No he sido nunca muy aficionado a pajearme en el trabajo, salvo una vez hace años que no pude evitarlo, tenía un compañero ecuatoriano madurete de unos 45 años muy salidorro, siempre hablando de las ganas que tenía de follar y lo dificil que lo tenía todo el día en el trabajo y luego en casa, yo tenía 24, éramos 4 en la empresa, nosotros dos en planta y el jefe con la secretaria que se iban a comer a casa todos días, nosotros por no bajar y subir en un par de horas nos quedábamos allí a comer.
Después de comer yo me intentaba echar la siesta en el banco del vestuario y él se duchaba cuando hacía mucho calor, pues un día sin venir a cuento salió sin toalla y claro, le ví toda la polla de pleno, "espero que no te importe" me dijo, y yo, "no hombre, no pasa nada, no me desagrada, al contrario, no es ni la primera ni la última verga que he tenido delante", y ya empezó a contarme que su mujer estaba en Ecuador, que estaba harto de matarse a pajas viendo porno porque las latinas jóvenes no lo miraban, y en cambio era muy joven para las maduras, que si patatín que si patatán, y que si me apetecía se acercaba y me dejaba jugar con ella, que le daba igual una mano de hombre que de mujer.
Y me acordé de cuando mi amigo me propuso pajearlo y me dió miedo, en este caso no me dió miedo, pero si respeto por si nos pillaba alguien, le pedí que se acercara y lo descargué completito, a partir de ese día cambió todo porque le cogimos gusto a la paja después de comer y raro era el día que no nos hacíamos una, a veces cada uno con la suya, y otras cada uno con la del otro....
Al final un día debía ir cachondo perdido, yo me tiré en el suelo en unos cartones a dormir porque se estaba mas fresco, se sentó en mi pecho y me puso la polla en los labios, y claro, ahí acabaron las pajas en el trabajo para dar paso a las mamadas jajajajaja.