Reencuentro con Elena

Capítulo 197

Me desperté poco antes de las 9 para llegar tarde intencionadamente a casa de Elena después de ducharme y desayunar. Cargué mi maleta en el coche y fui a su casa, aparcando en doble fila para que no se alargara la cosa. La avisé por mensaje y salió. Estaba preciosa, con un vestido corto azul estampado con pequeñas flores blancas, unas sandalias y un pañuelo blanco anudado como cuando íbamos a la playa. Su madre salió detrás diciéndole que si necesitábamos algo, que la llamáramos. Le dio un beso y volvió a entrar en su casa. Por fin podía saludar a Elena con un buen beso, cogiéndola en brazos poniendo las manos en su culo. Cuando la bajé la abracé con fuerza, bajando mis manos de nuevo hasta su culo, metiéndolas por debajo del vestido para tocárselo.

-Javiiiii...
-Elena, estoy muy tontorrón...
-Jejejeje. Anda, vamos al coche.

Cargué su maleta al coche y nos montamos, mirándola yo mientras ella me sonreía.

-Vamos, ¿no?
-Ahora mismo solo tengo ganas de comerte entera.
-Pues vas a tener que esperar un poquito, mi amor.
-Uff... ¿Tú no estás cachonda?
-Sí, pero...
-Pero, ¿qué?
-Pues que ayer me alivié, por eso estoy más tranquilita.
-Anda...
-Hombre, me envías esa foto y... Pues cogí mi consolador, que se parece bastante y madre mía...
-¿Te corriste bien?
-Mucho. Pero no tanto como cuando me follas tú.
-Joder cuando te pille...
-Jajajaja. Pero no te vengas muy arriba, que mañana tenemos que estar a la altura.
-Jajajaja, que mala eres...
-¿Yooooo? Si soy una niña muy buena...
-¿Sí? (dije acariciando su cara, pasándole el pulgar por los labios)
-Ajammm... (dijo con cara y tono de niña buena, poniéndome ojitos y chupando el pulgar de manera muy sensual)
-Pfff... Para, para. Que me pones malísimo cuando haces eso.
-Jejejeje.

Nos dimos un buen beso, aunque rápido y nos pusimos en marcha para ir a nuestro nuevo hogar. Lo primero que hicimos fue ir a la inmobiliaria. Elena fue quien habló con la chica que nos atendió, aportando todo lo necesario y llevando la voz cantante. De hecho, yo no dije palabra alguna. La veía muy segura y atenta al hablar. Estaba sorprendido en cierto modo por el contraste entre ese comportamiento tan seguro y su manera de ser tan sensible que había manifestado sobre todo esos últimos días. Cuando acabamos salimos y nos montamos en el coche. Yo me mantuve bastante callado, mirando como ella no paraba de hablar, llena de emoción y alegría, con una sonrisa de oreja a oreja. Cuando llegamos cogimos las maletas y entramos. Dejamos las maletas en la entrada y fuimos hasta el salón. Elena se puso justo en la mitad, con sus brazos en jarra, mirándolo bien. Después se dio la vuelta y yo ya no pude aguantar más y me lancé a por ella.

La cogí en brazos, lanzando ella un gritito de sorpresa y le empecé a comer la boca con mucha ansia mientras ella reía con tono juguetón. La senté sobre la mesa del salón y le agarré la cara para seguir comiéndole la boca pasando ella de esa risa juguetona a un murmuro algo empalagoso, como si se estuviera derritiendo. A los pocos segundos bajé mi mano hasta sus braguitas, notándolas bastante húmedas y calientes. Ella lanzó un gemido pequeño al notar el contacto de mis dedos con su sexo por encima de la tela. Me separé de su boca para mirarla fijamente a esos ojos castaños, tan oscuros que casi parecían negros. Los tenía muy abiertos y le brillaban. Ella los movía, mirándome a ambos ojos, a toda velocidad. Rápidamente empecé a sentir calor por la cara, sobre todo por las mejillas y entonces le pasé mi pulgar por los labios, solo acariciándoselos, para luego pasarle el pelo por detrás de la oreja. Ella se relamió y después se mordió los labios. Le di otro rápido beso y la tumbé sobre la mesa, levantando sus piernas para apoyarlas sobre mi pecho, con sus pies en mis hombros. Elena me miraba con cara de excitación, pero con una sonrisa muy bonita, juntando sus manos sobre su barriga, entrelazando sus dedos. Yo le devolví la sonrisa, empezando a besarle las piernas mientras acariciaba sus muslos, subiéndole el vestidito hasta las caderas.

-Mmm... Qué cariñoso.
-Estoy muy caliente, pero me miras con esa sonrisa y me derrito.
-Oooooh...
-Te quiero. (susurré)

Elena emitió un sonido muy encantador, cerrando sus ojos y aumentando el tamaño de su sonrisa. Pero yo estaba muy caliente y quería empezar a follarla, por lo que decidí ir por la vía rápida para que se encendiera tanto como lo estaba yo. Le quité las sandalias para coger sus pies y empezar a besarlos y lamerlos muy lentamente. Ella reaccionó respirando con fuerza, como si se hubiera llevado un susto. Me miró a los ojos, negando ligeramente con la cabeza mientras seguía sonriendo. Al empezar a jugar con sus pies así, con ese cariño y ternura, se le borró ese gesto de la cara rápidamente, pasando a poner cara de vicio, mordiéndose el labio, empezando a suspirar y a ponerse roja. Sin esperar más, le bajé el vestido por la parte del pecho para dejar sus tetas al aire, viendo que no llevaba sujetador, como bien supuse al notar sus pezones tan marcados bajo él. Después aparté sus braguitas a un lado, notando antes que estaban chorreando, con una mancha grande que oscurecía el color de la tela.

Me saqué la polla y le empecé a acariciar, aumentando ella esos suspiros al respirar más fuerte. No necesitábamos más lubricación, por lo que se la metí del tirón, aunque no muy fuerte para no hacerle daño. Ella gimió roncamente y yo empecé a embestirla con fuerza. Ese gemido ronco inicial se convirtió en una serie de gemidos altos que cada vez se hacían más agudos. Quería reventarla de lo cachondo que estaba en ese momento, por lo que no le demoré mucho en abrazar sus muslos y clavarle la polla a gran velocidad y con mucha fuerza mientras agarraba los dedos de uno de sus pies con mi boca, chupándoselos, acariciándome ella la cara con el otro, viendo también como sus tetas subían y bajaban por el movimiento tan brusco con el que la estaba empalando. Llegó un punto en el que a mí me encendía también jugar con sus pies, disfrutándolo casi tanto como ella, porque cuando lo hacía sentía un calor por el cuerpo y un estado de excitación superior a cuando no lo hacíamos.

Elena no tardó nada en correrse, con un sonido a chapoteo bastante alto. Estaba empapadísima, empezando a darle espasmos. No llegó a lanzar esos chorros que lanzaba cuando la estimulaba bien con los dedos, pero sí que era algo parecido porque tanto su sexo, como el mío estaban empapados con un líquido no muy viscoso, prácticamente igual al que lanzaba. Paré cuando empezó a retorcerse de esa manera mientras apretaba sus puños y ojos con mucha fuerza, porque no me quería correr aún. Vérselo así de empapado me incitó a ponerme de rodillas y quitarle las braguitas y subirle más su vestido, hasta la altura de su ombligo, acercando mi cara a su coñito para atraparlo con mi boca y saborear esos flujos tan deliciosos que segregaba. Esta vez sí que respiró de forma asustada, cogiendo mucho aire mientras daba un bote, intentando apartar mi cara de su entrepierna. Yo murmuré, cogiendo sus manos para apartarlas y que me dejara hacer, acariciándole las tetas, pellizcando ligeramente sus durísimos pezones.

-Cariño, estoy muy sensible... (dijo retorciéndose)
-Es que estás tan rica que no puedo resistirlo...

Elena se rio fuertemente al decirle eso.

-¿Qué pasa?
-Nada, es que tienes la cara empapada, te chorrea la barba, jajajaja.
-Te ríes de mí, ¿no? (dije haciéndome el ofendido)
-Nooooo...
-Vamos a ver quién chorrea ahora...
-Javi, espera...

Sin dejar que me dijera nada más me levanté, metiéndole los dedos en el coño y estimulándole el punto G. Ella dio un grito fuerte cuando empecé, empezando a pedirme que parara, pero yo no lo hacía. Seguí estimulándole a buen ritmo mientras ella me agarraba con fuerza el brazo con el que lo hacía, llegando a hincarme las uñas, intentando apartarlo, pero yo estaba empeñado en hacer que se corriera. Y parecía que estaba cerca, porque de nuevo oía ese sonido a chapoteo que precede esa explosión dentro de su cuerpo que se manifiesta de esa manera tan increíble. Y así fue. Elena encorvó su cuerpo, levantando su culo al apoyar sus pies en el filo de la mesa, empezando a lanzar chorros muy fuertes al sacar yo mis dedos y acariciarle el clítoris rápidamente.

-¡¡JAVIIIIIIIII!! ¡¡PARA, QUE ME MUERO!! ¡¡AAAAARRRGGGGGG!!

La solté, dejando de tocarla para que se tranquilizara mientras su cuerpo daba botes sobre la mesa de los espasmos tan fuertes que le estaban dando. Yo la miraba pajeándome a buen ritmo, aunque controlando mi orgasmo para lo correrme aún. Cuando vi que los espasmos eran más ligeros y que no convulsionaba le empecé a besar los muslos, dando ella un respingo, gimiendo con tono de lástima. Mi respuesta fue darle la vuelta para ponerla boca abajo y besarle y mordisquearle el culo, pasando después a abrirle los cachetes para comérselo. Elena lanzó un gemido muy largo y sensual en forma de murmuro, diciendo después de forma bajita:

-Ay, Javi... Qué cosas me haces...
-¿Qué te hago?
-Matarme de gusto.
-¿Sí?
-Siiiii... (dijo en forma de gemido)
-Tengo muchas ganas de follarte el culito.
-Pues hazlo, mi amor.
-Pero no tenemos el lubricante, ¿no?
-No... Como íbamos a follar mañana en casa de Isa, lo he dejado en mi casa para llevárnoslo...
-Uff... Qué lástima.
-No importa, corazón. Cómemelo un poco más y usa los dedos como siempre haces. Estoy muy cachonda, no creo que haya problema por no usar lubricante.
-Vale, pero poco a poco. Si te duele, me dices.
-Ajammm...

Le seguí comiendo el culo a Elena mientras ella gemía muy sensualmente. Como ella dijo que hiciera, empecé a jugar con su culo, metiendo mis dedos, primero uno y después de un rato el otro, dando de sí su agujerito para que no le doliera cuando dijera de follarla. Después de un buen rato jugando me puse de pie, acariciando su ojete con mi polla.

-Mmm...
-¿Te gusta?
-Me encanta. Me vuelves loca cuando juegas con mi culo y me lo follas. Me encanta como me cuidas para que no me duela.
-Tengo que cuidar a mi niña.
-Siiiii.

Reanudé mis caricias en su culo con la punta de mi polla, haciendo algo de presión, pero sin llegar a meterla, murmurando ella. Estuve así unos segundos, acariciando y empujando sin llegar a meterla hasta que empecé a hacer más fuerza, metiendo el glande. Elena lanzó un gemido un tanto raro, como de molestia, aunque también transmitía placer.

-¿Todo bien?
-Ajammm...
-¿Sigo?
-Sí. Despacito.

Me mantuve quieto durante unos segundos, acariciando sus cachetes mientras esperaba que se relajara y dejara de hacer fuerza. Una vez se acomodó, empecé a meterla despacio, muy poco a poco, sacándola, pero cada vez menos y cada vez metiéndola más hasta que se la metí por completo.

-Que rico, mi amor... Cómo te siento...
-¿Te gusta?
-Mucho.

Empecé una follada a buen ritmo mientras la agarraba de las caderas y ella gemía al ritmo de mis embestidas, pero a los pocos minutos Elena me pidió que parara, porque quería ponerse boca arriba para verme follarla. Me salí de ella y se dio la vuelta, escupiéndome en la polla para volver a metérsela por completo mientras ella apoyaba sus piernas en mi cuerpo de la misma manera que en la follada anterior. También, de la misma manera que antes. Cogí uno de sus pies y me lo llevé a la boca para chupárselo, intensificando ella sus gemidos.

-Más fuerte... (dijo con una dulce voz, de manera entrecortada)

Empecé a embestirla con el mismo ritmo con el que la embestía en el anterior polvo. Elena se empezó a tocar, metiéndose los dedos a buen ritmo.

-Javi, mi amor... Estoy ya casi...
-¿Sí?
-Ajammm...
-Yo también estoy casi.
-¿Te corres conmigo? (preguntó con una voz muy dulce y encantadora)
-Claro, mi vida.

Apreté un poco más las embestidas hasta que Elena se empezó a correr, con ese sonido a chapoteo de nuevo. Sacó sus dedos de su coño para tocarse el clítoris muy rápidamente haciendo movimientos circulares. Otra vez se corrió a chorros, aunque no fueron como en su corrida anterior, ni mucho menos. Ahora eran más finos y pequeños, recordándome mucho a los primeros que hizo en su día la primera vez que se corrió así. Al notar su orgasmo yo también me empecé a correr, notando un latigazo que atravesó toda mi espalda hasta mi nuca, pasando a mis hombros y mis brazos, vaciándome dentro de su culo, notando una punzada de placer con cada chorro que atravesaba mi polla. Una vez ambos acabamos de corrernos, cogí las piernas de Elena con fuerza para cerrarlas y abrazarme a ellas, esperando que se nos pasara a ambos ese éxtasis, sobre todo el suyo, que era mucho más prolongado que el mío. De nuevo tenía esos espasmos, estando también con los ojos muy apretados y su respiración muy alterada y acelerada.

Una vez nos recuperamos nos miramos y nos empezamos a reír. Me incliné para besarla y ella me recibió encantada, abriendo sus piernas y abrazándome con ellas, apretando para no dejarme escapar.

-Pues ya hemos estrenado la casa, jajajaja.
-Jajajajaja... Ay, Javi... Estoy muerta.
-¿Por qué?
-Porque me follas muy intensamente y me dejas sin energía.
-Jajajaja. ¿No deberías estar acostumbrada ya?
-Cabrón... Qué me corrido tres veces en nada, dos de ellas mojándome mucho... Jajajaja.
-Y en la primera también. Te has mojado mucho, pero sin llegar a lanzar chorros.
-Ya sabes por qué es.
-Sí. Lo sé bien. Como me pone verte así...
-Mmm...
-Joder, que pasada. Aún noto hormigueo por mi cuerpo.
-¿Notas el mío?
-Claro. Tus orgasmos son increíbles, noto como me estrujas siempre.
-Tomar la píldora ha sido una muy buena decisión.
-Ya ves.
-Me encanta cuando te corres dentro de mí.
-A mí es donde más me pone correrme.
-Mmm...

Nos quedamos unos segundos así, mirándonos conforme estábamos. Ni siquiera me había salido de ella, manteniendo mi polla aún dura por cómo me estimulaba al apretármela por su orgasmo aún presente, haciendo contracciones. Estaba preciosa, sonrojada, despeinada y algo sudada por tanto folleteo.

-Oye, tenemos agua, ¿no?
-Deberíamos, ¿por?
-Por darnos una ducha.
-Ah, venga.

Elena se quitó el vestido, sacándoselo por los hombros mientras yo me desnudaba con cuidado para no salirme de ella y ponerlo todo perdido, aunque ya lo estaba por los chorros que lanzó Elena. La cogí en brazos después de que se recogiera el pelo con una goma que tenía en la muñeca y la llevé hasta el baño para darnos una ducha. Una vez la dejé me limpié un poco y fui a las maletas para coger unas toallas, volviendo después con ella. Como siempre que nos duchábamos juntos, cayeron muchos besos y caricias, viniéndome yo a arriba y cogiéndola en brazos, poniéndoseme morcillona, pero ella me paró diciendo que estaba muy sensible y que por ese día ya estaba bien, que teníamos que reservarnos para el día siguiente cuando fuéramos a casa de su amiga.
 
Capítulo 198

Cuando salimos, regresamos al salón después de coger ropa limpia de las maletas que traíamos. Elena se puso otro vestidito, esta vez blanco entero, pero también cortito, soltándose el pelo, pero manteniendo su pañuelo. Yo me puse una camiseta de manga corta y unas bermudas vaqueras. No sentamos en el sofá, con Elena sobre mi pecho, pasándole yo el brazo por los hombros. Afortunadamente teníamos aire acondicionado para sobrellevar el calor de estar casi ya en agosto. Y es que esa casa era una maravilla. Era grande, con un salón inmenso, casi tanto como el de la casa de Elena. También tenía un dormitorio bastante grande, con una cama de matrimonio gigante y otro dormitorio más pequeño. Dos cuartos de baño muy grandes y otra sala no muy pequeña en la que pensaba montar mi despacho para trabajar, con mi ordenador, monitores y demás. También tenía una buena cocina, bastante equipada para poder cocinar bien. Pero casi que lo mejor de vivir ahí era que había una piscina comunitaria que se encontraba más apartada de las viviendas del lugar, bajando un camino muy sinuoso y bonito que estaba rodeado de pinos hasta llegar a dicha piscina, en la que había una barbacoa de obra bastante grande, con una zona acondicionada para hacer de bar. La piscina estaba rodeada de una gran zona de césped, con sus respectivas duchas y unos columpios para los niños al lado.

Para cuando me di cuenta Elena se quedó dormida, pero la desperté a la media hora, dejando que se echara una pequeña siesta para que se recuperara de sus tres orgasmos que tuvo en apenas 20 minutos. Estaba muy atontada cuando despertó, algo desorientada.

-Mmm... ¿Qué pasa Javi? (dijo mirando a ambos lados una vez se incorporó)
-Te has quedado dormida.
-¿Dónde estamos?
-En nuestra casa.

Elena se quedó mirándome con una sonrisa muy grande en su boca.

-Joder, sigo flipando con cómo te quedas después de una sesión de folleteo.
-Tíooooo... No seas malo...
-Que nooooo. ¿Estás bien? ¿Necesitas algo?
-No. Solo a ti.
-Jajajajaja. Ayyyyy...
-Oye, ¿te parece si vamos a comprar cosas para darle un repaso a la casa? Aquí no hay nada para limpiar.
-Claro, vamos.

Cogí el coche y fuimos a comprar a una droguería todo lo necesario para mantener la casa limpia, regresando después para ponernos a ello. Al volver aún pudimos ver parte de la que liamos, con ese líquido que salía del cuerpo de Elena, riéndose ella bastante. Pusimos el aire acondicionado del salón, de los dos dormitorios y de la sala para mantenernos fresquitos y no ponernos a sudar mientras hacíamos las labores de limpieza. Como esperaba al ver como Elena se quedaba dormida después de lo que estuvimos haciendo, estuvo muy torpe durante todo el día, cayéndosele varias cosas, estando algo distante y muy risueña. A mí me hacía gracia verla así y sabía porqué era, así que no le decía nada, salvo alguna tontería para chincharla, poniéndome ella ojitos y pidiéndome un beso para compensar. Así estuvimos toda la mañana entre besos y limpieza hasta que llegó la hora de comer y paramos para ir a comer a un bar que ambos conocíamos de nuestra época de estudiantes. Era el bar más famoso y concurrido durante el curso escolar, pero al no estar aún en ese tiempo, se notaba, estando más vacío, aunque aun así había gente. Comimos muy bien, como ya sabíamos y luego regresamos a nuestra casa. Cuando llegamos ambos estábamos un poco somnolientos por la copiosa comida del lugar, ya que servían calidad y cantidad por poco precio, por lo que nos tumbamos en el sofá mientras veíamos la tele y cayó otra siesta para Elena mientras yo estaba relajado acariciándole la espalda.

Mientras Elena dormía, Irene me mandó un mensaje preguntando si necesitábamos algo, respondiéndole yo que no, que nos estábamos apañando bien y que estábamos descansando, mandándole un selfie donde salía yo sonriendo y Elena durmiendo sobre mi pecho con los morritos que ponía a veces mientras dormía.

-Que monos sois 😍😍😍🥰🥰🥰
-Jajajajaja.
-Oye, ¿te ha contado Elena lo de mañana?
-Claro.
-Vaya tela, ¿no? No tenía ni idea de que habíais hecho algo con una amiga suya.
-Bueno, fue una calentada del momento. Estábamos haciendo el tonto jugando y acabamos así.
-Ya, ya me contó que estabais jugando. Menos mal que no estaba la familia de Elena...
-Estaba su hermana.
-¿Cómo? Pues eso no me lo dijo.
-Huy... A lo mejor la he cagado...
-Nah, si no pasa nada en realidad. Porque no pasó nada con ella, ¿no?
-Qué va. Ella jugó un poco, pero le parecía aburrido y se fue a su habitación.
-¿Y aun así hicisteis todo eso?
-Sí. Por eso te digo que fue una calentada.
-Mojé un poco las bragas cuando me lo contó, la verdad.
-Jajajajaja, me lo imagino. Tampoco hace falta mucho para encenderte a ti...
-Jajajajaja, no seas cabrón...
-Pues mañana nos vemos.
-Pero sabes lo que tiene en mente, ¿no?
-Que sí, que sí.
-Flipo, la verdad. Que morbo. Elena nos ha pasado alguna foto que tiene con ella y la chica es bastante mona.
-¿Tienes ganas?
-Uffffff... Muchas. Lo malo es lo de siempre, que o no le van las chicas, o se cortan mucho.
-Yo creo que a ésta le va la fiesta. Así que ya sabes, le comes un poco la oreja y la tienes hecha.
-Mmm... Ojalá. Mario también se está relamiendo ahora mismo, está aquí a mi lado viendo la conversación.
-Jajajajajaja.
-Bueno, te dejo. Solo una cosa más.
-Dime.
-¿Qué propuso Isa para que ganara el juego?
-¿No te lo ha contado Elena?
-No, se hacía la remolona.
-Pues si no quiere, por algo será.
-Va, cuéntamelo... ¿Para tanto fue?
-Mmm... No. No fue para tanto.
-Va, dímelo. Mario también tiene curiosidad.
-Vale. Pero no lo comentes delante de ella, a ver si me la voy a cargar encima.
-Ok.
-Isa le propuso a Elena que viera como me la comía.
-Ostia...
-Ahí acabó el juego. Y ya nos calentamos al estar ambos desnudos y tal.
-Ya, el resto lo sé. Que si Isa dijo que quería un premio y demás... Lo que no sé es como le ha dado por meternos a nosotros.
-Porque como ya nos venimos aquí a vivir, le apetecía hacer una locura para despedirse.
-Pero...
-No, ella y yo follamos solos. Vosotros con Isa, pero los cinco en la misma habitación, por el morbo.
-Uffff... Mi Elenita, que juguetona...
-Sí, jajajaja.
-Bueno, Javi. Os dejamos descansar. Si necesitas algo, cualquier cosa, nos llamáis.
-Ok. Gracias.

Después de esa conversación con Irene empecé a despertar a Elena, mirándome ella con una sonrisa muy bonita. Se hizo un poco la remolona, acariciándome el pecho por debajo de la camiseta y haciéndome varios mimitos, con besos por el cuello, en los labios, en la cara... Finalmente nos levantamos para seguir dejando la casa lista. Después de estar toda la tarde limpiando, ordenando a nuestro gusto, con algún viaje más a nuestras casas para llevarnos todo lo que los faltaba, por fin acabamos, terminando bastante cansados. Tanto, que no teníamos ganas de salir para cenar fuera ni cocinar, por lo que acabamos pidiendo unas pizzas. Cenamos mientras charlábamos y quedamos en que al día siguiente comeríamos en mi casa y cenaríamos en la suya para despedirnos de nuestras familias, con la fiesta como final, regresando el domingo para descansar, porque tenía pinta de que la fiesta sería larga y movidita y ya el lunes Elena empezaba su trabajo. Avisamos cada uno a nuestra familia de nuestro plan para el día siguiente y cuando acabamos nos fuimos directos a la habitación para dormir. Elena se puso como siempre hacía, con su cara sobre mi hombro, su mano sobre mi pecho y una de sus piernas sobre las mías. De repente levantó su cabeza para mirarme, algo agitada.

-Mi amor...
-¿Qué pasa?
-Que se me había olvidado. Hoy no has trabajado. Qué tonta soy... Se me ha pasado, perdona, Javi.
-No pasa nada Elena. Ya lo tenía previsto. Había dejado algo preparado.
-Uff... Menos mal.
-Pero que no pasa nada. Me ha gustado mucho el día que hemos echado.
-Pero si no hemos hecho nada especial... Jajajaja.
-Para mí ha lo ha sido. Compartir este momento contigo me ha gustado mucho. Irme a vivir con mi chica, hacerlo juntos, preparando todo. No sé. Se me hace algo especial. Nunca lo había hecho. Hasta hoy no he sido consciente, pero veo que lo nuestro va para adelante con esto de vivir juntos, fuera de nuestras ciudades, ambos con nuestros trabajos... No sé. Soy feliz.

Elena se quedó callada, mirándome haciendo pucheros, poniéndose sus ojos vidriosos. La abracé con fuerza, besándola también para tranquilizarla.

-Ya está, venga.
-Ay, Javi...
-Venga, vamos a descansar, que mañana tiene pinta que va ser un día muy largo.
-Vale.
-¿Estás contenta?
-Mucho. Esto es muy especial para mí también. Para mí también es la primera vez que me voy a vivir con mi pareja y estoy encantada. De verdad, amor mío. Me tranquiliza mucho estar contigo.
-¿Sí?
-Sí. Me das mucha seguridad. ¿Tú no estás tranquilo?
-Pues la verdad es que estaba un poco nervioso. Todo esto es muy nuevo para mí. ¿Quién me iba a decir a mí a principios de año que iba a estar ahora mismo viviendo fuera de mi casa y con mi pareja? Y qué pareja... He encontrado la mejor chica que jamás podría imaginar o desear.

Elena empezó a llorar ya sin poder contenerse. Se abrazaba con mucha fuerza a mí, temblando. Su llanto creció bastante, llorando como si fuera una niña pequeña.

-Venga, Elena, que no es para tanto... No te pongas así. Ya sabes que no me gusta verte llorar.
-Pero Javi... -dijo incorporándose, sentándose con las piernas cruzadas- Lloro de felicidad. No es por nada malo. ¿Cómo no voy a llorar con las cosas que me dices, con las cosas que me haces sentir, con como cuidas de mí...? Eres la persona que más feliz me ha hecho nunca. ¿Te puedes creer que Alejandro nunca me ha dicho nada así en 5 años de relación? En sólo 5 meses me has hecho desear pasar toda mi vida junto a ti, casarnos, tener hijos...
-Pfff... (resoplé empezando a segregar lágrimas yo también)

Elena, ya más tranquila, se inclinó para limpiarme las lágrimas y besarme con mucha ternura, tranquilizándome ahora ella a mí. No pensaba que nuestro día fuera a acabar con ambos llorando, pero así fue. Lo bueno es que eran lágrimas de felicidad y emoción al estar tan enamorados el uno del otro, abriéndonos al máximo para contarnos lo que sentíamos. Nuestras respiraciones se fueron tranquilizando mientras nos acariciábamos en silencio, hasta que ella cayó dormida y yo le seguí al poco.
 
Capítulo 199

El sábado me desperté abrazando a Elena desde atrás, con ella agarrando mis manos con nuestros dedos entrelazados. Seguía durmiendo mientras yo aspiraba su olor, con los ojos cerrados y una sonrisa enorme en mi boca. Qué silencio, qué paz. Nada nos molestaba. Dormí del tirón aquella noche, no podía estar más a gusto con esa nueva vida con mi chica absolutamente solos sin nadie tocando los cojones. Pasaron varios minutos y no se despertaba, estaba dormida muy profundamente, suponiendo que era por el palizón que nos dimos el día anterior con la instalación en nuestra nueva casa y también por todo el folleteo, que si bien es verdad que fue breve, también fue muy intenso, sobre todo para ella, como demostró durante el resto del día con ese estado de debilidad y ausencia. Me levanté con cuidado para no despertarla después de darle un beso en la cabeza y me fui a la ducha, cogiendo la ropa para vestirme directamente. Una vez me duché y arreglé, me asomé y seguía durmiendo, por lo que le dirigí a la cocina para preparar el desayuno. Ya casi acabando me la encontré en la puerta con cara de sueño, frotándose un ojo con una sonrisa muy bonita. Estaba preciosa, con esa carita que tenía y ese pelo despeinado. Yo le sonreí y se acercó para darme un beso.

-Buenos días, dormilona.
-Buenos días, mi amor. Uff, estaba reventada de ayer.
-¿Estás descansada? Porque esta noche...
-Siiiiiii. Tenemos que estar a la altura, ¿eh?
-Cuenta con ello. ¿Tienes algo en mente?
-Me gustaría que me reventaras... -dijo pasando su dedo por mis labios- Quiero que le enseñes a mi amiga lo que tengo en casa.
-¿Por qué? Me da la impresión de que le quieres restregar algo...
-¿Sí?
-Eso me parece.
-¿Por qué?
-No lo sé. ¿Es así?
-No. Es mi amiga. La quiero.
-Am...
-Solo quiero que vea que tengo el mejor novio del mundo. A veces me hace rabiar diciéndome que soy paradita y tal y pues quiero que vea que no es así. Porque no es así, ¿no…?
-No. Eres muy espabilada. Y más cuando te enciendes, como has hecho a veces cuando hemos jugado con Irene y Mario. Incluso con tu amiga estabas muy espabilada.
-Jejejeje.
-Me gustó mucho cuando te picaste con ella y contestabas, aceptabas los juegos y proponías con tanta decisión.
-¿Sí?
-Sí. Me encantas. Lo sabes se sobra. Me encanta cuando te pones así, y también cuando eres tímida y más aniñada.
-Jo...
-No me estoy burlando de ti. Te estoy diciendo que me encanta como eres, en todos los aspectos.
-Vale, vale. Pero no me digas más, a ver si me voy a poner como anoche... Jajajaja.
-Jajajaja.

Elena se sentó sobre mis muslos, de lado, pasando su brazo por mis hombros y nos pusimos a desayunar así, yo sentado en una silla de la cocina y ella sobre mí. Se puso muy cariñosa, con varios besitos y caricias, incluso dándome de comer. Después fue a ducharse y nos fuimos un rato al sofá del salón para estar un rato ahí tirados. A la hora de comer fuimos a mi casa como acordamos. Elena y mi madre no paraban de hablar, ambas muy contentas, con cierto nerviosismo también. Mi padre estaba más pendiente de la televisión que de la compañía y yo observaba a las dos mujeres más importantes de mi vida conversar de esa manera tan abierta. Estuvimos bastante más rato después de comer, hasta media tarde, aprovechando que estábamos en mi ciudad para ir un rato a casa de Mario para charlar un poco y comentar algo de la fiesta a la que íbamos a ir de noche. Después fuimos a casa de Elena para estar un rato y después cenar. La cosa estaba tranquila. Parecía que Elena había asumido ya su marcha, porque no había caras largas, de hecho, estaba hasta alegre. Quedamos en que iríamos a casa de Isa a las 11, por lo que nos quedamos un rato en su casa hasta que dijéramos de irnos.

M: Entonces ya estáis bien instalados, ¿no?
E: Sí. Ya está todo arreglado. En cuanto llegamos a la casa nos pusimos a limpiar para dejarlo todo listo, ordenando y demás. (dijo mirándome y sonriendo de más)
M: ¿Por dónde queda?
E: Está casi por las afueras, por eso el alquiler es más barato.
M: ¿Y no os molesta estar lejos del centro?
J: No, tenemos mi coche para acercarnos rápido. Compensa mucho todo lo demás. Es un barrio muy tranquilo, la casa es grande, está bastante bien y es barato.
M: Bueno, si os apañáis con el coche, pues está bien.
E: Y tenemos piscina.
M: ¿Sí?
E: Sí. Está muy bien mamá. Nos acercamos esta mañana antes de venirnos y es muy bonito el sitio. Tiene una parte como de bar y una barbacoa para cocinar ahí.
M: Mmm... Pues...
E: ¿Qué pasa?
M: Eh... Nada.
E: ¿Quieres ir?
M: No, no. No quiero molestar. Queréis estar solos y no es plan.
E: Pero si...
J: No pasa nada. Si quieres venir, pues ven. Así te despejas un poco, que no sales para nada, Maribel.
M: Pero, ¿y mi madre?
J: Pues tráetela. ¿Cuánto lleva sin bañarse?
E: Uff... Mucho. Y tú también, mamá. Venga, mañana echamos el día en la piscina.
M: ¿Y tu hermana?
E: Pues...
J: Ya es mayorcita. No pasa nada porque se quede sola, ¿no?
M: Pero para comer y eso... No sabe cocinar.
J: Pues que se pida una pizza.
M: ¿No se puede venir?
E: Pues... (dijo mirándome)
J: Claro. (dije mirando a Elena extrañado)
M: Genial, pues ya tenemos plan. Voy a decírselo a Noelia.

Maribel fue a la habitación de Noelia para hablar con ella mientras Elena y yo nos quedábamos en el salón, sentados en el sofá, con ella mirando al suelo.

J: Elena, ¿qué pasa?
E: Nada...
J: ¿Y esa mirada que me has echado?
E: Es que como sé que no te gusta pasar tiempo con mi hermana...
J: Pero es que me has mirado como pidiéndome permiso. Yo no mando, Elena. Si quieres que tu familia venga a nuestra casa, no tengo problema.
E: Vale. (dijo sonriendo)
J: Anda, dame un beso.

Elena se acercó y me dio un beso cogiendo mi cara con sus manos muy suavemente. Aquel beso se alargó un poco más de la cuenta, tanto que apareció Maribel, carraspeando para que nos cortáramos.

M: Pues ya está. (dijo sentándose de nuevo con nosotros)
E: ¿Le parece bien?
M: Claro, ¿por qué le iba a parecer mal?
E: No sé. Solo pregunto...
M: Mañana se lo digo a tu abuela, que ya estará dormida. ¿Sobre qué hora vamos?
E: Pues no sé... ¿A qué hora quieres tú?
M: Mmm... ¿A las 11?
E: Vale.

Nos quedamos en el salón, charlando y viendo la tele, haciendo un poco de hora para ir a la fiesta y entonces aparecieron Irene y Mario, avisando a Elena por whatsapp. Elena salió corriendo para abrirles y los trajo al salón, con nosotros.

M: Pero bueno, ¿y esto? (dijo alegremente)
I: ¡Hola! (dijo yendo hasta Maribel, para darle dos besos sonoros y un abrazo)
M: Buenas noches. (dijo Mario algo cortado)
M: ¿Qué tal? ¿Cómo fue la semana en la playa?
I: Muy bien. La parejita es un encanto, ¿no crees?
M: Sí, jejeje. Vosotros también lo sois.
I: Y tú también. ¿No tienes ningún noviete?
M: No, no. Yo ya soy muy mayor para eso.
I: Mayor dice... Si estás estupenda. A lo mejor es que buscas otra cosa.
M: ¿Otra cosa?
I: ¿Una novieta...?

Mario pellizcó el culo de Irene con disimulo mientras Elena se tapaba la cara riendo negando con la cabeza.

M: Huy... -dijo algo escandalizada- No, hija. A mí solo me gustan los hombres. Que entiendo eso, ¿eh? Pero no. A mí no me gustan las mujeres.
I: Pues a ver si te animas con un noviete, que hay que aprovechar, mujer...
M: Que no, que no. Yo no...
M: Bueno, ¿nos vamos? (dijo Mario un poco incómodo para cambiar de tema)
M: ¿A dónde vais?
E: A casa de Isa, que como está sola pues nos ha invitado para tomarnos algo con ella.
M: Ah... ¿Y por qué no…?
E: No, mamá.
M: Venga Elena. Está muy sola y no sale de casa. Por favor, lleváosla un rato. Solo un rato.
E: Joder...

Irene y Mario me miraron, intentando yo aparentar normalidad, aunque hice una pequeña mueca con la boca.

M: Una hora, por favor Elena.
I: Venga, va. Un ratillo y ya está.
M: Claro, voy a avisarla.

Maribel se fue y nos quedamos los cuatro en silencio.

E: Lo siento. (dijo rompiendo el silencio al poco)
I: Qué vas a sentir Elena... Anda ya.
J: No pasa nada, mi vida.

En nada vino Maribel, ya con Noelia arreglada, quien no puso ningún inconveniente en venir con nosotros, por lo que nos fuimos a casa de Isa los cinco, cada pareja cogida de la mano y Noelia hablando con nuestros amigos mientras Elena y yo nos mirábamos con una sonrisilla, hasta que se me acercó y me dijo:

-El plan sigue en pie, ¿eh?
-Ya, ya.
-Un rato y que se vaya.
-No te preocupes.
-Lo siento, mi amor
-Elena, que no pasa nada.

Elena me sonrió como solo ella sabía hacer, girando su cabecita, apretando mi mano, además. Al poco llegamos a la casa de Isa. En ningún momento Elena me había dicho cómo era y cuando la vi me quedé impresionado. Era una casa con bastante estilo americano, de esas de película con un jardín delantero y otro trasero, con una gran escalera, grandes salas, con un salón enorme y una cocina muy grande también. Al parecer el padre de Isa era arquitecto y fue él mismo el que la diseñó. Después de que llegáramos nos dijo que todas las demás amigas del grupo que formaban junto a ella y Elena no habían llegado aún de sus vacaciones, yéndose algunas con sus familias y otras con sus parejas. Nos condujo hasta el jardín trasero, donde había una piscina gigantesca, con un jacuzzi al lado. Por las horas que eran se estaba bastante a gusto y el que hubiera mucha bebida con hielo, pues lo ponía más fácil. Nos sentamos en las tumbonas, los emparejados muy juntos de nuestras parejas y Noelia e Isa en un sillón de mimbre. Isa achacó a Elena que no hubiéramos traído bañadores para meternos en la piscina, escudándose ella en que no se acordaba y con la mudanza, pues no sé había dejado ninguno al tener nosotros allí piscina también.

La noche fue bastante bien, aunque todos empezaron a beber, sobre todo Isa, Irene y Mario. Noelia también bebía, aunque su hermana no dejaba que se emborrachara porque si no, luego le caería una buena bronca por parte de su madre, así que estaba todo el rato encima de ella para que no se le fuera la mano. Elena dijo que no quería beber mucho, que ya había aprendido la lección y no pasó de dos mojitos, aunque Isa se los cargó un poco de más y llevaba el punto. Con tanto beber empezó el desfile hacia el baño para aliviarse. Yo estaba bastante tranquilo junto a Elena, teniendo bastantes cariñitos y pasando del resto. Ella se reía con mucha dulzura, se le notaba lo contenta que estaba, con sus mejillas algo encendidas, aunque no era por el alcohol, reaccionaba en todo momento a cualquier cosa, gesto o conversación que tenía lugar. Las pocas veces que miré a ver cómo estaban los demás me di cuenta de que Irene estaba todo el tiempo junto a Isa. Se veía que se la estaba trabajando, casi pareciendo descarado a veces. Irremediablemente no podía evitar pensar en Noelia cada dos por tres. No quería que sacara conclusiones de por qué estábamos ahí y más estando nuestros amigos y con Irene en ese plan.

Por suerte duró poco, porque para cuando nos dimos cuenta ya había pasado un buen rato y Maribel llamó a Elena para que lleváramos de vuelta a Noelia. Noelia se enfadó un poco porque se lo estaba pasando bien y le estábamos cortando el rollo con eso de que se tenía que ir de vuelta a casa. Mario e Irene estaban ya bastante cocidos como para ir de vuelta a casa de Elena, aunque tampoco es que tuvieran plan de irse tan temprano, ya que teníamos en mente ese juego del que todos estábamos deseosos, así que Elena y yo dijimos de acompañar a Noelia a casa, pero Isa cogió de la muñeca a Elena para llevarse adentro, diciendo que quería hablar con ella entre risas. Ella le dijo que iba a acompañar a su hermana, pero Isa dijo que le acompañara yo, que no pasaba nada. Yo puse cara de incomodidad, pero Elena me puso ojitos diciendo que no le gustaba que se fuera sola, porque era muy de noche y no se fiaba, además de que su madre le podía regañar por no haberla acompañado. Así que me tocó llevarla de vuelta solo. No me hacía gracia la idea, pero por suerte nos mantuvimos en silencio, estando yo más tranquilo, pensando que me iba a librar de ese mal trago, pero no fue así, porque ya casi llegando, Noelia me agarró de la mano, metiéndome en un parque cuando estábamos pasando por la puerta de éste.
 
Capítulo 200

-¿Qué haces?
-Tranquilo, que no voy a hacer nada.
-Ya... Que te conozco y ya sé lo que vas a hacer...
-Que no te voy a hacer nada, coño. Cállate.
-¿Qué quieres entonces?
-Te quería preguntar una cosa.
-Pfff... A ver...
-Vais a follar los cinco, ¿no?
-¿Pero qué dices?
-No soy tonta, Javi...
-Joder que si lo eres... Mucho, además.
-Que imbécil eres, de verdad... ¿Te crees que no me he dado cuenta de como Irene estaba todo el rato encima de Isa? Se la quiere follar. Está clarísimo.
-¿Y qué? ¿Qué tiene que ver eso con que follemos todos juntos?
-Pues que sé que mi hermana y tú habéis hecho cosas con Irene y seguro que con Mario también. Está muy bueno y dudo mucho que se haya quedado fuera. Y si Irene está así con Isa y ésta no le hacía ascos tampoco, pues seguro que cae orgía, ¿no?
-Estás muy mal, Noelia.
-Me juego el cuello a que algo vais a hacer. Es que hay que ser subnormal para no darse cuenta, vaya. Con lo que sé, estoy segurísima.
-Vale. Lo que tú digas.
-Que no me des la razón como a los locos... (dijo dándome un golpe en el brazo)
-Joder con la nena...
-¿Te gustó?
-¿El qué?
-Que Mario se follara a mi hermana.
-Noelia, cállate ya, anda. Eso no ha pasado.
-A ella seguro que le ha gustado.
-Pfff...
-Nos acabamos de enrollar, ¿sabes?
-¿Cómo?
-Pues eso. Como vosotros estabais a lo vuestro, pues he aprovechado cuando ha ido al baño y he ido yo también. Le he tocado el culo y cuando se ha dado la vuelta le he guiñado un ojo y nos hemos comido la boca.
-Madre mía...
-¿Estás celoso?
-¿Cómo? ¿Por qué iba a estarlo?
-Porque él puede disfrutar de mí y tú no.
-Pero...
-No disfrutas porque por algún motivo no quieres hacerlo aun ocultándoselo a mi hermana. -dijo sin dejarme acabar- Él e Irene son muy libres y pueden hacer lo que quieran. Deberías ser como ellos. No sabes lo que podríamos disfrutar.
-Eso es lo que quieres, ¿no?
-Sí. Quiero que me folles. Aquí mismo, en este banco.
-Flipo contigo, la verdad.
-Fliparías más si me dejaras follarte como yo sé. No aguantarías ni un minuto.
-Ya...
-Venga, Javi. Vamos a echar uno rapidito. Me he quedado muy cachonda después de comerle la boca a Mario y sobarle la polla por encima de la ropa. Está muy bueno el cabrón, me ha dejado con las bragas chorreando.
-Noelia, vete a casa y date una ducha fría.
-¿Qué quieres que haga? ¿Qué me trague tu lefa? ¿Que deje que me folles el culo? ¿Qué me la trague entera hasta que me ahogues...? Hago lo que quieras.
-Quiero que me dejes en paz.
-Hijo de puta. Eres un cabrón. Me tienes así desde el primer día. Me dices que vamos a quedar para follar y luego que no. ¿Te lo pasaste bien riéndote así de mí?
-No fue queriendo, tu hermana y yo...
-Cállate. Nada más que hablas de mi hermana. Eres un puto calzonazos. Eso es lo que eres. Su perrito faldero. No te haces respetar, solo haces lo que mi hermana dice. Ella no tiene en cuenta tu opinión, solo tiene que decir algo para que vayas tú corriendo a hacerlo.
-Eres mala Noelia. Qué sola te vas a ver...
-Y tú un calzonazos, un desgraciado. Un cabrón. Ya verás cuando mi hermana se canse de ti y te de la patada en el culo... Lo que me voy a reír... Pero entonces será cuando vendrás buscándome y a lo mejor yo ya no tendré interés en ti. Mucho me tendrás que rogar para que te dé una oportunidad.
-Eres una hija de puta.

Noelia me miró con una mirada asesina y me dio un guantazo que me cruzó la cara. Me hizo bastante daño y sin decir nada más se fue. Yo me senté en el banco que tenía al lado para tranquilizarme un poco, porque estaba muy enfadado y muy nervioso. En un par de minutos me puse en marcha para regresar a casa de Isa. Estaba alterado, pero conforme eché a andar me tranquilicé a mí mismo. No merecía la pena calentarme la cabeza una vez más por lo mismo. No quería que me lo notaran y quería disfrutar de la noche que quedaba con nuestros amigos. Además, en un par de días iba a perder de vista a Noelia. Con suerte solo la vería algún fin de semana suelto en el que coincidiéramos al ir Elena y yo a su casa de visita y al regresar ella de la universidad.

Conforme llegaba me di cuenta de que Elena estaba en el jardín delantero de la casa de su amiga, de brazos cruzados y mirando a ambos lados. Levanté la mano para saludarla y ella hizo lo mismo. Cuando llegué a su altura la abracé, levantando su cuerpo, dándole un beso.

-¿Todo bien?
-Claro.
-¿Y qué hacías aquí afuera?
-Nada. Te esperaba y de paso les daba a éstos un poco de intimidad para... Ya sabes.
-Ah... Vale.
-Ven. -dijo agarrándome de la mano para sentarme en un banco que había en el porche de la casa- Aquí vamos a estar un rato tranquilitos.

Elena y yo nos empezamos a besar con mucha lengua, metiéndonos mano mientras ella reía muy dulcemente.

-Así, mi amor. Vamos a calentarnos para cogerlos ahora con más ganas y echar unos buenos polvos.
-Uff... Me encanta cuando te enciendes así.
-Mi amor, contigo siempre me enciendo.
-¿Sí?
-Claro, ¿no ves como me pongo siempre y como me corro? No ha habido vez que no me haya corrido al haber follado contigo.
-¿Me vas a querer para siempre?
-Claro, mi amor.
-No me dejes nunca. (dije empezando a besarla de nuevo con muchas ganas)
-Javi. -dijo separándome de ella al poner su mano en mi pecho- ¿Por qué dices eso?
-Por nada, solo estamos hablando.
-No me digas eso otra vez ni en broma. Me muero antes que dejarte.
-Vale, mi vida. Ya está. No te pongas así.

Elena reanudó el beso de nuevo sonriendo antes. Yo le seguí el beso y de nuevo nos empezamos a meter mano. Era evidente que esas palabras no salieron de casualidad de mi boca. Esas palabras de Noelia me pesaron mucho. "Ya verás cuando mi hermana se canse de ti y te dé la patada en el culo... Lo que me voy a reír..." Esas palabras me dolieron. Se me puso mal cuerpo al imaginarme algo así, de ahí que le respondiera de esa manera a Noelia, llamándola hija de puta. Y en realidad no tenía razón para ponerme así, no concebía que Elena me dejara en ningún momento. No nos podía ir mejor. Ambos nos amábamos y ya habíamos superado algún que otro problema, conocíamos a nuestras familias, nos íbamos a vivir juntos... Todo marchaba bien, por lo que me tranquilicé de nuevo mientras nos seguíamos dando cariño hasta que Isa salió en nuestra búsqueda, diciéndonos que fuéramos con ellos. Cuando fuimos al jardín trasero vi a la otra pareja. Se notaba mucho que había habido magreo por como tenía Irene corrido el maquillaje y por las risitas tontas.

Is: Chicos, ¿os parece que nos bañamos en la piscina?
J: Pero no tenemos bañadores.
Is: Ay... -dijo en forma de suspiro- Con lo espabilado que pareces, nene... Desnudos. Si estamos aquí para lo que estamos, que creo que no hay nadie tonto aquí, ¿no?
J: No sé... (dije mirando a Elena)
E: Cariño... -dijo con algo de sorna- No me tienes que pedir permiso para nada... Jejeje.
Ir: Pues no se hable más. ¡Todos al agua!
Is: No os preocupéis, esto está muy tapado y nadie nos ve. La de veces que habré tomado yo desnuda el sol aquí... Y la de cosas que he hecho con mi novio... Bueno, mi ex.
M: Bueno, no pienses en eso. Hoy nos toca pasárnoslo bien.

Todos se empezaron a desnudar. Irene, Mario e Isa lo hicieron muy rápido, recogiéndose ambas el pelo para no mojárselo y se metieron al agua del tirón. Elena se desnudó más lentamente, quitándose su vestidito, quedándose en ropa interior, solo con unas braguitas negras, parando de desnudarse al verme que yo no me quitaba la ropa, ya que estaba en la mesa que había sobre la que estaban las bebidas.

-Javi, ¿no quieres...? (dijo una vez se puso a mi lado)
-Sí, sí. Voy a echarme una copa.
-¿Tú? Si no te gusta.
-Me apetece. Así me desinhibo un poco también.
-¿Te da vergüenza? Jajajaja.
-No, jajaja. Solo que... Bueno, para coger el punto. ¿Quieres?
-No, no, no. Yo no bebo más.
-Elena, tranquila. Solo te he dicho de tomar una, no que te emborraches.
-Pero...
-No quiero que te tomes lo que te dije como una prohibición. Tú eres libre de hacer lo que quieras. ¿Te echo una?
-Venga, vale. (dijo animada)
-Claro, si es para coger el puntillo. Así estamos más cómodos, ya verás.

Le serví una copa a Elena y nos fuimos hasta el borde de la piscina, cada uno con la nuestra. Elena terminó de desnudarse, recogiéndose el pelo después mientras yo me quitaba la ropa y nos metimos, quedándonos junto al borde para poder beber a la vez. Aún estaba un poco hastiado de lo vivido hacia escasos minutos con Noelia, por lo que pensé en beber un poco para relajarme y animarme más. Elena y yo estábamos muy pegados, con bastantes cariñitos mientras los demás jugaban en el agua.
 
Capítulo 201

-¿Estás cachondilla?
-Siiiii... (dijo con suavidad)
-He visto tus braguitas un poco mojadas.
-Es por tu culpa...
-Vaya... Qué malo soy...
-Que va. Si eres un amor. Pero me enciendes mucho. Me encanta besarte.
-¿Solo eso?
-Nooooo... Me encanta todo de ti. Como me besas, como me tocas, como me quieres, como me cuidas, como te preocupas por mí, como me follas, como me das cariño, lo divertido que eres, lo amable, cariñoso, atento, detallista, todo.
-Para, para. Que me voy a poner rojo.
-Jejejeje. Te quiero. (susurró)
-Yo más.
-Que nooooo... (dijo con la ternura de una niña pequeña)
-Vale, vale.
-Cómo está Irene...
-¿Cómo está?
-¿No la ves? Va a saco a por Isa.
-Bueno, tu amiga tampoco le hace ascos. Le va todo por lo que veo.
-No sé... Nunca ha comentado nada.
-Pues se lo estará pasando bien, estará jugando y experimentando como tú has hecho con ella.
-Puede ser... (dijo haciendo una mueca)
-¿Qué pasa?
-¿Eh? Nada...
-Venga, ¿a qué viene esa cara?
-Mario me da un poco de pena.
-¿Por?
-No sé. Siempre que hay varias personas Irene le deja un poco de lado.
-¿Tú crees?
-Sí.
-No sé... Yo creo que se lo pasa bien.
-Ya...
-¿Quieres que hagamos algo con él?
-¿Qué? No, no.
-¿Quieres que esta noche juegue contigo?
-Pero, ¿por qué me preguntas esto?
-No sé. Te veo preocupada por él. El otro día dijiste que te atraía sexualmente, ya llevamos tiempo jugando entre los cuatro...
-Pero lo que te dije...
-Yo no siento eso, Elena. No siento que me estés poniendo los cuernos. No lo sentí cuando Mario te tocó el coño aquella vez en la que no te enteraste.
-Pfff...
-¿Quieres que le diga que te lo coma?
-No, no, no.
-Pero...
-Javi, no estoy preparada. ¿Recuerdas lo que dije de que tenía miedo de que alguno pudiera hacer algo más de la cuenta? Pues Mario lo hizo y yo lo estaba preparada. Y ahora pues estoy más cohibida. No me veo haciendo nada así ahora mismo.
-¿Ni con Irene tampoco?
-No es lo mismo.
-Me cuesta entenderte, pero como quieras. Lo que quiero es que estés cómoda.

Elena sonrió y me empezó a besar, bebiendo después de nuestras copas para volver a besarnos mientras oíamos a los demás reírse y chapotear.

Is: ¿Todo bien?

Elena y yo nos separamos dando un respingo del susto que nos dio.

E: Sí, claro.
Is: Es que estáis aquí apartados, muy callados...
E: Estamos a gusto. Os dejamos espacio.
Is: Pero lo suyo es que todos juguemos juntos, ¿no?
E: Isa...
J: Isa. La idea es que juguéis vosotros tres. Nosotros vamos a nuestra bola.
Is: Pues qué lástima...
J: ¿No tienes suficiente con ellos?
Is: Sí, claro. Pero es que desde lo que vi el otro día... No propuse eso por proponer. Lo dije porque me apetecía.
E: Isa, ya hemos hablado esto. Mi chico no se toca. Por eso dije de invitar a mis amigos, porque veía venir que querías algo más y pensé que con ellos te lo quitarías de la cabeza.
Is: Ya lo sé, Elena. Pero es que el otro día me dio mucho morbo la cosa y...
E: Ya, Isa. Pero ahora mismo no me veo compartiendo a Javi.
Is: ¿No lo has compartido con Irene?
E: No exactamente. Ellos no han follado. No si quiera se la ha chupado o él se lo ha comido.
Is: Ah... Pensaba que sí.
J: Pues no, no hemos hecho nada de eso.
E: Irene solo ha pajeado un poco a Javi y él a ella, pero nada más.
Is: Am... ¿Y tú con Mario?
E: Menos aún. Yo le he pajeado un poco, pero él a penas me ha tocado.
Is: Vaya. Creía que habíais hecho de todo.
J: Bueno, eso no quita que haya estado muy bien. El morbo es muy intenso.
Is: Lo imagino. ¿Y con tanto morbo no os da por ir más allá?
E: A veces se hace duro, pero de momento ha ido bien la cosa.
Is: Elena, ¿con Irene ha habido algo más?
E: Eh...
Is: Que no pasa nada. Si te pregunto porque a lo mejor yo esta noche hago algo con ella. La cabrona sabe jugar y calentar.
E: Sí. Sí que hemos hecho cosas. Yo solo le he tocado, pero ella sí que me lo ha comido bien.
Is: Vale. Me quedo más tranquila. Porque tengo muchas ganas de soltarme el pelo esta noche.
J: Huy... Eso suena a que vas a ir fuerte.
Is: Pues lo mismo sí.
E: Seguro que lo disfrutas.
Is: Claro. Y perdona por intentar... Bueno, ya sabes. -dijo dándole un abrazo- Te quiero. Ya lo sabes.
E: Claro que lo sé, Isa. Yo también te quiero. (dijo algo sonrojada)

Ver a Elena abrazada a su amiga, ambas desnudas me puso bastante palote. Me gustaba ver a Elena así con otra chica, ya me había pasado varias veces al verla con Irene. Y con Isa me pasaba igual, estaba bastante buena. Me las empecé a imaginar enrollándose y notaba como me entraba calor por el cuerpo, sobre todo por la cara. Irene fue la que me sacó de mis pensamientos al acercarse y salpicarme un poco de agua, con una cara de saber lo que estaba pensando. Qué lista era la cabrona. Elena y yo nos acabamos las bebidas y estuvimos un rato más en el agua, con Irene subiéndose a mi espalda, volviendo a ponerme nervioso al notar sus pezones clavándose en mi espalda. Isa miraba a Elena de reojo, quien estaba normal. La veía bastante relajada. Se notaba que confiaba tanto en Irene, como en mí. Por lo que me relajé y me dejé llevar, aunque no podía evitar estar todo el tiempo empalmado por la situación tan morbosa. Isa se puso a jugar con Mario, igual que Irene lo hacía conmigo, dándole algún beso también, con muchas risitas. Irene se abrazó fuertemente a mi espalda, abrazándome con sus brazos a mi cuello y pecho y con sus piernas a mis caderas, rozándose a veces con mis bajos, riendo ella bajito cuando lo hacía.

-Estas muy duro, ¿no?
-Pues tú verás... Con tres tías buenas, como para no estarlo...
-Te ha dado mucho morbo cuando Isa ha abrazado a Elena, ¿verdad?
-Pfff... Mucho.
-¿Te imaginas a las dos follando? Qué pasada, ¿eh?
-Calla, calla...
-Joder, Javi... Estoy muy cachonda. Ojalá pudiéramos follar. Estoy deseando probar tu polla bien y que me la metas hasta el fondo...
-Joder... Sabes que yo también quiero hacerlo, pero no puede ser ahora mismo.
-Es que vaya tela con lo que tienes aquí... (dijo agarrando mi polla y pajeándola suavemente)
-Uff... Para, para.
-Mario también está deseando follarse a Elena. La ve tan mona y tan guapa... Le pone a mil. Muchas veces cuando follamos fantaseamos con ella. Hablamos de las caritas que pone cuando la follas. Del culo tan bonito que tiene, de sus tetitas... Le describo a Mario como sabe su cuerpo, sus besos... Nos ponemos a mil.
-Madre mía. Cállate que me estoy poniendo muy burro.

Entonces se acercó Elena a nosotros, poniéndose delante de mí.

E: ¿De qué habláis?
Ir: De lo cachondos que estamos.
E: Uff... (dijo mordiéndose el labio)
Ir: Tu chico está muy cachondo con todo esto. Le da un morbo increíble.
E: Todos estamos así. (dijo sonriendo)
Ir: Cuando tu amiga te ha abrazado os ha imaginado juntas y mira como tiene esto... (dijo estirándose para coger su mano y llevarla hasta mi polla)
E: Uff... Cómo está esto...
Ir: ¿Has visto?
E: Sí. (dijo subiéndose a mí como estaba Irene, pero pegada a mí pecho)

Estaba atrapado entre sus dos cuerpos, ambas hacían fuerza para estrujarse conmigo, tirando cada una de sus brazos. Mi polla quedaba entre el culo de Elena, encajándose casi en toda su raja y entre las piernas de Irene, quien me rozaba los huevos. Estaba hipercachondo. Me dio mucho calor de repente. Ambas me besaban en cuello por una parte entre risas, cambiando de lado cada poco. Yo empezaba a resoplar hasta que Elena me empezó a comer la boca.

Ir: Qué bien nos lo pasábamos.

Ambos lanzamos un gemido de aprobación al oírla mientras seguía acariciándonos a ambos y besando mi cuello.

Ir: Elena, le estaba diciendo las ganas que tenía de probar su polla. Tengo muchas ganas de sentir a Javi dentro de mí. Tiene que ser increíble sentir todo eso dentro. Lo sé por las caras que pones.

Elena lanzó un gemido un poco raro, como de pena, como su quisiera decir que no le hacía mucha gracia la idea.

Ir: Tranquila, mi vida...

Reí mientras besaba a Elena porque así era como siempre me refería yo a ella. Elena también rio al oírla, aunque no se despegaba de mis labios.

Ir: También le decía a Javi las ganas que tiene Mario de follarte. Te ve tan mona y tan guapa que desea metértela y follarte como lo hace Javi.

Elena volvió a reír.

Ir: Le comentaba que fantaseamos contigo cuando follamos. Que le cuento cómo sabe todo tu cuerpo, lo guapa que eres y lo buena que estás.

Elena lanzó un gemido de sorpresa, intentando separarse de mí, pero yo lo la dejé. Quería seguir saboreando sus labios.

Ir: Madre mía como estoy... Mira Mario qué bien se lo pasa.

Entonces nos separamos y vimos como estaba sentado en el borde de la piscina, con Isa aún dentro de la piscina, pero chupándosela. Nos quedamos en silencio mientras Irene reía.

J: A Elena seguro que le gustaría también.
E: Shhh, cállate.
Ir: ¿Se la quiere comer?
J: Bueno, el otro día dijo que Mario le atraía bastante.
Ir: Uff... Por mí no hay problema, ¿eh?
E: Callaos, anda.
Ir: ¿Quieres comerle la polla a mi chico? ¿O que él te coma tu coñito? Uff, como me pondría ver todo eso...
J: Creo que sí que le gustaría.
E: No estoy preparada para eso.
Ir: Bueno, sin prisa. Pero no puedo esperar a ver cómo te folla y como me follo yo a Javi.
J: Bueno, habría que ver quién folla a quién...
Ir: Uffffff...
E: Qué marranos sois... Jejeje.
Ir: Sí. Pero Javi solo tiene ojos para ti. Eres su vida. Y yo solo para Mario. Solo sería un rato para pasárnoslo bien.
E: Irene, que sé por dónde vas. No me vas a convencer. Hasta que yo no esté preparada, no voy a hacer nada de eso.
Ir: Vale, vale. Pero tú y yo sí que haremos cosas de vez en cuando, ¿no? (terminó de decir con una voz muy dulce)

Elena se despegó de mis labios para besar a Irene muy suavemente. Yo me fui apartando poco a poco hasta que ambas se bajaron de mí y empezaron a besarse de verdad, poniendo sus manos en su cara o cuello.

Qué burro me ponía verlas así y cuando vi a Isa comerle la polla a buen ritmo a Mario, me encendí más aún. Tanto que me puse detrás de Elena, encajando mi polla entre sus muslos y culo, empezando a besarle el cuello, mientras atraía a Irene hacia nuestros cuerpos al agarrarla del culo para aprisionar a Elena. Irene dio un respingo y lanzó un pequeño gemido de sorpresa, pero fue después de que la agarrara del culo. Entonces lo entendí. Había rozado su coño con mi glande al atraerla tanto hacia mí.
 
Capítulo 202

Lancé un jadeo al darme cuenta, pero me retiré enseguida, lanzando Irene un gemido de pena. A los pocos segundos se nos acercaron Mario e Isa y veía que venían con ganas de participar, por lo que me retiré para beber de mi copa. Elena vio mi gesto y vino conmigo para beber también. Isa nos dijo de ir saliendo para ir a la habitación, por lo que salió trayendo unas toallas para que nos secáramos. Nos vestimos y fuimos para dentro, cogiendo su colchón para llevarlo a la habitación de sus padres. El colchón de la cama de Isa era de matrimonio, pero es que en el de la cama de sus padres cabían seis personas sin problemas. Pusimos el colchón al lado de la otra cama, sin ningún tipo de problema, porque aun estando ambas camas, había sitio de sobra. Isa nos preguntó si queríamos alguna bebida, pero todos dijimos que no. Irene y Mario ya iban bebidos, sin llegar a estar borrachos, aunque se les notaba el alcohol. Con Isa pasaba lo mismo, por lo que pasó de ir a por una bebida para ella sola. Elena y yo ya estábamos saciados para tener ese puntillo sin llegar a necesitar más, por lo que fue cuando todos empezamos a jugar.

Elena fue la primera en empezar, empujándome al colchón, riendo bajito y de manera encantadora. En cuanto quedé sentado, echado hacia atrás apoyado sobre mis manos, se sentó encima de mí con una pierna a cada lado, sentándose en paquete, empezando a besarme el cuello con mucha ansia. Mi erección fue instantánea, pero ella quería besarme más, por lo que estuvo un buen rato mientras lanzaba algún gemido de satisfacción al oírme resoplar y al estremecerme, poniéndose mi piel de gallina por los escalofríos que me generaba. Abrí los ojos y vi como el trío se había desnudado ya y se besaban con muchas ganas, turnándose por momentos, todos con todos. Isa nos miraba de vez en cuando, con cara de vicio, mirando después a Irene para preguntarle algo al oído.

Ir: Sí. Es algo que le gusta mucho. Se vuelve loco cuando le hace eso.
Is: Ya, pero es que... ¿En serio, Javi?
J: Sí.
Is: Tío, es que parece que te vas a correr.
J: No, a eso no llego, pero lo que me hace sentir es muy fuerte. No paro de sentir escalofríos. Es mi punto débil.
Is: Uh... Aprovéchate Elena, así le puedes sacar lo que quieras, jajaja.
E: Ya tengo todo lo que quiero. -dijo separándose de mi cuello- No necesito nada más si lo tengo a él.
Is: Madre mía... ¿Para cuándo la boda?

Todos nos echamos a reír y seguimos jugando. Cerré unos instantes los ojos mientras Elena seguía con sus besos por mi cuello. Para cuando me quise dar cuenta y abrí los ojos, me encontré a Isa tumbada boca arriba, con Irene comiéndole el coño estando a 4 y Mario detrás de ella follándosela despacio. Tan concentrado estaba en sentir lo que Elena me hacía que no los oí ni gemir al empezar a follar. Verlos así me encendió mucho, sobre todo ver a Isa, ya que era nuevo para mí verla así. Se le notaba mucho que era de las primeras veces, o si no la primera vez que una chica le comía el coño por las caras que ponía, reprimiéndose, aunque tenía pinta de que le gustaba. Poco le duró eso, porque enseguida se relajó, pasando a poner una cara de placer bastante grande. Cerró sus ojos y se abandonó al cunnilingus que estaba recibiendo.

Yo ya no pude aguantar más y aparte a Elena de mí para incorporarla y bajarle el vestido casi hasta el ombligo para comerle las tetas, con ella empezando a reír con mucha dulzura, pasando a gemir muy sensualmente mientras me acariciaba el pelo. Empecé a jugar con sus pezones, que estaban durísimos, tocándole el culo también por debajo del vestido. Me retiré de ella a los pocos minutos, mirándola de manera seria. Elena supo al instante lo que se iba a venir, porque me miró con emoción, muy sonriente, pasando a poner cara de niña buena. La tumbé en la cama para comerle la boca durante unos segundos, levantándome para desnudarme rápidamente mientras ella me miraba medio incorporada, con el vestido por sus caderas casi, con sus tetas al aire, resplandecientes por mi saliva al habérselas comido y subido por la parte de abajo, viéndoseles sus braguitas. Me miraba con mucho deseo, con la respiración acelerada.

J: Levántate. (dije de manera seria y seca)

Elena obedeció al instante, poniéndose de pie con las manos a la espalda. Le acaricié la cara suavemente, pasándole el pelo por detrás de la oreja. Elena expiró aire por la nariz de manera fuerte. Mi respuesta fue cogerla del cuello con firmeza, lanzando ella un pequeño sonido de sorpresa, que se transformó en un gemido. La desnudé sacando su vestidito por su cabeza, agachándome para a quitarle sus braguitas, notando lo mojadas que estaban y viniéndome ese olor a vicio al estar tan excitada. Cuando se las quité, me levanté y me las llevé a la cara para olerlas. Olían a gloria, haciéndome notar un cosquilleo en los huevos. Elena lanzó otro gemido al verme hacerlo y entonces me di la vuelta viendo como los tres me miraban. Irene estaba hasta temblando, dejándole de comer el coño a Isa, como si esperara algo. Sabía perfectamente lo que quiera y como la cosa no iba con ella, sino que mi dominación iba a ser sobre Elena, decidí darle el gusto y le lancé las bragas. Las cogió al vuelo, llevándoselas directamente a la cara para olerlas, lanzando un gemido alto de placer, poniendo también los ojos en blanco. En cuanto las olió, las dejo en la mesita y le empezó a comer el coño a Isa de nuevo con mucha ansia, tanto que se corrió en nada mientras todos mirábamos. Mario se pajeaba y Elena se puso de rodillas, acariciando mis piernas. Una vez Isa se corrió a grito limpio, miré a Elena para cogerle del pelo, haciéndole una coleta con las manos para que me empezara a chupar la polla.

J: Shhh. Las manos a la espalda.

Elena puso sus manos a su espalda, cogiéndose una con la otra y me la empezó a comer bajo mi dirección al empujar su cabeza tirando de su pelo. Empecé a follarle la boca bastante rápido, metiéndosela entera por momentos. Ella aguantaba muy bien, sabía de sobra que podía aguantar todo mi rabo en su boca. Se comportó como la perfecta sumisa, con sus manos a la espalda y dejándose hacer.

Entre el calentón que tenía desde que regresé, con todo el juego de la piscina, tener ahí a Irene a y a Isa también desnudas y la tremenda mamada de Elena, me corrí a los pocos minutos entre altos jadeos en su garganta, tragándoselo ella del tirón, tosiendo un poco cuando se la saqué. Cuando se recompuso la agarré del cuello con firmeza para levantarla, cogiéndola en brazos una vez estaba de pie, abrazándose con sus piernas a mis caderas y sus brazos a mi cuello. Me quedé unos segundos mirándola fijamente a los ojos, con gesto serio.

J: Buena chica.

Después la empecé a besar intensamente, lanzando ella un gemido. La tumbé en la cama y nos empezamos a besar de nuevo, pero brevemente, porque enseguida bajé a sus tetas para comérselas, con gemidos dulces por su parte hasta que le di algún mordisco, empezando a cambiar esos gemidos a unos de dolor, intentando retirarse para que parara. Yo me incorporé y le di una torta, no muy fuerte, pero sí lo suficiente para que la encendiera, mirándome con fuego en los ojos y exhalando mucho aire por la nariz.

J: ¿Te vas a portar bien, o te voy a tener que castigar?

Elena me miró con ojitos de niña buena, encogiendo su cuerpo y volví a por sus tetas. Se las comía de la misma manera y ahora ya aguantaba mejor, por lo que no se ganó ningún castigo.

Is: Mario, hazme eso a mí...

Miré a Isa, viendo como estaba con unas chapetas muy rojas mientras nos miraba. Mario nos miró, pero puso cara de estar en un aprieto. Irene salió en su ayuda diciendo:

Ir: Cariño, Mario no es muy de eso. ¿Quieres que te lo haga yo?
Is: Vale, pero quiero que me lo hagáis entre los dos.
M: Vale, lo intentaré.

Yo seguí a lo mío mientras oía como Irene y Mario dominaban a Isa, pero sin ser muy fuertes. También oía gemidos de ellos y de Elena, quien estaba con los ojos cerrados, disfrutando al máximo. Paré de manera brusca, abriendo ella sus ojos. Cogí sus piernas para alzarlas, pegándolas a su cuerpo, bajando para comerle el coño. Lo hacía con grandes lametones, con una risita de ella entre gemidos. Cuando reía la miraba fija y seriamente. Ella lo entendió, parando de reírse y pasando solo a gemir. No tardó mucho en correrse, cerrando sus piernas antes, apretándome la cabeza. Me pidió que parara a voces mientras temblaba como una loca, pero yo no lo hice hasta que ella empezó a convulsionar. Me retiré de ella con la boca empapada, tumbándome a su lado, esperando a que se recuperara un poco. Mientras tanto veía a los otros tres jugar. Irene y Mario intentaban dominar a Isa, pero lo hacían con torpeza. Entendía que Mario lo hiciera regular porque él no era de ser dominante. En su día era sumiso y ahora le gustaba hacerlo de igual a igual, pero me sorprendía que Irene también lo hiciera regular. En su día Elena y yo vimos como dominó a Mario y lo hacía realmente bien, con ese punto de humillación que tanto dijo Isa que le gustaba. Pero parecía primeriza en eso, era muy floja. No pasaba de algún tirón de los pezones y alguna guantada floja. Apenas decían nada, aunque veía a Isa encendida, pero también es verdad que la veía con cara de esperar más.

A pesar de haberme corrido hacía pocos minutos, ya estaba de nuevo con la polla empalmadísima, con ganas de más. Veía a Isa desnuda y me encendía bastante. La chica estaba muy buena. Elena seguía con la respiración muy agitada, con su pecho subiendo y bajando a toda velocidad, pero la veía con esos pezones tan ricos, duros como una piedra, con su coñito enrojecido y brillante y tan guapa con su pelo algo alborotado. No puede aguantar más y me arrimé a ella para besarle por el cuello mientras le acariciaba el chocho con los dedos. Ella pegó un respingo, abriendo sus ojos y mirándome con cierto miedo, negando con la cabeza.

J: Vas a tener que aguantar. Quiero seguir, estoy muy cachondo. ¿Vas a ser una buena putita?

Elena asintió con cara de niña buena y cerró sus ojos mientras yo la tocaba para dejarse llevar. Se estremecía mucho y cerraba sus ojos con fuerza, lanzando gemidos que intentaba reprimir, pero le costaba hacerlo, se le escapaba uno más alto de la cuenta. También, alguna vez me intentaba apartar la mano con sus dedos, de manera tímida.

J: No te estás portando bien... (dije agarrando su cara con fuerza, girándola para que me mirara)
E: Es que estoy muy sensible... (dijo con un hilo de voz)
J: ¿Cómo?

Elena me miró con cierto miedo en sus ojos. Yo me incorporé y me senté, poniéndola boca abajo sobre mí para empezar a darle fuertes azotes, empezando a ponerle el culo rojo. Nuestros amigos pararon para vernos mientras Elena gemía de dolor, cada vez más fuerte hasta que llegó un punto en el que le agarré del pelo tirando hacia arriba.

J: Como sigas así, te voy a dar más fuerte y entonces sí que te vas a quejar con razón.

Elena lanzó una especie de gruñido, con tono de estar a mil. Se puso muy cachonda y empezó a respirar con fuerza por la nariz cada vez que le daba un azote. Llegó un punto en el que lo tenía totalmente rojo, con alguna marca de un color más intenso aún, tirando a morado.

J: ¿Se te ha quitado ya la tontería?
E: Sí, amo.
J: Bien. Túmbate.

Elena se tumbó boca arriba, expectante de lo que venía después. Yo me quedé mirándola. Estaba preciosa. Me miraba con muchísimo deseo. Entonces dirigí mi mirada al trío, viendo como Mario estaba tumbado, con Irene sobre su cara para que le comiera el coño e Isa sobre su polla, montándolo a buen ritmo. Mi polla palpitaba al verlos así, dirigiendo mi mirada a Elena, quien puso una sonrisa en su boca. Me puse sobre ella, acariciando su rajita con mi polla. Ya no reaccionaba de manera exagerada, por lo que supuse que se había recuperado. Le metí una embestida, lanzando ella un grito que hizo estremecerse a los otros tres, seguido de un gemido muy sensual. Empecé a follar a Elena a buen ritmo, abrazándome ella con sus piernas por la cintura y poniendo sus manos en mi espalda, acariciándomela. De vez en cuando levantaba mi cara, que durante casi todo el rato estaba hincada en la almohada, besando a Elena con pasión. Ella se derretía pese a mis embestidas criminales. Podía oír al trío gemir bastante alto, por lo que aproveché para susurrarle a Elena, poniendo mi cara al lado de la suya, pero en dirección contraria a nuestros amigos.

-Quiero que mi zorrita me alabe.
-Mmm... Te quiero.
-Más.
-Te adoro. No puedo estar más feliz contigo.
-¿Te gusta lo que te hago?
-Me encanta todo lo que me hace mi amo.
-¿Sí? ¿Qué es lo que más te gusta?
-Cuando me llevas a otro mundo al hacer que me corra de esa manera tan intensa.
-¿Qué más?
-Ese cariño que me das y como me dominas. Es un cambio tan grande... Me gusta mucho, me enciende mucho cuando me tratas así como hoy.
-¿Me quieres?
-Siiiii -dijo en forma de gemido bastante alto- Eres la persona a la que más quiero. Eres lo más importante de mi vida.

No pude aguantar más y me empecé a correr dentro de ella después de un grito bastante alto que ahogué al hundir mi cabeza en la almohada de nuevo. Elena también se empezó a correr, pudiendo notarlo en sus temblores mientras se abrazaba con fuerza a mí, pero no fue un orgasmo tan grande como el anterior. Me estrujaba la polla con fuerza, exprimiéndome hasta la última gota. Levanté mi cabeza para besarla mientras ella me clavaba las uñas al dar alguna embestida más de regalo. Esperé a que se recuperara, poniendo mi cara pegada a la suya, aunque estaba con sus ojos cerrados, dándole un pico de vez en cuando. No pude evitar pensar en algo y estaba tan caliente que decidí llevarlo a cabo. Esperé a que mi chica se recuperara, estando también pendiente de Irene para ver si paraba y se bajaba para tumbarse en la cama, como acabó haciéndolo al poco.

J: Irene, ven.

Irene me miró con sorpresa, mirando a Mario y a Isa y luego a Elena. Elena estaba tranquila, aún un poco ida por su orgasmo, aunque consciente. Cómo sabía que confiaba en mí y en Irene, me lancé a lo que tenía en mente al acercarse Irene a nosotros y ponerse de rodillas a nuestro lado.

Ir: Dime.
J: Quiero que hagas una cosa.
Ir: Lo que tú quieras.
J: Me he corrido dentro de Elena. Quiero que le limpies el coño mientras se lo chupas. Que no se derrame ni una gota. Quiero que te lo tragues.

Isa miró sorprendida, enderezándose, parando de montar a Mario, aunque aún encima de él, con su polla clavada en sus entrañas. Elena lanzó un gemidito, seguido de una risa muy encantadora.

J: ¿Has visto? Esta zorrita está deseando que se lo hagas.
Ir: Yo también lo estoy deseando.
J: Lo sé. ¿Y vosotros? ¿Queréis verlo de cerca?

Isa y Mario se miraron y asintieron al devolverme la mirada, por lo que se pusieron de rodillas, como Irene, donde estaba ella, pasando Irene a ponerse detrás de mí. Me incorporé y cogí a Elena del culo para levantar su cuerpo y que no se derramara mi corrida, con ella lanzando una risita encantadora de nuevo. Me salí de ella con cuidado e Irene se lanzó a su coño, atrapándolo con la boca mientras ambas gemían. Dudaba quién lo disfrutaba más. Elena relajó su cuerpo, bajándolo, quedándose tumbada. Yo gateé de rodillas hasta llegar a la altura de su cabeza para que me la chupara. Así lo hizo ella, metiéndosela bastante. Isa miraba pasmada la situación, mientras que Mario miraba con excitación, porque ya sabía cómo nos las gastábamos. Elena ponía una cara de placer increíble con mi polla en su boca, con sus mejillas muy rojas. Llegó un punto en el que Irene se vino a arriba y empezó a darle buenos lametones, por lo que la aparté tirando de su pelo hacia arriba, poniéndola a escasos centímetros de mi cara.

J: No te vengas a arriba.
Ir: Perdona, amo.

Isa pegó un respingo al oírla llamarme así mientras Mario sonreía. A mí me encantó que me siguiera el rollo de esa manera, por lo que se quise seguir con el juego.

J: Ahora ve y dale un beso a Isa.
Is: Uff... (dijo con tono de no estar muy convencida)
J: ¿Qué pasa? ¿Te da asco porque le ha comido el coño a Elena? No te ha dado asco cuando te lo ha comido a ti, ¿no? Pues ahora tampoco deberías. Elena tiene un coño riquísimo. El más rico que me he comido en mi vida.

Isa me miraba sin haber cambiado de opinión, por lo que me lancé a dar un paso más. Me acerqué a ella y la cogí con firmeza del cuello.

J: ¿Vas a ser una buena chica?
Is: Sí, amo. (dijo al instante)
J: Así me gusta.

Entonces pasó algo que no esperaba y que tampoco quería que pasara por Elena. Isa me miró con fuego en los ojos y me agarró la polla con fuerza. Irene respiró como si se hubiera asustado y a mí no me gustó lo que hizo, por lo que le di un manotazo para que me la soltara, corrigiendo la situación dominándola, sin salirme del juego. Le solté un guantazo que resonó en toda la habitación.
 
Capítulo 203

J: ¿Qué coño haces? ¿Te he dado permiso para que hagas eso?
Is: No, amo. Perdón.
J: Mi polla solo la toca mi chica.
Is: Lo siento, no volverá a pasar.
J: Y tanto que no va a pasar. Vas a tener tu castigo.
Is: Vale.
J: Besa a Irene. Ya.

Isa me hizo caso, besando a Irene, lanzando un gemido. Al final resultó gustarle, por lo que no me gustó como castigo, así que pensé en hacer algo más.

J: Vaya, eres más guarra de lo que pensaba... Voy a tener que buscarte otro castigo, porque eso te ha gustado...
Is: Sí, amo.
J: ¿Te gusta la polla de Mario?
Is: Sí. (dijo bajito)
J: Bien, porque te va a follar el culo con ella.

Todos pusieron cara de sorpresa al oírme, había quien creía que lo decía de coña. Isa, sin embargo, me miraba seria. No sabía si lo estaba diciendo en serio y parecía tener miedo de decir algo o reaccionar de manera equivocada. Parecía saber de sobra cómo funcionaba el juego. Como bien dijo, le gustaba eso muchísimo, aunque no estaba seguro de si tenía mucha experiencia en ello.

J: Venga, tira para la cama.

Las caras de todos cambiaron al ver que iba en serio. Mario e Isa fueron a la cama e Irene también se incorporó para ir, pero la paré, tirando de su brazo para susurrarle al oído:

-Cómele bien el culo, no quiero que sufra. Quiero que se lo pase bien. Prepáraselo lo mejor que puedas, sé que sabes hacerlo. Y dile a Mario que con cuidado. Si veis que no puede parad, pero disfrutad.

Irene se apartó mirándome fijamente a los ojos, para después susurrarme ella a mí de manera que solo la oyera yo.

-Amo, me has puesto muy cachonda. Estoy empapada. Ojalá me follaras. Así, tan fuerte como se lo acabas de hacer a tu nena.

Le sonreí una vez se apartó y le hice una señal con la cabeza para que fuera con ellos, dándole un azote cuando se levantó y se dio la vuelta, reaccionando ella con un gritito de sorpresa mientras podía oír como Elena se reía dulcemente.

Me tumbé junto a Elena, poniéndola de lado, de cara a ellos y yo detrás de ella, empezando a acariciar su cuerpo y darle besos por su hombro, cara, cabeza... Empecé a hablar con ella en susurros, sin que los demás nos pudieran oír, aunque tampoco es que tuvieran mucho interés, ya que se les veía muy excitados y concentrados, con Isa boca abajo e Irene con su cara sobre su culo, empezando a jugar con él, besándoselo, acariciándoselo y lamiéndolo. Mario aprovechaba para follar a Irene lentamente, con gemidos bajitos, pero sensuales.

-¿Cómo estás?
-En la gloria.
-Perdona por lo de Isa, no quería que me la cogiera...
-No pasa nada, mi amor. Ha sido el morbo de la situación.
-Ya, pero...
-No te preocupes, de verdad, Javi. Si yo no estoy enfadada ni molesta. No tienes por qué estarlo tú.
-Joder, todavía no me creo la suerte que tengo de estar a tu lado.
-No.
-¿No?
-No. La suerte la tengo yo. -dijo dándose la vuelta- Conociéndote desde que éramos niños y no me he dado cuenta hasta ahora de todo esto... ¿Cómo he podido estar tan ciega?
-Elena, yo... Yo... No sé qué decirte.
-No tienes que decir nada. Fue mala suerte.

Nos miramos a los ojos y le pasé el pelo por detrás de la oreja, dándole un beso en la frente después.

-Joder... -dije riéndome- Hemos pasado de todo esto a estar así, jajaja.
-Me encanta ese contraste de cuando te pones así de dominante y tan dulce. Es que te como.
-Ay... ¿No quieres verlos?
-Ya estoy cachonda. No necesito verlos.
-¿Sí?
-Sí. Casi me corro cuando Irene me ha hecho eso.
-Uff... ¿Te ha gustado? Me dijiste que solo querías que folláramos entre nosotros dos, pero es que me ha dado mucho morbo...
-Me ha gustado, tranquilo.
-Entonces... ¿Sigues cachondilla?
-Sí.
-¿Y si hago esto?

Cogí mi polla dura y se la encajé entre sus muslos y su culo, empezando a frotarme con ella.

-Mmm... Qué rico.
-Sí...
-Juega con mi culete.
-Uff...

Le metí los dedos en la boca para que los chupara, llevándolos después a si culo, acariciándole el ano, jugando con él mientras me frotaba.

-Qué bien, mi amor... Mírales y cuéntame lo que pasa.
-Vale.

Elena metió su cabeza entre la mía y la almohada, empezando a besarme el cuello, haciéndolo yo también mientras veía como los demás disfrutaban. Veía a Irene comiéndole el culo a Isa, quien gemía alto, mirándonos a Elena y a mí de vez en cuando. Mario seguía follando a Irene, pero ahora más rápido y con más fuerza. A los pocos minutos Mario se puso detrás de Isa, frotando su glande con su culo. Se la veía nerviosa, pero Irene la tranquilizaba, besándole el cuello y acariciándole el cuerpo. Mario también estaba tranquilizándola en todo momento, llevando el máximo cuidado posible. Al fin se la empezó a meter, apretando Isa los ojos con fuerza, lanzando un gemido de dolor también. Mario paró, pero su glande ya estaba dentro. Irene le preguntaba a Isa si todo iba bien y ella dijo que sí, que solo le escocía un poco. Tras unos breves minutos, Mario se empezó a mover en su interior, metiendo poco a poco su polla. Al final le estaba follando el culo. Yo creía que no sería posible, pero también contaba con la experiencia de mis amigos para que todo saliera bien. Isa se relajó, permitiendo que la follara, pero cuando Mario metía la mitad de su polla en su culo, Isa le decía que parara, que le hacía daño. Pero al menos podía follarla, cosa que no era muy común según nos contó.

Is: ¿Así amo? ¿Te gusta así? (dijo mirándome)
J: Sí. Eres una buena putita.
Is: Mmm... Siiiii... (dijo en forma de gemido)
J: ¿Lo vas a seguir siendo?
Is: Sí. Hago todo lo que tú quieras, amo.

Cuando me dijo eso me encendí bastante, frotándome con Elena con más fuerza, gimiendo ella.

J: Bien, pues ahora le vas a comer el culo a Mario.

Elena gimió con una risa al final y Mario se levantó. Parecía gustarle la idea por la expresión de su cara, tumbándome boca abajo. Isa ni se lo pensó, le abrió los cachetes a Mario y se lo empezó a comer. Irene miraba la situación con una cara de vicio increíble. Isa gemía, parecía gustarle y Mario también, tanto que empezó a gemir.

J: Mario, fóllatela muy fuerte por el coño. Quiero que se corra muchas veces. Pero no lo hagas tú.
Is: Gracias, amo.
J: Y tú, putita... Mientras Mario te folla le vas a comer el coño a Irene.
Is: Como quiera mi amo.

Los tres se pusieron a ello, con gemidos por todas partes. Elena resoplaba, pidiéndome que fuera más lento al frotarme, diciéndome también que lo estaba disfrutando mucho. Le dije que se diera la vuelta y así lo hizo, para que pudiera verlos.

E: Mi amor... -dijo susurrando- Quiero que me folles el culito.
J: Claro, mi vida.
E: Pero métemela ya, no esperes más.
J: ¿Ya? Pero...
E: Estoy muy cachonda, mi amor. No necesito que me prepares. Me noto abierta por el rato que has jugado con tus dedos. Un poco de saliva y listo.

Elena se puso a cuatro patas, mirando al trío y yo me coloqué detrás, echando saliva en su ojete, pasando mi glande por ahí, con ella gimiendo como respuesta. Sin esperar mucho más se la empecé a meter. Efectivamente estaba muy abierta, porque entró sin ningún problema apenas. La empecé a follar a buen ritmo mientras veíamos como Isa se corría varias veces, aguantando ya con dificultad. Cómo la vi tan sensible, los paré.

J: Ya está. Suficiente. Ahora te vas a follar a Irene, Mario. Pero despacio, mientras Isa te come el culo. Y te vas a correr dentro de Irene. Después Isa se lo va a limpiar como Irene ha hecho con Elena.

Enseguida se pusieron así, haciéndolo a la perfección. Mientras yo me follaba a Elena de la misma manera que hacía antes de decirles eso a nuestros amigos. La follaba a un ritmo normal, quería que ambos disfrutáramos de aquello, pero Elena se salió, volviéndose hacia a mí para tumbarme boca arriba, montándose sobre mi polla para cabalgarme a buen ritmo. Elena me estuvo cabalgando durante un buen rato, perdiendo yo la noción de todo al concentrarme en su fija mirada, con esos ojazos clavados en los míos. Hasta dejé de oír a nuestros amigos. Pero más aún cuando Elena se inclinó para entrelazar nuestros dedos y darme un beso, pasando después a mi cuello. Notaba como su culo subía y bajaba a toda velocidad hasta que no pude más y me empecé a retorcer, señal, junto a los escalofríos que ella originaba en mí, de que me iba a correr en breve.

Y así fue, vaciándome en el coño de mi chica, quien también se empezó a correr al notar mi orgasmo. Cuando ella se recuperó, después de haberlo hecho yo bastante antes, se incorporó un poco para besarme y luego se puso recta para mirarme con una sonrisa. A continuación, se levantó, sentándose en mi pecho, sentada hacia atrás, haciendo que mi corrida cayera sobre mí, como alguna vez había hecho anteriormente. Efectivamente, como en esas ocasiones, Elena se puso de rodillas a mi lado para lamer mi corrida, succionando para limpiarme y llevársela a la boca por completo mientras meneaba su culo de un lado al otro. Después se incorporó, poniendo sus manos sobre sus rodillas, tragándoselo, relamiéndose y sonriéndome girando su cabeza. Como me gustaba que me hiciera eso... Tiré de ella para que se tumbara y poder darle un buen beso. Miré a la otra cama y los vi a los tres tumbados boca arriba, con la respiración algo agitada y mirándonos.

-Elena...
-Dime.
-Me encanta cuando me haces eso.
-Lo sé, jijiji...
-Pero te has aprovechado de mi cuello... Ahora me toca a mí.
-Huy...
-Además, te falta por hacer algo y quiero que tu amiga lo vea.
-Mmm...

Sin decir nada más, me puse de rodillas y empecé a tocar a Elena, rozando su rajita con mis dedos, centrándome también en su clítoris. Tras unos minutos bajo la atenta mirada del trío, empecé a meterle los dedos, empezando a oírse rápidamente ese sonido a chapoteo. Estaba cerca, pero quería que se mojara mucho, por lo que le cogí un pie y me lo llevé a la boca para empezar a chuparle los dedos, atrapándolos para seguir estimulándole con mis manos. Se puso roja a rabiar, pero funcionó a la perfección, porque tras unos pocos movimientos más bruscos en su interior, Elena empezó a gritar de placer, temblando como una loca. Saqué mis dedos de su coño y le empecé a estimular el clítoris, lanzando ella unos cuantos chorros a mucha presión. Isa tenía cara de estar flipando, mientras que Irene y Mario nos miraban con cara de vicio.

Así acabó la noche de folleto. Bastante intensa y larga, porque eran pasadas las 5 de la mañana cuando acabamos. Isa nos propuso darnos una ducha, por lo que fue ella primero, regresando enseguida mientras los cuatro descansábamos en silencio. Cuando volvió nos dijo que cada pareja podíamos ir a un cuarto de baño diferente, dándonos toallas para poder secarnos y demás. Cuando nos duchamos regresamos a la habitación. Isa dijo de quedarnos a dormir, porque ya era tarde, por lo que aceptamos. Como la cama era inmensa, cogimos la otra y la llevamos a su habitación mientras ella cambiaba las sábanas, que están manchadas por los flujos de los tres. Todos nos pusimos nuestra ropa interior, aunque todas las chicas se quedaron en tetas y nos tumbamos para dormir, estando Isa y yo en un extremo de la cama casa uno, Mario al lado de Isa, siguiéndole Irene, y luego Elena hasta llegar a mí. Estábamos tan cansados que nos dormimos enseguida sin hablar absolutamente nada.
 
Capítulo 204

El despertar no fue tan bueno, porque lo hice sobresaltado por una serie de mensajes que me empezaron a llegar, llegando a asustarme, tanto por el ruido, como por pensar que había pasado algo al escuchar ese bombardeo de notificaciones. Resultó ser la madre de Elena, preguntándome si le pasaba algo a su hija, que no respondía sus mensajes ni sus llamadas, que ya mismo iba a salir y que tenía algo de carne en casa para hacer una barbacoa, ya que le dijimos que había allí una. Le respondí que estábamos durmiendo y que sí, que llevara lo que quisiera.

Después fui corriendo al baño porque me estaba meando, encontrándome a Mario con toda la cara de sueño y resaca.

-¿Qué pasa?
-Que me meo.
-De eso vengo yo.
-Tengo que hablar contigo... (dije con tono serio)
-Mmm... ¿Bronca?
-Pues sí.
-Buah...
-Ya hablaremos mañana por la mañana.

Después de ir al baño regresé a la habitación. Mario dormía de nuevo a pierna suelta, como todos. Me puse junto a Elena y la giré hacia mí para despertarla con cuidado. Se despertó con una sonrisa, cogiéndome de los hombros para abrazarme.

-Javiiiii... Ven aquí conmigo. (dijo susurrando)
-Elena, nos tenemos que ir.
-¿Por qué?
-Me ha hablado tu madre preguntando por qué no le respondes. Dice que va para nuestra casa.
-Ostia... Se me había olvidado.
-Venga, que tenemos que llegar antes que ella.
-Pero... (dijo mirando a los demás)
-Ya les contaremos luego porqué nos hemos ido.
-Vale, vamos.

Nos vestimos y salimos disparados hasta nuestra casa. Por el camino Elena llamó a su madre explicándole que nos habíamos dormido y demás. Se puso un poco nerviosa porque al parecer le pidió la ubicación, pero Elena le contó habíamos tenido que salir a arreglar un problemilla que había con unos papeles y que en cuanto acabáramos se la mandaría. Le colgó enseguida diciéndole que íbamos a hablar con alguien y me contó.

-Madre mía. Tenemos que llegar antes.
-Bueno, tampoco pasa nada, ¿no?
-Bueno... Sí, pero no quiero que se dé cuenta de que hemos pasado toda la noche con éstos. No quiero que malpiense.
-Pues acertaría de lleno, jajaja.
-Oye... No seas malo...
-No creo que sea para tanto.
-Ya, pero mi hermana estaba ahí y seguro que vio el plan en el que estaba Irene. Si es que esta chica no para, se le mete enrollarse con alguien en la cabeza y empieza pico y pala... Jajaja.
-Ya ves.
-Jo... Qué sueño. Apenas hemos dormido 4 horas.
-Pues duerme, aún nos queda para llegar.

Elena se durmió durante todo el camino, echando su cara sobre su mano. Estaba preciosa. Al final llegamos tras una hora y media de viaje, teniendo casi media hora hasta que llegara su familia. Desperté a Elena tras aparcar en la puerta y ella le envío a su madre la ubicación. Entramos en casa, nos cambiamos de ropa y desayunamos algo, preparando las cosas para ir a la piscina. Al final resultó que llegaron casi media hora después de lo acordado porque la abuela de Elena tenía que parar para ir al baño y estirar las piernas. Se alegró mucho cuando llegó a nuestra casa y nos vio juntos. Maribel también se alegró bastante, dándonos un abrazo a cada uno. Noelia estaba bastante pasota, sin decir palabra, ni acercarse a nosotros, ni nada. Elena se encargó de enseñarles la casa a las tres mientras yo me quedaba en el salón esperando para irnos. Solo esperaba que Noelia no se pegara todo el día dando por culo por como acabó nuestra conversación la noche anterior.

Finalmente nos fuimos después de que guardaran la carne que trajo Maribel para que la hiciéramos luego para comer allí en la barbacoa que había. Nos fuimos andando, ya todos preparados. Todas ellas con un bikini sobre el que llevaban un pareo. Yo simplemente llevaba el bañador y una camiseta. Llegamos y pusimos las toallas bajo unas sombrillas que había allí instaladas. Como siempre que íbamos a la playa o a la piscina, Elena me embadurnó en crema, con una sonrisa enorme en su boca. Después se quitó su pareo y se echó a ella misma, pidiéndome que le echara por la espalda. Estaba preciosa con un bikini de ambas piezas de color naranja muy chillón. Se la esparcí suavemente, de manera sensual, quitándole el nudo de la parte de arriba. Elena me miró con expresión de querer reñirme. Yo la miraba sonriendo, siguiendo hasta que se lo quité para echarle bien por toda la espalda. Cuando acabé pasé mi mano por sus muslos, metiéndosela por dentro del bañador para tocarle el culo. De nuevo giró su cabeza rápidamente hacia a mí, haciendo su pelo un bamboleo. Me miró de la misma manera mientras yo le sonreía mordiéndome el labio.

-Para. Estás muy tontorrón.
-Un poco.
-Te voy a tener que castigar luego...
-Mmm... Qué ganas...
-Para, en serio.
-Vale. Tranquila, mi vida. (dije dándole un pequeño beso)

Le abroché la parte de arriba a la espalda y se tumbó boca arriba. Después yo me quedé sentado, apoyado en mis manos al echarme un poco hacia atrás, viendo a las demás. La abuela de Elena iba con un bañador de cuerpo completo y Noelia iba con un bikini que ya le había visto cuando estuvimos los cinco juntos en la playa. También me fijé en Maribel, dándome cuenta de que llevaba un conjunto de dos piezas, pero al estar echándole crema a su madre, no pude vérselo bien. Aunque sí que lo vi cuando se puso de pie y fue hasta las duchas para mojarse un poco, y más cuando volvió para sentarse en su toalla. Se quedó un poco de pie y madre mía... Llevaba un bikini de Elena. Lo reconocí al instante porque era muy detallado, blanco con dibujos en morado. Estaba muy sexy. Me empezó a entrar calor y más al ver como se le marcaban los pezones debido al agua fría de la ducha. Pero no era lo único que se le marcaba. El bikini le estaba algo pequeño y se podían adivinar sus labios vaginales bajo la tela del bikini. Fue un momento breve, pero me di cuenta. Me puse a mil al ver eso y más aún cuando se dio una pequeña vuelta para mirar a la piscina y ver ese culazo que tenía como Elena, apretado en ese bikini.

Me puse a sudar como un pollo, por lo que me levanté, con una erección bastante grande y me lancé al agua de cabeza. Lo hice tan rápido que no se percataron, por lo que dudaba que me hubieran visto la erección. Cuando me relajé, siendo algo rápido gracias a lo fría que estaba el agua, volví con ellas, sentándome junto a Elena. Me acerqué a ella para que le cayeran unas cuantas gotas, estremeciéndose un poco y mirándome sonriente. Le di un pequeño beso y ella se puso boca arriba. Le empecé a acariciar el cuerpo con un dedo y empezó a dejarse llevar hasta que me apartó la mano, mirándome como lo había hecho antes, con ganas de querer echarme la bronca. Paré, pero me di cuenta de que sus pezones estaban marcados, mirando a la parte de abajo, dándome cuenta de que le estaba algo apretado, marcándosele el coñito, viendo también que tenía la zona un poco húmeda, con una pequeña mancha de un color más oscuro.

-Huy...
-¿Qué pasa Javi?
-No sé... Dímelo tú, jejeje. (dije mirando su sexo)

Elena se incorporó rápidamente, quedando sentada, abrazando sus piernas, algo sonrojada.

-No pasa nada, mi vida.
-Me da vergüenza.
-Es algo natural. Además, se te marcaban los pezones y el coñito. (dije susurrando a su oído)
-Javiiiii...
-Me encanta como te queda. Estás para comerte.
-Te vas a enterar cuando se vaya mi familia.

Me quedé mirándola fijamente, bajándome las gafas de sol, haciendo ella lo mismo, llegando un punto en el que no era consciente de lo que pasaba alrededor. Fue una mirada muy intensa hasta que a ella le empezó a dar la risa floja, pero aun así siguió con esa mirada tan profunda, haciendo que me perdiera en esos ojos marrones oscuros. Hasta que de repente llamaron al móvil de Elena, dando ella un respingo, interrumpiendo ese momento tan intenso. Miró su móvil y me susurró que era Isa, levantándose y retirándose para hablar con ella, yéndose de manera que nos daba la espalda. Seguro que lo hizo adrede porque se le marcaban mucho los pezones y seguro que la manchita que tenía abajo se hizo más grande. Entonces Maribel le dijo a Noelia que llevara a su abuela con cuidado al agua para que se refrescara, que la sentara en los escalones que daban inicio a la piscina para que estuviera fresquita y que estuviera pendiente de ella. Noelia sin protestar le hizo caso, hablándole a su abuela de manera muy alegre, como pocas veces había visto en ella. Yo me puse de vuelta las gafas de sol y al poco Maribel me empezó a hablar.
 
Capítulo 205

-Oye, pues habéis elegido muy bien.
-¿A qué sí?
-Sí. La casa está pero que muy bien. Estoy impresionada, habéis elegido muy bien.
-La eligió Elena. Ella ya sabía que esta casa era una de las que más me gustaron, pero lo dejé a su elección.
-Am... No lo sabía.
-Pues sí. Yo estaba ocupado con el trabajo y le dije que eligiera ella, que sabía que lo haría bien.

Maribel sonrió orgullosa.

-De hecho, hasta arregló ella todo el papeleo y demás mientras yo estaba trabajando. Y cuando vinimos el viernes fue ella también quien arregló lo que quedaba.
-Vaya...
-Tú hija es muy espabilada. Más de lo que crees.

Maribel volvió a sonreír orgullosa, dirigiendo después mi mirada a Elena, viendo como hablaba por teléfono, con su otro brazo en jarra, riendo y dándose la vuelta, incapaz de quitar la mirada de su perfecto culo.

-¿Y todo bien por casa?
-¿Eh? (pregunté un poco distraído)
-Que si todo bien por casa.
-Claro. Es muy fácil vivir con Elena. Hacemos todo entre los dos, menos cocinar, porque yo soy un desastre para eso, ya lo sabes, jejeje. Aunque le ayudo en lo que puedo. Hemos hecho bastante vida de pareja antes de que tú y yo nos conociéramos, hasta llegamos a pasar días juntos.
-No me refiero a eso.
-Ah, ¿no?
-No.
-¿Entonces?
-A ver... Es que Elena me ha contado alguna cosa.
-No te sigo. ¿Hago algo que no le guste?
-No, no es eso.
-Pues ni idea de a qué te refieres.
-Me ha dicho que la relación que tienes con tu padre es...
-Ah... (dije sorprendido)
-No me ha dicho que os llevéis para mataros, no me malinterpretes.
-Am...
-Pero sí me ha dicho que es un poco fría.
-Ya...
-¿No quieres hablar de ello?
-Eh...
-Me da la sensación de que algo pasa y creo que necesitas hablarlo. Yo solo quiero ayudar, igual que hablamos de mi marido el día que te conocí y luego me has dicho alguna cosa más, ¿recuerdas?
-Sí, claro.
-¿Y bien? (preguntó a los pocos segundos)
-Pues... Es que no hay mucho que contar.
-Pero algo hay, ¿no?
-Mi padre y yo tenemos un carácter algo fuerte y chocamos bastante.
-Mmm... No me da esa impresión cuando trato contigo.
-Eso es porque no me has visto enfadado.
-¿Ni cuándo me pasé preguntándote si habías drogado a mi hija? Ahí me pasé mucho.
-En realidad estaba más molesto que enfadado. Me hizo daño que pensaras así de mí más que enfadarme.
-Vale, ahora lo entiendo. Creí que te habías enfadado por como me respondiste y tal, que lo vi normal después del calentón.
-Pues eso, no me has visto enfadado. Pero sí, a veces tengo un temperamento fuerte y bueno, alguna que otra vez en casa pues ha pasado y...
-¿Y con tu madre?
-¿Mi madre? Con ella la cosa es tan diferente... Me hace de consejera, de amiga... Ahora mismo siento que se me haría muy duro vivir si me falta ella o Elena.
-Vaya... (dijo con tono de estar impresionada)
-La relación con mi padre se ha enfriado bastante. (dije algo serio a los pocos segundos)
-¿Estás bien? (dijo acercándose a mí y pasándome el brazo por los hombros)
-Sí, sí. Solo que... A veces pienso que... Nuestra relación es muy fría, como si fuera otro pariente en vez de mi padre. No noto que se preocupe por mí en algunas cosas como lo hace mi madre.
-Ay... Pues háblalo con él.
-Ya...
-Venga, hay que hablar las cosas. ¿Por eso te has preocupado tanto por Elena con el tema de su padre?
-Sí. Por eso y porque la quiero y no quiero que esté triste.
-¿Y tu madre qué opina de tu relación con tu padre?
-No le he contado lo que yo opino.
-¿En serio?
-Sí.
-¿Por qué?
-Por evitar la situación.
-Mmm...
-Ella dice que nos parecemos mucho, que somos iguales y que por eso estamos así.
-¿Y es así?

Espero que no... (pensé)

-No lo sé. -dije a los pocos segundos- Yo no me puedo ver en tercera persona para ver si ambos nos comportamos de la misma manera.
-Creo que va a ser mejor que dejemos de hablar de esto. (dijo al ver mi cara de incomodidad)

Yo me quedé en silencio, mirando a otra parte con cara de incomodidad aún. Elena seguía hablando por teléfono y Noelia ayudando a su abuela a andar por el interior de la piscina por donde el agua les llegaba por la cintura. Maribel se apartó de mí, sentándose como lo había hecho Elena antes, abrazando sus piernas mientras miraba a su hija y a su madre.

Entonces me llamó a mí un antiguo compañero de clase que vino de Erasmus desde Londres a la ciudad en la que estaba en ese momento para estudiar lo mismo que yo, teniendo varias asignaturas en común. Empezamos a hablar en inglés y fue en cierto modo un alivio porque me preguntó acerca de Ángela, con quien también compartió clase al estar en la mía. Le dije que seguía tan guapa y estando tan buena como en aquel entonces, pero que tuvimos un problema y ya no hablábamos y que se había ido a vivir a otro lugar. Él me decía que era una pena, porque tenía pensado en venir unos días y quería verla. Empezamos a bromear porque todos los que vinieron de Erasmus ese curso iban detrás de ella. Serían unos ocho chicos que venían desde todas partes de Reino Unido e iban a saco a por ella. Ellos lo tenían muy fácil porque todos los que venían de fuera triunfaban con las chicas, sobre todo cuando decíamos de salir de fiesta, pero Ángela les daba calabazas a todos con mucho arte, cosa que les hacía estar más encima de ella por ese desparpajo, además de que la chica era un bombón. Seguimos haciendo el tonto preguntándome que qué le daba para que estuviera siempre a mi lado y que si no se juntaba con nadie más y demás. Al rato nos despedimos sin llegar a quedar en nada con él para vernos.

-Javier, ¿me das las llaves de casa para ir a por la comida?
-Claro, vamos y te ayudo a traer todo.
-No. No hace falta, dámelas.
-Pero, ¿cómo vas a venir tú con todo, mujer? Hay que traer las bebidas también.
-Venga, va. Dámelas y le echas un ojo a mi madre. (dijo poniéndose el pareo)
-Pero si está con Noelia, ¿no?
-Bueno, pues ve con Elena y le comentas que vamos a comer ya mismo,
-Emmm... Vale, como quieras. (dije dándole las llaves)

Maribel se fue disparada sin decir nada más. Me pareció un poco raro la manera en la que me pidió las llaves y se fue, dándome también la sensación de que estaba inquieta mientras yo estaba hablando por teléfono. En cualquier caso, esa conversación que tuve con aquel compañero fue algo bastante agradable, que me levantó el ánimo después de esa charla previa con Maribel que no pude anticipar de ninguna manera. No me esperaba para nada que me saliera por ahí. Me quedé un poco descolocado, pensando en ese cambio de humor de lo cariñosa, por decirlo de alguna manera, que estaba mientras hablaba de mi padre y tras la conversación con mi amigo, comportándose de esa manera tan rara. Poco me duró esa preocupación al pensar en que se lo había contado Elena. No me molestó que lo hiciera, pero me dio un poco de cosa que se diera cuenta de que las cosas entre mi padre y yo no es que fueran muy bien. Me incomodaba mucho hablar de ello y me ponía mal cuerpo a partes iguales, por lo que era algo que quería evitar hablar con ella. Así que necesitaba decirle a Maribel que no le comentara nada a Elena si podía ser, para evitar un mal trago.

Al final le hice caso a Maribel y fui con Elena, oyendo como se reía mientras hablaba con Isa de espaldas a mí, comentando algo de la noche anterior. Me acerqué con cuidado y le di un pellizco en el culo, dando ella un respingo del susto.

-Ay, Javi, que susto...
-Jajajajaja. Vaya tertulia tenéis, ¿no?
-Jajajaja, espera.

Elena puso el móvil en manos libres y empezamos a hablar los tres.

I: ¡Neneeeee!
E: Isa, habla más bajo, que casi te podemos oír sin usar el móvil.
J: ¿Cómo que nene? (dije de manera sería, aunque aguantando la risa)
I: Perdón, amo.
J: Estoy de coña, Isa.
I: Joder...
E: Jajajaja.
J: Ostia... No sabía que fueras tan...
I: Tan... ¿Qué?
J: Tan sumisa.
I: Ya lo viste ayer, ¿no? Acaté todas tus órdenes sin rechistar.
J: Ya lo vi, ya. No es la primera vez que lo haces, ¿no?
I: No. Ya os dije que era mi fetiche y por supuesto que lo he llevado a cabo, pero...
E: ¿Qué pasa?
I: Pues que ningún chico con el que lo he probado ha sido así.
J: Así, ¿cómo?
I: Pues así de dominante. Me gustó muchísimo. Estaba cachondísima perdida. Nunca había estado así de mojada. Joder, que Mario me follo por el culo. ¡Con esa polla!
E: Nena, baja la voz, que tengo el móvil en manos libres.
I: Madre mía... Todavía me duele el culo.
J: ¿Te dio fuerte?
I: Al principio no, pero luego se vino arriba y me dio con más fuerza.
J: Claro, es que con su novia no puede, entonces pues tiene que aprovechar.
I: Normal que no pueda. Aún me escuece el culo.
E: Jajajaja.
I: ¿De qué te ríes tú? Si tú estarías igual que yo si lo hubieras hecho.
E: Pero si Javi me folló el culo. ¿No lo viste?
I: Es verdad. Pero la de Mario es más gorda.
E: Y la de Javi más larga y mírala, enterita dentro.
I: Dios...
J: Bueno, pero lo disfrutaste, ¿no?
I: Sí, sí. Si con lo cachonda que estaba me corrí muy fuerte.
J: Me alegro. Oye, ¿al final hicisteis lo que os mandé?
I: Pues claro, ¿no lo viste?
J: No. Estaba tan pendiente de Elena que no presté atención. De hecho, se me olvidó que estabais allí.
I: Joder... Pues sí que lo hice. Le comí el culo a Mario mientras se follaba a Irene lentamente hasta que se corrió. Lo noté y todo. Creo que le gustó bastante que se lo comiera. Luego se apartó haciéndolo exactamente lo mismo que hiciste tú con Elena cuando Irene se lo limpió. Lo mismo. Y me metí entre sus piernas para limpiárselo y comérselo. Primer coño que me como en mi vida.
E: Anda...
I: A mí sí me lo había comido una chica antes, pero yo no.
J: ¿Y qué tal?
I: Pues fue raro, pero es que estaba tan cachonda con lo de la dominación, todo el morbo de estar los 5 ahí follando y todas las veces que me había corrido que me gustó. Nunca había estado más cachonda en mi vida, joder.
J: ¿Te gustó mi leche?
I: Mucho, amo.
J: Uff...
E: Que guarra eres, Isa... Jajajaja.
I: Estoy muy cachonda otra vez. He mojado el tanga.
J: Llama a Mario e Irene, seguro que les apetece.
I: Pues lo mismo le digo que se vengan a pasar la tarde a mi piscina.
E: Pero ten cuidado con el culo, jajajaja.
I: Serás cabrona... Jajajaja.
J: Te dejamos, que tenemos que preparar la comida.

Después de despedirnos, Elena colgó y me miró con una sonrisilla en la boca. Nos dimos un pico y un abrazo, viendo yo como Noelia nos miraba desde dentro de la piscina mientras seguía con su abuela, ayudándola a moverse.
 
Capítulo 206

-¿Qué es eso de que vamos a preparar la comida?
-Tu madre, que me ha pedido las llaves para ir a por la comida y demás.
-¿Ella sola?
-Le he dicho que la acompañaba para ayudarla, pero se ha negado.
-¿Y eso?
-Ni idea. Me ha dicho que viniera a decírtelo.
-Mmm...
-Elena, ¿tu madre está bien?
-Sí. Que yo sepa, sí.
-Es que veo que tiene cambios de humor bastante bruscos.
-Ah... Pues no sé. Supongo que es por lo de mi padre.
-¿Lo echas de menos?
-Mucho. Aunque hablamos mucho y lo veo más que antes. Pero sí. Y me da pena. El pobre mío se martiriza mucho por lo que hizo.
-Es un buen hombre.
-Me ha dicho que desde entonces no ha estado con ninguna mujer.
-¿Y eso?
-No lo sé. Tengo una teoría.
-¿Cuál?
-Creo que aún está enamorado de mi madre.
-Pero, ¿no dijiste que la cosa se apagó por lo como se puso tu madre cuando se murió tu abuelo?
-Sí. Eso fue lo que mi padre me dijo. Pero cada vez que hablamos de mi madre se le pone una carilla... Me pregunta mucho cómo está, sí ha rehecho su vida, si me pregunta por él, si le echa de menos o habla algo de cuando estaban juntos...
-Joder...
-Pero hay una cosa que le tiene más atormentado.
-¿El qué?
-Mi hermana Noelia. Dice que siente que ha perdido una hija. No quiere saber nada de él, lo tiene bloqueado en el móvil.
-Pfff...
-Javi, es muy duro ver a mi padre llorar por eso. Se siente como una mierda. Yo lo intento animar, pero es muy difícil. Se me parte el alma verlo así.
-Lo siento, Elena.
-Ojalá todo volviera a ser como antes. Ojalá mi madre no se hubiera puesto así. Podríamos seguir todos juntos.
-Ya, mi vida. Ojalá. Ojalá tu madre algún día sepa perdonar a tu padre y todo vuelva a ser como antes.
-Bueno, ya está. No quiero ponerme mal con mi familia aquí. Han venido por mí, para estar conmigo y no quiero chafarles el día. Y a ti tampoco.
-Elena, a mí no me chafas el día por eso. Si necesitas hablarlo, aquí estoy. Cuenta conmigo para lo que necesites.

Elena no dijo nada más y me dio un abrazo enorme, durando bastante tiempo. Nos sentamos en unas sillas hasta que fue con su hermana y su abuela para estar con ellas mientras esperábamos a Maribel. Pasaron varios minutos hasta que por fin apareció, estando yo a punto de acercarme para ver qué le pasaba.

Nos pusimos manos a la obra, encendiendo la barbacoa y poniendo la carne para que se hiciera lentamente mientras metíamos la bebida en una nevera que había ahí para que se pusieran frías e íbamos cogiendo unos platos y cubiertos de plástico para poder servirnos. Se estaba bastante a gusto a pesar del calor que hacía, pero era más llevadero al estar a la sombra y teniendo bebida fría. Mientras esperábamos a que la carne se hiciera, nos dimos un baño en la piscina todos. Maribel estaba atenta de su madre mientras Noelia estaba nadando a su bola. Elena y yo nos manteníamos juntos, con alguna caricia y algún beso.

-Javiiiii...
-¿Qué pasa?
-Cuando se vaya mi familia... Te vas a enterar.
-¿Yo? ¿Por qué?
-Porque tengo muchas ganas de jugar contigo... Y como hoy te has portado regular...
-¿Estás caliente?
-Siiiii.
-¿Me dejas comprobarlo? Jejejeje.
-Tú mismo. Luego el castigo será peor...
-¿Sí? No creo... ¿Qué me vas a hacer?
-Tú sigue... Ya verás...
-A ver... (dije colando mi mano con disimulo por su bañador)

Elena pegó un respingo, estremeciéndose.

-Huy... Sí que estás calentita aquí abajo...
-Jijijiji... Tú sigue...
-¿Pero qué te ha dado? Estás tú muy segura de que me vas a castigar. ¿A qué lo hago yo? Ya viste como estaba anoche. Lo mismo hoy hay sesión especial.

Elena me miró desafiante, con una sonrisa de chica mala.

-No me mires así... (dije con sorna)
-¿O qué? (preguntó desafiante)

Me quedé unos segundos en silencio. Estaba picado por como me respondía así, de esa manera tan chulesca, pero picado a buenas, no enfadado.

-¿A qué te la meto ahora mismo?
-Sí, venga... Jajaja.
-¿Qué no? (dije llevando su mano hasta mi polla empalmada)

A Elena se le cambió la cara, pasando a ponerse seria.

-No juegues conmigo. Sabes que soy capaz. Hemos follado varias veces en la piscina y en la playa.
-Javi...
-Vaya... ¿Ya se nos han quitado las ganas de jugar?
-No es justo. Yo nunca he hecho nada así con tu familia.
-Tranquila Elena, que era broma. ¿Cómo voy a hacer eso? ¿Estamos locos?
-Ah... Voy a ver cómo está la carne.
-Vale.
-Cagón. (dijo una vez se había alejado bastante para que no pudiera pillarla)

La miré sonriendo, un poco incrédulo. Ella me miraba con una sonrisa triunfante y yo le devolví un gesto de venganza, sonriendo mientras asentía con la cabeza. Ella salió corriendo hasta la barbacoa riéndose de manera aguda mientras yo me quedaba en el agua esperando a que se me bajara el asunto. Mientras tanto no pude evitar pensar en las conversaciones que había tenido durante esa mañana, tanto la de Maribel de nuevo, como la de Elena. La de Maribel me pilló bastante por sorpresa. No tenía ni idea de que Elena se hubiera fijado en aquello y tampoco es que quisiera hablarlo con ella porque la situación con el suyo estaba complicada y no quería que me diera la chapa diciéndome que tenía suerte de tener a la familia unida y tal.

Yo sabía lo que había en mi casa y no me apetecía dar explicaciones de varias cosas que habían ido pasando con los años. No quería tener que hablar con ella de eso, pero me olía que tarde o temprano iba a pasar. También pensé en cómo se había puesto Elena al hablarme de la situación con su padre. Quería hacer algo para ayudar, pero no tenía ni idea de qué hacer. De hecho, no veía nada viable por como Maribel evitaba el tema y decía que no quería saber nada de él, hasta cuando Elena le sugirió que lo hiciera. Lo de que él estuviera así por Noelia también me dejó mal cuerpo, pero es que esa chica era así, muy incorregible. Veía más difícil incluso que hablara con ella que con Maribel.

Al final pensar en eso me ayudó a tranquilizar mi excitación, consiguiendo que mi erección se fuera diluyendo. A los pocos minutos Elena aviso de que ya estaba la carne en su punto y fuimos todos para allá. Nos sentamos en las mesas a la sombra para empezar a comer. Resultó que había más comida de lo esperado, por lo que nos dimos un atracón importante. Tan grande que una vez que recogimos todo, acabamos todos tumbados en las toallas a la sombra de las grandes sombrillas. Para ser la hora que era no hacía tanto calor, pero aun así pregunté si estaban incómodas y preferían ir a casa para estar más resguardados. Maribel y su madre dijeron que no, que se estaba a gusto ahí y que si les daba calor, pues ya se meterían en la piscina o beberían algo fresquito.

Tan a gusto resultaron estar que se durmieron, seguramente por la comida tan copiosa que hicimos. Yo también dormitaba, pero Elena no me dejaba dormir. Me empezó a pinchar con los dedos mientras se reía muy bajito.

-¿Qué haces?
-Nada...
-Ummm...
-Estoy jugando contigo.
-¿Quién se está portando mal ahora?
-Jijijiji... Ponte como querías, pero hoy te vas a enterar.
-Madre mía... Si no ha sido para tanto.
-Hoy mando yo. (dijo cogiéndome del cuello con fuerza)

Mi respuesta fue lanzar un gemido, apartando ella rápidamente su mano de mí por miedo a que las demás nos vieran.

-Shhh. Cómo hagas eso otra vez, verás...
-Joder. ¿Qué te pasa hoy? A nada que hago ya me estoy ganando un castigo... Jajajaja.
-Shhh. Porque eres un chico malo.
-Pues este chico malo quiere mimitos.
-No. Estás castigado.

Me quité las gafas de sol y le puse ojitos, de la misma manera que ella siempre me los ponía a mí. Eso pareció ablandarla, porque se pegó a mí para abrazarme como solíamos cuando íbamos a dormir, empezando a besarnos intensamente, aunque paraba de vez en cuando, dándose la vuelta para ver que no nos estuvieran observando. El problema fue que se me empezó a poner dura, por lo que paró, poniendo su mano en mi pecho para separarse de mí. Yo disimulé poniéndome boca abajo para tapar mi erección mientras ella se ponía de lado, acariciándome la cara y la espalda.

-Te quiero hacer el amor. (dije bajito en un arrebato de valentía)
-Shhh. (dijo sonriendo y negando con la cabeza)

Le volví a poner ojitos y ella me agarró la cara con una mano, apretando mis mejillas para darme un beso. Después se levantó y se fue al agua un rato. Iba a ir con ella, pero su abuela se dio cuenta y fue con ella antes. Yo no me iba a levantar por la erección que tenía, pero sí que me di la vuelta para mirarla, viendo como la cuidaba. Así paso un buen rato, haciendo que, junto a la ternura que me daba verla en ese momento, se me pasara la erección, pudiendo ir a bañarme tranquilamente. Después de que todos nos bañáramos durante un rato, sobre las 6 e la tarde Maribel dijo de ir recogiendo para irse de vuelta a casa, que mientras llegaban, se duchaban y cenaban ya sería tarde, por lo que nos secamos y fuimos a casa, donde Maribel, Noelia y su abuela se cambiaron para quitarse los bañadores mojados e ir más cómodas.

La despedida fue un poco de aquella manera por Elena, quien se puso un poco triste, pero no fue para tanto. Noelia le dio un abrazo bastante ligero a su hermana como despedida, sin darme ninguno a mí, ni siquiera diciéndome nada, aunque tampoco lo buscaba, lo prefería así. Maribel y su abuela, sin embargo, sí que nos dieron un buen abrazo a cada uno y nos dijeron que fuéramos los fines de semana a comer con ellas. Por fin se fueron, dejándonos a Elena y a mí solos, yendo a ducharnos. Ella salió disparada, desnudándose y metiéndose en la ducha. Yo me empecé a desnudar, pero llamaron a la puerta. Me puse de nuevo la camiseta y fui a ver quién era. Resultó ser Noelia, diciéndome de manera seca que se habían dejado una bolsa. Sin decir nada le dejé entrar y ella cogió la bolsa, acompañándola hasta la puerta que daba la calle, yendo ella delante. Una vez ahí se quedó quieta, cogiendo el pomo de la puerta, ahí parada, sin decir nada.
 
Capítulo 207

-¿Sales?

Noelia dio un pequeño respingo y dejó caer la bolsa al suelo. Después se dio la vuelta, mirándome a los ojos.

-Te voy a echar de menos. (dijo bajito, casi con un hilo de voz, dándome enseguida un abrazo)

Yo ni me inmuté, ni siquiera le devolví el abrazo. Solo me moví para abrirle la puerta, deshaciendo ella el abrazo para coger la bolsa y salir de casa. Cerré la puerta y me quedé un par de segundos ahí parado, en silencio. Para evitar empezar a pensar en algo que seguramente no me haría ningún bien, volví con Elena para ducharme. Después de la ducha me tumbé en la cama en boxers mientras ella me decía que iba a tender la ropa. Me ofrecí a ayudarla, pero me dijo que descansara, que me veía bastante reventado. Y era verdad. Apenas había dormido 4 horas y estaba cansado por el viaje de vuelta y el día de piscina que nos dimos, por lo que me relajé en la cama con el aire puesto, cayendo dormido enseguida.

Me desperté conforme me había dormido, boca abajo en la cama, pero con Elena sobre mi cuerpo, de hecho, fue ella quién me despertó. La notaba tumbada sobre mí, acariciándome, besándome, viniéndome su olor. No podía estar más a gusto. Estuvimos así unos minutos, disfrutando como Elena me daba cariño, con besos muy sensuales por toda mi espalda, sin decir nada.

-Mmm... Elena... Qué bien.
-Shhh...

Siguió así durante un buen rato más, haciendo que tuviera una fuerte erección, causándome algo de incomodidad por estar boca abajo. Elena me lo notó, por lo que coló su mano por debajo de mí para acomodármela, riendo yo un poco mientras ella seguía dándome esos besos con pequeñas succiones que ya empezaban a provocarme escalofríos.

-Elena... -dije susurrando- Necesito...

Entonces intenté moverme, pero no podía. Estaba atado de pies y manos a los extremos de la cama. Elena se empezó a reír maliciosamente, pasando de darme besos, a darme mordiscos.

-Te dije que te ibas a enterar...
-Uff... ¿Qué me vas a hacer?
-Algo que estaba deseando hacer desde hace bastante.
-¿Sí?
-Sí...
-Cuéntame.
-No... Lo vas a sentir ahora mismo.
-A ver... Sorpréndeme.
-No creo que te sorprenda, pero lo mismo se te quitan las ganas de hacer tanto el tonto cuando pase un rato.
-Joder... ¿Qué me vas a hacer?

Elena se calló, subiendo desde mi espalda hasta mi cabeza para besarme en la mejilla y el cuello, bajando de nuevo por mi espalda hasta llegar a mi culo. Ya empezaba a sospechar lo que quería. Efectivamente Elena me empezó a comer el culo, separando mis cachetes y jugando con su lengua, haciendo circulitos. No era la primera vez que me comían el culo, de hecho, ella misma lo había hecho un par de veces, pero fue de manera rápida. Lo hacía muy bien, dándome cuenta de que imitaba mucho lo que yo hacía. Y entonces caí. Me estaba preparando para follármelo. Me puse nervioso porque eso sí que no me lo habían hecho nunca y no sabía si me iba a gustar.

Entonces ella me metió la lengua. Me estaba dando placer, lo hacía muy bien. Poco a poco le añadía intensidad mientras estábamos en silencio. Solo se oía algún jadeo por mi parte y un murmuro por la suya cuando lo hacía. Se tiró un buen rato hasta que empezó a jugar con un dedo. Acariciándolo para hacer presión al poco. Al final lo acabó metiendo, cosa que no me desagradó, ni cuándo metió el segundo. Era raro, pero no doloroso ni desagradable. Tenía su puntillo.

Al igual que lo hacía yo, ella fue haciendo fuerza intentando abrirlo para dilatarlo, turnándose entre los dedos y su boca. Durante todo ese rato estuvimos callados, solo le dije que lo hacía muy bien, con ella lanzando una risa dulce.

La cosa se empezó a poner tensa para mí cuando paró para ir a buscar algo. Me estaba teniendo lo peor, pero entonces fue cuando me empezó a esparcir lubricante después de dejar otra cosa sobre la cama, la cual no llegué a ver. Después de aplicar una generosa cantidad de lubricante en mi culo, paró, aunque no veía que estaba haciendo. Noté algo frío en contacto con mi piel y como empezaba hacer presión. Me puse nervioso y me intentaba mover.

-Shhh... Tranquilo mi amor. Tienes que estar tranquilo. Como en su día me lo dijiste a mí, ¿recuerdas?
-Sí, pero...
-Tranquilo. -dijo susurrando- Relájalo y déjate llevar.

Le hice caso, respirando hondo y relajándome. Empecé a notar presión de nuevo y como intentaba meter algo dentro de mí. Se sentía muy grande. Imaginaba que era el dildo que Irene y Mario le regalaron, por lo que estaba acojonado. Aquello era demasiado grande para ser mi primera vez en ese sentido, aunque mi polla fue la primera cosa en entrar en el culo de Elena aparte de mis dedos y lengua, por lo que intenté poner de mi parte, ya que ella lo hizo en su día y acabó por gustarle. Con esfuerzo y aguante por mi parte, entró. Metió la cabeza del dildo y me tranquilicé porque al final no fue para tanto, esperaba que doliera más. Pero entonces aquello se empezó a mover de una manera rara. Y entonces lo entendí. No era el dildo, era el vibrador que se controlaba por el móvil. Recordé una conversación que tuvimos después de las primeras veces que lo usamos, donde ella dejó caer algo y yo le seguí el rollo diciendo que también lo podíamos usar conmigo. Pero era eso, una coña, no lo decía enserio. Al parecer Elena se lo tomó como algo que quería probar de verdad. Empezó a jugar con los niveles. Aquello se sentía muy raro, era la primera vez que experimentaba algo así. Murmuraba por el estímulo que me daba y entonces ella lo puso al nivel máximo, o eso creía yo por la exageración de movimiento que aquella cosa hacía. Pegué un grito de sorpresa y Elena se empezó a reír. Era una de las sensaciones más raras que había experimentado en mi vida.

-Elena, bájalo por favor.
-¿Te duele?
-No exactamente, pero es muy raro.
-Disfrútalo, mi amor.
-Bájalo, por favor.
-¿No te gusta? (dijo bajándolo a un nivel más llevadero)
-Uff... No es eso, pero lo siento muy raro. Es la primera vez que me hacen esto.
-¿Y qué tal?
-No sé. Me noto muy raro.
-Pues relájate, que el juego sigue.

Elena se tiró un buen rato jugando con el vibrador sin llegar a ver qué más hacía. No sabía si se estaba tocando ni siquiera. Lo ponía a todos los niveles, pero cuando llegaba a los más altos me hacía estremecer de manera exagerada. Era una sensación muy rara, notaba como unas pulsaciones que se propagaban por todo mi cuerpo. No sabía si estaba disfrutando aquello del todo, pero al fin paró, quitándomelo. Respiré algo aliviado al ver que aquello había acabado, pero ella se tiró otro rato comiéndome el culo de la misma manera que antes, colando su lengua. Yo gemía de vez en cuando y ella reía como respuesta.

Todo iba bien hasta que se volvió a despegar de mi cuerpo. Levantándose otra vez y cogiendo otra cosa. Parecía que la cosa no había acabado porque me volvió a echar lubricante por toda la zona. Eso solo significaba una cosa. Lo iba a hacer. Me iba a follar el culo con el dildo. Me volví a acojonar y ella de nuevo me tranquilizó, diciéndome lo mismo que antes, con algún beso por la espalda, con varias caricias. Entonces cogió el dildo y me lo puso sobre el culo, haciendo presión. Me puse tenso y ella de nuevo me acariciaba para relajarme. Poco a poco me acariciaba con él, haciendo algo de presión, amagando meterlo. Sentía un poco de angustia, porque estaba bastante acojonado. Si el vibrador ya me parecía raro, seguro que eso me hacía sentir peor, seguro que me haría daño. Al final lo empezó a meter mientras yo apretaba los ojos con fuerza porque esta vez sí que me dolía. Metió la cabeza y aquello se sentía enorme, como el doble o el triple de grande que el vibrador.

-¿Estás bien?
-Bueno...
-Estás temblando, mi amor.
-Ya... Estoy tenso.
-Aguanta un poquito, ¿vale?
-Ajam...

Elena empezó a hacer más presión, metiendo más el dildo. Aquello se sentía horrible. Sentía como una quemazón. Me escocía mucho. Tanto que me empecé a retorcer. No sabía cuánto estaba metiendo, pero yo sentía que había metido la mitad o más. Llegó un punto en el que ya no lo metía más porque no cedía, pero eso dio lugar a que lo empezara a sacar y a meter, follándome el culo de verdad. Fueron unos 10 segundos que yo sentí como 10 minutos. Me dolía bastante y llegó un punto en el que no pude más.

-Elena, basta. No puedo más.
-¿Qué pasa? (dijo parando en seco)
-Me duele mucho.

Elena pareció asustarse y lo sacó de golpe, haciéndome bastante daño, provocando que gritara. Me pidió perdón muchas veces, desatándome rápidamente y me puso boca arriba para mirarme. No lloré, pero eso dolía como su puta madre. Se quedó callada, bastante asustada, por lo que la calmé.

-No pasa nada, Elena.
-Ay... No quería hacerte daño.
-Ya lo sé. Pero es que eso es demasiado.
-¿Qué he hecho mal?
-Nada, Elena. No has hecho nada mal.
-Creía que este estaba gustado. Te he visto retorcerte y pensaba que estabas cerca de llegar...
-No. Lo hacía porque me dolía.
-¿Y por qué no me lo has dicho antes?
-Porque tú hiciste el poder en su día y yo quería hacerlo por ti.
-Tonto. No tenías que haberlo hecho. A mí no me dolió casi nada en su día.
-Bueno, ya está. Ha sido una experiencia más.
-¿Te duele?
-No. Me escuece.
-Espera, que tengo una crema para eso.

Elena fue al baño y vino enseguida con una pomada. Se puso de rodillas mientras yo estaba boca arriba y me puso un cojín en la espalda para levantar mi torso, empezando a aplicarme la crema con suavidad y cariño. Tanto cariño que me empezó a excitar, viniéndome otra vez la erección, poniéndose mi polla tiesa.

-¿Y esto? (dijo al ver la erección)
-Me excita como lo haces.
-¿Sí? (dijo empezando a pajearme)
-Ajam... Lo haces muy bien.
-¿Confías en mí?
-Claro.
-Pues cálmate, te aseguro que te va a gustar.

Respiré hondo y cerré los ojos, notando como Elena me seguía pajeando y haciendo circulitos en mi culo con esa pomada. Sentía calor en el culo, algo bastante agradable, pero pasó a ser mejor cuando ella metió un dedo, hurgando por dentro hasta que pareció encontrar mi punto G. Fue algo bastante nuevo para mí. Pareció dar en la tecla para descubrir algo que nunca había experimentado. Aumentó un poco el ritmo de la paja que me estaba haciendo, al igual que la estimulación por detrás hasta que abrí los ojos para mirarla, empezando a correrme, pero no soltando chorros, sino saliendo poco a poco, como si fuera una cascada. La cosa fue que empezó a salir muchísimo. Aquello no paraba. Me llené el pubis y la mano de Elena también estaba perdida.

-No pares, por favor.

Elena siguió con la paja mientras mi semen no paraba de salir, manteniendo también el ritmo con su dedo en mi culo hasta que paré de expulsar lefa, pidiéndole que parara. Una vez mi orgasmo paró nos quedamos en silencio. Ella sentada de rodillas conforme me estaba pajeando, pero quieta, mirándome. Yo la miraba también, pero al poco cerré los ojos para relajarme. En unos minutos me relajé del todo mientras Elena me acariciaba los muslos. Abrí los ojos y nos quedamos mirándonos.

-Lo siento. (dijo susurrando)
-Elena, me acabas de regalas uno de los mejores orgasmos que he tenido.

Elena sonrió ampliamente, apartando la mirada como si tuviera vergüenza.

-No te preocupes, no ha pasado nada. Ya hemos descubierto que eso no es para mí.
-Ya, lo siento mucho, no quería hacerte daño.
-Mira, me alegro de que hayas sido tú la primera en hacerme eso. Ha sido especial, no lo esperaba. No había nadie mejor para hacérmelo que tú, que confío plenamente en ti y has tenido mucho cuidado.
-No el suficiente...
-No, Elena. Lo has hecho muy bien. Has ido poco a poco y por pasos, como yo lo hice contigo en su día. Simplemente los cuerpos son diferentes. Tú tienes más facilidad para acostumbrarte y para saber disfrutarlo, yo parece que no puedo.
-Pero...
-Elena, no le des más vueltas. Mira Irene. Ella no puede aguantar a Mario por detrás y sin embargo, mi jefa si puede. Es cuestión cuerpos. Pero me ha encantado cuando me lo has comido y esto último. Lo del vibrador ha sido raro. No estoy seguro de si me ha gustado. Del consolador si estoy seguro que no me ha gustado, jajaja.
-Ya... Jejeje.
-Va, no le des más vueltas. Ya probaremos otro día con algo más pequeño si quieres.
-No, no, no, no. No quiero hacerte daño.
-Elena, mi vida. No me gusta cuando pasa algo y te pones así. No seas tan extremista. Soy yo el que te lo está proponiendo.
-Bueno, pero es que lo quiero lastimarte.
-Elena, sé que no me quieres hacer daño.
-Te quiero muchísimo, no te quiero hacer sufrir.
-Lo sé, mi vida.
-Pfff... Me he asustado cuando me has dicho que te hacía daño.
-Ya. Pero tienes que tener cuidado. Al sacarlo así me has reventado. Siempre hay que ir con cuidado ahí.
-Vale.
-Más adelante probaremos con algo si quieres y te ves bien. Pero si me lo quieres comer o hacerme esto que me acabas de hacer, no tengo problema. Eso no duele nada.
-Vale. -dijo sonriendo- Oye... Cuanto ha salido, ¿no?
-Ya ves... Ha sido muy intenso. Nunca había sentido algo así. Me has tocado en un punto que no sé...
-Me alegra que te haya gustado tanto. (dijo levantándose)
-¿A dónde vas?
-A por papel para limpiar todo esto, ¿no?
-Ven aquí. (dije haciendo un gesto con las manos para atraerla)
-¿Qué quieres? (dijo con tono picarón)
-Quiero comerte.
 
Capítulo 208

Elena se mordió el labio y empezó a moverse de rodillas por la cama hasta ponerse sobre mi cara, con una pierna a cada lado. Se lo empecé a comer, notando lo cachonda que estaba tan solo con acercarse a mí al verle su coñito, que estaba brillante y enrojecido, viniéndome también ese olor a vicio por empezar a segregar sus fluidos. Empecé a lamer notando lo caliente que estaba mientras Elena gemía. Esos primeros lametones dieron lugar a una comida de coño más intensa, pasando mi lengua por su ojete y toda su rajita. Después de estar así un rato, empecé a meterle un dedo por el culo, metiendo a los pocos minutos otro mientras llevaba cuidado de que no se corriera aún para que lo disfrutara al máximo. Tanto placer me había dado que quería provocarle yo lo mismo.

De nuevo reanudé el ritmo de ese cunnilingus mientras le metía los dedos por culo, pero ahora metiéndoselos también por el coño, buscando estimularle el punto G igual que ella me lo había estimulado a mí minutos antes, centrándome en su clítoris con la boca para poder maniobrar mejor. En cuestión de segundos empecé a oír ese sonido de chapoteo.

-Mi amor, mi amor... Que me corro.
-Sí. Córrete en mi boca. Dámelo todo.

Elena empezó a chorrear sobre mi cara entre gritos y espasmos. Me puso perdido con su corrida, hasta el pelo tenía mojado. Aquello salió a presión. Se derrumbó sobre mí, echando su cuerpo hacia atrás, quedando tumbada sobre el mío. Estaba con fuertes espasmos, temblando una barbaridad. Me incorporé un poco para quedar sentado sobre la cama con ella en mis brazos. Elena se agarraba a mí con fuerza, acurrucándose. Esperé a que se recuperara para ir de nuevo a la ducha mientras la miraba y le acariciaba la cara. Cuando despertó de su orgasmo me acarició la cara y fuimos a la ducha. Durante la ducha cayeron varios arrumacos mientras nos reíamos de lo que acabábamos de hacer. Al lavarme me di cuenta de que mi culo estaba más suave.

-Oye, ¿me has hecho algo en el culo?
-Sí. Reventártelo, jajajaja.
-Jajajajaja, no boba. Me lo noto muy suave.
-Ah... Sí. Te lo he arreglado para poder comértelo mejor y poder jugar tranquilamente.
-Ah... Pero, ¿cuándo?
-Mientras dormías.
-No me he enterado.
-Porque te lo he hecho con mucho cariño. Quería que fuera una sorpresa.
-Y lo ha sido.
-¿Te molesta que lo haya hecho?
-Ya te he dicho que no. No te preocupes, de verdad.

Nos dimos un buen beso y salimos de la ducha, cambiando después las sábanas y yendo a cenar algo ligero para irnos a dormir rápido, ya que estábamos muy cansados después de todo ese fin de semana tan movido. Elena preparó la ropa para el día siguiente, dejando la percha colgada del pomo de la puerta de la habitación. Había elegido el modelito que se puso para cuando tuvo que presentar su trabajo de fin de grado, tratándose de un traje de dos piezas de color negro con una blusa blanca que dejaba sus brazos totalmente descubiertos y unos tacones altos.

-Estoy deseando verte mañana con ese modelito puesto.
-¿Sí?
-Claro. Estás guapísima con él. Y muy sexy.
-Mmm... Jejeje.
-¿Estás nerviosa?
-Muchísimo.
-Bueno, ya verás cómo todo va bien.
-Ya... A ver cómo va la cosa...
-¿Pues cómo va a ir? De maravilla. Elena, eres una chica increíble. Tú puedes con esto y con mucho más. Por algo te recomendaron para esto, ¿no? Eres la mejor de tu promoción. Vas a ir y te los vas a comer a todos. Lo mismo hasta te hacen jefa del tirón.
-Jajajaja, que exagerado...
-Lo digo honestamente. Te he visto trabajar tan concentrada y tan decidida que estoy seguro de que no vas a tener ningún problema. Ya verás.
-Gracias.
-¿Por qué?
-Por apoyarme siempre tanto.
-Pues claro, mi vida. Me vas a tener siempre aquí.

Elena suspiró y continuó:

-¿Me llevas mañana entonces?
-Claro. Como quieras.
-Es que me da cosa llevarme tu coche.
-Lo que tú quieras.
-Bueno, me llevas unos días y ya vamos viendo como lo hacemos, ¿vale?
-Vale. A mí me da lo mismo. Si tengo que madrugar igualmente para trabajar.

Estuvimos hablando un poco más hasta que Elena cayó dormida. Yo, sin embargo, tardé un poco más dormirme, pensando en toda la situación con Noelia, tanto el día anterior como ese mismo día. Estaba desconcertado con el comportamiento de esta chica. Con lo mal que acabamos la noche anterior discutiendo de esa manera, con esas miradas que expresaban las ganas que teníamos de matarnos el uno al otro y ese día, sin embargo, todo fue como si no hubiera pasado absolutamente nada entre nosotros. O más bien como si fuera una vecina que no tenía nada que ver con nosotros, o al menos conmigo por ese comportamiento tan ausente. Cuando volvió a por la bolsa sí que noté ese comportamiento seco y tajante al hablarme, pero una vez se iba a ir y me dijo que me echaría de menos, lo hizo de una manera muy diferente. Hasta se le cambió la voz. Parecía decirlo de manera honesta, como si de verdad sintiera tristeza al no tenernos a Elena y a mí por ahí. Yo no puede sentir lo mismo. Lo que deseaba es que se fuera cuanto antes. No podía sentir más alivio al ver que al fin se iba a ir de mi vida.

Finalmente me dormí mientras pensaba las ganas que tenía de empezar mi nueva vida junto a Elena en nuestra nueva casa, ambos con nuestros trabajos y con ganas de vivir experiencias nuevas.

El lunes me desperté al escuchar a Elena arreglarse. Me quedé boca arriba mientras la miraba abrocharse la blusa blanca con una sonrisa en la cara.

-¿Ya te has despertado?
-Sí. -dije desperezándome- Y que buen despertar viendo a esta preciosidad.
-¿Cuál? (dijo riéndose)
-Tú, bobaaaaa. Qué suerte tengo de poder amanecer todos los días viéndote.

Elena se quedó mirándome con los brazos en jarra, sonriéndome.

-¿Ves? Es que me matas cuando me miras así.
-Te miro así porque me encantas. -dijo sonriendo ampliamente- ¿O no te acuerdas de la primera vez que te lo dije?
-Claro que me acuerdo. ¿Cómo olvidarlo?
-Jajajajaja, vaya carilla tenías esa mañana...
-Es que...
-Llegué a pensar que era por mí. Imaginaba que no estabas cómodo conmigo...
-Joder que si estaba cómodo... Y tú también me encantabas entonces ya, solo que soy muy tonto y no me supe dar cuenta.
-No eres tonto. -dijo acercándose y sentándose en la cama- Eres un encanto. Nunca habías tenido una pareja y que no sabías cómo actuar.
-Ya... También te digo, nunca he estado así de a gusto con una chica. Es que, no sé... Contigo era más especial. Con las demás no había esa confianza o ese punto de complicidad, ¿sabes?

Elena me acarició la cara suavemente mientras sonreía.

-¿De verdad?
-Te lo juro.
-¿Ni con Ángela? No me malinterpretes. No lo digo a malas, de verdad. Es que sé que os visteis durante varios años, por eso tengo curiosidad.
-No. Tampoco con ella. Éramos muy amigos. Estudiábamos juntos muchas veces, salíamos de fiesta y nos acostábamos, pero no. Teníamos nuestra complicidad. Por ejemplo, solo con mirarnos sabíamos que teníamos ganas de tema, pero era diferente. No sé cómo explicarlo. Contigo veía más allá del sexo. Con Ángela no veía más allá de eso y amistad. Mira, en la fiesta en la que todo empezó entre nosotros, pues con Ángela no hubiera hecho nada. Hubiera pasado de meterme en sus movidas.
-¿No la habrías ayudado?
-Siempre íbamos con muchos amigos. Alguien la hubiera ayudado.
-Yo también tenía muchos amigos en esa fiesta.
-Ahí es a dónde voy. Cualquiera podría haberse acercado para ayudarte, pero decidí hacerlo yo. Te veía mal y no quería que estuvieras así. Me jode mucho verte mal, solo quiero verte sonreír.
-Ay...
-Es que tienes la sonrisa más bonita que he visto nunca, como para no querer verte así siempre.
-Calla, tonto. (dijo poniendo su mano en mi cara)
-Lo digo en serio.
-Ese gesto de venir y luego llevarme a mi casa para animarme me encantó muchísimo.
-No fue para tanto...
-Para mí sí. Fue una noche muy especial.

Me quedé en silencio, sonriendo.

-¿No te parece?
-Elena, para mí todos los días que paso contigo son muy especiales.
-Oh... Qué romántico. ¿Eras así desde que nos conocimos de niños?
-Jajajajaja. Qué va. Es de ahora. Me estoy volviendo muy moñas por tu culpa.
-Jajajajaja. Oye...
-Es broma, mi vida. Pero sí es verdad que ahora me salen muchas cosas que nunca me han salido.

Elena se empezó a reír, diciéndome que me levantara para ir vistiéndome y llevarla al trabajo. Me levanté y me vestí, desayunando juntos antes de salir. Durante todo aquel rato estaba normal, pero cuando llegamos a la puerta estaba de los nervios. Aparqué y apagué el motor, quedándonos quietos, sin hablar dentro del coche. Me giré para mirarla y estaba rígida. Le puse mi mano sobre las suyas y estaba helada.

-¿Estás bien?
-Estoy muy nerviosa.
-Estás helada.
-Sí.
-¿Te caliento un poco?
-Jajajaja, ¿qué dices?
-Es broma, mujer. Pero lo mismo esto funciona.

Cogí a Elena muy suavemente de la cara para darle un beso muy lento. Notaba como temblaba y lo fría que estaba, pero conforme el beso se alargaba se iba relajando, dejando de temblar.

-¿Ha funcionado?

Elena respondió asintiendo con la cabeza mientras sonreía teniendo los ojos cerrados.

-Recuerda que eres la mejor. Nadie de ahí te puede hacer sombra. Te los vas a comer con patatas. Quiero que seas la Elena fuerte que conozco, esa Elena que impone y que nadie tiene cojones a gastarle una broma.
-Jajaja, vale.
-Todo va a salir bien.
-Sí.
-Dilo.
-Todo va a salir bien.
-¿Qué vas a hacer?
-Me los voy a comer.
-¡Bien! Venga, a por ellos.
-Sí. Javi, te quiero. Gracias por cuidar siempre así de mí.
-Venga, luego vengo a por ti cuando salgas y comemos juntos en casa.
-Qué ganas...
-Te veo en nada.

Elena y yo nos despedimos con otro beso lento y largo, bajándose después del coche y yendo hasta la puerta, despidiéndose de mí con la mano antes de entrar. Estaba seguro de que todo iría bien. La conocía se sobra y sabía que podía con eso y con más. Era normal que estuviera nerviosa. Todo el mundo se pone así en su primer día cuando entra a un trabajo nuevo. Me quedé unos segundos recordando el beso que nos acabábamos de dar y lo preciosa que estaba, saliendo después camino a mi ciudad para ir a casa de Mario para esperar a Sofía y llevarla a lo que iba a ser mi casa, pero que no lo acabó siendo por caprichos del destino, aprovechando de paso para hablar con Mario por lo que pasó el sábado en casa de Isa y echarle un poco la bronca por enrollarse con Noelia. Por el camino les llamé aprovechando que ambos estaban en casa por tener aún algún día de vacaciones. Ambos estaban al corriente de lo de la casa porque Sofía les había contado, por lo que todo eso no les pillaría de nuevas.
 
Capítulo 209

De camino a casa de Mario pasé por la mía. Pensé en pararme para saludar, pero no quería por si Elena se acababa enterado de que había estado por ahí, porque al fin y al cabo ella no lo sabía y no quería tener que estar dando explicaciones de nada de aquello porque no quería hacerla sentir mal. Por lo que pasé de largo, aparcando cerca de la casa de mi amigo. Me abrieron y pasé al salón, donde empezamos a hablar mientras tomábamos un café.

I: Al final se ha arreglado rápido lo de la casa, ¿no?
J: Sí. Menos mal...
M: Te ha venido rodado esto de que venga Sofía a vivir aquí.
J: Ya ves. Y hablando de ella... ¿Cómo veis que se venga a vivir a aquí?
I: Bien. Bueno, creo que está un poco loca, pero guay.
M: Sí. La chica es muy impulsiva, pero es buena gente.
J: Ya, eso había pensado yo. Y por lo demás bien, ¿no?
I: Sí. Eso ya se aclaró.
M: Sí, sí. Eso es agua pasada. Si se vuelve a dar pues estaré atento de las dos. Hay Mario para todas.
J: Jajajaja.
M: Ya he aprendido quién es la primera. -dijo mirando a Irene con una sonrisa en su boca- Es que soy un poco tonto y se me había olvidado de que tengo a la mejor conmigo.
J: Si, hombre...
M: Jajajaja.
I: Yo también tengo claro lo que hay. Mario es el mejor y lo será por siempre. Nada nos va a separar. Ya no.
J: Huy... ¿No huele a boda?
M: Jajajaja.
I: Uff... Qué pereza...
J: Anda...
M: Nada, que no le hace gracia a la niña...
J: ¿Y a ti sí?
M: Pues sí me gustaría, la verdad. Aunque más por mi madre, que le gusta mucho esas cosas y como soy hijo único...
I: A mí es que me da mucha pereza todo eso...
J: Pues Elena y yo estamos igual que vosotros, pero al revés.
M: Pues nada, cambiamos de parejas y listo, jajaja.
J: Vas apañado...
I: Oye... -dijo con cara de ofendida- ¿Tan horrible soy?
J: Que va, aunque a veces me has tocado los cojones un poco más de la cuenta, ya lo sabes.
I: Pero es porque no te los puedo tocar de otra manera... -dijo guiñándome un ojo- Jajajaja.
J: Ya. Pero no eres tan horrible, no. Eres muy buena chica. Y además estás muy buena.
I: Eso está mejor.
J: Entonces, todo bien con Sofía, ¿no?
I: Sí. No te preocupes por eso. Nos la follaremos más temprano que tarde, que a mí también me pone muchísimo. Además, tengo que seguir enseñándole como se come un coño. Quiero hacer de ella una buena chica bisexual, porque lo es, pero se reprime.
J: ¿Sí?
M: Sí. Se ve que le gustan las chicas. Si nada más aparecer cuando hicimos el trío miraba a Irene ya de esa manera y se comían la boca a cada rato. Me tenían malísimo.
J: Será por la experiencia que tuvo. Lo mismo es que aquella chica no estaba por la labor y se quedó con una mala impresión.
I: Puede ser, pero conmigo va a aprender bien. Y disfrutar también.
J: Eso seguro.
M: Si Elena se ha animado a tanto, seguro que Sofía espabila rápido en ese sentido.
I: ¿Y cómo está Elena? ¿Nervios?
J: Muchísimos. Estaba hasta temblando.
M: Eso es normal. Me acuerdo yo de cuando entré a mi trabajo. No dormí la noche anterior.
J: No, ella sí ha dormido a pierna suelta.
I: Claro, con su Javi es imposible que no duerma bien.
J: Jajajaja.
M: La deja reventada y así, ¿cómo no va a dormir bien?
J: Estamos graciosos hoy, ¿no? Jajajaja.
I: ¿Crees que le irá bien?
J: Estoy seguro de ello. Ella es muy buena en todo. Lo noté en la forma en la que practicaba la exposición de su trabajo conmigo.
M: ¿Sí?
J: Sí. Decía que la ponía nerviosa porque la miraba... No sé. Me dijo que no la miraba como lo estaba haciendo porque la ponía nerviosa. Pero es que aun así lo hacía muy bien.
I: Eso suena a que la cosa acabó...
J: Efectivamente. Cayó un polvazo. Se puso muy caliente cuando acabó la exposición y se tiró encima de mí.
I: Jajajaja, me encanta esta chica.
J: Y ayer al final... ¿Hubo fiesta por la tarde?
M: Uffffff...
I: Ostia, ¿lo sabes?
J: Claro, si hablamos con ella un rato y nos dijo que os iba a llamar.
I: Pues sí. Hubo fiesta, y de la buena.
J: ¿Sí?
M: Sí. Fui a por ella y me la traje a aquí. Nada más montarse en el coche me comió la boca. Y quería comerme otra cosa.
J: No jodas... Jajajaja.
M: Sí. De hecho, me la comió de camino a aquí. Me dio mucho morbo.
J: Ostia con Isa... Jajaja.
I: Esa chica es muy guarra. Y lo digo a bien, ¿eh? Come el coño muy bien. Vaya orgasmo me provocó...
M: Sí, tío. No se negaba a nada que Irene le proponía.
J: Ya, ya me quedó claro cuando estábamos todos.
I: Ya ves. Me sorprendió bastante lo de aquella noche. Por todas partes.
J: ¿Jugasteis a hacer sumisión?
M: No. Bueno, algún tortazo, cachete en el culo y poco más.
J: ¿Se ha puesto cariñosa la niña?
I: Bueno... -dijo acercándose y sentándose en mi regazo, pasando un brazo por mis hombros- Un poquito.
M: Que eso no quita que la reventara bien, o ella a mí. Pero ya no. De hecho, llevamos sin usar la fusta y todo eso bastante.
J: ¿Ya no te gustan los azotes, Irene?
I: Mmm... Si me los das tú, sí. (dijo con tono meloso)
J: Anda, vete con Mario, que no quiero que pase lo de la otra vez...
M: ¿Qué pasó la otra vez?
I: Nada, que se me fue la mano un poco con tanto jugueteo.

Mario me miró con cierto asombro, riéndome yo y apartando la mirada. Me puse un poco incómodo al recordar aquello y al destaparlo.

M: ¿Jugueteo?
I: Nada. El otro día Javi vino porque no le cogimos el teléfono, ni a él ni a Elena y al final le conté que fue Ángela la que estaba aquí con nosotros.
M: Ah...
I: Y empezamos a hablar de ella. Javi se puso un poco triste porque la echa de menos y le intenté animar como lo hace Elena. Y haciendo el tonto pues casi se nos va la mano.
M: ¿En serio?
I: Sí.
M: A mí no me importa, ya lo sabéis, pero Elena...
I: Ya, si fue Javi el que paró la cosa.
M: Vosotros sabréis...
I: Que no pasó nada, Mario. De verdad.
J: Mario, fue un tonteo. Ni siquiera nos besamos.
M: Pero que a mí no me tenéis que dar ninguna explicación. Lo digo por Elena. Me preocupo por ella.
I: Cariño, hemos hecho muchas cosas ya. No creo que le molestara eso. Es que en realidad no pasó nada. Ni un beso, ni nos desnudamos. Nada.
M: Vale, vale. Entonces ya está.
J: ¿Vendréis a vernos? (dije para cambiar de tema)
I: Claro.
M: Sí, tío. Me apetece acercarme y hacer la ruta de bares y garitos que hacía cuando estudiaba ahí.
J: Tenemos piscina.
I: No jodas... Qué ganas.
J: Pues este finde os venís y lo pasáis entero con nosotros en casa si queréis.
M: ¿Sí?
J: Claro. Elena esta semana trabaja por la mañana y por la tarde, seguro que le apetece veros cuando llegue el finde.
I: Qué bien. Me apetece mucho.

Mientras seguíamos hablando de otras cosas, llamaron a la puerta. Era Sofía. Dejó la maleta y empezó a saludar dando fuertes abrazos y un pico a Mario e Irene. Cuando llegó a mí lo hizo de la misma manera, con un fuerte abrazo, poniendo sus manos en mi cuello para sujetarme y darme un beso.
 
Capítulo 210

J: Eh... Tranquila... (dije apartándome para evitar su beso)
S: Ayyyyy el novio... Qué buen chico es.
I: Déjalo, no le tientes más, que vienes muy guapa. (dijo acercándose a ella de nuevo para comerle la boca)

Y llevaba razón. Sofía iba guapísima, con unos shorts que encerraba a duras penas su culazo, dejando ver como se asomaban los cachetes por debajo. También llevaba una camiseta de tirantes de color blanco, con un sujetador del mismo color. Sofía no podía ir sin sujetador. Sus tetas eran demasiado grandes como para ir así con esa camiseta y sin sujetador sin llamar la atención. Era con él y aun así botaban cuando hacia algún movimiento brusco, poniéndome un poco malo. Llevaba unas zapatillas de tela blancas también y su cara limpia, sin nada de maquillaje, mostrando su alta belleza natural, con el pelo suelto también. A pesar de ir en zapatillas, superaba en altura a Irene, que ya era una chica algo alta de por sí, pero no llegaba a la altura de Mario y mucho menos a la mía.

M: Nenas, no empecéis que no me aguanto y Javi se tendría que ir, que lo conozco, jajaja.
S: Nooooo, que llevo mucho sin verlo, que no se vaya aún. (dijo agarrándose a mi brazo)
I: Oye... Que me pongo celosa. -dijo cogiéndome del otro brazo- Sofía, tú con Mario, que ya sabes que le gustas mucho.
M: Pero de buen rollo, ¿eh? No quiero movidas como la otra vez.
I: Qué si cariño, que es solo para pasárnoslo bien.
S: Venga, Mario. Llévame a por algo de beber, que estoy sedienta. (dijo enganchándose a su brazo y tirando de él)

Ambos se fueron, dejándonos a Irene y a mí en la entrada.

-Gracias por quitármela de encima. Yo soy consciente de lo que hay, pero tampoco soy de piedra.

Irene sonrió y me dio un abrazo y un beso en la mejilla. Después fuimos al salón, sentándonos Sofía y yo mientras Irene y Mario se cambiaban para ir a la otra casa.

-¿Cómo te va, niño?
-Pues muy bien. Estoy encantado con mi vida.
-¿Sí?
-Sí. Por fin me voy a vivir con mi chica, los dos solos y más tranquilos.
-Me alegro mucho, Javi. Os va bien, ¿no?
-Sí. Nos va estupendamente.
-Guay. Me apetece verla. A ver si te la traes y nos tomamos una cerveza.
-Claro. ¿Y cómo te va a ti?
-Pues muy bien. Más relajadita ya con el cambio que hemos tenido en el periódico.
-Me alegro. Tenía que ser muy estresante.
-Sí, tío. Y encima sin tener a alguien con quien desahogarme, pues imagínate.
-Jajajaja. ¿Aún no has encontrado un noviete?
-Qué va. Si no tenía tiempo.
-Pues a ver si Mario e Irene te presenta a nuestro grupo de amigos. Ahí hay algunos que también están solteros.
-Bueno, puede estar bien, pero también te digo que ahora mismo estoy a gusto así y ahora que vivo aquí y tengo a estos dos tan cerca, quiero pasármelo bien.
-Pues sí. Pero con cabeza, ya sabes.
-Sí, sí. No te preocupes.

Entonces llegaron Mario e Irene, ya listos para irnos. Avisé al casero para que fuera también y nos plantamos allí, estando ya el esperándonos. Resolvimos el papeleo de manera muy rápida y se fue después de echarle un buen ojo a Sofía. Entramos y les enseñé la casa porque ya me la conocía. Sofía estaba encantada. Le gustó más de lo que vio en las fotos y le conté yo. Ya se puso a planificar como la iba a ordenar y decorar. Los cuatro nos sentamos en el salón, teniendo yo un poco de molestia en el culo por obvias razones, haciéndome daño al ser el sofá un poco bajo y tener una mala postura, provocándome muecas en la cara por el malestar. Irene me miraba de reojo, poniendo media sonrisa, oliéndome que algo sabía. Hablamos un poco de cómo le iba en el trabajo a ella, con detalles de las reuniones, viajes y demás, contándonos que alguno de los socios le había tirado la caña y que se lo acabó tirando, que si estaba muy bueno, que era un madurito trajeado, que si tenía buena polla. Sofía se levantó y cogió a Irene de la mano para explicarle un poco lo que tenía pensado para las otras habitaciones, aprovechando también para contarle el encuentro con aquel señor mientras se marchaban riéndose. Yo aproveché para hablar con Mario de lo que pasó el sábado, concretamente ese magreo con Noelia.

-¿Y tú qué? (le dije con tono de reprimenda)
-Huy... Se viene.
-Pues sí. ¿Qué coño es eso de comerle la boca a la hermana de Elena?
-Yo que sé tío... Fui a mear y a medio camino me paró. Me guiñó un ojo y como iba un poco bebido pues pasó.
-Tío, ya te vale...
-Joder, si es que está buena la niña. Se parece mucho a Elena y ella me pone, ¿qué querías que hiciera?
-Pues pensar en tu amiga y estarte quieto.
-Si pensando en ella estaba, ¿no ves que tienen la misma carita...?
-No se parecen tanto.
-Joder que no...
-Bueno, no te vayas por ahí.
-Que sí, Javi. Que estuvo mal. Lo sé. Pero con todo el calentón que llevaba desde antes de salir al pensar en la noche que me esperaba, lo que pasó en el jardín y la bebida, pues me dejé llevar.
-Pues ten más cuidado.
-¿Y cómo lo sabes?
-Eh... Porque ella me lo contó cuando la llevé a casa.
-Pues no sé tío. Surgió y ya está. Pero solo fue un beso. Me echó mano al paquete y yo le agarré un poco el culo, pero se apartó y se fue.
-¿Se apartó ella?
-Eso recuerdo.
-Bueno, pues ya está. Espero que no vuelva a pasar.
-Que nooooo.
-Como se entere Elena, verás tú...
-Pero es que no se va a enterar. Porque no le vas a decir nada, ¿no?
-No. No creo que sea lo mejor.
-Tampoco le voy a decir nada a Irene. Seguro que me echa la bronca y paso.
-Ahí ya no me meto.
-¿Crees que Noelia se lo puede decir a Elena? (dijo a los pocos segundos)
-No lo sé. No creo, porque no le has hecho nada, ¿no?
-Bueno, la rechazamos cuando se plantó desnuda para hacer un trío con Irene y conmigo, pero aparte de eso, nada.
-No creo que haga nada, pero le gusta dar por culo. No sé...
-Bah. No creo.
-Bueno, mejor dejamos el tema.

Al poco vinieron las chicas preguntándonos de qué hablábamos, cambiando de tema a otras cosas. Eran cerca de las 12 y dijeron de ir a tomarnos una cerveza, pero yo me negué porque tenía que regresar a la ciudad en la que vivía para recoger a Elena e ir a comer juntos y no podía beber por tener que coger el coche. Al final me convencieron para estar un rato más con ellos. Fuimos a un bar cercano de donde aparqué y me tomé un refresco mientras ellos se tomaban una cerveza. El tiempo se me echaba encima, por lo que me despedí de ellos, con Sofía siendo la más cercana, levantándose para darme un abrazo muy fuerte, estrujándome con sus tetas, dándome un beso en la mejilla muy sonoro. Me fui diciéndoles antes que no quería que Elena supiera que había estado ahí por el tema de la casa y demás, diciéndole también que no me parecía justo haber venido sin ella para estar con ellos. Lo entendieron y me dijeron que no me preocupara.

Fui a la otra ciudad en la que Elena y yo vivíamos, un poco con el tiempo justo por haberme entretenido en aquella cerveza donde estuvimos hablando de cosas que a Sofía le gustaría hacer estando en nuestra ciudad, con Irene y Mario dispuestos a acompañarla y ayudarle. Le tuve que pisar un poco más para no llegar tarde, ya que Elena salía de rebajar a la 1 y media. Afortunadamente llegué a buena hora, aparcando en la puerta, saliendo del coche y esperándola apoyado en él. La vi salir, hablando con una chica. Qué guapa iba. Estaba impecable con esa ropa que tan bien le quedaba, con su maquillaje y pelo perfectamente alisado y peinado. Aparentaba ser una mujer de negocios vestida y moviéndose así a pesar de no estar muy acostumbrada a llevar tacones. Se despidió de su compañera y me empezó a buscar con la mirada, encontrándome rápidamente. Puso una sonrisa enorme en su boca cuando me vio y empezó a venir hasta mí a paso ligero, saltando sobre mí cuando llego a mi altura. Nos dimos un beso bastante largo. Me despegué de ella viendo lo contenta que estaba, con unos ojos que rebosaban emoción. Nos montamos en el coche y nos fuimos a casa, contándome por el camino lo contenta que estaba, como le había ido, detalles de lo que había hecho, lo que le estaban enseñando, la gente que había conocido y más cosas. Estaba hiperactiva, casi dando botes en el asiento.

-Elena, me alegro muchísimo de que estés tan contenta.
-Siiiii. Estoy que no me lo creo aún.
-Ya se te ha ido el nerviosismo, ¿no?
-Sí, bueno, cuándo hemos empezado estaba temblando, pero se me ha pasado rápidamente. Han sido muy amables y hay más gente como yo, así que nos hemos apoyado entre todos.
-Estupendo.
-Ay, Javi... Qué contenta estoy. (dijo estirándose para darme un beso.
-Yo lo estoy más por verte así.
-Oooooh... (dijo acariciándome la cara)

Llegamos a casa y nos pusimos a cocinar algo para comer. Elena se quitó la chaqueta y los zapatos, andando descalza. Estaba muy sexy. Mientras ella estaba pendiente de la comida, llamó a su madre para hablar con ella y contarle como le había ido la mañana. Yo la miraba desde atrás, viendo el culito que le hacían esos pantalones, viendo también sus brazos bronceados al aire por la blusa que llevaba. No pude evitar acercarme a ella, pegando mi cuerpo al suyo, dándole un beso en la cabeza mientras restregaba mi paquete con su culo. Después le aparté el pelo y le empecé a besar el cuello por la parte opuesta a la que tenía el móvil pegado a la oreja. Elena se movía de manera inquieta, suspirando. Le dijo a su madre que luego hablaría con ella porque íbamos a comer y colgó el móvil, dejándolo apartado.

Se quedó conforme estaba mientras yo seguía besándole, pero ahora con más intensidad. Ella se dejaba hacer mientras lanzaba algún jadeo y murmuraba sensualmente. Le toqué un poco las tetas por encima de la blusa y luego colé mi mano por sus pantalones y braguitas, jugando con su vello púbico mientras ella reía, seguramente por las cosquillas que le estaba haciendo. Le acaricié la rajita notándola húmeda y no pude aguantar más. Me puse de rodillas y le bajé los pantalones y las braguitas para ponerla con el culo en pompa, ayudando ella arqueando su espalda y le empecé a comer el coño. De nuevo, Elena empezó a jadear bastante alto. A mí me daban escalofríos y ni siquiera estaba siendo estimulado de ninguna manera, pero saborear sus fluidos y tenerla así en esa postura, me ponía a mil. Paré cuando notaba que se iba a correr y me levanté, volviendo a besarle el cuello, esperando a que se relajara un poco. El problema fue que no pude esperar mucho porque tenía que follarla. Me bajé los pantalones y los boxers y le acaricié su rajita con mi polla. Estaba empapada y ya empezaba a gemir. Se la metí, notando toda su humedad y como me apretaba, estrujándomela. No fueron más de 2 minutos lo que tardó en correrse a dar unas contundentes embestidas mientras la agarraba de las caderas, corriéndome yo también jadeando muy fuertemente al notar su orgasmo, con esos gemidos altos y sensuales. Me quedé dentro de ella esperando a que se recuperara, pero tardaba, por lo que la puse apoyada en la pequeña mesa que teníamos en la cocina, tapándole el coñito con papel de cocina para no mancharle la ropa.

Elena se fue a la ducha a los pocos minutos mientras yo terminaba de hacer la comida, preparándola para que ambos comiéramos en el salón tranquilamente, con el aire puesto. Apareció justo a tiempo, con el pelo recogido y ropa más cómoda y se sentó a mi lado, con cara de sorpresa al ver todo preparado para comer. Me dio un abrazo y algún beso y nos pusimos a comer tranquilamente mientras me contaba más detalladamente todo lo que había hecho durante la mañana. Después de comer nos quedamos tumbados un rato relajados en el sofá, cayó dormida mientras la miraba y le acariciaba la cara. Cuando faltaba poco para que entrara otra vez la desperté con cuidado para no asustarla y ella despertó con una sonrisa, dándome un beso. Después se levantó y vistió de nuevo y la llevé.

Regresé a casa y recogí un poco, poniéndome a trabajar porque no había hecho nada en toda la mañana. Estaba muy contento por como iba todo. Tanto con mis amigos, sumándose ahora Sofía, como con Elena y su trabajo. Así pasé toda la tarde, trabajando con un muy buen ánimo y con un poco de música para que se me hiciera más ameno el estar solo, aunque me ayudaba bastante a concentrarme y sacar bastante trabajo. Solo fui interrumpido por una llamada de mi madre para preguntarme cómo nos iba. Le fui explicado con detalle como había ido el día, contándole también que ya estaba resuelto lo de la casa que alquilé. Se puso muy contenta, aunque la notaba tristona, llegando a decirme que me echaba de menos y que ni pasaba por mi cuarto para no venirse abajo. Yo la animaba diciéndole que en esos días iría a verla.

A las 8 y media fui a por Elena. Salió y vino hacía a mí lentamente, casi arrastrando los pies. Me dio y beso sonriendo y nos metimos en el coche. Le pregunté cómo había ido y ella respondía con monosílabos todo el tiempo, asintiendo con la cabeza.
 
Capítulo 211

-¿Estás bien?
-Sí. (dijo con un hilo de voz)
-Mmm... Una de dos, o no ha ido tan bien, o estás reventada.
-Jejeje. Lo segundo, mi amor. (dijo acariciándome la cara mientras sonreía)
-Vale. Me quedo más tranquilo.

Llegamos y Elena se sentó en el sofá, espachurrada, con los brazos abiertos y las piernas estiradas. Me quedé mirándola apoyado en el marco de la puerta del salón con una sonrisa en la boca. Ella estaba con los ojos cerrados y cuando los abrió me vio. Puso una sonrisa en su boca, aunque de manera un poco forzada, porque parecía estar realmente cansada. Abrió sus brazos, abriendo y cerrando sus manos para que fuera con ella para abrazarla. Me acerqué y me senté con ella para abrazarla y darnos un beso. Se echó sobre mi pecho, murmurando con un sonido que expresaba lo muy a gusto que estaba. Yo le di un beso en la cabeza y le acariciaba la espalda. Nos quedamos en silencio unos instantes y como tenía pinta de que se iba a dormir, la enderecé para darle otro beso y cogerla en brazos para llevarla al baño.

-Anda, date una ducha y así te despejas y luego duermes mejor. Mientras yo voy preparando la cena.
-Gracias, mi amor. Te quiero.

Fui a la cocina y empecé a haber la cena, preparando algo ligero para poder dormir mejor. Al poco apareció Elena con el pelo húmedo, vistiendo su pijamita. Hasta cansada estaba preciosa. Cenamos en la mesa que teníamos en la cocina, recogiendo yo después mientras ella se quedó sentada, con la cara echada sobre su mano. Se le cerraban los ojos. Cuando acabé le tendí la mano para que se levantara. La llevé a la cama y me quité la ropa, quedándome en boxers. Nos tumbamos y cayó dormida en el acto sobre mi pecho, como siempre, con su mano sobre mis caderas y una de sus piernas sobre las mías. Sin embargo, yo no podía dormir pese a haber madrugado también para llevarla a trabajar y después de varias horas de coche que había hecho. Era muy temprano aún para que me entrara el sueño suficiente como para que me durmiera. Vi que se iluminaba la pantalla de mi móvil, apareciendo la notificación de un whatsapp. Lo cogí y vi que era de Irene, así que aproveché para hablar con ella hasta que me entrara el sueño. Efectivamente sabía algo de lo que habíamos hecho Elena y yo el día anterior.

-Javi, cariño mío... ¿Te duele el culete? Jajajajajaja.
-Que cabrona eres, jajajaja. ¿Cómo lo sabes?
-Elena y yo hemos hablado de ello antes de que lo hicierais. Me ha contado que alguna vez te lo ha comido y como eres tan abierto pues quería probar a hacer algo más, por probar. Y bien abierto que eres, ¿no? Jajajaja.
-Jajajajaja. Menos cachondeo, que tú no puedes tampoco con Mario.
-Es que lo tengo pequeñito... 😔
-Ya te lo he visto, ya...
-Mmm... ¿Te gustaría...?
-Pues tiene buena pinta. Yo creo que podría...
-Uff... A ver si hay suerte y algún día podemos. Aunque me conformaría con que me lo comieras como se lo haces a Elena. Me excita mucho verlo, imagínate sentirlo...
-Jajajaja.
-¿Y cómo fue al final?
-Pues...
-¿No te gustó?
-Empezamos despacio. La cabrona me ató de pies y manos y me lo empezó a comer.
-Jajajaja, me encanta.
-Pero que me depiló y todo. Ni me enteré, me lo hizo mientras dormía un poco.
-Ah, eso se lo dije yo, que es mejor así. Es como cuando los chicos coméis un coño con mucho pelo, es desagradable quieras que no. Una cosa es como lo llevamos Elena y yo, que llevamos los labios sin nada y no molesta y otra cosa es que ni se vea el chirri...
-Ya, lo imagino.
-Pues con los culos es lo mismo. Le di algún consejo para ese tema y parece que le ha funcionado, ¿no?
-Sí, me lo comió y me gustó, la verdad. Luego con un dedo y bien.
-Guay entonces, ¿no?
-Sí. Pero el problema fue cuando empezó a usar otras cosas.
-¿Qué pasó?
-Empezó usando el vibrador. Entró bastante fácil, pero lo sentí muy raro. Al principio creía que era el consolador que le regalasteis, pero me di cuenta de lo que era cuando empezó a vibrar.
-¿No te gustó?
-Pues la verdad es que no lo disfruté. Lo sentía muy raro y no me daba placer ni nada. Le dije que parara cuando lo puso en los niveles más altos porque no estaba cómodo.
-Vaya...
-Pero lo peor fue cuando usó el consolador.
-¿Sí?
-Joder... Lo sentía muy grande. Pero mucho. Eso sí que no me gustó nada. Me dolía bastante. Bueno, más que dolor, me escocía...
-Vaya, hombre...
-Es que estaba hasta temblando. Hice un esfuerzo porque ella lo hizo, pero nada, no podía. Me lo metió y me folló como 10 segundos, pero es que no podía.
-¿Y qué pasó?
-Pues se lo dije y me lo sacó de golpe.
-Ufff...
-Me hizo polvo. Qué dolor...
-Ay, Elenita...
-Pero bueno, ya hemos probado y sabemos que eso no es para mí.
-Pues vaya... 😕
-Pero luego pasó algo.
-¿El qué?
-Bueno, me desató y demás, pidiéndome perdón muchas veces y demás y al decirle que me escocía fue a por una crema que ella tenía y me la empezó a poner para aliviarme.
-Que mona...
-Sí, pero la cosa es que me gustó como lo hacía y se me empezó a poner dura de nuevo.
-Ah...
-Me acabó haciendo una paja mientras me metía un dedo por el culo. Encontró el punto exacto.
-Sí, le dije como hacerlo para encontrar el punto G.
-Joder, pues sí que le enseñaste bien. Porque me corrí como creo que no me he corrido en mi vida.
-¿Sí? Jajajaja.
-Tía, que empezó a salir y no paraba. Como si me hubiera corrido tres veces...
-Joder... Me hubiera gustado ver eso.
-Me gustó mucho.
-Me alegro de que al final acabara bien la cosa.
-Sí. Me corrí de lo lindo y luego se lo comí y todos contentos. Jajajaja
-Jajajajaja. ¿Y cómo está después del primer día de trabajo?
-Reventada. A la hora de comer salía contentísima, contándome sin parar de hablar, pero ahora cuando ha salido ya estaba agotada.
-Pobrecilla...
-Sí. Me ha dado cosilla, pero como le ha ido muy bien, estoy tranquilo.
-Me alegro muchísimo. Mañana la llamo para que me cuente y hablamos también de eso de tu culito, jajajaja.
-Cómo te gusta... Jajaja.
-A la que más. Oye, te tomo la palabra en eso de ir este finde a vuestra casa. Así nos la enseñáis vamos a la piscina que tenéis, ¿no?
-Claro. Sin problema.
-A ver si se anima la cosa y... 😏
-Jajajaja. Bueno, a ver si Elena está de humor y hacemos algo.
-Uff, qué ganitas...
-Me molaría hacer algo en la piscina, por el morbo de que nos puedan pillar.
-Uff... 🥵 Te dejo ya que me estoy poniendo cachonda. Qué descanséis.
-Venga, jajajaja. Hablamos.

Dejé el móvil en la mesita, pensando en ese fin de semana. La verdad es que tenía buena pinta, ya que las veces que habíamos ido a la piscina no había ido nadie. Parecía que nuestros vecinos estaban fuera o algo, porque apenas veíamos a nadie por la zona tampoco. Aun así, el morbo de hacer algo en la piscina con el riesgo de ser pillados era muy grande y me apetecía bastante hacer algo así, como ya hicimos en su día en la piscina de mi ciudad o en la playa.

El resto de la semana pasó con días que eran un calco uno de del otro. Nos levantábamos ambos temprano, desayunando en casa para después llevar a Elena a su trabajo y regresar a casa para trabajar. La recogía para ir a comer, a veces en casa y a veces en algún bar para ahorrarnos cocinar y demás. Después nos tumbábamos en el sofá para descansar un poco y luego llevarla de nuevo, trabajando durante toda la tarde para luego ir a por ella, cenar e irnos a dormir. Elena aprendió que ir más cómoda al trabajo era necesario para no acabar luego tan cansada, por lo que prescindió de los tacones, ya que muchas de sus compañeras no llevaban tampoco, vistiendo también más informal, aunque acorde con su trabajo. Aun así, acababa el día sin energía, pero por suerte no iba a ser así siempre, ya que las horas que echaba por la tarde eran bastante instructivas, para ayudarla a formarse. No siempre tendría que ir por la tarde, pero habría épocas en las que sí. Tan cansada llegaba a casa que ni buscaba tener sexo, solo quería acurrucarse conmigo para descansar, aunque a cada rato me decía que se sentía mal por eso, pero es que no podía, no tenía fuerzas y menos para el ritmo con el que lo hacíamos, que acababa reventada varias veces. Yo le quitaba importancia diciéndole que ya tendríamos el fin de semana para resarcirnos y pasarlo bien. El jueves me dijo que el viernes tendría que quedarse todo el día en la oficina, que comería allí con sus compañeras con las que tan bien se llevaba, habiendo hecho buenas migas con una de ellas en particular.

Así que me quedé prácticamente todo el viernes solo desde que la llevé a trabajar. Iba tan bien de material que había ido sacando durante la semana que decidí tomarme el día libre. Lo primero que hice cuando dejé a Elena en el trabajo fue volver a casa para echarme un rato y dormir un par de horas más. Luego me levanté y me pegué una ducha y pensé en irme a mí ciudad para pasar el día ahí hasta que Elena saliera de trabajar ya casi por la noche. Y así lo hice, pero pensé en ella y decidí darle una sorpresilla. Me fui a una floristería y encargué unas flores poniéndole en una nota diciéndole lo orgulloso que estaba de ella y lo muchísimo que la quería. Dejé el encargo de que se las llevaran al trabajo sobre la 1 y media, para que le pillara en el descanso para comer. Después fui a mi ciudad para ir a mi casa a ver a mi familia. Mi madre hasta se emocionó, dándome un abrazo muy fuerte y muchos besos, pero más aún cuando le dije que me quedaba a comer en casa. Me preguntó por qué estaba ahí y le expliqué y poco lo que pasaba. Antes de comer me fui a dar una vuelta y me acerqué a casa de mis amigos. Estaba Irene, vestida para salir y me dijo que había quedado con más gente de nuestro grupo para echarse una cerveza en lo que venía Mario. Fui con ella y eché un rato con ellos, preguntándome por Elena y demás. Fue un rato bastante bueno. También echaba de menos esos momentos con mis demás amigos, aunque no fueran tan íntimos como Irene y Mario, pero aun así eran bastante cercanos. Acompañé a Irene a casa una vez acabamos, viendo también a Mario y saludándolo, quedando en que al día siguiente sobre las 12 irían a nuestra casa para pasar el finde con nosotros, estando ya Elena enterada. Mario también conocía lo que mi chica hizo conmigo, cachondeándose un poco. Nos reímos y me despedí de ellos, regresando a mi casa.
 
Capítulo 212

Por el camino miré el móvil y tenía un mensaje de Elena, con una foto de las flores que le envié.

-Javiiiii 🥺🥺🥺🥺🥺
-¿Te ha gustado?
-Muuuuuuchísimo 🥰🥰🥰🥰🥰
-Me alegro 😘😘😘
-Ay...
-¿Qué pasa?
-Nada, que me he puesto un poco tontorrona...
-Anda... Venga, que en nada nos vemos y ya verás que finde con éstos.
-Siiiii. ¡Qué ganas!
-Venga, en nada estoy ahí.

Regresé a mi casa bastante contento por haber hablado con Elena y ver lo que le había gustado el detalle. Comí y estuve un rato en mi casa, echado en sofá con mi madre.

-Oye mamá, ¿no venís a ver la casa y eso?
-Ah... Es que no quiero molestar.
-Pero, ¿qué vas a molestar?
-Sí, hijo. Que necesitáis estar solos.
-Mamá, no digas tonterías. La familia de Elena ha estado allí. Y este fin de semana van mis amigos. ¿No vas a venir tú?
-No sé, hijo... ¿Y cómo voy?
-Pues con papá, ¿con quién va a ser?
-Tu padre trabaja todo el fin de semana.
-Pues con más razón, que vas a estar aquí sola.
-Pero tengo que estar aquí, no lo voy a dejar solo.
-¿Es que él está manco?
-Nooooo. No digas eso.
-Venga, mamá. No me hagas el feo.
-No sé... Lo hablaré con él, a ver qué opina.
-Bueno, pero quiero que vengas.
-Vale, vale.

Estuve un rato más con ella y me fui de vuelta a casa para descansar un rato después de algunas horas de coche, yendo después a por Elena. La vi salir con el ramo de flores en la mano y una sonrisa enorme en la cara. Vino corriendo hacia a mí para darme un beso muy grande, agarrándome de la nuca con fuerza mientras se ponía de puntillas. Una vez entramos en el coche me dijo:

-¿Cómo sabías que estas flores son mis preferidas?
-Pues la verdad es que me he tirado un triple.
-Pues has acertado. (dijo oliéndolas)
-A ver... He pensado en tu color favorito y de ahí he pensado en el naranjo, y esa es su flor, así que...
-Jajajaja, pues no es por eso. Simplemente me gusta como huele y son bonitas, pero sí, es una curiosidad.
-Soy un hacha, jajaja.
-Lo que hace mi chico para que le tenga atendido... Jejeje.
-No, no. No lo he hecho por eso. Lo he hecho porque creía que se te haría el día largo y quería animarte.
-Ya, estoy de broma, mi amor. Muchas gracias por preocuparte tanto por mí.
-Jejeje. ¿Y qué ha pasado cuando te lo han llevado?
-Pues... Jo... Ha subido un chico y ha preguntado por alguien que se llamaba como yo. Todo el mundo se ha girado. Qué vergüenza...
-¿Había mucha gente?
-Pues tú verás... Si era la hora de comer y estábamos todos en el comedor. Unas 30 personas ahí y yo roja como un tomate.
-Jajajajaja.
-Algunos cuchicheando, mis compañeras conmigo diciéndome la suerte que tenía...
-¿Y qué les decías tú?
-¿Pues qué les iba a decir? Que ya sabía la suerte que tenía y que tenía el mejor novio del mundo. Me han hecho leer la nota en voz alta.
-¿Sí?
-Sí. Me he emocionado un poquito y me han empezado a dar abrazos.
-Ayyyyy...
-Es que ha sido muy bonito.

Llegamos a casa y entramos, dejando ella las flores en un jarrón con agua, quedándose con los brazos en jarra, mirándolas. Yo me acerqué por detrás y le abracé por las caderas, besándole la cabeza. Elena se dio la vuelta y se subió encima de mí, abrazándome con todo su cuerpo. Me empezó a besar con ganas, pasando a mi cuello rápidamente.

-Huy... ¿Tienes ganas?
-Contigo siempre, mi amor.
-¿No estás cansada?
-Sí. Pero ya me estoy acostumbrando y ese detalle me ha gustado tanto que mis ganas son mayores que mi cansancio.
-Ummm...
-Javi, mi amor... Quiero que me hagas el amor.

Siempre que me decía esas palabras con su voz tan angelical y de esa manera tan dulce me daba un fuerte escalofrío. Ella se dio cuenta y puso una sonrisa, pasando a besarme el cuello de nuevo, riéndose de manera muy encantadora. La llevé a nuestra habitación y nos desnudamos, la tumbé y me puse sobre ella, besándola, pero ella me cogió y se puso encima de mí, besándome el cuello. Mi erección fue instantánea. Sabía lo que hacía y lo que quería, por eso me cogió así de esa manera. Una vez vio mi polla dura, tocándola con su mano, cambio de posición para hacer un 69. Estuvimos así un rato, pidiéndome que no fuera tan rápido, para disfrutarlo bien. Ambos lo hacíamos muy sensualmente hasta que se bajó, dándose la vuelta para besarnos de nuevo. Después me montó durante unos minutos, follándome de manera muy lenta y suave, gimoteando bajito hasta que me cogió de nuevo para que me pusiera sobre ella en un misionero. Empecé a follarla de la misma manera que ella me lo había hecho a mí minutos antes mientras ella me acariciaba la cara y nos mirábamos a los ojos fijamente.

-Más rápido, mi amor. (dijo después de darme un beso)

Así lo hice, pero el problema fue que no pude aguantar. Estaba muy excitado y llevar varios días sin descargar hizo que acabara demasiado pronto, corriéndome dentro de ella entre altos jadeos.

-Así, mi amor. Lléname entera.

Forcé un poco para seguir a pesar de haberme corrido y fue su turno, lanzando un gemido muy alto y seco, hincándome las uñas en la espalda y tirando hacia abajo con mucha fuerza mientras su cuerpo vibraba. Forcé todo lo que pude para alargar su orgasmo hasta que estaba tan sensible que tuve que parar para evitar el roce. Aun así, ella me apretaba y estrujaba con su coñito. Intenté salir de ella con cuidado, pero ella me abrazaba con mucha fuerza.

-No. -dijo en un entrecortado susurro- No te salgas, te quiero dentro de mí para siempre.

Me quedé dentro de ella hasta que se fue recuperando del todo, haciendo menos fuerza, cogiendo mi cara para mirarme a los ojos, lanzando una risa muy encantadora. Nos levantamos y nos dimos una ducha, cenando después. Nos quedamos un rato en el salón, tumbándose en el sofá mientras veíamos la tele, hasta que Elena me preguntó que había hecho durante el día.

-¿Qué has hecho hoy? ¿Te has aburrido aquí solito?
-Pues en realidad no. Me he tomado el día libre y he ido a mi casa. Me he tomado una cerveza con Irene y varios más. Echaba de menos también a todos. Y luego he comido en mi casa.
-Am. Haces bien. ¿Y qué dicen tus padres?
-Pues mi madre estaba encantada, ya sabes cómo es. Hasta se ha emocionado.
-¿Y tu padre...? (preguntó bajito, con un hilo de voz)
-Bien, trabajando mucho. Le he dicho a mi madre que vengan a ver la casa y eso.
-¿Y qué ha dicho?
-Pues que mi padre trabaja todo el fin de semana, pero le he dicho que se venga ella.
-¿Sí?
-Sí. Me ha dicho que no quiere molestar.
-¿Y eso? Si no molesta, al revés.
-Pues eso me ha dicho. Y que tiene que estar pendiente de mi padre.
-Vaya...
-Le he dicho que quiero que venga, a ver qué pasa. Ella me ha preguntado que como se viene y todo eso...
-Mmm... (murmuró pensativa)
-¿Qué piensas?
-Pues había pensado en decirle a mi madre que se acercara a por ella y que vinieran las dos. ¿Cómo lo ves?
-Pues mira, no me parece mala idea. Así se conocen.
-Sí. Eso había pensado.
-Pues mañana le pregunto, a ver qué dice.
-Pero vienen Irene y Mario, ¿no?
-Sí, pero ellos vienen para los dos días. Ellas pueden venir el domingo. Aprovechamos bien el día y la noche con ellos mañana y el domingo que se vengan, ¿no?
-Jajajajajaja, vale. Pues a ver qué dice tu madre y así le digo yo a la mía.
-Vale.

Nos quedamos un rato más en el sofá hasta que a Elena se le empezaban a cerrar los ojos, por lo que nos fuimos a la cama para dormir. Ella cayó enseguida y yo le seguí al poco pensando en el fin de semana que se venía, con algo de nervios. No porque mis amigos vinieran, sino por si venía mi madre y la de Elena, ya que se conocerían y estarían las dos con nosotros a la vez. No tenía miedo, porque no había ningún motivo para que la cosa fuera mal, pero sí que estaba nervioso, sobre todo si Noelia decía de venir también. Decidí no darle más vueltas y me dormí abrazando a mi chica.
 
Capítulo 213

El sábado nos despertamos sobre las 11, una buena hora, ya que nuestros amigos no venían hasta las 12. Elena se despertó muy cariñosa, poniéndose encima de mí y dándome muchos besos por la cara. Yo le acariciaba la espalda y el culo, metiendo mis manos por dentro de su pantaloncito y braguitas para acariciarle y estrujarle los cachetes de su culo. Ella pasó a mi cuello y evidentemente mi polla reaccionó al instante, poniéndose muy tiesa.

-Joder, pero, ¿cómo te pones así de duro tan rápido cuando te hago esto?
-Es magia.
-Jajajajajaja.
-¿Y tú? ¿Cómo estás?
-Bueno, me he despertado muy tontorrona... Y ganas tengo.
-Pero...
-Pero vamos a esperar a más tarde. Hoy vienen Irene y Mario. Mejor nos esperamos a que estén aquí con nosotros, ¿no? Así nos cogemos con más ganas.
-¿Tienes algo en mente?
-No. No quiero colarme. Quiero estar en plan tranquilo. Cada oveja con su pareja y si acaso algún toqueteo.
-Vale. Pero, ¿ahora qué hago para bajar esto?
-Pues vas a tener que esperar, corazón.
-Ummm... (murmuré haciendo pucheros)
-No te pongas así... Si luego te voy a dar mucho cariño.
-¿Hoy lo quieres con cariño?
-Siiiii. Es que estoy tan contenta. Todo nos va tan bien que estoy muy ñoña. Me apetece más hacer el amor que follar salvajemente.
-Claro, mi vida. Como tú quieras.
-¿Pero es lo que quieres tú?
-Elena, a mí me da igual cómo hacerlo. Lo importante es que voy a estar contigo.
-Ay, qué tonto eres de verdad...
-¿Por qué?
-Porque me tienes muy mimada.
-Vaya, supongo que ya sabemos lo que pasaría si tuviéramos una nena...
-Oye, estás sacando mucho ese tema... ¿No querrás tenerla ya...? Jajajaja.
-Uff, me agobio mucho de ponerme solo en la situación, imagínate teniéndola.
-¿Pero te gustaría, o no?
-Sí. Desde que vi esa foto tuya en la playa con tus dos coletitas me entró algo que me hizo pensar en una niña correteando por nuestra casa. Fue como una visión.
-Oh... Qué mono te pones...
-Me pongo un poco nervioso cuando nos imagino ya dentro de unos años, en nuestra casa propia y con una niña. Pero bueno, algún día...
-¿Y cómo sería nuestra niña?
-Sería igual de guapa que tú. Con el mismo pelo, las mismas pequitas, tus ojitos, tu vocecilla...
-Pero eso no vale, jajaja. Tiene que ser una mezcla de los dos, no una copia de mí...
-Pues mira a tu madre. Tú y ella sois una copia.
-Anda... No. Vamos a hacerla bien.
-A ver, ¿qué quieres?
-Quiero que tenga tus ojos.
-¿Mis ojos?
-Sí. Son más bonitos que los míos, de lejos. Esos ojos color miel tuyos me encantan, cuando me miras fijamente con ellos, no sé qué me entra en el cuerpo.
-Pues espero que no tenga la vista tan delicada como la mía...
-Pero si no tienes gafas ni siquiera, exagerado...
-Ya, pero son muy sensibles a la luz.
-Pues quiero que tenga tus ojos.
-Vale, ¿qué más?
-Mmm... Me gustan tus labios.
-Vale, trato hecho, pero lo demás que sea tuyo. Es que tu nariz es muy bonita. Y tus pecas... Me vuelven loco.
-Jajajaja. ¿Te puedes creer que soy la única de mi familia con pecas?
-Curioso.
-Pues sí. Y también me gustaría que fuera rubia.
-¿Rubia?
-Sí. Me la imagino así.
-No te imagino a ti rubia para hacerme una idea.
-No. No me he puesto nunca de rubia. Me puse de pelirroja una vez, pero fue durante unos meses. Fue al año de conocernos, ¿te acuerdas?
-Pues la verdad es que no.
-Bueno, a ver... No es que me pusiera pelirroja chillona. Me puse unos reflejos, pero se me quedó muy oscuro y solo se notaba si me daba mucho la luz.
-Am... Por eso no me acordaba.
-También estuve de morena un tiempo. Fue cuando empecé la universidad.
-Pues eso sí que no lo vi, porque no me acuerdo.
-Sí, es que coincidíamos muy poco. Yo cuando venía era para ir a mi casa y no pisaba tu ciudad apenas.
-Bueno, yo estaba más aquí que allí. Pasaba mucho tiempo con Ángela. Si no estábamos estudiando, estábamos de fiesta.
-Es curioso que no coincidiéramos nunca aquí.
-Nos moveríamos por sitios diferentes imagino.
-Pues qué pena...
-Nuestras facultades no quedaban muy cerca.
-No. Yo veía a Mario de vez en cuando, pero poca cosa.
-¿Y no veías a Irene?
-No. Si te digo la verdad, no lo sé, porque al no conocerla, pues no prestaba atención.
-Me hubiera gustado verte.
-A mí también. Lo mismo podríamos haber empezado antes.
-Pero si estabas con Alejandro.
-Ya ves tú, para el caso que me hacía...
-No sé... En esos años yo era un poco cabra loca. Entraba y salía mucho. Mejor así, en aquel entonces ya te digo que no hubiera pasado lo mismo que cuando empezamos nosotros.
-¿Por...?
-Solo buscaba pasármelo bien.
-¿Y lo conseguías?
-Sí. En mi facultad había muchas chicas.
-¿Y ninguna novieta?
-No. Con Ángela era con la que más tiempo pasaba, pero ella no se metía mucho en mi vida. Me dejaba mi espacio y eso me gustaba.
-¿Ninguna más?
-Sí. Había una que sí que se metía más. Era una chica muy dulce. Muchísimo. Muy cariñosa, super alegre y nos lo pasábamos muy bien.
-¿Y Ángela no se ponía celosa?
-Pues no. Para estar enamorada según me dijo, lo aguantaba bastante bien. Y eso que coincidíamos los tres bastante, porque ella estudiaba nuestra carrera, pero era un año menor que nosotros.
-¿Y qué pasó?
-Ya te lo conté, ¿no?
-Sí, pero no con detalle.
-No se lo tomó nada bien. La chica me preguntaba mucho por mis cosas. Me mandaba mensajes a todas horas, me llamaba... Yo le pedí algo de espacio de primeras, pero ella me buscaba para que le ayudara con algunas dudas, o por si le podía prestar algunos apuntes de primero.
-Era insistente.
-Mucho. Tanto que ya tuve que hablar con ella en serio. Le expliqué que estaba agobiado por su comportamiento, me atosigaba y entendía que no lo hacía con mala intención, pero no podía seguir así. Le dije que no buscaba una pareja y que ella se estaba comportando como tal y que lo mejor sería dejar de vernos.
-¿Lloró?
-Buff... Mucho. Me dio mucha cosa. Le abracé y estuvimos así unos segundos, pero al poco ella se zafó de malas maneras y me dio un guantazo.
-¿En serio?
-Sí. Nunca se había comportado así conmigo. Jamás tuvo una mala palabra, un mal gesto ni nada. Hasta ese momento.
-¿Y cómo reaccionaste tú?
-Pues me quedé bastante parado. No me lo esperaba. No pretendía hacerle daño, pero por lo visto se lo hice, y mucho. Se fue llorando bastante y no volví a verla nunca más.
-¿Ni por la facultad?
-No.
-¿Y cómo se llegó a enamorar de ti? Aunque me lo imagino...
-Pues no sé. El día que la conocí estábamos en la biblioteca varios para hacer un trabajo. Yo estaba en segundo y ella en primero. La vi sola y parecía agobiada, buscando libros y apilándolos a su lado. En una de estas coincidimos al coger unos libros que estaban muy próximos y le ofrecí ayuda si la necesitaba. Me dijo que estaba agobiada porque tenía que entregar un trabajo que le corría prisa y se había quedado sola, así que le dije que se viniera con nosotros para ayudarla si lo necesitaba. Al final le echamos una mano y lo pudo sacar bien.
-Ayyyyy mi nene, que bueno ha sido siempre.
-Pues si lo sé no le digo nada. Me jode cuando quiero ayudar a alguien y al final le acabo haciendo daño. No era mi intención que llegara a pasar eso. Yo solo quería pasármelo bien. La consideraba como una amiga y tener esa libertad para follar al no estar en mi casa pues me hacía buscarlo.
-Es normal Javi, a esa edad y fuera de casa solo se piensa en eso.
-Yo creía que ella también pensaba como yo, pero se fue encariñando y pues... No debería haber dado pie a acostarme con ella.
-¿Fuiste tú el que dijo de...?
-Sí, bueno... A ella se le veía con ganas. A veces quedaba con ella para explicarle alguna cosa que le costaba de alguna asignatura. Echábamos media hora solo, porque yo tenía mis cosas también y ya me ponía con lo mío, pero nos veíamos varias veces a la semana y se notaba esa tensión de cuando dos se atraen y tal.
-Ajá.
-Y pues un viernes, poco antes de las vacaciones de Navidad, salimos a tomarnos una cerveza y la acompañé luego.
-¿Y fuisteis a su casa?
-No, no. Ella no vivía en una casa.
-¿Entonces?
-Ella vivía en una residencia con más estudiantes. Me contó que sus padres querían que estuviera más recogida, ya sabes.
-Sí. Los míos pensaban igual. Me costó mucho convencerlos para que me dejaran irme a vivir a un piso con otras chicas.
-Lo imagino. Le pega a tu madre eso.
-Mi padre me apoyaba, pero mi madre encabezonada en que no. Yo quería para poder estar con Alejandro, pero luego al final poco pisaba mi casa...
-Ay...
-Bueno... ¿Y qué os veáis, allí?
-Sí. Varias veces. Me colaba a la hora de la cena, cuando había muchos estudiantes en el comedor y por el vestíbulo, y como teníamos que pasar por ahí para ir a las habitaciones, pues aprovechábamos el tumulto. Siempre me cogía de la mano y empezaba a reírse cuando llegábamos.
-¿Y no ibais a tu casa?
-No. Mis compañeros siempre estaban en casa y me daba mucho corte llevarme a alguien.
-¿Y ellos no se llevaban a nadie?
-Sí, claro. Pero es que a mí me daba corte que gente con la que vivía y pasaba bastante tiempo me oyeran... En fin. Y también por si le daban por echar un ojo.
-Am...
-Pues eso, que no llevaba a nadie. Ni a ella, ni a nadie para eso.
-Ahora que lo dices, me acuerdo que en la conversación que tuvimos cuando conocí a Ángela, como que ella te lo medio reprochó.
-Ah... En realidad, sí recordaba que me dijera de ir a mi casa, pero yo le daba largas. Sabía lo que iba a pasar en cuanto entráramos.
-Qué timidito, jejeje.
-¿Me lo dices tú? Jajaja.
-Jajajaja. Anda vamos a desayunar, que éstos están al caer.

Nos levantamos y desayunamos mientras hablábamos de cosas que había hecho en su trabajo y yo en el mío, comentando también cosas que teníamos programadas para la semana entrante. Una vez acabamos, Elena fue a preparar las cosas para cuando bajáramos a la piscina, con las cremas, las toallas, su bolso grande para llevarlo todo, poniéndose uno de sus preciosos bikinis junto una cinta en su pelo, anudada como solía hacerlo, desde la nuca hasta la parte superior y demás mientras yo me quedaba recogiendo lo del desayuno pensando en la conversación que habíamos tenido antes de levantarnos.

Me encantaba hablar de varias cosas con Elena. Me preguntó mucho acerca de mi pasado en donde me veía con más chicas y no lo hacía de manera celosa, mostraba curiosidad y al verla así, pues me solté y le conté. El problema fue cuando llegamos a la parte de aquella chica que tanto se encariñó conmigo. Me hizo recordar malos momentos. La carita que puso cuando le empecé a decir que estaba agobiado, que necesitaba espacio, que no buscaba pareja y que ella se estaba comportando como tal y que por eso ya no estaba cómodo con ella no paraba de venirse a mi cabeza. Jamás tuve la intención de hacerle daño y verla así me puso muy mal cuerpo. Intenté consolarla abrazándola, pero a los pocos segundos ella me empujó y me dio un guantazo que me hizo daño de verdad. Y eso fue todo. No la volví a ver nunca más. La busqué por la facultad, por lo biblioteca, por sitios que sabía que frecuentaba, pero nada. Se esfumó. Estuve un buen rato rememorando momentos con ella, con esa cara de tristeza y posterior rabia entre cada uno de ellos.

-¿Cómo se llamaba? (preguntó Elena al verme tan pensativo)
-Cintia.
-¿Estás triste? (dijo dándome un abrazo)
-No. No estoy triste.
-¿Entonces?
-Nostalgia supongo. Me caía bien y me da pena por cómo acabó la cosa con ella. No era mi intención hacerle daño y que la cosa terminara así.
-Lo sé, Javi. Eres buena persona, no le des más vueltas.

Elena me dio un beso y un fuerte abrazo, cosa que hizo que me reconfortara mucho. Me cogió de la mano para llevarme a la habitación para que me pusiera el bañador mientras me contaba alguna cosa más del trabajo. Sabía que lo hacía para distraerme y que no pensara más en eso, dándome también algunos mimitos para levantarme el ánimo. Así fue, porque en cuestión de minutos ya estaba sonriendo y hablando con ella de nuevo de otras cosas mientras elegimos el bañador que me iba a poner.
 
Capítulo 214

Al poco vinieron nuestros amigos, vestidos de piscina, con unas mochilas a la espalda donde traían ropa limpia para pasar el fin de semana. Después de los saludos nos pusimos a enseñarles la casa. Elena estaba muy entusiasmada, cogiendo a Irene de la mano para llevarla a arrastras por toda la casa para enseñársela bien y contarle cómo nos apañábamos y demás. Después nos bajamos a la piscina andando por ese camino sinuoso rodeado de pinos, con unas pequeñas vallas blancas de madera que no llegaban al metro de altura. Irene dijo que le parecía muy romántico el caminito ese, porque se le hacía como si fuera un laberinto en el que una pareja se pudiera parar para besarse cada dos metros sin que nadie les viera, con mucha intimidad, además del olor a pino y esas vallitas que hacían del lugar como uno típico de un cuento. Elena le dio la razón, agarrándome fuertemente de la mano para pegar su cuerpo al mío.

Cuando llegamos, ambos se quedaron impresionados por el lugar. Dijeron que les parecía muy pijo por la cantidad de añadidos que tenía, que esperaban que fuera la típica piscina rodeada de césped con alguna sombrilla y las duchas, pero que no esperaban que tuviera su zona de bar tan amplia, su zona de barbacoa, tantas sombrillas, con hamacas e incluso un parque con columpios para niños.

I: Parece que habéis venido a aquí para vivir en familia, jajaja.
M: Ya ves, ¿para cuándo el bebé? Jajajaja.
E: Pues esta mañana ha vuelto a salir el tema.
I: ¿Sí?
E: Sí. Que quiere una nena mi chico.
I: Huy... Eso es que ya la quiere. Tanto hablar de ello...
E: Justo lo que le he dicho yo.
J: Callaos, anda... Jajaja.
M: Javi, mucho hablar de ello... Lo próximo es hacerlo.
E: Dejadlo, que se pone nervioso... Jejeje.
I: Anda ya...
E: Que sí, que se agobia un poquito.
J: No es para tanto.
E: Bueno, pues como no es para tanto... Pues nos hemos puesto a pensar como nos gustaría que fuera.
I: ¿Sí? (dijo mirándome con tono divertido)
E: Sí. Hemos llegado a la conclusión de que queremos que tenga sus ojos y sus labios. Y el resto como yo, pero en rubia.
M: Una mini Elena en rubia. No me la imagino, ¿eh?
J: Yo tampoco.
I: Eso tiene fácil arreglo.
E: No me voy a teñir. Ni de coña.
I: Que no, boba... Con un filtro de estos que te pone el pelo de colores y esas cosas. Si incluso los hay de los que te ponen cara de bebé.
M: Ostia, pues puede ser una manera de ver cómo quedaría la niña.
J: Que tontos sois, de verdad... Jajajaja.
I: Venga, vamos a sentarnos y lo hacemos.

Después de acomodarnos en las toallas bajo las sombrillas y del ritual de la crema de las chicas, siendo Elena la más insistente en embadurnarme por completo, Irene se puso a hacer el tonto con el móvil para ver cómo sería el resultado de lo que estuvimos hablando minutos antes. Puso los filtros y le echó unas cuantas fotos a Elena. Lo malo fue que el resultado no era el esperado, porque parecía más un dibujo animado que otra cosa, por lo que pensamos en usar una foto de Elena de cuando era pequeña. Estaba preciosa, con sus dos coletitas y un poco mellada, sonriendo, como siempre. Tras aplicarle lo del pelo y ponerle los ojos más claros, salió algo parecido a lo que habíamos estado hablando y nos gustó a todos, sobre todo a Elena, poniendo una cara muy tierna. Se quedó un buen rato mirándola mientras nuestros amigos se ponían a tomar el sol y yo estaba recostado sobre mis codos mirándola. Se le puso una sonrisa muy tonta y guardó el móvil, mirándome para darme un beso después.

Al rato de estar tomando el sol, nos acercamos para enseñarles bien las zonas que había por ahí. Después nos sentamos de nuevo, hablando varias cosas y de pronto me llamó mi madre para decirme que el día siguiente fuera a por ella para pasar el día allí con nosotros. Me alegró mucho que al final se animara a venir pese a lo que me dijo. Se lo conté a Elena estando delante mis amigos, quienes no pusieron mala cara ni les pareció mal a pesar de que iban a estar todo el fin de semana con nosotros. De hecho, se alegraban de poder conocerla más, porque Irene no la conocía y Mario había bastante que no la veía. Elena llamó a su madre para proponerle venirse al día siguiente e ir de paso a por mi madre, ya que le pillaba a 10 minutos mientras que a nosotros nos pillaba bastante lejos. Le pareció bien y dijo que iba a comprar comida para hacerla en la barbacoa y poder comer allí. Mientras Elena hablaba con ella me di cuenta de que Irene ponía una sonrisa picarona en su cara. Después de que terminara de hablar con ella, diciéndole donde estaba mi casa y demás, llamé a mi madre para explicarle la situación. Estaba encantada por poder conocer a la madre de Elena y poder venir juntas para pasar el día con nosotros.

En lo que hacíamos hora para comer, seguimos tomando el sol y dándonos un baño hasta que Irene dijo:

I: No viene mucha gente por aquí, ¿no?
J: No, parece que la gente de la urbanización está de vacaciones, porque cuando hemos estado aquí no había nadie y hay poco movimiento por las casas.
E: Sí. De momento estamos bastante solos.
M: Mejor, más a gusto.
E: Me da un poco de miedo en realidad.
M: ¿Por qué?
E: Porque en esta época del año hay muchos robos, la gente se va de sus casas...
I: No seas tonta, Elena. No va a pasar nada.
E: Ya, ya. Tonterías que me mete mi madre en la cabeza, no me hagáis caso.
I: Pues entonces voy a quitarme esto. (dijo quitándose la parte de arriba de su bikini celeste)
M: Uh... Me gusta.
I: Quiero igualar el color con el resto del cuerpo, y esto también. (dijo poniéndose la parte de abajo como si fuera un tanga)
M: ¿Te echo crema?
I: Vale.

Entonces Mario se puso a echarle crema a Irene por las tetas y los cachetes del culo de manera muy sensual mientras ella gemía y se mordía el labio, cerrando sus ojos. De pronto los abrió mirando a Elena. Yo estaba cachondo por la situación, con la polla morcillona bajo mi bañador verde agua. Elena sonreía, haciéndolo más aún cuando vio mi semierección.

I: ¿No te animas tú, Elena?
E: ¿Yo?
I: Claro. Si estamos solos. Ya nos hemos visto todo, jejeje.
E: Me da cosilla.
M: ¿Te sigue dando corte por mí?
E: No, no es eso.
I: ¿Entonces?
E: ¿Y si viene alguien?
I: Pero si decís que no ha venido nadie cuando habéis estado aquí... Venga, dejamos ver esas tetas tan preciosas y coge color para igualar ese cuerpo tan rico que tienes.
J: Dejadla si no quiere, no os pongáis pesados.

Elena sonrió y me acarició la cara, poniéndose pensativa después. Cogió las llaves y se acercó a la valla que cerraba la parte de la piscina poco antes de acabar aquel caminito. En lo que volvía Irene dijo:

I: Tienes vista a tu chica mucho, ¿no? ¿O es que estás celoso?
J: No. Pero quiero que esté cómoda.
M: ¿Os incomodamos?
J: No, no. Solo que... Quiero que las cosas salgan de ella.
I: Lo siento, Javi. Yo es que veo esto tan natural que pues...
J: Que no pasa nada, de verdad.
E: Ya está. He cerrado la valla por si viene alguien. Así cuando alguien la abra, hará ruido y nos enteraremos para taparnos. (dijo mientras se quitaba la parte de arriba de su bikini negro)

Elena dejó sus preciosas tetas al aire, blancas como la leche. Después hizo lo mismo que Irene, poniéndose la parte de abajo como si fuera un tanga. Irene se mordía el labio al verla y Mario se incorporaba, sin perder vista del cuerpo de Elena. Por mi parte, mi erección fue a más, terminando mi polla bastante dura.

E: ¿Me echas cremita, mi amor?
J: Claro.

Le empecé a echar crema, con ella de rodillas a mi lado mientras yo estaba sentado con las piernas cruzadas. Le acariciaba la piel lentamente extendiendo la crema por sus tetas, notando como se les endurecían los pezones. Elena sonreía de una manera muy dulce mientras me acariciaba el pelo. Cuando paré, ella cogió mi mano, echándome más crema y regresando mi mano a su piel para seguir extendiéndola.

E: Me tienes que echar más, que estoy muy blanquita por esta parte y no me quiero quemar.
J: Yo te echo lo que tú quieras, mi vida.
E: Mmm... Irene, ¿crees que Javi me tiene mimada?
I: Jajajaja, ¿y eso?
E: Porque nunca me dice que no a nada. Siempre hace lo que me parece a mí.
M: Huy... ¿quién domina a quién?
I: No. Pienso que te quiere con locura y solo quiere lo mejor para ti. Pienso que te quiere proteger y que estés cómoda siempre.
E: Jejeje.
M: Es verdad. Javi te quiere mucho y para él, tú eres lo primero.
E: Y para mí él también lo es.
I: Lo sabemos.

Yo reía mientras negaba con la cabeza al oír esa conversación mientras le terminaba de esparcir la crema a mi chica por todas sus zonas más blanquitas para que no se quemara. Ella me dio un beso con mucho cariño cuando acabé y me susurró al oído que me tranquilizara, que me veía muy excitado y con la polla muy tiesa.

Así echamos la mañana, con ese tonteo permanente, sobre todo por parte de las chicas por ir así, con las tetas al aire y con el culo prácticamente también, insinuándose y calentándonos a los dos entre risas. También estuvimos hablando de varios temas de nuestra vida cotidiana, comentando también como le iba al resto de nuestros amigos, con los que no teníamos tanto contacto como con ellos, sabiendo de ellos prácticamente lo que leíamos por el grupo de whatsapp en el que estábamos todos.

Se acercó la hora de comer y Mario e Irene dijeron que iban a por algo y que ya venían mientras Elena y yo nos quedamos allí. A la media hora acudieron con un pollo asado, muchas bebidas, hielo y demás para poder pasar todo el día sin necesitar irnos de allí. Comimos tranquilamente a la sombra, siguiendo con nuestras charlas y ese buen ambiente que teníamos siempre los cuatro. La tarde pasó de la misma manera que la mañana, con los cuatro tomando el sol, charlando, bebiendo algo de alcohol, dándonos un baño donde cada pareja estaba muy apegada a la suya, con muchos cariñitos... Estábamos muy a gusto, sin nadie que nos molestara, como si ese lugar fuera solo nuestro. Después de estar toda la tarde así, nos volvió a entrar hambre, por lo que los pusimos a cenar allí mismo también. Nos preparamos unos bocadillos y estuvimos disfrutando de la temperatura que ya había bajado bastante al haberse ido el sol. Tras cenar, nos volvimos a las toallas para seguir estando allí charlando mientras bebíamos algo tranquilamente, disfrutando de la brisa hasta que Irene propuso jugar a un juego parecido al que jugamos con Isa en su día. Yo miraba a Elena por obvias razones, pero ella no puso ningún impedimento en ningún momento porque dijo que, al haber tanta confianza entre nosotros, pues le parecía bien jugar y que además le daba ese puntillo para poder seguir después en casa jugando.
 
Capítulo 215

I: Mmm... A ver, qué podemos hacer...
E: ¿Empezamos con preguntas?
I: Sí, puede estar bien, pero es que nos conocemos ya mucho, ¿no?
M: Sí, eso es verdad.
E: Pues no sé... Podemos hacer preguntas más... ¿Fuertes?
I: ¿Cómo cuál?
E: Pues... A ver... Irene, del 1 al 10, ¿cuántas ganas tienes de chupársela a Javi?
I: Uff... ¿Estás segura de que quieres jugar a esto?
E: Claro, ¿por qué no?
I: Porque a lo mejor... No sé. ¿Estás segura?
E: Que sí. Que no pasa nada. Solo estamos hablando.
I: En ese caso, pues un 10. Y porque no hay un número más alto...
E: Jajajaja, joder...
M: Ahora que estamos en este plan... Fantaseamos mucho con vosotros cuando follamos. A veces yo actúo como lo hace Javi. Irene me llama así y a veces lo hacemos al revés. Irene se comporta como Elena, hablando como ella y con sus gestos.
J: ¿En serio? Jajajaja.
I: Sí, jajaja.
M: Tenemos muchas ganas de follar así con vosotros, pero como no puede ser pues nos apañamos así.
I: Venga, Elena. Te hago la misma pregunta que me has hecho tú, pero con Mario.
E: Eh... Pues un 6.
J: Mentira. (dije al instante)
E: Javiiiii... (dijo dándome un manotazo)
J: ¿Qué? ¿No estamos jugando?
I: Entonces, ¿es más?
J: Ella me ha dicho que Mario le atrae bastante físicamente. Fue una de las preguntas que Isa le hizo y Elena pagó prenda para no responder.
M: ¿Sí, Elena? ¿Te pongo?
E: Eh...
I: Venga, si estamos en confianza. Ya sabes que no somos celosos, no me voy a enfadar ni nada, jajaja.
E: Pues sí. Me pones. Eres muy mono. (dijo poniéndose algo roja)
I: ¿Qué es lo que más te gusta de él?
E: No sé... Supongo que es el conjunto.
I: ¿Te gusta su polla?
E: Sí. Pero me gusta más la de mi novio.
M: A mí también me pones muchísimo, Elena. Eres una chica preciosa y así tan menudita... Es que te comía entera.
I: Mario es muy cariñoso, seguro que te gustaría hacerlo con él, Elena.
E: Ahora mismo no entra en mis planes, no insistáis.

Miré a Irene sonriendo, con cierto orgullo por como Elena se defendía solita a las insinuaciones de nuestros amigos.

J: Menos mal que tenemos confianza, porque a veces os ponéis muy insistentes.
I: Jajajaja. Javi, entiéndenos... Tenemos mucho vicio y os deseamos mucho. Hace bastante que estamos haciendo cosas con vosotros y estamos ansiosos por dar el gran paso.
J: Os tenéis que calmar. Tenéis que recordar que Elena no es así y le cuesta mucho.
E: A ver, es que... No sé aún como puedo reaccionar al ver cómo te lo follas, Irene. Que sí, que hemos hecho nuestras cosas, que te ha tocado hasta correrte y tú a él, pero es que ni siquiera os habéis besado. No sé... No sé cómo me tomaría algo así. Debéis pensar que soy tonta...
I: No, Elena. Eres una chica muy encantadora y sensata y estamos muy agradecidos de que hagas este esfuerzo tan tremendo para dejarnos disfrutar de vosotros de esta manera.
M: Claro, Elena. Eres una chica genial y no cualquiera hace lo que tú estás haciendo, te lo aseguro.
E: Es que... Mirad. He pasado por unos cuernos con mi exnovio y siento que al acostarme con otro que no sea él, le voy a hacer el mismo daño que me hicieron a mí en su día y no quiero.
I: Vaya... No tenía ni idea.
M: Alejandro es muy imbécil para traicionar a una chica como tú. Es que no sé en qué estaba pensando.
J: Es muy egoísta. Eso es todo.
I: Da igual. Es tonto. Vamos a seguir con el juego.
J: Venga. Mario, ¿qué es lo que más te gustaría hacerle a Elena?
M: Uff... Buena pregunta. Me gustaría hacerle muchas cosas. Déjame pensar... Me gusta mucho su chochito, pero... Lo que más le gustaría sería follarle ese culo tan bonito que tiene. Viendo como aguanta la tuya, debe aguantar la mía también y tiene pinta de tenerlo apretadito.
I: Uff... Ya me estoy encendiendo.

Elena reía bastante sonrojada, mirándome a mí. Se la veía con bastante brillo en los ojos. Se notaba que estaba divirtiéndose con ese juego y también que disfrutaba de la compañía que tenía y que había tenido durante todo el día.

E: Irene, ¿qué es lo que más te gustaría hacerle a Javi?
I: Uff... Me gustaría hacerle muchas cosas. Me gustaría comerle la boca... Me gustaría chupársela bien, metérmela en la boca hasta que no pudiera más y me ahogara... Que me follara la boca muy fuerte, que me comiera las tetas, que me tirara de los pezones, que me calma el coño y el culo como te lo hace a ti, que me reventara bien estando a cuatro, cabalgarlo como a él le gusta...
E: He dicho una cosa, guarrilla... (dijo con tono picarón)
I: Me gustaría que me follara el culo. Sé que me dolería, porque la tiene grande, pero al no tenerla tan gorda como Mario, creo que podría soportarla y más viendo el cuidado que tiene contigo y como te prepara, me pone a mil ver como te lo hace...
E: Mmm... ¿Eso quieres? -dijo de manera sensual- ¿Te gustaría que mi chico te follara bien el culo?
I: Sí... (dijo entrecortadamente)

Mario y yo ya teníamos una buena erección que ocultaban nuestros bañadores. Se notaba la excitación de todos en el ambiente, en las miradas, en los suspiros que intentaban camuflar algún jadeo... Yo me puse a acariciarle la espalda a Elena, quien echaba su cabeza sobre mi hombro. Mario le acariciaba el vientre a Irene al ponerse detrás de ella, poniéndola entre sus piernas.

M: Irene, cuéntanos qué te gustaría hacerle a Elena.
I: Me gustaría darle el mismo placer que le da Javi.
E: Eso lo veo difícil... Jejeje.
I: Me gustaría comérselo hasta que me dejara la boca empapada por su corrida, hasta que se retorciera pidiéndome a gritos que parara. También me gustaría hacer la tijera con ella, follármela con un arnés... Muchas cosas.

Mario le metió una mano por dentro de la parte de abajo del bañador, siendo bastante visible como le acariciaba el coño, empezando ella a suspirar, cerrando los ojos, poniendo una ligera cara de placer.

J: ¿Y qué te gustaría que te hiciera?
I: Uff... Me encantaría que me comiera el coño. Me vuelvo loca pensándolo. Muchas veces cuando Mario me lo come cierro los ojos y me imagino que es ella.
M: Se corre como una loca.
E: ¿Y a ti no te importa que piense en otra persona estando contigo en la cama?
M: No. Son juegos, Elena. Yo también pienso en ti cuando se lo como. Muchas veces recuerdo el olor de tus braguitas mojadas y me enciendo mucho.
E: Ammm...

Me encantaba oír a Elena hacer esas preguntas. Lo hacía de una manera tan inocente, con su vocecilla, que me daba mucha ternura, por lo que le empecé a besar el cuello, lanzando ella sonidos y risitas muy encantadoras.

J: Mario, no le toques tanto, que se va a correr ya.
M: ¿Y cuál es el problema? Jajaja.
J: Estamos jugando. Lo estamos pasando bien, ¿no? Vamos a alargarlo lo máximo posible.
I: Hazle caso Mario... -dijo tragando saliva- Él sabe lo que dice.
E: Mario, sácale los dedos y que te los chupe.

Mario le hizo caso en el acto, agarrando Irene su mano para chuparle los dedos con mucha ansia, gimiendo de placer al saborearse a sí misma.

I: También quiero que Javi me domine. Lo hace tan bien...
M: ¿Sí?
I: Sí. Me gustaría ser su putita.
E: Ya lo eres.
I: No. -dijo abriendo los ojos- Quiero ser su putita de verdad. Que me domine, hacer todo lo que me pida, que me humille, que me escupa en la cara, que me diga lo puta que soy, que me folle a su antojo, que me use.

Mi erección fue total al oír eso. Elena se dio cuenta y me empezó a acariciar por encima del bañador.

M: ¿Eso te gustaría?
I: Sí.
M: Eres una guarra.
I: Y eso te encanta...
M: Sí...
E: Pfff... Flipo con vosotros.
M: Y nosotros contigo con lo buena que estás.

Elena se incorporó y se subió encima de mí, con una pierna a cada lado para besarme con una intensidad, apoyando su culo en mis muslos. Yo se lo tocaba, manoseándoselo bien al tener el bikini puesto como un tanga. Después de ese besazo se apartó de mis labios para mirarme a los ojos con una sonrisa enorme, acariciándome la cara y el pelo. Después se fue a la zona del bar, para dar las luces de allí e iluminar un poco el lugar, ya que estaba bastante oscuro y no veíamos a penas. Al dar aquella luz, se veía algo más, haciendo un ambiente muy bueno para lo que estábamos haciendo. Elena volvió tapándose los pechos como si alguien la pudiera ver al andar por aquella zona más iluminada. Le sonreí al verla así, devolviéndomela ella. Una vez llegó se sentó sobre mi regazo, pasándome un brazo por los hombros. Me empezó a besar el cuello, riendo con esa manera tan encantadora que me volvía loco, mientras veía como Irene y Mario se besaban de manera muy tierna y sensual más que con esa ansia con el que solían en esos momentos.

E: Irene, ven.

Irene se apartó de los labios de Mario, mirándonos. Se bajó de él y se puso frente a nosotros. Elena le acarició la cara, cerrando Irene los ojos. Fue un gesto muy tierno.

E: ¿Quieres besarle? (dijo mirando a Irene)
 
Capítulo 216

Irene abrió los ojos, un poco desorientada y luego me miró a mí. Mario nos miraba con cara de alucinar e Irene no sabía cómo actuar. Después de unos segundos dijo muy bajito:

I: ¿Estás segura, Elena?
E: Respóndeme.
I: Yo... Claro que quiero. Pero... ¿Es lo que quieres tú?
E: Bueno, podemos dar ese pasito, ¿no? Todos estáis con ganas y a mí también me apetece.
J: Elena...
E: Shhh... Solo son besos. Poco a poco. Estoy muy segura de lo que estoy diciendo. No estoy borracha. Solo me he tomado una copa y apenas llevaba alcohol.
I: Elena, no quiero hacer algo que te pueda sentir mal.
E: Y no lo vas a hacer. Ven.

Elena tiró de ella y acercó nuestras caras para que nos besáramos. Yo me dejé llevar al ver como mi chica sonreía, juntando mis labios a los de Irene para darle un pico.

E: Nooooo, pero así no, jajajaja. Besaos como lo hacéis con vuestras parejas.

Irene agarró mi cara y me empezó a besar con más intensidad, metiendo su lengua en mi boca para darnos un buen morreo. Yo le devolví en beso, echando mi cara hacia delante mientras ponía una de mis manos en su espalda para atraer su cuerpo al mío. Con la otra mano acariciaba el culo de Elena, quien reía de la misma manera que lo hacía antes. Después, cuando Irene se separó de mí, Elena la besó, de la misma manera que me besaba a mí, estando ambas a cada uno de mis lados. Le acariciaba el culo a ambas mientras Mario me miraba con una sonrisa, visiblemente muy excitado, asintiendo con la cabeza. A los pocos segundos, Elena se apartó de ella para besarme en mi parte derecha del cuello mientras se echaba sobre mi cuerpo, notando sus pezones clavarse en mi piel. Irene la imitó, besándome en la otra parte del cuello, hincándome esos pezones gorditos y marrones en mi piel. Mi respiración se entrecortaba bastante y Elena se dio cuenta, apoyando su mano sobre mi polla, cogiendo también la mano de Irene para que me la acariciara. Ambas lo hacían y a pesar de que no era un estímulo muy grande, el que me estaban haciendo en mi cuello sí que lo era, por lo que Elena se separó de mí, apartando también a Irene mientras reía muy dulcemente. Después le hizo una señal a Mario para que se acercara. Mario se acercó, arrimando su cara a la de Elena, entendiendo al parecer que quería que le besara, pero dirigió su cara a mí.

E: Ahora te toca a ti, Mario. Besa a mi chico.

Mario estaba indeciso, mirando a Irene, quien tenía los ojos brillantes, estando bastante sonrojada por la excitación. Elena me miró sonriendo, asintiendo por la cabeza, lo que me hizo que agarrara de la nuca a Mario para besarle. Estaba en el punto en el que el estado de excitación y el morbo es tan grande que te empuja a hacer cosas que no harías de normal, ni aun estando con ese punto de alcohol o de excitación normal. Nos dimos un buen beso y nos separamos. No fue algo desagradable, pero desde luego tampoco fue algo comparable a cuando lo hacía con una chica.

Después Mario volvió a su sitio y Elena se acercó a él gateando, moviendo su culo de un lado a otro hipnotizándome. Se puso apoyada en sus rodillas, con sus manos sobre ellas, mirándolo con una ligera sonrisa. Después me miró. La notaba nerviosa, pero sonriente. Yo le sonreí y le asentí con la cabeza y entonces ella se acercó y le dio un piquito de forma tímida, mirándome rápidamente. Yo le asentí de nuevo para que lo volviera a hacer, haciéndole también una señal, pero ella se mantuvo quieta.

J: Elena, todo está bien. Si quieres besarle, hazlo. No tengo problema. (dije casi susurrando)

Elena me miró con ojitos, pero sonriendo. Su expresión daba mucha ternura, era como la de una niña pequeña que se muere por hacer algo, pero que tiene miedo de llevarlo a cabo. Le guiñé un ojo y ella me lanzó un beso, después de dio la vuelta y agarró a Mario muy suavemente del cuello para darle un beso. Empecé a ver como se daban un buen morreo, aunque más que verlo, lo intuía por los movimientos de la cabeza de Elena, porque la movía ligeramente, intuyéndose bien el beso, acompañado de murmuros. Mario pasaba sus manos por su espalda desnuda, apretándola para pegar sus cuerpos, tocándole también el culo. Irene y yo los mirábamos mientras ella estaba sentada sobre mis muslos. En cuanto vio como ellos se perdían en ese beso, giró su cabeza rápidamente hacia a mí y se lanzó a mi boca con ansia. No quería perder esos minutos que teníamos de "libertad". Me empezó a dar un buen morreo, acercando su cuerpo al mío y sentándose sobre mi erección, haciendo ligeros movimientos para frotarse con ella. Murmuraba mientras metía su lengua en mi boca y la entrelazaba con la mía. Yo le agarraba el culo con fuerza y lo estrujaba, riéndose ella bajito cuando empecé a hacerlo. Sus manos se paseaban por mi espalda, subiendo hasta mi cabeza para acariciarme el pelo, separándose después para bajar a mi cuello mientras yo veía a mi chica besar a mi amigo.

-Que excitante es esto... (me susurró Irene al oído mientras jugaba con mi oreja)
-Sí... (le susurré yo de vuelta)
-¿Estás celoso?
-No.
-Bien. Ella ha dado un paso muy grande.
-Lo sé.
-Te quiere mucho.
-Sí.
-Parece una tontería lo de besarnos entre nosotros, pero para ella no. Y eso que nos hemos tocado y tal... Pero sé lo importante que es esto para ella. Estoy muy agradecida.

Después de estas palabras que intercambiamos en forma de susurros nos volvimos a besar con intensidad mientras nuestras manos se paseaban por el cuerpo del otro, tocándole yo también las tetas, apretándolas, amasándolas y pellizcando sus pezones. Irene murmuraba y gimoteaba al recibir esos estímulos, al igual que lo hacía Elena al recibirlos de Mario como pude comprobar al abrir los ojos y ver como Mario tenía sus manos entre sus cuerpos. De nuevo, Irene se separó de mis labios para jugar con mi oreja y susurrarme al oído:

-El otro día en casa de Isa...
-¿Qué pasa con eso?
-¿No te acuerdas?
-¿De qué exactamente?
-De cuando estábamos tonteando Elena, tú y yo.
-Ajam...
-Cuando se puso entre nosotros y me pegaste a ella para apretar su cuerpo con el nuestro...
-¿Sí...?
-Noté como tu polla tocaba mi coñito.
-Y te encantó.

Irene lanzó un gemido un poco alto mientras me besaba el cuello y apretaba aún más su coño contra mi polla, con la separación de la tela de nuestros bañadores.

-Sí... Aunque me puse un poco nerviosa.
-¿Por...?
-¿Pues por qué va a ser? Pude sentirte de una manera en la que no la había hecho antes.
-Fue sin querer.
-Ya, lo sé. Pero me gustó mucho y me encendió bastante. No te imaginas cómo me costó no apartar a Elena, coger tu polla y metérmela hasta lo más profundo de mi ser...
-Porque eres una buena amiga.
-¿Eso crees?
-Claro. ¿Tú no?
-Yo...

Entonces Elena se puso a mi lado para besarme también. Despegué mi cara de Irene y la miré.

E: Hola.
J: Hola, preciosa.
I: ¿Todo bien? (dijo girando su cara para mirarla)
E: Estupendamente. Pero...
J: ¿Qué pasa, mi vida?
E: Es que estoy un poquito caliente y quiero...
J: ¿Follar?

Elena asintió poniendo ojitos, sonriendo girando su cabeza, haciéndome estremecer.

J: Vale, vamos para casa.
E: No... No hace falta. Estamos muy a gusto aquí, ¿no?
I: ¿Quieres que follemos aquí?
E: ¿Por qué no?
J: ¿Qué tienes en mente?
E: Chicos, lo siento, pero me gustaría algo más tranquilo hoy. Cada pareja con la suya. Esto ha estado muy bien, pero quiero hacer el amor con Javi.
M: Claro, sin problema. Hoy hemos dado otro paso más. Y me ha encantado. (dijo acariciándole la espalda a Elena)
I: Elena, tranquila. Todo está bien.

Elena sonrió y me tendió la mano para que me levantara. Una vez me puse de pie, me bajó el bañador de un tirón y me agarró de la polla, tirando de mí para llevarme hasta las escaleras que se adentraban en la piscina, parándonos en los escalones por donde nos llegaba el agua hasta las rodillas. Elena me agarró la cara para tirar de mí y empezar a besarme con mucho cariño, susurrándome que me sentara en esos escalones. Así lo hice, con algo de incomodidad por lo fría que estaba el agua, aunque me acostumbré rápidamente, sin dejar que se me bajara la erección del calentón que tenía. Elena se puso sobre mis muslos, con una pierna a cada lado, cogiendo mi polla para empezar a pajearla mientras me besaba. Después de un rato besándonos se levantó, asegurándose de que no había nadie más que nosotros cuatro para quitarse lo que quedaba de su bikini, anudándoselo a la muñeca, sentándose después sobre mí, pero esta vez se sentó sobre mi polla, dejando caer su peso poco a poco sobre ella para clavársela. Se la clavó por completo, ahogando su gemido en mi boca al besarme de nuevo. Se mantuvo unos segundos así, mirándome sonriente y se empezó a mover poco a poco hacia delante y atrás, pegando su cuerpo al mío para fundirnos en un abrazo. Yo le agarraba el culo mientras veía como nuestros amigos se enrollaban estando aún en las toallas, pasando a ponerse los dos tumbados mirando hacia nosotros, empezando Mario a follarse a Irene con la postura de la cucharita. Podía ver cómo le agarraba las tetas y le pellizcaba los pezones.

La cosa se empezó a descontrolar un poco por su parte porque los gemidos de Irene eran altos y ya no eran horas, además de que se oían los bufidos de Mario. Elena les llamó la atención silbando. Pararon para mirarla y ella les hizo un gesto para que no hicieran tanto ruido. Después mi chica volvió a follarme conforme estábamos, ahí sentados en esos escalones con el agua a la altura de mis costillas y casi rozando sus tetas. Lo hacía lentamente para alargar nuestros orgasmos lo máximo posible, pero entonces noté como Mario se sentaba a mi lado e Irene se ponía sobre él, imitando lo que hacía Elena. Estuvimos así un buen rato y ya me costaba aguantar para no acabar dentro de Elena, pero la cosa fue a más cuando Irene se puso a mirar fijamente a Elena y luego giró su cara hacia ella para que la mirara, empezando a besarla. Ver a las dos comerse la boca mientras nos cabalgaba cada una a su pareja, con sus tetas botando y esos movimientos tan excitantes, hizo que me empezara a correr teniendo un orgasmo bestial, embistiendo con mis caderas hacia arriba, levantando bastante a Elena. Ella también se empezó a correr, echándose sobre mí, temblando de una manera descontrolada mientras me clavaba sus uñas en mi espalda, tirando hacia abajo. Yo cerré mis ojos, estaba medio ido por mi orgasmo, pero aun así podía notar como Mario e Irene follaban a toda velocidad, sobre todo por el sonido del agua y los altos jadeos.

Cuando Elena se recuperó, salió se mí, llegando cuidado de que no se le escapara mi corrida de su interior, yendo hacia las duchas para limpiarse bien y ponerse la parte de abajo de su bikini. También me di cuenta de que Irene y Mario se habían metido a la zona más profunda de la piscina, estando todo el tiempo con muchos jugueteos y risitas.

-Mi amor, ¿estás bien?
-Uff... Estoy mareado.
-¿Pero es grave?
-No, no. Solo que he tenido un orgasmo demasiado intenso y creo que me he colado un poco bebiendo tanto durante todo el día.
-¿Quieres que nos vayamos a descansar?
-Pero...
-Pero nada. Yo me he quedado muy a gusto. No pasa nada, si será por tiempo que vamos a estar juntos... Jajaja.
-Como quieras.
-Venga, sí. Que ya es un poco tarde y mañana vienen nuestras madres sobre las 11. Vamos, voy a ir avisando a estos para que sigan en casa.
-Vale.

Me fui a las toallas, secándome y poniéndome el bañador mientras Elena avisaba a nuestros amigos, regresando enseguida.

-Nada, que se quedan un rato más. Que se lo están pasando muy bien.
-Mmm, vale.
-Les voy a dejar mis llaves para que entren en casa cuando acaben. Les he dicho que no armen mucho jaleo por si acaso y que no sean muy guarros en la piscina, jejeje.

Me quedé mirándola seria y fijamente.

-¿Qué pasa, mi amor...? Jejeje. (rio de manera nerviosa)
-Me pasa que eres perfecta y te quiero más a que a nadie.
-Ay, Javi...
-Venga, vamos a casa.

Recogimos un poco las cosas, dejándolas apartadas para el día siguiente y nos fuimos a casa, recorriendo aquel caminito sinuoso con Elena agarrándome de la cintura y yo pasándole el brazo por los hombros mientras le daba algún beso en la cabeza. Cuando llegamos nos dimos una ducha juntos, aunque sin ningún toqueteo ni nada, para poder dormir más a gusto y nos fuimos a la cama, dejando Elena preparadas algunas toallas para cuando volviera la otra pareja por si se querían duchar también. Yo me quedé en boxers y Elena en braguitas, con una de mis camisetas de manga corta.

-Ay... (dijo en forma de un largo suspiro)
-¿Qué te pasa, mi vida...?
-Pues que... Es que a primeros de año me dices que iba a estar ahora así de feliz y no me lo hubiera creído. Con la muerte de mi abuelo, la separación de mis padres y lo de Alejandro...
-Pero todo eso ya ha pasado.
-Sí, pero a veces no puedo evitar pensar en ello. Fueron unos meses duros. Mucho.
-¿Sí?
-Sí. Me costaron bastante tiempo de mis estudios, pero bueno...
-Yo pienso que a veces las cosas pasan por algo. Creo que hay que buscarle el lado bueno a lo que nos pasa y creo que todo eso te ha hecho más fuerte.
-Pero si soy más sensible que un teletubbie...
-Jajaja, bueno, pero estoy seguro de que has aprendido de todo eso.
-Sí. Yo lo veo como que, si he tenido que pasar por eso para poder estar ahora así contigo, pues bienvenido sea.
-Joder...

No pude evitar empezar a besar a Elena al oír esas palabras. Lo hacía muy suavemente y con mucho cariño. Estuvimos así durante bastante tiempo, tanto que al final acabamos haciendo el amor muy lentamente, con cariño, disfrutando el uno del otro. Fueron varios minutos de amor, tantos que oímos a nuestros amigos llegar entre risas, dándose una ducha al entrar al baño y yéndose después a la otra habitación. Ya casi acabando nosotros, empezamos a oír algunos gemidos provenientes de la habitación vecina. Otra vez estaban nuestros amigos liados, aunque fue algo breve. Después de estar muchos minutos sobre Elena en un misionero me acabé corriendo dentro de ella, como ya era costumbre en nosotros, llegando ella también entre dulces gemidos. Me salí con cuidado de ella y Elena se empezó a limpiar con papel y toallitas que tenía en la mesita para estos casos. Yo la miraba, pero me quedé dormido enseguida por el cansancio y el trote de aquel día de piscina.

El despertar aquel domingo fue algo desagradable por el sobresalto que me llevé del timbre. Noté como Elena estaba abrazada a mí, pero se levantó rápidamente.

-Mierda, Javi. Nos hemos dormido, son ya las 11. Tu madre y la mía están aquí. (dijo mientras se vestía)
-Joder... Tengo un poco de resaca...
-Venga, arriba. No podemos estar así. Han venido para pasar el día con nosotros y tenemos que tratarlas como se merecen.
-Sí, sí. Tienes razón.

Elena salió inmediatamente de la habitación, gritando que ya iba a abrir. Pude oír como entraba al baño y le daba al agua, seguramente para lavarse la cara y como llamaba a la puerta de la otra habitación mientras iba hacia la puerta de la calle para que nuestros amigos se fueran levantado. Yo me levanté y vestí rápido, con dolor de cabeza por lo bebido durante el día anterior y no estar acostumbrado, lavándome la cara en el baño para ir hacia el salón donde estaban ambas junto a Elena.
 
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