Reencuentro con Elena

Capítulo 117

Al rato me desperté con Elena haciéndome cosas en la cara, como si dibujara cosas con su dedo.

-Mmm... ¿Qué haces? (dije desperezándome)
-Viendo lo guapo que eres. (dijo empezando a besarme el cuello)
-Qué buen despertar...
-Sí, parece que estamos despiertos todos... jijiji... (decía mientras agarraba mi polla por encima de la ropa)

Entonces Elena se empezó a frotar con mi cuerpo mientras tenía su cara pegada a la mía, volviendo a pasar a mi cuello, bajándome los pantalones y los boxers para echar mano a mi polla y empezar a masturbarla muy suavemente. Después ella también se bajó la ropa, poniendo su coño sobre mi polla, empezando a frotarse. Estaba muy mojada, por lo que había una buena estimulación, recorriendo toda mi polla, moviendo sus caderas. Después de unos minutos haciendo eso se la metió, empezando a follarme despacio mientras su respiración se entrecortaba. Fue algo breve, aunque muy sensual, dándome ella muchos besos por la cara cogiéndome con sus manos del mentón mientras yo agarraba su culo. Aumentó ligeramente la cabalgada mientras pasó a besarme el cuello, haciéndolo para ponerme como ella sabía que me ponía cuando lo hacía así, empezando a sentir escalofríos por todo el cuerpo hasta que me empecé a correr dentro de ella, notando como me temblaban las piernas mientras ella gemía muy dulcemente en mi cuello, empezando también a temblar al notar mi orgasmo. Una vez dejé de correrme y habiendo parado ella, me volví a dormir en cuestión de segundos.

Al rato me desperté sin estar Elena a mi lado. Me desperecé y vi que estaba sentada con su portátil sobre la mesa, concentrada.

-Mira que te gusta dormir, ¿eh?
-Tía, con lo que me has hecho, he caído otra vez...
-Luego soy yo la sensible... (dijo con tono de guasa)
-¿Vamos a empezar otra vez con eso? ¿Quieres que me levante y te empotre contra la mesa? Porque por mí no hay problema... jajajaja.
-Relájate anda, que tengo que estudiar un poco, picha brava, jajaja.
-Te veo más animada.
-Sí, bueno, después de lo que hemos hecho... Eso levanta en ánimo a cualquiera.
-¿Se te ha pasado el cabreo entonces?
-Bueno, un poco. Pero sigo pensando que deberíamos estar más relajaditos un tiempo.
-Sí, sí. Estoy de acuerdo.
-Que mal cuerpo se me ha puesto al ver así a Irene...
-Sí, a mí también.
-Ya te he visto, que has ido al baño y todo.
-Eh... sí. Me he agobiado un poco.
-¿Crees que volverán a estar como antes?
-Claro, nosotros hemos tenido también nuestras cosas y míranos.
-Bueno, vamos a dejar de pensar en esto. ¿Qué te apetece para cenar?
-Lo que tú quieras. ¿Quieres que salgamos por ahí?
-No, quiero estar aquí tranquilita contigo.
-Vale, pues ahora hacemos algo.

Estuvimos un rato así, con ella estudiando y yo tirado en el sofá con el móvil hasta que llegó la hora de cenar, preparándola entre los dos y cenando mientras veíamos la tele. Después vimos una película los dos tumbados en el sofá, abrazados con nuestros cuerpos bien pegados, hasta que Elena se quedó dormida ya cuando estaba acabando, por lo que apagué la tele y la llevé con cuidado para acostarnos y dormir.

El domingo nos despertamos sobre las 10, yendo a la ducha juntos y después a desayunar.

-¿Cuando vienen tus padres?
-Pues no sé, creo que por la tarde, ¿por?
-Para saber cuánto tiempo nos queda para estar juntos.
-Bueno, aunque vengan puedes estar aquí, no pasa nada, ya lo sabes.
-Ya, ya. Me refería a ya sabes...
-¿A follar?
-Javiiiii... (dijo dándome un manotazo)
-Me encanta cuando te pones así.
-Si es que eres muy bruto...
-No te importa que lo sea cuando te follo...
-¿Ves? Otra vez. (dijo dándome otro manotazo mientras reía)
-Jajajaja.
-Pues eso, que me había traído todo lo usamos.
-¿Las cuerdas y eso?
-Sí, pero con lo que pasó ayer con el tema de Irene, como que se me han pasado las ganas de hacerlo así. Me apetece estar más tranquilita, como ayer por la tarde.
-Ah, no pasa nada. Ya tendremos tiempo de hacerlo así cuando nos apetezca.
-Por cierto, mi hermana me ha contado algo.
-¿El qué? (dije intentando aparentar tranquilidad, pero alarmándome)
-Que le ha salido muy bien el examen de inglés, que ha sido gracias a tu ayuda. Ya solo le queda el de selectividad y que lo lleva muy bien.
-Ah, genial. (dije aliviado)

Terminamos de desayunar y Elena se puso con sus cosas, diciéndome al rato de practicar la exposición de su trabajo. Me senté en mi cama y ella empezó a explicar el contenido mientras yo le escuchaba atentamente. Ella empezó muy bien, pero conforme avanzaba se iba poniendo un poco nerviosa y le daba una risa tonta. Yo también me empecé a reír y ella se empezó a desesperar, poniendo sus brazos en jarra.

-No puedo contigo. Me pongo nerviosa.
-¿Por qué?
-Porque me miras así y lo último que quiero es explicarte esto... jajajaja.
-Joder, ¿cómo te miro?
-Lo sabes bien... ¿No te acuerdas lo que te dije aquí el día que empezamos a salir?
-¿El qué?
-Que una de las cosas que más me gustan de ti es que sabes escuchar. Y es lo que estás haciendo, me miras con esa cara, con esos ojos y uff... Es que se nota que te interesa lo que escuchas, aunque no lo entiendo, esto te debe parecer aburrido.
-Me interesas tú.
-Pfff... No me digas eso, que te como.
-Aclárate, o estudias, o lo otro, jajajaja.
-Vale, vale. Seguimos, pero no me mires tan así.
-¿Así cómo? Jajajaja.
-Ay... No sé, pero vamos a centrarnos.

Siguió explicando el tema, ya más relajada mientras yo atendía, lanzándose sobre mí una vez acabó.

-Pues eso es todo, y ahora te voy a follar.
-Joder...
-Eso te pasa por provocarme...
-Pero si no he hecho nada.
-Siiiii...

Elena me empezó a comer la boca con mucha ansia, bajando por mi cuerpo a los pocos segundos, bajando mis pantalones y mis boxers de un fuerte tirón. Empezó una mamada muy rápida mientras me acariciaba el pecho y luego la cara, para a los pocos minutos subir por mi cuerpo, habiéndose desnudado antes para ponerse sobre mi cara, con una pierna a cada lado, dejando caer su peso para ponerme su coño en mi boca, empezando a frotarse. Se lo empecé a comer mientras ella empezaba a gemir, llevando mis manos a sus tetas, teniendo ya los pezones bastante duros. No tardó mucho en correrse con lo cachonda que estaba, entre gemidos altos, empapándome la barbilla. Se retiró de mi cara, bajando por mi cuerpo, quedándose tumbada encima de mí mientras yo le cogía el culo, empezando a besarme, saboreando sus flujos.

-Que guarrilla eres...
-Mmm...

Entonces sin pasar prácticamente tiempo para recuperarse, se sentó sobre mis muslos, apoyando sus manos en mi pecho para coger mi polla y empezar a masturbarla. Me miraba muy fijamente a los ojos, soltando algunos suspiros. Ya me veía venir lo que iba a hacer, viendo que era una de esas ocasiones en la que Elena no podía estar más encendida y le gustaba llevar el control de la situación.

-¿A qué esperas para metértela?

Entonces ella empezó a emitir ronroneos desde su garganta, cambiando la cara a una de puro vicio, mientras movía sus caderas ligeramente al ritmo del que me masturbaba. Sin esperar mucho más la cogió fuertemente de la base para mover su cuerpo sobre ella y metérsela directamente, lanzando un profundo gemido al entrar. Se quedó quieta, con toda mi polla en sus entrañas, mirándome fijamente a los ojos mientras respiraba aceleradamente. La visión que tenía de ella era impresionante, con su cara de estar a mil, esos ojos bien abiertos, clavando su mirada en los míos, con su pelo castaño ligeramente ondulado y brillante por la luz natural que le daba directamente desde la ventana, sus pezones de punta y duros. Rápidamente empezó a moverse del mismo modo que lo hacía antes de que mi polla estuviera dentro de su coño, empezando a follarme a buen ritmo. A los pocos minutos se volvió a correr, hincándome sus uñas en mi pecho mientras apretaba un poco la cara y daba unas fuertes últimas embestidas mientras su respiración se entrecortaba, quedándose quieta durante unos segundos mientras notaba como vibraba y hacía contracciones con su coño. Me quedé quieto, contemplándola mientras acariciaba sus muslos. Entonces ella abrió sus ojos, volviendo a mirarme.

-¿Ya está?
-¿Qué?
-¿Esa era la follada que me ibas a meter?

Se quedó callada, mirándome de forma desafiante, arañándome un poco con sus uñas.

-¿Quieres más?
-¿Podrás aguantar?

Su expresión cambió a una más seria, riéndose con malicia después, empezando a moverse de nuevo como antes, pero más rápido, achinando sus ojos. Siguió follándome de esa manera durante unos minutos hasta que empezó a bajar el ritmo, notando como se empezaba a estremecer.

-¿Ya no puedes más?
-Pfff... (resoplaba mientras me volvía a mirar de manera desafiante)

Volvió a acelerar el ritmo, arañándome más aún con sus uñas como si tuviera rabia por mis palabras, pero no podía aguantar el ritmo. La pobre se había corrido ya dos veces y no podía aguantar más sin poder volver a hacerlo de lo sensible que estaba. Entonces se inclinó sobre mí para empezar a besarme el cuello, cogiendo mis muñecas y empujándolas contra la almohada.

-No, así no.
-Pero si te gusta... (dijo separando sus labios de los míos y levantando su cara para mirarme a los ojos)
-Sí, me encanta. Me vuelve loco.
-¿Entonces?
-Quiero que me revientes de verdad. Que hagas que me corra contra mi voluntad, que te tenga que suplicar que pares porque note que se me sale el corazón por la boca.
-Joder, Javi...
-Ya lo has hecho antes.
-Lo sé, pero...
-Sí, ya lo sé. Estás muy sensible, te has corrido ya dos veces y no puedes hacer eso.
-Mmm... (dijo con tono ñoño, apoyando su cara sobre mi pecho)
-Tengo una idea. (dije después de estar unos segundos en silencio)
-¿Él qué?
-¿Confías en mí?
-Siempre.
-Pues cierra los ojos y déjate llevar.
 
Capítulo 118

Elena me hizo caso, tumbándose de lado. Yo me incorporé y la tumbé boca abajo, dándole besos desde su cuello, pasando por su espalda hasta llegar a su culo, empezando a darle besos y mordisquitos, con risas de ella. Le abrí los cachetes, y le empecé a comer el ojete, con suaves lametones, jugando con mi lengua, estimulándole de manera que provocaba gemidos en ella. Poco a poco fui introduciendo mi lengua mientras le acariciaba suavemente el culo y la espalda. Me separé de ella, empezando a jugar ahí con mis dedos mientras le preguntaba si había traído lubricante. Ella me dijo que sí, que lo tenía en la mochila. Seguí un rato más estimulándola con mis dedos y con mi boca, retirándome al poco para ir a por el lubricante. Ella respondió con un sonido de queja por haber parado, pero después de coger el lubricante y otra cosa, volví rápidamente con ella intentando mirar hacia mí para ver qué pasaba.

-Shhh... Cierra los ojos.
-¿Qué vas a hacer?
-Ahora lo verás.

Volví a empezar a hacer lo que estaba haciendo, mientras agregaba lubricante, metiendo mis dedos cada vez más profundamente y de manera más rápida. Después cogí el vibrador que se contralaba con el móvil y le eché lubricante empezando a metérselo, lográndolo entre sus gemidos.

-¿Qué es eso?
-¿No lo reconoces?
-No...
-¿Y ahora? (dije activando los primeros niveles)

Ella dio un respingo, lanzando un gemido con tono de sorpresa y extrañada.

-Javiiiiiiiii... (dijo con voz melosa)
-¿Te gusta?
-Ajammm...
-Qué sexy estás así... (dije pajeándome suavemente)
-Pfff...
-¿Qué pasa?
-Me da mucho gustito...
-¿Más que el que te doy yo?
-No, boboooo... (dijo soltando una risa muy dulce)
-¿Y ahora? (dije aumentando los niveles, llegando a uno alto)
-Ay, ay, ay, para...

Bajé a los más bajos mientras ella respiraba fuertemente, con algún temblor. Entonces no pude aguantar y le acaricié su raja con mi polla, empezando a meterla, llegando a tenerla entera dentro de ella, soltando ella un largo y muy sensual gemido. Era increíble la sensación, su coñito más apretado por la presión del vibrador en su culo y además la vibración. Estaba muy excitado, por lo que empecé a follarla despacio, notando como se mojaba en enseguida mientras gemía muy sensualmente. Me eché sobre ella mientras movía mis caderas para besarle en el cuello.

-¿Cómo estás?
-No puedo estar mejor... (decía con voz entrecortada)
-¿Te gusta?
-Siiiii...

Me incorporé para darle la vuelta y ponerla boca arriba, mirándonos de nuevo a los ojos. Estaba hermosa, con una mirada de estar muy vulnerable, con las mejillas muy sonrojadas y cara de placer. Empecé a moverme de nuevo, cogiendo sus piernas, estando yo de rodillas mientras ella me miraba como queriendo decirme que parara y siguiera a la vez. Aumenté el ritmo cada vez más, con gemidos bastantes altos por ambas partes, hasta que subí también el nivel, llevándolo casi al más alto, acompañando la rápida follada que le estaba haciendo. En cuestión de segundos Elena abrió mucho sus ojos, empezado a respirar muy rápido, abriendo su boca como si estuviera asustada.

-Javi, Javi, Javi, Javi, que me mojo... No puedo más...

Lejos de hacerme parar, eso lo único que hizo fue excitarme más aún, por lo que la empecé a follar con todas mis fuerzas, estallando Elena con un orgasmo que manifestó con un grito que hasta me llegó a asustar, empezando a lanzar chorros sobre sí misma al levantar sus caderas, cayéndole su propia corrida sobre su pecho y cara, mientras gritaba y temblaba de una manera que no había visto hasta entonces. Los chorros que soltaba salían a mucha presión, llegando hasta el cabecero de la cama. Hacía tanta fuerza que el vibrador salió disparado de su cuerpo. Se agarraba con mucha fuerza a las sábanas y yo al sacar mi polla me empecé a correr sobre ella entre jadeos muy fuertes, acompañando el baño que le estaban dando sus propios flujos, poniéndola perdida, llegando también hasta el cabecero de lo excitado que estaba.

Me eché hacia atrás una vez terminé de correrme, me temblaba el cuerpo y estaba hasta mareado, viendo como Elena vibraba, dándole muchísimos espasmos, gimiendo como si estuviera llorando, pero no tenía cara de pena ni de estar sufriendo. Quería tocarla, hablarle para preguntarle como estaba, pero la veía tan sensible que me daba miedo hacerle daño o que se alarmara.

Estuve un rato esperando a que se recuperaba, pero tardaba más de lo normal con varias sacudidas, teniendo su cara muy apretada durante todo ese rato. Poco a poco sus temblores se fueron apagando, empezando también a respirar con normalidad, mientras palpaba con su mano la cama para buscarme. Le di mi mano, agarrándola ella con fuerza y tirando para que me tumbara a su lado.

-Ay, Javi...
-¿Estás bien?
-Pfff... No lo sé, me tiembla todo...
-Vamos y te duchas, te has puesto perdida.
-¿Qué? (dijo abriendo sus ojos)
-Te has puesto perdida con tu corrida y también con la mía.
-Vale. (dijo incorporándose)

Se me quedó mirando, viendo como estaban las sábanas y el cabecero.

-Madre mía...
-No te preocupes, mientras te duchas, recojo yo esto.
-Estoy mareada, ven conmigo, anda...
-Venga va.
-Uff... Me tiemblan mucho las piernas. (dijo una vez se levantó)

Fuimos a la ducha entrando juntos, con muchos besos y Elena abrazándose a mí mientras el agua caía sobre nosotros. Después regresamos a mi habitación para recoger todo el estropicio. Entre una cosa y otra se nos hizo la hora de comer, por lo que pedimos unas pizzas y comimos, quedándonos después en el sofá, cayendo Elena dormida después de quedarse tan relajada recién comida y después de aquel polvazo y la ducha. Al poco llegaron mis padres, pero Elena seguía dormida y de manera bastante profunda, porque no se despertó al oír el ruido. Mi madre se nos quedó mirando, con cara de estar encantada, dejándonos a los pocos segundos. Al rato la desperté, contándole que mis padres habían llegado, por lo que se espabiló y habló un poco con ellos para pedirme que la llevara a su casa después. Mi madre le dijo que no hacía falta que se fuera, que no molestaba. Todo lo contrario, estaba encantada de que estuviera ahí, pero Elena dijo que tenía que hacer cosas y tenía que irse ya a casa, poniendo yo cara de extrañado, así que cogió sus cosas y nos montamos en el coche para ir a su casa.

-¿Qué tienes que hacer?
-Nada, debería estudiar. Pero es que me has dejado molida. Estoy como sin energía, necesito descansar.
-¿Te duele?
-No, me palpita un poco el cuerpo, pero no me duele.
-Ha sido muy intenso.
-Sí, pero me ha encantado, ¿eh? Ha sido brutal.
-Ya ves, yo estaba mareado cuando he acabado.
-Yo... Madre mía, es que no sé como explicártelo. Pero sí que ha sido la vez que más intenso ha sido, eso seguro.
-Sí, eso está claro. Oye, que lo que te dije antes de que hiciéramos eso...
-No te preocupes, no me molestó. Tengo que practicarlo para poder aguantar más.
-¿Con quién vas a practicar? (dije con tono de guasa)
-Con nadie, bobo, jajajaja. Pues contigo, ¿con quién va a ser? O yo sola...
-Uff...
-Pues de hecho sí que voy a tener que practicarlo sola.
-¿Y eso?
-Porque mi madre me ha dicho que se han acabado las salidas hasta que no acabe.
-Ah...
-Lo siento.
-No te preocupes Elena. No es tu culpa.
-La verdad es que estoy un poco cansada ya.
-A ver, es normal, pero también entiendo a tu madre. Seguro que te quiere mucho y te quiere proteger y quiere que te vaya bien. Por eso te tiene así y es un poco estricta.
-Sí, ya lo sé. Pero es que tengo 23 años, no 15. Debería tener más libertad de poder irme con mi chico sin tener que dar explicaciones ni inventarme historias. Además, yo sé administrar mi tiempo para poder estudiar y estar contigo y mis amigos.
-Bueno, conmigo no lo administras muy bien... jajajaja.
-Jajajaja, es que me miras así y...
-Jajajaja, bueno, no tampoco es que nos afecte mucho que tu madre sea así. Yo estoy muy a gusto.
-Es que quiero decirle que tengo pareja, presentártela y tal, pero me acuerdo de la que me lio y me acojono.
-Ya sabes que no hay prisa. Cuando tú creas conveniente. Yo estaré conforme.

Elena me miró sonriendo y nos quedamos en silencio hasta que llegamos a su casa, aparcando a unos metros de su puerta.

-Javiiiiii...
-No te preocupes, algún día vendré a ver si te puedes escapar, aunque sea un minuto y te doy un beso.
-Vale. (dijo de forma animada)
-Prométeme que no te vas a poner como la otra vez en estos días que quedan hasta que acabes.
-Te lo prometo.
-Eso espero. Además, estoy aquí al lado, con lo que sea me plantó aquí en nada, ya lo sabes. Y por la noche, si te pones tontorrona, pues algo podemos hacer por teléfono o videollamada.
-Mmm...
-Pero cierra bien la puerta, a ver si va a aparecer tu madre y la primera cosa que vea de mi sea mi chorra... jajajaja.
-Jajajajajaja, que tonto eres... -dijo dándome un manotazo- O mi abuela, no te jode...
-¿Te imaginas? jajajaja.
-O mi hermana, jajajaja.

Aquí sí que se me torció el gesto, notándola ella.

-¿Qué pasa?
-Nada, ya lo sabes.
-¿Sigues incómodo con ella?
-Sí, demasiadas situaciones incómodas, pero que ya está, no pasa nada.
-Bueno, ya poco va a ver. Además, ahora está con su amiguita y está más tranquila y no está tan pendiente de ti.

Esas palabras fueron como un calambrazo. ¿Ya no está tan pendiente de mí? ¿A qué se refería? ¿Se había dado cuenta de lo que pasaba? Me empecé a poner nervioso dándole vueltas mientras ella seguía hablando de otras cosas, pero yo no le prestaba atención. De pronto dejé de oírla, volviendo a preguntarme lo último que había dicho.

-¿Eh? Perdona, no estaba atento.
-¿Qué te pasa?
-¿A qué te refieres con qué tu hermana no está tan pendiente de mí ya?
-Pues eso, que ya no te ve y poco puede ver. Has sido alguien que ha entrado en casa en mucho tiempo y es normal que se fijara en ti, pero otra cosa es lo que decía Irene, ¿por qué?
-¿Eh? No, es que creía que podrías haber visto algo como Irene.
-Te pones muy tenso cuando hablamos de mi hermana...
-Es que no se me va lo que dijo Irene de la cabeza.
-¿Pero has notado algo?
-No, no. Pero ya sabes, son varias veces las que tal y...
-No te preocupes, no le hagas caso a Irene. Es que, ¿cómo va a hacer mi hermana algo así? Es que ni me lo imagino. Tendrá sus cosas y será una borde, pero que va, no me la imagino ni siquiera insinuándose.
-Llevas razón, que tontería.
-Claro. Bueno, me voy ya. Hablamos todos los días por teléfono, ¿vale?
-Claro, mi vida.

Nos despedimos con un buen beso, disfrutando de nuestros labios porque no sabíamos cuando nos volveríamos a ver en esos días que quedaban hasta que ella acabara.
 
Capítulo 119

De camino a casa me empecé a sentar mal, no solo porque le estuviera ocultando lo de Noelia a Elena, sino porque también ella veía a su hermana de una manera que poco tenía que ver con como era ella realmente. Ella estaba dispuesta a hacer lo que fuera por llevarme a la cama, no le importaba hacerle eso a su hermana como ya me había dicho varias veces, incluso llegando aceptar que haría un trío con ella y conmigo con tal de poder acostarse conmigo. Solo esperaba y rezaba porque Elena no se enterara nunca de esto porque evidentemente le dolería, pero sería un dolor doble, tanto por descubrir que le ocultaba algo así y por descubrir como era realmente su hermana. Regresé a casa con mal cuerpo, echando el resto de la tarde en el ordenador jugando a algo para distraerme. Ese día no pasó nada más, por lo que me fui a dormir con el estado de ánimo un poco bajo.

Los siguientes días empezaron ese periodo donde Elena y yo no nos veíamos, pero sí que hablábamos todos los días para hacerlo llevadero. El martes me escribió Noelia después de varios días sin hacerlo y sin saber nada de ella.

-Hola Javi.
-¿Qué pasa?
-Nada, era para preguntarte qué le hiciste a mi hermana el domingo, que venía como anestesiada, jajajajaja.
-Pues nada que te importe, la verdad.
-Ay, venga, no te pongas así.
-¿Cómo quieres que me ponga?
-Que es una broma, hombre. Además, con todo lo que he visto y oído de vosotros me lo puedo imaginar.
-Ya...
-A ver, es una broma, pero me gustaría que me lo dijeras para hacérselo a María.
-¿Ya te atreves a hacer más cosas con ella?
-Que va, de comerle la boca y meterle los dedos no paso.
-¿Y eso?
-Me da cosa.
-¿Cosa de qué?
-Pues no sé, cosa. ¿Tú se la comerías a un tío así tan rápido y fácil?
-Pero es que se supone que hay atracción entre vosotras, ¿no? ¿Cómo va a ser lo mismo una cosa que la otra?
-Bueno, pero es que no sé... Lo mismo me puedes ayudar.
-¿Ayudarte? ¿Cómo?
-No sé, ¿qué le haces tú a las chicas para que se corran y eso?
-Pero vamos a ver. Tú sabes lo que te gusta, ¿no? Pues haz eso, lo que te gusta que te hagan.
-La cosa es que a mí me gusta que me follen, pero yo, como ya has visto, no tengo polla.
-Pues tócala como tú te tocas.
-No es lo mismo. Yo no sé si le gusta lo que le estoy haciendo.
-¿Cómo no lo vas a saber? Verás si está cachonda y como reacciona, ¿no?
-Es que verás, cuando yo le toco, como que ella no está muy a tono, es como si no se lo hiciera bien.
-Pues pregúntale como le gusta.
-Me da vergüenza.
-¿Vergüenza tú?
-Como te gusta putearme...
-Sí, no tengo mejores cosas que hacer, la verdad...
-Va, ¿qué puedo hacer?
-Noelia, que no te voy a decir lo que hago.
-¿Y qué hago entonces?
-Pregúntale a los chicos con los que has estado.
-Sí, si son todos unos matados.
-Ah, pues no sé...
-¿Qué quieres, que te diga que todos los chicos con los que he estado follan de pena y que nuestro polvo rápido ha sido la mejor follada que me han metido?
-Noelia, ¿eres idiota?
-Sí, Javi, eres el que mejor me ha follado, por eso no paraba de buscarte. Nadie me ha dado en la cama lo que tú me diste, es que con los demás no era ni la mitad de intenso. María es mejor que todos ellos juntos, pero tú...
-¿Y el del video?
-El del video es otro matado que me sacia cuando no tengo a nadie mejor con quien follar. Estaba así por lo cachonda que estaba por ti, porque sabía que ibas a ver el video. Y también fingí un poco para exagerar.
-Joder, Noelia, cada vez flipo más contigo.
-Y porque el polvo que echamos fue algo rápido. Joder, es que fui tonta. Estaba nerviosa y muy cachonda y me corrí muy rápido. Si llego a saberlo hubiéramos follado más tiempo.
-Para.
-No, si ya estoy más tranquila, pero te quiero pedir consejo y más como vino el otro día mi hermana, que le temblaba hasta el alma.
-Que no te lo voy a decir...
-María me ha dicho que también puede hacer eso que hace mi hermana, eso que parece una manguera.
-Pues muy bien.
-Me lo ha enseñado, flipo con eso, la verdad. Ha intentado que yo lo haga, pero no puedo. Aunque me corro que no veas con ella...
-No sé por qué estamos hablando de esto...
-Porque necesito que me ayudes.
-Pero es que me da igual, Noelia.
-Va, dime que tengo que hacer para que se corra así. Lo he intentado, pero no puedo.
-Haz lo que te hace ella y ya está. No tiene más, o pregúntale directamente a ella.
-Joder, tío...
-Noelia, a ver si te enteras de que contigo no quiero ni hablar de estas cosas.
-🙁

No volví a hablar con ella porque estaba cansado de sus circos, aunque después de hablar con ella me imaginé a María haciendo squirting y me empecé a poner cachondo, aunque me quité la idea rápidamente de la cabeza, pensando en bloquear a Noelia para que me dejara en paz, pero es que hasta la veía capaz de que se lo dijera a su hermana y aún me costaría otro mal rato.

Los días continuaron pasando, yendo el miércoles por la noche a un bar como solíamos hacer los de mi grupo de amigos, con Irene y Mario por allí, muy pegados, por lo que aproveché para hablar con ellos, contándome que ya estaban mejor, que estaban muy a gusto y que incluso Mario había pedido un poco de tiempo en el trabajo para pasar más tiempo juntos. Me alegré mucho por ellos y les comenté que había hablado con Sofía y que se sentía mal por ocasionar eso en ellos. Me dijeron que hablarían con ella para decirle que no había ningún problema y que no tenía de qué preocuparse. También se interesaron por Elena, contándole yo por qué no estaba allí, por lo que me animaron, aunque le quité importancia, pero si les pedí que hablaran con ella de vez en cuando para animarla, ya que la relación entre los cuatro era muy buena y no quería que se sintiera desplazada.

Los días continuaban pasando, hablando todos los días por la tarde después de comer y por la noche con Elena por teléfono, contándonos lo que hacíamos y demás hasta que llegó el viernes con Elena llamándome muy temprano por la mañana.

-¡Javi!
-¿Qué pasa?
-Es para decirte una cosa.
-Joder, me has asustado llamándome a estas horas.
-Ay... Es que me he enterado de una cosa y me ha hecho ilusión.
-Pero, ¿qué es?
-Que mañana por la mañana se van mi madre y mi abuela a casa de mi tía y no vienen hasta el domingo por la tarde.
-Pues...
-¿Qué pasa?
-Qué este finde estoy ocupado, porque mi tío está de mudanza y le tengo que ayudar y también quiere pintar.
-Jo...
-Podemos hacer una cosa, me escapo para comer contigo y el sábado dormimos juntos. ¿Qué te parece?
-Vale, me parece bien.
-Joder, ya es mala suerte.
-Sí... (dijo con tono tristón)
-Es que iba a ir mi padre, pero está jodido con la espalda y me lo ha endosado a mí.
-Bueno, no pasa nada, nos vamos a ver, que es lo importante.
-¿Tienes ganas?
-Uff... Te voy a comer vivo.
-Jajajaja.
-Venga, mañana nos vemos. Esta noche hablamos.

Fue una putada que coincidieran ambas cosas a la vez, pero al menos nos veríamos y pasaríamos una noche juntos. Dormí un poco más y me puse a trabajar. Después de comer me acordé de que ese día era el cumpleaños de Ángela. Era fácil de recordar porque su cumpleaños coincidía con que era después de los exámenes finales de la universidad y aprovechábamos para celebrarlo bien, reuniendo en su piso a bastante gente para montar una fiesta, volviéndose una tradición cada año. Además, me apetecía hablar con ella, por lo que cogí el móvil para felicitarla por mensaje.

-Hola, Ángela. ¡Feliz cumpleaños!
-Gracias. (respondió al cabo de unos minutos)
-¿Qué tal el día?
-Muy bien, con la familia y eso.
-¿Y qué tal por ahí donde estés?
-Bien, también.
-¿Y el trabajo?
-Javi, ¿qué quieres?

Me quedé un poco cortado por esa contestación tan cortante. Quería decirle que la echaba de menos, que me había jodido que se hubiera ido así de mi vida a las pocas semanas de volver a parecer después de unos años sin tener contacto, seguramente por mi culpa y que en ningún momento quería que se sintiera tan mal por mi culpa, pero una vez más ganó el Javi cobarde y respondí de otra manera.

-Solo quiero saber como estás. Hoy es un día importante para ti y me he acordado de cuando lo celebrábamos y eso.
-Ya.
-Ángela, yo te aprecio y quiero saber que te va bien y que estás bien.
-Pues Javi, así me lo pones difícil.
-Ángela...
-Mira, creo que lo mejor es que no hablemos más, por el bien de los dos. Es que cada vez que tengo contacto contigo o veo una foto tuya me vienen muchas cosas y no. Céntrate en tu chica y no me hables más, por favor.
-Siento que nuestra amistad acabe así, no pretendía hacerte daño en ningún momento. Espero no haberte chafado el cumpleaños y que lo pases muy bien lo que queda de día.

No volvió a responder más. ¿Qué coño me pasaba? Estaba realmente dolido por toda esa situación. Y es que no paraba de convencerme de que lo que sentía por Ángela era amistad, pero lo comparaba con otras amistades y no era lo mismo, sentía como algo más. Fueron demasiados años de amistad, tanto tiempo juntos haciendo trabajos, estudiando para los exámenes y saliendo por la noche que quizá fueron construyendo algo dentro de mí sin darme cuenta. Pero tampoco entendía como apenas noté esa pérdida en el tiempo que estuvimos sin vernos desde que acabó la universidad. Tal vez ella se echara pareja justo en ese momento y yo como era de ir siempre a mi bola pues tampoco le eché cuenta, cuenta que ahora sí que le echaba al descubrir lo que era tener una pareja y preocuparte más por la gente, como ya había demostrado con Elena, Irene, Mario o incluso María.
 
Capítulo 120

El resto del día lo pasé mal, echado en la cama viendo una película, pero sin prestarle atención, empezando a recordar como conocí a Ángela. Eran recuerdos muy vívidos, ambos entrando a clase el primer día, estando todo el mundo con cara de terror por no saber lo que se venía al cambiar de ambiente, la responsabilidad que teníamos al irnos de casa para vivir en otro lugar y sacar todo adelante, aunque su cara no reflejaba tanto eso. Nada más apareció por la puerta me fijé en ella, era la chica más guapa de la clase de lejos, a pesar de que tenía cara de niña por ir sin maquillaje, pero eso la hacía también muy atractiva, con su pelo recogido, siempre sonriendo. Cada uno iba a lo suyo los primeros días, empezando a formarse grupos después, aunque no entablé relación con ella de primeras, sino que sería cuando se aproximaban los exámenes de febrero, ya que uno de los chicos que estaba en mi grupo de estudio estaba con una chica del grupo en el que estaba Ángela y nos empezamos a juntar ambos grupos para estudiar juntos y ayudarnos comparando apuntes y compartiendo técnicas de estudio. En aquel entonces yo era diferente, alguien más cortado al que le costaba más relacionarse, pero su desparpajo y simpatía me lo pusieron fácil, acercándose ella directamente a entablar conversación conmigo. Estaba nervioso al tener a la chica más guapa de la clase o incluso de la facultad ahí delante preguntándome cosas con esos ojos tan vivos y esa sonrisa permanente en su boca. Pero como siempre hacía en esas situaciones, tiré de mi sentido del humor, haciéndola reír y diciéndome que me había caído bien, por lo que me relajé bastante. Después de los exámenes empezamos a quedar para tomar algún café, invitándome ella varias veces a su casa también para empezar a pasar a limpio los apuntes que íbamos tomando y hacer los trabajos juntos. En esas quedadas nos empezamos a conocer más, dándonos cuenta de que vivíamos en la misma ciudad, aunque nunca habíamos coincidido en ningún lugar ni nos habíamos visto. Y como el roce hace el cariño, pues un día que estábamos en su casa se nos hizo tarde, por lo que pedimos unas pizzas para cenar, estando ambos solos porque ella vivía solo con una compañera de piso, la cual se iba varias veces a pasar la noche con el novio. Cuando acabamos de cenar seguimos un rato hasta que acabamos y nos dimos cuenta de lo tarde que era, aunque estaba justificado porque se trataba de un trabajo importante e íbamos un poco apurados. Me levanté para irme a mi casa, pero ella me dijo que me podía quedar a dormir si quería, que durmiera en su cama y ella dormiría en la de su compañera. Además, ese día estaba lloviendo, por lo que no me negué. Nos dimos las buenas noches y me fui a su habitación, quedándome en boxers para dormir. Estando ya a punto de dormirme oí un ruido y entonces la puerta se abrió, entrando ella y metiéndose en la cama conmigo.

-Javi, tengo frío, ¿te importa que duerma contigo?
-Mmm... No. (dije algo nervioso)
-Vale.

Estaba bastante nervioso a pesar de que no era la primera vez que estaba con una chica en la cama. No pude remediar empezar a excitarme, con la más que obvia erección al pensar en que estaba con una chica tan increíble a centímetros de mí, en esa situación y pudiendo aspirar su olor tan dulce. Con disimulo me agarré la polla para echarla a un lado y que no se notara tanto mi erección y entonces ella empezó a hablar con una voz muy dulce y bajita, casi en susurros.

-Javi... (dijo poniéndose de lado hacia mí)
-Dime. (dije girando mi cabeza para mirarla, viendo ligeramente su cara por la poquísima luz que entraba de las farolas de la calle entre las rendijas de la persiana casi bajada del todo)
-¿Tú tienes novia?
-Eh... No. ¿Y tú?

Y sin contestarme me besó, pasando su mano por mi casi imberbe cara, bajándola después por mi pecho, acariciándolo mientras el beso cogía intensidad. Yo me dejé llevar hasta que ella siguió bajando su mano, topándose con mi erección, la cual había liberado en cuanto me empezó a besar. Dio un respingo, echándose hacia atrás y encendiendo la luz de la mesita para mirarme a los ojos, teniéndolos muy abiertos.

-¿Qué pasa, Ángela?
-Eh... (dijo destapándome, para poner más cara de asombro aún)
-¿Todo bien?
-Pero, ¿a dónde vas con eso, nene?
-Bueno, de nene poco... jajajaja.
-Jajajaja, pero tío... (dijo ya de forma excitada)
-¿Cómo quieres que no esté así estando tan cerca de una chica tan guapa?

Ángela me miró a los ojos y empezó a besarme de nuevo.

-¿Tienes condones? (pregunté nervioso)
-Sí, pero vamos a jugar un poco antes, ¿no?
-Sí, claro.

Entonces terminó de destaparme, para bajar por mí cuerpo dándome besos por el pecho hasta llegar a mis caderas, tocando mi polla por encima de la tela de los calzoncillos mientras sonreía. Después me los bajó, resoplando mientras reía de manera muy dulce.

-¿Es que nunca has visto una polla?
-Jajajaja, pues claro, pero no una como esta.
-Ah, ¿no?
-Pues no. Es que vaya tela con el timidito... jajajaja.
-Te voy a enseñar ahora lo tímido que soy...

Esas palabras parecieron calentarla mucho porque se lanzó a comerme la polla con bastante ansia. Lo hacía muy bien, con mucha baba, metiéndose hasta la mitad del tirón, sacándola y pasando su lengua por todo el tronco, desde la base hasta la punta, succionando el glande una vez se lo metía en la boca. Me miraba a los ojos fijamente mientras lo hacía, empezando a hacer fuerza para metérsela cada vez más en la boca, aunque le costaba meter más cuando iba por la un poco más de la mitad, por lo que le empujaba la cabeza para que se la metiera más. Entonces ella me dio unos golpecitos en el pecho con su mano, dejando yo de hacer fuerza.

-Que me ahogas... (dijo mientras respiraba con fuerza y se le caían unas lágrimas por la cara)
-Perdona.
-No pasa nada.

Justo después de decir eso me empezó a chupar los huevos mientras me pajeaba y me miraba a los ojos. Después me la chupó un poco más hasta que después de un rato se puso de rodillas en la cama, poniendo sus manos sobre sus muslos, y se quedó mirándome, empezando a masturbarme. Me miraba mordiéndose el labio, pudiendo ver como se le marcaban mucho los pezones en su camiseta blanca de tirantes. Me incorporé para empezar a besarla de nuevo mientras ella soltaba risas muy dulces y seguía pajeándome. Entonces tiré de su camiseta hacia arriba, pudiendo ver sus preciosas tetas. Eran pequeñas, pero muy bonitas, muy suaves y blanquitas, con unos pezones algo pequeños de color carne un poco oscura. Estaban duros y de punta por lo que me lancé a comérselas. Me encantaron desde la primera vez que se las comí, jugando con mi lengua y saboreándolas mientras ella gemía dulcemente y apretaba mi cabeza contra ellas. Después de comérselas un rato, levantó mi cara para besarme de nuevo, pero me despegué de ella para tumbarla boca arriba, quitándole sus pantalones largos de pijama y después su tanga rosa, pudiendo ver si precioso coño totalmente depilado con unos labios rositas, hinchados y mojados por la excitación. Ella respiraba aceleradamente mientras le empecé a tocar con mis dedos, empezando a meterlos despacio al mismo tiempo que le besaba los muslos. No podía esperar más y después de meterle los dedos una pocas veces se lo empecé a comer, con ella suspirando y gimiendo, tirando de mi pelo conforme pasaban los minutos, entonces me empujó.

-Javi, no puedo más. Fóllame ya.

Me incorporé rápidamente mientras ella cogía un condón de la mesita y me lo daba. Me lo puse rápidamente y llevé mi polla hasta su coño.

-Espera, espera, despacito.

Le empecé a acariciar la raja con mi polla, con ella gimiendo, hasta que se la empecé a meter lentamente, soltando ella todo el aire de sus pulmones conforme la iba metiendo. Una vez estaba dentro de ella por completo, se abrazó a mí con fuerza.

-Pfff... Madre mía... No te muevas. Déjame que me acostumbre.

Me quedé quieto en un misionero, apoyándome sobre mis brazos, dejando que ella estuviera a gusto y entonces cuando ella creyó conveniente me agarró del culo, haciendo fuerza para que me empezara a mover. Empecé a moverme poco a poco, dando pequeñas embestidas, aumentando poco a poco el ritmo a la vez que ella aumentaba sus gemidos. Llegó un momento en el que la follada era rápida, pero tuve que parar porque me iba a correr si seguía así, ya que notaba su coño apretado estrujándome bastante. Me salí de ella y la puse a 4, empezando a follarla de nuevo, cogiendo más fuerza a los pocos segundos mientras la agarraba de las caderas y le tocaba también su culazo. De nuevo paré porque notaba que me iba a correr rápidamente. Salí de ella y se echó sobre la cama. Yo me tumbé a su lado y ella me empezó a besar, para después montarse encima y empezar una cabalgada, follándome de manera rápida mientas apoyaba sus manos en mi pecho. Cuando notaba que me iba a correr tiraba de sus manos para besarla y así paraba un poco de follarme. Para acabar volvimos al misionero, esta vez dando fuertes embestidas hasta que ella se empezó a correr, gritando bastante, lejos de esos gemidos tan dulces que no paraba de emitir durante todo el polvo. Sentir su orgasmo fue como recibir un latigazo de placer, provocando el mío, haciendo que me corriera dentro del condón entre altos jadeos mientras me inclinaba sobre ella, echando mi cabeza a la almohada, al lado de la suya.

Ella me abrazaba con sus brazos y piernas, notando como le daban algunos fuertes espasmos mientras respiraba acelerada y entrecortadamente. Me quedé quieto hasta que relajó sus extremidades, aprovechando yo para salir de ella y quitarme el condón. Lo anudé y fui al baño a tirarlo para encontrármela durmiendo cuando regresé a la habitación. Me quedé unos segundos de pie pensando qué hacer. Estuve cerca de irme a casa, pero creí que no le iba a sentar bien, así que me puse los boxers y me quedé con ella, tumbándome a su lado después de apagar la luz de la mesita y tapándonos para dormir.

Al día siguiente me despertó ella metiéndome prisa porque teníamos clase y llegábamos tarde, con una risa muy dulce al ver mi erección mañanera. Nos vestimos rápidamente y fuimos a mi casa a coger mis cosas, que nos pillaba de camino a la universidad. Por el camino ella iba sonriendo, soltando risitas tontas. Cuando acabamos las clases hablé con ella diciéndole que yo no buscaba pareja. En ningún momento la vi poner mala cara ni que le parecieran mal mis palabras, por lo que quedamos como amigos, aunque nos seguiríamos acostando, pasando a ser follamigos, teniendo una muy buena relación de amistad.

Fue un recuerdo muy rápido, aunque cuando me di cuenta estaba con una erección de caballo, cosa que no me hizo sentir mejor. No me apetecía trabajar ni estar encerrado en casa, por lo que salí a dar una vuelta para ver si me despejaba, pero esos pensamientos no se iban. Me senté en un banco, pensando en qué podía hacer mientras veía los coches pasar sin llegar a entender como podía estar así. Estuve a punto de llamarla, pero viendo como me estaba contestando y sobre todo con esas palabras finales lo descarté rápidamente. Después de un rato me volví a casa intentando distraerme jugando a algún juego, jugando hasta la noche. Me llamó Elena como dijo que haría, pero no tenía ganas de hablar con nadie y seguro que me notaba que estaba mal, por lo que estuve cerca de no cogérselo, pero finalmente lo hice, intentando que no se me notara mucho, pero evidentemente las chicas tienen un sexto sentido para esas cosas y me lo notó.
 
Capítulo 121

-Javi, ¿estás bien? Te noto rarillo...
-Nada, estoy cansado. Me he desvelado cuando me has llamado y no he vuelto a dormir desde entonces. Además, anoche me acosté bastante tarde.
-Perdona, es que yo estoy acostumbrada a estudiar temprano y he vuelto a coger ese horario.
-No pasa nada, mi vida.
-Pues ve a descansar, que mañana tienes tarea, ¿no?
-Sí, ya se me había olvidado. Que coñazo...
-Bueno, yo mañana te espero aquí. Te voy a preparar un plato que verás.
-Uff, que ganas.
-Y de postre...
-Mmm...
-Jajajaja, aunque habrá que dejar algo para la noche, ¿no?
-Claro, claro.
-Bueno, pues venga, a descansar. Mañana nos vemos, te quiero.
-Y yo a ti, Elena.

Después de hablar con ella me fui directamente a la cama, haciéndole caso, aunque no estuviera realmente cansado, pero si era verdad que al siguiente día me esperaba un palizón.

Al día siguiente tocó madrugón, yendo a donde vivía mi tío para empezar la mudanza, notando rápidamente mi baja forma al cansarme a las pocas horas de estar moviendo varias cajas y muebles para cambiarlos de casa. Avisé con tiempo diciendo que me iría antes de la hora de comer para volver luego temprano por la tarde para seguir. Las horas se me hicieron muy largas hasta que al fin pude irme de allí, yendo a mi casa antes para darme una ducha rápida para después ir a casa de Elena. Llegué justo a la hora de comer, pensando por el camino en que no podía dejar que se me notara mi "bajón" del día anterior, el cual aún me duraba. Llamé a la puerta una vez llegué y pude oír como alguien iba corriendo hacia la puerta, abriéndola de golpe y echándose encima mía. Evidentemente era Elena, quien no paraba de darme besos por toda la cara para luego plantarme un morreo.

-Elena, que se te van a quitar las ganas de comer.
-Jajajaja, anda pasa.

Pasé y la esperé nada más entrar porque era la primera vez que estaba en ese lugar, su nueva casa y no tenía ni idea hacia dónde ir. Nada más entrar sí que noté que era una casa bastante más grande y que era antigua. Elena me cogió de la mano y me llevó hacia el comedor, pudiendo notar un olor muy rico conforme nos acercábamos. Lo que me encontré nada más entrar al comedor era lo que menos necesitaba en ese momento. No me importaba que María estuviera ahí, pero sí que me molestaba la presencia de Noelia, quien no me dio tiempo ni a saludar, soltando ya la primera.

N: Vamos niño, que te estábamos esperando y se enfría la comida... (dijo con tono para pinchar mientras se reía)
E: Noelia, ¿en qué hemos quedado?
N: Joder, a ver si no voy a poder hablar.
M: Venga, Noelia, hazle caso a tu hermana, anda...
J: Bueno, ni saludar puedo.
N: Sí puedes, no vayas de víctima tampoco, que no he dicho nada...
E: Noelia, tengamos la fiesta en paz, ¿vale?
J: Déjala, si es lo que quiere, dar la nota.

Entonces Noelia iba a decir algo, notándose que estaba ya exaltada, pero María le echó una mirada y se calló, bajando la mirada a la mesa. Me senté en la mesa y Elena se puso a mi lado, mirándome un poco con cara de circunstancia, devolviendo yo una de no estar a gusto. Durante la comida, María sacaba temas de conversación de manera amable, con Elena respondiendo y conversando con ella mientras Noelia y yo nos manteníamos en silencio, sin apenas levantar la mirada del plato. Ambas mantenían una conversación fluida hasta que de repente Noelia volvió a saltar con una de las suyas.

N: Elena, ¿te puedo hacer una pregunta?

En cuanto la oí hablar mis ojos se levantaron del plato hacia ella, clavando mis ojos de manera inquisidora.

E: Mmm, claro.
N: Es que no logro hacer una cosa y me gustaría que me dijeras tu experiencia para ver si me puedes ayudar.

Yo ya me estaba oliendo lo que podía ser, aunque no me terminaba de creer que tuviera el valor para soltarlo ahí y rezaba porque no lo hiciera. Miré a María, quien estaba con cara de estar extrañada y de reojo a Elena, quien estaba normal, sin esperarse lo que iba a preguntar.

N: Verás, es que creo que no lo hago bien y vi como viniste el domingo y te quería preguntar que qué te hace Javi para que hagas eso de soltar los chorros cuando ya sabes...

Se hizo un silencio muy incómodo, con Elena mirándola con cara de no dar crédito a su pregunta y María cerrando sus ojos. Noelia miraba fijamente a Elena, esperando su respuesta. Yo me limité a poner mi mano izquierda en mi cara, tapándola mientras negaba con la cabeza. El silencio se prolongó, siendo solo roto por el sonido de los cubiertos al ser dejados caer sobre los platos. Esta vez fui yo el que fue el primero en hablar, con dejadez y desgana, muy cansado ya de aguantar situaciones como esa.

J: María, ¿qué has visto en esta chica?

El silencio se volvió a apoderar de la situación, sin llegar a hablar nadie más. Simplemente a los pocos segundos de mis palabras, María se levantó y se fue de allí, sin decir nada, siguiéndola Noelia. Elena y yo seguimos en silencio mientras oíamos como ambas se alejaban subiendo por la calle mientras parecían ir discutiendo. Terminamos de comer, recogiendo entre los dos la mesa y dejándolo todo en la cocina, tirando ella de mi mano para que me sentara a su lado en el sofá.

-Lo siento.
-No es tu culpa, es tu hermana que, en fin...
-Es que se han acoplado, bueno, mi hermana, porque la otra chica es un amor.
-¿Esta noche va a estar aquí?
-No lo sé, ¿por?
-Porque sinceramente, se me quitan las ganas de venir. No estoy de humor para aguantar sus tonterías estando cansado y demás.
-No, no, no. Esta noche duermes conmigo, Javi, por favor...
-Que sí, Elena, no te preocupes. Pero es que como tu hermana siga así va a haber un momento en el que me toque los huevos de más y me pille de malas y no quiero soltarle un guantazo como el de aquella vez...
-Yo es que ya no sé qué hacer. Antes de que vinieras me ha dicho que se quedaba a comer y le he dicho no diera por saco, pero es que ahora me sale con esto...
-Yo tampoco sé qué hacer ya...

Nos quedamos un rato en el sofá abrazados sin rastro de Noelia ni María, con una Elena muy cariñosa, intentando meterme mano por debajo de la camiseta, pero yo no dejaba que fuera a más porque en breve me tenía que ir y si seguía no podría resistirme, con ella poniéndome ojitos.

-Elena, me tengo que ir ya mismo. Esta noche hacemos lo que quieras.
-Pfff... Es que me apetece un montón...
-Venga, esta noche, ahora no, que me tengo que ir ya. (dije levantándome)
-Que malo eres dejándome así...
-Y tú provocándome cuando me tengo que ir... jajajaja.

Nos despedimos con un buen beso, quedando en que regresaría sobre las 9 para cenar juntos y luego pasar la noche. Fingí bastante bien hasta que me monté en el coche porque estaba realmente molesto y enfadado. Aún estaba sorprendido por oír a Noelia soltar eso de esa manera, delante de su ¿chica? Evidentemente lo que buscaba era picarme, intentándolo nada más entrar por la puerta. A saber qué hubiera dicho si María no la hubiera parado con la mirada que le echó. Volví a la tarea, con un humor de perros, sin dar conversación ni nada hasta que me fui, con mi tío dándome las gracias y diciéndome que no hacía falta que fuera al siguiente día, que con lo que había hecho había ayudado bastante y que no le parecía justo tenerme ahí todo el fin de semana. De nuevo, fui a mi casa para ducharme después de la sudada que tenía, preparándome para volver a casa de Elena para decirle que podríamos estar tranquilos sin que el siguiente día me tuviera que ir temprano. Por el camino empecé a pensar que no era tan buena idea decírselo y quedarme hasta que faltara poco para que volviera su madre, porque no sabía si Noelia estaría ahí, dispuesta a dar por culo como siempre lo había hecho. Llegué, llamando a la puerta. Me abrió Elena, con una reacción bastante diferente a la que había tenido pocas horas antes. No fue tan efusiva, pero sí cariñosa, haciéndome pasar al salón, encontrándome a Noelia nada más entrar, sentada en un sofá. Mi reacción fue suspirar con desdén, pero Elena puso su mano en mi espalda para hacerme pasar y sentarme.

E: Está aquí por mí.
 
Capítulo 122

J: ¿Y eso?
E: Porque esto está yendo demasiado lejos y creo que es necesario hablarlo.
J: Como quieras.
N: Yo creo que no hay nada que hablar.
E: Tú te callas y hablarás cuando te pregunte.
J: Que sea rápido, por favor. Estoy cansado y esto es lo último de lo que tengo ganas ahora mismo.
E: Vale, pues ¿qué pasa, Noelia?
N: Nada.
E: No me lo parece. Es que no me parece normal tu comportamiento desde que Javi y yo nos vemos.
N: Yo siempre he sido así.
E: Pero no tanto como últimamente. ¿A qué vienen esas preguntas, las pilladas, los desplantes, las borderías...?
N: Ni idea de qué me hablas...
E: ¿Seguro que no pasa nada?
N: Pero, ¿qué crees que pasa?
E: No lo sé, te lo estoy preguntando.
N: Pues ni idea a qué te refieres, estás rarísima. ¿Estáis bien, o pasa algo para que estéis tan a la defensiva?
E: No, todo está bien, pero es que son muchas cosas por tu parte, Noelia. ¿A qué ha venido esa pregunta cuando estábamos comiendo? ¿Y cómo sabes que yo hago eso?
N: Te lo he preguntado porque necesitaba ayuda porque María puede hacer eso y no he podido provocárselo, para ver si me podías decir qué tengo que hacer.
E: ¿Y cómo lo sabías?
N: Pues porque una vez os vi de refilón.
E: Bueno, Noelia, tienes que entender que esas preguntas no se le pueden hacer a tu hermana. Eso es algo muy íntimo y me da mucho corte hablar de algo así contigo, la verdad.
N: Pues con tus amigas no te da corte, que alguna vez te he oído como les cuentas cosas con detalle...
E: Pero no es lo mismo. (dijo algo nerviosa)
N: Luego me echas en cara que no te diga que estoy intentando algo con una chica, cuando tú eres igual...
E: No, Noelia...
N: No, ¿qué? Es eso, te doy igual y no le puedes ayudar a tu hermana en algo tan simple como eso y luego quieres que te cuente todo. Pues no me parece justo.
E: Noelia, yo...
N: Tranquila, si no me pilla de nuevas, no es la primera vez que lo haces...

Elena agachó la cabeza con expresión triste.

J: Elena, espabila. Te está llevando por donde quiere para escaquearse.
N: ¿Escaquearme de qué? (dijo con una mirada desafiante)

Elena se quedó callada, aún tocada por el último comentario de Noelia.

N: Estáis flipando, la verdad. ¿Te piensas que me gusta o algo? Elena, hija, no todas nos conformamos con el primero que se nos presenta como tú.
J: Noelia, no te cueles, que te meto un guantazo como el de la otra vez. Te aseguro que no me tiembla el pulso. Pídele perdón a tu hermana.

Entonces Noelia se levantó para irse, pero yo fui más rápido y la agarré de la muñeca, tirando de ella.
Se quedó frente a mí, mirándome fijamente con la respiración acelerada.

J: Venga, pídele perdón.

Noelia se sentó al lado de Elena, cogiendo sus manos.

N: Venga Elena, perdona. No te quería decir eso. Es que no entiendo por qué me has hecho esta encerrona y no me ha hecho gracia. Que ya sé que te preocupas por mí y me quieres, venga, levanta esa cara.
E: Eres muy borde.
N: Sí, ya lo sé, pero venga, no te pongas como tú te pones, ¿eh?
E: Que nooooo, anda, tira.
N: Y perdona tú también, Javi. (dijo mirándome sonriendo)

Me quedé en silencio, sin cambiar el gesto ni nada. A mí ya no me engañaba con esa sonrisa tan falsa como las palabras que le había dicho a su hermana, simulando preocuparse por ella y que le importaba cuando haría lo que fuera por llevarme a la cama importándole una mierda en realidad lo que sintiera Elena.

N: Oye, una cosa. ¿Os importa que María pase la noche aquí conmigo?
E: Vale, pero no hagáis mucho ruido.
N: Vale, jeje.

Entonces Noelia se fue, bastante contenta y alegre, dejándonos a Elena y a mí allí en silencio. Una vez más se había salido con la suya, siendo supuestamente una encerrona para ella que acabó siendo algo malo para Elena, quien sí que estaba un poco triste. Yo ya estaba más que acostumbrado a eso, pero al menos conseguí que Noelia le pidiera perdón para que no se sintiera tan mal, aunque yo sabía de sobra que todas esas palabras eran mentira o al menos no veía yo por ningún lado que se preocupara así por su hermana.

-Siento la encerrona, Javi.
-No pasa nada.
-Es que ya la situación me estaba empezando a molestar de verdad y no sabía qué hacer, pero no hay nada.
-Ya.
-Joder, para unos días que podemos estar así y mira lo que pasa.

No dije nada más y la empecé a besar, cogiendo su cara con suavidad.

-Que me conformo con el primero que se me cruza dice... Si no he podido tener más suerte contigo...
-Shhh... No digas nada más. Olvídate de tu hermana.

Entonces Elena se tiró a mí, pero la frené.

-¿Qué pasa?
-Estoy reventado, tengo ganas de dormir solo.
-Javiiii... Tenemos que estrenar la casa...
-Si es que no se me va a levantar ni siquiera...
-¿Qué no? Ahora verás...

Entonces Elena se puso de rodillas, abriendo la bragueta de mis vaqueros para bajar también los boxers y sacarme la polla, que estaba flácida. Tenía cero ganas de hacer nada debido a mi bajo estado de ánimo por lo de Ángela y lo de Noelia, sumando el cansancio, pero Elena sabía como excitarme, cogiendo la polla y metiéndosela directamente en la boca mientras con una mano me acariciaba los huevos y con la otra el pecho, metiendo su mano por dentro de mi camiseta. En cuestión de segundos mi erección fue a más, poniéndose totalmente dura. Entonces Elena empezó una mamada a buen ritmo, con mucha baba mientras gemía de placer como si fuera ella la que estuviera recibiendo el sexo oral. A pesar de lo bien que lo hacía, de que ya llevaba un buen rato y de que llevábamos casi una semana sin hacer nada, tardé bastante en correrme, siendo ella la que tomó la iniciativa, esmerándose mucho, acelerando la mamada bastante mientras se la metía casi entera en la boca. Era increíble ver como se podía meter así de fácil mi polla. Acabó chupado muy rápidamente hasta menos de la mitad mientras me pajeaba el resto con la mano de manera muy rápida también, resbalando su mano mucho por la cantidad de babas que había. Finalmente me corrí jadeando fuertemente mientras Elena gemía, satisfecha de conseguir que me corriera. Una vez acabé de correrme, ella siguió chupando un poco, moviendo ligeramente su mano a lo largo de mi polla. Después la soltó, perdiendo la erección mientras ella me miraba a los ojos, tragándoselo para después sonreír girando la cabeza mientras guiñaba un ojo.

-¿Has visto?
-Qué manera de chupar...
-Estabas cargadito...
-Claro, una semana casi sin...
-¿Ni una paja?
-Pues no. Me he acostumbrado a meterla en tu chochito y solo quiero eso ya.
-Pues yo sí he practicado... jijiji.
-¡Anda! Que calladito te lo tenías...
-Tengo que estar a la altura, jajajaja.
-Lo estás de sobra.
-Bueno, pero te quiero dar más.

Después de estar un rato sentados en el sofá, fuimos a prepararnos algo para cenar, cenando tranquilamente mientras veíamos la tele y charlábamos. Mientras aún nos quedaba por acabar aparecieron Noelia y María, uniéndose a nosotros en la cena. Entre ellas empezaron a hablar, pero yo estaba que no podía ni con mi alma, se me entornaban los ojos y no podía ni acabar de cenar.

M: Javi, ¿qué te pasa?
J: Estoy reventado.
E: Antes de que digáis nada, yo no tengo que ver, jajajaja.

Las tres se echaron a reír, sin que Noelia dijera nada para mi sorpresa, animándome a mí también, haciéndome sonreír.

N: Anda, iros a dormir y nosotras ahora recogemos esto.
E: Gracias. (dijo sonriendo)

Elena se levantó rápidamente y fue hacia mí para cogerme de la mano y llevarme a su habitación. Me sentó en su cama, mientras ella se cambiaba, poniéndose una camiseta ancha y unos shorts para dormir. Me fijé en que tenía la habitación prácticamente igual que en la otra casa, solo que esta era más grande, fijándome en su pizarrita, puesta en la puerta de la misma manera que la tenía antes de mudarse.

-Venga, ¿a qué esperas? Quítate la ropa y vamos a dormir.

Me levanté para quitarme la ropa y dejarla sobre la silla de su escritorio para encontrármela sentada con su espalda apoyada en el cabecero, esperando a que me tumbara con ella mientras sonreía ampliamente. Me tumbé a su lado, poniendo ella mi cabeza en su pecho, abrazándome. Empezó a acariciarme la cara y el pelo, por lo que aguanté segundos hasta que caí dormido.
 
Capítulo 123

Me desperté porque me estaba meando vivo, viendo que no habían pasado ni dos horas desde que me dormí, por lo que fui a aliviar mi vejiga, pero también fui a por agua porque estaba seco, viendo que había luz en el salón, por lo que me asomé un poco. Noelia y María se estaban comiendo la boca con mucha ansia, con gemidos de estar muy cachondas, hablando en susurros.

-¿Te animas hoy a...?
-María no me presiones, por favor. Ya sabes que todavía no estoy preparada.
-Vale, tranquila. Cuando tú quieras, cariño.
-Pero sí que quiero que te corras como tú haces...
-Uff... Yo también quiero, pero es que están ahí al lado tu hermana y Javi y nos van a oír.
-Tengo muchas ganas de hacer que te corras así y quiero que me enseñes a hacerlo, ya te lo he dicho esta tarde.
-Vale, pero ya sabes que grito...
-Pues te tapo la boca con la mano, o con mi boca, jeje.
-Uff... Como me tienes...
-Levántate la camiseta, que te quiero comer las tetas.
-¿Sí? (dijo con emoción)
-Sí, las tienes muy bonitas y seguro que están riquísimas.

Entonces Noelia le subió la camiseta a María, subiéndole después el sujetador, dejándome ver sus tetas bien, aunque la habitación solo estaba iluminada por una tenue luz de una lámpara y la televisión. Eran realmente bonitas, redondas, de un buen tamaño, aunque sin llegar a ser grandes, bien puestas, con unos pezones gorditos con grandes aureolas, de color carne, un poco oscuros. Noelia se los empezó a chupar de manera salvaje, pasando de uno a otro. Con toda esa situación, al verle las tetas a María y ver como Noelia se las comía, para cuando miré hacia abajo tenía una erección que casi me dolía, notando también como se aceleraba mi pulso.

-Venga, vamos a mi habitación.
-Espera, cómemelas un poco más, lo estás haciendo muy bien.
-Te las como allí, que quiero también que me comas el coño como tú sabes y luego voy a hacer que te corras a chorros.

Rápidamente me fui de allí, pensando en volver al baño, pero descartándolo rápidamente al pensar que tal vez alguna entrara y me pusiera ver en calzoncillos y con la polla como una piedra de dura. Volví a la habitación de Elena, quien estaba durmiendo boca abajo y me tumbé con cuidado para no despertarla. A los pocos segundos oí como ambas entraban en la habitación de Noelia, que estaba al lado de la de Elena. Podía oír algún ruido, pero nada claro. Aun así, la erección no se me bajaba porque me imaginaba lo que estaba ocurriendo y no me podía quitar las tetas de María de la cabeza. De pronto oí unos gemidos bajitos, acabando en uno más grande, reconociendo que era Noelia. A los pocos minutos oí de nuevo gemidos, pero eran diferentes, por lo que supuse que eran de María. No parecía que fuera para tanto hasta que a los pocos minutos aumentaron, acabando en un grito largo, que hizo que Elena se moviera un poco, aunque sin llegar a despertarse. Después de ese grito oí ruidos, con alguien saliendo para ir al cuarto de baño. Ya me empecé a relajar y se me bajó la erección, volviendo a dormirme rápidamente debido al cansancio que aún arrastraba.

Al día siguiente me desperté con Elena zarandeándome ligeramente, aunque estaba muy cariñosa.

-Javi, ¿a qué hora te tienes que ir? (dijo mientras me daba besos por toda la cara)
-¿Qué hora es?
-Las 8.
-¿Y cuando viene tu madre?
-Después de comer creo.
-Pues aún me quedan unas 6 horas.
-¿Cómo?
-Pues que no tengo que irme.
-¡Ay! (dijo subiéndose encima mía para seguir dándome besos)
-¿De dónde sacas tanta energía recién despierta?
-De tenerte a mi lado.
-Ah... Tú eres quien me la roba entonces, ¿no? jajajaja.
-Jajaja, que tonto eres, de verdad. (dijo empezando a besarme el cuello)
-Elena... Vamos a dormir un poco más, va...
-Ayer me quedé con las ganas. Además, ésta también tiene ganas. (dijo frotándose contra mi polla, dura por la erección matutina)
-Tengo sueño aún...

Pero ya era demasiado tarde, Elena empezó a ronronear, emitiendo ese sonido desde su garganta.

-Joder, sí que estás caliente...
-Mucho... (dijo de manera sensual, susurrando)

Me empezó a comer la boca de manera salvaje, bajando sus manos por mi cuerpo hasta llegar a mis boxers, agarrando mi polla y empezando a moverla rápidamente. Casi inmediatamente se separó de mí para incorporarse y quitarse la camiseta rápidamente, inclinándose de nuevo para encender la luz de la mesita.

-Así, quiero que me veas como te follo.
-Uff...

Una vez se incorporó de nuevo pude ver como de duros tenía los pezones y como me miraba. Estaba realmente excitada y así lo demostraba frotándose contra mi polla mientras seguía ronroneando, mordiéndose el labio, clavando su mirada en mis ojos.

-¿Me vas a reventar?
-Sí.

Se quitó los shorts y luego las braguitas, tirando después de mis boxers. Una vez nos quedamos sin ropa ella se mojó los dedos con saliva para llevarlos a su coño, lubricándolo y luego repitió el gesto, pero con mi polla, escupiendo también sobre ella para que estuviera bien lubricada. Se puso sobre ella y se la metió de golpe, dejando caer su peso sobre mí. Lanzó un gemido que rápidamente tapó con su mano para que no nos oyeran, pero sí que se pudo oír algo. Esperó unos segundos con mi polla dentro de ella por completo para que su coño se dilatara un poco. Noté como hacía fuerza, estrujando un poco hasta que se empezó a mover ligeramente, parando enseguida, suspirando.

-Cabrón... Que polla tienes...

Me quedé en silencio, viendo como ella cerraba sus ojos y respiraba hondo para empezar a moverse de nuevo, lentamente, notando como se iba acostumbrando. Poco a poco fue cogiendo ritmo, haciendo una buena cabalgada, rápida. Ambos estábamos entre jadeos y de repente ella volvió a parar, levantándose de golpe, moviendo su cuerpo y haciendo sonidos como si se fuera a correr mientras caminaba hasta un mueble que había en su habitación. Cogió la mordaza y vino hacia a mí.

-Me la voy a poner porque estoy muy perra y voy a gritar. Esto debería parar los gritos.

Se volvió a montar encima de mí y empezó a moverse rápidamente, apoyando sus manos en mi estómago, haciéndolo cada vez más rápido mientras ambos jadeábamos. Al cabo de unos minutos fue bajando el ritmo para acomodarse, poniendo sus manos en mis hombros y empezando a botar muy rápidamente, oyéndose unos "plas, plas " de manera alta. Siguió así durante un rato mientras veía como apretaba muchos sus ojos y mordía la mordaza con fuerza. Entre la tremenda follada que me estaba pegando y verla así, no pude evitar correrme entre altos jadeos, levantando mis caderas hacia arriba, provocando así su orgasmo casi a la vez, gimiendo bajo mientras le daban fuertes espasmos y caía derrumbada encima mía. Después de unos minutos con varios espasmos y una respiración muy acelerada, se empezó a relajar, quitándole yo la mordaza para que respirara tranquilamente, gimiendo ella en forma de murmuros mientras se recuperaba.

-Pues sí que me has reventado... (dije dándole un cachete en el culo)

Ella dio un respingo, transformándose en un espasmo mientras seguía gimiendo. Cuando se tranquilizó me dio un beso, casi habiéndome quedado dormido en la espera. Se levantó y fue rápidamente al baño, tapándose para que no se le cayera mi corrida, pero volvió enseguida.

-¿Qué pasa?
-Joder, que estaba la amiga de mi hermana ahí y me ha visto así.
-No pasa nada.
-Qué vergüenza...
-Pero si nos han visto...
-Ya, pero joder...
-Espera, que me visto y te aviso.
-No, no. Me limpio con papel y me visto.

Después de limpiarse y vestirse con el pijama, se fue, volviendo al poco para acostarse conmigo.

-¿Sigues teniendo sueño?
-Sí.
-Pues venga, duerme un poco más.

Se incorporó un poco y puso mi cabeza en su pecho, como cuando me dormí por la noche, cayendo enseguida de nuevo al abrazarla, aspirando su olor mientras ella me daba besos en la cabeza. Oí algo de ruido y me desperté, estando exactamente igual que cuando me quedé dormido para al poco oír como llamaban a la puerta. Se trataba de Noelia.

-¿Estáis visibles?
-Sí. (dijo Elena con una voz muy dulce mientras me acariciaba la cabeza)

Entonces oí como Noelia entraba y se sentaba en el filo de la cama, haciéndome yo el dormido.

-Shhh, está dormido. ¿Qué pasa?
-Nada, que anoche pude hacer que María hiciera eso que te dije mientras comíamos.
-¿Sí?
-Sí. Qué pasada…
-Entonces va bien la cosa por lo que veo.
-Sí, bueno...
-¿Pasa algo?
-Nada, es que aún no me atrevo a hacer algunas cosas.
-Bueno, pues poco a poco, no tengas prisa.
-Ya, ayer le comí las tetas por primera vez y me gustó, pero es que lo otro ya...
-Bueno, no hace falta que me cuentes tanto.
-También hay otra cosa.
-¿El qué?
-Pues que yo la quiero un montón, pero es que no tiene nada que ver con como os queréis Javi y tú. Es que se nota mucho y nada más veros se puede apreciar.
-Noelia, quieres ir muy rápido. Relájate y déjate llevar. Ya surgirá todo cuando tenga que surgir. Así empecé yo con Javi. Ya sabes que nos veíamos y me dejé llevar y surgió todo.
-Será eso.
-Tú no te agobies, deja que pase un poco el tiempo, ya verás como lo ves más claro.
-Vale. Gracias.
-De nada, Noelia. ¿Ves como sí que me preocupo por ti?
-Sí, sí. Si eso lo dije por el momento, estaba molesta y lo dije en caliente. Claro que lo sé. Y quiero que sepas que yo también me preocupo por ti y que no pasa nada, de verdad. Solo que tenía un poquito de envidia de veros así y quería algo parecido para mí, pero parece que ahora lo voy a tener.
-Pero cuando dices que querías algo así, ¿te refieres a él?
-Que nooooo, quería algo parecido, pero no a él. Quitártelo de la cabeza, Elena.
-Vale, vale.

Después Noelia se fue, dejándonos a Elena y a mí solos. Elena se levantó con cuidado para sentarse en su escritorio para aprovechar el tiempo y seguir con lo suyo mientras yo la miraba sin que ella me pudiera ver a mí, ya que estaba de espaldas a la cama. Me quedé un rato pensando en lo que acaba de pasar. Elena me daba mucha pena siendo engañada de esa manera por su hermana. A los pocos minutos me levanté de la cama, yendo hacia ella, quien estaba con sus cascos mientras miraba el ordenador. Le quité los cascos y le abracé por detrás, dándole un beso en la cabeza.
 
Capítulo 124

-Que manía tienes de hacer cosas sin desayunar.
-Te estaba esperando.
-Venga anda, vamos.

Me puse mi ropa y ella se quedó con el pijama, yendo ambos a la cocina para prepararnos el desayuno. Al poco aparecieron Noelia y María, uniéndose con nosotros para desayunar. Se sentaron frente a nosotros, después de darnos los buenos días. Elena estaba bastante cortada por lo que había pasado en el baño, aunque Noelia no parecía saber nada. Yo también estaba cortado, pero por lo que pasó cuando me desperté y me las encontré en el salón. No podía evitar que se me fuera la vista de vez en cuando a las tetas de María. Llegó un punto en el que casi veía sus pezones bajo su camiseta, pero sería más por el recuerdo que por lo que veía en realidad. Estaba excitado y se me estaba poniendo morcillona, por lo que aparté la mirada para que la cosa no fuera a más. Cuando acabamos, Noelia fue a ducharse y yo un momento al coche, escuchando a Elena y María hablar cuando regresé.

-No te preocupes por lo de antes, no pasa nada.
-Eh, bueno... (dijo Elena de manera nerviosa)
-Es que has puesto una cara...
-Pues normal, ¿no? Me ha dado vergüenza...
-Bah, yo soy muy abierta para eso.
-Es que sé que te gustan las chicas, por eso me ha dado vergüenza. Es como si me hubiera visto un chico, ya sabes...
-Ah, bueno, no es para tanto...
-Ya...
-De verdad, no te comas la cabeza con eso. Además, tienes un culo muy bonito, jijiji...

Entonces María salió, viéndome casi en la puerta, pasando de largo con una sonrisa y cara de estar un poco cortada. Después entré a la cocina, encontrándome a Elena un poco roja.

-¿Qué pasa?
-¿Eh? Nada, nada.
-Estás un poco roja.
-Nada, es que tengo un poco de calor, a ver si sale mi hermana y me ducho. (dijo yéndose de la cocina)
-Sí que tienes un culo muy bonito. (dije riéndome)

Entonces Elena se giró después de quedarse un par de segundos parada, estando más roja aún. Sonrió y negó con la cabeza para irse de allí.

El resto de la mañana la pasamos juntos hasta la hora de comer, juntándonos los cuatro en el comedor, con un ambiente bastante diferente al del día anterior, con todos conversando abiertamente sin ningún tema raro de por medio. Hasta se me había pasado el bajón de lo de Ángela, suponiendo que era por estar junto a Elena más tiempo, ya que las conversaciones por teléfono y mensaje me sabían a poco. Aun así, yo no participaba mucho en la conversación por miedo a que Noelia saltara con alguna, pero para mi sorpresa se comportó bastante bien. Se me hacía una chica rara, demostrando ser un encanto, como lo era María, pero desafortunadamente, ese comportamiento era bastante raro en ella, siendo lo normal que fuera borde y contestona. Imaginaba que estaba así al estar contenta por lograr hacer lo que le preguntó a Elena en la comida del día anterior.

En cuanto acabamos de comer me despedí de ellas, con Elena acompañándome a la puerta para despedirme a solas, con un largo beso mientras me abrazaba con mucha fuerza. De nuevo noté que se ponía un poco triste porque no sabíamos cuando nos podríamos ver, aunque yo la intentaba animar diciéndole que hablaríamos todos los días y que me avisara si se quedaba sola para acercarme y estar un rato con ella. Regresé a mi casa, recibiendo un mensaje de ella por la noche diciéndome que ya me echaba de menos.

Los siguientes días solo mantuvimos contacto por mensajes durante el día y por la noche por teléfono antes de irse a dormir. Entramos ya en junio, con la misma rutina que manteníamos esos días mientras ella estudiaba y yo trabajaba, sin apenas salir porque no tenía ganas de hacerlo sin ella, sin tampoco encontrar un momento para vernos, ya que su madre estaba bastante encima de ella y prácticamente no salía de casa. Lo único bueno de estar así era no tener que aguantar a Noelia, quien ni siquiera me mandaba mensajes, suponiendo que estaba algo agobiada con selectividad y estaría concentrada. Las videollamadas se volvieron muy asiduas en esos días, donde nos veíamos desnudos de vez en cuando con sus consecuentes pajas por las ganas que nos teníamos. También había días en los que nos quedábamos hasta tarde, tumbados en la cama viéndonos mientras hablábamos, hasta que Elena caía dormida por los madrugones que se metía. Llegó un punto en el que veía ridículo estar así teniendo en cuenta que estábamos a tan pocos kilómetros el uno del otro, pero su forma de tomarse la situación me calmó, ya que a penas la notaba triste. Supongo que sería porque en realidad estábamos muy cerca, nada que ver con lo que ocurrió la otra vez, en la que estaba en otro país. También imaginé que era precisamente por eso, porque la otra vez ambos lo pasamos muy mal y seguro que no quería pasar por lo mismo, además de que estaba bastante distraída centrada en lo suyo. En estos días también hubo contacto con Irene y Mario por mensajes y en videollamadas de cuatro. Nos decían que estaban muy bien y que tenían ganas de vernos para tomarse algo con nosotros y empezar a jugar como lo hacíamos semanas atrás.

Finalmente nos plantamos a mediados de junio, teniendo Elena que ir a la universidad a presentar su proyecto. Después de hablar varias veces con su madre, la convenció para que no la llevara ella, diciéndole que se iba con algunas compañeras que también lo tenían que presentar, siendo en realidad yo el que iba a por ella. Cada día que pasaba acercándose el momento estaba más ansiosa, tanto por la exposición del proyecto, como por vernos. Finalmente llegó el día en el que tenía que ir a por ella, estaba hasta nervioso del ímpetu que le iba poniendo ella conforme se acercaba el día.

Fui hasta su pueblo, aparcando un poco retirado de su casa por si su madre decía de asomarse o algo. Me quedé embobado en cuanto la vi. Iba guapísima y muy elegante, con un traje negro, con las mangas de la chaqueta remangadas hasta los codos y con unos pantalones ajustados que dejaban sus tobillos al aire, una blusa blanca, unos tacones negros y un bolsito. Iba con un maquillaje muy ligero y el pelo alisado. Venía a paso ligero, ya que con aquellos tacones lo tenía difícil para correr, aunque cuando estaba cerca no pudo aguantarse y vino más rápido, echándose en mis brazos y empezando a darme muchos besos.

-Que ganas tenía de verte y tenerte así de cerca, mi amor.
-Eh... (estaba que no sabía que decir, balbuceando sonidos sin sentido)
-¿Qué te pasa?
-Joder, es que tenía muchas ganas de verte y es que, madre mía, estás guapísima.
-Jajajaja, gracias. ¿Te gusta?
-Me encanta.
-Mi madre se ha empeñado en que me comprara algo así.
-Pues ha acertado. Te queda genial, estás tremenda.
-Jo... Que ganas tenía de que llegara hoy...
-Yo también. Estaba hasta nervioso.
-No me hables de nervios, que estoy que me va a dar algo.
-Bueno, no pasa nada. Si es muy poco lo que dura eso.
-Ya, pero por la espera estoy atacada.
-Ya verás como no es para tanto.

Nos montamos en el coche y fuimos hasta la universidad, contándome por el camino que tenía a su madre y a su abuela aburridas de tanto practicar la exposición del proyecto ante ellas. También me contó que su hermana ya había acabado la selectividad y que creía que le había salido todo bastante bien, aunque aún estaba esperando el resultado. Llegamos a la universidad, teniendo muchos recuerdos conforme entrábamos, ya que esa era la universidad en la que yo había estudiado también. Una vez nos bajamos vi que había compañeras y compañeros de ella, esperando para exponer también su proyecto. Todos iban bastante formales, por lo que pensé en regresar a casa rápidamente para cambiarme, ya que una vez acabaran tenían pensado en irse a tomarse unas cervezas para celebrar que ya habían acabado. Hablé un poco con gente de allí que conocía de hacía unos años y me fui para cambiarme, volviendo en camisa y una americana. Elena seguía allí, sentada, sin hablar apenas con nadie. Estaba muy nerviosa, casi temblando, sin parar de mover los dedos de las manos. Le cogí las manos, apretándoselas. Las tenía heladas.

-Tranquila, ya verás como no es para tanto.
-Pfff... Estoy acojonada.
-Cuando te toque piensa que es como las veces que lo has hecho con tu madre y tu abuela, o conmigo. Bueno, conmigo no, jajaja.
-Jajajaja.
-Piensa también en que cuando acabes vamos a estar más tiempo juntos.
-¿Sí? (preguntó con brillo en los ojos)
-Pues claro. Ya verás que verano nos vamos a pegar.
-Que ganas...

La cogí de la mano y la levanté para irnos a un pasillo menos concurrido para darle un beso muy intenso.

-Como echaba de menos tus labios...
-Javiiii, así no me relajas... jajaja.
-Perdona, pero es que no podía aguantar.

Le di un abrazo, acariciando su cara y pasando el dedo pulgar por sus labios mientras ella estaba con los ojos cerrados y sus mejillas sonrojadas.

-Venga, ya verás como te sale perfecto.
-Uff...

Volvimos a donde estaban los demás y a los pocos minutos le tocó. Esos minutos se me hicieron eternos, estando realmente nervioso por ver como salía. De repente oí un taconeo acercándose y vi que era ella. Venía con una sonrisa enorme en la cara, empezando a acelerar el paso hasta que llegó a mí y me abrazó con fuerza. Fuimos a la cafetería para tomarnos un café los dos tranquilamente mientras me explicaba como le había ido y lo asustada que estaba nada más entrar, pero después se calmó y le fue bastante bien. Estaba eufórica y después de tomarnos el café llamó a su madre para explicarle como le había ido, diciéndole también que se iba a comer con sus compañeros. Volvimos con los demás, quedando ya pocos por entrar, por lo que al rato nos fuimos a un bar que había cerca de la universidad para tomarnos una cerveza. Elena y yo fuimos de la mano, bajo la mirada de varios compañeros suyos, que soltaban algún chascarrillo y alguna risita. Después de unas cervezas pasándose ya la hora de comer, dijeron de ir a tomarnos alguna copa, pero Elena se negó, diciendo que tenía que ir a casa, que estaba cansada y que se quería cambiar. Nos despedimos de todos y me cogió de la mano para ir hacia el coche, metiéndome prisa, pero sin decir nada, casi llevándome a arrastras. Llegamos y nos metimos en el coche.

-¿Qué te pasa?
-¿Tú qué crees?
-Estabas inquieta mientras estábamos en el bar.
-Lo que estoy es con unas ganas de follar que no puedo más.

Entonces se tiró encima de mí para comerme la boca con mucha ansia, sobándome el paquete con sus manos, intentando desabrocharme el cinturón.

-Elena, espera, que nos van a ver.
-Javi, tengo muchas ganas, no puedo esperar más.
-Espera que vamos a un sitio apartado.
-Vale, pero vamos ya.

Arranqué y fui hasta un solar en el que no había nada, con Elena desabrochándose el pantalón y empezando a tocarse, metiendo su mano por dentro de su ropa mientras me miraba fijamente. Aparqué en un sitio resguardado por unos árboles donde había sombra porque ya hacía un calor considerable por el mes en el que estábamos. En cuanto apagué el motor se echó de nuevo encima de mí, agarrándome la cara fuertemente con sus manos, devorando mi boca mientras respiraba muy aceleradamente.

-Vamos ya a atrás.

Se descalzó, dejando los zapatos en el suelo del asiento de alante, pasando a atrás sin bajarse del coche. En lo que me quité el cinturón y fui a la parte de atrás, ella ya se había desnudado, quedándose solo en ropa interior, siendo un conjunto negro de encaje, dejando el resto de su ropa en el asiento de alante. Abrí la puerta y tiró de mi mano, sentándome y subiéndose encima de mí, con una pierna a cada lado, comiéndome la boca de nuevo mientras movía su cuerpo sensualmente hacia delante y atrás y emitía ronroneos desde su garganta. Estaba tan caliente y me besaba y tocaba de tal manera que mi erección fue instantánea. Elena estaba hasta temblando del calentón que tenía, empezando a tirar de mi ropa para desnudarme. Puse mis manos en su culo, apreciando que llevaba un tanga.

-¿Te has puesto un tanga?
-Ajam...
-¿Tantas ganas tenías?
-Javi, te quiero dentro de mí para siempre.

Me quedé en silencio. Aquello sonó más profundo que unas palabras dichas por un calentón. Mi respuesta fue abrazarla mientras le comía la boca. Una vez estuvimos desnudos por completo, ella se puso de rodillas en el suelo del coche, empezando una mamada con mucha baba, sacándosela varias veces de la boca para pasar su lengua desde la base hasta la punta, haciendo el mismo recorrido de forma inversa para después chuparme los huevos. Me la empezó a comer rápidamente mientras masturbaba la mitad con una mano, pasando la otra por mi pecho, estómago, barriga y muslo, alternando entre esas partes varias veces.
 
Capítulo 125

A esas alturas creía que ya lo había visto todo en Elena, pero no me imaginaba estar tan equivocado. Elena estaba tan cachonda que le daban temblores, como escalofríos. Parecía que era nuestra primera vez follando y que era virgen, notándola muy nerviosa. La sorpresa no quedó ahí. Tiró de mis piernas para que mi culo sobresaliera de los asientos traseros y se sacó la polla de la boca, poniendo su cabeza de lado, pasando su lengua a lo largo de mi polla había abajo, pasando a los huevos y luego a mi culo. Era la primera vez que me lo hacía y se notaba que era la primera vez que lo hacía. Se limitó a imitar lo que yo le hacía ahí de vez en cuando mientras me masturbaba a buen ritmo con la mano y me miraba fijamente a los ojos con cara de estar a mil. A los pocos segundos se concentró, cerrando los ojos, dándome bastante placer por todos lados hasta que de repente paró y se incorporó.

-Lo siento, pero ya no puedo más.

Cogió mi polla fuertemente por la base y se montó encima, soltando un gran gemido al entrar en su coñito tan apretado. Sentí lo mismo que cuando me fui en aquel trabajo y estuve durante tres semanas fuera, como si su coño se hubiera cerrado un poco. Se quedó quieta durante unos segundos con toda mi polla clavada en su interior.

-¿Estás bien?
-Sí. Déjame que me acostumbre.
-¿Acostumbrar?
-No me vas a comparar haberme follado yo misma con estos dos dedos que ahora con tu polla. (dijo cerrando el puño y manteniendo los dos dedos del medio abiertos)

Incliné mi cara hacia ella para cogerle esos dos dedos con mi boca y empezar a chupárselos. Le gustó mucho que hiciera eso porque puso una cara de vicio increíble, soltando un gemidito, empezando a moverse ligeramente hacia delante y atrás inmediatamente después. Empezó una cabalgada ligera, cogiendo cada vez más velocidad hasta que llegó un punto en el que lo hacía tan rápido que el coche se zarandeaba bastante. Los gemidos eran bastante altos por ambas partes, poniéndose ella roja por el sofoco, por lo que le pasaba el pelo por detrás de la oreja para que no le molestara, sacando ella sus dedos de mi boca para cogerme la cara y besarme con mucha intensidad. Estuvo así durante minutos hasta que paró de golpe, respirando pesadamente, estremeciéndose un poco, indicio de que estaba a punto de correrse. Aproveché para encender el aire acondicionado del coche porque estábamos que nos iba a dar algo del calor que hacía, siendo el coche una sauna por estar nuestro calor corporal tan concentrado ahí dentro. Estaba deseando follarla bien, pero por mi estatura era bastante incómodo hacerlo en otra postura, incluso aquella me llegaba a cansar porque tenía que encorvar un poco la espalda y me llegaba a doler un poco de estar así tanto rato. De nuevo se empezó a mover, cogiendo rapidez mientras pasaban los minutos empezando a gemir más intensamente que momentos antes hasta que cogió mi mano derecha y se metió dos dedos en la boca, empezando a chuparlos como si fuera una polla, para sacarlos a los pocos segundos diciéndome:

-Juega con mi culo.

Inmediatamente llevé mi mano hasta su culo, jugando con mis dedos más que lubricados por su saliva con su ano, haciendo movimientos circulares, empezando a meter uno mientras ella se movía, ahora más despacio para que se lo pudiera hacer bien. De los gemidos altos paso a unos más bajos, en forma de murmuros y resoplidos, teniendo una cara de no poder estar más cachonda. Poco a poco la estimulaba con más intensidad, metiendo otro dedo, hasta que ella misma aumentó el ritmo, cogiendo mi mano con la suya para que lo hiciera más rápido, aumentando también el ritmo de la cabalgada. Nuestras caras estaban pegadas, separando la suya de la mía después mientras notaba como empezaba a temblar, como si vibrara, mirándome con los ojos muy abiertos y asintiendo. Estalló en un gran orgasmo gritando, bastante parecido al que tuvo cuando le puse el vibrador en el culo. Me empapó el pubis, las caderas y los muslos, temblando como una loca con muchos espasmos. Eso era imposible de aguantar, por lo que acabé corriéndome dentro de ella instantáneamente, casi gritando también. Se derrumbó encima de mí, balbuceando sonidos mientras le daban fuertes espasmos y respiraba aceleradamente de forma muy entrecortada. La sujeté de la espalda y cogí papel de la guantera que tenía detrás del freno de mano para limpiarnos. Le puse papel en el coño para que absorbiera mi corrida, pegando ella un respingo, con un gemido de queja al tocárselo. Al bajarse de mí, se echó en los asientos de atrás, de lado, haciéndose un ovillo mientras seguía emitiendo esos gemidos en forma de murmuros, acompañados de algunos espasmos más ligeros. Mientras ella se recomponía me limpié yo, quedándome sentado, recuperando el aire. Pasados unos minutos Elena respiraba de forma normal y dejó de hacer esos gemidos.

-Te quiero. (dijo susurrando)

Me quedé de lado mirándola, como seguía aún con sus ojos cerrados y la cara relajada, alargando su mano buscándome. Le di mi mano y ella la apretó con fuerza. Se incorporó para ponerse de la misma manera que estaba, pero sobre mí regazo, mirando hacia arriba, buscando mis ojos. Nos quedamos un rato mirándonos sin decir nada, solo nos acariciábamos, hasta que ella se incorporó y cogió su bolso para sacar unas toallitas húmedas y limpiarnos mejor.

-Sí que venías preparada hoy...
-Hombre, después de casi tres semanas sin vernos, ¿qué esperabas, unos besitos...?
-Jajajaja. La verdad es que ha sido increíble. Vamos a tener hacer esto de estar sin vernos unos días de vez en cuando.
-Ni de coña, jajajaja.

Nos vestimos, saliendo después del coche para que se aireara, dejando las puertas abiertas mientras respirábamos aire fresco y Elena se retocaba el pelo mirándose en el reflejo de las ventanas mientras yo la veía, contemplando lo elegante y tremendamente sexy que estaba con esa ropa. Era la primera vez que la veía así y no podía apartar los ojos de ella. Después vino hacia a mí y me puso bien la ropa y un poco el pelo para echarnos alguna foto. En ese momento la llamó su madre preguntándole que cuando iba a ir y se enredó un poco en una discusión con ella diciéndole que ya había acabado y que quería estar por ahí con sus amigos, que bastante tiempo había estado encerrada. Nos montamos en el coche, viéndola molesta, aunque rápidamente se le cambió el ánimo, diciéndome alegremente que fuéramos a mi casa, que le apetecía ver a mis padres, y luego quedaríamos con Irene y Mario, que seguro que se apuntaban a una cerveza por la noche. Le dije que antes iríamos a su casa, que era normal que su madre la hubiera llamado, seguramente para que le explicara mejor como le había ido y demás. Elena no quiso discutir y aceptó enseguida, con la condición de que sería algo rápido, que no tenía ganas de volver a casa tan rápido y que quería estar conmigo. A mí me pareció perfecto, por lo que nos fuimos hasta su casa. La dejé en la puerta y aparqué al final de la calle, volviendo a los pocos minutos, con el maquillaje y el pelo más arreglados. La cosa fue bien y me dijo que llevaba razón, que era para eso y que entendía que quisiera estar con mis amigos después de estar tanto tiempo encerrada.

Fuimos a mi casa para ver a mis padres. Mi madre se quedó parada cuando nos vio aparecer así tan arreglados. Rápidamente nos preparó un café, hablando con nosotros, preguntándole a Elena como le había ido, respondiendo ella alegremente, ya sin estar cortada como en ocasiones anteriores. Estaba encantada, sin embargo, mi padre pasaba del tema como siempre, limitándose a ver la tele, sin prestar atención a la conversación. Después de estar un buen rato ahí, nos fuimos a dar una vuelta cogidos de la mano y fuimos hasta la casa de Mario cuando sabíamos que ambos habían salido del trabajo. Abrió Mario, poniendo cara de sorpresa, dándonos un abrazo a ambos y haciéndonos pasar. En cuanto entrarnos al salón e Irene nos vio, dio un salto del sofá viniendo hacia nosotros, dándonos un fuerte abrazo a los dos. Tiró de nosotros para que nos sentáramos junto a ella, empezando a hablar después de varios días sin vernos. Irene miraba a Elena con unos ojos brillantes, sin parar de mirar como iba vestida y es que Elena iba realmente espectacular, notándolo cuando estuvimos andando por la calle, siendo el centro de muchas miradas, sobre todo de chicos.

I: Pfff... Elena...
E: ¿Qué pasa?
I: Pues que mira como me vienes...
E: ¿Te gusta?
I: Me has puesto cachonda, jajaja.
M: A mí también. Si ya estabas tremenda cuando salimos y te pones esos vestidos, así... No veas...
E: Tendríais que haber visto a Javi cuando me ha visto así, jajaja.
I: No podía hablar, ¿no?
E: Hacía sonidos raros, parecía que estaba malito... Jajajaja.
I: Pobrecillo, jajajaja.
J: ¿Contamos lo que pasó después de salir del bar? (dije con tono de chinchar)
M: Ojo...
E: Shhh.
I: ¿Qué pasó?
E: Naaaaada.
I: Javi, ¿qué pasó?

Le empecé a explicar lo inquieta que estaba durante el rato que estuvimos en el bar y lo como me llevó hasta el coche a rastras, como quería que la follara ahí mismo y como fuimos hasta un sitio apartado con ella empezando a tocarse porque no podía aguantar más.

I: Madre mía Elena, lo que daría por haberte visto así...
E: Si no fue para tanto... (dijo un poco sonrojada)
M: Ya, que te conocemos, jajaja.
J: Yo creo que sí fue para tanto...
I: ¿Sí? ¿Por qué?
J: Estaba muy cachonda. Creo que nunca la he visto así, estaba hasta temblando, como si fuera su primera vez.
I: Joder...
J: Pero la cosa no queda ahí, que luego...
E: ¡Javi! Tsss.
I: Venga, hombre...
J: Pues que me la empieza a chupar y luego...

Entonces Elena me cogió de la cara y me plantó un beso para que me callara. Me despegué de ella para seguir contando, pero me volvió a coger la cara para besarme de nuevo, pasando una pierna por encima para subirse a mí. Noté movimiento y abrí los ojos, viendo como Irene le pasaba el pelo por detrás de la oreja a Elena y le empezaba a mordisquear la oreja.

I: Seguro que fue un polvo genial...
J: Ajam...
M: Te follaba en esa postura, ¿no?
J: Mmm... (gemí con tono de afirmación)

Entonces noté como Elena respiraba más fuerte, notando también que el corazón le latía más rápido al estar tan carca el uno del otro y de repente pasó a besarme el cuello. Yo me dejaba hacer como siempre que ella me hacía eso, disfrutando, echando mi cabeza hacia atrás y dejando mis ojos cerrados.

J: Sí, me folló así. Muy rápido y luego lento. Después se metió mis dedos en la boca y me dijo que jugara con su culo...
I: Mmm...
J: Pero antes de todo eso, justo después de chupármela, me comió el culo.

Entonces oí como Irene lanzó un gemido, por lo que abrí los ojos y miré hacia ella, encontrándomela a 4, mirando hacia nosotros mientras Mario la embestía desde atrás ligeramente. Ver eso no hizo más que acentuar mi erección, la cual ya estaba bastante presente por como Elena se había subido encima de mí y me había empezado a besar, pasando a mi cuello. Elena también se dio cuenta al soltar mi cuello y dirigir su mirada a ellos, lanzando una risa muy encantadora, para después seguir lo que estaba haciendo.
 
Capítulo 126

Les empecé a contar con detalle como fue el polvo, con el consecuente aumento de las embestidas, acercándose Irene cada vez más a nosotros mientras yo me estremecía por como Elena me besaba el cuello. Después de estar así durante unos minutos Elena se deslizó por mi cuerpo hasta ponerse en el suelo de rodillas, empezando a desabrocharme los pantalones, sacando mi polla y empezando a masturbarla mientras me miraba a los ojos, poniendo después el glande en sus labios, rozándolo contra ellos mientras notaba el aire que salía de su nariz, haciendo que me estremeciera. Empezó a chupar lentamente mientras me miraba a mí y luego a Irene y Mario, paseando su mirada por los tres continuamente. Lo hacía lento, sacándosela y dando pequeños besitos por el tronco. Poco a poco aumentó la intensidad, metiéndose la mitad mientras masturbaba el resto. La follada de Mario a Irene cada vez era más fuerte, siendo de tal manera que Irene apoyó su cabeza y parte de su pecho en el mío mientras jadeaba y lanzaba algún gemido. Se agarraba a mi camisa conforme pasaron los minutos hasta que se corrió, lanzando un gemido ahogado contra mi pecho mientras agarraba con fuerza mi camisa. Después de un par de sacudidas por el orgasmo que tuvo, se echó hacia atrás, empujando a Mario y se bajó del sofá, sentando a Mario a mi lado para empezar a comerle la polla de la misma manera que Elena me lo hacía a mí. Ni siquiera se levantó los pantaloncitos y las braguitas que llevaba. Ambas mamaban a dúo, aumentando el ritmo cada vez más, con Elena tratándose toda mi polla, siendo algo increíble aun a esas alturas, ya que me lo había hecho varias veces, pero no entendía como lo podía hacer. Irene la miró de reojo e hizo un esfuerzo para comérsela a Mario de una manera parecida. Parecía haberlo intentado varias veces en esos días que estuvimos sin hacer nada, porque conseguía tragársela más que en las veces que los había visto follar antes. Ponía una cara de esfuerzo muy grande, cerrando mucho los ojos.

M: Irene, tranquila, que te vas a hacer daño.

Elena se sacó la polla de su boca y cogió el pelo de Irene, haciéndole una coleta con las manos, acercándose a su oído y susurrándole algo al oído que no fui capaz de escuchar. Entonces la dirigió hacia la polla de Mario mientras la cogía aún del pelo, empezando a hacer fuerza mientras Irene se la metía en la boca. Elena se volvió a acercar, mordisqueándole la oreja y entonces Irene empezó a tragarse la polla de Mario sin tanta dificultad. Elena siguió dirigiendo la mamada mientras me masturbaba, mirándome con una sonrisa en la boca. Volvió a chupármela de nuevo mientras agarraba a Irene por el pelo, haciéndolo muy rápido, emitiendo sonidos al hacerlo. Le soltó el pelo a Irene y se centró en la mamada, haciendo que a los pocos segundos me corriera, empezando a retorcerme mientras levantaba mis caderas y jadeaba con fuerza, apretando mi cara. Para cuando abrí mis ojos, vi a Elena con los mofletes inflados, como si me estuviera esperando para enseñarme como se tragaba mi corrida. También vi como Irene se movía, estando igual que Elena, con los mofletes inflados. Parecía que Mario también se había corrido. Entonces Elena cogió a Irene y pegó su cara a la suya, tragándoselo entonces y sacando su lengua, haciendo Irene también en cuanto vio como lo hizo Elena.

En cuanto vi eso tiré de Elena para besarla, intentando desabrochar su pantalón, pero ella me frenó.

-Luego seguimos. Ahora vamos a tomarnos algo.

Miré la hora y vi que era ya un poco tarde, entre el paseo que dimos, el rato que estuvimos hablando con ellos y lo que pasó después, el tiempo había pasado volando. Irene y Mario se cambiaron y nos fuimos a un bar cercano. Allí seguimos hablando mientras tomábamos algo para cenar mientras Irene parecía seguir con el calentón, mirando a Elena con los ojos muy abiertos a veces. Los demás estábamos más relajados después de haber jugado un poco. En cuanto acabamos yo tenía pensado en ir a mí casa para que ambos descansáramos allí, pero Irene nos ofreció que fuéramos a su casa para seguir hablando un poco. Aceptamos, aunque todos sabíamos lo que Irene quería decir realmente. Llegamos y nos sentamos cada pareja en un sofá, donde seguimos hablando. Es lo que tenía estar casi tres semanas sin vernos con ellos, que teníamos bastantes cosas de las que hablar, tocando varios temas, a pesar de haber tenido alguna videollamada con ellos, pero fueron de breve duración. Irene fue a la cocina para preparar unas copas, siguiéndola Mario inmediatamente para ayudarla. Elena y yo los quedamos sentados, con ella poniendo cara de queja mientras llevaba sus manos a sus pies.

-¿Qué pasa?
-Los tacones me están matando. Llevo todo el día con ellos puestos y no estoy acostumbrada.
-Ven, quítatelos y te doy un masaje.

Elena se quitó los tacones y se sentó apoyando su espalda en un brazo del sofá, poniendo sus pies sobre los muslos. Empecé a masajeárselos mientras ella se relajaba y lanzaba algún gemido. Irene y Mario volvieron, sonriendo ella de manera picarona, dándonos las copas y volviéndose a sentar para seguir hablando. Elena se retorcía un poco por mi masaje, lanzando algún gemido de manera sensual. Se notaba como Irene se empezaba a calentar aún más con cada gemido de Elena mientras la miraba con deseo. Mario se limitaba a resoplar ligeramente mientras lanzaba alguna mirada, parecida a las de Irene, por la situación.

E: Chicos, ¿os importa que Javi y yo nos quedemos esta noche aquí? Es que tenemos muchas ganas de follar y voy a gritar bastante, me lo noto.

En cuanto oí esas palabras tuve una erección instantánea, aunque estaba un poco extrañado de que Elena hubiera sido la que había propuesto quedarse y de una manera tan explícita.

I: Claro, sin problema.
M: Joder, Elena, sí que tienes que estar caliente para ser tú quien diga de quedarse y de esa manera...
E: Sí, estoy muy caliente. Llevamos tres semanas sin hacer nada y hoy solo hemos echado un polvo rápido en el coche y se la he chupado, quiero más.
I: Elena, estás irreconocible...
E: ¿Qué pasa, tan raro es que esté cachonda? (dijo con un gemido al final, provocado por mi masaje)
I: No es eso, jajaja. Es por como hablas y dices las cosas.
E: Jajajaja, no sé... Bueno, Javi, vamos a la habitación.

Sin decir nada la cogí y me la llevé en brazos, llegando a la habitación y tumbándola en la cama, donde ella me abrazó para caer encima suya y empezar a besarme, empezando a lanzar esos ronroneos desde su garganta que ella hacía cuando estaba muy caliente. Le empecé a tocar con mucha ansia por todo el cuerpo, manoseado su culo y sus muslos, con algún azote.

-Javi, no te pongas nervioso, que rompes la ropa, a ver si va a pasar como la otra vez con tu camisa, que salieron los botones volando... jajajaja.
-Jajajaja, pero, ¿qué te pasa hoy? Pareces otra...
-Estoy feliz, ya he acabado todo lo que tenía que hacer y por fin estoy contigo.

La risa se me fue rápidamente, poniéndome serio y lanzándome a comerle la boca con mucha ansia, recibiéndome ella con la misma o más. Nos empezamos a desnudar rápidamente, tirando la ropa al suelo mientras no parábamos de besarnos y toquetearnos. Entonces entró Irene lentamente a la habitación.

-Chicos, os habéis dejado las copas. (dijo de manera sensual)

Nosotros seguimos a lo nuestro sin hacerle caso, pero ella se acercó una vez dejó las copas en la mesita y le acarició a Elena el culo, estando su piel liberada por llevar tanga.

E: ¿Qué haces? (dijo mientras le daba un manotazo)
I: Nada... (dijo tras dar un respingo)
E: ¿No habíamos quedado en que estaríamos un tiempo sin hacer nada?
I: Sí, pero...
E: Pero nada. Hasta que no estemos todos seguros no se va a hacer nada.
I: Vale... (dijo bajito, con algo de tristeza)

Entonces Elena se levantó de la cama y se puso frente a ella, mirándola fijamente, estando sus caras a pocos centímetros la una de la otra. Estaba seria. Elena agarró a Irene con fuerza del cuello.

E: ¿Ya no me vacilas?

Irene negó con la cabeza, agachando las cejas con expresión triste.

E: Mmm... Chica lista.

Entonces Elena se soltó el cuello y le acarició la cara, pasando su dedo pulgar por sus labios, metiéndoselo en la boca para que lo chupase.

E: ¿Me quieres comer la boca?

Irene asintió.

E: Contesta.
I: Sí.
E: ¿Y las tetas?
I: Sí.
E: ¿Y mi coñito?
I: También.
E: Pues eso no va a pasar, al menos hasta que yo lo diga.
I: Vale. (dijo susurrando)

Irene me miró, pero sin girar su cabeza, respondiendo Elena cogiéndole la cara con ambas manos para agitársela un poco.

E: Y de tocarle o hacer algo con él te puedes olvidar.
J: Ya te dije lo que pasaría si te metías con mi niña. (dije poniéndome detrás de Elena, dándole un abrazo, apretando mi polla contra su culo)
E: Míralas bien porque no las vas a tocar. (dijo una vez se quitó el sujetador)
I: Pfff...
J: Son solo mías. (dije amasándolas y pellizcando ligeramente los pezones, que ya estaban muy duros)

Elena soltó un gemido y siguió:

E: Y lo mismo con esto. (tras quitarse el tanga)
J: También es solo mío. (dije acariciándoselo, notando lo mojado que lo tenía, metiendo un dedo dentro, con un nuevo gemido de ella)

Después de meterle el dedo un par de veces profundamente, lo saqué y se lo puse en la boca a Irene para que lo chupara. Ella lo recibió con ansia, chupándolo con muchas ganas, cerrando sus ojos y lanzando un gemidito. Elena se agachó y cogió el tanga, abriéndolo y poniéndoselo en la cara a Irene.

E: Huélelo, es lo más cerca que vas a estar de mí.

Irene olió el tanga de Elena, que estaba bastante mojado, poniendo una cara de vicio increíble.

E: Llévatelo anda. Huélelo mientras Mario te folla. Pero no quiero nada raro, luego me lo das conforme está. No quiero ninguna corrida ahí, ¿vale?

Irene asintió y se fue de la habitación. Estaba temblando. Cerró la puerta y nos dejó solos. Nos quedamos en silencio y Elena se tumbó en la cama boca arriba, ya sin nada de ropa. Yo la seguí, quitándome los boxers y poniéndome de rodillas encima de la cama. Entonces Elena puso sus pies sobre mi pecho, empezando a acariciármelo con ellos mientras ronroneaba.

-Has estado muy bien. Me ha encantado lo que has hecho.

Elena permaneció callada, pasando sus pies por mi cuello, para luego pasarlos a mi barbilla mientras gemía murmurando.

-Estás muy caliente. Me encanta.
-Llevo así desde antes de hacer esto con Irene...
-¿Sí?
-Sí.
-¿Desde cuándo?
-Desde que me has empezado a dar el masaje.
-Ah, ¿sí?
-Sí, me gusta que jueguen con mis pies... (dijo poniéndose roja)
-Mmm... ¿por eso gemías así?
-Sí...
-¿Por qué no me lo has dicho antes?
-Porque me daba vergüenza. (dijo ya estando totalmente roja, encogiéndose como cuando tiene vergüenza)
-¿En serio? A estas alturas...

Elena permaneció en silencio, aún roja. Entonces le cogí los pies y se los empecé a besar, notando como se aceleraba su respiración. Solté uno y me centré en el otro, besándoselo suavemente por todos lados, pegando pequeños lametones, empezando a chuparle los dedos. Su cara era increíble. Estaba muy cachonda, lanzando esos ronroneos, con su cara roja y agarrándose las tetas, tirando de los pezones. Yo la miraba fijamente a los ojos mientras seguía mi trabajo, pasando al otro pie, repitiendo lo que hice con el otro. Ella ya se empezó a tocar el coño, pasando sus dedos por toda la raja, centrándose en su clítoris, haciendo pequeños movimientos circulares. Después de estar un rato así, le solté los pies, inclinándome hacia delante, pero ella me paro con su mano.

-Espera.
-¿Qué pasa?
-Ponte como antes.

Me incorporé, quedándome de rodillas, conforme estaba cuando le estaba tocando y besando los pies. Entonces ella agarro mi polla con ellos, empezando a pajearme suavemente, acelerando un poco. Variaba entre cogerla con la planta de sus pies y con sus dedos.

-¿Te gusta? (dijo muy bajito, tímidamente mientras encogía su cuerpo)
-Me encanta. Todo lo que me haces me encanta.

Elena tiró de mi mano para que me tumbara encima de ella y me empezó a besarme con muchas ganas, escuchando de fondo fuertes gemidos de Irene.

-Mira como la has puesto...
-¿Crees que he sido dura?
-No, si sabes que le encanta cuando le haces eso. Mira como disfruta.
-Javiiii... Te quiero sentir dentro de mí...
-No.
-¿No?
-No. Primero quiero hacer algo que llevo queriendo hacer desde que te he visto hoy.
-¿El qué?
-Comerte el coñito.
-Mmm...

Le di otro beso y bajé por su cuello, pasando a su pecho, lamiendo y mordisqueando sus pezones, con ella lanzando gemidos. Continué por su estómago y barriga. Le empecé a dar besitos por su pubis mientras le acariciaba los muslos.

-Hazlo ya, por favor. No puedo más.
 
Capítulo 127

Entonces me lancé a comerle el coño, dando grandes lametones mientras le agarraba de las caderas. Era increíble lo mojada que estaba, por lo que no tardó mucho en correrse haciéndolo una vez me concentré en su clítoris y metí dos dedos dentro, penetrándola seguidamente con ellos. Los saqué y pasé mi lengua por toda se raja, empezando ella a retorcerse mientras empezaba a gritar, agarrando con fuerza las sábanas y apretando mucho su cara. Me empapó la cara con su corrida y paró de gritar, pasando a respirar pesadamente, con fuertes jadeos. Sin esperarlo, me tiró del pelo para que me incorporará y tiró de mis brazos para que me pusiera encima de ella y la besara. Aún gemía en mi boca y entonces alargó su mano, cogiendo mi polla y metiéndosela en su coño, cogiendo aire con fuerza.

-Elena, ¿ya?
-Sí, te quiero dentro de mí. No puedo esperar.
-¿Quieres que te folle ya?
-Sí, pero despacito, aún estoy muy sensible.

Empecé un lento mete-saca, con ella gimiendo dulcemente, aunque con cierto tono de molestia. Al ver que estaba tan sensible paré, pero ella hizo un sonido de quedarse al notar que no la follaba, por lo que empecé de nuevo. Estaba muy sensible, temblando bastante, agarrándose fuertemente a mí con sus brazos y sus piernas.

-Javi, por favor, no pares. Es increíble lo que siento.
-No te quiero hacer daño.
-No... No lo haces, pero ten cuidado.

Apenas me movía, simplemente hacía contracciones con mi culo para empujar así, pero ella lo notaba como si la estuviera empotrado. Conforme se recuperaba de su primer orgasmo, me pidió que fuera algo más rápido, para mantener esa sensación todo el tiempo hasta que me pidió que le diera fuerte, haciéndolo yo así. De nuevo se puso a gritar, más fuerte que antes, volviendo a abrazarse con fuerza a mí, empezando a arañarme la espalda con las uñas bastante, llegando a hacerme daño. No pude aguantar más al verla y sentirla así y me empecé a correr dentro de ella, tras sentir un fuerte latigazo de placer que me recorrió por toda la espalda, poniéndose mi piel de gallina. Di fuertes embestidas con cada chorro que soltaba en su coño. Cuando acabé de correrme me quedé quieto dentro de ella, quien aún seguía temblando muchísimo, notando como me estrujaba la polla y respiraba muy fuerte. Tras unos segundos así se abrió la puerta, apareciendo Irene.

-¿Estáis bien? He oído gritos muy altos y me he asustado.
-Sí, es que estaba muy sensible.
-Joder, nunca la había oído gritar así.
-Bueno, últimamente estábamos descubriendo algunas cosas y a veces llegamos un poco al límite.
-Mmm... Ojalá ver eso...
-Oye, ¿nos podemos duchar ahora?
-Claro, os preparo unas toallas.
-Gracias.

Irene se fue y nos dejó solos. Entonces oí como sonaba el móvil de Elena, quien seguía en su mundo, recuperándose de su bestial orgasmo con mi polla aún dentro de ella. Tampoco se enteró de la conversación con Irene, en esos momentos es como si no estuviera allí. El móvil dejó de sonar y tras unos pocos minutos, Irene volvió a entrar a la habitación.

-¿Todavía?
-Sí, es increíble.
-Madre mía... Oye, dejo aquí el tanga de Elena y sus tacones, que se los dejó en el salón.
-Vale, muchas gracias.
-De nada, ya sabes que no tienes que darlas. Nosotros ya nos vamos a dormir, que Mario tiene que madrugar.
-Vale, no haremos ruido.
-Buenas noches.
-Hasta mañana.

A los pocos minutos de haberse ido Irene, Elena empezó a recuperar la consciencia, abriendo sus ojos. La cogí en brazos con cuidado de que no se saliera mi corrida, habiendo puesto mi mano ahí con mucho cuidado a los pocos segundos de haberme corrido y que mi polla fuera perdiendo su erección. Nos duchamos y volvimos a la habitación para acostarnos, poniéndome yo los boxers y ella solo el tanga. Ella seguía ida, como el domingo del fin de semana que pasamos en mi casa, cuando tuvo aquel orgasmo bestial con el vibrador en su culo.

-Te han llamado al móvil.
-¿Sí? No me he dado cuenta.
-Aún no entiendo como te puedes poner así...
-Es increíble, solo te puedo decir eso porque no sé como explicártelo.
-Mírate, si aún estás...
-Sí. Me tiemblan las piernas aún.
-Anda, mira a ver quién era, a ver si va a ser importante. Que a estas horas...
-Es mi madre. Joder, es ya muy tarde, voy a llamarla para decirle que me quedo a dormir en casa de una amiga.

Entonces Elena llamó a su madre, quien cogió el teléfono nada más dio el tono de llamada. Por como estamos tan en silencio y lo cerca que estábamos, podía oír lo que su madre decía.

-Elena, ¿dónde estás? ¿Has visto la hora que es?
-Sí, mamá. Es que me he entretenido y se me ha olvidado avisarte.
-¿Dónde estás? Que voy a recogerte.
-No, no. Me quedo a dormir en casa de una amiga.
-¿Qué dices? Anda, dime donde estás y voy a por ti.
-Que no, que me quedo aquí.
-¿Has bebido? Te noto la voz rara.
-No, bueno, alguna cerveza. Estoy así porque ya íbamos a dormir, si me has pillado recién dormida.
-¿Y cómo no me avisas? ¿Eres tonta? Estamos aquí preocupadas por ti.
-Perdona mamá.
-¿Con qué amiga estás?
-Ay mamá, no seas pesada, por favor, mañana hablamos, que tengo mucho sueño.
-Bueno, pero avisa o algo.
-Que siiiiii.

Elena colgó después de darle las buenas noches a su madre y me miró sonrojada, parecía tener vergüenza por haberla escuchado hablar así con su madre.

-Me trata como si fuera una niña aún.
-Porque te quiere.
-Tú también me quieres y no me tratas así.
-Si quieres lo hago, jajaja.
-Jajajaja, no, no. Solo en la cama como un juego.

Después de un día tan largo y conforme estaba Elena, cayó dormida enseguida, siguiéndola yo al poco. Me desperté al oír a Mario en el baño, pero Elena seguía dormida y estaba tan a gusto con ella que no la desperté, por lo que me quedé durmiendo un poco más, con ella abrazada a mí. A las pocas horas me despertó Elena dándome varios besos y dijo de levantarnos, porque ya era algo tarde y quería ir a su casa para que su madre no se pusiera más pesada. Nos vestimos y salimos de la habitación, encontrándonos a Irene, quien estaba en el salón. Nos dimos los buenos días y comentamos lo que pasó la noche anterior, hablando con total naturalidad lo que todos hicimos. Al final acabamos desayunando los tres juntos y luego ya nos fuimos, con Irene dándonos un abrazo a ambos y un beso en la mejilla a Elena, bromeando con que quería hacerlo en la boca, pero que viendo como se había puesto la noche anterior, le dio algo de miedo, por lo que empezamos a reír.

Después fuimos hasta mi casa, donde me cambié de ropa rápidamente y llevé a Elena a su casa, contándome algo por el camino.

-Oye, se me ha olvidado decirte algo.
-¿El qué?
-La semana que viene es mi graduación.
-¿Pero ya? ¿Tan rápido?

Entonces me explicó como estaba organizado aquello y porqué se hacía así.

-Pues eso, que es la semana que viene.
-Ah, genial.
-¿Vendrás?
-Pues claro, ¿qué pregunta es esa?
-Bien. Hay que ir bastante arreglado.
-Vale. Me pongo un traje, ¿no?
-Sí, que estabas muy guapo en la foto que me mandaste cuando te fuiste y aún no te he visto así en persona.
-Mmm... ¿Y tú qué te vas a poner?
-Ah... Ya verás.
-No es justo... Tú ya sabes como voy a ir y ya me has visto así.
-Pero no en persona.
-¿Ni una pista?
-Sí quieres te puedo decir lo que voy a llevar debajo... jajajaja.
-Eso prefiero comprarlo luego.

Llegamos a su casa y nos dimos un buen beso para despedirnos, viendo como se abría la puerta de su casa, pero se trataba de Noelia, quien no nos hizo caso, yéndose. Elena se puso un poco tensa, por lo que se bajó enseguida para entrar a casa por si su madre se asomaba o algo.

De vuelta a casa me puse a pensar lo ridículo que era que se pusiera así por si su madre nos veía juntos. No terminaba de entender que con 23 años tratara así a su hija, por mucho que haya pasado no tenía por qué controlar hasta ese punto la vida de su hija.

Llegué a casa y me puse a trabajar, porque esa mañana entre una cosa y otra se me pasó rápido, por lo que por la tarde tendría que recuperar esas horas perdidas. Una vez acabé de trabajar, por la noche hablé con Elena para ver qué haríamos esos días ya con ella totalmente libre. Su idea era descansar todo el verano y ponerse a buscar trabajo en septiembre. Estuvimos hablando un poco de eso, con ella ilusionada por encontrar trabajo de lo que había estudiado, aunque también bajábamos las expectativas porque la cosa con el trabajo siempre es delicada. Quedamos en que nos veríamos esos días, aunque yo tenía que trabajar también, por lo que pensamos en que se vendría conmigo a casa. También me contó que cuando llegó a casa le cayó bronca por su madre y estaba un poco molesta por eso, pero le hice entrar en razón diciéndole que se había tirado todo el día fuera de casa después de estar muchos días sin salir y que no había avisado ni nada por la noche. Finalmente nos despedimos, quedando en ver cuando iría a por ella para que estuviéramos juntos.

Los dos siguientes días no nos vimos, aunque sí que hablamos por teléfono contándonos nuestras cosas y el miércoles de esa semana sí que fui a por ella después de comer para pasar la tarde juntos. Elena se quedó hablando con mi madre en el salón mientras yo empezaba a trabajar. Al cabo de un buen rato vino a mi habitación y se sentó en la cama. Después de unos minutos en silencio me giré hacia ella.

-¿Estás aburrida?
-No, no. No te preocupes, yo quiero estar contigo.
-¿Quieres ver alguna película o algo en mi portátil?
-Venga, vale.
-Aquí tienes. (dije dándole el portátil)
-A ver si vas a tener aquí cosas guarras... jajajaja.
-Huy... Me lo dice la que empezó a buscar cosas así nada más nos acostamos. ¿Te acuerdas?
-Claro, jajajaja, aún flipo con lo que vi cuando vi al tío azotando a la chica y echándole cera por todos lados.

Se quedó tumbada en la cama de lado mirando una película mientras yo seguía trabajando, pero al rato se levantó, poniéndose detrás de mí para empezar a besarme.

-¿No te gusta la película?
-Bueno, no está mal, pero prefiero otras cosas...
-Ya, pero estoy ocupado.
-Oye, ¿no haces conferencias desde aquí?
-¿A qué te refieres?
-A que si haces reuniones por cam por aquí.
-No, ¿por?
-Bueno, es que me gustaría hacer algo...
-¿El qué?
-Me da un poco de vergüenza decírtelo...
-Va, ¿qué es?
-Me daría morbo chupártela mientras estás en una reunión.
-Uff, estás desatada, ¿eh?
-Bueno, tú tienes tus cosas y yo las mías, jajajaja.
-No sé, estoy un poco flipando, entre el otro día con lo de...
-Shhh, no lo digas. (dijo interrumpiéndome)
-¿Por qué?
-Me da vergüenza...
-Me gusta que te salgan estas cosas.
-¿Sí? (dijo empezando a besarme el cuello)
-Eres una cabrona.
-¿Por qué? (dijo aumentando la intensidad de los besos)
-Porque sabes como me pongo cuando haces esto...
-Sí que lo sé. (dijo sentándose encima de mí con una pierna a cada lado)
-Mmm...
-¿Qué pasa?
-Que yo también se jugar a esto (dije pasando su pelo por detrás de su oreja y levantándome de golpe, lanzando la silla hacia atrás, sujetándola y llevándola contra la pared, apretando su cuerpo con el mío)

Elena se sobresaltó, empezando a respirar aceleradamente.

-¿Ahora qué?
-Javi, no hagas tanto ruido...
-¿O qué?
-Que nos pueden oír tus padres, tonto.
-Me da igual. Juegas con fuego, pues te quemas.

Elena volvió a jadear. Entonces fui yo el que le empezó a besar el cuello, de la misma manera que ella lo hacía, empezando ella ronronear, indicio de que estaba muy caliente. A los pocos segundos ella se zafó de mí, empujándome para sentarme en la silla, tirando de mis pantalones y boxers para agarrar mi polla, que ya estaba bastante empalmada por la excitación, empezando una mamada a buen ritmo, emitiendo sonidos, aunque rápidamente bajó la intensidad para no hacer ruido. Tras unos minutos con una buena mamada, se levantó para bajarse sus pantalones vaqueros cortos y sentarse sobre mi polla dándome la espalda, metiéndosela mientras lanzaba un gemido que intentó reprimir, aunque se le escapó un poco. Empezó a botar, agarrándose a los brazos de la silla. Era increíble lo mojada que estaba y como se movía. Estaba inclinada hacia delante por lo que puse mi mano en su abdomen, empujándola hacia mí para pegar nuestros cuerpos mientras ella seguía moviéndose. Le metí las manos por su camiseta ajustada hasta llegar a sus pechos, colando mi mano dentro de su sujetador, notando como tenía sus pezones muy duros. Fue un polvo rápido porque todo aquello me puso muy cachondo y no iba a tardar mucho en correrme.

-Elena, estoy ya casi...
-¿Me vas a dar tu leche?
-Claro, ¿dónde la quieres?
-En mi boquita.
-Pues prepárate.

Entonces Elena se levantó, dándose la vuelta y poniéndose de rodillas, abriendo su boca y sacando su lengua mientras me miraba a los ojos. En dos sacudidas me empecé a correr en su boca entre jadeos, recibiéndola ella con un gemido. Una vez acabé, ella cogió mi polla con fuerza y se la metió en la boca para seguir succionando, hasta que ya no salió más, tragándoselo después, sonriendo y girando su cabeza.

-Tú no te vas a librar. (dije levantándola y tumbándola en la cama)

Ella lanzó un gritito de sorpresa y una vez la tuve así, tiré de sus pantalones y braguitas para tener más facilidad a la hora de comerle el coño. Al igual que me pasó a mí, Elena se corrió bastante rápido al recibir mis lametones y succiones mientras le metía los dedos. Empezó a temblar, agarrando las sábanas, pero soltándolas para llevarse las manos a la boca y tapársela. Sus temblores iban a más, por lo que saqué mis dedos usé solo la boca, empapándomela completamente con sus jugos. Me tiró del pelo al no parar yo de comerle el coño, haciéndome parar mientras le daban espasmos. La dejé conforme estaba y fui al cuarto de baño para lavarme la cara porque me la había empapado, volviendo para encontrármela como la dejé, tumbada a lo ancho de la cama, con el culo en el filo de la cama, sin pantalones ni bragas. Cerré rápidamente la puerta por si venía alguien y me puse a su lado, empezando a vestirla mientras ella seguía respirando fuerte y con espasmos. Una vez acabé de vestirla, la tumbé bien mientras ella seguía ausente, tanto que se acabó durmiendo. Mientras ella dormía me puse a trabajar de nuevo hasta que era casi la hora de cenar y se despertó.

Estaba como atontada, sin saber donde estaba. Rápidamente se dio cuenta de lo que había pasado y se le puso una sonrisa en la cara. Fue al baño a lavarse la cara y después nos fuimos con nuestro grupo de amigos para tomarnos una cerveza. Debido al buen tiempo que hacía ya casi permanentemente en esos meses y que varios habían acabado con los estudios, eran más frecuentes esas cervezas en las terrazas de los bares al caer la noche. Echamos un muy buen rato con ellos, siendo Elena el centro de atención después de tantos días sin aparecer por ahí. Irene soltaba alguna que otra indirecta, pero eran muy sutiles, solo las entendíamos nosotros. Cuando nos íbamos a ir, Irene y Mario nos dijeron que si queríamos ir con ellos a su casa para tomarnos algo, pero Elena declinó, diciendo que no deberíamos ir tan rápido. La llevé a su casa nos despedimos con un gran beso.

Los siguientes días solo nos pusimos en contacto por mensaje y llamadas. Teníamos pensado en quedar el fin de semana, ya que yo solía tenerlos más libres de trabajo, pero su madre le dijo que se iban a ir a casa de su tía, para llevar a su abuela para que estuviera allí unos días. Se pasaron allí todo el fin de semana y regresaron el domingo por la noche. Teníamos bastantes ganas de vernos, pero quedamos en hacerlo el martes, ya que era el día de su graduación y nos íbamos a ver seguro, así aprovecharíamos y pasaríamos el día juntos.
 
Capítulo 128

Al fin llegó el martes, por lo que me arreglé con mi traje azul marino, una camisa blanca y la corbata Slim negra, exactamente igual que en la foto que le pasé aquella vez en la que estuve fuera durante tres semanas. Fui a cuidad donde estaba la universidad, ya que la graduación era allí. Había mucho tráfico y casi no llego a la hora, entrando una vez estaba ya todo el mundo dentro, empezando la ceremonia. Elena puso cara de alegría al verme, notándola también un poco nerviosa. Le noté como le cambió la cara al verme vestido, se le notaba que le gustó mucho como iba. Me senté y entonces me paré a ver como iba ella. Siempre me sorprendía cuando se vestía para una fiesta, salir de manera más formal o para algo como en lo que estábamos. Iba con un vestido rojo con el cuello en V, de manga muy corta y falda amplia con pliegues hasta la rodilla, con las piernas descubiertas, sin medias ni nada. También llevaba unas sandalias negras con tacón, pelo alisado y algo de maquillaje, muy ligero, como siempre que se lo ponía. Durante todo el acto no quitaba el ojo de Elena, con una sonrisa tonta permanente. De vez en cuando nuestras miradas se cruzaban, con las correspondientes sonrisas.

Una vez acabó el acto, todo el mundo se puso de pie y cada uno de los que se graduaba se fue con sus familiares. Elena se acercó hacia donde estaba yo, pero se paró a medio camino, dándome cuenta de que estaban ahí su hermana y su madre. Estuvo un rato hablando con ellas y luego vino hacia a mí, quedándose quieta, con una sonrisa, mirándome de arriba a abajo. Después me dio un abrazo y un beso.

-Que guapo estás...
-¿Y tú? No sé como lo haces, pero siempre me sorprendes.

La notaba rara, como inquieta. Me miraba fijamente, pero yo la miraba por todas partes, notando como casi temblaba, moviendo mucho sus dedos.

-¿Qué te pasa?

Entonces Elena me cogió de la mano y tiró de mí, llevándome hacia su hermana y su madre.

E: Javi, ésta es Maribel, mi madre.

Entonces su madre se dio la vuelta, poniendo cara de sorpresa al verme ahí. Yo estaba muy cortado porque su madre era un calco a Elena, parecía que una era una fotocopia de la otra. Llevaban el mismo peinado y eran de estatura casi igual, siendo la madre ligeramente más alta. La única diferencia apreciable eran sus ojos, que siendo de un color muy parecido, se diferenciaban en que los de su madre eran más achinados. Se me quedó mirando de arriba a abajo, como analizándome, aprovechando yo también para ver como iba. Iba muy elegante, con bastante clase sin insinuar nada ni siendo provocativa. Y se hizo un silencio.

M: Y él... ¿Quién es?

De nuevo se hizo un silencio y miré a Elena, quien estaba como paralizada, con las mejillas sonrojadas, notablemente muy nerviosa. A pesar de estar muy cortado por la situación y ver a la madre tan parecida a ella, pude reaccionar al ver que Elena no lo hacía.

J: Yo soy Javi, su pareja. (dije dándole dos besos)
M: ¿Cómo? (dijo poniendo su mano en mi pecho para retirarme de ella, casi empujándome una vez le di los dos besos)
E: Mamá...
M: Elena, ¿estas son maneras?

Entonces su madre empezó como a echarle una bronca, pero sin gritar ni nada, diciéndole que no le parecía bien hacer así las cosas, que debería haberme presentado de otra manera y no delante de tanta gente y más cosas que yo no terminaba de entender. Mientras esto pasaba, Noelia se apartó, alejándose unos metros de nosotros, apoyándose en la pared y cruzando los brazos, distraída mirando a otro lado, con el gesto torcido. Pude ver que iba también muy guapa, con una blusa blanca y una falda negra hasta las rodillas.

E: Mamá, no te enfades, por favor...
M: No estoy enfadada, pero no me gusta que hagas las cosas así. Esta tarde venís a casa y hablamos.

Entonces su madre le dijo a Noelia de irse y nos dejaron allí. Elena estaba un poco desolada. Agachó la cabeza, pero yo se la levanté poniendo mis dedos en su barbilla.

-Eh, no pasa nada, ¿vale?
-Lo siento. Siento que haya salido así. No quería que fuera una encerrona. Simplemente me ha parecido bien el momento y como estabais aquí los dos...
-Que no pasa nada, de verdad. Ya verás como esta tarde cuando hablemos con ella nos entendemos todos y no pasa nada. Anda, no te pongas así, que este día es importante y no merece la pena que estés así, tienes que disfrutar.

Elena me miró, cambiando su expresión, poniendo una ligera sonrisa en su boca que crecía por momentos. Mis palabras la animaron y cambió de actitud, estando más alegre y sonriente. Cuando acabó el acto nos fuimos al coche para ir al restaurante en el que todos los graduados iban a comer, llevando algunos a sus parejas como acompañantes. Por el camino hablamos en el coche.

-Javi, de verdad que siento que haya salido así. Es que mi madre es un poco... Bueno, imagino que ya sabes a quien ha salido mi hermana...
-Jajajajaja, no te preocupes, de verdad.
-Ojalá fuera como tu madre, ella es tan simpática, es que con como la noche y el día.
-Eleeeeena, que no pasa nada.
-Vale...
-¿Sabes? Lo que más me ha sorprendido es otra cosa.
-¿El qué?
-Por lo que me has dicho ya me esperaba que fuera así, pero lo que no me esperaba es que se pareciera tanto a ti.
-¿No?
-Joder, es que es acojonante. Sois clavadas.
-Huy... A ver si me voy a tener que preocupar... Jajajaja.
-No, tonta... Jajajaja. Solo he visto que os diferenciáis en los ojos.
-Sí, es verdad.
-Bueno, y en la voz. Ella tiene más voz de mujer.
-¿Cómo?
-Bueno, que ella tiene voz de mujer, tú la tienes más aniñada.
-Ah... Vale, vale...
-Pero que me encanta tu voz, no me malinterpretes.
-Que sí, estoy de coña, jajajaja.

Llegamos al sitio donde íbamos a comer. Lo conocía bien porque yo también fui allí cuando me gradué, ya que aquel sitio era uno de los mejores de la ciudad, bastante famoso para hacer ahí celebraciones, con un gran salón para muchos comensales, con una zona habilitada para bailar, con luces y demás como si fuera una discoteca, con su barra para las bebidas y demás. Como bien recordaba, el trato y la comida era excelente, por lo que todo fue genial, yendo a la parte que había al lado del comedor cuando acabamos donde la gente empezó a beber y bailar. Elena se pidió una copa, aunque dijo que no quería beber porque luego su madre quería hablar con ella y no quería que se le notara. Yo no bebí nada, ya que era bastante raro en mí que bebiera alcohol. Lo que sí hicimos fue bailar un poco, bastante pegados, yendo a sentarnos después a unos sofás que había apartados. Nos empezamos a poner cariñosos, con varios abrazos y besos, poniendo yo mi mano en su rodilla, acariciándole, empezando a subir la mano por la parte interna de su muslo.

-Javi, para, que nos van a ver...
-No. Estoy muy a gusto así contigo.
-Tío, que hay mucha gente. Además, los conozco a todos y me da mucho corte...

Pero para entonces mi mano llegó a sus bragas, empezando a acariciarle el coño por encima, con ella soltando un jadeo. La puse de lado hacia a mí para que no se notara tanto que mi mano estaba dentro de su vestido. De esa forma no daba tanto el cante. Seguí jugando en la misma parte, hincando mis dedos, haciendo que sus jadeos fueran más intensos.

-Estás loco...
-Sí, loco por ti.

Elena se lanzó a comerme la boca con muchas ganas, pero rápidamente recordó donde estábamos y se apartó, mirando a los lados, un poco sonrojada. Empezó a resoplar y yo me acerqué a ella, besándole en la mejilla y luego en el cuello, despegándome de él para susurrarle al oído mientras le seguía tocando el coño por encima de sus braguitas.

-Este momento me recuerda mucho a aquella vez que estábamos en el parque y te empecé a tocar. Ahora es como entonces, no debería hacerlo, pero me muero de ganas...
-Javi...
-Estás muy mojada, lo puedo sentir a través de tus braguitas...
-Pfff...
-Te pone mucho que haga esto delante de todos, ¿verdad?

Elena lanzó un pequeño gemido, agachando la cabeza para taparse la cara con su pelo. Yo le eché el pelo por detrás de la oreja y levanté su cara, cogiéndola de la barbilla.

-Déjame que vea lo guapa que eres, anda...
-Ya sabes como me pongo cuando haces eso...
-¿Y qué vas a hacer?
-Javi, no sigas que te follo aquí mismo.
-¿Sí? No creo...

Empecé a tocarle con más intensidad, intentando ella pararme, tirando de mi brazo hacia afuera, pero yo no la dejaba, colando mi mano dentro de sus bragas, tocándole la raja, con un fuerte jadeo de ella. Después de unos segundos, estando ella con los ojos cerrados y jadeos, los abrió.

-Javi, por favor, para. Me da mucho corte. Además, mírate, se te nota mucho la erección.
-Me da igual que se me note.
-Por favor... (dijo susurrando, cerrando los ojos)
-Vale, paro, pero con una condición.
-¿Cuál? (dijo yéndosele la voz)
-Abre la boca.
-Pfff... Tío...
-Sabes que me encanta y a ti también te encanta saborearte.

Elena no respondía, por lo que le metí dos dedos directamente, notando lo mojada que estaba, dando ella un respingo, soltando un gemido más alto de la cuenta, aunque con la música que había no se podía oír al menos que alguien estuviera muy cerca y no era el caso.

-Vale, vale, lo hago, pero para.
-¿Segura?
-Sí, pónmelos en la boca.

Le saqué los dedos del coño y se los metí en la boca, saboreándolos ella mientras cerraba los ojos, chupándolos bien, limpiándomelos por completo de sus jugos. Rápidamente abrió los ojos y cogió mi mano para retirarla. Me acerqué a su cara para besarla, pero ella puso su mano en mi pecho.

-Déjame saborearlo a mí también, ¿no?
-Javi, estamos dando mucho el cante.
-Venga Elena, si esto te gusta tanto como a mí...
-Que cabrón eres... (dijo tirando de mi camisa hacía ella para besarme, pudiendo notar el sabor de su coño)
-Mmm, que rica estás. (dije una vez nos separamos)

Elena me miró fijamente a los ojos con cara de vicio y ya no aguanté más. Me quité la chaqueta para taparme la erección con ella y la cogí de la mano para llevarla a los baños. Cuando llegamos, entramos en uno y cerré echando el pestillo. Los baños de aquel sitio eran grandes y muy limpios, muy modernos. Elena estaba con la respiración sobresaltada. En cuanto me di la vuelta, se abalanzó sobre mí para besarme, agarrando mi cara, empezando a hablar mientras nos comíamos la boca.

-Estás loco.
-Sí, es por tu culpa.
-Te quiero.
-Yo más.
-No, imposible.

Me empujó hacia atrás, chocándome contra la puerta, estando también yo con la respiración muy acelerada de lo cachondo que estaba. Mi polla me palpitaba al estar tan apretada en los pantalones, cosa que Elena remedió, sentándose en el váter, empezando a desabrocharme el cinturón, bajando después la bragueta de los pantalones, tirando de ellos hacia abajo junto a mis boxers. Liberó mi polla, cogiéndola rápidamente con la mano para llevársela a la boca, empezando a tragar como si no lo volviera a hacer mientras masturbaba el resto. Apoyé mis manos en las paredes mientras ella tragaba sin parar, haciendo bastante ruido.

-¿Ya no te importa hacer ruido? Aquí también nos pueden oír. (susurré)

No contestó, se limitó a mirar hacia arriba, buscando mis ojos. Apretó mi culo con su otra mano, empujándome contra ella. Yo le cogí el pelo para hacerle una coleta y que no le molestara y de paso empujarle la cabeza y que se la metiera más en la boca, llegando a comérsela entera.

-Así, entera.
-Mmm... (murmuró empujándome hacia atrás, cogiendo mucho aire al sacarse mi polla de su boca)
-Aún no entiendo como lo puedes hacer.
-Casi me ahogas...
-Vaya... (dijo con tono de guasa)

Elena se picó y se levantó, cogiéndome de la camisa para sentarme en el váter y ponerse ella de pie. Se quitó las bragas y me las tiró a la cara. Las cogí y las olí, poniéndome más cachondo aún. Estaban chorreando y con su olor impregnado. Rápidamente se subió encima de mí, metiéndose la polla dentro directamente, lanzando un gemido que reprimió con su mano. Empezó a cabalgarme muy rápidamente, pegando su cara a la mía, jadeando. Después me besó, gimiendo en mi boca, pasando a morderme el labio inferior. La aparté de mí para desabrochar los botones que tenía su vestido desde su escote hasta su estómago para tener acceso a sus tetas, dándome cuenta de que no llevaba sujetador.

-Qué guarrilla eres...
-Tú eres más guarro que yo. (dijo acelerando la cabalgada)
-¿Sí?
-Sí, te pones a hacerme esas cosas delante de todos... Provocándome... (dijo desabrochándome la corbata y los primeros botones de la camisa)
-Shhh, espera. Déjame que te coma las tetas.
-Rápido, que estoy muy cachonda.

Me lancé a por sus tetas, notando que sus pezones estaban durísimos. Empecé a comérselas a bocanadas, de manera muy salvaje mientras ella me seguía montando, acariciándome la cabeza. Después de unos minutos comiéndoselas me separé de ella y le pasé el pelo por detrás de la oreja. Ella entonces se lanzó a mi cuello, haciéndolo como ella sabe que me pone a mil, empezando a estremecerme, poniéndose mi piel de gallina. Le cogí del culo para acelerar la follada que me estaba pegando mientras ella pasaba de besarme el cuello a mordérmelo para ahogar sus gemidos hasta que no pude más y me empecé a correr, jadeando bastante fuerte, dando embestidas hacia arriba con mis caderas. En cuanto ella notó mi orgasmo empezó a temblar fuertemente, encogiendo su cuerpo. Paré de correrme y ella seguía encima de mí, con fuertes espasmos, mordiéndome el cuello. Poco a poco sus espasmos fueron a menos, al igual que su respiración. Me soltó el cuello y puso su cara frente a la mía, dándonos un beso muy lento, saliendo se ella de mí y limpiándose mi corrida con papel y luego con toallitas que traía en su bolso.

-Tan preparada como siempre, jaja.
-Es que te conozco ya y sabía que esto iba a pasar, jajaja.
-Joder, que calor...
-Calor llevo teniendo yo desde que estábamos ahí antes de venir.
-Si te ha encantado, anda...
-Pues claro, pero es que con tanta gente...
-Ay... Que tímida es...
-Anda, ven que te pongo bien la ropa.

Me abrochó la camisa y me puso bien la corbata, después ella se puso bien el vestido y salimos de ahí, con alguna compañera suya mirándonos de reojo con alguna risita. Elena estaba un poco cortada, pero nos quedamos ahí, ella poniéndose bien el pelo y repasándose un poco el maquillaje y yo lavándome la cara por el calor que tenía. Volvimos a donde estaban los demás y estuvimos un rato más allí, yéndonos al rato después de despedirnos de ellos. Nos montamos en el coche y fuimos hacia su casa. Por el camino se empezó a poner nerviosa.

-No va a pasar nada, mi vida.
-Ya, pero... Es que sé como es mi madre y quiero... No. Necesito que esto salga bien.
-Joder, no te pongas así...
-De verdad, Javi. No sabes como es...
-Me estás asustando. ¿Es que va a estar con un cuchillo en la mano o qué?
-No, tonto... Jajaja.
-¿Entonces?
-Pues que desde lo de mi padre está muy a la defensiva con cualquier tío que entra en casa.
-¿Han entrado muchos?
-No. Mis padres se separaron hace casi un año. Desde entonces, en casa sólo ha entrado Alejandro y tú. Bueno, y a quien mi hermana haya llevado sin que ella se haya enterado.
-¿Entonces tu madre no quiere rehacer su vida?
-Nunca ha salido ese tema. Solo nos dice que no nos fiemos de ningún tío. Que si mi padre después de tantos años y teniendo una familia formada, lo ha hecho, pues que cualquiera que conozcamos lo puede hacer a las primeras de cambio.
-Vaya...
-Nada más echar a mi padre de casa nos dijo que no quería ver a un chico en casa. Fuera el que fuera, ni amigo, ni novios, ninguno.
-¿Entonces no respetaba tu relación?
-Bueno... Ella decía que yo sabría lo que hacía, pero que no quería ver a Alejandro en casa. Y un día lo vio en casa y bueno... Lo echó, me dio un guantazo, se puso hecha una furia...
-Sí, ya me lo contaste.
-Eso me costó una buena pelea con Alejandro.
-¿Sí?
-Sí. Me dijo que cómo dejaba que le tratara así, que si eso era lo que le quería para no dar la cara por él y bueno... Prefiero no recordarlo.
-No, no. Déjalo.
-Joder, que nerviosa estoy...
-No te preocupes Elena, pase lo que pase vamos a estar juntos.

Elena sonrió al oírme decir eso y nos quedamos en silencio, notando como seguía nerviosa y como se ponía más conforme íbamos llegando. Puse mi mano sobre su muslo para intentar relajarla, poniendo ella su mano sobre la mía. Estaba helada y notaba como temblaba un poco. Al fin llegamos a su casa, aparcando en la misma puerta. Elena estaba de los nervios. Yo la miraba esperando a que ella dijera de salir, pero no lo hacía, jugaba con sus dedos de manera nerviosa. Al ver que ella no daba el paso, decidí darlo yo.

-¿Vamos?
-¿Eh? Uff...
-Venga, cuanto antes entremos, antes zanjamos esto.
-Venga, vamos.
 
Capítulo 129

Elena abrió la puerta con sus llaves y entramos en su casa, yendo hacia el salón, donde estaba su madre leyendo una revista. En cuanto nos vio aparecer cerró la revista y nos echó una mirada bastante intimidante. Nos sentamos en el sofá, frente a ella, que estaba en un sillón.

E: Mamá...
M: Shhh. Entonces este chico es tu novio, ¿no?
E: Sí.
M: ¿Desde cuándo sois novios? Y no me mientas, sabes que no hay cosa que deteste más.
E: Desde marzo. (dijo con voz temblorosa)
M: ¿Desde marzo y me lo presentas ahora?
E: Es que...
M: Entiendo que querías asegurarte de que el chico valía la pena antes de presentármelo, ¿no?
E: No.
M: ¿No?
E: No. Lo conozco desde hace muchos años.

En ese momento entro Noelia por la puerta, cerrando con aire, yendo a otra parte.

M: Noelia, ven aquí.
N: ¿Qué pasa? (dijo una vez vino con nosotros)
M: ¿Tú sabías algo de esto?
N: Yo no quiero saber nada de esto. (dijo yéndose)
M: Te he hecho una pregunta, ven aquí.
N: Sí lo sabía.
M: Ah, muy bien. ¿Eso es lo que os importo? Que no me decís nada...
N: Mamá, no estoy de humor para esto.
M: ¿Qué te pasa ahora?
N: Nada. (dijo yéndose)
M: Ya hablaré contigo.

Nos quedamos unos segundos en silencio y su madre siguió.

M: Entonces, ¿desde cuándo lo conoces?
E: Desde que íbamos al instituto.
M: Elena, parece mentira que seas mi hija. ¿Lo conoces desde entonces y no me entero de existe hasta hoy?
E: Pero es que entonces éramos amigos. Esto surgió hace poco.
M: ¿Y tú no dices nada?
J: No sé, es la primera vez que me pasa esto, la verdad.
M: Qué pasa, que soy muy estúpida, ¿no?
E: Mamá, él nunca ha tenido novia, es la primera vez que conoce a la madre de su novia.
M: Ah... ¿Tú también has acabado la universidad ya?
J: Sí, bueno, hace unos años ya.
M: Pero, ¿cuántos años tienes?
J: 25.
M: ¿Y qué haces?
J: Trabajo en un periódico, como traductor.
M: ¿Dónde vives?
J: Aquí al lado, no soy de este pueblo.
M: ¿Sabes que Elena solo ha tenido una pareja?
J: Sí.
M: ¿Y sabes cómo acabó?
J: Sí.

Entonces su madre se me acercó, poniendo su cara muy cerca de la mía.

M: Como se te ocurra hacerle eso a mi hija te corto los huevos.
E: Mamá, por favor.
J: Eso no va a pasar.
M: Ya, eso decís todos y luego...
E: Pfff...
M: ¿Y qué tienes pensado?
J: ¿Cómo?
M: ¿Tenéis pensado iros a vivir juntos o algo?
E: Pero mamá, ¿qué dices?
J: Es un poco pronto, ¿no?
M: No sé, como lo hacéis todo a escondidas...
J: Em, no hacemos nada a escondidas.
M: Bueno, me acabo de enterar de que estáis juntos y te acabo de conocer. ¿Conoce mi hija a tu madre?
J: Claro, desde hace bastante.
M: Ah... (dijo poniendo cara de sorpresa)
E: Mamá...
M: Elena, estoy muy decepcionada.
J: Bueno, la conoció de casualidad. La situación no fue la mejor.
M: ¿Cómo?
J: Es que, bueno... (dije mirando a Elena)
E: Alejandro fue a por él y bueno, se pelearon, pero no fue Javi quien empezó ni nada, él solo se defendió. Y con el jaleo le empujaron y se dio en la cabeza y se hizo una brecha.
M: ¿De verdad?
E: Sí. Fuimos al hospital y luego lo llevamos a su casa y entonces la conocí.
M: ¿Te peleas mucho?
J: No, no. Para nada.
M: Ya...
E: Mamá...
M: Tomareis precauciones, ¿no?
J: Claro, Elena toma la píldora.
M: Ah... Tampoco me habías dicho nada de eso.
E: Mamá, por favor.
M: ¿Qué pasa? (dijo de manera seca y brusca)
E: ¡Que pares! Me estás dejando en ridículo y me lo vas a espantar.

Su madre se volvió a levantar y fue hacia ella.

M: A mí no me hables así. (dijo levantando la mano para darle un guantazo)

Entonces yo le cogí de la muñeca con fuerza, parándola. Me levanté y la aparté de Elena.

J: Señora, con el debido respeto, Elena está muy asustada con su comportamiento hacia ella y no creo que esa sea la mejor forma de tratarla.
M: ¿Me vas a decir como tengo que educar a mi hija? (dijo zarandeando su mano para que la soltara)
J: No, no lo voy a hacer. Pero estoy seguro de que la conoce de sobra como para saber que es muy sensible y que esto le puede afectar. Para bien o para mal ella me quiere y este momento es muy importante para ella. Así que le agradecería que se lo pusiera más fácil, por favor.

Su madre se quedó un poco parada al oírme, pasando unos segundos en silencio. De pronto se dirigió a su hija de nuevo.

M: ¿Ves normal lo que acaba de hacer?

Elena se levantó de golpe y se puso frente a ella.

E: Sí, creo que ha sido muy educado y lleva razón. Este momento es muy importante para mí y tú me lo estás poniendo muy difícil.
M: Vale.
E: Y mamá, estoy ya harta de tener que ir con mucho cuidado cuando hago cualquier cosa. Esto parece un cuartel. Tengo 23 años y creo que soy lo suficientemente madura como para tomar mis decisiones y si no son buenas, pues ya aprenderé. Pero lo que no puede ser es que me sigas tratando como si tuviera 15 años.
M: Vale, hija.

Elena se quedó callada, como si estuviera esperando que le cayera una buena por haberle hablado así a su madre.

E: ¿No dices nada?
M: No. Llevas razón. Por fin echas valor para decírmelo.
E: ¿Qué?
M: Pues que eres muy blanda y necesitas espabilar, por eso te trataba así. Para que le echaras valor y me lo dijeras.
E: Bueno, bueno, bueno...
M: Venga, no te pongas ahora así. Y tú no me trates de usted, que ya sé que soy vieja, pero no quiero que me lo recuerdes.
E: Mamá, ¿esto era necesario?
M: Sí. La vida es muy puta y más te vale que espabiles.
E: Pero entonces...
M: Me parece bien que tengas novio y demás, pero no os quito el ojo de encima, sobre todo a ti. -dijo mirándome- Que sé cómo sois los tíos.
E: Vale.
M: Perdona si he sido muy brusca. (dijo mirándome)
J: No pasa nada.
M: Imagino que no te lo esperabas...
J: Bueno, un poco sí...
M: ¿Sí?
E: Sí, le he contado un poco lo que piensas de... Bueno, ya sabes.
M: Ah... ¿Sabe lo de...?
E: Sí.
M: Elena, eso es muy íntimo.
E: Mamá, es mi pareja. Estoy enamorada de él, pues claro que se lo he contado.
M: Vaya...
E: Mamá, creo que es hora de que pases página y rehagas tu vida. No tienes que estar así para siempre, no te lo mereces. Te mereces ser feliz y así no lo eres. ¿Por qué no te animas a conocer a alguien?

Su madre se quedó callada, poniendo cara de pocos amigos al oír a Elena decirle eso. Elena se puso recta, viendo la que le iba a caer y justo antes de que su madre empezara a hablar, salté yo para intentar enfriar la situación.

J: Por lo que me ha contado me esperaba que fueras así, pero lo que más me ha impresionado es lo que os parecéis.
M: ¿En serio? ¿Eso es lo que te ha impresionado? Es normal, ¿no? Es mi hija...
J: Ya, ya, claro. Pero es que no es normal, es que me da hasta cosa miraros a la vez. Parecéis gemelas.
M: No será para tanto...
J: Que sí, que sois iguales, salvo en los ojos.
M: Pero yo soy mucho más mayor. Mi hija es más guapa.
J: Bueno, pero eso no quita que tú también lo seas. Además, no te ves tan mayor.
M: Huy... Muy adulador eres tú...
E: Mamá, solo está siendo amable, no veas cosas donde no las hay... ¿Cuánto llevas sin que un hombre te diga lo guapa que eres?
M: Elena, no te cueles.
E: Seguramente me arrepiente de decir esto, pero... Mamá, me he estado viendo con papá y hemos hablado y eso.

Su madre se quedó callada, muy seria mirando fijamente a su hija.

E: Pfff... Mira, yo sé que lo que hizo estuvo muy mal, pero es mi padre y le quiero, no puedes dejarme sin verlo y más a mi edad.
M: Tienes razón, no puedo.
E: Lo llevé a casa cuando dijiste de venderla. Se lo comenté y me pidió ir para verla por última vez.
M: ¿En serio?
E: Sí. Estaba muy triste.
M: Seguro que no lo estaba mientras me engañaba follándose a esa...
E: Mamá, por favor.
M: No he dicho ninguna mentira.
E: No, pero él lo ha pasado mal también.
M: Ya...
E: Mira, estuvimos hablando y me dijo que desde que se murió el abuelo cambiaste mucho y eso fue mermando la relación. Me dijo que no te dejabas querer y él perdió el interés, pero no te quería hacer daño ni a ti ni a nosotras, por eso no te dijo nada y lo hizo a escondidas.
M: Ya sabes lo duro que fue para mí eso.
E: Claro que lo sé, ¿te crees que para mí no lo fue? Pero es que haciendo eso, echándolo de casa sin dejar despedirnos y prohibiéndonos hablar con él, ¿no te das cuenta que es como si mi padre también se hubiera muerto ese día?

Su madre se quedó calla, sorprendida por como Elena le estaba hablando.

E: Mamá, eso fue unas de las peores cosas que me han pasado en la vida y fue por tu culpa. Y lo peor es que no te podía decir nada porque a la mínima saltabas y no se podía hablar contigo... (dijo yéndosele la voz, empezando a llorar)

Me empecé a sentir mal por como Elena se estaba poniendo, así que puse mi mano sobre la suya, poniendo ella la otra sobre la mía y apretándola. Sin embargo, no me miraba, permanecía con los ojos clavados en su madre mientras seguía hablando.

E: ¿Te das cuenta de que tú también has hecho las cosas mal? Lo del abuelo fue algo horrible, pero te encerraste en ti misma en lugar de pedir ayuda y apoyarte en la gente que te quiere. No hay nada de malo en pedir ayuda, para eso está la familia. Pero que estuvieras así y que papá hiciera eso no te daba ningún derecho para alejarnos de él. Y Noelia ahora no lo puede ni ver, lo odia y en eso tú tienes algo que ver. Porque no parabas de repetir lo que había hecho, intentando que solo viéramos eso, para ponernos en su contra.
M: Sí, Elena. Llevas razón en todo lo que estás diciendo. Pero no sabes la rabia y el odio que tenía cuando me enteré de lo que hizo. Solo quería machacarlo. No te imaginas lo que sentí cuando me lo encontré besando a otra.
E: Claro que me lo imagino, mamá. ¿Cómo te crees que me sentí yo cuando descubrí lo de Alejandro? Después de una relación de 5 años me entero de eso, aunque sí veía comportamientos que no me gustaban, pero no quería ni imaginarme eso. Y al final pasó. Y pensándolo, seguramente lo empezó a hacer al poco de que empezáramos a salir, nada más entrando a la universidad, porque ahí ya noté esos cambios.
M: ¿Por qué no me dijiste nada?
E: Porque no quería aceptar lo que pasaba, me autoengañaba diciéndome que era normal. Pero eso ya es algo pasado. Ya sí hablo todo lo que tengo que hablar, aunque a veces un poco tarde, pero lo hago. (dijo mirándome)
M: Lo siento, Elena. (dijo mientras empezaban a caer lágrimas de sus ojos)

Elena se levantó y abrazó a su madre, quien estaba sentada. Elena permanecía de pie, apretando la cabeza de su madre contra su pecho. Era una imagen tierna, pero, insisto, me daba mal rollo porque era como si se abrazara a sí misma. Se me hacía muy raro porque eran tan iguales, que me costaba verlas a las dos a la vez.

E: ¿Por qué no hablas con papá?
M: No, no. (dijo despegándose)
E: ¿Por qué?
M: Porque no. Puede que fuera culpa mía que pasara eso, pero eso no quita que lo que él hizo también estuviera mal. No le puedo perdonar algo así. Debería habérmelo dicho desde primera hora, aunque me hubiera hecho daño, pero lo que hizo fue mucho peor y me hizo más daño.
E: Vale, vale. Tranquila. Pero no me gusta verte así.
M: Así... ¿Cómo?
E: Mamá, estás amargada. Necesitas conocer a alguien que te haga feliz, alguien que te haga sonreír de nuevo.
M: Vosotras me hacéis feliz.
E: No, mamá. -dijo agarrando su cara para que la mirara- Somos tu familia, pero necesitas pasar página y no estar siempre tan a la defensiva.
M: No sé, Elena... No me apetece. No quiero ilusionarme y volver a pasar por lo mismo.
E: Piénsalo al menos, por favor. Te quiero ver como antes de que todo esto pasara.
M: Lo pensaré, pero ya veremos.
E: Oye, mamá. Esta noche se queda Javi a dormir, ¿vale?

Maribel me miró haciendo una mueca con la boca.

J: Primera noticia que tengo. (dije levantando las manos)
M: Ya... (dijo sonriendo)
E: Es verdad, no hemos quedado en nada, de hecho, él no sabía que te iba a conocer hasta que os he presentado.
M: Vaya encerrona nos has hecho...
E: Me parecía que era un buen momento...
M: No sé yo...
E: Bueno, creo que ya imaginas que no es la primera vez que dormimos juntos y me encanta estar con él, así que se queda.
M: Vamos, que todas las veces que te ibas a casa de una amiga...
E: Sí.
M: Bueno, pero sin jaleo, ¿eh?
E: No, no.

Sonreí levemente pensando en cómo se ponía a veces Elena.

M: Bueno, parece que te conoce mejor que yo, mira como se ríe.
E: Javi... (dijo poniéndose roja)

Me encogí de hombros haciéndome el loco y su madre se fue a buscar a Noelia para hablar con ella.

Elena se sentó a mi lado y me dio un beso.

-¿Ves como no ha sido para tanto?
-Bueno...
-Ya ha pasado y le parece todo bien.
-Sí, ahora nos vamos a poder ver mucho más. (dijo con cara de ilusión)
-Claro. ¿Y lo de esta noche? Anda que me dices nada...
-En realidad lo he hecho para probarla. Me he quedado muy parada cuando me ha dicho que me trataba así para que espabilara. He pensado que si no decía nada, pues que era verdad que no me trataba así adrede.
-Elena, te quiere muchísimo. Solo quiere lo mejor para ti, por eso lo ha hecho.
-Ya, pero sabe como soy y se ha pasado tres pueblos a veces.
-Ya está, no pienses más en eso. Y si lo vuelve a hacer, pues plántale cara.
-Javi, que es mi madre...
-Pero es lo que quiere, que seas más echada para delante. Y es que lo eres, que recuerdo haberte visto con un carácter cuando te enfadas o ves algo que no te gusta, sobre todo cuando íbamos al instituto.
-Sí, si es así, pero con la gente más cercana pues no soy así.
-Bueno... Oye, voy al baño que estoy meando.

Fui hacia el baño y oí un murmuro que venía de la habitación de Noelia. Me acerqué con cuidado y escuché que Maribel estaba hablando con Noelia.

-No te preocupes, Noelia, ya verás como no es nada.
-No sé, mamá...
-Oye, ¿qué te parece el chico este?
-¿El novio de Elena?
-Sí.
-Es buen chico, no te preocupes por eso.
-Hablas como si lo conocieras bien...
-Bueno, le he visto varias veces y he hablado con él.
-Ya te vale no haberme dicho nada...
-Mamá, yo paso de historias. Y sabiendo cómo te pones... Quita, quita.
-No sé, se me hace raro que Elena haya encontrado a alguien tan rápido después de una relación tan larga.
-Eso es porque ella y Alejandro tenían problemas de antes. Habían discutido mucho y la cosa se estaba enfriando cada vez más. Además, Javi se ha preocupado mucho de ella desde primera hora.
-Puedo confiar en él, ¿no?
-Sí. ¿Qué pasa? ¿No te cae bien?
-Se le ve bien chico, hacen buena pareja.

Me fui hacia el baño, no me parecía bien escuchar una conversación privada y con eso último ya tenía más que suficiente para salir contento de ahí.

Después de ir al baño regresé con Elena y le dije que iba a casa a cambiarme y a descansar un poco, pero se emperró en que me quedara un poco más con ella. Finalmente conseguí convencerla para que me dejara que fuera un rato a mi casa para ducharme, cambiarme y descansar. Aun así, ella me ponía ojitos y para que parara la empecé a besar, entrando justo su madre y viéndonos, medio regañándonos. Elena se separó rápidamente de mí, con la cara roja mientras yo me reía. Le dije de irme y ella me dijo que fuera para cenar allí con ellas. Le dije que me parecía bien y su madre también asintió.

Llegué a casa, contándole un poco a mi madre como había ido la cosa y todo el percal que se montó después. Se sorprendió y se alegró de que Elena hubiera dado el paso. Después me pegué una ducha y me puse ropa cómoda, echándome un rato a descansar.
 
Capítulo 130

Poco antes de la hora de la cena fui hacia la casa de Elena. Se me hacía raro, ya que por fin podía ir a su casa sin importar que su madre estuviera allí o no. Por fin nos conocíamos y a pesar de que su madre tenía mucho carácter, llegando a ser hasta intimidante, al final todo salió bien y Elena tenía su aprobación para que estuviera allí. Fue una sorpresa para ambos que todo fuera como una prueba para que Elena tuviera más decisión al hacer las cosas y demás. Yo caí enseguida en la razón de aquello, pero sí es verdad que también lo vi algo exagerado y hasta cruel. Estaba muy contento por no tener que preocuparme de ir con cuidado y de poder estar más tiempo con ella. Aparqué justo en la puerta y llamé. Me abrió ella, tirando de mi mano para que entrara, dándome un beso, colgándose de mi cuello. Me hizo pasar al salón, donde ya estaban su madre y su hermana sentadas en la mesa, con todo preparado.

J: Vaya, espero no llegar tarde.
M: No, nos acabamos de sentar.

Empezamos a cenar sentándome yo al lado de Elena, teniendo a su madre y a su hermana frente a nosotros. Al principio fue un poco incómodo, por ser alguien "nuevo" ahí, por lo que solo nos limitábamos a comer, cruzando algunas miradas que rápidamente se desviaban al haber un contacto directo. Me estaba empezando a poner nervioso, así que salí como pude con lo primero que se me vino a la cabeza.

J: ¿Quién ha preparado la cena?
M: Yo. ¿Por qué?
J: Porque está todo muy bueno. Cocinas muy bien.
M: Gracias.
J: Ya sé quién te ha enseñado a cocinar así. (dije mirando a Elena)

Elena me miró y sonrió, apartando la mirada rápidamente, como si tuviera vergüenza.

M: ¿Has cocinado para él?
E: Sí, alguna vez.
M: Sí que le gustas, chico.
E: Saber cocinar es una herencia familiar. Mi abuela también lo hacía muy bien. Ella enseñó a mi madre y un poco a mí. Y mi madre también me ha enseñado bastante.
M: Sí, es como una herencia familiar. Pero Noelia...
J: ¿No te gusta? (dije mirando a Noelia)

Noelia estaba sin prestar atención, sin levantar la mirada del plato. Desde que la vi en la graduación estaba así, como de morros. No me gustaba mucho verla así, pero tampoco me quejaba, porque siempre soltaba alguna puya, aunque estuviera de buen humor y no quería que las soltara con su madre.

M: Noelia, te están hablando.
N: ¿Eh?
J: Que si no te gusta cocinar.

Noelia se encogió de hombros y siguió callada.

M: Pues no, no le gusta. ¿Y a ti?
J: Bueno, yo es que soy un desastre. Soy muy torpe y la suelo liar bastante.
M: Entonces, cuando ibas a la universidad, ¿cómo te apañabas?
J: Pues a ver, si no había otra, pues pasta o sopa, que eso lo hace cualquiera. Que bueno, como a todos se me iba la mano y hacía para 40, por lo que sobraba y tenía para varios días...

Maribel sonrió, parecía que le caía bien al verme hablar sin trabarme y sin estar nervioso. Elena sonreía ampliamente mientras me escuchaba y Noelia seguía como todo el día.

M: ¿Y así te apañabas?
J: Eso era cuando no había otra. Normalmente cocinaba otro. Éramos tres en el piso en el que vivía y quedamos en que el que sabía cocinar se ocupaba de eso y los otros dos nos turnábamos para fregar los platos y recoger.
M: Ah, pues muy bien.
E: ¿Tu madre no te ha enseñado a cocinar? Ella cocina muy bien.
J: Sí, lo intentó, pero es que soy muy torpe y mira que la pobre tiene mucha paciencia, pero es que no había manera conmigo... jajaja.
M: ¿Has comido en su casa, Elena?
E: Eh... Sí, alguna vez.
M: Vaya, no paro de descubrir cosas hoy...
E: Mamá...
M: Que no pasa nada, Elena.

Se hizo un silencio un poco incómodo, roto esta vez por Maribel.

M: Entonces, ¿trabajas en un período has dicho?
J: Sí. Me encargo de traducir artículos, alguna noticia, cosas de interés...
M: Vaya, suena muy bien.
E: Sí, si lo vieras trabajar... Lo tiene todo en su habitación, con dos pantallas, todo muy bien montado.
M: ¿Trabajas desde casa?
J: Sí.
M: Ah, creía que ibas a una oficina.
J: Bueno, es lo mismo. Pero si es verdad que estoy encantado con este trabajo. Normalmente tengo un material que mandar, con sus horarios, pero me organizo muy bien y tengo mucha libertad, por si me surge un imprevisto o algún plan improvisado. Y encima me pagan bien, así que no me puedo quejar.
M: Me alegro, suena bastante bien.
E: Bueno, alguna vez si te han metido caña.
M: ¿Sí?
J: Bueno, cuando pasa algo importante a nivel mundial pues sí que hay más lío y tengo que estar más pendiente y echarle algunas horas más. O si hay alguna noticia muy importante también.
E: Hace poco se tuvo que ir a otro país.
M: ¿Y eso?
J: Unas conferencias que tenía. Contaron conmigo y me pagaban tan bien que bueno, decidí ir. También por probar la experiencia.
M: ¿Y qué tal?
J: Bueno, eh...
E: Le fue muy bien.
M: No parece muy convencido...
E: Bueno, eso fue culpa mía.
M: ¿Cómo?
E: Bueno, ya sabes como me pongo cuando dejo de ver a gente.
M: Ah, eso... Es lo que te he dicho, Elena. Tienes que espabilar.
E: Ya...
M: Pero, ¿pasó algo?
J: No, no. Fue el último día ya y ya estaba libre.
E: Bueno, no hablemos de eso.
J: ¿Y tú, Maribel? (dije al ver que Elena estaba un poco incómoda por ese tema)
M: Hijo, yo hace ya que no trabajo bastante. Tuve a Elena y seguí trabajando cuando ya tuvo un par de años hasta que tuve a Noelia y ya ahí lo dejé.
J: Ah... ¿Y a qué te dedicabas?
M: Administración de empresas, contabilidad, sobre todo, pero ya al ser madre con dos niñas, pues tenía mucho trabajo en casa y tuve que dejarlo.

Maribel puso cara de nostalgia mientras cogía el vaso con sus manos, jugando con su dedo, pasándolo por el borde. Elena al verla así, cambió rápidamente de tema, animándose más. Terminamos de cenar, yéndose Noelia a la calle mientras Elena decía que nosotros nos ocupábamos de recoger. Llevé todos los platos a la cocina y me puse a lavarlos mientras Elena terminaba de recoger la mesa. Luego vino conmigo para ayudarme. Estaba muy contenta.

-Le has caído bastante bien.
-¿Sí? ¿Tú crees?
-Sí, hazme caso. Estaba muy animada, hablando y demás. Hacía bastante que no la veía tan habladora. Normalmente es mi abuela la que saca conversación cuando estamos todas juntas.
-Me alegro entonces.
-No sabes lo contenta que estoy de que todo vaya así.
-Te lo noto.
-¿Sí? (dijo acercándose a mí, frotándose un poco contra mi cuerpo)
-¿Quieres jugar? Porque esta encimera tiene buena pinta para...
-Jajaja, nooooo. Sabes que me da corte y encima con mi madre...
-¿Te acuerdas de cuando estaba en la ducha yo y entraste corriendo porque vino tu madre y casi nos pilla?
-Sí, jajaja.
-Me dio mucho morbo esa situación...
-Que marrano eres... (dijo mordiéndose el labio)
-Jajaja, voy al baño anda, que te veo así y me entran ganas y la nena no quiere porque le da vergüenza.
-Jajajaja, que tonto eres...
-Ay... De verdad...
-Bueno, esta noche algo haremos.

Le sonreí y le di un pico, yéndome al baño. Estaba contento por ver a Elena tan animada y también por lo que me dijo de que le había caído bien a su madre. Estaba ensimismado en mis pensamientos, yendo a echar mano al pomo de la puerta del baño para darme cuenta de que estaba entornada, con luz saliendo de ahí. Colé mi vista dentro, quedándome parado al ver lo había en el interior.
 
Capítulo 131

Me encontré a Maribel totalmente desnuda, frente al espejo. Estaba con el pelo mojado, así que supuse que acaba de salir de la ducha, confirmándolo cuando se inclinó para retirar el vaho del espejo con su mano. Estaba paralizado, aunque cuando recuperé la compostura no pude evitar quedarme mirando por el morbo de la situación. Era una de esas veces en las que el morbo te puede y no puedes dejar de hacer lo que estás haciendo en ese momento. Puso sus brazos en jarra, ladeando su cabeza un poco y haciendo una mueca. Tenía una visión de ella de perfil, viendo como después de hacer esos aspavientos, se cogía las tetas con sus manos, poniéndome nervioso mientras ella parecía estar descontenta por lo que veía. Las amasaba, subiéndolas y dejándolas caer. Por lo que veía, las tenía algo caídas, pero no era para tanto. O al menos eso era lo que me parecía ver, confirmándolo cuando de nuevo se puso a hacer aspavientos, bajando sus brazos y moviendo su cuerpo de un lado a otro, girándolo hacia a mí mientras ella mantenía su mirada en el espejo para mirarse su cuerpo por detrás.

Me regaló unos segundos de una perspectiva perfecta de su cuerpo, pudiendo ver que era prácticamente igual que el de Elena, con las tetas un poco más grandes y caídas que ella, pero teniéndolas aun así muy bonitas. Las tenía bien puestas, con unos pezones gorditos, con unas aureolas normales, pudiendo ver una diferencia más con Elena. Ella no tenía los pezones tan gorditos y eran de color rosa palo mientras que los de su madre eran de un marrón ligero. Seguí bajando la mirada por su cuerpo, viendo como seguía pareciéndose al de Elena, notando otra pequeña diferencia al ver que tenía un poco de barriguita. Lamentablemente no pude verle el coño, ya que lo ocultaba bajo un espeso matojo de pelo negro bastante descuidado, cosa que me encendió también, porque a mí me gustaba que tuvieran pelo ahí abajo más que que fueran sin nada, pero tampoco es que me gustara que llevaran tanto como ella lo llevaba en ese momento. Seguí bajando por su cuerpo, viendo que tenía las mismas piernas, delgadas con esos muslos carnosos que tenía Elena que tanto me gustaban. Después de unos segundos contemplando tal pedazo de mujer, se dio la vuelta, haciendo lo mismo, pero mirándose la otra parte del cuerpo, permitiéndome ver su espalda y su culo. Aquí sí que no había ninguna diferencia con su hija. Misma espalda y mismo culo redondo y respingón. Notaba como mi pulso se aceleraba y mi respiración aumentaba, echando mi vista hacia abajo para encontrar con mi polla dura como una piedra. Hacia bastante que no tenía una erección tan rápida y tan brutal como aquella. Volví a mirar hacia arriba, viendo como Maribel se volvía a poner frente al espejo, con los brazos en jarra y negando con la cabeza. Por la cabeza se me pasó la locura de entrar y decirle lo buena que estaba, teniendo ganas de llegar a hacer algo más, pero afortunadamente no lo hice, yéndome de allí antes de que se pudiera dar cuenta de que estaba ahí.

Eché a andar sin saber qué hacer porque tenía una erección importante y no creía que se me fuera a ir rápidamente. Fui por otra zona en la que no había estado y vi que había otro cuarto de baño y entré ahí. Me quedé frente al espejo unos segundos para ver si me tranquilizaba y se me bajaba aquello, pero no me podía quitar de la cabeza las imágenes que acababa de ver y me puse a pensar que para ser muy mayor según ella y para haber tenido dos hijas tenía un cuerpazo impresionante. Me quité todo eso de la cabeza rápidamente mientras me echaba agua fría en la cara y en la nuca para calmarme. A los pocos minutos aquello se me empezó a bajar, relajándome.

Volví con Elena, quien estaba en el sofá viendo la tele. Me senté junto a ella y se abrazó a mí. Aún estaba un poco nervioso por lo que me acababa de pasar, yendo un poco a más cuando apareció Maribel por la puerta y se acercó a nosotros. Simplemente nos dijo que se iba a acostar ya, que al día siguiente tenía que madrugar para ir a recoger a la abuela de Elena a casa de su hermana.

Una vez nos quedamos solos, yo seguía con el calentón, por lo que empecé a meterle mano a Elena mientras ella soltaba risitas y me daba besos.

-¿Te has quedado con las ganas de la encimera? Jijiji...
-Sí. Te me insinúas y pasa lo que pasa...
-¿Yo? Pero si no he hecho nada... jajaja.
-Ya... Anda ven aquí.

Elena se quitó las chanclas y paso una pierna por encima de mi cuerpo, empezando a besarme lentamente. Entonces se oyó la puerta de su casa abrirse. Elena se bajó de mí y vimos como Noelia entraba al salón, pero al vernos se fue a su habitación.

-¿Qué le pasa a tu hermana? Lleva todo el día con una cara...
-No sé...
-¿Es que no ha salido bien la selectividad?
-Todavía no le han dado las notas. Esta semana creo que se las dan.
-Pero le habían salido bien los exámenes, ¿no?
-Sí, eso dijo.
-Habrá discutido con María entonces.
-Será eso, con lo borde que es... Anda, vamos a mi cuarto a jugar...
-Ahora sí quieres, ¿no?
-Sí... jijiji...

Cogí a Elena en brazos y fui hacia su habitación, con ella riéndose y susurrándome que no hiciera tanto ruido. Cuando llegamos la tumbé en la cama y sonó bastante, tanto los muelles como el cabecero contra la pared.

-Javiiiii, ten cuidado... (dijo susurrando)
-Elena, estoy muy caliente como para ir con tanto cuidado...
-A ver lo caliente que estás... (dijo echando mano a mi paquete)
-¿Cómo estoy?
-Madre mía Javi... Si te tiene que doler...
-Alíviame, anda...

Me lancé sobre ella para comérmela a besos mientras la manoseaba, tocándole el culo y las tetas. El ruido de los muelles de la cama era notable, con ella regañándome cada dos por tres por hacer tanto ruido. Yo estaba muy cachondo y estaba descontrolado, intentando desnudarla tirando fuerte de su ropa, moviendo la cama, haciendo que el cabecero chocara contra la pared alguna vez que otra.

-Tío, Javi, en serio, ten cuidado.
-Joder Elena, esta cama es una mierda, suena mucho. Hay que cambiarla.
-Anda, anda...
-¿Cómo quieres que te folle aquí si esto suena más que yo que sé...?
-Pues con cuidado.
-Venga, quítate la ropa, que no puedo esperar más...
-Espera, voy a darme una ducha rápida, que ha sido un día muy largo.
-¿En serio?
-Venga, que no tardo nada.

Elena cogió su pijama de verano y unas braguitas y se lo llevó para cambiarse una vez se duchara. Me quedé tumbado en la cama, mirando al techo, aunque sin ver nada realmente porque estábamos con la luz apagada, entrando muy poca luz de las farolas de la calle. De pronto me puse a recordar la escena del cuarto de baño, viendo en mi mente a Maribel desnuda. Para cuando quise darme cuenta, me estaba agarrando la polla y moviéndola lentamente. Entonces oí un ruido y me levanté, yendo hacia la puerta. Se abrió y tiré de la mano de Elena, metiéndola en la habitación.

-Venga mi vida, que no puedo esperar más... Te voy a reventar... (dije mientras la cogía del culo, amasándolo, empujando su cuerpo contra el mío, apretando mi polla durísima contra ella, encorvándome para besarle el cuello)

Intenté levantarla en peso para que se agarrara a mi cuerpo, pero se resistió, zafándose de mí y empujándome. De pronto dio la luz, llevándome una sorpresa al ver que en realidad no era Elena, sino Maribel, quien estaba con los ojos como platos, con cara de sorpresa, mirándome fijamente a los ojos. Poniendo más cara de sorpresa aun cuando bajó su mirada hasta mi polla, tapándose la boca con la mano.

Yo intenté taparme como pude la polla, muerto de vergüenza. Ella salió rápidamente de la habitación sin decir nada y cerrando la puerta. Apagué la luz y me senté en la cama. El corazón no me podía ir más deprisa, estaba muy nervioso y notaba como mi polla goteaba de la excitación que tenía. Respiraba como si acabara de correr una maratón y entonces en cuestión de segundos la puerta se volvió a abrir, colándose alguien rápidamente. Esta vez me quedé callado y quieto sin decir nada por si era Maribel de nuevo.

-Javi, ¿estás listo? (dijo Elena)

Sin decir nada me levanté y fui hacia ella y la cogí en brazos, empezando a besarla por todos lados.

-Espera, espera. Me he encontrado a mi madre en el pasillo. Vaya susto me ha dado... Me ha dicho que estamos haciendo mucho ruido.
-Eso tiene fácil remedio.

Solté a Elena y tiré del colchón para dejarlo en el suelo, tirando después de Elena para tirarla ahí, quedando boca arriba.

-Pero bueno... ¿Qué te pasa hoy?
-Me pasas tú.

De nuevo me puse sobre ella y la empecé a besar con mucha ansia mientras la desnudaba rápidamente. Me mojé los dedos y los llevé a su coño para lubricarlo y meterle la polla directamente, con ella lanzando un jadeo alto. La empecé a follar bastante rápido y fuerte, poniendo una mano en su boca y apretando para que no se le escuchara mientras yo jadeaba. Por suerte lo de echar el colchón al suelo funcionó, ya que apenas hacía ruido así, sonando solo el roce de nuestros sexos. Embestía con unas ganas tremendas, sin compasión mientras ella me abrazaba por la espalda, arañándome de vez en cuando, pasando sus manos también por mi cabeza, acariciándome y tirándome del pelo por momentos. La oía gemir a través de mi mano con tono de placer, cambiando a un tono de queja, pero yo lo podía parar ni bajar el ritmo. Estaba tan cachondo que no tenía apenas noción de lo que estaba haciendo, sin poderme quitar de la cabeza las imágenes de Maribel desnuda, agarrando y apretando sus tetas, de su frondoso matojo negro y de ese culo redondito y respingón. La excitación fue a más al recordar lo que ocurrió segundos antes. Y es que hasta entonces no me di cuenta de que le había tocado el culo, ese culo que había visto pocas horas antes, brillante por las gotas que se resbalaban por él tras la ducha que se había dado. También le había besado el cuello. Dios, es que hasta su olor era muy similar, sin poder darme cuenta de que no era Elena. Entonces recordé que también había apretado mi polla contra ella, lanzado un gemido al recordarlo mientras reventaba a Elena. Tuve bastante aguante a pesar de como me estaba follando a Elena por estar sumido en mis pensamientos. Recordando como iba vestida Maribel en esos pocos segundos que la vi cuando encendió la luz. No iba provocativa, ni mucho menos. Llevaba una camiseta de pijama, de manga corta, sin escote, aunque sí que se le marcaban esos pezones gorditos un poco. La camiseta iba acompañada de un pantaloncito corto de pijama muy fino, que marcaba sus braguitas.

Un fuerte tirón del pelo fue lo que me sacó de esos pensamientos, dándome cuenta de que Elena estaba temblando bastante, moviendo sus brazos y piernas para intentar librarse de mí, pero yo no paraba. No podía. Algo en mí me lo impedía. Seguí con el mismo ritmo hasta que Elena empezó a gemir más fuerte, con tono de molestia mientras sus temblores fueron a más, pasando a convulsionar. Salí de ella y le estimulé el clítoris mientras le seguía tapando la boca con fuerza con la otra mano. En cuestión de segundos encorvó su espalda, elevando su cuerpo y empezando a lanzar grandes chorros y sus gemidos se transformaban en una especie de llanto. Era increíble como sonaba su flujo al salir de su cuerpo, como si fuera una manguera a presión, haciendo también bastante ruido ese líquido al caer al suelo o al chocar contra algo.

Liberé a Elena de su mordaza improvisada con mi mano, cogiendo ella mucho aire de forma ansiosa mientras murmuraba en forma de gemidos. La miré y podía ver por la poca luz como su silueta subía y bajaba por su respiración. Mi polla seguía muy dura y palpitante, seguía muy caliente y así se lo hice saber a Elena, aunque ella no me escuchaba, estaba sumida en su torrente de placer.

-Mi vida, sigo muy caliente. No puedo remediarlo. Tienes que aguantar.

De nuevo me puse sobre ella y coloqué mi polla en su raja, dando ella un pequeño respingo. No la vi tan sensible, por lo que se la metí. Entonces ella abrió sus ojos y lanzó un profundo jadeo, acompañado de un agudo gemido que rápidamente ahogué con mi mano.

-Aguanta mi vida, ya casi estoy.

Empecé de nuevo a embestir como lo hacía minutos antes, de manera rápida, empezando a oírse unos "plas plas". Elena se retorcía de nuevo empezando a temblar mientras yo la miraba desde arriba, con la poca luz que entraba reflejándose en su piel, marcando ligeramente los rasgos de su cara. Al notar su nuevo orgasmo empecé a descargar dentro de ella entre altos jadeos y algún gemido, también alto, que se me escapó. Con cada chorro que soltaba dentro de ella daba una gran embestida, deformando ligeramente su cara en mi mente, transformándola en la de su madre por la excitación y el morbo del momento. Liberé de nuevo su boca, apoyando mi peso sobre mis brazos, contemplando su rostro ya sin deformar, viendo como contraía su cara mientras llenaba sus pulmones. Le besé suavemente en los labios y por toda la cara sin ella darse cuenta, estaba inerte, sumergida en su nuevo orgasmo.

Después de dar la luz de la lamparita de su mesita, cogí un paquete de pañuelos que tenía en la mesita y le puse uno en su raja para que mi corrida no se derramara sobre el colchón, con ella lanzando un gemido de queja mientras lo hacía. Usé el resto del papel para limpiar la suya, que había puesto perdido el suelo y hasta los bajos de la puerta, que afortunadamente estaba cerrada. Limpié aquello como pude, tirando el papel en una papelera que tenía y fui hacia el colchón, encontrándome a Elena ya dormida. Estaba preciosa, ya con la respiración muy relajada, durmiendo profundamente. Me puse los boxers y me acosté con cuidado a su lado, quedándome de lado mirándola. Le quité el papel que tenía entre las piernas, tirándolo. Después la tapé porque refrescó un poco y estaba desnuda, así no la verían si entraba alguien. Apagué la luz para dormir, pero me puse a pensar en lo que acababa de pasar, sin poder evitar sentirme culpable por pensar en su madre mientras me la follaba. No quería darle más importancia de la que tenía, porque al fin y al cabo se parecían mucho y la situación de verla desnuda me había empujado a hacer eso, pero como ya me había pasado con Sofía en su día, no se me iba de la cabeza, por lo que cogí el móvil para escribirle a Irene.

-¿Nos podemos ver mañana por la mañana?
-Claro, ¿qué pasa? (respondió a los pocos minutos)
-Me ha pasado una cosa y necesito hablarlo, y que me des tu opinión.
-Claro, sin problema.
-Vale, pues mañana te aviso.
-Pero, ¿es grave?
-Bueno, no sé. Diría que no, pero ya me conoces...
-¿Todo bien?
-Sí, sí.
-Vale, mañana lo hablamos.

Después de un rato me dormí mientras miraba a Elena, casi sin poder ver si cara por la poca luz que entraba a la habitación y por como se me entornaban cada vez más los ojos por el cansancio.
 
Capítulo 132

Al día siguiente me desperté temprano, sobre las 9. Elena seguía dormida, estábamos abrazados haciendo la cucharita, con la sábana apenas cubriendo sus pechos, dejando asomar un pezón. Ella seguía durmiendo profundamente, por lo que intenté despertarla con cuidado, dándole un beso en el hombro mientras la llamaba. Ella dio un respingo, despertándose sobresaltada.

-¿Qué pasa?
-Nada, no pasa nada.
-¿Dónde estamos?
-En tu casa, Elena. ¿Dónde vamos a estar?
-Joder... Estoy molida.
-¿Y eso?
-Pues no sé... Anoche alguien me reventó bastante, ¿sabes?
-Venga... No será para tanto.
-Que no dice... ¿Qué te pasaba ayer?
-Nada. Estaba contento y con ganas.
-Pero es que ni me escuchabas.
-¿Te hice daño?
-No, bueno, un poco... Pero cuando me la metiste sin dejarme descansar.
-Perdona.
-No pasa nada.
-Oye, me tengo que ir, que tengo que trabajar y ayer al final no hice nada.
-Jo... Creía que íbamos a pasar el día juntos...
-Me encantaría Elena, pero es que tengo que trabajar.
-Quería que conocieras a mi abuela.
-No pasa nada, tenemos todo el tiempo que queramos.
-Vale, pero al menos desayuna conmigo.
-Vale, venga.

Nos levantamos, poniendo bien el colchón en la cama y haciéndola, vistiéndonos después. Fui hacia la puerta, viendo que estaba entornada, oliéndome porqué. Fuimos a la cocina para desayunar, apareciendo Noelia. Estaba con la cara de recién levantada.

N: Buenos días. (dijo algo apagada)
E: Buenos días.
J: ¿Qué pasa?
N: Pues nada, algo cansada. Ayer armasteis una...
E: Perdón.
N: No pasa nada. Lo entiendo.
E: Es que Javi estaba ayer muy cariñoso... (dijo riendo)
J: Sí, yo solo...
N: Diría que mamá os oyó...
E: No jodas...
N: No estoy segura, pero me ha despertado para decirme que iba a lo de la tía para recoger a la abuela y no parecía contenta.
J: Menos mal que me voy ahora...
N: ¿Te vas ya?
J: Sí, tengo que trabajar. Y no quiero ver a tu madre enfadada, la verdad, que con lo de ayer...
E: Ayer no estaba enfadada.
J: Pues menos mal...
E: Madre mía la bronca que me espera...
N: Y encima el primer día, si es que parecéis nuevos...
E: ¿Y tú? Que ayer tenías una cara...
N: Ah, eso... Es que he roto con María.

Elena y yo nos miramos, poniendo ella cara de preocupación.

E: ¿Y eso? (dijo yendo a abrazarla)
N: Pues que no, Elena. Que pasa el tiempo y no siento eso que hay que sentir.
E: ¿No será que estás yendo muy rápido?
N: No. Es que no veo que vaya a pasar y ella cada vez me pedía más y llegó un punto en el que no aguantaba más.
J: Siento oír eso.
E: ¿Cómo se lo ha tomado ella?
N: Pues no muy bien. De hecho, no me habla.
E: ¿En serio?
N: Sí, se cree que hay otra persona.
E: ¿Y es así? (preguntó Elena mientras yo permanecía en silencio, sin mirar a los ojos a Noelia)
N: No, no hay nadie más.
E: Lo siento, Noelia. ¿Estás bien?
N: Bueno, me jode mucho haber perdido a una amiga así, pero creo que ella está más dolida que yo. He intentado hablar con ella, pero no quiere. (dijo mirándome)
E: Ya verás como se le pasa y te vuelve a hablar. (dijo llevando los platos al fregadero)

Cuando Elena se dio la vuelta miré a Noelia, asintiendo, queriendo decirle que ya hablaría yo con ella. Pareció entenderme, porque me sonrió al momento.

J: Bueno, me voy ya, que tengo mucho lío.
N: Que tengas un buen día.
J: Gracias. (dije extrañado, aunque me gustó mucho el gesto)

Me fui hacia la puerta, viniendo Elena detrás mía para despedirme.

-Ven a comer al menos...
-No sé, ya veremos. Tengo atrasado lo de ayer y tengo que ver cuanto material tengo.
-Vaaaale.
-No te preocupes, si tenemos muchos días. No quieras hacerlo todo el primero. Además, tu madre está mosqueada parece...
-Es verdad. Pero lo que me preocupa es otra cosa...
-¿El qué?
-Lo de mi hermana. Es que ella no tiene muchas amigas o amigos. Con esa chica se llevaba desde que era pequeña y ahora no le habla.
-A ver si hay suerte y no es para tanto y le vuelve a hablar.

Se puso de puntillas para darme un beso, cogiéndome del cuello mientras yo me agarraba del culo.

E: Eh, cuidado, que me duele el coñito de lo de anoche...
N: Normal que te duela, con ese pollón... (dijo entre risas mientras abría la puerta de la calle para irse)
E: Oye...
N: Venga, Elena.
J: Madre mía...
E: ¿A dónde vas ahora?
N: Al instituto a por las notas.
E: ¿Cómo vas a ir?
N: Pues tenía pensado ir en bus con María, pero...
E: Javi, ¿te importa acercarla?
J: Venga, va.

Elena me dio otro beso para despedirnos y nos fuimos hacia el coche para irnos a mi ciudad y dejar a Noelia de paso en el instituto. Estábamos en silencio durante el camino, pero lo rompí a mitad.

-Siento lo de María, de verdad.
-Bueno, cosas que pasan.
-¿No le veías futuro?
-La verdad es que no. Si es que os veo a mi hermana a ti y es que ni se acercaba. Además, ahora en verano, ya sabes. Y el año que viene empieza la universidad y a saber si vamos a la misma y demás. Mejor romper ahora que luego cuando pueda ser peor.
-Pues llevas razón.
-María creía que la había dejado porque cree que estoy colada por ti, ¿te lo puedes creer?
-Sí, está loca. (dije con sarcasmo)
-Otro... Creo que os he dejado claro a todos que no me interesas. Desde primera hora te dije que solo quería echar un polvo contigo, ¿no?
-Sí.
-Pues ya está.
-Bueno, espero que no vuelvas a las andadas y menos ahora que conozco a tu madre y estaré más por tu casa.
-No, tranquilo. No estoy con ganas para nada ahora mismo...
-Vale.
-Vaya tela anoche, por cierto... (dijo a los pocos minutos)
-Sí, se me fue un poco la cabeza.
-El morbo, ¿no?
-Bueno...

Llegamos a mi ciudad y la dejé en el instituto, yendo después a casa de Mario. Llamé y me abrió Irene, dándome un abrazo y un beso en la mejilla.

-¿No me ibas a llamar?
-Sí, pero he tenido que traer a la hermana de Elena y tal.
-¿Qué pasa?
-Pues a ver...
-No me hagas otra vez la broma esa, anda.
-No, no, jajajaja.
-¿Qué es?
-Ayer conocí a la madre de Elena.
-¿Sí? ¿Por fin se ha atrevido?
-Sí. Fue en su graduación y se lio un poco.
-No jodas...
-Es que su madre es muy...

Entonces le empecé a contar todo lo que pasó el día anterior, durante la graduación y lo que pasó cuando llegamos a su casa hasta que volví a mí casa, con bastante detalle.

-Uff... Que intensita es...
-Pues sí.
-Bueno, pero todo bien, ¿no?
-Sí, dentro de lo que cabe.
-¿Dónde está el problema entonces?
-Es que luego volví para cenar allí con ellas.
-Y se lio.
-No, fue bien, un poco incómodo, pero bien.
-Joder, Javi... ¿Qué es lo que pasó entonces?
-Pues que fui al baño y me la encontré desnuda.
-Hala...
-No veas...
-¿Te pilló?
-No, no. Si lo hace a saber qué me hace. Me mata...
-¿Te puso cachondo?
-Ahí estamos.
-¿Está buena, o qué?
-Es una fotocopia de Elena.
-¿En serio?
-Las diferencias son muy pocas y es que da hasta mal rollo verlas a la vez.
-No será para tanto.
-Ya te digo que sí.
-¿Y pasó algo?
-Me empalmé de una manera que hacia bastante que no me pasaba.
-Uff... Eso es por el morbo.
-Ya. Eso pensé yo al verla tan bien, porque se miraba mucho al espejo y se daba la vuelta y tal y se lo vi todo.
-Cuenta, cuenta.
-Tía, córtate un poco...
-Que aburrido eres...
-Bueno, pues eso, que la vi desnuda. Pero la cosa no acabó ahí...
-Ostia... ¿No jodas que...?
-No, no... No me la follé.
-Ya, conociéndote sé que no.
-La cosa es que el calentón me duró bastante y esperé a que se me bajara y volví con Elena. Pero su madre volvió y me puse nervioso.
-Normal.
-Nada, simplemente nos dijo que se iba a dormir y después le empecé a meter mano a Elena y fuimos a su habitación.
-Y cayó un polvazo que no veas, ¿no?
-Evidentemente. Pero antes pasó algo.
-A ver...
-Estábamos jugando y la cama de Elena sonaba mucho.
-Y fue y os pilló.
-No, peor.
-Ostia...
-Elena me dijo que iba a darse una ducha rápida y me quedé en la habitación y me acordé de cuando vi a su madre desnuda y me la empecé a menear. Entonces oí ruido y fui hacia la puerta, se abrió y tiré de ella diciéndole que la iba a reventar y le empecé a coger del culo y a besarle en el cuello.
-Y entonces apareció su madre.
-No, es que era su madre, no era Elena.
-Jajajajajaja, ¿en serio?
-Sí, tía.
-¿Y qué pasó?
-Estábamos a oscuras y no sabía qué era ella, porque hasta huelen igual. La intenté coger en brazos y ella me empujó. Encendió la luz y su cara era un poema.
-Normal, jajajaja.
-Tenía los ojos como platos, luego me miró la polla y los abrió más todavía, tapándose la boca con la mano.
-Normal, a saber cuanto lleva sin ver una polla... Y encima ve la tuya, pues estaría acojonada.
-En mi vida he sentido más vergüenza... Me intentaba tapar como podía.
-¿Y qué pasó después?
-Nada, se fue.
-Bueno, no es para tanto.
-No me jodas Irene. El primer día que la conozco y pasa eso...
-¿Eso es lo que te tiene rayado?
-No, fue lo que pasó durante el polvo con Elena. Me la follé muy bestia, estaba muy cachondo y no le prestaba atención casi. La cosa es que se parecen tanto que me imaginé que me estaba follando a su madre.
-Y eso es lo que te raya, ¿no?
-Sí.
-¿Crees que es como si la estuvieras engañando o algo?
-Exactamente.
-Pues quítate eso de la cabeza. Es normal que pase eso aun estando en pareja. Además, el morbo a veces es muy fuerte y nos juega malas pasadas, no te preocupes por eso. Y si se parecen tanto según tú, pues más todavía.
-Ya, eso había pensado, pero ya sabes como soy...
-Sí, lo sé. Pero ya te digo que no es para tanto. Mira, una vez fui de vacaciones con Mario con toda su familia y había un primo suyo por ahí que estaba que no veas. Mario me dijo que no le importaba que me lo tirara, pero no le hacía gracia porque era muy bocazas y seguramente se iría de la lengua con la familia. Pero una noche follando le dije a Mario que hablara como él y jugamos a eso. Me imaginaba que era él el que me follaba y tal.
-Ya, pero es que vosotros sois muy liberales.
-Ya, bueno... Pero que no te tienes que preocupar, de verdad.
-Ya, ya. Bueno, no me he rayado tanto como con lo de Sofía.
-¿Te imaginas follarte a Elena y a su madre a la vez? Ahí las dos de rodillas chupándotela a la vez...
-Joder, estás mal, ¿eh?
-Es una fantasía que tengo desde hace mucho. Tirarme a alguien y un familiar suyo.
-Morbo hay en eso, pero es algo muy guarro. Igual que cuando nos dijiste de hacer un trío con la hermana de Elena...
-Ya, se me fue un poco la cabeza.
-Es que...
-Dime que no te encantaría tener a las tres a la vez.
-Joder...
-Venga, si no pasa nada, Javi. No se lo voy a decir a nadie.
-La hermana de Elena también está bien...
-Vamos que sí. Imagínate a Elena encima de tu cara mientras le comes el coño y a su madre y su hermana comiéndote la polla a la vez.
-Uff... Calla, calla.
-Sí, mejor. Porque mira como está esto... (dijo agarrándome la polla, que ya estaba morcillona, por encima de la ropa)
-Estate quieta, anda, jajaja.
-Tenemos unas ganas de hacer cosas con vosotros...
-Pues hasta que Elena no diga que sí, ya sabes...
-Ya.
-Entonces todo bien ya, ¿no?
-Sí, sí.

Irene me empezó a contar como les había ido esas semanas en las que Elena y yo nos apartamos de ellos, contándome que no habían hecho nada aún con nadie más, que querían que nosotros fuéramos los primeros, por la confianza que teníamos y demás. Que estaban mejor que nunca, habían recuperado la confianza para hablarlo absolutamente todo y que no volvería a pasar lo que pasó con Sofía, contándome también que hablaron con ella y la cosa acabó bien, recordando yo que se me olvidó hablarle como dije que haría, por lo que pensé en hablar con ella más tarde. Mientras me explicaba con detalle todo eso y alguna cosa más de otros temas, recibí un mensaje. Vi que era un whatsapp de alguien que no tenía agregado, por lo que abrí el mensaje.

-Javier, soy Maribel. Le he dicho a mi hija que me diera tu número para poder hablar por si pasa algo y demás. Quiero dejarte claro que lo de ayer no pasó. Fue un accidente y no vamos a hablar de eso ni nada y menos aquí delante de nadie. ¿Entendido?

Me quedé un poco parado al leer el mensaje, enseñándoselo a Irene.

-Mira, es la madre de Elena, por lo de ayer.
-¿A ver? Ostia... Sí que se parecen... (dijo al abrir la imagen de perfil, donde salía ella con sus dos hijas)
-Ves como sí...
-Ostia... Pero que se parecen mucho, ¿eh? Dios...
-Sí, sí. Da mal rollo, ya te digo.
-¿Esa es su hermana?
-Sí.
-Se parece mucho también a ella.
-Ya ves, trae que le contesto.
-¿Qué le vas a poner?
-Pues ahora lo verás.

Cogí el móvil y empecé a escribirle a Maribel.

-Entendido, no ha pasado nada.
-Anda, que ya te vale. El primer día que estás en mi casa y pasa eso.
-Perdón.
-No es culpa tuya, pero sí que podrías hacer tenido más cuidado haciendo tanto ruido... Por eso fui a la habitación de Elena.
-Ya, perdón.
-Y esta mañana voy a avisaros de que me voy y os encuentro de esa manera, con el colchón ahí tirado, desnudos...
-Sí, es que era para no hacer ruido.
-Ya hablaremos de eso cuando vengas. Que sí me gustaría aclarar algo de eso.
-Vale, vale.
-¿Hoy vienes?
-No, tengo mucho lío con el trabajo.
-Vale, pues la próxima vez que vengas lo hablamos.
-Podemos hablarlo por aquí si quieres.
-No, mejor cara a cara.
-Vale.

Guardé el móvil y miré a Irene con cara de circunstancia.

-En vaya marrón te has metido...
-Joder, de verdad. ¿Tan difícil es tener pareja?
-No, pero es que parece que te lo buscas tú solo, jajaja.
-¿Yo? Si no he hecho nada...
-Te podrías haber controlado.
-Tiene cojones que me digas tú eso, ¿sabes?
-Ya, jajaja. Por cierto, me parece raro que fuera a avisaros.
-¿Sí?
-Sí. Si viendo lo que pasó por la noche, va a la habitación de Elena... Es que algo buscaba.
-No me jodas.
-No sé, lo veo raro.
-También avisó a su hermana.
-Ya, pero...
-No me jodas anda...
-No, yo solo digo lo que veo. Luego me dices qué pasa, que a lo mejor no es nada, pero no sé...
-Pues algo me has dicho...
-Venga, no te pongas ahora a darle vueltas.

Seguimos hablando un poco más y me fui a mi casa para trabajar. El resto del día fue bastante aburrido ya que tenía mucho que hacer y acabé tarde por la noche para recuperar el día anterior. Por la noche hablé un poco con Elena sobre como nos había ido el día y que tenía muchas ganas de que estuviera allí con ella, quedando en que al día siguiente iría a comer. Estaba deseando que fuera para presentarme a su abuela. También le dijo que su madre no le acabó echando la bronca ni nada, de hecho, ni había hablado del tema con ella. Después de hablar con ella le mandé un mensaje a Sofía, pero no me respondió, suponiendo que era por la hora en el que se lo mandé. Estaba bastante cansado, así que me fue a dormir, cayendo dormido rápidamente.
 
Capítulo 133

El jueves me levanté con mensajes de Sofía diciéndome que estaba durmiendo cuando le había enviado el mensaje. Le dije que me escribiera cuando tuviera tiempo para hablar, haciéndolo así a media mañana.

-Javi, ¿qué quieres hablar?
-Nada, que me olvidó hablarte de Irene y Mario.
-Ah, no pasa nada, ellos me hablaron y todo está bien.
-Sí, eso me han dicho.
-Me dijeron que Mario estaba un poco revolucionado y tal, pero que ya se ha calmado y que ya está todo hablado y aclarado.
-Eso es.
-Y que poco a poco volverán a hacer eso y demás. Que no era culpa mía ni nada, que no tenía que sentirme mal y que esperan que nos veamos más adelante.
-Genial entonces, ¿no?
-Siiiii.
-¿Y qué tal el trabajo?
-Uff... Mucho estrés. Necesito unas vacaciones. Lo mismo este verano me tenéis por ahí.
-¿Sí?
-Puede ser. Tengo que hablar con gente para ver cuando puedo pillar las vacaciones y tal, pero me apetece estar unos días por ahí con vosotros.
-Vale.
-Te echo un poco de menos, me supo a poco el rato que nos vimos la última vez.
-Bueno, es que viniste a lo que viniste... Jajaja.
-Jajaja, sí. Pero me quedé con las ganas de tomarme algo contigo y tu chica. Por cierto, ¿cómo os va?
-Muy bien. Estamos muy bien.
-Me alegro.
-Bueno, pues ya me dirás a ver cuando vienes.
-Vale, y no te pongas tenso, que no busco nada, ¿vale? Jajaja.
-Vale, vale, jaja.
-Bueno, luego te cuento. Un beso.

Siempre era algo bueno para mí hablar con ella a pesar de lo que pasó cuando estuvimos en aquel trabajo. Y la verdad es que ella no sabía que tenía novia, por lo que no fue un acto de maldad por su parte. Simplemente se lo quería pasar bien y confió en mí para eso.

Me quedé pensando en eso de que lo mismo venía a pasar unos días en verano, lo que me recordó que en poco era el cumpleaños de Elena. Aún no había pensado nada para ese día, por lo que tenía que ver qué haría.

Al rato me acordé del tema de Noelia y María. Aún no había hablado con ella y le dije a Noelia que lo haría. Y como ese día había quedado con Elena en ir a su casa a comer pues seguro que me preguntaba, por lo que le escribí a María en ese momento.

-Hola María, ¿cómo ha ido la selectividad?
-Hola Javi. Pues muy bien. He salido con muy buenas notas.
-Me alegro, ¿cómo estás?
-Mal. Imagino que ya lo sabes...
-Sí, lo siento. ¿Qué ha pasado?
-No quiero hablar de eso.
-Creo que es mejor hablarlo que dejárselo dentro, ¿no crees?

No volvió a responder y eso me preocupó un poco, por lo que pensé en acercarme a su casa antes de ir a la de Elena.

Seguí trabajando un poco, hasta la 1 y poco y me fui al pueblo de Elena para ir a ver a María. Cuando llegué la llamé al móvil. No quería llamar a la puerta por si no estaba sola, para no ocasionar una situación incómoda. Le dije que estaba en su puerta y que me gustaría hablar con ella. Por suerte le pareció bien y fue a abrirme. Nada más verla se lo noté en la cara. No había rastro de esa María alegre que yo conocía. Tenía una expresión seria y algo mustia. Me dio dos besos y me hizo pasar, diciéndome que estaba sola.

-Joder, no sabía que estabas tan jodida...
-¿Tanto se me nota?
-Muchísimo.
-Pues sí, estoy mal.
-¿Qué ha pasado?
-Dice que no siente por mí lo que tiene que sentir para ser una pareja. Que me quiere mucho pero que no puede ser.
-Joder. Lo siento.

María se encogió de hombros, con una expresión triste.

-Dice que le has dicho que crees que es porque está colada por mí.
-Bueno, eso lo dije un poco por el calentón del momento, pero no lo descarto del todo.
-He hablado con ella y dice que no, que no hay nada de eso. Que solo quería echar un polvo conmigo, nada más.
-Bueno... Al menos tuvo el tacto de hacerlo después de los exámenes para que no me afectara para eso... (dijo riéndose de manera triste)
-Claro, lo hizo así porque le importas. Ella te quiere, ¿cómo no te va a querer? Si os conocéis desde pequeñas y siempre estás con ella...
-Ya...
-Mira, también me dijo que lo ha hecho ahora porque no quería esperar más porque a la larga ibas a sufrir más. Y ahora viene el verano, luego os vais a la universidad, a saber si estáis en la misma ciudad y ya sabes que las relaciones a distancia...
-Pues no, no lo sé. No he tenido ninguna.
-Yo tampoco, pero ya te digo que son una mierda y es casi imposible que funcionen. Muchos amigos y amigas mías han sufrido por eso. Es algo muy duro y merma la relación.
-No sé, aun así, me sigue doliendo.
-Lo entiendo, pero es que, si no surge eso, no hay nada que hacer. Una relación de pareja es una cosa de dos y en cuanto una parte flojea o directamente ya no está ahí, pues la cosa se derrumba.
-Estaba tan ilusionada... Te lo creas o no, ella es la única que me ha apoyado al máximo con lo de mi bisexualidad. Y eso es algo que me hizo verla con otros ojos, se preocupaba mucho por mí y me animaba y cuidaba cuando me daba el bajón. Me acabé enamorando de ella.
-Vaya, no tenía ni idea. Parece que me estás hablando de otra persona.
-Así es Noelia. Es alguien muy borde, pero cuando se abre con alguien, aunque le cuesta mucho, pues es otra persona, es un amor. Aun así tiene su carácter y tal, pero es un amor en el fondo.
-Vaya, no tenía ni idea.

María agachó la cabeza, con la expresión muy triste.

-Venga, que en dos días ya estáis como antes. (dije poniéndole la mano en la rodilla para animarla)
-No.
-¿No?
-Me ha dolido mucho, Javi. No quiero sufrir más. Estos días los he pasado muy mal, ni te imaginas.
-Pero, ¿para tanto ha sido?
-Javi, estoy enamorada de ella. Imagínate que Elena te deja y te dice que no siente por ti más que una amistad.

Me quedé en silencio, un poco impactado por eso que dijo.

-¿Lo entiendes ahora?

Asentí con la cabeza mientras seguía en silencio.

-Además, como has dicho, ahora viene el verano. Estaré más de un mes fuera, con toda mi familia. Nos vamos a la playa y estaré con mis primos y mis primas y ellos también me han apoyado con esto de que me gusten también las chicas, así que no voy a estar tan mal como aquí. Y el curso que viene en la universidad estaré ocupada al tener que centrarme en eso y quien sabe, quizás conozca a alguien entonces.
-Pues ojalá te lo pases bien y se pase esto pronto y no te duela cuando mires atrás.
-Gracias. Es que para unas pocas semanas que me quedan por estar aquí, paso de estar mal al volver a verme con ella, porque me conozco y sé que a pesar de que es mi amiga y que la quiero un montón, lo voy a pasar mal.
-Pues llevas razón. La verdad es que yo haría lo mismo. Me da pena porque bueno, romper una amistad así... Y por vosotras, claro.
-Que suerte tiene Elena contigo Javi... Siempre que hablo contigo me haces sentir mejor.
-Anda, que me lo voy a creer, jajaja.
-Es verdad, sabes escuchar, eso es algo muy bueno.
-Gracias.
-Sí estuvieras soltero, lo mismo me animaba... Jajajaja.
-Anda, anda... Me voy ya, que me han invitado a comer en casa de Elena.
-¿Ya conoces a su madre?
-Sí.
-Me alegro.
-Gracias, aunque no hemos empezado muy bien...
-No jodas que os ha pillado...
-Más o menos, jajaja.
-Jajajaja, anda, ve que esa mujer es muy estricta, todavía te ganas una bronca cuando llegues.

Nos despedimos, dándonos dos besos de nuevo y entonces ella me dio un abrazo.

Salí de su casa y fui hacia la de Elena, dándome cuenta por el camino que probablemente esa sería la última vez que vería a María, ya que siempre que la veía era cuando estaba junto a Noelia y parecía que eso no iba a volver a pasar.

Una vez llegué, llamé a la puerta, abriéndome Elena, como yo esperaba. Se lanzó a mí como si lleváramos días sin vernos, cogiendo mi cara y dándome besos por todos lados. Rápidamente me hizo pasar, tirando de mi mano para llevarme al comedor, donde estaban Maribel y su abuela. Una vez nos sentamos, Maribel llamó a Noelia de una voz, que me llegó hasta a acojonar.

No sabía quién estaba más contenta si Elena por tenerme ahí, con un entusiasmo que parecía que se había metido dos litros de café o si su abuela, que estaba eufórica por ver a su nieta con novio de nuevo, diciendo cosas como vaya hombretón, que buena pareja hacíamos, que le encantaba verla tan contenta y demás cosas.

Durante la comida todo fue fantásticamente, sin parar de hablar de varios temas, permitiendo conocer a su abuela y ella a mí. Era una mujer muy agradable, derrochaba simpatía y buen humor, poco que ver con su hija, que era más seria y estricta. Físicamente se parecían como esperaba, pero no tanto como se parecía a Elena, era algo que aún me costaba asimilar.

Maribel reprochó a Noelia su actitud, ya que aún seguía de morros por obvias razones, sin aportar nada a la conversación, ni siquiera cuando salió el tema de sus notas de selectividad, las cuales les salieron bastante bien. Inmediatamente la abuela de Elena le echó una bronca a Maribel, diciéndole que la dejara tranquila, que es una niña y que a ver si aprende de Elena y hace lo mismo, que está amargada y que a ver si busca un novio que le alegre bien.

Se hizo un silencio un poco incómodo. Yo miré a Elena, quien estaba un poco aguantado la risa, luego miré a Noelia quien seguía con la cabeza un poco agachada, con una ligera sonrisa. Y por último a Maribel, con cara de molestia, como mordiéndose la lengua. Rápidamente cambió el gesto, relajándose y lo dejó estar, volviendo a conversar como estábamos haciendo antes.

Cuando acabamos de comer, nos sentamos en el salón para seguir hablando, estábamos todos conversando excepto Noelia, quien se limitaba a ver la televisión. Elena estaba junto a su abuela, dándome cuenta que se querían mucho por como estaban todo el rato mirándose, con las manos cogidas, con su abuela dándole besos y diciéndole lo contenta que estaba por verla tan ilusionada al tener novio. Estaba muy animado, aunque pasó algo que me pondría nervioso y es que miré a Maribel y entonces hizo ese gesto que hace Elena que me vuelve loco, girando su cabeza mientras ponía una sonrisa muy bonita al ver a su hija y a su madre así.

Joder, ¿se pueden parecer más? -pensé- Era increíble que tuvieran hasta los mismos gestos. Llegaba un punto en el que la única diferencia que veía entre ellas era su actitud. Elena era alguien muy alegre y cariñosa, con algún detalle de ser una chica aniñada, pero su madre era bastante diferente. Era más seria, imponente, muy segura al hablar, con un carácter seco, sin mostrar cariño apenas.

Mientras Elena y su abuela seguían conversando, Maribel dijo que iba a preparar café, diciéndome que fuera con ella para ayudarla. Elena se ofreció, pero Maribel, de nuevo con tono seco, dijo que no, que se quedara con su abuela, que ya iba yo. De camino a la cocina ya me esperaba la bronca por lo que me dijo el día anterior de que ya hablaríamos. En cuanto entramos cerró la puerta.

-¿Estás a gusto?
-Eh...

Me quedé un poco parado por esa pregunta, no me la esperaba para nada.

-¿No lo estás?
-Sí, sí. Estoy muy bien. (dije una vez pude reaccionar)
-¿Seguro?
-Claro, no puedo estar más contento con Elena, le quiero mucho. Y su abuela es genial, me trata como si me conociera de toda la vida. Y bueno, nosotros parece que no hemos empezado con muy buen pie, pero me caes bien, entiendo que eres así porque tu hija Elena es lo que más quieres en tu vida, junto a Noelia y solo quieres lo mejor para ellas. Y puede que también por lo que por desgracia te pasó.

Maribel se quedó callada, mirándome, con una ligera sonrisa en la boca, poniéndose entonces a preparar el café.

-Y mi hija Noelia, ¿cómo te cae?
-Eh...

De nuevo me llevé como una bofetada por una pregunta que no esperaba y no sabía cómo responder, aunque esta vez reaccioné rápido para que no sospechara tanto.

-Tu hija Noelia es un poco especial.
-¿Por?
-Porque es... como decirlo...

Maribel me miró con cara de expectación.

-Es un poco intensa.
-¿Intensa? (dijo riendo)
-A ver, no te lo tomes a mal, pero es muy suya. Es un poco borde y cabezona y a veces suelta unas puyas que madre mía...

Maribel me miró con cara de estar un poco sorprendida.

-Eh... pero cuando la pillas de buenas es una chica muy dulce, hasta encantadora.
-Bueno, es difícil verla así, pero sí, buena descripción. Tiene mucho pronto, pero no es mala niña.

Nos quedamos en silencio mientras ella seguía con el café y yo preparaba unas galletas y demás para picar. De repente me agarró fuertemente de la muñeca para ponerme frente a ella, llegando a asustarme por la brusquedad con la que lo hizo.

-Lo del otro día por la noche no pasó, ¿entendido?
-Sí, sí. No fue adrede, creía que eras Elena, por eso...
-Hombre, estaría bueno que hubiera sido queriendo...
-Ya, claro.
-Iba en serio lo que te dije.
-¿El qué?
-Lo de que como engañes a mi hija te corto los huevos. ¿Ya se te ha olvidado?
-No, no. Lo tengo claro.

En ese momento se me vino la conversación con Irene de que ella sospechaba algo, pero en ningún momento vi a Maribel insinuándose, ni poniendo ninguna mirada rara que pudiera dar pie a que yo pudiera pensar algo ni una mirada a mi paquete ni nada en absoluto. Todo lo contrario, ella me miraba directamente a los ojos, de manera muy fija e intimidante, con gesto de seriedad, casi de enfado. Estaba acojonado.

-No se lo habrás contado a nadie, ¿no?
-No, no, que va.
-Es que los tíos sois mucho de presumir de eso. Os tengo calados.
-No, no. De verdad.
-Fue un accidente, tenlo claro, no quiero que pienses nada en absoluto, ¿eh? Es que vamos, ni se te ocurra, ni lo pienses siquiera. (dijo agarrándome de la camiseta con fuerza, empujándome mientras hablaba)
-Que no, Maribel. (dije poniendo mis manos sobre las suyas para que dejara de empujarme)

Ella se agitó sus manos para evitar que la tocara, poniéndose de nuevo con el café.

-Maribel, no sé por qué te pones así...

Ella permaneció en silencio, girando su cabeza para echarme una mirada asesina, hasta que dijo:

-Porque sé como sois los tíos. Solo pensáis en follar. Como lo que pasó después. ¿Crees que no os oí desde mi habitación? Bueno y antes con la cama y esos golpes contra la pared. Y luego... bueno... mejor me callo. Pero es que la cosa no acaba ahí, voy a avisaros por la mañana de que me voy y me encuentro que estáis con el colchón en el suelo y los dos ahí desnudos apenas tapados con una sábana.

Mientras decía todo esto estaba frente a la encimera, ultimando el café, pero esta vez sí que estaba molesto con ella más que acojonado, más por sus maneras que por sus palabras, por lo que ahora era yo quien la cogía con fuerza de la muñeca para ponerla frente a mí, mirándola fijamente a los ojos, con nuestras caras muy cerca la una de la otra.

-Mira, me parece perfecto que quieras proteger a tu hija, que quieras lo mejor para ella y que no quieras que le hagan daño, pero no voy a permitir que me faltes al respeto así, ¿entendido?

Las tornas habían cambiado, ahora era ella la que estaba visiblemente acojonada. Se quedó callada, podía apreciar como los ojos le temblaban, teniéndolos muy abiertos, con la respiración ligeramente acelerada. Entonces me di cuenta de que parecía que le estaba apretando más fuerte de la cuenta la muñeca, por lo que se la solté, volviendo de nuevo a la realidad, viendo que tal vez me podía haber pasado, por lo que me disculpé, aunque me mantuve serio y firme para que no me tomara por tonto.

-Perdona, creo que me he pasado. No son maneras. Pero que sepas que no me ha gustado ni un pelo que me hables así. Sé que tampoco fueron maneras el comportarme así por la noche y más siendo el día en el que nos conocimos, no volverá a pasar. Pero no quiero que me vuelvas a hablar así más, quiero que nos llevemos bien.

Cogí los platos con los dulces y me fui al salón, acudiendo Maribel a los pocos minutos con el café.

Elena puso su mano sobre la mía, interrogándome con la mirada si pasaba algo y yo le sonreí y le di un pequeño beso, aunque me arrepentí al instante porque le había dicho a su madre que no volvería a pasar nada fuera de lugar. Cuando me despegué de ella vi que estaba un poco roja y entonces su abuela soltó una risa, empezando a aplaudir. Ni me atreví a mirar a Maribel. Después no pasó nada más, seguíamos charlando de la misma manera que la llevábamos haciendo todo el día, aunque desde nuestra conversación en la cocina, evitaba mirar a Maribel. Hasta que dije de irme porque tenía que seguir trabajando. Elena se contuvo, aunque apretó mi mano cuando dije de irme. Me puse de pie, diciendo que me había encantado el rato que había estado allí y que esperaba poder ir más a menudo. Su abuela me dijo que esa era mi casa también y que estaba encantada, despidiéndose de mí con dos besos. Maribel sin embargo se despidió de mí con un escueto adiós. Elena me acompañó hacia la puerta para despedirme con más intimidad.
 
Capítulo 134

-Javi, ¿ha pasado algo con mi madre?
-No.
-¿Seguro?
-Solo hemos hablado de lo que pasó el otro día por la noche. Que no hagamos tanto ruido, nada más.
-Ah, es que a mí no me ha dicho nada.
-No sé... Le dará corte o algo...
-Oye, ¿vienes esta noche a dormir?
-No creo que sea buena idea...
-Jo... ¿Por qué?
-Porque no puedo dormir tan pegado a ti, con ese pijamita que te pones y no hacer nada... (dije acercándome a su oreja)
-Uff...
-No puedo estar así sin comerte enterita. Además, me da corte estando aquí toda tu familia.
-Podemos tener cuidado, sin hacer ruido... (dijo poniendo ojitos)
-Ya has visto lo que ha pasado la primera vez, que estaba revolucionado. ¿Y si vuelve a pasar? No me puedo controlar si me pongo así. Y tu cama suena mucho...
-Jooooo...
-¿Quieres que te folle? (dije susurrando)
-Siiiii... (dijo mordiéndose el labio)

Le empecé a coger del culo, apretándoselo mientras le besaba intensamente, pasando a su cuello después.

-No puede ser Elena, cuando tengamos más intimidad.
-Javiiiii...
-Venga, no pilles una rabieta, que te veo venir.
-Vaaaale. Pero me voy a quedar con ganas de ésta... (dijo cogiéndome el paquete)
-Ésta ya te dará lo tuyo...
-Mmm...
-Venga, me voy ya, esta noche hablamos.

Nos dimos un buen beso y me fui camino al coche. Justo antes de montarme en el coche apareció Noelia viniendo hacia mí a paso ligero.

-Javi, espera.
-¿Qué pasa, Noelia?
-¿Has hablado con María?
-Pues... (dije haciendo una mueca con la cara)
-Huy...
-No te voy a engañar. La cosa está fea.
-¿Sí? (dijo poniendo cara triste)
-Estaba muy ilusionada. Me ha dicho que estaba enamorada de ti y que le has hecho mucho daño.
-Ya, eso ya lo sabía.
-Le dije que habías roto con ella antes de que pasara más tiempo y fuera más doloroso.
-¿Y qué te ha dicho?
-Empezó ella diciendo que al menos habías tenido el detalle de hacerlo después de los exámenes para que no le afectase.
-Sí.
-Le he dicho que es porque le importas. Pero que eso, que has roto con ella antes de que sea más doloroso y le dije lo que tú me dijiste, que ahora viene el verano y luego os vais a la universidad.
-¿Y bien?
-Pues que es cierto. Dice que se va en poco a la playa con su familia y en nada empieza la universidad. Que para unas pocas semanas que le quedan aquí, no quiere verte porque va a sufrir.

Noelia se quedó en silencio, con la mirada perdida.

-Lo siento, Noelia. Me siento mal por vosotras porque haya acabado todo así.

Noelia resopló y entonces se le empezaron a caer unas lágrimas de los ojos.

A pesar de todas las provocaciones, a pesar de todas las putadas que me hizo durante esos meses, buscando y forzando situaciones, sus salidas de tono y borderías, no pude evitar sentirme mal y fui rápidamente hacia ella para darle un abrazo. Ella me lo devolvió, apretando bastante.

No podía evitar crear un paralelismo para ponerme en su lugar, comparando como si Irene, Mario o incluso Elena se fueran así de mi vida. Fue una sensación de vértigo que intenté quítame rápidamente de la cabeza.

-Venga Noelia, no te pongas así.
-Javi, es la única amiga que tengo... (dijo con la voz ida por el llanto)
-Bueno, nos tienes a tu hermana y a mí. También a tu madre y a tu abuela.
-Ya...
-¿Tu madre lo sabe?
-Sí.
-Pues háblalo con ella, seguro que es la que mejor te puede ayudar y consolar.

Noelia no habló más, pero no se separaba de mí, siguiendo con su llanto.

Entonces Elena salió de su casa, viéndonos a Noelia y a mí, poniendo cara de extrañada. Le hice señas con la mano para que se acercara. Se acercó rápidamente, con cara de preocupación.

E: ¿Qué pasa?
J: Tu hermana está mal.
E: Pero, ¿qué pasa?

Noelia por fin me soltó y abrazó a su hermana de la misma manera que lo hizo conmigo.

N: Es María, no me quiere volver a ver.
E: ¿Por qué?
J: He hablado con ella y dice que no quiere sufrir más, que le ha hecho mucho daño.
E: Joder... (dijo aumentando la preocupación que reflejaba su rostro)
J: Le he dicho que no pasa nada, que nos tiene a nosotros, a tu madre, a tu abuela...
E: Claro que sí, Noelia. No estás sola, ¿vale?

Noelia seguía sin decir nada, solo sollozaba. Entonces Elena cogió su cara para que la mirara a los ojos y le retiró las lágrimas con sus dedos.

E: Venga, que ahora te vienes conmigo, que voy a casa de una amiga y así te distraes, ya verás como se te pasa.

Poco a poco se le fue pasando a el berrinche a Noelia, por lo que ambas se montaron en el coche, Elena a mi lado y Noelia atrás y las acerqué a casa de su amiga. Cuando llegamos Noelia se bajó diciéndome adiós y Elena se quedó unos segundos conmigo para despedirse.

-Vaya panorama...
-Sí. Nunca había visto así a tu hermana...
-Gracias por intentar ayudarla, eres un tesoro, de verdad.
-No hay de qué.
-Javi...
-Dime.
-Vente esta noche a dormir.
-Elena... No creo que sea buena idea.
-Por favor... (dijo poniéndome ojitos)
-Está bien...
-¡Bien!
-Qua cabrona eres... Sabes que no te puedo decir que no cuando me pones ojitos...
-Sí, jajajaja. No te preocupes, esta noche te compenso, mi amor.
-No, no. Paso de hacer nada, que como se entere tu madre...
-Bueno, eso ya lo veremos...
-No me jodas, ¿eh?
-Jajaja, esta noche te veo. Te quiero.
-Y yo, venga, luego nos vemos.

Las dejé ahí y me fui a mi casa para trabajar lo que quedaba de tarde.

Llegué a casa y me puse a trabajar, ya más relajado que el día anterior. Unas horas después me acordé de que Irene me dijo que le contara como me había ido después de la charla con Maribel, por lo que le mandé un mensaje para ver si podía hablar.

-Estoy trabajando, Javi. Vente esta noche al bar que vienen todos éstos y luego me cuentas cuando nos vayamos.
-Es que Elena me ha dicho que vaya esta noche a dormir con ella.
-Bueno, pues te vienes y luego vas un poco más tarde con ella.
-Venga, va.
-Tengo ganas de que me cuentes que ha pasado.
-Algo hay.
-Huy...

Seguí trabajando durante un rato más hasta que llegó la hora a la que todos quedaron para ir al bar, echando un rato mientras caía una cerveza bien fría para calmar ese día tan caluroso. Cuando acabamos fui hacia el coche, acompañándome Irene y Mario. Por el camino me preguntó directamente.

I: ¿Qué ha pasado entonces? Y le he contado todo a Mario, espero que no te importe...
J: No, hay confianza, si nos hemos comido la boca... Jajajaja.
M: Ya ves, jajaja.
J: Bueno, pues hoy he conocido a la abuela, la mujer es genial, como si me conociera de toda la vida.
I: Venga, ¿qué pasó con la madre?
J: Mientras estábamos en el salón, ya después de comer, estaba mirando a Elena y a su abuela y ella hizo un gesto que hace Elena. Ya me puso nervioso.
I: ¿Cuál? ¿Este? (dijo imitando ese gesto)
J: Joder, me tienes bien calado...
I: Jajajajaja, sí. Si solo hay que ver la cara que pones cuando te lo hace.
J: Bueno, el caso es que lo hizo y me puso nervioso, es que no solo son iguales físicamente, tienen hasta los mismos gestos... Solo se diferencian en su voz y en su carácter.
M: Eso me ha dicho Irene, que se parecen mucho, pero, ¿es para tanto?

Le enseñé la foto de perfil de whatsapp a Mario para que la viera.

M: Ostias... Que pasada...
I: ¿Ves como no exageraba?
M: Ya ves... Oye y la morenita, ¿quién es?
J: Su hermana.
M: No está mal.
I: Sí, buena herencia les ha dejado, son todas muy guapas. ¿Qué pasó entonces?
J: Pues va a preparar ella el café y me dice que vaya a ayudarla. Y me empieza a preguntar si estoy a gusto y demás, muy amable. Pero de repente me coge de la muñeca con fuerza y me dice que no dijera nada de lo que pasó y que se me olvide, pero muy borde.
I: Buff... Yo no hubiera aguantado, ¿eh? A mí me pone mucho que sean así...
J: A ti lo que te pasa es que estás salida, jajajaja.
I: También.
M: Pero, ¿pasó algo?
J: Se puso hecha una furia, que ni se me ocurriera pensar nada de eso, pero que me cogía así de la camiseta y me estaba empujando.
I: Pero bueno...
J: Yo acojonado perdido. Después se puso otra vez con el café y le dije que no se pusiera así. Me hecho una mirada que madre mía... Y se puso otra vez a echarme la bronca por hacer ruido y luego por encontrarnos por la mañana con el colchón en el suelo y desnudos...
I: Si que tiene mala ostia...
J: El problema es que la forma en la que me lo dijo todo me tocó mucho los cojones.
I: Huy...
J: Cuando se calló y se puso otra vez con el café, fui yo quien la cogió de la muñeca como me había cogido a mí antes.
M: No jodas...
J: Sí. Le dije que me parece muy bien quiera proteger a su hija y demás, pero que no iba a dejar que me faltara al respeto de esa forma.
M: ¿Y qué dijo?
J: Nada, estaba acojonada. Los ojos muy abiertos, le temblaban, respirando un poco más fuerte y ya está. La solté y me disculpé por las formas y me fui al salón con Elena.
I: Uff... Te imagino así y me acuerdo de cuando dominaste a Elena... ¿Y viste algo así de lo que te dije?
J: No, y eso que me acordé en ese momento, pero no vi nada en absoluto, ni una mirada ni nada.
I: ¿Cómo iba vestida?
J: Normal, nada provocativo. Iba con unos vaqueros cortos y una camiseta de manga corta.
I: ¿Con o sin sujetador?
J: Con.
I: ¿Y nada de una postura insinuante, ni mirada ni alguna palabra así fuera de lugar o algo?
J: Nada de nada.
I: Pues entonces tranquilo, no busca nada.
M: Veis cosas donde no las hay a veces. Que fuera a avisaros no es que fuera buscando nada.
I: Me pareció raro. Sabía que habían follado.
J: Da igual.
I: Cuándo tuviste ese accidente con ella, ¿llevaba sujetador?
J: No, pude ver como se le marcaban un poco los pezones. Y se le marcaban las bragas, llevaba un pantalón muy fino.
I: Mmm...
J: Era de noche y se había ido a dormir, es normal que fuera en pijama, ¿no? ¿O tampoco?
I: Bueno...
M: Ireeeeene. No saques las cosas de quicio...
I: No, no. No es tan raro eso, no pasa nada.
M: Ni caso, Javi. Le ciegan las ganas que tiene de...
J: Ya.
M: Que en verdad la mujer tiene un polvazo, eso es innegable.
I: Es como Elena, pero con el factor milf.
J: Bueno, me voy ya, que todavía me caerá una bronca por la cara, de tanto nombrarla...
I: Jajajaja, suerte.

Me monté en el coche y fui al pueblo de Elena, aparcando en su puerta. Llamé a la puerta y enseguida me abrió Elena dándome un beso.

-Creía que ibas a venir a cenar.
-No hemos hablado nada, ¿no?
-Te he mandado un mensaje.
-Pues no me he dado cuenta. He estado con éstos tomándome una cerveza.
-Ah, bueno no pasa nada. Venga, entra.

Entramos y nos fuimos al salón, donde estaba Maribel. Nos saludamos normalmente y nos quedamos los tres viendo la televisión. De pronto me habló Maribel.

M: Javier, ten cuidado la próxima vez, porque mi madre está ya durmiendo.
J: Perdón, no había caído.
M: No pasa nada, es para que lo sepas, para que no vuelva a pasar.
J: Vale. Llevaré cuidado.

Se notaba un poco la tensión en el ambiente, aunque Elena no se dio cuenta de nada.

E: ¿Javier? (dijo riéndose)
M: Es su nombre, ¿no?
E: Sí, pero todo el mundo le llama Javi.
M: Bueno, no pasa nada porque lo llame así, ¿no? ¿O sí?
J: No, no pasa nada. Aunque prefiero Javi.

Nos quedamos un rato callados y volvió a saltar Maribel.

M: ¿Tú madre también te llama así?
J: Me dice hijo. Javier solo lo dice cuando está enfadada conmigo o cuando pasa algo serio.
M: ¿Te molesta que te llame Javier?
J: No, ya te lo he dicho.
M: Vale.

Seguimos viendo la tele durante un buen rato hasta que Maribel volvió a hablar.

M: Creíamos que ibas a venir a cenar...
J: Es que al final no había quedado en nada con Elena, solo en que venía a dormir. Me ha dicho que me ha mandado un mensaje, pero no lo he visto, estaba tomándome una cerveza con nuestros amigos.
M: ¿Sales mucho?
E: Mamá...
J: No, la verdad es que no.
M: Bueno, me voy a dormir ya, que estoy cansada.
E: Vale, hasta mañana.
J: Buenas noches.

Maribel se fue y nos dejó a Elena y a mí solos en el salón. En cuestión de segundos Elena se subió encima de mí con una pierna a cada lado. Empezó a darme besos mientras metía sus manos por dentro de mi camiseta.

-Creía que no se iba a ir nunca...
-Elena, ya te he dicho esta tarde que no quería hacer nada...
-No estamos haciendo nada, solo son unos besitos.
-Ya... Ambos sabemos como acaba esto.
-Venga, Javi... Relájate.
-Vale, pero nada más, me da corte.
-Mmm...
-Oye, ¿cómo está tu hermana?
-Bueno, se ha distraído un poco cuando me la he llevado, pero está tristona...
-Se me ha puesto mal cuerpo cuando se ha puesto así.
-No te preocupes, ya se le pasará. Y gracias por preocuparte por ella.

Puse las manos en la espalda de Elena para acariciársela, pasando ella a besarme el cuello. Me empezaron a dar escalofríos, por lo que me empecé a retorcer, con ella riendo porque sabía lo que me pasaba. Mi polla empezó a aumentar de tamaño por la excitación, por lo que abrí los ojos para mirarla y decirle que parara. Justo cuando iba a hablarle vi que Maribel estaba en el marco de la puerta, haciéndome señales para que fuera. Me asustó, por lo que di un respingo.

-¿Qué te pasa?
-Nada, ya sabes como me pongo cuando me haces esto.
-Parece que te has asustado.
-Que va. Oye, voy un segundo al baño, vengo en nada.
-Vale.

Me levanté del sofá, un poco arrepentido porque la tenía bastante morcillona, por lo que me bajé la camiseta para que no se me notara tanto, pero no sirvió de nada. En el breve trayecto que había entre el sofá y la puerta del salón me puse a pensar en qué quería Maribel para decirme que fuera para allá en ese momento. Eso sí que me pareció raro, por lo que me empecé a poner nervioso, y mi semierección no ayudaba a tranquilizarme. Cuando llegué a la puerta y doblé para ir salir, agarró con fuerza mi muñeca, llevándome hacia su habitación, poniéndome más nervioso aún. Una vez llegamos, cerró la puerta. Y me miró fijamente a los ojos.
 
Capítulo 135

-Javier...
-¿Qué pasa Maribel?
-Me quería disculpar por lo de esta tarde. La manera en la que te he hablado ha sido horrible. No sé qué me ha pasado para ponerme así, no quiero que pienses que estoy loca.

Maribel esperó mi respuesta con expectación, casi desesperándose porque tardaba en responder.

-¿Para esto me has llamado?
-Sí.
-¿No podías esperar a mañana para decírmelo?
-No. Me conozco y es algo que tengo que sacarme, porque me pongo a darle vueltas y no duermo.
-Maribel, esto me parece raro.
-¿Cómo?
-No sé, estoy ahí con Elena, me estás viendo como estoy y me llamas para decirme esto...
-Javier, creía que habíamos dejado eso muy claro, ¿no?
-¿El qué?
-¿Te estás quedando conmigo?
-No, simplemente esto me parece raro.
-Te he dicho que ni se te ocurra pensar nada raro y me sales con esto. Te estoy diciendo esto porque necesitaba sacármelo, me he pasado y no me he dado cuenta hasta que tú has respondido así.
-Vale, tranquila, no pasa nada. No te preocupes, no me importa, pero sí que te pido que no vuelva a pasar, estaba muy incómodo. Y si algo de mí te molesta, pues lo mismo, me lo dices y le ponemos solución.
-Vale.

Me di la vuelta para irme, pero me quedé quieto cogiendo el pomo de la puerta.

-¿Has hablado con tu hija? (dije dándome la vuelta)
-No, no le he comentado a Elena nada de nuestra charla.
-Me refería a Noelia.
-¿Hablar de qué?
-¿No has visto cómo está?
-Sí, me ha contado lo de su amiga.
-Creo que necesita que le ayudes. Está muy triste.
-No me ha dicho nada.
-Pues lo necesita. Estaba llorando y todo.
-No me digas... Pues voy a ir con ella ahora.
-Vale, yo vuelvo con Elena, que le he dicho que iba al baño.
-Vale. Gracias por avisar.

Regresé con Elena mientras pensaba lo raro que era lo que me acababa de pasar. Por suerte mi polla volvió rápidamente a la normalidad, aunque me puse bastante nervioso cuando me metió en su habitación.

Cuando volví, Elena me estaba esperando con una sonrisa, tirando de mi mano para que me tumbara en el sofá, tumbándose ella encima de mí para empezar a besarme con risitas. La cosa empezaba a ir a más, pero yo me resistía.

-Venga, Javiiiii...
-Elena, te he dicho que no y menos aquí en el sofá.
-Pues vamos a mi habitación.
-Creo que tu madre ha entrado a la habitación de tu hermana.
-Joder, pues tengo muchas ganas...
-Venga vamos a dormir, mañana ya veremos lo que hacemos.

Fuimos a su habitación sin encontrarnos a nadie por el camino y se puso su pijama, quedándome yo en boxers para dormir. Una vez en la cama, Elena seguía caliente por lo que me empezó a acariciar el pecho, bajando por mi estómago y barriga, cada vez más hasta llegar a mi polla, empezando a sobarla.

-Eleeeeena... (dije susurrando)
-Dime.
-¿No tuviste suficiente con lo de ayer?
-Está claro que no, jijiji...
-Me da corte con tu madre y tu hermana ahí al lado.
-Venga, una mamada rapidita.

Entonces Elena bajo hasta mis caderas para bajarme los boxers y meterse mi polla en su boca directamente, empezando a crecer rápidamente. Empezó una mamada lenta, que cogía ritmo por momentos. Después de unos breves minutos se incorporó, montándose encima de mí, habiéndose quitado las braguitas antes.

-Elena, para.
-Venga Javi, solo un poquito.

Iba a reprocharle, pero ya era tarde, puso su mano en mi boca para que no hablara y empezó a moverse mientras jadeaba ligeramente. Solo me soltó la boca unos segundos para quitarse la camiseta y llevar mis manos a sus tetas, notando lo duros que tenía los pezones. Me tapó la boca de nuevo y empezó a moverse un poco más rápido. Intentaba apartar su mano de mi boca, pero ella no me dejaba.

-Te suelto si te tranquilizas y te dejas llevar. ¿Vale?

Me retorcí un poco sin contestar.

-¿Vale? (dijo sería)

Asentí con la cabeza y me soltó. Apoyándose sobre sus manos, retomando una ligera cabalgada, moviéndose muy sensualmente mientras me lamía los labios. Nuestras respiraciones se empezaban a acelerar por la excitación y por la follada.

-¿Ves como se puede follar sin hacer tanto ruido?
-Mmm...

Yo estaba ya muy cachondo y no quería ni hablar, solo sentir. Me dejaba llevar, concentrándome en disfrutar. Elena al verme así se lanzó a mi cuello, acelerando la cabalgada lo justo para ser una follada más rápida, pero sin llegar a hacer ruido con la cama. Como era habitual, en cuestión de pocos minutos me empecé a correr dentro de ella mientras jadeaba, por como le besaba el cuello y se movía encima de mí. Ella me siguió al notar mi orgasmo, lanzando unos gemidos muy bajitos y dulces, con algún espasmo fuerte, pero sin llegar a temblar como solía hacer. En cuestión de segundos se apoyó sobre sus manos para empezar a besarme.

-¿Ves como se puede hacer así también?
-¿Ya te has recuperado?
-Sí. Bueno, lo noto sensible, pero no ha sido como otras veces que me quedo muerta.
-¿Pero te has corrido?
-Sí, contigo siempre. Pero como ha sido así tan despacito, pues ha sido menos intenso. Pero me ha encantado igualmente. ¿A ti no?
-Sabes que sí, cuando me haces eso en el cuello...
-Jejeje. Voy al baño a limpiarme.
-Vístete, a ver si te va a ver tu madre y todavía la tenemos.

Se tapó con papel y se vistió con las braguitas y el pijama. Se fue al baño y me dejó ahí, tumbado boca arriba, con los boxers por las rodillas. Me los subí y me levanté para beber agua de una botella que tenía ahí, abriendo también la ventana, ya que tenía calor. Después me tumbé en la cama, esperándola, pero tardaba mucho y al final caí dormido.

Me desperté ya por la mañana por la luz que entraba por la ventana, solo. Me extrañó bastante porque recordé que me dormí antes de que volviera Elena. Me estaba meando, por lo que fui al baño. Cuando acabé, salí, yendo a buscar a Elena. No tardé en encontrarla, porque al pasar por la habitación de Noelia, me la encontré ahí. Estaba la puerta entrecerrada, por lo que eché un ojo viendo a Maribel en medio de las dos, abrazadas a ella, durmiendo las tres. Era una imagen muy tierna y no quería molestar, por lo que volví a la habitación para echarme un rato más. Me volví a quedar dormido y esta vez me despertó Elena dándome besos.

-¿Dónde estabas?
-Ay, Javi... Cuando salí del baño oí a mi madre hablando y me acerqué y vi a mi hermana llorando y a mi madre consolándola y me quedé con ellas y nos acabamos durmiendo juntas.
-Vaya... ¿No se le pasa?
-Bueno... Todavía es pronto, pero está la cosa fea. Le hemos dicho que nos tiene a nosotras, pero me preocupa que no tenga con quien juntarse.
-El problema es su actitud. Es muy echada para alante, pero es muy borde.
-Ya.
-Bueno, a ver si con el tiempo...
-La cosa es que dice que no quiere juntarse con nadie tampoco porque ahora parece que la gente se ha dado cuenta de que ya no se juntan, porque antes iban a todos sitios juntas y ya no.

Nos levantamos para desayunar, yendo a la cocina. Al poco apareció Maribel, dándonos lo buenos días y contándonos que no sabía que Noelia estaba tan mal y que se había quedado durmiendo más. Se le notaba preocupación en su cara, aunque Elena intentó quitarle importancia diciéndole que era normal que se lo tomara así.

Después de desayunar dije de irme, acompañándome Elena hacia la puerta.

-Javi... Quiero estar contigo...
-Tengo que trabajar, mi vida.
-Ya, pero es que ahora estoy libre y no sé qué hacer. Y me apetece mucho estar contigo...
-Elena, ¿por qué no te quedas con tu hermana y le haces compañía?
-Jo... Parece que no quieres estar conmigo...

Le cogí de la cara y le planté un buen beso, muy intenso y largo. Cuando me despegué de ella se quedó con los ojos cerrados, dándole una risa tonta.

-¿Eso crees?
-No... jijiji.
-Anda... Quédate con ella y la animas un poco, id a dar una vuelta o con tus amigas. Que como te lleve a casa sabemos que no voy a trabajar nada, que no voy a poder quitarte las manos de encima.
-Vaaaaale. ¿Vienes a comer?
-Venga, va.
-¿Y esta noche a dormir?
-Tranquila, Elena.
-Va... Quédate.
-Mira, mañana por la mañana mis padres se van con mis tíos, tengo la casa para mí, mañana vengo a por ti y estamos todo el día juntos.
-¿Sí? (dijo con ilusión)
-Claro.
-¿Y me vas a follar como es debido? (me preguntó con voz de niña buena, mirándome como tal)
-Evidentemente. (dije apretándole el culo y pegándola a mí)
-Mmm...
-No puede ser que estemos siempre haciéndolo como anoche. Sabes que necesito hacértelo bien. Mañana rompemos la cama.
-A ver si me vas a romper a mí... (dijo con el mismo tono de niña buena y poniendo la misma cara)

Me mordí el labio mientras ella se ponía de puntillas para darme un beso. Cuando nos despegamos vi que Maribel estaba a pocos metros mirándonos.

-No paráis, ¿eh?

Mire a Elena, quien se había puesto roja como un tomate, mirándome con los ojos muy abiertos.

-Bueno, me voy ya.
-Vale, te esperamos para comer.

Salí de allí con otra situación un poco vergonzosa, aunque más para Elena que para mí, porque vaya cara se le puso... Me monté en el coche para ir a mi ciudad, pero en vez de ir a mi casa, pasé de largo y fui a casa de Mario para hablar con Irene. Me bajé del coche y llamé a la puerta, abriéndome Irene en seguida.

-Javi, ¿qué pasa?
-¿Te pillo mal?
-No, no, pasa.

Pasé y nos sentamos en el salón.

-¿Ha pasado algo?
-Pues más o menos. Me pareció raro y quería contarte a ver qué opinas tú.
-¿Qué es?
-Pues anoche estábamos Elena, su madre y yo en el salón viendo la tele y su madre como que quería iniciar conversación, pero poco se hablaba. Se fue a dormir y Elena se puso cariñosa y tal. Se subió encima de mí y ya sabes...
-Al cuello, ¿no? jajajaja.
-Sí, jaja. Pues imagínate, como me pongo yo cuando me hace eso, ya con la polla morcillona, va y su madre se pone en la puerta haciéndome señales para que vaya...
-¿Qué dices?
-Pues eso. Voy para allá diciéndole a Elena que iba al baño y nada más salir del salón me coge de la muñeca con fuerza y tira de mí para llevarme a su habitación.
-Madre mía, esa mujer quiere algo.
-La cosa es que me dijo que se quería disculpar por lo que pasó por la tarde.
-¿Para eso te llama?
-Eso fue justo lo que le dije.
-¿Y qué te dijo?
-Que sí, que se sentía mal y que se quería disculpar.
-No sé, Javi... Me parece muy raro...
-Le dije que si no podía esperar al día siguiente para decírmelo y me dijo que si no lo hacía no dormía. Le dije que me parecía raro y ya se empezó como a enfadar.
-Bueno...
-Que me había dicho que no pensara cosas raras ni nada...
-¿Y qué vas a hacer?
-Pues nada, ¿qué quieres que haga?
-No sé... yo me la follaba... jajajaja.
-Y hace un rato ya cuando me iba nos ha pillado a Elena y a mí dándonos un buen beso mientras la cogía del culo diciendo que no paramos.
-Pero vamos a ver, sois una pareja que lleva poco saliendo, es normal.
-Elena se ha puesto de roja...
-¿Por qué? No es para tanto.
-Es que justo antes del beso hemos hablado un poco... Que si mañana vamos a mí casa y que quiere que la folle bien, que ahí no podemos hacer ruido y como mañana vamos a estar solos...
-Y se cree que la ha oído, ¿no?
-Supongo.
-Pues no sé. Por lo que me cuentas me huelo algo, pero tendría que verlo en persona, lo mismo me acerco a su casa y que me la presente, jajajaja.
-Jajajaja, me gustaría ver eso.
-Pues no son por falta de ganas, ¿eh?
-Ya. Oye, dentro de poco es el cumpleaños de Elena.
-¿Tienes pensado algo?
-Pues la verdad es que no.
-¿Qué te parece si vamos a mi apartamento de la playa? Mis padres no van hasta agosto y Mario y yo teníamos pensado ir antes.
-Me gusta.
-Pues ya sería ponernos de acuerdo para pillarnos las vacaciones todos en el mismo tiempo, porque lo suyo es echar una semana, ¿no?
-Ya ves. Tiene buena pinta el plan. Y se me está ocurriendo prepararle algo en la playa.
-Huy... Eso suena muy romántico, jajajaja.
-Es la idea.
-Vaya, quién te diría que ibas a hacer algo así hace unos meses, ¿eh?
-Ya ves...
-Me encantáis como pareja.
-Por cierto, hablé con Sofía.
-¿Sí?
-Sí, todo muy bien. Me dijo que estaba muy estresada y que lo mismo venía unos días cuando tuviera vacaciones.
-Ah, genial.
-Se me acaba de ocurrir de decirle que se venga con nosotros a la playa, pero lo mismo no es buena idea, ¿no?
-¿Por qué no?
-No sé... Por lo que pasó y a lo mejor Elena no está cómoda...
-Por nosotros no te preocupes, ya está todo resuelto y si viene pues haremos cosas con ella, aunque queríamos empezar con vosotros.
-Pues lo hablo con Elena y a ver qué le parece.
-Vale.
-Pues no te molesto más.
-Nada, tú no me molestas nunca.

Me dio un beso en la mejilla y me fui a casa para trabajar, con mi madre pinchándome un poco diciéndome que paso más tiempo en otra casa que en la mía. Me puse a trabajar durante el resto de la mañana, yendo todo normal hasta que llegó la hora de comer y fui a casa de Elena. Todo fue bien, fue una comida normal con todos conversando. Parecía que Noelia estaba mejor porque ya sí que participaba más en la conversación, incluso sacando algún tema. Cuando acabamos me despedí de todas, con Elena como hablando más para que no me fuera tan rápido, pero entendía que tenía que trabajar para dejarlo todo preparado para tener todo el fin de semana libre y por eso precisamente, porque estaríamos todo el sábado juntos, quedando en que iría a por ella por la mañana. Nos despedimos con un buen beso y regresé a mi casa.
 
Capítulo 136

Me puse a trabajar de nuevo, haciendo un parón a media tarde para llamar a Sofía.

-¿Qué pasa, Javi?
-¿Cómo va la cosa?
-Pues igual. Agobiada.
-¿Al final para cuándo te dan las vacaciones?
-Pues para agosto.
-Vaya...
-Aun así, me tendréis por allí.
-Vale. Es que dentro de poco es el cumpleaños de mi chica y vamos a ir a la playa con Irene y Mario, a un apartamento que tienen allí los padres de Irene.
-Joder... Con la buena pinta que tiene eso...
-Bueno, cuando vengas ya iremos a la piscina o algo.
-¿Entonces has hablado tú lo de las vacaciones con los de arriba?
-Pues la verdad es que no.
-Pues hazlo, aunque no creo que haya problema, yo nunca tuve cuando trabajaba como tú.
-Sí, ya lo sé.
-Bueno, pues nos vemos en agosto.

Esta vez la suerte estuvo de mi parte, anulando mi brillante idea de bombero, ya que finalmente Sofía no podría venir con nosotros y fue un alivio en cierta parte por si Elena pudiera estar incómoda y además se me olvidó comentarlo mineras comíamos. Pensé en comentárselo el día siguiente y más aún cuando Irene me mandó un mensaje diciéndome que Mario y ella ya lo habían hablado en el trabajo y no había problema. Así que solo quedaba yo por confirmar, por lo que mandé un correo proponiéndolo a la espera de lo que me dijeran.

Por la noche hablé con Elena, estaba hasta nerviosa por vernos y estar todo el día juntos. Además, estaba muy risueña, se le notaba que estaba muy contenta. Ultimando la conversación se puso a hablarme con voz melosa, como jugando a provocarme para el siguiente día. La conversación cogió intensidad, hablándonos casi en susurros lo que nos haríamos. Cuando terminamos me di cuenta tenía una erección importante, por lo que le mandé una imagen de mi erección, pero sin enseñar la polla directamente, respondiendo ella con 😳. Se puso a decirme las ganas que tenía de cogerla y hacerle otras cosas y le mandé otra foto, esa vez sí que se la enseñaba bien mientras la agarraba con mi mano. Ella respondió con 🥵, enviándome una foto casi enseguida. Se veía desde su ombligo hasta sus rodillas, con su coño brillante y húmedo. Rápidamente eché el cerrojo de mi puerta, aunque ya era tarde y la llamé, cogiéndolo ella al segundo.

-Elena, mañana te voy a destrozar.
-Mmm... Javi, me tienes todo el día con las bragas chorreando.
-¿Sí?
-Sí. No sabía lo que era follar hasta que te conocí mejor.
-Vaya, ¿qué he despertado?
-Muchas cosas... A mi ex no se la comía como a ti, no me la metía entera en la boca. Pero es que contigo... No puedo evitarlo, necesito más y más y me la acabo tragando entera.
-¿Sabías que podías hacerlo?
-No, ni siquiera lo intentaba.
-¿Te estás tocando?
-Sí... (dijo con voz melosa)
-¿Cuántos dedos te estás metiendo?
-Dos, pero es que es una mierda, necesito tu polla dentro de mí.
-Métete otro a ver...
-Uff... Mmm... Así está mejor, pero nada que ver todavía...
-Métetelos más rápido.
-Uff, es que no quiero hacer ruido...
-Hazlo.
-Vale. Mmm... (empezaba a gemir bajito)
-Así me gusta.
-¿Qué me vas a hacer mañana?
-No te lo voy a decir.
-No seas malo...
-Quiero que lo sientas mañana directamente.
-Mmm... ¿Te estás tocando tú también?
-Pues claro.
-Pfff... Ojalá tenerte aquí ahora mismo.
-Me voy a correr Elena, estoy muy cachondo, no puedo más.
-No lo hagas.
-¿Qué?
-No te corras, aguanta hasta mañana.
-Pfff...
-Porfaaaaa...
-Joder... Vale.
-Va, dime que me vas a...

Entonces se cortó. Me quedé un poco extrañado y con la polla palpitando. Le mandé un mensaje preguntándole qué pasaba, pero no respondía. La erección no se me bajaba. Ya después de unos minutos me mandó un mensaje.

-Madre mía, Javi...
-¿Qué pasa? Que te has corrido viva y no te has dado cuenta de que has colgado, ¿no?
-Ojalá fuera eso...
-¿Qué ha sido entonces?
-Pues mi madre, que me ha pillado.
-¿Qué dices? (escribí mientras me reía yo solo en mi habitación)
-Qué vergüenza por Dios...
-Pero, ¿qué ha pasado?
-Es que madre mía... Pues nada, que estaba metiéndome los dedos muy rápido y estaba ya a punto y entra abriendo la puerta. Y mira que estaba teniendo cuidado para no hacer ruido...
-Vaya...
-No te estarás riendo, ¿verdad?
-Me estoy descojonando, no te voy a engañar... Jajajaja.
-Que cabrón eres...
-¿Qué te ha dicho?
-Que estoy muy salida y que es por tu culpa.
-Joder, ¿pero es que siempre tengo que pillar yo?
-Bueno, un poco de razón tiene, jajajaja.
-¿Quieres que sigamos?
-Quita, quita. Mañana tenemos todo el día.
-Vale.
-¿Te has corrido al final?
-No, pero me ha costado resistirme. Y ni te cuento lo que me ha costado que se me bajara...
-Así me gusta.
-Uff... Se me está poniendo dura otra vez.
-Tsss, ni se te ocurra tocarte. Quiero esa leche para mí.
-¿Dónde la quieres?
-Ya veremos...
-Me va a costar dormir...
-Pues descansa, que mañana va a ser un día muy largo...

Nos fuimos a dormir y evidentemente me costó.

Al día siguiente me desperté y me pegué una ducha para irme a por Elena. Llamé a su puerta y me abrió Maribel. Me hizo pasar y aunque no estaba enfadada ni nada, seguía con ese tonito que llegaba a ser molesto.

-Elena, ya está aquí.

Elena vino rápidamente, aunque en cuanto se acercó se cortó un poco.

M: ¿A dónde vas con esa mochila? ¿No iba a ser solo hoy?
E: Eh... sí, pero... Bueno, da igual.
M: ¿Qué llevas?
E: Nada, mamá... ¿Qué voy a llevar? Pues algo de ropa por si acaso…
M: Iba a decirte que te llevaras a tu hermana para que pase el día con vosotros, pero viendo lo de anoche imagino que... Estáis muy salidos.
E: Mamá...
J: Venga, Maribel, es lo normal.
M: Yo no hacía lo que estabais haciendo vosotros anoche.
E: Porque no teníais móviles.
M: Bueno, pero de todas formas... Eso es muy...
J: Muy, ¿qué?
M: Muy guarro.
E: Mamá, es normal. (dijo estando ya roja)
J: Venga, Maribel, seguro que tu harías tus cosas.
M: Anda, largaos. Con vosotros voy a hablar de estas cosas...

Salimos de su casa, montándonos en el coche, para hablar por el camino.

-Javi, que vergüenza...
-Si no pasa nada, no ha sido para tanto.
-Bueno, yo es que con lo de ayer...
-¿Pero qué pasó exactamente?
-Pues que estaba yo en mi cama, sin pantalones ni bragas, con la camiseta por la barbilla y metiéndome los dedos. Abre la puerta rápidamente y entra. Se quedó un segundo mirado y se dio la vuelta.
-¿Y después?
-En nada me dijo que si ya estaba visible. Entró y me echó un poco la bronca.
-Uff...
-¿Qué pasa?
-Nada, que te imagino así y...
-¿A ver? -dijo tocándome el paquete- Mmm... Está durita ya...
-No puedo esperar a llegar.
-Yo tampoco.

Entonces hizo fuerza para bajarme los pantalones y los boxers, empezando a pajearme muy lentamente.

-Elena...
-Me da igual. Quiero hacerlo y ahora me la voy a comer.
-Pero...
-Pero nada. Luego me castigas si quieres.

Elena empezó a chupármela, jugando mucho con su lengua. En los trayectos en los que iba recto aprovechaba para acariciarle la cabeza y el culo. Ella sabía perfectamente lo que quería porque variaba mucho el ritmo de la mamada, haciéndolo rápido, con muchas babas, tragándosela entera y cuando notaba que me iba a correr por mis jadeos y cuando me empezaba a retorcer bajaba el ritmo, llegando a quedarse quieta sin hacer nada para parar el estímulo. Estuvo así durante todo el trayecto sin dejar que me corriera, hasta que llegamos y aparqué. Se bajó corriendo del coche y yo la seguí, con una erección bestial que no me molesté en ocultar en los pocos metros que había desde donde aparqué hasta mi casa por el morbo y el calentón que llevaba. Abrí la puerta con prisa y ella entró primero, dándome la vuelta de un tirón una vez entré y cerré la puerta. Cuando me dio la vuelta me empujó contra la puerta para darme un morreo tremendo, aunque breve porque se puso de rodillas para bajarme los pantalones y boxers de un tirón para empezar a chupármela de nuevo. Tragaba de una manera increíble, ansiosa, como si llevara mucho sin hacerlo.

-¿Tan cachonda estabas?

Ella no respondía, se limitaba a chupar y chupar mientras lanzaba gemidos, jugando con mis huevos también. Le intenté coger el pelo para que no le estorbara, pero ella apartó mis manos haciendo fuerza apretando mis muñecas y aprisionándolas contra la puerta. El ímpetu con el que lo hacía era tan grande que no pude evitar correrme en breve, llenándole la boca de leche, recibiéndola ella con dulces gemidos de aprobación y alguna risita. Pero no estaba contenta con eso, quería más, por lo que continuó una vez acabé de correrme, haciéndome sentir pinchazos de placer muy agudos de lo sensible que estaba. El corazón se me salía por la boca y mi respiración no podía ir más rápido. Le suplicaba que parara, pero no lo hacía. No paró hasta que las piernas me empezaron a temblar, tanto que me caí al suelo. Ella me colocó sobre su regazo, agitándome la cara a los pocos segundos para que la mirara, mostrándome como se lo tragaba, girando su cabeza y sonriendo de esa manera que me derretía, pero esa vez es que no pude ni disfrutarlo porque estaba hasta mareado de lo que me acaba de hacer. Me ayudó a levantarme y fuimos al salón, sentándose ella en el sofá y yo a su lado, estando ambos en silencio. Estaba aún sensible, notando algo de cosquilleo por mi cuerpo y como me temblaban las piernas. Ella lo notó e hizo que me tumbara, apoyando mi cabeza sobre sus muslos.

-Elena, casi me matas.
-Lo siento, estaba ansiosa y no podía parar.
-Joder, vaya jueguecito. Anoche que no me corriera, luego lo del coche y ahora esto...
-Siiiii, jajaja. Estabas cargadito.
-Como para no...
-¿Me vas a castigar? (dijo con voz melosa)
-Pero déjame que me recupere, que me tiembla hasta el alma, cariño...
-Vale, vale.

Nos quedamos un rato más así, con ella haciéndome cariñitos mientras yo me relajaba y mi cuerpo dejaba de mostrar tanta sensibilidad poco a poco.

Tanto me relajé que me acabé durmiendo cuando Elena se tumbó a mi lado sin parar de acariciarme la cara y darme besitos. Tras un rato durmiendo me despertó hincándome un dedo en la mejilla. Cuando abrí los ojos salió corriendo con una risita. Estaba un poco perdido y me quedé tumbado boca arriba con los ojos abiertos, entonces, pasados unos segundos, Elena me llamó con una voz muy dulce.

-Javiiiiii... (dijo soltando una risita al final)

Me levanté para ir a buscarla, y cuando me acerqué a mi habitación vi que estaba la puerta entrecerrada y que se ahí salía una luz muy tenue, por lo que fui y abrí la puerta. Cuando entré, se me quitó rápido el empanamiento de estar recién despierto, espabilándome. Me encontré a Elena tumbada boca arriba en mi cama desnuda, cubriendo su cuerpo solo con unas medias negras con liguero a medio muslo muy bonitas, y una cuerda negra de bondage atada por todo su cuerpo, rodeando sus pechos, su cintura, su cuello, pasando por sus ingles... Llevaba algo de maquillaje, con la raya de los ojos y un pintalabios de color rojo, muy intenso. También iba bien peinada, con el pelo alisado. Me miraba con una cara de vicio increíble. Le iba a preguntar que donde había aprendido a atarse así con las cuerdas y lo bonito que estaba todo, porque me encontré que la persiana estaba bajada, estando solo la habitación iluminada por varias velas que había sobre mi escritorio y en algunos puntos en el suelo. También vi que había colocado cuidadosamente muchas cosas de las que usábamos sobre mi mesita. Más cuerdas, la fusta y el vibrador. Me miraba con expectación esperando mi reacción. Me limité a mirarla de arriba a abajo, apreciando el contraste entre su piel tan blanquita y el negro de las cuerdas y las medias. Aprecié que estaba mojada, porque ya veía sus labios algo hinchados, de un color rojizo más intenso y brillantes. Como veía que no decía nada, dijo con una voz muy bajita y sensual:

-Soy toda tuya...
 
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