Reencuentro con Elena

Capítulo 177

-Qué raro, ¿no?
-Un poco.
-¿Crees que se avergüenzan de nosotros?
-¿Cómo?
-No sé, es muy raro lo que acaba de pasar.
-No sé por qué piensas así, Elena. Simplemente han quedado con una chica y se han puesto nerviosos porque estábamos ahí.
-Pero si ya sabemos que hacen sus cosas, ¿a qué viene ponerse así?
-No lo sé.
-Me parece raro que digan de ir a su casa y pase esto. ¿Por qué nos llaman si esperaban a alguien?
-No tengo ni idea, pero tampoco te pongas así, ya lo hablaremos con ellos.
-Ya, ya. Parece mentira que con lo lanzados que son se pongan así...
-Oye, ¿y eso que ha pasado con Mario? Jajajaja.
-Pues... Jajajaja.
-Elena, estoy flipando contigo hoy. Estás desatadísima, jajaja.
-No es para tanto, ¿no?
-Tía... Primero lo de Laura y ahora eso con Mario. Nunca habías hecho eso así.
-¿Te parece mal?
-Elena. -dije parándome de andar y girándola hacía a mí- Me ha dado mucho morbo verte así con él.
-¿Sí? (dijo sonrojándose)
-Me pone mucho verte así de juguetona. ¿No has visto como estaba Mario? Te devoraba con los ojos. Y bueno... Irene también.
-Jejejeje.
-Es que estás muy buena y con esa carita que tienes... Eres guapísima. Es normal que te miren así.
-Javi... (dijo mirándome con ojitos)

No pude aguantar darle un buen beso sin importarme que nos vieran por la calle. Fue muy lento e intenso, aunque empezó a coger intensidad, por lo que la paré, ahora sí por vergüenza. Elena se rio cuando me separé de ella y yo le acaricié la cara.

-Elena, ¿iba en serio lo de que ya verías que hacer?
-No sé, Javi...
-¿El qué no sabes?
-Siento que si hago algo con él sería como estar engañándote y...
-Pero, ¿por qué piensas eso? ¿Piensas que yo te estoy engañando cuando Irene me ha tocado?
-No. No, no, no.
-¿Entonces?
-Es que no es lo mismo. Ella te ha tocado porque yo se lo he permitido. Estamos hablando de que... -dijo mirando a ambos lados para asegurarse de que no había nadie cerca y seguir hablando bajito- Mario me folle...
-Elena, te pusiste muy tensa cuando te enteraste de que te tocó.
-Pfff... Es que...
-Elena, quiero que seas clara conmigo. No entiendo que dejes a Irene que me toque o que yo la toque a ella y tú no quieras...
-Está bien.

Elena me agarró de la mano para sentarnos en un banco de un parque que teníamos cerca. Íbamos en silencio hasta que ella encontró un lugar que creyó conveniente, algo apartado y a la sombra.

-Javi, la razón por la que no quiero hacer nada con Mario es...
-Tranquila. Si no quieres contármelo aún, no lo hagas. No quiero que te sientas incómoda.
-No, ya está. La razón es que yo he vivido unos cuernos y no me quiero arriesgar a que tú te sientas así. Javi, te quiero con todo mi corazón y por nada del mundo quiero pases por lo que he tenido que pasar yo. Se me rompe el corazón con solo pensar en que te puedo hacer daño.
-Pero Elena...
-Es que no puedo. Javi, me da algo si te veo mal.
-Tranquila, mi vida.

Cogí las manos de Elena para besárselas y que se tranquilizara. Después de unos minutos en silencio y viéndola ya más calmada, le dije:

-Elena, si no quieres hacer nada, no lo hagas, no pasa nada. Pero te quiero dejar claro que yo no me he sentido así cuando has hecho eso que acabas de hacer, ni cuando él te tocó. Todo lo contrario. Me dio mucho morbo. Yo nos veo como unos amigos que se lo pasan bien, sin más. Sé diferenciar sentimientos de juegos como los que hacemos y estoy muy seguro de que no me importaría nada si pasa algo más.
-Gracias, pero no sé. Déjame pensarlo.
-No tienes que pensar nada. Si no quieres, no se hace y punto.
-No sé. Déjame darle una vuelta, mi amor.
-Vale, pero no quiero que te pongas mal, ¿eh?
-No, no. No te preocupes. Hoy es un día genial y estoy muy contenta.
-¿Tú no sientes que te estoy engañando cuando Irene y yo nos hemos tocado?
-No ha sido para tanto.
-Elena, me ha pajeado, yo le he pajeado a ella. Me he corrido en su cara, se ha tragado mi corrida...
-Jajajajaja, vale, sí que han sido cosas.
-Jajaja.
-Pues no. No siento eso.
-¿Ves? ¿Por qué habría de sentirlo yo? Si ya me conoces y sabes que me he acostado con varias chicas sin ningún compromiso.
-Vale, vale.
-Ay...

Aprovechamos estar solos para empezar a besarnos bastante. Elena reía entre beso y beso y cogía mi mano para ponerla en su muslo. Pese a esa conversación, más seria de la cuenta, Elena no parecía venirse abajo. Seguía disfrutando del día que estábamos pasando. Mientras nos besábamos estuve pensando en como sentía las cosas y como se preocupaba de nuestra relación. Qué sensible era. Me pensé en si contarle finalmente lo que pasó con Bea. No quería estropear ese día tan bueno a pesar de que Elena cambió el gesto un poco cuando regresamos a su casa y durante esa última conversación, pero tenía que hacerlo. Necesitaba quitarme ese peso de encima. Ella se entregaba totalmente mientras que yo no lo hacía tanto. Bastante culpable me sentía ocultando lo de Noelia como para ocultarle algo más, aunque fuera una tontería, pensando que lo de Bea era algo serio.

Seguimos con un paseo hasta que ya se hizo de noche y fuimos a un restaurante. El día iba tan bien que fuimos al mejor de la ciudad. Elena no quería que nos gastáramos tanto dinero, pero estaba de tan buen humor al verla así que yo me empeñé y acabamos allí. Fue un rato fantástico. A ella le encantó el sitio. La comida y el trato era excelente, por algo era el mejor sitio para ir a cenar y tener esa compañía lo hacía aún mejor. Elena y yo no parábamos de conversar de muchas cosas haciendo que el tiempo se nos pasara volando. Cuando acabamos de cenar salimos del restaurante dando un paseo cogidos de nuevo de la mano. Hacía una noche fantástica, corriendo algo de aire, haciendo que se estuviera muy a gusto en la calle. Paseamos y paseamos, entrando a algunos parques que teníamos de camino al hotel, parando cada poco para besarnos con Elena con unos ojos brillantes y una sonrisa permanente en la boca.

Finalmente llegamos al hotel, entrando por recepción. Mientras el recepcionista me daba la llave, vi como Elena se quedaba mirando a las escaleras tan grandes que había, enmoquetadas de un terciopelo rojo muy intenso, con una barandilla de madera sobre cristal, rematada con un rodapié de oro. En cuanto me dio la llave, le pedí que nos echara una foto. Elena puso una sonrisa enorme en su boca y nos echamos la foto. Después nos dirigimos al ascensor para subir hasta la habitación. Elena no pudo aguantar y tiró de mí para darme un buen beso que duró hasta que se abrieron las puertas del ascensor, coincidiendo con una pareja, aparentemente mayor que nosotros. Elena se puso más roja que su vestido mientras yo reía. La otra pareja también rio y la mujer me guiñó un ojo, con una sonrisilla picarona. Elena y yo salimos a la vez del ascensor, aunque yo dirigía mi mirada a la otra mujer. Me pareció extraño que me mirara así de esa manera yendo en pareja, él de traje y ella con un vestido de noche. Tenía pinta de que iban a una fiesta importante para ir vestidos así. Elena tiró de mi mano para ir a la habitación y la abrí. Ella entró primero con los brazos abiertos y se tumbó en la cama, rebotando sus piernas hacia arriba, casi enseñándome sus braguitas. Sonriente a rabiar dio un suspiro y de inmediato se levantó para ir hacia la ventana y correr las cortinas para abrirlas. Se quedó pegada a ella, poniendo sus brazos en jarra, moviendo su cabeza para ver todo lo que se podía ver desde allí. Yo me acerqué hacia ella, quedando poco más de un metro a sus espaldas. Al ver mi reflejo, se dio la vuelta, con esa sonrisa permanente.

-Cuidado, cariño. No te acerques mucho, a ver si te vas a marear o algo.
-Tranquila. -dije riéndome ligeramente- Está bajo control.
-Es una pena que no puedas asomarte. Es tan bonito.
-No me importa, tú eres más bonita. Con verte a ti tengo de sobra.
-Mi amor...

A Elena se le saltaron las lágrimas. Yo no podía evitar sentirme muy vulnerable al verla así, aunque fuera por alegría, me derretía verla así. Elena me abrazó con mucha fuerza, dándome después un beso.

-Ay, Javi... Qué cosas me dices... (dijo retirándose las lágrimas con los dedos)
-La verdad, mi vida.
-Javi... No han pasado tantos meses, pero siento que no puedo vivir sin ti. Eres muy importante para mí. Has sido un apoyo enorme y me has dado unos momentos inolvidables. Nunca me he sentido así de bien con nadie más. Te quiero como no he querido a nadie en mi vida. ¿Crees que estoy loca?
-¿Loca? No. Creo que estás enamorada. El único loco aquí soy yo. Estoy loco por ti y por no haberte invitado a salir en cuanto nos conocimos. Qué tonto fui... Haberme perdido tantos años sin estar a tu lado y dejar que ese idiota te la jugara así... Ojalá haber tenido los cojones necesarios en su día para haberte dicho lo guapa que me parecías.

Elena me miró con ojillos, haciendo pucheros hasta que no pudo más y rompió a llorar como una niña pequeña. Yo la abrazaba con fuerza para consolarla, sentándome en un sillón que había y poniéndola encima de mí, acurrucándose ella. Poco a poco se fue tranquilizando mientras yo le acariciaba su cuerpo con mucha suavidad y le daba pequeños besitos en la frente y en los labios.

-Javi...
-Dime.
-Quiero pasar el resto de mi vida contigo.
 
Capítulo 178

Ahora era yo el que tenía un nudo en la garganta, aguantando soltar alguna lágrima. Esa vocecilla suya con la que me dijo eso y el momento hicieron que fuera más sensible a todo, amplificando mis sentimientos. Elena me miró, dándose cuenta de que tenía los ojos vidriosos.

-Yo también. (dije con la voz algo quebrada)

Ahora era Elena la que me consolaba a mí, con muchos mimitos y besos, acariciando mi cara sin parar. Pasados unos minutos se levantó de mí.

-Mi amor, voy a quitarme el maquillaje para estar más cómoda, porque esta noche va a ser muy larga.
-Claro, mi vida.

Elena se fue al baño con su bolso mientras yo me quedaba pensativo. Me levanté y me puse a mirar por la ventana mientras le daba vueltas a como nos queríamos. Era una locura lo que me hacía sentir Elena, casi que dolía el quererla tanto, haciéndome supersensible a todo lo que le pasaba. Para cuando quise darme cuenta, Elena me abrazó por detrás, dándome la vuelta.

-Javi, estabas muy pegado a la ventana.
-¿Qué? No me he dado cuenta.
-¿Estás bien?
-Sí, sí. Perfectamente. Solo estaba pensando en lo que nos queremos.
-Jejeje. ¿Estás listo?
-Claro.
-Tu niña quiere que la folles bien, como no has podido hacerlo en nuestras vacaciones.
-Es lo que tenía pensado.
-¿Sí? (dijo empezando a desabrocharme la camisa)
-Claro, es lo que querías, ¿no? Y yo también. Lo estaba deseando. ¿Crees que esa cama aguantará?
-Ya aguantó la otra vez, ¿no? (dijo con voz melosa, acabando de desabrochar mi camisa para quitármela)
-Sí, pero esa vez no fue nada comparado con hoy...
-Uff... Me estoy mojando ya, mi amor.
-Qué ganas de pasar mi lengua por tu rajita y saborearte...

Elena no dijo nada y me quitó el cinturón, siguiendo después con mis pantalones. Me desnudo por completo, salvo por mis boxers, que marcaban como mi polla estaba morcillona. Elena puso una sonrisa picarona y dio dos pasos atrás, sentándose en la cama para desabrocharse sus zapatos, dejando sus preciosos pies descalzos, luciendo esa pedicura tan bonita de color rojo.

-Que bonitos. (dije mirando sus pies)
-Tú sí que eres bonito.

Después se desabrochó los botoncitos de su vestido para ir quitándoselo poco a poco de una manera muy sensual. Como era habitual en ella, no llevaba sujetador, cosa que disimulaba muy bien al apañar esa parte de los vestidos para que no se notara. Sus pezones se veían duros y me di cuenta de lo que llevaba abajo de ropa interior. Se trataba de un tanga rojo de encaje que dejaba ver su triángulo de pelo, ya bien formado desde la última vez que lo arregló para ir a la playa. Llevaba razón, la parte inferior de su tanga se notaba más oscurecido debido a la humedad de sus fluidos. Me puse muy burro, empezando a resoplar mientras ella reía. Después se dio la vuelta y apoyo sus manos en la cama mientras seguía de pie, empezando a mover su culo de manera muy sensual. Yo seguía resoplando como un animal y Elena reía como una niña mala. En un arrebato le pregunté:

-¿Tu madre sabe que te compras esa ropa interior?
-¿Cómo? Jajajaja.
-Jajajaja, pues eso.
-Javi... -dijo dándose la vuelta y viniendo hacia mí, poniéndose de rodillas, apoyando sus codos en mis muslos y su cara en sus manos- Si mi madre me viera con este tanga puesto, me mataría.
-Yo también te voy a matar, pero de placer.
-Que me mojo más, mi amor...
-Te va a hacer falta estar bien lubricadita.
-Mmm...
-¿De verdad tu madre te diría algo? Estás tan mona con ese cuerpazo que tienes y tu matojito que se deja ver a través del tanga...
-Jajajaja, no sé qué opinará ella de la depilación ahí abajo, así que no te sé decir. Pero seguro que se escandalizaría mucho al verme con este tanga...
-Y tú, ¿qué opinas de la depilación ahí?
-Ya te dije que no me importa, me da lo mismo llevar pelo o no. Pero veo como te gusta y como te pones y quiero que te guste. Aunque también hago cambios para que no sea siempre igual.
-Me encanta todo lo que te haces ahí.
-Jajajaja. ¿Tanto te pone que tenga pelito?
-Mmm, sí. Es como un fetiche. Me pone mucho que la chica con la que me voy a acostar tenga.
-¿Y has tenido mucha suerte?
-Bueno, no mucha, la verdad.
-¿Y cómo te surgió ese fetiche?
-Pues ni idea. Recuerdo que cuando era más joven me gustaba que no tuvieran nada, pero no recuerdo por qué me empezó a gustar. Tampoco es que sea algo esencial para mí, pero prefiero que tengan. Me da mucho morbo.
-Mmm, que curioso.
-¿A ti te gusta en mí?
-Me da igual, mi amor. Te veo siempre guapo. Pero así es como más me gusta, con un poco, pero recortado y cuidado, como lo llevas siempre.
-¿Y lo de tus pies cómo surgió?
-Pues un día Alejandro y yo salimos de fiesta y cuando regresamos nos acostamos. Íbamos un poco bebidos, pero no como para ir borrachos y recuerdo que sin venir a cuento me cogió de las piernas como lo haces tú y me las empezó a besar mientras me la metía, acabó llegando a mis pies, besándolos y chupándolos y me puso muy burra. Nunca me había hecho eso pese a llevar 3 años juntos en ese momento, pero me gustó mucho. De hecho, aquella fue la vez en la que acabó dentro de mí y tuvimos ese susto.
-Ah...
-Pero ahí se quedó. No lo volvió a hacer.
-¿Y no le dijiste nada?
-Me daba mucha vergüenza. Creo que ni se dio cuenta de cómo me puse.
-Pues vaya.
-Antes de que tú y yo fuéramos pareja, cuando empezamos a acostarnos me tocaba mucho pensando en ti. Me imaginaba que me hacías eso y uff... Qué orgasmos...
-¿Te tocabas mucho pensando en mí?
-Todos los días. Lo pasaba mal cuando estábamos varios días sin follar. Cuando no podía más te llamaba para que nos tocáramos juntos.
-Ya veo.
-¿Y tú?
-Pues claro. Con lo que me gusta a mí, no había día que no cayera una paja pensando en ti.
-Uff... También cayó el día que me tocaste en el parque cuando estaba con mi ex aún.
-¿Sí?
-Sí. Llamé corriendo a mi padre para que me recogiera. Cuando llegué a casa me fui a mi habitación, me desnudé y me metí en la cama. Madre mía... Estaba temblando. No sabía qué me pasaba. No sabía cómo pude pararte sin llegar a hacer algo más. En ese momento que estaba tocándome en mi habitación estaba enfadada conmigo misma. Te deseaba muchísimo, quería que estuvieras ahí conmigo y que me hicieras tuya. Nunca había mojado así las bragas. Podía olerlas desde donde estaba a pesar de que estaban como a dos metros de mí. Las miraba como brillaban por esa parte que tocaba mi coñito y entre eso y el olor, me puse más perra aún. Javi, te imaginaba en ese momento sobre mí. Metiéndome esa polla descomunal que te había tocado por encima de la ropa. Me metía los dedos muy rápido y me tocaba el clítoris con la otra mano, también muy rápido. Tuve el orgasmo más intenso que había tenido en mi vida. Me asusté y todo. Menos mal que estaba sola en casa, porque debí de gritar mucho.
-¿Te mojaste?
-No. Eso lo he descubierto contigo. Siempre que me corría paraba. Pero esa vez temblaba mucho. Me asusté de verdad, creía que me estaba dando algo. Tocarme de esa manera habiendo pasado eso pocos minutos antes, es que tenía tu olor aún en mi nariz, una locura.
-Joder...
-Javi, cuando iba en el coche con mi padre, estaba deseando llegar a casa. Rozaba mis muslos para darme placer por no tocarme.
-Joder Elena, con las ganas que tenía...
-¿Muchas?
-Tantas que en cuanto te fuiste me aseguré de que estaba solo allí y me hice una paja.
-Jajaja. ¿En serio?
-Sí. Estaba muy cachondo y no podía salir con esa erección para que me viera todo el mundo. Me corrí en nada. Primero me llevé la mano con la que te toqué a la cara para olerla. Qué morbo me dio... Olía a gloria, hasta tenía un poco de fluido tuyo. Me saqué la polla y en dos sacudidas me puse a regar el césped.
-Jajajajajaja.
-Me quedé extasiado. Me la guardé, esperé un poco para tranquilizarme y me fui con éstos.
-Lo siento por no haber...
-No pasa nada.
-Me sentía mal si hacía algo más. También me sentí mal después de tocarme. Qué tonta soy.
-No digas eso. Eres perfecta.

Durante toda esa conversación Elena me pajeaba después de haberme quitado mis boxers. Mi polla estaba ya durísima al verla con su tanga, pero esa conversación que tuvimos como todo ese morbo hizo que hasta se empezaran a escapar algunas gotas de líquido preseminal que ella se encargó de recoger un dedo de la otra mano para llevárselo a la boca y saborearlo mientras hablábamos. El ritmo de la paja era lento, aunque muy estimulante.

-Mira lo mojada que estoy, mi amor. (dijo levantándose, llevando una de mis manos a su entrepierna)

Efectivamente noté que estaba chorreando. El tanga estaba calado de sus flujos y bastante oscuro por esa zona. Sin esperar más se lo quité, llevándomelo a la cara para olerlo. Ella soltó un gemido al verme olerlo mientras yo quedaba extasiado por oler así a mi chica. Tiró de mí para levantarme y darme un buen beso con mucha lengua, el cual cogió mucha intensidad, pasando a morrearnos como si nos quisiéramos devorar. Cuando se separó de mí para coger aire me dijo:

-Javi, me apetece mucho hacer una locura.
-¿Cuál?
-Quiero que me folles mientras me apoyo en el ventanal.
-¿Segura?
-Sí. No creo que nos vean desde la calle, estamos en un piso muy alto, pero me da un morbo...
-Como tú quieras.

Dicho y hecho. Elena se puso en pompa, apoyando sus manos en el ventanal. Su coño estaba hinchadito y brillante por sus flujos. Flexionó sus brazos para acercar su cara al ventanal y me miró, ocultando parte de su cara con su hombro. Se puso de puntillas para que no me costara metérsela por la diferencia de altura y me dijo con una voz angelical:

-Métemela ya, mi amor. No puedo esperar más.

Sus palabras fueron órdenes. Dirigí el capullo de mi nabo a su rajita, frotándola, ganándome sus primeros gemidos. Sin esperar más se la empecé a clavar, lanzando ella un largo gemido en forma de murmuro, respirando hondo después. Estaba mojadísima. Me dio mucho placer entrar en ella de esa manera. Me empecé a mover mientras Elena gemía al ritmo, acelerando cada vez más hasta que ella empezó a gritar mi nombre, siguiendo con sus temblores que anunciaban su inminente orgasmo. Las piernas le temblaban y apretaba sus dedos contra en ventanal.

-Sí, Javi. Así, así. Me estás matando... Dios... No pares, haz que me moje toda.

No paré de embestirla a pesar de que se estaba corriendo. Acabábamos de empezar y ya quería correrse a chorros. Pues así fue, cuando aceleré mucho la follada, tanto que ni sus gritos de placer se vieron opacados por el alto sonido de palmadas que hacían nuestros cuerpos al chocar. Elena empezó a lanzar chorros a mucha presión, obligándome a sacar mi polla de sus entrañas. Temblaba muchísimo, tanto que perdía el equilibrio y tenía que sujetarla para que no se cayera. Puso el suelo perdido, salpicando también al ventanal. La cogí en brazos y la llevé a la cama para que se tranquilizara. Fui a por papel mientras yo seguía con la polla más dura que una piedra. Antes de limpiarlo se me ocurrió echar una foto al estropicio que habíamos montado, para mandársela a Irene poniendo "Y solo acabamos de empezar...". Después dejé el móvil sobre la mesa y recogí todo, volviendo después con Elena. Ya se estaba recuperando, mirándome con una risa tonta. La empecé a besar de nuevo, pasando mis manos por su cuerpo. Elena se seguía relajando, recobrando su respiración hasta que volvió a la normalidad, abriendo los ojos y mirándome con una sonrisa. Se puso de lado y nos empezamos a besar mientras nos acariciábamos.

-Madre mía...
-¿Tan caliente estabas para mojarte así de primeras?
-No lo sabes bien... Desde que me dijiste lo de este plan llevo caliente.
-Por eso tanto juego hoy, ¿no?
-Sí. Estaba ya que no podía más. Pero aún quiero más... Mucho más.
-Uff...

De nuevo nos empezamos a besar, dándonos mucho cariño así y en forma de caricias. Estuvimos así un buen rato hasta que nos empezamos a tocar con más intensidad. Elena me cogía mi polla morcillona y la empezaba a pajear mientras yo le agarraba el culo y le acariciaba el coño con mucha suavidad desde atrás. Ambos gemíamos en la boca del otro de manera muy sensual mientras enroscábamos nuestras lenguas. Llegó un punto en el que mi polla se puso dura como una piedra y el coñito de Elena se empezaba a mojar por la excitación y al saber lo que pasaría en breve. Ella se subió encima de mí y aprisionó mi polla entre mi pubis y su coño, rozándolo al moverse ligeramente hacia delante y atrás. Era algo que le gustaba mucho hacer y a mí también me encantaba.

En cuestión de pocos segundos, se incorporó para meterse la polla en sus entrañas acompañando el gesto de un gran gemido, seguido de un murmuro muy sensual mientras me acariciaba el pecho con sus manos. Empezó a cabalgarme a buen ritmo, haciéndome gemir a mí también. Se movía muy bien, botando, habiendo que sus tetas se movieran hacia arriba y había abajo. Se movía tan bien, tan rápido, con un ritmo tan frenético, que nuestros gemidos subieron mucho en decibelios, además de los golpes del cabecero de la cama contra la pared. Cuando llevábamos pocos minutos así, con ese ritmo mientras nos mirábamos fijamente a los ojos, llamaron a la puerta. Elena y yo nos mirábamos, con ella parando de follarme, algo extrañados porque no esperábamos a nadie.

-¿Quién será? (preguntó ella)
-No lo sé. Lo mismo es alguien que trabaja aquí que viene a avisarnos de que estamos haciendo mucho ruido.
-¿Tú crees?
-No sé...
-Joder, esto es un hotel. La gente viene mucho a esto. No me jodas que vamos a tener que cohibirnos también aquí...
-Ya parece que se ha ido.

Elena me empezó follar de nuevo, oyéndose el roce de nuestros sexos mientras se escapaba alguno que otro gemido por ambas partes y algún golpe del cabecero de la cama también. De nuevo, se volvieron a oír golpes de nudillos en la puerta.

-¿Pero qué coño pasa? (dijo Elena muy molesta)
-No le hagas caso, sigue.

Elena siguió follándome, ahora con más intensidad por la rabia que tenía de que nos interrumpieran, pero de nuevo llamaron a la puerta.

-Esto es ridículo. Voy a ver quién es.
-Pero Javi, tápate, que estás muy empalmado.

Me puse los pantalones y fui a abrir así, sin camiseta y con toda la erección marcada, pero estaba ya molesto también por las interrupciones. Abrí con aire, esperando a alguien del personal del hotel, pero lo que me encontré una vez abrí me sorprendió.
 
Capítulo 179

Se trataba de la mujer que nos encontramos al salir del ascensor. Me quedé un poco cortado y ella me dio un repaso que hizo que me pusiera hasta nervioso. Me miró a los ojos fijamente con esos ojos marrones, grandes, muy vivos, pasando después su mirada poco a poco por mi pecho y brazos, acabando en mi erección. Se mordió el labio, siguiendo de un resoplido, quedándose con sus ojos clavados ahí, poniendo cada vez una cara de deseo más grande. Estaba tan cortado e intimidado que no pude articular palabra, pero sí que pude analizarla como ella había hecho conmigo. Mediría en torno a 1,70m, aunque llevaba unos tacones muy altos. De cara era guapa, aunque tampoco era un bellezón, grandes ojos marrones y vivos como dije, nariz algo puntiaguda y labios grandes. Llevaba una aparente larga melena morena peinada en un moño muy bonito. Iba bien maquillada, con mucha clase, pero sin ir con más de la cuenta. Era una chica esbelta, pero con unas buenas caderas que le hacían unas curvas muy sensuales. Lo más llamativo de ella sin duda eran sus tetas, grandes y bien puestas que ocultaba bajo un vestido negro de tirantes, con un buen escote y cortito de falda, mostrando sus muslos envueltos en unas medias negras muy cerradas. Llevaba también un collar y una pulsera a juego. Era la típica mujer intimidante con mucha clase que no cualquiera tiene el valor de acercarse a ella para ligársela. Me di cuenta de un detalle al verla, y es que llevaba un vestido diferente al que le había visto al salir del ascensor. En ese momento llevaba un largo vestido azul marino muy bonito, de tirantes y amplio, pero ahora llevaba un vestido negro muy ajustado y corto. No entendía qué estaba pasando y entonces por fin empezó a hablar.

-Hola, guapetón.
J: Eh... Hola.
-Perdona por la insistencia, pero es que... Mmm... ¿Cómo decirlo...?
J: No sé, tú dirás.
-Es que te he visto salir del ascensor así con esa pasión que...
J: Estoy ocupado. ¿Puedes ir al grano?

La chica entornó sus ojos de forma desafiante, quedándose callada durante unos segundos para replicarme después.

-Quiero que me folles. ¿Te vale así?

Me quedé muy cortado por el tono en el que lo dijo. Fue bastante intimidante, porque además de aparentarlo, esa chica era de armas tomar. Sabía lo que quiera y se lanzó de cabeza, sin titubear, aunque lo hizo de manera un poco estúpida y repelente.

-Os he visto así y resulta que mi marido y yo estamos en la habitación de al lado. Evidentemente os he oído y me he encendido bastante, así que he pensado... ¿Por qué no hacerles una visitita y ver si se animan?
J: Mmm...
-No te preocupes por mi marido, a él no le importa. Le gusta que me acueste con otros hombres. Y tú eres un buen hombre por lo que veo ahí abajo. Ahora mismo estaría mojando las bragas si las llevara.
J: ¿Cómo?
E: Mi amor... ¿Qué pasa? (dijo apareciendo enrollada en una sábana blanca que sujetaba con su mano izquierda)

Elena se cortó un poco al ver a ese pedazo de mujer en la puerta y esta chica se acercó a ella para acariciarle la cara riendo suavemente de esa manera tan sensual que las mujeres como ella suelen hacer.

-Qué mona...
E: ¿Qué quieres?
-Follarme a tu chico. Está bastante bien. Os he oído follar y madre mía, parece que lo hace bien y lo más importante, tiene una buena polla por lo que veo. -dijo señalando mi erección- O hacer un trío si os apetece.
E: ¿Perdona?
-No pasa nada, niña. No hay que ponerse de ninguna manera, solo nos lo vamos a pasar bien. Te garantizo que le voy a satisfacer. No puedo esperar a que me folle bien, como os he oído. Y que me meta ese pollón por el culo... (dijo mordiéndose el labio)

Tanto Elena como yo nos quedamos callados, flipando con el percal que teníamos ante nosotros. La chica iba a saco, tenía muy claro lo que quería y no se cortaba un pelo sin importarle nada lo que pensáramos de ella ni si nos gustaba lo que nos estaba ofreciendo.

-Parece que él tiene ganas. (dijo poniendo su mano en mi pecho)

Por fin Elena reaccionó, dándole un manotazo que resonó por todo el pasillo. La chica la miró sorprendida, no se esperaba esa reacción al vernos tan cortados. Elena agarró a la chica de la mano y tiró de ella, saliendo hasta la mitad del pasillo.

E: No toques a mi chico, fuera de aquí. ¡Guarra! (dijo empujándola)

La chica se dio la vuelta y la miró con una mirada asesina. Para mi sorpresa Elena no se vino abajo ni se acobardó, siguió así, con ese rostro serio, cambiando hasta su tono de voz de una manera que no veía desde que nos conocimos en el instituto y alguien le hacía una broma pesada.

E: ¡Qué te pires! Mi chico es solo mío. No voy a dejar que un putón como tú le ponga las manos encima.

La cara de la otra chica era de indignación pura, pero no hizo nada más y se fue a su habitación, cerrando de un portazo. Elena se dio cuenta de que estaba en mitad del pasillo, solo cubriendo su cuerpo con una fina sábana que dejaba adivinar las formas de su cuerpo, sobre todo la de sus pezones, aún duros por la excitación del momento de antes de que abriera la puerta, volviendo corriendo conmigo y cerrando la puerta con la respiración acelerada.

-Joder, lo que no nos pase a nosotros... (dije de manera resignada)

Elena se rio de manera nerviosa, mirándome a los ojos con unos ojos vibrantes, transmitían mucha pasión.

-Me encanta cuando te pones así. Hacía mucho que no te oía hablar de esa manera.
-A mi Javi no lo toca ni Dios. Es que no me puedo creer lo que le pasa a la gente... Y más pidiéndolo así...
Cogí a Elena en brazos después de quitarle la sábana, llevándola hasta la cama, pero justo cuando la iba tumbar cambié de idea. La puse contra la pared y le empecé a comer la boca con mucha ansia, hablando atropelladamente.

-Le vamos a enseñar lo que nunca va a poder probar.
-Sí, fóllame fuerte, enséñale a esa puta como me follas. Quiero que se muera de envidia y rabia.

Me quité los pantalones y se la metí directamente aprisionando su cuerpo contra la pared. Estuvimos follando así durante mucho rato, bastante. Aceleraba y aflojaba el ritmo con cuidado para que ninguno de los dos nos corriéramos, pero nuestros gemidos eran altos. Tanto, que parecía que nos estábamos corriendo todo el tiempo. Nos dejábamos llevar por la situación que acababa de tener lugar, con esa mezcla de morbo, rabia y pasión. Después de una media hora así Elena se corrió, temblando mucho mientras me abrazaba con mucha fuerza, quedándonos quietos después. Podía sentir como contraía su vagina y temblaba, respirando para muy entrecortadamente. No entendía como yo podía aguantar sin correrme, pero Elena le puso remedio cuando se recuperó, escurriéndose por mi cuerpo para ponerse de rodillas y empezar a chuparme la polla. Ya casi cuando estaba a punto de correrme, Elena me preguntó con una voz muy dulce y angelical:

-¿Me vas a dar tu lechita?

Casi sin pasar ni un segundo desde que me preguntó aquello, empecé a descargar en su boca, recibiéndolo ella con dulces gemidos de aprobación mientras yo gemía muy alto, casi gritando del placer que me estaba dando mientras apoyaba mis manos en la pared.

Entonces se pudo oír al otro lado de la pared: "Se van a cagar los niñatos estos". En ese momento empezó el recital de la pareja vecina. Se oían gemidos y gritos, aunque parecían exagerados por momentos. También podíamos oír el cabecero de la cama retumbar contra el tabique. Elena me miró sonriendo pajeándome aún y se tragó mi semen, sonriendo y girando su cabeza para después seguir chupándola un poco más hasta sacar la última gota. Cuando acabó se levantó y me dio un beso, lanzando después un suspiro.

-Joder como se pica el putón. Que le den. No voy a dejar que nada ni nadie me joda este día tan perfecto, ni mucho menos una fresca. Mi amor, ¿te parece si probamos el regalito de Irene?
-Claro.

Mientras los otros seguían a lo suyo, con esos alaridos y golpes de cama, Elena y yo nos volvimos a enrollar y entonces fue a su bolso para sacar el dildo y un bote de lubricante, diciéndome que eso era lo que se le había olvidado coger cuando regresamos a su casa entre risitas. Fue una larga sesión de sexo con mucha pasión y cariño por momentos. Muchas posturas, recreándonos en las que más nos gustaban, a ella el misionero y a mí con mi chica encima de mí cabalgándome. Empezó chupándomela mientras le metía con cuidado el dildo en su coñito habiéndolo lubricado antes. Luego cambiamos y me la empecé a follar mientras lo chupaba. Era muy excitante verla hacer eso mientras la follaba a buen ritmo, ahogando sus gemidos mientras se lo metía profundamente en la boca. Después de un buen rato de folleteo en el que ambos nos corrimos unas cuantas veces, mientras oíamos a los otros e incluso competíamos con ellos, me pidió que le follara el culo. Como siempre que lo habíamos hecho, se lo empecé a comer y a meterle dedos para que se fuera acomodando mientras lanzaba largos gemidos muy sensuales y altos. Después le empecé a follar a buen ritmo mientras seguía chupando la polla de goma. Después de un buen rato de así, procedimos a la doble penetración, embadurnando tanto mi polla como el juguete con lubricante.

-Mi amor... (dijo nerviosa)
-¿Qué te pasa, mi vida? ¿Todo bien?
-Sí. Es que sé que esto va a ser mucho para mí a lo mejor.
-¿No quieres hacerlo?
-Sí, sí. Estoy deseando. Pero sé que va a ser el final de esta noche. Sé que me voy a correr como una loca y estoy un poquito nerviosa.
-Tranquila mi vida, estoy aquí contigo.
-Lo sé, mi amor. Vamos allá.

Empecé una buena follada anal mientras le metía a la vez el dildo por el coño. Elena estaba a 4 patas, de pie, apoyando sus manos en el filo de la cama. Fue un rato largo, porque quería que disfrutara al máximo, por lo que bajaba el ritmo, llegando a parar a veces para que durara lo máximo posible. Llegó un punto en el que la follada era ya muy intensa y después de tanto tiempo costaba controlarme y controlarla a ella. Elena empezó a gemir muy fuertemente justo antes de correrse.

-¡¡SÍ, JAVI...!! ¡¡SIGUE, SIGUE!! ¡¡TE ADORO, TE ADORO, TE QUIERO...!! ¡¡AAAAARG... ME CORROOOOOOO!!

Elena empezó a temblar de una manera muy exagerada, por lo que le quité el dildo del coño, lanzándolo a la cama, agarrando sus caderas después para follarla lo más fuerte que podía por el culo. Empezó a lanzar chorros de una manera espectacular, salían a presión, muy fuertemente chocando contra el suelo y empapándolo todo. Al notar sus contracciones y verla así, mojándola todo con esos gritos como si la estuviera matando de placer, me empecé a correr entre gritos secos y muy altos, llenándole el culo de leche. Elena se tumbó con medio cuerpo en la cama mientras le daban unos espasmos fortísimos, escurriéndose mi corrida por su culo y sus muslos. Mientras se recuperaba recogí todo aquello con papel y una toalla. Elena gemía con tono de lástima y la cogí en brazos para ir a la ducha. Se recogió el pelo con una goma y nos dimos una ducha para después ponernos nuestra ropa interior y tumbarnos en la cama para dormir, porque ya era bastante tarde. La otra pareja también se calló desde hacía un buen rato, por lo que estábamos en la gloria, ya descansando mientras nos acariciábamos. Pero yo tenía remordimientos y quería seguir con el plan de contarle lo de Bea. Tenía que hacerlo para quedarme tranquilo, aunque fuera una tontería.

Estaba muy nervioso y no sabía cómo empezar. Hacía amagos de arrancar, pero no lo lograba. No quería hacerle daño y sabía que eso se lo iba a hacer, aunque tampoco creía que fuera a ser para tanto. Ella ni se enteraba, estaba como anestesiada como siempre que teníamos una sesión de sexo larga o intensa y sobre todo cuando se corría varias veces y de esas maneras tan intensas que estaba cerca de perder el conocimiento.

-Elena, te tengo que contar algo...
 
Capítulo 180

Por fin pude arrancar diciendo esas palabras que pusieron a Elena en un estado de alarma, seguramente más por el tono de culpabilidad y lástima con las que las dije, más que por el conjunto de palabras en sí. Estaba tumbada con su cabeza sobre mi hombro y se levantó como si tuviera un resorte en el cuerpo. Quedando sentada con sus piernas cruzadas. Su cara era de terror como podía ver por la luz que regulamos de manera tenue que teníamos aún en la habitación. Empezó a respirar aceleradamente, temblándole las manos.

-No, Javi. Por favor, no... No, no, no, no.

Verla reaccionar así me puso muy mal cuerpo y me levanté tan rápido como lo hizo ella, sentándome de la misma manera y cogiéndole sus manos para tranquilizarla. Las noté frías como si estuviéramos en invierno, pero no, estábamos a finales de julio.

-Elena, tranquila mi vida. No ha pasado nada malo.
-Ay, Javi... ¿Qué ha pasado? Me estás asustando... Por favor, dime que no...
-Elena, ya. (dije con tono serio)

Le di un beso muy lento para que se tranquilizara. Podía notar como su corazón latía de forma acelerada y como temblaba ligeramente. Después de ese largo beso, acompañando de caricias, le miré a los ojos. Le temblaban, pero parecía estar más tranquila.

-Mi amor...
-Elena, tengo que contarte una cosa.
-Pfffff... Es que...
-Mi vida, te lo tengo que contar. Necesito sacármelo de dentro.
-Pero...
-No es para tanto, pero creo que es algo serio que tienes que saber.
-¿Me va a hacer daño?
-Creo que sí.
-Pfffff...
-Elena, me siento muy culpable por haberlo hecho y necesito sacármelo de encima. Necesito que me escuches.
-Vale. -dijo respirando hondo- ¿De qué se trata?
-Pasó algo cuando estuvimos en la playa.
-Ya, pasaron muchas cosas. Lo siento.
-No, Elena. No tienes culpa de nada. Eres perfecta, soy yo el gilipollas por haber hecho algo así.
-Javi... -dijo con los ojos vidriosos- ¿Qué ha pasado?
-¿Recuerdas la historia que nos contó Bea? ¿Aquella en la que estuvo tonteando con un chico que se desnudó y tal...?
-Sí.
-Es chico era yo.

Elena puso un gesto serio, asintiendo ligeramente con la cabeza.

-Lo siento, Elena.
-¿Por qué? ¿Qué pasó para que acabara pasando eso?
-Pues fue tal cual lo contó ella. Me enfadé contigo y salí del apartamento. Empecé a andar y andar sin prestar atención de dónde estaba, pensando en mis cosas y para cuando quise darme cuenta acabé en una playa muy apartada, con un estrecho de rocas y me senté allí para descansar un poco. Apareció un grupo de chicos y chicas y pues estuvieron ahí un rato y luego se desnudaron para meterse al agua. Luego ella salió del agua y vino hasta mi por curiosidad y empezamos a hablar.
-Estaba desnuda, ¿no?
-Así es. Se sentó a mi lado y hablamos un poco, pero se empeñó en que nos apartáramos para hablar más tranquilamente mientras nos tomábamos una cerveza. Se me insinuó de manera muy directa, pero yo en todo momento le dije que tenía novia. No parecía importarle que tuviera novia, porque no paraba de insinuarse y calentarme.
-¿Por qué te desnudaste?
-Pues no lo sé Elena. Me dejé llevar por el morbo, mi enfado de ese momento y verla a ella desnuda. Soy un imbécil, un gilipollas. Tengo a la mejor chica del mundo y me dejo llevar y convencer por una chica que ni siquiera conozco de nada.
-¿Es verdad que se empezó a tocar en el agua?
-Sí. Fue otra manera de calentarme. Lo pasé mal.
-Te tentó, ¿no?
-Mucho. Pero no pasó nada, Elena. Te lo juro.
-¿Y qué hiciste después?
-Finalmente ella lo entendió y se vistió para irse. Yo me metí al agua para rebajar el calentón y funcionó. El agua estaba muy fría y me relajé. Estuve en el agua hasta que amaneció. Elena, de verdad, lo siento mucho. Debería haberme ido en cuanto se acercó a mí.
-Ya está, mi amor. (dijo poniéndose de rodillas para darme un fuerte abrazo, apretándome contra su cuerpo)

Nos quedamos así unos breves minutos, abrazados. Ella, además me daba besitos en mi cabeza, acariciándome el pelo también.

-¿Por qué me lo has contado?
-Elena, porque te quiero y necesitaba sacármelo de dentro. No me sentía bien ocultándote eso. Sabía que te iba a molestar por lo que dijiste en esa conversación en la que ella se puso a preguntarte.
-Pues sí. Como dije en esa conversación, me molesta. Pero lo entiendo, Javi. Estabas enfadado y cuando uno está así es difícil pensar con la cabeza fría, además que se te acerque una chica así de impresionante desnuda, pues es algo difícil de controlar, entiendo que te diera morbo y curiosidad. No digo esto porque me esté menospreciando. No. Ya me quedó muy claro ese tema, Javi. Pero hay que aceptar las cosas y es muy evidente que esa chica es espectacular. Entiendo que por el morbo de la situación te convenciera para que te desnudaras, pero que no hicieras nada, ni la tocaras ni nada, dice mucho de ti. Me podrías haber engañado con suma facilidad y no lo hiciste. Ella dijo que estabais solos en ese momento y hubiera sido muy fácil. Un polvo rápido en la playa, en el agua sin que nadie os viera y, aun así, porque allí no te conoce nadie. Pero no lo hiciste.
-No, no pasó nada.
-Te creo, mi amor. Te creo. Nunca me has dado ningún motivo para dudar de ti, jamás. Y ella dijo que no pasó nada por mucho que lo intentó. No tiene sentido que cuente una historia y diga que no pasó nada si realmente no pasó. En ningún momento puso nombre al chico, ¿quién iba a pensar que eras tú? ¿Por qué iba a decir que no se lo folló si al final lo acabó haciendo?
-Claro.
-Pero me molesta. No estoy enfadada, solo molesta. Aunque más me molesta que empezara con esas preguntas y más siendo mi novio ese chico. Me da la impresión de que lo hizo para reírse de mí.
-A mí tampoco me sentó bien, pero no quería destaparlo todo delante de Irene y Mario, y de tu hermana.
-Hiciste bien. Porque en ese momento le hubiera arrastrado de los pelos.
-Lo siento, Elena.
-No pasa nada, Javi. Yo también tuve lo mío con mis celos y demás. Y más sabiendo que te molesta que me ponga por debajo de alguien.
-Bueno, creo que es mejor dejarlo ya.
-Es que ahora que lo pienso, se puso a nuestro lado adrede, ¿no?
-Pues sí. Cuando pasó aquello me dijo que si podía buscarme al día siguiente y yo le dije que no para evitar algún mal rollo que se pudiera dar. Le dije que no, pero aun así apareció.
-En fin... Me da pena la gente así. No entiendo como hay gente que se puede meter así en de esa forma en relaciones por echar un rato de diversión. La verdad es que no lo entiendo. Supongo que estarán faltos de cariño, porque si no, no lo entiendo.
-Pues sí, eso debe ser.
-Solo hay una cosa que no entiendo.
-¿El qué?
-Javi, ¿qué hice para enfadarte tanto? Debí de hacer algo muy grave para que te fueras del apartamento de esa forma y tuviera lugar lo de Bea. ¿Me enrollé con alguien o algo?
-Elena, no pasó nada. Simplemente el alcohol no te sienta bien y te pusiste de una manera que no me gustó nada. Cuando llegamos te emperraste en que te follara, así con esas palabras. Pero diciéndolo a voces, con tu hermana en el salón. Es que no parecías tú. Te pusiste como una niña pequeña caprichosa. Hasta me chillaste enfadada que te follara.
-Joder... Lo siento.
-Da igual. Ya ha pasado. Pero es que verte así me superó. Nunca te había visto así y me recordó mucho también a cuando me llamaste bebida cuando estaba en aquel trabajo, que ha sabemos como acabó... Y no quería volver a tener que pasar por eso. Simplemente me fui hasta que se te pasara la borrachera. Ya está, no fue nada más.
-Vale. ¿Sólo era eso?
-Sí, solo eso. Lo siento.
-No pasa nada, Javi.
-Es que me he asustado al verte reaccionar así.
-Me he puesto muy nerviosa. Lo siento. Creía que se iba a acabar lo nuestro.
-¿Qué? ¿Por qué?
-No lo sé, Javi... Después de este día tan bueno que hemos pasado juntos, que me digas esas palabras con ese tono me ha asustado mucho. Me ha dado la sensación de que me habías regalado este día tan inolvidable porque querías despedirte de mí bien y creía que me ibas a dejar.
-¿Pero por qué te iba a dejar? Si no tengo queja contigo. No puedo ser más feliz a tu lado. Elena, si te pierdo me muero. No me puedo permitir algo así.

Elena se quedó callada, con las lágrimas a punto de desbordarse desde sus ojos. Yo le agarré la cara con cariño y le besé. Ella me dio un abrazo fortísimo cuando me despegué de sus dulces labios y de nuevo nos tumbamos para descansar. Nos mirábamos estando tumbados como antes de que empezáramos esa conversación, con su cabeza en mi hombro. Ambos estábamos sensibles, por lo que las caricias y los besos no paraban de tener lugar hasta que ella se durmió y yo la seguí al poco.
 
Capítulo 181

Me desperté a las pocas horas, cuando el sol empezaba a entrar por la ventana. Como me daba de golpe, yo me desperté, pero sin embargo Elena seguía dormida al estar de espaldas a la ventana. Me puse a mirarla y ahí estaba, dormidita, tan guapa como siempre. Mientras la contemplaba me puse a pensar en la conversación que tuvimos antes de dormir. Parecía habérselo tomado bien a pesar de haberse puesto de aquella manera cuando ni siquiera le había empezado a contar. Si bien es verdad que su reacción final y razonamiento me tranquilizaron, no podía evitar tener ese temor de que Elena se pusiera como se había puesto en alguna ocasión similar, como ya pasó con Ángela y cuando estuve fuera unas semanas. No quise darle muchas más vueltas a algo que en principio no debería dar problemas, por lo que me levanté con cuidado para echar las cortinas y poder descansar un poco más, ya que con tanto movimiento que habíamos tenido hacía escasas horas, necesitaríamos algo de tiempo más para descansar bien.

Cuando me volví a acostar con ella cerré los ojos para seguir durmiendo, pero me vino a la cabeza el otro gran problema que tenía y que seguía ocultándole a Elena. Obviamente tenía muchos remordimientos, todos los días. ¿Cómo no los iba a tener? Pretendía que nuestra relación fuera totalmente transparente, al igual que ella lo era conmigo. Elena era perfecta, pese a que ella dijera en esa semana de vacaciones que estaba mostrando inconvenientes. Esos inconvenientes no me importaban. Esos celos no eran nada para mí, al igual que el hecho de que se pusiera así cuando bebía más de la cuenta. Sí que había dos hechos que me molestaba más de la cuenta. El que ella se menospreciara, poniéndose por debajo de alguien de esa manera que ya había hecho alguna vez y eso de que dejara que Noelia me la cogiera y hasta me la chupara. Aún no tenía ni idea de por qué lo hizo. Solo se me ocurría que era por el alcohol. Tampoco es que le fuera a preguntar por qué fue, porque tendría que explicarle la situación y no. Imposible. Eso desembocaría al problema de verdad y de ninguna manera podía permitir eso. Afortunadamente para mi descanso, los ojos se me entornaban por el cansancio, por lo que me acabé durmiendo mientras la miraba.

Sin tener muy claro qué hora era, me desperté abrazando a Elena por detrás, quien parecía estar despierta, porque me acariciaba una de mis manos mientras teníamos la otra con nuestros dedos entrelazados. Estaba tan a gusto que no quería romper el momento, aunque la quería sentir más, por lo que atraje hacia mí para abrazarla mejor.

-Javi, ¿no tienes que trabajar?
-Eh... Sí. Pero es que estoy muy a gusto contigo, mi vida.

Me quedé un poco cortado por esa pregunta que casi que no veía que viniera a cuento, aunque lo que más preocupó fue su tono, denotando algo de frialdad quizá. Afortunadamente para mi descanso Elena se dio la vuelta y me miró sonriendo, dándome un beso después. Mis ojos acostumbrados a la oscuridad, ayudados de la poquísima luz que entraba por la ventana al dejar un pequeño haz de luz me permitían ver su preciosa sonrisa. Y así nos quedamos, mirándonos con una sonrisa como solíamos hacer, acompañando el momento de varios picos y caricias, con ella poniendo sus manos en mi cara y yo en sus muslos y culo.

Miramos la hora que era y en poco tiempo teníamos que dejar la habitación, por lo que nos dimos una ducha rápida los dos juntos para salir e ir a recepción y entregar la llave. El problema fue que, al ir a dejar la llave, los encontramos a la pareja vecina con la que competimos por la noche. Parecía que tenían un plan similar al nuestro, porque por lo que podía ver también estaban dejando su llave y ambos iban con un trolley, ya vestidos de día a día, pero aun así ambos iban muy elegantes. Él con unos vaqueros y una camisa de manga corta, bien puesta por dentro de los pantalones y ella, tan elegante como había ido previamente con sus dos modelitos. Esa vez llevaba vaqueros muy ajustados, que dejaban sus tobillos al aire, con unos altos tacones negros y una blusa blanca que dejaban al aire sus brazos por completo, maquillada también, ni muy ligera, ni muy cargada. Lo justo para ir muy elegante, sacando partido al máximo a su sensualidad y armas de mujer.

Elena no se puso nerviosa, al contrario de lo que yo esperaba, manteniéndose firme y seria, mirando fijamente a aquella mujer. La pareja de ésta se puso un poco tenso cuando nos vio, pero su gesto se le cambió cuando su chica se giró y nos vio. Ella tenía una cara sulfurada, mataba con la mirada mientras que su pareja luchaba por aguantar la risa. Era una situación sumamente rara, pero Elena no cedía un milímetro. Nos miramos durante unos 30 segundos hasta que Elena me arrancó de la mano la tarjeta que abría la puerta de nuestra habitación y recorrió los dos escasos metros que había hasta la barra de la recepción, apartando a aquella mujer ligeramente con su brazo, girando su cabeza cuando llegó al punto, agitando su pelo casi dándole a ella.

-Vamos, mi amor, que se nos hace tarde.

Puse una ligera sonrisa de orgullo sin mirar a aquella extraña y fui junto a Elena, dándole un pico en las narices de su seductora enemiga. Pude oír su respiración de irritación e indignación, pero su pareja la cogió de la mano para irse de allí. Casi cuando iban por la salida pude oírla hablar de malas maneras mientras el otro la intentaba tranquilizar. El drama pasó a ser una comedia en ciertos momentos. Me hacía gracia el comportamiento de todos y siendo honesto, estaba encantado con como lo había hecho Elena. Me gustaba como mi gatita sacaba sus uñas para defender a su chico, como ya hizo la noche anterior saliendo hasta la mitad del pasillo tapándose a duras penas con una sábana y hablándole de esa manera.

Salimos del hotel y aún podíamos ver a la otra pareja, parecía estar esperando un taxi. Un nuevo problema surgía y es que ellos estaban en la entrada del aparcamiento donde estaba mi coche, por lo que teníamos que pasar justo por su lado para poder irnos de allí. Dudé un poco si ir de inmediato para acabar con aquello lo antes posible, o si esperar un poco a que se fueran dando una vuelta o algo. Elena no dudó. Me agarró de la mano y tiró de mí, dirección al aparcamiento. Su enemiga de hacia pocas horas nos miraba con atención al estar aproximándonos a ellos, pero Elena lo hizo para pasar a pocos centímetros de ellos, pero haciéndolo de largo. Una vez los sorteamos y habíamos avanzado un par de metros se pudo oír de la boca de ella:

-¿Pero qué se habrá creído la niñata ésta?

Elena no se cortó un pelo, como había hecho desde el primer momento con ella y se giró, mirándola fijamente, levantando su mano derecha y sacándole el dedo del medio diciendo:

-Que te den, guarra. Falta te hace porque tu novio no te da lo tuyo y tienes que ir buscando a otros.

Odio era lo que reflejaban los ojos de aquella chica, que soltó su maleta para venir hacia nosotros, pero su novio la paró, soltando también su maleta para agarrarla. Después de semejante espectáculo, aquel chico se llevó a su novia de la mano para que no pasara nada más mientras Elena y yo nos montábamos en el coche. Ella estaba relajada, algo seria y yo la miraba por el rabillo del ojo hasta que iba a arrancar, pero no lo hice. Me giré hacia ella y me quedé mirándola y ella me miró con una ligera sonrisa de orgullo.

-Elena, estoy flipando. Qué contraste de personalidad. Eres tan dulce y tan viva a la vez...
-Javi, mi amor... No voy a dejar que nadie se ría de nosotros. Si me tengo que matar con alguien por ti, lo haré.

No pude evitar besarla con todas las ganas del mundo, pasando a comerle la boca con mucha ansia. Sentí un escalofrío enorme cuando me dijo eso, erizándoseme hasta la piel. Esas palabras, esa manera de decírmelas, con su voz dulce y aniñada, pero de esa manera tan sensual, calmada y decidida... Sentí un calor por el pecho que hizo que me pegara a ella como si fuera un imán. Nuestro beso solo se vio interrumpido por sus palabras emitidas en forma de susurró mientras seguía con los ojos cerrados, después de empujar mi pecho ligeramente con su mano.

-No voy a dejar que una cualquiera se acerque a ti. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida y no voy a permitir que pueda pasar algo que me aleje de ti.
-Eso no va a pasar nunca. Te quiero.

Después de susurrarle eso retomamos nuestro beso tan apasionado hasta que nos separamos para mirarnos a los ojos mientras nos acariciábamos. Con la tontería, entre la entrega de llave, toda esa situación con la otra pareja y nuestras muestras de cariño en el coche, se acercaba la hora de comer y ambos estábamos hambrientos al no haber desayunado nada y tras toda esa actividad física que tuvo lugar la madrugada anterior, por lo que fuimos a comer a un restaurante, esta vez diferente a los que habíamos ido anteriormente.

Tras la comida la llevé a su casa, encontrándonos con Maribel, quien estaba en el salón. Parecía seguir de muy buen humor porque puso una sonrisa bastante grande al vernos aparecer.

E: Mamá, perdona no haber avisado de que no venía a comer.
M: No pasa nada, Elena. Imaginaba que seguíais con vuestro plan, por eso no me enfado. ¿Qué tal ha ido al final?
E: Estupendamente, mamá. Javi es un amor.
M: Ya lo veo hija. Nunca te he visto así. Ni con tu anterior novio.
J: Joder, vais a hacer que me ponga rojo... Jajajaja.
E: Jajajaja, pero es que es verdad.
M: Mira como la tienes. Está en una nube. Y me encanta, ¿eh? Pero sigo pensando que tiene que espabilar. Es muy blandita.
J: Maribel, créeme que tu hija es muy espabilada.
M: No. No me contéis esas cosas.
J: No, si no va por ahí la cosa...
M: Ah... ¿Entonces?
J: Resulta que...

Entonces Elena me pellizcó en el culo sin que su madre se diera cuenta, riñéndome, diciendo mi nombre de manera muy aguda y bajita. Yo aun así seguí contándole a su madre entre risas.

J: Ayer tuvimos un pequeño percance.
M: ¿Cuál?

Miré a Elena quien estaba colorada y aguantando la risa. No pude evitarlo y lo acabé contando para que su madre viera que su hija no era tan blandita como ella creía.

J: Una chica se acercó a mí más de la cuenta y Elena le preguntó que qué quería.
M: ¿Y bien?
J: A ver... Es que... Bueno. Que quería jugar conmigo o con los dos a la vez, no sé si me entiendes...
M: Pero bueno... (dijo mirando a Elena)

Elena se puso roja a rabiar, pero yo seguí contándole para salir del paso.

J: Pero tu hija la puso en su sitio.
M: ¿En serio?
J: Pues sí. Me quedé bastante impresionado. Le metió un manotazo... Y la echó de un empujón llamándola guarra.
M: Vaya, no esperaba eso. (dijo riendo)
E: Es mi chico, no voy a dejar que cualquiera se le acerque. (dijo de nuevo con la misma cara de orgullo con la que me lo dijo a mí)
M: Muy bien Elena, eso es. Que hay mucha puta por ahí suelta. Estoy orgullosa de ti.
E: ¿Sí? (dijo con ilusión)

Maribel sonrió de esa forma tan encantadora que hacían todas las mujeres de su familia, achinando los ojos con mucha dulzura. Se acercó a Elena y le dio un abrazo muy fuerte.

M: Sí, hija mía.

Después Maribel se despegó de su hija para darme un abrazo a mí de la misma manera. Fue un momento agradable, aunque me puso algo nervioso porque quizás se pegó más de la cuenta a mí y pude notar como me clavaba sus pezones en el pecho, haciendo que me entrara un cosquilleo por cierta zona del cuerpo. Cuando se despegó de mí no pude evitar mirar sus pechos, corroborando que no llevaba sujetador como había comprobado en su abrazo. Pude notarle los pezones algo duros, pero no imaginaba que fuera por mí, ya que ella los tenía más grandes y gorditos que su hija. Aparté rápidamente la mirada de ahí, sin que ninguna de las dos se diera cuenta.

Maribel dijo que iba a echarse un rato en la cama para dormir, dejándonos a los dos en el salón. Nos quedamos ahí, tirados en el sofá toda la tarde viendo la tele mientras nos dábamos algunas caricias después de que Elena se pusiera más cómoda. A Elena no le pareció justo que ella pudiera estar cómoda y yo no, por lo que ella intentó ponerle remedio desabrochándome la camisa por completo pese a mi queja por estar en el salón con su hermana y su madre en la casa. Ella me susurró que me tranquilizara, que no iba a pasar nada y se puso a acariciarme el pecho. En toda la tarde nos molestaron. Ni su madre, ni su hermana. Poco antes de cenar, apareció Maribel por el salón y yo ya me puse bien la camisa para volver a casa. Elena se puso como ella siempre se ponía cuando me iba a ir e incluso Maribel me pidió que me quedara a cenar, pero me excusé diciendo que llevaba casi dos días sin aparecer por casa y mi madre se ponía nerviosa, ya que ni siquiera había hablado con ella.

Al final regresé a mi casa, contándole a mi madre con detalle como fue el día, salvo los detalles sexuales. Se alegró mucho por mí y fuimos a cenar. Ya relajado en la cama hablé con Elena diciéndome como siempre que pasábamos tiempo juntos, que me echaba de menos ya y que me tendría que haber quedado a dormir con ella. Después de hablar durante un rato se despidió de mí entre muchos emoticonos de besos y corazones. Cuando dejé de hablar con ella miré si tenía más mensajes, viendo que había algunos en algunos grupos, pero nada reseñable. También me percaté de que Irene vio el mensaje que le envié tras el primer polvo que echamos Elena y yo, con esa foto que le mandé, pero no me respondió. Me pareció raro y ya la llamaría para hablar con ella y tratar también lo que pasó cuando estuvimos en su casa. No tenía nada más así que me fui a dormir de muy buen humor.
 
Capítulo 182

El sábado y el domingo no fueron días de descanso como solían ser. Tenía que recuperar el trabajo perdido tanto del jueves como del viernes, por lo que poco salir de casa. Aun así, el contacto con Elena seguía siendo el mismo. Parecíamos estar en nuestro mejor momento pese a varias situaciones problemáticas que finalmente tuvieron solución, menos la más importante y solo conocida por mí. Elena seguía con ese comportamiento algo dependiente como siempre que pasábamos algunos días juntos, estando pegados durante todo el tiempo o cada vez que teníamos un plan especial. A mí no me molestaba en absoluto que se pusiera así, de hecho, yo tenía las mismas ganas de estar con ella, pero era lo malo de tener responsabilidades con ese trabajo en el que estaba muy cómodo y por nada del mundo quería perder y de que ambos viviéramos aún con nuestras familias.

Ese era el problema, por lo que durante todo el fin de semana estuve mirando casas y pisos para irme a vivir solo, aunque esperaba que Elena se viniera conmigo. Mala suerte. O veía esperpentos de casas, o tenían el alquiler muy caro, por lo que me tocaba seguir buscando hasta encontrar algo que me gustara y estuviera bien de precio. Durante ese fin de semana le envié algún mensaje más a Irene para preguntarle por qué no me había respondido, pero de nuevo el doble check azul sin respuesta. Me mosqueó y extrañó a partes iguales, por lo que le hablé a Mario, pero obtenía el mismo resultado. Miré nuestros grupos en común y llevaban sin hablar desde el jueves, casualmente el mismo día que nos vimos con ellos por última vez. Mi mosqueó era tal que lo comenté con Elena el domingo por la noche.

-Elena, ¿sabes qué les pasa a Irene y Mario? No sé nada de ellos desde el jueves.
-No, mi amor. Le he escrito a Irene para contarle como nos fue, pero no me responde...
-Me parece rarísimo.
-¿Les habrá pasado algo?
-No, si los mensajes los ven, pero no responden.
-Javi, estoy preocupada.
-Mañana me acerco a primera hora a su casa a ver qué pasa.
-Vale. Oye, vente mañana a comer, que me siento un poco solita sin ti...
-Venga va, que a mí me apetece mucho también estar contigo.
-Bieeeeen 🥰🥰🥰
-¿Tu madre sigue de contenta como estos días?
-Siiiiii. Da gusto estar así en casa. Parece otra. No sé qué le pasa, pero estoy encantada.
-¿Crees que se ha podido animar a conocer a alguien?
-Ni idea. Pero no ve visto ningún indicio de eso ni nada...
-¿Y tu hermana? ¿Cómo sigue?
-Igual. Desde que volvió de casa de su examiga de esa manera, está un poco mustia, así que no te preocupes por sus borderías.
-Vale, mañana nos vemos.
-En cuanto sepas algo de estos dos dime algo, porfa.
-Ok.

Pues ya tenía plan para comer al día siguiente y parecía que los dos principales problemas para estar junto a ella en su casa estaban controlados. Me fui a dormir no muy tarde porque estaba cansado y quería madrugar para ir a casa de Mario para ver qué pasaba con la pareja.

El lunes me levanté bien temprano para ir a casa de mis amigos en busca de respuestas. Me planté en su casa cerca de las 8 de la mañana para luego aprovechar y ponerme a trabajar. En cuanto llegué llamé y me abrió Mario. Me recibió con total normalidad y en el salón estaba Irene, con un pijama de verano muy corto. Sus pantalones mostraban parte de los cachetes de su culo, casi pareciendo un culotte, acompañando a su camiseta cortita de finos tirantes que dejaba al aire su abdomen, marcando esos pezones gorditos que tenía. Iba con una coleta para recoger su pelo y una cara muy mona de recién levantada que rápidamente cambió a una más despierta cuando me vio aparecer. Ella y Mario se echaron una mirada seria y entonces él se excusó diciendo que se tenía que ir al trabajo y que ya llegaba tarde. Irene puso cara de molestia, como si le reprochara que le dejara con un marrón encima.

-¿Qué pasa, Javi?
-Eso es lo que me gustaría saber a mí. Os hemos estado escribiendo y no respondéis ni nada. No sabemos nada de vosotros desde que salimos el jueves de aquí.
-Ah...
-¿Estáis bien? ¿Os ha pasado algo?
-No, no. No pasa nada.
-¿Entonces?
-Eh... (dijo de manera nerviosa, apartando la mirada, evitando mis ojos)
-Irene, ¿todo bien?
-Sí, claro.
-Me estás poniendo nervioso.
-Es que...
-¿Estás embarazada?
-¡¿Qué?! No, por Dios...
-Joder, no sé qué pasa, pero algo hay.
-¿Qué dices, Javi? ¿Cómo voy a estar embarazada?
-Yo que sé, estáis ahí con el misterio...
-No pasa nada.
-Ya. Una mierda.
-Ay, Javi...
-¿Otra vez malos rollos con Mario?
-No, no. Para nada. Si estamos mejor que nunca.
-¿Me lo vas a contar? Porque me estoy mosqueando ya...
-Si es por evitar malos rollos.
-¿Malos rollos de qué?
-Es por lo que pasó el jueves.
-Pero que ya está. No pasa nada. Sabemos de sobra que habíais quedado con alguien, la risita que se oyó desde vuestra habitación y que Mario no estuviera en el salón fue muy aclarador.
-Ya, pues eso es.
-¿Sabes? Elena me preguntó cuándo salimos si os avergonzabais de nosotros.
-¿Cómo? ¿Por qué?
-Por el comportamiento tan raro que tuviste llevándonos a la cocina y demás.
-Joder... -dijo poniendo su rostro triste- Yo solo quería evitar...
-Pero si nosotros ya sabemos y tenemos claro como sois. Como Elena dijo en su día, no sois como nuestra pareja para que os pongáis así.
-Ya, ya lo sabemos.
-Y tampoco entiendo por qué nos llamáis si habéis quedado con alguien y encima os vais a poner así...
-Es que supuestamente iba a venir más tarde, pero me llamó para avisar de que ya estaba aquí y antes de que pudiera deciros que estábamos ocupados pues se presentó aquí.
-Vale, pero sigo sin entender que os pusierais así...

Irene se quedó callada, apartando la mirada, notablemente nerviosa. Jugaba con sus dedos mientras evitaba mi mirada y el silencio se hacía más incómodo.

-Irene, me da la sensación de que hay algo más. ¿De qué se trata?
-Nada, nada. ¿Qué tal fue el plan?
-Eh... Dime qué pasa.
-Que no pasa nada, de verdad.
-Bueno, creía que éramos como familia, pero veo que me equivocaba. (dije levantándome para marcharme)

Pero Irene me detuvo, cogiendo mi mano para darme la vuelta.

-No, Javi. Por favor. Somos como familia, pero hay cosas que es mejor no saber.
-¿Pero de qué hablas? ¿Os habéis follado a mi madre o qué pasa para que haya tanto misterio?
-Ay, Javi... Qué tonto eres...
-Sigo esperando.
-Era Ángela.
-Ah... (dije bajito con algo de tristeza)
-¿Ves? Por evitar esto.
-No pasa nada.
-Tenía unos días libres y me dijo de quedar y con la tontería se ha tirado aquí todo el finde. Se fue ayer por la noche.
-Ya veo.
-Por eso no respondíamos. Mirábamos el móvil por si era algo importante, pero delante de ella no queríamos hablar con vosotros para evitar... Pues eso.
-Entiendo.
-Ven. -dijo tirando de mi mano para sentarme con ella en el sofá- Como viste en la playa, ella y yo seguimos en contacto. Nos caímos muy bien la primera vez que nos vimos y nos vinimos aquí, ya sabes, aquella vez que...
-Sí, lo recuerdo.
-Lo siento.

Me encogí se hombros ligeramente mientras ahora era yo el que evitaba la mirada de Irene.

-Pues eso, hablamos mucho y cada vez que tenemos oportunidad pues quedamos. Por eso me puse así de nerviosa, porque sé de sobra que no le cae bien a Elena por... Bueno, ya sabes. Y también sé lo que te pasa a ti con ella.
-No. A mí no me pasa nada con ella. Es ella el que tiene el problema. No sabe aceptar que yo no busco nada con ella y que tengo pareja. No entiendo por qué cuando nos conocimos estuvimos bastante tiempo como si nada siendo follamigos y ahora que me ve con Elena se interesa más por mí, soltándome que sentía cosas por mí en aquel entonces y que incluso estaba enamorada de mí. Y ahora que la vuelvo a ver se vuelve a enamorar, pues no lo entiendo.
-Precisamente por eso, Javi. Ella no te dijo nada en su día porque sabía de sobra lo que buscabas tú. O más bien lo que no buscabas. Entonces pues no te decía nada por no agobiarte y que no la apartaras de tu vida. Y ahora que ha visto que has cambiado de opinión al verte con pareja, pues... Bueno, no le ha sentado muy bien. No por tu parte, sino por la suya. Se arrepiente mucho de no haberte dicho nada en su día y ahora que te ve así pues como que quería intentar algo, pero me dijo que ella no era así y que lo mejor sería irse para evitar hacer una tontería que os afectara de verdad.
-¿Habéis hablado de eso?
-Javi, somos amigas. Hablamos de muchas cosas.
-¿Te ha preguntado por mí?
-Pues claro. Varias veces.
-¿Y por qué no me lo dijiste el día que te pregunté en la playa?
-Porque no quiero que nadie sufra. Ni tú, ni Elena, ni Ángela. Pero prefiero sincerarme al ver como te has puesto. Cada vez que nos vemos o hablamos me pregunta por ti. Cómo te va en el trabajo, como te va con Elena...
-Joder...
-Muchas veces me pregunta si creo que Elena y tú durareis mucho.
-¿Sí?
-Sí. Yo no quiero hacerle daño, pero le dijo que sí. Le digo que pienso que vais a estar toda la vida juntos. Sin contarme a mí y a Mario, no he visto nunca a una pareja mirarse como os miráis vosotros y quererse como os queréis vosotros. Da la impresión de que sois como un solo ser, que una parte no puede vivir sin la otra.
-Así me siento.
-Pues eso le digo. Ella tiene la esperanza de que algún día cortéis y que pueda llenar ese hueco. Me dice muchas veces que haría todo lo que estuviera en su mano para hacerte tan feliz como lo eres con Elena.
-Joder, tío...
-Javi, lo de Ángela no es un capricho, ni deseo. Está muy enamorada de ti. Y lo entiendo, sé como eres y lo que le das a Elena. Es normal que una chica que ha pasado bastante tiempo contigo se enamore así de ti.
-Ya veo. ¿Y cómo le va a ella?
-No te preocupes por ella, le va todo perfecto. Tiene un muy buen trabajo y cobra bastante bien. También se ha mudado y está muy a gusto. Vive sola, alguna vez hemos ido a su casa.
-Irene, ¿cómo no me voy a preocupar con lo que me has dicho...?
-De verdad, Javi. Está muy bien. No está triste ni nada. Ella es una chica muy fuerte, ya se le pasará esto.
-Ya...
-¿La echas de menos?

Asentí con la cabeza con gesto triste.

-Lo siento, Javi.
-No es justo. Es como si tú desapareces de mi vida. No quiero.
-Eso no va a pasar nunca, ¿me oyes? -dijo mientras me cogía las manos- Pero tienes que entenderla, ella no quiere sufrir y viéndote lo hace. Y también por eso que te he dicho, que no quiere interferir en tu relación y siente que si se queda lo va a acabar haciendo.
-Ya. Ya lo sé.
-Venga, no te pongas triste. ¿Cómo fue el día entonces?
-No me apetece hablar. Que te cuente Elena, que intentó contártelo el otro día.
-Vale, ahora hablo con ella.
-¿Qué le vas a decir? Digo, por lo de no contestarle y eso...
-Pues que quedamos aquí con una chica y luego nos fuimos el finde con la familia de Mario a la sierra, pero que la cobertura era mala y no podíamos mandar mensajes ni llamar. Me jode mentirle, pero si tú te has puesto así, no quiero pensar como se pondría ella...
-Vale, lo que tú veas.
-Venga Javi, levanta esa cara. A ver, ¿quieres que te anime como lo hace Elena? Jajajaja.
 
Capítulo 183

Irene se quitó las chanclas y me empujó para apoyar la espalda contra el sofá, pasando una pierna por encima de mí para sentarse encima de mí como lo hacía Elena, apoyando su culo en mis muslos, pero cerca de mi paquete. Me cogió la cara con suavidad para mirarme a los ojos sonriendo y me dio un beso en la mejilla, pero bajó hasta el cuello, empezando a besármelo como me lo hacía mi chica. Lo hacía de manera similar, aunque no tan bien como Elena. Aun así, mi polla reaccionó a ese estímulo y se empezó a hinchar, teniendo una buena erección, aunque no tan bestia como las que me provocaba Elena al hacerme eso. Irene también reaccionó, pero no como yo esperaba, porque al notar mi erección lanzó un gemido sin despegarse de mi cuello y se empezó a frotar ligeramente contra mi polla. Llegó un punto en el que se restregaba bastante fuerte y ya sí que se me puso bastante dura, por lo que la paré.

-Irene, para.
-Pfff... Lo siento Javi. He empezado a hacer el tonto y me he dejado llevar. (dijo con la respiración un poco agitada)
-No pasa nada, no te preocupes. (dije mientras le miraba sus duros pezones marcados bajo su camiseta)

Irene se miró las tetas, lanzando una pequeña risa y mirándome después.

-Joder, como me he puesto, ¿no? Jejeje. (rio de manera nerviosa)
-Bueno, es normal. Hay atracción sexual entre nosotros. No es la primera vez que nos pasa, pero...
-Pero no ha pasado nada. ¿Ves, Javi? Tu amiguita sigue en tu pantalón y ambos estamos vestidos, ni siquiera nos hemos besado en los labios.
-Bueno, tú no vas muy vestida...
-Ya, eso sí, pero es porque yo estoy yo así para estar por casa. No me pongo sujetador para estar más cómoda. De hecho, no llevo ni bragas.
-¿No llevas bragas?
-No. ¿A ver? Huy... Sí que se nota que estoy un poco mojadita... (dijo enseñándome la mancha de su entrepierna, oscureciendo el tono del color de la prenda que la cubría)
-Joder, Irene...
-Perdona, Javi. Estoy abusando de nuestra amistad. Lo sé. Me he dejado llevar. Solo te quería animar porque te he visto mal. No sé qué me pasa... Si quiero a Elena como su fuera mi hermana, no quiero hacerle esto, pero te veo así empalmado...
-Ya está. No le des más vueltas. Seguro que ella entendería porqué te has puesto así.
-Sí... (dijo mirándome a los labios)
-Irene...
-Pfff... Perdón. Pero es que tengo muchas ganas de besarte. Me he puesto muy cachonda y uff... (dijo llevando su mano a su coño, tocándolo por encima de su pantaloncito)
-Irene, por favor...
-Ya está. -dijo dándose una torta con cada mano a la vez en la cara- Uff, que calentón. Dame un segundo que me pego una ducha rápida. Ya vengo.
-No, me voy ya.
-Javi, por favor. Déjame invitarte a desayunar y me cuentas si le contaste a Elena lo que pasó con Bea.
-Venga, vale. Pero rápido, que tengo que trabajar.

Irene se marchó a la ducha, dejándome ahí sentado en el sofá, con una erección importante. Fue un momento muy duro. Irene estaba muy buena y esa manera en la que se esforzó para "alegrarme" me gustó bastante y casi que yo también me estaba dejando llevar, pero por suerte puede parar a tiempo. Notar sus caricias, sus besos, sus pezones hincándose en mi pecho, su coño restregándose contra mi polla de esa manera me puso muy malo y ella no parecía que fuera a parar. Bien es verdad que solo fue un roce y que no llegamos a desnudarnos, aunque ella poco tenía que hacer, pero no fue la gran cosa. ¿Hubiera seguido si yo no la hubiera parado? ¿Hubiera llegado a follarme? No paraba de hacerme esa pregunta hasta que cuando me di cuenta apareció, ya vestida con un corto vestido veraniego azulado con flores. Estaba muy guapa con el pelo mojado, diciéndome de acompañarla a la cocina para que desayunáramos. Mi polla seguía morcillona al llegar a la cocina y mientras desayunábamos ella hizo ademán de empezar a hablar, pero la interrumpí.

-Irene, ¿hubieras seguido si no te hubiera parado?
-¿Seguir de qué? ¿De follarte?
-Eso mismo.
-No, Javi. Ya te dije que yo no le haría eso nunca a Elena. Lo que he hecho ha estado mal, lo reconozco y me arrepiento, pero al fin y al cabo no es gran cosa en comparación con lo que hemos hecho en su presencia.
-Ya...
-Javi, no te comas la cabeza, por favor. Han sido unos besos tontos en el cuello y un rocecillo, no ha sido para tanto.
-Ya, pero es que...
-Fue como aquella vez en la cafetería cuando me animaste tú, que te di un beso. Fue un gesto de cariño, sin más. No hay que hacer un mundo de esto. No hay necesidad, no te pongas a darle vueltas, no hemos hecho nada malo, no estás engañando a Elena. Tú y yo somos amigos y estamos locamente enamorados de nuestras parejas, punto.
-Vale, vale.
-¿Ves? No hay nada de qué preocuparse. Claro que no te hubiera follado, yo no soy así, pero me gusta jugar, ya me conoces. Además, te conozco y sé que no me hubieras dejado por nada del mundo.
-Sí, pero no quita que me haya costado apartarte de mí.
-Es normal Javi, ambos somos así, pero que ya está, no ha pasado nada. (dijo cogiéndome las manos)
-Ya.
-No te preocupes, no va a pasar de nuevo. Además, ya me he aliviado en la ducha... Jajajaja.
-¿Has pensado en mí?
-Con lo que ha pasado, ¿tú qué crees? ¿Te molesta?
-No. Me gusta sentirme deseado.
-Bueno, vamos a cambiar de tema, que te comes mucho el coco. ¿Cómo fue el día?
-Eso que te lo cuente Elena, ya te he dicho que te lo quería contar ella y también está preocupada porque no le contestaras.
-Vale, en cuanto te vayas le hablo. Pero cuéntame lo de Bea al menos, porque yo no le voy a preguntar acerca de ello. Ella no sabe que yo lo sé y no quiero que se sienta mal por habérselo ocultado.
-Pues fue bien. A ver... Le dije que le tenía que contar una cosa y madre mía cómo se puso...
-No jodas...
-Casi le da un ataque de ansiedad, Irene...
-Joder.
-Creía que la iba a dejar. Creía que habíamos pasado ese día tan bueno para que tuviéramos una buena despedida.
-¿Qué dices?
-Pues eso.
-Pero, ¿por qué piensa eso?
-Dijo que no tenía ningún motivo para pensar así, que se puso muy nerviosa y que le dio por pensar eso.
-Pobrecilla.
-Logré tranquilizarla y se lo conté con todo el cuidado que pude.
-¿Y qué dijo?
-Pues para no alargarme mucho, lo entendió y lo razonó. Me dijo que le molestaba, como bien le dijo a Bea cuando se puso a preguntarle, pero que no le enfadó.
-Ah, pues muy bien. Me alegro mucho por vosotros, Javi.
-Gracias, de verdad.
-Si te digo la verdad, esperaba que no le sentara muy bien. Ya sabes, es muy sensible.
-Ya, yo también lo esperaba peor. Le molestó mucho que Bea se pusiera a preguntarle ya sabiendo que era yo ese chico. Me dijo que le dio la impresión de que se estaba riendo de ella.
-Bea es una chica muy dulce, pero estuvo feo que hiciera eso.
-A mí también me molestó y se lo dije a Elena, pero le comenté que no lo dije en el momento para no destaparlo delante de todos, sobre todo por su hermana.
-Claro, es normal.
-Me dijo que si se llega a enterar la hubiera arrastrado del pelo.
-Jajajaja. No creo que Elena...
-Bueno, no des nada por hecho... Jajaja.
-Huy... ¿Y eso?
-Luego le preguntas a Elena si hubo un percance o algo.

Irene me miró con cara de estar extrañada, incluso con algo de preocupación.

-Tranquila, no pasó nada malo, pero pasó algo muy interesante. Déjaselo caer, seguro que te lo dice.
-Vale, me has dejado con la intriga...
-Bueno, pues me voy ya, que tengo que trabajar.
-Vale.

Irene me acompañó hasta la puerta y me dio un fortísimo abrazo antes de que me fuera.

-Javi, de verdad, perdona por lo de antes.
-Va, ya está. No pasa nada.
-He sido muy mala amiga, me merezco que me castigues... (dijo moviendo su culo de un lado a otro mientras reía)
-Me están dando ganas de llevarte a tu habitación y ponerte a 4 para darte bien con la fusta...
-No me digas eso, cabrón... Jajajaja.
-Te lo digo, te lo digo, jajajaja.
-Ya en serio, perdona por eso. Mira, es que teníamos muchas expectativas para nuestra semana juntos en las vacaciones, pero se me fue la cabeza dejando que Noelia viniera. No caí, lo siento. Y viendo lo que pasó el primer día, que fue una pasada y que lo otro que pasó me supo a poco, pues cuando me he puesto encima de ti así, pues se me ha ido. He empezado con la coña, pero la cosa se me ha ido de las manos.
-No pasa nada, hemos podido parar.
-Ya. Y lo de Ángela, tampoco le des muchas vueltas. Dale tiempo para que se le pase un poco y ya verás como podréis ser amigos como antes.
-No sé yo...
-Bueno, tú tranquilo.
-Gracias.
-¿Por qué?
-Por ser mi mejor amiga. Me ayudas mucho, aunque a veces... Estás un poco loca.
-Ayyyyy... (dijo dándome otro abrazo)
-Me voy ya, que me lío mucho y luego se me acumula la cosa. (dije rematando con un fuerte azote)

Irene pegó un respingo seguido de un gritito de sorpresa. Después se despegó de mí y me miró con cara de asombro e incredulidad, riéndose después. Me dio otro abrazo y un beso en la mejilla, yéndome después a mi casa para trabajar.
 
Capítulo 184

Cuando llegué a mi casa me puse manos a la obra, cosa que me vino muy bien para no darle vueltas a lo que pasó en casa de Mario con Irene. Tampoco lo vi como algo tan malo, pero si es verdad que no estuvo muy bien y que no debería haber pasado. También me vino bien para despejarme el tema de Ángela de la cabeza. Aún me dolía lo que había pasado con ella y volver a saber de ella me trajo de vuelta ese sentimiento de culpabilidad. Que Irene me contara que siempre que se veían le preguntara por mí, hizo que me sentara bien y mal a la vez. Bien porque aún estaba ahí, no estaba todo perdido con ella, quizá podía retomar mi amistad con ella en un futuro, pero también me sentó mal porque me recordó precisamente eso, que no estaba en mi vida, yéndose de esa manera que contrastaba tanto con la frialdad y carácter tan cortante con el que me respondió al felicitarla por su cumpleaños. Fue una breve reflexión de ambos temas, poniéndome inmediatamente a trabajar, para quitarme en cierto modo todo eso de la cabeza y no empezar a darle vueltas y para quitarme del medio bastante trabajo por si surgía algún plan esporádico.

A media mañana me escribió Elena diciéndome que ya había hablado con Irene y que todo parecía estar bien. Le contó con detalle lo que hicimos durante el día, aunque no me dijo nada de si le contó algo del tema de Bea. Se despidió de mí recordándome que me esperaba para que fuera a comer con ella. Cuando salí del chat con ella vi que Irene me había hablado diciendo que quería hablar conmigo cuando pudiera.

-Dime. He hecho un parón para descansar un poco. He hablado con Elena y me ha dicho que ya ha hablado contigo.
-Sí. Me ha contado todo. Me alegro mucho de que fuera tan bien la cosa. (respondió a los pocos minutos)
-Gracias.
-Y veo que os lo pasasteis bien con nuestro regalito, jejeje.
-Sí. Fue una pasada y me dio mucho morbo ver como lo chupaba mientras se la metía.
-Jajajaja. Sabía yo que os iba gustar.
-Ha sido un acierto. Y con lo de la doble penetración... Joder. Como se corría...
-¿Es lo que pasó en la foto que me enviaste?
-Que va, si eso fue el primer polvo, follándola contra el ventanal. Se corrió a chorros de lo cachonda que estaba.
-Es verdad, que me ha dicho que te lo pidió. Qué morbo, ¿no?
-Ya ves.
-Y encima fue ella la que te lo pidió. Me hubiera gustado veros así.
-Bueno, necesitábamos algo de intimidad, que siempre estamos con alguien cuando decimos de follar.
-Ya. Bueno, tampoco es que estuvierais muy tranquilos, ¿no? Jajajaja.
-Te lo ha contado, ¿no? Jajaja.
-Sí. Flipo con Elena. Daría lo que fuera por haberla visto así.
-Me puso muy cachondo verla así. Si me puso a mí, no quiero imaginarme como te hubiera puesto a ti.
-Pfff... Qué ganas de hacer algo con vosotros...
-Ya quedaremos los cuatro solos.
-Estoy deseando...
-Oye, ¿qué me querías decir?
-Ah... Es verdad. Es que Elena se ha puesto más seria cuando me ha contado lo de Bea.
-Normal...
-Me ha contado con detalle todo. Lo que sentía, como estabas tú, como la tranquilizaste... Todo.
-¿Y qué tal?
-Pues bueno, no ha sido algo bonito, pero no se ha puesto triste ni nada. Solo estaba seria.
-Ya, por lo menos no se puso como ella se pone.
-A eso voy. No se puso triste, pero me dijo que estaba preocupada.
-¿Por?
-No es por ti, no cree que puedas llegar a hacer nada que le haga daño de verdad. No piensa que la vayas a engañar con nadie, pero tiene miedo de que como ha pasado con Bea y con Sofía en su día, se te acerque una chica de más. Me ha dicho que es normal, que ella lo sabe de primera mano cuando pasó aquello en el parque, ya sabes. Y cuando reapareciste así en su vida. Sintió una atracción muy fuerte por ti y le da miedo que otras chicas se puedan sentir así y te acaben de conocer más y se acerquen más aún, como le pasó a ella.
-Pero eso no va a pasar. Si he rechazado a Sofía y a Bea, debería saber que no va a pasar nada.
-Lo sabe, Javi. Pero tiene ese miedo.
-Vale, lo entiendo. Nos pasó algo parecido con vosotros.
-¿Con nosotros?
-Sí. Cuando empezamos a hacer todas las cosas que hacíamos y la cosa fue avanzando me dijo que se lo estaba pasando bien, pero que tenía miedo.
-¿Miedo de qué?
-De que alguno sintiera más de la cuenta.
-¿Cómo?
-Ya sabes... Elena no sabe diferenciar el sexo de los sentimientos. Le daba miedo que al jugar los cuatro juntos pues alguno empezara a sentir más por alguien y se pudiera liar. Y cuando os pasó lo de Sofía a ti y a Mario se asustó.
-Vaya...
-Pero bueno, ya tiene claro que sois unos muy buenos amigos. Os quiere mucho y no hay problema con eso, aunque no se atreve aún a dar el gran paso.
-Ni falta que hace. Elena es muy especial para mí y no quiero poner en riesgo nada con ella. Le quiero muchísimo.
-¿Alguna idea de cómo tratar ese miedo que te ha explicado?
-Pues no lo sé Javi. Te diría que le dijeras todos los días que la quieres, que la cuides, que tengas detalles, que seas transparente con ella, pero es que ya lo haces. Y que alguien se fije en ti no es algo que se pueda evitar. Solo para la situación si ves que la cosa puede ir a algo más. Solo se me ocurre eso, Javi.
-Vale. Gracias por contarme esto y por aconsejarme.
-De nada y perdona de nuevo por lo de esta mañana. No sé qué coño me ha pasado.
-No le des más vueltas Irene. No pasa nada.
-Vale, luego hablamos. A ver si quedamos los 4 para cenar o algo y lo que surja.

Me gustó hablar con Irene, ya volvíamos a ser los mejores amigos que éramos, como bien comprobé por la mañana, pero esos ratos de conversación y confidencias era lo que necesitaba. Ella siempre sabía levantarme el ánimo cuando me pasaba algo malo, ya sea en general o algo del tema de parejas, aconsejándome siempre muy bien y cuidando de mí en general.

Me preocupó un poco que me hiciera esa confesión de lo que le contó Elena. Ya conocía de sobra sus miedos, experimentándolo cuando Ángela volvió a mi vida, con ese comportamiento extraño, maquillándose de más, agarrándome de la mano para llevarme a otro lugar lejos de ella y luego llevándome al baño para echar un polvo. Luego con Sofía, aunque tuvo menos impacto. Y por último con su propia hermana hacía escasos días, cuando tuvo lugar toda esa escena con el topless y con ella diciéndome que las tetas de Noelia eran más bonitas que las suyas. No sabía cómo evitar o poner solución a esos problemas. Como bien dijo Irene, es algo que no puedes evitar, si alguien se siente atraído por ti no puedes hacer nada, por lo que solo me quedaba frenar la situación que se pusiera dar desde el primer momento, sin dar pie a nada, como ya me pasó con Bea.

De nuevo, fue una reflexión rápida para no perder mucho el tiempo y ponerme a trabajar hasta que llegara la hora de comer e ir a casa de Elena. Acercándose el momento avisé en casa, pero mi padre no puso muy buena cara, cosa que no entendí. Me reprochó que no avisaba con tiempo y mi madre preparaba más cómoda de la cuenta. Mi madre rápidamente puso paz diciéndome que no le hiciera caso y que fuera a divertirme y pasar tiempo con Elena. Me fui de mi casa un poco mosqueado por la escenita que tuve por la comida. Al rato llegué a casa de Elena. Como siempre que sabía que iba a ir, me abrió ella y se tiró encima de mí para darme besitos por toda la cara. Yo me reía y se los devolvía una vez entraba y cerraba la puerta, dándole como último un buen beso con lengua antes de entrar al comedor, donde estaba su familia.

-Que se te va a quitar el hambre, mi amor... (dijo bajito mientras reía)
-Contigo es imposible que se me quite el hambre.

Entramos al comedor de la mano saludando a Maribel, quien ya estaba sentada, con dos besos. Los platos ya estaban preparados encima de la mesa y entonces Maribel, llamó a Noelia de una voz, pero no como había hecho alguna vez anteriormente. Fue de manera dulce y con cariño. Apareció Noelia y empezamos a comer. Como de costumbre, la comida estaba tremendamente buena. Elena, Maribel y su abuela tenían mucha mano para la cocina. También empezamos a conversar de varias cosas, aunque yo me mantenía algo distante, tanto por las cosas con las que hablé con Irene ambas veces esa mañana, con ese tonteo algo excedido quizá, como por el mosqueo con el que salí de casa.

M: Javier, ¿qué te pasa?
J: Nada, ¿por qué?
M: Estás muy callado, no pareces tú.
E: ¿Qué te pasa, Javi?
J: Nada, el trabajo.
M: ¿Mucho lío?
J: Sí. Estamos un poco hasta arriba.
E: Joder...
J: Pero que no pasa nada, va.

Maribel puso una pequeña sonrisa y seguimos comiendo, ya participando yo más en la conversación. La que estaba distante era Noelia, que seguía con ese comportamiento tristón desde el miércoles pasado. Me parecía algo serio que llevara así tantos días, pero tampoco es que me molestara. La prefiera así a que estuviera dando por culo, y más delante de su madre. El resto de la comida fue muy bien hasta que acabamos y Maribel me pidió que le acompañara para traer el postre, que había hecho tiramisú.

-Javier. -dijo una vez llegamos ambos a la cocina- Sé lo que te pasa.
-Ah, ¿sí?
-Sí.
-Pues no sé. Ya te he dicho que es por el trabajo.
-A mí no me engañas... (dijo con una ligera sonrisilla)
-No te sigo.
-Lo que te pasa es... -dijo hablando bajito mientras se acercaba a mí- Quieres quedarte a solas con Elena.
-Ah... Pues bueno, no estaría mal.
-Jejeje. Pues claro, niño... (dijo dándome palmaditas en el pecho)
-Pero la cosa está complicada.
-Sí, lo sé. Por eso he pensado en que me voy ir un par de días a lo de mi hermana para estar allí con ella, mi sobrino y mi madre. Así os dejo intimidad y tenéis un sitio para poder... Para estar juntos.
-Ah... Pues gracias, de verdad.
-No hay de qué hombre. Voy a intentar convencer a Noelia, ¿vale? No sé si lo voy a conseguir, mírala como está.
-Ya, ya lo he visto.
-Voy a hablarlo antes con Noelia y luego ya se lo digo a Elena. Venga, vamos.

Regresamos al comedor con Elena y Noelia y nos comimos el postre tranquilamente. Después dije de irme a casa para continuar con mi trabajo. Noelia se fue de inmediato a su habitación en cuanto acabó de comer y me despedí de Maribel, acompañándome Elena a la puerta para despedirme mientras su madre me miraba sonriendo y guiñándome un ojo.

-Mi amooooor...
-Sí, vengo a dormir.
-¡Ay! (dijo eufórica al oírme decir eso)
-Cómo te conozco...
-Siiiii... (dijo dándome un fuerte abrazo)
-Esta noche nos vemos.
-Hoy toca hacer el amor, jejeje.
-Elena, que te va a oír tu madre.
-Me da igual. Soy feliz, ¿qué hay de malo en ello?
-Nada, mi vida. Yo también soy muy feliz contigo. Te quiero.

Elena me miró con gesto serio, como siempre hacía al abrirme yo así. Abrirme de esa manera con ella le tocaba siempre la fibra. Después me dio un beso de esos que parecen de despedida, pero nos íbamos a ver a las pocas horas. Tras ese beso que la dejó medio atontada, me fui a casa para seguir trabajando. Me puse las pilas para hacer bastante, ya que me olía que el siguiente día iba a estar con Elena y poco iba a hacer. Aun así, también pensé en echarme el portátil para trabajar un rato allí. A media tarde me hablo Maribel.

-Hola Javier.
-Hola Maribel. ¿Qué pasa?
-Nada, que ya casi me voy a casa de mi hermana y eso, pero al final no he podido convencer a mi hija Noelia. Lo siento.
-No pasa nada, mujer. Si ya estamos acostumbrados, no pasa nada porque esté ahí con nosotros.
-Ya, pero sé que queréis y necesitáis estar solos...
-Bueno sí, pero no te preocupes, de verdad.
-Vale. Bueno, pues eso, que en un rato me voy, pero no sé qué día volveré. Os dejo al cargo de Noelia, aunque ella ya es muy espabilada para cuidar de sí misma. Me refiero a que me la cuides, que ya sabes como está.
-Por supuesto, no hay problema.
-Gracias, eres un sol.
-Nada, mujer. Si yo soy el primero que quiere pasar tiempo con tu hija.
-Con Elena, ¿no?
-Sí, claro.
-Estoy de broma, jejejeje.
-Vale, jajaja.
-Por cierto, me llevo mi coche, tú tienes el tuyo, ¿no? Por si pasa algo, ya sabes.
-Sí, no te preocupes por eso.
-Pues nada más. Que os lo paséis muy bien 😀
-Muchas gracias.

Me quedé un poco flipando con la conversación que acaba de tener. No parece para tanto, pero es que hablar así con mi suegra después de ver su comportamiento desde que nos conocimos con ese contraste tan grande de personalidad me hizo hasta plantearme si me estaban gastando una broma. Parecía otra mujer. No sabía que le pasaba para estar así de tan buen humor, pero desde luego no me iba a quejar. Parecía haber superado al fin su problema y poco a poco se abría más, mostrando esa conducta tan encantadora con la que no podía estar más contento. Finalmente, no pudo convencer a Noelia para que pudiéramos quedarnos solos. No tenía ni idea de por qué no quería irse con su madre. En mi opinión le hubiera venido bien para despejarse. Creía que le vendría bien salir de su pueblo, en el que no salía para nada de casa porque todo el mundo allí la conocía y casi que no se le acercaba nadie. Solo se me ocurría que no quería salir tampoco por allí porque no quería hacerlo sola y lo mismo le daba cosa conocer a gente nueva.
 
Capítulo 185

En cuento acabé de hablar con Maribel me puse de nuevo a trabajar para adelantar material y tener el día siguiente libre. Al rato me habló Elena.

-Javi, qué ganas tengo de que vengas...
-¿Sí?
-Sí.
-¿Muchas?
-Muchísimas.
-Pues para la cena me tienes ahí.
-Vale, cenamos juntos. Mi madre se va a casa de mi tía. Está por aquí mi hermana, pero no creo que se ponga pesada. Cuando se pone así parece que no está.
-Vale.
-Tráete una muda y te la dejas aquí anda...
-Vale, ahora preparo algo.
-Esta noche ya sabes lo que toca... 😏
-¿Sí? ¿Qué toca?
-¿Te has olvidado? Tenemos que hacer el amor...
-¿Cómo se me va a olvidar? No se me olvida nada de lo que hacemos y lo que me dices Elena. Te tengo grabada en mi cabeza.
-Jo... 🥺🥺🥺
-Jajajajaja.
-Me pongo muy tontorrona cuando me dices esas cosas... 😢
-Lo sé. Pero es que me gusta verte así. Y lo que te digo es verdad, te tengo grabada en mi mente y siempre que me voy a dormir repaso muchos momentos que hemos vivido juntos.
-Ay... Que me vas a hacer llorar...
-Cuando llegue se te van a quitar las ganas de llorar.
-¿Por qué?
-Porque en cuanto te vea te voy a comer a besos y te voy a estrujar. Y después más tarde te voy a hacer el amor durante horas.
-😲
-Te quiero muchísimo Elena.
-Y yo a ti, mi amor 🥰🥰🥰🥰🥰

Que ganas tenía de ir a verla para comérmela a besos. Me encantaba decirle esas cosas y que se pusiera así de blandita.

Seguí trabajando para ir adelantando y poder estar más tranquilo con ella, pero sobre las 8 de la tarde me llegó una notificación de la app que tenía para ver casas. El perfil de una de las que más me gustó había sido actualizado y el precio de su alquiler había bajado considerablemente. En cuanto vi eso me arreglé y preparé todo el papeleo necesario que requería quien la alquilaba y salí pitando hacia allí mientras avisaba por la app que estaba interesado. A los 20 minutos de llegar vino el dueño y me enseñó la casa a fondo. Era perfecta. Grande, con mucho espacio y buenas habitaciones. Un gran salón que prácticamente era la mitad de la casa, dos cuartos de baño, con uno más grande que otro, dos dormitorios y dos habitaciones más que estaban acomodadas para ser como dos despachos. Además, tenía un patio bastante grande, tanto como para poner una buena piscina para el verano. Era perfecta, justo lo que buscaba y bien amueblada.

Ya estaba pensando en hacer mi vida allí junto a Elena, pensando en cada uno trabajando en esos dos despachos que eran prácticamente idénticos, cada uno con su trabajo mientras no hiciéramos nuestra vida en el salón o en el amplio dormitorio. Incluso me imaginé llevando allí a nuestros amigos igual que cuando nosotros íbamos a la suya, con ese otro dormitorio para que se quedaran a dormir. El dueño me explicó que había bajado el precio porque le urgía el dinero, por lo que me pidió pagarle 3 meses como señal de nuestro acuerdo. No me supuso ningún problema, por lo que después de mostrarle el papeleo pertinente para que viera que todo estaba en orden, le pagué y él me dio la llave. Nos despedimos con un apretón de manos y me marché a mi casa más contento que unas pascuas.

Era perfecta aquella casa y estaba deseando contárselo a Elena para que viera que por fin podríamos estar los dos tranquilos sin que nadie nos molestara. Hasta estaba ilusionado con que se viniera a vivir conmigo. Pensé en contárselo aquella misma noche como colofón después de esa noche de cariño que iba a tener lugar. Quería que ella fuera la primera en enterarse, por lo que guardé la llave y preparé una muda en una mochila, junto al portátil y me fui a casa de Elena. Mi madre, encantada, mi padre por el otro lado seguía con el malestar de la pequeña bronca que tuvimos al mediodía y no me echó ni cuenta. Para no ponerme otra vez de mala ostia cogí y me fui a casa de Elena, estaba deseando llegar para estar con ella tranquilamente. Cuando llegué aparqué y me abrió ella, como siempre. Después de un buen beso me llevó al salón de la mano, pero me llevé una sorpresa al entrar.

Se trataba de su amiga Isa. Me pilló un poco a contrapié y no es que me hiciera mucha ilusión verla porque esperaba que estuviéramos más solos, pero aun así puse una sonrisa y la saludé. Ella se levantó del sofá como si tuviera un muelle en el culo y vino hacia a mí para darme dos besos. Puso su mano en mi cintura mientras yo puse la mía en su hombro, inclinándome un poco para los dos besos.

I: ¿Qué pasa, nene?
J: Pues nada, a pasar la noche con mi chica, pero no sabía que estaba acompañada.
E: Es que Isa ha cortado con su novio y ha venido a contarme y a lo tonto hemos echado la tarde juntas.
J: Ah, lo siento.
I: No te preocupes, no pasa nada.
E: Han roto por la distancia.
J: Ah... No sabía.
I: Sí. Yo voy a la universidad a la que iba Elena, pero mi chico, bueno, mi ex va a una ciudad que está muy lejos.
E: Y no se ven apenas.
J: ¿Y eso?
I: Pues porque además de ir a la universidad allí, ha encontrado un trabajo y se ha independizado. Y yo no me puedo permitir estar yendo y viniendo. Y no quiero irme a vivir con él sin estar yo trabajando.
J: Pero eso no tiene nada de malo.
I: No. No me gusta. Y al final la distancia pues apaga la cosa.
E: Isa, perdona por lo que te dije la otra vez.
I: ¿El qué?
E: Lo que te dije en el parque cuando estuvimos hablando las dos solas.
I: No caigo tía.
E: Joder, que cuando me dijiste que no te contaba cosas y te eché en cara que estabas todo el rato de folleteo con tu chico.
I: Ah... No te preocupes, coño.
E: Creía que estabas todo el día con él.
I: Técnicamente lo estábamos, pero a través de la pantalla.
J: ¿Y qué estudias?
I: Filología hispánica.
J: Ah, qué bien.
E: ¿Tenéis hambre? Porque ya son casi las 10. Lo que pasa es que no he preparado nada y me da pereza.
I: ¿Pedimos unas pizzas?
E: Venga.

Esperaba estar más a solas con Elena, pero no fue tan desagradable como esperaba. De hecho, hasta estaba a gusto con la presencia de Isa. Pedimos unas pizzas para cenar y Elena fue a llamar a su hermana, a diferencia de como lo hacía Maribel, se acercó a su habitación y le dijo que viniera con nosotros de manera muy dulce. Estuvimos cenando mientras hablábamos y nos conocíamos mejor, comparando lo que ella estaba estudiando con lo que estudié yo, contándole a qué me dedicaba y lo que pretendía hacer ella. Noelia estuvo más participativa, contestándole a Isa cuando le preguntó que qué tenía pensado estudiar ella y dónde. Le respondió que aún no había decidido nada, que estaba descansando de tanto estudio y que ya vería en agosto qué hacer. Isa le aconsejó que no se durmiera por el tema de la matrícula y demás, pero ella le dijo que lo tenía todo bajo control. Después de cenar nos fuimos al salón, poniéndonos más cómodos para seguir hablando. Noelia se quedó con nosotros para mi sorpresa, pareciendo estar mejor de su bajón, aunque aún se le notaba bastante.

Durante toda la conversación Isa demostró ser muy simpática, lejos de la impresión de chica más pasota y provocadora que me dio la impresión cuando la conocí en el parque por su conversación con Elena que escuché a hurtadillas y por su forma de darme dos besos y mirarme mientras hablábamos. Lo sorprendente vino cuando de pronto dijo:

I: Oye, ¿os apetece jugar a algo interesante?
E: ¿Cómo qué?
I: No sé... ¿Verdad o atrevimiento?
E: Eh... (dijo mirándome)
J: ¿Cómo lo hacemos?
I: Pues fácil. Cada uno vamos haciendo una pregunta o retamos a que alguien haga algo y si no quiere, pues bebe.
E: ¿Pero bebiendo? (dijo mirándome de nuevo)
I: ¿Qué pasa, que tienes que pedirle permiso a tu chico para todo? Jajajaja.
J: No me tiene que pedir permiso para nada, ya es mayorcita para decidir por ella misma. (dije sonriendo mientras la miraba)

Elena sonrió al ver mi gesto y continuó:

E: Ya, pero es que Javi no bebe mucho y a mí no me sienta muy bien el alcohol.
I: Pues lo hacemos con cerveza, que no tiene tanto. ¿Qué dices tú, Noelia?
N: A mí me da igual.
E: Venga, va. Así te animas un poco Noelia. Traigo 4 latas, ¿no?
I: Sí.

Elena fue a por las latas mientras y vino enseguida, con algo para picar también.

E: Pero, ¿Qué tipo de preguntas hacemos y eso?
I: Lo suyo es que sea algo interesante, ¿no? No te voy a preguntar cuál es tu color favorito, jajajaja.
E: Vale, pero... (dijo mirando a Noelia)
I: Venga Elena, si es más espabilada que tú, jajaja.
E: Vale, ¿quién empieza?
Tras echarlo a suertes, le tocó a Elena empezar.
E: Vale. Pues se la voy a hacer a mi hermana. A ver... Noelia, cuando estabas con tu amiga, ¿te hacía sentir lo mismo que un chico?
J: Elena...
E: Tengo curiosidad.
N: Sí. (dijo después de hacer una mueca con la cara)

Elena se acercó a su hermana y le dio un abrazo y un beso en la frente.

E: Es que me daba curiosidad.
N: A lo que placer se refiere, sí. Me hacía sentir lo mismo. Pero yo no me atrevía a hacer nada con ella, era ella la que me lo hacía a mí.
E: Vale, no hace falta que des más detalles.
I: Venga Noelia, ahora te toca a ti hacer una pregunta o retar a alguien a hacer algo.
N: Vale, pues a ti mismo. ¿Con cuántos chicos te has acostado?
I: Mmm... Pues la verdad es que no llevo la cuenta, pero diría que unos 15.
E: Joder...
I: Me gusta disfrutar tía, jajaja. Me toca. Elena, ¿qué fetiche tienes?
 
Capítulo 186

Elena se puso roja como un tomate mirándome mientras yo aguantaba la risa a duras penas. Evidentemente bebió para eludir la pregunta mientras Isa se partía de risa.

I: Joder Elena, que tímida eres... Bueno, pues como has bebido, me toca repetir pregunta. Javi, ¿qué fetiche tienes?
J: A ver... -dije poniéndome un poco rojo- Me gusta que las chicas tengan pelo ahí abajo.
I: Jajajaja. Interesante. ¿Pero mucho?
J: No. Solo en el pubis. Me gusta que tengan pelo, de cualquier manera, pero que esté bien cuidado y sin tener ahí un arbusto. Preferiblemente un triángulo. Me pone mucho que tengan eso.
I: Vaya... Me gusta lo decidido que lo has dicho.
J: Me toca. Isa, ¿cuál es tu fetiche?
I: Jajajaja. Qué cabrón... Pues mi fetiche es ser sumisa. Me pone mucho que me dominen de esa manera en la que casi me humillan y demás.
J: Vaya, no lo aparentas.
E: Es verdad, con lo echada para delante que eres tú.
I: Ya, pero en la cama cada persona es un mundo.
J: Eso es verdad.
I: Me toca. Ya que nos ha tocado a todos responder esta pregunta... Noelia, ¿qué fetiche tienes tú?
N: Poco voy a beber yo... Pues me gusta que me cojan fuerte del cuello y me peguen azotes fuertes en el culo y que me den buenos guantazos en la cara.
I: Uff... Pero, ¿cómo de fuerte en el cuello?
N: Que me ponga roja y me cueste respirar.

Isa se echó a reír mientras todos bebimos porque salvo Elena, todos estábamos respondiendo y las cervezas se estaban poniendo calientes. Pude notar a Noelia mirándome de reojo mientras bebíamos, pero no le eché mucha cuenta.

I: Oye, así es un rollo. ¿Os parece si pagamos una prenda en lugar de beber? Así se pone la cosa más interesante, porque si no...

Elena me miró con algo de nerviosismo y yo le hice un gesto con ma cara para dejarle entender que lo dejaba a su elección. Después miró a su hermana, quien se encogió de hombros con cara de darle igual.

E: Venga, va.
I: Venga, Noelia, te toca.
N: Elena, ¿qué amigo te atrae sexualmente?

Elena abrió mucho los ojos, mirándome de reojo y se quitó su camiseta, quedándose en sujetador mientras Isa reía y yo sonreía.

N: Isa, ¿cuál es tu postura favorita?
I: A 4. Qué fácil... Javi, ¿te atrae Noelia?
J: No. (dije al instante, de manera firme y sin dudar)

Se hizo un silencio un poco incómodo, roto por la risa de Isa.

I: Vaya, bien claro lo tienes. Qué suerte tienes, Elena. Tu chico es muy decidido y parece que fiel.
E: Lo sé. (dijo sonriendo y acariciando mi cara)
J: Isa, ¿Elena te ha contado cosas de nuestra vida sexual?
I: Sí.

Miré a Elena sonriendo mientras ella se ponía un poco roja.

I: Me toca. Va, vamos a darle algo de emoción a esto... Noelia, dale un beso a Javi.

Elena miró a su hermana mientras ésta preguntaba:

N: ¿Qué tipo de beso?
I: Un pico.

Noelia se levantó y vino hacia a mí, dándome un pico, apartando yo rápidamente la cara. Isa reía como lo llevaba haciendo toda la noche mientras Elena lo hacía de manera nerviosa.

N: Elena, dale un beso a Isa.

Elena se levantó y le dio un beso a Isa. Fue un rápido pico, como el mío con Noelia. Verla así me puso bastante, ya que Isa era una chica bastante guapa y estaba bastante buena. Mi polla reaccionó poniéndose morcillona y ya empezaba a notar cierto cosquilleo por los huevos.

E: Isa, dale un beso a mi hermana.

Del mismo modo que Noelia y Elena, Isa se levantó para darle un beso a Noelia. Un pico, pero con algo más de intensidad, riendo después y diciendo que le quería dar más gracia al juego.

I: Javi, dale un beso a Noelia, pero esta vez con lengua.

Esta vez sí que noté a Elena incómoda y evidentemente no quería hacerlo para no darle alas a Noelia, por lo que me quité la camiseta como prenda a pagar por negarme.

I: Vale, pues repito. Elena, ¿usáis juguetes cuando follais?

Elena se volvió a poner roja y se quitó sus pantalones, quedándose en ropa interior, con un conjunto negro. Entonces Noelia se levantó, yéndose hacia la puerta.

E: ¿Qué pasa Noelia?
N: No me gusta este juego, es aburrido. Me voy a dormir.

Noelia se fue a su habitación, cerrando la puerta y dejándonos a los tres solos.

I: Bueno, quedamos nosotros tres. Y podemos hacerlo más interesante ahora que Noelia no está, que sé que eso te cortaba mucho, Elena... Jajaja.
E: Bueno...
I: Me toca de nuevo porque ninguno habéis aceptado. A ver... ¿Qué puedo preguntar...? Ya sé. Javi, ¿hacéis anal?

Vi la cara de Elena de estar pasando vergüenza, poniéndose roja de nuevo. Recordé que cuando escuché su conversación en el parque le oí como le dijo a Isa que lo habíamos hecho así, pero supuestamente yo no lo sabía, por lo que decidí pagar prenda quitándome los pantalones. La cara de Elena era de incomodidad, pero no tan mala como cuando Isa soltó aquella pregunta.

I: Huy... Se pone la cosa interesante. (dijo empinándose para echar ojo a mis calzoncillos)
E: Como te gusta...
I: Ya lo sabes, jajaja. Y una cosa, los calcetines y zapatos no valen, ¿eh? Solo prendas de verdad.
E: Isa...
I: Coño, yo también juego a esto.
J: Venga. Isa, ¿a qué edad perdiste la virginidad?

Ahora era isa la que se puso roja, pasando a quitarse la camiseta blanca de tirantes que llevaba, dejando ver un sujetador blanco de encaje que llevaba. Era muy bonito y dejaba adivinar sus pezones, aparentemente duros al estar marcados, pero poco más. De nuevo noté un cosquilleo por ahí abajo al verla así.

J: Repito entonces. Elena, ¿eres hetero al 100%?

Elena se puso roja y apartó la mirada, quitándose su sujetador, dejando sus preciosas tetas al aire, con los pezones algo endurecidos.

E: No debería hacer esto, a ver si mi hermana va a salir y...
I: No pasa nada Elena, si la oímos le decimos que no venga y listo.
E: Ya, pero...
I: Venga, relájate.
E: Vale...
I: Te toca de nuevo, Javi.
J: Isa, ¿has tenido alguna experiencia lésbica?

Isa se levantó, quitándose sus shorts que dejaban ver parte de los cachetes de su culo, enseñando el tanga de hilo de color negro que llevaba puesto, mostrando ese culo respingón y redondo que tenía. Tuve que apartar la mirada porque me estaba poniendo cachondo y mi polla estaba reaccionando de más al verla así. Para evitar que la cosa fuera a más, le hice mi pregunta a Elena.

J: Elena, ¿has fingido algún orgasmo conmigo?
E: No. Vaya pregunta... Jejeje. Imposible contigo mi amor.
I: Uff... ¿Tan bueno es?
E: No lo sabes bien...
I: Venga Elena, te toca.
E: Isa, ¿has tenido algo con Alejandro?
A Isa se le cambió un poco la cara y echó mano a su espalda para quitarse su sujetador.
J: Espera. Elena... (dije mirándola para ver si todo estaba bien)

Elena me hizo un gesto con la cara para tranquilizarme, haciendo otro gesto con la mano a Isa para que se lo quitara. Así lo hizo ella, dejando sus tetas al aire. Eran muy bonitas, más grandes que las de mi chica. Redondas y bien puestas, con unos pezones normalitos de color rosa algo oscuro, bastante apetecibles. Los tenía duros, al parecer por la excitación, porque también estaba roja.

E: Repito. Isa, ¿te fallarías a Javi?
I: Sí. (dijo de manera rápida y concisa)
E: Vaya, que decidida.
I: Hija, tu chico está muy bien y estoy necesitada... Jajajaja.
E: Jajaja.
I: Me toca. Javi, ¿me fallarías tú a mí?
J: Pfff... (resoplé mirando a Elena)
E: Jajaja. Javi, si no quieres contestar, ya sabes...
J: ¿No te importa?
E: Es un juego. Hay que pagar.
I: Muy bien Elena.

Estaba en un aprieto importante. Si contestaba que sí, podía molestar a Elena y no quería eso. Si contestaba negativamente, Isa se podría molestar por el rechazo y si me desnudaba quitándome los calzoncillos, Isa me vería la polla, la cual estaba dura como una piedra por la situación y ver así a Isa. Finalmente me desnudé, bajando mis boxers, saltando mi polla como un resorte. Elena se rio al verla salir así e Isa se quedó sorprendida por lo que veía, resoplando.

I: Madre mía nene, pero, ¿qué tienes ahí?
J: Pues una polla, como cualquier hombre, jajaja.
I: Como cualquier hombre dice... Joder Elena... No mentías, ¿eh?
E: Jajajaja.
I: Pues Javi, has perdido, estás eliminado. Solo quedamos Elena y yo... (dijo mientras no quitaba ojo de mi polla)
E: Venga, pregunta.
I: ¿Le has comido el coño a otra chica?
E: No. Me toca. ¿Te han roto el culo?
I: Sí. ¿Te haces dedos y le mandas fotos o vídeos a Javi?
E: Sí. ¿Te lo tragas cuando te lo echan en la boca?
I: Sí.

Aquello era una lucha en toda regla. Ambas disparaban sus preguntas sin pestañear, produciéndose una especie de pique, pero sin malos rollos. Era un espectáculo digno de ver y a mí me tenían muy cachondo por verlas a ambas en tetas y con esas preguntas tan directas, las cuales imaginaba, haciendo que mi polla se mantuviera durísima durante todo el rato. Me moría de ganas por tocarme, pero me aguantaba, cerrando los puños con fuerza.

I: No quieres perder, ¿eh?
E: No, jajaja.
I: Pues yo tampoco. Elena, ¿te atreves a chupársela ahora mismo?
 
Capítulo 187

La cara de sorpresa de Elena solo se vio superada por la mía. No daba crédito a lo que acababa de decir Isa y miré a Elena.

E: Isa, tía...
I: Es un juego. O lo haces, o pierdes. Pero si lo haces, quiero verlo bien.
E: Pfff... Va.

Elena se acercó a mí y se puso de rodillas, para coger mi polla con su mano y pajearla mientras miraba a Isa. A los pocos segundos Elena me miró sonriendo y empezó a chupármela, metiéndosela en la boca poco a poco mientras lanzaba un pequeño gemido.

I: ¿Te gusta cómo lo hace Javi?
J: ¿Tú qué crees...?

Después de unas cuantas lamidas y chupadas, Elena se la metió entera en la boca, aguantando unos segundos, sacándola para dar un par de chupadas más y acabar con un beso en mi polla con mucho cariño. Isa se quedó pasmada, con la boca abierta.

E: Me toca. A ver... Ya sé.

Elena se puso su camiseta, asomándose al pasillo para ver si Noelia estaba por ahí. Se giró y dijo que ya venía. A los pocos segundos volvió y se sentó, quitándose de nuevo la camiseta.

E: Isa, ¿te atreves a meterte esto? (dijo sacando el dildo que le regalaron Irene y Mario)
I: Ostia...
J: Pero Elena...
E: No quiero perder. Y nos lo estamos pasando bien, ¿no?
J: Elena, ¿estás segura?
E: Sí, mi amor. (dijo guiñándome un ojo)
I: Venga.
E: ¿De verdad? (dijo con cara de sorpresa)
I: Yo tampoco quiero perder. (dijo con una sonrisa maliciosa)

Isa se levantó y fue hacia Elena para coger el consolador, mirándolo con ganas. Estaba sonrojada. Sacó un condón de su bolso y se lo puso al dildo. Elena e Isa estaban nerviosas. Isa por obvias razones, ya que iba a meterse eso por el coño delante de su amiga y del novio de ésta. Elena estaba como inquieta y se sentó a mi lado, poniendo su mano en mi muslo. Yo estaba también nervioso, pero muy expectante, con un morbo increíble esperando ver qué pasaba. Miraba a Elena para ver si estaba bien y para mi sorpresa lo estaba.

Isa empezó a lamer el dildo, metiéndoselo en la boca para apretar con sus labios, empezando a mamar ese objeto inerte, aunque bien detallado.

I: Elena, ¿estás segura de que quieres que lo haga? Me va a ver el coño...
E: ¿Estás tú segura de hacerlo? ¿O te da vergüenza? ¿Te rindes?
I: La llevas clara.

Entonces Isa se abrió de piernas mientras seguía mamando el dildo. Empezó a tocarse por encima del tanga mientras gemía ligeramente, mirando mi polla y cerrando sus ojos después. Se estaba calentando, aunque yo apostaba a que ya lo estaba.

E: Estamos locos... (dijo susurrándome mientras jugaba con mi oreja)
J: Sí. ¿Quieres parar?
E: No. No quiero perder.
J: Vale.
E: Como salga mi hermana y nos vea así, me muero.
J: Tranquila.
E: ¿Estás cachondo?
J: Mucho.
I: Allá voy.

Ambos la miramos. Isa se apartó el tanga a un lado, mostrando ese precioso coño que tenía. Totalmente depilado, algo alargado, con unos finos labios de color carne. Se lo empezó a acariciar con el dildo, pasándolo por toda su raja, centrándose más en su clítoris. Al poco de estar jugando así, se puso la punta en su agujerito para ir haciendo presión e ir metiéndoselo. Lanzó un pequeño gemido que reprimió para no alertar a Noelia. Su cara de placer era increíble, sonrojada, empezado a sofocarse. Lanzaba alguna mirada a Elena para ver que todo estaba bien, pero en quien más se centraba era en mí, mirándome a los ojos y a mi polla. Elena se dio cuenta de mi estado, cogiendo mi polla para menearla mientras me miraba con cara de vicio. Nos dimos un beso entre risitas, ganando intensidad la paja que me estaba haciendo. Para cuando miramos a Isa, ella ya estaba follándose muy rápidamente, metiéndose el dildo con suma rapidez mientras agarraba sus tetas, con tirones de pezones y jugando con su clítoris por momentos. Reprimía sus gemidos y cuando parecía que iba a correrse por los espasmos y la forma que tenía de retorcerse, paró.

I: Bueno, ya está. Creo que ya es suficiente.
E: Vale. (dijo dejando de pajearme)
I: Elena... Me toca. (dijo con una cara de vicio y de intenciones maliciosas)
J: Huy... (dije bajito)
E: A ver, ¿qué tengo que hacer ahora?
I: Te propongo ver como se la chupo a Javi.

Elena abrió mucho los ojos, quedándose parada al oír a su amiga pedirle eso. Yo miraba con algo de miedo por como se lo pudiera tomar Elena y con morbo. Estaba muy cachondo y su amiga Isa estaba muy buena. Si a Elena no le importaba, yo no me iba a negar en ese momento por el morbo y lo cachondo que estaba.

E: Tú ganas. Se acabó el juego.

Se hizo un silencio incómodo mientras nos mirábamos todos. Isa fue quien lo rompió.

I: Bueno, pues he ganado. Te tienes que quitar lo que te queda de ropa.

Elena se levantó con una sonrisa en su cara y se quitó sus braguitas, dejándolas junto al resto de su ropa y la mía.

I: Vaya, pues parece que Javi tiene su fetiche muy a mano. Qué mono lo tienes, jejeje.

Elena se sonrojó un poco mirándome con ojitos.

I: Bueno, ¿y cuál es mi premio por haber ganado?
J: ¿Premio?
I: Claro, tendré que tener un premio, ¿no? Si no, ¿para qué hemos jugado?
E: Isa, a ver qué vas a decir...
I: Tranquila Elena. No voy a pedir que me dejes que me lo folle ni nada, ya me ha quedado claro que no quieres que lo toque por como ha acabado el juego.
E: ¿Entonces?
I: Pues, como nos estáis desnudos... He pensado en que me dejéis veros follar.
E: Tía...
I: Elena, con todo lo que me has contado de las cosas que te hace y demás y ahora viéndole la polla, que vaya tela, por cierto, pues quiero verlo...
J: ¿Te van las chicas entonces?
I: Mmm, no. Me van las pollas como la tuya.
J: Elena, ¿qué hacemos?
I: ¿Pero por qué tenéis que pediros permiso para todo? Jajajaja.
J: Para mí lo principal es que ella esté cómoda. Si no lo está, no se hace.
E: Isa, me da mucho corte y mi hermana está aquí mismo. Como me vea follando y contigo delante me da algo.
I: Pues vamos a tu habitación.
E: Joder... Es que hoy no teníamos pensado hacer lo que alguna vez te he contado que hacemos...
I: ¿Por qué?
E: Hoy iba a ser con más cariño y quiero que sea a solas.
I: Os propongo una cosa.
E: ¿El qué? A ver...
I: Este sábado monto una fiesta en mi casa con todas porque mis padres se van a la playa.
Os venís y cuando se vayan todas, pues tranquilamente y sin que nos moleste nadie se hace y yo os veo.
E: Pfff...
J: Elena, si no quieres, no se hace, punto.
I: Venga tío, si a ti te va la fiesta por lo que me ha contado. Seguro que estás deseando.
J: A mí me da lo mismo follármela en tu casa, aquí o en la mía, la verdad.
I: ¿No te da morbo?
J: Eso no importa. Si Elena no quiere, no se hace. Lo siento.
I: Va, Elena... Me lo debes. He ganado.
E: Bueno, estamos a lunes, hasta que llegue el fin de semana todavía quedan unos días. Déjame que me lo piense y luego te digo.
I: Vale...

Todos nos vestimos e Isa nos dio dos besos a cada uno y se fue a su casa. Elena y yo nos mantuvimos en silencio y nos fuimos a su habitación, pasando antes por el baño por turnos. Yo me fui a la habitación para esperarla mientras pensaba en todo el juego que acabábamos de hacer. Ya estaba más tranquilo, sin estar empalmado ni nada, pero el morbo lo seguía teniendo. Me fascinó lo rápido que se soltó Elena con su amiga teniendo en cuenta que con Irene y Mario le costó bastante. Quizá era porque Isa no tenía interés en ella mientras que nuestros amigos sí que la veían de esa manera, con deseo. Elena llegó a la habitación mientras yo le daba vueltas a eso, con una sonrisilla en su boca. Se acercó a mí y se puso sentada sobre mis muslos, acariciándome la cara.
 
Capítulo 188

-Mi amor, espero que lo se te haya olvidado lo que toca ahora...
-Ya te lo he dicho. No se me olvida nada.
-Ay... -dijo suspirando- Cómo me gustas...
-Y tú a mí.

Elena me dio un buen beso mientras me acariciaba el pelo que interrumpí porque no podía dejar de pensar en lo que había pasado minutos antes.

-Oye Elena...
-Dime.
-¿Lo de antes?
-Sabía que me ibas a preguntar, jejeje.
-¿Entonces?
-Nada Javi. Tengo mucha confianza con Isa. La conozco desde que éramos pequeñas y hablamos muchísimo. Y también me he venido a arriba mucho.
-Ya he visto. Con Mario e Irene nos costó mucho y con ella a las primeras de cambio todo esto.
-¿Te molesta?
-Sabes que no. Pero estoy impresionado por cómo ha fluido todo. No esperaba que te hiciera gracia que me viera desnudo y que la viera yo a ella así. Incluso te has animado a comérmela un poco.
-Sí, por eso digo que me he venido a arriba mucho...
-¿Pero todo bien?
-Sí, mi amor.
-Ya sabes. Si no quieres...
-Sí. -dijo sin dejarme acabar- Lo sé, Javi. Y no sabes cómo te agradezco que me cuides tanto. Pero sé que te gusta jugar y sinceramente, a mí también. Está bien hacer una locura de vez en cuando, ¿no crees?
-Sí, pero con cabeza. No quiero que nadie salga escaldado.
-Sí, mi amor. Tranquilo. Y ahora vamos a hacer el amor, que estoy caliente.
-¿Estás mojadita?
-Sí. Me ha dado morbo todo esto.

Elena y yo nos fundimos en un largo beso acompañando de caricias, que solo se vio interrumpido al quitarnos la ropa para quedarnos totalmente desnudos y también cuando Elena se acercó a su portátil para poner música para el momento. Retomamos ese beso tan lento y sentido mientras nos palpábamos, apenas rozando nuestras pieles. Por momentos se nos erizaba la piel, con algún escalofrío por ese roce tan leve, ocasionando cosquillas, con unas risas muy agradables. La cosa poco a poco fue a más y en vez de hacernos sexo oral por turnos como solíamos hacer, hicimos directamente un 69 para lubricarnos bien e ir calentando, empezando a darnos placer. Después de un rato comiéndonos el uno al otro, llevando cuidado de no hacer que el otro se corriera, pasamos a hacer un misionero, su postura favorita. Nos mirábamos a los ojos mientras la penetraba con mucho cariño y nos besábamos. Ligeros gemidos salían de nuestros cuerpos, amortiguados por la música que puso Elena.

De la misma manera que con ese sexo oral que habíamos tenido hacía escasos minutos, llevábamos cuidado de no hacer que el otro se corriera. No variamos de postura para nada, tirándonos así mucho rato, tanto que se hizo de madrugada y ya nos costaba controlar nuestros inminentes orgasmos. Elena no paraba de acariciarme la cara mirándome fijamente a los ojos con esa respiración entrecortada mientras yo la penetraba simplemente con el movimiento de contraer mis glúteos hasta que ya no pudo más y se empezó a retorcer mientras no paraba de decir mi nombre en susurros, alternándolo con "te quieros". Su orgasmo provocó el mío al tener lugar esas contracciones en su vagina que hacían que mi polla quedará atrapada y estrujada en sus entrañas. Yo también le susurraba que la quería sin parar hasta que calló dormida después de liberar esa tensión y relajarse. Con cuidado me salí de ella, habiendo cogido antes papel y toallitas que tenía en su mesita para limpiarle bien mi corrida con cuidado de no despertarla.

Una vez acabé de limpiarla me levanté para quitar la música de su portátil y apagarlo. Me di la vuelta y ahí estaba ella. Dormidita, tan preciosa con sus mejillas algo sonrojadas. De nuevo fui al baño para lavarme la cara y después fui a la cocina para beber agua. Cuando me di la vuelta para salir de la cocina y volver a la habitación me encontré a Noelia en la puerta, en pijama, pero con sus gafas puestas.

-¿Qué pasa ahora? ¿Ya vas a empezar?

Noelia no respondió, simplemente se giró para cerrar la puerta de la cocina.

-Noelia, no quiero otra de las tuyas...
-Javi... -dijo de manera bajita y triste, con la cabeza agachada- ¿De verdad no te parezco atractiva? (siguió con la voz ya quebrada y levantado su cabeza para mirarme)
-Noelia, ¿a qué viene esto?

Entonces Noelia rompió a llorar. Me sentí muy mal al verla así, aunque tampoco lo llegaba a entender con todas las que me había hecho. Lo único que se me ocurrió fue ir hacia ella para darle un abrazo. Ella se abrazó a mí con fuerza, aumentando el llanto. No sabía qué hacer para que se calmara. Solo se me ocurrió sentarla en una de las sillas frente a la mesa en la que desayunábamos y servirle un vaso de agua, sentándome yo frente a ella, cogiéndole las manos.

-Noelia, ¿qué te pasa?
-Javi, ¿de verdad no me ves atractiva? (dijo una vez pudo serenarse de su llanto)
-Noelia, ya sabes de sobra lo que hay...
-Es que... Que dijeras que no te atraía de esa manera y luego como te has apartado cuando te he dado un pico...
-Pero es que ya sabes lo que pasa. ¿Por eso te has puesto así? ¿Tan importante es que tú y yo...?
-Ay... (dijo en forma de suspiro)
-Noelia, no me digas que...
-No Javi. No es lo que piensas.
-¿Entonces?
-Javi, es que me siento muy sola... (dijo rompiendo a llorar de nuevo)

Igual que antes, le cogí las manos para que no se sintiera tan mal y le di el vaso para que bebiera agua y se tranquilizara.

-Pero a ver... ¿por qué te sientes así?
-Porque noto que no le gusto a nadie. Nadie quiere estar conmigo.
-Noelia, ya hemos hablado esto muchas veces.
-Sí. Lo sé. Es por mí, pero es que ya parece que no puedo hacer nada. Siento que no le importo a nadie. Me siento muy sola. Es un sentimiento muy malo, no quiero sentirme así...
-Pero es que eso no es verdad, Noelia. Tu madre, tu abuela, tu hermana y tu padre te quieren. Ellos siempre van a estar ahí para cuando los necesites. No estás sola.
-¿Y tú?
-Noelia, me lo has puesto muy difícil. Así no te puedo querer. Pero tampoco quiero que estés así.

Noelia no dijo nada más. Se limpió sus lágrimas, frotándose después sus ojos bastante, se puso de nuevo sus gafas y salió de la cocina. Yo me quedé ahí sentado medio desconcertado con lo que me acababa de pasar. En mi vida me había enfrentado a una situación así. No me podía creer que la persona que más me estaba haciendo la vida imposible pudiera despertar esa lástima y pena en mí. Era algo desagradable de ver como se ponía Noelia cuando estaba de bajón, aunque que no hiciera absolutamente nada cuando estaba así. Esta vez sí que me llegó a tocar la fibra, pero no tenía ni idea de qué hacer para ayudarla. Ya pensaría si podía hacer algo para que no se sintiera tan mal al menos.

Después de estar un rato en la cocina pensando sobre ese tema, aunque sin llegar a nada en concreto, regresé a la habitación de Elena. Seguía conforme la había dejado, en la misma postura, dormidita. Me tumbé en la cama de lado, mirándola, pensando en lo diferentes que eran ella y su hermana. ¿Cómo podía ser aquello? Elena era la mejor persona que había conocido en mi vida y Noelia... Prácticamente era la peor. Faltan adjetivos para describir a Elena y sin ninguna duda son todos son positivos, pero es que con Noelia era justo lo opuesto. No me entraba en la cabeza como podía ser así de egoísta, tanto que no le importaba hacerle daño a su propia hermana para echar un buen rato. Era algo que se escapa a mi conocimiento. Así me dormí después de un rato viéndola dormir a ella de esa manera tan plácida.

El despertar fue muy dulce. Elena me estaba acariciando la cara, echada sobre mi hombro, dándome besitos por la zona mientras murmuraba.

-Buenos días, amor mío.
-Ojalá despertar así todos los días de mi vida.
-Ojalá dormir todos los días contigo.

Sonreí pensando en decirle lo de que ya tenía una casa a la que poder irme a vivir y poder empezar a hacer ahí nuestra vida, pero ella se me adelantó, empezando una conversación seria.

-Javi... -dijo incorporándose, quedando sentada con sus piernas cruzadas- Me gustaría hablar de lo de anoche.
-Claro. (dije incorporándome como había hecho ella, algo alarmado)
-A ver... Es que...
-¿Todo bien?
-Sí, claro que sí, mi amor. Pero me gustaría aclarar algo.
-Dime.
-Bueno, lo primero que quiero hacer es preguntarte si a ti te parece bien que llegara tan lejos.
-¿Y esto?
-Pues porque tú siempre cuidas de mí en ese aspecto. Siempre estás pendiente de si yo estoy cómoda, de si quiero seguir con el juego, de si quiero llevarlo más allá y... Pues que yo ni siquiera te pregunté. Me dejé llevar sin tener en cuenta tu opinión.
-Ah... No tiene importancia. Ya sabes lo que yo pienso sobre todo eso.
-Ya, pero no es justo que tú estés tan pendiente y yo no. ¿Y si hay algo que te incomoda y no me doy cuenta? Pues no.
-Bueno, si pasa eso, yo te aviso. No te preocupes.
-Vale. Otra cosa. Lo de cuando mi hermana me preguntó que qué amigo me atraía sexualmente y no respondí...
-Ah, no pasa nada.
-Es por Mario. Me atrae físicamente y eso. ¿Te molesta?
-No. Lo veo normal con todo lo que hacemos. No me molesta. Es lo que me pasa a mí con Irene. Ya te diste cuenta hace mucho por cómo nos mirábamos por el morbo del momento.
-Vale, bien.
-Yo quería aclarar también algo. Lo de cuando Isa me preguntó si me gustaría follármela y no respondí...
-Ah, no te preocupes. Sé que Isa es muy guapa y tiene muy buen cuerpo. Tengo ojos en la cara, jejeje. Entiendo que te atraiga, y no lo digo menospreciándome, de verdad Javi, no pienses que estoy yendo por ahí. Me duele hacerte daño y sé que cuando pienso así te lo hago.

Le di un beso a Elena como agradecimiento por preocuparse tanto por mí y seguí:

-Pues eso, que no respondí por si a ti te molestaba que dijera que sí y por si ella se sentía rechazada al decir que no. Por eso opté por pagar prenda, aunque eso significaba quedarme desnudo, pero la manera en la que me hablaste me tranquilizó bastante y por eso lo hice.
-Claro, mi amor. Era un juego, jejeje.
-Muy bien, mi vida.
-Otra cosa que quería aclarar. Lo de cuando me preguntaste si era 100% hetero y no respondí. A ver... Yo me considero heterosexual, pero a raíz de todo lo que hacemos con Irene, pues no puedo evitar pensar en que no lo soy del todo. Tampoco es que me considere bisexual, pero...
-No pasa nada Elena. Sé lo que te pasa. No te gustan ni atraen las chicas, pero sientes mucha curiosidad cuando juegas con Irene. Te gusta lo que te hace y te dejas llevar y no hay nada de malo en ello.
-Exactamente. No me siento atraída por ninguna chica, ni me he sentido nunca atraída. No me fijo en ninguna, ni si quiera en Irene cuando no estamos jugando. Pero una vez empezamos con el tonteo y demás pues me dejo llevar. Me lo paso muy bien con todo lo que hacemos, disfruto con como me toca y eso y te veo tan cómodo a ti que me contagias esas ganas.
-Claro, mi vida. Ya lo sabes, que para mí eres lo más importante. Si estás cómoda, genial. Yo disfruto mucho contigo, ya sea solo o en compañía. Pero si no estás cómoda, no se hace nada. Solo te pido eso, Elena. No quiero que te veas forzada a hacer algo que no quieres hacer solo por contentarme a mí.
-Vale, mi amor. También te quería preguntar por si te pareció mal haberlo llevado tan lejos.
-Mmm...
-Es que me dejé llevar. No sé si hice bien en chupártela delante de ella, de proponerle que se metiera mi consolador... Creía que diría que no. Me dejé llevar por el morbo y no quería perder.
-No pasa nada Elena. Es normal. En situaciones así es difícil controlarse.
-Sí, lo es.
-Pero bueno, al final no fue tan mal la cosa. Ninguno se puso incómodo ni nada.
-¿Y qué te parece lo que nos pidió por haber ganado?
-Pues no sé Elena...
-Yo... Es que...
-¿Qué pasa?
-Pues que le he contado varias cosas de las que hacemos. Javi, entiéndeme, he descubierto muchísimas cosas contigo que ni siquiera sabía que existían y pues como en mi grupo de amigas es muy normal que se hable de esto, pues yo también he empezado a hablar ahora que por fin tengo una vida sexual interesante.
-No pasa absolutamente nada, cariño. Lo entiendo perfectamente.
-Pues bueno, resulta que parece que le ha entrado mucha curiosidad y yo no sé qué hacer...
-No sé Elena. Depende de ti. Haremos lo que tú quieras.
-¿Tú quieres?
-A mí me da igual. Lo importante es que voy a disfrutar de ti. Y eso lo puedo hacer aquí, en mi casa o en la de tu amiga, aunque esté ella delante.
-No sé qué hacer...
-A ver, no te has negado en rotundo. Eso es que algo de morbo te da, ¿no?
-Pues sí. Quiero que vea lo que tengo para mí. Quiero que vea como me das placer, como me matas de gusto. Quiero que vea la suerte que he tenido al poder conocerte así.
-Joder...
-Es que Javi, estoy tan encantada contigo que me gusta presumir de novio.
-Jajajaja. Pues como tú quieras, mi vida.
-Lo pensaré estos días.

Al final con la conversación tan seria que surgió donde aclaramos tantas cosas, se me pasó decirle lo de la nueva casa que había alquilado. Nos levantamos para desayunar y nos encontramos a Noelia, aún triste. Su hermana le preguntó, pero ella no soltaba prenda. Elena estaba preocupada por verla así e intentó animarla y sonsacarle qué le pasaba. No lo consiguió, Noelia le quitaba importancia achacándolo a que aún le dolía lo de su amiga. Yo me sentía un poco mal por conocer su situación y no poder ni saber qué hacer para ayudarla. Me era extraño conocer su problema y que no se lo contara a Elena. Estaba claro que, por su conducta hacia ella y su hermetismo sobre sus problemas más íntimos, algo le pasaba para no querer apoyarse en ella. Elena le dio un abrazo muy fuerte para intentar consolarla, diciéndole que la quería mucho y que podía contar con ella para lo que quisiera y necesitara. Noelia no dijo nada, simplemente se levantó una vez acabó de desayunar y se fue a su habitación de nuevo.

Elena y yo nos fuimos al salón. Ella me contaba que no le gustaba nada ver a su hermana así. Aunque le jodiera lo borde que era casi siempre, prefería verla así que con esa tristeza que arrastraba desde hacía días. Incluso me llegó a contar que le dolía que fuera así de cerrada, sin llegar a apoyarse en ella cuando lo necesitaba. Yo le quité importancia diciéndole que se trataba de la edad y que ya vería como dentro de poco la cosa cambiaría al irse de casa para seguir sus estudios. Una vez calmada la situación, intenté decirle lo de la casa, pero entonces Elena recibió una llamada que cambiaría mucho las cosas.
 
Capítulo 189

-Ya está Isa llamándome para preguntarme, seguro.
-Bueno, dile que necesitas tiempo para pensarlo.
-Ah, pues no. No es Isa. No conozco el número.
-Pues cógelo, a ver quién es.

Elena descolgó el móvil y empezó una conversación de la que yo no me enteraba de nada. Parecía sería por su expresión. Miraba con algo de inquietud hacia varios sitios, sin mirarme a mí. Asentía y lanzaba alguna palabra, generalmente monosílabos. Pidió un momento a la persona con la que estaba hablando, yéndose a su habitación y volviendo a los pocos minutos. Se sentó en el sofá, derecha, con su otra mano en su rodilla, continuando esa conversación tan rara desde mi perspectiva. Elena solo se comunicaba en monosílabos que salían de su boca después de largos intervalos de tiempo mientras yo solo oía un murmullo desde el auricular de su móvil. De vez en cuando lanzaba alguna palabra con más construcción silábica, pero no me daba para entender de qué se trataba. De pronto, mientras seguía hablando, me miró fijamente. Hasta me asustó la manera en la que lo hizo. No sabía que estaba pasando y me empecé a poner nervioso. Al fin colgó, dejando su móvil sobre la mesa que teníamos enfrente, volviendo a sentarse, poniendo sus manos sobre sus rodillas.

-Elena, ¿qué pasa?

Elena me miró fijamente, con cierto nerviosismo.

-Me han ofrecido un trabajo.
-¡Oh! ¡Enhorabuena, mi vida! (dije dándole un fuerte abrazo)
-Es de lo mío.
-Estoy muy orgulloso de ti. Ya verás como todo va genial.
-Javi, es en otra ciudad. Tengo que irme a vivir allí.

Elena estaba seria, visiblemente nerviosa.

-¿Y cuándo nos mudamos?

A Elena se le iluminó la cara, cambiando su expresión de una manera como nunca antes había visto en ella. Su respuesta fue darme un abrazo enorme y empezar a darme muchos besos por toda la cara.

-Ay, Javi.
-Cuéntame, ¿qué ha pasado?
-Pues resulta que la empresa que me acaba de llamar está buscando a gente para contratar y han llamado a la universidad a la que he ido y han preguntado. Y les han hablado muy bien de mí. Que si he sido una de las mejores de mi promoción, que si soy muy trabajadora, que si soy muy activa, agradable, alegre, buena compañera...
-Y es que lo eres, mi vida. Estoy muy orgulloso de ti.

Elena parecía una niña pequeña en Navidad. Era alegría pura. Estaba eufórica, hasta temblando de felicidad y emoción.

-No me lo puedo creer. Que están buscando a personas que acaban de salir de la carrera para instruirlas y que cojan experiencia y así darles una oportunidad para que se puedan ir curtiendo, para incentivar el empleo a jóvenes.
-Me alegro mucho Elena, de verdad.
-Lo sé, mi amor. (dijo con sus ojos vidriosos)
-Va, no llores, por favor.
-Estoy un poco nerviosa. Es que me he asustado cuando me han dicho que era en otra ciudad, creía que estaríamos lejos.
-Yo contigo me voy al fin del mundo si hace falta.
-¿Sí?
-Pues claro, mi vida. No tengo problema en irme contigo. Yo no tengo nada que me ate a mi casa. Por suerte mi trabajo lo puedo hacer desde donde quiera. Solo me importa una cosa, y eres tú.

Elena empezó a llorar, abrazándose a mí con todas sus fuerzas, pasando a besarme mientras apretaba mi cara con sus manos. Una vez se tranquilizó, seguimos hablando.

-Ay... Que contenta estoy.
-¿Dónde es?
-En la ciudad donde he estudiado.
-Ah, bueno. Entonces no está tan lejos.
-Ya, pero nos vamos a ir de aquí.
-Bueno, no te preocupes, ya verás como no va a pasar nada.
-Lo sé. Con tenerte a ti, me sobra.

Se me puso una sonrisa tonta al oír eso, mirándola como estaba con sus ojos que desbordaban alegría y emoción. Nos dimos otro beso y me empezó a contar de qué se trataba el trabajo. Llegamos a la conclusión de que había que aprovechar porque no es nada fácil encontrar un trabajo de lo que has estudiado habiendo acabado la carrera hacía nada. Así que se nos pasó la mañana organizando cosas, ya que en una semana empezaba el trabajo, justo al entrar en agosto y teníamos que mirar casas, preparar la mudanza y demás. Estábamos hablando en la habitación de Elena de varias cosas relacionadas con este tema y apareció Noelia preguntando si no teníamos pensado comer, que ella se iba a preparar algo rápido y que si queríamos algo. Iba a responder yo, pero Elena se me adelantó diciéndole que ya íbamos y que ha hacía ella algo.

-Javi, no cuentes nada, por favor.
-Em... Vale. ¿Por qué?
-Quiero hacerlo yo y cuando venga mi madre.
-Vale, sin problema.
-Es que sé cómo me voy a poner y tengo que ir haciéndome al cuerpo. Ya sabes...
-Claro. Lo que necesites, aquí estoy.

Elena sonrió y me dio un fuerte abrazo. Estaba muy ilusionada, aunque notaba ya esa oleada de tristeza por momentos. Ella sacudía su cabeza para sacarlo de su mete y sonreír por lo que podía ver. Tenía miedo. No quería que se pusiera como se puso cuando estuve fuera. Me mantenía optimista, diciéndome que no era lo mismo, que estábamos relativamente cerca para poder visitar a todo el mundo muy de seguido y que haría todo lo que estuviera en mi mano para hacérselo más llevadero, pero el temor seguía ahí.

Fuimos a comer, preparando ella algo mientras Noelia y yo le ayudábamos y comimos los tres tranquilamente. En cuanto acabamos de comer Noelia se fue al salón, volviendo nosotros a la habitación de Elena para seguir con nuestras cosas. Ya bien entrada la tarde me llamó mi madre algo alarmada porque había llegado una carta del banco con el extracto de la operación que hice el día anterior. Estaba muy nerviosa y no podía explicarle de qué se trataba delante de Elena, por lo que la tranquilicé como pude y le dije que iba para allá de inmediato para aclararlo.

-¿Qué pasa, Javi?
-Por lo visto ha habido un error en mi cuenta bancaria y me han cargado algo que no he hecho. Voy a mi casa para hablarlo con mi madre y llamar para que lo arreglen.
-Vale, pero... ¿Vienes a cenar y a dormir? (dijo con una voz dulce)
-Pues claro Elena. En cuanto acabe, vengo.

Elena puso una sonrisa muy bonita en su cara y me abrazó, besándome con mucho cariño.

-Mmm... Qué cariñosa...
-Claro. Por fin vamos a vivir juntitos y tranquilitos. Qué ganas tengo, mi amor...
-¿Sí? ¿Te hace ilusión?
-Mucha. Estaba deseando poder vivir contigo. Te quiero como a nadie.
-Elena, eres lo más especial que me ha pasado nunca.

Elena apretó su abrazo y me dio más besos aún, viendo que alguna lágrima se escurrió por su cara. Le di un beso en la frente y un pellizquito en la mejilla, limpiándole las lágrimas. Le dije que enseguida volvía y me monté en el coche para ir a mi casa.

Por el camino me puse a pensar en el marrón que tenía encima ahora con lo de la casa que había alquilado. Tenía un contrato para vivir en una casa y ahora me iba a ir fuera. Tenía que pensar en la forma de librarme de aquello, porque era un gasto grande que no me daba ningún beneficio. Y también le di vueltas a lo que me acaba de decir Elena que tenía muchas ganas de irse a vivir conmigo. Joder, justo ahora que se lo iba a pedir había surgido esto... Pensé en no decirle nada para no hacerla sentir mal, al igual que hice con el trabajo que me ofrecieron fuera. No quería hacerla sentirse mal al rechazar esas cosas por ella. Bastante tendría con despedirse de todos como para darle yo más cosas de las que preocuparse y ponerse mal.

Pensando en todas esas cosas, llegué a mi casa, encontrándome a mi madre con rostro de preocupación. En cuanto me vio me cogió de la mano para llevarme a mi habitación.

-Javier, ¿qué es esto? (dijo señalando al papel)
-Mamá, tranquila.
-¿Cómo que tranquila? ¿Pero tú has visto esto?
-Sí, sí que lo he visto. Ayer pagué una cosa.
-¿El qué hijo? Es mucho dinero.
-A ver, mamá... Es que estos días he estado mirando casas para irme a vivir solo.
-Pero hijo...
-Mamá, estoy muy a gusto aquí, de verdad. Pero es que necesito algo de espacio, para Elena y para mí.
-¿Os vais a vivir juntos?
-Tenía pensado irme a vivir solo y decírselo a ver si le parecía bien.
-Seguro que sí, hijo.
-Bueno, era una sorpresa, por eso no he dicho nada. Quería que ella fuera la primera en enterarse.
-¿Y qué ha dicho?
-Pues ahí está el problema.
-¿Te ha dicho que no? No puede ser...
-No, si es que no se lo he llegado a decir.
-¿Por qué?
-Porque nos hemos entretenido y justo cuando se lo iba a decir, le han llamado para ofrecerle un trabajo fuera y estábamos organizándonos para irnos.
-Ay, Javier...
-Mamá... Yo te quiero un montón, pero quiero mucho a Elena y quiero estar con ella. Creo que ya va siendo hora de irme.
-No, si lo entiendo. Entiendo que sois pareja y la cosa va muy bien. Me alegro muchísimo por vosotros, hacéis una pareja genial. Pero me da cosilla que te vayas ya de casa. Ya se me van mis dos niños y nos quedamos solos tu padre y yo.
-Pero mamá, si es a dónde fui a la universidad. No está tan lejos, me vas a tener mucho por aquí.
-Ya. Lo mismo dijo tu hermano y mira lo que viene.
-Mamá, David está más lejos. Yo me iré a menos de dos horas en coche. No te preocupes, de verdad.
-Ay, Javier... (dijo acariciándome la cara)
-¿Pero estás contenta?
-Pues claro, hijo. ¿Cómo no lo voy a estar? Ya te pintaba echarte novia y ahora te vas a vivir con ella y el otro día dijiste lo de tener una niña. ¿Pues cómo voy a estar? Encantada de la vida.
-Gracias, mamá.
-Nada hijo. ¿Y ahora qué vas a hacer con la casa que has alquilado?
-Pues ni idea. Buscaré a alguien que busque piso y tal. Preguntaré a amigos. Pregunta tú también, por favor. Pero sé discreta, que te estoy viendo poner un anuncio en ********.
-¿Y cuál es el problema?
-No quiero que Elena se entere de que he alquilado una casa en la que no podemos vivir.
-Hijo... Muchos secretos innecesarios.
-Mamá, sé de sobra como se va a poner. Prefiero no decirle nada a hacerle pasar un mal rato. Por eso tampoco le conté lo del trabajo que me ofrecieron.
-Ah. Lo que tú veas, Javier.

Mi madre me dio un gran abrazo, aunque la noté tristona por lo de irme de casa. Me dio un poco de cosa, pero ha hablaría con ella.
 
Capítulo 190

Regresé a casa de Elena, abriéndome ella ya en pijama y con sus moñetes. Me dio varios besos y me llevó de la mano al comedor, donde ya estaba la cena preparada

J: Me estás malacostumbrando, mi vida...

Elena me miró con cara de que me callara porque Noelia estaba delante.

N: ¿Por?
J: Por nada. Solo he hecho un comentario...
E: ¿Al final qué ha pasado con lo del banco?
N: ¿Qué banco?
E: Que por lo visto le han cargado un gasto que no ha hecho.
N: ¿Y eso?
J: Nada. Ya está solucionado.
E: ¿Sí?
J: Sí, sí.
N: ¿Cuánto era?
J: Da igual, si ya está solucionado.
E: Bueno, dilo. Si ya está solucionado, ¿no? ¿Qué más da?
J: No sé, no me he fijado bien.
N: Eso es que no se ha resuelto y no quieres asustar a mi hermana.
J: Que nooooo...
N: Pues dilo. ¿Qué más da?
J: 1200.
N: Hala...
E: Pero bueno... ¿Y qué ha sido?
J: No lo sé. Por lo pronto he cancelado la operación y he congelado la cuenta. Mañana me acercaré al banco a arreglarlo.
E: Pero mañana vienes a comer, ¿no? Es que mañana viene mi madre para esa hora. Ya sabes, Javi... (dijo haciéndome un gesto de complicidad)
J: Claro. Pero tengo que trabajar, Elena, que hoy al final no he hecho nada.
N: ¿Todo bien?
E: Sí, sí. ¿Por?
N: Te veo un poco nerviosa. Y dice Javi que no ha trabajado en todo el día. ¿Qué habéis hecho?
E: Nada. Es que se me ha roto una cosa en mi habitación y me estaba ayudando a arreglarlo.
J: ¿Ya estás mejor, Noelia?
Noelia se encogió de hombros, haciendo un gesto algo triste.
E: Va, Noelia. ¿Qué te pasa?
N: Joder... No empecéis.
E: Noelia, solo te quiero ayudar. No me gusta verte así. Eres mi hermana y te quiero.
Noelia se levantó sin terminar de cenar y se fue en dirección a su habitación.
E: Noelia, espera.
N: ¿Qué quieres ahora?
E: Ayudarte. Y tienes que tener en cuenta que a veces no voy a estar aquí para hacerlo. Noelia, te quiero y no quiero verte así. No te lo mereces.

Noelia se quedó mirando a su hermana, muy fijamente, con gesto serio, mirándome a mí después. Yo le hice un gesto con la cara para que tuviera en cuenta a su hermana. Después se acercó a ella, poniéndose detrás de ella, cogiéndola de los hombros. Yo tenía a ambas enfrente, pudiendo ver como Elena ponía una sonrisa en su boca por el gesto de cariño de su hermana. Sin embargo, Noelia se mantenía sería, negando con la cabeza mientras me miraba fijamente. Le dio un beso a su hermana en la cabeza y se fue de nuevo a su habitación. Elena estaba más contenta por como había respondido su hermana, pese a no haber dicho ninguna palabra, pero la realidad era que la cosa no iba por donde ella pensaba. Esa seriedad con la que negaba mirándome me dio a entender que no quería su ayuda.

Cuando terminamos de cenar y recogerlo todo, nos sentamos en el sofá del salón, estando solo iluminados por la luz que emitía la televisión. Como siempre, Elena estaba echada sobre mi pecho, acariciando mi costado mientras yo le pasaba el brazo por los hombros, acariciando su espalda. Se agradecía tener aire acondicionado en prácticamente toda la casa, porque el calor que hizo a finales de ese mes de julio era infernal, ni por la noche se podía estar a gusto y más estando los dos así de pegados, por lo que nos podíamos permitir estar así de acaramelados. Las caricias duraron bastante tiempo hasta que yo le empecé a pasar la mano por su culo, colándola por dentro de su pantaloncito y braguitas. Ella reía con mucha dulzura, subiéndome la camiseta para besarme en el pecho, acariciando mi paquete, que ya estaba morcillón debido a mí sobeteo.

-Javi.
-Dime.
-¿Me das una media horita para prepararme?
-¿Prepararte para qué?
-Para querernos más que anoche.
-¿Sí? Jajaja.
-Sí, jejeje. Ahora te aviso.
-Claro.
-Ayyyyy, cómo te quiero. (dijo apretándome la cara con una mano para darme un beso)

Elena se fue, dejándome allí bastante cachondo. Pude oír como cerraba la puerta del baño y se daba una ducha. Apagué la tele y me puse a ver cosas en el móvil, pudiendo oír como acabó de ducharse y luego se secaba el pelo. Luego oí como iba corriendo hacia la cocina y se iba de nuevo hacia su habitación con una risita. Yo mientras estaba medio embobado, pensando en lo de la casa que había alquilado. No paraba de darle vueltas al tema pensando en el desembolso que había hecho para nada. Mala suerte, de nuevo. De pronto me di cuenta que tenía unos mensajes de Sofía.

-¡Niño! Que ya mismo estoy por ahí. En una semana o dos. ¡Qué ganas tengo!

Ahí fue cuando empecé a ser consciente de que los íbamos a ir a vivir a otro sitio y entonces pensé en Irene y Mario. Ahora nos veríamos menos y no sabía cómo nos iba a afectar, sobre todo a Elena. No me hacía mucha gracia dejar de vernos así tan de repente. Los consideraba gente muy importante en mi vida y nos lo pasábamos muy bien con ellos. Ahora entre el trabajo que ambos tenían, el nuevo de Elena y el mío, pocas serían las oportunidades de que nos viéramos. En principio teníamos los 4 teníamos todos los fines de semana libres, pero al vivir en otro lugar y demás pues me estaba oliendo que poco íbamos a vernos. Después de unos segundos le contesté a Sofía:

-Va a estar complicada la cosa...
-¿Y eso? (respondió casi al instante)
-Luego te cuento.
-Vale... 😕

Dejé el móvil sobre la mesa viendo que me llegó uno de Elena diciéndome que fuera a su habitación. Tenía tantas ganas que dejé ahí el móvil, pensando en que sería así mejor para que no nos molestaran por si mandaban mensajes o me llamaban. Cuando llegué me encontré la puerta cerrada, por lo que llamé dando unos pequeños golpes con los nudillos.

-¿Siiiii? (preguntó con una vocecilla muy dulce)

Entré y me la encontré sentada en la cama, con la espalda apoyada en el cabecero de ésta. Estaba preciosa, con una sonrisa de oreja a oreja. Qué preciosa sonrisa tenía. Tenía un poco de brillo en los labios y el pelo alisado, yendo con unas braguitas blancas, conjuntando con su sujetador. Después de observar cómo iba y lo guapa que estaba me fijé en que la habitación estaba repleta de velas, exactamente igual que ya había hecho en alguna vez con anterioridad y que además había un olor muy dulce, como si la hubiera perfumado. La miré sonriendo y cerré la puerta con cuidado, yendo después a la cama para sentarme a su lado. Ella se puso de rodillas para cogerme del cuello con mucha suavidad y cariño u besarme muy lentamente.

-Soy el chico más afortunado del mundo. (dije una vez se separó de mis labios)

Elena simplemente sonrió y me volvió a besar, tirando de mí para tumbarme a su lado. Ambos estábamos tumbados de lado, besándonos sin parar hasta que ella me empezó a desnudar, dejándome en calzoncillos. Después yo le quité el sujetador, liberando sus preciosas tetas, empezando a juguetear con ellas y sus pezones. Después la abracé, pasando mi mano por su culo como cuando estábamos jugando en el salón, riendo ella mientras nos besábamos. Llegó un momento que eso preliminares se estaban dilatando tanto que me cansé y la tumbé boca arriba, con ella lanzando un dulce gritito. Le empecé a besar el cuello mientras mi mano se paseaba por su barriga, colándose en sus braguitas y jugando con el pelo de su pubis. Elena empezaba a ronronear, pero yo necesitaba ir más allá, por lo que le empecé a acariciar la raja mientras ella suspiraba, metiendo los dedos tras breves segundos porque ya estaba bastante mojada. Ella lanzó un largo y sensual gemido para empezar a ronronear de nuevo. La masturbaba lentamente mientras ella seguía con esos gemidos tan dulces y encantadores, aumentando la velocidad poco a poco, cogiendo éstos intensidad. Llegó un punto en el que se los metía a buen ritmo, pasando también a estimular su clítoris con mi pulgar.

-Así, así amor mío... Uff...

Seguí así, aumentando al poco más el ritmo hasta que se empezó a correr con gemidos muy dulces, agarrando mi brazo mientras yo le seguía besando el cuello, notando como se le erizaba la piel. Saqué mi mano de sus braguitas y ella se volvió a poner de lado, con su cabeza hundida en mi pecho, recuperándose mientras respiraba fuerte. Yo mientras esperaba le besaba la cabeza, acariciando su espalda, deseando seguir porque tenía la polla como una piedra. Ella también se dio cuenta cuando poco a poco se iba recuperando, pasando su mano por mi cuerpo hasta que llegó a esa zona, acariciándola y tirando de mis boxers hacia abajo para liberarla y empezar a pajearme suavemente mientras murmuraba.

De pronto separó su cabeza de mi cuerpo, mirando hacia arriba con una sonrisa, empinándose para darme un beso muy dulce, seguido de una risita tan dulce como el beso. Me puso boca arriba y le quitó los boxers, siguiéndole después sus bragas. Se puso sobre mí, apretando mi polla contra mi cuerpo al dejar caer su peso sobre mí.

-Ayer me hiciste tú el amor a mí. Hoy me toca a mí hacértelo a ti.
 
Capítulo 191

Elena se montó sobre mi polla, metiéndosela en su coñito después de escupirle para lubricarla. Empezó una follada lenta, apoyándose en mi pecho mientras me miraba fijamente. Tan lenta era que apenas se alteraban nuestras respiraciones, pero el cariño y el amor que estábamos teniendo lo hacía muy excitante. Elena se encargaba de controlar mi orgasmo, frenando cuando veía que me retorcía más de la cuenta. Así lo hizo varias veces hasta que a ella también le costaba controlar el suyo, por lo que cuando vio que ya empezaba a retorcerme, apretó más, follándome con más rapidez, provocando mi orgasmo, corriéndome dentro de ella entre jadeos. En un par de movimientos más de cadera ella se encogió, lanzando un grito ahogado bastante alto. Después se derrumbó sobre mí, quedándose quieta, abrazada a mí. Una vez se recuperó se bajó de mí con cuidado, cogiendo papel y toallitas de su mesita para limpiarse bien, limpiándome también la polla a mí mientras sonreía. Una vez hizo todo eso, se quedó tumbada a mi lado, bien abrazada a mí.

-Ay... -dijo en forma de suspiro- No me puedo creer lo feliz que soy...
-Elena... -dije después de unos minutos, apreciando como las velas se habían apagado solas- Yo no puedo estar más contento desde que estoy contigo. Es que ha sido... No sé. Es difícil de explicar. Mi vida ha cambiado tanto... Solo llevamos 5 meses, pero es que se siente como si fuera más. Noto como si lleváramos años juntos. Y estoy en ese punto en el que no me imagino mi vida sin ti. Quiero estar contigo para siempre y llegado el punto, formar una familia y que seamos felices. Ese es mi mayor objetivo en esta vida.

Me quedé en silencio esperando su respuesta, pero lo hacía. Me empecé a poner nervioso pensando en que a lo mejor había sido demasiado brusco o muy emocional y ya me estaba oliendo que se había puesto a llorar, pero cuando levanté mi cabeza para mirarla me di cuenta de que estaba dormida. En parte agradecí que no me oyera para evitar una situación un poco más emotiva de la cuenta, pero es que no pude evitar decir aquello. Al rato de pensar en lo que acaba de decir mientras miraba al techo, me quedé dormido.

Por suerte me desperté temprano, ya que no bajamos la persiana de la habitación. Miré el despertador y marcaban poco más de las 8. Con cuidado desperté a Elena.

-Mi vida...
-Mmm... ¿Qué pasa?
-Me tengo que ir.
-Nooooo... (dijo con pena, como si fuera una niña pequeña, abrazándose con fuerza a mi cuerpo)
-Tengo que ir a arreglar eso y también tengo que trabajar, que ayer no hice nada en todo el día.
-Jo...
-No te preocupes, que para comer vengo.
-Sí, por favor, que quiero contarle eso a mi madre y quiero que estés conmigo.
-Tranquila, que estaré a tu lado.
-Javi...
-Dime.
-Me da mucha cosa. No sé cómo va a reaccionar mi madre.
-¿Cómo va a reaccionar? Pues se va a poner muy contenta. No te preocupes por eso, mi vida.
-Ya... Me gustaría contárselo a Irene y a Mario también hoy para no alargarlo más.
-Como quieras, cariño.
-Pfff... ¿Les decimos de ir a cenar esta noche por ahí los cuatro y ya se lo decimos?
-Vale, me parece bien.

Elena se quedó callada, abrazada con fuerza a mí, como si no quisiera dejarme ir.

-Venga, mi vida, que me tengo que ir. Ya verás como no es para tanto. Anda, sigue durmiendo un poco, que es muy temprano aún.
-Vale, te veo para la hora de comer.

Nos dimos un beso y me vestí mientras Elena me miraba. Después fui al salón a por el móvil y me fui a mi casa. Por el camino pensé en el día que tendría por delante, con la revelación de nuestros planes a gente importante para nosotros. Estaba tan preocupado de lo tristona que se puso durante esa breve conversación, que no me paré a pensar en cómo se lo tomarían los demás. También pensé en lo del alquiler. Aún no tenía forma de arreglarlo, aunque solo pasaron dos días, pero tenía esa intranquilidad en el cuerpo. Llegué a casa y me puse a trabajar sin que nadie me molestara, cosa que agradecí porque necesitaba concentrarme para sacar material. Menos mal que fui previsor y el lunes apreté un poco a sabiendas de que el martes poco haría estando con Elena.

Así se me pasó la mañana hasta que llegó la hora de comer, por lo que fui a casa de Elena. Me abrió ella, como siempre y me llevó de la mano al comedor. La sorpresa fue que también estaba su abuela. Tras los saludos con bastante cariño con todas, excepto con Noelia, que aún seguía en su habitación, nos pusimos a comer después de que Elena fuera a llamarla. La conversación era abundante, pero Elena estaba más callada de la cuenta, algo distante. Yo le ponía la mano en su pierna, sonriendo cuando me miraba, haciendo ella lo propio. Así conseguí tranquilizarla hasta que acabamos de comer, sentándonos en el salón. Su abuela empezaba a dormitar y Elena se dio cuenta, por lo que se levantó para buscar a su hermana, quien estaba en su habitación, diciendo que tenía algo que decirles al volver con ella, levantándome yo inmediatamente para ponerme detrás de ella.

M: ¿Qué pasa Elena?
E: Eh...
M: Elena, me estás asustando...
E: No, no pasa nada. Es que...
M: ¿Estás embarazada? (dijo algo alarmada, incorporándose de su asiento)
E: ¡¿Qué?! No, no, no, no. (dijo moviendo mucho sus manos)
M: Entonces, ¿qué es?
N: Elena, ¿qué pasa?

Elena no arrancaba, estaba nerviosa, jugando con sus dedos. Yo le puse las manos en los hombros, medio masajeando para que supiera que estaba ahí con ella y darle fuerzas.

E: Me han ofrecido un trabajo.
M: ¡Ah! ¡Qué bien!
N: ¿Y para eso tanto misterio?
E: Es que... No es aquí y me tengo que ir de casa.
M: Ah... No pasa nada.
E: Yo... Es que os voy a echar mucho de menos... (dijo empezando a llorar)
M: No pasa nada Elena. -dijo levantándose, dándole un abrazo con fuerza- ¿Dónde es?
J: Es en el mismo sitio en que estudió en la universidad.
M: Ah... Yo creía que era más lejos por cómo te has puesto... Si está aquí al lado.
J: Eso le he dicho yo. Que ni se va a enterar, vamos a venir mucho.
M: Claro Elena, no te pongas así, va. Si es como si fueras otra vez a la universidad.
E: Ya... -dijo en medio de su llanto- Pero es que os quiero mucho.
M: Y nosotras a ti Elena, hija mía.

Tanto Maribel como Noelia estaban tranquilas, aunque Maribel sí que estaba algo tocada por ver así a Elena. Su abuela, sin embargo, sí que estaba triste, con los ojos vidriosos. Elena al verla así fue derecha a darle un abrazo y estuvieron así durante un rato. Después se levantó y le dio un abrazo a Noelia, quien puso los ojos en blanco y se fue a habitación después. Elena la siguió para preguntarle qué le pasaba y que por eso le dijo aquello el día anterior, quedándose con ella hablando un rato en su habitación. Maribel acostó a su madre y volvió al salón para hablar conmigo.

-¿Y tú qué vas a hacer?
-Pues irme a vivir con ella.
-Ah, ¿sí?
-Claro. Si ya se puso triste cuando me fui tres semanas, no quiero pensar si se va a vivir más lejos de lo que estamos ahora. Además, me apetece irme a vivir con ella. Ayer estaba muy nerviosa y cuando le dije de mudarnos se le cambió la cara. No quiero verla triste y bastante tiene con esto que acaba de pasar y luego cuando se lo digamos a nuestros amigos.
-¿Quieres irte a vivir con ella?
-Pues claro. Es mi pareja. La quiero como a nadie y como no tengo problema con mi trabajo, pues sin pensarlo.

Maribel sonrió y tras unos segundos dijo mientras ponía su mano sobre la mía:

-Me quedo muy tranquila sabiendo que va a estar contigo.
-¿Sí?
-Sí. Si te digo la verdad, nunca he visto a mi hija así de contenta. Cuando empezó con su anterior novio estaba muy ilusionada y contenta, pero no como contigo. También es que era una niña y bueno... Lo sigue siendo.
-Bueno, yo no la veo tan niña.
-Eso es porque también eres un niño, jajaja.
-¿Y tú eras una niña a su edad?
-Yo ya tenía a una niña a su edad y casi que otra en camino. ¿Tú qué crees?
-No lo sé, por eso te pregunto.
-A su edad sí que era más como ella, más... No sé cómo decirlo... Menos consciente de lo que es la vida.
-¿A qué te refieres?
-Pues a que mi marido y yo nos casamos muy rápido. Estábamos locos el uno por el otro, como mi hija y tú. Me recordáis tanto a mí y a él en aquel entonces... Todo fue muy rápido. Para cuando quise darme cuenta ya estaba embarazada.
-¿Y eso es malo? Quiero decir... ¿No lo queríais así?
-A ver... No nos planteamos tener un bebé tan temprano, pero pasó y tiramos para adelante. Y no me arrepiento, ¿eh? Mi hija Elena fue una bendición y Noelia también. Ambas son lo mejor que me ha pasado en la vida. Daría todo por ellas, daría mi vida sin pensarlo. (terminó de decir con los ojos vidriosos)
-Tranquila, Maribel. No tienes porqué ponerte así. Se ve que eres una madraza y que quieres a tus hijas a más no poder.
-Sí. -dijo entre una risa buscando desahogar su mal cuerpo- Yo solo quiero lo mejor para ellas y enseñarles de mis errores.
-¿Qué errores?
-Que encuentren un buen hombre, por ejemplo.
-Maribel, espera. He coincidido con el padre de Elena algunas veces y... Bueno, lo he visto un buen hombre.
-Javier... ¿Un buen hombre haría lo que él hizo?
-Solo sé lo que te encontraste y lo que dijo Elena aquí el día en que tú y yo nos conocimos.
-¿Y bien?
-Evidentemente no estuvo bien lo que hizo, nada bien. Pero por otra parte...
-¿Tú le harías eso a mi hija?
-Eh... Pero es que no puedo responder a eso, no me ha pasado eso ni he estado en la situación de que yo pierda el interés. Yo quiero a tu hija como no he querido a nadie en mi vida. No me veo en esa situación.
-Hazlo. Responde.
-Maribel...
-Javier, respóndeme o te juro por Dios que no voy a dejar que Elena siga contigo. No quiero que pase por lo que yo he pasado. No contigo. Con el otro no estaba ni la mitad de ilusionada de lo que lo está contigo.
-No Maribel, no lo haría.
-Eso decís todos.
-Sé lo que me digo.
-¿Sí? ¿Qué te hace estar tan seguro?
-Lo que quiero a tu hija.
-Mi marido también me quería mucho, ¿sabes? Y mira lo que pasó.
-Entonces, ¿qué quieres que te diga?

Maribel se quedó callada, mirándome a los ojos y yo seguí:

-Sinceramente, no me veo en esa situación. Elena y yo ya hemos pasado por algunas cosas y las hemos podido resolver. La comunicación es muy importante.
-Claro, por eso culpo a mi marido, porque no me lo contó desde primera hora.
-Sí, eso estuvo mal, pero también tienes que tener en cuenta que no dijo nada para no haceros daño ni a ti, ni a tus hijas. Y no me parece justo que él se lleve toda la culpa.
-Vale, lo pillo. Yo también tengo lo mío en el asunto, pero me parece ni la mitad de grave que lo que hizo mi marido.
-Tal vez. Pero creo que estamos de acuerdo en que el problema que originó eso fue la falta de comunicación. Rememorar y elucubrar quien ha tenido más culpa es una pérdida del tiempo. El daño ya está hecho.

Maribel se quedó pensativa y Elena volvió preguntándonos acerca de lo que estábamos hablando. Su madre le respondió un lacónico "de la vida" y se levantó para darle un abrazo y un beso, yéndose a su habitación. Elena se sentó a mi lado con un gesto algo serio, echándose sobre mi pecho, abrazándose a mí.
 
Capítulo 192

-¿Todo bien?
-Sí. Supongo...
-¿Por?
-No sé, Javi... Actúan como si no pasara nada. No entienden lo importante que es esto para mí. Me estoy yendo de casa para empezar a construir mi futuro.
-Elena, están tranquilas porque saben de sobra lo fuerte que eres y que puedes con todo. Y tu futuro ya lo empezaste a construir cuando fuiste a la universidad. Lo ven igual que entonces. Además, no estamos tan lejos, vendremos mucho para ver a todos, no te preocupes.

Elena empezó a reír, abrazándome con más fuerza.

-Gracias, mi amor.
-¿Por qué? ¿Por decirte la verdad y algo que ya deberías saber de sobra?
-Por apoyarme siempre, por hacerme ver las cosas desde tu punto de vista, por preocuparte tanto por mí, por animarme, por ser siempre tan genial. Por quererme.
-Pfff... Elena...
-Estoy un poco mosqueada con mi hermana.
-¿Por?
-Pasa de todo. Le da igual que me vaya.
-Bueno, no te debería pillar de nuevas...
-Cuando me fui a la universidad lloró mucho.
-Pero no es lo mismo. Ya sabemos cómo es ahora, entonces sería pequeña, ¿no?
-11 añillos tenía. Estaba todo el día conmigo. Todo el día buscándome para jugar. Pero ahora...
-Elena, te sigue queriendo igual que entonces. Es tu hermana, ¿cómo no te va a querer?
-Si ya, Javi... Pero... Echo de menos esos momentos con ella. A veces noto que no tengo una hermana, ¿sabes? Tener esos momentos de complicidad, de ayuda mutua, esos momentos de confesiones, de hacernos mejores personas la una a la otra.
-Ay... -dije en forma de suspiro- Elena, cada vez me sorprendes más.
-¿Por qué?
-Conforme pasa el tiempo te voy descubriendo más y más y me resulta increíble cómo sientes las cosas. Es como si tuvieras un huracán dentro de ti.
-Jejeje.
-¿Se lo dices así a ella?
-No...
-¿Por qué?
-Porque la conexión que tengo contigo es mayor. No me abro con nadie como lo hago contigo.
-Joder...
-¿Qué pasa?
-Eres la única persona que es capaz de ponerme un nudo en la garganta de esta manera...

Elena me abrazó, quedándose encima de mí. Me empezó a dar besos en el cuello, pero no como ella sabía que me ponía a mil. Lo hacía con un cariño, lentitud y suavidad insuperables. Era uno de esos momentos en los que se te olvida todo y estás en otro mundo. Uno de esos momentos en los que se te graba en la cabeza hasta el olor, ese olor tan dulce que siempre tenía. Me abandoné al momento, aguantando ese abrazo durante un buen rato hasta que abrí los ojos y me encontré a Maribel mirándonos con una sonrisilla muy tierna. No quiso molestarnos y me hizo un gesto para decirme que se iba a dormir. Yo le sonreí asintiendo y se fue. Al rato Elena se echó sobre mi pecho, acariciándomelo. Yo le daba besos en la cabeza mientras le daba caricias también, pero en la espalda.

-¿Cómo quieres hacerlo para contárselo a Irene y Mario?
-Esta noche. Nos tomamos algo con ellos y se lo contamos.
-Vale, luego les digo de ir a algún bar para echarnos una cerveza y que le queremos contar algo.
-Pfff...
-Pero tranquila, ¿vale? No va a pasar nada.
-Ay...
-Venga, va. Voy a trabajar y luego vengo a por ti.

Me acompañó a la puerta y me abrazó con fuerza. Me iba a separar, pero ella seguía aferrada a mí, como si no quisiera que me fuera, pero tenía que trabajar y más teniendo en cuenta que se venían días de mudanza y más cosas por hacer. Una vez se separó de mí, nos dimos un beso que duró más de lo que solían durar cuando regresaba a mi casa. Tanto que la cogí en brazos para quedar cara a cara porque encontraba molestia al estar tanto rato encorvado. Después de un beso con mucho cariño se me quedó mirando con un gesto un poco triste, acariciándome la cara.

-Voy a hablar un poco con tu hermana antes de irme.
-¿Por?
-Porque me ha dado pena cuando me has dicho eso de que la echabas de menos y que te gustaría que fuera como antes.
-Ah... No hace falta, Javi.
-Quiero hacerlo. Me da mucha pena y quiero ayudar.

Elena me miró con una sonrisa muy tierna y me dio otro beso, seguido de un fuerte abrazo. Se bajó de mí y fuimos de la mano hasta que llegamos a la habitación de su abuela. Me dijo que iba a echar la siesta con ella, que le dio mucha pena como se quedó después de contar que se iba a ir de casa. Entró con cuidado y me dio un pico para despedirse, cerrando la puerta. Yo seguí mi camino hasta la habitación de Noelia, parándome en la puerta y pensando en que a lo mejor me había venido un poco arriba diciendo de ir a hablar con ella. Seguía sin fiarme de ella y me gustaba mantener las distancias, pero tras esa semana de vacaciones, parecía haber vuelto a ese stand-by tras ese palo que se llevó de su amiga al ir a felicitarla el día de su cumpleaños. Me mantenía optimista pensado en que me escucharía y se dejaría aconsejar, por lo que llamé a su puerta, pero no contestaba. Tampoco es que estuviera la cosa tan mal con ella para que ni respondiera, por lo que decidí entrar. Me la encontré tumbada de lado en la cama, de espaldas a la puerta. Estaba con unos auriculares puestos viendo algo en el móvil. Me acerqué, dudando qué hacer y me senté en la cama a su lado, dándole toquecitos en el brazo. Se giró medio desconcertada y pareció sorprenderse por verme ahí.

-¿Qué pasa? (preguntó una vez se quitó los auriculares)
-Noelia, me gustaría hablar algo contigo.
-Dime. (dijo tras dejar el móvil a un lado, sentándose en la cama con las piernas cruzadas)
-¿Todo bien?
-Bueno, ya sabes cómo estoy. Pero sí, ya estoy mejor.
-Vale.
-¿Qué quieres?
-Pues es por tu hermana.
-¿Qué pasa ahora? (dijo con algo de molestia)
-Va, Noelia...
-Venga, dime.
-Me ha contado que habéis estado hablando y no ha salido muy contenta de vuestra conversación.
-¿Por qué?
-Te echa de menos.
-Pero si todavía no se ha ido, ¿Cómo me va a echar de menos?
-Echa de menos la relación que teníais hace años. Me ha dicho que parece que te da igual que se vaya de casa.
-Ay... -suspiró con desdén y agotamiento- Esta chica... Se va de casa, ¿y qué? Es lo normal, ¿no? No entiendo por qué hace un mundo de cualquier cosa.
-Noelia, parece mentira que no conozcas a tu hermana. Ya sabes que es una chica muy sensible. Os quiere muchísimo. Coño, sois su familia. Toda la vida viviendo con vosotras y ya no va a ser así.
-Pero si ya se fue fuera cuando estuvo en la universidad.
-Esta es otra. Me ha dicho que cuando se fue te hinchaste a llorar. Que estabais todo el día juntas, que la buscabas para jugar...
-Eso fue hace mucho.
-¿Qué ha cambiado para que la cosa no siguiera así? Según me cuenta ella, no te pareces en nada a esa chica.
-Era una niña. ¿Se creía que iba a estar así para siempre? Pues no. Dejé de ser una niña y ahora pues soy así. Punto.
-Dice que te echa de menos en ese aspecto. Como si no tuviera una hermana. Le gustaría tener esos momentos de hermanas, de ayuda mutua, de complicidad, de confesiones, de haceros mejores personas la una a la otra.
-¿Confesiones? ¿Es eso lo que quieres?
-Bueno... Yo intento ayudarte, pero veo que no quieres mi ayuda. Siento haberte molestado.

Me levanté, yendo hacia la puerta, pero justo cuando agarré el pomo para abrirla y salir, Noelia me dijo:

-¿Quién es Sofía?

Me quedé helado cuando me hizo esa pregunta. ¿Cómo coño se enteró de la existencia de Sofía y qué creía que pasaba con ella?

-¿Cómo? (dije sin darme la vuelta siquiera)
-¿Qué no has entendido de la pregunta? Porque es bastante simple. Sofía, ¿quién es?
-Es mi jefa. (respondí dándome la vuelta)

No me gustó la expresión que tenía Noelia, que a pesar de no ser tan dañina como las que solía poner cuando se ponía en ese plan, hizo que me pusiera a la defensiva.

-¿Sí?
-¿A qué viene esa pregunta?
-Pues porque ayer vi que tenías mensajes de ella en tu móvil y nunca había oído hablar de ella.
-¿Me registras el móvil?
-Pasé por el salón cuando fui a la cocina a beber agua mientras vosotros estabais dale que te pego y lo vi ahí.
-Pero si lo tengo bloqueado con un patrón...
-Te he visto desbloquearlo muchas veces. ¿Escondes algo para tenerlo que bloquear así?
-Precisamente por si lo coge alguien que no debe, como has hecho tú.
-Entonces, dices que es tu jefa, ¿no?
-Así es.
-Una conversación un poco... No sé... Para que sea tu jefa, ¿no?
-¿A qué te refieres?
-No sé. Da la impresión de que hay algo raro...
-No sé de qué me hablas...
-Hice un rápido scroll y vi algunas frases algo...
-No saques las cosas de contexto si no sabes la historia.
-No sé la historia, no. Pero lo que sí sé es que te ha mandado nudes. Un poco raro, ¿no? No creo que sea normal en la típica relación convencional de jefe y empleado.
-Bueno, es una larga historia y no te concierne.
-No me puedo creer que estés engañando a mi hermana después de todo lo que me has dicho durante estos meses. No he visto una persona más hipócrita en mi vida... Dime una cosa, ¿tan horrible soy para que me hayas rechazado tantas veces con tanto desprecio...?
-Joder... -dije llevándome las manos a la cara- Qué película te estás montando... No he engañado a tu hermana.
-Me jode mucho que me tomes por tonta. Muchísimo. Me medio creí que no hicieras nada con Bea. Pero ya no. Con esto que he visto de esa tal Sofía, estoy segura de que te las has follado a las dos.
-No, Noelia. No me las he follado.
-¿Qué pensaría mi hermana si se enterara de que esa chica te manda nudes? No te lo tomes como una amenaza. Tengo curiosidad.
-Lo sabe.
-¿Cómo?
-Pues eso.
-Eh... Jajaja. Venga...
-Te lo digo de verdad.
-Ya... Igual que le has contado lo nuestro, ¿no?
-Yo estoy muy tranquilo. Sé que ella lo sabe y está resuelto. No tengo nada de qué preocuparme.
-Estoy bastante decepcionada de que te hayas follado a las dos con todo el rollo que me has soltado siempre. Pero lo que más me jode es el rechazo. ¿Es porque soy muy joven aún? Sé que Bea es mayor que yo y esa tal Sofía tiene pinta de que es incluso mayor que tú por las fotos que vi. ¿Es ese el problema?
-El problema es lo que tienes en tu cabeza. La película que te estás montando y lo obsesionada que estás en que tú y yo...
-Hablando de Bea... Se lo has contado a mi hermana, ¿no?
-No se te escapa una por lo que veo...
-La oí hablar con Irene el lunes y la nombró. Le dijo que le contaste que eras tú el chico de la historia de Bea, que si le juraste que no hiciste nada, que si ella confiaba ciegamente en ti y que estaba tranquila por eso...
-Pues sí, se lo conté. Y la cosa acabó bien, no se lo tomó mal. Hablamos las cosas y no pasó nada.
-Ella confiará mucho en ti, pero yo ya no. Estoy muy segura de que te has tirado a las dos. ¿Con quién has disfrutado más?
-Con ninguna porque no lo he hecho. Tu hermana es con quién más he disfrutado nunca. Nadie -dije con tono para recalcar esa palabra- me ha dado lo que ella me da. Nadie me ha dado más placer que ella.
-Bueno, eso es porque lo nuestro fue un polvo rápido. Tú me follaste a mí. Recuérdalo. Yo solo me dejé hacer.
-Lo que tú digas.
-Qué raro... Estás muy tranquilo. No estás como te pones siempre, que te pones tenso, nervioso...
-Porque estoy muy tranquilo, Noelia. Me da pena que vivas así sin dejar que alguien te ayude cuando necesitas ayuda, porque es bastante obvio que la necesitas.
-Estás muy tranquilo dices, ¿no? ¿Y lo estarías si le cuento a mi hermana toda nuestra historia?
-¿Te merece la pena hacerlo? ¿De verdad le harías eso a tu hermana? No me entra en la cabeza que le puedas hacer algo así, de verdad. Con lo buena que es... Si no le hace daño a nadie...
-Pues no me provoques si no quieres saberlo.
-No te estoy provocando, Noelia. Pero si te soy sincero, estoy bastante seguro de que no lo harías.
-¿Sí? ¿Por qué estás tan seguro? A ver...
-Es muy fácil. Ya es algo con lo que contaba en realidad, por eso he sido más paciente. Porque si se lo cuentas se te acaba el juego.

Noelia me miró entrecerrando los ojos, con cara de estar molesta.

-Ya... ¿Algo más?
-No, solo era eso. Quería ver si podías ser como antes con tu hermana, pero veo que esa niña ha cambiado mucho en estos años.
-Estáis empeñados en ayudarme cuando no lo necesito. Cuando os pida ayuda, entonces. Pero es algo que no voy a hacer nunca.

Noelia no dijo nada más, aunque no dejaba de mirarme. Yo me di la vuelta de nuevo y le fui, cerrando la puerta cuando salí. Antes de irme de su casa, fui a donde estaba Elena para volver a despedirme, abriendo la puerta con cuidado, pero me la encontré dormida, abrazando a su abuela por detrás. Me acerqué con cuidado y le di un beso en la mejilla y le susurré "te quiero". Después me fui a la calle, montándome en el coche para volver a mi casa y trabajar hasta la noche.
 
Capítulo 193

Trabajar poco, porque en cuanto llegué a casa me puse a pensar después de avisar de que no me molestaran porque tenía que trabajar duro y necesitaba concentración. Empecé a escribir textos que tenía que traducir, pero que va. Ni 5 minutos duré. Me eché atrás para ponerme cómodo en la silla pensando en esas dos situaciones tan... ¿Desagradables? ¿Raras? No sé, pero el caso es que el llanto de Elena no era ninguna de esas situaciones. Primero pensé en la conversación que tuve con Maribel. Seguía con su buen rollo y simpatía, diciéndome de manera muy agradable que se alegraba, pero cambió a esa manera de preguntarme que si le haría a su hija lo que su marido le hizo a ella. Esa manera de preguntármelo, esa cara, ese tono de voz, ese nerviosismo. Era siniestro. Sus ojos reflejaban algo difícil de explicar, como si con ellos te estuviera diciendo que te podía despedazar, tirarse encima de ti y abrirte en canal si hacías algo que le molestara. Fue muy incómodo hablar con ella de su mala experiencia, aunque no acabó tan mal. Saqué en claro que esa mujer era muy pasional. Se dejaba llevar al 100% por sus sentimientos más que por su cabeza. La manera en la que me dijo que quería a sus hijas y como las quería era una prueba de ello, se emocionó al decir que ambas habían sido una bendición y que habían sido lo mejor que le había pasado en la vida. Luego cuando se fue y volvió parecía haberse serenado, porque al hacerme ese gesto de que se iba a dormir, tenía una sonrisa muy tierna en su boca. Esos cambios tan bruscos en su estado de ánimo hacían que me preguntara si tenía algún trastorno bipolar o algo así, porque no me parecían normales.

Por otro lado, tenía la situación de Noelia, que fue incluso peor que la que tuve minutos antes con su madre. Aparentemente estaba tranquila y calmada. Cualquiera que la viera esos días no podría imaginar que me saltaría con esas en aquella conversación. Bien es verdad que yo ya sabía de sobra lo que había con ella, pero la veía así tan distante que me confiaba y pecaba de tonto por preocuparme en exceso por gente que no merecía la pena, como en este caso con ella. Pensé que el motivo de preocuparme así por ella se debía a mi relación con Elena. Como ya le dije a ella, yo no me preocupaba así por nadie más que no fuera yo mismo. Me podía preocupar hasta cierto punto por una amistad, hablando y demás, pero ni de lejos lo hacía como me preocupaba por los demás desde que estaba con ella. Quizá me ablandó y por eso me comportaba así con Noelia, además de como lo hacía con Irene y Mario cuando tuvieron su problema.

En esta ocasión me volvió a dar la impresión de que Noelia tenía algún problema con su hermana para tratarla con ese rechazo, casi con asco, como ya había visto en alguna situación anterior, en la semana de que pasamos las vacaciones en la playa sin ir más lejos, donde le pregunté que por qué le tenía tanta tirria, contestándome ella que era cosas de familia que no me interesaban. Algo había, pero no tenía claro el qué. Ni la propia Elena lo sabía.

Sin embargo, lo que me dejó más sorprendido fue lo de que me preguntara acerca de Sofía. No me lo esperaba para nada. No sé por qué me sorprendí de que me hubiera cogido el móvil, si ya había hecho cosas peores, pero aun así me molestó. Fisgó en cosas que no debería haberlo hecho y eso le dio pie a pensar cosas que no eran. Se pasó bastante de la raya al decirme que creía que me la había follado y que estaba engañando a Elena y más cuando sumó a Bea a la ecuación. Se estaba montando una película digna de las que echan en las sobremesas de los fines de semana en televisión. Era incapaz de que razonara que yo solo tenía ojos para su hermana, echándome en cara que la hubiera rechazado tanto y que me hubiera tirado a ambas chicas. No lo había hecho, pero vio esas fotos que me envió Sofía y supuse que eso fue más que suficiente para que pensara todo aquello. Tanto que al parecer ni siquiera leyó lo que había alrededor de esas imágenes. También estaba el tema de Bea. Corroboró al 100% que aquel chico era yo al oír a Elena hablar de aquello con Irene por teléfono. Me paré a pensar en verlo desde su perspectiva y sí, todo indicaba a que había sido infiel a Elena. Una chica muy guapa con un físico increíble te manda nudes y ves algunos mensajes un tanto sospechosos y desapareces una noche y te cruzas con una chica guapísima, con un cuerpo impresionante también y ambos os desnudáis para nada. Supongo que era normal pensar eso, pero estaba equivocada.

Así me tiré toda la tarde, pensando ya echado sobre mi escritorio, con la cabeza de lado mirando a la pared hasta que llamaron a mi puerta. Me enderece rápido y contesté. Resultó ser mi madre preguntando si iba a cenar en casa y dije que no. Para cuando me di cuenta ya era casi de noche y no había avisado a Irene y Mario, por lo que cogí el móvil, el cual dejé en silencio, viendo que tenía mensajes de Elena preguntándome cuando iba a ir a por ella. Salí rápidamente de mi casa para ir a recogerla mientras llamaba por el camino a Irene. Le dije de quedar para cenar los cuatro y por suerte no hubo problema porque acababan de salir de trabajar ambos. Cuando llegué avisé a Elena por mensaje.

-Pero, ¿no vas a entrar?
-No. Estoy en doble fila y éstos nos están esperando.
-Vale, ya salgo.

Me extrañó un poco que me dijera de entrar, pero no le di mucha importancia. Cuando salió se montó en el coche. Parecía más animada al darme un gran beso al verme, aunque seguía un poco callada. Mientras volvimos a mi ciudad para vernos con nuestros amigos le pregunté:

-¿Para qué querías que entrara?
-Nada, por si querías saludar.
-Ah... Es que estaba en doble fila y... Me he empanado esta tarde y hasta que no te he respondido para decirte que venía, no he cogido el móvil.
-¿Y eso?
-Pues el trabajo.
-Pero has avisado a Irene y Mario, ¿no?
-Sí, sí. Ya están esperándonos. Lo recogemos y vamos a algún sitio.
-¿Y si pedimos unas pizzas y cenamos en su casa?
-Vale, ahora se lo decimos.
-¿Les has dicho que tenemos algo que decirles?
-Sí. Pero tampoco quería ponerles mal cuerpo. Les he dicho que teníamos que comentarles una cosilla.
-Vale.
-¿Estás nerviosa?
-Sí. Y triste.
-Bueno, no te preocupes. Los fines de semana estamos los cuatro libres, seguro que nos podemos ver mucho.
-Ya...

Casi llegando Elena me dijo:

-Ah... Mi hermana quería hablar contigo.
-¿Sí? (dije algo nervioso)
-Sí. Me ha dicho que quería comentarte algo, pero no el qué.
-Vale.
-Por cierto, ¿cómo ha ido vuestra charla antes de irte?
-En su línea.
-¿Pero bien o mal? (preguntó a los pocos segundos al ver que no le daba más explicación)
-No quiere mi ayuda, así que...
-¿Por qué?
-Dice que nos empeñamos en ayudarla sin que ella nos lo haya pedido y parece que eso le molesta.
-Ay... No la entiendo.
-Sois tan diferentes...
-¿Sí?
-Como la noche y el día.

Llegamos a casa de Mario, aparcando en la puerta y me quité el cinturón para salir del coche, pero Elena me paró, agarrándome la mano con fuerza. Me miraba con tristeza en sus ojos.

-Tranquila, ¿vale? Todo va a salir bien.

Me soltó la mano y salimos del coche, yendo hasta la puerta, llamando. Nos abrió Mario, dándole dos besos a Elena y un abrazo con fuertes palmadas en la espalda a mí. Pasamos al salón los tres, donde estaba Irene sentada, poniéndose unas sandalias. Nada más nos vio se dio cuenta de que algo pasaba.

I: Huy que caras traéis... ¿Todo bien?
J: Sí, es que... No tenemos muchas ganas de salir en realidad. ¿Os parece si pedimos unas pizzas?
M: Venga. Mejor, así no acabamos muy tarde, que mañana madrugo.

Pedimos unas pizzas y cenamos charlando de varias cosas. Elena estaba bastante callada por obvias razones, manteniéndose bastante distante. Mario actuaba con normalidad, parecía no esterarse de nada. Irene, sin embargo, sí que echaba miradas a Elena intuyendo que algo le pasaba, aunque no dijo nada durante toda la cena. Una vez acabamos dijimos de tomarnos una copa ahí, yendo Irene a la cocina para prepararlas, acompañada de Mario. Elena y yo nos quedamos solos en el salón. Seguía nerviosa y con la cabeza ligeramente agachada.

-Elena, mi vida. Tenemos que contárselo. ¿Se lo digo yo?
-No. Quiero hacerlo yo. Así me acostumbro a estas cosas.
-Vale, como tú quieras, pero es que se nos está haciendo tarde...
-Vale, vale. Ahora lo comento.

Irene y Mario volvieron y empezamos a tomarnos las bebidas, pero Elena no se lanzaba. Al principio estaba nerviosa, pero conforme se bebió su copa, de relajó, parando de estar inquieta, reaccionando más a las conversaciones, pero aun así no soltaba lo que tenía que decir. Ahora la que estaba inquieta era Irene.

M: Irene, ¿qué te pasa?
I: Estoy nerviosa.
M: ¿Por qué?
I: Porque nos quieren decir algo, pero no lo dicen.
J: Joder. No se te escapa una.
I: Va, ¿qué es?
E: Me han ofrecido un trabajo. (dijo de sopetón)
M: ¡Anda! Pero eso está muy bien. Enhorabuena.
I: ¿Cuál es la pega?

Elena se quedó callada durante unos instantes, empezando a hacer pucheros y abrazó a Irene con fuerza. Irene me miró con cierto pánico en su rostro, pero yo le hice un gesto con la cara y las manos para que se tranquilizara. Mario estaba desconcertado. Parecía no entender qué pasaba y estaba notablemente nervioso.
 
Capítulo 194

I: Elena, tranquila. ¿Qué es lo que pasa?
M: Pero... ¿De qué es el trabajo? ¿Es algo raro o qué pasa...? (dijo sentándose junto a Irene)

Elena cogió también a Mario para abrazarlo, quedando los tres juntos. Estuvieron así un rato, intentando calmarla entre los dos, con caricias y buenas palabras, pidiéndole a Elena que se tranquilizara. Ella sollozaba y pasados unos segundos se tranquilizó y pudo reanudar la conversación.

E: No es nada raro. Es de lo que he estudiado.
I: Vale. Venga, tranquila. ¿Qué es lo que pasa?
E: Es que es fuera de aquí y me tengo que marchar. Os voy a echar mucho de menos.
I: Pero... ¿Cómo fuera? ¿A dónde vas?
J: Es en la ciudad en la que ha estudiado.
M: Joder, pero si no está tan lejos...
J: Ya. Eso le digo yo, pero a ver...
I: Madre mía Elena, si todos hemos estado viviendo allí. Nos conocemos la ciudad más que la nuestra propia casi.
M: Claro. Si allí hay muchas cosas. Ya verás que bien lo pasáis.
E: No soy tonta, ¿vale?
I: Nadie dice que lo seas, Elena.
E: Sé que es una ciudad muy buena, que todos hemos estudiado allí, que no está tan lejos, pero también sé que nos vamos a ver menos de lo que nos vemos ahora y os voy a echar mucho de menos...
I: Pero es que... A ver. Claro que nos vamos a ver menos Elena. Ya nos hacemos mayores y tenemos que ir encarrilando nuestras vidas.
E: Pero es que no quiero que desaparezcáis de mi vida.
I: Y no lo vamos a hacer, corazón. Simplemente ahora pues no nos veremos tanto. Pero tenemos los findes para vernos y tomarnos algo y lo que surja, jejeje.
M: Claro Elena. Cuando aprovechéis para venir a ver a la familia, pues quedamos también y nos tomamos algo. Y también podemos hacer como hemos hecho para las vacaciones. Cuadramos todos las nuestras y hacemos un plan para irnos a una casa rural o algo así. Tú no te preocupes por eso.
I: Entre semana pues hacemos videollamadas. Ya verás como ni te enteras del cambio.

Elena sonreía muy tiernamente al oírlos y al darle ánimos.

J: ¿Ves Elena? No tienes por qué ponerte así.
E: Ya, pero es que...
I: Javi, tienes que cuidar de este bombón. Es muy sensible, pero también sé que es muy fuerte y puede con todo, ¿a qué sí?
J: Claro que sí. Es una chica increíble que puede con todo.
E: Ay... Callaos ya... (dijo riendo)
M: Bueno, cuéntanos un poco de qué va.

Elena se puso a contarles cómo sería el trabajo con detalle y porqué se lo habían ofrecido y demás.

I: Pues suena bien la cosa.
M: ¿Y cuando empiezas?
E: La semana que viene.
M: Bueno, si necesitáis ayuda para llevar cosas y eso, ya sabéis.
E: Muchas gracias chicos.
I: ¿Gracias de qué? Anda...
M: ¿Habéis visto ya casas o algo?
J: Sí, hemos estado echando un ojo y hay algunas que están bastante bien.
I: ¿Has visto Elena? Ya vais a poder estar más juntitos... ¿eh? (dijo haciéndole cosquillas)
E: Sí, jejeje. Eso es lo mejor de todo.
M: ¿Tienes ganas de vivir con Javi?
E: Muchísimas.
I: No sé cómo no te ha dicho antes de iros juntos a vivir con lo que se fija él en esas cosas...
J: Eh... Pues por esto mismo. Con su familia se ha puesto igual que con vosotros.

Estuvimos un poco más hablando de como nos estábamos organizando para movernos a aquel sitio y demás, con más detalles acerca del trabajo de Elena y entonces Irene se llevó a Elena a su habitación para enseñarle no sé qué.

-Al final os vais a vivir juntos. Con lo que va a cobrar Elena y lo que cobras tú vais a estar bien.
-Sí, bueno...
-¿Pasa algo?
-La he cagado tío.
-¿Qué pasa? (preguntó algo alarmado)
-Pues resulta que últimamente he estado mirando casas por aquí para irme a vivir solo y si Elena quería, pues para irnos los dos.
-Vale, ¿y?
-Pues que he encontrado una casa y he firmado un contrato de alquiler.
-Bueno... ¿y cómo es?
-Pues es un alquiler de 3 años. 400 euros al mes.
-Pues habla con quién te la ha alquilado y se deshace.
-Ya, pero es que he dado por adelantado tres meses de alquiler.
-Joder, pues vaya marrón.
-Que no pasa nada. Bueno, son 1200 euros que se me han ido. Tampoco es para tomárselo a la ligera, pero aún puedo recuperar algo si encuentro a alguien a quien meter ahí y me pague esos meses.
-Es lo suyo.
-¿Sabes de alguien?
-Ahora mismo no, pero si me entero de algo, te lo digo.
-Gracias, tío.
-También es mala suerte, joder.
-Qué me vas a decir a mí. Me animo a dar el paso, encuentro una casa de puta madre y le quiero dar la sorpresa a Elena y justo pasa esto.
-No se lo has dicho, ¿no?
-Qué va. Ni lo voy a hacer. Es lo mismo que cuando rechacé el aumento. No quiero que se sienta mal y eso. Bastante tiene con dejar de ver a su gente más cercana como para que se eche a sí misma la culpa de esto. Que la conozco...
-Bueno, creo que haces bien. Tómatelo con calma. No te agobies por eso y disfruta de que ahora vais a estar más juntos. No deberías tener problema con la convivencia, habéis hecho vida de pareja muchas veces y eso, ¿no?
-Sí. Muchas veces hemos dormido juntos, cocinado juntos y eso. Por eso estoy tranquilo.
-Claro. Ya verás como todo va de puta madre.

Mario y yo estuvimos un rato más hablando de otras cosas e incluso le enseñé fotos de la casa y demás mientras oíamos como las chicas reían de vez en cuando desde la habitación. Al rato salieron y nos despedimos de nuestros amigos para irnos a descansar porque se nos hizo tarde.

Mientras íbamos hacia el coche pensé en donde ir, porque no quería que se repitiera por tercera vez esa situación en mi casa y quería evitar ir a casa de Elena para no tener que cruzarme con Noelia después de esa conversación tan desagradable y no me fiaba de ella con eso que me dijo Elena de que me quería decir algo. Fue Elena quien decidió, porque una vez llegamos al coche, tiró de mi mano para seguir andando hasta mi casa. Una vez entramos, fuimos al salón, donde nos encontramos a mi madre sola, ya que mi padre tenía que madrugar para ir a trabajar y ya estaba durmiendo. Mi madre se dio cuenta al instante de que Elena estaba tristona y fue con ella, abrazándola. Elena le contó todo con más detenimiento y detalle. Mi madre le dio muchos ánimos, diciéndole que si necesitaba algo, que ella estaba ahí, mientras que a mí me decía que estuviera pendiente de ella y que la animara, pero no con tono de reprimenda. Me lo decía convencida de que así sería.

Después de un rato de charla acabamos saliendo para ir a casa de Elena. Al final me comí las dos situaciones que quería evitar, aunque cuando llegamos y entramos después de aparcar el coche, nos encontramos todas las luces apagadas y todo en silencio, por lo que fuimos directos a la habitación de Elena para acostarnos. Cuando pasamos por el pasillo, junto a la habitación de Noelia pude ver que salía luz por debajo de la rendija de su puerta, pero no le hice mucho caso, porque tampoco es que pudiera oír nada. Me senté en la cama de Elena mientras ella se cambiaba de espaldas a mí en silencio. Cuando acabó se dio la vuelta, poniendo una pequeña sonrisa en su boca. La cogí de la mano para atraerla y sentarla de lado sobre mis piernas, echado ella su cabeza sobre mi hombro mientras pasaba su brazo por mi espalda para abrazarme, haciéndolo yo también. Nos dimos un beso muy lento, para después levantarme y quitarme la ropa, quedándome en boxers para dormir más a gusto. Elena se echó sobre mí, como siempre, con su cabeza sobre mi hombro, una pierna suya sobre las mías y su mano acariciando mi pecho.

-No ha sido para tanto, ¿no?
-Bueno... Estoy triste.
-Lo sé. Pero es que no nos queda otra, mi vida.
-Ya. Es que soy muy sentimental. Le cojo mucho cariño a la gente que más me rodea.
-Es normal Elena, es tu familia.
-Ya. Siento que todos a los que se los he contado hoy son mi familia. Esto es muy importante para mí y me alegro de que todos me apoyen.
-Pues claro, cariño. Todos te quieren mucho. Solo quieren lo mejor para ti.
-Lo sé.
-Y yo voy a hacer todo lo que esté en mi mano para que no te sientas mal. Me muero cuando te pones triste y no puedo verte así. Cuenta conmigo para lo que sea. Intentaré que te sea más liviano el que los eches de menos.
-Lo sé, mi amor. -dijo tras cogerme la cara con fuerza con una mano, girándola para mirarnos a los ojos- Sé que vas a estar ahí. Me llevas apoyando así desde antes de que fuéramos pareja. Por eso estoy más tranquila. No voy a estar sola. De ser así estaría aterrada, pero voy a estar con lo mejor que me ha pasado en la vida. Todo va a salir bien.

Nos dimos un beso y nos acomodamos para dormir. Elena se durmió enseguida mentiras que yo me puse a pensar en esas últimas palabras que me dijo. Ella contaba conmigo y yo estaba dispuesto a darlo todo, pero eso tampoco quitaba que yo también estuviera nervioso, por ella más que por mí. Ya había vivido solo durante mi época de universidad y el caso es que ella también, pero toda esta situación era nueva para mí. Cuando ambos estudiamos y la veía no aparentaba para nada que estuviera mal al haberse ido ni nada, por lo que parecía que estaba tratando con otra chica que en aquel entonces. Tampoco pude pensar demasiado porque caí dormido al poco de hacerlo ella.
 
Capítulo 195

El despertar fue raro porque no notaba a Elena sobre mí, ni yo abrazándola a ella, por lo que empecé a palpar con mi mano hasta que la encontré, abrazándome a ella, apoyando mi cabeza en su pecho. Pero algo no iba bien, no la notaba como siempre. Cuando me retiré un poco y abrí los ojos me di cuenta de que se trataba de Noelia.

-Joder. ¿Qué coño haces aquí? (dije al verla tumbada de lado frente a mí)
-Nada.
-¿Eres tonta? Tu hermana te va a ver.
-No. Está dando un paseo con mi abuela. Ha dicho que no te quería despertar porque te gusta dormir.
-¿Y tu madre?
-Ha salido a comprar.
-¿Qué quieres?
-Nada. Solo te miraba.
-Pues ya me has visto, lárgate.
-¿Qué es esto? (dijo moviendo su mano desde su espalda al frente, sujetando el dildo de Elena)
-Nada que te importe. (dije quitándoselo de la mano)
-Jajajaja. No esperaba que usarais eso... ¿Te gusta que te lo metan por el culo...?
-¿Pero qué dices? Anda, cállate.
-¿Te gusta que jueguen con tu culito?
-¡Que es de tu hermana!
-¿Pero por qué? ¿No tiene suficiente con lo tuyo?
-Noelia, que te largues. No te voy a explicar nada.
-Que capullo te pones a veces, de verdad...
-Que harto me tienes...
-Yo también estoy harta de muchas cosas...
-Me importa una mierda.
-¿Te ha dicho mi hermana que quería comentarte una cosa?
-Sí, algo me dijo ayer.
-Te quería preguntar que dónde estaba mi conversación contigo. Estuve mirando y no vi nada.
-¿Te crees que soy tan gilipollas para dejarla ahí a la vista de cualquiera?
-Sí. Sí que creo que eres así de gilipollas.
-¿Por qué?
-Porque tienes muy fácil follarte a una chica como yo sin ningún compromiso y no lo haces.
-Es que si lo fuera, entonces sí que sería gilipollas.
-Ya... ¿Y dices que la tienes guardada o algo?
-¿Qué más te da?
-Quiero saber si miras mis fotos y vídeos de vez en cuando y te tocas mirándolos.
-Noelia. -dije de manera seca, incorporándome para sentarme en la cama con las piernas cruzadas- Tengo a tu hermana, que es la mejor chica con la que he estado. No necesito tus fotos y vídeos de mierda.
-A mí no me hables así. -dijo dándome un guantazo después- Yo soy mejor que mi hermana en todo. Y tú eres tan idiota que no te das cuenta. Es que eres gilipollas.
-No me vuelvas a tocar.
-No, si se me están quitando las ganas ya...
-No me digas. Joder, por fin.
-Pero me estás tocando mucho los ovarios. Y como sigas lo mismo tengo una charla con mi hermana.
-Pues lo mismo hablo yo con tu madre para que vea la clase de hija que tiene.
-Sí, jajaja. ¿A quién va a creer? ¿A su hijita o al cabrón del novio de su hija que la engaña con su hermana?
-Eres más tonta de lo que pensaba. ¿Se te olvida que tengo toda la conversación guardada con todo lo escrito por ti, con todos esos archivos?
-Aaaaarrrggg... Qué rabia me das. (dijo con cara y tono de estar muy enfadada)

Noelia se levantó y se fue a su habitación, cerrando de un portazo. Yo me fui vistiendo y luego fui al baño para lavarme un poco la cara y despejarme. Aproveché que Noelia estaba enfadada y que no había nadie más en la casa para irme a la mía. Cuando me monté en el coche le escribí a Elena para decirle que me iba a casa para trabajar duro y que no iría a comer para aprovechar el día entero. Llegué a casa y me puse a trabajar después de desayunar algo. Al rato me escribió Elena.

-🥺🥺🥺
-Va, no te pongas así.
-Jo... He sacado a mi abuela para que anduviera un poco. Si lo sé me quedo contigo y que luego hubiera ido con mi madre...
-No, Elena. Has hecho bien. Ya mismo nos vamos y va a verte menos. Deja que disfrute de ti.
-Pero es que quiero estar contigo...
-Mi vida, a partir de la semana que viene nos vamos a hinchar de estar juntos.
-Siiiii 🥰🥰🥰
-Por cierto, tenemos que decidirnos ya por una casa. Que estamos a jueves y el lunes empiezas y tenemos que hacer la mudanza y eso.
-Pues ahora mismo me pongo a ello.
-Vale. Lo dejo a tu elección. Elige la que más te guste, seguro que me encanta.
-Ay... 😍
-¿Qué pasa? Jajaja.
-Que me encanta la confianza que tienes en mí.
-Pues claro, si eres perfecta. ¿Cómo no la voy a tener?
-😊
-😘
-Pues me decido por una y me pongo a hacer la maleta y preparar las cosas.
-Perfecto.
-Nos vemos esta noche para dormir, ¿no?
-Pues...
-🥺🥺🥺
-Bueno, ya veremos.
-Bueeeeeno. Luego hablamos.
-Vale.
-Te quiero 😍😍😍
-Y yo 😘😘😘😘😘

Pensé en de decirle eso a Elena para que se entretuviera y que se hiciera más ligero todo lo vivido esos días, así estaría distraída entre la elección de la casa y la preparación de la maleta y demás. No me apetecía aparecer por su casa después de lo que me acababa de pasar. Noelia seguía con lo suyo, diciendo que se le estaban quitando las ganas. Ya, seguro... No me la creía, ni tampoco el cuento de que fuera a su hermana con todo lo que pasaba entre nosotros. Pero quería quitarme del medio durante esos días. Con un poco de suerte no la vería casi hasta que nos despidiéramos para irnos a la otra ciudad.

Me puse a trabajar duro porque uno de esos días lo dedicaríamos a instalarnos y sabía que se me iría todo el día, además de que tenía algo de trabajo atrasado. A medio día hice un pequeño descanso, dándome cuenta de que tenía un mensaje de Sofía. Por lo visto me lo mandó bien temprano por la mañana, pero no me di cuenta.

-Javi, me dejaste preocupada con eso que me dijiste... Dime algo anda.

Decidí contarle lo que pasaba, porque noté bastante preocupación al ver ese mensaje y tarde o temprano se iba a enterar por Irene y Mario, así que pensé en contárselo yo en ese momento.

-Hola Sofía. Verás, es que no nos vamos a poder ver más.
-¿Qué? ¿Por qué? ¿Ha habido algún problema con tu chica?
-No, no es eso.
-¿Entonces?
-Resulta que le han ofrecido trabajo a mi chica y nos vamos a mudar.
-Me alegro mucho, Javi. Me jode porque me caes muy bien y tú chica también y esperaba que fuéramos amigos y eso. Me gusta mucho la amistad que tenéis entre Irene, Mario y tú y yo quería formar parte de eso. Pero no solo para el folleteo, no pienses mal, jajajaja.
-Jajajaja. Vale, vale.
-Joder tío... Me da mucha pena. Pero me alegro mucho de que vayáis encarrilando lo vuestro yendo a vivir juntos.
-Muchas gracias.
-Iba a daros una sorpresa, pero ya poca cosa va a ser.
-¿Qué es?
-Pues que había decidido irme a vivir a tu cuidad. Me gustó mucho cuando me la enseñaron Irene y Mario. Hay de todo y todo es muy accesible y tendría muy buena compañía.
-¿En serio?
-Que sí, tío.
-¿Pero y el trabajo?
-Estuve hablando con los de arriba en una reunión que tuvimos. Bueno, yo y todos los jefes de cada departamento y llegamos a la conclusión de que el ritmo que llevábamos de vida no era ni viable ni sano. Cada semana nos íbamos a una ciudad diferente, yendo a hablar con publicistas, gente relacionada con nuestro periódico y demás. Y eso conlleva también un gasto, por lo que decidimos hacerlo de manera más telemática, pero teniendo algunas reuniones a lo largo del año. Las más importantes. Una al mes como mucho y no tres o cuatro.
-Ah. Estupendo. La verdad es que sí. Ese ritmo de vida tiene que ser un infierno.
-Lo es, tío. ¿No te llegó un correo? Ahí venían todos los cambios, también este.
-Sí, me llegó, pero no le fijé en esa parte. Solo miré la que me afectaba a mí.
-Pues eso, así va a estar la cosa ahora. Y menos mal, porque ya estaba muy estresada.
-Me alegro que la cosa haya cambiado a mejor.
-Gracias. Lo necesitaba.
-¿Entonces te vienes a vivir aquí dices?
-Sí.
-Dime que aún no tienes casa.
-No, ni siquiera he mirado nada. Tenía pensado en irme unos días con la parejita y que ellos me ayudaran a buscar una buena casa en un buen sitio, ya que ellos se conocen la ciudad.
-Pues no tienes que buscar nada.
-¿Por?
-Resulta que estuve mirando casas para irme a vivir solo y darle una sorpresa a Elena, para que se viniera conmigo.
-Anda, que bien.
-Es que intimidad, poca.
-Vivís los dos con la familia, ¿no?
-Sí.
-¿Y cómo lo hacéis para follar?
-Pues con cuidado o aprovechando cuando estamos solos.
-Vaya. ¿Entonces tienes una casa?
-Tengo un contrato de alquiler, pero no creo que haya problema para traspasártelo a ti.
-¿Y cómo es?
-Está de puta madre, ahora te mando fotos. Son 400 al mes y está en un buen sitio.
-Ah, qué guay. Pues un problema menos.
-No sabes cómo me has venido...
-¿Por qué?
-Porque había pagado tres meses por adelantado y creía que iba a perder ese dinero.
-Ostia, tío...
-¿Cuándo vienes?
-Pues tenía pensado en ir para finales de la semana que viene.
-Vale.
-Pero voy el lunes voy y así echo todo el mes, ¿no?
-Pues sí. Me parece cojonudo. Yo me pongo en contacto con el dueño para lo del contrato.
-Muy bien. Muchas gracias por ayudarme.
-Gracias a ti. Me has venido al pelo.
-Te lo tendré que agradecer, ¿no? Jajajaja.
-A mí mientras me pagues esos tres meses, me vale, jajaja.
-Ayyyyy... A ver si se anima la cosa algún día como con Irene y Mario...
-Bueno, ya veremos. Ya sabes que yo ahí no mando.
-Porque no quieres. He estado hablando con Irene y dice que Elena haría cualquier cosa por ti. Tal vez con un empujoncito...
-No, no. No quiero meter prisa ni presión. Que salga de ella.
-Joder, si es que eres hasta buen novio, coño. Así no te quitas de mi cabeza, jajajaja.
-Jajajajaja, anda ve haciendo la maleta, que te calientas y ya verás tú.
-Sí, mejor, jajajaja. Nos vemos el lunes.

Al final el problema de la casa alquilada se resolvió más rápido de lo que pensaba y resultaba que era Sofía quien iba a vivir ahí. Esa chica estaba como una cabra. Aunque me gustaba su forma de ser. Era muy decidida y echada para delante. Muy espontánea. Al menos Irene y Mario tendrían a alguien después de que los fuéramos, aunque nuestra idea era mantenemos como si no nos fuéramos, pero todos sabíamos que no iba a ser lo mismo.
 
Capítulo 196

Después de ambas conversaciones seguí trabajando hasta la hora de comer, continuando tras acabar, haciendo otro parón a media tarde para llamar al que me alquiló la casa y explicarle mi problema. Por suerte no hubo ningún inconveniente. Le expliqué que se trataba de mi jefa y demás y me dijo que mientras llevara los mismos papeles que le llevé yo y le pagara, que le daba lo mismo quien viviera ahí. Así que avisé a Sofía para decirle qué papeles que necesitaba presentar y todo estuviera en orden. Después continué un poco más hasta las 10, que me acordé lo que le dije a Elena de lo de que mirara casas y le escribí preguntándole si ya había elegido alguna.

-Mi vida, ¿has elegido ya casa?
-Siiiii. No te he dicho nada porque sé que estás trabajando y no te quería molestar.
-Tú nunca me molestas, Elena.
-Ay... 😍
-¿Cuál has elegido al final?
-La que más nos gustó. Creo que el inconveniente de que esté un poco apartada del centro está compensado con creces.
-Bien. Es la que más me gustaba.
-A mí también. Es grande, en un buen barrio, está bien amueblada. Es perfecta.
-Sí. Me parece la mejor. Además, que esté retirada no es problema. Te llevas mi coche cuando tengas que ir a trabajar y problema resuelto.
-Había pensado que me llevarás tú.
-Como quieras. ¿No quieres coger mi coche?
-Me da cosilla...
-¿Por qué? Si ya lo cogiste cuando tuve aquel accidente en la fiesta esa.
-No sé... voy a cogerlo más yo que tú.
-¿Y cuál es el problema? Mi coche también es tuyo.
-Jo...
-¿Qué pasa?
-Que te quiero.
-Que tonta eres, de verdad... Jajajaja.
-🥺🥺🥺
-❤❤❤
-Pues ya he hablado con la inmobiliaria. Tenía pensado en que fuéramos por la mañana para arreglarlo todo con ellos, para que nos den las llaves y demás y luego ir a la casa para dejarla preparada y eso.
-Vale. Me parece buena idea.
-Ya lo tengo todo listo. He preparado lo más importante, ya vendremos a por lo demás.
-Perfecto.
-Por cierto. He estado hablando con Isa.
-Ah. ¿Y qué tal?
-Pues es por lo que nos dijo el otro día. Lo de la fiesta que iba a montar este finde y eso.
-Vale. ¿Has pensado algo?
-Pues sí. Si de hecho he sido yo la que la ha llamado.
-Ah, ¿sí?
-Sí. Se me ha ocurrido algo. A ver qué te parece.
-Dime.
-Quiero hacerlo. Quiero que nos vea. Ya te dije por qué.
-¿Segura?
-Sí. Estoy segura. Es nuestro último finde aquí y me apetece hacer una locura.
-Pero...
-No. Yo solo voy a follar contigo y tú conmigo.
-Ah, vale.
-Pero hay algo más.
-¿El qué?
-Le he propuesto a Isa una cosa para pasarlo mejor.
-Huy... Mi Elenita maquinando. Me gusta y me da miedo a la vez, jajajaja.
-Jajajajaja 😈😈😈
-¿De qué se trata?
-Le he dicho si puedo llevar a unos amigos.
-¿Mario e Irene?
-Exactamente. No me ha puesto ninguna pega, pero me ha recordado el premio que le debemos. Yo le he dicho que es parte del premio.
-¿Pero no has dicho que tú y yo íbamos a estar solo el uno con el otro?
-Y así va a ser. Ellos con Isa y nosotros por otra parte.
-Pero si nos quería ver, ¿no?
-Sí. Ellos tres en la cama de sus padres y nosotros en otra cama que va a poner en la misma habitación. La suya.
-Jooooder.
-¿Te da morbo?
-Mucho. Te voy a reventar. Se va a enterar de lo que hacemos, pero bien.
-Solo te pido una cosa.
-¿El qué?
-No juegues con mis pies. Me da muchísima vergüenza, Javi...
-No me jodas... Si me encanta ponerte así. Además, lo disfruto mucho yo también. Me gustan mucho tus pies.
-😳😳😳
-Mira como estoy de pensarlo... (escribí después de mandarle una foto de mi polla empalmadísima)
-Uff... 🥵🥵🥵🥵🥵
-Va Elena, no me prohíbas eso...
-Bueno, ya veremos. Depende de cómo de caliente esté...
-Me vale. ¿Pero Irene y Mario lo saben?
-Sí. Lo saben todo, se lo he contado a ambos.
-Uff... ¿Qué han dicho?
-Están más cachondos que un mono. Les he explicado todo lo que tengo en mente para el sábado y están con muchas ganas. De hecho, me han colgado porque han ido a follar de lo calientes que se habían puesto.
-Jajajajaja.
-Oye, ¿cuándo vienes para dormir?
-Elena... He estado trabajando y se me ha olvidado hacer la maleta.
-Noooooooo 😡
-Lo siento. No te preocupes. Mañana vamos a estar todo el día juntos.
-Me vas a tener que compensar.
-¿Cómo quieres que te compense?
-Mmm... 😏😏😏
-Vale, te compensaré bien, jajajaja.
-Mañana a las 9 te quiero aquí.
-Huy, que mandona...
-Nooooo. Que tenemos que ir temprano, va...
-Vale, vale. Estaba de coña, jajaja.
-Va a ser un día muy largo, descansa.
-Sí, pues tengo que hacer la maleta aún...
-Ay... Qué desastre de novio tengo... Jejejeje.
-Sí. Sin ti no soy nada.
-🥺🥺🥺🥺🥺
-Jajajajaja. Va, mañana nos vemos.
-TE QUIERO 😘😘😘🥰🥰🥰
-Y yo a ti, mi vida ❤❤❤

Estaba de muy buen humor después de esa conversación con Elena hasta que vi que tenía un mensaje de Noelia.

-¿Qué hablas con mi hermana que no para de reírse? La oigo desde mi habitación.

La dejé en visto. No quería responderle ni tener que hablar nada con ella. Me puse a hacer la maleta no de tan buen humor, aunque me salía una sonrisilla al recordar la conversación con Elena. Así estuve durante un buen rato, haciendo la maleta, pensando también en que en nada estaríamos viviendo juntos, lejos de su familia, los dos tranquilos a nuestras anchas para hacer lo que quisiéramos. Después de hacerla me fui a dormir porque tenía pinta de que nos esperaba un largo día.
 
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