Keranos
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Capítulo 197
Me desperté poco antes de las 9 para llegar tarde intencionadamente a casa de Elena después de ducharme y desayunar. Cargué mi maleta en el coche y fui a su casa, aparcando en doble fila para que no se alargara la cosa. La avisé por mensaje y salió. Estaba preciosa, con un vestido corto azul estampado con pequeñas flores blancas, unas sandalias y un pañuelo blanco anudado como cuando íbamos a la playa. Su madre salió detrás diciéndole que si necesitábamos algo, que la llamáramos. Le dio un beso y volvió a entrar en su casa. Por fin podía saludar a Elena con un buen beso, cogiéndola en brazos poniendo las manos en su culo. Cuando la bajé la abracé con fuerza, bajando mis manos de nuevo hasta su culo, metiéndolas por debajo del vestido para tocárselo.
-Javiiiii...
-Elena, estoy muy tontorrón...
-Jejejeje. Anda, vamos al coche.
Cargué su maleta al coche y nos montamos, mirándola yo mientras ella me sonreía.
-Vamos, ¿no?
-Ahora mismo solo tengo ganas de comerte entera.
-Pues vas a tener que esperar un poquito, mi amor.
-Uff... ¿Tú no estás cachonda?
-Sí, pero...
-Pero, ¿qué?
-Pues que ayer me alivié, por eso estoy más tranquilita.
-Anda...
-Hombre, me envías esa foto y... Pues cogí mi consolador, que se parece bastante y madre mía...
-¿Te corriste bien?
-Mucho. Pero no tanto como cuando me follas tú.
-Joder cuando te pille...
-Jajajaja. Pero no te vengas muy arriba, que mañana tenemos que estar a la altura.
-Jajajaja, que mala eres...
-¿Yooooo? Si soy una niña muy buena...
-¿Sí? (dije acariciando su cara, pasándole el pulgar por los labios)
-Ajammm... (dijo con cara y tono de niña buena, poniéndome ojitos y chupando el pulgar de manera muy sensual)
-Pfff... Para, para. Que me pones malísimo cuando haces eso.
-Jejejeje.
Nos dimos un buen beso, aunque rápido y nos pusimos en marcha para ir a nuestro nuevo hogar. Lo primero que hicimos fue ir a la inmobiliaria. Elena fue quien habló con la chica que nos atendió, aportando todo lo necesario y llevando la voz cantante. De hecho, yo no dije palabra alguna. La veía muy segura y atenta al hablar. Estaba sorprendido en cierto modo por el contraste entre ese comportamiento tan seguro y su manera de ser tan sensible que había manifestado sobre todo esos últimos días. Cuando acabamos salimos y nos montamos en el coche. Yo me mantuve bastante callado, mirando como ella no paraba de hablar, llena de emoción y alegría, con una sonrisa de oreja a oreja. Cuando llegamos cogimos las maletas y entramos. Dejamos las maletas en la entrada y fuimos hasta el salón. Elena se puso justo en la mitad, con sus brazos en jarra, mirándolo bien. Después se dio la vuelta y yo ya no pude aguantar más y me lancé a por ella.
La cogí en brazos, lanzando ella un gritito de sorpresa y le empecé a comer la boca con mucha ansia mientras ella reía con tono juguetón. La senté sobre la mesa del salón y le agarré la cara para seguir comiéndole la boca pasando ella de esa risa juguetona a un murmuro algo empalagoso, como si se estuviera derritiendo. A los pocos segundos bajé mi mano hasta sus braguitas, notándolas bastante húmedas y calientes. Ella lanzó un gemido pequeño al notar el contacto de mis dedos con su sexo por encima de la tela. Me separé de su boca para mirarla fijamente a esos ojos castaños, tan oscuros que casi parecían negros. Los tenía muy abiertos y le brillaban. Ella los movía, mirándome a ambos ojos, a toda velocidad. Rápidamente empecé a sentir calor por la cara, sobre todo por las mejillas y entonces le pasé mi pulgar por los labios, solo acariciándoselos, para luego pasarle el pelo por detrás de la oreja. Ella se relamió y después se mordió los labios. Le di otro rápido beso y la tumbé sobre la mesa, levantando sus piernas para apoyarlas sobre mi pecho, con sus pies en mis hombros. Elena me miraba con cara de excitación, pero con una sonrisa muy bonita, juntando sus manos sobre su barriga, entrelazando sus dedos. Yo le devolví la sonrisa, empezando a besarle las piernas mientras acariciaba sus muslos, subiéndole el vestidito hasta las caderas.
-Mmm... Qué cariñoso.
-Estoy muy caliente, pero me miras con esa sonrisa y me derrito.
-Oooooh...
-Te quiero. (susurré)
Elena emitió un sonido muy encantador, cerrando sus ojos y aumentando el tamaño de su sonrisa. Pero yo estaba muy caliente y quería empezar a follarla, por lo que decidí ir por la vía rápida para que se encendiera tanto como lo estaba yo. Le quité las sandalias para coger sus pies y empezar a besarlos y lamerlos muy lentamente. Ella reaccionó respirando con fuerza, como si se hubiera llevado un susto. Me miró a los ojos, negando ligeramente con la cabeza mientras seguía sonriendo. Al empezar a jugar con sus pies así, con ese cariño y ternura, se le borró ese gesto de la cara rápidamente, pasando a poner cara de vicio, mordiéndose el labio, empezando a suspirar y a ponerse roja. Sin esperar más, le bajé el vestido por la parte del pecho para dejar sus tetas al aire, viendo que no llevaba sujetador, como bien supuse al notar sus pezones tan marcados bajo él. Después aparté sus braguitas a un lado, notando antes que estaban chorreando, con una mancha grande que oscurecía el color de la tela.
Me saqué la polla y le empecé a acariciar, aumentando ella esos suspiros al respirar más fuerte. No necesitábamos más lubricación, por lo que se la metí del tirón, aunque no muy fuerte para no hacerle daño. Ella gimió roncamente y yo empecé a embestirla con fuerza. Ese gemido ronco inicial se convirtió en una serie de gemidos altos que cada vez se hacían más agudos. Quería reventarla de lo cachondo que estaba en ese momento, por lo que no le demoré mucho en abrazar sus muslos y clavarle la polla a gran velocidad y con mucha fuerza mientras agarraba los dedos de uno de sus pies con mi boca, chupándoselos, acariciándome ella la cara con el otro, viendo también como sus tetas subían y bajaban por el movimiento tan brusco con el que la estaba empalando. Llegó un punto en el que a mí me encendía también jugar con sus pies, disfrutándolo casi tanto como ella, porque cuando lo hacía sentía un calor por el cuerpo y un estado de excitación superior a cuando no lo hacíamos.
Elena no tardó nada en correrse, con un sonido a chapoteo bastante alto. Estaba empapadísima, empezando a darle espasmos. No llegó a lanzar esos chorros que lanzaba cuando la estimulaba bien con los dedos, pero sí que era algo parecido porque tanto su sexo, como el mío estaban empapados con un líquido no muy viscoso, prácticamente igual al que lanzaba. Paré cuando empezó a retorcerse de esa manera mientras apretaba sus puños y ojos con mucha fuerza, porque no me quería correr aún. Vérselo así de empapado me incitó a ponerme de rodillas y quitarle las braguitas y subirle más su vestido, hasta la altura de su ombligo, acercando mi cara a su coñito para atraparlo con mi boca y saborear esos flujos tan deliciosos que segregaba. Esta vez sí que respiró de forma asustada, cogiendo mucho aire mientras daba un bote, intentando apartar mi cara de su entrepierna. Yo murmuré, cogiendo sus manos para apartarlas y que me dejara hacer, acariciándole las tetas, pellizcando ligeramente sus durísimos pezones.
-Cariño, estoy muy sensible... (dijo retorciéndose)
-Es que estás tan rica que no puedo resistirlo...
Elena se rio fuertemente al decirle eso.
-¿Qué pasa?
-Nada, es que tienes la cara empapada, te chorrea la barba, jajajaja.
-Te ríes de mí, ¿no? (dije haciéndome el ofendido)
-Nooooo...
-Vamos a ver quién chorrea ahora...
-Javi, espera...
Sin dejar que me dijera nada más me levanté, metiéndole los dedos en el coño y estimulándole el punto G. Ella dio un grito fuerte cuando empecé, empezando a pedirme que parara, pero yo no lo hacía. Seguí estimulándole a buen ritmo mientras ella me agarraba con fuerza el brazo con el que lo hacía, llegando a hincarme las uñas, intentando apartarlo, pero yo estaba empeñado en hacer que se corriera. Y parecía que estaba cerca, porque de nuevo oía ese sonido a chapoteo que precede esa explosión dentro de su cuerpo que se manifiesta de esa manera tan increíble. Y así fue. Elena encorvó su cuerpo, levantando su culo al apoyar sus pies en el filo de la mesa, empezando a lanzar chorros muy fuertes al sacar yo mis dedos y acariciarle el clítoris rápidamente.
-¡¡JAVIIIIIIIII!! ¡¡PARA, QUE ME MUERO!! ¡¡AAAAARRRGGGGGG!!
La solté, dejando de tocarla para que se tranquilizara mientras su cuerpo daba botes sobre la mesa de los espasmos tan fuertes que le estaban dando. Yo la miraba pajeándome a buen ritmo, aunque controlando mi orgasmo para lo correrme aún. Cuando vi que los espasmos eran más ligeros y que no convulsionaba le empecé a besar los muslos, dando ella un respingo, gimiendo con tono de lástima. Mi respuesta fue darle la vuelta para ponerla boca abajo y besarle y mordisquearle el culo, pasando después a abrirle los cachetes para comérselo. Elena lanzó un gemido muy largo y sensual en forma de murmuro, diciendo después de forma bajita:
-Ay, Javi... Qué cosas me haces...
-¿Qué te hago?
-Matarme de gusto.
-¿Sí?
-Siiiii... (dijo en forma de gemido)
-Tengo muchas ganas de follarte el culito.
-Pues hazlo, mi amor.
-Pero no tenemos el lubricante, ¿no?
-No... Como íbamos a follar mañana en casa de Isa, lo he dejado en mi casa para llevárnoslo...
-Uff... Qué lástima.
-No importa, corazón. Cómemelo un poco más y usa los dedos como siempre haces. Estoy muy cachonda, no creo que haya problema por no usar lubricante.
-Vale, pero poco a poco. Si te duele, me dices.
-Ajammm...
Le seguí comiendo el culo a Elena mientras ella gemía muy sensualmente. Como ella dijo que hiciera, empecé a jugar con su culo, metiendo mis dedos, primero uno y después de un rato el otro, dando de sí su agujerito para que no le doliera cuando dijera de follarla. Después de un buen rato jugando me puse de pie, acariciando su ojete con mi polla.
-Mmm...
-¿Te gusta?
-Me encanta. Me vuelves loca cuando juegas con mi culo y me lo follas. Me encanta como me cuidas para que no me duela.
-Tengo que cuidar a mi niña.
-Siiiii.
Reanudé mis caricias en su culo con la punta de mi polla, haciendo algo de presión, pero sin llegar a meterla, murmurando ella. Estuve así unos segundos, acariciando y empujando sin llegar a meterla hasta que empecé a hacer más fuerza, metiendo el glande. Elena lanzó un gemido un tanto raro, como de molestia, aunque también transmitía placer.
-¿Todo bien?
-Ajammm...
-¿Sigo?
-Sí. Despacito.
Me mantuve quieto durante unos segundos, acariciando sus cachetes mientras esperaba que se relajara y dejara de hacer fuerza. Una vez se acomodó, empecé a meterla despacio, muy poco a poco, sacándola, pero cada vez menos y cada vez metiéndola más hasta que se la metí por completo.
-Que rico, mi amor... Cómo te siento...
-¿Te gusta?
-Mucho.
Empecé una follada a buen ritmo mientras la agarraba de las caderas y ella gemía al ritmo de mis embestidas, pero a los pocos minutos Elena me pidió que parara, porque quería ponerse boca arriba para verme follarla. Me salí de ella y se dio la vuelta, escupiéndome en la polla para volver a metérsela por completo mientras ella apoyaba sus piernas en mi cuerpo de la misma manera que en la follada anterior. También, de la misma manera que antes. Cogí uno de sus pies y me lo llevé a la boca para chupárselo, intensificando ella sus gemidos.
-Más fuerte... (dijo con una dulce voz, de manera entrecortada)
Empecé a embestirla con el mismo ritmo con el que la embestía en el anterior polvo. Elena se empezó a tocar, metiéndose los dedos a buen ritmo.
-Javi, mi amor... Estoy ya casi...
-¿Sí?
-Ajammm...
-Yo también estoy casi.
-¿Te corres conmigo? (preguntó con una voz muy dulce y encantadora)
-Claro, mi vida.
Apreté un poco más las embestidas hasta que Elena se empezó a correr, con ese sonido a chapoteo de nuevo. Sacó sus dedos de su coño para tocarse el clítoris muy rápidamente haciendo movimientos circulares. Otra vez se corrió a chorros, aunque no fueron como en su corrida anterior, ni mucho menos. Ahora eran más finos y pequeños, recordándome mucho a los primeros que hizo en su día la primera vez que se corrió así. Al notar su orgasmo yo también me empecé a correr, notando un latigazo que atravesó toda mi espalda hasta mi nuca, pasando a mis hombros y mis brazos, vaciándome dentro de su culo, notando una punzada de placer con cada chorro que atravesaba mi polla. Una vez ambos acabamos de corrernos, cogí las piernas de Elena con fuerza para cerrarlas y abrazarme a ellas, esperando que se nos pasara a ambos ese éxtasis, sobre todo el suyo, que era mucho más prolongado que el mío. De nuevo tenía esos espasmos, estando también con los ojos muy apretados y su respiración muy alterada y acelerada.
Una vez nos recuperamos nos miramos y nos empezamos a reír. Me incliné para besarla y ella me recibió encantada, abriendo sus piernas y abrazándome con ellas, apretando para no dejarme escapar.
-Pues ya hemos estrenado la casa, jajajaja.
-Jajajajaja... Ay, Javi... Estoy muerta.
-¿Por qué?
-Porque me follas muy intensamente y me dejas sin energía.
-Jajajaja. ¿No deberías estar acostumbrada ya?
-Cabrón... Qué me corrido tres veces en nada, dos de ellas mojándome mucho... Jajajaja.
-Y en la primera también. Te has mojado mucho, pero sin llegar a lanzar chorros.
-Ya sabes por qué es.
-Sí. Lo sé bien. Como me pone verte así...
-Mmm...
-Joder, que pasada. Aún noto hormigueo por mi cuerpo.
-¿Notas el mío?
-Claro. Tus orgasmos son increíbles, noto como me estrujas siempre.
-Tomar la píldora ha sido una muy buena decisión.
-Ya ves.
-Me encanta cuando te corres dentro de mí.
-A mí es donde más me pone correrme.
-Mmm...
Nos quedamos unos segundos así, mirándonos conforme estábamos. Ni siquiera me había salido de ella, manteniendo mi polla aún dura por cómo me estimulaba al apretármela por su orgasmo aún presente, haciendo contracciones. Estaba preciosa, sonrojada, despeinada y algo sudada por tanto folleteo.
-Oye, tenemos agua, ¿no?
-Deberíamos, ¿por?
-Por darnos una ducha.
-Ah, venga.
Elena se quitó el vestido, sacándoselo por los hombros mientras yo me desnudaba con cuidado para no salirme de ella y ponerlo todo perdido, aunque ya lo estaba por los chorros que lanzó Elena. La cogí en brazos después de que se recogiera el pelo con una goma que tenía en la muñeca y la llevé hasta el baño para darnos una ducha. Una vez la dejé me limpié un poco y fui a las maletas para coger unas toallas, volviendo después con ella. Como siempre que nos duchábamos juntos, cayeron muchos besos y caricias, viniéndome yo a arriba y cogiéndola en brazos, poniéndoseme morcillona, pero ella me paró diciendo que estaba muy sensible y que por ese día ya estaba bien, que teníamos que reservarnos para el día siguiente cuando fuéramos a casa de su amiga.
Me desperté poco antes de las 9 para llegar tarde intencionadamente a casa de Elena después de ducharme y desayunar. Cargué mi maleta en el coche y fui a su casa, aparcando en doble fila para que no se alargara la cosa. La avisé por mensaje y salió. Estaba preciosa, con un vestido corto azul estampado con pequeñas flores blancas, unas sandalias y un pañuelo blanco anudado como cuando íbamos a la playa. Su madre salió detrás diciéndole que si necesitábamos algo, que la llamáramos. Le dio un beso y volvió a entrar en su casa. Por fin podía saludar a Elena con un buen beso, cogiéndola en brazos poniendo las manos en su culo. Cuando la bajé la abracé con fuerza, bajando mis manos de nuevo hasta su culo, metiéndolas por debajo del vestido para tocárselo.
-Javiiiii...
-Elena, estoy muy tontorrón...
-Jejejeje. Anda, vamos al coche.
Cargué su maleta al coche y nos montamos, mirándola yo mientras ella me sonreía.
-Vamos, ¿no?
-Ahora mismo solo tengo ganas de comerte entera.
-Pues vas a tener que esperar un poquito, mi amor.
-Uff... ¿Tú no estás cachonda?
-Sí, pero...
-Pero, ¿qué?
-Pues que ayer me alivié, por eso estoy más tranquilita.
-Anda...
-Hombre, me envías esa foto y... Pues cogí mi consolador, que se parece bastante y madre mía...
-¿Te corriste bien?
-Mucho. Pero no tanto como cuando me follas tú.
-Joder cuando te pille...
-Jajajaja. Pero no te vengas muy arriba, que mañana tenemos que estar a la altura.
-Jajajaja, que mala eres...
-¿Yooooo? Si soy una niña muy buena...
-¿Sí? (dije acariciando su cara, pasándole el pulgar por los labios)
-Ajammm... (dijo con cara y tono de niña buena, poniéndome ojitos y chupando el pulgar de manera muy sensual)
-Pfff... Para, para. Que me pones malísimo cuando haces eso.
-Jejejeje.
Nos dimos un buen beso, aunque rápido y nos pusimos en marcha para ir a nuestro nuevo hogar. Lo primero que hicimos fue ir a la inmobiliaria. Elena fue quien habló con la chica que nos atendió, aportando todo lo necesario y llevando la voz cantante. De hecho, yo no dije palabra alguna. La veía muy segura y atenta al hablar. Estaba sorprendido en cierto modo por el contraste entre ese comportamiento tan seguro y su manera de ser tan sensible que había manifestado sobre todo esos últimos días. Cuando acabamos salimos y nos montamos en el coche. Yo me mantuve bastante callado, mirando como ella no paraba de hablar, llena de emoción y alegría, con una sonrisa de oreja a oreja. Cuando llegamos cogimos las maletas y entramos. Dejamos las maletas en la entrada y fuimos hasta el salón. Elena se puso justo en la mitad, con sus brazos en jarra, mirándolo bien. Después se dio la vuelta y yo ya no pude aguantar más y me lancé a por ella.
La cogí en brazos, lanzando ella un gritito de sorpresa y le empecé a comer la boca con mucha ansia mientras ella reía con tono juguetón. La senté sobre la mesa del salón y le agarré la cara para seguir comiéndole la boca pasando ella de esa risa juguetona a un murmuro algo empalagoso, como si se estuviera derritiendo. A los pocos segundos bajé mi mano hasta sus braguitas, notándolas bastante húmedas y calientes. Ella lanzó un gemido pequeño al notar el contacto de mis dedos con su sexo por encima de la tela. Me separé de su boca para mirarla fijamente a esos ojos castaños, tan oscuros que casi parecían negros. Los tenía muy abiertos y le brillaban. Ella los movía, mirándome a ambos ojos, a toda velocidad. Rápidamente empecé a sentir calor por la cara, sobre todo por las mejillas y entonces le pasé mi pulgar por los labios, solo acariciándoselos, para luego pasarle el pelo por detrás de la oreja. Ella se relamió y después se mordió los labios. Le di otro rápido beso y la tumbé sobre la mesa, levantando sus piernas para apoyarlas sobre mi pecho, con sus pies en mis hombros. Elena me miraba con cara de excitación, pero con una sonrisa muy bonita, juntando sus manos sobre su barriga, entrelazando sus dedos. Yo le devolví la sonrisa, empezando a besarle las piernas mientras acariciaba sus muslos, subiéndole el vestidito hasta las caderas.
-Mmm... Qué cariñoso.
-Estoy muy caliente, pero me miras con esa sonrisa y me derrito.
-Oooooh...
-Te quiero. (susurré)
Elena emitió un sonido muy encantador, cerrando sus ojos y aumentando el tamaño de su sonrisa. Pero yo estaba muy caliente y quería empezar a follarla, por lo que decidí ir por la vía rápida para que se encendiera tanto como lo estaba yo. Le quité las sandalias para coger sus pies y empezar a besarlos y lamerlos muy lentamente. Ella reaccionó respirando con fuerza, como si se hubiera llevado un susto. Me miró a los ojos, negando ligeramente con la cabeza mientras seguía sonriendo. Al empezar a jugar con sus pies así, con ese cariño y ternura, se le borró ese gesto de la cara rápidamente, pasando a poner cara de vicio, mordiéndose el labio, empezando a suspirar y a ponerse roja. Sin esperar más, le bajé el vestido por la parte del pecho para dejar sus tetas al aire, viendo que no llevaba sujetador, como bien supuse al notar sus pezones tan marcados bajo él. Después aparté sus braguitas a un lado, notando antes que estaban chorreando, con una mancha grande que oscurecía el color de la tela.
Me saqué la polla y le empecé a acariciar, aumentando ella esos suspiros al respirar más fuerte. No necesitábamos más lubricación, por lo que se la metí del tirón, aunque no muy fuerte para no hacerle daño. Ella gimió roncamente y yo empecé a embestirla con fuerza. Ese gemido ronco inicial se convirtió en una serie de gemidos altos que cada vez se hacían más agudos. Quería reventarla de lo cachondo que estaba en ese momento, por lo que no le demoré mucho en abrazar sus muslos y clavarle la polla a gran velocidad y con mucha fuerza mientras agarraba los dedos de uno de sus pies con mi boca, chupándoselos, acariciándome ella la cara con el otro, viendo también como sus tetas subían y bajaban por el movimiento tan brusco con el que la estaba empalando. Llegó un punto en el que a mí me encendía también jugar con sus pies, disfrutándolo casi tanto como ella, porque cuando lo hacía sentía un calor por el cuerpo y un estado de excitación superior a cuando no lo hacíamos.
Elena no tardó nada en correrse, con un sonido a chapoteo bastante alto. Estaba empapadísima, empezando a darle espasmos. No llegó a lanzar esos chorros que lanzaba cuando la estimulaba bien con los dedos, pero sí que era algo parecido porque tanto su sexo, como el mío estaban empapados con un líquido no muy viscoso, prácticamente igual al que lanzaba. Paré cuando empezó a retorcerse de esa manera mientras apretaba sus puños y ojos con mucha fuerza, porque no me quería correr aún. Vérselo así de empapado me incitó a ponerme de rodillas y quitarle las braguitas y subirle más su vestido, hasta la altura de su ombligo, acercando mi cara a su coñito para atraparlo con mi boca y saborear esos flujos tan deliciosos que segregaba. Esta vez sí que respiró de forma asustada, cogiendo mucho aire mientras daba un bote, intentando apartar mi cara de su entrepierna. Yo murmuré, cogiendo sus manos para apartarlas y que me dejara hacer, acariciándole las tetas, pellizcando ligeramente sus durísimos pezones.
-Cariño, estoy muy sensible... (dijo retorciéndose)
-Es que estás tan rica que no puedo resistirlo...
Elena se rio fuertemente al decirle eso.
-¿Qué pasa?
-Nada, es que tienes la cara empapada, te chorrea la barba, jajajaja.
-Te ríes de mí, ¿no? (dije haciéndome el ofendido)
-Nooooo...
-Vamos a ver quién chorrea ahora...
-Javi, espera...
Sin dejar que me dijera nada más me levanté, metiéndole los dedos en el coño y estimulándole el punto G. Ella dio un grito fuerte cuando empecé, empezando a pedirme que parara, pero yo no lo hacía. Seguí estimulándole a buen ritmo mientras ella me agarraba con fuerza el brazo con el que lo hacía, llegando a hincarme las uñas, intentando apartarlo, pero yo estaba empeñado en hacer que se corriera. Y parecía que estaba cerca, porque de nuevo oía ese sonido a chapoteo que precede esa explosión dentro de su cuerpo que se manifiesta de esa manera tan increíble. Y así fue. Elena encorvó su cuerpo, levantando su culo al apoyar sus pies en el filo de la mesa, empezando a lanzar chorros muy fuertes al sacar yo mis dedos y acariciarle el clítoris rápidamente.
-¡¡JAVIIIIIIIII!! ¡¡PARA, QUE ME MUERO!! ¡¡AAAAARRRGGGGGG!!
La solté, dejando de tocarla para que se tranquilizara mientras su cuerpo daba botes sobre la mesa de los espasmos tan fuertes que le estaban dando. Yo la miraba pajeándome a buen ritmo, aunque controlando mi orgasmo para lo correrme aún. Cuando vi que los espasmos eran más ligeros y que no convulsionaba le empecé a besar los muslos, dando ella un respingo, gimiendo con tono de lástima. Mi respuesta fue darle la vuelta para ponerla boca abajo y besarle y mordisquearle el culo, pasando después a abrirle los cachetes para comérselo. Elena lanzó un gemido muy largo y sensual en forma de murmuro, diciendo después de forma bajita:
-Ay, Javi... Qué cosas me haces...
-¿Qué te hago?
-Matarme de gusto.
-¿Sí?
-Siiiii... (dijo en forma de gemido)
-Tengo muchas ganas de follarte el culito.
-Pues hazlo, mi amor.
-Pero no tenemos el lubricante, ¿no?
-No... Como íbamos a follar mañana en casa de Isa, lo he dejado en mi casa para llevárnoslo...
-Uff... Qué lástima.
-No importa, corazón. Cómemelo un poco más y usa los dedos como siempre haces. Estoy muy cachonda, no creo que haya problema por no usar lubricante.
-Vale, pero poco a poco. Si te duele, me dices.
-Ajammm...
Le seguí comiendo el culo a Elena mientras ella gemía muy sensualmente. Como ella dijo que hiciera, empecé a jugar con su culo, metiendo mis dedos, primero uno y después de un rato el otro, dando de sí su agujerito para que no le doliera cuando dijera de follarla. Después de un buen rato jugando me puse de pie, acariciando su ojete con mi polla.
-Mmm...
-¿Te gusta?
-Me encanta. Me vuelves loca cuando juegas con mi culo y me lo follas. Me encanta como me cuidas para que no me duela.
-Tengo que cuidar a mi niña.
-Siiiii.
Reanudé mis caricias en su culo con la punta de mi polla, haciendo algo de presión, pero sin llegar a meterla, murmurando ella. Estuve así unos segundos, acariciando y empujando sin llegar a meterla hasta que empecé a hacer más fuerza, metiendo el glande. Elena lanzó un gemido un tanto raro, como de molestia, aunque también transmitía placer.
-¿Todo bien?
-Ajammm...
-¿Sigo?
-Sí. Despacito.
Me mantuve quieto durante unos segundos, acariciando sus cachetes mientras esperaba que se relajara y dejara de hacer fuerza. Una vez se acomodó, empecé a meterla despacio, muy poco a poco, sacándola, pero cada vez menos y cada vez metiéndola más hasta que se la metí por completo.
-Que rico, mi amor... Cómo te siento...
-¿Te gusta?
-Mucho.
Empecé una follada a buen ritmo mientras la agarraba de las caderas y ella gemía al ritmo de mis embestidas, pero a los pocos minutos Elena me pidió que parara, porque quería ponerse boca arriba para verme follarla. Me salí de ella y se dio la vuelta, escupiéndome en la polla para volver a metérsela por completo mientras ella apoyaba sus piernas en mi cuerpo de la misma manera que en la follada anterior. También, de la misma manera que antes. Cogí uno de sus pies y me lo llevé a la boca para chupárselo, intensificando ella sus gemidos.
-Más fuerte... (dijo con una dulce voz, de manera entrecortada)
Empecé a embestirla con el mismo ritmo con el que la embestía en el anterior polvo. Elena se empezó a tocar, metiéndose los dedos a buen ritmo.
-Javi, mi amor... Estoy ya casi...
-¿Sí?
-Ajammm...
-Yo también estoy casi.
-¿Te corres conmigo? (preguntó con una voz muy dulce y encantadora)
-Claro, mi vida.
Apreté un poco más las embestidas hasta que Elena se empezó a correr, con ese sonido a chapoteo de nuevo. Sacó sus dedos de su coño para tocarse el clítoris muy rápidamente haciendo movimientos circulares. Otra vez se corrió a chorros, aunque no fueron como en su corrida anterior, ni mucho menos. Ahora eran más finos y pequeños, recordándome mucho a los primeros que hizo en su día la primera vez que se corrió así. Al notar su orgasmo yo también me empecé a correr, notando un latigazo que atravesó toda mi espalda hasta mi nuca, pasando a mis hombros y mis brazos, vaciándome dentro de su culo, notando una punzada de placer con cada chorro que atravesaba mi polla. Una vez ambos acabamos de corrernos, cogí las piernas de Elena con fuerza para cerrarlas y abrazarme a ellas, esperando que se nos pasara a ambos ese éxtasis, sobre todo el suyo, que era mucho más prolongado que el mío. De nuevo tenía esos espasmos, estando también con los ojos muy apretados y su respiración muy alterada y acelerada.
Una vez nos recuperamos nos miramos y nos empezamos a reír. Me incliné para besarla y ella me recibió encantada, abriendo sus piernas y abrazándome con ellas, apretando para no dejarme escapar.
-Pues ya hemos estrenado la casa, jajajaja.
-Jajajajaja... Ay, Javi... Estoy muerta.
-¿Por qué?
-Porque me follas muy intensamente y me dejas sin energía.
-Jajajaja. ¿No deberías estar acostumbrada ya?
-Cabrón... Qué me corrido tres veces en nada, dos de ellas mojándome mucho... Jajajaja.
-Y en la primera también. Te has mojado mucho, pero sin llegar a lanzar chorros.
-Ya sabes por qué es.
-Sí. Lo sé bien. Como me pone verte así...
-Mmm...
-Joder, que pasada. Aún noto hormigueo por mi cuerpo.
-¿Notas el mío?
-Claro. Tus orgasmos son increíbles, noto como me estrujas siempre.
-Tomar la píldora ha sido una muy buena decisión.
-Ya ves.
-Me encanta cuando te corres dentro de mí.
-A mí es donde más me pone correrme.
-Mmm...
Nos quedamos unos segundos así, mirándonos conforme estábamos. Ni siquiera me había salido de ella, manteniendo mi polla aún dura por cómo me estimulaba al apretármela por su orgasmo aún presente, haciendo contracciones. Estaba preciosa, sonrojada, despeinada y algo sudada por tanto folleteo.
-Oye, tenemos agua, ¿no?
-Deberíamos, ¿por?
-Por darnos una ducha.
-Ah, venga.
Elena se quitó el vestido, sacándoselo por los hombros mientras yo me desnudaba con cuidado para no salirme de ella y ponerlo todo perdido, aunque ya lo estaba por los chorros que lanzó Elena. La cogí en brazos después de que se recogiera el pelo con una goma que tenía en la muñeca y la llevé hasta el baño para darnos una ducha. Una vez la dejé me limpié un poco y fui a las maletas para coger unas toallas, volviendo después con ella. Como siempre que nos duchábamos juntos, cayeron muchos besos y caricias, viniéndome yo a arriba y cogiéndola en brazos, poniéndoseme morcillona, pero ella me paró diciendo que estaba muy sensible y que por ese día ya estaba bien, que teníamos que reservarnos para el día siguiente cuando fuéramos a casa de su amiga.