Reencuentro con Elena

Capítulo 157

Noelia se sentó en un banco que había cerca, notablemente enfadada. Nosotros cuatro nos quedamos mirándonos los unos a los otros sin saber qué hacer hasta que Elena se acercó a ella y empezaron a hablar un rato mientras Irene, Mario y yo también lo hacíamos.

M: Vaya carácter tiene la niña...
J: A mí me lo vas a decir... Es así desde el primer día que la conocí.
I: Pero, ¿siempre es así?
J: Casi todo el tiempo. Es muy insoportable.
M: Pues entonces nada que ver con Elena.
J: Tal cual. Son como la noche y el día. Pero es que la madre es igual. Elena ha salido a su padre. Él es muy tranquilo y muy buena gente.
I: Pues buena tienes liada en su casa, jajajaja.
M: Parece que lo de independizarse no es una tontería ahora. Yo no aguantaría mucho así, la verdad...
J: Si yo te contara...
I: Esa niña es muy espabilada. ¿Te ha intentado liar, o qué?
J: ¿Por qué lo preguntas?
I: Porque no veas como ha mirado a Mario esta mañana y esta tarde antes de que apareciera su amiguito...
M: Ya ves...
J: Bueno, está en la edad. Todos hemos pasado por eso.
I: Y seguimos pasando, jajajaja.
M: La chavala tiene un meneo, pero siendo la hermana de Elena... Paso de líos.
I: Pues sí, está muy bien la chica, pero es eso. Elena es muy tradicional y a saber cómo le sienta si...
J: Callaos anda...
I: ¿Te ha provocado?
J: ¿Eh? No... Lo que hace es picar.
I: Mmm... Pues lleva cuidado, que sabe mucho.

Entonces volvió Elena y nos contó lo que habían hablado.

E: A ver, está enfadada y quiere irse con él. Yo no me fio una mierda. Ni de mi hermana, ni del chico.
I: Normal, solo piensan en pasarlo bien, no ven los riesgos.
E: Anda quien lo dice... Jajaja.
I: Cabrona, pero yo soy respetuosa, ¿o no? Tengo claro los peligros que hay, sé jugar. Tú hermana está empezando y más le vale ir con cuidado que llevarse sustos.

Elena se quedó pensativa durante unos segundos y siguió.

E: Pues solo se me ocurre que se vengan al apartamento.
J: ¿En serio? ¿Vamos a tener que escuchar cómo follan?
E: Es que no entra en razón.
I: A ver, así por lo menos te aseguras de que no pasa nada...
E: ¿Alguna idea más?
M: No, yo no lo veo mal tampoco. Estamos nosotros por si pasa algo.
J: Haz lo que veas Elena. Es tu hermana, tú decides.
E: Pues creo que es lo mejor. Porque como no le deje, va a estar toda la semana dando el coñazo con el tema y paso.

Elena llamó a Noelia y vino para contarle lo que había pensado.

E: Os venís al apartamento. Os quedáis en nuestra habitación.
N: Habréis cambiado las sábanas, ¿no? Porque seguro que habéis estado todo el día...
E: Sí, las hemos cambiado. Anda cállate ya, que al final te sales con la tuya.
N: Ya, pero no tendremos mucha intimidad.
J: Tócate los huevos... (susurré)
N: ¿Qué?
J: Nada. Que es lo que hay. O eso, o no lo ves.
N: Qué remedio entonces...
E: Pero con protección, ¿eh?
N: Pues yo no he traído...
I: Nosotros no usamos condones.
E: Ni nosotros...
J: Pues compramos.
N: Por una vez no pasa nada. Yo controlo de eso...
J: Claro que sí. Anda, vamos para una farmacia. Que no sabes dónde la ha podido meter ese...
N: Ya salió el listo...
E: Oye, te estamos ayudando...
N: Venga Elena, que seguro que la primera vez que te follaste a Javi lo hiciste sin condón.
E: Pero éramos amigos desde hace mucho. Tú acabas de conocer a ese chico y hay mucho capullo que te vende la moto...
J: Además, sí que me puse condón.
N: Sí... Seguro. A saber a cuantas te has follando sin condón...
E: Noelia, ¿a qué te quedas sin nada?
N: Vale, joder... Vamos a la puta farmacia.

Después de ir a la farmacia y regresar al apartamento, Noelia le mandó ubicación al chico y vino en nada. Ambos pasaron a nuestra habitación después de que nos cambiamos de ropa. Irene y Mario se fueron a su habitación y Elena y yo nos quedamos en el salón, tumbados en el sofá. Estábamos abrazados, en silencio. Yo estaba pensando en lo que me dijeron Irene y Mario de que Noelia le miraba con ganas. Se me ocurrió hacer algo para que Mario se acabara follando a Noelia para ver si así se olvidaba de mí, pero era algo demasiado cruel y seguro que Elena se molestaba. A Mario e Irene seguro que no les importaba por cómo eran, pero lo que me dijeron de que no querían hacer nada por respeto a Elena me recordó a cuando me acosté con Noelia y no pude frenar la situación y acabé cayendo. Era algo que tenía olvidado, pero lo que la pareja me dijo y como me lo dijo hizo que me empezara a sentir mal, como si no me hubiera comportado como un buen amigo con Elena en su día. Y también me recordó como lo había ocultado durante todo ese tiempo, viéndome a mí mismo como un mal novio que engaña a su chica de la que dice estar tan enamorado. Por suerte, Elena seguía cariñosa y me empezó a acariciar mi desnudo pecho con suavidad y cariño mientras me daba algún besito por el hombro.

-Que cariñosa...
-Sí. Es que con la tarde tan buena que hemos pasado, tengo ganas de un poco más, aunque estoy un poquito sensible...
-El problema es que aquí hace mucho calor. Y eso que estamos sin hacer nada, imagínate si nos ponemos a follar. Además, ¿y si sale tu hermana y el chico ese? Nos pueden ver...
-Ya... Pero es que tengo ganas...
-Podemos ir a un baño...
-¿Y si vamos con Irene y Mario?
-¿Segura?
-¿Por qué no? Tenía ganas de jugar con ellos esta semana, hasta que se torció el plan por mi hermana.
-Pues no sé... Como quieras.

Nos levantamos y fuimos con cuidado a la habitación de la otra pareja sin hacer mucho ruido, pasando por la nuestra, aunque no oímos nada. Llamamos y al poco Irene abrió la puerta asomando la cabeza. Al ver que éramos nosotros, la abrió y pasamos, viendo que ella estaba solo con un tanga rojo y Mario en boxers, con un buen empalme. Al estar las dos habitaciones tan juntas, empezamos a hablar en susurros.

E: Huy... ¿Os hemos interrumpido?
I: Vosotros nunca molestáis, no os preocupéis.
M: ¿Qué pasa?
J: Pues que la nena tiene ganas de fiesta y en el salón como que no.
E: Javiiiii... (dijo dándome un manotazo)
I: Mmm, dime que vamos a jugar, por favor...
E: Un poquito.

A Irene se le iluminó la cara, poniendo una sonrisa de oreja a oreja mientras Mario sonreía asintiendo.

E: Pero sin hacer ruido, que está ahí mi hermana y no quiero que sepa nada de esto, ¿eh?
I: Vale. Vamos a echar el colchón al suelo. Ahí cabemos los cuatro, si es enorme.

Echamos el colchón al suelo y fui a la puerta y eché el pestillo.

I: ¿Qué haces?
J: No quiero que nos vea a los cuatro aquí dándole que te pego...
I: Ni que fuera a entrar...
J: Si te digo la de veces que nos ha pillado...
E: Sí, mejor así. No quiero que mi hermana vea como me comes el coño.
I: Mmm... Que rico.
E: ¿Tienes ganas?
I: Ni te imaginas...
E: Lo siento Mario, pero es que aún no me veo capaz para... (dijo acercándose a él para acariciarle la espalda)
M: No te preocupes, te entiendo, no hay problema.
E: Me sabe mal...
I: No te preocupes Elena... No pasa nada. Ya sabes que aquí mandas tú. Nosotros nos adaptamos.
M: Me vale con que Irene me bese cuando te corras en su boca. Así puedo probarte un poco.
E: Claro.
I: Ya estás cachondilla, ¿no?
E: Bueno, ya lo estaba antes de venir...
I: Se te han puesto duros los pezoncitos... (dijo llevando una de sus manos a una teta de Elena)
J: Pellízcale un pezón.

Irene lo hizo, con cariño, pero apretando un poco al final, provocando que Elena lanzará un gemido que rápidamente ahogó con su mano. Después le quitó la camiseta para mirarle las tetas, al igual que hizo Mario, mientras se ponía detrás de Irene, restregando su paquete contra su culo. Irene se acercó a Elena más aún, arrastrando a Mario con ella para cogerla con suavidad del cuello para darle un beso con mucho cariño. Yo me puse detrás de Elena, cogiéndola de las caderas y arrimando mi paquete a su culo, de la misma manera que hizo Mario con Irene. Ambas chicas quedaron aprisionadas entre nosotros, cogiendo Mario mis brazos para hacer fuerza y estrujarlas entre los dos. Era una situación muy excitante, haciéndola aún más así Irene al despegarse de los labios de Elena para susurrar:

I: Como me pones, cabrona... Que dulce sabes...

En ese momento sentí un cosquilleo por los huevos, poniéndose mi polla dura al instante. Me ponía mucho ver a Irene hacerle esas cosas a mi chica. Y verla de nuevo besarla con más ganas fue más que suficiente para que no pudiera remediar frotarme con su culo cada vez más fuerte. Después de estar unos minutos así, con Irene besando a Elena y Mario y yo acariciando y besando el cuello de nuestras parejas, Irene de despegó. Ambas chicas estaban muy sonrojadas.

I: Joder, que calentón...
J: Yo estoy ya...
I: Madre mía... Y eso que no hemos hecho nada casi...
J: Me pone mucho veros así.

Elena me miraba con unos ojos muy vivos, acercándose a mí para acariciarme la polla por encima de los boxers.

I: No es justo que nosotras nos enrollemos y vosotros no...
J: Bueno... Ya está liándola...
I: A ti te pone vernos a nosotras así, ¿no? Pues a mí me pondría mucho veros así. Y seguro que Elena también, que algo dijisteis en su día.
E: Bueno...
J: Anda, que callado te lo tenías.
E: Puede estar bien.
I: Dilo, que se te hace el coñito agua si los vieras así.
E: Vale, vale. Me pondría mucho.
I: Pues venga, igualdad.
J: Joder, vale.
M: Si ya lo hemos hecho, no pasa nada.

Mario se acercó a mí y nos besamos de manera rápida y algo tímida, no como Irene que cogía a Elena del cuello. En nada nos separamos y vimos a Irene con los brazos en jarra mientras Elena sonreía.

I: Pero así no, hombre... ¿Qué mierda de beso es ese? Tenéis que hacerlo como lo hemos hecho Elena y yo. ¿Qué pasa, que al machito le da miedo besar a un hombre?
J: Tú lo has querido, pero luego no llores si te quedas sin novio...
M: Jajajaja.

Mientras Mario se reía, le cogí del cuello como Irene hizo con Elena, pero con menos suavidad y le empecé a besar con intensidad. Él puso sus manos en mis hombros, pero se relajó. Oí un gemido, aunque no supe identificar de quien y noté como alguien me abrazaba por la espalda. Estaba seguro de que era Elena, porque noté sus tetas, con sus pezones clavándose en mi espalda. Me bajó los boxers de un tirón y agarró mi polla para empezar a pajearme mientras me besaba la espalda. Acabé el beso y me separé de Mario, viendo que estaba rojo.

M: Irene, hemos terminado, jajajaja.
J: Jajajaja.
I: ¡Una polla!
E: Shhh, hablad bajito, coño.
M: Besa bien el cabrón, pero pincha por la barba.
I: Joder, me he mojado mucho.
J: Ya veo, que os habéis desnudado en nada...
I: Pfff... Que ganas de... Todo con los tres.
 
Capítulo 158

Los tres miramos a Elena y ella se empezó a poner roja. Como ella no decía nada y nosotros tampoco al estar esperándola para que diera instrucciones para que estuviera a gusto, Irene se acercó a ella y la empezó a besar cogiéndola del culo. Después se la llevó hacia el colchón y se tumbaron, quedando Elena sobre Irene. El morreo cogió intensidad, con Irene manoseándola por todo el cuerpo, amasando su culo, pasando sus manos por su espalda. Mario y yo estábamos con la respiración acelerada por lo que estábamos viendo. Nuestras chicas comiéndose la boca ahí tumbadas y desnudas, ¿a quién no le gustaría ver a su chica así con otro pibón? Mario y yo nos empezamos a menear la polla mientras las veíamos y entonces Irene despegó su boca de la de Elena para susurrar:

I: Bésame en el cuello como se lo haces a Javi.

Elena se puso sobre Irene de manera que estaba incorporada sobre sus rodillas, con una pierna a cada lado de su cuerpo, con el culo sobre su pubis mientras le tocaba las tetas, pellizcándole los pezones. Inmediatamente se inclinó para besarle en el cuello mientras Irene le seguía tocando el culo, abriéndole los cachetes, dejándonos ver a Mario y a mí todo su sexo. Irene tenía una cara de placer y vicio increíble, gimoteando.

I: Joder, ahora entiendo a Javi... Dios, que perra estoy...
J: A mí me vuelve loco cuando me lo hace.
I: Anda, ponte detrás de ella y métesela despacito.

Después de unos segundos de silencio por parte de todos, me puse de rodillas sobre el colchón, detrás de Elena. Le acaricié su raja notando que estaba mojadita y se la empecé a meter despacio. Elena gemía ligeramente y bajito para que no se oyera mientras le seguía besando el cuello a Irene como me lo hacía a mí. Tener a Elena así a cuatro patas y a Irene justo debajo mientras se enrollaban me tenía a mil. Por suerte la estaba follando despacio, de no ser así, no hubiera durado nada. Aun así, notaba varias punzadas de placer que me obligaban a parar unos breves segundos por temor a acabar muy rápido. Mientras me calmaba, le acariciaba el culo a Elena. Estuvimos así un rato largo mientras Mario estaba en paralelo a nosotros, mirando y pajeándose.

I: Ven aquí cariño, ponte de rodillas a mi lado.

Mario se puso como Irene dijo y ésta le agarró la polla para pajearle suavemente mientras yo seguía a lo mío. Poco después Elena se incorporó, bajándose de Irene, cogiéndola yo en brazos, poniéndome de pie para que ella se abrazara a mis caderas con sus piernas y a mi cuello con sus brazos. La empecé a follar despacio en esa postura mientras me besaba el cuello y yo miraba a la otra pareja. Mario llevó su mano hasta el coño de Irene, empezando a acariciárselo.

M: Irene, estás empapada. Conmigo no te pones así... Jajajaja.
I: Cállate y fóllame.

Mario se puso sobre ella en un misionero, follándola despacio. Al verlos así, me puse junto a ellos, tumbando a Elena, quedando ambas parejas en paralelo, follando al mismo ritmo. Era algo silencioso por la lentitud que teníamos, solo se oían jadeos. Jadeos que dudaba que en la otra habitación se empezaran a oír. Sin embargo, sí que se empezaron a oír gemidos provenientes de la otra habitación. Elena se puso roja y se tapó la cara con las manos mientras Irene la miraba aguantándose la risa. Tiró de una de sus manos y se la cogió para besársela, susurrándole que se tranquilizara. Elena la miraba sonrojada e Irene alzó su cabeza para besarla, atrapándola con sus labios mientras Mario y yo las seguíamos follando al mismo ritmo, lentamente. Ver a nuestras chicas besándose con tanta sensualidad mientras las follábamos nos tenía locos. Mario sonreía con picardía mientras yo le acariciaba los muslos a Elena. Después de un rato así, Mario empezó a coger más ritmo, haciendo un poco de ruido. Elena daba manotazos al aire en dirección a Mario para que no hiciera tanto ruido.

M: Dale más fuerte, Javi.
J: No, así está bien. Está un poco sensible por lo de esta tarde. Además, estoy a mil y como le dé más rápido no voy a poder aguantar.
E: Y que no quiero que nos oiga mi hermana, joder... (dijo habiéndose una vez apartado de los labios de Irene)
I: Elena, déjame que te coma el coñito...

Elena asintió sonriendo. Yo me salí de ella y Elena se puso en el principio de la cama con las piernas abiertas mientras Irene se puso a cuatro con su cara cerca del coño de mi chica, mirando mi polla que estaba empapada por los flujos del folleteo. Mario se puso detrás de Irene para follarla a cuatro. Por fin Irene empezó a comerle el coño a Elena, soltando ambas un pequeño gemido. Empezó lentamente, con pequeñas lamidas por toda su rajita y poco a poco se la clavaba dentro. Elena se mordía el labio mientras pajeaba mi lubricada polla por sus flujos. Me empezó a pajear cada vez más rápido mientras con la otra mano acariciaba la cabeza de Irene, empujándola ligeramente contra su coño.

J: Más despacio, mi vida.

Bajó la intensidad de su trabajo manual mientras Mario empezaba a apretar más, haciendo que Irene gimiera contra el coño de Elena.

E: Más despacio, joder...

Mario se contenía, pero ponía cara de estar muy cachondo. Se le veía con ganas de matar a Irene a base de pollazos. Resoplaba para calmarse y no empezar a apretar de nuevo, pero lo hizo bien. Elena se empezaba a retorcer, cerrando sus ojos y lanzando gemidos, alguno más alto que otro, por lo que soltaba la cabeza de Irene para taparse la boca y no hacer ruido. Irene fue un paso las allá y le empezó a meter los dedos, provocando que Elena se empezara a correr, con varios temblores en las piernas y encogiéndose, apretando mi polla con fuerza, pero sin pajearla. En ese momento Mario apretó más dando una serie de embestidas fuertes a Irene, haciendo un poco de ruido esta vez, pero por como estábamos no nos importó. Irene se acabó corriendo casi al mismo tiempo que Elena, agitando su culo y cerrando los ojos. Mario salió de ella cuando ambas chicas terminaron de correrse, quedando Elena tumbada boca arriba, apoyada en mi muslo.

Mario cogió a Irene, quien estaba consciente en todo momento, para comerle la boca con ansia, cogiéndola en brazos como yo solía coger a Elena. Estuvieron un buen rato besándose mientras Elena se recuperaba y yo pensaba en la diferencia entre los orgasmos de las dos. Elena se quedaba extasiada, con varios espasmos, necesitando varios minutos para recuperarse. Sin embargo, Irene era diferente, no necesitaba tanto tiempo para recuperarse y no se ponía tan sensible como Elena. Está vez Elena se recuperó más rápido y me la empezó a comer mientras la otra pareja se seguía comiendo y restregándose. Con lo cachondo que estaba por la situación no tardé nada en correrme en su boca. Se lo tragó como siempre y me miró sonriendo, guiñándome un ojo, girando su cabeza después. No podía evitar cogerla de la cara para besarla siempre que hacía eso, a pesar supiera a mi corrida, aunque no era algo que me importara mucho. Mientras yo la besaba ella me abrazaba, acariciando mi espalda.

M: Mmm... Que rica está Elenita...

Ambos le miramos y vimos como seguía cogiendo a Irene en brazos mientras ésta le besaba el cuello como Elena me lo hacía a mí, pero esta vez no se la estaba follando. Dejó a Irene sobre el colchón y ella le empezó a comer la polla a buen ritmo mientras Elena miraba con atención, estando algo inquieta, como queriendo hacer algo.

J: Venga, hazlo.

Elena me miró con cara de duda. Su mirada era muy fija, como si estuviera asegurándose de que lo decía en serio.

J: Ya lo has hecho antes. No me importa que lo hagas de nuevo. Tú has dejado que Irene me lo haga a mí. Si quieres hacerlo, hazlo.

Elena me sonrió y fue hacia ellos, poniéndose a su lado. Con una mano agarraba el pelo de Irene para dirigir la mamada y con la otra mano cogía del culo a Mario para empujarle un poco. Cuando pasó un rato separó a Irene de Mario.

E: Abre la boquita, que tu hombre te va a dar su leche.

Irene se puso exactamente igual que Elena en nuestro primer polvo. Estaba de rodillas, con las manos en sus muslos, expectante y con la lengua fuera mientras tenía una expresión sonriente. Elena se levantó y se puso al lado de Mario, pasando su brazo por la cintura de éste, pegando su cuerpo. Estaba nerviosa, lo notaba al ver como movía los dedos de sus manos. Entonces me miró, estando seria. Yo le sonreí para que viera que todo estaba bien y ella me devolvió la sonrisa. Le cogió la polla a Mario y empezó a pajearle hasta que se corrió en la boca de Irene. Irene gemía de placer por ver lo que estaba pasando mientras oíamos a Noelia gritar al otro lado del muro. Cuando Mario acabó de correrse, pasó su brazo por los hombros de Elena para abrazarla así conforme estaban, sin llegar a ponerse frente a ella. Cuando se separaron tiré del brazo de Elena para darle un abrazo por la espalda mientras le besaba en la cabeza. Irene le dio un beso a Mario y luego un abrazo a Elena. Todos nos vestimos con nuestro pijama y pusimos el colchón de nuevo donde estaba. Abrimos la ventana para ventilar un poco y nos pusimos a hablar durante un buen rato mientras seguíamos oyendo a Noelia gritar de vez en cuando, de manera breve.

Después de seguir hablando durante un rato oímos como se cerraba la puerta de la calle y unos golpes en la puerta del dormitorio en el que estábamos. Elena hizo un gesto para que nadie dijera nada y después oímos de nuevo como se cerraba otra puerta. Supuse que sería la de nuestra habitación en la que parecía que iba a pasar la noche Noelia. Finalmente nos quedamos dormidos con ambas chicas entre Mario y yo.

Me desperté abrazando a Elena por la espalda, viendo que Mario estaba al otro lado, pero no Irene. Giré mi cabeza hacia la puerta y vi que estaba entornada. Como me estaba meando, me tuve que levantar, así que fui hacia el baño, dejando allí a Elena y a Mario durmiendo. Después de vaciar la vejiga, fui en dirección a la habitación para volver a acostarme, pero oí unos murmuros que venían desde la cocina. Conforme me acercaba podía oír con claridad a Irene y Noelia hablar de algunas cosas.

-Que bien os lo pasasteis anoche, ¿no?
-¿A qué te refieres?
-Mujer, ahí los cuatro juntitos y con la puerta cerrada... Pues ya me dirás tú...
-¿De dónde te sacas eso?
-Irene, puede que mi hermana lo sea, pero yo no soy tonta.
-No hables así de ella.
-Vale... Pero, ¿os lo pasasteis bien?
-Noelia, que no pasó nada.
-Ya... ¿Te crees que no me he dado cuenta de cómo miras a Javi?
-¿Cómo lo miro? A ver...
-Joder, creía que eras la más espabilada del grupo. Que te lo tenga que explicar yo...
-Te estás equivocado. Y mucho.
-Veo mucho achuchón, mucha caricia, miradas de complicidad...
-Ves cosas que hay entre dos buenos amigos.
-Ya, eso será... Lo que me extraña es lo permisiva que es mi hermana, sabiendo lo celosa que es...
-¿Eso crees?
-Bueno, que es celosa lo sé desde hace mucho. Solo hay que ver la cara que pone cuando alguna mira a Javi más de la cuenta. Lo de que es permisiva, pues me he dado cuenta estos días.
-¿No has pensado que si lo es, es porque no hay nada más que amistad entre todos nosotros?
-Pues...
-¿No pensarás que estamos follando los cuatro juntos? Eso es ridículo. Simplemente vinieron a nuestra habitación porque en el salón hacía calor y como solo tenemos aire en los dormitorios, pues vinieron con nosotros para dormir ahí. Tú estabas con el chico ese y creían que se iba a quedar a dormir.
-Ammm...
-¿Cómo fue al final?
-Bueno, no estuvo mal...
-Por lo que pude oír, tiene mejor pinta que eso, ¿no?
-Me sirvió para echar el rato.
-Eso suena un poco a decepción.
-No es eso. El chaval es guapete y estaba bien. Pero no sé... Es que conocí a un chico que folla muy bien y la tiene grande. El chaval de ayer no es para tanto a su lado.
-Ah...
-Y se dice que ese chaval folla que no veas. Yo sé que folla bien porque eché un polvo rápido y la verdad es que me folló como ninguno. Fui tonta y no aproveché para follármelo bien.
-¿No lo has vuelto a ver?
-Eh... Sí. De vez en cuando. Pero no es nada fácil llevármelo a la cama. De hecho, no he conseguido llevármelo otra vez.
-Pues vaya.
-El cabrón me dijo que me podía haber reventado si hubiera querido. Me lo dice cuando acabamos en vez de hacerlo, ¿te lo puedes creer?
-¿Y por qué no te lo hizo?
-Porque le pilló desprevenido. Fue algo que se me ocurrió y medio lo pillé sin dejarle pensar.
-Que espabilada eres, ¿no?
-Bueno, prefiero ser una espabilada a que me espabilen.
-Bien dicho.
-Lo peor de todo es que luego me dijo de quedar para follar, así como dijo que podía hacerlo y en el último momento se echó a atrás. Como me jodió eso...
-Vaya... Pues él se lo pierde. Pero tú tampoco te preocupes, hay muchos chicos ahí fuera.
-Ya, ya lo sé. Pero estoy encaprichada de él. Le tengo unas ganas...
-Joder, me ha entrado curiosidad, ¿tienes alguna foto de él por ahí?
-Eh... No. No tengo ninguna.
-¿Cómo es?
-Pues a ver... Es alto, con el pelo castaño oscuro, ojos marrones, a veces claros, otras veces oscuros. Con barba, buen cuerpo, no sé... Guapete, buena gente...
-¿Cómo que tiene los ojos claros y otras veces oscuros?
-No sé, a veces se los veo de color miel y otras de un marrón más oscuro.
-Huy... ¿No será que estás un poco enamorada?
-No, que va. El chaval me gusta, me pone. Pero enamorada no.
-Huy... No sé yo...
-Que no... Que lo que tiene es un polvazo, ya está.
-¿Y Mario qué te parece?
-¿Tu chico?
-Claro.
-Está bien bueno. Rubio, ojos azules, cuerpo de gimnasio... ¿Qué más puedes pedir?
-¿Te gustaría follártelo?
-Eh...
-Contesta. No pasa nada. No me voy a poner celosa, ni me voy a enfadar.
-Pues sí. Me lo follaba, y con ganas. Tiene pinta de ser una bestia en la cama.
-Lo es.
-Ufff... No me digas eso, que...
-Ya, jajajaja. ¿Y Javi?
-Eh... ¿Qué pasa con él?
-Que qué te parece.
-Bueno... No está mal. -dijo de manera algo nerviosa- Está bien.
-¿Te lo follarías?
-Sí. -dijo contestando al instante- Bueno, yo es que estoy un poco salida y casi que aprovecho con el que puedo.
-Ah... ¿Y las chicas no te van entonces?
-No. Con la chica esta que he estado no es que hayamos hecho gran cosa.
-¿Qué habéis hecho?
-Nos hemos besado, tocado por encima y por debajo, jajajaja.
-¿Os habéis hecho dedos?
-Sí, la una a la otra.
-¿Algo más?
-Yo he hecho que se corra a chorros.
-Vaya... No está mal. ¿Y tú?
-Yo no puedo hacer eso.
-Lástima.
-¿Tú puedes?
-No, tampoco puedo.
-Ella me ha comido el coño. Varias veces.
-Joder, pues para no gustarte las chicas, has hecho varias cosas con ella.
-Ya, pero yo no podía hacer eso. De tocarle con las manos y comerle las tetas no he pasado.
-Lo mismo es que te ha faltado un empujoncito.
-No creo.
-Si no fueras hermana de Elena...
-¿Cómo?
-Pues que te iba a enseñar yo.
-¿Qué dices?
-Pues que te comía enterita, cariño.
-¿Eres bi?
-Sí.
-No sabía.
-Pues ya lo sabes, jajajaja.
-¿Y qué opina Mario?
-¿Mario? Encantado de la vida.
-¿Habéis...?
-¿Tríos? Sí, muchos. Pero solo él, otra chica y yo. Aún no he hecho uno con él y otro chico.
-Díselo a Javi. Lo mismo le interesa... Jajajaja.
-Pero, ¿qué dices? Yo no le haría eso nunca a Elena. Ella es como una hermana para mí. No la traicionaría nunca así.
-Vale, vale. Tranqui. Entonces, ¿te gustaría hacer un trío con Mario y conmigo?
-Pues claro.
-¿Cuándo?
-Olvídate. No voy a hacer nada contigo. Ya te lo he dicho que, si no fueras hermana de Elena, sí que lo haría. Pero así no.
-No entiendo cuál es el problema.
-El problema es que a tu hermana no le sentaría bien. La conozco y sé que le jodería.
-Vaya tontería. No tiene por qué enterarse
-Que no, Noelia.
-¿Cómo la tiene Mario?
-Pero bueno... Jajajaja.
-¿La tiene como Javi?
-¿Se la has visto a Javi?
-Claro, si están follando todo el día, es imposible no pillarlos. Tiene una buena tranca. A veces he oído chillar a mi hermana como si la estuviera matando...
-Joder... Jajajaja.
-¿La tiene como él entonces?
-Eh... No sé. No se la he visto a Javi.
-Jeje... Javi la tiene así... Y así de gorda.
-¿En serio? Joder, sí que gasta buena herramienta...
-Va, dime como la tiene Mario...
-Pues más corta que Javi, así... Pero la tiene más gorda. Así más o menos...
-Ufff... ¿Y no te hace daño?
-No. Tengo un buen coño.
-Yo es que lo tengo pequeñito. No sé si podría...
-Con paciencia y saliva... Jajajaja.
-Jajajaja. Pues me están entrando ganas...
-No, no. Olvídate.
-Estaría dispuesta a que me tocaras tú también y que me lo comieras si quieres.
-Gracias, de verdad. Pero no.
-Joder, que mala suerte tengo...
-No te preocupes, si este año entras a la universidad. Te vas a hinchar de conocer a chicos como los que te gustan. Ya verás.
-Bueno, si cambiáis de opinión...
-No creo, cielo.

Entonces empecé a oír traqueteo con platos o vasos y me fui de allí rápidamente sin hacer ruido para volver a la habitación y acostarme junto a Elena. Me los encontré conforme los dejé cuando fui al baño y me puse a pensar. Cada una con lo suyo, jugando a dos bandas haciendo creer a la otra que no tenían ni idea de nada, cuando en realidad sabían más de la cuenta. Noelia sabía de sobra que habíamos hecho algo con Irene por mi culpa. Es lo que tiene ser un cobarde, que cedes a todo con tal de evitar algo y una de esas cosas fue contarle algún detalle de cosas que hacíamos con alguien más, en este caso Irene. También sabía de sobra que Irene me había visto la polla también, seguro que por eso se rio cuando le contó como la tenía. No se me pasaba por la cabeza que ambas se fueran a conocer y creía que no habría tanto problema, pero me equivocaba una vez más y ya eran demasiadas. Irene también sabía cosas de Noelia, como sus pilladas que justo comenté la noche anterior cerrando la puerta con el pestillo y era bastante probable que supiera alguna más por parte de Elena.
 
Capítulo 159

Ahora mi principal problema era que Irene no se hubiera dado cuenta de que Noelia y yo teníamos algo que ocultábamos. La idiota de Noelia se puso a fanfarronear de sus aventuras con ese chico, describiendo toda la situación y como se sentía, sin cortarse un pelo tampoco al describirme. Y es que me di cuenta de cómo Irene se estaba oliendo algo raro por el cambio en el comportamiento de Noelia y como que la estaba tanteando, tendiéndole trampas en las que Noelia acabó cayendo. Tenía que ir con cuidado por si Irene me asaltaba o lanzaba una que me pudiera hacer reaccionar de manera extraña. Me jodía mucho estar así, pero a esas alturas, ¿qué podía hacer?

El desayuno fue con normalidad, sin ningún problema ni nada raro por parte de nadie, cosa que agradecí, por lo que después nos fuimos a la playa y ahí sí que pasó lo que tenía que pasar. Andando ya por la arena, Irene me cogió de la camiseta de una manera que parecía que me la iba a arrancar, diciéndole a los demás que fueran poniendo las sombrillas y las toallas, que me quería comentar una cosa.

-¿Qué coño haces?
-¿Qué pasa con Noelia?
-¿Qué pasa con Noelia de qué?
-He hablado con ella esta mañana.
-¿Y?
-¿Qué te pasa?
-Me pasa que no sé a qué coño viene que me cojas así de la camiseta.
-Bueno, perdona. Pero es que hemos hablado y... No sé...
-Irene, ¿qué quieres saber?
-¿Te la has follado?
-¿Qué? ¿Qué dices?
-Te pregunto.
-No. No lo he hecho.
-Vale. Me quedo más tranquila así.
-¿Se puede saber a qué viene esto?
-Por cosas que hemos hablado. Ha descrito a un chaval parecido a ti y hemos hablado alguna cosa y no sé, me ha dado la impresión...
-No le he puesto los cuernos a Elena, si es lo que quieres saber.
-Vale, vale. Sé que no le harías algo así. Le quieres más que a nada y eso le haría mucho daño. Además, tú no eres así. Eres buena persona.
-¿Algo más?
-Sí, que si lo haces me jodería que no fuera conmigo. Te tengo muchas ganas... Jajajaja. Es coña, perdona.
-Muy graciosa.
-Perdona Javi. (dijo dándome un abrazo)

Después volvimos con los demás, estando yo mosqueado. Elena me empezó a echar crema.

E: Cuanto secretito, ¿no?
I: No es nada, es una cosilla de... Bueno, da igual.
M: A ver si me voy a enfadar... Jajajaja.
N: Tú no, pero mi hermana...
E: Tu hermana confía en Javi y en Irene. No lo he dicho con segundas...

Fue algo seco la manera en la que Elena habló y aunque no se formó ningún mal rollo, sí que fue un poco incómodo. La cosa parecía relajarse al estar varios minutos tumbados sobre las toallas sin hablar apenas hasta que Noelia volvió a saltar.

N: Irene, ¿te puedo hacer una pregunta?
I: Claro.
N: ¿Tú para depilarte el coño te lo afeitas o usas cera?
Elena se incorporó, quedándose sentada sobre la toalla, mirando a su hermana.
I: Eh... Bueno, yo es que no me lo depilo, solo lo recorto.
N: ¿En serio?
I: Si, ¿por qué?
N: Me parece raro. Eso no se lleva, ¿no?
I: Bueno, sí. Pero eso no significa que todas lo lleven igual, ¿no?
N: Ya. Es que te he preguntado a ti porque sé que mi hermana tiene ahí una pelambrera...
E: Noelia...
N: ¿Qué pasa? ¿Es mentira? No sé por qué lo llevas así... Tiene que ser incomodísimo.
J: Lo lleva así porque se lo pedí yo. (dije sin dejar que Elena le contestara)
N: ¿Cómo?
J: Me pone que las chicas lo tengan así. ¿Te parece incómodo, Elena?
E: No, para mí tenerlo así o sin nada es lo mismo y como a ti te gusta pues me lo dejo así. (dijo sonriendo)

Me encantó como Elena me siguió el rollo para contestar con naturalidad a Noelia. Para mí hablar de esos temas no era algo raro ni me daba vergüenza, pero también lo hice para que Noelia viera que no teníamos problema con ello, tal vez así se calmaba un poco con las provocaciones.

I: ¿Qué problema tienes Noelia?
N: Pues que yo lo hago con cuchilla y a veces se me levanta la piel, se me queda muy rojo y me escuece.
I: Pues te puedes echar crema, o usar cera en vez de la cuchilla. O también puedes hacer como yo, que me hice el láser en las ingles.
N: Creo que probaré con la cera.
E: Sí, es lo mejor. Tú eres más velluda que yo y la cera va mejor para eso que la cuchilla. A mí con la cuchilla y un poquito de crema me iba bien.
N: Gracias por exponerme así, aunque no te había pedido opinión...
E: Pero si has sido tú la que me ha expuesto con lo de la pelambrera.
N: Pero si seguro que Irene lo sabía y Mario lo sabe por ella.
E: ¿Por qué lo iba a saber Irene? A ver...
N: ¿No habéis ido a mear juntas alguna vez?
I: Sí, exactamente.
N: ¿Ves? Qué paradita eres, Elena...
J: Que tirria le tienes a tu hermana, Noelia... ¿Por qué la tratas así?
N: Temas familiares que a ti ni te van, ni te vienen.
I: Eh... Tranquilidad, que estamos aquí para pasarlo bien.

Nos quedamos otro rato en silencio, aprovechando Elena y yo para acariciarnos y darnos algún beso estando tumbados de lado mirándonos.

N: Entonces, ¿cuántos tríos has hecho, Irene?
I: Eh...

Elena me miró negando con la cabeza y yo le di un beso susurrándole que no se picara con ella, que eso era lo que quería para ponernos incómodos. También le dije que le siguiera el rollo y ya está, así seguro que no haría tanto el tonto.

I: Pues no sé, Noelia... Tampoco es que llevemos la cuenta. Para nosotros es algo más normal que otra cosa.
N: Pero, ¿empezasteis una vez estando en pareja, o antes?
M: Qué curiosa la niña, ¿no? Jajajaja.

Al oír decir eso a Mario sonreí, mirándome Elena con cara de sorpresa.

E: ¿Qué pasa? Jajajaja. (dijo clavándome los dedos en la barriga)
J: Me ha recordado a cuando nos empezamos a ver en tu casa antes de que empezáramos a salir, que me preguntabas cosas y te decía que qué curiosa eras, ¿te acuerdas?
E: Sí, jajajaja.
N: Pues... la niña ya ha hecho algún trío también, jajajaja.
M: Muy espabilada tu hermana, Elena.
N: Sí, así soy. No como los tortolitos, seguro que no han hecho ninguno.
J: Yo sí.
N: No me lo creo.
E: Dos chicos y una chica fue.
N: Vaya, no esperaba eso... No sabía que le iba también lo otro.
J: Y no me va, pero soy abierto de mente y no me importa. ¿O tú eres bi por hacer el trío que hiciste en tu casa en el que erais dos chicas?
N: Mmm... ¿Y cómo te fue? Tengo curiosidad...
J: Bien, aunque el otro chico era un poco capullo.
N: ¿Por?
J: Porque la tenía grande y lo hacía sin cuidado. La chica se mosqueaba.
N: ¿Más grande que tú?
J: Sí.
N: ¿Qué dices?
J: Pues eso, tampoco voy a entrar en detalles, jajajaja.
N: Seguro que la reventasteis...
I: Como se viene arriba... Jajajaja.
N: Pues solo quedas tú, Elena. A ver si te animas... Jajajaja.
E: ¿Y cómo sabes tú que no he hecho eso?
N: Venga... Si eres más pava...
E: Pues para tu información, sí que lo he hecho. Y me callo alguna cosa más...
N: Nah, no te creo. Con lo celosa y lo paradita que eres, imposible.
E: Quizás no me conoces tanto como crees...
N: ¿Cómo fue? A ver...
E: Eso no te lo voy a decir.
N: Porque es mentira.
E: Piensa lo que quieras. Yo sé lo que he hecho, no tengo que probar nada.
N: ¿Y Javi lo sabe?
J: Claro que lo sé.
N: ¿Con quién lo habéis hecho?
J: Eso no te lo voy a decir.
N: ¿Ha sido con Irene?
E: No. ¿Qué más te da?
N: Como tiene experiencia, pues lo mismo ha sido con ella. A mí me llama mucho la atención. Me gustaría probar con ellos.
E: ¿Qué dices? Anda, cállate.
N: ¿Te parece mal?
E: Eres una niña. ¿A dónde vas?
N: Esta niña ha hecho más cosas que tú, así que no me digas eso.
E: Lo que tú digas, Noelia.
I: He dicho que estamos aquí para pasarlo bien. Noelia, quítate eso de la cabeza, no va a pasar nada contigo. Y como sigas provocando a tu hermana, llamo a tu madre y le explico el plan en el que estás. Coño ya...
N: Vale, perdón.
I: Anda, ve al agua un rato, así te refrescas y se te pasa...

Noelia se levantó y se fue al agua, dejándonos a los cuatro allí.

I: Joder con tu hermana, Elena...
E: Lo siento. Es que es... En fin. Ya lo habéis visto.
M: Va a saco. ¿Qué le has hecho para que esté así contigo, Elena?
E: Que yo sepa nada. No me he metido con ella ni nada. Ahora mismo no se me ocurre por qué. Si de hecho le he ayudado en lo que he podido.
I: Tiene envidia de verte como de contenta estás estando en pareja con Javi. Tal vez también sea por nosotros, estamos muy pegados cada uno con nuestra pareja y ella al haber fracasado con su última relación pues se ha puesto mal y ha reaccionado así.
M: Ha dicho alto de temas familiares, ¿no?
I: Es verdad. ¿Ha pasado algo Elena?
E: No sé...
J: ¿Puede ser por lo de tu padre?
E: Pues puede ser.
I: ¿Qué pasa?
E: En resumen, mi padre le puso los cuernos a mi madre y tanto ella como mi hermana no lo pueden ni ver, de hecho, no quieren saber nada de él. Yo le quiero un montón y no puedo hacer lo que ellas han hecho, por lo que sigo manteniendo el contacto con él. Puede que sea eso lo que le molesta.

Irene se levantó y se puso al lado de Elena abrazándola con cariño. Nos quedamos en silencio un rato mientras yo veía como Noelia se bañaba sola, sin nadie alrededor. Elena se puso a contar como fue aquello a Irene y a Mario con detalle, contándoles lo mismo que a mí en su día. Yo le di un beso a Elena y les dije que iba a hablar con Noelia para ver si se calmaba. Ella no se dio cuenta de que me estaba acercando, estaba distraída mirando mar adentro, jugando con el agua.
 
Capítulo 160

-Noelia.
-¿Qué pasa ahora? (dijo dándose la vuelta)
-Eso es lo que te quería preguntar. ¿Qué ha pasado? Con lo bien que nos llevábamos últimamente... Hasta el lunes aquí la cosa iba bien, pero ayer...
-No sé de qué me hablas.
-Que a estas alturas me salgas con eso... No sé... Creía que eras más lista.
-Pues fíjate... No todas somos tan perfectas como tu querida.
-¿Eso es lo que pasa? ¿Tienes celos?
-Pfff... Jajajaja. Anda, vete a la sombra, que te ha dado mucho el sol.
-Irene dice que tienes envidia por vernos a las dos parejas tan juntas. ¿Es eso?
-Irene no tiene ni idea. Se cree que sabe mucho y no. Es tonta.
-Oye, no hables así de ella.
-Te la has follado, ¿no? Por eso me rechazabas tanto... ¿Verdad?
-No me la he follado.
-Mientes muy mal. ¿Te crees que no me he dado cuenta de que los acercamientos que tenéis, de lo cariñosa que es contigo, de como te mira...?
-Es una muy buena amiga, de hecho, es mi mejor amiga, pero no me la he follado.
-Ya... Seguro que anoche estuvisteis los cuatro ahí en su habitación follando.
-Vamos a ver, Noelia. Te digo que no hemos hecho nada. ¿Oíste algo acaso?
-Estaba yo para oír...
-Pues ya te digo yo que no hicimos nada. Os oímos a vosotros, pero nada más. Estuvimos hablando.
-¿El qué? (preguntó con ansia)
-Pues cosas nuestras, de nuestro grupo de amigos, del trabajo... No sé, cosas normales que hablan unos amigos.
-No me lo trago.
-Fuimos a su habitación porque nos estábamos asando en el salón. Tu hermana siempre duerme abrazada a mí y teníamos mucho calor. Fuimos con ellos para poder estar fresquitos y como su cama es tan grande, pues dormimos allí con ellos. Y como tú estabas en la nuestra con ese chico, pues creíamos que se quedaría a dormir contigo.
-No, se fue rápido, de hecho, llamé a la puerta.
-Pues ni idea. Yo me dormí rápido y diría que los demás también.
-Sí, no me abrió nadie.
-¿Ves?
-Javi, me siento apartada. Como si fuera una apestada.
-Ya hemos hablado de esto. Es tu actitud Noelia. Tienes que calmarte un poco.
-No voy a cambiar por nada ni por nadie.
-No te estoy diciendo que cambies, pero tal vez deberías intentar ser más amable. Así la gente se interesará por ti y no te sentirás ni apartada ni como una apestada.
-Ya...
-Pero si te digo la verdad, creo que Irene y Mario no te han apartado, todo lo contrario. Creo que se han portado muy bien contigo. Y tu hermana y yo también nos hemos portado bien contigo, ¿no?

Noelia se quedó callada, apartando su mirada hacia ellos.

-¿Y qué es eso de los temas familiares? ¿Es por lo de tu padre?
-No quiero hablar de eso.
-A ver, Noelia... Ahora estoy dentro de tu familia y tenemos que llevarnos bien. Estas últimas semanas han sido muy buenas respecto a nuestra relación. Por fin he visto en ti a una chica normal, que tiene sus sentimientos con eso que te pasó...
-¿Por qué haces esto?
-¿El qué?
-Venir a hablar conmigo.
-Por tu hermana. Es lo que más quiero y no quiero que se lleve mal contigo. Sois hermanas, os tenéis que apoyar, no andar con esos piques y peleas.
-¿Por qué no le has contado lo que he estado haciendo?
-Porque...

Noelia me miraba con atención, muy fijamente.

-Porque a estas alturas ya la destrozaría. Por mucho menos se ha puesto muy mal. No quiero ni pensar qué pasaría si se entera de todo...
-¿Te arrepientes de no haberlo hecho en cuanto pasó?
-Muchísimo. Cada día que ha pasado desde ese momento.
-¿Por qué no lo hiciste?
-Porque no quería que me mandara a la mierda. Me lo pasaba bien con ella y pensé que si se lo contaba se enfadaría mucho y me diría de dejarnos de ver.
-Eres un cobarde.
-Lo sé.

Nos quedamos en silencio durante unos segundos y Noelia se empezó a mover para dirigirse hacia la orilla.

-Espera, Noelia.
-¿Qué?
-Mañana es el cumpleaños de tu hermana.
-Ya lo sé.
-¿Te comportarás?

Noelia puso media sonrisa y se volvió a darla vuelta para irse, pero le agarré del brazo para que me mirara.

-Hazlo por tu hermana. Quiero que sea un buen día. Le he preparado...
-Me da igual lo que le hayas preparado. No quiero saberlo.
-Pero...
-No va a pasar nada.

Noelia se fue, dejándome allí solo con mis pensamientos. Cobarde. Esa era probablemente la palabra que mejor me definía durante mi relación con Elena. No había día que lo me castigara a mí mismo recordándome lo mal que lo estaba haciendo con ella. Muchas veces me cuestionaba si la quería tanto como decía al estar ocultándole algo así durante tanto tiempo. Pero es que me veía atrapado, no quería que ella sufriera y sabía que lo haría si se llegara a enterar. Lo que estaba claro era que cuanto más tiempo pasaba, la cosa iba a peor y el daño sería mayor, por eso no podía hacer nada ya. Seguía sin encontrar el motivo de que Noelia estuviera así. Ella decía que no eran celos, pero yo no opinaba igual, de hecho, creía que Irene llevaba razón. Veía que tenía envidia de vernos tan bien a los cuatro, cada uno con su pareja. Pero era su culpa, no caía bien por su actitud de mierda, siempre queriendo quedar por encima de todos y creyéndose que lo sabe todo. Tan sumido estaba en mi mundo que no me enteré de que Elena se estaba acercando a mí hasta que la tenía encima de mi espalda.

-¿Qué haces, mi amor?
-¿Eh? Me he quedado aquí a remojo.
-¿Estás bien?
-Sí, claro. ¿Por qué no iba a estarlo?
-No sé, te he visto aquí pensativo.
-Nada.
-¿Ha ido bien la charla?
-Bueno... Estaba en su línea.
-Vaya...
-Dice que se siente un poco apartada.
-¿Y eso?
-No sé, creo que Irene tiene razón.
-Yo creo que también.
-Les has contado lo de tus padres.
-Sí. Ya sabes lo importantes que son para mí.
-Ajá.
-Sin contar a la familia, solo lo sabéis vosotros tres.
-¿Lo echas de menos?
-Muchísimo.
-¿Crees que tu madre algún día...?
-No lo sé, pero no apostaría por ello. Ojalá nunca haya pasado eso...
-Lo siento, mi vida.
-Bueno, hemos venido a disfrutar, ¿no? Pues venga.

Elena me dio un beso y estuvimos un rato en el agua, saliendo después para ir con los demás. Después de echar la mañana allí, regresamos al apartamento para ducharnos. Cada pareja lo hicimos en un baño, juntos y finalmente Noelia. Elena, Noelia y yo fuimos al salón para esperarlos, pero Mario me llamó desde la cocina.

-Pero, ¿todavía estás así? (dije al verlo sin camiseta)
-Nosotros no vamos, no sé si me entiendes, Javi.
-Ah, claro coño. Sin problema. Nosotros nos vamos y os dejamos que estéis solos.
-Es que tío, con lo de ayer sigo más cachondo que un mono.
-Claro, normal. Te reprimiste mucho.
-Eso es. Quería empotrar a Irene, pero bien. Pero es que no podíamos hacer ruido...
-Ya, ya... ¿Qué me vas a contar a mí?
-Y encima viendo a Elena... Joder, no sabes las ganas que tengo de probarla...
-Ya tío, yo no tengo mucho problema, ya viste como reaccioné cuando le tocaste, pero ella no quiere, también viste como se puso. Se enfadó conmigo de verdad.
-Ya lo vi, ya. Bueno, no pasa nada. Conforme estamos ahora mismo me doy por satisfecho. La verdad es que cuando os dijimos de hacer algo por primera vez y vimos como reaccionasteis creíamos que no pasaría nada, aunque forzamos un poco. Pero mira ahora, está mucho más suelta. Me quedé flipando ayer cuando me cogió la polla para hacerme una paja.
-Estuvo bien.
-Ya ves. Ver su manita cogiendo mi polla fue muy morboso... Y lo de antes no se queda atrás, cuando Irene le comió el coño y luego le comí yo la boca. Joder, que rica está... Que dulce...
-Pues a ver si se suelta. Dice que no está preparada para hacer algo más, eso para mí no es un "no". Puede que en un futuro...
-Ojalá tío...
-Bueno, os dejamos solos. Que os lo paséis bien y no seas muy bestia.
-Ya sabes cómo me tiene ella en la cama, pero me da que hoy va a ser al revés... Jajajaja.
-Sí, jajajaja. Pues Elena se ha echado algunos juguetes. Si queréis usar cuerdas o algo, mirad en su maleta.
-Vale. Luego nos vemos.

Regresé al salón y Mario se fue a su habitación. Por suerte no me encontré a Noelia al salir, porque Mario y yo estuvimos hablando cosas que ella no debería escuchar y podría haber sido problemático si ella se llega a enterar de aquello, aunque estuviéramos hablando en susurros.

J: Nos vamos.
E: ¿Y los demás?
J: No tienen hambre.
E: ¿Cómo va a ser eso?
N: Elena, de verdad... Van a follar, como ayer hicisteis vosotros.
J: Bueno, ¿nos vamos?
E: Vale, vamos.

Fuimos a un restaurante a comer, esta vez más apartado, a uno que no habíamos ido. Sorprendentemente la comida fue bastante bien, aunque no es que acertáramos mucho eligiendo sitio para comer. Elena y yo charlábamos mientras Noelia permanecía callada, sin intervenir apenas, más pendiente de la televisión que había allí que de nosotros. Cuando acabamos de comer, pensamos en dejarles más tiempo a la otra pareja porque sabíamos de sobra como eran para el folleteo. Irene se podía correr muchas veces seguidas y no necesitaba tiempo para recuperarse apenas y Mario también tenía mucho aguante, por lo que tenían largas sesiones de sexo sin descanso. Propuse ir a una heladería famosa de la zona a la que aún no habíamos tenido la oportunidad de ir, por lo que fuimos después de un largo paseo, ya que estaba bastante retirada. Llegamos con calor por las horas que eran. Andar durante 30 minutos en pleno julio por el centro de la ciudad hasta el paso marítimo con ese sol en plena sobremesa nos dejó machacados, por lo que los helados entraron como agua. Esa heladería era famosa y con razón, porque estaban espectaculares, así que tampoco hubo reproche aun con el calor que pasamos hasta llegar. Con la tontería se nos hizo casi las 6 de la tarde entre el rato que estuvimos en la heladería y dando otro paseo, esta vez más resguardados del sol. Cuando llegamos al apartamento, nos encontramos a Mario en el salón, sentado en el sofá viendo la tele sin camiseta mientras se tomaba una cerveza.
 
Capítulo 161

E: ¿Ya habéis acabado? Jajajaja.
M: Sí, bueno... Jajajaja.
N: ¿Dónde está Irene?
M: Echándose una siesta, jajaja.
Yo sonreí negando con la cabeza.
N: Vamos, que la has reventado, pero bien...
M: Pues sí, está claro.

Noelia me miró durante un segundo, sentándose después al lado de Mario.

M: Javi, con lo de ayer me ha entrado curiosidad y he visto que el grupo va a venir a España de gira. ¿Te apetece ir a verlos?
J: Ostia, pues sí. ¿Cuándo?
M: En agosto.
J: Pues por mí, vamos.
E: Nosotras vamos también.
M: No creo que os guste...
E: Bueno, pues os acompañamos y cuando salgáis nos damos una vuelta o algo.
I: ¿De qué habláis?
N: Ostia... Vaya voz tienes... ¿Tanto has gritado?
I: Mario estaba intensito hoy...
M: No hombre... Es por el aire acondicionado, que se le reseca la garganta... Jajajaja.
J: Jajajaja, si ya no hace falta que disimules...
E: Vaya dos... Jajajaja.
M: Estoy muerto de hambre, ¿vamos a comer algo?
N: Nosotros venimos de eso.
I: Vamos al super a comprar algo Elena.
E: Venga.
I: ¿Te vienes, Noelia?
N: Vale...

Las chicas se fueron, dejándonos solos a Mario y a mí. Estuvimos mirando lo del concierto, viendo precios, alojamiento y demás. Después volvieron las chicas y Mario e Irene comieron algo mientras todos hablábamos. Al final echamos la tarde allí en el apartamento, empalmando con la hora de la cena, aunque no cenamos mucho. Preparamos los típicos aperitivos y estuvimos en el balcón, con un poco de música. Luego nos entraron ganas de tomarnos algo así que nos fuimos a un pub, pero se llenó muy rápido y era agobiante. Seguimos buscando alguno que estuviera más libre, pero todos estaban a rebosar. Recorrimos casi toda la cuidad y nada, por lo que optamos por irnos a la playa después de comprar algunas cervezas. Estuvimos un buen rato hasta que a las 11 regresamos al apartamento, porque estábamos cansados. Mario e Irene por el folleteo y la caminata que los pegamos buscando un sitio para tomarnos algo y Elena, Noelia y yo por esa caminata y la de la hora de comer. Nos fuimos a dormir y cuando fueron las 12 felicité a Elena. No dejaba de sonreír mientras me abrazaba como si fuera el primer día que empezamos a salir, pero estábamos cansados y teníamos sueño, así que dejamos la celebración para cuando nos levantamos y tuviéramos más intimidad. Elena se durmió como solía, con su cabeza sobre mi hombro, su brazo en mi pecho y una de sus piernas sobre las mías. De madrugada me desperté por un ruido estando abrazado a Elena desde atrás haciendo la cucharita. No oí nada más, pero sí que sentí que alguien se tumba detrás de mí y me pasaba el brazo por el costado, poniendo su mano en mi pecho para empujarme en dirección contraria a Elena.

-Mmm... Que bien hueles...
-Noelia, ¿qué haces?
-Hace mucho calor en el salón, no puedo seguir ahí.
-¿Me puedes soltar?
-Si es que estás tan fresquito y hueles tan bien...

Me estaba poniendo nervioso, Noelia me acariciaba el pecho mientras me empujaba hacia ella, pudiendo notar sus pezones clavándose en mi espalda. La gota que colmó el vaso fue cuando puso una de sus piernas sobre la mía. Me zafé de ella con cuidado para no despertar a Elena, dándole un beso a ésta en la mejilla y yéndome de la habitación hacia el salón para dormir ahí. A penas pude dormir por el calor que hacía y la situación que acababa de vivir. Me molestó bastante que Noelia dijera que se iba a comportar en el cumpleaños de su hermana y así empezaba la cosa. Casi amaneciendo me estaba meando y fui al baño, parándome en la habitación, viendo que ambas dormían con Elena abrazando por detrás a su hermana. A pesar del medio enfado que tenía, esa imagen me dio bastante ternura, así que se me pasó bastante. Conseguí dormir un poco hasta las 10, aunque los demás seguían durmiendo. Como no podía dormir más, aproveché para ir a comprar una tarta para el cumpleaños y cuando llegué me puse a hacer el desayuno, siendo Elena la primera en aparecer.

-Mi amor... ¿Dónde te metes...?
-Pues estaba haciendo el desayuno.
-¿Qué hace mi hermana en nuestra habitación?
-Pues que tenía mucho calor en el salón y se vino con nosotros. Yo me desvelé y me vine al salón para dejaros dormir tranquilas.
-Am...

En ese momento apareció Noelia por la cocina, acercándose sin hacer ruido. Abrazó a su hermana por detrás con mucho cariño, dándole un beso en la mejilla mientras sonreía.

N: Feliz cumpleaños.

Elena sonrió, acariciando las manos de su hermana al abrazarla.

E: Gracias hermanita.

Por un momento se me olvidó todos los malos rollos que había con ella y todo lo vivido. Ojalá fuera siempre así. Noelia se sentó con nosotros para desayunar y en nada vinieron Irene y Mario, felicitando a Elena con un abrazo y varios besos. Desayunamos todos juntos y luego fuimos a la playa. Después de pasar una mañana muy buena ahí, con un buen rollo como el del lunes, o incluso mejor, con varias llamadas a Elena, de su familia, amigas y amigos, regresamos al apartamento para ducharnos e ir a comer. Cuando volvimos, se sentaron y fui a por la tarta, cantando el clásico cumpleaños feliz entre todos. Elena estaba eufórica, sonriente en todo momento. Tan eufórica estaba que casi se emocionó después de decirnos:

E: Muchas gracias, chicos. Este cumpleaños está siendo uno de los mejores que he tenido. Tengo la mejor compañía y estoy en la playa, que ya sabéis que me encanta. Tengo a mis mejores amigos aquí conmigo, a mi familia, aunque falte mi madre, mi abuela y mi padre… Y también tengo a mi chico, que tantas cosas ha hecho por mí en estos casi 5 meses que llevamos juntos. Qué suerte he tenido contigo, Javi. Y con vosotros, no pensaba que llegaríais a ser como hermanos para mí.
I: Ay... Elena, que me vas a hacer llorar...

Irene y Mario le dieron un abrazo entre los dos y fueron a su habitación a por su regalo. Después la abrazó Noelia, por detrás. Elena tenía una cara muy risueña, estaba encantada. Sin embargo, Noelia tenía una media sonrisa y me miraba fijamente. Noté incomodidad en esa mirada, no por ella, si no por cómo me miraba, hasta me llegué a acojonar.

La otra pareja le dio su regalo y Elena lo abrió haciéndole mucha ilusión. Y luego me miraron a mí. Yo me acerqué a Elena, abrazándola por detrás y besándole la cabeza.

J: Mi sorpresa será luego más tarde...
N: Huy, ya sabemos lo que significa eso... Jajajaja.
J: Pues no lista... -dije con tono burlesco- Hay una cosita, pero tiene que ser más tarde.

Estuvimos un rato más en el apartamento, yendo después un rato a la playa, dando varios paseos mientras yo miraba sitios, pero sobre las 8 de la tarde regresé al apartamento para ir preparando algunas cosas. Llamé a Irene para explicarle bien el plan y que me echara una mano, con la ayuda de Mario también. Me dijo que sin problema y que de paso se encargarían también de Noelia para dejarnos solos. Me duché y me arreglé, diciéndole a Irene que se trajera a todos al apartamento para ducharse y demás mientras yo preparaba mi plan. Le hice énfasis en que Mario se duchara rápido y que fuera a la ubicación que le mandé. Todo estaba listo, así que regresé al apartamento cuando Mario llegó al sitio donde le dije para que echara un ojo.

Cuando llegué fui directamente a por Elena, dándole un beso mientras la cogía en brazos. Cuando la dejé en el suelo le dije lo guapísima que estaba. Iba con un vestidito vaquero ajustado, de tirantes y falda de medio muslo. El vestido se cerraba por una fila de botoncitos que empezaba desde su escote hasta el final de la falda. Iba también con unas sandalias blancas y tenía un ligero maquillaje, con rabillo del ojo y los labios con un ligero tono rosado. El pelo lo llevaba como siempre, entre lacio y ondulado, con ese color castaño, llegándole hasta los hombros, aunque también llevaba un pañuelo a modo de cinta como ella se ponía, desde la parte inferior de la nuca hasta la parte superior de la cabeza. Salimos de allí, dejando a Irene y Noelia en el apartamento, dando un paseo de la mano con nuestros dedos entrelazados. Fuimos por el paseo marítimo, con varias paradas para besarnos y ella siempre con una sonrisa en la boca. Poco a poco fui dirigiendo el paseo hasta donde tenía pensado ir, entrando a la playa y caminando por la arena. Hice un poco de hora para llegar en el momento preciso, dándole besos y abrazos de manera continua, mirándola a los ojos, pasando su pelo por detrás de la oreja, cogiéndola de la barbilla y dándole más besos. Casi llegando saqué el móvil y le mandé un mensaje a Mario para que se fuera de allí. Finalmente llegamos al sitio y Elena se quedó mirándolo con una sonrisa muy grande en la cara, mirándome después a mí, mordiéndose un poco el labio y dándome un fuerte abrazo.

Durante la tarde me estuve fijando en sitios para ir y pasar allí un rato con ella a solas y vi uno que estaba bastante bien, apartado y resguardado por unas rocas, casi como una mini cala de tres o cuatro metros en la que puse una manta típica de picnic bien extendida sobre la que había una cesta que contenía nuestra cena y todo lo necesario para comer tranquilamente. También compré un par de lámparas, como unos faroles y los puse ahí para cuando se hiciera más tarde. Nos sentamos y estuvimos hablando un rato hasta que empezó a atardecer, pudiendo ver la puesta de sol desde ahí con el sol poniéndose sobre el agua, inundando las aguas de un color naranja muy vivo, haciéndolo así también con nosotros por el reflejo del agua. Elena se sentó de cara al mar y yo detrás de ella, abrazándola.

-Me encanta, qué bonito.
-Sabía que te gustaría. Pero aquí no acaba la cosa.

La cursilada que monté no acabó ahí porque el atardecer con ese color tan vivo me sirvió de excusa para sacar el regalo de Elena. Alargué mi mano hasta la cesta y saqué una cajita de color naranja muy intenso, casi tanto como el del atardecer. Sabía que era su color favorito, por lo que pensé que el atardecer le gustaría al igual que la caja, que era del mismo color.

-Aquí tienes mi regalo.
-Hala... ¿qué es? (preguntó nerviosa)
-Ábrelo y lo ves.
 
Capítulo 162

Elena cogió la caja con ansia y me miró sonriendo. Yo me puse a su lado para ver si reacción y entonces empezó a abrir la caja con nerviosismo, se le veía con muchas ganas. Una vez la abrió, cogió lo que había en su interior, mirándolo con detenimiento. Se trataba de un colgante de plata en forma de corazón, con una fina cadena de plata también. En el corazón había una inscripción por el contorno del corazón que decía "Elena y Javier, juntos hasta la muerte y después". Elena se quedó callada, mirando fijamente el colgante. Empezó a apretar los labios, como si se los estuviera mordiendo por dentro y entonces dos lagrimones empezaron a caer por su cara.

-Ay, Javi...

Elena me dio un fuerte abrazo que duró bastante, para luego coger mi cara, con la cadena del colgante enlazada entre sus dedos y darme un beso muy sentido y largo. Yo la abrazaba mientras podía saborear el contraste entre el dulzor de sus labios y su lengua con el salado de sus lágrimas al escurrirse por su cara hasta su boca. Cuando se despegó se me quedó mirando y acarició mi cara, dándome después el colgante. Se recogió el pelo con las manos y me dio la espalda para que se lo pusiera.

-¿Qué tal me queda?
-Perfecto.
-Gracias. Muchas gracias, Javi. Te quiero. Me ha hecho mucha ilusión todo esto.
-Me alegra oír eso.
-Es que... No sé... Nunca... Me ha hecho mucha ilusión. Nunca me he sentido así tan... No sé cómo explicarlo.
-Tranquila, mi vida.

Elena me dio otro abrazo muy fuerte, acariciándome la espalda y dándome varios besitos por el hombro y el cuello.

-Es que me siento muy bien.
-Te quiero muchísimo, Elena.
-¿Dónde te has metido todo este tiempo?
-Lejos de ti, por desgracia...

Nos tumbamos abrazados mirándonos a los ojos durante un rato hasta que nos entró hambre y nos pusimos a cenar. Comimos de manera lenta, con una botella de vino, muy calmadamente. Estábamos solos y teníamos todo el tiempo del mundo. Hablamos muchas cosas, llegando a hacer algunos planes para el futuro, planteando alguna que otra cosa, aunque nada serio. Poco a poco pasó el tiempo, aunque no nos dábamos cuenta y se hizo de noche, aunque esos faroles que puse hacían una luz muy agradable, como si fueran unas velas, pero incluso con más luz. Era un momento muy romántico y con la tontería cuando acabamos la cena era tarde, pero no nos importaba, no teníamos prisa ni nada que hacer, por lo que nos quedamos ahí tumbados mirando el cielo.

Las caricias empezaron a ser más frecuentes y como no pasaba nadie y no se oía nada, Elena se envalentonó y decidió ir más allá, empezando a desabrocharme los botones de la camisa para empezar a acariciarme el pecho hasta que la desabrochó por completo, pasando su mano desde el principio de mi pecho hasta mi barriga, parando al toparse con mi pantalón. Después de unas caricias por mí de pecho, pasó a sobarme el paquete. Evidentemente se empezó a poner duro y eso que en ningún momento nos estábamos provocando, solo eran caricias mientras nos mirábamos fijamente a los ojos. Viendo como estaba ella, me empecé a encender y la empecé a besar, cogiendo ella una de mis manos para llevarla a una de sus tetas. Nuestras respiraciones se empezaban a agitar y Elena se desabrochó el primer botón de su vestido, mirándome con cara algo desafiante. Le aparté la mano para seguir desabrochándole yo el vestidito, abriéndolo por completo, viendo que no llevaba sujetador y que sus pezones estaban ya muy duros. Solo llevaba unas braguitas blancas.

Seguimos con las caricias y los besos sin decir nada, cada vez la cosa se ponía más intensa hasta que empecé a comerle las tetas, pasando mi lengua por sus pezones, rodeándolos y notando lo duros que estaban. Los succionaba, lamía y chupaba con Elena lanzando ligeros gemidos muy dulces que parecía intentar reprimir por estar "en público". Después llevé mi mano hasta su entrepierna, acariciando su coñito por encima de sus braguitas con mis dedos, notando lo calentito que lo tenía. Nos mirábamos muy fijamente a los ojos en silencio mientras nos concentrábamos en las sensaciones que nos producíamos. Cada vez se lo acariciaba con más intensidad notando humedad en poco tiempo y entonces Elena apartó mi mano para abrirse más de piernas, apartando sus braguitas a un lado sin llegar a quitárselas.

-Cariño, te necesito dentro ya.

Bajé mi mano hasta mis pantalones y desabroché mi cinturón, el botón del pantalón y bajé la cremallera, bajándome un poco los pantalones junto a los boxers para sacar mi polla sin llegar a desnudarme. Le acaricié la rajita con mi polla, notándola húmeda, aunque me llevé los dedos a la boca para mojarlos y lubricar así su coñito aún más. Se la empecé a meter despacio, poniendo Elena una cara de placer cada vez mayor conforme más metía mi polla en sus entrañas. Una vez se la metí por completo, vació sus pulmones de aire y mirándome a los ojos muy fijamente, como llevábamos haciendo desde que llegamos y me dio un breve beso, separándose de mis labios para susurrarme:

-¿Ves, Javi? Ya estás dentro de mí. Soy toda tuya. Es increíble lo que me haces sentir.

Oír esas palabras en un momento así, con esa voz tan dulce y aniñada que tenía Elena hizo que me estremeciera, poniéndose mi piel de gallina. Permanecimos así durante unos momentos, con toda mi polla en su interior, estando en un misionero, ella con las piernas bien abiertas, descalza, apoyando sus pies en mi culo. Verla así, tumbada boca arriba, con su vestidito todo abierto era muy excitante, tanto, que no pude evitar empezar a besarla con ganas mientras me movía ligeramente. Simplemente contraía mis glúteos para hacer una penetración muy ligera a la que Elena respondía con un jadeo muy sensual.

Estuvimos así durante bastante tiempo, tanto que no había indicios de que nos fuéramos a correr ninguno de los dos. Disfrutábamos al máximo el uno del otro, mirándonos a los ojos. Elena me acariciaba los brazos, el pecho y la cara hasta que parecía querer algo más, llevando sus manos hasta mi culo para empujarlo y que la empezara a follar algo más rápido. Sus gemidos empezaron a aparecer, eran muy suaves, mostraban mucho cariño. Poco a poco ella se empezaba a estremecer y entonces le di un par de embestidas fuertes, haciendo ruido por el choque, provocando que se corriera, abrazándome con sus piernas con mucha fuerza y temblando mientras jadeaba de manera entrecortada. Me puse sobre ella apoyándome sobre mis codos mientras ella me abrazaba para pegar mi cuerpo al suyo más aún. Yo tenía la cabeza al lado de la suya, por lo que le empecé a dar besos por el cuello y el hombro con mucho cariño. Notaba las contracciones de su coñito en mi polla, agarrándola como si no quisiera dejarme escapar. Una vez se recuperó me agarró la cara con sus manos para empezar a besarme con mucho cariño. De nuevo me empecé a mover lentamente dentro de ella, notando que estaba más mojada que antes. Al igual que momentos antes, Elena empezaba a acariciarme por varias partes del cuerpo. Nos mirábamos fijamente a los ojos y entonces me susurró:

-Más.

Me paré y vi como ella me sonreía. Empecé de nuevo a moverme, más rápido que segundos antes y rápidamente se empezó a retorcer de nuevo hasta que se corrió otra vez, ahora temblando más, agarrándose a mis brazos con fuerza. Esta vez le costó más recuperarse, pero no dejaba de mirarme con una sonrisa una vez despertaba de su orgasmo. Mi polla seguía dura como una piedra al estar todo el tiempo dentro de ella, notando su calidez y humedad, además de sus contracciones que masajeaban mi polla, estimulándola. Elena estaba sedienta de más y empezó a moverse ella en lugar de pedirme o incitarme a que lo hiciera yo, rozando nuestros sexos de nuevo. Esta vez me encendí más y empecé a dar fuertes embestidas mientras Elena intentaba reprimir sus gemidos, aparentando sus labios, hasta que los abría para jadear y coger aire.

Estábamos haciendo más ruido por el encuentro de nuestros cuerpos, pero no importaba, no había nadie cerca. No pasó mucho tiempo desde esas embestidas hasta que Elena se empezó a retorcer de nuevo, gimiendo de manera aguda y larga. Aun así, sus gemidos eran muy dulces y ya no pudo más, empezando a vibrar su cuerpo para después notar unos fuertes espasmos por su parte. Con una mano agarró uno de los brazos y con la otra cogió el colgante con fuerza, mientras cerraba sus ojos, poniendo una cara increíble de placer, con sus mejillas rojas. Después de que ella se corriera tres veces y con esta última con unos flujos más abundantes por su parte, mojándome toda la zona que estaba en contacto con su entrepierna, empecé a sentir escalofríos, con una especie de descarga que subía por mi columna vertebral, propagándose por los hombros y brazos.

La piel se le erizó y dejé de hacer fuerza para liberar mi orgasmo, inundando sus entrañas con mi semen. Apreté mis ojos con fuerza y jadeé pesadamente mientras Elena temblaba muchísimo, con fuertes espasmos. Cuando acabé me quedé sobre ella para que se recuperara y no interferir en ello. Ella me abrazaba de nuevo con mucha fuerza, relajándose conforme pasaban los minutos hasta que su fuerte abrazo se convirtió en caricias. Nos miramos sonriendo y Elena se echó a reír.

-¿Qué pasa?
-Nada, que no esperaba acabar follando en la playa... Jajaja.
-Ni que fuera la primera vez que lo hacemos, jejeje.
-Ya, pero esta vez ha sido más especial. Mucho.

Sonreí aún más al escucharla.

-Pero tengo un problemilla.
-¿Cuál?
-Pues que no tengo como limpiarme, no he traído papel ni toallitas. No creía que acabáramos... Creía que sería luego en el apartamento.
-Bueno, ya es muy de noche y por aquí no hay nadie, nos podemos bañar y nos limpiamos ahí.
-Me da cosilla...
-¿Después de lo que acabamos de hacer...? Si no se va a ver nada. Mira el agua, está negra. Esta zona está muy apartada y no se ve nada, solo lo que alumbran estos faroles.
-Vale, vamos. Ayúdame a quitarme las braguitas.

Le ayudé a quitarse las braguitas con cuidado después de salir de ella, tapándose su coñito para que no se saliera nada. Elena se levantó, completamente desnuda. Estaba muy mona y sexy, con sus piernas juntitas y su mano entre ellas. Se me quedó mirando esperando a que me quitara la ropa para ir con ella mientras yo la miraba con una sonrisa tonta, viendo su preciosa cara, un poco sonrojada y sus tetitas con esos pezoncitos erectos. Me quité la ropa y me cogió de la mano para que fuera al agua con ella. Cuando llegamos ella pegó un gritito por el agua tan fría mientras yo cogí aire con fuerza por la impresión, encogiéndoseme hasta el alma, además de otras partas del cuerpo... Una vez nos metimos con el agua hasta el cuello nos abrazamos para darnos calor, con nuestros dientes casi castañeando.

-Ya poco hay que limpiar...
-¿Por qué?
-Con este frío...
-¿A ver? -dijo Elena palpándome los bajos- jajajaja.
-Oye...
-Que mona... Jijiji.

Abracé a Elena por detrás acariciándole las tetas mientras ella se limpiaba metiéndose los dedos para sacarse toda mi corrida.

-Javiiiiii... (dijo con voz melosa)
-Tengo frío, cariño... (dije frotando mi paquete con su culo)
-Parece que ya no tanto... (dijo moviendo su culito al notar como se me ponía morcillona)
-Sí, parece que se me está pasando.

Elena se dio la vuelta y me agarró la polla, empezando a pajearla con suavidad. Mientras lo hacía me miraba con ojitos, sonriendo y girando su cabeza después. Yo la miraba fijamente a los ojos y Elena se puso de puntillas para darme un pico y salir corriendo hacia la orilla. Yo salí detrás de ella y casi llegando la agarré del brazo, tirando de ella hacía a mí para darnos un morreo con muchas ganas. Nuestras manos se paseaban por nuestros cuerpos con tal ansia, que nos enredamos y acabamos cayéndonos. Elena estaba sobre mí y las caricias pararon, pasando a mirarnos fijamente a los ojos, empezando los besos con ella agarrando mi cara. Eran muy intensos, tanto que mi polla reaccionó de más, poniéndose dura por completo. Elena soltó una risita juguetona al notarla mientras me seguía besando.

-Vaya... Parece que se te ha quitado todo el frío que tenías...
-Sí, eres un buen fuego.
-¿Te apetece...?
-Contigo siempre, mi vida.

Elena miró a los lados, viendo que no había nadie y me empujó un poco hacia atrás para que me echara sobre mis codos. Ella permanecía de rodillas sobre mí con una sonrisa pícara, pasando su dedo por mi barbilla y después por mi pecho. Apenas podía verla bien por lo oscuro que estaba, solo lo poco que llegaba de la luz de los faroles que clavé en la arena. Podía ver el brillo que el reflejo de los faroles producía en el colgante recién estrenado, aunque no era tan grande como el brillo de sus ojos. Elena empezó a ronronear mientras apoyaba sus manos en mis hombros y se movía ligeramente.

-Huy... Estás muy caliente, ¿no?
-Mucho. Hacerlo así en la orilla de la playa me pone mucho, parece como de película.
-¿Porno?
-No bobo, jajajaja. Una película romántica donde sale una pareja haciendo el amor como vamos a hacerlo nosotros.
-¿Me vas a hacer el amor?
-Sí. Te voy a hacer el amor como no te lo ha hecho nunca nadie.

Me dio un escalofrío por todo el cuerpo que hasta ella notó cuando me dijo eso. Cogió mi polla y se la metió poco a poco hasta quedar dentro por completo. Me acarició la cara y me sonreía, empezando a moverse lentamente. Solo se veía desde su ombligo para arriba, no se llegaba a ver como mi polla entraba en ella, pero daba igual, la forma en la que Elena me estaba dando cariño era más que suficiente junto al morbo para disfrutar el momento al máximo. Se movía de manera muy sensual, hacia delante y atrás, echando después su cuerpo hacia delante para besarme y subir y bajar su culo para hacer una muy buena penetración. Varió entre esas dos formas, estando así durante bastante tiempo, con mucho aguante por parte de ambos debido al folleteo que acabábamos de tener hacía pocos minutos. Nos besábamos con mucho ardor mientras ella me gemía muy dulcemente en la boca y a mí también se me escapaba alguno que otro. Al rato Elena se incorporó para seguir la follada, aprovechando yo para lanzarme hacia sus pezones, con un sabor diferente, más salado debido al agua del mar. Ese morbo inicial con el que empezó la cosa se mezcló con mucho cariño y amor por la forma en la que Elena se movía encima de mí. Después de comerle las tetas durante unos pocos minutos me cogió la cara de nuevo para besarme con muchas ganas, pasando después a mi cuello, besándolo como solo ella sabía hacérmelo.

-Así cariño... Dame toda tu leche, mi amor...

Elena quería que acaba ya dentro de ella por cómo me estaba besando el cuello, acelerando más su movimiento, esta vez hacia delante y atrás mientras me abrazaba con fuerza.

-Te quiero, te quiero, te quiero, te quiero, te quiero, te quiero, te quiero, te quiero, te quiero, te quiero...

No paraba de repetirlo después de despegarse de mi cuello, agarrando mi cara con fuerza para mirarme a los ojos. Sin poder remediarlo, aunque no tenía intención, el orgasmo me llegó empezando con un cosquilleo en los huevos que se propagó muy rápido por el resto de mi cuerpo, como si fuera una ola de calor, llegándome hasta la cara. Gemí con fuerza, casi gritando, llenándole de nuevo su coñito de leche, empezando a notar como ella temblaba. Estaba empezando a tener su orgasmo, de manera casi simultánea al mío.

-¡Te quiero! (gritó Elena arqueando su espalda, echando su cabeza hacia atrás)

Después de ese alarido, Elena volvió a pegar su cuerpo al mío, abrazándome con mucha fuerza mientras yo terminaba de soltar chorros en su interior. Estaba extasiado, casi mareado por la explosión de mi orgasmo fusionado al suyo. Ella temblaba con mucha fuerza, con fuertes sacudidas y espasmos que iban y venían mientras gemía casi con tono de pena.

Como era de costumbre, me quedé quieto, dentro de ella, esperando a que se recuperara. Elena suspiraba cada pocos segundos mientras aún le daban temblores y algún que otro espasmo. Aún podía notar alguna contracción en mi polla, que poco a poco perdía su volumen debido al haber acabado y al frío del agua. Le empecé a acariciar la espalda para darle calor por si lo estaba perdiendo, haciendo ella lo mismo conmigo poco a poco. Por fin se separó de mí, mirándome a los ojos sonriendo, dándome un pequeño beso, bajándose después de mí para quedar sentada de lado sobre la arena junto a mí, apoyándose en una mano.

Después de unos momentos así, me levanté, yendo hacia la orilla para volver a donde estábamos mientras Elena se terminaba de limpiar. Me quedé sentado en el borde de la manta mientras la miraba como acababa, estado ella de rodillas y traqueteando por ahí abajo. Ella me miraba de vez en cuando sonriendo y sacándome la lengua. Yo le devolvía la sonrisa y ya por fin salió sentándose a mi lado. A pesar de lo fría que estaba agua, no estuvimos mal al salir porque era una noche calurosa y no nos dio frío. Nos quedamos sentados al borde de la manta, en silencio con la mano de Elena sobre la mía mientras escuchábamos el rumor de las olas hasta que los secamos y nos pusimos la ropa, quedándonos tumbados los dos juntos, abrazados.

-Javi, ha sido el cumpleaños más especial que he tenido en mi vida.
-Venga, no será para tanto.
-Te lo digo en serio. (dijo abrazándose con fuerza a mí)
-Tenía pensado algo más, pero al final no ha podido ser...
-¿El qué?
-Que viniera tu padre para darte una sorpresa y lo vieras, pero como al final ha venido tu hermana y sé que no lo puede ver, pues...
-Vaya... Me hubiera gustado mucho. Pero aun así ha sido genial, agradezco mucho tu intención y todo lo que has preparado. Me ha encantado todo y el colgante es estupendo. No me lo voy a quitar nunca, nunca, nunca.
-¿Te ha gustado?
-Muchísimo. Es precioso y la inscripción me ha emocionado.
-Lo hemos estrenado bien, jejeje.
-Jajajaja, pues claro. Que morbazo haberlo hecho en la orilla así...
-Vaya con Elenita... Mírala ahí tan paradita como parecía cuando nos empezamos a acostar...
-Jajajajajaja... Pues ya ves, mírame ahora, follando en público, dejándome tocar por una chica...
-Bueno, si te lo pasas bien me doy por contento.
-Claro, tu Elenita se lo pasa muy bien con su chico. Ha descubierto un mundo y está sedienta de más.
-Mmm... Pues nada, mañana orgía en la playa con todo el que pase.
-Jajajaja, que bobo eres. Poco a poco, mi amor.
-Ya sabes que no hace falta. Yo ya soy feliz de sobra contigo, no necesito hacer nada con nadie más para disfrutar.
-Lo sé, pero también es divertido hacer cositas con nuestros amigos. La cabrona de Irene besa...
-¿Mejor que yo? (dije en tono de guasa)
-Nooooo, tú lo haces mejor. Todo me lo haces mejor.

Seguimos hablando durante un rato hasta que Elena se quedó dormida sobre mí hombro con los dedos de su mano derecha entrelazados con los de la mía izquierda. Yo mientras pensaba en cómo le había gustado todo y lo a gusto que estaba con ella. Finalmente caí dormido al poco de dormirse ella.
 
Capítulo 163

Me desperté al amanecer, sin llegar a pasar mucho tiempo en realidad porque entre la cena, el folleteo, el rato en el agua y la charla de después, se nos hizo bastante tarde. Aun así, el sol no nos daba directamente, por lo que estábamos bastante a gusto por la temperatura tan agradable y esa intimidad que teníamos al no pasar nadie aún. Elena seguía durmiendo, acurrucada a mí conforme se durmió. Estaba preciosa con sus morritos y su pelo castaño ligeramente ondulado con ese pañuelo rojo. Decidí relajarme para volver a dormir un poco y disfrutar más del momento. Después de dormir un poco más me desperté esta vez abrazando a Elena por la espalda haciendo la cucharita. Parecía estar despierta porque me acariciaba la mano, así que incorporé mi cabeza para darle un beso en la mejilla. Al notar eso, Elena se dio la vuelta, mirándome a los ojos y dándome un beso. Después se separó de mí sonriendo como solo ella sabía hacer, acariciando mi cara. Oímos pasar a algún corredor que pasaba por ahí y decidimos levantarnos para no estar dando el cante y que la gente no se creyera que estábamos haciendo algo.

Recogimos todo y volvimos al apartamento dando un paseo por la playa. Eran poco más de las 9 cuando llegamos, por lo que creíamos que no molestaríamos al llamar, ya que no teníamos llaves, pero una vez llegamos y llamamos nos abrió Irene con cara de pocos amigos. Me extrañó un poco, aunque no dijimos nada, ni una palabra. Ella volvió a su habitación cerrando la puerta y Elena y yo nos fuimos a la ducha, siguiendo con los cariñitos que nos estábamos dando desde la noche anterior. Las caricias y los besos no paraban de sucederse, aunque no llegamos a pasar a nada más. Cuando acabamos fuimos a desayunar, pero todos seguían durmiendo. Aun así, desayunamos y nos echamos un rato en el sofá, ya que Noelia estaba durmiendo en nuestra habitación. De nuevo Elena se quedó dormida, pero yo me quedé viendo la tele.

Al rato apareció Noelia, mirándome de reojo, yendo directamente a su maleta a coger ropa limpia. Iba con una camiseta de manga corta que le llegaba hasta un poco más abajo de la cintura, sin poder ocultar casi sus braguitas negras. Estaba claro que no llevaba pantalones, pero también estaba claro que no llevaba sujetador, al marcárseles los pezones bastante sobre esa camiseta blanca y tampoco llevaba gafas. Me pareció notar que tenía la cara un poco roja, pero no le di mucha importancia. Se fue dando pequeños pasitos hasta el cuarto de baño, viendo que también iba descalza. Al rato aparecieron Irene y Mario, ambos en pijama y se sentaron a nuestro lado, preguntándonos como fue la noche. Le explicamos cómo nos fue y se pusieron muy contentos por nosotros, aunque noté a Irene un poco más seria de la cuenta. Después de que ambos desayunaran y se vistieran, nos bajamos a la playa, yendo las chicas delante de Mario y yo, quedándonos un poco por detrás.

-¿Qué le pasa a Irene?
-Nada, ¿por?
-La noto un poco rara, más seria de la cuenta.
-No sé a qué te refieres...
-Pues...

Entonces se pararon, enseñándole Elena a las dos el colgante con detenimiento desde cerca, Mario y yo disimulamos un poco cuando las pasamos.

-Entonces, el plan fue bien, ¿no?
-Sí, fue perfecto, gracias por ayudarme.
-De nada, tío. Mola lo del colgante, es un buen detalle.
-Sí, le hizo mucha ilusión.
-Tengo que hacerle yo algo así a Irene.
-Va Mario, ¿qué pasa? (dije una vez nos despegamos de ellas)
-Tío, paso del tema. Que te cuente Irene.
-Pero tío... Me estás poniendo mal cuerpo.
-Que no es nada, pero que yo paso del tema.
-Vale, ya le preguntaré a ella...

Por fin llegamos a la playa, clavando las sombrillas, extendiendo las toallas, con el ritual de la crema y demás. Después de estar un rato tumbados en las toallas Elena dijo de ir a por helados y acabó yendo ella junto a Noelia. Mario fue a refrescarse al agua y me quede solo con Irene. Me pareció un momento perfecto para preguntarle acerca de su seriedad que llevaba mostrando desde que aparecimos por la mañana.

-Irene, estás un poco seria, ¿no?
-¿Qué? No. Estoy normal.
-Venga, inténtalo de nuevo.
-Espera, que me están llamando.

Irene se levantó y se alejó un poco para hablar por teléfono. Tenía una expresión sonriente. Después de unos breves minutos regresó y se sentó a mi lado.

-Bueno guapa, luego hablamos. A ver si quedamos, que hace mucho que no nos vemos.
-Sofía, ¿no? ¿Al final va a venir a vernos?
-No era Sofía.
-Ah, ¿no?
-No... Era Ángela.
-¿Ángela?
-Sí, hablamos bastante.
-No tengo el gusto de poder decir lo mismo.
-¿Tan mal acabó la cosa?
-Por desgracia sí. Le escribí el día de su cumpleaños y me respondía de manera muy seca. Me interesé por cómo le iba y casi me manda a la mierda.
-¿En serio?
-Sí. Me dijo que me centrara en mi chica y que no le hablara más.
-Está muy dolida. Estaba enamorada de ti. Imagínate estar enamorado de alguien y no poder estar con esa persona.
-Yo también estoy dolido, ¿vale?
-¿Sí?
-Sí, joder. Ángela ha sido una persona muy importante para mí y me jode muchísimo que nuestra amistad se haya acabado y de esta manera. La echo de menos y me gustaría seguir hablando con ella.
-Tranquilo, Javi.
-¿Te ha preguntado por mí o algo?
-No. No directamente. Me pregunta si todos estamos bien y yo le digo que sí, que nos va muy bien y demás.
-Ya veo. ¿Y ella? ¿Cómo está?
-Muy bien. Le va muy bien y está muy a gusto ahora mismo.
-Me alegro.
-Bueno, ¿de qué estábamos hablando?
-Que te veo muy seria. ¿Ha pasado algo?
-Ah...
-Venga va, dímelo.
-Poca cosa.
-Vale, ¿qué es?
-Pues... Anoche fuimos a cenar los tres y todo muy bien. Nos tomamos una copa y regresamos. Noelia se fue a vuestra habitación para dormir ahí y Mario y yo nos pusimos tontos, aunque no hicimos mucho ruido. El caso es que mientras lo estaba montando a buen ritmo, entró Noelia de golpe, completamente desnuda.
-No jodas...
-Pues sí. Se nos acercó y todo, que quería follar con nosotros, vamos...
-Pero...
-No, no pasó nada. Me enfadé bastante. La cogí de la mano y la llevé a vuestra habitación. Le dije que la mínima que viera, que llamaba a su madre y le contaría como era de verdad.
-¿Y qué dijo ella?
-Que vale, que le apetecía mucho y con algo que habíamos hablado creía que estaría bien. Después volví con Mario, él no estaba muy cabreado, pero yo sí, así que me jodió el polvo y por mi cabreo también se lo jodió a Mario.
-Por eso la cara de mala ostia cuando hemos vuelto esta mañana, ¿no?
-Sí. Aún estaba cabreada.
-Pues bienvenida a mi vida.
-¿Cómo a tu vida?
-Por los malos rollos con Noelia digo...
-Ah... Es que no veas con la nena. Que cabezona es...
-No lo sabes bien...
-Me arrepiento de haberle dicho que sí a su madre cuando nos preguntó si podía venir con nosotros.
-¿Por qué te crees que fui a vuestra casa a echaros la bronca?
-Ya...
-Bueno, ya solo quedan un par de días para irnos. No tendréis que aguantarla mucho más...
-¿Y tú?
-Bueno, no me queda otra. Vive con Elena, así que...
-Pues apañado vas...
-La putada es que la madre también es un poco...
-¿Es como ella?
-Sí. Tienen el mismo carácter. Las dos son muy tocapelotas.
-Pues hazle caso a Mario y múdate con Elena. Más tranquilos.
-Pues me lo estoy empezando a pensar...

Elena y Noelia se acercaban, por lo que dejamos de hablar de eso, pasando a otro tema. Irene llamó a Mario y vino con nosotros para comernos los helados. Cada uno nos comimos el nuestro, con los típicos de chocolate de palo o conos, excepto Noelia, que se compró un Calippo. Empezó a chuparlo como si fuera una polla, hasta haciendo el sonido de las succiones. Se hacía la disimulada, pero estuvo así un buen rato. Mario y Elena no le hacían caso, pero Irene sí que se daba cuenta y me miraba negando con la cabeza. Yo puse expresión de "¿qué le vamos a hacer?", mientras me encogía un poco de hombros.

El resto de la mañana transcurrió con normalidad, tomando el sol, jugando a algo, dándonos un baño... Después fuimos a comer también con normalidad, sin ningún mal rollo ni nada raro por ninguna parte. Ambas parejas muy apegadas, con algún beso y cariñito mientras Noelia se quedaba callada o ausente a nuestras conversaciones y gestos. Por la tarde más de lo mismo, con la misma costumbre que habíamos cogido esos días, pasarla ahí hasta el atardecer para luego ir a cenar. Después de una cena, que fue tan bien como la comida, fuimos a tomarnos algo sentados en alguna terraza. El alcohol hizo que esa ligera tensión que había después de los inconvenientes de Noelia se fuera diluyendo.

El problema fue que ellos tenían ganas de más y de seguir con la fiesta, por lo que seguimos en otro sitio con más marcha. Irene, Mario y Noelia empezaron a beber más, aunque aparentemente no se emborracharon, solo iban con el punto. Yo no era de beber, así que con la copa que me tomé en el sitio de antes iba bien servido. Sin embargo, Elena sí que empezó a beber más que el resto, pillando un buen cebollón. Irene y Mario estaban muy a gusto y querían bailar, pero Elena estaba ya que no sabía dónde estaba. Decidí llevármela al apartamento, avisando a los demás. Cargué con ella, colgándose a mi espalda y me fui hacia el apartamento, alcanzándonos Noelia a medio camino.

-Espera Javi.
-¿Qué pasa?
-Nada, que me voy yo también a descansar.
-¿Ha pasado algo?
-No, bueno... Es que los quiero dejar solos.
-Ya, ya me ha contado Irene lo que pasó anoche.

Noelia me miró de manera alarmante, mirando también a su hermana, quien iba adormilada, balbuceando sonidos.

-No te preocupes, está K.O.
-Te lo ha contado entonces, ¿no?
-Sí. Estaba muy molesta.
-Ya, es que anoche los oí y bueno... Me puse muy cachonda. (dijo después de mirar a ambos lados y comprobar que no había nadie cerca)
-Noelia, cualquier día te vas a llevar un susto. No puedes ir haciendo esas cosas, ya viste lo que pasó anoche y bueno, también lo que llevamos a rastras.
-Bueno...
-Creía que te ibas a portar bien.
-Me iba a portar bien con vosotros. Lo que no puede ser es que me pique y me caliente y me deje así. Como tú en su día...
-Anda, cállate.
-¿Lo saben?
-No. Solo tú y María.

Llegamos al apartamento y nos fuimos a la habitación, viviendo Noelia detrás.

J: ¿A dónde vas?
N: A dormir.
J: ¿Aquí? Olvídate.
N: Venga Javi, que hace mucho calor en el salón. Mira como está Elena. No creo que vayáis a hacer nada conforme está.
J: Eso no tiene nada que ver.
N: Anda... (dijo guiñándome un ojo)
J: Anda, tira.
E: Noelia, se buena chica y vete, anda, que Javi y yo vamos a hacer el amor... jijijiji... (dijo pasándole la mano por la cara a Noelia)
N: Bueno... Al final tienes fiesta. (dijo yéndose)

Noelia se fue, dejándonos solos y entonces Elena se puso muy cariñosa, aunque seguía muy borracha, casi ni se tenía en pie.

-Javi, sácatela ya, que te la quiero comer. (dijo dando voces, con la voz muy ida por la borrachera)
-Shhh, tranquilita. No pegues voces. Anda, vamos a dormir, que estás que no sabes ni dónde estamos.
-Estamos en la gloria, ven, que me quiero comer ese pollón.
-Venga, a dormirla.
-Que no, coño. Siéntate.

Elena me empujó a la cama, inclinándose ella y perdiendo el equilibrio, cayendo de culo en el suelo. Después de reírse como si le hubieran contado el mejor chiste del mundo, se puso de rodillas y tiró de mis pantalones y boxers. Mi polla flácida salió y Elena se empezó a reír de nuevo. Me acarició la cara de una manera un poco torpe y me la cogió, empezando a pajearme. Mi polla se empezó a poner dura por el contacto, aunque no quería porque no me gustaba así. No disfrutaba lo mismo con mi chica así, no la veía como siempre y parecía que me estaba acostando con otra persona. Se puso muy pesada e insistente y al final se lanzó a comérmela. Lo hacía con muchas ganas, con los ojos cerrados, intentando metérsela entera, consiguiéndolo, pero se atragantaba por hacerlo tan duro.

-Elena, tranquila, que no te la van a quitar.
-¡Shhh!

Me la empezó a chupar más lentamente, acariciándome los muslos. Ahora sí que empezaba a disfrutar bien de lo que estaba haciendo, viendo más cariño en como lo hacía. Puso su mano en mi pecho, empujándome para que me tumbara, siguiendo con esa mamada con cariño y lenta mientras yo permanecía tumbado, relajado, disfrutando de ello al máximo a pesar de no gustarme ver a Elena así. Me estaba dando mucho placer, notando que estaba cerca de correrme, pero entonces paró, moviendo su mano ligeramente a lo largo de mi polla. De nuevo se paró, soltándola, pero cogiéndola al segundo de nuevo. Después de un par de subidas y bajadas con su mano oí un gemido un poco raro. Lo que vi al abrir los ojos no me gustó nada.

Me encontré a Noelia agarrando mi polla y meneándola muy ligeramente, lanzando algún gemido mientras la miraba fijamente, mirándome después a los ojos cuando me incorporé y la miré.

E: ¿Te gusta, Noelia?
 
Capítulo 164

N: Sí, me gusta mucho.
E: ¿Has visto que pollón?
N: Sí. Qué suerte tienes...
E: ¿Te gustaría comérsela? Jijijiji...
N: Muchísimo. (dijo acercándose a mi polla relamiéndose, con intención de chuparla)
J: ¿Qué coño hacéis? (dije empujando a Noelia, haciendo que se cayera de culo)
N: Ay...
J: Elena, ¿qué coño es esto?
E: No pasa nada, Javi... Estamos jugando...
N: Claro, estamos jugando. Déjate llevar.
J: Tú cállate la puta boca.

Me levanté, subiéndome los boxers y los pantalones. Me fui de malas maneras cerrando la puerta de la habitación, para ir al salón y sentarme en el sofá. Estaba muy enfadado por lo que acababa de pasar. No sé qué coño le pasó a Elena para que dejara a Noelia hacer eso y tampoco sé cómo acabó ella ahí. Estaba ahí, a oscuras, pensando en cómo había llegado a esa situación. No me podía fiar de Noelia en ningún momento, ya hasta aprovechó que su hermana estaba borracha para intentar algo, casi consiguiéndolo. Estaba como paralizado al encontrarme ese percal al abrir los ojos, pudiendo reaccionar por suerte cuando Noelia se acercó con intenciones de empezar una mamada. De pronto oí como la puerta de nuestra habitación se abría y alguien entraba al baño. A los pocos segundos apareció Elena, sentándose a mi lado.

-Javiiiii... (dijo riéndose por la borrachera, aún con la voz ida también)
-Elena, no me hace ni puta gracia.
-Pero, ¿por qué? Jijiji... (dijo acariciándome la cara de manera torpe)
-Elena, para. En serio.
-¡Noooooooo, que quiero follaaaaaaar!
-Ya está bien.

Me levanté y cogí a Elena en brazos para llevarla a la habitación. Cuando llegué a la cama la solté, dejándola de pie.

-Javi, estoy muy tontorrona... Jijijiji...
-Ya lo veo, ya. Estás que... En fin.
-Pero no te enfades cariño... Venga, fóllame como tú sabes. Reviéntame, hazme chillar. Quiero que me folles tan fuerte que me duela el coño.
-Pues lo llevas claro.
-¡Javi! ¡Fóllame!
-No. Y para de gritar.
-Huy... Me estoy mareando.
-Normal, con todo lo que te has metido en el cuerpo lo raro es que no hayas vomitado.
-Ay...
-Venga, a dormirla, ya hablaremos mañana.
-¿No vas a cuidar de tu niña?
-No te lo mereces.
-Pero Javi... (dijo con la voz ida y quebrada)

Volví al salón, sentándome en el sofá, empezando a oír como Elena lloraba. Justo entonces apareció Noelia, quedándose de pie en la puerta del salón. Nos quedamos en silencio, sin hablar, casi sin vernos por la poca luz que entraba de la calle. Como no nos decidamos nada, ella se acercó, sentándose a mi lado. Se me quedó mirando mientras yo miraba a un sitio fijo, sin hacerle caso.

-¿Por qué has parado?
-¿Te quieres callar y dejarme tranquilo?
-No lo entiendo, si ha sido ella la que me ha llamado para acercarme y la que me ha dicho todo eso...
-Que sí, que todos somos muy malos y tenemos la culpa de todo y tú lo haces todo perfecto.
-Hacía mucho que no tocaba esa polla... Qué ganas tenía de metérmela en la boca... Y en otro sitio... He tenido que ir al baño para meterme los dedos de lo cachonda que estaba.
-¡Qué me da igual, coño!

Noelia pegó un respingo del susto que le di al pegar esos gritos. Me levanté y fui hacia la puerta, mientras oía como Elena seguía llorando. Cerré de un portazo y me fui sin saber a dónde ir. Empecé a andar y me crucé a mucha gente, pero quería estar solo, por lo que me bajé a la playa, que estaba desierta y empecé a andar. Estaba muy cabreado, pensando en lo que acaba de pasar. ¿Qué se le pasaba por la cabeza a Elena para permitir algo así? No tenía ni idea de cómo habíamos llegado a esa situación. Parecía que todo estaba bien y de repente me encuentro a Noelia de rodillas junto a ella agarrando mi polla, mirándola como si la fuera a devorar.

No lo sabía, no sabía que estaba pasando. ¿Tal vez Elena tenía esa fantasía como Irene, queriendo hacer algo con un familiar o algo? No, no me cuadraba. Es verdad que Elena había tenido un despertar en el sexo después de haber entrado yo en su vida, no teniendo que ver casi nada con cuando empezamos a acostarnos, habíamos descubierto muchas cosas, habíamos involucrado a más gente, pero no la veía imaginando algo así. Elena era celosa, como había demostrado varias veces con Irene al intentar coger mi polla o algo por el estilo. ¿Por qué iba a dejar a su hermana hacer algo así? No lo entendía, no me entraba en la cabeza. ¿Por la borrachera? Todo me hacía pensar que era por eso, pero no llegaba a estar seguro del todo. Y Noelia, no paraba la hija de su madre de dar por culo y provocar. Y no solo conmigo, también lo estaba empezando a hacer con Mario e Irene. Parecía que se había propuesto joderme la vida y lo estaba consiguiendo.

Seguí andando y andando hasta que llegó un momento en que había recorrido tantos metros sin fijarme en nada al estar dándole vueltas que llegué a un sitio en el que no había estado antes. No sabía qué hora era porque me dejé el móvil en el apartamento, pero sabía que era tarde por las horas a las que llegamos al apartamento y por el tiempo que llevaba andando. Me senté en la arena sin parar de darle vueltas a lo que me acababa de pasar.

De repente empezaron a aparecer varios chicos y chicas. Formando un grupo. Me pareció raro porque ese sitio parecía bastante tranquilo y no tenía pinta de que fuera a aparecer nadie, pero así fue. Se colocaron a unos 20 metros de mí, haciendo un pequeño fuego. Parecían estar bebiendo cerveza con varias litronas que se pasaban de unos a otros, pero de repente pasó algo que no me esperaba. Se empezaron a desnudar. Había de todo, aunque evidentemente me fijé más en las chicas. Todas estaban muy bien, algunas con más tetas, otras con menos, todas ellas con buenos culos, morenas, rubias, castañas... Serían unas 20 personas en total. Algunos se fueron a bañarse y entonces una de las chicas que salió del agua se acercó a mí.

Era imponente de lo buena que estaba. Mediría entorno 1,65. Castaña muy clara, como si fuera pelirroja y rubia a la vez, con media melena de pelo rizado. De cara era guapísima. Grandes ojos de color verde agua, una nariz muy bonita un poco respingona y una boquita de piñón muy bonita también. Si de cara era estupenda, de cuerpo... Delgada, aunque con curvas muy sensuales, un culo muy bonito y apetecible por lo que vi mientras se estaba bañando, su coño tenía mejor pinta aún. Tenía una pequeña rajita, pero con sus labios interiores dejándose asomar, mostrando lo rosados que eran y como estaban coronados por una pequeña porción de pelo, con vello fino del mismo color que el de su cabeza, un castaño muy claro. Esas caderas eran preciosas, junto a sus carnosos muslos, haciéndoles unas curvas muy sensuales, pero había algo que opacaba todo lo demás en su físico, sus tremendas tetas. Eran increíbles, bastante grandes y firmes con unos pezones marrones increíblemente bonitos, de aureolas normales, pero con esos pezones gorditos y de punta por el frío del agua.

Se quedó a mi lado, poniendo una mano sobre su cadera, mirándome con media sonrisa. Inmediatamente se sentó a mi lado, pudiendo yo apreciar como sus tetas rebotaban al dejar caer su culo sobre la arena. Ya estaba morcillón, pero al ver eso mi erección fue a más. Se me quedó mirando a los ojos, con una mirada muy profunda que hacía que te perdieras en esos ojos verdosos.

-¿Qué haces aquí tan solito? (dijo con una voz muy dulce de manera alegre)
-Nada, tomando el aire.
-Un poco raro, ¿no? Aquí en un sitio tan apartado, tan solo...
-No creo que sea tan raro. He empezado a andar y he acabado aquí.
-Bueno, no sé...
-Qué bien os lo pasáis, ¿no?
-¿Has visto? Venimos de vez en cuando, somos amigos y bueno, a veces surge esto... Tú no eres de aquí, ¿verdad?
-No, no soy de aquí. Estoy de vacaciones.
-Ah... Ya decía yo...
-¿El qué?
-Que no me sonaba haber visto a un chico tan...
-¿Tan...?
-Pues tan guapete. Me pareces muy mono.
-Eh...
-Me llamo Bea, por cierto...
-Yo Javi, encantado.
-Encantada. (dijo dándome dos besos)
-¿Y venís mucho por aquí?
-Bastante. Somos amigos de siempre y venimos mucho por aquí, aunque no siempre acabamos así... Jejejeje. (dijo mirándose su par de melones)
-Imagino, jajaja.
-Esto lo hacemos poco, cuando salimos de fiesta y los apetece seguir un poco más...
-Vamos, que cae una orgía de vez en cuando...
-Nooooo, jajajaja. Bueno, cada uno hace lo que quiere, yo no... Bueno, nos desnudamos por hacer la gracia, pero yo no hago nada con ellos.
-Ah, tienes novio imagino, ¿no?
-No, que va. Pero que no me gusta mezclar amistad con...
-Ah... va, va.
-¿Y tú no tienes con quien divertirte? ¿Quieres venirte con nosotros?
-Es una buena oferta, pero no te preocupes, estoy bien.
-Ah... Que eres más de estar tranquilito con una chica...

Entonces Bea puso su mano en mi muslo y se inclinó para darme un beso. Casi rozando mis labios aparté mi cara, dándome el beso en la mejilla.

-Vaya... La primera cobra que me hacen... ¿No te parezco atractiva?
-Tengo novia.
-Ah... Perdona.
-No te preocupes, no pasa nada.
-¿Todo bien?
-Bueno, no pasa nada.
-¿Seguro?
-Sí, si yo la quiero un montón, como a nadie, y ella a mí. Pero se ha emborrachado y bueno, no le cae bien el alcohol...
-¿Te ha engañado?
-No, que va. Si ayer fue su cumpleaños y lo pasamos muy bien, fue muy romántico.

Le expliqué un poco a Bea lo que hicimos Elena y yo el día anterior, contándole también lo emocionada y contenta que estaba, diciendo también que pasamos la noche en la playa, dejando caer lo que pasó con todo ese folleteo mientras ella me miraba sonriendo.

-Vaya, que bien suena todo eso.
- Sí, estuvo muy bien.
-¿Y por donde dices que os ponéis? Lo mismo me acerco a veros.
-Pues mucho más para allá. Pero te agradecería que no te acercaras.

Bea me miró con cara de no entender, casi como de molestia.

-No me malinterpretes, me has caído muy bien, eres muy agradable, pero mi chica es un poco celosa y ya hemos tenido alguna discusión por esto. Ve a una chica que resalta y bueno...
-Huy, muchos problemas veo por ahí, jajajaja.
-Que va, si apenas discutimos. Es un amor de chica, solo que bueno, pues a veces pasa eso, ¿no? Quiero decir... En todas las parejas pasa, es imposible estar de acuerdo en todo y esas cosas. Llevamos 5 meses y apenas hemos discutido, ni siquiera nos hemos peleado.
-Vale, tranquilo. Era broma.
-Pues eso, que no es por ti, es por bueno, evitar malos rollos.
-Vale, si te veo te sonrío y ya está, ¿vale?
-Vale, vale, jajaja.
-Pues es una pena...
-¿El qué?
-Que tengas novia... Porque me gustas. Me hubiera gustado... (dijo mirándome el paquete, que aún seguía duro, sentado una risita al final)
-Mmm... Bueno, si hubiera estado libre, ni me lo pienso.
-Jajajaja. Vaya, me estás tentando...
-Vale, me callo, jajajaja.
-Creía que no te parecía una chica guapa, me he venido un poco abajo.
-No, que va. Si eres preciosa y estás...
-Ya, ya he visto cómo se te van los ojos... Jajajaja.
-Pero, ¿tú te has visto? ¿Cómo no se me van a ir...?
-Pero no es justo. Tú me has visto todo y yo lo he visto nada...
-Oye, que yo no te he pedido que te despelotes... Jajajaja.
-Bueno, sé un caballero y ponte en igualdad.
-Joder... Es la forma de pedirme verme la polla más rara que he tenido, jajajaja.
-Bueno, para todo hay una primera vez...
-Me da vergüenza... Y más con todos tus amigos y amigas ahí.
-Pero si todos están desnudos, jajajaja.
-No sé, este tonteo no me gusta teniendo novia. Yo no soy así.
-Mira, hacemos una cosa. Cojo un par de cervezas y nos vamos más retirados. Así me quedo contenta y no te ve el resto.
-No sé... No soy mucho de beber...
-Venga, que voy a por ellas. Ya vengo.

Bea se fue hasta donde estaban sus amigos, trayendo un par de cervezas que metió en su bolso, junto a su ropa. Estando aún desnuda se plantó delante mía y me tendió la mano para ayudarme a levantarme. Me levanté con su ayuda, apreciando el bamboleo de sus tetas por el movimiento brusco que hizo al hacer fuerza para ayudarme. Al ver eso no pude evitar que se me escapara un resoplido, riéndose ella ligeramente al darse cuenta de porqué era. Una vez ambos de pie, me agarró de la mano y empezamos a andar un poco para retirarnos hasta que no los veíamos. De nuevo nos sentamos en la arena y aunque no teníamos la misma luz que antes por la fogata improvisada que montaron sus amigos, sí que se seguía viendo bien por la luz que nos proporcionaba la luna llena.

-Toma, bébetela y te relajas un poquito.
-Si es que no soy mucho de beber, no me gusta el alcohol. Debes pensar que soy un soso.
-No. Pienso que eres un chico muy mono que respeta mucho a su novia. No estoy intentando emborracharte ni nada, ¿eh? Que es sólo una cerveza... Jajajaja.
-Ya, jajajaja. Venga va, me la bebo para no hacerte el feo.

Bea y yo empezamos a hablar, conociéndonos mejor, contándome que tenía 22 años y que estaba en la universidad y que también trabajaba a media jornada para pagarse sus cosas. Me dijo que era muy independiente y que vivía sola compartiendo piso. Hablaba de una manera muy segura, contándome sus aspiraciones al futuro de manera muy decidida. Parecía muy madura para su edad, pero tenía ese tono de picardía que te hacía permanecer a alerta y más si tenías novia.

-Joder, creo que nunca he hablado con alguien de tu edad que tenga las cosas tan claras para su futuro...
-¿No?
-Pues no, la verdad.
-Yo tengo muy claro lo que quiero. ¿Y tú?
-Pues bueno, nunca he sido de pensar mucho en el futuro, he sido más de vivir el presente, pero ya me ha tocado tomar decisiones.
-¿Cómo cuál?
-Pues, por ejemplo, yo trabajo en un periódico como traductor y una vez tuve un trabajo y me lo tuvieron bastante en cuenta.
-¿Cómo fue?
-En el tema laboral excelente, en el personal, no tanto...
-¿Y eso?
-Me tuve que ir tres semanas a otro país y mi chica es un poco sensible y bueno... Digamos que ese tiempo sin vernos no le vino bien.
-Ah... Bueno, pero estáis bien, ¿no?
-Sí, sí. La cosa es que después de ese trabajo me dijeron que me iban a ascender a jefe de mi departamento, pero para ello tendría que irme a otra ciudad y viajar más y tal y bueno, pues... Tuve que rechazarlo por mi chica, me gusta mucho y quiero estar con ella y no quiero que esté mal y pues eso. Además, la distancia es una mierda.
-Javi, eso es muy bonito. No te conozco apenas, pero eso dice mucho de ti como persona.
-Gracias.
-Yo he tenido algún noviete y a las primeras de cambio me ha dado la patada. Tu chica tiene suerte, debió de haberle hecho mucha ilusión.
-No lo sabe.
-¿No?
-No. Quería evitar malos rollos, por eso no le dije nada.
-Bueno, eso también está bien. ¿Cuántos años tienes?
-25.
-¿Ya los has cumplido?
-No, cumplo 26 a finales de año.
-¿Y tu chica?
-24 cumplió ayer.
-Qué bien. Bueno, ¿cuándo te quitas la ropa?
-Joder que directa eres, jajaja.
-Me tienes esperando, nene...
-Pfff... Que corte...
-Venga, que tú me has visto todo. Si es para divertirnos, chico.

Me levanté y me empecé a desnudar, de espaldas a ella porque tenía vergüenza y aún la tenía bastante morcillona por seguir viéndola desnuda en todo momento. Era imposible estar relajado viendo ese cuerpazo. Cuando me quité la ropa me senté rápidamente, tapándome con disimulo para que lo me viera lo que me quería ver. Ella sonrió al ver mi gesto, mirándome a los ojos.

-¿En serio te tapas?
-Ya te he dicho que me da corte.
-Tío, que me has visto las tetas. -dijo pasando sus manos suavemente por ellas, acariciándolas, levantándolas y dejándolas caer, con su rebote tan sensual que me hacía sentir un cosquilleo por los huevos. Después pasó sus dedos por sus pezones, pellizcándolos ligeramente, haciendo que se volvieran a poner duros, con un ligero gemido al final- Déjame disfrutar a mí también, ¿no?

Después movió sus piernas, poniéndolas mirando hacia a mí, abriéndolas para dejar su sexo a mi vista.

-Venga, anímate.

A pesar de que eso había hecho que se me pusiera bastante dura, obligándome a encogerme para ocultarme, le hice caso y me senté bien, con las piernas estiradas, apoyándome en mis brazos, poniéndolos detrás de mi cuerpo.
 
Capítulo 165

-¿Contenta?
-Joder... -dijo después de unos segundos en silencio, mirando mi polla empalmada- Vaya tela...
-Vaya, con lo espabilada que eres y qué callada te has quedado, jajaja. (dije después de unos segundos estando ambos en silencio)
-Tío, me he quedado un poco...
-Jajajaja.
-Tu chica tiene que estar...
-Bueno, se lo pasa bien.
-Ufff...
-¿Qué pasa?
-Pues que no he visto una así en persona... Estoy mojadita.
-Joder, pero tía... Jajajaja.
-Madre mía que calor me ha entrado... Creo que me voy a dar otro baño, ¿vienes?
-No. Paso de...
-Bueno, vengo en nada. (dijo guiñándome un ojo)

Bea se fue al agua, metiéndose lentamente, dejándome disfrutar de su culazo conforme se iba alejando. Se quedó cerca de la orilla, lanzando una risa mientras cogía aire, al parecer por lo fría que estaba el agua. No entró más de dónde el agua le llegaba por las caderas, poniéndose de rodillas mientras se daba la vuelta para quedarse frente a mí. A pesar de que habría unos 10 metros, era capaz de verla bastante bien. La luz de la luna se reflejaba sobre el agua que cubría su piel, haciendo que brillara. Se esparcía el agua por sus hombros y el resto de sus brazos. El agua le llegaba casi hasta el cuello y estaba haciendo un esfuerzo para que no se le mojara el pelo, aunque se lo había recogido con un coletero, quedando muy sexy, pero se cansó y empezó a avanzar hacia la orilla estando de rodillas aún, quedando entonces con el agua a la altura de sus tetas, mostrando un poco los pezones. Ambos nos mirábamos, con una ligera sonrisa, hasta que a ella se le fue, poniéndose seria.

-¿Seguro que no te quieres dar un bañito...?

Negué con la cabeza mientras seguía sonriendo, haciendo Bea un gesto de no entender que no quisiera ir con ella, acabando en una sonrisa. Después empezó a masajearse su cuerpo, sin dejar de fijar su mirada en mí, a veces se miraba por donde pasaba sus manos, otras veces los cerraba, hasta que se empezó a masajear con más intensidad, empezando a mirarme más. Me pareció ver cómo tocaba sus tetas, como si pellizcara sus pezones, aunque no estaba totalmente seguro. A continuación, pude apreciar como movía sus brazos, pero esta vez como si los bajara más. No estaba seguro al igual que antes, pero juraría que se estaba tocando, porque cambiaba su cara, aunque parecía esforzarse porque no se notara, pero llegó un punto en el que echaba su cabeza hacia atrás ligeramente mientras entornada sus ojos. Cuando los abría me miraba fijamente, mirando mucho mi polla, que obviamente estaba durísima. Ver a una chica así de impresionante desnuda, tan cerca de ti y luego irse al agua, poniéndose en esa postura, que era una de mis preferidas, aunque ella no lo sabía, y con esos tocamientos que yo suponía, pues me tenía como una moto, tanto que para cuando miré hacia abajo pude apreciar unas gotas saliendo de mi nabo.

Me notaba acelerado y estaba rezando porque ella no dijera de dar un paso más porque el morbo que tenía en ese momento y quizás también el enfado por lo que había pasado en el apartamento me impedía vestirme e irme. Y siendo honesto, no quería irme realmente, estaba disfrutando de esa situación, era una situación muy morbosa, quizás la más morbosa que había vivido hasta ese momento o al menos así lo recordaba yo. No estaba engañando a Elena, esa chica y yo no nos habíamos tocado, ni besado ni nada. ¿A quién no se le ha ido la mirada en la playa al ver a una chica en topless aun estando en pareja? Solo era deseo, no sentía nada hacia esa chica y eso que era muy maja y agradable, hasta cercana, pero no. Yo estaba enamorado de Elena y jamás le haría algo así. Bastante mal me sentía ocultándole lo de Noelia como para ahora sumar esto, que sí que sería algo gordo y que me quemaría por dentro.

Se me rompía el corazón al ver a Elena mal y sabía que si hacía algo con Bea se lo acabaría contando por sentirme tan culpable. Puede que debiera hacer lo mismo con el problema que tenía con Noelia, pero no lo veía igual. Elena en su día sufrió cuando Alejandro le puso los cuernos y que se lo hiciera yo la destrozaría, ya que ella tenía una concepción bastante diferente a la mía sobre el sexo. Yo sabía diferenciar folleteo de sentimientos, como bien hice toda mi vida hasta que empecé a salir con ella, aunque tal vez había cambiado y ya no era así, pero pensaba que sí al haber hecho alguna cosa con Irene, como tocarla y que ella me tocara a mí. Sin embargo, Elena era muy tradicional, mucho. Y celosa, por lo que no podía ser.

Por otra parte, el problema de Noelia empezó cuando aún no éramos pareja. ¿Debería habérselo contado y haber sido un buen amigo así? Sí, por supuesto, pero pequé de egoísta. Me lo pasaba muy bien con ella y no quería perderme eso, me hubiera jodido mucho que me hubiera dado la patada en el culo que, pensándolo, seguramente me la habría dado teniendo en cuenta sus celos y que ella no era de echar polvos porque sí, como ya me dijo en su día. Ella se involucraba mucho y no tenía sexo con cualquiera. Quizás la cosa empezara así en nuestro primer polvo, tal vez algo desinhibida por el alcohol que tomamos, pero a raíz de ese primer polvo seguimos hablando como amigos y ella empezó a disfrutar de eso y cada vez nos llevábamos mejor, empezando a hablar más, siendo inevitable que al final surgieran sentimientos por su parte, como bien recordaba en esa noche en la que me susurró "me encantas", abrazándome después con fuerza al creer que ya me había dormido.

Era un tema muy delicado porque no quería crear un mal rollo con alguien de su familia y más teniendo en cuenta el tema de sus padres del que me empecé a oler algo justo cuando nos despertamos después de nuestra primera noche juntos. El problema es que la niñata de Noelia no paraba de calentar, picar y provocar, jugando conmigo con chantajes y yo picando como un auténtico idiota y la cosa llegó a un punto en el que era inviable contarle a Elena el problema porque empezaría a pedir explicaciones y contarle todo eso sería demasiado. No porque no me creyera, porque tenía guardada toda la conversación con los archivos que me enviaba, sino por el palo que se llevaría al ver que su hermana le estaba haciendo eso. Me tendría a mí para superar eso, pero era algo por lo que no quería hacerla pasar.

Tan ensimismado estaba en mis pensamientos que no me di cuenta de que Bea estaba justo delante de mí mientras yo había pasado a flexionar mis piernas, apoyando mis brazos en mis rodillas, notando como mi erección había perdido fuerza. Bea estaba de rodillas frente a mí, con sus manos en sus muslos, mirándome sonriendo.

-¿En qué piensas?
-¿Eh?
-Te has quedado con la mirada perdida, algo importante debía ser.
-Bueno, estaba repasando cosas que me han pasado.
-¿Puedo saber...?
-Es muy largo...
-No tengo prisa, estoy a gusto contigo.

La miré a los ojos mientras ella me sonreía y le empecé a contar un poco por encima mi relación con Elena, con alguna pincelada de lo de Noelia, aunque sin mencionar que era su hermana. Parecía comprensiva por lo que le estaba contando a pesar de que no estaba siendo transparente del todo con ella. No podía sincerarme de esa manera con alguien que conocía de hacía nada.

-Pues es una putada, la verdad. Pero no me parece que lo estés haciendo tan mal.
-¿Tú crees?
-Tienes tus motivos, aunque no hayas querido contarme del todo lo que pasa. Yo no sé qué haría en tu situación, pero si me dices que tu novia es bastante sensible, pues quizás sea lo mejor.
-Eso creo yo. No sé...
-Eres un buen tío Javi, no te preocupes.
-Gracias.
-Ay... (dijo en un suspiro)
-¿Qué pasa?
-Nada, que me apeteces mucho. No solo me atraes físicamente, sino que también me gusta cómo eres. ¿Sabes? Cuando estaba en el agua y te estaba mirando, me he tenido que tocar un poquito. Me ha puesto muy cachonda ver lo que tienes ahí y no he podido evitarlo.

Me quedé en silencio, con miedo de alentarla más si decía algo y ella siguió:

-Lo pasaríamos tan bien... -dijo poniendo su mano en mi espalda- No tiene por qué enterarse nadie, podemos ir a mi casa, estoy sola estos días.
-Bea...
-Mira, otra vez me he mojado... (dijo abriéndose de piernas como hizo anteriormente, llevando su mano hasta su coñito para abrírselo con los dedos)

Me quedé mirando al frente para que no siguiera.

-Mírame. (dijo de manera seria, casi con tono mandón)

Eché un rápido ojo sin poder evitarlo notando de nuevo un cosquilleo por los huevos, cambiando rápidamente a sus ojos.

-No me lo pongas más difícil, por favor.
-Qué suerte tiene tu chica. Debe estar muy contenta contigo... (dijo pasando su mano por mi mejilla, la misma con la que segundos antes se estaba abriendo el coño)
-Pfff...

Bea se levantó, sacudiéndose la arena que tenía pegada al cuerpo, empezando después a vestirse, poniéndose su tanga negro y su sujetador del mismo color que encerraba esos pechos increíbles. Después se puso su vestido veraniego blanco con un estampado de flores y sus sandalias.

-Bueno, a ver si nos vemos mañana... (dijo soltándose el pelo)
-Vale, pero no me la líes, ¿eh? Jajaja.
-Jajajaja, no, tranquilo. Ya me ha quedado muy claro y mira que lo he intentado. Pero yo no soy como esa chica que te está dando problemas.
-Gracias.
-Nada, niño... Perdona por haber sido tan insistente. Lo bueno es que ahora cuando llegue a casa voy a poder acabar lo que he empezado en el agua y tengo un buen recuerdo de ti... (dijo mirando mi polla que aún estaba tiesa)
-Vale...
-Nos vemos.
-Adiós.

Bea se fue por donde habíamos venido mientras yo me quedaba ahí donde estaba sentado. Cuando la perdí de vista resoplé aliviado al no haber pasado nada al final. Me vi al límite, fue muy difícil esquivar aquello. Bea era una chica impresionante, lo tenía hecho y mi cabreo con Elena hizo que me costara mucho no lanzarme a hacer algo. El problema era que me quedé con un calentón increíble, por lo que viendo que no había nadie cerca, salí corriendo hacia el agua, lanzándome de cabeza. El frío que me entró hizo que se me pasará bastante, yéndose por completo cuando me quedé tumbado boca arriba, relajándome. Que bien me vino ese chapuzón. Me relajé mucho, pasándose el calentón y calmándome de mi cabreo bastante, achacando lo sucedido a la borrachera que pilló. Me quedé un buen rato en el agua, dándome cuenta de que casi ya estaba amaneciendo, por lo que salí rápidamente para ir a las duchas que había para quitarme toda esa sal del mar, esperando para secarme un poco y vestirme de nuevo.

Empecé a andar por el paseo marítimo esta vez, empezando a salir el sol mientras veía una turba de gente que mezclaba a jóvenes que iban a casa tras acabar la fiesta, con cara de no poder más y personas mayores con pinta de domingueros que parecían ir a pasar todo el día a la playa. Sí que había recorrido por la noche camino, porque andaba y andaba y no lograba ver algo conocido o visto los días anteriores. El no llevar el móvil encima tampoco ayudaba a situarme. Por suerte sí que llevaba la cartera, por lo que pude parar a comer algo en un bar. Estaba muy hambriento después de tanto moverme de un lado para otro. Cuando acabé seguí andando esperando llegar a un sitio conocido y tras un buen rato lo conseguí, dándome cuenta de que aún me quedaba un rato hasta llegar al apartamento.

Casi llegando me senté en la valla que separa el paseo marítimo de la playa, pensando en qué decir una vez apareciera y todos se pusieran a preguntarme donde había estado, porque estaba seguro de que iba a ser así. Pero no llegué a nada en concreto, pensando en improvisar una vez estuviera en situación. Lo mismo con suerte seguían todos durmiendo y me libraba de ese momento tan incómodo. Con la tontería el tiempo pasaba y no sabía qué hora era, por lo que pregunté a alguien que pasaba, diciéndome que eran las 10. Fui hacia el apartamento y cuando llegué, llamé a la puerta y me abrieron de inmediato.
 
Capítulo 166

Abrió Mario, vestido ya para salir a la calle. Pasé y me encontré a Irene y Elena vestidas también para salir y a Noelia tumbada, aún en pijama.

E: ¡Javi! ¿Dónde estabas? (dijo viniendo hacia a mí corriendo para abrazarme con fuerza)
I: Javi, ¿dónde coño te metes?
M: Íbamos a buscarte. Elena nos ha dicho que no estabas en la cama cuando se ha despertado y que no te veía en el baño ni en ningún sitio.
J: Ya. Es que...
I: ¿Pasó algo anoche? (dijo levantando sus cejas)
J: Em... Bueno, algo...
E: ¿El qué? (dijo alarmada, abriendo mucho sus ojos)
J: Nada. El alcohol no te sienta bien, Elena.
E: Pero, ¿hice algo?
J: Te pusiste muy pesada. Empezaste a pegar voces diciéndome que te follara. Nunca te había visto así y no me gustó. Seguiste con los berridos y me fui a dar una vuelta.
I: Pero, ¿hasta ahora?
J: Pues sí. Me enfadé un poco y empecé a andar y me fui muy lejos. Me encontré con un grupo de gente y estuve un poco ahí. Para relajarme me bañé hasta el amanecer y empecé a volver, pero no sabía muy bien dónde estaba.
M: Te hemos llamado al móvil, pero lo tenías aquí.
J: Sí, me lo dejé aquí.
I: Bueno, y desde al amanecer hasta ahora, ¿qué has hecho?
J: Pues me paré a desayunar porque estaba muerto de hambre y seguí andando hasta que ya me sonaba el sitio, pero me he encontrado con un conocido y me he parado a echar un café con él. Se me ha hecho un poco tarde.
E: Javi, me he asustado mucho. No recuerdo nada de anoche, ni siquiera sé cómo volví aquí.
J: Te traje yo a cuestas.
E: Joder, lo siento. Es que estaba tan contenta que empecé a beber y se me fue la mano.
J: No entiendo por qué os infláis a beber. Es una mierda.
I: Si sabes beber no hay problema.
E: Lo siento, de verdad.
J: Da igual, ya ha pasado.
N: Joder, vaya resaca... -dijo llevándose una mano a la cabeza- ¿Qué pasa?
I: Nada, que tu hermana se puso muy contenta anoche.
N: Joder, no sé qué mierda bebí, pero no me acuerdo de nada, tengo imágenes borrosas...
I: Pues no te fuiste tan mal.
N: No sé... Lo mismo es que bebimos todos más de la cuenta...
J: Yo no, te lo aseguro.
N: Ya, ya sabemos que no bebes, chico sano...
M: Bueno, ¿vamos a la playa, o qué?
E: Pero Javi tendrá que dormir, ¿no? Mira que carilla tiene... Además, yo no me encuentro muy bien. Quiero descansar un poco más...
N: Bueno... Ya quieren follar...
I: Eso a ti te da igual. Y si quieren follar pues follarán. Así que venga, vístete, que nos vamos los tres a la playa.
N: Pero no he desayunado aún...
I: Da igual, ahora compramos algo de camino.
N: Vaaale...

Noelia se vistió y los tres se fueron, dejándonos solos a Elena y a mí. Ambos estábamos de pie, con ella agarrando mi mano de manera tímida.

-¿Vamos a descansar? (dijo bajito con una voz dulce)

Asentí ligeramente sonriendo y le agarré la mano con fuerza para ir a la habitación con ella. Me quedé en boxers mientras ella se quitó la ropa, poniéndose una camiseta de tirantes de pijama, marcando ligeramente sus pezones, aunque no se puso el pantalón, se quedó con sus braguitas negras. Me tumbé boca arriba y ella se echó sobre mi hombro, pegando su cuerpo al mío quedándose tumbada de lado, empezando a pasar su mano por mi pecho, estómago y barriga. Aspirar su olor, sus caricias, su voz dulce y aniñada cuando me dijo de ir a descansar, la cara de preocupación que tenía cuando llegué, todo eso, ella, hizo que se me fuera el enfado por completo. No decíamos nada, estábamos relajados, pero yo necesitaba darle un poco de cariño, aunque no quería romper el momento, por lo que le di un simple beso en la frente. Cuando lo hice, Elena paró de mover su mano, estirando su brazo por mi costado para abrazarme.

-Lo siento, de verdad.
-No te preocupes, no ha sido para tanto.
-Me da la sensación de que sí que lo fue.
-¿Por qué?
-Pues porque para que te vayas y estés toda la noche fuera... Además, me desperté con los ojos mojados, como si hubiera llorado.
-Anoche te pusiste muy... Bueno, que querías tema y a mí así no me gustaba. Llegó un punto en el que empezaste a pedírmelo a voces y no me sentó bien la cosa. Me levanté para irme, pero me dijiste que estabas mareada y que te encontrabas mal.
-Joder...
-Me preguntaste si iba a cuidar de mi niña y dije que no te lo merecías. Y ya me fui porque empezaste a llorar y no puedo verte así. Lo siento.
-Es por mi culpa. Tú no has hecho nada malo, fui yo quien lo hizo mal. Lo siento, mi amor. No volverá a pasar, ya no beberé más.
-Elena, yo me enamoré de ti por cómo eres, no tienes que cambiar nada de ti. Si te gusta beber, pues bebe.
-Lo siento, Javi. -dijo incorporándose, sentándose con las piernas cruzadas- Estoy mostrando muchos inconvenientes.
-¿Cómo?
-Quizá no soy en realidad la chica con la que te empezaste a ver para pasarlo bien y con la que acabaste saliendo.
-Pero...
-Empecé con los celos cuando apareció tu amiga Ángela, luego lo de cuando te fuiste por trabajo, que pasaron varias cosas y esta semana otra vez con los celos y esto...
-Elena, pero es que me da igual. Yo me enamoré de ti siendo así y te quiero como a nadie.
-Ya, pero...
-No me importan esos inconvenientes. He seguido a tu lado, ¿no? Pues si lo he hecho es porque soy feliz contigo. Seguro que hay cosas de mí que no te gustan.

Elena negó sacudiendo su cabeza mientras apretaba sus ojos.

-Jajajaja, ya...
-De verdad que no. No puedo estar más contenta contigo.
-Pues no sé...
-Para mí eres lo mejor.

Elena me abrazó, dándome un beso lento. Después la abracé yo y la puse boca arriba para recostarme en su pecho. Ella soltó una risa encantadora y empezó a acariciarme el pelo. Por lo a gusto que estaba con mi chica y lo cansado que estaba después de tanta vuelta y pasar toda la noche sin dormir, acabé durmiéndome sin pararme a pensar nada de lo que acabábamos de hablar.

Me desperté sobre las 3 de la tarde solo en la cama. Me pareció un poco extraño, pero cuando abrí la puerta me di cuenta de porqué estaba solo. Podía oler a comida desde allí y estaba hambriento, así que fui hacia la cocina. Me encontré a Elena de espaldas acabando de preparar algo. Me acerqué a ella, abrazándola por la espalda, con ella empezando a reír mientras me explicaba que había visto que había por ahí unos espaguetis y pensó en preparar algo para que comiéramos. Como ya sabía, lo que preparó estaba muy bueno, por lo que junto a cosas que hablábamos, pasamos un buen rato.

Habiendo descansado un poco dijimos de bajar a la playa, por lo que nos pusimos los bañadores y nos bajamos mientras le preguntábamos a los demás donde estaban. Cuando llegamos nos tumbamos junto a ellos en las toallas después de que Elena me embadurnara de crema como había ido haciendo todos los días. Parecía haber un buen rollo en general, sin nada raro, ni palabras, ni miradas, nada. Me pareció un poco raro por el plan en el que estaba Noelia, especialmente por cómo se habían ido, con Irene poniéndola en su sitio. Y esa era otra, Irene era más lista que el hambre y sabía que la tendría que confrontar tarde o temprano por aquello de haber desaparecido toda la noche.

Estábamos muy a gusto, charlábamos mientras jugábamos a las cartas o picábamos algo, poniéndose Elena sentada detrás de mí, abrazándome. Estuvo muy cariñosa durante todo el tiempo y parecía que la cosa no se podía torcer, pero entonces a unos metros vi a Bea, quien parecía estar mirando a varios sitios. Me hice el loco después de poner media sonrisa y seguí a lo mío mientras jugábamos.

-Este sitio está bien. (dijo Bea poniendo su toalla cerca de nosotros)
-Por fin te decides, tía... (dijo una amiga suya que la acompañaba)
-Aquí parece que vamos a estar a gusto.
-Hemos pasado por aquí un par de veces, no sé por qué no hemos venido antes...
-Ay tía... Estaba buscando un sitio con gente de nuestra edad, que donde nos ponemos siempre solo hay personas mayores...
-Ya, pero tampoco hacía falta irnos tan lejos, digo yo...
-Que pesada estás, de verdad. A ver si echas un polvo.
-Claro, como tú anoche triunfaste...
-Que va, no hubo suerte. Aunque cuando llegué a casa me acordé de él, ya sabes... Jajajaja.
-Jajajaja.
-Yo sí que te daba suerte... (dijo Irene por lo bajo)

Mario soltó una carcajada mientras los demás de nuestro grupo sonreímos, dándole Elena un manotazo a Irene. Después se callaron durante un rato mientras nosotros seguíamos a lo nuestro. Elena seguía tan cariñosa, sin soltar su abrazo por la espalda mientras me daba algún beso en el hombro. Tras un rato más sin oír nada, aparte de un ligero cuchicheo entre Bea y su amiga, ésta le dijo a Bea que se tenía que ir. Bea, sin embargo, se quería quedar, diciéndole que la vería luego para cenar.

B: Chicos... -dijo dirigiéndose a nosotros- ¿Os importa echarle un ojo a mis cosas mientras me doy un baño?
I: Claro que no, no te preocupes, ve a bañarte tranquila.
B: Gracias. (dijo de manera alegre)
M: Estás deseando, ¿no? Jajaja. (dijo mirando a Irene una vez Bea se había alejado)
I: Que bien me conoces, cariño. Jajaja.
E: Si con lo que has soltado antes ya...
I: ¿Pero habéis visto cómo está? Vaya cuerpazo tiene. Y esas tetas...
M: Sí, la chavala está para...
N: No os cortéis porque esté delante. Si yo las gasto igual cuando alguien me pone.
I: Voy a bañarme, ahora vengo.
N: ¿Siempre es así? (dijo una vez Irene se fue)
E: Así... ¿cómo?
N: Pues así de impulsiva y... Caliente digamos.
M: Sí, Irene es muy... Suya. Es una chica muy activa, nervio puro.
N: Ya veo. ¿Y a ti no te importa que diga esas cosas?
M: ¿El qué?
N: Pues lo que ha dicho de que está... Se la comía con los ojos vaya...
M: Ah, no. No me importa. Si yo también he dicho algo así. Nosotros somos así, un poco más abiertos en ese aspecto.
N: Pero... ¿cómo de abiertos?
E: Noelia, ¿qué más te da?
N: Es curiosidad joder... A ver si no voy a poder preguntar nada. ¿Me quedo callada hasta que volvamos a casa?
J: Bueno, tampoco hace falta ponerse así.
E: Noelia, no puedes ir preguntándole cosas tan íntimas a la gente. (dijo con cariño, casi con un tono maternal)
M: Pues bastante abiertos, Noelia.
N: Qué guay. Tiene que ser divertido.
M: Sí, pero hay que tener cabeza.
N: Si al final es lo mejor. Cuanto más abierto, mejor, porque así disfrutas más. Y si encuentras a alguien que sea así también, pues no veas...
E: ¿Tú serías así?
N: Pues no sé. Aún no he tenido una relación tan seria como para plantearme eso.
M: ¿Eres celosa?
N: Ya he dicho que no he tenido una relación como tal para sentir esas cosas.
M: ¿Y no lo intuyes?
N: ¿Cómo se intuye eso?
M: ¿Nunca has sentido celos?
N: Mmm... Sí, supongo.
M: ¿Y crees que esos celos podrían afectar una vez estés en situación?
N: Ni idea. Paso de rayarme pensado esas cosas. Ya se verá cuando surja.
 
Capítulo 167

Nos quedamos ahí mientras mirábamos como se bañaban ambas chicas. Después Mario se animó y fue con ellas y Noelia soltó una risita. Era una chica muy lista y podía intuir lo que se estaba cociendo por ahí. En este caso, Elena no se quedó atrás y me pinchó con los dedos disimuladamente, haciendo que la mirara. Ella los miró y luego a mí, sonriéndome. Se pegaron un buen rato en el agua, volviendo después con nosotros. Bea pegó su toalla a las nuestras y se juntó con nosotros, integrándose en el grupo. Empezó a contarnos como era su vida, tal y como hizo conmigo la noche anterior. Yo me hacía de nuevas a lo que contaba mientras los demás también contábamos nuestras cosas para que nos conociera.

Todos estábamos muy participativos, siendo Elena la que menos quizá. Estuvo toda la tarde muy cariñosa conmigo y no paraba de darme cariñitos en forma de caricias y besitos por los hombros, los brazos, los labios... Tanto hablamos que se nos hizo tarde y empezó a atardecer y dijimos de volver para ir a ducharnos y salir a cenar. Irene sugirió que Bea se viniera con nosotros, sin ninguna objeción por parte de nadie, por lo que quedamos más tarde en un punto intermedio porque su piso estaba bastante lejos y tenía que volver para ducharse y demás.

Regresamos al apartamento yendo cada pareja a un baño para ducharnos. Elena seguía tan cariñosa como lo llevaba todo el día, con muchos cariñitos y risitas durante la ducha. No llegó a pasar nada más aparte de cogerla yo en brazos como a ella le gustaba para besarnos con muchas ganas hasta que despegó sus labios de los míos, empezando ambos a hablar en susurros.

-Javi...
-Dime.
-Te quiero un montón.
-¿Sí?
-Sí. Más que a nadie.
-Yo también te quiero como no he querido a nadie en mi vida. Lo sabes de sobra.
-Sí... Esta noche...
-¿Qué pasa esta noche?
-Que quiero que me hagas el amor.
-Ufff...
-No, pero despacito, ya sabes. Me apetece mucho así.
-Claro mi vida. Lo que pasa es que hay un problemilla.
-¿Cuál? (dijo con una voz muy dulce, poniendo ojitos)
-Pues que tengo tantas ganas de ti que lo mismo me cuelo un poco con la fuerza y el ruido.
-Ah... No te preocupes, jejeje. Ya sabes que yo sé hacer eso muy bien. ¿Recuerdas cuando te lo hice yo en mi casa? Pues así va a ser hoy. Empezaré yo para que te tranquilices y luego me lo haces tú a mí.
-Mmm... Me estoy excitando ya.
-Bueeeeno, tranquilo. Todo llegará.

Le di un abrazo con mucha fuerza mientras seguía subida a mí con sus piernas en mis caderas. La situación me puso muy caliente, por lo que lo polla se puso bastante morcillona y ya habíamos acabado de ducharnos, por lo que puse el agua bastante fría para que se me pasara el calentón. En el proceso cogí a Elena para que le diera también a ella el agua fría, soltando un grito bastante alto, seguido de risas.

Cuando salimos fuimos a la habitación, entrando Noelia a ducharse. Yo me vestí rápido con unas bermudas vaqueras y una camisa blanca de manga corta. Elena tardó un poco más al tener que alistarse el pelo y pintarse un poco, estaba guapísima así y con el vestido veraniego blanco con un estampado de flores palabra de honor y unas sandalias negras. El colgante que le regalé resaltaba mucho sobre su piel ya bastante morena al no tener nada de ropa alrededor.

Casi acabando ella de maquillarse, entró la otra pareja a nuestra habitación, ya listos. Irene llevaba un vestido azul celeste muy ajustado con unos zapatos de tacón del mismo color. El contraste entre lo claro que era su vestido y su piel morena y más por los días de sol que tomamos era bastante alto, haciendo que fuera muy sexy. Mario iba con un look un poco más pijo, con una camisa más formal que la mía y un pantalón corto también más formal.

I: Chicos, os queríamos comentar una cosa.
J: ¿Qué pasa?
M: Es por Bea.
E: ¿Todo bien?
I: Sí, sí. Todo bien, estupendo. Es porque... Bueno, queríamos irnos con ella esta noche después de cenar.
J: ¿Y cuál es el problema?
I: Pues... Que pensamos que lo mismo os sentaría mal...
E: Pero vamos a ver, ¿por qué pensáis eso? Os comportáis como si fuerais nuestra pareja.
I: Bueno, nosotros os queremos mucho y...
E: Nosotros también Irene. Os queremos mucho, pero no pasa nada. Sabemos que habéis hecho vuestras cosas antes de que nosotros empezáramos a jugar con vosotros y también mientras lo hacíamos, como hicisteis con Ángela y la jefa de Javi. No hay ningún problema.
M: Eso le he dicho yo, pero bueno, se ha puesto un poco nerviosa.
E: No pasa nada, de verdad. Pasadlo bien. Nosotros también lo haremos.

Irene se acercó a Elena para darle un abrazo y un beso en la mejilla. Al rato por fin apareció Noelia mientras esperábamos en el salón. Iba también muy guapa, con una camiseta de tirantes de color rojo, unos shorts vaqueros muy cortos, que dejaban ver parte de los cachetes de su culazo y unos tacones rojos como su camiseta. Iba bien maquillada, resaltando aún más al no llevar las gafas puestas y con su larga melena negra que le llegaba hasta el culo muy alisada, aunque ya lo era de por sí, pero se la peinó de una manera que hasta relucía.

Nos fuimos dando un paseo, cada pareja yendo de la mano y Noelia en paralelo a nosotros. Íbamos tranquilos, disfrutando de la buena noche que hacía a pesar del calor propio del mes de julio sumándolo a la humedad por estar en la costa. Finalmente llegamos al sitio pactado con Bea y en cuestión de minutos apareció. Iba tremenda, con un top negro de tirantes que solo cubría sus enormes tetas, aunque dejaba un canalillo, dejando asomar también más carne, indicando que no llevaba sujetador. También llevaba una falda roja muy ajustada, resaltando las buenas caderas que tenía, marcándole unas curvas que hacían que te fijaras en ella si pasaba a tu lado, acabando en unas sandalias negras de tacón muy alto. Llevaba el pelo alisado también, convirtiéndose esa media melena rizada que vi ese mismo día o en el día anterior en una larga melena que le llegaba casi hasta el culo y en la cara llevaba un maquillaje muy ligero, con un rabillo en los ojos y los labios de color rojo bastante intenso.

Al verla noté como Mario resopló un poco, aunque lo disimuló, pero de lo que sí estaba seguro era de que Irene se encendió al instante, ya que hasta cambió su forma de andar cuando se acercó a darle dos besos, dándome cuenta también de que estaba un poco sonrojada, pero no de tener vergüenza, sino por el sofoco que le estaba entrando. Se le notaba que estaba muy cachonda y apostaría a que ya estaba mojando un poco su tanga si es que llevaba ropa interior.

La cena fue excelente. Era un sitio que había propuesto Bea al vivir allí y conocer más la zona, por lo que estuvimos echando un rato genial, disfrutando del ambiente, del servicio y de la comida, además de la compañía que nos dábamos los unos a los otros. Ya cuando acabamos de cenar fuimos a otro sitio para tomarnos una copa como llevábamos haciendo durante toda la semana. Irene, Mario y Bea sí que se pidieron un buen copazo, mientas que Noelia y yo nos pedimos algo más ligerito. Elena sin embargo no quería tomar alcohol, por lo que solo se pidió un refresco.

B: ¡Qué colgante tan bonito! (dijo inclinándose hacia Elena, mirando su colgante de cerca al estar a su lado)
E: Es un regalo de mi chico. -dijo apretando mi mano- ¿Te gusta?
B: Es muy bonito, tanto como la inscripción que tiene.
N: Puag...
B: ¿Ocurre algo?
N: Nada, es que no puedo con tanto amor... Son muy empalagosos.
B: Bueno, ya te tocará a ti vivir eso.
N: Uff... Quita, quita. Yo paso de esas mierdas. A mí mientras... Bueno, que paso.
I: Ya te llegará y ya verás como te gusta. Yo pensaba como tú hasta que conocí a Mario. Solo me gustaba pasármelo bien, seguramente por juntarme con quien no debía, pero cuando lo conocí a él, cambié de idea.
N: No me veo como tú, la verdad.
J: Mario, ¿qué hiciste para cambiar la opinión de esa cabeza loca? Jajaja.
M: Pues poca cosa, solo fui yo mismo. Y darle mucho cariño... Pero del de verdad, no el que piensas, jajaja.
E: Hacéis muy buena pareja.
B: La verdad es que sí, y vosotros también. Yo he tenido mala suerte con los chicos con los que he estado...
I: ¿Y has probado con chicas?
B: Pues no, aún no. No sé si me gustaría, la verdad, porque nunca he sentido atracción por ninguna.
I: Bueno, todo es probar. (dijo mirando con disimulo a Elena)
B: Pues sí. ¿Y vosotros cómo os conocisteis? (preguntó mirándonos a Elena y a mí)
E: Pues nos conocimos en el instituto, hace unos 10 años, ¿no?
J: Yo iba a cuarto y tenía 15 años, así que sí.
E: Y yo 13 e iba a segundo... (dijo poniendo sus manos en sus mejillas, riendo ligeramente)
B: Hala... ¿Tanto lleváis saliendo?
E: No, no... Jejeje. Saliendo como pareja llevamos 5 meses.
B: Ah, creía que...
J: No, hemos sido amigos desde hace mucho, pero como pareja llevamos solo eso.
E: Éramos muy pequeños y él era más tímido. Y ya se fue a la universidad, viéndonos menos y me puse novia con un chico y acabamos a primeros de este año, al mes más o menos volvió a aparecer Javi en mi vida.
B: Anda, que bien. Pero espera, ¿cuánto llevabas con él?
E: Demasiados años...
B: Huy... Suena a que no acabó bien.
E: Pues no. Me engañó, enterándome a los 5 años, aunque tengo sospechas de que me engañaba desde mucho antes.
B: Vaya... Lo siento.
E: No importa. Ahora estoy con Javi y es algo muy diferente. En estos 5 meses he estado mejor con él que con mi expareja en todo ese tiempo.
B: Vaya Javi, como te vende tu chica... (dijo sonriendo)
J: Yo también soy muy feliz con ella. Ojalá haberla conocido así antes.
B: Elena, cuida a este chico, parece que te quiere como a nadie y por lo que dices vale oro. Ojalá pueda encontrar yo a alguien así y de paso que sea tan guapo como él, jajaja.
M: Bueno... (dijo mirándome y haciendo una ligera señal)
J: Sí, nosotros nos vamos ya, que queremos descansar.
E: Sí, nos vamos. Venga, Noelia.
N: ¿Qué? Pero si es temprano... Además, me he arreglado mucho y quería ver si veía a algún chico guapo por ahí.
I: Nosotros nos vamos.
N: Me voy con vosotros.
E: No, Noelia. Te vienes con nosotros.
N: Pero...
J: Noelia, se van a un sitio en el que no pueden entrar menores y tú todavía lo eres, así que no puedes ir con ellos.
N: Es nuestra última noche aquí, ¿y queréis que me encierre ya?
E: Venga, Noelia. No te enfades.
I: Venga, que cuando vayamos de vuelta a casa nos vamos un día por ahí de fiesta y te vienes, así te compensamos.

Noelia puso cara de decepción más que otra cosa y al final nos acabamos yendo Elena y yo agarrados de la mano junto a ella mientras la otra pareja y Bea se iban en dirección contraria, presumiblemente a casa de ésta para acabar la noche. Por el camino Elena y yo disfrutábamos del paseo, pasando yo mi brazo por sus hombros y ella por mi cintura mientras Noelia iba algo cabizbaja. Cada vez que un grupo de gente que era aparentemente de su edad, o quizás algo más, pasaba cerca de nosotros se quedaba mirándolos, lanzando un suspiro.

E: Venga, Noelia, que no es para tanto...
N: Me apetecía salir y conocer a un chico guapo...
E: Bueno, pues cuando lleguemos a casa.
N: Nuestro pueblo es una mierda, me conoce todo el mundo.
J: Pues ve a mi ciudad.
N: ¿Sola?
E: Vamos contigo.

Miré a Elena con cierta incredulidad, pero ella me devolvió una mirada negando con la cabeza, como diciendo que ni de coña iba a pasar eso.

N: Joder, ¿has visto como me he vestido y pintado? Quería aprovechar...
E: Ya, pero es que...
J: Mira Noelia, eres un poco pequeña aún y estamos a tu cargo. Estoy bastante seguro de que tu madre no te dejaría irte por ahí sola y más aquí, que hay mucha gente y a saber... De hecho, lo mismo no te hubiera dejado ni que te vistieras así.
N: No, si esta ropa la metí a escondidas en la maleta...
J: Pues eso. Y nosotros no vamos a hacer de carabina, bastante tuvimos con lo del otro día. Ya tendrás tiempo de hacer lo que quieras, pero ahora mismo no. Si te pasa algo, lo más mínimo, tu madre nos mata.
N: Vaaaaale...

El tema se zanjó ahí y Elena me miraba con cara de orgullo, abrazándome, pegando su cuerpo al mío con ese brazo que rodeaba mi cadera. Cuando llegamos al apartamento nos pusimos cómodos, saliendo al balcón a hablar un poco mientras tomábamos el aire y picábamos algo, después nos fuimos a la habitación y cerramos la puerta, empezando a besarnos aún estado de pie y con la ropa con la que los fuimos puesta. Mientras nos besábamos le agarraba su culo por debajo del vestido, con ella riéndose bajito. Cuando fui a echar mano a la cremallera de su vestido, me paró, diciéndome que antes se iba a desmaquillar. Me senté en la cama esperándola, con la polla ya algo morcillona al saber lo que vendría después y por los besos y metidas de mano que hubo antes. En ese momento entró Noelia, abriendo la puerta.
 
Capítulo 168

J: Podrías llamar, ¿no?
N: No he oído nada, suponía que estabais ya casi dormidos, como queríais descansar... (dijo con tono de chinchar)
J: Aun así, deberías llamar.
E: ¿Qué pasa, Noelia? (dijo mientras se seguía desmaquillando)
N: Que os quería preguntar si me puedo ir a dormir a la otra habitación. Estoy segura de que no van a venir a dormir y hace mucho calor donde yo estoy.
E: ¿Cómo sabes que no van a venir?
N: Ay, Elena... ¿No has visto como Irene miraba a Bea? Mario es más reservado, pero aun así también se lo he notado. Y la chica esa parece bastante ligera también, así que ahora mismo deben estar haciendo un trío.

Elena me miró a través del espejo con cara de "lo sabe".

N: Vamos, que están follando y viendo como es Irene, seguro que pasan ahí toda la noche.
E: Está bien, te puedes quedar ahí a dormir, pero si vienen, vuelves al salón.
N: O me vengo aquí con vosotros.
J: Claro que sí y te abanicamos si quieres también...
N: ¿Qué pasa? Vosotros también vais a follar, ¿no?
E: Eso a ti te da igual. Si Javi y yo hacemos el amor es cosa nuestra, a ti ni te va, ni te viene.
N: Elena, parece que tienes 80 años diciendo que vais a hacer el amor.
E: Ay, que tonta eres, de verdad... Ya sabrás tú lo que es eso, es algo muy diferente a follar.
N: Eso es meter la polla en el chocho, pues follar de toda la vida.
E: Que equivocada estás...
N: ¿Qué es entonces? A ver...
J: Ahora no te vamos a dar una clase de educación sexual. Anda, vete a dormir.
N: Vale, profe...

Noelia se quedó un par de segundos en la puerta, mirándonos. Al darme cuenta la miré y tenía un poco la mirada perdida. Le hice un gesto de que se fuera ya y se fue con cierta tristeza en su rostro. Estaba impaciente porque Elena acabará de quitarse el maquillaje, tenía muchas ganas de ella, de disfrutar su cariño.

En cuanto vi que acabó me levanté y la abracé por detrás, empezando a besarle el cuello mientras le acariciaba los muslos y abdomen. Elena empezó a reírse muy dulcemente, poniendo sus manos sobre las mías. Le di la vuelta y le empecé a besar, poniendo ella sus manos en mi cara. Yo aproveché para cogerla en brazos, agarrándose ella con sus piernas a mis caderas y yo cogiéndole del culo por debajo del vestido, metiendo mis manos por dentro de sus braguitas para acariciarle los cachetes del culo.

-¿Te he dicho alguna vez que te quiero? (dije susurrando una vez separé mis labios de los suyos)

Elena asintió muy lentamente con una mirada que me derretía, tenía mucho brillo en sus ojos y ya notaba su respiración alterada.

-Te lo debería decir más, porque me vuelves loco... (dije después de pasarle el pelo por detrás de la oreja muy lentamente)

Elena me empezó a mirar poniendo ojitos y ya no aguantó más y se lanzó a besarme con mucha intensidad, pasado sus manos por mi pelo. Después de ese beso la bajé para que se pusiera de pie y fui a echar el pestillo de la puerta para no tener ninguna sorpresa. Cuando me di la vuelta me la encontré tumbada en la cama, descalza, pero aún con el vestido puesto. Yo hice lo mismo y me descalcé, yendo a tumbarme a la cama junto a ella. Nos empezamos a besar estando ambos tumbados de lado, mirándonos. Estuvimos así durante bastante tiempo besándonos mientras nos acariciábamos, ella a mí la cara y los brazos y yo a ella los muslos. Elena empezó a gemir sin que nos llegáramos a tocar para darnos tanto placer, pero me di cuenta de que estaba disfrutando muchísimo de aquello, tanto como yo o incluso más.

La cosa empezó a ir a más, empezando ella a desabrocharme los primeros botones de la camisa hasta que lentamente me la terminó de desabrochar, empezando a acariciar mi pecho. Después me desabrochó el botón del pantalón, siguiendo de la cremallera. Me miraba sonriendo, se le veía con muchas ganas de empezar a jugar de verdad. Me acabó quitando los pantalones por completo, quedándome solo en boxers y entonces puso su dedo en el elástico de éstos para empezar a colar su dedo, descubriendo parte de mi vello púbico.

-Shhh... No tan rápido, que yo también quiero mi parte...

Cogí su mano con la que pretendía quitarme los calzoncillos y se la besé, poniéndola después sobre mi muslo. Después le acaricié la cara con el pulgar mientras ella me sonreía y me incliné para volver a besarla. Cuando me separé de sus labios nos miramos a los ojos y eché mano a la cremallera de su vestido, empezando a bajarla. Conforme se la bajé, se liberó la tensión que había al apretarle los pechos para que se mantuviera bien sujeto al no llevar tirantes. Ver como sus pechitos volvían a su estado normal me excitó bastante, por lo que no pude evitar empezar a tirar de él para liberarlos, aunque tampoco es que quisiera evitarlo. Descubrir sus pechos de esa manera, venido el alto contraste entre su piel morena del pecho y sus tetas blanquitas era increíble. Estaba ya con el corazón muy acelerado y un cosquilleo en los huevos que estaba deseando aliviar. Me quedé unos segundos mirándoselas con deseo mientras ella me acariciaba la cara. Sin esperar más me lancé a comérselas, chupando, lamiendo, succionando...

Tenía los pezones duros a más no poder y ya empezaba a gemir por la estimulación que le estaba haciendo. Después de un rato así termine de quitarle el vestido, echándolo a una silla que teníamos al lado de la cama. Estaba super sexy con sus braguitas blancas de encaje, siendo un poco ajustadas y pequeñas, marcando los pequeños labios de su coñito y dejando entrever los pelitos de la franja que tenía en su pubis. Incluso podía apreciar que estaban un poco húmedas por la excitación que tenía, teniendo también sus mejillas ligeramente sonrojadas. De nuevo le di un beso, más breve esta vez y empecé a bajar por su cuerpo, pasando por su pecho, con besos muy suaves, con algún ligero chupetón.

Fui bajando pasando por sus tetas, vientre, ombligo y caderas, donde me entretuve más, dándole más besos a lo ancho, pasando después a sus muslos, besándolos de la misma manera, con esos ligeros chupetones. Seguí bajando por sus piernas hasta llegar a sus pies, los cuales también besé, notando como Elena suspiraba y se estremecía. Volví a subir poco a poco hasta llegar a sus caderas de nuevo, besándole de nuevo el pubis y el coño por encima de la tela. Aspiré su olor a través de la braguita mirándola a los ojos, enrojeciéndose más aún su cara, retorciéndose ligeramente, de la misma manera que cuando besé sus pies, bajándole después las braguitas muy lentamente hasta quitárselas, echándolas junto al vestido.

Le empecé a pasar mi dedo por su cuerpo, dibujando sus formas mientras ella se estremecía por el ligero contacto que hacía sobre su piel. Estuve jugando así unos segundos hasta que llegué a su pubis, pasando el dedo por su franja de pelo, de arriba a abajo y viceversa varias veces. Ella no paraba de mirarme con ojitos, acariciando mi cabeza. No podía esperar más por lo que acerqué mi cara a su chochito para pasar mi lengua por toda su rajita, haciendo que se estremeciera de nuevo y se le pusiera la piel de gallina. Se le aceleró bastante la respiración de golpe, así que para que se calmara le empecé a dar besos por la parte interna de sus muslos, lanzando ella gemidos muy agradables que transmitían el cariño que le daba al hacerle eso. Una vez se relajó volví a pasar mi lengua por su sexo, volviendo a estremecerse, aunque sin ser tan exagerado como antes. Verla así de excitada conforme empecé a chupar y notar ese sabor tan dulzón hizo que me entrara calor, notándolo mucho en las mejillas.

Ella me acariciaba con su manita mi cara y el pelo, mirándome con ojitos. Se lo comí durante un rato con mucho cariño, con pequeñas lamidas, succiones y chupetones. Llegó un momento en el que ella quería ir más allá y tiró de mis manos para incorporarme, diciéndome que me pusiera sobre ella de rodillas. Una vez me puse así, bajó mis boxers para liberar mi polla, cogiéndola para menearla lentamente mientras me miraba fija y seriamente, poniendo una ligera sonrisa en su rostro a los pocos segundos. Al igual que yo, no se demoró mucho en empezar a chupármela, metiéndose el glande en la boca, apretando con sus labios y jugando con su lengua mientras me pajeaba, ahora con un ritmo más rápido.

Después de estar así unos breves minutos, se la empezó a tragar como ella sabía hacer, pero lentamente, metiéndose hasta la mitad para ir dándome cada vez más placer poco a poco. Lo hacíamos lento y con mucho cariño, por lo que estuvo así un rato hasta que se la empezó a meter más, llegándosela a tragar entera, sacando la punta de su lengua por debajo, rozando mis huevos. Me hacía cosquillas a la vez que me daba placer y así se lo hacía saber yo gimiendo ligeramente mientras le acariciaba el pelo.

Tras una buena mamada sin llegar a correrme, de la misma manera que pasó con ella, se incorporó, poniéndose de rodillas, quedando ambos cara a cara, de rodillas en medio de la cama y me empezó a besar mientras me abrazaba. Yo me dejaba hacer, recibiendo su lengua en mi boca y jugando con la mía para entrelazarla con la suya mientras ponía mis manos en sus caderas. Se separó de mis labios para seguir besándome por el pecho hasta que me cogió de los brazos para tumbarme boca arriba.

Pasó una pierna por encima de mi cuerpo, sentándose en mis muslos, pasándose el pelo por detrás de la oreja para después mirar hacia abajo y escupir sobre mi polla, esparciendo su saliva con su mano. Sin esperar más se puso la punta de mi polla en su rajita, acariciándola un par de veces para dirigirla a su agujerito y meter el glande, soltando un muy sensual "mmm...". Una vez dentro, dejó caer el peso de su cuerpo para meterla muy lentamente, deslizándose por sus entrañas con muchísima facilidad por la lubricación proporcionada por su saliva y por lo mojada que estaba.

Empezó una follada muy lenta. Como bien dijo antes de que nos fuéramos del apartamento y a su hermana, me estaba haciendo el amor, moviéndose sobre mí con mucho cariño, sin parar de acariciarme el pecho mientras yo le acariciaba los muslos y su culo, lanzando ella también gemidos muy dulces, mirándome a los ojos, sonriendo y diciéndome que me quería. Estuvimos así muchos minutos hasta que cambiamos de postura, poniéndome yo sobre ella en un misionero, permitiéndonos tener las caras muy juntas, haciéndolo más especial si cabía, notando el aire expulsado por su respiración entrecortada, aunque no muy acelerada por el ritmo tan lento con el que la penetraba para durar lo máximo posible. Al igual que ella hacía mientras me montaba minutos antes, yo también hacía breves paradas para relajar ligeramente la excitación y durar mucho más. Ella no dejaba de acaríciame la cara mientras miraba con una mirada que transmitía más que la penetración en sí.

Entonces pasó algo que no esperábamos. Oímos un gemido muy alto y largo, siendo más un alarido. Sin duda era Noelia, quien parecía estar tocándose en la habitación de Irene y Mario. Tras ese chillido se pudo oír unos gemidos más cortos y bajos mientras Elena y yo nos mirábamos un poco con cara de circunstancia, habiendo parado la penetración. Una vez dejamos de oír ruido, continué haciéndole el amor a Elena de la misma manera, empezando ella a gemir ligeramente más alto. Parecía estar cerca de su éxtasis y yo también tenía ganas, por lo que aceleré ligeramente. Pero entonces pasó otra cosa y es que Noelia empezó a llamar a la puerta, golpeándola por sus nudillos. Después de unos segundos quietos y sin decir nada y Noelia volviendo a llamar preguntado si estábamos dormidos, Elena estuvo a punto de decir algo, pero le tapé la boca con mi mano, negando con la cabeza para que no hablara.

No se volvió a oír nada más después de que la puerta de la otra habitación se cerrara. Seguía quieto sobre ella, aunque notaba alguna contracción por su parte, lo que hacía que no se me bajara en ningún momento. De nuevo me empecé a mover dentro de ella de la misma manera que lo hacía antes de que Noelia nos interrumpiera. Tras varios minutos así, con ese ritmo pausado, esos besos, esas caricias, ese cariño, empecé a notar escalofríos, erizándose mi piel, dándose ella cuenta, lanzando gemidos muy dulces, bajitos y largos. Como era habitual en esos momentos, los escalofríos subían por mi espalda, propagándose por mis brazos y mi cabeza, haciendo que se me erizara hasta el pelo de la nuca.

-Mi vida, me...
-Shhh...

Elena me abrazó con mucha fuerza, pegando mi cuerpo al suyo, abrazándome también con las piernas. No tenía escapatoria ni ganas de escaparme, por lo que me empecé a correr dentro de ella entre altos jadeos, descargando todo el contenido de mis huevos, con bastante cantidad. En cuanto notó como acababa dentro de su coñito, ella empezó a temblar como una loca, estrujando mi polla con mucha fuerza mientras me besaba el cuello para ahogar sus gemidos, pasando a morderlo, causándome un poco de daño. No me soltaba de su abrazo, notando como sus contracciones iban y venían en oleadas, al igual que sus gemidos. Después de un buen rato, por fin empezó a recuperarse, dejando de contraer su chochito, liberando también mi cuerpo de su abrazo, respirando con normalidad.

-Te quiero. (dijo susurrando mientras me cogía la cara para darme un beso muy dulce)

Nos quedamos así unos momentos, con más caricias y besos por varias partes del cuerpo.

-Mi amor, ¿me puedes pasar las toallitas y papel que hay en la mesita?
-Claro.

Después de coger el paquete de toallitas y el papel y dárselos, me salí de ella con cuidado, ella cogió papel para taparse la rajita y que absorbiera. Se me quedó mirando sonriendo y luego se quitó el papel, empezando a limpiarse con las toallitas mientras yo la miraba sentado, ya con los boxers puestos, con una ligera sonrisa en mi boca.

-Madre mía, mi amor... Sí que estabas cargadito, no para de salir...
-Sí, es que tenía los huevos llenos de amor... (dije riéndome por la tontería que acababa de decir)
-Jejeje... Sí. Ha habido mucho amor. (dijo sonriendo y girando su cabeza después, haciéndolo como solo ella sabía hacer)
-Me encanta lo preparada que estás siempre.
-Jajaja, es que paso de salir al baño después de haber oído a mi hermana y de que viniera aquí llamado a la puerta...
-Sí, mejor.
-Qué vergüenza, Javi...
-¿El qué?
-Pues oírla...
-Ah... Pues no sé. Tampoco lo veo para tanto.
-Me corta mucho el rollo...
-Ya sabes que a ella se la pela todo, le da lo mismo que la escuchemos.
-¿Qué querría cuando llamó?
-¿Pues qué va a querer? Dar por culo, seguro que se ha imaginado que estábamos haciéndolo y quería venir a molestar y cortarnos el rollo.
-Pero, ¿por qué hace eso?
-Por envidia, Elena. Nos ve lo bien que nos va y que a ella le ha ido mal con María y tiene rabia.
-Pero si nosotros no hemos hecho nada para que le haya ido mal...
-Ya, pero es una niña aún, no se da cuenta de las tornerías que hace, como todas esas preguntitas.
-Espero que encuentre a alguien algún día y que esté tan a gusto como lo estoy yo contigo. Me da pena, es mi hermana y quiero que le vaya bien, por muy borde y estúpida que sea.
-Pues claro Elena. Pero tampoco te preocupes, si es muy joven, conocerá a mucha gente, ya verás como cuando entre a la universidad se le va la tontería.
-Ya, ojalá. Mi madre está mucho encima de mí, pero a veces pienso que a la que le tendría que dar caña es a Noelia. Con esa actitud no le va a ir bien. No puede tratar así a las personas, cuando necesite ayuda se va a ver sola.
-Tampoco digas eso. ¿Qué hay de ti?
-A mí siempre me va a tener, pero necesitará tener a más gente, ¿no? Igual que nosotros tenemos a Irene y Mario y a más amigos.
-Ya, eso sí. ¿Sabes? Me extrañó un poco cuando me enteré de que no tenía amigos.
-¿Por qué?
-Porque algunas veces se ha ido a comer después de clase con gente de su clase y tal.
-¿Y cómo lo sabes tú?
-Eh... Porque alguna vez cuando le daba clase pasó eso y se quedó tirada y la llevé a tu casa y de paso para dar la clase. Te lo comenté, ¿no?
-Sí, es verdad.
-Pero, si te digo la verdad, casi que me preocupa más María.
-¿Y eso?
-Pues porque su situación no es muy buena por lo que se ve.
-¿Por?
-Resulta que ella es bisexual y al parecer mucha gente de tu pueblo y de su clase como que le han dado de lado o se han reído de ella por eso.
-¿En serio?
-Sí, hasta donde sé, ella tiene pocos amigos, gente que es más tolerante con ese tema y tal.
-No me entra en la cabeza como pueden ser así con los tiempos que corren. Me da mucha pena.
-Me pasa lo mismo, pero ya sabes como son los niños, son muy crueles y quieren hacer daño, porque al fin y al cabo es lo que son, niños. Quiero pensar que están desarrollando aún sus personalidades y que no pensarán así conforme pasen los años, porque si no...
-Es muy triste.
-Y me contó que tu hermana fue la que más le apoyó en ese tema, que le daba ánimos y demás. Por eso, además de conocerla desde hace muchos años, se acabó enamorando de ella.
-Vaya. No tenía ni idea.
-Con las clases, esta chica cogió confianza conmigo y me extrañaba que me contara estas cosas a mí sin casi conocerme de nada, pero me dijo que era por eso, porque sin contar a tu hermana, no tenía a nadie con quién hablar casi.
-Ah... Pues qué lástima. Si aguanta a mi hermana tiene que ser muy tolerante, seguro que no le cuesta encontrar a alguien.
-Me dijo que una vez conocías bien a Noelia, no era casi como lo es con todo el mundo, que es un amor de chica.
-Pues a lo mejor no la conozco bien, porque... Jajaja.
-A lo mejor le da corte hablar contigo de esas cosas y se apoyó en María y le fue cogiendo más cariño, no sé.
-¿Mi hermana? ¿Vergüenza? Javi, parece mentira que no la conozcas...
-Pues yo que sé, Elena.
-Ya hablaré con ella.
-No sé si es buena idea remover eso, ya viste como se puso.
-Bueno, ya veremos. Pero tampoco puede ser que esté siempre así.

Elena se puso su pijamita y nos acostarnos. Ella se echó sobre mi hombro como solía cuando dormía conmigo. Estábamos en silencio con ella poniendo su mano en mi pecho y acariciándolo, pasando después a coger el colgante y moverlo con sus dedos. Estuvo haciendo eso durante un rato mientras estábamos a oscuras ya listos para dormir hasta que cayó dormida. Ya casi durmiéndome yo también oí un ruido. Creía que eran Irene y Mario, pero caí en que no porque el único juego de llaves que había lo teníamos nosotros, así que debía ser Noelia. Oí como entró al cuarto de baño y como se sonaba la nariz, tosiendo un poco también. Me daba la impresión de que estaba llorando, cosa que no me cuadraba con la actitud que llevaba teniendo los últimos días. Después de que volviera a la otra habitación y cerrara la puerta no oí nada más, por lo que me acabé durmiendo.

Por la mañana me desperté abrazando a Elena por la espalda mientras ella me agarraba los brazos. Estaba en la gloria, muy a gusto estando así con ella, aspirando su olor, pero necesitaba ir al baño a vaciar mi vejiga, por lo que con cuidado solté a Elena, pensando en aprovechar para ducharme. Miré el móvil y eran las 10. Me paré a pensar en que no había oído el timbre ni nada, por lo que supuse que la otra pareja aún no había venido. Entré al baño y me duché después de mear, llevándome un susto al correr la cortina y salir, encontrándome a Noelia totalmente desnuda frente a mí, con sus manos a la espalda, mirándome con cara de niña buena.

-Joder, que susto. ¿Qué coño haces? (dije poniéndome rápidamente los boxers)
-Nada... (dijo con tono de niña buena, acompañando su gesto)
-Anda, déjame pasar. (dije cogiendo el resto de mi ropa para salir del cuarto de baño)
-Espera.
-No, no me espero. Sé de sobra lo que me vas a decir. No, no te voy a follar ni nada, que te lo quites de la cabeza ya.
-Jo... Si me estoy portando muy bien... ¿Una mamadita?
-Noelia, de verdad, eres idiota.
-Una pajilla, aunque sea. Y me lo echas en la boca.
-Joder...
-¿No te gustan mis tetas? (dijo con voz de niña buena mientras se las cogía, moviéndolas)
-Para.
-Mira mi coñito.
 
Capítulo 169

Suspiré, poniendo cara de resignación, apartando a Noelia de mi camino empujándola ligeramente con el brazo, saliendo del baño, dándome ella un cachete en el culo. No le hice ni caso y volví a mi habitación, terminando de vestirme nada más entrar. Una vez entré me senté en la cama, empezando a despertarse Elena. Se quedó tumbada de lado, mirándome, haciéndose un ovillo. Empezó a sonreír mientras yo le acariciaba su cuerpo, pasándole después el pelo por detrás de la oreja. Elena empezó a emitir sonidos de querer mimitos. Fui a hacérselos, pero ella se me adelantó desabrochándome el pantalón para sacar mi polla y metérsela en la boca, estando flácida.

-Pero bueno...
-Quiero mi bibe. (dijo con mi polla en su boca)

Evidentemente mi polla se empezó a poner dura, pasando a tener una buena mamada. Estuvo un buen rato chupándola por todas partes, pasado su lengua con su cabeza girada por todo lo largo mientras me miraba a los ojos. Pasados unos minutos oí como se abría la puerta del baño, oyendo como alguien se acercaba, esperando que no le diera por entrar. Se paró en la puerta y puso su mano en el pomo.

-¡¡NO!! (dije yendo hacia la puerta para cerrarla, porque ya la había empezado a abrir)

Elena se asustó del grito que pegué, dando un fuerte respingo. Cerré la puerta, echando el pestillo, oyendo como Noelia salía corriendo a la otra habitación. Me di la vuelta y fui hacia la cama, sentándome en el borde.

-Tranquilo, Javi... (dijo acariciándome la espalda)
-Estoy muy cansado.
-Anda, ven que te relajo, mi amor.

Sonreí ligeramente, dándole un beso rápido y volvió a chupármela igual que estaba haciendo antes. Lo hacía de manera muy sensual, metiéndosela bastante, tragando cada vez más. Entonces llamaron a la puerta de la calle.

-Joder, no me lo puedo creer.
-Shhh... -dijo poniendo su mano en mi pecho- No hagas caso.

Elena le puso más empeño a la mamada, estaba decidida a vaciar mis huevos y no paraba de chupar, metiéndosela entera, aguantando bastante mientras me acariciaba el pecho. Me empezaron a llamar al móvil y también a la puerta.

J: ¡Noelia, abre!
N: ¡Abre tú! (respondió al otro lado del muro)
J: Joder, me cago en Dios. Voy a abrir.
E: No, ya voy yo.
J: Da igual.

Me levanté, guardándome la polla y yendo hacia la puerta para abrir, encontrándome a Irene y a Mario.

I: Joder, ¿qué hacéis para tardar tanto en abrir?
J: ¿Tú qué crees? (dije señalando a mi erección muy marcada en mis pantalones)
M: Jajajaja.

Entonces vi que detrás de ellos estaba Bea, quien clavó sus ojos en mi erección mientras Irene se ponía delante, dándome la vuelta para llevarme hacia las habitaciones.

-Joder Javi, ya te vale...
-No, ya os vale a vosotros. Si no abrimos es por algo, coño.
-Tío, que Bea te ha visto toda la polla ahí marcada.
-Me molesta más que me hayan cortado el rollo, ¿sabes?
-Perdona...
-No, si es que mi cuñadita también ha hecho lo suyo. Está en vuestra habitación, por cierto.
-No pasa nada. Oye, tenemos que hablar.
-Eh... Vale.

Entre en mi habitación mientras Irene seguía de largo hacia la suya. Cuando entré, Elena me miró con cara de querer seguir jugando, haciéndome señales con el dedo para que fuera hacia ella, poniendo una sonrisa con malicia en su cara.

-Elena, está aquí Bea.
-¿En serio?
-Sí. No creo que sea lo mejor seguir...
-Vale, no pasa nada.
-Lo siento, mi vida.
-No pasa nada Javi, jejejeje.
-Me jode mucho que nos hayan cortado tanto el rollo, porque que sepas que no iba dejar que te quedaras sin tu parte.
-Ah... ¿Sí?
-Claro, tenía ganas de reventarte, pero bien. Lo que pasa es que no estamos solos y te hubiera hecho gritar.
-Bueno, lo podemos hacer despacito, sin hacer ruido... (dijo poniendo voz de niña buena)
-No. No voy a aguantar y voy a querer partirte en dos.
-Ay, Javi... ¿Le vas a hacer daño a tu niña? (dijo poniéndose de rodillas sobre la cama, acercándose a mí para abrazarme mientras me miraba, levantando su cabeza y apoyándola en mi pecho)
-Nunca te quiero hacer daño mi vida, pero es que necesito follarte bien, hace mucho que no lo hago fuerte y ahora mismo lo haría así si te la empiezo a meter.
-Mmm... (murmuró mientras se bajaba los tirantes de su camiseta, bajándosela, descubriendo sus tetas y llevando una de mis manos a una de ellas)
-No te portes mal...
-Nooo... -dijo de nuevo con voz de niña buena- Si yo me porto muy bien para mi chico. Le quiero un montón y no quiero enfadarlo... Quiero aliviarlo... (dijo poniendo su mano en mi paquete, apretando)
-Ufff... Joder como estoy...
-¿Mi chico quiere follarse mi boquita?
-No sabes cómo lo deseo...
-Pues, mi amor, no te cortes, haz conmigo lo que quieras. Así no voy a gritar y sigo queriendo mi ración de leche.
-¿Quieres que te folle la boquita?
-Ajammm... (dijo con una voz muy dulce)

Sin esperar más me bajé los pantalones de nuevo, apoyándose ella en sus rodillas y en sus manos. Dirigí mi polla, que aún seguía dura, hacia su boca, cogiéndola ella para empezar a mamar. Empezó despacio para ir mojándola con su saliva, empezando a tragársela poco a poco. Cada vez me la comía con más ganas y más rápido, empezando a hacer sonidos guturales. A los pocos minutos, aguantando Elena muy bien el ritmo y estimulándome tan bien que casi estaba ya, volvieron a llamar a la puerta. Era Irene preguntando que cuando salíamos.

-¡Estamos ocupados, joder!

No se oyó nada más, solo unos pasos que indicaban que se alejaba. No tardé mucho más en empezar a llenarle la boca a mi chica de leche bajo sus gemidos de aprobación que emitía de manera muy dulce. Una vez acabé de correrme entre gruñidos, Elena se incorporó con los mofletes hinchados, pasando a abrir su boca para enseñarme mi corrida, tragándosela y sacando su lengua con su piercing después, para enseñarme que se había tragado su ración de leche, guiñándome un ojo para después sonreír girando su cabeza. La cogí en brazos para ponerla pegada a mi cuerpo y besarle con mucha intensidad, comiéndole la boca. Era una guarrería que me encantaba hacer. Ella lanzó un gritito muy dulce de sorpresa cuando la cogí así de esa manera tan brusca, pasando a gemir ligeramente al besarla, como si se derritiera. Después cogió ropa y se fue a la ducha directamente, sin saludar a nadie.

Cuando le calmé un poco salí de la habitación, un poco rojo aún como pude ver cuando pasé por el espejo de la entrada que conducía al salón. Al entrar solo me encontré a Irene y Mario.

J: ¿Qué pasa?
I: Nada, nada, que estáis muy ocupados... ¿Han acabado ya los señoritos?
J: Venga Irene, no te pongas tonta que tú ni hubieras abierto...
M: Eso es verdad, jajaja.
J: Tío, es que ni un polvo puede echar uno.
I: Que tonto estás... (dijo dándome un pellizco)
J: ¿Y Bea?
M: Se ha ido con tu cuñadita a dar una vuelta. Noelia ha dicho no sé qué de que quería hacer algo y por eso le ha dicho que la acompañe, ya que ella se conoce mejor el lugar.
J: Ah...
I: Javi, tenemos que hablar. Vamos a la habitación Mario, ahora venimos.
M: Como queráis...
I: ¿Te pones celoso?
M: No, ya sabes que no. No soy nada celoso, pero me parece una tontería que con la confianza que tenemos os vayáis a hablar solos.
I: Si es por él, cariño. Seguro que se pone un poco tenso. Y es algo serio y vas a empezar con las bromitas.
M: Como quieras.
I: Ay... (dijo dándole un beso a su chico mientras éste ponía una sonrisa y le agarraba el culo)
M: ¿No has tenido bastante con lo de anoche?
I: Contigo nunca tengo suficiente, cariño.
M: Cuando lleguemos a casa ya hablaremos tu y yo. Bueno, hablar poco... Más bien gritar.
I: No me digas eso, que mojo ya las bragas.
M: No estaría mal, te va a hacer falta tenerlo lubricado...
I: Uff, Mario...

Mientras ellos no paraban de comerse con los ojos y calentarse el uno al otro con esas palabras acompañadas de toqueteos descarados, yo estaba pensativo, dándole vueltas a qué querría hablar Irene. El tono serio con el que me lo dijo, tanto al abrirles la puerta, como una vez salí de la habitación, me tenían mosqueado, pasando a acojonarme cuando le dijo a Mario que quería hablar conmigo a solas por si me ponía tenso y que era algo serio. Lo único que se me ocurrió pensar era que tendría que ver con el haber desaparecido por la noche el día anterior.

Mierda, venían con Bea, lo mismo se había ido de la lengua contando que me encontró en la playa y explicándoles lo que pasó después, con esas insinuaciones y como piqué en sus provocaciones para que me acaba desnudando, como al final acabé haciendo. Aunque bien es verdad que no pasó absolutamente nada, ni siquiera un beso, si es verdad que el tonteo fue permanente y yo no hice nada por evitarlo desde el primer minuto, desde que se me acercó desnuda. Me pudo el morbo de la situación y mi enfado también tenía algo que ver, por eso seguí con el juego.

Estaba como atontado recordando la situación de esa noche, viniéndose a mi cabeza cuando ella se estaba bañando, con esas tetazas en el agua, con sus pezones de punta por el frío y como se masajeaba por todo el cuerpo, saliendo luego para sentarse a mi lado, provocándome más, mostrándome su coñito con esos labios rosados y esa ligera capa de pelo púbico castaño claro. Irene fue quien me sacó de mis pensamientos, cogiéndome de la mano, arrastrándome hasta su habitación a paso ligero mientras veía como su melena se movía de un lado al otro por el paso que llevaba.

-Javi, me he acordado de una cosa. (dijo una vez entramos y cerró la puerta)
-¿De qué se trata?
-Pues en cuando te fuiste y desapareciste toda la noche.
-Ah, ¿sí?
-Sí. Un poco extraño, ¿no?
-¿El qué?
-Pues que desaparezcas así tan por la cara.
-¿Tan por la cara?
-Pues sí, un poco.
-¿Por?
-Hombre, ponerte así porque bebiera un poco...
-Bueno, tú no viste como se puso, así que lo mismo no deberías juzgar sin saber...
-Eh... Tampoco te pongas así...
-Es que no sé a qué viene esto. Además, ¿no la viste cuando yo estuve fuera y tuvisteis que ir a buscarla?
-No fue para tanto.
-Pues yo no opino igual, como esta vez. No entiendo la necesidad de llegar a ponerse así si sabe que no le sienta muy bien.
-Bueno, vale. Aun así, me parece extraño, no sé... ¿Pasó algo grave?
-¿A qué te refieres?
-No sé... ¿Te dijo alguna bordería, o hizo algo que no te gustara, o tal vez algo que ver con Noelia?
-Mmm... No. Simplemente fue eso. Me tocó los cojones como se puso y salí a tomar el aire, sin más.
-Ya te digo, me parece un poco raro que la dejaras sola así conforme estaba según tú. Deberías hacerte quedado cuidando de ella.
-Pues no sé, Irene. Me dijo que se mareó y que se encontraba mal, pero estaba enfadado y me piré, punto. Además, estaba su hermana, no estaba sola.
-Tranquilo, fiera...
-No, es que me toca los huevos tener que estar todo el día justificándome.
-Te pido explicaciones porque veo cosas raras.
 
Capítulo 170

En ese momento iba a preguntarle que qué explicaciones le debía a ella. No era mi novia, no sabía qué le hacía creer que podía venirme así, pero entonces oí como Elena me llamaba desde el baño. Mario se acercó para decirle que estaba hablando con Irene, que ahora saldría. Me quedé callado, mordiéndome la lengua para no liarla, porque, al fin y al cabo, Irene era mi mejor amiga y no quería pelearme con ella, aunque estuviera haciendo méritos para ello.

-Entonces te fuiste a tomar el aire, ¿no?
-Sí.
-Y lo tomaste bien, ¿no?
-Irene no sé a dónde quieres ir a parar...
-¿No tienes que contarme nada?
-Pues ahora mismo no caigo, la verdad.
-¿Qué hiciste exactamente?
-Pues dar una vuelta por la playa y luego bañarme.
-¿Desnudo?
-Eh... Sí.
-¿En serio?
-Sí, ¿por?
-¿Y fue antes, después, o mientras estabas con Bea?

Me quedé callado, mirándola fijamente, intentando no ponerme nervioso para que no pensara cosas que no son.

-Anoche cuando acabamos y Mario se quedó dormido hablamos un poco y me dijo que se encontró a un chico en la playa, muy guapete y tal. Que era muy tarde, que sí estuvieron hablando...
-Claro, porque la playa es muy pequeña, ¿no? Y esta ciudad está desierta.
-Mira, Javi... No soy tonta, ¿vale? Creo que lo sabes de sobra y ese silencio que has hecho me ha dado la razón, así que no te escaquees.
-¿Y qué si me la encontré?
-Pues que me parece muy fuerte, la verdad. Actuando como si no os conocierais de nada cuando nos la encontramos al día siguiente y empezamos a hablar con ella. Y qué casualidad que nos la encontráramos, ¿no?
-¿Me quieres decir algo?
-¿Me lo quieres decir tú?
-Irene... -dije después de un suspiro- ¿Quieres saber si me la he follado? ¿Es eso lo que quieres saber? ¿Quieres saber si le he puesto los cuernos a Elena?
-Sí.
-¿Crees que sería capaz? ¿De verdad lo piensas? Irene, he perdido la cuenta de las veces que te he podido follar y no lo he hecho, han sido muchas y lo he tenido muy fácil, pero no he hecho absolutamente nada, por mucho que tú quisieras y te empeñaras.

Me di la vuelta, yendo hacia la puerta, pero Irene me detuvo, tirando muy fuerte de mi brazo para que la mirara.

-Yo nunca le haría eso a Elena. Es como una hermana para mí, ¿me oyes? (dijo de manera muy seria, con su voz algo alterada y sus ojos vidriosos, temblorosos)

Me zafé de ella agitando el brazo con aire, dándome la vuelta para salir de la habitación, pero me detuvo de nuevo agarrándome fuertemente de la muñeca, esta vez sin darme la vuelta.

-Si pregunta algo dile que te he descrito la noche que hemos pasado con Bea.

De nuevo me zafé de su agarre, cogiendo el pomo de la puerta para abrir y salir de allí, dirección al salón. Por el camino intenté calmarme y que no se me notara el cabreo que llevaba encima por la conversación que acababa de tener con Irene. Cuando llegué al salón estaban Elena y Mario hablando.

E: ¿Qué pasa?
J: Nada.
E: Secretitos... A ver si me voy a poner celosa... Es broma, jejeje.
J: No es nada, mi vida. (dije dándole un beso en la cabeza mientras la abrazaba por detrás)
I: Nada, le estaba contando como fue anoche con Bea... (dijo tras un par de segundos una vez apareció y se reunió con nosotros)

Mario miró extrañado a Irene y luego a mí, aunque sin hacer ningún comentario.

E: Ah... ¿Y qué tal?
I: Muy bien, luego te cuento.
J: No, que me la perviertes con lo mal pensada que eres... (dije mientras le daba la vuelta a Elena para abrazarla bien)

Cuando dije eso no miraré a Irene, aunque si a Mario, viendo que hacía de nuevo una mueca de extrañarse. Después sí que miré a Irene, quien tenía una expresión seria con un ligero tonto que denotaba tristeza. Elena se rio y me abrazó con fuerza, acariciándome la espalda, pasando a mi culo para pellizcarlo y amasarlo.

M: Bueno, hay que preparar las maletas y recoger un poco, que después de comer nos vamos, ¿no?
I: Sí, vamos a la habitación y recogemos y eso, Mario.

Elena y yo los quedamos en el salón, con ella abrazada a mí, hasta que de repente me cogió de la mano para llevarme a la habitación. Cuando cerro lanzó una risita y me miró.

-Bueno, vamos a recoger y hacemos la maleta, ¿no?
-Sí... Aunque podríamos jugar... (dijo con voz de niña buena)
-¿Quieres jugar?
-Ajammm... Si por eso te he llamado, porque estaba cachondilla y quería aprovechar en la ducha.
-Ah, ¿sí?
-Sí, pero como estabas ocupado... Pues no me ha quedado otra y me he tenido que tocar un poquito.
-¡Anda!
-Jijiji...
-A mí también me encantaría jugar, mi vida. Pero es que ya sabes... Vamos a hacer mucho ruido, tengo muchas ganas de follarte bien, quiero matarte de placer.
-Y yo estoy deseando que me mates de gusto, por eso, vamos a hacerlo ahora. Irene y Mario nos han oído y visto ya, no creo que pase nada.
-Ya, pero ¿y si vienen tu hermana y Bea?
-Pues lo hacemos rápido, Javi...
-No. No me vale así. Quiero hacerlo bien, no un aquí te pillo, aquí te mato rápido. Quiero tener todo el tiempo del mundo para hacerte disfrutar y de paso quiero que estemos solos, que ya no recuerdo cuál fue la última vez.
-Pues el otro día en la playa, cuando dormimos ahí.
-Cierto, fue muy bonito y me encantó, pero me refería a estar solos de verdad. Ahí tampoco es que pudiéramos hacer lo que quisiéramos.
-Pues no sé, mi amor... tu casa y la mía están ocupadas.
-Pues vamos a darnos un día tú y yo solos. Ya inventaré algún plan y nos vamos a un hotel, ¿qué te parece?

Elena puso una sonrisa de oreja a oreja, asintiendo con muchas ganas.

-Me gustaría mucho ir al que fuimos la otra vez, cuando coincidimos con Mario e Irene.
-Vale, me parece perfecto.
-Intenta que sea la misma habitación, ¿vale?
-Claro.
-Me gustó mucho y me haría ilusión que fuera en la misma habitación.
-Me parece genial.

Elena vino hacia a mí y me abrazó con mucha fuerza, poniéndose después de puntillas para darme un beso. Después hicimos la maleta y recogimos un poco, dejándolo todo conforme nos lo encontramos al llegar el lunes. La otra pareja vino con nosotros para hablar de algunas cosas, viendo cómo haríamos para volver, si justo después de comer o si más tarde. Quedamos en que lo haríamos sobre la marcha. Mi mal rollo con Irene seguía ahí, aunque ambos hacíamos por donde para que no se notara. Cuando salimos al salón para seguir ordenando mientras Elena arreglaba la maleta de su hermana, llegaron Noelia y Bea.

E: ¿Dónde estabas, Noelia?
N: Haciendo una cosa que me apetecía.
E: ¿El qué?
N: Esto. (dijo señalándose a la cara)

Noelia venía con un septum que en realidad le quedaba bastante bien, aunque a mí me preocupaba más la reacción de su madre, oliéndome ya la bronca desde ahí al ver que su hija se había puesto eso.

E: Es muy bonito, pero ya verás mamá...
N: Pero si a ti no te echó la bronca...
E: Eso es lo que tú crees, pero no fue para tanto porque no se ve a simple vista y como soy un poco bajita, pues... Pero eso se ve muy fácil.
I: Es bonito, me gusta cómo te queda.
M: Sí, te da un aire más mayor.
B: Me ha preguntado si sabía de algún sitio en el que lo hicieran y como yo tengo varios en la oreja, pues sí que conocía un sitio. Espero no haberla cagado, creía que no habría problema.
E: No, tranquila. No pasa nada.

Al final Bea se vino a comer con nosotros, llevándonos a un sitio al que ella solía ir porque conocía a los dueños. Por el camino las chicas se adelantaron hablando las cuatro mientras Mario y yo íbamos detrás.

-Vaya cuatro culos, ¿eh?
-¿Mmm?
-¿Qué te pasa?
-Nada...
-Estás muy pensativo. ¿Es por lo que has hablado con Irene?
-Bah...
-Me ha extrañado mucho que dijera de hablar contigo a solas y que cuando habéis venido hayáis soltado esa excusa cuando Elena ha preguntado.
-Ya.
-¿Todo bien?
-Sí...
-¿Seguro?
-Venga, Mario, si seguro que ya lo sabes. ¿O no te ha contado lo que hemos hablado cuando hemos ido a preparar las maletas?
-Pues sí, me lo ha contado, pero quería oírlo de tu boca.
-¿Qué quieres oír?
-Tu versión.
-¿Mi versión? ¿Esto es un jurado ahora, o qué?
-Bueno, para empezar, te tranquilizas. Creo que es bueno que se hablen las cosas. Yo no me creo que hayas hecho nada, pero Irene está con la mosca detrás de la oreja.
-La mosca es ella. Y de las cojoneras.

Mario hizo un gesto como de estar molesto y se quedó callado, permaneciendo yo también así durante un par de minutos mientras las chicas seguían a lo suyo, hablando sin parar.

-Perdona, tío.
-Está bien. No pasa nada. Entiendo que estés cabreado, pero tampoco es para hablar así de Irene.
-Es que me ha tocado mucho los cojones que viniera pidiéndome explicaciones y asumiendo cosas que no he hecho.
-Mira Javi, si lo ha hecho es porque te quiere mucho. A ti y a Elena. Y no quiere que os pase nada malo. Es solo eso.
-Pues me duele que dé por hecho que yo haya podido hacer eso.
-No lo ha dado por hecho, simplemente lo ha pensado por lo que le contó Bea, aunque por lo que me ha dicho ha sido poco, no llegó a contárselo del todo.
-Aun así, está fuera de lugar que desconfíe de mí de esa manera. ¿He dado alguna razón para que piense así?
-No, ninguna.
-¿Entonces?
-Pues eso Javi, que os quiere y desea que estéis juntos para siempre. Y de paso que nosotros lo estemos con vosotros.

Nos quedamos otro par de minutos callados, mirando al frente como las chicas seguían charlando mientras veíamos lo guapas que iban todas.

-¿Y tú?
-Yo, ¿qué?
-¿También me quieres? (dije riéndome)
-Que gilipollas eres, de verdad... Jajajaja.
-Jajajaja, es que no sé... Os ponéis muy moñas...
-A ver, besas bien y tal...
-Jajajajajaja.
-Jajaja, pero bueno... Para mí eres como un hermano, ya lo sabes. Os queremos mucho, Javi. Y pase lo que pase, nos tendréis siempre.
-Joder, que sensibles os ponéis, coño... Jajaja.
-Jajaja, pues eso.
-Oye, lo de la sumisión...
-¿Qué pasa con eso?
-Que ya poco por lo que veo, ¿no?
-Sí. Desde lo de Sofía ya poco de eso. Lo hacemos con más cariño y de igual a igual. Irene cambió un poco en ese aspecto. Ya no me domina ni nada de eso, ahora busca más que la domine yo, pero soy flojo para eso, tú lo haces mejor.
-Ah, no sabía que...
-No, no. No pasa nada, de verdad. Simplemente pues ha pasado una etapa. Eso solo lo hacíamos cuando estábamos solos. Cuando involucrábamos a alguien era normal. Solo lo hicimos así con vosotros.
-Am...
-Yo lo disfrutaba, pero ahora estoy muy a gusto también.
-Pues perfecto. Lo importante es que ambos estéis conformes y a gusto.

Seguimos andando y por fin llegamos al sitio, sentándonos para comer tranquilamente mientras disfrutábamos de la compañía que nos hacíamos y de la comida, que estaba genial. Irene y yo evitábamos el contacto visual. Ella si participaba más en las conversaciones, pero yo me mantenía más callado.
 
Capítulo 171

N: ¿Y cómo lo pasasteis anoche? (dijo mirando al trío)
E: Noeeeeeelia...
N: ¿Qué...? Joder, es por sacar tema de conversación...
B: Lo pasamos muy bien. Fue divertido.
N: ¿Sí?
B: Sí. Tengo mi casa para mí sola estos días y nos ha venido muy bien. Además. Mi cama es grande, no ha habido problema por eso.
N: Estabais a gusto entonces, ¿no? Jajajaja.
I: Jajajaja, sí. Estuvo muy bien.
N: ¿No tienes novio, Bea?
B: No, no tengo novio...
N: Pues seguro que es porque no quieres, porque nena, eres muy guapa y tienes un cuerpazo...
B: Bueno, no me quejo, pero fíjate que hace poco me encontré con un chico que me cayó bastante bien y me ponía mucho. Lo intenté, bastante, pero no hubo manera.

En ningún momento Bea me miró, por obvias razones, pero Irene sí que lo hizo, con una cara que mezclaba seriedad y culpabilidad. Yo también la miré, no de muy buenas maneras y Mario al vernos así, se cambió de postura en su asiento, estando notablemente incómodo.

N: Sería gay.
B: No, no. Me dijo que tenía novia. Lo intenté de verdad, tenía muchas ganas, pero nada.
E: Pero, con intentarlo de verdad, ¿a qué te refieres?
B: Bueno... Estábamos un grupo de amigos en la playa y nos bañamos, todos estábamos desnudos. Él no. Estaba más apartado. Me dio curiosidad verlo ahí solo y me acerqué. Empecé a hablar con él, estaba un poco cortado por verme así.
N: Sí que te va la marcha para...
B: No, no. A veces lo hacemos, pero yo no... Es por hacer la gracia. Algunos sí que se enrollan, pero yo paso.

Noelia la miró con cara de no estar muy convencida, aunque no le dijo nada, ni hizo hincapié para que diera explicaciones.

N: ¿Y no…? ¿Nada?
B: No, nada de nada.
N: Pues no lo entiendo, la verdad.
B: ¿El qué?
N: Que no hiciera nada.
B: Pues no sé, chica... Tampoco es tan raro, ¿no?
E: Claro, es una persona fiel. No todo es tener sexo, Noelia.
N: Pero si no se va a enterar, ¿qué más da? Por pasárselo bien un rato...
I: Cada persona es como es. Los hay más liberales como Mario y yo y más tradicionales como ese chico. Yo no veo raro que le sea fiel a su pareja. Evidentemente Bea está muy buena y es una preciosidad, pero si ese chico no quería hacer nada con ella, pues por algo sería.
E: Claro, debía estar muy enamorado de su chica y por eso no quería hacer nada.
B: ¿A ti te hubiera molestado?
E: ¿A mí? ¿El qué?
B: Imagínate que es tu novio ese chico.
E: ¿Cómo me va a molestar? Si dices que ese chico no hizo nada, ¿no? Yo me sentiría orgullosa si fuera la novia de ese chico. Rechazar a alguien como tú para echar un polvete rápido y sin que nadie os viera dice mucho de él. Pero, ¿por qué me lo preguntas?
B: Pues porque Irene es muy liberal y sé que le hubiera dado igual, de hecho, se hubiera sumado, jajaja. Y tu hermana no tiene pareja, así que de aquí solo quedas tú.
E: Ah, pues no. No me hubiera molestado.
B: ¿Ni que me hubiera visto desnuda?
E: Fue algo fortuito, ¿no?
B: Sí. Ya estaba allí cuando llegamos.
E: Pues tampoco. En la playa hay muchas chicas en topless, no lo veo tan raro.
B: ¿Y si se hubiera desnudado él?

Irene levantó la cabeza, mirándome rápidamente. No se cortó un pelo en hacerlo para fijarse en mí para ver qué cara ponía. Quizá no se daba cuenta de que podría dejar entrever algo que pudiera dar pie a alguien a pensar en que ese chico era yo, aunque Bea no se estaba quedando atrás con sus preguntitas al más puro estilo Noelia.

I: ¿Se desnudó?
B: Bueno, yo estaba desnuda y le dije que fuera un caballero y que se pusiera en igualdad de condiciones.
I: ¿Y bien?
B: Sí, se desnudó, aunque se tapaba para que no le viera.
I: Vaya...
B: Le pregunté si le daba vergüenza y luego le dije que me dejara ver, que él me lo había visto todo.
E: ¿Y te dejó verlo?
B: Me costó, pero sí.
N: ¿Cómo la tenía?
E: Pero bueno...
B: No estaba mal... (dijo con una ligera risita) Me dio calor al verlo así y me metí al agua, pero él no quería acompañarme.
M: Pero no pasó nada dices, ¿no?
B: No, no. Me puse de rodillas en el agua y me toqué un poco viéndolo, intenté provocarlo, pero nada. La tenía durísima, pero no quería hacer nada.
N: Ese chico es tonto.
E: Tú sí que eres tonta Noelia. Parece que no te quieres enterar.
B: ¿Y eso te hubiera molestado, Elena?
E: ¿Que se desnude delante de ti?
B: Sí.
E: A ver, sin contexto, por supuesto que sí. Me sentaría muy mal encontrarme a mi chico así en esa situación con una chica como tú, pero sé que él no me engañaría nunca.
B: ¿Y conociendo el contexto?
E: Pues tampoco me haría gracia, la verdad. Creo que eso es algo muy íntimo.
N: Que celosa...
E: Ya estamos... ¿A ti te gustaría? A ver...
J: Ya está. (dije de manera sería para intermediar)
N: ¿Y cuándo dices que fue eso? (preguntó mirando a Bea)
B: Em... Hace dos semanas o así.

Se le notaba que mentía, aunque puede que yo me diera cuenta porque sabía de primera mano que no era así. Noelia achinó un poco los ojos y yo esperaba que no estuviera pensando en que ese chico fuera yo, porque ya sabía cómo se pondría.

B: Bueno, tampoco es para tanto, ¿no? Yo si fuera la novia de ese chico estaría encantada, la verdad. Creedme que hice todo lo que pude. No estuve a la altura, pero es que iba un poco bebida y me pilló con un calentón importante.
N: Yo de ti, me hubiera abalanzado. A ver si así se niega.
I: Madre mía, jajaja.
E: Pues ojalá nunca te lo hagan a ti, Noelia. No sabes lo que duele...
N: Tú, que eres muy sensible...
J: ¿Segura? Porque hace un par de semanas, estabas...
N: No es lo mismo, ¿vale? (dijo con cara de enfado)
J: Lo digo por lo de sensible, que tú también lo pareces por lo que vi.
N: Bah...

Terminamos de comer y entre el postre y un helado que los comimos después se nos hizo un poco tarde para lo que teníamos previsto, que era salir después de comer o un poco más tarde, pero no tanto. Finalmente nos despedimos de Bea, dándole todos dos besos y un abrazo, todo de manera normal hasta que me tocó a mí, agarrándome el brazo con su mano y apretándolo con fuerza. Entre eso y su dulce olor afrutado me puse algo nervioso y aún más cuando me susurró al oído de manera suave:

-A ver si la próxima vez tenemos más suerte...

Después me miró a los labios mientras se despegaba de mí, carraspeando yo, haciéndome el loco. Ella se fue hacia su casa y nosotros de vuelta al apartamento para coger las maletas. Afortunadamente nadie se dio cuenta de ese gesto de Bea, por lo que me tranquilicé dentro de lo que cabía por el enfado que aún tenía por lo de Irene.

Finalmente cargamos las maletas y nos montamos para irnos. Esta vez Elena se sentó a mi lado de copiloto y los demás atrás, quedando Irene entre Mario y Noelia. El viaje de vuelta a casa fue muy tranquilo. Los que iban en la parte de atrás se durmieron todos, Irene y Mario por obvias razones, ya que después de estar toda la noche en danza, debían de estar reventados. Veía a Elena muy sonriente a pesar de que ya se acababan nuestras vacaciones, imaginé por lo del plan que le propuse montar, cosa que haría al día siguiente, ya que yo también tenía ganas, tanto de estar los dos completamente solos para pasar tiempo juntos e ir a cenar tranquilamente, como para follar como ambos queríamos, sin tener a nadie que nos molestara o interrumpiera.

No hablamos en todo el camino de vuelta por no despertar a los demás, pero sí que ponía su mano en mi muslo, acariciándolo. Ella pasaba la suya por mi cara. Yo la cogía de vez en cuando para besársela. Tampoco paramos en ningún sitio, llegando directamente a casa de Elena a la hora de cenar, ya que nos pillaba de camino antes de ir a nuestra ciudad. Nos bajamos y cogimos las maletas para entrar a su casa mientras Irene y Mario se quedaban esperando en el coche, aún adormilados. Nada más entrar por la puerta, Elena dijo que ya estaba en casa, diciendo su madre que estaba en el salón. Fuimos hacia allí y Elena abrazó a su madre, dándole varios besos. Cuando le tocó el turno a Noelia, fue igual, pero al despegarse de ella se dio cuenta del piercing que se acababa de hacer.
 
Capítulo 172

M: Noelia, ¿qué es eso?
N: Un piercing.
M: Ya te lo estás quitando.
N: Sí, hombre...
M: ¿Cómo?
N: Pero Elena tiene también.
E: A mí no me metas en esto.
M: El de Elena no se nota casi, el tuyo se ve desde lejos.
N: No le lo voy a quitar, mamá. Me gusta mucho como me queda, Elena tiene dos y yo ninguno.
M: ¿Cómo que dos? (dijo mirando a Elena)
N: Tiene otro en un pezón.
M: ¡¿Cómo?! No tendrás tú nada que ver, ¿no? (dijo mirándome)
J: ¿Yo? Pero si ya lo tenía antes de que fuéramos pareja...
E: Mamá, ya está bien.
M: A ver eso.
E: No te voy a enseñar las tetas, mamá.
J: Bueno Elena, yo me voy, que tengo que llevar a éstos y estoy cansado y me quiero echar.
E: Vale, vamos.

Elena me acompañó a la puerta de la mano mientras Maribel seguía discutiendo con Noelia acerca del tema del piercing, como yo ya sabía que iba a pasar, pero tampoco me esperaba que fuera a ser para tanto ni tan rápido, ya que casi ni saludó. Con el día tan raro que estaba teniendo, aquello era lo último que necesitaba. No estaba para aguantar las neuras de una mujer despechada y amargada que montaba circos por cualquier tontería. Una vez llegamos a la puerta tiró de mi mano para ponerme frente a ella, agarrar mi cara y besarme como si llevara días sin hacerlo. Me tenía bien cogido de la cara, sin dejarme escapar. Me metía la lengua bastante, con mucha ansia mientras yo gemía ligeramente por la sorpresa con la que lo hacía mientras le agarraba su culito.

-Que ganas tengo de que llegue el día del plan, te voy a comer enterito.
-Mmm... Estás caliente...
-Mucho. Ojalá estuviéramos solos. Echaríamos un polvo que partiríamos la cama.

Resoplé al oírla decir eso y hasta se me puso morcillona, echando ella mano a mi paquete, dándose cuenta y soltando una risita juguetona.

-Vente a dormir, anda.
-Elena, cariño, no empecemos...
-Jo...
-Si yo soy el primero que quiere dormir contigo. ¿Cómo no voy a querer? Pero no deberíamos, primero porque si duermo contigo, voy a querer follarte y si lo hago, no me voy a aguantar y no lo voy a poder hacer despacito. Y segundo, porque mira como está tu madre y acabamos de llegar...
-Joder, de verdad. Está amargada, coño.
-Cálmala, anda. Que parece que no puede estar sin discutir con alguien.
-Vaaaale.
-Me voy a casa, luego hablamos. (dije pasándole el pelo por detrás de la oreja)
-No seas malooooo... (susurró)
-Vale.

Le cogí de la barbilla para darle un beso muy dulce hasta que Maribel la llamó a voz limpia. Me separé de ella suspirando, haciéndole una señal para que fuera con ella, dándole un azote. Salí de su casa para montarme en el coche, con Mario e Irene detrás. Regresamos a nuestra ciudad y los dejé en casa de Mario. Se quedaron quietos dentro del coche, como si quisieran decirme algo. Irene tenía la cabeza ligeramente agachada, mirando al suelo del coche. Fue Mario el que se decidió a hablar.

-Pues nada, ya hemos llegado. Gracias por traernos.
-A vosotros por dejarnos estar allí.
-Bueno, pues ya hablamos y concretamos lo del concierto en agosto.
-Claro.

Se bajaron del coche los dos, sin decir ni una palabra más, ninguna por parte de Irene. Cogieron sus maletas y entraron en casa, yo volví a la mía. Cuando llegué mi madre se puso muy contenta de verme, dándome varios besos. Yo actuaba con normalidad, sin mostrar estar molesto por el día tan raro que había tenido ni nada. Después de explicarles un poco a mis padres como fue la semana, sin contar ningún inconveniente ni mal rollo y de cenar algo ligero me fui a la cama para descansar.

Mientras descansaba, antes de dormirme, me puse a pensar en toda la semana que habíamos pasado. Si bien es verdad que hubo más momentos buenos que malos, los malos me pesaban mucho e hicieron que me entrara un bajón.

Me encantaron los momentos que pasé con Elena, sobre todo el día de su cumpleaños, pasando el atardecer y toda la noche en ese rincón tan especial. Estaba encantado con ella, lo dulce que era siempre, lo cariñosa, sincera, alegre... Fue un momento esplendido, aunque lamentablemente no fue así durante toda la semana, empezando el martes cuando su hermana se puso a hacer de las suyas, provocando los celos de ella, haciendo un comentario que sabía que me molestaba. Eso dio lugar a un momento tenso entre nosotros, aunque al final lo acabáramos resolviendo muy bien, pero también estaba lo de cuando se emborrachó. No fue algo que me sentara mal, no me importaba que se pusiera así, pero sí el hecho de que se pusiera pesada estando su hermana ahí con nosotros y más con lo que acabó pasando cuando ella se unió a traición para divertirse a su costa viendo como estaba.

Lo que pasó justo después de eso no estuvo bien por mucho que me intentara justificar en mi cabeza. Seguirle el rollo a una chica de esa manera, aunque no hiciera nada no estuvo bien, era algo que debía haber parado en cuanto se me acercó. También estaba el tema de Noelia, el lunes fue un día perfecto, pero el martes todo cambio, empezando con sus provocaciones, puyitas, preguntitas, situaciones y demás. No sabía por qué tan de repente cambió su actitud, pero tampoco es que tuviera ganas de hablar con ella. De hecho, no tenía ninguna, no tenía ganas de soportarla ni un minuto más.

Finalmente pensé en el tema que más me tocó los cojones, Irene. Todo empezó en esa conversación con Noelia en la cocina que escuché a hurtadillas. A raíz de eso, Irene pensó que había algo, o más bien que hubo algo entre ella y yo. No era tonta, sabía relacionar las cosas y la descripción de Noelia de ese chico fue como ver una foto para Irene. Es que ni dudó. No sé cómo pude convencerla de que no había pasado nunca nada con Noelia, pero me dejó tranquilo, aunque me molestó mucho las formas que tuvo para preguntármelo. La puntilla con ella fue ese mismo día en el que, una vez más, haciendo de nuevo uso de su inteligencia y perspicacia, me encaró para preguntarme acerca de la noche en la que me fui solo hasta la mañana siguiente. Fue directa y al hueso. Me hizo mucho daño que mi mejor amiga desconfiara de mí casi dando por hecho que había engañado a Elena de esa manera. Era algo que no me esperaba y que me tendría enfadado con ella para días.

Lo único bueno de este bajón fue que me permitió sacar dos conclusiones claras. La primera, que no podía más con Noelia y su actitud, por lo que me decanté por empezar a buscar piso para independizarme y poder estar tranquilo sin que nadie me molestara, sobre todo para estar con Elena tranquilamente sin tener que aguantar a unos y otros y tener esa libertad para hacer lo que quisiéramos y si se daba, para vivir juntos. La otra conclusión que saqué era que debía contarle a Elena lo que pasó con Bea. Sabía que lo le iba a sentar bien por lo que dijo en esa conversación en la que la propia Bea indagó para ver su opinión, no sé si por curiosidad, morbo o qué, pero acabó soltando que no le habría hecho gracia.

Bastante tenía con ocultarle lo de Noelia, como para ocultarle eso también. Me di fuerzas a mí mismo diciéndome que no era para tanto, que no la había tocado y que solo me había visto desnudo, nada más. Solo tenía que encontrar la forma de decírselo, creyendo que lo mejor sería en el día en el que hiciéramos el plan, decírselo de manera suave y tranquila para que no se saliera la cosa del tiesto. Pensé en llamar al hotel al día siguiente en un descanso que hiciera cuando volviera al trabajo. Y en los ratos libres pues buscar piso. Algo que estuviera bien de calidad y precio y situado en una buena zona.

Mientras pensaba todo esto, empecé a recibir mensajes. Era Elena que me decía las ganas que tenía de verme y lo caliente que estaba, mandándome varias fotos de ella desnuda y jugando. Se le veía muy encendida, con una mirada de estar a mil. Me gustó mucho ver eso, pero por mi bajón no tenía ganas de nada, por lo que la dejé en visto y me acabé durmiendo por el cansancio que llevaba del viaje.

El lunes me costó levantarme al oír la alarma debido a la semana que me pegué de levantarme más tarde de lo que solía, por lo que mi humor no era el mejor. Afortunadamente después de desayunar y pegarme una ducha, se me pasó bastante y me puse a trabajar, dándome cuenta de que al parecer había bastante lío porque tenía varios correos. Al final no resultó ser para tanto, aunque sí que tenía algo más de trabajo de lo que solía tener, los demás correos eran sobre información de nuevas directrices, métodos de trabajo y algunos cambios en el periódico que poco me afectaban a mí. Cuando hice un descanso cogí el móvil viendo que había más mensajes de Elena.

-No me haces caso... 🥺🥺🥺
-Perdona, mi vida. Pero es que anoche estaba muerto y me dormí con el móvil en la mano.

Le dejé eso para que no se preocupara como ya había pasado alguna vez. Inmediatamente aproveché para llamar al hotel en el que estuvimos la otra vez para reservar la habitación. Por suerte no hubo ningún problema, ni siquiera en reservar la misma habitación a pesar de estar casi a finales de julio, pero era lo bueno de no ser una ciudad costera, que se vaciaba bastante en verano. Elena no respondía, por lo que imaginé que estaba durmiendo aún. Después de comer me puse a mirar anuncios de pisos en mi ciudad, aunque no me gustó nada de lo que vi. Entonces me llamó Elena.

-Hola mi vida.
-Hola. ¿Qué pasó anoche? Viste lo que te envié, pero no me respondiste...
-Nada. Estaba cansado y me dormí. Pero estabas muy sexy. Cómo te gusta calentarme...
-Jejejeje.
-¿Y tú? No me digas que te acabas de levantar. Luego soy yo el dormilón... Jajajaja.
-No, hombre... Me he levantado tarde, eso sí. Mi madre cabreada por eso, como siempre. Se cabrea por todo. Ya hemos comido y he estado un rato con mi abuela, que se va a ir un par de semanas con mi tía, que vive en otro pueblo, para que esté con mi primo pequeño.
-Am, pues mira, más tranquilita va a estar tu madre. A ver si se relaja...
-No caerá esa breva...
-¿Ayer al final se tranquilizó?
-Sí, bueno... Me echó la bronca, para no variar. Por lo del piercing en el pezón, pero no fue para tanto. Al final está conforme con eso y con el de Noelia.
-Bueno, bien entonces.
-Sí. ¿Qué haces?
-Pues estaba descansando, pero me voy a poner a currar ya mismo.
-Ah, es verdad... ¿Te ha costado madrugar?
-Sí. Me he levantado un poco de mala ostia... Jajaja.
-Bueeeeno, debería dormir contigo para que no te levantes así, jejeje.
-A ver, no me hubiera levantado así, pero tampoco hubiera dormido... Jajaja.
-Eso es verdad.
-Por cierto, ya está reservado eso.
-¿Sí? (dijo con emoción)
-Sí, para el jueves. Mismo hotel y misma habitación.
-Ufff... Qué ganas.
-Ya pensaré en qué hacer antes de ir allí.
-Vale.
-Y tú, ¿qué haces?
-Pues nada, aquí aburrida. Voy a salir un rato con Isa a su casa, porque todas las demás están en la playa.
-Ah, vale. Pásalo bien.
-Gracias. Oye, ¿vendrás luego?
-Pues no creo, tengo un poco más de lío en el curro y voy a estar reventado. Además, así aprovechamos para que tu madre se relaje un poco y disfrute bien de vosotras.
-Es verdad, mañana nos vamos a acercar a casa de mi tía para celebrar mi cumple, que como hemos estado fuera... Se me había olvidado ya.
-Pues genial. Pásatelo bien.
-Bueno, no te robo más tiempo. Luego hablamos.

Mejor, no me apetecía estar en su casa, más que nada por las dos cascarrabias, porque con ella sí que quería estar, así que estaría unos días sin verlas.

El resto del día transcurrió de una manera tan normal como aburrida, con esa vuelta a la rutina de trabajo después de las vacaciones hasta que llegó la noche, donde empecé a recibir mensajes de Noelia.
 
Capítulo 173

-Hola cariño 😘
-¿Qué quieres ahora?
-Joder, qué borde eres...
-Me lo dice Miss Simpatía...
-Nada, ni siendo amable me tratas bien...
-¿Cómo quieres que te trate bien si no paras de tocarme los huevos?
-Ay... De verdad.
-Estarás contenta, ¿no?
-¿Por qué?
-Por habernos jodido las vacaciones.
-¿Eso crees?
-Pues sí, la verdad. El lunes fue un día de puta madre. Ojalá siempre fueras así. Pero a partir del martes... Vaya semanita...
-Tampoco he hecho gran cosa.
-No... Poner celosa a tu hermana, montar un numerito para follarte a un pobre chaval, preguntitas y tonterías con la otra pareja, y lo del viernes cuando volvimos al apartamento...
-No me pude resistir. Hacía mucho que no te la veía y quería hacerte de todo. Mi hermana se dio cuenta de que estaba en el marco de la puerta y me hizo señales con el dedo para que me acercara. Me iba el corazón a mil. Y cuando te la cogí ni te cuento...
-Tu hermana fue, ¿no? Ya...
-Te lo prometo.
-Tus promesas y tu palabra no valen nada.
-😟
-No estoy para gracias.
-No es una gracia. Me duele eso que me acabas de decir.
-Pues es todo mérito tuyo. Está en tu mano que cambie de parecer respecto a ti si realmente lo quieres.
-Ya... Javi, ¿por qué me paraste cuando te la iba a chupar? Me moría de ganas por metérmela en la boca de nuevo...
-¿En serio me lo preguntas?
-Sí. Mi hermana estaba ahí y no parecía importarle.
-Noelia, por mucho que te empeñes en hacérmelo ver como tú quieres, no lo vas a lograr. ¿No te das cuenta de que tu hermana estaba tan borracha que no sabía ni dónde estaba?
-No fue para tanto.
-Sí que lo fue. Y tú te aprovechaste de ella. Se te tendría que caer la cara de vergüenza.
-¿Sabes? Me haces intentar ver siempre las cosas como tú crees, ahora me toca a mí. Me echas siempre la culpa de todos tus problemas con mi hermana. Lo mismo es que no la quieres tanto como dices y haces eso para seguir con ella porque te da pena.
-Noelia, no me puedo creer lo que estoy leyendo...
-Pues eso es lo que creo. Igual que creo que estás deseando follarme. Y a Irene también. Solo hay que ver cómo nos mirabas las tetas cuando hicimos topless... Pero tú te empeñas en seguir con la idiota de mi hermana. Dios da pan a quien no tiene dientes.
-Estás mal.
-Y mucho echarme la culpa cuando tú eres también así.
-¿Cómo?
-Jajajajaja. Ay Javi... A veces me da la impresión de que eres tan inocente e imbécil como mi hermana.
-¿¿¿???
-Javi, hijo... Hay que ser muy idiota para no darse cuenta de que tú eres el chico de la historia que nos contó Bea.

Me quedé blanco. ¿Cómo se había dado cuenta? ¿Lo había hablado directamente con ella o incluso con Irene? No, no puede ser. Irene no me haría algo así... Aunque viendo que dudaba de mí... No, aun así, no podía haber sido ella. ¿Bea? No, tampoco, no la veía tan mala persona a pesar de que intentó seducirme a saco aun diciéndole que tenía novia. ¿Tan evidente era?

-Y lo que tardas en responder me lo confirma al 100%.
-Estás flipando.
-No hay que ser muy lista para atar cabos, nene. Pasó justo después de que te fueras. Fue mucha casualidad que Bea apareciera al día siguiente de que te fueras la noche anterior y más teniendo en cuenta lo que dijo su amiga de que ya habían pasado por ahí. Te estaba buscando y hasta que no te vio, no se decidió por un lugar.
-Pero si dijo que había sido unas dos semanas atrás.
-Que sí, Javi. Que no cuela. Si nada más que había que verle la cara con la que respondió diciendo eso de las dos semanas. Le pilló por sorpresa esa pregunta y se le notó mucho.
-Lo que tú digas.
-Solo tengo una duda... ¿Te la follaste?
-No era yo.
-Sinceramente, tengo mis dudas. Que me rechaces a mí lo puedo entender, aunque yo creo que estoy bastante bien. Ningún chico de los que me he follado ha tenido queja, ni de mi cuerpo, ni de como follo. Pero es que Bea... Esa chica es de las que ves muy rara vez. Me cuesta mucho creer que la rechazaras... Tiene que tener unas tetas... Y ese culazo...
-Que sí, Noelia...
-Espero que no lo hicieras, me enfadaría mucho 😡
-¿Has acabado ya?
-No. Me gustaría saber qué te da mi hermana para no follarme a mí y no haberte follado a Bea. De verdad que no lo entiendo, con lo poca cosa que es. ¿Tanta pena te da para no dejarla por alguien mejor? Tengo una teoría. Pienso que la que de verdad te gusta es Irene. Me apuesto lo que quieras a que te la quieres follar. Sé que ella y Mario no tienen problema en eso, son muy guarros y se follan a todo lo que pillan, o casi todo, pero mi hermana te da pena y no quieres dejarla, por eso la metéis en vuestros juegos de cama, para ir convenciéndola poco a poco hasta que consigas follártela. Ya si eso que Mario se apañe con ella, ¿no? Que guarro eres... Si a ti también te va la marcha.
-Me das asco.

Reventé el móvil contra la pared del cabreo que tenía. No sé qué película se había montado, pero estaba flipando con todo aquello que me dijo. ¿Quién coño se creía para hablarme así? Estaba muy enfadado y tenía clarísimo que tenía que pillar un piso cuanto antes para perderla de vista. Mi madre entró corriendo a mi habitación para ver qué había pasado.

-¿Qué ha sido eso?
-Nada, mamá. El móvil, que se me ha caído. (dije mientras recogía las piezas)

Mi madre se quedó en la puerta, con los brazos en jarra, mirándome con cara de estar mosqueada.

-Javier, ¿por qué has roto el móvil?
-Que se me ha caído, mamá.
-Un móvil no se queda así cuando se cae. Lo has lanzado contra el suelo o algo. Además, el ruido ha sido muy fuerte.
-Nada, estoy cabreado. Ya está.
-¿Pero para hacer eso?
-Da igual.
-¿Qué te pasa? Va, cuéntame.
-Nada mamá. No tengo ganas de hablar.
-Ya sabes que si quieres hablar algo, aquí estoy.
-Lo sé, mamá.
-¿Ha pasado algo en la playa?
-Da igual.
-Bueno, cuando se te pase un poco me cuentas. No es bueno quedarse las cosas dentro, hay que sacarlo.
-Vale. Luego hablamos.
-Bueno... Lo que necesites, hijo.

No tenía ganas de hablar con mi madre. Bueno, más que eso, era por no explicarle todo lo que pasó. ¿Cómo iba a explicarle que la hermana de Elena seguía con las suyas? Sabía de sobra que me iba a decir que lo hablara con ella, como ya me había dicho varias veces, pero no. No podía hacerlo ya. Me arriesgaba mucho si se lo contaba y no quería ni hacerle daño ni arriesgarme a que pasara algo de lo que me podía arrepentir mucho. El móvil estaba hecho añicos, ni se encendía, por lo que cogí un móvil viejo para que me hiciera el apaño y ya saldría al día siguiente a comprarme otro.

Al día siguiente me levanté temprano, como solía para ponerme a trabajar, pero a media mañana paré para ir a por otro móvil. De casualidad me encontré a Mario en la calle y me dijo de quedar para comer. Me pareció bien, ya que en casa no tenía problema con eso, pero Elena no estaría con nosotros porque estaba con su familia. Puse el móvil a punto y regresé a casa para trabajar. Para la hora de comer Mario me llamó para que fuera a su casa, aunque habíamos quedado para ir a un bar. Supuse que aún no estaba preparado por haber salido de trabajar, por lo que fui a su casa. Una vez llegué, me hizo pasar y cuando fui al salón, me encontré a Irene, quien se acercó a mí para darme un fuerte abrazo.

I: Lo siento mucho, Javi... (dijo con la voz quebrada)
J: Venga, ya está... (dije para quitarle importancia al asunto)
I: No, me he colado un huevo. Me siento fatal...
M: ¿Cómo te ha dado por pensar eso, Irene? Si lo conocemos ya como para saber que no haría eso.
I: No lo sé. Soy imbécil. Vi algunas cosas raras y me monté una película.
J: Bueno, yo también tengo lo mío. No es justo que me vaya de rositas.
M: ¿Por?
J: Por lo que dijo Bea. La historia que contó era totalmente cierta.
M: ¿Lo de que te desnudaste y eso?
J: Sí.
I: ¿Nos cuentas cómo fue? (dijo limpiándose la cara por haber llorado un poco)
J: Pues fue eso. Me senté en la playa, quería estar solo y aparecieron. Se desnudaron y se bañaron y se acercó a mí. Empezamos a hablar y bueno, pues hubo afinidad, fue muy amable. Me intentó besar, pero me aparté.
M: Bueno, ya está. No pasó nada.
J: Espera. La cosa es que ella empezó con el tonteo, hablándome con ese punto para darle intensidad y me dijo me quería ver desnudo. Me negué diciendo que no quería, que tenía novia, que me daba vergüenza y demás, pero ella se empeñó. Fue a por un par de cervezas y nos fuimos a otro sitio y ahí siguió hasta que me desnudé.
I: ¿Por qué lo hiciste?
J: Porque estaba muy enfadado y porque soy gilipollas, la verdad. Tenía que haberme ido en cuanto se me acercó. Pero no, entre mi enfado y el morbo que me entró, me quedé y me desnudé.
M: ¿Le tenías ganas?
J: Pfff... No lo podía tener más dura... La cabrona me provocó mucho. Lo que contó de que se metió al agua y se empezó a tocar era cierto. Joder, es que hasta me goteaba la polla de cómo estaba...
M: Joder, como para no...
J: Cuando salió lo siguió intentando. Se despatarró y se abrió el coño.
M: Me cuadra lo que dices. Esa chica es muy... Caliente vamos a decir.
J: Lo pasé mal. Estuve muy cerca de cometer el peor error de mi vida.
M: Eso es muy relativo. ¿Tú lo considerarías cuernos?
J: ¿El habérmela follado?
M: Sí.
J: Pues claro.
M: No lo termino de entender. Supongo que es porque yo siempre lo he visto como lo veo ahora. Es que no sé... Cuando toqué a Elena no dijiste nada, ni pusiste un mal gesto siquiera.
J: No sé. No veo que sea lo mismo.
M: No sé tío, yo es que lo veo muy fácil. Yo quiero a Irene, la amo. Pero me gusta pasármelo bien y a ella también. Lo que hacemos con los demás es solo para divertirnos. Es como salir a bailar o de fiesta. Lo veo exactamente igual.
J: Ya Mario, si te entiendo, si yo también opino parecido a ti, pero Elena no. Ella tiene ese pensamiento más normalizado de una pareja tradicional. Y lo entiendo y no me molesta. Cada uno es como es. Yo cuando estaba en la universidad iba y venía a mi antojo. Me acostaba con varias chicas y no mezclaba sentimientos. Hola, buenas, echamos un polvo y hasta otra. Pero estando en pareja cambia la historia. Con vosotros tengo confianza para hacer lo que hacemos, nos conocemos y empezamos poco a poco, pero no creo que me guste ver a Elena con un tío que no conozco de nada, la verdad.
M: Tampoco es para tanto lo que ha pasado. Dijo que le molestaría, pero yo que sé. No le has puesto los cuernos ni nada, ni siquiera la has besado.
I: Javi...
J: Dime.
I: ¿Por qué estabas tan enfadado? No me cuadra que por eso te largaras.
J: A ver... -dije después de soltar un suspiro- Pasó algo.
I: ¿El qué?
J: Elena se empeñó mucho en que folláramos. Al final pues me dejé llevar y me la empezó a comer. Me senté en la cama mientras ella estaba de rodillas y me eché para atrás porque me estaba gustando mucho y cerré los ojos. Cuando los abrí me encontré a Noelia agarrando mi polla.
I: ¿Qué dices?
J: Pues eso. Elena le empezó a preguntar si le gustaba, que si me la quería comer...
M: ¿Y qué pasó?
J: Pues que le dijo que sí y lo intentó, pero la aparté.
I: Estoy flipando.
J: Más flipando estaba yo.
M: Vaya borracherón tenía que llevar Elena para que pasara eso.
J: Pues ya ves... Por suerte no se acordaba de nada al día siguiente.
I: Esa chica tiene mucho peligro.
M: Sí Javi, ten cuidado, que a nosotros se nos presentó desnuda mientras follábamos. Quería hacer un trío con nosotros cuando estuvisteis fuera el día del cumpleaños de Elena.
J: Ya. Ya me lo contó Irene.
M: Pero no pasó nada más, ¿no?
J: No. La empujé y me piré de allí.

Nos quedamos unos segundos en silencio, mirando el suelo. Me puse nervioso y acabé confesando lo que pasó esa noche con Noelia y fue un gran alivio lo que sentí al hacerlo. En esos segundos de silencio me planteé destapar todo lo que me había pasado con Noelia, pero es que no podía, me daba mucho miedo. Tenía miedo hasta tal punto que pensaba que mis mejores amigos me darían de lado al enterarse de todo aquello y eso era algo que no quería que pasara. Otra razón para no decirlo era por temor a que se les escapara algo delante de Elena y se acabara enterando.

J: ¿Debería contárselo?
I: Ni se te ocurra. Lo de Noelia no. ¿Cómo se lo piensas decir? Es una locura.
M: Sabiendo cómo es Elena, ¿cómo se le puede decir algo así? No quiero ni pensar cómo se pondría. Nada, olvídate.
I: Pero, ¿qué se le pasaría por la cabeza para hacer algo así? Por muy borracha que esté... No lo entiendo.
J: Solo se me ocurre una cosa.
I: ¿El qué?
J: Elena está muy preocupada de que su hermana se quede sola por su comportamiento. No tiene amigos, solo tenía una amiga, fue la chica esta con la que intentó una relación, pero que al final no acabó fluyendo la cosa. Y no acabó bien, ya no se hablan y tal.
I: Pfff... ¿Tú crees?
J: Es lo único que se me ocurre para que hiciera algo así. No sé... No veo a Elena con esa mentalidad. Si ya le costó un poco soltarse con vosotros, ¿cómo va a hacer eso con su hermana?
M: Pues será eso. Tampoco le deis muchas vueltas.
J: Le quiero contar lo de Bea. Bastante mal me siento ocultándole lo que pasó con Noelia.
M: ¿Estás seguro?
J: Sí. Me siento mal.
I: Javi... -dijo viniendo hacia mí, sentándose en mis muslos y abrazándome- Lo siento mucho, de verdad. Me siento fatal por lo del domingo... De verdad. Te quiero un montón. Siento haber pensado así de ti. ¿Me perdonas? (dijo ya con la voz ida, empezando a llorar)
J: Venga Irene, ya está. Pues claro que te perdono. Me ha dolido, que lo sepas, pero eres mi mejor amiga, no puedo estar enfadado contigo. Yo también te quiero mucho.

De nuevo estuvimos unos segundos en silencio con ella abrazándome con mucha fuerza. Me dio un beso en la mejilla para después preguntarme:

I: ¿Cómo se lo vas a contar?
J: Pues el jueves tenemos un plan. Me la llevaré a cenar por ahí y luego iremos al hotel en el que os vimos.
I: Ten mucho tacto. Aunque ya verás como sale bien.
M: Elena te quiere mucho, seguro que no le da más importancia de la que tiene.
J: Ya. Espero que no se ponga mal...
I: Pase lo que pase, ya sabes que nos tienes aquí por si necesitas ayuda o lo que sea.
J: Lo sé.
 
Capítulo 174

Al final comimos en casa de Mario, hablando de más cosas y repasando algunos hechos de la semana que estuvimos en la playa. Volvió a salir el tema de Noelia, aunque fue algo ligero. Ambos opinaban que era una chica muy echada para delante, demasiado. Y que era cabezona. Aparenté normalidad mientras hablamos de ella, aunque era inevitable que se me vinieran varias cosas que pasaron con ella, sobre todo la conversación que tuvimos el día anterior por la noche. Al final pasamos un buen rato, yéndose toda esa tensión y mal rollo con Irene. Ya volvíamos a ser los amigos que éramos, incluso parecía que más. Ese malentendido que derivó en aquella discusión y mi mal humor pareció ablandarla, pasando a ser más dulce y más cercana si cabía. Cuando acabamos me despedí de ellos, Irene de nuevo me dio un abrazo fortísimo, volviendo a pedirme perdón con una vocecilla que daba hasta lástima.

J: Venga Irene, no te quiero ver más así.
I: Es que me siento muy mal, no quiero que te enfades así conmigo. Me dio mucha cosa verte así y no. Quiero que seamos amigos siempre, los cuatro.
J: Y así va a ser. Venga, levanta esa cara. No quiero que Elena te vea así. Bastante va a tener con lo que le voy a contar.
I: Ya verás como todo sale bien.
M: Claro, ya verás como no es nada.

Salí de allí de muy buen humor, ya se había acabado ese mal rollo. Se resolvió bastante bien el problema y volvíamos a ser los mismos. De nuevo volví a pensar en como me sinceré en lo que pasó con Noelia. No tenía pensado hacerlo, pero casi que no pude reprimirlo y acabé contándolo. Sentí haberme quitado un peso enorme de encima al hacerlo, casi como si lo hubiera contado todo, cosa que hizo que se me pasara por la cabeza hacerlo, pero no. Seguía siendo un cobarde y no me atreví. Llegué a casa y mi madre al verme de tan buen humor, me abordó.

-Venga Javier, ¿qué pasó ayer?
-Pfff... Mamá, es que...
-Va. Cuéntame. ¿Otra vez la hermanita de Elena?

Me quedé en silencio unos segundos, pensado en qué decirle. No quería que me saliera otra vez con las mismas de que hablara con Elena acerca de Noelia y todo lo que había estado haciendo, por lo que decidí contarle lo que ocurrió con Bea.

-Hijo...
-Ya, mamá. Lo sé.
-A ver, ahora sois muy modernos, pero hacer eso teniendo pareja... ¿Ambos desnudos?
-Sí. Fue tonteo, nada más.
-¿Y cómo llegaste a eso?
-Pues porque Elena se emborrachó y se puso muy pesada y me enfadé con ella un poco. Salí a despejarme y pasó eso.
-Pero todo está bien, ¿no?
-Sí, sí. Todo está perfecto. Pero ella no lo sabe y se lo quiero contar.
-Haces bien, aunque lleva cuidado. Esas cosas...
-Ya, ya.
-Me parece raro. Con lo poco impulsivo que eres tú...
-Ya, mamá. Pero es que estaba enfadado. Esa chica era muy guapa y tal y...
-Bueno hijo, no pasa nada. Obviamente no está bien eso, pero tampoco has hecho nada. No cualquiera en esa situación haría lo mismo que tú.
-Ya...
-¿Por eso rompiste ayer el móvil?
-No. Bueno, en parte. Resulta que la amiga con la que íbamos me preguntó acerca de la noche esa, porque luego esa chica se juntó con nosotros y tal y parece que le contó algo, aunque sin decirle que era yo y se enfadó un poco porque creía que había engañado a Elena con ella.
-Vaya...
-Me dolió mucho que pensara así de mí. Es mi mejor amiga y no me lo esperaba.
-Vaya, lo siento.
-No pasa nada. Si vengo de su casa. Hemos comido juntos con su pareja y lo hemos arreglado. Ya está todo bien.
-Ah, pues muy bien entonces. Me alegro de que todo vaya bien.

No fue tan mal la conversación con mi madre a pesar de haberle contado parte de lo que pasó y no saber cómo se lo tomaría. Por suerte no fue para tanto ese rato que esperaba más incómodo.

Después de esa conversación me puse a trabajar hasta la noche, cenando después y echándome para descansar. Miré el móvil y no tenía mensajes de Elena. Supuse que era por estar con su familia. Tampoco tenía mensajes de Noelia, cosa que agradecí, así no tendría que ir a comprar otro móvil al día siguiente. Después de estar un rato jugando a la play me acosté para dormir.

El miércoles me levanté temprano de nuevo, para empezar otro día de trabajo. A media mañana me llamó Elena, estando muy alegre.

-Hola, mi amor. Ya estoy en casa.
-¿Cómo fue ayer?
-Muy bien. Estuvimos en casa de mi tía muy a gusto. Cumple en familia.
-Me alegro un montón de que todo fuera bien.
-Javi, tenías que haber visto a mi madre, parecía otra. Por cierto, le he enseñado lo que me has regalado, que con la tontería de los piercings de mi hermana y míos no se enteró, ni se lo pude enseñar. Le ha encantado. De hecho, quiere que vengas a comer para decírtelo.
-Eh...
-Venga, va. Que yo también tengo ganas de verte...
-Pero si mañana nos vamos a ver, mi vida.
-Ya, pero me apetece mucho y mi madre está de buen humor, hay que aprovecharlo.
-Bueno, a la hora de comer estoy ahí.
-¡Bien! Oye, te oigo raro...
-Es que he cambiado de móvil.
-¿Y eso?
-Se me calló y se me ha roto.
-Am. Bueno, aquí te espero para comer.

No me apetecía nada ir a casa de Elena por mucho que me dijera que su madre estaba de muy buen humor. No me fiaba ni un pelo de ella, ni tampoco de Noelia. Nuestra última conversación había sido muy dura y no quería ni verle la cara. Tratar con las dos sería algo difícil sin que estuviera allí la abuela de Elena, ya que ella mantenía a Maribel a raya siempre, soltándole algún comentario delante de todos que se notaba que le jodía mucho, porque la dejaba un poco mal. Pasé el resto de la mañana trabajando hasta que llegó la hora de comer, por lo que me fui a casa de Elena.

Una vez llegué, ella me abrió y se lanzó a mí para comerme a besos. Era algo que me encantaba que hiciera y lo sabía, y más cuando se subía encima de mí, abrazándome con todo su cuerpo. Me cogió de la mano y me llevó a arrastras al comedor, aunque no había nadie ahí aún. Ayudó a su madre a traer los platos y entonces Maribel se puso detrás de mí, acariciándome los brazos y los hombros, para darme un abrazo por detrás con mucho cariño.

M: Vaya detallazo has tenido con mi hija...
J: ¿Te ha gustado?
M: Mucho. La verdad es que nunca había visto un regalo así. Parece más de otra cosa...
J: ¿A qué te refieres?
M: Mmm... -murmuró riendo- Venga, seguro que me pillas, eres muy listo. Pero que es precioso. Estoy encantada de lo contenta que está contigo. De verdad. Hacéis muy buena pareja y estoy tranquila de que esté contigo.
J: Gracias, pero no te sigo con lo que me has dicho...
M: Me refiero a que parece un regalo de más... Como de pedida de... (dijo abrazándome con más fuerza)
E: ¿De qué habláis? (dijo una vez apareció con el resto de platos)
M: De lo que me ha gustado el regalo que te ha hecho.
E: Ay, mamá. Si hubieras visto lo que montó...

Entonces Elena le contó con mucho detalle lo que monté para dárselo, desde que salimos del apartamento hasta que volvimos, omitiendo todo el folleteo que hubo, porque Maribel se escandalizaría mucho con eso, como siempre que lo hacía cuando salía el tema. Maribel sonreía abiertamente mientras oía a su hija relatar todo el momento mientras agarraba el colgante con fuerza. Mientras tanto, yo empecé a darle vueltas a lo que me dijo de que ese regalo parecía más de pedida. ¿Pedida de qué? ¿De matrimonio? Me empecé a agobiar bastante al pensar eso y en lo contenta que estaba por eso precisamente. ¿Ya pretendía que nos casáramos? Uff... Que agobio. Yo no creía en eso del matrimonio. Lo veía como una parafernalia innecesaria, con estar con ella tenía más que suficiente, no necesitaba demostrárselo a nadie ni me gustaría tener que pasar por aquello, porque me agobiaría bastante y sabía que iba a estar incómodo en aquella situación. Por suerte, se me fue rápido de la cabeza viendo lo tranquila que estaba Maribel oyendo a su hija. Empezamos a comer sin rastro de Noelia, a pesar de que tenía su plato de comida sobre la mesa.

M: ¿Dónde está tu hermana?
E: No lo sé. No la he visto en todo el día.
M: Esta mañana se fue, pero no me ha dicho nada.

Seguimos comiendo, sin rastro de ella, para mi alivio. Estaba muy a gusto en esa situación sin ella y con Maribel así. Parecía hasta otra casa. Todo continuó así cuando después de comer nos sentamos en el salón para tomar un café los tres juntos mientras Maribel cogió un libro y se sentó a mi lado, enseñándome fotos de Elena de cuando era pequeña. Insisto, parecía otra persona. Ni rastro de esa amargura que solía tener siempre. Estaba todo el rato sonriente, estaba casi tan preciosa como su hija cuando lo hacía. Se le achinaban más los ojos y tenía una sonrisa muy bonita de ver, lanzando sonidos de risa muy dulces. Hubo una foto que me gustó mucho en la que salía Elena en la playa jugando en la arena, mirando sonriente a la cámara con dos coletitas a los lados y el pelo más corto de lo que lo llevaba. Al lado estaba su hermana, tenía pinta de tener un año o así, también jugando con la arena, pero sin mirar a cámara. Me salió un "Oh..." del alma al verla. A Elena le entró la risa y Maribel me pasó el brazo por encima de los hombros, sonriendo. En ese momento fue cuando por primera vez se me vino a la cabeza que, si tenía alguna vez hijos, quería tener una niña tan bonita como la que estaba viendo en la foto.

Estaba muy a gusto en ese momento, el problema es que se fue opacado por la presencia de Noelia. En cuanto oí la puerta ya me puse tenso. Pero para mi sorpresa no fue para nada lo que me esperaba. Noelia llegó llorando. Su madre salió disparada para ver qué le pasaba y se sentó con ella en el sofá que teníamos enfrente. Cuando consiguió tranquilizarla le preguntó qué le pasaba y entonces Noelia se puso a contarle que ese día era el cumpleaños de María y que había ido a su casa para felicitarla con intención de poder volver ser amigas porque la echaba de menos y que quería estar con ella como antes, que era su mejor amiga y demás. Por lo que contó, le había echado de allí de muy malas maneras, diciéndole que no se acercara a ella y eso pareció afectarle mucho.

Maribel la tranquilizó y se la llevó al comedor para que comiera, ya que era tarde mientras Elena me miraba con cara de preocupación y yo... Pues yo estaba encantado. Con todo lo mal que me lo estaba haciendo pasar no pude evitar alegrarme de que se llevara ese palo. Sentía como si el karma o algo estuviera actuando para devolverle a Noelia todo el daño que me estaba haciendo a mí. Elena estaba callada, mirando al suelo con gesto algo triste. No le di oportunidad a que me insinuara que ayudara a su hermana ni nada, despidiéndome de ella para volver a casa y seguir con el trabajo. Quedamos en que hablaríamos por la noche y me fui a casa para seguir con lo mío mientras por el camino me alegraba de la desgracia de Noelia.

A media tarde hice una llamada que sería parte del plan que tendría lugar al día siguiente junto a Elena. Por suerte salió bien y sería algo seguro. Estaba seguro de que le haría ilusión. Ya por la noche, después de trabajar y cenar me llamó Elena.

-¿Qué pasa mi vida?
-Nada, que tengo unas ganas de que llegue mañana...
-¿Sí?
-Muchísimas. Tío, siempre que paso unos días contigo me entran más ganas de estar juntos y cuando cada uno nos vamos a nuestra casa me vengo un poco abajo.
-Bueno, pero no hay mucho problema. Podemos estar más juntos que antes. ¿Recuerdas como estábamos antes de que conociera a tu madre?
-Ufff... Calla, calla. No sé cómo podía aguantar así...
-Bueno, mañana tienes que estar lista para las 12 o así.
-¿Sí?
-Sí. Tengo un plan y tiene que ser a esa hora. Ya pasamos el resto del día juntos.
-Creía que iba a ser más tarde.
-¿Te viene mal?
-No, no. Si estoy encantada, así estoy más tiempo con mi Javi.
-Vale, jajajaja.
-Jajajaja, ¿qué vamos a hacer?
-Es una sorpresilla.
-Mmm... Me gustan tus sorpresitas
-Y a mí me gustas tú.
-Ay... Lo que me dice mi niño...
-Pues mañana a las 12 estoy en tu casa. Nos ponemos guapos, ¿vale? Aunque tú estás guapa como vayas, como si vas en pijama.
-Calla tonto... Jajajaja.
-Por mí como si vas desnuda, vaya... Jajajaja.
-Que tonto eres, de verdad... Jajajaja.
-Sí, sí, pero que lo digo de verdad, jajaja.
-Jajajaja. Oye...
-Dime.
-Vaya carita has puesto mientras veías mis fotos de cuando era pequeña. Que mono estabas.
-¿Sí? Tú sí que estabas mona de pequeña. Bueno y ahora, jajaja.
-¿Te ha gustado la foto de la playa?
-Me ha encantado, verte así con esas coletitas... Por primera vez me he parado a pensar si quiero tener hijos y ahora me gustaría tener una niña tan guapa como la de esa foto.

Elena se quedó callada unos segundos y le empezó a entrar la risa tonta.

-Perdona, ¿te ha incomodado? No quería...
-No, no. Para nada. Solo me lo estaba imaginando. Jo... Me gustaría mucho, la verdad.
-Bueno, solo estamos hablando.
-Ya, ya. Claro, pero me lo he imaginado y... Bueno, que me ha hecho ilusión. Nos he imaginado así y uff... Que me pongo tontorrona, jajajaja.
-Ay... Jajajaja. Algún día Elena. Pero poco a poco, que tenemos que disfrutar mucho todavía. Somos muy jóvenes.
-Sí, sí. Si solo estamos hablando, pero me hace ilusión.
-Jajaja, vale.
-Bueno, mañana te veo. Te quiero mucho, mucho, mucho.
-Y yo a ti, mi vida.

Sí que se puso tontorrona, se le cambio hasta la voz, hablando con una vocecilla que me derretía. Ahora habían salido de mí esos planes de pareja, de una vida en conjunto para un futuro. Fue extraño porque sentí agobio cuando Maribel insinuó algo de una pedida, pero ahora estaba muy calmado y lo que había soltado era más fuerte que una pedida de mano, estábamos hablando de tener un bebé. No sé qué me pasaba para que algo así se me pasara por la cabeza. A mí, que unos meses atrás no me planteaba tener una pareja aun teniendo 25 años. Estaba pensando con una sonrisilla tonta en la cara y cuando me giré me di cuenta de que mi madre estaba en el marco de la puerta, asomada y con la misma sonrisilla que tenía yo.

-Espiando, ¿no? (dije mientras me reía)
-Noooooo. Es que me había parecido oír algo y bueno...
-Ya...
-Anda, cuéntame. ¿Qué ha sido eso? (dijo muy sonriente mientras se sentaba en mi regazo)
-Pfff... Mamá, me da corte, jajajaja.
-Anda ya, ¿qué corte te va a dar delante de tu madre?
-A ver, es que hoy después de comer en casa de Elena, su madre se ha sentado con nosotros y me ha enseñado fotos de cuando ella era pequeña. Que esa es otra, le ha encantado el regalo que le he hecho a Elena, mucho. Ella le ha contado como lo hice para dárselo y demás y bueno... Mamá, parecía otra mujer.
-Normal hijo, ha sido un regalo muy bonito y esa forma de dárselo ha sido muy bonita también.
-La cosa es que me ha dicho que le ha encantado, pero que ve ese regalo es más de otra cosa que de cumpleaños.
-¿De qué?
-Pues de pedida.
-Huy. A ver, pues puede parecer, no sé... Por la inscripción tal vez, pero yo no le echaría mucha cuenta a eso, hijo. Por lo que me dices de como estaba no te lo dijo con mala intención.
-No, no. Si no te digo que sea por eso, pero me agobié un poco.
-Bueno hijo, no pasa nada.
-El caso es que me ha enseñado las fotos y he visto a Elena de pequeña y me ha gustado mucho, ha sido guapa desde siempre.
-Y...
-Y he visto una foto en especial y me ha hecho gracia y han hecho que tenga ganas de tener una hija, así como ella en el futuro.
-¡Ay!

Mi madre me dio un abrazo fortísimo después de que pegara un respingo por su grito.

-A ver si es verdad hijo. No sabes la ilusión que me haría tener por aquí a una niña correteando.
-Bueno, tranquila mamá. No corras tanto, que eso sería para algo dentro de mucho.
-Ya, ya. Pero me encantaría verlo.
-Estás encantada con Elena, ¿eh?
-Sí. Mucho, hijo. Es una chica estupenda. No sabes lo feliz que estoy de veros juntos. Os miráis de una manera...
-¿Cómo nos miramos? A ver...
-Pues hijo, os miráis como si no existiera nadie más, esa mirada de querer a alguien a rabiar, de no poder estar el uno sin el otro.
-Mamá, que moñas te pones...
-¿Qué es eso?
-Cursi, ñoña.
-Anda, si me lo has preguntado tú. Serás tonto... Jajajaja.
-Mañana vamos a pasar el día juntos.
-Qué bien. A ver si hay suerte y traéis ya la nieta, jajajaja. (dijo mientras reía yéndose a paso ligero)
-Toma pastillas, jajajaja.
-Hala... (dijo una vez ya fuera de la habitación)

Estaba encantado con como iba ese día, todo había ido muy bien, en todos los aspectos. Había arreglado las cosas con Irene, todo iba bien con Maribel después de varios desencuentros, aunque me hubiera hecho sentir un poco incómodo, con Elena la cosa no podía ir mejor a pesar de algún inconveniente que otro en las vacaciones, pero nos iba muy bien. No podía estar más a gusto con ella. Noelia parecía estar distraída con otras cosas para seguir dando por culo con sus insolencias y volvía a remontar esas charlas con mi madre sobre cómo me iba. Me fui a dormir de muy buen humor.

Al día siguiente me levanté para trabajar un poco antes de ir a por Elena y pasar el día juntos. Me vestí con unos vaqueros ajustados y una camisa de manga corta. Fui hacia la casa de Elena para recogerla, pero aún no estaba lista, por lo que pasé para esperarla sentado en el salón. Maribel se sentó a mi lado mientras esperábamos a que saliera Elena de su habitación.

M: Que guapo vienes. ¿Qué vais a hacer?
J: Es una sorpresa.
M: Venga, chico, dime qué es. Tengo mucha curiosidad.
J: Pues vamos a pasar todo el día juntos, me la llevaré a comer y a cenar, daremos un paseo y pasaremos la noche juntos.
M: Am... Ya veo por donde va la cosa.
J: Bueno, un poquito de intimidad, ya sabes.
M: Ya, imagino. No tenéis mucha oportunidad de estar solos.
J: Exactamente.
M: Mmm... Pues no sé... Me podéis avisar y ya pues, yo os dejo solos si lo necesitáis.
J: No, no te preocupes. Además, ¿qué hay de su abuela y de Noelia? Es ridículo que os vayáis las tres para que nosotros... En fin...
M: Ya. Bueno, me puedo ir unos días a casa de mi hermana, solo están allí ella, mi madre y mi sobrino.
J: No te preocupes, de verdad.
M: Ya, es por Noelia, ¿no? Es que no creo que la pueda convencer de que vayamos a pasar unos días allí, es muy cabezona.
J: Bueno, no pasa nada. Si llevamos así ya varios meses.
M: ¿En tu casa no podéis?
J: Es que mis padres salen poco. A ver si los convenzo para que se vayan unos días a la playa.
M: Bueno... Entonces, ¿hay algo especial que le hayas preparado? Algo me dice que sí. Viendo lo que montaste para darle el regalo...
J: Bueno, algo hay...
M: ¿Qué es?
J: Emmm... Nada, una tontería.
M: Va, cuéntamelo. (dijo apretándome del brazo)
J: Es que lo mismo no te hace gracia...
M: Pero, ¿qué dices? Jajajaja, ¿qué podéis hacer que no me haga gracia? A ver...
J: Tenía pensado en llevarla a que viera a su padre.
M: Ah... (dijo bajito mientras se le cambiaba la cara, poniéndose más seria)
J: Tenía pensado decirle que se acercara a la playa y que fuera el día de su cumpleaños, pero estaba Noelia y sé que ella... Bueno... Y además pensé que lo mismo él quería verla y preferí evitar un posible momento incómodo. Por eso he pensado en hacerlo hoy, que estaremos los dos solos.
M: Ya... Pues muy bien.
J: ¿Ves? No te lo quería contar por esto. Con lo bien y alegre que estabas y ahora se te ha cambiado la cara.
M: No, no. No pasa nada, ya está.
J: Maribel, si te digo que no pasa nada o te quiero ocultar algo, es por no ponerte mal cuerpo. Confía en mí.
M: Tranquilo, Javier. Confío en ti. Te estoy confiando a mi hija, que junto a Noelia es lo que más quiero en este mundo. (dijo poniendo su mano en mi muslo)
 
Capítulo 175

Entonces apareció Elena, ya preparada. Se sentó a mi lado, dándome un pico rápido, quedando yo entre ella y su madre. Estaba preciosa, con el vestido que se puso para su graduación, llevando también los mismos zapatos, pelo alisado y un ligero maquillaje, aunque resaltaban mucho sus labios, de un rojo tan intenso como el vestido. Ese olor que desprendía mezclando su olor natural con el del perfume que solía usar hizo que me pusiera nervioso porque ya me empezó a encender.

J: Que hija más guapa tienes, Maribel.
M: Lo sé, hijo. Jajaja.
E: Jajajaja. Mamá, ¿te puedes creer lo que me dijo Javi ayer?
M: ¿El qué?
E: Que al ver mi foto de la playa le entraron ganas de tener una niña como esa.

Maribel se incorporó, cogiéndome con fuerza del brazo y mirándome fijamente a los ojos mientras ponía una sonrisilla en su boca, como la que puse yo y puso mi madre al oírme.

J: Elena... (dije poniéndome rojo, con una risa nerviosa)
M: Ay... Tener a una niña por aquí... Me encantaría. Pero primero os tendréis que casar, ¿no?
E: Tranquila, mamá. Solo es un comentario, no quieras ya organizarnos la vida...
M: No, pero si ya pensáis en eso, es que la cosa va encarrilada. Y ya sabes que hay que hacer bien las cosas. Primero os casáis y luego ya los hijos.
E: Bueno, ya está. (dijo al ver mi cara de incomodidad)
M: Venga, marchaos, que tenéis muchas cosas que hacer. (dijo alegremente)

Elena y yo nos levantamos, yendo hacia la puerta, pero justo cuando íbamos a salir, Maribel nos detuvo.

M: Esperad.
E: ¿Qué pasa?
M: Poneos, que os voy a echar una foto. Estáis muy guapos.

Elena y yo nos pusimos frente a la puerta, ella a mi lado mientras ambos pasábamos nuestros brazos por la cadera del otro. Yo le apreté con fuerza, atrayéndola hacia mí. Ella echó su cabeza sobre mi cuerpo y Maribel nos echó la foto, con una sonrisa enorme. Después salimos y nos montamos en el coche que estaba a pocos metros de la puerta.

Una vez nos montamos en el coche fui a encender el motor, pero Elena me paró, empezando a besarme suavemente mientras me acariciaba la cara. El beso fue cogiendo intensidad poco a poco, pasando al cuello después para que ambos pudiéramos coger algo de aire.

-Elena, cariño, que se te va a correr el maquillaje...
-Mmm... (murmuraba mientras me seguía besando el cuello)
-Va, para que acabábamos de vernos. Luego esta noche nos vamos a hinchar.

Elena se separó de mí, mirándome sonriente, dándome cuenta de que tenía el maquillaje intacto, sobre todo el de los labios. Me sorprendí porque el morreo que nos dimos fue intenso y seguía conforme lo tenía antes del beso. Supuse que era uno de esos pintalabios que no se corrían y demás. Arranqué el coche y empecé a conducir hasta la ciudad en la que se encontraba el padre de Elena. Lo bueno del plan era que Elena no se lo esperaría porque su padre cambiaba bastante de ciudad por su trabajo y por lo que hablé con él, ella no sabía dónde estaría ese día. Quedé con él en que la llevaría para que la viera y de paso comeríamos los tres juntos, como aquella vez en la que lo conocí.

Por el camino me quedé pensativo en la situación que tuvo lugar con Maribel. Si bien es verdad que estaba encantado con esa actitud, con ella tan alegre y poniéndomelo tan fácil, no podía evitar ponerme incómodo cuando se puso a hablar de cosas del futuro, que aparentemente ella quería más próximas que Elena y yo. De nuevo salió esa personalidad suya controladora y estricta, imponiendo que nos teníamos que casar para después tener hijos. Hijos, en plural. Yo entendía que era su madre, que quería lo mejor para ella y todo eso, pero, ¿no deberíamos ser nosotros los que decidiéramos todo aquello? Hablaba como si eso fuera lo impuesto y fuera a ser así. No tenía en cuenta nuestras opiniones y eso era algo que me molestaba. No por sus formas, ya estaba acostumbrado a eso, sino por esa manera de decidir por los demás sobre sus propias vidas. Quería pensar que aquello fue algo exagerado y que cuando llegara el momento ya haríamos lo que nosotros creyéramos oportuno. Elena me leyó como si fuera un libro abierto al verme así tan pensativo y callado.

-Mi amor, te veo muy callado... ¿Es por lo que ha pasado con mi madre?
-Eres muy lista.
-Bueno, no hay que ser una eminencia para darse cuenta. Sé de sobra como te pones con esos temas.
-Pues sí, es por eso.
-No le des importancia, son solo palabras. No va a ser como ella quiera.
-Eso era precisamente lo que pensaba.
-Ni caso.
-Entiendo que sea tu madre, pero...
-¿Qué pasa?
-Pues que no me hace mucha gracia que nos imponga como tenemos que hacer las cosas. No somos niños y más para ese entonces.
-Ya, si llevas razón. Pero prefiero darle la razón o no decir nada para que no me esté dando la chapa. Ya en su momento pues trataré eso con ella.
-Pues sí, creo que es lo mejor.
-¿Es por lo de casarnos?
-¿Eh?
-¿No te gusta a idea?
-¿Tú qué dices?
-Yo he preguntado primero.
-Emmm... Sí, supongo que algún día... (dijo con tono de estar poco convencido de mis palabras)
-Mientes.

Miré con cara de sorpresa a Elena por como me había respondido. La noté muy segura al decirme que mentía, cosa que no esperaba que hiciera.

-Elena, yo...
-No pasa nada, Javi. Si no quieres, puedes decirlo. No me voy a enfadar, ni poner triste ni nada.
-Pues la verdad es que es algo que no me llama la atención. De hecho, lo considero una tontería.
-¿Una tontería? ¿Te parece una tontería demostrarle a todo el mundo lo que nos queremos? (dijo de manera tranquila, sin ir a malas)
-Precisamente por eso, porque veo una tontería tener que demostrar algo que vivimos día a día. Me importa una mierda lo que opinen los demás. Yo te quiero y con que tú me querías, tengo de sobra.
-Eso es muy bonito.
-Pero...
-Pero a mí sí me gustaría. Ya sabes que soy tradicional para estas cosas.
-Bueno, no hay problema.
-¿Algo más por lo que no te guste?
-Porque me incomoda ser el centro de atención y más con tanta gente. Me agobio.
-Ah, pues eso es un problema.
-Si a ti te hace ilusión no tengo problema. Prefiero pasar un mal rato a quitarte esa ilusión.
-Jejeje. Bueno, tampoco es que sea muy urgente hablar de esto.
-No, pero ya que está el tema, pues no está de más hablarlo.
-¿Y ha habido algo más que te haya molestado?
-Mmm, no. Diría que no.
-¿Cuántos hijos te gustaría tener?
-Pues no lo sé. Ayer fue la primera vez que me paré a pensarlo, pero no sé...
-Yo tampoco me he parado mucho a pensarlo, pero... Me gustaría tener dos o tres.
-Uff...
-Jajajajaja, ¿qué pasa?
-Elena, dos o tres, como si estuviéramos comprando tomates, jajajaja.

Elena soltó una carcajada, poniendo su mano en mi cara para acariciarme. Yo se la cogí para besársela mientras ella seguía riendo.

-Entonces, ¿tantos?
-No sé. Me gustaría tener más de uno. Eso seguro.
-¿Dos nenas como tu madre?
-Me da igual que sean dos nenas, dos nenes o un nene y una nena.
-Pues parece que lo tienes más claro de lo que crees.
-Tal vez... Y tú entonces, ¿solo una nena?
-Es que no lo sé en realidad. Vi la foto ese y me gustó mucho la idea, pero no te sé decir. Todo esto es nuevo para mí. Hace unos meses no me imaginaba ni tener pareja. Imagínate tener hijos...
-Oh... Mi niño se hace mayor...
-Jajajajaja. Oye... Menos guasa.
-Bueno, ya veremos cuantos tenemos.
-Mi madre también está un poco emocionada con eso.
-¿Cómo?
-Pues que me escuchó hablar contigo y eso... Que le gustaría tener a una niña correteando por casa.
-Jejejeje.
-Que a ver si nos animamos y se la damos ya, pero le he dicho que tomas pastillas, así que... Jajaja.
-Pero Javi... (dijo poniéndose roja)
-Venga, Elena... Flipo con lo tímida que te pones, si cuando nos conocimos cualquiera te hacía una broma... Jajaja.
-Jajaja... ¿Te acuerdas?
-Pues claro que me acuerdo. Nunca se me ha olvidado esa cara tan preciosa que tienes.
-Jo... (dijo con una risita tonta)
-Para una vez que me armo de valor y le hablo a una chica en ese entonces y vaya mirada me echaste... Me acojoné.
-Jajajaja, pero es que...
-Sí, fue una tontería, pero, ¿qué esperabas? Si estábamos todo el día así.
-Laura la pobre te siguió el rollo y me cogió de la mano para irnos de allí.
-Sí, jajajaja. Siempre ibais juntas.
-Ya ves. En esa época éramos inseparables. Ahora ya como está subiendo a su ciudad cada poco pues ya apenas se viene con el grupo.
-Y Mario que estaba colado por ella...
-¿Sí?
-Joder, ¿es que no se le notaba?
-Pues no me di cuenta. Pero ahora que lo pienso, a Laura le hacía tilín.
-No jodas…
-Pues sí. Siempre que estábamos con vosotros y nos íbamos me decía que qué guapo era Mario. Así estuvo hasta que se fue a la universidad.
-Tonta de ella por no aprovechar cuando pudo.
-Parece que aprendió de eso.
-¿Por?
-¿No fue a por ti en la fiesta en la que te abriste la cabeza?
-Es verdad.
-¿Te imaginas que Laura y Mario hubieran acabado juntos?
-¿Te imaginas hacer lo que hacemos con ellos pero que en lugar de Irene fuera Laura?
-Uff... No podría.
-¿No?
-No. Qué vergüenza...
-Con Mario al final te has soltado, es lo mismo, ¿no?
-Pfff... No sé. Con Laura he vivido más cosas. No me veo así con ella.
-Aunque es verdad que todo esto empezó con Irene. Estoy seguro de que se lo dijo a Mario, aunque fuera él quien nos lo dijo directamente.
-¿Te gustaría?
-¿El qué?
-Hacer algo con Laura.
-Elena...
-No, si no pasa nada. De verdad, mi amor. Es solo curiosidad.
-Nah, estoy contigo, el rollo este que nos traemos con Irene y Mario pasa por ti. Ya te dije que yo no quería hacer nada que no te gustara. Si tú te lo pasas bien, yo me relajo y disfruto.
-Ya, ya. Pero si pudieras... Me refiero, ¿te parece atractiva?
-Pues sí, supongo. Es que no quiero contestar y hacerte daño.
-Mi amor... -dijo con voz melosa- Yo sé que solo tienes ojos para mí.

Sonreí mirando al frente y entonces Elena siguió:

-Va, responde. ¿Te gustaría hacer un trío con Laura y conmigo?
-Morbo me daría un rato. La chavala está bien.
-Que guarrillo es mi niño... (dijo con voz melosa mientras me sobaba el paquete)
-Estoy conduciendo...
-Ya, ya lo veo. Pero también veo esto y me pongo un poquito caliente.
-Uff...
-Te gustaría reventarla como me revientas a mí, ¿eh? Ella tiene más experiencia que yo. Hemos hablado de vez en cuando. No es una guarra, ni mucho menos, pero ha sido más como tú en ese aspecto. Ha tenido sus novios, pero también sus rolletes. Me acuerdo cuando salíamos que siempre me decía que si no me depilaba el chichi. Con 15 años que teníamos... Pues yo iba con mi matojito, pero ella lo tenía depiladito. No sabía si follaba ya en aquel entonces, pero por algún detalle me imaginaba que sí. Yo no me empecé a depilar hasta que empecé a salir con Alejandro. A él le gustaba depiladito. Apuesto a que Laura aún lo lleva depilado, no creo que se lo deje. Decía que le daba asco tener pelo ahí.
-Ejem...
-¿Sabes? Su coño era muy parecido al mío. Pequeñito y con sus labios rositas.

Me quedé callado, mirando al frente mientras conducía.

-Es que una vez la pillé sin querer y bueno... El chico se asustó y se fue y la vi despatarrada. Fue el verano antes de entrar a la universidad. Se enfadó un poco conmigo por joderle el polvo, pero fue un accidente, así que no pasó nada. Vaya cara tenía... Parecía que la estaba matando.
-Elena.
-¿Sí? (preguntó mirándome)
-¿Por qué me cuentas esto?
-Eh... Pues no sé. ¿Pasa algo?
-No, no. Pero me parece un poco raro que me hables de estas cosas. No sé... Como tú eres y que son cosas muy íntimas, a Laura no le haría gracia...
-No pasa nada, mi amor. Contigo es con quién más confianza tengo. ¿Qué pasa? ¿Te has puesto cachondillo? (dijo de nuevo con voz melosa mientras pasaba su mano por mi paquete)
-Hombre, pues...
-Uff, Javi... Como estás... Menos mal que esta noche tu niña te va a aliviar... Aunque tengo ganas de hacerte una mamadita ahora mismo...
-No, ahora no. ¿Qué te pasa hoy? Jajaja.
-Tenía muchísimas ganas de que estuviéramos los dos solitos.
-Ya veo... (dije poniendo mi mano en su muslo)
 
Capítulo 176

El resto del viaje Elena pareció calmarse, aunque no paraba de preguntarme a dónde íbamos y qué quedaba para llegar, parecía una niña pequeña, cosa que me hacía gracia. Cuando se relajó, dejando caer su cara en su mano y cerrando y un poco los ojos me puse a pensar en toda la conversación que acabábamos de tener, siendo probablemente la más rara que había tenido con ella desde que la conocía. Empezamos hablando de planes para futuro, pero con ella muy calmada sin molestarse por nada, ni cuando le dije que no me entusiasmaba la idea de casarnos, ni cuando rehuí el tema de los hijos, viendo exagerado que ella quisiera tener varios mientras que yo decía que quería tener una niña, aunque para nada me notaba preparado para ello. Luego lo de Laura. ¿A qué venía eso? No entendía como se había ido de la lengua de esa manera de una amiga suya. Me dijo que tenía mucha confianza conmigo, pero veía exagerado que me contara esos detalles. Vale que dijera de fantasear poniendo a Laura en el lugar de Irene por eso de que Mario le gustaba a Laura y viceversa, pero de eso a describirme su coño de esa manera... No lo entendía, y más sabiendo que era algo celosa. Solo esperaba que no tuviera que ver con eso.

Finalmente llegamos a dónde estaba el padre de Elena. Aparqué y mientras ella se bajaba y me esperaba a que lo hiciera yo, le escribí a su padre. Fuimos paseando hasta el restaurante donde quedé con él, cogidos de la mano. Elena estaba extrañada de que hiciéramos tantos kilómetros para ir a comer a un sitio, pero cuando llegamos la paré para darle un beso y fue cuando su padre salió, poniéndose detrás suya, poniendo su mano en su hombro. Como era de esperar, le hizo mucha ilusión. Después de que se dieran un gran abrazo y muchos besos, me dio un apretón de manos a mí, entrando a continuación los tres al restaurante.

Mientras comíamos nos pusimos al día, contando cada uno como nos iba. Disfrutamos bastante de aquel rato hasta que su padre se tenía que marchar para ir a trabajar. Nos despedimos de él y después fuimos a dar un paseo, pero no era buena idea por el calor que hacía, por lo que volvimos al coche para regresar a casa. De camino a mi ciudad, Elena no paraba de darme las gracias por haberle dado esa sorpresa. Le encantaba estar con su padre. Todo ese calentón que llevaba en la ida, pareció diluirse en la vuelta, porque no hablamos nada especial en ese aspecto, solo buenas palabras y gestos de cariño. Entre que acabamos tarde de comer y el viaje de vuelta, llegamos bien entrada la tarde. Primero pasamos por casa de Elena porque dijo que se le había olvidado coger una cosa, así que paramos allí, entrando ambos, con Elena muy alegre y eufórica. Cuando entramos fuimos al salón, donde nos encontramos a Maribel y Noelia.

M: ¿Qué pasa, niños?
E: Ay mamá, que contenta estoy...
M: Ya me ha contado Javier antes de que os fuerais. Me alegro de que estés tan contenta.
E: ¿Te molesta?
M: ¿Cómo me va a molestar que estés contenta, hija?
E: No me refiero a eso mamá, me refiero a...
M: Ah, no. Eres libre de hacer lo que quieras. Si eso es lo que quieres, pues adelante. Ya sabes lo que yo pienso.
E: Pero...
M: Elena... -dijo levantándose y yendo hacia ella para darle un abrazo- Que no pasa nada. Sé que le quieres. No me puedo enfadar porque quieras a tu padre. ¿Qué clase de madre sería?

Elena sonrió, devolviéndole el abrazo con mucha fuerza. Sin embargo, puede ver la cara de Maribel al estar ambas de perfil. Tenía una expresión triste, bajando la mirada al suelo.

E: Noelia. -dijo separándose de su madre- Papá te manda muchos besos y quiere que sepas que te quiere mucho.

Noelia dirigió su mirada a su hermana, de forma vacía, sin parecer ella. Durante toda la conversación Noelia estaba distante, mirando la televisión hasta que su hermana le habló. No dijo nada, levantándose para ir a su habitación y cerrar la puerta de manera normal.

E: ¿Qué le pasa, mamá?
M: Lo de su amiga. Estoy preocupada, no quiero verla así. Es muy joven para estar de esa manera.
E: Ya. A mí también me da pena.
M: No sé qué hacer, Elena.
J: No te preocupes. Ya verás como se le pasa en cuanto entre a la universidad. Ahí va a conocer a mucha gente nueva.
M: Ya. ¿Y mientras tanto?
J: Pues...
E: Mamá, le queda poco más de un mes. No es para tanto.
M: Lleváosla algún día para que se distraiga, anda...
E: Eh... Vale, luego la sacamos por ahí.
M: Gracias, hija.
E: Mamá, papá también me ha dicho que te dé un beso de su parte.

Maribel se quedó callada sin saber qué decir. Estaba seria, mirando a varias partes, haciéndose un momento bastante incómodo. Elena esperaba su respuesta, pero no la hubo. Maribel se fue a su habitación, dejándonos a Elena y a mí solos en el salón. Ella puso un gesto triste, mirando hacia abajo, pero no dejé que fuera a más, cogiéndola de la barbilla para levantarle cara y darle un beso. Al despegarnos la sonrisa volvió a su cara, diciéndome bajito que me quería y dándome un abrazo. Después fue a su habitación y regresó en seguida, yéndonos de su casa para volver a montarnos en el coche e ir a mí ciudad. Por el camino, Irene llamó a Elena preguntándole si se podían pasar por su casa. No teníamos ningún problema en ello, por lo que fui hasta allí. Por el camino me paré a pensar en que querría, pareciéndome extraño porque sabía que teníamos un plan y demás, pero tampoco le di mucha importancia porque Irene y yo habíamos arreglado nuestro problema bastante bien. Cuando llegamos llamamos a la puerta, nos abrió Irene, haciéndonos pasar al salón y diciéndonos lo guapos que estábamos.

I: ¿Cómo va el día?
E: Muy bien. Javi me ha llevado a ver a mi padre y hemos comido con él.
I: Anda... Como te cuida tu chico, ¿eh?
E: Mucho. Me encanta las sorpresas que me da.
M: Y ahora seguiréis, ¿no? (dijo con tono picarón)
E: Uff... Esta noche... -dijo pinchándome en la barriga con su dedo- Vamos a romper una cama... Jijijiji.
I: Esa es mi chica.
M: Uff, Elena...
E: ¿Qué pasa? Jajaja.
M: Nada, que te veo, así como te pones aun conociéndote y me pongo tontorrón.
E: Mmm... Irene, dale lo suyo a tu chico, que se pone malito nada más hablando... Jajajaja.
I: Está deseando que se lo demos entre las dos, jajaja.
E: Mmm... Bueno, ya veremos.

Puse cara de sorprendido, aunque la de Irene y Mario fue mayor.

M: Elena, no me hagas ilusionarme...
E: No, no me gusta mentir.
I: ¿Entonces...?
E: He dicho que ya veremos.
M: Pfff...
E: Mario... -dijo levantándose del sofá y yendo hacia él, sentándose en su regazo y pasando su brazo por sus hombros, empezando a hablar con voz melosa- ¿Qué te gustaría hacerme?

Irene me miró con los ojos muy abiertos, devolviéndole yo la misma mirada, encogiéndome ligeramente de hombros. Mario me miró a mí para ver como reaccionaba. Al verme que no reaccionaba negativamente, sino todo lo contrario, más llevado por la curiosidad que por otra cosa, continuó:

M: Pues te haría todo lo que tú quisieras, tú mandas aquí. (dijo acariciando el desnudo muslo de Elena, aunque sin llegar a subir mucho)
E: ¿Me dejarías ser tu ama?
M: Si es lo que quieres, sí.
E: ¿Te gustaría que te hiciera lo que te hace Irene?
M: Mucho...

Irene se acercó a ellos, mirándolos atentamente. Se la veía con ganas de querer tocar y participar en eso, pero se reprimía para no romper el momento.

E: Jejeje. -rio acariciando la cara de Mario- Mejor me levanto, que ya estoy notando algo más duro de la cuenta.

Elena se levantó y vino a sentarse junto a mí, cruzando las piernas con aire. Por la cara que la otra pareja puso, estaba seguro de que se pudieron ver las braguitas, además de por la risa que soltó Elena.

J: Eh... Bueno, ¿qué queríais?
I: ¿Eh? Ah... Pues queríamos darle a Elena un regalito que no le pudimos dar en la playa.
E: Ah... ¿De qué se trata?
I: Pues voy a por él.

Irene se levantó, yendo a por el regalo de Elena, volviendo enseguida mientras Mario estaba visiblemente nervioso, seguramente por lo que acaba de pasar. Elena sonreía mirando al suelo mientras acariciaba mi mano, que estaba sobre su rodilla.

Irene volvió y le dio el regalo a Elena. Era una caja del tamaño aproximado de un cartón de leche, envuelta en un papel de regalo negro, aparentemente suave al tacto, rematado con un lazo rojo de un color muy vivo. Irene volvió a sentarse con Mario. Elena abrió el regalo y vimos de qué se trataba. Era un dildo negro de silicona. Elena soltó una risa mirando a Irene.

I: Hemos buscado uno que fuera parecido a la de Javi y ese ha sido el más similar. De grosor creo que es igual, pero de tamaño tal vez sea algo menor.
E: Pero, ¿por qué me regaláis esto? Si yo con él no tengo queja.
I: Elena, es para cuando no puedas estar con él, para darte placer a ti misma. Y para otra cosa...
E: ¿El qué?
I: Como sabemos que te entra todo lo de Javi por todos lados, hemos pensado que podéis aprovechar para jugar con él mientras lo hacéis. Mario y yo lo hacemos. Como él no puede follarme el culo pues mientras me folla el coño usamos uno más pequeño para hacer una doble penetración. Elena, es brutal. Me corro como una loca cuando lo hacemos así.
E: Ah... -dijo poniéndose algo roja- Algo así hemos probado.
I: Ah, ¿sí?
J: Sí, pero fue con el vibrador que tenemos, ya sabéis cual.
I: ¿Y qué tal?
E: Muy bien. Fue muy intenso.
I: Pues esta noche lo probáis y luego me contáis, jajajaja.

En ese momento llamaron a Irene al móvil y cuando lo vio se le cambió la cara. Se puso seria y miró a Mario. Después se fue para poder hablar sin que la oyéramos, quedándonos nosotros con Mario para seguir hablando, dándonos algunos consejos para usarlo. Irene volvió casi de manera inmediata, mirando a Mario. Estaba visiblemente nerviosa y no se sentó, diciéndonos que nos teníamos que ir, pero justo llamaron a la puerta. Irene se puso más nerviosa aún y Mario pareció entender que pasaba porque se levantó como si hubiera sido impulsado por un muelle. Irene nos cogió de la mano y los llevo a la cocina.

E: Irene, ¿qué pasa? Estás rarísima.
I: Nada, nada. ¿Qué va a pasar...? Jejeje. (dijo riendo de manera nerviosa)
J: Entonces, ¿Por qué nos traes a aquí?
I: Para abrirlo y que lo veáis mejor. (dijo cogiendo un cuchillo para abrir la caja y sacar el dildo)

Elena me miraba un poco extrañada mientras Irene se peleaba con la caja del juguete. Al final logró abrirlo y se lo dio a Elena. A ella le gustó el tacto, haciéndoselo saber.

I: Ya verás Elena, te vas a correr que no veas.
J: Irene, ¿qué pasa?
I: Nada, joder.
J: Venga coño, que no somos tontos.
I: Esperad.

Irene salió de la cocina, cerrando la puerta. Elena y yo nos quedamos en silencio mirándonos con gesto de estar extrañados. Ella cogió el dildo y lo guardó en una bolsa muy discreta que venía junto a él. Después lo guardó en su bolso. Yo la miraba con una sonrisilla y ella me devolvió la mirada.

-Esta noche...
-Quiero que me folles como nunca lo has hecho, que me la metas por todos lados...
-Claro, mi vida. ¿Quieres que probemos a hacerlo como ha dicho Irene?
-Uff… Con el vibrador fue muy intenso y no tiene nada que ver de tamaño, pero sí. Me muero de ganas.

Le di un beso a Elena que recibió de buena gana, metiendo su lengua mucho en mi boca. Enseguida volvió Irene, un poco acelerada.

I: Chicos, lo siento, pero es que estamos ocupados.
J: Ah... Pues haberlo dicho Irene. No hay problema, ya nos vamos.

Elena y yo salimos de la cocina, con Irene detrás. Por el camino pude oír alguna risita, dándome cuenta de lo que estaba pasando y más al no ver a Mario por el salón. Irene se despidió de nosotros, estando aún algo nerviosa. Nos dio un abrazo y un beso en la mejilla a cada uno y nos fuimos. Elena y yo dimos un paseo, yendo por la sombra, ya pudiendo estar en la calle al estar atardeciendo. Íbamos cogidos de la mano con nuestros dedos entrelazados, pero callados hasta que Elena sacó el tema de conversación que evidentemente esperaba después de lo ocurrido en casa de nuestros amigos.
 
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