Keranos
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Capítulo 177
-Qué raro, ¿no?
-Un poco.
-¿Crees que se avergüenzan de nosotros?
-¿Cómo?
-No sé, es muy raro lo que acaba de pasar.
-No sé por qué piensas así, Elena. Simplemente han quedado con una chica y se han puesto nerviosos porque estábamos ahí.
-Pero si ya sabemos que hacen sus cosas, ¿a qué viene ponerse así?
-No lo sé.
-Me parece raro que digan de ir a su casa y pase esto. ¿Por qué nos llaman si esperaban a alguien?
-No tengo ni idea, pero tampoco te pongas así, ya lo hablaremos con ellos.
-Ya, ya. Parece mentira que con lo lanzados que son se pongan así...
-Oye, ¿y eso que ha pasado con Mario? Jajajaja.
-Pues... Jajajaja.
-Elena, estoy flipando contigo hoy. Estás desatadísima, jajaja.
-No es para tanto, ¿no?
-Tía... Primero lo de Laura y ahora eso con Mario. Nunca habías hecho eso así.
-¿Te parece mal?
-Elena. -dije parándome de andar y girándola hacía a mí- Me ha dado mucho morbo verte así con él.
-¿Sí? (dijo sonrojándose)
-Me pone mucho verte así de juguetona. ¿No has visto como estaba Mario? Te devoraba con los ojos. Y bueno... Irene también.
-Jejejeje.
-Es que estás muy buena y con esa carita que tienes... Eres guapísima. Es normal que te miren así.
-Javi... (dijo mirándome con ojitos)
No pude aguantar darle un buen beso sin importarme que nos vieran por la calle. Fue muy lento e intenso, aunque empezó a coger intensidad, por lo que la paré, ahora sí por vergüenza. Elena se rio cuando me separé de ella y yo le acaricié la cara.
-Elena, ¿iba en serio lo de que ya verías que hacer?
-No sé, Javi...
-¿El qué no sabes?
-Siento que si hago algo con él sería como estar engañándote y...
-Pero, ¿por qué piensas eso? ¿Piensas que yo te estoy engañando cuando Irene me ha tocado?
-No. No, no, no.
-¿Entonces?
-Es que no es lo mismo. Ella te ha tocado porque yo se lo he permitido. Estamos hablando de que... -dijo mirando a ambos lados para asegurarse de que no había nadie cerca y seguir hablando bajito- Mario me folle...
-Elena, te pusiste muy tensa cuando te enteraste de que te tocó.
-Pfff... Es que...
-Elena, quiero que seas clara conmigo. No entiendo que dejes a Irene que me toque o que yo la toque a ella y tú no quieras...
-Está bien.
Elena me agarró de la mano para sentarnos en un banco de un parque que teníamos cerca. Íbamos en silencio hasta que ella encontró un lugar que creyó conveniente, algo apartado y a la sombra.
-Javi, la razón por la que no quiero hacer nada con Mario es...
-Tranquila. Si no quieres contármelo aún, no lo hagas. No quiero que te sientas incómoda.
-No, ya está. La razón es que yo he vivido unos cuernos y no me quiero arriesgar a que tú te sientas así. Javi, te quiero con todo mi corazón y por nada del mundo quiero pases por lo que he tenido que pasar yo. Se me rompe el corazón con solo pensar en que te puedo hacer daño.
-Pero Elena...
-Es que no puedo. Javi, me da algo si te veo mal.
-Tranquila, mi vida.
Cogí las manos de Elena para besárselas y que se tranquilizara. Después de unos minutos en silencio y viéndola ya más calmada, le dije:
-Elena, si no quieres hacer nada, no lo hagas, no pasa nada. Pero te quiero dejar claro que yo no me he sentido así cuando has hecho eso que acabas de hacer, ni cuando él te tocó. Todo lo contrario. Me dio mucho morbo. Yo nos veo como unos amigos que se lo pasan bien, sin más. Sé diferenciar sentimientos de juegos como los que hacemos y estoy muy seguro de que no me importaría nada si pasa algo más.
-Gracias, pero no sé. Déjame pensarlo.
-No tienes que pensar nada. Si no quieres, no se hace y punto.
-No sé. Déjame darle una vuelta, mi amor.
-Vale, pero no quiero que te pongas mal, ¿eh?
-No, no. No te preocupes. Hoy es un día genial y estoy muy contenta.
-¿Tú no sientes que te estoy engañando cuando Irene y yo nos hemos tocado?
-No ha sido para tanto.
-Elena, me ha pajeado, yo le he pajeado a ella. Me he corrido en su cara, se ha tragado mi corrida...
-Jajajajaja, vale, sí que han sido cosas.
-Jajaja.
-Pues no. No siento eso.
-¿Ves? ¿Por qué habría de sentirlo yo? Si ya me conoces y sabes que me he acostado con varias chicas sin ningún compromiso.
-Vale, vale.
-Ay...
Aprovechamos estar solos para empezar a besarnos bastante. Elena reía entre beso y beso y cogía mi mano para ponerla en su muslo. Pese a esa conversación, más seria de la cuenta, Elena no parecía venirse abajo. Seguía disfrutando del día que estábamos pasando. Mientras nos besábamos estuve pensando en como sentía las cosas y como se preocupaba de nuestra relación. Qué sensible era. Me pensé en si contarle finalmente lo que pasó con Bea. No quería estropear ese día tan bueno a pesar de que Elena cambió el gesto un poco cuando regresamos a su casa y durante esa última conversación, pero tenía que hacerlo. Necesitaba quitarme ese peso de encima. Ella se entregaba totalmente mientras que yo no lo hacía tanto. Bastante culpable me sentía ocultando lo de Noelia como para ocultarle algo más, aunque fuera una tontería, pensando que lo de Bea era algo serio.
Seguimos con un paseo hasta que ya se hizo de noche y fuimos a un restaurante. El día iba tan bien que fuimos al mejor de la ciudad. Elena no quería que nos gastáramos tanto dinero, pero estaba de tan buen humor al verla así que yo me empeñé y acabamos allí. Fue un rato fantástico. A ella le encantó el sitio. La comida y el trato era excelente, por algo era el mejor sitio para ir a cenar y tener esa compañía lo hacía aún mejor. Elena y yo no parábamos de conversar de muchas cosas haciendo que el tiempo se nos pasara volando. Cuando acabamos de cenar salimos del restaurante dando un paseo cogidos de nuevo de la mano. Hacía una noche fantástica, corriendo algo de aire, haciendo que se estuviera muy a gusto en la calle. Paseamos y paseamos, entrando a algunos parques que teníamos de camino al hotel, parando cada poco para besarnos con Elena con unos ojos brillantes y una sonrisa permanente en la boca.
Finalmente llegamos al hotel, entrando por recepción. Mientras el recepcionista me daba la llave, vi como Elena se quedaba mirando a las escaleras tan grandes que había, enmoquetadas de un terciopelo rojo muy intenso, con una barandilla de madera sobre cristal, rematada con un rodapié de oro. En cuanto me dio la llave, le pedí que nos echara una foto. Elena puso una sonrisa enorme en su boca y nos echamos la foto. Después nos dirigimos al ascensor para subir hasta la habitación. Elena no pudo aguantar y tiró de mí para darme un buen beso que duró hasta que se abrieron las puertas del ascensor, coincidiendo con una pareja, aparentemente mayor que nosotros. Elena se puso más roja que su vestido mientras yo reía. La otra pareja también rio y la mujer me guiñó un ojo, con una sonrisilla picarona. Elena y yo salimos a la vez del ascensor, aunque yo dirigía mi mirada a la otra mujer. Me pareció extraño que me mirara así de esa manera yendo en pareja, él de traje y ella con un vestido de noche. Tenía pinta de que iban a una fiesta importante para ir vestidos así. Elena tiró de mi mano para ir a la habitación y la abrí. Ella entró primero con los brazos abiertos y se tumbó en la cama, rebotando sus piernas hacia arriba, casi enseñándome sus braguitas. Sonriente a rabiar dio un suspiro y de inmediato se levantó para ir hacia la ventana y correr las cortinas para abrirlas. Se quedó pegada a ella, poniendo sus brazos en jarra, moviendo su cabeza para ver todo lo que se podía ver desde allí. Yo me acerqué hacia ella, quedando poco más de un metro a sus espaldas. Al ver mi reflejo, se dio la vuelta, con esa sonrisa permanente.
-Cuidado, cariño. No te acerques mucho, a ver si te vas a marear o algo.
-Tranquila. -dije riéndome ligeramente- Está bajo control.
-Es una pena que no puedas asomarte. Es tan bonito.
-No me importa, tú eres más bonita. Con verte a ti tengo de sobra.
-Mi amor...
A Elena se le saltaron las lágrimas. Yo no podía evitar sentirme muy vulnerable al verla así, aunque fuera por alegría, me derretía verla así. Elena me abrazó con mucha fuerza, dándome después un beso.
-Ay, Javi... Qué cosas me dices... (dijo retirándose las lágrimas con los dedos)
-La verdad, mi vida.
-Javi... No han pasado tantos meses, pero siento que no puedo vivir sin ti. Eres muy importante para mí. Has sido un apoyo enorme y me has dado unos momentos inolvidables. Nunca me he sentido así de bien con nadie más. Te quiero como no he querido a nadie en mi vida. ¿Crees que estoy loca?
-¿Loca? No. Creo que estás enamorada. El único loco aquí soy yo. Estoy loco por ti y por no haberte invitado a salir en cuanto nos conocimos. Qué tonto fui... Haberme perdido tantos años sin estar a tu lado y dejar que ese idiota te la jugara así... Ojalá haber tenido los cojones necesarios en su día para haberte dicho lo guapa que me parecías.
Elena me miró con ojillos, haciendo pucheros hasta que no pudo más y rompió a llorar como una niña pequeña. Yo la abrazaba con fuerza para consolarla, sentándome en un sillón que había y poniéndola encima de mí, acurrucándose ella. Poco a poco se fue tranquilizando mientras yo le acariciaba su cuerpo con mucha suavidad y le daba pequeños besitos en la frente y en los labios.
-Javi...
-Dime.
-Quiero pasar el resto de mi vida contigo.
-Qué raro, ¿no?
-Un poco.
-¿Crees que se avergüenzan de nosotros?
-¿Cómo?
-No sé, es muy raro lo que acaba de pasar.
-No sé por qué piensas así, Elena. Simplemente han quedado con una chica y se han puesto nerviosos porque estábamos ahí.
-Pero si ya sabemos que hacen sus cosas, ¿a qué viene ponerse así?
-No lo sé.
-Me parece raro que digan de ir a su casa y pase esto. ¿Por qué nos llaman si esperaban a alguien?
-No tengo ni idea, pero tampoco te pongas así, ya lo hablaremos con ellos.
-Ya, ya. Parece mentira que con lo lanzados que son se pongan así...
-Oye, ¿y eso que ha pasado con Mario? Jajajaja.
-Pues... Jajajaja.
-Elena, estoy flipando contigo hoy. Estás desatadísima, jajaja.
-No es para tanto, ¿no?
-Tía... Primero lo de Laura y ahora eso con Mario. Nunca habías hecho eso así.
-¿Te parece mal?
-Elena. -dije parándome de andar y girándola hacía a mí- Me ha dado mucho morbo verte así con él.
-¿Sí? (dijo sonrojándose)
-Me pone mucho verte así de juguetona. ¿No has visto como estaba Mario? Te devoraba con los ojos. Y bueno... Irene también.
-Jejejeje.
-Es que estás muy buena y con esa carita que tienes... Eres guapísima. Es normal que te miren así.
-Javi... (dijo mirándome con ojitos)
No pude aguantar darle un buen beso sin importarme que nos vieran por la calle. Fue muy lento e intenso, aunque empezó a coger intensidad, por lo que la paré, ahora sí por vergüenza. Elena se rio cuando me separé de ella y yo le acaricié la cara.
-Elena, ¿iba en serio lo de que ya verías que hacer?
-No sé, Javi...
-¿El qué no sabes?
-Siento que si hago algo con él sería como estar engañándote y...
-Pero, ¿por qué piensas eso? ¿Piensas que yo te estoy engañando cuando Irene me ha tocado?
-No. No, no, no.
-¿Entonces?
-Es que no es lo mismo. Ella te ha tocado porque yo se lo he permitido. Estamos hablando de que... -dijo mirando a ambos lados para asegurarse de que no había nadie cerca y seguir hablando bajito- Mario me folle...
-Elena, te pusiste muy tensa cuando te enteraste de que te tocó.
-Pfff... Es que...
-Elena, quiero que seas clara conmigo. No entiendo que dejes a Irene que me toque o que yo la toque a ella y tú no quieras...
-Está bien.
Elena me agarró de la mano para sentarnos en un banco de un parque que teníamos cerca. Íbamos en silencio hasta que ella encontró un lugar que creyó conveniente, algo apartado y a la sombra.
-Javi, la razón por la que no quiero hacer nada con Mario es...
-Tranquila. Si no quieres contármelo aún, no lo hagas. No quiero que te sientas incómoda.
-No, ya está. La razón es que yo he vivido unos cuernos y no me quiero arriesgar a que tú te sientas así. Javi, te quiero con todo mi corazón y por nada del mundo quiero pases por lo que he tenido que pasar yo. Se me rompe el corazón con solo pensar en que te puedo hacer daño.
-Pero Elena...
-Es que no puedo. Javi, me da algo si te veo mal.
-Tranquila, mi vida.
Cogí las manos de Elena para besárselas y que se tranquilizara. Después de unos minutos en silencio y viéndola ya más calmada, le dije:
-Elena, si no quieres hacer nada, no lo hagas, no pasa nada. Pero te quiero dejar claro que yo no me he sentido así cuando has hecho eso que acabas de hacer, ni cuando él te tocó. Todo lo contrario. Me dio mucho morbo. Yo nos veo como unos amigos que se lo pasan bien, sin más. Sé diferenciar sentimientos de juegos como los que hacemos y estoy muy seguro de que no me importaría nada si pasa algo más.
-Gracias, pero no sé. Déjame pensarlo.
-No tienes que pensar nada. Si no quieres, no se hace y punto.
-No sé. Déjame darle una vuelta, mi amor.
-Vale, pero no quiero que te pongas mal, ¿eh?
-No, no. No te preocupes. Hoy es un día genial y estoy muy contenta.
-¿Tú no sientes que te estoy engañando cuando Irene y yo nos hemos tocado?
-No ha sido para tanto.
-Elena, me ha pajeado, yo le he pajeado a ella. Me he corrido en su cara, se ha tragado mi corrida...
-Jajajajaja, vale, sí que han sido cosas.
-Jajaja.
-Pues no. No siento eso.
-¿Ves? ¿Por qué habría de sentirlo yo? Si ya me conoces y sabes que me he acostado con varias chicas sin ningún compromiso.
-Vale, vale.
-Ay...
Aprovechamos estar solos para empezar a besarnos bastante. Elena reía entre beso y beso y cogía mi mano para ponerla en su muslo. Pese a esa conversación, más seria de la cuenta, Elena no parecía venirse abajo. Seguía disfrutando del día que estábamos pasando. Mientras nos besábamos estuve pensando en como sentía las cosas y como se preocupaba de nuestra relación. Qué sensible era. Me pensé en si contarle finalmente lo que pasó con Bea. No quería estropear ese día tan bueno a pesar de que Elena cambió el gesto un poco cuando regresamos a su casa y durante esa última conversación, pero tenía que hacerlo. Necesitaba quitarme ese peso de encima. Ella se entregaba totalmente mientras que yo no lo hacía tanto. Bastante culpable me sentía ocultando lo de Noelia como para ocultarle algo más, aunque fuera una tontería, pensando que lo de Bea era algo serio.
Seguimos con un paseo hasta que ya se hizo de noche y fuimos a un restaurante. El día iba tan bien que fuimos al mejor de la ciudad. Elena no quería que nos gastáramos tanto dinero, pero estaba de tan buen humor al verla así que yo me empeñé y acabamos allí. Fue un rato fantástico. A ella le encantó el sitio. La comida y el trato era excelente, por algo era el mejor sitio para ir a cenar y tener esa compañía lo hacía aún mejor. Elena y yo no parábamos de conversar de muchas cosas haciendo que el tiempo se nos pasara volando. Cuando acabamos de cenar salimos del restaurante dando un paseo cogidos de nuevo de la mano. Hacía una noche fantástica, corriendo algo de aire, haciendo que se estuviera muy a gusto en la calle. Paseamos y paseamos, entrando a algunos parques que teníamos de camino al hotel, parando cada poco para besarnos con Elena con unos ojos brillantes y una sonrisa permanente en la boca.
Finalmente llegamos al hotel, entrando por recepción. Mientras el recepcionista me daba la llave, vi como Elena se quedaba mirando a las escaleras tan grandes que había, enmoquetadas de un terciopelo rojo muy intenso, con una barandilla de madera sobre cristal, rematada con un rodapié de oro. En cuanto me dio la llave, le pedí que nos echara una foto. Elena puso una sonrisa enorme en su boca y nos echamos la foto. Después nos dirigimos al ascensor para subir hasta la habitación. Elena no pudo aguantar y tiró de mí para darme un buen beso que duró hasta que se abrieron las puertas del ascensor, coincidiendo con una pareja, aparentemente mayor que nosotros. Elena se puso más roja que su vestido mientras yo reía. La otra pareja también rio y la mujer me guiñó un ojo, con una sonrisilla picarona. Elena y yo salimos a la vez del ascensor, aunque yo dirigía mi mirada a la otra mujer. Me pareció extraño que me mirara así de esa manera yendo en pareja, él de traje y ella con un vestido de noche. Tenía pinta de que iban a una fiesta importante para ir vestidos así. Elena tiró de mi mano para ir a la habitación y la abrí. Ella entró primero con los brazos abiertos y se tumbó en la cama, rebotando sus piernas hacia arriba, casi enseñándome sus braguitas. Sonriente a rabiar dio un suspiro y de inmediato se levantó para ir hacia la ventana y correr las cortinas para abrirlas. Se quedó pegada a ella, poniendo sus brazos en jarra, moviendo su cabeza para ver todo lo que se podía ver desde allí. Yo me acerqué hacia ella, quedando poco más de un metro a sus espaldas. Al ver mi reflejo, se dio la vuelta, con esa sonrisa permanente.
-Cuidado, cariño. No te acerques mucho, a ver si te vas a marear o algo.
-Tranquila. -dije riéndome ligeramente- Está bajo control.
-Es una pena que no puedas asomarte. Es tan bonito.
-No me importa, tú eres más bonita. Con verte a ti tengo de sobra.
-Mi amor...
A Elena se le saltaron las lágrimas. Yo no podía evitar sentirme muy vulnerable al verla así, aunque fuera por alegría, me derretía verla así. Elena me abrazó con mucha fuerza, dándome después un beso.
-Ay, Javi... Qué cosas me dices... (dijo retirándose las lágrimas con los dedos)
-La verdad, mi vida.
-Javi... No han pasado tantos meses, pero siento que no puedo vivir sin ti. Eres muy importante para mí. Has sido un apoyo enorme y me has dado unos momentos inolvidables. Nunca me he sentido así de bien con nadie más. Te quiero como no he querido a nadie en mi vida. ¿Crees que estoy loca?
-¿Loca? No. Creo que estás enamorada. El único loco aquí soy yo. Estoy loco por ti y por no haberte invitado a salir en cuanto nos conocimos. Qué tonto fui... Haberme perdido tantos años sin estar a tu lado y dejar que ese idiota te la jugara así... Ojalá haber tenido los cojones necesarios en su día para haberte dicho lo guapa que me parecías.
Elena me miró con ojillos, haciendo pucheros hasta que no pudo más y rompió a llorar como una niña pequeña. Yo la abrazaba con fuerza para consolarla, sentándome en un sillón que había y poniéndola encima de mí, acurrucándose ella. Poco a poco se fue tranquilizando mientras yo le acariciaba su cuerpo con mucha suavidad y le daba pequeños besitos en la frente y en los labios.
-Javi...
-Dime.
-Quiero pasar el resto de mi vida contigo.