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Creo que prefiero que pase eso, a que se vaya a la cama con ella y el autor haga de él un desastre en la cama, como pasó en la historia original, y ella quede totalmente decepcionada y extrañando más al hdp de JavierNo hay que ser un lince para saber qué el pringao al final na de na, como decimos por aquí.
Seguro que otra vez se la lleva a la cama el imbécil de Javier.
Es que parece mentira que no se de cuenta de que va Sara.
Espero que tenga un poco de orgullo y que vaya y se comporte desinteresadamente
Capítulo 14
Lo primero que hice fue hablar con mi exmujer. El sábado era la cena de despedida de Sara, aunque me tocaba quedarme ese finde con las niñas. Natalia fue muy comprensiva y no me puso ninguna pega, pero luego tendría que quedarme yo dos fines de semana consecutivos con ellas.
La marcha definitiva de Sara en la empresa no fue la única noticia importante en mi vida, mi ex, viendo que ya había vuelto a ser el mismo de siempre, había acelerado los trámites para empezar con la custodia compartida. Con el comienzo del curso escolar, en septiembre, las niñas ya pasarían a estar una semana con cada uno, como habíamos acordado.
El lunes, mientras trabajábamos, escuché un pequeño bullicio en la sala de descanso y al poco vino Javier con un café en la mano.
―Está la de prácticas, por si te quieres ir a despedir ―me dijo como si tal cosa.
―Sí, ahora voy, cuando termine esto…
No me apetecía verla e hice todo lo posible por no salir, pero resultó en vano, pues Sara se presentó en nuestra oficina, dando unos toques con la mano en la puerta. Regresaba de sus vacaciones incluso más morena que de costumbre, con un bonito bronceado de playa. Llevaba una falda larga de color azul clarito muy veraniega y un top blanco con un buen escote.
¡Estaba radiante!
―¿Se puede, chicos?
―Eh, sí, claro…
―Nada, que venía a despedirme, me dijo Fermín que me pasara hoy por la mañana y ya nada más, os quería dar las gracias por todo.
Nos levantamos de la silla y le dimos dos besos y un fuerte abrazo.
―Espero veros el sábado en la cena, no me podéis fallar…
―Por supuesto, cuenta con nosotros, te vamos a echar mucho de menos…, a ver quién nos hace ahora el papeleo… ―bromeó Javier.
―Yo por mí encantada, ya lo sabéis…
―Todavía no sé si podré ir, este finde me toca quedarme con las niñas, aunque espero estar…, haré todo lo posible… ―dije para fastidiarla y haciéndome el interesante, pues ya había hablado con Natalia y sabía que podía ir.
―Claro, lo entiendo ―afirmó Sara con el rostro apesadumbrado―, ojalá puedas venir, lo vamos a pasar muy bien…, eh…
Creo que en ese momento se quedó con las ganas de decirme algo más. Lo vi en su mirada. No quería que su relación conmigo terminara así y posiblemente estuvo a punto de pedirme si bajaba con ella al bar a tomar un café. Era lo mínimo después de seis meses. Pero con Javier delante y con mis últimas negativas la semana que estuvimos a solas, no se atrevió a decirme nada.
―Yo también os voy a echar de menos, bueno…, pues no molesto más, os dejo seguir trabajando…
―Adiós, nos vemos el sábado ―apuntilló Javier, y pude ver en su cara que el muy cabrón ya se estaba preparando para un nuevo ataque, lo que todavía hizo que me enervara más la sangre.
Otro triste adiós fue lo que salió de mi boca antes de girarme y volver a ponerme con la documentación que tenía delante. De repente sentí la mano de Sara acariciando mi hombro con suavidad en un gesto cariñoso y después salió de la oficina.
―Joder, tío, podías haber sido un poco más efusivo con ella, a mí me importa tres cojones si se va o no, pero al menos lo disimulo un poco… ―me regañó Javier.
Ya lo que me faltaba, Javier diciéndome cómo tenía que comportarme con Sara. El mayor idiota de la empresa, al que nadie soportaba, el que le había hecho la vida imposible, ahora venía a darme lecciones de educación.
¡Era increíble!
Me quedé con ganas de mandarle a la mierda, pero como era mi jefe no podía hacer eso, así que decidí que era mejor no contestarle. Pasar de él. Como si no lo hubiera escuchado. Eso sí, para darle en los morros redacté un informe de Sara sobre lo válida que era y lo bien que había trabajado durante las prácticas, recomendando su contratación inmediata.
Sabía que eso no iba a ser posible, pues no era la política de la empresa hacer ese tipo de contratos. Les salía mejor seleccionar uno nuevo de prácticas por 300 euros y tener que enseñarle otra vez desde el principio.
Javier firmó el informe sin tan siquiera leerlo y me dijo que lo dejara sobre su mesa para hacérselo llegar al jefe de personal.
Durante la semana estuve muy nervioso pensando en la cena del sábado. No me apetecía nada ver cómo Javier se ponía en plan baboso con Sara, bueno, no solo él, todos los tíos que iban a ir seguro que también lo hacían. Había diez apuntados a la cena en la lista que había en la sala de descanso y todos eran hombres, menos Sara.
Intenté no pensar en ello y por las tardes me machaqué haciendo deporte con Daniel. Cada día una cosa, running, pádel, pesas, salir con la bici…, cualquier cosa con tal de tener la cabeza ocupada.
El jueves nos metimos dos horas de ciclismo y terminamos tomando una caña en un pequeño pueblo de la sierra.
―Esto es lo mejor ―dijo mi amigo degustando su bebida―, respirar aire puro, buena compañía y una cerveza bien fresquita.
Entonces me llegó un whatsapp y miré el móvil para ver de quién se trataba.
Sara 19:15
Hola, Pablo
Q tal va todo?
Oye, espero que hayas solucionado lo de las niñas y que el sábado puedas ir a la cena. Me apetece verte
Me ha sabido muy mal que hayamos terminado así, sé que no me porté bien contigo y me encantaría disculparme…
Porfi, tienes que venir
Un beso
Debería haber ignorado el mensaje. Como si no lo hubiera recibido, pero no puedo negar que me hizo mucha ilusión leer su contenido. Se estaba disculpando e incluso admitía que no se había portado bien conmigo.
Menos mal. Ya estaba empezando a pensar que era solo cosa mía.
Se lo enseñé a Daniel y mi amigo, que estaba al corriente de parte de la historia, excepto de los encuentros de Sara y Javier, no se anduvo por las ramas.
―No sé de qué va esa tía, pero yo iría a saco a por ella, parece la típica calientapollas que tiene novio y quiere tener a todos detrás de ella, vamos, te lo digo sin conocerla… ―afirmó Daniel.
―Puede que tengas razón…
―Mira, no te cortes un pelo, total, ya no la vas a ver nunca más…; pero tienes que dejar de ser tan bueno, Pablo, que luego te pasa lo de siempre… Y, oye, ¿quién sabe?, lo mismo hasta tienes suerte y terminas follándotela en su cena de despedida…
―No creo.
―¿Y por qué no?, torres más altas han caído, sin ir más lejos, acércate… ―susurró mi amigo como si en esa terracita nos conociera alguien―. Este finde posiblemente quede con una de la oficina, llevo tiempo detrás de ella, está casada y me da un morbazo que flipas, ufffff…
―¿E Isabel?
―Ya te dije que estamos bien, pero no quiero nada serio…
―¿Y ella piensa igual que tú?, no se merece que le hagas eso, es una tía de puta madre…
―Sí, tienes razón, este finde se va a Alicante con una amiga.
―Y tú lo vas a aprovechar…
―Ha surgido así, tío, han sido muchos meses pico y pala con la del trabajo y ella me seguía el juego, poco a poco hemos ido a más con el tonteo, luego empezamos con mensajitos y por fin vamos a quedar el sábado, no es seguro, pero casi…
―Bueno, pues ya me contarás…
―Lo mismo digo, a ver si tienes suerte con la de prácticas.
No me gustó que Daniel le hiciera eso a Isabel, pero no era problema mío ni lo podía evitar. Mi amigo era un cabrón mujeriego desde que se había separado y no rechazaba a ninguna que estuviera dispuesta a acostarse con él. Y no era la primera con la que engañaba a Isabel. Aunque no compartía esa forma de ver la vida, Daniel era mi mejor amigo y mi mayor apoyo, mi confidente y el que me había ayudado a salir de la ansiedad y depresión que tuve después de mi divorcio.
Al llegar a casa no quise ser malo y contesté a Sara el mensaje que me había mandado.
Pablo 21:10
Hola, Sara
Al final lo pude arreglar y claro que voy a ir a la cena. Me apetece mucho
Y no tienes por qué disculparte
Nos vemos
Sara 21:11
Qué buenas noticias!
Genial que puedas venir
Claro que tengo que disculparme y además me apetece tomar una copa contigo, tienes que dejar que te invite
Pablo 21:11
Como quieras
Sara 21:12
Pues hasta el sábado
Un besazo y gracias por venir a mi despedida. No te lo hubiera perdonado nunca si no llegas a venir
Con ese mensaje ya me quedé sin palabras. Otra vez había dado pie a que ella retomara la relación conmigo y lo que se presumía como una odiosa cena en la que estaría deseando marcharme para casa se había transformado en una nueva oportunidad de tomar una copa con Sara y que ella se disculpara.
Era un imbécil. Sí. Pero no pude evitar el volver a emocionarme pensando en esa posibilidad. Ni un puto crío de quince años se dejaba engatusar tan fácil como yo.
El viernes llegué todavía más nervioso al trabajo, se acercaba el día de la cena y me sorprendió cuando vi una hoja traspapelada entre los documentos de la mesa de Javier. La cogí y me enfadé mucho al ver que el muy imbécil ni tan siquiera había elevado mi informe sobre Sara.
Yo mismo me acerqué hasta el responsable de personal y le entregué la hoja en mano. Les pedí que hicieran un esfuerzo por ella, que una vez que la habíamos formado no podíamos dejar que se escapara, porque Sara iba a ser una gran auditora y si no la contratábamos nosotros lo iba a hacer otra empresa.
Me aseguró que lo tendría muy en cuenta y más viniendo la recomendación de mi parte y de la de Javier.
Cuando llegó mi jefe, no le comenté nada sobre que había encontrado mi informe en su mesa, seguramente ni se acordara y pasé de discutir con él. Solo quería sacar el trabajo adelante y que llegara el fin de semana.
Una hora antes de la hora de salida Javier apagó el ordenador y dijo que se iba para casa.
―¿Al final vienes a la cena de la de prácticas? ―me preguntó antes de salir de la oficina.
―Sí, hablé con mi exmujer y se va a quedar con las niñas…
―Pues estupendo, mañana nos vemos. Y ponte guapo, eh, ja, ja, ja…
Y salió de la oficina sin que nadie le dijera nada por no cumplir su horario. Ya empezaba a tenerme un poco hasta las narices. Nunca me había quejado, pero cada vez llevaba peor lo de tener que trabajar como un cabrón y hacer parte de su tarea, aunque la culpa la tenía yo, que era el que le había malacostumbrado a eso.
A las tres en punto me marché del trabajo y pasé por casa de mi ex a recoger a las niñas. Quería disfrutar de ellas a tope un día y medio antes de tener que devolvérselas el sábado a media tarde para poder asistir a la cena de Sara.
Una hora antes del evento estaba atacado de los nervios. No tenía ni idea de cómo iba a transcurrir la noche y releí varias veces los mensajes que me había enviado Sara durante la semana. Quería tomar una copa conmigo y disculparse, ¿por qué exactamente?, no lo sabía, pero lo iba a descubrir durante la noche.
Me puse un pantalón de vestir blanco y una camisa a rayas de manga larga con unos mocasines. Un look bastante veraniego. Y aunque la cena era a las diez, habíamos quedado a las 21:30 para tomar algo. Llegué cinco minutillos más tarde y cuando entré en la cafetería del hotel, en el que casualmente también se celebraba una boda, me encontré a cinco compañeros rodeando a la «estrella» de la noche.
Sara estaba sentada en un taburete alto con las piernas cruzadas y una caña en la mano. Cuando me vio, se le escapó una sonrisa amigable y luego me saludó con la mano. Llevaba una falda larga y ceñida negra de talle alto, tapando su ombligo, pero con una impresionante abertura lateral que empezaba muy arriba por la que mostraba toda su pierna derecha bronceada. Tenía el muslo desnudo montado sobre el otro en un cruce muy sensual y se mostraba impúdica a los cincuentones que la rodeaban.
Aunque lo más llamativo era lo que se había puesto en la parte de arriba. No sabría ni cómo llamar a esa prenda. Una especie de blusa negra con las mangas anchas y largas que se unían entre sí por una tira de unos cinco o seis centímetros tanto por delante como por detrás formando un escote redondeado. Llevaba la espalda al aire y su firme vientre también. Además, se notaba que no se había puesto sujetador y aquella tela apenas podía soportar el tamaño y peso de sus tetazas ni cubrir la marca del biquini, por lo que se notaba la piel más blanca por el interior de los pechos.
En el cuello se puso una cadena de oro con varios rectángulos de diferente tamaño que se iban uniendo entre sí. Se había pintado los labios de un color muy neutro, llevaba el pelo cardado, con unas mechas de color castaño, y un sombreado muy pronunciado en los ojos, en los que se había dado un pequeño toque oriental con una línea oscura más pronunciada. Unos zapatos con tacón en forma de cuña completaban su espectacular vestuario.
¡Parecía una jodida actriz en la gala de los Goya!
La noche prometía…
Perdona, ¿has dicho historia original???, muy interesante ¿sabes el título??Creo que prefiero que pase eso, a que se vaya a la cama con ella y el autor haga de él un desastre en la cama, como pasó en la historia original, y ella quede totalmente decepcionada y extrañando más al hdp de Javier
Supuestamente es así: "Viaje con una compañera de trabajo y era del autor Serrososh"Perdona, ¿has dicho historia original???, muy interesante ¿sabes el título??
Muchísimas gracias, si lo miraré me intriga las diferentes alternativas.Supuestamente es así: "Viaje con una compañera de trabajo y era del autor Serrososh"
Pero es un relato corto, de 2 o 3 capítulos. Este es más extenso
Sara no le debe nada, sólo es una amiga que quizás jugó un poco con él sólo esa última vez que salieron, pero antes nada.Es un pagafantas de manual sin carácter ninguno. Lo maneja como le da la gana. Y Pablo no se da cuenta.
Sara es una auténtica calientapollas . Así que santa no es precisamente.Sara no le debe nada, sólo es una amiga que quizás jugó un poco con él sólo esa última vez que salieron, pero antes nada.
Lo que pasa es que Javier se ha metido en un cuento de fantasía, y él solo se está montando una película en la que no es protagonista. Él es el que debería ser más directo, no esperarlo de ella.
―Sí, casi mejor, bueno, Javier, tenía una copa pendiente con Pablo, ahora nos vemos.
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