La tentación de Sara

Por el final del capítulo queda claro que sí ya no es lo suficientemente patético , todavía lo va a ser más.
Este es capaz de esconderse en el armario sin que Sara se de cuenta y verla follar con otros y el masturbándose. Que ser más ruin y patético. De verdad, mira que normalmente tengo empatía por el protagonista. Pero no puedo con este ser.
 
Este es capaz de esconderse en el armario sin que Sara se de cuenta y verla follar con otros

"Sara se puso en pie frente a él, jadeando, con los pechos manchados de líquido preseminal y mirándole con odio.
– ¿Quieres follarme? –dijo señalando con su dedo índice el colchón.– Pues venga, fóllame de una puta vez y vete ya.
“Por favor… Por favor… No te lo folles delante de mi” recé dentro del armario, sintiéndome realmente mal."

De "Perdiendo a Sara"

;)
 
"Sara se puso en pie frente a él, jadeando, con los pechos manchados de líquido preseminal y mirándole con odio.
– ¿Quieres follarme? –dijo señalando con su dedo índice el colchón.– Pues venga, fóllame de una puta vez y vete ya.
“Por favor… Por favor… No te lo folles delante de mi” recé dentro del armario, sintiéndome realmente mal."

De "Perdiendo a Sara"

;)
así con estas Saras...:banana1:
 
"Sara se puso en pie frente a él, jadeando, con los pechos manchados de líquido preseminal y mirándole con odio.
– ¿Quieres follarme? –dijo señalando con su dedo índice el colchón.– Pues venga, fóllame de una puta vez y vete ya.
“Por favor… Por favor… No te lo folles delante de mi” recé dentro del armario, sintiéndome realmente mal."

De "Perdiendo a Sara"

;)
Pues por ahí van a ir los tiros, con la diferencia que el Pagafantas si quiere verla follar con otros. Para darle 4 collejas a ver si espabila.
 
No puedo evitar tratar de ponerme en los pies del otro. En este caso no fue tan difícil. Alguna vez me tocó estar con alguien que no me gustaba mucho, y si, pensaba en otra, claro que no soy tan estúpido como para decir su nombre. Así que, en ese aspecto, no lo culpo tanto.

Si yo fuera él, le preguntaría a Sara si con su novio son liberales ya que la escuché follar en el hotel. Se tienen confianza, no veo el problema. Lo malo es que Pablo es demasiado tímido, vive estresado, si no hace algo para relajarse, le va a afectar hasta la salud.
 
Yo lo que creo es que debe olvidarse de ella, al menos desde el punto de vista de tener sexo o tener una posible relación. Su oportunidad la perdió miserablemente y ya no tiene nada que hacer. Ella solo lo ve desde el friendzone, así que quizás debería poner distancia.
Lo que tiene que hacer es hablarle claro, que siente algo por ella y antes de que le haga más daño, mantener las distancias.
Pero no, seve venir lo que va a suceder.
 
Capítulo 7



El domingo me desperté con un mensaje de Daniel preguntándome qué tal me había ido con Lorena, pero no me vi con fuerzas de contestarle. Me había tenido que tomar una pastilla para dormir y al levantarme tenía sensación de cansancio, pesadez y me dolía la cabeza.

Ojalá lo de Lorena hubiera sido un mal sueño, pues lo que había hecho con ella no podía ni calificarlo como un polvo. Un desahogo y punto.

Preparé agua bien fresquita, una mochila y salí de casa sin el móvil. Bajé al bar y le pedí un par de bocadillos de tortilla de patata para perderme por la sierra durante el domingo. Regresé tarde, cuando ya estaba anocheciendo.

Ni tan siquiera contesté los whatsapp que tenía. Ni los miré. Me pegué una ducha y a las diez y media me metí en la cama, en la que caí en un plácido y agradable sueño.

Al día siguiente me levanté con otro estado de ánimo, duchita y abrí el móvil mientras tomaba un café con leche antes de salir para el trabajo. Tenía más de cien mensajes que me habían ido llegando durante el domingo. Varios del trabajo, de Daniel y el corazón se me aceleró cuando comprobé que sobre las seis y media de la tarde Sara también me había escrito.

Sara 18:24
Hola!
Qué tal ayer?
Espero que te fuera muy bien esa cita que tenías…
Ya me contarás
Un beso

Iba a verla en unos minutos, así que no le contesté, pero me pareció muy curioso que me preguntara sobre mi cita del sábado. ¿Es que acaso tenía algún interés o solo lo preguntaba como amiga?

El caso es que un agradable cosquilleo me subió por el estómago y mientras me vestía me invadió una euforia desmesurada. Lo que me hacía sentir Sara no lo podía controlar, para bien o para mal. A la más mínima ya me ilusionaba como un colegial con zapatos nuevos e intentaba olvidarme de los celos que había sentido mientras un desconocido se la follaba en la habitación del hotel; pero antes necesitaba saber imperiosamente una cosa.

Saber con quién había estado.

Solo así respiraría aliviado. Mientras tuviera la más mínima duda de que podría haberse acostado con Javier, esa intranquilidad me iba a acompañar a todas horas. Tenía que ingeniármelas de alguna manera para enterarme quién fue el amante de Sara en Bilbao; así que para ello tendría que intimar un poco más con ella y el mensaje que me había mandado por la mañana era la excusa perfecta.

En cuanto entré en la oficina casi me derrito cuando Sara me dedicó una de sus sonrisas. Desde que Javier la había reprendido por el vestuario ya no lucía tan provocativa, pero cualquier cosa le sentaba de maravilla. Con ese cuerpo, su belleza natural, el pelazo que tenía…, daba igual lo que se pusiera. Aquella mañana nos deleitó con unos vaqueros ajustados, zapatos de tacón y una camisa de manga larga muy fashion metida por dentro de los pantalones.

Me acerqué hasta ella y lo primero que hice fue disculparme por no haber contestado su mensaje.

―Perdona, Sara, he visto tu whatsapp esta mañana, ayer fui a la sierra y dejé el móvil en casa…, no he mirado nada hasta que me he tomado el café hoy…
―Pues haces bien, ojalá yo pudiera desconectar también así, para mí sería imposible estar un día sin el móvil.
―Deberías probar, te va a sentar muy bien.
―Un día me invitas a pasar un día contigo en la sierra y acepto el trato.
―Eso está hecho.
―¿Nos tomamos luego un cafecito y me cuentas? ―me preguntó con voz misteriosa en un tono bromista.
―Claro, a media mañana bajamos…

No tardó en llegar Javier, que, como siempre, fue de los últimos en hacerlo. Ya hacía tiempo que tenía su propio horario a la carta y aparecía y desaparecía de la oficina cuando le daba la gana.

Y siguió con su misma actitud hacia Sara. Ella lo había hecho tan bien en Bilbao que imaginé que Javier la trataría de manera distinta, pero me equivoqué. Para él solo era la de prácticas. Una cara bonita que rellenaba documentación y nos ayudaba con el papeleo. Nada más.

Le daba órdenes en tono directo, sin tan siquiera pedírselo con un mínimo de educación. «Escanea esta documentación…», «Deja eso y ponte con lo de…, que me corre más prisa». Y Sara le obedecía sin rechistar. De vez en cuando me miraba y yo esbozaba una sonrisa que seguro que le hacía el trabajo más llevadero, sabiendo que me tenía de su lado.

Sobre las diez y media bajamos juntos al bar a tomar un café. No se lo dijimos a Javier, era nuestro momento y no nos apetecía que él nos acompañara. Y me sorprendió que ella enseguida sacara el tema. Ni tan siquiera se molestó en romper el hielo. Cogimos los cafés, nos apartamos a una mesa y ella me miró con curiosidad.

―Bueno, y, entonces, ¿qué tal la cita del sábado?…, si me lo quieres contar, eh…, si no quieres hacerlo, lo entendería, que soy muy cotilla, ja, ja, ja.
―Bien, no sé, me sentí un poco extraño, era la primera vez que tenía una cita sorpresa y fue todo lo bien que puede ir un encuentro así entre dos desconocidos.
―¿Te gustó ella?
―No mucho, a ver, era maja y tal, pero físicamente no me acababa de encajar…
―Ooooh, vaya lo siento…, así que no pasó nada…

Yo me puse colorado de repente mientras le daba vueltas al café con la cucharilla y luego abría la magdalena que nos habían dejado en el platito.

―¡Te has puesto rojo, ja, ja, ja!, oye, que no pasa nada, lo veo muy normal si os acostasteis…, no tenías ningún compromiso ni ella tampoco, así que…

«¿Y tú tenías algún compromiso cuando estabas en Bilbao o le pusiste los cuernos a tu novio?», pensé.

Me moría de ganas por sacar el tema, pero a la vez me daba mucha vergüenza. ¿Cómo le iba a decir que la escuché en el hotel mientras follaba con alguien? Solo tenía que preguntarle, como el que no quiere la cosa, si su novio había estado en Bilbao, y ella enseguida se daría cuenta de por dónde iban los tiros; pero me parecía demasiado violento y aunque nos llevábamos muy bien y ella era muy extrovertida para esos temas, a mí me daba mucho corte hacerle ese tipo de preguntas.

Así que me iba a quedar con la duda. Al menos unos días más.

―No creo que volvamos a vernos ―dije encogiéndome de hombros―. ¿Y qué tal el fin de semana?
―Bien, muy bien, estuve de cena con mi chico y unos amigos… y al final, lo de siempre, si es que no sabemos salir de tranqui, terminamos desayunando en la plaza mayor.
―Ja, ja, ja…

Cinco minutos más tarde apareció Javier en el bar, aunque nos vio, no se acercó a nosotros y se quedó en la barra tomándose el café mientras ojeaba un periódico de economía color salmón.

Nos levantamos para volver a la oficina y al pasar a su lado Javier se volvió hacia mí, despegando la vista del periódico.

―¡Malas noticias!, me lo acaban de decir, el jueves tenemos auditoría en Zaragoza, es solo un día, vamos tú y yo… ―me soltó de manera directa, recalcando la última frase para que Sara se enterara de que ella no venía―. Ya está la documentación en la oficina, ponte con ello ahora ―le ordenó para humillarla todavía un poquito más.
―De acuerdo, ahora empezamos ―le contesté a la vez que Sara afirmaba también con la cabeza de manera forzada.

Mientras caminábamos hacia el trabajo, me pareció que Sara estaba decepcionada porque no hubieran contado con ella para la auditoría externa.

―No te preocupes, es muy normal, algunas empresas son pequeñas y Javier y yo nos apañamos en un día; pero habrá otras veces que te toque a ti ir a solas con Javier o conmigo…
―Uf, pues espero que sea contigo…
―Te da igual, ya controlas mucho y lo vas a hacer igual de bien con él.
―Sí, pero contigo estoy más segura, aunque también me pueda equivocar, pero no sé…, es distinto.
―Te entiendo perfectamente, Sara, a mí me lo vas a decir, son muchos años con Javier…, por desgracia, es muy bueno trabajando, pero en lo personal hay que saberle llevar…, y no todos en la empresa están dispuestos, de hecho, no había casi nadie…
―Y te tocó a ti.
―¡Exacto!
―Pues qué suerte tuviste, ja, ja, ja.
―Ja, ja, ja…

Durante la semana preparamos todo y el jueves a primera hora salimos Javier y yo para Zaragoza. Fue un trabajo bastante fácil, aunque laborioso y hasta casi las nueve de la noche no terminamos.

―Uf ―protestó Javier estirando la espalda en la silla de la oficina en la que nos habían ubicado―, cada vez se me hace más pesado esto…
―Sí, yo pensé que no íbamos a tardar tanto…
―Pues ya está, qué ganas tengo de llegar al hotel, pegarme una ducha y cenar como un cabrón, ¡tengo mucha hambre!
―Yo también…
―Venga, vamos a recoger y salimos cagando leches para el hotel…, mañana cogemos el AVE pronto, y a ver si a las doce estamos en la oficina y podemos hacer el informe y el cierre definitivo.
―Seguro que sí, durante el viaje de vuelta voy a ir adelantando todo lo que pueda.
―Bien, me parece perfecto.

No tardamos en llegar al hotel, ducha rápida y media hora más tarde ya estábamos en el buffet para pegarnos una buena comilona. Javier se tomó un par de cervezas y durante la cena no dejó de despotricar de una de sus ex, con la que al parecer tenía un juicio pendiente la semana siguiente por el impago de algún mes en la pensión.

Yo lo conocía muy bien y cuando se ponía así, era insoportable; además, no había quien lo callara. Se le abría el pico y le daba igual donde estuviera. Empezaba a soltar toda clase de burradas y muchas veces me había dejado en evidencia en más de un sitio.

―Estaba todo muy bueno… y ahora vamos al bar del restaurante, que te invito a un cacharro ―me dijo mientras nos levantábamos de la mesa.

Ya sabía que iba a decir eso. Alguna vez había logrado poner una buena excusa y así me libraba de aguantarle durante una hora más, pero esa noche me encontraba demasiado cansado y sin ganas de llevarle la contraria; así que acepté.

De lo que no tenía ni remota idea es de lo que sucedería a continuación.

Cogimos un taburete alto y nos quedamos en la barra. Un servicial y educado camarero se acercó hasta nosotros y Javier se pidió un old fashioned (cóctel que lleva whisky) y yo un gin- tonic.

―Estoy molido, reconozco que hoy nos hubiera venido muy bien la de prácticas ―dijo Javier cuando ya tenía el cóctel preparado, haciendo círculos para que los hielos dieran unas cuantas vueltas en el vaso.
―Sí, ya lo creo.
―Veo que te llevas muy bien con ella, no me extraña…
―Sí, es muy maja.
―¿Maja?, ja, ja, ja, lo que está es muy buena.
―Sí, eso también… Ha aprendido muy rápido y está haciendo todo lo posible por quedarse después de las prácticas.
―Eso no lo dudo ―apostilló con una sonrisa que me dejó helado, antes de darle un trago a su copa.
―Anda… ¿y eso?, ¿qué tal el otro día con ella cuando os quedasteis solos?
―¿No nos escuchaste luego en su habitación?

¡¿QUÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉ?!, o sea ¡¿QUÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉ?!

¿Había sido Javier el que se había follado a Sara?

¡¡¡NOOOOOOOO!!!

Se me heló la sangre al momento y el corazón me latió a toda velocidad. Pensé que me iba a dar un infarto. ¿Qué me estaba contando el puto viejo este?, ojalá se estuviera marcando un farol, aunque no lo creía. Javier tenía muchos defectos, pero el mentir no estaba entre ellos.

Creo que me quedé blanco y no supe reaccionar. Javier estiró el brazo y me movió el hombro como si fuera un muñeco.

―¿Estás bien?, joder, tío, te has quedado pillado, ja, ja, ja…
―Eh, sí, sí, estoy bien…
―Entonces, ¿nos escuchaste o no?
―Sí, claro, como para no hacerlo… ―le seguí la corriente.
―Ya te lo había dicho, esta se debe pensar que yo decido quién se queda y quién no en la empresa, y no tiene ni puta idea de que yo no decido una mierda… Fue demasiado descarada, Pablo…, y esas tías tan interesadas no me gustan. Además, ya te lo había dicho, con esas tetas y ese culo sabe lo que se hace, esta es de las que parece que no ha roto un plato… y se ha jodido la vajilla entera, tiene muuuuchas horas de vuelo… ―afirmó en un tono despectivo hacia Sara.

Y sin que yo se lo pidiera comenzó a relatar lo que había pasado la noche del jueves en Bilbao cuando se quedaron a solas.
 
Capítulo 7



El domingo me desperté con un mensaje de Daniel preguntándome qué tal me había ido con Lorena, pero no me vi con fuerzas de contestarle. Me había tenido que tomar una pastilla para dormir y al levantarme tenía sensación de cansancio, pesadez y me dolía la cabeza.

Ojalá lo de Lorena hubiera sido un mal sueño, pues lo que había hecho con ella no podía ni calificarlo como un polvo. Un desahogo y punto.

Preparé agua bien fresquita, una mochila y salí de casa sin el móvil. Bajé al bar y le pedí un par de bocadillos de tortilla de patata para perderme por la sierra durante el domingo. Regresé tarde, cuando ya estaba anocheciendo.

Ni tan siquiera contesté los whatsapp que tenía. Ni los miré. Me pegué una ducha y a las diez y media me metí en la cama, en la que caí en un plácido y agradable sueño.

Al día siguiente me levanté con otro estado de ánimo, duchita y abrí el móvil mientras tomaba un café con leche antes de salir para el trabajo. Tenía más de cien mensajes que me habían ido llegando durante el domingo. Varios del trabajo, de Daniel y el corazón se me aceleró cuando comprobé que sobre las seis y media de la tarde Sara también me había escrito.

Sara 18:24
Hola!
Qué tal ayer?
Espero que te fuera muy bien esa cita que tenías…
Ya me contarás
Un beso

Iba a verla en unos minutos, así que no le contesté, pero me pareció muy curioso que me preguntara sobre mi cita del sábado. ¿Es que acaso tenía algún interés o solo lo preguntaba como amiga?

El caso es que un agradable cosquilleo me subió por el estómago y mientras me vestía me invadió una euforia desmesurada. Lo que me hacía sentir Sara no lo podía controlar, para bien o para mal. A la más mínima ya me ilusionaba como un colegial con zapatos nuevos e intentaba olvidarme de los celos que había sentido mientras un desconocido se la follaba en la habitación del hotel; pero antes necesitaba saber imperiosamente una cosa.

Saber con quién había estado.

Solo así respiraría aliviado. Mientras tuviera la más mínima duda de que podría haberse acostado con Javier, esa intranquilidad me iba a acompañar a todas horas. Tenía que ingeniármelas de alguna manera para enterarme quién fue el amante de Sara en Bilbao; así que para ello tendría que intimar un poco más con ella y el mensaje que me había mandado por la mañana era la excusa perfecta.

En cuanto entré en la oficina casi me derrito cuando Sara me dedicó una de sus sonrisas. Desde que Javier la había reprendido por el vestuario ya no lucía tan provocativa, pero cualquier cosa le sentaba de maravilla. Con ese cuerpo, su belleza natural, el pelazo que tenía…, daba igual lo que se pusiera. Aquella mañana nos deleitó con unos vaqueros ajustados, zapatos de tacón y una camisa de manga larga muy fashion metida por dentro de los pantalones.

Me acerqué hasta ella y lo primero que hice fue disculparme por no haber contestado su mensaje.

―Perdona, Sara, he visto tu whatsapp esta mañana, ayer fui a la sierra y dejé el móvil en casa…, no he mirado nada hasta que me he tomado el café hoy…
―Pues haces bien, ojalá yo pudiera desconectar también así, para mí sería imposible estar un día sin el móvil.
―Deberías probar, te va a sentar muy bien.
―Un día me invitas a pasar un día contigo en la sierra y acepto el trato.
―Eso está hecho.
―¿Nos tomamos luego un cafecito y me cuentas? ―me preguntó con voz misteriosa en un tono bromista.
―Claro, a media mañana bajamos…

No tardó en llegar Javier, que, como siempre, fue de los últimos en hacerlo. Ya hacía tiempo que tenía su propio horario a la carta y aparecía y desaparecía de la oficina cuando le daba la gana.

Y siguió con su misma actitud hacia Sara. Ella lo había hecho tan bien en Bilbao que imaginé que Javier la trataría de manera distinta, pero me equivoqué. Para él solo era la de prácticas. Una cara bonita que rellenaba documentación y nos ayudaba con el papeleo. Nada más.

Le daba órdenes en tono directo, sin tan siquiera pedírselo con un mínimo de educación. «Escanea esta documentación…», «Deja eso y ponte con lo de…, que me corre más prisa». Y Sara le obedecía sin rechistar. De vez en cuando me miraba y yo esbozaba una sonrisa que seguro que le hacía el trabajo más llevadero, sabiendo que me tenía de su lado.

Sobre las diez y media bajamos juntos al bar a tomar un café. No se lo dijimos a Javier, era nuestro momento y no nos apetecía que él nos acompañara. Y me sorprendió que ella enseguida sacara el tema. Ni tan siquiera se molestó en romper el hielo. Cogimos los cafés, nos apartamos a una mesa y ella me miró con curiosidad.

―Bueno, y, entonces, ¿qué tal la cita del sábado?…, si me lo quieres contar, eh…, si no quieres hacerlo, lo entendería, que soy muy cotilla, ja, ja, ja.
―Bien, no sé, me sentí un poco extraño, era la primera vez que tenía una cita sorpresa y fue todo lo bien que puede ir un encuentro así entre dos desconocidos.
―¿Te gustó ella?
―No mucho, a ver, era maja y tal, pero físicamente no me acababa de encajar…
―Ooooh, vaya lo siento…, así que no pasó nada…

Yo me puse colorado de repente mientras le daba vueltas al café con la cucharilla y luego abría la magdalena que nos habían dejado en el platito.

―¡Te has puesto rojo, ja, ja, ja!, oye, que no pasa nada, lo veo muy normal si os acostasteis…, no tenías ningún compromiso ni ella tampoco, así que…

«¿Y tú tenías algún compromiso cuando estabas en Bilbao o le pusiste los cuernos a tu novio?», pensé.

Me moría de ganas por sacar el tema, pero a la vez me daba mucha vergüenza. ¿Cómo le iba a decir que la escuché en el hotel mientras follaba con alguien? Solo tenía que preguntarle, como el que no quiere la cosa, si su novio había estado en Bilbao, y ella enseguida se daría cuenta de por dónde iban los tiros; pero me parecía demasiado violento y aunque nos llevábamos muy bien y ella era muy extrovertida para esos temas, a mí me daba mucho corte hacerle ese tipo de preguntas.

Así que me iba a quedar con la duda. Al menos unos días más.

―No creo que volvamos a vernos ―dije encogiéndome de hombros―. ¿Y qué tal el fin de semana?
―Bien, muy bien, estuve de cena con mi chico y unos amigos… y al final, lo de siempre, si es que no sabemos salir de tranqui, terminamos desayunando en la plaza mayor.
―Ja, ja, ja…

Cinco minutos más tarde apareció Javier en el bar, aunque nos vio, no se acercó a nosotros y se quedó en la barra tomándose el café mientras ojeaba un periódico de economía color salmón.

Nos levantamos para volver a la oficina y al pasar a su lado Javier se volvió hacia mí, despegando la vista del periódico.

―¡Malas noticias!, me lo acaban de decir, el jueves tenemos auditoría en Zaragoza, es solo un día, vamos tú y yo… ―me soltó de manera directa, recalcando la última frase para que Sara se enterara de que ella no venía―. Ya está la documentación en la oficina, ponte con ello ahora ―le ordenó para humillarla todavía un poquito más.
―De acuerdo, ahora empezamos ―le contesté a la vez que Sara afirmaba también con la cabeza de manera forzada.

Mientras caminábamos hacia el trabajo, me pareció que Sara estaba decepcionada porque no hubieran contado con ella para la auditoría externa.

―No te preocupes, es muy normal, algunas empresas son pequeñas y Javier y yo nos apañamos en un día; pero habrá otras veces que te toque a ti ir a solas con Javier o conmigo…
―Uf, pues espero que sea contigo…
―Te da igual, ya controlas mucho y lo vas a hacer igual de bien con él.
―Sí, pero contigo estoy más segura, aunque también me pueda equivocar, pero no sé…, es distinto.
―Te entiendo perfectamente, Sara, a mí me lo vas a decir, son muchos años con Javier…, por desgracia, es muy bueno trabajando, pero en lo personal hay que saberle llevar…, y no todos en la empresa están dispuestos, de hecho, no había casi nadie…
―Y te tocó a ti.
―¡Exacto!
―Pues qué suerte tuviste, ja, ja, ja.
―Ja, ja, ja…

Durante la semana preparamos todo y el jueves a primera hora salimos Javier y yo para Zaragoza. Fue un trabajo bastante fácil, aunque laborioso y hasta casi las nueve de la noche no terminamos.

―Uf ―protestó Javier estirando la espalda en la silla de la oficina en la que nos habían ubicado―, cada vez se me hace más pesado esto…
―Sí, yo pensé que no íbamos a tardar tanto…
―Pues ya está, qué ganas tengo de llegar al hotel, pegarme una ducha y cenar como un cabrón, ¡tengo mucha hambre!
―Yo también…
―Venga, vamos a recoger y salimos cagando leches para el hotel…, mañana cogemos el AVE pronto, y a ver si a las doce estamos en la oficina y podemos hacer el informe y el cierre definitivo.
―Seguro que sí, durante el viaje de vuelta voy a ir adelantando todo lo que pueda.
―Bien, me parece perfecto.

No tardamos en llegar al hotel, ducha rápida y media hora más tarde ya estábamos en el buffet para pegarnos una buena comilona. Javier se tomó un par de cervezas y durante la cena no dejó de despotricar de una de sus ex, con la que al parecer tenía un juicio pendiente la semana siguiente por el impago de algún mes en la pensión.

Yo lo conocía muy bien y cuando se ponía así, era insoportable; además, no había quien lo callara. Se le abría el pico y le daba igual donde estuviera. Empezaba a soltar toda clase de burradas y muchas veces me había dejado en evidencia en más de un sitio.

―Estaba todo muy bueno… y ahora vamos al bar del restaurante, que te invito a un cacharro ―me dijo mientras nos levantábamos de la mesa.

Ya sabía que iba a decir eso. Alguna vez había logrado poner una buena excusa y así me libraba de aguantarle durante una hora más, pero esa noche me encontraba demasiado cansado y sin ganas de llevarle la contraria; así que acepté.

De lo que no tenía ni remota idea es de lo que sucedería a continuación.

Cogimos un taburete alto y nos quedamos en la barra. Un servicial y educado camarero se acercó hasta nosotros y Javier se pidió un old fashioned (cóctel que lleva whisky) y yo un gin- tonic.

―Estoy molido, reconozco que hoy nos hubiera venido muy bien la de prácticas ―dijo Javier cuando ya tenía el cóctel preparado, haciendo círculos para que los hielos dieran unas cuantas vueltas en el vaso.
―Sí, ya lo creo.
―Veo que te llevas muy bien con ella, no me extraña…
―Sí, es muy maja.
―¿Maja?, ja, ja, ja, lo que está es muy buena.
―Sí, eso también… Ha aprendido muy rápido y está haciendo todo lo posible por quedarse después de las prácticas.
―Eso no lo dudo ―apostilló con una sonrisa que me dejó helado, antes de darle un trago a su copa.
―Anda… ¿y eso?, ¿qué tal el otro día con ella cuando os quedasteis solos?
―¿No nos escuchaste luego en su habitación?

¡¿QUÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉ?!, o sea ¡¿QUÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉ?!

¿Había sido Javier el que se había follado a Sara?

¡¡¡NOOOOOOOO!!!

Se me heló la sangre al momento y el corazón me latió a toda velocidad. Pensé que me iba a dar un infarto. ¿Qué me estaba contando el puto viejo este?, ojalá se estuviera marcando un farol, aunque no lo creía. Javier tenía muchos defectos, pero el mentir no estaba entre ellos.

Creo que me quedé blanco y no supe reaccionar. Javier estiró el brazo y me movió el hombro como si fuera un muñeco.

―¿Estás bien?, joder, tío, te has quedado pillado, ja, ja, ja…
―Eh, sí, sí, estoy bien…
―Entonces, ¿nos escuchaste o no?
―Sí, claro, como para no hacerlo… ―le seguí la corriente.
―Ya te lo había dicho, esta se debe pensar que yo decido quién se queda y quién no en la empresa, y no tiene ni puta idea de que yo no decido una mierda… Fue demasiado descarada, Pablo…, y esas tías tan interesadas no me gustan. Además, ya te lo había dicho, con esas tetas y ese culo sabe lo que se hace, esta es de las que parece que no ha roto un plato… y se ha jodido la vajilla entera, tiene muuuuchas horas de vuelo… ―afirmó en un tono despectivo hacia Sara.

Y sin que yo se lo pidiera comenzó a relatar lo que había pasado la noche del jueves en Bilbao cuando se quedaron a solas.
Creo que va por el mismisimo camino, al anterior relato (el relato del cual se guió para hacer este "viajes de empresa de serrososh), por ahora va igual, solo un poco mas largo... ojala este de un giro que haga al personaje menos pelmazo... creo que ya aburren los consentidores y las web de relatos están llenas de lo mismo
 
Creo que va por el mismisimo camino, al anterior relato (el relato del cual se guió para hacer este "viajes de empresa de serrososh), por ahora va igual, solo un poco mas largo... ojala este de un giro que haga al personaje menos pelmazo... creo que ya aburren los consentidores y las web de relatos están llenas de lo mismo
Lo he visto por curiosidad y estoy de acuerdo contigo. No voy a hacer spoiler.
 
Lo único a que puede aspirar Pablo, es a ser amigo y compañero. Si piensa o pretende tener algo más con Sara, lo va a pasar mal, porque se va a enterar de sus folladas con Javier y puede que alguno otro, y él solo podrá pajearse. En ese caso, lo mejor para él, sería o aceptar ser solo su amigo o alejarse de ella. Pero no creo que pase ni lo uno, ni lo otro. Le va a tocar sufrir.
 
Queda claro que Pablo no es ningún dios griego del sexo, de normalito para abajo, así las cosas poco puede aspirar a tener a Sara en exclusiva para él, a lo más ella le dará un polvo compasivo en agradecimiento a "su amistad".

Según lo descrito por Pablo esa noche, parece ser que a ella le van los tipos que la usen y la sometan, con sexo egoísta e impersonal, vulgar y desprovisto de emociones, sólo un impetuoso e intenso intercambio de sensaciones cuyo fin sea lograr potentes orgasmos.

A Pablo no lo veo en ese plano sexual, parece manifestar la necesidad de estar conectado emocionalmente para rendir en ese aspecto, y eso para algunas mujeres, sin reconocerlo, a la larga les resulta desagradable, hasta un signo de debilidad.

El antecedente que a Natalia su ex esposa, le bastaron cinco meses con el amante para desecharlo, a pesar de los 23 años, según él idílicamente compartidos, podría ser la mayor evidencia.

No he leído el relato que hacen referencia de dar origen a este, no pretendo hacerlo para no adelantar spoilers, me va la intriga.

Mantengo la esperanza que alguna vez DL, entregue justicia a alguno de sus protagonistas, siempre más débiles y frágiles emocionalmente que el resto.
 
Aparentemente el destino de Pablo es el de la humillación, por las pistas que da el otro relato.

Ya dió algunos avances con esa patética masturbación.

Sin embargo, sobre el sexo que tuvo, no lo ví tan mal. Tuvo empuje, pero le faltó empatía, sin embargo, pienso que estuvo excusado por el largo tiempo de sequía. Lo que debería hacer es practicar más.

Crucemos los dedos para que le despierte un poco el amor propio.
 

📢 Webcam con más espectadores ahora 🔥

Atrás
Top Abajo