ya, vale —decía abatido—, pero te he vuelto a dejar a medias.

—No me has dejado a nada. Además ya me he corrido antes cuando me lo has hecho con la boca.

—No digas que no, estabas a punto. —Pero ella sonreía y negaba con un leve movimiento de cabeza—. Joder, si te encanta hacerlo así. Disfrutas más cuando te la estoy metiendo que con cualquier otra cosa que te haga.

—Que me da igual —insistía—. Mira, si quieres acabarme, me haces una paja, pero deja de obsesionarte con lo mismo. Venga, tonto.

—Es que… no sabes lo importante que es para mí no poder estar a la altura. Es como si te fallara. Como si no pudiera darte lo que cualquier otro.

—¿Darme lo que cualquier otro? ¿En serio no eres capaz de ver todo lo que me das y que no puede darme nadie más que tú?

—No me refiero a eso. Hablo del tema físico. De matar a mi novia a pollazos como un tío normal. De darte sin parar sin que me desinfle en el peor momento.

Ella sonrió. Hasta derrotado era adorable. Lo acariciaba con sus dedos entre sus cabellos.

—Y yo te digo que no me importa, y que no va a hacer que me replantee lo nuestro por semejante chorrada. Me gustas así y punto.

—Para mí no es una chorrada, Alba.

Ella espiró el aire resignada. —Sabes que no estoy contigo por el sexo, ¿no?

—Ya, bueno. Pero eso es algo que se da por hecho en una relación. Es como si compras un coche y te encuentras con que no trae asientos. No lo compras por los asientos, pero cuentas con que vengan de serie.

—Yo lo veo más bien como si no trajese elevalunas eléctrico. Puedo usar el giro de mi mano para levantar la ventanilla. —Hizo la imitación de una masturbación con su mano.

—Lo digo en serio. —Cogió su mano y la llevó a sus labios, besándola.

—A ver —Lo separó ligeramente para mirarlo a la cara—, ¿tú me querrías menos si no tuviera estas tetas?

—Eh, no vayas por ahí, no es comparable. El sexo es algo muy importante, fundamental, diría yo. Tal vez hoy no te importe, ni mañana, pero algún día preferirás quedarte viendo algún programa de telebasura, cebando a un gato con ganchitos en lugar de pasarlo en la cama conmigo. Como una amargada, por mi culpa.

—No lo creo.

—Le pasa a mucha gente.

—¿Gente que conoces tú?

—No, no la conozco, pero es algo que se oye. —Ella volvió a sonreír—. Y para que conste, las tetas grandes son mi debilidad así que no me hagas muchas preguntas sobre elecciones con ese tema.

Intentaba ser una broma que rebajara la tensión pero quedó como un intento fallido. Se mantuvieron en aquella posición de calma contenida, cara a cara. Alba permanecía con semblante pensativo, observando la tristeza de su rostro y sus ojos afligidos. Pero por dentro estaba rumiando algo. Una cosa que, aunque Dani no lo sabía, iba a influir sobremanera en su relación como pareja.

—Vamos a hacer una cosa. —Apartó con suavidad a su novio que se recostó junto a ella boca arriba con su triste pene flácido apuntando a ningún sitio—. Espera aquí.

Completamente desnuda, se sentó en el borde de la cama, puso los pies en el suelo y se levantó. Al hacerlo, dobló el cuerpo por la cintura y puso el culo ligeramente en pompa. Eso ofreció a Dani una excelente visión de su trasero y de los labios de su coño que se vislumbraban desde atrás. Por la pequeña separación que se formaba entre éste y las ingles se colaba un pequeño huequito de luz. Algo que lo excitaba a más no poder y que hizo que sintiera de nuevo el furor del deseo. Vació el aire de sus pulmones, admirándola mientras se alejaba con pasos de gata.

Caminó hasta el final del dormitorio, hasta la cómoda. Se puso en cuclillas haciendo que sus tetazas pendularan como dos campanas y abrió el último cajón. Buscó entre la ropa y extrajo una caja alargada. Se acercó de vuelta hasta la cama y se subió a ella sentándose sobre sus talones. Dani se incorporó para ver mejor apoyándose sobre su codo.

No era una caja, sino una especie de estuche. Alba se quedó pensativa, como si dudara mostrar lo que escondía dentro. Por fin, tras unos segundos, lo sacó examinando el semblante que mostraba su novio a medida que lo descubría.

—Esto es… un juguete que suelo usar.

Dani lo miraba perplejo sin poder evitar abrir la boca a medida que veía lo que aparecía ante él.

Era una polla.

Parecía de verdad, con venas y todo. Una polla hiperrealista muy grande. Grande y gorda.

—Pero esto… es enorme —exclamó—. Debe tener por lo menos… veinticinco centímetros.

—Más o menos. —Bajó la mirada turbada. Midiendo su reacción de hito en hito.

Dani seguía confuso. No estaba seguro de que Alba utilizara aquello para lo que creía que debía utilizarse. Ella continuaba con la vista baja, como si no se atreviera a sacarlo de dudas.

—¿Usas esto como juguete? ¿Cómo?

La pregunta sonó más estúpida de lo que ya era de por sí y se sintió ridículo nada más decirlo. Después, carraspeó para disimular y alargó la mano para hacerse con el aparato, intentando manipularlo como si fuera algo normal, como si estuviera acostumbrado a manejar uno de esos a diario. Lo giró a un lado y a otro examinándolo. Después, lo colocó junto a su polla, comparándola. Había recuperado algo de su tamaño haciendo que su indecorosa horizontalidad se tornara en una modesta semiverticalidad.

La comparación era odiosa.

Era el doble que la suya y mucho más gorda. Sus dedos circundaban todo el aparato en su perímetro pero sin que sobraran demasiado, y en sus yemas podía sentir el tacto de las venas. Ese chisme parecía una copia perfecta si no fuera por el tamaño descomunal. Hasta la rigidez era como la de una de verdad.

Pasó un dedo por toda la longitud, notando cada protuberancia. Cuando llegó a la punta, palpó el glande con creciente curiosidad. Lo apretó para comprobar cómo la goma cedía a su presión y sintió repelús al reconocer una familiar elasticidad.

Cuando levantó la vista, Alba lo miraba de otra forma. Tenía la boca ligeramente abierta y el mismo brillo en los ojos que cuando habían empezado a follar. Sus mejillas volvían a estar coloradas, y hasta su respiración se había acelerado. La vio morderse el labio inferior cuando de nuevo bajó la vista hacia el consolador. Fue a decir algo pero ella se adelantó besándolo y sellando sus labios. A ese beso le seguiría otro más largo. Más largo y más húmedo.

Continuó por su cuello y por su pecho, devorándolo. Llevó sus besos hasta su vientre y después... a su polla. Notó que le abandonaban las fuerzas y dio gracias a que aún seguía recostado o se hubiera caído de espaldas. Ella empezó a subir y bajar lentamente proporcionándole un placer indescriptible. Lento, profundo y húmedo. Debía ser él quien la estuviera haciendo gozar pero no iba a discutir a estas alturas.

Apartó el dildo que aún mantenía apoyado en su pubis para facilitar la tarea pero ella se lo impidió asiéndolo de la muñeca y haciendo que la colocara en el mismo sitio, junto a su polla. Como si fuera un segundo pene. Como si fuera un rinoceronte con su segundo y enorme cuerno.

Alba levantó la mirada hasta cruzarla con la de él que la observaba entre la expectación y el desmayo. Después dejó que su polla se deslizara por sus labios hasta quedar completamente fuera de su boca, tiesa pero inclinada en el aire como un mástil de proa. Mantuvo la posición sin hacer nada durante tanto tiempo que Dani dudó si era por algo que a él le tocara hacer.

Por fin, tras varios segundos de duda, Alba se movió poniendo los labios sobre la polla de goma y comenzó a lamer la punta con la lengua, suavemente, con pasadas cortas pero lentas. Él la observaba algo confundido. Y más aún cuando los lametones se convirtieron en una pequeña mamada a aquel aparato. Sin embargo, se mantuvo en silencio y dejó que siguiera llevando la iniciativa.

Dani sujetaba la polla y Alba sujetaba a Dani por la muñeca, con el falo en ristre; rígido y vertical. Así hasta que ella se incorporó hasta recostarse junto a él. Lo besó en los labios y tiró de su antebrazo para que el dildo se colocara junto a la cara de él. Dani no comprendió y la inquirió con la mirada.

—Lubrícalo —respondió en un susurro.

Abrió la boca, atónito. ¿De verdad quería que se lo metiera en la boca? Era una polla. De goma, sí, pero una polla al fin y al cabo. Y él era un tío. Se mantuvo en la posición sin atreverse a dar el paso.

—No querrás hacerme daño, ¿no? —dijo ella melosa al ver su cara de espanto.

Y con eso se confirmaban sus más oscuras suposiciones. Alba quería que le metiese ese pollón. No entendía muy bien dónde se encontraría el placer de alojar todo aquello, pero tampoco se atrevió a objetar nada en contra y quedar como un tonto, más de lo que debía parecerle a estas alturas.

Posó la vista en el consolador que se encontraba a centímetros de su cara. Si no supiera que eso que tenía en la punta era saliva, tranquilamente podría pasar como flujo seminal. Sintió un amargo regusto en el estómago.

—Seguro que guardas un botecito de lubricante por ahí…

—Venga, Dani, hazlo ya, que estoy a cien.

Empujó ligeramente de su antebrazo para que el falo se acercara a su boca. Él se resistió pero sin que se notara demasiado, dejando que aquello se acercara lo justo hasta tocar sus labios que cerró nada más sentir su contacto. No quería contradecirla y hacer que se sintiera mal pero, esa cosa, no iba a pasar de allí. Intentó buscar una alternativa.

—Debes lubricarla bien, vamos —insistió ella al oído. Después besó su lóbulo para, acto seguido, metérselo a la boca y chuparlo. Dani puso los ojos en blanco y aflojó la presión de su brazo sin darse cuenta.

Alba, asida a su muñeca, empezó a moverla haciendo que la punta de aquella polla se paseara por los labios de Dani que mantenía pegados con fuerza. Al final, bien por el placer que recibía en su oreja o por no contradecir a su ardiente novia, dejó caer el mentón, haciendo que sus labios se separaran lo justo para que el dildo comenzara a entrar.

Poco a poco el glande de aquel monstruo se introdujo por completo en su boca, sin dejarle más opción que hacer lo que le pedía: lubricarla tal y como ella había hecho anteriormente.

Notó en su lengua lo mismo que había notado con su dedo minutos antes. Cada pliegue, cada protuberancia, cada vena. Notó hasta el resalte del frenillo. Lo palpó despacio, con los ojos cerrados, intentando acostumbrarse mientras lo ensalivaba lo mejor que podía, concienciándose de que solo era un trozo de látex, un plástico como cualquier otro. Intentando relajarse hasta poder lamerlo sin sentir el peso de los complejos que llevaba aparejados aquella cosa.

Cuando los abrió descubrió que Alba había soltado su muñeca hacía rato y permanecía boca arriba junto a él, observándolo con la misma mirada extraña y aquel brillo en los ojos mientras él continuaba la tarea solito. Se lo sacó de la boca, ruborizado, intentando no poner cara de asco.

Ella separó ligeramente las piernas, lo que Dani interpretó como la señal para dar el siguiente paso. Se movió hasta colocarse de rodillas entre ellas y deslizó la punta del dilo por toda la raja, arriba y abajo. Lo repitió varias veces y después lo alojó a la entrada de su coño. La miró esperando recibir un aviso para que abortara la misión pero lo único que vio fue una cara de ansiedad. Estuvo a punto de decir “si te hago daño me dices”, pero se reprimió.

Empujó con suavidad y, para su asombro, la polla entró. Lo hizo fácil, primero el glande y después el resto del tronco. Poco a poco, en breves mete-sacas, haciendo que con cada una de ellas avanzara un poco más. Cuando se quiso dar cuenta, aquel pollón estaba dentro de ella por completo. No daba crédito. Nunca hubiera imaginado que Alba pudiera alojar tal enormidad. Pensó en sí mismo y en su “pequeña” polla, y después imaginó el espacio que debería ocupar ahí dentro en comparación con ese chisme.

—Muévelo, vamos —suplicó ante la pasividad de Dani—. Despacito al principio.

«¿Solo al principio?», pensó él.

Cuando empezó a moverlo con lentitud, el cuerpo de Alba comenzó a mecerse arriba y abajo, al compás de la penetración. Su cara era un lienzo de satisfacción y placer. Suspiraba con los ojos cerrados y el cuello estirado. Al cabo de un rato, ella tomó su muñeca para imprimir más velocidad acelerando su paja. El ritmo ya no podría definirse como “despacito”.

—Hasta atrás. Sácalo hasta atrás y luego la metes entera. Y hazlo un poco más rápido, mi amor.

«¿Todavía más?»

Dani recorría los veintitantos centímetros adentro y afuera intentando que no se saliera por culpa de los movimientos de cadera de Alba. Y lo peor es que ella parecía estar cerca de perder el control. Más todavía.

—¿Te gusta así?

—Mmmssí.

—¿Te gusta que te meta esta polla?

—Sí..., hmm.., me gusta.

—Y… ¿no prefieres la mía?, ¿que te follara yo?

No contestó. Alba respiraba con la boca abierta y los ojos cerrados. Concentrándose en lo que fuera que estuviera pensando en ese momento.

—Dime, ¿te gustaría que te follara?

—Tú…, después.

Se sintió un poco desplazado pajeándola con un falo de plástico mientras su polla semierecta pero inútil, apuntaba hacia adelante, totalmente ajena a la fiesta.

—¿Te van las pollas grandes?

Alba asintió levemente sin dejar de respirar con profundidad ni de mover su cadera.

—Y… ¿te gustaría que fuera de verdad?

—Mmsssí.

—¿Querrías que la mía fuera así?

Esta vez ella se tomó su tiempo en contestar. Se agarraba al cabecero con ambas manos levantando la barbilla. Soltó el aire de sus pulmones una bocanada.

—Dime, ¿querrías que fuera como ésta?

—Mmm…, Dani... —Giraba la cabeza a un lado y a otro conteniendo el placer.

—¿Y que me corriera sobre ti? ¿Sobre tus tetas?

—Dani…

—Con una polla enorme como ésta. ¿Te gustaría?

Alba abrió los ojos y suspiró. Seguía resoplando de placer pero parecía que había hecho una pausa en su disfrute. Puso una mano en su mejilla.

—Déjalo.

—¿El qué?

—No sigas por ahí.

—¿Por dónde?

—Me gustas tú.

—Ya lo sé —respondió nervioso—. Lo preguntaba por… por seguir con la fantasía.

Ella volvió a suspirar, pero esta vez de resignación. Se tomó un pequeño tiempo cavilando. Puso la mano en la de Dani para que dejara de pajearla.

—Me gustan los hombres con manos grandes y que huelan bien, ¿vale? Lo demás… es fantasía.

Dani aceptó la respuesta con resignación y evitó insistir con el tema para no volver a estropear el momento. Retomó su tarea y Alba no tardó en cerrar de nuevo los ojos y morderse los labios mientras contenía gemidos y se movía sin parar, recibiendo ese gran cipote una y otra vez. A veces sonreía justo antes de exhalar un suspiro largo y profundo. A saber qué recuerdos evocaba.

Él seguía metiendo y sacándolo sin bajar el ritmo. Sujetándola con dificultad por la base donde deberían estar los huevos. Y ella la recibía tal cual, con total normalidad y disfrute. Cada vez más excitada. Cada vez más desbocada.

Llegado el momento tuvo que rodear su cintura con el brazo libre, atrayéndola hacia sí para frenar algo sus envites y que no se saliera la polla de goma. Seguía arrodillado entre sus piernas completamente separadas mientras metía y sacaba el consolador con toda la velocidad que le pedía. Alba, con la espalda arqueada, empezó a gritar como una posesa, arañando su espalda y profiriendo obscenidades.

Lo que más le sorprendió no fue el volumen de los gritos ni lo ofensivo de sus improperios. Tampoco los botes y las contorsiones de su cuerpo. Y tampoco fue el nivel del orgasmo sufrido por su novia.

Lo que lo dejó estupefacto fue el tiempo que se estuvo corriendo. CASI DOS MINUTOS DE ORGASMO. Suficiente para perder el conocimiento.

Había estado a punto de parar para cambiar de mano, lo que hubiese sido un desastre. Le dolían los riñones por culpa de la posición. Empezaba a notar calambres en la muñeca que sujetaba el dildo y se le estaba atrofiando el brazo con el que la sujetaba por la cintura. Ella en cambio, era inagotable. Después de unos diez minutos de calentamiento plagados de sudor, gemidos y contorsiones involuntarias, había estado otros dos gritando a pleno pulmón. Eso eran casi dos minutos más de lo que duraba cuando follaba con él. Pensó en sí mismo y en su exiguo orgasmo. Él nunca duraba más allá de cinco o diez miserables segundos.

Cuando acabó todo y la calma y el silencio volvieron a ser dueños de aquella habitación, se recostó junto a ella y la contempló. Alba se recuperaba plácidamente girada de espaldas, con la respiración agitada. Extenuada y satisfecha. Satisfecha como él no había sido capaz de dejarla por sí mismo en los meses que llevaban de relación como pareja.

—Joder, qué pasada, ha sido genial. Eres el mejor.

Él dudó mucho de que lo fuera. De haber sido cierto no hubiera estado pajeándole el coño con un consolador en lugar de hacerlo con su propia polla, y además, haciendo esfuerzos por no correrse de nuevo pero, esta vez solo, con la visión de su novia desnuda y excitada.

—Te quiero —dijo al fin, pegándose a su cuerpo y haciendo la cucharita. Aspiró el aroma a frutas dulces de su pelo y la abrazó sintiendo el sudor de su espalda en su pecho. Ella echó una mano hacia atrás para corresponder a su abrazo.

—Y yo a ti —contestó. Después, giró la cabeza hacia él para tomar conexión visual—. ¿Seguimos?

—¿Cómo? —preguntó desorientado.

—Ahora lo hacemos desde atrás ¿vale? A cuatro patas.

—Ah, pero… ¿quieres más?

—Sí, ¿no? solo lo hemos hecho una vez.

Se sintió avergonzado por su pregunta. Otra vez. Lo peor fue que ella lo notó y, por lo que dijo a continuación, tuvo la sensación de volver a quedar como un patán.

—Puedes, ¿verdad?

—Sí, sí, claro. Qué pregunta. No, es que… no pensaba que ibas a reponerte tan pronto.

Ella pareció azorarse un poco. A lo mejor por pedir más sexo del que sería normal para él.

—Sí, bueno, es que… como hace mucho que no...

—No, no, tranquila, está bien. Vale, ¿cómo nos ponemos?


— · —


Esta vez había sido más sencillo. Ella se había colocado apoyada en los codos mientras hundía sus gritos en la almohada. Él, tras sus piernas, solo tuvo que mover su mano rítmicamente mientras se sujetaba de su cadera con la otra. De vez en cuando atrapaba una de sus tetas y la amasaba para sentir su tersura y sus pezones duros.

Al igual que la vez anterior, también cayó rendida después de un tiempo interminable de gritos y placer y, al igual que hizo antes, se acurrucó tras ella, abrazándola. Observando en silencio cómo su cuerpo subía y bajaba a causa de la honda respiración.

Acariciaba su piel con la punta de los dedos, alegrándose de su suerte por salir con una chica tan especial. No solo era excepcionalmente guapa, además tenía el tipo de carácter que le gustaba. Dulce, pero traviesa, con marcada personalidad. Estaba totalmente enamorado de ella y deseaba que ella lo estuviera también de él.

Sin embargo, no podía dejar de notar un sabor amargo en el estómago. Había proporcionado a Alba el placer que tanto había deseado para ella. Lo malo era la manera de haberlo conseguido.

Todo había sido gracias a aquel enorme dildo. Ese chisme de plástico se había acomodado a la perfección a su coño, del que había logrado arrancar diez veces más gritos y placer en una sola tarde que su exigua polla en decenas de ocasiones.

Sospechó que sus exnovios o rollos de una noche estaban a años luz de lo que él pudiera ofrecerle.

Levantó la polla de goma y la miró con recelo. Después, levantó la otra mano y abrió la palma, extendiendo los dedos en toda su amplitud y la comparó con el falo. A ella le gustaban los chicos con manos grandes, había dicho. «¿Grandes comparado con qué?», se preguntó.
Jajajaja le dice que no le importa su rendimiento sexual y se lo confirma enseñandole una polla de plastico del doble de su tamaño, más cinica no puede ser Alba jajajajja
 
Jajajaja le dice que no le importa su rendimiento sexual y se lo confirma enseñandole una polla de plastico del doble de su tamaño, más cinica no puede ser Alba jajajajja

Absolutamente pienso igual, lo que dice sentir no concuerda para nada con lo que termina haciendo, lo que es una pésima señal.

:unsure::oops::ninja:
 
Lo que comenté en TR.

Malas cartas le han tocado a Dani, veremos si sabe aprovechar su mano, y pueda ser capaz de cambiar su suerte.

Coincido en que lo escondido en el auto es, lo que espero, ha salvado hasta ahora de los cuernos a "Billy el rápido", una polla de respaldo, y no cualquier polla, una que va a tono con unas manos grandes, muy grandes.

Espero que no sea la réplica de una expareja, aunque morboso, ha sido un recurso demasiado usado, recuerda a la Aina de Emsibi.

Daniel no debe dar por vencida su hombría, tal vez tenga un pene de sangre, esos actúan muy dependientes del estado emocional, diferente a los de carne, que mantienen casi la totalidad de su tamaño. Subiendo su autoestima, todo subirá con ella.

Por desgracia, la inseguridad que lo tortura a diario, Alba con su llegada, sin desearlo la ha elevado exponencialmente, convengamos que el Dani de ahora no es el mismo a aquel con el periódico en la mano, de aquella noche en el bar.

Creo que aSeneka nos ha entregado a un Daniel demasiado desarmado para enfrentar el mar de tiburones al que se avecinan junto a Alba, debe tenernos algo reservado, algún "arma secreta" que incluso Dani ignora. Mucho cine, lo sé.

Me decepciona ver que con cuatro años de novios, Dani no haya mejorado en algo su desempeño sexual, no sabemos si ha procurado algún tipo de ayuda. Lo mínimo habría sido intentarlo.

Lo que hace casi inverosímil de creer que durante estos cuatro años, Alba se haya mantenido 100% fiel, unas veces la calidad puede suplir la cantidad, y viceversa, pero por desgracia para Dani, no parece poseer ni la una ni la otra, y por más juguetes que se sumen, nunca reemplazarán la experiencia que Alba tendría con el dueño de uno real.
 
Última edición:
Me tienes enganchadisimo,con la trama y entiendo que te lleve su tiempo su realización,como sus correcciones,antes de publicar ya que nos gustaría a todos tus lectores disponer de esta droga lo antes posible.
En cuanto al título ,es original y poco visto, para un relato de infieles,no me desagrada y está muy bien escrito ,por lo que mi valoración de tu obra es muy positiva.
Estoy deseando que continúe el siguiente capítulo.Un saludo
Creo que la elección del título suma más intriga a la trama.
 
Esto va de mal en peor. Un tipo que se tiene lástima de sí mismo, y ni siquiera se plantea nada para arreglarlo, por el contrario, parece que le gusta dar pena a los demás, es de lo más tóxico. A ella no le conviene nada de nada.

Debe ser desesperante estar con alguien así.
Ese es un detalle que llamó mi atención, que durante cuatro años mantenga esa discapacidad sexual sin hacer nada para remediarlo.

Y lo otro, con una novia que va a tope en lo sexual como Alba, no se entiende cómo han durado tanto.
 
Eso de durar poco no es incompatible con ser un tío de carácter y que no se deje humillar.
Así que yo sigo confiando en que Dani va a hacer lo que tiene que hacer cuando vea la verdadera cara de Alba.
Será duro y le va a costar superarlo, pero hay muchas mujeres y mejores en la vida que Alba.
E insisto , eso de durar poco es mejorable. Así que nada de comerse la cabeza y a mirar hacia delante.
 
Y digo mas, que si, que posiblemente tendrá sexo con algún o algunos imbéciles que en eso serán buenos, pero luego serán mono neuronales que no se saben la formula del Ácido Perclorico, por ejemplo.
PD: Yo si me la se que para eso me gustaba mucho Química.
 
Lo que comenté en TR.

Malas cartas le han tocado a Dani, veremos si sabe aprovechar su mano, y pueda ser capaz de cambiar su suerte.

Coincido en que lo escondido en el auto es, lo que espero, ha salvado hasta ahora de los cuernos a "Billy el rápido", una polla de respaldo, y no cualquier polla, una que va a tono con unas manos grandes, muy grandes.

Espero que no sea la réplica de una expareja, aunque morboso, ha sido un recurso demasiado usado, recuerda a la Aina de Emsibi.

Daniel no debe dar por vencida su hombría, tal vez tenga un pene de sangre, esos actúan muy dependientes del estado emocional, diferente a los de carne, que mantienen casi la totalidad de su tamaño. Subiendo su autoestima, todo subirá con ella.

Por desgracia, la inseguridad que lo tortura a diario, Alba con su llegada, sin desearlo la ha elevado exponencialmente, convengamos que el Dani de ahora no es el mismo a aquel con el periódico en la mano, de aquella noche en el bar.

Creo que aSeneka nos ha entregado a un Daniel demasiado desarmado para enfrentar el mar de tiburones al que se avecinan junto a Alba, debe tenernos algo reservado, algún "arma secreta" que incluso Dani ignora. Mucho cine, lo sé.

Me decepciona ver que con cuatro años de novios, Dani no haya mejorado en algo su desempeño sexual, no sabemos si ha procurado algún tipo de ayuda. Lo mínimo habría sido intentarlo.

Lo que hace casi inverosímil de creer que durante estos cuatro años, Alba se haya mantenido 100% fiel, unas veces la calidad puede suplir la cantidad, y viceversa, pero por desgracia para Dani, no parece poseer ni la una ni la otra, y por más juguetes que se sumen, nunca reemplazarán la experiencia que Alba tendría con el dueño de uno real.
Algunos comentarios allí a mí me han causado cierto malestar.
Ahora va a resultar que la culpa va a ser de Dani, no te fastidia.
 
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