Reencuentro con Elena

Sofía

En el otro foro usé fotos de otra chica, pero mucho más tarde encontré a esta chica y la verdad es que se le parece muchísimo
 

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Capítulo 293

De esa manera estuvimos los cinco dando y recibiendo placer durante un buen rato. Mi excitación era tan grande que me acabé corriendo enseguida en la boca de Elena, quien se lo tragó para luego correrse con un gran orgasmo provocado mientras una le comía el coño a la vez que otra le metía los dedos rápidamente. Irene se corrió de nuevo con un grito y de nuevo otro parón para recuperar el aire. Me tumbé en la cama y Elena se puso a mi lado, poniéndose Irene al otro para descansar. Mario y Sofía se quedaron más apartados, enrollándose mientras tanto. Poco duró ese descanso, porque Elena se puso a besarme el cuello a los pocos minutos, imitándola Irene, besándomelo de la misma manera mientras acariciaban mi cuerpo. Aquí sí que me puse más nervioso que en ningún momento anterior, porque parecía que Irene tenía muchas ganas de tocar más de la cuenta y eso no era lo previsto para mí. Cuando noté que me acariciaba el pubis me revolví un poco, girando la cabeza hacia ella y susurrándole que no siguiera por ahí. Ella se rio de manera bajita y subió un poco la mano, siguiendo con esos besos por mi cuello y por mi hombro. Elena era consciente de todo al estar tan cerca, pasando ella a agarrar mi polla para empezar a pajearla, porque entre esos besos que ambas me estaban dando, estaba ya lista para volver a la carga.

De nuevo se empezaron a oír los gemidos de Sofía, y es que Mario la estaba follando de nuevo. Ver como sus tetas botaban al ritmo de la follaba que mi amigo le estaba dando, fue la gota que colmó el vaso para levantarme y poner a Elena a cuatro para follarla. Se la metí sin cuidado, aunque tampoco era necesario. Elena estaba muy mojada y tampoco se oyó molestia en su gemido, tirando más a placer que otra cosa. Empecé a embestir con ganas, empezando a hacer ruido por el choque de nuestros cuerpos. Sofía le pidió a Mario a duras penas que parara y que la follara a mi ritmo, porque ella estaba ida y él también al estar muy encendido. Irene era la única que no recibía placer, pero eso iba a tener rápido arreglo, ya que Elena se puso un poco sobre ella para darle un beso y bajar su mano hasta su coño para hacer movimientos circulares en su clítoris, empezando a estimularla. Era la primera vez que la veía tocar así a otra chica y eso me puso burrísimo. Tanto, que empecé a follarla más fuerte y más rápido. De nuevo, Sofía le pidió a Mario que la follara más rápido, como yo hacía con Elena. Mi chica no tardó nada en correrse, provocando una cadena de orgasmos. El mío al apretar con su coñito muy polla. El de Irene por la intensidad con la que la estaba tocando y por cómo estaba de excitada. El de Sofía por cómo era follada por Mario a esa velocidad mientras me miraba fijamente y finalmente el de mi amigo, quien sacó su polla del coño de Sofía para echárselo en su culazo.

Los cinco nos quedamos extasiados, tumbados en la cama mientras algunas caricias tenían lugar, acariciándome Elena a mí e Irene a ella. Los demás estábamos bastante cansados, pero la cosa no iba a acabar ahí, porque al rato, tras limpiar Mario y yo nuestras corridas de donde nos corrimos, volvimos a empezar a dar besos para calentarnos de nuevo. El siguiente polvo fue más separado, ya que yo me encargué de hacerlo con Elena, de una manera más dominante al moverla como una muñeca a mi antojo, poniéndome el pulgar en la boca para que lo chupara mientras la follaba a buen ritmo en un misionero, o apretando su cuello, ocasionando que se pusiera roja. También le daba algún azote o pequeño tortazo, sin olvidar jugar con sus pezones, dándole pellizcos y tirando de ellos. Elena estaba encendida pese a no ser algo nuevo para nosotros el hacerlo así, por mucho que llevaramos sin hacerlo de esa manera. Sofía sin embargo sí que estaba más encendida al ver como las anécdotas que le contaba Irene se hacían realidad. No nos quitaba ojo en ningún momento, alargando su mano en varias ocasiones para acariciar nuestros cuerpos mientras jugaba con Irene y Mario. Pasó de jugar a decirle a Irene de follar con ella, poniéndose como nos contaron antes de que fuéramos a la habitación para hacer una tijera dónde esta vez era Sofía la que montaba a Irene teniendo ambas sus piernas entrelazadas, quedando unidas por sus entrepiernas. Mario se alternaba con una y con otra para que se la fueran comiendo.

La dominación acabó cuando Elena se corrió, con sus típicas contracciones, sacudidas y temblores. Al estar yo sobre ella, pude controlarla bien para que no se volviera loca, como en alguna ocasión que le daba por moverse más de la cuenta como si quisiera huir. Tampoco di lugar a hacerle daño, parando de moverme cuando noté su orgasmo, quedándome quiero sobre ella mirando sus caras de placer y como se retorcía. Sofía resoplaba al ver aquello, aumentando el ritmo con el que montaba a Irene, llegando rápidamente su orgasmo, derrumbándose sobre ella. Yo mientras tanto, miraba aquello de reojo, porque estaba tan a gusto así con Elena que empecé a darle varios besos por la cara y el cuello, gimiendo ella con tono empalagoso y cariñoso. Sofía se bajó de Irene y se tumbó pegada a nosotros para abrazarnos mientras nos daba algún beso por los brazos. Mario siguió follando a Irene durante unos minutos hasta que se corrió, de nuevo con un grito alto y seco que nos hizo dar un respingo.

Tras otro rato de descanso en el que aprovechamos para tomarnos un respiro mientras cada pareja estaba con la suya y Sofía descansaba con los ojos cerrados, seguimos con el jugueteo, aunque ya se nos notaba el cansancio y era bastante tarde. Elena estaba ya bastante ida por tanto orgasmo, pero seguía con ganas de jugar. Y así lo hizo aprovechando como estábamos situados, porque se puso a cuatro para que la follara mientras ella se ponía sobre Sofía. De la misma manera que en el polvo anterior, la empecé a follar, pero esta vez sí que le restregué la polla por su rajita para estimularla y que empezara a segregar fluidos para que se mojara, cosa que tuvo lugar con rapidez. Elena se puso a besar a Sofía de manera empalagosa hasta que decidió poner una marcha más, pasando a comerle la boca de manera guarra. También se puso a empujarme con su culo, por lo que no la hice esperar más y se la clavé, lazando ella un gemido. Justo después la empecé a follar a buen ritmo y la verdad es que estaba sorprendido por como aguantaba tanto esa noche. Debían ser las ganas que tenía de estar así tras estar una semana fantaseando con ello y también por volver a hacer cosas con nuestros amigos, o tal vez era por poder follar en condiciones, ya que esa semana, entre los polvos rápidos por el cansancio y el tener que estar más cohibidos al tener a Noelia en casa, no era lo mismo que estar completamente desatado.

Tampoco iba a quejarme o a buscar una explicación pensando con más detenimiento, porque quería disfrutar de la noche y quería dejarme llevar dentro de lo previsto. Elena seguía disfrutando de mis embestidas notándolo yo por como gemía en la boca de Sofía y como apretaba a veces con fuerza con su coñito. También veía como Mario se puso a follar a Irene a buen ritmo en un misionero en el que la embestía con fuerza mientras se miraban a los ojos con mucha intensidad. Elena decidió de nuevo subir el tono al meter sus dedos en la boca de Sofía una vez sus labios se despegaron. Después, los llevó hasta su coño para empezar a tocarla de la misma manera que hizo con Irene. Yo tenía una visión perfecta de aquello desde donde estaba, viendo cómo se los metía después lentamente, pasando a hacerlo más rápido después. Nuestros amigos, sin embargo, estaban concentrados en ellos y parecía que nosotros tres no estábamos ahí con ellos. Apreté un poco más y así lo hizo Elena también con Sofía, provocándole un orgasmo al tocarle de manera similar a como hacía yo con ella, metiéndole los dedos mientras le acariciaba el clítoris con el pulgar. Sofía manifestó su orgasmo como había ido haciendo durante toda la noche, con unas fuertes sacudidas, encogiendo después su cuerpo para ir haciéndose un ovillo. Elena paró de tocarla, pero seguía aguantando mi follada. Yo ya estaba bastante cansado y notaba que me quedaba poco, por lo que me salí de ella y le empecé a dar besos por la espalda para descansar un poco.

Tras ese descanso, me tumbé boca arriba y Elena se puso sobre mí para montarme, follándome como ella sabía que me encantaba. Sofía, ya recuperada, nos miró con atención, dándole la espalda a nuestros amigos al ponerse de lado. Elena me comenzó a follar moviéndose hacia delante y atrás, pero tras unos breves minutos, cambié a follarla yo y así acabar, porque ya no podía más. Como en los últimos polvos que echamos antes de quedar ese fin de semana con nuestros amigos, elevé nuestros cuerpos al hacer fuerza con mis talones, empezando así a follarla rápida y fuertemente. Sonaba mucho a mojado y más que se mojó la cosa cuando Elena se empezó a correr, chillando mucho y empezando a empaparme las caderas, escurriéndose por mi cuerpo hasta la cama, aunque las sábanas ya estaban más que mojadas por el sudor de todos.

Sofía se incorporó para vernos más de cerca, ya que era algo que aún no había visto. Estaba visiblemente sorprendida por lo que veía, pasando a morderse el labio, aunque no llegó a tocarnos, ni a participar más. Se la saqué a Elena y ella se derrumbó sobre mí, respirando con ansia y temblando muchísimo. Hasta la tuve que abrazar con fuerza para que no se hiciera daño de los movimientos tan bruscos que hacía. Sofía nos miraba con los ojos abiertos como platos, como si no diera crédito a lo que estaba viendo. Mientras Elena se recuperaba podía oír a Irene gemir, corriéndose de nuevo al poco de hacerlo Elena, siguiéndole al fin Mario, acabando dentro de ella tras unos cuantos gemidos altos y secos. Yo seguía con la polla durísima por haberme follado así a Elena y al ver y sentir su orgasmo con esa manera de empapar todo lo que sus flujos alcanzaron, pero no me llegué a correr. Sofía miraba mi polla con deseo, pero se controlaba, cambiando su mirada a otro lugar, generalmente al cuerpo de Elena.

Cuando noté que mi chica se tranquilizó, me moví con cuidado para dejarla tumbada boca abajo y acabar en su culo, porque me apetecía muchísimo. Sofía, de nuevo, se limitaba a mirar, aunque tal vez acercó más de la cuenta su cara a mí, pero le hice un gesto para que se mantuviera algo más alejada. Al final me corrí tras unas pocas sacudidas, sobre los cachetes de Elena, quien seguía en su mundo. Ya estaba hasta mareado de tanto folleteo, tan intenso y tanta excitación. Me senté para reposar y antes de que me diera cuenta, vi a Sofía lamer mi corrida de nuevo, pero esta vez lamiendo a la vez el culo de Elena. Antes de que hiciera nada más le dije que tuviera cuidado con su coño, que lo tendría sensible y seguramente se iba a asustar si ponía su lengua o sus dedos en contacto con él. Me miró teniendo algo de mi corrida por la barbilla y volvió al culo de Elena para dejárselo limpio, recogiendo después lo que quedaba por su cara, ya fuera por sus labios o barbilla y llevárselo a la boca para luego tragarlo.

J: Menos mal que no te hacía mucha gracia el semen... -susurré.
S: También he dicho que hago un esfuerzo si el chico me gusta, ¿no? -susurró de vuelta guiñándome un ojo.
I: ¿Te vas a quejar, Javi? Anda... Que vaya noche hemos tenido... Jajajaja -rio para sus adentros.

Nos quedamos unos minutos descansando, en silencio y ya empezaba a dar sueño de lo tarde que era y después de aquella noche en la que no paramos, teniendo en cuenta que no paramos tampoco durante el día, yendo y viniendo de un lado para otro. Elena empezó a reaccionar, pero estaba como ella se solía poner en esos momentos después de tanto folleteo y orgasmos intensos, por lo que no era del todo consciente de lo que pasaba. Aun así, sí que atinó a responderme afirmativamente cuando le propuse darnos una ducha para dormir más a gusto. Así que nosotros nos fuimos a uno de los cuartos de baño, el más pequeño, mientras nuestros amigos se iban todos juntos al otro para ducharse también. Nos dimos una ducha tranquila y relajante con agua tibia, quedándose Elena abrazada a mí durante gran parte del tiempo.

Ya no se podía mantener una conversación con ella, por lo que esperaría al día siguiente para preguntarle qué tal la noche. Salimos y, como acordamos con Irene, fuimos a la habitación de invitados para dormir allí los dos tranquilos mientras ellos tres se quedaban donde habíamos estado. Dejé a Elena acostada y fui a por nuestra ropa para dejarla ahí para el día siguiente, pero cuando llegué, vi que estaba algo sudada y, sobre todo, el tanga de Elena está chorreando y ponérselo así sería una guarrería, por lo que le susurré que iba a acercarme al coche para coger la bolsa donde metimos la ropa que preparamos. Ella me susurró que no tardara mucho estando ya muy adormilada, ya que quería dormir abrazadita a mí. Le dije que volvía enseguida y le di un beso en la frente.

Salí, poniéndome antes la ropa que llevé durante el día y fui al coche rápidamente para coger la bolsa que dejé en el maletero. No había ni un alma en la calle por las horas que eran, más de las 5 de la mañana. Tan solo pude escuchar un ligero taconeo, pero algo retirado y de manera breve. Volví rápidamente con Elena después de que me diera un escalofrío por el frío que hacía ya de madrugada. Cuando entré a la habitación, ya estaba dormida, por lo que dejé la bolsa y me acosté, pero medio sed y fui a la cocina en boxers. Allí me encontré a Sofía bebiendo agua, sola.
 
Capítulo 294

-Vaya nochecita, ¿eh?
-Ya ves.
-No esperaba para nada todo esto, la verdad. Con lo que pasó en tu casa creía que no haríamos nunca nada así.
-Bueno, yo ya creía que todo eso había quedado atrás, sobre todo habiéndonos ido Elena y yo a vivir a otro sitio, pero en realidad no. La cosa siguió más o menos así y por lo que veo sigue, aunque mi manera de ver esto cambiara.
-¿Y por qué ha cambiado?
-Mmm... No sé.
-¿Seguro?
-Supongo que tengo miedo de que a alguien se le vaya la mano. No quiero ni hacer daño a Elena ni que ella se crea que me lo va a hacer a mí. Porque por mucho que hayamos hablado esto, la conozco y sé que no es tan así.
-Ah... ¿Tan delicada es la cosa?
-Elena es muy sensible. Demasiado quizá.
-Miras mucho por ella.
-Prefiero aguantarme sin hacer cosas que me gustan o incluso ocultarle alguna cosa si con ello evito hacerle daño.
-Claro. Lo entiendo. Pero, ¿crees que es lo mejor?
-Yo creo que sí.
-A veces es mejor ser transparente. Que no digo que no lo seas, pero imagínate que se acaba enterando de algo que tú le has ocultado. ¿Cómo le sentaría eso?
-Mmm, no sé. Nunca me he parado a pensarlo bien, la verdad.
-Bueno, eso es que son cosas sin importancia las que le ocultas. Tonterías para no herirla. Mentiras piadosas, ¿no?
-Eh... Sí.
-En ese caso no es para tanto. Lo de mi casa es una de ellas, ¿no? A ver, eso tampoco es para tanto, pero veo un poco tontería ocultarle eso, no sé...
-Bueno. Tampoco le hace ningún bien saberlo. ¿Para qué hacerle pasar ese mal rato?
-No sé. Yo lo veo un poco tontería.
-Bueno, yo es que conozco muy bien ya a Elena y prefiero evitar que se coma la cabeza.
-Ya. Bueno, volviendo a lo de esta noche... Qué lanzada estaba tu chica...
-Sí. Hemos fantaseado algo. Decía que le apetecía que se lo comierais entre las dos.
-Pues vaya sorpresa. Oye, ¿y no será bisexual al final?
-Dice que no. Pero le gusta jugar.
-Pues vaya manera de jugar para no serlo. Es como si me dices que a ti te gusta que Mario te la coma. O como si os ponéis a morrearos como ella lo ha hecho conmigo, o como si tú le haces una paja a Mario. ¿Lo ves así?
-Pues, aunque ya hemos hablado esto, no me lo he llegado a plantear.
-Ah, ¿sí? -dijo con tono divertido- Cuenta, cuenta.
-Una vez salió el tema y por lo visto a Elena le gustaría ver como Mario me la come. Y a Irene también le puso eso, pero ahí quedó la cosa.
-Oye, si hacéis eso, avisad... Jajajaja.
-Vale, serás la primera en saberlo.
-Joder, no sabes cuánto me ha costado hoy no lanzarme a ti... Es que vaya tela... Irene no mentía.
-Jajajaja. Anda...
-Lo digo en serio. No sabes cómo me has puesto... Sobre todo, cuando has hecho eso de dominarla.
-¿Sí?
-Sí. Me va eso a mí también -dijo susurrando.
-Ah, no lo sabía.
-Pues sí. Un tío con un par de cojones que me maneje y me folle así... Uff...
-A ver si hay suerte y encuentras a uno, jajajaja.
-Sí, porque Mario el pobre no puede. Es un trozo de pan.
-Ah, ¿yo soy malo entonces? -dije haciéndome el ofendido.
-Nooooo... No lo eres. Pero eres más imponente.
-Ah... Bueno.
-Anda, me voy a la cama. A ver si estos han cambiado ya las sábanas. Que mira qué hora es...
-Yo también me voy.
-Descansa -dijo dándome un abrazo con fuerza, tal vez algo más largo de la cuenta.
-Qué cariñosa...
-Es que me caes muy bien. Y te quiero. Pero como amigo, ¿eh? Jajajaja.

Me dio un beso en la mejilla y se fue a la habitación de mis amigos para dormir allí. Yo volví con Elena para acostarme con ella y abrazarla por detrás. Me puse a pensar en cómo había ido el día, sobre todo la noche, pero me quedé dormido antes de darme cuenta.

El domingo, como era de esperar después de todo el día que nos pegamos el sábado, nos levantamos muy tarde. Tanto, que era casi la hora de comer. Lo curioso fue que, a pesar de todo el traqueteo de la noche anterior, me desperté con una erección bastante fuerte. Elena ya estaba con sus ojos abiertos, mirándome mientras me acariciaba el pecho. Ella sonrió al verme abrir los ojos y se estiró para darme un pico. Antes de que le pudiera decir nada, se estiró de nuevo para besarme otra vez, bajando su mano hasta mi polla para empezar a acariciarla por encima de los boxers, riendo dulcemente mientras pasaba a montarse encima de mí. Parecía que el folleteo no había acabado ese fin de semana, porque Elena empezó a darme cariño como solo ella sabía hacerlo en esos días, con caricias, besos por mi cara, mis labios y mi cuello, susurrándome que me quería muchísimo. Yo me dejé hacer mientras respiraba su olor corporal tan dulce y que tanto me atraía, pasando a acariciar sus muslos.

-Mi amor...
-Dime.
-Me encantaría follar ahora mismo. Me apetece mucho y aún me dura el calentón de anoche... Jijijiji.
-Jajajaja. Ah, ¿sí?
-Pues sí. Pero es que me escuece.
-Oh... Lo siento, ya paro.
-No, no. Me apetece mucho y algo podemos hacer, aunque me escueza.
-Mmm... ¿Sí?
-Sí... -dijo con parsimonia.
-Ah, genial. Pero no quiero que te hagas daño.
-No, si solo te la voy a chupar. Me apetece mucho.
-Como quieras.
-¿Sabes? ¿Te puedes creer que hasta que no he estado contigo no he conocido eso de follar y que al día siguiente me escueza el coñito?
-Pues ya lo sabes, jajajaja.
-Vaya que si lo sé... Jejeje.

Elena se escurrió por mi cuerpo para llegar hasta mis caderas y bajarme los boxers, dejándolos a medio muslo para empezar a pajearme mientras me miraba con su cara apoyada en mi muslo. Después, le dio varios besitos a mi polla, con mucho cariño mientras gimoteaba con ese tono cariñoso cuando estaba tan mimosa. Tampoco es que durara mucho la mamada que empezó después de aquello, porque le puso muchas ganas y yo estaba muy cachondo por la manera en la que Elena lo hacía. Esa mezcla de cariño y pasión era algo que me volvía loco. Me acabé corriendo en su boca a los pocos minutos, después de que se la tragara varias veces de manera muy profunda. Al hacerlo, yo daba ligeras embestidas con mis caderas, como si le follara la boca. Pese a haber descargado bastante la noche anterior, solté una cantidad considerable, aunque tampoco fue de las más abundantes. Elena, como siempre, aguantó todo y se lo tragó. No sabía si realmente le gustaba el sabor, pero a juzgar por como siempre se lo acababa tragando con una cara de morbo y sin poner ninguna expresión de desagrado, diría que sí. Aun habiendo acabado, ella siguió chupando hasta que tuve que apartarla de lo sensible que estaba, ya que ni suplicándole que parara lo hacía. Cuando finalmente lo hizo se quedó quieta unos instantes y cuando relajé un loco esa respiración tan acelerada le dio unos cuantos besos de forma cariñosa a mi polla. Aun así, notaba el corazón bombear muy fuerte. Demasiados orgasmos en poco tiempo quizá, pero imaginaba que era por forzar tanto ese último que acababa de tener.
 
Capítulo 295

Nos levantamos después de unos minutos en los que ya me acabé de relajar mientras Elena me besaba y me hacía mimitos. Fuimos al baño juntos y nos lavamos un poco, vistiéndonos después con la ropa que llevamos, la cual era más cómoda. Cuando acabamos fuimos al salón, donde estaba Sofía, contándonos que Irene y Mario estaban aún en el baño, terminando de ducharse y arreglarse. En lo que vinieron, estuvimos charlando los tres, aunque nada de la noche anterior, ya que al ser amigos hablábamos de más cosas. La conversación que mantuvimos fue acerca de qué haríamos la semana que entraba al día siguiente. Por parte de Elena, dijo que tenía que ir al trabajo por la mañana, pero que esa semana tendría libre las tardes, aunque aquello tampoco le diera mucha libertad, ya que al estar nosotros en otra ciudad, no nos podíamos permitir estar yendo y viniendo todos los días, porque aparte del gasto en gasolina, sería una tontería al tener casi 2 horas de trayecto, 4 horas contando ida y vuelta. Yéndosenos la tarde en cada viaje y sería una paliza para el día siguiente volver a trabajar. A todo eso había que sumarle el que yo sí que tenía que trabajar, aunque si me organizaba bien podría tener las tardes libres, pero tampoco me quería apretar tanto la soga al cuello porque ya me tocó hacerlo alguna vez a la fuerza y mi estado de ánimo no era el mejor cuando tenía mucho trabajo, por lo que prefiera dividirme toda la tarea a lo largo del día y estar más relajado.

Sofía por su parte, nos contó que al parecer iba a estar algo más ocupada, ya que después del último acuerdo en el que llegaron a la conclusión de calmarse con tanto viaje por petición de algunos afectados, seguían viendo necesario el tener que ir a varios sitios para hacer algunas presentaciones y negociaciones. Lo bueno era que no tenía que viajar tanto como al principio cuando la ascendieron, pero aun así tendría que hacerlo. Eso era algo que le gustaba a medias, ya que le encantaba viajar, pero no en esos términos en los que apenas tenía tiempo para ver los lugares a los que tenía que ir, sin tener la posibilidad de hacer turismo, probar la gastronomía local o relacionarse con más gente de su edad, o al menos que estuviera en su onda.

Mantener esa conversación fue un poco negativo, porque conforme fuimos exponiendo nuestros planes a corto plazo, nos dimos cuenta de que poco nos íbamos a ver a ese ritmo, aunque siempre teníamos las videollamadas y grupos de whatsapp, pero no era lo mismo. Irene y Mario nos dijeron que ellos seguían con su mismo plan de trabajo, por lo que por su parte pocas escapadas podían hacer también. Yo miraba de reojo a Elena, porque sabía que era a la que más le solían afectar estos temas del distanciamiento y dejar de ver a los amigos y familiares. Y como esperaba, su rostro reflejaba preocupación, con una pincelada de tristeza, pero ella estaba decidida a disfrutar de lo que quedaba de fin de semana con ellos, por lo que propuso que fuéramos a comer, ya que era tarde y estábamos bastante hambrientos después de toda la energía que quemamos por la noche.

Decidimos ir a un bar que solíamos frecuentar todo nuestro grupo de amigos, uno al que solíamos ir bastante cuando Elena y yo empezamos a salir y quedábamos con el resto. Ir a allí me recordó esos días en los que nos estábamos descubriendo, con esa manera tan espontánea de tener nuestros juegos sexuales que ya no eran tan recurrentes. En ese bar fue donde hicimos por primera vez lo del vibrador y lo de echar algún polvo en el baño. Se me puso una sonrisa tonta en la boca y Elena me agarró las mejillas con una mano para darme un beso al verme así. No sabía si se dio cuenta de lo que estaba pensando o simplemente estaba contenta de poder estar así todos, manifestando su felicidad de esa manera tan cariñosa. Tras comer en el bar, dimos un paseo y fuimos a un centro comercial cercano en el que había alguna que otra cafetería para tomarnos un café tranquilamente mientras seguíamos charlando. Como en ese lugar había un cine, decidimos ir a ver alguna película. Para la mala suerte de Mario y la mía, las chicas decidieron qué película veríamos al ser mayoría, tocando una de esas comedias románticas que tan soporíferas me parecían a mí.

Efectivamente era un coñazo, pero yo decidí intentar animarme pasándole el brazo por encima a Elena para intentar meterle mano al dejar caer la mía por sus pechos, pero no hubo suerte, porque ella estaba bastante interesada en la película y no le quitaba el ojo, sin hacerle caso a mis gestos. Se limitó a agarrar mi mano con las suyas para acariciarla y besarla, apoyando su cabeza en mi cuerpo para estar más cómoda. Miraba a Mario con cara de estar aburrido, recibiendo la misma por su parte, pero era lo que había y tuvimos que aguantarnos. Al fin acabó la película que tan eterna se nos hizo a Mario y a mí, nada que ver con las chicas, que estaban que casi ni pestañeaban, hasta comentándola una vez salimos del cine. Tras eso, regresamos a casa de Mario para estar un rato más allí, aunque decidimos volver a casa porque aún nos quedaba un rato hasta llegar y no queríamos que se nos hiciera muy tarde porque al día siguiente habría que madrugar. La despedía, como era de esperar, fue dura, sobre todo para Elena. El problema, como siempre, el no saber cuándo nos volveríamos a ver. Solo deseaba que ese momento se pasara rápido, sobre todo para Elena, porque cuanto más tiempo durara, era peor. Irene me notó eso y me echó una mano quitándole importancia a no saber cuándo nos veríamos de nuevo y nos acompañó hasta la puerta, despidiéndonos finalmente de todos con abrazos y besos en la mejilla.

Nos montamos en el coche y, ya saliendo de la cuidad, Elena me dijo de ir un momento a su casa. Cómo la vi un poco decaída con necesidad de cariño, le hice caso, intentando animarla por el camino, aunque éste era bastante breve. Cuando llegamos entramos a su casa y todo fuera normal para mi sorpresa, sobre todo por como fue el día anterior en el que Maribel estuvo bastante apática con esa neura de dejar a su hija pequeña sola en casa y tan lejos de ella. Estaba terminando de preparar la cena y nos preguntó si queríamos quedarnos a cenar, que así tenían compañía, pero Elena dijo que no, que aún nos quedaba un buen rato y si nos quedábamos a cenar llegaríamos muy tarde a casa. Por lo que nos despedimos de ella y la abuela de Elena, siendo una visita realmente breve en la que Maribel nos preguntó cómo lo habíamos pasado de manera bastante simpática, dándome de nuevo mal rollo por esos cambios suyos de comportamiento tan drásticos. Le contamos cómo fue ese fin de semana, obviando la noche en la que tantas cosas pasaron y nos pusimos en camino para regresar a casa. Antes de arrancar el coche le di un beso a Elena, acariciándole la cara para animarla un poco, ya que la veía bastante ñoña, aunque no tan triste como esperaba, pero se veía que necesitaba mimitos. Ella me lo agradeció y nos pusimos en marcha. Pese a esos cariños que le hice, la notaba muy callada, por lo que decidí sacar tema de conversación para que se distrajera, empezando a comentar lo de la noche anterior.

-Al final anoche fue todo muy bien, ¿no?
-Sí. La verdad es que sí. ¿Te molestó algo?
-Mmm... No, ¿qué me iba a molestar?
-No sé... Quedamos en que haríamos poco con los demás.
-Pero si todo empezó por la fantasía de que las dos te hicieran sexo oral, ¿no?
-Sí. Pero tampoco me veía tan capaz de llegar a hacerlo. A lo mejor se me fue un poco la mano.
-¿Tú crees?
-Tal vez. Pero es que estaba muy cachonda. Al final pasó eso de la fantasía.
-Pero no lo entiendo, ¿no lo habías hablado con Irene?
-Sí, sí. Pero una cosa es hablarlo y otra hacerlo. Llevaba toda la semana con un calentón por la fantasía y por no poder hacerlo en condiciones con la mierda de horario de esta semana que pensé en contárselo. Ya ayer estaba nerviosa y no creía que fuera a pasar, pero la conversación de antes pues calentó la cosa más aún.
-Joder, pues yo creía que estabas decidida.
-Hablar es muy fácil. Actuar como se debe es más difícil. Pero al final tú lo has logrado. Dijiste que no querías hacer nada con nadie más, ni que te tocaran ni nada y así ha sido. Me di cuenta cuando le dijiste a Irene que no siguiera bajando cuando te estaba acariciando.
-Ya. Fui capaz de parar eso. Y me alegro mucho de que ella también supiera parar a tiempo. Aunque con vuestros besos por mi cuello me costó bastante, no te voy a engañar.
-Ya, es que es tu punto débil. Jajajaja.
-Era una sensación muy rara. Me encantaba lo que estaba pasado, ya sabes cómo me pongo con eso, pero es que tenía miedo. Menos mal...
-Ya. Lo que no sé es cómo te puedes controlar así estando con otras dos chicas. Y qué chicas...
-Porque lo tengo muy claro. Sé que a ti te cuesta más que otra chica se acerque de esa manera a mí y prefiero evitarlo. También por mí, porque conforme pasa el tiempo veo que lo nuestro es cada vez más serio y como que se me quitan las ganas de estar con más gente así. Mientras estés tú, todo lo demás me sobra.
-Qué bonito... Jejeje.
-Pero tampoco te niego que me costó. Ver esos stripteases, cuando Sofía me lanzó su tanga... Y luego viendo lo mojada que estabas y ese tanga tan precioso... No sé cómo no se me ha ido la cabeza.
-Pues claro que estaba mojada... Con tu striptease... Estaba deseando que me follaras.
-Pues fue lo que pasó. Vaya polvo echamos. Corto, pero...
-Fue increíble. Necesitábamos follar así. Estamos muy cohibidos en casa.
-Pero la cosa es que a mí no me molesta que hagas cosas con otros. De hecho, me encantó como en los últimos polvos tocaste a Irene y a Sofía. Me puso muy burro.
-Pfff... Calla, calla. Qué vergüenza al recordar eso...
-¿Por qué? Jajajaja.
-Estaba medio ida de lo caliente que estaba. Me salió solo hacer eso.
-¿Te desagradó?
-No. La verdad es que no. Es la primera vez que toco a una chica así.
-¿Y qué tal?
-Bueno. Es raro. A ver... He tocado mi coño. Conozco como es eso, jajajaja.
-Jajajaja.
-Pero es raro hacérselo a otra chica. Si hasta les provoqué un orgasmo a cada una.
-Sí. Lo vi.
-Y eso que ha sido la primera vez que he hecho eso.
-Pues algo has debido hacer bien.
-Solo he imitado como tú me tocas a mí, jejeje. También es que estaban muy cachondas. Es que estar cinco personas de esa manera y conforme son...
-Bueno, estamos de acuerdo en que ha estado bien, ¿no?
-Sí, sí. Muy bien. Quién me iba a decir a mí que iba a hacer todo esto hace unos meses...

Al final la conversación sirvió para levantarle el ánimo, o al menos para distraerla, porque se puso habladora, participando en la conversación con ganas y siguiendo hablando de otras cosas conforme llegábamos. También comentamos cómo le habría ido a Noelia sola en casa. Bueno, en realidad lo había sacado Elena, ya que cuando llegamos a su casa poco se habló del tema. En principio no debería haber habido ningún problema, como dedujimos, pero con esta chica nunca se sabía. Lo comprobamos al llegar, aparcando en la misma puerta para entrar en casa y encontrarlo todo conforme lo dejamos. Nos la encontramos en el salón, con Arantxa. Parecía que estaban hablando algo, porque pararon justo cuando aparecimos. Todo parecía en orden, así que no hubo ningún problema. Para cenar dijimos de pedir una pizza, porque ya era tarde y Noelia tampoco había cenado aún. Tras la cena nos fuimos a dormir para empezar la semana con energía, aunque notaba todavía a Noelia con el ánimo bajo.

La semana empezó como las anteriores, con esa rutina en la que mi chica y su hermana se iban juntas. Una al trabajo y la otra a la universidad. Mientras tanto yo me dedicaba a trabajar después de ducharme y desayunar. Pero esa rutina empezaría a variar cuando Elena me contó lo que ocurría en su trabajo después de que fuera a por ella y comiéramos.

-Javi, tengo una noticia buena y otra mala.
-Huy... No sé cómo tomarme eso cuando me lo dices tú.
-A ver. La buena noticia es que me han hecho fija y me han ascendido.
-¡Enhorabuena! -dije abrazándola- ¿Por qué no me has dicho nada antes?
-Pues porque hay un problemilla y estaba dándole vueltas para ver cómo te lo decía.
-¿Pero qué es?
-Pues es que mira. La mala noticia es que ahora voy a tener que trabajar todas las tardes.
-Ah. Bueno, no es para tanto.
-Ya. Lo que pasa es que el horario de ahora...
-¿Qué pasa con eso?
-Pues que no es tan bonito como el que tenía.
-Ah... Que el que tenías ya era bonito...
-Bueno... La cosa es que sigo entrando como siempre y paro para comer y eso. Como todas estas semanas, vaya. Y luego pues voy a trabajar por la tarde.
-Vale, ¿cuál es el problema entonces?
-Pues me han avisado que nuestro horario es ahora más estricto.
-¿Qué quiere decir eso?
-Pues que, al tener más responsabilidad, hay que cumplir más. Eso quiere decir que, si hay algo por acabar, hay que hacerlo. Por lo que a lo mejor algunos días no puedo venir a comer, o puedo acabar tarde.
-Ah, bueno. Pues no pasa nada. Lo entiendo.
-¿No te importa?
-Pues a ver. Estoy muy contento porque te hayan ascendido. Ahora parece que vas a estar más ocupada y eso, pero no sé cómo lo voy a llevar. Ya sea por ti, por lo cansada que puedas llegar a estar o por vernos menos. Aunque cuando empezamos a salir estábamos casi que peor, ¿recuerdas?
-Claro, había días que ni nos veíamos. Ahora sí nos vamos a ver todos los días.
-Yo creo que todo va a ir bien. No te preocupes por nada.
-Gracias. Eres un sol.
-Elena, te han ascendido. ¿Desde cuándo eso es un problema?
-Vale, vale, mi amor. Y hay otra buena noticia. Y es que hasta mañana no empiezo a trabajar de esa manera, por lo que esta tarde podemos estar juntitos. Bueno, eso y que te quiero un montón, jejeje.
 
Capítulo 296

Le di un buen beso, porque entre la forma de decirme que me quería y esa risita del final, estaba para comérsela. Apenas me dio tiempo a reflexionar bien sobre la noticia, porque llegó Noelia y se puso a comer sola en la cocina, como venía siendo habitual en los últimos días, al igual que ese comportamiento algo mustio que llevaba. Cuando acabó de comer, Elena la llamó para que viniera al salón con nosotros para contarle la noticia, no sin antes ir a por su portátil para iniciar una videollamada con su madre. Después de los saludos y contarle un poco Noelia cómo le había ido, aunque de manera breve, Elena soltó su noticia. Maribel estaba encantada, dándole la enhorabuena a Elena y preguntándole acerca de ello con detenimiento, pidiendo detalles, como si había algún problema. Evidentemente Elena comentó lo que me dijo a mí del horario, diciéndole Maribel que fuera fuerte y que no se amedrentara por ello, comentando también lo orgullosa que estaba de ella. Noelia, por su parte, estuvo callada durante el resto de la llamada desde que terminó de explicarle a su madre como le había ido. Ni siquiera le dio la enhorabuena a su hermana por ese ascenso. A mitad de conversación entre Elena y Maribel, se fue a su habitación y cerró la puerta. Elena miró, haciendo un gesto raro del que no se enteró Maribel, mirándome después a mí, por lo que fui a ver qué le pasaba a Noelia.

-¿Qué te pasa? -pregunté una vez entré a su habitación y me senté en su cama.

Noelia no respondió, permaneciendo como estaba, tumbada de lado en la cama, dándome la espalda.

-¿Es por la universidad? ¿Hay algún problema?

Al igual que con la anterior pregunta, no respondió.

-Noelia, a tu hermana la han hecho fija. Le podrías decir algo, ¿no? Le hace mucha ilusión y necesita ánimos para esta nueva etapa en la que parece que va a estar más ocupada.
-¿Me puedes dejar sola?
-¿Pero qué es? Va, dime qué ocurre, a ver si lo podemos solucionar entre los dos.
-Que no es nada. Solo que me duele la cabeza.
-¿Estás con la regla?
-Sí. Es eso. Y me duele la cabeza para colmo. Así que, ¿qué tal si me dejas reposar? Me gustaría dormir un poco para ver si se me pasa y así no voy a poder.
-Vale. Si ves que estás muy mala o algo, dilo y te llevamos al médico.

Se volvió a poner conforme estaba tumbada y no dijo nada más. Yo, viendo que estaba así, pues decidí irme y dejarla tranquila para que descansara. Al regresar al salón, Elena ya había terminado de hablar con su madre. Me preguntó qué le pasaba a Noelia y le dije cuál era el problema. Ella, más conocedora de ese tema, fue a ver cómo estaba, dejándome solo en el salón, aunque no por mucho tiempo. Elena regresó enseguida, suspirando.

-¿Qué pasa?
-Nada, que está un poco estúpida.
-Bueno, está con la regla. Es normal.
-Ya. Parece que le ha dado fuerte.

El resto de la tarde la pasamos en el salón, ambos tumbados mientras nos dábamos besos y cariñitos. Había que aprovechar esa tarde, porque al parecer ya no tendríamos tanta oportunidad de hacerlo tan a menudo. Elena también aprovechó, pero ya siendo de noche y después de cena para llamar a Irene y contarle lo ocurrido en el trabajo, haciendo otra videollamada con ella y con Sofía también. Nuestros mejores amigos se enteraron a la vez de lo que había pasado y todos le dieron la enhorabuena, dándole también fuerzas para poder sobrellevar el nuevo ritmo de trabajo, ya que la conocían y sabían cómo se iban a poner. Ella le dio las gracias y así se nos pasó todo el día, yéndonos a dormir para seguir con la semana.

Semana que transcurrió de la misma manera que solían ser, aunque sí que se notaba ya ese cambio al salir Elena algo tarde del trabajo, aunque no era para tanto. Eso sí, algún día que otro me tocaba esperar más de la cuenta cuando iba a recogerla. Y sólo un día de aquella semana no acudió a comer a casa, por lo que ese día pedí algo de comer para Noelia y para mí y listo. Por parte de Noelia, seguía igual que esos días, con ese comportamiento mustio que ya sí que me estaba empezando a mosquear, pese a no ponerse en plan pesada ni nada, pero sí que respondía con dejadez y desdén.

Aun siguiendo con la rutina, con esos ligeros cambios, sí que hubo algún hecho relevante. El primero de ellos tuvo lugar el viernes cuando estaba acabado la tarde. Elena me dijo que iban a salir a cenar unos cuantos de la empresa, por lo que me dijo que fuera con ella y así aprovechar para conocer a sus compañeros y demás. Al parecer querían celebrar ese ascenso al hacerla fija en la empresa, habiéndole pasado también a otros. Por mí no hubo problema, así que fui a por ella después de decirle a Noelia que su hermana y yo íbamos a cenar fuera, para que se pidiera algo para cenar o se hiciera ella lo que quisiera. Esperé a Elena en la puerta de su trabajo, dentro del coche, pero el problema era que no salía y ya había pasado más de media hora desde que lo debería haber hecho. No quería llamarla por si molestaba, pero me estaba preocupando, así que terminé haciéndolo. Una vez descolgó la llamada, se disculpó conmigo por no haber avisado de que había un problema y tenían que solucionarlo, sin saber cuándo iban a acabar. Me pidió muchas veces perdón por no haberse acordado de mí para haberme avisado entes de haber ido y esperado ahí para nada, pero yo le quité importancia. Así que se cambió el plan y regresé a casa, encontrándome ese hecho.

Nada más bajarme del coche cuando aparqué pude oír como de nuestra casa salía música, la cual estaba bastante alta. Me extrañó bastante porque no sabía qué era lo que estaba pasando. Lo primero que se me vino a la cabeza era que Noelia estaba haciendo una fiesta y sí que era una fiesta, pero no como la que yo tenía en mente. Al entrar en casa vi un reguero de ropa tirada por el suelo que conducía al salón donde me encontré a Noelia cabalgando a un chico de manera exagerada y muy rápida. Fueron unos pocos segundos, suficientes para poder ver como su coñito engullía la polla de aquel chico al levantar su culazo y bajarlo a gran velocidad, emitiendo unos gemidos que ahora sí que podía oír al estar más cerca. En esos pocos segundos pude sacar algunas cosas en claro. La primera era que el chico estaba usando protección, por lo que no había nada que temer en ese aspecto. La segunda era que el chaval era el amigo ese que tenía en común con Arantxa, aquel que dijo que no tenía pensado follarse. Vi que era él al verle la cara casi de perfil mientras le comía las tetas a Noelia. Él no me vio a mí porque estaba demasiado ocupado disfrutando de su manjar con los ojos cerrados. Y de la última cosa que me di cuenta, ya en la habitación, yéndome sin hacer ruido, fue de que estaba follando en el sofá, en el que Elena y yo nos tumbábamos a menudo. Eso fue algo que no me gustó, así que ya lo hablaría con ella.

Después de quedarme un rato en mi habitación esperando a que acabarán, salí, aunque estuvieron como media hora dale que te pego con la música a todo trapo. También puede escuchar como la apagaron cuando acabaron y como hablaron, comentando que no se tenía que decir nada de aquello a Arantxa. Algo más que pude escuchar fue a aquel chaval preguntarle a Noelia qué eran en ese momento. Noelia le despachó rápido diciéndole que no fuera pesado, echándolo de casa sin decirle nada más. Después se metió en la ducha rápidamente, sin dejarme abordarla para hablar con ella. Fui a la cocina para prepararme la cena y allí me encontró ella.

-¿Qué haces aquí? -preguntó de manera sobresaltada, aún con el pelo húmedo.
-Cambio de planes. Han tenido un problema de última hora en el trabajo y tu hermana se ha tenido que quedar.
-¿Y qué haces?
-La cena. ¿Quieres tú algo?
-Había pensado pedirme algo.
-Como quieras.
-¿Desde cuándo estás aquí?
-Desde hace un rato.
-Mmm... Pero... ¿Cuánto?
-Muy poco.
-Vale -dijo con algo de alivio.

Noelia se dio la vuelta para salir de la cocina, pero no le di la oportunidad, porque quería zanjar el tema de follar en el sofá con alguien.

-Noelia, espera.
-Dime.
-Me parece muy bien que te lo pases bien, pero...
-¿Qué? ¿A qué te refieres?
-Me parece bien que te traigas a un chico para follar y tal, pero no lo hagas en el sofá. Ahí me tumbo yo, y también tu hermana.

Noelia se quedó callada, aunque no le pude ver la cara en ese momento, porque estaba liado con la cena. Solo se la vi cuando levanté mi vista hacia ella. Estaba con los ojos muy abiertos y algo ruborizada, pero esa expresión la cambio de inmediato.

-¿Cómo sabes tú que...?
-Pues porque me lo he encontrado de sopetón. Os he visto.
-Ah.
-Pues eso, que no lo hagas más ahí. Para eso está tu habitación.
-Eh... ¿Te parece bien que me traiga a chicos para eso?
-Claro, ¿por qué no?

Noelia de nuevo se quedó callada durante unos segundos hasta que volvió a hablar.

-¿De verdad no te molesta?
-Que no. Tú también tienes derecho a disfrutar de eso. Y por lo que he visto habéis usado protección, por lo que menos problema aún.
-Ah, entonces puedo traer a otros, ¿no?
-Eso ya es cosa tuya.
-Vale -dijo dándose media vuelta de nuevo para irse.
-Solo una cosa.
-¿Qué?
-Lo del sofá. Que no lo hagas más. De hecho, quiero que lo friegues.
-¿Cómo?
-¿Qué no has entendido?
-¿Va en serio?
-Por supuesto. Como te he dicho, ahí nos tumbamos tu hermana y yo. Me da asco que hayáis estado ahí de folleteo. A saber si me encuentro una sorpresa. Anda, ve y friégalo.
-¿Y por qué no lo haces tú?
-Porque has sido tú la que lo has hecho, no yo.
-Como si tú no hubieras follado ahí.
-¿Me has visto acaso?
-No, pero conociéndoos no hay que ser muy lista para saber que lo habéis hecho.
-Pues no es así. Además, esta es mi casa, no la tuya.
-Pues yo también vivo aquí.
-¿Y qué?
-Pues que tampoco os quiero ver follar en el salón ni en ningún sitio.
-Y no lo has hecho, ¿no?
-No lo voy a fregar.
-¿Por qué?
-Porque ni sé, ni me da la gana.
-Venga, anda. No me toques los huevos. Que no te estoy pidiendo mucho tampoco.
-Si te molesta, lo haces tú. Que yo bien que me tengo que aguantar cuando vosotros follais y empezáis con los gemidos y todo eso.
-Noelia, no me hagas llamar a tu madre para decirle el plan en el que estás.
-Haz lo que quieras. Me da igual.
-No te comportes como una niña. Esto ya no es como cuando vivías con tu madre que te lo permitía todo. Aquí te tienes que comportar y ayudar en casa. Así que ve y friega el sofá.
-Joooooder con el puto sofá. Que no me sale del coño hacerlo. Que, si te molesta, te jodes y lo limpias tú.

Noelia se fue de mala manera de la cocina hacia su habitación, cerrando la puerta de un portazo. Yo me quedé terminando la cena de mal humor por lo que acababa de pasar. Busqué desahogo llamando a Elena para ver si sabía lo que iba a tardar, queriendo saber también si iba a cenar allí, o si lo haría en casa, para preparar más cena que para mí solo, pero ni respondía mis mensajes, ni me cogía el par de llamadas que le hice, por lo que tuve que tragarme ese cabreo que tenía con Noelia.
 
Capítulo 297

Tampoco le estaba pidiendo mucho, si hasta le había dado luz verde para que se trajera a algún chico, diciéndole que no me importaba y hasta que me parecía bien por estar usando protección y todo eso, pero ella se molestó. Bajo mi punto de vista no tenía ningún derecho a ponerse así, porque al fin y al cabo esa no era su casa, era casa de Elena y mía, por lo que tenía que respetarnos y comportarse como una persona con cabeza. Y tenía que entender que traerse a casa a un desconocido y hacerlo ahí estaba mal. Pero no, ella encabezonada en que no iba a solucionar lo que le pedí.

Mi cabreo iba a más conforme más pasaba el tiempo, sin llegar a poder disfrutar de la cena que preparé, comiendo rápido. Al final decidí limpiarlo yo mismo de la mejor manera que podía, porque me daba asco y sabía que cuando fuera a tumbarme ahí me iba a acordar de aquello, por lo que no tuve más remedio que hacerlo. Hice más o menos lo que pude, pero no estaba seguro de si lo había hecho correctamente. Decidí ponerme en la parte del sofá en la que no estaban para ver la tele, pero no estaba cómodo. Se me ocurrió verter algo ahí para mancharlo adrede para limpiarlo mejor por si Elena sabía cómo hacerlo bien, pero lo vi un poco ridículo. También pensé en comentárselo a mi madre, pero tampoco me convenció mucho por no querer darle explicaciones o por si me decía que si no se lo podía preguntar a Elena. Al final me fui a mi habitación para ver la tele allí. Oí como Noelia salía de su habitación y como abría y cerraba la puerta de la calle. Supuse que había pedido algo para cenar, porque tampoco es que oyera nada más.

Ya un poco pasadas las 12 de la noche oí de nuevo la puerta de la calle, entrando Elena a la habitación.

-¿Ya has acabado?
-Sí -dijo empezando a desnudarse.
-Joder, sí que habéis tardado, ¿no?
-Sí. Había que dejarlo listo para el lunes y hemos tenido que echar un rato más.
-Pues vaya...
-Estoy muerta... Vaya ritmo de trabajo...
-Anda, túmbate, que te doy un masaje.
-¿Sí?
-Claro.

Elena se tumbó boca abajo y cogí crema que tenía en la mesita de la que se solía echar antes de ir a dormir para poder dárselo mejor. Se relajó de momento mientras yo seguía masajeando su desnuda espalda con mis manos, aunque estaba callado. Ella, sin embargo, se puso a contarme con detalle qué era lo que habían tenido que hacer y el motivo, aunque yo tampoco es que le estuviera prestando demasiada atención por estar medio cabreado aún, dándole vueltas a lo que había pasado con Noelia.

-¿Has cenado? -pregunté una vez acabó de explicarme todo aquello.
-Sí. Han pedido algo para cenar y he comido algo allí.
-Ah.
-¿Por?
-Porque te he escrito y llamado para preguntarte por eso, pero no me hacías caso.
-Ah, perdona. Es que me he quedado sin batería.
-Pero daba señal.
-Sí, pero como ya habíamos hablado cuando habías ido a por mí, pues lo dejé en silencio y ya se me ha apagado después.
-Pues ahí he dejado algo de comida preparada. No estaba seguro de si vendrías o qué...
-Am... ¿Y mi hermana?
-Pues en su habitación.
-¿Por qué no se lo ha comido ella?
-Creo que se ha pedido algo.

Nos quedamos otro rato en silencio mientras le masajeaba la espalda. Me puse a pensar si sacar el tema de su hermana, porque a lo mejor a Elena no le hacía gracia que llevara a chicos allí. Y esa era otra, yo le había dado el visto bueno sobre eso a Noelia. Quizá me había venido a arriba haciéndolo. Al final pensé en dejarlo estar. Con suerte aquello quedaría ahí y no desembocaría en nada más. Para cuando me di cuenta, Elena se había quedado dormida, por lo que la tapé al estar solo en braguitas, tumbándome yo a su lado, abrazándola desde atrás, aunque a mí me costó un poco más dormirme.

Al día siguiente me desperté solo en la cama, algo desorientado al no saber dónde estaba Elena y no oír nada. Al poco regresó a la habitación con el pelo húmedo. Parecía que venía de la ducha, diciéndome de levantarme, ya que no era precisamente temprano. Era sábado y no tenía que ir a trabajar, por lo que teníamos el día entero para nosotros. Elena me dijo que había ido a ver cómo estaba su hermana, que no la vio de noche cuando vino, pero que no estaba en su habitación. Por lo visto se había ido a casa ese fin de semana por lo que le dijo su madre cuando la llamó, diciéndole que ya había cogido un autobús de camino a allí. Mejor, así no tendría que aguantarla con lo que pasó el día anterior y más delante de su hermana.

Así que nos levantamos y recogimos un poco más a fondo la casa, preguntándole yo a Elena qué había que hacer para limpiar el sofá de manera natural. Ella me dijo como hacerlo y me puse a ello, aunque tampoco es que estuviera muy desencaminado el día anterior cuando me puse a ello. Ese día comimos tranquilamente, quedándonos en el sofá para ver la televisión tranquilamente, esta vez ya bien limpio, hasta que a Elena se le ocurrió llamar a Irene para que se pasaran ella y Mario por casa. Lamentablemente no pudo ser, ya que habían ido a casa de Irene a ver a sus padres, que ya hacía varias semanas que no los veían y fueron de visita. Aun así, les arrancamos un rato para hacer una videollamada, llamando también a Sofía, quien estaba fuera de viaje como nos dijo el fin de semana anterior. Echamos un buen rato, aunque justo en plena llamada llamaron a Elena, quien se apartó un poco para cogerlo y hablar con quién lo tuviera que hacer. Yo mientras tanto les comenté a mis amigos como había ido la semana de Elena con su trabajo, en especial cómo la noche anterior había vuelto tarde. En eso que vino Elena resoplando y diciendo que tenía que ir a la oficina, que había surgido otro imprevisto. Nuestros amigos le dieron ánimo para que fuera leve mientras ella se quejaba, diciendo que no tenían derecho a hacerle ir un pleno sábado por la tarde, pero es lo que tiene terminar de estudiar y ponerte a trabajar. Ahí acabó la llamada, preguntándome Elena si podía acercarla al trabajo.

La dejé y volví a casa. El resto de la tarde se me hizo eterna del aburrimiento que tenía encima al estar solo y sin tener nada que hacer. Lo intenté aplacar jugando a la play y de algo sirvió, porque se me hizo más llevadero. Elena me dijo ya casi sobre las 9 de la noche que fuera a por ella, así que me monté en el coche y fui hasta allí. Una vez llegué la vi donde yo solía esperarla, con más gente. Al parecer habían decidido ir a cenar todos fuera para celebrar ese ascenso que le hicieron a Elena y alguien más, dando por acabado definitivamente el trabajo que supuestamente habían terminado el día anterior. Allí vi a Yolanda, quien se montó en el coche con nosotros, saludando, aunque sin decir nada más. Yo le devolví el saludo y le di la enhorabuena por el aumento, ya que según me había contado Elena, también se lo habían dado a ella. La amiga de Elena recibió ese comentario de buena gana, dándome las gracias de manera muy simpática, como aquel día en el que la conocí, nada que ver con los otros encuentros que tuve con ella. Aun así, no dijimos nada más, solo Elena, que me indicó que siguiera a sus compañeros para ir a un restaurante.

En cuanto llegamos, Yolanda se bajó del coche y Elena también lo iba a hacer, pero la cogí de la mano para pararla.

-¿Qué le pasa a ésta?
-Nada. Le comenté que se tenía que tranquilizar un poco. Que era demasiado directa y que a veces podía parecer muy borde. Le expliqué cómo es mi hermana, es que me recuerda mucho a ella. Y ella vio más o menos como podían verle los demás y parece que ha cambiado un poco en ese aspecto. Además, está muy contenta con lo de que la hayan hecho fija. Dice que dentro de poco Antonio y ella se van a poner en serio a ir a por el bebé.
-Ah, vale. Es que la he visto muy callada y bastante alegre en lo poco que ha hablado.
-Sí, cariño. No te preocupes.
-Oye, ya me podías haber avisado de que ibais a ir todos muy arreglados... Que mira cómo voy...
-No pasa nada, mi amor. Si da igual. Ha sido algo improvisado y tú estás guapo con lo que sea. Además, yo tampoco voy muy arreglada.
-Vas muy elegante. Estás para comerte.
-Eso luego, que hay que aprovechar que estamos solos en casa -dijo dándome un beso y guiñando un ojo.

Salimos del coche y entramos al restaurante, presentándome Elena a todos sus compañeros y compañeras. Al poco llegó Antonio, sentándose cerca de nosotros y saludando. Él también iba en camisa, más arreglado que yo seguro, en sintonía con los demás. Pero el que iba más arreglado fue el último en llegar, el que al parecer era el jefe de departamento de Elena, aquel chico del que Yolanda había hablado cuando la conocí, diciendo que si era atractivo y que si las chicas de la oficina no le quitaban el ojo. Efectivamente el chaval era guapete y bastante elegante, pues iba con un traje que parecía bastante bueno, aunque mi simpleza no me daba para entender de aquello para poder corroborarlo, pero el porte que tenía me indicaba eso. Llevaba una melenita peinada hacia atrás, engominado, con barba de 3 días. También me percaté de que las chicas que había en nuestro grupo sí que le miraban más de la cuenta. Él mientras tanto alardeaba un poco cuando alguno le sacaba el tema para hacerle la pelota, insinuando el dineral que tenía al ir con ese coche al trabajo.

Básicamente era el hijo del dueño de la empresa, la cual ya tenía bastantes años, así que nunca le había faltado de nada. Eso fue algo que comprobé al ver como trataba al servicio del restaurante en el que nos encontrábamos, mirando a la gente por encima del hombro, con esa superioridad con la que no tenía ningún derecho a tratarles. Tampoco es que fuera muy incordiante, porque yo estaba también hablando con otros compañeros y compañeras de Elena, así como con Antonio también, al que ya conocía y sabía que era alguien bastante agradable. Aun así, lo miraba de vez en cuando, pillándolo en un par de ocasiones mirando a Elena. Lejos de molestarme, me reía por dentro, sumándome una pequeña victoria contra él al pensar en que el niño de papá no podía tener todo lo que quería, al fin y al cabo. Un poco tontería pensar así cuando ni había cruzado palabra con él, ni siquiera nos habíamos presentado, pero fue algo que pensé por algún motivo. Elena por su parte, ni le hacía caso, hablando con sus compañeros al igual que hacía yo, siendo bastante participativa en la conversación, con esa manera tan abierta de relacionarse que tenía.

La cena continuó de manera normal, sin ningún inconveniente ni nada raro a pesar de estar ahí Yolanda, quien se comportó como en aquel día en que la conocí. Cuando acabamos salimos de allí, casi sin pararnos a hablar con nadie más. Nos montamos en el coche y fuimos a casa comentando por el camino como había ido la cena. Pese a ese nuevo ritmo de trabajo, notaba a Elena muy contenta. Se le notaba que le gustaba su trabajo y lo que había estudiado, como pude comprobar cuando participaba en la conversación con los demás, donde aportaba bastante riqueza a la relación, incluso con tecnicismos que algunos de sus compañeros, los cuales le sacaban ya algunos años, no entendían o conocían directamente. Cuando llegamos a casa, fuimos derechos a la habitación y Elena se me tiró encima para besarme como una loca. Iba a volver a sacarle el tema de Yolanda, pero ya puestos me dejé llevar al verla con tantas ganas, pues me entraron a mí también. Otra cosa que me abrió ese apetito fue el volver a esos polvos más rápidos y comedidos por las razones de siempre: el cansancio de Elena por el trabajo y el no estar solos en casa.
 
Capítulo 298

Casi ni preliminares hubo, porque nos empezamos a comer la boca con ansia mientras nos desnudábamos con agresividad, como si lleváramos mucho tiempo sin hacerlo de esa manera apesar de haberlo hecho así el fin de semana anterior. Quizá era eso, a lo mejor esa pasión seguía ahí desde esos días, pero Elena la mantenía a raya para no ser descubierta por su hermana, aunque a esas alturas ya había visto muchas cosas de nosotros. Fue una larga noche en la que follamos de todas las maneras en las que ya las habíamos hecho, pero que no hacíamos desde nuestras primeras semanas de pareja, con esas dominaciones en las que tal vez se me iba un poco la mano. Otra cosa que también hicimos fue implementar juguetes, ya fuera el dildo que le regaló Irene a Elena, el vibrador, o la fusta. Menos mal que cada vez refrescaba más y Elena se ponía ropa que cubría más su cuerpo, porque alguna marca le dejé en los cachetes del culo al colarme con la fusta, pero es que ella me lo pedía, diciendo que la ponía perrísima haciéndole esas marcas. No sé cuántos orgasmos le llegué a arrancar, porque perdí la cuenta, llegando también a hacer que se mojara algunas veces. Ella también me provocó varios a mí, llevándome también a veces al límite, siguiendo estimulándome, ya fuera con su mano o con su boca una vez ya había acabado.

El resultado fue acabar ambos empapados de sudor y otras sustancias corporales a altas horas de la madrugada. Como era normal en esas situaciones, Elena ya estaba tan ida que parecía que estaba muy borracha o colocada, pero es que sus orgasmos la dejaban así, con ese hormigueo que ella siempre me decía que tenía en esos momentos y con su carita relajada, con los ojos entreabiertos y una media sonrisa muy bonita. La dejé en la bañera después de llenarla para que se relajara, aprovechando yo para cambiar las sábanas rápidamente y así poder dormir más a gusto. Luego fui con ella y estuvimos ahí durante unos minutos con caricias y besos.

Dormimos del tirón y hasta muy tarde, levantándonos casi a la hora de comer. Como no teníamos ganas de preparar nada, optamos por pedir algo para comer. Después nos tiramos toda la tarde en el sofá tirados, hasta que Elena se puso cariñosa. El problema era que no tenía ni idea de qué hora volvería Noelia y ya estábamos a media tarde, por lo que no quería ni que nos viera, ni que luego me echara en cara el que yo sí pudiera follar en el sofá, por lo que después de decírselo varias veces, nos fuimos a la habitación. Una vez allí, fui previsor y eché el pestillo para que pudiéramos estar tranquilos, aunque Elena puso la tele para tener algo de ruido por si su hermana se presentaba de pronto. Nos pegamos toda la tarde en la cama haciendo el amor de manera muy lenta mientras nos mirábamos a los ojos en todo momento. Salimos ya a la hora de cenar, encontrándonos en el salón a Noelia y a Arantxa. Ni nos habíamos enterado de que habían entrado en casa, pero no importó, porque nuestra vecina se fue de inmediato su casa, despidiéndose de nosotros. La cena fue en la sintonía de los días anteriores, aunque Noelia estaba cada vez más distante, sin participar en la conversación, limitándose tan solo a ver la televisión. Algo que noté era que no tenía esa expresión apagada, de la misma manera que no tenía esa mirada triste. Estaba diferente y no sabía si eso era bueno o malo y más teniendo en cuenta la manera en la que acabamos la última vez que nos vimos.

Pronto iba a comprobar si ese cambio en su expresión era bueno o no cuando en esa semana, justo el lunes por la tarde salió de casa sin decir nada y no vino hasta bastante tarde, sin cenar con nosotros y ni mucho menos avisar de donde estaba apesar de que su hermana la había llamado varias veces, así como le había enviado muchos mensajes. Ya cerca de las 12 entró a casa sin preocuparse de no hacer mucho ruido y se encerró en su habitación. Elena se levantó para echarle la reprimenda, cortando uno de esos momentos íntimos que estábamos teniendo, pero justo en ese momento oímos voces desde su cuarto. Nos quedamos un poco pillados por no saber lo que estaba pasando, pero saldríamos rápido de dudas al empezar a oír gemidos. Elena se volvió a sentar en la cama sin saber cómo actuar. Estaba mirando a un punto fijo mientras su hermana chillaba como si la estuvieran matando, pero eran gritos de placer, no de dolor.

Yo seguía cachondo, más por lo que estábamos haciendo antes que por lo que estaba oyendo, por lo que mis ganas seguían ahí. Intenté seguir con nuestro juego, pero Elena no quería. Se le había cortado el cuerpo y no le apetecía seguir con eso al estar oyendo a su hermana ser taladrada por un chico. Se tumbó en la cama de lado, dándome la espalda y ahora el que estaba molesto era yo, no con Elena, sino con Noelia por habernos cortado el rollo y estar montando un escándalo. El chaval debía hacerlo bien porque se tiraron más de media hora en la que le pude contar tres orgasmos a Noelia, mientras que al chaval no se le oía para nada. Tan solo un murmullo cuando acabaron y se despidieron, dejándome claro que no era el amigo que tenía en común con Arantxa, porque, aunque no recuerdo el nombre de este chico nuevo, de lo que estaba seguro era de que no era el mismo nombre que el de su amigo. Después de oyó algo de traqueteo en el baño y como se quedó todo en silencio tras cerrar la puerta de su habitación. Elena parecía seguir despierta al responder a mis caricias una vez me calmé y mi erección se diluyó, quedándonos así durante todo el tiempo. Yo caí dormido, pero no sé cuándo lo hizo ella.

El martes me desperté un poco sobresaltado al oír a las dos hablar de manera alta, por lo que me levanté para ver qué ocurría. Me las encontré a las dos en la cocina, discutiendo sobre lo que pasó la noche anterior.

J: ¿Se puede saber qué pasa?
E: Esta niña, que me tiene harta.
N: Más harta me tenéis vosotros a mí.
J: Pero, ¿qué es lo que pasa?
E: Pues que no me parece normal lo de anoche. Eso pasa. Que se cree por haber entrado en la universidad puede ya hacer lo que quiera y no es así. Es solo una niña.
N: ¡No me digas eso! No soy ninguna niña. Eso lo eres tú.
E: ¿Ves? -dijo mirándome- Así todo el rato. Como una niña pequeña.
N: Es que sois los dos imbéciles. Me echáis en cara que me traiga a alguien para follar cuando vosotros no paráis. ¿Os dais cuenta de lo hipócritas que sois?
E: Noelia, nosotros somos una pareja. No está bien que empieces a traer chicos a casa solo para eso. No me gusta oírte en el asunto y no quiero que mi casa sea un picadero.
N: Pues parece que no todos piensan igual -dijo señalando mi erección-. Mira cómo está éste...
J: No es por eso, siempre me levanto así.
N: Sí, ya... Que te pone eso y te has empalmado al acordarte.
J: Que no, que siempre me levanto así, imbécil. Si ya me habrás visto así muchas veces... ¿No ves que no paras de dar por culo?
N: ¡Qué te calles, gilipollas!
E: ¡Ya está bien!
N: Y que, si te molesta tanto, aclaraos, que a éste le da lo mismo que me traiga a quien quiera para follar.
E: Pero, ¿qué dices?
N: El viernes me vio con un chico y me dijo que no había problema.
E: ¿Cómo? -preguntó mirándome con una expresión que nunca había visto en ella.
N: Pues eso, que le da igual. Así que, si tienes un problema, lo hablas con él.
J: Eres idiota, Noelia. Es algo que has hecho tú y encima quieres cargármelo a mí. ¿No ves lo ridículo que es?
N: Ridículo eres tú.
J: Qué imbécil que eres, de verdad.

Elena se fue sin decir nada, cosa que me preocupó, pero es que llegaba tarde, dándome cuenta al mirar el reloj de la cocina. Cerró de un portazo y nos dejó a Noelia a y a mí allí.

-Estarás contenta, ¿no?
-Sí. Dando saltos estoy.
-Un mes has tardado en ser tú. Eso ha sido lo que te ha durado tu nuevo comportamiento. Eso es lo que te ha durado el poner todo de tu parte. Si es que lo sabía, joder. Sabía que no podía dejar que vinieras a vivir aquí.
-Eso te pasa por no tener un par de cojones.
-Entre tú y tu madre me tenéis hasta los cojones. Sois inaguantables los dos. Ahora entiendo como tu padre se fue con la primera que pilló, para no veros ni aguantarnos más.
-Eres un hijo de puta.

Y conforme dijo eso se marchó cerrando de un portazo también. Tal vez no tenía ningún derecho a decirle esas cosas, pero es que ya no podía más, sobre todo al ver como la Noelia de siempre volvía a mi vida. No quería tener que pasar por lo mismo otra vez, porque ya habían sido varías y estaba muy cansado de todo eso. Intenté dormir, pero no podía por el cabreo que llevaba encima, así que me di una ducha y desayuné, para ponerme después a trabajar, aunque poco de eso también. En lugar de ponerme a sacar lo previsto esa mañana me puse a pensar en cómo abordar todo eso cuando ambas volvieran a casa, porque daba muy por hecho que volvería a haber otra broca cuando coincidiéramos los tres de nuevo. Y eso debería ser en la hora de la comida, por lo que tenía que pensar algo rápido para intentar solucionar ese problema y poder salir así del pozo de mierda en el que me había metido. Tras pensarlo mucho, decidí tragar de nuevo, porque no me merecía la pena pelearme con Elena por algo que ya habíamos vivido tantas veces que era hasta ridículo que ella no hiciera nada al respecto, dejándolo estar siempre. Así que, si ella no lo iba a solucionar, yo tampoco iba a hacerlo. Siempre que intentaba ayudar, la liaba más aún.

Una vez decidido tragar y aguantar el chaparrón, más problemas se me vinieron a la cabeza, empezando por Noelia. Volvía a las andadas y cuando se ponía así no sabía por dónde me podía salir. Lo mismo empezaba de nuevo con las provocaciones, quizá le daba por joder en casa todo lo que pudiera haciendo la convivencia más tediosa o vete tú a saber qué. También pensaba en cómo le podría dar por irse de la lengua con su madre por esas últimas palabras que dije, pero es que me salieron del alma y era algo que pensaba en ese momento, porque mi experiencia con ambas no podía ser peor. Tan mala era que realmente creía aquello que había dicho. Por último, se me vino a la cabeza el problema que yo consideraba el más importante de todos y era aquella expresión con la que me miró Elena. Nunca me había mirado así. Como alguna vez he dicho anteriormente, Elena a veces se ponía sería, como al gastarle una broma en tiempos de instituto, pero jamás había visto esa mirada en su cara. Ni siquiera cuando se peleó con Alejandro delante de todo nuestro grupo de amigos, o al menos de los que habían allí. Fue algo que me molestó de verdad. Experimentar ese momento me hacía ver que quizá mi relación no era tan buena como yo pensaba, a lo mejor la tenía demasiado idealizada como para ver los problemas que teníamos. Y era algo que no sabía cómo afrontar. Ni el poder ver claramente esos problemas, ni cómo hablar con Elena para que me explicara lo que sentía para poner esa cara, ni mucho menos qué tenía que decir en general. Era obvio que me tenía que disculpar con ella, aunque tampoco llegaba a entender por qué, si ya conocía a su hermana y sabía cómo era.

Así me tiré gran parte de la mañana, intentando descifrar todos esos problemas, tratando de buscar una solución para cada uno, sin llegar a saber si lo había logrado en realidad, pero algo tenía seguro, las cosas con Noelia no iban a ir bien desde ese momento, así que me tenía que mentalizar y preparar para soportar chaparrones aún más grandes. Tanto pensar me levantó dolor de cabeza, algo que seguramente estaba agravado por el madrugón involuntario que hice, por lo que me tomé una pastilla y me eché en el sofá de la sala en la que trabajaba para descansar y tratar de tranquilizarme e intentar guionizar cómo debería comportarme cuando llegara la hora de ir a por Elena, la cual llegó demasiado rápido. Me monté en el coche y fui a por ella, aparcando donde siempre, esperando dentro para esperarla, pero no salía. Miré el móvil y no tenía ningún mensaje de ella ni ninguna llamada. Aun así, decidí esperar para ver si salía, tal vez había tenido un contratiempo y solo se iba a retrasar unos minutos. Pero los minutos pasaban y no salía. Veía gente salir de allí, incluyendo compañeros y compañeras con los que estuvimos en la cena el sábado, pero ella no lo hacía. Hasta vi a Yolanda salir sola del edificio. Esa era otra, quizá le había contado a ésta también lo que había pasado por la mañana y a lo mejor ya estaba planeando darme el palo cuando me viera. Demasiados problemas en muy poco tiempo. Pasada media hora decidí enviarle algún mensaje a Elena para ver cuándo iba a salir, pero ni los abría, por lo que decidí llamarla, pero obtenía el mismo resultado. Ya pasada una hora de su horario de salida decidí volver a casa.

Tan de mala ostia estaba que ni me prepararé nada para comer. Por suerte, Noelia tampoco apareció, así que eso que me evitaba. Aun así, me encerré toda la tarde en mi puesto de trabajo, con el pestillo echado por si acaso, tratando de trabajar y sacar algo más de lo que esperaba para estar en ese estado, aunque estaba más pendiente del móvil que de otra cosa. En toda la tarde no tuve ninguna señal por parte de Elena y eso me mosqueó bastante, porque tampoco había hecho nada para tratarme así. Así, mi pensamiento que hice por la mañana de tragar con la situación y aguantar la tormenta, se fue diluyendo, acabando en algo totalmente opuesto. Creía que el estar solo me iba a venir bien, pero nada más lejos. Solo me sirvió para endemoniarme y enfadarme más aún, llegando a barajar la opción de tomarme un tiempo de todo para descansar, porque en los casi 7 meses que levantamos de relación, había tenido lugar mucha mierda por parte de la familia de Elena y me sentía agotado mentalmente. Tanto, que hasta empezaba a verter esa parte de culpa también en Elena, pensando en cómo dejaba que me trataran así sin hacer nada, o poco para apoyarme y evitar que lo hicieran. Hasta pensé en Alejandro y en si él tenía que aguantar también todo eso en su día.
 
Capítulo 299

De mala gana salí de casa y me monté en el coche para ir a por Elena, ya que se acercaba de nuevo la hora de su salida de trabajar. Aún seguía sin tener noticias de ella, ni en forma de mensaje ni en llamada, absolutamente nada. Al igual que hice al medio día, aparqué en el mismo sitio de siempre para esperarla, bajando y entrando varias veces en el coche de lo impaciente que estaba, sobre todo cuando veía a pequeños grupos de gente salir del edificio. Por fin salió de allí, parándose a hablar con alguien, pero de manera breve. Conforme se acercaba, mi enfado se iba disipando y se esfumó del todo cuando entró al coche y me llegó su olor. Ella, sin embargo, me dio un beso de manera fría en los labios, muy rápido. Evidentemente no me gustó, pero no dije nada, por lo que arranqué el coche y empecé a conducir de camino a casa. Cuando llegamos y aparqué, apagué el motor. Elena se quitó el cinturón de seguridad con la intención de salir del coche, pero agarré su mano. Ella me miró girando su cuerpo y su cabeza, soltándose de mí para salir y entrar en casa después de abrir con sus llaves. Lo que me apeteció en ese momento fue arrancar de nuevo el coche e irme lejos, pero tras respirar hondo durante unos segundos salí del coche para entrar en casa. Parecía que Noelia no estaba allí y lejos de preocuparme, me dio bastante alivio, notando como si la vida me estuviera dando algo de cancha. Alrededor de media hora después de llegar a casa, justo después de que Elena se diera una ducha, llamaron a la puerta.

Era nuestra vecina, la madre de Arantxa, quien llamó para informarnos que Noelia había estado en su casa desde que salió de la universidad y se vino con ellas en coche, comiendo allí y demás. Al parecer le explicó un poco por encima que se había enfadado con nosotros y que no tenía ganas de estar allí, por lo que le pidió a esa mujer quedarse durante un par de días en casa. A ella no le importaba porque había hecho muy buenas migas con su hija y no le causaba ningún problema. Algo que me llamó la atención fue que esa mujer se comportó muy bien pese a la fama que tenía de ser muy cotilla y habladora. Fue algo de agradecer. Dijo que si le podíamos dar algo de ropa para llevársela, además de su neceser y demás cosas que pudiera necesitar. Elena, quien aparentemente estaba allí mirando y oyendo, le dijo que pasara y que lo iba a preparar. Yo, mientras tanto, le di las gracias y me disculpé porque tenía mucha hambre y quería comer algo, así que me fui a la cocina para hacerme un bocadillo. Una vez me lo comí, vi que todo estaba en silencio y todas las luces estaban apagadas, así que me fui al salón para ver la tele y dejar un poco que se calmara la cosa, pero me empezó a entrar sueño y me fui a la habitación. Me encontré a Elena acostada de lado, dando la espalda a la puerta. Me acosté a su lado pensando cómo sacar el tema para hablarlo y zanjarlo lo más pronto posible, pero no veía cómo hacerlo. Era la primera vez que Elena y yo nos enfadábamos de esa manera y no sabía cómo tenía que actuar.

-¿Estás despierta? -susurré por fin.

Elena se dio la vuelta para mirarme a los ojos pese a la poca luz que había.

-¿Crees que puedo dormir con lo que ha pasado hoy?
-No. Imagino que no. Pero es que necesito que hablemos esto.
-¿Y te parece que son horas para hacerlo? Son más de las 12.
-Lo sé, pero no voy a aguantar así hasta mañana.
-Pues vamos a hablar -dijo encendiendo la luz y sentándose con las piernas cruzadas.
-¿De verdad me merezco que me trates así?
-No sé. Tú sabrás.
-No lo sé. Por eso te lo pregunto. Sabes de sobra que todo esto es nuevo para mí. Es la primera vez que nos enfadamos así desde que somos pareja. ¿Que se supone que debo hacer o decir?
-No te hagas el tonto.
-No me lo estoy haciendo, Elena. Te estoy hablando totalmente en serio.
-¿No sabes qué hacer cuando alguien se enfada contigo?
-Lo siento.
-Vale, por fin te das cuenta.
-¿Me explicas qué he hecho mal? -pregunté algo molesto por sus formas.
-Pfff... Javi, ¿en serio? ¿Te parece poco alentar a mi hermana a que se traiga aquí a chicos para que se la follen? Es que me parece una pregunta muy estúpida la que me estás haciendo.
-Bueno. Si vamos a estar así, prefiero no hablar. Porque yo no me estoy poniendo de ninguna manera.
-¿A lo mejor porque yo no he hecho nada?
-Bueno... Espero que cuando hables con tu hermana, te pongas igual que conmigo y le expliques las cosas así.
-Pues lo haré.
-Yo no la he alentado a nada, Elena. Simplemente pues la pillé sin querer, porque fue cuando me dijiste que te tenías que quedar trabajando y que se cancelaba la cena. Volví y me encontré eso en el salón. ¿Qué iba a hacer yo?
-¿Qué le dijiste?
-Le dije que me parece bien que se traiga a algún chico para eso, que está bien que use protección y tal, pero que si va a hacer eso, que lo haga en su cama y no donde nos sentamos y tumbamos los demás. Solo le dije eso.
-Pues a mí me parece que le has dado alas diciéndole eso.
-Pues no era mi intención. Además, ella ya sabe mucho del tema. ¿Qué crees, que no va a hacer nada? Vamos a ser coherentes, por favor. Si está en la edad en la que sólo se piensa en eso...
-Pues no debería, aún es muy joven.
-Elena, no te pongas como tu madre, porque sabes de sobra que la vida no funciona así. Ella es muy espabilada, seguramente más que tú y yo juntos. Si sabe hacer las cosas bien, ¿cuál es el problema?
-El problema es que diciéndole eso le das ánimos a que lo haga y no quiero que entre nadie en mi casa para eso. Si quiere hacerlo, que lo haga fuera de aquí. No quiero oír cómo se follan a mi hermana. Y encima es que tú querías seguir cuando ella empezó.
-Quería seguir porque estaba ya muy caliente y no podía parar. ¿Qué hay de malo en querer hacerlo con mi pareja?
-No sé. Me parece que la has cagado.
-¿Y qué quieres que haga? Ya te he dicho que no lo he hecho con esa intención.
-No, si ya está hecho. Poco podemos hacer ya con el plan en el que se ha puesto y con lo cabezona que es.
-¿Tú qué hubieras hecho en mi lugar?
-Pues decirle que no trajera a nadie. Así de fácil.
-Ya, si es muy fácil decirlo, pero luego hacerlo... Ya sabes cómo es.
-Sí, lo sé. Pero esta es mi casa, no la suya. Aquí se hace lo que nosotros digamos, que bastante que hemos sacrificado nuestra privacidad por ella como para que nos trate así.
-Si llevas razón, Elena. Pero es que a ella le va a dar igual todo eso.
-Pues nada, tendré que hablar con mi madre en ese caso.
-Y ella te dirá que es tu hermana y que lo hagas por ella, que le ayudes a educarla.
-Ya veremos.
-Aun así, no creo que sea para que me trates así. Sabes que no ha sido mi intención. Sabes que yo no soy así y que veo eso muy natural.
-Ya, pero es que ha sido un día difícil.
-¿Y te crees que para mí no? En casi 7 meses que llevamos juntos esta ha sido nuestra primera bronca. Y esa mirada que me has echado... No quiero que vuelva a pasar. Me he tirado toda la mañana pensando sin poder trabajar. Ni he comido después de estar una hora esperándote a que salieras de trabajar, mandándote mensajes y llamándote, sin recibir respuesta. Por la tarde me he puesto peor. En el coche te cojo la mano para hablar y me haces ese desprecio y ahora también me hablas así... Pues no sé qué pensar, la verdad. ¿Qué hago? ¿Te doy un ultimátum con tu familia? Me parece muy egoísta y posesivo darte a elegir entre tú familia y yo, pero es que nuestros problemas casi siempre han venido por ahí. Entonces, pues yo no sé qué hacer, Elena. Yo te quiero como no he querido a nadie en mi vida y no quiero estar así contigo. Solo quiero ser feliz a tu lado y poder darte la felicidad que mereces. Dime qué tengo que hacer para que sea así.
-No tienes que hacer nada -dijo tras abrazarme, empezando a llorar.

Elena empezó a llorar, aunque con mi abrazo se calmó un poco, despegándose de mí para darme un beso en los labios muy tierno.

-Lo siento por ponerme así, Javi. Pero es que me ha podido la situación. Yo también estoy cansada de todo lo que nos pasa. Solo quiero tener una vida normal con mi pareja sin que haya problemas, pero es que cuando pasamos una cosa, sale otra. A veces me puede todo eso y no sé qué hacer.
-¿Qué quieres decir? -dije pensando que insinuaba darnos un tiempo.
-No quiero decir nada, Javi. Solo que te quiero. No quiero que nada de esto nos pueda afectar de manera sería.

Elena volvió a empezar a llorar mientras me abrazaba con fuerza, ya estando ambos tumbados. Nos tiramos así un buen rato. Ella llorando mientras yo me sentía mal al oír su llanto sin saber qué decir o hacer para que parara de llorar, estando también con el corazón acelerado por pensar en que me quería pedir un tiempo. Curioso que ahora me sintiera aterrado cuando por la tarde había pensado yo justo lo mismo, pero eso era con un cabreo bastante considerable encima, dándole vueltas sin parar a lo mismo. Pero es que cuando la vi, esa idea se fue de mi cabeza. Era algo inconcebible para mí. Olerla y sentirla con ese beso rápido que me dio me hizo darme cuenta que no podía vivir sin ella. Algo muy malo nos tenía que pasar para que yo dijera de dejar de vernos. Aun pensando que no podía vivir sin ella y que me la iba a jugar con lo que quería decirle, me arranqué en un ataque de valentía para decirle:

-Elena, ¿eres feliz conmigo? Para mí, que tú seas feliz es lo más importante. Y si conmigo no puede ser... -dije con un nudo en la garganta- Pues lo entenderé.

Elena cortó su llanto para incorporarse y mirarme a los ojos. Ahora era yo el que empezaba a llorar. Elena me abrazó de manera maternal, apretando mi cabeza contra su pecho. Podía sentir como su corazón latía con mucha fuerza mientras me acariciaba la cabeza. Intenté hablar de nuevo, pero ella me puso la mano sobre la boca para que no dijera nada más.

-Shhh... No digas eso. Si no te tengo me muero, mi amor. Yo contigo he sido y soy más feliz de lo que lo he sido en mi vida. No digas tonterías.

De nuevo nos quedamos otro rato en silencio hasta que nos serenamos un poco los dos, parando con nuestros llantos, acariciándonos sin parar. Seguíamos con la luz encendida y ya era bastante tarde.

-Elena, lo siento, de verdad. No sabes cómo me jode hacerte sentir mal. Debo ser muy idiota para tratar de evitar hacerlo y acabar haciendo justo eso.
-No. No digas eso.
-Es que es lo que siento.
-Pues no es así. La intención es lo que cuenta. Te conozco de sobra para saber qué es lo que buscas, aunque no te salga del todo bien, jejeje.
-Bueno, siempre lo intento, pero parece que no tengo mucha suerte. Siempre que quiero ayudar, me vienen las ostias.

Elena me intentó convencer de que no tenía que calentarme la cabeza con eso mientras me seguía acariciando, dándome algún beso también.

-Lo siento también por haberte hablado así, no tenía ningún derecho.
-Yo tampoco lo tenía. Ni para hablarte así ni para tratarte cómo te he tratado, sin responder tus mensajes ni llamadas.
-¿Cómo lo vas a hacer con tu hermana?
-Pfff... Esa es otra. Joder... Ya verás tú.
-Elena, tienes que estar preparada para no venirte abajo ni para que te coma la cabeza.
-Ya.
-¿Le vas a decir que no quieres que de traiga a nadie aquí?
-Claro. Es que es eso. No quiero nada de eso en mi casa.
-Pues sabes lo que va a pasar, ¿no? Ya la conoces. Se va a poner muy tonta y va a hacer lo que quiera.
-Pues no sé. ¿Qué puedo hacer entonces?
-No tengo ni idea. Pero tienes que tener en cuenta cómo es y esperarte cualquier cosa.
-Ya, eso ya lo sé.
-De hecho...
-¿Sí?
-Hay algo que quiero contarte.
 
Capítulo 300

Elena se apartó para mirarme con cara de estar extrañada por no entender que podía ser, así que seguí hablando.

-Mira, cuando te has ido, ella y yo hemos seguido hablando.
-¿Y qué ha pasado?
-Pues te lo puedes imaginar. Pero lo que te quiero decir es que bueno... Han salido unas palabras muy desafortunadas por mi parte del cabreo que tenía.
-¿Qué le has dicho?
-Elena, no te quiero hacer daño al decirte esas palabras. Sé que no te va a sentar bien. Pero quiero que lo sepas, porque estoy seguro de que es algo que tú hermana va a usar para hacernos daño.
-Joder, ¿tan malo es?
-Sí.
-Me estás asustando.
-Bueno, antes de decírtelo, quiero dejarte claro que no lo pienso de verdad, aunque la manera de ser de cada una me lo haga ver así, pero quiero pensar que no son así en realidad y que cuando pase un tiempo y ambas se les pase lo suyo, no va a pasar esto nunca más.
-Vale, es algo que también tiene que ver con mi madre supongo.
-Así es.
-¿Qué es?
-Le he dicho que estoy harto de ella y de tu madre. Que ambas no han hecho más que poner trabas en nuestra relación. Eso es lo que he sentido.
-Vale.
-Las palabras que he dicho han sido que entendía como tu padre se había ido con la primera que pilló para perderlas de vista a las dos.
-Hala... Javi...
-Lo sé. Ha estado muy fuera de lugar y te pido perdón. Me he pasado mucho.
-No es agradable, desde luego.
-Ya. Es horrible. Lo siento muchísimo.
-¿Qué te ha dicho ella?
-Que soy un hijo de puta.
-Madre mía...
-Da igual. Yo me he colado mucho diciendo eso. Elena, te digo esto para que tengas en cuenta que ella lo puede usar para hacerte daño. Ya he visto varias veces como te trata y parece que no le tiembla el pulso al hacerlo.
-Es muy egoísta. Le da igual hacerle daño a los demás si con eso consigue lo que quiere.
-Ajá.
-Bueno... Demasiado ya por hoy, ¿no crees?
-Sí. Vamos a dormir, anda, que son ya casi las 2 de la mañana.

Apagamos la luz, quedando ambos abrazados para dormir como si se nos fuera la vida si nos fuéramos a despegar.

Hablarlo todo nos vino bien para poder descansar mejor. Estaba seguro de que si no lo hubiéramos hablando, yo no hubiera pegado ojo. Elena la pobre, ya más calmada, cayó enseguida dormida después de tantas emociones y por estar tan cansada del trabajo seguramente. Yo tardé algo más pensando en todo. Por suerte la cosa no acabó mal. Ese día fue una montaña rusa de emociones entre los enfados, tristeza y la alegría final por solucionarlo. Ya tenía el problema más importante de los que ese día tuvieron lugar solucionado, porque para mí, mi chica era lo primero. Ahora me quedaba solucionar el de Noelia y sinceramente, no tenía ni idea de cómo hacerlo. Finalmente caí dormido antes de poder llegar a algo en concreto.

Me desperté cuando Elena se movió. Aparentemente habíamos estado toda la noche abrazados conforme lo habíamos estado antes de dormir. El despertador sonó y ella lo apagó, volviendo a abrazarme. Estaba en el cielo en ese momento, poniéndose ella a acariciar mi cara, dándome algún beso por ahí también. Pero eso no iba a durar para siempre, ya que se tenía que ir a trabajar. Yo le pregunté si no podía decir que estaba mala y no ir ese día, porque me encantaba estar así con ella y me apetecía pasar el día entero así. Ella reía y me decía que tenía que ir, que no podía empezar a faltar a las primeras de cambio y que necesitaba mantenerse formal. Así que se fue al trabajo dejándome a mí allí descansando un poco más. Después me levanté para seguir con la rutina, empezando a trabajar para recuperar el tiempo perdido, y no fue nada mal, pudiéndome concentrar bastante para sacarlo todo.

Elena y yo pasábamos dos días tranquilos en los que parecía que nos acabábamos de mudar sin ningún problema y hasta haciendo el amor por la noche de manera tranquila, aunque nos veníamos a arriba por momentos, pasando a ser sexo más salvaje. Había que aprovechar cuando se podía. Toda esa tranquilidad se terminó cuando el jueves, estando Elena y yo en el salón, viendo la tele tranquilamente en el sofá después de cenar, oímos como alguien abría la puerta de la calle con sus llaves. Era Noelia, quien pasó de largo sin ni siquiera saludar, aunque Elena la llamó para que viniera al salón. Después de que mi chica insistiera llamándola, Noelia apareció. Lejos de venir con gesto tranquilo y conciliador, venía con una cara seria y gestos hasta chulescos. Se quedó parada bajo el umbral de la puerta sin decir nada.

E: Noelia, siéntate.
N: No me apetece.
E: Vale, pero es que es importante.

Noelia puso los ojos en blanco mientras venía hacía nosotros para sentarse en el sofá. Yo decidí mantenerme al margen de la conversación al menos que tuviera que intervenir por si la cosa se salía de madre. De hecho, apagué la televisión para prestar mejor atención a lo que Elena le tenía que decir.

N: Que sea rápido.
E: Noelia, lo que pasó el martes no se tiene que repetir. Somos hermanas. No podemos tratarnos así.
N: Ya, ¿algo más?
E: Sí. Es por lo de traer a chicos aquí.
N: ¿Otra vez con eso?
E: Pues claro. No quiero que mi casa sea un picadero.
N: ¿Y vosotros?
E: Noelia, nosotros estamos en nuestra casa. Somos una pareja. Tenemos todo el derecho a hacerlo.
N: ¿Y yo no?
E: No me importaría si tuvieras una pareja estable al que conociéramos y supiéramos que es de fiar. Así no me importaría, aunque no me gusta nada oírte, pero lo podría permitir.
N: Ese es el problema, ¿no? Que tiene que ser todo como tú digas. Pues la vida no funciona así, Elena. Y para de recordarme lo que pasó con María. No me gusta nada recordarlo y ahora por tu culpa lo estoy haciendo.
E: No era mi intención hacerlo. Pero tienes que entender que esto no es un picadero. No puedes estar yendo y viniendo con quien quieras.
N: ¿Por qué no?
E: Porque no, Noelia. ¿Mamá te dejaría? ¿A qué no? Pues ya está.
N: Ya, pero es que ella no está aquí. Tú hacías lo que querías cuando te fuiste, ¿no? Pues yo quiero hacer lo mismo.
E: Tenía mi libertad, pero eso no significaba que me estuviera acostando con uno cada semana. De hecho...
N: Que sí, que ya lo sabemos. Que tenías novio y no te miraba. Pobrecita ella. Si te hizo eso sería por algo.

Elena se puso nerviosa. Era evidente que no le sentaron bien esas palabras.

E: Noelia... -dijo después de un suspiro- Para. Es lo que te he dicho. No nos podemos hablar así. Somos hermanas, nos tenemos que querer.
N: Que sí, que sí.
E: Por favor, hazme caso.
N: A ti te voy a hacer caso... -dijo bajito mientras miraba el móvil.
J: Noelia, hazle caso a tu hermana. Te está hablando.

Noelia me miró con una expresión que no me gustó nada. Estaba seria y visiblemente enfadada. Después guardó el móvil.

E: Vamos a tranquilizarnos, ¿vale? -dijo con tono conciliador.
N: Esto está durando mucho.
E: Noelia, ¿por qué no nos podemos llevar todos bien? Si los primeros días que te viniste aquí a vivir estábamos muy a gusto. Por favor...
N: Me aburrís, de verdad.
E: Por favor, Noelia.
N: ¿Me vas a dejar que traiga a algún chico?
E: Ya te he dicho que no quiero eso.
N: Entonces, ¿puedo ir yo con ellos?
E: No, eso tampoco. ¿Y si el chico es...? No, no. Mamá me mata si pasa algo.
N: Pues aclárate. Porque yo sin follar no voy a estar. Que tú te conformaras con poco, y lo sigas haciendo... -dijo mirándome con desprecio- No significa que todas seamos así también. Quiero disfrutar.
E: No sé cómo puedes hablar así de alguien tan importante para mí... -dijo con tristeza- Es que me duele más que hables así de él que de mí.
N: No es tan perfecto como crees. ¿Sabes lo que me dijo cuándo te fuiste? Que papá se fue con la primera que pilló para perdernos de vista de lo insoportables que somos. Que le tenemos hasta los cojones. ¿Diría eso alguien que supuestamente te quiere? Lo dudo bastante.
E: No puede ser... -dijo empezando a llorar.
N: ¿Ves? Por fin te das cuenta.
E: Confiaba en que no usaras eso para hacerme daño, pero me equivocaba. Noelia, eres una persona horrible -dijo aumentando su llanto y yéndose a nuestra habitación.

Noelia se quedó bastante sorprendida. Parecía que no sabía qué estaba ocurriendo, permaneciendo con esa expresión de sorpresa durante unos segundos, mirando a algunos sitios hasta que me empezó a mirar fijamente.

-¿Ya estás contenta? Mira como la has puesto.
-Es por tu culpa.
-¿Por mi culpa?
-Sí. Si no hubieras dicho eso ahora no estaría así.
-¿Pero no te das cuenta de que se ha puesto así porque has usado eso contra ella?
-¿Se lo has contado?
-¿No ves que sí? Sabía que lo ibas a hacer. Buscabas joderme por ahí, ¿no? Pues no lo has conseguido. Pero sí que has jodido a tu hermana y eso es hasta peor. Se te tendría que caer la cara de vergüenza al tratarla así. No entiendo qué es lo que te ha hecho para que le hagas esos desprecios.
-¿Me quieres dejar en paz?
-Lo que quiero es que te comportes como una persona normal y no como una niñata.
-Me lo dice el que me dice esas cosas de mi familia. ¿Tú no eres un niñato al decirme eso de que mi padre?
-Momentos así tenemos todos. Igual que tú me dijiste hijo de puta después.
-Pues yo creo que lo dijiste de verdad.
-Pues si crees eso, por algo será.
-¿Ves cómo tú también eres como yo?
-Sé que no soy perfecto, que tengo mis cosas y que tal vez no lo haga lo mejor que debería, pero mi intención es esa. Y también sé que no soy como tú. Tu hermana ya te lo ha dicho, con eso debería ser suficiente para que pienses si quieres seguir siendo de esa manera, o si quieres cambiar.
-Ya te dije que no iba a cambiar por nada ni por nadie.
-Y también me has dicho que te sientes sola y que no quieres sentirte así.
-Ya no estoy sola. Ahora hay varios chicos de la facultad detrás de mí -dijo orgullosa.
-Bueno, si te conformas con eso, perfecto por ti. Pero yo diría que cuando me dijiste aquello, no iban por ahí los tiros.
-Qué sabrás tú...
-Sé que te he visto varias veces mal por eso. ¿A quién le vas a ir cuando te vuelva a dar eso?
-No sois las únicas personas en este mundo, ¿sabes?
-Ya, ya sé que tienes a tu amiga Arantxa. Y también estoy seguro que no tienes a nadie más ahora mismo -dije tirándome un farol.
-Con ella me apaño.
-Te apañarás hasta que la cagues con ella, como hiciste con María.

Noelia me miró con odio en sus ojos, hasta haciendo una mueca con la cara mientras apretaba con su mano el brazo del sillón en el que se encontraba.

-No metas el dedo en la llaga.
-¿Te das cuenta de que tú no paras de hacer lo que no quieres que te hagan?
-Yo solo quiero echar un polvo de vez en cuando. ¿Por qué no puedo?
-Ya has oído a tu hermana.
-Pero a ti no te parecía mal.
-Pero ella manda en esto.
-Como en todo, si eres un calzonazos.
-No, ella manda en esto porque eres su hermana, no la mía. Me parece totalmente razonable que no te deje. Tiene sus razones y conociéndote, a saber qué pasa.
-¿Qué va a pasar? Pues nada.
-Noelia, que me da igual lo que me digas. Que eres una chica muy impulsiva y no podemos confiar en ti en ese aspecto.
-¿Tenéis miedo a que me queda embarazada?
-Por ejemplo.
-Ya viste que uso protección. Es imposible que me quede embarazada.
-No lo digas muy alto.
-Mira, llevo follando muchos años ya... Si perdí la virginidad con...
-Me da igual, Noelia. No me interesa eso.
-Te recuerdo que no fui yo la que tuvo un susto -dijo mirando hacia la puerta, dando a entender que se refería a su hermana.
-Noelia, en tu mano está dejar de ser así para no verte sola el día de mañana.
 
Dónde publicas los capítulos nuevos?
Keranos ha dicho ...

En vista a lo que va a pasar con el foro **************, lugar donde originalmente empecé a postear esta historia y donde descubrí este mundillo de los relatos eróticos leyendo a bastantes buenos autores he decidido continuar la línea que tantos están tomando, por eso me voy a mudar a este foro para continuar con la historia aquí, aunque la voy a subir al completo desde el primer capítulo.
 
Keranos ha dicho ...

En vista a lo que va a pasar con el foro **************, lugar donde originalmente empecé a postear esta historia y donde descubrí este mundillo de los relatos eróticos leyendo a bastantes buenos autores he decidido continuar la línea que tantos están tomando, por eso me voy a mudar a este foro para continuar con la historia aquí, aunque la voy a subir al completo desde el primer capítulo.
Pufff...!! Pues habrá que esperar.
 
Capítulo 108

Me dio un fuerte escalofrío, haciendo que me diera rápidamente la vuelta para mirarla. Ella estaba seria, mirándome fijamente a los ojos. Entonces se sentó en su silla, acercándola a la mía y cogiéndome las manos para acariciarlas. Me empecé a poner nervioso, aumentando los latidos de mi corazón.

-¿Qué pasa, Elena?
-Yo... Verás. El día que me emborraché y te llamé y te dije esas cosas tan feas recuerdo haberme encontrado con Alejandro.

Me mantuve en silencio, escuchándola atentamente.

-No recuerdo muy bien lo que pasó, fue antes de que te llamara. Sólo recuerdo que nos besamos.

De nuevo me quedé unos segundos en silencio, intentando asimilar lo que me acababa de decir.

-Vale, no pasa nada. Estabas borracha y bastante de bajón.
-No me acuerdo de si hablamos o qué, pero del beso si me acuerdo.
-¿Pasó algo más?
-No, solo nos dimos un beso.
-Vale, ya está. No pasa nada.
-Siento no habértelo dicho antes, pero es que no te quiero perder, Javi. Tenía mucho miedo y luego con lo que hice...
-No te preocupes, no me vas a perder.
-Me muero si te pierdo.
-No pienses en eso.
-Te has puesto a contarme estas cosas que te han pasado, siendo siempre tan sincero y yo ocultándote algo así... Pues no he podido aguantar más.
-Ya está Elena, no le des más vueltas.
-Vale, ya está.

Volvimos a ponernos a hacer nuestras cosas, con Elena poniendo su mano sobre la mía, sonriéndome, devolviéndole yo la sonrisa, dándonos también alguna caricia y beso. Al rato Elena empezó a hablar de nuevo.

-¿Y qué quería tu jefa?
-Pues no sé, pero imagino qué puede ser.
-¿El qué?
-Pues verás, el viernes estaba por aquí cerca y me dijo de quedar a tomar un café, pero yo no me fiaba mucho por lo que pasó allí, entonces le dije a Irene y a Mario que vinieran para no estar solo con ella.
-Vale, entonces ya la conocen, ¿no?
-Sí.
-¿Y qué pasó?
-Nada, fue todo bien. Irene ya la conoces, deseando hincarle el diente.
-¿Le gustó?
-Sí, bastante. El caso es que el lunes me volvió a escribir esta chica, que tenía un rato libre, que estaba estresada, que allí eran todos viejos y aburridos, y me escribió. Y se puso a tontear, que me llegó a mandar fotos de ella desnuda.
-Pero bueno...
-Bueno, también es un poco culpa mía por no pararla cuando debí hacerlo y seguirle un poco el juego.
-Vaaaaaaaya...
-Va, no te enfades. Cogimos confianza, allí eran todos de 50 para arriba, solo estábamos nosotros como gente joven.
-Ya, pero...
-Pero ya está. Está solucionado.
-A ver, ¿cómo?
-Mira, Irene y Mario se la querían follar, por lo que cuando me empezó a hablar así le seguí el rollo, aunque no quería que llegara a eso. Pero lo hice para que me dijera si le gustaban también las tías. Total, que al final parece que van a quedar los tres.
-Vamos, que has usado a Irene y a Mario para deshacerte de ella.
-Básicamente. Ellos se la querían follar y yo que me dejara, todos ganamos.

En ese momento llamó mi madre a la puerta, diciéndonos que nos dejaban solos hasta la noche.

-A ver, es normal...
-¿El qué?
-Que se fijara en ti... (dijo levantándose, poniéndose detrás de mí, abrazándome y metiendo su mano por el cuello de la camiseta para acariciar mi pecho)
-¿Sí?
-Sí, estás muy bueno...
-Eso eres tú, que me ves con buenos ojos.

Entonces se puso a besarme el cuello desde atrás. Enseguida se me puso la piel de gallina, empezando a retorcerme. A los pocos segundos tiró de mí para levantarme y empujarme hacia la cama. Era una de esas situaciones en la que Elena se encendía mucho.

-Es normal que todas las zorritas se fijen en ti. Es que mírate... Imagínate si te vieran la polla además... Es que tendría que estar quitándotelas de encima todo el día...
-Uff...
-Pero tú eres solo mío.
-Sí, de nadie más...

Elena me empezó a desnudar, haciéndolo ella también, para sentarme en la cama y arrodillarse ella, empezando a comerme la polla con ansia. Le puse la mano en la cabeza, pero ella me la quitó de un manotazo. Después me empujó para tumbarme y montarse en mi polla, notando su coño mojadísimo. Me empezó a cabalgar muy rápidamente, poniendo sus manos en mi pecho, haciendo que su culo botara, al igual que sus tetas mientras gemía muy alto. Cerré mis ojos mientras agarraba sus muslos, entonces me soltó un guantazo.

-Mírame como te follo.

Estaba un poco aturdido porque no me lo esperaba para nada, pero también me puso muy cachondo, notando como se me encendían las mejillas. Ella también estaba con chapetas por su movimiento y la excitación que tenía, que era muy apreciable. Seguía cabalgándome rápidamente mientras me arañaba el pecho y me soltaba alguna guantada más.

-¿Te gusta cómo te follo?
-Me encanta.
-¿Alguna zorrita de la que te has tirado te ha follando así de bien?
-No, nadie me folla como tú lo haces.
-Dilo otra vez.
-Nadie me folla como tú.
-Así me gusta.
-Joder...
-Lo que pasa es que te has portado mal, provocando un poco la zorra de tu jefa y te voy a tener que castigar...
-Sí, hazlo.
-Cierra los ojos.

Cerré los ojos y note como Elena paró de follarme, haciendo un movimiento, pero sin que mi polla saliera de sus entrañas. Entonces me empezó a follar de nuevo, diciéndome que siguiera con los ojos cerrados.

-Eres un poco cabrón.
-¿Por qué?
-Porque le das esperanzas a todas esas zorritas.
-No...
-¡No me contradigas! (dijo dándome un latigazo en el pecho)

De nuevo me pilló desprevenido, por lo que abrí los ojos, viendo a Elena moviéndose rápidamente encima mía, con las mejillas muy rojas y con mi cinturón en sus manos. Entonces me dio otro latigazo, sonando un fuerte chasquido, como en el que me acaba de dar.

-No te he dicho que abras los ojos.
-Perdón.
-Espabila.
-Elena...
-Hoy no soy tu Elena, soy tu ama.

Volví a abrir los ojos para mirarla, dándome ella otro latigazo, más fuerte aún y también un guantazo más fuerte que los anteriores.

-¿Te he dicho que abras los ojos?
-No. Perdona, ama.
-Te estás portando muy mal... (dijo dándome un fuerte latigazo en el pecho y otro guantazo después)
-Perdona, ama...

Entonces paró de nuevo, haciendo un movimiento similar al de antes, notando como se ponía recta después. Vi un destello y luego oí como dejaba algo en la mesita. Después volvió a follarme a la misma velocidad, estando así durante varios minutos, con gemidos muy altos. Yo gemía también, pero ella me daba guantazos para que no lo hiciera, agarrándome del cuello con fuerza de vez en cuando. De pronto paró, diciéndome que abriera los ojos. Me miró muy fijamente a los ojos, quedándonos en silencio. Estaba preciosa, con el pelo bastante alborotado, las mejillas muy rojas, respirando muy agitadamente, con muchas gotitas de sudor por todo su cuerpo y sus pezones duros. Nos quedamos así durante algunos minutos, cogiendo aire ambos mientras le acariciaba los muslos suavemente. Entonces me soltó otro guantazo, bajándose de mí y tumbando se boca arriba.

-Ahora me vas a follar tú a mí.

Me puse encima de ella y la empecé a follar, empujando ella con su mano para que me pusiera de rodillas y recto.

-Más fuerte, cabrón. (dijo dándome otro latigazo en el pecho)

La empecé a follar muy fuerte, dando ella gritos. Después pasó a gemir al ritmo de mis embestidas cuando bajaba el ritmo para descansar un poco. Ella me ponía los pies en la cara, haciendo fuerza con uno para meter los dedos en mi boca. Yo abrí la boca, empezando a chupar los dedos, lanzando ella gemidos de aprobación. Elena cerraba los ojos, pellizcándose los pezones, diciéndome que parara después y que saliera de ella. Me quedé de rodillas conforme estaba, con ella mirándome mientras su pecho subía y bajaba muy rápido. De nuevo me ponía sus pies por mí cara, cogiéndolos yo para chupárselos lentamente, con gemidos de ella mientras se acariciaba el clítoris suavemente. Después se incorporó, poniéndose de rodillas para besarme, comiéndome la boca mientras me cogía de la cara y del pelo. Entonces se puso de espaldas a mí, aún de rodillas.

-Quiero que me revientes. Haz que me corra. ¿Crees que podrás, o te tengo que pegar más?

Asentí con la cabeza, inclinándose ella para apoyarse en sus manos. Pasó su mano por debajo de su cuerpo, cogiendo mi polla y metiéndosela del tirón, lanzando un buen gemido. La empecé a follar muy fuerte, bastando unos pocos minutos para que pasara de gemir a gritar.

-Dame tu leche, cabrón. La quiero dentro de mí. (dijo gritando)

A los pocos segundos se empezó a retorcer, corriéndonos los dos casi a la vez, ella empezaba a temblar mientras gritaba y yo notaba fuertes escalofríos, dando embestidas muy fuertes a medida que saltaba chorros dentro de ella. Elena cayó derrumbada sobre la cama, siguiéndola yo sin sacar mi polla de ella. Cogí papel y se lo puse en el coño, cerrando sus piernas para que no se derramara la corrida. Estaba ida, dándole fuertes espasmos, con sus ojos cerrados, apretando su cara de vez en cuando. Yo me tumbé boca arriba, esperando a que se recuperara. Se echó sobre mi pecho, abrazándose a mí, notando como aún vibraba. A los pocos minutos se recuperó, abriendo los ojos para mirarme.

-Estoy muerta...
-Elena, me vuelves loco cuando te pones así...
-Mmm...
-Joder como me has puesto el pecho...
-Ostia, te he hecho marcas y todo...
-Da igual, me ha encantado. No me esperaba que te pusieras así.

Nos quedamos en silencio durante un rato hasta que Elena volvió a hablar.

-Oye, ¿cómo coincidiste con Ángela?
-Por Irene.
-Ah, es verdad. Seguro que se la folló.
-¿Eso crees?
-Sí, seguro que por la noche en su casa.
-Bueno, no pienses en eso.
-No, si me da igual. No es que sean como nuestra pareja ni nada así, jajajaja.
-Bueno, la otra vez te molestó...
-Pero no fue por eso, fue por dejarnos tirados. Habíamos salido los cuatro y nos hacen eso, pues me enfadé.
-Es verdad.
-Y tu jefa, ¿cómo es?
-Da igual, déjalo.
-Va, quiero verla...
-Eleeeeeena... ¿no te acuerdas de lo que pasó cuando conocimos a Ángela?
-Que ya no va a pasar más eso, Javi. Que ya sé que tú solo me quieres a mí y que te gusto como soy.
-Espero no arrepentirme de esto...
-Que noooooooo.

Cogí el móvil y le enseñé el perfil de Sofía en una red social.

-Joder, que pedazo de mujer. ¿Cuántos años tiene?
-Treinta y pocos, no recuerdo.
-Es muy atractiva.
-Irene se puso que no veas cuando la vio.
-Normal.
-Va, vamos a la ducha.

Fuimos a la ducha, para volver después a mí habitación para seguir trabajando un poco. Ambos estábamos más relajados, con un ambiente que no tenía nada que ver con el que había cuando llegamos. Ya anocheciendo, llamaron a Elena preguntando donde estaba, diciendo ella que ya iba para allá. Llevé a Elena a casa, con varias risas por el camino de ella, como si estuviera tramando algo. Cuando llegamos le pregunté que a qué venían esas risitas.

-Pues que se me ha ocurrido algo...
-¿El qué?
-Nada, por si Irene se pone como se puso cuando fuimos a la playa, ¿te acuerdas?
-¿Lo de que te arrinconó y eso?
-Sí.
-¿Qué es?
-Ya lo verás. Pero lo mismo fuerzo un poco la situación para que pase.
-Ufff. Me encanta cuando maquinas.
-Jijiji... Oye, gracias por venir a por mí y hablar las cosas.

Le cogí de la nuca y le di un buen beso, quedándose ella con los ojos cerrados, saboreando sus labios con su lengua.

-Ay, Javi...
-Venga, bájate antes de que me arrepienta y tire otra vez para mi casa.
-Jo... Ya no podemos dormir juntos...
-No vayas por ahí que ya sabemos como va a acabar esto...
-Jo... (dijo haciendo pucheros)
-¿Qué quieres, que entre a escondidas para dormir contigo...?
-Pues no estaría mal...
-Elena, piensa.
-Vaaaaale, es una locura. Pero es que quiero estar más contigo.
-Ya pensaremos algo.
"-¿Qué pasa, Elena?
-Yo... Verás. El día que me emborraché y te llamé y te dije esas cosas tan feas recuerdo haberme encontrado con Alejandro.
...
-No recuerdo muy bien lo que pasó, fue antes de que te llamara. Sólo recuerdo que nos besamos.
De nuevo me quedé unos segundos en silencio, intentando asimilar lo que me acababa de decir.
-Vale, no pasa nada. Estabas borracha y bastante de bajón.
-No me acuerdo de si hablamos o qué, pero del beso si me acuerdo."
:oops:
🫣😲😪🤦‍♂️🤦‍♂️
 
Capítulo 301

Parecía querer decirme algo, pero no le di opción, dejándola con la palabra en la boca, porque fui a ver cómo estaba Elena. Me preocupó verla irse así y suponía que necesitaba consuelo. Efectivamente, desde el pasillo, poco antes de llegar a la habitación, podía oír su llanto. En cuanto entré a la habitación, cerré la puerta y me tumbé junto a ella, levantando mi chica la cabeza para ver quién era. En cuanto me tumbé junto a ella, me abrazó con fuerza para seguir llorando en mi pecho. Me costaba mucho verla así de mal, teniendo hasta la nariz roja por la llorera. Dejé que se desahogara un poco y luego intenté calmarla con buenas palabras y cariñitos. Le dije que no se preocupara, que ya se le pasaría y que todo iría a mejor, aunque lo dudaba en realidad. Después de que se pudiera tranquilizar, fui a por algo de chocolate, que eso siempre levanta el ánimo y le encantaba. Noelia estaba viendo la televisión en el salón, pero ni yo le hice caso a ella, ni ella dijo o hizo nada cuando estuve por ahí. Volví con Elena y nos quedamos tumbados viendo una película, ambos abrazados y tapados porque ya empezaba a hacer frío por la noche. Cayó dormida antes de que acabara la película, así que apagué la televisión y me puse cómodo para dormir.

El viernes fui yo el primero en levantarme porque necesitaba ir al baño. O eso pensaba, porque vi que la puerta de Noelia estaba abierta y no estaba dentro. De hecho, hasta estaba hecha la cama. Me asomé por el salón y tampoco estaba, así que imaginé que se había marchado a la universidad, aunque aún era temprano. Regresé a la habitación y Elena ya estaba despierta, mirándome con expresión sonriente como vi en sus ojos achinados mientras seguía tapada casi hasta la nariz. Me tumbé de nuevo junto a ella y se puso sobre mí. Estaba muy mimosa. Era algo que le solía pasar, el ponerse así después de que hubiera pasado algo malo anteriormente.

-¿Ya estás mejor?
-Bueno... -dijo con ternura.
-No te preocupes, ya verás como todo va a mejor.
-Eso espero, porque no quiero estar peleada con ella.
-Ya sabes cómo es. De hecho, te diría que te prepares para ver como al final va a hacer lo que le va a dar la gana, pero bueno.
-¿Por qué es así?
-No lo sé. ¿Le has hecho algo para que sea así contigo?
-Mmm, no sé.
-¿Con tu madre también es así?
-Qué va... A mi madre le va a contestar así... Le mete un guantazo que le quita la tontería rápido.
-Pues no sé, Elena. Cuando era pequeña me dijiste que no era así, ¿no?
-Qué va, si era muy buena. Ningún problema teníamos.
-Ni idea entonces.
-Solo pasó una cosa una vez. Fue cuando yo tenía 11 años. Estaba con mi padre y ella estaba al lado. Yo siempre he sido más cariñosa que ella y con mi padre pues más aún, ya sabes cómo es.
-Ajá.
-Pues resulta que estábamos en el sofá y ella se levantó y me dio un codazo en la boca. Me hizo hasta una herida que sangraba.
-¿Y eso? ¿Celos?
-Puede. Pero es que no mostró nada más desde eso.
-¿Qué pasó en ese momento?
-Mi madre le regañó. Pero como tenía solo 5 años, no pasó gran cosa. Mi padre si la animó porque estaba un poco asustada entre la sangre y la regañina.
-¿Y tú? ¿Cómo estabas tú?
-Lloré un poquito. Era muy pequeña y me asusté también.
-Te imagino en esos días y me pongo muy contento.
-¿Y eso?
-Debías ser muy mona. Como Paula. Te imagino más o menos como ella, pero con tu cara y tal, como te vi en esa foto que me enseñó tu madre.
-Ah, jajajaja.

Nos quedamos unos breves minutos así, dándonos cariño, pero por desgracia, Elena se tenía que ir a trabajar, así que se levantó y se empezó a vestir mientras yo la miraba desde la cama. Me dio un beso cogiendo mi cara y apretándola con una mano y se despidió de manera muy dulce de mí hasta que saliera al medio día. Yo me quedé un rato más en la cama, como era usual, hasta que volvió a sonar el despertador para darme una ducha, desayunar y ponerme a trabajar. Por suerte, esa mañana me cundió bastante, al estar completamente solo y sin ninguna distracción, llegando a sacar todo lo que me quedaba para esa semana. Elena salió de trabajar acorde a su horario y fui a por ella para comer en casa tranquilamente. Después de comer algo medio rápido habiendo yo dejado preparadas algunas cosas, nos fuimos al sofá para descansar y reposar la comida. Elena miraba el reloj bastante, al igual que levantaba su cabeza para mirar hacia la puerta. Le pregunté qué le pasaba y ella me dijo que no sabía dónde estaba su hermana y eso la preocupaba, y más al haber discutido con ella el día anterior. Yo le quité importancia diciéndole que estaría comiendo fuera con gente de la facultad, o que a lo mejor estaba con Arantxa. Aun así, no se le quitó esa preocupación, por lo que le llegué a proponer llamarla para quedarnos tranquilos. Ella dijo que no, que a ver si encima se iba a enfadar más por estar encima de ella agobiándola.

Así, la llevé al trabajo después de que estuviéramos un rato descansando los dos juntos y acurrucados en el sofá. No se le llegó a quitar preocupación por lo que vi en su mirada, pero se despidió de mí con un buen beso igual, quedando en que iba a recogerla cuando acabara, esperando que fuera a la hora que debía ser. Regresé a casa sin tener mucha idea de qué hacer porque ya había acabado todo el trabajo por la mañana y estaba libre. Al final me puse a jugar un poco a la play para desconectar de esos momentos tensos vividos esos días y lo conseguí, aunque no se me quitaba de la cabeza del todo lo que podría pasar con Noelia cuando le diera por volver a casa. Pero no apareció y no sabía si eso era buena señal del todo. Estaba muy a gusto sin tener que aguantarla, pero no tener noticias de ella era preocupante, y más al ver como ya se había ido cuando me levanté tan temprano. Sobre las 8 de la tarde, Maribel me preguntaría por mensaje si podíamos hablar. Me extrañó un poco, pero le dije que sí, por lo que me llamó enseguida.

-Hola, Javier.
-¿Qué pasa, Maribel?
-Pues que me gustaría hablar contigo.
-¿De qué?
-Es sobre Noelia.
-Mmm... -murmuré pensando en si le había contado aquello tan feo que le dije.
-¿Puedes, o estás ocupado?
-Eh... Sí, sí. Estoy libre. Dime.
-¿Va todo bien por casa?-¿A qué te refieres?
-No te preocupes, Javier. Noelia ha salido a dar un paseo con su abuela para que ande un poco.
-Ah, pero que está ahí con vosotras.
-Huy... -dijo con tono de molestia.
-Eh...
-¿No sabéis dónde estaba? ¿En serio? ¿Y no os preocupáis ni nada?
-Para, para. No quiero discutir.
-¿Me puedes explicar qué pasa? Porque Noelia dice que es por la universidad, que no es lo que esperaba y que algunos profesores son muy vagos y tal, pero no me convence mucho diciendo eso, y con lo que estoy viendo, menos aún.
-A lo mejor deberías hablar con Elena de esto.
-Ella está trabajando, no puedo molestarla ahora mismo.
-Pues cuando salga de trabajar.
-No. Quiero saberlo ya. O me lo dices tú o le pregunto a Noelia.
-Vale, vale -dije pensando que Noelia podría regresar a casa peor si su madre empezaba a darle la chapa.
-Pues venga, cuenta.
-Es que Noelia lleva unos días... No sé si has visto que está como tristona.
-Sí, me he dado cuenta.
-Pues bueno... El ambiente por casa ha sido un poco hostil. Ya no estamos como en los primeros días.
-¿Qué ha cambiado?
-Noelia está más distante. No habla con nosotros apenas.
-¿Y eso por qué es?
-No lo sé. Le hemos dicho que nos cuente si necesita hablar o algo, pero no lo ha hecho.
-Javier, me da que sabes lo que pasa y no me lo quieres contar.
-¿Y por qué no querría hacerlo?
-Porque es algo que me va a sentar mal.
-Bueno, puede ser.
-Mierda. Ya han llegado. Te dejo, pero quiero que sigamos hablando.
-Vale, pero no le digas nada y no la atosigas, que es peor.

Ni siquiera me respondió, colgando. Me quedé pensando en como se me había liado la cosa sin venir a cuento, esperando que la cosa no fuera para tanto cuando Noelia volviera, pero a saber. Por lo menos Maribel no estaba tan agresiva como otras veces, y más tratándose de un tema delicado. Fue algo de agradecer, pero con ella tampoco se sabía si la próxima vez la cosa iría bien o no. Me di cuenta de que tenía un mensaje de Elena en el que me decía que teníamos que acercar a Yolanda a su casa porque había tenido un problema con su coche y su chico no podía ir a por ella. Me lo decía con tan buenas palabras, llamándome "amor mío", como ella solía hacer y enviándome emoticonos ñoños, que hasta me la imaginaba así y no le podía decir que no, aunque esperaba que la cosa no fuera tan mal, ya que en la cena en la que estuve con Elena y varios de sus compañeros, entre los que se encontraba ella, no dijo ni hizo nada malo, ni siquiera en forma de indirecta. Así que le contesté afirmativamente y al poco fui a por ellas, porque me dijo que ese día había sido muy tranquilito y no tendrían que echarle más tiempo. Aparqué donde siempre y vi a ambas salir hablando normalmente, entrando al coche. Elena me dio un beso, como siempre, aunque de manera más cariñosa. Yolanda saludó de forma normal, cosa que agradecí. Le devolví el saludo y nos pusimos en marcha para ir a su casa y dejarla. Como nos pillaba de camino, paré en la nuestra para dejar a Elena, pero ella me dijo que siguiera, por lo que reanudé la marcha. En todo el viaje, Yolanda apenas habló, comentando alguna cosa del trabajo con mi chica, preguntándome también cómo me iba en el trabajo y poco más. La dejamos y nos despedimos de ella, quedando ambas en verse el lunes.
 
Capítulo 302

-¿Qué le pasa a ésta? -pregunté ya de camino.
-Nada, que está más calmada.
-Ah... ¿Y eso? En la cena del otro día tampoco dijo gran cosa. Y eso que me has dicho varias veces que los tiene a todos bien derechos.
-Pues porque he hablado con ella. La tengo medio controlada.
-Am.
-Le he dicho que no puede ser así con la gente. Que puede que algún día se tope con alguien no tan paciente y la mande a la mierda o algo peor.
-Ajá.
-También es que es por lo del bebé. Está un poquito tocada con eso.
-Joder, ¿tan mal va la cosa?
-Es que no cuaja el asunto. Dice que van a consultar con profesionales.
-Pues seguro que así podrán.
-Pues eso, que está más calmadita. Tampoco quería dar lugar a dejaros solos por si se crece. Por eso he venido con vosotros.
-Cómo me cuidas...
-A ti, lo que haga falta.
-¿Pero todo va bien con ella?
-Claro, si viene todos los días a por mí por la mañana para ir a trabajar.
-¿Y en la oficina coincidís, o ya no tanto?
-Sí, ambas hemos ascendido a la vez, pero estamos en proyectos diferentes. Aun así, la veo mucho.
-Ah, vale. Es que me daba la impresión de que te habías alejado de ella por mí, o por lo que pasó con Irene. Y ya sabes que te dije que no quería que hicieras eso. Ella es un apoyo importante para ti y no te quería quitar eso.
-Sí, cariño, tranquilo. No es nada de eso.
-Vale, genial.
-Mira, si hoy me ha notado un poco callada y me ha preguntado. Le he contado lo de mi hermana.
-¿Y qué te ha dicho?
-Que tenga paciencia. Solo hemos hablado de eso 5 minutos, en un descanso.
-Bueno, no me parece un mal consejo.
-Oye, ¿sabes algo de mi hermana?
-Ah, sí. Está en tu casa. Me ha llamado tu madre para hablar conmigo porque la ha notado un poco...
-Buah... Ya hay lío.
-Más o menos. Pero bueno, no hemos podido acabar de hablarlo porque tu hermana ha llegado a casa y ahí se ha quedado la conversación. Aunque se huele algo, no es tonta.
-Mi hermana saliendo... Qué raro.
-Había sacado a tu abuela a dar un paseo.
-Ah. Pues podría haber avisado de que se iba, ¿no?
-Bueno, a lo mejor quiere unos días para desconectar, sin tener contacto con nosotros.
-A ver si hay suerte y viene de mejor humor...
-Tú madre querrá hablar contigo.
-Uff... Yo paso, la verdad. Bastante tengo con aguantar a mi hermana en este plan como para ahora también tener que aguantar a mi madre.
-Eso ya se lo dices tú.

Llegamos a casa y cenamos tranquilamente, esta vez pidiendo algo para comer a domicilio. El resto de la noche estuvimos echados en el sofá. Elena estaba reventada y no quería hacer nada que pudiera perturbar su descanso, por lo que nos fuimos a la cama después de eso, pero para descansar. Aun así, Elena estaba aún ñoña y buscaba cariñitos continuamente, dándoselos yo de buena gana, al igual que hacía ella conmigo. Al poco de estar en la cama viendo la tele, ella se quedó dormida y yo la seguí al poco mientras miraba su preciosa cara.

El sábado siguieron esos mimitos con los que Elena no paraba en esos días, aunque había más que de costumbre y ese que hacíamos 7 meses juntos como pareja. Nos pegamos como una hora con besos y caricias en la cama, hasta que Elena me dijo que se iba a levantar, pero que yo siguiera descansando un poco más. A la media hora o así, acudió con una bandeja en la que traía bastante desayuno para los, sentándose a mi lado con su espalda en el cabecero de la cama para desayunar ambos juntos viendo la tele. Mientras lo hacíamos, optamos por celebrarlo de manera más relajada aprovechando que íbamos a estar solos en casa. Elena se quedaba pensativa, como si estuviera pensando en hacer algo para ese día. Yo la miraba sonriendo, porque estaba preciosa, aún con cara de adormilada y su pelo despeinado. Tras acabar de desayunar, nos quedamos un rato más en la cama para luego levantarnos y darnos una ducha y hacer un día más normal que otra cosa. Eso sí, con muchos mimitos durante todo el día.

A media tarde, Elena me dijo que iba a la cocina porque quería preparar una buena cena para la noche, así que me quedé un buen rato solo jugando a la play para matar el rato. Antes de que acabara, Elena me dijo que me vistiera como si fuéramos a salir, pero no lo íbamos a hacer. Le hice caso y me puse unos vaqueros y una camisa, esta vez sin remangar porque ya hacía más fresco. Siempre que me veía en camisa ponía una sonrisa muy bonita en su cara, pasando a morderse el labio. Luego, una vez acabé yo, Elena fue al baño para darse otra ducha rápida, porque al estar cocinando durante tanto tiempo se le habían pegado los olores y quería estar presentable. Como es usual en las chicas, se demoró bastante entre la ducha, arreglarse y peinarse, pero fue algo que vino bien para ir haciendo hambre. Cuando vino al salón me quedé sin habla. Estaba espectacular, con un top negro de tirantes, llevando sobre él una cazadora vaquera y una falda abotonada que le llegaba a medio muslo, sin medias, acabando su atuendo con unas sandalias con algo de plataforma y tacón. Como era normal en ella, llevaba un ligero maquillaje muy bonito y su pelo alisado.

-Qué detalle... -dije acercándome a ella para darle un beso muy tierno.

Elena me miró con una pequeña sonrisa y sus ojos muy vivos, brillantes y vibrantes.

-¿Crees que no me he dado cuenta de que llevas el mismo conjunto de la fiesta en la que...?
-En la fiesta de la que me acabé enamorando de ti.
-El día en el que más suerte tuve en mi vida.

Elena estaba embobada mirándome. Yo opté por cogerla en brazos para quedar cara a cara y poder mirarnos mejor. Daba hasta miedo la manera en la que Elena me miraba, parecía que estaba congelada.

-Elena, me estás asustando con esa mirada, jajaja.
-Estoy grabando este momento en mi mente para siempre.
-Ah... Joder.
-¿Sabes esos recuerdos en los que se te viene el olor y sensaciones?
-Sí.
-Pues quiero que este sea uno de esos.
-Yo tengo así muchos contigo.
-Yo también. Y espero tener muchos más.
-Seguro que sí.

Nos sentamos en la mesa para cenar esa comida tan excelente que había estado preparando Elena durante casi toda la tarde. Me hizo mi plato favorito y alguna cosa más para picar. Durante la cena estuvimos hablando muchas cosas, en general comentando momentos de nuestra relación, aunque sin llegar a sacar los problemas, solo los buenos recuerdos, centrándonos en la fiesta aquella en la que al final Elena se acabó enamorando de mí por haberle echado una mano para lidiar con su ex y por lo que hice cuando nos fuimos al tratar de animarla y hacérselo más llevadero, acabando en esa noche de sexo tan intenso.

La sensación que tenía en ese momento era la de tranquilidad. Notaba que llevábamos bastante sin estar así de tranquilos, sin tener que estar pendientes de nada más que de nosotros. Imaginé que Noelia estaba de mal humor como para irse a su casa, porque estaba seguro que, si le hubiera pedido dejarnos solos, no lo habría hecho solo por joder. También me recordó a cuando empecé a salir con Elena. Esa sensación de querer estar pegado a ella todo el día, de incluso nerviosismo cuando se me quedaba mirando...

Cuando acabamos de cenar, lo llevamos todo a la cocina, aunque no quisimos limpiarlo, lo dejamos para el próximo día. Optamos por irnos al sofá para empezar a besarnos con mucho cariño, pasando a besarnos con más intensidad conforme pasaban los minutos, devorando nuestras bocas en los momentos finales cuando ella se subió encima de mí con una pierna a cada lado. Para acabar, Elena se puso a besar mi cuello durante unos minutos, provocando los escalofríos de siempre en mí. 7 meses después, ella se seguía riendo como el primer día cuando originaba esas sensaciones en mí que incluso hacía que se me endurecieran los pezones, manoseando mi polla por encima de la ropa.

Ya no pude aguantar más y la llevé en brazos a la habitación mientras ella me seguía besando el cuello. Nada más llegamos a la habitación, ella se bajó de mí y cerró la puerta, echando el pestillo. Dijo que era por si acaso y que no quería que nadie perturbara nuestro momento, por lo que pusimos también los móviles en silencio. Seguimos con los besos y los tocamientos en la cama, ambos tumbados, estando solo en ropa interior. Yo con unos boxers azul marino y ella con un conjunto de ropa interior negra de encaje. Le pregunté en forma de susurro si era el mismo conjunto que usó aquella noche en la fiesta, pero ella contentó negativamente, diciendo que era otro parecido, comentando después lo sorprendida que estaba por ver cómo me acordaba de tantos detalles. Ambos nos moríamos de ganas por empezar, pero ella más todavía cuando tras desnudarnos, se puso sobre mí de nuevo con una pierna a cada lado, sentándose sobre mi polla para apretarla contra mi barriga.

-Quiero hacer el amor contigo durante toda la noche.

Me quedé mirándola bastante embobado al verla como me miraba ella con esos ojos que desbordaban pasión y amor. Otra vez que se me erizó la piel y ella se rio al darse cuenta. Después estiró su cuerpo para dar la luz de la mesita y así poder vernos menos. Tras ese gesto, Elena gateó hacia atrás para ir dándome besos por el pecho, bajando hasta mi pubis, besándolo también. Después siguió con los besos por mi polla, empezando ésta a palpitar. Elena reía de esa manera dulce en la que llevaba haciéndolo durante toda la noche. Parecía llevar el punto de alcohol, pero es que no lo habíamos probado. Tras esa breve risa empezó una mamada con mucho cariño que, al igual que con los besos, cogió más ritmo hasta tal punto que Elena se la empezó a tragar entera después un buen rato mamando con mucha baba. Le tuve que decir en varias ocasiones que parara, porque me iba a correr y no quería hacerlo aún. Por fin me soltó, quedándose de rodillas, sentada sobre sus talones, apoyando sus manos sobre sus muslos y mirándome con una sonrisa preciosa y tierna. Al verla así, tiré de ella para ponerla sobre mí y besarnos, pero aún no íbamos a follar.

-Ahora me toca a mí -dije poniéndola boca arriba.
 
Capítulo 303

Al igual que hizo ella, empecé a besarla desde el cuello, bajando por todo su cuerpo. Lo malo era que Elena tenía cosquillas por el cuello, por eso era difícil mantener el momentum cuando la besaba ahí, ya que se empezaba a reír y se retorcía. Pero fue algo breve, porque bajé besando sus pechos, parándome en sus pezones, los cuales ya estaban bastante duros. Empecé a lamer y a mordisquear mientras mi chica se derretía. Siempre me ha llamado la atención como los pezones de las chicas son zonas tan erógenas, llegando a ser similar a cuando le estimulas abajo, aunque había visto a chicas con los pezones más sensibles, como Ángela. Ella sí que era sensible en esa zona y se derretía. Aun así, Elena también lo hacía cuando se las comía, sobre todo al darle mordiscos, murmurando de manera empalagosa, llegando a ronronear. Cuando me despegué de sus tetitas levanté mi cabeza para mirarla, viendo como se estaba mordiendo el labio, estando con sus ojos cerrados. Los abrió y me miró, sonriendo otra vez de manera dulce. Yo seguí a lo mío, besando su barriga y sus caderas, pasando a su pubis. Elena me acariciaba el pelo mientras emitía sonidos dulces. Sin demorarme más pasé a lamerle su rajita, ganándome los primeros gemidos de manera instantánea.

Pensé en hacerla sufrir un poco y pasé a besarle los muslos, gimiendo ella de manera enfadada, como si la estuviera chinchando por haber parado. No le hice caso porque me gustaba mucho besar todo su cuerpo, por lo que seguí a lo mío bajando por sus piernas hasta llegar a sus pies. Como siempre, ella se medio alertó. A esas alturas y aún se ponía algo tensa, como si alguien nos estuviera viendo o como si estuviéramos haciendo una locura. Lo bueno era que siempre se dejaba llevar, sobre todo al mirarnos fijamente. Lo que no fallaba tampoco era el enrojecimiento que tomaban sus mejillas. Estuve durante unos segundos lamiendo y besando, metiéndome sus dedos en la boca para calentarla más, y vaya que si lo hice, porque para mí desgracia, me pidió que la follara sin esperar más. Y digo desgracia porque yo también disfrutaba de su fetiche bastante y hubiera querido seguir haciendo aquello, pero ella se encendía de tal manera que había que follarla sí o sí.

Tiró de mí, obligándome a quedar sobre ella, cogiendo ella misma mi polla para restregarse un par de veces, notando yo lo mojada que estaba, para después metérsela sin ningún cuidado, lanzando un gemido alto.

-Elena, que te vas a hacer daño.
-No -dijo con voz entrecortada-, quiero que me folles bien.
-¿Pero no querías hacer el amor?
-Eso después. Ahora fóllame bien. Me conoces de sobra y ya sabes lo que pasa cuando juegas con mis pies.
-Con tus preciosos pies.

Elena gimió de nuevo y empezó a mover sus caderas para iniciar la follada pese a que ella estaba debajo y yo arriba. Tan cachonda estaba que no tardó nada en correrse, ni 5 minutos. Yo me movía lentamente, pero ella provocaba más roce al mover sus caderas, agarrándose con sus manos a mis costados. Cuando empecé a embestir de manera más contundente, ella se estremeció y dio un grito, tirando de mí para abrazarme con fuerza, aunque no era lo único que hacía con fuerza, pues me apretó la polla con su coñito con tal fuerza que tenía la sensación que la tenía envasada al vacío pese a los fluidos que empezó a segregar, aunque sin llegar a chorrear como en otras ocasiones. Elena empezó a respirar de manera acelerada, empezando su larga y tan necesaria recuperación cuando tenía un orgasmo. Me quedé sobre ella durante varios minutos, esperando a que se calmara mientras notaba como casa vez me iba apretando menos hasta que dejó de hacerlo. Me eché a su lado ella se echó ligeramente sobre mí medio riendo y gimoteando, pasando a acariciarme el cuerpo, aunque bajo rápidamente a mi polla para empezar a pajearla estando bien lubricada tanto por sus babas, como por sus fluidos.

-Dios mío... Cómo me pones.
-Ya te veo, jajaja.
-Es que es mi punto débil. Cuando me haces eso no hay vuelta atrás.
-A mí me encanta hacerte eso. Ya lo sabes.
-Sí. No sabes lo que disfruto que me des placer de esa manera.
-Ya te he dicho que he aprendido a disfrutar de esto contigo. Lo que me hace gracia es que aún te pones roja cuando lo hago.
-Pero es por la excitación.
-Ya... Que te conozco, Elena... Jajaja.
-Vale, aún me da un poquito de vergüenza, lo reconozco.
-Pues no lo entiendo, y más a estar alturas llevando ya 7 meses.
-Ya se me irá. Pero no quiero que dejes de hacérmelo.
-Ni yo quiero dejar de hacértelo.

Nos empezamos a besar de nuevo para luego seguir jugando más intensamente, con sexo oral para ir calentando, aunque ya estábamos muy calientes. Elena comenzó a chuparme la polla, pero yo necesitaba también saborearla, por lo que acabamos haciendo un 69 durante bastante tiempo. Tras ese juego empezamos a hacer el amor como ella quería. Durante todo el tiempo que estuvimos haciéndolo, los movimientos eran lentos y pausados, llegando a tener más ritmo e importancia los besos por momentos. Aun así, fueron muchos los orgasmos que nos arrancamos el uno al otro. A veces queriendo al apretar ligeramente el ritmo y algunos sin querer, sobre todo al final cuando ya nos costaba más controlar las sensaciones debido a la sensibilidad que teníamos a esas alturas. Algo que me sorprendió fue que Elena tenía los suyos, pero seguía con ganas de más, siendo una de las veces que más sexo había tenido con ella en cuanto a duración se refiere. Y es que hasta me llegaba a pedir que siguiera muy lentamente una vez alcanzaba uno para probar qué podría sentir.

Yo siempre llevaba cuidado de no hacerle daño o no pasarme con la intensidad en esos momentos en los que esa ola de placer alcanzaba su cuerpo. Ella también me provocó tales sensaciones, siendo los últimos orgasmos raros, porque me producía un placer diferente, con agudos punzazos que hacía que se me pusiera el cuerpo en tensión, soltando ya poco, como si mi cuerpo me estuviera pidiendo descansar. Conforme más orgasmos teníamos, más nos costaba recuperarnos, llegando a estar ambos con el corazón muy acelerado, aunque no dejábamos de besarnos. Ya, siendo pasadas las 7 de la mañana, dijimos de parar, porque estábamos realmente cansados y necesitábamos dormir. Nos quedamos conforme estábamos, desnudos, sin darnos ni siquiera una ducha y caímos enseguida.

Como era de esperar, el domingo despertamos muy tarde, siendo ya pasadas las 3 de la tarde incluso. Ambos estamos bien apesar de la noche que nos pegamos, diciéndome Elena que no se notaba el cuerpo tan sensible como otras veces. Imaginábamos que se debía a la intensidad entonces, en lugar al número de orgasmos, aunque nos resultó curioso igualmente. Pedimos algo de comer mientras cambiamos las sábanas y recogíamos lo de la cena del día anterior. Al final entre recoger un poco, esperar la comida y comer se nos hicieron casi las 5 de la tarde. Ya estando todo recogido dijimos de darnos una ducha, pero Elena estaba aún muy mimosa y preparó un baño con sales para que estuviéramos juntos para relajarnos. Y así fue después de que Elena preparara el baño con algunas velas, música y demás. Nos metimos y estuvimos un buen rato a remojo con caricias y besos. Pero Elena, además de mimosa, estaba con ganas de más, empezando a besarme el cuello mientras ronroneaba.

-¿Quieres...? -dije mientras me estremecía.
-Jijijiji... Sí.
-Ufff... Vaya finde nos vamos a pegar...
-Hay que aprovechar. ¿Tú no tienes ganas?
-Compruébalo... -dije llevando su mano hasta mi erección.

Elena se rio de manera dulce y juguetona y empezó a pajearme mientras yo le amasaba el culo, tocándole su rajita con mis dedos. Después de estar con ese toqueteo durante un rato se subió encima de mí para montarme, clavándose mi polla despacio, empezando a cabalgarme, aunque lentamente. Nos mirábamos a los ojos y nos dábamos algún pico para no perder detalle de nuestras miradas. Era un poco incómodo porque me escurría hacia adentro y tenía que incorporarme cada poco tiempo, pero Elena vio la solución, pidiéndome que me sentara en el poyete de la bañera, el cual quedaba a un metro de altura más o menos y ahí que si teníamos mejor postura, volviendo ella a montarse encima de mí para retomar la follada. Lo hacía de manera muy sensual, moviendo sus caderas y su culo hacia delante y atrás mientras subía y bajaba. Nos empezamos a dar un beso muy empalagoso hasta que ella echó su cara sobre mi hombro. Yo di un respingo, no porque me hiciera cosquillas ni nada por el estilo. Fue porque al abrir los ojos me encontré a Noelia en la puerta, la cual ya no estaba entrecerrada, sino abierta del todo. La luz de las velas era lo suficientemente potente para ver cómo tenía sus ojos clavados en nosotros, mirando como mi polla entraba y salía del coño de su hermana.

-¿Qué pasa, mi amor? ¿Te ha dado frío? -preguntó al notar mi respingo.
-Sí, eso es -respondí abrazándola para que no se despegara de mí y pudiera ver a su hermana.
-Acabamos y nos volvemos a meter, ¿vale?
-Ajá.

Miré a Noelia, quien estaba como una estatua. Parecía estar congelada por no moverse y no cambiar su expresión. Tan mal rollo me estaba dando que cerré los ojos para intentar quitarme de la cabeza esa imagen, pero me estaba costando trabajo hacerlo. Elena por su parte, estaba disfrutando de aquel sexo improvisado y tan aparentemente agradable para ella por sus gemidos y besos por mi cuello y hombro. Tras unos minutos, volví a abrir los ojos y lo que me encontré no fue tranquilizador precisamente, ya que Noelia seguía ahí, pero ahora estaba con sus pantalones y bragas a medio muslo, tocándose el coño en movimientos circulares mientras no dejaba de mirarnos. Era hasta perturbador ver su expresión, siendo como la de antes mientras se tocaba viendo a su hermana tener sexo, pero imaginaba que no se estaba centrando en ella precisamente y más cuando pasó a clavar su mirada en mis ojos. Volví a cerrarlos y cogí el culo de Elena para dirigir la penetración y que terminara rápido para acabar con esa situación cuanto antes. Por suerte, se acabó corriendo con un alto y largo gemido mientras apretaba su abrazo y su coñito, con alguna sacudida de su cuerpo. Pocos segundos después de su orgasmo se salió de mí y se escurrió por la bañera para meterse en el agua y relajarse ahí. Yo la seguí porque ahora sí que me estaba dando frío, rellenando la bañera de nuevo con más agua caliente. Por suerte, Noelia ya no estaba cuando su hermana se volvió a meter en la bañera, cosa que fue de agradecer, porque buena se hubiera podido liar.

-Mi amor, tú no has acabado.
-No importa.
-¿Cómo que no? ¿Quieres que te...?
-No. Está bien.
-¿Pasa algo?
-No, no es nada.
-¿Estás cansadito por tanto sexo?
-Seguramente sea eso. Anoche me exprimiste muy bien.
-Jejejeje. Sí. Vaya noche nos pegamos.
-Estoy seco. Necesito descansar para volver a la carga.

Nos quedamos un rato más en la bañera mientras yo acariciaba la espalda de Elena sin poder quitarme la imagen de Noelia de la cabeza. Nos aclaramos y salimos de la ducha, yendo a la habitación para vestirnos. Cuando fuimos al salón, ahí nos encontramos a Noelia, tumbada en el sofá viendo la tele.
 
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