Reencuentro con Elena

Capítulo 217

M: Nenes... ¿Qué os ha pasado?
E: Nos hemos dormido.
M: ¿Y eso?
J: Ayer tuvimos un poco de fiesta.
M: ¿Ves, Cristina? Los niños y niñas de hoy en día solo piensan en pasarlo bien. (dijo mirando a mi madre)
C: Es normal, son muy jóvenes, tienen que divertirse... (dijo mi madre algo cortada, pero con una sonrisilla)
J: Claro que sí. (dije dándole un abrazo y un beso a mi madre)
M: Qué cariñoso es tu hijo... Mi Elena ni me da un beso...
E: Que sí, mamá...
J: No te pongas celosa Maribel, jejeje.
E: ¿Y el viaje bien?
M: Sí, muy bien.
J: ¿Habéis hablado mucho?
C: Algunas cosas, hijo.
M: Cosas de madres, comentando un poco como os vemos.
J: Ah... ¿Y se puede saber?
C: Pues claro, hijo. Las dos estamos muy contentas. Os vemos muy felices a los dos y estamos encantadas, aunque os echamos un poco de menos por haberos ido de casa, pero si habéis dado este paso tan importante, es que la cosa va muy bien y en serio.
M: Exactamente.
J: Eso me dijo ayer Elena.
M: ¿El qué?
E: Nada, nada. (dijo dándome un pellizco en el costado)
M: ¿Cómo que nada?
J: Nada, que tu hija es muy tímida...
C: Qué rica... (dijo sonriendo)
E: Mamá, ¿y la abuela? (dijo con tono de cambiar de tema mientras se sonrojaba)
M: Con tu tía, hoy he venido más a disfrutar. Y tu hermana en casa, sola. No quería venir.
I: Buenos días. (dijo alegremente mientras aparecía por la puerta)

Ambas le saludaron, con una Maribel algo cortada y mi madre un poco descolocada porque no la conocía.

I: ¿Usted es la madre de Javi?
C: Sí, pero por favor, no me trates así... Jejeje.
I: Perdona, es la costumbre. Me alegro de poder conocerte. Javi es uno de mis mejores amigos y hemos venido a pasar el fin de semana con ellos.
M: Hola, buenos días. (dijo Mario también de forma alegre, pero algo cortado)
C: Hombre, Mario, cuánto tiempo... Qué grande estás y qué guapo.
M: Yo también me alegro de verte, Cristina. Esta chica es mi novia, se llama Irene.
M: ¿Os conocéis? (dijo Maribel algo cortada)
C: Sí. Mario venía mucho por casa para jugar con mi hijo cuando eran más pequeños, incluso ya de más mayorcito cuando iba al instituto venía buscando a Javier.
M: Pues yo no conocía a ninguno de los dos, ni a tu hijo hasta hace poco. ¿Te lo puedes creer?
E: Mamá...
C: Pero eso es porque Elena no es del mismo sitio que ellos, no te creas que la conozco desde hace mucho, solo unos meses. Si acabo de conocer a la novia de Mario ahora mismo también...
J: ¿Habéis desayunado?
C: Sí, nos hemos tomado un café rápido antes de venir.
J: Pues nosotros no. Vamos a hacer una cosa. Vamos a ir Mario y yo a por algo para desayunar y mientras vosotras os bajáis a la piscina.

A todos les pareció bien el plan, por lo que ellas se bajaron a la piscina mientras Mario y yo íbamos en coche a un supermercado para comprar cafés fríos y algo para desayunar. A la vuelta, antes de llegar dijo:

-Buen día vamos a echar en familia, jajajaja.
-¿Qué pasa? No le quitáis ojo a la madre de Elena, ¿no?
-Ya ves. Es que es tan parecida a ella que no puedo evitar imaginármela... Ya sabes.
-Ya.
-Irene se pone como una moto cada vez que la ve.
-¿La metéis en vuestras fantasías también? Jajajaja.
-Pues alguna vez... Jajajaja.
-Madre mía...
-Pues también.
-¿Qué?
-Pues que tu madre también está muy bien...
-Mario, no me jodas...
-No, si ya sabes que yo soy muy cortado y respetuoso con eso, pero ya ves que Irene...
-No me jodas, tío...
-No sé qué le parece a ella, a ver qué nos encontramos ahora cuando lleguemos y nos las encontremos en bikini...
-Joder... Algo me has dicho...
-Javi, que no va a pasar nada, tranquilo.

Llegamos, aparcando el coche al lado del inicio del caminito. Bajamos con las bolsas y nos encontramos a todas aún con la ropa puesta. Estaban sentadas a la sombra, hablando las cuatro. Cuando nos vieron, nos hicieron una señal y fuimos con ellas, para sentarnos en una mesa, en la misma en la que comimos el día anterior y nos pusimos a desayunar. Durante el desayuno hablamos de las cosas típicas que hablan las personas que se empiezan a conocer, contándoles a todos como nos iba con nuestra nueva vida, como nos apañábamos y demás.

Después nos fuimos hasta las toallas, quitándonos la ropa para quedarnos en bañador. Todas se quedaron en bikini excepto Maribel. Elena iba con un bikini rosa chicle muy bonito, que realzaba bastante su culo, poniéndose también un pañuelo negro en la cabeza, doblándolo como si fuera una cinta, como ella se solía poner para los días de piscina o playa. Irene iba con uno amarillo bastante chillón, que contrastaba bastante con su color de piel más oscura, y más al estar tan morena a esas alturas del verano. Mi madre, sin embargo, no estaba tan morena, cosa que intentaba ocultar al ponerse un bañador de cuerpo completo azul marino, tapando su abdomen y espalda. Mario y yo llevábamos siempre un bañador de pantalón de medio muslo, azul celeste el suyo y rojo el mío. Empezó el ritual de la crema, con ambas chicas echándole a su pareja. Mi madre me miraba con una sonrisilla mientras ella se echaba sobre los brazos. Yo apartaba la mirada algo cortado, pero también con una sonrisa. Después, los chicos le echamos a nuestras chicas, sobre todo por la espalda. En una de esas pasadas me colé y le subí la parte de atrás un poco a Elena, viéndose que la marca no era tan notable cómo debería serlo al ir siempre tapada por esa zona.

M: Elena, ¿haces topless?
E: ¿Eh? No... ¿Por qué?
M: No tienes mucha marca del moreno por ahí.
E: No, solo me desabrocho la parte de atrás y me tumbo boca abajo.
M: Que no pasa nada, ¿eh? Cada una hace lo que quiere.
C: Claro que no pasa nada. Tiene un cuerpo muy bonito.
I: Yo sí que hago. De hecho, voy a hacerlo, ¿os molesta?
M: Mmm, no, no. Tranquila.
C: Tú también tienes un cuerpo muy bonito, Irene.
I: Y tú, Cristina. ¿No te animas?
C: Yo no puedo con este bañador. Si me bajo la parte de arriba se me puede caer todo y entonces sí que hago topless del todo...
I: Bueno, te lo anudas.
C: Es que me da vergüenza también delante de mi hijo y de Mario.
M: Por mí no te cortes, Cristina. (dijo Mario medio riéndose)
M: Mario, creía que eras más formal... Jejeje. (dijo Maribel)
M: No, mujer. Es que conozco a Cristina desde que era pequeño, hay confianza, aunque lleve mucho sin verla. Además, en nuestro grupo de amigos cuando éramos pequeños e íbamos a casa de Javi, ella era la mujer, no sé si me entiendes...
J: Madre mía, Mario...
C: Vas a hacer que me ponga roja...
I: A ver, Cristina, es que eres muy guapa y estás muy bien para tener... ¿Cuántos años dices que tienes?
C: 48.
I: ¿Qué dices?
M: Estás muy bien, no lo aparentas. (dijo Maribel mientras estaba sentada con las piernas cruzadas)
I: Las dos estáis muy bien, ojalá llegue yo así a vuestras edades. (dijo quitándose la parte de arriba para dejarla apartada y empezar a echarse crema)
M: Vaya cuerpazo tienes, Irene. No te quejarás, ¿eh, Mario?
M: No me quejo, no.
I: Nadie ha tenido queja conmigo, jejeje.
M: Normal, los traerás locos a todos...
I: Y a todas.
M: ¿Cómo?
I: Es que soy bisexual, Maribel.
M: Ah...
C: Pues qué bien. Seguro que te lo has pasado muy bien.
I: La verdad es que sí, no os voy a mentir.
M: Pero ya no, ¿verdad?
I: ¿Cómo?
M: Quiero decir... Que estado en pareja con Mario, ya nada de chicas, ¿no?
I: No, no. -dijo después de un par de segundos- Cada oveja con su pareja. Yo con Mario estoy contentísima, me tiene bien servida.
M: No, si no quería decir eso...
I: Es muy cariñoso, es un amor.
C: Me alegro por vosotros.
I: ¿Te animas tú, Maribel?
M: ¿Qué? -dijo de manera incrédula- Yo no... Yo soy normal, o sea, que me gusta solo los hombres, yo no...
I: No, jajajaja. Me refería a si te animas a hacer topless.
M: Ah...
I: Pero si aún no te has quitado la ropa para quedarte en bikini. ¿A qué esperas? Estás sudando...
M: Eh... Sí. Voy a por una bebida para refrescarme. ¿Queréis algo?
E: Venga mamá, que voy contigo y te echo una mano.

Elena y Maribel se fueron a la zona del bar donde habíamos guardado las bebidas en las neveras que había ahí, quedándose unos minutos ambas hablando apartadas de nosotros.

C: Javier, estás muy callado...
J: ¿Yo? No, ¿por qué lo dices?
C: Has dormido poco, ¿no?
J: No... No sé de qué me hablas...
C: ¿Seguro? (dijo pasando su mano por mi espalda, hincándome las uñas por algunas partes, haciéndome daño)
J: Mamá... ¿Qué haces?
C: No... Qué hacéis vosotros... Que tienes la espalda hecha polvo.
J: Ah...
I: Es que Elena es muy...
C: Ya, ya lo sé.
I: ¿Cómo? Jajajaja.
C: Mi hijo me explicado lo que le pasa a Elena.
M: ¿Qué?
J: Que no, que fue para explicarle una situación. Que yo no voy por ahí diciendo lo que hago en la cama.
I: Pues sí, Cristina. Elena es sensible y tu hijo la tiene bien atendida.
C: Jajaja, vamos a dejar el tema, que Javier se enfada.
J: No me enfado... Es incómodo.
I: Pero si es divertido hablar de esto.
J: Me da cosa, jajaja. Hablad vosotros, yo voy a ver qué hacen estas dos.
 
Capítulo 218

Me fui de allí, dejando a mis amigos hablando con mi madre, aunque no sabía si era una buena idea, porque sabía de sobra como eran, sobre todo Irene, pero tampoco es que pensara que pudiera pasar algo raro. Confiaba en ellos. Fui a donde estaba mi chica con su madre, apreciando como que medio cambiaban de tema cuando llegaba.

J: ¿Qué pasa?
M: Nada, no pasa nada.
J: ¿Seguro?
E: Está cortada.
J: Ah... ¿Por?
E: Se ha cortado al ver que estaban aquí Irene y Mario.
J: Ah... Es que habíamos quedado con ellos y tal, creía que no habría problema...
M: Y no lo hay, solo que... Pues Mario es un hombre y me da un poco de vergüenza que me vea en bikini. Y ahora que sé que Irene es... Pues eso, que también le gustan las chicas, pues más todavía...
J: ¿Y yo no soy un hombre? Jajaja.
M: Ya, pero contigo tengo confianza y ya me has visto así.
J: Bueno, pero tampoco es para tanto, ¿no? Si ellos están mucho a su bola, no te preocupes.
E: Es que dice que el bikini le está un poco justo...
J: Ah...
M: Es que cuando me separé de mi marido tiré todos mis bikinis y bastante ropa y no tengo ninguno. Y como Elena y yo tenemos un cuerpo parecido pues me los deja, pero me van un poco justos y se me marca un poco todo...
J: Pues no sé, como tú veas.
E: Venga, mamá. Es ridículo que estés así todo el día. Te tendrás que bañar y demás para el calor...
M: Ya, ya. Ahora ya si eso...
J: Por lo demás todo bien, ¿no?
M: Sí, ¿por?
J: ¿Con mi madre todo bien y eso?
M: Javier, tu madre es una mujer estupenda. No pasa nada con ella. Hemos hablado de muchas cosas durante el camino y ha ido todo genial.
J: Me alegro.
C: ¿Todo bien por aquí?
M: Claro, todo genial.
C: Anda, dejadme hablar con ella un poco.

Elena y yo fuimos hasta nuestros amigos, pasando por la piscina, pero a medio camino la cogí en brazos y la tiré al agua conmigo. Cuando salimos a flote respiró con ansia por la impresión del agua fría y me empezó a hacer cosquillas para devolverme la gracia, pero tenía frío y se abrazaba a mí con fuerza.

-Dame calorcito, anda...
-¿Aquí delante de todos?
-Noooooo. Ni se te ocurra.
-Ah... Creía que querías tema... Jejeje.
-Luego cuando estemos solitos, con nuestras madres aquí, no.
-¿Ni un poquito solo?
-No, Javi.
-Jo...
-Oye, no me imites.
-Es que tengo ganas y no cuidas a tu nene... (dije haciendo pucheros)
-Huy que mal te estás portando...
-¿Me vas a castigar?
-Pues lo mismo.
-¿Me vas a romper el culo como el otro día?
-No. Eso ya no lo hago más.
-Pues lo del dedo me gustó mucho. Ya viste como no paraba de salir... Y que me lo comieras también estuvo bien.
-Que marrano eres...
-Pero si fuiste tú la que me ató y me lo hizo todo. (dije agarrando su culo)
-Tsss. No te he dado permiso.
-¿Permiso de qué? ¿Quién manda aquí?
-Pues yo.
-¿Eso crees?
-No lo creo, lo sé.
-Pero si casi siempre te domino yo.
-¿Y?
-¿Cómo que y?
-Javi, con lo mimada que me tienes si te digo haz esto, lo haces sin pensar.
-Mmm...
-Me tienes en un pedestal y harás todo lo que te diga.
-¿Me estás diciendo que eres una manipuladora?
-Nooooo, bobo. Jajajaja. Lo que digo es que tú piensas que me dominas, pero en realidad te preocupas tanto por mí que lo dejas todo a mi elección.
-Que soy un calzonazos, vamos...
-Que nooooo. Eres un amor, punto.
-Vale, vale, jajajaja.
-Pero que mando yo. Jijijiji.
-Conmigo no se juega.
-Que siiiii, que eres mi macho, jajaja.
-Uh... Te la estás jugando mucho...
-Ay, vamos anda...
-No. Ahora te quedas aquí. (dije mirando atrás)

No la solté de mi abrazo y ella se reía, pero pronto se le quitó la risa cuando le bajé la parte de abajo del bikini de un tirón, dejándosela por las rodillas.

-¿Pero qué haces? (dijo sobresaltada intentando subirse la ropa)
-Quieta. (dije cogiendo sus manos y llevándolas a su espalda para agarrarlas con fuerza)
-Javi, no me hace gracia, nos pueden ver nuestras madres. (dijo con voz entrecortada)
-Pues yo creo que te está encantado. Además, me he asegurado de que no nos vean, te tapo bien desde aquí.
-Para.
-No.
-Lo digo en serio
-Yo también. Lo estás disfrutando mucho. Tienes las mejillas encendidas y la voz entrecortada.
-No.
-Sí.

Entonces le empecé a acariciar la rajita, metiendo dos dedos, los cuales entraron sin ningún problema, empezando a masturbarla a buen ritmo mientras ella pegaba su cara a mi pecho.

-¿Ves como lo deseas?
-Por favor... (dijo susurrando con tono de súplica)
-Mmm... No sé... ¿Te ha quedado claro?
-Javi, Javi, que vienen. (dijo con pánico)

Le subí las bragas rápidamente a Elena, disimulando un poco mientras pasaban nuestras madres por nuestro lado, viendo como se alejaban.

-Eres un cabrón...
-¿Sí?
-Sí, mucho.
-¿Sigues con las mismas? ¿No te ha quedado claro quién manda? Jajajaja.
-Pfff...
-Dilo.
-No.
-Bueno, pues nada...

Cogí a Elena y la llevé hacia el borde para que no se nos viera tanto, alejándonos más de los demás mientras ella se intentaba zafar de mí, pero no la dejaba.

-¿Qué vas a hacer?
-Ahora voy a ser un cabrón de verdad.
-No...
-Sí. Te lo has ganado tú solita.
-Pero...
-Haberlo pensado mejor antes de provocarme así...
-¿Qué vas a hacer...?

No dije nada, simplemente actúe dejándome llevar. Me aseguré de que no nos veía nadie desde donde estábamos y le volví a bajar las bragas para empezar a tocarla como antes, metiéndole los dedos y acariciándole el clítoris. Ella me miraba con ojitos y cada pocos segundos me decía que parara, pero yo no lo hacía. Seguí tocándole a buen ritmo, controlando que no se corriera. A los pocos minutos le subí también la parte de arriba, liberando sus tetas, empezando a acariciárselas, pellizcando también sus pezones. Ella reprimía sus gemidos como podía, llevándose una mano a la boca para tapársela.

-¿Ves lo que pasa cuando juegas con fuego?

Elena no contestaba, pero me miraba con unos ojitos de vulnerabilidad que me derretían. Aun así, no me dejaba seducir por esa mirada y seguía con mi plan. Me encendí mucho y decidí llevar la cosa más allá, bajándome mi bañador para sacar mi polla y acariciarle su rajita con ella. Elena me miraba con cara de terror. No se podía creer lo que estaba haciendo.

-Te gusta. Te encanta. Lo estás disfrutando muchísimo. ¿A qué sí?

Elena no respondía, solo cerraba sus ojos, abandonándose al placer.

-¡Eh! Abre los ojos.

Elena me miró asustada. No sé si los demás nos miraron por ese grito inicial que pegué, pero es que no podía controlarme. Estaba muy cachondo y solo quería reventar a Elena. No me importaba quien estuviera ahí.
 
Capítulo 219

-Respóndeme.
-Sí.
-Sí... ¿Qué?
-Lo estoy disfrutando mucho.
-¿Por qué?
-Porque soy una guarra.
-¿Sí?
-Sí. Soy una zorra. Desde el primer día que me follaste en mi casa con mi hermana al lado. Que no podía controlarme y acababa gritando sin que me importara que nos oyera.
-¿Eso piensas?
-Sí. No puedo evitarlo. Me encanta todo lo que me haces.

Le empecé a meter la polla, haciendo presión con mi glande hasta que entró, lanzando ella un jadeo. Me quedé así unos segundos, quieto, pero con parte de mi polla en sus entrañas. Ella me miró a los ojos con esa vulnerabilidad con la que lo hacía minutos antes, pero yo quería más. Empecé a hacer presión mientras ella agachaba un poco la cabeza con los ojos cerrados. Encajé mi pie entre un escalón de la escalera de mano y la barandilla que los sostenía para ganar estabilidad y empecé a follarla, apoyando ella sus brazos en el bordillo interior de la piscina para sujetarse. Lo hacía despacio para que no se notara mucho, mirando constantemente hacía donde estaban nuestras madres y nuestros amigos por si empezaban a mirar o decían de levantarse para ir a algún sitio o meterse en la piscina. Por suerte no se dieron cuenta de nada ni se levantaron siquiera. Nuestras madres hablaron un poco y se tumbaron para tomar el sol, habiéndose quitado la ropa sobrante Maribel. Irene la miraba de reojo y se mordía el labio, hablando con Mario aparentemente en susurros por acercar su boca al oído de éste. Ambos sonreían y se daban un beso después de los susurros, flexionando Mario más piernas, ocultando una posible erección quizá.

Yo seguía a lo mío, metiéndosela a Elena ligeramente. Ella estaba en todo momento con los ojos cerrados, apoyando su cabeza en el bordillo. La sentía muy caliente al metérsela, tenía la polla que me quemaba casi. También notaba lo fácil que entraba y como empezaba a temblar de vez en cuando, como si estuviera teniendo pequeños orgasmos, hasta que cogió aire con fuerza, abrazándose muy fuertemente a mi cuerpo, empezando a temblar una barbaridad, respirando entrecortadamente. Notaba sus pezones duros como una piedra clavarse en mi pecho. Estuvo varios minutos abrazada fuertemente a mí, con esos temblores y espasmos grandísimos como pocas veces había visto en ella. Tenía la cara mirando al lado contrario a donde estaban los demás. Yo le besaba en la cabeza y le acariciaba la espalda mientras notaba como me estrujaba con su coñito. Yo, sin embargo, no me corrí a pesar de lo cachondo que estaba, pero es que ella lo hizo muy rápido, más que de costumbre. Poco a poco dejaba de apretarme con sus entrañas, perdiendo mi erección su vitalidad, lo que hizo que me polla menguara y se saliera de ella. Elena seguía abrazándome y yo aproveché para ponerle bien ambas partes del bikini como pude, poniéndome bien también mi bañador. Poco a poco dejó de hacer tanta fuerza, pasando a darme un abrazo normal, levantando su cabeza para darme besitos de manera muy cariñosa.

Salimos de la piscina después de estar unos minutos nadando, con Elena ya despierta de su orgasmo, aunque se reía de manera tonta como solía hacerlo después de cuando tenía uno intenso. Se subió a mi espalda y salimos, yendo hacia las toallas para tumbarnos. Irene nos miraba sonriente, aunque no sabía si lo hacía porque se alegraba de vernos así, o porque se olía algo de lo que había pasado. Mi madre levantó la cabeza, sonriendo al vernos y Elena volvió a coger la crema para empezar a esparcírmela por todo el cuerpo. Desde luego no me iba a quemar con ella en la vida, porque era casi obsesivo lo suyo con la crema. Hasta me echó por las piernas, poniéndose en cuclillas, mirando hacia arriba sonriente, guiñándome un ojo, pasando su mirada a mi paquete, mordiéndose el labio. Después se puso de pie y me echó también por la cara. Cuando acabó, me pidió que le echara yo, estando de espaldas a los demás. Ella seguía mi mano con su mirada, mordiéndose el labio ligeramente. Después cambió su gesto a una sonrisa muy bonita, girando su cabeza como solo ella sabía hacerlo, volviéndome loco, como siempre.

Cuando se dio la vuelta para ponerle por la espalda, vi que efectivamente Maribel se había quitado su ropa, quedándose solo en bikini y en efecto, se le marcaba. Como la última vez que vino no pude evitar fijarme, aunque mis gafas de sol disimularan ese análisis que le estaba haciendo, viendo como se le marcaban esos pezones gorditos que tuve la suerte de ver justo el mismo día que la conocí, apreciando también sus labios vaginales marcados bajo la tela, fijándome también en como su pubis estaba notablemente abultado, seguramente por ese matojo salvaje que le vi y que tanto me encendió pese a no gustarme de aquella manera. Rápidamente me percaté de que mi polla se estaba empezando a poner morcillona, por lo que aparté la mirada para evitar que la cosa fuera a más y todos se dieran cuenta.

Elena y yo estuvimos un buen rato en las toallas tomando el sol mientras nuestros amigos se bañaban, con la misma actitud que teníamos nosotros minutos antes, pero no sé intuía nada de lo que se pudiera pensar y más de ellos. Era un simple jugueteo. Nuestras madres nos daban conversación, preguntando cosas acerca del trabajo de Elena. También se interesaban por el mío, sobre todo Maribel al ser la menos conocedora de como me las apañaba, por lo que le contaba mi manera de trabajar con detalle, con las herramientas que usaba y demás. Fue una mañana muy amena y se agradecía, sobre todo por Elena, para que no echara tanto de menos a personas importantes para ella, así era más llevadero. Yo estaba encantado con la compañía también y más teniendo en cuenta que Maribel estaba muchísimo más relajada que en las primeras semanas en las que los conocimos en las que parecía ponerme constantemente a prueba. Así llegó la hora de comer, por lo que fuimos a las neveras para sacar la carne que trajo Maribel y encendimos la barbacoa para ir haciéndola. Como veía a nuestras madres bastante sueltas y apañadas en la barbacoa, opté por dejarlas a ellas encargándose de todo, también por la experiencia que ambas tenían en la cocina, que no era poca.

Mientras se cocinaba la carne nos sentamos en la parte que estaba a la sombra para picar algo y tomarnos alguna cerveza. Yo estaba un poco distante porque me dio por pensar en el momento que habíamos tenido Elena y yo en el agua, pero me lo quise quitar rápidamente de la cabeza yendo al baño a vaciar mi vejiga para evitar un empalme tonto. Al regresar me quedé otra vez pensativo mientras regresaba, sentándome en el borde de la piscina para meter las piernas en el agua mientras volvía a pensar en lo mismo.

Fue un momento muy morboso, pero no pensaba en eso precisamente. Empecé a darle vueltas a la situación de ¿dominación? No sabía cómo habíamos llegado a ese punto en el que nos empezamos a picar como niños. Elena llevaba razón, siempre hacía lo que me parecía mejor para ella y nunca me paré a verlo desde su perspectiva. ¿Eso era lo que ella veía? ¿Veía en mí a un calzonazos que no sabía imponerse? Esa fue la sensación que me dio por como ella se tomaba mis palabras. Y por eso reaccioné así, de esa manera tan poco usual en mí. Ella y yo ya habíamos hecho algo similar en otra piscina o en la playa, pero esta vez fue diferente. Aquellas veces calentaba a Elena de otra manera, pero en esta directamente hice lo que me dio la gana sin tener en cuenta su opinión y no estaba seguro de que me hubiera gustado hacer eso ya en frío y pensando las cosas. Pensaba que me había calentado de más haciendo eso con nuestras madres ahí, pese a haber hecho muchísimas cosas en nuestras casas estando la familia allí, pero era algo muy diferente.

Esa vez estábamos jugando con el morbo de ser descubiertos y era divertido, pero a la vez me daba miedo de que en una de esas nos pillaran de verdad o se nos fuera la cosa de las manos de manera exagerada, aunque ya notaba que se me había ido de las manos con mi actitud que no me terminaba de gustar. También pensé en cómo se lo tomó Elena. Estaba claro que ella no quería hacerlo, pero me impuse y al final acabó cediendo, y no solo eso, por cómo se puso y el orgasmo que tuvo, tenía pinta de que le había gustado muchísimo, porque además de aquello, cuando salimos estaba como si nada, muy sonriente y con ganas de más como noté cuando me echó crema de nuevo por como miraba mi paquete al esparcírmela por las piernas y como miraba mi mano al echársela yo, con esa ligera mordida de labio.

Estaba desconcertado, tanto por mí actitud, como por la suya. ¿Habíamos descubierto una nueva forma de calentarnos? No lo sabía, pero de lo que sí estaba seguro era de que no me había hecho mucha gracia todo aquello, desde mis palabras y las suyas diciendo que era una zorra, como por mis actos más que por los suyos. Al fin y al cabo, ella solo se había dejado, era yo el que llevaba la batuta ordenando y dirigiendo su cuerpo. Estuve así unos minutos, dándole vueltas, tratando de encontrarle un sentido a lo que sentía tras esa calentada, pero no terminaba de verlo. Elena fue la que me sacó de mis pensamientos sentándose a mi lado.

-¿Qué haces aquí tan solito? (dijo con mi bebida en su mano, ofreciéndomela)
-Nada... Estaba pensando.
-En lo de antes, ¿no?
-Sí...
-Ha estado bien, ¿no?
-Pues no sé...
-¿Es porque no has acabado?
-No, eso no me importa.
-¿Entonces?
-Ahora en frío no estoy seguro de que me haya gustado.
-A ver, cuéntame.
-No sé... No me ha gustado cómo me he puesto.
-¿A qué te refieres?
-A la a manera en la que te forzado.
-Javi, no digas tonterías.
-No, digo lo que me parece. Me he picado y se me ha ido la cabeza.
-Pero si no ha sido para tanto...
-Pues no sé, ahora me arrepiento de haberlo hecho.
-Nos lo hemos pasado bien, no le des más vueltas.
-¿Me ves como a un calzonazos?
-¿Qué? No. Te veo como el chico perfecto. Javi, de verdad, no pienses esas cosas. Solo te estaba picando.
-No sé...
-De verdad, cariño. Solo veo lo que me quieres y me cuidas. Y no puedo estar más agradecida por ello. Todos los días pienso en la suerte que tengo de estar contigo. Ni en mis mejores sueños me imaginaba poder tener una relación como la que tengo contigo. Creía que lo que tenía en mi anterior relación era lo normal, pero has llegado tú a mi vida y me has demostrado que no. Me has enseñado lo que es desvivirse por alguien, lo que es cuidarla, darlo todo por esa persona.
Miré a Elena sonriendo, viendo como ella también lo hacía.
-¿Te ha gustado a ti?
-Es que es difícil, Javi. Estoy en ese duelo interno de pensar en que no me ha gustado porque están aquí nuestras madres, pero luego pienso en el momento, en cómo me he puesto, perdiendo la noción de todo, con esos pequeños orgasmos que sacudían mi cuerpo, acabando en uno tan enorme y satisfactorio que no sé... Ha sido uno de esos momentos en los que el morbo te puede y no piensas las consecuencias. Como cuando usamos el vibrador por primera vez. Fue muy divertido, pero cuando fuimos a casa de Mario y nos contaron la pillada, pues me moría de vergüenza...
-Ya...
-No te veo cómodo.
-Es que no lo estoy. Tengo miedo de que se me vaya la cabeza más de la cuenta y acabe haciendo una tontería, no sé... O de que nos pillen de verdad.
-Pues no lo hacemos más, listo.
-Pero es que si a ti te gusta...
-Javi... -dijo interrumpiéndome- Si uno de los dos no está cómodo con eso, pues no se hace. Es algo que me enseñaste tú, ¿recuerdas? Es importante la comunicación y que ambos estemos a gusto en el momento y está claro que tú no lo estás, así que ya está.
-Pero a ti te ha gustado.
-He tenido un orgasmo increíble, sí. Pero no estoy segura de que me haya gustado en realidad la experiencia, ya me conoces. Piensa en que no ha pasado nada y lo hemos pasado bien, quédate con eso.
-Vale.
-Y no pienses tampoco que eres un calzonazos, porque no lo eres. Yo solo veo al mejor novio del mundo que se desvive por mí, por protegerme, por cuidarme, por verme feliz.
-Cállate, anda. Que me vas a hacer llorar... Jajaja.
-Ayyyyy... -dijo para después darme un beso- Te quiero.
-Y yo a ti.

Nos levantamos y fuimos a la mesa para seguir picoteando como si nada. Me alegró esa conversación y la necesitaba para aclararlo todo. Parecía que todo iba a quedar en una anécdota, ya que, pese a que ambos lo disfrutamos en el momento, ya en frío nos dimos cuenta de que sería mejor ser más cautos y no dejarnos llevar tanto por el morbo del momento.
 
Capítulo 220

A los pocos minutos comimos todos juntos mientras seguíamos de charla, con mi madre conociendo más a Irene y preguntándole a Mario como le iba y a qué se dedicaba. También Maribel ponía interés en nuestros amigos, ya estaba empezando a vernos más con ellos. Nos quedamos un rato más después de comer en la mesa para resguardarnos del sol que apretaba más en esas horas y propuse de ir a por helados para aplacar el calor. A todos les pareció bien, por lo que me puse la camiseta, pero Elena dijo de acompañarme, poniéndose un pareo, estando preciosa con él. Subimos el caminito sinuoso cogidos de la mano, en silencio, pero sonrientes. Cuando llegamos al coche, caímos en que era domingo e iba a estar todo cerrado, y más a esas horas. Y tampoco es que tuviéramos ganas de ir al centro, porque tendríamos que cambiarnos y nos daba palo.

Al final optamos por ir a casa y coger unos cuantos de los que teníamos allí, pero en cuanto entramos Elena se abalanzó sobre mí, comiéndome la boca con ansia. Me llevo a arrastras hasta la habitación y me arrancó la ropa, desnudándose ella de la misma manera salvaje con la que lo había hecho conmigo. Se lanzó a por mí polla y empezó una buena mamada, empujándome a la cama para montarme. Follamos de manera salvaje. Primero me cabalgó botando y moviéndose hacia delante y atrás, como a mí más me gustaba. Después me cogió de los hombros y me movió para ponerme encima de ella con una fuerza que impresionaba por nuestra diferencia de tamaño. Estuvimos así un buen rato mientras ella me acariciaba la cara y tiraba de ella para besarme con mucha intensidad. Después se puso a cuatro patas y le di bastante fuerte. Estaba impresionado por lo que aguantaba, estando yo casi ya en las últimas. Imaginé que era por el orgasmo tan grande que tuvo en la piscina, tal vez le había dado la capacidad de aguantar más al descargar tanta tensión, pero no me dio tiempo a pensarlo mucho porque se volvió a mover para empujarme, dejándome boca arriba, volviéndose a subir encima de mí para cabalgarme muy rápidamente.

Durante todo el polvo estuvimos en silencio, solo se oían nuestras respiraciones aceleradas, con esos jadeos y gemidos ocasionados por el placer. Puso sus manos en mi pecho, empezando a arañármelo, pero yo se las cogí para entrelazar nuestros dedos. Se empezó a mover hacia delante y atrás a un ritmo endiablado mientras me miraba a los ojos fijamente, con sus mejillas muy rojas. Estaba a mil al verla así y por como me estaba follando, por los que no tardé nada en correrme entre gritos, lanzando también ella un gemido muy alto y seco. Me vacié dentro de ella, dando embestidas hacía arriba de los espasmos que me estaban dando, cayendo desplomado sobre la cama una vez paró mi orgasmo. Elena se puso sobre mí, los dos estábamos respirando de manera muy acelerada. Poco a poco nos recuperamos y fuimos a darnos una ducha rápida para no aparecer sudados y rebajarnos el sofoco que teníamos. Elena se tapó el coño con su mano para no manchar, aunque acabamos cambiando las sábanas igualmente al acabar por si los demás volvían a casa, para que no vieran como lo dejamos todo. Tras la ducha y coger algunos helados, bajamos a la piscina de nuevo.

-¿Creías que iba a dejar a mi nene a medias?
-Jajajaja, sabía que no lo harías, pero tampoco me esperaba que fuera a ser ahora, creía que sería esta noche.
-Pues no. Ya has visto que no podía esperar.
-Ya lo he visto. Por cierto, ten cuidado con las uñas...
-¿Por?
-Esta mañana mi madre se ha dado cuenta de tengo la espalda arañada.
-¿Sí? A ver... -dijo subiéndome la camiseta para mirar mi espalda- Qué vergüenza, Javi...
-No pasa nada, jajaja.
-¿Cuándo te he hecho eso?
-Anoche. Noté como me las clavabas y tirabas hacia abajo.
-Joder, pues yo me acabo de enterar.
-Anda...
-Si es que me follas tan rico que pierdo el control de mi mente y no me entero de nada.
-Pero si fuiste tú la que me follaste.
-Qué va...

Ya casi llegando, sonó el móvil de Elena. Resultó ser su padre y estuvieron hablando unos minutos. Yo mientras la miraba, esperando a que acabara para volver los dos juntos y evitar comentarios por parte de los demás preguntando por ella.

-¿Qué ocurre?
-Nada, que dice que se pasa ahora para vernos y echarle un ojo a la casa.
-Ah, perfecto.
-Ya, pero está aquí mi madre...
-Bueno, eso tiene fácil arreglo. Le digo a mi madre que se invente algo y que se la tenga que llevar. Seguro que no le importa.
-Vale. -dijo sonriendo- Pero hay otra cosa.
-¿El qué?
-Es que resulta que mi tía se va de viaje por trabajo. Ella y su marido, y mi padre tiene que estar al cargo de mi prima pequeña.
-Vale, ¿cuál es el problema?
-Que mi padre trabaja muchas horas y no tiene con quién dejarla. Me ha pedido si nos podemos quedar con ella toda la semana que entra.
-Ah, pues claro.
-Pero es que yo trabajo y tengo las tardes ocupadas también esta semana.
-Pues me quedo yo con ella.
-¿Y cuándo trabajas tú?
-Pues me pido la semana libre. Me deben una semana de vacaciones más, así que me la pillo ahora.
-¿Pero así? ¿Sin avisar?
-Hablaré con Sofía, seguro que me echa una mano.
-Gracias. Eres un sol.
-Ya ves tú... ¿Y cuántos años tiene tu prima?
-4 añillos. Es tan mona...
-Ah, pues muy bien. No he cuidado nunca de una niña tan pequeña, pero lo intentaré.
-Claro, ya verás como todo va bien, si es muy buena. Y si tienes algún problema o pasa algo, pues me llamas y voy enseguida.

Llegamos a la mesa, donde seguían todos, preguntándonos donde nos habíamos metido. Les expliqué que habíamos ido a una tienda que había por la zona, pero que resultó estar cerrada y que acabamos cogiendo helados de los que teníamos en casa. Pareció colar y todos empezamos a comernos los helados tranquilamente, reposando también mientras se calmaba un poco el sol. Después regresamos a las toallas con el rebozado en crema habitual y entonces Mario me dijo que le dejara las llaves, que a ambos les dolía un poco la cabeza y querían descansar un poco en la cama, sonriendo ligeramente al final. Era muy evidente lo que querían hacer, por lo que fui a por las llaves y se las di.

J: A descansar, ¿no? (dije estando ya apartado de las demás)
I: Sí, me duele mucho la cabeza y voy a ver si Mario me cura.
J: Jajajaja.
M: Sí. Le tengo que poner una inyección, Javi. Tú es que eres de letras, no lo entenderías... Jajaja.
J: Algo sé... Que le he puesto antes una a Elena.
I: Ah, ¿sí? ¿También estaba malita como yo?
J: Jajajaja, sí, pero mucho además... Anda, pasadlo bien.
M: Es que ha visto a la madre de Elena en bikini y se le han subido hasta los colores.
I: Tío, que se le marca todo... Esos pezones y todo el coño... Llevo con las bragas mojadas desde que se ha quitado la ropa, joder...
J: Me ha pasado también. Es que se parece tanto a ella que...
I: Uff... Es que me la imagino encima de mí haciéndome la tijera cabalgándome como te cabalga a ti Elena y uff... Vámonos ya Mario, que necesito que me revientes, pero bien para bajar este calentón...

Tras reinos los tres, se fueron a mi casa, dejándonos allí tumbados en las toallas resguardados bajo las sombrillas. Elena parecía algo inquieta y pasada una media hora dijo de ir a por unas bebidas, diciéndole a su madre que la acompañara.

-Hay que ver lo que se parecen... (dijo mi madre al verlas irse)
-Ya ves. Me da hasta cosa verlas al mismo tiempo.
-A ver si te vas a confundir algún día y tienes algún susto, jajajaja.

Si tú supieras... (pensé)

-Mamá, necesito que me hagas un favor.
-Claro, dime.
-Mira, es que sobre las 7 viene el padre de Elena y como está aquí su madre...
-Ah, no pasa nada. Ahora le digo que me tengo que ir y que me lleve.
-Gracias.
-Nada, hijo. Si tengo que estar allí para las 7 para cuando salga tu padre de trabajar.
-Oye, ¿qué te ha parecido la casa y eso?
-Pues me encanta. Estoy muy contenta por ti y por Elena.
-¿Sí?
-Sí. Como te ha cambiado la vida con ella. Casi que pareces otro. Te veo más centrado y más responsable.
-¿Y Maribel?
-Uff... Es una mujer intensa, pero es buena persona. Se nota que quiere mucho a sus hijas.
-Sí, desde luego, intensa es un rato.
-Es normal, hijo. Está muy dolida por lo de su marido. Se ve que le quería mucho y fue algo muy malo para ella.
-Ya. Elena también lo pasó muy mal.
-Ya me ha estado contando su madre, que ella es muy sensible y que le afectó a los estudios, ¿no?
-Sí. Elena es una persona muy sensible. No sabía que fuera así cuando éramos amigos y la verdad es que me ha sorprendido ir descubriendo que lo era.
-Pero seguro que la cuidas bien, ¿no?
-Lo intento lo mejor que puedo.
-Lo sé. Si nada más hay que ver como la miras. Eso lo dice todo.
 
Capítulo 221

Elena y Maribel volvieron, cambiando nosotros de tema mientras nos tomábamos las bebidas. Mi madre le dijo a Maribel que tenía que estar en casa a esa hora y ella no puso ningún reparo en llevarla, diciendo también que sería así mejor porque tenía que estar pendiente de Noelia para ver cómo estaba porque no le gustaba dejarla sola y para hacerle una buena cena, ya que ella no sabía cocinar. También dijo que quería estar temprano en casa para descansar, ya que al día siguiente tenía que ir a por su madre y tenía que estar pendiente de ella. Así que todo fue bien para que no coincidiera con su exmarido. Al poco regresaron Irene y Mario, aprovechando nuestras madres para ir a mi casa a darse una ducha, cambiarse e irse. Nos despedimos de ellas y se fueron, dejándonos a los cuatro allí.

También les contamos a nuestros amigos lo que pasaba y acabaron habiendo lo mismo. Se dieron una ducha y se cambiaron para irse a casa antes de que viniera el padre de Elena con la niña. Nos dieron las gracias por dejarlos pasar el fin de semana allí con nosotros, quitándole nosotros importancia por todas las veces que nos habíamos quedado en su casa. Cuando se fueron, volvimos a casa para darnos una buena ducha y quitarnos toda la crema que llevábamos encima, poniéndonos más cómodos. Nos encontramos con las sábanas cambiadas en la cama de la habitación donde estaban ellos, con las sábanas que había antes lavadas y tendidas. Antes de que viniera el padre de Elena, ella se encargó de guardar bien nuestros juguetes para que la niña no los viera ni los encontrara, quedándonos los dos en el sofá esperando a que vinieran.

Cuando nos sentamos llamé a Sofía para pedirle el favor de darme la semana libre por tener que cuidar de la niña. Me dijo que sin problema, que aún me tenían que dar vacaciones y que estaban pensando en hacerlo pronto, por lo que no había problema. Y de paso me dijo que a ver si iba a verla a casa algún día y que tenía muchas ganas de tomarse una cerveza conmigo y con Elena y los 5 juntos. Cuando colgué le conté a Elena que Sofía se había venido a vivir a mi ciudad. Ella se rio diciendo que estaba loca, pero no le molestó en absoluto, pareciéndole bien lo de quedar con ella algún día.

Un poco pasadas las 7 de la tarde llegó el padre de Elena con la niña. Nada más abrir, Elena le dio un abrazo fortísimo a su padre y otro a su prima, quien se reía al ver a Elena tan cariñosa. La niña era una preciosidad, bajita, como cualquier niña de 4 años, con los típicos mofletes hinchados que tienen todos los niños de esa edad. Era rubita y tenía una media melena parecida a la de mi chica, muy guapa, como una muñeca. Venía con una mochilita toda a sus espaldas y otra maletita que traía su tío. Elena le daba muchos besos mientras ella reía y la abrazaba con fuerza. Elena no paraba de decirle lo grande que estaba ya y lo guapa que era, dándole besos sin parar. Mientras tanto, su padre me dio un fuerte apretón de manos y un abrazo, diciéndome que se alegraba mucho de verme y de ver que todo nos iba tan bien, tomando la decisión de irnos a vivir juntos y demás. La niña me miraba algo seria, estando en los brazos de Elena, luego se abrazó a ella con fuerza.

No sabía si tenía vergüenza o qué, pero era muy tierno verla así tan abrazadita a Elena. Ella la bajo al suelo y se puso detrás de sus piernas, mirándome tímidamente. Yo le sonreía y ella se escondía. Elena la cogió de la mano para llevarla y enseñarle su habitación, cogiendo también la maleta para dejar allí la ropa guardada y demás. Mientras ellas estaban en la habitación, seguí hablando con el padre de Elena, contándonos como le iba en el trabajo y diciéndome que la casa era muy bonita, empezando a enseñársela. Le gustó mucho y más al saber que tenía hasta piscina. Le estuve contando que el único problema era que estaba algo retirada del centro, pero que a cambio estábamos muy tranquilos y que el alquiler era muy asequible. Al poco regresaron las chicas, con Elena cogiendo de la mano a su primita. Estuvimos un rato más hablando con su padre y se fue para que no se le hiciera tarde, porque tenía que volver a casa y al día siguiente madrugaba mucho para ir a trabajar. Se despidió de la niña, quien no parecía tener ningún problema en quedarse con nosotros.

Elena me dijo que se llamaba Paula, porque ella no hablaba nada, no sé si me tenía miedo o algo, pero no me dirigía palabra, mirándome de manera fija, pero apartándola bruscamente, abrazando a Elena. Ella se reía al ver la situación. Le pusimos dibujos a Paula y se quedó hipnotizada. No decía ni mu, parecía que no estaba ahí. Reía de vez en cuando al ver algo que le hacía gracia, pero no soltaba palabra. Me di cuenta de que Elena le sacó unas gafas para cuando se puso a ver la tele. Estaba muy mona con ellas, aunque me preocupaba un poco que necesitara gafas desde tan pequeña.

Al rato preparamos la cena entre los dos mientras Paula seguía viendo la tele. Los tres cenamos tranquilamente, con Elena preguntándole a su prima cómo le iba en el cole y demás. Ella le respondía como lo hacen los niños, pero de manera cortada. Yo también le preguntaba, pero ella apenas respondía.

E: Paula, ¿qué te pasa?

Paula miraba a Elena sin responder.

E: ¿Tienes vergüenza?
P: No...
J: Tranquila, que no te voy a comer.
E: Pero no le digas eso, hombre... Que la asustas.
J: ¿Qué se va a asustar?
E: Paula, Javi es mi novio y va a estar aquí con nosotras.
P: ¿Sí?
E: Claro, vivimos los dos juntos. Él también va a cuidar de ti.
P: ¿Por qué?
E: Porque yo tengo que ir a trabajar. No puedo estar aquí todo el día.
P: ¿No vas a estar conmigo?
E: Ay... Sí. Pero no todo el tiempo.
J: No pasa nada, Paula. Yo voy a estar todo el tiempo contigo, ya verás qué bien nos lo vamos a pasar.
E: Claro, tenemos piscina, Paula. Y también hay columpios.
P: Bueno...
J: Además, esta ciudad es muy grande, hay muchos sitios a los que ir para no aburrirnos.
P: ¿Tú no trabajas?
J: Yo voy a estar de vacaciones, por eso voy a estar contigo.
P: ¿Y Elena no tiene vacaciones?
E: Yo es que no puedo tenerlas ahora, porque también me están enseñando.
P: ¿Tienes que ir al cole?
E: Más o menos.
P: Pero estamos en verano...
E: Ya, pero es que esto es especial.
P: Jo...

Sobre las 10 de la noche Elena se la llevó de la mano al baño para que se lavara los dientes y luego a su habitación para acostarla y que descansara. Después fuimos al salón para ver la tele un rato mientras nos relajábamos.

-¿Te la vas a llevar mañana a la piscina?
-No sé. A ver lo que le apetece hacer, porque está un poco...
-Está cortada. No te preocupes. Ya verás como conforme vaya pasando la semana se suelta contigo. Es una niña muy cariñosa, lo que pasa es que te ve así tan alto y le habrá dado un poco de miedo. Pero ya verás como cambia de opinión cuando vea lo bueno que eres.
-No sé...
-Que siiiiii. Ten paciencia. Con los niños es lo más importante.
-Vale, vale.
-Tú cuídala como me cuidas a mí, ya verás como cambia la cosa.
-Vale, jajaja.
-Es muy mona, ¿a que sí?
-Sí, es una muñeca. Ya veo de dónde vas sacado lo de querer que nuestra futura niña sea rubia...
-Jajajaja, sí un poco.
-Lo malo es que Paula no se parece a ti para hacerme una idea.
-Jejejeje.
-¿Y lo de las gafas?
-Pues sí, la pobre las necesita para la tele y eso. Me la penilla, pero bueno. Lo ha heredado de mi tía eso.
-Vaya...
-Oye, si te la llevas mañana a la piscina ten mucho cuidado con el sol, échale mucha crema, que no se queme, Javi por favor.
-Sí, tranquila.
-Ya sabes lo pesada que soy con eso, pero es que duele un montón y es muy pequeña.
-No te preocupes, le echaré crema como me echas tú a mí.
-Y échate tú también, que ya estamos morenos, pero sigue siendo peligroso.
-Que sí mamá...
-Ayyyyy... Si es que sois como mis dos nenes y os tengo que cuidar...
-Jajajaja.

Al rato nos fuimos a la cama para acostarnos y dormir, pero seguimos hablando un poco más en susurros.

-Entonces Sofía se ha venido a vivir a tu ciudad, ¿no?
-Vaya. Que le caímos todos muy bien y quería estar más con nosotros. Todas sus amistades se movieron a sitios diferentes del suyo y ya empezaban a tener hijos y demás y se sentía un poco sola.
-Pues justo nos hemos ido nosotros.
-Ya, pero bueno, tiene allí a Irene y Mario y a nosotros cuando nos acerquemos.
-No te estaría buscando más a ti, ¿no? Jejejeje. (dijo mientras me abrazaba con fuerza)
-No creo, le quedó muy claro lo que hay conmigo.
-Bueno, pero la gente puede ser muy insistente.
-Además, yo solo tengo ojos para ti, ya lo sabes... (dije acariciando su vientre, jugando con el elástico de su pantaloncito del pijama)
-Uff... Javi, con la nena aquí, no...
-Shhh. No va a pasar nada, cariño.
-Ya... Que te conozco.
-Mira... -dije mientras colaba mis dedos por dentro, acariciando su vello púbico- Tengo muchas ganas de follarte, no te voy a mentir. ¿Pero qué quieres que haga? Si es que eres una preciosidad, estás muy buena y te quiero tanto que quiero estar todo el día pegado a ti.
-Mmm... Jejejeje.
-Pero no. Con la niña aquí no quiero hacer ruido o que nos pueda ver. No está bien.
-Pfff... Se me va a hacer la semana muy larga sin sexo...
-Bueno, la semana pasada estuvimos un poco así también.
-Ya, pero me estoy acostumbrando a mi nuevo ritmo de vida y ya me es más llevadero. Además, por eso mismo... Porque apenas hemos hecho nada en toda la semana, cuando lo normal en nosotros es que estemos todo el día haciéndolo.
-¿Qué hacemos entonces?
-No sé... Es que sé que voy a hacer ruido si me follas. Estoy muy cachonda.
-¿Sí? (dije pasando mis dedos por su rajita)

Efectivamente estaba cachonda porque noté su humedad. Ella lanzó un pequeño jadeo al notar como la tocaba de esa manera.

-Mierda...
-¿Qué pasa?
-Pues que ya estoy en el punto de no retorno. Necesito hacer algo. Me va a costar dormirme hasta que no...
-Uff...
-Pero es que no me fio... Sé que se me va a ir de las manos.

Entonces me levanté y cerré la puerta, echando el pestillo por si acaso, volviendo después con Elena, tumbándome a su lado.
 
Capítulo 222

-Algo podremos hacer...
-¿El qué? (dijo con una vocecilla muy tierna)
-A ver qué se me ocurre...

Me incorporé y le bajé a Elena su pantalón y braguitas, mirándome ella con ojitos. También le subí la camiseta para descubrir sus tetas y mirárselas, notando como sus pezones se endurecían y se ponían muy de punta. De nuevo la miré a los ojos y vi que tenía la misma mirada tierna de niña pequeña. Me incliné dándole un beso en la mejilla y susurrándome al oído:

-Me matas cuando me miras así...
-Porque me encantas y me haces sentir muy bien, mi amor...
-Uff... Elena, me derrito cuando me dices esas cosas, me hablas con esta voz y me miras con esos ojos.
-Mmm... (murmuró en forma de gemido)

Le empecé a dar besitos por la cara, bajando hasta sus tetas, besándolas, lamiéndole los pezones suavemente y acariciándoselos con los dedos. Ella ya empezaba a estremecerse y a gemir, por lo que le empecé a besar para callarla. Mis dedos pasaron de sus pezones a su rajita, empezando a acariciársela suavemente, aunque rápidamente lo hacía con más intensidad, pero no con tanta como para que sonara fuerte o se estremeciera ella más de lo que ya lo hacía. Sus fluidos empezaban a mojarme los dedos con los que la acariciaba y no pude evitar separarme de sus labios para llevármelos a la boca y lamerlos, saboreando de la manera más íntima a mi chica. Se me puso hasta la piel de gallina y ella lo notó, lanzando otro gemido.

-Shhh. Que rica estás, mi vida...

Elena suspiró profundamente, con los mismos ojitos con los que me estaba mirando desde que empezamos a jugar. Seguí besándola mientras le acariciaba su rajita. En ningún momento le metí los dedos, pero no hacía falta, ella disfrutaba muchísimo de lo que le estaba haciendo por como se estremecía y por sus gemidos que mi boca amortiguaba. Me volví a separar de sus labios, apoyando mi cabeza sobre su pecho. Me centré más en su clítoris, dejando sus labios y eso hacía que Elena se estremeciera más, empezando a jadear más. Notaba los latidos de su corazón al pegar mi cabeza a su pecho mientras veía como ponía sus piernas en tensión, alzando los pies de la cama. Estaba cerca del orgasmo y la mayor señal fue cuando hizo pinza con los dedos de sus pies, empezando inmediatamente a temblar. Levanté mi cabeza y la empecé a besar por si empezaba a gemir, ya que cuando se corría perdía noción de todo y no se podía controlar. Seguí acariciándole el clítoris mientras a ella le daban fuertes espasmos, notando lo rígida que estaba. Dejé de tocarla y besarla para que se calmara. No gemía, solo jadeaba, relajando su respiración poco a poco mientras yo la miraba tumbado de lado, sin ponerle bien su ropa ni siquiera para que no se sobresaltara por contacto de mis dedos.

Tras unos minutos se calmó totalmente, quedándose conforme estaba, girando su cabeza para mirarme sonriente.

-Madre mía... (dijo susurrando)
-¿Ha servido?
-Mucho. Me ha encantado.
-Genial.
-Me lo haces tan bien... Me encanta cuando te pones así de cariñoso.
-Jajaja.
-Pero tú no...
-No pasa nada.
-Pero mírate... Si estás super empalmado...
-Elena, déjalo. No me voy a conformar con lo mismo y voy a buscar follarte.
-Pues despacito, mi amor... Yo ya me he corrido, voy a estar sensible, pero ya me he desahogado bastante, no creo que grite.
-Ya, pero es que tampoco me voy a conformar con hacerlo despacio. Estoy muy cachondo por verte así y te quiero reventar muy fuerte.
-Mmm... ¿Te la chupo?
-No, ya está.
-¿Y una pajilla?
-Que no, que no me voy a conformar con eso. Paramos ahora que estamos a tiempo.
-Vale. Voy al baño mientras tú te relajas.
-Una cosa.
-Dime.
-Lo de esta tarde...
-¿Qué pasa? Ya hemos hablado de ello, ¿no?
-Sí, pero hay algo que...
-Va, dime.
-No eres una guarra ni una zorra. No me ha gustado pensar así de ti cuando me lo has dicho. No te veo así y no quiero que pienses que lo eres. Eres una chica maravillosa muy dulce que no se comporta así y si lo haces es por mi culpa. No me vuelvas a decir eso, por favor.
-Vale, tranquilo. No volverá a pasar.
-Es que no puedo, te quiero mucho como para pensar así de ti.
-Vale, mi amor. No pasa nada. Si ha sido por el calentón del momento, no le des más vueltas. Voy al baño, ahora vengo.
-Vale.

Elena me dio un beso y se fue al baño. Tras unos minutos oí como salía, pero no volvía a la habitación. Me estaba empezando a dar sueño, pero me levanté para ver dónde estaba. Me la encontré en la otra habitación, tumbada en la cama junto a Paula, abrazándola por la espalda. Las dos estaban dormidas, ligeramente iluminadas por la tenue luz de la mesita, ya que Paula la necesitaba para poder dormir porque le daba miedo la oscuridad. Me quedé un rato mirándolas, las dos tan monas... Era una imagen muy tierna, tanto que decidí echarles una foto de recuerdo. Después volví a nuestra habitación para dormir, dejándolas a las dos tranquilas.

Al día siguiente me despertó el despertador, bastante temprano porque Elena lo puso así para prepararse para el trabajo. Seguía solo en la cama y no oía nada, por lo que me levanté para ir a la otra habitación, viendo a Elena boca arriba con Paula sobre su pecho, abrazada a ella. Una imagen diferente a la que vi antes de irme a dormir, pero igual de tierna. Desperté a Elena con cuidado y abrió sus ojos poniendo una sonrisa en su boca. Se levantó y nos duchamos juntos mientras dejábamos a la niña en la cama durmiendo un poco más. Después de secarnos, Elena la despertó para bañarla, porque no quería dejarla sola mientras la llevaba al trabajo, así que le tocó un buen madrugón. Desayunamos los tres juntos y nos fuimos para llevar a Elena a su trabajo, montando a Paula en su silla especial en la parte de atrás. Cuando llegamos se despidió de mí con un beso, pero Paula ya estaba dormida de nuevo. Elena me dijo que la llevara a casa para que durmiera un poco más y que tuviera cuidado con ella, que ya me preguntaría a lo largo de la mañana. Nos despedimos de nuevo y se bajó, diciéndome adiós con la mano mientras ponía una carilla que me daba pena. Sabía que se moría de ganas por quedarse con nosotros, pero tenía que trabajar.

De vuelta a casa miraba a Paula por el retrovisor y me dio pena despertarla para cuando fuéramos a salir del coche al llegar a casa, por lo que pensé en ir a casa de mis padres y que durmiera durante todo ese tiempo que duraba el trayecto, así vería a mi madre y le enseñaba nuestra nueva inquilina. Estaba seguro de que le haría mucha ilusión verme con una niña en brazos. También pensé en hablar con Irene por algo que pasó el fin de semana anterior, en la pequeña conversación que tuvimos mientras Elena permitía ese juego de besos con parejas intercambiadas. Me dio la sensación de que me quería decir algo, como si tuviera algún remordimiento y no me quería quedar con eso rondando la cabeza, así que aproveché para buscar una respuesta yendo a hacerle una visita.

Cuando llegué a casa aparqué cerca y salí del coche, yendo a la parte de atrás para despertar a Paula, pero estaba durmiendo muy profundamente. Ni al desabrochar el seguro de la sillita y al cogerla en brazos se despertó. Estaba durmiendo como un tronco. La llevé hasta mi casa agarrándola, con ella dejando caer su cara sobre mi hombro y así llegué. Abrí la puerta con mis llaves y entré en casa, encontrándome a mi madre en la cocina.

-Pero bueno, ¿y esto?
-Nada, mamá. La cigüeña, que se ha adelantado. (dije sonriendo)
-Jajajaja, pero hijo... Qué sorpresa... (dijo con una sonrisilla)
-Es la prima de Elena, que ha venido a pasar unos días con nosotros.
-Anda. ¿Y eso?
-Sus padres están de viaje y el padre de Elena también tiene que trabajar y no puede estar al cargo.
-Pero vosotros también trabajáis.
-Ya, pero como tengo vacaciones aún por coger, pues he pillado toda la semana que se va a quedar con nosotros.
-Ah, pues qué bien. Pero qué bonita es... (dijo acariciándole la cara)
-Sí, es una muñeca.
-¿Y qué hacéis aquí?
-Pues nada, que me daba pena despertarla porque se ha venido con nosotros cuando he llevado a Elena al trabajo y he pensado en venir a verte y que la vieras también.
-Me ha hecho mucha ilusión, Javier. Qué ganas de que tengáis una así...
-El otro día hablamos Elena y yo de nuevo del tema. Y la quiere rubita, así como esta niña.
-¿Sí?
-Eso dice. Empezamos a hablar chorradas y estuvimos pensando con como nos gustaría que fuera.
-¿Y cómo quedó la cosa?
-Pues básicamente sería ella en rubia, pero con mis ojos y mi boca.
Mi madre se quedó callada, pensativa y risueña.
-Ay, mamá... Qué tonta te pones con estas cosas.
-Hijo mío... Estoy muy contenta con la idea. Y encantada con Elena. Es una chica muy buena, muy simpática, muy alegre, guapísima, si es que hacéis una pareja perfecta.
-Anda, ya vale...
-Es verdad. No puedo estar más feliz de veros así.

Entonces Paula se despertó, mirándome algo adormilada, mirando también a mi madre. Pese a pensar que se pondría un poco nerviosa por estar encima de mí y frente a una mujer que no conocía de nada, no fue así. Empezamos a hablar los tres para que ellas se conocieran mejor. Sorprendentemente Paula no se puso tímida ni miedosa, todo lo contrario, estaba muy habladora, hasta conmigo. Imaginaba que la buena mano que tenía mi madre con los niños pequeños y con cualquier tipo de persona en general tenía algo que ver.

Al rato de estar hablando un poco le pedí a mi madre que se quedara un poco con la nena, porque quería ir a casa de Mario para hablar con Irene. Mi madre me preguntó si estaba todo bien y le dije que sí, que tenía que consultarle una cosa, que no se preocupara. También le dije que no estaba seguro de si la niña debería ver la televisión sin sus gafas, por lo que le pedí que lo evitara.

Salí de mi casa y me planté en la de Mario en pocos minutos, llamando a la puerta. Al poco me abrió Irene, sonriendo y diciéndome que pasara después de darme un beso en la mejilla. Cuando pasé al salón me encontré a Sofía en el sofá.
 
Capítulo 223

S: ¿Pero tú no estabas de vacaciones? -dijo levantándose, dándome dos besos y un abrazo.
J: Pues claro, por eso estoy aquí.
S: Tú lo que deberías es estar con tu chica por ahí en un paraíso tropical follando en la orilla de una playa, jajaja.
J: Me gusta tu idea de unas vacaciones, jajajaja.
I: Mira que yo estoy salida, pero es que ésta está todo el día pensando en follar.
S: Oye, que tengo que aprovechar antes de hacerme más vieja.
J: Coño... Qué exagerada...
I: Jajaja, ¿qué haces aquí, Javi?
J: Pues quería hablar contigo una cosa, pero veo que estáis ocupadas a juzgar por la poca ropa que lleváis... Jajajaja.
S: Pues sí, hemos estado jugando un rato, ¿te apuntas?
J: Joder... Sabéis que no puedo. Es una putada gorda porque ayer me quedé con un calentón y tiene pinta de que esta semana lo voy a tener chungo para echar un polvo.
S: ¿Y eso? ¿Elena está enfadada?
I: ¿Qué pasa, Javi?
J: No pasa nada. Su prima pequeña va a pasar toda la semana con nosotros y no es plan...
I: Ah... Bueno, no es para tanto.
S: Una semana sin follar puede ser muy larga. Y más vosotros que estáis más acostumbrados.
J: Ya se me ocurrirá algo.
I: ¿Es muy pequeña?
J: 4 años. Mira, tengo una foto que les hice anoche.

Entonces les enseñé la foto que les hice a las dos mientras dormían. Ambas pusieron cara de que les gustaba lo que veían, sobre todo Irene, riendo un poco.

S: Qué mona... Perece vuestra hija.
I: Es verdad. Elena tiene pinta de que va a ser una madraza.
J: Pues sí. Tiene mano con ella.
I: ¿Y tú?
J: Bueno, la niña es un poco tímida y le cuesta un poco conmigo, pero ahora cuando la he dejado un rato con mi madre se ha abierto más. Ahora le compraré unas pocas chuches. Eso nunca falla.
S: Pues sí.
J: Entonces lo estabais pasando bien, ¿no?
I: Sí, jugueteando un poco. Ha venido a decirme que nos invita a comer a su casa y al final pues hemos follado.
J: ¿Ya estás más suelta con las chicas? -dije mirando a Sofía.
S: Bueno... De momento solo con ella.
I: Sofía, eres bi. Algo tendrás que hacer con alguien más, ¿no?
S: A ver... Es que no sé. Me da corte.
J: ¿Corte? ¿Tú? Jajajaja.
S: Pues sí, capullo. Jajajaja. Vamos a ver... Esto es como cuando empiezas a follar con gente. Las primeras veces da corte, pues esto igual.
J: ¿Pero siempre has sido bi?
S: No. Pero últimamente sí que me fijo más en las chicas y las veo de otra forma.
J: Am... Pues no sé, creía que eso ya estaba decidido desde mucho antes.
I: Pues ya ves que no. Lo mismo descubres algo parecido, Javi... Jajajaja.
J: No creo. Nunca me he fijado para nada en ningún chico ni nada y eso que he participado en algún trío con otro tío.
S: Todo es probar...
J: No sé... Ya he probado con Elena y no fue muy bien la cosa.
S: ¿Cómo?
J: Se puso juguetona y me quiso follar el culo con un dildo.
S: Jajajaja.
I: Pero algo te gustó, ¿no?
J: Sí. Cuando me lo comió y lo del dedo, sí. Lo demás no.
I: Bueno... Por ahí se empieza... Jajaja.
S: No veo yo a Javi siendo enculado por otro tío...
I: ¿No?
S: No. Si acaso lo veo enculando a otro tío como mucho, pero tampoco lo creo.
I: Jajajaja. ¿Y qué querías hablar conmigo, Javi?
J: Pues...
S: Os dejo solos. Tiene pinta de que es algo muy íntimo. Voy a darme una ducha.

Entonces Sofía se fue del salón, moviendo su culo que solo llevaba cubierto por un tanga blanco de encaje que contrastaba bastante con la su piel negra. Nos dejó solos y miré a Irene, quien cambió un poco el gesto al notar que me puse serio.

-¿Qué pasa? Es por lo del sábado, ¿no?
-Así es.
-Pfff...
-¿Todo bien?
-Sí, sí. Es solo que...
-¿Qué pasa?
-Pues que no me gusta pensar en ello y no estoy cómoda hablándolo.
-¿Has hablado de esto?
-Con Mario.
-Claro, es lógico. Pero es que noto que tienes algún remordimiento y creo que es necesario hablarlo.
-Está bien.
-A ver, ¿de qué se trata?
-Es que... A veces pienso que no soy buena amiga con Elena.
-¿Por?
-Porque... Mira, yo la quiero mucho. Os quiero a los dos y os deseo lo mejor, pero cuando empezamos a jugar... Es que se me va la cabeza. Me dejo llevar más de la cuenta.
-Pero no ha pasado nada, ¿no?
-Claro, no ha pasado nada. Pero varias veces pongo por delante mis intereses antes que lo que Elena quiere.
-Mmm... No sé. Ponme algún ejemplo.
-¿Pues te parece poco todas esas situaciones en las que he ido pinchando e intentando convencerla para que cada vez fuera la cosa a más?
-No sé. No lo veo para tanto.
-A veces me siento mal cuando se me pasa el calentón. Elena no es como nosotros y soy consciente del esfuerzo tan grande que hace para que todos lo pasemos bien. Pero creo que soy un poco egoísta y cada vez que puedo busco la manera de convencerla para que la cosa vaya a más. Todo empezó en este sofá, convenciéndola para que me dejara tocarla, verle las tetas...
-Bueno, pero ella se lo pasa bien así también. Quiero decir... No es que la obligues a nada, ni yo ni Mario. Y ella me ha dejado claro que no lo hace por contentarme. Vamos, es que se lo he dicho muchísimas veces y ella siempre me ha dicho que sigue con los juegos porque también le gustan.
-No sé, Javi... ¿Crees que soy mala amiga?
-No. No lo creo. Sé que la quieres muchísimo y que te preocupas por ella. El que te sientas así por como actúas lo demuestra. Estoy seguro de que harías lo que fuera por ella si te necesita.
-Lo haría -dijo al instante.
-Pues ahí lo tienes. ¿Sabes? Yo creo que lo que tú sientes por ella va más allá de tu supuesto egoísmo y lo que piensas. ¿Qué haces por donde para que la cosa vaya a más cuando nos juntamos pese a que a Elena no le pueda parecer tan bien? Vale, puede ser. Pero de lo que estoy seguro es de que si ella te necesita para cualquier cosa, tú vas a estar ahí. Si está de bajón y por algún casual yo no puedo estar ahí con ella, tú vas a hacer todo lo posible para estar todo el día junto a ella y hacérselo más llevadero. Eso es lo que cuenta para mí de verdad.
-Ay, Javi... -dijo con los ojos vidriosos.- Te quiero.

Irene se acercó a mí para darme un fuerte abrazo de unos minutos, acariciando mi espalda, dándome un beso en la mejilla después. Entonces apareció Sofía con una toalla envolviendo su cuerpo.

S: Huy... ¿Todo bien?
I: Sí. Javi me estaba abriendo los ojos. Es el mejor amigo que he tenido nunca -dijo acariciándome la cara.
S: Ay... -dijo en forma de suspiro.- Sabía yo que no me había equivocado al fijarme en este chico.
J: Pues solo era eso.
S: ¿Ya te vas?
J: Sí, no os quiero molestar más.
-Tú nunca molestas -dijeron las dos a la vez.
J: Jajajaja. Bueno, pues os dejo que sigáis jugando un poco más.
I: Tráete a la nena para que la veamos, ¿no?
J: Venga, ahora me la traigo para que la veáis y ya me voy a casa para recoger a Elena cuando salga.
S: Venga, aquí te esperamos.

Salí de la casa de Mario, yendo hacia la mía, enviándole la foto a Elena nada más salir. Le llegó el mensaje, pero no lo leyó. Imaginé que estaba ocupada con el trabajo. De camino a mi casa paré para comprarle unas chuches a Paula y ganármela un poco más, aunque parecía que la cosa iba mejor que el día anterior por como había reaccionado al despertarse cuando llegué. Cuando entré en casa me las encontré a las dos en el salón, con mi madre teniéndola en brazos, bailando ambas mientras sonaba música para niños. Me hizo gracia y me gustó encontrármelas así. Cuando me vieron, ambas me saludaron y me acerqué para coger a Paula, quien estaba muy risueña. Estuvimos bailando un poco y nos sentamos en el sofá. Saqué las chuches y le di una. Le encantó. Efectivamente eso hizo que me cogiera más apego porque medio un abrazo mientras reía.
 
Capítulo 224

Al rato nos despedimos de mi madre y fui hacia la casa de Mario. Cuando llegué entré y me senté en el sofá con ellas. Paula estaba algo más tímida esta vez, aunque se fue soltando rápidamente. Le costaba más con Sofía, pero al final estuvo hablando un poco con ellas para que la conocieran y demás. Ella me pedía chuches y le di alguna, pero tampoco muchas porque no quería que se pusiera mala. Mientras hablaba con las chicas, recibí un mensaje y cogí el móvil, viendo que era Elena.

-🥺🥺🥺
-Jajajaja.
-Jo... Me encanta la foto.
-Estáis las dos preciosas.
-Faltas tú...
-Ya nos haremos alguna los tres.
-¿Qué hacéis? ¿Habéis ido al final a la piscina?
-No. He venido a mi casa para que la viera mi madre.
-¿Sí? ¿Y qué ha dicho?
-Encantada. Deseando que le demos la nieta, jajaja.
-Jajajaja, ojalá.
-Y ahora estoy con Irene y está aquí Sofía. La he traído para que la vieran -puse enviándole un selfie donde salíamos sonrientes.
-Jo... Ojalá estar allí también.
-En nada nos vemos para comer, no te preocupes.
-Qué ganas de estar con vosotros...
-Venga, que voy ya para casa y hacemos hora para ir a por ti.
-¿Qué vais a hacer?
-No sé, cuando lleguemos ya veré. Le podré la tele mientras dejo todo preparado para hacer la comida y luego ya la pondré a dibujar o algo. ¿Y cómo vas tú?
-Bien, haciendo un pequeño descanso, pero muy bien.
-Vale, nos vemos en nada

Cuando dejé de hablar con Elena, me despedí de las chicas y nos fuimos hacia el coche para irnos a casa. Paula parecía bastante contenta después de conocer a bastante gente, abriéndose más conmigo incluso. De vuelta a casa le puse música del estilo que bailamos junto a mi madre y así se entretuvo todo el rato, canturreando y demás hasta que llegamos. Una vez en casa, le puse a la niña sus gafitas y la dejé viendo un poco dibujos animados mientras yo preparaba la comida como me había enseñado Elena, dejándola lista solo para hacerla al momento en el que fuéramos a comer. Volví y me encontré a Paula sentada frente a la tele, con las piernas cruzadas, en silencio. Parecía una estatua cuando se quedaba viendo la televisión. Solo reía de vez en cuando al ver algo gracioso o que le gustaba. La dejé un rato más y al rato la apagué y la senté en la mesa conmigo para dibujar, empezando a hablarme.

-¿Elena y tú sois novios? -preguntó con su vocecilla.
-Claro. Te lo dijo ella.
-¿Y os dais besos?
-Eh... Sí. Jejeje.
-Ammm...
-¿Tú tienes algún novio?
-Nooooo. Eso es de mayores.
-Am.
-Pero me gusta un niño de mi clase.
-Vaya...
-¿Y por qué sois novios?
-Porque nos gustamos.
-¿Sí?
-Claro.
-¿Y os queréis?
-Pues claro. Mucho.
-¿Mucho, mucho?
-Mucho, mucho, mucho.
-¿Y qué hacen los novios?
-Pues... Vivir juntos, quererse... No sé.
-¿Cómo mi papá y mi mamá?
-Mmm, claro.
-Ellos se quieren mucho. Y a mí también.
-Claro, eso es lo que hacen dos personas que se quieren y tiene una niña tan bonita como tú.
-Elena me quiere, ¿verdad?
-Uff... Te quiere muchísimo.
-Yo también la quiero mucho a ella.
-Claro, eso se ve.
-¿Y tú me quieres?

Me quedé un poco cortado sin saber qué decir. Esta niña era muy lista y sabía lo que preguntaba. Se quedó mirándome con expectación esperando a que le respondiera.

-Pues claro. Eres una niña muy buena y si Elena te quiere, yo también.
-Vale. ¿Me das una chuche?

Le di una y Paula sonrió de manera muy dulce y se puso a dibujar de nuevo. Estuvo así durante un rato, dibujando mientras canturreaba. Parecía que se le habían pasado las ganas de hablar, cosa que agradecí porque esa conversación me puso un poco nervioso. No tenía mucha experiencia con niños pequeños y que me soltara todo eso así de primeras pues la verdad es que no me lo esperaba. Al rato volvió a abrir la boca para mi sorpresa, aunque esta vez no hizo ninguna pregunta incómoda. Esa vez fue para preguntarme sobre mi trabajo. Le expliqué por encima qué era lo que hacía y ella pareció entenderlo pese a no haber tocado aún el inglés. Se me ocurrió enseñarle algo para ver si se iba haciendo con la idea, enseñándole los números y los colores y para mi sorpresa se quedó con eso en nada. Viendo su excelente progreso decidí ir un poco más allá y le enseñé los pronombres personales. También se quedó de momento con eso y finalmente salté al verbo "to be", con las conjugaciones para casa persona. Esperaba que le costara y así fue, pero tras unos pocos minutos también pareció entenderlo. Decidí que por ese día era más que suficiente. Pasando a colorear unos dibujos de un libro que traía para ello. Así hicimos hora para ir a recoger a Elena, yendo hacia allí, esperándola fuera del coche con Paula sobre mis brazos.

Elena salió corriendo al vernos, abrazándonos a los dos y dándonos muchos besos. Fuimos a casa y terminamos de preparar la comida entre los dos para comer los tres mientras la niña se quedaba viendo la tele.

-Elena, esta niña es muy lista.
-¿Sí? -dijo sonriendo.
-Elena, te hablo en serio.
-¿Qué pasa? -dijo algo más seria.
-Me ha preguntado algunas cosas que no creo que sea normales en una niña de su edad. Además, le he estado enseñando un poco de inglés y se ha quedado muy rápido con todo.

Entonces le expliqué con detalle lo ocurrido durante la mañana, con esa conversación y como fue la cosa con el aprendizaje. Elena sonreía con orgullo mientras le contaba todo y se quedó un poco pensativa.

-No sabía nada de esto.
-No me parece normal. No es por nada malo, todo lo contrario.
-Hablaré con mi tía, a ver qué me dice.

Después comimos los tres tranquilamente mientras conversábamos, con Paula enseñándole a Elena lo que había dibujado y coloreado durante la mañana. Elena le preguntó sutilmente si había hecho algo más aparte de eso e ir a mi ciudad y conocer a todas las que conoció y le dijo que sí, que le había enseñado algo y se puso a decir cosas en inglés, contando del 1 al 10, diciendo algunos colores, señalándose a sí misma diciendo "I", señalando a Elena diciendo "she" y señalándome a mí diciendo "he". Miré a Elena haciendo un gesto corroborando lo que le había comentado mientras preparábamos la comida y ella me miró sorprendida, pasando a reírse. Así se nos pasó el rato de la comida, echándose Elena en el sofá con Paula un rato mientras la niña echaba una pequeña siesta. Yo recogí un poco y me senté a su lado cuando acabé, mirándonos sonrientes.

Al rato Elena cogió mi coche para que Paula no se despertara al llevárnosla. La tarde fue muy tranquila porque la niña estuvo bastante rato durmiendo sobre mí mientras yo veía alguna película. Nos eché una foto y se la envíe a Elena, que me respondió al poco diciendo que le encantaba vernos así, dándome también las gracias porque así se le hacía el rato de trabajo más ameno. Cuando Paula se espabiló volvimos a estar un rato viendo la tele juntos, dibujando, jugando con algunas muñecas que trajo y demás hasta que se acercó la hora de salida de Elena de su trabajo y fuimos hasta donde estaba. Por el calor que hacía por estar en pleno mes de agosto, decidí ir hasta la parada de autobús más cercana y esperar para ir así porque andando era más de media hora y acabaríamos reventados. Cuando nos vio aparecer se volvió loca, de nuevo con besos y abrazos. Nos montamos en el coche y decidimos ir a cenar a algún sitio, pasándolo bastante bien mientras Elena nos contaba su día.

Acabamos más tarde de la cuenta y regresamos a casa cerca de las 11 de la noche. Paula estaba cansada. No estaba acostumbrada a tanto traqueteo, por lo que se le cerraban los ojos conforme llegábamos, como pude ver por el retrovisor. En cuanto llegamos, la acostamos y cayó dormida en el acto, yendo nosotros también a la cama. Ambos estábamos abrazados, besándonos muy tiernamente. Tanto cariño y roce hizo que se me pusiera la polla dura y más teniendo en cuenta el calentón del día anterior. Elena se dio cuenta y me empezó a acariciar la polla por encima de los boxers y pantalones, ya que al estar la niña ahí sí que usaba pijama. Cada vez lo hacía con más intensidad, pero de repente se oyeron unos golpecitos en la puerta. Sabía que era Paula, por lo que me puse boca abajo, acomodándome para que no me viera así. Elena fue corriendo a ver qué pasaba y la niña empezó a hablar con tono de pena diciendo que tenía miedo porque oía crujidos en su habitación. Elena se preocupó, pero yo le dije que no se preocupara. Le dije que se trataba de la madera del armario, que crujía por estar en verano. Aun así, Paula estaba un poco asustada y Elena algo preocupada por verla así, por lo que acabó durmiendo con nosotros. La niña se durmió enseguida mientras Elena le murmuraba una canción y le acariciaba. Yo las miraba mientras tanto, susurrándome después Elena.

-Lo siento.
-¿Por qué?
-Por no poder...
-No te preocupes Elena.
-Me sabe mal.
-Bueno, ya tendremos tiempo.
-Yo también tengo muchas ganas...

Al final me acabé durmiendo de la misma manera que lo hizo Paula, con Elena acariciándome la cara, aunque sin canturrearme nada.

Al día siguiente, Elena se levantó para ir a la ducha mientras yo seguía muy empanado, con Paula durmiendo también, apoyada en mí. A Elena le daba pena que la niña y yo madrugáramos tanto, por lo que quedó con una de sus compañeras para que fuera a por ella y ya luego iría yo a por ella cuando acabara de trabajar. De vez en cuando me hablaba bastante de ella y alguna vez que otra me dijo que me la presentaría y que le gustaría que nos fuéramos a comer juntos y demás. Cuando regresó y se vistió se despidió dándole un beso a Paula, quien seguía dormida como un tronco y de mí, estando aún muy adormilado. Vi a Paula tan profundamente dormida y yo también estaba con ganas de dormir más, por lo que me acomodé para dormir.

A las pocas horas me desperté porque la nena me estaba hincado el dedo en la mejilla para despertarme porque tenía hambre, por lo que nos levantamos para desayunar. La niña se empezaba a abrir más conmigo, hablándome más, riendo y con más acercamiento. Yo estaba encantado, Paula era muy buena y no me ocasionaba ningún problema, por lo que lo pasaba bien estando al cargo de ella, jugando, hablando o lo que hiciera falta. Después de desayunar le pregunté a Paula qué quería hacer mientras recogía, fregando los platos y demás. Ella se quedó pensativa estando sentada en la encimera, moviendo sus piernas. Estaba preciosa de esa manera, con dos coletitas que le hice, además. Dijo que le apetecía ir a la piscina, por lo que la preparé para ello, pero antes de bajar fuimos a comprar algunos zumos y cosas así para estar a gusto en la piscina.

Cuando llegamos nos pusimos a la sombra, pero se me vinieron las palabras de Elena de que tuviera cuidado con ella y con esa forma de decírmelo con esa preocupación. También lo recordé por como cuidaba ella de mí siempre cuando tomábamos el sol, por lo que le eché mucha crema a la niña, aunque ya estaba morena, echándome después a mí. Paula estaba supercontenta, muy risueña y agitando sus brazos. Según me dijo no tenía piscina en casa y no es que fueran mucho, tan solo unos pocos días a la playa. La senté en mi muslo mientras esperaba a que su piel absorbiera un poco la crema. Cogí el móvil y nos eché una foto. Salíamos ambos sonrientes, con ella saludando con una mano y agarrando un zumo con la otra. Salió preciosa, con sus coletitas, su sonrisa de oreja a oreja y un pegote de crema en la nariz que le dejé para que estuviera graciosa. Le envié la foto a Elena, pero no me respondió. También le envié la foto a mi madre, quien se puso como loca, diciendo lo guapos que estábamos y que le encantaba vernos así.

Después nos bañamos, teniendo bastante cuidado de la niña, sin dejarla suelta en ningún momento. Ese día sí que acudió más gente a la piscina. Como tres familias más había. Una con dos niños, pero más mayores que Paula, por lo que no es que pudieran hacer migas, otra pareja de mediana edad y una madre con su hija adolescente, de la cual no sabía su edad, pero no estaba nada mal, era bastante atractiva. Mientras nos bañábamos y jugábamos con el agua, se nos acercó esta última madre para preguntarme si era de por ahí, explicándole un poco que sí, llegándome a preguntar también si aquella niña era mi hija. Le expliqué también que no, que yo era muy joven aún para tener hijos y que mi chica también lo era, así que no, diciéndole quién era y porqué estaba ahí.

Después de estar un buen rato jugando con Paula en el agua, subida sobre mí, echándome agua y demás, nos fuimos a las toallas para descansar un poco, mientras Paula se entretenía con sus juguetes, miré el móvil y vi que tenía mensajes de Elena, diciéndole que le encantaba vernos así, con muchos emoticonos de corazones y por el estilo, diciéndome también que se la había enviado a su padre, a su tía y tío e incluso a Irene, viendo que tenía también mensajes de esta última diciéndome que estaba hecho un padrazo y que salíamos muy monos.

Echamos así el resto de mañana, yendo al agua para bañarnos y jugar y volviendo a las toallas para descansar y que se bebiera un zumo, hasta que fuimos a casa para darnos una ducha e ir a por Elena. Una vez regresamos a casa después de ir a por ella, comimos tranquilamente, descansando y llevándola de nuevo, pasando la tarde en casa porque Paula estaba bastante cansada después de estar toda la mañana jugando en la piscina, por lo que solo nos dedicamos a echar la siesta y ver la tele. De nuevo fuimos a por mi chica y cenamos tranquilamente mientras nos contábamos el día. Por la noche después de acostar a Paula, Elena y yo no tardamos mucho en ir a la cama, pero sin hacer nada sexual por lo mismo que la noche anterior. Sin embargo, sí que nos dábamos besos con mucho cariño, pero cuando cogían intensidad, Paula de nuevo llamó a la puerta para dormir con nosotros porque tenía miedo. Elena le regañó un poco diciéndole que no se acostumbrara a dormir con nosotros, ya que sus padres no le dejaban dormir con ellos, pero aun así durmió con nosotros, ya más acurrucada a mí que el día anterior. Cayó dormida en nada mientras Elena y yo nos mirábamos, con ella poniendo ojitos. Le encantaba verme con Paula de esa manera.

Y es que parecía que era nuestra hija al estar tanto tiempo con nosotros y muy apegada, ya que como bien me dijo Elena, Paula era una niña muy cariñosa, cosa que corroboré conforme los días iban pasando, llegando un punto en el que la complicidad entre la niña y yo era muy alta, como si fuéramos familia desde siempre. Elena estaba encantada, Paula estaba encantada y yo también. Si esa era la vida que tendría si tenía una hija junto a Elena, estaría encantado de vivirla. Tanto, que cada vez me aparecía más llegar a ese momento, aunque no era algo que se pudiera decidir tan a la ligera. Ambos teníamos nuestros trabajos y Elena estaba empezando como quien dice. Y es que se me vino entonces a la cabeza aquel momento en el que Maribel me contó que echaba de menos su trabajo por tener a sus hijas tan joven. Era cierto que estaba encantada con ellas, pero ese momento se me quedó grabado, sobre todo su cara de nostalgia y por eso no quería tener un bebé tan rápido, ya que Elena y yo éramos muy jóvenes y he oído de muchas personas que una vez tienes un hijo, tu vida se acaba porque tienes que vivir por y para ellos, sobre todo cuando son tan pequeños. Y estaba dispuesto a hacer ese sacrificio, pero no todavía, aún quería vivir muchas cosas más con Elena. Quería disfrutar de nuestra juventud lo máximo posible y ya tener el bebé cuando pasáramos los 30, porque esa era otra, no llevábamos ni 6 meses como pareja.

Así fueron pasando los días sin nada especialmente reseñable. Yo me pasaba todo el día con Paula, ya fuera yendo a la piscina, jugando, dibujado, coloreando, mirando la tele, o incluso yendo a diferentes lugares de la ciudad en los que había atracciones y distracciones para niños de su edad, o yendo al cine también. Elena la pobre tenía que ir a trabajar de lunes a viernes, tanto por la mañana, como por la tarde. Uno de esos días por la noche, después de cenar, estuvimos hablando con Irene y Mario para ponernos al día de nuestras vidas, quedando en que vendrían el sábado para pasarlo en la piscina con nosotros, diciendo Elena que avisaran también a Sofía. A cambio de poner el sitio, ellos ponían la comida, así que tocaba otra barbacoa. Planazo en el que tenía pensado que nuestros amigos nos echaran una mano para que se quedaran con Paula un rato porque Elena y yo estábamos muy faltos de sexo y lo necesitábamos.

En toda la semana hicimos nada desde aquel dedo que le hice. No tenía ni idea de si ella se había tocado ni siquiera en la ducha, pero yo sí que lo hacía, porque sí que me pasó que varias veces me despertaba con una tienda de campaña más fuerte de lo normal, por lo que tenía que aliviarme yendo a la ducha rápidamente antes de que la niña se despertara, además de que Elena me provocaba siempre que podía, ya fuera metiéndome la lengua hasta la campanilla, restregándose con mi cuerpo, agarrándome el culo y estrujándolo o incluso restregándome su culo contra mi paquete. Se reía y me tenía malísimo, tanto que tenía que ir al baño a rebajarme el calentón manualmente, aunque ya estaba pensando alguna venganza.

Lo único reseñable fue el viernes por la noche. Elena estaba muy contenta porque ya había acabado por esa semana y salimos a cenar fuera para celebrarlo y luego a tomar un helado, yendo hasta casa dando un paseo, aunque nos pillara algo retirado. Íbamos en silencio, con Paula sobre mis hombros, disfrutando de la temperatura más calmada hasta que Paula rompió el silencio.

P: Prima Elena...
E: ¿Qué pasa, Paula?
P: ¿Y la prima Noelia?
E: Eh... -dijo mirándome.

Fue una mirada incómoda. Al parecer no sabía nada de la situación de su familia y preguntó por ella con total normalidad, con tono de echarla de menos.

P: ¿Y la tita Maribel?
E: Paula...
J: Están en su casa, Paula. Tienen que cuidar de la abuelita de Elena.
P: ¿Está malita?
E: Sí, un poco.

Paula hizo un gesto con los brazos para que la cogiera Elena, haciéndolo así ella, dándole un abrazo y un beso en la mejilla, echando luego su cara sobre su hombro.

P: Hace mucho que no las veo... ¿Podemos ir a verlas?
J: Es que está muy lejos, Paula... Y mañana vienen nuestros amigos, ya hemos quedado con ellos. Van a venir Irene y Sofía, ¿te acuerdas de ellas?
P: Sí.
J: Pues van a venir y vamos a estar todo el día en la piscina jugando.
P: ¿Sí?
J: Claro. Hasta vamos a comer ahí.
P: Vale -dijo riendo.
 
Capítulo 225

Seguimos andando hasta que llegamos a casa, acostando directamente a Paula porque ya era tarde y al día siguiente tendríamos día de piscina y sabíamos que acabaría muy cansada, por lo que le vendría bien descansar. Elena y yo nos acostamos al rato en nuestra cama viendo antes que la niña estaba K.O. en su cama.

-Gracias por lo de antes -me dijo susurrando una vez estábamos ambos tumbados en la cama antes de dormir.
-No es nada.
-No sabe nada de lo que pasó en mi casa. Mi padre se lo ha contado a mi tía, pero hacen como si no hubiera pasado nada, como si él estuviera ahí por trabajo y todo siguiera igual.
-Lo siento. No lo sabía.
-Ay...
-¿Cómo está tu padre?
-No me dice nada apenas de cómo está y eso, pero yo le noto que echa mucho de menos su vida.
-Vaya...
-Se le ha ido el brillo de los ojos. Me da mucha pena.
-¿Crees que algún día tu madre le dará una oportunidad?
-No lo sé. Lo dudo mucho. Sé cómo es y si bien es verdad que ya no le tiene el asco que le tenía los primeros días, también es verdad que no lo ha perdonado y no creo que lo haga.
-Pero, ¿crees que ella le echa de menos?
-A veces la veo tristona, pero no sé si es por eso. Yo creo que sí. Son muchos años juntos.
-Ya.
-Lo que más pena me da es por mi hermana. Hace como si no existiera. Javi... Es muy pequeña aún para que esté sin padre. No es justo...
-Lo sé, mi vida. Pero es que tu hermana es así. Es muy cabezona y muy radical.
-Ya, es muy suya...
-Bueno, vamos a descansar, que mañana vienen éstos.

Al final nos acabamos durmiendo como siempre lo hacíamos, con Elena echándose sobre mi hombro, pasando uno de sus brazos por mi pecho y con una de sus piernas sobre las mías.

Al día siguiente nos levantamos no muy tarde para estar desayunados y listos para cuando vinieran nuestros amigos. Hicimos hora jugando con la niña hasta que vinieron. Entraron los tres, vestidos de piscina, para que Sofía viera la casa. Después de darnos un fuerte abrazo y dos besos a Elena y a mí, ella le enseñó la casa mientras los demás nos quedamos en el salón esperando, con Paula en mis brazos, abrazada a mí porque estaba un poco cortada, mirando a Mario fijamente. Al rato vinieron Elena y Sofía y nos levantamos para bajarnos a la piscina con Paula sobre mis hombros. Dejamos la comida y las bebidas que trajeron en las neveras del chiringuito y nos fuimos a la zona de las sombrillas para extender las toallas, echarnos crema y tomar un poco el sol. Era verdad que Paula y yo parecíamos hijos de Elena, porque ella nos echaba crema con un alto ahínco, además de que lo hacía muy contenta, con una sonrisa enorme en su cara, haciéndole también unos moñetes a la niña como los que se hacía ella. No pasó nada reseñable, ya que con la niña ahí y más gente que había, aunque no fuera tanta como la que había estado yendo entre semana, no es que se pudiera dar pie a ninguna situación entre los cinco, además de que Paula me pidió que la llevara a los columpios y fuimos aprovechando que estaban a la sombra por los árboles cercanos, así que tampoco pude estar pendiente de ellos para ver qué hacían porque estaba distraído con ella. Estuvimos un rato jugando en el tobogán, en los balancines y luego me pidió que la columpiara y entonces me preguntó:

-Javi, ¿quién es ese niño?
-¿Quién?
-El que ha venido con tus amigas.
-Ah... Es Mario, el novio de Irene.
-¿Es su novio?
-Sí, desde hace mucho.
-¿Y también se dan besos?
-Claro, jejeje.
-¿Y se quieren mucho?
-Claro.
-¿Cómo Elena y tú?
-Sí, ellos llevan mucho tiempo juntos.
-¿Cuánto?
-Uff... Pues no sé... Pero por lo menos 2 ó 3 años.
-Hala...

Después de un rato columpiándola en silencio volvió a hablar.

-Es muy guapo.
-¿Quién? ¿Mario?
-Sí.
-¿Te gusta?
-Bueno...
-¿Es más guapo que yo? Jajajaja.
-Eh... Tú también eres guapo.
-Pero él más, ¿no? Jajaja.
-Bueno...
-Vaya...
-Pero tú me caes muy bien. Eres muy bueno conmigo, porque me cuidas y juegas conmigo -dijo sonriendo.- Y me das chuches.

Al poco regresamos con los demás, viendo como Sofía estaba muy apegada a Elena, mientras que Mario e Irene charlaban algo separados de ellas. Nos sentamos y Elena le volvió a echar crema a la niña, mirándome a mí después con una sonrisilla muy dulce. Se levantó y me tendió la mano, por lo que me levanté y empezamos a andar, tirando ella de mi mano. Cuando llegamos a la valla que comunicaba la piscina con aquel camino, empezó a tirar de mí con más fuerza, parando al poco de entrar en ese pasadizo rodeado de pinos para empezar a comerme la boca con mucha ansia.

-Elena, que puede venir gente...
-No puedo más. Son muchos días sin disfrutar de ti así...

De nuevo me besó, echando mano a mi culo para apretarlo. Yo ya a esas alturas me dejé llevar y le agarré con fuerza del culo también, levantando su cuerpo unos centímetros para que no tuviera que estar tan encorvado. Un ruido de pasos fue lo que nos despegó, poniéndome frente a Elena para tapar mi erección, la cual estaba muy marcada al ir solo con el bañador puesto. De refilón pude ver que se trataba de aquella madre que me preguntó acerca de quién era y demás, yendo también su hija. Nos saludaron mientras pasaban de largo, haciendo nosotros lo propio.

Ya no podía aguantar más y agarré a Elena de la mano con fuerza para salir de allí y llegar a nuestra casa. Íbamos a paso ligero, con una risilla nerviosa por su parte mientras yo iba con la respiración acelerada de la excitación que tenía encima.

Cuando llegamos abrí la puerta a toda prisa y tiré de Elena para que entrara, cerrando la puerta, abalanzándose ella sobre mí para empezar a comernos la boca como locos mientras se subía encima de mí, apretando mis caderas fuertemente con sus piernas. Intenté ir a nuestra habitación para ir a la cama, pero Elena me sujetaba con tanta fuerza la cara para besarme que no veía nada y me guiaba por mi memoria, haciendo que me chocara bastante con las paredes y las puertas de camino. Una vez llegamos, Elena me desnudó rápidamente, casi arrancándome el bañador, y yo no me quedé atrás. Le quité el pareo bruscamente, al igual que el bikini para empezar a comerle las tetas con ansia mientras ella gemía. Después quise bajar a su coño, el cual había tocado con mis dedos, comprobando que estaba muy mojado, pero Elena me detuvo.

-No, métemela ya. No puedo esperar. Luego más tranquilamente nos comemos. Necesito que me folles muy fuerte.

No hicieron falta más palabras por parte de ninguno de los dos. Ella estaba muy cachonda y mojada y yo con una erección de las que incluso duelen un poco, por lo que la enderecé y la puse de pie, fuera de la cama, en pompa mientras apoyaba sus manos en el filo de la cama. Le puse el glande en su rajita, buscando meterla más que acariciársela como siempre hacía y se la metí de golpe, lanzando ella un gemido muy alto, casi en forma de grito. Me quedé unos segundos dentro de ella sin moverme, notando como me apretaba con fuerza mientras su cuerpo hacía alguna sacudida. Elena lanzó un suspiro y entonces me empecé a mover en su interior. Lo hacía ligeramente mientras ella gemía bajito, pero poco duró eso, porque aumenté bastante el ritmo en poco tiempo, haciendo que nuestros cuerpos chocaran de tal manera que sonara fuertes sonidos de palmadas. La interrupción fue brusca al correrse Elena lanzando un grito muy fuerte, el cual me hizo dar un respingo, acompañando de un empujón con su culo para empezar a lanzar chorros a mucha presión, poniendo el suelo perdido, salpicándome por las piernas del fuerte impacto con el suelo. Como tres chorros con fuerza lanzó, moviendo su cuerpo de manera rara, desplomándose después en la cama, quedando boca abajo con la respiración muy acelerada.

Me asustó un poco esa manera que tuvo de correrse, entre el grito y como se mojó, además de que duró ¿1... 2 minutos? Me sorprendió lo poco que aguantó, pero es que llevábamos una semana sin hacer nada y que yo supiera, desde el domingo anterior sin correrse en aquel dedo que le hice. No tenía ni idea de si ella se había aliviado durante esos días, pero a juzgar por esa explosión no, pese a las numerosas veces que me provocó, donde salía hasta con las mejillas encendidas.

A duras penas se dio la vuelta y se puso boca arriba para respirar con más facilidad, abriendo sus ojos para mirarme, estirando sus manos para hacerme un gesto para que fuera con ella. Me puse a su lado, pero ella me abrazó y tiró de mí para que me pusiera sobre ella. Me abrazó con mucha fuerza mientras recobraba su respiración, acariciándome la espalda también.

-Elena, ¿estás bien?
-Mmm, sí. ¿Por?
-Me has asustado un poco.
-¿Por qué?
-Porque te has corrido de una manera muy exagerada, ¿no?
-Cariño, llevo sin correrme casi una semana... Esto es lo que me provocas...
-¿No te has tocado ni siquiera?
-Nooooo... Con la niña aquí ni de coña.
-Pues en el trabajo... Jajaja.
-Jajajaja, qué marrano.
-Joder... Pues yo no he aguantado... Con esas provocaciones que me hacías tenía que ir al baño.
-Jajajaja.
-Y alguna que otra mañana que me despertaba con eso que hasta me dolía...
-¿En serio? Jajajaja.
-Sí. Y no quería que la niña me viera así si se despertaba, así que iba corriendo al baño.
-Ah...
-No duraba nada. Con tu olor por todas partes...
-¿Sí? -dijo de manera sensual.
-Sí.
-A ver, explícame en que pensabas...
-Pues en que te metía mi polla así... -dije metiéndole mi polla poco a poco.

Elena resopló, empezando a ronronear, besándome con mucho cariño. Después me acarició la cara, sonriendo como solo ella sabía hacer.

-Pero qué bonita eres...
-Tú más.
-No.
-¿Qué más ma hacías en tus pensamientos?
-Uff... Es que no estás preparada para ello.
-Hazlo.
¿Segura?
-Sí.

Me empecé a mover dentro de Elena, pasando a hacerlo rápidamente. Achinaba los ojos por estar aún sensible, pero no me decía que parara ni nada. Quizá se pudo recuperar bastante en los pocos minutos que pasaron desde su corrida y por eso ahora aguantaba, pero lo hacía muy bien, porque mi follada se aceleró rápidamente. En la follada anterior estuve cerca de correrme por el ritmo que llevaba y por ver a Elena así y ahora de nuevo me notaba cerca de acabar. Aun así, fui capaz de aguantar y empecé a reventar a Elena muy fuertemente en un misionero. Esa manera de follar me recordó mucho al primer día que lo hicimos en casa de su abuela después de conocer a su madre y tener aquel "accidente". De la misma manera que entonces, le tapé la boca a Elena porque estaba haciendo mucho ruido, aunque no tuviéramos que tener cuidado por eso, pero me ponía taparle la boca así. Estaba cerca de acabar, pero Elena abrió sus ojos, haciendo mucha fuerza para que le destapara la boca.

-Javi, que me mojo otra vez... -dijo medio asustada.

Salí de ella y le estimulé el clítoris, empezando ella a lanzar chorros de nuevo mientras le daban unos espasmos increíbles que hasta le hacían levantar su cuerpo de la cama, gritando como una loca. Mientras, ella me agarró la polla y me empecé a correr pese a que no movía su mano. La regué por completo, manchándole todo el pecho y parte de la cara.

Después me tumbé a su lado, recuperando la respiración junto a ella porque estaba jadeando con fuerza. Hasta mareado estaba por correrme con esa intensidad. El vientre de Elena subía y bajaba a toda velocidad. Yo me recuperé relativamente rápido, poniéndome de lado para mirarla. Poco a poco su respiración volvió a la normalidad, abriendo sus ojos y girando su cabeza para mirarme sonriendo. Aún le daba algún espasmo, pero ya era consciente de lo que pasaba a su alrededor.

Cogí la sábana y le limpié mi corrida con mucho cuidado y cariño mientras ella me miraba sonriente. Después nos empezamos a besar con mucho cariño. El siguiente polvo fue muy lento y con mucho amor. Nos besábamos a cada rato, ella me comió la polla un rato, luego yo le comí el coño, con ambos llevando cuidado de no corrernos, pasando a hacer un 69, dándonos placer de esa manera ambos a la vez, pasando a follar después en un misionero, haciendo la cucharita después mientras entrelazábamos nuestros dedos, cabalgándome a continuación mientras se inclinaba para besarme y entrelazar de nuevo nuestros dedos... Y así durante un buen rato, a diferencia de esos dos polvos fugaces que no llegaron a los 5 minutos cada uno. Así me acabé corriendo dentro de ella al empezar a besarme el cuello como ella sabía que me volvía loco, dando fuertes embestidas hacia arriba mientras ella gemía muy dulcemente, empezando a temblar bastante.

Esta vez se recuperó con relativa rapidez, levantándose para sentarse en mi pecho y dejar que mi corrida saliera, poniéndose de rodillas a mi lado para pasarse el pelo por detrás de la oreja y empezar a lamer mi corrida mientras yo le acariciaba el culo con mucho cariño.
 
Capítulo 226

-Me encanta cuando haces esto.
-Lo sé. Se te acelera hasta la respiración -dijo sonriendo y girando su cabeza.
-Uff...
-Jejeje. Me encanta la cara que pones cuando te sonrió así.
-Es uno de mis puntos débiles. Lo sabes de sobra.
-Sí. Es que pones una carilla... Me vuelves loca.
-Anda, vamos a ir bajando, que llevamos mucho rato fuera -dije incorporándome para levantarme.

Entonces Elena me agarró de la mano para tirar de mí y volver a tumbarme.

-Más.
-¿Quieres más?
-Sí.

De nuevo, Elena me agarró para que me pusiera sobre ella, empezando a besarme con mucha ansia mientras manoseaba mi cuerpo. Quería que la follara de nuevo, por lo que me empezó a besar el cuello haciendo que se me pusiera dura al instante. Me la agarró con su mano y la dirigió a su rajita para metérsela, lanzando un suspiro una vez entró.

-Dame fuerte.
-Pero...
-Hazlo. Me muero porque me revientes como antes.

Empecé a follarla a buen ritmo mientras ella gemía de manera muy sensual, agarrando mi cara con fuerza para besarme. Subí mucho la intensidad, oyéndose un sonido de chapoteo por el roce tan rápido de nuestros sexos. A los pocos minutos el cuerpo de Elena empezó a dar sacudidas, siguiéndole un temblor bastante fuerte, notando como se me empapaba el pubis. Salí de ella y la estimulé, provocando que empezara a lanzar chorros de nuevo mientras arqueaba su espalda y gritaba. Paré de estimularla, pero me moría de ganas por seguir y quería correrme dentro de ella de nuevo, por lo que agarré mi polla y se la metí, poniéndome de nuevo sobre ella, cogiendo ella mucho aire de la impresión. Me empecé a mover rápidamente dentro de ella mientras ella seguía con sus gritos, por lo que le puse la mano en la boca para callarla, apretando todo lo que pude hasta que me corrí dentro de ella gritando también. Elena me hincó las uñas en la espalda, tirando hacia abajo para arañarme, causándome bastante daño.

Me salí de ella y me tumbé a su lado para recobrar la respiración como en el polvo anterior. Una vez lo hice, la miré, viendo que estaba con la cara muy apretada y sus articulaciones extendidas y bastante abiertas. Respiraba muy fuertemente, como si le faltara el aire y le daban espasmos muy fuertes.

Decidí irme a la ducha para quitarme toda esa sudada mezclada con crema de la piscina y nuestras corridas, saliendo y encontrándome a Elena conforme la dejé, pero ya más relajada. Le di un beso, estremeciéndose ella y luego riendo.

-¿Cómo estás?
-Javi, mi amor... Me matas cuando me haces eso...
-Lo siento, pero es que no he podido evitarlo. Tenía muchas ganas de acabar dentro de ti. Me pones mucho cuando estás así.
-Pfff... Es que se me sale el corazón por la boca. Y ya verás tú cómo voy a estar lo que queda de día...
-Me encanta verte así, así que no hay problema. Jajaja.
-Estoy muerta.
-Venga va, vete a la ducha, que yo ya me he duchado y éstos estarán preguntándose dónde estamos.
-Si lo saben de sobra...
-Ya. Lo digo también por la niña.
-Vale, ya voy.

Elena se fue a la ducha mientras yo recogía todo lo que ensuciamos, cambiando también las sábanas. Hasta lavamos y tendimos las sábanas para no dejarlas ahí hasta a saber cuándo pudiéramos estar tranquilos. Cuando acabamos regresamos a la piscina, los dos cogidos de la mano, con Elena muy sonriente, aunque podía notar como le temblaba el cuerpo a veces.

Una vez llegamos y nos acercamos, nos encontramos a todos en las toallas, levantándose Paula, viniendo enflechada hacia nosotros, abriendo sus brazos para que la cogiera en brazos. Nos preguntó que dónde habíamos estado y le contamos alguna excusa que coló al ser ella tan pequeña. Nos sentamos y nos volvimos a echar crema, con Elena dándome un beso cuando acabó, pero Paula le dio un pequeño empujón, abrazándose a mí, sacándole un poco la lengua a su prima.

E: Pero Paula...

Paula giró su cabeza para echarla sobre mi hombro y así taparse.

J: Jajajaja, ¿qué pasa, Paula?
S: Pues nada, ¿qué le va a pasar? Que echaba de menos a su Javi... Jajajaja.
I: Se parece a una que yo me sé... Jajaja.
M: Javi, no vas a dar a basto cuando tengáis una nena... Jajaja.
E: Menos guasa, anda... Jajajaja.

Estuvimos un rato sentados todos en las toallas charlando y a la sombra porque ya sí que picaba el sol. Tanto picaba que Irene, Mario y Sofía fueron a darse un baño, dándome cuenta como casi todos los hombres que estaban en la piscina aquella mañana se fijaban en ambas, pero más en Sofía por tener las curvas más marcadas con sus poderosas tetas y su culo apretado en aquel bikini blanco que contrastaba bastante con el color negra de su piel pese a no ser tan oscura. Las miradas hacia Irene no se quedaban atrás, aun así, yendo con un bikini lila bastante pálido, contrastando también su color mulato de piel. Además, aquel bikini era más ajustado que los que me había visto anteriormente, dándome la sensación por momentos que hasta se le marcaban los labios de su zona más íntima. También me pude fijar, gracias a que iba con gafas de sol, que nuestra joven vecina, la cual iba permanente acompañada de su madre. Ella se fijaba en Mario, y es que el cabrón tenía muy buen cuerpo, con sus músculos bastantes marcados y una buena tableta, todo ello acompañado de su cabello rubio y ojos azules, que en mi opinión era lo que más miradas atraía. Al fijarme en Mario se me ocurrió algo para estar un ratito a solas con Elena.

J: Paula, ¿has visto que guapo está Mario?
P: Sí...
J: ¿Quieres ir a la piscina un rato y juegas con él?
P: Nooooo, me quedo aquí.
J: Vale, como quieras. Está muy bien acompañado, no nos tenemos que preocupar por él. Además, aquella niña de allí también le ha mirado un poco, así que, si Irene y Sofía vienen, seguro que no se queda solo.
P: Vale -dijo sin estar muy convencida.

Nos quedamos en silencio mientras Elena me miraba divertida y a los pocos segundos Paula me miró, dándome toquecitos con el dedo en el pecho.

P: ¿Me llevas a la piscina?
J: Claro, vamos.
P: Pero con Mario -dijo susurrando.
J: Vale -le susurré de vuelta.

Cogí a Paula en brazos y me acerqué a la piscina. Nuestros amigos se acercaron al bordillo al ver que nos acercábamos.

I: ¿Quiere bañarse? Anda, dámela. Yo me ocupo, verás qué bien nos lo pasamos.
J: Es que...
S: ¿Qué pasa?
J: Que quiere jugar con Mario.
I: Anda, jajajaja.
S: Claro. Venga, Mario.

Mario cogió a la niña sin estar muy convencido, aunque tampoco es que pusiera mala cara. Paula de momento se empezó a reír mientras chapoteaba, cosa que hizo que Mario se relajara. Los dejé ahí jugando mientras yo volvía con Elena, sentándome a su lado. Cuando me senté me di cuenta de que Irene y Sofía nos miraban, cuchicheando y riendo.
 
Capítulo 227

-¿Y eso? ¿Me he perdido algo? Jajajaja.
-Tu prima, que está colada por Mario, jajaja.
-Ahhh... Pues creía que estaba colada por ti, jajaja.
-¿Por mí?
-¿Has visto el empujón que me ha dado cuando nos hemos besado? Tenía celos, jajajaja.
-Bueno, niñadas.
-Si lo veo normal. A mí me pasaba con mi padre cuando era pequeña.
-¿Sí?
-Claro. Mi madre me lo ha dicho muchas veces. Ahora que me doy cuenta, desde pequeña ya era celosilla.
-Jejeje, te imagino así y me hace gracia.
-Entiendo que Paula se ponga así. Eres muy bueno y te ha cogido mucho cariño. Te lo dije. Mírala ahora, si está todo el día en tus brazos o sobre tus hombros.
-No será para tanto.
-Y lo que se ríe contigo. Se te dan bien los niños.
-A ti también.
-Cuando te veo con ella me quedó embobada, sobre todo estos días cuando me despertaba para irme a trabajar y la veía dormir juntos, con ella sobre ti. Es que se me caía la baba.
-Joder, Elena, que me voy a poner rojo... Jajaja.
-Dame un besito, anda.
-¿Te pones tierna?
-Calla, bobo...

Elena me dio un beso muy tierno que apenas duró unos segundos, poniendo su mano en mi cara con suavidad.

-Míralos, que bien se lo pasan.
-Sí.
-Con que colada por Mario, ¿no?
-Sí, eso me ha dicho antes en los columpios. Que era muy guapo y tal y yo le he dicho que era el novio de Irene.
-Pues mira, así los dos rubios, sí que parece que es su hija.
-Ya ves.
-Aunque no sé si les hará mucha gracia la idea.
-No sé. Nunca han dicho nada de tener hijos.
-Ya, nunca hemos hablado de eso Irene y yo. Lo que le he es lo de las charlas que hemos tenido tú y yo del tema, pero ella no me ha dicho si le gustaría tener o no.
-La que sí quiere tener es Sofía.
-¿Sí?
-Sí. Alguna vez de estas que hemos hablado me ha dicho eso. Que ya se va haciendo mayor y que no quiere que se le pase el arroz.
-No sabía.
-Antes estabais hablando, ¿no?
-Sí. Me decía que estaba muy guapa y que se me veía muy caliente.
-¿Caliente?
-Sí, que me veía que tenía ganas de tema por cómo te miraba.
-Ah.
-Y llevaba razón, jajaja.
-Pues sí, porque vaya tela con la manguera humana... Jajajaja.
-Oye...
-Es que eres muy efusiva, mi vida...
-Todavía me palpita, ¿sabes? Y noto hormigueo por el cuerpo.
-Ya sabemos los dos cómo vas a estar lo que queda de día, jajajaja.
-Te estás riendo tú mucho de mí. A ver si...
-¿Me vas a castigar?
-Bueno...
-Ya sabemos que luego tus castigos...
-Hay varias formas de castigar.
-Ah, ¿sí?
-Sí, como, por ejemplo, dejándote a pan y agua...
-No serás capaz...
-¿Quién sabe? Por lo pronto hoy sí.
-Vaya... -dije con tono tristón.
-Nooooo. No quiero hacer nada más hoy porque estoy muy sensible. Si me la metes, me muero, jajajaja.
-Ah...

Elena me dio un beso en la mejilla, poniendo su mano en mi espalda, haciendo que me estremeciera.

-¿Estás bien?
-Me escuece.
-A ver...

Elena echó un ojo a mi espalda, tapándose la cara con una mano cuando se incorporó.

-¿Qué pasa?

Elena no contestaba, por lo que le quité la mano de la cara, viendo que estaba roja como un tomate.

-¿Elena?
-Tienes la espalda hecha polvo.
-¿Sí?
-Sí. La tienes muy arañada.
-Bueno, no pasa nada.
-Qué vergüenza...
-Da igual, si la gente no se fija en eso. Seguro que no es para tanto.
-Uff...
-Anda, vamos a ir haciendo la comida, que ya va siendo hora.
-Hay mucha gente, ¿no? ¿Nos dirán algo?
-¿Qué nos van a decir? Si esto también es nuestro.

Fuimos hasta la piscina para decirles que íbamos a ir haciendo la carne que trajeron. Les dijimos que estuvieran con la niña y cuidaran de ella.

Elena y yo estuvimos preparando la comida en aquellas barbacoas, algo apartadas de la piscina y los demás vecinos, que se acercaban a curiosear. A Elena le empezó a entrar calor. Poniéndose a sudar, pese a estar en la sombra. Le dije que se fuera con los demás para que se diera un baño y que se refrescara, que yo estaría pendiente de la comida mientras les veía sentado tomando un refresco frío. Me dio un beso, yéndose con los demás. A los pocos minutos, Sofía salió de piscina, mirándome. Fue a las toallas y luego empezó a andar en mi dirección, pensado yo que mucho había tardado en venir a buscarme, aunque tampoco es que tuviera problema en quedarme a solas con ella. Confiaba en ella, ya que después de ese primer encontronazo en nuestro trabajo fuera de nuestro país, no hubo un acercamiento claro, sin contar ese tonteo con alguna foto comprometida, que ni siquiera yo buscaba adrede. Mientras se acercaba yo la miraba con una sonrisa socarrona, dándose ella cuenta, poniendo una cara muy dulce e inocente, levantando las manos haciendo el gesto de rendirse.
 
Capítulo 228

-Mucho estabas tardando... Jajajaja.
-Vengo en son de paz.
-Lo sé. No te preocupes. Confío en ti.
-Gracias. ¿Cómo va la comida?
-Muy bien, ya le queda poco.
-Todo bien, ¿no?
-Sí, ¿por?
-No, lo digo por si te duele la espalda y esas cosas... Jajajaja.
-Joder... Mira que sabía que alguna así me ibais a soltar...
-Muy efusiva tu chica, ¿no? Jajajaja.
-Bueno, es que hemos tenido sesión intensa y...
-La has reventado bien, ¿no?
-Pues sí, ¿a quién voy a engañar?
-Di que sí. Hay que aprovechar. Seguro que disfrutáis mucho.
-Sí, eso sí.
-¿Sabes? Estaba un poco nerviosa antes de venir esta mañana.
-¿Por?
-Porque sabía que te iba a ver.
-Bueno, nos hemos visto esta semana y no ha pasado nada, ¿no? Ni me has dicho nada por mensaje.
-Ya, no quería molestar. Pero ya sabiendo que hoy nos íbamos a ver, pues...
-¿Todavía?
-Javi, me atraes bastante. Y pensar que te iba a ver más ligero de ropa hoy pues me producía un cosquilleo. No sé si me entiendes...
-Te entiendo. Eres muy clara siempre.
-Mmm... Jajajaja. Pues eso. Y te veo así en bañador y uff...
-Pero si no es para tanto. Tengo un cuerpo muy normal, no estoy ni musculado ni nada.
-Pero atraes. A mí por lo menos. Y sé que también atraes a Irene y obviamente a tu chica. Solo hay que ver cómo te mira, jejeje.
-Ajá.
-No te voy a engañar. Te veo así, marcando paquete y me mojo un poco. -dijo acercándose un poco y susurrando- Me acuerdo de aquel momento en el que... Uff... Estuvo cerca, pero eres un buen chico y pensaste en tu novia. Pero es que recuerdo como se te marcaba y joder... Hasta te la toqué por encima y todo, pero estaba algo tocada y tampoco lo recuerdo bien.
-Bueno...
-Sí. Mejor, porque si vieras cómo estoy...
-Lo veo -dije señalando ligeramente con un dedo a sus tetas, pudiéndose notar perfectamente sus pezones.

Sofía se miró las tetas y levantó su cara para mirarme sonriendo y mordiéndose un poco el labio.

-Huy... Sí que se nota...
-No pasa nada.
-Lo siento, no puedo evitarlo.
-Tranquila, está bien. Ya sé cómo eres y no me molesta. Además, Elena está bastante cómoda contigo aquí. Veo que confía en ti también y que le caes bien. Eso es lo que más me tranquiliza.
-Mira, yo soy muy fogosa y muy juguetona, pero puedes estar tranquilo, no me voy a lanzar a ti a pesar de las ganas que te tengo. Pero es que soy así, me gusta jugar, picar y provocar.
-Bueno, pues te puedes hinchar hoy, porque nadie te quita ojo... Jajajaja.
-Me da igual.
-Puedes tener al que quieras. De verdad, todos te miran.
-Yo solo quiero estar con uno. Me importa una mierda los demás.
-Vaya... Sí que te gusta provocar.
-Mucho. Si tú quisieras... Es que te la comía aquí y ahora y te montaba muy fuerte. Me daría igual quien nos viera, te lo aseguro.
-¿Ya no te gusta Mario?
-Claro que me gusta, me pone que no veas. Está muy bueno. Pero también es que he follado ya con el algunas veces y...
-¿Y...?
-Y tú me pones más.
-Bueno... Es porque no puedes tenerme.
-Puede, pero aquella vez no sabía que no te podía tener y no conocía a Mario y me ponías igual.
-Ya... Jajaja.
-Javi, te lo digo en serio. ¿Crees que no me podría haber ligado a cualquiera de los que vimos mientras estuvimos tomándonos una copa?
-No lo dudo.
-Y aun así me decidí por ti.
-Bueno, ibas un poco borracha.
-Mira, nada más verte dije: "Vaya, qué chico tan mono. Me pone. Qué suerte he tenido". Y lo corroboré al tratar contigo y trabajar a tu lado, así que ya tenía mi objetivo. Ya se me tenía que presentar un pibón para olvidarme de intentar algo contigo.
-Eres de lo que no hay.
-Bueno, ya que no vamos a hacer nada, me gustaría saber qué opinas de mí.
-Ya lo sabes.
-Me refiero físicamente.
-Joder, ¿no te quedó claro cuando te desnudaste? Porque se me puso como una piedra.
-Dímelo.
-¿El qué? ¿Qué estás muy buena?
-Sí.
-Ya lo sabes. No hace falta que te lo diga.
-Dímelo, va.
-No hace falta. Además, no me gusta tontear tan descaradamente. Me siento mal por Elena.
-Bueno, ya me lo dirás.
-No sé yo...
-Voy a convencer a tu chica para que te deje tontear conmigo más y lo vas a hacer incluso delante de ella.
-Jajajaja, anda...
-Ya lo verás.
-Vale, vale.
-Sí, sí. Por cierto...
-Dime.
-Tu chica... Elena está para comérsela.
-Qué me vas a decir a mí...
-Te lo digo porque ahora me fijo más en las chicas y... Joder... Es que se la ve tan dulce y tan preciosa... Me gusta su cuerpo. Vamos, que me la follaba ahora mismo.
-Eh... Uff...
-Jajajaja, ¿qué pasa?
-No me esperaba que me lo dijeras así tan de sopetón.
-¿Celoso?
-Para nada.
-Me encantaría comerle el coño. Seguro que lo tiene muy rico.
-Te lo aseguro.
-Mmm... Y seguro que es muy bonito.
-Así es.
-Uff... Irene me ha dejado caer algo de lo que hacéis, pero nada en claro por respeto a vosotros.
-Ajam...
-Ya le preguntaré a Elena. Bueno, que coño... A los dos os preguntaré cuando estéis juntos.
-Si a Elena le parece bien, por mí no hay problema.
-Vale -dijo sonriendo.

Nos quedamos unos segundos callados, mirándolos como se bañaban, pero Sofía volvió a la carga.

-Pfff... Es que es tan mona... Cómo me gustaría hacer la tijera con ella. Ella boca arriba y yo montándola con nuestras piernas entrelazadas.
-Estás desbocada, ¿eh?
-No lo sabes bien... Y tú parece que estás cachondo. La tienes morcillona -dijo riendo.
-Como para no. -dije cruzando mis piernas para tapar mi excitación- Me imagino la situación y...
-Pues por mí puede hacerse realidad.
-Ya, no lo dudo.
-Por cierto, Irene también me ha hablado de una chica.
-¿Qué chica?
-Una rubita, vi una foto un día y le pregunté. Vaya bombón... Preciosa.
-Ah...
-Me dijo que era amiga tuya y que fuisteis follamigos.
-Sí -dije algo incómodo.
-¿Todo bien?
-Bueno, es que esa chica y yo no acabamos muy bien.
-Huy... Lo siento. No tenía ni idea.
-No pasa nada.
-¿Se metió en tu relación?
-No. Apareció y me dijo que en su día estaba enamorada de mí y le estaba volviendo a pasar y decidió irse para no verme más.
-Vaya...
-Me jodió mucho perder esa amistad, pero supongo que al final es lo mejor para todos.
-Eso suena a que hubo algún problema.
-Sí. Su regreso a mi vida no le sentó muy bien a Elena. Hubo algunas palabras fuera de lugar y desembocó en un mal momento que prefiero no recordar. Pero ya está todo solucionado. Mejor así. A Elena no le caía bien.
-Lo siento. Bueno, pero ya no hay de qué preocuparse.
-Sí.
-Oye, no te preocupes, que yo no estoy enamorada de ti, ¿eh? Es simple atracción sexual.
-Vale, vale. Jajajaja.
-Aun así, me pareces un chico fantástico. Te considero un buen amigo.
-Gracias. Si necesitas ayuda, cuenta conmigo.
-Y tú con ma mía -dijo sonriendo.
-Ya me has ayudado con lo de la casa.
-En realidad esa ayuda ha sido mutua. Estoy muy contenta con esa casa y es gracias a ti que ahora vivo ahí. Estoy muy a gusto.
 
Capítulo 229

Me quedé en silencio sonriendo y Sofía se levantó diciendo que iba a avisar a los demás para que fueran saliendo y viniendo porque la comida estaba ya casi. Mientras se iba, me puse a pensar en aquella conversación mientras miraba como se alejaba contoneando ese culazo, moviéndolo de manera muy sensual. Aparté rápidamente la mirada, aunque llevaba gafas de sol y me quedé pensando en el tonteo casi permanente que teníamos ella y yo. No me sentaba muy bien hacerlo, por Elena, pero es que me dejaba llevar de una manera que no podía evitar seguirle el rollo. Tampoco es que lo viera muy peligroso porque estaba concienciado de que no iba a dejar que se diera pie a nada en absoluto. Tenía grabado a fuego en mi mente que Elena era lo primero, que ella era la que tenía la batuta en cuanto a experimentar con más gente en el ámbito sexual se refería. Lo más importante para mí era que ella estuviera cómoda y segura para hacer cualquier cosa que implicara involucrar a alguien más.

También me descolocó un poco lo que dijo cuando hablamos del tonteo, pensando en hablar con Elena para animarla que me dejara tontear más con ella, diciendo que haría por donde para que hubiera tonteo entre los tres. La veía muy lanzada y eso me daba algo de miedo pese a la confianza que tenía en ella, aún más cuando me dijo que podía estar tranquilo, que no se me iba a echar encima. No dudaba de su palabra, no tenía ningún motivo para desconfiar de ella, pero en los momentos donde el morbo es muy grande y nos dejamos llevar puede pasar cualquier cosa, por lo que intentaría salvar las distancias. Me veía lo suficientemente fuerte como para parar una posible situación si a alguien se le iba de las manos.

Mi tranquilidad era muy grande porque veía a Elena muy relajada con la presencia de Sofía, como le comenté a ésta última en nuestra conversación. No es que me pareciera raro, pero al fin y al cabo era una situación bastante similar a la de Ángela, pero también era verdad que ambas situaciones tenían sus diferencias. La situación con Ángela fue desagradable. Elena se molestó mucho con ella por ese "desprecio" en sus palabras. Con Sofía, sin embargo, no mostró el más mínimo problema pese a que fuera ido mucho más allá que Ángela en nuestro reencuentro. Sofía provocó una situación muy tensa en la que pudo pasar cualquier cosa mientras que Ángela no había hecho nada de eso en ningún momento, aunque sí que pasó algo en nuestra despedida con aquel beso... Era un sentimiento raro el que tenía, pues mi cabeza no terminaba de entender como Elena y yo reaccionábamos de maneras tan diferentes en ambas situaciones cuando cada una tenía lo suyo, pero así fue. Simplemente me decanté por dejarme llevar, aunque llevando cuidado, como intentaba hacer siempre.

Finalmente vinieron todos para comer. Paula se emperró en que se quería sentar en mi regazo para que le diera de comer, por lo que así fue, con alguna mirada de los demás, acompañadas de alguna risita y comentario para chinchar, aunque no me sentaba mal, estaba muy a gusto. Elena era la que me miraba con mucha ternura, más que buscando la risa fácil. Cuando acabamos de comer, decidimos ir a casa porque el calor que hacía era insoportable, de este calor que notas que te quema la piel y que te cuesta hasta respirar, por lo que decidimos irnos a casa para reposar la comida y descansar un poco, porque, sobre todo, la niña tenía algo de sueño. Fuimos a casa y nos empezamos a duchar. Primero la niña, para quedarse preparada para dormir mientras los demás íbamos entrando. Después de Paula entramos Elena y yo mientras Sofía entraba al otro baño, duchándose luego Irene y Mario juntos cuando acabamos Elena y yo. Después de dejar a la niña acostada en nuestra cama para que descansara, con el aire y demás para que estuviera a gusto, nos fuimos al salón los cinco para reposar mientras hablábamos y nos tomábamos una copa.

S: Me encanta la pareja que hacéis, Elena. Os veo con la niña y es que se ve que vais a ser buenos padres.
E: Gracias.
S: Ojalá tener yo algo así.
E: ¿No encuentras a nadie para estar así?
S: Cuesta. Pero que estoy muy a gusto, así como estoy ahora mismo. Me lo paso muy bien.
M: Ya hemos hablado de esto Sofía.
J: Lo mismo digo. Ya te he dije que las mejores cosas vienen solas.
E: Eso es verdad. Lo mío con Javi fue así. Ninguno de los dos buscábamos una relación, pero surgió.
S: ¿Cómo fue?
E: Pues él se interesó por mí porque se enteró de que había roto con mi ex y quedamos para tomarnos una cerveza porque hacía tiempo que no nos veíamos.
S: Javi, no me digas que hiciste la del buitre... Jajaja.
J: Nooooo...
E: Eso pensé yo.
I: Jajajaja.
J: Joder, me enteré de que estaba soltera y quería ver cómo estaba.
S: ¿Y qué tal?
E: Pues muy bien. Echamos un rato muy bueno, aunque no hablamos nada de mi relación. Lo hablamos luego en mi casa.
S: ¿Sí?
E: Sí. Y pues nos tomamos una copa y con la tontería nos acabamos liando, jejejeje.
S: Vaya... Al final sí que hubo tema...
J: Joder, es que la cosa se calentó y recordamos un momento que tuvimos de acercamiento y...
I: ¿Qué momento?
E: Eh...
I: ¿No quieres contarlo?
E: Me da un poco de cosa y no quiero que os llevéis una mala impresión de mí.
I: Elena, sabemos cómo eres. No vamos a pensar nada malo de ti. Y Sofía no creo que piense mal tampoco a pesar de no conocerte tanto como nosotros.
E: Va, cuéntalo Javi.

Entonces empecé a relatar de manera detallada el primer encuentro que tuvimos Elena y yo en aquel parque tan especial para nosotros, con todas las sensaciones y pensamientos que surgieron por mi parte, aportando Elena los suyos también. Los tres nos miraban con atención, ya que Irene y Mario no conocían la historia. Cada poco Irene nos interrumpía pidiendo detalles de algún momento en especial, buscando mucho morbo también al fijarse en nuestros gestos al contar dichos momentos.

I: No conocía la historia. Me he mojado un poco...
M: Yo no estaba, pero me dijeron que hubo una buena bronca.
E: Sí. Fue muy desagradable.
M: Perdona que te lo diga Elena, pero... ¿Cómo pudiste salir con él? Es que no sé qué le pudiste ver...
E: Bueno... Cuando empezamos era muy dulce, pero la cosa cambió.
I: ¿Y por qué fue la bronca?
E: No me acuerdo...

Puse cara de estar extrañado al oír a Elena decir que no se acordaba, también por el tono poco convencido con el que lo decía, pero tampoco quise intervenir por si lo que le pasaba era que le incomodaba hablar de ello.

S: ¿Y al final hubo más o quedó ahí la cosa?
E: Nos teníamos muchas ganas y nos calentamos mucho.
S: ¿Follasteis?
E: Sí. Acabamos haciéndolo. Lo que no me imaginaba era que iba a ser el mejor polvo de mi vida.
J: Anda... Eso no me lo dijiste.
E: Me daba cosa. No quería que pensaras que era una mojigata...
J: No lo pensé. Creí que eras una chica muy espabilada.
E: Fue la primera vez que alguien hacía algo con mi culo. Nadie, ni siquiera yo misma había hecho nada por ahí.

Mientras Elena hablaba, miré a Irene y a Mario, quienes empezaron a besarse. Elena y Sofía no se dieron cuenta porque mi chica hablaba mirando a Sofía y ésta le prestaba mucha atención.

E: Chicos... -dijo mirando a la otra pareja una vez se dio cuenta- Con la nena aquí no quiero que se haga nada de esto.
I: Vale, perdón. Me lo he imaginado y me he encendido mucho.
E: No pasa nada, lo entiendo. Pero no me quiero arriesgar a que vea algo. Es muy pequeña.
I: Sí, sí. Si llevas razón. Pero es que ya me conoces... -dijo apartándose de Mario.
S: Joder... Yo también me he puesto cachonda.
M: Normal, con ese pelo tienes que tener hasta calor...
S: Sí, la verdad es que sí, pero es que lo tengo así.
J: A mí me gusta.
S: ¿Sí?
J: Sí. Desde siempre he han gustado las chicas con el pelo a lo afro.
I: No lo sabía.
J: Bueno, tampoco es algo que...
I: No es como lo otro, ¿no? Jejejeje.

Miré a Irene un poco sin entender a qué se refería.

S: ¿El qué?
I: Él me entiende.

Entonces la entendí. Se refería al vello púbico.

S: Cuanto secretito...
E: Mira, Javi.

Elena me enseñó una foto que tenía en su móvil.

E: Es de una vez que estaba con mi hermana haciendo el tonto.
J: Joder, que rara te veo, jajajaja.
E: Jajajaja, sí. No me gustó nada como se me quedaba, pero por hacer la gracia me eché una foto.

Elena salía con el pelo a lo afro en la foto. Estaba rara, porque yo siempre la había visto con el peinado que llevaba en ese momento, pero aun así estaba guapísima, como siempre.

Todos miraron la foto y nos echamos unas risas, empezando Elena a buscar más fotos que tenía subidas a la nube. Nos enseñó una de cuando estaba de morena, con ondas en su pelo, preciosa con su hermosa sonrisa. En esa foto salía al lado de Alejandro, como ya me dijo una vez se puso de morena nada más entrar a la universidad y esa era una foto de aquel momento. También nos enseñó algunas en donde estaba de pelirroja, en una piscina. Lo tenía un poco más largo de lo que lo tenía en aquel momento. Se la notaba que estaba un poco gordita y es que nos explicó que en esa época tenía un poco de ansiedad porque tuvo unos meses en los que estaba muy agobiada con la universidad y por eso se la veía así. Para nada estaba mal, todo lo contrario. Elena estaba guapísima ahí y de cuerpo también, no es que fuera algo exagerado. Simplemente tenía algún kilo de más en comparación a como siempre la había visto. Nos contó que lo pasó un poco mal y por eso salía con un bañador de una pieza, para tapar su barriguita. En una de esas fotos salía de espaldas y me empecé a excitar, porque se le notaba el culo un poco más grande y me puso muy malo. Mi chica siempre había estado muy buena, incluso con esos kilos de más que ella decía que tenía. Tanto me excité, que le metí la mano por dentro de su pantaloncito y sus braguitas, tocando la piel de su nalga derecha, acariciándola y estrujándole el cachete mientras ella sonreía y me miraba de reojo. Hasta se me llegó a poner morcillona.

También nos enseñó algunas en la que estaba más delgada aún, pero eran de cuando estaba en la ESO y aún no nos conocíamos ni siquiera. De cara estaba igual, preciosa, pero sin su piercing en la lengua, como podíamos ver al mostrar algunas en las que salía con la lengua fuera. Tenía el pelo muy corto, llegándole a la altura del mentón, con unos mechones del lado izquierdo de su cara llegándole hasta el hombro. Luego puso una de cuando ella estaba en 1° de bachillerato y yo acababa de entrar a la universidad. Evidentemente yo no estaba ahí, ya que a pesar de solo salir ella en aquella foto, no recordaba haber estado ahí en ese momento y salía con una mochila, así que era en horario de clases. La foto no tenía nada de especial, pero me encantó, y es que salía mirando hacia abajo, sin sonreír ni nada, mirando a su móvil, sin posar. Y qué preciosa estaba, hasta sin hacer nada en especial lo estaba. Salía exactamente igual a como estaba en ese momento. Después puso algunas en las que salía con Laura. Una en la que estaban en clase donde ponía "Comenzamos", dando a entender que empezaban el curso, estando en 2° de bachillerato. Ambas sonrientes, Elena con la lengua fuera y el mismo peinado de siempre, aunque con el pelo más largo de lo usual en ella, mientras que Laura salía sonriendo con la boca cerrada, con su arito en la nariz y sus preciosos ojos negros, llevando una camiseta del equipo de fútbol de su ciudad natal. De nuevo, otra en la que salía con Laura, donde ponía "Navidad". Laura sonriendo esta vez con la boca abierta y Elena sacando la lengua otra vez, ambas preciosas. Luego nos mostró algunas en la que salía con Isa y más amigas de su pueblo y algunas más en las que salía de fiesta.

Así se nos pasó un buen rato hasta que Paula me empezó a llamar, por lo que fui para ver qué quería. Estaba adormilada y me pidió que me quedara con ella a dormir. Le eché un poco la reprimenda para que no se acostumbrara a dormir con gente ya con los años que tenía mientras estaba sentado a su lado. Me empezó a poner ojitos, hablándome con pena y acabé cayendo, por lo que acepté, yendo al salón para decirles a los demás lo que pasaba y que me iba a echar un rato con ella. Me tumbé en la cama mientras ella se echaba en mi brazo, pero se acabó subiendo a mi pecho, poniendo su cabeza de lado, quedándose dormida de nuevo. Mientras tanto, yo me quedaba mirando al techo, acariciando la espalda de Paula, pensando en las fotos que nos había enseñado Elena y como me gustaba mi chica. Desde siempre.
 
Capítulo 230

Aquel momento fue interrumpido por Elena, quien dio unos pequeños golpes con sus nudillos en el marco de la puerta, haciéndome mirar, viendo como estaba asomada ligeramente mirando. La saludé con la mano, haciendo ella lo mismo con una sonrisa enorme que transmitía mucha ternura, lanzándome un beso después. Le hice un gesto para que viniera conmigo, poniendo mi mano sobre la cama, queriéndole decir que se tumbara conmigo. Sin dudarlo, ella vino hacía a mí, tumbándose con cuidado, poniéndose de lado, cerca de mí. Le acarició la cara a Paula mirándola, subiendo su mirada hasta mis ojos, sonriéndome de nuevo. Nos susurramos un te quiero a la vez y nos quedamos callados, con los ojos cerrados, pero sin dormir. Como hizo Elena, los demás se acercaron, asomándose a la puerta, sin hacer mucho ruido, sin que Elena se pudiera dar cuenta. Se fueron rápidamente. A los pocos minutos oímos la puerta de la calle cerrarse, por lo que supuse que se habían bajado a la piscina de nuevo. A la hora aproximadamente, Paula se despertó con ganas de jugar, por lo que estuvimos los tres haciendo un rato el tonto, haciéndole cosquillas a la niña y demás. Después nos levantamos y nos preparamos para ir a la piscina, poniéndonos los bañadores y demás porque aún nos quedaba tarde para disfrutar de un día de piscineo. Así estuvimos todo el resto de la tarde, tomando el sol, yendo a los columpios y, sobre todo, bañándonos, con Elena estando todo el tiempo con Paula, jugando con ella, estando pendiente de si quería algo, llevando cuidado para que no se quemara echándole crema...

Se nos hizo de noche ya y empezábamos a tener hambre, por lo que Elena y yo pensamos en ir a casa para cenar. Los demás no querían irse aún, intentando convencernos o diciéndonos que nos fuéramos nosotros y que ellos se quedaban. Elena les dijo que no, que no se fiaba de ellos para dejarlos solos y más conforme se había puesto la cosa cuando estuvimos en casa reposando. Y llevaba razón, si alguien les veía hacer algo, se nos caía el pelo porque nosotros seríamos los principales responsables y más teniendo en cuenta que ya había más gente por ahí. Al final conseguimos convencerles de irnos todos a casa, duchándonos de nuevo, y pidiendo unas pizzas para cenar mientras le dábamos a Paula una cena más acorde para su edad.

Pese a haber dormido un par de horas, Paula estaba cansada de tanta piscina y se le cerraban los ojos, por lo que Elena se la llevó a nuestro cuarto para que se durmiera mientras los demás seguíamos hablando. Irene parecía mantener el calentón que le había entrado temprano por la tarde, por lo que dijo de irse ya a casa, pero Elena les propuso quedarse a dormir para que echáramos el siguiente día también juntos, ya que le gustaba pasar tiempo con ellos, diciendo que Sofía también le caía muy bien y que así aprovechábamos que el lunes era festivo y no teníamos que preocuparnos. Los tres se miraron. Era muy evidente que tenían ganas de folleteo entre ellos, por eso no dijeron de quedarse en el momento. Elena les acabó convenciendo diciendo que su padre vendría por la mañana a por la niña, por lo que podríamos estar casi todo el día los cinco solos, diciéndoles también que ella se encargaba de sus cosas, que podíamos poner una lavadora para lavar sus bañadores y ropa.

Para dormir nos apañamos con Elena, Paula y yo durmiendo en nuestra habitación, Irene y Mario en la habitación de invitados y Sofía en el sofá del salón. En las tres habitaciones había aire acondicionado, por lo que todos estaríamos a gusto, incluso Sofía, ya que aquel sofá era bastante cómodo. Una vez nos acostamos todos, le pregunté a Elena en susurros, asegurándome de que Paula dormía profundamente.

-Elena...
-Dime, mi amor.
-¿Por qué tanta insistencia en que se queden?
-Porque me lo paso muy bien con ellos. Creía que me iba a cortar más por Sofía, pero es que me cae muy bien. Es una chica muy buena, aunque sea un poco loquilla, jeje.
-¿No será por...?
-No. Sofía ha estado hablando conmigo un poco.
-Ya, imagino.
-Me ha dicho lo que ha pasado esta mañana. No me importa. Me gusta mucho la naturalidad con la que me lo ha dicho. Y lo que más me ha gustado es que es una chica que va de frente. Me ha explicado lo que pasa y que se trata de un simple juego. Me ha asegurado que no va a pasar absolutamente nada, que no te va a tocar un pelo, que me respeta mucho por haber conseguido estar con un chico como tú y que lo último que quiere es que lo nuestro se acabe. Pero le gusta jugar, como a Irene.
-Ya.
-No creo que haya nada de malo. Ya hemos jugado mucho con Irene y Mario, incluso con Isa. Y Sofía ha tomado la decisión de venirse a vivir aquí y veo que está muy ilusionada con ello y no quiero ser egoísta. ¿Quién soy yo para romperle esa ilusión y dejarla fuera de esto?
-Pero no hace falta que haga cosas con nosotros para que forme parte de nuestro círculo.
-Mira, mi amor. Yo estoy tranquila al 100%. Te lo juro. Si nada más hay que ver cómo te estás preocupando ahora mismo por esto. Cualquiera estaría encantado o incluso haría malabares para convencer a su chica para involucrar a alguien más. Y mírate. Me proteges siempre.
-No siempre ha sido así...
-No le des importancia. Lo de Mario fue una cosa que podía pasar en cualquier momento. Es muy difícil controlarse a veces y más teniendo en cuenta como estaba Mario esos días.
-No sé, Elena...
-Tranquilo... -dijo dándome un pico- Confío en todos. No va a pasar nada. Y si pasa, estoy muy tranquila porque tú estarás ahí y cuidarás de mí como siempre has hecho.
-Te agradezco mucho esas palabras, de verdad, pero... No sé. Es que no quiero que pase nada como en su día con Mario.
-No va a pasar nada. Podemos estar aquí los cinco, pero nosotros dos por una parte y ellos tres por otra. No tiene por qué pasar nada así.
-Ya viste lo que pasó con Isa.
-¿Y qué pasó? Nada. No me importó que te la agarrara -dijo susurrando muy bajo esas últimas palabras.
-Está bien. Mañana jugaremos.
-Claro, mi amor. Ya verás qué bien nos lo pasamos.

Nos quedamos en silencio y Elena se acabó durmiendo rápido por el día de piscineo que se metió con su prima en el que no paró de jugar con ella en el agua y fuera de ella. Sin embargo, yo me quedé un rato pensando en lo que acabábamos de hablar. No entendía como estaba tan empeñada en que hiciéramos cosas los cinco juntos, con Sofía. No sabía por qué, pero algo no me terminaba de convencer. Confiaba en Sofía y tenía bastante claro que no haría nada. Quizá alguna provocación o algo por el estilo, pero confiaba en que no me tocara ni hiciera por dónde. Tampoco dudaba de Irene y Mario, porque de la misma manera que con Sofía, confiaba en ellos. De hecho, confiaba más por tener más trato con ellos y conocerlos desde hacía bastante. Además, todos salimos escaldados aquella vez en la que Mario se sobrepasó, por lo que creía que era otro argumento que se sumaba al resto para tener tranquilidad. Pensando y pensando me di cuenta de que lo que no me encajaba era que Elena se pudiera sentir inferior como ya había hecho alguna que otra vez menospreciándose. Tal vez Irene y Sofía despuntaban demasiado en el tema sexual en comparación con Elena, aunque ella para mí no se quedaba atrás. Siempre me encantaba el sexo con ella. Eso era lo que me preocupaba. Qué se sintiera inferior y que le diera por hacer algo de lo que se pudiera arrepentir.

Pensé en no darle más vueltas al tema y dejarme llevar, confiando en que todo iba a salir bien, pero entonces escuché la puerta de la otra habitación cerrarse. Pasaron un par de minutos sin oír nada, pero entonces se empezó a escuchar algún ruido. No se oían ni gemidos ni ningún golpe fuere, era algo más ligero. Me empecé a poner nervioso y me levanté para ir al baño y luego a beber agua. Al pasar por el salón me di cuenta de que Sofía no estaba y entonces me di cuenta. Regresé y me quedé tras la puerta de la otra habitación, escuchando con atención y entonces sí que podía apreciar algún gemido que otro. Llamé a la puerta para llamarles la atención y me abrió Mario, asomando solo parte de la cara. Una vez vio que era yo, abrió y me agarró para que entrara, cerrando la puerta. Me lo encontré desnudo, con la polla tiesa y ya me dio ese olor a vicio antes de que pudiera darme la vuelta para encontrarme a Irene boca arriba y a Sofía sobre ella haciendo un 69. Verlas así me provocó una erección muy fuerte de manera muy rápida, quedándome ahí parado, de pie, en silencio sin decir nada.

M: No hemos podido aguantar, Javi. Lo siento.

Sofía levantó su cara, separando su boca del coño de Irene, mirándome sonriendo y saludando con una mano, poniendo cara de placer después al seguir Irene con lo suyo. Después miró mi erección y resopló, soltando una risita y volviendo a comerle el coño a Irene.

M: Me encanta verlas así. Me pone a mil.

Yo me mantenía en silencio, sin hablar.

M: Míralas qué buenas están... Joder, es que las quiero reventar a las dos a pollazos... Irene lleva toda la tarde cachonda perdida. Aprovechaba cuando podía para meterme mano.
J: No me he fijado... -pude decir al fin después de quedarme sin habla.
M: ¿Y Elena?
J: Está con la niña. De hecho, me voy ya. No debería estar aquí.
M: Quédate un poco y ves bien a las dos.
S: No. Hasta que yo no lo vea desnudo, él no me va a ver bien a mí. Mala suerte, jajajaja.
I: A mí no me importa. Ya me tiene muy vista.
S: Sácalo, Mario. Hasta que no den el paso, no.
J: Vale, ya me voy. Haced lo que queráis. Ya estando así es imposible que paréis. Pero no hagáis ruido, por favor. A mí me da igual y a Elena también, pero es por la niña.
M: Tranquilo, tendremos cuidado.

Salí de la habitación con una erección de caballo después de coger la maleta de Paula, que estaba preparada al lado de la puerta, por lo que me fui al baño para echarme algo de agua fría en la cara para tranquilizarme, pero no había manera. Al final acabé dándome una ducha de agua fría y eso sí que ayudó. Salí e iba a ir a mi habitación, pero paré antes en la que se encontraban ellos. Se podía oír algo, pero muy ligeramente, así que no me preocupé por poder oírlos una vez me acostara. Me fui a dormir, dejando la maletita de Paula cerca, viendo como Elena dormía abrazando por detrás a su prima. Me acosté y me dormí al poco sin llegar a oír a mis amigos.

Elena me despertó cuando se hizo de día diciéndome que su padre estaba al caer, por lo que nos levantamos para cambiarnos y asearnos un poco mientras la niña seguía durmiendo un poco más. Después la levantó y la arregló, peinándola y demás, preparando yo mientras el desayuno. Desayunamos los tres en silencio, notándose ya las caras largas por parte de ambas por ser los últimos momentos juntos. Nos fuimos al salón, haciendo hora hasta que viniera el padre de Elena, sonriendo ella al no ver a Sofía, haciéndole yo un gesto de complicidad.

Estuvimos un rato jugando con la niña y finalmente apareció el padre de Elena. La despedida fue triste, con Paula llorando bastante y Elena también. Hasta a mí se me puso un nudo en la garganta por verlas así. El padre de Elena estaba impresionado por la afinidad que había cogido Paula con nosotros, sobre todo conmigo, porque estuvo casi todo el tiempo sobre mis brazos. Nos acabamos despidiendo con un abrazo muy fuerte, dándome ella un beso en la mejilla. Elena le dijo que no se preocupara, que ya hablaría con su madre para que la trajera dentro de poco y poder verla de vez en cuando. La montamos en el coche con su sillita y se fueron, diciéndonos adiós con su manita a través de la ventanilla. Una vez se alejaron, Elena se abrazó a mí, bastante triste, pero yo le di un buen beso para animarla, consiguiéndolo.

Después entramos en casa y nos cambiamos para bajar a la piscina, dejándole un mensaje a nuestros amigos para decirles que desayunaran lo que quisieran y que se bajaran con nosotros a la piscina. Una vez estuvimos Elena y yo ya sentados, habiéndonos echado la crema y demás, me preguntó que si pasó algo por la noche.

-Que si pasó... Joder...
-Jajajaja. ¿Los viste?
-Claro. Vosotras os dormisteis rápido, pero yo no. Y empecé a oír algo de ruido y fui a la otra habitación. Me encontré a Irene y a Sofía haciendo un 69.
-Jajajajaja.
-Y a Mario con la polla tiesa.
-Vamos, que iban a hacer un trío.
-Imagino, no creo que se quedara solo viendo.
-Bueno, ¿y qué tal?
-Pues no tuve más remedio que follármelas a las dos. Me miraban de una manera que tuve que hacerlo.
-Jajajajajaja. Anda, anda... Qué ya no me la cuelas, cariño.
-Jajajaja, ¿pues qué va a pasar? Nada. Me fui, pero me tuve que dar una ducha fría porque no se me bajaba.
-Pobre... Jajajaja. Bueno, a ver si esta noche se puede hacer algo... -dijo acariciándome el muslo.

Ambos nos quedamos callados, dándonos un beso. El momento fue interrumpido por una voz femenina diciendo: "Bueno, mejor muevo las toallas un poco para allá". Se trataba de una de nuestras vecinas, la que parecía ser una adolescente, aquella que tenía buen cuerpo y que siempre iba con su madre. Elena y yo nos quedamos cortados, sobre todo ella, que se puso roja a rabiar, agachando la cabeza para taparse la cara con su pelo. Yo me quedé un poco pillado sin saber qué decir mientras nuestra vecina nos miraba un poco con cara de circunstancia. Al ver que ninguno de los dos decía nada, ella rompió el silencio.

-No os preocupéis, mi madre está en el bar, cogiendo algo para beber. No os ha oído.
-Ya... Es que...
-Que no pasa nada, de verdad. Si es normal. Sois una pareja y tal, es normal que... Bueno, que no pasa nada. Pero voy a echar las toallas más para allá para que no os podamos oír, que seguro que queréis más intimidad.
-Eh... Gracias.

Aquella chica puso su toalla y la de su madre más alejadas de nosotros, sin poder evitar que se me fuera la vista hacia su culo, admirando lo redondo que era y como su parte de abajo del bañador apenas podía contener esa masa de carne, siendo una prenda muy ligera de color verde agua, a medio camino de ser un tanga, dejando la mitad de sus nalgas al aire. También pude ver sus redondos pechos, aunque no por completo por su parte superior del bikini. Para mi deleite pude ver cómo le colgaban de una manera muy sensual, con un movimiento espléndido al colocar las toallas bien. Algo que le terminó de descolocar fue poder apreciar como sus pezones se marcaban bajo la tela. ¿Se había excitado al oírnos e imaginarse todo aquello? No tenía ni idea, pero todo apuntaba a ello, aunque también podía ser que los tuviera siempre así y yo no me hubiera fijado. Cuando terminó de colocar sus pertenencias, se sentó de nuevo, cruzándose nuestras miradas, pillándome mirándola. Rápidamente aparté la mirada, volviendo a hablar con Elena aprovechando que ahora la chica se encontraba a unos 5 ó 6 metros.
 
Capítulo 231

-Tranquila, Elena. No pasa nada. Ya se ha puesto más lejos.
-Qué vergüenza, Javi...
-Joder, cómo me gusta cuando te pones así. Estás tan mona... -dije inclinándose para besarla.

Pero Elena se separó, sin dejar que se lo diera, apartando la cara.

-¿Me haces una cobra?
-Que me da vergüenza...
-Pero Elena, que es un beso. Lo hemos hecho mil veces en cualquier sitio... Jajajaja.
-Pero que nos ha oído. ¿Qué estará pensando ahora de nosotros?
-Pues nada. Que somos una pareja normal y que nos lo pasamos bien.
-Bueno, con lo que habrá oído, no creo que piense que seamos una pareja normal...
-Elena, eso ahora es más normal de lo que crees. Mírala, seguro que ella ha probado cosas similares, si ahora eso está a la orden del día.
-No creo.
-Espera, que le pregunto.
-¿Qué dices? -dijo con voz aguda, con tono de reprimenda.
-Que estoy de coña, relájate. Jajajaja.
-No seas malo...
-Yo soy lo que tú quieras.
-Jejejeje...
-Huy... No estarás pensando en lo de la otra vez... Que ya viste lo que pasó en la piscina. Mira al sitio justo donde estábamos. Ahí follamos, ¿te acuerdas? Y te corriste, que noté como me apretabas con todo tu cuerpo... Todo.
-Javiiiii... -dijo poniéndose más roja aún.
-Dios... Es que me encanta verte así. Estás para comerte.
-Esta noche sí que te voy a comer yo a ti.
-Lo mismo lo hago yo ahora.
-No, no...
-Que es bromaaa...

Estuvimos un rato sentados bajo la sombrilla, hablando de algo, pero con Elena más cortada. Y más que se cortó cuando apareció la madre de la chica esta que nos oyó hablar de nuestras cosas íntimas. No sería para tanto si no fuera porque aquella mujer acercó las toallas para empezar a charlar con nosotros para conocernos mejor.

Nos empezó a contar que se habían mudado a ahí hacía poco, como nosotros. Según nos contó, se había divorciado de su marido, sin llegar a entrar en detalle, diciéndonos solamente que su hija se había ido a vivir con ella porque su padre pasaba de todo y no sabía hacer la o con un canuto. La mujer era muy agradable, pero Elena seguía muy cortada, con las mejillas sonrojadas por lo pasado anteriormente, evitando el contacto directo a los ojos de nuestras vecinas. Aquella mujer era muy abierta y hablaba de sus problemas con su exmarido sin ningún reparo, de manera muy natural a pesar de estar su hija presente. Ésta nos miraba a Elena y a mí, sin intervenir en la conversación para nada, simplemente se dedicaba a observar y a asentir cuando su madre decía algo y la miraba para que lo corroborara. Cuando la mujer creyó oportuno y se cansó de contarnos su vida, nos presentó a su hija. Nos dijo que se llamaba Arantxa, que tenía casi 19 años y que aún no había entrado en la universidad porque había repetido un curso por todos los problemas que había en casa, los cuales ocasionaron varios suspensos por falta de asistencia a las clases y falta de estudio por ese ambiente tan hostil en casa.

Ya con mis gafas de sol puestas, pude percatarme que sus pezones no se marcaban como antes, por lo que supuse que sí que se llegó a excitar. Cuando conseguí apartar mi vista de sus tetas tan redondas y de buen tamaño, pude fijarme más en su cara. Arantxa era una chica bastante guapa. Rubia con una larga melena lisa y un flequillo que ocultaba su frente. De piel blanca, pero no tanto como mi chica, aunque se le notaba que estaba morena. Mediría en torno a 1,65m, teniendo un cuerpo normal, sin llegar a estar muy delgada, con unos bonitos brazos y piernas. No resaltaba nada en particular de su cara, teniendo unos ojos marrones que lanzaban una mirada muy intensa, una nariz normalita, quizá un poco grande, pero respingona, haciéndola bonita. También tenía una boca grande, muy bonita, con una dentadura perfecta, haciéndola más bonita aún al lucir su preciosa sonrisa. Sin llegar a tener ningún rasgo sobresaliente y una cara normal sin llegar a ser redonda, era una chica bastante guapa. Como ya he dicho, de cuerpo estaba bastante bien también, pues sus poderosas tetas y su generoso culo atraía mis miradas varias veces pese a no hacerlo voluntariamente. Era incluso irónico porque su madre no es que fuera atractiva, de hecho, no lo era en absoluto, pero se la veía algo mayor quizá, por lo que seguramente ese sería el problema.

Después de que ellas nos contaran su vida y demás, Elena y yo nos relajamos un poco por la actitud tan abierta de aquella mujer y les empezamos a contar un poco de nuestras vidas, con todo lo que había ido pasando esos últimos meses, pero obviamente tampoco es que le contáramos nuestra vida íntima con las diversas situaciones, varias muy agradables, otras no tanto, que nos pasaron desde que nos hicimos pareja. La mujer se sorprendía y a la vez nos dedicaba buenas palabras por cómo nos había ido yendo esos meses y por la decisión de irnos a vivir juntos y demás. Así se nos pasó un rato hasta que llegaron nuestros amigos.

Una vez llegaron y se sentaron, empezaron a hablar con nuestras vecinas también. Se empezaron a conocer, diciendo aquella mujer que tenían cara de estar cansados. Ellos dijeron que no estaban acostumbrados a tanta piscina por no tener ninguna en casa y tener cada uno sus trabajos. La mujer se tragó la excusa, Arantxa, sin embargo, no, porque sonreía con pillería, ya que nos había oído a Elena y a mí hablar de ellos. También me pude fijar en como fichaba a Mario, mirándolo disimuladamente de arriba a abajo, aunque yo me daba cuenta.

Cada uno fue hablando de sus cosas, sus trabajos y demás porque aquella mujer era muy curiosa y no paraba de hablar y preguntar. Hasta salió el tema de cómo Sofía tenía el mismo trabajo que yo y como la ascendieron y demás después de aquel trabajo en el que estuvimos fuera, narrando algún detalle de cómo lo hacíamos y como nos entreteníamos, sin entrar en detalles sobre nuestro encuentro casi sexual, con Arantxa mostrando bastante interés cuando hablábamos nosotros a diferencia de cuando hablaba su madre. Se le veía como cierta emoción en su expresión, como imaginándose como éramos en nuestro día a día y en nuestros trabajos, pareciendo que ella tenía ganas de vivir esas cosas.

Así se nos pasó la mañana a lo tonto, sentados todos en las toallas contando nuestras cosas. Llegó la hora de comer y Arantxa parecía no querer irse, por lo que Elena le dijo que si quería comer con nosotros. Ella respondió afirmativamente de inmediato. Su madre no se opuso, ya que después de estar toda la mañana hablando con nosotros y conociéndonos, se fiaba y no tenía problema en que estuviera con nosotros. Ella, sin embargo, se fue a casa para comer y echarse un rato, ya que tampoco es que le gustara mucho el piscineo. Le dijo a su hija que tuviera cuidado y que luego la vería, preguntándonos también que cuanto nos daba para su parte de la comida, ya que teníamos pensado ir a por un par de pollos asados. Nosotros le dijimos que nada, que nosotros invitábamos y que íbamos a pedir lo mismo estuviera ella o no. Le agradó bastante el gesto, dándonos las gracias y marchándose.

Le dije a Mario que me acompañara para ir a por la comida, pero Elena saltó rápidamente para decir que se venía conmigo para que nuestros amigos se quedaran ahí, por lo que nos vestimos y subimos hasta el coche para ir a recogerla.

-¿Qué ha pasado antes? -pregunté ya de camino.
-¿A qué te refieres?
-Esa manera de decir que ya venías tú conmigo sin dejar a Mario responder.
-Ah... Es que me daba corte quedarme ahí con esa chica. Nos ha oído... Bueno, que me daba corte.
-Pero si has sido tú quien ha dicho que se quedara, jajaja.
-Era por ser amable. Que no me importa que se haya quedado, es una chica muy agradable y me cae bien, pero me ha dado corte cuando he caído en que ibas tú a por la comida.
-Ah... Pero todo bien, ¿no?
-Claro, ¿por qué no iba a estarlo?
-No, solo pregunto. Son simpáticas nuestras vecinas.
-Sí, me han caído bien, aunque la madre habla por los codos, pero bien.
-Pues por lo que se ve vamos a estar viéndolas bastante, aunque es lo normal si son nuestras vecinas.
-Sí, eso parece.
-¿Te vas a poner igual de roja siempre que veas a esa niña?
-Javiiiii... No seas malo.
-Elena, es que me encanta cuando te pones así. Es que te comía entera.
-Jo...

Aproveché que estábamos parados en un semáforo para agarrarle su cara cogiendo su barbilla y plantarle un beso. Me encantaba cuando se ponía así de tímida y ñoña. Ella me siguió el beso, poniendo su mano sobre la mía, murmurando en mi boca con tono agradable. Una buena pitada fue lo que interrumpió aquel beso, por lo que me despegué de ella, volviendo a conducir. Elena estaba como atontada, con una risita muy dulce, acariciándome el brazo con mucho cariño.

Recogimos la comida y regresamos a casa, bajando a la piscina para comer allí. Estuvimos muy a gusto los seis comiendo tranquilamente solos, ya que todos los demás se habían ido. Después de comer nos fuimos a las toallas para reposar la comida y descansar un rato, bañándonos a medida que la tarde pasaba, con más vecinos esta vez. En una de estas, estábamos Elena, Irene y yo en la piscina mientras que los demás estaban en las toallas.

I: ¿Qué os pasa con esta chica? Estáis muy cortados cuando está delante. ¿No os cae bien? Porque la vais a tener de vecina...
E: Sí, sí nos cae bien -dijo mientras yo me reía.
I: ¿Qué pasa entonces? Porque éste se está riendo, jajaja.
E: No pasa nada.
I: Ya... ¿Qué pasa, Javi?
J: Poca cosa.
I: Va, decídmelo, que estáis ahí con el misterio.

Entonces le comenté lo que pasó antes de que ellos vinieran. Irene se partía de risa, pellizcando la mejilla de Elena. Mi chica, como era habitual con estas cosas, se ponía roja y yo aprovechaba para arrimar cebolleta, porque me daba mucha ternura verla así, a la vez que me encendía un poco.

I: ¿Y qué ha dicho ella?
E: Nada, que es normal y tal.
I: ¿Le irá la marcha? Porque buena está un rato. Me la comía enterita.
J: ¿Te pone?
I: Uff... Bastante. Tiene un cuerpazo que no veas y esa carita de ángel... Mmm...

Elena se reía mientras yo permanecía en silencio, aunque Irene suscribía mis palabras sobre Arantxa, pero no lo iba a decir por obvias razones.

I: Elenitaaaaa...
E: ¿Qué pasa?
I: ¿Vas a ser buena y me vas a dejar jugar contigo esta noche?
E: ¿Quieres jugar conmigo?
I: Siempre quiero contigo.
E: ¿Incluso con Sofía aquí?
I: ¿Qué tiene que ver eso? Elena, eres la mejor chica con la que he hecho cositas. Es que eres un tesoro para mí.
E: Cállate, anda...
I: Lo digo en serio. Eres tan mona... Y tan sexy, me pones a mil, sobre todo cuando me dominas. Cuando te pones en plan dura y me coges del cuello para explicarme las cosas. Es que me dejas chorreando y ya sabes que yo no me mojo mucho...
E: No será para tanto...
I: No sabes la de veces que me han entrado ganas de fardar de chica delante de alguien.
E: Jajajaja, estás como una cabra.
I: Sí. Estoy loca, por ti. Jajajaja.
J: Oye, que estoy delante, jajajaja.
E: ¿Te pones celoso, mi amor?
J: No, en realidad no. Lo que me pongo es cachondo por ver cómo te mira y como te desea. Me pone verte con ella.
E: Ya he notado cómo estás, jejeje -dijo frotando su culo contra mi polla.
I: Javi, tranquilo. Me pasa lo mismo contigo. También te deseo. Mucho de hecho. A veces me imagino que me follas tú cuando lo hago con Mario. Pero Elena me pone más. ¿Me perdonas?
J: Qué tonta eres, Irene... Jajajaja.
I: Pero que es verdad. Que me pones mucho, y te quiero, ya lo sabes.
E: Shhh... Ya está.
I: No te pongas celosa, mi amor. Si yo tengo claro al 100% todo. Yo solo tengo ojos para Mario. Él es mi vida y somos uno. Es y será el hombre de mi vida. Tengo muy claro que quiero pasar el resto de mi vida con él y quiero que sea el padre de mis hijos. Pero también quiero a más personas. Y vosotros sois muy importantes para mí. Mira, para que lo entendáis, existe el amor de novios y de amigos, pues vosotros estáis entre esos dos amores. Os quiero más que a mis demás amigos, pero no tanto como a Mario.
E: Qué bonito, Irene.
J: Nosotros también te queremos.
I: Lo sé, pero no os pongáis ñoños, sobre todo tú, Elena.
E: Calla, jajaja.
I: Ojalá esta noche juguemos un poquito y me dejes probarte como alguna vez hemos hecho...
E: Bueno, ya veremos.

Irene miró a Elena a sus ojos con una sonrisilla en su boca, pasando a mirarla a sus labios mientras se mordía ligeramente el suyo. Era bastante evidente que se moría por besarla. Después se salió de la piscina y nos dejó a los dos solos en el agua, estando ya Elena y yo de frente, con algún beso disimulado para no dar el cante delante de tanta gente. Se quedó abrazada a mí, echando su cara sobre mi pecho, de lado, sin poder mirarnos directamente a los ojos.

-¿Estás tontorrona?
-Un poquito.
-Pero todo bien, ¿no?

Elena separó su cara de mi pecho, mirándome asintiendo con una sonrisa de oreja a oreja. Yo le devolví la sonrisa y le di un pico.
 
Capítulo 232

Así se nos pasó la tarde, entre baños y charlas cuando estábamos fuera de la piscina, conversando bastante con Arantxa, explicándonos lo que iba a estudiar al entrar a la universidad en cuestión de un mes y más cosas sobre ella, diciéndonos que echaba de menos a sus amigos pese a llevar pocas semanas fuera de su verdadera casa, aunque volvía a su ciudad con su madre regularmente para visitar a la familia y entonces aprovechaba para irse un rato con ellos. A pesar de verlos con regularidad nos contó que a veces se sentía muy sola, por lo que estaba deseando empezar las clases para hacer nuevas amistades y distraerse de la separación de sus padres, que le afectaba más de lo que aparentaba según nos contó.

Una vez empezó a anochecer, Arantxa se fue a su casa, como practicante el resto de nuestros vecinos, quedándonos solos los cinco en donde habíamos pasado el resto de la tarde, cenando algo que cogimos para picar y echando un rato más. Creía que íbamos a estar más rato, como el fin de semana anterior dónde se dio ese juego tan excitante entre los cuatro, pero no fue así. Quedamos en regresar a casa para ducharnos por turnos e irnos al salón para tomarnos una copa más tranquilamente, ya que estábamos cansados de estar todo el día en la piscina y queríamos ducharnos después de tanta crema y tanto cloro. Una vez sentados todos en el salón, mientras bebíamos un poco, empezamos a hablar más como no pudimos hacerlo durante toda la tarde al haber más gente por ahí.

S: Me encanta la vida que tenéis. Aquí los dos tranquilitos, con una buena casa y muy bonita, hasta con piscina. Y es un barrio muy tranquilo.
E: La verdad es que es estupenda la casa y el sitio.
J: Elegiste bien.
E: Pero si tú querías también esta, bobo... Jejeje.
J: Bueno, sí. Pero lo dejé a tu elección y sabía que no lo harías mal.
S: Si, se ve que Elena tiene buen ojo.
I: Es que es muy lista la niña. Y hablando de niñas... ¿Qué os parece Arantxa?
S: Uff...
I: Se te iban los ojos detrás de ella, ¿eh? Jajajaja.
S: Pues claro, si estaba reprimiéndome, pero es que era imposible que no se me fueran los ojos. Vaya culo y vaya tetas.
M: Pues como tú. Tú tienes más tetas de hecho.
S: Ya, pero no es lo mismo verte a ti misma que ver a un pibón así.
E: Tú eres un pibón.
S: Gracias, tú también eres preciosa.
I: Ten cuidado, que es muy tímida y se sonroja fácil.
E: Qué tonta eres... Jajaja.
S: Es muy mona cuando se sonroja.
M: A Javi le encanta cuando se pone así.
J: Ya ves, me vuelve loco.
S: Y a ti Mario, ¿qué te parece esa chica?
M: Me parece que me la follaba ahora mismo si ella quisiera.
S: Sí, porque a Irene no le importaría.
I: Me importaría no poder follármela yo también, jajajaja.
S: Cómo sois, jajaja. Es que flipo un poco aún.
E: Me pasaba igual, pero ya me he acostumbrado.
S: Me resultaba raro que una pareja me metiera así en la cama tan rápido de primeras, pero se les veía con tantas ganas, que me dejé llevar.
J: Y bien que te lo pasaste, ¿no?

Elena me apretó el muslo, hincándome las uñas y poniéndome cara de que me callara. Caí entonces en la que se lio entre Irene y Mario a consecuencia de la inclusión de Sofía en la cama, con esos días en los que Irene estaba bastante mal, llegando a creer que Mario se había cansado de ella y que la iba a dejar.

I: No pasa nada, Elena. Gracias por preocuparte, pero todo está bien.
E: Vale, si lo tengo claro por lo que nos has dicho. Solo quería evitar que recordaras eso.
I: Gracias, preciosa. Te quiero.
M: ¿Qué le has dicho? -dijo medio riéndose mirando a Irene.
I: ¿Yo? Nada... -respondió algo cortada, sonrojándose un poco.
M: Jajajaja, algo tocho debe ser para que te pongas así.
I: Que nooooo...
J: Espera, espera. ¿Irene sonrojada? ¿Irene con vergüenza? Hay que echar una foto de esto.
I: Ya está el otro...
J: Eres la persona más sinvergüenza que he conocido en mi vida...

Irene me echó una mirada un poco con mala leche. Pero pude reaccionar.

J: Pero te quiero muchísimo, ya lo sabes.
I: Sí, anda. Ahora arréglalo.
J: No te enfades, va...
M: Si ésta no se enfada. Va, Irene. ¿Qué le has dicho? Ahora tengo mucha curiosidad...
I: Ay, que no es nada.
E: Que te quiere, Mario. Nos ha dicho que te quiere.
M: ¿Y tanto misterio para eso?
S: Yo creo que es algo más. Si Irene te ha dicho muchas veces que te quiere. ¿Por eso se va a poner roja? Ya...
I: Que pesaditos estáis...
J: Se lo podrías decir, aunque te de corte. Siempre gusta oír a tu pareja decirte esas cosas.
I: Ay... -dijo suspirando.
S: Ojalá tener yo a alguien que me dijera lo que me quiere.
I: Si es que no es para tanto...
E: Para mí sí que lo ha sido.
I: Mario, les he dicho que solo tengo ojos para ti, que eres mi vida y que tú y yo somos uno. Que eres y serás el hombre de mi vida, que quiero pasar el resto de mi vida contigo y que quiero que seas el padre de mis hijos.

Mario se quedó un poco pillado, con los ojos bastante abiertos, quedándose callado, con una sonrisa tonta en la boca. Irene tenía la misma sonrisa, pero seguía sonrojada, bastante de hecho. Elena apretó mi mano mientras los miraba con emoción. Sofía fue quien rompió el silencio.

S: Tía... Qué bonito.
M: Es la primera vez que me habla así de esta manera.
I: Bueno, ya está.
M: No, no está. Yo también te quiero. Irene, yo siento lo mismo por ti. Me vuelves loco.

Entonces Mario le dio un beso con mucho cariño a Irene, durando unos segundos. Elena apoyó su cabeza sobre mi brazo y Sofía los miraba también sonriendo. Cuando Mario e Irene se separaron de su beso se miraron fijamente a los ojos y volvieron a besarse. Entonces Mario cogió de la mano a Irene y se la llevó a la habitación de invitados corriendo, dejándonos a Elena, Sofía y a mí en el salón.

S: Vaya, qué arrebato de pasión les ha entrado, jajaja.
J: Es normal.
E: Claro, después de esas palabras, es lo más normal querer... Y más a solas.
S: Creía que íbamos a estar los cinco juntos para cuando...
E: El problema es que, al abrirse así de esa manera, más que follar, lo que te entran ganas es de hacer el amor.
S: Am... Vale, ya lo pillo. ¿A vosotros os suele pasar?
E: Uff, mucho. Javi y yo... -dijo poniendo su mano en mi cara para acariciármela- Somos muy empalagosos en ese aspecto. Yo, sobre todo, jajaja.
S: ¿Sí?
E: Ajam. A veces nos surge, así como les ha pasado a Irene y Mario, a veces surge mientras los calentamos, nos gusta alabarnos y acabamos haciéndolo con más cariño que pasión.
S: ¿Y te gusta?
E: Me encanta. El sexo con Javi siempre es lo mejor, ya sea más pasional o más cariñoso. De hecho, que se abra y me muestre sus sentimientos y me diga cómo me quiere y cómo no puede estar sin mí es algo que me vuelve loca, me dan muchas ganas de tener sexo con él.
S: Vaya... ¿Y tú, Javi?
J: ¿Yo? Todo lo que hace Elena me encanta. Y claro que me encanta todo eso. Es tan especial poder compartir esos sentimientos con alguien...
S: Imagino.
E: ¿Cómo? ¿No has sentido eso alguna vez?
S: Pues la verdad es que no. Y mucho menos como lo que acaba de pasar con Irene y Mario.
E: Pero, ¿no has tenido pareja?
S: Sí, claro. Alguna que otra he tenido, pero nunca me he llegado a enamorar de nadie en realidad. Supongo que me cuesta más que a los demás, porque ya tengo una edad y nunca he encontrado a alguien con quien tuviera tanta afinidad como tenéis vosotros, o como tienen Mario e Irene.
J: Por eso tanto hincapié en lo de querer encontrar pareja y demás, ¿no?
S: Sí. Noto como que se me acaba el tiempo y me da un poco de ansiedad.
E: ¿Qué hablas? Si eres muy joven. Anda que no hay gente que encuentran pareja con 40 ó 50 años. Tú no te preocupes por eso. Lo importante es encontrar a alguien que merezca realmente la pena, alguien con la que vas a estar segura de que todo va a ir bien.
S: Me encanta como hablas. Se te ve tan segura y tan decidida con Javi.
E: Pues sí, la verdad. Hasta hemos hablado de cómo queremos que sea nuestra hija.
S: ¡Ah! ¿De verdad?
E: Sí.
S: Qué pasada. No sabéis la envidia que le dais, pero estoy contentísima por vosotros, no puedo alegrarme más de que os vaya así. ¿Y os veis aquí con hijos?
E: Bueno, el tiempo dirá. Ahora mismo ambos tenemos nuestros trabajos, aunque yo estoy medio de prácticas, pero me han dicho que la cosa va bien y que tienen muchos proyectos para los que hemos entrado de esa manera. Si a ambos nos sigue yendo bien y surge pues, ¿por qué no?
S: ¿Y tenéis pensado cuándo más o menos?
J: En realidad no. Solo lo hemos hablado, pero no hemos decidido cuando.
E: Es que Javi se agobia un poquito y no quiere ir tan rápido.
S: Ah, bueno, es normal.
J: Es que creo que somos muy jóvenes como para tener ya un bebé. Yo pienso que tener un hijo es la responsabilidad más grande que uno puede tener en la vida y creo que tu vida ya pertenece a esa personita. Y no me parece mal, ¿eh? Solo digo que somos muy jóvenes para limitar nuestras vidas de esa manera. Creo que nos queda mucho por vivir.
S: A ver, visto de esa manera...
E: Yo creo que se puede sobrellevar, tampoco es que nos atemos de pies y manos.
S: Bueno, cada uno tiene su perspectiva, pero yo creo que Javi tiene razón. Es una responsabilidad muy grande y tienes que desvivirte por un hijo, si no, no lo tengas. Pienso que es el culmen de la vida, pero claro, para eso tienes que estar concienciado, te tienes que ver con fuerzas, ambas personas tienen que ser uno prácticamente para eso.
E: Sí, eso sí. Y es verdad, hay que disfrutar mientras tanto. Así que, ¿por qué no disfrutamos ahora?

Me quedé un poco parado por la salida de mi chica, sin saber cómo reaccionar. Sofía, sin embargo, puso una sonrisa picarona en su boca.
 
Capítulo 233

S: ¿Qué propones, Elenita?
E: Podemos empezar poco a poco. Tal vez contándonos cositas íntimas...
S: Mmm... Me gusta.
E: A ver, ¿qué quieres saber?
S: Me gustaría empezar por el principio. ¿Qué pensaste de Javi en vuestro primer encuentro sexual?
E: ¿En el del parque o cuando nos acostamos?
S: Ambos.
E: A ver... Cuando estuvimos en el parque pensé literalmente: "¿Pero qué coño hace éste?"

Miré a Elena con cara de sorpresa, con una ligera sonrisa en mi boca.

E: Jajaja. No me lo esperaba. Javi siempre ha sido un chico muy bueno, muy amable, bastante cortado cuando íbamos al instituto, pero luego se le pasó al poco de entrar en la universidad.
S: ¿Eras timidito, Javi?

Sonreí de nuevo, haciéndole un gesto a Sofía queriendo decirle que lo era un poco, pero me mantenía callado.

E: Pero que me saliera por ahí no me lo esperaba. Tampoco esperaba no poder hacer nada al respecto y entonces me empezó a tocar. Y qué manera de tocar... Sentía una quemazón en mi coñito, subiendo y bajando hasta mi cara.
S: Uff, qué excitante.
E: Y ya pensar, poco pude. Simplemente me dejé llevar.
S: Mmm. ¿Y cuándo follasteis de verdad?
E: Uff... No esperaba acabar en la cama con él de primeras. Bueno, nada más me dijo de quedar, lo veía bastante improbable.
S: ¿Y eso? ¿No te gustaba?
E: No, no era eso. Yo acababa de salir de una relación muy larga y la verdad es que no tenía cuerpo para hacer nada, pero una vez estuvimos tomándonos una cerveza y hablando pues pensé: "Oye, que apañado... No lo recordaba así". Y con el alcohol pues me fui relajando bastante y dijimos de ir a mi casa, porque había mucho ruido en el bar y no nos enterábamos. Empezamos a recordar lo que nos pasó en el parque y empezamos a tontear, con besos y toqueteos y fuimos a mi habitación.
S: ¿Y…? -preguntó con expectación.
E: Pues madre mía... Yo que era muy novata, pues vi las estrellas. Era la primera vez que me dominaban y no entendía nada, pero lo veía tan seguro y tan experimentado. Tan guapo, tan encendido y con ganas, que me dejé llevar, aunque me costó un poco. Pero fue el mejor polvo de mi vida.
S: Vaya...
E: Fíjate si estaba tan fuera de mí, que mi hermana nos interrumpió y salí para pedirle que nos dejara, que no quería que se le bajara o algo así le dije. Cuando yo nunca he hablado así con mi hermana y casi con nadie, jajajaja.
S: Eso es que tenías un morbazo encima que hablaba por ti.
E: Sí, jajajaja. ¿Y tú, Sofía? ¿Qué pensaste de Javi cuando lo viste?
S: Ya os lo he dicho, pero también pensé: "A éste le tengo que echar un buen polvo". Y eso intenté, pero él me frenó. Iba un poco borracha y pensé en hacer aquello de desnudarme y ponerme solo el abrigo. Creía que así me lo calzaba seguro. Qué carilla puso el pobre cuando me vio... Y qué erección... Uff... Como me mojé...
E: ¿Sí?
S: Sí. Cuando regresé a mi habitación me tuve que meter los dedos para bajar el calentón. Estuve a punto de volver para intentarlo de nuevo, pero le contuve. Después una ducha fría y a dormir del tirón.
E: Vaya.
S: ¿Y tú, Javi? Que estás muy callado...
E: No te cortes, mi amor... Estamos hablando solo.
J: Ya, ya.
S: Va, cuenta lo que pensaste de Elena en ambos encuentros.
J: En el primero solo quería quitarle de la cabeza el cabreo que llevaba y me dejé llevar al ver que no me paraba. Me jodió mucho que me parara una vez estábamos ya... Pero respeté su decisión. Cuando le dije de quedar pensé en aquel momento y quería ver si podía llegar a algo, aunque lo dudaba porque sabía más o menos toda la situación, con su relación tan larga y demás. También me preocupé por ella porque en realidad éramos amigos y quería verla y que me contara cómo le iba.
S: Pero acabó pasando.
J: Fue ella la que empezó el tonteo en realidad. Yo estaba un poco cortado, pero pude reaccionar y acabamos echando un polvo como hacía tiempo que no echaba.
E: ¿Y qué pensaste de Sofía?
J: Eh...
E: Venga, cariño, no te cortes... Si no pasa nada.
J: Pues pensé que estaba muy bien. Que era muy simpática y tal...
E: Veeeeenga, suéltate. Dale más emoción.
J: Es que... No estoy cómodo diciendo que pienso físicamente de una chica delante de mi novia, la verdad. Es como si te pregunto a ti sobre Mario.
E: Pues hazlo, jajajaja.
S: Javi, solo estamos jugando. No creo que nadie se moleste, ¿no, Elena?
E: Claro. Solo estamos hablando, si ya hemos hecho cosas más fuertes...
J: No sé...
E: Joder, ni que fueras a decir que la prefieres a ella antes que a mí, jajajaja.
J: No, eso ni de coña. Pero es que no quiero que algo que diga te pueda sentar mal.
E: Javi. -dijo cogiendo mi cara para ponerla frente a la suya y mirarme fijamente a los ojos- Que no pasa nada. Que tengo muy claro lo que hay y lo que tú piensas. Solo es un juego, ¿vale?

Elena me dijo esto de manera calmada, con una expresión que transmitía buen rollo, casi sonriendo. Yo seguía sin tenerlo del todo claro porque quería evitar cualquier mínimo malestar que pudiera ocasionar en ella. Sentía como que estábamos jugando con fuego y en cualquier momento nos íbamos a quemar, porque sabía de sobra que la cosa iría yendo cada vez a más y teniendo en cuenta que había alcohol de por medio, pues me preocupaba más la cosa. Aunque ninguno estuviera borracho, el alcohol seguía desinhibiendo y al beber yo bastante poco y al haberlo dejado Elena, pues pensaba que estaríamos más sensibles y necesitaríamos muy poco para llegar a estar perjudicados. Aun así, tampoco quería cortar el rollo y decidí seguir el juego y ya lo cortaría si la cosa se iba de madre.

J: Pensé que tenía un polvazo nada más verla. Que estaba buenísima y que la ropa que llevaba le hacía una figura estupenda y apretada.
S: ¿Tuviste miedo al verme?
J: ¿Miedo?
S: De si te entraba. Como tenías pareja y tal...
J: Ah... Pues no. No me imaginaba que una chica como tú se pudiera fijar en mí.
E: Qué tontería...
J: Estoy diciendo la verdad. Yo siempre me he visto como un chico muy normal. No pensaba que pudiera atraer a una chica como tú...

En cuanto dije eso pensé que la había cagado, ya que cualquiera podría interpretar esas palabras como si yo pensara que Elena no entraba en la categoría de mujer en la que estaba Sofía, con ese atractivo tan alto, pero no pensaba realmente eso. Yo desde el primer día que vi a Elena la veía como una chica superatractiva y guapa a rabiar. Y estando así de enamorado de ella, para mí era la número uno en todo; en personalidad, en atractivo, en belleza, en todo. Por suerte pude reaccionar en cuestión de milésimas de segundo y enmendar mis desafortunadas palabras.

J: … con Elena tuve muchísima suerte de que se fijara en mí. Y más suerte todavía cuando se acabó enamorando de mí.
E: Como para no con cómo eres...
S: ¿Cómo fue?

Entonces Elena le contó con mucho detalle toda la situación. Me sorprendió que después de tantos meses dijera exactamente todo, con mucho detalle que yo casi ni recordaba. De hecho, Sofía le reconoció lo mismo, diciendo Elena que tenía ese momento grabado en la mente y que muchas veces lo rememoraba cuando no me tenía a su lado o cuando le costaba más dormirse. Su relato me trajo tantos recuerdos que hasta se me erizó la piel al venírseme a la cabeza esos momentos, casi como si los estuviera viendo en una pantalla. Hasta se me venían olores, como el del perfume que se puso, el de la colonia que yo usé, o hasta el perfume de Laura en ese breve momento en el que estuvimos hablando mientras veíamos a Elena y a Alejandro.

S: Qué bonito...
J: A ver, ¿qué piensas de Mario? Listilla... -dije mirando a Elena.
E: Jajajaja. ¿Pues qué voy a pensar? Que está muy bueno. Y su polla me llama mucho la atención. Debe sentirse raro, sobre todo en el culo, jajajajaja.
S: No lo sabes bien. Y duele, mucho. La tiene muy gorda el cabrón. Pero una vez pasa el mal rato es una pasada. Me corrí como una loca.
J: Irene te envidia mucho por eso. Según me ha dicho lo han intentado muchas veces y no hay manera.
S: Cada cuerpo es un mundo. También te digo, al día siguiente veía las estrellas cuando me sentaba.
E: Me lo imagino.
S: ¿A ti te gusta hacer anal, Elena?
E: Sí. Con Javi es muuuuuuy fácil. Me cuida muchísimo y se toma su tiempo para no hacerme daño.
S: Mmm, despacito. Muy bien.
E: Y fuerte también. Cuando ya estoy cachonda perdida y acostumbrada se lo pido yo.
S: Y él te revienta.
E: Uff... Me empotra bien.
S: ¿Y no te hace daño con esa polla? Que no se la he visto aún, pero viendo como se le marca la erección...
E: Apenas. Es un dolor muy soportable y el placer que me da lo compensa.
S: Mmm... ¿Y crees que podrías con la de Mario?
E: Ni idea. Es que ni si me lo hiciera igual que Javi sería lo mismo, porque lo importante es la persona.
S: Ya veo. ¿Y piensas probar algún día?
E: No sé. Ya veremos -dijo sin estar muy convencida.
S: A él le encantaría. Alguna vez habla de ti diciendo lo mona que eres y cómo le pones.
E: Ya, jejeje -dijo sonrojándose.

Nos quedamos en silencio con Elena un poco cortada, mirando al suelo hasta que dirigió la mirada a mi polla, la cual estaba ya morcillona por la conversación que estábamos teniendo.

E: Mira, Sofía. Mi chico ya está poniéndose a tono.
S: Mmm... Eso parece.
E: ¿Quieres ver como se le pone durísima en nada?
S: Claro, jajaja.

Entonces Elena se subió encima de mí como solía, para empezar a besarme con un morreo muy guarro, el cual duró pocos segundos porque de inmediato fue a por mi cuello. Como siempre que hacía eso, me empezaba a generar escalofríos por mi cuerpo, desde mi cintura, subiendo por toda mi espalda, propagándose por mis brazos y nunca, haciendo que se me erizara hasta el pelo. En cuestión de 30 segundos ya tenía una erección exagerada y Elena se levantó de mí para señalar mi erección mirando a Sofía.

S: Madre mía...
E: ¿Has visto? Jajajaja.
S: Pero, ¿tan rápido?
E: Es magia, jajaja.
S: Ya veo, ya...
E: Pero creo que puede ponerse más dura aún.
S: ¿Más?

Miré a Elena medio extrañado y sorprendido porque parecía muy segura de sus palabras y mi erección ya era muy fuerte. No tenía ni idea de lo que tenía en mente, pero rápidamente saldría de dudas.

E: Ponte aquí Sofía -dijo señalando a mi lado libre en el sofá.

Sofía se levantó y se puso donde le dijo Elena. Elena se puso de rodillas sobre el sofá, sentándose en sus talones, poniendo sus manos en sus muslos, con cara de traviesa. Sofía esperaba a que Elena siguiera con su plan y así lo hizo cuando se incorporó un poco, cogiendo una mano de Sofía para que se pusiera como ella. Una vez ambas estaban así, mi chica cogió a Sofía de la cara con dulzura y acercó su cara a la suya, mirándome a mí de reojo, ya que estaba entre las dos.

E: Es que a Javi le pone mucho verme con otra chica.
S: Pues por mí no te cortes. Soy la que más quiere que pase algo ahora mismo... -dijo acabando con voz entrecortada.

Elena lanzó una risita muy dulce y acercó más aún su cara a la de Sofía para darle un tímido pico. A Sofía le entró una risa tonta una vez Elena se despegó de ella. Mi chica me miraba de reojo y seguramente estaría rojo de la excitación, porque notaba mucho calor por la cara. Me tomé la libertad de poner mi mano en el culo de Elena y acariciárselo porque necesitaba sentirla de lo caliente que estaba.

Elena soltó a Sofía para darle un buen trago a su copa y volvió a ponerse como estaba. Nos miraba a ambos sonriendo con tono travieso y ambos estábamos expectantes de lo que iba a hacer a continuación. Decidió volver a la acción acariciándome la cara, para luego dibujar mis rasgos con su dedo de manera muy suave, casi haciéndome cosquillas. Sofía alternaba su mirada entre Elena y yo, mirando sus tetas, estando ella marcando los pezones bajo su camiseta, por lo que tenía que estar muy excitada, al igual que Sofía, quien también los marcaba. Ambas iban sin sujetador, como Irene, porque estábamos casi en pijama al ser tan tarde y querer ponernos cómodos.

E: Es muy guapo, ¿a qué sí Sofía?
S: Sí. Tu chico es un encanto.
J: Tú también lo eres, mi vida -susurré.
S: Sí. Elena es una preciosidad. Dan ganas de comérsela a besos.
J: Sí. Me pasó el primer día que la vi.
E: ¡¿Y por qué no lo hiciste?! -dijo divertida con tono de reprimenda.

Me quedé un poco cortado por no esperarme su salida, aunque sonreí porque me hizo gracia.

E: Es que era taaaaan tímido... -dijo mirando a Sofía.
S: Pues has tenido suerte de que volviera a tu vida, Javi.
J: Me arrepiento muchísimo de no haberle dicho nada cuando pude...

Después de unos segundos en silencio, Elena continuó con sus caricias, aunque poco duraron porque seguía con ganas de guerra.

E: Bueno, vamos a ponerle más duro...
 
Capítulo 234

Entonces Elena agarró la cara de Sofía, esta vez con más rudeza para besarle de manera más guarra. Sofía lanzó un gemido de sorpresa al no esperarse eso por parte de Elena. Mi chica besaba a nuestra nueva amiga íntima de la misma manera que lo hacía con Irene. Hacía exactamente los mismos gestos y agarraba sus caras de la misma manera. Pese a no vernos cuando ella me besaba, podía notar que no lo hacía de la misma manera, ya que por cosas que notaba, no parecía lo mismo. En nuestros besos ella era más pasiva. Le gustaba que llevara yo el ritmo y la intensidad cuando no se ponía cachonda a rabiar y era ella quien imponía el ritmo. Sin embargo, con Irene y Sofía tomaba un papel más activo. Y era algo que me gustaba, porque era una manera de expresar que ella era quien llevaba la batuta y que estaba segura de lo que estaba haciendo, por lo que me relajaba.

Después de aquel morreo con mi jefa, Elena se apartó de ella, estando ambas entre risitas mientras yo miraba embobado el espectáculo. En cuanto se separó de los labios de nuestra compañera de juegos, fue a por los míos, dándome un morreo bestial, siendo ahora ella la que llevaba el papel activo. Pero yo no iba a hacer de pasivo, más que nada porque ni me va tener ese papel, ni mi excitación me permitía quedarme quieto, por lo que agarré a mi chica del culo para subirla encima de mí y continuar con el morreo. Mientras nos besábamos abrí los ojos viendo como Sofía acariciaba su cuerpo y le daba besitos por el brazo izquierdo y su hombro. En cuanto me vio como la miraba, también vino a por mí, dándome besos por las mismas zonas, pasando incluso a mi cuello, viniéndome de nuevo los escalofríos que me venían con Elena, aunque ni la mitad de intensos.

En ese morreo noté la diferencia de sabor, claramente por la saliva de Sofía y eso me encendió aún más, llevándome a exhalar mucho aire por mi nariz mientras Elena y yo nos seguíamos comiendo la boca con ansia. Tras unos segundos nos separamos y Elena levantó su culo para echarlo un poco hacia atrás.

E: ¿Ves, Sofía? Ahora está más duro aún.
S: Uff... ¿Te duele?
J: Un poco. Me aprieta todo.
E: ¿Quieres que le pongamos remedio a eso?
J: Eh... Ahora.
E: Vale, pero yo es que ya tengo mucho calor... -dijo quitándose la camiseta, dejando sus preciosas tetas al aire.

No pude evitar lanzarme a comérselas mientras Elena reía como si le estuviera haciendo cosquillas, pasando a gemir ligera y dulcemente. Después me retiré para mirarlas, viendo cómo estaban sus pezones más oscurecidos al tenerlos tan duros y de punta.

S: Qué tetas tan preciosas.
E: Un poco pequeñas...
J: No digas eso. Son perfectas.
S: Sí, lo son. Me encantan. ¿Están ricas, Javi?
J: Ni te imaginas.
E: ¿Quieres probarlas? -dijo mirando a Sofía.

Sofía dio un respingo, mirando a mi chica de manera incrédula.

S: ¿Me... Me dejas?
E: Si quieres, sí.

Sofía ni lo dudo, se lanzó a por ellas casi sin que Elena pudiera ladear su cuerpo para que tuviera mejor accesibilidad. Yo estaba flipando, no por Sofía, ya que por cosas que me contó Irene sabía que le iba el vicio, sino por Elena, quien no se opuso en el momento ni nada. Me puse a pensar en la diferencia de cuando empezamos a jugar con más personas, en lo cortada que estaba con Irene y como se había ido soltando cada vez más y ahora estábamos así con Sofía a quien Elena apenas conocía y ya estábamos así. Elena acariciaba el pelo de Sofía mientras disfrutaba con sus ojos cerrados, poniendo cara de placer y entonces vi aparecer a Irene, totalmente desnuda. Se quedó con cara de estar flipando, pasando a sonreír. Se acercó con cuidado hasta la mesa sin hacer ruido para coger su móvil que dejó ahí olvidado y se fue, parándose en la puerta, mirándome sonriendo y guiñándome un ojo.

S: Joder... Qué ricas están... Y qué cachonda estoy...
E: A ver las tuyas...

Miré a Elena sorprendido de nuevo. Esa noche estaba muy animada. Sofía la miró sonriendo y luego me miró a mí.

S: Ayer le dije a tu chico que no me vería más desnuda hasta que no lo viera yo a él, pero si una preciosidad como tú me lo pide...
E: Si quieres le dijo que cierre los ojos.
S: Pues...
J: Una polla voy a cerrar los ojos. Quiero ver como mi chica reacciona.

Ambas rieron y Sofía se incorporó para ponerse de rodillas. Lentamente se quitó su camiseta blanca de tirantes, dejando al aire sus tetazas que tan impresionantes eran teniendo en cuenta que era una chica delgada. Eso sí, redondas y turgentes, con unos pezones gordos y oscuros, con unas aureolas grandes y oscuras también.

E: Vaya...
S: ¿Te gustan?
E: Sí. Son preciosas. Y grandes.
S: De pequeña tenía complejo. Ahora estoy orgullosísima de ellas y me encantan.
E: ¿Puedo? -dijo acercando una mano a una de las tetas de Sofía.
S: Claro, mujer. Toca, toca.

Elena empezó a tocarle las tetas, apretándolas con cuidado, acariciándolas y pasando sus dedos por sus pezones mientras Sofía la miraba mordiéndose un labio. Yo estaba que me iba a estallar la polla de lo dura que la tenía y más viendo como mi novia sobaba las tetas tan bonitas de otra tía que estaba también buenísima.

E: ¿Te gustan, mi amor?
J: Son muy bonitas.
E: ¿Quieres tocarlas?
S: Ya lo ha hecho, jajaja.
E: Es verdad, me dijo que le cogiste una mano para llevársela a una de éstas... Jejeje.
S: Vaya, no hay secretos entre vosotros. Eso es genial.
E: No, no hay ningún secreto.

Siempre que salían palabras como esas referentes a mí las sentía como un puñal clavándose lentamente por obvias razones, aunque la cosa estaba más tranquila últimamente y parecía que así iba a permanecer.

Elena cogió una de mis manos para ponerla en una de las tetas de Sofía, dando yo un respingo al estar en mis pensamientos acerca de todo lo acontecido con Noelia. Retiré rápidamente mi mano como si me hubiera dado un calambrazo al tocarla. Ambas me miraron extrañadas al tener aquella reacción.

E: ¿Qué te pasa, mi amor?
J: Nada... Estoy nervioso.
S: ¿Tanto te intimido? Jajaja.
J: Mmm... No. Es que me cuesta por... No sé.
E: Tranquilo. -susurró mientras acariciaba mi cara- Todo va bien.

Como no decía nada ni hacía por donde de seguir con el juego, Sofía cogió a Elena de la barbilla para darle un pequeño beso y seguir jugando. Elena se dejó llevar, besándola. Tras unos segundos, Sofía se separó sonriendo, aunque algo pensativa.

S: Elena, ¿eres bi?
E: No, no los soy.
S: Yo decía lo mismo y mírame ahora... ¿Estás segura?
E: Bastante de hecho. ¿Tú te fijas en las chicas cuando ves a alguna por la calle o en la piscina?
S: Sí. Bastante.
E: Pues yo no. Ahí está la diferencia. Tampoco me siento atraída por ninguna ni nada.
S: Entonces, ¿todo esto que estamos haciendo y lo de Irene?
E: Bueno, me gusta jugar. Éstos me han pervertido un poquito, jejeje. Simplemente me dejo llevar, sin más.
S: Pues bien que haces.
E: Solo me dejo llevar, como ahora mismo -dijo encorvándose para besarle las tetas a Sofía, agarrando un pezón con su boca.

Tanto Sofía como yo estábamos sorprendidos con cómo se estaba comportando Elena, de esa manera tan desinhibida, aunque sobre todo yo. Sin embargo, no me paré mucho a pensar y aproveché la postura para meter mi mano por dentro de sus pantaloncitos y braguitas para tocarle el coño, notando que estaba mojado. Una vez mi chica se separó de Sofía, estando ambas sonriendo, me miró.

J: Lo siento, pero ya no puedo más.

Entonces me levanté, teniendo a Elena encima de mí, agarrándola para llevarla a nuestra habitación. Cuando empecé a andar para salir del salón, Elena le dijo bajito a Sofía que viniera. Ésta le hizo caso y salió detrás de nosotros. Una vez llegué, lancé a Elena a la cama, con ella riendo. La terminé de desnudar y le empecé a besar por todo el cuerpo.

S: Qué coñito más bonito. -dijo después de cerrar la puerta- Y lo llevas como Irene...
E: Sí. Es que a mi chico le gusta así. Le encanta.

Me lancé a comérselo mientras Elena luchaba por quitarme la camiseta, consiguiéndolo finalmente. Después se puso a gemir por mi comida de coño y entonces sentí como Sofía se ponía sobre mí, haciéndome dar otro respingo.

E: Cariño, ¿qué te pasa? Estás como asustadizo...
J: Es que no me esperaba que se lanzara así tan...
E: He sido yo. Le he hecho un gesto para que lo hiciera.
S: ¿Todo bien?
J: Sí, sí.

Sofía me intentó besar, pero aparté un poco la cara para que no me lo diera. Al final me lo acabó dando en la comisura de los labios.

E: Estás timidito hoy, cariño...
J: Lo que pasa es que no puedo aguantar más y necesito follarte ya.

Sin decir nada más me quité el resto de la ropa, quedándome totalmente desnudo. Sofía se quedó mirando mi polla con los ojos muy abiertos, pasando a morderse el labio. Después resopló y Elena rio, agarrándola y moviendo su mano para empezar a pajearme.

E: ¿Qué opinas, Sofía?
S: Que me sobra ropa. Madre mía... ¿Me puedo desnudar?
E: Claro.

Sofía se desnudó en un santiamén mientras Elena me seguía pajeando con calma. Sofía se quedó desnuda por completo, mostrándonos su precioso cuerpo con su coño totalmente depilado, con sus labios de color oscuro, finos y alargados. Se puso sentada en la cama, pero echada hacia atrás, empezando a tocarse mientras miraba fijamente mi polla.

J: Yo ya no puedo más, lo siento.

Me incliné hacia delante, apartando la mano de Elena de mi polla para cogerla yo y llevarla hasta su raja para empezar a follarla. Estaba bastante mojada, por lo que no hubo mucho problema cuando se la metí de manera algo brusca. No estaba para ir despacio con todo ese percal, por lo que empecé a follarla rápidamente en un misionero, empezado ella a gemir al ritmo de las embestidas mientras yo bufaba como un toro al estar tan encendido. Lo malo de estar tan cachondo era que sabía que iba a durar poco y tenía pensado que Elena se corriera a lo grande para dejarla muerta y que se durmiera rápidamente y evitar que buscara más juegos con Sofía.

Tan concentrado estaba que ni le presté atención a Sofía y eso que la tenía a menos de un metro de mí, completamente desnuda y tocándose a buen ritmo como pude ver justo antes de metérsela a Elena. Efectivamente, después de 5 minutos dando contundentes embestidas noté que me venía el orgasmo con ese cosquilleo por la zona, por lo que la saqué y me pajeé sobre Elena, corriéndome en sus tetas soltando varios chorros espesos. Hasta me mareé un poco del subidón y de la corrida tan fuerte que tuve, por lo que me senté echándome hacia atrás.

Elena respiraba muy aceleradamente, aunque no se había llegado a correr. Sofía nos miraba tocándose aún, pero sin haberse corrido tampoco.
 
Capítulo 235

E: Sí que estabas caliente, mi amor...
J: Sí, no he podido aguantar más...
E: ¿Te ha gustado, Sofía?
S: Mucho. Ojalá haber sido yo a quien se follaba -dijo mirando las tetas de Elena con toda mi corrida sobre ellas.
E: ¿Quieres limpiarme?

De nuevo, puse cara de sorpresa al oírla. No daba crédito a cómo estaba Elena esa noche, estando desatadísima. Sofía ni se lo pensó y se lanzó a limpiarle las tetas de mi corrida, lamiendo y sorbiendo todo, relamiéndome mientras gemía. Elena reía y lanzaba pequeños gemidos mientras veía como Sofía le sobaba las tetas, mordisqueándole los pezones de vez en cuando. Cuando acabó se puso de rodillas, sentada sobre sus talones y manos en sus muslos esperando a lo próximo.

J: Ahora te toca a ti.

Cogí a Elena y la puse sentada, apoyando su cuerpo en el mío mientras ella reía. Ambos quedamos sentados en mitad de la cama, con Elena despatarrada mientras Sofía permanecía en la misma postura que cuando se quedó esperando. Llevé mis dedos a la boca de mi chica para que los lubricara y poder tocarla mejor después. Una vez lubricados empecé a acariciarle el clítoris con ligeros movimientos circulares. Elena lanzó un largo y sensual "mmm..." que hizo que Sofía se incorporara.

J: Tócate tú también -ordené a Sofía.

Se puso de la misma manera que estaba Elena y se empezó a tocar de la misma manera que yo lo estaba haciendo con ella. Estuvimos así unos breves minutos, donde yo subía o bajaba la intensidad, lanzando Elena gemidos más o menos intensos, dependiendo de cómo la tocara. Sofía estaba muy excitada, ya que respiraba de manera acelerada, más de la cuenta teniendo en cuenta que se tocaba con calma.

J: ¿Estás bien?
S: Sí... Estoy muy cachonda. Me ponéis a mil...

Elena sonrió y volvió a cerrar sus ojos para concentrarse en su placer. Cuando noté que se mojaba aún más le empecé a meter los dedos, acompañando Sofía mis movimientos imitándolos. Parecía como si se estuviera poniendo en el papel de Elena y quisiera sentir como si la estuviera tocando yo.

Pasados unos minutos le saqué los dedos a Elena y me los llevé a la boca para saborear los fluidos de mi chica. De nuevo estaba cachondo y se me volvió a poner dura, pero yo seguía con mi idea de reventar a Elena tocándola para hacer que se corriera como una loca. Y eso fue lo que empecé a hacer, poniéndome esta vez yo de rodillas para meterle de nuevo los dedos mientras acariciaba su clítoris con el pulgar. Sofía mientras tanto se metía los dedos más rápidamente, parando de vez en cuando para mojarse los dedos con la boca y acariciarse el clítoris, alternando entre eso y meterse los dedos muy profundamente o menos, pero más rápidamente.

J: ¿Te da asco el squirt?
S: Mmm, nunca he visto uno en persona.
J: ¿No haces tú?
S: No. Nunca he hecho eso.
J: Pues Elena sí que lo hace. Y muy fuerte.
S: ¿Sí?
J: Sí. Mira, coge uno de sus pies y bésaselo y chúpaselo. Eso la vuelve loca y no hay vez que no se corra como una loca cuando le hago eso.

Sofía me hizo caso y empezó a besarle el pie derecho a Elena de manera muy sensual, pasando su lengua por su planta. Pese a no poder ver la cara de mi chica por como la tenía echada sobre mi cuerpo y se le tapaba un poco con el pelo, estaba seguro de que estaría rojísima y que encogiera su cuerpo como cuando algo le daba mucha vergüenza me lo corroboraba. Además, empezó a lanzar gemidos más tímidos que aumentaban a medida que yo la masturbaba con mayor rapidez. Como varias veces hacía con ella, me puse a jugar con su orgasmo, aumentando el ritmo de golpe y aminorando o parando directamente cuando notaba que estaba muy cerca de llegar, siendo realmente fácil por el sonido a chapoteo que hacía su coñito al recibir la estimulación de mis dedos. Así estuve unos minutos, con Elena resoplando cuando le interrumpía el orgasmo, pasando a lanzar gemidos de desesperación en las últimas veces, por lo que no quise hacerla sufrir más y me puse en posición para estimularle el punto G mientras le acariciaba el clítoris con el pulgar.

J: Sofía... -dije susurrando- Se va a correr ya.

Sofía dejó su pie y volvió a tocarse con más intensidad, aunque lo había estado haciendo en todo momento, pero ahora ya tenía disponibles las dos manos para hacerlo.

Aceleré todo lo que pude mis movimientos y Elena se empezó a correr, empezando a lanzar chorros casi al instante, aguantando la respiración mientras se retorcía y le temblaban las piernas. Sofía la miraba sorprendida mientras le salpicaba toda su corrida, estremeciéndose ella también y corriéndose casi a la vez que Elena. Cerró sus ojos con fuerza, pero yo le dije que los abriera. Me miró y lanzó un grito seco, encogiendo su cuerpo después, apretando sus piernas mientras seguía tocándose. Elena volvió a respirar después de dar un grito muy alto y cuando vi que paraba de lanzar chorros, paré de tocarla, apartando mi mano contra su coñito. Ambas estaban con una respiración muy acelerada, pero la de Elena lo estaba más. Y más que lo iba a estar porque empecé a mover mi mano otra vez.

E: No, no. Todavía no.
J: Shhh.

De nuevo masturbé a Elena para que se corriera, lográndolo de inmediato, volviéndose a mojar un poco cuando noté que le venía y pase solo a estimular su clítoris. Cuando aparté mi mano de ella, se puso a respirar de nuevo con mucha ansia mientras gemía lastimosamente. Sofía la miraba fijamente, a su cara y a su coño enrojecido por la estimulación.

J: ¿Te gusta, Sofía?
S: Mucho. Es una pasada.
J: A ver si puede otra vez... -dije echando mano al coño de Elena de nuevo.
E: No, no, no, no. Javi, por Dios. No. Que me muero...

Esta vez no dije nada, solo tapé la boca de Elena con mi mano y de nuevo le empecé a estimular, pero Elena no me deja hacerlo bien al apretar sus piernas para cerrarlas, por lo que tuve que pedirle a Sofía que me ayudara, sujetándole ella las piernas. Elena se volvió a correr mientras intentaba gritar a través de mi mano, mojándose, pero esta vez muy poco, soltando tan solo unas pocas gotas. Paré de inmediato porque Elena hacía sonidos como de estar llorando. Una vez la liberé del todo empezó a respirar con ansia de nuevo, pero esta vez de manera exagerada, apretando mucho su cara, moviéndose para tumbarse boca abajo mientras se agarraba el coño. Temblaba bastante, con varios espasmos fuertes. Sofía llevó su mano hasta su culo para acariciárselo.

J: No, no lo hagas.

Pero era tarde, acabó tocándolo, dando Elena un respingo como si le hubieran dado un azote muy fuerte, lanzando un gemido de lástima. Sofía puso cara de susto, pero yo la tranquilicé sin decir nada. Esperé durante unos segundos, pero Elena no se calmaba y seguía temblando de la misma manera. Me empecé a preocupar, por lo que me acerqué a ella con cuidado para ponerme cerca de su cara.

J: Elena, ¿estás bien?

Elena se mantuvo callada, con los mismos temblores y su respiración agitada. Sofía cogió la ropa y me hizo una señal con la cabeza diciéndome que se iba afuera.

J: Elena, mi vida, me estoy preocupando. Dime algo.
E: Mmm... -murmuró con tono de lástima.
J: ¿Te he hecho daño?

Elena negó con la cabeza ligeramente, como pudo.

J: Dime algo, por favor.
E: Necesito descansar -balbuceó muy bajito.
J: Vale. Te voy a dejar un momento sola. Si te sientes mal o me necesitas, llámame, ¿vale?

Elena asintió con la cabeza ligeramente.

J: Lo siento, mi vida, no te quería hacer daño. Te quiero.
E: Y yo -respondió con un hilo de voz.

Le di un beso en la mejilla, gimiendo ella esta vez de manera más mimosa. Después me incorporé para ponerme los boxers y el pantalón mientras la miraba, quedándome de pie fuera de la cama, asegurándome de que Elena se tranquilizaba, como iba haciéndolo poco a poco al dejar su coño libre y recuperar una respiración más normal. Apagué la luz para que se relajara y entorné la puerta para salir y dejarla tranquila.

Fui al salón para hablar con Sofía, pero no estaba ahí, aunque estaba toda su ropa ahí, hasta su tanga blanco. Me quedé mirando la ropa y fui hacia la cocina para beber agua. Una vez bebí agua mientras pensaba que me había pasado con Elena por haberle provocado tres orgasmos fuertes muy seguidos, volví al salón, encontrándome a Sofía con una toalla enrollada y su pelo recogido con una goma.
 
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