Reencuentro con Elena

Capítulo 256

Laura se fue cerrando la puerta con fuerza, sin dejar ni siquiera que ninguno la acompañáramos a la puerta, y mucho menos a su casa. Nos quedamos unos segundos los cuatro en silencio, hasta que yo lo rompí.

J: Anda, que ya os vale...
M: Joder, yo me he quedado un poco cortado con cómo se ha puesto.
I: No era mi intención que la cosa acabara así.
J: No, si ya sabemos cómo querías acabar...
I: Oye...
J: Te calientas mucho. Es que no sé a cuento de qué con alguien con quien no sabes si es así.
I: Pero que yo no pretendía llevármela a la cama en realidad. Solo quería jugar un poco. Solo hablar.
J: Pues ya has visto lo que pasa, que, si juegas con fuego, a veces te quemas.
M: No creo que haya sido para tanto...
I: Y tú, Elena... No sé por qué te picas. Si eso fue hace mucho y ella no sabía que salíais...
E: Que no me he picado... Pero me pareció feo por su parte.
J: Lo que está claro es que le ha molestado todo esto. Así que lo mejor que podéis hacer es disculparos con ella.
I: Voy a llamarla.
J: No, espera a mañana. Ahora está enfadada y no os lo va a coger si la llamáis.
I: Está bien. Mañana la llamo.
J: Voy a por la mochila para coger la ropa que hemos traído para mañana, ahora vengo.
E: No tardes...
J: No, tranquila.

Salí de la casa hacia mi coche para coger la mochila que dejé en el maletero. El coche estaba cerca de la casa, por lo que no tuve que andar mucho y entonces vi a Laura, o eso parecía porque no le veía la cara. Sin embargo, ver a una chica con un cuerpo similar a ella y un vestido amarillo como el que llevaba me hacía pensar que así era. Dudé si acercarme a hablar con ella porque salió de la casa bastante enfadada, pero al final lo acabé haciendo, dándole un toquecito en el hombro cuando llegué a su altura.

-¿Qué pasa? -dijo algo sobresaltada por hacerse asustado un poco.
-Me quería disculpar por Elena e Irene. La cosa se ha ido un poco de las manos.
-No ha sido por tu culpa. No tienes que disculparte.
-Ya, pero me siento mal por cómo te has puesto. Aun así, te llamarán mañana para pedirte perdón.
-Es que no me parece normal. ¿A ti te lo parece? Vale que seamos amigos todos, ¿pero a qué viene soltar todo eso así a la ligera?
-Ya, si te entiendo. Lo que pasa es que Irene es así y bueno...
-Pues primera noticia, porque nunca la había visto así. Siempre la he visto una chica bastante normal, bastante extrovertida, aunque no lo era para nada cuando Mario nos la presentó. Pero esto, tío...
-Ya. Irene es así, como has dicho, pero en la intimidad pues se suelta mucho.
-¿Con vosotros se ha soltado así?
-Eh... Bueno... La verdad es que sí.
-Ah...
-Y lo de Elena, tampoco le eches mucha cuenta. Ella es un poco celosa y bueno... Dice que en su día le pareció mal que hicieras eso, porque se lo conté cuando fuimos a mi casa después del accidente y tal.
-Ah... Vale. ¿Y no me lo podía haber dicho ella directamente? ¿Ha tenido que ser así?
-Ya, si llevas razón. Mañana te llamará, tranquila.
-No sé, estoy decepcionada con las dos, la verdad.
-Bueno, tranquila. ¿Quieres que te acerque?
-No, no. Déjalo. Si ya viene mi chico a por mí. Debe estar al caer.
-Ah, ¿pero está aquí? ¿Por qué no nos lo has presentado?
-Porque es tímido y tal... Se ha quedado en mi casa.
-Bueno, vale. Pues nos vemos en otra ocasión. Y no le des muchas vueltas a lo que ha pasado esta noche.

Me despedí de ella con dos besos y regresé a casa de Mario, no sin antes coger la mochila que aún no había pillado del coche. Cuando llegué a la casa, me abrió Irene, adelantándose y sentándose en el sofá del salón mientras veía la tele. Me dijo que Mario se había marchado a dormir y que Elena me estaba esperando también.

-Va Irene, tampoco es plan de que te pongas así -dije al ver su expresión triste mientras apoyaba su cara en una de sus manos.
-Ya... -respondió encogiéndose de hombros.
-Irene, que no pasa nada. Acabado de hablar con ella. Está molesta, pero mañana la llamas y ya verás como la cosa mejora.
-Si no es por eso.
-¿Entonces?
-Es por lo que te dije. Soy muy impulsiva y muy caliente por decirlo suavemente. Hoy he salido escaldada.
-Bueno, pues sí. La cosa no ha salido bien. Tal vez deberías ir con más cuidado y pensar bien las cosas antes de lanzarte de esa manera a la piscina. Pero una cosa te voy a decir.
-¿El qué?
-Que no cambies nunca. Para mí eres una chica bastante especial y te quiero, así como eres.

Irene me dio un abrazo bastante fuerte, seguido de un beso en la mejilla. Se levantó del sofá y se fue a su habitación, parándose antes de salir del salón para decirme bajito:

-Es que Laura está muy rica.

Y se fue con una risita de niña traviesa. Yo me reí y fui con Elena, quien me esperaba en la habitación, sobre la cama, solo en braguitas y con su camiseta. Estaba en silencio, mirando al techo, pensativa. Solo la iluminaba la pequeña luz que proveía la lamparita que había en la mesita. El aire acondicionado estaba puesto, cosa que se agradecía por el calor que hacía, pese a ser ya casi media noche. Me tumbé a su lado después de dejar la mochila en el suelo, apoyada contra la pared y desnudarme.

-Venga, no te pongas tú así también.
-No... Si es que...
-Elena, os habéis colado, sí. Pero ella también ha reaccionado un poco de manera exagerada. No le des más vueltas. Mañana hablas con ella y lo arreglas.
-Ya.
-¿Cuál es el problema entonces?
-Pues... -dijo poniéndose de lado para quedar ambos cara a cara-. Es que la echo un poquito de menos. Echo de menos lo amigas que éramos cuando íbamos a bachillerato. Jo... Es que no nos separábamos nunca.
-Normal, si os veíais todos los días casi por ir a clase.
-Y los findes me venía aquí. Pues no he dormido veces en su casa...
-Ya, Elena. Pero es que la vida es así. Durante toda nuestra vida conocemos gente que va y viene.

No parecieron unas palabras muy acertadas, por lo que la empecé a besar con cariño mientras acariciaba su espalda. Estuvimos así durante bastante rato, aunque era más cariño que otra cosa, por lo que ni siquiera llegué a empalmarme, solo se me puso morcillona. Elena tampoco parecía con ganas de echar un polvo o hacer el amor, así que no quedamos un buen rato con caricias y varios besos hasta que nos entró sueño y nos quedamos dormidos.

Al día siguiente nos levantamos sobre las 10. Desayunamos con Irene y Mario mientras nos espabilábamos. La cosa parecía estar más animada por el comportamiento en general de las chicas, quienes estaban más habladoras de lo que esperaba. Al final Irene llamó a Laura mientras Elena y yo nos dábamos una ducha, poniéndonos la ropa que habíamos llevado en la mochila. La cosa pareció ir bien porque vimos a Irene bastante contenta cuando salimos del baño. Al parecer Irene le contó que se le había calentado el pico con tanta cerveza y por la copa que se tomaron, aunque también le confesó que era un poco así y se tomó demasiadas confianzas con ella. Laura aceptó sus disculpas y la cosa quedó bien. Sin embargo, Elena parecía algo más pensativa al respecto una vez Irene nos contó lo que le dijo y demás. Al final no le llamó en ese momento, dejándolo para después. Una vez estuvimos todos duchados y arreglados, estuvimos un rato en la casa hablando sobre algunas cosas, yendo después a tomar una cerveza rápida mientras hacíamos hora para la hora de comer, yendo ellos a casa de los padres de Mario de nuevo, mientras que nosotros iríamos a casa de Elena.

Y allí sería donde tendría lugar el tercer hecho reseñable de la semana. De camino, yo iba de buen humor y bastante confiado por lo bien que se había dado el fin de semana, aunque en realidad no fuera tan así con ese incómodo momento con la amiga de Elena y el encontronazo con Laura por parte de las chicas, pero estaba de buen humor, siendo en realidad la razón el haber superado el bache ese que implicaba a Ángela. ¿Seguiría mi optimismo intacto una vez llegara allí?

De primeras sí, pese a no estar la abuela de Elena presente, principal razón por la que me gustaba ir a allí, ya que, si fuera por ir a ver a Noelia o a Maribel, pues la verdad es que no me hubiera apetecido ir, pero bueno, la cosa no empezó mal. Saludos normales, ni un mal comentario por haber llegado a destiempo para la comida ni por no llamar o pasarnos más por allí, nada de nada. De hecho, Maribel se había esmerado en la cocina, haciendo un plato bastante elaborado, sentándonos de inmediato a comer mientras ella nos explicaba cómo había ido haciéndolo. Después de explicarnos la receta nos preguntó cómo nos iba en el trabajo, sobre todo a Elena por estar en ese periodo de prueba aún. Mientras tanto, Noelia permanecía poco participativa, bastante callada, aunque con un gesto alegre en la cara. De hecho, la pillé varias veces mirándome mientras sonreía, cosa que me dio mala espina.

De pronto Maribel quiso decir algo, atragantándose casi al hacerlo. Le faltó escupir la comida de la boca. Elena le preguntó que pasaba, que parecía que se iba a ahogar. Maribel tragó lo que tenía en la boca y bebió agua para soltar unas palabras que se me clavaron en lo más profundo de mi ser como si un puñal de acero se tratara.

M: Qué no os lo hemos dicho... Noelia va a estudiar en la universidad en la que tú has estudiado, Elena.
E: Ah, qué bien. ¿Y al final qué va a ser?
M: Venga, Noelia. Dilo tú, que eres la que lo ha decidido y arreglado todo para estudiar ahí.
N: Turismo. Esa es la carrera que he elegido.
E: ¿Turismo? ¿Y eso?
N: Pues no sé, porque me gustaría poder viajar y creo que puede ser divertido.

Mientras ellas hablaban yo miraba el plato asimilando lo que iban a decir, porque me lo veía venir, aunque Elena al parecer, no. Y por eso puso su mano sobre la mía al girar su cara y ver mi expresión, la cual debía ser como la que pone un perro cuando le das una fuerte regañina. Apretó mi mano y Maribel soltó la bomba que esperaba que cayera sobre mí desde que dijo que iba a estudiar en la universidad en la que lo hizo Elena.

M: Y hemos pensado en que se podría ir a vivir con vosotros.
 
Capítulo 257

Se hizo un silencio incómodo que duró unos pocos segundos y ya no aguanté más.

J: No.
M: ¿Cómo?
J: Que no.
M: ¿Qué no qué? ¿Cuál es el problema?

Me quedé un par de segundos mirando a Maribel, corroborando si me estaba preguntando eso en serio. Después miré a Noelia quien estaba con la misma sonrisilla que llevaba desde que nos sentamos a comer. Elena estaba un poco sin saber qué decir y dónde mirar.

J: Pues que no. Una de las principales razones por la que nos hemos ido a vivir juntos Elena y yo es porque necesitamos intimidad. Una intimidad que no hemos podido tener ni aquí ni en mi casa por estar siempre rodeados de familia.

De nuevo un silencio incómodo que nadie hacía por donde para romper o mejorar. Me puse muy nervioso y me levanté para ir al baño. Una vez estaba ahí me eché agua fría por la nuca y la frente, sentándome en el váter después. Elena entró al baño para ver qué hacía ahí. Me levanté y le di un beso sin decir nada, llevándomela de la mano hacia el salón para intentar confrontar esa situación juntos. Una vez nos sentamos seguimos comiendo un poco en silencio. Apenas levanté la mirada del plato, solo una vez para ver a Maribel con expresión algo triste. A Noelia ni la miré porque sabía que estaría sonriendo. Seguro que disfrutaba de todo lo que estaba pasando.

M: Javier... -dijo con un hilo de voz.
J: ¿Qué, Maribel?
M: Es que... Nosotras contábamos ya con eso.
J: Maribel, es que es muy difícil. Mira, tú hija Noelia y yo no nos llevamos bien. Hay que asumirlo. Es algo que todos hemos visto en todos estos meses, bueno tú no tanto porque en realidad nos conocemos desde hace menos, pero es que yo la conozco desde febrero y es que no.
M: Pero así podéis conoceros mejor e intentar llevaros de otra manera. Seguro que todo sale bien si ambos ponéis de vuestra parte -dijo intentando animarme.
J: Ya lo he intentado, Maribel. Varias veces, pero es que no hay manera... Chocamos mucho.
M: Pero... Es que... Si es por el dinero no os preocupéis, yo me hago cargo de todos sus gastos y os puedo ayudar a vosotros también.
J: No, no es eso. Eso es lo que menos me preocupa.
M: Mmm... Es que... Noelia está muy ilusionada con la carrera. Tiene muchas ganas de empezar y yo no puedo estar llevándola y trayéndola todos los días. Tengo que cuidar de mi madre. Además, de que tendríamos que levantarnos de madrugada para que llegue a las primeras clases.
J: ¿Y por qué no se busca un piso de estudiantes o una residencia?
M: Porque ya es muy tarde para eso. Eso o lo hablas a primeros de verano, o ya no encuentras nada.
J: Seguro que hay algún sitio en el que pueda estar.
M: Es que... A estas alturas ya no es que pueda elegir mucho y a saber dónde va a parar. Es por eso también. Es mi niña. Es muy pequeña, confío en vosotros para que me la cuidéis.
J: Maribel, nosotros estamos muy ocupados con nuestros trabajos como para tener que estar también pendiente de ella.
M: Javier, por favor. Es muy pequeña todavía. Dale una oportunidad. Elena, ¿tú qué dices?
E: Mamá... Yo estoy con Javi. Necesitamos nuestro espacio.
M: Elena... Que es tu hermana... ¿No te da pena dejarla tirada así?
E: Mamá, no digas eso. No es justo que me lo digas de esa manera.
M: No lo entendéis. Hasta que no tengáis un hijo no vais a saber lo duro que es esto -dijo con la voz ida, pareciendo que iba a llorar.
E: Mamá...
M: Mis dos hijas se me van de casa y me quedo sola. ¿Sabéis lo duro que es eso para mí? ¿Os podéis poner en mi lugar?
J: Maribel, si te entiendo, pero nos tienes que entender tú a nosotros.
M: ¿Y ahora qué hago yo? Ya contaba con esto... ¿Ahora dónde dejo a mi niña? Es que me parecía perfecto porque así podéis echarle un ojo, que los años de universidad son un poco... Que ya sabemos lo que pasa y Noelia es muy impulsiva a veces. No quiero que le pase nada ni que tenga ningún problema. Pensaba que con vosotros estaría bien.
N: Elena, ¿no decías que echabas de menos pasar tiempo conmigo? ¿Ya no quieres? Podemos estar como antes de que tú te fueras a la universidad...

Hija de puta. Fue lo que pensé nada más dijo eso. Seguía jugando cínicamente con nosotros, sobre todo con su hermana, aprovechándose de lo sensible que era para manipularla. Miré a Elena, quien estaba visiblemente triste, con una expresión parecida a la que debía tener yo antes de empezar a hablar. Después me miró ella a mí con unos ojitos que me partían el alma. Cerré mis ojos y apreté su mano con fuerza.

J: Está bien -cedí.
M: Ay, Javier... No sabes lo feliz que me haces... -dijo levantándose para venir hacía a mí y darme un fuerte abrazo.
N: Claro, si yo voy a poner de mi parte para que todo vaya bien. Ya veréis qué bien nos vamos a llevar.

Miré a Noelia sin creerme ninguna de sus palabras mientras ella me miraba con una mirada triunfante. Elena nos miraba a Maribel y a mí.

N: Además, como tengo inglés y francés, me puedes echar una mano, así me ahorro apuntarme a clases. Son todo ventajas.

Maribel se sentó de nuevo en su silla para seguir comiendo, diciendo lo contenta que estaba de que al final hubiéramos aceptado y de que Noelia tuviera un hogar seguro con su familia para ir a la universidad. Después Noelia se puso a contarnos las materias que tenía para el primer cuatrimestre del primer curso y las ganas que tenía de empezar ya. También dijeron que después de comer se pondrían a hacer la maleta entre las dos para que pudiera ir con nosotros cuando volviéramos a casa y así poder instalarse, ya que en poco empezaban las clases y tenía que ir para ir conociendo la ciudad, la universidad, su facultad y demás cosas que nos encasquetó Maribel a nosotros por haber estado estudiando allí ambos.

Mientras tanto yo me paré a pensar cómo me sentía. Haber cedido a la petición de Maribel se sentía como firmar tu propia pena de muerte, porque casi que asumí que el que Noelia se viniera a vivir con nosotros me iba a costar muy caro. Quizá estaba exagerando, pero haberme deshecho de ella después de ese calvario durante todos esos meses para ahora tenerla permanente pegada a mí de nuevo en menos de un mes que llevábamos Elena y yo viviendo solos, hizo que me viniera bastante abajo. Pese a haber estado bastantes veces con Noelia en la misma casa, no tenía ni idea de cómo sería la convivencia con ella, pero estaba seguro de que iba a darme bastante por culo. Otra cosa que pensé era en que iba a comprar el pestillo más grande que viera para nuestra habitación, porque si algo le gustaba a la niña era entrar a las habitaciones sin llamar y sin importarle lo que estuviéramos haciendo.

Así acabamos de comer y nos sentamos Elena y yo en el sofá del salón mientras oíamos a Maribel y a Noelia hacer la maleta en la habitación de ésta. Elena permanecía callada, aunque no paraba de pegarse a mí completamente, dándome mucho cariño con caricias y besitos. Sabía de sobra que eso era algo que me molestaba mucho y que lo estaba haciendo por ella por cómo me miró, dándome las gracias, aunque ni siquiera le respondí.

-Javi, ya verás como no es para tanto. Seguro que todo va bien. Ha dicho que va a poner todo de su parte para que vaya bien y no sea como todos estos meses.
-Ya, ya la he oído.
-No te preocupes, en cuanto estemos las dos a solas voy hablar con ella seriamente. O nos respeta, o la largo. Quiero a mi hermana, pero no puede ser que se siga comportando como una niñata con nosotros, aunque tenga la edad que tiene. Tiene que aprender a respetar, porque si no, no le va a ir bien en la vida...

Elena seguía hablando y hablando de cosas que tenía pensadas decirle, de tácticas para hacer la convivencia mejor y más cosas que no recuerdo básicamente porque no le estaba prestando atención. Seguía dándole vueltas repasando en mi cabeza todas las cosas que había hecho Noelia desde que la conocí, todos esos desplantes a su hermana, todas esas provocaciones... Y ya me estaba imaginando cómo iba a hacer exactamente lo mismo cuando viniera con nosotros, o incluso cosas peores.

Serían las 5 de la tarde cuando ambas salieron de la habitación de Noelia con dos maletas, que no eran pequeñas, en la mano. Ambas se quedaron de pie mirándonos. Elena les preguntó y Maribel dijo de ponernos en marcha. Al parecer se iba a venir con nosotros, otra alegría más... Nos montamos en el coche Elena y yo para ir a nuestra casa mientras Noelia y Maribel venían detrás en el coche de ésta. Durante todo el camino estuvimos en silencio Elena y yo. Ella miraba por la ventana, a veces cambiando a mí al girar su cabeza, pero yo no apartaba mi vista de la carretera, parecía que estábamos peleados, pero no era así. Simplemente yo estaba en mi mundo pensando en la que me iba a caer y Elena sabía que era eso lo que me pasaba y al conocerme tan bien como lo hacía, prefería no decir nada para no ponerme más nervioso. Ambos íbamos resignados. No sabía qué pasaba por su cabeza, ni siquiera se lo pregunté. Estaba tan perdido en mi cabeza que en ese momento no era capaz de pensar en ella ni en cómo se sentía. Aunque al menos me apoyó en la conversación poniéndose de mi parte.

Cuando llegamos, aparcamos en la misma puerta y entramos. Yo me quedé en el salón, sentado en el sofá mientras las tres iban a la habitación que teníamos de invitados, donde se habían quedado nuestros amigos o incluso Paula a dormir, para empezar a instalarse. No sabía lo que estaban haciendo exactamente, ni tampoco lo que estaban hablando, pero es que me importaba una mierda. Bastante tenía con lo que me quedaba por aguantar. Al rato de estar por ahí haciendo lo que estuvieran haciendo, salió Elena para sentarse a mi lado mientras ellas seguían por ahí. Mi chica se echó sobre mi brazo, acariciando una de mis manos mientras me daba algún beso de vez en cuando estirando su cuerpo para llegar hasta mi mejilla. De vez en cuando apretaba mi mano con fuerza para que la mirara y poder así darme un beso en la boca, pero es que yo no estaba para nada, la verdad. La miraba, ella me daba un beso, que yo recibía sin problema y de nuevo giraba mi cabeza para seguir viendo la tele, aunque poca atención le estaba prestando en realidad.

-Me pone muy triste verte así, mi amor...
 
Capítulo 258

Balbuceé un sonido sin ni siquiera responderle. De nuevo ella se echó sobre mi brazo para estar viendo la televisión ambos en silencio. Pasados unos minutos aparecieron las dos ovejas negras de la familia, diciendo de ir a ver la ciudad. Nos dijeron de ir y Elena me miró. Negué ligeramente con la cabeza, por lo que ella se levantó sin decir nada e irse con ellas, diciendo que conduciría ella para ir a los sitios que más frecuentaba cuando estuvo viviendo en la ciudad en su época de universidad, yendo también a la biblioteca, o hasta la propia universidad para enseñarle el camino desde lo que sería su nueva casa hasta allí, aunque todos aquellos sitios estuvieran cerrados al ser domingo.

Se fueron y me dejaron allí solo. Se me venían muchas cosas a la cabeza, tratando de quitármelas rápidamente de la cabeza para no pillar un cabreo mayor aún. Traté de pensar maneras de sobrellevar la situación, pero con Noelia nunca se sabía. Dijo que iba a hacer todo lo que estuviera en su mano para llevarnos bien y hacer la convivencia mejor, pero a esas alturas no creía ni una sola palabra de ella. También pensaba que, con 25 años, estaba como estaba, pareciendo tener 16 por la incapacidad de estar tranquilamente con mi novia porque teníamos a la familia pululando a nuestro alrededor sin parar y en parte también por mi manera de reaccionar ante esta situación, pero es que estaba ya muy cansado y me tenía muy quemado todo.

Para terminar de intentar quitarme toda esa mierda de la cabeza me fui hasta mi habitación para coger el ordenador con el que trabajaba y llevármelo a otra habitación, una que usábamos de trastero. Lo instalé allí, ordenando bien todo para tener el espacio suficiente para estar a gusto. Pensé que sería mejor tener un lugar más tranquilo para poder trabajar tranquilamente sin interrupciones y así no molestar a Elena de paso, porque ya me puse a pensar en cómo por la mañana Noelia iría a clases, pero no por la tarde y seguramente me tendría que ir de casa para evitarla, así que tal vez me tocaría trabajar hasta tarde para recuperar el tiempo.

Puede parecer que estaba exagerando mucho y que estaba tomando demasiadas medidas, pero es que ya me conocía a esta chica y prefería prevenir que curar. Mientras terminaba de arreglarlo todo, llegaron las tres. Elena me vino a buscar, preguntándome qué hacía mientras las demás parecían quedarse en el salón. Le expliqué que me apetecía cambiar un poco de aires a la hora de trabajar para no tener esa sensación de no salir de mi puesto de trabajo, pensando en no entrar prácticamente ahí al menos que fuera para trabajar, así podría desconectar. Elena pareció entender lo que decía y le pareció bien, hasta me ayudó a terminar de dejarlo todo listo, haciéndome más hueco, guardando algunas cosas en otros lugares de la casa.

Al final Maribel se quedó hasta tarde, tanto que acabó cenando con nosotros. La cena fue en una tónica normal, con Maribel preguntándole a Noelia detalles de alguna asignatura y cómo iba a hacer para organizarse. Yo mientras, por el otro lado, estaba bastante distante, sin hablar absolutamente nada durante la cena, razón por la que acabé antes que las demás. Cogí mi plato, mi vaso y mis cubiertos para dejarlos en la cocina, dándole un beso en la cabeza a Elena y dándole las gracias por lo que había preparado. Cuando salí de la cocina me fui hasta mi habitación y casi llegando Elena me preguntó a voces que si no volvía. Fui hasta el salón y me asomé diciendo que me dolía la cabeza y que me iba a descansar. Ella me respondió que enseguida iba conmigo mientras las demás me daban las buenas noches.

Me fui hasta mi habitación sin decir nada y me acosté después de quitarme la ropa y quedarme en boxers. Pasó sobre una media hora y me no podía relajarme pese a estar tumbado boca arriba mirando al techo. Me puse un pantalón corto y fui a por una pastilla porque esta vez sí que me dolía la cabeza de verdad, así podría relajarme más. Oí un poco de cuchicheo en el salón y volví a acostarme cuando me la tomé. Casi al instante vino Elena para tumbarse a mi lado. Me empezó a acariciar un brazo al estar yo de lado, pasando a abrazarme por detrás.

-Se va a quedar mi madre a dormir. Ya es tarde que vuelva a casa sola.
-Vale.
-Va a dormir con mi hermana. Quería pasar una última noche con ella.
-Claro, es normal.
-Mañana tengo que ir a trabajar. Vais a estar los dos solos porque mi madre se va cuando me vaya yo. De hecho, me va a llevar ella mañana al trabajo.
-Vale.
-Le he dicho a mi hermana que no quiero tonterías. Que no empiece a tocar las narices en cuanto me vaya. A ver si entra en razón y nos deja tranquilos. Me ha dicho que mañana va a ir a la universidad para verla por dentro y eso.
-Vale, Elena.
-Venga, mi amor... Arriba ese ánimo. Ya verás como no va a haber problemas. Me tienes a mí.
-Ya, ya lo sé. Anda, vamos a descansar, que mañana tienes que levantarte muy temprano.

Elena me abrazó por detrás y en poco tiempo se quedó dormida, costándome a mí más, pero cayendo al final.

Me desperté cuando Elena se iba a ir y me dio un beso en la frente. Me dijo que se iba con su madre, pero que le iba a decir que seguía durmiendo para que no me tuviera que levantar, cosa que agradecí. Me deseó que pasara un buen día, al igual que hice yo con ella, para después decirme que me pasara a por ella cuando saliera y que comeríamos en casa, a ver cómo se daba el primer día de convivencia con Noelia. Me miró con una carilla que transmitía un poco de pena, hasta se sentó en la cama para acariciarme la cara mientras nos mirábamos en la penumbra de la habitación. Me dio otro beso y se fue, quedándome durmiendo yo un poco más, aunque como tenía que trabajar, no me quedé mucho en la cama. Una vez me levanté, me di una ducha, yendo después a desayunar algo a la cocina, sin rastro de Noelia afortunadamente. Acabé rápido y me fui a trabajar a la sala donde habíamos instalado el ordenador, cerrando la puerta para no molestar ni que me molestaran.

Eché un rato bastante productivo hasta que pasó alrededor de una hora y media, levantándose Noelia, yendo al baño y luego a la cocina para desayunar, como hice yo. Oía como andaba por la casa, no sabía si buscándome o ubicándose por no estar acostumbrada a estar ahí y entonces abrió la puerta de la habitación en la que estaba.

-Noelia, llama a la puerta antes de entrar.
-Vale, perdona.
-Tienes una manía muy fea. Tienes que llamar siempre si ves que la puerta está cerrada. Podría haber estado reunido y te podrían ver, y como te conozco, pues puedes aparecer desnuda.

No me respondió. Ambos nos quedamos en silencio mientras yo seguía trabajando, mirando los monitores y tecleando. Ella lanzó un suspiro y dijo:

-Es que tengo que ir a la universidad. Quiero ir a verla bien y mirar cómo son las clases y eso.
-¿Y a mí qué?
-Pues era por si me podías llevar. Me pilla a media hora andando y hace un calor...
-¿No ves que estoy trabajando?
-¿Y no puedes hacer una pequeña parada de una hora o así?
-No. Tengo mucho lío.

Noelia se acercó a mí, mirando de cerca como trabajaba. De vez en cuando se encorvaba para mirar de cerca los monitores y mis anotaciones, aunque en silencio. Yo estaba distante, sin prestarle atención hasta que puso su mano en mi hombro.

-Qué guay. Ojalá algún día trabaje yo así de bien. ¿Qué significa esta palabra?

Me quedé en silencio, mirándola mientras ella seguía con sus ojos sobre el monitor, aunque los cambio hacia los míos. Me miraba esperando la respuesta, pero, sin embargo, le respondí con una pregunta.

-¿Qué quieres?
-Nada, solo te pregunto por esa palabra.
-No tengo tiempo para tonterías. Necesito silencio y estar tranquilo.
-Vale, ya me voy. Mmm... ¿Hay alguna parada de autobús por aquí cerca?
-Sí, a 200 metros yendo hacia el centro.
-Gracias. Estaré por all. No sé a qué hora vendré. Depende de lo que tarde el bus. Hasta luego.

No me despedí de ella ni siquiera y viendo que no lo iba a hacer, Noelia salió de la habitación cerrando la puerta. No entendía qué estaba pasando, porque se comportaba de una manera muy alejada a esa sonrisilla que tenía durante la comida del día anterior, en la que se la veía disfrutando. Ahora no, ahora se comportaba como una persona totalmente normal y como si la cosa no fuera con ella. El asunto me tenía muy descolocado, tanto que ahora parecía que nos habíamos cambiado los papeles, comportándome yo como un niño por estar aún enfadado, con esa manera de responder tan seca, mientras que ella se comportaba como una persona normal. Estaba muy incómodo con mi posición, estando como en un estado de alerta permanente en el que sabía que iba a pasar algo, solo me faltaba saber cuándo.

Por suerte, el trabajo me entretuvo lo suficiente como para no estar pensando en aquello durante toda la mañana, porque si iba a estar así, seguro que me iban a echar, por lo que me tenía que centrar. Avancé bastante y sobre las 12 apareció Noelia. Vino de nuevo hasta la habitación en la que estaba, diciéndome que ya estaba de vuelta y que iba a darse una ducha porque hacía un calor insoportable en la calle. Hice un sonido para comunicarle que le había escuchado, pero no le dije nada. Se quedó unos segundos ahí parada bajo el umbral de la puerta y la cerró, yéndose al baño. Cuando acabó, de nuevo se pasó por la habitación para preguntarme si quería que hiciera algo. Cerca estuve de decirle que lo que quería era que se fuera a casa y que me dejara en paz, pero me quedé pensativo y en silencio. Ella me repitió la pregunta.

-Mmm, no sé. ¿Puedes picar las verduras que hay en un plato en la nevera?
-Vale.
-¿Sabrás?
-No sé cocinar, pero tampoco soy una inútil...

Una vez más Noelia me dejó allí trabajando mientras ella se iba la cocina para hacer eso. Yo seguí un poco hasta que se acercó la hora de recoger a Elena, por lo que dejé de trabajar, habiéndome cundido bastante en realidad a pesar de tanta interrupción. Miré en la cocina como estaba lo que le había encargado, viendo que estaba bien, así que me fui directamente hacia la puerta. Noelia me preguntó si iba a por su hermana, respondiéndole yo afirmativamente sin dejar que me preguntara nada más, saliendo por la puerta y montándome rápidamente en el coche. Llegué puntual y salí del coche para esperarla, echado sobre él a la sombra, aunque aun así hacía un calor infernal. Como siempre, salió puntual, acompañada de su amiga Yolanda. Ya se me había olvidado lo vivido el viernes por la noche con ella y con su pareja, aunque Antonio me cayó bastante bien, pero Yolanda me soltó algunas que pensándolo en ese momento conforme estaba de ánimo con el tema de Noelia, pues sí que me hizo verla con malos ojos. Nada más que salían problemas por todos lados. ¿Tanto era pedir vivir con mi pareja feliz y tranquilamente?

Aparentemente sí, porque esta vez se acercaron las dos en lugar de solo Elena, como era lo habitual. Elena me dio un beso muy grande tirando de mí para darme también un abrazo. Yolanda se rio por ver a Elena tan efusiva y me saludó. No noté nada raro, por lo que se lo devolví normalmente. El problema vino después cuando Elena me dijo que se le había roto el coche y que le había pedido si la podíamos llevar. Tampoco es que tuviera mucha elección, así que nos montamos en el coche y nos pusimos en camino. Elena me dijo que la dejara a ella en casa para ir preparando la comida mientras yo llevaba a su compañera y volvía, para ahorrar tiempo porque tenía que ir a trabajar por la tarde también. No me hizo mucha gracia, pero acabé haciéndolo. Una vez la dejé nos pusimos de camino a casa de Yolanda y me soltó una que no esperaba.
 
Capítulo 259

-Me ha contado Elena que tenéis una nueva inquilina.
-Eh... Sí. Así es.
-Su hermanita, ¿no? Me ha enseñado una foto de ella. Se parecen bastante, ¿verdad?
-Pues sí, supongo.
-Pero se parecen más de lo normal. Es que esa chica es como Elena, pero en morena y con el pelo largo.
-Sí, sí -dije pensando que ojalá se parecieran más, y no en el físico.
-A ver si te vas a confundir y vas a besar a quien no debes... O hacer algo más...

Me quedé un poco parado cuando me dijo eso. De nuevo me daba la sensación de que sabía mi historia con Noelia, pero no podía ser. Era imposible. Me cansé un poco de la situación y tal vez condicionado por mi estado de ánimo por el cambio tan repentino en nuestra vida, le salté de la siguiente manera.

-Yolanda, ¿me quieres decir algo?
-¿A qué te refieres?
-No sé... El otro día en tu casa y ahora con esto... Parece que tienes algo en mente sobre mí y que no es agradable precisamente.
-Mmm, no sé de qué me hablas. ¿Qué crees que estoy pensando, chico?
-No lo sé. Te lo pregunto yo a ti. Solo te digo la sensación que tengo.
-Bueno, solo te pido que tengas cuidado. Elena me ha comentado alguna que otra cosa sobre tus amiguitas y sería una pena que le volviera a pasar lo mismo después de lo que vivió con su ex. Además de lo que les pasó a sus padres, ¿no te parece? Fíjate tú, a su madre sí que se parece mucho más. Parecen gemelas.

Me quedé en silencio intentando encajar las palabras que me había dicho mientras me calmaba para no mandarla a la mierda por decirme eso de aquella manera. Y así permanecí, en silencio hasta que llegamos a su casa, aunque tampoco es que fuera mucho tiempo por la cercanía de ésta. Cuando llegamos me dio las gracias por haberla llevado, despidiéndose alegremente de mí. De vuelta a casa iba que parecía un robot por estar aún medio en shock por lo que me acaba de decir Yolanda. Y la verdad es que de lo que tenía ganas en ese momento era de regresar a casa, pero a la de mis padres. Quería estar con Elena, pero el peso de esas dos losas llamadas Noelia y Yolanda ya empezaba a ser demasiado grande. Para mi suerte, al llegar a casa todo iba bien. Todo estaba listo, así que nos sentamos a comer sin que pasara nada extraño.

En la comida, Noelia se limitó a contarnos cómo había ido a la universidad, viéndolo todo bien y preguntado a los que trabajan ahí varias cosas que nos iba contando, pero dijo que no llegó a ver a ningún estudiante, al menos de su grado. Elena me preguntó a mí sobre mi mañana, explicándole como había estado trabajando y demás, interviniendo Noelia diciendo lo concentrado que estaba mientras lo hacía. Al menos me dio un respiro y no se puso en plan provocadora. Luego le pregunté a Elena cómo le había ido a ella, diciéndome que bien, con alguna cosa nueva y alguna más por venir. Me preguntaba si esa cosa nueva era el contarle a Yolanda absolutamente toda su vida, pero lo deseché rápidamente para no estar amargado el poco rato que iba a estar con ella.

El resto de la comida fue tal cual, así con ese buen rollo por parte de todos. Cómo se notaba cuando Elena estaba presente y cuando no, sobre todo en mí. Cuando acabamos, recogimos y nos sentamos en el sofá, yéndose Noelia a un sillón. Nos quedamos viendo la tele y le dije a Elena que se llevara el coche para ir a trabajar. A ella le extrañó, preguntándome por qué. Le di una excusa que tenía que ver con el trabajo, diciéndole que estaba liado y que quería acabar lo que había empezado por la mañana o algo por el estilo. Ella aceptó y nos quedamos un rato más ahí hasta que se levantó para prepararse e irse. No me apetecía nada verle la cara a su amiga, la cual veía cada vez más similar a la de una víbora. Así, si necesitaba que alguien la llevara de vuelta a casa cuando salieran, que fuera Elena, que la aguantaba bien. Nos dimos un beso para despedirnos y se fue. Noelia me preguntó acerca de lo de que se llevara mi coche. Le volví a decir las mismas palabras que le dije a Elena y me fui a trabajar, pidiéndole que no me molestara. Para asegurarme de que no me molestaba, eché el pestillo de la puerta, aunque no apareció por ahí en toda la tarde, cosa que era bastante de agradecer. Al menos Noelia no me estaba dando por culo, aunque bastante me había dado Yolanda por ese día para los escasos 10 minutos que nos vimos.

Al final pude hacer bastante, quitándome bastante material, llegando a cubrir incluso un día más de lo que tenía previsto. A eso de las 9 de la noche apareció Elena por la puerta, preguntando por mí. Abrí la puerta y salí. Me dio un beso más grande que el que me dio cuando fui a recogerla al mediodía. Me sonrió cuando se despegó de mí, mirándome el paquete después, lanzando una risita juguetona. Yo me reí también, imaginando lo que quería, aunque no sabía si con Noelia por ahí... Pero la verdad es que me apetecía bastante después de tanto estrés y no por tema laboral precisamente. Fuimos a preparar la cena entre los dos, apareciendo Noelia, preguntado si podía ayudar en algo. Elena le dijo que no mientras le sonreía y se fue al salón.

-Vaya, parece que mi hermana se ha tomado en serio nuestra charla. Me gusta.
-A ver lo que le dura...
-Venga, Javi. Sé un poco positivo. Todos tenemos que poner de nuestra parte...
-Elena, yo he puesto todo de mí para llevarme bien con ella y ya has visto de qué ha servido.
-Bueno, pues parece que no ha sido suficiente. Hay que tener paciencia, es una niña -dijo sacando un par de platos hasta el salón.

No, si hasta mi chica se ponía en mi contra diciéndome que no había hecho suficiente para que la cosa con su hermana fuera mejor. En fin... Después de quedarme un poco parado por sus palabras, cogí el resto de la cena y la llevé al salón para que pudiéramos cenar. La cosa, de nuevo, fue mejor de lo que esperaba, hasta con Noelia dando las gracias por haber preparado la cena, diciendo que estaba muy bueno. Elena nos contaba detalles del trabajo mientras que Noelia también contaba algún que otro detalle de alguna asignatura, de cómo tenía que ir a recoger los libros...

Acabamos de cenar y lo recogimos todo, aunque yo poco hice porque Noelia fue la que acabó primero de cenar, empezando a recoger lo suyo, acabando con lo nuestro también. Después nos sentamos en el sofá para ver la tele mientras nos comíamos un helado, aunque Elena se levantó para llamar a alguien por teléfono. Le interrogué con un gesto y ella vocalizó "Laura" sin llegar a decirlo. Noelia se quedó conforme estaba y yo también. Ambos mirábamos la tele, aunque notaba como Noelia me miraba de vez en cuando, a diferencia de mí, que ni la miraba. También podía ver como miraba hacia fuera del salón, como si estuviera esperando a su hermana. Finalmente se levantó diciendo que iba al baño y se quedó un buen rato allí, porque no apareció. Me relajé un poco mientras seguía viendo la tele, hasta que apareció Noelia, llamándome con algo de preocupación. Me dijo que Elena parecía triste y que creía que me necesitaba. Me levanté rápidamente y fui en su busca, encontrándola en nuestra habitación. Me la encontré sentada en su sitio de la cama, con la luz de la mesita encendida. Cerré la puerta cuando entré y me senté a su lado.

-¿Qué te pasa, Elena?
-Nada. He hablado con Laura y me he disculpado...
-¿Y no te ha perdonado?
-Sí, sí. Si me ha dicho que fuiste a hablar con ella porque te la encontraste cuando saliste a coger eso al coche y que le explicaste un poco. Y ya pues le he explicado yo que bueno, que Irene es así. Hemos estado hablando un poco de eso y también le he dicho que es que soy un poco celosa. Y que por eso no me sentó bien en su día lo que pasó.
-Vale, ¿cuál es el problema entonces?
-Pues que le he dicho que la echo de menos. Y ella me ha dicho que me echa de menos también.
-¿Sí?
-Sí... Nos hemos puesto a hablar de esos años, de varias cosas que vivimos y pues nos hemos venido un poquito abajo...
-Vaya...
-Se ha puesto a llorar un poquito y ya pues también me he puesto yo a llorar. Ojalá poder vivir todo eso otra vez con ella. Es que... Ojalá volver a esos años, pero contigo en mi vida de esta manera.
-Venga, Elena. Ya está. No te pongas así ahora.
-Me ha dicho que le encantaría que nos viéramos más, pero es que ahora vive en su ciudad y está lejísimos de nosotros. La notaba hablándome con culpabilidad.
-¿Por?
-Por no poder vernos más de seguido. Seguro.
-Ay...
-Pero ya está. La vida es así y no se puede hacer nada -dijo retirándose las lágrimas de la cara.
-Elena, yo ojalá pudiera hacer algo, pero es que no se me ocurre nada.
-No te vayas nunca de mi lado. Con eso tengo más que suficiente.
-Elena, nunca te voy a dejar. Jamás.

Le di un beso para que no habláramos más. La veía afectada y quería darle cariño, por lo que me tumbé en la cama, llevándola conmigo para seguir besándonos y acariciando nuestros cuerpos. No sabía por qué, pero salió ese tema de que no me quería perder nunca. ¿Era un miedo real que tenía Elena? ¿O solo eran unas palabras que las decía por el momento? No lo sabía, pero no era la primera vez que me decía algo así. Y para ser justos, yo también lo había hecho. Y en mi experiencia, sí que llegaba a tener dudas por influencias externas a nosotros, aunque se me iba rápidamente de la cabeza una vez pasado el momento, pero no sabía si con ella ocurría lo mismo. Era algo que me ponía bastante nervioso, y como no estaba el horno para bollos, pues me dejé llevar, queriendo darle más cariño aún. Para ello me levanté de la cama y fui a echar el pestillo rápidamente, no quería sorpresitas desagradables. Regresé enseguida con ella para seguir besándolos, estando así un buen rato mientras nos metíamos mano. Mi polla se endurecía cada vez más por momentos mientras que ella empezaba ronronear. Estaba funcionando.

Miré la hora y vi que se estaba haciendo tarde, por lo que la puse boca arriba para quitarle la ropa poco a poco. La dejé en braguitas y me puse a darle besos por todo el cuerpo. Me hubiera gustado recrearme más, porque me lo pedía el cuerpo y a ella le encantaba cuando me ponía así, pero es que la pobre tenía que madrugar al día siguiente y seguramente hasta más de lo habitual al tener que darse una ducha después de cómo íbamos a acabar. Justo cuando le iba a bajar las braguitas me dijo:

-Mmm, qué bien. Me recuerda mucho a nuestra primera vez...

Me quedé medio embobado mirándola como sonría con sus ojos cerrados, poniendo una expresión de placer que me volvía loco al verla así, haciéndola más guapa aún si cabía.

-Mi vida, me encantaría hacerlo como aquella vez, pero es que es muy tarde y mañana tienes que madrugar... No quiero que estés zombi mañana.
-Hazme lo que quieras, cariño -dijo con una voz muy dulce.
 
Capítulo 260

Sin decir nada más le bajé las braguitas, tirándolas al suelo para comerle el coño, pero es que estaba tan ñoño al verla así, estándolo ella también que antes de eso le di varios besos por las caderas y por su pubis. Elena respondía con dulces soniditos de agrado mientras me acariciaba la cabeza.

-Me pasaría así toda la vida...
-Pues imagínate yo, que es la que siente más con esto...
-Bueno, eso es lo que tú dices.
-Jijijiji.

Pronto se le quitó esa risita cuando le pase la lengua por toda su rajita, transformándose en un sensual "Mmm...". Se lo comí durante unos minutos, llevando cuidado de que no se corriera, porque la quería follar. Paré justo cuando noté que se iba a correr por cómo se movía en la cama, sobre todo con sus piernas, como presionando con sus pies. Cuando me aparté de ella, Elena abrió sus ojos, algo desorientada para mirarme buscando una respuesta. Yo la esperaba con una sonrisa.

-Qué guapa estás ahora mismo.
-Mmm, ven aquí.

Me acerqué a ella, poniéndome sobre su cuerpo, aunque sin dejar caer mi peso sobre ella. Elena me agarró la cara con sus manos para darme un buen beso. Se derritió nada más empezó el beso, imaginando que era por saborear sus fluidos. Mientras me besaba, Elena me bajó los pantalones y los boxers para sacar mi polla y llevarla hasta su coñito. Se frotó un par de veces para humedecer mi glande con sus fluidos y mis babas y se la metió. Noté como exhaló el aire por su nariz con el glande metido en su coñito. Apartó sus manos de esa zona y las puso sobre mi espalda, metiéndolas por dentro de la camiseta. Como no me movía, las bajó hasta mi culo y lo empujó para que se la metiera más, dándome un azote después. Ambos nos reímos y empecé un ligero mete-saca, empezando a rozarme con sus paredes vaginales, pudiendo oírse ese sonido de chapoteo.

-Javi, estoy muy caliente. Voy a durar poco.
-Me de igual, Elena. Lo que quiero es que te sientas bien.

Elena lanzó un sonido de agrado de nuevo, de manera muy dulce y me volvió a besar. Efectivamente duró poco, porque en cuestión de 2 minutos empezó a temblar como ella hacía cuando se empezaba a correr. Sin embargo, esta vez no quería que parara, diciéndomelo expresamente mientras se abrazaba a mí con fuerza. Notaba como su cuerpo vibraba y como me apretaba ahí abajo con fuerza. Le pregunté si estaba segura y me respondió afirmativamente, poniendo unas de sus manos en mi nuca para apretarla. También me dijo que no parara hasta que ella me lo dijera. Así que me seguí follándola y viendo como estaba pues incluso con más ganas. Elena me mordió el hombro con fuerza para no hacer ruido, diciéndome antes que tenía muchas ganas de gritar. Mejor, así no nos escucharía Noelia, porque por suerte la cama no hacía nada de ruido pese al movimiento de las fuertes embestidas que le estaba dando.

Elena aguantó mucho, abrazándome con más fuerza aún, llegando a arañarme la espalda. Yo ya me notaba cerca, pero Elena no pudo más y se corrió otra vez, poniendo su cuerpo rígido y pidiéndome que parara como pudo, balbuceando sonidos mientras me intentaba apartar poniendo sus manos sobre mis hombros. Salí de ella sin llegar a correrme, quedándose ella boca arriba con fuertes espasmos mientras respiraba de manera muy acelerada y entrecortada. Me quedé un rato mirándola con ma polla palpitante, meneándola. Elena se fue relajando poco a poco hasta que cayó dormida. Fue una putada porque yo aún no había acabado y me apetecía, pero no la iba a despertar para volver a follar, y mucho menos se la iba a meter así, por lo que tocó hacerse una paja mientras la miraba. Descargué sobre mi pecho rápidamente por lo excitado que estaba y me quité la camiseta para limpiarme bien. Pero me parecía una guarrada, así que decidí ir a darme una ducha rápida para lavarme bien y dormir más a gusto.

Me quedé un rato escuchando antes de abrir la puerta por si escuchaba a Noelia andar por ahí, pero no. Cogí ropa limpia y fui al baño, apagando la luz de la mesita para dejar a Elena descansar bien. Todo fue bien, sin ninguna sorpresa desagradable ni nada. Salí de la ducha y eché todo en la lavadora, aprovechando para beber agua, pero Noelia me llamó desde el salón.

-Javi, ¿qué ha pasado?
-Nada. No ha pasado nada -dije ya enfilando el pasillo para irme.
-Espera.
-¿Qué quieres ahora?
-Ven, siéntate.
-No. Voy a dormir.
-Por favor.

Hice un gesto de agotamiento y me acerqué para sentarme en el sofá.

-¿Qué quieres?
-Quiero que me expliques qué le ha pasado a mi hermana.

Me quedé mirándola, pensativo y en silencio. Ella mi miraba de vuelta, esperando una respuesta.

-Va, ¿qué ha pasado?
-¿Ahora te preocupas por tu hermana?
-Eh... Sí. Me he preocupado al verla así. ¿No va bien la cosa entre vosotros?
-No es por eso.
-Cuéntamelo, no te hagas de rogar.
-Es por una amiga suya. Tuvo un pequeño encontronazo y lo han hablado. Ambas se echan de menos. Solo es eso.
-¿Qué amiga?
-Laura.
-Ah...
-¿Algo más?
-¿Está bien?
-Sí. Ya está bien. De hecho, se ha dormido.
-Sabes qué decirle para animarla, ¿eh?

De nuevo me quedé en silencio, mirando a Noelia. Es que era todo tan raro... Parecía que tenía una hermana gemela, como si fuera otra persona de lo diferente que se comportaba a como lo hacía siempre. Me hizo la pregunta con una sonrisa en su cara, que se fue diluyendo al ver que no le respondía y que la miraba seriamente.

-Javi, ¿qué te pasa?
-Me pasa que no sé qué ocurre contigo. Después de todo lo que ha pasado entre nosotros... -dije mirando a la puerta del salón-. Ahora te comportas como si nada. Es que estoy flipando. Solo te has portado así conmigo cuando te ha pasado algo malo. ¿Pasa ahora lo mismo? ¿Estás bien?

Noelia se quedó como cortada, poniéndose más derecha, con sus ojos clavados en los míos. Ahora la que no respondía era ella, permaneciendo en silencio con su mirada sobre mí. Me empecé a incomodar, por lo que le repetí la pregunta.

-¿Te pasa algo?
-No. No me pasa nada.
-¿Entonces?
-No sé. Es que no sé qué quieres que te diga.
-Quiero que me digas por qué has hecho esto.
-¿El qué?
-Lo de venirte a vivir con nosotros, lo de estudiar en la universidad de aquí, todo.
-¿Qué piensas tú?
-Pienso que sigues obsesionada con que tú y yo... -dije de nuevo mirando hacia la puerta-. Pienso que estás obsesionada conmigo y que lo has hecho todo por joder. Pienso que sabías perfectamente lo que querías desde hace mucho tiempo a pesar de haberlo hecho todo a última hora. Creo que lo haces por joder a tu hermana también, aunque aún no sé el motivo. Y lo que pasó ayer durante la comida en tu casa me lo confirma. Esa sonrisilla que tenías durante todo el tiempo. Sabías lo que iba a pasar y estabas deseando verme la cara. Pienso que me quieres joder la existencia y mi relación. Y pienso que tu madre también, como si las dos estuvierais compinchadas para hundirme y separarme de Elena.

Noelia se me quedó mirando sería, relajando su cuerpo esta vez. Me miraba a ambos ojos, moviéndolos de un lado a otro, casi como si vibraran.

-Pues qué mal... -replicó.
-¿Mal?
-Sí. Porque lo que en realidad pasa es que quiero ir a esta universidad porque es a la que habéis venido todos. ¿Tan raro y malo es? Os veo a los cuatro, a ti, a mi hermana a Irene y a Mario y me da envidia. No tengo amigos y quiero formar parte de eso que tenéis.
-Ya...
-Lo digo en serio. Y lo de la sonrisilla esa que dices era porque estoy ilusionada con todo esto de verdad. Me apetece entrar a la universidad y empezar el curso. Me he estado informando sobre la carrera y a lo que me puedo dedicar cuando acabe y me gusta mucho la idea.
-Claro...
-También lo he hecho porque me daba mucho miedo irme a otro lugar. Tengo miedo de no encajar con nadie y no poder hacer amigos por mi manera de ser. Ya sabes... Tengo mucho miedo de verme sola y aquí por lo menos os tengo a vosotros. Que ya sé que lo he hecho muy mal y que no tenía que haber hecho nada de lo que hice, pero... En fin, que sé que aquí os tengo a vosotros por si al final la cosa sale mal y no puedo conectar con nadie de mi clase o de la facultad.
-Ajá...
-Se lo he dicho a mi madre también esto. Le he dicho que tenía miedo de todo eso y que así por lo menos no me sentiría tan sola y tal... Ella me ha apoyado con esto y por eso se puso así cuando dijiste que no. Por eso se puso a poner escusas baratas y hablar con esa desesperación. Yo sabía que ibas a ceder porque eres un buen chico y si no lo hacías por mí o por mi madre, sabía que lo harías por mi hermana. Matarías por ella...
-Y moriría.
-Sí, lo sé. También decía en serio eso que me ayudarás con el inglés y el francés. Sé que se te da muy bien. Bueno, si es que te dedicas a eso, jeje. Pero es que creo que podría ser algo positivo para poder relajar un poco la cosa e intentar pasar página. Aunque ya estoy viendo lo ocupado que estás con tu trabajo, pero tal vez podríamos echar una media hora de vez en cuando, así me enseñas palabrejas de esas raras que sabes tú.

Noelia me hablaba de una manera totalmente diferente a la normalmente usaba conmigo. Estaba muy confundido, creía que me estaba volviendo loco por ver a alguien cambiar tanto tan repentinamente y no sabía qué hacer.

-Para, para.
 
Capítulo 261

Noelia me miró fijamente, parando de hablar y gesticular.

-No sé a qué estás jugando, pero para.
-Javi, no estoy jugando a nada. Te lo prometo.
-Ya has hecho esto antes. Portarte como una niña buena para luego arremeter con fuerza con una de las tuyas. Creo que hasta me lo has hecho dos veces, fíjate.
-Javi, te estás equivocando.
-Ya me he equivocado contigo muchas veces y no lo voy a hacer más.
-Creo que el que está obsesionado eres tú, porque no paras de estar a la defensiva conmigo.
-¿Pero cómo quieres que esté? -dije intentando no alzar la voz por la indignación que tenía.
-Mira, todo lo que se dijo el sábado era verdad. Y te acabo de contar todo lo que pienso y siento. Esa es la verdad. Entiendo que no me creas por todo lo que ha pasado entre tú y yo, pero otra cosa no puedo hacer.
-Exactamente. No me creo nada de ti -dije levantándome para irme a mi habitación.

Me tumbé junto a Elena con cuidado para no despertarla. La tapé con la sábana porque aún estaba desnuda y no quería que cogiera frío por el aire, ni tampoco despertarla para que se vistiera. Me quedé mirándola mientras pensaba en la conversación que acababa de tener con Noelia. Hasta me notaba con el pulso acelerado por la indignación y la importancia que tenía por la manera en la que me decía que exageraba y que iba en serio con todo lo que decía, tanto en ese momento, como el sábado. Respiré hondo varías veces intentando calmarme, pero me costaba mucho dormirme. Hasta oí a Noelia ir al baño y después acostarse cerrando la puerta de su habitación. Seguía sin poder dormirme pensando en si Noelia estaba jugando de nuevo a hacerse la buena para luego salir con una de las suyas pillándome desprevenido, como ya sufrí alguna vez o como incluso le mencioné. No tenía ni idea de si la cosa iba por ahí, pero no iba a dejar que me volviera a pasar de nuevo algo así, y si tenía que estar a alerta para prevenir cualquier cosa, pues lo estaría, no me quedaba otra. Como a la hora o así, finalmente fui capaz de dormirme mientras miraba a Elena.

Para mi sorpresa, la semana transcurrió de la misma manera que aquel día, aunque sin la presencia de Yolanda para mi suerte. Me parecía genial que Elena se llevara con ella muy bien y que fuera un apoyo importante para ella, pero yo no quería ni verla después de que en dos de nuestros tres encuentros pasara algo incómodo, provocándolo ella. Así que intentaría evitar todo contacto con ella. Para ello Elena cogía mi coche cuando entraba a trabajar por la tarde, por si luego tenía que llevar a su amiga a casa hasta que le arreglaran el coche, cosa que pasó antes de que acabara la semana, yendo yo los últimos días a por ella cuando acababa.

También iba bien el tema con Noelia, porque se siguió comportando así durante toda la semana, con esa manera dulce que raramente mostraba, al menos en mi presencia. Las mañanas las dedicaba a ojear los libros que ya había recogido para que le fueran sonando algunos conceptos. También daba algunos paseos cogiendo el autobús para ir conociendo bien la ciudad, comprando de paso algunas cosas que necesitábamos por casa, como algún alimento u otro utensilio. Mientras tanto, yo me dedicaba a trabajar tranquilamente, permitiéndome hasta dejar la puerta abierta para no tener esa sensación de estar encerrado. Normalmente aparecía sobre las 12, sin llegar a molestarme prácticamente, tan solo para preguntarme si quería que hiciera algo para la comida, dentro de lo que ella sabía y podía hacer. Las tardes marchaban en la misma tónica, con mi trabajo, aunque poco trabajaba por las productivas que me eran las mañanas. Aunque las pasaba solo en casa mientras Noelia aprovechaba para bajar a la piscina mientras pudiera antes de que empezara el curso.

Por lo visto coincidía bastante con nuestra vecina Arantxa, porque alguna que otra vez las veía hablando en la calle a través de la ventana, pasándose incluso alguna vez por casa, o yendo Noelia a la suya. Lo único raro que veía era que algunos días por las noches la escuchaba murmurar en su habitación, como si hablara por teléfono. No es que me importara mucho, pero me daba que pensar, ya que según ella no tenía amigos y dudaba que fuera con Maribel con quién ya hablaba porque lo hacía durante el día, ya fuera después de comer o después de cenar, cuando Elena la llamaba para hablar con ella, por lo que estaban en constante contacto. Podría ser que hablara con Arantxa, pero al pasar tanto tiempo con ella en la piscina o por casa, ya fuera la suya o la mía, no lo veía algo probable. Tal vez había conocido a alguien cuando se iba por las mañanas para pasear, o en la facultad.

El caso era que pese a comportarse se manera tan normal para ser ella, no me fiaba por mucho que pasaran los días y por mucho que Elena estuviera encantada con la situación. Demasiadas cosas habían pasado ya para que no estuviera a la defensiva constantemente con ella. Aunque sí que hacía el esfuerzo de llevarlo con normalidad, sobre todo en presencia de Elena para que viera que no era problema mío. Solo hubo una pincelada de la Noelia que yo conocía cuando una mañana salió de la ducha tras varios minutos en ella, preguntándole yo que qué hacía tanto tiempo bajo el agua, respondiéndome ella sin cortarse un pelo que se estaba depilando, señalándose a su coño. Aunque no lo hizo como lo habría hecho normalmente. Lo hizo de manera natural y con buenas maneras, hasta pidiéndome perdón por si hacía un gasto excesivo de agua cuando se duchaba. Confuso por las maneras con las que seguía hablándome pensé en que esos cuchicheos nocturnos en su cuarto debían ser con un chico con el que se estuviera viendo, porque si no, ¿para qué se iba a depilar? Pero me extrañaba porque no veía indicios de que hubiera ninguno. Supuse que se verían por las mañanas cuando se iba y se pasaba todo el tiempo fuera. O tal vez era en la piscina. Pensé en preguntarle a Arantxa, pero lo descarté porque tampoco es que me importara lo que estuviera haciendo.

No me hizo falta preguntarle a Arantxa, aunque de algo me enteré gracias en parte a ella porque el viernes de esa semana salí un rato por la mañana, estando ya despejado de trabajo hasta la semana siguiente, y cuando llegué me las encontré en el salón. Me saludaron, devolviendo yo el saludo y yendo hacia la habitación en la que ahora trabajaba, porque pasaba de quedarme allí con ellas. Me puse a jugar en el ordenador mientras ellas estaban ahí y me entró un poco de hambre, por lo que me levanté para ir a la cocina para coger algo beber y de picar, oyéndolas hablar sobre un chico. Me dio curiosidad y me quedé escuchando un poco.

-Noelia, me he dado cuenta de una cosa.
-¿De qué?
-Pues de que alguien te mira mucho.
-¿Quién?
-Venga, no seas tonta, seguro que te has dado cuenta.
-Tienes que referirte a Juan, ¿a quién te vas a referir sino?
-Evidentemente.
-Bah, solo lo he visto dos veces.
-Pero te mira. Y mucho.
-Yo también me he dado cuenta de una cosa.
-¿Sí?
-Sí, de que tú le miras mucho a él.
-Anda... ¿Qué dices?
-Venga, no me vengas con esas. ¿Por qué me dices que Juan me mira si te gusta a ti?
-Eh...
-Venga, suéltalo.
-A ver, solo nos conocemos desde hace un par de semanas. Se cuela en nuestra piscina porque él no tiene y vive aquí al lado.
-Vale, ¿qué más?
-Joder, pues que me gusta. Mucho, además.
-Ya, si eso ya lo he visto, aunque nos hayamos conocido esta semana.
-Es que creo que estoy enamorada de él.
-¿En serio?
-Sí.
-Pues sigo sin entender por qué me lo echas encima...
-Es extraño. Mira, no soy tonta y sé que poco tengo que hacer. Lo pillé en la piscina por la noche y le pregunté qué hacía ahí. Empezamos a hablar y nada más conocerme me intentó besar.
-Bueno, eso es bueno.
-No. Demasiado rápido. No me gusta así. Además, con los días me di cuenta de que me miraba mucho el cuerpo, sobre todo las tetas. Es un poco baboso.
-No te sigo. Dices que estás enamorada de él y hablas así de él...
-A lo que voy es que el solo se fija en mi para echar un polvo. Y yo no soy de esas.
-¿Y a mí no me mira de esa manera?
-Sí, también. Pero te mira de una manera diferente. Te mira mucho a los ojos cuando tú no te fijas en él.
-Anda ya...
-Me gusta mucho, pero sé que yo no tengo nada que hacer. Por eso quiero que le vaya bien. Y si quiere estar contigo, pues por mí bien. Así que, si tú quieres con él, pues eso.
-Ah, que me estás dando como permiso.
-Bueno, no es que sea mío ni nada. Solo te digo que no tengo problema si él dice de dar el paso.
-A ver, a ver, a ver... Para el carro. Primero, me parece muy raro que digas todo eso. ¿En serio te enamoras de alguien y te rindes tan rápido?
-Bueno, yo es que soy muy tonta y enamoradiza. Ya me ha pasado varias veces, estoy acostumbrada.
-No lo entiendo.
-Da igual. A lo mejor he exagerado mucho diciendo que me he enamorado de él. Me gusta mucho, ya está.
-Bueno, eso es cosa tuya. Pero yo no voy a hacer nada. No estoy para eso.
-¿No? ¿Por qué?
-Porque no.
-¿Estás enamorada tú también?
-No.
-¿Entonces?
-No me apetece algo así y menos con alguien que no conozco. Voy a intentar centrarme en la universidad.
-Oye, vamos a ir juntas todos los días, ¿no?
-Sí. Me has caído muy bien. Lástima que no estudiemos lo mismo, pero podemos quedar para estudiar juntas y hacernos compañía.
-Claro, pero tú tienes a tu hermana y a Javi, yo con mi madre... Es que está todo el día enganchada al teléfono hablando con todo el mundo.
-Bueno, ellos no es que estén muy ilusionados con que esté aquí.
-¿Y eso?
-Nada, tonterías.
-Bueno, pues quedamos nosotras. A veces me siento sola.
-Yo también.
-¿Quieres hablarlo? Ya sabes mi historia. No tengo problema si te quieres desahogar.
-Otro día, ¿vale?
-Vale, vale. Cuando quieras.
 
Capítulo 262

Se pusieron a hablar de otras cosas y yo regresé a la habitación en la que estaba. Pese a lo que hablaron, no le di muchas vueltas a la cosa, porque me daba bastante igual todo aquello. Conocía parte de la historia de Arantxa y con eso me valía para tener la relación que teníamos de vecinos. De Noelia por desgracia conocía más de lo que quería. Solo pensé que tal vez Noelia estaba yendo en serio con esto del cambio de aires, pasando de un chico con el que aparentemente lo tenía bastante hecho, teniendo en cuenta como le gustaba un revolcón con casi cualquiera, al menos así fue conmigo, llevándome a la cama tras una pequeña charla de ¿5 minutos? Qué idiota fui dejándome llevar...

El resto de la mañana fue tan tranquila como las de los días anteriores. Arantxa se quedó hasta que me fui y regresé con Elena, con la suerte de que Yolanda ni se me acercó, despidiéndose de mi chica en la puerta, yéndose por otro camino después de saludarme con la mano. Elena estaba especialmente contenta y si bien es verdad que no había motivo para pensar sobre ello, sí que destacaba al ser el último día de trabajo de la semana. Comimos con tranquilidad, aunque notaba a Elena agitada. Tanto, que le pregunté qué le pasaba. Ella me respondió que no lo pasaba nada, acompañando la respuesta de una risita. Cuando acabamos de comer nos sentamos los tres en el sofá, mirando la tele, con Elena muy abrazada a mí. Llegó la hora de que entrara a trabajar y la llevé allí, dándome ella varios besos antes de bajarse. La notaba muy cariñosa.

-Elena, ¿qué te pasa?
-Nada, ¿qué me va a pasar?
-Te veo muy cariñosa y motivada.
-Es que estoy muy contenta con cómo nos va. Creía que mi hermana iba a poner muchas trabas, pero, todo lo contrario. Estoy muy feliz.
-Vale, es que los viernes sueles estar hecha polvo, pero es que hoy estás que no paras.
-Mmm, no sé. ¿Te apetece esta noche que bajemos a la piscina y cenamos ahí?
-Venga. Me parece bien.
-Díselo a mi hermana si eso.
-Eh... Vale.
-Prepara unos sandwiches y unos refrescos fresquitos, anda.
-Cuenta con ello.
-Qué ganitas...
-¿Sí? Llevamos unos días ya sin...
-No, jijijiji. No lo decía por eso. Con mi hermana me da un poquito de corte. Pero te prometo que este finde vamos a estar muy pegaditos.
-¿Sí?
-Te lo prometo.

Elena me dio un beso tremendo y salió del coche entre risitas. Yo le di un azote en el culo y ella se giró con cara de sorpresa, aunque la cambió a una de vicio, mordiéndose el labio y riéndose de nuevo. Se fue, entrando al edificio mientras se despedía de mí con su mano y una gran sonrisa en su cara. Me fui a casa de muy buen humor pensando en ese rato que íbamos a echar en la piscina y en el fin de semana que se venía, aunque para eso tendríamos que estar solos en casa y para ello tenía pensado decirle a Noelia que se fuera a casa para que nos dejara intimidad. En principio no debería haber problema con ese comportamiento que llevaba teniendo desde que vino a casa, pero con ella nunca se sabía.

Al llegar a casa, aparqué en la misma puerta y entré. Fui hacia el baño para aliviarme, mirando en el salón sin ver que Noelia estuviera ahí. Una vez acabé la busqué por casa, pero no la vi, por lo que le mandé un whatsapp preguntándole donde estaba. Para mi sorpresa, sonó cerca y entonces me preguntó desde el salón. Me pareció raro porque no la vi, pero de todas formas fui. Entré al salón y seguía sin verla, aunque me preguntó qué quería cuando me oyó entrar. Me acerqué más y vi que estaba tumbada en el sofá hecha un ovillo, sin poder verla desde la entrada por estar de esa manera. Me quedé un poco extrañado por verla así, tumbada de esa manera y con la tele apagada.

-¿Qué haces así? ¿Qué te pasa?
-Es que me ha bajado la regla y me duele mucho.
-Pero si antes comiendo no estabas así.
-Sí, bueno... Es que a veces me pasa esto. Ya sabía que me iba a bajar, pero hay veces que me pongo muy mala y está vez ha tocado una de esas.
-¿Quieres una pastilla o necesitas algo?
-No. Ya me he tomado una, pero muchas gracias por preocuparte.

Me quedé unos segundos mirándola y me senté en el sofá para contarle lo que íbamos a hacer Elena y yo por la noche y lo de que nos dejara el fin de semana solos. Ella al ver que me sentaba, estiró sus piernas para poner sus pies sobre mis piernas. Lo hizo con naturalidad mientras parecía agarrarse la barriga, estando de lado y con sus ojos cerrados. No estaba muy cómodo, pero tampoco le di mucha importancia por ver que realmente estaba mala.

-Noelia, esta noche tu hermana y yo vamos a bajar a la piscina y cenaremos allí. ¿Vas a querer venirte tú?
-No sé. A ver si se me pasa un poco con la pastilla. Pero seguramente sí, porque me suele funcionar. Gracias por acordarte de mí.

No dije nada porque la veía tan decaída por su estado que me daba pena decirle que se lo había dicho porque me lo comentó su hermana. Y esa era la cosa. Ahora de repente me daba pena. La veía así tan poco ella, con esa voz dulce muy parecía a la de su hermana y con su mal estado que me ablandada.

-Bueno, te dejo descansar. Si necesitas algo o te pones peor dímelo y vamos al médico o algo...
-Vale. Gracias.

El resto de la tarde pasó con normalidad. Yo me fui a la habitación en la que trabajaba para jugar a algo en el ordenador mientras Noelia se quedaba en el salón tumbada y descansando. Pensé en avisar a Elena de que su hermana estaba mala, pero no hizo falta porque a media tarde apareció diciéndome que estaba mejor. Poco antes de ir a por Elena preparé unos sandwiches y unos refrescos, dejándolos en la nevera. Fui a por ella sin encontrarme a Yolanda para mi suerte y volvimos a casa, contándole por el camino a Elena lo ocurrido con su hermana. Me dijo que era normal, sin llegar a preocuparse mucho porque conocía a su hermana y sabía que le ocurría eso. También pensé en que se me olvidó decirle a Noelia que nos dejara el finde solos yéndose a casa para tener espacio para nosotros, así que tocaría decírselo junto a Elena.

Llegamos y Elena fue derecha a ver cómo estaba Noelia. Ésta parecía está mucho mejor porque estaba sentada en lugar de tumbada y se le notaba hasta en la cara. Elena y yo fuimos a nuestra habitación para cambiarnos y ponernos nuestros bañadores, ya que teníamos pensado darnos un baño, mientras que Noelia se quedó en el salón esperándonos sin cambiarse, porque ella no tenía pensado meterse en el agua conforme estaba. Evidentemente, Elena y yo nos tuvimos que desnudar para cambiarnos. La veía de espaldas con su perfecto cuerpo, ese culo redondo y respingón, con esas marcas del moreno tan sexy que me puse cachondo. Me acerqué a ella y la abracé por la espalda, restregando mi polla morcillona contra su cuerpo. Elena se reía de manera encantadora, dándose la vuelta para abrazarme, dándome varios besitos por el pecho, pasando a agarrármela para pajearme un poco, aunque sin llegar a hacer mucho más. Nos mirábamos a los ojos y ella se puso de puntillas para darme un beso. Después se apartó de mí para seguir cambiándose. Estaba deseando que llegara el día siguiente para follar con ella y sobre todo después de ese momento. Me vestí rápido y me senté en la cama para esperarla, con una erección bastante marcada. Cuando acabó, se puso frente a mí, quedando ambos a la misma altura. Pasó sus brazos por mi cuello para darme un beso que recibí con muchas ganas, cogiéndola del culo. De nuevo Elena reía, pero apartaba mis manos de su culo.

-Mañana, cariño, mañana.
-Pero es que yo quiero ahora...
-Pues vas a tener que esperar. Ya verás lo especial que va a ser.
-¿Me has preparado algo?
-Más o menos.
-Joder, qué ganas...
-Si ya queda nada. Anda, sé un buen chico y aguanta, ¿vale?
-Vale.

Salimos de la habitación, teniendo yo que ir al baño a echarme agua fría para que se me bajara el asunto. Volví con ellas y ya estaban listas para bajar a la piscina, por lo que nos fuimos, recorriendo ese camino hasta que llegamos. No había nadie, por lo que podríamos estar a gusto, aunque me hubiera gustado más que hubiéramos estado solos de verdad, pero no podía ser. Nos sentamos a cenar en las toallas que pusimos y echamos un rato bastante tranquilo mientras Elena nos contaba su día. Durante la cena y la charla me percaté de que había alguien por una zona que estaba rodeada por un muro, como si asomara la cabeza. Me empecé a mosquear, pero recordé la charla de Noelia con Arantxa y supuse que era aquel chico del que hablaban. Supuse que se quería bañar y que no entraba porque estábamos nosotros. Pero claro, eso era lo que yo pensaba, que no significa que fuera así, por lo que el mosqueo no se me iba por si pudiera ser otro. Elena se dio cuenta también al verme mirar tanto para allá. Se asustó un poco y se agarró a mi brazo con fuerza, Noelia fue la que nos tranquilizó, corroborando mi pensamiento de quién era.

A los pocos minutos apareció Arantxa, acercándose a saludarnos. Noelia le dijo que el tal Juan andaba por ahí y que seguramente la estaría esperando. Ella se puso un poco roja y dijo que no nos preocupáramos, que era un buen chico. Se fue, dejándonos a los tres allí y vimos como el chico saltaba el muro para irse con Arantxa a otra zona desde donde los podíamos ver. Nosotros seguimos a lo nuestro y Elena me sorprendió diciendo:

-Noelia, ve con ellos si quieres. Parece que los conoces. Me alegra que hayas hecho amigos.
-Eh... Vale. Sí, imagino que también queréis estar solos.
-Espera.
-¿Sí?
-Noelia... Mmm... Este fin de semana vamos a estar Javi y yo fuera. Hacemos 6 meses y queremos celebrarlo -dijo mirándome mientras yo mostraba sorpresa-. Y bueno, pues te quería preguntar qué ibas a hacer tú. ¿Te vas a quedar aquí, o te vas a ir a casa? Tienes llaves y eso.
-Mmm, no sé. Creo que lo mejor es que me vaya a casa y luego vuelvo el domingo por la noche o el lunes. Estoy mala y no me gusta estar así sola. Me voy con mamá y la abuela y así estoy un poco con ellas y aprovecho antes de que empiece el curso.
-Me parece bien. Mira, como mamá no puede venir, mañana te llevamos temprano, aunque no nos pille mucho de camino. Y el lunes va Javi a por ti por la mañana.
-Vale, como quieras. Yo no quiero ser una molestia y él tiene que trabajar...
-No pasa nada. Anda, vete con tus amigos.
-Vale. Y felicidades por los 6 meses.

Noelia se levantó y se fue con ellos, dejándonos solos. Elena la miraba con una sonrisa en su boca, mostrando hasta cierto orgullo en su mirada.
 
Capítulo 263

-¿Qué es eso de que vamos a estar fuera?
-Pues una sorpresita que he preparado, mi amor. Pero ya de sorpresa poco. ¡Feliz aniversario! Ya hacemos 6 meses. Espero que sean muchísimos más.

Elena se puso de rodillas y me dio un fuerte abrazo, seguido de un beso.

-Lo siento, se me había pasado. No había caído.
-No pasa nada, jajaja. Bastantes detalles has tenido conmigo. Anda, déjame alguno a mí, ¿no? Jajajaja.
-Jajajaja, ya, ya. Pero me da un poco de cosa que se me haya pasado...
-Bah, no pasa nada. Lo importante es lo que nos queremos y el finde que nos vamos a pegar.
-A ver, cuéntame.
-Nooooo, mañana lo ves.
-Vale, como quieras.

Le di otro beso y nos quedamos mirándonos.

-Medio año ya.
-Pues sí. No esperaba para nada salir de una relación como la que tuve y meterme en otra que saliera bien de verdad.
-Y yo no esperaba que una chica me pudiera gustar tanto.
-Cada vez que me acuerdo del momento en el que nos dijimos lo que sentíamos y veo cómo nos va me pongo ñoña.
-¿Sí? ¿Y cuántas veces te ha pasado?
-Uff... Muchas. Casi todas las semanas desde entonces diría yo.
-Joder...
-¿Y tú? ¿Te acuerdas?
-Claro. Pero el momento que más recuerdo es un momento exacto después de cuando nos dijimos lo que sentíamos el uno por el otro.
-¿Sí? ¿Cuál?
-Pues ese en el que nos fuimos a dormir y te di una camiseta mía. Ese momento en el que te la pusiste y me preguntabas cómo te quedaba mientras ponías tus brazos en jarra y hacías ese gesto tuyo que sabes que me derrite.
-Jijijiji...
-Y después te dije que tenías la sonrisa más bonita que había visto en mi vida. ¿Te acuerdas?
-Pues claro. Y también me acuerdo que me dijiste lo que guapa era. Me acuerdo de todo, mi amor. Cuando me cuesta más dormirme, o cuando me agobio en el trabajo me pongo a pensar en todos los momentos que hemos vivido.

Nos empezamos a besar con mucho cariño mientras oíamos a Noelia y a sus amigos hablar de fondo. Nos acariciábamos y nos dábamos cariño dentro de lo que podíamos, porque no estábamos solos y no era plan de hacer nada delante de ellos. Nos mirábamos y besábamos a cada rato hasta que nos entró más calor y fuimos a darnos un baño. En el agua estuvimos con las mismas muestras de cariño mientras miraba de vez en cuando a los demás por si decían de meterse al agua o algo.

La verdad es que me relajé bastante al ver como de bien iba todo, hasta tenía un plan para los dos siguientes días. No sabía cómo se me había podido pasar que hacíamos 6 meses si sabía que habíamos empezado a primeros de marzo y ya estábamos a primeros de septiembre. Supuse que era por estar más pendiente de que Noelia no me la jugara, porque tenía asumido que iba a pasar. Ojalá le durara siempre ese comportamiento que estaba teniendo conmigo esos días, pero es que sabía que tarde o temprano eso se iba a acabar. Por eso estaba tan pendiente de ella. No quería que me pillara desprevenido y que luego la ostia fuera mayor. La propia Noelia fue la que me trajo de vuelta a la realidad desde mis pensamientos mientras le daba cariño a Elena besándole el cuello estando en el agua, cerca del bordillo.

-Elena, me voy a casa.
-¿Y eso?
-Me encuentro regular. Me siento hinchada.
-Vaya... ¿Tan fuerte está siendo esta vez?
-Sí... Voy a tomarme otra pastilla para poder dormir mejor. Joder, es que estoy deseando llegar para quitarme el sujetador. Tengo los pezones supersensibles y me aprieta.
-Es normal, los pechos se hinchan cuando estamos con la regla.
-Ya... Pero es que... Te las enseñaría, pero...
-No, anda. Ve y descansa. Si necesitas algo llámame y subo enseguida.
-Vale, gracias.

Noelia se fue, estando yo un poco nervioso. De repente me corté al encontrarla así tan cerca de nosotros y viendo cómo nos miraba. Me centré tanto en Elena que se me olvidó todo lo que tenía alrededor, apartando la vista de ellos hacía ya varios minutos. Noelia seguía con su extraño comportamiento, aunque sí que dejaba pinceladas suyas como la respuesta que me dio cuando le eché un poco la bronca por estar demasiado tiempo bajo en agua. Esta vez hizo referencia a sus pezones sin cortarse un pelo por su problema con el periodo. Me quedé pensativo mientras abrazaba a Elena, con ella acariciándome la espalda mientras me daba besitos por el hombro y reía dulcemente. También vi a Arantxa y a su amigo irse de la piscina, subiendo por el camino, pocos minutos después de que lo hiciera Noelia.

Pese al tiempo que había pasado desde ese jugueteo en casa y el rato que estuvimos en el agua, seguía cachondo, por lo que intenté seguir jugando aprovechando que Elena estaba tan cariñosa. Aprisioné su cuerpo contra la pared mientras cogía su culo, poniéndole el bikini como un tanga. Elena reía como si hubiera bebido un poco, pero que va, no habíamos bebido nada de alcohol. Sin embargo, se resistía y agitaba su cuerpo para evitar que yo fuera a más. Mi polla mientras tanto empezaba a ponerse más dura, pero ni con esas Elena se animaba a llegar a algo más. Opté por coger su cara para levantarla y que me mirara, empezando a besarla de manera bastante guarra, con ella soltando largos y empalagosos gemidos que hacían que me encendiera aún más, pero la cosa no pasaba de ahí.

-Elena... Sé buena chica, anda...
-Jijijiji... No.
-¿No te apetece?
-Buff... Mucho, la verdad.
-¿Entonces?
-Pues no sé... Me lo estoy pasando muy bien así.
-Te gusta jugar conmigo, ¿no?
-Pues claro, mi amor.
-Pero tú te lo pasas mejor que yo...
-Nooooo. Solo estoy calentando más la cosa.
-Ya está más que caliente. Anda, déjame que te folle un poco. No hay nadie y me da morbo.
-Mmm... No sé, no sé...
-Va, Elena... No seas mala.
-¿La tienes muy dura?
-Como para partir ladrillos.
-Jajajaja. Pero qué bruto eres...
-Es que me pones así... Es tu culpa.
-A ver...

Elena metió su mano por dentro de mí bañador y me la sacó, empezando a pajearme con fuerza. Me gustó mucho cómo empezó la cosa y estaba deseando que se abriera de piernas y me dejara metérsela, pero a los pocos segundos paró, dándome un beso y saliendo de la piscina.

-¿Esto es en serio?
-Sí, jajajaja.
-¿Por qué?
-Porque mañana nos vamos a hinchar.
-¿Pero me vas a dejar así?
-Mira, vamos a hacer un trato. Ahora no hacemos nada y mañana haces lo que quieras conmigo.
-Pfff... No me jodas, Elena...
-Venga, sal ya del agua, que es tarde y mañana tenemos que madrugar para dejar a mi hermana en mi casa y luego tenemos que ir a un sitio.
-¿A dónde?
-Ah... Ya lo verás.

Salí del agua y me sequé un poco con la toalla. Cogimos todo y nos fuimos hasta casa. Subiendo por el camino no pude evitar intentar seguir con el jugueteo.

-Va Elena, vamos a echar uno rapidito. En la ducha.
-Que no. Mañana.
-¿Pero por qué?
-Porque es parte del juego.
-Pero uno rapidito no cuenta. En la ducha o ya en la cama y así dormimos mejor.
-¿Ya no te da vergüenza estando mi hermana en casa?
-Me pueden las ganas que te tengo.
-Pues vas a tener que aguantar hasta mañana.
-Elena, estás jugando a un juego al que sabes que no puedes ganar.
-Si no hacemos nada hoy, me doy por ganadora.
-Pues mañana vas a tener que pagar el precio.
-Lo pagaré encantada -dijo abrazándose a mí, echando su cabeza contra mi cuerpo.

Llegamos a casa, viendo como Arantxa estaba a escasos metros de la puerta de su casa, aún con aquel chico. Elena me preguntó si sabía algo, pero me hice el loco. Tampoco me interesaba mucho aquello. Que le preguntara a su hermana si lo creía oportuno. Entramos a casa y fuimos directamente hacia el baño, pero antes Elena paró en la habitación de Noelia, quedándome yo en el marco. Mi chica le preguntó a su hermana cómo se encontraba. Ella le dijo que se encontraba mejor tras tomarse una pastilla. Estaba acostada de lado en la cama, pero cuando se puso a hablarle a Elena se puso boca arriba y fue imposible evitar que se me fuera la vista a sus tetas. Las notaba algo más grandes, pero sin exagerar. Y efectivamente tenía los pezones de punta y aparentemente más gorditos. Sabía de sobra que era porque estaba con la regla, pero también supuse que era por el aire acondicionado. Antes de que se pusiera boca arriba también me fijé en sus muslazos y culazo, cuyas nalgas asomaban debido a los cortos que eran sus pantalones del pijama, pudiendo ver incluso sus braguitas. Elena se sentó en la cama a su lado, hablándole con un tono muy maternal, mientras Noelia le respondía de manera similar.
 
Capítulo 264

Por primera vez desde que entré en las vidas de estas dos chicas de esta manera vi un trato cercano y muy familiar entre ambas. Y era algo muy agradable de ver, aunque me sentía extraño por estar muy acostumbrado a ver como la cosa entre ellas había ido de una manera totalmente diferente. Yo las miraba desde la puerta, pero debido a mi estado le volví a mirar las tetas a Noelia. Esos pezones eran hipnotizantes. El problema fue que me pilló mirándola de esa manera, aunque rápidamente aparté la mirada haciéndome el loco. Ellas hablaron un poco más y antes de que Elena se levantará la miré de nuevo, esta vez a los ojos, dándome cuenta de cómo me miraba ella también, aunque no lo hacía de manera extraña aun habiéndome pillado. No notaba nada raro en su expresión, simplemente me miraba de manera normal. Antes de que la cosa cambiara salí de ahí, yendo al baño para meterme en la ducha, intentando calmarme con agua fría. Funcionó y me extrañó que Elena no hubiera venido conmigo.

Una vez salí y fui a la habitación me la encontré guardando ropa de ambos en una maleta. Al parecer iba en serio con eso de que íbamos a estar fuera todo el finde, así que me quedé esperándola a que acabara. Una vez lo hizo se fue a la ducha para lavarse, momento que aproveché yo para meter alguna cosa en la maleta para jugar allá a dónde fuéramos, ya que tendría que pagar el haberme tenido así esa noche. Al rato volvió de la ducha, con el pelo húmedo aún y se acostó conmigo. Ambos caímos redondos, durmiéndonos enseguida para coger fuerzas para el finde que nos esperaba.

Muy a mi pesar, ese sábado madrugamos excesivamente en mi opinión, porque Elena ya me estaba zarandeando un poco pasadas las 8 de la mañana. Estaba con una sonrisa enorme en su cara, pasando a darme besos una vez paró de moverme. Yo la verdad, es que tenía ganas de estar un par de horas más en la cama, pero me acabé levantando porque ella me metía prisa y tenía muchísimas ganas. Nos vestimos y salimos al baño, yendo yo antes mientras ella recogía un poco. Después fue ella y salimos juntos para despertar a Noelia. Yo me quedé en la puerta mientras mi chica llamaba flojito, entrando y hablando con ella con una voz muy dulce. Noelia se levantó y de momento fue al baño para arreglarse y poder irnos. Ni desayunamos porque recién levantados no nos entraba nada.

Así que nos pusimos en marcha, yendo hacia la casa de Elena para dejar a Noelia, yendo ésta en la parte de atrás, justo detrás de su hermana. Los primeros minutos los hicimos en silencio. Tanto Noelia como yo estábamos aún con la cabeza en la cama, y no como solíamos pensar, sino por el sueño que teníamos. Elena, sin embargo, estaba hasta nerviosa, como si temblara o estuviera agitada. No sabía de donde sacaba tanta energía. Al rato de estar conduciendo mientras solo se escuchaba la radio, le pregunté a Elena que de qué iba el plan. Ella de nuevo, se mostró misteriosa, sin querer decir nada de lo que íbamos a hacer, ni siquiera de dónde íbamos. Eso sí, estaba casi exaltada, como si tuviera muchas ganas de que llegáramos. De nuevo nos quedamos en silencio, siendo así durante el resto del viaje. No se comentó nada en absoluto y era algo que no me molestaba. Prefiera eso a que Noelia empezara con alguna de las suyas, aunque no es que estuviera en esa tónica en los últimos días. Verla tan silenciosa me hizo mirar por el retrovisor para verla. Estaba echada sobre su mano, como con la mirada perdida y una expresión que no era alegre desde luego, aunque tampoco sabría cómo describirla. Supuse que se debía a su estado, ya que esta vez el periodo le había pegado fuerte y la notaba bastante jodida.

Por fin llegamos a su casa, aparcando en la misma puerta. Y ahora se venía otra, a ver cómo estaba Maribel. Noelia estaba más o menos tranquila, pero con esta mujer cualquiera sabía lo que se iba a encontrar con esos cambios de humor que tenía. A lo mejor también estaba con la regla como aquella vez en la que me lo dijo tal cual y también parecía otra, con ese comportamiento tan cariñoso y nuevo para mí. O lo mismo estaba en plan demonio y nada más entrar por la puerta se ponía a pegarnos voces y a echarnos algo en cara, como no ir más a menudo o llamarla más.

Por suerte no fue así, porque nada más entrar la pillamos por ahí y nos hizo una señal para que guardáramos silencio. Fuimos al salón, pero de nuevo nos hizo una señal para decirnos que fuéramos a la cocina. Teníamos pensado desayunar fuera, pero ya aprovechamos y lo hicimos ahí.

M: Bueno, ¿qué os trae por aquí?
E: Noelia está un poco mala y como Javi y yo nos vamos fuera hoy y mañana, pues la hemos traído para que no esté sola.
M: ¿Qué te pasa, Noelia?
N: La regla. Esta vez me ha dado fuerte y estoy fatal.
M: Ay... ¿Te has tomado algo?
E: Si, pero aun así le duele mucho.
M: Bueno, pues te quedas unos días con tu madre, que te va a cuidar.
N: Mamá, el lunes empiezan las clases.
E: ¡Ah! No nos habías dicho nada.
N: Se me habrá pasado... Estoy muy atontada entre la regla y las pastillas.
M: Bueno, pues estos dos días.
N: En realidad el lunes es como de presentación y tal. Es a las 11.
M: Bueno, pues que venga Javier el lunes a por ti y que te lleve.
J: O se podía coger un bus.

Maribel me miró de manera seca. Pareció que no le hicieron mucha gracia mis palabras.

M: ¿Tanto es pedir que vengas a por ella?
J: Bueno, teniendo en cuenta que vamos a estar fuera todo el fin de semana y que llegaremos el domingo por la noche, pues estaremos cansados. Además, son casi dos horas de viaje, cuatro si contamos la ida y la vuelta. Tendría que salir a las 6 de la mañana.
M: Tampoco es para tanto...
E: Mamá, Javi lleva razón. Que se pille un bus, anda.
M: Cómo sois...
J: O tráela tú.
M: Tengo que cuidar de mi madre, ya lo sabes.
E: Que cabezona eres, mamá...
N: Me voy en bus. Si me da igual.
M: ¿No te marearás?
N: Qué va.
E: ¿Y la abuela? -dijo ya cambiando de tema.
M: Acostada. Ya le he dado su medicación con el desayuno y se ha vuelto a dormir.
E: Vale, ahora le doy un beso.

Nos quedamos en silencio mientras terminábamos de desayunar. La verdad es que se hizo un poco incómodo y seguramente fue por ese medio encontronazo que tuvimos Maribel y yo. Tampoco creí haber dicho nada del otro mundo, pero con esta mujer cualquier palabra mal medida o ligeramente fuera de lugar era más que suficiente para ponerse a discutir. Y tampoco estaba dispuesto a ceder, bastante lo había hecho ya. Hasta me dieron ganas de picarla por habernos endosado a su hija diciéndole que la llevara ella. Para mi sorpresa, pareció tranquilizarse, porque saltó de esta manera ya casi acabando.

M: ¿Y cómo va la convivencia? -preguntó alegremente.
E: Pues muy bien.
M: ¿Sí? -preguntó mirándome.

Yo le asentí sin responder. Después Maribel miró a su hija Noelia, quien asintió de la misma manera que hice yo.

E: Sí, mamá. Se está portando muy bien.
M: ¿Y él? ¿Se porta bien también?
E: ¿A qué viene esa pregunta? Si Javi es un cielo.
M: ¿Sí, Noelia?
N: Sí, mamá. Todo va muy bien.
M: No te veo muy convencida...
N: Mamá, estoy mala. No tengo cuerpo para tus preguntitas. Te prometo que todo va perfecto.
M: Vale, hija. Te creo si me lo dices así.

De nuevo otro silencio, aunque fue breve, porque me levanté, dejando lo que habíamos usado en el fregadero, haciéndole después un gesto a Elena para que nos fuéramos. Maribel nos preguntó que a dónde íbamos. Elena le dijo que ya le contaría luego entre risas y que nos íbamos porque hacíamos 6 meses de pareja. Ella nos dio la enhorabuena por ello, diciéndonos también que tuviéramos cuidado si íbamos a hacer un viaje largo. Nos dio un abrazo muy fuerte a los dos, hasta un beso en la mejilla me dio a mí, dándole varios más a su hija. Elena fue a darle un beso a su abuela y nos fuimos. Maribel se despidió de nosotros y cerró la puerta.

Al montarnos en el coche, Elena se me adelantó, plantándose delante de mí mientras extendía su mano. Como solo ella sabía a dónde íbamos a ir, quería conducir para que la sorpresa fuese mayor. Así que le di las llaves y me monté en el asiento del copiloto. Nos pusimos en marcha, preguntándole si sabía por dónde tenía que ir. Ella me respondió que había estado mirando el camino en el móvil para saber por dónde teníamos que ir. Solo me dijo que el viaje duraría alrededor de 3 horas, por lo que aún nos quedaba un buen rato para llegar. Por el camino nos llamó Irene para ver qué hacíamos. No pareció sorprenderse por lo del plan que le explicó Elena que teníamos, felicitándolos ella de paso por nuestro aniversario, junto a Mario, quien andaba por ahí, pero que tampoco estaba muy pendiente de la conversación. Solo oíamos decir algo de fondo. Parecía que sabía con exactitud lo que Elena tenía pensado para ese fin de semana y el lugar al que íbamos a ir, porque apenas preguntó nada acerca de ello. El viaje se nos hizo más ameno, porque la llamada duró bastante mientras nos poníamos todos al día de nuestras vidas el en trabajo y demás al estar ahora más separados y vernos con menos frecuencia. El plan de nuestros amigos era ir a la piscina, aprovechando que aún hacía calor y que la piscina estaba abierta todavía, aunque ya le quedaba poco para cerrar.
 
Capítulo 265

Y en cuanto a nuestro plan, pues era bastante diferente, porque como pude ver cuando llegamos, se trataba de una zona montañosa, en la que hacía una temperatura más agradable. El plan de Elena consistía en pasar el fin de semana en una casa rural, aunque era de las buenas, bastante lujosa incluso. La casa era enorme, con muebles y decoración de madera, cosa que podía haber hecho una sauna de ese lugar de no ser porque estaba resguardada del sol por árboles enormes que la rodeaban. Cerca de ella hacia un río en el que Elena ya tenía pensado que bajáramos para darnos un baño. Había más casas como en la que nosotros íbamos a estar, pero estaban muy alejadas unas de las otras, por lo que la sensación de que estábamos solos era real. Tan real que me venía perfecto para cuando folláramos y la hiciera chillar a grito limpio. Elena me explicó que, al hacer tan buen día por ahí, tenía pensado bajar al pueblo, donde recogimos la llave de la casa, para cenar y dar un paseo por ahí para verlo, porque al parecer era bastante bonito y tenía como su zona de fiesta y hasta cine de verano, por lo que ya teníamos plan para la cena.

La verdad es que estaba encantado con ese plan. Yo, que siempre he sido más de ciudad que de campo, era algo relativamente nuevo para mí, porque aun yendo al campo alguna vez, nunca había estado en una casa rural, y menos haciendo noche ahí, por lo que le di las gracias a Elena por montar aquel plan que tan buena pinta tenía. Ella me dio un fuerte abrazo para besarme después. Nos instalamos rápidamente en la casa al pasar solo una noche ahí, sacando lo que llevábamos de la maleta para dejarla guardada. Cuando acabamos me entraron ganas, pero Elena me metió prisa para bajar al río, porque tenía muchas ganas de verlo y bañarse en él, por lo que nos pusimos los bañadores y bajamos. Por suerte Elena no vio la fusta y el vibrador que eché en la maleta, ya que los guardé bien. Mejor, así se llevaría luego la sorpresa.

Bajamos al río y nos sentamos cerca de la orilla, en unas toallas que echamos en la maleta. Como siempre, Elena sacó el bote de crema y me empezó a echar bastante por todos lados, echándose a ella después. Al igual que siempre que íbamos a la piscina o la playa, me pidió que le echara por la espalda. Yo para ello le desabroché el nudo de su bikini, riendo ella y agarrándose la parte de alante para que no se le cayera. Le animé a que hiciera topless, ya que estábamos solos y con la cantidad de maleza que había era imposible que nos viera nadie, pero no quería. Me decía que le daba vergüenza. Después de echarle bien de crema por donde ella no llegaba, nos quedamos sentados hablando un poco, disfrutando de aquel lugar tan bonito mientras picábamos algo que había preparado. Después nos dimos un baño en el que estuvimos muy apegados, con besos y cariños. Y falta hicieron, porque el agua estaba helada y necesitábamos calentarnos. De hecho, yo me acerqué a ella más de la cuenta, con ganas, pero Elena seguía con el jueguecito de evitar que hiciéramos nada. Yo me reía, pero tenía muchas ganas y ya me estaba empezando a quedar sin paciencia. Me había calentado durante el día anterior y ahora me dejaba que la tocara para darnos cariñitos, pero no me dejaba continuar cuando mi sobeteo de culo iba a más.

Saliendo del agua, yendo yo con la polla bastante morcillona, la agarré del brazo cuando se quedó en la orilla, estirando sus brazos hacia arriba. Pegó un pequeño chillido por mis formas y la llevé hasta un árbol que no estaba de manera vertical, quedaba algo ladeado. La apoyé ahí y le empecé a comer la boca con ansia. Ella reía y me acariciaba la cara y los brazos, siguiéndome el beso. Pero pronto se le fue la risa cuando eché mano a la parte de abajo de su bikini y tiré de él para dejárselo a la altura de medio muslo. Ella cogió aire de la impresión, intentando subírselo, pero yo se lo impedí, agarrando sus muñecas y llamándolas a sus espaldas, cogiéndole ambas manos con una de las mías.

-Javiiiii, ¿qué haces?
-Ya me he cansado de jueguecitos. Ahora te toca pagar lo de anoche. Y lo que me has hecho en el agua también.
-Pero aquí no... Que nos pueden ver.
-Shhh. Vamos a follar aquí y punto.
-¿No vas a cuidar de tu niñita? ¿Te da igual que la vean desnuda? -me preguntó con ojillos y una vocecilla muy dulce.
-Lo que quiero es follarte, que me duelen los huevos de tenerlos ya tan llenos.
-¿Sí? ¿Tan mala he sido?
-Mucho. Y esto es solo el principio. Ya verás esta noche...
-Pero si yo soy muy buena... Te quiero un montón.
-Y yo a ti. Pero cuando te portas mal tengo que castigarte.

Elena me miraba todo el tiempo con ojillos. A mí particularmente me gustaba mucho ese jueguecito que teníamos en el que ella era como una especie de sumisa que estaba bajo mi control. Se la notaba excitada, sobre todo por el color de sus mejillas, bastante enrojecido, imposible que fuera por el sol por la cantidad de crema que nos echamos. La cosa era que no parecía que me viera capaz de ir a más en esa situación, pero qué equivocada estaba... Llevé mis dedos hasta su coño para tocárselo. Elena reaccionó con un gritito, dando un respingo. Al ver que iba en serio se intentó soltar, pero no la dejé.

-Te he dicho que vamos a follar aquí.
-Pero... Pero es que nos pueden ver.
-¿Y?
-Que me muero de vergüenza...
-Pues es lo que hay, cariño. Si anoche te hubieras portado bien, ahora no estaríamos así.
-Pero...
-Shhh. Ya está. Silencio.

Elena me miró con ojillos de nuevo, pero también con preocupación. Sin embargo, una vez empecé a acariciarle la rajita con mis dedos, se dejó llevar. O al menos al principio mientras le hacía eso, empezando a meterle los dedos uno a uno hasta que le metí 3. Lo hacía de manera lenta para que no se estremeciera mucho y que disfrutara con esa estimulación relajada, pero luego se puso más tensa cuando apreté y lo hacía más deprisa mientras notaba como me mojaba los dedos cada vez más debido a su excitación. Cada vez gemía más, pero de golpe paró cuando saqué mis dedos de su coño para chuparlos. Me miró de la misma manera desde que habíamos empezado el juego y yo me deleitaba con el sabor de sus flujos en mi boca. Mi calentón fue a más y me puse muy burro, aunque ya lo estaba por como Elena me miraba y me hablaba con esa voz suya tan encantadora. De nuevo le empecé a meter los dedos para masturbarla a buen ritmo mientras ella intentaba reprimir sus gemidos. Y así estuvimos unos minutos hasta que me empezó a suplicar que parara.

-Si paro y te suelto, ¿te vas a portar bien?

Elena asintió con una carita que me mataba, pero yo me mantenía firme. Por lo que cuando la solté, le quité la parte de arriba del bikini para atar sus manos a su espalda. Elena me miraba sorprendida y con un poco de miedo. Realmente le daba mucha vergüenza que la pudieran ver, pero estaba seguro de que no nos iba a ver nadie, por lo que seguí con aquello. Sin esperar más seguí comiéndole la boca mientras le metía los dedos, esta vez desde atrás mientras la abrazaba. Sus palabras no paraban de decirme que parara, su manera de decirlas, sin embargo, transmitían lo contrario. Yo seguí y seguí tocándola hasta que la apoyé de nuevo en el árbol para hacer se corriera en mi mano. Ella respiraba de manera entrecortada y con ansia tras su orgasmo mientras yo la sujetaba para que no se escurriera. Una vez se recuperó, levantó su cabeza, haciendo que su pelo se moviera con aire, despejándolo de su cara, para mirarme de nuevo con esos ojillos que me ponían malísimo.

-¿Te has recuperado ya?
-Sí... -dijo bajito.
-Bien, porque vamos a seguir.
-¿Y por qué no seguimos en la casa?
-Porque no. Quiero hacerlo aquí.
-¿Pero y si viene alguien?
-Ah... No te preocupes por eso. Acaban de llegar un grupo de cuatro chicos. Están por ahí.
-¿Qué dices? -dijo con miedo.
-Pues eso. Alguno ha mirado de vez en cuando, pero no se han dado cuenta.
-Javi, vámonos. Por favor.
-Qué va. Si ahora viene lo mejor.
-No, no. Por favor. No.
-Shhh... No te sigas portando mal.

Elena echó su cara sobre mi pecho y se quedó callada. Yo, mientras tanto empecé a tocar su cuerpo, acariciando su espalda y culo de nuevo.

-Javi, de verdad. Hago lo que quieras, pero vámonos a la casa. Me muero de vergüenza.
-Buah, sabes que esto es lo peor que puedes hacer. De hecho...

Cogí a Elena y la saqué de ese lugar, poniéndonos en la orilla para que se nos viera bien. Ella, me decía que qué hacía con una voz muy aguda, hincando la cabeza en mi pecho para taparse la cara. Una vez nos quedamos quietos, seguí con ese toqueteo. Elena estaba rojísima como pude ver cuando tiré de su pelo hacia atrás para que levantara la cabeza. Le dije que se dejara llevar, pero de nuevo tapaba su cara con mi pecho. Yo de vez en cuando, le soltaba un buen azote mientras le manoseaba el culo. Ella me preguntaba si nos habían visto y yo le respondí afirmativamente, diciéndole que nos estaban mirando. Ella encogía su cuerpo y lanzaba sonidos de vergüenza, pero yo empujaba con mi cuerpo y la ponía en pompa con la ayuda de mis manos. También aprovechaba para abrirle el culo y que se le viera bien todo, lanzando ella esos sonidos de manera más alta.

-Javi, por Dios, qué vergüenza. Me muero...
-¿Sí? Si no es para tanto.
-Pfff... Qué calor...
-A ver... Sí. Tienes la cara roja.
-Va, se bueno y vámonos a la casa.
-No -dije quitándome el bañador tirándolo a dónde estaba la toalla.
-¿Qué vas a hacer?
-Te voy a follar.

Cogí a Elena en brazos y ella se acomodó abrazándome con sus piernas. Ella echó su cara sobre mi hombro, empezando a besarme el cuello. Yo hacía lo propio con el suyo, aprovechando también para coger mi polla y acariciarle el coño, el cual estaba chorreando. Rápidamente se la metí y ella lanzó un gemido agudo. Empecé a follarla tal cual estaba, subiendo y bajando su cuerpo agarrándola yo de su culo con mis manos. Pese a como se agarraba a mí con sus piernas, la postura no era la más cómoda porque no me dejaba follarla bien para metérsela y sacársela bastante. Tan solo entraba y salía un poco, por lo que decidí desatarle las manos, tirando esa parte del bikini junto a la otra y al mío, junto a las toallas. Ahora sí que podía hacerlo bien y ella me lo puso más fácil al agarrarse de mi cuello y pasando yo mis brazos por debajo de sus piernas. Nuestros cuerpos empezaron a resonar por el choque de nuestras pieles debido al rápido movimiento que controlaba por moverla con mis manos. Ella gemía cada vez de manera más alta y aguda, encogiendo su cuerpo a veces. Parecía que se avergonzaba de que nos vieran, pero no decía nada al verme tan convencido de seguir. También se veía que se dejaba llevar por el morbo y la excitación, pero decidí picarla un poco más.

-Pfff... Qué morbo me da esto... ¿Hay alguien detrás de mí?
-Mmm... No... -dijo en forma de gemido.
-Pues por aquí la cosa se está animando...
-¿Qué? -dijo de manera entrecortada por el folleteo.
-Se han acercado un poco para ver mejor. Incluso se han quitado el bañador y se están pajeando.
-¿Qué dices...? -dijo bajito, con una voz muy aguda.
-Pues que están como a 10 metros de nosotros. Hablan entre ellos. Uno tiene una buena tranca, los demás más normalitas.
-Pfff...
-El que la tiene grande se está pajeando muy fuerte. Parece que se la va a arrancar.
-Javiiiii... Por Dios...
-¡¿Os lo pasáis bien?! -grité hacia los chicos.

Elena pegó un respingo por como pegué esas voces y luego me preguntó:

-¿Qué hacen?
-Me han asentido. Y siguen pajeándose. El que la tiene grande se ha acercado más.
-No...
-¿Quieres que le diga que venga y jugamos? Te la puede meter por el culo y podíamos hacer una doble penetración.
-Pero Javi... -dijo con la voz ida por los botes que pegaba sobre mi cuerpo.
-¿No te apetece? Yo estoy muy caliente...
-No. Que no se acerque.
 
Capítulo 266

Dije eso tal cual en voz alta y seguí follándola hasta que se corrió, apretando su cuerpo contra el mío, abrazándome con mucha fuerza. Pude notar como me empapaba la zona y como sus fluidos caían por mis muslos después de pasar por mis huevos. Elena temblaba como una loca y gemía de manera extraña, con tono de pena. Paré en seco la follada y dejé que se recuperara mientras ella permanecía con su cara echada sobre mi hombro, respirando entrecortadamente. Al mismo tiempo que ella se recuperaba, yo le decía lo que hacían los chicos que había allí. Le comenté que uno ya se había corrido y que los demás estaban como esperando a que siguiéramos mientras se la meneaban despacio.

Una vez se recuperó, viendo yo como me miraba, estaba con una expresión un tanto sería y extraña, aunque con la cara roja. La bajé de mí y la puse de rodillas, aún de espaldas a ellos. Le metí la polla en la boca y se la follé un poco, recibiéndola ella con ganas. Parecía que no tenía tanta vergüenza, o que por lo menos estaba bastante excitada aún. Acabé corriéndome en poco dentro de su boca al estar yo tan cachondo por toda la situación y por estar aguantando bastante desde el día anterior incluso. Elena pareció aliviada por haber acabado, pero qué equivocada estaba. Aproveché esos minutos que le follé la boca para que descansara, levantándola para abrazarla desde uno de sus costados para meterle los dedos. Ella ya sabía lo que quería y me suplicaba que no lo hiciera, que le daba vergüenza. Moví su cuerpo para dejarlo de lado y que lo vieran los demás, pero ella agachó la cabeza, tapando su cara con su pelo y echándola contra mi cuerpo, apretando bastante. Me suplicaba sin parar que parara, que se moría de vergüenza, pero yo no podía parar, le empecé a estimular metiéndole los dedos rápidamente mientras le acariciaba el clítoris con el pulgar y en cuestión de 2 minutos se empezó a retorcer, aprovechando yo para acelerar aún más, provocando que Elena se empezara a correr a chorros mientras ella intentaba reprimir sus gemidos mordiéndome o gimiendo sin abrir la boca. Tres fuertes chorros salieron a presión de ella, haciendo que le fallaran las piernas, teniéndola que sujetar yo. Estaba tan derrotada que decidí sentarnos a ambos en el agua, poniéndola a ella sobre mis piernas. Elena se hizo un ovillo y apoyó su cabeza en mi pecho. Yo le acariciaba el cuerpo mientras ella volvía en sí, notando como le daba algún fuerte espasmo.

A los pocos minutos abrió los ojos, levantando su cara para mirarme. De nuevo, tenía una expresión seria, aunque estaba relajada, mirándome a los ojos, pasando después sus ojos por mis labios. Me empezó a acariciar el pecho, cerrando los ojos de nuevo, pero abriéndolos rápidamente.

-¿Siguen ahí? -me preguntó con su vocecilla.

Miré hacia el frente, sonriendo ligeramente.

-Javi, por Dios... Dime que no están.
-No es para tanto, Elena.
-Que me da mucha vergüenza, joder... No teníamos que haber hecho esto.
-Te podías haber apartado bajándote de mí, pero no lo has hecho.
-Va, levántate y ponte delante de mí para taparme.
-Pero si ya te lo han visto todo, jajaja.
-Pero seguro que siguen ahí dale que te pego y me da vergüenza que me vean así.
-Bah...
-Va, Javi. Levanta y vámonos.
-Es que estoy a gusto aquí...
-Que no quiero que me vean más. ¿Se han ido ya o qué?

Miré de nuevo hacia el frente, moviendo la cabeza con gesto de duda. Entonces por fin Elena levantó la cabeza para mirar por ella misma. Miró bien, girando su cabeza en dirección a todos lados, regresando su mirada de nuevo a mí con gesto de estar extrañada.

-Qué malo... Jajajaja -dijo con tono divertido.
-Jajajaja. ¿De verdad creías que iba a dejar que nos vieran y más sabiendo cómo eres y viendo cómo te has puesto?
-Sonabas muy convincente...
-Elena, pareces nueva.
-Yo qué sé... Jo... No te rías de mí, que bastante mal lo he pasado ya...
-Ay... Qué sensible eres...
-A ver, ha sido muy excitante, pero lo he pasado mal de verdad.
-Ya te dije que tendrías que pagar.
-Pues ya he pagado, ¿contento? Jajajaja.
-Bueno, sí. Pero se me ocurre alguna cosa más...
-No te vengas arriba, anda... Jajaja.
-Bueno, pero ya es más tranquilito, no te preocupes.
-Bueno, ¿me puedo fiar de ti?
-Has visto que sí. En realidad, aquí no había nadie.
-Vale, jajaja.

Menos mal que Elena no se lo tomó a mal, porque me dio la sensación de que estaba siendo así cuando me miraba con esa expresión tan seria. Por suerte hasta se empezó a reír y no pasó nada, no nos vio nadie, ni pasó nada extraño. Después de un rato de besos y cariñitos en ese mismo sitio donde nos sentamos, ambos desnudos en el agua, nos levantamos y no pusimos nuestros bañadores para subir a la casa. Nos dimos una ducha juntos, con los mismos besos y caricias que habíamos tenido en el río y nos echamos en la cama un rato para descansar esas 5 horas de viaje que nos habíamos metido entre ir a su pueblo e ir a ese lugar en el que nos encontrábamos.

No llegamos a dormirnos, pero estuvimos tumbados en silencio con algún beso y tonteo que no derivó en nada más. Fuimos a comer a un bar bastante bonito con una decoración bastante rústica, muy acorde con el lugar. De hecho, era bastante similar a la casa por dentro. La comida era excelente, con esa fusión de platos antiguos, con esa manera de estilizar lo que emplataban, aunque fuera comida muy de pueblo y casera. El trato también era muy bueno, ya que preguntamos sobre algún sitio al que ir cuando anocheciera y se pudiera estar en la calle. La gente de por allí nos indicó varios sitios a los que ir, aunque nos hicieron hincapié en el cine de verano, por lo que pensamos en acercarnos. También nos dijeron de ir a ver algún lugar de interés, pero que lo hiciéramos dando un paseo, que era como mejor se disfrutaba de un lugar como ese.

Hacía bastante calor ya en las horas en las que más picaba el sol, por lo que nos metimos en el coche rápidamente después de salir del bar. Fuimos hasta la casa, que era bastante visible por esa piedra laja grisácea, casi blanca que componía su fachada, en comparación con el verdor del monte. Nos echamos de nuevo en la cama para descansar. Y vaya que, si descansamos, porque nos echamos una siesta que nos dejó nuevos, ya despertándonos a media tarde, aunque aún hacía calor como pude comprobar al salir fuera. Decidimos quedarnos ahí hasta que empezó a atardecer.

De nuevo, ambos nos dimos una ducha, aunque por separado. Yo acabé rápido, pero Elena, sin embargo, tardó más porque quería arreglarse más, tomando un baño relajante mientras yo me quedaba en la cama mirando el móvil, aunque la cobertura no fuera la mejor. También se empezó a echar crema por todo el cuerpo para hidratarse bien mientras yo la veía desde la cama, con ese culo que me volvía loco. Después se puso unas braguitas negras, aunque no sujetador, ya que se puso uno de esos vestidos que tenía, muy bonito, el cual llevaba como una especie de sujetador incorporado. Era un vestido precioso, azul celeste, algo entalladito con una falda de vuelo que le llegaba casi a la altura de las rodillas, pero que se las dejaba al aire. También aprovechó para pintarse las uñas de las manos y de los pies de negro, poniéndose después unas sandalias con algo de plataforma y tacón, de color negro también. Se alisó el pelo, como solía cuando salíamos y se maquilló, ligeramente, como siempre. Pero qué preciosa estaba con esa ligera raya en los ojos, algo de colorete y sus labios de un rosa muy ligero. Así se lo hice yo saber, dándome ella las gracias mientras me daba un abrazo y un beso. Oler su cuerpo, con esa mezcla de su fragancia natural mezclada con las cremas que se echó y con su ligero perfume que siempre usaba, el cual era muy fresco y dulce hizo que me empezara a poner nervioso y cachondo a partes iguales. Hasta me lo notó, preguntándome con una risita muy bonita qué me pasaba.

Yo fui bastante explícito diciéndole que me ponía muy burro y más haciéndose esmerado así para salir. Ella, viendo que ya quería fiesta, me levantó de la cama y me llevó al baño para que me vistiera, ya que aún estaba en boxers. Me puse una camisa azul cielo que ella misma echó en la maleta y unas bermudas blancas, acompañando de unas zapatillas informales. Al menos respetó eso, ya que no me gustaba mucho ir en camisa, pero ella me regañó diciéndome que estaba muy guapo así y que le encantaba verme en camisa, así que tocó ceder para que la nena estuviera contenta. Mientras me vestía, la veía sentada en la cama mirando su móvil, así tan guapa que me entraban ganas de todo. Y así fue, porque me acerqué una vez acabé de peinarme y demás me senté a su lado para acariciar su suave piel mientras la besaba.

-Javiiiii... ¿Ya estás otra vez? -dijo entre risas.
-Elena, es que estás tan buena que te vas a romper. No quiero hacer otra cosa que comerte.
-Pfff... Vale, vale, cariño... Pero luego, ¿no? Vamos a cenar tranquilamente, vemos el pueblo y luego vamos al cine ese, ¿no?
-Uff... ¿Y voy a tener que aguantar todo ese tiempo?
-Pues sí. Tenemos que hacer de todo.
-Vale, pero déjame que te disfrute un poquito ahora.
-Mmm, no debería, porque te has pasado con lo del río...
-Si no ha sido para tanto...
-El mal rato lo he pasado...
-Ven aquí, anda.

Le empecé a besar muy suavemente mientras ella me recibía con mucho gusto, acariciando la mano que puse sobre su muslo. Empecé a subir por ahí hasta que llegué a su cintura y pude tocar sus braguitas con mis dedos, pero ella me frenó.

-Elena, tu castigo no ha acabado aún.
-Javi, no seas malo.
-No. Solo vamos a jugar.
-¿Qué quieres hacer? A ver...
-Pues he traído una cosita que ya hemos usado alguna vez... -dije levantándome y yendo hacia la maleta para sacar el vibrador.
-Ah... Eso. ¿Quieres hacérmelo pasar mal otra vez? -dijo riendo.
-Pero si te encanta, anda... No me dirás que no lo hemos pasado bien todas las veces que lo hemos usado...
-Sí, pero... ¿Te acuerdas de cuando nos pillaron Irene y Mario? Qué vergüenza...
-Te voy a quitar yo la vergüenza esa.
-¿Sí? ¿Cómo?
-Mejor no te lo digo, que la niña se escandaliza, jajajaja.
-Serás bruto... Jajajaja.

Me senté de nuevo junto a Elena para besarla y tocarle un poco por encima de las braguitas. Ya empezaba a notar su humedad, por lo que colé mis dedos por dentro para acariciar su rajita directamente. Ella se estremecía y suspiraba y cuando noté que estaba bastante mojada le metí los dedos de uno en uno durante unos segundos para que luego el vibrador entrara mejor. Y sí que entró mejor tras un gemido muy sensual por su parte. Lo probamos y funcionaba bien, aunque no me dejó que lo pusiera mucho ni muy alto. Estaba mandona.

Salimos de la casa y nos montamos en el coche para bajar al pueblo. Lo dejamos aparcado en un buen lugar y empezamos a dar un paseo ambos cogidos de la mano con nuestros dedos entrelazados. Dimos un buen paseo, aunque tal vez demasiado largo teniendo en cuenta que Elena no solía ir mucho con ese tipo de calzado, pese a lo preciosa que estaba vestida así, y que las calles de ese pueblo estaban bastante empedradas, cosa que le ponía más difícil aún andar a la pobre. Durante ese paseo, Elena me apretaba la mano a veces con fuerza. Yo la miraba, pero no notaba nada extraño, solo la veía mirar todo lo que nos rodeaba, parándonos en lo que más le gustaba. Poco antes de que paráramos para ir a cenar le pregunté:

-¿Estás bien?
-Sí, ¿por?
-No sé, a veces me aprietas la mano con fuerza.
-Ah. Es por... Ya sabes... Es que, aunque esté apagado me da un poco de gustito y con el roce...
-Qué guapa eres -dije al oírla decir eso viendo lo preciosa que estaba.

Para mi sorpresa, Elena se sonrojó un poco, cosa que me extrañó, precisamente por llevar ya 6 meses juntos, pero supongo que a veces unas palabras así, dichas de esa forma, en un momento como ese y en un lugar tan bonito pues hace que te puedas poner nervioso, y más si tenemos en cuenta que Elena era una chica muy sensible. No me llegó a decir nada en el momento, solo me abrazó con fuerza, apretando su cara contra mi pecho. La verdad es que me dio un poco de vergüenza porque no estábamos solos en esas calles y alguna que otra persona se nos quedó mirando, pero ella estaba feliz y eso me hacía feliz a mí también.
 
Capítulo 267

Finalmente llegamos al único restaurante que había en ese pequeño pueblo. Era de decoración bastante rústica también. Y como esperaba por verlo nada más entrar, todo fue de maravilla. La comida estaba genial, de nuevo con ese contraste entre lo moderno y lo tradicional como vimos en el bar, pero esta vez con una carta más variada. Elena estaba encantada por toda la situación y yo aproveché para jugar un poco con ella, pero sin pasarme, ya que no quería hacerla sufrir mucho por lo que hicimos en el río. Simplemente jugaba entre los niveles más bajos mientras comíamos, llegando a ponerlo un par de veces en el más alto, pero lo quitaba de ahí enseguida al saber cómo ella no podía aguantarlo y al ver como apretaba su cara con fuerza cuando lo hacía. Sin embargo, me encantaba ver como relajaba su carita una vez lo bajaba, mirando a los lados tímidamente por si alguien se hubiera podido dar cuenta.

Después de cenar dimos otro pequeño paseo y acabamos en el cine de verano que estaba situado en la plaza más grande el pueblo, aunque tampoco es que fuera muy grande. Habría alrededor de 50 personas en total, y nosotros fuimos dos de ellas, sentándonos en el fondo para ver la película. Por suerte no fue algo aburrido, ya que por lo menos se trataba de una película relativamente reciente y la calidad de imagen y sonido eran buenas para lo que había. Lo pasamos bien viendo la película mientras yo jugaba con ella de vez en cuando de nuevo con el vibrador.

Elena me miraba sonriendo, aunque mirando mis labios también. En alguna de esas veces la besé porque ya no podía más al ver lo preciosa que estaba. También le susurraba al oído cuánto la quería. Ella se estremecía y se apegaba a mí para echar su cabeza sobre mi brazo. Y así se nos pasó toda la película hasta que acabó y volvimos dando un paseo más, pero antes de llegar al coche paré en una tienda para comprar una botella de champán y hielo.

-Madre mía cómo tengo los pies... –dijo ya cuando nos montamos en el coche.
-¿Te duelen?
-Sí. Mucho. No estoy acostumbrada a estos zapatos.
-Bueno, ahora te doy un masaje.
-Uff... Me encanta. Pero ya sabes lo que pasa...
-Claro que lo sé. Pues no nos queda noche...
-¿Sí? -preguntó con su vocecilla.

No podía con ella cuando se ponía así, por lo que me lancé a comerle la boca con mucha ansia, toqueteando por todo su cuerpo. Ella también le ponía ganas, sobándome el paquete por encima de la ropa, empezando a desabrocharme los primeros botones de la camisa. Yo aproveché para coger el móvil y encender el vibrador. Elena pegó un respingo, y lazó un gemido en mi boca que me encantó. Antes de que la cosa fuera a más decidimos ir a la casa teniendo en cuenta que donde estábamos nos podía ver alguien que pasara por ahí. Llegamos a la casa a toda prisa, comiéndonos la boca un rato antes de salir de coche. Conforme entramos por la puerta seguimos con ese magreo, yendo directamente a la cama para seguir besándonos ya tumbados.

Tantas ganas nos teníamos que acabamos echando un polvo rápido en el que Elena ni siquiera se quitó el vestido. Tan solo le quité las bragas y el vibrador, el cual salió empapado por sus fluidos. Yo tan solo me bajé los pantalones y los boxers hasta medio muslo para empezar a metérsela. Casi ni preliminares hubo, aunque todos esos besos que nos dimos antes de salir del pueblo y antes de entrar a la casa en el coche hicieron su labor, pero también venía ella calentita por todo el juego con el vibrador. Su lubricación era la idónea y no podíamos esperar, así que la follé en un misionero con buenas embestidas, durando ambos bastante poco. Un polvo rápido y frenético de 5 minutos en el que no parábamos de mirarnos a los ojos, donde ella se corrió entre sus gemidos dulces y al segundo me corrí yo dentro de ella al notar su orgasmo y sus contracciones. Una vez acabamos ambos, esperaré dentro de ella a que se recuperara, dándole muchos besitos por su cara y cuello. Ella parecía encantada con ello, porque, aun estando en su mundo, tenía la noción suficiente para emitir sonidos de agrado en respuesta a mis muestras de cariño. Una vez ambos nos recuperamos, salí de ella con cuidado, aprovechando para ir al coche a por el champán y el hielo. Mientras Elena estaba en el baño limpiándose bien y terminando de desnudarse, yo fui preparando el champán en un cubo de metal que había ahí, echando el hielo y colocando la botella para que se enfriara. Parecía que esas casas eran usadas por muchas parejas, porque además del cubo, tenían copas.

Me desnudé, quedándome solo en boxers, esperando a que Elena saliera del baño y cómo mereció la pena la espera... Elena salió totalmente desnuda, con el pelo perfectamente alisado, hasta me daba la sensación de que se había pasado la plancha de nuevo. También se había cambiado el maquillaje un poco, pintándose más los ojos, con una sombra negra y los labios de un rojo muy intenso. Desnuda iba, porque solo llevaba unas medias de rejilla, de las que se ajustan a medio muslo y unos zapatos negros de tacón muy altos. No puedo decir con seguridad si me puse rojo, pero apuesto a que sí, porque sentí un calor en la cara muy fuerte al verla así. Me puso a mil ver a mi chica tan preciosa y sexy, con su perfecto cuerpo, sus marcas del bikini, su triángulo de pelo negro que tanto me gustaba y con esa pinta. Estaba espectacular.

-¿No me dices nada?
-Elena, estoy sin palabras. Estás...
-¿Cómo estoy?
-Perdona si te molesta, pero es que pareces un zorrón...

Elena lanzó una fuerte carcajada y yo me expliqué:

-... pero a buenas, no es a malas. Estás tremenda.
-¿Te gusta?
-Me encanta. Solo te he visto una vez tan pintada, pero... Joder, es que, por Dios...
-Jajajaja. Tranquilo mi amor...
-Es imposible.
-Es que como me he portado tan mal... Pues te quería dar una pequeña sorpresita...
-Ajá... -atiné a asentir como un cromañón debido al poco riego que tenía ya en la cabeza.
-Jajajaja, qué mono...
-Pfff... Elena...
-¿Podrás hacer una cosa por mí?
-Yo hago lo que tú quieras.
-Échame una foto. Quiero que Irene me vea así.
-Uff... Trae. Corre.

Le eché unas cuantas fotos a Elena en las que ella se puso a posar, poniendo una de sus manos en su cadera, otra en la que salía mordiéndose el labio, otra de espaldas con el culo en pompa, pero mirando hacia atrás... Estaba increíble y yo ya notaba hasta como palpitaba mi polla. De nuevo la iba a follar con fuerza y rapidez. En ese momento no me salía otra cosa. Dejé el móvil en la mesita y tiré de su mano para acercarla a mí. Le empecé a comer la boca de una manera salvaje, haciendo que se corriera el maquillaje de sus labios, pero es que me daba igual.

La puse boca arriba como si de una muñeca se tratara. Ella reía por mis maneras, pero poco le duró cuando se la empecé a meter. Cogió aire con fuerza, lanzando un gemido seco y alto una vez se la metí de golpe por completo. Le susurré algo que en realidad no recuerdo, aunque seguro que sería una barbaridad por cómo estaba. Ella tampoco prestaba mucha atención a eso porque estaba muy encendida también, gimiendo mientras yo se la metía dando fuertes embestidas. Seguimos así un rato, en su postura favorita en ese misionero que le permitía ver mi cara bien y tener acceso a besarme con facilidad cuando quisiera, como siempre me decía cuando me explicaba por qué era si postura preferida. Pero no solo iba a disfrutar ella de eso, porque sabía lo que a mí me gustaba y tiró de mí sin que yo lo esperara, ya que cuando estaba así solía ser muy manejable, quedándose como inerte. Pero esta vez era más consciente en ese aspecto. Me puso a mí tumbado boca arriba para empezar una buena cabalgada, empezando a botar, para luego hacerlo como más me gustaba a mí, con ese movimiento hacia delante y atrás con toda mi polla clavada en sus entrañas.

Tras una buena cabalgada con ambos aguantando más por estar recién corridos, la puse a cuatro patas para metérsela así un poco. Se oía como la cama retumbaba contra la pared por las embestidas tan criminales que le estaba dando, pero es que sus gemidos opacaban ese sonido. Elena gritaba a pleno pulmón, ninguno de los dos nos reprimíamos. Estábamos solos en el monte y nadie nos podía molestar, por lo que solo nos concentrábamos el uno en el otro. Veía como su pelo bamboleaba hacia delante y atrás por los movimientos tan bruscos y como sus carnes se movían de la misma manera. Pero llegó un punto en el que Elena se empezaba a estremecer. Ya notaba otro orgasmo suyo cerca. Y yo tampoco es que pudiera aguantar más. Pero ella se salió, gimiendo de manera extraña.

-No, no. Te quiero ver. Quiero que acabemos a la vez y quiero verte -dijo entre respiraciones muy aceleradas.

Le di un beso muy intenso y la puse boca arriba de nuevo. Me apetecía así, por lo que se la metí directamente, volviendo al misionero con esas fuertes y rápidas embestidas que le hacían gritar como si la estuvieran matando hasta que ya no pudo más y se empezó a correr. Yo aun así fui capaz de aguantar un poco más y esperé a que medio se recuperara para apretar otra vez y provocarle un nuevo orgasmo, tratando de no haberle daño al embestir con más cuidado. Elena se corrió de nuevo con gemidos muy agudos y ya no aguanté más, descargando de nuevo dentro de ella.

Esta vez tardó más en recuperarse, quedándose mirándome después de que fuera corriendo a por un rollo de papel para ponerle algo en el coño y que no ensuciara las sábanas. Me miraba con una cara preciosa, aunque tenía el maquillaje bastante corrido, los labios por besarnos y los ojos por el traqueteo en general. Aun así, estaba preciosa, diciéndoselo yo y riendo ella de una manera encantadora. Le di un beso y me pidió que le trajera sus almohadillas desmaquillantes para quitarse todo eso y despejar su cara. Mientras ella se desmaquillaba, yo le quité esos tacones que ni siquiera recordaba que llevaba puestos para masajearle los pies. En el momento en el que lo hice ella lanzó un suspiro porque sabía lo que iba a pasar, pero viendo que yo lo hacía para quitarle el dolor que llevaba más que buscando calentarla, se relajó, aunque a veces se estremecía y lanzaba algún gemido muy sensual. Cuando terminó de desmaquillarse cogió mi móvil para ver las imágenes y reír al verlas. Aprovechó para enviarle alguna a Irene. Justo en el acto llamó y Elena descolgó para hablar con ella, poniéndolo en manos libres.
 
Capítulo 268

I: Elena, ¿te quieres casar conmigo?
E: Jajajajajaja.
I: Tía... Estás para comerte. Te quiero follar hasta que te mueras de gusto.
E: Ya te has calentado, ¿no?
I: Joder... Es que hemos venido reventados de la piscina, pero yo hasta que no eche un buen polvo no me voy a dormir.
E: ¿Podrá Mario, o estará muy cansado?
I: Pues me da igual, la verdad. Quiero que me folle. Se está duchando y hasta que no me folle bien, no se va a ir a dormir. Javi seguro que ya está K.O. ¿A que sí?
J: Qué va. Pues no nos queda noche...
I: ¿Me oye?
J: Sí. Y he oído lo de casarte con mi chica.
I: Ups...
J: A ver, no soy celoso, pero no sé si Elena querrá.
E: No, no. Yo me quiero casar con mi Javi.
I: Y tu Javi solo quiere contigo también.
E: Jejeje.
I: Contadme... ¿Qué habéis hecho?
E: Pues luego te cuento. Pero ya llevamos dos polvetes.
J: Polvetes dice...
E: Vale, polvazos.
I: Si te lo noto en la voz.
J: Sí. Ha gritado bastante.
E: Claro, ahora que puedo tengo que aprovechar, jajaja.
I: Ah... Es verdad. Que ya no estáis solitos en casa...
E: Sí, tenemos que aprovechar cuando podemos, porque ya...
I: Claro. Hay que aprovechar. Oye, que estás guapísima así. Me gustaría verlo en persona...
E: Mmm... -murmuró pensativa.
I: Ya, ya. Ya sé que estáis en plan cada oveja con su pareja. Pero entendedme... No me podéis mandar esas fotos sin dejarme verlo en persona... Eso es de ser mala gente, jajajaja.
J: Es que si lo hacemos en persona te lanzas encima de ella.
I: Ya, eso sí. Jajajaja.
E: No sé. Ya veremos. A ver qué le parece a Javi.
J: Bueno, algo se podrá hacer.
I: Uff... Qué bien. ¡Mario! ¡Ven aquí, corre, que me tienes que follar muy fuerte!
E: Jajajaja.
J: Verás los vecinos.
I: Una mierda me voy a cortar yo por los vecinos. Pues sí, hombre...
E: Jajaja, estás loca.
I: Sí. Un poco. Oye, se las puedo enseñar a Mario, ¿no?
E: Sí. Si ya me ha visto todo... ¿Qué más da?
I: Le va a encantar. Mira, ya está aquí.
M: Pero, ¿qué haces así, nena?
E: ¿Cómo está?
M: En pelotas, metiéndose los dedos.
J: Jajajaja. Ésta no pierde el tiempo.
I: Mario, que se están hinchando a follar y de qué manera, que Elena está ya medio ronca. Y me ha mandado unas fotos en la que está espectacular. Esto no puede ser, ¿eh? Me vas a tener que reventar.
M: Uff... Estoy algo cansado, pero si me lo pides así... Hoy rompemos la cama.
I: Nenes, os dejo, que me van a follar. Luego hablamos.

Nos despedimos de ella entre risas y seguí con el masaje para que ella se relajara. Al rato dejé sus piernas sobre la cama y fui hasta donde estaba el champán para coger dos copas y llevarlo todo a la mesita. Abrí la botella, casi rompiendo una figura que había por ahí por el rebote del corcho y nos serví una copa a cada uno. Brindamos por los 6 meses que hacíamos y bebimos poco a poco mientras comentábamos lo ocurrido esa noche y alguna anécdota de nuestra relación, con nuestros momentos favoritos. Nos tiramos así un buen rato mientras caía media botella de champán. No bebíamos casi nada ninguno de los dos, pero estábamos solos y había que celebrarlo. Nada podía salir mal y así fue porque nos empezamos a besar estando ambos tumbados de lado.

-Elena, he echado en la maleta la fusta porque quería castigarte, pero es que así es imposible...
-Jajajajaja, ¿por qué?
-Porque te quiero muchísimo y solo te quiero hacer el amor.
-Mmm, qué bien suena eso. Pero también me tienes que reventar.
-¿Más?
-Claro, mi amor. Tenemos que aprovechar cuando podamos.
-¿Pero no estarás muy sensible?
-Bueno, si llego a estarlo demasiado te lo digo.

Nos seguimos besando durante un buen rato más, acariciando nuestros cuerpos hasta que Elena me empezó a sobar la polla para ponérmela dura. La veía con muchas ganas de seguir follando, por lo que me incorporé para ponerme de rodillas en mitad de la cama y coger sus piernas. Elena se estremeció, lanzando un suspiro, como si viera lo que estaba por venir. Efectivamente cogí sus piernas con intención de jugar con sus pies. Para ello se las acaricié, empezando a besar desde sus rodillas hasta que fui bajando hasta llegar a ellos, primero en una pierna y luego en la otra. Como siempre que lo hacía, Elena se puso roja a rabiar como podía ver por la tibia luz de la lámpara de la mesita de noche. Llegados a este punto, no sabía si se ponía así por vergüenza, o por la excitación que le entraba, pero yo imaginaba que era por ambas.

Se los besé y se los lamí, metiéndome sus dedos en mi boca. Elena se derretía, cerrando sus ojos para centrarse en lo que sentía. A mí me volvía loco verla así, por lo que muy a su pesar tuve que parar para ponerme sobre ella para empezar a metérsela. Empecé despacio, pero la cosa fue cogiendo ritmo hasta que se empezó a oír ese sonido de dos cuerpos al chocar, específicamente, cuando esos cuerpos están húmedos debido al calor, ya que pese a estar en los primeros días de septiembre, aún hacía calor. Elena cada vez me decía que le follara ms rápido. Primero entre gemidos, luego entre gemidos más altos y agudos y finalmente entre gritos. Esa noche estaba bastante irreconocible, porque estaba teniendo mucho aguante. Aunque poco le duró cuando la follé muy rápido, como ella me pidió, pero cogiendo un pie para besarlo y lamerlo, volviendo a meterme los dedos en la boca. Elena arqueó su espalda y lanzó un grito que hasta me llegó a asustar. Evidentemente se estaba corriendo, porque unos movimientos sumamente raros, con unos espasmos que hacían mover su cuerpo muy bruscamente, siguieron a esos gritos de placer.

Yo, sin embargo, pude aguantar más al haberme corrido hacía nada, por lo que esperaré a que ella volviera en sí tras esa explosión que su cuerpo había experimentado. Una vez despertó, me miró empezando a reírse de manera encantadora, pasando a murmurar cuando bajó su mirada a mi polla y la vio dura aún mientras me la estaba meneando. Se puso sobre mí para besarme el pecho y fue bajando hasta que llegó a mi polla, cogiéndola para empezar a chuparla. Lo hacía despacio, con mucho cariño, con varios besitos. Mientras tanto, yo le acariciaba la cara, viendo como se le había corrido bastante el maquillaje, aunque estaba guapísima igualmente. Ese ritmo lento inicial se transformó en uno más rápido, empezando ella a tragar cada vez más. Llegó un punto en el que le decía que me iba a correr y eso le encantaba a ella, porque pasaba su mano por mi pecho para acariciarme mientras lanzaba soniditos animándome a que lo hiciera. Finalmente me acabé corriendo en su boca dando ligeras embestidas con mi cadera hacia arriba por el placer que me estaba ocasionando. Una vez me calmé, Elena mantuvo la posición, agarrando mi glande con sus labios mientras me pajeaba muy ligeramente. Me miraba fijamente a los ojos, moviendo sus pies a la vez de arriba a abajo. Después se lo tragó mientras me guiñaba un ojo. Y siguió con ese gesto suyo que me volvía loco de sonreírme con su preciosa sonrisa mientras giraba su cabeza. Me encantó, aunque me reí un poco por verla tan diferente a como siempre me lo hacía por tener su cara emborronada con el maquillaje. Ella me preguntó qué pasaba y yo le expliqué, por lo que fue al baño para quitárselo, apareciendo también sin medias, completamente desnuda.

Seguimos hablando un poco mientras nos acabamos la botella de champán, notándosele a Elena cómo arrastraba las últimas letras de las palabras mientras reía. Qué diferente la veía a otras veces en las que bebía más de la cuenta. Hasta la veía encantadora con esas chapetas que le salieron y con esa risa tan bonita, nada que ver con lo que pasó en la semana que nos fuimos con nuestros amigos y su hermana, casi dos meses atrás.

Elena fue la que se dio cuenta de que la habíamos acabado, poniéndola boca abajo mientras reía, mirándome como si me quisiera decir que habíamos bebido bastante. Después nos empezamos a besar de nuevo, hasta que volvió a coger mi polla para pajearla. Yo, incrédulo de lo que veía, le preguntaba si quería más, respondiéndome ella de manera afirmativa. Se puso de espaldas a mí para que se la metiera por detrás, haciendo la cucharita. Así empezamos a follar de nuevo, aunque era muy lento. Ella me pedía de vez en cuando que lo hiciera más rápido, pero tampoco me quise venir a arriba. Seguí un poco más hasta que se acabó corriendo, aunque no fue un orgasmo tan bestia como el anterior. Elena se recuperaba mientras yo le besaba el hombro y la cabeza, con mi polla aún en su interior. Después se dio la vuelta para besarme y empujarme para follarme entonces ella a mí, montándome. Ya sí que le costaba seguir, por lo que en cuestión de unos breves minutos se corrió de nuevo, apretando su cuerpo, encogiéndose. Se echó hacia delante para ponerse con todo su cuerpo sobre el mío. Yo me dediqué a acariciárselo y darle besos como solía hacer en esas situaciones.
 
Capítulo 269

Esta vez sacó ella misma su polla de mí, balbuceando que jugara con su culo. Yo seguía sorprendido porque quería más, pero a mí también me apetecía, por lo que le hice caso, echándome saliva en los dedos para jugar con su culo. De nuevo empezó a gemir y como estábamos a gusto, pues estuve así durante unos minutos. Ya recuperada, me dijo que quería que se lo follara. Y así hice cuando se puso de espaldas a mí nuevamente para que se lo hiciera así. Por la postura era mucho más fácil, aunque me aseguré de dilatárselo bien con los dedos. Le entró bastante fácil y me empecé a mover con cuidado. Elena me decía que le encantaba y que siguiera así, pidiéndome que subiera el ritmo al poco. Cuando noté que estaba cerca yo, empecé a apretar más para que ella también llegara, pero eché mano a su clítoris para facilitar y acelerar su orgasmo. A los pocos segundos de empezar a estimularle de esa manera se puso a temblar, señal de que su orgasmo había llegado. Y notar como encogía y apretaba todo su cuerpo hizo que viniera el mío también, descargando dentro de su culo, aunque ya poco había que descargar después de tanto folleteo ese día.

Nos quedamos con la respiración acelerada y cogí papel que había en la mesita para limpiarla bien mientras ella terminaba de venir en sí. Estábamos sudados y hacia bastante calor, por lo que llené la bañera rápidamente con agua tibia, para darnos un baño y poder dormir más a gusto. Estuvimos un rato ahí, pero ya en silencio. Ambos estábamos cansados, y más después de todo lo que habíamos hecho. Simplemente nos limitamos a darnos caricias y besos por el cuerpo. Nos aclaramos y salimos con cuidado, porque el alcohol nos tenía algo mareados. Nos tumbamos y caímos redondos enseguida, siendo ya más de las 6 de la mañana.

Menos mal que puse la alarma del móvil viendo la hora que era, porque nos despertamos cuando sonó a la 1 la de la tarde. Lo hicimos un poco desconcertados al estar durmiendo tan profundamente y más con esa resaca que teníamos al habernos fundido una botella de champán los dos solos. De hecho, nos costó bastante desperezarnos y levantarnos. Le pregunté a Elena que cuando había que devolver las llaves de la casa y por lo visto hasta la noche podíamos estar ahí, así que no había problema. Optamos por levantarnos y darnos una ducha para bajar a comer al pueblo como hicimos el día anterior. Yo estaba perfecto sin contar la ligera resaca que tenía, pero Elena sí que tenía el cuerpo sensible de todo el traqueteo, tanto de la noche anterior, como de lo que pasó antes de comer en el río, con todo ese juego con el vibrador durante la cena y luego mientras veíamos la película. Tan sensible estaba que me pidió que nos ducháramos por separado para evitar acercamiento si me entraban ganas al verla desnuda. Así que me tocó esperar mientras ella se duchaba, mirando el móvil. Después de un rato salió enrollada en una toalla blanca y me dijo que ya podía pasar. Me pareció extraño, porque aún seguía desnuda, pero entré a ducharme. La cosa fue que se vistió en el dormitorio, entornando la puerta. Entró ya en ropa interior mientras yo acababa, empezando ella a echarse crema como el día anterior. Medio de broma le dije que salía, que me ponía muy burro verla así y más con ese olor tan dulce. Ella se rio y dijo que mejor no, que ese día poco podía hacer ella ya.

Al igual que el día anterior, bajamos al pueblo para comer, haciéndolo de hecho en el mismo lugar, ya que nos gustó mucho. Tras una comida lenta y agradable, cogimos el coche para regresar a la casa, ya que nos dolía la cabeza aún por lo bebido la previa noche y necesitábamos descansar. Elena, como siempre, iba preparada, por lo que en cuanto llegamos fue a la maleta para sacar unos Ibuprofenos para el dolor. Nos echamos y estuvimos descansando un rato hasta que se hizo media tarde y decidimos irnos de allí. De nuevo bajamos al pueblo a dejar las llaves y dimos un pequeño paseo, tomándonos un helado para regresar al coche e irnos a casa, porque necesitábamos descansar bien para el día siguiente, ya que tocaba trabajar y aún nos quedaba un trecho para llegar.

Llegando sobre las 10 de la noche, paré en una pizzería para que pudiéramos cenar en casa sin tener que ponernos a cocinar. Elena me lo agradeció porque la pobre estaba molida y no le apetecía nada ponerse en la cocina, además de que se tiró todo el viaje durmiendo, o era lo que apreciaba, porque iba con su carita apoyada en su mano, con los ojos cerrados. Hasta me llegó a decir que ya nos hacíamos mayores y que no teníamos el mismo aguante que en los años de universidad, pese a tener solo 24 años. Yo me reía, quitándole importancia y diciéndole que eso se arreglaba haciendo más planes así para acostumbrarnos mientras ella me miraba con una sonrisilla.

Una vez llegamos, fuimos al salón para cenar tranquilamente mientras veíamos la tele. Elena me dijo que tenía mensajes de Irene, pero que no tenía ganas de nada. La veía reventada, por lo que recogí rápidamente la mesa cuando acabamos para sentarme con ella en el sofá. Se puso muy mimosa, abrazándome y acariciándome sin parar, con muchos besos por todos lados. De repente se separó y se levantó diciendo que iba a echar la ropa que habíamos llevado a lavar. La paré diciéndole que ya me encargaba yo de eso al siguiente día, que lo que necesitaba era descansar. Me levanté y la cogí en brazos, apangando la tele, para ir nuestra habitación. Mientras íbamos por el pasillo ella me susurró que me quería muchísimo y me daba las gracias por cuidarla así. Me lo decía con una vocecilla que me costaba hasta responder, de hecho, no lo llegué a hacer, solo le di un beso cuando la dejé sobre la cama. Se quitó el vestido que se puso, quedándose solo en braguitas para dormir. Yo hice lo propio, quedándome en boxers. Nos tumbamos y ella cayó enseguida dormida. Yo estaba ya casi también abatido cuando noté como llegaba algún mensaje. Era Irene preguntándome si estaba todo bien, ya que le extrañó que Elena no le contestará. Le expliqué que estábamos muy cansados y que al día siguiente le respondería, aunque también me dijo que quería hablar conmigo, por lo que nos despedimos y al poco me dormí.

Al día siguiente Elena se levantó relativamente fácil, yendo a darse una ducha mientras yo me quedaba en la cama. No me apetecía nada levantarme y ella me volvió a despertar cuando vino a ponerse la ropa, dándome un beso antes de irse.

-Elena, espera.
-¿Sí?
-Muchas gracias por lo de este fin de semana. Se me pasó ayer por cómo vivimos.
-Qué mono te pones cuando me hablas así.
-Tú sí que eres mona.
-Te quiero -dijo acercándose para darme otro beso mientras apretaba mis mejillas con su mano.

Después se fue y me quedé durmiendo un par de horas más. Cuando me levanté puse una lavadora con todo lo que nos llevamos de ropa y me hice el desayuno. Iba a ponerme a trabajar, pero vi que tenía mensajes de Irene diciéndome de hablar cuando pudiera. Le respondí que me llamara cuando quisiera, pero pasaban los minutos y no me contestaba. Alrededor de media hora más tarde llamaron a la puerta. Yo fui a ver quién era algo extrañado, porque era sumamente raro que tuviéramos visita y resultó ser Irene.

-Hola, ¿qué haces aquí?
-Pues he venido a verte, que tenía ganas -dijo dándome un abrazo y dos besos con mucha energía.

Yo le devolví el saludo mientras veía lo guapa que iba y lo bien que olía. Era un olor muy dulce, se notaba que llevaba perfume, pero qué bien olía, muy fresco y afrutado. Respecto a su atuendo, iba con una camiseta de tirantes blanca que dejaba entrever un sujetador blanco debido al contraste del color de su piel, y más estando tan morena, con el blanco de la camiseta. Llevaba también unos shorts vaqueros bastante cortos y ajustados, de esos que dejan ver parte de las nalgas. El conjunto lo remataba una converse negras. Pese a ser un conjunto bastante sencillo, realzaba mucho su figura y su cuerpazo. También iba maquillada ligeramente, con su peinado de siempre, pero con su negra melena reluciente, acompañada de unas gafas de sol que se subió para dejarlas apoyadas en la parte superior de su cabeza.

-Ya decía yo que estabas tardando mucho en contestar.
-Sí. Es que he decidido venir a verte, porque quería hablar algo contigo en persona. Además, así te veo de paso y como Mario se ha ido unos días fuera por trabajo y lo llevan de un lado para otro, pues he cogido el coche y me he plantado aquí.
-Ah, guay.
-¿Tienes que trabajar, o nos podemos tomar un café?
-Que le den al trabajo. ¿A dónde quieres ir?
-Pues... Mira, ¿qué te parece si nos lo tomamos aquí y luego nos vamos todos por ahí a comer? Ya sabes lo poco que me gusta estar sola y es lo que me toca durante unos días.
-¿Y Sofía?
-Se ha ido con su madre unos días a casa también para estar con sus abuelos un poco.
-Bueno, por mí, perfecto.

Hice café y nos sentamos en el salón para tomárnoslo tranquilamente mientras hablábamos.

-Bueno, ¿y qué me querías decir?
-Pues te quería preguntar acerca de lo de Noelia. Ya me ha contado Elena que se ha venido a vivir con vosotros.
-Ah, eso...
-¿Va todo bien?
-Pues... La verdad es que sí.
-¿Sí? -preguntó extrañada.
-Sí. Se está portando como una persona normal y civilizada. Parece otra chica. Es que no tiene nada que ver con la Noelia que conociste en la playa.
-Precisamente era eso lo que me rondaba la cabeza.
-¿El qué?
-Pues lo que nos contaste a Mario y a mí. Eso que pasó cuando nosotros estábamos de fiesta y os fuisteis los tres al apartamento.
-Ah...
-No dejo de darle vueltas a la cabeza con eso...
-¿Sí?
-Sí. De Noelia me lo esperaba. Esa chica está muy revolucionada. Pero lo que me dijiste de Elena... No. Me preocupa. No sé a qué viene eso. No le pega para nada.
-Ya, si yo estaba igual.
-Es que no sé... No se me ocurre nada para que pudiera hacer eso.
-Yo es lo que te dije. Solo se me ocurre que haga algo así porque tiene miedo de que su hermana se vea sola por cómo es. Supongo que quiere estar con ella como antes.
-¿Cómo antes?
-Cuando Noelia era pequeña, Elena y ella eran inseparables. Se pasaban todo el día juntas jugando y tal. Y cuando Elena se tuvo que marchar a la universidad, por lo visto Noelia se puso muy triste, llorando mucho y demás. En fin, digamos que la pubertad no le ha sentado muy bien a Noelia. Elena me ha dicho varias veces que no ve a aquella Noelia por ninguna parte.
-Ah... No tenía ni idea. ¿Y Noelia cómo estaba cuando dijo de venirse aquí?
-Pues... Ya antes de que nos lo contara, la vi contenta y me daba mala espina. La madre fue la que soltó la bomba.
-¿Y qué pasó?
-Que me negué.
-¿En serio?
-Sí. Le dije que no. Que estábamos muy a gusto sin familia en casa y que queríamos seguir así. Ambos necesitamos intimidad.
-Uff... A saber cómo reaccionó Maribel...
-Pues fue un show, la verdad. Empezamos medio a discutir y tal y ya no le quedó otra que rogarme.
-Anda... ¿Y Elena?
-Elena me apoyó a mí. Pero al final cedí porque vi cómo se empezó a poner después de que Noelia le dijera si no quería que ambas estuvieran como en esos tiempos en los que estaban todo el día jugando antes de que se fuera a la universidad.
-¿En serio?
-Tal cual.
-Madre mía...
-Y pues yo ya, en fin... Cedí y en cuanto acabamos de comer se pusieron ella y la madre a hacer las maletas para que se viniera esa misma tarde.
-Vaya suegra tienes...
-A mí me lo vas a decir...
-Entonces, ¿la convivencia bien?
-Sí. No sé... Es tan raro... Ayuda en casa, ni una palabra mala, comemos tranquilamente los tres hablando de cómo nos ha ido el día, de lo que hemos hecho y tal...
-Bueno, entonces todo genial.
-Ya. Yo no bajo la guardia. Esa chica es muy suya.
-Haces bien. Pero si me dices que está en ese plan, me quedo más tranquila.
-¿Más tranquila?
-Sí. Si te digo la verdad tenía miedo de que no parara de malmeter entre vosotros y que intentara algo contigo. Se ve que le atraes, en la playa te miraba mucho.
-¿Sí?
-Sí, bastante. También miraba a Mario, pero a ti más.
-¿Crees que debo tener cuidado?
-Sí. No me fio mucho de ella. Se le ve en la mirada.
-¿Qué le ves?
-No sé, pero no me gusta. Parece mentira que sea hermana de Elena y se le parezca tanto, sobre todo en la cara...

En ese momento llamaron a la puerta y, de nuevo fui a abrir algo extrañado por no saber quién podía ser. Para mi sorpresa, era Maribel, quien por un momento me dejó un poco descolocado por ir más arreglada de lo normal. Hasta por un momento me pareció que era Elena. Iba con una blusa beige que dejaba sus brazos al aire, con unos vaqueros muy ceñidos que acababan antes de llegar a sus tobillos, con unos tacones no muy altos. También iba maquillada, siendo bastante irreconocible para mí por solo haberla visto así en la graduación de Elena.
 
Capítulo 270

-¿Maribel?
-Javier. ¿Qué tal?
-Bien. ¿Qué haces aquí?
-Pues he traído a Noelia a la universidad, ya sabes... -dijo con algo de retintín-. Y me ha estado enseñando la universidad un poco, su facultad y alguna cosa más y ya está en la presentación.
-Ah...
-Y he aprovechado para venir a hablar contigo.
-¿Hablar conmigo?
-¿Puedo pasar, o...?
-Eh, sí. Claro, pasa.

Maribel pasó hacía el salón, encontrándose con Irene de cara. Irene se levantó del sofá, yendo hacia ella para darle un fuerte abrazo y dos besos muy sonoros. Maribel también se los dio, pero de manera más comedida. Una vez se separó de ella, la miró de arriba a abajo, mirándome a mí después, entrecerrando ligeramente los ojos. Me preocupó un poco esa mirada. Fue como si me diera la sensación de que estaba pensando que Irene y yo... Poco me duró lo que estaba pensando porque Irene le preguntó qué hacía ahí.

I: ¿Qué haces aquí, Maribel? ¿A dónde vas tan guapa?
M: Eh... He llevado a mi hija a la universidad. Me la ha enseñado un poco y he venido a hablar con Javier.
I: Ah... Qué suegra más buena tienes, Javi. Viene a verte para hablar contigo. Mira lo que se preocupa por ti.
J: Eh...
M: Irene, ¿nos puedes dejar solos?

Pasaron un par de segundos, los cuales fueron incómodos por como Maribel cortó la conversación de manera tan seca y directa. Irene me miró durante un segundo, poniéndose sería, pero salió como ella solía hacer.

I: Claro, mujer. Tenéis que hablar cosas de familia y yo poco pinto aquí. Javi, luego nos vemos para comer.
J: Eh, sí. Claro.

Irene le dio dos besos a Maribel de la misma manera que hizo cuando llegó y luego me dio uno a mí en la mejilla, yendo hacia la puerta y diciéndome por el camino que la avisara cuando hubiéramos acabado para venir de nuevo. Yo la acompañé y me hizo un gesto como dándome suerte para hablar con Maribel, sonriendo. Me dijo que se iba a dar una vuelta yendo a los sitios a los que solía ir cuando estudiaba en la ciudad y se marchó. Después regresé con Maribel al salón, preguntándole si quería beber algo. Le serví un café y me senté con ella para hablar.

-¿Qué pasa, Maribel?
-Pues poca cosa. ¿Qué hacía Irene aquí?
-Nada, que Mario está fuera unos días y ha venido a verme.
-No hace tanto que no os veis, ¿no?
-Eh... Bueno, tal vez, pero así lo ha querido ella.
-Y es muy cariñosa, ¿no?
-Mmm, bueno. No sé...
-¿Vais a comer juntos?
-¿Pasa algo, Maribel? Te noto nerviosa. ¿No pensarás que Irene y yo...?
-Me parece raro que venga a verte cuando sabe que mi hija está trabajando.
-Ya, es que resulta que es también mi amiga. Vamos a ir todos a comer juntos, no solos ella y yo.
-Vale, llevas razón. Perdona, pero es que desde lo de mi marido veo cosas donde no las hay.
-Bueno... ¿Qué me querías decir?
-Ah, sí. Te quería preguntar por Noelia.
-¿Preguntarme? ¿El qué?
-Preguntarte si es verdad que la cosa va bien desde que se ha venido a vivir con vosotros.
-Eh, sí. Todo va bien.
-¿De verdad?
-Qué sí. Todo va muy bien.
-Conozco a Noelia, créeme, soy su madre. Y sé cómo puede llegar a ser.
-Maribel, todo va bien. Se está portando muy bien, ayuda en casa, charla con nosotros y sale por las mañanas a dar una vuelta para ver la ciudad y no estar aquí encerrada.
-Sí, eso me ha dicho.
-Además, se ha hecho amiga de una vecina nuestra.
-Sí, también me ha contado eso. Una tal Arantxa, ¿no?
-Así es.
-Que hablan mucho y pasan bastante tiempo juntas.
-Ajá.
-Y que han quedado en ir juntas a la universidad y para estudiar juntas y eso.
-Claro.
-Javier, ¿de verdad que Noelia está bien?
-Qué sí, Maribel. No sé qué puedo decirte para que me creas.
-Si te creo, pero es que entiéndeme. Soy su madre y estoy preocupada por ella. Lo ha pasado muy mal este verano y no quiero verla así. No se lo merece.
-Ya, si Elena estaba igual.
-¿Sí?
-Pues claro. Si es su hermana. ¿Cómo no se va a preocupar por ella? Casi que decía lo mismo que estás diciendo tú.
-Ya. Es que es normal. La situación de Noelia era muy preocupante.
-Sí, sí que lo es.
-Qué miedo me dio cuando te negaste a que viniera aquí...
-Ya...
-Menos mal que al final dijiste que sí... Es que, qué suerte de que seas tan buen chico. Te agradezco mucho lo que has hecho por Noelia y por mí, de verdad.
-Lo hice por Elena en realidad. Vi la cara que puso y...
-Ah... Pero eso es muy bonito también. Y en el fondo sé que te preocupas por nosotras dos también.

Me quedé en silencio, sin saber qué responder, porque no estaba tan seguro de que eso fuera así y porque veía raro responder afirmativamente, como si tuviera algún interés extraño que no tenía en realidad. Maribel, al ver que no decía nada, dijo:

-Bueno, me voy ya.
-¿No quieres venir a comer con nosotros?
-No, no.
-Es una pena que te hayas puesto así de guapa para encerrarte ya. Vente, a ver si te sale un novio, mujer.
-Quita, quita. Yo estoy muy a gusto ahora mismo. No necesito eso. Y tampoco me hables así, que tenemos confianza, pero no tanta...
-Sí, perdona. Es que te pareces tanto a tu hija, que...
-Pues no te confundas, que bastante tuvimos el primer día que nos conocimos. ¿O ya no te acuerdas?
-¿No quedamos en que no hablaríamos de eso más?
-Con más gente. Ahora estamos solos.
 
Capítulo 271

Me quedé un poco cortado por esas últimas palabras, llegando a quedarme sin saber qué decir, aunque pude salir del paso como pude.

-En fin... ¿Algo más?
-No. Me voy ya.

Se levantó y se puso bien la blusa para encarar la salida del salón. Yo la acompañé, yendo hacia la entrada mirando su culo, porque joder como me iba ese día. Aún me fascinaba lo similar que era a Elena. Es que tenían el mismo culo y verlo embutido en esos vaqueros, pues hizo que me tuviera que fijar en él. Ya en la puerta se giró hacia a mí para mirarme y acercarse, dándome dos besos para despedirse mientras me decía algo de pasarnos dinero para Noelia, para no tener que mantenerla nosotros. Me extrañó un poco lo de los dos besos, porque no era algo usual entre nosotros, pero como Irene la saludó así, de esa manera, despidiéndose también así, pues imaginé que lo hizo para quedar bien. También me di cuenta de que llevaba algo de perfume al darnos esos dos besos, el cual olía bastante bien. Se despidió de nuevo y se dio la vuelta para salir y marcharse.

Respiré hondo por haber pasado ese momento incómodo y avisé a Irene de que ya había ido por si quería volver. Me dijo que en un rato volvería, que estaba de compras y tal. Mientras tanto, yo me puse a trabajar porque con la tontería esa mañana iba a hacer poco. Casi pasada una hora apareció mi amiga, entrando y viniéndose conmigo a donde estaba trabajando, sentándose en un pequeño sofá que había ahí para charlar un rato mientras hacíamos hora para ir a recoger a Elena. También preparó algo de picar que ella misma compró y se sentó a mi lado para ver cómo trabajaba, ya que era la primera vez que me veía en ello. Yo le estuve explicando cómo lo hacía y a lo que me dedicaba mientras ella le prestaba bastante atención. Pese a todo el tiempo perdido con los requerimientos que tuve a lo largo de la mañana, me cundió bastante y pude hacer gran parte de lo que tenía previsto. Aunque, como esperaba, Irene soltó algún comentario en ese picoteo.

-Nene, me quiero follar a tu suegra.
-Jajajajaja. Pero qué bruta eres...
-¿Pero tú la has visto? Joder cómo ha venido... Se me ha hecho el coño agua.
-Jajajaja.
-Y cómo olía... Uff... Estoy cachonda ya. Y Mario lejos...
-Pues algo te queda conforme eres tú... Jajaja.
-Oye... -dijo dándome un manotazo-. No te cachondees, que lo voy a pasar mal.
-Coge un consolador de esos que tenéis.
-Pues no me va a quedar otra, aunque Elena dijo...
-Bueno, sí. Pero con Noelia por aquí te puedes olvidar. Y va en serio, no como en la playa, que al final algo sí que hicimos...
-Ummm... -dijo poniendo expresión de enfado, como si fuera una niña pequeña.
-Oye, tengo una pregunta.
-Dime.
-Es una curiosidad. ¿Al final habéis probado lo del vibrador en público? Aquello desembocó todo esto entre nosotros cuatro.
-Ah...
-A veces pienso en esos momentos. Y me acuerdo de que tú le dijiste a Mario de probarlo.
-Pues sí. Sí que lo hemos probado.
-¿Y qué tal?
-Pues, ¿tú qué crees?
-No sé. Como no eres normal, no sé cómo he te lo has pasado.
-Conque no soy normal, ¿no? Jejeje.
-Pues no. Eres la chica más morbosa y salida que he conocido en mi vida.
-Mmm, me gusta oír eso.
-Jajajaja, va. ¿Cómo fue?
-Muy bien. Estuvimos jugando en casa para probar y muy bien. Después fuimos a tomarnos algo con todos, como hicisteis vosotros, pues igual. Muy morboso. Mario me dijo que tenía las mejillas encendidas, porque me daba caña.
-Ah, genial entonces.
-Sí, pero la cosa no acabó ahí.
-¿No?
-No. Fuimos a casa de sus padres después y cenamos allí. Y adivina qué... Tocó cena familiar. Tíos, primos, abuelos... En fin, que como estábamos tan encendidos seguimos jugando en la cena.
-Uff...
-Cómo me dio caña el hijo de puta, jajaja... Hasta me preguntaron qué me pasaba.
-¿En serio?
-Pues ya ves. Me dijeron que si estaba muy colorada, que si me movía de manera rara y que apretaba mucho la cara.
-Ostia... Jajaja.
-Mario salió diciendo que estaba resfriada y que parecía que tenía un poco de fiebre, por eso lo de estar colorada. Se levantó y me llevó con él al baño para que me echara agua fría en la cara.
-¿Sí?
-Sí, agua fría... Lo que me echó fue un polvazo que madre mía... Me puso contra el lavabo y me la metió del tirón.
-Jajajajaja.
-Hasta recuerdo que me dijo que estaba chorreando. Me empezó a follar y yo, como estaba perrísima, pues empecé a gemir. Él me tapó la boca con fuerza y me reventó bastante. Me corrí como una loca. Me temblaba hasta el alma.
-¿Y Mario?
-Pues resulta que ya casi acabando y cuando me corrí yo, llamaron a la puerta para ver como estábamos. Mario se corrió en el acto.
-Joder... Eso es el morbo de ser pillado.
-¿Te ha pasado?
-Sí.
-¿Dónde os pasó?
-No, no. Fue en la universidad. Conocí a una chica e iba con ella a su residencia de estudiantes y pues follábamos allí. En una de esas oímos unos pasos y como intentaban abrir la puerta. De hecho, la abrieron un poco.
-¿Os pillaron?
-No sé si nos vieron, pero yo me corrí en ese momento.
-¿Dentro de ella?
-Sí, pero siempre usábamos condón.
-Pfff... Pues eso. Que Mario se corrió y salimos del aprieto como pudimos. Yo estaba muerta después de tanto jugueteo con el vibrador y ese polvazo.
-Joder...
-Y ya nos recuperamos y tal, nos pusimos bien y salimos como si no hubiera pasado nada. Ya me quité el vibrador y todo fue normal.
-Ah...
-Pero en cuanto llegamos a casa nos pusimos a follar como locos. Vaya día...
-Cómo sois.
-Si vosotros sois muy parecidos, anda...
-Bueno, un poco.
-Y volviendo a Maribel...
-¿Qué pasa con ella?
-Que no se me olvida que la has visto desnuda.
-Buah...
-Anda, cuéntame algo de eso...
-Pero si ya te conté lo que te tenía que contar...
-No. No lo hiciste. No me diste ni un detalle.
-Ireeeeene...
-Tío, me pone mucho, ¿vale? Sobre todo, después de haberla visto este verano en la piscina aquí cuando estuvimos. Que se le marcaba todo el coño, joder...
-Madre mía...
-Va, dime cómo es.
-Irene, que eso es algo muy íntimo. No me parece bien por Elena.
-Pero si no pasa nada. Yo también las respeto a las dos. ¿Por qué te crees que no me he lanzado a por ella?
-Sí... Como si se hubiera dejado...
-Mira, yo sé cómo tengo que hacerlo. Si hubiera querido, lo hubiera montado todo para irme con ella a la cama.
-¿Sí? A ver, cuéntame.
-Te lo cuento si me cuentas tú cómo es.

Me pudo la curiosidad, así que acepté.

-Va.
-Mira, hubiera cogido aquel día que la conocimos cuando fuimos con vosotros para acompañaros y ayudar para convencerla y hubiera hecho lo siguiente: la hubiera mirado intensamente.
-Eso ya lo hiciste.
-Tsss, no me interrumpas -dijo dándome un manotazo.
-Va, a ver...
-Después de mirarla así, con estos ojillos... -dijo poniendo una mirada muy intensa y bonita-. Hubiera mirado a Mario de arriba a abajo para que ella hubiera seguido mi mirada hasta él. En ese momento estoy segura al 100% que ella me hubiera mirado rápidamente después de darle un repasito a Mario. En ese momento me hubiera visto como le estaría mirando el paquete a mi chico y ella se lo hubiera mirado también. De nuevo, sus ojos vuelven a mí, pero yo seguiría mirándole el paquete a Mario, mordiéndome el labio esta vez. Y luego la miro a ella, le guiño un ojo y le hago una señal en dirección a Mario.
-¿Y...?
-Y ya está. Te digo que, con eso, la llamo cuando quiera y con este piquito de oro que tengo te digo que consigo que se vaya con Mario a la cama.
-Ya, pero el objetivo es que se vaya contigo, ¿no?
-Pues cuando estén follando, aparezco yo.
-Qué va, no creo. Si ya viste como se puso cuando dijiste que eras bi.
-Ay, Javi... Que pareces nuevo, tío... Con el morbo y con lo bien que folla Mario y lo bueno que está, es imposible que se eche atrás. Mira Elena, con lo suya que era para eso y ya ves todo lo que hemos hecho. Y eso que no se ha follado a Mario...
-Pfff... No creo.
-Me gustaría mucho hacerlo para que lo vieras, pero no. Y tampoco le voy a pedir permiso a Elena, me da corte.
-Estás loca.
-Venga, no te escaquees y cuéntame cómo es -dijo con ansia.
-Pfffff... A ver... Como ya has visto, es muy parecida a Elena.
-Ajá...
-Tiene las tetas un poco más grandes que ella. Algo caídas, pero bonitas. Con los pezones marrones, pero no oscuros y son gorditos.
-Uff...
-Y bueno, tiene un poco de barriguita.
-Pero eso es por la edad. Está muy bien.
-Sí. Y lo demás es igual que Elena.
-¿Cómo tiene el coño?
-No se lo puede ver. Tenía un matojo de pelo bastante grande y descuidado.
-¿Del mismo color que el de Elena?
-Sí.
-Joder... Qué ganas de follar, tío…

Irene se puso bastante roja, como si le hubiera dado un sofoco. Cerro sus ojos y podía notar como se le aceleraba la respiración, pero yo me puse de nuevo a trabajar para quitarme esa imagen de la cabeza y dejar de mirarla, porque uno no es de piedra e Irene estaba tremendamente buena. De hecho, tenía la polla bastante morcillona por su relato y por como describí a Maribel, recordando esos detalles de su cuerpo mientras los vislumbraba en mi cabeza.

-Javi, ¿me puedo tocar?
-No. Anda, estate quieta.
 
Capítulo 272

Irene se quedó tumbada en el sofá y media hora antes de que fuéramos a por Elena apareció Noelia, extrañándose de ver a Irene allí, aunque la saludó con dos besos y con alegría. Al final dejé de trabajar con idea de seguir por la tarde, porque veíamos a Noelia bastante entusiasmada, explicándonos como había ido, las asignaturas que habían presentado, los profesores, la cantidad tan grande de compañeros que tenía, donde abundaban más chicas que chicos y demás cosas. Ambos la escuchábamos con cierta nostalgia por recordar tiempos pasados en los que nos sentíamos de manera similar a ella. Así se nos pasó el rato que quedaba para ir a por Elena, con Noelia yendo al baño antes.

Irene se acercó a mí, agarrando mi brazo con cara de estar flipando, susurrándome que sí que la veía cambiada. Sin esperar más, nos montamos los tres en mi coche, con Irene a mi lado y Noelia detrás de ésta para ir a por Elena. Por el camino le explicamos a Noelia que se nos había ocurrido comer fuera ese día los cuatro juntos. A ella le pareció bien, sin poner ninguna pega ni rechistar en nada. Por el camino veía a Irene medio frotar sus muslos, llevando su mano a su entrepierna para rascarse o algo así, quitándola enseguida. Yo la miraba de reojo y sonreía. Llegó un momento en el que ella se dio cuenta y me dio un manotazo en el brazo riendo con fuerza.

Cuando llegamos, Irene y yo salimos del coche, esperando a que Elena saliera apoyado en él mientras que Noelia se quedaba dentro con el aire puesto. Irene y yo estuvimos hablando hasta que salió Elena, quien iba acompañada por Yolanda, como siempre. Ya se me había olvidado ese detalle con tanta charla y efectivamente como esperaba nada más verla, Yolanda se nos quedó mirando fijamente con una expresión que no me gustó ni un pelo. Elena, sin embargo, nos miraba sonriente, agitando su mano con mucha fuerza, aunque Yolanda tiró de su brazo para llamarle la atención y hablar con ella. Estuvieron unos segundos hablando mientras yo rezaba porque no viniera hacía nosotros y montara un numerito como el que montó en su casa.

-¿Qué le pasa a esa? -me preguntó Irene mientras se giraba hacía a mí.
-Eso me pregunto yo.
-Huy, huy, huy... Algo pasa aquí.

Mi expresión fue más elocuente que cualquier cosa que pudiera decir, porque Irene hizo una mueca con la boca y me dijo que tendríamos que hablar de eso. Por suerte, no le dio más tiempo a indagar haciéndome preguntas, porque Elena se acercó a nosotros para darnos un fuerte abrazo a cada uno, empezando por mí, dándome también un beso en los labios, pasando después a nuestra amiga, dándole otro abrazo fortísimo mientras ésta le susurraba las ganas que tenía de besarla en los labios y de comérsela enterita. Elena reía con mucha dulzura y se separó de ella preguntándole qué hacía ahí.

Después de montarnos en el coche para ir a un sitio para comer, Irene le explicó qué hacía ahí, diciéndole también que Maribel había estado por casa, levantando Noelia la mirada al oírla. Un poco cagada por su parte, pero pude salir del paso cuando Elena me preguntó por qué fue. Les conté que había ido porque quería dejarnos el dinero de Noelia para no tener que estar manteniéndola nosotros. No iba a decir delante de Noelia que había ido para preguntarme por ella. Tampoco era plan de hacerle pasar un rato incómodo o incluso malo y delante de Irene.

Al final llegamos al sitio sin ningún inconveniente ni nada raro. Se trataba del mismo sitio al que ya había ido con Elena a comer. Aquel sitio tan conocido por los estudiantes en el que se comía muy bien a un precio muy económico. Irene se puso muy contenta porque también iba bastante a aquel lugar, el cual no quedaba muy lejos de la universidad y le trajo muchos recuerdos entrar y comer allí. Como era de esperar, echamos un rato muy bueno por como de bien se comía allí y el buen trato que tenía el personal de allí pese a haber cambiado de generación, pero como era un negocio familiar, hacían mamado de aquello y sabían llevarlo bien. Irene le dijo a Noelia que tomara nota de ese sitio, que se iba a hinchar a venir y que tal vez podría conocer a alguien de esa manera, ya que ella conoció a Mario de una forma similar. Noelia la miraba sonriendo y asintió. Parecía otra.

Acabamos a eso de las 3 de la tarde y dijimos de ir a casa. Ya llegando, Irene nos dijo que le encantaría quedarse toda la tarde con nosotros, pero que tenía que trabajar por la tarde, así que tenía que regresar cuanto antes porque iba ya con el tiempo justo teniendo en cuenta casi las 2 horas que le quedaban para llegar a casa. Nos despedimos de ella con unos abrazos y unos besos en la mejilla y se fue, haciéndome una señal de que luego me llamaba cuando las chicas no se podían dar cuenta. Hice una mueca con la boca, pero ella me hizo otra y le asentí para que se tranquilizara.

Cuando se fue, entramos en casa y Elena y yo nos pusimos cómodos, quedándonos en pijama porque esa semana Elena no tenía que ir a trabajar por la tarde, por lo que nos echamos en el sofá, quedándonos tumbados, abrazándola yo desde atrás aprovechando que el sofá era grande y cabíamos los dos de sobra. Noelia se nos sumó al poco, sentándose en la otra parte del sofá, que tenía forma de "L". Estaba en la gloria acariciando el cuerpo de Elena, dándole algún beso en la cabeza mientras veíamos la tele con el aire puesto, aunque ya se notaba que hacía menos calor y no hacía falta ponerlo tanto. Al rato, Noelia dijo que se iba a casa de Arantxa para hablar con ella para ver cómo le había ido y contarle cómo fue su día, pensando en quedar para irse las dos juntas a clase el día siguiente.

Cuando se fue, mis caricias a Elena fueron a más, empezando a tocar su cuerpo con más intensidad, metiendo mi mano por dentro de su camiseta, acariciando su vientre y subiendo hasta sus tetas mientras ella reía dulcemente. Seguí con ese jugueteo, centrándome en sus tetas, rodeando el contorno de éstas con mis dedos, pasando después a sus pezones. Empecé a pellizcárselos ligeramente, notando como se lo iban poniendo duros y también cómo se erizaba su piel. Hasta le dio un escalofrío. Elena reía como cuando empecé a acariciarla de esa manera, apretando su culo contra mi polla empujando hacia a mí. Mi polla estaba ya durísima con el jugueteo que teníamos y por lo pasado por la mañana con Irene contándome aquello y luego fantaseando con Maribel. Una vez me di por satisfecho con sus tetas después de jugar bastante con sus pezones, apretándolos más de vez en cuando y jugando también con su piercing, bajé mi mano por su esternón y barriga hasta llegar a su pubis.

-Javiiiii... ¿Qué haces? -dijo después de dar un respingo.
-¿Tú qué crees?
-Para... -susurró-. A ver si va a venir mi herma... O peor, ella con su amiga.
-Qué va... Seguro que se quedan ahí un buen rato.
-Estate quieto, anda...
-¿Me vas a dejar así?
-¿No has tenido bastante con lo del finde?
-Ah... Es eso. Aún estás sensible.
-No. Ya estoy perfectamente.
-Ah... Pues venga, vamos a celebrarlo.
-Vale, vamos a la habitación.
-No, aquí.
-¿Por qué?
-Porque estoy muy a gusto aquí contigo y no me apetece irme a la habitación.
-Pero pueden venir y nos pueden ver.
-Que no, confía en mí.

Sin dejar que me dijera nada más tiré de su pantaloncito y de sus braguitas para dejarlo todo a medio muslo. También tiré de mi ropa, dejándola de la misma manera. Empecé a acariciar mi polla contra su coño, notando que ya estaba mojadita, pero más se mojó aun cuando empecé a hacer eso. Y tan rápido como noté eso, se la empecé a meter despacito mientras Elena murmuraba muy sensualmente. Le empecé a dar besos por el cuello, haciéndole medio cosquillas por como reía y se movía, pero yo me encargaba de corregir eso dando una ligera embestida para que Elena se concentrara en lo que estábamos haciendo. Ella paraba de reírse cuando hacía eso y una vez noté que se acostumbró a mi polla después de dejar de apretarla con su coñito, la empecé a follar de verdad.

Fueron unos 10 minutos de folleteo en esa postura, subiéndole la camiseta a Elena hasta la barbilla para poder tocarle bien las tetas con mi mano, amasando y acariciando sus pezones, además de los pellizcos que volví a repetir como cuando empezamos a jugar. Estuve controlando que Elena no se corriera, bajando el ritmo cuando notaba que lo iba a hacer, aunque me costaba muchísimo por lo encendido que estaba y el calentón que llevaba arrastrando desde la mañana. Pero qué rico era follar así a Elena. Tanto, que quería que durara lo máximo posible. El problema fue que la empezaron a llamar al móvil y de primeras no le hizo caso, pero después sí, porque lo cogió de la mesa.

-Javi, mi madre.

Qué palabras tan desafortunadas me dijo mientras yo me con entraba en follarla, porque justo en cuanto las dijo se me vino a la cabeza Maribel, en específico cómo iba aquella mañana. Se me vino a la cabeza lo guapa que iba, con ese maquillaje que era tan raro de ver en ella, aunque fuera algo ligero, como el que se solía poner Elena. Se me vino también su culazo embutido en esos vaqueros que tan bien le quedaban y hasta su olor, sin hablar de toda la conversación que tuve con Irene, donde me la imaginé siendo follada tanto por Mario, como por Irene. Desafortunadas porque justo en ese momento y después de que se me viniera todo eso como si fuera un flash, me corrí dentro de Elena de manera abundante, dando fuertes embestidas y gimiendo de manera alta, como era poco usual en mí.

Hasta que no recobré el aliento, no fui capaz de ser consciente de lo que pasaba. Abrí los ojos y miré qué pasaba. El móvil ya no sonaba y estaba sobre la mesa. Elena me acariciaba las manos, las cuales rodeaban su cuerpo, con mucho cariño, esperando a que me recuperara.

-¿Qué ha pasado?
-Que me he corrido.
-No, si eso ya lo he notado, jajajaja.
-Perdona, pero es que tenía un calentón...
-Ya, también lo he notado, jejejeje. Me gusta cuando estás así.
-Y a ti jugar conmigo para hacérmelo pasar mal...
-Un poquito, pero solo un poquito.

De nuevo, llamó la madre de Elena a su móvil y esta vez, Elena sí que lo cogió sin cortarse un pelo con mi polla aún palpitante en su coño, mientras ella la apretaba. Estuvo hablando unos breves minutos con ella, diciéndole que luego hablaban más tranquilamente, que estaba ocupada. En cuanto colgó, cogió papel del que teníamos sobre la mesa para taparse y limpiarse bien mi corrida. Yo también me limpié y cuando acabé nos volvimos a tumbar conforme estábamos. La cosa fue que Elena se puso a besarme, pero yo necesitaba descansar más para poder volver a la carga. Fue un orgasmo muy intenso y me quedé bastante extasiado, hasta mareado.

Ello no impidió que nos volviéramos a besar, estando esta vez el uno frente al otro, aun estando de lado en el sofá. Vi a Elena tan encendía que metí de nuevo mi mano por su pantaloncito y braguitas para tocarle el coño desde atrás, llegando a meterle los dedos. Después la puse boca arriba y le toqué bien, metiéndole los dedos y acariciando su clítoris. En cuestión de 2 minutos se corrió mientras le metía los dedos, aunque no muy profundamente al mismo tiempo que le acariciaba el clítoris con el pulgar. Ella se deshacía con gemidos muy dulces mientras su cuerpo daba alguna sacudida con fuerza. Me apartó la mano y se puso de lado para abrazarse contra mí, hundiendo su cabeza en mi pecho. Yo le daba besos en la cabeza y le acariciaba la espalda con cariño, ya teniendo ambos nuestras ropas bien puestas.

Y menos mal que fue así, porque en cuestión de segundos después de que Elena se corriera, se oyó la puerta de la calle abrirse, entrando Noelia y Arantxa por la puerta. Mi chica dio un respingo y se apretó más contra mí, imaginando yo que era por vergüenza. Yo, sin saber qué hacer, me limité a quedarme como estaba, abrazando a Elena. Tanto Noelia como Arantxa se quedaron un poco cortadas por vernos así y no recuerdo si fueron capaces de ver el papel arrugado que había sobre la mesa que usamos para limpiarnos, pero Noelia se dio la vuelta, agarrando de la mano a Arantxa para llevársela a su habitación, cerrando la puerta, permaneciendo ambas ahí durante el resto de la tarde. Elena se separó de mí una vez oyó la puerta de la habitación de Noelia cerrarse, mirándome a los ojos con cara un poco de susto y sus mejillas encendidas.

-Qué vergüenza... -susurró.
-No pasa nada, Elena. No han visto nada. Solo han visto a una pareja abrazándose.
-Ya, pero...
-Venga, si no ha sido para tanto. Además, a estas alturas... Que tu hermana ha visto cada cosa de nosotros...
-Ya, eso sí.
-¿Qué quería tu madre?
-Nada, lo que me has dicho. Lo del dinero, que me va a ingresar a mí lo que le vaya a ir dando para que se lo administre yo y no se le vaya la cabeza.
-Ah, me parece bien.
-Y nada, para ver cómo nos había ido el finde y tal. Pero ya le he dicho que luego la llamo.
-Vale, genial. Oye, que he dicho eso de que ha venido para hablar lo del dinero, pero también ha vendido para preguntarme por tu hermana.
-¿Sí?
-Sí, que si la veo bien, que si la convivencia está yendo bien y tal y le he dicho que sí, que todo va muy bien.
-Luego le pregunto.
-Vale.

Nos dimos un beso, de nuevo con cariño mientras los acariciábamos.

-Como me gusta que no tengas que trabajar por la tarde...
-¿Sí?
-Claro, estoy tan a gusto contigo aquí, que no me quiero mover.
-Y después de lo que hemos hecho, menos... Jajaja.
-Pues sí, jajaja.
-¿Y tú? ¿No tienes que trabajar?
-Pues debería, pero no me apetece una mierda. Me voy a quedar aquí contigo toda la tarde. Mañana me pongo las pilas.
-Qué bien.

El resto de la tarde nos quedamos tumbados en el sofá, aunque ya de una manera más normal, estando yo centrado y ella echada de lado sobre mí. Sobre las 8 de la tarde salieron Noelia y Arantxa de donde estaban, despidiéndose nuestra vecina de nosotros. Noelia se sentó a nuestro lado para ver la tele con nosotros mientras nos explicaba lo que había hablado con Arantxa para ir a la universidad al día siguiente. Mientras nos hablaba recibí un mensaje de Irene preguntándome acerca de la amiga de Elena. Le dije que no podía hablar porque estaba con las dos en el salón y ella me dijo que se pasaba al día siguiente por casa por la mañana para hablarlo conmigo. Le dije que imposible, que tenía que trabajar porque ese día no había hecho al final lo que tenía en mente y no quería dejarlo atrasado. Ella me dijo que o hablábamos ahora, o se pasaba mañana por casa.
 
Capítulo 273

J: ¿Os apetece una pizza?
E: Por mí, sí.
N: Mmm, venga, va.

Me levanté del sofá para salir del salón, con intención de ir a vestirme e ir a la pizzería, así tendría algo de intimidad para hablar con Irene acerca de Yolanda, pero Elena me detuvo.

E: ¿A dónde vas? ¿No la pedimos por teléfono?
J: Es que hay una oferta, pero tienes que ir a recogerla y tal, así que me acerco. Pensad de qué la queréis en lo que me visto.

Ambas se pusieron a hablar de qué querían la pizza mientras yo iba a vestirme. Bien, así podía hablar con Irene por el camino tranquilamente. Fui al salón, diciéndome Elena en lo que habían quedado y me monté en el coche para ir a la pizzería, llamando a Irene por el camino, poniéndolo en manos libres.

-¿Ya?
-Sí, ya estoy solo. Ya podemos hablar.
-Vale. ¿Qué pasa con la chica esa?
-¿No te ha hablado Elena de ella?
-Pues no.
-¿En serio?
-No sé ni cómo se llama, para que te hagas una idea.
-Qué raro...
-Va, cuéntame.
-Pues es una amiga suya, una compañera de trabajo.
-Ah... ¿Y qué pasa? ¿A qué han venido esas miradas?
-Pues que la chica es... No sé. No sé qué le pasa.
-¿Por qué? A ver, dime qué ha pasado.

Entonces le expliqué a Irene como la conocí y como me la describía Elena de primeras, pareciéndome una chica muy agradable y simpática, pero también le expliqué cómo mi percepción de ella cambió en ese desencuentro que tuvimos en su casa, después de explicarle también lo que me encontré cuando fui al baño mientras mi amiga reía. Esa risa se le empezó a ir una vez le conté cómo se puso, con esa clase de puyitas con el retintín con el que preguntaba y sacaba algún tema. Irene no paraba de decir "madre mía", o "¿en serio?" mientras yo le relataba la noche que me dio la amiguita de Elena.

-¿Y por qué crees que actúa así?
-No tengo ni idea.
-A ver... Yo creo que Elena le ha contado toda su vida y todo lo que le ha pasado contigo. Si no, no entiendo a qué viene ponerse así.
-Ya, eso es lo que yo imagino.
-No tengo ni idea de qué le habrá contado y cómo lo habrá hecho, pero está claro que le ha contado los problemas que habéis tenido para que reaccione así.
-Mira, estoy seguro de que le ha contado esto último que ha pasado con el tema de Ángela. Pero segurísimo, vaya.
-¿Eso crees?
-Sí, porque me dijo que lo habló contigo y con ella. A saber qué cojones le habrá dicho.
-¿Has notado a Elena diferente en ese aspecto?
-Para nada. De hecho, vino del trabajo de muy buen humor y todo se solucionó.
-Bueno, entonces no sería para tanto.
-Ya, pero no me sentó muy bien el que se metiera así en esos temas y más de la forma en la que lo hizo.
-Bueno, Javi... Es su amiga, es normal que pregunte sobre esos temas. Lo de preguntarlo de esa forma, pues sí, diría que llevas razón. Si no le has hecho nada y el trato con ella siempre ha sido bueno, no debería hablarte así.
-Pero es que la cosa no acaba ahí.
-¿No?
-Pues no. Resulta que cuando Noelia se vino a vivir con nosotros, el primer día fui a por Elena y resultó que no tenía como volver porque se le había roto el coche.
-Ajá.
-Pues volvimos los tres en mi coche y Elena me pidió ya casi pasando por nuestra casa que la dejara para que fuera haciendo la comida mientras yo acercaba a Yolanda.
-Vale.
-Y ya habiendo dejado a Elena me empieza a decir que si teníamos una nueva inquilina.
-Noelia, ¿no?
-Claro.
-¿Y qué más?
-Que si le enseñó una foto de ella y que si se parecían mucho. Que la veía como Elena, pero morena y con el pelo más largo. Que a ver si me iba a equivocar y le iba a dar un beso a quien no debía, u otra cosa...
-¿Pero qué dices?
-Lo que oyes.
-Pero bueno, ¿y esta chica?
-Le pregunté que si me quería decir algo, que entre eso y lo de su casa, lo que te acabo de decir, que notaba algo raro.
-¿Y bien?
-Pues me pidió que llevara cuidado con ella. Que sería una pena que le volviera a pasar lo ocurrido con su ex y más teniendo en cuenta lo de sus padres también. Diciéndome además que Maribel sí que se parecía más a Elena, incluso más que Noelia.
-Me dejas un poco flipada. No porque se preocupe, sino por las formas. Muy subidita esta chica.
-A mí me lo vas a decir...
-Veo totalmente normal que se preocupe por Elena, porque parece que es su amiga. Bastante cercana por lo que veo y es obvio que quiere lo mejor para ella y bueno, pues esta chica la quiere proteger, pero meterse así de esa manera lo veo un poco...
-Sí, si yo lo veo igual.
-Bueno, pues ya está. Ya me he quitado la duda. ¿Qué vas a hacer?
-Evitarla todo lo que pueda. No me cae bien.
-Lo entiendo. Pero, ¿y si Elena quiere que hagáis otro plan con ellos?
-Pues pasar por el aro. Por ella lo haría, pero cuanto más lejos, mejor. Y eso que su novio me cae bien.
-Pues a ver si tienes suerte.
-Vale, gracias. Oye, te dejo, que voy a recoger la cena.
-Vale, luego hablamos. Besos.

Me bajé del coche y recogí las pizzas, que me hicieron de momento para llevarla a casa y que pudiéramos cenar todos. Mientras esperaba a que la hicieran, vi que tenía mensajes de la misma Yolanda preguntándome acerca de la amiguita con la que me había visto al salir del trabajo. Ni le respondí. Esa chica me tenía hasta los cojones y solo había cruzado cuatro palabras con ella. Lo que sí hice fue hacerle un pantallazo para mandárselo a Irene. Ésta me respondió con emoticonos de estar flipando. Yo le dije que ni le había contestado y ella me apoyaba en haber hecho eso. De camino a casa la volví a llamar.

-¿Te lo puedes creer?
-Déjala. No le hagas caso. Es lo mejor que puedes hacer.
-¿Estás molesta?
-¿Yo? ¿Por qué?
-Porque se haya acercado tanto a Elena.
-Mmm... Pensándolo, no. No me molesta que se haya acercado a ella. Elena tiene derecho a echarse las amigas que quiera. Pero sí me molesta una cosa.
-¿El qué?
-Que no me haya contado que la ha conocido. Me molesta que no me hable de una persona que es muy importante para ella, porque ya te digo que lo es. No le cuentas esas cosas a cualquiera.
-Elena me dijo que cogieron mucha química nada más entrar y que son como las cabecillas de su grupo que se apoyan mucho entre ellas.
-Pues con más razón.
-Lo siento.
-Tú no tienes culpa. No es tu amiga. De hecho, la detestas. Que tampoco es que esté enfadada ni nada, pero bueno.
-Le dejaré caer que te hable de ella.
-No, no hace falta. Ya se lo digo yo.
-Bueno, como quieras.
-Te dejo, que voy a ver si ceno yo también.
-Vale, luego hablamos. Un beso.

En nada llegué a casa y cenamos los tres tranquilamente sin ningún percance ni nada raro. Noelia seguía con ese comportamiento relativamente nuevo que me desconcertaba. Era como si nuestro trato en todos esos meses anteriores se hubiera borrado de su mente y nos acabáramos de conocer, porque hacía como si nada. Aun así, en su presencia permanecía más callado de lo que solía ser. Elena ya estaba acostumbrada a eso y ni preguntaba. Ni siquiera me miraba como en los primeros días en los que parecía analizarme por si me encontraba bien. Elena nos contaba lo que estuvo haciendo por la mañana mientras Noelia nos daba algún detalle más de la presentación a la que asistió, pero de repente fue ella la que preguntó lo que ya no hacía Elena.

N: Estás muy callado… ¿Todo bien?
J: ¿Eh? Sí, sí. Solo estaba pensando en cómo hacerlo para mañana en el trabajo. Hoy al final no he hecho lo que me había propuesto y estoy organizándome para sacarlo todo bien.
N: Ah... Mañana ya estarás tranquilo sin que nadie te moleste. Seguro que lo sacas fácil.
E: Claro, aunque tampoco es que molestes, Noelia. Te estás portando muy bien.
N: Lo dices como si tuviera 5 años... Jajaja.
E: Bueno, tal vez no los tengas, pero para mí, siempre serás mi hermanita -dijo sonriendo.

Noelia también sonrió y Elena siguió:

E: Por cierto... Noelia, mamá me ha dicho que te racione yo el dinero, porque... Bueno, que aún es pronto para que... Y me lo está ingresando a mí. Cuando necesites dinero, me lo pides y ya está.
N: Vale, sin problema.
E: Bien.
N: Oye, voy a ir un momento a casa de Arantxa.
E: Vale, pero no tardes mucho, que mañana tienes que madrugar mucho -dijo con tono maternal.
N: Vale, no tardo.

Noelia se levantó para irse a casa de Arantxa, pero Elena la llamó antes de que saliera.

E: ¿Quieres que desayunemos mañana juntas?
N: Claro -dijo sonriendo.
 
Capítulo 274

Noelia se fue y nosotros recogimos lo poco que había que recoger mientras yo estaba casi flipando por tener ese percal en casa. Era tan raro... Ojalá hubiera sido así siempre y le durara para siempre ese nuevo comportamiento. Elena estaba encantada, con una sonrisa precisa y permanente en su boca. Nos sentamos un rato en el sofá, pero ambos estábamos tan de buen humor que empezamos a acariciarnos, se notaba que teníamos ganas. Esta vez fuimos más cautos y nos fuimos a la habitación. Hombre prevenido, vale por dos, por lo que eché el pestillo de la puerta, solo por si acaso. En cuanto lo hice, nos desnudamos rápidamente, empezando a besarnos. Nos tiramos así un buen rato, con caricias y toqueteos, aunque sin estimulación directa. Oímos la puerta de la calle, pero no paramos porque teníamos muchas ganas y llevábamos cuidado de no hacer mucho ruido. Nos pusimos muy juguetones y esas caricias se transformaban en cosquillas a veces, con las consecuentes risitas, aunque de manera comedida para no llamar la atención de Noelia. Pero poco duró eso, porque empezamos a morrearnos, comiéndonos la boca con ansia, como si lleváramos mucho sin hacerlo.

El problema esta vez fue que Irene empezó a llamar a Elena a su móvil. De primeras no lo cogió, dejando vibrar el móvil en la mesita, pero la insistencia de Irene hizo que lo acabara cogiendo para hablar con ella. Sin embargo, Elena le dijo que espera un minuto, colgando el móvil y levantándose de la cama, para ponerse su pijama, aunque sin bragas. Abrió la puerta y salió enflechada con una risa bajita muy encantadora. En nada volvió con unos cascos en la mano y cerró la puerta, echando el pestillo como yo había hecho. Me quedé mirándola esperando una respuesta que en realidad no vino. Elena me sonrió con picardía tan solo para conectar los cascos al móvil, dándome uno a mí. En cuanto nos lo pusimos llamó a Irene para que ambos pudiéramos hablar con ella.

I: Nena, que me apetecía hablar contigo.
J: Pues no has elegido un buen momento... -dije susurrando.
I: Huy... ¿Estáis ocupados?
E: Más o menos. Nos hemos puesto tontorrones.
I: Mmm, qué suerte... Qué solita estoy y como echo de menos a Mario...
J: Pues llámalo -dije para intentar seguir jugando con Elena.
I: Acabo de hablar con él. Me ha estado contando lo que ha estado haciendo y tal. Con suerte para el finde lo tengo aquí.
E: Bueno, podemos hacer una cosa. Habla con nosotros y mientras seguimos por donde lo habíamos dejado, Javi.
I: Uff, por favor, sí. Qué morbo.
J: Pero si no estás aquí.
I: Pero nunca he hecho sexo telefónico de esta manera.
E: ¿Y si hacemos una videollamada?
I: ¡Sí! Porfa, porfa, porfaaaaa...
E: ¿Te apetece, mi amor?
J: Venga, va. Puede ser divertido.

Elena colgó la llamada y mandó una videollamada que Irene cogió al instante. De hecho, hasta estaba ya desnuda, al igual que yo. Elena se quitó el auricular que tenía puesto para quitarse rápidamente la ropa y volvérselo a poner. Tan pronto como lo hizo, Irene nos dijo lo cachonda que estaba, empezando a tocarse, moviendo sus dedos en círculos estimulando su clítoris, aunque de manera suave. Elena reía dulcemente mientras me empezaba a besar de nuevo. Eché mano a su culo, acariciándoselo y dándole algún azote, pero Elena me regañaba, diciéndome que me estuviera quieto y que no hiciera ruido para que no nos oyera su hermana. Entonces era Irene la reía al oírla decir eso en susurros.

Para que me estuviera quieto, Elena me puso boca arriba y bajó por mi cuerpo, dándome besos por el pecho para llegar a mi polla, la cual agarró para metérsela en la boca. Irene resoplaba, diciéndonos lo cachonda que estaba y lo que le encantaba ver eso. Al mismo tiempo se lamentaba de no poder llamar a Mario para que participara, porque estaba compartiendo habitación con un compañero en el hotel en el que se alojaban. Elena me la comió durante un rato, con muchas babas mientras Irene la alababa y le decía lo bien que lo hacía. Elena reía de manera encantadora durante todo el tiempo al oírla, sumándome yo también a esos piropos. Irene me pedía que fuera alternando entre la cámara delantera y trasera del móvil para vernos a ambos. Hasta roja estaba del calentón que tenía mientras yo veía como se metía los dedos muy profundamente, aunque paró para dejar el móvil en la cama, yendo a buscar algo. En nada regresó con un consolador para chuparlo, imitando a Elena hasta que, después de un buen rato me pidió que cambiáramos y que ella se pusiera boca arriba y yo se lo comiera.

Nos pusimos conforme nos dijo y se lo empecé a comer después de estar unos minutos dándole besos por los muslos, la barriga, el pubis y en su rajita, con Elena estremeciéndose cuando lo hacía por ahí. Eso sí, las risitas no paraban de tener lugar, hasta tenía las mejillas encendidas. Le empecé a dar pequeñas lamidas para que no se encendiera tampoco mucho, con Irene diciendo de todo, aunque en ese momento no la podía ver. Parecía que se le había ido de la cabeza lo que quería hablar con Elena desde que mi chica propuso ese juego improvisado y morboso, pero mientras se lo comía, Irene sacó el tema de Yolanda, sin que yo esperara que lo hiciera de esa manera y delante de mí.

I: Nena, ¿quién era la chica esa que salía contigo de trabajar?
E: ¿Eh? -preguntó distraída-. ¿A qué viene eso ahora?
I: Es de lo que te quería hablar.
E: ¿Por qué no nos centramos en disfrutar y mañana hablamos tranquilamente?
I: Vale, como quieras.

Me pareció un poco raro que quisiera hablarlo en ese momento, pero por suerte, Elena le paró los pies para evitar el tema y poder seguir a lo nuestro. Para evitar que saliera el tema de nuevo, empecé a comerle el coño a Elena como sabía que le volvía loca hasta tal punto de abandonarse a sus sentidos. Irene le decía todo el tiempo que apuntara bien con la cámara, que no veía nada, por lo que tuve que coger yo el móvil para enfocarme a mí mismo mientras Elena se retorcía y se tapaba la boca con la mano para no gemir. Irene me pedía que no dejara que se corriera tan rápido. Para ello, paraba cuando la notaba cerca, lanzando ella un gemido de lástima, riendo después al abrir los ojos y mirarme. Irene resoplaba mientras seguía tocándose, empezando a alentarme de nuevo para que siguiera.

En una de estas no fui capaz de parar a tiempo y Elena se me corrió en la boca, empapándome con sus fluidos. El gemido fue mayor, aunque amortiguado por su mano. Irene por su parte también tuvo un orgasmo al ver y oír cómo se corría Elena, aunque no fue de los grandes. Ella se recuperó enseguida, como siempre hacía, pero Elena estaba en ese mundo suyo en el que solo existía ella. Para despertarla me incorporé y me puse a la altura de su cara para besarla. Irene lanzó un gemido que parecía que se había corrido otra vez y Elena lanzó otro, pero de sorpresa, empezando a reír, pero devolviéndome el beso.

Irene se puso nerviosa y nos pidió que folláramos ya, por lo que nos despegamos y puse a Elena con la espalda apoyada en el cabecero de la cama, quedando medio sentada para ponerme de rodillas, alzando sus piernas y empezando a metérsela poco a poco después de acariciarle la raja con mi polla. Elena reía, aunque se le escapaba algún gemido por estar aún algo sensible. Irene estaba excitadísima, resoplando y empezando a tocarse de nuevo. Sin esperar más, se la empecé a meter a buen ritmo a Elena, ya que su lubricación era perfecta. De hecho, sonaba bastante el roce de nuestros sexos por su lubricación. De nuevo, Elena se tapaba la boca con la mano para no gemir muy fuerte, aunque alguno se le escapaba. Irene cogió el consolador y se lo empezó a meter de manera rápida mientras miraba fijamente la pantalla mordiéndose el labio.

Mi postura era incómoda, y más teniendo que sujetar el móvil, porque Elena cuando se ponía así, no estaba para otra cosa. Por suerte, Elena se corrió de nuevo en breve, apretándome mucho a mí y empezando a lubricar más. Gimió de manera aguda y su cuerpo dio un par de sacudidas, siendo para Irene más que evidente su orgasmo, provocando el suyo. Irene gritaba como una loca y sentir todo eso y el morbo de la llamada viendo a nuestra amiga así hizo que me empezara a correr dentro de ella, soltando un buen chorro con cada embestida que propinaba fuertemente mientras respiraba de manera pesada.

Elena se fue escurriendo por la cama hasta quedar tumbada bien, estando yo aún en su interior. Le empecé a dar besos hasta que se recuperara, pero se relajó tanto que se acabó durmiendo. Estaba tan preciosa con su pelo despeinado y esa expresión de paz que le di más besos mientras Irene seguía al otro lado de la llamada. Le quité el auricular a Elena y hablé un poco con Irene comentado lo que habíamos hecho. Ella también parecía bastante agotada por sus orgasmos y me dijo que le encantó y que ya hablaríamos, sin llegar a tocar el tema de lo que quería hablar con Elena. Colgué y dejé el móvil en la mesa, tapándole el coñito a Elena con papel para no manchar las sábanas.

Me puse los boxers y el pantalón porque quería beber agua y no teníamos, por lo que fui a la cocina. De camino a ahí, pasé por la habitación de Noelia, oyendo un cuchicheo. Imaginé que estaba hablando con alguien por teléfono, tal vez con el chico ese que también era amigo de Arantxa. Tampoco le di más importancia y fui a por agua, llevándome una botella, ya sin oír nada cuando regresé. Una vez en la habitación, limpié bien a Elena y le puse sus braguitas, quedándome yo en boxers para dormirnos, consiguiéndolo rápidamente.

Al día siguiente me desperté al haber tanto traqueteo con Elena yendo a ducharse y Noelia también. Armaron mucho jaleo y me desperté, por lo que me levanté para ver qué hacían. Cuando fui a la cocina me las encontré a las dos, con Elena terminando de recoger los platos, pero Arantxa también estaba ahí, quien me miró de manera cortada una vez me vio. Menos mal que me vestí y no me planté en boxers, porque aún tenía la polla morcillona por la erección matutina. Rápidamente salió de la cocina, siguiéndola Noelia para salir a la calle.

-¿Qué haces despierto?
-Habéis hecho mucho ruido y me he desvelado.
-Lo siento, mi amor.
-No pasa nada. Así aprovecho y me pongo a trabajar para recuperar lo de ayer.
-Vale. Pues luego nos vemos cuando vayas a recogerme, ¿no?
-Claro.
-Mi hermana sale más tarde, pero la madre de nuestra vecina recoge a las dos y ya la trae, así que no pasa nada.
-Perfecto.

Elena me dio un beso y salió, porque ya tenía que irse y su amiga iba ya estaba en la puerta esperándola. No me hizo mucha gracia como me miró Arantxa. No sabía por qué pasó eso, pero me olía que Noelia tenía algo que ver. Como la universidad quedaba de camino hacia el trabajo de Elena, se fueron las cuatro juntas. Cuando pasó un rato, después de haberme duchado y desayunado le mandé un mensaje a Noelia diciéndole que me llamara cuando pudiera. A media mañana me llamó mientras estaba trabajando, por lo que hice un breve descanso para cogérselo.

-Dime, Javi.
-Noelia, ¿ha pasado algo?
-¿A qué te refieres?
-Esta mañana cuando os he visto en la cocina a todas estaba Arantxa y me ha mirado raro, como si tuviera vergüenza. Ya le has empezado a contar cosas de mí, ¿no?
-Eh... Espera, Javi.

Noelia me colgó. No me esperaba que me colgara, pero lo acabó haciendo. No sabía que estaba pasando, pero necesitaba respuestas y me estaba empezando a poner nervioso. Afortunadamente, a los pocos minutos me llamó de nuevo.

-¿Me vas a explicar qué es lo que pasa, o qué?
-Espera, Javi. No te enfades.
-No, es que ya empezamos otra vez con las cosas raras y no.
-No le he contado nada. Te lo prometo.
-¿Entonces? ¿A qué viene esa mirada?
-Es que estaba con ella y no quería decírtelo delante de ella. Hemos quedado en que desayunaríamos juntas y...
-Me da igual. Ve al grano.
-Verás... Es que anoche cuando fui a su casa, su madre nos pidió al rato silencio, que estaba mala con un dolor de cabeza muy fuerte y necesitaba dormir. Por eso fuimos a casa.
-Ah, que estaba contigo anoche...
-Sí. Y pues... Bueno, parece que anoche os lo pasasteis bien porque se oían muchas risas y alguna que otra cosa más. Y pues nos enteramos.
-Joder...
-Y pues le habrá dado corte cuando te ha visto esta mañana.
-Podrías haber avisado de que venías con alguien...
-Es que supuse que estabais precisamente... Porque os vimos como estabais por la tarde y al ver que no andabais por el salón... Pues eso.
-Tendrías que haber avisado. Es que no sé a dónde ibais las dos a esas horas...
-Mira Javi, yo estoy poniendo todo de mi parte para que esto salga bien, pero es que eres tú el que no pone de la suya. Es que a cada cosa que hago estás encima para echármelo en cara.
-¿Por qué será?
-Mira, yo solo quiero estar tranquila, pero no me lo estás poniendo fácil.
-Pues ya sabes cómo he estado yo desde que nos conocimos.
-Lo que tú digas. Y ahora si me disculpas, tengo que volver a clase.
 
Capítulo 275

Noelia me colgó y yo me quedé con un buen cabreo por aquello. Y en realidad ella tenía razón, estaba haciendo todo lo posible para enterrar el hacha de guerra y yo estaba demasiado exaltado. Pero es que, ¿cómo no lo iba a estar después de todo lo que había pasado con ella? No me terminaba de creer que ahora fuera así, tan buena y tan de repente. Sabía que era mala y que me la acabaría jugando, volviendo a esas provocaciones y situaciones que ella montaba. Era solo una cuestión de tiempo.

También me dio por pensar en Arantxa y lo que estaría pensando de nosotros, porque entre la pillada de esa conversación que tuve con Elena en la piscina, luego cuando nos vio tumbados y muy abrazados en el salón el día anterior y ya esa misma noche, pareciendo que nos oyó follar, pues tal vez no tendría una impresión muy normal de nosotros. Pero es que en realidad tampoco era para tanto. Éramos una pareja normal, solo nos vio abrazados en nuestra casa y pues lo de la noche, estábamos en nuestra habitación y en nuestra casa, además de que no sabíamos que estaba allí. Tan solo podía pensar algo raro por la conversación de la piscina. Pero es que en realidad me daba igual lo que pensara, era solo una niña.

Sin embargo, sí que me importaba la opinión de Irene, quien me llamó ya casi a medio día para contarme que había hablado con Elena acerca del tema de su amiguita. De primeras me dijo que habían estado hablando un buen rato y que se puso un poco nerviosa.

-Joder, qué mal rato, tío...
-¿Por qué?
-Pues porque no sabía cómo sacarle el tema y se lo he soltado de sopetón. Le he dicho que como me ha podido ocultar alguien tan importante para ella.
-Joder, qué brusca. ¿Qué ha pasado?
-Pues nada, me ha dicho que no quería que me sintiera sustituida por alguien.
-Ah...
-Le he dicho que eso es una tontería, que ella puede tener las amigas y los amigos que quiera. No es que seamos como pareja en ese aspecto para que ella lo vea así.
-Ya veo por donde va la cosa.
-¿Sí?
-Sí. Seguro que te ha dicho que te quiere un montón y que no quería hacerte daño y por eso no te lo ha dicho, ¿no?
-¿Lo habéis hablado?
-No.
-Pues es que me ha dicho justo eso.
-Ya, la conozco. Jajaja.
-Nada, le he dicho que me ha molestado que no me haya hablado de alguien tan importante para ella.
-No le habrás contado nuestra conversación sobre eso...
-Pues...
-Joder, tía…
-Es que quería hablarlo. Y también le he comentado que si esa chica tiene algo contra ti.
-Pero bueno, Irene...
-Hombre, no... Si tú no lo hablas con ella, ya lo hago yo. No voy a dejar que esa te trate así.
-Pero...
-Que no, Javi. Que me da igual. Que si le pica algo, que se rasque, pero que no te trate así.
-Bueno. ¿Y qué te ha dicho Elena entonces?
-Pues que ella es así. Que no ha dicho nada cuando te soltado alguna como esa porque está acostumbrada. En el trabajo es igual por lo visto. Tiene a todos sus compañeros derechos como una vela.
-¿A ella también?
-Los primeros días también según me ha dicho. Pero ya no. Ya son ellas dos las dueñas de la oficina, jajaja.
-Ya, eso sí lo sabía.
-Pues eso, que he hablado un poco con ella y ha dicho de presentármela y tal.
-Uuuh... Yo paso de eso, ¿eh? A mí no me metáis.
-Bueno, pues día de chicas. Ya se lo digo yo a Elena.

El resto del día pasó con normalidad. Noelia estaba más callada cuando vino, yéndose rápidamente a su habitación después de comer sin contarnos nada acerca de su primer día en la universidad. Cuando Elena y yo nos sentamos en el sofá después de comer me preguntó por encima el asunto que había hablado con Irene, preguntándome si me sentía incómodo con Yolanda o algo por sus maneras y sus palabras. Yo evadí todo lo que pude el tema haciéndome el loco porque no tenía ganas de hablar de eso y porque pasaba de esa chica, por lo que le acabé diciendo que no había problema. Ella me dijo lo mismo que le comentó a Irene, que era así y que tampoco había que darle mucha importancia. La cosa con Noelia cambió ya de noche cuando cenamos los tres juntos. Ahí fue cuando nos contó con detalle todo, estando más abierta y animada, aunque si es verdad que evitaba bastante mirarme directamente a los ojos.

Y así fue también la semana, con total tranquilidad, sin ningún mal rollo más por ninguna parte. Noelia cada vez estaba más relajada, al igual que yo, aunque seguía sin bajar la guardia. No me fiaba de ella, ya no. Elena estaba radiante, con una sonrisa permanente en la boca, se la veía superfeliz. No sé si lo habría estado si supera todo lo que yo sabía, pero prefería verla así que con mala cara y que estuviera preocupada todo el tiempo. Yo también estaba feliz, mucho. Estaba viviendo con mi chica y nos iba muy bien, sin ningún sobresalto desde hacía ya un tiempo ni nada, pero también pensaba que lo podía ser más si las cosas hubieran ido como a mí me hubiera gustado. No pudimos irnos a vivir a la casa que alquilé y ahora teníamos a su hermana en casa siempre, pero bueno, la cosa no estaba tan mal.

El miércoles por la tarde fue cuando hicieron esa "tarde de chicas" las tres: Elena, Irene y Yolanda. Irene me dio un abrazo enorme y un besazo en la mejilla, igual que a Elena, aunque se la veía con ganas de dárselo en otro lugar por como miraba sus labios.

Yo, evidentemente, me quería quitar de ahí porque pasaba de verle la cara a la susodicha. Opté por irme a casa a ver a mis padres, que llevaba desde la semana anterior sin verlos. Así las dejaba tranquilas a las tres, que decidieron irse a la piscina que teníamos en la urbanización, dejando a Noelia y a Arantxa en casa empezando a organizarse cada una con lo suyo, aunque luego me diría Elena que se bajaron con ellas.

Cuando llegué a casa, esperaba que me cayera una pequeña bronca por no haber llamado ni aparecido en varios días, pero para mi sorpresa no fue así, ya que me encontré a ambos bastante contentos, en especial a mi madre. Dejamos a mi padre a su bola en el salón viendo el canal de deportes mientras mi madre me llevó a rastras a la cocina porque estaba preparando algo laborioso para cenar. Allí me explicó que mi hermano había ido el fin de semana pasado a casa después de tanto tiempo que ninguno nos acordábamos de cuándo fue la última vez. Estaba muy contenta por ello, ya que veía a su otro hijo después de bastante tiempo, él siempre tan independiente desde que se marchó de casa. Me dijo que todo le iba muy bien y que le había contado que yo me había echado novia, comentándome que a ver si se la presentaba. Él seguía solo, muy centrado en el trabajo.

Mi madre también me preguntó si me importaba haber dejado dormir a mi hermano en mi habitación, ya que la suya fue transformada en una especie de trastero donde guardábamos varias cosas. Le respondí que cómo me iba a importar, si era mi hermano por poco que hablara ya con él, cansado de tener que ser yo siempre el que tenía que llamarle. Mi madre torció un poco el gesto y dijo que intentaría convencerlo para que se viniera algún día y así poder comer toda la familia, pudiendo de paso presentarle a Elena. De paso, yo también le conté lo que hicimos el fin de semana, saltándome algunos detalles evidentemente, contándole que Elena había preparado todo aquello por llevar ya 6 meses juntos. Mi madre estaba que no cabía en sí de lo contenta que estaba, poniéndose aún más contenta cuando le conté todo eso. También me preguntó cómo iba la convivencia con Noelia, ya que le había contado algo por llamada. Le dije que para mi sorpresa todo iba bien, con ella comportándose como una persona normal y sin nada raro de por medio.

De primeras le gustó lo que oía, pero como no es tonta, enseguida se puso sería preguntándome si es que yo esperaba que pasara algo raro. A esas alturas, ella era la única que sabía mi problema con Noelia, por eso fue tan directa al preguntarme por ello. Yo le respondí que no, que no pensaba que fuera a pasar nada, pero como era aún muy inmadura, pues tenía que ir con cuidado, porque varias veces me había sorprendido con sus salidas. Explicarle eso le preocupó, pero cuando me puse a contarle algunos detalles de aquel fin de semana volvió ese buen humor y esa sonrisa que tenía desde que llegué. Al final se me hizo algo tarde con tanta charla y demás, por lo que me fui para casa, cargado de comida que había hecho mi madre. Le di un abrazo fortísimo y regresé a casa.

Llegué supercontento con la intención de contarle a Elena cómo había ido en casa y hablarle sobre mi hermano, que tan distanciados estábamos que ni le había mencionado a mi propia pareja que tenía uno, pero cuando llamé a la puerta al haberme dejado las llaves, la cosa cambió. Me encontré a Noelia seria, con cara de preocupación. Mi primera reacción era preguntarle qué había hecho, pero ella se me adelantó diciéndome que Elena estaba en nuestra habitación y que estaba un poco triste. Sin decir nada fui directo a la cocina a dejar la comida en la encimera y fui hasta la habitación. Me la encontré acostada de lado, aún con el pelo húmedo y su pijama de verano, iluminada solo con la luz de la mesita, lanzando algún suspiro.

-¿Qué pasa, mi vida? -dije tumbándome frente a ella y dándole un beso en la frente.
-Nada...
-Va, cuéntame. Algo ha pasado, se te nota mucho.
-Pues nada, Javi. Que Irene y Yolanda pues no han conectado muy bien.
-¿No? A ver, cuéntame qué ha pasado y te desahogas.
-Si es que estábamos muy a gusto. Ambas se estaban conociendo. Hemos empezado a hablar del trabajo, de gustos en común... De muchas cosas. Nos hemos bañado en la piscina y tal, pero ya de últimas, después de que mi hermana y su amiga se fueran, pues hemos empezado a hablar de nuestras parejas.
-¿Y qué ha pasado?
-Pues que se ha liado un poco. Ya sabes cómo es Yolanda, que las suelta sin ningún filtro.
-Ajá.
-Ha empezado ella a comentar lo perfecta que es su relación con su Antonio, que si tiene unas ganas enormes de casarse con él y que están deseando ya tener hijos.
-Lo que nos contó a nosotros, vaya.
-Sí. El problema fue cuando Irene empezó a hablar.
-¿Irene ha dicho algo raro?
-No, no. Para nada. Si ha empezado a describir lo que quiere a Mario y cómo de feliz está con él. Javi, se le ponía una carilla mientras hablaba... Le quiere mucho, ¿eh?
-Pues claro, Elena. Ya lo hemos visto. Todo eso de tontear con más gente es por jugar. Ella quiere a Mario con locura, como él a ella.
-Sí. Es que se le han puesto hasta los ojillos vidriosos...
-Eso es porque le echa de menos. Lleva ya varios días sin verlo. No están acostumbrados a estar mucho tiempo separados.
-Ya. Eso pensaba. Es como cuando tú te fuiste. Entiendo cómo se siente.
-Parece que Irene es más sensible de lo que pensábamos, jajaja.
-Si, jejeje.
-Entonces, ¿qué ha pasado?
-Pues resulta que Yolanda se ha puesto a preguntarle acerca de boda, de niños...
-Ah...
-Y pues Irene ha empezado a dar largas, diciendo que ella no era una chica a la que le llamara mucho eso la atención. Además de que era muy joven y Mario también y prefieren disfrutar unos años más.
-Ya veo.
-Y pues Yolanda se ha puesto a hablar más de la cuenta, diciendo que si a lo mejor es que no están seguros de que se quieren como Irene decía, que si eso se empieza a desear al poco tiempo de estar juntos y que creía que lo suyo no tenía futuro, porque llevan bastante tiempo juntos y tal.
-Vaya...
-Irene aun así se callaba. Me miraba y respiraba hondo. Aguantaba lo que le estaba diciendo.
-Ah, ¿entonces?
-Pues ha sido justo cuando ha dicho que era como tú, que a lo mejor teníais dudas todos. Y que si las dudas son muy malas, porque eso te hace ir de flor en flor más fácilmente.
-Ya veo...
-Entonces fue cuando Irene ya no pudo más y se enfadó. No le dijo mucho, pero sí que sus palabras fueron un poquito feas. Te defendió y le dijo que cómo se atrevía hablar de ti así delante de mí. Y ya pues se levantó, haciéndolo yo también. Me dio un abrazo y un beso en la mejilla y se fue.
-Bueno, está enfadada. Luego hablo yo con ella para ver cómo está y eso.
-Yolanda también se ha puesto nerviosa y bueno, no ha dicho nada, pero no era porque no supiera qué decir. ¿Tan molesta es, Javi?
-Da igual. No pienses en eso, Elena. Vamos a hacer una cosa. Vamos a cenar tranquilamente aquí y nos vemos una peli. No es bueno pensar en caliente. Vamos a relajarnos los dos aquí tranquilamente y ya mañana será otro día.
-Vale. No he preparado nada de cenar y ya es un poco tarde.
-Yo me encargo. He traído algo de casa. Tú no te muevas. Ve eligiendo la película, vengo en nada.
 
Atrás
Top Abajo