Keranos
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Capítulo 256
Laura se fue cerrando la puerta con fuerza, sin dejar ni siquiera que ninguno la acompañáramos a la puerta, y mucho menos a su casa. Nos quedamos unos segundos los cuatro en silencio, hasta que yo lo rompí.
J: Anda, que ya os vale...
M: Joder, yo me he quedado un poco cortado con cómo se ha puesto.
I: No era mi intención que la cosa acabara así.
J: No, si ya sabemos cómo querías acabar...
I: Oye...
J: Te calientas mucho. Es que no sé a cuento de qué con alguien con quien no sabes si es así.
I: Pero que yo no pretendía llevármela a la cama en realidad. Solo quería jugar un poco. Solo hablar.
J: Pues ya has visto lo que pasa, que, si juegas con fuego, a veces te quemas.
M: No creo que haya sido para tanto...
I: Y tú, Elena... No sé por qué te picas. Si eso fue hace mucho y ella no sabía que salíais...
E: Que no me he picado... Pero me pareció feo por su parte.
J: Lo que está claro es que le ha molestado todo esto. Así que lo mejor que podéis hacer es disculparos con ella.
I: Voy a llamarla.
J: No, espera a mañana. Ahora está enfadada y no os lo va a coger si la llamáis.
I: Está bien. Mañana la llamo.
J: Voy a por la mochila para coger la ropa que hemos traído para mañana, ahora vengo.
E: No tardes...
J: No, tranquila.
Salí de la casa hacia mi coche para coger la mochila que dejé en el maletero. El coche estaba cerca de la casa, por lo que no tuve que andar mucho y entonces vi a Laura, o eso parecía porque no le veía la cara. Sin embargo, ver a una chica con un cuerpo similar a ella y un vestido amarillo como el que llevaba me hacía pensar que así era. Dudé si acercarme a hablar con ella porque salió de la casa bastante enfadada, pero al final lo acabé haciendo, dándole un toquecito en el hombro cuando llegué a su altura.
-¿Qué pasa? -dijo algo sobresaltada por hacerse asustado un poco.
-Me quería disculpar por Elena e Irene. La cosa se ha ido un poco de las manos.
-No ha sido por tu culpa. No tienes que disculparte.
-Ya, pero me siento mal por cómo te has puesto. Aun así, te llamarán mañana para pedirte perdón.
-Es que no me parece normal. ¿A ti te lo parece? Vale que seamos amigos todos, ¿pero a qué viene soltar todo eso así a la ligera?
-Ya, si te entiendo. Lo que pasa es que Irene es así y bueno...
-Pues primera noticia, porque nunca la había visto así. Siempre la he visto una chica bastante normal, bastante extrovertida, aunque no lo era para nada cuando Mario nos la presentó. Pero esto, tío...
-Ya. Irene es así, como has dicho, pero en la intimidad pues se suelta mucho.
-¿Con vosotros se ha soltado así?
-Eh... Bueno... La verdad es que sí.
-Ah...
-Y lo de Elena, tampoco le eches mucha cuenta. Ella es un poco celosa y bueno... Dice que en su día le pareció mal que hicieras eso, porque se lo conté cuando fuimos a mi casa después del accidente y tal.
-Ah... Vale. ¿Y no me lo podía haber dicho ella directamente? ¿Ha tenido que ser así?
-Ya, si llevas razón. Mañana te llamará, tranquila.
-No sé, estoy decepcionada con las dos, la verdad.
-Bueno, tranquila. ¿Quieres que te acerque?
-No, no. Déjalo. Si ya viene mi chico a por mí. Debe estar al caer.
-Ah, ¿pero está aquí? ¿Por qué no nos lo has presentado?
-Porque es tímido y tal... Se ha quedado en mi casa.
-Bueno, vale. Pues nos vemos en otra ocasión. Y no le des muchas vueltas a lo que ha pasado esta noche.
Me despedí de ella con dos besos y regresé a casa de Mario, no sin antes coger la mochila que aún no había pillado del coche. Cuando llegué a la casa, me abrió Irene, adelantándose y sentándose en el sofá del salón mientras veía la tele. Me dijo que Mario se había marchado a dormir y que Elena me estaba esperando también.
-Va Irene, tampoco es plan de que te pongas así -dije al ver su expresión triste mientras apoyaba su cara en una de sus manos.
-Ya... -respondió encogiéndose de hombros.
-Irene, que no pasa nada. Acabado de hablar con ella. Está molesta, pero mañana la llamas y ya verás como la cosa mejora.
-Si no es por eso.
-¿Entonces?
-Es por lo que te dije. Soy muy impulsiva y muy caliente por decirlo suavemente. Hoy he salido escaldada.
-Bueno, pues sí. La cosa no ha salido bien. Tal vez deberías ir con más cuidado y pensar bien las cosas antes de lanzarte de esa manera a la piscina. Pero una cosa te voy a decir.
-¿El qué?
-Que no cambies nunca. Para mí eres una chica bastante especial y te quiero, así como eres.
Irene me dio un abrazo bastante fuerte, seguido de un beso en la mejilla. Se levantó del sofá y se fue a su habitación, parándose antes de salir del salón para decirme bajito:
-Es que Laura está muy rica.
Y se fue con una risita de niña traviesa. Yo me reí y fui con Elena, quien me esperaba en la habitación, sobre la cama, solo en braguitas y con su camiseta. Estaba en silencio, mirando al techo, pensativa. Solo la iluminaba la pequeña luz que proveía la lamparita que había en la mesita. El aire acondicionado estaba puesto, cosa que se agradecía por el calor que hacía, pese a ser ya casi media noche. Me tumbé a su lado después de dejar la mochila en el suelo, apoyada contra la pared y desnudarme.
-Venga, no te pongas tú así también.
-No... Si es que...
-Elena, os habéis colado, sí. Pero ella también ha reaccionado un poco de manera exagerada. No le des más vueltas. Mañana hablas con ella y lo arreglas.
-Ya.
-¿Cuál es el problema entonces?
-Pues... -dijo poniéndose de lado para quedar ambos cara a cara-. Es que la echo un poquito de menos. Echo de menos lo amigas que éramos cuando íbamos a bachillerato. Jo... Es que no nos separábamos nunca.
-Normal, si os veíais todos los días casi por ir a clase.
-Y los findes me venía aquí. Pues no he dormido veces en su casa...
-Ya, Elena. Pero es que la vida es así. Durante toda nuestra vida conocemos gente que va y viene.
No parecieron unas palabras muy acertadas, por lo que la empecé a besar con cariño mientras acariciaba su espalda. Estuvimos así durante bastante rato, aunque era más cariño que otra cosa, por lo que ni siquiera llegué a empalmarme, solo se me puso morcillona. Elena tampoco parecía con ganas de echar un polvo o hacer el amor, así que no quedamos un buen rato con caricias y varios besos hasta que nos entró sueño y nos quedamos dormidos.
Al día siguiente nos levantamos sobre las 10. Desayunamos con Irene y Mario mientras nos espabilábamos. La cosa parecía estar más animada por el comportamiento en general de las chicas, quienes estaban más habladoras de lo que esperaba. Al final Irene llamó a Laura mientras Elena y yo nos dábamos una ducha, poniéndonos la ropa que habíamos llevado en la mochila. La cosa pareció ir bien porque vimos a Irene bastante contenta cuando salimos del baño. Al parecer Irene le contó que se le había calentado el pico con tanta cerveza y por la copa que se tomaron, aunque también le confesó que era un poco así y se tomó demasiadas confianzas con ella. Laura aceptó sus disculpas y la cosa quedó bien. Sin embargo, Elena parecía algo más pensativa al respecto una vez Irene nos contó lo que le dijo y demás. Al final no le llamó en ese momento, dejándolo para después. Una vez estuvimos todos duchados y arreglados, estuvimos un rato en la casa hablando sobre algunas cosas, yendo después a tomar una cerveza rápida mientras hacíamos hora para la hora de comer, yendo ellos a casa de los padres de Mario de nuevo, mientras que nosotros iríamos a casa de Elena.
Y allí sería donde tendría lugar el tercer hecho reseñable de la semana. De camino, yo iba de buen humor y bastante confiado por lo bien que se había dado el fin de semana, aunque en realidad no fuera tan así con ese incómodo momento con la amiga de Elena y el encontronazo con Laura por parte de las chicas, pero estaba de buen humor, siendo en realidad la razón el haber superado el bache ese que implicaba a Ángela. ¿Seguiría mi optimismo intacto una vez llegara allí?
De primeras sí, pese a no estar la abuela de Elena presente, principal razón por la que me gustaba ir a allí, ya que, si fuera por ir a ver a Noelia o a Maribel, pues la verdad es que no me hubiera apetecido ir, pero bueno, la cosa no empezó mal. Saludos normales, ni un mal comentario por haber llegado a destiempo para la comida ni por no llamar o pasarnos más por allí, nada de nada. De hecho, Maribel se había esmerado en la cocina, haciendo un plato bastante elaborado, sentándonos de inmediato a comer mientras ella nos explicaba cómo había ido haciéndolo. Después de explicarnos la receta nos preguntó cómo nos iba en el trabajo, sobre todo a Elena por estar en ese periodo de prueba aún. Mientras tanto, Noelia permanecía poco participativa, bastante callada, aunque con un gesto alegre en la cara. De hecho, la pillé varias veces mirándome mientras sonreía, cosa que me dio mala espina.
De pronto Maribel quiso decir algo, atragantándose casi al hacerlo. Le faltó escupir la comida de la boca. Elena le preguntó que pasaba, que parecía que se iba a ahogar. Maribel tragó lo que tenía en la boca y bebió agua para soltar unas palabras que se me clavaron en lo más profundo de mi ser como si un puñal de acero se tratara.
M: Qué no os lo hemos dicho... Noelia va a estudiar en la universidad en la que tú has estudiado, Elena.
E: Ah, qué bien. ¿Y al final qué va a ser?
M: Venga, Noelia. Dilo tú, que eres la que lo ha decidido y arreglado todo para estudiar ahí.
N: Turismo. Esa es la carrera que he elegido.
E: ¿Turismo? ¿Y eso?
N: Pues no sé, porque me gustaría poder viajar y creo que puede ser divertido.
Mientras ellas hablaban yo miraba el plato asimilando lo que iban a decir, porque me lo veía venir, aunque Elena al parecer, no. Y por eso puso su mano sobre la mía al girar su cara y ver mi expresión, la cual debía ser como la que pone un perro cuando le das una fuerte regañina. Apretó mi mano y Maribel soltó la bomba que esperaba que cayera sobre mí desde que dijo que iba a estudiar en la universidad en la que lo hizo Elena.
M: Y hemos pensado en que se podría ir a vivir con vosotros.
Laura se fue cerrando la puerta con fuerza, sin dejar ni siquiera que ninguno la acompañáramos a la puerta, y mucho menos a su casa. Nos quedamos unos segundos los cuatro en silencio, hasta que yo lo rompí.
J: Anda, que ya os vale...
M: Joder, yo me he quedado un poco cortado con cómo se ha puesto.
I: No era mi intención que la cosa acabara así.
J: No, si ya sabemos cómo querías acabar...
I: Oye...
J: Te calientas mucho. Es que no sé a cuento de qué con alguien con quien no sabes si es así.
I: Pero que yo no pretendía llevármela a la cama en realidad. Solo quería jugar un poco. Solo hablar.
J: Pues ya has visto lo que pasa, que, si juegas con fuego, a veces te quemas.
M: No creo que haya sido para tanto...
I: Y tú, Elena... No sé por qué te picas. Si eso fue hace mucho y ella no sabía que salíais...
E: Que no me he picado... Pero me pareció feo por su parte.
J: Lo que está claro es que le ha molestado todo esto. Así que lo mejor que podéis hacer es disculparos con ella.
I: Voy a llamarla.
J: No, espera a mañana. Ahora está enfadada y no os lo va a coger si la llamáis.
I: Está bien. Mañana la llamo.
J: Voy a por la mochila para coger la ropa que hemos traído para mañana, ahora vengo.
E: No tardes...
J: No, tranquila.
Salí de la casa hacia mi coche para coger la mochila que dejé en el maletero. El coche estaba cerca de la casa, por lo que no tuve que andar mucho y entonces vi a Laura, o eso parecía porque no le veía la cara. Sin embargo, ver a una chica con un cuerpo similar a ella y un vestido amarillo como el que llevaba me hacía pensar que así era. Dudé si acercarme a hablar con ella porque salió de la casa bastante enfadada, pero al final lo acabé haciendo, dándole un toquecito en el hombro cuando llegué a su altura.
-¿Qué pasa? -dijo algo sobresaltada por hacerse asustado un poco.
-Me quería disculpar por Elena e Irene. La cosa se ha ido un poco de las manos.
-No ha sido por tu culpa. No tienes que disculparte.
-Ya, pero me siento mal por cómo te has puesto. Aun así, te llamarán mañana para pedirte perdón.
-Es que no me parece normal. ¿A ti te lo parece? Vale que seamos amigos todos, ¿pero a qué viene soltar todo eso así a la ligera?
-Ya, si te entiendo. Lo que pasa es que Irene es así y bueno...
-Pues primera noticia, porque nunca la había visto así. Siempre la he visto una chica bastante normal, bastante extrovertida, aunque no lo era para nada cuando Mario nos la presentó. Pero esto, tío...
-Ya. Irene es así, como has dicho, pero en la intimidad pues se suelta mucho.
-¿Con vosotros se ha soltado así?
-Eh... Bueno... La verdad es que sí.
-Ah...
-Y lo de Elena, tampoco le eches mucha cuenta. Ella es un poco celosa y bueno... Dice que en su día le pareció mal que hicieras eso, porque se lo conté cuando fuimos a mi casa después del accidente y tal.
-Ah... Vale. ¿Y no me lo podía haber dicho ella directamente? ¿Ha tenido que ser así?
-Ya, si llevas razón. Mañana te llamará, tranquila.
-No sé, estoy decepcionada con las dos, la verdad.
-Bueno, tranquila. ¿Quieres que te acerque?
-No, no. Déjalo. Si ya viene mi chico a por mí. Debe estar al caer.
-Ah, ¿pero está aquí? ¿Por qué no nos lo has presentado?
-Porque es tímido y tal... Se ha quedado en mi casa.
-Bueno, vale. Pues nos vemos en otra ocasión. Y no le des muchas vueltas a lo que ha pasado esta noche.
Me despedí de ella con dos besos y regresé a casa de Mario, no sin antes coger la mochila que aún no había pillado del coche. Cuando llegué a la casa, me abrió Irene, adelantándose y sentándose en el sofá del salón mientras veía la tele. Me dijo que Mario se había marchado a dormir y que Elena me estaba esperando también.
-Va Irene, tampoco es plan de que te pongas así -dije al ver su expresión triste mientras apoyaba su cara en una de sus manos.
-Ya... -respondió encogiéndose de hombros.
-Irene, que no pasa nada. Acabado de hablar con ella. Está molesta, pero mañana la llamas y ya verás como la cosa mejora.
-Si no es por eso.
-¿Entonces?
-Es por lo que te dije. Soy muy impulsiva y muy caliente por decirlo suavemente. Hoy he salido escaldada.
-Bueno, pues sí. La cosa no ha salido bien. Tal vez deberías ir con más cuidado y pensar bien las cosas antes de lanzarte de esa manera a la piscina. Pero una cosa te voy a decir.
-¿El qué?
-Que no cambies nunca. Para mí eres una chica bastante especial y te quiero, así como eres.
Irene me dio un abrazo bastante fuerte, seguido de un beso en la mejilla. Se levantó del sofá y se fue a su habitación, parándose antes de salir del salón para decirme bajito:
-Es que Laura está muy rica.
Y se fue con una risita de niña traviesa. Yo me reí y fui con Elena, quien me esperaba en la habitación, sobre la cama, solo en braguitas y con su camiseta. Estaba en silencio, mirando al techo, pensativa. Solo la iluminaba la pequeña luz que proveía la lamparita que había en la mesita. El aire acondicionado estaba puesto, cosa que se agradecía por el calor que hacía, pese a ser ya casi media noche. Me tumbé a su lado después de dejar la mochila en el suelo, apoyada contra la pared y desnudarme.
-Venga, no te pongas tú así también.
-No... Si es que...
-Elena, os habéis colado, sí. Pero ella también ha reaccionado un poco de manera exagerada. No le des más vueltas. Mañana hablas con ella y lo arreglas.
-Ya.
-¿Cuál es el problema entonces?
-Pues... -dijo poniéndose de lado para quedar ambos cara a cara-. Es que la echo un poquito de menos. Echo de menos lo amigas que éramos cuando íbamos a bachillerato. Jo... Es que no nos separábamos nunca.
-Normal, si os veíais todos los días casi por ir a clase.
-Y los findes me venía aquí. Pues no he dormido veces en su casa...
-Ya, Elena. Pero es que la vida es así. Durante toda nuestra vida conocemos gente que va y viene.
No parecieron unas palabras muy acertadas, por lo que la empecé a besar con cariño mientras acariciaba su espalda. Estuvimos así durante bastante rato, aunque era más cariño que otra cosa, por lo que ni siquiera llegué a empalmarme, solo se me puso morcillona. Elena tampoco parecía con ganas de echar un polvo o hacer el amor, así que no quedamos un buen rato con caricias y varios besos hasta que nos entró sueño y nos quedamos dormidos.
Al día siguiente nos levantamos sobre las 10. Desayunamos con Irene y Mario mientras nos espabilábamos. La cosa parecía estar más animada por el comportamiento en general de las chicas, quienes estaban más habladoras de lo que esperaba. Al final Irene llamó a Laura mientras Elena y yo nos dábamos una ducha, poniéndonos la ropa que habíamos llevado en la mochila. La cosa pareció ir bien porque vimos a Irene bastante contenta cuando salimos del baño. Al parecer Irene le contó que se le había calentado el pico con tanta cerveza y por la copa que se tomaron, aunque también le confesó que era un poco así y se tomó demasiadas confianzas con ella. Laura aceptó sus disculpas y la cosa quedó bien. Sin embargo, Elena parecía algo más pensativa al respecto una vez Irene nos contó lo que le dijo y demás. Al final no le llamó en ese momento, dejándolo para después. Una vez estuvimos todos duchados y arreglados, estuvimos un rato en la casa hablando sobre algunas cosas, yendo después a tomar una cerveza rápida mientras hacíamos hora para la hora de comer, yendo ellos a casa de los padres de Mario de nuevo, mientras que nosotros iríamos a casa de Elena.
Y allí sería donde tendría lugar el tercer hecho reseñable de la semana. De camino, yo iba de buen humor y bastante confiado por lo bien que se había dado el fin de semana, aunque en realidad no fuera tan así con ese incómodo momento con la amiga de Elena y el encontronazo con Laura por parte de las chicas, pero estaba de buen humor, siendo en realidad la razón el haber superado el bache ese que implicaba a Ángela. ¿Seguiría mi optimismo intacto una vez llegara allí?
De primeras sí, pese a no estar la abuela de Elena presente, principal razón por la que me gustaba ir a allí, ya que, si fuera por ir a ver a Noelia o a Maribel, pues la verdad es que no me hubiera apetecido ir, pero bueno, la cosa no empezó mal. Saludos normales, ni un mal comentario por haber llegado a destiempo para la comida ni por no llamar o pasarnos más por allí, nada de nada. De hecho, Maribel se había esmerado en la cocina, haciendo un plato bastante elaborado, sentándonos de inmediato a comer mientras ella nos explicaba cómo había ido haciéndolo. Después de explicarnos la receta nos preguntó cómo nos iba en el trabajo, sobre todo a Elena por estar en ese periodo de prueba aún. Mientras tanto, Noelia permanecía poco participativa, bastante callada, aunque con un gesto alegre en la cara. De hecho, la pillé varias veces mirándome mientras sonreía, cosa que me dio mala espina.
De pronto Maribel quiso decir algo, atragantándose casi al hacerlo. Le faltó escupir la comida de la boca. Elena le preguntó que pasaba, que parecía que se iba a ahogar. Maribel tragó lo que tenía en la boca y bebió agua para soltar unas palabras que se me clavaron en lo más profundo de mi ser como si un puñal de acero se tratara.
M: Qué no os lo hemos dicho... Noelia va a estudiar en la universidad en la que tú has estudiado, Elena.
E: Ah, qué bien. ¿Y al final qué va a ser?
M: Venga, Noelia. Dilo tú, que eres la que lo ha decidido y arreglado todo para estudiar ahí.
N: Turismo. Esa es la carrera que he elegido.
E: ¿Turismo? ¿Y eso?
N: Pues no sé, porque me gustaría poder viajar y creo que puede ser divertido.
Mientras ellas hablaban yo miraba el plato asimilando lo que iban a decir, porque me lo veía venir, aunque Elena al parecer, no. Y por eso puso su mano sobre la mía al girar su cara y ver mi expresión, la cual debía ser como la que pone un perro cuando le das una fuerte regañina. Apretó mi mano y Maribel soltó la bomba que esperaba que cayera sobre mí desde que dijo que iba a estudiar en la universidad en la que lo hizo Elena.
M: Y hemos pensado en que se podría ir a vivir con vosotros.