Keranos
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Capítulo 276
Salí de la habitación, viendo que Noelia estaba al lado escuchando, medio asomada. No me hizo mucha gracia verla ahí, pero se le veía preocupada. Me acompañó a la cocina para preguntarme allí qué había pasado. Se lo expliqué y ella me afirmó lo intensa que era Yolanda, aunque tampoco lo veía para tanto. Yo pensaba que entre arpías se entendían, por eso no lo veía tan grave. Preparé la cena, preguntándome ella si podía servirse algo se lo que llevé. Le respondí afirmativamente, que aquello era para todos y que vaya pregunta más tonta me estaba haciendo. Se sirvió y se marchó al salón para cenar tranquilamente allí, diciéndome que nos dejaría intimidad y que no nos molestaría, ni llamaría a Arantxa para que viniera. Así que regresé con Elena para cenar allí tranquilamente con ella llevándolo todo en una bandeja. Me agradeció mucho el gesto diciéndome además lo bueno que estaba todo.
Aproveché que fui a la cocina para coger más agua para decirle a Irene por mensaje que me gustaría hablar con ella al día siguiente. Mientras le escribía, escuché a alguien aproximarse dando pequeños pasos, pero rápidos. Se trataba de Noelia, preguntándome si todo iba bien, diciéndome también que la comida estaba muy buena después de contestarle yo afirmativamente. Me preguntó si lo había hecho mi madre, refiriéndose a ella recordando aquel encuentro de cuando se presentó en mi casa sin avisar al poco de conocernos con la intención de quedar para irnos a la cama. Le volví a responder afirmativamente, diciéndole que se trataba de ella. De nuevo me dio las gracias y se fue al salón para quedarse un rato allí. Después regresé con Elena para seguir viendo la película mientras le daba mimitos, porque los necesitaba. Ya casi acabado, estaba muy adormilada, por lo que cayó dormida fácilmente nada más terminar estando echada sobre mí.
Yo tardé más en quedarme dormido pensando en el dolor de huevos que era Yolanda. Ahora también estaba jodiendo a Irene. Y por lo visto lo estaba haciendo bien, porque ni me contestó a lo de que me gustaría hablar con ella hasta pasado un buen rato. Seguía dándole vueltas a lo de Yolanda, pensando en Noelia cuando vi así a Elena. Ya me estaba imaginando que algo había hecho, quizá metiendo mierda o con algún comentario fuera de lugar, pero me equivocaba una vez más. Ella seguía con ese comportamiento tan normal, quizá estaba exagerando mucho el tema y debía relajarme. Pero el problema de Yolanda seguía ahí. Y la verdad es que quería estar lo más lejos posible de ella. Ya eran varios los desencuentros que había tenido con ella para las pocas veces que la había visto y ahora también involucraba a alguien más de mí círculo cercano.
El problema era que no sabía cómo encararlo. No quería decirle a Elena que yo pasaba de esa chica y que no quería ni verla, así directamente, porque sabía que le iba a sentar regular y no quería que se viera condicionada por mí para dejar de verse con alguien, ya que se veía que era alguien importante para ella por como hablaba de esta chica, siendo un gran apoyo, tanto en el trabajo, como personalmente. Al rato me quedé dormido intentando no darle más vueltas al tema, porque ya me estaba tocando los cojones de por más.
Al día siguiente me desperté al notar como alguien me tocaba la cara, medio acariciándomela. Se trataba de Elena, disculpándose inmediatamente por haberme despertado. Yo le dije que no pasaba nada. Ella siguió diciendo que es que no podía evitarlo después de haberla animado la noche anterior al escucharla para que se desahogara, preparándole la cena y estando a su lado para ver una película. Yo le resté importancia diciendo que de eso se trata tener pareja, de querer a la otra persona y estar ahí cuando lo necesita. Elena puso una expresión muy bonita, con mucha ternura y entonces se encorvó para darme un beso que no pudo durar mucho porque Noelia se asomó diciéndole a su hermana que Yolanda estaba esperando en la puerta con el coche en marcha. Mi chica se giró hacia ella y le dijo que un momento, que no pasaba nada, saliendo su hermana para esperar ya en la puerta. Nos miramos de nuevo y me dijo que esperara, que después de lo pasado el día anterior, que le daba igual si la hacía esperar. Me dio un buen beso y se despidió hasta que saliera de trabajar y fuera a por ella.
Yo me quedé un poco más en la cama, durmiendo durante un rato y luego me levanté para empezar la rutina de ducha, desayuno y trabajo. Pero cuando tocaba éste último, me acordé de lo hablado la noche anterior con Elena y se me vino Irene a la cabeza, por lo que la llamé en el acto. Tardó lo suyo en cogerlo y eso me preocupó. Nada más hacerlo me dijo que no lo quería hablar. Se le notaba el enfado bastante y me colgó. Me quedé mirando el teléfono bastante atónito. No, si todavía me iba a comer yo el marrón por la chica esta. Tras pensarlo un par de minutos, me levanté y me monté en el coche para ir a mi ciudad. Me apresuré todo lo que pude para ir a mi ciudad y ver a Irene para hablar con ella en persona y tratar de que se calmara, llamando a su puerta cuando llegué. Cuando lo hizo se me quedó mirando, seria, sin decir nada. Pasados unos segundos me hizo un gesto para que pasara con la cabeza y fuera hacia el salón, yendo ella ya hacía allí.
Una vez entré al salón me encontré a Sofía, quien se levantó diciendo que se iba ya y nos dejaba solos para que habláramos. Me dio un fuerte abrazo y un beso en la mejilla, susurrándome que estaba cabreada de verdad y que no podía calmarla, dándome suerte para que lo lograra yo. Estaba un poco tenso, pero se me pasó cuando vi a Sofía, en especial cómo iba, con una de sus camisetas blancas de tirantes que marcaban la gran redondez de sus pechos, además de unos shorts vaqueros y unas sandalias. Estaba muy guapa. Irene, por su parte, estaba con un pijamita de verano, con una camiseta de manga muy corta que no le llegaba ni al ombligo, pudiendo lucir su nuevo piercing que se hizo junto a Elena, además de los pezones que se le marcaban de una manera exagerada. Los pantalones de su pijama también eran cortos, siendo además finos y algo transparentes, dejando poco lugar a la imaginación, transparentando el tanga negro que llevaba. También llevaba unas chanclas y su pelo recogido con una goma, pero es que era guapa así también.
Ver a mis dos amigas así vestidas tan ligeritas hizo que me distrajera bastante de mi objetivo principal por el que había ido, haciendo que me pudiera hasta algo cachondo. Irene despidió a Sofía, dejándome en el salón solo pensando que estaba preparado para la charla. Verlas así me había disipado esos nervios.
-¿Quieres un café? -me dijo una vez volvió.
-Ya he desayunado, pero vale. Hazte tú una tila, anda. Qué estás que no veas.
-No me toques los ovarios, anda. Qué no está en horno para bollos.
Irene se fue a la cocina y vino con dos cafés.
-Joder, sí que fue mal ayer, ¿no?
-No te haces una idea.
-Elena me lo contó.
-Pues o te lo ha contado mal, o a ti te la pela.
-¿Pero qué hablas? Cálmate, anda.
-¿Pero cómo me voy a calmar? -dijo levantando la voz.
-A ver, cuéntame. ¿Qué pasó ayer?
-Es que no quiero, porque me voy a poner peor de lo que lo estoy ya. Es que me cago en su puta madre.
-Joooooder, cómo estamos...
-¿Pero tú te puedes creer lo que hizo?
-Elena me contó más o menos lo que pasó y la verdad es que sí, me parece que es para enfadarse.
-Javi, que me dijo que en dos días Mario se iba con otra. Así, tal cual. ¿Te lo puedes creer?
-Sí, me lo creo, porque ya sé cómo es.
-Y vamos, es que insinuó lo mismo con vosotros. Que si no te comprometías con Elena, era por algo. La asquerosa...
-Me tiene hasta los huevos esta chica y solo la he visto tres veces.
-Mira, me aguanté cuando dijo eso de Mario y de mí, pero cuando lo dijo de vosotros... Es que ya no. Le pregunté si era gilipollas, con eso te lo digo todo.
-Sí, algo así me dijo Elena.
-La imbécil esta se sorprendió cuando dije eso. Yo ya estaba que quería arrastrarla de los pelos por toda la piscina. Le volví a preguntar que sí lo era. Yo ya no me iba a callar. Le dije que lo que estaba era amargada y que seguro que su chico se la follaba poco para estar así.
-Ostia...
-La otra miró a Elena y luego me miró a mí. Se le notaba que quería entrar al trapo, pero se calló. Ya me levanté, le di un beso a Elena y me largué. Es que ni me duché ni nada. Cogí mis cosas a toda prisa y me fui al coche, lo metí todo como pude y me monté para venirme.
-Pues vaya tela...
-En realidad no estoy tan enfadada por eso. A ver, que lo diga de mi pareja me da bastante igual porque sé que podemos dar esa impresión, además de que dejé caer que nos lo pasábamos bien, ya sabes...
-¿Por qué hiciste eso?
-No sé. De primeras no la veía tan gilipollas como luego demostró ser y pensé que si Elena confiaba en ella, era por algo, por eso hice un comentario. Que tampoco es que dijera que me follo a todo el mundo. Ni siquiera dije que soy bisexual. No sé si se montaría una película en su cabeza para que se pudiera imaginar el resto.
-A saber...
-El caso es que me dolió más que lo dijera de vosotros. ¿Le habéis dado algún motivo para que pueda pensar así?
-No. Ninguno. Yo al menos no he dicho ni hecho nada.
-Pues lo soltó y se quedó tan ancha, ¿sabes? No sé a qué coño vino, pero lo soltó. Es que... Uff... Me pongo de muy mala ostia.
-Bueno, ya está. Tranquilízate.
-Pero eso no fue lo que más me molestó.
-Ah, ¿no?
-No. Lo que me hizo más daño es que Elena se quedara como si nada cuando dijo todo eso. Como si le diera los buenos días, Javi. ¿Qué pasa con ella? ¿Por qué se deja ningunear así?
-Joder... Me dejas un poco frío. A ver, ella me ha dicho que está más acostumbrada a esas cosas con ella, porque los primeros días cuando la conoció ya le tocó lo mismo. Pero con el tiempo pues ya se ha hecho a eso y ya no la trata así. Ahora, a los de la oficina los tiene bien controlados.
-¿Seguro que ya no le habla así? Porque es que dijo que lo vuestro...
-Pero, ¿en serio dijo lo mismo de nosotros y Elena no dijo nada?
-Que no, Javi. Que no dijo nada. Estaba flipando por verla tan calmada.
-Pues no sé. Lo hablaré con ella, porque no me parece normal.
-Me dolió que Elena no dijera nada. Qué ni me defendiera a mí y a Mario, ni a ti. Me sentí muy mal, Javi... -dijo empezando a llorar.
-Eh, eh. Ya está -dije abrazándola.
Nos quedamos unos minutos abrazados. Yo la intenté consolar con buenas palabras y caricias, recordándole lo buenos amigos que éramos los cuatro, diciendo también que éramos como familia. Irene estaba dolida de verdad, porque cogió un berrinche propio de una niña pequeña.
-¿Has hablado con Mario de esto? -le pregunté una vez se serenó.
-No. Hemos hablado de nuestras cosas y ya, pero me ha notado como estoy. No es tonto y me conoce.
-Bueno, como tú veas.
-Se lo contaré. Y gracias por venir a hablar. Necesitaba echar esto. Siento haberte hablado así y haberte colgado cuando me has llamado antes.
-No pasa nada. Sabía que estabas enfadada. Además, estás más irascible por la falta de Mario. Eso se nota.
-Sí... -dijo abrazándose fuertemente a mí.
-¿Cómo lo llevas?
-Regular. Nunca hemos estado tanto tiempo sin vernos desde que somos pareja.
-Bueno, pero en dos días lo tienes aquí, ¿no?
-Sí. El sábado por la tarde viene. Lo voy a matar a polvos.
-Di que sí. Pero ya está, no le des más vueltas a lo de esa tía. No merece la pena.
-Estoy muy desanimada. No me esperaba que pasara algo así.
-Bueno, déjame hablar con Elena y ya veremos qué hacemos.
-Yo necesito unos días.
-Sí. Me parece perfecto. Esperaremos a la semana que viene. Tú lo primero que necesitas es que Mario venga. Ya cuando hayas pasado tiempo con él y tal, si quieres hablamos todos.
-Vale. Gracias por venir. Me he desahogado bastante.
-Nada, nada. Yo me tengo que ir, que tengo que trabajar y aún tengo que volver a casa. ¿Qué vas a hacer tú?
-Pues no sé... Llamaré a Mario a ver si puede hablar y luego comeré con Sofía. Odio estar sola.
-Perfecto. Tampoco quiero que lo estés. Si te aburres, necesitas hablar algo o lo que sea, llámame.
-Vale.
Irene me acompañó hasta la puerta y me dio un abrazo tremendo antes de que me fuera, seguido de un beso en la mejilla. Me dio cosilla verla así de decaída, pero tenía que volver a casa y aún me quedaba un buen rato de viaje, además de tener que ir a trabajar y luego a por Elena. Por el camino me puse a pensar en lo sensible que era también Irene en realidad. Y como en cierto modo, nos puso por delante de ella cuando Yolanda dijo esas palabras tan desafortunadas de todos, molestándole más que hablara mal de nosotros que de ella y su pareja. Ojalá tenerlos más cerca para poder pasar más tiempo juntos los cuatro. Bueno, y a Sofía también, pero por desgracia no podía ser así. También pensé en lo que me comentó Irene sobre como Elena no decía nada acerca de las palabras que decía Yolanda. Era algo extraño y que no terminaba de entender, por lo que se lo tenía que preguntar.
Salí de la habitación, viendo que Noelia estaba al lado escuchando, medio asomada. No me hizo mucha gracia verla ahí, pero se le veía preocupada. Me acompañó a la cocina para preguntarme allí qué había pasado. Se lo expliqué y ella me afirmó lo intensa que era Yolanda, aunque tampoco lo veía para tanto. Yo pensaba que entre arpías se entendían, por eso no lo veía tan grave. Preparé la cena, preguntándome ella si podía servirse algo se lo que llevé. Le respondí afirmativamente, que aquello era para todos y que vaya pregunta más tonta me estaba haciendo. Se sirvió y se marchó al salón para cenar tranquilamente allí, diciéndome que nos dejaría intimidad y que no nos molestaría, ni llamaría a Arantxa para que viniera. Así que regresé con Elena para cenar allí tranquilamente con ella llevándolo todo en una bandeja. Me agradeció mucho el gesto diciéndome además lo bueno que estaba todo.
Aproveché que fui a la cocina para coger más agua para decirle a Irene por mensaje que me gustaría hablar con ella al día siguiente. Mientras le escribía, escuché a alguien aproximarse dando pequeños pasos, pero rápidos. Se trataba de Noelia, preguntándome si todo iba bien, diciéndome también que la comida estaba muy buena después de contestarle yo afirmativamente. Me preguntó si lo había hecho mi madre, refiriéndose a ella recordando aquel encuentro de cuando se presentó en mi casa sin avisar al poco de conocernos con la intención de quedar para irnos a la cama. Le volví a responder afirmativamente, diciéndole que se trataba de ella. De nuevo me dio las gracias y se fue al salón para quedarse un rato allí. Después regresé con Elena para seguir viendo la película mientras le daba mimitos, porque los necesitaba. Ya casi acabado, estaba muy adormilada, por lo que cayó dormida fácilmente nada más terminar estando echada sobre mí.
Yo tardé más en quedarme dormido pensando en el dolor de huevos que era Yolanda. Ahora también estaba jodiendo a Irene. Y por lo visto lo estaba haciendo bien, porque ni me contestó a lo de que me gustaría hablar con ella hasta pasado un buen rato. Seguía dándole vueltas a lo de Yolanda, pensando en Noelia cuando vi así a Elena. Ya me estaba imaginando que algo había hecho, quizá metiendo mierda o con algún comentario fuera de lugar, pero me equivocaba una vez más. Ella seguía con ese comportamiento tan normal, quizá estaba exagerando mucho el tema y debía relajarme. Pero el problema de Yolanda seguía ahí. Y la verdad es que quería estar lo más lejos posible de ella. Ya eran varios los desencuentros que había tenido con ella para las pocas veces que la había visto y ahora también involucraba a alguien más de mí círculo cercano.
El problema era que no sabía cómo encararlo. No quería decirle a Elena que yo pasaba de esa chica y que no quería ni verla, así directamente, porque sabía que le iba a sentar regular y no quería que se viera condicionada por mí para dejar de verse con alguien, ya que se veía que era alguien importante para ella por como hablaba de esta chica, siendo un gran apoyo, tanto en el trabajo, como personalmente. Al rato me quedé dormido intentando no darle más vueltas al tema, porque ya me estaba tocando los cojones de por más.
Al día siguiente me desperté al notar como alguien me tocaba la cara, medio acariciándomela. Se trataba de Elena, disculpándose inmediatamente por haberme despertado. Yo le dije que no pasaba nada. Ella siguió diciendo que es que no podía evitarlo después de haberla animado la noche anterior al escucharla para que se desahogara, preparándole la cena y estando a su lado para ver una película. Yo le resté importancia diciendo que de eso se trata tener pareja, de querer a la otra persona y estar ahí cuando lo necesita. Elena puso una expresión muy bonita, con mucha ternura y entonces se encorvó para darme un beso que no pudo durar mucho porque Noelia se asomó diciéndole a su hermana que Yolanda estaba esperando en la puerta con el coche en marcha. Mi chica se giró hacia ella y le dijo que un momento, que no pasaba nada, saliendo su hermana para esperar ya en la puerta. Nos miramos de nuevo y me dijo que esperara, que después de lo pasado el día anterior, que le daba igual si la hacía esperar. Me dio un buen beso y se despidió hasta que saliera de trabajar y fuera a por ella.
Yo me quedé un poco más en la cama, durmiendo durante un rato y luego me levanté para empezar la rutina de ducha, desayuno y trabajo. Pero cuando tocaba éste último, me acordé de lo hablado la noche anterior con Elena y se me vino Irene a la cabeza, por lo que la llamé en el acto. Tardó lo suyo en cogerlo y eso me preocupó. Nada más hacerlo me dijo que no lo quería hablar. Se le notaba el enfado bastante y me colgó. Me quedé mirando el teléfono bastante atónito. No, si todavía me iba a comer yo el marrón por la chica esta. Tras pensarlo un par de minutos, me levanté y me monté en el coche para ir a mi ciudad. Me apresuré todo lo que pude para ir a mi ciudad y ver a Irene para hablar con ella en persona y tratar de que se calmara, llamando a su puerta cuando llegué. Cuando lo hizo se me quedó mirando, seria, sin decir nada. Pasados unos segundos me hizo un gesto para que pasara con la cabeza y fuera hacia el salón, yendo ella ya hacía allí.
Una vez entré al salón me encontré a Sofía, quien se levantó diciendo que se iba ya y nos dejaba solos para que habláramos. Me dio un fuerte abrazo y un beso en la mejilla, susurrándome que estaba cabreada de verdad y que no podía calmarla, dándome suerte para que lo lograra yo. Estaba un poco tenso, pero se me pasó cuando vi a Sofía, en especial cómo iba, con una de sus camisetas blancas de tirantes que marcaban la gran redondez de sus pechos, además de unos shorts vaqueros y unas sandalias. Estaba muy guapa. Irene, por su parte, estaba con un pijamita de verano, con una camiseta de manga muy corta que no le llegaba ni al ombligo, pudiendo lucir su nuevo piercing que se hizo junto a Elena, además de los pezones que se le marcaban de una manera exagerada. Los pantalones de su pijama también eran cortos, siendo además finos y algo transparentes, dejando poco lugar a la imaginación, transparentando el tanga negro que llevaba. También llevaba unas chanclas y su pelo recogido con una goma, pero es que era guapa así también.
Ver a mis dos amigas así vestidas tan ligeritas hizo que me distrajera bastante de mi objetivo principal por el que había ido, haciendo que me pudiera hasta algo cachondo. Irene despidió a Sofía, dejándome en el salón solo pensando que estaba preparado para la charla. Verlas así me había disipado esos nervios.
-¿Quieres un café? -me dijo una vez volvió.
-Ya he desayunado, pero vale. Hazte tú una tila, anda. Qué estás que no veas.
-No me toques los ovarios, anda. Qué no está en horno para bollos.
Irene se fue a la cocina y vino con dos cafés.
-Joder, sí que fue mal ayer, ¿no?
-No te haces una idea.
-Elena me lo contó.
-Pues o te lo ha contado mal, o a ti te la pela.
-¿Pero qué hablas? Cálmate, anda.
-¿Pero cómo me voy a calmar? -dijo levantando la voz.
-A ver, cuéntame. ¿Qué pasó ayer?
-Es que no quiero, porque me voy a poner peor de lo que lo estoy ya. Es que me cago en su puta madre.
-Joooooder, cómo estamos...
-¿Pero tú te puedes creer lo que hizo?
-Elena me contó más o menos lo que pasó y la verdad es que sí, me parece que es para enfadarse.
-Javi, que me dijo que en dos días Mario se iba con otra. Así, tal cual. ¿Te lo puedes creer?
-Sí, me lo creo, porque ya sé cómo es.
-Y vamos, es que insinuó lo mismo con vosotros. Que si no te comprometías con Elena, era por algo. La asquerosa...
-Me tiene hasta los huevos esta chica y solo la he visto tres veces.
-Mira, me aguanté cuando dijo eso de Mario y de mí, pero cuando lo dijo de vosotros... Es que ya no. Le pregunté si era gilipollas, con eso te lo digo todo.
-Sí, algo así me dijo Elena.
-La imbécil esta se sorprendió cuando dije eso. Yo ya estaba que quería arrastrarla de los pelos por toda la piscina. Le volví a preguntar que sí lo era. Yo ya no me iba a callar. Le dije que lo que estaba era amargada y que seguro que su chico se la follaba poco para estar así.
-Ostia...
-La otra miró a Elena y luego me miró a mí. Se le notaba que quería entrar al trapo, pero se calló. Ya me levanté, le di un beso a Elena y me largué. Es que ni me duché ni nada. Cogí mis cosas a toda prisa y me fui al coche, lo metí todo como pude y me monté para venirme.
-Pues vaya tela...
-En realidad no estoy tan enfadada por eso. A ver, que lo diga de mi pareja me da bastante igual porque sé que podemos dar esa impresión, además de que dejé caer que nos lo pasábamos bien, ya sabes...
-¿Por qué hiciste eso?
-No sé. De primeras no la veía tan gilipollas como luego demostró ser y pensé que si Elena confiaba en ella, era por algo, por eso hice un comentario. Que tampoco es que dijera que me follo a todo el mundo. Ni siquiera dije que soy bisexual. No sé si se montaría una película en su cabeza para que se pudiera imaginar el resto.
-A saber...
-El caso es que me dolió más que lo dijera de vosotros. ¿Le habéis dado algún motivo para que pueda pensar así?
-No. Ninguno. Yo al menos no he dicho ni hecho nada.
-Pues lo soltó y se quedó tan ancha, ¿sabes? No sé a qué coño vino, pero lo soltó. Es que... Uff... Me pongo de muy mala ostia.
-Bueno, ya está. Tranquilízate.
-Pero eso no fue lo que más me molestó.
-Ah, ¿no?
-No. Lo que me hizo más daño es que Elena se quedara como si nada cuando dijo todo eso. Como si le diera los buenos días, Javi. ¿Qué pasa con ella? ¿Por qué se deja ningunear así?
-Joder... Me dejas un poco frío. A ver, ella me ha dicho que está más acostumbrada a esas cosas con ella, porque los primeros días cuando la conoció ya le tocó lo mismo. Pero con el tiempo pues ya se ha hecho a eso y ya no la trata así. Ahora, a los de la oficina los tiene bien controlados.
-¿Seguro que ya no le habla así? Porque es que dijo que lo vuestro...
-Pero, ¿en serio dijo lo mismo de nosotros y Elena no dijo nada?
-Que no, Javi. Que no dijo nada. Estaba flipando por verla tan calmada.
-Pues no sé. Lo hablaré con ella, porque no me parece normal.
-Me dolió que Elena no dijera nada. Qué ni me defendiera a mí y a Mario, ni a ti. Me sentí muy mal, Javi... -dijo empezando a llorar.
-Eh, eh. Ya está -dije abrazándola.
Nos quedamos unos minutos abrazados. Yo la intenté consolar con buenas palabras y caricias, recordándole lo buenos amigos que éramos los cuatro, diciendo también que éramos como familia. Irene estaba dolida de verdad, porque cogió un berrinche propio de una niña pequeña.
-¿Has hablado con Mario de esto? -le pregunté una vez se serenó.
-No. Hemos hablado de nuestras cosas y ya, pero me ha notado como estoy. No es tonto y me conoce.
-Bueno, como tú veas.
-Se lo contaré. Y gracias por venir a hablar. Necesitaba echar esto. Siento haberte hablado así y haberte colgado cuando me has llamado antes.
-No pasa nada. Sabía que estabas enfadada. Además, estás más irascible por la falta de Mario. Eso se nota.
-Sí... -dijo abrazándose fuertemente a mí.
-¿Cómo lo llevas?
-Regular. Nunca hemos estado tanto tiempo sin vernos desde que somos pareja.
-Bueno, pero en dos días lo tienes aquí, ¿no?
-Sí. El sábado por la tarde viene. Lo voy a matar a polvos.
-Di que sí. Pero ya está, no le des más vueltas a lo de esa tía. No merece la pena.
-Estoy muy desanimada. No me esperaba que pasara algo así.
-Bueno, déjame hablar con Elena y ya veremos qué hacemos.
-Yo necesito unos días.
-Sí. Me parece perfecto. Esperaremos a la semana que viene. Tú lo primero que necesitas es que Mario venga. Ya cuando hayas pasado tiempo con él y tal, si quieres hablamos todos.
-Vale. Gracias por venir. Me he desahogado bastante.
-Nada, nada. Yo me tengo que ir, que tengo que trabajar y aún tengo que volver a casa. ¿Qué vas a hacer tú?
-Pues no sé... Llamaré a Mario a ver si puede hablar y luego comeré con Sofía. Odio estar sola.
-Perfecto. Tampoco quiero que lo estés. Si te aburres, necesitas hablar algo o lo que sea, llámame.
-Vale.
Irene me acompañó hasta la puerta y me dio un abrazo tremendo antes de que me fuera, seguido de un beso en la mejilla. Me dio cosilla verla así de decaída, pero tenía que volver a casa y aún me quedaba un buen rato de viaje, además de tener que ir a trabajar y luego a por Elena. Por el camino me puse a pensar en lo sensible que era también Irene en realidad. Y como en cierto modo, nos puso por delante de ella cuando Yolanda dijo esas palabras tan desafortunadas de todos, molestándole más que hablara mal de nosotros que de ella y su pareja. Ojalá tenerlos más cerca para poder pasar más tiempo juntos los cuatro. Bueno, y a Sofía también, pero por desgracia no podía ser así. También pensé en lo que me comentó Irene sobre como Elena no decía nada acerca de las palabras que decía Yolanda. Era algo extraño y que no terminaba de entender, por lo que se lo tenía que preguntar.