Reencuentro con Elena

Capítulo 80

-¿De verdad estás bien?
-Sí, mi amor. No te preocupes.
-Elena...
-Javi, de verdad, no pasa nada. No te vengas abajo, que estaba deseando que llegara este momento... (dijo cogiéndome de la cara).

Me empezó a quitar la camiseta, mientras me besaba con más intensidad en el cuello. Empezaba a sentir escalofríos por la espalda, poniéndose también mi piel de gallina.

-Javi, esta puta quiere que la folles duro...
-Mmm...
-Javi, por favor... Estoy muy cachonda... (dijo moviendo su cuerpo hacia delante y atrás mientras seguía encima de mí).

Me levanté, cogiéndola en brazos para empezar a besarnos con mucha lengua. Después la bajé, poniéndola de rodillas, para que me la empezará a chupar, cogiéndole la cabeza para follarle la boca. Se la metía bastante, aunque no llegaba a metérsela entera. Al poco, la levanté, cogiéndola del cuello con un poco de fuerza.

-¿Así le gusta a esta putita?

Asintió con la cabeza mientras me miraba fijamente a los ojos. Le pasé el pulgar por los labios, metiéndoselo en la boca. Después de que lo chupara durante un rato, le apreté la cara con la mano, diciéndole que abriera la boca y sacara la lengua. Se la miré y le escupí dentro, como Irene hizo con Mario. Elena soltó un gemidito y la llevé contra la pared, haciendo presión con mi cuerpo mientras le besaba. A los pocos segundos le acaricié la raja con mi polla para metérsela de golpe, lanzando ella un gran gemido. La cogí del culo, levantando su cuerpo para que nuestras caras quedaran a la misma altura, para empezar un rápido mete-saca, con altos gemidos de Elena mientras le besaba el cuello con mucha intensidad.

Seguí así durante unos minutos, hasta que la tumbé en la cama boca arriba. Ella me miraba con cara de vicio, mordiéndose el labio. Le empecé a quitar la falda, luego la camiseta y finalmente el sujetador. Ella alargó su mano para quitarse los tacones, pero la paré.

-No, las putas siempre van con tacones.
-Mmm... (gimió con tono de estar muy cachonda).

Puse sus piernas sobre mi pecho, quedando sus pies a la altura de mis hombros y se la empecé a meter de nuevo, a buen ritmo, volviendo ella a gemir intensamente mientras veía como le botaban las tetas, cosa que me puso muy cachondo. Le empecé a besar los tacones y los tobillos mientras la agarraba de sus carnosos mulos, follándola duro. Después la puse a 4, follándola también muy duro, haciendo sonidos de fuerte palmadas mientras ella ya gritaba.

-Así, Javi. Fóllate así de duro a esta puta (dijo casi gritando).

Me puso aún más cachondo como me dijo eso y empecé a embestir con más fuerza aún, empezando a temblar entre altos gemidos. Seguí dándole igual de duro una vez se estaba empezando a correr, provocando que empezara a gritar de nuevo, empezando a chorrear, encorvado su espalda mientras repetía muchas veces mi nombre. Paré cuando veía que le daban muchos espasmos, derrumbándose ella en la cama. Yo seguía con la polla muy dura, por lo que la puse boca arriba, mientras ella seguía en su mundo, quería verla. Estaba preciosa, con sus ojitos apretados y la boca abierta y mejillas encendidas, cogiendo aire con fuerza, por lo que su pecho subía y bajaba rápidamente. Tenía el coño hinchado y brillante por sus flujos. Me encantaba lo que estaba viendo, por lo que me empecé a pajear mientras la veía, esperando que se recuperará. Mientras esperaba y me pajeaba me fijé que había hecho una mancha bastante grande en las sábanas, cosa que me puso bastante. Una vez se recuperó, vi como abría los ojos, mirándome sonriendo, echándome sobre ella para besarla, agarrándose ella a mi cuello.

-¿Lista para seguir?
-Ajam... Pero despacito...
-Sí, ahora te voy a follar con cariño.
-Mmm... (gimió de manera muy dulce).

Se la empecé a meter de nuevo, lentamente, haciendo un movimiento muy suave con las caderas. Le cogí las piernas, pasando mis brazos por debajo de ellas, subiéndolas mientras pegaba mi cuerpo al suyo. Mientras la follaba así, le besaba en los labios y en el cuello.

-En cuanto te empieces a correr quiero que abras la boca. Quiero que te tragues mi leche.
-Ajammm...
-Pídemela.
-Dame tu leche en mi boquita, mi amor (dijo abriendo sus ojos mientras lo decía).
-Así me gusta.
-Mmm...

Seguí así durante unos minutos, hasta que me volvió a hablar.

-Mi amor...
-Dime.
-Vas a hacer que me corra otra vez...
-Mmm... Me encanta.
-Uff...
-¿Quieres que apriete más?
-No, no. Así. Quiero correrme mientras me follas así.
-Vale, mi vida.

Seguí de la misma manera, con varios besos por la cara y por el cuello, hasta que empezó a gemir de manera más aguda.

-Ay, ay, ay... Mi amor... Ah....

Y se empezó a correr, temblándoles bastante las piernas mientras me arañaba la espalda con sus uñas. Notaba como estrujaba mi polla con su coño, por lo que le dije:

-Mi vida, abre la boca.

Elena abrió la boca, sacando su lengua. Salí de ella, soltando sus piernas y me puse sobre ella, poniendo una pierna a cada lado, sin dejar caer mi peso sobre ella para empezar a correrme dentro de su boca, cayéndole todo ahí, abriendo sus ojos al notar como caía. Me miraba a los ojos con toda mi corrida en su boca.

-Trágatelo (le susurre).

Ella empezó a tragar, cerrando los ojos y acariciándome el culo. Una vez lo hizo, fui bajando para quedarme a su altura sobre ella, besándola, notando el sabor de mi corrida. Al notar como la besaba, lanzó un gemidito y me empezó a abrazar, acariciando mi espalda. Me tumbé a su lado acariciándole el vientre mientras ella terminaba de recuperarse.

A los pocos segundos empezó a ronronear.

-Mmm... Javiiiiiii...
-Estabas muy caliente, ¿eh?
-Siiiiii...
-Venga, vamos a la ducha.
-Espera...
-¿Qué pasa?
-Es que...
-¿Quieres más?
-Siiiiii...
-Vaya...
-Es que estaba muy cachonda...
-Ya veo, ya.

Le empecé a tocar el coño de nuevo, dando ella un respingo con un gemidito.

-No (dijo dándose la vuelta mientras sonreía y se mordía el labio).
-¿No?

Empezó a mover el culito de un lado a otro.

-¿Quieres que te folle el culito? (dije riéndome).
-Siiiiii...
-Sí que estás cachonda (dije dándole un cachete en el culo).
-Ummm... (gimió al darle el azote).

Fui bajando por la cama para ponerme a la altura de su culo, empezando a besárselo y a darle mordisquitos. Ella empezaba a ronronear mientras movía su culo de un lado a otro.

-No sabes como me pones cuando mueves así el culito...
-Mmm...

Le abrí ambos cachetes con las manos, empezando a lamer, dando ella un respingo con un gemidito. Paró de moverlo mientras yo daba pequeños lametones, haciendo circuitos con la lengua, mientras ella empezaba a gemir suavemente. Estuve así durante unos minutos para que se fuera preparando, metiendo un dedo para ir dilatándolo. Mientras se lo metía, le daba mordisquitos por los cachetes del culo.

-Uff... Javi, como me pones cuando haces esto...
-¿Te gusta? (dije entre mordiscos).
-Me pones muy perra...
-¿Sí? (dije metiendo otro dedo).
-Siiii... (dijo bajito en forma de gemido). Me vuelve loca como lo haces, con tanto cuidado para no hacerme daño, me da mucho placer.
-Tengo que cuidar a mi niña...
-Siiiii... (volvió a decir en forma de gemido muy suave).

Era increíble lo cachonda que la notaba. Empecé a meterle los dedos más rápidamente, mientras escupía para lubricar. Le pedí el lubricante, alargando ella la mano hasta la mesita, diciéndome que no parara. Me lo dio y esparcí un poco por su culo, recogiéndolo con los dedos para meterlos después, mientras ella gemía, ahora con un poco más de intensidad. Me puse de rodillas y me eché lubricante por toda la polla hasta lubricarla bien.

-La voy a empezar a meter (dije susurrando en su oreja mientras le daba un mordisco en ella).
-Ajammm... (gemía suavemente con tono de aprobación).

Le empecé a acariciar con la polla, ejerciendo presión para empezar a meterla. Cuando entró la punta, ella lanzó un gemido más alto, dando un respingo, relajándose en seguida una vez estaba dentro. Poco a poco fui metiéndola más hasta meter la mitad.

-¿Te gusta?
-Sí, mi amor...

Empecé a meterla y sacarla hasta la mitad con cuidado, muy suavemente para que se fuera acostumbrando. Poco a poco fui aumentando el ritmo, así como la profundidad hasta que la llegué a meter entera, empujando un poco más una vez estaba entera dentro.

-Mmm...
-¿Qué tal?
-Muy bien, la siento entera dentro de mí.
-¿Te duele?
-No, mi culito se ha acostumbrado. Me lo haces muy bien, mi amor.
-¿Te gusta como te follo el culito? (dije mientras empezaba un ligero mete-saca y le daba besos por el cuello y la espalda).
-Pfff... Me encanta. -dijo mientras con sus manos buscaba las mías para que las pusiera por debajo de ella para tocarle las tetas- Así mejor.

Me apoyé sobre mis codos mientras le amasaba las tetas, jugando también con sus pezones y aumentado el ritmo, aumentando también sus gemidos. Estuve así durante unos minutos, hasta que me dijo que le diera más fuerte, empezando ella a gemir alto.

-Para.
-¿Qué pasa?
-Nada, quiero follarte yo ahora.

Salí de ella, y me dijo que me pusiera tumbado boca arriba, se puso encima de mí sentada sobre mis rodillas, mientras cogía el lubricante, echando un poco más en mi polla. Después se movió hacia delante para coger mi polla y empezar a metérsela en el culo, apretando un poco los ojos, dejando caer su cuerpo poco a poco hasta que se la metió entera. Una vez estaba dentro por completo, relajó su peso sobre mí, respirando hondo, mirándome a los ojos con las mejillas muy encendidas. Empezó un ligero movimiento hacia delante y atrás para empezar a follarme. Después subió el ritmo mientras apoyaba sus manos en mi pecho y empezaba a gemir, haciendo que yo también empezara a gemir. Cerré mis ojos mientras me seguía follando, sintiendo entonces un golpe en mi pecho, oyendo un chasquido.

-Pero bueno... jajajaja.
-Jijiji... Hay que usarla, ummm...
-Como te gusta...
-Anda, azótame con ella...

Cogí la fusta y le empecé a dar unos golpecitos con ella en el culo. Ponía cara de placer mientras me seguía follando.

-Un poquito más fuerte...

Le empecé a dar más fuerte, lanzando ella gemidos más altos mientras se echaba lubricante en los dedos para empezar a jugar con su coño, tocándose el clítoris y metiéndose los dedos después. Me puso muy cachondo ver como hacía eso. La veía con mucha soltura esa noche y muy cachonda, por lo que empecé a embestir yo también, haciendo la penetración más rápida por movernos los dos.

-Azótame más fuerte.

Aumenté un poco más la intensidad de los azotes, dándole en ambos lados, sacando ella sus dedos de su coño para hacer rápidos movimientos circulares en su clítoris.

-Así, así, así, así. Ay, Javiiiiiii. Me voy a correr... (decía en forma de gemidos, apretando sus ojos).

Entonces noté como temblaba de forma muy agitada, soltado yo la fusta para agarrarla bien de las caderas, quedándose quieta y empezando a gemir muy alto, casi gritando. Yo seguía moviéndome mientras ella gemía cada vez más, echando su cabeza hacia atrás. Al ver como estaba empecé notar fuertes escalofríos por la espalda, empezado a correrme entre altos gemidos, dando fuertes embestidas, soltando un chorro en cada una de ellas dentro de su culo. Nos quedamos mirándonos una vez acabamos de corrernos, empezando a sonreír. Me incorporé un poco apoyando mi espalda un poco en el cabecero de la cama, ella se bajó de mí, echando su cuerpo hacia atrás para quedar con su cabeza en mi pecho, quedando medio cuerpo suyo apoyado en la cama. Le empecé a acariciar el pelo y la cara mientras ella me daba besitos en el pecho.

-Javi, me encanta como me follas.
-Si me has follado tú...
-Me refiero a como me cuidas, como me tratas (dijo apoyando su barbilla en mi pecho para mirarme mientras hablaba).
-Esto es cosa de dos.
-Mmm... (dijo alargando su mano para acariciarme la cara).

Nos quedamos en silencio, abrazados y dándonos caricias, hasta que de repente me dijo:

-Coge un tanga negro y dámelo.
-¿Para qué?
-Va, hazme caso.

Se lo di y me dijo que me levantara, haciéndole caso, poniéndome yo de pie al lado de la cama.

-Coge mi móvil (dijo mientras se ponía el tanga).
-Vale, ¿qué quieres que haga?
-Quiero que me eches una foto, así como estoy.
-Vale.
-Que se me vea entera, pero la cara no, y tu corrida y la mía también y la fusta (dijo señalando las corridas con el dedo).
-Vale.
-No se me ve nada, ¿no?
-No, el tanga te tapa bien todo.
-Espera, ponme los tacones.

Se los puse y me dijo que le echara unas cuantas fotos. Después se quitó los tacones y se sentó en la cama con las piernas cruzadas.

-¿Para qué son?
-Le voy a enviar una a Irene.
 
Capítulo 81

-¿Cómoooooo? jajajajajaja.
-Jajajajaja. Es que verás. Le he dicho lo que tenía pensado hacer hoy contigo y me ha dicho que se lo cuente luego. Y he pensado en mandarle una foto para ver qué dice. No te importa, ¿no?
-No, no. Me encanta, a ver que pone... jajajaja.
-Madre mía, tengo el culo rojísimo... jajajajaja.

A los pocos minutos respondió con "🥵😡", para después llamarnos, poniendo Elena el móvil en manos libres.

I: Pero buenooooooo...
E: ¿Has visto? jajajajaja.
I: Sois unos cabrones, ¿eh?
J: ¿Por qué? jajajajaja.
I: Primero porque me habéis puesto cachonda y segundo por hacer eso sin dejarme ver como lo hacíais... Y encima es que salen vuestras corridas, que vaya charco, por cierto...
E: Jajajajajaja.
J: Y como gritaba...
I: Nada, sois unos cabrones... Ya veréis cuando os vea...
E: Eh, tranquila... Que tienes mucho peligro... jajajaja.
I: ¿Cómo ha ido con la fusta?
E: Muy bien, aunque Javi se ha acojonado un poco... jajaja.
I: ¿Por qué?
E: Porque me ha empezado a dar fuerte y se me han saltado las lágrimas y se ha puesto blanco, jajaja.
J: Me ha dado mal rollo... No me gusta verla sufrir...
I: Pero es sufrimiento bueno, mira como le has dejado el culo, muy rojito...
J: Sí, eso ya ha sido de últimas.
I: Uff... ¿a qué habéis jugado?
E: Primero hemos jugado a que era su puta.
I: Uff...
E: Que ahí ha sido cuando he hecho el charco, porque madre mía como me ha follado...
I: Pfff...
E: El siguiente ha sido más tranquilito, hemos hecho el amor. Que rico me lo ha hecho, me he corrido muy intensamente y eso que me lo hacía muy despacito. Y él en mi boquita y me lo he tragado.
I: Joder...
E: Y luego...
I: Luego, ¿qué?
E: Me ha follado el culito suavemente y luego fuerte. Pero se ha corrido mientras me lo follaba yo estando encima de él con su polla en mi culo.
I: Tío... Me cago en vuestros muertos...
E: Jajajajajajaja.
J: Jajajajajaja, pero bueno...
I: Esto no se hace, que estoy ahora a mil... Y me dejáis sin ver todo eso... Es que sois mala gente... jajajaja.
E: Bueno, tienes la foto... jijiji.
I: Bueno, algo es algo... Es que Mario no ha llegado aún y estoy sola, me voy a tener hacer una paja... jajajaja.
J: Pues que aproveche... jajajajaja.
I: Joder, qué ganas de hacer un trío con vosotros...
E: Uff... Cuidado.
I: Ay... Que se pone celosa...
E: Pues siiiiiii...
I: No te enfades... Ya sabes que no hago nada que tú no quieras, mi amor, jajajaja.
E: Jajajajaja, qué tonta eres...
J: A mí me encanta cuando se pone celosa.
E: Oye...
J: Es verdad. Me hizo mucha gracia el manotazo que le diste cuando puso su mano me mi pecho.
I: Jajajajaja, es verdad.
E: Es que a mi Javi sólo le toco yo.
I: Vale, vale... Aunque yo te dejaría tocar a Mario...
J: Eh...
I: Anda, que el otro también se pone celoso, jajajaja.
E: Jajajajaja.
I: Pues bien que me dejas que la toque yo... jajajaja.
J: No es lo mismo, jajaja.
I: Uy, ha venido Mario, os dejo que le voy a echar un polvazo. ¿Le puedo enseñar la foto?
E: Venga, va. Si no se me ve nada...
I: Vale, nos vemos. Os quiero.

Elena colgó el móvil, echándose a reír.

-Me parto la polla con esta tía, jajajaja.
-Sí, está como una cabra.
-Bueno, tú también... Es que te gusta pinchar... jajaja.
-Jajajaja, me encanta cuando se pone así.
-Estás desatada, ¿eh?
-Un poquito.
-Ahora Mario te está viendo el culito... jajaja.
-Ay, calla...
-Ahora se pone tímida... jajajaja.
-Anda, vamos a la ducha y luego comemos algo, que tengo un hambre...
-Sí, venga.

Fuimos a la ducha, dándonos varios besos y caricias. Cuando acabamos salimos y nos vestimos para ir a la cocina para preparar algo para cenar. Después fuimos al salón para comer ahí y Elena vio las llaves de Noelia.

-¿Y esto?
-Tu hermana las ha dejado ahí, para que veamos que no nos va a molestar y que, si pasa algo, que avisa.
-Ah...
-¿Has hablado con ella?
-Qué va. He estado a punto de sacar el tema cuando estábamos aquí los tres. Ya sabes... lo que dice Irene de que a lo mejor...
-Ya, ya...
-Pero no sabía como sacar el tema...
-Ya, es que es algo bastante incómodo...
-¿Tú crees que puede ser?
-No sé, Elena...
-Tampoco quería hablarlo y que la cosa se fuera de madre, que la conozco.
-No sé qué decir, Elena. No tengo ni idea de como sacar el tema.
-No sé... Intentaré hablarlo con ella.
-Como tu veas mi vida.

Me empecé a agobiar porque pensaba que si hablaban, Noelia le podría contar todo lo que había pasado y se podría liar bastante. No me fiaba de ella y podría contárselo de modo que fuera yo quien la buscaba a ella, por lo que pensé en que tenía que hablar yo con ella antes para, primero, que no me la liara y segundo, para ver que le pasaba. El único problema era que Elena se me adelantara a la hora de hablar con ella. Por lo que pensé en hacerlo el lunes en el recreo. El resto del sábado lo tenía cubierto, porque íbamos a pasar la noche juntos y no habría rastro de Noelia por allí, sólo faltaba cubrir el domingo. Para ello pensé en llevarla a comer por ahí y luego estar en mi ciudad, dando un paseo o algo y pasar la noche en mi casa, la llevaría a su casa de vuelta el lunes por la mañana y volvería para la hora del recreo para hablar con Noelia.
 
Capítulo 82

Cenamos tranquilamente, quedándonos después en el sofá durante un rato, hasta que le entró sueño y se quedó dormida. La llevé a su habitación con cuidado, para no despertarla y la tumbé en la cama. Estaba muy mona, con cara de dormida y su pijama. Volví al salón para apagar la tele, pasando por la habitación de Noelia al volver para acostarme. Me quedé en la puerta, pensando en si dejarle una nota para quedar para hablar el lunes por la mañana, pero lo descarté porque pensé que se pondría nerviosa o algo y todavía se podía poner la cosa peor.

Volví a la habitación de Elena, desnudándome, quedándome solo con los boxers, acostándome a su lado con cuidado y abrazándola por la espalda.

Al día siguiente me desperté con Elena dándome besitos.

-Buenos días...
-Mmm...
-Como te gusta dormir, ¿eh? jajajaja.
-Lo dice la que se queda frita viendo la tele, jajaja.
-Ummm...
-¿Estás desnuda?
-Siiiii, es que das mucho calor, jajaja.
-Vaya...
-Y también me calientas mucho...
-Uy...

Empezó a darme besos por la cara mientras se subía a mí. Después me empezó a besar el cuello, pero sonó su móvil y se bajó rápidamente. Era un mensaje de su hermana diciendo que fuera luego a comer a casa de su abuela.

-Joder, qué susto.
-Te pones muy tensa...
-Como para no...
-Anda, ven que te doy un masaje.
-¿Sí?
-Claro, ven.

Se tumbó boca abajo y le empecé a dar un masaje por toda la espalda y los hombros durante unos minutos, viendo que se volvió a quedar dormida. Miré el móvil y era bastante temprano, así que me dormí otra vez. Me desperté a las pocas horas, pero Elena no estaba a mi lado. Me levanté y la fui a buscar, encontrándola en la cocina.

-¿Qué haces?
-El desayuno, que me ha entrado hambre y de paso te lo hacía a ti también, como eres un dormilón...
-Es que estoy tan a gusto contigo...
-Anda, qué morro tienes... jajajaja.
-Te has quedado frita con el masaje... (dije frotando mi paquete contra su culo).
-Es que tienes unas manos... (dijo moviendo su culo).
-Oye, nos quedó algo pendiente en esta encimera...
-Ah, ¿sí? (dijo dándose la vuelta).
-Claro (dije mientras la cogía en brazos y subiéndola a la encimera).
-Para, para. Que como venga mi madre...
-¿Qué va a hacer?
-Te la corta, jajajaja.
-Jajaja, bueno, pues paro.

Nos pusimos a desayunar en la cocina y luego fuimos a vestirnos, llegando casi la hora de comer. Le dije que la invitaba a comer, así que después de que avisara a su madre, nos fuimos a mí ciudad para comer en un bar. Comimos tranquilamente en la terraza de un bar, dando después un paseo de la mano, aprovechando el buen día que hacía, pasando por el parque donde le metí mano por primera vez, mirándonos y echándonos a reír. Seguimos paseando y nos encontramos con unos amigos y echamos la tarde con ellos tomando un café. Después fuimos a echar una copa mientras se unieron algunos más. Para cenar fuimos a otro bar y luego Elena y yo fuimos a mi casa, estábamos solos, por lo que nos fuimos a mi habitación. Nos empezamos a besar y entonces oí como se abría la puerta de mi casa.

-Joder...
-No pasa nada, Javi.
-Nos cuesta la vida estar solos.
-Da igual, anoche pudimos estar solos, no pasa nada.
-Voy a avisar de que no estoy sólo.
-Bájate un poco la sudadera, que se te marca un poco...
-Vale, jajaja.

Fui a avisar de que no estaba sólo, volviendo enseguida a mi habitación. Empecé a besar de nuevo a Elena mientras le tocaba los muslos y el culo.

-Javiiiiii... (dijo con tono juguetón).
-Tengo unas ganas...
-Mmm...
-Tú también...
-Siiiiii, pero después de lo que pasó la última vez… Que nos vio tu madre…
-Da igual, ya está avisada. Vamos a jugar...
-Espérate que se duerman.
-Uff... No sé si voy a aguantar...
-Espera un poquito...
-Vaaaale.

Pasaron unos minutos, sin que oyéramos nada.

-No puedo más (dije subiéndola encima de mí).
-Ay... Pero, ¿qué te pasa? (dijo riéndose).
-¿Tú qué crees?
-Jajajaja, pero tranquilo, a ver si nos van a oír...
-Sí, estoy yo para ir tranquilo después de quedarnos a medias esta mañana dos veces...
-Javi, que me da mucho corte, no la líes...
-Vale, vale, despacito.

Le quité la sudadera, dejándola con las tetas al aire, mirándoselas y acariciándoselas. Después la tumbé boca arriba, poniéndome yo encima de ella para empezar a comérselas mientras ella gemía muy ligeramente y me acariciaba el pelo. Le quité el resto de la ropa excepto las braguitas, tocándome el coño por encima mientras le daba besos por todo el cuerpo. Ella empezaba a ronronear mientras me acariciaba la cabeza. Después de un rato, le quité las bragas para empezar a comerle el coño. Lo hacía rápido porque me moría de ganas mientras ella se tapa la boca para no gemir, mirándome con ojitos. Tiró de mis manos, para ponerme encima de ella y quitarme la sudadera, del tirón hicimos un poco de ruido con la cama y ella me miró un poco seria. Yo me reí y la empecé a besar de nuevo mientras ella me quitaba los pantalones. Le empecé a acariciar la raja con la polla, pero empezamos a hablar en susurros.

-Espera, te la quiero comer un poquito.
-Yo te quiero comer enterita a ti...
-Ay... Va, que tengo muchas ganas...

Empecé a gatear, poniéndome encima de ella de rodillas sobre su pecho, pero sin dejar caer mi peso sobre ella, con una pierna a cada lado.

-Así, así (dijo susurrando mientras agarraba mi polla).
-¿Me la quieres comer así?
-Siiiiii...
-Es toda tuya.

La empezó a chupar muy suavemente mientras me miraba a los ojos. Nos veíamos bien porque la persiana estaba bastante subida y entraba mucha luz de las farolas de la calle, haciendo una luz tenue en la habitación. Me empezó a acariciar el culo, metiéndose un poco más la polla mientras pajeaba el resto con la mano. Me miraba con unos ojos muy vivos, como con cara de niña buena, sacándosela de vez en cuando para darle algún beso. Se la empezó a meter cada vez más en la boca mientras pasaba su mano de mi culo a mi pecho, cogiéndola yo para besarla.

-Ya, fóllame.

Bajé por la cama de rodillas hacia atrás y me eché hacia delante para volver a acariciarle la raja con la polla, empezando a meterla, con ella cerrando los ojos y mordiéndose el labio. Empecé a metérsela rápido, haciendo un poco de ruido.

-Javiiiiiii, despacito... (dijo susurrando y dándome un golpecito con la mano).
-Mi vida, me pones demasiado como para hacerlo tan lento...
-Vamos a ponernos así de lado, haciendo la cucharita.

Me puse detrás de ella, mirado ambos al lado contrario a la puerta, empezando a metérsela. Soltó un gemidito, llevándose la mano rápidamente a la boca para tapársela.

-Joder, Elena... No quería hacerlo así sin tener que hacer ruido, pero te veo así y es que me pongo malísimo...
-Mmm... (gimió empujando con su culo).
-Me da morbo estar así, me recuerda a cuando empecé a verme con chicas...
-¿Lo hacías aquí? (dijo susurrando con la respiración entrecortada).
-No, tú eres la primera que está en mi cama. Siempre ha sido en casa de ellas o en mi coche.
-Mmm...
-Pero la situación de no hacer ruido para que no nos oyeran es la misma (dije apretando un poco más).

Elena se llevó la mano de nuevo a su boca. La penetración era muy placentera por la postura, ya que yo le agarraba la pierna para que no las separara, haciendo que estuviera más apretada. Pasados unos minutos, quité la mano de su pierna para tocarle las tetas, jugando con sus pezones, que estaban duros, después le quité la mano de su boca, oyendo como respiraba fuertemente y le metí dos dedos en la boca. Ella los chupó sensualmente durante unos segundos y se los saqué para frotarle el clítoris con ellos. A los pocos segundos apreté uno poco más, provocando que se empezara a correr, temblándole el culo, en cogiendo su cuerpo hacia adentro, haciendo que no pudiera segur tocándole el clítoris. Empezó a gemir, por lo que le tapé la boca con la mano. Paré de moverme, teniendo aún la polla dentro de ella y entonces sin esperarlo, movió su cuerpo, lanzando un gemidito al sacar mi polla de ella y me empujó, poniéndome boca arriba y subiéndose encima de mí.

-Javi, estoy muy caliente (dijo aún con la voz entrecortada y la respiración acelerada por su orgasmo).
-¿No necesitas recuperarte?
-Necesito más...
-Claro, mi vida.

Empecé a moverme, cogiéndola del culo mientras ella echaba su cabeza sobre mi pecho, empezando a gimotear muy dulcemente. Pasados unos segundos, se apoyó sobre sus manos, separando nuestros cuerpos y empezando a mover su culo había arriba y abajo, empezando a follarme mientras nos mirábamos fijamente a los ojos.

-Joder, Elena...
-¿Qué te pasa mi amor?
-Que no me puedes encantar más...
-Ay, Javi... Estoy muy mojada...

Empezó a moverse más rápido, sin llegar a hacer ruido mientras yo le tocaba el culo con una mano y una teta con la otra. Estaba empezando a notar escalofríos por la espalda y brazos.

-Mi vida, me voy a correr...
-Aguanta un poquito, que estoy a punto.
-Pfff...
-Ya casi estoy, Javi...
-Mmm... (murmuré apretando los dientes mientras intentaba no correrme).
-Javi, mi amor, me voy a correr otra vez...

Entonces Elena empezó a temblar, echando su cuerpo sobre el mío y su cara sobre mi hombro para ahogar sus gemidos, mordiéndome mientras se oía como echaba el aire por su nariz. Yo la cogí del culo con las dos manos, empezando a correrme, apretando los dientes con fuerza para no hacer ruido. Movía mi cuerpo hacia arriba, dando embestidas, con toda mi polla dentro de su coño, levantando los dos cuerpos. Me corrí bastante, mientras ella seguía mordiéndome. Una vez paré, dejé caer mi cuerpo en la cama, haciendo un poco de rebote ella sobre le mío. Empecé a respirar fuertemente, notando dolor por el hombro.

-Mi vida, me haces daño...
-Mmm... (gemía mientras seguía mordiendo y temblando).

Aguanté un poco hasta que dejó de morderme, apoyándose en sus brazos, los cuales temblaban un poco, mientras lanzaba gemidos muy bajitos y dulces.

-Perdona mi amor...
-No pasa nada.
-Uff...
-No me esperaba que me montaras así tan enseguida.
-Quería más y no podía esperar.
-Me ha encantado.
-Joder, como te he puesto el hombro...
-Me duele un poco.
-Normal, mira (dijo cogiendo su móvil y echando una foto).

Salía una marca de dientes en mi hombro, con toda la zona roja.

-Ostia... Que bruta eres... jajajajaja
-¿Tienes papel por aquí?
-Sí, límpiate y ve al baño si lo necesitas.
-Sí.

Fue al baño mientras yo me puse los boxers y bajé la persiana. Cuando ella volvió se quitó la ropa, quedándose solo con las braguitas y se puso una camiseta mía. Nos quedamos tumbados y encendí la luz de la mesita de noche.

-Mándale la foto a Irene.
-¿Qué dices? (dijo riéndose bajito).
-Va, a ver qué dice.

Elena le envió la foto a Irene, quien respondió casi enseguida.

I: ¿Qué es eso?
E: Mira como le he puesto el hombro a Javi...
I: ¿Eso es un mordisco?
E: Sí, jajajaja.
I: ¿Cómo se lo has hecho?
E: Estamos en su casa y bueno...
I: Pero él vive con sus padres, ¿no?
E: Sí, pero teníamos ganas y...
I: Que morbo... ¿Qué habéis hecho?

Entonces Elena le envió una nota de voz susurrando, explicándole lo que habíamos hecho.

I: Joder, que morbo... Le has puesto el hombro rojo, jajaja.
E: Sí, jajajaja.
I: Oye, a ver si quedamos y me lo contáis con más detalle.
E: Claro, a ver si nos echamos una cerveza y nos vemos.
I: Qué ganitas...

Elena dejó el móvil en la mesita y apagó la luz para dormir.

-Cada vez te sueltas más con ella, me gusta.
-Sí, me cae muy bien.
-La verdad es que es muy buena gente.
-Y Mario también, son muy buenos.
-Sí, a Mario lo conocemos desde siempre, ya sabemos como es.
-Javi...
-Dime.
-¿Te gustaría hacer algo con ellos?
-¿A qué te refieres?
-Ya sabes...
-¿Tú quieres?
-Respóndeme.
-Sí vas a estar incómoda, no.
-Pero entonces ¿te gustaría?
-Ya sabes como soy. Me gusta pasármelo bien. Pero ahora mismo para mí, tú eres lo primero.
-Jo...
-¿Y tú?
-Ya lo sabes, soy muy tradicional para estas cosas.
-Bueno, hemos hecho ya nuestras cositas...
-Sí y eso me anima a seguir, pero me da miedo venirme arriba y pasarme de la raya y que no me guste...
-Pues se para. Ya te dije en su día que en esto lo más importante es la comunicación. Es muy importante estar cómodo.
-Bueno, ya veremos el próximo día.
-Elena, si no quieres hacer nada, no lo hagas, no quiero que te veas forzada a hacer nada que no quieres porque ella te lo pida.
-Ya, ya. Tranquilo. Tengo algo en mente, pero tengo que pensarlo bien.
-Vale, como tú veas, mi vida.

Nos abrazamos y nos dormimos enseguida. Al día siguiente nos despertamos por la poca luz que entraba por la ventana. Miré el reloj y eran las 9. Nos levantamos, desayunamos en mi casa y la llevé a su casa, despidiéndonos con un beso. Me dijo que estaba muy contenta por pasar más tiempo conmigo y que ojalá pudiéramos estar así siempre. En cuanto entró a su casa, saqué el móvil y le escribí a Noelia que necesitaba hablar con ella, pidiéndole que saliera en el recreo. Empecé a conducir hasta mi casa sin que me sonara el móvil. Llegué y no vi ningún mensaje. Se acercaba la hora del recreo y no contestaba, por lo que salí hacia el instituto, poniéndome en la puerta, pero no la veía. Pasó el tiempo del recreo y no pude hablar con ella. Regresé a casa para trabajar, pensando también en qué hacer para hablar con ella. Volví a insistir más tarde, pero seguía sin contestar. Pensé en ir a la puerta a la hora en la que saliera para ver si la veía e intentar hablar con ella y así lo hice, viéndola por fin, yendo en dirección a la estación de autobuses. Iba junto a María y me acerqué para hablar con ella.
 
Capítulo 83

-Noelia, necesito hablar contigo.
-¿De qué?
-Es importante. Te llevo a casa y lo hablamos por el camino.
-No sé...
-Por favor.
-¿Puede venir María?
-Es algo privado, necesito que estemos a solas.

Noelia miró a María y ella le dijo que no pasaba nada, que fuera conmigo.

Fuimos andando hacia mi coche, que estaba cerca y nos montamos, empezando a ir hacia su casa. Por el camino estaba en silencio, mirando por la ventana, así que empecé a hablar.

-¿Estás bien?
-Sí.
-No lo parece. Te veo muy callada, no paredes tú.
-¿De qué querías hablar?
-Pues verás, el día que te vimos en la puerta, cuando fuimos a la cafetería, hablamos de ti con la chica. Y bueno, le contamos por encima que nos habías pillado alguna que otra vez, tus contestaciones a tu hermana y tal y dijo que creía que había tensión sexual entre nosotros.
-¿Y?
-Bueno, después quedamos otro día y estaba su pareja y volvió a salir el tema y él también piensa eso y tu hermana quiere hablar contigo sobre eso.
-¿Le has dicho algo?
-No, no. Me pedían mi opinión, pero yo me hacia el loco.
-¿Dónde está el problema entonces?
-Pues en que tu hermana lo quiere hablar contigo.
-No le voy a decir nada.
-Te quería avisar. Sólo eso.
-Pues no era tan importante.
-Oye, ¿estás bien?
-Qué sí...
-Va, ¿qué te pasa?
-Nada. No me preguntes más.
-Bueno, tampoco me gusta verte así. Si es por lo del otro día, no quería que te lo tomaras así, pero entiéndeme.
-Ya, ya.

Llegamos a su casa y se bajó sin decir nada más. Yo me despedí, pero ella ni me miró. Parecía que le había sentado mal como le dije las cosas la vez anterior, pero por lo menos parecía que no nos iba a molestar y ya estaba avisada y me dijo que no diría nada así que parecía que la cosa se iba calmando. Cuando llegué a mi casa comí y descansé un rato, para ponerme de nuevo a trabajar, hablándome Elena por mensaje por la noche.

-He hablado con mi hermana.
-¿Y qué tal?
-Pues me ha dicho que no hay nada de eso.
-¿Sí?
-Sí. Que eso era una locura y que no tenía tiempo para estar ahora a esas cosas con la selectividad tan cerca y demás.
-Genial entonces.
-Estaba un poco de bajón. Le he preguntado y dice que es por los exámenes y tal.
-Normal, esa época es un poco estresante.
-Sí, pero también le he preguntado por lo del chico que le gustaba y eso, ¿te acuerdas?
-Sí. ¿Qué pasa con eso?
-Pues parece que no ha tenido suerte y pasa mucho de ella.
-Vaya... Estaba con alguien, ¿no?
-Creo que sí, aunque no me ha dicho nada.
-¿No te ha dicho qué va a hacer?
-Me ha dicho que ahora mismo se va a centrar en sacar los exámenes y la selectividad y que ya verá después.
-Bueno, lo mejor es eso, que se centre en los estudios, que este momento es importante y a ver si hay suerte y se olvida de él.
-Me da pena verla así...
-Elena, no está bien que se meta en una relación...
-Yo es que me pongo en su lugar y me imagino que me pasa contigo y es lo que haría.
-Pero si dijo que no estaba enamorada, ¿por qué tendría que hacer eso?
-Es verdad, pero ya sabes que esa edad...
-No te preocupes, seguro que se le pasa rápido.

No salí descontento de esa conversación. Parecía que Noelia nos iba a dejar tranquilos durante un tiempo. Con un poco de suerte, esas semanas apartada de nosotros le quitarían las ganas de hacer cualquier cosa y por fin se podría olvidar de mí.

Algo más tarde recibí mensajes de Mario.

-Oye Javi, el jueves es el cumpleaños de Irene. He pensado en quedar con todos en el bar para echar algo y luego el sábado lo celebramos más tranquilamente, cenando en un restaurante y luego tomando algo en un pub.
-Me parece genial.
-Cuando acabemos del pub me gustaría que vinierais con nosotros.
-Claro, sin problema.
-Pero ya sabes...
-Sí, sí. Si Elena está más animada.
-Es que Irene está loca por hacer algo más con Elena y contigo.
-Ya, pero ya sabes como está la cosa. Yo no quiero presionar a Elena.
-Sí, ya lo sé, tranquilo. A ver si hay suerte. He pensado en dejaros a los 3 a solas.
-Pero, ¿y tú?
-Es su día, quiero que disfrute al máximo. Y como sé que Elena se corta mucho conmigo, pues he pensado que si no estoy, se puede soltar más, ya sabes.
-Como tú veas, tío.
-Claro, no te preocupes por mí, si ya sabes que no tengo problema con eso. A mí me pone hasta verla con otras personas, así que sin problema.
-Me sabe mal por ti, pero bien.
-Qué te crees, ¿qué no la voy a reventar cuando os vayáis? Jajajaja.
-Jajajaja, ahí, ahí. Bueno, lo mismo te revienta ella a ti.
-Pues sí, jajaja.

Pesé en decírselo a Elena, pero esperé al día siguiente para hablarlo con ella. El día empezó como siempre, con la rutina del trabajo hasta que por la noche hablé con Elena de nuestro día y le saqué el tema de lo del cumpleaños.

-¿Has visto lo del cumpleaños?
-Qué va, he estado todo el día ocupada con el trabajo y no he mirado el móvil, ¿de quién es?
-De Irene.
-Anda, no lo sabía.
-El plan es tomarnos una cerveza el jueves, que es cuando es el cumpleaños y luego el sábado vamos todos a cenar y luego a un pub.
-Ah, qué bien. Me apetece bastante.
-Sí, a mí también. Pero Mario me ha dicho de ir luego a su casa los 4.
-Vale.
-Dice que nos deja a solas a los 3.
-¿Y él?
-Quiere que Irene disfrute y sabe que tú te cortas con él delante, así que nos deja y cuando nos vayamos ya irá con ella.
-Qué considerado.
-Bueno, lo hace por ella.
-Pues genial, porque había pensado alguna cosa y sin Mario, me animo más.
-¿Qué es?
-Ya lo verás... 😜
-🥺🥺🥺
-Jajajajajaja.
-No seas mala conmigo...
-¿Yo? 😇
-Le regalamos algo, ¿no?
-Claro, pero no tengo ni idea de qué le podemos regalar...
-¿Un vibrador como el que tenemos?
-Es verdad, que le dijo a Mario de probarlo.
-Pues ya está, ya tenemos regalo.

Seguimos hablando un poco más de otras cosas y nos dimos las buenas noches. Los siguientes días transcurrieron con normalidad, sin rastro de Noelia ni ninguna cosa rara por ninguna parte. Llegó el jueves, así que fui a por Elena. Íbamos con ropa normal, igual que íbamos siempre con nuestros amigos. Cuando llegamos felicitamos a Irene, quien nos agradeció el gesto con un fuerte abrazo a los dos. Cada vez se notaba más nuestra afinidad con la pareja. Echamos un buen rato, sin llegar a darle el regalo en el momento, porque sería muy cantoso. Se lo dimos cuando acabamos, diciéndoles que esperaran cuando nos fuéramos. Se fueron yendo todos y Elena y yo fuimos hasta el coche, para coger la bolsa donde estaba el regalo y se lo dimos. Puso cara de sorpresa, alegrándose bastante y dándonos un fuerte abrazo a los dos a la vez.

I: ¡Vaya sorpresa!
E: Javi pensó que como te gustó cuando os contamos lo que hicimos, pues que te gustaría tener uno.
I: Me encanta. Estoy deseando probarlo.
J: A ver si lo vais a quemar... jajajaja.
I: Hay que estrenarlo bien, jajajaja (dijo poniendo cara pensativa, empezando a sonreír)
J: Ya está maquinando, jajajaja.
M: Está todo el día así, jajaja.
I: Sí, ya se me ha ocurrido algo...

Entonces se acercó a Elena, hablándole al oído. Elena estaba sonriendo y de pronto puso cara de sorpresa, levantando las cejas y luego echándose a reír.

I: ¿Vale?
E: Vale.
M: ¿Secretitos?
I: Ya lo veréis... jiji...

Nos despedimos de ellos y nos fuimos en coche al pueblo de Elena para dejarla. Cuando estábamos llegando me dijo que fuéramos a un lugar apartado. Yo sin decir nada, le puse la mano en el muslo y fui hacia donde solíamos ir cuando empezamos a salir.
 
Capítulo 84

Paré el coche y Elena se quitó el cinturón de seguridad, yéndose a los asientos de atrás desde dentro del coche, dando palmaditas en los asientos mientras sonreía para que fuera con ella. Salí del coche para ir a los asientos de atrás mientras ella echaba los asientos delanteros más hacia delante para tener más espacio. Cuando entré, se acercó a mí, poniéndose encima de mí, de lado con su culo sobre mis muslos. Pasó un brazo suyo por mi cuello y me empezó a dar besitos por la cara. Después se puso como ella solía hacer, con una pierna a cada lado, agarrándome la cara con ambas manos, y dándome besos más intensos, con mucho cariño, apartándose de mi cara de vez en cuando para mirarme a los ojos fijamente mientras me acariciaba la cara y el pelo.

-Me encantas.

Me quedé en silencio, sonriendo, pasándole el pelo por detrás de la oreja y acariciándole la cara. Ella se humedecía los labios, esperando que la besara, pero yo la pegué a mi cuerpo abrazándola, quedándonos en silencio durante unos momentos, cogiéndole después la cara para darle un beso muy intenso. Cuando nos separamos del beso, se empezó a quitar la sudadera, dejando sus tetas al aire. Estaba preciosa, con el pelo alborotado, con sus preciosos pechos frente a mí. Se los empecé a tocar con suavidad, acercando mi cara para empezar a comérselos, echando ella su cabeza hacia atrás, lanzando ligeros gemidos. Después de estar así un rato, me empujó hacia atrás, poniéndose de rodillas en los asientos para bajarme los pantalones y empezar a chupármela mientras movía su culo de un lado a otro. Yo se lo empecé a tocar por encima de la ropa, metiéndole después la mano por dentro de la ropa para acariciarle el coño, notándolo muy caliente. A los pocos segundos le bajé la ropa para tener mejor acceso, mojándome los dedos con saliva para empezar a metérselos mientras ella me la chupaba de manera muy sensual, metiéndose solo la mitad en la boca, jugando mucho con su lengua. Después se incorporó, quitándose toda la ropa para montarse encima de mí, pasando una pierna por encima, echándose saliva en los dedos para mojar aún más su coño, cogiendo mi polla para acariciar su raja y empezar a metérsela, echando su cuerpo sobre mí poco a poco, metiéndosela entera mientras me miraba a los ojos. Después me abrazó, pegando nuestros cuerpos, sin llegar a vernos las caras, empezando a moverse lentamente. Estuvimos así durante varios minutos, aumentando ella de vez en cuando el ritmo, pero sin llegar a hacerlo rápido, con pequeños gemidos por ambas partes. Yo le cogía del culo, acariciándoselo, junto a las caderas y la espalda. De pronto separó su cuerpo del mío, para mirarme a los ojos, cogiéndome la cara con sus manos, acercando la suya, para pegar nuestras frentes, empezando a aumentar su respiración, entrecortándose.

-Mi amor...
-Shhh...

Empezó a temblar, permaneciendo como estábamos, con nuestras caras pegadas, cerrando sus ojos y entrecortándose aún más su respiración. Noté como se me mojaba el pubis y como me estrujaba la polla. Una vez acabó de correrse, se quedó quieta, echando su cuerpo sobre el mío, con su cara de lado sobre mi hombro, respirando fuertemente. Sin decir nada, empezó a escurrir su cuerpo, hasta ponerse de rodillas en el suelo del coche, para empezar a chupármela, lentamente, metiéndosela cada vez más en la boca, llegando a metérsela entera, mirándome a los ojos de vez en cuando. Pasados unos minutos, me la empezó a chupar con más intensidad, empezando a sentir escalofríos por todo mi cuerpo, por lo que me empecé a correr, dando ligeras embestidas a medida que le llenaba la boca mientras respiraba agitadamente. Succionaba mientras me pajeaba con su mano para sacármelo todo, tragándoselo después para darle besitos a mi polla, por la punta, el tronco, la base, los huevos y el pubis, volviendo a hacer ese recorrido de forma inversa, para después guardármela, subiéndome la ropa. Ella volvió a los asientos, para ponerse la suya y abrazarse a mí, escurriéndome yo, quedando cambios casi tumbados. Estuvimos así durante unos minutos, en silencio y abrazados, mirándonos de vez en cuando para besarnos. Al poco llevé a Elena a su casa, parando el coche en la puerta.

-Javi, quédate a dormir, porfa... (dijo poniendo ojitos).
-Claro mi vida.

Elena puso cara de alegría, le brillaban los ojos, saliendo rápidamente del coche, esperándome que aparcara bien para cogerme de la mano al salir del coche. Entramos a su casa, pasándole yo el brazo por encima, yendo hacia el salón, que estaba con la luz encendida. Nos encontramos a Noelia y a María.

E: ¿Aún estáis estudiando?
N: Sí.
E: Pero si son casi las 12...
M: Es que mañana tenemos un examen.
J: Deberíais descansar, es mejor ir descansado.
M: Sí, ya estamos ultimando.
N: Elena, no hagáis mucho ruido, por favor.
E: No, tranquila. Sólo vamos a dormir (dijo abrazándose a mí, dándole yo un beso en la cabeza).
M: Parece que ya ha habido de eso... jejeje.
E: Pues sí, acabamos de hacer el amor (dijo riendo, abrazándose a mí con más fuerza).
J: Elena...
M: Que cursi... jajajaja.
J: Bueno, os dejamos tranquilas.

Noelia estaba muy callada durante la conversación, sin apenas mirarnos. Fuimos a la habitación de Elena, tumbándonos en la cama para dormir.

-¿Por qué has hecho eso?
-Porque si ellas le echan cara, yo más, jajajaja.
-Bueno, te has venido un poco arriba...
-Javi, que no pasa nada. Soy feliz y me apetecía hacer eso. Además, después de lo que acabamos de hacer, de la forma en la que lo hemos hecho, estoy en una nube.
-Ha sido muy especial, parece que iba a ser un rapidín y ha surgido así.
-Eso es lo divertido, que surjan de esas maneras.

Después de un rato hablando, nos quedamos dormidos. De madrugada fui al baño, viendo luz desde la habitación de Noelia. Estuve a punto de acercarme, tenía curiosidad de si seguía estudiando aún, pero inmediatamente me quité la idea de la cabeza y más yendo como iba, en calzoncillos. Regresé con Elena, abrazándola por detrás, el problema era que me costó volver a dormirme. Eran sobre las 6 de la mañana y no podía dormir, así que me puse a pensar en lo que pasó ese día cuando Irene le habló a Elena al oído y también en que Elena tenía pensado probar algo nuevo cuando estuviéramos en casa de Irene el sábado después de la celebración de su cumpleaños. Algo tramaban y estaba deseando ver de qué se trataba. También me puse a pensar en cómo Mario dijo de apartarse sin importarle lo que pasara entre nosotros tres. Se veía que tenían bastante claro que Irene y Mario sólo se querían el uno al otro, pero tenían esa libertad como para estar con otras personas sin ningún problema. Yo creía que también era así, creía que era abierto en ese aspecto, pero descubrí que una vez en pareja, no era así. Pensé en intentarlo, pero luego recordé que Elena también era así y era celosa cuando Irene intentaba acercarse a mí. Decidí relajarme y ver cómo iba evolucionado la cosa con ella en ese aspecto, si ella se abría, como ya estaba habiendo, yo también lo haría y si eso significaba involucrar a otro chico, pues lo intentaría si a ella le apetecía.

Entonces oí ruido de pasos por el pasillo, parándose frente a la puerta. Pasados unos segundos oí como alguien cogía el pomo de la puerta, abriendo muy lentamente. Mis ojos estaban acostumbrados a la oscuridad, pudiendo ver ligeramente por la poca luz que entraba por la ventana, por lo que vi como alguien asomaba la cabeza muy lentamente. Daba mal rollo por el silencio y la oscuridad, entonces vi como un reflejo, eran las gafas de Noelia. A los pocos segundos, retiró si cabeza tan lentamente como la asomó, cerrando la puerta muy despacio para no hacer ruido. Me puse nervioso, por lo que me levanté de la cama despacio, poniéndome los pantalones y saliendo de la habitación. Vi de nuevo luz desde la habitación de Noelia, por lo que fui hacia allí, estaba preparando la mochila.

-¿Qué pasa?

Noelia pegó un respingo bastante grande, respirando como cuando alguien se lleva un susto.

-Qué susto...
-¿Qué haces?
-Preparando la mochila, me voy ya casi (dijo dándose la vuelta para seguir metiendo cosas en la mochila).
-No me refiero a eso. Lo digo por lo de asomarte a la habitación.
-¿Qué? No sé de qué me hablas.
-Ya, ha sido un fantasma, ¿no?

Noelia se mantuvo callada mientras seguía preparando la mochila.

-Estoy esperando.
-No ha sido nada.
-Ya. No es la primera vez que haces esto, seguro.
-¿Me puedes dejar? (dijo dándose la vuelta, mirándome a los ojos y después a mi pecho).
-¿Ahora quieres que te deje? (dije cruzándome de brazos).
-Sí.

Me di la vuelta y me fui de su habitación, yendo a la de Elena para volver a acostarme. Me tumbé boca arriba, mirando al techo y pensando qué le pasaba.

-Javi, ¿qué pasa? (dijo adormilada).
-Nada, que he ido al baño. Duérmete, que es muy temprano.
-Tengo frío...
-Ven aquí (dije tirando de ella para que se tumbara encima de mí).
-Mmm.

Apoyó su cabeza en mi cuello, empezando yo a acariciarle la espalda y los brazos para darle calor. Cayó dormida enseguida, durmiéndome yo también a los pocos minutos.

Me desperté sobre las 10. Estaba muy a gusto teniendo a Elena encima, me encantaba su olor, acariciar su piel mientras veía su carita, con esas pecas que me volvían loco. Mi erección era bastante grande, pero al estar así, fue a más y Elena se dio cuenta al despertarse con mis caricias, lanzando una risita, para luego darme los buenos días. Bajé su cuerpo para restregar mi polla con su culo, moviendo mis caderas hacia arriba.

-Javiiiiii...
-Es culpa tuya, te pones así encima de mí...
-Pero si has sido tú el que me ha puesto así... jajajaja
-Qué va...
-Que morro tienes...
-Y tú qué culo...
-Ay, calla... (dijo riendo mientras me tapaba la boca con la mano).

Le mordí la mano, pegando ella un tirón.

-Pero bueno...
-Qué delicada eres... jajajaja.
-Te has levantado muy travieso...
-Sí...
-A ver si te voy a tener que castigar...
-Uff, me encantaría.
-¿Sí? ¿Quieres que te castigue?
-Sí, por favor...
-Vale...

Empezó a mover su culo para restregarse contra mi polla, mientras me besaba el pecho, bajando su cuerpo al poco, rozando mi polla con su coño, barriga, estómago, por su pecho, pasando entre sus tetas, cuello y barbilla, saltando como un resorte cuando perdió el contacto con su cuerpo. Me empezó a dar besitos y mordisquitos en la polla por encima de los calzoncillos. A los pocos segundos, siguió bajando, saliéndose de la cama y poniéndose de pie, yendo hacia la puerta.

-¿A dónde vas?
-Estás castigado. Hasta mañana, nada.
 
Capítulo 85

-¿Cómo?
-Lo que oyes (dijo dándose la vuelta, sonriendo y girando su cabeza, acabando con un guiño de ojo).

Elena empezó a andar hacia la puerta, que estaba cerrada, entonces yo pegué un bote de la cama, yendo hacia ella, cerrando la puerta cuando ella la estaba abriendo, aprisionando su cuerpo con el mío contra la puerta, con mi polla empalmada de forma vertical contra su espalda.

-Esto no se hace...
-Estás castigado.
-¿Me vas a dejar así? (dije empezando a besarle el cuello).
-Sí (dijo susurrando mientras respiraba profundamente).
-Va, levántame el castigo...
-No. Hasta mañana no hay nada.
-¿Cómo me puedes hacer esto?
-He tenido un buen maestro... (dijo dándose la vuelta para acariciar mi polla por encima de la tela).
-Eres una cabrona...
-Uy... A ver si te voy a tener que alargar el castigo... (dijo sonriendo).
-No, no. Ya está.
-Así me gusta (dijo dándome un azote en el culo).

Se fue al baño, volviendo yo a la cama, tumbándome boca arriba. Empecé a oler las sábanas y la almohada, que tenían el olor de Elena y me empecé a tocar por encima de los boxers. Oí que Elena salía del baño, por lo que paré de tocarme, entrando ella y sentándose a mi lado en la cama.

-¿Todavía estás así?
-Es que aquí tumbado con tu olor por todas partes, se me hace duro...
-No, si dura está, jajajaja.
-Pfff...
-Tranquilo... (dijo pasando su dedo por mi pecho lentamente hasta bajar a mi vientre, pasándolo por mi polla suavemente hasta la punta).
-Estoy casi en el punto de no retorno.
-¿Te vas a correr?
-¿Qué? No, jajajaja. Pero tengo tantas ganas que me muero por ponerte a 4 y reventarte.
-Ya... pues no va a pasar (dijo bajando y subiendo su dedo por mi polla).
-Pues para...
-¿Me vas a forzar?
-No, no jodas...
-Estoy de coña... jajajaja (dijo mientas subía y bajaba su dedo más rápido).
-Para, por favor.
-Mmm... Me gusta jugar así...

Tiré de ella para ponerla encima de mí y empezar a besarla, retirándose ella.

-¿Besos tampoco?
-Es que como empecemos con los besos, ya sabemos como va a acabar la cosa...
-¿Me vas a tener sin besos hasta mañana?
-Nooooooo, pero ahora mismo sí (dijo agarrando muy fuertemente mi polla).
-Elena, por favor...
-Vale, ya paro. Voy a hacer el desayuno mientras se te baja esta señorita.
-Vale, ahora voy.

Se puso el pijama y se fue a la cocina. Yo me quedé tumbado boca arriba, mirando al techo, muy cachondo y con la polla más dura que una piedra. Puse mi cara de lado, viniéndome de nuevo su olor desde la almohada. Ni me lo pensé. Me quité los boxers y empecé a pajearme muy fuerte y rápido, corriéndome en pocos minutos sobre mi pecho. Ella estaba jugando conmigo y yo no me iba a quedar atrás, así que me levanté y fui desnudo hasta la cocina, empezando a hablar cuando estaba ya casi en la puerta.

-Elena, he tenido un percance.
-¿Qué te ha pasado?
-Pues... (dije señalando con mis manos a mi pecho, aún con mi polla morcillona).
-Pero Javi... (dijo poniendo cara de sorpresa, mirándome de arriba a abajo, con una risita al final).
-¿Tienes papel por ahí?
-Qué mal te estás portando... (dijo acercándose a mí).
-Bueno...
-¿Qué voy a hacer contigo? (dijo mirándome con unos ojos muy vivos).
-Lo que tú quieras (susurré).

Elena se puso en cuclillas, volviendo a tocar mi polla con su dedo, para después levantarse un poco para empezar a lamer mi corrida que aún estaba en mi pecho, levantándose después para mirarme a los ojos, pasando su lengua por sus labios. Después se puso de puntillas para besarme, separándose al notar que mi polla tocaba su pecho.

-Madre mía, Javi, como estás hoy... jajajaja.
-Es tu culpa...
-Anda, tira y date una ducha de agua fría.
-Sí, va a ser mejor, porque si no...
-Voy a hacer la cama y ahora hacemos el desayuno, que se enfría entonces.

Me metí en la ducha, empezando a lavarme, pero de pronto oí como entraba Elena, quitándose la ropa rápidamente y entrando conmigo.

-¿Has cambiado de opinión?
-Calla, mi madre está aquí.
-No jodas...
-Shhh... (dijo tapándome la boca con la mano).

Su madre vino hasta la puerta, empezando a hablar con Elena. Afortunadamente, la cortina de la ducha no dejaba ver nada, por lo que no podía saber que estaba ahí. Le dijo que venía a por unos papeles y que se iba enseguida y que luego se veían para comer en casa de su abuela. Mientras hablaba con su madre yo le acariciaba los hombros, estando ella de espaldas a mí. Le pasé un brazo por delante, más arriba de sus tetas, para acercarla a mí, besándole la cabeza. Una vez se fue su madre, se dio la vuelta y me miró riendo. Iba a empezar a hablar, pero la cogí en brazos, y la empecé a besar, pasando ella sus brazos por mi cuello y sus piernas por mis caderas. Después del beso, retiró su cara y me dijo:

-Javiiiii...
-Tranquila, sólo quería abrazarte y besarte.
-Cualquier día nos pilla y verás tú...
-Llevas razón, es una tontería seguir así, voy a salir para presentarme.
-¿Qué dices?
-Es coña, jajajaja ¿Cómo voy a hacer eso? Y más así...
-No sé, como te has venido arriba viniendo a la cocina como has venido, pues lo mismo te da por ahí, jajajaja.
-Qué va, mujer. Ni qué estuviera loco.
-Oye, te la quiero presentar, pero...
-No te preocupes, ya te dije que cuando tú creyeras conveniente.

Me abrazó fuertemente, quedándose en silencio. Después nos duchamos juntos y fuimos a la cocina para desayunar después de vestirnos. Una vez desayunamos, nos despedimos, estando ella bastante animada. Me plantó un morreo bastante intenso.

-¿Tendrás suficiente con eso hasta mañana?
-No sé...
-Anda, tira... jajajaja.

Me fui, dándome ella un fuerte azote, riendo bastante alto, cerrando la puerta rápidamente para que yo no pudiera hacer ni decir nada. Oía como se reía a través de la puerta, por lo que me acerqué a ella.

-Ya verás mañana... (con tono de guasa mientras daba golpecitos a la puerta).

Oía como soltaba una carcajada. Después fui hasta mi coche para volver a mi casa. El resto del día transcurrió de manera normal, hablando con Elena por la noche, con bastante tono de guasa, mencionando lo que pasó cuando me iba a ir. El siguiente día también transcurrió de manera normal, hasta que al fin fui a por Elena, para ir al restaurante en el que habíamos quedado todos. Le avisé, esperando cerca de su puerta, apoyado en el coche. Yo fui vestido exactamente igual a la primera fiesta en la que fuimos juntos, pero ella iba con algo que no le había visto nunca. Iba con un vestido ajustado de color granate, con unas mangas que les llegaban a los codos, de largo hasta medio muslo y un cuello de pico que le hacían un escote muy bonito, iba sin medias, con unas sandalias con un poco de plataforma negros atados a sus tobillos con una hebilla, pudiéndose ver sus dedos, con las uñas pintadas del mismo color que el vestido, al igual que las de sus manos. Llevaba el pelo alisado y un ligero maquillaje, como el que se solía poner para estas ocasiones. Sobre el brazo llevaba un bolso y una chaqueta vaquera. Cuando se acercó a mí, me miraba sonriendo, abrazándola yo de la cintura, levantando su cuerpo, para besarla.

-Javiiiii, que se me va a ver todo... (dijo riéndose).
-Estás preciosa, déjame que te disfrute.
-Jajaja, creía que me ibas a dar un azote...
-Bueno, más tarde, jajaja.
-Es que ayer te portaste muy mal...
-Sí, estaba muy revolucionado.
-Anda, vamos, que tenemos que pasarnos antes por casa de Mario.
-¿Y eso?
-Ya lo verás...
-Uy...

Elena se rio y se montó en el coche sin decir nada más. Empecé a conducir para ir a casa de Mario, hablando de algunas cosas por el camino hasta que llegamos. Salimos del coche, yendo hacia la puerta.

-Vaya culito te hace el vestido...
-¿Sí? (dijo moviendo el culo de un lado a otro).
-Joder, no hagas eso que me voy a empalmar aquí mismo... jajaja.
-Jajajaja. Ayyyy...
-Estoy muy sensible después de que ayer me castigaras...
-Pero si...
-Ya, pero no es lo mismo...

Llegamos a la puerta y llamamos, abriéndonos Mario, quien iba bastante similar a mí, pero con un jersey encima de la camisa. Le dio dos besos a Elena y un abrazo a mí. Nos hizo pasar al salón, mientras Irene terminaba de prepararse. Mario la avisó, llamando ésta a Elena para que fuera a su habitación. Mientras tanto Mario y yo hablábamos en el salón, sin oír nada de lo que hablaban las chicas, hasta que oímos unas risitas. Mario me dijo que imaginaba el porqué de esas risas, preguntándole yo de qué se trataba, pero me dijo que ya lo vería y que me iba a gustar. Al poco vinieron las chicas, abrigándose para irnos. Irene estaba espectacular, con un vestido negro muy ajustado de tirantes, acabando un poco antes de las rodillas, unas medias negras, que transparentaban sus piernas, acabando en unos botines parecidos a los tenía Elena que tanto me gustaban, pero de un color rojo muy vivo. Llevaba un ligero maquillaje, con una raya en los ojos bastante larga, y los labios de un rojo igual de vivo que sus zapatos. Llevaba también las uñas de negro, como siempre y el pelo como lo solía llevar. No pregunté nada acerca de lo que estaban tramando, por lo que nos montamos en el coche, para ir al restaurante que estaba a las afueras. Mario se sentó delante conmigo y las chicas atrás. A medio camino empezaron con las risitas de nuevo.

J: ¿De qué os reís tanto?
I: Nada, cosas nuestras...
J: Ya, miedo me dais... (dije riéndome mirando por el retrovisor).
E: Tranquilo mi amor... (dijo echándose hacia delante, acariciándome la cara con su mano).
J: Vale, vale (dije dándole un beso en la mano).
I: Uy, qué cariñoso...
J: Sí, es que ayer me tuvo a pan y agua y...
E: Es que se portó mal y tenía que castigarle...
I: Jajajaja, me encanta.
M: Qué malas sois... jajajaja.
E: Pero se siguió portando mal y le tuve que dar un azote... jijiji.
I: Pero, ¿qué hizo?
E: Estábamos cariñosos y me mordió la mano.
J: Venga ya, si fue jugando...
E: Sí, pero también quería que estuviéramos sin hacer nada, para hoy cogernos con más ganas.
I: Qué bien.
E: Fui al baño y cuando regresé seguía con la polla tiesa.
J: A ver, a ver... Me calentó mucho antes de que se fuera, estaba muy cachondo y con su olor por la almohada y las sábanas, pues la cosa no me bajaba.
M: Eso es normal.
E: Después me fui a la cocina a preparar el desayuno y viene diciéndome que había tenido un percance.
I: ¿Qué pasó?
E: Pues que el guarro se presenta en la puerta de la cocina totalmente desnudo con toda su corrida por su pecho y barriga...
I: Jajajajaja, pero Javi...
J: Venga, venga, como si hubiera hecho una locura... Con las ganas no me iba a quedar...
M: Di que sí, que hay que descargar. No es bueno quedarte con todo eso ahí, que luego te duelen los huevos...
I: Pero te podías haber limpiado, marrano...
J: Sí, yo soy el marrano...
E: Calla, Javi... (dijo riendo).
I: Cuenta, cuenta...
J: Se acercó a mí y me limpió con su lengua el pecho.
I: Mmm... Elena...
M: Joder, que morbo...
E: Ay... (dijo tapándose la cara con una mano y dándome un golpe con la otra en el hombro).
J: Jajajajaja, hombre, si se me expone, nos exponemos todos...

Cuando llegamos, bajamos del coche, yendo cada pareja de la mano, encontrándonos con el resto de los amigos con los que quedamos. Entramos, sentándonos en una mesa redonda. A mí izquierda el asiento estaba vacío, por lo que dejamos ahí varios abrigos y bolsos, a la izquierda de asiento empezó el reguero de amigos hasta llegar a Mario, con Irene a su izquierda, Elena a la izquierda de Irene y yo a la izquierda de Elena. Pedimos la bebida y la comida y mientras esperábamos empezamos a hablar entre todos. Nos empezaron a servir las bebidas y poco después la comida, pidiéndome Elena su bolso. Cogió su móvil y me lo volvió a dar para que lo dejara donde estaba. Empezamos a comer, mientras seguíamos hablando, hasta que noté que Irene estaba como inquieta, dándome cuenta de lo que pasaba cuando miré a Elena. Tenía su móvil en su regazo, cogiéndolo cada poco, percatándome de que tenía la aplicación del vibrador, accionándolo, subiendo y bajando el nivel. Le di con el codo, pero ella sonreía mirando el plato mientras Irene nos miraba sonriendo con las mejillas algo rojas. En una de estas, Elena dejó el móvil boca arriba, por lo que colé mi mano para poner el nivel al máximo, dando Irene un bote. Uno de los amigos preguntó qué le pasaba, quitando ella importancia, achacándolo a un tirón. Elena bajó rápidamente el nivel entre risitas y me puso la mano en el muslo, pellizcándolo. Estuvieron jugando así durante toda la cena, con varios movimientos de Irene, que para nosotros eran evidentes, resoplando a veces. Echamos un buen rato, siendo esos detalles muy sutiles para el resto, por lo que no sospechaban nada. Cuando acabamos de cenar, salimos todos juntos para ir al pub.
 
Capítulo 86

Irene, Mario, Elena y yo fuimos en mi coche, y los demás se organizaron en otros coches. Mientras íbamos, en la conversación salió el tema como era evidente que pasaría.

I: Que pasada...
M: Me da mucho morbo esto...
J: Eso era lo que tramabais, ¿no?
I: Sí, jajajaja.
E: ¿Te parece muy intenso?
I: No, está bien. Aunque cuando éste lo ha puesto al máximo...
J: Vaya, que poco aguante...
I: Sí, sí...
E: Pues a mí es que uff... No puedo aguantar mucho...
I: Elena, me has puesto muy perra... (dijo acercándose a ella, jugando con su oreja y su cuello).

Elena se quedó callada, un poco roja. Yo miraba por el retrovisor, viendo que Irene jugaba con ella y Elena me miraba a mí a través de él. Sonreí mirando al frente, viendo también como Mario sonreía. Cuando llegamos se despegó de ella, entrando todos al pub. Dentro, nos pedimos unas copas, aunque yo solo me tomé una porque no me gustaba mucho el alcohol y tenía que conducir de vuelta. Teníamos un reservado, por lo que las chicas del grupo se pusieron a bailar, mientras los chicos nos quedamos bebiendo y hablando. Mario y yo estábamos retirados y empezamos a hablar.

-Muy bueno lo del vibrador, que morbo ver así a Irene.
-Ya ves. A mí también me encantó cuando lo probé en el bar la primera vez, cuando os disteis cuenta.
-No sabes las ganas que tenía Irene de que llegara hoy... En cuanto nos disteis el regalo y llegamos a casa, me empezó a contar lo que tenía pensado, estaba eufórica.
-Sí, se la ve muy contenta.
-Javi, sois muy especiales para nosotros. No lo digo por todo esto que hacemos, lo digo porque no hemos tenido con nadie la confianza que tenemos con vosotros. Nos conocemos desde hace bastante y aunque con Irene hayáis pasado menos tiempo, ya os digo que ella siente lo mismo, os consideramos como si fuerais familia.
-Joder, Mario...
-No me hagas tampoco mucho caso... Que con las copas me pongo tontorrón, jajajaja.

Mario se fue a bailar con Irene, dejándome sólo y pensativo. Me pareció muy profundo lo que dijo. Era cierto que nos lo pasábamos muy bien, pero no sabía que ellos nos veían así. Esto me hizo preguntarme como los veía yo, pensado en que conocía a Mario desde que era pequeño, ya que fuimos siempre a la misma clase, desde que íbamos al colegio, hasta bachillerato. Nos dejamos de ver más cuando fuimos a la universidad, pero seguíamos quedando los findes que coincidíamos. También recordé como conocí a Irene, parecía otra chica a la que conocía en ese momento. Era más tímida, aunque físicamente era igual, aunque con las puntas del pelo de color rojo oscuro. Esa timidez se le fue tan rápido conforme cogió confianza con el resto del grupo, demostrando ser una chica muy simpática. La verdad es que yo me encontraba siempre muy a gusto con ellos, me daban mucha confianza y seguridad. Pensé en hablar con Elena acerca de este momento otro día, para ver qué pensaba ella.

Me fui a la barra con mi copa, notando de pronto como me abrazaban por detrás.

-Vaya, que cariñosa...
-Hola, Javi.

Puse cara de extrañado, porque esa no era la voz de Elena ni de ninguna chica del grupo, aunque me sonaba y me pareció raro que me abrazara así, por lo que me di la vuelta.

-¿Ángela?
-¿Qué tal?
-Bien, bien. Joder, no te había conocido por la voz...
-Bueno, hace bastante que no nos vemos...
-Sí, como un par de años o así, ¿no?
-Sí, más o menos.
-¿Qué tal? (dije dándole dos besos).

Empezamos a hablar de cómo nos iba porque hacía bastante tiempo que no nos veíamos. Ángela era una chica que conocí en la universidad y resultó que vivía en mi ciudad, por lo que nos hicimos muy amigos, saliendo con otro grupo a veces cuando iba a mi ciudad, de hecho, el lugar donde estábamos en ese momento lo frecuentábamos bastante en esos tiempos. También salíamos en la ciudad donde estaba la universidad, convirtiéndonos en follamigos, yendo cada uno a su bola, aunque me llegó a decir que solo se veía conmigo para eso, mientras que yo sí que me veía con alguna que otra chica más. Estaba muy guapa, iba con una camiseta blanca de seda de tirantes, que dejaba entrever su sujetador negro, y una falda ajustada negra, con unos tacones bastante grandes, también negros. Físicamente era espectacular, delgadita, entorno a 1,55m, muy blanquita de piel, con unos pechos algo pequeños, más que los de Elena, aunque muy bonitos, unas buenas caderas, muy sensuales y un culo increíble, bien puesto, redondo y respingón, llegando a ser grande, pero no tan exagerado para su cuerpo. De brazos y piernas delgadas, aunque con unos muslos muy bonitos. A mí lo que más me gustaba era su cara, era una preciosidad, unos ojos muy vivos, de un color bastante difícil de describir, tenía tonos marrones, dorados, verdosos y azulados, probablemente los ojos más bonitos y a su vez raros que haya visto en mi vida. Tenía también una nariz muy bonita, ni muy grande ni muy pequeña, pero si respingona y unos labios finitos, con un lunar en el lado izquierdo, sobre ellos. Sus cejas eran finas y de color claro, tirando a rubio, porque ella era rubia. Llevaba el pelo recogido, bien peinado, sin llegar a ser un moño. Iba maquillada, con los labios de color rosa, algo en las mejillas y sombra de ojos con una línea.

Estuvimos hablando un rato, hasta que empezamos a recordar lo bien que lo pasábamos y como nos dejamos de ver una vez acabamos la universidad. Era un poco raro porque ambos estábamos un poco cortados, pero enseguida nos relajamos, llegando ella a acercarse a mí, contando cosas entre risas mientras me cogía del brazo. Llegó un momento en el que me miraba con ojitos, sonriendo, acercándose más. Mientras hablaba, se acercó más de la cuenta a mí, intentando besarme, yo aparté la cara, llegando a dármelo en la mejilla.

-Vaya... No esperaba esto...
-Ángela, lo siento...
-¿Ya no te atraigo? No me dirás que me he echado a perder... jajajaja.
-No, no, que va... Si estás increíble, como siempre. Pero es que...
-¿Qué pasa?
-Es que tengo pareja.
-¿Cómo? ¿Pareja? ¿Tú?
-Emmm... Sí.
-Pero si tú no buscabas eso... Siempre decías que te gustaba ir a tu bola y que pasabas de relaciones...
-Ya, pero surgió.
-Vaya... Con la ilusión que me había hecho verte...
-A mí también me ha gustado volver a verte.
-¿Y cómo es que ahora tienes pareja?
-Pues empezamos de follamigos, como nosotros, y bueno, fueron surgiendo sentimientos. Me empecé a preocupar por ella y me dijo que sentía algo más por mí y bueno, descubrí que yo también.
-¿Está aquí?
-Sí, es aquella de allí, del vestido rojo (dije mirando a Elena, quien estaba bailando con las demás chicas).
-Anda, que mona. Me alegro un montón por ti Javi, de verdad.
-Gracias.

Se me quedó mirando con sus ojos tan vivos, empezando a reír.

-¿Qué pasa?
-Nada, es que me acuerdo que, en su día, cuando nos veíamos y demás, llegué a sentir cosas por ti, pero como me dejaste tan claro que no buscabas nada, pues nunca te lo dije.
-No me digas...
-Pues sí. Pero bueno, eso ya es agua pasada.
-¿Por eso no te veías con nadie más para...?
-Sí, estaba colada por ti y no me apetecía estar con nadie más.
-Me lo deberías haber dicho.
-Bueno, estaba a gusto conforme estábamos y no quería que te lo tomaras muy en serio, imaginaba que, porque no fuera a peor, me podrías apartar y no quería eso.
-Vaya, no sé qué decir.
-No tienes que decir nada, eso fue hace mucho.
-¿Tienes pareja ahora?
-No, no he tenido mucha suerte.

Me contó que salió con dos chicos, pero que lo salió bien por engaños, celos y demás y que ahora mismo no buscaba nada.

-Vaya, qué mala suerte.
-Bah, da igual.
-Ellos se lo pierden. La verdad es que con lo buena chica que eres, no sé... En fin, ya encontrarás a alguien que merezca la pena.
-Bueno, no tengo prisa.
-Oye, me ha alegrado mucho verte, de verdad.
-A mí también. Me dio pena cuando perdimos el contacto, te consideraba un buen amigo y te eché de menos. A ver si nos tomamos un café o algo y me la presentas.
-Claro, cuenta con ello.

Nos dimos dos besos y ella regresó con sus amigas, quedándome yo en la barra. A los pocos segundos se acercó Irene.

-¿Quién era la rubia?
-Una amiga.
-Está tremenda, ¿eh? Os he estado viendo como hablabais y me he fijado en ella y es una preciosidad.
-Sí, la conocí en la universidad y llegamos a ser follamigos.
-Anda... Te noto algo serio.
-¿Eh? Nada, es que ha intentado besarme, por recordar viejos tiempos y la he rechazado, diciéndole que tengo pareja y le ha extrañado.
-Bueno, tampoco es para tanto.
-No, si ese no es el problema.
-¿Entonces?
-Pues me ha dicho que en su día sentía cosas por mí, pero que no me dijo nada porque yo no buscaba pareja.
-Huy, huy... No le des mucha vuelta a eso.
-No, no. Si no estoy rayado ni nada, pero bueno, me siento un poco mal por ella.
-Joder, si no tuviera plan con vosotros, lo mismo me acercaba para tirar fichas, a ver si cuela un trío...
-Jajajaja, luego decís de los tíos...
-Joder, es que está muy buena y es guapísima.

En ese momento se acercó Elena, preguntándonos.

E: ¿De qué habláis?
I: De lo buena que estás (dijo Irene con una risita mientras se iba con los demás, dándole un azote en el culo a Elena).
J: Jajajaja.
E: Oye... jajajaja.

Nos quedamos Elena y yo solos en la barra, empezado a hablar.

-Como está hoy...
-La tienes loquita, jajajaja.
-Tú sí que me tienes loquita a mí... (dijo acercándose a mí para besarme).
-Huy... Como te sube el alcohol... jajaja.
-Noooo, lo digo de verdad, jiji. Oye, espera, que voy a por mi bolso, que quiero chinchar a esta.
-Vale, jajajaja.

Fue a donde teníamos los abrigos y demás, mirándola yo como se alejaba, viendo como contoneaba su culo, con una sonrisa tonta. Después dirigí mi mirada hacia Ángela, quien me miraba y me sonrió al ver que la miraba. Aparté mi mirada, dirigiéndola a mi grupo de amigos, viniendo Elena a los pocos segundos. Se puso delante de mí, pegando su culo a mi paquete y sacó el móvil para activar el vibrador. Pudimos ver como Irene se estremecía, girándose para mirarnos mientras reía. Nos reímos y lo quitó, Irene volvió a empezar a bailar con Mario y al rato Elena lo volvió a poner, girándose Irene y poniendo los brazos en jarra mientras sonreía. Empezó a venir hacia nosotros, por lo que le dije a Elena que lo subiera bastante. Irene apretó la cara, encogiendo su cuerpo y parándose. Irene hizo gestos de que se quedaba ahí con las manos, regresando con Mario, quien se estaba riendo al ver como jugábamos con ella. Mientras bailaban, Elena jugaba con el nivel del vibrador, restregando su culo suavemente contra mi paquete, provocando una erección. La pegué a mi cuerpo, pasando mi brazo por su pecho, entre sus tetas y su barbilla, dándole un beso en la cabeza. La abracé, entrelazando mis dedos en su barriga, mirando ella hacia arriba, dándole yo un beso en la frente. La veía sonreír, con las mejillas sonrojadas. Elena dejó el nivel más bajo del vibrador, viendo como Irene echaba su cabeza sobre el pecho de Mario, bailando ambos más lentamente y se dio la vuelta para mirarme a los ojos sonriendo.

-Cómo te gusta jugar con ella...
-Sí, me lo paso muy bien.
-Y ella también.
-Sí, va sin bragas.
-¿Qué dices?
-Sí, sí. Si en su casa se lo ha puesto delante de mí y hemos salido sin que se las pusiera.
-Qué guarrilla...
-Jajajaja, pues si, un poco.
-Joder, a ver si con el vibrador y sin bragas le va a bajar algo de líquido por los muslos.
-Eso le he dicho yo, pero me ha dicho que ella no se moja tanto, que no habría problema con eso.

Estuvimos un rato ahí, acaramelados, mientras Elena jugaba de vez en cuando con el vibrador, apagándolo al rato. Fuimos los dos a bailar con el resto, echando un muy buen rato, hasta que sobre las 3 de la mañana el grupo se fue disolviendo, yendo los cuatro en mi coche a casa de Mario. Cuando llegamos, fuimos hacia la puerta, quedándose Mario atrás. Dijo que iba a dormir a casa de sus padres, que se mudaron a otra casa, más retirada de la zona. Me ofrecí a llevarlo, pero me dijo que no, que fuera con ellas y que me lo pasara bien, que él iba andando y así bajaba un poco las copas. Una vez se fue, entramos, yendo los tres al salón.
 
Capítulo 87

J: Me sabe un poco mal por Mario...
I: No te preocupes. Me ha dicho que quiere que disfrute, que hoy es mi día y que es lo menos que puede hacer por mí. Mañana nos vamos a pegar juntitos todo el día.
E: Me flipa la naturalidad con la que hacéis todo.
I: Ojalá fuerais así también. No sabéis lo bien que nos lo podríamos pasar...
E: Ya...
I: A ver, que está muy bien lo que hacemos y cada vez os animáis más y tal, no os comáis la cabeza tampoco...
E: No, no. No te preocupes.
I: Bueno, ¿vamos a la habitación? ¿Queréis algo de beber?
J: No, yo no.
E: Venga va, yo sí.
I: Venga, vamos a la cocina y lo preparamos, ven tú también, Javi.

Fuimos a la cocina y se prepararon unas copas, quitándose Irene el vibrador después, soltando un gemido, envolviéndolo con papel y dejándolo sobre la encimera.

J: ¿Estás sensible?
I: Joder que si lo estoy...
E: También es que lo has tenido mucho tiempo puesto...
I: Sí tía... ¿Cómo lo tengo? (dijo levantándose el vestido enseñándonos el coño a Elena y a mí).
E: Normalito.
J: Lo tienes un poco hinchado y brillante, como si estuvieras cachonda.
I: Es que lo estoy, jeje. Venga, vamos a la habitación y nos las bebemos mientras.

Fuimos a la habitación, sentándonos en la cama, mientras ellas daban sorbos a sus copas, dejándolas en mesita. Irene empezó a acariciarle los muslos a Elena.

I: Mmm... Que suaves...

Elena se empezaba a ruborizar, aumentando su respiración. Irene fue subiendo su mano, metiéndola por la cara interna de los muslos de Elena, mientras ella me empezaba a besar. Irene mientras la acariciaba llevó su cara hasta el cuello de Elena, dándole pequeños besos, succionando suavemente. Después quitó las manos de sus muslos, llevándola al escote de Elena, metiendo la mano por dentro para tocarle las tetas con suavidad. Notaba los gemidos de Elena en mi boca, siendo yo ahora el que le tocaba los muslos, igual que hacía Irene segundos antes. Irene se separó, cogiendo las copas, dándole a Elena la suya, para que dieran otros pequeños sorbos.

E: Irene, deberías ser tú la que está en medio de los dos, pero...
I: Shhh... -dijo poniendo un dedo en la boca de Elena- Sé que estás haciendo un esfuerzo haciendo esto y eso es más que suficiente para mí. Además, estoy muy a gusto ahora mismo, me encanta (siguió susurrando).
J: Relájate Elena, déjate llevar.

Irene tumbó a Elena en la cama, empujando su cuerpo hacia atrás. Echándose ella a su lado para darle besitos por el cuello y en los labios, mientras le acariciaba la cara. Yo seguía sentado, por lo que cogí primero una pierna de Elena, dándole besos desde los muslos hasta los pies, desabrochándole un zapato, besándole de nuevo el pie, bajando por toda su pierna hasta su muslo. Repetí el proceso con la otra pierna mientras Irene tiraba de su vestido hacia arriba, dejando a Elena solo con un conjunto de sujetador y braguitas negro de encaje. Me tumbé yo también al lado de Elena, besándola entre los dos. A los pocos segundos, Elena le dijo a Irene que se desnudara, por lo que se incorporó para ir desnudándose, quedándose sólo con las medias puestas, después volvió a tumbarse para seguir besándola. Entonces Elena me dijo a mí que también me desnudara y que me quedara solo con los boxers. Le obedecí y volví a tumbarme, ahora estando los tres tumbados a lo largo en vez de a lo ancho de la cama. Elena se incorporó desabrochándose el sujetador, dejando sus preciosos pechos al aire. Entonces cogió nuestras cabezas, dirigiéndonos hasta sus pechos para que se los empezáramos a comer. Le empezamos a chupar los pezones, con succiones y ligeros mordiscos. Empezó a gemir, subiendo y bajando su diafragma rápidamente debido a su respiración agitada por la excitación.

Después de un buen rato de jugar con sus pechos y caricias por el resto de su cuerpo, nos susurró que le quitáramos las braguitas. Ambas estaban totalmente desnudas y yo aún con los boxers, que contenían mi polla con una erección muy grande. Elena metió su mano por mis boxers, empezando a pajearme suavemente, susurrándome que me los quitara. Seguimos un buen rato con besos, caricias, tocamientos, aunque en ningún momento entre Irene y yo. Todo se centraba en Elena. De pronto Elena cogió la mano de Irene, llevándola hasta su coño para que la empezara a tocar, con un gemido de sorpresa por su parte, pasando a ser Elena quien gemía debido a la estimulación que le daba Irene.

Irene empezó a besar en los labios a Elena, metiendo su lengua en su boca mientras ella me pajeaba con más intensidad. Podía ver como Irene hacía ligeros movimientos circulares en el clítoris de Elena, para después ir metiendo un dedo poco a poco, metiendo otro a los pocos minutos. Después de un rato así, Irene se incorporó para dar otros sorbitos a su copa, abriendo Elena sus ojos, mirándola. Irene le ofreció a Elena beber también, por lo que se incorporó, dejando de pajearme para beber un poco también. Cuando dejaron las copas, Elena se volvió a tumbar, poniéndose Irene encima de ella para besarle por el cuello, apoyada sobre sus brazos, mirándome mientras lo hacía. Yo estaba a mil, estaba disfrutando mucho lo que veía, me ponía mucho ver a mi chica con otra chica que también estaba muy buena y en esa situación. Entonces pasó algo que no esperaba para nada.

E: ¿Quieres comerme el coñito? (dijo con una voz muy dulce y melosa mirando a Irene).
I: ¿Quieres? (dijo con tono de sorpresa y diversión).
E: Ajammm...

Entonces Irene fue bajando poco a poco por su cuerpo dándole besos y mordisquitos por todo el cuerpo, recordándome a como se lo hacía yo a Elena, hasta que llegó a su coño, dándole varios besitos a su pubis. Elena me miraba con ojitos, pudiendo notar nerviosismo en su cara. Yo le sonreí, acariciándole la cara, pasándole el pelo por detrás de la oreja, para acercarme a ella y susurrarle al oído:

J: Tranquila, lo estás haciendo muy bien. Eres increíble. ¿Estás cómoda?

Ella me miró, asintiendo, mirándome aún con ojitos. Me derretía cuando me miraba así, por lo que le acaricié la mejilla con el pulgar, para darle después un beso muy dulce. Al dárselo, noté como se relajaba. Aparté mi cara de ella, acariciándole el vientre, entonces Irene empezó a pasar su lengua por la raja de Elena, dando ella un respingo, lanzando también un ligero gemidito de sorpresa. Irene miró hacia arriba, mirando a Elena y luego a mí. Le empezó a acariciar las caderas para que se relajara, mientras que Elena cogía mi mano con fuerza. Le acaricié la mano y se la besé, haciendo ella menos fuerza y mirando mi polla, soltándome la mano para cogerla y empezar a pajearme de nuevo. A los pocos segundos me susurró que me pusiera de rodillas a la altura de su cara. Así lo hice y entonces Elena agarró mi polla con fuerza desde la base, para empezar a metérsela en la boca, empezando una mamada muy dulce y suave. Irene le pasaba las manos por las caderas y vientre acariciándola, casi parecía que le estaba dando un masaje. Elena lanzaba gemiditos de aprobación a medida que se metía cada vez más la polla en su boca.

Los gemidos se fueron intensificando a medida que Irene le comía el coño con más intensidad, separándole los labios con las manos para meter su lengua en su coño, bastante profundo. La mamada de Elena cogió intensidad y ritmo, metiéndosela bastante y rápidamente. Podía ver a Irene muy excitada, mirando como me la chupaba, por lo que pasó a su clítoris, metiéndole los dedos mientras succionaba. Elena empezaba a gemir más alto, mientras se apoyaba en su codo, agarrando mi polla y tragándosela casi entera, mientras con la otra mano cogía la cabeza de Irene, empujando la contra su coño. Cuando se sacaba la polla de la boca para coger aire, lanzaba gemidos bastante altos. Pasados unos breves minutos, tanto la mamada, como la comida de coño habían ganado más intensidad aún, notando como Elena daba pequeñas sacudidas, amagando con retorcerse, por lo que le susurré.

J: No te reprimas, relájate y déjate llevar.

Elena abrió los ojos para mirarme, suspirando, después los cerró, tumbándose boca arriba, relajando su cuerpo mientras me pajeaba, empezando a retorcerse mientras lanzaba gemidos en forma de murmuros. Yo notaba que estaba a punto de correrse, entonces cerró los ojos con fuerza.

J: Así, así mi vida. Córrete en su boca.

Apretó aún más los ojos, abriendo la boca, empezando a gemir fuertemente mientras empezaba a temblar, agarrando mi polla con mucha fuerza y las sábanas con la otra. Levantó sus caderas hacia arriba un poco, siguiendo Irene comiéndoselo hasta que a Elena le empezaron a dar espasmos. Una vez Irene paró, Elena se puso a respirar muy fuertemente, relajando su cuerpo, dejando de hacer tanta fuerza al coger mi polla, aunque seguía con los ojos muy apretados. Irene subió poco a poco hasta su cara para besarla con lengua, de manera muy dulce. Una vez la beso, se echó al otro lado, sentándose con las piernas a un lado, apoyándose en un brazo.

Ambos mirábamos a Elena en silencio, con algunas miradas de ella a mi polla empalmada, mordiéndose el labio y otras miradas mías a sus tetas, con los pezones bastante duros y a su coño, muy brillante. Ambos estábamos cachondísimos y teníamos ganas de tocarnos el uno al otro, pero miré a Irene haciendo un gesto con la cara, haciéndola entender que no podía ser. Ella me miró sonriendo, haciendo un gesto de entender lo que le quería decir. Mientras tanto, Elena se recuperó, cogiendo nuestras cabezas y poniéndolas en su pecho, para abrazarnos. Irene y yo estábamos cara a cara, a pocos centímetros el uno del otro. Elena nos acariciaba la cabeza a ambos. Después tiró de nosotros hacia arriba, poniéndose de lado, de espaldas a mí, con su culo en pompa, aún tumbada. Puso a Irene boca arriba y le empezó a acariciar el cuerpo. Estábamos en silencio, sólo se podían oír nuestras respiraciones, agitadas por la excitación. Elena rompió el silencio, para susurrar con voz muy dulce:

E: Javi, mi amor, fóllame.

Inmediatamente cogí mi polla, bastante húmeda aún por las babas de la mamada de Elena, acariciando su raja para empezar a metérsela poco a poco después. Lanzaba gemiditos muy dulces al abrirse paso mi polla en sus entrañas mientras seguía acariciando a Irene por el vientre y sus caderas. Después le empezó a tocar las tetas, amasándolas, jugando con los pezones. Irene cerraba los ojos poniendo cara de placer, mordiéndose el labio de vez en cuando. Yo lo veía todo mientras se la metía y sacaba muy lentamente y le besaba el cuello. Después de estar un rato así, aumenté un poco el ritmo, gimiendo Elena más alto, con varios suspiros. De repente, Elena hizo otra cosa que me sorprendió tanto o más que cuando dejó que Irene le comiera el coño. Elena bajo su mano hasta el coño de Irene, empezando a acariciarlo suavemente. Irene estaba muy sorprendida, mirándonos a ambos, aunque rápidamente se dejó llevar para disfrutar del momento, mirando fijamente a Elena, quien estaba con los ojos cerrados por mí follada. Después de unos segundos, le empezó a meter un dedo y más tarde otro, empezando a masturbarla a buen ritmo mientras Irene empezaba a gemir, cerrando sus ojos. Estuvo así durante unos minutos. Se podían oír los gemidos de ambas, que empezaron a ir al compás, ya que Elena le metía los dedos al mismo ritmo al que yo la follaba. De pronto paró, haciendo que Irene abriera sus ojos.

E: Abre la boca (le dijo a Irene con tono serio).

Irene giró la cabeza hacia ella, abriendo la boca. Entonces Elena sacó los dedos de su coño, llevándolos a la boca de Irene para que ésta los chupara. Después se los volvió a meter, aumentando yo el ritmo, empezando una buena follada. Notaba como Elena estaba cerca de correrse otra vez, por lo que le susurré:

J: Mi vida, necesito que aguantes más. Quiero que le metas los dedos más rápido y que le acaricies el clítoris con el pulgar, como te lo hago yo de vez en cuando. Quiero que hagas que se corra.
E: Ajammm...
J: Quiero que os corráis las dos a la vez, pero si te empiezas a correr tú antes, necesito que sigas tocándole como lo estás haciendo. ¿Podrás?
E: Siiiii... (dijo en forma de gemido).
J: Vale, vamos a ello.

Aumenté más el ritmo y Elena también. Los gemidos de ambas estaban pasando casi a gritos. Se notaba la excitación por todas partes.

E: Ay... Javiiiiiiiii... Estoy ya casi (dijo con la voz entrecortada, entre gemidos).
I: Aguanta un poco Elena, me queda poco (decía también con la voz entrecortada).
J: Mi vida, lo estás haciendo muy bien, aguanta un poco más.

Notaba como Elena se retorcía, haciendo fuerza con su coño, hasta que no pudo más y se empezó a correr entre gritos, apretando mucho mi polla y empujando con su culo para hacer la penetración más rápida. Afortunadamente, Irene se empezó a correr casi de inmediato, lanzando gemidos altos y agudos, acabando en gritos. Saqué mi polla inmediatamente del coño de Elena porque me iba a correr y aún no quería hacerlo. Elena estaba temblando mucho, echando su cuerpo sobre el de Irene, quien era consciente de lo que pasaba, acariciando el cuerpo de Elena. Me fascinaba la diferencia entre sus orgasmos, los de Irene eran cortos de duración, pero explosivos y los de Elena eran intensos, pero mucho más duraderos. Nos quedamos un buen rato en silencio, con Irene boca arriba y Elena sobre ella, abrazándola. Yo estaba detrás de Elena, besando su espalda y acariciado sus muslos, pudiéndose oír solo nuestras respiraciones.

Podía ver como Irene miraba al techo, cerrando después sus ojos, acurrucado su cara junto a la cabeza de Elena. Pasados unos minutos, Elena me buscó con su mano, poniéndola en mis caderas, palpando hasta encontrarse con mi polla, lanzando un gemidito al ver que aún seguía dura, empezando a masturbarla. A los pocos segundos, se puso sobre el cuerpo de Irene, a 4 patas, girando su cuello rápidamente, haciendo que su pelo pasara al otro lado. Me miró a los ojos y me susurró que la follara despacio. Me puse de rodillas en medio de la cama, mojándome los dedos para llevarlos al coño de Elena y humedecerlo. Se lo empecé a acariciar con la polla, empezando ella a ronronear, metiéndosela después poco a poco. Una vez dentro por completo, Elena cogió las manos de Irene, entrelazando sus dedos con los suyos y empezó a besarle el cuello, exactamente igual como me lo hacía a mí. Irene se reía, parecía que Elena le hacía cosquillas, pero esas risas se fueron transformando en ligeros gemidos, pasando de tener una cara sonriente a una cara de excitación.

Empecé un ligero mete-saca, mientras acariciaba la espalda y el culo de Elena con mucho cariño, lanzando ella ligeros gemidos. Irene abrió sus ojos, mirándome y sonriendo, mientras me abrazaba las piernas con las suyas. Estaba muy excitado al ver todo eso mientras me follaba a Elena, por lo que empecé a aumentar el ritmo. Elena empezó a gemir más, soltando el cuello de Irene y pasando a besarla, ahogando sus gemidos en su boca. Elena soltó las manos de Irene, poniéndolas ésta en su culo, acariciándoselo y amasándolo. Yo cogía de las caderas a Elena para sujetarla con más facilidad. Irene me acariciaba los brazos y la barriga, alcanzando mi cuerpo con dificultad. En una de las veces que le amasaba el culo, yo puse mis manos sobre las de Irene, habiendo fuerza había abajo mientras seguía con la follada. Elena echó su cabeza sobre el pecho de Irene, quien me miraba con cara de vicio, mordiéndose el labio.

Pasados unos pocos minutos, Elena se incorporó, moviéndose, quedando sentada en la cama, con la espalda sobre el cabecero. Se quedó mirando como estábamos Irene y yo, con mi polla a pocos centímetros de su coño. Alargó su mano para que fuera con ella, quedándome frente a ella de rodillas, y puso a Irene sobre ella, con su cabeza sobre su pecho, mientras le acariciaba el brazo. Estaba muy sorprendido, porque era una Elena participativa, lejos de aquella Elena que se dejaba tocar solamente, de manera muy tímida. Elena nos miraba a ambos, alternando su mirada a los pocos segundos, fijándose que Irene y yo nos mirábamos también. Elena supuso las ganas que nos teníamos y cogió la mano de Irene, llevándola hacia mi polla para que me empezara a masturbar, lo que me sorprendió aún más. Irene lo hacía muy bien, aunque muy lentamente, mientras miraba fijamente mi polla, hasta que Elena cogió su cara para que la mirara a los ojos.

E: Escúpele en la polla y hazlo más rápido y fuerte.

Irene asintió, escupiendo en mi polla y empezando una paja a buen ritmo, agarrándola con fuerza, regresando su cabeza al pecho de Elena. Una vez empezó a hacerlo, Elena pasó su mano por detrás de mí cuello para tirar de él y bajar mi cara hasta la suya, empezando a besarme durante unos segundos, separándose después para decirme susurrando:

E: Tócale el coño y métele los dedos.

Irene soltó un gemidito al oírla, mirando hacia arriba con ojitos. Le metí los dedos en la boca a Irene, para que los mojara, llevándolos después a su coño, empezando a acariciarle la raja mientras ella me miraba a los ojos. Le empecé a meter un dedo, sacándolo después para acariciarle el clítoris, alternando varias veces entre esos dos movimientos. Elena miraba con atención como nos masturbábamos, dándole besitos a Irene en la cabeza y acariciando mi pecho. Decidí ir más allá, metiéndole dos dedos a Irene, moviéndolos rápidamente, empezando a masturbarla a buen ritmo, provocando que empezara a gemir, apretando ella mi polla con más fuerza, haciendo más intensa la paja, por lo que yo también empecé a gemir. Estuvimos así durante un rato hasta que Elena paró a Irene y me miró diciendo:

E: Haz que se corra.

Nos movimos, siendo ahora Irene la que se tumbaba boca arriba, con las piernas abiertas, poniéndose Elena de rodillas con las piernas juntas y las manos sobre sus rodillas, sentándose sobre sus talones a un lado de ella, estando yo al otro lado, de rodillas. Le empecé a tocar el coño de nuevo como antes, llegando a masturbarla rápidamente. Empezaba a gemir cada vez con más fuerza. Irene me acariciaba el culo, hasta que se empezó a correr, entre altos gemidos. Elena pegó un pequeño respingo al ver como se corría. Bajé el ritmo, aunque le seguía metiendo los dedos lentamente.

E: No pares, sigue así (dijo mirándome fijamente).

Seguí metiéndole los dedos a Irene durante unos segundos, hasta que dejó de gemir, lanzando sonidos en forma de murmuro. Entonces Elena levantó su cara para mirarme de nuevo y decirme:

E: Haz que se corra otra vez.

Irene abrió los ojos bastante, poniendo su mano sobre las de Elena. Yo empecé a meterle los dedos más rápidamente, como antes. A los pocos minutos se volvió a correr de la misma manera, apretando ahora las manos de Elena. Pasados unos segundos, con Irene gimiendo aún, aunque más bajo, Elena me volvió a mirar, diciendo:

E: Otra vez, pero más fuerte.

La reacción de Irene fue la misma, pero mirándonos a los dos. De nuevo hice que se corriera, masturbándola con más fuerza y rapidez. Irene se corría entre gritos, empezando a retorcerse.

E: Otra vez. Javi, quiero que la revientes. Hazlo como me lo haces a mí.

Yo ya cachondo perdido no me paraba a razonar y sólo hacía lo que me decía. Mis ganas de follar a Irene eran increíbles, pero me contenía por Elena. También me gustaba lo que estábamos haciendo, así que seguí. Cuando me dijo que se lo hiciera como cuando se lo hacía a ella, entendí que le estimulara el punto G. Por lo que, tras masturbarla con fuerza y rapidez durante unos segundos, apoye mi otra mano sobre su estómago, haciendo presión y con la otra mano empecé a estimularle el punto G, con mis dedos dentro de su coño por completo. Irene agarro mi polla con fuerza, cerrando sus ojos. Empecé a estimularle con fuerza mientras ella gemía bastante alto, provocando que se empezara a correr de nuevo, apretando mucho la cara y levantando su cuerpo, encorvando su espalda. Gritaba de una manera exagerada y descontrolada, por lo que Elena la agarró de los hombros, empujándola contra la cama.

E: No pares, Javi.
 
Capítulo 88

Seguí con el mismo ritmo durante unos segundos mientras Elena hacia fuerza para que no se moviera. Pasados unos segundos, Irene empezó a gemir de forma aguda, pidiendo que parara, que no podía más. Paré de estimularla y Elena se apartó, quedando Irene libre, corriéndose entre temblores, con los ojos cerrados y respirando con mucha fuerza. Pasé mi mano por su vientre, llegando hasta sus tetas, empezando a sobarlas y a jugar con sus pezones. Podía notar como le latía el corazón rapidísimo al tocarle el pecho. Después retiré mis manos, dejando que Irene se relajara. Elena me miró con una ligera sonrisa, mirando después mi polla, que estaba muy dura. Echó su cuerpo hacia delante, apoyando su cuerpo sobre sus brazos, estando sobre Irene, aunque sin llegar a estar en contacto. Me cogió la polla con una mano para empezar a pajearme suavemente, para después soltarla y empezar a chupármela suavemente. Yo cogí su pelo con mis manos, empezando a mover mis caderas para follarle la boca despacio. Irene abrió sus ojos, viendo lo que estábamos haciendo, empezando a acariciar el culo y la espalda de Elena.

Después de estar así unos minutos, tiré ligeramente del pelo de Elena para ponerla de rodillas, a mi altura mientras le cogía la cara para mirarla fijamente a los ojos. Puse mis manos debajo de sus brazos, para tirar fuertemente de ella y cogerla en brazos, dando ella un gritito por la sorpresa. Tiré tan fuerte de ella que sus caderas estaban a la altura de mi pecho, abrazándome con sus piernas, pasando yo mis brazos a su espalda. Mi cara estaba a la altura de sus tetas, por lo que se las comí un poco mientras ella miraba hacia abajo, acariciándome el pelo. Irene se incorporó, yéndose a un lado de la cama. Eché a Elena en la cama para ponerme encima de ella, apoyándome sobre mis brazos para empezar a follarla de nuevo. Irene se puso de rodillas, colando su mano entre nosotros para estimularle el clítoris y con la otra me acariciaba el culo, pasando a cogerme los huevos con fuerza, aunque sin llegar a hacerme daño. Me follé a Elena a buen ritmo, hasta que noté como se empezaba a retorcer entre altos gemidos, por lo que salí de ella y me eché a un lado, cogiendo la mano de Irene y llevándola hasta su coño.

J: Haz que se corra como lo he hecho yo contigo. Quiero que la hagas chorrear.

Irene me hizo caso, estimulándole el punto G, exactamente igual a como yo lo hice con ella antes. Elena se empezó a correr, empezando a soltar chorros pocos segundos después, salpicándonos a ambos, entre risas de Irene. Esperamos a que Elena se recuperara, viendo como le daban espasmos hasta que abrió los ojos.

J: Mi vida, me voy a correr en tu boquita.
E: Ajammm...

Me coloqué sobre ella, con una pierna a cada lado, sin llegar a echar mi cuerpo sobre el suyo y tiré de Irene para que se colocara detrás de mí. Se puso en la misma posición en la que estaba yo, con su cuerpo pegado al mío, pudiendo notar como sus pezones se clavaban en mi espalda. Pasé mi brazo por detrás de su cabeza, quedando ella encorvada entre mi brazo y costado, pasando su otro brazo rodeando mi cuerpo para acariciarme el vientre.

J: Coge mi polla y haz que me corra en su boca.

Irene me hizo caso, empezando a pajearme con fuerza. Elena abrió su boca, estaba preciosa. Estaba un poco despeinada, un poco sudada, con las mejillas sonrojadas, haciendo contraste con sus pecas, con su preciosa y pequeña lengua con su piercing fuera, con cara de expectación. Tras unos segundos, me empecé a correr en su boca entre gemidos altos, cayéndole todo en la boca y levantando su cabeza, metiéndose mi glande en su boca mientras Irene terminaba de exprimir, apretando el tronco con fuerza. Después de parar a Irene y sacar mi polla de la boca de Elena, me eché a un lado, quedándome sentado mientras recuperaba la respiración. Elena cerró su boca, inflando sus mofletes por tener mi corrida dentro y se incorporó, sentándose y apoyando su espalda en el cabecero. Miró a Irene y se levantó, poniéndose de rodillas sobre la cama, acercándose a ella, cogiendo su cara con sus manos y besándola, pasándole parte de mi corrida. Una vez se dieron el beso, Elena cogió a Irene y pegó su cara a la suya, quedando ambas unidas por sus mejillas, se echó hacia delante, quedando las dos a 4 mirándome, Elena abrió su boca para enseñarme parte de mi corrida e Irene hizo lo mismo al verla. Elena se la tragó después de enseñarlo, haciendo lo mismo Irene. Una vez se la tragaron, Irene se levantó, cogiendo la cara de Elena para darle otro beso. Mientras todo eso pasaba, yo miraba muy cachondo y un poco en shock, por ver a Elena tan suelta.

Después me tumbé boca arriba, echándose Elena sobre mi hombro. Irene echó su cabeza sobre las caderas de Elena, quedándonos callados y descansando. Miré el reloj, eran casi las 5 de la mañana. Iba a incorporarme para irnos, pero miré a Elena y ya estaba dormida. Irene se incorporó a los pocos minutos, sentándose en la cama con las piernas cruzadas, mirándome a los ojos. Empezamos a hablar en susurros para no despertar a Elena.

-Qué bien la has convencido.
-Yo no he hecho nada, ha sido cosa suya.
-¿En serio?
-Sí. Me dijo que tenía pensado algo para hoy, pero no me imaginaba que fuera a hacer todo esto.
-Pues me habéis hecho un regalo de cumpleaños genial.
-¿Te ha gustado?
-Claro, me ha encantado. ¿A ti no?
-Sí, sí. Claro que me ha gustado.
-¿Te has quedado con ganas de más?
-No, no es eso.
-¿Qué es?
-Nada. No es nada.
-Si ya lo sé, pero quería que me lo dijeras.
-Ya, bueno. Supongo que era evidente.
-Yo también tenía muchas ganas de que me follaras. Me gusta mucho como se lo haces a Elena y estoy segura de que puedes hacer que me corra muchas veces seguidas.
-Ya, pero no puede ser.
-Ya... Si te digo la verdad, no esperaba que Elena llegara a hacer estas cosas viendo como estaba cuando empezamos a jugar en la fiesta que hicimos aquí.
-Eso es verdad.
-Quién sabe, lo mismo se anima y podemos llegar a...
-Bueno, si a ella le apetece, por mí bien.
-¿Crees que podremos meter a Mario en esto? Me da un poco de pena dejarlo apartado...
-No sé, Elena se corta mucho con él, pero lo mismo se anima también.
-No lo digo por ella...
-¿Por mí?
-Claro. ¿Te gustaría ver como otro hombre la toca, pudiendo llegársela a follar?
-He estado pensado en eso. Yo siempre he sido muy abierto en el sexo, no es problema para mí probar cosas nuevas, ya lo viste cuando Mario y yo nos besamos. Y creía que eso no cambiaría estando en pareja, pero vi que me equivocaba. Pasé a no estar seguro de si quería ver algo así.
-Bueno, ella está haciendo un esfuerzo. Primero te dejó verme desnuda, luego que me azotaras, estando yo desnuda y ahora te he podido tocar la polla, pajeándote y haciendo que te corrieras y tú me has tocado a mí, haciendo que me corriera varias veces.
-Ya, también he estado pensando en eso durante estos días y he pensado en hacer el esfuerzo si se da la ocasión. Pero ahora con lo que ha hecho hoy, lo tengo más claro. No es justo que ella ponga de su parte y yo no. Además, soy muy morboso y seguramente en el momento me encendería más que otra cosa.
-Qué bien. Oye, lo de que te dejarías chupar la polla por Mario si Elena te lo pide, ¿es verdad?
-Bueno, por probar, pues sí. Pero ahora que Elena está habiendo todo esto, me anima más a probarlo.
-Uff... Como me pondría eso...
-Todo es verlo, si se da la ocasión y a todos nos parece bien, ¿por qué no?
-Joder, Javi... No sabes lo contenta que estoy con vosotros...
-Ya me ha contado Mario antes.
-Es que estamos super a gusto con vosotros. Nunca hemos congeniado con otras personas como con vosotros.
-Nosotros también estamos muy contentos con vosotros. Nos trasmitís mucha confianza y sois muy respetuosos.
-Me alegra oír eso. -dijo con una amplia sonrisa- Os quedáis a dormir, ¿no?
-Sí, Elena ya está dormida.
-Genial, no me gusta dormir solita.

Irene apagó la luz tapándonos a los tres con la sábana, echando su cara sobre la espalda de Elena, abrazándola haciendo lo cucharita. Al cabo de unos minutos noté la respiración profunda de ambas, quedándome yo mirando al techo asimilando lo que pasó durante toda la noche. Como empezamos a jugar en el restaurante con bastante complicidad. Luego en el pub, donde seguimos jugando y lo pasamos muy bien bailando y demás, volviéndome a encontrar con Ángela, siendo una sensación agridulce, ya que por un lado me hizo ilusión, porque me hizo recordar buenos los momentos que pasábamos y también me entristeció un poco por recordar como perdimos el contacto tan repentinamente y sobre todo por lo que me dijo de que sentía cosas por mí en su día, sin llegar a decírmelo nunca por miedo a que me apartara. Finalmente, como acabó la noche en casa de Mario, con una Elena casi irreconocible, muy participativa, permitiendo el contacto entre Irene y yo. Me fascinó como llegó a ese punto y más recordado como se ponía cuando Irene intentaba tocarme, apartando su mano o diciéndole directamente que no me tocara. Fue una noche increíble, pensaba que me lo pasaría bien, pero no tanto con tanto morbo y excitación. Estaba contento y me relajé para dormir, pero me vino a la cabeza de nuevo el momento de Ángela, diciéndome que le presentara a Elena. No estaba seguro de si quería que eso tuviera lugar, sin llegar a saber por qué, tal vez por miedo a que Elena sintiera celos, cosa que sólo demostró en los acercamientos de Irene en situaciones más privadas, o por si Ángela se pasaba de la raya contando cosas que estuvieran fuera de lugar, aunque la conocía y ella no era así. No lo quise dar más vueltas, decidiendo no hacer nada, por si las moscas.

A la mañana siguiente me desperté conforme me había dormido, en la misma postura con Elena a mi lado, sobre mi pecho. Me despertó Irene al levantarse de la cama, saliendo de la habitación oyendo como hablaba con Mario, diciéndole que no entrara, que estábamos ahí y estábamos desnudos. Oí como se alejaban, por lo que desperté a Elena, quien estaba un poco desorientada.

-¿Qué pasa Javi?
-Nos tenemos que ir, es muy tarde.
-¿Qué hora es?
-Son más de las 12.
-Mmm...
-Ha venido ya Mario.
-Venga, vamos a vestirnos.

Nos empezamos a vestir, saliendo después hacia el salón, donde estaba Mario e Irene, vestida con una camiseta ancha.

M: ¿Qué tal la noche?
J: Genial.
I: Mario, ha sido increíble.
M: Me vais a dar envida... jajaja.
E: Lo siento...
M: No te preocupes, no pasa nada. A mí lo que me importaba era que Irene se lo pasara bien y parece que ha sido así.
I: Pues sí.
E: Me alegro de que estéis tan contentos.
I: Pues claro, Elena. Soy consciente del esfuerzo que has hecho y lo aprecio muchísimo (dijo yendo hacia ella para darle un fuerte abrazo).
J: Bueno, nos vamos ya, a ver si os vais a emocionar, jajaja.
I: Que tonto eres, jajajaja.

Nos fuimos hacia la puerta, dándonos abrazos, con Irene siendo la más afectiva, abrazándonos a Elena y a mí al mismo tiempo con mucha fuerza. Salimos de allí, montándonos en el coche para ir al pueblo de Elena y dejarla en su casa. Por el camino, Elena se sentó de lado, mirándome y sonriendo.

-Qué contenta te veo...
-Pues claro. Ayer me lo pasé genial.
-Mejor que conmigo a solas, ¿no? (dije con tono de guasa).
-Noooooooo, bobo... jajajaja.
-Jajajaja, ayer fue una pasada. No esperaba para nada que estuvieras así...
-Te dije que tenía algo pensado.
-Ya, pero no me imaginaba que fuera eso.
-¿Te gustó?
-Pues claro. ¿Cómo no me va a gustar? Estabas desatada, pidiéndome que reventarla a Irene.
-Bueno, tampoco es que te la follaras...
-Ni falta que hizo para que disfrutáramos todos.
-Me alegro que os haya gustado tanto a los dos (dijo riendo).
-Claro que sí mi vida, cada vez te sueltas más y estoy encantado con eso.
-Oye, ¿quién era la rubita que se te acercó anoche en el pub?
-¿Eh? Eh... Una antigua amiga de la universidad.
-Era muy guapa.
-Bueno, sí. Pero tú lo eres más.
-Vaya... jajajaja.
-Resulta que es de mi ciudad, pero nos conocimos en la universidad.
-Pues a ver si me la presentas.
-¿Quieres conocerla?
-Claro, ¿por qué no?
-Va, pues a ver si luego cuando estemos en mi ciudad la llamo y os presento.
-Vale.
-De hecho, ella me dijo que a ver si te presentaba también.
-Ah, ¿sí?
-Sí, parece que tiene curiosidad en la chica que me ha hecho cambiar de parecer en cuanto a las relaciones.
-¿Y eso?
-No sé...
-¿Le gustabas?
-Bueno, ella y yo nos veíamos, ya sabes...
-Sí.
-Pero no noté nada en su día.
-Bueno, pues a ver si coincidimos y se lo pregunto, tengo curiosidad.

Parecía que no lo iba a tener tan fácil como yo pensaba, Elena se dio cuenta de que Ángela habló conmigo y ahora tenía interés en conocerla. También pensé en que me colé, hablando de más, pudiendo meterme en un jardín. Cuando llegamos a su casa, estuvimos un rato mirándonos, con varias caricias, dándonos un beso para después entrar ella a su casa. Al irme a casa paré en un semáforo, viendo a Noelia y a María, aunque ellas no me vieron a mí. Me quedé mirándolas, viendo a María hablar durante todo el tiempo mientras Noelia escuchaba con rostro serio. Me pitaron porque el semáforo ya estaba en verde, por lo que salí de allí antes de que me vieran. Cuando llegué a casa me pegué una ducha y me quedé toda la tarde en el sofá, descansando.

Sobre las 10 de la noche, empecé a recibir mensajes, eran de Ángela.

-Hola guapetón, me ha hecho ilusión verte. ¿Quieres que nos tomemos un café mañana?
-Vale.
-Genial, pero tráete a tu chica.
-Claro.
-Te noto serio, ¿todo bien?
-Sí, claro, es que estoy cansado de anoche, estuvimos hasta tarde y bueno...
-Ah, vale. Pues nada, nos vemos mañana.
-Vale, luego hablamos.

Por alguna razón seguía sin hacerme gracia que ambas se vieran, pero tanto interés tenían ambas que accedí. Tras hablar con Ángela, le comenté a Elena el plan, pareciéndole bien, por lo que quedamos en que iría a recogerla para echar el café y luego ir ambos a mi casa a trabajar cada uno en lo nuestro. El resto de la noche y el día siguiente fue normal, yendo a por Elena. Ambos íbamos vestidos como lo solíamos hacer en nuestro día a día. Sin embargo, cuando llegamos a la cafetería vimos que Ángela iba bastante guapa, con un jersey azul de cuello vuelto, muy ajustado, unos shorts vaqueros y unas medias negras. Nuestro contraste con ella era bastante grande. Nos sentamos y nos pusimos a hablar, empezando ellas a conocerse. Era una conversación muy agradable, por lo que me relajé, hasta que la conversación fue por otro lado.

A: Chica, ¿qué has hecho para que éste se empareje?
E: Pues no hice nada, simplemente quedábamos y me empecé a colar por él.
A: Y él, ¿cómo se coló por ti?
E: Pues me llevó a su casa y me preguntó si había algo más.
A: ¿Él llevándote a su casa?
J: Bueno, no es tan raro.
A: A mí no me llevaste ni una vez...
J: Bueno, lo podrías haber dicho si querías.

Ángela me miró entornando los ojos y siguió:

A: Si mal no recuerdo te lo dije alguna vez.
J: Pues no sé, no recuerdo.
A: Bueno, Elena, sigue contando.
E: Pues le dije que sí y él se lanzó a mis labios.
A: Joder, Javi, que pasión, jajajaja.
E: Y bueno, pues ya lo demás, como cualquier pareja normal.
A: Y tú, ¿cómo te enamoraste de él?
E: Pues yo es que le cojo cariño a las personas con las que más tiempo paso y como nos conocíamos desde hace mucho, pues me habló y empezamos a rememorar tiempos pasados y nos acabamos acostando.
A: Vamos que empezasteis como follamigos.
E: Sí.
A: Eso sí le pega más al Javi que yo conozco.
E: Y bueno, pues quedábamos bastante y fuimos a una fiesta y se lio la cosa un poco con mi ex y él me sacó de allí para animarme y tal y me gustó mucho el gesto y empecé a sentir algo más por él. Se preocupó bastante por mí (decía mirándome sonriendo).
A: Vaya, pues qué suerte.
E: ¿Por qué?
A: Porque yo en su día estaba colada por él, pero él sólo me buscaba para lo que me buscaba.
E: Vaya...
J: Anda ya, pero si éramos amigos.
A: Sí, pero bueno...
E: ¿Y por qué no se lo dijiste?
A: Porque me gustaba bastante y no quería que se apartara de mí.
E: Te entiendo perfectamente.
A: ¿Sí?
E: Sí, yo no se lo dije por lo mismo. Pero él me preguntó y se lo dije. Estaba muy nerviosa.
A: Pues qué suerte tienen algunas... Yo lo he seguido intentando, pero nada, tres novios he tenido y con los tres he acabado mal...
E: Bueno, yo con mi ex... Estuvimos juntos durante 5 años y me puso los cuernos.
A: Uff...
E: Pues sí, pero bueno, con Javi es tan diferente...
A: Pues Javi es muy liberal, a ver si... jajajaja.
J: Ni de coña.
E: Sí, ya sé cómo es, pero él me ha dejado muy claro que me quiere a mí.
A: Vaya, qué cambiado estás... En la universidad ibas con una y con otra como si nada.
J: Pero esto es diferente.
A: Javi, estoy de coña.
J: Ya, ya.
E: ¿Tú no te veías con otros chicos?
A: Pues no, sólo con él. ¿Y tú?
E: No, Javi es el segundo chico con el que estoy.
A: Huy... a lo mejor un poco paradita para Javi...
E: ¿Perdona? (dijo poniendo cara de incredulidad).
A: No, o sea, no me malinterpretes. Javi tiene mucha experiencia y tal.
J: Ángela, ya está.
A: No, no lo decía a malas, de verdad. No os enfadéis.
E: ¿Tú no eras paradita para él?
A: Bueno, yo estuve con varios chicos antes que con él.
E: Ya...
A: O sea, tampoco es que sea una guarra.
J: Bueno, ya está. Parad con el tema.
A: Sí, creo que es mejor que me vaya.

Ángela se fue y a los pocos minutos nos fuimos nosotros a mi casa. Cuando llegamos, entramos en mi habitación después de saludar a mis padres. Nos pusimos en mi escritorio a hacer cada uno nuestras cosas, sin hablar a penas desde que salimos de la cafetería. No sabía qué hacer para relajar la cosa, así que dije:

-Lo siento.
-¿Por qué? No es culpa tuya.
-No sé, no sabía qué decir.
-No pasa nada, Javi.
-Ya, pero me molesta lo que ha pasado. Que por la cara diga eso de ti...
-Es normal, yo no soy tan guapa como ella, ni tengo su cuerpo.
-Elena, no vayas por ahí. Para mí eres la mejor en todos los aspectos.
-No lo digo por eso. Me refiero a que ella seguro que ha tenido a más chicos detrás y por eso tiene más experiencia.
-Mira Elena, he estado con ella y contigo y te puedo decir que tú me satisfaces más.
-¿En serio?
-¿No ves cómo me pongo cuando me besas el cuello, o cuando me sonríes así cuando giras tu cabecita? ¿No ves cómo me pones la polla cuando me calientas, cómo haces que me corra dentro de tu coñito y en tu boquita? ¿O cómo me encanta dormir contigo encima de mí, o abrazándote a mí o abrazándote yo? Oliendo tu pelo, tu cuello, acariciando tu cuerpo tan suave, besando esos labios después de ver tu carita con esas pecas que me vuelven loco... Tu sonrisa que ilumina el lugar en el que estás, tu...

Entonces Elena me interrumpió, cogiendo mi cara con sus dos manos para besarme con mucha intensidad. Después me levantó, sentándome en mi cama.

-Elena...
-Shhh (dijo poniéndome la mano en la boca mientras negaba con la cabeza).
 
Capítulo 89

Se sentó encima de mí, con una pierna a cada lado para volver a besarme con mucha intensidad. De pronto se levantó para ir hacia la puerta, para echar el cerrojo. Volvió hacia a mí quitándose la sudadera y el sujetador, volviendo a ponerse encima de mí para besarme, separándose de mí para quitarme la sudadera de un tirón. Yo respiraba aceleradamente de la excitación mientras veía a Elena mirándome con una cara muy sensual. Después me acarició la cara con ambas manos mientras me miraba a los ojos fijamente. Me empujó hacia atrás, apoyándome yo sobre mis brazos, mientras ella se ponía de rodillas, terminando de desnudarme. Me empezó a comer la polla muy lentamente con los ojos cerrados, acariciándome los muslos cuando alternaba de mano. Fue una mamada breve, aunque muy sensual, sin llegar a metérsela entera en la boca, pero lo disfruté bastante. Después se levantó para terminar de desnudarse lentamente, viniendo hacia a mí para subirse, mojando sus dedos para llevárselos a su coño y frotarse con ellos. Dirigió mi polla con su mano, acariciando su raja para después meter lentamente el glande, mientras soltaba un gemidito. Poco a poco dejó caer su cuerpo sobre el mío, hincándose más mi polla, empezando un ligero movimiento hacia delante y atrás mientras ponía sus manos en mis hombros. Cada vez hacia el movimiento más rápido, excitándome mucho, por lo que la cogí, tumbándola boca arriba para empezar a follarla yo, agarrándose ella con sus piernas a mis caderas, abrazándome para pegar nuestros cuerpos.

-Javi, te quiero (dijo entre jadeos, apretando su abrazo).

Levanté mi cuerpo para mirarla a la cara, mirándome ella con los ojos vidriosos. Bajé el ritmo con el que la follaba, empezando a darle varios besos por la cara mientras ella acariciaba mi espalda y lanzaba pequeños gemidos. Después de darle los besos, volví a levantar mi cuerpo, para empezar a follarla con más ritmo, apretando ella sus ojos y llevando su mano a su boca para ahogar sus gemidos. Al cabo de unos pocos minutos, Elena me abrazó con fuerza, para girar nuestros cuerpos y ponerse ella encima de mí, cogiendo mis manos, entrelazando nuestros dedos, mirándome fijamente a los ojos. Me encantaba la cara que tenía, la veía muy excitada y entregada.

-Te quiero (le dije susurrando).

Elena paró durante unos segundos, mirando con unos ojos muy vivos, entonces empezó a follarme muy rápidamente, moviendo su cuerpo hacia delante y atrás, para a los pocos segundos, echarse sobre el mí pegando nuestros cuerpos. Podía notar sus pezones clavándose en mi pecho. Me empezó a besar el cuello mientras movía su culo hacia arriba y abajo muy rápidamente, después soltó mis manos para abrazarme por el cuello mientras me lo seguía besando, cogiéndole yo el culo, acelerando la follada. Bastaron pocos minutos para que Elena se empezara a correr, ahogando sus gemidos en mi cuello, abrazándome con mucha fuerza, temblando fuertemente. A los pocos segundos me empecé a correr yo, levantando mis caderas hacia arriba mientras agarraba el culo de Elena con fuerza. Cuando acabé de correrme dejé caer mi cuerpo sobre la cama, con el suyo aún sobre el mío. Empecé a recuperar la respiración, notando como le daban fuertes espasmos a Elena mientras seguía agarrada con fuerza a mí. Una vez se recuperó, le di un poco de papel para que se limpiara mi corrida, echándose después sobre mí, estando ambos tumbados en la cama, pero entonces noté como la respiración de Elena se alteraba.

-¿Qué pasa?
-Nada...
-¿Estás llorando?
-No...
-Va, ¿qué pasa?
-Nada, Javi. Que soy muy feliz contigo.
-Joder, Elena...
-Ay... Déjame, que estoy sensible...
-Jajajaja, ayyyyy...

La cogí para subirla encima de mí para mirarnos.

-Elena, yo también soy muy feliz contigo.

Nos empezamos a besar de nuevo durante unos minutos, vistiéndonos después. Seguimos trabajando durante el resto de la tarde, cenando después en mi casa y llevándola después a su casa. Por el camino me acordé de lo que me dijeron Mario e Irene acerca de nosotros, por lo que saqué el tema.

-El sábado hablé con Mario e Irene.
-¿De qué?
-Bueno, Mario me habló en el pub mientras vosotras bailabais. Me dijo que estaban muy contentos con nosotros, que no habían tenido tanta confianza con otros como con nosotros.
-Ah, qué bien.
-Y luego con Irene, cuando te quedaste dormida. Me dijo lo mismo, que nos consideran como de la familia.
-Sí, a mí también me lo ha dicho.
-¿Sí?
-Sí, hablo bastante con ella. Me dijo eso ayer por la tarde, estaba encantada con todo lo que hice por ella.
-Y tú, ¿qué sientes por ellos?
-Pues les estoy cogiendo mucho cariño. Me cuesta más con Mario, ya sabes, pero los considero muy buenos amigos y creo que estamos compartiendo cosas muy íntimas, lo que hace que el lazo sea más grande.
-Ya veo.
-¿Y tú?
-Pues pienso igual. Creo que han sido muy respetuosos y nos han dado mucha confianza.

Elena me dio la razón y nos quedamos callados el resto del camino hasta que estaba aparcando frente a su casa.

-Javi, no te voy a engañar. Me da un poco de miedo.
-¿El qué?
-Me gusta mucho pasar tiempo con Irene y Mario, pero me da miedo por otra parte.
-¿Por qué?
-Me da miedo llegar a hacer algo por el calentón del momento y arrepentirme de eso.
-¿Lo dices por lo de dejar que Irene y yo nos tocáramos?
-No, no es por eso. Estaba nerviosa cuando pasó, la verdad. Fue un poco raro para mí, pero no me disgustó del todo y os veía con ganas.
-Elena yo...
-Javi, no pasa nada. Es normal. En el momento en el que estábamos, con el calentón, el morbo y demás, pues es normal que os mirarais así.
-¿Tanto se notaba?
-Os comíais con los ojos.
-¿Lo hiciste por eso, o porque salió de ti?
-Bueno, mitad y mitad.
-Elena, ya te dije que yo no haría nada que tú no quisieras.
-Ya, pero os veo a los tres tan iguales en ese aspecto, que me dan ganas de ser como vosotros.
-Bueno, a mí me gusta cómo eres, no tienes que hacer esas cosas por mí si a ti no te terminan de gustar o hacen que te sientas incómoda.
-Ya, lo sé. Pero me apetece hacerlo por ti, quiero verte disfrutar.
-No sé Elena, yo ya te he dicho lo que pienso. Todo lo que pase depende de ti.
-Creo que lo tengo bajo control, no creo que pase nada de lo que podamos arrepentirnos, pero tampoco es que esté completamente segura, porque cada vez me animo a hacer más cosas y tal.
-Bueno, tranquila. No creo que haya problema con Irene y Mario, saben lo que hay y no me imagino que pasen el límite.
-Hay otra cosa que me da un poco de miedo.
-¿El qué?
-Pues que alguno llegue a sentir algo más.
-¿Por qué lo dices?
-No sé, no he visto nada raro, pero es un miedo que tengo.
-¿Crees que deberíamos hablar esto con ellos?
-No creo, yo lo dejaría estar. No hemos tenido ningún motivo para pensar esas cosas por su parte. Seré yo, que le doy muchas vueltas.
-Elena, si en algún momento estás incómoda o lo que sea, quiero que me lo digas, sea en el momento que sea.
-Sí, Javi. Tranquilo.
-Y tampoco quiero que le des vueltas a lo que ha pasado esta tarde. No merece la pena.
-Ya, ya. Me has convencido después, jeje.

Nos dimos un beso muy lento, bajándose después ella del coche para entrar a su casa. De vuelta a casa pensé en lo que me dijo minutos antes. Me preocupó un poco por sus miedos. Se dio cuenta de la tensión que había entre Irene y yo, haciendo en parte que nos tocáramos. Y luego lo de que alguien sintiera algo más. Por como estaban las cosas, pensé que se refería a Irene, ya que se acercaba mucho a Elena, no vi nada más aparte de eso. Irene y Mario nos dejaron bastante claro que ellos se querían el uno al otro y que lo que hacían con las demás personas era sólo para pasárselo bien. Al rato de llegar a casa me acosté. Me costó un poco dormirme por darle vueltas a eso, pero el olor de Elena que aún estaba en las sábanas y en la almohada hizo que me relajara, cerrando los ojos, pareciendo que estaba allí conmigo, por lo que me acabé durmiendo al rato. Los dos siguientes días transcurrieron con bastante normalidad, hablando con Elena por mensaje sin nada reseñable, hasta que el jueves por la mañana me desperté con mensajes de Noelia.

-Hola Javi, ¿qué tal?

No entendía la normalidad con la que me hablaba con todo lo que pasaba y más con lo de nuestro último encuentro, pero le respondí.

-Bien, ¿por?
-¿Todo bien con mi hermana?
-Sí, claro (respondí extrañado).
-Es que lleva un par de días rara. Está muy callada y tal.
-Pues no sé, nosotros estamos bien. No la veo desde el lunes, pero he estado hablando con ella y todo normal.
-Bueno, yo sólo te digo lo que veo.
-¿Y por qué lo haces? ¿No querías que te dejara tranquila?
-Joder, no se te puede decir nada, todo te parece mal.
-No es eso, sólo que me parece raro que me hables así tan de buenas y avisándome. ¿Por qué lo haces?

No me respondió. Parecía que se había enfadado, pero eso era lo último que me importaba en ese momento. Me quedé pensativo por lo que me dijo de Elena. ¿Qué pasaba? Pensé que era por lo de Irene y Mario. Un poco más tarde la llamé por teléfono para intentar descubrir qué pasaba.

-¿Cómo está mi niña?
-Genial. ¿Y mi chico?
-Bien, a ver si trabajo un poco. ¿Quieres que vaya a por ti sobre las 8 y nos tomamos algo con éstos?
-Mmm... No, esta noche voy a cenar con mi abuela, que me ha preguntado y le he dicho que sí.
-¿Todo bien?
-Sí, sí. Claro. Pero es que me apetece estar con ella y no le quiero hacer el feo.
-Vale, sin problema. Otro día será.

Seguimos hablando un poco más sin nada destacable, con un tono normal por su parte. Una vez acabamos de hablar analicé la conversación. Por su tono no noté nada, sólo el rechazo a lo de salir por la noche un rato, que tampoco me pareció algo muy destacable. Pensaba que podría ser eso, pero tampoco es que tuviera ningún hilo del que tirar, así que me puse a trabajar, pensando en seguir hablando con ella más tarde para ver si podía ver algo o para ver si le apetecía quedar al siguiente día. Sobre las 11 ese mismo día le volví a hablar.

-Hola mi vida, ¿quieres que mañana cenemos por ahí?
-No creo que pueda. Mi madre ha dicho de cenar las 4 juntas y ya he dicho que sí.
-Elena, ¿pasa algo? (dije ya sin saber qué decir para intentar saber qué le pasaba).
-Nada, Javi. ¿Qué va a pasar?
-No sé, me apetece verte.
-Ya, cariño. Pero es que ha surgido esto así. El sábado nos vemos.
-¿Algún plan?
-Sí, vamos con Irene y Mario al pub del otro día a echar el rato, que me apetece bailar y el otro día lo pasamos bien.
-¿Ha sido idea de Irene?
-Sí. Me ha dicho que se lo pasó muy bien y que quería repetir y me ha parecido bien.
-Ah, genial.
-Nos vemos entonces el sábado, ¿vale?
-Claro, voy a por ti.

Me quedé un poco descolocado por la conversación. Me daba la impresión de que me evitaba y además hizo un plan con Irene, dando por sentado que me parecería bien, cuando me hubiera gustado más estar a solas con ella y más con esto de que estaba rara, para intentar solucionar el problema, si es que había alguno. El sábado a las 8 de la tarde fui a por ella, aparcando en su puerta.

-Elena, estoy en la puerta.
-Pero si era más tarde.
-Creía que cenaríamos fuera.
-Bueno, no he cenado aún, si quieres podemos ir a algún sitio. Venga pasa mientras me arreglo.

Entré a su casa, recibiéndome ella con un pico. Me hizo pasar al salón, donde estaba Noelia. Elena dijo que iba a ducharse y a arreglarse, yéndose del salón. Noelia sin decir nada ni dirigirme la palabra, se levantó y se fue a su habitación, dejándome sólo. Fue una situación rara, porque de pronto me sentí como alguien ajeno, como si sobrara allí. No me preocupaba el comportamiento de Noelia, pero si el de Elena, quien después de días sin vernos me recibió con un pico, notándolo un poco frío. Me quedé un rato bastante largo sólo hasta que por fin apareció.
 
Capítulo 90

Estaba muy guapa, yendo con una camisa de seda negra de tirantes, unos shorts vaqueros muy ajustados, unas medias negras y los botines que tanto me gustaba. En la mano llevaba un abrigo y un bolso, pero lo más llamativo era su maquillaje, siendo más cargado que las demás veces, con una sombra de ojos bastante llamativa, colorete en sus mejillas y unos labios de un rojo muy intenso. Casi ni la reconocía, aunque la vi bastante guapa.

-Pero bueno, ¿y eso?
-Me apetecía, jajaja.
-Estás muy guapa.
-Gracias. ¿Vamos?
-Venga.

Fuimos a un restaurante cerca del pub para cenar, hablando, aunque sí que la notaba más callada. Cuando acabamos fuimos a dar un paseo hasta que nos avisaron Mario e Irene para ir al pub. Una vez no encontramos nos saludamos y entramos, pidiéndonos algo para beber mientras las chicas bailaban. Mario debió notarme algo, porque me preguntó.

-¿Qué te pasa tío? Te noto serio.
-Nada. Noto a Elena un poco rara y no sé qué es.
-¿Le has preguntado?
-Sí, pero me ha dicho que no pasa nada.
-Buah, la típica.
-Ya. Tampoco quiero ser pesado, hemos venido a pasarlo bien.
-Bueno, relájate.

Mario se levantó, yendo con las chicas para bailar con ellas mientras yo me quedé en la barra. Irene vino a los pocos minutos para preguntarme.

-¿Qué te pasa?
-Nada, veo a Elena un poco rara.
-¿Y eso?
-No lo sé. Le he intentado preguntar, pero no me ha dicho nada.
-Creo que sé lo que le pasa...
-¿Sí?
-Verás...

En ese momento apareció Ángela, saludándonos con dos besos y poniéndose a hablar con nosotros. No me sentía muy cómodo con ella, pero inmediatamente se disculpó conmigo por lo del lunes, diciéndome que no tenía la intención de ofendernos ni nada. Entonces noté un tirón de la mano, era Elena, llevándome hasta la pista para cogerme del cuello, empezando a bailar. Miré había donde estaban Irene y Ángela, viendo como Ángela se encogía de hombros un poco, medio desconcertada por eso y a Irene, aguantando la risa. Elena cogió mi cara para que la mirara a ella, para luego darme un beso. Después me dijo que bailara con ella, cogiéndola yo de las caderas para seguirla. Después de estar bailando con Elena durante un rato, vi como Mario iba con Irene y Ángela. Elena también se percató, cogiéndome de nuevo de la mano, tirando de ella para llevarme a los baños. Nos metimos en uno, echando ella el pestillo.

-Elena, ¿qué te pasa?
-Nada, que quiero echar un polvo con mi novio (dijo mientras me empezaba a desabrochar la camisa).
-Para.
-¿Por qué? ¿Qué pasa?
-No sé, dímelo tú.
-No sé a qué te refieres.
-Elena, llevas unos días rara. Noto como que me has evitado y ahora estás así...
-Javi, no te pongas así, no pasa nada.
-Sí no me pongo de ninguna manera, pero te noto rara y no sé qué pasa, mi vida.
-Ay, Javi. Que no es nada (dijo empezado a besarme).
-Elena, no estoy de humor.
-Bueno, no pasa nada. Vamos con Irene y Mario.

Salimos de los baños, viendo como Ángela seguía hablando con Irene y con Mario. Mario se acercó diciéndonos que se iban a casa con Ángela, que había surgido la ocasión y que les había caído bien. Se fueron de inmediato, dejándonos a Elena y a mí allí. Nos sentamos, quedándonos en silencio hasta que Elena dijo de ir a casa. Cogimos los abriros y nos fuimos de allí. Le dije de ir a mi casa, pero me dijo que no, que quería dormir en la suya. Nos montamos en el coche y fuimos hasta su casa, sin hablar nada durante el camino. Aparqué en su puerta, para preguntarle:

-Elena, ¿de verdad que no pasa nada?
-Ay, Javi...
-¿Es por Ángela?
-Ajá (dijo asintiendo mientras se le empezaban a caer lágrimas).
-Creía que habíamos aclarado eso...
-Sí, pero me puse a darle vueltas después y bueno...
-¿Por eso te has pintado tanto?
-Sí...
-¿Pero cuál es el problema?
-No sé. Creo que no me veo tan guapa como tú me dices y quería parecerme a ella.
-Ya lo hemos hablado Elena, para mi eres la más guapa. No hay necesidad de esto.
-Ya, si lo sé. Pero es que la veía tan decidida y tan echada para delante que no sé. Me dio un poco de envidia.
-No sé qué decirte Elena, yo ya te he dicho todo lo que siento por ti y no te quiero ver así.
-No te preocupes. Ya se me pasará. Supongo que me he puesto un poco celosa o algo.
-¿Te molesta que Irene y Mario se la hayan llevado a casa?
-Un poco.
-¿Quieres que me quede a dormir?
-Por favor...
-Claro, mi vida.

Entramos a su casa, encontrándonos a Noelia y María.

N: Elena, ¿qué te pasa?
E: Nada.
N: Pero si estás llorando...
E: Es que me ha bajado la regla y me duele mucho.
N: ¿Y qué haces tan pintada? Nunca te he visto así...
E: Me apetecía.
M: Te queda bien.
N: ¿De verdad que estás bien?
E: Que sí.
J: ¿Vosotras no salís?
M: Nos hemos echado una cerveza, pero ya nos hemos venido (dijo sonriendo).

Por el tono con el que habló María me dio la impresión de que pasaba algo que le gustaba. Mientras ellas seguían hablando me puse a pensar en qué podría ser, entonces até cabos y entendí que tal vez había habido un acercamiento entre María y Noelia, por eso me dijo Noelia que la dejara en paz. Después de hablar durante un raro, fuimos a la habitación de Elena y ella se fue a quitarse el maquillaje. Una vez lo hizo, volvió a la habitación, quitándose la ropa y poniéndose un pijama. Ambos nos tumbamos en la cama y nos tapamos. Notaba a Elena muy tristona, por lo que le empecé a acariciar por todo el cuerpo y darle besitos mientras la consolaba, logrando animarla un poco. Cayó dormida enseguida sobre mi pecho. Yo me sentía mal porque no sabía qué hacer para hacerla sentir mejor. Yo tenía claro que para mí ella lo principal, pero de alguna manera ella empezó a mostrar inseguridades sobre ella misma que no entendía, porque Elena no tenía nada que envidiar a Ángela físicamente y no es que la viera así porque estuviera enamorado de ella. Ya la veía así antes de que empezáramos a salir y tanto Mario como Irene la veían muy atractiva también. Mientras pensaba todo eso oí como María se despedía de Noelia y salió de allí, porque oí como se cerraba la puerta de la calle. Empecé a pensar en si estaba pasando lo que pensé mientras estábamos en el salón hablando con ellas. Los indicios señalaban eso, pero no estaba totalmente seguro. Pensé en hablar con María para ver si era así, porque con Noelia siempre había malos roces. Entonces, a los pocos minutos oí de nuevo la puerta de la calle, con susurros, ya que la puerta de la habitación de Elena no estaba completamente cerrada.

-Shhh, no hagas ruido, que no estoy sola en casa.
-Joder...
-No podemos hacer mucho ruido, a ver si se van a enterar...

No logré reconocer la voz de la otra persona, pero si noté que era la de un chico. Oía algún ruido de vez en cuando, hasta que después de unos minutos oí a Noelia gemir. Fue muy corto y no muy alto, imaginé que se estaba reprimiendo. A los pocos minutos oí como salían de su habitación, para después oír como se cerraba la puerta de calle. Notaba como alguien se acercaba a nuestra habitación, por lo que cerré los ojos para hacerme el dormido.

-Mierda (reconocí la voz de Noelia).

Inmediatamente oí como se alejaba, cerrando la puerta de su habitación. Imaginé que su reacción fue esa al ver que la puerta no estaba cerrada. También pensé en que otra vez venía a asomarse para ver si veía algo. Estaba bastante confundido con su comportamiento, pero tampoco es que fuera a indagar preguntándole directamente, porque ya sabía lo que había con ella. Miré a Elena, viendo lo preciosa que estaba mientras dormía profundamente, pensando en cómo animarla y se me ocurrió algo que pensé que le gustaría. Entre que nos fuimos a dormir temprano y la luz que entraba por la ventana, me desperté temprano, con Elena encima de mí. Le empecé a acariciar la cara, dándole algunos besos. Se empezó a despertar desperezándose.

-Mmm... Javiiiii...
-¿Estás mejor?
-Sí.
-Bien, porque nos tenemos que ir.
-¿A dónde? Es muy temprano...
-Vaya, luego soy yo el dormilón... jajajaja.
-¿Qué plan tienes?
-Quería que lo vieras cuando llegáramos, pero necesito que te lleves un bikini.
-¿Vamos a la playa? (dijo levantando rápidamente la cabeza).
-Sí. Pensé que te animaría.
-Me encanta la playa.
-Pues venga, arriba, que tenemos que ir a mi casa a por mí bañador.

Se levantó rápidamente, levantando más la persiana, empezando a sacar bikinis para que los viera. Acabamos eligiendo uno que tenía la parte de arriba de azul celeste, mientras que la de abajo era negra. Se vistió con ropa normal, con el bikini debajo y echó algunas cosas en un bolso y después de desayunar nos fuimos a mi casa a por mí bañador. Cuando llegamos a la playa, extendidos las toallas y pusimos la sombrilla que cogí de mi casa. Elena sacó el bote de crema, embadurnándome con ella, echándose luego ella, pidiéndome que le echara por la espalda. Nos pusimos a tomar el sol, ya que a pesar de que estuviéramos aún en abril, hacía buen día y el sol pegaba un poco. La noté más animada, diciéndome de ir a bañarnos juntos. Me levanté y la cogí en brazos entre risas, aprovechando que no había mucha gente para meternos en el agua. Nadamos un poco, metiéndonos mar adentro, donde había más profundidad y se acercó a mí para agarrarme por la espalda. Al poco se fue moviendo hasta estar igual, pero ahora abrazándome de frente, dándome besitos. Me miraba con mucha ternura, cambiando poco a poco a cara de estar cachonda. Me empezó a besar lentamente, para luego hacerlo con mucha lengua, frotándose con mi paquete, provocando que se me pusiera dura.

-¿Quieres jugar?
-Quiero que me la metas aquí mismo.
-Uff...

Empezó a meter su mano por mi bañador, cogiéndome la polla para empezar a masturbarme ligeramente.

-¿En serio quieres que te folle aquí? Nos pueden ver...
-Me da igual, no hay tanta gente y te quiero sentir dentro de mí.

Mientras ella me cogía con sus brazos por el cuello, yo me bajé un poco el bañador para liberar mi polla ya bastante dura. Empecé a acariciar el coño de Elena por encima del bikini con mi polla, pero ella bajó una de sus manos hasta su bikini para moverlo a un lado y dirigir mi polla para meterla un poco, acompañando el gesto de un gemido. Volvió a abrazarme pasando sus brazos por mi cuello, mientras yo pasaba mis brazos por debajo de sus piernas para agarrarla por el culo. Se la empecé a meter suavemente mientras ella se mordía el labio y me miraba a los ojos.

-Qué rico, mi amor...
-¿Te gusta así?
-Sí, despacito.

Seguí durante unos minutos con un ritmo muy suave, tanto que no se podría notar apenas el movimiento si alguien nos miraba. Ella me miraba y besaba. Entonces empecé a aumentar el ritmo mientras ella gemía un poco más alto. No nos importaba porque no teníamos a nadie cerca. Seguí la follada con buen ritmo durante unos minutos hasta que los gemidos de Elena eran más intensos, lo que me puso muy cachondo y la empecé a mover con más fuerza y rapidez, aumentando ella aún más sus gemidos, tanto que se pegó a mi hombro para ahogarlos. A los pocos segundos noté como empezaba a temblar mientras gemía lanzando varios "ay" de forma bajita, intentando reprimirse para que no nos oyera nadie.

-No pares, sigue así (dijo con la voz entrecortada por su orgasmo).

Sin decir nada seguí conforme estaba, aunque estaba a punto de correrme por el tiempo que llevábamos, la excitación que tenía, el ritmo y como me estrujaba la polla con su coño por su orgasmo. En cuestión de segundos le empezaron a dar espasmos, mordiéndome el hombro para ahogar sus gemidos como hizo aquella vez en mi casa. Aun así, lanzaba gemidos, aunque bajos, pudiéndolos oír solo yo. Entonces me empecé a correr yo dentro de su coño, apretando los dientes para no hacer ruido mientras respiraba fuertemente. Me quedé dentro de ella durante unos minutos, notando como le daban espasmos. Conforme se recuperaba, me paró de morder, abrazándose a mí con mucha fuerza con sus brazos. Se me empezó a bajar la erección, notando el contraste de temperatura entre el coño de Elena y el agua al sacarla. Me puse bien el bañador mientras ella aún me abrazaba con fuerza. Poco a poco se fue relajando, aflojando su abrazo para mirarme a los ojos y besarme. Me miraba con una sonrisa muy bonita, volviendo a abrazarme.

-Gracias.
-¿Por qué?
-Por todo.
-No podía dejar que mi niña estuviera triste sin hacer nada.
-Jo... (dijo mirándome a los ojos de nuevo para volver a besarme).

Al poco salimos para volver a tumbarnos en las toallas. Elena se puso un pañuelo rojo como si fuera una cinta, desde su nuca hasta la parte superior de su cabeza, para que el pelo no le diera en la cara, estaba preciosa. Estuvimos hablando un rato, hasta que Irene llamó a Elena, poniendo ella el móvil en manos libres.
 
Capítulo 91

I: Niña...
E: ¿Qué pasa?
I: No quiero que te enfades por irnos con Ángela...
E: Ya, no pasa nada.
I: Oye, te oigo fatal...
E: Es que estamos en la playa y hace un poco de aire.
I: ¡Anda! Como te cuidan... jajajaja.
E: Mejor de lo que quiero, jajaja.
I: ¿Ves? Es que no sé por qué te pones celosa, si Javi te quiere como a nadie.
E: Sí, soy tonta.
J: A ti también ya te vale, pasar así de nosotros... jajaja.
I: Nooooo, es que se presentó la ocasión...
J: Ya, ya... Te vamos a tener que castigar...
I: Huy... Me gusta eso...
J: Ya veremos... jajaja.
I: Vale, vale, jajaja. Os dejo que os divirtáis parejita...

Después de colgar Elena y yo seguimos hablando.

-Qué cabrona es... jajajaja.
-Cómo le va la marcha...
-¿Va en serio lo de castigarla?
-No sé, lo he dicho por decir, ¿por?
-Porque se me está ocurriendo algo...
-Uff, me encanta cuando te pones así, Elena.

Elena me sonrió girando su cabeza, por lo que me la empecé a comer a besos. Parecía otra Elena a la de la noche anterior, estaba muy animada. A la hora de comer fuimos a un chiringuito que había cerca, echando un rato para después volver a las toallas.

-¿Te ha molestado?
-¿El qué?
-Qué le dijera a Irene como estaba antes de decírtelo a ti.
-Qué va, sois amigas y entiendo que haya temas que necesites hablar con ella.

Elena sonrió y nos tumbamos de nuevo, pasando el resto de la tarde tranquilamente hasta que empezó a atardecer, recogiendo todo para volver a casa.

De camino a casa nos paramos a cenar en un bar, volviendo después a montarnos en el coche. La miré y estaba con los ojos entornados.

-¿Estás cansada?
-Un poquito.
-¿Quieres que me quede a dormir?
-Siiiii, voy a preguntarle a mi hermana si está mi madre en casa o algo.

-Vale.
-Dice que no está, así que te quedas conmigo.
-Bien.

Llegamos a su casa, entrando al salón donde estaba Noelia.

N: ¿De dónde venís?
E: De la playa.
N: ¿En serio? Qué suerte...
E: Deberías salir un poco para distraerte tú también.
N: Ya, no todas tenemos la suerte que tienes tú.
E: Joder, tampoco hace falta que tengas novio para salir.
N: Ya, ya.
J: Aun así, eres muy espabilada, seguro que no tienes tanto problema para encontrar a alguien.

Noelia me miró entornando un poco los ojos.

E: Bueno, vamos a la ducha, que con la sal y la crema...
J: Venga, va.

Elena y yo fuimos a la ducha, cerrando la puerta y desnudándonos para meternos y ducharnos. Mientras lo hacíamos nos empezamos a besar y a acariciarnos y entre una cosa y otra me empezó a pajear suavemente. Yo le tocaba el coño mientras ella me miraba con ojitos, entonces ella se puso de rodillas para empezar a comérmela, primero de manera suave, aumentando el ritmo hasta llegar a metérsela entera en la boca.

-Elena, me encanta como me la comes...

Elena abrió sus ojos, mirando hacia arriba y guiñándome un ojo. Me gustó tanto eso que le cogí la cabeza y le empecé a follar la boca suavemente, hasta que empecé a aumentar el ritmo, provocando que hiciera sonidos guturales y de atragantarse. Elena hizo fuerza con sus manos para despegarse de mí.

-Para, que estamos habiendo mucho ruido...
-Joder, es que estoy muy cachondo...

Elena se levantó para besarme y ponerse de espaldas a mí, poniendo su culo en pompa. Le empecé a acariciar la raja con la polla y se la metí a los pocos segundos, estaba muy cachondo por lo que la empecé a follar a buen ritmo, empezando ella a gemir con más intensidad, aunque se reprimía para no hacer ruido. A mí no me importaba el ruido de lo cachondo que estaba, por lo que empecé a follarla cada vez más fuerte, empezando a hacer ruido por el choque de nuestros cuerpos, empujándome Elena inmediatamente.

-Javiiiii, no hagas ruido... (dijo susurrando).
-Elena, estoy muy cachondo, quiero follarte bien...
-A ver, métemela así...

Se puso mirándome, apoyada contra la pared, dando un respingo por lo fría que estaba. Le empecé a acariciar la raja de nuevo, empezándosela a meter mientras ella suspiraba. Le cogí las piernas, pasándolas por debajo de mis brazos, levantándola para ponerla a mi altura, empezando a follarla a buen ritmo mientras ella me miraba con cara de placer. Me abrazó fuertemente con sus brazos a los pocos minutos, gimiendo en mi oreja.

-Así, así mi amor... Me voy a correr...
-Sí, yo también...
-Ay, Javi...

Empezó a temblar fuertemente mientras apretaba su cara contra mi hombro. Al notar como se corría, respirando entrecortadamente, me empecé a correr yo también dentro de ella, quedándome quieto cuando acabé, esperando a que se recuperara ella. Una vez lo hizo, me cogió la cara con sus manos para besarme. Después la dejé de pie, terminando de lavarnos, saliendo de la ducha cuando acabamos. Me percaté de que la puerta estaba entornada, casi cerrada, oliéndome porqué estaba así. Cuando acabamos, fuimos a su habitación, poniéndose ella un pijama y quedándome yo en boxers. Caímos dormidos inmediatamente, con Elena sobre mi hombro, pasando si brazo por mis caderas. Me desperté de madrugada, yendo al baño para desahogar la vejiga, volviendo después con Elena. A los pocos segundos oí un ruido, notando como alguien se acercaba a la habitación. Abrió la puerta, entró y se tumbó en la cama junto a Elena. Yo estaba en shock, haciéndome el dormido, hasta que se despertó Elena.

E: Noelia, ¿qué haces aquí...? (dijo dándose la vuelta para mirarla, dando la luz de la mesita).
J: Joder, que susto.
N: Elena, estoy triste...
E: ¿Qué te pasa?
N: El chico ese que me gusta no me hace caso y encima se está riendo de mí.
E: Bueno, no pasa nada, ya verás como podemos arreglarlo... (dijo abrazándola)

Miré a Noelia de malas maneras, devolviéndole ella la misma mirada, pellizcándome con rabia en el costado. Después se abrazó a su hermana, poniéndome yo de lado, dándole la espalda a ambas. Noelia le preguntó que si se podía quedar, diciendo Elena que sí, por lo que apagó la luz de la mesita para volver a dormir. Me dormí, despertándome cuando Noelia se fue para ir a clase. Estaba en la misma postura y oí que empezaron a hablar bajito.

-Elena, es tarde, el autobús se va ya.
-Espera, le digo a Javi que te acerque.

Elena me empezó a llamar, zarandeándome ligeramente con la mano, pero me hice el dormido, no la quería llevar y menos yendo los dos solos en el coche. Elena, al verme profundamente dormido sin responder, se levantó para coger mi coche y acercarla. Cuando se fueron me quedé pensando, estaba muy enfadado. Cuando Elena volvió se tumbó de nuevo a mi lado para volver a dormir, abrazándome y echándose sobre mi pecho. Lo normal es que me hubiera agradado, pero al dormir abrazada a Noelia, se le pegó su olor y estaba muy enfadado. Después de dormir unas horas más, se despertó con ganas de guerra, pero aún seguía enfadado y tenía el olor de Noelia pegado, por lo que me negué, diciendo que estaba cansado y no me apetecía. Nos levantamos para desayunar, estando yo bastante callado.

-Voy a ayudar a mi hermana. No quiero que le hagan daño.
-Elena, no hagas nada.
-¿Por qué?
-Porque son niñerías. Se ha encaprichado y ahora está así. En dos días se le pasa, ya verás.
-Es que me parece bien que no le dé bola, pero que se ría de ella pues no.
-Eso es lo que dice ella.
-¿Y por qué iba a mentirme?
-No me refiero a eso, digo que esa es su interpretación, lo mismo él no está haciendo nada y como no le hace caso, pues ella lo ve así.
-Pues yo creo a mi hermana, hay tíos que son muy cabrones...

Y hay tías que son muy zorras... (pensé)

Me quedé en silencio, pero ella me volvió a sacar el tema.

-Es que no me parece justo.
-Yo ya te he dicho mi opinión, haz lo que quieras.
-Javi, pero no te enfades...
-No, no me enfado...
-Anda, ven aquí...

Se acercó para besarme, acariciándome el paquete, pero le quité la mano.

-¿Qué te pasa mi amor?
-Nada, estoy cansado y me duele la cabeza, creo que ayer me dio demasiado el sol.
-Bueno, no pasa nada. Ya verás como descansando un poco se te pasa.
-Seguro.

Después de desayunar, nos despedimos con un beso y un abrazo. Me monté en el coche, bastante disgustado, no solo por lo que pasó con Noelia, también por ponerme así con Elena por su culpa. Antes de arrancar el coche le escribí a Noelia.

-¿De qué vas?
-Te jodes.
-¿Y el trato?
-El trato me lo paso por el coño.

Le pegué un puñetazo al asiento de al lado de la rabia que tenía. Estaba realmente enfadado, sentía que una niñata de 17 años me tenía cogido por los huevos. Empecé a conducir de vuelta a casa cagándome en dios, en la virgen y en todos los santos. Llegué a casa y me puse a trabajar para distraerme y no pensar en eso y funcionó. Lo malo es que en el rato en el que descansaba después de comer le volví a empezar a darle vueltas. Entonces se me vino a la cabeza lo que pasó el sábado cuando llegamos a casa de Elena, la manera en la que María hablaba, por lo que le escribí para preguntarle.
 
Capítulo 92

-Hey María, el sábado te noté muy contenta, ¿tiene que ver con Noelia?
-Joder, no se te escapa una, jajaja.
-Bueno, era fácil de deducir sabiendo que te gusta.
-Pues sí, es por eso.
-No me digas qué...
-Me empecé a insinuar y tal. Ella me dijo que no estaba segura de si también le gustaban las mujeres, pero que estaba muy a gusto conmigo.
-¿Y bien?
-Pues hemos quedado en ir viendo lo que pasa poco a poco.
-¿Pero sois pareja?
-No, no. Bueno, no sé...
-¿Cómo que no lo sabes?
-No sé, es complicado... Estamos viendo qué pasa, pero hemos quedado en no vernos con más gente hasta que aclaremos lo que hay. Así que puedes estar tranquilo, no te va a molestar hasta que aclaremos lo nuestro.
-Joder, te gusta, ¿eh?
-Sí, me gusta mucho.
-Ya sabes cómo está conmigo. ¿Te molestaría si sigue intentando algo?
-Pues sí. Pero más aun habiendo quedado en lo que hemos quedado.
-Me cuesta creer que Noelia no se vea con nadie más, sabiendo cómo es...
-Hemos quedado en eso porque estamos probando poco a poco, yo le toco a ella, ella a mí y yo se lo como. Ella no se atreve aún...
-No hace falta que me cuentes cosas tan íntimas.
-Javi, te hemos visto follando y ya hemos hablado antes, creo que hay confianza. Además, me sentí un poco mal cuando hicimos eso y me caes bien. Me gusta tener con quien hablar de esto.
-¿No hablas de esto con nadie más?
-Bueno, ten en cuenta que la demás gente con la que me junto tiene mi edad y hay mucho capullo y zorra que se ríe a las espaldas y ya sabes cómo van las cosas en los pueblos, que se dice una cosa y se acaba enterando todo el mundo y se deforman las cosas. Sólo hablaba de esto con Noelia y ahora estamos así.
-Vaya, me alegro que confíes en mi de esta manera.
-😊 Oye, siento todo lo que he hecho siguiéndole el rollo a Noelia para perjudicarte, no quería, pero es que Noelia me gusta mucho y no quería que me dejara de lado.
-No te preocupes, sé que eres buena gente. Si ya con lo de acercarte a hablar advirtiéndome que tuviera cuidado dijo mucho de cómo eres.
-Gracias.
-Pues a ver si tienes suerte y os sale bien la cosa.
-¡Gracias! Oye, no le digas nada a Noelia de que hemos hablado, no quiero que se asuste o se vea presionada.
-Tranquila, no te preocupes por eso.
-Muchas gracias.

Se me presentó una ocasión que no dudé en aprovechar en ningún momento. La putada era que María era muy buena chica y no quería que sufriera, pero evidentemente me importaba más mi relación con Elena, por lo que sólo me quedaba que Noelia se volviera a ver con un chico para tener una prueba y amenazarla con contarle a María lo que pasaba. Solo necesitaba esa prueba, porque obviamente no me iba a creer así tan fácil, o al menos yo contaba con eso. Empecé a pensar cómo obtener la prueba, cosa que no veía para nada fácil. Ojalá haber sabido eso el sábado y haber podido hacer algo para coger la prueba ahí. Me puse de nuevo a trabajar hasta la noche, poniéndome a pensar después de cenar en un plan, pero Elena me llamó para ver cómo estaba. Mi estado de ánimo había cambiado, estando ya relajado al tener algo claro para poder frenar a Noelia y que nos dejara de una vez en paz. Elena me notó más animado y empezamos a hablar un poco, quedando en vernos entre semana para tomarnos una cerveza con nuestros amigos. Cuando terminé de hablar con Elena seguí pensando en cómo conseguir esa prueba, llegando a la conclusión de que tenía que presentarme en su casa sin que ella lo esperara, sabiendo que Elena y yo no íbamos a estar ahí. Pensé en hacerlo ese jueves cuando fuéramos a tomarnos una cerveza, aunque no tenía ni idea de cómo hacerlo.

Los siguientes días los pasé con la rutina de trabajo y hablando con Elena, ansioso de que llegara el jueves para verme con ella e intentar llevar a cabo el plan. Finalmente llegó el jueves. Fui a casa de Elena, yendo un poco antes de la cuenta para intentar algo. Cuando llegué, Elena me recibió con un gran beso, haciéndome pasar al salón, donde estaba Noelia, quien no me miró muy bien. Evidentemente iba a seguir picándome.

N: Elena, ¿qué puedo hacer con el chico que me gusta?
E: No sé Noelia, ¿qué es lo que pasa?
N: Pues que sabe que me gusta, pasa de mí y no para de restregarme lo bien que está con su novia.
E: ¿En serio te lo restriega?
N: Sí.

Elena me miró, pero yo estaba viendo la tele sin hacer caso a la conversación.

E: No sé, muéstrale lo que se pierde al no estar contigo.
N: Me gusta eso. Creo que ya sé lo que voy a hacer.
E: Vale, a ver si tienes suerte.
N: Oye, os vais ahora, ¿no?
E: Sí, ¿por?
N: Nada, es que me voy a poner a estudiar un poco y necesito silencio.
E: Ah, sí. Ahora nos vamos a tomarnos algo.
N: Vale.

Entonces Noelia se fue a su habitación, yéndonos después nosotros, dejándome "olvidado" el móvil en el sofá. Llegamos al bar, encontrándonos con los demás para echar el rato juntos, pasándolo bien. Irene estaba muy pegada a Elena, que aún se sentía mal por el plantón que nos dieron por irse con Ángela, pero ambas estaban de buen rollo, con mucha confianza. Entonces fue cuando pensé en llevar a cabo el plan.

-Elena, me he dejado el móvil en tu casa.
-¿Sí?
-Sí, lo estaba mirando, lo he dejado en el sofá y ya no lo tengo encima.
-Vale, ahora vamos a por él.
-Es que tengo que ver si me han pasado al correo una cosa del trabajo.
-Vale, pues vamos ya.
-No hace falta que vengas, lo estás pasado bien. Dame las llaves y vengo en nada.
-Vale.

Elena me dio las llaves de su casa y me monté en el coche para salir hasta su casa. Estaba flipando porque hubiera colado esa excusa tan mala. Llegué y aparqué cerca, abriendo la puerta despacio para no hacer ruido. Estaba oscuro, por lo que fui con cuidado para no hacer ningún ruido. Llegué al salón y cogí el móvil, yendo después por el pasillo, oyendo gemidos. Todo estaba yendo bien, aunque estaba bastante nervioso. Empecé a grabar el sonido, con bastantes gemidos de Noelia, aunque no oía al chico, aunque si sabía que era un chico porque Noelia empezaba a gritar:

-¡Sí, así cabrón! ¡Me encanta tu polla! ¡Fóllame más fuerte!

Después de eso se oyó como se corría con un fuerte grito, oyéndose también un grito del chico. En cuanto se quedaron en silencio, salí de ahí, montándome en el coche y volviendo al bar. Tenía el corazón que se me iba a salir por la boca de lo nervioso que estaba y también la tenía morcillona por oír como Noelia follaba, estando un poco excitado mientras la oía. Cuando llegué al bar, aparqué cerca para coger el móvil y oír la grabación. Se oía bastante bien, pudiéndose reconocer la voz de Noelia en sus gritos. Estaba muy contento, aunque aún nervioso, por lo que esperé un poco para tranquilizarme. Entré al bar y me senté junto a Elena, quien me preguntó si todo iba bien, respondiéndole yo que sí mientras le devolvía las llaves. Cuando acabamos, salimos del bar, viniendo Irene y Mario detrás de nosotros.

I: ¿Queréis veniros con nosotros?
E: No, estáis castigados.
I: Noooooo...
J: Esa es mi chica, jajaja.
M: Nos lo merecemos en realidad.
E: Pues sí, habéis sido malos...
I: Jo... (dijo haciendo pucheros).
E: El sábado vamos a quedar, pero nosotros mandamos.
I: Vale, vale. Me parece genial.
E: Eso espero... Porque si no... (hizo un gesto de pegarle).
J: Jajajaja.

Nos despedimos y nos montamos en el coche para ir a la casa de Elena.

-Joder Elena, me has puesto muy cachondo.
-¿Sí?
-Uff... ¿Qué tienes pensado para el sábado?
-Vamos a mi casa y te lo explico...
-Mmm... Es que está tu hermana...
-Pues a un descampado.
-Vamos.

Aparqué en un descampado en su pueblo, pasando a los asientos de atrás, empezando a hablar mientras nos comíamos la boca con mucha ansia.

-¿Quieres que te diga lo que vamos a hacer el sábado con ellos?
-Sí.
-Vamos a coger dos sillas y los vamos a atar desnudos, a Irene le vamos a poner la mordaza y vamos a follar tú y yo delante de ellos sin que puedan hacer nada.
-Uffffff...
-Me vas a follar mientras me apoyo en el cuerpo de Irene, estando mi cara muy cerquita de la suya, que note las embestidas.
-Joder...
-Quiero que se muera por tocarnos, pero no pueda, y que se mueran ambos por tocarse para darse placer a ellos mismos, pero tampoco puedan.
-Mmm... ¿Delante de Mario también?
-Sí.
-Pero te va a ver desnuda... ¿No te importa?
-Me da igual. Quiero que nos vean y no puedan hacer nada, que sufran.
-Joder, Elena...

Mientras hablábamos, nos fuimos desnudando, casi arrancándonos la ropa para empezar a follar. Escupió sobre mi polla, para esparcir la saliva con su mano, empezando a masturbarla. Inmediatamente se la metió en el coño soltando un profundo gemido. Empezó a cabalgarme a buen ritmo, cogiéndome la cara con sus manos para mirarme fijamente a los ojos.

-Javi, quiero que me revientes delante de ellos. Que vean lo que se pierden al irse con la otra...
-Claro, lo que tú quieras.
-Quiero que vean como me dominas, cogiéndome del cuello y azotándome fuerte.
-Sí... (decía con la voz entrecortada por su follada).
-Quiero que me hagas chorrear y que les salpique a los dos.
-Sí, mi vida.
-Y ahora quiero tu leche dentro de mí (dijo acelerando la follada).

Empezó a temblar entre gemidos altos, pero sin parar, siguiendo al mismo ritmo. Notaba que estaba a punto de correrme porque empezaba a notar escalofríos por la espalda y los brazos, entonces Elena empezó a gritar mientras se mojaba mucho, haciendo sonidos de chapoteo. Me puso el pubis empapado, cayendo todo su flujo por mis huevos y muslos, empezando a correrme mientras ella contraía fuertemente su coño, abrazándome con fuerza. Nos quedamos en silencio, abrazados, con su cabeza sobre mi pecho, con nuestra respiración agitada.

-Joder Elena, me encanta cuando te pones así...
-Mmm...
-Espera que cojo papel, que se te va a salir todo.

Cogí papel sin salir aún de ella y se sentó a mi lado, limpiándose. Nos quedamos sentados de lado, mirándonos sonriendo. Después nos empezamos a vestir, montándonos delante para dejarla en su casa. Cuando llegamos vi a Elena con brillo en los ojos, la notaba muy animada y contenta, sin parar de sonreír. Nos despedimos con un beso muy lento, quedando para el sábado. Después fui a mi casa, tumbándome en la cama. Eran cerca de las 12 de la noche, me puse a pensar en lo bien que me sentía, nada que ver con los últimos días entre las inseguridades de Elena, que parecía haberlas superado, aunque veía que Ángela no le caía bien y con el tema de Noelia, cosa que veía que por fin podría tener bajo control con el plan que pensé, pero entonces recibí un mensaje justo de Noelia.
 
Capítulo 93

Era un video de unos cuantos minutos en el que se veía como un chico se la follaba, era bastante explícito. Se veía como se la chupaba de manera muy salvaje mientras miraba a la cámara, metiéndosela entera en la boca, como se la follaban boca arriba y a 4 muy fuerte, con bastantes gemidos y gritos.

-Esto es lo que te pierdes, pedazo de gilipollas.

Estuve muy tentado de responderle, pero decidí no hacerlo, porque lo hubiera hecho de malas maneras y quería hacerlo bien. Estaba muy contento porque ahora contaba con una prueba mucho mejor que la que tenía. Me puse a comparar entre el video y la grabación que hice y vi que coincidían. Rápidamente guardé la conversación para tenerlo todo por si borraba ella los mensajes. Me dormí rápidamente pensando en que el problema con Noelia estaba resuelto y en lo que haría con Elena el sábado junto a Irene y Mario.

El viernes me desperté con el mismo humor que con el que me acosté. Me pegué una ducha, desayuné y me puse a trabajar, pensando en como hablar con Noelia, lo cual me llevó poco tiempo. Después de comer llamé a Elena para hablar con ella. Hablamos de varias cosas, como lo bien que lo pasamos en la playa, queriendo repetir el plan, las ganas que tenía de verme al día siguiente para jugar con Irene y Mario, y más cosas, notando lo animada y contenta que estaba, sin parar de reír. También me dijo que la tarde la pasaría en casa de su abuela, siguiendo con su trabajo de la universidad, cosa que me pareció perfecto para lo que tenía en mente. Sobre las 4 salí de casa para ir a casa de Elena. Cuando llegué, aparqué en una calle paralela a la de Elena, yendo andando hacia su puerta, abriendo Noelia, quien puso cara de sorpresa al verme.

-¿Qué haces aquí? Mi hermana no está (dijo saliendo y entornando la puerta, casi cerrándola).
-Ya lo sé, he venido a verte a ti (dije con una sonrisa de complicidad).
-¿Cómo? (dijo abriendo mucho los ojos, poniendo aún más cara de sorpresa).
-Pues eso.
-Es que no estoy sola, está aquí María.
-Pues invéntate algo y que se vaya.
-¿En serio? (dijo con un brillo inmenso en los ojos).
-Claro. Me doy una vuelta mientras se lo dices, ahora me avisas cuando se vaya y vengo.

Noelia se quedó sin habla, entrando rápidamente. Me fui andando, pero casi ni me dio tiempo a cambiar de calle, avisándome ella enseguida. Volví hasta su puerta, estando ella esperándome. En cuanto me vio, me cogió la mano, tirando fuertemente para hacerme entrar, cerró la puerta y siguió tirando de mi mano para llevarme a su habitación, empujándome hacia dentro, cerrando ella la puerta echando su cuerpo contra ella mientras me miraba con la respiración muy agitada. Se acercó rápidamente a mí para intentar besarme, pero la paré poniéndole mis manos en sus hombros.

-Shhh, tranquila. Déjame disfrutar del momento.
-Joder, no me esperaba esto... (dijo con una voz muy nerviosa mientras movía sus manos, casi temblando).
-¿No?
-No. Te mandé eso por lo que dijo mi hermana y por rabia, pero no me imaginaba que fuera a funcionar.
-Sí, me vale.
-Uff...

La notaba muy nerviosa, me miraba a los ojos y a los labios sin parar, de manera muy rápida.

-Ese video es justo lo que necesitaba.
-¿Sí? (se le iba la voz de lo nerviosa que estaba).
-Sí, porque por fin vamos a poder zanjar esto...
-Qué ganas tengo...
-No creo que tantas como yo...
-Javi, no puedo esperar más...
-Vale, déjame explicarte.
-¿Explicarme? ¿El qué? (dijo cambiando la cara de nerviosismo por una de no entender).
-Pues que sé lo que te traes con María.
-¿Cómo lo sabes?
-Lo noté. Salta a la vista que le gustas mucho y le pregunté y me contó lo que pasa. Y me parece genial.
-¿Y qué tiene que ver eso con nosotros?
-Pues mucho. Verás, estos días estaba de muy mala ostia por nuestra situación, porque notaba como una niñata de 17 años me tenía cogido por los huevos, por lo que pensé en algo para que la situación fuera al revés y la he encontrado. Así que, o paras de dar por culo, o le cuento a María que no paras de provocarme y de follarte a otros aun habiendo quedado con ella en que no harías nada con nadie más.
-¿Qué? (dijo mientras se le cambiaba la cara, poniéndose muy seria).
-Lo que oyes. Ese video es perfecto para que me crea.

Noelia cogió su móvil rápidamente para borrar la conversación, con todo su contenido.

-A ver cómo te cree ahora...
-¿Te crees que no he descargado toda la conversación que hemos tenido y echado pantallazos y demás? (dije riéndome).
-No serás capaz...
-Ponme a prueba.
-Javi, María es muy importante para mí, no quiero hacerle daño ni que sufra, no se lo merece.
-Lo sé, pero tampoco me merezco yo lo que me estás haciendo y tú hermana muchísimo menos.

Noelia me soltó un guantazo que me cruzó la cara.

-Fuera de aquí (dijo señalando la puerta).

Sonreí y me fui de su casa. Casi me pongo a dar saltos de lo contento que estaba. Volví a mi casa para seguir trabajando, volviendo a hablar con Elena de noche. Me dijo que el plan para el sábado era cenar en un restaurante con Irene y Mario y luego ir a su casa para hacer lo que me dijo. Me pareció perfecto, por lo que nos dimos las buenas noches y nos fuimos a dormir.

El sábado por la tarde-noche fui a casa de Elena para recogerla después de pasar un día muy tranquilo y normal, sin rastro de Noelia en forma de mensaje, llamada ni nada, cosa que me puso muy contento. Me puse una camisa de un azul muy claro, unos pantalones de vestir bien azul marino, unos zapatos marrones y una americana marrón. Además, me arreglé la barba, viéndome realmente bien para esa noche. Así me lo hizo saber mi madre, que me miraba con unos ojos brillantes e incluso mi padre, que pasaba de esas cosas. Cuando llegué, avisé a Elena, quien salió enseguida. Me quedé fascinado por como iba. Llevaba un vestido ajustado de licra de color negro de manga corta con una franja blanca en la cintura como si fuera un cinturón y en los bordes de la falda, haciendo un pliegue sobre otro, desde su medio muslo hasta su cadera. Esta vez no llevaba medias, por lo que sus piernas acababan en unas sandalias blancas con tacón, muy parecidas a unas negras que se había puesto anteriormente en nuestras salidas. También llevaba un bolso más grande que los que solía llevar cuando salíamos de esa manera. Llevaba el pelo alisado, con un ligero maquillaje con la línea de los ojos, acabado en una fina raya y labios rojos, a juego con las uñas de sus manos y pies.

-Elena, cada vez te pones más guapa cuando salimos. Madre mía, estás increíble.

Elena se empezó a reír, poniéndose algo roja.

-¿Y tú? Estás para comerte... No sé si voy a aguantar...
-No me digas eso... A ver si no vamos a llegar al restaurante...
-Uff... Espero que estés descansadito, porque esta noche va a ser larga...
-Claro. ¿Y tú? ¿Crees que tu coñito aguantará? (dije acercándome a su oído).
-Sí. Y mi culito también (dijo guiñándome un ojo).
-Bueno, bueno, bueno, vámonos que madre mía...
-Ah, ¿no me das un beso? Vale, vale...
-Yo te doy lo que tú quieras mi vida.

La cogí en brazos para darle un buen beso mientras ella reía. Cuando nos separamos, ella me miró con esos ojos con una mirada brillante, sonriéndome como ella lo hacía, girando su cabeza. Nos quedamos unos momentos así mirándonos mientras la abrazaba por las caderas. A Elena le entró la risa tonta y dijo de irnos, que Irene y Mario seguro que nos estaban esperando. Fuimos al restaurante en el que quedamos y efectivamente Mario e Irene estaban allí ya, por lo que nos sentamos con ellos. Me hizo gracia porque era todo muy formal, ya que el lugar era muy bonito y sofisticado, y además todos íbamos muy bien vestidos, parecía una escena de película. Irene iba con un vestido espectacular de color amarillo, bastante llamativo, que contrastaba mucho con el color de su piel y de su pelo, acompañando con unos tacones negros bastante altos. Llevaba su peinado de siempre, con algo más de maquillaje del que solía llevar y las uñas de las manos y de los pies de negro, como siempre. Mario iba con unos pantalones como los míos, pero de color beige, una camisa amarilla, muy clara, un jersey azul y unos zapatos marrones.

Nos sentamos para cenar, hablando de varias cosas, pero sin llegar a sacar el tema de Ángela, cosa que agradecí porque sabía que no le caía bien a Elena y no quería que se perdiera el buen momento que estábamos teniendo los cuatro juntos. Durante la cena, Irene no paraba de lanzarnos miraditas, diciéndonos a cada rato lo guapos que estábamos.

I: Chicos, no sabéis las ganas que tenía de que llegara esta noche. Entre unas cosas y otras, Mario y yo no hemos follando en toda la semana y el jueves cuando nos dijisteis de quedar para hoy quedamos en no hacer nada, reservándonos para hoy.
J: Uff, a ver si hoy vais a durar poco... (dije aguantándome la risa mientras Elena sí que se reía).
M: Joder, ha sido duro... De tener todos los días a esta bomba a estar una semana sin tocarla...
J: Te habrás hecho alguna paja por lo menos, ¿no?
M: Ayer. Ya no aguantaba más...
I: Pero bueno...

Los cuatro empezamos a reír.

E: Pues nosotros...
I: Cuenta, cuenta.
E: Al rato de hablar con vosotros el jueves.
I: No me jodas... Me hubiera gustado verlo.
E: Fue rápido, en el coche. Aunque fue genial.
J: Joder que si fue genial… me puso los huevos y los muslos chorreando.
I: Tío...
M: Joder, callaos, que se me está poniendo dura...

Entonces miré a otra mesa, la que teníamos al lado en la que había una pareja bastante más mayor que nosotros, de unos 50 años, con la mujer mirándonos con ojos como platos y el marido riéndose. Yo me empecé a reír tapándome la boca, mirando los tres a la otra mesa. Mario se puso a reírse como yo, Elena muy roja, riéndose ligeramente con una risa tonta mientras apartaba la cara de la otra mesa e Irene se reía apretando los labios y los ojos. Me gustó la forma en la que se reía ella, aunque la salida que tuvo hizo que me riera más.

I: Señora, ¿quiere que le acerquemos una silla y le contamos mejor?

Nos empezamos a reír de nuevo, hasta la otra pareja lo hizo. La señora de disculpó y nos dijo que hacíamos bien, que éramos jóvenes. Durante el resto de la cena seguimos hablando de otras cosas. Elena me ponía la mano en el muslo de vez en cuando, aquella noche estaba muy caliente. Lo noté nada más verla y durante toda la cena. Parecía bastante emocionada por el plan que teníamos para cuando fuéramos a casa de Mario. Cuando acabamos, nos fuimos yendo cada pareja en su coche. Por el camino Elena me explicó lo que tenía en mente con más detalle, diciéndome que tenía pensado que yo la dominara a ella bien, que no me cortara. Y que ella lo haría con ellos, pero a su manera, dándome algún detalle más de lo que quería hacer.

Una vez llegamos a casa de Mario fuimos al salón, preguntándonos si queríamos algo de beber. Nos sirvieron unas copas y empezamos a beber, pasando a la habitación sin llegar a acabárnoslas. Dejamos las copas en la mesita de noche y nos quedamos los cuatro de pie, mirándonos.

E: Bueno, pues iros quitando la ropa. (dijo cogiendo su bolso y abriéndolo).
I: ¿Ya?
E: Irene... (dijo levantando su cabeza y mirándola seriamente)
I: ¿Qué pasa?
E: ¿Quién manda aquí? (dijo de manera seria, acercándose a ella y cogiéndola del cuello).

Irene se quedó pasmada, no se esperaba para nada que Elena le saliera así y yo tampoco, por lo que me puse muy cachondo, poniéndose mi polla morcillona al instante.

I: Tú, tú. O sea, vosotros.
E: Bien. Quitaos la ropa. Ya.

Ambos se empezaron a desnudar, quitándose toda la ropa. Irene no llevaba ropa interior debajo del vestido.

E: Mario, ve a por un par de sillas del salón. Irene, eres muy puta, ¿verdad?
I: Verdad. (dijo de manera entusiasmada y nerviosa).
E: Sales de casa sin ropa interior. Eso es de muy puta.
I: Sí, sí. Soy muy puta.
E: ¿Te he dicho que hables? (dijo dándole un guantazo).
I: No, perdón. (dijo muy sorprendida por el guantazo).

En este punto yo ya la tenía dura por ver a Elena así. Nunca la había visto tan dominante. Mario volvió con las sillas y Elena las puso una junto a la otra, bien juntas y cerca de la cama.

E: Sentaos.

Ambos se sentaron, obedeciendo a Elena sin decir absolutamente nada.

E: Ahora os voy a atar, porque habéis sido muy malos por iros con esa zorra antes que con nosotros.

Elena empezó a atarles los tobillos y las muñecas a las patas y brazos de la silla mientras Irene y Mario se miraban con cara de sorpresa. Luego Irene me miró a mí con cara de entusiasmo. Yo le devolví la mirada sonriendo y ella se excitó, empezando a respirar de manera agitada. Una vez los ató, Elena se pasó por detrás de ellos, poniéndose detrás de Mario, cogiéndole de los hombros, acariciándoselos.

E: Mario, tu chica es una puta, ¿verdad?

Mario se quedó en silencio, mirando a Irene, quien estaba esperado la respuesta expectante.

E: Responde. (dijo apretándole los hombros, hincándole las uñas)
M: Sí.
E: Quiero que lo digas tú. Quiero que me digas lo puta que es, que sale de casa sin ropa interior.
M: Irene, eres muy puta, sales de casa sin ropa interior, eres una zorra.
E: Así, muy bien. (dijo acariciándole la cara)
I: Uff...
E: Como sabía que no ibas a parar de hablar, Irene... -dijo yendo hasta su bolso, sacando la mordaza- He traído esto para que te calles la puta boca.

Elena cogió a Irene del pelo, tirando fuertemente de él, haciendo que Irene lanzara un gemido de queja, para luego lanzar un murmuro de estar muy cachonda. Después le puso la mordaza muy ajustada. A Mario se le puso dura enseguida al ver como Elena les dominaba.

E: Así vas a estar calladita. ¿Verdad putita?

Irene asintió con ojos de niña buena, mirando después a Mario, viendo que estaba muy empalmado. Mario estaba todo el tiempo en silencio, observando atentamente.

E: Tienes que aprender de Mario, que es un niño bueno, ¿verdad? (dijo mirando a Mario).

Mario asintió de la misma forma que lo hizo Irene mientras Elena le acariciaba la cara. Después cogió con fuerza el cuello de Irene.

E: Ahora vais a ver como follamos. Pero sólo nos vais a ver, no vais a poder hacer nada más.

Irene la miró con ojos de lástima, girando su cabeza.

E: Te pasa por puta. (dijo dándole un guantazo)

Después, Elena se retiró de ellos viniendo hacia a mí, empezando a besarme muy lentamente, aunque con mucha lengua. Irene empezó a gemir al vernos, soltando Elena mis labios para mirarla seriamente. Irene la miraba con cara de miedo, parando de gemir. Elena volvió a besarme, para después quitarme la chaqueta. Me empezó a besar el cuello, cosa que aproveché para hablar con ella muy bajito sin que nos oyeran Irene y Mario.
 
Capítulo 94

J: ¿Estás nerviosa?
E: Un poquito.
J: Lo estás haciendo muy bien. No sabes como me has puesto.
E: Mmm...

Entonces, con ese gemido recordé que Elena me dijo que quería que la dominara y viendo como ella lo hizo con Irene y Mario, yo no me quise quedar atrás. Por lo que en cuanto se separó de mi tras besarme el cuello la cogí fuertemente del cuello.

J: Lo que pasa es que Irene no es la única puta aquí. -dije mirándolos, con ambos muy emocionados al verme como me puse- ¿Verdad Elena?
E: Sí, amo... (dijo poniendo ojitos mientras yo le metía el pulgar en la boca para que lo chupara).
J: ¿Le vas a enseñar a Irene como se porta una buena putita?
E: Sí, amo. (dijo cogiéndose sus manos, pasándolas por detrás de su espalda).

Me abrí la camisa de un tirón, saltando los botones por los aires. Elena abrió mucho los ojos poniendo cara de "pero, ¿qué hace éste?". Mario e Irene dieron un respingo al ver eso. Tiré la camisa al suelo y fui hacia Elena, arrinconándola contra la pared. Le empecé a acariciar la cara con un dedo, pasándolo por su frente, nariz, labios y barbilla, levantándole la cara para que me mirara a los ojos. Me miraba con ojitos, cosa que me ponía a mil, por lo que la cogí en brazos, quedando ella con su cabeza por encima de la mía. Elena dio un gritito al cogerla de una manera tan brusca. La senté en la cama y le dije que me desnudara, quitándome el resto de ropa que me quedaba, saltando mi polla como un resorte cuando me bajó los boxers. Una vez me quitó toda la ropa, cogí la camisa y le anudé las manos a la espalda con una de las mangas y le dije que se pusiera de rodillas, quedando de perfil frente a Irene y Mario. Le acaricié la cara mientras me seguía mirando con ojitos y entonces llevé mi polla hasta ella para que me la empezara a chupar. Empezó lamiéndome el glande suavemente, esta vez cerrando ya los ojos. Poco a poco le fui empujando la cabeza para que se la fuera metiendo más en la boca, llegando a meterse la mitad. Cambié bruscamente el ritmo, cogiéndole del pelo con fuerza, haciéndole una coleta con mis manos para dirigir su cabeza, haciendo fuerza para que se comiera mi polla entera, emitiendo sonidos de atragantarse. Una vez la tenía entera en la boca le dije que sacara la lengua por debajo, ella hizo el esfuerzo y noté como la sacaba un poco, llegando a rozarme los huevos mientras apretaba los ojos del esfuerzo.

Empecé a follarle la boca rápidamente mientras ella hacía sonidos guturales. Después le saqué la polla de la boca, dando un fuerte tirón de su pelo y tirando hacia arriba para levantarla. Le di un beso con mucha lengua, recibiéndolo ella con mucha ansia.

J: Irene, ¿Ves cómo se chupa una polla? (dije cuando aparté a Elena de mi después de nuestro beso, tirando de su pelo).

Irene asintió mirándonos con ojitos, después miró a Mario y luego a su polla. Elena y yo vimos como le miraba y Elena me miró con cara de querer hacer algo, por lo que le solté el pelo y las manos y fue hacia ella.

E: Quieres comérsela a tu chico, ¿verdad?

Irene asintió poniendo ojitos.

E: Pues no lo vas a hacer, porque además de estar castigada, lo haces mal. Eres muy puta para unas cosas y poco para otras, que no eres capaz de comérsela entera. -dijo cogiéndola del cuello- ¿La zorra que trajisteis el otro día se la pudo meter entera en la boca?

Irene negó con la cabeza, poniendo la misma mirada. Mario respiraba de manera agitada, mirando a Elena con cara de vicio.

E: Ya lo sabía yo... ¿Sabes? Yo sí que se la podría comer en condiciones, ya ves como se la como a Javi y me la meto entera en la boca, seguro que también puedo con la de Mario. Pero os equivocasteis de chica...

Irene la miraba con cara de estar flipando y Mario con cara de no poder estar más cachondo, suspirando, haciendo un movimiento con su polla sin tocarla. Elena vino hacia a mí mirándome con unos ojos brillantes, muy abiertos. La empecé a besar con mucha lengua, bajándole la cremallera del vestido poco a poco, notando como se aceleraba su respiración. Sabía lo importante que era este momento para ella, porque era la primera vez que se iba a desnuda delante de otro chico estando conmigo, por lo que no pude evitar romper el juego para preguntarle con un tono muy bajo:

J: ¿Quieres que te desnude, o paro?

Ella, sin responder, cogió mi mano y me acompañó en el gesto de bajarle la cremallera. Una vez bajada, le quité el vestido de manera muy suave.

J: Es mi putita, pero también me gusta tratarla bien (dije en voz alta para me oyera la otra pareja).

La dejé en ropa interior, con un conjunto negro de encaje de sujetador y tanga muy sexy. La puse de espaldas a ellos, abrazándome Elena por las caderas y apoyando su cara en mi pecho. Le empecé a acariciar el culo, mirando a Irene, quien echaba su cabeza hacia atrás, mirando al techo. Parecía que se le estaba haciendo duro el no poder hacer nada. Luego miré a Mario, quien no podía quitar sus ojos de Elena, mirando su culo. Empecé a amasar el culo de Elena, abriéndoselo, aunque sin dejar que se viera nada aún. Mario se incorporaba deseando que la desnudara para poder ver más. Entonces subí mis manos por sus caderas hasta llegar a su sujetador, desabrochándolo. Se lo quité poco a poco mientras ella seguía de espalda a la pareja y se lo tiré a Mario, cayendo en su hombro, quedándose ahí colgado. Elena empezaba a respirar más fuerte, levantando su cabeza para mirarme, sonriendo mientras sus ojos brillaban.

Le di la vuelta a Elena poco a poco, tapándole las tetas con la mano y el antebrazo, notando como tenía los pezones duros. Elena respiró hondo, entendiendo yo que ya estaba preparada, por lo que fui retirando mi brazo de su cuerpo para descubrirle las tetas. Evidentemente me fijé en Mario, porque Irene ya se las tenía muy vistas. Mario apretó los brazos de la silla con sus manos mientras no quitaba ojo de las tetas de Elena, humedeciéndose los labios. Después de dejarlas unos segundos a su vista, las empecé a tocar, amasándolas y pellizcándole los pezones, con gemiditos de Elena. Tras unos segundos jugando con sus tetas le di la vuelta, dándole un beso muy lento, cogiéndole la cara con mis manos para después darle un fuerte azote, dando ella un saltito y un gritito. Me gustaba esa mezcla que estaba habiendo entre dominación y dulzura con Elena. Me pidió que la dominara, pero no pude evitar tener momentos de ternura, porque sabía que este momento era muy especial para ella y creí que necesitaba ese trato para relajarse, porque la notaba un poco rígida, a pesar de que me sonreía para que viera que todo estaba bien.

Una vez estando ambos cara a cara, empecé a jugar de nuevo con su culo, abrazándome ella como antes, apoyando su cara en mi pecho de la misma manera. Después de jugar un poco con su culo, con suaves azotes y demás le empecé a bajar ligeramente el tanga. Me separé de ella, poniéndome de rodillas para quitárselo suavemente. Me eché un poco al lado mientras lo hacía porque quería ver la cara de Mario, que seguía con el mismo gesto de estar muy cachondo. Cuando el tanga iba por las rodillas de Elena mire hacia ella, dándome cuenta de algo que no sabía. Elena se había recortado el vello, dejando solo una franja de pelo en el pubis, de unos dos dedos de grosor. Me sorprendió tanto como me gustó. Miré hacia arriba, buscando rápidamente sus ojos, mirándome ella con una sonrisa muy amplia. Le sonreí y le guiñé un ojo, dándole a entender que me había encantado esa sorpresa. Llegué hasta sus tobillos, levantando ella sus pies para terminar de quitárselo, pero le cogí de los tobillos para que no lo hiciera. Me puse de pie y levanté su cuerpo cogiéndola del culo, cayendo su tanga al suelo, apartándolo yo un poco con el pie, bajando después a Elena al suelo. Me agaché a coger el tanga y se lo tiré a Irene esta vez, quien agachó la cabeza. De la misma manera que antes, le di la vuelta poco a poco a Elena, tapándole el coño con mis manos. Aquí sí que la notaba más nerviosa, poniendo ella sus manos sobre las mías. Sentía su respiración más agitada mientras ella acariciaba mis manos, hasta que las quitó poco a poco, señal de que ya estaba preparada para dar el paso. Puse mi cabeza sobre su hombro, juntando nuestras caras y empecé a quitar mis manos de su coño para destaparlo. Quería ver la reacción de ambos al vérselo. Mario se puso como un toro, resoplando y moviendo su cuerpo ligeramente hacia delante y atrás, con su mirada clavada en el coño de Elena. Irene por otra parte estaba mirándoselo con los ojos muy abiertos, empezando a los pocos segundos a mover los brazos y las piernas, como si estuviera teniendo una pataleta. Me acerqué a ellos, empujando el cuerpo de Elena que estaba delante del mío. Ambos se incorporaron al ver que nos acercábamos.

Nos puse a escasos centímetros de ellos, para que pudieran ver a Elena mejor, empezando a tocarle yo las tetas, con pellizcos en los pezones y después el coño, acariciando su raja, notando como ya lo tenía mojado. Le empecé a acariciar el clítoris, empezando ella a gemir y pasados unos segundos le metí un dedo, metiendo después otro, los cuales entraron con bastante facilidad. Sus gemidos fueron a más poco a poco llegando a ser bastante altos, poniéndome además los dedos empapados. Mario nos miraba atentamente en silencio, todo lo contrario que Irene, quien no paraba de moverse, intentando zafarse y lanzando gemidos de pena por no poder hacer nada. Elena le dio un guantazo, pellizcándole los pezones, buscando hacerle daño para que parara. Una vez Irene se serenó dentro de lo que pudo, Elena se sentó en su regazo para encorvarse y empezar a chupármela. Entonces dejé de dejarme llevar, volviendo a dominar. Le aparté las manos a Elena y le cogí de la cabeza para follarle la boca muy rápidamente, con sonidos guturales y de atragantamiento. Pasé de cogerle de la cabeza a cogerla del pelo. Después de un buen rato chupándomela así, con muchas babas, haciendo hilos de ellas, cayendo sobre el suelo, tiré de su pelo para levantarla. La cogí, poniéndola sobre mi hombro izquierdo, quedando ella colgada y fui hacia la cama, dándole un par de buenos azotes por el camino, con grititos de ella al dárselos.

La tumbé sobre la cama boca arriba y me puse sobre ella, apoyándome sobre mis brazos. Le empecé a comer la boca con mucha ansia, bajando por su cuello, pasando después a sus tetas, empezando a comérselas, succionando y mordiendo sus pezones, con gemidos y resoplidos por su parte. La miraba a los ojos, mirándome ella con ojitos, cerrándolos de vez en cuando mientras se mordía el labio. Después de unos minutos comiéndole las tetas, bajé por el resto de su cuerpo, dándole mordiscos mientras ella gemía, notando que estaba a mil. Llegué a su coño, mirándolo, viendo como estaba hinchado y brillante, después miré su pubis, viendo lo que se había hecho. Me encantó, lo tenía perfectamente arreglado. Sin tardar mucho, hundí mi cabeza en su entrepierna, empezando a comérselo directamente, sin lamérselo suavemente un poco antes ni nada para calentarla. Daba grandes lametones por todo su coño, empezando ella a gemir alto. Estuve unos minutos comiéndoselo así, hasta que pasé a su clítoris, dando también grandes lametones y succiones. Elena echaba su cabeza hacia atrás, gimiendo con más intensidad. Mientras tanto yo jugaba con sus tetas, pellizcando sus pezones. Notaba como se empezaba a retorcer, por lo que en cuanto le metí dos dedos mientras seguía lamiendo y succionando su clítoris, se empezó a correr entre gritos, empezando a temblar. Inmediatamente paré, para que no empezara a chorrear, subiendo hasta su cara para volver a besarla con mucha ansia, para que probara sus fluidos. Ella gimió al notar mis labios mientras aún seguía temblando. Abrió su boca para recibirme, besándome tímidamente, ausente aún por su orgasmo.

Me incorporé y le metí un guantazo para que despertara de su orgasmo. Ella abrió sus ojos, mirándome con ardor, por lo que la cogí en brazos, saliendo de la cama para ponernos de pie y la puse de rodillas para follarle la boca de nuevo, emitiendo ella los mismos sonidos que antes. Después de unos breves minutos, la cogí para acercarnos a Irene, apoyando Elena sus majos en los muslos de Irene mientras, poniéndose en pompa. Quería que la follara como ella me dijo, por lo que, sin dudarlo, le empecé a meter la polla directamente, notando lo caliente que tenía el coño y lo mojada que estaba. Lanzó un gemido alto al notar como entraba en ella, apretando los muslos de Irene. Empecé a follarla a buen ritmo mientras ella bajaba su cabeza, empezando a jadear. Irene me miraba con ojitos, con una expresión triste. Parecía sufrir, por lo que sonreí, ya que eso era lo que Elena buscaba. Mario, sin embargo, nos miraba con unos ojos de deseo que no se molestaba en ocultar, mirando como le embestía, sin quitar sus ojos del cuerpo de Elena. Seguí así durante unos minutos, con Elena jadeando sin parar, lanzando también gemidos. Levantó su cara para pegarla a la de Irene, chocando las caras de ambas al seguir yo con las embestidas. Elena empezó a hablar con la voz entrecortada por mi follada.

E: ¿Te gusta lo que ves, putita?

Irene asintió.

E: ¿Te gustaría que Javi te follara así?

Irene volvió a asentir y luego miró a Mario.

E: ¿Te gustaría hacer un trío con los dos?

Irene volvió a asentir de nuevo, lanzando un pequeño gemido.

E: Claro que quieres hacerlo. Y que follemos los cuatro juntos.

Irene volvió a asentir, lanzando un gemido de pena.

Aumenté el ritmo, provocando que Elena empezará a gemir más alto. De vez en cuando miraba a Mario, dirigiendo su mirada a su polla al girar su cabeza. La notaba inquieta, moviendo su mano para acercarla al cuerpo de Mario, pero sin llegar a atreverse. Frené la follada y tiré de su pelo, levantando su cuerpo para quedarnos a la misma altura.

J: Se una buena putita y hazlo.

Cogí la mano de Elena y la llevé hasta la polla de Mario, haciendo que la agarrara. Después volví a follarla como lo hacía segundos antes, cogiendo Elena la polla de Mario con fuerza, empezando a masturbarla ligeramente. Mario resoplaba, mirando a Elena con el mismo deseo que antes o incluso más. Irene la pobre miraba con envidia, casi echándose a llorar por no poder participar. Empecé a follar a Elena muy duro, moviendo la silla en la que estaba Irene de la fuerza de las embestidas mientras Elena empezaba a gritar. A sus gritos se le unían unos sonidos de palmadas por el choque de nuestros cuerpos y también mis jadeos. De lo duro que la estaba follando, Elena soltó la polla de Mario y se agarró con fuera a Irene, empezando a temblar, fallándole las piernas. Irene intentaba mover sus manos, deseaba tocarla, pero no podía.

E: ¡Ahhh! Javi... ¡Siiiii! ¡¡Me corro!!

De nuevo, paré de inmediato para que no chorreara, tirando fuertemente de su pelo, poniéndola de rodillas frente a Mario e Irene.

J: Abre la boca, putita. (dije dándole un guantazo para que abriera los ojos).

Elena los abrió, mirándome con fuego en los ojos, abriendo su boca y sacando la lengua. Me empecé a correr en su boca entre altos gemidos y jadeos, cayendo todo ahí. Una vez acabé, le metí la polla en la boca para que me la chupara y sacara toda la leche de ella. Así lo hizo ella, succionando con mucha fuerza, sacándome todo. Después la levanté, tirando de su pelo, poniendo nuestra cara muy pegada para decirle:

J: Se buena y haz lo que tienes que hacer.

Mi intención no era que se lo tragara, quería que hiciera otra cosa, pero no estaba seguro de si me entendería. Entonces me sonrió, le solté el pelo y fue hasta Irene, quitándole la mordaza y apretándole la cara con las manos, haciendo que Irene abriera su boca. Entonces Elena se puso sobre ella con una pierna a cada lado para echarle mi corrida a Irene en su boca desde la suya. Una vez lo hizo, Irene se lo tragó con un gemido, cogiendo Elena después su cara con ambas manos para darle un buen beso.

E: ¿Te gusta lo puta que es tu novia, Mario?
M: Sí, me encanta. (dijo bajito mientras expulsaba mucho aire de sus pulmones)

Después se bajó de ella y vino hasta a mí para subirse encima mía, abrazándome fuertemente con sus piernas por las caderas y pasando sus brazos por mi cuello. Yo le cogí del culo, apretándoselo y nos empezamos a besar con mucha lengua.

A los pocos segundos, dejé a Elena en el suelo, junto a la cama y fui hasta su bolso, para sacar la fusta. Me acerqué a Irene y le acaricié la cara con ella.
 
Capítulo 95

J: ¿Te vas a portar bien?
I: Sí... (dijo muy bajito con ojos de niña buena).
J: Como la enfades ya sabes lo que va a pasar...

Irene asintió ligeramente y yo me pasé un dedo por sus labios, lamiéndolo ella un poco mientras me miraba la polla. Me agaché para desatarle los tobillos, porque necesitaba una cuerda. Después de desatarla, fui hacia Elena, quien estaba sentaba en la cama, con el cuerpo hacia atrás, apoyándose en sus manos, con una pierna sobre la otra. Le tendí la mano para que la cogiera, haciéndolo así ella. Tiré de ella para levantarla y besarla, poniéndola después contra el cabecero, atándole yo las manos a él. Tenía su cuerpo encorvado, con el culo en pompa, por lo que empecé a azotarla ligeramente, aunque de forma firme para que se fuera acostumbrando mientras sujetaba la fusta con mis dientes. Después cogí la fusta y le empecé a azotar con ella, dando ella pequeños respingos, hasta que empecé a hacerlo con más fuerza, pudiendo oírse grandes chasquidos, acompañados de altos gemidos y jadeos. Elena daba un gran respingo con cada azote que le daba con la fusta, empezando a temblar mientras su culo estaba totalmente rojo. Acabé de azotarla dándole un último que fue el más fuerte de todos, lanzando ella un grito de dolor, notando como se oscurecía la zona en el que se lo había dado. La desaté y la puse frente a mí para quedar cara a cara. Esta vez no tenía lágrimas en su cara por el dolor, pero sí que notaba un gesto de dolor. Le di un suave beso para tranquilizarla.

Después la llevé a donde estaba Irene, poniéndola boca arriba encima de ella, dándole la fusta. Fue fácil que estuviera bien encima de ella, ya que Irene tenía las piernas desatadas y las pudo acomodar bien para que Elena se encajara entre ellas. Le empecé a acariciar su raja con mi polla, notando lo mojada que volvía a estar y la empecé a follar, levantando sus piernas para ponerlas sobre mis hombros. La follaba a buen ritmo, pudiendo ver la cara de Elena de estar muy cachonda y justo encima de la suya, la de Irene, quien estaba aún más cachonda, en silencio, a pesar de tener quitada la mordaza. A medida que aumentaba el ritmo, Elena gemía más, haciendo que Irene empezara a resoplar. Elena la miró como pudo y llevó una de sus manos hasta su boca para tapársela. Para ahogar sus gemidos, Elena agarraba la fusta con sus dientes, apretándola con fuerza. A los pocos minutos, me incorporé, porque la postura en la que estaba era bastante incómoda, saliendo del coño de Elena. Ella se levantó, poniéndose de espaldas a mí, mientras yo recuperaba la respiración. Se puso en pompa, apoyando sus manos sobre los muslos de Irene, aún con la fusta en su boca. Después la cogió y le acarició la cara a Irene con ella.

E: Sigues sin portarte bien, putita... (dijo mientras le daba un golpe en el pezón con la fusta).

Irene pegó un respingo, apretando sus ojos con fuerza mientras lanzaba un gemido que intentaba reprimir.

E: Tienes que aprender mucho de Mario. (dijo acariciando el pecho de Mario con la fusta, bajando hasta su polla, subiendo y bajando la fusta por ella).

Una vez Elena se incorporó y se apartó de ellos, estando aún de espaldas a mí, le di la vuelta, quitándole la fusta y tirándola al suelo. Pegué su cuerpo al mío y la tumbé en la cama, acercando a Irene y Mario más a la cama para que nos vieran mejor. Empecé a follar a Elena haciendo el misionero a buen ritmo, apretándole el cuello con fuerza, poniéndola después a 4, con ambos jadeando mientras tiraba fuertemente de su pelo. Después la puse haciendo la cucharita, levantando su pierna para ambos vieran bien como le metía la polla y pellizcando sus pezones con fuerza. Me encantaba ver como ambos nos miraban, me excitaba mucho ver la cara de deseo Irene y Mario, de querer hincarnos el diente. Realmente me lo estaba pasando muy bien aquella noche. Durante esa follada, aumentaba y reduciría el ritmo para que Elena no se corriera, hasta que la puse encima de mí para que me empezara a cabalgar estando ella en cuclillas, apoyando sus manos en mi pecho. Después de unos minutos, puse sus piernas para que quedara de rodillas y empezara a moverse hacia delante y atrás. Pasados unos segundos tiré de ella para pegar su cabeza a la mía, para decirle al oído sin que nos oyera la pareja:

J: Quiero que hagas lo que sabes que me encanta cuando me corra dentro de ti.

Ella gimió con tono de aprobación, empezando una rápida follada, igual que lo hacía segundos antes pero mucho más rápido. Le encendió mucho que le dijera eso. A los pocos minutos me empecé a correr dentro de ella, entre altos jadeos, levantando mis caderas hacia arriba mientras ella gemía fuertemente, provocando que se empezara a correr también ella, paralizando su respiración durante unos segundos, para volver a respirar muy fuerte, mientras temblaba, encogía su cuerpo y temblaba, arañándome el pecho con sus uñas. Una vez vacíe mis huevos en su coño, ella se quedó quieta, por lo que le di un pellizco en el muslo para que reaccionara. Inmediatamente abrió sus ojos y se levantó, para ponerse sobre mi pecho, con su cuerpo echado hacia atrás para que mi corrida cayera desde el interior de su coño a mi pecho. Ella hizo fuerza para que fuera más rápido, poniéndose de rodillas una vez salió entera. Se puso de manera que Elena miraba a la pareja, para que pudieran ver lo que iba a hacer, encorvó su espalda de manera sexy y empezó a lamer mi corrida sobre mi pecho mientras movía su culo de un lado a otro. Yo alternaba mis ojos, mirando a Elena, quien hacía eso con los ojos cerrados, mirando después a Irene y Mario que estaban con cara de sorpresa. Parecía que no se esperaban que Elena fuera a hacer eso. Una vez Elena recogió toda mi corrida, me miró, mirando después a la pareja, volviendo sus ojos de nuevo a mí y se lo tragó, echándose encima mía para besarme. Yo la recibí bien, dándonos un buen morreo mientras le agarraba su culo. Cuando ambos recuperamos la respiración, me senté en la cama y puse a Elena de cara a la pareja, atándole una pierna al cabecero y la otra a los pies de la cama. Elena empezaba a respirar más fuerte de nuevo, oliéndose lo que iba a pasar.

Me puse sentado en el borde de la cama, con Elena encima de mí y le empecé a tocar el coño. Lo hacía suave mientras le besaba y mordisqueaba la oreja. Le acariciaba la raja suavemente con los dedos mientras miraba a Irene y Mario, quienes miraban la situación con cara de vicio. Mientras le tocaba el coño a Elena, se lo abría con los dedos para ambos lo vieran. Ellos no podían dejar de mirarlo, clavando sus ojos en él. Al poco le empecé a meter los dedos, entrando muy fácil, ya que estaba muy mojada. Con la otra mano jugaba con sus tetas mientras ella me acariciaba las manos. Le daba algún pellizco, soltando ella un gemidito de dolor, pero eso también hacía que empezara a respirar más fuerte. Empecé a jugar con su clítoris para luego volver a meterle los dedos de nuevo, sacándoselos para llevarlos hasta su boca. Ella los recibía con ganas, chupándolos con ansia mientras cerraba los ojos. Repetí el proceso varias veces, parando de tocarle cuando notaba que se retorcía, haciendo ella gemidos de pena porque no quería que parara. La estaba calentando para que cuando se corriera, lo hiciera de forma explosiva, ya que quería que los bañara. Cuando creí oportuno, me preparé, acomodándome, pasando mi cabeza por debajo de su brazo, pasándolo ella por mi cuello. Le empecé a meter los dedos lentamente mientras con el pulgar le acariciaba el clítoris. Pasados unos pocos minutos le empecé a estimular el punto G, dejando mis dedos metidos dentro, sin llegar a hacer penetración, pero moviéndolos para estimularle. Lo hacía de manera suave, empezando a oírse como se estaba mojando, con sonidos de pequeños chapoteos. Elena empezaba a gemir mientras me miraba con unos ojitos de que no la hiciera sufrir más, se quería correr ya.

J: ¿Mi putita se quiere correr ya?
E: Sí, amo. (decía con la voz entrecortada).

Le empecé a estimular con más fuerza, provocando que a los pocos segundos se empezara a retorcer. Empezó a correrse, mojando mi mano directamente mientras temblaba e intentaba mover sus piernas. Rápidamente saqué mis dedos, estimulando su clítoris, haciendo que les salpicara a Irene y Mario. Fue una corrida bastante grande, saltándole bastante a ambos mientras Elena gritaba mi nombre. Cuando paró de chorrear, paré de tocarle mientras ella seguía temblando y gimiendo. Irene nos miraba con las cejas caídas mientras se mordía el labio. Mario, sin embargo, nos miraba con los ojos muy abiertos, embobado, para luego soltar mucho aire y mirar a Irene, quien no quitaba los ojos de Elena. Una vez Elena dejó de temblar, cogí su brazo, para ponerlo sobre su pecho, le giré la cara para besarla, con ella aún ausente por su orgasmo. Le comí la boca durante unos segundos, cogiendo después sus muñecas con una mano con fuerza y le empecé a tocar el coño de nuevo.

E: No, no, no, no, por favor... (dijo dando un respingo al notar como se lo tocaba otra vez)
J: Shhh... Quiero que mi putita se corra otra vez.

Elena empezó a respirar muy fuerte, como si estuviera asustada, pero aun así yo seguí tocándole. Le volví a meter los dedos suavemente, gimiendo ella como con molestia. No me quise demorar para no hacerla más sufrir y le empecé a estimular de la misma manera que antes, haciéndolo más fuerte cuando se empezó a correr, temblando bastante. Seguí hasta que volvió a chorrear de manera más abundante que antes, esta vez con espasmos.

E: ¡¡Javi, por dios, para, no puedo más... me vas a matar!! (dijo gritando justo antes de empezar a chorrear)
J: Abre los ojos y mírales (dije mientras chorreaba).

Elena los empapó con su corrida mientras se retorcía con espasmos y los miraba a duras penas, gritando y respirando muy fuerte. Una vez acabó, dejé de estimularla, tapándole el coño con la mano y presionando. Era increíble como vibraba mientras seguía con sus espasmos.

J: Buena chica.

Le desaté las piernas, soltando sus muñecas y la puse boca arriba sobre la cama, quedando ella con sus brazos extendidos sobre la cama. Veía como su pecho subía y bajaba por la respiración tan fuerte que aún tenía mientras yo estaba sentado en una esquina de la cama, con las piernas cruzadas.

M: Que pasada...
I: Pfff...
J: Aún no hemos acabado.
M: ¿Qué?
J: Ahora le voy a follar el culito.

Ambos me miraron con los ojos muy abiertos.

J: ¿Tenéis lubricante por ahí?
E: En mi bolso... (dijo con la voz un poco ida)

Cuando oí a Elena decir eso, le cogí una pierna y se la empecé a besar, desde su rodilla hasta el pie. Después fui a por el lubricante, rebuscando en su bolso. Cuando me di la vuelta, vi que Elena estaba de pie, cogiendo las cuerdas con las que le había atado las piernas para atarle los tobillos a Irene de nuevo, poniéndole la mordaza otra vez también. Esta vez no le dijo nada ni le pegó, simplemente le acarició la cara suavemente. Cuando Elena me miró, vino hacia mí y me empezó a besar, yo la cogí en brazos para llevarla de nuevo a la cama mientras nos besábamos. Se acabó la dominación, pasamos a darnos besos de forma cariñosa y bastantes caricias. La puse boca abajo en la cama y me puse sobre ella, dándole besos en la mejilla, después por su cuello, pasando a sus hombros, bajando por su espalda, hasta su culo. Le empecé a dar bastantes besitos y mordisquitos. Después de unos segundos así, le abrí los cachetes del culo para empezar a lamerle el ano. Lo hacía de manera suave, rodeándolo con mi lengua, mientras Elena gemía muy ligeramente y se reía de manera tonta. Poco a poco lo hacía con más intensidad, empezando a dar lametones más grandes mientras sus gemidos empezaban a ser más altos. Al poco le empecé a clavar la lengua, metiéndosela lo más profundo que podía, dándole de nuevo la risa tonta a ella. La risa le duró poco, pues empezó a gemir rápidamente de manera muy melosa. Al verla gemir así, pase mis manos por debajo de su cuerpo para tocarle las tetas, jugado con sus pezones, pero sin darle pellizcos. Después de unos minutos estando comiéndole el culo, empecé a acariciárselo con el dedo, metiéndolo poco a poco. Dio un respingo, acompañado de un gemido, pero después se empezó a reír otra vez. Mientras seguía jugando con mi dedo dentro de su culo, me incorporé, poniéndome sobre ella, acercándome a su oído para susurrarle:

J: ¿Qué te pasa, mi vida?
E: Nada, que me da un poquito de vergüenza... (dijo riéndose, con una voz aguda, muy encantadora)

Me reí y volví a bajar, besándole el culo mientras seguía jugando con mi dedo en su interior. Después eché saliva para meterle otro dedo, soltando ella otro gemido. Se los empecé a meter y a sacar despacio, subiendo el ritmo poco a poco. Le saqué los dedos para echar lubricante en su culo y en mis dedos, para volver a metérselos, de manera más rápida, entrando y saliendo sin problema. Lo tenía bastante dilatado, por lo que me eché bastante lubricante por la polla mientras le seguía metiendo los dedos, esparciéndolo bien a lo largo de mi polla, que estaba muy dura desde hacía tiempo. Después le eché un poco más en el culo, ya con intenciones de meterle mi polla.

J: ¿Lista?
E: Sí, mi amor.

Le empecé a acariciar el ano con mi polla, soltando ella un suspiro. Entonces empecé a ejercer presión con mi glande para empezar a meterla, soltando ella un gritito cuando entró, seguido de unas respiraciones rápidas y muy seguidas.

J: ¿Te duele?
E: No, no. No pasa nada.

Le empecé a meter y sacar el glande para que se acostumbrara, relajándose ella mientras gemía de manera melosa. Una vez entraba y salía con facilidad, empecé a meterle más la polla, muy poco a poco hasta meterle la mitad. Elena suspiraba, así que se la empecé a sacar poco a poco, sin llegar a sacar el glande. Después se la empecé a meter otra vez mientras ella gemía, con un tono de un poco de dolor, dejé que se fuera acostumbrando, echando un poco más de lubricante cuando la sacaba. Una vez se acostumbró, entrando y saliendo más fácilmente, empecé a meterla más muy poco a poco hasta que la llegué a meter entera. Me quedé dentro de ella quieto, notando como apretaba ligeramente mientras gemía. Le empecé a acariciar los cachetes del culo, haciendo más presión para que notará que ya estaba entera dentro de ella. Elena vació sus pulmones, empezando a incorporarse, apoyándose sobre sus manos, para ponerse a 4. Empecé un ligero mete-saca, hasta que mi polla entraba y salía de su culo con más soltura, acelerando el ritmo poco a poco, provocando que empezara a gemir de placer. Estaba tan concentrado en hacérselo bien que se me había olvidado que Mario e Irene estaban ahí, por lo que no llegué a ver sus expresiones al empezar a follármela. Cuando miré hacia ellos vi que Mario estaba muy sorprendido e Irene estaba echada hacia delante, apretando sus puños, moviéndolos, pero sin poder hacer nada por las cuerdas. Seguí la follada, aumentando el ritmo poco a poco hasta que me dejé de aumentarlo, follándomela de manera firme mientras Elena gemía y jadeaba.

E: Mas fuerte, mi amor.

Le empecé a dar más fuerte, haciendo ruido al chocar mi cuerpo con el suyo mientras ella gemía al ritmo de mis embestidas. Tras unos segundos así, le saqué la polla y la puse boca arriba, cogiendo sus piernas y pegándolas a su pecho. Ella se sujetó una, por lo que aproveché para acariciarle con mi polla y volver a metérsela, entrando bastante fácil. Una vez la metí, me eché sobre ella, apoyándome en mis codos mientras le apartaba el pelo con mis manos y le cogía la cara para besarle en los labios lentamente, empezando a follarla de manera sensual, moviendo mis caderas suavemente, aumentando poco a poco el ritmo. Estaba bastante excitado, pero al gemir ella en mi boca mientras la besaba me encendió más aún, por lo que aceleré la penetración. Después le empecé a besar el cuello mientras ella me acariciaba la espalda y el pelo.

Tras unos minutos así me incorporé y la volví a poner a 4, cogiéndole de las caderas para empezar a follarla bastante rápido, con altos gemidos de ella y jadeos bastante grandes por mi parte. Noté como Elena se empezó a tocar el coño, apretando mi polla con su culo, por lo que empecé a notar escalofríos por la espalda y brazos, señal de que me iba a correr. Elena encorvó su espalda, apoyando su cara en la cama, mirando hacia Irene y Mario, tocándose rápidamente el coño, hasta que noté como empezaba a temblar. No pude más y me empecé a correr entre gritos, dando fuertes embestidas. Después de cortar su respiración durante un par de segundos, Elena inmediatamente empezó a gritar mi nombre mientras oía como chorreaba de nuevo, empezando a darle espasmos. La agarré fuertemente de las caderas para que mi polla no se saliera. Cuando paró de correrse se quiso desplomar sobre la cama, por lo que la acompañé quedando sobre ella sin sacar mi polla. Me puse a su lado, poniendo mi mano en su culo al sacar poco a poco mi polla para que no se le cayera mi corrida. Le di varios besos en los hombros y la espalda, acabado con uno en la cabeza.

Después miré a Mario, quien estaba con la cabeza hacia atrás, con los ojos cerrados e Irene, quien estaba vibrando con cara de emoción. Tras un par de minutos, con Irene y Mario más relajados y Elena ya bastante recuperada, le susurre de levantarnos para darnos una ducha. Con cuidado nos levantamos, yendo hacia la ducha, dejando a Elena dentro. Me lavé las manos y fui a la habitación y empecé a desatar a Mario, que seguía con la polla muy dura, como la tenía desde que vio a Elena desnuda. Notaba como a Irene se le aceleraba la respiración mientras lo hacía. Empecé quitándole la mordaza, dejándola en la mesita, después le desaté los tobillos, mirándola como ella me miraba a mí y a Mario, respirando muy fuertemente. Le desaté una muñeca y en cuanto lo hice, fui a desatarse la otra, intentando ella ayudarme con mucha ansía. Al ver que eso no ayudaba, me dejó hacerlo a mí mientras ella me acariciaba la cara. Una vez la terminé de desatar, pegó un salto de la silla, lanzándose encima de Mario para empezar a besarle con mucha ansia. Después empezó a chupársela con tanta ansia o incluso más que con la que le besaba.

Yo decidí dejarles solos, yendo con Elena, porque tenía ganas de estar con ella y abrazarla. Cuando llegué al baño me sorprendí, porque me encontré la bañera llena, con Elena dentro, esperándome. Elena me miraba con una sonrisa y con los brazos abiertos, por lo que me metí con ella inmediatamente, abrazándonos y quedándonos en silencio con muchas caricias y besos. Nuestro silencio sólo lo rompían los gemidos de Irene, con alguno de Mario entre ellos.

Me empecé a relajar viendo lo feliz que era, pues estaba en un momento en el que no podía estar mejor, con una pareja formal, mi primera novia, estando completamente enamorado de ella, aprendiendo muchas cosas de ella. Buena situación de trabajo, con un buen sueldo y una libertad bastante buena. Todo iba genial también con mi familia, nuestros "nuevos" amigos íntimos, con los que nos llevábamos más que bien y, por último, la situación con Noelia, teniéndolo por fin todo bajo control.

Pasados unos minutos, nos aclaramos y secamos. Durante todo el tiempo oíamos como la otra pareja estaban follando bastante duro por los gemidos, con Elena y yo mirándonos y riendo. Ya era bastante tarde por lo que decidimos quedarnos ahí a dormir, yendo a la habitación de invitados y tumbándonos en la cama. Nos tapamos y Elena se acurrucó a mí, apoyando su cabeza sobre mi pecho, acariciándome el vientre.

-Javi, ¿qué piensas? Estás muy callado.
-Lo feliz que soy.

Elena levantó su cara para mirarme, sonriéndole yo.
 
Capítulo 96

-Yo también soy muy feliz. No me puedo creer en dos meses haya vivido todo esto.
-No me esperaba para nada lo que has hecho hoy.
-¿Te ha gustado?
-¿Tú qué crees?
-Creo que sí.
-Ha sido la ostia. Me ha encantado.
-Javi, le he cogido la polla a Mario...
-Te veía con ganas, pero no te decidías, así que te he dado el empujoncito.
-¿Te molesta?
-No. Tú has permitido que tocara a Irene y que ella me tocara a mí.
-Me he sentido un poco rara.
-Poco a poco, mi vida.
-Sí.
-Has acojonado a Irene, ¿eh?
-No creo.
-Ya te digo que sí. Al principio se lo tomaba a coña, aunque la notaba muy excitada, pero luego te has puesto más seria y sí que estaba acojonada.
-¿Crees que me he pasado?
-No. Lo que más le ha jodido ha sido estar atada sin poder hacer nada.
-Ya, es lo que pretendía.
-Te molestó que se fuera con la otra, ¿eh?
-Pues sí. No me cae bien esa chica.
-Bueno, no pienses en eso.
-Me ha encantado como me has dominado. Aunque casi me da algo cuando has hecho que me corriera tan seguido...
-No he podido aguantarme, me encanta hacerte eso.

Seguimos hablando un poco más, comentando algo por encima hasta que Elena cayó dormida sobre mí, siguiéndola ya en nada. Me desperté por el ruido de la ducha, acordándome de lo que dijo Irene de que Mario era muy ruidoso, entonces justo entró ella, viéndome que estaba despierto. Me dijo que venía a dejarnos la ropa, disculpándome yo por estar ahí, pero ella me dijo que no nos preocupáramos, que era nuestra casa también. Se fue dejándonos solos después de acercarse para darme las gracias por lo que habíamos hecho, pareciéndole muy emocionante y excitante, acariciando la cara de Elena mientras me lo decía. En cuanto se fue me acomodé, volviéndome a dormir enseguida.

Al día siguiente me desperté con Elena chupándome la polla.

-Mi vida... (dije desperezándome)
-Buenos días. (dijo con mi polla en su boca, hablando con ella dentro).
-¿Sigues con ganas?
-Sí. -dijo sacando mi polla de su boca y meneándomela- Es que te he visto así con ésta despierta y he oído a éstos follando y me he puesto un poquito cachonda.
-Que traviesa...
-Sí... (dijo con voz melosa)

Elena empezó a trepar por mi cuerpo hasta sentarse sobre mi polla, apretándola contra mi cuerpo. Se quedó quieta, apoyando sus manos en mi pecho, mirándome fijamente. De fondo oía a Irene gemir bastante alto. Entonces Elena se metió mi polla babeada por su mamada en su coño, que estaba muy mojado y empezó a follarme al ritmo de los gemidos de Irene.

-¿Quieres que le enseñemos cómo se follar?
-Sí...
-Pues fóllame fuerte.

Elena empezó a aumentar el ritmo con el que me follaba, aumentando también sus gemidos. Pasó a ponerse en cuclillas, empezando a botar fuertemente sobre mí. Sus gemidos cada vez eran más altos. Después echó su cuerpo hacia atrás, apoyándose en mis rodillas mientras seguía al mismo ritmo. Me incorporé y la cogí en brazos, llevándola hasta la puerta, empotrándola contra ella. Empecé a embestir con ganas, haciendo que la puerta sonara mientras Elena seguía gimiendo. Estuvimos así durante unos minutos, apartándole yo a Elena el pelo, pasándolo por su oreja mientras nos mirábamos a los ojos, para comernos después la boca con mucha ansia. Después la llevé a la cama y la puse a 4, volviendo a follarla fuertemente mientras la cogía de las caderas y ella se apoyaba en sus manos. Entonces apareció Irene y se sentó en el suelo, al lado de la cama para vernos, completamente desnuda, con las piernas a un lado, apoyándose sobre una mano, mirando sonriente. Ni siquiera me había dado cuenta de que habían parado sus gemidos mientras estaba follando con Elena. Eso me dio mucho morbo y aumenté mis embestidas hasta que Elena se puso a temblar entre gritos, encogiendo su cuerpo. La saqué muy rápido porque estaba a punto de correrme, por lo que la puse boca arriba y me puse de rodillas junto a su cabeza.

Elena estaba ida, en otro mundo por su orgasmo, así que al ver que no reaccionaba, la cogí con fuerza del pelo por la parte de su nuca y le metí la polla en la boca, sacándola casi toda, dejando sólo el glande dentro para pajearme, acabando corriéndome en su boca. Cuando notó mi corrida, abrió los ojos y se la tragó mirándome mientras me sonreía, después volvió a cerrar sus ojos para descansar. Yo me apoyé en el cabecero de la cama, viendo que Mario estaba en la puerta. Irene se levantó poco a poco, quedándose de pie, con los brazos en jarra, mirando a Elena sonriendo y luego a mí. Después ambos se fueron, cerrando la puerta, dejándonos solos, recuperándonos al poco. Nos empezamos a vestir y nos echamos a reír al ver mi camisa, sin botones. Nos fuimos al salón, donde estaban Irene y Mario, también riéndose al ver mi camisa.

I: Qué bruto eres, jajajaja.
J: Estaba yo como para ir botón por botón, ¿sabes?
I: Anda, espera que te traigo algo de Mario.
M: Vaya pasada lo de anoche...
J: ¿Os gustó?
M: Sí. Yo estoy más acostumbrado a estar así, pero a Irene se le hizo un poco duro. Hacía bastante que no se me tiraba, así como se me tiró encima cuando la desataste.
J: Fue idea de ella.
M: ¿Sí?
E: Sí, bueno, es que...
M: ¿Qué pasa?
E: Eh...
J: Le molestó un poco que os fuerais con Ángela.
M: Vaya, lo siento. Creía que lo decías en broma el otro día.
E: No me cae bien esa chica.
M: Entiendo. Bueno, da igual, no pienses en ella.
I: ¿De qué habláis? (dijo mientras venía con un jersey de Mario, dándomelo)
M: Nada.
E: De cuando os fuisteis con Ángela.
I: Ah...
M: Le molestó de verdad.
I: Lo siento, Elena.
E: No pasa nada.
I: Creía que lo decías en broma.
E: Ya, bueno... Es que no me cae bien, nada más.
J: No le deis más vueltas. Ya está todo hablado y aclarado.
E: Sí, no os preocupéis. Fue un pequeño bajón, sin más. Tampoco quiero que no la veáis si queréis verla, podéis hacer lo que queráis, no os tenemos atados ni nada. Solo fue el momento, porque estábamos los cuatro juntos y fue todo muy rápido. Nada más.
I: Vale. Te entiendo.
E: Entonces, ¿os gustó lo de anoche?
M: Me encantó.
J: Yo sigo sin palabras.
I: Elena...
E: Dime.
I: Eres muy especial. (dijo yendo hacia ella y dándole un abrazo por detrás)

Elena se sonrojó, poniendo una leve sonrisa en su boca.

I: Creo que todos somos conscientes de lo que estás haciendo por nosotros. Tú no eres así, tan liberal como nosotros y estás haciendo un esfuerzo para dejarte llevar y disfrutar como nosotros lo hacemos y lo valoramos.
E: Gracias. (dijo bajito)
I: Me flipó lo que hiciste ayer. No me lo esperaba para nada. Nunca te había visto así. Me moría por tocarte, besarte... Lo pasé un poco mal y eso me calentó más.
E: Yo sé que esperáis un poco más, pero es que...
I: No pasa absolutamente nada, Elena. Estás dando pasos agigantados, aunque no lo veas. ¿O no te acuerdas de la primera vez, donde te toqué aquí en el sofá...? Que casi te desmayas de lo roja que estabas, jajaja. Y mira ayer, que hasta le cogiste la polla a Mario y hace unos días eso parecía algo imposible.

Elena sonreía apartando la mirada.

J: Os dije que Elena era la ostia.
I: Y tanto que si lo es.
M: Me quedé flipando cuando ayer se desnudó por completo.
J: ¿Qué te parece?
M: Pues que está para comérsela. Disimula mucho por como suele ir vestida, pero cuando se pone ropa de salir y desnuda gana mucho más. Está muy rica.

Elena se puso roja a rabiar.

I: Parad, que le va a dar algo a nuestra niña, jajaja. (dijo dándole un beso en la mejilla).

Elena vino hacia a mí y se abrazó, pegando su cara a mi pecho para taparse.

I: Mírala, que tímida, después de lo que hizo anoche, jajaja.
M: Se va con su protector, jajajaja.
J: Me encanta cuando se pone así, lo sabe de sobra.

Elena se empezó a reír, despegando su cara de mí y pellizcándome la mejilla.

M: Me hace gracia, porque la conozco desde hace tiempo y no la creía tan tímida.
E: Pero vamos a ver, que estamos hablando de sexo, es algo muy íntimo, ¿cómo no me va a dar vergüenza? Jajajaja.
I: Oye, Elena, ¿cómo aguantas todo eso en tu culo?
E: Pfff... (dijo poniéndose roja de nuevo)
I: Jajajaja.
M: Es verdad. Se la metías muy fuerte y aguantaba bien.
I: Me dio mucha envidia, la verdad. Con Mario es imposible, es que me revienta.
M: Pues ya sabes...
I: No depende de mí.
E: ¡Eh! Cuidado... Que Javi solo se folla mi culito.
I: Sí, señora.
J: ¿Crees que aguantarías, Irene?
I: No sé...
E: Oye...
J: Tengo curiosidad...
I: No lo sé, la verdad. Lo tengo muy pequeñito, probamos con consoladores normalitos y bien, pero no es lo mismo que una de verdad. Pero viendo como se lo haces a Elena, puede ser. Eres muy cuidadoso con ella, te tomas tu tiempo. Lo haces muy bien.
M: ¿Te imaginas una doble?
I: Uff... Calla qué no veas...
E: ¿Una doble?
I: Doble penetración. Mario me folla el coño y Javi el culo a la vez.
E: ¿Qué dices?
I: Ayyyyy, que inocente eres... jajajaja.
E: Lo veo demasiado.
I: ¿Tú lo vas probado, Javi?
J: Sí.
E: ¿Cómo?
J: ¿No te acuerdas que te dije que hice un trío donde había otro chico?
E: Sí, pero eso no lo dijiste.
J: Pues sí. Fue la ostia.
I: ¿Cómo fue?
J: Pues genial, lo único malo era el otro tío, que era muy bestia. La chica estaba un poco mosqueada con él. Le dio un par de manotazos porque le hacía daño. Intentamos hacerlo de las dos maneras, pero la polla del otro era más grande que la mía y con lo bruto que era, pues le hacía mucho daño.
I: Acabaría contenta entonces.
J: En la doble penetración se corrió muy basto. Gritaba como si la estuvieran matando, pero que me asuste y todo, ¿sabes?
I: Jajajajaja.
J: Esa chica era muy activa.
E: Madre mía, me imagino tu polla y una más grande a la vez y me muero.
J: Elena, no sé lo que sentirá una chica, pero te digo que es una pasada. Lo notas muy apretado todo.
I: Deberíais probarlo, con un consolador.
E: Ya veremos.

Seguimos hablando un rato más de otras cosas y luego llevé a Elena a su casa. Nos despedimos como solíamos hacer, con un buen beso, ambos muy contentos por como iba la cosa. El resto del día me quedé descansando en casa tranquilamente después de la noche que pasamos. El lunes me levanté con varios correos del trabajo, avisándome que tenía que entregar para el viernes mucho material. Realmente fue una semana dura de trabajo, apenas tenía tiempo para nada más. No pude quedar con Elena en toda la semana, ni para tomarme una cerveza con los amigos, ni nada. Esos días era levantarme, ponerme a trabajar, descansar una hora para comer, y ponerme otra vez hasta la noche, donde hablaba con Elena, pero me quedaba dormido enseguida de lo reventado que estaba. Al menos me pagaron el extra muy bien, como si hubiera trabajado un mes en esa semana. El jueves por la noche lo dejé todo preparado para enviarlo el viernes por la mañana, ultimando detalles. Cuando acabé le envié un mensaje a Elena para avisarle de que por fin había acabado todo. Me respondió enseguida, a pesar de que era muy tarde cuando le escribí, llamándome.

-Ya está. (dije resoplando y aliviado)
-Enhorabuena, mi amor.
-Gracias, esto hay que celebrarlo, que me he pegado un palizón importante.
-Claro que lo vamos a celebrar. Tengo un plan.
-Ah, ¿sí?
-Sí. He estado hablando con Irene y se le ha ocurrido una cosa. Me ha dicho que vayamos este fin de semana a la playa con ellos, que sus padres tienen un apartamento en la playa, bastante grande. ¿Qué te parece?
-Me parece genial. Necesito salir para despejarme.
-Bien. Pues la idea es salir mañana después de comer y hacer allí noche.
-¿Pero Irene no trabaja por la tarde?
-Ha cambiado el turno para mañana y Mario ha pedido el día.
-De puta madre.

Después de ultimar detalles del plan nos despedimos y me fui a dormir, estaba reventado y necesitaba descansar para el fin de semana que se venía.
 
Capítulo 97

Ese viernes me levanté sobre las 12, necesitaba descansar bastante. Me puse a preparar la ropa y demás para esos días y fui a por Elena, quedamos con Irene y Mario para comer en un bar, con el plan de salir después. Cada pareja fuimos con nuestros coches, llegando al cabo de unas cuantas horas, sobre el atardecer. Una vez llegamos fuimos al apartamento, dejando las cosas. Dimos un paseo por la playa, haciendo hora para cenar, yendo a un bar cercano mientras Irene nos explicaba que llevaba yendo a ese sitio desde que era pequeña, pero que no iba desde que se vino a vivir con Mario. Después regresamos al apartamento e Irene sacó una jarra con algo que trajo preparado de casa, era vino con fresas cortadas en pequeños dados y azúcar. Nos sirvió un vaso a casa uno y nos lo tomamos. A mí de nunca me había gustado el alcohol, pero con eso debí coger una buena, porque no recuerdo qué pasó esa noche. Sólo recuerdo que estaba muy dulce y qué bebí varios vasos. Al día siguiente me desperté desnudo en una cama sólo. Me vestí y salí buscando a los demás. Mario se estaba duchando y las chicas estaban en el balcón tomándose un café.

I: Qué poco aguante tienes, jajajaja.
J: Lo tengo para otras cosas...
E: Jajaja, es que él no bebe mucho.
I: Ya, ya lo sé.
J: Joder, no me acuerdo de nada...
I: Yo si me acuerdo de los gritos de Elena... jajajaja.
E: Calla... jajaja.
J: Me cago en la puta... Es que eso estaba muy dulce y parecía que no, pero pillé una buena.
E: Vaya noche me diste.
J: ¿Qué pasó?
E: Te pusiste muy tontorrón y me diste, pero bien, muy bruto, jajajaja.
J: Vaya...
I: Mario y yo echamos uno antes, pero os oímos y tuvimos que echar otro. Me puse muy cachonda.
E: Luego caíste redondo, encima de mí.
J: Vaya panorama...
E: No pasa nada, estabas gracioso.
M: ¿Cómo está el borracho? jajajaja.
J: Joder tío, ya no bebo más mierdas de la que hagáis, que luego no me acuerdo de como reviento a la nena, jajajaja.
I: Qué bruto, jajaja.
J: Todavía estoy borracho, voy a ducharme a ver si me espabilo.
E: Espera, que voy contigo.
I: Ésta sigue con ganas. (dijo dándole un azote cuando se iba).
E: Joder, Irene, como te coja... (dijo entrando)
I: ¿Qué me vas a hacer? A ver... (dijo desafiante)

Elena se quedó cortada y más cuando Irene se levantó y la arrinconó contra la pared. Me miró y le hice señas con la cara para que se la devolviera, pero estaba bastante cortada, con las mejillas encendidas, entonces reaccioné, cogiendo a Irene del cuello con fuerza, empujándola contra la pared, acercando mi cara mucho a la suya.

J: Lo mismo te lo hago yo, a ver si se te quitan las ganas de meterte con mi niña...

Irene me miraba con unos ojos brillantes, con una cara de estar muy cachonda, empezando a respirar más rápido. Le sonreí y le solté, retirándome de ella. Mario estaba en la puerta del balcón, con la polla empalmada bajo sus pantalones. Me reí y cogí a Elena en brazos para ir a la ducha.

I: Cabrón... (dijo susurrando)

Me paré mientras estaba andando hacia el baño. Elena la podía ver por como la tenía sujeta.

E: Ve a por ella y explícaselo. (dijo susurrando)

Solté a Elena, dándole un beso y fui de nuevo hacia Irene, rápidamente, con la cara muy sería y la volví a coger del cuello.

J: ¿Qué has dicho, putita?

Irene se quedó callada, mirándome como lo hacía antes.

J: Te he hecho una pregunta. (dije apretando un poco más su cuello)
I: Nada...
J: Encima mentirosa...

Le di la vuelta, empujándola, apoyando su cara contra la pared de lado y apretando, dándole algunos azotes con fuerza mientras ella lanzaba gemidos. Después apreté su cuerpo con el mío contra la pared, mi polla tocaba su culo a través de mis boxers y pantalones y su pantaloncito corto de pijama.

J: Conmigo no se jode, ¿vale putita?
I: Sí... (dijo susurrando)

Me retiré de ella, dándole otro azote, cogiendo de nuevo a Elena, quien estaba sonriendo, para ir a la ducha. Entramos al baño, desnudándonos mientras Elena se reía. Una vez nos metimos en la ducha, oíamos como Irene gemía bastante alto.

-Como la has puesto... jajaja.
-Y como le gusta.
-A los dos les gusta, ¿has visto a Mario?
-Sí, y también te he visto a ti. ¿Por qué no has reaccionado?
-Me ha cortado mucho, no me lo esperaba.
-Échale cara, y si ella sigue, pues más. Como el sábado pasado en su casa.
-Ya, pero no es lo mismo, ese día estaba planeado, esto me ha pillado un poco desprevenida.
-Ay...
-Jo... No seas malo...
-No... Tienes que ser tú la mala, jajaja.
-¿Sí? (dijo dándome un azote)
-Ahí, ahí.

Nos duchamos entre besos, secándonos y vistiéndonos cuando acabamos. Salimos y vimos a Irene tumbada sobre el sofá, despatarrada. Se levantó y fue al baño sin decir nada, con una sonrisa en la boca. Una vez estuvimos todos listos nos fuimos a la playa a pasar un rato antes de comer. Las chicas estaban impresionantes luciendo su cuerpo, con Irene con un bikini azul celeste, contrastando con el color de su piel y Elena con un bikini con la parte de arriba rosa y la de abajo negra, poniéndose una cinta en el pelo como cuando estuvimos en la playa unas semanas antes, con dos pequeñas trenzas, una a cada lado de su nuca. Estuvimos muy a gusto porque en esos días aún no había mucha gente. Irene nos explicó que en verano aquello se ponía abarrotado, llegando a ser agobiante.

Después de comer nos metimos en el agua los cuatro. Irene nos guio hasta un sitio donde había más intimidad, rodeando unas rocas. Una vez allí Irene se puso a besar a Mario intensamente, separándose de sus labios para decirnos lo cachonda que le había puesto lo que pasó por la mañana. Entonces se puso de espaldas a Mario, haciendo movimientos con sus manos bajo el agua. Intuí que se había bajado el bañador, comprobándolo cuando Mario se acercó a ella, poniendo Irene cara de placer. Mario empezó a embestir a Irene, quien jadeaba, abriendo sus ojos para mirarnos. Se me empezó a poner dura por la situación, entonces Elena me empezó a tocar por encima, dándose cuenta, bajándome el bañador para empezar a pajearme. Irene se empezó a acercar a nosotros, tirando de Mario para que siguiera follándola, poniéndose al lado de Elena. Le empezó a acariciar la cara mientras ella me seguía pajeando, entonces Irene deslizó su mano desde su cara hasta abajo, pero Elena le paró cuando tenía la mano bastante por abajo.

I: Un poquito sólo.

Entonces pude ver como Irene coló su mano por dentro del bañador de Elena, poniendo ella cara de placer mientras apoyaba su cara en mi pecho. A los pocos segundos Elena quitó la mano de Irene de su bañador para subirse encima de mí.

E: Métemela despacito, como la otra vez.

Le corrí el bañador hacia un lado, empezando a meterle la polla despacio, estando así durante unos minutos. Después Irene tiró de Elena para que apoyara su cabeza sobre su hombro mientras yo la seguía follando. Irene le subió la parte de arriba a Elena, dejando sus tetas al descubierto y jugando con ellas mientras Mario empezaba a embestir con más fuerza. Irene tenía una cara de estar a mil, por lo que bajó su mano por el pecho de Elena, llegando hasta su coño para acariciarle el clítoris, dando Elena un respingo. Lo hacía de manera rápida, cosa que me envalentonó para follarla más rápido, haciendo Mario lo propio con Irene. Elena no tardó nada en correrse, con varios espasmos mientras ahogaba sus gemidos con su mano, provocando que me corriera yo dentro de ella mientras jadeaba. Cuando ambos acabamos de corrernos, la cogí en brazos para que se recuperara, viendo como Mario seguía follándose a Irene, quien le pedía que lo hiciera más fuerte. No tardaron mucho más en correrse los dos casi a la vez, primero Irene y luego Mario, entre jadeos, para no hacer mucho ruido. Ambos se pusieron bien los bañadores mientras Elena se seguía recuperando. Irene me hizo una seña para decirme que se iban, para dejarnos intimidad. Elena estaba abrazada a mí, con su cabeza sobre mi hombro, terminando de recuperarse, moviendo su cabeza para mirarme y darme un beso.

-¿Qué tal?
-Muy bien.
-¿Te ha gustado lo que ha pasado?
-Sí. Es una cabrona, porque sabe como soy, pero me busca siempre y lo consigue.
-Me ha puesto mucho como te tocaba mientras te follaba.
-Sí, ha sido muy morboso.

Al poco salimos del agua, con Elena en mi espalda, viendo como sonreía mirando a la pareja al darle yo un beso en la mejilla. Echamos el resto del día en la playa, cenando de nuevo fuera, para volver ya por la noche al apartamento, duchándonos en parejas por turnos. Irene y Mario entraron primero y luego Elena y yo. Cuando salimos, fuimos al balcón, viendo que ellos estaban allí, sentados en unas sillas con bebidas sobre una mesa pequeña. Yo dije que pasaba de beber, para que no me pasara lo mismo que la noche anterior. Estuvimos ahí un buen rato hablando, pasándolo bien, hasta que Irene le empezó a sobar el paquete a Mario, bajándole después el pantalón para empezar a comérsela.

E: Estáis locos... Aquí en el balcón... Os pueden ver... (dijo riéndose)
I: Es divertido, la tensión de que te puedan ver hace que sea más morboso. (decía mientras le comía la polla a Mario)
J: Sí, como si te importase mucho que te vieran...

Irene se empezó a reír mientras le seguía comiendo la polla a Mario. Entonces Elena me empezó a tocar a mí por encima de la ropa.

J: No, hoy te toca a ti.

Cogí a Elena y la senté encima de mí, empujando desde su vientre para que se echara sobre mí. Le moví a un lado la parte del pantaloncito de su pijama que daba a su entrepierna, junto a sus braguitas. Por la luz que había no se debía ver mucho, aunque Irene se animó más, comiéndose la polla con más ganas, apretando para metérsela más mientras Mario miraba fijamente el coño de Elena resoplando. Le llevé los dedos a Elena a la boca, diciéndole que los mojara para después llevarlos a su coño y empezar a tocarle, echando ella su cabeza hacia atrás para besarme el cuello. Le estuve acariciando el coño, empezando a meterle los dedos después durante un rato, empezando ella a gemir ligeramente para que no se oyera, por si pasaba alguien cerca. Irene paró de comérsela a Mario, incorporándose mientras le pajeaba, mordiéndose el labio mientras nos veía.

I: Mario, vamos dentro.
M: ¿Ya?
I: Sí, que me estoy calentando mucho y me voy a querer tirar encima de ellos...
E: Qué poco aguante tienes... (dijo riéndose)
I: No juegues con fuego... (dijo acercándose a ella para tocarle el coño)

Elena dio un respingo y yo cogí a Irene de la barbilla para que me mirara, agarrándole después el cuello.

J: ¿No te ha quedado claro lo de esta mañana?

Irene se quedó callada, mirándome como cuando le cogí del cuello esa mañana, como expectante de que hiciera algo más. Entonces le solté el cuello, poniendo mi pulgar en sus labios, metiéndolo en su boca para que lo chupara. Irene lo empezó a chupar poniéndome ojitos, jugando con su lengua.

J: Anda, ve y que te folle bien. (dije soltándola)

Irene cogió de la mano a Mario, tirando de él con fuerza, yendo rápidamente a la habitación y cerrando la puerta. Elena y yo nos quedamos callados mientras le seguía acariciando el coño.

E: Uff... Que calentón me ha dado eso...
J: ¿Sí?
E: Sí, me has puesto muy cachonda...
J: Me ha gustado lo que le has dicho, picándola.
E: Lo he hecho por lo de esta mañana, le he echado cara, pero cuando me ha tocado...
J: Poco a poco.

Elena se incorporó para ponerse de rodillas y sacarme la polla, que estaba bastante dura. Empezó a chuparla suavemente mientras me miraba a los ojos fijamente. Yo le empecé a acariciar la cara y luego el pelo mientras ella subía un poco el ritmo de la mamada. Estuvimos así durante unos minutos, empezando a oír a Irene gemir fuertemente. Eso envalentonó a Elena, quien empezó a chupármela con más ansia. Entonces Irene paro de gemir y a los pocos segundos Elena miró hacia la puerta del balcón mientras seguía la mamada. Miré, pero no vi nada, regresando mi mirada a Elena, quien a los pocos segundos miró de nuevo hacia la puerta, entonces yo volví a mirar y vi a Irene con cara de placer mientras Mario la embestida desde atrás. Irene se agarraba al marco de la puerta mientras nos miraba con cara de vicio. Podía ver como su pelo y pecho se movían al ritmo de las embestidas de Mario, quien jadeaba desde el interior de la casa. Elena se empezó a meter la polla entera en su boca, con Irene lanzando algún gemido más alto de la cuenta, por lo que se tapó la boca con su mano. Al cabo de unos minutos Elena me dijo:

E: Dame tu leche, mi amor.

Le pasé el pelo por detrás de la oreja y le empecé a empujar su cabeza para acelerar la mamada, corriéndome en su boca a los pocos minutos entre jadeos mientras echaba mi cabeza hacia atrás. Irene al vernos se empezó a correr con agudos gemidos que ahogaba con su mano. Después Elena se tragó mi corrida, metiéndose mi polla en su boca después para exprimir lo que podía y volver a tragar. Irene y Mario se fueron a su habitación para seguir follando. Elena me cogió de la mano para llevarme a nuestra habitación, empezando a besarme una vez nos tumbamos. Empezamos con besos suaves para pasar luego a ser con mucha lengua, nos besábamos con mucha ansia, empezando a meternos mano y quitándonos la ropa. Le empecé a comer el coño, mirándola fijamente a los ojos, con Irene y Mario gimiendo de fondo. Pasé a comérselo más rápido mientras le metía los dedos. Elena gemía bajito, acariciándome la cabeza, aumentándolos conforme yo subía el ritmo, pasando a tirarme del pelo hasta que llegó un punto en el que empezó a temblar, moviéndose mucho, cerrando sus piernas, apretándome la cabeza con ellas. Me tiraba del pelo con fuerza, intentando que me apartara, pero no lo hice. Seguí hasta que empezó a chorrear, gritando a pleno pulmón, llenándome la boca de su corrida. Una vez acabó, me aparté, poniéndome de rodillas sobre la cama, viendo como temblaba y le daban espasmos, con su cara muy apretada y agarrándose a las sábanas.

Irene entró a la habitación, mirando mi fuerte erección y como la corrida de Elena me goteaba desde la cara. Se acercó poco a poco, mirando también a Elena, hasta que se puso a mi lado. Le veía en la cara que se moría de ganas por tocarnos y hacer algo más, pero solo se limitó a acercarse a mi cara, mirándome a los labios para empezar a lamerme la cara, la comisura de los labios y la barbilla, para saborear la corrida de Elena. Yo estaba con los ojos cerrados, notando como me cogía la polla, dando un respingo y apartándome de ella, pero cuando abrí los ojos vi que era Elena quien me la cogía. Irene miró a Elena, acariciándole la cara mientras sonreía, dejándonos solos. Elena me miraba fijamente, empezando a sonreír, tirando de mis manos para que me pusiera encima de ella, empezando a besarme de nuevo lentamente.

E: Hazme el amor.

Cuando oí eso me dio un fuerte escalofrío, esas palabras, la forma de decirlo, como lo dijo mientras me besaba y abrazaba. Me quedé mirándola a los ojos fijamente, serio. Entonces dirigí mi polla hasta su coño, metiéndola, entrando muy fácil por lo mojada que estaba. Empecé un ligero movimiento para metérsela, solo apretando mis nalgas, con Elena cerrando los ojos mientras suspiraba, echando su cabeza hacia atrás y abrazándome. Aumenté tan sólo un poco el ritmo, moviendo ligeramente mis caderas mientras no parábamos de mirarnos, besarnos en los labios y en el cuello. Estuvimos así durante bastante tiempo, sin cambiar de postura, a un ritmo muy lento. Estábamos en silencio, sin oír a la otra pareja, solo oíamos nuestra respiración algo agitada por la excitación.

-Mi vida, me...
-Shhh. (dijo abrazándome fuertemente)

Me empecé a correr dentro de ella entre fuertes escalofríos, corriéndose también ella al notar mi orgasmo. Lo hacía con gemidos muy suaves y dulces mientras temblaba, abrazándome fuertemente con sus brazos y piernas, pegando mi cuerpo al suyo y cortando su respiración. A los pocos segundos soltó todo el aire de sus pulmones, liberándome de su abrazo, dejando caer sus brazos y piernas en la cama, dejándolas extendidas. Me quedé quieto dentro de ella, esperando que se recuperara, notando como temblaba cada vez menos, con algún ligero espasmo. Cuando salí de ella me di cuenta de que se había quedado dormida, por lo que le limpié mi corrida con papel y la arropé, ya que por la noche refrescaba. Me puse los boxers y salí de la habitación, yendo hacia el baño para tirar el papel, encontrándome a Irene dentro, lavándose los dientes.

-¿Todavía seguís?
-Acabamos de terminar.
-Qué raro, no os he oído desde que he salido...
-Es que, bueno...
-¿Qué pasa?
-Ha sido especial.
-¿A qué te refieres?
-Me ha dicho que le haga el amor.
-Oh...
-Es muy intenso cuando lo hacemos así.
-Elena es una chica muy intensa.
-Sí.
-Javi, cuídala. Me dolería mucho si os pasa algo...
-Joder, no digas eso, que se me pone mal cuerpo.
-Jajaja, ya, es que me pongo muy sensible cuando me cojo tanto cariño a las personas.
-Ya te veo.
-Jajajaja, pero lo digo en serio, os quiero mucho. (dijo poniendo una mano en mi espalda mientras se iba)

Esa conversación me dejó bastante pensativo. Agradecía sus palabras, pero no podía evitar pensar en qué pasaría si Elena y yo pudiéramos llegar a romper. Para mí eso era algo inconcebible, por lo que no sabía como me podía sentir, ni tampoco lo quería saber. Me lavé la cara y me acosté junto a Elena, abrazándola por detrás.

Al día siguiente me desperté sobre las 12, con Elena a mi lado, mirándome. Nos quedamos en silencio, mirándonos, para después besarnos suavemente. Entonces Irene llamó a la puerta, entrando.

-Parejita, vamos que se nos hace tarde y hoy es el último día...

Nos levantamos, desayunando algo para ir a la playa. Irene iba muy llamativa, como siempre, con un bikini amarillo muy chillón y Elena iba con un bikini blanco con estampados en morado, muy bonito. Nos tomábamos en las toallas para tomar el sol y poco antes de irnos a comer me llamaron. Cogí el teléfono y era del trabajo, por lo que me aparté para hablar, ya que ese día había un poco más de jaleo y teníamos a gente cerca.

Al rato volví a donde estaban los demás y me preguntaron. Les expliqué que me habían llamado porque me habían asignado una cosa y que tenía que ver con que hubiera estado tan ocupado esa semana. El trabajo se trataba de ir a una serie de conferencias junto a los altos cargos de la directiva del periódico para hacer de traductor, ya que estaban contentos con mi trabajo. Me dijeron que contaban conmigo y que confiaban en que todo fuera bien, incluyendo un aumento de sueldo, además, pagando ese trabajo como algo a parte. Todos me dieron la enhorabuena, con Elena dándome un fuerte abrazo, diciéndome lo orgullosa que estaba de mí. Yo agradecí los elogios, pero seguí explicando, cambiándoseles un poco la cara, sobre todo a Elena, ya que me tenía que ir a otro país y el trabajo duraba tres semanas.
 
Capítulo 98

I: Bueno, eso se pasa en nada, ya veréis.
M: Claro, tres semanas no es nada.
I: ¿Cuándo te vas?
J: Mañana.
M: ¿Así tan repentino?
J: Por lo visto el que me tenía que llamar no lo hizo. Me tenían que haber avisado el viernes y lo han hecho ahora de milagro. Mañana a primera hora sale el vuelo.
I: Joder, que poco profesionales...
J: Pues sí la verdad, me parto el lomo y saco bien mi trabajo para que me avisen de algo así con tan poco tiempo.
I: Venga, Elena, anima esa cara, que son sólo tres semanas. Ya verás como se pasan en nada, además, es algo muy importante, tu chico es un hombre importante. (dijo abrazándola, intentando animarla)

Elena se abrazó a mí fuertemente sin decir nada.

J: Va, Elena, no te pongas así...
E: Ya, ya. Si solo son tres semanas y algunas veces hemos estado varios días sin vernos, pero no puedo evitar venirme un poquito abajo...
J: Bueno, ya verás como se pasa en nada.
I: Venga, vamos a comer, anda.
J: Sí, que debería irme ya, tengo que preparar la maleta y demás...

Fuimos a comer a un bar cercano, hablando de varias cosas, pero con Elena más callada. Cuando acabamos de comer regresamos al apartamento, cogí mis cosas mientras Elena me miraba, diciendo de ir conmigo para volver a casa, pero le dije que no, que disfrutara del rato que quedaba antes de volver. Pensé en eso para que no fuera más doloroso para ella, porque entre el camino de vuelta y la despedida en su casa, podría ser algo duro. La despedida ya fue dura de por sí, con Elena saltándoseles las lágrimas y con Irene también un poco igual al ver así a Elena.

J: Venga coño, que parece que me voy a la guerra...
M: Venga va, de verdad, lo que os gusta hacer drama, jajaja.
I: Ay, los marchitos... (dijo quitándose las lágrimas).

Cogí a Elena en brazos para darle un beso y abrazarla con fuerza.

J: Venga, ¿eh? No te quiero ver triste.
E: Vale.

Bajé a Elena al suelo y la miré a los ojos, me miraba con unos ojitos que me partían por dentro. Le limpié las lágrimas y ella me cogió la cara con sus dos manos para besarme. No quise alargar más la cosa para que no fuera a peor, dándole un abrazo a Mario y otro a Irene, diciéndoles que me la cuidaran. Después le di otro beso a Elena y me fui, montándome en el coche para ir a casa. Cuando llegué le conté a mis padres lo del trabajo, alegrándose mucho por mí, yendo después a preparar la maleta. Mi madre me ayudó y me notó algo serio.

-¿Todo bien?
-Sí.
-Te noto serio.
-Es que no me ha hecho mucha gracia como se ha puesto Elena. Se ha alegrado como la que más, pero cuando he dicho que iba a estar fuera tres semanas se le ha cambiado la cara.
-Es normal hijo, os queréis mucho, salta a la vista. Y cualquier cosa así tan de sopetón, pues pesa...
-Ya.
-Sólo son tres semanas.
-Eso he pensado yo cuando me lo han dicho, por eso no he puesto ninguna pega. Además, hemos estado a veces casi una semana sin vernos y no ha pasado nada.
-Bueno hijo, no le des más vueltas. Es normal que se sienta así, ya verás como no es para tanto.

La conversación con mi madre me levantó el ánimo, aunque no se me terminó de ir la preocupación. Una vez acabé de prepararlo todo, me fui a dormir después de cenar, hablando antes con Elena por mensaje preguntándole como estaba. Me dijo que mejor, porque ya se hacía a la idea, que había reaccionado así porque no se lo esperaba, que había sido todo muy de sorpresa. También me dijo que no podía estar más orgullosa de mí y que hablaríamos todos los días para hacerlo más llevadero. Nos despedimos, quedando en que la llamaría cuando llegara. Esa conversación con Elena me tranquilizó, pero aun así me costó bastante dormirme.

A las pocas horas me levante para coger el vuelo y llegar al destino, durmiendo algo por el camino. En cuanto llegué llamé a Elena, quien me lo cogió adormilada, le dije que todo había ido bien y que iba a hablar con mis jefes, que luego la llamaría para contarle. Después llamé a casa contando lo mismo. La reunión fue más larga de lo que esperaba, por lo que empalmamos con la comida, siendo invitado por los jefes. Durante la reunión conocí a una chica, que se dedicaba a lo mismo que yo, pero con otros idiomas, por lo empezamos a hablar, ya que todos los demás eran de unos 50 años y ella unos 30 siendo yo el más joven de los que fuimos del periódico en el que trabajaba.

La chica se llamaba Sofía, muy guapa, de piel negra, pero no muy oscura, más bien tirando a clara. De ojos negros, cara fina, con una nariz achatada, aunque un poco respingona y unos labios bastante carnosos. Tenía una sonrisa muy bonita, con una dentadura perfecta y muy blanca, resaltando mucho por el contraste de su piel. Tenía el pelo muy rizado y castaño con un peinado en plan a lo afro, no muy largo, llegándole a la altura de los hombros. De cuerpo era muy atractiva, delgada y alta, con unas curvas muy sensuales, buenas tetas, unas caderas anchas y un culo de escándalo, grande y redondo.

A la reunión fue muy formal, como todos, llevando un traje gris, algo ajustado, marcando bastante sus curvas. Una falda gris que le quedaba un poco por encima de las rodillas, pero que le quedaba más altas de las caderas, una camisa blanca con los primeros botones desabrochados y una chaqueta gris a juego con la falda, bastante ajustada y un poco corta. Acababa su atuendo con unos grandes tacones negros, quedando cerca de mi altura con ellos. Yo fui con un traje azul marino, una camisa blanca y un corbatín negro. Me sentía un poco raro, porque yo casi nunca me ponía traje y todo ese ambiente tan profesional me tenía un poco acojonado, no pintaba nada conmigo, pero ya en la comida me relajé un poco, viendo que todas las personas de mi grupo eran bastante amables, sobre todo Sofía, quien me daba conversación a cada rato.

Cuando acabamos la comida, nos dirigimos al hotel, quedando para el siguiente día en otra reunión para planear la exposición del proyecto para la conferencia, ya que la reunión de esa mañana fue para presentárnoslo. Todos nos alojábamos en la misma planta, pero mi habitación quedaba más retirada, aunque estaba junto a la de Sofía. Nos despedimos con dos besos y entré en mi habitación. Me iba a tumbar en la cama, pero antes me eché una foto en el espejo para enseñarle a Elena como había ido, ya que nunca me había visto en traje. Después de echármela me quedé en boxers y me tumbé en la cama. Entre que esa noche había dormido mal, el viaje y la reunión estaba muerto. Aun así, no quise dormir porque sabía que me desvelaría de madrugada. Le mandé la foto a Elena, quien me respondió enseguida con "😍😍😍", llamándome después.

-Javi, que bueno estás...
-¿Te ha gustado?
-Joder, me he puesto hasta cachonda, jajajaja.
-Jajaja, yo estoy muerto, reunión intensa y todo muy serio.
-Bueno, ya verás como no es para tanto.
-Es que no me pega todo esto, ya sabes como soy. Me noto raro aquí.
-Sí, lo sé. Pero también sé que puedes con eso y con más.
-Gracias, mi vida.
-Bueno, te dejo descansar, que te lo noto hasta en la voz.
-Vale, mañana hablamos.

Nos despedimos y me quedé descansando, yendo a cenar bastante temprano, para después subir a la habitación y dormir. Los siguientes días fueron de madrugar bastante, con reuniones y conferencias, donde regresaba bastante cansado, aunque mantenía todos los días el contacto con Elena por video llamada, contándonos como nos había ido el día. Hice buenas migas con Sofía, ya que comíamos juntos todos los días y solos, porque los demás, que tenían un papel más importante que nosotros, se quedaban ultimando cosas. El fin de semana lo teníamos libre, por lo que me animó a que saliéramos a ver la ciudad en la que estábamos, dando un paseo y comiendo fuera. La semana siguiente fue de la misma manera, aunque ya sí que notaba a Elena más decaída, por lo que a nuestras video llamadas se unieron Mario e Irene para animarla también. Durante nuestra charla dijeron que le animara a salir con ellos, que hablaban con ella todos los días, que en toda la semana había salido, ni para una cerveza con el grupo. Yo la animé, pero ella dijo que no le apetecía, que estaba liada con sus cosas. Hasta le preguntaron a Elena donde vivía para ir a por ella, pero ni aun así, se excusaba achacando a que no quería que su madre viera a Mario y malpensara. Tampoco quise ser pesado y entonces la otra pareja me preguntó si yo salía. Dije que sí, que salí un poco a ver la ciudad, pero sin mencionar que iba con Sofía, no quería que se pusieran pesados y más como veía a Elena.

El fin de semana de la segunda semana también salí un poco como el anterior, pero Sofía me convenció para salir el sábado por la noche para tomar algo. Se empeñó en invitarme a una copa, aun diciéndole que no me gustaba mucho el alcohol. Después de estar un buen rato por ahí, regresamos al hotel. Ella iba con alguna copa de más, tambaleándose un poco, por lo que la ayudé a entrar en su habitación. Ella se empezó a quitar la ropa y yo me fui a la mía. A los pocos minutos llamaron a mi habitación, era ella. Entró apartándome con la mano, sin decir nada. Llevaba un abrigo que le llegaba hasta las rodillas.

-¿Qué haces?
-No me apetece estar sola.
-No deberíamos...
-Va tío, llevo sin follar un mes, no me digas que no te pongo...

Entonces se quitó el abrigo mostrándome su cuerpo totalmente desnudo. Me quedé flipando. Sabía que estaba buena, pero desnuda es que era mejor aún. Tenía unas tetas grandes, con unos pezones oscuros y su coño totalmente depilado. Me quedé mirándola de arriba a abajo, mientras la polla se me ponía dura. Ella se dio cuenta, sonriendo mientras me miraba. Entonces se acercó lentamente a mí, cogiendo mi paquete.
 
Capítulo 99

-Tengo novia. (dije apartándome de ella rápidamente)
-Bueno, no se va a enterar... (dijo mientras apretaba mi paquete)

Me quedé callado mientras ella me miraba fijamente a los ojos, acercando más su cuerpo, pegando sus pechos al mío desnudo. Después me empezó a besar el cuello y me cogió una mano para que le cogiera una teta. Intentó bajarme los pantalones, pero me aparté.

-No, no puedo. Lo siento.
-Vaya, que pena, parece que calzas bien. (dijo acercando su cara bastante a la mía para después restregar su carnoso culo contra mi paquete mientras se volvía para coger su abrigo, ponérselo e irse)

Me quedé conforme me había quedado, de pie, en shock, con la polla durísima y la respiración muy acelerada. Me senté en la cama intentando calmarme, pero no podía, por lo que llamé a Irene.

I: Hola, Javi. ¿Qué pasa?
J: Estoy un poco en shock.
I: ¿Por qué?
J: Me acaba de pasar una cosa que joder... Casi se lía.
I: Espera, que está aquí Mario. Lo pongo en manos libres y hablamos los tres.
M: ¿Qué pasa, Javi?
J: Joder, que casi me follo a una...
I: ¿Qué dices?
J: Joder... Ha estado muy cerca.
M: Javi, ¿en serio?
J: Pfff...
I: Pero, ¿qué ha pasado?

Le empecé a contar que en mi grupo había una chica, describiéndola, contando que salimos a ver la ciudad juntos, pero sin nada raro y que esa noche salimos para tomar algo y lo que pasó cuando entró.

I: Bueno, no es para tanto, que exagerado...
J: Una polla. Lo normal hubiera sido que hubiera cortado en cuanto se ha quitado el abrigo.
M: No es para tanto, Javi.
J: Joder... Yo si lo veo para tanto.
I: Es normal. Llevas varios días sin hacer nada con nadie y estás acostumbrado a follar mucho. Por lo que dices la chica es muy atractiva, es normal que hayas reaccionado así.
M: ¿Por qué no has dicho nada de que esa chica está en tu grupo?
J: No le di importancia y viendo como Elena ha estado esta semana de ánimos, pues no quería que se imaginara cosas que no son.
I: ¿Por qué se iba a imaginar algo?
J: Por lo que pasó con Ángela. No quiero que pase algo así otra vez.
I: Cierto. Bueno, en serio Javi, no es para tanto. No te comas la cabeza. A cualquiera le hubiera pasado lo mismo.
J: Joder, es que aún la tengo dura.
M: Es normal, Javi.
J: No sé. Estoy un poco rayado.
I: Nada, nada. No pienses en eso.
J: Joder, joder, joder. Se lo cuento a Elena, ¿no?
I: No sé si deberías...
M: Es que Elena no es como nosotros. No creo que pase nada, pero no sé por dónde puede salir.
J: Pero no quiero que haya mentiras ni nada de eso en nuestra relación.
I: Cuéntaselo, pero no ahora. Cuando vengas.
J: Sí, sí. Eso había pensado.
I: Tranquilízate, anda.
J: Sí, voy a darme una ducha fría, a ver si se me baja esto.

Colgué y me tumbé después de darme una ducha. Seguía nervioso por toda la situación y estuve cerca de llamar a Elena, pero no lo hice. Me intenté relajar viendo una película, pero me costó bastante. El domingo prácticamente no salí de mi habitación, ni tampoco hablé con Elena, pero si con Irene y Mario, preguntándome si ya se me había pasado eso. Dije que ya estaba mejor, pero que aún le daba alguna vuelta. Ellos insistieron en que no me preocupara y que no le diera más importancia de la que tenía.

Comenzaba una nueva semana, yendo hacia la primera reunión, bastante nervioso por encontrarme de nuevo con Sofía, quien actuaba como si no hubiera pasado nada una vez coincidimos. Cuando acabó la reunión me dijo de ir a comer juntos, pero yo intentaba escabullirme. Ella insistió para hablar de lo que pasó, quería disculparse en condiciones. Con mucha naturalidad me dijo que le había atraído en cuanto me vio y que se lo quería pasar bien y que al beber un poco de más pues hizo eso, aunque le dio vergüenza una vez se le pasó. Se disculpó por si me había podido incomodar, quitándole importancia, diciendo que había sido una tontería. Cuando volví a mi habitación llamé a Irene y a Mario, contándoles que había hablado con ella y que se había disculpado y demás. La verdad es que me vino bien hablarlo con ella, porque entre la disculpa y la naturalidad con la que me hablaba, me hizo calmarme y ver que no había sido para tanto.

Los siguientes días fueron mejor, como si no hubiera pasado nada, hablando con Elena cuando regresaba, aunque la notaba bastante apagada. Yo la animaba diciéndole que cada vez quedaba menos para vernos. Ella hacía el esfuerzo para que la viera de mejor humor, pero se le notaba el bajón. Le dije a Irene que se llevaran por ahí a Elena para que se distrajera y la animaran, pero me dijo que había quedado con sus amigas del pueblo para el sábado.

-Oye Javi, ¿quieres darle una sorpresa a Elena?
-Claro.
-Dile que te quedas dos semanas más, que se ha alargado la cosa y te plantas en su casa el lunes.
-Ostia, no es mala.
-Se va a volver loca.
-Pero es que la veo muy de bajón, a ver si se va a poner peor.
-No creo que sea tan blandita.
-Buah, la tentación es muy grande, pero no sé...
-Va, hazlo.
-Venga, voy a llamarla.

Conforme colgué a Irene, llamé a Elena.

-Hola mi amor.
-¿Qué pasa reina?
-Pues nada, aquí liada con el trabajo.
-Bueno, ya queda poco, ¿no?
-Sí, ya mismo se acaba.
-¿Esta semana vas a salir?
-Sí, he quedado con mis amigas de aquí, que hace bastante que no salgo con ellas.-Genial.
-Qué ganas tengo de verte...
-Sí, sobre eso...
-¿Qué pasa?
-Pues que la cosa se ha alargado y voy a estar dos semanas más aquí.

Elena se quedó en silencio, soltando un suspiro a los pocos segundos.

-Vale, no pasa nada.
-Ya verás como se pasan en nada. Estas tres semanas se han pasado rápido.
-Bueno...
-Venga, sé fuerte, que cuando llegue vamos a estar todo el día juntos.
-Vale. (dijo con un tono tristón)
-Venga, pásatelo bien con tus amigas. Te quiero.
-Y yo...

Me arrepentí un poco porque la vi regular, pero me moría de ganas por ver su cara cuando apareciera por sorpresa. Llegó el sábado, estaba sólo en mi habitación y Sofía me dijo de ir a tomarnos algo, prometiéndome que no pasaría nada y que no intentaría nada. Salimos un rato a un bar a tomar algo, echando un buen rato hasta que se empezó a armar jaleo porque había un partido de fútbol y empezó a entrar mucha gente. Yo estaba entretenido viendo el partido, pero me dio pena por Sofía, que parece aburrida, por lo que le dije de ir a otro sitio, ya que allí no podíamos hablar casi del ruido que había. Fuimos a otro bar más tranquilo y nos empezamos a contar cosas sobre nosotros. Entre una cosa y otra nos dieron casi las 12, por lo que volvimos al hotel, porque al día siguiente teníamos una comida con todo nuestro grupo para despedirnos y celebrar el éxito del proyecto.

Cuando regresé a mi habitación miré el móvil y vi que tenía una llamada perdida de Elena. Vi que me la hizo cuando estábamos en el bar donde había mucha gente, por eso no escuché como me llamaba. La llamé, pero no me lo cogía. Le escribí un mensaje, pero no lo abría. Me empecé a impacientar, pero poco podía hacer porque no conocía a ninguna de sus amigas con las que había salido. Me quedé tumbado por si me llamaba o algo, pero no lo hacía. Sobre las 2 por fin me volvió a llamar.

-Javi...
-Elena, ¿qué pasa?
-Eres un cabrón...
-Pero, ¿por qué? (pregunté alarmado)
-Te vas y me dejas aquí sola... (dijo empezando a llorar)
-Pero Elena...
-Yo te quiero, no quiero estar sin ti. (dijo aumentando el llanto)
-¿Dónde estás?

Colgó mientras oía como lloraba. Noté que la voz se le iba cuando hablaba, como si hubiera bebido bastante. Me puse bastante nervioso, lo único que se me ocurrió fue llamar a Noelia, quien después de un rato sonando me lo cogió.

-¿Qué quieres? ¿Has visto qué hora es?
-Noelia, tu hermana está mal.
-¿Qué le pasa?
-Está borracha y está llorando. Sé que está en tu pueblo, pero no sé dónde.
-Pues ya se le pasará la borrachera.
-Noelia, no me jodas.
-¿Qué quieres que haga?
-Ve a buscarla.
-Búscala tú.
-No puedo, estoy fuera.
-Pues no haberte ido.

Colgó el móvil. Volví a llamarla, pero lo había apagado. Llamé a Irene desesperado.

-¿Qué pasa, Javi?
-Irene, Elena está mal.
-¿Qué le pasa?
-Me ha llamado borracha y llorando. Me ha dicho que soy un cabrón por haberme ido y dejarla sola.
-¿Dónde está?
-En su pueblo, pero no sé dónde.
-Vamos a buscarla, tranquilo. Con lo que sea te llamamos.

Me puse a hacer la maleta rápidamente mientras me llamaban. Ya no quería estar allí más. Me puso muy mal cuerpo todo eso y me quería ir cuanto antes. Lo dejé todo preparado para irme, pero mi vuelo salía el lunes. Como quería irme de allí me puse a mirar vuelos, pero el próximo no salía hasta las 8 de la mañana. Sin pensar compré el billete y me empecé a vestir. Estaba muy nervioso, entonces me llamó Mario.

-Javi, ya la tenemos.
-¿Sí?
-Sí, la hemos traído a casa. Parece que ha bebido bastante, así que Irene le ha metido los dedos para que lo echara. Nos la hemos encontrado sola en un banco.
-Quiero hablar con ella.
-Irene la está tranquilizando y van a dormir. Mañana más tranquilamente hablas con ella.
-No, si mañana estoy allí.
-¿Ya vienes?
-Tenía el billete para el lunes, pero acabo de comprar otro para mañana, salgo a las 8.
-Vale, estaremos con ella hasta que vengas, pásate por mí casa.
-Vale.
-Y tranquilo, que ya está bien y no le pasa nada.
-Pfff... Lo he pasado mal.
-No te preocupes, mañana lo habláis tranquilamente.
-Vale, mañana nos vemos. Muchas gracias.

Seguía todavía nervioso, dando vueltas por la habitación, entonces me llamó Irene a los pocos minutos.

-¿Cómo estás?
-Todavía estoy nervioso.
-Vale, tranquilo, está bien. Está durmiendo, está Mario echándole un ojo mientras hablamos.
-¿Te ha dicho algo?
-No, cuando la hemos encontrado estaba llorando y la hemos metido en el coche, no se le entendía nada cuando hablaba. Después he intentado hablar con ella, pero nada. La he tranquilizado y se ha quedado dormida.
-Joder, no sé qué ha podido pasar. Le he dicho que tardaría dos semanas más, pero no parecía que se lo hubiera tomado tan mal.
-No sé, a ver qué dice mañana. Me ha dicho Mario que vienes mañana.
-Sí, sale a las 8 el avión, estoy ya vestido y todo.
-Javi, tranquilo. Descansa un poco, que ya ha pasado. Mañana se aclara todo.
-Irene, gracias por todo.
-No te preocupes Javi, ya os dijimos que sois muy importantes para nosotros.

Cuando dejamos de hablar me quité la ropa para intentar dormir un poco, pero no podía. Me puse a pensar en qué le podría haber pasado a Elena para ponerse así, pero tampoco sabía que le podía pasar. Entonces recordé las palabras que le dije a Elena el día que me dijo lo que sentía por mí. Eso de que yo siempre había ido a mi bola y que no quería echarme pareja para no tener que preocuparme de los problemas de otra persona. Esos problemas empezaron a aparecer con Elena, con el tema de su hermana, luego con lo de Ángela y ahora con esto. Me dio un poco el bajón al pensar en todo eso.

Las horas hasta coger el avión se me hicieron eternas, pero por fin me monté en él para regresar a casa. Antes de salir le puse un mensaje a Sofía para despedirme diciéndole que había tenido una urgencia familiar y que me tenía que ir cuanto antes. Cuando llegué pedí un taxi para ir a casa de Mario. Una vez llegué, llamé a la puerta, abriéndome Mario, diciéndome que pasara, que Elena se acaba de levantar. Fui hacia la cocina y ahí la vi, sentada con la cara descompuesta. Cuando me vio, saltó de la silla, viniendo corriendo hacia a mí para abrazarme, empezando a llorar.
 
Atrás
Top Abajo