PARTE 2
Capítulo 10
Al día siguiente salimos temprano hacia Madrid en el AVE. Javier volvió a ser el mismo jefe serio y antipático de siempre y durante el camino adelantamos trabajo para cerrar el informe definitivo de la auditoría antes del fin de semana.
Fuimos directos de la estación a la oficina y allí me encontré de nuevo con Sara, que nos ayudó con la burocracia para terminar un poco antes de las dos. Llevaba un vestido veraniego largo de color naranja escotado, con el que se le marcaba cada curva de su cuerpo; incluso, si te fijabas bien, se le transparentaba el tanguita por debajo.
Había que tener un señor cuerpazo para poder lucir así ese vestido. Y Sara lo tenía.
Estuve todo lo distante que pude con ella y Sara se dio cuenta de que algo me pasaba cuando a las dos y media apagué el ordenador y dije que me iba para casa.
―¿Te apetece tomar algo? ―me sorprendió Sara de repente―, es viernes y sé que la semana que viene estás de vacaciones, aunque, si no quieres, no pasa nada, entiendo que tengas ganas de irte después de la auditoría que habéis hecho en Zaragoza.
―Sí, la verdad es que me apetece descansar un rato, además, luego vienen las niñas y quiero preparar las maletas, la semana que viene vamos a la playa…
―Claro, lo entiendo… ―dijo decepcionada―. Espero que lo paséis muy bien, te mereces estas vacaciones… ¿Todo bien, Pablo?, te noto raro…
―Sí, solo estoy cansado, entre el trabajo de ayer, hoy nos hemos levantado prontito y el viaje también se me ha hecho muy pesado.
―Bueno, pues otro día cuando vuelvas y ya me cuentas qué tal las vacaciones…
―Sí, mejor.
Quizás debería haber hablado con ella en ese momento, contarle lo que sabía por boca de Javier, pero tampoco lo vi necesario. ¿Qué sentido tenía decírselo a Sara? Con eso lo único que iba a conseguir era dejarla en evidencia y que en su último mes en la auditoría no estuviera cómoda.
No éramos pareja, ni amigos, Sara no tenía que darme ninguna explicación de por qué se había acostado con Javier. Eso era cosa suya. Y de su novio. Pero sí que es verdad que no podía evitar sentirme traicionado por ella.
Yo pensaba que habíamos formado un buen frente común contra Javier y, además, no me gustaba la gente así. Con una doble cara. Suelo tener buena intuición con las personas y Sara me parecía una chica noble y sincera; por eso no concebía esa ambición suya por quedarse en la empresa a cualquier precio.
Incluso el de acostarse con Javier.
Y no solo era el haber mantenido relaciones con él, era cómo se había comportado. Poniéndose a cuatro patas, chupándosela, dejándose follar a pelo y permitiendo que nuestro jefe se corriera en su boca.
Ahora la miraba y ya no veía a esa chica mona y sofisticada con ganas de comerse el mundo. Solo a una trepa a la que no le importaba ponerle los cuernos a su novio con tal de conseguir un trabajo, o traicionarme a mí, que había invertido muchas horas de mi tiempo libre para formarla en la empresa.
Aun así, no pude evitar fijarme en lo atractiva que era. Ese vestido naranja era demasiado espectacular y con cualquier mínimo movimiento se le marcaban las caderas y sobre todo su culo. Llevaba su pelazo suelto, libre, salvaje, y unas sandalias muy monas. Todo perfectamente conjuntado para dar un aire informal y espontáneo; pero ese look se notaba que estaba muy cuidado.
Intentaba despreciarla, pero no me salía. Yo no sabía comportarme de esa manera y aquella tarde, a la salida del trabajo, nos despedimos de manera seca. Quería coger distancia con ella, la semana siguiente estaba de vacaciones y me iba a venir muy bien pasar diez días sin saber nada de Sara.
Apenas tuve tiempo de comer y echarme un ratito la siesta antes de que mi exmujer me trajera a las niñas. A la mañana siguiente salimos de viaje casi de madrugada, una semana de vacaciones en Calpe para desconectar del trabajo. Apagué el teléfono ese viernes por la tarde y solo me preocupé de las niñas, de tomar el sol, bañarme en el mar, tomar cervezas en el chiringuito del hotel y comer como un animal mientras mis hijas disfrutaban con la piscina.
Dormí a pierna suelta nueve horas diarias, sin ninguna preocupación, y puedo asegurar que volví con las pilas recargadas. Era lo que necesitaba. El sábado dejé a las niñas en casa de mi ex y solo encendí el móvil cuando puse un pie en mi apartamento.
Me entraron cuatrocientos mil whatsapp y tenía unos cuantos de Sara a mitad de semana en los que me preguntaba por mis vacaciones y en los que me decía que estaba muy nerviosa porque tenía viaje de trabajo con Javier el miércoles y jueves.
¡Lo que me faltaba!
Hubiera preferido no saber que Sara y Javier habían tenido que salir para hacer una auditoría externa, pero intenté estar tranquilo, aquello no tenía por qué afectarme. Que hicieran lo que les diera la gana.
Ni tan siquiera me molesté en contestar su mensaje, estaba hasta los huevos de ser su puto paño de lágrimas. Ya era mayorcita para arreglárselas ella misma.
Le pegué un telefonazo a Daniel, a él sí me apetecía verlo, y me dijo que estaba en el chiringuito de la piscina con Isabel y unos amigos y que luego iban a cenar allí. Ni me lo pensé dos veces cuando me invitaron y pasamos una velada muy agradable, con buen ambiente, música en vivo y cena al aire libre.
Daniel e Isabel estuvieron muy pendientes de que estuviera a gusto y me alegró comprobar que mi nefasta aventura con Lorena no había supuesto que la pareja de mi amigo cambiara su trato hacia mí.
Isabel era una tía de puta madre y también había congeniado genial con los amigotes de Daniel y sus respectivas, que se notaba que le tenían mucho aprecio. Cuando ya iban todos pasados de alcohol, tuve una charla muy interesante con ella y me estuvo contando el próximo viaje que tenía planificado a Tailandia, al que al parecer iría sola porque mi colega no podía cogerse tantos días de vacaciones.
Alguno diría que le sobraban unos kilos, pero al verla en el chiringuito escasa de ropa, con el pareo en la cintura y esas enormes tetas desbordando la tela por la parte de arriba del biquini reconozco que me dio mucho morbo.
Esa noche fue la primera vez que la vi con otros ojos. No es que antes no estuviera buena, pero mi penosa caída de libido, que llegó a durar más de un año, me había impedido percibir la energía sexual tan poderosa que transmitía Isabel.
¡Aquella mujer tenía que ser un volcán en la cama!
Mientras tanto, Daniel ahí estaba de copas con sus colegas, haciendo bromas y chistes de mal gusto. ¡Eran tan diferentes!
Una de las veces que me levanté al servicio me acompañó Daniel, que ya se había tomado unas cuantas de más.
―¿Qué tal, cabrón?, así que al final triunfaste con la Lore, ¿ves como no era tan difícil echar un polvo?
―Sí, no estuvo mal …
―Cuando quieras, me lo dices y buscamos otra…, ahora que has empezado ya no te puedes detener, ¿o es que has tenido avances con la jovencita del trabajo?
―No, aquello quedó en nada, además, ella tiene novio…, ya te dije que era casi imposible…
―Ooooh…, bueno, no pasa nada, hay más tías que peces en el mar…
―Tú has tenido suerte de encontrar a una mujer como Isabel.
―Es una tía de puta madre, ¿verdad?
―Sí…
―Bah, estamos bien, pero yo no quiero nada serio, y ella cada vez me aprieta más, a mí me gusta que cada uno esté en su casa, como ahora, que ella se haga sus viajes. Prefiero ir a mi bola, ya bastante tuve con la zorra de mi ex…
―Isabel no tiene nada que ver con tu…
―Al final son todas iguales, sí, al principio muy majas, pero cuando te quieres dar cuenta, ya te están organizando la vida.
―¿Es que no quieres seguir con Isabel?
―No es eso, me gusta estar con ella…, folla de puta madre, por cierto, ja, ja, ja ―me susurró en bajito en medio del baño―, pero, no sé, no quiero ataduras…
―Vamos, que quieres follarte a otras tías…
―No lo quería decir así, pero, básicamente, eso es…, lo entiendes, ¿no?
―Eh, sí, claro…, quizás deberías hablar con Isabel…, yo creo que buscáis cosas diferentes…
―Sí, hablaré con ella… ―me dijo visiblemente borracho pasándome el brazo por el cuello, aunque estaba claro que no tenía ninguna intención de hacerlo.
La noche terminó como me imaginaba. Daniel con una buena borrachera y me tocó llevarlo en coche hasta su casa, en compañía de Isabel. Como pudimos lo arrastramos entre los dos hasta su cama y allí lo dejamos.
―Muchas gracias ―me dijo ella sentada a su lado, pasándole un paño de agua fría por la frente para intentar que se recuperara.
Me fui tranquilo de allí, dejando a mi amigo en muy buenas manos, desde luego que no se merecía a una mujer como Isabel, pero ella conocía de sobra cómo era Daniel y, además, estaba encantada en su papel de protectora con mi colega, que era un auténtico desastre.
¿Quién era yo para interponerme en su relación?
De camino a casa reflexioné sobre ese asunto. Cada uno es libre de hacer lo que le dé la gana y no hay que juzgar a las personas por su comportamiento; así que esto mismo lo apliqué con Sara, quizás no estaba siendo justo con ella, al fin y al cabo, no me había hecho nada a mí directamente; así que en cuanto pude le contesté al whatsapp que me había mandado.
Pablo 3:45
Hola Sara!
Perdona, que he tenido el móvil apagado toda la semana. He querido desconectar del todo
Las vacaciones muy bien. Fenomenal. Mucho descanso y playa con las niñas, así que perfecto
Espero que te haya ido bien la auditoría con Javier, seguro que sí, ya me contarás
El lunes te veo
Un saludo
El domingo me levanté tarde, sobre las diez, y nada más encender el móvil me encontré con su respuesta. Sara también debía de estar de fiesta para contestarme a esas horas, cosa normal en ella.
Sara 3:55
Hola Pablo
Pero bueno, qué haces despierto?, jajaja
Me alegro que te lo hayas pasado muy bien de vacaciones
La auditoría con Javier muy bien, un poco nerviosa al principio, pero todo salió perfecto
Por suerte ahora nos libramos de él un par de semanas, que también está de vacaciones, jajaja
Un beso
Es verdad, se me había olvidado que Javier tenía cogidas dos semanas de vacaciones en agosto, por lo que estaría a solas con Sara ya casi hasta el final de sus prácticas. Por lo que me había puesto en su mensaje, la auditoría externa con Javier había ido bien, y yo no pude evitar pensar en si se habrían acostado otra vez viajando los dos solos, tampoco es que me importara mucho, solo quería saber si lo de Bilbao había sido un desliz de Sara o si le había seguido poniendo los cuernos a su chico con el jefe.
En mi fuero interno tenía la esperanza de que no hubiera vuelto a follar con Javier, y aunque tendría que darme igual, no sabía por qué me fastidiaba tanto pensar en la posibilidad de que se hubieran vuelto a enrollar.
El lunes me levanté dispuesto a hacer borrón y cuenta nueva con Sara. Como si no supiera nada de lo que había pasado con Javier. Y la primera en la frente, como se suele decir. No había pisado la oficina cuando me llamó uno de los CEO de la empresa.
―Pablo, buenos días, no te voy a dar ni tiempo para que te recuperes de las vacaciones, el jueves tenéis auditoría en Barcelona…, como no está Javier, vas con la chica de prácticas, es solo una noche, ¿te parece bien o quieres que te acompañe alguien con más experiencia?
―No, todo bien ―contesté casi sin pensar―. Sara está preparada…
―Perfecto, ahora en un ratito os pasamos la documentación y os ponéis con ello.
―De acuerdo.
Qué mejor manera de normalizar mi relación con Sara que viajando con ella. Seguro que se alegraba en cuanto le diera la noticia. Yo intenté aparentar serenidad nada más entrar en la oficina, pero allí me la encontré, frente al ordenador, con su pelo suelto, una minifalda bastante corta, las piernas cruzadas, zapatos de tacón y una blusa verde de corte oriental.
Menos mal que ya terminaba las prácticas en unas semanas porque no me iba a acostumbrar en la vida a tener una compañera de trabajo tan sexy, morbosa y juvenil.
―Buenos días, Sara…, me temo que tengo una mala noticia, el jueves tenemos auditoría en Barcelona…
―¿Tú y yo? ―preguntó con efusividad.
―Sí, claro.
―Pues genial, ¿y por qué son malas noticias?, yo encantada de ir contigo…
―Es que ahora salir de viaje con estos calores…
―¡Nada, eso a mí no me importa!, ¡qué buena noticia me has dado, Pablo!, no te imaginas las ganas que tenía de acompañarte en una salida.
―¿Ah, sí?
―Por supuesto, estoy aprendiendo mucho con las auditorías externas.
―Con Javier también te fue bien, ¿no?
―Sí, pero no es lo mismo, ya lo sabes, no hay ni comparación…, yo prefiero contigo mil veces, aparte de que trabajo mucho más a gusto y con plena confianza…
―Gracias, Sara.
―Gracias a ti. Bueno, y ahora dentro de un rato bajamos a tomar un café y nos ponemos al día…, que me tendrás que contar qué tal tus vacaciones y, sobre todo, qué hacías un sábado despierto a las cuatro de la mañana, ja, ja, ja…
Esa fue nuestra primera toma de contacto, mucho mejor de lo que pensaba, y a partir de ahí… se desataron los acontecimientos a una velocidad vertiginosa.