Reencuentro con Elena

Capítulo 276

Salí de la habitación, viendo que Noelia estaba al lado escuchando, medio asomada. No me hizo mucha gracia verla ahí, pero se le veía preocupada. Me acompañó a la cocina para preguntarme allí qué había pasado. Se lo expliqué y ella me afirmó lo intensa que era Yolanda, aunque tampoco lo veía para tanto. Yo pensaba que entre arpías se entendían, por eso no lo veía tan grave. Preparé la cena, preguntándome ella si podía servirse algo se lo que llevé. Le respondí afirmativamente, que aquello era para todos y que vaya pregunta más tonta me estaba haciendo. Se sirvió y se marchó al salón para cenar tranquilamente allí, diciéndome que nos dejaría intimidad y que no nos molestaría, ni llamaría a Arantxa para que viniera. Así que regresé con Elena para cenar allí tranquilamente con ella llevándolo todo en una bandeja. Me agradeció mucho el gesto diciéndome además lo bueno que estaba todo.

Aproveché que fui a la cocina para coger más agua para decirle a Irene por mensaje que me gustaría hablar con ella al día siguiente. Mientras le escribía, escuché a alguien aproximarse dando pequeños pasos, pero rápidos. Se trataba de Noelia, preguntándome si todo iba bien, diciéndome también que la comida estaba muy buena después de contestarle yo afirmativamente. Me preguntó si lo había hecho mi madre, refiriéndose a ella recordando aquel encuentro de cuando se presentó en mi casa sin avisar al poco de conocernos con la intención de quedar para irnos a la cama. Le volví a responder afirmativamente, diciéndole que se trataba de ella. De nuevo me dio las gracias y se fue al salón para quedarse un rato allí. Después regresé con Elena para seguir viendo la película mientras le daba mimitos, porque los necesitaba. Ya casi acabado, estaba muy adormilada, por lo que cayó dormida fácilmente nada más terminar estando echada sobre mí.

Yo tardé más en quedarme dormido pensando en el dolor de huevos que era Yolanda. Ahora también estaba jodiendo a Irene. Y por lo visto lo estaba haciendo bien, porque ni me contestó a lo de que me gustaría hablar con ella hasta pasado un buen rato. Seguía dándole vueltas a lo de Yolanda, pensando en Noelia cuando vi así a Elena. Ya me estaba imaginando que algo había hecho, quizá metiendo mierda o con algún comentario fuera de lugar, pero me equivocaba una vez más. Ella seguía con ese comportamiento tan normal, quizá estaba exagerando mucho el tema y debía relajarme. Pero el problema de Yolanda seguía ahí. Y la verdad es que quería estar lo más lejos posible de ella. Ya eran varios los desencuentros que había tenido con ella para las pocas veces que la había visto y ahora también involucraba a alguien más de mí círculo cercano.

El problema era que no sabía cómo encararlo. No quería decirle a Elena que yo pasaba de esa chica y que no quería ni verla, así directamente, porque sabía que le iba a sentar regular y no quería que se viera condicionada por mí para dejar de verse con alguien, ya que se veía que era alguien importante para ella por como hablaba de esta chica, siendo un gran apoyo, tanto en el trabajo, como personalmente. Al rato me quedé dormido intentando no darle más vueltas al tema, porque ya me estaba tocando los cojones de por más.

Al día siguiente me desperté al notar como alguien me tocaba la cara, medio acariciándomela. Se trataba de Elena, disculpándose inmediatamente por haberme despertado. Yo le dije que no pasaba nada. Ella siguió diciendo que es que no podía evitarlo después de haberla animado la noche anterior al escucharla para que se desahogara, preparándole la cena y estando a su lado para ver una película. Yo le resté importancia diciendo que de eso se trata tener pareja, de querer a la otra persona y estar ahí cuando lo necesita. Elena puso una expresión muy bonita, con mucha ternura y entonces se encorvó para darme un beso que no pudo durar mucho porque Noelia se asomó diciéndole a su hermana que Yolanda estaba esperando en la puerta con el coche en marcha. Mi chica se giró hacia ella y le dijo que un momento, que no pasaba nada, saliendo su hermana para esperar ya en la puerta. Nos miramos de nuevo y me dijo que esperara, que después de lo pasado el día anterior, que le daba igual si la hacía esperar. Me dio un buen beso y se despidió hasta que saliera de trabajar y fuera a por ella.

Yo me quedé un poco más en la cama, durmiendo durante un rato y luego me levanté para empezar la rutina de ducha, desayuno y trabajo. Pero cuando tocaba éste último, me acordé de lo hablado la noche anterior con Elena y se me vino Irene a la cabeza, por lo que la llamé en el acto. Tardó lo suyo en cogerlo y eso me preocupó. Nada más hacerlo me dijo que no lo quería hablar. Se le notaba el enfado bastante y me colgó. Me quedé mirando el teléfono bastante atónito. No, si todavía me iba a comer yo el marrón por la chica esta. Tras pensarlo un par de minutos, me levanté y me monté en el coche para ir a mi ciudad. Me apresuré todo lo que pude para ir a mi ciudad y ver a Irene para hablar con ella en persona y tratar de que se calmara, llamando a su puerta cuando llegué. Cuando lo hizo se me quedó mirando, seria, sin decir nada. Pasados unos segundos me hizo un gesto para que pasara con la cabeza y fuera hacia el salón, yendo ella ya hacía allí.

Una vez entré al salón me encontré a Sofía, quien se levantó diciendo que se iba ya y nos dejaba solos para que habláramos. Me dio un fuerte abrazo y un beso en la mejilla, susurrándome que estaba cabreada de verdad y que no podía calmarla, dándome suerte para que lo lograra yo. Estaba un poco tenso, pero se me pasó cuando vi a Sofía, en especial cómo iba, con una de sus camisetas blancas de tirantes que marcaban la gran redondez de sus pechos, además de unos shorts vaqueros y unas sandalias. Estaba muy guapa. Irene, por su parte, estaba con un pijamita de verano, con una camiseta de manga muy corta que no le llegaba ni al ombligo, pudiendo lucir su nuevo piercing que se hizo junto a Elena, además de los pezones que se le marcaban de una manera exagerada. Los pantalones de su pijama también eran cortos, siendo además finos y algo transparentes, dejando poco lugar a la imaginación, transparentando el tanga negro que llevaba. También llevaba unas chanclas y su pelo recogido con una goma, pero es que era guapa así también.

Ver a mis dos amigas así vestidas tan ligeritas hizo que me distrajera bastante de mi objetivo principal por el que había ido, haciendo que me pudiera hasta algo cachondo. Irene despidió a Sofía, dejándome en el salón solo pensando que estaba preparado para la charla. Verlas así me había disipado esos nervios.

-¿Quieres un café? -me dijo una vez volvió.
-Ya he desayunado, pero vale. Hazte tú una tila, anda. Qué estás que no veas.
-No me toques los ovarios, anda. Qué no está en horno para bollos.

Irene se fue a la cocina y vino con dos cafés.

-Joder, sí que fue mal ayer, ¿no?
-No te haces una idea.
-Elena me lo contó.
-Pues o te lo ha contado mal, o a ti te la pela.
-¿Pero qué hablas? Cálmate, anda.
-¿Pero cómo me voy a calmar? -dijo levantando la voz.
-A ver, cuéntame. ¿Qué pasó ayer?
-Es que no quiero, porque me voy a poner peor de lo que lo estoy ya. Es que me cago en su puta madre.
-Joooooder, cómo estamos...
-¿Pero tú te puedes creer lo que hizo?
-Elena me contó más o menos lo que pasó y la verdad es que sí, me parece que es para enfadarse.
-Javi, que me dijo que en dos días Mario se iba con otra. Así, tal cual. ¿Te lo puedes creer?
-Sí, me lo creo, porque ya sé cómo es.
-Y vamos, es que insinuó lo mismo con vosotros. Que si no te comprometías con Elena, era por algo. La asquerosa...
-Me tiene hasta los huevos esta chica y solo la he visto tres veces.
-Mira, me aguanté cuando dijo eso de Mario y de mí, pero cuando lo dijo de vosotros... Es que ya no. Le pregunté si era gilipollas, con eso te lo digo todo.
-Sí, algo así me dijo Elena.
-La imbécil esta se sorprendió cuando dije eso. Yo ya estaba que quería arrastrarla de los pelos por toda la piscina. Le volví a preguntar que sí lo era. Yo ya no me iba a callar. Le dije que lo que estaba era amargada y que seguro que su chico se la follaba poco para estar así.
-Ostia...
-La otra miró a Elena y luego me miró a mí. Se le notaba que quería entrar al trapo, pero se calló. Ya me levanté, le di un beso a Elena y me largué. Es que ni me duché ni nada. Cogí mis cosas a toda prisa y me fui al coche, lo metí todo como pude y me monté para venirme.
-Pues vaya tela...
-En realidad no estoy tan enfadada por eso. A ver, que lo diga de mi pareja me da bastante igual porque sé que podemos dar esa impresión, además de que dejé caer que nos lo pasábamos bien, ya sabes...
-¿Por qué hiciste eso?
-No sé. De primeras no la veía tan gilipollas como luego demostró ser y pensé que si Elena confiaba en ella, era por algo, por eso hice un comentario. Que tampoco es que dijera que me follo a todo el mundo. Ni siquiera dije que soy bisexual. No sé si se montaría una película en su cabeza para que se pudiera imaginar el resto.
-A saber...
-El caso es que me dolió más que lo dijera de vosotros. ¿Le habéis dado algún motivo para que pueda pensar así?
-No. Ninguno. Yo al menos no he dicho ni hecho nada.
-Pues lo soltó y se quedó tan ancha, ¿sabes? No sé a qué coño vino, pero lo soltó. Es que... Uff... Me pongo de muy mala ostia.
-Bueno, ya está. Tranquilízate.
-Pero eso no fue lo que más me molestó.
-Ah, ¿no?
-No. Lo que me hizo más daño es que Elena se quedara como si nada cuando dijo todo eso. Como si le diera los buenos días, Javi. ¿Qué pasa con ella? ¿Por qué se deja ningunear así?
-Joder... Me dejas un poco frío. A ver, ella me ha dicho que está más acostumbrada a esas cosas con ella, porque los primeros días cuando la conoció ya le tocó lo mismo. Pero con el tiempo pues ya se ha hecho a eso y ya no la trata así. Ahora, a los de la oficina los tiene bien controlados.
-¿Seguro que ya no le habla así? Porque es que dijo que lo vuestro...
-Pero, ¿en serio dijo lo mismo de nosotros y Elena no dijo nada?
-Que no, Javi. Que no dijo nada. Estaba flipando por verla tan calmada.
-Pues no sé. Lo hablaré con ella, porque no me parece normal.
-Me dolió que Elena no dijera nada. Qué ni me defendiera a mí y a Mario, ni a ti. Me sentí muy mal, Javi... -dijo empezando a llorar.
-Eh, eh. Ya está -dije abrazándola.

Nos quedamos unos minutos abrazados. Yo la intenté consolar con buenas palabras y caricias, recordándole lo buenos amigos que éramos los cuatro, diciendo también que éramos como familia. Irene estaba dolida de verdad, porque cogió un berrinche propio de una niña pequeña.

-¿Has hablado con Mario de esto? -le pregunté una vez se serenó.
-No. Hemos hablado de nuestras cosas y ya, pero me ha notado como estoy. No es tonto y me conoce.
-Bueno, como tú veas.
-Se lo contaré. Y gracias por venir a hablar. Necesitaba echar esto. Siento haberte hablado así y haberte colgado cuando me has llamado antes.
-No pasa nada. Sabía que estabas enfadada. Además, estás más irascible por la falta de Mario. Eso se nota.
-Sí... -dijo abrazándose fuertemente a mí.
-¿Cómo lo llevas?
-Regular. Nunca hemos estado tanto tiempo sin vernos desde que somos pareja.
-Bueno, pero en dos días lo tienes aquí, ¿no?
-Sí. El sábado por la tarde viene. Lo voy a matar a polvos.
-Di que sí. Pero ya está, no le des más vueltas a lo de esa tía. No merece la pena.
-Estoy muy desanimada. No me esperaba que pasara algo así.
-Bueno, déjame hablar con Elena y ya veremos qué hacemos.
-Yo necesito unos días.
-Sí. Me parece perfecto. Esperaremos a la semana que viene. Tú lo primero que necesitas es que Mario venga. Ya cuando hayas pasado tiempo con él y tal, si quieres hablamos todos.
-Vale. Gracias por venir. Me he desahogado bastante.
-Nada, nada. Yo me tengo que ir, que tengo que trabajar y aún tengo que volver a casa. ¿Qué vas a hacer tú?
-Pues no sé... Llamaré a Mario a ver si puede hablar y luego comeré con Sofía. Odio estar sola.
-Perfecto. Tampoco quiero que lo estés. Si te aburres, necesitas hablar algo o lo que sea, llámame.
-Vale.

Irene me acompañó hasta la puerta y me dio un abrazo tremendo antes de que me fuera, seguido de un beso en la mejilla. Me dio cosilla verla así de decaída, pero tenía que volver a casa y aún me quedaba un buen rato de viaje, además de tener que ir a trabajar y luego a por Elena. Por el camino me puse a pensar en lo sensible que era también Irene en realidad. Y como en cierto modo, nos puso por delante de ella cuando Yolanda dijo esas palabras tan desafortunadas de todos, molestándole más que hablara mal de nosotros que de ella y su pareja. Ojalá tenerlos más cerca para poder pasar más tiempo juntos los cuatro. Bueno, y a Sofía también, pero por desgracia no podía ser así. También pensé en lo que me comentó Irene sobre como Elena no decía nada acerca de las palabras que decía Yolanda. Era algo extraño y que no terminaba de entender, por lo que se lo tenía que preguntar.
 
Capítulo 277

Y así lo hice después de llegar a casa y trabajar durante un rato, aunque tampoco demasiado por todo el tiempo que estuve fuera de casa. Fui a por ella y salió normal, como pude ver desde dentro del coche. No me apetecía ni ver a la otra, y que mucho menos se me acercara o saludara desde lejos. Pensé en preguntarle nada más se montó en el coche, pero pensé en hacerlo después de comer, cuando estuviéramos tranquilos en el salón, aunque tenía que trabajar porque por la mañana no me dio tiempo a hacer lo que tenía previsto. La veía bastante contenta y animada pese a todo lo que tuvo lugar el día anterior y es que al parecer Yolanda se disculpó bastante por todo lo que ocasionó, aunque Elena no me dio ningún detalle de lo que me contó Irene. Lo hizo de pasada, porque enseguida se puso a hablar del trabajo, de un proyecto que habían empezado y que tantas ganas tenía de abordar. Me estuvo hablando de aquello hasta que apareció Noelia y nos pusimos a comer, donde ésta nos contó cómo le había ido en clase y como estaba empezando a arrancar el curso. Una vez acabamos de comer y recogimos todo, le pedí a Noelia que nos dejara a Elena y a mí solos cuando estábamos los tres en el salón descansando.

-¿Qué pasa, Javi? -preguntó Elena una vez Noelia se fue a su habitación.
-He llamado esta mañana a Irene.
-¿Sí?
-Sí. Vaya cabreo tenía... Tanto que me ha colgado.
-¿En serio?
-Sí. Y al final he ido a su casa para hablar bien.
-Ah... ¿Y qué tal?
-Pues me he venido bastante sorprendido, la verdad.
-¿Sí? ¿Por qué?
-Pues porque estaba muy enfadada. Muchísimo. Y me ha contado con detalle lo que pasó. Como Yolanda dijo que pensaba que Mario se iba a ir con otra en dos días y como que dijo algo similar de nosotros.
-Ah... Eso...
-¿Me lo explicas? Porque la verdad es que no puedo creer que dijera eso de nuestros amigos y de nosotros y tú no dijeras nada. Porque es lo que me ha dicho Irene, que eso fue lo que más le dolió. Que no la defendieras ni a ella ni a Mario, pero es que tampoco a mí.
-Ya... Si lleva razón.
-¿Entonces?
-Javi, es que... Mira, ya sabemos cómo es Yolanda.
-Sí, ya lo sabemos. Lo que no sabemos es por qué tú no dijiste nada.
-Es que... A ver. Creo que sé qué es lo que le pasa.
-A ver, cuéntame.
-¿Recuerdas lo que nos contó cuando estuvimos en su casa con su pareja? Lo de que habían intentado tener un bebé.
-Sí.
-Pues creo que es eso. Que lo siguen intentando aún, pero que la cosa no cuaja.
-Vale. ¿Y?
-Pues que está de muy mal humor por eso. No lo sé a ciencia cierta, pero es que no para de hablar de ello, mirando fotos de bebés y ropita.
-Ah. Pues...
-Es que viendo el interés que tiene le he preguntado si tenía algún problema para no tener hijos y se puso muy nerviosa. Enseguida se puso a cambiar de tema.
-Vale, me parece muy bien todo eso, pero es que, que esté mal por eso no le da ningún derecho a hablarle así a las personas. Ni a las que acaba de conocer, ni mucho menos a una supuesta buena amiga.
-Ya, si llevas razón. Pero es que yo no quería entrar al trapo para no poner la cosa peor. Bastante tiene con eso como para que me pelee con ella.
-No es pelearte con ella, Elena. Es decirle que no puede hablarle así a la gente. Es más sencillo de lo que crees.
-Y si tan fácil es, ¿por qué no se lo dijiste tú en su casa?
-Pues... Mira, porque me pilló desprevenido, eso lo primero. Y segundo, porque si le hubiera contestado, hubiera sido para mandarla a tomar por culo.
-¿Y por qué no lo hiciste?
-Por ti, Elena. Porque para ti es alguien importante y no quiero que te veas condicionada por mí para estar con ella o ser su amiga, que te conozco.

Elena se quedó callada, mirándome y yo seguí:

-Es que... Mira, mejor dejamos de hablar de ella, porque es que al final se va a liar.
-No, no. Cuéntame.
-Da igual. Voy a trabajar, que esta mañana he hecho poco con la tontería.

Me levanté y me fui a la habitación donde lo tenía todo para poder trabajar, dejando a Elena pensativa, mirando a un sitio fijo. En lugar de ponerme a trabajar, me puse a pensar en cómo Elena y yo habíamos tenido una conversación algo más intensa de la cuenta tal vez. Ya sí que me estaba tocando los cojones el tema de su amiguita, porque cada vez la cosa se ponía peor. En este caso desembocó en una especie de discusión con Elena. Tampoco pude pensar mucho, porque Noelia apareció por la habitación, entrando y cerrando la puerta, quedándose frente a ella con los brazos en jarra.

-¿Bronca? Creía que ayer se había solucionado todo...
-¿Espiando?
-No, perdona. Es que... He ido a por agua y os he oído hablar así y pues me he quedado escuchando.
-Bueno, es por su amiga.
-¿Otra vez?
-Sí, bueno... Es que ayer tuvo follón con Irene y hoy he ido a hablar con ella y bueno... Me ha explicado lo que pasó y lo estaba comentando con tu hermana.
-¿Qué pasó?
-Da igual, Noelia. No tengo ganas de hablar de lo mismo por tercera vez hoy.
-Bueno... Era por si te querías desahogar.
-Yo no necesito desahogarme. Ve con tu hermana y habla con ella, anda. Seguro que a ella le puedes ayudar más que a mí.
-Vale.

Noelia salió de la habitación y se fue con su hermana aparentemente, porque podía oír un murmullo al haber dejado ella la puerta entornada. Yo mientras traté de olvidarme de todo aquello, porque no merecía la pena. Para ello, me puse a trabajar, empezando a buen ritmo, sacando adelante bastante material que tenía atrasado de esa misma mañana, pero alrededor de media hora después me volvieron a interrumpir. Fue Elena, asomando la cabeza por la puerta. Se quedó callada, mirándome. Yo le pregunté qué pasaba y ella respondió que nada, que solo quería verme, preguntándome después con su vocecilla si podía pasar o si no podía por estar trabajando. Le dije que por supuesto, que no había problema. Ya estaba más calmado y ella se veía muy ñoña, con un comportamiento tan infantil como encantador. Se acercó y me abrazó desde atrás con fuerza, dándome un beso en la mejilla. Después se sentó sobre mi regazo para mirarme a los ojos y darme un beso muy dulce.

-Javi, sabes que te quiero, ¿no?
-Claro que lo sé, Elena.
-No, es que con lo que hemos hablado... Bueno, que yo te amo, Javi. No quiero que pienses que no lo hago por no haberte defendido.
-No lo pienso. Pienso que eres muy buena amiga.
-No tanto... Mira cómo está Irene por mi culpa...
-Bueno, ya se le pasará el cabreo. También está así porque Mario está fuera y nunca han estado tanto sin verse desde que son pareja.
-Voy a llamarla. No puedo dejar esto así.
-No, espera. Me ha dicho que necesita unos días.
-¿Sí? -preguntó con pena.
-Sí. Está dolida y hemos quedado en que vamos a esperar a que Mario vuelva y esté con él tranquila. Ya la semana que viene vamos y los vemos.
-Ah... No sabía que fuera para tanto.
-Pues parece que sí lo es. Estaba bastante mal. De hecho, se puso a llorar.
-No... -dijo de nuevo apenada, echando su cabeza sobre mi hombro.
-Elena, no quiero que por esto tomes medidas. Sé que esa chica es importante para ti y no quiero que por esto dejes de hablarle, pasar tiempo con ella o incluso llevarte mal.
-Ya...
-Es que te conozco y te veo capaz de eso. Entonces pues no quiero que pase eso, porque sé que vas a estar mal.
-No, si no pasa nada...
-¿Cómo que no? No quiero que lo hagas, ¿eh?
-Vale, vale. Había pensado en juntarnos todos para hablarlo y poder empezar de nuevo.
-Mmm, no creo que sea buena idea. Estoy seguro de que Irene no va a querer y seguro que Yolanda tampoco después de que la llamara gilipollas.
-Es que me gustaría que todos nos lleváramos bien.
-Claro, si es lo suyo, pero a veces, pues hay gente que no conecta, como en este caso entre Irene y Yolanda. Yo creo que lo mejor es dejarlo estar.
-Pero es que no quiero que Irene se sienta desplazada.
-Pero es que no se siente así.
-Ya, seguro. Ahora no nos vemos con ellos tanto como antes. Y con Yolanda, que la veo todos los días.
-Te aseguro que no se siente así. Ya verás como no es así cuando nos juntemos con ellos la semana que viene.
-Bueno...

Le di un beso para que se tranquilizara, diciéndole después que la quería un montón. Ella puso una sonrisa medio atontada en su boca y me devolvió el beso, seguido de un fuerte abrazo.

-¿Me puedo quedar aquí contigo?
-¿Pero qué pregunta es esa?

Elena sonrió bastante me dio otro abrazo y otro beso. Después se sentó en el sofá que teníamos en esa habitación para pasar el resto de la tarde conmigo mientras yo trabajaba. Al final, Elena me dijo que le envió un pequeño mensaje a Irene diciéndole que la quería para que se sintiera algo mejor, diciéndole también que la semana siguiente nos veríamos todos para ir a cenar o algo. La tarde pasó tranquilamente mientras Elena estaba echada en el sofá, acercándose de vez en cuando para verme trabajar de cerca, sentándose a mi lado.
 
Capítulo 278

Poco antes de cenar, Elena recibió una llamada de su padre, preguntándole si nos podíamos quedar con Paula ese fin de semana, que ella estaba con muchas ganas de venirse con nosotros y como la semana siguiente empezaba el cole, pues ya estaría más complicado que se viniera con nosotros más adelante. Elena le respondió a su padre de manera afirmativa y con muchas ganas. Y hasta yo tenía ganas de tenerla por ahí. Era un encanto de niña y no ocasionaba ningún problema. Después de hablar con su padre, llamó a su tía para hablar sobre la nena, para que le dejara instrucciones de qué tenía que hacer y alguna cosa más mientras yo fui a la cocina para ir preparando la cena. Al poco apareció Noelia.

-¿Ya se ha aclarado todo?
-Sí. Ya está todo hablado y solucionado.
-¿Pero solucionado de verdad, o...?
-No, no. Ya está. ¿Vas a querer cenar tú también ya?
-Mmm, vale. Voy poniendo la mesa.
-Bien. Oye...
-Dime -dijo dándose la vuelta.
-Em... Tú padre acaba de llamar a Elena.
-Ah...
-Que tu prima Paula va a pasar el fin de semana aquí con nosotros.

Noelia se quedó en silencio, mirándome fijamente.

-Mira, Noelia... Yo entiendo que no quieres ver a tu padre y que no le hayas perdonado lo que hizo, pero ya ha pasado un tiempo y tal vez vaya siendo hora de reconsiderar las cosas, ¿no crees?

Noelia seguía en silencio, con la mirada fija en mí. Su expresión era rara, ya que no denotaba nerviosismo, ni enfado, ni sorpresa. Nada. Aunque estaba sería. Viendo que no decía nada, decidí seguir hablando.

-Me gustaría explicarte que no es como piensas. Tú madre exageró bastante cuando os contó todo aquello. Y a tu hermana le haría mucha ilusión que la cosa fuera como antes entre vosotros cuatro. Tal vez te podrías venir con nosotros mañana a comer con ellos y así podrías hablar por fin con tu padre. Te echa muchísimo de menos y está deseando verte. Y Paula también ha preguntado por ti cuando ha venido antes, es solo una niña, es muy pequeña y le haría mucha ilusión verte. ¿Qué dices?

No dijo nada. Se fue, saliendo de la cocina, pero no hacia el salón, sino hasta su habitación, donde cerró la puerta tras entrar. Me quedé un poco desconcertado. Pensé que con ese nuevo comportamiento suyo tal vez habría madurado ese tema y estaría dispuesta a reencontrarse con su padre, pero me equivocaba. Tampoco es que fuera un no claro, pero esa seriedad y esa no respuesta, yéndose a su habitación, indicaba que no quería hacerlo.

-¿Y esa cara? -me preguntó Elena al entrar a la cocina.
-Pues que creo que la he cagado.
-¿Por?
-Porque le he dicho a tu hermana lo de que mañana va a venir tu padre con Paula para que ella pase el fin de semana con nosotros y le he preguntado si se quería venir a comer con nosotros y con ellos, que si ya ha pasado un tiempo y que le dé una oportunidad.
-¿Y bien?
-No ha dicho nada. Se ha ido a su habitación.
-Ah... Bueno. Luego hablo con ella.
-Joder. Es que como se está portando tan bien ahora, pensé que...
-No pasa nada, mi amor. Ya hablaré con ella.

Elena me dio un abrazo con fuerza. Estaba muy mimosa ese día, aunque era normal después de aquella pequeña discusión. Terminamos de preparar la cena entre los dos y la pusimos en la mesa, incluido el plato de Noelia, aunque no aparecía. Yo no dejaba de mirar su plato y su sitio y Elena me cogió la cara con una mano para que la mirara, diciéndome de nuevo que no me preocupara, que no pasaba nada. Me dio un beso y acabamos de cenar. Como aún me sentía culpable, llevé al plato de comida a la habitación de Noelia, la cual me encontré sentada con las piernas cruzadas y con su espalda apoyada en el cabecero de la cama una vez llamé y me dejó pasar. Le dejé el plato en el escritorio, además de los cubiertos y una botella de agua.

-Come algo, anda.

Noelia se me quedó mirando de nuevo, justo igual que como lo hacía mientras le contaba el plan del día siguiente. Pero esta vez sí que habló.

-No puedo.
-¿No tienes hambre?
-No me refiero a eso. Es por mi padre. No puedo. Lo siento.
-No tienes nada que sentir -dije sentándome en el borde de la cama, quedando lo más alejado posible de ella.
-Ya, es que no estoy preparada. Es algo... No sé. Tengo que pensarlo bien. Me gustaría hablarlo con mi madre.
-Claro. Es lógico.
-Mañana no voy a ir con vosotros a comer.
-Vale, lo entiendo. No pasa nada.
-Es que no puedo...
-Mira, hacemos una cosa. Mañana te llevo a tu casa cuando acabemos de comer.
-Pero...
-No pasa nada. No los vas a ver si no quieres. ¿Por qué no comes fuera con alguien? ¿Tal vez algún compañero o compañera de clase, o con Arantxa?
-Mmm, sí. Tal vez pueda.
-Cuando acabemos, dejo aquí a tu hermana y a Paulita y voy a por ti y te llevo a casa.
-Vale.
-Anda, come algo y no tardes, que ya es tarde -dije antes de salir de su habitación.
-Gracias.

Salí de la habitación y me quedé tras la puerta una vez la cerré. Parecía que me estaba ablandando ante ella y su nueva personalidad, tan encantadora, por así decirlo. Algo de preocupación asomaba en mí al verla así tan desubicada con el tema de su padre. Pero eso no significaba que bajara la guardia. Sabía de sobra lo que había y era cuestión de tiempo que la verdadera Noelia saliera a la luz de nuevo. Por momentos se me venía a la cabeza el querer juntar a los cuatro de nuevo, pero es que tampoco me quería meter donde no me llamaban. Y menos estando tanto Noelia como Maribel de por medio. Era un sinvivir estar así. Yo solo quería tener una relación normal, pero con su familia era muy difícil.

Volví con Elena a salón y me eché en el sofá con ella. A los pocos minutos de estar los dos viendo la tele, se echó encima de mí, para acariciarme el pecho por dentro de la camiseta, dándome varios besitos por mi hombro, cuello, mejilla y labios cuando estiraba su cuerpo. Elena seguía mimosa y la prueba de ello fue cuando se echó encima de mí del todo, obligándome a que me tumbara, para ponernos de lado. Entonces fue cuando empezó a besarme. Ya apenas había luz en la casa, tan solo la de la televisión que se reflejaba en nosotros, probablemente una de las razones por las que Elena decidió ir más allá y empezó a sobarme la polla por encima de la ropa. Yo me dejaba hacer, ya que me parecía una buena forma de solventar del todo esa discusión que tuvimos hacía unas horas, aunque estuvimos toda la tarde juntos y sus muestras de cariño eran constantes cuando se acercaba a verme trabajar con más detenimiento.

Nos empezamos a comer la boca de manera bastante guarra mientras yo le agarraba del culo y se lo estrujaba, haciendo fuerza para pegar nuestros cuerpos, pero ella me empujaba, intentando colar su mano por mis pantalones, consiguiéndolo de hecho. Hasta me la llegó a sacar para empezar a pajearme.

-Joder... ¿Tan cachondilla estás?
-Siiiii -dijo con dulzura.
-Me encanta. Vamos a la habitación.
-Nooooo. Aquí.
-No, Elena. Que está tu hermana en casa.
-Jo... Javiiiii...
-Uh... Sabes que me vuelves loco cuando te pones así.
-¿Sí?
-Claro. Me encanta tu dulzura. Era una de las cosas que más llamaba la atención de ti cuando empezamos a ser follamigos.
-Me encanta recordar esos días.
-Y a mí. Anda, vamos a la habitación.
-Que no -dijo empujándome del pecho con una mano para que me tumbara de nuevo-. Un poquito solo.

Elena se escurrió rápidamente por mi cuerpo para bajarme los pantalones y los boxers de un rápido movimiento y sacarme la polla, la cual estaba durísima. Se la metió en la boca antes de que pudiera decir nada, escapándosele un gemido algo alto. Se puso a chuparla como una loca, casi sin importarle hacer ruido por como engullía.

-Elena, cariño... Que tu hermana puede salir en cualquier momento y nos puede ver así.

Elena gimió con tono de molestia sin llegar a sacarse mi polla de la boca. Yo intenté varias veces que parara, pero no había manera, por lo que me relajé un poco y me dejé llevar, haciéndole una coleta con las manos para que no le molestara el pelo e incluso apretando para que se la tragara entera como prácticamente solo ella me había hecho, llegando a atragantarse un poco. En una de estas que la saqué de su boca para que respirara, se oyó la puerta de Noelia abrirse. Ambos pegamos un bote en el sofá, poniéndonos bien todo, ella el pelo y limpiándose las babas que le caían por la barbilla y yo los boxers y los pantalones, cogiendo después un cojín para tapar la erección. Pese a estar con la respiración medio acelerada, pudimos disimular muy bien lo que había pasado.
 
Capítulo 279

N: Ya he acabado de cenar. Gracias por traérmela, Javi. Y por la charla. Me voy a dormir, que mañana tengo clase. Buenas noches.
J: Buenas noches.
E: Noelia, me gustaría hablar contigo.
N: No hace falta. Ya he hablado con Javi. No te preocupes -dijo quedándose mirándola.

Se hicieron un par de segundos de silencio en los que vi como Noelia miraba a su hermana con detenimiento, como si le mirara el pecho. Después me miró a mí, bajando sus ojos hasta el cojín. Parecía que no habíamos disimulado tan bien como yo pensaba.

E: Bueno, pero quiero hablar contigo igualmente, ¿vale?
N: Vale, pero ya mañana. U otro día. Que ya es muy tarde y tengo sueño.
E: Vale, que descanses.

Noelia se fue y oímos como cerró su puerta. Elena se giró hacia mí y entendí lo que había visto Noelia, sus pezones marcadísimos bajo su camiseta. Ella me miraba con una sonrisa de niña mala y yo me lancé de nuevo a su boca para besarla mientras ella quitaba el cojín que tenía sobre mi erección, para sobarme de nuevo la polla, empapándose toda la zona por sus babas. Aun así, con ese calentón tan grande fui capaz de despegarme de Elena.

-¿Ves? Casi nos pilla.
-No ha sido para tanto. Ha sido emocionante, jeje.
-Anda, vamos a la habitación, que paso de que nos pille de verdad. Que creo que ya se ha olido algo...
-Vaaaaale.

Apagué la televisión y la cogí en volandas, con ella riendo con esa dulzura suya tan bonita. De camino a la habitación me empezó a besar el cuello como ella sabía que me gustaba y la erección se disparó de nuevo, a pesar de estar bastante empalmado. Yo mientras tanto le daba pellizcos en el culo y algún azote, aunque me controlé cuando pasamos junto a la habitación de Noelia, al contrario que ella, que seguía con esa risita. En cuanto llegamos a nuestro cuarto, la eché sobre la cama, haciendo que rebotara, causando algo de ruido al hacerlo. Ella seguía con su risa y yo fui a la puerta a echar el pestillo.

-No hace falta... -dijo bajito.
-¿Pero qué te pasa? Jajajaja -le respondí hablando tan bajito como hizo ella-. ¿Hoy quieres que nos pille?
-Nooooo... Pero mírala cómo está. Si se está portando como hacía mucho que no veía en ella. No creo que venga a molestar, ni aun sin querer hacerlo.
-Da igual, así nos aseguramos de que no nos va a interrumpir.
-¿Me vas a follar?
-Joder... Como para no conforme está la nena...
-Jijijiji...
-Me has puesto muy burro ahí cuando me la comías. Me encanta como lo haces.
-Y tú me tenías perrísima. Estoy empapada.
-¿Sí? A ver...

Elena cerró las piernas, impidiendo que comprobara lo que me acababa de decir, haciendo un sonido de negación mientras ponía cara de querer jugar.

-Estás muy juguetona...
-Ajam...
-Joder... Qué ganas de reventarte.
-¿Me vas a reventar?
-No será por falta de ganas...
-Yo también lo estoy deseando.
-¿Quieres que te mate a pollazos?
-Sí.
-Mmm... Primero te voy a comer el coño. Estoy deseando.

Elena parecía querer seguir jugando un poco más a provocarme y a impedirme que hiciera nada con ella, pero es que yo ya no podía más. Necesitaba follármela y parecía que no me iba a poder controlar. Sin dejar que jugara más conmigo, le arranqué la ropa de manera salvaje y me lancé comerle el coño mientras jugaba con sus tetas, pellizcándole los pezones. Rápidamente empezó a gemir por mi comida de coño, pero llevé mi mano a su cara para acariciarla, metiéndole el pulgar en la boca para que lo chupara y así amortiguar sus gemidos. Tras unos minutos pasando mi lengua por sus labios vaginales, metiéndosela dentro y centrándome después en su clítoris, Elena se corrió de manera intensa agarrándome fuertemente del brazo, empapándome la cara también con sus fluidos. Paré cuando vi que se empezaba a retorcer y a apretar mi cabeza con sus piernas de manera muy fuerte.

Me puse de rodillas en mitad de la cama mirando como respiraba de manera acelerada, con sus ojos cerrados y una expresión de placer que me daban ganas de comérmela de nuevo. Aproveché que se tenía que recuperar para quitarme la ropa y dejarla apartada mientras contemplaba su precioso cuerpo con sus tetas tan ricas y bonitas, con esos pezones rosados y pálidos y su piercing en uno de ellos. Luego le miré el del ombligo. Qué bonitos le quedaban. Y finalmente pude ver su coñito, con esos labios rosas y finos, aunque ahora algo más rojizos e hinchados por su excitación, acabando en ese pubis recubierto por una fina capa de pelo negro formando un perfecto triángulo. Ya tenía la polla muy dura, pero es que verla así tan abandonada a sus sensaciones con ese cuerpo tan perfecto hizo que se me pusiera más dura aún, asomando alguna que otra gota y eso que aún no había empezado a follarla.

No pude aguantar y me puse sobre ella para besarla. Ella dio un respingo, acompañado de un gemido al notar el contacto de mis labios con los suyos, pasando después a su cuello, haciendo que se estremeciera de nuevo, como si le hubiera hecho cosquillas. Como no reaccionaba para seguir, decidí ir por la vía rápida. Cogí sus pies después de ponerme de nuevo de rodillas y se los empecé a besar. Su reacción fue instantánea, abriendo los ojos y empezando a gemir. Se puso rojísima y de nuevo estaba encendidísima otra vez. Mirándome con deseo, llevándose la mano al coño para tocarse mientras yo jugaba con sus pies. Se la aparté y ella refunfuñó.

-Javiiiiiii... No seas malooooo... -susurró.
-No seas mala tú, que te quiero follar y no me dejas.
-Claro que te dejo, mi amor. Pero es que necesito recuperarme.
-Es que no puedo más. Necesito reventarte.
-Pues ven aquí.

Me puse de nuevo sobre ella sin pensármelo y dirigí mi polla hasta su coñito para metérsela del tirón. Ella cogió aire con fuerza por la impresión de haberlo hecho de manera tan dura, pero se acomodó y me dejó hacer, permitiéndome que la follara en un misionero, de manera rápida y fuerte. Elena aguantaba los gemidos con su boca cerrada, aunque se le escapaba alguno mientras yo jadeaba a pocos centímetros de su cara. Ambos estábamos a mil.

-Más fuerte, mi amor.
-Nos va a oír Noelia.
-No. Venga, más fuerte.
-Ahora, espera.
-Javi, tenemos que aprovechar, que la nena va a estar aquí todo el finde y no vamos a poder follar.
-Uff... No me lo recuerdes, que lo voy a pasar mal.
-Por eso, mi amor. Quiero que me revientes para quedarnos saciados estos 3 días que vienen.

Empecé a follar a Elena con más fuerza, provocando que gimiera más, por lo que tuve que cerrarle la boca con la mano para que su hermana no nos oyera. No quería que se volviera a correr ella, ni quería hacerlo yo, por lo que llevaba cuidado de que no pasara.

-Javi... -dijo en uno de esos breves descansos en los que se la metía de manera lenta y suave.
-Dime.
-¿Cómo estás?
-¿Yo? En la gloria.
-Jejejeje. Me refiero a lo de no tener sexo con más gente alrededor.
-Ah, pues no sé, ¿por?
-Porque... -dijo haciendo una pausa para darme un pequeño beso- Tengo ganas de jugar...
-¿Jugar?
-Sí. Quiero compensar a Irene por todo este mal rollo que ha tenido lugar por mi culpa.
-Ah...
-Bueno, y también por mí. Tengo muchas ganas de que me lo coma. Y de comerle yo las tetas.
-Pero bueno... ¿Y esto? -dije riéndome.
-Jajajaja. Es que estoy muy perra, pero me apetece de verdad. De hecho, me apetece también con Sofía.
-¿Quién eres tú y qué has hecho con mi adorable y tímida novia? Jajajajaja.
-Jajajajaja. Jo... No seas malo.
-A ver... Si lo dices así, pues sí que me apetece.
-No te preocupes, con Mario no voy a hacer nada. Me da un poco de pena el pobre, pero es que no me siento cómoda del todo.
-Lo que veas, mi vida. Yo tampoco voy a hacer nada con ellas en realidad. No me apetece, pero verte a ti con ellas me pondría mucho, la verdad.
-Jijijiji...

Elena me besó y la empecé a follar más rápido de nuevo. Mientras ella se concentraba en sus sensaciones, yo me paraba a pensar en lo que propuso. Era verdad que yo en ese momento prefiera que estuviéramos solos, como pasó cuando vinieron todos a casa y empezó ese juego con Sofía en el que finalmente no quise que pasara nada con ella, pero que me lo comentara en ese momento hizo que me pusiera muy cachondo. Más de lo que ya lo estaba. Y me empezó a apetecer. Me gustaba ver como Elena jugaba con otra chica, y si eran de confianza y estaban buenas como en el caso de Irene y Sofía, pues mucho mejor. De hecho, hasta ya me lo estaba empezando a imaginar, viendo en mi mente como Elena le comía las tetas a Irene y a Sofía y como ambas le comían el coño a ella. Me despegué de ella para que soltara mi hombro, el cual mordía para ahogar sus gemidos para mirarla a los ojos. Estaba con una expresión muy caliente, pasando a sonreír una vez nos mirábamos.

Le susurré que la quería y que tenía muchísima suerte de tenerla en mi vida y ella me pidió que fuera más rápido. Se quería volver a correr, pero estaba empezando a gemir demasiado fuerte, aunque también se oía el cabecero de la cama chocar contra la pared. Le tapé la boca de nuevo con una mano mientras la seguía reventado en ese misionero y nuestros sexos sonaban por el roce que hacían entre sí, mezclándose con ese sonido húmedo por sus fluidos. Elena me intentaba retirar la mano de la boca para poder respirar mejor y lo consiguió después de intentarlo varias veces, pasando yo a agarrarle el cuello con fuerza.

-Así, así. Cógeme del cuello con fuerza. Hace mucho que no lo haces -dijo jadeando fuertemente.

Le agarre del cuello con fuerza, llegando ella a ponerse roja, pidiéndome que la follara lo más duro que pudiera. Así lo hice y por suerte no gemía esta vez, aunque el cabecero de la cama sí que sonaba. Se quedó aguantando la respiración hasta que explotó en su orgasmo que manifestó con fuertes sacudidas mientras ponía sus ojos en blanco y jadeaba muy fuertemente. Me apretó tanto con su coño y estaba tan húmeda que hacía como fuerza para expulsar mi polla de su interior, por lo que apreté para clavársela lo más profundo que podía. Ella lanzó un gemido lastimero, como si le hubiera hecho daño y salí de ella porque no podía más, empezando a correrme sobre su vientre y tetas. Ella se retorcía y sus piernas daban fuertes sacudidas. Tenía el cuerpo muy rígido, apretando con su cabeza hacia atrás, contra la almohada. Tuvo un orgasmo de los gordos y yo no me quedé muy atrás, porque estaba extasiado, medio mareado por esa liberación de tanta excitación que tenía.

Parecía que no se iba a despertar después de aquel orgasmo y más teniendo en cuenta que ya era bastante tarde, más de las 12 de noche y la pobre tenía que madrugar para ir a trabajar. Así que cogí papel y unas toallitas húmedas que teníamos en la mesita y la limpié bien. Después le aparté el pelo bien de su cara sudada para que descansara a gusto, dándole un beso en los labios.

-Descansa, vida mía. Te quiero.

Apagué la luz y me recosté con ella para dormir pensando en lo bien que había acabado el día, con muchas ganas de que llegara el siguiente para tener a Paula en casa y pasar el finde con ella y con Elena y la semana siguiente con nuestros amigos con ese jugueteo que me propuso Elena. Me dormí contentísimo mientras abrazaba a Elena por detrás.
 
Capítulo 280

El despertar del día siguiente fue un poco brusco, porque noté un movimiento y me desperté sobresaltado. Se trataba de Elena, quien estaba encima de mí, besuqueándome por toda la cara mientras acariciaba mi cuerpo y se sentaba sobre mi barriga. Ese susto se me pasó rápido, porque me dejé llevar. ¿A quién no le gusta despertarse así? Pero habiéndome espabilado, recordé que era ya por la mañana como bien indicaba la luz que entraba por las pequeñas rendijas de la persiana de la habitación, la cual estaba casi echada, pero no del todo.

-Elena, cariño. Que te tienes que ir a trabajar...

Elena lanzó un sonido de negación mientras besaba mi cuello, haciendo que tuviera una erección burrísima, aunque ya la tenía dura cuando me desperté.

-Madre mía, si no son ni las 7 aún... ¿Qué te pasa?
-Me pasa que... -dijo cortando su frase para darme un beso en los labios-… Me pasa que me pones mucho. Y anoche me dejaste destrozada, pero aún me dura el calentón. Y quiero aprovechar y echarte un polvo para irme contenta al trabajo.
-Uff... La fiera se ha despertado.
-Sí, jijijijiji.
-Joder... Cómo me la has puesto ya...
-Pues ponte cómodo, porque ahora te voy a follar yo a ti.

Elena se empezó a restregar, estando sobre mí. Cogió mi polla para aprisionarla entre mi cuerpo y su coñito para rozarse con ella. Mientras lo hacía, me daba muchos besos por la cara y por el cuello hasta que se centró en comerme la boca con ansia, haciendo un sonido empalagoso que, lejos de no gustarme, me encendió aún más. Después de un rato de frotarse conmigo y de mojarse bien por ello mientras jadeaba, Elena agarró mi polla levantando un poco su cuerpo para metérsela directamente.

En cuanto lo hizo, empezó una rápida cabalgada en la que se le escapaba algún que otro gemido que intentaba reprimir cerrando su boca y agachando la cabeza. Yo mientras tanto, resoplaba y jadeaba por el movimiento tan rápido que hacía sobre mí. Se propuso darme una buena follada y lo consiguió, porque puso sus manos sobre mis hombros para tener control sobre mí, moviéndose con su cuerpo de manera muy sensual. Podía ver su cara por estar acostumbrado a la oscuridad de la habitación y joder... Su mirada era deseo puro, la veía encendidísima. Intenté agarrar su culo y sus muslos para acariciarlos, ya que era algo que me encantaba hacer, pero ella no me dejó, porque agarró mis manos y entrelazó nuestros dedos para tener control total sobre mí.

-Joder, Elena... Cómo estás...
-Mira como me pones... -dijo entre jadeos.
-Tengo unas ganas de reventarte...
-Pues hoy me toca a mí.
-Va... Déjame un poquito.
-No. Quiero hacerlo yo. Y tenemos que aprovechar, que hasta que no se vaya la niña, no vamos a poder hacer nada...
-Pero no seas mala y no me vayas provocando...
-No, tranquilo. Por eso hago esto.

Elena siguió con la follada. Pocas veces se ponía así de mandona y activa, pero cuando lo hacía... La veía tan preciosa, con su melena moviéndose al ritmo de sus movimientos que me ponía loco. Se movía con toda mi polla en su interior, haciendo ligeros movimientos hacia delante y atrás, aunque de manera rápida. Sabía lo que me gustaba y lo estaba haciendo. Por desgracia, Elena paró de follarme, ya fuera por estar cansada por ese ritmo o porque iba a durar poco, por el mismo motivo. Yo, al estar quieto sin moverme, estaba perfectamente, pero el calentón era muy grande como para parar de follar, por lo que me zafé de la sujeción de Elena para cogerla del culo y, tras levantar ambos cuerpos empujando hacia arriba, empecé a follarla de manera rápida y dura mientras me apoyaba en mis talones. Debido al movimiento tan brusco y a las sensaciones que despertaba en ella, Elena se echó hacia delante, pegando nuestros cuerpos mientras dejaba caer su cara sobre uno de mis hombros.

El ruido era bastante grande, como si estuviéramos dando palmadas secas, aunque no era el único ruido, pues los gemidos de Elena cogieron fuerza, empezando a lanzarlos de manera más aguda al ritmo de mis embestidas. Por esa razón, Elena se puso a morder mi hombro como tantas veces hacía en esos casos, para ahogar sus gemidos. Era consciente de que era muy probable que Noelia nos podría estar escuchando, pero ya no había vuelta atrás. El calentón era tan grande que estaba en una de esas ocasiones en que te da igual todo y solo te centras en tus sensaciones. Por lo que seguí mientras notaba como Elena me apretaba cada vez más en el hombro, haciéndome daño, notando también como se me humedecía. Esperaba que fuera su saliva, porque por lo que dolía su mordisco, lo mismo podía ser mi sangre lo que notaba resbalar. En cualquier caso, no pude ni preguntárselo, porque Elena se incorporó, empujándome desde los hombros y con su culo hacía abajo, provocando una penetración bastante profunda.

-Quieto -dijo entre altos jadeos dándome un bofetón.

Me pilló bastante desprevenido esa cachetada en la cara, por lo que la miré. Sus ojos eran fuego y la veía con una expresión de deseo increíble. Se mordía el labio mirándome fijamente, pasando a darme un morreo muy guarro mientras ambos descansábamos de aquel folleteo.

-He dicho que te voy a follar yo.
-No puedo parar. Necesito más.
-Y lo vas a tener, pero ahora mando yo, ¿vale?
-Sí.
-Me ha encantado eso que has hecho, pero no. Hoy no toca. Aunque quiero que me folles así como lo acabas de hacer. Ya lo haremos cuando quedemos con éstos.
-Pfff... Qué ganas...
-¿Ahora sí tienes ganas? Marrano...
-Eres tú la que lo ha propuesto. Y te imagino así con las chicas y me pongo muy malo. Solo verte comiéndole las tetas a Irene y a Sofía y como ellas te comen el coño...
-Voy a hacer que me lo coman las dos a la vez.
-Pfff... Me voy a correr nada más lo vea.
-Espero que no, porque después de eso me vas a tener que follar mientras ellos tres follan también entre sí.
-Joooooder... Elena, vamos a seguir.
-Shhh... No te pongas mandón. Déjate llevar, anda.

Elena reanudó la follada que me estaba dando y como dijo, hizo que me corriera mientras me miraba fijamente a los ojos, con una expresión de pasión y placer indescriptibles. Tenía el control total de la situación y para mi sorpresa estaba aguantando. Empecé a notar escalofríos por la espina dorsal, subiendo hasta mi cuello y propagándose por los brazos. Iba a decirle que me iba a correr, pero ella me tapó la boca con una mano para mandarme a callar después con un sonido. Volvió a poner su mano donde estaba, sobre uno de mis hombros para seguir haciendo presión y tenerme controlado. Ladeó su cabello hacía un lado, dejando su cabeza algo girada para que le pudiera ver mejor la cara por la poca luz que entraba desde la ventana. No pude aguantar más y me corrí, levantando mi cuerpo para dar como embestidas con cada chorro que disparaba en su interior, aunque ella hacía fuerza para que no me levantara de la cama.

Recuerdo que me dijo con tono firme que abriera mis ojos, porque seguramente los cerraría por mi orgasmo, dejándome llevar por mis sensaciones. Y una vez lo hice, Elena empezó a temblar como ella hacía, aunque se esforzaba por mantener los ojos abiertos, achinándolos mientras su orgasmo venía, notándolo yo por como contraía su vagina. De poner sus manos en mis hombros, pasó a bajarlas por el pecho, arañándome con sus uñas, hasta que llegó al estómago. Se mantuvo quieta, habiendo parado yo de correrme, aunque aún notaba punzadas de placer, sobre todo por mi glande.

Ella, sin embargo, seguía con sus contracciones, aunque con el rostro más relajado, pero también le daba alguna sacudida su cuerpo. No gimió una vez se corrió, pero sí que había jadeos, por ambas partes. Los míos se difuminaron pasando a ser una respiración cada vez más normal. Los de Elena tardaron algo más, pero su respiración volvió a ser normal cuando se puso de manera vertical mientras echaba su cabeza hacia atrás y se tocaba las tetas, apretándolas con sus manos mientras respiraba profundamente. Después se echó sobre mí para quedar con nuestros sudados cuerpos pegados, echando su cabeza sobre el hombro opuesto al que mordía, cosa que agradecí porque aún me dolía. Empecé a acariciar su cuerpo y miré el reloj, viendo que eran ya pasadas las 7:30. La avisé de aquello, diciéndole que fuera a la ducha, que se tenía que ir en breve, diciéndole también que ya me encargaba yo de lavar luego las sábanas y demás. Elena se levantó presurosa, limpiándose rápidamente con papel y toallitas y saliendo enflechada al cuarto del baño, así, conforme estaba, totalmente desnuda. Oí como daba el agua de la ducha, pero ahí me quedé, porque me volví a dormir.

Me desperté casi a las dos horas, estando tapado hasta la cintura, algo desorientado. De pronto recordé lo que había pasado antes de caer dormido de nuevo y se me puso una sonrisa tonta en la cara mientras me desperezaba aún con los ojos cerrados. Ya se notaba que el verano se estaba yendo, porque se notaba las mañanas más frescas, o menos calurosas, pudiendo estar bastante bien sin el aire acondicionado. Antes de levantarme, cogí el móvil para decirle a Elena que me había encantado ese despertar, porque no se lo dije en su momento. Tan solo le dije que me encargaba de todo, y de manera torpe por el sueño que se estaba apoderando de mí. También le puse que estaba muy sexy cuando se fue al baño desnuda moviendo ese culo que tanto me encantaba. No respondió al instante, por lo que supuse que estaba trabajando y tampoco quería ser recurrente para que no se preocupara y lo mirara. Ya lo vería. Me levanté para ir a la ducha mientras dejaba que se ventilara bien la habitación después de aquel folleteo.

Cuando acabé fui y cambié las sábanas, poniendo otras y echando a lavar aquellas. Cuando las tendí, aproveché para poner otra lavadora, ya que había mucha ropa que lavar y mientras metía la ropa en la lavadora poco a poco, cogí un tanga, que sabía que no era de Elena, no porque conociera su ropa interior, que de hecho la conocía toda al estar ya conviviendo con ella, sino porque a ella no le gustaba del todo ponerse esas prendas y sabía que en esos días no había usado ninguno, por lo que era bastante evidente de quién era. No hice la guarrería de llevármelo a la cara para olerlo pese a lo atractiva que era Noelia, en pareja no iba a hacer algo así. Sin embargo, sí que me llegó el olor de su sexo, viendo mientras lo sostenía cómo tenía manchada la parte que tocaba directamente su rajita, con unos tonos blanquecinos. Era bastante evidente que eran sus flujos, ya que el semen deja una mancha más marcada y espesa en la ropa. Me puse algo nervioso al aspirar ese olor que, sin ser fuerte o suave, era olor a su coñito que ya había degustado hacía muchísimo tiempo y que había visto en varias ocasiones, ya fuera por nuestro encuentro sexual, fotos o vídeos que ella me enviaba sin yo pedírselos, o por plantarse desnuda delante de mí en varias ocasiones sin llegar yo a pedírselo tampoco.

Me sorprendí a mí mismo al encontrarme con una erección al echar mi vista hacia abajo, aunque también era verdad que no la tenía dura del todo. Parecía que Noelia estaba de tonteo con alguien para mojar así su ropa interior, cosa que me alegraba. No por ella, sino por mí, así se podía mantener lejos de mí. Puse la lavadora y luego me fui a desayunar. Volví para tender una vez acabó, poniéndome algo nervioso de nuevo al tener su tanga en mis manos, aunque ya estaba limpio y no olía a nada, solo al suavizante que usábamos, estando también libre de manchas, pero eso no quitó que se me pusiera morcillona de nuevo al tocarlo y recordar ese olor de hacía pocos minutos antes.
 
Capítulo 281

Recogí un poco la casa y vi que Elena me había respondido, esta vez con una nota de voz, diciéndome que me hablaba desde el baño. Me reprochó que le hablara de esa manera un poco, riñéndome mientras reía diciéndome que podría haber abierto los mensajes delante de compañeros y podrían haberlos visto. También decía que se alegraba mucho de que me hubiera gustado aquello y que esperaba que lo hubiera saboreado bien, porque hasta el lunes en principio no habría de eso. Le respondí con muchos emoticonos de corazones y besos para que no se pusiera nerviosa por si lo abría delante de alguien, mandándole también un audio diciéndole que luego iba a por ella como siempre hacía y que la quería.

El resto de la mañana la pasé trabajando para ultimar lo que me quedaba de hacer esa semana, cundiéndome bastante por el silencio y la tranquilidad que tenía al estar solo en casa. Como aún me quedaba algo de tiempo hasta ir a recoger a Elena, decidí comprarle un detalle a Paula, preparándole una pequeña sorpresa como la que le hice a Elena en su día con el colgante del ángel. Ya tenía en mente lo que hacer, pero me faltaba saber una cosa, por lo que me puse en contacto con el padre de Elena con la esperanza de que el supiera ese detalle y de no molestarle por si estaba trabajando. Afortunadamente me respondió casi al instante, saludándome y diciéndome que ya casi iban a salir para venir a nuestra ciudad, que estaba separada de donde se encontraban ellos por un tramo de poco más de media hora. El problema fue que no sabía ese detalle. Le pregunté si se lo podía preguntar a la madre de la niña, ya que quería darle una sorpresa y no quería que se lo preguntara directamente a ella para que no se lo esperara ni nada, que viendo lo lista que era, seguro que ataba cabos. Por suerte me respondió de nuevo casi de inmediato, respondiendo a mí duda después de haberse puesto en contacto con su hermana, la madre de Paula.

Así que me puse en marcha, yendo a una tienda de juguetes para comprar un peluche de su animal favorito, muy bonito y suave, aunque tal vez algo grande en comparación con Paula. Lo encontré fácilmente, por lo que me pasé por una tienda de chuches cercana y compré unas cuantas. Llegué a casa y, al igual que hice con Elena, dispuse el peluche encima de la mesa, aunque no me gustó esta vez, porque la niña era bastante bajita por evidentes razones. Lo que hice fue coger una gran toalla y ponerla en el suelo, justo delante de la mesa, donde Elena se paró para leer la nota. Ahí puse el peluche y lo rodeé de varias chuches diferentes, como nubes, ladrillos, sandías y algunos regalices enrollados. Para sustituir a las plumas que iban a hacer el camino que conectaba el nido del peluche con la entrada, puse varios caramelos y piruletas. Me reí como un tonto al ver cómo había quedado todo, pareciendo que Paula iba a formar parte del cuento de Hansel y Gretel, teniendo que recorrer ese sendero de chuches, en lugar de migas de pan, para llegar, no a su casa esta vez, pero sí a un botín con varias más golosinas que custodiaba un oso panda de peluche. Qué moñas me había vuelto al echarme pareja... En fin, fui a por Elena, ya sí de una vez.

La esperé fuera del coche y vino corriendo hacia mí, está vez sin ir acompañada por Yolanda, por suerte. Se lanzó a mí para darme varios besos por toda la cara, acabando con uno largo en los labios. Estaba muy sonriente y eufórica. Una vez nos montamos en el coche, fuimos hasta un restaurante en el que quedamos con el padre de Elena para comer allí los cuatro juntos, el cual quedaba a las afueras. Por el camino le pregunté a Elena si todo iba bien. Ella me respondió medio extrañada de forma afirmativa, tal vez por la manera en que le pregunté aquello. Yo me justifique, mencionando la ausencia de Yolanda cuando salió de trabajar. Ella me dijo que no había problema, que se había quedado hablando con otra compañera, pero que todo iba bien, que no se había distanciado de ella, como me prometió. Hablamos algo más, mencionándole algo de que le había preparado una pequeña sorpresa a Paula. Elena me reprochó el haberlo hecho. No montar la sorpresa, pero sí el haberle chafado el momento de descubrir aquello, diciéndome que le hubiera gustado que le hubiera pillado desprevenida a ella también. Yo solo le dije que estaba seguro de que le iba a gustar.

Así, llegamos al restaurante, saludando ambos, tanto al padre de Elena, como a Paula. Ver a Elena así de contenta me llenaba el corazón, estaba como una niña pequeña el día de Navidad, con su padre al que no paraba de darle besos y abrazar con fuerza, al igual que a su prima pequeña. Yo, le di un fuerte abrazo a su padre y la niña, pues con la niña fue diferente, porque me cogió mucho cariño y nada más verme, se echó a mis brazos para darme un abrazo fortísimo, del cual no me soltaba. Estaba también muy contenta. Comimos los cuatro en el restaurante tranquilamente, contándonos el padre de Elena cómo le iba en el trabajo, contándole después nosotros como nos iba a cada uno en el nuestro, mientras el otro se ocupaba de la niña para darle de comer. Cuando acabamos, acompañamos al padre de Elena a su coche, llevando yo a la niña en brazos. Él nos dio su sillita para el coche y su maletita con su ropa y cosas para jugar y se despidió de nosotros, haciéndolo por último de Elena, con quién se dio un largo y sentido abrazo. Ahora se veían más, pero tampoco lo hacían diariamente, ni siquiera semanalmente, por lo que las despedidas aún les costaba.

El padre de Elena se fue y nosotros también, en dirección a casa. Cuando llegamos, Elena estaba con una sonrisilla porque sabía lo que iba a pasar. Yo estaba impaciente por verlas a las dos, sobre todo a Paula, quien no tenía ni idea de aquello. Cuando entramos, no se dio cuenta de lo que había en el suelo por llevarla yo en brazos, pero sí Elena, quien se metió en el papel de sorprendida, diciéndole a Paula que mirara. Bajé a la nena al suelo y ella agarró la mano de Elena, teniéndolo ella más fácil por ser bajita. Me recordó mucho a la forma en la que Elena se agarró a mi mano cuando le di su sorpresa. Poco a poco empezaron a andar, recorriendo ese pequeño camino de chucherías hasta que entraron en el salón, viéndose ya la sorpresa entera. Paula soltó a Elena y salió corriendo para llegar a la altura del peluche. Elena me miraba con una expresión muy tierna, riendo mientras negaba con la cabeza. Paula se volvió loca, diciendo que le encantaba, aunque mi chica llevó cuidado con las chuches para que no se las empezara a comer todas. Paula enganchó el peluche y no lo soltaba para nada. Era bastante gracioso, porque era casi de su tamaño. Elena se puso a contarle como a ella le había pasado algo parecido, narrándole tal cual la sorpresa que le preparé, con mucho detalle, mencionando lo de la nota y lo que había escrita en ella, enseñándole el colgante que llevaba al cuello después. Paula miraba a Elena como si le estuviera contando un cuento, diciendo después que esa casa era mágica al haber pasado lo del ángel y luego lo del peluche.

Nos reímos y entonces recibí un mensaje de Noelia, preguntándome si podía ir a por ella ya. Dejamos a Paula con su peluche y la tele puesta con unos dibujos después de que Elena le pusiera sus gafas y fuimos a hablar, explicándole que iba a por su hermana y que la iba a dejar en su casa. Le pareció perfecto y me dijo que le había encantado la sorpresa que había preparado para la niña, preguntándome si iba a mimar tanto a nuestra futura hija cuando la tuviéramos. Me quedé un poco cortado, pero ella se rio y se estiró, poniéndose de puntillas para darme un beso. Me pidió que no tardara mucho en volver, que se quería dar una ducha y no lo quería hacer en ese momento para no dejar sola a Paula.

Me monté en el coche y me puse en camino hacia la ubicación que me envió Noelia. Por el camino me puse a pensar en la salida que había tenido Elena, pero tampoco le di mucha importancia por la manera de decirlo mientras reía. Llegué a dónde estaba Noelia y ésta entró en el coche saludándome de manera normal, aunque estaba algo rara. Ya de camino a su casa lo corroboré por cómo estaba de callada y no comentaba nada. No era algo desagradable para mí, pero algo en mi interior quería preguntarle cómo estaba. De nuevo ese sentimiento de preocupación por ella, alguien que me había hecho la vida imposible durante los últimos meses de mi vida en los que supuestamente deberían haber sido los más felices y en parte lo eran, pero sentía que podían haber sido mejor. Debo ser bastante imbécil para sentir tal empatía por alguien que se había comportado de la peor manera posible conmigo, porque a medida que nos acercábamos a su casa y más tiempo pasábamos en silencio, más ganas tenía de preguntarle acerca de su día, de qué le pasaba para estar así de callada y hasta de preguntarle si había conocido a alguien, pero sería una pregunta rara, ya que eso fue algo que deduje al ver su ropa interior y lo mismo se lo imaginaba y volvíamos a empezar de nuevo con la historia.

Cuando llevábamos más de medio camino me empecé a poner nervioso, tanto por recordar ese olor que emanaba de su tanga, como por verla bastante apagada, mirando por la ventana mientras apoyaba su cara en su mano. Analicé la situación de la manera más fría posible para ver si corría algún riesgo al preguntarle qué le pasaba. No quería volver a las andadas con ella y llevaba unas semanas bastante a gusto. Tras estar dándole vueltas durante unos minutos, llegué a la conclusión de que no debería pasar nada del otro mundo. Parecía haber madurado al haber entrado a la universidad y su manera de ser reafirmaba ese pensamiento. Prácticamente solo habíamos tenido un momento incómodo de verdad desde que se había venido a vivir con nosotros, y fue el día anterior por el tema de su padre, el cual no acabó del todo mal, ya que vino a hablar con nosotros para despedirse cuando se iba a ir a dormir, dándome las gracias por la cena que le había llevado a su habitación.

-Noelia, ¿estás bien? -pregunté finalmente.
-¿Mmm? -preguntó distraída mirándome.
-¿Te pasa algo? Estás muy callada.
-No -dijo tras mirar al frente durante unos segundos.

Nos quedamos en silencio durante unos breves minutos, pero yo no me quedé a gusto con esa respuesta.

-Va, ¿qué te pasa? Estos días no has estado así.
-¿Ahora te preocupas por mí? -dijo tras unos segundos.

Me mantuve callado y ella siguió al poco.

-No me pasa nada. Me tengo que acostumbrar aún al horario de la universidad. Solo es eso, estoy un poco cansada y tengo sueño.
-Vale.
-Es que después de estar todo el verano levantándome más tarde de lo que lo hago ahora... Pues me está costando. No me gusta nada madrugar.
-Pues como a todos, jeje.
-Pues sí.
-¿Al final con quién has comido?
-¿Mmm?
-¿No ibas a quedar con alguien para comer? ¿Quién ha sido al final? ¿Arantxa, alguien de clase...? ¿O tal vez el chico ese con el que andabais Arantxa y tú?
-¿Qué? -preguntó incrédula.
-Solo te pregunto. No sé... Parece que le gustas a ese chico. He visto cómo te mira.
-No, no. Yo paso de ese.
-Ah, bueno. No pasa nada.
-He comido con gente de mi clase.
-¿Y qué tal?
-Pues bien.
-¿Has hecho ya amistades de clase?
-Mmm, bueno... Todavía es pronto.
-Lo entiendo.
-¿Te pasó a ti?
-Más o menos. Tenía mi grupo más cerrado, pero cuando llegaron los exámenes de febrero, lo ampliamos. Ahí conocí a más gente.
-Ah. Pues ya veremos cómo se da la cosa.
-Tú no te cierres. No eres tímida. Yo lo era y me fue bien. Tú eres más abierta, seguro que no hay problema. No te sientes sola en clase. Que no te de vergüenza. También suelen mandar trabajos antes de los exámenes. Por lo menos así funcionaba mi grado, no sé el tuyo, pero ve juntándote con gente.
-Vale.

De nuevo nos quedamos en silencio, pero viendo que la cosa iba bien y respondía de buena manera, decidí seguir hablando con ella para hacer el rato más ameno.

-Entonces, el chaval ese que se junta con Arantxa y contigo...
-¿Qué pasa con él?
-Eso me pregunto yo.
-Pues resulta que Arantxa está pillada por él. Pero ella dice que él está pillado por mí.
-Vaya. ¿Y qué vais a hacer?
-¿Qué vamos a hacer de qué?
-No sé. Solo pregunto.
-Yo paso de él. No me gusta. No está mal físicamente, pero se nota que va a lo que va.
-Ah, ya veo.
-Con Arantxa también lo ha intentado, no vayas tú a pensar que no. Y ella opina igual, así que nada de nada.
-¿Qué edad tiene?
-19.
-Y Arantxa 18, ¿no?
-No. 19. Ya los ha cumplido. Repitió un curso por los problemas que había en casa por la separación de sus padres. Lo pasó mal, pero ya no le afecta.
-Ah, es verdad. Nos lo contó su madre cuando se juntó con nosotros en la piscina para conocernos.
-Pues eso.
-Bueno. Ten cuidado, ¿vale?
-¿Cuidado con qué?
-Con el chico. No lo conozco ni nada para decirte esto. No sé si es un capullo, buena gente o qué, pero sí sé que a su edad solo se piensa en follar.
-Jajaja. Tranqui, lo tengo bajo control.
-Bueno, lleva cuidado, ¿vale?
-Que sí. ¿Es que tú eras así acaso?
-Un poco, por eso te digo.
-¿Ah, sí? A ver, cuéntame.

Bueno, al menos parecía que la conversación iba bien y había cambiado algo su estado de ánimo, estando más participativa y menos distante.

-Bueno, lo típico.
-No me digas eso para ahora no contar nada...
-Bueno, pues lo típico de quedar para estudiar, pero tener más ganas de otra cosa.
-De estudiar su cuerpo, ¿no?
-Básicamente.
-¿Y te llevabas así a muchas?
-Bueno, hacía lo que podía.
-¿Y...?
-Tenía alguna follamiga. Poco más.
-Pues tampoco es para tanto para que me digas que lleve cuidado.
-Con alguna sí que me he puesto más pesado a lo mejor.
-Anda... A ver... ¿Qué pasó?
-Pues nada. Era de mi facultad. Un año mayor que yo y me interesaba.
-Me interesaba... -dijo haciendo el gesto de hacer comillas con las manos-… Que estaba buena y te la querías follar.
-Bueno, sí. Es eso dicho en otras palabras.
-¿Y lo lograste?
-De primeras no. Me trataba como a un niño pese a ser solo un año menor que ella. La cabrona se metía mucho conmigo por eso.
-¿Pero tanto coincidíais?
-En la facultad nos veíamos de vez en cuando por los pasillos, o por la cafetería. También cuando salíamos de fiesta. Al final siempre se sale por los mismos lugares y coincidíamos varias veces.
-Ah, bueno.
-Y bueno, también fuimos un año a clase juntos. A una asignatura que se le atragantó del último año.
-¿Y al final cayó?
-Sí -dije con orgullo-. Aún en ese año se seguía metiendo conmigo la cabrona y eso que le sacaba dos cabezas.
-Le gustaba picarte, jejeje.
-Sí, era muy graciosa ella.
-Seguro que...
 
Capítulo 282

Nos quedamos de nuevo en silencio. La cosa no había ido tan mal, aunque había salido un tema un poco... Pero a esas alturas ya, ¿qué más daba? Pensé en sacarle el tema de su padre para ver cómo lo iba a hablar con su madre y por si había pensado algo al respecto, pero tampoco me quería meter donde no me llamaban y aquello podría romper ese buen rollo que intenté llevar con ella para hacerle más llevadero ese bajón que creía que tenía. Esa conversación hizo que el rato que nos quedaba para llegar se nos pasara más rápido, aunque a 10 minutos de llegar a su casa, Noelia se durmió. Una vez llegamos, aparqué en la misma puerta y apagué el motor, pero no sabía cómo despertarla. Me daba bastante corte tocarla o llamarla para despertarla. Sí, a estas alturas... Opté por dar un par de palmadas diciendo en voz alta que ya habíamos llegado. Noelia pegó un respingo como si se hubiera asustado, despertándose finalmente. No era mi intención asustarla, pero fue eficaz.

Salimos del coche y Noelia cogió una bolsa que echó al maletero del coche por la mañana antes de ir a clase. Entramos a su casa y fuimos al salón, donde estaba Maribel sentada viendo la tele. Nos saludó levantándose, viendo yo que iba vestida de mejor manera que cuando yo la solía ver cuando iba más por ahí. Además, le noté algo diferente, aunque no dije nada de primeras. Maribel no era una mujer tonta, ni mucho menos, y notó como su hija estaba algo decaída. Le preguntó si le ocurría algo, pero ésta le dijo que luego lo hablarían más tranquilamente, yéndose a su habitación para dormir un poco, diciendo que estaba cansada de estar toda la semana madrugando, estar yendo y viniendo a la universidad y ahora por el viaje que acabábamos de hacer.

-Mmm... ¿Tú sabes que le pasa?
-Diría que sí.
-Cuenta, cuenta.
-No. Ya lo hará ella. Tenéis pendiente una charla y yo no me quiero meter.
-No me asustes, niño...
-No. No es nada malo... Pero es algo serio.
-Bueno, a ver qué me cuenta...
-Oye, Maribel. ¿Te has hecho algo? Te veo diferente.
-¿Eh? No, no es nada. Es solo que me he comprado algo de ropa y una amiga me ha cortado un poco el pelo y le ha dado un poco de forma.
-Ah, eso está bien. ¿Hay algo nuevo para que se den esos cambios?
-¿Cómo? No, no. No hay nada.
-Ah, perdón. No quería meter la pata.
-No me molesta.
-Vale, vale.
-Es que como ahora estoy más sola, pues me aburro mucho y un día me fui a tu ciudad de compras. Otro día invité a una amiga a tomar un café y como es peluquera pues me dijo de probar algo nuevo, que desde que me conoce siempre he ido con el peinado ese y me ha hecho esto, que tampoco es gran cosa.
-Me parece muy bien. Pero sola no estás, ¿no? Tienes a tu madre.
-Sí, claro. Pero se va varias veces con mi hermana y mi sobrino, que viven en un pueblo aquí al lado. Algunas veces me quedo sola unos días.
-Bueno, pues aprovecha para salir por ahí con alguna amiga o algo, así te distraes.
-Ya... Echo mucho de menos a mis hijas, la verdad. Estaba muy acostumbrada a tenerlas aquí todo el día y ahora estoy más sola...
-Ya se hacen mayores y tienen que dejar el nido.
-También te echo de menos a ti, ¿eh? -dijo dejándome descolocado.
-Ah, ¿sí?
-Claro. Eres alguien muy importante para mi hija Elena. ¿Cómo no te voy a echar de menos? Te he tenido varias semanas por aquí y el roce hace el cariño.

Ambos nos quedamos callados, seguramente pensando en lo mismo por las palabras que dijo. Efectivamente, en ese roce que tuvimos el día que nos conocimos, y no de forma figurada precisamente.

-Bueno, me voy ya, que Elena me está esperando -dije para salir del paso.
-Claro. ¿Qué vais a hacer? ¿Tenéis algún plan?

Casi se me escapa que se quería duchar, pero que no lo quería hacer hasta que yo llegara para no dejar sola a la niña. De buena me libre al rectificar casi cuando mis palabras estaban por salir de la boca.

-Eh, es que a lo mejor vamos al cine y mientras voy y tal, se hace tarde.
-Ah, claro. Que lo paséis bien.

Maribel me acompañó hacia la puerta y cuando me giré para despedirme de ella se acercó para darme dos besos mientras se pegaba a mí. Hasta pude sentir sus pechos y juraría que no llevaba sujetador por el movimiento que noté y hasta por cómo pude notar esos pezones gorditos. Cuando me retiré de ella vi una expresión normal, por lo que deduje que no lo hizo con segundas. Así que me monté de nuevo en el coche y me fui a casa pensando en cómo de raro estaba todo, aunque no me podía quejar tampoco por cómo cada una estaba tan bien, por así decirlo. Por el camino llamé a Elena aprovechando para distraerme y quitarme aquello de la cabeza. Me lo cogió enseguida preguntándome qué pasaba. Yo le respondí que quería charla para no aburrirme en el camino de vuelta y sí que tuvimos charla, porque se nos unió Paulita y nos pusimos a hablar los tres, pasando después Elena a contarle un cuento y luego a ponerle música para cantar y aparentemente bailar.

Así se me pasó el rato más rápido hasta que llegué, colgando ya la llamada cuando me quedaba poco para llegar. Cuando entré, no las vi por ninguna parte y las llamé. Oí a Elena hablarme desde el baño y ahí me las encontré a las dos, metidas en la bañera dándose un baño mientras jugaban con algún juguete de los que había traído Paula. Las saludé, aunque las dejé tranquilas porque me daba algo de corte verlas así. Algo de lo que me percaté era que Elena no tenía el piercing del pezón. Era obvio que se lo había quitado, cuando nunca lo había hecho desde que estaba conmigo, pero tampoco le di mucha importancia. Me fui al salón para echarme un rato en el sofá mientras ellas regresaban. Una vez lo hicieron, le pusimos a Paula unos dibujos en la tele. Era algo bastante llamativo para mí, porque es que se quedaba hipnotizada cuando se los poníamos. Parecía que no estaba. Mientras ella veía la tele, Elena me comentó que se quitó el piercing del pezón para que no le preguntara, que le daba corte, explicándome que ni con esas se libró. Le pregunté extrañado que a qué se refería y ella se señaló la entrepierna. Supuse que se debía a su vello púbico y que ella salió de ahí como pudo, pero es que la nena se rio, diciéndole que se había puesto roja.

Ya eran casi las 9 de la noche, por lo que fuimos a preparar la cena mientras dejábamos a Paula sentada encima de la encimera para tenerla a la vista, aunque a cada rato nos pedía que la cogiéramos en brazos, ya fuera Elena, o yo. Cenamos tranquilamente y luego pusimos una película de dibujos para Paula, que por poco no acaba de verla por cómo se le cerraban los ojos a la pobre. De hecho, Elena estaba muy atenta a la película también, poniéndoseles los ojos vidriosos por captar el mensaje triste que suele haber de trasfondo en películas así, aunque los niños se fijan más en los colores y como se asemejan los personajes a ellos mismos. En cuanto acabó, acostamos a la niña en la habitación de Noelia, contándole un cuento después de que nos diera un fuerte abrazo y un beso a cada uno mientras abrazaba su nuevo peluche. Yo me quedé sentado en el borde de la cama viendo como Elena se lo contaba. Cayó dormida en el acto, yéndonos nosotros a nuestra habitación para descansar después del madrugón para aquel folleteo y tanta vuelta. A pesar de estar cansados, Elena y yo nos quedamos un rato tumbados de lado besándonos una vez nos quedamos en pijama, acariciando nuestros cuerpos, aunque sin buscar nada sexual. Tan solo queríamos cariño.

-Vas a ser un padrazo, ¿eh?
-Joder, Elena... Tienes unas salidas...
-Pero que no pasa nada, jajajaja. ¿Aún te pones nerviosillo hablando de eso?
-No. No es para tanto. Pero es que sacarlo así tan de sopetón...
-Jajajaja. Ayyyyy...
-Tú también vas a ser una madraza. Eso se ve. Cómo le has contado el cuento y como la cuidas. Y también como le haces muecas y le sacas la lengua a todo niño pequeño que ves.
-Mmm... Jejeje. Calla, que vaya vergüenza cuando me ha preguntado eso...
-Jajajaja, pero que no pasa nada, mujer.
-Ya. Pero me da corte. Por eso mismo me he quitado el piercing, para que no me preguntara.
-A ver cómo lo tienes así -dije subiendo la mano para tocarle el pezón libre de la pieza metálica.
-Jaaaaavi...
-Que no, que solo quiero tocarlo para ver si lo veo diferente al otro -dije subiéndole la camiseta para verle ambas tetas.
-Verás...
-Qué bonitas son. Me encantan.
-¿Notas la diferencia?
-Un poco. Te veo un poco rara sin él.

Me quedé mirándoselas con muchas ganas de besarlas, lamer esos pezones tan bonitos y agarrarlos con mis labios para comerle las tetas. También notaba como se me empezaba a poner morcillona, pero Elena empezó a hablar.

-¿Te gusta más con, o sin el piercing?
-Mmm, pues no sé. La verdad es que me gusta de las dos maneras.
-¿A ti no te gustan?
-Para hacerme yo, no. Pero sí que me gusta verlos en otras personas. Son bonitos.
-También depende, porque hay algunos...
-Sí, claro. Es como todo. Fíjate que, aunque me gustan mucho, no te veo que te peguen mucho. Por tu personalidad.
-¿No?
-Pues la verdad es que no. Eres tan dulce y tal que no te pinta. Pero te quedan muy bien.
-De siempre me han gustado. ¿Cuál te gusta más de los míos?
-Pues no te sabría decir...
-Va, elige uno.
-Mmm, creo que el que más me gusta es el que te has hecho ahora, el del ombligo.
-Me gusta mucho, sí. Además, es muy especial. Nos lo hicimos Irene y yo a la vez y es un recuerdo muy bonito. También me gusta mucho el que tiene mi hermana. Varias veces pensé en hacérmelo, de hecho, me lo hice cuando estaba en la universidad, pero no se me curó bien y me lo tuve que quitar.
-Ah, no lo sabía.
-Creo que tengo alguna foto, voy a ver.

Elena cogió su móvil y buscó alguna foto, encontrando alguna de esos días en los que tenía aquel piercing.

-Mira.
-Ah, pues te quedaba muy bien.
-Mmm... -murmuró pensativa- ¿Me lo hago otra vez?
-Lo que tú veas. Pero ya viste como se puso tu madre cuando llegamos y vio a tu hermana.
-Es verdad. Mejor me estoy quieta. Paso de que me la lie.

Empecé de nuevo a tocar a Elena, acariciando su estómago, subiendo por su pecho hasta llegar a un pecho, cogiéndolo con la mano.

-Javi, va. Que empezamos así y no paramos. Mira cómo tienes esto... -dijo poniendo su mano en mi paquete.
 
Capítulo 283

No me quedó otra que parar, no porque quisiera, pero llevaba razón. Ambos sabíamos que la cosa iba a ir a más. Aun así, seguimos besándonos y eso nos bastó para saciarnos. Qué largos se me iban a pasar esos dos días sin sexo... Al final nos acabamos durmiendo sin que pasara nada más, relajándonos y descansando bastante hasta que nos levantamos al día siguiente. Me desperté cuando llamaron a puerta de nuestra habitación. Al otro lado se oía la vocecilla de Paula preguntando y Elena fue a abrir. La trajo a la cama y se quedó un rato con nosotros, disfrutando de esos minutos en los que te quedas en la cama despierto, pero vagueando. Aunque se levantó muy juguetona y buscaba que jugáramos con ella para hacerle cosquillas. Aprovechamos también para decidir qué haríamos ese día, con la niña diciendo que quería ir a la piscina. Yo, sabiendo lo que iba a pasar ese día, les conté que, si queríamos ir, tendría que ser por la mañana, porque ese día la iban a cerrar ya por estar acabando el verano y al estar también empezando las clases. Elena preguntó que por qué no se podía ir por la tarde. Yo le dije que por la tarde iban a preparar algo para la noche, que supuestamente era tradición ahí según me contó un vecino que llevaba viviendo ahí varios años. Ambas me preguntaron de qué iba la sorpresa, pero no lo conté. Solo dije de ir a verla, que seguro que les iba a gustar.

Después de un rato de charla y cosquillas a la niña, nos levantamos para empezar el día. Elena me pidió que fuera preparando el desayuno mientras ella hacía las camas, por lo que me fui a preparar unas tostadas con mermelada, que eso siempre entra bien y seguro que Paula le gustaban. Cuando Elena acabó, llegó justo a tiempo para que pudiéramos desayunar los tres a la vez, con la nena tomándose un zumo, mientras que nosotros nos tomamos un café para tener más energía para poder lidiar con la que derrochaba Paula. Cuando acabamos fuimos al salón para ver un poco la tele, recogiendo Elena todo mientras yo le echaba un ojo a su prima. Cómo tardaba tanto, Paula me preguntó dónde estaba, pero como no lo sabía, fui a ver qué hacía. Vi un poco de movimiento proveniente de nuestra habitación por las sombras que se proyectaban en la pared del pasillo y fui hacia allí. Oí unas risitas de Elena mientras me acercaba, por lo que fui a hurtadillas para ver qué hacía. Una vez asomé mi cabeza, me la encontré con lo que parecía un cojín bajo la camiseta de su pijama, simulando la barriga de una embarazada. Se la acariciaba y hacia poses, poniéndose de perfil frente al espejo, riéndose bajito y de manera encantadora, poniendo una sonrisa preciosa mientras se miraba.

-¿Qué haces?
-Qué susto, coño... -dijo Elena de manera aguda y acelerada, dando un fuerte respingo del susto que le di, sacando el cojín rápidamente de debajo de su ropa.
-¿Qué hacías?
-Nada.
-Ya...
-Anda, vamos.
-Shhh, espera.
-¿Qué?
-Estabas preciosa.
-Cállate -dijo poniéndose muy roja.
-¿Tantas ganas tienes?
-Qué va. Solo estaba haciendo el tonto.

Cogí a Elena en brazos, sentándola en una cómoda que teníamos en la habitación, quedando casi a mi altura. Se me quedó mirando con esa mirada y cara de niña buena que tan loco me volvía, como si esperara que hiciera algo más. Acerqué su cuerpo al mío, quedando ella con su culo al borde del mueble y nuestros cuerpos pegados, estando nuestras caras muy cerca la una de la otra. Sus ojos vibraban y yo ya no pude más y le di un beso. Ella se dejó llevar y me acompañó en ese beso que decidí cortar porque Paula nos esperaba en el salón.

-Venga, Elena, que Paula ha preguntado por ti.
-Pfff, va. Vamos a cambiarnos y a ponernos los bañadores.
-Ya en serio. Estabas muy guapa así.
-Anda, vamos, jejeje.

Elena salió y se fue con Paula mientras yo me cambiaba y me ponía un bañador y una camiseta, yéndome al salón después. A los pocos minutos aparecieron las dos para irnos a la piscina, echando allí toda la mañana después de que Elena nos bañara en crema a los dos y después a ella. Estuvimos sentados en las toallas mientras jugábamos con la niña, yendo después a los columpios y a darnos un baño, ya fuera todos juntos o por turnos con ella, que le encantaba estar en el agua. Se acercaba la hora de comer y no sabíamos que hacer, pero la niña tenía hambre y nosotros también, por lo que teníamos que decidirnos.

Subimos a casa en lo que pensábamos qué hacer y se nos ocurrió ir al centro comercial de la ciudad en el que había varios establecimientos y en el que seguro que no nos íbamos a aburrir. Así que nos duchamos y nos arreglamos, poniéndonos guapos para echar allí el medio día y el resto de la tarde. Fuimos en coche y aparcamos en el subterráneo, yendo inmediatamente a comer porque estábamos muy hambrientos después de aquella mañana de piscineo. Después de comer fuimos al cine para ver una película los tres juntos, tocando de nuevo una de dibujos, aunque tampoco era un problema. A todos nos gustaban esa clase de películas. A mí el que menos, pero no era tan infantil, por lo que estuve entretenido. Estuvimos muy a gusto en ese cine tan bien acondicionado y bonito, como vimos en el vestíbulo, donde se podían comprar palomitas y refrescos, además de otras chucherías. Paula estaba encantada, ya que era un cine bastante bien decorado, bastante americano por así decirlo.

Entre la comida y la película se hizo tarde, por lo que acabamos cenando, aunque yo les metí algo de prisa para poder ir a ver la sorpresa que nos esperaba en la urbanización por el cierre de la piscina. Aun así, tardamos, ya que Paula se empeñó en que quería un helado, por lo que compramos uno para cada uno y volvimos a casa, con Elena llevando tanto su helado como el mío en las manos, metiéndome yo un poco con ella por eso, al igual que hacía Paula siguiéndome el juego. Llegamos a casa y aparqué el coche, dando un pequeño paseo y sentándonos en un banco de los que teníamos cerca de casa para hacer hora hasta la sorpresa. Nos comimos el helado tranquilamente y los vecinos empezaron a amontonarse. Nos levantamos y fuimos hasta donde se pusieron todos y entonces empezó la sorpresa.

Desde la piscina empezaron a lanzar fuegos artificiales, que por como estábamos situados, quedaban a pocos metros de altura por encima de nosotros al haber un desnivel entre esa parte de la urbanización y la piscina, a la cual se accedía bajando un camino de varios metros. Aun así, era muy seguro, porque estaba como a 50 metros de distancia a lo largo. Era algo muy bonito y ambas parecían estar encantadas pese a no ser tampoco nada del otro mundo. Era algo más sencillo que los fuegos artificiales más conocidos por todos, aunque no dejaban de ser muy bonitos. Paula los miraba como algo mágico teniéndola yo en brazos, con esa expresión que ponen los niños cuando les hacen un truco de magia. Elena, por otro lado, se puso algo tontorrona y se abrazó a mí, agarrando mi brazo y dejando caer su cabeza sobre mí, aunque la veía sonreír.

Cuando acabó el evento, varios vecinos se fueron a casa, pero otros se quedaron hablando, entre ellos, Arantxa y su madre. La madre se puso a hablar con Elena mientras sostenía a Paula, preguntándole cosas de ella para conocerla y demás, mientras que yo estuve hablando con otro vecino que teníamos, pero Arantxa se acercó para preguntarme por Noelia después de estar mirando hacia varios sitios como si la estuviera buscando.

-Javi, ¿dónde está Noelia?
-¿No te ha dicho nada?
-Pues no.
-Ah... Pues resulta que está en su casa, con su madre y su abuela.
-¿Y eso?
-Pues... Tenía ganas de estar con ellas y eso -dije pensando en que quizá Noelia no le había contado nada del tema de su padre aún.
-Am. No me ha dicho nada.
-No te preocupes, mañana por la tarde viene de nuevo. Ya la ves y hablas con ella.
-Vale.
-¿Todo bien?
-Sí, sí. Solo que me ha extrañado no verla por aquí y más que se haya ido y no me haya dicho nada -dijo pensativa mirando a otro lado.
-Tranquila. Está en su casa. Te lo aseguro.
-Mmm, vale.
-Te lo digo porque la llevé yo a casa ayer después de comer.
-Vale.
-¿Es por el chico ese con el que os veis por aquí las dos?
-Mmm, bueno. Tal vez.
-Ya me ha contado Noelia más o menos lo que pasa.
-¿En serio?
-Pero que no pasa nada, no te enfades por ello.
-Ya, ya. Si yo... -dijo poniéndose roja.

Entonces llegaron tanto Elena con Paula, como la madre y nos pusimos a hablar todos de otras cosas. Cuando acabamos nos despedimos y nos fuimos a casa para descansar después de ese día tan largo. De nuevo, Elena le contó un cuento a Paula, pero ella se emperró en que quería dormir con nosotros, porque ya era la última noche que iba a estar por casa hasta a saber cuándo. Finalmente aceptamos y la pusimos entre los dos para dormir después de contarle otro cuento mientras se abrazaba a su nuevo peluche. Cayó dormida enseguida y Elena le siguió al poco después de darme un pico. Yo, sin embargo, tarde más, porque no podía dormir. Además, me puse a pensar en la breve conversación que había tenido con Arantxa, donde pareció ponerse incómoda al enterarse de que Noelia me había hablado de su amiguito y de lo que había con él por su parte y por la de Noelia. Tampoco le quería dar mucha vuelta a eso, por lo que me levanté para ir a por agua mirando el móvil, encontrándome un mensaje de Maribel que decía:

-¿Se puede saber qué hablas tú con mi hija?
 
Capítulo 284

Me quedé un poco parado al leer ese mensaje. No esperaba que reaccionara así teniendo en cuenta como había normalizado el tema de su separación por cosas que ya habíamos hablado, pero me salió con eso y me puse nervioso. Con lo bien que iba la cosa y ahora volvíamos al punto de partida. Eran ya casi las 12 de la noche y no quería dejarlo para más tarde para que no se pusiera peor, porque ya la conocía, por lo que regresé a la habitación cogiendo algo de ropa para vestirme y salir a la calle, para poder hablar con ella sin que Elena me pudiera escuchar. Ni quería que lo hiciera, ni quería despertar a las dos, así que decidí salir a la calle y sentarme en un banco que teníamos próximo. Estuve unos minutos pensando qué decirle, pero es que con esta mujer era muy difícil anticiparse. Nunca sabías por donde te podía salir. Al final me decidí y la llamé.

-¿Maribel? Perdona por las horas, pero hemos estado todo el día fuera y he visto el mensaje hace nada.
-¿Se puede saber qué cosas le preguntas a mi hija?
-Pero es que...
-¿Qué te importa ti que haya conocido a un chico?
-¿Cómo?
-¿Qué no has entendido? Te pones a preguntarle si está con alguien y si se acuesta con alguien. ¿Te parece normal?

Si antes de esto me quedé parado al leer aquel mensaje, ahora lo estaba más al ser sobre un tema que no era el que yo pensaba. Y ahora a ver qué hacía con esto... Tampoco tenía certeza de qué le había contado Noelia sobre nuestra conversación, aunque hizo referencia al tema del sexo. ¿Noelia estaba metiendo mierda a mis espaldas para intentar joderme con Maribel mientras hacía como que se portaba bien delante de nosotros? No tenía ni idea, pero por desgracia, ya tenía experiencia en lidiar con temas como esté con Maribel o con Noelia, así que antes de decir nada me serené e intente averiguar qué era lo que le había contado, pensando también en serenarla a ella intentando conversar.

-¿Qué pasa? ¿Te has quedado mudo?
-No, no. Es que verás... Creía que ibais a hablar de otra cosa.
-No te escaquees. ¿A qué viene hablar de eso con Noelia? ¿Eh? Responde.
-Pues viene a que la cosa iba bien en casa, pero la notaba un poco de bajón. Y sólo le he preguntado qué le pasaba.
-¿Y cómo acaba la cosa hablando de sexo?
-¿Pero qué te crees que hemos hablado? Es que parece que le he explicado cómo tiene que hacerlo o algo...
-Pues más o menos.
-¿Qué dices?
-¿Qué le has dicho? A ver...
-Te lo cuento si te tranquilizas. Si no, te vas a quedar con la duda. Porque parece mentira que a estas alturas te pongas así conmigo después de todas las cosas que han pasado por lo mismo.

Maribel se mantuvo unos segundos en silencio y escuché como respiró hondo. Después oí un ruido y como Maribel le decía a Noelia que no pasaba nada, que se fuera a su habitación, que estaba hablando un tema importante.

-Vale. ¿Me podrías explicar por qué habéis hablado de eso y qué habéis hablado? -dijo de buenas maneras.
-Ya te lo he dicho, porque notaba a Noelia decaída y creía que le vendría bien hablar. Y como he visto que hay un chico que está con ella y con su amiga, pues creía que a lo mejor tenía que ver con eso y le saqué el tema.
-Vale, ¿y cómo habéis acabado hablando de sexo?
-Pues porque me ha contado lo que ese chaval va buscando. Yo le he dicho que lleve cuidado con él, que por experiencia sé cómo son los chicos de su edad, porque yo también pensaba solo en eso.
-¿Y sigues siendo así?
-¿Perdona?
-Te pregunto. Lo necesito saber por el bien de mi hija Elena.
-Me parece bastante increíble que a estas alturas me preguntes algo así, la verdad. Pero no, te puedes quedar tranquila.
-Aún no me has dicho por qué habéis acabado hablando de sexo...
-Maribel, que no hemos hablado nada de eso. Le ha entrado la curiosidad y yo le he contado una anécdota de cuando iba a la universidad. Pero sin ser gráfico ni nada.
-Javier, que es muy pequeña aún. Es mi niña. ¿Cómo va a estar ya...?

Me costó bastante aguantar la risa, porque si ella supiera... En fin. Me tranquilicé e intenté hacerle entrar en razón para que no se alarmara por algo así y que fuera más abierta de mente.

-Vamos a ver, Maribel. Noelia acaba de entrar a la universidad y va a conocer a mucha gente. Tarde o temprano va a conocer a un chico.
-Pues que no corra tanto.
-Maribel, la cosa ya no funciona así.
-Pues no me gusta. Este es un problema que veía venir. Sé de sobra cómo va esto y que ya no es como antes, pero es que... Que es una niña aún...
-Y los chicos que se va a encontrar también lo son.
-Ya, eso no me deja más tranquila, ¿sabes?
-Bueno, supongo que ya lo has hablado con ella.
-Sí, pero es que sé que va a hacer lo que quiera. No está aquí conmigo ni estoy yo allí con ella, por lo que no la puedo controlar en ese aspecto. Se ve sola y cree que puede hacer lo que quiera.
-Pero es que es lo que hay.
-Pensé en irnos a vivir a dónde estáis para estar allí todos juntos.

Se me pusieron los huevos de corbata. Solo de pensar en eso se me caía el mundo encima. Si ya me costaba aguantar a Noelia, ni que decir de aguantarla junto a Maribel, sin llegar a saber quién era más problemática de las dos.

-Porque ya sabes -siguió-, me hubiera gustado que hubiéramos vivido todos juntos para compartir gastos. Es tontería que tengamos dos casas pudiendo estar cómodos en una grande con espacio para cada uno. Así la podría controlar y de paso Elena estaría con su familia, que seguro que nos echa mucho de menos, sobre todo por su abuela también.
-Bueno, pero al final nada, ¿no?
-No, mi madre lleva viviendo en esta casa toda su vida y no quería de ninguna manera irse de aquí. Y a mí también me daría un poco de pena.
-También es que Elena y yo necesitaríamos intimidad y eso...
-Sí, bueno... -dijo para quitar importancia a lo que había dicho-… Es que me da miedo, Javier. Cuando Elena se marchó de casa lo hizo en pareja y sabía que estaría más tranquila en ese aspecto. Que tampoco soy tonta, que seguramente antes de que se marchara ya... Pero ya me entiendes. Además, ella es una chica muy buena y muy tranquila. Pero es que Noelia es muy suya. Y muy cabezona. Me preocupa eso.
-Yo creo que no va a haber problema en eso, no te preocupes.
-Javier, me la tenéis que cuidar. No dejéis que se vuelva loca. Es que... ¿Y si se me queda embarazada?
-Qué cosas dices, Maribel...
-Javier, por favor te lo pido. Cuídamela. Que de joven se hacen muchas locuras y el preservativo parece que no existe para ellos.
-¿Pero en qué quedamos? ¿No hablo con ella de esto, o la controlo explicándole los riesgos y demás?
-Ay... Yo que sé. Pero que no se vuelva loca. Dile a Elena que se ponga.
-Elena está durmiendo. Estoy hablando contigo en la calle para no despertarla.
-Pero bueno...
-¿Qué quieres? Me ha preocupado el mensaje que me has enviado. No iba a estar así hasta mañana. Además, he aprovechado que estaba durmiendo para hablar contigo, porque parecías enfadada y mejor así.
-Pues claro que estoy enfadada. No esperaba que pasara esto tan rápido.
-Creo que deberías hablar bien con Noelia de todo esto.
-Si ya lo he hecho, Javier. Pero ya sabes cómo es. Créeme, hemos estado hablando toda la tarde.
-Tranquilízate, que no es para tanto, de verdad. La veo cambiada y me ha dicho que pasa de ese chico. Así que yo estaría tranquila si fuera tú.
-¿De verdad la ves cambiada?
-Sí. Este tiempo que ha estado con nosotros ha sido muy buena. Te lo prometo. Parece otra chica a la que yo he conocido.
-Bueno, dijo que iba a poner todo de su parte para que la cosa fuera bien y eso...
-Ya. Y lo está haciendo.
-Pfff... Que nervios tengo. Esta noche no duermo.
-Tómate una tila, anda. Y relájate, que no es para tanto.
-Oye y entonces, ¿cuál era el tema que pensabas que me iba a comentar?
-Eh... Pues otra cosa. Pero que ya está. Que te lo cuente ella cuando crea oportuno.
-Eso no me deja más tranquila.
-Maribel -dije de manera seria-. ¿Recuerdas cuando te dije que si te decía que no pasaba nada o si te ocultaba algo era por tu bien? Pues eso.
-Eh... Vale, vale.
-Bueno, te dejo ya, que es tarde y quiero ir a dormir. Tranquilízate y duerme. Y habla de nuevo con tu hija, pero de manera calmada. Lo último que necesitamos es que os peleéis.
-Vale. Gracias por llamar y hablar las cosas.
-De nada. Pero no te pongas así, mujer. Es que pones nervioso a cualquiera. Te lo tomas todo muy a la tremenda.
-Es que es mi hija, Javier... Y es muy pequeña. ¿Cómo quieres que me lo tome?
-Quiero que confíes en tus dos hijas. Verás como si lo haces y les hablas bien de manera cercana, ellas te van a corresponder.
-Pfff... Me cuesta, ¿eh? Pero bueno, lo intentaré.
-Anda, tómate algo para tranquilizarte y para que puedas dormir.
-Sí. Eso haré. Porque vaya como me tenéis entre unos y otros...
-Oye...
-Es broma. Te dejo. Que descanses bien.
-Igualmente.
 
Capítulo 285

Colgué la llamada y me quedé unos segundos en el banco respirando hondo por haber conseguido solucionar aquello al parecer. Cada día estaba más convencido de que esa mujer tenía algún problema, porque tenía unos cambios de humor impresionantes, por no hablar de lo neurótica que era con cualquier tema. Estuve a punto de enviarle un mensaje a Noelia diciéndole que en una buena me había metido, pero ya era tarde y pasaba de meter la pata más aún, por lo que ya hablaría con ella al siguiente día cuando volviera a casa, aunque quizá era mejor hablarlo en ese momento, porque lo idóneo sería hacerlo a solas. Sin perder más tiempo, le levanté y regresé a casa, entrando con cuidado para no hacer ruido y despertarlas. Fui a la habitación y me las encontré dormidas a las dos, con Paula abrazando a Elena, apoyando su cara en su cuerpo, abrazándola de vuelta mi chica a ella. Era una imagen muy tierna. Tanto, que cada vez que las veía así se me venía a la cabeza lo que ya habíamos hablado varias veces, el tema de tener una niña. Es que estaban las dos tan monas, que era imposible que no se me viniera aquello a la cabeza, dándome ganas de tenerla ya. Pero qué va, luego me ponía a pensar bien en todo lo que implicaría y no me veía capacitado, viéndolo también muy precipitado. Me cambié, poniéndome el pijama y me tumbé con cuidado, dándole un beso a cada una en la frente para dormirme al poco.

Al día siguiente me desperté con Paula sobre mí, estando ella durmiendo aún, con su cara de lado sobre mi pecho. Elena también parecía dormida, pero abrió sus ojos y en miró sonriendo. Eran sobre las 10 de la mañana, por lo que nos empezamos a despertar para empezar un día nuevo, yendo a la ducha y después a desayunar. Esa mañana la empleamos en estar jugando con Paula, ya fuera dibujando, haciendo algunos ejercicios que su madre encargó a Elena con unos cuadernos para el aprendizaje, viendo dibujos un poco o jugando con sus juguetes. Ese día acordamos comer en casa, proponiendo Elena que su padre viniera a comer también. A mí me parecía perfecto, y como Noelia no volvía hasta la tarde-noche, estábamos seguros de que no iba a pasar nada. Cerca de la hora de comer, su padre se puso en marcha para venir a nuestra casa mientras nosotros dejábamos a Paula viendo la tele, quedando como una estatua, como siempre, por lo que no temíamos que pasara nada con ella. Una vez nos pusimos a preparar la comida entre los dos, Elena me preguntó:

-¿Dónde estabas anoche?
-¿Cómo?
-Me desperté al oír como se cerraba la puerta de casa y no estabas. Y tardaste en volver. De hecho, me quedé dormida.

No sabía muy bien como tomarme eso. No es que viera nada raro en su manera de preguntármelo, pero si es verdad que quizá desde su perspectiva pareciera extraño lo que pasaba. Sabía que Elena era celosa y no quería que pensara nada que no era, por lo que decidí contarle todo con pelos y señales, hasta la conversación que tuve con Noelia de camino a su casa. Elena estaba medio flipando pese a tratarse de su madre y conocerla de sobra. Por parte de su hermana, lo vio bastante normal, ya que pareció gustarle que le diera charla para levantarle el ánimo y vio normal que se interesara por mi etapa de estudiante en ese aspecto.

-Elena, es que ojalá tu madre se pareciera más a ti.
-Pero si ya se parece a mí... Jejeje.
-Pero tú estás más buena -dije cogiéndola y sentándola en la encimera para después besarle el cuello.
-¡Oh! Entonces... ¿Mi madre está buena?
-Ostia... Jaja...
-Jajajajaja.
-A ver. Tú estás muy buena. Y tu madre se parece muchísimo a ti. Por ende...
-Touché. Jajajaja. Era broma, cariño.
-Ya en serio. Ojalá se pareciera más a ti en tu manera de ser.
-A ver, es que se preocupa mucho por nosotras.
-Ya. Pero es que alguna vez que otra pago yo y...
-Pues párala como hiciste anoche.
-Ya. Eso es fácil decirlo, pero cuando es tu suegra...
-Jajajaja. Anda...
-Oye...
-Dime.
-Tu hermana viene sobre las 8 de la tarde según me dijo. ¿Le decimos a tu padre que tenemos que hacer algo sobre las 6 y así podemos...
-Uff... Me parece bien. Me gustaría que se quedara aquí toda la tarde, pero es que me apetece también...
-Estoy deseando follarte. De hecho, se me está poniendo dura -dije besándole el cuello de nuevo.
-Javi, para -dijo con su voz entrecortada-. Que me estoy poniendo cachonda.
-Podríamos...
-No. Ni de coña. Con la nena aquí, nada. Además, mi padre está de camino y tenemos que hacer la comida. Esta tarde hacemos lo que quieras.
-Vale, vale. Pero un beso sí, ¿no?
-Claro -dijo sonriendo.

Elena me dio un pequeño beso con lengua y se bajó de la encimera para seguir preparando la comida. Yo puse la mesa y me fui con la pequeña para echarle un ojo mientras Elena seguía con la comida. Un poco pasadas las 2 de la tarde, llegó el padre de Elena y fuimos al salón para comer los cuatro. Tras pasar un rato fantástico y disfrutar de la excelente comida que había preparado Elena, nos quedamos en el salón siguiendo de charla mientras Elena jugaba con Paula. Era un placer estar todos allí tranquilamente, disfrutando de la compañía que nos hacíamos y de las conversaciones que tenían lugar. El padre de Elena estaba especialmente contento al ver a Paula tan risueña y entretenida con Elena y conmigo. Y es que esa era otra cosa. Cuanto más tiempo pasaba con el padre de Elena, más similar lo veía a ella en cuanto a comportamiento y manera de ser se refería. Ya tenía clarísimo a quien había salido mi chica, y también su hermana, porque no sabía quién tenía más carácter, si ella, o su madre. Lo que no me cuadraba era a quien había salido Maribel para ser así, porque según me contaba Elena, había sido así desde siempre, aunque su comportamiento no era tan exagerado antes de que rompiera con su marido. A su madre estaba claro que no, porque a mujer era un encanto. Muy alegre y simpática, aquella mujer siempre tenía buenas palabras para mí cuando me veía. Y según me contó Elena, su abuelo era también muy bueno. Así que me quedé en mi mundo pensando sobre ello hasta que me sacaron de ahí cuando me preguntaron algo sin llegar a saber o sacar nada en limpio de por qué era así.

Así se nos pasó gran medida de la tarde hasta que Elena le dijo a su padre que le encantaría que se quedaran todo el día, pero que teníamos que hacer algo después de que yo la mirara en varias ocasiones, ya que desde ese momento en el que estábamos preparando la comida estaba ya encendido y el calentón no se me había bajado. Y como acordamos, para las 6 de la tarde nos estábamos despidiendo de ellos después de que Elena guardara todas sus cosas en la maletita de Paula, aunque no tenía sitio para el bolsón de chuches que aún tenía y el peluche que era casi tan grande como ella. La despedida, pues fue tal como la última vez. Elena se puso tristona y Paula casi llorando haciendo pucheros. El tener que despedirse también de su padre no ayudó a que Elena tuviera mejor ánimo, pero al menos ahora se veían y hablaban más. Paula se despidió de los dos con un fuerte abrazo y un beso en la mejilla. Yo le hice cosquillas para que no se pusiera tan triste y le dije que podría venir cuando quisiera a casa. El padre de Elena me dio un abrazo con unas cuantas palmadas, quedándose con su hija abrazado durante más tiempo mientras yo tenía a la nena en brazos. Finalmente se fueron, ambos con cara de pena, al igual que la nuestra. Después de verlos como se alejaban mientras les decíamos adiós con la mano abracé a Elena por detrás, dándole un beso en la cabeza para ver si así le levantaba el ánimo. Pese a ese momento tan triste, yo seguía con ganas y esperaba que Elena también. Ella se dio la vuelta y me dio un abrazo. Poniendo su cara de lado en mi pecho, pasando a mirar a arriba después sonriéndome. Me dio un beso y me cogió de la mano para entrar en casa.

Una vez entramos, fuimos al salón y nos sentamos en el sofá para quedar abrazados. Elena me dio las gracias por intentar levantarle el ánimo, diciéndome también que no me preocupara, que seguía con ganas, pero que necesitaba unos minutos para ponerse a tono. Para ello, Elena se sentó sobre mí como solía, sobre todo en esos primeros días que nos empezábamos a ver como follamigos y pareja, empezando a besarme mientras agarraba mi cara de manera suave con sus manos. Ya estaba encendido, pero más lo hice cuando se lanzó a mi cuello. Ella reía de manera juguetona y yo me apresuré para ir a la habitación cogiéndola en brazos como si fuera una muñeca, lanzándola a la cama en cuanto llegué. Como sabíamos que Noelia no vendría en un buen rato, dejamos la puerta abierta para no hacer de la habitación una sauna cuando nos pudiéramos a follar. Me quité la ropa rápidamente, haciéndolo también Elena. Me quedé mirando sus tetas, viendo ese pezón sin su piercing todavía. Elena se las miró y sonrió, incorporándose.

-Me lo voy a poner.
-No, déjalo así hoy. Me apetece.

Elena se volvió a tumbar y me puse sobre ella para besarla en los labios, pero poco duró, ya que empecía a bajar por su cuerpo, siguiendo con los besitos. Elena reía al principio, pasando a gemir bajito conforme bajaba. Jugué durante bastante rato con sus pezones, siendo en parte algo nuevo al tenerlos libres los dos. Y hasta notaba como si fuera más sensible en ese en el que solía llevar el piercing. No sabía si era real o sugestión, ya que supuestamente eso estaba más que cicatrizado, pero verla gemir de esa manera tan intensa sin haberle tocado el coño aún me volvía loco. De hecho, bajé mi mano para tocárselo y lo encontré empapado. Ella río cuando se lo acaricié, recogiendo después su humedad con un dedo para llevárselo a la boca y que lo chupara. Ella lo recogió con ansia y se puso a chuparlo, agarrándome de la muñeca para no dejarme escapar. Oía como expulsaba el aire por la nariz con fuerza.

Me encantaba verla así, pero es que yo necesitaba ya empezar, por lo que seguí bajando, teniendo Elena que soltar mi mano, con algún puchero por aquello, pero se le pasó rápidamente cuando bajé a su coñito, besando su pubis mientras ella me susurraba como le encantaba que le hiciera eso y como de sexy se veía así gracias a mis gustos. Sin esperar más para fortuna de los dos, me lancé a su rajita, dando un gran lametón, recogiendo sus fluidos y saboreándolos. Elena de estremeció, pasando a encoger su cuerpo como si le diera vergüenza. Lejos de echarme a atrás cuando hacía eso, me encendía más. La veía tan mona cuando se ponía tímida que me daban ganas de comérmela, en todos los aspectos. Me puse a comerle el coño durante un buen rato en el que, como la mayoría de las veces, intentaba retrasar su orgasmo lo máximo que podía, pero esta vez no lo logré, porque en una de esas veces en las que retiraba mi cara se corrió con varios temblores mientras respiraba de manera entrecortada. Fue un orgasmo pequeño y fugaz, pero ello no quitaba que Elena se fuera a su mundo, apretando la cara como siempre hacía, aunque esta vez fuera de manera más ligera mientras se relamía y mordía el labio.

Esperé a que se recuperara, pero al ver que orgasmo fue pequeño, me lancé de nuevo. Ella pegó un pequeño respingo, pasando a reírse hasta que se lo empecé a comer con más intensidad, pasando a retorcerse. Al poco ya estaba igual que antes, pero esta vez no paré, provocándole un segundo orgasmo que trate de estirar al máximo manteniendo la estimulación que le estaba haciendo con la boca. Ella cerraba las piernas con fuerza e intentaba apartarme de ella empujándome con sus manos, pero yo seguí igualmente. Paré después de que lanzará un grito breve, pero muy alto, pasando a empaparme la boca con sus fluidos, pero sin llegar a chorrear. Ya habría tiempo de eso. Me incorporé en la cama y esta vez fui yo el que se relamió, en específico los fluidos de Elena que me chorreaban por la barba. Ahora sí que se retorcía y estaba poniendo su típica cara de placer.

Me eché a su lado y esperé a que se recuperara, mirando su precioso cuerpo, viendo como le daba algún temblor y como tenía los pezones de punta. Como se asustaba cuando le acariciaba, esta vez opté por soplarle con cuidado para ver cómo respondía. Ella se estremecía, pero de una manera muy sexy, pasando a murmurar, buscándome con su mano para acariciarme. Se giró y se puso a besarme el pecho mientras terminaba de recuperarse, bajando poco a poco pasados unos minutos de la misma manera que yo lo hice con ella hasta que llegó a mi polla para empezar a pajearla mientras le daba besitos. Tras unos segundos de mimitos se puso a comérmela a buen ritmo, pero paraba de vez en cuando para que no me corriera tan rápido, aunque de últimas se la metía en la boca por completo para aguantar unos segundos. Ya de últimas me pidió que le follara un poco la boca, por lo que le hice una coleta con las manos y se la follé, aunque fue breve, porque estaba deseando metérsela.

Mientras la puse boca arriba para metérsela finalmente, me dijo que le encantaba como lo había hecho, de la misma manera que la había follado el jueves, donde la reventé, pero bien. Pensé en volver a hacerlo, pero ahora tocaba un misionero, porque esa postura le encantaba. Empecé suave después de acariciarle como a ambos nos encantaba, pero tras unos minutos en los que hacía breves paradas para darle besos, empecé a taladrar con fuerza, empezando Elena a gemir con fuerza. Estaba muy mojada, tanto, que sentía los huevos muy húmedos, además del típico sonido alto que tiene lugar al haber ese roce entre ambos sexos, en especial cuando es a gran velocidad. Paré justo cuando se iba a correr, regañándome ella por parar siempre cuando estaba a punto. Yo le decía que era parte del juego y que luego el orgasmo sería más grande. Me eché de nuevo a su lado para descansar un poco, porque también estábamos bastante sudados pese a tener la puerta abierta y al estar acabando el verano. Después de un rato de besos, se montó encima de mí para follarme ella a mí. Con la cantidad de posturas que se pueden hacer al tener sexo y siempre recurríamos a las mismas, pero al ser nuestras favoritas era lo normal. Me montó de manera sexy, gimiendo de la misma manera mientras se acariciaba las tetas y luego mi pecho. Yo ponía mis manos en sus muslos y en su culo, dando algún azote de vez en cuando, aunque pasó a ser algo más recurrente, porque Elena se encendía cuando le daba uno y aceleraba, mirándome fijamente, estando ya hasta con chapetas. Tan encendida estaba que le vino el orgasmo aparentemente sin que se lo esperara, derrumbándose encima de mí mientras su cuerpo le daba sacudidas.
 
Capítulo 285

Colgué la llamada y me quedé unos segundos en el banco respirando hondo por haber conseguido solucionar aquello al parecer. Cada día estaba más convencido de que esa mujer tenía algún problema, porque tenía unos cambios de humor impresionantes, por no hablar de lo neurótica que era con cualquier tema. Estuve a punto de enviarle un mensaje a Noelia diciéndole que en una buena me había metido, pero ya era tarde y pasaba de meter la pata más aún, por lo que ya hablaría con ella al siguiente día cuando volviera a casa, aunque quizá era mejor hablarlo en ese momento, porque lo idóneo sería hacerlo a solas. Sin perder más tiempo, le levanté y regresé a casa, entrando con cuidado para no hacer ruido y despertarlas. Fui a la habitación y me las encontré dormidas a las dos, con Paula abrazando a Elena, apoyando su cara en su cuerpo, abrazándola de vuelta mi chica a ella. Era una imagen muy tierna. Tanto, que cada vez que las veía así se me venía a la cabeza lo que ya habíamos hablado varias veces, el tema de tener una niña. Es que estaban las dos tan monas, que era imposible que no se me viniera aquello a la cabeza, dándome ganas de tenerla ya. Pero qué va, luego me ponía a pensar bien en todo lo que implicaría y no me veía capacitado, viéndolo también muy precipitado. Me cambié, poniéndome el pijama y me tumbé con cuidado, dándole un beso a cada una en la frente para dormirme al poco.

Al día siguiente me desperté con Paula sobre mí, estando ella durmiendo aún, con su cara de lado sobre mi pecho. Elena también parecía dormida, pero abrió sus ojos y en miró sonriendo. Eran sobre las 10 de la mañana, por lo que nos empezamos a despertar para empezar un día nuevo, yendo a la ducha y después a desayunar. Esa mañana la empleamos en estar jugando con Paula, ya fuera dibujando, haciendo algunos ejercicios que su madre encargó a Elena con unos cuadernos para el aprendizaje, viendo dibujos un poco o jugando con sus juguetes. Ese día acordamos comer en casa, proponiendo Elena que su padre viniera a comer también. A mí me parecía perfecto, y como Noelia no volvía hasta la tarde-noche, estábamos seguros de que no iba a pasar nada. Cerca de la hora de comer, su padre se puso en marcha para venir a nuestra casa mientras nosotros dejábamos a Paula viendo la tele, quedando como una estatua, como siempre, por lo que no temíamos que pasara nada con ella. Una vez nos pusimos a preparar la comida entre los dos, Elena me preguntó:

-¿Dónde estabas anoche?
-¿Cómo?
-Me desperté al oír como se cerraba la puerta de casa y no estabas. Y tardaste en volver. De hecho, me quedé dormida.

No sabía muy bien como tomarme eso. No es que viera nada raro en su manera de preguntármelo, pero si es verdad que quizá desde su perspectiva pareciera extraño lo que pasaba. Sabía que Elena era celosa y no quería que pensara nada que no era, por lo que decidí contarle todo con pelos y señales, hasta la conversación que tuve con Noelia de camino a su casa. Elena estaba medio flipando pese a tratarse de su madre y conocerla de sobra. Por parte de su hermana, lo vio bastante normal, ya que pareció gustarle que le diera charla para levantarle el ánimo y vio normal que se interesara por mi etapa de estudiante en ese aspecto.

-Elena, es que ojalá tu madre se pareciera más a ti.
-Pero si ya se parece a mí... Jejeje.
-Pero tú estás más buena -dije cogiéndola y sentándola en la encimera para después besarle el cuello.
-¡Oh! Entonces... ¿Mi madre está buena?
-Ostia... Jaja...
-Jajajajaja.
-A ver. Tú estás muy buena. Y tu madre se parece muchísimo a ti. Por ende...
-Touché. Jajajaja. Era broma, cariño.
-Ya en serio. Ojalá se pareciera más a ti en tu manera de ser.
-A ver, es que se preocupa mucho por nosotras.
-Ya. Pero es que alguna vez que otra pago yo y...
-Pues párala como hiciste anoche.
-Ya. Eso es fácil decirlo, pero cuando es tu suegra...
-Jajajaja. Anda...
-Oye...
-Dime.
-Tu hermana viene sobre las 8 de la tarde según me dijo. ¿Le decimos a tu padre que tenemos que hacer algo sobre las 6 y así podemos...
-Uff... Me parece bien. Me gustaría que se quedara aquí toda la tarde, pero es que me apetece también...
-Estoy deseando follarte. De hecho, se me está poniendo dura -dije besándole el cuello de nuevo.
-Javi, para -dijo con su voz entrecortada-. Que me estoy poniendo cachonda.
-Podríamos...
-No. Ni de coña. Con la nena aquí, nada. Además, mi padre está de camino y tenemos que hacer la comida. Esta tarde hacemos lo que quieras.
-Vale, vale. Pero un beso sí, ¿no?
-Claro -dijo sonriendo.

Elena me dio un pequeño beso con lengua y se bajó de la encimera para seguir preparando la comida. Yo puse la mesa y me fui con la pequeña para echarle un ojo mientras Elena seguía con la comida. Un poco pasadas las 2 de la tarde, llegó el padre de Elena y fuimos al salón para comer los cuatro. Tras pasar un rato fantástico y disfrutar de la excelente comida que había preparado Elena, nos quedamos en el salón siguiendo de charla mientras Elena jugaba con Paula. Era un placer estar todos allí tranquilamente, disfrutando de la compañía que nos hacíamos y de las conversaciones que tenían lugar. El padre de Elena estaba especialmente contento al ver a Paula tan risueña y entretenida con Elena y conmigo. Y es que esa era otra cosa. Cuanto más tiempo pasaba con el padre de Elena, más similar lo veía a ella en cuanto a comportamiento y manera de ser se refería. Ya tenía clarísimo a quien había salido mi chica, y también su hermana, porque no sabía quién tenía más carácter, si ella, o su madre. Lo que no me cuadraba era a quien había salido Maribel para ser así, porque según me contaba Elena, había sido así desde siempre, aunque su comportamiento no era tan exagerado antes de que rompiera con su marido. A su madre estaba claro que no, porque a mujer era un encanto. Muy alegre y simpática, aquella mujer siempre tenía buenas palabras para mí cuando me veía. Y según me contó Elena, su abuelo era también muy bueno. Así que me quedé en mi mundo pensando sobre ello hasta que me sacaron de ahí cuando me preguntaron algo sin llegar a saber o sacar nada en limpio de por qué era así.

Así se nos pasó gran medida de la tarde hasta que Elena le dijo a su padre que le encantaría que se quedaran todo el día, pero que teníamos que hacer algo después de que yo la mirara en varias ocasiones, ya que desde ese momento en el que estábamos preparando la comida estaba ya encendido y el calentón no se me había bajado. Y como acordamos, para las 6 de la tarde nos estábamos despidiendo de ellos después de que Elena guardara todas sus cosas en la maletita de Paula, aunque no tenía sitio para el bolsón de chuches que aún tenía y el peluche que era casi tan grande como ella. La despedida, pues fue tal como la última vez. Elena se puso tristona y Paula casi llorando haciendo pucheros. El tener que despedirse también de su padre no ayudó a que Elena tuviera mejor ánimo, pero al menos ahora se veían y hablaban más. Paula se despidió de los dos con un fuerte abrazo y un beso en la mejilla. Yo le hice cosquillas para que no se pusiera tan triste y le dije que podría venir cuando quisiera a casa. El padre de Elena me dio un abrazo con unas cuantas palmadas, quedándose con su hija abrazado durante más tiempo mientras yo tenía a la nena en brazos. Finalmente se fueron, ambos con cara de pena, al igual que la nuestra. Después de verlos como se alejaban mientras les decíamos adiós con la mano abracé a Elena por detrás, dándole un beso en la cabeza para ver si así le levantaba el ánimo. Pese a ese momento tan triste, yo seguía con ganas y esperaba que Elena también. Ella se dio la vuelta y me dio un abrazo. Poniendo su cara de lado en mi pecho, pasando a mirar a arriba después sonriéndome. Me dio un beso y me cogió de la mano para entrar en casa.

Una vez entramos, fuimos al salón y nos sentamos en el sofá para quedar abrazados. Elena me dio las gracias por intentar levantarle el ánimo, diciéndome también que no me preocupara, que seguía con ganas, pero que necesitaba unos minutos para ponerse a tono. Para ello, Elena se sentó sobre mí como solía, sobre todo en esos primeros días que nos empezábamos a ver como follamigos y pareja, empezando a besarme mientras agarraba mi cara de manera suave con sus manos. Ya estaba encendido, pero más lo hice cuando se lanzó a mi cuello. Ella reía de manera juguetona y yo me apresuré para ir a la habitación cogiéndola en brazos como si fuera una muñeca, lanzándola a la cama en cuanto llegué. Como sabíamos que Noelia no vendría en un buen rato, dejamos la puerta abierta para no hacer de la habitación una sauna cuando nos pudiéramos a follar. Me quité la ropa rápidamente, haciéndolo también Elena. Me quedé mirando sus tetas, viendo ese pezón sin su piercing todavía. Elena se las miró y sonrió, incorporándose.

-Me lo voy a poner.
-No, déjalo así hoy. Me apetece.

Elena se volvió a tumbar y me puse sobre ella para besarla en los labios, pero poco duró, ya que empecía a bajar por su cuerpo, siguiendo con los besitos. Elena reía al principio, pasando a gemir bajito conforme bajaba. Jugué durante bastante rato con sus pezones, siendo en parte algo nuevo al tenerlos libres los dos. Y hasta notaba como si fuera más sensible en ese en el que solía llevar el piercing. No sabía si era real o sugestión, ya que supuestamente eso estaba más que cicatrizado, pero verla gemir de esa manera tan intensa sin haberle tocado el coño aún me volvía loco. De hecho, bajé mi mano para tocárselo y lo encontré empapado. Ella río cuando se lo acaricié, recogiendo después su humedad con un dedo para llevárselo a la boca y que lo chupara. Ella lo recogió con ansia y se puso a chuparlo, agarrándome de la muñeca para no dejarme escapar. Oía como expulsaba el aire por la nariz con fuerza.

Me encantaba verla así, pero es que yo necesitaba ya empezar, por lo que seguí bajando, teniendo Elena que soltar mi mano, con algún puchero por aquello, pero se le pasó rápidamente cuando bajé a su coñito, besando su pubis mientras ella me susurraba como le encantaba que le hiciera eso y como de sexy se veía así gracias a mis gustos. Sin esperar más para fortuna de los dos, me lancé a su rajita, dando un gran lametón, recogiendo sus fluidos y saboreándolos. Elena de estremeció, pasando a encoger su cuerpo como si le diera vergüenza. Lejos de echarme a atrás cuando hacía eso, me encendía más. La veía tan mona cuando se ponía tímida que me daban ganas de comérmela, en todos los aspectos. Me puse a comerle el coño durante un buen rato en el que, como la mayoría de las veces, intentaba retrasar su orgasmo lo máximo que podía, pero esta vez no lo logré, porque en una de esas veces en las que retiraba mi cara se corrió con varios temblores mientras respiraba de manera entrecortada. Fue un orgasmo pequeño y fugaz, pero ello no quitaba que Elena se fuera a su mundo, apretando la cara como siempre hacía, aunque esta vez fuera de manera más ligera mientras se relamía y mordía el labio.

Esperé a que se recuperara, pero al ver que orgasmo fue pequeño, me lancé de nuevo. Ella pegó un pequeño respingo, pasando a reírse hasta que se lo empecé a comer con más intensidad, pasando a retorcerse. Al poco ya estaba igual que antes, pero esta vez no paré, provocándole un segundo orgasmo que trate de estirar al máximo manteniendo la estimulación que le estaba haciendo con la boca. Ella cerraba las piernas con fuerza e intentaba apartarme de ella empujándome con sus manos, pero yo seguí igualmente. Paré después de que lanzará un grito breve, pero muy alto, pasando a empaparme la boca con sus fluidos, pero sin llegar a chorrear. Ya habría tiempo de eso. Me incorporé en la cama y esta vez fui yo el que se relamió, en específico los fluidos de Elena que me chorreaban por la barba. Ahora sí que se retorcía y estaba poniendo su típica cara de placer.

Me eché a su lado y esperé a que se recuperara, mirando su precioso cuerpo, viendo como le daba algún temblor y como tenía los pezones de punta. Como se asustaba cuando le acariciaba, esta vez opté por soplarle con cuidado para ver cómo respondía. Ella se estremecía, pero de una manera muy sexy, pasando a murmurar, buscándome con su mano para acariciarme. Se giró y se puso a besarme el pecho mientras terminaba de recuperarse, bajando poco a poco pasados unos minutos de la misma manera que yo lo hice con ella hasta que llegó a mi polla para empezar a pajearla mientras le daba besitos. Tras unos segundos de mimitos se puso a comérmela a buen ritmo, pero paraba de vez en cuando para que no me corriera tan rápido, aunque de últimas se la metía en la boca por completo para aguantar unos segundos. Ya de últimas me pidió que le follara un poco la boca, por lo que le hice una coleta con las manos y se la follé, aunque fue breve, porque estaba deseando metérsela.

Mientras la puse boca arriba para metérsela finalmente, me dijo que le encantaba como lo había hecho, de la misma manera que la había follado el jueves, donde la reventé, pero bien. Pensé en volver a hacerlo, pero ahora tocaba un misionero, porque esa postura le encantaba. Empecé suave después de acariciarle como a ambos nos encantaba, pero tras unos minutos en los que hacía breves paradas para darle besos, empecé a taladrar con fuerza, empezando Elena a gemir con fuerza. Estaba muy mojada, tanto, que sentía los huevos muy húmedos, además del típico sonido alto que tiene lugar al haber ese roce entre ambos sexos, en especial cuando es a gran velocidad. Paré justo cuando se iba a correr, regañándome ella por parar siempre cuando estaba a punto. Yo le decía que era parte del juego y que luego el orgasmo sería más grande. Me eché de nuevo a su lado para descansar un poco, porque también estábamos bastante sudados pese a tener la puerta abierta y al estar acabando el verano. Después de un rato de besos, se montó encima de mí para follarme ella a mí. Con la cantidad de posturas que se pueden hacer al tener sexo y siempre recurríamos a las mismas, pero al ser nuestras favoritas era lo normal. Me montó de manera sexy, gimiendo de la misma manera mientras se acariciaba las tetas y luego mi pecho. Yo ponía mis manos en sus muslos y en su culo, dando algún azote de vez en cuando, aunque pasó a ser algo más recurrente, porque Elena se encendía cuando le daba uno y aceleraba, mirándome fijamente, estando ya hasta con chapetas. Tan encendida estaba que le vino el orgasmo aparentemente sin que se lo esperara, derrumbándose encima de mí mientras su cuerpo le daba sacudidas.
Uno de los dibujos que hizo la niña
 

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Capítulo 286

-Mi amor... -dijo con la voz muy ida-… Lo siento. No lo he podido controlar -terminó jadeando.
-No pasa nada. Si para mí que tú te corras así es lo mejor.
-Pero no es justo. No puedo aguantar tanto y te quedas a medias.
-Pero no hemos acabado. Ahora seguimos.
-Mmm... -murmuró moviéndose ligeramente para seguir la penetración.

Podía sentir aún sus contracciones, pero Elena estaba decidida a seguir, levantando su cara para besarme. Y yo estaba deseando correrme, por lo que también me empecé a mover mientras sujetaba su culo. Le empecé a dar besos para que estuviera tranquila, recibiéndolos ella de buena gana, pasando a murmurar de manera empalagosa. Poco a poco, conforme notaba a Elena relajarse y dejar de tener contracciones, empecé a apretar más pasando a follarla a buen ritmo. Estaba sorprendido con cómo se había recuperado de rápido y como soportaba la follada que le estaba dando. Ello me incitó a darle casa vez más fuerte, pasando a adoptar esa postura que tanto le gustó el pasado jueves. Me apoyé en mis talones, elevando nuestros cuerpos y la empecé a reventar bien, agarrando también su culo para mantenerla en una posición fija. No tardó nada en volverse a correr entre altos gemidos, pero yo necesitaba un poco más, por lo que seguí hasta que Elena empezó a mojarse, empapándome las caderas, mojando también las sábanas. Chillaba de manera muy alta y aguda, suplicándome que parara. Y así lo hice, porque en cuanto noté como chorreaba así me empecé a correr yo dentro de ella. Solo di unas cuantas embestidas más hasta que acabé, moviéndose ella para que mi polla saliera de sus entrañas, aunque quedándose encima de mí, respirando con ansiedad mientras temblaba de manera loca. Yo la abracé para que no se hiciera daño con sus sacudidas mientras le daba besos, esperando a que se recuperara.

Miré el reloj y vi que eran cerca de las 8, por lo que le dije a Elena que teníamos que ir duchándonos y recogiendo la habitación. Ella no respondía, estaba ocupada tratando de recuperarse, respirando de manera agitada. Los minutos pasaban y Elena no parecía estar recuperada del todo, por lo que decidí ponerla boca arriba con cuidado, susurrándole que me iba a duchar yo mientras tanto para ahorrar tiempo. Como aún hacía calor en la habitación, abrí un poco la ventana, dejando la persiana baja para que no le molestara la luz, quedando ella boca arriba en el centro de la cama, estirada lo máximo posible, con su piernas y brazos muy abiertas. Le di un beso en la frente y le dije que me iba a la ducha, dejándola ahí sola. Cerré la puerta de la habitación por si volvía Noelia mientras me duchaba, pero resultó que ya estaba allí, cruzándomela en el pasillo, pillándome totalmente desnudo. Noelia se me quedó mirando, a los bajos en específico.

-¿Qué haces aquí? -pregunté susurrando mientras intentaba taparme.
-He venido un poco antes -dijo encogiéndose de hombros.
-Podrías hacer avisado, ¿no?
-Lo he hecho...
-¿Desde cuándo estás aquí?
-¿Qué más da? Si ya os he visto y oído así antes...
-Anda, tira para tu habitación. Luego tenemos que hablar.

Noelia se me quedó mirando, algo pensativa por eso último que le dije y se fue a su habitación. Yo aproveché para ir al baño y darme una ducha. Cuando acabé fui a la habitación, mirando antes con cuidado por si estaba ahí, porque aún estaba desnudo y no había cogido nada de ropa. Al ver que no había nadie regresé con Elena para coger algo de ropa y vestirme. Me encontré a Elena conforme la dejé, tumbada, bastante despatarrada en la cama y dormida. Me acerqué con cuidado y le di un beso, despertándola con delicadeza para que no se asustara. Cuando abrió sus ojos me dio un abrazo y me empujó para que me tumbara en la cama con ella, pero le metí prisa diciéndole que su hermana ya había llegado y que tenía que ducharse, que con la tontería ya era la hora de la cena casi y habría que ir preparándola. Se puso el pijama que llevó puesto durante ese día y se fue al baño después de coger una muda limpia. Yo mientras tanto quité las sábanas que estaban empapadas, ya fuera de nuestro sudor o de otras cosas y puse otras limpias, abriendo la ventana para que se ventilara bien. Fui con las sábanas a la cocina con la intención de echarlas a la lavadora en el pequeño cuarto de pila que teníamos junto a ella, pero me encontré a Noelia de nuevo. Dos pilladas en menos de media hora, aunque ella poca importancia le dio.

Después de meter las sábanas en la lavadora y dejarlas lavando vi que Noelia estaba preparando algo en unos platos.

-¿Qué es eso?
-Comida que me he traído de casa. Mi madre ha hecho mucha para el medio día y me ha dicho que me la traiga para que cenemos.
-Ah, bien.
-¿Qué tienes que hablar conmigo?
-Ya hablaremos cuando estemos más tranquilos.
-¿Te refieres a cuando estemos solos?

Asentí con la cabeza y Noelia se quedó mirándome, volviendo de nuevo a preparar la cena echando la comida en los platos y saliendo a poner la mesa. Yo fui al baño para ver qué le quedaba a Elena, contándole lo de la cena. Le pareció genial, mirándome a través del espejo mientras se peinaba y yo me deleitaba viendo lo preciosa que estaba siempre. Sin tardar mucho más nos fuimos al salón para cenar, encontrándolo todo perfectamente preparado. Una vez allí, Elena le preguntó a Noelia cómo había ido el finde en casa, preguntando tanto por su madre como por su abuela. Ella le contó que bien, aunque estaba aburrida. El caso es que veía a Noelia en la tónica en la que estaba los últimos días antes de que se fuera a casa, con ese bajoncillo, por llamarlo de alguna manera. Se le notaba distante y algo apagada. Elena miraba a su hermana, como queriendo arrancar para decirle algo, pero no lo terminaba de hacer. Ella estaba más pendiente de la tele que de otra cosa. Imaginé que lo que Elena quería decirle era algo sobre su padre y su prima, pero como Noelia no quería saber nada, pues no terminó de hacerlo. La cena fue tranquila, los tres veíamos la tele mientras disfrutábamos de la buena mano que tenía Maribel en la cocina, diciendo Elena que como le recordaba lo que estaba comiendo a cuando era pequeña. Ya casi acabando, noté que Noelia me miraba alguna que otra vez. Supuse que estaba algo intranquila por lo que le dije de que quería hablar con ella, pero prefería hacerlo en privado, por si pasaba algo raro o que no esperaba.

Acabamos de cenar y Elena y yo nos sentamos en el sofá mientras que Noelia se quedó en uno de los sillones, algo más distanciada. Estuvimos viendo una película, pero Elena se puso cariñosa, echándose sobre mí de manera similar a como cuando nos íbamos a dormir. Yo agradecí ese cariño, dándole también por mi parte, metiendo mi mano por dentro de su camiseta para rascarle la espalda. Ella también quería notar mi piel como lo estaba haciendo yo y metió su mano por dentro de mi camiseta para acariciar mi pecho, pasando al costado después. Parecía no estar muy pendiente de la película, porque en varias ocasiones me empezaba a dar besos en el pecho, o donde mejor le pillara mientras yo le daba alguno en la cabeza mientras veía como Noelia nos miraba de reojo. Poco antes de acabar la película, Elena se levantó diciendo que no podía más y que estaba reventada, que necesitaba irse a dormir, porque se le cerraban los ojos. Me dijo que no tardara mucho en ir con ella, que le apetecía estar abrazadita mí, para después darme un pico. Le dije que cerrara la ventana y que iría en poco.

Noelia también dijo que se iba a dormir, que estaba cansada, sobre todo por el viaje en autobús, el cual era más lento y más pesado, ya que no estaba acostumbrada. Yo, por mi parte, me quedé un rato más para ver acabar la película, pero recordé que dejé la lavadora puesta y fui a tenerla para que se secara por la noche. Cuando volví al salón me quedé pensando y creí que era un buen momento para hablar con Noelia, ya que Elena estaba K.O. como vi al asomarme a la habitación. Le mandé un whatsapp a Noelia diciéndole que viniera al salón y así lo hizo tras un par de minutos y dejar mi mensaje en visto. Apareció con su larga melena recogida en una especie de moño desaliñado y con su pijama, con una camiseta blanca que juraría que transparentaba algo sus pezones, aunque sí que era evidente que los marcaba. Y en la parte de abajo llevaba un pantalón que podría pasar perfectamente por un culotte por cómo le asomaban esas grandes y redondas nalgas, viniendo descalza hasta el sofá donde estaba yo sentado para sentarse ella cruzándose de piernas.

-¿Qué pasa?
-Quiero hablarlo ya para quitármelo del medio.
-Pues tú dirás.
-Tu madre me la ha liado por tu culpa.
-Ah, eso...
-Me mandó un mensaje que no vas. Es que hasta me la imaginé escribiéndolo. Vaya enfado tenía cuando la llamé.
-Sí. Es que se puso muy pesada. Me apetecía hablar de eso y se lo comenté, pero ella se volvió loca, ya la conoces.
-Sí, ya lo sé.
-Se puso a contarme los riesgos y las precauciones que hay que tomar. A estas alturas... Si ella supiera...
-Eso mismo pensé yo cuando me dijo que eras muy pequeña aún para...
-Ya, es muy antigua.
-Sí, a mí me lo vas a decir.
-Al final me cabreé con ella. Le dije que encima que había tenido la confianza con ella para hablarle de esos temas para que se ponga así. Pero me tuvo toda la tarde con preguntas y con detalles. Y ya pues salió lo de que lo hable contigo.
-Ahí quería yo llegar.
-¿Sí? ¿Por qué?
-¿Por qué lo hiciste?
-Pues para que viera que no estaba sola en esto. Quiero decir... Para que viera que tengo ayuda y tal.
-Ah, vale.
-¿Por?
-Creía que lo habías hecho por joderme.
-No tengo ningún motivo para hacerlo.
-Nunca lo has tenido y...
-Ya. ¿Podemos dejar eso aparcado?
-Me cuesta olvidarlo.
-No, si ya lo veo. Solo hay que ver cómo me hablas con repulsión, además de algunos gestos que tienes de la misma manera.
-Eso no es así.
-Bueno, mejor dejarlo. Paso de discutir.
-¿Al final habéis solucionado la discusión?
-Bueno, hoy se ha puesto también pesada. Por eso me he venido antes, porque ya estaba cansada.
-No veas lo que me costó tranquilizarla. Es que esa es la cosa. Cuando llegamos a tu casa le dijiste que querías hablar algo con ella y me preguntó cuándo entraste. Le dije que imaginaba lo que era, pero que lo hablara directamente contigo y os ponéis a hablar de eso. Pues se pondría endemoniada y así estaba cuando la llamé.
-Ya. Pues lo siento.
-¿No le has hablado del tema de tu padre?
-Pues no. Entre lo pesada que se puso y luego con su enfado, cualquiera le saca el tema ese. Además de que a mí tampoco me apetecía. No he pensado nada aún.
-¿Y por qué no lo hablas con tu hermana?
-Paso.
-¿Y conmigo?

Noelia se me quedó mirando fijamente. A pesar de las buenas maneras que tenía últimamente, no podía evitar medio acojonarme con esas miradas tan intensas que ponía a veces.

-No sé. Necesito pensarlo bien.
-Bueno, no hay prisa. Si quieres hablarlo...
-¿Estarás ahí si lo necesito hablar?
-Claro. Ya te lo he dicho.
-Vale... ¿Algo más?
-No. Solo era eso. Quería ver si habías hecho eso adrede o si ha sido sin querer. Y decirte también de paso que no me metas en estos marrones.
-Vale.

Noelia se quedó pensativa mirando a un punto fijo para luego mirarme a los ojos de nuevo. Se levantó y se fue a su habitación después de darme las buenas noches. En cuanto se fue apagué la tele y me fui para irme a dormir con Elena, estándolo ya ella. Me acomodé abrazándola por la espalda y me dormí después de pensar como había ido el fin de semana y en ese último momento con Noelia.
 
Capítulo 287

La semana empezó tranquila. Las mañanas me las pasaba completamente solo y era algo de agradecer, porque así me podía concentrar bien para trabajar y sacar bastante material, aunque también dejaba para la tarde, ya que a Elena le tocaba también currar por la tarde. Así que establecí una rutina que consistía en levantarme no tan temprano, pero tampoco muy tarde, dándome una ducha y desayunando para trabajar durante unas horas y dedicar algo de tiempo al cuidado de la casa también haciendo las labores del hogar. Por la tarde era algo más diferente al tener a Noelia por ahí, pero tampoco molestaba porque ella iba mucho a su bola, ya fuera quedándose en su habitación para ir pasando apuntes a limpio para no ir dejándolos para última hora, aprovechando también para ir leyéndolos y que luego le sonarán las cosas, o yendo con Arantxa a su casa o a dar una vuelta. En ningún momento se presentó ningún compañero o compañera de clase, por lo que suponía que le estaba costando relacionarse con los demás, aunque ella me dijera que no. O tal vez tenía más afinidad con Arantxa y prefiera pasar tiempo con ella que con sus compañeros, pero aún era temprano para pensar eso, ya se juntaría con ellos. Lo que sí es verdad es que la notaba igual de distante y en su mundo como en esos últimos días.

Cada vez veía más rara a esta chica. Al igual que Maribel, tenía sus cambios de humor bruscos y ya poco tenía que ver con la Noelia de los primeros días que vino a vivir con nosotros, que hablaba bastante y nos contaba todo lo referente a las clases. Ahora llegaba y hablaba poco cuando coincidíamos en la cena, ya que al salir Elena antes que ella, aprovechábamos para hacer la comida entre los dos y comer, porque Noelia entre que salía y llegaba le dejaba a Elena solo media hora para comer y reposar, por lo que nosotros comíamos antes que ella para que mi chica se pudiera relajar y reposar la comida, comiendo Noelia sola en la cocina para no ensuciar dos veces el salón. Coincidamos con ella en la cena, aunque también se la veía cansada por los madrugones que hacía, yéndose también temprano a dormir. El caso era que no la notaba igual de animada que al principio y aunque tampoco es que me afectara, sí que se lo notaba. Tampoco iba a recordarle que podía hablar conmigo si lo necesitaba. Bastante me había jodido como para ahora estar yendo detrás de ella para ser su confidente, además de que no quería ser un pesado.

Así que mis tardes consistían en reposar un poco para trabajar durante unas horas y luego distraerme, ya fuera jugando en el ordenador, con la play o hablando con algunos amigos. La pobre Elena llegaba reventada de tanto trabajar, aunque me decía que se tomaban sus descansos para no agobiarse demasiado, pero al no estar tan acostumbrada a estar para arriba y para abajo todo el día, pues cuando le cambiaban el planning y le ponían jornada completa, se le notaba y venía muy cansada. Tanto, que para las 10 y media de la noche ya estaba en la cama y aunque echábamos nuestros polvetes, no era lo mismo hacerlo así a como estábamos acostumbrados, tomándonos nuestro tiempo y tal. Polvos rápidos de unos 10 minutos en el que ella se dejaba hacer porque no podía más, aunque eso no quitara que ambos disfrutáramos y nos lo pasáramos muy bien, pero no era lo mismo.

De la que no tenía apenas noticias era de Yolanda, ni yo las buscaba. Cuanto más lejos, mejor. En esos días eran varias las veces que veía a Elena salir sola, a diferencia de las primeras semanas en las que salían juntas todos los días. No quería preguntarle para que no se pusiera a hablar de ella y no me tocara juntarme con ella y su pareja para cenar algún día por bocazas. Le dejé claro a Elena que no quería que le diera de lado, ya que era alguien importante para ella como ya sabía de primera mano, sobre todo por como confiaba en ella para contarle temas tan personales, porque yo ya sabía varias cosas que le había contado, pero lo mismo le había contado alguna cosa más, que tampoco le iba a preguntar por lo mismo. Pese a no verla salir con ella cuando iba a recogerla, sí que seguía viniendo a por Elena a casa por las mañanas para irse juntas al trabajo, por lo que imaginaba que la cosa seguía igual y tal vez solo se estaba entreteniendo en la oficina calentándole la cabeza o metiéndole puyitas a sus compañeros.

Toda esa rutina cambió el viernes cuando Elena salió de trabajar y fuimos a cenar mientras que Noelia se fue con Arantxa a su casa para cenar allí. Aprovechamos para salir, ya que llevábamos varios días sin hacerlo, comiendo y cenando solo en casa. Cuando acabamos de cenar en un restaurante, fuimos a casa para aparcar el coche, aunque no nos encerramos, optando por dar una vuelta por el barrio. Mientras dábamos la vuelta, Elena me comentó que había hablado con Irene. El plan era pasar el sábado entero con ellos y parte del domingo también, regresando ya por la tarde-noche a casa. Se la veía con muchas ganas, comentando cómo quería pasar más tiempo con ellos, sobre todo por el desencuentro que tuvo con Irene en esa situación que ya no merecía la pena ni recordar. Me contó que aprovechó la media hora de descanso que tenía y que se tiró todo el tiempo hablando con ella y que también propusieron que fuera Sofía.

Le pregunté medio riéndome quién lo había propuesto en realidad y Elena, con una sonrisilla pícara en su cara, me dijo que en realidad había sido ella, porque con lo que fantaseamos mientras follábamos le apetecía mucho hacerlo realidad y como yo no había puesto ningún inconveniente, pues le pareció buena idea. También me aclaró que no pasaría nada con Mario, que en ese aspecto había dado un paso atrás, al igual que yo dije que no quería hacer nada ni con Irene ni con Sofía. Eso era lo que pensaba, porque también sabía que una vez en el asunto, de poco sirven esas palabras, porque una cosa es hablar con la cabeza fría y otra es estar en situación, cachondo perdido y delante de tres diosas. Aun así, intentaría hacer lo posible por evitar cualquier cosa que pudiera molestar a Elena. De hecho, no tenía pensando ni siquiera tocarlas. Seguimos paseando, dando la vuelta a la manzana y ya casi llegando comentamos precisamente eso.

Empecé yo diciéndole esas palabras tal cual, que no quería tocar a ninguna de las dos, ni que ellas me tocaran a mí. Elena sonrió al escuchar esas palabras, pero hizo el mismo razonamiento que yo, explicándome que una vez en el momento y con el calentón, nos podríamos dejar llevar, así que tampoco le importaría mucho que hubiera algún tocamiento y más cuando ya había tenido lugar alguno que otro en repetidas ocasiones. Además, me dijo que le daba pena por Sofía, como si entre todos le hubiéramos puesto los dientes largos al contarle lo que hacíamos los cuatro y ahora se iba a quedar ella son probarlo. Yo le repliqué diciéndole que eso era lo que menos me importaba, solo quería que ella estuviera cómoda.

-Elena, me parece perfecto el plan, hacer la fantasía realidad y todo, pero yo no quiero tocarlas, ni que ellas me toquen a mí.

Elena sonrió al escucharme decir eso, pero contestó:

-No sabes lo feliz que me haces diciendo cosas así. No porque no quiera que te toquen o tú toques a alguien, sino porque diciendo eso veo que te preocupas por mí y para mí eso es lo mejor.
-Claro que me preocupo por ti.
-Y me encanta. Pero hay que reconocer una cosa.
-¿El qué?
-Pues que, en esos momentos, con el calentón, con la tensión sexual, estando todos desnudos, con las ganas que vamos a tener todos y conforme son ellos, pues es muy difícil controlarse.
-Ya, eso es verdad. Justo había pensado eso.
-Por eso no quiero que te pongas así tampoco. Si pasa algo, sé que va a ser por eso, no por otra cosa.
-Yo es que no sé lo que sientes. Quiero decir, nunca he experimentado unos celos como los que tú tienes. Y no sé cómo debes de sentirte haciendo todo esto.
-Yo ya te lo he explicado muchas veces, cariño. Obviamente, que alguien te toque de esa manera no es algo que me fascine, pero es que es un juego. En el momento me lo paso muy bien. Además, con ellos tenemos confianza.
-Con Sofía no tanta...
-Ya, por eso te decía lo de ponerle los dientes largos. No me parece justo. Y aunque no tengamos la misma confianza con ella, veo que es muy buena gente y no veo peligro en ella. Me cae muy bien.
-Cualquiera te creería sabiendo lo que pasó entre Sofía y yo en el hotel.
-Pero es que ella no sabía de primeras que tenías novia. Y si siguió es porque estaba borracha, te lo digo yo. Todas las veces que he hablado con ella he visto lo buena persona que es. Es muy cariñosa también, no sé. Tiene ese algo que ves que es una buena persona.
-La verdad es que siempre se ha preocupado por nosotros. Siempre que me hablaba antes de venirse a vivir preguntaba por todos y se alegraba mucho cuando le decía que estábamos bien y que no había ningún problema.
-Es que es normal que se fijara en ti, mi amor.
-Ya...
-Que siiiii. Y entiendo que te quedarás como me dijiste. Es que, jajajaja... Vaya carilla se te debió poner... Delante de ese pibonazo, diciéndote esas cosas y también insinuándose así.
-Insinuándose dice...
-Algún día te tengo que hacer yo eso de ir solo en abrigo. A ver qué pasa, jajaja.
-No estaría mal. Pero cuidado a ver dónde lo haces, que lo mismo te follo ahí mismo sin importarme donde estemos ni quién haya...
-Jajajaja. Oye, ¿has estado alguna vez con una chica...?
-¿Con una chica negra?
-Sí. ¿Te has...? ¿A alguna?
-No. La verdad es que no.
-Ah. Bueno, ya sabes que yo... Jajajaja.

Me encantaba esa complicidad con la que Elena y yo hablábamos de sexo de manera tan abierta, siendo muy diferente a algunas parejas sexuales que había tenido. Y eso era lo curioso, varias con las que prácticamente solo me veía para eso eran más modositas y les repudiaba hablar de ese tema. Yo siempre lo he visto como algo natural, y varias veces me ha despertado curiosidad al hablar con gente conocida, aunque no todo el mundo es así y algunos hasta cortan la conversación de manera brusca.

Llegamos a casa con la intención de ir a la habitación, pero al pasar por el salón vimos que Noelia estaba ahí sola. Entramos para saludar y yo la noté un poco acelerada. Elena parecía no enterarse de lo que pasaba porque se puso a sacar alguna cosa de su bolso y no se dio cuenta, pero yo sí. A mis ojos parecía bastante evidente lo que estaba haciendo antes de llegar y parecía que le habíamos cortado el rollo, por lo que agarré del brazo a Elena para irnos a la habitación y dejar a Noelia tranquila sin que pasara más vergüenza. Pero Elena me miró extrañada y puso su mano sobre la mía para que me esperara. Le comentó a su hermana que íbamos a estar todo el fin de semana fuera, así que le propuso que la lleváramos a casa al día siguiente para que no estuviera sola todo el fin de semana. Noelia, antes de responder a su proposición, nos preguntó qué plan teníamos y Elena le respondió que pasaríamos todo el sábado y casi todo el domingo con Irene y Mario en su casa, ya que los echábamos de menos y nos apetecía pasar tiempo con ellos.

No me hizo mucha gracia que Elena le contara nuestro plan a su hermana, porque no era tonta y ya podría estar atando cabos, pero tampoco es que le dijera nada del otro mundo. Noelia respondió después a su hermana diciéndole que no iba a ir a casa ese finde, que había estado el anterior y que su madre estaba en plan pesada, porque no contenta con haberle calentado la cabeza durante ese fin de semana con el temita, estuvo llamándola durante todos los días de la semana, como hacía desde que se mudó con nosotros, con la diferencia de que ahora le preguntaba más por ese chico intentando sonsacar si había pasado algo al final con él. Elena le dijo que a su madre no le iba a hacer mucha gracia que se quedara sola en casa, y a ella tampoco le hacía mucho. Noelia le respondió diciéndole que no sabía por qué no confiaban en ella, explicando también que estaría así de sola siempre si se hubiera ido a otro lado a vivir. Elena pareció entrar en razón, pero no se le quitaba esa preocupación de su rostro. Aceptó con la condición de que fuera ella quien se lo contara a su madre, porque Elena no quería que le calentara la cabeza a ella. Sin perder más el tiempo, nos fuimos a la habitación para descansar, desnudándonos para acostarnos en la cama. Antes de que nos durmiéramos empezamos con el sobeteo, primero con besos y luego con tocamientos por encima de la ropa interior, calentándonos más de la cuenta, con Elena riéndose de esa manera tan encantadora que me volvía loco. A esas alturas yo ya quería echar un polvo, pero ella me paraba cuando intentaba quitarle las braguitas, volviendo a reír. Yo sí que me la saqué, teniéndola bastante dura. Elena resoplaba y luego reía, pero aparte pasar un dedo por ahí recorriendo mi polla por completo, no hacía nada más.
 
Capítulo 288

-Eres mala... -susurré.
-Un poquito. Pero es que quiero calentarte para mañana.
-Ah... Ya decía yo.
-Que mañana quiero que te pongas en plan bestia. Quiero que me revientes.
-Pues lo estás consiguiendo, mi vida.
-Lo sé, jejeje.
-Pero ya es que dejarme así...
-No, hoy no hay polvete.
-¿Una mamadita?
-Mmm, no. Tampoco. Quiero que tengas los huevos llenitos.
-Elena, que eso es malo, que llega hasta a doler.
-Jajajaja, que exagerado...
-No exagero.
-Pues no, cariño. Ni una mamadita, ni una paja. Nada. Y tú tampoco te puedes tocar.
-Déjame al menos que te lo coma.
-Mmm... -murmuró pensativa.
-Va, que mañana vas a estar muy solicitada para eso, jajajaja.
-Jajajaja, pero bueno...
-Va, un poquito.
-No. Así te pillo yo también con ganas.
-Pfff... Ya está, hay que hacer lo que la nena quiera.
-Exactamente. Y ahora, a dormir. Jajajaja.
-¿Ni un besito de buenas noches?
-Eso sí.

Elena me dio un beso muy tierno y se echó de nuevo sobre mi pecho para dormir en nuestra típica postura. Ella cayó dormida en nada como pude notar por su respiración más profunda y por como medio murmuraba como si ya estuviera soñando. Era algo que hacía cuando estaba muy cansada y que la hacía más mona aún. Y vaya que si estaba cansada después de toda la semana que se pegó la pobre. Yo, por otro lado, tuve más problemas para dormirme como era de esperar, costándome primero relajar esa erección después de aquel tonteo y como por culpa de la excitación que tenía se me venían por momentos las imágenes de ver a Noelia pocos minutos antes con esa excitación tan clara en su cuerpo, recordando también partes de su cuerpo aquella vez que nos acostamos y de las tantas imágenes y videos que me enviaba, por no decir de cuando se presentaba desnuda delante de mí. Para sacar eso de mi cabeza me puse a pensar en otras cosas como en lo que había estado trabajando aquellos días en donde había algún que otro artículo interesante entre tantos aburridos bajo mi punto de vista. Al buen rato de estar mirando a Elena y acariciar su cuerpo, aspirando su olor y darle algún beso en la cabeza, caí dormido sin ni siquiera oír a Noelia irse a su habitación.

Al día siguiente me desperté notando movimiento en la cama. Era Elena desperezándose, pasando a vestirse después. Miré el reloj y vi que eran las 8 de la mañana, por lo que supuse que iba al baño, pero tampoco lo supe al momento porque me volví a dormir. Ya sobre las 10 me desperté y vi que no estaba en la cama, por lo que me levanté para ir al baño y buscarla después. Al pasar por el pasillo vi que la habitación de Noelia estaba cerrada, por lo que supuse que aún dormía. También me percaté de un olor muy bueno a comida conforme me acercaba a la cocina, aunque me extrañó, ya que no íbamos a comer ahí y sobre todo por la hora que era. Cuando llegué, me encontré a Elena cocinando, diciéndome que le daba pena que su hermana se quedara todo el fin de semana sola y que al menos le iba a dejar comida preparada para que comiera bien. Y sí, se tiró desde las 8 de la mañana metida en la cocina preparando dos comidas y una cena para su hermana, dejándolas bien preparadas y empaquetadas en la nevera para que ella solo tuviera que calentarlas. A esas alturas me seguía causando impresión el corazón tan grande que tenía mi chica y más viendo lo feliz que era haciendo esas cosas, como si se quedara contenta con ella misma por cuidar así de la gente de su alrededor. Cuando acabó se fue al baño durante un buen rato, dándose una ducha después de habérmela dado yo mientras ella acababa de preparar todo aquello.

Nos vestimos tranquilamente en nuestra habitación, poniéndose ella un vestido azul cielo, aún de verano, aunque ya iba refrescando más por estar a finales de septiembre, poniéndose también unas sandalias planas, pero no me llegó a dejar ver su ropa interior. Yo opté por unos vaqueros y una camiseta de manga corta, pero Elena se empeñó en que me pusiera una camisa remangada de un color similar a su vestido. La veía tan preciosa que le tuve que dar un beso, volviendo la misma risa que tenía la noche anterior, pero se apartaba antes de que la cosa fuera a más. Preparamos una bolsa con ropa para todo el fin de semana y dijimos de irnos, no sin antes decirle a Noelia que nos íbamos y que tenía bastante comida para esos días. Sin perder más el tiempo nos montamos en el coche para irnos a mi ciudad para ir a casa de nuestros amigos, aunque de camino Elena me dijo de acercarnos a su casa para ver a su madre y a su abuela. Y al poco de decírmelo, Maribel la llamó. Parecía que estaba nerviosa, pero Elena le cortó diciéndole que íbamos hacia allí y ya hablaríamos cuando llegáramos. Me gustó bastante como manejó la situación sin dejar que su madre le montara un pollo como solía hacer con cada pequeña tontería que tenía lugar.

Cuando llegamos, aparqué cerca y le pregunté a Elena qué tenía pensado decirle a su madre. Ella me respondió con toda la naturalidad del mundo que íbamos a pasar el fin de semana con nuestros amigos y que no tenía por qué pensar nada raro, y si lo hacía pues se lo quitaba de la cabeza rápidamente. Le di un beso al verla tan decidida y echada para delante y bajamos para entrar en su casa. Nada más entrar me esperaba que Maribel nos empezara a echar la bronca, pero resultó que estaba en la ducha como nos dijo su abuela cuando nos la encontramos en el salón. Mientras Maribel venía, estuvimos hablando con ella, contándole como nos iba allí, nuestra vida y demás. Al rato apareció Maribel vestida con ropa cómoda, pero aún con el pelo húmedo. Nada más aparecer nos echó una mirada intimidante, pero Elena no se vino abajo como solía pasarle en esos casos. De primeras, Maribel se comportó, pero cuando su abuela fue a ducharse, se sentó con nosotros en el salón, empezando lo que yo esperaba que fuera un rapapolvo.

M: Me parece increíble que dejéis a Noelia sola en casa. Es que no me lo puedo creer. ¡Qué es una niña! ¡Y más con lo del chico ese que va detrás de ella! ¡¿Pero en qué estáis pensando?!
E: ¡Mamá! Ya está bien.
M: ¿Cómo que ya está bien? ¿Sois tontos? Es que no me puedo creer esto. Me he enfadado con Noelia y también lo estoy con vosotros. Creía que erais ya maduros al poder llevar la relación como la lleváis y al iros a vivir juntos estando los dos trabajando y todo eso, pero veo que me equivocaba. Pero mucho.

Elena me miró con cara de estar a punto de estallar. Veía hasta como le temblaban los ojos.

E: Mamá, me tienes harta. Es que no se puede hacer nada contigo, de verdad. No hemos sido nosotros los que hemos pedido que Noelia se viniera con nosotros. Has sido tú la que nos la has encasquetado. Recuérdalo.
M: ¿Así hablas de tu propia hermana?
E: No. No hablo así de ella. Hablo así de ti, que no paras de poner trabas en mi relación.
M: ¿Qué trabas?
E: Tantas que me podría tirar todo el día aquí diciendo una tras otra. Pero la más importante para mí es que tienes enfilado a mi pobre Javi. ¿Qué te ha hecho para que lo tengas así?
M: Eso es mentira. No lo tengo enfilado.
E: Que no dice...
J: Bueno, vamos a tranquilizarnos un poco, ¿vale? Así no vamos a sacar nada bueno -dije para internar poner paz y que ambas se relajaran.

Nos quedamos unos segundos en silencio, mientras Elena miraba sus manos y Maribel miraba al suelo. Yo las miraba a ambas y como no decían nada, decidí hablar yo para intentar solucionar el embolado.

J: Maribel, ¿cuál es el problema?
M: El problema es que Noelia es muy pequeña para quedarse sola en una ciudad que está muy lejos de todos nosotros.
J: ¿Qué te ha dicho ella?
M: Poca cosa, porque cuando me lo ha dicho, me he puesto nerviosa y me ha colgado.
J: Está muy molesta por la conversación que tuviste con ella el fin de semana pasado. Y también por cómo te pusiste por ello, cuando hablamos nosotros y eso. Y ahora tenemos una nueva. Mira, Elena también se ha preocupado y Noelia le ha preguntado que por qué no confiamos en ella para quedarse sola. Que, si al final se hubiera ido a otro lugar a vivir, que estaría sola y sería igual que este fin de semana.
M: No sería igual.
J: Pues yo creo que tiene razón. Veo que lo que dice es lógico y es la misma situación. Maribel, Elena estuvo sola cuando se fue a la universidad, ¿y pasó algo? No. Yo estuve solo cuando fui a la universidad, ¿y pasó algo? Tampoco. Pues ahora va a pasar lo mismo.
M: Eso no es así. Elena tenía a su novio allí.
E: Sí, qué consuelo. Mamá, que nos veíamos una vez a la semana y dando las gracias.
M: Y tú seguro que tenías a alguien también -dijo mirándome.
J: Pues no. Hice varios amigos, pero no tenía a nadie. Estaba solo. Y no te voy a mentir, estaba acojonado, pero no había más remedio que espabilar. Noelia tiene la suerte de que tener a su familia allí con ella. Hazme caso, no es para tanto.
M: Pero que está sola y con un chico detrás de ella. ¿Y si va a vuestra casa y se presenta allí?
E: Mamá, que pasa de él. Que me lo ha contado a mí también.
M: Elena, ya sabes cómo es. ¿Y si se le va la cabeza y al final se acuesta con él? ¿Y si se queda embarazada?
E: Pues ya está, mamá. Si decide acostarse con él, es su decisión. Nadie más que ella puede tomarla. ¿Y cómo se va a quedar embarazada?
M: Pero que es muy pequeña...
E: Mamá, a ver si te enteras de que Noelia no es ya una niña. No es virgen si es lo que te imaginas. Si ha estado con más chicos que yo.
M: Pero, ¿qué dices, Elena?
E: Lo que has oído. Y es muy lista y espabilada, así que no te pongas de ninguna manera, que ya lo tiene todo muy aprendido.
M: Pfff... Madre mía... ¿Pero y para la comida? Que ella no sabe cocinar...
E: Mamá, yo le he dejado preparada comida para todo el fin de semana.
J: Es verdad. Se ha levantado a las 8 para cocinar y dejarle varias cosas hechas.

Maribel se quedó de nuevo mirando al suelo, sin saber qué más decir.

J: Entiendo que mires mucho por tu hija, pero es que todo esto es demasiado. Además, están nuestras vecinas, con las que hablamos bastante y ella pasa mucho tiempo allí. No va a pasar nada.
E: Y la respuesta no es que te vengas a vivir con nosotros. Bastante poca intimidad tenemos ya con Noelia, como para que vengas tú también, mamá. Os quiero mucho, pero también necesitamos nuestro espacio. Y sé que, si estuvierais allí, aunque vivierais en otro sitio, estaríais todo el día por casa.
M: Sí, si llevas razón.

En ese momento apareció la abuela de Elena preguntando de qué hablábamos mientras se sentaba en su sillón. Evidentemente eludimos el tema que acabábamos de hablar y nos pusimos a hablar de otras cosas, diciendo Elena al poco que nos teníamos que ir porque íbamos a pasar el finde con unos amigos e íbamos a comer con ellos y aún teníamos que ir a mi casa, por lo que nos despedimos de ellas, haciéndolo de su abuela normalmente, como siempre, pero con Maribel fue diferente, porque nos acompañó hasta la puerta y allí le dio un fuerte y largo abrazo a su hija. Tenía expresión tristona, viéndola como si estuviera arrepentida de montar los líos que montaba. Elena recibió el abrazo y se lo devolvió, acariciando su espalda. Luego le dijo que me diera a mí otro, dándomelo casi de la misma manera. Elena le dijo además que me diera un beso en la mejilla. Así lo hizo su madre, y aunque no se disculpó con palabras, ese gesto significaba lo mismo.
 
Capítulo 289

Sin perder mucho más tiempo, salimos de allí para montarnos en el coche. Elena se escurrió por el asiendo mientras resoplaba. Yo cogí su cara para darle un beso y decirle lo orgulloso que estaba de ella por llevar la situación así de bien, sin amedrentarse, pese a esas salidas de tono que tuvo por momentos, aunque su madre no se quedaba atrás. Apareció una sonrisa en su cara y me dio las gracias, siguiendo después con un beso. Beso que fue interrumpido por alguien que empezó a dar pequeños golpes en la ventanilla del sitio de Elena. Se trataba de su amiga Isa, quien se alegró mucho de vernos, ya que hacía bastante que no la veíamos, aunque Elena hablaba con ella de vez en cuando.

Ya en persona, aprovechamos para hablar un poco con ella para contarle con más detalle, explicándole como nos iba y como ahora Noelia estaba viviendo con nosotros y que todo iba bien en general. Ella por su parte nos dijo que había encontrado trabajo, aunque no era en su pueblo y que se había alquilado un pequeño piso en el lugar en el que iba a trabajar, el cual era un pueblo, más grande que el suyo, pero tampoco llegaba a ser una ciudad. Nos contó que no era de lo suyo, pero que no estaba descontenta, porque cobraba bien y le gustaba. Le explicamos el plan que teníamos y como Isa no era tonta, pues vio el trasfondo que había en ese plan de quedar con nuestros amigos. A pesar de que no le dijimos nada, nos dijo que hubiera gustado sumarse al plan, pero que había quedado a comer con sus padres, ya que llevaba varios días sin verlos y le apetecía mucho y que por la tarde había quedado con un par de amigas que había hecho en el trabajo y tendría que volver a su nuevo pueblo. Nos despedimos de ella con dos besos y nos montamos en el coche, en dirección a mi ciudad para ir a casa de nuestros amigos después de pasar por mi casa.

Por el camino, Elena ya estaba más animada después de la tensión que hubo con su madre. Ver a su amiga Isa le vino muy bien para alegrarse. Yo, mientras ella me contaba alguna cosa, me puse a pensar en el plan que teníamos de ir a la cama con Irene, Mario y Sofía. Seguía teniendo ese nerviosismo que tuve cuando casi llegamos a hacer algo Elena y yo con Sofía, aunque al final lo paré. Pero el morbo de ver cómo Irene y Sofía le comían el coño a Elena era mayor y no me quería perder eso. También pensé en qué hubiera pasado si se hubiera dado la casualidad de que Isa hubiera estado libre. Estoy bastante seguro de que se hubiera venido con nosotros y eso hubiera sido demasiado ya. Seguro que ahí no me hubiera podido contener tanto al tener a cuatro chicas ahí en el tema. Desde luego Mario y yo hubiéramos estado en el cielo, aunque no nos podíamos quejar de nada respecto al plan que teníamos.

Llegamos a mi casa y ahí nos encontramos a mi madre sola, como era habitual. Mi padre se encontraba trabajando y ella se pasaba bastante tiempo sola. En cuando entramos vino corriendo y se abrazó a nosotros como si llevara una vida sin vernos. Le dio muchos besos a Elena y a mí también, llevándonos de la mano al salón para que no sentáramos con ella. Ver mi madre así de contenta me encantaba, me llenaba mucho, pero darme cuenta de lo necesitada que estaba de cariño me partía el alma, porque yo ya sabía lo sola que estaba en casa, por mucho que le dijera que fuera a casa de mis abuelos o con mi tía. Era algo que no sabía cómo solucionar y que me ponía triste y de mal humor. Estaba obsesionada con no salir de casa por si venía mi padre o algo. Supuestamente mi hermano dijo que se pasaría más por casa, pero ya veía que volvía a quedarse aislado. Tampoco quería comentar ese tema, porque siempre que lo sacaba se ponía peor y bastante tenía ya. Estuvimos un buen rato hablando, porque ya tenía la comida hecha para ese día del aburrimiento que tenía encima, por lo que tuve que intervenir para decir que nos teníamos que ir, porque habíamos quedado con unos amigos para comer. Aun así, se puso tristona porque ya nos teníamos que ir, diciendo que se le había pasado el tiempo volando. De la misma manera que cuando nos vio, se despidió de nosotros con un abrazo fortísimo y varios besos, diciéndonos que lo pasáramos bien.

Salimos de mi casa y le pregunté a Elena cuál era el plan. Ella me dijo que conducía ella para que no lo supera hasta que llegáramos, así que nos pusimos de camino. Resultó que quedaron en un restaurante al que ya habíamos ido. Ese en el que tuvimos aquella anécdota con otra pareja más mayor que nosotros, donde Irene tuvo una de sus salidas cuando la mujer se nos quedó mirando de manera asombrada al oírnos hablar de sexo de la manera que teníamos, con esa confianza. Cuando entramos, ya estaban allí. Todos iban muy bien vestidos. Mario iba bastante parecido a mí, con una camisa blanca y unos vaqueros. Las chicas, por otra parte, iban despampanantes, con Sofía yendo con un vestido amarillo suelto con la falda de vuelo, aunque llevaba un escote que era imposible de evitar. Y finalmente Irene, que iba con un mono negro con finas rallas blancas verticales, siendo de un telaje muy fino, de tirantes y cortito por la parte baja, casi asomando sus nalgas. Al igual que Elena, iban con unas sandalias planas, quedando bastante por debajo de la altura de Mario y yo, ya que cuando quedábamos solían ponerse tacones. También iban maquilladas, aunque algo más que Elena, quien lo llevaba siempre de manera ligera. Irene llevaba una raya negra algo larga en los ojos, con un pintalabios rosa. Sofía se quedaba entre las dos en maquillaje, resaltando más sus labios y sus ojos.

En cuanto llegamos, Elena e Irene se fundieron en un largo abrazo. Amabas estaban con los ojos cerrados, acariciando la espalda de la otra, dejando también caer algún beso en sus mejillas. Mario, Sofía y yo los mirábamos con cierta ternura mientras me saludaba con ellos, dándonos Mario y yo un abrazo con unas palmadas en la espalda y otro abrazo con Sofía en el que me estrujaba como solía hacer, apretando sus tetas contra mí, agarrando mi cara para darme un buen beso en la mejilla. Casi desde el primer momento en la que la conocí era así de cariñosa, por lo que no me importaba que me apretara así sus tetas, aunque algo nervioso me ponía. Por fin las chicas dejaron de abrazarse, pasando a saludar a los demás, percatándome yo de que ambas tenían sus ojos vidriosos. Irene me dio un abrazo fuerte y largo también. Aproveché para susurrarle que al final todo parecía haberse solucionado y ella me respondió con un gemidito de afirmación, poniéndome de nuevo nervioso. Cómo me iba a costar aguantar hasta la noche cuando empezara el juego... Es que llegaba a estar todo el tiempo con la polla morcillona, llegando varias veces a tocarme de refilón involuntariamente.

Pasamos toda la hora de la comida disfrutando de la compañía que nos dábamos y de la comida del lugar, que ya conocíamos. También nos pusimos a hablar de cómo nos iba a cada uno, con Sofía estando algo agobiada esos últimos días, llegando a decir que si lo sabía no hubiera aceptado ese puesto entre risas. Irene me miró cuando Sofía dijo eso, comentando después algo similar de su trabajo para disimular. Elena también contó cómo le iba sin nombrar en ningún momento a Yolanda para nuestro descanso, sobre todo para el de Irene. Yo también estuve contando cosas del mío, como últimamente estaba más tranquilo al estar asentado ya en casa y al tener las mañanas bastante libres. Sofía se medio metía conmigo diciendo lo buena jefa que era y como me cuidaba, riéndole los demás la gracia. Finalmente, Mario contó su expedición en el trabajo que tuvo que hacer fuera de nuestra ciudad. Se puso a contarnos cómo fue todo con detalle, aunque no llegábamos a entender algunas cosas que decía cuando empleaba lenguaje más técnico, pero poco duró esas explicaciones, porque rápidamente cambió de tema diciendo cómo echaba de menos a Irene, dándonos el detalle de que ni sexo por videollamada podían tener porque compartía habitación con un compañero. Sofía le dijo que en el baño entre risas, riendo todos los demás, pero Mario le respondió que con las ganas que tenía de ella, no iba a ser silencioso precisamente. Irene intervino diciendo también lo mal que lo pasó durante esos días.

Mario siguió diciendo que no veía la hora de volver a casa para estar con ella. Luego, entre los dos nos contaron como llegó al final el sábado por la tarde noche y como nada más llegar a casa se comieron la boca con locura, echando un polvo rápido y frenético, parando para comer y luego hacer el amor durante toda la noche. Elena preguntó por eso último, ya que nunca decían lo de hacer el amor. Irene se rio y le dijo que ella no era la única sentimental, que después de estar una semana sin su chico, siendo la primera vez que se separaban durante tantos días, pues que eso era lo que más le apetecía. Hasta le contó con detalle como seguían haciéndolo mientras amanecía, haciéndolo más romántico aún. Elena se llevó las manos a las mejillas, quedando un gesto muy ñoño, mirándome con ojillos. Yo, por otro lado, le dije a Mario que vaya bestia era para aguantar tanto y después del viaje. Mario le pasó el brazo por el hombro, pegando su cuerpo al suyo, dándole un beso muy tierno en los labios, diciendo lo encantado que estaba con ella. Seguimos así, con esas risas y ese tonteo aprovechando que estábamos en un sitio más retirado que la otra vez y no podíamos ser escuchados por nadie más.

Cuando acabamos, decidimos ir hasta casa de Mario en coche para aparcar allí e ir a dar una vuelta. Como hacía buen día y ya no hacía tanto calor, dimos una buena vuelta, hasta llevando a nuestros amigos al rincón especial de aquel parque donde tuvimos nuestro primer acercamiento sexual. Irene dijo que vaya morbo sería hacerlo ahí, afirmándolo también Sofía. Se notaba que estábamos a gusto entre amigos, porque fue Elena la que dijo que ya cuando habíamos empezado a salir, habíamos ido a ese lugar para rememorar ese momento y hasta llegamos a echar un polvo, poniéndose ella a cuatro. Irene la miró medio desconcertada por la manera tan suelta con la que dijo aquello, pasando a reír, como hicimos los demás. Así se nos pasó la tarde entre paseos y charlas, yendo a cenar a un sitio aún más elegante, pero como íbamos bien vestidos, decidimos darnos el capricho para acabar bien el día.

Era un restaurante que quedaba al sur de la ciudad y que era bastante concurrido normalmente, ya que había que hacer reserva para comer en la parte del restaurante y siempre que pasabas por ahí veías la terraza llena, sobre todo en verano y aunque ya se había acabado, estaba llena al hacer una temperatura agradable. Como yo ya sabía al haber ido alguna vez en comidas familiares, el lugar era espectacular, con esa decoración como si estuviéramos en los vagones de un tren, teniendo hasta el detalle de tener pantallas que simulaban ser ventanas en las cuales se mostraba el trayecto desde un lugar a otro. El servicio era mucho más refinado que el de cualquier otro lugar de la ciudad y la comida estaba a la altura del precio que demandaba, que no era poco. Pero merecía la pena, y más si uno estaba acompañado tan bien. En la cena nos explayamos más que en la comida, durando más mientras seguíamos hablando de varias cosas. Algo que también hubo fue alcohol, pero no para Elena y para mí, llegando a tomar solo un par de cervezas durante todo el día. Nuestros amigos, sin embargo, sí que bebieron algo más, pero tampoco llegaron a emborracharse.

Y algo más de alcohol sí que hubo cuando acabamos de cenar y fuimos hasta la casa de Mario paseando cada pareja de la mano, yendo Sofía en paralelo a nosotros, con Elena apretándome la mano de vez en cuando, mirándome con una sonrisa muy bonita. Una vez en la casa, Elena e Irene fueron a la cocina para preparar unas copas mientras los demás nos quedábamos en el salón, viniendo con nosotros enseguida. Mi chica me explicó que las copas de los demás iban cargadas, pero que las nuestras llevaban nada y menos de alcohol, solo para darle un poco de sabor. Y entonces fue cuando empezó la diversión.

I: Qué contenta estoy... Qué día más bueno hemos echado. Ojalá poder estar más así de juntos.
S: Ya ves. Es que has pasado unos días un poco regular...
I: Pues sí, pero todo eso ya ha pasado. Y ahora todo está resuelto, que era lo que más me preocupaba.
E: Lo siento, de verdad. Yo es que creía que... Como mi amiga y tú sois muy importantes para mí, pues pensé que estaría bien juntaros para que os conocierais.
I: No tienes que pedir perdón, Elena. Lo malo es que esa chica y yo hemos conectado bien. Y después de lo que ha pasado, no creo que podamos llegar a vernos con buenos ojos. Yo al menos, porque dijo cosas que no me gustaron ni un pelo.
E: Ya. Había pensado en juntarnos otra vez para intentar resolverlo, pero Javi me dijo que tal vez lo mejor sería dejarlo estar y más si no estoy segura de si vosotras estaríais interesadas...
I: Pues Javi lleva razón. Al menos, por mi parte yo no quiero. Lo siento, Elena. Sé que esa chica es alguien importante para ti, pero yo no... No quiero volver a verla. Pero que ya está. Ya está hablado el tema. Vamos a hablar de otras cosas para pasarlo mejor. No merece la pena sacar esto para ponernos tristes otra vez.
E: Llevas razón.

Para mi alivio Elena parecía bastante contenta pese a las palabras que había dicho Irene. No tenía del todo claro si era lo que Elena prefería de verdad, o si seguía queriendo que ambas se volvieran a ver. Pero eso era algo que se escapaba de mi alcance, ya que Irene lo tenía muy claro y tampoco iba a estar yendo detrás de ella para que hiciera el poder y cediera a los deseos de Elena. Bastante había aguantado ya a esa chica con las cosas que dijo sobre su pareja y sobre la mía.
 
Capítulo 290

I: Cambiando de tema... ¿Sabéis? Al final me ha venido de perlas lo de que Mario se haya ido unos días fuera... Sexualmente digo, jajajaja.
M: Hala... Ya lo va a airear...
S: Irene... ¿Hay algo que no nos hayas contado? Jejeje.
E: Si ya nos habéis explicado que estuvisteis follando como locos.
I: Sí, pero no os hemos dado detalles específicos.
M: Irene...
J: ¿Qué te pasa, Mario?
I: Le da un poco de vergüenza al niño... Jajajaja.
J: Ostia... Es rarísimo que vosotros tengáis vergüenza. A saber qué es. Jajajaja.
I: Primero por partes, que esta señorita de aquí me he hecho alguna visita que otra. Y una de ellas fue nocturna.
S: Claro. Hay que cuidar de los amigos. Y lo de que viniera de noche fue porque ese día estaba muy liada y vine para desconectar un poco.
I: Y vaya que si desconectamos... Jajajaja.
E: ¿Sí? ¿Cómo?
I: Pues cenamos juntas abriendo una botella de vino, seguimos hablando y cuando se acabó la botella nos empezamos a comer la boca -dijo descalzándose y sentándose de manera cómoda en el sofá, casi despatarrándose.
J: Vamooooos... ¿Ya te sueltas más, Sofía?
S: Bueno, un poco...
I: Un poco dice... Acabamos echando un polvazo... Madre mía. Ya sí que lo come bien.
S: Me has enseñado muy bien.
I: Me corrí unas cuantas veces.
S: Y yo también.
M: Y yo mientras a dos velas y trabajando... Qué injusta es la vida.

Elena se empezó a mover en su asiento de manera nerviosa, aunque reía de manera bajita mientras nuestros amigos hablaban. Yo le puse la mano en el muslo para masajearlo, porque la veía inquieta.

E: ¿Y qué más hicisteis?
I: Pues... -dijo haciendo el gesto de hacer la tijera con la mano.

Reímos todo a la vez mientras Irene reía y se mordía el labio mirando a Sofía.

E: ¿Y cómo es eso?
I: Pues muy rico. ¿Qué te voy a contar?
S: La verdad es que es sí.
E: ¿Cómo fue la primera vez que lo hiciste, Sofía?
S: Pues estaba nerviosa. Fue con Irene de hecho. Pero ella tuvo mucho cuidado y paciencia conmigo.
M: Fue un espectáculo verlas.
I: Estuvo muy bien. Pero esta última mejor. Sofía ya estaba más suelta y aprendidita.
S: Yo perdí la cuenta de las veces que me corrí.
I: Fueron varias. Yo menos, pero es que aún le falta un poco de práctica, jajaja.
E: ¿Y qué se siente?
S: La primera vez es raro. Y más si solo estás acostumbrada a follar con chicos. Pero una vez te acostumbras, está muy bien.
E: ¿Pero sin meteros nada...?
I: Elena, cariño... Es como cuando te tocas sin meterte los dedos. ¿A que te corres igual, o incluso más intenso a veces?
E: Sí.
I: Pues esto es igual. El roce de los labios y el clítoris hace que te corras.
E: Ah...
I: Vino tan mona con sus shorts vaqueros y su camiseta blanca de tirantes, que... Me encendió nada más verla.
J: Y porque no la has visto arreglada.
I: Claro que la he visto. Cuando hemos salido de fiesta alguna vez.
J: No, no me refiero a ir vestida así. Me refiero a ir vestida de oficina. Cuando nos conocimos iba con un traje ejecutivo gris de falda. Estaba espectacular.
I: Ufffff... Quiero ver eso, ¿eh? Ya estoy cachonda solo de imaginarlo.
S: Jajajaja. A ver si tengo una foto de aquel día.
E: Javi me envió una a mí cuando llegó a la habitación, vestido de traje y me mojé. Qué guapo y que bueno estaba.
I: Uff... A ver eso también.

Elena y Sofía se pusieron a buscar las fotos, encontrándola Elena de momento y mostrándosela a Irene. Ella resopló diciendo que le parecía muy sexy así vestido. Al poco Sofía encontró la suya y se la enseñó. Irene de nuevo resopló y se empezó a tocar por encima de ese mono negro que llevaba.

S: Jajaja. Ya tiene ganas.
I: Joder... Es que estáis tremendos en las fotos...
E: Seguro que le estorba el mono y las bragas ya... Jajajaja.
I: No, si no llevo.

Irene se corrió un poco el mono por la parte de la entrepierna, el cual le quedaba algo holgado y descubrió su coño, mojado ligeramente. Yo, al ver eso, me encendí bastante, sobre todo al ver su triángulo de pelo asomar bajo la tela. Elena empezó a reírse bajito mientras Sofía murmuraba y Mario se tocaba medio colocándose la polla.

E: Que guarra eres, tía. Jajajaja.
S: Yo me muero de vergüenza si salgo sin ropa interior. Estaría nerviosísima todo el rato.
I: Qué tontería... Con el cuerpazo que tienes. Ni que la gente tuviera rayos X en los ojos.
J: Y tú aun con rayos X irías así. Jajajaja.
I: Pues sí. ¿Para qué te voy a decir otra cosa? Jajajaja.
M: A mí me pone muy tonto cuando sale sin braguitas. De hecho, hasta nos hemos parado en algún parque para echar un rapidín.
J: A ti te pone tonto todo de ella.
M: Pues tú verás... Desde que habló con Elena me tiene a pan y agua la cabrona.
J: ¿A ti también te ha hecho eso Irene? Elena me tiene sin mojar unos días ya. Y esta semana han sido polvos rápidos porque viene cansada del trabajo.
S: ¿Qué habrán tramado? Jejeje.
E: Cositas...
I: Uff... ¿Os cuento un secreto? He tenido a Mario a pan y agua. Pero estos dos días cuando se ha ido a trabajar me he tocado pensando en Elena. Me ha contado una cosa que quiere hacer y madre mía... Estoy nada más que pensando en ello.
J: Ah... Creo que sé lo que es.
I: ¿Sí?
J: Sí. Me dijo algo de una pequeña fantasía. Y si es eso, yo también tengo ganas de verlo.
M: Tío, que los demás también queremos saberlo...
S: Eso, eso.
I: Tranquilos, si lo vais a ver. Solo que bueno... Mario, cariño mío, tú solo vas a poder ver.
M: Como de costumbre. Aunque no me importa, Elena.
E: Lo siento.
M: No importa, de verdad. Me doy por satisfecho viéndote desnuda.
J: Y más cuando te vas a follar a estas dos.
M: Sí, bueno. Eso también es un añadido, jajaja.
E: Madre mía... Cualquiera que nos viera ahora mismo pensaría que somos unos degenerados...
I: ¿Y lo que disfrutamos?
S: Ya ves. Yo tengo ganas de ver qué va pasar hoy. Que la otra vez en casa de Javi y Elena me quedé un poco con las ganas...
I: Hoy vamos a estar los cinco juntitos. Cuantos más, mejor.
S: Jajaja. Y porque no hay más...
I: Bueno... Estoy satisfecha. Solo hay dos personas a las que me gustaría follarme y que sé que no va a pasar.
M: Huy... ¿Y eso? No caigo ahora mismo.
I: Pues lo sabes, cariño.
S: Nosotros no.
I: Nada, da igual.
M: Pues sigo sin caer. ¿Es del grupo?
I: No.
M: ¿De mi familia? ¿Mi primo?
I: No. Tu primo está bueno, pero es gilipollas. Cuanto más hablo con él, menos me atrae.
M: De verdad... Pues no sé... ¿No será mi padre? Jajajaja.
I: No, ni tu madre. Lo siento, cariño, pero se les nota la edad a los pobres, jajaja.
S: ¿Entonces?
I: Nada, nada.
E: Va, dilo.
I: Que no, que da igual -dijo con algo de incomodidad.

Yo me reí un poco al ver la situación, porque se me vino a la cabeza el día que vino a mi casa y dijo de manera superclara cómo quería follarse a mi suegra. Imaginaba que iban por ahí los tiros, y por cómo no quería decir quién era la otra persona, pues supuse que era la madre de Sofía. Se la veía incómoda, pero también estaba cachonda y el alcohol empezaba a hacer mella. Al final, con la presión de grupo tras ponerse entre Elena, Mario y Sofía a corear "Que lo diga, que lo diga..." varias veces, le dio un trago a su copa y dijo:

I: Vamos a ver... Primero quiero que me digáis vosotros a quien os gustaría follaros y sabéis que no podéis hacerlo.
S: Pfff... Qué fácil. Yo me quiero follar a Javi. Pero no va a pasar, lo sé. Más que nada porque no quiero hacerle daño a Elena y sé que por mucho que ella quiera, va a pasar eso.
E: Ah, qué considerada, jejeje.
S: Cariño, yo es que en pareja también soy un poco celosilla. Entonces pues sé lo que se siente.
E: Bueno, no me importa que lo digas. Sé de primera mano lo bueno que está mi chico, jajaja.
J: Venga, Elena. Te toca decir a ti.
E: Adiós... Pues es que no quiero follarme a nadie que no seas tú, mi amor.
J: Estamos hablando de supuestos.
E: Pues supongo que ya lo imagináis todos.
J: A Mario.

Elena medio asintió, con vergüenza, poniéndose roja. Todos empezamos a reír, hasta Elena, lanzándome después a mí la misma pregunta.

E: A ver, listillo. ¿Y tú?
J: Pues digo lo mismo que tú. Es que estoy tan a gusto contigo que no necesito follar con nadie más. Después de 6 meses y te sigo viendo como el primer día cuando nos vamos a ir a la cama.
E: Eso es muy bonito, mi amor. Pero no eludas la pregunta, anda... Jajajaja.
J: Pues supongo que con ellas dos. Por todo esto que hemos estado haciendo cuando hemos jugado.
M: Me toca.
I: Esa sí que es fácil. A ti te gustaría follarte a Elena.
M: Pues sí. Tampoco era tan difícil.
S: Venga, Irene. A ver, ¿de quién se trata?
J: ¿Pero todavía no os habéis dado cuenta?
I: Ya está Sherlock Holmes...
J: Bueno, siendo justo, es que ella me lo ha dicho ya.
I: Pero cállate...
J: ¿No lo ibas a decir? Si estamos de colegueo...
E: Venga, mujer...
I: Pues a vuestras madres -dijo señalando a Elena y a Sofía.
 
Capítulo 291

Sofía se empezó a partir de risa mientras que Elena se tapaba la boca con una mano intentando aguantar la risa, sin poder conseguirlo. Todos empezamos a reír y seguimos hablando.

S: A ver, es que mi madre es un pibón. Alguna vez hemos salido juntas, porque tiene mucha marcha y se le han acercado más a ella que a mí. ¿Os lo podéis creer?
-Milf -dijimos Mario y yo al mismo tiempo.

De nuevo nos reímos todos y Sofía siguió:

S: Sí. No sé por qué para mucha gente una madurita es más atractiva que alguien más joven.
M: ¿A ti no te ponen los maduritos?
S: Pues sí, claro. Pero prefiero a alguien de veintipocos. Pero que lo entiendo. Que mi madre es un pedazo de mujer que no veas. Y he salido a ella por lo que me dicen, así que estoy muy contenta.
I: No te importa, ¿no?
S: No, tranquila. Jajaja.
I: ¿Y a ti, Elena?
E: No, jajajaja. Me pasa lo mismo que con Sofía. Si sé que mi madre y yo nos parecemos mucho. Es normal que pienses eso. Pero es que me imagino que se lo dices a mi madre y ella es capaz de desmayarse, jajaja.
I: ¿Tú crees?
I: Uff... Sí. Sí que lo sé. Le cuesta eso. Cuando en alguna película salen dos hombres o dos mujeres besándose se pone nerviosa con el típico "Uuuuuhhh..." de las madres, jajajaja.
I: Tampoco te molesta, ¿no?
E: No.
I: Bueno, Javi... A la tuya también me la follaba. Y con ganas.
J: Pero bueno... Jajajaja.
M: Uff... Cristina... A mí también me gustaría.
J: Joooooder, como estamos... Jajajaja.
I: Pues ya está. Esas son mis fantasías ahora mismo.
M: En realidad no te has follado a Javi. ¿Él no cuenta para eso?
I: Sí, también. Pero es que como hemos hecho algo, pues no lo he contado del todo.
S: ¿Qué habéis hecho?
J: Poca cosa.
I: No te creas. Para cómo es Elena, a lo mejor ha sido demasiado incluso.
E: Bueno, tal vez. Pero no ha pasado nada.
S: Pero, ¿qué ha sido?
I: Lo que más hemos hecho ha sido que yo le haga una paja y él a mí me ha tocado varias de golpe. Que Elena ahí se encendió y quería que me reventara a dedos, jajaja.
S: Joder...
I: Y también se ha corrido en mi cara. Bueno, en la de Elena y la mía a la vez. Y he probado su corrida varias veces.
S: Hala...
E: ¿A ti te gusta, Sofía?
S: ¿Tragar? No mucho... Pero si el chico me gusta hago un poder por agradarle, jejeje.
E: A mí me encanta hacérselo a Javi. Ahí donde me ves tan timidita y eso, soy un poco guarrilla en realidad, jejejeje.
S: Bueno, todos lo somos a nuestra manera. Si no, fíjate cómo estamos aquí ahora los cinco.
J: Bueno, Irene. ¿Qué es lo que ha pasado con Mario para que se ponga así?
I: Ah, sí. Pues que cuando vino estuvo muy bestia. Más de la cuenta. Se puso a dominarme. Con unos azotes... Me agarraba de los brazos y me la metía por detrás en la cama. Qué manera de follar... El sábado estuvimos toda la noche así. Yo ya veía hasta estrellas. Con deciros que al siguiente día tenía el coño escocido...
M: Sí, le tenía muchas ganas.
J: Joder. Sí que os ha venido bien esto.
I: Recuerdo las primeras veces que nos acostamos. Nada que ver ninguno a cómo somos ahora. Muy tímidos, aunque yo no lo era tanto en la cama. Pero las primeras veces cuando alguien te gusta de verdad... El caso es que estos días ha estado en ese plan, aunque ya se le ha pasado. Pero me ha encantado.
M: Ha sido el momento. Lo mismo deberíamos hacerlo alguna vez más lo de estar una semana o así sin follar.
I: También te digo. Lo hiciste muy bien, pero como Javi, no he visto a nadie dominar como él lo hace. Aquel día fue increíble.
S: Joder... Me estáis poniendo... A ver si hay suerte y veo eso algún día.
J: La verdad es que llevamos mucho sin jugar a eso como cuando empezamos -dije mirando a Elena.
S: Pues hoy sería un buen día para volver a jugar así con tu chica.
J: Bueno, si surge...
I: Yo no sé vosotros, pero yo ya estoy cachonda perdida...

Entonces Irene se subió encima de Mario cómo lo hacía Elena conmigo para empezar a besarle. Nosotros tres los mirábamos, aunque ya se nos veían las ganas también. Sofía fue la que empezó, descalzándose también para poner sus pies en el sofá, sentándose con las piernas abiertas para tocarse por encima de la ropa. Elena le siguió, quitándose las sandalias también para sentarse sobre mí y coger mi cara con sus manos para empezar a besarme lentamente y con cariño, aunque poco duró el hacerlo así, porque nos empezamos a comer la boca con ansia, empezando ella a gemir, sobre todo cuando empecé a amasar su culo con mis manos, acercando su cuerpo al mío para que su cuerpo presionara mi erección. Otra cosa que le encendió fue que empezara a darle algún azote con fuerza. Ella gemía de manera sensual con cada azote que le daba. De pronto, noté como alguien cerraba mis piernas para sentarse sobre ellas, de la misma manera que estaba sentada Elena, pero detrás de ella. Era Irene, quién se puso a besar la espalda de Elena, la parte que quedaba desprovista de su vestido. Elena lanzó una risita encantadora, pasando a besarme el cuello mientras yo veía como Irene pasaba a besarle su cuello, jugando también con su oreja mientras se movía de manera sensual como si me estuviera cabalgando, aunque estuviera lejos de mi erección por estar Elena sobre ella.

Como siempre que Elena me besaba el cuello, mi erección fue total, empezando a tener problemas serios con los vaqueros, porque me apretaban muchísimo. Era algo muy excitante tener a Elena y a Irene sobre mí, pero algo que hacía ese momento mejor era ver como Sofía y Mario se empezaban a enrollar en un morreo bastante guarro. Mario, de la misma manera que hice yo, empezó a agarrarle a Sofía ese culazo que tenía, subiéndole el vestido, dejándome ver cómo iba con un tanga blanco, aunque no lo podía ver del todo bien por el par de metros que nos separaban. Elena se separó de mi cuello para coger aire y me dio un rápido pico, mirándome a los ojos. La veía encendidísima y entonces, en un movimiento rápido, se bajó de mí y tiró de Irene para que se bajara también de mí. La puso sentada como estaba yo y se puso sobre ella, para empezar a besarla de manera bastante guarra. Irene, estaba sorprendida por como tenía de abiertos los ojos, pero se dejó llevar enseguida, empezando a manosear el cuerpo de Elena. Mi chica agarró sus manos y entrelazó sus dedos con los de Irene para sujetarla contra el sofá al llevar sus manos por encima de su cabeza, siguiendo con el beso. Yo estaba a mil viendo la situación, perdiendo de vista a Mario y a Sofía. Le besé el hombro a Elena, pasando a su cuello y a su oreja. Irene gemía como si la estuvieran follando a pesar de no estar recibiendo ningún estímulo en su sexo.

De nuevo, en un movimiento rápido, Elena deshizo ese agarre, para coger los tirantes del mono de Irene y echarlos a los lados, tirando hacia abajo para descubrir sus tetas, libres de sujetador, como pude comprobar por el movimiento de éstas durante todo el día cuando la miraba. Elena se lanzó a comérselas, dando Irene un respingo y lanzando un gritito.

I: Pero bueno, ¿qué es esto? ¿Qué te pasa hoy, Elena?

Elena le siguió comiendo las tetas a Irene, agarrando sus pezones con sus labios, dando ligeros mordiscos y succiones. Irene se derretía con lo que le estaba haciendo mi novia, gimiendo como pocas veces había visto en ella. Yo me deleitaba mirándolas, pero vi algo de movimiento por el rabillo del ojo. Era Mario cogiendo en volandas a Sofía para venir hacía nosotros y sentarse al lado. Hasta oí como murmuraba lo cachondo que estaba. Una vez se sentaron, miraron de cerca lo que estaba haciendo Elena con cara de estar flipando. Tras unos breves minutos en los que Elena le estaba comiendo las tetas a Irene, yo le daba besos a ella por el cuerpo y Mario y Sofía se comían la boca mirándonos a nosotros; Elena se separó de las tetas de Irene, dándole un rápido beso y poniéndose de nuevo sobre mí. Volvimos a comernos la boca con ansia, pasando ella de nuevo al cuello. Mientras ella hacía eso, miré a mis amigos, viendo cómo se enrollaban entre los tres por turnos o a la vez.

E: ¿Te lo estás pasando bien? -me susurró una vez se despegó de mi cuello.
J: Estoy flipando, mi vida. ¿Cómo estás tú?
E: Más cachonda que una perra.
J: ¿Qué tal las tetas de Irene?
E: Muy ricas. Aunque tú estás más rico.
J: ¿Sí?
E: Sí. Te vas a enterar hoy... Te voy a exprimir hasta que te quedes sin nada en los huevos.
J: Joder, Elena...
E: ¿Qué pasa?
J: Que me encanta cuando te pones así. Te veo tan guapa ahora mismo. Esa cara de vicio que tienes me vuelve loco.
E: Uff... Qué ganas de follar... Pero la noche es muy larga. Primero quiero seguir jugando.

Elena se incorporó y tiró de Sofía para sentarla entre Mario y yo, subiéndose a ella como había hecho conmigo de primeras y con Irene después. Al igual que con Irene, Elena le empezó a comer la boca a Sofía, con agresividad incluso. Sofía lanzó un gemido, relajándose rápidamente para aprovechar y tocar a Elena por todo su cuerpo, pero aún por encima de la ropa al estar todos vestidos, aunque Irene ya iba con las tetas al aire. Pero no iba a ser la única, porque Elena tiró del vestido de Sofía hacia abajo para hacerle lo mismo que le hizo a nuestra otra amiga. El problema fue que se encontró con un sujetador precioso, blanco de encaje que dejaba adivinar el pezón de Sofía. Aun así, Elena tiró del sujetador hacia arriba, con algo de rudeza para liberarlas, consiguiéndolo a medias, pero lo suficiente como para dejar esos pezones marrones al aire. Elena se lanzó a ellos como si su vida dependiera de ello, lamiendo, mordisqueando y succionando esos pezones tan preciosos y gorditos. Sofía cerró sus ojos y se abandonó a lo que Elena le estaba haciendo, lanzando gemidos mientras se empezaba a retorcer, llegando a susurrar cómo le encantaba la manera en la que le estaba comiendo las tetas. Yo estaba bastante encendido. Tenía pinta de que iba a ser una noche de las buenas, aunque tenía un poco de miedo de que a alguno se nos fuera la mano.

I: Pfff... Qué cachonda estoy... ¿Nos vamos a la habitación?

A todos nos pareció bien, por lo que Elena se separó de Sofía, cogiéndola yo en brazos, pasando ella sus piernas por mis caderas, agarrándose a mi cuello con sus brazos mientras reía. Mario cogió a Irene, pero no de la misma manera, quedando acurrucada entre sus brazos. Sofía era la que siempre quedaba rezagada, por lo que antes de empezar a andar le dije que se subiera a mi espalda. Me daba un poco de pena verla así, porque parecía que era la última para todo. Ella río y se subió a mi espalda de manera similar a Elena. Sentir sus tetas apretarse contra mí mientras ella y mi chica se daban un pico, me encendió más aún. Sin perder más tiempo nos fuimos a la habitación para seguir allí jugando. Al entrar Irene propuso que cada uno fuéramos haciendo un striptease, empezando Mario y yo, desnudándonos de manera sensual a petición de las chicas mientras ellas comentaban lo que veían, comparando nuestros cuerpos, con fijas miradas a nuestras pollas cuando salían disparadas al bajar nuestros boxers.

Como era normal, primero lanzaban una pequeña risa. Se ve que a todas las chicas les hace gracia ver eso y como hace esa especie de rebote. Pasando a lanzar algún resoplido o algún gemido después. Una vez nos desnudamos cada chico, Irene nos dijo que nos sentáramos en dos sillas que había en la habitación. Después las tres chicas se apartaron un poco para hablar y nos dijeron que nos pusiéramos cómodos, separando las piernas. Una vez nos pusimos así, nos dijeron que pegarnos nuestras pollas contra nuestro cuerpo para dejarlas de manera vertical y que las mantuviéramos así agarradas. Una vez cedimos a la petición de ellas, se pusieron a hacer un breve baile acercándose a nosotros para casi pegar sus cuerpos a los nuestros. Lo hacían de manera muy sensual, habiendo ligeros roces en ocasiones, pero no se buscaba intención de hacerlo, aunque me llegué a poner nervioso. Elena estuvo participativa y, aunque cuando se acercó a Mario, como que se cohibió un poco sin llegar a pegarse tanto a él, también lo hizo. Las otras dos chicas lo hicieron de la misma manera con los dos, poniéndose en pompa a pocos centímetros de nuestras pollas. Sería por eso lo de mantenerlas agarradas.
 
Capítulo 292

Por fin, después de ese numerito, las chicas se empezaron a desnudar. Empezó Irene, después de hacerse un par de coletas como si fuera una colegiala, explicando que a Mario le gustaba verla así y a ella le parecía más cómodo para follar, y más cuando iba a ser durante bastante tiempo, así tenía el pelo recogido y no se le pegaba a la cara con el sudor. Poco tenía que hacer ella para desnudarse, porque ya estaba descalza, como las demás, pero es que tampoco tenía ropa interior. Aun así, hizo un buen trabajo, tomándose para mi sorpresa su tiempo, sin ir con prisa para las ganas que teníamos todos de empezar. Hacía como en las películas, con ese típico gesto suyo de ocultar parte de su rostro con propio hombro al mirar hacia atrás. Ese gesto me gustaba mucho, con esa mirada que ponía y ese peinado con las coletas, quedó muy especial, como si fuera una Irene inocente, lejos de la Irene que todos conocíamos. Así se destapó con cuidado, tapándose los pechos con sus manos para ir destapándolos poco a poco, pasando a jugar con sus pezones, tirando después de ellos. Tras eso, se terminó de quitar su mono, dejándolo caer hasta sus pies para cogerlo y dejarlo apartado. Se puso sentada en el filo de la cama, abriendo las piernas para exponer su sexo completamente. Llevaba su triángulo invertido de pelo, pero parecía algo más frondoso, aunque muy cuidado, bien recortado y dibujado. Como esperaba, eso me excitó sobremanera. Irene se dio cuenta y se fue junto a Mario, para sentarse en uno de sus muslos, cogiendo su polla para empezar a pajearle suavemente.

Después le tocó a Sofía por deseo de Irene. Nuestra amiga se puso en el lugar donde había estado Irene hacía pocos segundos y se corrió los tirantes del vestido para ir bajándoselo poco a poco de manera sensual, moviendo ligeramente sus caderas. Una vez lo hizo, dejó su vestido junto a la ropa de Irene y se quedó en un conjunto blanco de encaje de ropa interior. Se dio la vuelta y apoyó sus manos en el filo de la cama para ponerse en pompa, regalándonos una perfecta perspectiva de su culo en tanga. Tras unos segundos de moverlo sensualmente, se enderezó para quitarse el sujetador, lanzándolo con el resto de ropa. Se dio la vuelta tapándoselas, descubriéndolas poco a poco. Tenía los pezones visiblemente duros y empezó a jugar con ellos, haciendo como si sus dedos fueran pinzas para pellizcarlos mientras empezaba a gemir. Resopló y bajo sus manos a sus caderas para acariciarlas, empezando a quitarse el tanga. Cuando éste iba por la mitad de sus muslos lo dejó caer hasta sus pies, levantando uno, lanzándomelo con el otro pie de una patada. Me cayó en el pecho, pero no hice el gesto de olerlo, aunque me moría de ganas. Se lo lancé a Mario y éste sí que lo olió, soplando notablemente excitado. Sofía se sentó de la misma manera que hizo Irene. Evidentemente miré su coño perfectamente depilado con esos labios oscuros, aunque finos, pero alargados. Era bastante similar al de Irene. Cuando subí la mirada, vi que Sofía me estaba mirando con una ligera sonrisa en su boca, pasando al morderse el labio cuando bajó su mirada a mi polla.

S: Javi, cielo, lo siento. Pero es que no me han avisado con el suficiente tiempo como para dejármelo como a ti te gusta... -dijo con cierto tono de timidez.

Me revolví ligeramente en mi asiento mientras mi amiga se levantaba con una risita, acompañándola Irene y Elena en la risa, apartándose un poco, aunque sin saber muy bien donde ponerse. Finalmente optó por sentarse en el otro muslo de Mario, pasando ella a pajearlo. Por fin le tocó a mi chica, quien esperaba su turno con las manos atrás mientras veía a nuestras amigas hacer el numerito. Se puso en el lugar de actuación y se pasó el pelo por detrás de la oreja sensualmente. Pasando a sonreír de manera nerviosa. Irene le dio ánimos, poniéndose Elena un poco roja, pero parecía decidida, porque empezó a correr sus tirantes, jugando con el filo del vestido, pasando a poner ese dedo en su boca para pasarlo por sus labios, mordiéndolo después.

M: Joder... Esto es el cielo.

Elena rio dulcemente y siguió, empezado a bajar su vestido, aunque se puso a jugar, parando cuando estaba cerca de destapar sus tetas, dándose la vuelta para volverlo a subir mientras movía su culo sensualmente. A los pocos segundos, se lo bajó hasta la cintura, dejando a la vista sus preciosas tetas. Las conocía ya tan bien que noté al instante como de cachonda estaba al ver como de duros tenía los pezones, oscureciéndose también el color ligeramente.

E: Yo también soy un poco guarrilla, porque voy sin suje tampoco.
S: Con esas tetas tan preciosas yo tampoco lo llevaría. Tienes que estar siempre muy cómoda. Dios... Te las quiero comer.
E: Ahora, ahora. Vamos a seguir con el juego.

Elena se siguió bajando el vestido hasta que calló por su propio peso. No sabía qué clase de ropa interior se había puesto y entonces me di cuenta de que llevaba un tanga azul celeste precioso, del mismo color que su vestido. Su coñito y pubis quedaba recubierto de una fina tela azulada, pero las tiras del tanga eran de una especie de encaje precioso. Se dio la vuelta una vez apartó su vestido con un pie para dejarnos ver su culo. Aquel tanga era una especie de culotte, aunque un poco alto.

J: La madre que te parió... Con razón no quería que viera su ropa interior.

Esas palabras me salieron del alma, causando la risa de mis amigos y en especial de Elena, quien lo hacía de manera dulce, girando su cabeza hacia atrás para mirarme, regalándome una de sus preciosas sonrisas que me aceleraban el pulso. Después de ponerse en pompa y mover ese culo tan espectacular, se dio la vuelta y se sentó para abrir sus piernas, sin haberse quitado el tanga aún. Enseguida me percaté de cómo tenía oscurecida la parte de la tela que tocaba directamente su raja al abrirse así de piernas. Se volvió de un azul más oscuro, siendo una mancha considerable grande. Los demás también se dieron cuenta, cerrando Elena las piernas, pero abriéndolas de nuevo después de mirarme como me mordía el labio. Se lo quitó estando sentada y le lo lanzó. Lo olí enseguida, empezando a acelerarme y a entrarme más calor por el cuerpo.

Pero más aún se amplificaron esas sensaciones cuando vi a Elena completamente desnuda, mostrando su rajita ligeramente hinchada, enrojecida y brillante por sus fluidos. Justo arriba no tenía su típico triángulo que tanto me encantaba, el cual era parecido al de Irene, sino que tenía una franja de unos dos dedos de grosor de pelo, aunque algo más frondoso de lo habitual, de la misma manera que lo había notado en Irene. Fue algo que me llamó la atención, porque no me di cuenta de que le hubiera crecido así. Imaginé que era por aquellos polvos rápidos que fuimos echando esa semana, quizá me había fijado menos en eso para aprovechar bien los breves minutos que duraban para que ella pudiera descansar. Todos comentamos su nuevo look ahí abajo, aunque yo estuve más callado. Estaba que hasta temblaba de las ganas que tenía de ir hacia ella y comérmela. Pero fue ella que vino hacía a mí para besarme después de sentarse en uno de mis muslos, quedando de cara a nuestros amigos.

Se hizo un breve silencio, pero yo ya no podía más. Cogí a Elena y la llevé hasta la cama para quedar en un lado y ponerme sobre ella para comérmela a besos. Ella se abrazó a mí, pero tampoco le di mucha libertad, porque cogí mi polla para pasarla por su raja, cubriendo mi glande con su abundante humedad para metérsela lentamente, pero sin parar hasta que la dejé dentro por completo. Elena me miraba a los ojos con nerviosismo. Parecía que iba a decirme algo, pero no la dejé, porque la empecé a besar con ansia para empezar a moverme. Digamos que empecé suave, como si le estuviera haciendo el amor, moviendo mis caderas de manera sensual y lenta mientras notaba como había movimiento en la cama. Parecía que nuestros amigos habían empezado a jugar como nosotros. Poco duró esa lentitud, ya que me vi sobreexcitado y empecé a bombear a buen ritmo, empezando a hacer ruido, tanto con la cama de las embestidas que propinaba, como con nuestros cuerpos por el choque de nuestras pieles.

Elena se empezó a retorcer rápidamente, por lo que aproveché para separarme de sus labios y ver su cara, la cual era de placer, con sus ojos cerrados. Después de ver a mi chica, me percaté de que Sofía estaba tumbada de lado mirándonos mientras se tocaba, quedando bastante apegada a nosotros. Eso me animó a taladrar a Elena con más ímpetu. Hasta tal manera, que Elena se empezó a correr, gimoteando con molestia. No porque le hiciera daño, sino por haberse corrido bastante rápido, como si estuviera enfadada consigo misma. Sofía también se corrió en ese momento, viendo como estaba con un sofoco en el cuerpo, hasta sudando ligeramente. Su cuerpo dio una fuerte sacudida y pasó a cerrar sus piernas, aunque parecía seguir tocándose, como si quisiera alargar su orgasmo. Yo notaba que también estaba cerca por la excitación de toda la situación.

Medio corté el orgasmo de Sofía agarrando su brazo con una de mis manos para que mirara. Fue de manera brusca, pero es que ya no podía aguantar más y tampoco quería hacerle daño a Elena, porque aún quedaba mucha noche. Abrió sus ojos y entonces se la saqué a Elena para correrme en su vientre, llenándoselo bastante, incluso llegando algún chorro a sus tetas. Sofía gimió al verlo mientras se seguía tocando, dando otra sacudida su cuerpo. Me incorporé y me eché hacia atrás para quedar sentado en la cama, bastante sudado para los escasos 5 minutos que había durado el polvo. Sofía no perdió mucho el tiempo, poniéndose a cuatro después de incorporarse, regalándome una vista perfecta de su culo, con su coño hinchado y entreabierto, pasando a acercar su cara a mi corrida. Pareció olerla mientras pensaba que hacer, pasando su lengua tímidamente por el cuerpo de Elena para recoger un poco.

Yo me acomodé para ver bien aquello. Sofía puso una cara un poco rara a la vez que Elena abría sus ojos estando aún sumida en su orgasmo. También quería ver aquello, agarrando el pelo de Sofía para apartarlo un poco y verlo también. Pese a la cara que puso Sofía, ella no paró de pasar la lengua por el cuerpo de Elena, recogiendo toda mi corrida hasta que se la retiró toda. Después me miró mientras tragaba lo último que le quedaba, pasando a sonreír. Elena agarró a Sofía para ponerla sobre ella y besarla, gimiendo al hacerlo. Pese a haberme corrido hacía unos segundos, ya tenía ganas de nuevo, poniéndoseme dura otra vez. En ese momento oí un gemido seco de Irene. Otra que se había corrido. La miré y estaba despatarrada mientras Mario embestía como un animal.

M: Que poco aguante tenéis, que ya os habéis corrido todos menos yo... Jajaja.
S: Qué raro para haber estado a pan y agua estos días...
M: Esta mañana me he hecho una paja. Es por eso.
I: ¡Tramposo! -dijo aún con la voz ida por su orgasmo.
M: Lo dije la otra pajillera... Jajajajaja.

Elena reanudó el beso con Sofía, pasando a manosearle las tetas y el culo. Yo estaba flipando bastante al ver una Elena poco reconocible por su papel tan activo con otra chica, cuando lo normal era que se dejara llevar y manejar. Irene se puso de lado, pegadas a ellas dos y Mario se colocó detrás de ella para metérsela desde atrás, aunque de manera lenta. Me dio envidia y me entraron ganas de hacer lo mismo, por lo que me puse pegado a ella para besar las partes de su cuerpo accesibles y poco a poco la fui colocando para que se pusiera de lado, quedando Sofía entre ambas, pero de cara a Elena. Le acaricié la rajita con mi polla y se la empecé a meter de nuevo. Elena estaba bastante mojada de nuevo y al parecer recuperada, por lo que aceptó mi invasión con gusto. De nuevo, Elena y Sofía se empezaron a besar mientras yo follaba a mi chica. Levanté un poco la cabeza y vi como Irene besaba a Sofía por sus hombros y su brazo derecho, cogiendo sus tetas también con las manos de manera breve, ya que fue bajando su mano hasta su coño para empezar a estimularla.

Estuvimos así durante un buen rato, llevando yo cuidado para que Elena no se corriera, de la misma manera que no me quería correr yo tampoco. No fue difícil por nuestros recientes orgasmos que se manifestaron de esa manera tan explosiva en aquel polvo tan frenético como breve. Mario también tuvo aguante, follando a Irene con delicadeza, aunque también la reventaba durante breves intervalos de tiempo. Quién sí que se corrió fue Sofía con los trabajos manuales de Irene. Su cuerpo daba fuertes sacudidas cuando eso pasaba, murmurando en la boca de Elena, besándola de manera más guarra. Después de dos orgasmos así, se puso boca arriba para descansar un poco mientras nosotros seguíamos a lo nuestro. La veía sonreír y taparse la cara con las manos, pero solo fue un momento, porque me concentré en Elena y en darle placer al mismo tiempo que me lo daba ella a mí con sus contracciones y sus empujones de culo contra mí. Un nuevo orgasmo de Irene fue lo que me sacó de ese limbo en el que me encontraba, con un par de gemidos altos, que nos medio alertó a todos. Aproveché para apretar mientras seguía follando a Elena para provocarle otro a ella. Elena dio un grito después de unos gemidos que cada vez sonaban más altos, agarrándose a Sofía, quien la recibió abrazándola. Se la saqué sin llegar a correrme y nos quedamos de nuevo todos unos minutos en silencio para descansar. Elena se dio la vuelta para besarme en los labios durante unos segundos, bajando su cabeza un poco después para echarla sobre mi pecho, quedándose abrazada a mí.

Tras unos minutos cambiamos de postura, sentándonos en la cama para quedar yo sentado, apoyado en el cabecero de la cama. Elena se sentó delante de mí, echando su cuerpo sobre el mío. Irene le preguntó entonces si estaba lista y Elena le asintió con cierto nerviosismo. Me preguntaba de qué se trataba mientras ella se escurría para quedar con su cabeza apoyada en mis caderas, quedando casi tumbada en la cama. Irene se puso a gatear por la cama, dándole Mario un azote. Eso ya me encendió, pero más lo hizo el ver como Irene se ponía entre las piernas de Elena. Irene empezó a juguetear con ella, dándole algún beso y algún mordisco en sus muslos. Elena reía de manera tierna, aunque se puso algo nerviosa a medida que Irene subía por sus muslos acercándose a su coño. Siguió subiendo hasta su pubis para besárselo y acariciárselo, susurrando lo que le encantaba como lo tenía. Finalmente se puso a lamer su rajita, dando Elena un respingo. Mi polla estaba morcillona, pero se puso lo más dura que podía cuando Irene agarró a Sofía con su mano para ponerla junto a ella.

Pregunté si esa era la sorpresa que tenían preparada y Elena asintió, acariciándome un muslo. Sofía miró con sorpresa a Irene, pasando después a Elena y finalmente a mí. Ella estaba tan perpleja como yo, pero se dejó llevar enseguida, poniéndose de la misma manera que Irene, entre las piernas de Elena. Entre las dos se pusieron a comerle el coño por turnos, besándole y mordisqueándole una su muslo mientras la otra lamía y succionaba sus labios y su clítoris. Elena notó mi erección, la cual estaba tan dura que me dolía, de la misma manera que sentía mi corazón latir con tal fuerza que parecía que estaba embistiendo con fuerza las paredes de las cavidades que lo contenían. Mi chica se movió para pajear mi polla o lamerla por momentos mientras nuestras amigas le daban placer de aquella manera. Mario tampoco se quedó quieto, pues se puso detrás de las dos para ir follándoselas a ambas por turnos, poniéndose las dos a cuatro sobre la cama, metiéndosela a una mientras estimulaba a la otra con la mano.
 
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