Reencuentro con Elena

Capítulo 137

Ver todo aquello ya me excitó, pero esas palabras, como las dijo... Mi polla se puso dura en nada, apretándome mucho los boxers y el pantalón. Ella se dio cuenta y la miró sonriendo, mordiéndose el labio. Me acerqué hacia ella, acariciando con mi mano desde su pie, subiendo por sus piernas, caderas, estómago, pecho y barbilla, hasta la boca, poniendo un dedo en sus labios. Ella lo cogió con su boca y lo empezó a chupar mientras me miraba con ojitos.

-Vaya, parece que esta zorrita tiene ganas... (dije casi susurrando)

Ella lanzó un gemido mientras seguía mirándome así y chupando mi dedo. Le saqué el dedo de la boca y me eché hacia atrás, poniéndome de rodillas en medio de la cama. Ella rozó mi polla con su pie derecho, empezando a estimularme. Se lo cogí con fuerza y me lo llevé a la boca, para besarlo y chupar sus dedos a través de las medias. Ella se encogía como si tuviera vergüenza mientras me miraba con ojitos y las mejillas sonrojadas, lanzando un gemido cuando empecé a chupar. Yo la miraba fijamente, cogiendo también su otro pie, besándolo y chupándolo de la misma manera. Después de estar un rato así, fui recorriendo el resto de sus piernas con besos, hasta llegar a sus ingles, amagando con ir a su coño, pero pasando de largo, yendo a su pubis, que también besé. Seguí subiendo por su cuerpo hasta llegar a su cara, quedándome a pocos centímetros de ella mientras me apoyaba en mis brazos, notando ya como respiraba de manera acelerada. Ella echó mano a mi polla, pero yo la aparte, cogiéndole de la muñeca y poniéndola al lado de su cabeza, aprisionándola, cogiéndole la otra de la misma manera.

-¿Quién manda aquí?
-Tú.
-Bien. ¿Quieres que te folle?
-Sí, por favor.
-¿Crees que te lo mereces después de lo que me has hecho?
-Lo que tú quieras, es tu decisión.
-Te has portado un poco mal...
-Sí, he sido mala. Perdón.
-¿Cómo quieres que te folle?
-Como tú quieras, mi amor.

Me tumbé a su lado mirándola mientras ella seguía boca arriba, con su cabeza girada para mirarme. Le empecé a acariciar el cuerpo, empezando por sus labios, pasando a sus tetas, jugando con sus pezones, haciendo que se le erizara la piel. Seguí bajando por su pecho y barriga, haciendo que se estremeciera por las cosquillas que le estaba haciendo. Llegué a su pubis jugué con sus pelos, notando ya como su respiración iba más rápido, con su vientre bajando y subiendo.

Le empecé a acariciar su raja muy suavemente, cogiendo intensidad al pasar los segundos. Poco a poco le empecé a meter un dedo, para a los pocos segundos meterle otro. Estaba muy mojada y empezaba a gemir muy ligeramente mientras me miraba con ojitos. No pude aguantar más y bajé a comérselo directamente, aspirando su olor a hembra, empezando a lamerle con cariño. Ella cerraba sus ojos mientras se mordía el labio, con cara de estar disfrutando.

Mientras se lo comía y ella estaba abandonada a su placer, me bajé con cuidado los pantalones y los boxers, para incorporarme y meterle la polla rápidamente, de manera brusca. No le causó dolor, ya que su coño estaba muy bien lubricado, pero sí que le causó impresión porque no se lo esperaba. Cogió aire, abriendo mucho los ojos.

-Creías que iba a ser suave, ¿no?
-Javiiiii... (dijo bajito, con voz dulce)
-Shhh... Ahora me toca a mí reventarte.

Entonces empecé a dar fuertes embestidas, pausadas, con ella cogiendo aire con cada una de ellas, soltando después un gemido. Ya habiendo empezado a follarla, aproveché para terminar de desnudarme y seguir con las embestidas. Cada vez más fuertes, soltando ella un grito con cada una de ellas. Después de unas cuantas, bajé la intensidad, pero aumenté la velocidad, empezando a mojarme ella mucho. Mientras la follaba, ya de rodillas en medio de la cama, volví a coger sus piernas, volviendo a besarle y chuparle los pies. Elena estaba roja de lo cachonda que estaba, gimiendo cada vez más y más alto. Salí de ella para empujar sus piernas hacia ella, poniendo sus pies al lado de su cabeza, lo que hizo que se levantara su culo. Bajé mi cabeza para volver a comerle el coño y también el ojete, dando grandes lametones, centrándome en su clítoris después. No tardó nada en correrse, mojándome mucho la barbilla, notando también como le temblaban las piernas fuertemente mientras se las agarraba. Solté sus piernas y se quedó boca arriba, con algún espasmo, respirando muy fuertemente.

Sin dejar que se recuperara, dirigí mi polla hasta la apertura de su coño. Elena abrió de nuevo sus ojos bastante, con una reacción parecida a cuando le metí la polla anteriormente, pero más exagerado. Lanzó un gemido de molestia y empezó a respirar fuertemente, mirándome con ojos de desesperación para que parara.

-No voy a parar.
-Por favor...
-¿Quién manda aquí?
-Tú, pero...
-Pero nada. Antes no has parado tú y te lo he suplicado. Ahora vas a pagar.

Se la empecé a clavar mientras ella se estremecía y me decía que fuera despacio. Así lo hice, inclinándome sobre ella mientras ella me abrazaba con sus brazos y piernas, mientras me jadeaba en la oreja. Me movía despacio y notaba como me estrujaba con las paredes de su coño. Variaba el ritmo, aumentándolo hasta que me abrazaba con mucha fuerza y notaba como empezaba a temblar, bajando el ritmo o quedándome directamente quieto. Me lo pasé muy bien jugando con su orgasmo que estaba deseoso por estallar. Cada vez que paraba ella gemía con desesperación, suplicándome en ellos que no parara y que no alargara más ese sufrimiento, pero yo quería jugar y como me lo estaba pasando tan bien, seguí así durante un buen rato hasta que ya empezó a temblar de una manera más fuerte, llegando a notar los latidos de su corazón al estar nuestros cuerpos tan apretados. En cuento lanzó el gemido que anunciaba su orgasmo, aumenté bastante el ritmo, dándole a ella unos espasmos que hacían que me moviera yo también. Gritaba como si la estuvieran matando, por lo que paré de moverme, notando como apretaba mi polla fuertemente, casi como si lo hiciera con la mano. Me quedé quieto mientras ella me abrazaba con todas sus fuerzas, humedeciéndome la oreja por su respiración tan acelerada como si hubiera corrido por su vida. Poco a poco salí de ella y me tumbé a su lado. Ella estaba en otro mundo, con los ojos cerrados, intentando recuperarse mientras yo la observaba.

Cuando vi que se recuperaba, eché mano de nuevo a su coño, pegando ella un respingo muy grande, cerrando sus piernas con fuerza y moviéndose de lado dándome la espalda, soltando también un gemido alto, mostrando molestia y nada de placer. No me tomé muy bien esto, siendo consciente de lo sensible que estaba, pero yo estaba muy cachondo, con la polla durísima y necesitaba seguir, por lo que le di la vuelta hacia a mí con brusquedad, poniéndola boca abajo. Como no podía jugar con su coño al estar tan sensible, fui a por su culo, lanzándome a comérselo, lanzando ella gemidos algo extraños, aunque no expresaban molestia ni hacia nada por resistirse o apartarme de ella. Jugué con mi lengua ahí, haciendo círculos mientras le abría los cachetes con las manos. Después de estar comiéndoselo un rato alargué mi mano hasta la mesita para coger un bote de lubricante, untándome los dedos con él para empezar a metérselos. Estuve jugando un buen rato, esperando a que se terminara de recuperar, haciéndomelo ella saber al cambiar sus gemidos a unos más melosos, mostrando placer.

En cuanto noté ese cambio me embadurné la polla con lubricante para metérsela poco a poco, lanzando ella un gemido más alto cuando notó que hacia presión con la punta de mi polla. Se la metí muy lentamente hasta que se acostumbró y empezó a disfrutar bien. La cogía de las cuerdas que ataban su cuerpo y le daba bastante fuerte, pero paré al poco, cogiendo el vibrador que había en la mesita. Se lo metí en el coño y lo accioné con el móvil a un nivel medio, para volver a meterle la polla en el culo y reventarla mientras cogía de las cuerdas y tiraba de ellas hacia mí. A los pocos segundos cogí la fusta y le di un par de azotes con ella, restallando al chocar, pero la solté enseguida porque notaba que me iba a correr en breve. Cogí el móvil y puse el nivel del vibrador al máximo, provocado que casi instantáneamente Elena se corriera entre las fuertes vibraciones que podía notar hasta yo con mi penetración por la parte de atrás, haciendo que estallara en alaridos, empezando a temblar descontroladamente, empezando a moverse, aunque yo la sujetaba. Se corrió de tal manera que el vibrador salió disparado de su coño contra la cama al estar a cuatro patas, empezando a mojarse con un fuerte chorro que puso perdida la cama. Yo al notar este orgasmo suyo tan bestial, tuve el mío, corriéndome dentro de su culo entre fuertes jadeos también. Se derrumbó en la cama saliendo mi polla de manera brusca de ella, aunque no le importó. Se quedó tumbada boca abajo, con la cara de lado, respirando muy fuertemente. Le daban bastantes espasmos, haciendo que su culito respingón dara botes. Fui a ducharme para aprovechar mientras ella se recuperaba.

Cuando volví de ducharme me la encontré dormida, conforme la había dejado. Me acerqué a ella y le di un beso en la mejilla y ni se enteró. Pasaba el tiempo y no se despertaba, por lo que le empecé a acariciar para despertarla. Se asustó un poco porque no sabía que había pasado y donde estaba. Tras tranquilizarla y explicarle qué había pasado me dio un beso y me abrazó para que me tumbara a su lado.

-Conmigo no se juega... jajajaja.
-Que cabrón eres...
-No iba a dejar que me hicieras eso y que te fueras como si nada...
-Eres muy bruto tío...
-Venga ya, si lo has disfrutado como nadie... No me digas que te he hecho daño...
-No, daño no. Pero la sensación de que se me sale el corazón por la boca es muy...
-Lo sé. Si me ha pasado a mí antes.
-Para una vez que te lo hago... Tú me lo haces muchas veces...
-Bueno, pues paro...
-No, no... Jo... No seas malo...
-Venga, vamos. A la ducha mientras yo recojo esto, que es casi la hora de comer.

Fue a ducharse mientras yo cambiaba las sábanas y recogía todo, guardándolo de nuevo en su mochila. Cuando salió no nos pusimos de acuerdo para qué comer por lo que decidimos salir a comer fuera, yendo a un bar. Nos sentamos en una terraza de un bar cercano, encontrándonos con Irene y Mario. Al final comimos los cuatro juntos, pasando un muy buen rato. Nos dijeron que iban a la piscina y que comerían en un bar que hay allí, pero al final se quedaron con nosotros. Nos dijeron de ir con ellos después de comer, por lo que cuando acabamos, fuimos a mi casa para coger yo un bañador, yendo después a casa de Elena rápidamente para ella cogiera el suyo. Al estar su pueblo tan cerca, no tardamos nada. Cuando salió de su casa venía con otra ropa y con un peinado que se hacía de vez en cuando, con unas trencitas hacia abajo en cada lado de su nuca. Estaba preciosa, con una camiseta ancha que tenía el cuello muy estirado, tanto que se le quedaba un hombro al aire. Llevaba también unos shorts vaqueros y unas chanclas. Cuando llegamos nos sentamos los cuatro en el césped para hablar.

I: Elena, ¿qué te pasa? Te veo rarilla...
E: ¿Eh? No... No me pasa nada.
M: Algo te pasa, estás como que no estás.
E: Que nooooo.

Mientras ellos hablaban yo sonreía, dándose cuenta Irene.

I: ¿Ves? Algo pasa, mira a Javi.

Elena me miró haciendo un gesto para que dijera nada.

I: Va, ¿qué es? (dijo viniendo hacia a mí para echarme crema por todo el cuerpo)
J: Nada, nada. Yo paso de líos.
I: Va... Cuéntamelo... (dijo mientras me esparcía la crema por mi cuerpo de manera sensual)
E: Ireeeeene...
I: ¿No estarás celosa?
E: No.
I: Échale crema a Mario tú, así estamos en paz.
E: No.
J: Elena, no te enfades.
E: No estoy enfadada.
M: Ya está, no pasa nada. Irene no te pongas pesada.
I: Vale, vale... (dijo retirándose de mí)

Elena sonrió y vino hacia a mí para seguir echándome crema mientras Irene se la echaba a Mario.

E: Es que Javi...
I: ¿Qué ha hecho?
J: ¡Eh! Que empezó ella.
I: Huy...
E: Tía, que me ha reventado. Pero mucho...
M: Ahí está, jajajajaja. Di que sí, Javi.
J: Hombre, pues claro. Pues no va y me la empieza a chupar mientras conducía...
I: Pero Elena... jajajaja.
E: Joder, que tenía un calentón...
J: Pero es que conforme entramos a mi casa me empuja contra la puerta y me la empieza a comer como vamos...
I: Bueno, pero no es para tanto.
J: Que no dice... Que me corrí y seguía la tía. Que me temblaban las piernas y me caí al suelo mareado.
M: Eso me lo hace Irene a mí de vez en cuando y joder...
E: Pues me la devolvió, pero bien...
I: ¿Al final hiciste lo de las cuerdas?
E: Sí, jajaja.
J: ¿Has sido tú? Me lo tendría que haber imaginado.
I: Sí, jajaja. El otro día quedamos para practicarlo.
M: Me puse más cachondo cuando las vi ahí con las cuerdecitas...
J: Ah, todos ahí menos yo, muy bien todo...
E: Jo, Javi, que era una sorpresa...
I: A ver, el trío estuvo muy bien, pero contigo habría estado mejor seguro.
E: Pero, ¿qué dices?
I: Es broma, jajaja.
J: No cuela, no.
I: Javi, ¿le has dicho eso ya?
J: Joder, pues no. Entre unas cosas y otras siempre pasa algo y no he podido.
E: ¿El qué?
I: Va, cuéntale.
J: Pues que como tu cumpleaños es ya mismo, hemos pensado en ir a la playa una semana los cuatro. ¿Qué te parece?

A Elena se le abrieron mucho los ojos, se le iluminó la cara.

J: Se le ocurrió a Irene y como sé que te gusta mucho la playa...
E: Me encanta. (dijo abrazándose a mí para darme un beso)
I: Que bien nos lo vamos a pasar.
E: ¡Qué ganas!
J: Al final Sofía no puede.
I: Vaya...
J: No tiene las vacaciones hasta agosto.
E: Ah, ¿pero iba a venir?
J: Bueno, dijo que nos echaba de menos y que vendría unos días.
I: ¿Te molesta?
E: No, no.
I: No te pongas celosa, si Javi solo tiene ojos para ti, y yo te prefiero a ti a ella (dijo dándole un beso en la mejilla cariñosamente)

Elena puso una media sonrisa en su boca mirándome.

Después nos fuimos a bañar, echando el resto de la tarde en la piscina hasta que atardeció y nos estábamos preparando para irnos.

E: A ver como le digo a mi madre que me voy una semana fuera.
I: Pues le dices que te vas con tu novio y unos amigos, ¿cuál es el problema?
E: Se nota que no la conoces...
I: Elena, tienes 23 años, no 13.
E: Ya, pero mi madre...
J: Elena, tienes que echarle valor, ya te lo dijo.
M: Joder, ¿qué tienes una madre o un ogro en casa?
I: Mira, vamos a casa, nos duchamos y nos ponemos presentables y vamos a tu casa a decírselo los cuatro.
E: Venga, vale.

Nos fuimos al coche y quedamos con ellos en que vendrían a mi casa para irnos los cuatro en mi coche. Una vez nos duchamos, salimos a la calle a esperarlos, viniendo ellos al rato. Elena se montó en el coche y Mario también.

-Irene, no me jodas, ¿eh?
-Que nooooo.
-Es que te veo venir y luego el marrón me lo como yo.
-Que no, Javi.
-No me la líes, anda.
 
Capítulo 138

Una vez montados todos en el coche fuimos hasta la casa de Elena, aparcando en la puerta y bajándonos. Todos íbamos presentables, bien vestidos, hasta Elena, que se había echado una muda en el bolso grande que se llevó a la piscina. Entramos y nada más decir Elena que ya estaba en casa, su madre pegó una voz que ya olía a bronca. Cuando nos vio aparecer a los cuatro se tranquilizó, pero ya se le veía cara de enfado, echándome una mala mirada.

M: ¿Quiénes son, Elena?
E: Son mis amigos.

Después de presentarnos, su madre volvió a preguntar.

M: ¿Y qué hacen aquí?
E: Es que, verás...

Elena estaba nerviosa por no saber cómo decírselo a su madre. No arrancaba y le di un pellizco en el culo sin que nadie se diera cuenta, pero aun así no lo soltaba.

I: Pues que como ya mismo es el cumple de Elena, que hemos pensado en irnos a la playa los cuatro.

Maribel miró a Elena de una manera que no me gustó, haciendo que Elena se cohibiera aún más.

M: Pero Elena, ¿y la abuela? ¿Y tu hermana? ¿Y yo?
E: Pues mamá...
I: No pasa nada mujer, por un año que no lo celebre aquí no pasa nada.
M: Pero...
I: Yo entiendo que quieres mucho a tu hija -dijo yendo hacia ella y pasándole el brazo por los hombros- pero ya es mayorcita y ahora tiene un novio al que quiere a reventar y bueno, nosotros somos sus amigos y últimamente pues nos hemos hecho íntimos, así que...
M: ¿Íntimos?

Todos nos quedamos en silencio, sin saber cómo salir, pero Irene fue rápida y dijo con mucho desparpajo:

I: Pues claro mujer, somos las únicas parejas de nuestro grupo de amigos, pues es normal que haya más afinidad. Ya sabes, por hacer planes de pareja los cuatro juntos. ¿Qué creías que era? jajaja.
M: No, no. Nada... (dijo mirándome)
I: Siento que no supieras de nosotros hasta ahora, pero es que en realidad llevamos poco en este plan.
M: No, si eso no es un problema...
I: Míralos… -dijo mirándonos y apretando a Maribel con su brazo, pegándola a ella- Si es que son tan monos...
M: Sí, sí, claro.
I: Hacen buena pareja, mira a tu hija, es una monada y guapísima. -dijo mientras a Maribel le daba una risa tonta- Ha salido a ti. Tú también eres guapísima, es que de hecho parecéis hermanas, porque, ¿tú cuántos años tienes?
M: Eh...
I: Venga, mujer, que no pasa nada.
M: 44.
I: ¿44? Pues aparentas treinta y pocos. Ojalá esté yo así de bien a tu edad. Elena seguro que sí, porque eso va en los genes.

Maribel se estaba sonrojando, algo cortada, incluso nerviosa por como Irene la estaba... ¿seduciendo? En cualquier caso, eso parecía que estaba funcionando porque el cabreo que era muy notable en ella cuando llegamos, se fue disipando, llegando un punto en el que parecía una niña pequeña, respondiendo con vergüenza, como si estuviera intimidada.

M: Pero, ¿os vais toda una semana?
J: Es la idea.
M: Pero, ¿a dónde? ¿Cómo vais?
J: Pues al apartamento que tiene Irene en la playa. Es de sus padres, pero hasta agosto no van y ha coincidido todo tan bien que ha surgido esto. -dije ya viniéndome arriba por ver así a Maribel- Y para ir, pues ya nos apañaremos.
M: Pero, pero...
E: Mamá, que me voy. Ya cuando venga lo celebramos aquí o algo como siempre, no te preocupes.
I: ¡Claro que sí! O vente tú también si quieres.
M: Anda, ¿qué pinto yo con vosotros? Vosotros tan jóvenes y yo tan... Además, tengo que cuidar de mi madre, que está delicada.
I: Bueno, como quieras. Pero oye... -dijo acercándose a ella bastante- No digas que eres muy vieja ni nada, que estás muy bien. Seguro que tienes a muchos detrás...

En cuanto dijo eso le dio dos besos de una forma más cariñosa de la cuenta y me dijo que les llevara a casa, por lo que salimos y nos montamos en el coche, quedándose Elena allí. Yo volvería para dormir con ella porque me lo pidió varias veces.

I: Dios, que pedazo de mujer. Que morbo...
M: Irene, eres muy descarada, me he cortado hasta yo...
J: Sí, vas a saco tía...
I: No me jodais, ¿eh? Que vosotros os la follabais también si pudierais...
M: Eso es evidente, pero tampoco es para hacer eso...
I: Me conocéis de sobra. Bastante que no le he comido la boca. Mira, no he hecho nada por Elena, porque seguro que no le sienta bien.
J: Sí, te entiendo.
I: ¿Sí? ¿Por qué?
J: Por nada, pero sé lo que quieres decir.
I: Vaya... ¿Qué escondes?
J: ¿Yo? Nada.
M: ¿Crees que le habrá sentado mal que Irene se le haya acercado tanto?
J: Ni idea, pero lo mismo me cae bronca conociéndola... Pero no creo. Si Elena es un poco tradicional, imagínate ella que es quien la ha educado. Dudo bastante que contemple que te puedan gustar las mujeres siquiera.
I: Seguro que le entran mucho.
J: Por lo que vi, no creo.
M: ¿A qué te refieres?
J: Nada, nada...
I: Joder con los secretitos, ¿qué es?
J: Por lo que vi, nadie ha entrado ahí en mucho tiempo. Además, Elena le dijo que le vendría bien conocer a alguien y no puso buena cara.
I: Eso es que tiene un matojo importante ahí.
J: Básicamente.
I: Pues mejor, que al llevar tanto sin follar, seguro que se corre como una loca.
M: Tú sí que te vas a correr ahora como una loca cuando lleguemos.
I: Uff... Necesito que me folles muy duro para bajar este calentón.
M: Es lo que iba a hacer.
J: Joder, como estamos...
I: Claro, tú como ya has tenido lo tuyo hoy...

Sonreí mientras seguía mirando al frente y por fin llegamos. Los dejé y luego fui a mi casa para avisar de que pasaba la noche en casa de Elena. Cuando regresé, me abrió Elena con una sonrisa en la cara, haciéndome pasar al comedor, ya que su hermana y su abuela habían llegado después de haber salido ambas a dar un paseo. Nos sentamos a cenar mientras hablábamos de varias cosas, sin entrar en detalle de lo de la escapada a la playa. Una vez acabamos, nos fuimos al salón yendo Maribel a acostar a su madre al poco y Noelia también dijo que se iba a dormir, aún con tono tristón, como su cara.

-Joder, no creía que tu hermana se fuera a tomar eso tan mal.
-Sí, me da penilla. No se merece que le pase esto.
-Ninguna de las dos se lo merece. (dije más pensando en María que en Noelia)
-Ay... Con la ilusión que me hacía... Mi hermana nunca ha traído ninguna pareja a casa hasta ahora y mi madre lo había aceptado muy bien, cosa que me extrañó.
-Lo imagino.
-Se las veía tan ilusionadas a ellas también. A su amiga sobre todo, pero mi hermana también. Es que parecía otra.
-Bueno, ya verás como en nada se le pasa. Seguro que cuando entre a la universidad conoce a alguien.
-Eso espero. A ver, imagino que cambiará de actitud al ser gente que no conoce, porque si no...

Entonces entró Maribel, sentándose en un sillón mientras nosotros estábamos en el sofá.

M: Con vosotros quería hablar yo...
E: ¿Qué pasa ahora? ¿Es por mis amigos? No te han caído bien...
M: No, no es por eso. Me han caído bien, sobre todo la chica, es muy agradable y cariñosa. Y el chico muy prudente.
J: Sí. Nos cuidan mucho.
E: Son muy importantes para nosotros, no te preocupes por eso, mamá. Vamos a estar bien con ellos y es solo una semana.
M: Que no es por eso, aunque me parece feo que nos hagas esto, sobre todo por tu abuela...
E: Mamá, ya te he dicho que lo celebramos luego cuando venga, pero quiero ir.
M: Elena. -dijo de manera seca y borde- Que está bien, no pasa nada, te puedes ir.
E: Ah, vale. ¿Qué pasa entonces?
M: Cuando te has ido a la piscina he cogido tu mochila.

Elena se quedó callada, con los ojos muy abiertos, roja como un tomate. Bajó la cabeza, mirando al suelo.

M: Elena, ¿así te he educado yo? Con lo buena niña que tú eres y mira lo que me encuentro... Es que no sé qué te ha pasado para...
J: Pero, ¿cuál es el problema?
M: Javier, ¿me estás tomando el pelo?
J: No. Lo pregunto en serio.
M: Pues no me parece normal que tenga todo eso ahí. No entiendo qué hacéis con eso y no quiero saberlo, pero me parece excesivo.
J: ¿Te parece excesivo que tu hija disfrute del sexo?
M: No entiendo cómo se puede disfrutar con eso...
J: Bueno, cada persona disfruta con una cosa...
M: Pues me parece excesivo y seguro que tú tienes algo que ver.
J: Sigo sin ver el problema.
M: Pues yo sí. Elena, ya puedes estar tirando todo eso.
E: ¡Basta!

Maribel y yo dimos un respingo del susto por el grito de Elena, quedándonos en silencio durante unos breves segundos. Maribel tenía cara de sorpresa por cómo le había contestado su hija. Se quedó mirándola hasta que Elena siguió hablando.

E: Estoy harta de que me ridiculices delante de todo el mundo.
M: ¿Te avergüenzas de mí?
E: No, mamá. Y no vayas por ahí. Odio que me pongas en evidencia delante de todo el mundo. ¿Tanto es pedir que me trates con cariño? Yo creo que no y ya te lo dije, pero tú sigues igual. ¿Y qué culpa tendrá Javi? Me ha enseñado a disfrutar de verdad. Si tú supieras lo que me hace sentir... Quizás eso es lo que te pesa, que necesitas a alguien que te folle bien para que te alegre, porque estás amargada.

Después de decir esto alzando la voz, se fue a su habitación mientras Maribel y yo nos quedamos sentados con cara de estar flipando, sin saber qué decir. Maribel miraba al suelo, con los ojos muy abiertos mientras yo pensaba qué decir. Entonces Maribel se levantó para ir a la habitación de Elena, cambiando su cara de sorpresa por una de enfado. Rápidamente me levanté poniéndome en su camino.

-Espera. Déjala, seguro que no quería decir eso.
-Déjame pasar.
-Tranquilízate. Tenéis que calmaros las dos antes de que alguna diga algo de lo que se pueda arrepentir.
-Ya se tendría que arrepentir de lo que ha dicho.
-Seguro que sí. Pero ahora mismo está enfadada y lo ha dicho en caliente. Déjame que hable con ella y ya verás como mañana te pide disculpas.
-Estoy muy enfadada.
-Ya, lo entiendo, pero ella también lo está y que habléis así no os va a hacer bien a ninguna.

Maribel se volvió a sentar en el sillón y yo en el sofá.

-Es que no entiendo para qué queréis eso.
-Bueno, la gente usa esas cosas para darle un poco de emoción...
-Pero es que eso... ¿Le haces daño a mi hija?
-¿Qué? No, no. Es solo un juego. No hacemos ninguna locura. Simplemente una vez jugamos y le dio curiosidad y seguimos probando.
-No quiero saber qué hacéis ni nada, no sigas.
-Es que quiero que sepas que no es para tanto, de verdad.
-No sé, me parece raro aun así.
-Mira Maribel, entiendo que seas una mujer muy tradicional, pero también tienes que entender que Elena ya no es una niña y que no puedes tratarla como tal.
-Ya, ya lo sé.
-Pónselo un poco más fácil, por favor.
-No será para tanto...
-Sí que lo es de hecho.

Maribel me miró con algo de sorpresa por rebatirle sus palabras.

-Mira, antes de que tú y yo nos conociéramos, estaba aterrada con la idea de presentarnos. De hecho, bueno, da igual... La cosa es que no es que te tenga miedo, pero se le acerca. Y no voy a ser yo quien te diga como tratar a tu hija, pero ya sabes lo sensible que es y creo que lo mejor es que le dieras más cariño y le apoyaras más.
-Ya lo hago.
-Mira, cuando estábamos en la piscina nos ha dicho que no sabía cómo decirte el plan que teníamos. Se le notaba muy nerviosa, por eso hemos venido todos.
-Ya veo.
-Por favor, inténtalo. Hazlo por ella.
-Ya, ya. Noelia no tiene queja con mi comportamiento...
-Maribel, son dos personas muy diferentes. Noelia se parece mucho a ti en personalidad, pero sois opuestas a Elena. De hecho, entre ellas también ha habido roces por lo mismo.
-Vaya...
-Y no entiendo como a Noelia le has apoyado tanto y a Elena, bueno...
-Bueno, ¿qué?
-El interrogatorio...
-Porque eres un tío. Además, Noelia trajo a una chica. Que esa es otra, no veas lo que me costó aceptar eso...
-Pero lo hiciste.
-Bueno... Lo hice porque sé que Noelia no tiene muchos amigos ni amigas y no quería que por mi culpa se quedara sin ella.
-No tiene nada de malo que también le gusten las chicas.
-Ya, pero me cuesta aceptarlo. Soy muy tradicional.
-Bueno, parece que no le gustan al final, porque no ha surgido nada más serio.
-Ya, eso me ha dicho, que le tenía más cariño que otra cosa, pero que al final nada.
-Mira Maribel, creo que Elena tiene razón, deberías encontrar a alguien. Pero no por lo que ha dicho, aunque puede que también te venga bien. Lo digo porque estás muy a la defensiva. Tiene que ser agotador estar así siempre, tal vez te vendría bien pasar página y abrirte a cosas nuevas y relajarte. Tus hijas tienen mucha cabeza para hacer las cosas, no te preocupes tanto.

Maribel se quedó callada, mirando al suelo durante unos segundos.

-Oye, ¿qué me querías decir?
-¿De qué?
-Antes ibas a decir algo, pero al final te has echado atrás.
-Nada, no tiene importancia.
-¿Qué es? (dijo seria)
-Que alguna vez casi nos has pillado a Elena y a mí cuando aún estaba en la otra casa.
-¿De verdad?
-Sí, alguna que otra vez. Y no veas como se ponía, para que le diera algo, muy tensa.
-Os hubiera matado...
-Ya, eso me decía, jajaja.
-Bueno, por suerte no pasó.
-Venga, Maribel, cálmate y relájate. No puedes estar siempre así. Yo hablaré con ella para que mañana te pida perdón, no te preocupes por eso.
-Vale.

Me levanté y me fui a la habitación de Elena, pero antes de que saliera del salón...

-Javier.
-¿Si?
-Gracias por la charla. Me has ayudado a tranquilizarme y a ver las cosas de ese modo.
-De nada, mujer. Me alegro de haberte ayudado.

Nos dimos las buenas noches y me fui con Elena. Estaba tumbada de lado en su cama, mirando por la ventana. No dijo nada cuando entré, por lo que me tumbé con ella, acariciándole los muslos y dándole besos en el hombro.
 
Capítulo 139

-Lo siento Javi, no tengo ganas de hacer nada.
-No es lo que pretendía. Solo te quería hacer cariñitos, creía que te gustarían...
-Mmm... (murmuró poniendo su mano sobre la mía que acariciaba sus muslos)
-Te has enfadado mucho, ¿eh?
-Sí, me ha puesto de los nervios. Es que no soporto que haga eso. Y que tire todo esto... Se va a comer una mierda.
-Ya está, Elena.
-Pfff...
-Entiendo que te enfades, pero lo que le has dicho ha estado muy fuera de lugar.
-Ya Javi, pero es que...
-Ya, ya lo sé. Pero así no le puedes hablar a tu madre.
-¿Y qué hago? ¿Dejo que me ninguneé sin hacer nada?
-No Elena, pero tampoco puedes saltar así. Ya he hablado yo con ella y se ha tranquilizado y entendido todo. Pero aun así no le ha gustado lo que le has dicho. Mañana le pides perdón.
-¿Y ella? ¿Me va a pedir perdón a mí?
-Pues claro. Pero no puedes estar así, tenéis que hablar tranquilas.

Elena se dio la vuelta para mirarme. Nos quedamos unos minutos mirándonos en silencio, yo sonreía, pero ella estaba seria. Después se puso a acariciarme la cara, para luego darme un beso, seria en todo momento. Después de mirarnos durante un rato más me susurró:

-Te quiero.

Me dio un escalofrío por toda la espalda que hizo que me estremeciera, dándose ella cuenta, sonriendo.

-Me encanta cuando te pasa eso.
-Y a mí me encanta que me lo hagas sentir.

Nos volvimos a fundir en un beso, más largo y sentido. Después Elena se tumbó boca arriba y me llevó su mano a su barriga, arrastrándola al interior de sus pantaloncitos y braguitas, pasando por su vello púbico. Mi polla empezaba a reaccionar a esa situación y Elena continuó tirando de mi mano hasta llegar a su raja, frotándose con ella. Después sacó su mano y yo empecé a acariciársela, cada vez con más intensidad hasta que llegó un momento en el que me pidió que parara porque aún seguía sensible de lo que había pasado por la mañana.

Pero la cosa no acabó ahí. Elena se deslizó, poniéndose entre mis piernas, bajándome los pantalones y los boxers para coger mi polla y metérsela en la boca. Empezó una mamada muy sensual y con mucho cariño mientras se apoyaba en sus rodillas, moviendo su culo de un lado a otro. A los pocos segundos se terminó de tumbar, dejando su culo quieto, pero moviendo sus pies de arriba a abajo, bajando uno cuando subía el otro. Como me ponía de cachondo cuando movía así el culo y los pies mientras me la chupaba. Después de unos minutos así, le empecé a acariciar la cara, apoyando ella su cara en mi mano, cerrando sus ojos mientras seguía chupándomela. Era increíble la mezcla de excitación, sensualidad y ternura que me daba cuando hacía eso. A los pocos segundos aumentó ligeramente el ritmo de la mamada, aunque no llegaba a hacer ningún ruido.

De repente pude ver como se movía la puerta, con una ligera silueta asomándose. No estaba seguro de quien era, pero no me importó. En ese momento estaba tan excitado que me dio hasta morbo y cogí la cabeza de Elena desde la nuca con suavidad para empujarla y que se tragara toda mi polla. El vistazo fue breve, ya que la puerta se cerró a los pocos segundos. Lo que estaba claro era que quien mirara habría visto bien lo que pasaba porque la persiana estaba bastante subida y entraba bastante luz de las farolas que estaban cerca de la ventana.

Tras unos minutos más de mamada, Elena se incorporó, subiendo hacia mi cara para besarme, diciendo:

-Javi, quiero que me hagas el amor.

De nuevo un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, erizándose mi piel a pesar del calor que hacía por estar ya casi en julio. Elena se tumbó boca arriba y me puse encima de ella con cuidado, apoyándome en mis codos, quedando en el clásico misionero. La propia Elena fue quien cogió mi polla para dirigirla a su rajita, frotándose ligeramente. Ya notaba lo mojada que estaba, por lo que en principio la penetración no debería ocasionar dolor ni molestia, pero ella seguía sensible aún, por lo que dijo:

-Házmelo muy despacito. Mi chochito está muy sensible y tienes que cuidar de él.

La excitación y ternura que me transmitía eran indescriptibles. Viendo lo sensible que estaba, me quedé quieto esperando a que ella me dirigiera, por lo que, cogiéndome de las caderas, empezó a dirigir la penetración. Era muy lenta, pero las sensaciones en mí eran muy intensas por el comportamiento que estaba teniendo Elena. Rápidamente apartó sus manos de mis caderas, llevándolas a mi cara para agarrarla con mucho cariño mientras me daba besos. Yo simplemente la follaba con el movimiento que hacía mi cuerpo al contraer mis glúteos. Pero daba igual, era un momento tan intenso, tan cargado de sentimientos y ternura, que la penetración llegó a ser algo secundario. Los protagonistas eran los sentimientos que surgían durante el acto, el verdadero amor.

Solo se escuchaban nuestras respiraciones ligeramente alteradas por el poco movimiento que había, hasta que pasados varios minutos Elena empezó a lanzar gemidos muy bajitos y dulces, empezando a mojarme más la polla y los huevos. Solo apartó sus labios, que estaban en permanente contacto por los besos que no cesaban durante todo el acto, de los míos para susurrarme un "te quiero", de nuevo con mucha ternura, el cual hizo que me diera otro escalofrío, disparando mi orgasmo como un dedo al apretar el gatillo de una pistola. Me empecé a correr dentro de ella entre jadeos no muy altos, haciendo de puente para que Elena hubiera el suyo, empezando a temblar bastante mientras pegaba mi cuerpo al suyo, abrazándome con mucha fuerza. Después de unos minutos quieto, esperando que se recuperara, intenté salir de ella.

-No, no salgas. Espera.

Respiró hondo y después de unos segundos susurró:

-Javi, me pasaría la vida contigo dentro de mí. Es increíble lo que me haces sentir.

De nuevo me dio otro escalofrío.

-Creo que puedes notar lo que tú me haces sentir a mí...
-Sí... Es algo que me encanta, lo hace más especial aún.

Después de unos pocos minutos así, salí de ella y se limpió con papel y después con unas toallitas para no salir al baño. Cuando tiró todo eso a la papelera, volvió conmigo, tumbándose a mi lado, apoyando su cabeza en mi hombro y acariciándome el pecho hasta que calló dormida. Al poco le seguí yo mientras vivía ese momento desde una nube, viendo imposible estar más a gusto.

Me desperté al amanecer, ya que se nos olvidó bajar la persiana. Mientras me espabilaba, miraba a Elena dormir aún, poniendo morritos por la posición en la que su cara estaba al dejarla caer en mi cuerpo. Tenía también una pierna sobre las mías y su brazo sobre mí cadera. Era uno de esos momentos en los que no te quieres mover por miedo a romper el momento. Estaba en la gloria. Mientras reflexionaba lo que pasó el día anterior me di cuenta de que la puerta estaba casi cerrada, pero no del todo, indicio de que alguien había vuelto a echar un ojo. Me estaba cansando de los vistazos de Noelia. Parecía que el bajón que estaba teniendo la había alejado de su actitud, pero en el fondo seguía con su encaprichamiento, buscando ver algo que no debería ver. Entonces Elena se empezó a despertar, frotando sus ojos para encontrarme sonriendo. Ella me devolvió la sonrisa y me besó. Nos levantamos y fuimos a la cocina donde ya estaba Maribel preparando el desayuno para la abuela de Elena. El encuentro fue un poco tenso, con un silencio bastante incómodo.

-Javier, ¿nos puedes dejar solas? Me gustaría hablar con Elena.
-Claro, sin problema.

Me levanté y le acaricié la cara a Elena sonriendo para que se relajara. Salí de la cocina, yendo al baño, encontrándome a Noelia saliendo de ahí. Aún parecía dormida. De hecho, tenía cara de estarlo aún, yendo con una coleta, sin gafas, en chanclas, con unos pantaloncitos muy cortos y una camiseta de tirantes que marcaban y transparentaban un poco sus pezones. Le di los buenos días y ella me los devolvió a duras penas, pero no por estar triste, sino por estar muy empanada, ni me echó cuenta prácticamente. Me extrañó por lo de sus miradas furtivas cuando Elena y yo estábamos jugando por la noche, pero no le di importancia, aunque sí que me excité un poco al recordar esos pezones ligeramente rosados de punta coronando esas tetas que desafiaban las leyes de la física al estar empitonadas hacia arriba. La vi entrar a su habitación y cerrar la puerta.

Cuando salí del baño, fui a la habitación de Elena para esperar mientras ellas hablaban, mirando el móvil.

Después de un buen rato, apareció Elena con una sonrisa en la boca, tirándose encima de mí, dándome un abrazo.

-Gracias por hablar ayer con mi madre.
-¿Ha ido bien?
-Sí. Me ha pedido perdón por meterse tanto en cosas en las que no debía meterse, por lo de la mochila, ya sabes. Y por su comportamiento en general.
-Genial entonces.
-Sí. Y ha sido gracias a ti. Me lo ha dicho, que tengo suerte de tenerte, porque si no la hubieras parado se hubiera liado bien.
-Sí, eso pensé.
-Yo también me he disculpado y eso. Todo está arreglado.
-Me alegro.

Elena fue a ducharse y mientras yo fui a preparar el desayuno para los dos. Una vez en la cocina, apareció Maribel mientras terminaba de prepararlo, poniéndose ella también a hacer el suyo.

-Ha ido bien la cosa, ¿no?
-Sí. Al final está todo aclarado y nos hemos disculpado la una con la otra. Estábamos enfadadas y se nos calentó la lengua.
-Claro, en caliente no se puede razonar. Oye, ¿y la abuela de Elena?
-Acostada. Le tengo que dar el desayuno para que no se tome la medicación con el estómago vacío, y le toca muy temprano, entonces pues se queda durmiendo casi siempre un poco más.
-Ah, no sabía.

Después de unos segundos en silencio, Maribel volvió a hablar.

-Tengo el don de la inoportunidad.
-¿Por qué lo dices?
-Porque ayer le empecé a dar vueltas cuando te fuiste a hablar con Elena y bueno, ya sabes... Si no me lo quito, no duermo.
-Sí, como la otra vez.
-Sí. Pues fui a su habitación y bueno...
-Oh...
-Tranquilo, no vi nada. Bueno... Lo pude intuir, pero no vi nada.
-Maribel, yo...
-No te preocupes, entiendo que hagáis vuestras cosas y no estabais haciendo ruido ni nada, fue culpa mía. Tendré más cuidado. No volverá a pasar.

Me quedé en silencio, un poco cortado. Ya era mala suerte que pasara eso, dándome cuenta de que no fue Noelia, sino ella quien nos vio cuando vi abrirse la puerta. El problema es que eso me puso un poco cachondo y saber que era ella quien nos vio, pues más. Pensaba si buscaba esas situaciones, imitando a Noelia con su comportamiento, pero si fuera así no me lo habría dicho, lo habría mantenido en secreto. Bien es verdad que la situación de cuando entró y me vio desnudo y también la de cuando me llevó a su habitación cuando vio que Elena y yo nos estábamos liando me parecieron raras también, pero lo achaqué a la mala suerte, ya que no veía ninguna señal ni indicio de que hubiera algo. Ni una insinuación ni nada en absoluto que me dejara entrever nada fuera de lo común.

Después de desayunar Elena y yo nos fuimos al salón, sentándonos en el sofá, bastante aburridos. Ambos dormitábamos debido al madrugón que nos pegamos sin necesidad. Al cabo de un rato aparecieron Maribel y su madre, sentándose a ver la tele con nosotros. Maribel nos miraba de reojo sonriendo ligeramente mientras Elena y su abuela se volvieron a dormir. De la que no había ni rastro era de Noelia. Parecía que con ese bajón le dio por dormir bastante, porque eran ya casi las 12 y aún no había aparecido.
 
Capítulo 140

Al rato recibí un mensaje de Irene diciéndome que si nos apuntábamos a pasar el día en la piscina. Me pareció perfecto, por lo que desperté a Elena con cuidado dándole algún beso. Se lo dije y le encantó. Fuimos a su habitación para coger su bikini y demás y luego al baño para coger alguna crema para el sol. Fuimos al salón y nos despedimos de todas, estando ya Noelia allí. Elena dijo que nos íbamos a la piscina y su madre le dijo que nos lleváramos a Noelia, para que no pasara el día sola y encerrada en casa. Pero Noelia dijo que no, que se quedaba en casa, que no estaba de ánimos para salir e ir a la piscina. Su madre le insistió, pero no hubo manera. En cierto modo fue un alivio para mí porque no quería que estuviera con nosotros a la vez que Irene y Mario, porque sabía que algo podría saltar e Irene era muy espabilada para entrever algo, aunque Noelia actuara casi como si entre nosotros no hubiera pasado nada.

Nos fuimos por fin a la piscina, pasando antes por mi casa para coger el bañador. Nos encontramos a Irene y a Mario ya allí, por lo que nos sentamos con ellos en el césped, yendo después a comer a una zona amplia rodeada por grandes árboles cuyas copas daban muy buena sombra. Era una zona muy buena de aquel lugar, con buenas mesas de piedra y bancos de metal para poder comer allí tranquilamente, incluso estaba equipada con unas barbacoas de obra por si la gente se quería llevar allí la comida para prepararla. Nosotros optamos por comprar algo en el bar que había allí y sentarnos en unos de esos bancos para comer tranquilamente mientras nos daba un aire muy agradable, estando cobijados bajo esos árboles, salvándonos del infernal sol que apretaba tanto en esas horas.

Cuando acabamos nos fuimos a la zona en la que estábamos, pero daba mucho el sol y nos movimos a otra, buscando la sombra, aunque nos costó porque había bastante gente. Cuando por fin encontramos un sitio nos sentamos y de lejos me percaté de que estaba allí Alejandro. Y no estaba solo, estaba con una chica, pero no sabía quién era, estaba de espaldas, solo podía ver que tenía una larga melena negra y que era de piel muy blanquita, con un bikini azul marino.

Irene me echó una mirada levantando las cejas. No se le escapaba una. Sin embargo, Elena y Mario ni se enteraron, ya que Elena me estaba volviendo a echar crema al igual que Irene a Mario, quien estaba más pendiente de las tetas de su novia al balancearse por los movimientos que otra cosa.

No sé si fue por vernos allí o por qué, pero Alejandro se levantó y se fue, junto a la chica con la que iba. Tampoco logré ver quien era entonces, ya que llevaba unas gafas de sol bastante grandes y un sombrero para taparse del sol y verla ligeramente de perfil a lo lejos no ayudó a identificarla en el caso de que la conociera.

Estuvimos un rato tumbados mientras charlábamos relajadamente, haciendo planes para esa semana que pasáramos juntos en la playa. Irene estaba muy motivada, ya que al conocerse muy bien la zona, tenía ganas de hacernos de guía para enseñarnos bien la ciudad y llevarnos a varios sitios, sobre todo para ir a bailar. Elena estaba muy contenta, se la veía entusiasmada. Yo a pesar de no ser muy amante de la playa estaba también contento por pasar una semana junto a ella y lejos de nuestras familias para tener más intimidad. Mario e Irene estarían allí con nosotros, pero con lo que ya habíamos hecho con ellos, era como si estuviéramos solos para la hora de acostarnos. Incluso podría darse una buena vuelta de aquellos momentos allí.

Al rato nos fuimos a bañar a la piscina, estando Elena muy cariñosa, subiéndose a mi espalda mientras Irene y Mario estaban hablando con unos compañeros de trabajo de éste. Después de estar un rato haciendo el tonto me puse en el borde de la piscina, apoyando mis brazos ahí y Elena se puso frente a mí, dándome un beso. Después se dio la vuelta y se puso de espaldas, empezando a restregar su culo contra mi paquete. El morbo de la situación y el roce hicieron que se me empezara a poner dura.

-Elena, ¿qué haces?
-Jugar... jijiji.
-¿No te da vergüenza aquí delante de todo el mundo?
-Bueno, no estamos haciendo nada, solo un pequeño roce...
-¿Sí? (dije pasando mis manos por su barriga para apretarla contra mi cuerpo, apretándose más mi polla contra ella)
-Mmm...
-¿Te gusta?
-Sí, jijiji.
-Estás juguetona...
-Un poquito.
-Yo también sé jugar...

Bajé una de mis manos hasta su bikini y le metí los dedos por dentro, acariciando su pubis.

-Javiiiii...
-¿No querías jugar?
-Pfff... Es que...

Entonces le empecé a acariciar la raja, callándose ella. Después de unos segundos le metí un dedo, soltando ella un pequeño gemido que rápidamente reprimió, aunque no había gente alrededor por esa zona. Ella echó una de sus manos atrás para acariciar mi polla por encima de la tela del bañador.

-Elena me estoy poniendo muy cachondo...
-Javi...
-¿Te atreves a que te la meta ahora mismo?
-¿Qué dices?
-Me daría mucho morbo, nunca lo he hecho en una piscina. ¿Te gustaría?
-Uff... Sí, pero es que me da mucha vergüenza.
-Es parecido a lo del vibrador cuando fuimos al bar con todos.

Entonces Elena se separó de mí y me miró a los ojos.

-Vamos a probar, pero con cuidado, ¿eh?
-Claro.

Elena miró a mis espaldas y dijo que no había nadie, tampoco veíamos a nadie cerca y se volvió a poner de espaldas a mí. Metió sus manos en el agua, haciendo un movimiento por debajo.

-Venga, sácatela, que ya me he movido el bikini a un lado.

Me saqué con cuidado la polla sin que se notara y la dirigí hacia ella. Elena la cogió y la masturbó un poco, acariciando su raja después. Finalmente, se la metió, pero solo la punta, encargándome yo de que entrara el resto con un ligero movimiento de caderas y pegándola a mí de nuevo con mis manos. En todo momento tuvimos mucho cuidado de que no se notara nada raro.

-Javi... Como se siente...
-¿Qué sientes?
-Mucho placer. Me encanta tu polla. El contraste entre el agua fría y tu polla calentita es genial.
-Yo siento lo mismo, el contraste me gusta.

Empecé a besarle el cuello mientras con una mano le acariciaba el clítoris.

-Javi...
-¿Qué pasa?
-Para, que se va a dar cuenta la gente.
-Elena, estoy muy cachondo. No te imaginas las ganas que tengo de moverme para follarte...
-No, no lo hagas. Se va a dar cuenta todo el mundo.
-Un poquito solo.

Di un par de embestidas que me supieron a gloria, sin hacer mucho movimiento.

-Ya, Javi.
-Uff, que rico Elena...

Me quedé quieto, pero jugaba con mis manos, acariciándole el clítoris hasta que ella apartaba mi mano. También jugaba con sus tetas, notando lo duros que estaban sus pezones a través de la tela de su bikini. Entre todo el juego que teníamos Elena resoplaba y gimoteaba bajito, estrujando mi polla con su coñito al hacer fuerza.

De repente sin darnos cuenta, Irene y Mario acudieron a donde estábamos nosotros, poniéndose al lado.

I: Vaya chapa nos ha soltado tu compañero, Mario...
M: Sí, es que ese es muy pesado.
I: Los otros son simpáticos, pero ese...
M: Ya. Oye, vamos a tomarnos una cerveza al bar, ¿no?
E: Eh...
I: ¿Qué pasa?
J: Es que tenemos un problemilla.
M: ¿Qué pasa?
E: Nada, ya vamos.

Irene se acercó nadando, poniéndose muy cerca de Elena.

I: ¿Qué pasa, Elenita?
E: Nada, nada...

Esa situación me dio mucho morbo, por lo que le di una embestida, lanzando ella un gemido pequeño. Irene puso cara de sorpresa y Mario lanzó una carcajada.

E: Mario, no seas capullo...
I: No me lo puedo creer... ¿Estáis follando? ¿Aquí?
J: Ha sido ella. Ha empezado a restregarme el culo y estaba juguetona.
I: Pero Elena... Uff...
E: Ha sido Javi, que me ha liado...
J: Sí claro, te la he metido a la fuerza... (dije dándole otra embestida, esta vez con más fuerza)

Elena lanzó un gemido más fuerte entonces.

I: Tío parad, que me estoy poniendo cachonda...
M: Yo me voy antes de empalmarme... (dijo yéndose nadando)
I: Venga, vamos al bar a tomarnos algo anda, y así os calmáis, que vaya calentón lleváis...

Elena se apartó de mí, lanzando un gemidito al salir mi polla de sus entrañas. Yo rápidamente me guardé la polla, estando bastante apretada en el bañador.

I: Vamos Javi.
J: No puedo.

Elena me miró sonriendo, aguantando la risa.

J: Ahora te ríes, ¿no? Ya verás cuando te pille... jajaja.
E: Venga, que vamos a por algo y te lo traemos y nos lo tomamos aquí.

Se fueron nadando hasta las escaleras para salir y al rato volvió Elena sola con dos bebidas en la mano. Se sentó en el borde de la piscina, metiendo sus piernas en el agua.

-¿Y éstos?
-Es que... A Irene le ha dado el calentón y...
-Se han ido a follar, ¿no?
-Sí, jajaja. Al baño. Ahora vienen.
-Qué suerte...
-Venga, Javi, bastante hemos hecho... No sé cómo hemos podido hacer eso aquí delante de tanta gente.
-No es para tanto.
-Javi, que hay niños...

Me acerqué a Elena, abrazándole las piernas mientras ambos bebíamos, acariciándoselas y dándole besos en los muslos.

-Javiiiiii... ¿No se ha pasado aún?
-No.
-¿A ver? (dijo pasando sus pies por mi polla, aún dura)
-¿Ves?
-Pero, ¿cómo puede estar así aún?
-Porque me pones mucho y pues hasta que no descargue voy a estar cachondo...
-Anda ya... Así la vas a tener todo el rato...
-No, mujer... Se me bajará ahora, aunque como sigas así con tus pies no creo. Pero que, aunque se me baje seguiré cachondo y estaré buscándolo.
-¿Te gusta que te toque con mis pies?
-Me encanta, me parece muy sexy.

Elena se empezó a sonrojar, mirando a otro lado, como si tuviera vergüenza. Yo se los cogí y los llevé hasta mi polla para que siguiera. Ella me sonreía, mordiéndose el labio.

-Huy... (dije riéndome)
-¿Qué pasa?
-Que me parece que he descubierto algo para encenderte...
-No seas malo... (dijo susurrando mientras sonreía y seguía acariciándome la polla con los pies)
-Porque tú no quieres...
-¿Tienes muchas ganas?
-Mira, si por mí fuera te bajaba ahora mismo el bikini para comerte el coño.
-¡Javi!
-¿Qué? Jajajaja.
-Que bruto eres, de verdad...
-Dime que no te gustaría que te lo hiciera.

Elena se mantuvo en silencio, mirándome fijamente a los ojos, con las mejillas sonrojadas.

-Ya veo... También te pondría contra esto y te la metería muy fuerte.
-Sal, rápido. Vamos a los baños.
-No.
-¿No?
-No.
-¿Por qué?
-Porque te lo voy a hacer tan fuerte que vas a gritar mucho.

Elena se mordió el labio, poniendo una cara de estar muy cachonda.

-Es una putada, ¿verdad? Porque estas deseando que te folle ahora mismo.
-Mucho.
-Vaya...
-Va, Javi, vamos a los baños, que aguanto sin gritar.
-Que va. (dije alejándome, yendo hacia el centro de la piscina)
-Jooo... (dijo pataleando en el agua como cuando una niña pequeña se enfada)
-Si quieres algo, aquí me tienes. (dije mientras levantaba mi cuerpo para que viera mi erección)

Elena estaba muy roja, me comía con los ojos. Se le veía con ganas de tirarse al agua e ir hacia a mí, pero no lo hacía. Tenía impulsos, echando su cuerpo para delante pero no terminaba de decidirse. Me acerqué a ella, pero pasé de largo para coger mi bebida.

-Parece que tienes calor, estás roja, ¿por qué no te metes al agua?
-¿Por qué no sales tú y me quitas el calor? (dijo con cara desafiante)
-Nah... Aquí se está fresquito.
-Irene y Mario se lo tienen que estar pasando muy bien, ¿no quieres probarlo?
-Ya hemos follado en un baño, me gustaba lo que estábamos haciendo aquí en el agua...
-Ya hemos follado en el agua, ¿no te acuerdas de cuando hemos ido a la playa?
-No es lo mismo.
-Ya...
-Además, se va a dar cuenta todo el mundo de que estoy empalmado.
-Ah, ¿eso importa pero que nos vean follar aquí mismo no?
-Si no nos ve nadie...
-Javi, que me da mucha vergüenza...
-Pues qué lástima... Pero yo no voy a salir con este empalme...
-Bueno, pues habrá que esperar a esta noche en mi casa.
-Que va.
-¿Qué?
-Es que te voy a hacer chillar y paso de que tu madre nos eche la bronca, porque se va a enterar de que te estoy follando ella, tu hermana y tu abuela.
-Me da igual que nos oigan.
-Ya... Pues la otra vez bien que me echabas la bronca porque sonaba la cama...
-Me da igual. Esta noche la rompemos y compro una nueva.
-Nah, olvídate.
-Javiiiiii...
-De hecho, creo que no voy a dormir a tu casa hoy...
-¿Cómo?
-Lo que oyes.
-Javi, no me jodas...
-Es que te conozco y sé que me vas a buscar y la vamos a tener con tu madre. Además, te estás portando muy mal.

Su expresión cambió de ser desafiante a ser de niña buena.

-Javiiiii... (dijo con voz muy dulce)
-No, no te va a funcionar.
-Es un farol. No vas a aguantar tanto sin follarme.
-Puede, pero... ¿de verdad lo quieres comprobar?
-Pfff...

Elena le dio un buen trago a su bebida y se metió al agua, viniendo hacia mí. En cuanto llegó se abrazó a mi cuello con sus brazos y a mi cintura con sus piernas, rozando su coño con mi polla a través de nuestros bañadores. Me empezó a besar suavemente pero rápidamente se convirtió en un morreo, comiéndonos la boca con mucha ansia. Después pasó a mi cuello, aprovechando yo para mirar alrededor, viendo que había menos gente que antes. Por las horas que eran, en la parte de la piscina en la que estábamos hacia sombra, ya que esa zona estaba cerca de donde habíamos comido, con esos árboles tan grandes.

-¿Me quieres follar aquí?
-Sí, me daría mucho morbo. Quiero reventarte, pero sería demasiado. Aun así podemos echar un buen polvo.
-Pfff... Eres un cabrón...
-¿Quieres que te la meta?
-Sí, hazlo ya.

De la misma manera que antes se apartó el bikini a un lado y yo me saqué la polla, metiéndole la punta despacio, entrando el resto muy fácilmente.

-Estás muy cachonda, lo puedo sentir.
-Pues claro, si me estás calentando... Tengo el coñito...
-Ardiendo... Como se siente...
-Sí, te siento muy rico... Pero no te vengas arriba, que te conozco y vas a empezar a taladrarme...
-Como me conoces...
-Demasiado, jajaja. Házmelo despacito.

La cogí de los cachetes del culo para empezar a moverla despacio, haciendo una penetración muy ligera. Ella suspiraba y lanzaba algún gemido mientras yo resoplaba, mirando que nadie estuviera fijándose en nosotros, aunque la persona más cercana a nosotros estaba como a 10 metros. Después de un rato así, aceleré muy poco la penetración, consiguiendo que a los pocos segundos Elena empezara temblar, apretado mi polla con su coño y lanzando un gemido más alto mientras apoyaba su cara en mi hombro, mirando hacia mi cuello, diciéndome un "te quiero" con tanta dulzura que, entre eso, como me estrujaba con su chochito y el morbo increíble de la situación, me empecé a correr dentro de ella, lanzando fuertes chorros, con unas fuertes embestidas. Rápidamente abrí los ojos para mirar a mi alrededor. Parecía que nadie había notado nada porque nadie nos miraba ni notaba nada raro. Fui hacia el borde de la piscina, donde estaban nuestras bebidas, cogiendo la mía para beber un poco y reponerme. Elena seguía abrazada con fuerza a mí, con algún temblor. En lo que se recuperaba Elena, con algunos susurros y caricias mías en su espalda, aparecieron Irene y Mario.
 
Capítulo 141

I: Mírala que cariñosa...
J: Como para no...
I: No me digas que...
J: Pues ya ves.
M: ¿En serio?
J: Sí.
M: Que asco, cabrón...
J: Venga, Mario, que venís de eso, anda...
M: Pero tío, que eso ahora se queda en el agua.
J: Que eso se disuelve con el cloro y toda la mierda que le echan al agua.
E: Callaos coño, que no hay quien descanse así...
I: Jajajaja. ¿Cómo la has convencido?
E: Es muy persuasivo el cabrón...
J: Jajajaja.
I: Mario...
M: ¿Quieres más?
I: No, ahora mismo no. Pero tenemos que hacerlo.

Mientras hablábamos, saqué mi polla del coño de Elena y ella bajó su mano para trastear, imaginaba que se sacaba mi corrida con sus dedos. Después nos salimos de la piscina y nos volvimos a sentar en el césped los cuatro para seguir charlando sin que pasara nada más. Ya atardeciendo nos despedimos, dándole Irene un abrazo a Elena y susurrándole algo al oído que no pude escuchar. Después fuimos a mi casa a coger una muda de ropa para ir luego a casa de Elena y ya ducharnos allí, para pasar la noche juntos.

Cuando llegamos saludamos a todas y fuimos al baño.

-¿Me ducho contigo, o como lo hacemos?
-Pues claro, cariño, jajajaja.
-Yo que sé... Lo mismo te da vergüenza, como eres taaaaan tímida... (dije con tono de guasa)
-Anda, anda... Que al final te has salido con la tuya...
-Como si a ti no te hubiera gustado...
-Me ha gustado mucho. (dijo poniéndose roja y mirando al suelo)

Nos metimos en la ducha y nos empezamos a enjabonar. Yo le empecé a tocar el culo a Elena. Que perfecto era, tan redondito y respingón... Tenía la marca del bikini y se la dibujaba con el dedo.

-Javiiiii, que me haces cosquillas... jijiji.
-Si es que me encanta tu culito y las marcas del bikini son muy sexy...
-¿Sí? ¿Te gusta mi culito? (dijo frotándolo contra mi polla)
-¿Quieres jugar?
-Bueno... Nos lo estamos pasando bien, ¿no? (dijo cogiendo mi polla morcillona, empezando a masturbarla)
-Pfff... Elena, te quiero follar.
-Tranquilito Javi, que te conozco y vas a empezar a reventarme y vamos a hacer mucho ruido.
-¿Me vas a dejar así? (dije ya con la polla totalmente empalmada)
-Sí, por hoy ya has tenido suficiente. (dijo saliendo de la ducha)

Elena se secó mientras yo acababa y esperaba a que se me bajara. Pasaban los minutos y Elena dijo que se iba a ir preparando la cena, para no ser muy cantoso decidí ir por la vía rápida, dándole al agua fría para que se me bajará. Casi pego un grito al ponerla al máximo para que saliera lo más fría posible. Otra opción era hacerme una paja para relajarme, pero me puteó que Elena me hiciera eso y ya había pensado en cobrarme mi venganza. Salí de la ducha ya calmado y me sequé para ir a la cocina. Estaba Elena sola preparando la cena, estaba preciosa con su pijama de verano con una camiseta de tirantes muy fina, sin sujetador, marcando los pezones y un pantaloncito que dejaba ver el nacimiento de sus cachetes del culo. Iba en chanclas y llevaba el pelo mojado, con una cinta desde la parte interior de la nuca a la parte superior de la cabeza anudada justo en el medio. Me encantaba cuando se ponía una cinta así, le quedaba realmente bien y era práctico para ella porque así no le molestaba el pelo al inclinarse.

Me puse detrás de ella y le di un abrazo y un beso en la cabeza, diciéndole lo guapa que era y como me encantaba. Ella solo respondió con una ligera risita. Yo me incliné para besarle el cuello mientras ella me susurraba que parara por si venía si madre o algo, pero yo seguí besándoselo hasta que Elena dio un respingo. Me incorporé y vi que su madre estaba en el umbral de la puerta, mirándonos mientras sonreía.

-Perdona mamá, voy a poner la mesa.

Elena se fue al comedor y Maribel vino hacia a mí.

-No sé por qué se pone así, si no me molesta.
-¿No?
-No. Estoy contenta por ver a mi hija así tan bien.
-Me alegro.

Maribel soltó una risita como nunca había oído en ella. La miré extrañado y ella se dio cuenta.

-¿Qué pasa?
-No te lo tomes a mal, pero creo que es la primera vez que te veo reírte así, casi que sonreír también.
-Ah... Bueno, es que os he visto así y por un momento me habéis recordado a cuando empecé con el padre de Elena. Ya sabes, ella y yo nos parecemos mucho y él también es alto...
-Vaya, lo siento.
-No, no pasa nada, no es nada malo.
-¿Segura? Creía que te molestaba pensar en él por lo que he notado cuando has hablado con Elena.
-Sí, es así, pero son buenos recuerdos. No tiene nada de malo.
-Vale.
-Perdona, es que estoy con la regla y me pongo muy ñoña.
-Mujer, no hace falta que me des detalles.
-Ay... Javier, con lo echado para delante que eres para unas cosas... (dijo poniéndose detrás mía, poniendo sus manos en mis hombros)
-Voy a ir sacando los platos.

Notaba a Maribel muy rara, parecía otra persona, como más cercana y cariñosa. Si estaba así por la regla, ya le podía durar para siempre... Cuando nos sentamos a cenar y empezamos a charlar noté a Maribel muy animada. De repente me corté al verla así y dejé de hablar, aunque no sospecharon nada ni me preguntaron a cerca de quedarme callado. Cuando acabamos de cenar recogimos todo, Maribel nos dijo que ella se encargaba de lavar los platos y nos fuimos al salón. Elena cogió a su abuela y la acostó porque ya estaba dormitando y enseguida volvió conmigo. Noelia se fue a su habitación, parecía que quería estar sola y es que el bajón aún la tenía un poco mal a pesar de estar algo más participativa cuando estábamos todos juntos. Cuando Elena regresó se echó encima de mí y antes de que volviera Maribel la tumbé.

-Javi, ni se te ocurra.
-¿Qué dices? ¿Cómo voy a hacer algo ahora? ¿Eres boba? Con tu madre aquí... Sí, para que me la lie...
En realidad, estaba pensando en hacer algo y me estaba preparando para ello.
-Te estoy poniendo así para estar más cómodos.
-Ah, vale.

Elena y yo nos quedamos de manera que ella estaba tumbada de lado con su cabeza sobre el brazo del sofá y yo sentado un poco deslizándome hacia abajo, apoyándome con el brazo en el otro brazo del sofá. Al poco llegó Maribel y se sentó en un sillón que había a mi lado. Nos quedamos los tres viendo la tele y pasado un rato Elena se puso boca arriba. Estaba esperando ese momento para que no fuera muy cantoso. Me moví hacia ella poniendo sus pies sobre mí regazo y agarré un cojín para ponerlo bajo ellos, así taparía la erección que tendría en breve. Elena me miró sonriendo y Maribel no dijo nada, no parecía sospechar nada. A los pocos minutos cogí los pies de Elena y empecé a darle un masaje en ellos. Esta vez me miró sabiendo lo que pretendía y me lanzó una mirada para que parara, yo le devolví una sonrisa picarona negando ligeramente con la cabeza. Se los masajeaba y noté como Elena se empezaba a ruborizar, sonrojándose sus mejillas. Estaba preciosa con su pelo ondulado por no haberse peinado después de ducharse y aún con esa cinta que se puso. Me miraba con ojillos mientras jugaba de manera nerviosa con sus dedos. Decidí subir un tono más diciendo:

-Elena, estás muy tensa, relájate y déjame que te dé un buen masaje.

Elena se puso más roja aún, cerrando sus ojos y tapándose la cara con las manos después. Empecé a sobárselos bien pasando mis dedos entre los suyos y clavando mis pulgares en sus plantas con fuerza para darle un buen masaje. Efectivamente mi erección apareció y era muy fuerte, tanto que jugaba a hacer fuerza con mi polla para levantar el cojín un poco, haciendo ella fuerza también con sus pies hacia abajo para estimularme.

-Oye, pues lo haces muy bien. (dijo Maribel a los pocos minutos)
-¿Tú crees?
-Sí, estaría bien un masajito.
-Bueno, más adelante cuando tengamos más confianza y tal...
-No, no. No te preocupes, no quiero que me des uno, estaba hablando por hablar.

En cuanto Maribel empezó a hablar noté un cosquilleo en los huevos que me hizo estremecer. De nuevo la veía con ese comportamiento tan encantador y entonces noté como un subidón. Aquella situación me dio morbo como pocas cosas me han dado en mi vida. Y es que yo disfrutaba junto a Elena de su fetiche. Me gustaban sus pies, eran muy bonitos y pequeños y aprendí a disfrutar de eso. A eso había que sumarle el morbo de tener a su madre a su lado hablándome mientras estimulaba a Elena de aquella manera y mi erección palpitaba bajo el cojín. Por un momento me imaginé en esa situación junto a Maribel, acariciando sus pies de esa manera disfrutando ella de la mima manera que lo hacía su hija y me entró un calor por dentro que poco me faltó para levantar el cofín y empezar a tocarme.

Me incorporé para ponerme más cómodo y Elena tuvo que ver claro que tapaba la visión de su madre porque se empezó a acariciar una teta, pellizcando el pezón y tirando de él mientras ponía cara de placer. Después me sorprendió aún más cuando con la misma mano pasó de tocarse la teta a meterla despacio en sus pantalones, tocándose el coño ligeramente, sacando los dedos y llevándoselos a la boca para chuparlos. Yo estaba como una moto y estaba deseando clavarle la polla. Por fin su madre dijo que se iba a dormir, levantándose, poniéndose Elena de manera normal para que no se notara nada.

-Ay... -dijo sonriendo- Que suerte tienes Elena, te trata como a una reina.
-Como se merece.
-Claro que sí. Me voy a dormir, que estoy cansada. Buenas noches.

Maribel se fue y se oyó como cerraba su puerta. A principios de junio habían instalado aire acondicionado en cada dormitorio, cosa que me vino perfecto porque tenía intención de seguir jugando ahí y así no nos escucharían. En cuanto oímos la puerta cerrarse Elena le metió una patada al cojín. Y empezó a tocarme la polla por encima de la ropa con su pie. Mientras, yo cogí el otro y se lo empecé a besar, para luego chuparlo. Lo hacía con suavidad y cariño pasando mi lengua por la planta del pie, el talón y los dedos. Elena tenía un sofoco, su cara estaba tan roja como si se hubiera quemado al tomar el sol y empezaba a respirar con fuerza. Me recreé bastante, haciéndolo con sensualidad, pasando al otro después, haciéndolo exactamente igual y luego con los dos a la vez. Llegó un punto en el Elena empezaba a gemir de placer, llevando su mano a su coño por debajo de la ropa para tocárselo mientras empezaba a ronronear. Empezamos a hablar en susurros:

-Buah Elena, es increíble como te enciendes con esto.
-Ven aquí. (dijo tirando de mi camiseta para besarme)
-Mmm...
-Eres un cabrón.
-Te tengo dicho que conmigo no se juega...
-Estás loco, aquí delante de mi madre...
-Elena, me ha dado mucho morbo. No veas como me ha costado no sacarme la polla y follarte.
-Hazlo ahora.
-No.
-¿No?
-No. Quiero que te quedes con las ganas, como me has dejado tú a mí antes en la ducha.
-Venga, que no cuela.
-Me voy a dormir. (dije levantándome)

Elena se incorporó, tirando de mi camiseta para que me sentara en el sofá de nuevo, cogiendo después mi cara y tirando para que me tumbara encima de ella, comiéndome la boca.

-Javi, por favor. Fóllame como me merezco, hago todo lo que tú quieras. (dijo con voz entrecortada y de manera nerviosa)
-Elena, tranquila, lo iba a hacer. Me estaba quedando contigo.

Elena estaba temblando, parecía muy nerviosa.

-¿Qué te pasa mi vida?
-Javi, estoy muy cachonda, necesito que me folles ya.
-Venga, vamos. (dije incorporándome, con idea de ir a su habitación)
-No, hazlo aquí.
-¿Segura?
-Sí mi amor, métemela ya.
-Pero nos pueden ver.
-Me da igual.

La empecé a desnudar, quitándole los pantaloncitos y la camiseta, tirándolo todo al sillón en el que se había sentado Maribel. Por último, le quité las braguitas.

-Elena, están chorreando, ¿cómo puedes estar así?
-Mira como me pones... Sabes qué hacer para ponerme a mil. Soy toda tuya, tómame.

Olí sus bragas, lanzando ella un gemido. Olían a gloria, el corazón me empezó a latir con mucha fuerza. Mi polla me dolía de lo dura que la tenía y al estar apretada en mis pantalones. Rápidamente me quité la ropa, aprovechando Elena para apagar la luz de la lámpara y la televisión, quedándonos a oscuras, aunque nos veíamos bien por la luz que entraba de la calle. Sus ojos brillaban en la oscuridad y sin más preámbulo me incliné hacia ella para empezar a besarla. Elena no quería esperar más y cogió mi polla para dirigirla a su rajita, metiéndola directamente. Me cogió del culo para dirigir las embestidas.

-Elena despacio, que no quiero que grites.
-Javi, te prometo que no grito, pero fóllame como es debido.
-¿Quieres que te reviente?
-Siiiii (dijo con voz melosa)

Empecé a acelerar el ritmo mientras ella ahogaba sus gemidos con su mano. Estaba flipando por como estaba Elena. Estaba increíblemente cachonda y estaba lubricadísima.

-Mira como estoy, Javi. (dijo cogiendo mi mano para llevarla a su cara)

Estaba muy caliente, no entendía que le pasaba. Nunca la había visto así. Si ya estaba cachondo con todo lo que había pasado antes, al ver a Elena me volví loco, notaba mi sangre hervir, como que me contagió eso, empezando a sentir calor por todo el cuerpo, sobre todo por mi cara.

-Elena, estoy muy caliente.
-Sí, Javi. Hazme tuya, fóllame como tú sabes. Mátame de gusto.

Empecé a dar fuertes embestidas mientras llevaba cuidado de no hacer ruido al hacer chocar nuestros cuerpos. Elena susurraba mi nombre mientras intentaba reprimir sus gemidos con todas sus fuerzas. Rápidamente empezó a estremecerse y cuando estaba cerca de correrse me paró.

-Javi, mi amor, espera.
-¿Qué pasa?
-Tienes que hacer algo por mí.
-¿El qué?
-Es importante, quiero hacerlo.
-Vale, pero, ¿qué es?
-Cuando me empiece a correr necesito que aguantes sin correrte tú. Necesito que aguantes para después
-Vale, ¿algo más?
-Sí, cuando me corra sigue un poquito rápido, pero no hagas que me moje mucho y cuando no pueda más me la clavas lo más profundo que puedas. Necesito que te mantengas ahí hasta que me recupere.
-Vale, mi vida.
-Pues mátame de placer, estoy lista.

Reanudé el bombeo con mucha intensidad hasta que Elena se empezó a estremecer de nuevo. Fueron pocos los minutos que pasaron desde que volví a follarla hasta que se corrió. Se abrazó a mí con mucha fuerza, con sus brazos y sus piernas mientras temblaba como una loca. Recordé lo que me dijo y seguí un poco más, con más rapidez, escapándose un par de palmadas al no poder controlar del todo el coche que mi cuerpo con el suyo. Tras unos breves segundos di una última embestida, clavándole toda mi polla con fuerza. Hacía mucha presión, notando como Elena apretaba mi polla milímetro a milímetro con su coñito, atrapándola y estrujándola. Temblaba de manera exagerada, con espasmos y varios gemidos que se le escapaban, llegando a ser alguno más alto que otro, por lo que agarró mi hombro con sus dientes, mordiéndome con fuerza para ahogar esos gemidos y hacer más llevadero ese torrente de sensaciones que estaba teniendo, como si al apretar con sus dientes liberara la tensión de su cuerpo.

Fue duro aguantar sin correrme dentro al notar ese roce, esa manera de apretarme ahí abajo, notar esos temblores, gemidos, sus respiraciones y demás sensaciones que me canalizaba. Respiré hondo para aguantar, pero entonces oí un ruido, como un gimoteo, pasando de largo por al lado de la puerta del salón, a pocos metros de nosotros, encendiéndose la luz de la cocina, permitiéndome ver la cara de mi chica mejor por el resplandor que veía desde la puerta, quedándome embobado con su cara de placer. Después oí traqueteo, para después apagarse la luz y volver a oír a alguien pasar, sorbiendo con la nariz y respirando de manera agitada. Oí una puerta cerrarse, seguido de un silencio que solo rompía la respiración de Elena, aún sobresaltada por su orgasmo.
 
Capítulo 142

Definitivamente quién fuera que pasó por allí estaba llorando y deduje que seguramente había ido a beber agua para calmarse un poco. Mientras esperaba a que Elena se recuperaba, yo también me recuperaba porque oír a alguien tan cerca hizo que me diera mucho morbo por ser pillado y casi me corro dentro de Elena. Intenté pensar en quien podía ser. Todo apuntaba a Noelia por el mal trago que estaba pasando, pero tampoco podía descartar a Maribel. Hay muchas mujeres que se ponen muy sensibles cuando están con el periodo y llegué a pensar que podía ser ella por el momento en el que nos vio a Elena y a mí en la cocina tan juntos. Eso que dijo de que le había recordado a ella cuando empezó con el padre de Elena me hizo pensar que tal vez le hubiera ocasionado un bajón, recordando más momentos y llegando a ponerse triste.

Elena me sacó de mis pensamientos, soltándome el hombro y acariciándome la espalda.

-Lo has hecho muy bien, mi amor. Te quiero.
-¿Qué quieres que haga ahora?
-Primero sal de mí.

Salí de ella, lanzando ella un gemidito. Elena encendió la luz de la lámpara, mirándome la polla, que estaba muy brillante por sus flujos. La miró con deseo y se encorvó para chuparla un poco.

-Que buen lo haces Elena... Me voy a correr como sigas así.
-No, no, todavía no.
-¿Cómo quieres que lo haga?
-Pues...

Elena estaba como nerviosa, apartando la mirada, dudaba qué decir.

-¿Qué pasa cariño?
-Javi...
-¿Sí?
-¿Te puedes correr en mis pies? (dijo con una voz muy dulce, con tono de niña pequeña mientras se ponía roja como un tomate)

Me quedé en silencio, mirándola. Ella no se lo tomó bien porque asoció mi silencio a que no quería hacerlo, empezando a poner cara de pánico, como si se arrepintiera de habérmelo dicho. Cogí su mano y la llevé a mi pecho para que notara como me latía el corazón, porque cuando Elena se ponía de esa manera, hablando de esa forma tan dulce e inocente me derretía por dentro de una manera increíble.

-No pasa nada Elena, claro que lo voy a hacer.
-Madre mía, Javi, como estás... Te va a dar algo...
-Quiero que sientas como me gustas y lo que provocas en mí. Me encanta todo lo que hago contigo y sé que estás haciendo un esfuerzo muy grande para hacer esto. Las veces que ha salido te pones muy roja, te tiene que dar mucha vergüenza, aunque entiendo por qué.
-Javi...

Iba a seguir hablando, pero no la dejé acabar, le planté un beso que ella recibió con mucha ternura.

-Te quiero. (susurró)
-Y yo a ti. ¿Cómo lo hacemos?
-Dame mi camiseta.

Se la di y la extendió en el sofá y puso sus pies sobre ella. Me miraba muy sonrojada y entonces cogió mi polla para empezar a masturbarme.

-¿Quieres sacarme tú la leche?
-No, te la estoy tocando un poco para calentarte. Quiero que me la des tú.

Ella se quedó sentada, con los pies entre ambos, abrazando sus rodillas y yo empecé a pajearme con fuerza. Elena miraba mucho a la puerta por si venía alguien. Seguramente no tenía ni idea de lo que había pasado minutos antes por estar tan sumida en su orgasmo. Pasados unos segundos Elena abrió sus piernas, manteniendo sus pies conforme estaban para empezar a tocarse el clítoris haciendo movimientos circulares. No tardé nada en correrme, empezando a lanzar chorros sobre sus pies, deslizándose hacia abajo, llegando a sus dedos, los cuales ya había manchado previamente con lo último de mi corrida. Estaba en un estado de éxtasis y entonces pasó algo que no esperaba. Elena cogió sus pies y se los llevó a la boca, empezando a lamerlos para limpiar mi corrida de ellos. Lo hacía de una manera tan sensual como a pocas había visto hacerlo a nadie con nada parecido. Cerraba sus ojos y se la veía disfrutar, recogiendo toda mi leche, sin dejarse ni una gota. Después cambió de pie e hizo lo mismo. Cuando acabó los dejó sobre la camiseta y me miró sonriendo, girando su cabeza, con las mejillas aún sonrojadas. Me quedé embobado mirándola. Ella se limpió rápidamente la saliva de sus pies con su camiseta y vino hacia a mí, poniéndose a cuatro patas para chupármela un poco, succionando hasta la última gota. Después se incorporó para mírame a los ojos.

-Cariño, ¿me dejas tu camiseta? Necesito ir al baño a limpiarme un poco y no quiero que me vean en tetas si salen o algo.
-Claro... (dije aún embobado, dándole mi camiseta y el resto de su ropa)
-Ve a mi habitación y espérame ahí para ir a dormir. Voy en nada.

Elena se levantó después de ponerse mi camiseta. Estaba muy mona con ella, le quedaba bastante grande, dando hasta morbo, dando la ilusión de que no llevaba nada debajo, ya que le llegaba casi a medio muslo. Yo me vestí con lo que quedaba de mi ropa y fui a su habitación, esperándola tumbado en la cama.

Estaba alucinado. Aquello me puso muy cachondo y fue algo que disfruté bastante. Elena lo hacía y lo sentía de una manera tan fuerte que me transmitía lo que sentía. Simplemente me encantó.

Al cabo de unos minutos volvió y rebuscó en su armario.

-He echado la camiseta a lavar y las bragas también, estaban muy mojadas. Ya estoy más cómoda, lista para dormir abrazadita a ti.
-Elena...
-¿Sí? (dijo con una voz muy dulce)
-Me encantas.

Elena se abrazó a mí con mucha fuerza.

-Y tú a mí, mi amor.
-¿Por qué te da tanta vergüenza?
-Porque es algo raro, ¿no?
-¿Por qué?
-No sé. Suena muy depravado.
-No es para tanto. Yo lo disfruto mucho, me gustan mucho tus pies.
-¿Te gustan mis pies? (dijo con una voz muy dulce, con tono de niña buena como hizo antes)
-Me encantan. Son muy bonitos y me gusta darte placer de esa manera, también me lo da a mí.
-Gracias.
-¿Cómo empezaste?
-Pues si te digo la verdad, estas veces que lo he hecho contigo han sido las primeras.
-¿Sí?
-Sí. Me daba muchísima vergüenza para decírselo a Alejandro en su día.
-¿Y cómo lo descubriste?
-Pues un día haciendo el tonto con mis amigas y contándonos cosas que hacíamos con nuestros novios salió el tema de que a uno de ellos le gustaba y vimos algún video. Me entró curiosidad y me empecé a fijar en mis pies de esa manera y me gustó.
-¿Te pasa con todos? Quiero decir, ¿te fijas en todos o…?
-No, de momento solo en los míos. Pero no para hacer nada yo sola. Simplemente me gusta que jueguen con ellos, me da mucho placer ver como me los tocan, me los besan, me los chupan...
-¿Te ha gustado cuando me he corrido en ellos?
-Me ha encantado. Nunca me lo habían hecho.
-Me alegro.
-Javi, me satisfaces de una manera... Todo lo que me haces me encanta.
-Es lo que te mereces. Ha sido muy excitante. Verte como te pones y como lo disfrutas hace que yo lo sienta igual.
-Pero si la tienes dura otra vez.
-Ya te he dicho que me ha excitado mucho. Lo recuerdo y mira como me pongo.
-Pues tenemos un problema, porque ni coñito ya no puede más por hoy...
-No pasa nada.
-Peeeeeero algo podemos hacer...

Elena se deslizó bajando por me pecho hasta mis caderas, bajándome los boxers para coger mi polla y empezar una mamada con muchísimo cariño. Paró un momento para alcanzar la luz de la lamparita de la mesita y encenderla.

-Quiero ver a mi niño mientras juego con mi amiguita...
-Joder Elena, como estás hoy... (dije acariciando su cara)
-¿Te queda más leche?
-Vamos a comprobarlo.
-Espero que sí, porque tu niña quiere más...

De mamarla con mucho cariño pasó a hacerlo rápido, dándome mucho placer. Variaba bajando y subiendo el ritmo, para darme el máximo placer posible.

-Elena...
-¿Sí? (dijo sacándose brevemente mi polla de su boca)
-Lo que me has pedido me ha dado una idea que quiero probar.
-¿Mmm?
-Quiero que cuando estemos solos y podamos hacerlo hagas algo por mí.

Elena me miraba mientras seguía con la mamada, esperando que siguiera.

-Quiero que mientras yo estoy sentado en el suelo, tú te pongas de pie y te corras en mi cara a chorros, pero masturbándote tú, quiero que llegues para mí y que me llenes la boca y la cara con tus flujos.

Elena paró la mamada, mirándome fijamente. De repente la reanudó con muchas ganas, metiéndosela entera en la boca, pudiendo notar su garganta haciendo presión. Siguió chupado con un ritmo endiablado, provocando que me corriera enseguida dentro de su boca entre altos jadeos, encorvando mi espalda, con mis piernas temblando bastante.

Cuando se me pasó la miré y vi que me estaba esperando para mostrarme como se lo tragaba todo.

-Que rico estás, Javi.

Elena se tumbó a mi lado, acariciándome el pecho mientras me terminaba de recuperar. Apagó la luz y se quedó así hasta que recobré el aliento. Me giré y le di un beso.

-¿Cuándo quieres que lo hagamos?
-¿Lo vas a hacer?
-Pues claro.
-Pues cuando podamos. Quiero verte hacerlo, tiene que ser muy morboso.
-Mmm...

Ambos nos dormidos enseguida después de estar todo el día en la piscina y después de tanto juego.

Estábamos tan reventados que nos levantamos sobre las 11 a pesar de que entraba bastante luz por la ventana al ser ya muy de día. Yo me desperté antes que Elena y le eché un ojo al móvil, viendo que tenía varios correos. Me extrañó, por lo que empecé a leer. Me decían que no había problema en lo de las vacaciones, solo que, al haberles avisado con tan poca antelación, me dijeron que tenía que hacer algo más de trabajo para dejar material preparado para sacarlo.

Su puta madre, algo más decían... Casi el doble de trabajo tenía que hacer en esas dos semanas antes de irnos a la playa. A ver como le decía yo a Elena que casi no nos podíamos ver en ese tiempo.

La veía tan mona dormidita, que se me ocurrió despertarla de buena forma. Le subí la camiseta y le empecé a chupar un pezón, poniéndose duro al instante. Seguía dormida, pero se empezaba a retorcer hasta que se despertó.

-Javiiiii, ¿qué haces?
-Desayunando. Estás muy rica...
-Que buen despertar... (dijo acariciándome la cabeza)

Elena empezó a gemir bajito mientras suspiraba.

-Venga nenes, que son las 11... (dijo Maribel entrando por la puerta)

Me aparté rápidamente de Elena y ella se bajó la camiseta, estando más agitada que yo.

-Mamá, podrías llamar a la puerta...
-¿De qué hablas? (dijo Maribel extrañada)
-Nada, déjalo.

Maribel se fue y nosotros nos empezamos a levantar para ir a desayunar.

-Lo de llamar a la puerta en tu familia como que no, ¿no? Jajajaja.
-De verdad... No se puede hacer nada.

Desayunamos tranquilamente los dos solos, ya que las demás ya lo habían hecho. Al estar solos le comenté lo del trabajo.
 
Capítulo 143

-Elena, tengo una noticia buena y otra mala.
-Huy... (dijo con cara de preocupación)
-No pasa nada, tranquila.
-¿Qué es? (dijo con vocecilla de niña buena)
-Tía, me matas con esa voz...
-Pues no me preocupes, mi amor... (dijo sonriendo)
-La buena es que me han dado las vacaciones, así que podremos seguir con el plan de ir los cuatro a la playa en dos semanas.
-¡Bien!
-La mala es que como he avisado con poco tiempo me han mandado más trabajo para estos días.
-Oh...
-Básicamente estas dos semanas voy a estar muy liado.
-Vale.
-Lo digo para que te vayas haciendo al cuerpo de que no vamos a poder estar mucho tiempo juntos.
-Jo...
-Mi idea es sacarlo todo sin descansar este fin de semana próximo y acabar el viernes de la semana que viene para tener ese fin de semana libre y empalmarlo con la siguiente semana.
-Vale, pero... ¿Vendrás a comer y a dormir?
-No, Elena. Ya sabes que empiezo muy temprano y en lo que vengo, como y voy se me va mucho tiempo.
-Jo...
-Algún día vendré a por ti y dormimos juntos en mi casa, no te pongas así, va. Y ya sabes que hablaremos todos los días como hemos hecho ya varias veces.
-Vaaaaale.

Después de desayunar nos despedimos con un buen beso, quedando en eso, en que hablaríamos todo lo que pudiéramos y en qué algún día iría a por ella para que durmiera conmigo. Tampoco me quería colar porque me conocía y al estar con ella alargaría mucho el levantarme y querría disfrutar de ella, por eso quería que se hiciera a la idea.

En cuanto llegué a casa me puse manos a la obra porque con la tontería de levantarnos tarde, el desayuno y demás, se me había ido toda la mañana. Hice una breve pausa para comer y continué hasta la noche, hablando después con Elena. Los siguientes días fueron un calco el uno del otro y cuando llegó el fin de semana me empezó a pasar factura ese ritmo porque normalmente para mí los fines de semana eran días libres y esa falsa sensación de alivio al ser viernes no me sentó muy bien porque tenía que seguir mi planning, por lo que estaba un poco irascible, cosa que me notó Elena al hablar con ella, pero no le dio mucha importancia, ya que sabía la razón y me animaba, recordándome lo bien que nos lo íbamos a pasar en la playa. Su cariño y ánimos me lo hicieron más llevadero hasta que llegó el lunes sobre las 8 y media de la tarde. Estaba solo en casa y llamaron a la puerta, por lo que fui a abrir y me encontré a Irene y Mario y detrás de ellos a Elena. Nos saludamos e Irene con mucha confianza entró a casa dándome un empujoncito. Una vez pasaron Mario e Irene, Elena vino hacia a mí y me plantó un buen beso y un abrazo.

J: ¿Qué hacéis aquí? ¿A dónde vais tan guapos?
I: Venga, vístete.
J: ¿Qué?
M: Qué te duches y te vistas, que nos vamos por ahí.
I: Elena nos contó el miércoles que estás muy liado y últimamente muy estresado, tienes que salir un poco.
J: Pfff... Si es que acabo reventado...
I: No hay excusa, vamos. Te esperamos aquí.
J: Vale, vale.
M: Venga, que tengo unas ganas de una cerveza...
J: ¿Y a ti que te pasa? Estás muy calladita... (le dije a Elena, quien me miraba con las mejillas sonrojadas)
E: Nada... (dijo con una voz muy dulce)
I: A tu chica le pasa que te quiere echar un polvazo, que lleváis una semana sin follar, jajaja.
E: Irene...
J: ¿Sí?
E: Bueno, sí, un poco...
J: Estás tan guapa que me da pena follarte ahora mismo. No te quiero romper la ropa ni que se te corra el maquillaje antes de salir...
E: Pues después, mi amor... (dijo con la voz entrecortada)

Le sonreí y me fui a la ducha, para después vestirme y volver con ellos al salón. Como ellos iban muy bien vestidos, yo hice lo propio. No tenía ni idea de cuál era su plan, pero salimos y empezamos a dar un paseo. Llegamos a un buen restaurante y cenamos allí, pasando un buen rato, estando yo más relajado, sin estrés ni ese comportamiento irascible. Lo malo es que el ritmo que llevaba me dejaba sin energías para cuando acababa el día y se nos hizo tarde entre la charla y lo que tardaban en servirnos los platos y se me entornaban los ojos. Me lo notaron y nos fuimos al poco, despidiéndonos cuando llegamos a casa de Mario.

I: ¿No queréis pasar? Aquí podéis tener intimidad.
J: No te preocupes, estoy solo en casa.
I: Vaya, no ha colado... jajajaja.
E: No te preocupes, cuando estemos en la playa ya... Tenemos mucho tiempo.

Elena y yo volvimos a mi casa, yo ya iba arrastrando los pies de lo cansado que estaba. El trayecto duraba unos pocos minutos, pero se me hizo largo. No veía la hora de llegar a mi casa para acostarme y descansar.

Por fin llegamos y entramos. Fuimos a mi habitación y me quité la ropa, quedándome en boxers. Cuando me di la vuelta me encontré a mi chica desnuda, solo con un tanga de encaje violeta, muy sexy. Estaba con sus manos atrás y mirándome con una cara muy inocente, sonrojada de nuevo. Me acerqué a ella para darle un beso muy lento mientras acariciaba su culo.

-Mmm, que suave estás... Que bien hueles... Me encantas, mi vida.
-Y tú a mí, mi amor.
-Lo siento, Elena, estoy muerto, no puedo ni con mi alma.
-No pasa nada, Javi. Yo con estar contigo tengo más que suficiente.

Le di un fuerte abrazo y me eché en la cama.

-Necesitas relajarte, mi amor. Te voy a dar un masaje.
-¿Sí?
-Sí.
-¿Pero como los que te doy yo...?
-Noooo, jajajaja. Quiero que duermas tranquilito.
-Vale.

Elena salió de la habitación y fue al baño, después vino de nuevo a la habitación.

-He cogido esto.
-¿Qué es?
-Es aceite para la piel. Se usa para hidratarla. He buscado a ver si había algo de crema o algo para hacerlo mejor.
-Genial.
-Venga, date la vuelta y relájate.

Me di la vuelta y Elena se puso sobre mis muslos, justo por debajo de mi culo, con una pierna a cada lado y empezó a esparcirme el acierte con sus manos a lo largo y ancho de mi espalda. Empezó a masajearla suavemente, aumentado la intensidad poco a poco, hincándome los pulgares.

-Que bien, Elena. Me encanta como lo haces...
-¿Te estás relajando?
-Mucho, me está entrando mucho sueño.
-Descansa, cielo. (dijo inclinándose y besándome en la mejilla, pudiendo notar como clavaba sus pezones endurecidos en mi espalda)

Lancé un gemido por el placer que me estaba dando, tanto por el masaje como por los mimitos y esas palabras.

-Javi, ¿cuándo vienen tus padres?
-Mañana por la tarde, ¿por?
-Hombre, para que no vengan y me pillen en tetas si vienen por la mañana.
-Jajajaja.
-¿Te importa que me quede contigo mañana hasta que vengan?
-¿Cómo me va a importar, mi vida?
-Mmm... Se me ha hecho muy larga esta semana...
-Ya, lo siento, tendría que haber ido algún día a por ti, pero es que acabo que no puedo...
-No pasa nada. Mira, hacemos una cosa, el miércoles le digo a mi madre que me traiga. Cogería yo el coche, pero es que tiene que tenerlo ella por si pasa algo.
-Me parece genial.

Nos quedamos callados y Elena siguió con el masaje hasta que caí dormido de lo relajado que estaba. Al día siguiente me desperté antes de que sonara la alarma, ya que estaba acostumbrado a ese horario, con Elena a mi lado, abrazada a mí, con su cara en mi hombro y una pierna sobre las mías. Estaba tan a gusto que apagué la alarma para quedarme disfrutando de Elena un rato. La miraba como dormía plácidamente, pensaba en como me gustaba, lo bien que olía, lo guapa que era, como la quería. Después de un rato con una sonrisilla tonta me levanté con cuidado para ponerme a trabajar, sin hacer ruido. Al rato se levantó y me abrazó por la espalda.

-Que aplicado mi chico...
-¿Ya te has despertado?
-Sí, he notado que no estabas y me he despertado.
-¿Me echabas de menos?
-Mucho...

Elena subió la persiana, dejando entrar la luz del día y después se puso sobre mí, con una pierna a cada lado, empezando a frotarse conmigo.

-Te he echado mucho de menos estos días, mi amor... La cama se me hace muy grande sin ti...
-¿Me echabas de menos a mí o a mi amiguita? (dije acariciándole el culo)
-A los dos... Jajajaja.
-Mmm...
-Estos días he estado más cachonda de lo normal... Cada vez que terminábamos de hablar me tocaba pensando en ti, en como me tocas tú, como me comes el chochito, como metes tu pollón dentro de mis entrañas...
-Uff...
-He echado mucho de menos también tus azotes...
-¿Sí? (dije dándole uno)
-Mmm... Que rico... (dijo mordiéndose el labio)
-Cómo te gusta jugar... (dije dándole otro azote)
-Sí. (dijo tras un jadeo)

Le empecé a besar el cuello mientras le acariciaba el culo, con algún azote, alguno más fuerte que otro. Elena gemía con cada azote, empezando a ronronear. Notaba sus pezones duros como una piedra y entonces me cogió la cara para besarme con mucha ansia, pasando después a mi cuello. Durante todo eso tenía la polla morcillona, pero cuando se lanzó a mi cuello fue una erección muy fuerte e instantánea.

-Me gusta mucho este tanga, es muy bonito y te queda genial.
-Lo he comprado pensando en ti, quería darte una sorpresita.
-Pues has acertado, me gusta mucho ese color.
-Mmm... Javi, necesito que me folles.

Me levanté cogiéndola en peso y yendo hacia la cama, la tumbé y me puse sobre ella apoyándome en mis brazos. Elena empezaba a jadear y aún no la había empezado a tocar, solo nos habíamos estando besando prácticamente.

-¿Estás cachonda?
-Muchísimo.
-Bien, porque necesito que lo estés.
-¿Por qué?
-Ya lo verás...

Me quité la camiseta y los pantalones cortos que me había puesto al levantarme y me volví a poner sobre ella para besarla. Ella acariciaba mi espalda, pasando sus manos a mi culo.

-Métemela directamente.
-¿Segura?
-Sí, mi amor. Estoy empapada.

Bajé hasta sus caderas para quitarle el tanga, dándome cuenta de que efectivamente estaba muy mojada, tanto que el tanga tenía una mancha de sus flujos. La miré con una sonrisa en la boca, ella ya estaba con las mejillas sonrojadas y cara de niña buena. Le empecé a acariciar el coño antes de quitarle el tanga y ya empezó a gemir.

-Joder, como estás...
-Estoy muy cachonda, mi amor.
-¿Y si hago esto?

Me incorporé quitándole el tanga y llevándomelo a la cara para olerlo. Noté un cosquilleo en los huevos al aspirar su olor más íntimo. Después lo lamí, dejando que ella lo viera. Elena soltó un gemido y empezó a jadear, agarrando las sábanas. Eché el tanga a la silla de mi escritorio y le cogí una pierna, besándole la rodilla, bajando hasta su pie, besándolo también y lamiéndolo, metiéndome los dedos en la boca para chuparlos. Lo hacía con los ojos cerrados y cuando los abrí, vi a Elena rojísima, tocándose el clítoris rápidamente, haciendo movimientos circulares. Cuando pasé al otro pie Elena me detuvo.

-Mi amor, me encanta lo que estás haciéndome, pero no puedo más, te necesito dentro.

Inmediatamente tiró de mí para echarme sobre ella y me bajó los boxers, cogiendo mi polla y metiéndosela directamente, dando ella una embestida con su cuerpo para que entrara de golpe, lanzando un fuerte gemido.

-Así mi amor, bien profundo.
-Joder, Elena.

Empecé un mete-saca lento, disfrutando del momento, pero Elena estaba más caliente de la cuenta y me cogió del culo para acelerar la follada. Así fue como lo hice, apretando bastante, casi como cuando me la follé el primer día que estuvimos en su casa cuando pasó lo de Maribel. En pocos minutos Elena empezó a temblar después de estar gimiendo un rato. Cortó sus gemidos y su respiración para luego estallar en un gran alarido. Me mojó bastante toda la zona y me quedé quieto, esperando a que se recuperara. Me estrujaba con su coñito la polla, pero a diferencia de otras ocasiones, podía aguantar, a pesar del calentón que tenía ella, poniéndome a mil. Quería esperar a que se recuperara, pero estaba tan preciosa que no podía aguantar y le metí una buena embestida. Ella respondió con un gemido de sorpresa, abriendo los ojos. Fue como algo para activarla de nuevo, porque se puso a acariciarme la cara sonriendo.

-Mmm... Que rico mi amor, otra vez.

Le di otra embestida, respondiendo ella de la misma manera. Me cogió la cara con las manos para besarme y susurrarme:

-Fóllame otra vez, mi amor.
-¿Segura? ¿No necesitas más tiempo?
-Me da igual, me lo haces muy rico, hazlo despacito esta vez.

Empecé a follarla de nuevo, muy despacio, con mucho cariño, dándole besos en los labios y en el cuello. Después de un rato, bastante más largo que el primer polvo, Elena se corrió después de estar emitiendo gemidos muy dulces durante todo el tiempo, esta vez con un fuerte jadeo, retorciéndose. De nuevo me quedé dentro de ella quieto, sin moverme nada, esperando a que ella fuera la que diera el paso de que hacer después. La miraba mientras me apoyaba en mis brazos, estaba guapísima, con una cara de placer increíble, contrayendo sus ojos y la boca casa pocos segundos, acompañando a los espasmos que le daban por su reciente orgasmo. No podía evitar besarla, con mucho cariño por toda la cara, reaccionando ella con pequeños gemidos. Como en el polvo anterior, se recuperó relativamente más rápido, más que como lo hacía normalmente, por lo que abrió sus ojos y me empezó a acariciar la cara.

-Que intenso... Me encanta como me lo haces...
-Me encanta mirarte cuando te corres, estás tan mona...
-Mmm... Javiiiii...
-¿Qué pasa, mi vida?
-Que aún me tienes que dar tu leche...
-¿Dónde la quieres?
-En la boquita.
-Como tú quieras.
-Ven, ponte aquí sobre mí. (dijo tirando de mí con sus manos)

Me puse sobre su pecho de rodillas, con una pierna a cada lado, muy apegado a su cara. Elena cogió mi polla y la empezó a mamar, empezando lentamente, pasando a hacerlo más rápido poco a poco. Yo miraba hacia abajo, viendo como lo hacía mientras me apoyaba en la pared, llegando a hacer ligeros movimientos de cadera como si le estuviera follando la boca. Ella estaba muy concentrada, con los ojos cerrados. Entonces vi como le daba un espasmo, se estaba tocando. No se estaba corriendo, pero sí que estaba muy sensible porque acababa de tener dos orgasmos y se estaba tocando de nuevo, debía estar muy sensible. Verla así, tan concentrada, tocándose con algún espasmo de por medio y como me la chupaba de bien, fue más que suficiente para que le empezara a llenar la boca de leche. Fue bastante cantidad, pero ella aguantó todo lo que le eché, pajeándome una vez acabé mientras me apretaba el glande con sus labios, succionando. Una vez acabé, me eché a su lado y ella se incorporó para mostrarme como se lo tragaba todo, sonriendo y girando su cabeza después. La agarré y pegué su cuerpo al mío, abrazándola con fuerza mientras ella soltaba alguna risita.

-Sí que tenías ganas.
-Muchas, mi amor, estaba ya que no podía esperar más, y eso que me estaba encantando lo que me estabas haciendo justo antes.
-Yo he estado tan agobiado que apenas he pensado en eso, acaba tan cansado y estaba tan centrado que no tenía energías...
-¿No has pensado en mí?
-Claro que sí, mucho, pero no en sexo, eso no lo es todo, mi vida.
-Que mono, que se pone sensible... Jajajaja.
-Jajajaja. Hablando de sensible... Vaya aguante has tenido hoy, ¿no?
-Más que aguante, han sido las ganas, no podía parar, necesitaba más y más.
-Ya te he visto que cuando me la estabas comiendo te seguías tocando.
-Lo hacía casi por instinto, pero sí, tenía ese puntito para seguir un poquito más.
-Genial, porque necesito que hagas una cosa por mí.
 
Capítulo 144

-¿El que, mi amor?
-¿Te acuerdas de lo que hablamos en tu casa que quería que me hicieras?
-¿Ahora?
-Bueno, no se me ocurre un mejor momento. Estamos los dos aquí solos, acabamos de follar... No sé, ¿qué dices tú?
-Pues claro, ¿cómo te voy a decir que no? ¿Cómo lo hacemos?
-Pues me siento ahí y tú te tocas hasta que te corras.
-Vale.

Nos levantamos y me senté en el suelo, con más piernas cruzadas, apoyando las manos en mis rodillas y Elena se puso de pie frente a mí, empezando a tocarse.

-Javi, me siento un poco rara.
-¿Por qué?
-No sé, te veo tan a mis pies que no sé... (dijo tocándose aún, haciendo movimientos circulares en su clítoris)
-¿No te gusta?
-Mmm, no es que me guste o no...
-¿Entonces?
-No sé cómo explicarlo...
-Elena, tú has estado así para mí muchas veces esperando que acabara en tu boca.
-No sé mi amor... Me gusta más que me domines tú.
-Pero no estamos jugando a eso.
-Lo siento así, te veo tan vulnerable ahora mismo que me da mucha ternura y me cuesta.
-Si quieres lo dejamos, no te veo cómoda. Te quiero y lo importante para mí es que estés cómoda conmigo.

Elena paró de tocarse y se puso de rodillas para estar a mi altura, poniendo sus manos en los laterales de mi cuello, de manera muy suave, para darme un beso con mucho cariño. Después me abrazó, acariciándome la espalda. Yo puse mis manos en su cintura. A los pocos segundos se retiró, poniéndose de pie de nuevo, percatándome de que tenía los ojos vidriosos, ligeramente rojos. Se empezó a tocar, esta vez de manera más rápida, apretando sus ojos con fuerza, empezando a encogerse.

-Pfff... Javi, no puedo. Estoy muy sensible y me voy a correr, pero no noto que vaya a mojarme.
-Venga mi vida, ya verás como puedes, métete bien los dedos.

Elena volvió a intentarlo, pero le ocurría lo mismo, se empezaba a encoger, apretando mucho sus ojos, gimiendo de manera rara como reprimiéndose y con rabia por no lograr lo que quería.

-No puedo Javi, tócame tú como sabes para llegar a eso.
-No, mi vida. Tienes que hacerlo tú, si te lo hago yo no va a ser tan especial, tú puedes, ya lo has hecho alguna vez. (dije acariciándole los muslos)
-Me cuesta mucho, mi amor.
-Respira hondo y métete así los dedos.

Por tercera vez Elena lo intentó, empezando despacio, metiéndose los dedos lentamente mientras me miraba con ojitos. Poco a poco aumentó el ritmo y ya se empezaba a oír ese sonido encharcado que precede a ese momento en el que empiezan a lanzar chorros.

-Así, así mi vida, lo estás haciendo muy bien. Abre los ojos para que veas como me bañas.

Elena abrió sus ojos y me agarró con fuerza del pelo, empezando a mojarse mucho. Hizo un par de movimientos más con sus dedos de esa manera, más fuertes, provocando que empezaran a salir chorros desde su coñito, pasando a acariciarse el clítoris mientras empezaba a chillar como una loca. El primero salió con mucha presión, dándome de lleno en la boca, entrando bastante en ella, dándome el resto en la barbilla y el pecho, fueron tres chorros con bastante fuerza. Fue algo muy excitante, por lo que mi erección volvió a hacerse presente. Una vez Elena paró de correrse de esa manera tan espectacular, se empezó a tambalear, con sus piernas temblando bastante, soltándome el pelo.
Rápidamente me levanté para ayudarla a tumbarse en la cama. Respiraba muy aceleradamente, retorciéndose y gimiendo. Cogí mi camiseta para limpiarme un poco y me acerqué a ella, acariciándole la cara y apartándole el pelo para que no le molestara.

-Lo has hecho muy bien, mi vida. Lo has conseguido. Te quiero.
-Javi, estoy mareada...
-Tranquila, Elena. Ya está. Descansa, relájate.

Cuando vi que se empezaba a tranquilizar fui a la ducha para lavarme. Aún estaba empalmado y excitado, por lo que me empecé a tocar pensando en lo que acababa de pasar, corriéndome de nuevo. Cuando volví me la encontré profundamente dormida, por lo que aproveché para limpiar aquello con una fregona, echando también la ropa a lavar.

Aún tenía tiempo hasta la hora de comer, por lo que seguí trabajando un poco más. Con la tontería no me di cuenta y se nos echó encima la hora de comer. Hice el parón y fui a despertar a Elena, sonriéndome una vez lo hizo. Nos vestimos y Elena me insistió que me quedara a comer con ella en su casa. Como la tenía que llevar de todas formas y no me daba pereza prepararme algo, pues acepté. Cuando llegamos a su casa, para sorpresa de nadie, a Elena le cayó una pequeña bronca de su madre por no haberla avisado de que pasaba la noche fuera. Ni siquiera le dejó que fuera a ducharse, la mesa estaba puesta y había que comer para que no se enfriara. Elena se cambió de ropa para ponerse más cómoda y nos sentamos a comer.

J: Espero no ser una molestia.
E: Pero, ¿qué dices Javi...?
M: No te preocupes, hombre. Había hecho comida para que sobrara para luego la cena.
J: Vale. ¿Y tú abuela?
E: En casa de mi tía, ¿no, mamá?
M: Sí... Elena, ¿estás bien?

Esta pregunta se la hizo porque Elena hablaba bajito, con la voz un poco ida y sus movimientos eran altos extraños, más lentos de lo normal, con algún espasmo muy ligero. Yo sabía se sobra porqué era, ya que se había corrido tres veces de manera muy seguida, con esa última estallando de una manera brutal, cayendo rendida en la cama durante varias horas. A pesar de haber descansado, era algo que le pasaba cuando se corría varias veces tan seguidas, estaba como atontada durante el resto del día. Puse una ligera sonrisa en mi boca, al igual que Noelia, quien también sabía lo que pasaba.

E: ¿Eh? Sí, ¿por qué?
M: Estás rarísima.
E: ¿Yo? No...
M: ¿Has bebido?
E: No. Anoche un par de cervezas, pero nada más. Si no hemos desayunado ni siquiera.
M: Parece que estás borracha, no sé... Te veo rara. ¿Qué te pasa?
N: Está borracha de amor.
M: ¿Qué dices tú?
N: Nada, nada.
M: ¿Me va a explicar alguien que pasa?
J: No pasa nada.
M: Ya...

Seguimos charlando de otras cosas, pero Maribel no le quitaba el ojo a Elena en ningún momento. Elena estaba todavía un poco en su mundo, ni se daba cuenta de como su madre la analizaba constantemente. En una de estas le puse la mano en el muslo a Elena y dio un respingo. Me miró y le sonreí, ella sonrió, poniéndose roja y apartó la mirada rápidamente. Volví mi vista al plato, para luego levantarla, viendo que Maribel me miraba con los ojos entrecerrados.

Cuando acabamos de comer Maribel se levantó y me pidió que le ayudara para llevar los platos e ir a por el postre. Elena se ofreció, pero su madre le dijo que no, que me lo había dicho a mí y que con lo rara y torpe que estaba seguro que se le caía algo. Cuando llegamos a la cocina, Maribel me preguntó, como esperaba que lo hiciera.

-¿Qué le pasa a mi hija?
-Nada, Maribel, de verdad.
-¿La has drogado?
-¿Perdona?
-Está muy rara, no la he visto nunca así. ¿Qué habéis hecho? ¿Os drogáis?
-Maribel, tranquilízate, que se te está yendo un poco la cabeza.
-¿Me puedes decir qué es lo que pasa?
-Te he dicho que no pasa nada, no sé cómo te lo tengo que decir...
-Algo pasa y me voy a enterar.

Cogí los postres y me fui de allí para ir al comedor porque me estaba empezando a calentar y aún seguía un poco estrado y no la quería liar. Debo ser como un libro abierto, porque Elena me notó algo cuando llegué, aunque no dijo nada. Se limitó a mirarme. Cuando su madre llegó se sentó y no paraba de mirarnos a Elena y a mí. Estaba bastante incómodo.

E: Mamá, ¿qué pasa?
M: Dímelo tú...
E: ¿Qué quieres que te diga?
M: Lo que pasa.
N: Mamá, déjalo, no es nada.
J: Creo que va a ser mejor que me vaya.
E: No, ¿por qué? Acábate el postre.
J: Se me han quitado las ganas.
E: Mamá, ¿se puede saber qué le has dicho para que Javi esté así?
M: ¿Yooooo? No he dicho nada. No pasa nada.
E: Joder mamá, luego soy yo la niña...
J: Me ha dicho que te ve muy rara y me ha preguntado que si te he drogado y que si nos drogamos.
E: ¿Cómo?
N: Hala... Mamá...
M: Chivato...
E: ¡Mamá!
M: Joder, ¿tanto es pedir que me digas qué pasa?
E: Lo que pasa es que Javi me ha echado dos polvos, me he corrido tres veces y estoy más allí que aquí por lo que me hace sentir, joder.

Maribel se quedó parada, con los ojos muy abiertos, bajando la mirada al plato, sin decir nada más. A Noelia le entró la risa y Elena se marchó a la ducha. Yo no sabía qué hacer, por lo que salí detrás de ella.

Se encerró en el cuarto de baño de un portazo. A los pocos segundos se oía la ducha.

-Elena, no te enfades anda... Abre.
-¡No estoy de humor!

Me sorprendió un poco que me respondiera así, ya que yo no tenía culpa de nada y eso me cabreó, no por Elena, sino por la situación en su casa con su familia. Sí resultaba que Noelia había salido a Maribel, porque vaya tela entre las dos... La única que no me tocaba los cojones de su familia era su abuela, sin contar a Elena, claro. Bien es verdad que Noelia últimamente parecía otra y se estaba portando estupendamente con nosotros, pero ahora el problema era la madre. Estaba obsesionada con controlarlo todo y estar encima constantemente, cosa que molestaba a Elena bastante e incluso a mí. Ya lo habíamos hablado un par de veces con ella y seguía, así que decidí cortar el asunto de raíz. Volví al comedor, donde seguían ambas sentadas en la mesa, parecía que hablaban algo, pero me importó una mierda.

J: Noelia, ¿nos puedes dejar a tu madre y a mí solos? Me gustaría hablar con ella a solas.
N: Claro.
M: No hace falta que se vaya.
J: Sí hace falta, sí. (dije de manera seca, mostrando mi mal humor)

Maribel puso cara de sorpresa al verme así y Noelia un poco también, dejándonos solos.
 
Capítulo 145

-¿Qué es lo que ocurre, Maribel?
-Nada.
-Pues no lo parece. Me da la sensación de que estás buscándome las cosquillas, o a mí o a tu hija y sinceramente, me está tocando las narices el asunto ya.
-¿Qué dices? Para nada.
-Algo pasa, eso está claro. Siento como si estorbara, como si no te gustara que estuviera aquí.
-No es eso, no sé por qué lo piensas...
-Coño, ¿a qué viene la pregunta de si drogo a tu hija? ¿En serio me ves capaz de hacer algo así?
-No, no te veo capaz.
-¿Entonces?
-No me gustan los secretitos. ¿Tan difícil era contarme lo que pasaba?
-Está claro por qué no te lo habíamos dicho. Si te decimos que no pasa nada, es que no pasa nada. No sé a qué viene esa desconfianza.
-Javier, me viene mi hija diciéndome que tiene novio desde hace varios meses, que lo conoce desde hace años y yo sin saber nada, sabe como estoy con lo de traer a chicos a casa, nos hace esa encerrona en su graduación, te mete el primer día que nos conocemos aquí a dormir... ¿Cómo quieres que me lo tome?
-No lo sé, la verdad. En mi opinión, estás exagerando mucho. Entiendo que estés traumatizada con lo que te pasó, pero no puedes controlar de esa manera a tu hija de 23 años. A ella le pasó algo parecido y mírala como está ahora.
-No es lo mismo.
-Claro, 5 años de relación es una chorrada. Venga...
-No estoy de acuerdo.
-Da igual, estoy cansado de todo esto y estoy bastante incómodo la verdad. Lo mejor va a ser que deje de venir por aquí.
-No Javier, no es para eso.
-¿Entonces qué hago? ¿Tragar y tragar? (dije ya cansado por toda la situación)

Maribel se quedó en silencio, sin saber qué responder. Se la veía descolocada por como estaba yo. Me quedé callado, esperando a que ella dijera algo, pero no lo hacía. Solo se limitaba a mirar a la mesa mientras jugaba con sus dedos. Entonces oí a lo lejos otro portazo. Me levanté y fui a la habitación de Elena, encontrándome la puerta cerrada. La abrí y entré, encontrándome a Elena tumbada en la cama, de lado, dándole la espalda a la puerta. Me senté en la cama a su lado y le acaricié el brazo.

-Elena, no te enfades, va.
-Es que estoy harta, no puedo hacer nada sin tener que dar explicaciones.
-Lo sé, pero es que tu madre es así, no podemos hacer nada.
-Estoy muy enfadada.
-Lo sé, mi vida. Pero así no ganamos nada.
-Ya hablaré con ella.
-Bueno, yo me voy ya.
-Jo... Es que hasta me joden el poco tiempo que estoy contigo...
-Ya. Por lo pronto creo que voy a venir menos a tu casa.
-¿Cómo?
-Pues eso. No estoy cómodo aquí, me da la sensación de que soy un estorbo.
-No lo eres.
-Ya...
-Javi, no me cabrees tú también. No estorbas. Y si a ellas les molesta que estés aquí, pues que se jodan, que es mi casa también y eres mi novio. Coño, ni que estuviera liándola cada dos por tres. Si no hago nada...
-No sé, Elena. Vamos a dejar que pase esta semana y la que nos vamos a ala playa, a ver si se calma la cosa.

Elena se quedó callada mientras yo la acariciaba. Estaba molesta de verdad, cosa que veía normal. Debía estar muy agobiada. No quise decirle nada más del tema para que no se enfadara más y tenía que irme ya.

-¿Me das un beso? Me tengo que ir ya...

Elena me dio un beso rápido y se volvió a poner como estaba. Sí que estaba enfadada, nunca la había visto así conmigo. Salí de su habitación, yendo hacia la puerta para irme de allí, sin despedirme de nadie más, aunque tampoco es que nadie me buscara a mí para hacerlo. Me monté en el coche para volver a casa con una sensación un tanto amarga. Habiéndose pasado el calentón del momento, no lo vi para tanto, quizás exageré un poco al reaccionar así, pero me sentó muy mal que me preguntara si había drogado a su hija. ¿Quién coño se creía que era para hacer algo así? ¿Tan traumatizada estaba por lo que le hizo su marido? Entiendo que unos cuernos después de tantos años de relación tienen que ser algo doloroso, pero no sé en qué momento puede darle pie para pensar esas cosas. Desde primera hora me había mostrado tal y como era y estaba bastante seguro de que no había hecho nada fuera de lo normal como para hacerle pensar algo así. Tal vez Alejandro tenía algo que ver en eso, tal vez él... Tampoco lo sabía a ciencia cierta y en realidad no quería saberlo, siempre que me ponía en contacto con él o sacaba el tema, me traía problemas o Elena estaba incómoda.

Cuando llegué a casa me puse a trabajar y cuando mis padres llegaron a casa, mi madre vino a saludar. Se quedó unos segundos en el umbral de la puerta después de habernos saludado. Seguro que ya se había dado cuenta de que algo me pasaba. Efectivamente, antes de cenar vino a mi habitación y se sentó en la cama.

-¿Qué ha pasado?
-Joder mamá, tienes un sexto sentido para esto.
-No hijo, lo que pasa es que soy tu madre y te conozco mejor que nadie. Sé inmediatamente que te pasa algo con tan solo saludarnos.
-Pues sí, algo ha pasado.
-¿Te has peleado con Elena?
-Qué va.
-¿Su hermana otra vez?
-No, esta vez ha sido su madre.
-¿Y eso?
-Pues cuando estábamos comiendo se ha puesto pesada y Elena ha estallado.
-Pero, ¿por qué?

Entonces le conté lo que sucedió sin entrar en detalle de las palabras que le dijo Elena a su madre.

-¿Y por qué estaba así?
-Bueno, es que Elena tiene el cuerpo muy sensible y...
-Ah, vale, no hace falta que me cuentes más.
-Pues eso, le contestó de muy malas maneras a su madre y está enfadada. ¿Te puedes creer que me preguntara si la había drogado?
-La verdad es que no sé qué le pasa, pero pensar eso así tan a la ligera...
-Ni siquiera se ha disculpado, ¿sabes?
-Bueno, hijo, no se lo tengas muy en cuenta, no sabemos del todo como se siente, lo mismo hay algo más que no sabes. Deja que Elena hable con ella.
-Sí, supongo que es lo mejor.
-¿Cómo llevas el trabajo?
-Pues bueno, estoy estresado, pero ayer vinieron Elena y dos amigos míos por la noche para ir a cenar por ahí y Elena pasó la noche conmigo y ha estado toda la mañana aquí también. Me ha venido bastante bien para despejarme.
-Me alegro de veros tan bien. Ya solo son unos días y tienes toda la semana para estar con ella.

Siempre me reconfortaba hablar con mi madre, siempre sabía qué decir, tanto para aconsejarme, como para darme ánimos. Seguí trabajando hasta que cayó la noche y al ver que Elena no me llamaba ni me había enviado ningún mensaje, le escribí yo para darle las buenas noches, pero no respondió. No me preocupé mucho porque sabía por lo que era. Era la primera vez que se enfadaba tanto desde que estábamos juntos, comparado con los cabreros que se cogía cuando pasaba algo con su hermana, éstos se quedaban en nada en comparación con este enfado.

Al día siguiente me levanté temprano, como llevaba haciendo varios días en esa rutina de trabajo agotador y seguía sin respuesta de Elena, llegando a las pocas horas.

-Mi amor, perdona, pero es que ayer estaba muy enfadada... 😔
-Lo sé, no te habías puesto así desde que estamos juntos.
-Menos mal que está ya aquí mi abuela y ella le calla la boca si se cuela.
-Creo que deberías hablar con ella.
-Paso, sigo muy enfadada. Ella es quien debería interesarse y disculparse.
-Entonces, ¿qué vas a hacer? ¿Vas a estar todo el día encerrada en tu habitación?
-Pues no sé.
-Habla con tu hermana o algo, no te aísles.
-Sí... Con mi hermana... ¿No viste como se reía ayer cuando me fui? Es tonta, se lo toma a coña.
-Bueno, pues sal con tus amigas o con Irene y Mario y así te distraes.
-Quiero estar contigo... 😔
-Yo también, pero ya sabes cómo estoy... Solo son un par de días más.
-Bueno, luego hablamos.
-Venga.

Sí que estaba molesta, pero al menos tenía a su abuela ya por ahí y sabía que con ella no había ningún problema.

A media tarde hice un descanso para hablar con Elena, preguntándole como estaba, pero no respondía. Seguí trabajando y como veía que lo respondía e iba bien con el trabajo, decidir parar por ese día, con intención de ir a casa de Elena para animarla. No quería ir para ahorrarme más tonterías del estilo con su madre, pero me apetecía estar con mi chica y animarla. Cuando llegué, llamé a la puerta y me abrió Noelia diciéndome que Elena no estaba, que se había ido con sus amigas. Le pregunté dónde y me dijo que solía ir a un parque con ellas, así que me dijo donde era y fui hasta allí dando un paseo.

Cuando llegué al parque la vi desde lejos sentada en un banco de espaldas, cerca de la entrada, a un par de metros de la valla, habiendo frente a ella una chica. Era un parque bastante bonito y grande. Estaba rodeado de vallas metálicas y cubierto por varios árboles grandes que proveían una buena sombra, cubriendo todo el parque por completo, cosa que se agradecía en verano. Tenía muchos columpios y un tobogán enorme. Tuve que dar un pequeño rodeo porque no había ningún paso de cebra y al llegar al parque, pasé por el lateral para entrar, subiendo por la rampa, ya que había desnivel. Cuando pasé por donde estaban ellas, justo debajo, pude oír como hablaban.

-Tía, de verdad que me cuesta creer eso... (dijo la otra chica)
-Te lo juro tía, me hace unas cosas que me dejan muerta.
-Siempre me lo dices, pero es que lo cuentas de una manera que no sé...
-Pues no te lo creas, pero lo que te digo es verdad.
-Pero a ver, ¿cómo va a ser que con él en pocos meses te haya hecho más que tu ex?
-Pues porque son como la noche y el día. Las primeras veces con Alejandro fueron una mierda, ya sabes, las primeras veces... Pero luego se puso la cosa divertida y me lo pasaba bien. Aunque ya desde que entramos a la universidad la cosa seguía igual y conforme pasaban los años pues iba a menos y no llegaba ni siquiera, a él con correrse él ya le valía. Y mira que no la tenía mal, estaba bastante bien. Pero es que Javi... Isa, te lo juro, el primer día que nos acostamos me lo hizo de una manera que con Alejandro en la vida había sentido eso. Qué manera de follar tía.
-¿Y cómo anda de...?
-Uff... La tiene muy grande.
-A ver, no es que hayas visto muchas, ¿no?
-En persona he visto tres. La de Alejandro, la de Javi y la de un amigo. De los tres, él es el que la tiene más grande.
-A ver, dime como es con las manos.

Después de unos segundos en silencio, volvió a hablar su amiga:

-¿En serio? ¿La tiene así?
-Sí.
-¿Tienes alguna foto?
-No te voy a enseñar la polla de mi novio, olvídate.
-Joder, con todo lo que me dices y sabiendo como la tiene, quiero verla.
-Pues olvídate.
-¿Y qué te hace?
-De todo.
-¿Qué es lo más loco que habéis hecho?
-No sé... Hemos hecho muchas cosas...
-La más loca.
-Es que es muy íntimo.
-Venga, yo te cuento todo lo que hago, mójate tú.
-Uff... Me da mucha cosa. Mira, hemos hecho anal.
-Tampoco es para tanto.
-Eso es una cosa que hemos hecho, no es lo más loco, pero a mí me parece fuerte y más teniendo en cuenta el pollón que tiene.
-¿Te hace daño?
-A penas. Me lo hace tan bien que me da mucho placer. Es muy cuidadoso con eso, se toma el tiempo necesario para prepararlo.
-Pues no sé, no parece tan especial como tú dices.
-Con el también descubrí que puedo hacer una cosa.
-¿El qué?
-¿Sabes eso de lanzar chorros cuando te corres?
-¿Puedes hacer eso?
-Sí.
-Vale, esto se pone interesante.
-A veces es duro porque me lleva al límite, pero me encanta. Es una locura lo que se siente.
-¿Tan duro es? Yo es que no puedo hacer eso, ya lo he intentado, pero nada.
-Mira, una vez me lo hizo dos veces seguidas, en plan, una vez y en nada me estimuló para volver a hacerlo.
-¿Y qué pasó?
-Esa vez me asusté. Creía que me daba algo, de verdad. Fue demasiado.
-Joder...
-Aunque eso tampoco es lo más loco que hemos hecho...
-Va tía, suéltalo, no seas cabrona.
-Que no, que no.
-A ver... ¿Qué puede ser...? Tal vez algo muy extremo... Follar en público... Una orgía... Bueno, eso lo descarto porque sé que eres celosa.
-Bueno...
-No me jodas...
-Algo así.
-¿Tú? Eso sí que no me lo creo.
-Mira, solo te voy a decir que a veces hemos sido tres y otras cuatro, pero siempre me han respetado y han sido bajo mis condiciones.
-Ostia... Estoy flipando tía, jajajaja.
-Bueno, ya está, vamos a cambiar de tema.
-Joder, siempre que quedáis todas bien que habláis mucho de esto.
-Pues vente más y no estés tanto con el novio de folleteo.

Cambiaron de tema, hablando de otras cosas. Yo esperé un rato para que no supieran que las había escuchado hablar de eso mientras pensaba en cómo se soltaba Elena para hablar de estos temas con sus amigas. Tampoco es que me extrañara, ya tenía constancia de ello por algún comentario de Noelia y lo pude comprobar de primera mano cuando fuimos cogiendo confianza con Irene y Mario. Pasados unos minutos, entré al parque y me acerqué a ellas con cuidado. Elena estaba de espaldas a mí, sentada en el banco con las piernas cruzadas, al igual que su amiga, que estaba frente a ella. Su amiga me miró un poco extrañada, pero yo le sonreí haciéndole un gesto para que no dijera nada. Cuando llegué hacia ellas, abracé a Elena por la espalda, dando ella un respingo del susto, pero me reconoció enseguida, dando un gritito y abrazándose a mí.

E: ¡¿Qué haces aquí?! (dijo dándome muchos besos por la cara)
J: He venido a verte para animarte. Voy bastante bien con el trabajo y me apetecía estar contigo.
E: ¡Ay! ¡Qué bien!
I: Vaya, tú eres el famoso Javi del que Elena no para de hablar, ¿no?
J: Sí, soy Javi, encantado. (dije dándole dos besos)
I: Yo soy Isa, encantada.
E: ¿Qué te parece, Isa?
I: Es muy apañado, la verdad.
E: Es un sol.
J: Me voy a poner rojo...
I: Deberías, porque Elena no para de hablar de ti. ¿Qué le haces para tenerla así?
J: Pues nada especial...
I: Ya... Pues algo será, porque la tienes loquita.

Isa era una chica bastante guapa, delgada, medía sobre 1,70m. Tenía el pelo largo, casi llegándole a la cintura, de color castaño oscuro, con la raya al medio. De cuerpo estaba bastante bien, con unas tetas no muy grandes, aparentemente muy bonitas, algo más grandes que las de Elena. Lo que si tenía era un buen culo, muy parecido al de mi chica, redondito y bien puesto. También tenía unas piernas muy bonitas, largas y con unos muslos carnosos. De piel era blanquita, aunque menos que Elena. De cara era muy guapa, con unos grandes ojos de color marrón oscuro, llevando el rabillo pintado, una nariz un poco grande, aunque muy bonita, con un aro en la parte izquierda, unas cejas finas de color negro y una boca pequeña, aunque con unos labios gorditos, teniendo una sonrisa muy bonita.

Estuvimos hablando un buen rato, conociéndonos y durante la conversación me di cuenta de que esa chica me miraba raro. Tal vez tenía que ver con la conversación que había escuchado antes de ir con ellas, porque notaba un comportamiento extraño, su manera de hablar, el tono, sus miradas... No me parecían normales. Mi sentimiento de mala espina cogió fuerza cuando al despedirnos, me dio dos besos de una manera muy cercana, dándome cuenta de que me miró el paquete.

Por suerte no pasó nada más ni lanzó ningún comentario fuera de lugar, por lo que no pasó nada, ni Elena parecía estar molesta ni nada. Si hubiera estado soltero le hubiera entrado sin pensarlo, porque además de estar muy buena, se le veía interés con esas miradas y maneras de hablar. Ella se fue por un camino distinto al nuestro. Por el camino hablamos de varias cosas, pero sin entrar en nada interesante, me contó desde cuando conocía a esta chica y demás.

-Venga, móntate en el coche.
-¿A dónde vamos?
-Pues a tomarnos una cerveza con éstos.
-Ah, me gusta, vamos.
-Y luego te quedas a dormir conmigo.
-¿Y eso?
-Me dijiste que el miércoles dormíamos juntos, ¿no?
-Sí.
-Pues ya me había hecho a la idea, no me des el palo ahora.
-Jajajaja, vale, vale. Pero es que mi madre lo mismo se enfada.
-Pues que se enfade.
-Pero están tus padres en casa, ¿no?
-Sí, pero es que me da igual. Estoy hasta la polla de estar pendiente de todo el mundo, quiero estar contigo, todos los demás me sobran.

A Elena se le iluminó la cara, con un brillo en los ojos que embobaba. Me agarró la cara para darme un morreo muy intenso, acariciándomela después.

-Como te quiero, mi amor...
-Pues ya está, nos vamos.
-Voy a decirle a mi hermana que avise en casa.
-Vale.

Nos fuimos a mi ciudad, con todos nuestros amigos en común para cenar en un bar. Allí nos encontramos a Mario e Irene, por lo que hablamos un poco de lo que haríamos la semana siguiente. Echamos un buen rato todos hasta que nos despedimos, yendo las dos parejas juntos. En la puerta de Mario nos despedimos de ellos, dándole Irene a Elena un rápido pico en los labios para que nadie lo viera.

Después fuimos a mi casa y estuvimos un rato hablando con mi madre, estaba contentísima de vernos juntos, mostrándose muy cariñosa con Elena, al igual que Elena con ella. Todo iba genial hasta que nos fuimos a dormir. Yo me quedé en boxers, como siempre hacía desde que dormía con ella, cogiendo ese hábito desde antes de ser pareja y ella se puso una camiseta mía de manga corta. Se echó sobre mi pecho, pasando su mano por él para acariciármelo.

-¿Qué te pasa? (dije susurrando)
-Nada...
-No cuela, va, ¿qué es?
-Pues Javi, que ojalá mi madre fuera la mitad de agradable que la tuya. Joder, es que no pido tanto. Mírala, está encantada de que esté aquí y no pide explicaciones ni nada.
-Bueno, tienes a tu abuela.
-Sí, eso sí. Pero, ¿por qué mi madre no puede ser así?
-No lo sé, ¿siempre ha sido así?
-No, antes de lo de mi padre, bueno, de que se muriera mi abuelo, no era tan así. Siempre ha tenido ese pronto y ha sido muy controladora con nosotras, pero ahora es que es insoportable.
-Pues es una pena.
-Lo de mi abuelo fue muy duro, nos trastocó bastante.
-Lo imagino.
-Es que fue tan de repente... Estaba bien y un día amaneció muerto.
-Joder...
-Le dio un infarto durmiendo.
-Lo siento.
-Mi abuela la pobre... Se despertó con él al lado así y con toda la alegre que la ves, parecía otra persona. Aunque no fue como con mi madre. Mi madre estaba destrozada... Ella sí que cambió. Mi hermana es más fuerte que yo, estaba triste, pero no se hundió. Yo sin embargo...
-No pienses en eso, va.
-Yo me hundí bastante, ese año en la universidad fallé bastante y por eso he acabado este año. Me sentía tan sola allí...
-¿Y Alejandro?
-A penas le veía, me evitaba al verme así.
-Hijo de puta...
-Tiene que ser horrible despertarte y ver que la otra persona está... (dijo abrazándose a mí con mucha fuerza)
-Va, ya está.

Elena se quedó abrazada a mí mientras yo le acariciaba la espalda, dándole algún beso en la cabeza, susurrándole lo bien que lo íbamos a pasar, tomando el sol, bañándonos, saliendo de fiesta, hasta que se quedó dormida. Yo tardé un poco más al estar reflexionando sobre lo que me acaba de contar, pero al final también caí.
 
Capítulo 146

El jueves amanecí un poco raro, notaba un cosquilleo por el cuerpo. Abrí los ojos y vi a Elena chupándomela.

-Mi vida... ¿Qué haces?

Elena no respondió, seguía chupándomela, mirándome con una expresión agradable, guiándome un ojo. Después de un buen rato mamando con mucho cariño, me acabé corriendo en su boca. Se incorporó, tragándoselo, sonriendo y girando la cabeza después. Gateó hasta arriba para ponerse a mi altura, haciéndome mimitos.

-Joder, Elena...
-¿Te ha gustado?
-Siempre me encanta.
-Es que me sabe mal haberte dejado anoche así, he pensado que lo mismo te había dejado mal cuerpo y quería animarte. Además, me apetecía.
-Pues me has dejado nuevo.
-Genial, así estás más relajadito para trabajar. (dijo levantándose de la cama)
-¿A dónde crees que vas? (dije tirando de ella para que se volviera a tumbar a mi lado)

Empecé a besarla mientras le acariciaba el culo, apretándoselo después. Le subí la camiseta para tocarle las tetas y llevar mi boca a ellas, empezando a chuparle los pezones, dando también ligeros mordisquitos.

-Javi, me tienes muy perra, pero no quiero que me folles con tus padres aquí al lado...
-¿Por qué?
-Porque noto que voy a gritar.
-Bueno, podemos hacer otras cosas...
-Si me lo comes también voy a gritar, porque eres un cabrón y cuando empiezo a correrme no paras... jajajaja.
-Es que estás muy rica, esa es la mejor parte... Además, no es justo, tú ya has desayunado, yo también quiero mi desayuno...
-Jajajaja, que tonto eres...
-Bueno, vaaaale... ¿Me dejaras al menos que te toque un poquito?
-Si paras cuando me corra, sí.
-Vale, con eso me conformo. Pero cuando acabe llegue el finde, prepárate...
-Huy... ¿qué me vas a hacer?
-De todo, te voy a dejar el chocho escocido...
-Jajajaja, pero que bruto eres.
-Te prometo que te lo haré con mucho cariño.
-No te preocupes, mi amor... si me encanta todo lo que me haces. No puedo ser más feliz a tu lado.
-Joder Elena...
-¿Qué pasa?
-No sé qué me entra por el cuerpo cuando me dices esas cosas...
-Sabes de sobra que es verdad.
-Ya, lo sé.
-Es increíble, ¿verdad?
-¿El qué?
-La química que hemos tenido en tan poco tiempo, al fin y al cabo, solo llevamos 4 meses juntos y parece mucho más, por lo menos para mí.
-Sí, para mí también. Esta está siendo mi primera relación formal de pareja y se siente muy intenso. No me esperaba que fuera así.
-¿A qué te refieres?
-No me esperaba que fuera a hacerme sentir estas cosas tener pareja. Quiero decir, me lo esperaba, pero no tan fuerte. Nunca me había preocupado de esta manera por alguien que no fuera yo, y casi que ni conmigo mismo me he llegado a preocupar así. Es que cuando tú estás contenta, yo lo estoy. Cuando tú estás triste, yo lo estoy. Es increíble lo que me haces sentir, no sé... Es como una empatía extrema, es como si me pasara a mí directamente, como si estuviera dentro de ti y sintiera yo esas cosas.

Elena me miraba de una manera difícil de describir, con un brillo en los ojos, como embobada. Como veía que no me decía nada, seguí hablando.

-No sé, es una experiencia que hasta ahora no he querido vivir y no sabes cuánto me arrepiento. Aunque bien es verdad que nos conocemos desde hace muchos años, tal vez haya sido más fácil por eso. Ojalá haberte descubierto de esta forma mucho antes, pero es que tú tenías pareja y yo no soy de hacer esas cosas. Siempre me has parecido una chica muy guapa, ya lo sabes. La más guapa de nuestro grupo. Siempre tan sonriente, divertida, educada, simpática... Pero yo me marché a la universidad y perdimos un poco el contacto, aunque de vez en cuando nos veíamos, pero yo te veía tan contenta con tu chico y yo seguía tan a mi bola, que bueno... Hasta el día del parque. No me gustó nada lo que pasó, como te habló... Y nadie hacía nada para separaros. Yo estaba cortado, quería hacerlo, pero me daba cosa. Cuando te fuiste nadie fue detrás de ti para estar contigo y algo me empujó para ir contigo. Nunca te había visto así de enfadada, estaba muy cortado, hasta me acojoné cuando compraste la cerveza y le hablabas de esa manera tan seca a la pobre chica que nos la dio, jajajaja. Y lo que pasó luego... Me dejaste con un calentón que me jodió bastante, no te voy a engañar... jajajaja. He pensado en ese momento varias veces después de ese día, pensando en como habría sido estar contigo de esa manera, algunas pajas caían, pero seguías con él... Y cuando me enteré de que rompisteis no quería dejar escapar esa oportunidad. ¿Crees que en realidad me gustabas de esta manera y no me di cuenta?

Elena seguía en silencio, mirándome a los ojos. Era hasta intimidante lo seria que estaba.

-No sé. Lo único que sé es que te quiero como no he querido a nadie en mi vida. No sé cómo no me he dado cuenta antes de cómo eres, soy tonta. Dejarme llevar por ese imbécil estando tú tan cerca...

Entonces me besó de una manera lenta, pero intensa. Yo aproveché para bajarle las braguitas hasta las
rodillas, empezando a acariciarle su rajita, que estaba muy mojada. Lanzó un ligero gemidito en mi boca al entrar en contacto mis dedos con su chochito. Se lo acariciaba lentamente con un dedo, abarcando toda la raja, haciéndolo con más intensidad a los pocos segundos, añadiendo un dedo más al movimiento. Sin parar de besarnos, le empecé a meter un dedo dentro, muy lentamente, añadiendo otro después. Le empecé a estimular a buen ritmo mientras ella seguía gimiendo en boca. Después de estar metiéndole los dedos un rato, cambié la manera de hacerlo, metiéndole los dedos corazón y anular mientras le acariciaba el clítoris con mi pulgar. No tardó casi nada en correrse, temblándole las piernas de manera muy fuerte, casi con convulsiones. Ella intentaba reprimir sus gemidos, pero se le escapaba alguno, aunque el prolongado beso que nos estábamos dando durante todo ese momento, amortiguó el ruido un poco.

Quería seguir estimulándola, pero paré al recordar que me pidió que parara cuando llegara y también por si decía de empaparlo todo, ya que para limpiar aquello habría que cambiar las sábanas y sería muy cantoso y mi familia se acabaría dando cuenta. Paré y ella se puso de lado para abrazarme con fuerza, pasando yo mi brazo por encima de su cuerpo, acariciando su espalda, aún descubierta al tener la camiseta por encima de las tetas y su culo, también destapado por tener sus braguitas por las rodillas. Jadeaba con intensidad en mi oreja, hundiendo su cabeza en mi cuello. Era delicioso sentir sus espasmos al tenerla tan pegada a mi cuerpo, pero entonces entró mi madre a la habitación y vio el percal. Inmediatamente salió, cerrando la puerta. Yo me asusté un poco, pero Elena ni se dio cuenta, seguía en su mundo de placer. Menos mal que Elena tapaba mi cuerpo al estar abrazada a mí, porque mi erección era descomunal y que mi madre me hubiera visto así sí que me hubiera dado bastante vergüenza. Seguro que vio a Elena casi desnuda, con el culo al aire mientras yo se lo acariciaba. Una vez se recuperó me empezó a besar con mucho cariño.

-Súbete las bragas, anda...
-¿Por qué? ¿No quieres ver mi culito...? (dijo con voz melosa)
-Claro que quiero, y también quiero comértelo, que llevo sin hacerlo...
-Mmm... La semana que viene nos vamos a hinchar, vamos a estar todos los días pegados, quiero que no salgas de mí.
-Jajajajaja, ¿ni para bajar a la playa?
-No. Todo el día dentro de mí, jajajaja.
-Vale, vale. A ver si aguanta este chochito... (dije acariciándoselo desde atrás)

Nos levantamos y después de desayunar junto a mi madre, que estaba un poco cortada, llevé a Elena a casa. Cuando llegamos me empezó a mirar con ojitos, no quería que empezara, así que le planté un buen beso. Me dijo que fuera a comer a su casa cuando acabara de trabajar, pero me negué, recordándole el plan de ir menos a su casa para que se calmara la cosa con su madre. Torció un poco el gesto, pero al recordarle que en dos días estaríamos juntos, se le pasó enseguida. Al volver a casa me estaba esperando mi madre para hablar contigo.

-Javier, perdona por lo de antes, no quería...
-No te preocupes, mamá.
-Qué vergüenza, de verdad. No oía nada y como ahora te estás levantando tan temprano, pues creía que te habías dormido y te iba a levantar. Y me encuentro a Elena con el culo al aire... (dijo tapándose la cara con las manos)
-Mamá, de verdad, que lo pasa nada. Si más de lo que nos han pillado ya...
-¿Quién os ha pillado?
-Pues en cuanto empezamos a salir su hermana y últimamente su madre.
-Vaya...
-Además, no se ha enterado.
-¿No?
-No, es que Elena cuando... Bueno, que es como si no estuviera, no sé si me entiendes...
-Sí, creo que sí.
-De verdad, no te preocupes mamá. Si ya estoy acostumbrado a esto.

El resto del día fue como los previos, de trabajo hasta arriba. Por la noche hablé un poco con Elena para darnos las buenas noches. El viernes también fue así hasta que llegó la noche. Ya ultimando me llamó Elena para preguntarme después de cenar.

-¿Has acabado ya?
-Sí, por fin he acabado. Al final ha salido bien el plan que tenía.
-¡Qué bien! Oye... Vente a dormir...
-¿Has hablado con tu madre?
-No.
-¿Por?
-Porque sigo enfadada con ella. Ni siquiera se ha disculpado. ¿Ha hablado contigo?
-No, no me ha dicho nada.
-¿Ves? Es que de verdad...

Elena empezó a subir el tono de voz, seguro que si había alguien en su casa la estaban oyendo. No sé si lo hacía con la intención de que la oyeran o porque aún seguía molesta, pero cada vez levantaba más la voz.

-Tranquila Elena.
-No, Javi. No puede ser que a mí se me exija mucho y que conmigo no sean la mitad de respetuosos, joder.
-Ya, si es que llevas razón, pero, ¿qué hacemos?
-Joder, quiero estar contigo.
-Mañana voy a por ti y nos vamos a pasar todo el día juntos.
-¿Qué vamos a hacer?
-No sé, no he pensado en nada. ¿Qué te apetece a ti?
-¿Quieres que vayamos a la piscina? Pero sin hacer lo de la otra vez...
-Jajajaja, vale, vale.
-Aunque tengo muchas ganas de... (dijo susurrando)
-¿En qué quedamos entonces? Jajaja.
-Bueno, ya veremos...
-Venga, mañana nos vemos.
-Descansa, que te voy a tener...
-Vale, tú también.

Dejé el móvil en la mesita y me tumbé en la cama, aunque no tenía mucho sueño, por lo que me puse una película, pero mi móvil se empezó a iluminar, estaba recibiendo mensajes. Era Maribel.
 
Capítulo 147

-Javier, ¿cuándo vienes por casa?
-Mañana voy a por Elena, pero no nos vamos a quedar.
-¿Por qué?
-Hombre... Porque ella está enfadada contigo, y yo un poco también.
-¿Tú también?
-Maribel, me preguntaste si drogué a tu hija… ¿Te parece normal?
-Ya, llevas razón.
-Y por lo que veo no te has disculpado con tu hija, y conmigo evidentemente tampoco.
-Sí, es que he oído a mi hija y me he acordado.
-Ya, ¿algo más?
-Sí, ahora voy a hablar con ella, quiero que vengas mañana a casa para disculparme.
-No sé yo...
-Javier, te prometo que no volveré a meter la pata.
-Ya he oído eso antes.
-Por favor, lo necesito, ya sabes cuantas vueltas le doy a estas cosas... Hoy seguro que no duermo. No puedo estar así toda la semana que viene.
-Está bien. Mañana cuando vaya a por ella hablamos.
-Gracias.

Esta mujer me estaba volviendo loco, cada vez veía más semejanzas entre ella y Noelia cuando se puso pesada. Parecía hasta bipolar con esos comportamientos tan raros. No me apetecía mucho ir al siguiente día y tener que aguantar esa conversación que ya habíamos tenido más de una vez con ella diciéndonos que nos dejaría espacio y demás para luego acabar pillándonos en el momento menos oportuno. Bueno, por suerte serían solo dos días de aguantar eso y ya nos íbamos fuera una semana lejos de todo aquello.

Al día siguiente me levanté y fui a casa de Elena, ya preparado con el bañador y demás para luego ir a la piscina. Cuando llegué, llamé a la puerta y me abrió Maribel, diciéndome que Elena aún estaba durmiendo. Casi sin decir nada entré y fui directo a su habitación. Allí estaba, durmiendo, acurrucada. Me acerqué con cuidado y me tumbé a su lado, empezando a acariciar su cuerpo mientras me llegaba su dulce olor. Como no se despertaba le empecé a dar besos por la cara suavemente. Entonces sí que se despertó, con una sonrisa en su cara, devolviéndome los besos. Después de desperezarse cogió su bikini y ropa para ir a la piscina y se fue al baño, quedándome yo en su cama sentado mirando el móvil mientras ella regresaba. Mientras hacía scroll, estaba más sumido en mis pensamientos que en la pantalla, pensando en si Maribel querría hablar en ese momento. Yo no quería, eso seguro, porque no quería estar ya desde bien temprano por la mañana dándole vueltas a temas que no parecían llegar a una solución. No quería que ese momento condicionara el resto de ese día, por lo que intentaría escabullirme dentro de lo que pudiera hacer.

Una vez volvió Elena, dijo de irnos para desayunar en un bar, pero cuando pasamos por el salón para ir hacia la entrada y salir, su madre nos llamó, diciéndonos que fuéramos.

M: Sentaos.
J: No hace falta, Maribel, no pasa nada.
M: Sí hace falta.
E: Venga Javi, ven, ya habló un poco conmigo anoche y ahora lo quiere hacer con los dos.
J: Está bien.
M: A ver, lo del otro día estuvo fuera de lugar. Quería disculparme con los dos por no confiar en vosotros cuando me dijisteis que no pasaba nada, pero sobre todo contigo, Javier. Preguntarte si habías drogado a mi hija sí que estuvo muy fuera de lugar, ahí me pasé bastante.
E: Gracias, mamá. Creo que ayer me oíste decirlo, pero es que me da mucha rabia que a la mínima yo salga escaldada y tú te pongas así y le digas eso a Javi y no pase nada. No me parece normal.
M: Ya, llevas razón, pero es que me quedé muy parada cuando me respondiste así. No podía reaccionar, no me esperaba que salieras así.
E: Ya, es que me enfadé mucho. Mamá, es que yo... bueno, tengo el cuerpo muy sensible y cuando llego a… pues…
M: No, no, no. No me cuentes nada de eso.
E: Bueno, pues eso, que no es nada raro, solo eso.
M: Pues ya está, solo quería disculparme bien. No volverá a pasar.

Después de un breve silencio incómodo, preguntó si estaba todo bien. Elena respondió afirmativamente y después ambas me miraron esperando mi respuesta. Yo, poniendo la mejor sonrisa que pude, aunque no lo pensaba realmente, respondí.

J: Sí, todo bien.
M: Muy bien, pues ya está, no os molesto más.
E: Vale.
M: ¿A dónde vais?
E: Vamos a pasar el día en la piscina.
M: ¿Por qué no os lleváis a Noelia?
E: Mamá, queremos estar solos, que la otra vez fuimos con amigos y...
M: Ay, hija... Si es que tu hermana está todo el día encerrada en casa y no sale para nada.
E: Pues otro día nos la llevamos, pero hoy no. Estaba deseando que Javi acabara de trabajar y necesitamos tiempo para nosotros dos solos.
M: Vale, vale. Que paséis buen día.
J: Gracias.
M: ¿Venís a comer?
E: No, comeremos en la piscina. Pero imagino que a cenar si, ¿no? (dijo mirándome)
J: Eh... vale.

Nos despedimos de ella y salimos, montándonos en el coche para ir a la piscina, que estaba en mi ciudad. Por el camino me mantuve callado, un poco mosqueado por la situación. No era la primera vez que Maribel se disculpaba después de ocasionar una situación incómoda para luego volver a la carga con otra. Fue un momento bastante amargo, porque me dio un pequeño bajón y me empecé a cuestionar si merecía la pena estar en pareja. Yo amaba a Elena y me encantaba pasar tiempo con ella como el que más, pero la situación con su familia me tenía bastante quemado, primero con su hermana, con todos esos meses dando un por culo increíblemente irritante, preguntándome bastantes veces como podía haber aguantado todo aquello y luego con su madre. A penas habíamos estado en contacto dos semanas y ya estaba ganando muchos puntos para quitarle el puesto a su hija Noelia de tocapelotas oficial de la familia. Si hay algo de lo que estoy completamente seguro, es de que no soy una persona con paciencia, pero en esto la estaba teniendo como no lo había tenido con nada en mi vida y es que tenía una muy buena razón. Elena era alguien muy importante en mi vida y no me podía permitir perderla, sabía que sería algo muy duro y no merecería la pena perderla por algo así. Si solo hubiera sido una amiga, probablemente hubiera mandado a su hermana a tomar por culo a las primeras de cambio, pero pensándolo bien, al día siguiente tras nuestro primer polvo, aún no éramos pareja y no lo acabé de hacer, aunque sí que le contesté algo borde. Con la madre hubiera sido otra historia, porque me educaron para no faltar al respeto a las personas que tenían más años que yo y sería de muy mal gusto a los ojos de Elena si fuera mi amiga, siendo ella la que me mandara a tomar por culo seguramente.

-Javi, ¿qué pasa?
-Nada, ¿qué va a pasar?
-Estás muy callado...
-Es que estoy pensando donde podemos ir a desayunar.
-Ya...
-Que no pasa nada Elena, de verdad.
-¿Es por lo de mi madre?

Me mantuve callado y eso fue mejor que cualquier respuesta para ella.

-No te preocupes, si vuelve a pasar, que espero que no, se lo voy a decir claro, que o para, o...
-¿Sabes? No voy a dejar que esta tontería me chafe el día. Estaba deseando acabar para estar juntos y quiero disfrutar. Vamos a pasar un día de puta madre en la piscina los dos juntitos sin que nadie nos moleste. ¿Qué te parece?
-Me parece perfecto. (dijo sonriendo ampliamente)

Hice de tripas corazón para que Elena no se empezara a comer la cabeza y también para quitarme eso de la cabeza y pasar un bien día.

Al final desayunamos en el bar de la piscina y nos tumbamos un rato en las toallas para tomar el sol. Elena siempre me regañaba por no echarme crema, por lo que ella era la que me embadurnaba de arriba a abajo. Cuando me tumbé boca abajo para que me echara por la espalda, se subió encima de mi culo con una pierna a cada lado y me la extendió como si me estuviera dando un masaje. Elena aprovechó que no había mucha gente y empezó a moverse como si me estuviera montando mientras soltaba una risita. Mi polla empezaba a reaccionar poniéndose morcillona. Aun así, no dije nada, aunque ya tenía ganas de follármela ahí mismo. Cuando acabó se bajó y se echó ella, pidiéndome con una voz muy dulce que le echara en la espalda. Me incorporé y le empecé a echar suavemente por la espalda, pero le desabroché la parte de arriba del bikini para esparcirla bien.

-Javiiii... ¿Qué haces?
-Pues echarte bien la crema.
-Que se me van a ver las tetas...
-Pero si no hay nadie, anda... Además, tienes unas tetas preciosas, lo único que daría es envidia a los demás.
-Pero que me da vergüenza...
-¿No has hecho nunca topless?
-Pues no. Ya sabes como soy.
-Bueno, tranquila que no se te ve nada.
-Vale. Mis tetas son solo tuyas.
-Jejeje.

Seguí echándole crema por la espalda y luego pasé a las piernas. Con lo que ella hizo antes al echarme crema en la espalda y al tenerla así boca abajo, sin la parte de arriba y tocando su cuerpo, me encendí un poco y le metí las manos por debajo del bikini, tocándole los cachetes.

-Javiiiii...
-¿Qué pasa ahooooora?
-Que estás muy tontorrón... jijiji.
-Has empezado tú...
-Anda, para, que ahí no necesito crema.
-¿No? Pues ahora sí. (dije poniéndole el bikini como si fuera un tanga)
-Pero bueno, Javi... Que me da vergüenza.
-Que no hay nadie, mi amor.
-¿Se nota mucho el corte del moreno?
-Bastante. Joder Elena, me encanta tu culo. Es que es precioso. (dije acariciándoselo)
-Cariño, para que te veo venir, anda, jijijiji.

Me tumbé a su lado y le di un beso. Ella estaba sonriente, con un brillo en los ojos que me encantaba. Verla así sin la parte de arriba y con la parte de abajo como si fuera un culotte, con su cuerpo brillando por el reflejo del sol sobre la crema, y pelo ondulado castaño también brillante por el baño de los rayos de sol y esos ojos tan vivos me puso como una moto, tanto que me tuve que poner boca abajo para ocultar mi erección. De la excitación que tenía me puse hasta a sudar. El sol que ya empezaba a picar no ayudaba a que parara.

-Mi amor, estás sudando. ¿Estás bien?
-Sí, demasiado.
-¿Sí? ¿Qué pasa?

Me puse de lado para que viera lo que me pasaba y puso cara de sorpresa, pasando a reírse.

-Es por tu culpa, si es que te veo así y joder...
-Vaya...
-Tengo unas ganas de hincarle el diente a tu culo...
-¿Sí? (dijo levantando un poco el culo, empezando a moverlo de un lado a otro)
-Cabrona, no hagas eso, que me pongo peor...
-Vamos a bañarnos, anda, así se te pasa el calor.
-Pero, ¿cómo me levanto así?
-Ah... Ese es tu problema, jajaja.
-Oye...
-Es broma, ven, ponte detrás de mí y vamos despacio, además, no hay casi nadie aún.

Me levanté y me tapé un poco, pero Elena se pegó a mí, restregando un poco el culo contra mi paquete.

-Esto no ayuda. (le susurré)
-Va, vamos, que no hay nadie a penas.

Fuimos hacia la piscina y estando en el borde me agarró del brazo y me tiró a la piscina mientras se reía. El empalme se me bajó de golpe de lo fría que estaba el agua. Cuando salí a flote Elena se tiró a mi lado, abrazándose a mí.

-Tía, que cabrona eres...
-Joder, que fría. Dame calorcito...
-Otra cosa te voy a dar yo a ti...
-¿Se te ha bajado ya? Jajaja.
-Ha sido instantáneo.
-Bueno, ha funcionado.

Empezamos a nadar un poco, yendo hasta el fondo de la piscina, cerca de donde follamos la última vez. Elena me miraba sonriendo por obvias razones y yo le guiñé un ojo y me acerqué a ella.

-Javi, ni se te ocurra.
-Que nooooo, boba.

Elena fue hacia el borde, apoyando sus brazos en él mientras echaba la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos. Su cuerpo se elevó, quedando plano sobre el agua. Aquí fue donde aproveché para cobrarme mi venganza de haberme tirado tan de golpe al agua. Le cogí los pies, dando ella un respingo, poniéndose nerviosa de manera automática. Yo le sonreía para que se tranquilizara, masajeándole los pies de manera lenta, clavando mis pulgares en sus plantas y jugando con sus dedos, entrelazándolos con los míos. Verla tan cachonda hizo que me volviera a empalmar, más que antes de lanzarnos al agua. Cogí sus pies y los llevé hasta mi polla, para que la cogiera ella con ellos. Su respiración estaba como sofocada, incluso tenía chapetas en la cara. Era increíble como se excitaba cuando jugaba con sus pies.

-¿Estás cachondilla?

Elena asintió con su cabeza ligeramente. Entonces me saqué la polla para que me masturbara con sus pies, haciéndolo ella al instante mientras me miraba mordiéndose el labio. Cada vez lo hacía más rápido por lo que la paré y me acerqué a ella, guardándomela.

-Javi, eres un cabrón. Ya sabes como me pongo con eso...
-Claro que lo sé. ¿Te creías que no me iba a vengar por tirarme así al agua? Jajajaja.
-Tengo muchas ganas de follar...
-¿Sí?
-Sí, muchas.
-Ahora quieres que te folle aquí, ¿no?
-Bueno... -dijo mirando a ambos lados- Aún no hay mucha gente, podríamos hacerlo despacito y con cuidado.
-No, ahora soy yo el que no quiere.
-Javiiiiiii...
-Es que hay un problema.
-¿Cuál?
-Pues que estoy tan cachondo que no lo voy a poder hacer despacio. Quiero quitarte la parte de abajo y la de arriba y atarte las manos a la espalda y reventarte el coño hasta que chorrees.
-Ufffff...
-También tengo ganas de follarte ese culito. Llevo mucho sin hacerlo.

Elena soltó un jadeo alto. La miré bien y la notaba agitarse, bajando mi vista, notando que se estaba tocando.

-¿Te estás tocando?
-Sí. (dijo con una voz muy bajita y muy dulce)
-Mmm... Que guarrilla eres...
-Un poquito, pero es por tu culpa.
-Déjame que te toque yo.
-No me hagas gritar. Javi, te lo pido por favor.
-Vale, vale.
-¿Me puedo fiar de ti?
-En mi casa no pasó nada, ¿no?
-Vale, pero ten cuidado.

Empecé a tocar a Elena despacio mientras ella me miraba con ojitos, mordiéndose el labio, aún con unas chapetas muy visibles. Tenía el coño muy caliente, por lo que le metí rápidamente dos dedos, lanzando ella un jadeo. A los pocos segundos coló su mano por mí bañador para agarrarme la polla y empezar a pajearme. Cuando notaba que Elena se empezaba a estremecer, moviendo su cuerpo me soltó.

-Javi, para.
-¿Por qué?
-Porque estoy a punto y voy a gritar.
-No me jodas.
-No, si quiero que me jodas tú a mí. No puedo más, necesito que me folles, pero no quiero hacerlo aquí.
-¿Se te ocurre algo?
-¿Vamos al coche?
-Estamos empapados.
-Pues no sé, ¿a los baños?
-Sí, a estas horas deberían estar vacíos y limpios.
-Pues vamos.
-Tengo un problema.
-Yo me encargo. Voy a por una toalla y te tapas con ella y vamos corriendo a los baños.
-Vale.
 
Capítulo 148

Esperé a que Elena regresara con la toalla y salí de la piscina, tapándome rápidamente con ella, yendo ambos dirección a los baños. Una vez llegamos y viendo que estaban vacíos, nos metimos en uno y cerramos con pestillo, empezando a comernos la boca con mucha ansia. En menos de un minuto ya estaba yo sentado sobre el váter con la polla metida en el coño de Elena, quien estaba subida encima de mí con una pierna a cada lado. Lanzó un gemido alto, aunque tuvimos la suerte de que no hubiera nadie dentro ni cerca de los baños.

-Elena, no tan alto...
-Javi, mi amor, no puedo remediarlo. Estoy muy caliente y con la polla que tienes es imposible no gritar.
-Bueno, tranquila. Vamos a ir despacio.

La empecé a mover despacio para que iniciara una cabalgada, pero ella aceleraba porque estaba muy cachonda y de los jadeos cuando yo marcaba el ritmo, pasaba a gemidos que eran cada vez más altos cuando ella lo marcaba. Yo la paraba cuando se pasaba de la raya, pero cuando reanudábamos el ritmo, ella se venía arriba y lo hacía rápido. Opté por levantarme y ponerla de cara a la pared, para metérsela desde atrás, tapándole la boca. La follaba a buen ritmo y parecía funcionar el remedio para el ruido, porque mi mano mantenía a raya a sus gemidos, pero Elena estaba como loca y me empujó con su culo, sentándome en el váter de nuevo para empezar a montarme otra vez.

-Lo siento mi amor, pero es que no puedo más, tengo que hacerlo así.
-Joder Elena, ¿qué te pasa?
-Necesito follarte bien, me da igual si nos pillan.

Entonces empezó una cabalgada muy rápida, como nunca me lo había hecho. El problema era que empezó a gemir muy alto, por lo que la empecé a besar para calmarla un poco hasta que empezó a temblar, cortando su respiración y gemidos. Se quedó quieta, pero yo la seguí moviendo un poco más cogiendo su culo con mis manos, hasta que a los pocos segundos me la jugué, estaba muy cachondo y qué cojones, si nos pillaban pues ya está, no iba a cortar ese momento por pasar un poco de vergüenza. La cogí y la levanté, poniéndola de perfil sobre mi muslo izquierdo y le empecé a estimular con la mano derecha mientras le agarraba con mi brazo izquierdo y le tapaba la boca con la otra mano. Provoqué que se corriera a chorros mientras agarraba mi brazo con mucha fuerza. Yo también la agarraba con fuerza por la boca para que no chillara. Puso la pared a la que estaba mirando perdida, sonando bastante alto el impacto de sus chorros contra los azulejos del baño. Una vez paró, la solté y se agarró con mucha fuerza a mi cuerpo, hundiendo su cabeza en mi pecho, jadeando mucho. Le daban fuertes espasmos. Me estaba costando muchísimo no cogerla y bañarla con mi leche. Es lo que deseaba, pero decidí esperar a que se recuperara. Pasaba el tiempo y no se terminaba de recuperar y ya no podía más, por lo que la senté en el váter mientras ella gimoteaba. Se quedó espachurrada, estaba extasiada, pero la veía tan sexy con sus tetas al aire, con la marca del moreno y su piercing, que me agarré la polla y en pocas sacudidas empecé a descargar sobre ellas, bañándola bastante, saltando los chorros un poco por la pared también como ella había hecho antes.

Verla así era muy placentero para mí, rendida por su orgasmo que yo le había provocado y con toda mi esencia sobre sus pechos. Me quedé viéndola, apoyado en la puerta, pero entonces reaccioné y empecé a coger papel para limpiarla a ella, limpiando después las paredes de nuestros flujos. No quería ser un sinvergüenza y dejarlo así, porque allí podrían entrar niños. Después de estar un buen rato recogiendo el estropicio, me puse el bañador y desperté a Elena de su orgasmo, aunque ya estaba bastante recuperada.

-Vamos, mi vida.
-Ay, Javi... Como necesitaba esto...
-Ya te he visto, que estabas desatada.
-Joder, no puedo. Me tiemblan las piernas...
-Venga, va, a ver si va a venir alguien.

Salimos del baño, echándonos agua antes de salir. Elena tenía unas chapetas muy rojas y yo también estaba un poco rojo del sofoco. Una vez salimos nos topamos con un hombre mayor que parecía que trabajaba allí por como iba vestido. Elena salió enflechada porque seguía roja, yendo hacia donde teníamos la otra toalla y nuestras cosas. El hombre se me quedó un poco mirando y dijo:

-Os lo habéis pasado bien, ¿no? (con tono de molestia)
-Perdón, es que...
-¿Os parece normal hacer esto aquí?
-No, ha sido un poco improvisado, lo siento, no volverá a pasar.
-Anda, fuera de mi vista.

Fui hacia donde estaba Elena, dejando al hombre atrás, sintiendo un poco de vergüenza, aunque se me pasó rápidamente pensando en que diría el pobre hombre si supiera lo que hicimos la vez anterior que estuvimos en la piscina, en ese polvo en el que hasta me corrí dentro de ella y demás. Una vez llegué a donde estaba Elena, se lo comenté y se puso roja como un tomate. Yo le quité importancia y dije de bañarnos de nuevo para quitarnos ese calor que teníamos. Conforme se acercaba la hora de comer la piscina se puso abarrotada de gente, haciéndose un poco incómodo.

El rato que estuvimos comiendo estuvimos muy a gusto porque esa zona era realmente buena para resguardarse del sol y fuimos a una hora en la que aún no estaba lleno de gente. Elena no paraba de sonreír durante todo el día, ambos estábamos muy contentos, nos lo estábamos pasando bien. Después de comer regresamos a las toallas, poniéndonos crema de nuevo para tomar el sol, alternando con algún baño los dos juntos. Y a lo tonto así pasamos el día hasta que atardeció y nos fuimos.

Antes de volver a su casa para cenar allí como habíamos quedado, pasamos por la mía para coger una muda de ropa. Fue algo breve porque mis padres no estaban en casa. Le sugerí a Elena quedarnos, ya que estaríamos solos, pero le pareció feo no ir después de haberle dicho a su madre que sí que iríamos. Cuando llegamos a su casa fuimos directos a la ducha, con un poco de prisa porque la cena ya estaba hecha y Maribel nos dijo que no nos despistáramos. Hubo algunos arrumacos en la ducha, con Elena soltando muchas risitas al darle yo cariñitos, pero nada más, ambos estábamos satisfechos con aquel polvo en los baños de la piscina.

Cuando salimos, ya estaba todo preparado y nos pusimos a cenar, charlando todos sin ningún problema, contándonos como nos había ido el día. Elena y yo contamos como estuvimos, obviando la parte más divertida por evidentes razones. Noelia nos dijo que ella había estado en casa todo el día, saliendo solo a dar un paseo con su abuela y Maribel haciendo cosas por la casa. Cuando acabamos de cenar, la abuela de Elena se acostó y nos quedamos los cuatro en salón viendo la tele. Elena estaba sentada de lado, apoyándose sobre mi pecho y su hermana y su madre en el otro sofá, que estaba frente a nosotros. Al parecer Elena no estaba tan satisfecha, porque seguía juguetona y agarró un cojín, poniéndolo sobre mi entrepierna, empezando a sobarme, metiendo su mano entre el cojín y mi cuerpo. Mi polla empezó a reaccionar poniéndose morcillona y viendo que quería guerra, le puse la mano en el culo. Afortunadamente la gran mesa del salón tapaba bien la visión entre los dos sofás, por lo que había poco riesgo de que nos vieran, aunque el morbo era increíble y viendo que Elena estaba animada a hacer eso, pues yo me vine a arriba. Colé mi mano por su pantaloncito y sus braguitas, acariciándole los cachetes del culo.

Pasados unos minutos la cosa cogió intensidad y mi polla se puso bastante dura, colando Elena su mano por mi pantalón, por la parte de las piernas para cogerla como podía y acariciarla. Yo le tocaba el coñito despacio, notando lo húmeda que estaba, pero quería algo más y pase a su ojete. Dio un respingo cuando notó como mi dedo se posaba ahí y empezaba a jugar, levantando la cabeza para mirarme sonriendo pícaramente. Yo le di un beso en la frente y se volvió a poner bien. De repente Maribel le dijo a Noelia que hiciera palomitas y se levantó a hacerlas, por lo que paramos un poco. Cuando volvió y se sentó, seguimos con nuestro juego, hasta que Maribel empezó a hablar.

M: Elena, ¿has hecho ya la maleta?
E: No, mañana la hago.
N: ¿Maleta? ¿A dónde vas?
E: Javi y yo nos vamos a la playa una semana.
N: Halaaaa, que guay.
M: Oye, ¿por qué no os la lleváis? Así se distrae, que le va a venir muy bien, que vaya racha de no salir de casa y no relacionarse.
En ese momento dejé de jugar con Elena y saqué mi mano, dejándola caer sobre su cintura.
E: Eh... Mamá, es que vamos con nuestros amigos y ya no hay más sitio.
M: Venga, Elena...
N: No os preocupéis, no quiero ser una molestia.
M: Pero, ¿qué dices Noelia? ¿Qué molestia vas a ser?
E: Mamá, es que...
M: Elena, me parece muy mal que no quieras ayudar a tu hermana, le va a venir muy bien.
N: Mamá, déjalo, si yo estoy bien y ellos querrán estar solos.
M: Venga, seguro que a Javier no le importa, ¿verdad?
Me quedé en silencio, haciéndome el loco mirando la televisión.
M: ¿Javier?
J: ¿Eh? Perdona, estoy viendo la película y no estoy atento a la conversación.
M: ¿Te molesta llevaros a Noelia?
J: Eh...
E: Mamá, es que es un plan de pareja.
M: Pero, ¿no ibais con vuestros amigos?
E: Sí, pero...
M: Venga Elena, por favor.
E: Pero es que tenemos que hablarlo con ellos, a ver si ellos no van a querer.
M: Nada, tonterías, si son muy buenos, seguro que no les importa, trae que hablo con ellos
E: Mañana ya tranquilamente.
M: No, trae el móvil, los llamo ahora y mañana hacéis la maleta.

Después de que Maribel hablara con Irene le devolvió el móvil a Elena.

M: Arreglado, no les importa. Así que mañana os ponéis a hacer la maleta. Ya verás como te viene bien para despejarte de lo tuyo, Noelia.
E: Pero...
M: Me voy a dormir, mañana madrugamos y miramos qué te llevas, Noelia. Buenas noches.

Maribel se fue sin dejarnos decir nada más. Noelia nos miró con cara de circunstancia, encogiéndose de hombros. Justo iba a decir algo, pero Maribel regresó y se llevó a Noelia para que fuera a dormir para madrugar al día siguiente. Elena y yo los quedamos en el salón en silencio. Seguro que pensábamos lo mismo y entonces dije de ir a dormir también, porque estaba cansado después de un largo día de piscina. Una vez en la cama Elena habló:

-Javi, no te preocupes, ya verás como todo va bien.

Me mantuve en silencio y Elena empezó a darme mimitos, pasando a besarme el cuello. Sabía de sobra como me ponía y lo aprovechó, tumbándose encima de mí mientras seguía besando mi cuello y sobándome el paquete con sus manos. Cuando mi polla ya estaba dura y mi respiración estaba alterada por la excitación, bajó hasta mis caderas para empezar a comérmela suavemente, con mucha sensualidad.

-Javi, estaba muy cachonda y no me quería quedar con el calentón. Me ha gustado mucho como has jugado con mi culete.

Después de decir eso la siguió chupando un poco más mientras yo permanecía en silencio, disfrutando. Al poco se desnudó y se montó sobre mi polla. Entró muy fácil debido a lo mojada que estaba en ese momento y del rato que habíamos estado jugando antes. Se movía muy lentamente, de manera muy sensual, apoyando sus manos en mi pecho, cogiéndola yo del culo. Nos mirábamos a los ojos y lanzábamos ligeros jadeos. Después de unos minutos así llamaron a la puerta. Elena pegó un bote y se sentó en la cama, tirando de la sabana para taparnos, poniéndome yo boca abajo para tapar la erección.

N: ¿Puedo pasar?
E: Eh... Sí.
N: Ha sido cosa de mamá. Os juro que yo no tengo nada que ver. Si me acabo de enterar de que os vais una semana fuera.
E: Ya, se ha puesto muy pesada. Si tú lo estabas evitando.
N: Ya, es que no quiero molestar, sé que necesitáis intimidad y tal y si ya vais con más gente, pues menos vais a tener.
E: No es que molestes, Noelia, pero es que es eso, necesitamos intimidad y...
N: Si, ya. Lo entiendo, de verdad. Mañana lo hablamos con ella tú y yo a ver si se lo podemos quitar de la cabeza.
E: Ya veremos, ya sabes como es.
N: Ya...
E: Pero mamá tiene razón. Noelia, no puedes estar encerrada todo el día.
N: Elena, en este pueblo de mierda me conoce todo el mundo y ya hay poco que hacer.
E: Noelia, si es que eres muy borde. Si fueras como ahora, que eres un encanto, no tendrías este problema. No puedes depender de una persona de esa manera.
N: Elena...
E: ¿Qué?
N: Pues que tiene tela que me digas tú eso.
E: No es lo mismo, Noelia.
N: Bueno, da igual.
E: ¿Cuál es tu plan?
N: Pues esperar a irme a la universidad supongo. Allí conoceré a gente nueva.
E: Vale, pero no te quiero ver sola, ¿eh?
N: Que no. No te preocupes.
E: Vale.
N: Venga, mañana hablamos con mamá. No molesto más, que querréis descansar, Javi ya está frito.
E: Vale, hasta mañana.

Noelia se fue de la habitación y yo me hice el dormido. Toda la situación con su madre me había mosqueado bastante y Noelia me había cortado mucho el rollo al interrumpirnos. Elena me llamó susurrando, moviendo mi brazo con su mano, pero al no responder me dio un beso en el hombro y se recostó de lado.

-Descansa, mi amor. (dijo pasando su mano por mi espalda acariciándola para dejarla posada en mi cintura después)

Me costó dormirme pensando en todo lo que acababa de pasar. Su madre nos había endosado a Noelia para toda la semana en la que íbamos a estar en la playa. No me lo podía creer, no me podía creer que nos estuviera haciendo eso. ¿Qué necesidad había de tocar los cojones de esa manera? Tal vez no lo hacía adrede, ya que dijo que nos trataría mejor y demás y estaba bastante seguro de que ella no sabía nada del tema de Noelia, ni las pilladas que nos había hecho, ni los desplantes con su hermana. Tal vez solo quería que su hija fuera a divertirse con nosotros y que se despejara de verdad, pero eso no quitaba que Elena y yo estuviéramos disconformes, en especial yo. Elena ya sabía que no me gustaba pasar tiempo con su hermana, pero no se hacía idea de lo que había detrás.

El cabreo que me puso en el momento se multiplicó por dos, porque además me cortó el rollo del juego con Elena, que era muy excitante. Me cortó muchísimo el rollo y Elena se dio cuenta e intentó quitarle la idea a su madre de la cabeza, pero no podía, no había cojones con esta mujer. Una vez le entraba algo en la cabeza, no paraba hasta que se salía con la suya. La pobre Elena hacía por donde para convencerla, pero es que Maribel hasta le dijo que dejara llamar a Irene y Mario, eso fue algo que me tocó bastante los huevos. No sé qué confianza se tomó para hacer eso. No tenía en cuenta para nada nuestro punto de vista, ya que era evidente que Elena no quería y cuando me preguntó a mí tampoco dije un "sí" claro. No sé qué le diría Irene, pero ya hablaría con ella para enterarme y echarle un poco la bronca.
 
Capítulo 149

Piensa Javi, ¿puedes hacer algo para evitar este marrón? No veía que pudiera hacer algo. Rezaba porque Elena pudiera convencerla y poder pasar esa semana lejos de su familia. No es que me cayeran mal del todo, pero es que esas situaciones eran muy incómodas y raras y quería disfrutar de mi chica. No era justo, había estado dos semanas trabajando como un cabrón, me merecía estar a gusto con mi Elena y mis amigos. Esa era otra, con Noelia de por medio, ya nos podíamos olvidar de jugar con la otra pareja. Ni de coña iba a hacer nada arriesgándome que Noelia nos viera y pudiera pensar cosas que no son. Hasta se podría ir de la boca en algún momento si veía algo que no le gustaba.

Para colmo, una vez en la habitación, Elena consiguió relajarme como ella sabe, poniéndome nervioso, pero de otra manera al besarme el cuello. Sabía que era un punto débil muy grande en mí y ella lo aprovechaba para quitarme algún enfado o cuando no estaba conforme con algo y lo consiguió, pero Noelia nos cortó el rollo de nuevo y ya sí que me enfadé del todo. Que me cortaran el rollo dos veces y la neura de la madre, me tenían bastante mosqueado. Ojalá nos hubiéramos quedado en mi casa, nos hubiéramos ahorrado que Maribel nos acoplara a Noelia y hubiéramos podido follar sin ningún problema.

Dándole vueltas a la cabeza intentando dormir pude sacar algo positivo y es que Noelia estaba en una racha en la que parecía otra con nosotros. Desde que cortó su intento de relación con María, no intentaba nada, ni provocaba, ni siquiera buscaba vernos mientras follábamos. Parecía que había cambiado bastante a raíz de eso. Incluso la veía más agradable al hablar y demás. Quizás había comprobado de primera mano lo que es preocuparse por alguien y a lo mejor se había dado cuenta de que lo que estaba haciendo estaba mal y decidió parar. Quizás estaba siendo demasiado optimista, por lo que no quise pensar más e intenté dormir, pero me costaba entre el mosqueo y el dolor de huevos que tenía. Me puse de lado mirando a Elena, quien dormía plácidamente. Pobre, si supiera lo que pasaba realmente seguro que no estaría durmiendo. O quizás no estaría yo ahí, ¿quién sabe...? Finalmente caí dormido mientras la miraba.

Al día siguiente me desperté conforme me dormí al oír alguna voz. De repente oí silencio y unos pasos, por lo que me hice el dormido. Alguien entró a la habitación, cerrando la puerta sin cuidado y se tumbó en la cama, se puso de lado dándome la espalda. Era Elena y estaba vestida con su pijamita. Parecía molesta, por lo que me acerqué para darle mimitos.

-¿Qué te pasa mi vida?
-Mi madre, que es tonta. No entra en razón. Mira que le he dicho que no quiero que venga, que es algo íntimo para nosotros y estar en pareja, pero es que no hay manera. Hasta mi hermana se ha negado diciendo incluso que le caes mal, pero eso ha hecho que mi madre se venga arriba y ha dicho que una semana juntos os vendría bien para llevaros mejor.
-Bueno, no pasa nada. No te preocupes, ya verás como no es para tanto.
-Ya Javi. -dijo dándose la vuelta- Pero es que esta semana era para nosotros, precisamente para tener la intimidad que no podemos tener aquí y ahora tenemos a mi hermana acoplada. Y ya no podemos hacer nada con Irene y Mario, joder. Me apetecía hacer algo para que estuviéramos como antes.
-Pues cuando vengamos ya iremos a su casa.
-Javiiiii, que no. -dijo enfadada- Que yo quería que estuviéramos solitos y ahora voy a estar más cortada.

Estaba molesta, por lo que le empecé a besar, pasándole el pelo por detrás de la oreja, pasando a besarle el cuello después.

-Mmm... Como sabes lo que me gusta...
-Tú también sabes lo que me gusta.
-Ayer estaba muy cachonda en el salón. Era muy divertido y morboso.
-¿Sí? Eres un poco guarrilla, ahí con tu madre y tu hermana...
-Anda, si eres tú el que me ha enseñado estas cosas... (dijo llevando mi mano hasta su culo)
-Que culito tienes...
-Anda, hazme lo de ayer, que me estaba gustando mucho.
-No sé si debería...
-Javi, por favor. Lo hacías muy rico, anoche estaba muy mojada hasta que nos cortaron el rollo. Además, no acabamos el polvete...
-Bueno, un poquito.

Le empecé a acariciar el culo por encima de su pantaloncito, echando ella mano a mi paquete. Después de un rato de caricias acompañadas de besos, la cosa fue a más y ella agarró mi polla con fuerza para empezar a masturbarla y yo colé mi mano por dentro de sus pantaloncitos y braguitas para acariciarle el ojete como hice la noche anterior. Pasado un rato le empecé a meter un dedo, soltando ella un gemido.

-Ay, Javi... Que rico...
-¿Te gusta que juegue con tu culito?
-Me encanta mi amor, me lo haces muy bien. Jamás hubiera imaginado que llegaría a hacer algo así y gracias a ti lo estoy disfrutando.

La empecé a besar de nuevo para que no hablara más a pesar de que me derretía cuando me alababa y me describía así sus sentimientos. Sentía un calor en el pecho en esos momentos que cada vez hacían que me enamorara más de ella, si es que eso podía ser.

La empecé a tocar con más intensidad, gimiéndome ella en la boca hasta que no pude más y separé mis labios de los suyos para, incorporándome, quitándole la ropa a Elena y poniéndola a cuatro. Se la metí de golpe en su coñito, pero no le causó dolor, ya que lo tenía muy mojado y la lubricación era la idónea para que la empezara a follar. Elena se apoyaba en sus brazos, reprimiendo sus gemidos. Poco a poco aumentaba el ritmo, aunque llevaba cuidado para no hacer ruido. Solo rezaba porque no nos cortaran el rollo en ese momento, esta vez necesitaba acabar y me importaba una mierda si alguien colaba su vista y me veía desnudo de espaldas embistiendo a Elena, mientras no me cortara el rollo me daba igual. Afortunadamente no acabó pasando nada, incluso teníamos a nuestro favor que la televisión estuviera alta, ya que su abuela lo necesitaba así para enterarse. Después de un buen rato follándola a cuatro, Elena encorvó su espalda hacia abajo, poniendo su cara pegada a la cama, tapándose la boca con la mano para que sus gemidos no se escaparan. Para acabar, le metí un dedo a Elena en el culo, metiendo luego otro para darle más placer y se acabó corriendo con unos temblores muy fuertes, como si convulsionara. Se desplomó sobre la cama mientras yo seguía con el rabo tieso y brillante por sus flujos. Elena se puso boca arriba y sin estar recuperada del todo, alargó su mano intentando cogerme. Me acerqué a ella y me cogió la polla, empezando a chuparla.

-Quiero tu lechita mi amor. (dijo susurrando)

Me chupaba la punta mientras me pajeaba el resto con la mano. Lo hacía de manera muy sensual, con las mejillas encendidas, mirándome a los ojos fijamente. Le acaricié la cara y le pasé el pelo por detrás de la oreja, lanzando ella un gemido. En cuando lo hizo, le empecé a tocar el coñito con los dedos de manera ligera, cerrando ella sus ojos. Cada vez ambos lo hacíamos con más intensidad hasta que ella apartó mi mano de ella y me la empezó a comer con más ansia, tanto que a los pocos segundos me empecé a correr en su boca, llenándosela por completo. Estaba preciosa con los mofletes hinchados, pajeándome mientras me miraba y se lo tragaba, sonriendo. Después volvió a chupar un poco más para sacar hasta la última gota. Una vez lo hizo, yo seguía con ganas de más por lo que me puse a la altura de sus caderas y le empecé a besar por esa zona, con risitas de ella hasta que empecé a darle besos más intensos, pasando a hacerle pequeños chupetones mientras le acariciaba el resto del cuerpo, pasando a tocarle las tetas, pellizcando sus pezones. Elena ronroneaba y entonces fue cuando pasé a comerle el coño. Se lo hacía con cariño, mirándome Elena con ojitos, las mejillas aún encendidas y mordiéndose un dedo. En cuanto aumenté la intensidad ella empezaba a resoplar, agarrando las sábanas con fuerza hasta que se le empezó a escapar algún gemido, por lo que se llevó ambas manos para taparse la boca con fuerza. No tardó nada en correrse al mantener ese ritmo elevado dando lametones por toda su raja, alternando con succiones a su clítoris. De nuevo empezó a temblar de manera exagerada, apretándome la cabeza con las piernas y empapándome la boca con sus flujos.

Me retiré de ella y me quedé de rodillas a los pies de la cama, observándola. Era un espectáculo ver como Elena se corría y los momentos posteriores, apretando su cara como si su orgasmo fuera y viniera en oleadas. Me tumbé a su lado y le cogí de la barbilla para besarla y que saboreara sus flujos, lanzando ella un gemido de placer. Ese beso le hizo reaccionar abrazándose a mí con fuerza, acurrucándose un poco, poniendo una de sus piernas por encima de las mías como solía hacer cuando dormíamos. Al ser aún temprano, Elena se durmió y a mí también me estaba entrando sueño, por lo que cogí la sábana para taparnos como pude porque ambos estábamos desnudos. Me desperté un poco sobresaltado porque me llamaron al móvil. Mis padres se habían dejado las llaves y no podían entrar en casa, por lo que me tuve que ir. Elena y yo nos vestimos rápidamente y me acompañó hasta la puerta para despedirme sin llegar a quedar en nada para el resto del día.

Fue un poco un alivio porque no me apetecía nada continuar con la situación que se fue construyendo la noche anterior. Parecía que los mimitos y el polvo que echamos Elena y yo me habían rebajado bastante el cabreo, pareciendo haber desaparecido, pero para nada. Conforme conducía de camino a casa empecé a darle vueltas a lo mismo que antes de dormirme y ya tenía el día jodido por el enfado. En cuanto llegué, le di las llaves a mis padres y me fui a dar un paseo. Mi madre ya me notó que algo me pasaba, así que me olía que a la vuelta a casa tocaría charla.

Empecé a dar un paseo para ver si se me bajaba el cabreo, pero que va. Al final acabé en casa de Mario para hablar con ellos.

I: ¿Qué pasa, Javi?
J: Eso me pregunto yo.
M: ¿Pasa algo?
J: Anoche os llamó la madre de Elena, ¿no?
I: Sí, ¿estabas delante?
J: Pues claro.
I: Ah, entonces ya lo sabes.
M: ¿Hay algún problema?
J: Pues claro, joder.
I: Javi, ¿qué te pasa?
J: Pues que esto era algo para nosotros, no sé por qué os parece bien que se venga su hermana.
I: Bueno, su madre nos lo pidió muy bien y nos dijo que necesitaba distraerse, que últimamente lo estaba pasando un poco mal y tal...
J: Sí, sí, si ya lo sé, pero es que ella no debería venir. Elena y yo queremos tener la intimidad que no podemos tener en su casa. Ahora es que ni allí la vamos a poder tener.
M: Bueno, nosotros vamos también con vosotros, tampoco es que tuvierais la mayor intimidad.
J: No me jodais anda, si Elena y yo hemos follado aquí muchas veces, incluso con vosotros.
I: Eso es verdad.
J: Es que en su casa es imposible, siempre pasa algo. Y en mi casa siempre están mis padres.
M: Ya te lo dije Javi, te deberías independizar, así no tendrías ningún problema. Vives solo y te ahorras todas esas mierdas de intimidad y demás.
I: Claro, vives solo y si eso, pues que se vaya Elena a vivir contigo y estáis más juntos. No es tan difícil.
J: Eso es lo que vosotros creéis. Su madre está zumbada y seguro que la tenemos ahí todo el día. Además, ya sabéis como es Elena. Se pondría triste y echaría de menos a su familia, que la conozco.
M: Exageras.
J: Ya... Es que estoy viendo que lo voy a hacer y me voy a llevar la ostia y paso, la verdad.
I: Joder Javi, estás muy molesto.
J: Pues claro.
I: ¿Tan mal va la cosa con su familia?
J: Estoy un poco hasta los huevos, la verdad. Tío, es que no hago una mierda y me caen ostias por todos lados...
I: ¿A qué te refieres?
J: Nada, da igual.
I: Joder con los misterios. Tío, si te pasa algo puedes contar con nosotros, ya lo sabes.
J: Da igual. Por cierto, olvidaos de que hagamos nada los cuatro juntos esta semana, ya me entendéis.
I: No jodas...
J: Pues claro. Elena pasa de hacer nada con su hermana pegada a nosotros y yo también. Haberlo pensado bien antes de darle luz verde a la madre para endosarnos a Noelia.
M: Estás sacando las cosas de quicio, Javi.
J: No sé, pero esto me ha tocado los huevos. Y Elena también está un poco molesta. Ha intentado convencer a su madre, pero no hay cojones con ella. Hasta la hermana le dijo que no quería ir y ni con esas.
I: Bueno tío, no te preocupes. Cuando queráis echar un polvo nos la llevamos y tenéis la casa para vosotros solos.
M: Claro tío.
J: No sé. Espero que no pase nada.
I: Pero, ¿qué va a pasar, Javi?
J: Da igual. Me voy porque estoy cabreado y no sé ni lo que digo.
I: Veeeeenga, no te enfades, ya verás como no es para tanto.

Hablar con ellos tampoco me quitó el enfado. Ya me conocía y sabía que tendría el resto del día jodido. No me apetecía seguir hablando del tema, por lo que en lugar de ir a casa y aguantar el interrogatorio de mi madre, continué mi paseo en busca de tranquilidad y calma. El problema era que ya empezaba a apretar el calor y había dejado mi cartera en casa la noche anterior cuando fui a coger una muda de ropa, así que regresé para resguardarme del sol y beber algo frío.
 
Capítulo 150

Efectivamente, después de llegar y tumbarme en mi cama para beber algo frío mientras veía algo en el ordenador, apareció mi madre, quedándose en el umbral de la puerta de brazos cruzados.

-Mamá, no estoy de humor, la verdad.
-Bueno, yo no tengo prisa. Hasta que no me cuentes lo que pasa, no me voy de aquí. (dijo sentándose en la silla de mi escritorio)
-Es que no me apetece.
-¿Te has enfadado con Elena?
-Que va, si es un sol. Es imposible que me enfade con ella.
-¿Entonces?
-Su familia, mamá. Que parece que no pueden ser más diferentes a ella.
-¿Qué ha pasado ahora?
-Su madre nos ha endosado a Noelia para la semana que viene.
-¿En serio?
-Sí. Con las ganas que tenía de esto después de pegarme un palizón trabajando y ahora es que no tengo ni ganas de ir.
-Que exagerado eres...
-Mamá, parece mentira que no sepas mi situación con su hermana...
-Claro que lo sé, pero últimamente no me has dicho nada sobre ella que sea raro ni nada.
-Ya, eso es verdad. Ha tenido un problema y la cosa se ha relajado mucho y tal.
-¿Ves?
-Ya, pero es que no puedo evitar pensar en todo lo que ha pasado con ella y queríamos intimidad para nosotros, que en su casa es imposible.
-¿Y su madre sabe lo de...?
-Que va. Pero me molesta, mamá.
-Bueno, no lo hizo a sabiendas, no es para ponerse así, hijo.
-Mamá, que Elena le dijo de todas las formas que no quería que se viniera con nosotros, yo tampoco estaba conforme y hasta su hermana dijo que no quería y se pasó nuestras opiniones por todo su coño.
-¡Javier! (dijo molesta)
-Perdona, mamá. Estoy enfadado.
-Solo quiere lo mejor para su hija.
-Pues eso no es lo mejor para su otra hija.
-Javier, entiendo que estés enfadado, pero aquí no llevas la razón y no te la puedo dar.
-¿Eso crees?
-Cuando tengas un hijo o una hija lo entenderás.
-Pongámonos en situación. Imagínate que yo estoy de bajón y David dice de venir con su chica y resulta que ambos se van de viaje. ¿Me mandarías con ellos para que se me fuera el bajón?
-Javier, no es lo mismo. Tu hermano y tú ya sois mayores. No me puedes comparar a vosotros dos con esa niña.
-Esa niña tiene más peligro que nosotros dos juntos.
-Ya, pero no es lo mismo. Además, ¿no me dijiste que ibais con más amigos?
-Ya, pero...
-¿Ves? No sé qué intimidad buscáis si vais con más amigos.
-Bueno, ya hemos hablado suficiente.
-Lo siento hijo, pero hoy no llevas razón. Anda, cálmate un poco y ve haciendo la maleta.

Mi madre salió de la habitación y era una de esas raras ocasiones donde no me reconfortaba o me hacía sentir mejor hablar con ella. No estaba tan seguro de no llevar razón en el asunto. Pero, ¿cómo le iba a decir a mi madre que sí que tendríamos intimidad con esos amigos con los que íbamos porque habíamos follando delante de ellos varias veces, incluso con participación entre todos a la vez? Me moriría de vergüenza si se enterara.

El cabreo permaneció durante el resto del día, como esperaba. Elena me preguntó casi al medio día qué plan tenía para ese día. Le dije que no me apetecía mucho andar por su casa conforme estaba la cosa y que tenía que hacer la maleta. Ella respondió con emoticonos tristes, pero intenté quitarle hierro diciéndole que ya nos veríamos al siguiente día y estaríamos toda la semana juntos. Me dijo varias veces que lo había intentado de todas las maneras para evitar el problema, pero que su madre no entraba en razón.

Fui a comer, estando bastante callado durante todo el rato, yéndome a hacer la maleta inmediatamente cuando acabé. Así se me pasó toda la tarde a lo tonto, distraído un poco mientras lo preparaba todo. Quedamos en que iríamos todos en mi coche, ya que tenía un maletero más amplio y no tendríamos problema con las maletas y así compartíamos gastos de gasolina, ya que en la vez anterior cuando fuimos los cuatro fuimos en dos coches y nos dimos cuenta de que era un gasto tonto. Por la noche fui a cenar con el mismo ánimo con el que fui a comer y cuando acabé me encerré en mi habitación para ver alguna película, haciendo hora para dormir.

El lunes me levanté a la hora acordada y fui a meter la maleta al coche. Mi madre se despidió de mí con expresión triste mientras que mi padre ni se despertó.

-Tranquila mamá, que no me voy a la guerra.
-Hijo, ten cuidado. En cuanto llegues llámame, así me quedo más tranquila.
-Sí, no te preocupes.
-Llevad cuidado, que sois muy jóvenes y os creéis inmortales.
-Mamá, pero si somos muy tranquilos.
-Ay bueno, venga. Que os lo paséis muy bien.

Me extrañó un poco que mi madre se pusiera así. No era la primera vez, de hecho, cuando me fui a la universidad fue mucho peor, en fin, madres. Me monté en el coche y fui a casa de Mario a esperar que salieran, pero no lo hacían. Los llamé y lo cogió Irene, diciendo que se habían dormido. Como necesitaban tiempo para prepararse pues opté por ir a por Elena y Noelia y después recogerlos a ellos. Si bien es verdad que el cabreo no se me había ido del todo, no era ni la mitad que el día anterior. Llegué a la casa de Elena y le avisé. En cuestión de segundos salieron ella y Noelia, con Maribel detrás. Fue la misma escena que con mi madre. Maribel miraba con ojillos a sus hijas y les dijo que tuvieran cuidado y que llamaran al llegar. Parecía otra persona con esa cara. Fue un momento que me dio mucha ternura, cosa que hizo que se me fuera un poco más el cabreo que arrastraba del día anterior. Después de darle un abrazo a cada una, se acercó a mí y me dio otro.

-Cuídamelas. (dijo susurrando)

Cuando se apartó de mí, le sonreí asintiendo y después nos montamos en el coche. Elena se sentó a mi lado y Noelia detrás. Elena estaba eufórica, tenía muchas ganas de que llegara el momento y no paraba de acariciarme la cara y sonreír. Cuando llegamos nos bajamos del coche para esperar a Irene y Mario. Aparecieron en nada y Elena les presentó a Noelia, ya que era la primera vez que se veían. Después nos montamos en el coche, quedando Mario de copiloto y las chicas atrás, con Elena en el medio.

I: Tío, ¿hacía falta madrugar tanto?
J: Es en lo que quedamos, para aprovechar todo el día, ¿no?
I: Joder, es que nos ha costado levantarnos, nos hemos quedado dormidos.
E: Sí, dormidos... jajaja.
M: Shhh, Elena, que hay una menor, jajajaja.
La menor es más espabilada que tú, que ya es decir... (pensé)

Todos rieron el comentario de Mario, pero no dijeron nada. Ni siquiera Noelia, que era ella a la que se refería. Parecía estar algo cortada, cosa que me parecía muy raro, siempre se portaba como una sinvergüenza cuando estaba en mi presencia. Durante el camino, Irene y Mario se durmieron. A saber lo que habían estado haciendo toda la noche... Noelia solo miraba por la ventana y Elena miraba al frente sonriendo, sobre todo cuando la miraba por el retrovisor y le guiñaba un ojo. Fueron varias las veces en las que se incorporaba para acariciarme la cara con la mano, recibiéndola yo girándola para besársela mientras ella me susurraba un "te quiero".

A medio camino paramos para desayunar en un restaurante de carretera. Le vino bien a la otra pareja para tomarse un café y espabilarse. Durante el desayuno se empezaron a conocer con Noelia, pero no sé habló nada fuera de las típicas tonterías que la gente cuenta.

Cuando llegamos fuimos al apartamento para dejar las maletas, llamando a nuestras madres para que se quedaran tranquilas, cambiándonos para bajar a la playa. Mario e Irene se cambiaron en su habitación, Elena y yo en la nuestra y Noelia en el baño. Elena se puso cariñosa, estaba realmente contenta. Se quitó la ropa, empezando a bailar cuando se quitó la ropa interior, meneando su culo para mí mientras no paraba de soltar risitas. Se acercó a mí y nos empezamos a besar, terminando ella de bajarme los boxers para coger mi polla morcillona y pajearla. Me miraba con ojitos mientras se mordía el labio, empezando a sonreír para después girar la cabeza.

-Pfff... ¿ya? Acabamos de llegar.
-Estoy un poquito perra... (dijo poniéndose de rodillas para empezar a chupármela)

Elena empezó una mamada con mucha ansia, estaba muy encendida. Tanto que empezó a tragársela cada vez más, muy rápido, haciendo ruido. Yo sin embargo buscaba más cariño que pasión, por lo que la paré para levantarla y besarla.

-Despacio mi vida, que nos van a oír todos.
-Me da igual Javi, quiero tu polla en mi boca. Está muy rica.
-Hazlo despacio, que quiero disfrutarlo.

Elena me sonrió y me sentó en la cama, para volver a ponerse ella de rodillas y empezar una mamada ahora más lenta, con mucho cariño. Mientras lo hacía me acariciaba los muslos y me miraba fijamente a los ojos. Pasaba su lengua por todo el tronco, desde la base a la punta, subiendo y bajando, dando besitos por toda mi polla, pasando después a los huevos, lamiéndolos y metiéndoselos en la boca.

-Elena, te quiero. Es increíble lo que me haces sentir. (dije acariciándole la cara y pasándole el pelo por detrás de la oreja)
-Ay... Mi amor... ¿Me vas a dar tu leche?
-Claro.

Elena reanudó la mamada, con mucho cariño, esta vez empezando a gemir ligeramente. Entonces se abrió la puerta de golpe, dando Elena y yo un respingo. Era Irene. Rápidamente la cerró y dio un par de pasos hasta nosotros.

J: Que susto, cabrona...
I: Vaya... Los cortados porque tenemos compañía...
E: Irene... Podrías llamar...
I: Elenita... Si no hay secretos entre nosotros... (dijo acercándose)
E: Irene, con mi hermana aquí, no.
I: Shhh... Ven aquí. Que, ya que eres un poco celosa, déjame probar la polla de Javi, aunque sea de tu boca.

Irene levantó a Elena y le cogió del cuello con suavidad para darle un beso. Elena se cortó un poco y entonces Irene llevó sus dedos al coño de mi chica.

I: Mmm... Que rica está la polla de Javi. Mezclado con tu saliva sabe muy rico. Y mira como tienes el coñito... Está mojadito... (dijo llevándose los dedos a la boca para chuparlos)
J: Ireeeeene...
I: Que rico por dios... Como os he echado de menos... ¡Ay! Qué bonito tienes el coño.

Entonces me fijé en el coño de Elena, dándome cuenta de que se había quitado parte del pelo de su pubis. Tenía una franja de pelo de tres dedos de grosor. Verlo así me encendió mucho y me empecé a relamer. Irene se dio cuenta y le dijo a Elena:

I: Dale a tu chico lo que desea.
E: Es que está mi hermana aquí al lado.
I: Elena, tú estás deseando, tu coñito lo pide a gritos y él se está relamiendo.

Elena se quedó callada durante unos segundos y entonces agarró a Irene del cuello con fuerza.

E: Estabas deseando que llegara esta semana, ¿verdad?
I: Sí... (dijo susurrando, empezando a sonrojarse sus mejillas mientras le vibraban los ojos)
E: Lo que pasa es que tienes la lengua muy larga y has tenido que dejar que viniera mi hermana.
I: Perdón. Me merezco que me castiguéis.
E: No. Ya tendrás tu castigo cuando podamos estar más tranquilos y solos.

Irene puso ojitos y entonces me puse detrás de Elena, pasándole el pelo por detrás de la oreja susurrándole.

J: Como me pones cuando te pones así. A ver ese chochito...

Le puse dos dedos en su rajita y empecé a acariciársela, empezando ella a gemir mientras Irene nos miraba con atención. Después me llevé los dedos a la boca para chuparlos.

J: Mmm, que rica está mi nena. (dije susurrándole en la oreja, lamiéndole el lóbulo para después darle un mordisquito)
A Elena le dio un escalofrío, poniéndosele la piel de gallina.
E: Mi amor, necesito que me folles.
J: Claro, ¿cómo quieres que lo haga?

Sin decir nada, Elena se puso a cuatro patas en la cama, haciéndole una señal a Irene con el dedo para que se acercara a ella y que se pusiera igual, diciéndole antes que se desnudara. Lo hizo en el acto, quitándose los shorts vaqueros y el bikini. Elena hizo un gesto que aprendió de Irene, ya que era algo que habíamos visto varias veces cuando habíamos estado con ellos. Ladeó su cabeza, haciendo su pelo un bamboleo muy sexy y me miró a los ojos, ocultando parte de su cara con su hombro. Me miraba con cara de niña buena y entonces se puso una mano en un cachete del culo, para tirar de él y abrir su coñito. Estaba enrojecido y brillante. Yo estaba como una moto al ver a mi chica así de sensual, solo quería taladrarla con fuertes embestidas, pero me tenía que contener para no armar un circo. Irene imitó a Elena con el gesto, haciéndolo exactamente igual. Ahí tenía a dos pibones frente a mí, esperando que le diera pollazos y matarlas de placer. Me deleité con las vistas, relamiéndome los labios mientras me tocaba, subiendo y bajando mi mano agarrando mi polla de manera lenta.

E: Vamos, mi amor. Métemela ya. (dijo con una voz muy dulce)

Me acerqué a ella y se la empecé a meter a buen ritmo, teniendo cuidado de no hacer ruido al chocar mis caderas con su culo. Por suerte, la cama no hacía ruido, por lo que pude follarla bien. Elena resoplaba, escapándose algún gemido que se ocupó de ahogar al comerle la boca a Irene. Podía oír a Irene gemir y eso que solo la estaba besando. Cuando Elena se apartó de ella para coger aire, Irene hizo lo mismo diciendo bajito y con voz dulce:

I: Ama, ¿puede tocarme tu chico?
E: Sí. (contestó a los pocos segundos)
J: Que ganas de azotar el culo de esta putita... (dije acariciándole el culo a Irene, dándole un pellizco)

Irene lanzó un gemido, dando un respingo al notar el pellizco. Después la acaricié la raja con los dedos, notando que también estaba muy mojada. Me resultó raro, ya que alguna vez nos dijo que ella no se mojaba tanto, pero es que tenía el coño chorreando. Sin esperar más le empecé a meter un dedo para meterle otro al sacarlo, empezando a masturbarla con dos dedos de manera más rápida que lenta. Sus gemidos indicaban que se estaba deshaciendo del placer que le estaba causando, por lo que Elena le volvió a besar para callarla. Y yo le saqué los dedos a Irene para tocarle el clítoris. Se retorcía de placer, por lo que paré para intentar sincronizar sus orgasmos, llevándome los dedos a la boca para saborear el sexo de Irene. Era la primera vez que probaba sus fluidos y ese sabor dulzón me puso más cachondo aún, notando un calor por la cara que seguro que hasta me salieron chapetas. Empecé a embestir más fuerte a Elena, notando como se mojaba mi polla aún más, llegando a los huevos mientras seguía tocando a Irene. Paré de golpe porque quería que se corrieran a la vez y estaban empezando a hacer más ruido de la cuenta. Di un paso atrás y les susurré:

J: Chicas, estáis habiendo mucho ruido, poneos boca arriba, que quiero ver a estos dos bellezones.

Me hicieron caso y se pusieron boca arriba. Elena me miraba con unos ojos de vicio increíbles, pasando a tocarse lentamente el coño. Irene nos miraba a los dos, estaba tan cachonda como Elena o más. Me puse de rodillas sobre la cama, encajando mi polla en el coñito de Elena, inclinándome hacia delante para besarla.

J: Irene, cómele las tetas.

Irene se lanzó a ello, comiéndose las con mucha ansia mientras Elena se tapaba la boca con sus dos manos para parar sus gemidos. Se la metía muy lentamente para que disfrutara y no se corriera tan rápido y entonces quería que Elena se corriera a lo grande, arriesgándonos a que se enteraran hasta los bañistas de la playa de los gritos que pudiera dar.

J: Irene, tú no has visto un secretito de Elena...

Irene me miró con cara de sorpresa y expectación, los ojos le brillaban, estaba muy cachonda. Elena me miró abriendo mucho sus ojos, empezando a ponerse roja como un tomate.

J: Mira como se pone con esto...

Cogí un pie de Elena y se lo empecé a besar, para luego lamerlo suavemente, empezando a chuparle los dedos. Elena se puso muy roja, poniendo una cara de placer y vicio alucinantes, poniendo también sus ojos en blanco. Irene se encendió mucho y sus mejillas se pusieron más rojas aún y se incorporó para coger el otro pie e imitar lo que yo estaba haciendo. A los pocos segundos, retomé la follada mientras Irene y yo seguíamos jugando con sus pies, pero tuve que parar porque notaba que se iba a correr en breve. Paré a Irene y la tumbé boca arriba, al lado de Elena. Seguí jugando con los pies de Elena, estando quieto, sin metérsela. Se movía casi retorciéndose, como si jugar con sus pies le provocara tanto placer como si se la estuviera metiendo. Ya notaba como contraía su coñito, apretando mi polla. Empecé a tocar de nuevo a Irene a buen ritmo mientras ella me miraba a mí y a Elena, estaba perrísima mirando a Elena como estaba casi poseída. Le empecé a tocar más rápido y cuando noté que estaba cerca de correrse, apreté y le di fuertes embestidas a Elena, provocando que se corriera mientras ella tapaba su boca con fuerza. Irene al verla así se empezó a correr. Sus piernas temblaban y las empezó a cerrar, echando su cara sobre el hombro de Elena mientras le pellizcaba su pezón que no tenía un piercing. Esperé a que ambas se recuperaran, pajeándome sin mucha prisa admirando esos dos cuerpazos desnudos frente a mí, abandonados al placer. Una vez se recuperaron, Elena se incorporó mientras Irene, que se había recuperado bastante antes, la miraba expectante de lo próximo. Elena estaba como desorientada y cogió de la mano a Irene.

E: Irene ven, que mi niño nos tiene que dar su leche.

Se puso de rodillas, poniendo a Irene a su lado de la misma manera y pegó su cara a la suya para que me corriera en ambas caras. Elena sacó la lengua, haciendo Irene lo mismo al verla. Me acerqué a ellas y empecé a pajearme, estirando Irene su cara como si quisiera chupármela, pero Elena tiró de ella para que no se moviera. Verlas tan a mi disposición, con sus caras expectantes, sus lenguas fuera y sus mejillas enrojecidas hizo que me corriera en nada, bañándolas a ambas, llenándole las caras de leche.

Estaba tan cachondo y aguanté tanto la corrida para sacar todo lo que pudiera, que hasta me mareé, por lo que me tuve que sentar en la cama, con la respiración agitada. Elena vino gateando hasta mí con la cara llena de mi leche, tirando de la mano de Irene para que la siguiera de la misma manera. Ambas apoyaron sus caritas en cada uno de mis muslos.

E: ¿Te ha gustado llenar de leche las caras de tus putitas, mi amor?
J: Me ha encantado. (dije aún mareado)

Irene resopló y entonces Elena le cogió del cuello con ternura para empezar a lamerle la cara para limpiarle toda mi corrida, tragándoselo después. Irene hizo lo mismo con Elena, exactamente igual, para mi deleite. Parecía una escena de una película porno porque cuando acabaron de limpiarse y tragárselo todo, se dieron un beso lento con mucha lengua. Me preguntaba si era un sueño, pero no, no lo era. Estaba en una nube después de esos diez minutos que se me pasaron como si fuera uno. Las vacaciones empezaban de manera inmejorable.

N: Elena, ¿qué os queda? (dijo llamando a la puerta)
 
Capítulo 151

E: ¡No pases!

Elena, Irene y yo nos miramos un poco desconcertados. No sabíamos qué hacer, porque hacía mucho calor en la habitación, olía mucho a sexo y aún estábamos rojos por el sofoco. Tanto Elena como Irene tenían chapetas del calentón, y seguramente yo también. En lo que pensábamos algo, nos vestimos rápidamente, cada uno con su bañador y ropa encima de ellos. Elena salió la primera, cerrando la puerta rápidamente para que no viera nada si seguía ahí y oí como se la llevaba al salón. Entonces Irene y yo salimos por turnos, ella primera para ir al baño y después yo para ir con Elena. Cuando llegué vi como Noelia miraba a su hermana y después a mí. Se nos notaba un huevo lo que acaba de pasar por como nos miraba y que Elena le hubiera dicho casi gritando que no pasara, fue más que aclarador de lo que había pasado.

No me importaba, ni que fuera la primera vez que habíamos estado en una situación similar a esa. Pero lo que sí que me ponía nervioso era si se daba cuenta de que Irene estaba ahí con nosotros. Noelia no es tonta y estaba completamente seguro de que ataría cabos, o en este caso sumaría uno más uno. Esperamos a la otra pareja sentados en el sofá mientras Noelia estaba de pie y nos miraba de vez en cuando. Al poco aparecieron Irene y Mario y pude ver como Noelia levantó un poco las cejas al mirarlos. No vi nada raro cuando yo los miré, solo que Irene seguía ligeramente roja y evitaba el contacto visual. Joder, con cómo era Irene y ahora estaba cortada, manda cojones...

Ni siquiera dejé que se formara ningún silencio incómodo.

J: Bueno, ¿nos vamos a la playa? (dije levantándome)
E: Sí, vamos, que estoy deseando.

Salimos del apartamento, echando a andar, recorriendo los escasos 300 metros que había hasta la playa. A pesar de que era lunes y aún no era tan tarde en la mañana, la playa estaba bastante llena. Clavamos un par de sombrillas en la arena y extendidos las toallas para tumbarnos después de habernos quitado la ropa y quedarnos solo con el bañador puesto. Como era de costumbre, empezó el ritual de la crema de Elena, echándome hasta casi por donde no me daba el sol. Irene hizo lo mismo con Mario y cada chica se echó a sí misma, ayudando Mario y yo a echarles por la espalda a nuestra pareja cada uno. Elena le echó a Noelia por donde ella no llegaba y entonces la miré y me di cuenta de que había perdido un poco de peso, quedando con una figura muy atractiva, aunque ya la tenía cuando la conocí. El problema era que con todas sus tonterías ni me fijaba en esos detalles de su cuerpo, pero ahora al estar más relajado y ya sin nada de cabreo después de lo que acaban de pasar hacía escasos minutos en el apartamento, sí que le eché cuenta. También me di cuenta de que Mario tenía los músculos más marcados y definidos.

J: Mario, te estás machacando en el gimnasio, ¿no?
M: Bueno, un poco para el verano solo.
I: Está buenorro, mita que tableta.
J: Ya ves, yo debería también ir un poco.
E: Pero, ¿qué dices?
J: Tengo un poco de barriga.
E: Tonterías, estás para comerte. A mí me encantas así. Esta barriguita es muy mona. (dijo acariciándome la barriga y dándome un beso)
J: Ya, jajajaja.
E: ¿Qué pasa...? jajajaja.
J: Sabes a mí. (dije susurrándole a su oído para después darle un beso en el cuello)
I: Es verdad, Javi. Estás muy bien así, no te hace falta.
J: Joder, que al final me lo creo y todo.
E: Estás muy rico, mi amor.
M: ¿Y tú, Noelia? ¿No tienes ningún noviete?
N: ¿Eh? No, no tengo.
E: Es que lo ha pasado un poco mal hace poco.
I: Pues eres muy mona, seguro que no te cuesta trabajo.
N: Bueno, no es tan fácil como crees.

Afortunadamente no me miró cuando dijo eso último, cosa que agradecí porque me juego el cuello a que Irene se hubiera dado cuenta de todo al instante.

I: Anda ya, mujer. Si tienes un cuerpazo... Y eres muy guapa, como tu hermana.
N: El problema es que tener un buen cuerpo y ser guapa como tú dices, no es suficiente.
E: Venga, Noelia. Ya ha pasado eso, no le des más vueltas.
I: ¿Qué te ha pasado, encanto?
N: Nada...
E: Ha intentado algo y no le ha salido bien. Era con una amiga de hace mucho y no ha funcionado.
I: Ah, lo siento. ¿Te gustan las chicas?
N: No, he descubierto que no.
I: Ah... ¿Tal vez has confundido amistad con algo más?
E: La otra chica sí que estaba enamorada de ella.
N: ¿Podemos cambiar de tema?
J: ¿Has pensado qué estudiar ya, Noelia?
N: Pues no, me estoy tomando un descanso. Tengo que verlo bien. Creo que es una decisión importante y me gustaría estudiarla bien.
M: Haces bien. Muchos amigos nuestros se salieron en primer o segundo año por no gustarles al final lo que estaban estudiando.
J: Bueno, y aun tomando la decisión.
E: ¿Te pasó a ti?
J: Un poco. El último año se me atragantó una cosa y casi lo mando todo a tomar por culo.
N: Me estáis dando buenos ánimos...
I: Ni caso, Noelia. Haz lo que más te guste, no dejes que nadie te diga lo que tienes que hacer.
N: Gracias.

Estuvimos un buen rato tumbados en las toallas, bebiendo algo o jugando a las cartas hasta que Irene, Mario y Noelia se fueron a darse un baño. Elena y yo nos quedamos sentados hablando.

-¿Te ha gustado lo que hemos hecho antes de venir?
-Joder que si me ha gustado... Me encanta cuando te pones así... Elena, eres increíble.
-Me alegro de que te haya gustado.
-Todo lo que haces me encanta.
-A lo mejor me he venido un poco arriba para nuestra vuelta con ellos.
-¿Tú crees?
-No lo sé. Me gusta pasármelo bien, pero no quiero que pase lo de la otra vez.
-Tú mandas, mi vida, ya lo sabes. Si vuelve a pasar eso, lo paro. No te preocupes.
-Gracias.
-¿Te he dicho alguna vez que me encanta cuando te pones el pañuelo ese así en la cabeza?
-Mmm, creo que sí.
-Es que te queda genial, estás muy guapa y ese bikini... Estás para comerte.
-Es que últimamente me muevo mucho y se me ha quedado tipín, ¿sabes?
-Ah... No tenía ni idea... jajajaja.

Elena se subió encima de mí con una pierna a cada lado, poniendo su cara muy cerca de la mía.

-Le has contado a Irene mi secreto...
-Elena, ¿qué haces? Hay mucha gente...
-Shhh, si no estamos haciendo nada. ¿Ahora te pones tímido? El que me folla en una piscina municipal se pone tímido porque me subo encima de él... jajajaja.
-No seas mala...
-¿Me vas a castigar?
-Pues...
-No, no lo vas a hacer. Te debería castigar yo por contar secretos...
-¿Y cómo lo vas a hacer?
-Ya veremos... (dijo moviéndose para frotarse conmigo)

Le miré a los ojos y nos empezamos a besar. Después nos fuimos al agua cuando Irene y Mario volvieron. En el agua estuvimos juntos, abrazados, con arrumacos. Noelia estaba a unos diez metros de nosotros, pero no parecía atenta. A los pocos minutos salió y volvió con la otra pareja. Elena y yo nos empezamos a besar cada vez con más intensidad, nos estábamos poniendo demasiado cariñosos. Yo le agarraba del culo con fuerza, amasándolo y estrujándola contra mí. Le puse el bikini como un tanga mientras ella se reía.

-Así mejor.
-Javiiiii... jijiji.
-Es una pena que ese culito se desaproveche.
-¿Me estás diciendo que mi bikini es feo?
-Noooooo. Me encanta, estás muy guapa con él. Pero sin él aún más.
-¿Sí?
-Ya te digo. Además, esas marcas de moreno son muy sexy...
-¿Te pone?
-Sí, enséñame las tetas, anda.
-Hay mucha gente.
-¿En qué quedamos? ¿Quién es más tímido ahora?
-Pfff... Como te gusta provocarme...
-Me gustas tú, mi vida.
-Ay... No me digas eso así...
-¿Por qué?
-Porque me ganas muy fácil con eso.
-¿Sí? ¿Te gusta que te diga cómo te quiero? ¿Qué eres lo mejor que me ha pasado en la vida y que no sé cómo coño me las he podido arreglar sin ti antes de conocerte de esta manera?

Elena se quedó callada, mirándome a los ojos y se dio rápidamente la vuelta.

-Métemela.
-¿Qué?
-Javi, métemela. Te necesito dentro.

Le empecé a besar el cuello mientras le tocaba todo el cuerpo, por las tetas, colando mis manos por dentro del bikini y luego en la parte de abajo, acariciándole los pelos del pubis.

-Me ha encantado lo que te has hecho aquí...
-Mmm... Métela ya porfa...

Le aparté el bikini a un lado y me bajé el bañador para poder sacarme la polla y los huevos y se la metí directamente. Ella lanzó un gemido que pareció ser oído porque alguien se giró. Nos quedamos así, quietos, con mi polla en su interior, sin hacer el más mínimo movimiento, solo sentía las contracciones de las paredes de su chocho. Estuvimos tanto tiempo que la otra pareja y Noelia vinieron a buscarnos, acercándose a nosotros.

-No te salgas, mi amor.
-Que guarrilla y morbosa eres...

Elena soltó una risita muy dulce y apretó mi polla con su coño. Los demás llegaron a nuestra altura preguntándonos qué hacíamos tanto rato en el agua.

I: ¿No salís?
J: Sí, ahora vamos, es que estamos muy a gusto aquí fresquitos.
M: Deberíamos ir a comer, ya va siendo hora y como tardemos mucho más de va a poner a reventar.
I: Sí, se llena todo, así que deberíamos ir yendo ya a algún sitio.
N: Yo también tengo hambre ya, venga, vamos.
J: Dadnos un par de minutos, ya salimos.

Se empezaron a ir y a medio camino Irene se giró.

I: Id saliendo, que tengo que decirle una cosilla a Elena...

Irene volvió a nosotros y se puso frente a Elena.

I: ¿No habéis tenido suficiente con lo que hemos hecho antes, guarrillos? Jajajaja.
E: ¿De qué hablas?
I: Venga, Elena, que a mí no me engañáis. Estáis follando.
J: No, no estamos follando.
I: ¿No? A ver...

Irene se acercó más a Elena y noté como bajó su mano hasta que me rozó la polla con sus dedos.

I: Que no dice... Jajajaja.
E: Irene...
J: No estamos follando, de verdad. Solo se la he metido y la he dejado así.
I: Ya...
E: Es verdad. Javi sabe perfectamente qué decirme para que quiera estar así.
I: Pues dale alguna clase a Mario, Javi, porque joder como se pone la nena a veces... Jajaja.
J: Seguro que él sabe también qué decir.
I: La verdad es que sí. ¿Y puedes aguantar sin moverte dentro de ella?
J: Bueno, ganas tengo, pero ella lo contrae y me da placer así.
E: Jijiji... (rio apretando mi polla con su chochito)
I: Te lo está haciendo, ¿no?

Asentí poniendo cara de placer.

I: Uff... Me voy porque me estáis poniendo cachonda y... Anda no tardéis mucho.
E: Vale, ya vamos.

Irene se alejó, saliendo de la playa y Elena cogió mi polla para sacársela, dándose la vuelta.

-¿Vamos?
-¿Me vas a dejar así?
-Ha sido divertido, pero aquí no podemos hacer mucho más...
-Pues o descargo o no puedo salir, a ver como bajo yo esto...
-Javi, no podemos follar aquí. No es como en la piscina, hay muchísima gente. Se van a dar cuenta.
-Pfff... Es que estoy muy cachondo.
-Hazte una paja rápida, te esperamos fuera. (dijo dándose la vuelta para salir del agua)
-Espera. -dije agarrando su mano para darle la vuelta y que me mirara de nuevo- Házmela tú, anda...

Elena me agarró la polla y la empezó a masturbar recorriéndola por completo con su mano, no muy rápidamente. Me miraba a los ojos sonriendo.

-Mi vida, me encanta como lo haces, pero así podemos estar todo el día...
-¿Quieres que haga que te corras rápido?
-Sí. Haz que me corra fuerte.

Elena aumentó el ritmo de la paja, haciéndolo muy rápido mientras con la otra mano me tocaba los huevos, acariciándolos con cariño. A los pocos segundos subió su mano al glande para estimularlo bien con su mano mientras me pajeaba el tronco con la otra.

-Así, así...
-¿Me vas a dar tu lechita?
-Sí, te la voy a dar. Mi leche es solo tuya.
-Venga, dármela.

A los pocos segundos me empecé a correr, soltando bastante. Elena se reía con dulzura y se acercó para besarme.

-Que bien...
-¿Te ha gustado?
-Sí. Lo haces muy bien.
-He notado tu corrida en mi pecho, jijijiji... Estaba calentita.
-Jajajaja, ¿quieres que te toque yo a ti?
-No hace falta. Luego seguimos.
 
Capítulo 152

Salimos del agua yendo con el resto. Irene nos miraba con una sonrisa pícara y recogimos todo, dejándolo en el apartamento y dándonos una ducha por turnos. Cada pareja compartimos ducha y luego se duchó Noelia. Todas salieron con el pelo mojado, estaban muy guapas. Fuimos a un restaurante que había cerca, donde comimos estupendamente y el trato era muy bueno, ya que Irene conocía a los dueños al ir allí todos los veranos. Después de estar un buen rato y ponernos morados mientras conversábamos, regresamos al apartamento para reposar y resguardarnos del sol que picaba como un demonio.

Entre el viaje, el rato que habíamos estado en la playa y la copiosa comida que acabábamos de hacer, nos entró sueño y cada pareja nos fuimos a nuestra habitación, quedándose Noelia en el salón. Elena y yo nos pusimos la tele, ya que yo no soy una persona de echar siesta. Tengo que estar muerto o enfermo para dormir siesta, por lo que me relajé mirando la tele, pero ella sí que se durmió abrazadita a mí. Bajé el volumen de la televisión para no molestar a Elena, quedándonos en silencio. Entonces empecé a oír ruidos y gemidos. Por los gemidos supuse que los ruidos eran del cabecero de la cama al golpear la pared. Con cuidado me libré del abrazo de Elena para no despertarla y me levanté, cerrando la puerta cuando salí. Fui a la habitación de la otra pareja y llamé a la puerta. Pararon los ruidos e Irene me dijo que pasara. Dudé un poco, pero entré y cerré la puerta. Me encontré a Irene tumbada boca arriba, abierta de patas y a Mario encima de ella.

J: Joder...
I: ¿Te quieres unir?
J: No me jodas, anda...
M: A mí no me importa, ya lo sabes.
I: Uff, es que estoy muy cachonda con lo que ha pasado esta mañana...
M: Anda que avisáis, cabrones...
J: Ha salido improvisado y casi nos pillan.
I: ¿Qué pasa entonces?
J: Pues eso precisamente, que os cortéis un poco, que está ahí la hermana de Elena. No os digo que no folleis, pero que os cortéis un poco, por favor.
M: Pero, ¿ella es virgen?
J: Que yo sepa no, pero, ¿qué tiene que ver?
M: Por si se escandaliza o algo.
I: Esa niña parece muy espabilada, no creo que se escandalice por oírnos ni nada, jajaja. No te preocupes Javi, estás muy tenso. Relájate, estamos de vacaciones.
J: Ya, ya, si todo va bien, pero prefiero ir con cuidado.
M: ¿Cuidado de qué?
J: Nada, os dejo a lo vuestro.

Salí de la habitación con cuidado y cuando llegué a la parte de donde estaba el baño, salió Noelia. Se me quedó mirando fijamente y seguí hasta nuestra habitación, entrando y acostándome de nuevo junto a Elena. Ella se volvió a abrazar a mí y me puse a pensar en la coincidencia de encontrarme a Noelia al pasar junto al baño y más que eso en la manera en la que me miró durante un rato. Algo raro pasaba. ¿Tal vez había oído a la otra pareja y verme venir de ahí le dio pie a pensar algo que no fue? Me empecé a poner nervioso por si creía que estábamos follando entre todos, porque por la mañana también puso cara de sospecha al ver varias cosas.

Afortunadamente, su comportamiento no cambió lo más mínimo cuando nos bajamos a la playa a media tarde cuando el sol ya no pegaba tanto. Nos volvimos a echar crema y todo fue bien, tomando el sol más liviano y yendo a darnos un baño, todos juntos en ocasiones. Todo parecía ir de maravilla y como habíamos descansado un poco después de comer, cuando regresamos al apartamento nos volvimos a duchar para salir un poco por la noche. Empezamos a pasear por el paseo marítimo cada pareja cogida de la mano, viendo toda la ciudad por la parte de la costa. Paramos en un bar y nos sentamos en su terraza para cenar tapeando un poco. Estuve muy a gusto, relajado al ver que todo iba perfectamente, disfrutaba de mi pareja y de mis amigos, incluso de Noelia, quien se comportaba como una persona normal y racional. Todos estuvimos muy participativos en las conversaciones que no paraban de suceder una tras otra.

Cuando acabamos de cenar seguimos paseando y oímos un ruido de música que venía de un hotel. Nos acercamos y como vimos que no había seguridad ni nada en la puerta, nos colamos y fuimos a donde estaba todo el ruido. Había gente, pero no tanta por ser un hotel que estaba casi a las afueras, lejos de la parte céntrica de la ciudad donde estaba todo a rebosar. Cuando llegamos a ese sitio, vimos que había un escenario junto a una piscina enorme, pero no era una de esas fiestas en las que la gente se baña mientras tiene el lugar el concierto. No había nadie en la piscina, las personas que habían estaban sentadas en sillas que se disponían como si fuera la terraza de un bar. Todo el mundo iba vestido con look muy playero, cosa que nos hizo encajar bien en el ambiente para dar el pego y que no nos echaran.

Sobre el escenario había un grupito de gente joven haciendo música. Por lo que se veía, estaban imitando a los Beatles, era un concierto con todas sus canciones, o al menos las más conocidas y no lo hacían nada mal. En cuanto vimos lo que pasaba, Mario y yo nos miramos, levantando las cejas en un gesto de complicidad, del cual Irene se dio cuenta y sonrió al vernos así. Nos sentamos y como vimos que no venía ningún camarero, Mario y yo fuimos a por las bebidas.

-¿Te acuerdas? (dijo Mario una vez llegamos a la barra)
-Claro, ¿por qué crees que te he mirado?
-Joder, ha llovido, ¿eh?
-Ya ves. Estuvo bien.
-Sí, me lo pasaba bien, lástima que fue justo antes de entrar a la universidad y cada uno fue por su lado.
-Hubiera estado bien seguir.
-¿De qué habláis? (preguntó Irene, que finalmente vino a ayudarnos a llevar todas las bebidas)
M: Nada, cosas del instituto.
I: Secretitos... ¿Por eso os mirabais antes así?
M: Sí, era por eso.
I: ¿Qué es? Va...
J: Nada, que antes de irnos a la universidad, en el instituto hicimos un miniconcierto.
I: ¿Sí? Mario, no me habías dicho que eras músico... Jajajaja.
M: Jajajaja, que tonta eres.
J: Que va, nada de eso. Si fueron cuatro canciones sueltas...
M: No digas eso hombre... No lo hicimos tan mal.
J: Bueno, fue hace mucho...
I: ¿Os animáis?
J: ¿Qué dices? Anda... Cállate, jajaja.
I: Huy... Que le da vergüenza al hombretón.
J: Pues un poco, la verdad.
M: Por mí no hay problema.
I: Venga, Javi... Ya verás cómo se pone Elena, se le va a hacer el coñito agua. La conozco y sé que le va a gustar.
J: Déjate, anda...
I: Que soso eres, hijo...

Volvimos a sentarnos todos juntos y disfrutamos del concierto que dieron mientras nos tomábamos una copa. Elena se puso muy apegada a mí, estaba disfrutando bastante del momento, agarrando mi brazo y echándose sobre él, apoyando su cabeza en él. Irene se excusó para ir al baño y tardó en venir, pero vino justo para ver el final del concierto, trayendo más copas, ayudada por el camarero, ya que la gente empezaba a irse. Una vez acabó el evento, Irene se levantó.

I: Bueno, y ahora hay una sorpresita.

Todos la miramos extrañados.

I: Resulta que Mario y Javi saben un poquito de música y he hablado con el personal y no hay problema con que toquen un poquito. De hecho, les ha gustado la idea.
J: Joder, no se puede estar quiera, no...
M: Jajajaja, venga Javi, vamos.
J: Tío, que son muchos años sin tocar, vamos a hacer el ridículo...
E: Javi, no sabía esto... Anda, hazlo por mí...
J: Me da vergüenza...
E: Porfa... (dijo poniéndome ojitos)
J: El caso es comerme un marrón, jajajaja. Venga, va.

Mario y yo nos subimos al escenario y en lo que debatimos qué hacer, todo el mundo se fue para mí alivio. Solo nos escucharían las chicas, quienes estaban pegadas al escenario. Mario se vino arriba y dijo de tocar algo que no si quiera ensayamos en su día para lo que hicimos en el instituto. Me negué porque entre los años que llevábamos sin tocar y que no conocíamos nada de cómo tocar esa canción, seguro que salía mal. Después de debatir, nos pusimos de acuerdo con una canción que era más lenta y vocal que el resto que ensayamos en su día, ya que nos gustaba un grupo en especial de heavy metal y dudamos que les gustara a las chicas esos berridos que contenían la mayoría de las canciones, aunque también tuvieran su parte vocal. La canción era todo lo opuesto a lo que ese grupo solía expresar en sus canciones, por eso la elegimos en su día, nos pareció especial y tampoco queríamos que todo fueran gritos, para que la gente a la que no le gustara eso, pudiera al menos disfrutar con esa canción.

-Esa está bien, pero, ¿cómo lo hacemos? Solo somos dos.
-Pues tú rocas la batería y yo la guitarra acústica, como aquella vez, Javi.
-Pero, ¿y el bajo? ¿Y quién canta?
-Pues sin bajo.
-Pero tío, el bajo de esa canción es la ostia.
-Javi, es lo que hay. Yo no sé tocarlo ni tú tampoco.
-Venga, va.
-Y para cantar... Pues eres tú el que sabe hablar mejor inglés...
-Mario, no me jodas.
-Venga coño, con la vergüenza. Ni que te fueras a sacar la polla ahí delante, jajajaja.
-Pues casi prefiero eso...
-Eso luego más tarde en el apartamento. Va, yo te ayudo con los coros.
-Pero que yo no tengo voz para cantar.
-Javi, no somos profesionales. Es por hacer la gracia. Mira Elena lo ilusionada que está. Hazlo por ella.
-Joder, como me liais...

Al final nos decidimos en hacer eso, tocaríamos esa canción, con Mario en la guitarra y yo en la batería y cantando. Me moría de vergüenza, pero bueno, al menos solo teníamos a tres personas de público. A pesar de los años que pasaron, empezamos y no lo hicimos mal. Mi parte en la batería no era tan complicada, era algo muy ligero y Mario tocaba bien, así que no estábamos haciendo tanto el ridículo. El problema fue cuando me tocó cantar. Nunca lo había hecho de esa manera y me daba vergüenza, pero recordaba la letra de la canción y cerré los ojos para concentrarme y hacer como que estaba solo para que no me diera tanta vergüenza. Empecé, intentando entonar y poner una voz más suave y no fue tan mal la cosa. Lo malo era que el cabrón de Mario me dejó medio tirado y solo me ayudaba en el estribillo, aunque la canción era de esa manera, se repetía las últimas palabras de cada frase en el estribillo y era lo que él hacía. Me sorprendí a mí mismo al no estar haciéndolo tan mal, pudiendo tocar la batería, aunque durante toda la canción era solo tocar los platillos prácticamente, de manera muy suave mientras Mario tocaba la guitarra bastante bien. Por suerte la canción era cortita y fue bien y llegó el momento final en el que ya se acabó la letra y la melodía seguía, apagándose la guitarra, dando lugar a un pequeño solo de batería, en el que me explayé y me vine arriba, haciéndolo bastante bien. Cuando acabamos, Irene se puso a aplaudir y a silbar como una loca. Abrí los ojos y las veía contentas a ella y a Noelia, sonriendo y aplaudiendo. Sin embargo, Elena aplaudía, pero se le saltaron las lágrimas. Me dio cosilla y fuimos rápidamente. Cuando llegamos a ellas, Elena me abrazó.

E: Ay, Javi... Qué bonito...
J: ¿Te ha gustado?
E: Mucho. No sabía que hacías esto...
J: No he cantado en mi vida, jajaja. Y lo de la batería pues fue puntual, llevo mucho sin tocarla.

Mientras Elena me abrazaba, miré a los demás y vi a Irene darle un morreo a Mario. Noelia nos miraba con una pequeña sonrisa en la boca.

E: Ay, me he puesto tontorrona...
I: Venga Elena, que tu chico lo ha hecho muy bien, luego tienes que hacer de groupie, jajajaja.
E: Cállate tonta, jajajaja.
M: ¿Has visto Javi? Lo hemos hecho de puta madre.
J: No ha estado mal, no. Pero me podías haber ayudado un poco más, cabrón... Jajajaja.

Nos fuimos de allí, con el personal del hotel despidiéndose de nosotros, era gente muy amable. Regresamos hasta la zona donde estaba el apartamento, pero antes paramos en un chino para comprar unas cervezas y nos fuimos a la playa para sentarnos. Irene me dijo que quería hablar conmigo a solas y nos apartamos un poco de los demás, dejando a Elena, Mario y Noelia hablando entre ellos. Irene y yo nos sentamos en la arena y empezamos a hablar mientras bebíamos cerveza.

-Ha estado muy bien la cosa, me ha gustado como lo habéis hecho.
-Sí, no ha estado mal. Ya he visto como le comías la boca a Mario, jajaja.
-Me ha puesto que mi chico sepa tocar la guitarra. No tenía ni idea.
-Bueno, no es que tuviéramos mucha idea, era un hobby. No dábamos clases ni nada. A Mario le regalaron una guitarra y empezó a trastear con ella.
-¿Y tú?
-Bueno, mi hermano tenía una batería y cuando se fue a la universidad, pues aproveché para usarla yo un poco de vez en cuando y como Mario y yo compartíamos gustos musicales, pues lo hablamos y con otros tres pues hicimos eso.
-Que guay, ojalá haberos visto en aquel entonces. ¿Elena os vio?
-No, como ella tiene dos años menos que nosotros, fue otro día a esos actos. Nosotros lo hicimos antes porque teníamos la selectividad.
-Vaya sorpresa se ha llevado. Se ha emocionado y todo...
-Sí, es muy ñoña.
-¿Siempre ha sido así?
-Pues si te digo la verdad, me he sorprendido, porque siempre la he visto como una chica con carácter. A veces daba miedo hacerle alguna coña o vacilarle cuando nos conocimos, pero una vez la conoces más y entras en su círculo más cercano, es otra. Es muy sensible.
-Me hubiera gustado haber vivido esa época con vosotros. Soy muy feliz ahora mismo que os tengo a mi lado.
-Joder, Irene...
-Es verdad Javi, sois muy importantes para mí. Os quiero un montón.
-A ver si te vas a emocionar tú también, jajajaja.
-Cállate, jajajaja.
-¿Esto era lo que querías hablar?
-Sí, bueno y preguntarte si has pensado algo para el cumpleaños de Elena.
-Sí, tengo algo en mente, pero me tenéis que ayudar un poco.
-¿Puedo saber...?

Entonces le conté a Irene el plan que tenía para el cumpleaños de Elena, enseñándole lo que le iba a regalar con una foto que le eché.

-Javi, es muy bonito. Le va a encantar.
-¿Tú crees?
-Sí. De hecho, va a llorar, lo sabes, ¿no? Jajaja.
-Buah... Se me pone mal cuerpo cuando la veo así... Como antes cuando hemos hecho eso.
-No hombre, si es por algo bonito. No se pone así porque esté mal, se pone así porque le encantas, te quiere con locura. Siente las cosas mucho contigo.
-Ya, ya lo sé. Pero me da cosilla...
-Venga, vamos con los demás, anda.
 
Capítulo 153

Regresamos con el resto, dándome cuenta de que Noelia me miraba un poco raro mientras nos acercábamos. Nos sentamos y estuvimos un rato hasta que se empezó a hacer tarde y volvimos para irnos a dormir. Cuando llegamos al apartamento, todos nos cambiamos de ropa, poniéndonos más cómodos. Hacía muy buena noche y por la siesta que se pegaron todos estuvimos un buen rato en el balcón tomando el aire tan fresco que hacía aquella noche. Seguimos hablando y pasado un buen rato. Mario se fue a dormir porque estaba que no podía más e Irene se fue con él, no sin antes acercarse a mí para darme un abrazo por la espalda y susurrarme:

-¿Ves como al final no ha pasado nada raro? Todo va bien.

Sonreí al escucharla y me dio un beso en la mejilla. Luego se despidió de todos, dándonos las buenas noches y nos quedamos Elena, Noelia y yo en el balcón. Noelia estaba más callada que de costumbre a pesar de que la otra pareja se había ido ya. Finalmente se levantó de la silla para entrar al salón e irse a dormir, pidiéndonos que no tardáramos mucho en irnos a dormir porque quería descansar. Cuando Noelia entró, cerramos la puerta del balcón para hablar un poco más.

-Javi, no tenía ni idea de que podías hacer eso...
-¿Lo de la batería?
-Sí. Ha estado genial, me ha encantado.
-Me alegra oír eso. Aunque te has emocionado un poco... Jajajaja.
-Joooo, no te rías...
-Si es que me río por no comerte a besos. Se me pone un cuerpo cuando te veo así...
-Anda...
-Es verdad. -dije acercándome- Cuando te veo emocionada o triste, me lo transmites de una manera... Solo me entran ganas de darte mimitos.
-Ay... (dijo acariciándome la cara)
-Elena, te quiero.

Elena me empezó a besar con mucha ternura. Era cierto eso de que le ponía mucho cuando me abría de esa manera y le mostraba mis sentimientos hacia ella. Se ponía muy cariñosa y eso era algo de lo que me iba a aprovechar, del mismo modo que ella aprovechaba mi punto débil del cuello.

Le cogí del culo, empezando a amasárselo y el beso se hizo más intenso. Después le di la vuelta y le empecé a besar el cuello después de apartarle el pelo. Podía ver sus pezones duros, marcados en su camiseta de tirantes del pijama. Mientras le besaba el cuello con cariño, le metí las manos por dentro de la camiseta para tocarle las tetas y comprobar lo duros que estaban sus pezones, empezando a pellizcarlos.

-Qué cabrón eres... Jejeje...
-¿Yo? ¿Por qué?
-Porque sabes cómo me pongo cuando haces eso y te aprovechas...
-Pues claro, jajaja. Igual que una que yo me sé se aprovecha de mi cuello...
-Mmm... Pero no vamos a follar aquí, mi amor...
-Shhh... No rompas el momento.

Me aparté de su cuello para bajar por su espalda, dándole varios besos hasta llegar a su culo, el cual mordí ligeramente mientras Elena soltaba una risita. Estaba muy caliente, así que aproveché que las toallas estaban tendidas sobre la barandilla del balcón, tapando todo lo que había en él, para bajarle esos pantaloncitos y sus braguitas, empezando a darle besos en los cachetes del culo. Elena empezó a suspirar y yo ya no podía más. Le cogí de las caderas e hice que pusiera su culo medio en pompa para empezar a comerle el coñito desde atrás, colando una mano por delante para estimularle el clítoris muy suavemente. Respiró agitadamente porque no parecía esperarse aquello. Estuve así durante unos segundos, pasando mi lengua también por su ojete. Elena se deshacía, empezando a lanzar suspiros mientras se retorcía ligeramente y cerraba sus piernas un poco de manera automática. Por cómo estaba dispuesto el salón Noelia no podía ver nada, ya que las persianas que dejaban pasar la luz de la calle, estaban bajadas y la puerta al balcón no daba hacia donde ella iba a dormir

Continué con las lamidas mientras le seguía tocando el clítoris hasta que Elena se corrió, ahogando sus gemidos con su mano. Me puso muy burro ese cambio en el sabor de sus fluidos y cuando acabé, sin dejar que se recuperará de esa bofetada en forma de orgasmo que Elena sufría siempre, le di la vuelta para besarla. Volvió a lanzar otro gemido, esta vez amortiguado por mi boca y me aparté de ella, pero se echó en mi pecho, abrazándome para recuperarse ahí de su orgasmo. Yo la abrazaba con cariño mientras notaba como me temblaba un poco el cuerpo hasta que se recuperó. La cogí de la mano y me dirigí a la puerta del balcón para entrar, pero me frenó, mirándome con una sonrisa pícara.

Después me sentó en una silla y me sacó la polla, que aún seguía bastante dura. Se puso de rodillas y empezó una mamada a buen ritmo, llevando cuidado de no hacer mucho ruido. Jugaba con mis huevos, acariciándolos con la mano mientras seguía chupando, mirándome a los ojos. Con lo que había hecho antes estaba muy cachondo, y ver a Elena hacerme eso en ese sitio pues me puso aún más, por lo que tarde muy poco en vaciar mis huevos en su boca entre pequeños jadeos que trataba de que no fueran muy grandes. Cuando acabé, ella se quedó mirándome mientras pasaba su lengua suavemente por mi glande. Cuando la miré me guiñó un ojo y se lo tragó, sacando la lengua para que viera que no había nada. Después me sonrió girando su cabeza y la levanté para sentarla encima mía y besarla. Después de unos segundos besándonos, entramos para ir a la habitación sin notar nada raro y nos acostamos, poniéndose Elena sobre mi hombro, con su mano en mi pecho y una pierna suya por encima de las mías como solía. En nada se durmió y al poco le seguí yo al pensar el día tan bueno que habíamos tenido.

Me desperté abrazando a Elena por detrás mientras ella seguía durmiendo. Estábamos muy a gusto con el aire acondicionado que dejamos puesto toda la noche para no pasar calor. Empecé a acariciarle el cuerpo hasta que se empezó a despertar, con una sonrisa en la boca. Nos empezamos a besar suavemente hasta que la cosa fue a más y Elena me sacó la polla para empezar a masturbarme suavemente. Oímos ruido así que paramos antes de que la cosa fuera a más y nos viniéramos arriba y nos pudieran oír. Nos levantamos y nos cambiamos de ropa, aprovechando para que se me bajara la erección. Al salir me percaté de que la puerta estaba sin llegar a estar cerrada del todo y recordé que la habíamos cerrado por la noche. Tampoco le di mucha importancia y salimos hacia la cocina para desayunar. En la cocina ya estaban los tres, casi terminando de desayunar.

I: Como se os pegan las sábanas...
M: Lo que se pegan son otras cosas... Jajajaja.
J: Nos hemos levantado graciosillos, jajajaja.
I: Anda, no tardéis que, si no, se llena la playa. (dijo dándome un cachete en el culo al salir de la cocina)

Desayunamos rápidamente, yendo después al baño y finalmente nos fuimos a la playa como el día anterior. Clavamos las sombrillas y extendidos las toallas y entonces pasó algo. Las chicas estaban sacando los botes de crema de sus bolsos y me di cuenta de que Noelia se estaba quitando la parte de arriba del bikini, dejando sus tetas al aire. También vi como levantaba su culo de la toalla, poniéndose de rodillas para ponerse la parte de abajo como si fuera un tanga. Me empecé a poner nervioso, primero por ver el cuerpazo de Noelia, más delgada que cuando la conocí, pero con unas curvas muy sensuales, con un buen culo y muslos carnosos. Sus tetas eran increíbles, con esa forma cónica, con esos pezones orientados hacia arriba. Ya se me habían olvidado que tenía esos apetecibles pezones rosa palo, bastante parecidos a los de su hermana. Tenía las tetas blanquísimas de no darle el sol, cosa que parecía que iba a remediar haciendo topless. Ver su culazo con la parte de abajo del bikini puesto como si fuera un tanga negro no ayudó a que me calmara.

Disimuló un poco al empezar a echarse crema sobre ellas y ese manoseo me puso cachondo. No tenía pinta de estar intentando provocar, pero lo hacía de una manera que estaba empezando a despertar algo en mis bajos, por lo que me encogí mientras Elena, que estaba de espaldas a ella, me seguía echando crema. La segunda razón por la que me puse nervioso era por si a Noelia le había dado por empezar con sus juegos de nuevo, aunque no lo pensaba del todo al haber sido el día anterior tan normal. Irene tampoco la veía, ya que estaba de espaldas a nosotros. Entonces pasó algo que hizo que mi pensamiento de que todo iba a ir bien se empezara a desmoronar. Noelia se levantó y se puso frente a mí.

N: Javi, ¿me ayudas a echarme crema por la espalda? Y también por el culo, que quiero coger color... (dijo segundos después de la primera pregunta)
J: Eh... No.
E: Noelia, ¿qué haces? (dijo al ver a su hermana con las tetas a la vista de todos)
N: Topless, quiero coger bien el color por todo el cuerpo, no me gustan las marcas del moreno.
E: Tápate, anda.
N: No, quiero coger color. ¿Me ayudas entonces, Javi?
J: No.
N: Joder, que soso... ¿Y tú, Mario?
M: Eh...
I: Si quieres te echo yo... Jajaja.
E: Anda, ven. (dijo de malas maneras mirando a su hermana mientras la cogía de la muñeca para sentarla a su lado)

Elena le empezó a echar crema a Noelia por la espalda y un poco por el culo también. Ver como mi chica tocaba así a su hermana me encendió un poco y me volví a encoger para que no se me notara.

I: ¿Pues sabes qué? Yo también voy a hacer topless. (dijo quitándose la parte de arriba)
J: Vais a llamar la atención de todos.
I: Mejor, que miren, que vean lo buenas que estamos. ¿Te animas tú, Elena?
E: No, no me gusta hacer eso.
I: Mario, échame crema en las tetas, anda...
M: Encantado.
N: Que sosa es mi hermana...
I: Bueno, cada una es como es...
N: Mejor para Javi, así tiene más donde ver, que mi hermana las tiene más pequeñas que nosotras.
E: Noelia, no te cueles.
N: Pero si es verdad, ¿te crees que no nos las ha mirado ya? Si seguro que hasta se ha puesto cachondo.

Elena me miró intentado ver si Noelia llevaba razón.

J: Venga, parad con el tema.
N: Sí, así puedes seguir viéndome las tetas, ¿no? -dijo quitándome las gafas de sol- Así me las ves mejor.
J: Noelia, dame las gafas.
N: ¿Qué más da? Si ya sabemos todos dónde estás mirando...
J: En serio, dármelas, que tengo los ojos sensibles al sol.
N: Jajajajaja, que excusa de mierda has puesto. Si nos quieres ver las tetas, hazlo. No pasa nada, ¿o mi hermana se pone celosa?
J: Dámelas, coño. (dije dando manotazos sin ver bien)
N: Vale, vale, toma, que me vas a coger una teta como sigas así...

Me froté los ojos y me las puse. La cosa se tranquilizó, pero Elena me puso la mano en el muslo cuando se tumbaron todos y me susurró al oído:

-Tranquilo, no pasa nada. Es tonta.
-Ya...
-¿Te ha gustado?
-¿El qué?
-Verle las tetas. La excusa de las gafas ha sido un poco mala...
-Elena, ¿en serio?
-Que no pasa nada. Sé que las tiene más bonitas y entiendo que te gusten. Se te ha puesto morcillona...
-Joder, de verdad...

Me levanté, yéndome a dar un paseo.

-Espera. (dijo Elena al ver como me iba)
-No, quiero estar solo.
 
Capítulo 154

Empecé a echar a andar sin mirar a atrás, yendo por la orilla. Me puse a pensar en el numerito que acababa de tener lugar, y no solo por parte de Noelia. Ya estaba empezando de nuevo con sus provocaciones y encima pinchando para provocar a su hermana diciéndole que qué sosa era, que si tenía las tetas pequeñas, que si era celosa... Lo de las gafas de sol no era una excusa por mucho que lo pareciera. Cuando hay mucho sol no puedo mantener los ojos abiertos, se me cierran solos y me empiezan a llorar, por eso empecé a dar manotazos para hacer que me las diera.

Con lo bien que había ido el día anterior y ahora pasaba esto. No paraba de lamentarme de mi mala suerte mientras seguía andando, sin prestar atención a nada de lo que había a mi alrededor. También me puse a pensar en la parte de Elena, esos celos que le daban, los mismos que les dio con Ángela en su día. Me gustaba que tuviera ese punto de posesión o celos, como cuando le daba algún manotazo a Irene cuando intentaba tocarme o diciendo que mi polla era solo para ella, pero cuando empezaba a menospreciarse a sí misma, pintando a la otra chica mejor que ella, me tocaba los huevos de mala manera. Por mucho que la otra chica estuviera buena y me pudiera fijar en su cuerpo, ella era lo primero para mí. No tenía queja con ella en ese tema, disfrutaba muchísimo siempre en la cama con Elena y no entendía por qué hacía eso. No entendía por qué me pintaba a la otra chica mejor que ella, era algo que me quemaba la sangre. Estuve un buen rato paseando, dando vueltas. Me estaba asando así que me metí a darme un baño. Después de un rato, ya más refrescado y calmado, volví por donde había venido. Me puse nervioso porque eché a andar y no llegaba hasta donde estábamos, creía que me había perdido, pero decidí seguir andando. Tan absorto estaba pensando en mis cosas que no sabía cuanto había caminado. Seguí y seguí hasta que oí como Irene me llamaba. Por fin pude ver el sitio donde estábamos y fui hasta allí, sentándome a su lado, viendo que estaba sola.

-Sí que te has mosqueado...
-Pues sí, la verdad.
-Están buscándote, yo me he quedado por si volvías. Voy a avisarles.
-Espera, déjalos un poco por ahí.
-Huy...
-Estoy de mala ostia, no me apetece montar un numerito. De hecho, dame las llaves, que me voy al apartamento. Se me han quedado las ganas de playa.
-Javi, tranquilo. No ha sido para tanto, no te pongas así.
-Es que no veas...
-¿Es por Noelia?
-En parte.
-¿Cómo?
-Tía, Elena con sus celos... Me toca mucho la polla a veces...
-¿Qué ha pasado?
-Nada, que me ha preguntado que si me han gustado las tetas de su hermana.
-Ay, Javi... No es para tanto.
-Luego me ha dicho que es normal que las mire, que las suyas son mejores.
-Hala...
-Irene, me jode mucho cuando se menosprecia así cuando se pone celosa. Me molesta mucho y lo sabe. En su día nos pasó con Ángela y me dijo que no volvería a pasar.
-Háblalo con ella.
-No me apetece. No quiero hablar nada en caliente.
-Bueno, como veas. Toma, coge las llaves. Anda, date una ducha fría y te despejas.

Me fui de allí hacia el apartamento, intentando calmar mi enfado. A Irene se lo pinté en gran medida por lo de Elena, y era cierto que estaba enfadado por aquello, pero lo que más me molestó en realidad fue lo de Noelia. Me estaba viendo venir que sería una semana muy larga y no muy agradable que digamos. Entré y me pegué una ducha y luego me eché en la cama para ver la tele. Pasado un rato llamaron al timbre. No tenía ganas de abrir, pero al ver que insistían, fui. Me encontré solo a Elena quien me miró con ojitos.

-Javi, perdona.
-Venga, pasa.
-¿No quieres volver a la playa?
-No, por hoy ya he tenido suficiente playa.
-Vale. ¿Me puedo quedar aquí contigo?
-Claro, ¿cómo no vas a poder?

Entramos y me volví a tumbar en la cama mientras Elena se duchaba. Puse el aire para que ambos estuviéramos fresquitos, ya que empezaba a apretar el calor. Cuando volvió se tumbó a mi lado, posando su mano por mi pecho. Se me quedaba mirando, pero yo seguía pendiente de la televisión. Entonces empezó a pasar su mano por mí pecho, bajándola por la barriga y subiendo, como si me estuviera haciendo un masaje. Después se puso sobre mí y me empezó a dar besitos para luego pasar a mi cuello. De nuevo aprovechaba para ir a mi punto débil mientras me sobraba el paquete.

-No, Elena.
-¿No?
-No. No estoy de humor para follar.
-Creía que te gustaría, para levantarte el ánimo y cómo esta mañana nos hemos quedado un poco con las ganas...
-Elena, deja de poner ese tono de voz de niña buena. Estoy enfadado.
-Javi, perdona. No quería hacerte sentir mal. (dijo bajándose de mí, quedando sentada de lado en la cama)
-Pues lo has hecho.

Elena me miró con ojitos, pero no para seducirme. Su mirada reflejaba culpabilidad.

-Elena, estas cosas no se solucionan con sexo. Hay que hablarlas.
-Vale, lo entiendo. ¿Qué quieres hablar?
-Mira, me molesta mucho cuando te menosprecias como has hecho antes.
-Pero yo...
-Sí Elena. Lo has hecho. Y lo peor es que lo sabes. Ya nos pasó con Ángela en su día, ¿te acuerdas?
-Sí.
-¿Y recuerdas lo que pasó?
-Ajá...
-Pues no quiero verte así más. Elena, se me parte el corazón cuando te veo triste y no me gusta nada que te pongas por debajo de nadie. Vales mucho, eres una chica increíble y no deberías tener envidia de nada ni de nadie.

Elena se quedó en silencio, mirándome fijamente a los ojos.

-¿He mirado a tu hermana y a Irene? Pues sí, lo he hecho. Pero es que los tíos somos así.
Vemos carne y se nos van los ojos y más si están a dos palmos de nosotros. Pero para mí tú eres la primera en todo, mi vida. ¿O es que alguna vez he dicho algo malo de tu cuerpo o de ti? Me encantas cómo eres, en todos los aspectos.
-Javi, mi amor...
-¿Qué pasa?
-Que te quiero. (dijo mientras se le ponían los ojos vidriosos)
-No te pongas así, va.

Elena me empezó a besar con mucho cariño, pasando su mano por mi cara. Estuvimos un buen rato así, besándonos y acariciándonos, hasta que se despegó de mis labios para hablarme.

-Lo siento, Javi, de verdad. No lo hago adrede, es algo que me sale solo.
-Ya, sé que no lo haces queriendo, pero es algo que me molesta. Me jode mucho que la persona a la que más quiero se autosaboteé de esa forma. Ya le gustaría a tu hermana ser la mitad de fantástica que eres tú.
-Ay... Gracias, mi amor. De verdad, odio cuando te hago sentir así de mal. Cuando pasó lo de Ángela sentía angustia al verte así. Lo siento.
-Va, ya está.
-Creo que es por lo de Alejandro. Tengo miedo de que me vuelva a pasar y cuando pasa algo así veo como si la otra chica fuera una rival. Tengo miedo a perderte.
-Eso no va a pasar.
-No sabía que lo de mi anterior relación me había afectado tanto... Me ha creado inseguridades. Pensaba que lo pasaría mal por echarle de menos, pero no fue para tanto. Sin embargo, ahora tengo este problema.
-Es que después de cinco años, pues es normal. Debías tenerle mucho apego y que te hiciera eso, pues es muy jodido, la verdad.
-Sí. Pero en realidad estoy tranquila por eso. Sé que tú no me harías algo así.
-Por supuesto que no. Si ya tengo lo mejor del mundo, no voy a dejarlo escapar por nada ni nadie.
-Ay...
-Me resulta curioso una cosa.
-¿El qué?
-Con Irene no te ha pasado, ¿verdad?
-No. Bueno, ya has visto que algún manotazo le he dado y tal...
-Sí. Eso sí me gusta, me hace gracia. Pero lo otro no.
-Jajaja. Pues no, con Irene ha sido diferente. No veo que quiera nada contigo, no sé si me entiendes.
-Más o menos.
-Hacemos nuestras cosas con ella, algo que nunca me habría planteado hacer, la verdad. Pero sé que ella no busca nada más que divertirse. No tengo nada de miedo por su parte. Sé que te quiere mucho, como a mí, pero es otro tipo de amor. Y me gusta mucho que tengamos a personas así cerca.

Nos quedamos tumbados de lado, mirándonos a los ojos, con más caricias hasta que nos volvimos a besar. La televisión pasó bastante desaparecida, estábamos centrados el uno en el otro, sintiéndonos, solo existíamos nosotros dos, no había nada más en ese momento. Estuvimos muchos minutos entre besos y caricias hasta que Elena se tumbó encima de mí, empezando a coger intensidad tanto esos besos como esas caricias.
 
Capítulo 155

Me desnudó muy lentamente, besándome por todo el cuerpo. Lo hacía con mucho cariño. Yo me dejaba hacer y la excitación se empezaba a apoderar de nosotros. Una vez desnudos Elena se puso a la altura de mis caderas y me la empezó a chupar lentamente, mirándome a los ojos, pero teníamos tantas ganas el uno del otro que la soltó rápidamente, subiéndose encima de mí para empezar a follarme lentamente y con mucho cariño. Las caricias y los besos eran un continuo mientras nuestro acto de amor se sucedía. No dejábamos de mirarnos a los ojos siempre que nuestros labios se despegaban. El ritmo era tan lento que nos permitió estar muchísimo tiempo disfrutando cada sensación que generábamos en el otro, tanto, que empezaron a llamar a la puerta. No contestábamos ni hacíamos por donde para ver quién era. Solo existíamos nosotros dos, lo demás no importaba. Ya podía estar la casa ardiendo, que nosotros seguiríamos así hasta que acabáramos. No paraban de llamar y Elena, cansada ya, se despegó de mí para gritar:

-¡Que estamos ocupados, coño!

Me empecé a reír y entonces Elena me cogió de las manos, entrelazando nuestros dedos y se lanzó a mi cuello. El roce de nuestros sexos era cada vez más rápido y podía notar los gemidos de Elena saliendo de su boca mientras me besaba mordía mi cuello, amplificando las sensaciones que tan sensible me ponían cuando se centraba en esa zona. Eso, más los movimientos de cadera de Elena hacia delante y atrás con toda mi polla en su interior hicieron que me empezara a correr mientras me retorcía. Elena al verme así empezó a gemir de manera muy dulce, pero siendo cada gemido más alto que el anterior, despegándose de mi cuello, poniendo su cara a pocos centímetros de la mía, permitiéndome ver como apretaba sus ojos y abría su boca. Empezó a vibrar, con algunos fuertes espasmos y se derrumbó en mi pecho. Siempre me fascinaba como sus orgasmos se prolongaban mientras que yo solo necesitaba unos breves minutos para recuperarme normalmente. Dejó su cuerpo muerto sobre el mío, jadeando fuertemente mientras yo le acariciaba la espalda, le abrazaba y le besaba la cabeza.

Una vez se recuperó me empezó a besar en el pecho con cariño mientras hacía soniditos muy dulces. Volvimos a estar así un buen rato, los dos bien abrazados, ella encima de mí, con muchos besos, caricias y mucho cariño. Estaba en la gloria. Solo deseaba que se parara el tiempo en ese momento para disfrutar de ella lo máximo posible así, pero entonces, empezaron a llamar de nuevo a la puerta con insistencia.

-Joder, me cago en su puta madre...
-Tranquila, mi vida, jajajaja.
-Con lo a gusto que estamos y tienen que tocar las narices...
-Espera, voy a ver quién es.
-Tráeme papel antes, porfa...
-Vale.

Después de darle un rollo de papel a Elena fui hacia la puerta en boxers y con unos pantalones cortos, aún un poco sudado. Abrí y eran Irene, Mario y Noelia. Noelia se me quedó mirando un poco de arriba a abajo y fue la primera en pasar apartándome con su mano.

I: Tío, que tenemos que ducharnos antes de ir a comer... Ya verás tú como ahora está a reventar...
J: Estábamos ocupados.
M: Di que sí, hay que aprovechar.
N: Este se ha puesto cachondo viéndonos las tetas y estaba deseando meterla, jajaja.
J: No, con las de mi novia tengo de sobra, no necesito ver otras.
N: Si las tiene pequeñas...
J: ¿Y? A mí me encantan. Son las tetas más ricas que me he comido en mi vida, me pone mucho. (dije con tono para picarla)

Noelia se quedó callada y se fue al baño a ducharse. Irene y Mario se fueron al otro baño y yo volví con Elena, que estaba con su pijamita corto puesto, aunque sin ropa interior debajo, ya que me la encontré en el suelo al entrar.

-¿Qué pasa?
-Nada. Han venido a ducharse para ir a comer ahora.
-Am... Anda, ven aquí conmigo...

Me tumbé al lado de Elena y nos volvimos a abrazar y a besar. Al poco llamaron a la puerta.

I: Vamos a comer, ¿no?
E: No. Estamos a gusto. Además, tenemos otro tipo de hambre... Jejejeje.
I: Mmm... ¡Huy! (dijo mirando la ropa interior de Elena en el suelo)

Irene cogió las braguitas de Elena y se las llevó a la cara para olerlas, haciéndolo de manera muy lasciva y poniendo una cara de vicio increíble.

I: Pfff... Que perra me he puesto. Están mojaditas...
J: Sí, es que hemos estando un buen rato hasta que hemos empezado y...
I: Elena... -dijo acercándose- Tengo muchas ganas de comerte ese coñito tan bonito y tan rico que tienes.
E: Jijijiji...
I: Y otra cosa también, pero no quieres...
E: No. De eso olvídate. Pero... Luego si quieres... (dijo de manera melosa)
N: Luego si quiere... ¿Qué? (dijo apareciendo por la puerta)
J: Nada.

Irene guardó las braguitas de Elena en sus manos, arrugándolas para ocultarlas bien, poniendo un poco cara de susto.

N: ¿Todavía estáis así? Joder... Vamos a comer a este paso de noche.
I: Ellos no vienen.
N: ¿No?
I: No, no tienen hambre.
N: Ya, eso será...
M: Bueno, ¿nos vamos a comer, o qué?
N: Que no, que los tortolitos se quedan dándole que te pego.
M: Pues nada, me tocará irme con estos dos bellezones a comer.
J: Lo siento Mario, pero yo me quedo con la mejor, jajaja.
I: Oye...
N: Sí, la mejor...
J: Pues ya ves que si es la mejor... (dije empezando a besarle el cuello mientras a Elena le entraba la risa)
I: Pues nos vamos. Con lo que sea nos llamáis y luego nos juntamos otra vez. (dijo mientras Mario y Noelia se iban hacia el salón)
E: Sí, aunque va a ser un día muy largo... jijiji...
I: Mmm... Qué envidia me dais...

Irene dejó las braguitas de Elena sobre la mesita y se fue, parándose en la puerta para mirarnos mientras se mordía el labio. Después cerró la puerta y se fue.

-¿Cómo que va a ser un día muy largo?
-Pues eso, tengo muchas ganas de ti, de lo que me haces, de como me llevas al límite y lo que me haces sentir.
-Ufff...
-Pero es que hay un problema. (dijo levantándose para ir hacia su maleta)
-¿Cuál?
-Pues...

Elena se empezó a desnudar, quitándoselo todo muy sensualmente y después cogió algo y se dio la vuelta, viniendo hacia a mí con sus manos en la espalda, ocultando lo que había cogido.

-He sido una chica muy mala... Mucho. Y me merezco que me castigues. (dijo poniendo sus manos delante suya, extendidas, con nuestra fusta sobre sus palmas)
-¿Quieres que te castigue?
-Sí. Quiero que me azotes muy fuerte con esto. Que me deje marca para que no se olvide nunca lo que me quieres y lo tonta que soy por pensar así.

Me levanté y me puse frente a ella, acariciándole la cara con mucha suavidad. Luego cogí la fusta y le acaricié la cara de la misma manera mientras apreciaba como se le empezaba a acelerar la respiración a Elena. Me miraba con unos ojos vibrantes y su nariz se abría por respirar con tanta ansiedad. Eché la fusta a la cama y le agarré del culo para pegarla a mí. Elena lanzó un jadeo al sentir ese movimiento, quizá un poco brusco. Una vez pegados, le pasé el pelo por detrás de la oreja, cogiéndola en brazos, para que se agarrara a mis caderas con sus piernas, agarrándose a mi cuello con sus brazos. Podía notar como a su respiración agitada, tanto como sus ojos, se sumaba un ligero temblor en su cuerpo, mientras me miraba a los ojos fijamente, cambiando a mis labios varias veces.

-Estás temblando...
-Un poquito.
-¿Por qué?
-Porque me pones mucho. Y sabes que cuando me pasas el pelo por detrás de la oreja y me coges así, pues me pongo muy mala...
-Sí que lo sé.
-Javi...
-Dime.
-Domíname.

Me dio un escalofrío cuando me pidió eso mientras me miraba fijamente, haciendo que a ella le diera otro al sentir el mío. Nos empezamos a besar, pero ahora con más ansia. Nos tumbamos en la cama y nos seguimos besando hasta que me incorporé y la cogí del cuello con firmeza.

-Te voy a tener que quitar esa tontería de la cabeza.
-Siiiii. (dijo bajito, de manera muy dulce)
-Has hecho que me enfade, y ahora tendrás tu castigo.
-Siiiii... Castiga a tu zorrita.

Ahí se acabaron las palabras. Puse a Elena boca abajo, acariciándole la espalda y el culo con la fusta, dándole un fuerte azote con ella. El chasquido resonó bastante alto y Elena lanzó un gemido alto, mezclando placer y dolor. Entonces le tiré del pelo para levantarle la cabeza.

-Shhh... No te he dado permiso para quejarte.
-Lo siento, no volverá a pasar, señor.
-Eso espero.

Le volví a acariciar el culo con la fusta y le di otro azote, algo más fuerte que el anterior. Fue como una prueba para ver si se quejaba, pero no. Reprimió casi por completo su gemido ahogándolo contra la cama. De nuevo, volví a acariciarle la espalda, el culo y los muslos con la fusta, dándole esta vez en un muslo. De la misma manera que antes, no se quejó, casi ni tuvo que reprimir ningún gemido ni nada, lo aguantó bien. Estuve así un buen rato, con caricias seguidas de azotes, sobre todo por su culo. Algunos eran más altos que otros y le empezaban a dejar marcas en su culito, que tenía los cachetes bastante rojos con finas líneas con un rojo más vivo.

Me cansé de la fusta y la dejé apartada, empezando a azotarla con la mano, ya que así abarcaría más. Le daba firmes azotes, manteniendo su culo rojo. Ella no se quejaba, pero sí que movía su cuerpo cuando recibía cada azote. Estuvimos así bastante tiempo. Tenía el culo rojísimo y muy caliente. Tanto rato estuvimos así que mi mano estaba de la misma manera que su culo. Decidí dejarle el culo porque creía que ya había tenido suficiente y le di la vuelta. Tenía las mejillas muy rojas y para mi alivio, no soltó ni una lagrima, como en la primera vez que usamos la fusta.

La tumbé boca arriba y la besé con cariño durante unos breves segundos hasta que pasé a comerle las tetas, dándole algún mordisco más fuerte que otro, provocando que lanzara algún gemido de queja. Los primeros se los dejé pasar, pero cuando llevaba cinco o seis, me incorporé y le solté una guantada que hizo que le cruzara la cara, lanzando ella un jadeo de sorpresa. Me miró inmediatamente con cara de vicio y mordiéndose el labio mientras yo le hacía un gesto diciéndole que guardara silencio. Ella asintió con cara de niña buena y entonces seguí jugando con sus pezones, bajando hasta su pubis, comenzando a besarlo. Veía como su barriguita subía y bajaba por su respiración agitada debido a la excitación y le pasé la lengua por su rajita, haciendo ella amago de gemir, cosa que remedió poniendo ambas manos sobre su boca.

Le empecé a comer su coñito dando grandes lametones y succiones cuando pasaba a su clítoris. Elena se empezaba a estremecer y se le escapaba algún que otro gemido. Cuando lo hacía, yo le pellizcaba los pezones con más fuerza cada vez. Llegó un punto en el que se quejaba bastante, por lo que me levanté y cogí las cuerdas para atarla, porque otra de las cosas que hacía, era poner sus manos sobre las mías cuando le pellizcaba, haciendo fuerza alguna vez que otra para que dejara de hacerlo. También le puse la mordaza para que se mantuviera callada. Seguí durante un buen rato jugando con su coñito, lamiéndolo, chupándolo, besándolo, succionando...

Siempre que había indicios de que se iba a correr por la forma en la que se retorcía o aceleraba su respiración, paraba, mirándola a los ojos. Ella me miraba con ojitos, poniendo cada vez una cara de pena mayor. Después de comerle el coño durante un buen rato, me incorporé, poniéndome de rodillas y frotando mi glande por toda su rajita. Llegaba un punto en el que pasaba lo mismo que cuando se lo comía. Cada vez se movía más, por lo que le puse la mano en el cuello, apretando un poco para que se estuviera quieta. Parecía funcionar y ponía cara de placer cuando le apretaba, por lo que lo hacía de vez en cuando y alguna vez que otra con más fuerza, haciendo que se pusiera un poco roja.

-¿Te vas a portar bien si te desato y te quito la mordaza?

Elena asintió.

-Responde. (dije quitándole la mordaza)
-Sí. (dijo bajito, con una voz muy dulce)
-¿Vas a intentar apartarme cuando no puedas más?
-No. (dijo de la misma forma)
-¿Vas a chillar?
-No, te lo prometo.
-Bien.

Me incliné de nuevo para empezar a besarle en el estómago y la barriga, pasando después por su pubis, besándolo también. Amagué con pasar por su chochito, pero fui a por sus muslos, bajando cada vez más hasta que pasé a sus pies. Le di un beso a cada uno, pudiendo ver como Elena se empezaba a poner roja de la excitación que tenía. Hice un amago de chupárselos, pero no lo hice.

-No. No te lo mereces. Te has portado muy mal hoy, no te voy a dar ese gusto.
-Vale, como tú quieras, señor.
-De hecho, creo que ya sé cuál va a ser tu castigo...
-Seguro que está a la altura de mi insolencia.
-Sí, creo que sí. ¿Quieres saber cuál es, o sentirlo directamente?
-Lo que mi señor considere oportuno.
-Pues te lo voy a decir, para que te hagas a la idea y que así no te pille tan de sorpresa.
-Como desees.
-Te voy a follar el culo, pero metiéndola de golpe, no te voy a preparar la ello. Creo que ese dolor es comparable al que tú me has hecho.
 
Capítulo 156

Elena puso cara de pánico, intentando reprimirla, aunque le costaba muchísimo. Abrió mucho los ojos, aunque no decía nada. Evidentemente no iba a hacer eso, no iba a follarle el culo así tan bestia, ni siquiera tenía pensado follárselo en realidad, pero estaba muy cachondo con ese juego que estábamos haciendo, me ponía mucho como se ponía ella cuando la dominaba así y que me tratara de señor hacía que me encendiera más. Esa sumisión por su parte, poniendo esas caras, esa voz dulce de niña buena me ponían la polla muy dura y decidí llevar el juego un poco más allá haciéndole creer eso para darle un punto de miedo. Ni de coña le haría eso a ella, no quería hacerle daño a mi Elena de ninguna manera, se me parte el corazón cada vez que la veo mal y eso seguramente la haría llorar de dolor. Si fue cuando jugamos con la fusta por primera vez, en la que se le saltaron las lágrimas del dolor y se me puso un mal cuerpo que se me bajó hasta la erección... No quería ni pensar qué cómo reaccionaría yo si llevara eso a cabo.

Empecé de nuevo a acariciarle toda su raja con mi glande, empezando a meterla y cuando notaba que se iba a correr, paraba y la sacaba, empezando a acariciarle el ano, haciendo amago de meterla con fuerza al echar mi culo hacia atrás para coger impulso. Elena ponía cara de terror, pero simplemente se lo acariciaba. Después le volví a acariciar la rajita hasta que se calmaba un poco y se la volvía a meter en su coñito, repitiendo el proceso, parando cuando se iba a correr y pasando el glande por su ojete para hacer un poco de presión y coger impulso para finalmente no hacer nada. Fueron varias las veces en el que hacía eso hasta que yo ya estaba cerca de correrme y cuando Elena estaba cerca de acabar, no paré. La empecé a embestir de manera criminal, haciendo que ella apretara mucho sus ojos y sus labios, como si se los mordiera para no abrirlos, poniendo ambas manos sobre su boca después para no empezar a chillar.

El cabecero golpeaba la pared y la cama chirriaba del movimiento tan frenético con el que la estaba follando. Elena se empezó a retorcer, apretando mi polla con su coñito de manera muy fuerte, como si no quisiera que me escapara de ella. Puso sus ojos en blanco y apretaba sus manos contra su boca. Yo le agarraba de los muslos y aceleré todo lo que pude provocando que empezara a mojarse muchísimo, lanzando finos chorros. Noté como una tensión muy fuerte y saqué mi polla. Esos finos chorros se transformaron en unos más grandes y gordos, haciendo que Elena se moviera como si estuviera poseída, elevando su cuerpo de manera rara mientras seguía con sus ojos en blanco. Le agarré para que no se hiciera daño y poco a poco dejó de chorrear, aunque le daban unos espasmos fortísimos.

No pude aguantar al verla así y me empecé a pajear. A las dos sacudidas empecé a bañarla en semen, saltando los chorros hasta su cara. Al haber acabado el juego, le intenté quitar sus manos de su boca para que respirara bien, pero estaba como engarrotada, muy rígida. Conseguí quitárselas y Elena respiraba con mucha ansiedad, emitiendo sonidos raros, como de alivio, pena, placer... Cogí un poco de papel para limpiarle mi corrida y un poco el sudor de su cara. Se quedó dormida después de liberar toda a tensión de su cuerpo. Hacía mucho calor en la habitación por haber estado con la puerta cerrada y por el folleteo que resultó durar bastante cuando miré el reloj. La tapé con la sábana para que no cogiera frío por el aire acondicionado y me tumbé a su lado, mirándola. Me encandilaba ver como dormía. Estaba preciosa con el pelo alborotado, esa expresión de tranquilidad y con sus mejillas sonrojadas aún.

Ahora sí que me estaba entrando hambre después de tanto folleteo y estar sin comer nada desde la mañana, pero veía a Elena tan mona y relajada que me daba pena despertarla, así que esperé a que ella lo hiciera.

Después de una media hora se despertó abrazada a mí mientras yo veía la tele. Se estiró para besarme en la mejilla y quedarse mirando sonriendo.

-Me dejas sin energía, mi amor...
-¿No querías fiesta? Jajajaja.
-Siiiii, me encanta. Dios... Es que me dejas muerta.
-¿Te he llevado al límite?
-Mucho. Aún noto el cuerpo raro...
-Entonces ha ido bien la cosa.
-Sí. Pero no has hecho lo que has dicho que ibas hacer. Lo del castigo...
-No te iba a hacer eso, mi vida. Jamás te haría daño. Solo quería ver tu reacción y jugar un poco con el miedo.
-Jajajaja, que cabroncete eres...
-Un poquito. Que cara tenías... Parecía que te había dicho que te iba a matar, jajajaja.
-Hombre, me dices que me vas a meter este armatoste de golpe... (dijo llevando su mano hasta mi paquete)
-Vale, vale. Lo pillo.
-Jajajaja, que bien me lo paso contigo.
-Elena.
-Dime.
-Perdona por haberte hablado así antes. A lo mejor me he puesto más serio de la cuenta.
-No. Me lo has dicho como me lo tenías que decir. Te ha molestado y lo entiendo. Javi, te pido perdón por ponerme así. No quiero, pero es algo que me sale solo y no puedo remediarlo, me veo desbordada por la situación de que te puedas en fijar en alguien mejor que yo, o que te pueda resultar más atractiva que yo. Me da miedo y no quiero tener que pasar por eso de nuevo. Me muero si te pierdo. Intentaré que no vuelva a pasar, de verdad.

Me quedé en silencio, con un nudo en la garganta y los ojos vidriosos. Elena intentó levantar su cabeza para mirarme al ver que no decía nada, pero le abracé para que no me viera así. Le di un abrazo con fuerza, besándole la cabeza. Solo pensar que algo así pudiera pasar me removía todo por dentro. Ella me empezó a acariciar la espalda con cariño y yo seguía abrazándola hasta que me tranquilicé.

-Eso no va a pasar nunca, ¿me oyes? Nunca.

Elena sonrió y hundió su cara en mi pecho, besándomelo. Después de unos minutos así, los dos tumbados y abrazados fuimos a darnos una ducha, donde siguieron esas muestras de cariño con varias caricias, abrazos, besos y miradas a los ojos mientras estábamos bajo el agua. Cuando salimos dijimos de comer algo, los dos estábamos muertos de hambre después de haber quemado tanta energía, pero ya era tarde para ir a algún restaurante o chiringuito. Optamos por comer algo rápido que compramos en una tienda de barrio y dar un paseo para cenar fuerte y saciarnos mejor. Mientras hacíamos hora, dimos un buen paseo por todo el paseo marítimo, viendo el atardecer juntos, cogidos de la mano. Esos momentos con ella eran estupendos, los saboreaba lo mejor que podía. Tenía la compañía perfecta y no nos faltaba tema de conversación, siempre que no nos interrumpíamos cuando parábamos para darnos un beso.

Ya casi anocheciendo, Irene llamó a Elena preguntándole donde nos metíamos.

-Irene, hemos estado casi toda la tarde... Ya sabes... Y estamos ahora dando un paseo y vamos a ir a cenar, que tenemos mucha hambre.
-...
-Sí, jajajajaja. Necesitamos energía, que nos hemos quedado sin ella. Oye, ¿mi hermana os está dando mucho la tabarra?
-...
-Vale, vale. Pues Javi y yo cenamos y te llamo para vernos y nos tomamos algo todos juntos. Venga, luego nos vemos.

Elena colgó el móvil mientras sonreía un poco negando con la cabeza.

-¿Qué pasa?
-Nada, éstos, que no saben dónde nos metemos.
-¿Y todo bien?
-Sí. Es que se le ha olvidado decírtelo...
-¿El qué?
-Nada, que mientras te buscábamos, mi hermana iba haciendo el tonto insinuándose a varios. Casi que la llevaba arrastrándola para que no se parara, pero se ha parado con uno y se ha quedado hablando con él y hemos tenido que esperarla ahí un poco.
-Pues vaya...
-Qué vergüenza... Ella ahí con las tetas al aire, ligando y yo preocupada por ti. Mi hermana más preocupada por hablar con un chico que otra cosa...
-Vaya tela...
-Y esta tarde por lo visto el chico ese ha estado con ellos y tal.
-Ah, pues muy bien, así de distrae.
-¿Y dónde estabas tú?
-Pues empecé a andar y ni me di cuenta de donde estaba. Por el sol me dio mucho calor y me metí al agua para refrescarme, luego volví por donde vine, pero me puse nervioso porque creía que me había perdido, pero entonces oí a Irene llamarme a voces.
-Me has preocupado...
-Lo siento, pero estaba enfadado y necesitaba estar solo.
-Da igual, ya ha pasado. Después de cenar vamos con ellos y nos tomamos algo.
-Vale.

Fuimos a cenar a un restaurante, pasando un rato fantástico. No parábamos de hablar, con miradas de complicidad y sonrisas. Elena ponía su mano sobre la mía en varias ocasiones, acariciándola con cariño. Tenía unos ojos muy vivos, con brillo y siempre una sonrisa permanente. Después de cenar sin prisa, disfrutando de la comida y el uno del otro, nos fuimos dando otro paseo, esta vez por la playa hasta que Irene volvió a llamar a Elena para juntarnos. Nos mandaron ubicación y fuimos hasta allí. Nos los encontramos y estuvimos dando un paseo, ambas parejas cogidas de la mano mientras Noelia se quedaba atrás. Paramos en una terraza para tomarnos algo aprovechado que la temperatura era buena y corría algo de aire. Estuvimos hablando, estando la cosa muy animada, sin nada raro por parte de Noelia, quien estaba más pendiente de su móvil que otra cosa. Cuando acabamos y estábamos volviendo mientras pasábamos Noelia se detuvo mientras escribía con su móvil.

E: Vamos, Noelia, que te quedas atrás...
N: No, me voy con el chico que he conocido esta mañana.
E: ¿Cómo?
N: Pues que ha estado toda la tarde con nosotros y me ha caído bien y yo a él también y quiero estar un rato con él.
E: Pues mañana lo ves en la playa.
N: No, quiero verlo ahora y él a mí también.
E: Olvídate. No voy a dejar que te vayas por ahí con un chico que no conozco de nada. Mamá me mata si se entera y ella no lo permitiría.
N: ¡Joder! Vosotros bien que podéis follar todo lo que queráis, pero yo no puedo.
M: Tranquila Noelia.
N: Yo también me lo quiero pasar bien, tengo derecho.
I: Sí, claro que lo tienes, pero así no. Tu hermana es la principal responsable de que no te pase nada. Hazle caso anda, mañana lo ves.
N: No. Quiero verlo ahora y echarle un polvo.
E: Venga Noelia, no digas tonterías. Déjate de historias anda, vámonos.
N: No.
 
Atrás
Top Abajo