Reencuentro con Elena

Capítulo 100

Nos quedamos en silencio, sólo se oían los sollozos de Elena mientras me abrazaba con todas sus fuerzas. Irene salió de la cocina, poniéndome la mano en el hombro, dejándonos a Elena y a mí solos. Yo le abrazaba a Elena, acariciándole la espalda y la cabeza para intentar serenarla, pero su llanto era muy grande, incluso temblaba.

-Elena, tranquilízate, por favor. Ya estoy aquí, ya ha pasado todo.
-Javi, lo siento.
-No sabía que te fueras a poner así. ¿Por qué no me dijiste nada?
-No quiero hablar de eso...
-Bueno, ya está. No pasa nada.
-¿No te ibas a quedar dos semanas más?
-Era una sorpresa que te quería dar. El lunes venía y quería ir a tu casa para sorprenderte.
-Soy tonta.
-No digas eso. No lo sabías. No pasa nada. Ya ha pasado, no pienses más en eso.
-Vale...
-¿Quieres que vayamos a tu casa y estemos juntos?
-Sí, por favor.

Nos fuimos de allí, dándole las gracias a Irene y a Mario por todo lo que habían hecho. Fuimos hasta mi casa andando, pero Elena no quería entrar porque tenía muy mala cara y no quería que la vieran así. Avisé en casa de que ya había llegado, dejando también la maleta y cogí las llaves del coche para irnos a casa de Elena. Por el camino Elena fue callada todo el rato, mirando por la ventana. Yo le ponía la mano en la pierna y le acariciaba la cara para que se animara, lanzando ella pequeñas sonrisas cuando lo hacía. Una vez llegamos a su casa, entró ella primero para ver que no estuviera su madre. Me hizo pasar cuando vio que no estaba, yendo al salón, donde nos encontramos a Noelia.

E: Noelia, ¿nos puedes dejar solos?
N: Elena, estoy estudiando.
E: Pues te vas a casa de la abuela y estudias allí.
N: Es que tienen la televisión muy alta y no me concentro.
J: ¿No ves que tu hermana está mal y necesitamos estar solos?
N: Pues cuídala mejor y no estará así.
E: Noelia, cállate la puta boca y vete de una puta vez.

Noelia se quedó callada, un poco sorprendida por las palabras de su hermana, cogiendo sus cosas, guardándolas y yéndose de allí. Elena y yo nos sentamos en el sofá, recostándose ella sobre mí, cayendo dormida a los pocos minutos. Yo le seguí, ya que en toda la noche dormí nada y además estaba cansado por el viaje. Cuando me desperté me encontré a Elena mirándome, con el pelo mojado.

-Estás reventado, ¿eh?
-Sí, anoche no dormí nada.
-Lo siento, de verdad.
-¿Quieres hablarlo?
-Pfff... (dijo encogiéndose de hombros)
-No pasa nada si no quieres.
-Javi, yo cuando le cojo cariño a las personas me cuesta mucho dejar de verlas al menos que pase algo gordo, como lo de Alejandro. Por eso reaccioné así cuando dijiste que te ibas fuera, aunque solo fueran tres semanas, porque sabía como me iba a poner. Me ha pasado varias veces, cuando me fui a la universidad, con mi familia y todos mis amigos de aquí, este año cuando he vuelto a vivir aquí también me ha pasado con todas mis amistades de allí… Javi, te quiero como no he querido a nadie en mi vida, y notaba que me faltaba el aire al no tenerte a mi lado. Sé que sólo han sido tres semanas, que hablábamos todos los días y que a veces por X motivo hemos estado casi una semana sin vernos y no ha pasado nada, pero sólo pensar que estabas tan lejos, que no te tenía aquí por si me encontraba mal o me pasaba algo me ponía muy triste.

Me quedé escuchándola atentamente, con un nudo en la garganta. La manera en la que me hablaba me recordó mucho al momento en el que me dijo que sentía algo por mí. Me hablaba nerviosa, pero con decisión y con unos ojos que transmitían más que sus palabras.

-¿Por qué no me habías dicho esto antes?
-¿Y dejarte sin esa experiencia?
-Lo podríamos haber arreglado para que vinieras conmigo.
-¿Y qué le digo a mi madre? Mira, mamá, que me voy tres semanas a otro país con un chico. Javi, si me la lía si meto aquí a un chico, imagínate si le digo eso...
-Me tendrías que haber dicho que tenías miedo de que te pasara eso.
-Javi, no iba a dejar que te perdieras esa oportunidad por una tontería.
-No es una tontería, Elena. Para mí eres lo más importante que tengo en mi vida, más que cualquier trabajo de mierda. Yo decidí apostar por esta relación y creo que sabes de sobra lo que siento por ti y lo importante que eres para mí. Yo quiero que seas feliz a mi lado y si hay cualquier cosa que impida eso y yo puedo solucionarlo o depende de mí, quiero que me lo digas.
-Pero es que entonces no hubieras ido de saber que me pasaría esto.
-Por supuesto que no hubiera ido. Es que vamos, le dan por culo a mis jefes, desde el primero al último.

Elena se abalanzó sobre mí, fundiéndonos en un beso muy lento, pasando una pierna por encima de mí, poniendo ambas a cada lado de mi cuerpo, agarrándome la cara con sus manos, haciendo que mirara había arriba por como estaba ella encima de mí, cayendo su pelo mojado sobre mi cara, mojándomela, con su olor, junto al del champú que usaba. Se separó de mí, mirándome con unos ojos vibrantes, empezando a aumentar el ritmo de su respiración. Después me volvió a besar, con mucha ansia y lengua, devorándome la boca, interrumpiéndolo sólo ese beso para quitarse la camiseta, dejándome sus pechos a mí disposición. Me quedé mirándolos, notándose aún una ligera marca del bikini por haber tomado el sol cuando estuvimos en la playa la última vez que nos vimos. Elena volvió a besarme con la misma intensidad, aprovechando yo mientras para tocarle las tetas y los pezones, notando que estaban durísimos, más que de costumbre. Empezó a gemir en mi boca mientras se los tocaba, acariciándolos con mis pulgares y pellizcándolos ligeramente. Mi erección fue instantánea, haciendo que los pantalones me apretaran mucho, al punto de llegar a dolerme. Me incorporé, echando mi cuerpo hacia delante para empezar a comerle las tetas a Elena, quien gemía más, echando su cabeza hacia atrás.

Me estaba encantado saborear sus tetas, pero no aguantaba más y la cogí en brazos para ir a su habitación, con ella abrazándome con fuerza. Cuando llegamos, la tumbé despacio en su cama, donde le seguí comiendo las tetas durante un rato, con ella lanzando gemidos mientras me acariciaba el pelo. Me levanté para empezar a desnudarme, haciéndolo ella también. Se sentó con las piernas cruzadas en la cama, agarrando mis muslos para llevarme hacia ella, cogiendo mi polla con fuerza para metérsela en la boca y empezar una mamada con mucha ansia, empujando mi culo hacia ella para tragar cada vez más, metiéndosela entera en la boca, soltando muchas babas y haciendo sonidos de atragantarse. Tuve que pararla porque notaba que me iba a correr, empujándola desde sus hombros. Ella me miró sin entender por qué la paraba con una mirada muy intensa que me hizo sentir un fuerte ardor por dentro de mi pecho. Me abalancé sobre ella, dándole varios besos, por su cara, sus labios, su cuello, bajando por su cuerpo hasta llegar a su coño. Aprecié que le había crecido el vello, formando de nuevo un triángulo invertido en su pubis. Se lo empecé a comer rápidamente, haciendo que se corriera en poco tiempo, entre fuertes temblores y gritos.

Sin apenas dejar que se recuperara, me puse a su altura para empezar a besarle el cuello, metiéndole mi polla, entrando muy fácil por lo mojada que estaba y por las babas que tenía en mi polla aún por su mamada. Ella reaccionó con un gemido muy fuerte, pero se relajó una vez acabé de metérsela, quedándome quieto con toda mi polla en su interior. Notaba como le vibraba, estrujándome ligeramente. Empecé un ligero movimiento mientras me apoyaba en mis brazos y le besaba el cuello, aumentando el ritmo conforme pasaban los minutos, con gemidos por parte de ambos hasta que de repente me cogió con fuerza, moviendo su cuerpo para ponerse ella encima, empezando una cabalgada a buen ritmo mientras apoyaba sus manos en mi pecho. Ella jadeaba muy fuerte, con algunos gemidos de por medio. Entonces se inclinó sobre mí para empezar a besarme el cuello, notando casi instantáneamente escalofríos por toda la espalda, hombros, brazos y piernas mientras ella movía su cuerpo hacia delante y atrás con toda mi polla en su coño.

No hizo falta nada más para que a los pocos segundos me empezará a correr entre gritos, levantando mis caderas mientras cogía a Elena del culo. Ella al notar como me corría, cortó su respiración durante unos pocos segundos, empezando a temblar fuertemente y a lanzar alaridos mientras me arañaba el pecho con fuerza, empapándome por su corrida, dejándome las caderas, muslos y barriga chorreando. Se derrumbó sobre mí, con espasmos, quedándose dormida a los pocos minutos. Liberada la tensión, yo también me quedé dormido mientras aspiraba su olor y le abrazaba por la espalda. Al rato nos despertamos, quedándonos abrazados, con varios besos y caricias.

-Que no se te olvide nunca... (dije señalando a la pizarrita que tenía colgada en la puerta de su habitación, donde seguía el mensaje que le dejé)
-Nunca. (dijo abrazándose fuertemente a mí)
-Me has reventado el pecho... jajaja.
-Después de tres semanas... Se me hacía la cama muy grande sin ti.
-Yo también te he echado muchísimo de menos.

Estuvimos un buen rato con besos mientras nos abrazábamos, yendo después a ducharnos después de cambiar las sábanas, ya que estaban empapadas de nuestras corridas. Nos quedamos a comer en su casa, quedándonos después en el sofá sentados. Elena estaba más tranquila, pero se abrazaba a mí con fuerza. Estaba muy a gusto con ella, pero aún seguía cansado, por lo que me quedé dormido. Me desperté a las pocas horas oyendo a Elena hablar con alguien, puse el oído y oí que era Noelia.

-Elena, necesito estudiar y allí no puedo, no me concentro.
-Te he dicho que nos dejaras solos.
-¿No habéis tenido tiempo de follar o qué?
-Pero, ¿tú eres gilipollas o qué te pasa?
-¿Por qué me hablas así?
-Porque me tienes harta.
-Muchas veces te he hablado así y no te has puesto como te estás poniendo ahora. Y está mañana también me has echado de malas maneras.
-¿Es que no ves como me hablas tú y lo que dices?
-Sí, pero ya me conoces y no te tendría que pillar de nuevas.
-Ya...
-Va, ¿qué te pasa?
-Nada.
-¿Qué te ha hecho?
-Cállate anda. No me ha hecho nada ni me pasa nada. Simplemente quiero estar con él. Hace tres semanas que no lo veo y necesito estar con él.
-A mí no me engañas, algo te pasa.
-Que no me pasa nada.
-Elena, soy tu hermana y te quiero. Si quieres hablarlo, ya sabes que me tienes aquí.
-Sí, lo sé, pero no hay nada de qué hablar. Ya está todo bien.
-¿Ves? Sabía que pasaba algo. ¿Qué ha hecho?
-Noelia, ¿puedes parar?
-Joder, sólo me preocupo por ti. Yo te he contado mis cosas y tú nunca me cuentas nada. Ya veo lo que confías en mi...
-No es eso.
-¿Entonces?
-Es algo muy personal, Noelia.
-Tú me has ayudado y yo quiero ayudarte, déjame por favor.
-Vale, luego te cuento. Anda, ve a tu habitación y estudia allí.

Cerré mis ojos para hacerme el dormido mientras pensaba lo falsa y manipuladora que Noelia. Me parecía raro que siendo hermanas fueran tan diferentes en todos los aspectos salvo en sus físicos, por evidentes razones. Elena se recostó de nuevo sobre mí, abrazándose. Se quedó dormida sobre mí regazo a los pocos minutos. Se notaba que ambos no habíamos dormido a penas la noche anterior, porque a cada rato caíamos rendidos. Aproveché el momento para escribirle a Noelia.

-Creía que estaba claro que no ibas a hacer NADA.
-¿Qué he hecho?
-Preguntarle qué le he hecho, intentar sonsacarle qué le pasa...
-¿No puedo preocuparme por mi hermana?
-Ahora sí te preocupas, ¿no? Anoche te daba bastante igual que estuviera tirada en la calle borracha y mal.
-¿Qué sabrás tú?
-Lo que sé es que eres muy falsa y una manipuladora.
-¿Te divierte hacer esto?
-¿Crees que soy como tú?
-No lo sé, por eso te lo pregunto.
-Pues no, no me divierte. Ojalá fueras la mitad de buena que Elena. Sería todo tan fácil...
-Ya, soy una hija de puta. Es lo que hay.
-Joder, ni con estas se te bajan los humos...
-Tal vez me tengas en una trampa, pero ni tú ni nadie me va a cambiar, aunque esté así. Eso tenlo claro.
-Pues más te vale que te relajes.

Noelia no me volvió a responder, por lo que dejé de hablar con ella. Después vi que tenía mensajes de Sofía, quien me decía que había sido una lástima que me hubiera tenido que ir sin poder despedirnos bien y que a ver si coincidíamos alguna vez para tomar un café. El resto de la tarde estuvimos juntos hasta que llegó la noche, cenando juntos, sin rastro de Noelia.

-¿Te quedas a dormir?
-No creo que sea buena idea. Ya sabes que con tu hermana aquí no me hace mucha gracia. Además, mañana tiene clase y si tu madre viene, no nos enteramos y nos ve, se lía.
-Vale... Llevas razón.
-¿Estás ya mejor?
-Sí.
-Genial. Mañana por la mañana hablamos. Y si te encuentras mal, quieres hablar o lo que sea, avísame, ¿vale?
-Vale. Te quiero.
-Y yo a ti, Elena. (dije abrazándola fuertemente)

Después de despedirnos, me fui a casa, yéndome directamente a dormir. Al día siguiente, ya habiendo descansado me levanté y hablé con Elena, estando ya más animada.

Sobre las 12 recibí una llamada de mis jefes, diciéndome que estaban muy contentos con mi trabajo durante la semana previa y las tres semanas que estuvimos fuera. Me dijeron que veían un gran potencial en mí, ya que era bastante joven y había sacado el trabajo como ellos esperaban, por lo que me propusieron un ascenso. Me explicaron de qué se trataba mi nuevo trabajo, siendo el jefe del departamento en el que yo trabajaba, con un notable aumento de sueldo. La verdad es que estaba bastante sorprendido, porque sonaba bastante bien, me lo vendían demasiado bien para que no tuviera ninguna pega. "Pegas" que vinieron después.
 
Capítulo 100

Nos quedamos en silencio, sólo se oían los sollozos de Elena mientras me abrazaba con todas sus fuerzas. Irene salió de la cocina, poniéndome la mano en el hombro, dejándonos a Elena y a mí solos. Yo le abrazaba a Elena, acariciándole la espalda y la cabeza para intentar serenarla, pero su llanto era muy grande, incluso temblaba.

-Elena, tranquilízate, por favor. Ya estoy aquí, ya ha pasado todo.
-Javi, lo siento.
-No sabía que te fueras a poner así. ¿Por qué no me dijiste nada?
-No quiero hablar de eso...
-Bueno, ya está. No pasa nada.
-¿No te ibas a quedar dos semanas más?
-Era una sorpresa que te quería dar. El lunes venía y quería ir a tu casa para sorprenderte.
-Soy tonta.
-No digas eso. No lo sabías. No pasa nada. Ya ha pasado, no pienses más en eso.
-Vale...
-¿Quieres que vayamos a tu casa y estemos juntos?
-Sí, por favor.

Nos fuimos de allí, dándole las gracias a Irene y a Mario por todo lo que habían hecho. Fuimos hasta mi casa andando, pero Elena no quería entrar porque tenía muy mala cara y no quería que la vieran así. Avisé en casa de que ya había llegado, dejando también la maleta y cogí las llaves del coche para irnos a casa de Elena. Por el camino Elena fue callada todo el rato, mirando por la ventana. Yo le ponía la mano en la pierna y le acariciaba la cara para que se animara, lanzando ella pequeñas sonrisas cuando lo hacía. Una vez llegamos a su casa, entró ella primero para ver que no estuviera su madre. Me hizo pasar cuando vio que no estaba, yendo al salón, donde nos encontramos a Noelia.

E: Noelia, ¿nos puedes dejar solos?
N: Elena, estoy estudiando.
E: Pues te vas a casa de la abuela y estudias allí.
N: Es que tienen la televisión muy alta y no me concentro.
J: ¿No ves que tu hermana está mal y necesitamos estar solos?
N: Pues cuídala mejor y no estará así.
E: Noelia, cállate la puta boca y vete de una puta vez.

Noelia se quedó callada, un poco sorprendida por las palabras de su hermana, cogiendo sus cosas, guardándolas y yéndose de allí. Elena y yo nos sentamos en el sofá, recostándose ella sobre mí, cayendo dormida a los pocos minutos. Yo le seguí, ya que en toda la noche dormí nada y además estaba cansado por el viaje. Cuando me desperté me encontré a Elena mirándome, con el pelo mojado.

-Estás reventado, ¿eh?
-Sí, anoche no dormí nada.
-Lo siento, de verdad.
-¿Quieres hablarlo?
-Pfff... (dijo encogiéndose de hombros)
-No pasa nada si no quieres.
-Javi, yo cuando le cojo cariño a las personas me cuesta mucho dejar de verlas al menos que pase algo gordo, como lo de Alejandro. Por eso reaccioné así cuando dijiste que te ibas fuera, aunque solo fueran tres semanas, porque sabía como me iba a poner. Me ha pasado varias veces, cuando me fui a la universidad, con mi familia y todos mis amigos de aquí, este año cuando he vuelto a vivir aquí también me ha pasado con todas mis amistades de allí… Javi, te quiero como no he querido a nadie en mi vida, y notaba que me faltaba el aire al no tenerte a mi lado. Sé que sólo han sido tres semanas, que hablábamos todos los días y que a veces por X motivo hemos estado casi una semana sin vernos y no ha pasado nada, pero sólo pensar que estabas tan lejos, que no te tenía aquí por si me encontraba mal o me pasaba algo me ponía muy triste.

Me quedé escuchándola atentamente, con un nudo en la garganta. La manera en la que me hablaba me recordó mucho al momento en el que me dijo que sentía algo por mí. Me hablaba nerviosa, pero con decisión y con unos ojos que transmitían más que sus palabras.

-¿Por qué no me habías dicho esto antes?
-¿Y dejarte sin esa experiencia?
-Lo podríamos haber arreglado para que vinieras conmigo.
-¿Y qué le digo a mi madre? Mira, mamá, que me voy tres semanas a otro país con un chico. Javi, si me la lía si meto aquí a un chico, imagínate si le digo eso...
-Me tendrías que haber dicho que tenías miedo de que te pasara eso.
-Javi, no iba a dejar que te perdieras esa oportunidad por una tontería.
-No es una tontería, Elena. Para mí eres lo más importante que tengo en mi vida, más que cualquier trabajo de mierda. Yo decidí apostar por esta relación y creo que sabes de sobra lo que siento por ti y lo importante que eres para mí. Yo quiero que seas feliz a mi lado y si hay cualquier cosa que impida eso y yo puedo solucionarlo o depende de mí, quiero que me lo digas.
-Pero es que entonces no hubieras ido de saber que me pasaría esto.
-Por supuesto que no hubiera ido. Es que vamos, le dan por culo a mis jefes, desde el primero al último.

Elena se abalanzó sobre mí, fundiéndonos en un beso muy lento, pasando una pierna por encima de mí, poniendo ambas a cada lado de mi cuerpo, agarrándome la cara con sus manos, haciendo que mirara había arriba por como estaba ella encima de mí, cayendo su pelo mojado sobre mi cara, mojándomela, con su olor, junto al del champú que usaba. Se separó de mí, mirándome con unos ojos vibrantes, empezando a aumentar el ritmo de su respiración. Después me volvió a besar, con mucha ansia y lengua, devorándome la boca, interrumpiéndolo sólo ese beso para quitarse la camiseta, dejándome sus pechos a mí disposición. Me quedé mirándolos, notándose aún una ligera marca del bikini por haber tomado el sol cuando estuvimos en la playa la última vez que nos vimos. Elena volvió a besarme con la misma intensidad, aprovechando yo mientras para tocarle las tetas y los pezones, notando que estaban durísimos, más que de costumbre. Empezó a gemir en mi boca mientras se los tocaba, acariciándolos con mis pulgares y pellizcándolos ligeramente. Mi erección fue instantánea, haciendo que los pantalones me apretaran mucho, al punto de llegar a dolerme. Me incorporé, echando mi cuerpo hacia delante para empezar a comerle las tetas a Elena, quien gemía más, echando su cabeza hacia atrás.

Me estaba encantado saborear sus tetas, pero no aguantaba más y la cogí en brazos para ir a su habitación, con ella abrazándome con fuerza. Cuando llegamos, la tumbé despacio en su cama, donde le seguí comiendo las tetas durante un rato, con ella lanzando gemidos mientras me acariciaba el pelo. Me levanté para empezar a desnudarme, haciéndolo ella también. Se sentó con las piernas cruzadas en la cama, agarrando mis muslos para llevarme hacia ella, cogiendo mi polla con fuerza para metérsela en la boca y empezar una mamada con mucha ansia, empujando mi culo hacia ella para tragar cada vez más, metiéndosela entera en la boca, soltando muchas babas y haciendo sonidos de atragantarse. Tuve que pararla porque notaba que me iba a correr, empujándola desde sus hombros. Ella me miró sin entender por qué la paraba con una mirada muy intensa que me hizo sentir un fuerte ardor por dentro de mi pecho. Me abalancé sobre ella, dándole varios besos, por su cara, sus labios, su cuello, bajando por su cuerpo hasta llegar a su coño. Aprecié que le había crecido el vello, formando de nuevo un triángulo invertido en su pubis. Se lo empecé a comer rápidamente, haciendo que se corriera en poco tiempo, entre fuertes temblores y gritos.

Sin apenas dejar que se recuperara, me puse a su altura para empezar a besarle el cuello, metiéndole mi polla, entrando muy fácil por lo mojada que estaba y por las babas que tenía en mi polla aún por su mamada. Ella reaccionó con un gemido muy fuerte, pero se relajó una vez acabé de metérsela, quedándome quieto con toda mi polla en su interior. Notaba como le vibraba, estrujándome ligeramente. Empecé un ligero movimiento mientras me apoyaba en mis brazos y le besaba el cuello, aumentando el ritmo conforme pasaban los minutos, con gemidos por parte de ambos hasta que de repente me cogió con fuerza, moviendo su cuerpo para ponerse ella encima, empezando una cabalgada a buen ritmo mientras apoyaba sus manos en mi pecho. Ella jadeaba muy fuerte, con algunos gemidos de por medio. Entonces se inclinó sobre mí para empezar a besarme el cuello, notando casi instantáneamente escalofríos por toda la espalda, hombros, brazos y piernas mientras ella movía su cuerpo hacia delante y atrás con toda mi polla en su coño.

No hizo falta nada más para que a los pocos segundos me empezará a correr entre gritos, levantando mis caderas mientras cogía a Elena del culo. Ella al notar como me corría, cortó su respiración durante unos pocos segundos, empezando a temblar fuertemente y a lanzar alaridos mientras me arañaba el pecho con fuerza, empapándome por su corrida, dejándome las caderas, muslos y barriga chorreando. Se derrumbó sobre mí, con espasmos, quedándose dormida a los pocos minutos. Liberada la tensión, yo también me quedé dormido mientras aspiraba su olor y le abrazaba por la espalda. Al rato nos despertamos, quedándonos abrazados, con varios besos y caricias.

-Que no se te olvide nunca... (dije señalando a la pizarrita que tenía colgada en la puerta de su habitación, donde seguía el mensaje que le dejé)
-Nunca. (dijo abrazándose fuertemente a mí)
-Me has reventado el pecho... jajaja.
-Después de tres semanas... Se me hacía la cama muy grande sin ti.
-Yo también te he echado muchísimo de menos.

Estuvimos un buen rato con besos mientras nos abrazábamos, yendo después a ducharnos después de cambiar las sábanas, ya que estaban empapadas de nuestras corridas. Nos quedamos a comer en su casa, quedándonos después en el sofá sentados. Elena estaba más tranquila, pero se abrazaba a mí con fuerza. Estaba muy a gusto con ella, pero aún seguía cansado, por lo que me quedé dormido. Me desperté a las pocas horas oyendo a Elena hablar con alguien, puse el oído y oí que era Noelia.

-Elena, necesito estudiar y allí no puedo, no me concentro.
-Te he dicho que nos dejaras solos.
-¿No habéis tenido tiempo de follar o qué?
-Pero, ¿tú eres gilipollas o qué te pasa?
-¿Por qué me hablas así?
-Porque me tienes harta.
-Muchas veces te he hablado así y no te has puesto como te estás poniendo ahora. Y está mañana también me has echado de malas maneras.
-¿Es que no ves como me hablas tú y lo que dices?
-Sí, pero ya me conoces y no te tendría que pillar de nuevas.
-Ya...
-Va, ¿qué te pasa?
-Nada.
-¿Qué te ha hecho?
-Cállate anda. No me ha hecho nada ni me pasa nada. Simplemente quiero estar con él. Hace tres semanas que no lo veo y necesito estar con él.
-A mí no me engañas, algo te pasa.
-Que no me pasa nada.
-Elena, soy tu hermana y te quiero. Si quieres hablarlo, ya sabes que me tienes aquí.
-Sí, lo sé, pero no hay nada de qué hablar. Ya está todo bien.
-¿Ves? Sabía que pasaba algo. ¿Qué ha hecho?
-Noelia, ¿puedes parar?
-Joder, sólo me preocupo por ti. Yo te he contado mis cosas y tú nunca me cuentas nada. Ya veo lo que confías en mi...
-No es eso.
-¿Entonces?
-Es algo muy personal, Noelia.
-Tú me has ayudado y yo quiero ayudarte, déjame por favor.
-Vale, luego te cuento. Anda, ve a tu habitación y estudia allí.

Cerré mis ojos para hacerme el dormido mientras pensaba lo falsa y manipuladora que Noelia. Me parecía raro que siendo hermanas fueran tan diferentes en todos los aspectos salvo en sus físicos, por evidentes razones. Elena se recostó de nuevo sobre mí, abrazándose. Se quedó dormida sobre mí regazo a los pocos minutos. Se notaba que ambos no habíamos dormido a penas la noche anterior, porque a cada rato caíamos rendidos. Aproveché el momento para escribirle a Noelia.

-Creía que estaba claro que no ibas a hacer NADA.
-¿Qué he hecho?
-Preguntarle qué le he hecho, intentar sonsacarle qué le pasa...
-¿No puedo preocuparme por mi hermana?
-Ahora sí te preocupas, ¿no? Anoche te daba bastante igual que estuviera tirada en la calle borracha y mal.
-¿Qué sabrás tú?
-Lo que sé es que eres muy falsa y una manipuladora.
-¿Te divierte hacer esto?
-¿Crees que soy como tú?
-No lo sé, por eso te lo pregunto.
-Pues no, no me divierte. Ojalá fueras la mitad de buena que Elena. Sería todo tan fácil...
-Ya, soy una hija de puta. Es lo que hay.
-Joder, ni con estas se te bajan los humos...
-Tal vez me tengas en una trampa, pero ni tú ni nadie me va a cambiar, aunque esté así. Eso tenlo claro.
-Pues más te vale que te relajes.

Noelia no me volvió a responder, por lo que dejé de hablar con ella. Después vi que tenía mensajes de Sofía, quien me decía que había sido una lástima que me hubiera tenido que ir sin poder despedirnos bien y que a ver si coincidíamos alguna vez para tomar un café. El resto de la tarde estuvimos juntos hasta que llegó la noche, cenando juntos, sin rastro de Noelia.

-¿Te quedas a dormir?
-No creo que sea buena idea. Ya sabes que con tu hermana aquí no me hace mucha gracia. Además, mañana tiene clase y si tu madre viene, no nos enteramos y nos ve, se lía.
-Vale... Llevas razón.
-¿Estás ya mejor?
-Sí.
-Genial. Mañana por la mañana hablamos. Y si te encuentras mal, quieres hablar o lo que sea, avísame, ¿vale?
-Vale. Te quiero.
-Y yo a ti, Elena. (dije abrazándola fuertemente)

Después de despedirnos, me fui a casa, yéndome directamente a dormir. Al día siguiente, ya habiendo descansado me levanté y hablé con Elena, estando ya más animada.

Sobre las 12 recibí una llamada de mis jefes, diciéndome que estaban muy contentos con mi trabajo durante la semana previa y las tres semanas que estuvimos fuera. Me dijeron que veían un gran potencial en mí, ya que era bastante joven y había sacado el trabajo como ellos esperaban, por lo que me propusieron un ascenso. Me explicaron de qué se trataba mi nuevo trabajo, siendo el jefe del departamento en el que yo trabajaba, con un notable aumento de sueldo. La verdad es que estaba bastante sorprendido, porque sonaba bastante bien, me lo vendían demasiado bien para que no tuviera ninguna pega. "Pegas" que vinieron después.

"Javi, yo cuando le cojo cariño a las personas me cuesta mucho dejar de verlas al menos que pase algo gordo, como lo de Alejandro"

Qué frase...!!!
 
Capítulo 87

J: Me sabe un poco mal por Mario...
I: No te preocupes. Me ha dicho que quiere que disfrute, que hoy es mi día y que es lo menos que puede hacer por mí. Mañana nos vamos a pegar juntitos todo el día.
E: Me flipa la naturalidad con la que hacéis todo.
I: Ojalá fuerais así también. No sabéis lo bien que nos lo podríamos pasar...
E: Ya...
I: A ver, que está muy bien lo que hacemos y cada vez os animáis más y tal, no os comáis la cabeza tampoco...
E: No, no. No te preocupes.
I: Bueno, ¿vamos a la habitación? ¿Queréis algo de beber?
J: No, yo no.
E: Venga va, yo sí.
I: Venga, vamos a la cocina y lo preparamos, ven tú también, Javi.

...
Qué capítulo, esta complicidad entre Javier y Elena, y el morbo de experimentar, muy intenso todo.
Esta nueva pareja de amigos puede llegar a ser trascendental en la vida de ambos. ;)
 
Capítulo 89

Se sentó encima de mí, con una pierna a cada lado para volver a besarme con mucha intensidad. De pronto se levantó para ir hacia la puerta, para echar el cerrojo. Volvió hacia a mí quitándose la sudadera y el sujetador, volviendo a ponerse encima de mí para besarme, separándose de mí para quitarme la sudadera de un tirón. Yo respiraba aceleradamente de la excitación mientras veía a Elena mirándome con una cara muy sensual. Después me acarició la cara con ambas manos mientras me miraba a los ojos fijamente. Me empujó hacia atrás, apoyándome yo sobre mis brazos, mientras ella se ponía de rodillas, terminando de desnudarme. Me empezó a comer la polla muy lentamente con los ojos cerrados, acariciándome los muslos cuando alternaba de mano. Fue una mamada breve, aunque muy sensual, sin llegar a metérsela entera en la boca, pero lo disfruté bastante. Después se levantó para terminar de desnudarse lentamente, viniendo hacia a mí para subirse, mojando sus dedos para llevárselos a su coño y frotarse con ellos. Dirigió mi polla con su mano, acariciando su raja para después meter lentamente el glande, mientras soltaba un gemidito. Poco a poco dejó caer su cuerpo sobre el mío, hincándose más mi polla, empezando un ligero movimiento hacia delante y atrás mientras ponía sus manos en mis hombros. Cada vez hacia el movimiento más rápido, excitándome mucho, por lo que la cogí, tumbándola boca arriba para empezar a follarla yo, agarrándose ella con sus piernas a mis caderas, abrazándome para pegar nuestros cuerpos.

-Javi, te quiero (dijo entre jadeos, apretando su abrazo).

Levanté mi cuerpo para mirarla a la cara, mirándome ella con los ojos vidriosos. Bajé el ritmo con el que la follaba, empezando a darle varios besos por la cara mientras ella acariciaba mi espalda y lanzaba pequeños gemidos. Después de darle los besos, volví a levantar mi cuerpo, para empezar a follarla con más ritmo, apretando ella sus ojos y llevando su mano a su boca para ahogar sus gemidos. Al cabo de unos pocos minutos, Elena me abrazó con fuerza, para girar nuestros cuerpos y ponerse ella encima de mí, cogiendo mis manos, entrelazando nuestros dedos, mirándome fijamente a los ojos. Me encantaba la cara que tenía, la veía muy excitada y entregada.

-Te quiero (le dije susurrando).

Elena paró durante unos segundos, mirando con unos ojos muy vivos, entonces empezó a follarme muy rápidamente, moviendo su cuerpo hacia delante y atrás, para a los pocos segundos, echarse sobre el mí pegando nuestros cuerpos. Podía notar sus pezones clavándose en mi pecho. Me empezó a besar el cuello mientras movía su culo hacia arriba y abajo muy rápidamente, después soltó mis manos para abrazarme por el cuello mientras me lo seguía besando, cogiéndole yo el culo, acelerando la follada. Bastaron pocos minutos para que Elena se empezara a correr, ahogando sus gemidos en mi cuello, abrazándome con mucha fuerza, temblando fuertemente. A los pocos segundos me empecé a correr yo, levantando mis caderas hacia arriba mientras agarraba el culo de Elena con fuerza. Cuando acabé de correrme dejé caer mi cuerpo sobre la cama, con el suyo aún sobre el mío. Empecé a recuperar la respiración, notando como le daban fuertes espasmos a Elena mientras seguía agarrada con fuerza a mí. Una vez se recuperó, le di un poco de papel para que se limpiara mi corrida, echándose después sobre mí, estando ambos tumbados en la cama, pero entonces noté como la respiración de Elena se alteraba.

-¿Qué pasa?
-Nada...
-¿Estás llorando?
-No...
-Va, ¿qué pasa?
-Nada, Javi. Que soy muy feliz contigo.
-Joder, Elena...
-Ay... Déjame, que estoy sensible...
-Jajajaja, ayyyyy...

La cogí para subirla encima de mí para mirarnos.

-Elena, yo también soy muy feliz contigo.

Nos empezamos a besar de nuevo durante unos minutos, vistiéndonos después. Seguimos trabajando durante el resto de la tarde, cenando después en mi casa y llevándola después a su casa. Por el camino me acordé de lo que me dijeron Mario e Irene acerca de nosotros, por lo que saqué el tema.

-El sábado hablé con Mario e Irene.
-¿De qué?
-Bueno, Mario me habló en el pub mientras vosotras bailabais. Me dijo que estaban muy contentos con nosotros, que no habían tenido tanta confianza con otros como con nosotros.
-Ah, qué bien.
-Y luego con Irene, cuando te quedaste dormida. Me dijo lo mismo, que nos consideran como de la familia.
-Sí, a mí también me lo ha dicho.
-¿Sí?
-Sí, hablo bastante con ella. Me dijo eso ayer por la tarde, estaba encantada con todo lo que hice por ella.
-Y tú, ¿qué sientes por ellos?
-Pues les estoy cogiendo mucho cariño. Me cuesta más con Mario, ya sabes, pero los considero muy buenos amigos y creo que estamos compartiendo cosas muy íntimas, lo que hace que el lazo sea más grande.
-Ya veo.
-¿Y tú?
-Pues pienso igual. Creo que han sido muy respetuosos y nos han dado mucha confianza.

Elena me dio la razón y nos quedamos callados el resto del camino hasta que estaba aparcando frente a su casa.

-Javi, no te voy a engañar. Me da un poco de miedo.
-¿El qué?
-Me gusta mucho pasar tiempo con Irene y Mario, pero me da miedo por otra parte.
-¿Por qué?
-Me da miedo llegar a hacer algo por el calentón del momento y arrepentirme de eso.
-¿Lo dices por lo de dejar que Irene y yo nos tocáramos?
-No, no es por eso. Estaba nerviosa cuando pasó, la verdad. Fue un poco raro para mí, pero no me disgustó del todo y os veía con ganas.
-Elena yo...
-Javi, no pasa nada. Es normal. En el momento en el que estábamos, con el calentón, el morbo y demás, pues es normal que os mirarais así.
-¿Tanto se notaba?
-Os comíais con los ojos.
-¿Lo hiciste por eso, o porque salió de ti?
-Bueno, mitad y mitad.
-Elena, ya te dije que yo no haría nada que tú no quisieras.
-Ya, pero os veo a los tres tan iguales en ese aspecto, que me dan ganas de ser como vosotros.
-Bueno, a mí me gusta cómo eres, no tienes que hacer esas cosas por mí si a ti no te terminan de gustar o hacen que te sientas incómoda.
-Ya, lo sé. Pero me apetece hacerlo por ti, quiero verte disfrutar.
-No sé Elena, yo ya te he dicho lo que pienso. Todo lo que pase depende de ti.
-Creo que lo tengo bajo control, no creo que pase nada de lo que podamos arrepentirnos, pero tampoco es que esté completamente segura, porque cada vez me animo a hacer más cosas y tal.
-Bueno, tranquila. No creo que haya problema con Irene y Mario, saben lo que hay y no me imagino que pasen el límite.
-Hay otra cosa que me da un poco de miedo.
-¿El qué?
-Pues que alguno llegue a sentir algo más.
-¿Por qué lo dices?
-No sé, no he visto nada raro, pero es un miedo que tengo.
-¿Crees que deberíamos hablar esto con ellos?
-No creo, yo lo dejaría estar. No hemos tenido ningún motivo para pensar esas cosas por su parte. Seré yo, que le doy muchas vueltas.
-Elena, si en algún momento estás incómoda o lo que sea, quiero que me lo digas, sea en el momento que sea.
-Sí, Javi. Tranquilo.
-Y tampoco quiero que le des vueltas a lo que ha pasado esta tarde. No merece la pena.
-Ya, ya. Me has convencido después, jeje.

Nos dimos un beso muy lento, bajándose después ella del coche para entrar a su casa. De vuelta a casa pensé en lo que me dijo minutos antes. Me preocupó un poco por sus miedos. Se dio cuenta de la tensión que había entre Irene y yo, haciendo en parte que nos tocáramos. Y luego lo de que alguien sintiera algo más. Por como estaban las cosas, pensé que se refería a Irene, ya que se acercaba mucho a Elena, no vi nada más aparte de eso. Irene y Mario nos dejaron bastante claro que ellos se querían el uno al otro y que lo que hacían con las demás personas era sólo para pasárselo bien. Al rato de llegar a casa me acosté. Me costó un poco dormirme por darle vueltas a eso, pero el olor de Elena que aún estaba en las sábanas y en la almohada hizo que me relajara, cerrando los ojos, pareciendo que estaba allí conmigo, por lo que me acabé durmiendo al rato. Los dos siguientes días transcurrieron con bastante normalidad, hablando con Elena por mensaje sin nada reseñable, hasta que el jueves por la mañana me desperté con mensajes de Noelia.

-Hola Javi, ¿qué tal?

No entendía la normalidad con la que me hablaba con todo lo que pasaba y más con lo de nuestro último encuentro, pero le respondí.

-Bien, ¿por?
-¿Todo bien con mi hermana?
-Sí, claro (respondí extrañado).
-Es que lleva un par de días rara. Está muy callada y tal.
-Pues no sé, nosotros estamos bien. No la veo desde el lunes, pero he estado hablando con ella y todo normal.
-Bueno, yo sólo te digo lo que veo.
-¿Y por qué lo haces? ¿No querías que te dejara tranquila?
-Joder, no se te puede decir nada, todo te parece mal.
-No es eso, sólo que me parece raro que me hables así tan de buenas y avisándome. ¿Por qué lo haces?

No me respondió. Parecía que se había enfadado, pero eso era lo último que me importaba en ese momento. Me quedé pensativo por lo que me dijo de Elena. ¿Qué pasaba? Pensé que era por lo de Irene y Mario. Un poco más tarde la llamé por teléfono para intentar descubrir qué pasaba.

-¿Cómo está mi niña?
-Genial. ¿Y mi chico?
-Bien, a ver si trabajo un poco. ¿Quieres que vaya a por ti sobre las 8 y nos tomamos algo con éstos?
-Mmm... No, esta noche voy a cenar con mi abuela, que me ha preguntado y le he dicho que sí.
-¿Todo bien?
-Sí, sí. Claro. Pero es que me apetece estar con ella y no le quiero hacer el feo.
-Vale, sin problema. Otro día será.

Seguimos hablando un poco más sin nada destacable, con un tono normal por su parte. Una vez acabamos de hablar analicé la conversación. Por su tono no noté nada, sólo el rechazo a lo de salir por la noche un rato, que tampoco me pareció algo muy destacable. Pensaba que podría ser eso, pero tampoco es que tuviera ningún hilo del que tirar, así que me puse a trabajar, pensando en seguir hablando con ella más tarde para ver si podía ver algo o para ver si le apetecía quedar al siguiente día. Sobre las 11 ese mismo día le volví a hablar.

-Hola mi vida, ¿quieres que mañana cenemos por ahí?
-No creo que pueda. Mi madre ha dicho de cenar las 4 juntas y ya he dicho que sí.
-Elena, ¿pasa algo? (dije ya sin saber qué decir para intentar saber qué le pasaba).
-Nada, Javi. ¿Qué va a pasar?
-No sé, me apetece verte.
-Ya, cariño. Pero es que ha surgido esto así. El sábado nos vemos.
-¿Algún plan?
-Sí, vamos con Irene y Mario al pub del otro día a echar el rato, que me apetece bailar y el otro día lo pasamos bien.
-¿Ha sido idea de Irene?
-Sí. Me ha dicho que se lo pasó muy bien y que quería repetir y me ha parecido bien.
-Ah, genial.
-Nos vemos entonces el sábado, ¿vale?
-Claro, voy a por ti.

Me quedé un poco descolocado por la conversación. Me daba la impresión de que me evitaba y además hizo un plan con Irene, dando por sentado que me parecería bien, cuando me hubiera gustado más estar a solas con ella y más con esto de que estaba rara, para intentar solucionar el problema, si es que había alguno. El sábado a las 8 de la tarde fui a por ella, aparcando en su puerta.

-Elena, estoy en la puerta.
-Pero si era más tarde.
-Creía que cenaríamos fuera.
-Bueno, no he cenado aún, si quieres podemos ir a algún sitio. Venga pasa mientras me arreglo.

Entré a su casa, recibiéndome ella con un pico. Me hizo pasar al salón, donde estaba Noelia. Elena dijo que iba a ducharse y a arreglarse, yéndose del salón. Noelia sin decir nada ni dirigirme la palabra, se levantó y se fue a su habitación, dejándome sólo. Fue una situación rara, porque de pronto me sentí como alguien ajeno, como si sobrara allí. No me preocupaba el comportamiento de Noelia, pero si el de Elena, quien después de días sin vernos me recibió con un pico, notándolo un poco frío. Me quedé un rato bastante largo sólo hasta que por fin apareció.
"Me quedé un poco descolocado por la conversación. Me daba la impresión de que me evitaba y además hizo un plan con Irene, dando por sentado que me parecería bien, cuando me hubiera gustado más estar a solas con ella y más con esto de que estaba rara, para intentar solucionar el problema, si es que había alguno..."

Si Javier, conociéndola, sospecha algo, me sentiría muy decepcionado de Elena.🤔🤨🤔🤨🤔🤨
 
Capítulo 101

El trabajo requería que me fuera a la ciudad donde se encontraban las oficinas centrales, con un horario más estricto, teniendo que asistir a reuniones y conferencias del estilo a las que habíamos ido esas semanas con más asiduidad. Me dijeron que me daban unos días para prepararme, que lo tenía más que merecido por lo bien que lo había hecho. Lo primero que pensé en cuanto acabó la conversación fue en Elena por obvias razones. Estaba en un aprieto porque directamente me dijeron que me daban unos días para prepararme, sin ni siquiera preguntarme qué pensaba yo, aunque yo tampoco dije nada porque estaba un poco en shock. Me empecé a agobiar porque para mí lo primero era ella, pero era una oportunidad tan buena que me sentía también mal por rechazarla, por lo que me puse a pensar tratando de encontrar algo entre medias, llegando a la conclusión de que sólo podía ser si Elena se venía conmigo a vivir. Aun así, no la veía para nada una buena opción por lo que me dijo de que su madre se volvería loca. A eso se sumaba lo de dejar a todas nuestras amistades atrás, pensando sobre todo en Irene y Mario, quienes se convirtieron en personas muy importantes para nosotros, como nosotros para ellos. También se alejaría de su familia, de su hermana, de su madre y de su abuela. Otra pega era el horario, que tenía pinta de ser muy ajustado, quizás impidiéndonos pasar menos tiempo juntos, con menos libertad para hacer algún plan improvisado como los que habíamos hecho varias veces. Y también el tema de conferencias en otros lugares. No podía estar constantemente pidiéndole que se viniera conmigo porque ella tendría que hacer sus cosas también, quizás encontraba trabajo y no podría venirse conmigo siempre y demás.

Mientras pensaba todo esto, más o menos a la hora de aquella llamada me llamó Mario diciéndome de ir a comer juntos junto a Irene. Quedamos en un bar cercano, por lo que, pasado un rato, me presenté allí. A los pocos minutos se presentaron ambos cogidos de la mano.

I: ¿Qué tal, Javi?
J: Mejor. Ya se le ha pasado bastante.
M: Bueno, ha sido un susto.
J: Sí.
I: Me ha estado contando esta mañana.
J: ¿Sí?
I: ¿Te molesta?
J: Para nada. Sois amigas muy íntimas y me parece genial que tenga a alguien más con quien hablar de esto. Para nosotros también sois muy importantes.
I: Gracias. Pues me ha estado contando un poco y bueno, imagino que te has dado cuenta, ¿no?
J: Sí.
M: ¿Qué es lo que pasa exactamente?
I: Elena es una chica muy sensible. Parece que desarrolla una especie de dependencia cuando se apega bastante a alguien.
M: Vaya...
J: Sí, eso parece.
I: ¿Te molestó que no te lo dijera antes?
J: Bueno, no me he parado a pensar eso, pero sí le dije que debería habérmelo dicho antes de irme. Ella me dijo que no quería que me perdiera eso por una tontería.
I: ¿Una tontería?
J: Eso le dije yo. Que para mí no lo era y que de haberlo sabido me hubiera dado igual el trabajo. No iba a dejar que estuviera así.
M: Sí, está claro que una tontería no es por como estuvo durante esas semanas y más viendo lo del sábado.
J: Eso es.
I: Pero bueno, ya está todo bien, ¿no?
J: Sí, sí. Ya está todo hablado y solucionado.
I: Entonces, ¿por qué estás así de cabizbajo?
J: Joder, ¿tanto se me nota?
M: ¿Qué pasa?
J: Me han llamado del trabajo. Me van a ascender.
I: ¡Qué bien!
M: Enhorabuena, tío.
J: Es una putada más que algo bueno.
I: ¿Por qué?

Entonces le empecé a contar a ambos lo que me dijeron exactamente en la llamada.

I: Vaya...
M: ¿Qué vas a hacer?
J: No veo nada en claro para poder aceptar y que Elena esté bien al mismo tiempo, por lo que ya tengo bastante claro lo que hacer.
M: ¿Vas a rechazarlo?
J: Sí.
I: Javi, eso dice mucho de ti.
J: Bueno, Elena es lo más importante para mí. Prefiero apostar por ella que por un trabajo.
M: ¿Se lo vas a contar?
J: No lo sé. ¿Debería?
I: ¿Qué piensas tú?
J: Ya sabes que no quiero ocultarle nada, pero me da miedo que se lo diga y se sienta mal porque vea que me pierdo eso por su culpa.
I: Ya, te entiendo.
M: ¿Le has contado lo de la chica esa?
J: No. Y me siento mal por ello.
I: Javi, te calientas demasiado la cabeza.
J: ¿Tú crees?
I: Sí, le das demasiadas vueltas a todo.

Me quedé en silencio, mirando al vaso.

I: ¿Pasa algo más?
J: ¿Eh? No, no. Supongo que llevas razón. Es mi primera relación y quiero que salga todo bien. Le quiero mucho.
M: Oye, ¿y por qué no te llevas a Elena contigo?
J: Aún no le ha dicho a su madre que tiene pareja.
M: Es verdad, Irene me contó algo de eso.
I: Bueno, no te preocupes, ya lo hará.
J: No, si eso no me molesta para nada. Ya le dije que lo hiciera cuando ella creyera oportuno.
I: Elena es una chica muy especial.

Seguimos hablando de varias cosas más hasta que terminamos de comer y se tenían que ir a trabajar, por lo que regresé a mi casa. Mi madre me notó con mala cara, por lo que me pidió explicaciones. Yo le comenté toda la situación de Elena y lo que me habían dicho esa mañana mis jefes.

-Hijo, ya sabes que tomes la decisión que tomes, yo voy a estar contenta. Lo primero es que estés tú bien y estés a gusto con la decisión que tomes.
-Gracias, mamá. ¿Qué crees tú que debería haber?
-Ya te lo he dicho, haz lo que mejor te parezca, pero creo que ya lo sabes de sobra, ¿verdad?
-Qué bien me conoces.
-Pues claro hijo.

Después de trabajar durante toda la tarde, cené y me eché en la cama para descansar, hablando con Elena para ver como estaba y contarnos como nos había ido el día. Intenté que no me notara raro al hablar, siendo más fácil de lo que esperaba, ya que el haber tomado la decisión me tranquilizó bastante. Al día siguiente le envié un correo a mis jefes explicando que estaba encantado por la oferta y la oportunidad que me habían dado de crecer profesionalmente, pero que lamentaba tener que declinar por una situación personal un poco delicada, explicando que no podía moverme a otra ciudad y que no podía estar sujeto a un horario tan estricto, con salidas a otros países y demás. También expliqué que esperaba que no fuera un inconveniente, ya que me encontraba bastante a gusto con el puesto que tenía. A los pocos minutos me respondieron que lamentaban que no pudiera ser y que no me preocupara, que mantendría mi puesto de trabajo, ya que estaban muy contentos conmigo. También me daban ánimos para esa cuestión personal. Inmediatamente respondí agradeciendo la compresión y la confianza con la que se dirigían a mí, dando también las gracias por permitirme mantener mi situación.

A las pocas horas me llamó Sofía. No esperaba que me llamara, por lo que estaba extrañado.

-¡Javi!
-¿Qué pasa, Sofía?
-¡Me han ascendido!
-¡Enhorabuena!
-Muchas gracias. Me han dicho que les ha gustado mucho como lo he hecho estas semanas y que me ven preparada para dar el paso.
-Me alegro mucho de oír eso.
-Oye, ahora voy a ser tu jefa... jejeje.
-Uy... No me irás a putear... jajaja.
-Nooooo... jajaja. Si ya sabes que me caes muy bien.
-Sí, lo sé, lo sé.
-Jajaja. Bueno, algún día tal vez me pase por tu ciudad para supervisar tu trabajo...
-Huy... Mientras no vengas vistiendo sólo un abrigo, me parece bien. Jajajaja.
-Jajajajaja, que cabrón.
-Es broma, mujer, no te enfades, jajaja.
-Lo sé, lo sé, por eso me caes tan bien.
-Oye, que me alegro un montón, de verdad.
-Muchas gracias Javi. No sabes lo contenta que estoy. Seguimos teniendo pendiente un café, que no se te olvide.
-Claro, cuando quieras.
-Pues a ver si coincidimos.

Era evidente que la ascendieron al rechazar yo lo que me propusieron, pero me alegré mucho por ella, ya que me caía bastante bien a pesar de lo ocurrido esa noche donde casi meto la pata, pero bien. Que se disculpara inmediatamente por eso, hablando con naturalidad y quitándole hierro me gustó, por lo que no quería chafarle el momento diciéndole que me lo habían propuesto a mí antes.

Los próximos días transcurrieron con normalidad, hablando con Elena, quien estaba muy centrada en su trabajo, porque ya estábamos a mediados de mayo y en menos de un mes tendría que presentarlo. El viernes de esa semana me volvió a contactar Sofía para decirme que tenía que ir a una ciudad bastante próxima a la mía, que, ya que estaba por ahí, podíamos aprovechar para vernos y tomarnos un café. Yo acepté, aunque me seguía causando un poco de incomodidad, por lo que le dije a Irene y a Mario que vinieran conmigo para evitar estar los dos solos. Entre esos días y el viernes, solo pude ver a Elena un día y fue algo rápido porque tenía que estar pendiente de su abuela, por lo que de algunos besos en el coche no pasamos, aunque fueron unos besos con mucho cariño, notaba a Elena más sensible, como más vulnerable. Yo seguía dándole ánimos, ofreciéndome para ayudar en lo que pudiera. Eso le levantó el ánimo, porque estaba un poco estresada por lo del trabajo y su situación familiar.

El viernes por la tarde fui a una cafetería con Irene y Mario, hablando un poco mientras llegaba Sofía.

I: ¿Crees que busca algo?
J: No creo, me dejó bastante claro que no iba a buscar nada ni provocarme.
M: Bueno, puede ser, pero luego ya sabes.
J: Por eso estáis aquí. Para que se corte y no intente nada.
I: Chico listo. Aunque puede que le importe una mierda que estemos aquí.
J: Espero que no.
M: ¿Está buena?
J: Ahora la veréis, pero sí, está muy buena y además es guapa.
I: Madre mía... (dijo mirando a la puerta)

Entonces nos giramos y ahí estaba, en la puerta. Todos la reconocimos enseguida porque ya la había descrito para que Irene y Mario tuvieran una idea de ella. Estaba espectacular, con una camiseta de tirantes blanca, con escote, sobre la que llevaba una chaqueta, unos vaqueros ajustados que dejaban sus tobillos descubiertos y unos zapatos de tacón negros. En cuanto me vio, se acercó rápidamente, dándome un abrazo, notando como sus tetas se estrujaban contra mí. Luego me dio dos besos mientras me cogía del cuello y se apartó para presentarse.

S: Hola, soy Sofía. Javi, ¿ésta es tu chica? Es muy guapa.
I: No, no. Soy una amiga suya. Me llamo Irene, encantada.
M: Yo soy Mario, encantado.
J: Había quedado con ellos, espero que no te importe.
S: No, para nada.

Nos pusimos a hablar un rato, explicándome como llevaba el cambio en el trabajo y demás. Durante la charla me fijé en como Irene la miraba, era evidente que le atraía bastante.

S: Javi, ¿y tu chica? ¿No está por aquí?
J: No, ella es de un pueblo de aquí al lado y está bastante liada.
S: Vaya, me hubiera gustado conocerla...
J: Pues tendrá que ser en otra ocasión.
S: Vale. Bueno, me tengo que ir ya. Me ha gustado mucho verte y conocer a tus amigos, a ver si podemos coincidir otro día.
J: Claro.

Sofía se despidió de Irene y Mario con dos besos y de mí con un fuerte abrazo, como el que me dio cuando entró, dándome dos besos de la misma manera también. Una vez se fue, seguimos hablando.

I: Joder... Me la quiero follar... (dijo escurriéndose por la silla)
M: Está tremenda...
J: Ya os lo dije, la chica es sensualidad pura.
I: Javi, es normal que te pasara eso cuando se te acercó. Si no te pasa eso es que no te gustan las chicas.
M: Ya ves. Yo no hubiera aguantado.
J: Si así veis que está buena, desnuda... Ni os imagináis...
I: Joder, tío... ¿Crees que le irán las chicas?
J: No sé...
I: Has hecho bien en traernos.
J: ¿Sí?
I: Yo creo que sí. Sólo hay que ver como te ha saludado y se ha despedido de ti. Además, mientras hablabas no paraba de mirarte a los ojos y a los labios. Te tenía unas ganas...
J: ¿Tanto como las que le tenías tú?
I: Jajajaja, que cabrón eres...
J: Como se te salían los ojos...
M: Como para no... Bastante que ha aguantado sin lanzarle alguna...
I: Jajajaja, que bien me conoces, cariño.
J: ¿Crees que si hubiéramos estado solos hubiera intentado algo?
I: Puede. Está claro que le gustas mucho, pero me rechina un poco que haya mencionado tanto a Elena.
M: No le has dicho nada al final, ¿no?
J: Que va. Aún la noto sensible por lo que ha pasado y está un poco estresada y tal.
M: ¿Y si Sofía te dice de quedar y te pide que se la presentes?
J: Eso no va a pasar. Me jode mucho ocultarle a Elena lo que pasó, pero viendo como está, creo que le haría mal. Además, la situación es casi un calco a lo que pasó con Ángela y ya sabemos lo que pasó entonces.
I: Pues sí, yo haría lo mismo en tu lugar.
M: No te comas tanto la cabeza, Javi. No pasó nada, pudiste frenar la situación a tiempo.
J: Ya, ya. Si ya no me rayo por eso.
I: Tío, me ha puesto mucho esta chica.
J: Mira, vamos a hacer una cosa. Estoy muy seguro de que me va a hablar más pronto que tarde. Le voy a preguntar como le habéis caído y a ver si puedo apañar algo.
I: ¿Sí?
J: Claro, se ve a leguas que os la queréis tirar y si a ella le parece bien, pues, ¿por qué no?
I: Uff...
M: Eso sería la polla.
J: Eso sí. Yo me quedo fuera, paso de historias. Sólo estaréis vosotros tres, o depende de lo que le guste.
I: Vale, no hay problema.

Después de un rato hablando, regresé a casa, trabajando un poco hasta la noche, donde hablé con Elena un poco, quedando para vernos el siguiente día sobre la tarde-noche para pasar la noche juntos. El sábado fui a su casa un poco antes de lo acordado porque me moría de ganas por estar con ella. Llamé a la puerta y me abrió Noelia, quien no puso muy buena cara al verme. Sin decirnos nada, pasé yendo hacia la habitación de Elena. Por el camino pasé por el salón, donde estaba María, quien me saludó. Con ella sí que me paré para saludarla, preguntándole como le iba, teniendo una breve conversación mientras Noelia entraba en silencio, sentándose a su lado. Cuando acabamos de hablar fui a la habitación de Elena, que estaba cerrada. Abrí despacio, entrando con cuidado. Elena estaba en su escritorio, con los cascos puestos, con sus moñetes, muy centrada. La abracé por detrás, dando ella un respingo, acelerándose su respiración.

-Qué susto...
-Tranquila, que no te voy a comer... Todavía...
-Jajajaja, ¿qué haces aquí tan temprano?
-No podía aguantar más sin verte.
-Oh...
-Son muchos días... (dije mordisqueándole la oreja)
-Menos mal que me ibas a comer ahora... jajajaja.
-¿Te queda mucho?
-Un poquito. Además, están aquí estas dos y dudo que seamos silenciosos... jajajaja.
-Eso es verdad.

Me quedé tumbado en su cama mientras ella terminaba, mirando el móvil, hasta que empecé a oír a Noelia y a María hablando fuertemente, como si estuvieran discutiendo. Después oí un portazo y a los pocos segundos se abrió la puerta de la habitación de Elena, quien no podía oír nada porque seguía con los cascos escuchando música, ya que eso le ayudaba a estudiar. Se asomó Noelia, mirándome seriamente, pasándose el dedo por el cuello de un lado a otro, haciendo el gesto de cortarme el cuello y se retiró, cerrando la puerta con cuidado.
 
Capítulo 102

A la mierda mi plan. Parecía que María se había enterado de algo, por lo que le escribí rápidamente.

-¿Todo bien?
-No.
-¿Qué ha pasado?
-No quiero hablar de eso, estoy muy enfadada.
-Vaya, siento ver que algo ha salido mal.
-Es que de verdad...
-Va, desahógate. ¿Qué ha pasado?
-Pues que se ha tirado a uno mientras habíamos quedado en que no haríamos nada.
-Vaya...
-Es que no se puede confiar en ella.
-Bueno, tranquila. Ya sabes como es.
-Ya, pero es que teníamos un trato.

Se ve que Noelia no era una persona de tratos, se los pasaba todos por ahí, literalmente.

-Mira, yo pienso como tú, pero ponte en su lugar. Tenéis una edad en la que las hormonas vuelan, todo el día pensado en lo mismo, habéis descubierto el sexo como quien dice. Es normal que haya hecho eso, además, no sois pareja, estáis viendo lo que pasa.
-Ya, pero me jode.
-Te entiendo, pero sé razonable. No puedes pretender que con todo eso que he dicho se esté quieta y más a Noelia, que ya sabes lo impulsiva y lo cabezona que es.
-Yo que sé...
-Ya verás como cuando se te pase el cabreo lo ves más claro. Ahora estás en caliente y enfadada.
-Aún no entiendo por qué haces esto, con lo que te ha puteado...
-Pues porque me conviene que esté contenta y a ti te considero una amiga y quiero ayudarte.
-Gracias.

En cuanto dejé de hablar con María, me levanté con cuidado para salir de la habitación y poder hablar con Noelia. Me la encontré en el salón, de pie mirando por la ventana. En cuanto me oyó acercarme se dio la vuelta, viniendo rápido hacia mí, empezando a darme puñetazos en el pecho.

-Eres un hijo de puta.
-¿Pero qué dices? (dije agarrándole las muñecas con fuerza)
-Le has dicho a María que me he follado a un tío.
-Yo no he sido.
-Una mierda. (dijo intentando zafarse y dándome un rodillazo en los huevos)

Me hizo daño de verdad, por lo que fui a sentarme en el sofá bastante dolorido, empezando a marearme.

-Eres un cabrón. Te vas a cargar por hacer esto.
-¡Que yo no he sido, coño!
-¿Entonces quién coño ha sido?
-No lo sé, pero yo no.
-No te creo.
-Pues mira. (dije enseñándole el móvil)

Noelia se puso a leer la conversación mientras yo me recuperaba del golpe, llegando incluso a tener náuseas.

-Vale, te creo.
-¿Ves?
-Sí, joder.
-Pues ya está. Espero que no me jodas ahora.
-¿Te he hecho daño?
-Mucho.
-Joder, que pálido te has puesto.
-Como para no...
-Joder, pues si no has sido tú, ha sido con el que me acosté.
-Seguramente.

En ese momento apareció Elena por la puerta.

E: ¿Qué pasa?
N: Nada, Javi se ha caído y se ha dado con el brazo del sofá en los huevos.
E: Javi, ¿estás bien? (dijo con preocupación, sentándose a mi lado)
J: Sí, ya se me pasa.
E: Joder, qué pálido estás. Si estás hasta sudando...
J: No te preocupes, se pasa enseguida.
E: ¿Y a ti que te pasa? Que te veo agitada...
N: Nada, que me he peleado un poco con María.
E: ¿Qué le has hecho?
N: Nada. Mira, me está llamando, voy a hablar con ella.

Noelia se fue a su habitación, dejándonos solos.

-Niño, ten cuidado...
-Sí, que mala pata...
-Ahora me voy a quedar sin jugar con mi amiguita, jajajaja.
-Sí, que te lo crees tú...
-Huy...

Nos quedamos un buen rato en el sofá, abrazados, con varios besos y gestos de cariño, hasta que salió Noelia, quien dijo que nos dejaba solos, que iba a casa de María. Noelia parecía contenta, ya que estaba sonriente y agradable, lejos de la actitud chulesca y agria que solía tener.

Una vez se fue Noelia, Elena y yo nos empezamos a besar, poniéndose ella encima de mí, como solía hacer, besándome lentamente mientras ponía sus manos a cada lado de mi cuello. Yo le acariciaba los muslos, el culo y la espalda. Pasados unos minutos así, la cosa cogió intensidad, con besos más intensos, pasando también de las caricias a los tocamientos por encima de la ropa. Elena se incorporó para quitarme la camiseta, pudiendo ver como se le marcaban los pezones, bastante duros ya, a través de su camiseta. Una vez me la quitó a mí, se la quité yo a ella, empezando a acariciarle las tetas, cogiéndolas bien con mis manos después, jugando con sus pezones también. Elena gemía de manera dulce, con las mejillas encendidas y ojos brillantes, clavando su mirada en mis ojos. Me sonrió ligeramente y se echó sobre mí, para abrazarme.

-¿Estás bien?
-Claro.
-Estás muy mimosa.
-Siiiii. (dijo con una voz muy dulce)

Tiré de sus hombros y la empujé hacia atrás, para cogerle del cuello como ella había hecho conmigo unos minutos antes, para besarla de la misma manera que lo llevábamos haciendo todo el tiempo. Después la cogí en brazos con mucha suavidad, poniéndome de pie mientras aún la besaba para ir a su habitación. Una vez llegamos nos desnudamos el uno al otro lentamente, disfrutando del momento. Después nos tumbamos en la cama, acariciándonos y besándonos por todo el cuerpo. Tras unos minutos jugando así, me puse encima de Elena y le empecé a besar el cuello, de forma bastante similar a como ella me lo hacía a mí, empezando ella a ronronear mientras me acariciaba la espalda.

Al poco tiempo se empezó a estremecer, cogiendo mi polla para llevarla hasta su coño, acariciándolo con ella, metiéndola a los pocos segundos, soltando un gemido bajito y largo, cerrando sus ojos. Empecé un ligero mete-saca mientras me apoyaba en mis manos, mirando a Elena a los ojos. Estaba preciosa, con sus moñetes, sus mejillas encendidas, poniendo cara de placer mientras jadeaba, mirándome con un brillo en los ojos, abriéndolos a veces mucho, entornándolos otras y cerrándolos por el placer. Estuvimos así durante bastante tiempo, con el mismo ritmo, notando como Elena temblaba a veces, estrujando mi polla con su coño, como si tuviera ligeros orgasmos, también apretaba su cara y lanzaba pequeños gemidos muy dulces y largos. Cuando empezaba a temblar, yo paraba, manteniéndome en su interior, haciendo presión para meterla lo más profundo que podía. Una vez abría sus ojos y relajaba su cuerpo, empezaba de nuevo a meterla y a sacarla al mismo ritmo, repitiendo el proceso varias veces, con esos miniorgasmos suyos, hasta que notaba que yo estaba cerca de correrme. En el último miniorgasmo suyo, acerqué mi cara a la suya, rozando mi nariz con la suya. Ella al notarlo me abrazó con fuerza, haciendo que apoyara mi cara en su hombro.

-Te quiero. (susurré)

Al decirle eso noté como se le puso la piel de gallina, dando un respingo, como si le hubiera dado un escalofrío. Me incorpore, apoyándome de nuevo sobre mis manos, empezando a follarla con rapidez mientras me miraba a los ojos muy intensamente, con cara de placer. Puso sus manos en mi cara, acariciándomela mientras yo embestía con fuerza. A los pocos segundos se empezó a correr entre gritos, abrazándome fuertemente con sus piernas, notando como se humedecida mucho mi polla y mis huevos. Yo también me empecé a correr casi simultáneamente entre jadeos entrecortados, soltándolo todo en su interior, dejándola dentro por completo, haciendo presión.

Elena relajó su cuerpo, quedándose dormida. Yo, sin salir de ella aún, cogí un paquete de pañuelos que tenía en su mesita y le puse uno en la entrepierna, cerrando sus piernas, para que absorbiera mi corrida. Me tumbé a su lado, tapándonos un poco porque ya se había hecho de noche y empezaba a refrescar a pesar de estar ya a esa altura del año. Le cogí una mano, entrelazando nuestros dedos y besándosela mientras veía lo guapa que era, con su cabeza dejada caer de lado hacia mí. Después de estar un rato mirándola, me levanté y fui a la cocina, preparándome un sandwich. Le hice otro a Elena y me fui al salón para comérmelo tranquilamente. Nada más empezar a comérmelo oí la puerta de la calle cerrarse.
 
Capítulo 103

Me quedé paralizado, creía que era la madre de Elena, aunque sí que me levanté. Entonces Noelia y María entraron al salón, comiéndose la boca con ansia mientras María le manoseaba el culo a Noelia y ésta le cogía la cara con sus manos. Yo estaba ahí, de pie, sin camiseta, con los ojos muy abiertos, sorprendido de lo que veía, a pesar de conocer la situación entre ambas, con el sandwich en la boca, agarrándolo con mi mano. Entonces ambas se separaron, percatándose de que estaba ahí, sobresaltándose, llegando a asustarse. Las dos me miraron a los ojos, pasado su mirada después a mi pecho desnudo, mirándose después las dos a la vez. Noelia cogió a María de la mano para llevarla a su habitación, tirando de ella. Al ver eso noté el calor de la excitación por mi pecho, con un cosquilleo en los huevos, poniéndose mi polla morcillona.

Cuando acabé de comerme el sándwich regresé a la habitación de Elena oyendo risitas cuando pasé por la habitación de Noelia. Le llevé el sandwich que le hice a Elena y la ropa que habíamos dejado allí cuando empezamos a enrollarnos. Aún seguía dormida, por lo que le dejé el sandwich en su mesita, quitándole el pañuelo que le puse, y tumbándome a su lado. No podía dormir porque aún era temprano y por la excitación que tenía. De pronto empecé a oír ligeros gemidos, aunque no lograba identificar de quien eran. Esos gemidos fueron aumentando ligeramente hasta que oí un grito seco, para después quedarse todo en un silencio ensordecedor. Una vez relajado y en silencio, me dormí, hasta que me desperté al rato al sentir como se movía Elena. Estaba sentada en la cama, con sus piernas cruzadas.

-¿Qué pasa? (dije mientras acariciaba su espalda desnuda)
-Nada. (dijo girándose para mirarme con una gran sonrisa)
-Te has quedado dormida.
-Sí, es que estoy madrugando más estos días y me has absorbido toda la energía, jeje.
-Pero si ha sido muy despacito...
-¿Pero no has visto todas las veces que me he corrido?
-Sí, aunque es la primera vez que te veo así. Eran pequeños y has tenido bastantes.
-Me ha encantado. Es que... uff... No sé como describirlo.
-Ha sido la ostia.
-¿Y esto?
-Me ha entrado hambre y me he hecho uno y te he preparado otro a ti por si querías.
-Pues sí, sí que me ha entrado hambre.

Empezamos a hablar un poco mientras se lo comía, contándome lo nerviosa que se estaba empezando a poner por lo del trabajo. Cuando acabó, se levantó para ponerse el pijama.

-Voy a preguntarle a mi hermana si sabe si mi madre va a venir mañana por la mañana.
-No, espera.
-¿Qué pasa?
-Eh... Es que...
-¿Qué pasa, Javi?
-Nada, que está con alguien.
-Ah... ¿Y cómo lo sabes?
-Pues porque mientras cenaba han entrado enrollándose.
-Jajajaja, ¿en serio?
-Joder, no te rías, que creía que era tu madre y me he cagado. Estaba paralizado.
-Jajajaja, ostia, pues ahora que lo dices... Menos mal.
-¿Y qué ha pasado después?
-Pues me quedé como estaba, eso tampoco me lo esperaba. Se me quedaron mirando y tú hermana se fue a su habitación tirando de su mano.
-¿Será el chico ese que tanto le gusta?
-No si...
-¿Sabes quién es?
-Eh...
-Venga, suéltalo.
-Es que...
-Va, Javiiiii...
-Es su amiga María.
-¿Qué dices?
-Pues eso.
-Joder, no me lo esperaba para nada.
-¿Te molesta?
-No, no, para nada.
-Bien.
-Bueno, si me molesta una cosa.
-¿El qué?
-Pues que se inventara todo ese rollo del chico que le gusta para que al final sea esto. Coño, soy su hermana, ¿por qué no ha confiado en mí para contarme esto?
-Eso es verdad.

Después de quedarnos un rato en silencio, con Elena resignándose por eso, nos tumbamos, quedándose Elena sobre mí para dormirnos.

A la mañana siguiente nos despertamos conforme nos habíamos dormido. Elena se desperezaba encima de mí mientras yo la miraba.

-Qué hambre tengo...
-Yo también.
-Pero hambre de comer...
-Jajajaja, ya, ya.
-Pues venga, vamos a desayunar.
-¿Seguirán tu hermana y su amiga juntas?
-No sé.

Nos levantamos, poniéndome yo la ropa y Elena quedándose en pijama. Fuimos hacia la cocina y cuando íbamos por la habitación de Noelia, Elena se paró.

-¿Qué haces? (dije susurrando al ver que agarraba el pomo de la puerta)
-Shhh... Quiero ver si siguen ahí.

Elena abrió con cuidado y echó un ojo, cerrando rápidamente con cuidado. Me llevó a la cocina de la mano rápidamente entre risitas.

-¿Qué pasa?
-Que siguen ahí. Su amiga la abrazaba haciendo la cucharita.
-Vaya, pues qué bien.
-Joder, es que no me esperaba algo así...
-Bueno, tampoco te pongas muy encima, deja que te cuente ella.
-Ya, ya.

Empezamos a preparar el desayuno y mientras Elena tostaba pan me fijé en el culito que le hacían esos pantaloncitos tan cortos del pijama que llevaba. Me empecé a poner cachondo, poniéndose mi polla morcillona, por lo que me acerqué a ella, poniéndome detrás de ella, abrazándola y poniendo en contacto mi polla con su culo a través de la ropa.

-Qué culito te hace esto...
-Javi...
-¿Qué pasa?
-Ya sabes que no me gusta aquí y más con mi hermana por aquí...
-Si está durmiendo todavía... Además, nos quedó algo pendiente en esta encimera... (dije restregándome contra su culo, dando ligeras embestidas)
-¿Ya estás así?
-Es que me he fijado y se me ha empezado a poner así... (decía mientras la cogía de las caderas)
-Paaaaara...
-No puedo, me ha entrado otro tipo de hambre...

Elena se dio la vuelta, mirándome sonriendo, girando su cabeza y poniendo los brazos en jarra. La cogí en brazos y la senté sobre la parte de la encimera que estaba libre, empezando a comerle la boca con mucha ansia, pegando su cuerpo al mío. Después le subí la camiseta, dejando sus tetas al descubierto, y comiéndoselas también con mucha ansia. Ella echó su cuerpo hacia atrás, apoyándose en sus manos.

-Javi, mi amor, ¿qué te pasa?
-Sabes de sobra como me pongo cuando haces eso (decía de manera atropellada mientras le comía las tetas)
-Tranquilo, cariño... (decía acariciándole el pelo)

Me separé de ella, cogiendo su mano y llevándola a mi pecho. Ella puso cara de sorpresa al notar los latidos de mi corazón.

-¿Crees que puedo parar estando así? Mira lo que me haces... (dije pasándole el pelo por detrás de la oreja y poniendo mi mano en un lateral de su cuello, acariciándole la cara con el pulgar)

Entonces fue Elena la que me cogió la cara y me empezó a comer la boca, con tanta ansia o quizás más con la que yo lo hacía antes. Después me empujó, poniéndose de rodillas en el suelo, bajándome los pantalones y los boxers de un tirón para sacar mi polla, agarrarla con fuerza y empezar a chuparla rápidamente. Estaba tan cachondo y lo hacía tan bien que la tuve que parar porque me iba a correr y quería follarla. Tiré de ella hacia arriba, comiéndole la boca de nuevo durante unos segundos, hasta que me calmé un poco, para después ponerla contra la encimera, bajarle el pantalón y metérsela de golpe lanzando ella un gemido, que casi no logra ahogar con su mano. Su coño estaba mojadísimo, por lo que mi polla entró muy bien. Tiré de su camiseta hacia arriba para quitársela, y empezar a jugar con sus tetas mientras la empotrada sin compasión. Llevaba cuidado de no hacer ruido con las embestidas, como ella con sus gemidos. Yo me limitaba a jadear mientras Elena se agarraba con fuerza a la encimera. Se puso de puntillas para que entrara con más facilidad, inclinando su cuerpo hacia delante, tapándose su cara con su pelo. Le solté las tetas y le agarré de las caderas, estando así durante unos minutos, con una follada a buen ritmo. Ambos jadeábamos, con algún gemido reprimido de Elena, cuando giré mi cabeza hacia la puerta, viendo que Noelia y María estaban ahí, mirándonos en silencio.

-¡Coño, que susto! (dije saliendo de Elena, con mi polla empalmada y brillante por sus flujos siendo mirada por ambas)
-¡AY! (gritaba Elena subiéndose rápidamente su pantalón y tapándose las tetas mientras buscaba su camiseta)

Yo me guardé la polla de espaldas a ellas, dándome la vuelta cuando lo hice, viendo como María nos miraba aguantando la risa y Noelia con cara de estar flipando.

N: Tía, Elena... En la cocina con la comida...

María tiró de su mano, saliendo a la calle entre risas. Elena se tapaba la cara con las dos manos y yo se las quité, viendo que se estaba riendo, con la cara rojísima.

-¿Ves? Si es que te lo he dicho... (dijo mientras aún reía, dándome un manotazo en el pecho)
-Ayyyy... Que tímida es la niña...
-Javiiiiii...
-Pero si te crees que esto ha acabado, vas apañada...

La volví a coger en brazos para empezar a comerle la boca de nuevo, quitándome la camisa mientras se agarraba a mis caderas con sus piernas. Después la bajé y la volví a follar como lo estábamos haciendo antes, bastando pocos minutos para que se empezara a correr entre temblores y gemidos altos. Yo seguí sin parar, empotrándola con fuerza, sonando bastante, hasta que Elena empezó a temblar más fuerte, entre gritos, empezando a chorrear, poniendo el suelo perdido de su corrida. Las piernas le temblaban tanto que no podía mantenerse en pie, dejando caer su cuerpo en la encimera, con las piernas colgando. Me aparté de ella, viendo como lo que quedaba de su líquido bajaba por sus muslos mientras le daban espasmos. Me acerqué a ella, poniéndome de rodillas para lamer ese líquido que se escurría por su cuerpo, subiendo hasta su coño, dando ella un respingo en cuanto lo toqué con mi lengua. Lanzó un gemido de lástima y entonces tiré de ella, poniéndola de rodillas, cogiéndola del pelo y diciéndole que abriera la boca. Ella obedeció, descargando yo mi corrida sobre su boca, cayéndole todo dentro y tragándoselo después. Aún seguía como ausente, por lo que la cogí para sentarla en la encimera, dejando caer su cuerpo sobre el mío, con su cabeza en mi hombro mientras yo estaba de pie frente a ella, abrazándola. Una vez se recuperó, le cogí de la cara, apartándole el pelo para darle un beso muy intenso, notando el sabor de mi corrida.

Después de recoger el estropicio que liamos, fuimos a ducharnos y a desayunar, Elena se puso muy cariñosa y quiso que me quedara con ella hasta que llegara la hora de comer, tomándose la mañana libre. Sobre las 12 apareció Noelia sola, yendo al salón, donde estábamos nosotros, planteándose de pie con los brazos en jarra. Elena echó su cabeza contra mi pecho para tapársela.
 
Capítulo 104

N: Anda, que ya os vale... (dijo empezando a reír)
E: Ya te vale a ti también...
N: ¿Yo? ¿Qué he hecho yo?
E: Pues inventarte todo eso del chico que te gusta y que al final resulte que es tu amiga.
N: Eh... Bueno...
E: Creía que había más confianza entre nosotras para que me contaras algo así...
N: Es que lo del chico es verdad, pero bueno, ha surgido esto con María.
E: ¿Desde cuándo te gustan las chicas? No me había dado cuenta.
N: Es complicado. María y yo somos muy amigas y ella es bi y bueno, pues una cosa llevó a la otra y ahora estamos viendo qué pasa.
E: Pues qué bien. ¿Y cómo va la cosa?
N: A ver, yo la quiero un montón, nos conocemos desde pequeñas y siempre hemos estado juntas y hemos hecho alguna cosa, pero no sé, no termino de ver que pueda ir a algo más de momento.
E: Vaya... Bueno, poco a poco, no te agobies.
N: Ya, ya... Y perdón por interrumpir, seguro que os hemos cortado el rollo...
J: Sí, con las ganas me iba a quedar...
E: ¡Javi! (dijo dándome un manotazo)
J: Venga, Elena, como si no nos hubiera visto y oído ya...
E: Que me da vergüenza...
N: Es normal que siguierais, viendo su ímpetu... Qué suerte tienes, Elena...
E: ¿Por qué?
N: A ver, porque cuando se separó de ti le vi eso bien y madre mía...
E: Ay... Ya está. Vamos a dejar el tema.
N: Jajajajaja, va, no os incomodo más.

Noelia se fue, dejándonos solos, con Elena acurrucándose a mí entre risas. Me puse a pensar en como se había presentado Noelia y en la conversación que tuvimos. Parecía otra persona, como si no hubiera pasado nada desde que la conocí y no existiera esa tensión entre nosotros. Imaginé que las cosas con María iban mejor de lo que ella decía, por eso la encontraba así, tan de buen humor.

Sobre la hora de comer, llevé a ambas a casa de su abuela y luego me fui a casa, recibiendo mensajes por la noche de María.

-Gracias por preocuparte. Al final lo hablamos y se arregló. Llevas razón, no puedo pretender que Noelia se esté quieta. No somos nada para pedirle eso aún y ella tiene que descubrir qué le gusta bien antes de hacer nada de eso.
-Me alegro mucho, de verdad.
-Y siento la pillada, aunque nos vino bien, porque nos entró un calentón que fuimos a un parque a enrollarnos y todo...
-Joder, como estáis...
-Chico, ¿qué quieres? Después de ver ese pollón nos entraron unos calores...
-No será para tanto...
-Ya quisiera yo haber estado con un chico con algo así...
-Bueno, eres joven, no creo que tampoco hayas estado con muchos, ¿no?
-Sí, eso es verdad.
-Pues cuando pasó eso con Noelia, dijo que no estaba mal cuando me la sacó...
-Nada, ni caso. Se estaba tirando el rollo.
-No, si me da bastante igual.
-Bueno, te dejo ya. Gracias de nuevo por ayudar.
-No hay de qué.

Me gustaba hablar con María, la veía siempre muy transparente y amable, casi todo lo contrario a Noelia. No me entraba en la cabeza como le podía gustar una persona tan diferente a ella, pero entonces recordé eso de que se llevan conociendo desde que eran pequeñas y que siempre habían estado juntas. Al poco de eso me llegaron mensajes de Noelia.

-¿Cómo tienes el dolor de huevos?
-No fue para tanto al final.
-Jajajaja, ya vi como te follabas a mi hermana...
-¿Ya vamos a empezar?
-Nooooooo, joder, tranquilo.
-Es que te veo venir...
-Que va, pero si es verdad que nos pusiste a las dos muy cachondas.
-Ya...
-No, ya en serio. Gracias por hablar con María.
-De nada.
-¿Por qué lo hiciste?
-Creo que lo leíste, ¿no?
-Sí, pero eso fue lo que le dijiste a María. Ahora te lo pregunto yo.
-Pues es la misma respuesta. Me conviene que estés contenta y María me cae bien, la considero una amiga y me gusta ayudar a mis amigos.
-¿Yo no soy tu amiga?
-¿En serio me preguntas esto?
-Sí.
-Creo que lo sabes de sobra.
-No, dímelo.
-Pues no, no somos amigos. Eres mi cuñada y porque no me queda otra.
-Qué cruel...
-Ya. Intenté ser tu amigo, créeme que lo hice, pero tú no me lo pusiste nada fácil y al final no pudo ser.
-Vale, llevas razón, es mi culpa.
-Nos ha jodido...
-Vaaaaaale, perdona.
-Entonces, ¿todo bien con María?
-Sí, sí, genial.
-Entonces, ¿ves que puede ir a más?
-Uff... Es que no sé. Estoy muy a gusto con ella, pero me corte hacer cosas...
-¿Tú? ¿Cortada?
-Jajajaja, pues sí.
-No me cuadra diciendo lo que dices y habiendo intentado esas cosas.
-A ver, nos tocamos y tal, pero uff... Ella me lo come, pero yo no me atrevo.
-Poco a poco.
-Ya, pero uff... Me da cosa.
-La cosa es que sientas algo más que amistad por ella, lo otro ya vendrá.
-Sí, bueno, es complicado también. Es que no la veo como una amiga, la veo como algo más, pero no sé...
-Bueno, tranquila, a ver si conforme pasa el tiempo se aclara la cosa.
-Sí, es que ahora también estamos acabando el curso y estamos estudiando mucho y tal.
-Claro. Pero una cosa...
-Dime.
-No le hagas daño, no se lo merece.
-No, no. No quiero hacérselo.
-Pues lleva cuidado, que quedasteis en una cosa y te faltó tiempo para liarla.
-Ya, ya. Pero lo ha entendido.
-Bueno, lleva cuidado aun así que es que te conozco.
-Que siiiiiii.
-Entonces, ¿la cosa va a estar tranquila?
-Sí.
-Me refiero a que no me busques ni provoques.
-Ya, ya. No quiero hacer nada.
-¿Segura?
-Sí. Además, ahora te veo con otros ojos.
-Ah, ¿sí?
-Sí, te veo como un amigo. Yo puteándote y tú echándome una mano...
-¿Has llegado a esa conclusión tú sola?
-Bueno, un poco, pero María también me ha hecho entrar en razón y tal.
-¿Se acabó entonces todo esto?
-A ver, me sigo muriendo de ganas por follarte, pero haría demasiado daño a varias personas.
-Veo que ya te das cuenta...
-Siiiii.
-Ya era hora.
-Vale, vale... He sido muy mala, muy cabrona.
-Ya está, no hace falta que digas eso.
-Bueno, solo era para eso, no te molesto más.
-Vale, ya nos veremos cuando quede con tu hermana.

Notaba a una Noelia bastante diferente a la que había conocido, como me pasó esa mañana. Parecía que al fin veía que lo que estaba haciendo no estaba bien. También parecía que María estaba calmando a esa Noelia tan impulsiva que no sabías por dónde te iba a salir. ¿Podría por fin fiarme de ella? La respuesta era bastante evidente para mí. Era imposible, ya que le había dado varias oportunidades y la cosa siempre iba a peor. Incluso dudaba un poco de si podía fiarme de María, porque ya en su día me la jugó, mirando más por su interés sin saber si podía llegar a sacar algo de todo aquello. Tampoco es que me comiera mucho la cabeza ya con ese tema, estaba más que acostumbrado, pero me había pasado casa cosa que no podía evitar pensar en eso de vez en cuando, como si estuviera siempre a alerta. Ese día no pasó nada más, por lo que me fui a dormir para el día siguiente empezar otra semana.

El día siguiente empezaba otra semana con la misma rutina, levantándome para trabajar, hasta que a media mañana me empezó a mandar mensajes Sofía.

-Hola, Javi.
-Hey, ¿qué pasa?
-Nada, que tengo un rato libre y me apetecía hablar con alguien.
-Am, ¿de qué quieres hablar?
-Pues no sé, es que esto estresa un poco.
-¿Te dan mucha tralla?
-Sí, demasiada, aunque me gustaría que me dieran tralla de otra manera...
-Hala...
-Tío, ¿sabes lo que llevo sin follar?
-Pues dile a alguno de esos que haya por ahí, jajajaja.
-Sí, ahora mismo. Si tienen todos más de 50 y son feísimos, con panza... Qué asco...
-Vaya por Dios...
-No hay ningún madurito de estos de negocios ni nada...
-Pues cuando salgas por ahí.
-Sí es que llego tan reventada que no quiero salir, todo el día en tacones, lo único que quiero es quitármelos cuando llego a casa, no seguir con ellos.
-Pues no sé...
-Si es que tengo muy mala suerte, para un chico que me gusta y teniendo oportunidad de tener algo con él y tiene novia...
-Sí, tienes mala suerte.
-Joder tío, es que me hubieras venido que no veas... Bueno, tú te lo pierdes 😜
-Nena, si no hubiera tenido novia...
-Ufffff... ¿Qué me hubieras hecho?
-Joder, qué manía tiene la gente con preguntarme qué que le haría.
-Vaaaaaaya... Qué cotizado estás...
-Un poco.
-Tío, me quedé con ganas de verte la polla, se te marcaba de una manera...
-Tú sin embargo no dejaste nada a la imaginación...
-Hombre, es que pretendía echarte un polvo que hubiéramos roto la cama...
-Sí, ¿o qué?
-Pues sí, pero te quedaste sin él.
-Bueno, no sería para tanto...

Se quedó unos minutos sin escribir, hasta que por fin lo hizo.

-Bueno, puedes comprobarlo cuando quieras... Mientras tanto sí que te puedo enseñar lo que te has perdido...
 
Capítulo 105

Entonces me mandó unas fotos. En una salía enseñando sus tetas, con una camisa blanca desabrochada, con el sujetador subido por hasta la barbilla, también se veía que llevaba una chaqueta de traje. Se le podían ver los pezones duros e hinchados, pellizcándose uno y tirando de él. En otra foto salía con la falda remangada, con las braguitas echadas a un lado, separándose los labios del coño con los dedos. En otra ya se metía los dedos, muy profundamente, pero pudiéndose ver bien el coño. Y en la última salía media cara de ella, viéndose como se chupaba los dedos con una sonrisa.

-Sofía...
-Es tu culpa. Estoy necesitada y me hablas así...
-Joder...
-Lo siento si te ha incomodado.
-No es eso, pero es que... No sé por qué te he hablado así, no debería...
-No te preocupes hombre. A nadie le amarga un dulce, no le estás engañando ni nada.
-Ya, pero no me siento bien con esto...
-Vale, no volverá a pasar.
-Tengo una idea.
-¿Sí?
-Sí, pero necesito saber qué te va.
-Pues me gustan que me follen duro, que me azoten fuerte...
-No, no me refiero a eso... Jajajaja.
-Ah... Jajajaja. ¿Entonces?
-Pues si te gustan también las chicas.
-Pues... he tenido mis experiencias, pero no me han terminado de gustar.
-Pero, ¿en plan a solas o cómo?
-En algún trío.
-Vale, perfecto.
-¿Cómo? No me digas que tú y tu chica...
-No, no. No somos nosotros. Pero si te puedo decir que tienen mucha experiencia, sobre todo la chica.
-Pero, ¿cómo voy a hacer con algo así con gente que ni conozco...?
-De hecho, sí que los conoces.
-¿Tus amigos que estaban en la cafetería?
-Sí.
-Hombre, pues el chaval era bien guapo y rubito con los ojos azules...
-¿Y qué me dices de la chica?
-Es guapa y tal, pero es que no me fijo.
-Desnuda está muy muy bien.
-¿La has visto desnuda?
-Sí y a él también.
-¿Habéis hecho un trío?
-No exactamente.
-¿Entonces?
-Bueno, eso da igual. Lo que sí te puedo decir es que la chica está tremenda y el chaval pues tiene sus músculos marcados, con sus abdominales y tal.
-¿Y la polla?
-Jajajaja.
-Va, dímelo...
-A ver, no la tiene tan grande como yo...
-Vaya...
-Pero sí que la tiene más gorda, sorprende un poco de hecho.
-Ufff... Me vale.
-¿Quieres que les pase tu número y que te hablen?
-Venga, va.
-No te vas a arrepentir.
-A ver, prefiero con otro chico, ya sabes... Pero bueno, ese chico también me gusta.
-Vale, ahora se lo comento.
-Enséñales las fotos que te he pasado.
-¿Segura?
-Sí, me da morbo, a ver como me hablan después de verlas.
-Jajajaja, vale.

En cuanto dejé de hablar con Sofía, le mandé un mensaje a Irene, ya que sabía que por la mañana no trabaja y estaría libre, diciéndole que quería comentarles una cosa, diciéndole de quedar para comer los tres juntos. Me preguntó que de qué se trataba, pero le dije que sería mejor hablarlo en persona, que era importante. Me dijo que no había problema, así que a la hora de comer fuimos a un bar, encontrándomelos en la terraza, sentándome con ellos.

I: ¿Qué pasa? ¿Qué es eso tan importante que nos tienes que contar?
M: Eso, que la has acojonado.
J: Chicos, Elena y yo hemos roto. (dije con la cara muy seria)

Mario se quedó callado, mientas que Irene abrió mucho los ojos, quedándose también unos segundos en silencio.

I: ¿Qué?
J: Pues eso, hemos roto. Ella cree que no estoy el suficiente tiempo con ella y yo estoy un poco agobiado y más con sus celos y lo que pasó en el viaje de trabajo.
M: ¿Qué dices, tío?
I: Javi, por favor...
J: Nah, es coña.
I: ¡¿Pero tú eres gilipollas?!
J: Jajajajaja.
M: Tío, que cabrón eres...
J: Joder, qué cara habéis puesto... Jajajaja.
I: Eres un capullo, Javi.
J: Venga, coño, un poco de sentido del humor.
I: ¿Para eso hemos quedado?
J: No, es para otra cosa.
M: ¿El qué?
J: Traigo buenas noticias.
I: Espérate, que todavía se casan.
J: ¿Dónde vas? Anda, cállate...
I: Vaaaaaya, ¿ahora dónde está el sentido del humor?
J: Joder, que rencorosa eres...
I: Mmm...
J: Pues a ti seguro que era a la más ilusión te haría esto...
I: A ver, ¿qué es?
J: No sé si decirlo ahora...
M: Venga, Javi, no te hagas de rogar.
I: Estás muy capullo hoy, ¿eh?
J: Vale, vale. He estado hablando con Sofía y no sé como una cosa ha llegado a la otra y nos hemos puesto a hablar de sexo.
I: Huy... Seguro que ella tampoco lo sabe... Jajajaja.
J: Bueno, sí, lo de la otra vez, que le están saliendo telarañas ahí y necesita un polvo.
I: Pues eso, lo está buscando.
J: Pero que me ha pasado fotos de ella desnuda y todo...
M: Joder con la chica esta.
J: La he parado porque vaya tela, pero le he dicho que tenía una idea.
I: ¿No me digas que...?
J: Le he preguntado que si le van las chicas también y me ha dicho que ha probado en tríos pero que no le ha convencido mucho y yo le he dicho que tenía unos amigos que eran especialistas.
I: Que tonto eres, de verdad, jajajaja.
M: Joder de verdad, ni que nos dedicáramos a esto...
J: En resumen, que sí, que quiere hacer un trío con vosotros.
I: ¡Ay!
M: Buah, de puta madre.
J: Le he dicho que tú estás muy bien y también le he dicho como la tiene Mario.
I: ¿Muy bien solo?
J: Vale, muy muy bien.
I: Eso está mejor.
J: Así que ya tenéis plan, me ha dicho que os pase su número y que habléis con ella.
M: Genial.
I: Uff, que ganas. (decía frotándose las manos)

Empezamos a comer, con Irene con las mejillas ligeramente encendidas, claramente estaba excitada y Mario también, porque de vez en cuando le echaba mano al paquete. Cuando estábamos terminando, saqué de nuevo el tema.

J: Por cierto, casi se me olvida...
I: ¿El qué?
J: Me ha dicho que le daba morbo, así que mirad.

Entonces saqué el móvil y les puse las fotos de Sofía para que las vieran. La cara de Mario era de estar muy cachondo, relamiéndose, pero la de Irene ya era puro vicio, con los ojos muy abiertos.

M: Como está la cabrona...
I: Joder... Que ganas tengo de comérselo todo...
M: Con la edad que tiene, tiene que tener experiencia, que ganas, coño...
I: Huy, ¿y esto?

Me acojoné un poco por el tono con el que había preguntado eso. ¿Qué estaba viendo?
 
Capítulo 106

Entonces me devolvió el móvil, con una foto de Elena desnuda.

J: ¿Pues qué va a ser? (dije aliviado)

Por un momento creí que era un nude de Noelia, cosa que me hubiera metido en un lío si llega a ser así, porque a pesar de tener muchísima confianza con ellos, no les había dicho absolutamente nada de ese tema. Lo que pasaba entre Noelia y yo solo lo sabía María. Me planteé contarles todo, pero veía muchas lagunas, siendo la principal que se escapara algo delante de Elena.

I: Ayyyyy, ese chochito, que rico está. Quiero volver a comérselo.
J: Por mí no hay problema, ya lo sabes.
M: Quien pudiera...
J: Eso ya es más complicado. Elena es muy suya para eso...
M: Sí, el problema es Elena solo...
J: Bueno, ¿no te acuerdas cuando le cogí la mano para que te agarrara la polla?
M: Ya, eso sí.
J: Además, no os quejéis, que os vais a follar a ese pibón.
I: Vale, vale, tranqui. Venga, vámonos ya, que quiero hablar con ella.
J: Vaya, ahora prisas... jajajaja.
I: Me he puesto muy cachonda sabiendo que vamos a poder estar con ella y más viéndola desnuda. Necesito echar un polvo y ya mismo tenemos que ir a trabajar.
J: Jajajaja, pues venga, que os cunda.

Pagamos y nos fuimos del bar, diciéndoles yo que me contaran como iba la cosa con ella.

El cuanto llegué a casa me puse a trabajar, borrando antes la conversación con Sofía, porque si Elena la veía, podría malinterpretar todo y más viendo como se puso con Ángela y todo lo que pasó con ella. Sobre las 6 de la tarde me llamó Elena.

-¿Qué pasa mi vida?
-...
-¿Elena?
-Javi... (dijo con tono tristón)
-Huy, ¿todo bien?
-No...

Me alarmé al verla así, no sabía por dónde me podía salir.

-Pero, ¿qué pasa?
-Ya está.
-¿El qué?
-Ya se ha vendido mi casa.

Respiré aliviado al ver que no era algo más grave.

-Bueno, sabíamos que esto iba a pasar tarde o temprano.
-Ya, pero...
-Venga, que voy a por ti y pasamos la tarde juntos.
-Tengo que llevar lo que me queda aquí a casa de mi abuela.
-Pues te ayudo, así es más fácil.
-Vale...

Fui a casa de Elena, pensando lo sensible que era en realidad, ya que cuando la conocí no la veía así para nada, siempre me había parecido una chica muy dura, y más cuando la vi discutir con su novio cuando después fuimos al parque. Incluso cuando nos empezamos a ver después de que rompiera con él, en nuestros encuentros la veía diferente a como la veía ahora. Cuando llegué a su casa me la encontré sentada en el escalón de su puerta, apoyando su cara en sus manos. En cuanto aparqué y me bajé del coche, vino hacia a mí, abrazándome fuertemente. Estaba bastante triste, pero no llegaba a llorar. Entramos a su casa, empezando a recoger todo lo que había que llevarse, en silencio. Una vez acabamos, Elena se quedó con los brazos en jarra, mirando la casa por dentro, parándose de nuevo en la puerta antes de salir, haciendo lo mismo. Cuando salimos de la casa, se quedó frente a la puerta unos segundos, mirándola en silencio. Después nos montamos en el coche, quedándonos en silencio, con ella mirando por la ventana. Fuimos a casa de su abuela y ella dejó sus cosas, saliendo a los pocos minutos para montarse de nuevo en el coche. La llevé a mi ciudad, dejando el coche en mi casa y yéndonos a dar un paseo.

Estuvimos andando por mi ciudad hasta que anocheció, hablando con ella para intentar animarla. Después fuimos a cenar a un restaurante, volviendo hacia mi casa para llevarla a la suya. Aún la veía de bajón, por lo que intenté pensar algo y de casualidad estábamos cerca del parque donde tuvimos nuestro primer "encuentro". Tiré de su mano para ir hacia allí, entrando al parque, que ya de noche estaba muy bonito, con las luces y más en primavera, con todo florecido. Le pasé el brazo por los hombros y fuimos dirección a nuestro rincón. Una vez llegamos ella se abrazó a mí, tapando su cara al echarla contra mi pecho en el abrazo. A los pocos segundos despegó su cara de mí, mirando hacia arriba para mirarme con una gran sonrisa. Prácticamente era la primera vez que la veía sonreír en todo el día. Nos sentamos en el mismo lugar, con ella encima de mí. Nos mirábamos a los ojos, dándonos varios besos. Entonces, como la otra vez, le puse la mano en el muslo, subiendo por él y empezando a tocarle por encima, metiendo la mano después, jugando con su vello mientras ella empezaba a ronronear y me miraba con unos ojitos brillantes que me aceleraba el corazón. Le empecé a acariciar la raja suavemente, para luego hacerlo más rápido, empezando a humedecerse. Después pasé a estimularle el clítoris haciendo movimientos circulares, mientras ella jadeaba y me besaba, entonces le empecé a meter los dedos, empezando a gemir. Empecé metiéndole uno, para a los pocos segundos meter otro más, acelerando el ritmo conforme pasaban los minutos. Se empezaba a estremecer, poniendo mi mano e mi paquete, ahogando sus gemidos al besar mi cuello. Entonces me paró, agarrando mi mano con fuerza.

-¿Qué pasa?
-Esta vez quiero que haya algo más.
-¿Segura?
-Sí.

Entonces se levantó para asomarse y comprobar que no había nadie, volviendo y poniéndose de rodillas, cogiendo mi cara y besándome con intensidad.

-Quiero que me folles aquí. Este sitio es muy especial para nosotros.

Me dio otro beso y se puso a 4 sobre el césped, apoyándose en sus manos y rodillas. Se bajó los leggings y las braguitas hasta medio muslo. Se echó saliva en los dedos, para llevarlos a su coño y mojarlo. Me bajé los pantalones y los boxers y se la empecé a meter directamente, soltando ella un gemido y encogiendo su cuerpo. Empecé a follarla despacio, agarrándola de las caderas, aumentando el ritmo poco a poco. Llegó un momento en el que la follada era rápida, con Elena tapándose la boca con la mano para no hacer ruido. Entonces me cogió una de las manos para decirme:

-Más fuerte (con voz entrecortada)

Le empecé a follar más fuerte, haciendo bastante ruido mientras ella agachaba la cabeza y seguía ahogando sus gemidos con su mano. Entre la follada que le estaba dando y lo cachondo que estaba por el morbo de hacerlo ahí, sentía que me iba a correr rápido.

-Elena, no voy a aguantar mucho más...
-Espera un poquito, que ya casi estoy (dijo con la voz entrecortada)

Seguí hasta que ella empezó a temblar, retorciéndose. Ya no pude más y saqué mi polla de ella, corriéndome fuera, en el suelo, ya que no podría limpiarse si acaba dentro y no me daba tiempo a incorporarla para hacerlo en su boca. En cuanto acabé, me puse bien la ropa y también se la puse a Elena, cogiéndola en brazos y sentándola encima de mí. Ella se abrazó a mí con fuerza, notando como seguía temblando con algún fuerte espasmo. Cuando se terminó de recuperar nos fuimos paseando hasta mi casa, para después llevarla a su casa. Cuando llegamos aparqué cerca de casa de su abuela. Apagué el motor y me quedé mirándola.

-¿Qué pasa?
-Nada, que me he puesto a pensar.
-¿En qué?
-Pues que no sabía que eras tan sensible. Siempre te he recordado como una chica más pasota.
-Ah, ¿sí? Jajajaja.
-A ver, te veía como una chica que no le afectaban tanto las cosas, no recuerdo verte así nunca cuando nos conocimos, ni cuando discutiste con Alejandro, te enfadaste mucho, pero no te pusiste así.
-Es que no me gusta mostrarme así delante de todo el mundo. Solo me ven así las personas que me importan de verdad.
-¿Has hablado con tu madre lo de la casa?
-Sí.
-¿Y qué te ha dicho?
-Que sabe que estoy triste por eso, pero es que no tenemos otra opción.
-Bueno, piensa que ahora vais a estar más en familia, tu abuela ya no estará sola.
-Sí, eso sí. Está encantada y yo también por estar con ella.
-Pues quédate con eso. Yo sé que es duro, pero es que no se puede hacer nada. Siento no poder ayudar.
-¿Estás de coña? Javi, esta tarde la has pasado entera conmigo, intentado animarme, me has llevado a cenar por ahí y luego lo del parque. Ha sido especial. Gracias.
-Sabes que no me gusta verte así.
-Lo sé. Oye, ¿ahora cómo vamos a hacer para vernos?
-Pues tenemos mi casa, aunque no tengamos tanta intimidad.
-Bueno, en la mía tampoco es que tuviéramos mucho con mi hermana, jajaja.
-No te preocupes, ya verás como encontramos una manera.

Elena se abrazó a mí con fuerza, dándome las gracias de nuevo por alegrarle el día. Nos despedimos quedando en que hablaríamos por teléfono.

Regresé a mi casa, hablando con mi madre sobre lo que había pasado, diciéndole que me gustaría llevarla allí más, ya que ahora no teníamos ningún sitio en el que estar a solas. Ella me dijo que sin problema, que le hacía ilusión que estuviéramos más allí, así nos vería más, sin llegar a entender lo que le quería decir en realidad, por lo que fui más específico. Una vez lo entendió, entre risas tontas, me dijo que no había problema, que le avisara y que se irían por ahí o algo. Después me fui a mi habitación, echándome en la cama, pensando en lo de la casa de Elena. Me dio bastante pena por ella, porque le importaba mucho, pero a mí me venía perfecto porque así no tendría a penas contacto con Noelia, ya que todo pasaba allí, ahora lo tendría muy complicado para forzar esas situaciones, aunque también parecía que con su tema con María estaba más calmada en ese aspecto. Dándole vueltas al tema se me vinieron las palabras de Irene y Mario de que me independizara, para tener un lugar en el que estar ambos tranquilos. Pensé en dejar ver como iba en mi casa y si no me convencía, pues ya buscaría algo para estar ambos solos. Al pensar en las palabras de Irene y Mario, me acordé también de lo que se traían con Sofía, por lo que le mandé un mensaje a Irene preguntándole, pero no me respondía. Al rato me quedé dormido.

Al día siguiente me desperté para empezar otro día de trabajo. Tenía mensajes de Elena, dándome las gracias de nuevo por animarla el día anterior y por todo lo que hacía por ella. También tenía un mensaje de Noelia.

-Parece que te vas a poder librar de mí...
-Eso parece.
-Voy a echar de menos verte, ahora a saber cuándo te veo... 😔
-No puedo decir lo mismo...
-Ya... ¿Y ahora cómo vais a hacer tú y mi hermana para veros?
-Pues en mi casa, no hay otra.
-Ah, pues luego me voy con vosotros para estudiar allí también.
-Sí, claro. ¿Algo más?
-Joder, Javi, que estoy de coña...
-Sí, claro...
-Que es verdad, joder... Encima que me preocupo por vosotros...
-Vale, ya está.
-Si yo estoy guay con María.
-Vale, vale.
-Es que no me gusta que estés tan a la defensiva conmigo...
-Noelia, ¿cómo quieres que esté después de todo lo que ha pasado?
-Vale, sí, llevas razón. He sido muy mala, una cabrona. Pero quiero que nos llevemos bien.
-Si me parece bien que pienses eso, pero también tienes que entender que no me fio todavía.
-Vale...

Parecía que no me iba a librar tan fácil de ella, después de todo quería que me llevara bien con ella, pero no paraba de vacilar. Ni de coña me fiaba de ella y dudaba que lo hiciera en algún momento.

Al medio día Irene me empezó a mandar mensajes.

-Javi, que anoche estuvimos ocupados y no te pude contestar.
-No pasa nada.
-Pues ayer no tenía mucho lío en el trabajo y hablé con ella y uff... Que morbo de tía. Se nota que le va mucho la fiesta.
-¿Sí?
-Joder... Me puse de cachonda que no veas...
-Guay entonces. ¿Para cuándo habéis quedado?
-Para este fin de semana.
-Tienes ganas, ¿no?
-Joder que si tengo ganas...
-Entonces anoche hubo fiesta con Mario, ¿no?
-Y antes...
-Ostia, ¿y eso?
-Pues al rato de hablar, ¿sabes quién entró en la tienda?
-¿Quién?
 
Capítulo 107

-Ángela.
-Huy...
-Entró para mirar ropa y le expliqué que trabajaba ahí y bueno, se empezó a probar ropa y como yo estaba muy cachonda. Como no había mucha gente por la calle, eché la llave para cerrarla y fui a los probadores y le empecé a comer la boca.
-¿Pero a ella le va eso?
-¿No decías que la conocías?
-Sí, la conozco desde hace bastante, pero no sabía que le iban también las tías.
-Pues sí, es bi. Y es tan guapa y está tan buena... con esas tetitas y ese culazo...
-Sí, eso sí.
-Y te mira con esos ojazos que uff... Pues no pude aguantar y le empecé a comer la boca y acabamos follando ahí.
-Joder...
-Fue algo rápido, pero lo bueno era que como fue ya casi cuando había que cerrar, pues le dije que se viniera a casa y volvimos a follar, pero con Mario también.
-Ah, genial.
-No te enfades...
-No, no. Si a mí me la pela lo que hagáis.
-Bueno...
-De verdad, no me importa. Pero prefiero que no digáis nada delante de Elena, ya sabes...
-Ya, eso sí.
-Es que le cae bastante mal.
-Ya. Por cierto, le gustaría hablar contigo, pero no se atreve.
-Huy... Yo paso de historias.
-Que no, Javi. Que se siente mal y más aún por lo de la última vez, que Elena estaba un poco picada y se quedó planchada.
-No sé...
-Mira, aún está aquí durmiendo, ¿quieres que quedemos para comer y habláis?
-¿Todavía está ahí?
-Sí, ha sido una noche muy larga... jajajaja.
-Madre mía...
-Mario el pobre se ha ido a trabajar casi sin dormir...
-Sí, pobrecito...
-Jajajaja. Joder, es que la estoy mirando como duerme y es tan mona... Tiene cara de niña sin maquillar, pero es que es guapísima la cabrona.
-Ya, lo sé.
-¿Quedamos entonces?
-Venga, va. Pero no quiero cosas raras.
-Joder, Javi... ¿Has tenido alguna queja conmigo?
-No.
-Pues entonces. Si sabes de sobra lo importante que sois Elena y tú para mí, ¿qué voy a hacer?
-Vale, vale.

Dejamos de hablar, quedando en un bar a la hora de comer. Me puse a pensar en lo que me dijo Irene. Me sorprendió lo de que Ángela fuera bisexual, en todo el tiempo que estuve con ella, que no fue poco, no había visto el mínimo indicio de que le pudieran gustar también las chicas. Parecía que a pesar de ser amigos y haber estado casi todo el tiempo de universidad en contacto con ella, no la conocía tanto como yo creía, con esto y con lo de que sentía algo por mí sin yo darme tampoco cuenta. Llegó la hora de la quedada, por lo que fui al bar. Ambas ya estaban sentadas en la terraza, uniéndome yo y saludando.

A: Javi, ¿qué haces aquí? (dijo con cara de sorpresa, casi de susto)
J: Me ha dicho Irene de quedar para comer y que...
I: Sí, es que quedamos ayer, ¿verdad Javi? (dijo mirándome para que le siguiera la corriente)
J: Eh... Sí, sí.
A: Bueno, me voy entonces, no quiero molestar.
I: ¿Qué vas a molestar, niña? (dijo cogiendo su brazo para que se sentara de nuevo)
J: Joder, ¿qué te pasa, Ángela?
A: Nada, nada.

Irene se puso a sacar tema de conversación para romper el hielo y que Ángela se relajara. En un momento dado le pregunté si Mario no venía y me dijo que lo iba a llamar, levantándose de la mesa, dejándonos a Ángela y a mí solos, haciéndose un poco incómodo, con ella mirando abajo y de vez en cuando a mí de reojo. A los pocos minutos vino Irene diciendo que Mario había tenido un problema y que tenía que ir a llevarle una cosa. Nos dio dos besos a cada uno y se fue. Ángela se quedó callada, mirando al vaso hasta que por fin dijo algo.

-Bueno, me voy yo también.
-Ángela, ¿qué pasa?
-Nada.
-Sí, venga, que nos conocemos.
-Sí, por desgracia...
-¿Cómo?
-No, que sí, que me conoces bien.
-Estás rarísima.

En ese momento pasaron Noelia y María, saludando entre risas. Ahora el que estaba incómodo era yo, pero para mi alivio no se pararon y siguieron andando.

-¿Quiénes son?
-Mi cuñada y su amiga.
-Ostia, es verdad. La morena se parecía mucho a tu chica.
-Me vas a decir lo que pasa, ¿o qué?
-Ay... Que no pasa nada, de verdad, Javi...
-¿Me vas a hacer rogarte?
-Nada, que me siento mal por estos encontronazos. (dijo haciendo unas comillas con las manos al decir esa última palabra)
-Bueno, cosas que pasan.
-No sé como dije eso cuando estábamos los tres, no quería decir eso.
-No pasa nada, no le des más vueltas.
-Parece que sí pasa.
-Que nooooo.
-Entonces, ¿por qué tu chica se puso así cuando coincidimos la siguiente vez?
-Bueno, eso es otra historia.
-¿Ves cómo sí pasa algo?
-Da igual, déjalo.
-Es que no quiero. Se ha llevado una mala impresión de mí y sabes que no soy así.
-Ya, lo sé.
-Pues claro. Pero no quiero que se quede la cosa así.
-Mira, Ángela, te entiendo, pero Elena no quiere saber nada de ti y se puso mal y no quiero que vuelva a pasar lo mismo.
-Joder, no sabía que hubiera sido para tanto. Me siento mal por ella.
-No te preocupes.
-Sí que me preocupo, porque me hizo mucha ilusión verte, creyendo que nos veríamos más, como antes y ahora me tengo que aguantar con esto.
-Joder, Ángela, no sabía que te sentías así.
-Pues sí, Javi, joder, has sido alguien importante para mí durante varios años.
-No me había parado a pensarlo así...
-Pues deberías pensar también en las demás personas, que el mundo no se acaba en ti y tu pareja.

Entonces cogió su bolso y se fue, sin decirme adiós. Yo me quedé un poco sin saber qué hacer o decir. Simplemente me quedé viendo como se alejaba. Pagué y me fui a casa con un mal sabor de boca, realmente me habían hecho daño sus palabras y no sabía que se pudiera sentir así. Llegué a casa y me dio un poco el bajón, porque además de estar pensando bastante en Ángela, con todo lo que vivimos cuando estábamos en la universidad, pensé también en todos los que me rodeaban recordando esas palabras de Ángela. Sobre todo, pensaba en Noelia, intentando ponerme en su lugar para entender por qué se comportaba así conmigo, pero no veía nada que no hubiera pensado ya. Y esa era otra, Noelia nos había visto juntos y solos, si le daba por soltárselo a Elena, me la podía liar bastante. Me estaba calentando bastante la cabeza, por lo que decidí tomarme la tarde libre jugando y viendo alguna serie. Por la noche me llamó Elena, hablando con ella con normalidad, contándonos nuestro día, sin comentarle nada de lo que pasó mientras comía, dándonos las buenas noches. Después me escribió Irene.

-¿Cómo ha ido la cosa?
-Dime que no ha sido una encerrona.
-No, no. Lo de Mario era verdad. Cuando le he llevado eso le he comentado que estaba con vosotros y ya he ido a comer con él a otro sitio porque habíamos pensado que estaríais mejor solos para hablar.
-Vale.
-¿Por qué? ¿Qué ha pasado?
-Pues se ha enfadado bastante.
-¿Qué dices?

Entonces le expliqué lo que pasó desde que se fue.

-Yo le vi que algo le pasaba, pero tanto...
-Pues ya ves. Me ha puesto bastante mal cuerpo.
-Pues vaya...
-Pero es que ahí no acaba la cosa.
-¿Qué pasó?
-Pues que pasó por ahí la hermana de Elena y nos vio a los dos juntos y solos.
-Joder, que mala suerte, coño.
-Estoy un poco hasta la polla, la verdad.
-¿Y qué vas a hacer con Ángela?
-Pues ni idea.
-Mañana hablo con ella.
-No hace falta.
-Sí, estás en esto por mi culpa. Déjame a mí, ya sabes lo persuasiva que soy. Ya verás como le bajo el enfado.
-Vale, como tú veas.

Dejé el móvil en la mesita, para irme a dormir, pero veía como la pantalla se iluminaba. Me extrañó porque ya era tarde, por lo que lo cogí para ver qué pasaba, encontrándome mensajes de María.

-Javi, ha pasado una cosa. No ha sido culpa de Noelia, pero ha pasado y tienes que saberlo.
-¿Qué ha pasado?
-Pues que estaba esta tarde con Noelia, en casa de su abuela, que ahora vive ahí, imagino que ya lo sabes. Y estábamos hablando y salió lo de cuando te vimos hoy y justo pasó por ahí Elena y nos escuchó. Nos preguntó que quién era y la describimos un poco.
-Joder, ¿y qué ha pasado?
-Pues ha puesto mala cara, como de enfado y preocupación.
-¿Y ha dicho algo?
-No, se fue a su habitación sin decir nada.
-Joder...
-¿Quién era? ¿No la estarás engañando?
-No. Era una amiga de la universidad. Coincidimos y Elena y ella se conocieron y tuvieron un encontronazo y demás.
-Pues deberías hablar con tu chica, a ver si se va a pensar cosas que no son...
-Ya. Gracias por avisar.
-De nada, y perdona por meterte en este lío.
-No te preocupes, no ha sido queriendo.

Anda que había tardado en complicarse la cosa más todavía... Estuve a punto de llamar a Elena para explicarle que no había pasado nada, pero recordé que había hablado con ella no hacía tanto y que no había notado nada raro en su tono de voz ni en su comportamiento. Pensé en dejar que sacara ella el tema si lo creía conveniente, aunque no me gustó eso de que pusiera mala cara cuando se enteró. Pensé en ir al día siguiente a su casa diciéndole que se viniera conmigo para pasar la tarde juntos, aunque tuviera que trabajar, pero por lo menos pasaríamos más tiempo juntos. Pensé en eso porque si se lo preguntaba por mensaje, seguramente se me iba a escabullir, como ya pasó una vez. Dejé el móvil en la mesita, pero me costó mucho dormirme.

Al día siguiente me desperté sin ningún mensaje ni nada, por lo que me puse a trabajar hasta la hora de comer, después fui a casa de Elena sobre las 4 de la tarde, aparcando cerca de su puerta. Le dije me apetecía pasar la tarde con ella, pero como ya imaginaba, ella me rehuía poniéndome escusas como que estaba ocupada con el trabajo, que tenía que estar con su abuela y demás. Le pregunté si todo estaba bien y ella me dijo que sí, que no pasaba nada. Le volví a decir que se viniera conmigo, pero no la convencía, por lo que le solté que estaba ya en su puerta, quedándose sin escribir durante unos minutos, diciéndome que ya salía después. Nada más la vi salir de la puerta, le noté una cara regular. Se montó en el coche, saludando con el mismo tono de siempre. Le fui a dar un beso, pero apartó un poco la cara, dándoselo en la mejilla, y ella a mí otro. Esto sí que me mosqueó un poco, pero no le di importancia, conduciendo hacia mi casa. Cuando llegamos, saludó a mis padres como siempre y fuimos a mi habitación para ponernos a hacer cosas. Estábamos en silencio, cada uno a lo suyo, le ponía la mano en el muslo, con ella sonriendo ligeramente y acariciando mi mano, pero muy lejos de sus reacciones cuando hacía eso.

-Estás muy callada, ¿no?
-No... Estoy concentrada.
-¿Te pasa algo?
-No, no.

Volvimos a nuestras cosas, mirándola yo de reojo, viéndola muy seria. Ya no aguanté más y giré la silla para ponernos cara a cara.

-¿Qué te pasa?
-Que no me pasa nada, Javi.
-Venga, Elena.
-Joder, tío...
-Es por lo de Ángela, ¿no?
-¿Cómo lo sabes?
-Porque me avisaron tu hermana y su amiga.
-¿Hay algo entre vosotros?
-¿Qué dices?
-Os vieron solos y no me habías dicho nada...
-No hay nada.
-¿Entonces?

Le empecé a contar lo que pasó, contando también como se encontró con Irene, pero sin llegar a decirle lo que pasó entre ellas y luego por la noche en su casa.

-¿Por qué no me has dicho nada?
-Pues por esto precisamente. Porque sé como te pones cuando pasa algo con ella, ya sea hablar de ella o verla.
-Es que...
-No pasa nada, yo lo entiendo. No tienes que excusarte de nada ni nada.
-Jo...
-¿Qué pasa?
-Pues que ahora me siento yo mal por ella también.
-Bueno, me dijo Irene que iba a hablar por ella, a ver si la puede calmar un poco.
-Y tú, ¿cómo te sientes?
-Pues no te voy a engañar, me hizo daño. Fue un poco brusca al decírmelo, se levantó y se fue sin decir nada más.
-¿Sabes? Creo que sigue colada por ti.
-¿Tú crees?
-Sí.
-No sé, hubiera seguido hablando conmigo cuando acabamos la universidad, ¿no?
-Puede ser, pero ten en cuenta que, si le dejaste claro que no buscabas pareja, pues a lo mejor no sé atrevió a darte bola.
-Me parece una tontería, si te gusta alguien, ¿por qué no intentarlo?
-Tal vez por el miedo al rechazo. Por eso no te dije nada yo de primeras, un poco por eso.
-No había caído en eso.
-Pues puede ser.
-Pues lo hablaré con ella si se da la ocasión. Pero yo tengo claro lo que quiero y ella lo tiene que entender.

Elena se quedó callada, sonriendo.

-No sé por qué me pongo así de tonta cuando pasa algo, de verdad. Si es que eres un tesoro.
-Sí que lo sabes. Porque has tenido una relación muy larga que no fue muy bien. Y no pasa nada, entiendo que te pongas así.
-Jo...

Elena se puso de pie y me dio un beso, sentándose después, ya más animada para seguir cada uno con nuestras cosas. A los pocos minutos me llamó Sofía.

-Javi, ¿qué tal?
-Sofía, no puedo hablar ahora, estoy liado.
-Vale, luego hablamos.

Dejé el teléfono en la mesa, para seguir trabajando.

-¿Quién era?
-Mi jefa.
-Ah.

Pasaron unos minutos, no notaba nada en Elena, pero me entraron ganas de sinceramente, por lo que volví a girar la silla para estar cara a cara.

-¿Qué pasa?
-Es por esta chica.
-¿De qué se trata?

Le empecé a explicar que Sofía fue conmigo al trabajo en el que estuve fuera durante tres semanas, explicándole un poco la situación.

-Vale, cogisteis confianza.
-Sí, me insistió para salir y en el segundo fin de semana, pues se le fue la mano bebiendo. La dejé en su habitación y yo me fui a la mía.
-Vale, no pasó nada.
-Bueno, luego vino a mi habitación.
-Huy...
-No pasó nada, pero...
-Pero, ¿qué?
-Entró medio empujándome y se plantó en medio de la habitación. Iba con un abrigo y se lo quitó.
-¿Y?
-Pues que sólo llevaba el abrigo puesto.
-Joder...
-Pero no nos acostamos ni hicimos nada, de verdad.
-Vale, Javi. Tranquilo. Yo confío en ti, pero a veces me dan mis cosas.
-Lo pasé mal. Estaba como paralizado. Me empalmé y ella se acercó a mí y me empezó a besar el cuello y me cogió una mano para llevarla a su teta. Pero te juro que no pasó nada más.

Elena se levantó, poniéndose detrás de mí y abrazándome.

-No pasa nada. (dijo susurrando)
-No te quería contar nada de que había una chica conmigo porque te noté mal y no quería que te pusieras peor y más con lo que pasó de últimas.
-Lo sé (dijo de nuevo susurrando mientras me acariciaba el pecho)
-Te lo quería contar al venir, pero pasó eso y preferí omitirlo para que no hacerte daño.
-Javi...
-Dime.
-Yo también te tengo que contar algo.
 
Capítulo 108

Me dio un fuerte escalofrío, haciendo que me diera rápidamente la vuelta para mirarla. Ella estaba seria, mirándome fijamente a los ojos. Entonces se sentó en su silla, acercándola a la mía y cogiéndome las manos para acariciarlas. Me empecé a poner nervioso, aumentando los latidos de mi corazón.

-¿Qué pasa, Elena?
-Yo... Verás. El día que me emborraché y te llamé y te dije esas cosas tan feas recuerdo haberme encontrado con Alejandro.

Me mantuve en silencio, escuchándola atentamente.

-No recuerdo muy bien lo que pasó, fue antes de que te llamara. Sólo recuerdo que nos besamos.

De nuevo me quedé unos segundos en silencio, intentando asimilar lo que me acababa de decir.

-Vale, no pasa nada. Estabas borracha y bastante de bajón.
-No me acuerdo de si hablamos o qué, pero del beso si me acuerdo.
-¿Pasó algo más?
-No, solo nos dimos un beso.
-Vale, ya está. No pasa nada.
-Siento no habértelo dicho antes, pero es que no te quiero perder, Javi. Tenía mucho miedo y luego con lo que hice...
-No te preocupes, no me vas a perder.
-Me muero si te pierdo.
-No pienses en eso.
-Te has puesto a contarme estas cosas que te han pasado, siendo siempre tan sincero y yo ocultándote algo así... Pues no he podido aguantar más.
-Ya está Elena, no le des más vueltas.
-Vale, ya está.

Volvimos a ponernos a hacer nuestras cosas, con Elena poniendo su mano sobre la mía, sonriéndome, devolviéndole yo la sonrisa, dándonos también alguna caricia y beso. Al rato Elena empezó a hablar de nuevo.

-¿Y qué quería tu jefa?
-Pues no sé, pero imagino qué puede ser.
-¿El qué?
-Pues verás, el viernes estaba por aquí cerca y me dijo de quedar a tomar un café, pero yo no me fiaba mucho por lo que pasó allí, entonces le dije a Irene y a Mario que vinieran para no estar solo con ella.
-Vale, entonces ya la conocen, ¿no?
-Sí.
-¿Y qué pasó?
-Nada, fue todo bien. Irene ya la conoces, deseando hincarle el diente.
-¿Le gustó?
-Sí, bastante. El caso es que el lunes me volvió a escribir esta chica, que tenía un rato libre, que estaba estresada, que allí eran todos viejos y aburridos, y me escribió. Y se puso a tontear, que me llegó a mandar fotos de ella desnuda.
-Pero bueno...
-Bueno, también es un poco culpa mía por no pararla cuando debí hacerlo y seguirle un poco el juego.
-Vaaaaaaaya...
-Va, no te enfades. Cogimos confianza, allí eran todos de 50 para arriba, solo estábamos nosotros como gente joven.
-Ya, pero...
-Pero ya está. Está solucionado.
-A ver, ¿cómo?
-Mira, Irene y Mario se la querían follar, por lo que cuando me empezó a hablar así le seguí el rollo, aunque no quería que llegara a eso. Pero lo hice para que me dijera si le gustaban también las tías. Total, que al final parece que van a quedar los tres.
-Vamos, que has usado a Irene y a Mario para deshacerte de ella.
-Básicamente. Ellos se la querían follar y yo que me dejara, todos ganamos.

En ese momento llamó mi madre a la puerta, diciéndonos que nos dejaban solos hasta la noche.

-A ver, es normal...
-¿El qué?
-Que se fijara en ti... (dijo levantándose, poniéndose detrás de mí, abrazándome y metiendo su mano por el cuello de la camiseta para acariciar mi pecho)
-¿Sí?
-Sí, estás muy bueno...
-Eso eres tú, que me ves con buenos ojos.

Entonces se puso a besarme el cuello desde atrás. Enseguida se me puso la piel de gallina, empezando a retorcerme. A los pocos segundos tiró de mí para levantarme y empujarme hacia la cama. Era una de esas situaciones en la que Elena se encendía mucho.

-Es normal que todas las zorritas se fijen en ti. Es que mírate... Imagínate si te vieran la polla además... Es que tendría que estar quitándotelas de encima todo el día...
-Uff...
-Pero tú eres solo mío.
-Sí, de nadie más...

Elena me empezó a desnudar, haciéndolo ella también, para sentarme en la cama y arrodillarse ella, empezando a comerme la polla con ansia. Le puse la mano en la cabeza, pero ella me la quitó de un manotazo. Después me empujó para tumbarme y montarse en mi polla, notando su coño mojadísimo. Me empezó a cabalgar muy rápidamente, poniendo sus manos en mi pecho, haciendo que su culo botara, al igual que sus tetas mientras gemía muy alto. Cerré mis ojos mientras agarraba sus muslos, entonces me soltó un guantazo.

-Mírame como te follo.

Estaba un poco aturdido porque no me lo esperaba para nada, pero también me puso muy cachondo, notando como se me encendían las mejillas. Ella también estaba con chapetas por su movimiento y la excitación que tenía, que era muy apreciable. Seguía cabalgándome rápidamente mientras me arañaba el pecho y me soltaba alguna guantada más.

-¿Te gusta cómo te follo?
-Me encanta.
-¿Alguna zorrita de la que te has tirado te ha follando así de bien?
-No, nadie me folla como tú lo haces.
-Dilo otra vez.
-Nadie me folla como tú.
-Así me gusta.
-Joder...
-Lo que pasa es que te has portado mal, provocando un poco la zorra de tu jefa y te voy a tener que castigar...
-Sí, hazlo.
-Cierra los ojos.

Cerré los ojos y note como Elena paró de follarme, haciendo un movimiento, pero sin que mi polla saliera de sus entrañas. Entonces me empezó a follar de nuevo, diciéndome que siguiera con los ojos cerrados.

-Eres un poco cabrón.
-¿Por qué?
-Porque le das esperanzas a todas esas zorritas.
-No...
-¡No me contradigas! (dijo dándome un latigazo en el pecho)

De nuevo me pilló desprevenido, por lo que abrí los ojos, viendo a Elena moviéndose rápidamente encima mía, con las mejillas muy rojas y con mi cinturón en sus manos. Entonces me dio otro latigazo, sonando un fuerte chasquido, como en el que me acaba de dar.

-No te he dicho que abras los ojos.
-Perdón.
-Espabila.
-Elena...
-Hoy no soy tu Elena, soy tu ama.

Volví a abrir los ojos para mirarla, dándome ella otro latigazo, más fuerte aún y también un guantazo más fuerte que los anteriores.

-¿Te he dicho que abras los ojos?
-No. Perdona, ama.
-Te estás portando muy mal... (dijo dándome un fuerte latigazo en el pecho y otro guantazo después)
-Perdona, ama...

Entonces paró de nuevo, haciendo un movimiento similar al de antes, notando como se ponía recta después. Vi un destello y luego oí como dejaba algo en la mesita. Después volvió a follarme a la misma velocidad, estando así durante varios minutos, con gemidos muy altos. Yo gemía también, pero ella me daba guantazos para que no lo hiciera, agarrándome del cuello con fuerza de vez en cuando. De pronto paró, diciéndome que abriera los ojos. Me miró muy fijamente a los ojos, quedándonos en silencio. Estaba preciosa, con el pelo bastante alborotado, las mejillas muy rojas, respirando muy agitadamente, con muchas gotitas de sudor por todo su cuerpo y sus pezones duros. Nos quedamos así durante algunos minutos, cogiendo aire ambos mientras le acariciaba los muslos suavemente. Entonces me soltó otro guantazo, bajándose de mí y tumbando se boca arriba.

-Ahora me vas a follar tú a mí.

Me puse encima de ella y la empecé a follar, empujando ella con su mano para que me pusiera de rodillas y recto.

-Más fuerte, cabrón. (dijo dándome otro latigazo en el pecho)

La empecé a follar muy fuerte, dando ella gritos. Después pasó a gemir al ritmo de mis embestidas cuando bajaba el ritmo para descansar un poco. Ella me ponía los pies en la cara, haciendo fuerza con uno para meter los dedos en mi boca. Yo abrí la boca, empezando a chupar los dedos, lanzando ella gemidos de aprobación. Elena cerraba los ojos, pellizcándose los pezones, diciéndome que parara después y que saliera de ella. Me quedé de rodillas conforme estaba, con ella mirándome mientras su pecho subía y bajaba muy rápido. De nuevo me ponía sus pies por mí cara, cogiéndolos yo para chupárselos lentamente, con gemidos de ella mientras se acariciaba el clítoris suavemente. Después se incorporó, poniéndose de rodillas para besarme, comiéndome la boca mientras me cogía de la cara y del pelo. Entonces se puso de espaldas a mí, aún de rodillas.

-Quiero que me revientes. Haz que me corra. ¿Crees que podrás, o te tengo que pegar más?

Asentí con la cabeza, inclinándose ella para apoyarse en sus manos. Pasó su mano por debajo de su cuerpo, cogiendo mi polla y metiéndosela del tirón, lanzando un buen gemido. La empecé a follar muy fuerte, bastando unos pocos minutos para que pasara de gemir a gritar.

-Dame tu leche, cabrón. La quiero dentro de mí. (dijo gritando)

A los pocos segundos se empezó a retorcer, corriéndonos los dos casi a la vez, ella empezaba a temblar mientras gritaba y yo notaba fuertes escalofríos, dando embestidas muy fuertes a medida que saltaba chorros dentro de ella. Elena cayó derrumbada sobre la cama, siguiéndola yo sin sacar mi polla de ella. Cogí papel y se lo puse en el coño, cerrando sus piernas para que no se derramara la corrida. Estaba ida, dándole fuertes espasmos, con sus ojos cerrados, apretando su cara de vez en cuando. Yo me tumbé boca arriba, esperando a que se recuperara. Se echó sobre mi pecho, abrazándose a mí, notando como aún vibraba. A los pocos minutos se recuperó, abriendo los ojos para mirarme.

-Estoy muerta...
-Elena, me vuelves loco cuando te pones así...
-Mmm...
-Joder como me has puesto el pecho...
-Ostia, te he hecho marcas y todo...
-Da igual, me ha encantado. No me esperaba que te pusieras así.

Nos quedamos en silencio durante un rato hasta que Elena volvió a hablar.

-Oye, ¿cómo coincidiste con Ángela?
-Por Irene.
-Ah, es verdad. Seguro que se la folló.
-¿Eso crees?
-Sí, seguro que por la noche en su casa.
-Bueno, no pienses en eso.
-No, si me da igual. No es que sean como nuestra pareja ni nada así, jajajaja.
-Bueno, la otra vez te molestó...
-Pero no fue por eso, fue por dejarnos tirados. Habíamos salido los cuatro y nos hacen eso, pues me enfadé.
-Es verdad.
-Y tu jefa, ¿cómo es?
-Da igual, déjalo.
-Va, quiero verla...
-Eleeeeeena... ¿no te acuerdas de lo que pasó cuando conocimos a Ángela?
-Que ya no va a pasar más eso, Javi. Que ya sé que tú solo me quieres a mí y que te gusto como soy.
-Espero no arrepentirme de esto...
-Que noooooooo.

Cogí el móvil y le enseñé el perfil de Sofía en una red social.

-Joder, que pedazo de mujer. ¿Cuántos años tiene?
-Treinta y pocos, no recuerdo.
-Es muy atractiva.
-Irene se puso que no veas cuando la vio.
-Normal.
-Va, vamos a la ducha.

Fuimos a la ducha, para volver después a mí habitación para seguir trabajando un poco. Ambos estábamos más relajados, con un ambiente que no tenía nada que ver con el que había cuando llegamos. Ya anocheciendo, llamaron a Elena preguntando donde estaba, diciendo ella que ya iba para allá. Llevé a Elena a casa, con varias risas por el camino de ella, como si estuviera tramando algo. Cuando llegamos le pregunté que a qué venían esas risitas.

-Pues que se me ha ocurrido algo...
-¿El qué?
-Nada, por si Irene se pone como se puso cuando fuimos a la playa, ¿te acuerdas?
-¿Lo de que te arrinconó y eso?
-Sí.
-¿Qué es?
-Ya lo verás. Pero lo mismo fuerzo un poco la situación para que pase.
-Ufff. Me encanta cuando maquinas.
-Jijiji... Oye, gracias por venir a por mí y hablar las cosas.

Le cogí de la nuca y le di un buen beso, quedándose ella con los ojos cerrados, saboreando sus labios con su lengua.

-Ay, Javi...
-Venga, bájate antes de que me arrepienta y tire otra vez para mi casa.
-Jo... Ya no podemos dormir juntos...
-No vayas por ahí que ya sabemos como va a acabar esto...
-Jo... (dijo haciendo pucheros)
-¿Qué quieres, que entre a escondidas para dormir contigo...?
-Pues no estaría mal...
-Elena, piensa.
-Vaaaaale, es una locura. Pero es que quiero estar más contigo.
-Ya pensaremos algo.
 
Capítulo 109

Nos despedimos con un beso, viendo como me decía adiós con la mano, poniendo una carilla de pena que me derretía. Me daba pena y en realidad llevaba razón, ahora no podríamos estar tanto tiempo juntos. Tenía ganas de volver a mi casa con ella, pero tenía otro plan para entonces, por lo que empecé a conducir para ir a otro sitio que estaba ahí cerca. Cuando llegué al sitio, llamé a la puerta. Me abrió Alejandro, poniendo cara un poco de susto e intentando cerrar la puerta.

-Solo quiero hablar.
-No me fío. (dijo asomándose por una pequeña rendija de la puerta)
-Si quisiera hacer algo te hubiera partido la puta cabeza en cuanto me hubieras abierto.
-No estoy solo.
-¿Vas a poner muchas excusas más, o vas a dar la cara?
-¿De qué quieres hablar?
-¿Tú qué crees?
-Joder. Es que no me fío.
-Va a ser rápido.

Me hizo pasar, llevándome al salón. Después me dijo que esperara, que le iba a decir a la chica con la que estaba que se fuera. Al rato regresó.

-¿Qué pasa?
-Dímelo tú. ¿Qué pasó hace dos sábados?
-Eh... Nada.
-Joder. Podemos hacerlo rápido o podemos estar aquí horas. Tú decides.
-Me la encontré mientras estaba con un par de amigos y pues hablamos un poco y nos comimos la boca.
-¿Qué hablasteis?
-No me acuerdo mucho, iba bebido... Pero lo típico, que la echo de menos y esas cosas.
-¿Quién dio el beso a quién?
-Yo a ella. Pero ella no se quitó.
-Ya, iba borracha.
-Sí.
-¿Por qué lo hiciste?
-Porque a veces la veo y joder... Me da mucha cosa. He estado con ella durante 5 años, no se olvida una cosa así tan fácil.
-Ahora sí que te fijas en ella, ¿no?
-Bueno, eso es otra historia.
-Me gustaría que me explicaras porqué la engañabas.
-Bueno, estábamos bien aquí, pero al entrar a la universidad...
-¿4 años poniéndole los cuernos? ¿En serio?
-Ya sabes como es la universidad. Mucho descontrol y no vivíamos juntos a pesar de estar en la misma ciudad.
-Sí, vivíais en la otra punta, ¿no?
-¿Te lo ha contado?
-Claro, hablamos de muchas cosas. Somos una pareja.
-Pues sí, lo normal.
-¿Cómo podías hacer algo así?
-Pues todo empezó a las pocas semanas de llegar. Mis compañeros de piso empezaban a traer a chicas y yo aguantaba y aguantaba hasta que ya no pude más. Montaron una fiesta y empezamos a beber y pues me lie con una. Luego me desperté con ella en mi cama y joder... Que mal lo pasé.
-¿En serio?
-Sí.
-Te sentiste tan mal que seguiste haciéndolo, ¿no?
-¿Qué pasa? Que tú no has hecho nada mientras que estabas en la universidad, ¿no?
-Pues claro que he hecho, pero no estando con alguien.
-Pues me sentía mal, pero me acabó gustando y siempre que se me presentaba la ocasión, pues la aprovechaba. Tampoco es que fuera yo buscándolo.
-Te excusas demasiado intentando ocultar lo cabrón que eres.
-Joder, ni que hubiera matado a alguien.
-No, pero es de ser un cabrón hacer eso, la verdad. ¿Por qué no cortaste con ella en cuanto te follaste a la primera?
-Porque Elena es muy sensible y sabía que le iba a hacer mucho daño.
-Y hacer lo que le hiciste no, ¿verdad?
-Yo que sé... No sabía como afrontar eso.
-Ella me dijo que se portaba bien contigo.
-Claro, ella es una chica muy buena. En eso no le puedo echar nada en cara.
-Entonces, ¿por qué te apartabas de ella cuando estaba mal? Me dijo que cuando se encontraba mal por alguna cosa o por estar agobiada por los exámenes, que tú te apartabas y que cuando se le pasaba pues ya ibas con ella.
-Bueno, eso...
-Es que no sé para qué coño quieres estar con alguien si no te preocupas por ella. Sería por follártela, pero es que según lo que le dijiste cuando rompió contigo, tampoco era por eso.
-A ver... Me apartaba porque yo me agobiaba porque cada vez eran más frecuentes sus bajones y llegó un punto en el que me sentía sin espacio.
-¿Te has parado a pensar que sentía que no te tenía para ella y que por eso buscaba apoyo en ti a todas horas?
-Esa es otra. Era celosa. Si se acercaba una chica y hablaba conmigo durante un rato, venía corriendo.
-Quizá ya se olía lo que había y por eso se ponía así.
-No sé... Y lo del sexo, pues fue una calentada por el momento, se lo dije porque me puse nervioso. Pero es verdad que era paradita y estaba con cada chica que...
-¿Paradita?
-Pues sí. Ambos fuimos nuestras primeras parejas y al principio iba todo muy bien, pero al estar con otras chicas pues como que la cosa se quedaba estancada. La diferencia entre ella y las demás chicas era muy grande. ¿Contigo no es paradita?
-Mira, he estado con varias chicas y te puedo decir que no he estado con nadie como ella.
-¿En serio?
-Te sorprenderías.
-Ya...
-¿Sabes? A las pocas semanas de estar juntos me dijo que había sentido más conmigo que en 5 años contigo. Eso dice mucho de como te has involucrado tú en la relación que tuvisteis.
-Bueno, suficiente. Ya hemos hablado demasiado.
-Está bien. Me voy. Pero solo te voy a pedir una cosa. (dije levantándome y yendo hacia la puerta para irme)
-¿El qué?
-Sí de verdad alguna vez te ha importado, no te acerques a ella más. Ella está bien conmigo y no quiero que sufra.
-Vale, no me acerco a ella más.
-Alejandro, va en serio. Como le hagas algo te arranco la cabeza.

En ese momento oí un ruido, como si alguien se estuviera yendo desde cerca de donde estábamos a otro sitio. Después nos despedimos con un simple adiós, montando en el coche para irme a casa. Cuando llegué a casa me puse a pensar en lo que acababa de pasar. Me sorprendió que Alejandro hubiera permitido esa conversación. Saqué varias cosas en claro de aquella conversación. Alejandro era alguien egoísta, a pesar de que dijera que no le dijo nada ni cortó con ella por no hacerla sufrir, pero bien que aprovechaba para tirarse a todo lo que podía. También pensé que era un cobarde por no afrontar sus problemas en la relación, apartándose con el mínimo inconveniente que se le presentaba. La conversación me dejó un sabor un poco amargo por descubrir que lo que pensaba Elena de que le engañaba desde que entraron a la universidad era verdad. No quise darle más vueltas y me fui a dormir.

Al día siguiente me desperté para empezar a trabajar, sin ningún mensaje, ni llamada, ni nada raro. Ya por la tarde me escribió Irene.

-Javi, he hablado con Ángela.
-¿Y bien?
-Pues estaba bastante molesta.
-Ya, se fue un poco cabreada.
-Hemos estado hablando un poco para que me contara y bueno, ya está más calmada.
-¿Sí?
-Sí. Pero me ha dicho que quiere hablar contigo para comentarte una cosa y de paso pedirte perdón por ponerse así.
-Vale, sin problema.
-Pero los dos a solas.
-Vale. No creo que intente nada.
-Yo tampoco lo creo.
-Al final Elena se enteró de que me vi con Ángela.
-¿Se ha chivado su hermana?
-No, se enteró de casualidad cuando su hermana y una amiga suya que iba con ella lo hablaron.
-¿Y qué tal?
-Pues ya sabes, fue un poco... Pero bueno, lo hablamos y no pasó nada. Le expliqué lo que pasó y ya está.
-¿Le has dicho que pasó la noche conmigo?
-No, pero ella no es tonta, jajajaja.
-Espero que no le molestara.
-No, no pasa nada.
-Vale.
-También le comenté lo de Sofía.
-¿El qué?
-Pues todo lo que pasó.
-Uff... ¿Y qué tal?
-Bien, no se lo tomó tan mal y entendió por qué no se lo conté antes.
-Genial entonces, ya no hay secretos entre vosotros.
-Sí, también me contó lo que le pasó a ella.
-¿También?
-Sí.
-Yo no quise decirte nada porque no me quería meter... La cosa estaba muy delicada como para meter más leña al fuego. Me dijo que no te lo quería decir porque tenía miedo a que la dejaras. Estaba muy asustada y arrepentida.
-No te preocupes, no pasa nada. Es necesario que ambos tengamos en quien apoyarnos cuando pasa esto. Yo con lo de Sofía me apoyé en vosotros y me ayudasteis y tal.
-Claro.
-Hablando de Sofía, ayer me llamó, pero le dije que no podía hablar.
-Será para decirte como ha ido la cosa con nosotros. Nos escribimos de vez en cuando, nos calentamos bastante.
-Este sábado entonces vais a estar que no veas... Luego me cuentas qué tal.
-Pues claro. Luego me cuentas tú como va la cosa con Ángela.
-Vale.
-Te dejo, que entro a trabajar.
-Vale, luego te cuento.

En cuanto dejé de hablar con Irene, le escribí a Ángela para preguntarle como estaba y para ver cuando quería quedar. Me dijo que estaba bien y que quedaríamos el siguiente día por la tarde en un parque para hablar tranquilamente. Después me puse a trabajar, pero me llamó de nuevo Sofía, como hizo el día anterior. Solo me dijo que era para decirme como iba la cosa con Irene y Mario, diciendo que estaba con muchas ganas y que ambos eran muy buenos con ella. Yo le comenté que estaba con mi pareja y que le comenté lo que pasó entre ella y yo, con lo de las fotos y demás. Ella se sorprendió bastante por contarle algo así y se alegró de que no pasara nada. El resto del día transcurrió con normalidad, hablando con Elena por la noche. Estaba de buen humor, aunque seguía diciendo que le gustaría pasar más tiempo conmigo. Le dije que el sábado dijera en casa que dormiría con una amiga para así poder pasar la noche juntos. Le hizo mucha ilusión y se animó bastante más. Se me olvidó comentarle lo de que al siguiente día quedaría con Ángela para hablar con ella, por lo que pensé en ir a verla al siguiente día antes de ver a Ángela.
 
Capítulo 110

El día siguiente fue con normalidad, yendo a casa de Elena. Aparqué cerca y le dije por mensaje que saliera a su puerta. Sin contestar salió rápidamente, mirando hacia los lados, viniendo corriendo al coche en cuanto lo vio. Se montó y agarró de la cara para darme un beso con muchas ganas.

-Joder, que ganas tenías de verme...
-Siiiii...
-¿Tienes ganas de que llegue mañana?
-Ni te imaginas...
-Voy a ver si puedo convencer a mis padres para que se vayan todo el fin de semana por ahí. Luego te aviso para que digas en casa que te vas todo el finde con unos amigos o algo.
-Uff, que bien. Ojalá pueda ser.
-A las malas, si veo que no puede ser, vamos a un hotel.
-No hace falta, con estar contigo me vale.
-Bueno, ya veremos.
-¿Y qué haces aquí?
-Pues que me apetecía verte.
-Mmm...
-Y de paso para decirte una cosa que se me olvidó ayer.
-¿El qué?
-Que Irene ha hablado ya con Ángela.
-Ah, ¿y qué tal?
-Pues parece que está más tranquila, pero que por lo visto quiere hablar conmigo a solas.
-Ah, vale. Se querrá disculpar.
-Eso creo yo.
-¿Y cuándo habéis quedado?
-Pues en un rato.
-Pues venga, ve y habla con ella.
-Luego te llamo cuando acabe.
-Vale, suerte.

Y nos despedimos con un beso, saliendo luego Elena del coche y entrando a su casa, diciéndome adiós con la mano mientras sonreía. Durante toda la conversación la noté de muy bien humor, sin torcer el gesto cuando saqué el tema de que había quedado para hablar con Ángela, todo lo contrario, lo veía bien, razonando por qué era y dándome suerte para que la charla saliera bien. Eso hizo que estuviera de muy buen humor y que fuera con confianza para hablar con Ángela. Fui de nuevo hasta mi ciudad, aparcando el coche en casa y yendo andando hasta el parque en el que habíamos quedado. Llegué al parque y la vi sentada en un banco, distraída mirando a unos niños jugar. Iba tan guapa como siempre, bien vestida, aunque sin ir muy arreglada, con una camiseta ajustada sobre la que llevaba una fina chaqueta que era un poco larga, unos vaqueros ajustados y unas converse. Llevaba un maquillaje muy ligero y unos moñetes como los que se hacía Elena. Me puse a su lado y en cuanto giró su cabeza, se levantó rápidamente para darme dos besos.

-¿Qué tal?
-Bien, bien. Es que quería hablar contigo, ya sabes.
-Sí, claro. ¿De qué se trata?
-Lo primero, pedirte perdón por ponerme así sin venir a cuento.
-Bueno, no es para tanto. Necesitabas soltarlo y te salió así, no le des importancia.
-¿Te molestó?
-Las formas no, entiendo que estuvieras enfadada. Pero esas palabras sí que me hicieron daño, no te voy a engañar.
-Lo siento.
-No, lo siento yo por no haberme dado cuenta y no pensar en ti.
-También me quería disculpar por lo que pasó con Elena en la cafetería cuando nos conocimos. Estuvo muy fuera de lugar eso que dije y no pretendía haceros daño ni que os sintierais incómodos.
-Bueno, no pasa nada.
-Es que soy idiota, de verdad. Me puse un poco celosa.
-¿En serio?
-Sí. Te vi ahí con tu chica, como os mirabais, con esa complicidad y todo y pues me puse celosa.
-Ángela, yo...
-Bueno, empezó en el pub, cuando nos encontramos por primera vez, ya vi entonces como la mirabas, como la abrazabas y besabas. No os podía quitar el ojo de encima...

Yo me mantenía en silencio mientras ella seguía:

-Mientras te miraba se me venían tantísimos recuerdos de cuando estábamos en la universidad, que bueno... Me dio hasta cosa y quería seguir viéndote, por eso te dije de quedar para tomarnos un café.
-¿Y lo de que fuera Elena?
-Pues porque si no iba sabía que me iba a echar encima de ti. Pensé que si ella estaba me podría contener, pero me empecé a poner celosa y se me fue la boca.
-Joder, Ángela. Me jode mucho que estés así porque yo te aprecio y quiero que sigamos siendo amigos.
-Ya...
-Lo digo en serio. Para mí, tú también has sido muy importante, solo que tienes que entender que yo estoy con alguien.
-Si lo entiendo, de verdad. Pero es que pues no sé...
-Elena también se siente mal, por cierto.
-¿Cómo?
-Pues que hemos hablado de lo que pasó el otro día y se sentía mal por lo que me dijiste. Ella te vio como un obstáculo y bueno, la cosa se puso tensa, con ella medio imitándote al vestir y maquillar y tal.
-Joder, lo siento.
-Da igual, ya pasó. Dice que cree que sigues colada por mí.
-Tu chica es muy lista, y no lo digo a malas, de verdad, jeje.
-¿Y qué tal con Irene?
-¿A qué te refieres?
-Me contó lo que pasó donde trabaja.
-Eh...
-Que no pasa nada, ¿eh? Solo que me pareció curioso, porque no sabía que también te iban las chicas.
-Bueno, ya viste que me fui con ellos una vez, ¿no?
-Sí, pero una cosa es un trío y otra cosa es eso.
-Pues sí, también me gustan las chicas, pero que no es de ahora. Desde que nos conocimos ya era así.
-Joder, si lo sé propongo un trío con otra chica, jajaja.
-Javi... Ya sabes lo que sentía por ti. Aceptaba que estuvieras con otras porque bueno, al fin y al cabo, no éramos pareja y era lo que había, pero otra cosa sería ver como te follabas a otra.
-Joder, ¿para tanto era?

Ángela miró hacia el frente asintiendo.

-Pero...
-Estaba enamorada de ti.
-Joder... (susurré)
-Eso me lleva a decirte lo otro.
-¿El qué?
-Joder... Me prometí que no iba a llorar, pero uff... me está costando mucho... (dijo mirando hacia arriba con los ojos vidriosos)
-Ángela, me estás asustando...
-Es que creo que me está volviendo a pasar y no quiero porque sé que tú no quieres. Recordar todo eso... He pasado unas semanas un poco malas.
-Ángela, yo no sé qué decir...
-No tienes que decir nada. Solo que bueno, las cosas pasan, los sentimientos surgen y no se puede hacer nada.
-Pero...
-Y por eso te quería decir que me voy de aquí.
-¿Cómo que te vas?
-Me voy a vivir a otra ciudad.
-¿No crees que eso es un poco extremo?
-Puede, pero sé que estando aquí voy a buscarte y me voy a obsesionar.
-Pero, ¿a dónde vas a ir?
-Una amiga me ha dicho de un trabajo y voy a probar suerte.
-¿Dónde?
-Javi... (dijo negando con la cabeza)
-Ángela... Yo... Ojalá pudiera ser de otra manera. Yo no quiero que estés así y me gustaría que siguiéramos siendo amigos.
-Ojalá pudiera ser, pero es que sé que no. Y no quiero sufrir otra vez por lo mismo.

Me quedé en silencio, mirando al frente. Me daba mucha pena Ángela y me sentía realmente mal por ella. No tenía ni idea de que estuviera así, ni fui capaz de ver nada de eso en su día cuando íbamos a la universidad, ni entonces.

-Bueno, me voy ya. No te quiero robar más tiempo.
-Entonces, ¿ya no nos veremos más?

Ángela negó con la cabeza lentamente mientras de sus ojos caían unas lágrimas finas.

-Lo siento. (dije susurrando mientras la abrazaba)
-Va, ya está. Que no quiero llorar más.

Ambos empezamos a andar en sentidos opuestos, hasta que ella me llamó.

-Javi, espera.

Me di la vuelta y antes de que pudiera preguntar qué quería, agarró mi cara y tiró de ella hacia abajo para darme un beso. Tenía sus ojos cerrados y me besaba de una manera muy dulce, intentando meter su lengua tímidamente, nada que ver con los besos que me daba años atrás. Me dejé llevar y abrí mi boca para recibir su lengua, entrelazándolas en un largo beso, en el que podía saborearla, con un dulzor que no recordaba. Cuando nos separamos ella seguía con los ojos cerrados, saboreando el beso que nos acabábamos de dar, pasando su lengua por sus labios. Una vez los abrió, me miró sonriendo, acariciando mi cara.

-Me quería despedir bien.

Bajó sus manos desde mi cara hasta mi pecho, acariciándolo, para después darse la vuelta y empezar a andar, quedándome yo quieto donde me había dado el beso, viendo como se alejaba sin mirar atrás hasta que la perdí de vista. Me quedé ahí un buen rato intentando asimilar todo lo que acababa de pasar. Después de hacer de mimo un rato, regresé a mi casa. Cuando llegué me quedé sentado en mi escritorio, me puse a pensar en el beso. Yo tenía muy claro que quería estar con Elena y lo que sentía por ella, pero ese beso me hizo sentir algo, como si al abrirse Ángela así conmigo, ese beso hiciera de puente para verla de otra manera. Rápidamente deseché todos esos pensamientos de mi cabeza, ya que no le veía sentido porque no quería hacerle daño a Elena por obvias razones y Ángela se iba a otro lugar, dejando todo atrás para no sufrir más.
 
Capítulo 111

Llamé a Irene para contarle lo que había pasado, incluyendo lo del beso.

-Pobrecilla...
-La verdad es que me ha dado pena, pero lo del beso...
-Bueno, no es para tanto.
-Tal vez sí.
-¿Por?
-No sé, todo lo que me ha dicho y el beso me han hecho verla de otra manera.
-Javi, no me jodas…
-No, no es eso. Pero uff...
-Bueno, no te pongas como siempre que pasa algo así, que te conozco...
-Ya.
-Mira, piensa en lo que sientes por Elena y lo que sientes por Ángela, ya verás como lo ves rápido.
-Ya, si está clarísimo, pero no me puedo quitar de la cabeza esto que he empezado a sentir, ¿sabes?
-No sé... Piensa que ella te lo está poniendo muy fácil también al irse.
-Sí, eso es un alivio.
-Va, no le des más vueltas, Javi te comes mucho la cabeza.
-Siiiiiii mamá.
-Jajajaja, anda venga, que eres...

Dejé de hablar con Irene, animándome un poco y pensé que llevaba razón, me calentaba mucho la cabeza a lo mínimo que pasaba, así que le hice caso y decidí no pensar más en aquello. Después llamé a Elena y le conté que todo había ido bien, porque lo último que necesitaba era que ella se pusiera también mal, por lo que le oculté la "declaración" de Ángela y su beso.

Después de esas conversaciones, pregunté en casa si me podían dejar la casa sola para el fin de semana. Por desgracia la respuesta fue negativa, más que nada por falta de tiempo, por lo que me dijeron que para el fin de semana siguiente no habría problema. Volví a escribirle a Elena para comentarle eso, diciendo que no pasaba nada, que pasaríamos una noche y ya el siguiente fin de semana ya estaríamos juntos. El sábado me dijo que fuera a por ella temprano por la tarde para así pasar más tiempo juntos, yendo a mi ciudad para pasear durante un buen rato, encontrándonos con algunos amigos. Nos tomamos un café con ellos y nos preguntaron por Irene y Mario, ya que todos sabían que nos llevábamos bastante con ellos. Yo le dije que ellos tenían otros planes mientras Elena reía. El café se alargó bastante, empalmando con unas cervezas para después seguir hasta la cena, yéndonos una vez acabamos a mi casa. Era tarde, por lo que entramos con cuidado, yendo directos a mi habitación. Nada más cerrar la puerta, Elena me dio la vuelta para empezar a besarme, subiéndose a mí, abrazando mis caderas fuertemente con sus piernas.

-Como estás, ¿no?
-Muy cachonda...
-Mmm... Pero ya sabes, sin hacer mucho ruido.
-Siiiiii.

Seguimos besándonos, empezando a comernos la boca de manera salvaje mientras ella se quitaba su sudadera, dejándome sus tetas a centímetros de la cara, por lo que me lancé a comérselas mientras ella lanzaba pequeños gemidos, aumentándolos cada vez más, poniéndose sus pezones cada vez más duros.

-Shhh...
-Javiiiiii, estoy muy perra...
-¿Sí?
-Sí. Cuida a tu niña y dale lo que quiere, anda...
-¿Qué quiere mi niña?
-Tu niña quiere que la revientes.

Le comí la boca de nuevo mientras la tumbaba en la cama, quitándole el resto de la ropa que llevaba para empezar directamente a comerle el coño, soltado ella un gemido que rápidamente ahogó con un mano. Se lo estuve comiendo durante un rato, aumentando el ritmo, con grandes lametones y succiones hasta que se empezó a correr, temblando y agarrando con fuerza las sábanas. Me despegué de ella, viendo como temblaba mientras se seguía retorciendo, cerrando sus piernas, agarrando las sábanas y apretando sus ojos. Me escupí en la polla, esparciendo la saliva, para después coger sus piernas y abrirlas bastante. Se la metí rápidamente, cogiendo ella mucho aire mientras abría ampliamente sus ojos, como si se hubiera asustado.

-¿No querías que te reventara?
-Ay... Javi... que cosas me haces...
-¿No te gustan?
-Me encantan.

La empecé a follar a buen ritmo mientras ella empezaba a ahogar sus gemidos de nuevo con su mano. Estaba muy cachondo, por lo que aceleré la follada, pero lo hacía tan fuerte que la cama sonaba, por lo que tenía que bajar el ritmo. Conforme pasaban los minutos aumentaba el ritmo, pero la cama volvía a sonar, por lo que me cansé de estar controlando el no hacer ruido y la cogí en brazos, con ella lanzando un gritito de sorpresa. La llevé hasta la pared, apretando su cuerpo con el mío, pasando mis manos por debajo de sus piernas para sujetarla mejor y empezar a follarla muy duro. Nuestras caras estaban muy cerca, mirándonos el uno al otro, hasta que ella no pudo más y la echó sobre mi hombro para taparse la boca y no gemir. Alternaba entre mi hombro y cuello, con besos. Seguí follándola así durante unos pocos minutos hasta que ya no pudo más y se volvió a correr, abrazándome fuertemente con sus manos mientras me hacía un chupetón en el cuello. Me eché hacia atrás, pero ella se agarraba a mi cuerpo manteniéndolos pegados al abrazarse a mi cuello con sus brazos y con sus piernas a mis caderas. Me quedé de pie, acariciándole la espalda mientras ella temblaba fuertemente, con mi polla aún en su interior, apretando su coño, aunque yo podía aguantar sin correrme. Respiraba muy fuertemente, bajando poco a poco mientras se recuperaba, despegando su cara después de mi cuerpo para mirarme y besarme.

Una vez se calmó, me senté en una silla, empezando a mover su cuerpo para volver a follarla.

-Javiiiiii, espera...
-No, me has dicho que querías que te reventara, pues eso voy a hacer.
-Pfff...

Seguí moviendo su cuerpo hacia delante y atrás, ella solo se dejaba hacer. Mientras lo hacía, ella me acariciaba el pecho, pasando después a la cara, cogiéndola con sus manos para besarme lentamente. En ese momento, empecé a mover su cuerpo con más rapidez, empezando ella a gemir en mi boca. Estuve así durante unos minutos, hasta que ella se echó de nuevo sobre mí hombro, volviéndose a correr mientras me mordía el hombro con fuerza. Le daban fuertes espasmos y se agarraba a la silla con fuerza. Una vez pararon los espasmos, me levanté para tumbarla en la cama, pero ella me seguía mordiendo, por lo que la aparté de mí, haciéndome daño al tirar para que me soltara. Cogí su cara con fuerza diciéndole que abriera la boca y sacara la lengua. Así lo hizo ella, corriéndome yo ahí en pocas sacudidas, recibiendo ella toda la corrida en su boca, abriendo sus ojos para mirarme mientras se lo tragaba.

Me senté de nuevo en la silla con la respiración acelerada mientras miraba a Elena, tumbada sobre mi cama, con la respiración también acelerada y sus brazos extendidos a lo ancho de la cama. Una vez se calmó, abrió sus ojos, buscándome, poniéndose de lado para verme con una sonrisa en la boca.

-¿Ya está contenta la niña?
-Siiiiiiiii.
-Tía, me haces polvo cuando me muerdes...
-¿Sí? Es que no me doy cuenta, te lo juro. Anda, ven aquí conmigo...

Me tumbé junto a ella y se abrazó a mí, levantando su cara para mirarme a los ojos, pasando después a mi cuello y al hombro.

-Madre mía, ¿yo te hago esto?
-No, me lo hace otra, no te jode... jajajaja.
-Bobo... -dijo dándome un manotazo- Te prometo que no me doy cuenta de que te hago esto. Fíjate como me pongo para no enterarme.
-Joder, es que no sé, yo cuando me corro soy consciente de todo, pero tú es que es como si no estuvieras aquí.
-Tal cual. A ver espera.

Elena cogió su móvil y me echó una foto para que viera el mordisco y el chupetón. Después de enseñarme la foto me besó, haciendo otra foto. Ella miraba la foto con ternura, pasando después a una sonrisa con malicia.

-¿Qué has hecho?
-Le he mandado la foto a Irene.
-Buah... Que están con mi jefa...
-Ostia, se me había olvidado... jajajaja.
-Ya verás como luego me dice algo...
-Da igual, no te preocupes, no pasa nada.

A los pocos minutos, mientras Elena y yo hablábamos, nos poníamos la ropa interior y le daba una de mis camisetas, Irene llamó a Elena, poniéndolo ella en manos libres, bajando también el sonido para que no estuviera muy alto.

I: Nena, que lo vas a matar... jajajaja.
E: Si es que me revienta el nene... jajajaja. (dijo susurrando)
S: ¡Qué suerte!

Elena me miró algo cortada.

I: Tendrás queja, que Mario te ha reventado, pero bien, jajajaja.
S: Eso es verdad, aún estoy temblando...
I: El pobre ha ido a beber algo para reponer fuerzas.
J: ¿Aún no habéis acabado?
I: Que va... Por lo menos otros dos polvos van a caer...
S: Uff...
I: ¿Y vosotros?
J: Es que estamos en mi casa y no estamos solos.
S: Pues os hubierais venido.
J: No sé yo si me puedo fiar de ti...
S: Que malo...
I: Es un amor de chica. Y una bomba...
E: ¿Tienes queja conmigo?
I: Nooooooooo, ya sabes que me encantas.
S: Espera, ¿follais entre vosotros también?
I: Más o menos.
S: Oye, yo también quiero...
E: Es que lo que hay entre nosotros cuatro es especial.
S: Ojalá pudiera entrar yo ahí...
I: Bueno, entonces polvete rápido, ¿no?
E: Bueno, ha hecho que me corra tres veces...
S: Uff...
I: ¿Y Javi?
E: Una, en mi boquita.
I: ¿Te lo has tragado?
E: Pues claro.
I: Buena chica.
S: ¿Buena chica?
I: Es que ellos suelen jugar a eso.
S: ¿Te gusta que te domine Javi?
E: Sí, me pone mucho.
S: Joder, me pongo cachonda de pensarlo...
J: Bueno, el otro día...
I: ¿Te dominó ella?
J: Sí.
I: No me lo creo...
E: Espera, que te envío una foto que le hice y lo ves.
I: Uff, venga.

Elena colgó y le mando una foto que Elena me hizo en aquel polvo, recordando entonces el destello que noté cuando me dijo que cerrara los ojos, era el flash de la cámara. En la foto no se me veía nada, solamente el pecho con algunas marcas de los latigazos que me metió con el cinturón y la cara, donde estaba con los ojos cerrados y las mejillas algo rojas por los guantazos. A los pocos segundos Irene volvió a llamar.

I: No me lo puedo creer...
S: Javi, no te imaginaba así...
J: Surgió y bueno, estuvo muy bien.
E: Es que se portó mal y tenía que castigarle...
I: Pero madre mía como tiene la cara de roja y el pecho con marcas...
E: Sí, le di con su cinturón y algunos guantazos.
S: ¿Domina bien, Javi?
I: Ya te digo yo que sí.
S: Espera, ¿a ti también te lo ha hecho?
I: Sí, estábamos los cuatro. Javi dominaba a Elena y ella a Mario y a mí.
S: ¿Qué?
I: Pues eso, jajajaja.
S: Qué pasada. Yo quiero ver eso.
I: Fue la ostia. No me esperaba para nada a Elena así y uff, mi cuerpo vibraba.
S: Elenaaaaaa... Yo también quiero...
E: Uff... Es que con ellos tengo mucha confianza, yo soy muy tradicional y es que no te conozco ni nada...
J: Bueno, ¿y tú qué tal con Irene?
S: Muy bien. Al fin una chica con la que estoy cómoda. Como me toca y me lo come...
J: ¿Y tú a ella?
S: Yo también le he tocado. Le metía los dedos mientras Mario me follaba.
J: ¿Y se lo has comido?
S: No, me da un poco de cosa.
I: Pues prepárate porque ahora lo vas a hacer, que me muero de ganas de verte como lo haces...
J: Bueno, os dejamos entonces que sigáis.
I: Venga, luego hablamos.
S: Adiós, parejita.

Elena colgó riéndose, dejando el móvil en la mesita y abrazándose a mí.
 
Capítulo 112

-Joder con tu jefa...
-Ya ves, le va la marcha.
-Muy lanzada creo yo. No paraba de pedir que la metiéramos en nuestros juegos...
-Que pida lo que quiera, no va a pasar nada si tú no quieres.

Elena sonrió y apoyó su cabeza en mi pecho. Después apagué la luz de la mesita para dormir, con Elena dándome un pico, diciéndome que me quería y abrazándose fuertemente a mí. Eso me recordó mucho al momento en el que empecé a notar que Elena sentía algo más por mí, siendo prácticamente un calco un momento del otro. Nos dormimos abrazados, despertándonos así ya por la mañana. Elena estaba muy cariñosa, dándome muchos besitos por toda la cara, metiendo su mano en mis boxers, cogiendo mi polla para pajearme suavemente.

-¿La niña sigue con ganas de fiesta?
-Shhh... La niña quiere su bibe...
-Uff...

Entonces oímos un ruido y Elena paró de pajearme. Dejamos de oír ruido y ella se levantó lentamente para ir a la puerta y echar el pestillo. Después volvió a la cama y me empezó a pajear de nuevo, besándome el cuello.

-Elena...
-Javiiiiii, déjame que te la chupe. Me muero de ganas...
-Venga, pero despacito.
-Jajajaja, ¿estás sensible?
-Noooooo...
-Ayyyyy que sensible es mi chico...
-¿Quieres que comprobemos quien es más sensible?
-No, no, no, no... (dijo riéndose con nerviosismo)

Le empecé a hacer cosquillas, cogiendo después sus muñecas y empujándolas contra la cama.

-¿Ahora qué?
-Mmm... (ronroneaba con tono de estar muy cachonda)
-¿Te vas a portar bien?

Elena asintió con cara de niña buena, sin decir nada. Después hizo fuerza con sus manos, tumbándome boca arriba, cogiéndome ella las muñecas entonces para empezar a comerme la boca, pasando luego al cuello.

-No te estás portando bien... (dije jadeando cuando me besaba el cuello)

Entonces paró, mirándome a los ojos sonriendo, apoyando sus manos en mi pecho. Me empezó a besar con mucha dulzura, acariciando mi cara, bajando por mi cuello, sin pararse mucho porque sabía como me ponía. Siguió por mi pecho, estómago y barriga hasta llegar a mis boxers, bajándolos hasta medio muslo. Empezó a pajearme de nuevo mientras me miraba con su cara apoyada en mi muslo derecho. Después de unos segundos se metió la punta en la boca, chupando y succionando mientras seguía meneándomela con su mano. Poco a poco aumentaba el ritmo, metiéndosela cada vez más en la boca hasta meterse la mitad. De vez en cuando se la sacaba para pajearme con más fuerza, chupándome los huevos. Se la volvió a meter en la boca, haciendo una mamada a buen ritmo, sin llegar a metérsela entera en la boca para no hacer mucho ruido mientras me miraba a los ojos.

Entonces se oyó como alguien intentaba abrir la puerta, tirando del pomo, llamando después al no poder abrirla. Elena paró, manteniendo la polla en su boca, mirándome fijamente a los ojos, sin estar asustada ni acelerada. Casi de inmediato siguió chupándola, diciendo yo que no estaba solo, contestando mi madre que nos dejaba tranquilos. Esa situación pareció calentar mucho a Elena porque aceleró mucho la mamada, clavando su mirada en mis ojos, cerrándolos después para metérsela entera en la boca despacio, para no hacer ruido. Después de metérsela entera unas cuantas veces, me la volvió a chupar como antes, acabado con la punta en su boca, jugando con ella mientras me pajeaba muy rápido. No tardé nada en correrme en su boca, levantando mis caderas de los espasmos que me daban mientras ella me seguía mirando a los ojos muy fijamente. Una vez acabé de correrme la miré de nuevo, teniendo ella sus mofletes hinchados. Me puso bien los boxers y trepó encima mía para que viera bien como se lo tragaba, sacando después su lengua con su piercing, sonriendo y guiñando un ojo.

Nos levantamos a los pocos minutos, yendo ambos al baño y después a desayunar. Después de estar un buen rato hablando con mi madre, dije de llevarla a su casa, por lo que se despidió de mi madre y nos fuimos a la calle. Hacía muy bien día, por lo que ella me dijo de dar un paseo, le apetecía estar conmigo y quería aprovechar. Estuvimos andando un buen rato parándonos en un banco del parque que era tan especial para nosotros. A pesar de ser domingo y estar casi ya en el medio día, no había mucha gente, por lo que nos sentamos muy juntos, dándonos algún beso. De repente, mientras nos dábamos un beso, oímos la voz de Irene desde cerca, saludándonos. Elena dio un respingo y la miramos, viendo que Mario y Sofía estaban con ella.

Los tres nos miraban sonriendo, acercándose a nosotros. Elena y yo nos levantamos, saludando a todos. Yo estaba un poco nervioso e incómodo por ver a Sofía, y más con Elena delante. No sabía qué esperar de ella, no tenía ni idea de por dónde podía salir. Miraba atentamente como Elena y ella se miraban, sin notar nada raro, sobre todo por parte de Elena.

J: ¿Qué hacéis por aquí?
I: Estábamos enseñándole un poco la ciudad a Sofía.
S: Entonces ¿ésta es tu chica, Javi?
J: Sí.
S: Es muy mona.
I: Sí, es una ricura.
S: Que suerte tienes, chica.
E: Lo sé, es difícil encontrar a alguien como él...
S: Pues sí...
M: No te preocupes, mujer, ya encontrarás a alguien...
S: Si yo estoy muy a gusto como estoy, si lo digo más para tener a alguien con quien follar a menudo.
I: Eso es fácil.
S: No te creas. Aunque puede que sea muy exigente...
I: Con nosotros no lo has sido.
S: Ha habido química, así es más fácil.
E: ¿Con Javi también tenías química entonces?
S: Bueno, en nuestro grupo todos eran bastante mayores, nosotros éramos los más jóvenes. Quieras que no, hablábamos más entre nosotros y me sentí atraída por él, pero no te preocupes, que no pasó nada. Tu chico te es muy leal.
I: Eso es verdad, Javi se desvive por ella. Bueno y ella por él.
M: Yo creo que no he conocido a una pareja que estén así tan unidos y en tan poco tiempo.
S: ¿Cuánto lleváis?
E: Casi tres meses. (dijo sonrojada)
S: Ay... Que mona es. Parece muy tímida.
I: Sí, un poco sí que lo es.
S: Me cuesta creer que hayáis hecho cosas entre todos vosotros.

Entonces Elena se acercó a Irene y le plantó un morreo cogiéndole de la cara. Irene se quedó un poco parada, pero enseguida reaccionó, cogiendo a Elena del culo para pegar su cuerpo al suyo. Sofía, Mario y yo las mirábamos con cara de estar flipando. A los pocos segundos, Elena se retiró de Irene, medio empujándola con sus manos. Irene la miraba muy sonriente y Elena se reía de manera nerviosa, con las mejillas encendidas.

S: Vale, ya sí me lo creo...
M: Joder Elena, no me esperaba eso.
I: Cabrona, me has puesto cachonda, jajajaja.

Elena se quedó en silencio, pegándose a mí. Yo aún estaba flipando, pasando mis brazos por encima de sus hombros para abrazarla, ya que estaba delante de mí.

I: ¿Os venís a comer con nosotros?
S: Sí, venga, que después de comer me tengo que ir ya.
E: No, no. Tengo que ir a casa ya, que llevo desde ayer fuera y mi madre se va a enfadar.
S: Venga chica, vente con nosotros.
J: Lleva razón, es mejor que nos vayamos ya.
S: Vaya...
J: Otra vez será.

Nos despedimos todos y ellos se fueron por un lado y nosotros hacia mi casa para coger el coche e irnos. Por el camino miraba de reojo a Elena, aguantándome la risa.

-¿Qué pasa? (dijo riéndose mientras me hacía cosquillas)
-Jajajajaja, nada, nada. Aún estoy flipando por lo que has hecho...
-Es que estoy harta de que la gente se piense que soy una mosquita muerta por ser así tímida, bajita y delgadita, jajaja.
-Pues se lo has dejado claro.
-¿Te ha gustado?
-¿Tú qué crees?
-Dímelo.
-Me ha encantado, me has puesto muy cachondo. (dije mirándola a los ojos)

Elena echó mano a mi paquete, poniéndose mi polla dura. Movía su mano sobre ella por encima de la ropa mientras yo sonreía, estando ella callada, con las mejillas un poco rojas.

-Estamos a medio camino todavía, ¿paramos en algún sitio?
-No.
-¿No quieres?
-Claro que quiero.
-¿Entonces?
-Pues...

Entonces Elena se apartó un poco el cinturón de seguridad y se inclinó, desabrochándome el pantalón rápidamente para sacar mi polla y metérsela en la boca.

-¿Qué haces?
-Mmm... (gemía sin sacarse la polla de la boca)
-Nena, que estoy conduciendo. Nos vamos a matar.
-Shhh... Ya te dije que algún día haría esto.
-Joder, me da cosa.
-¿Tan mal lo hago? Jajaja.
-Ya sabes que me encanta como me la comes.
-Pues relájate y mira la carreta.
-Pfff...

Empezó a chupar suavemente, acelerando poco a poco el ritmo mientras yo jadeaba. Estaba muy cachondo y ella lo notó por mi forma de jadear y como me retorcía ligeramente, por lo que aumentó más el ritmo, metiéndose la mitad en la boca mientras me pajeaba rápidamente el resto, haciendo que a los pocos minutos me empezara a correr, moviendo mi cuerpo ligeramente mientras gemía, costándome mantener la vista hacia el frente y no mirarla. Ella también gemía, como si esa mamada le hubiera dado tanto placer como a mí, manteniendo el glande sujeto con sus labios mientras seguía moviendo su lengua y me pajeaba suavemente. A los pocos segundos empezó a succionar para sacármelo todo mientras apretaba su mano, como si me estuviera ordeñando. Una vez acabó, me guardó la polla como pudo, abrochándome también el pantalón. Se incorporó, acariciándome la cara, tirándome de la barbilla para que la mirara como se lo tragaba, sonriéndome después girando su cabeza. Desvíe un segundo la mirada a la carretera para ver qué iba bien y entonces le planté un beso con lengua algo rápido para no perder el control, lanzando ella un gemidito, con una risita de sorpresa. El resto del camino estuvimos en silencio, con ella apoyando su cara sobre su mano con una gran sonrisa. Cuando llegamos, aparqué en su puerta, sin apagar el coche, mirándonos fijamente con una sonrisa en la boca.

-Es la primera vez que me hacen eso.
-Yo también es la primera vez que lo hago.

Nos empezamos a besar de nuevo, oyendo como nos golpeaban con suavidad en la ventana. Elena dio un salto del susto, pero se trataba de Noelia y María, quienes nos miraban sonriendo, pero después Noelia se puso con los brazos en jarra.

E: Esta chica es tonta. (dijo bajando la ventanilla)
N: Elena, tía, que te puede ver mamá aquí...
E: Ya, ya. Nos estábamos despidiendo.
J: ¿No pasa nada si os ve a vosotras?
M: Es que no lo sabe nadie más.
N: Eso es. Además, ella se va a quedar a comer.
J: Qué suerte...
E: Javi... yo...
J: Que no pasa nada. Va, no le des vueltas.
N: Os la estáis jugando mucho...
J: Lleva razón.

Entonces le di otro beso a Elena, con un poco de lengua mientas le acariciaba la cara, soltando ella una risa tonta una vez nos separamos. Se me quedó mirando sonriente y luego se bajó del coche, apoyándose en la ventanilla.

E: ¿Te ha gustado entonces?
J: Me ha encantado.
N: ¿El qué?
E: Nada, cosas nuestras. (dijo mientras reía suavemente)

Nos despedimos diciendo que hablaríamos por el móvil. Quité el freno de mano para irme de allí, oyendo como Noelia le insistía para que le dijera que era eso que me había gustado.
 
Capítulo 113

Regresé a mi casa para comer y reposar toda la tarde en mi cuarto viendo alguna película. Entonces empecé a recibir mensajes de Irene.

-Tío, Sofía es una pasada.
-¿Sí?
-Uff... Si vieras como se la comía a Mario... ¡Qué que se la metía entera en la boca!
-¿En serio?
-Que sí, tío. Nunca había visto a ninguna chica comérsela así, ni yo que estoy acostumbrada a su polla se la como así...
-¿Y qué decía Mario?
-Nada, estaba flipando, estaba a mil, casi ni me hacía caso mientras ella se la comía. Le dio hasta un poco de rabia...
-Joder...
-Y luego como lo montaba... joder... Lo hacía muy bien.
-¿Mejor que tú también?
-No sé, habría que preguntarle a Mario. Pero joder...
-Huy, parece que estás un poco molesta.
-Bueno, después la cogí y la tumbé y se lo empecé a comer mientras Mario me reventaba a 4. Le metí dos dedos por el culo y todo.
-Tampoco hace falta que me cuentes todo.
-Sí, porque verás. Se corrió muy alto y eso hizo que yo me corriera y después Mario se apartó de mí y la cogió a ella y se la folló a 4 también, dándole más fuerte que a mí. Se volvió a correr en nada. Esperamos un poco y Mario se puso boca arriba, follándome a mí mientras se lo comía a Sofía. Me volví a correr, aunque era yo la que se movía. Después cambiamos, estábamos de la misma manera, pero ahora se follaba a Sofía y a mí me lo comía. Me lo hizo muy bien y ella se movía muy rápido, gimiendo bastante y entonces Mario empezó a mover su cuerpo, corriéndose Sofía otra vez muy alto, bajándose y comiéndosela hasta que Mario se corrió.
-Bueno, está muy bien, ¿no?
-Sí, sí. Entonces fue cuando Elena me envió eso. Se le cambió la cara a Sofía.
-¿Cómo?
-Pues eso, se le puso una sonrisa, sobre todo cuando te escuchó cuando hablamos.
-Ya...
-Que es verdad, y ya cuando vio la segunda foto ni te cuento. Que cara de vicio se le puso, mordiéndose el labio y todo...
-Bueno, nada nuevo.
-En cuanto colgué, se puso a preguntarme qué hacíamos.
-¿Se lo has contado?
-Un poco por encima, pero a ella lo que le interesaba era que le contara como la tenías y como follabas.
-Y se lo dijiste, ¿no?
-Me miraba con una cara que se me iba la lengua... Si vieras como se puso... Nos empezamos a comer la boca como locas.
-Joder, sí que tenía ganas...
-Ya ves... Me puso boca arriba y me lo empezó a comer. Si no era la primera vez que lo hacía, era la segunda, pero joder... Me puso mucho verla así y le fui indicando. Entonces llegó Mario y al vernos así, conmigo boca arriba y Sofía a 4 comiéndomelo, se puso detrás de ella y la empezó a follar de nuevo.
-Vamos, que cayó otro polvazo.
-Espérate. Se la folló así un poco y ella me lo seguía comiendo, cada vez mejor. Mario se puso muy cachondo, reventándola mientras nos mirábamos y entonces paró. Salió de ella y se acercó a donde estaba yo.
-¿Y qué te hizo?
-Nada.
-¿Nada?
-Cogió el lubricante de la mesita de noche y se echó en la polla y se la empezó a follar por el culo.
-No jodas...
-Sí. Al principio lento, pero luego la reventaba de una manera... Ella gritaba, dejando de comerme el coño. No duraron mucho, ambos se corrieron gritando muchísimo.
-¿Y qué pasó entonces?
-Ambos se tumbaron, quedando Sofía entre los dos y en nada, Mario apagó la luz y se durmieron.
-¿Y tú?
-Yo estaba flipando, me puse de lado dándoles la espalda, pero no me podía dormir.
-Vaya, te quedaste con las ganas.
-Un poco... Ya me dormí al rato y esta mañana me desperté sola, oyendo a los dos follando en la ducha.
-Joder...
-En fin...
-¿Quieres que nos tomemos un café yo hablamos mejor?
-Vale, pero no quiero que esté Mario.
-Vale, como quieras.
-Está viendo el fútbol. Le digo que voy a echar un café con una amiga.

Quedamos para ir a una cafetería al rato, encontrándomela allí cuando llegué. Imaginaba que esos gestos le habían sentado mal, pero se volvió muy claro en cuanto la vi. La vi decaída, muy diferente de la Irene que yo conocía, siempre sonriente, con su bonita sonrisa y sus ojos ligeramente achinados cuando lo hacía. Era una cafetería muy bonita, con mesas rectangulares con un sofá a cada lado, estando ella en uno de ellos. Fui hacia ella, pero no se daba cuenta porque estaba mirando la taza de café mientras la agarraba con sus manos. Me senté frente a ella, en el otro sofá.

-Vaya, había notado que te habían molestado ciertas cosas, pero no pensaba que tanto como para ponerte así.
-¿Eh? (dijo levantando su mirada, lanzando una pequeña sonrisa)
-¿Estás bien?
-Sí... (dijo encogiéndose de hombros)
-Nunca te había visto así, Irene.
-Bueno, seguro que se me pasa rápido.
-No tienes porqué ponerte así.
-¿Tú crees?
-Mira, Sofía es una chica espectacular, que bueno, tú también lo eres. Hay que ser tonto para no darse cuenta. Pero entiende que ella es algo nuevo para Mario, es normal que le preste más atención, es algo mayor, con experiencia, también cuenta con las ganas que tenía ella, como seduce, porque ya te digo que sabe hacerlo muy bien...
-Ya, si lo sé, pero...
-Pero, ¿qué?
-Pues que no puedo evitar ponerme así al ver que ella le ha dado cosas que yo no puedo darle. (dijo mirándome fijamente a los ojos)
-Te voy a decir exactamente lo mismo que tú me dijiste cuando me pasó eso con Ángela el viernes. Piensa en qué siente Mario por ti, todo lo que haces por él, todo lo que le das... ¿Crees que Sofía va a despertar algo remotamente parecido en él?

Irene se encogió de hombros, mirando su taza mientras dibujaba una ligera sonrisa en su boca. Entonces me cambié de sofá, poniéndome a su lado, acercándome a ella y susurrándole cerca de su oído.

-Pues ya te lo digo yo, no. Eres una chica fantástica que no tiene que temer por algo así. Mario tiene mucha suerte de estar contigo.

Irene al fin levantó la cabeza, sonriendo como siempre lo hacía, poniéndose después sería, mirándome fijamente a los ojos, pasando su mirada después a mis labios. Entonces me dio un beso, siendo breve, aunque colando su lengua en mi boca, entrelazándola con la mía. Se separó enseguida, mirándonos de nuevo a los ojos con cierto nerviosismo, más por mi parte que por la suya.

-Irene...
-Shhh. No ha pasado nada. He hecho eso porque estoy un poco de bajón y me has animado mucho. Eres uno de mis mejores amigos y te quiero. No hay nada más.
-Pfff...
-Javi, no te pongas de ninguna manera, por favor.
-Joder, es que en dos días me han besado dos chicas que no son mi novia. Y besos con lengua, no un piquito ni nada así.
-Nada, no pasa nada. Esas dos chicas son las que te han buscado besarte, no tú a ellas, y no has podido ni reaccionar porque ha sido muy rápido. ¿Ves? No pasa nada, no es tu culpa.
-Eso es cierto.
-Claro. Mira Javi, eres el primer chico, sin contar a Mario, con el que hablo así de esta manera tan abierta sobre mí. No solo para folleteo.
-¿En serio?
-Sí, por eso he reaccionado así. Me he cruzado a pocos chicos a los que le intereso para más que para, ya sabes...
-Bueno, vosotros sois geniales con nosotros, que menos que hacer lo mismo por vosotros. Además, os he cogido más cariño del que os tenía.
-Para mí ahora mismo sois de lo más importante que tengo en mi vida.
-Joder, Irene...
-Es verdad, pero ya está, que estoy muy tontorrona.

Seguimos hablando de otras cosas, estando un buen rato en la cafetería, con algún detalle de lo que habían hecho con Sofía. Luego nos fuimos cada uno a su casa, estando Irene muy animada, le había venido bien la charla para desahogarse.

Los primeros días de la siguiente semana fueron bastante vacíos, ya que Elena estaba centrada mucho en su trabajo, ultimándolo y yo también estaba bastante liado, ya que me mandaron bastantes documentos. Esa semana solo vi a Elena dos veces, pero de manera rápida, escapándome después de cenar para ir a su casa a verla, con unos encuentros muy breves, con muchos besos y metiéndonos mano, pero sin llegar a hacer nada más para que en su casa no se olieran nada. El segundo día que nos vimos me comía la boca con mucha ansia, deseando que llegara el fin de semana para estar solos, ya que mi casa se quedaba libre y ella dijo que había quedado con compañeras de clase para practicar y demás y coló. Quedamos en que iría a por ella el viernes por la tarde noche, ya que dijo que se iba el viernes para salir esa noche para distraerse y ya centrarse los dos días siguientes. La semana se pasó lenta hasta que por fin llegó el viernes por la tarde para ir a por ella. En toda la semana tuve ningún mensaje por parte de Noelia, María o Ángela, a quien sí que echaba en falta por la manera en la que nos despedimos. Con Irene y Mario sí que tuve contacto, saliendo a tomar algo entre semana como solíamos hacer en grupo, pero sin nada raro, ni siquiera por parte de Irene por su “crisis” por lo que pasó con Sofía el fin de semana anterior.
 
Capítulo 114

Sobre las 8 de la tarde llegué y aparqué retirado de su casa, bajando por la calle y le avisé, esperándola apoyado en el coche. Estaba en el final de la calle, la cual daba a una plaza y vi a Alejandro. Iba con alguien, pero no logré verla, lo que estaba seguro es que era una chica, bajita. Hice un esfuerzo para ver quién era la chica, pero entonces alguien se abalanzó sobre mí, casi tirándome porque no me lo esperaba. Era Elena, abrazándose fuertemente a mí y dándome besos. Una vez se despegó de mí, vi lo guapa que iba, con un vestido blanco con un estampado de flores. Era un vestido sin tirantes, estilo palabra de honor, ajustado por el pecho hasta la cintura, con una falda de vuelo que le llegaba a medio muslo. También llevaba unas zapatillas blancas, a juego con su vestido y sus uñas, pintadas también de blanco. Llevaba el pelo aliado y un maquillaje muy ligero. Se me quedó mirando con los brazos en jarra, sonriendo girando su cabeza, esperando que le dijera algo mientras yo la miraba sonriendo de manera tonta, viendo también que llevaba una mochila a la espalda.

-Estás para comerte.
-Yo sí que te voy a comer esta noche. (dijo acercándose a mí para darme un beso)
-Shhh, para que me voy a empalmar, anda entremos al coche.

Entramos al coche, dejando ella su mochila atrás para empezar a comernos la boca con ansia. Aún era de día y había gente en la calle, así que paramos y fuimos a mi ciudad, yendo a mi casa para ponerme yo algo más de salir y dar una vuelta cogidos de la mano, parándonos cada dos por tres para darnos un beso. Nos sentamos en la terraza de un bar para cenar algo, encontrándonos con Irene y Mario, quienes se sentaron con nosotros, echando un rato los cuatro juntos. Pasamos un buen rato cenando y una vez acabamos fue Mario quien dijo de ir con ellos a casa para tomarnos una copa. Miré a Irene quien no puso mala cara ni nada, de hecho, la veía bastante de acuerdo con él. A ambos nos pareció bien, ya que lo pasábamos bien con ellos y tendríamos todo el fin de semana para nosotros solos. Llegamos a su casa y nos sentamos en los sofás, charlando un poco. Irene dijo que iba a la cocina para preparar las copas y fui con ella para ayudar mientras Elena y Mario se quedaban hablando.

-¿Has hablado con Mario?
-No.
-¿Por?
-Porque es una tontería. Fue un pequeño bajón sin más.
-¿Eso crees?
-Sí.
-Bueno, seguro que sabes lo que haces. Yo lo hablaría.

Irene se quedó en silencio.

-Aunque bueno, ya sabes que yo me rayo con esas cosas.
-Sí. Bueno, ya veré lo que hago.
-¿Le has contado algo a Elena?
-No. Más que nada por no dar detalles de lo que pasó con Sofía, por si le molesta o algo.
-Ya. ¿Quieres que hable con Mario?
-No, no, no. Si alguien tiene que hablar con él soy yo.
-Me refiero a dejarle caer algo a ver si se suelta y me dice algo.
-Eh...

Entonces aparecieron Elena y Mario por la puerta para buscarnos. Regresamos los cuatro al salón, siguiendo con la charla, empezando a beber hasta que nos pusimos tontos y empezamos a besar cada uno a nuestra pareja, empezando también a meternos mano. Elena se subió encima de mí con una pierna a cada lado, como siempre mientras nos comíamos la boca. Le empecé a tocar el culo por debajo del vestido mientras ella gemía muy ligeramente. Al poco pasó a besarme el cuello susurrándome que estaba mojando mucho las bragas. A esas alturas estaba que no podía más, por lo que abrí los ojos, viendo que Mario le estaba comiendo las tetas a Irene y ella mirándome fijamente a mí. Ambos nos mirábamos a los ojos, hasta que Irene apartó a Mario de sus tetas, subiéndose la falda y apartándose las bragas para que le comiera el coño. Me calenté mucho más al ver eso y me desabroché el pantalón para sacarme la polla y metérsela a Elena, apartando sus bragas a un lado. Lo noté mojadísimo y muy caliente, entrando mi polla sin problema, con ella lanzando un gemido alto. Entonces empezó a cabalgarme a buen ritmo, jadeando mientras me comía la boca. De fondo oía a Irene gemir y entonces eché a Elena hacia atrás para bajarle el vestido, sacando sus tetas y comiéndoselas y mirando de reojo a la otra pareja. Elena no tardó mucho en correrse, temblando bastante, abrazándose con fuerza a mí, lanzando un gemido ahogado y jadeando en mi oreja a echar su cara sobre mi hombro. Elena se escurrió un poco, saliendo mi polla de su interior, aunque seguía temblando, echándose a un lado. Me guardé la polla y una vez lo hice Elena me cogió una mano, mirándome con una sonrisa muy grande, volviéndose a montar encima mía con risitas por parte de ambos, besándome en los labios con mucha ternura, apoyando después su cara en mi hombro, diciéndome que me quería.

Entonces vi como Irene se levantaba, cogiendo de la mano a Mario y a mí también una vez paso por nuestro lado, tirando de nosotros, con Elena encima de mí para ir a su habitación. Una vez llegamos, nos empujó para tumbarnos en la cama, empezando Elena y yo a besarnos de nuevo y tumbando a Mario a nuestro lado y poniéndose ella encima de él. Rápidamente nos quitamos la ropa, quedándonos desnudos, percatándome de que Irene llevaba el coño totalmente depilado, aunque ninguno dijo nada y entonces Irene puso a Elena boca arriba para empezar a comerle el coño. Elena no le hizo ascos, dejándose hacer, empujando su cabeza con su mano. Mientras tanto, Mario taladraba a Irene con fuertes embestidas y yo estaba de rodillas sobre la cama, junto a la cabeza de Elena, quien me la chupaba a buen ritmo. Después de un buen rato así, Elena se corrió de nuevo, cerrando sus piernas, sacando mi polla de su boca y apretándola con fuerza con su mano. Irene se tumbó al lado de Elena, con Mario detrás de ella, siguiendo con la follada, haciendo la cucharita, pero lentamente, mientras ella gemía ligeramente y él jadeaba. Mientras Elena se recuperaba, le daba varios besos por su cara y su cuerpo, hasta que reaccionó y me puse sobre ella, empezando a metérsela de nuevo, empezando ella a jadear enseguida. Estaba en un misionero, hasta que me puse de rodillas para mover mis caderas más rápidamente, con Elena cerrando sus ojos y empezando a gemir alto. Mario me imitó poniendo a Irene en la misma postura, estando en paralelo a nosotros.

Entonces pasó algo que no esperaba, Mario alargó su mano hasta el coño de Elena, empezando a acariciarle el clítoris. Elena no se daba cuenta de que lo hacía él porque estaba con los ojos cerrados, echando su cabeza hacia atrás por la follada. Sin embargo, Irene sí que se dio cuenta, mirándome, aunque sin mal gesto, ni estar molesta. ¿Y yo? Pues para mi sorpresa no me molestó. Pensaba que sí que me iba a molestar, pero no fue así, de hecho, lo vi como algo natural que surgió en el momento y me dio hasta morbo. A los pocos segundos Mario apartó la mano y se centró en Irene. Yo me eché sobre Elena para besarla y ella me giró para ponerse encima de mí y empezar a cabalgarme muy rápido, empezando a gritar. Se apoyó sobre sus pies, echando su cuerpo hacia atrás y siguió cabalgándome mientras se tocaba el clítoris haciendo movimientos circulares hasta que no pudo más y se empezó a correr soltando chorros mientras gritaba como si la estuvieran matando, teniendo unos espasmos increíbles, sacando mi polla de sus entrañas, y echándose hacia atrás y tumbándose mientras respiraba con fuerza. Yo estaba boca arriba con la polla tiesa, con el pecho y un poco la cara mojados por la corrida de Elena.

Entonces Mario volvió a mirar a Elena, notándose como quería tocarla, reaccionando Irene entonces, girando la cara de Mario con su pie para que la mirara, echándose éste sobre ella para follarla más rápido. Mientras ambos tenían sus cuerpos pegados, Irene alargó su mano para cogerme la polla y empezar a pajearme con fuerza y rapidez, provocando que a los pocos segundos me empezara a correr, entre altos jadeos, levantando mis caderas de la cama, lanzando varios chorros que salían disparados hacia arriba, manchándome la barriga, el pecho y su mano. En cuanto Irene notó que me corría, estalló en un gran orgasmo, gritando mucho y notando como temblaba al agarrarme con fuerza la polla. Mario se corrió también entre gemidos roncos en cuanto sintió el orgasmo de Irene, quedándose después tumbado con la cara hacia otro lado, respirando muy fuerte, mientras Irene me miraba, respirando con mucha fuerza y las mejillas encendidas, llevándose su mano hasta su boca para lamer lo que había de mi corrida sobre ella, limpiándose su mano. Después pasó por encima de mí, tapándose el coño para que no saliera la corrida de Mario, para ir a por una toalla y limpiarme, tanto mi corrida como la de Elena. Mario ya se había quedado dormido y Elena se estaba recuperado aún, con algún espasmo. Yo cogí mi ropa y empecé a vestirme mientras estábamos en silencio, con Irene mirándome, tumbada de lado. Incorporé a Elena para que se levantara, estando un poco desorientada y se empezó a vestir. Irene se puso una bata y nos acompañó hasta la puerta, dándonos un buen abrazo a los dos y un beso en la mejilla a mí.

Elena y yo nos fuimos a mi casa, con varias risitas tontas de ella, como si aún le durara el orgasmo, entrando a mi casa y dándonos una ducha rápida para después tumbarnos en la cama, yo en boxers y ella en braguitas con una camiseta mía. Elena no tardó nada en quedarse dormida al relajarse tanto después de la ducha y después de tener varios orgasmos en un corto periodo de tiempo. Yo tardé más, pensando en varios detalles que tuvieron lugar desde que nos encontramos a Irene y Mario, cosa que tenía pensado hablar con Irene para aclarar algunas cosas. Finalmente caí dormido, abrazado a Elena.

Al día siguiente me desperté solo en la cama, viendo que Elena estaba sentada frente a mi escritorio, con las piernas cruzadas. Veía que seguía con mi camiseta, pudiéndose ver sus braguitas negras, yendo descalza y con sus moñetes. Parecía muy concentrada en sus cosas, por lo que no quise molestarla, limitándome a mirarla con una sonrisa en la boca. Al rato ella se giró para mirarme, sonriendo al verme despierto.

-¿Ya se ha despertado la bella durmiente? jajajaja.
-Madre mía, ya empezamos de buena mañana... (dije riéndome)
-Si es que te gusta más dormir...
-Elena, mi vida, es sábado, temprano, anoche nos acostamos tarde y me he pegado una semana de trabajo que para mí se quede.

Elena estaba sentada en la silla, frente a mí, con sus codos apoyados en sus piernas cruzadas y su cara sobre sus manos mientras sonreía al escucharme. Cuando la miré y la vi así me empecé a poner rojo y me destapé.

-Anda, ven un poco aquí conmigo.
-No sé yo...

Le empecé a hacer pucheros y saltó de la silla para meterse en la cama conmigo, empezando a comernos la boca.

-No sé si he hecho bien en venirme contigo, a ver cuándo estudio...
-Vaaaaaya, que problemón. Pues nada, vamos a vestirnos y te llevo a tu casa.
-Sí hombre...

Entonces cogió mis muñecas y las aprisionó contra la almohada, poniéndose encima de mí, empezando a besarme el cuello. Lo hacía de una manera muy intensa, por lo que mi polla se puso tiesa en cuestión de segundos, lanzando ella risitas al notarlo.

-Eres muy cabrona...
-¿Por?
-Mira como me pones.
-Me encanta ponerte así.
-¿Sí?
-Sí, cuando estás así puedo hacer lo que quiera contigo.
-¿Eso crees?
-Sí...

Entonces hice fuerza con mis manos, tumbándola y poniéndome yo como estaba ella segundos antes sobre mí. Ella empezó a jadear, con cara de estar muy cachonda, mirándome con ojitos para susurrarme:

-Fóllame.

La desnudé rápidamente, casi arrancándole la camiseta y las bragas, quitándome yo también los boxers para empezar a acariciarle su raja, que ya estaba muy mojada de lo cachonda que estaba. Se la metí de golpe, aumentado ella sus jadeos, poniendo casi enseguida sus piernas sobre mi pecho, apoyando sus pies en mis hombros. Me eché hacia delante y empecé a embestir con fuerza, gimiendo ella al ritmo. A los pocos minutos la puse a 4 y empecé a embestir más fuerte mientras ella se apoyaba en sus manos. Al poco empecé a jugar con su culo, acariciándole con mis dedos, dando ella un respingo. Escupí en el para humedecerlo y empezar a meterle un dedo. Sus gemidos fueron a más y entonces metí otro dedo, jugando con ellos dentro de su culo mientras la seguía taladrando rápidamente. Elena empezó a gritar mientras se empezaba a retorcer, corriéndose en cuestión de segundos, poniendo antes su cara sobre la cama, sin apoyarse sobre sus manos ya. Era increíble como temblaba con muchos espasmos mientras jadeaba fuertemente y gemía con cada espasmo. Yo no me corrí, pero al verla ahí tumbada, como su cuerpo subía y bajaba por su respiración, sus moñetes desechos, volviendo a tener su pelo suelto por las embestidas y como se retorcía y temblaba con sus espasmos, me llevé la mano a la polla y en dos sacudidas empecé a lanzar chorros sobre su culo y su espalda, sin ella notarlo por lo ida que estaba por su orgasmo.

Le limpié con cuidado el culo y la espalda, viendo como se relajaba, calmando su respiración hasta quedarse dormida. Me tumbé a su lado y le pasé el pelo por detrás de la oreja para verle la cara y que no le molestara. Me quedé mirándola, siendo uno de esos momentos que se te quedan grabados en la retina, dándole después un beso en la mejilla y yéndome a hacer algo para desayunar. Volví a la habitación con unas tostadas y café, dejándolas sobre la mesita y acariciando a Elena, empezando a abrir los ojos con una sonrisita.

-Tío, me dejas hecha polvo...
-Cuando juegas con fuego...
-Pfffff...
-Anda, desayuna, que te pones a hacer cosas con el estómago vacío y eso lo es bueno.
-Hala...
-¿Qué pasa?
-Es la primera vez que me traen el desayuno a la cama.
-Pues come, que se enfría. (dije algo cortado)
-Jo...

Elena se puso a desayunar, sentada con sus piernas cruzadas, aún desnuda, sobre mi cama, acompañándola yo sentado en la silla. Después ella siguió con sus cosas mientras yo estaba con ella en la habitación. Llegó la hora de comer y nos preparamos algo, comiendo en el salón mientras veíamos la tele. Hablábamos de varias cosas, hasta que sin saber como, saqué el tema de Irene.
 
Capítulo 115

-¿Has notado a Irene rara?
-No, ¿por?
-Nada, nada.
-¿Pasa algo?
-Nah, serán cosas mías...
-Vale...

Seguimos comiendo hasta que Elena volvió a sacar el tema.

-A quien noto un poco diferente es a Mario.
-¿Sí?
-Bueno, tampoco es para tanto.
-¿Qué has notado?
-Bueno, que ayer fue él quien dijo de irnos con ellos, cuando siempre ha sido Irene.
-Es verdad. (cosa que había notado yo también como uno de los detalles de la noche anterior)
-Y cuando follaron, no fue Irene la que dominó y me llamó la atención porque dijo que ella casi siempre era la que lo hacía, sería ayer una de esas veces en la que no.
-Cierto. (dije pensando en que eso era otro detalle más)
-¿Tú has notado algo?
-No, ahora que me dices eso pues sí, pero no me había dado cuenta. (en realidad sí)
-Bueno, hay otra cosa.
-¿El qué?
-Pues que ayer cuando os fuisteis a preparar las bebidas, se sentó a mi lado preguntándome si me había decidido ya a probar cosas nuevas.
-Ah... ¿Y qué le dijiste?
-Pues que aún no, que estaba a gusto conforme estaba y que me estaba costando dar ese paso.
-¿Y qué dijo?
-Pues puso su mano en mi muslo, acercándose y me dijo que a ver si me animaba, que era una chica muy mona.
-¿En serio?
-Sí, me puse un poco nerviosa...
-¿Algo más?
-No, ya fuimos a la cocina a buscaros y ya está. Luego en su habitación ya fue normal, no hizo nada.
-No del todo.
-¿Qué?
-No te diste cuenta.
-¿De qué?
-Cuando estabas tú boca arriba y yo de rodillas follándote, él te tocó, acariciándote el clítoris.
-¿Qué dices? (dijo abriendo mucho los ojos y poniéndose roja)
-Tranquila, no pasa nada, no me molestó.
-Pues a mí sí me molesta.

Me sorprendió tanto lo que dijo como la forma de decirlo, quedándome mirándola sin saber qué decir.

-Javi, yo me lo paso muy bien haciendo esto, pero eso es algo que no quería hacer, al menos de momento.
-Vale, vale.
-Siempre me dices que no se va a hacer nada que yo no quiera y ahora pasa esto.
-Tranquila, Elena.

Parecía bastante enfadada al enterarse de lo que pasó y yo no sabía qué decir ni qué hacer para que se calmara y se le pasara el cabreo, por lo que a los pocos minutos rompí el silencio, contándole lo que pasó entre ellos y Sofía.

-¿Y por qué me cuentas esto?
-Porque a Irene le molestó.
-¿El qué?
-Pues que Mario le hiciera más caso a Sofía que a ella.
-No será para tanto, ¿no? Si ellos son muy liberales.
-Pues sí que lo fue porque cuando me lo contó la vi mal y quedamos en una cafetería para hablarlo.
-¿Sí?
-Sí, cuando llegué la vi con una cara a la pobre...
-Joder, ¿pero por qué?
-Porque vio que ella le estaba dando cosas que ella no podía y bueno...
-Uff... ¿Y qué pasó?
-Pues la animé como pude y se le pasó un poco.
-¿Y esto qué tiene que ver con nosotros?
-Joder, Elena, son nuestros amigos.
-Ya, pero, ¿nos afecta a nosotros en algo?
-Tía, cálmate. (dije al ver que no paraba de hablar con ese tono de molestia)
-Estoy enfadada. Vamos a estar un tiempo sin hacer nada con ellos. Hasta que se aclare lo que pasa yo no quiero hacer nada.
-Vale, me parece perfecto, pero cálmate.
-Vale, vale. Pero, ¿nos afecta?
-Pues yo veo a Mario más lanzado por lo que me has dicho y por lo que he visto.
-Ya. ¿Tienes algo en mente?
-Por lo pronto que hablemos tú y yo con Irene para que nos cuente bien qué le pasa.
-Vale, ¿le digo que venga ahora?
-Sí, pero que venga sola.
-Vale, ahora la llamo cuando acabemos de comer.
-¿Se te ha pasado ya?
-Bueno... ¿A ti no te pareció mal?
-Pues no, surgió natural y no me desagradó.
-¿Y a Irene?
-Tampoco.
-Vale.
-Pero luego sí.
-¿Cuándo?
-Cuando tú acabaste, él te miraba y se le notaba que quería tocarte y estuvo a punto.
-¿En serio?
-Sí.
-Pfff...
-Pero Irene le apartó la mirada de ti y ya acabaron ellos.
-¿Y tú?
-¿Yo, qué?
-¿No acabaste?
-Sí, bueno...
-Bueno, ¿qué?
-Irene me hizo una paja para que acabara.
-Ah, vale.
-¿Eso no te molesta?
-Hubiera preferido hacerlo yo, pero no, no me importa.
-No te entiendo...
-Bueno, ya he visto como ambos os habéis tocado antes, ¿no?
-Sí.
-Pues entonces.
-Sigo sin entender que te moleste más que otro chico te toque a ti unos segundos que otra chica me haga una paja.
-Bueno, vamos a dejar el tema ya, que no me quiero enfadar más.
-Vale.

Terminamos de comer y después de un rato, Elena llamó a Irene para que fuera a mi casa para invitarla a un café. Por suerte no hizo falta que le dijera que no fuera Mario, ya que le dijo que él iba a ver a sus padres para arreglar unos papeles.

Sobre las 4 de la tarde llegó Irene a mi casa, dándonos dos besos y un abrazo a cada uno, pasando al salón donde nos tomamos un café, hablando de algunas cosas hasta que Elena sacó directamente el tema.

E: ¿Y qué tal con Sofía?
I: ¿Eh? Bien, bien. (dijo buscando mi mirada para saber si le había contado algo)
E: Cuenta, ¿qué hicisteis?
I: Eh... ¿Quieres saberlo?
E: Claro, ¿por qué no?
I: Por como te pusiste por lo de Ángela y tal...
E: No sé cuántas veces os voy a tener que decir que me puse así porque lo que en realidad me sentó mal fue el plantón que nos disteis. Que salimos los cuatro juntos y nos dejasteis ahí tirados.
I: Ah, vale.
J: Venga, cuenta.
I: Se lo has contado, ¿no? (dijo mirándome)
J: Sí.
I: Tío...
J: Ella también es tu amiga, ¿no? No me jodas, Irene. A ver si somos como familia para unas cosas y para otras no. Te queremos ayudar.
I: Ya, pero es que... Uff, no me gusta pensar en eso.
J: No, si yo también he salido escaldado...
I: ¿Cómo?
J: Por lo que hizo Mario con ella.
I: Ah, tampoco fue para tanto, ¿no?

Elena puso cara de enfadada mirando a Irene, quien se asustó un poco al verla así.

E: Irene, si es para tanto. No quería que pasara eso todavía. De hecho, no sabía si quería que terminara de pasar algún día.
I: Lo siento, Elena. No sabía que te fuera a molestar tanto.
E: Pues ya ves.
I: ¿Y lo otro te molestó?
E: ¿Lo de que le hicieras una paja a Javi?
I: Sí.
E: No tanto.
I: Bueno, lo siento igualmente.
E: Da igual, ya está hecho. Pero por eso te queremos ayudar, para que hables con Mario antes de que la cosa se salga del tiesto más.
I: Ya.
E: Mira, cuando me lo ha contado Javi estaba tan cabreada que me ha dado hasta igual como te sintieras tú. Ahora ya en frío, me preocupo por ti porque Javi me ha contado que habéis hablado y tal.
I: Vaya.
E: A ver, ¿qué es lo que te pasa?
I: Pues...

Entonces Irene empezó a llorar, transformándose en un llanto que no dejaba de aumentar, llorando como una niña pequeña. Elena se asustó y fue corriendo a sentarse a su lado, abrazándola. Intentaba tranquilizarla, pero ella no paraba de llorar, hasta que poco a poco se fue tranquilizando. Yo no sabía como reaccionar, me quedé paralizado al verla así. Creía que la había animado, pero se me vino el mundo encima cuando la vi ponerse así.

E: Venga, Irene, no pasa nada. ¿Qué es lo que pasa?
I: Pfff... Es que... (decía sin poder seguir por su llanto, respirando fuertemente)
Al fin reaccioné y me puse a su otro lado para ayudar a Elena a calmarla.
J: ¿No te acuerdas de lo que hablamos?
I: Sí... (dijo abrazándose con fuerza a mí)
J: Entonces, ¿qué pasa?

Después de unos segundos, Irene se serenó y al final pudo hablar con claridad para explicarnos lo que le pasaba.

I: Tengo miedo.
E: ¿Por qué?
I: Tengo miedo de que Mario ya no me vea como antes, tengo miedo de que se haya cansado de mí y me deje.
E: Venga, Irene, eso no va a pasar. (dijo mirándome con cara de preocupación)
J: Nada, tonterías. Si Mario te quiere un montón, ¿cómo piensas eso?
I: No lo sé. Me sentí tan mal cuando hizo eso cuando estuvimos con Sofía... Parecía que estorbaba allí.
E: Cuando os encontrasteis con nosotros al día siguiente no estabas así.
I: Porque delante de Mario no quiero estar así para que no sospeche lo que me pasa.
E: Pues eso está muy mal. Si tienes un problema, hay que hablarlo. No ves que la bola se puede hacer más grande y te puede pasar como a mí me pasó en su día...

Esas palabras fueron como un mazazo en la cabeza para mí, ya que no pude evitar pensar en todo lo que había pasado con Noelia desde que la conocí, llevando Elena mucha razón. Me puso muy mal cuerpo, por lo que me levanté para ir al baño. Me miraba al espejo pensando en contarle todo a Elena, pero la cosa estaba muy parada últimamente con Noelia, pensando en que tal vez ya se había acabado todo aquello, pero en el fondo sabía que no me podía fiar de ella. Me eché agua en la cara y salí del baño para volver con ellas, sin tener los cojones suficientes para contarle a Elena todo aquello. Me las encontré abrazadas, con Elena acariciando la cara de Irene.

E: Venga, Irene, tranquilízate, que ya verás como no es nada.
I: Ya...
J: Creo que deberíamos llamar a Mario para que venga y lo habléis
I: No, no, no. No quiero que me vea así.
E: Irene, tienes que hablarlo con él. No estás bien y no vamos a dejar que estés así.
I: Pfff... Vale. Pero solo si estáis vosotros delante.
J: Irene, eso es algo muy personal, deberíais hablarlo solos.
I: Somos como una familia, ¿no?
E: Venga, vale.
J: Le voy a llamar para que se pase cuando acabe eso.
I: Pero, ¿ya?
J: Cuanto antes, mejor.
 
Capítulo 116

Llamé a Mario para que se pasara por mi casa cuando acabara para comentarle una cosa, diciéndome él que ya iba para allá, que ya había acabado. Cuando colgué pude ver a Irene muy nerviosa, casi con cara de terror, con los ojos muy abiertos, muy inquieta, temblando un poco, moviendo sus dedos sin parar. Elena le cogía las manos para tranquilizarla y que dejara de temblar. Al poco vino Mario, yendo yo a abrirle, preguntándome qué pasaba al verme con la cara tan seria. Le dije que pasara al salón, donde estaban ambas chicas. Mario se asustó al ver a Irene con los ojos rojos por haber llorado y el maquillaje un poco corrido por sus lágrimas.

M: Irene, ¿qué te pasa?
I: Mario, tenemos que hablar. (dijo mientras le caían unas finas lágrimas por su cara)
M: Irene, no me asustes. ¿Qué ocurre?
I: Mario, te veo cambiado.
M: ¿De qué hablas?

Entonces entre todos le contamos lo que Irene pensaba y como se sentía, con Mario intentando comprender lo que le decíamos.

J: ¿Qué dices tú, Mario?
M: No sabía que fuera para tanto.
E: Bueno, pues parece que sí, mira como está.
M: Pero, yo no pretendía que se sintiera así.
J: Pero, ¿pasa algo?
M: No, no pasa nada. Simplemente me he dejado llevar. He sido un poco egoísta, pensando solo en mí, sin pensar en Irene, lo que ella necesita y quiere.
J: ¿No te has dado cuenta de que estaba mal?
M: Pues no. ¿Cómo iba a saberlo?
J: Te tienes que fijar más en los pequeños detalles.
M: ¿A qué te refieres?
J: El otro día por ejemplo fuiste tú el que nos dijiste que fuéramos con vosotros cuando es siempre ella la que lo propone.
M: Bueno, tenía ganas y lo propuse, sin más.
E: Nos dijisteis también que ella casi siempre dominaba y el otro día no fue así.
M: Bueno...
J: Y el otro día se lo depiló del todo, cuando le dijo que le gustaba llevarlo como lo llevaba, lo hizo por ti.
M: A ver, pues puede ser, pero yo no lo veo como indicios tan claros. Además, Irene, sabes que yo para eso soy muy malo. Si te sentías así, ¿por qué no me lo dijiste?
I: Tenía miedo.
M: ¿Miedo?
I: Miedo a que te hubieras cansado de mí y me dejaras.
M: Pero, ¿qué dices? ¿Cómo te voy a dejar? Si eres lo mejor que me ha pasado y te quiero como no he querido a nadie.

Irene se abrazó a él, empezando a llorar de nuevo. Estuvimos un rato en silencio, mientras Mario la consolaba, dándole besos. Elena se vino a mí lado, abrazándose a mí, poniéndose un poco ñoña, ya que era la primera vez que veíamos a nuestros amigos así. Después de unos minutos nos tranquilizamos todos, sacando Elena el tema que tanto le molestaba.

E: Mario, ¿por qué me tocaste?
M: Pues me dejé llevar. Me moría de ganas por hacerlo y no pude aguantar y como vi a que a Javi no le pareció mal, pues bueno...
E: Pues a mí me ha molestado.
M: Vaya, lo siento.
E: Va a ser mejor que estemos un tiempo sin hacer nada.
M: Llevas razón. De hecho, pienso que nosotros deberíamos parar un poco también, creo que se me ha ido un poco de las manos. ¿Qué crees, Irene?
I: Sí, me parece bien. Un tiempo para nosotros solos y ya poco a poco.

Después de estar un rato calmando el asunto, con varios arrumacos de Mario e Irene, se marcharon a su casa, quedándonos Elena y yo sentados en el sofá, mirándonos en silencio hasta que hable yo.

-Vaya situación, ¿eh?
-Sí... No esperaba para nada que pasara esto hoy.
-Yo lo que no me esperaba es que les pasara algo así a ellos. Desde primera hora dejaron claro lo que había, que ellos se querían y que sabían que todo lo demás era para divertirse.
-¿Entiendes ahora lo que dije de que tenía miedo?

Entonces me volvió a la mente aquella conversación donde dijo esas palabras, que tenía miedo de que alguno hiciera algo de lo que se pudiera arrepentir o que alguien pudiera empezar a sentir algo.

-Sí.
-Quizás hemos ido demasiado rápido.
-Bueno, realmente no ha sido por nosotros, ¿no?
-Todo suma, Javi.
-Bueno, ya está solucionado, no hay que darle más vueltas.
-No opino igual.
-¿No? (dije sorprendido)
-Creo que está bien reflexionar sobre estas cosas para aprender de lo que pasa para que no vuelva a ocurrir.

Me quedé en silencio sin saber qué decir.

-Yo entiendo que vosotros seáis tan liberales, pero yo no soy así y pues a veces tengo mis cosas. Si Irene, que es así se pone como se ha puesto, imagínate si me pasa a mí.
-Vale, no haremos nada más. Yo solo quiero que tú estés a gusto.
-No es eso, Javi. Seguiremos haciendo nuestras cosas con ellos, solo que tenemos que controlarnos, bueno, más vosotros que estáis acostumbrados a estar con más gente. Además, yo también quiero que estés a gusto y sé que te gustan estas cosas.
-No me importa dejar de hacer estas cosas, a mí lo que más me importa eres tú.
-Pero a mí sí me importa. Sería egoísta por mi parte y tú conmigo no lo eres, de hecho, eres todo lo contrario, me pones siempre por delante de ti, siempre.

Era increíble lo que Elena me transmitía y me hacía sentir con esas palabras. Hablaba de una forma tan calmada, tan decidida y tan sentida que se me ponía un nudo en la garganta.

-Claro que lo hago, porque eres lo mejor que tengo en mi vida y quiero cuidarte para tenerte siempre.

Elena me miraba con unos ojos brillantes, enrojeciéndose por las lágrimas que estaban a punto de salir de ellos.

-No. (dije de manera firme y seria al ver que iba a empezar a llorar)

Ella pegó un respingo y yo abrí mis brazos para que se acercara a mí y me abrazara. Así lo hizo ella, echando su cabeza sobre mi pecho, para después tumbarnos en el sofá y quedarnos así, en silencio hasta que ella cayó dormida. Después del madrugón que se metió, habiéndonos acostado el día anterior tarde, cayó fulminada en mi pecho. Pensé que también había tenido algo que ver aquella situación con nuestros amigos y nuestra posterior conversación, demasiadas emociones muy seguidas.

Estuvimos un buen rato los dos así, aprovechando yo para echarnos una foto mientras ella estaba tan preciosa durmiendo y yo le daba un beso en la frente. Ya que tenía el móvil en la mano, empecé a hablar con Sofía, para contarle un poco lo que había pasado.

-¿En serio ha pasado eso?
-Sí. Imagino que no era tu intención, pero ha pasado eso.
-Para nada quería que pasara algo así, yo en su momento no me di cuenta ni nada...
-Ya, ya lo imaginaba, te conozco lo suficiente como para saber que no eres así. Y la verdad es que Irene es una chica muy segura, me sorprendió bastante que se pusiera así, pero ya ves...
-Joder, me siento mal... Me gustaría hablar con ellos para decírselo y que me perdonen.
-A ver, por eso te lo he contado, para pedirte que no les hables en unos días si puede ser. Está la cosa un poco sensible y no creo que sea lo mejor que hables ahora mismo con ellos. Que no es que se crean que lo hicieras adrede ni nada, pero prefiero que no vayan a peor. Son mis amigos y los quiero.
-Sí, sí, claro.
-Espera unos días para que la cosa se calme y ya le preguntas si quieres. O si te hablan ellos, pues ya a ver qué te cuentan.
-Sí, creo que va a ser lo mejor.
-Genial. Y no te preocupes, que no pasa nada.
-Vale, y tú, ¿qué tal?
-Bien, bien.
-Genial, y tu chica también, ¿no?
-Sí, estamos bien.
-Tío, ojalá estar allí con vosotros. Me habéis caído tan bien... Pero es que con el trabajo que tengo ahora es una mierda, me tiene muy sujeta y no puedo hacer nada, todo el día de aquí para allá...
-Sí, tiene pinta de ser estresante.
-Bueno, una vez te acostumbras no es para tanto. A veces sí que llegas que no puedes más, pero bueno. Pero la parte buena y a la vez la mala de este trabajo eso, que viajas mucho, entonces está bien porque ves muchos sitios y tal, pero es malo por cosas como esta. Porque si te soy sincera, tal vez me hubiera mudado a tu ciudad si tuviera el trabajo de antes. Más tranquilita, y con buena compañía.
-¿En serio?
-Sí, yo soy mucho de hacer esas locuras. Aunque no me parece para tanto. Además, contigo tengo buen feeling y tú con tus amigos también, me gustaría formar parte de eso.
-Pero es que no tienes amigos, ¿o qué?
-Claro, pero cada uno ya tiene su vida encarrilada y se han ido a vivir fuera prácticamente todos.
-¿Y tú no tienes tu vida encarrilada?
-Bueno...
-Yo diría que sí. Tienes un trabajo muy bueno y sabes divertirte. Eres amable, inteligente, divertida, una chica guapa que puede tener a quien quiera, ¿qué más quieres?
-Bueno, no he tiendo mucha suerte con las parejas que he tenido. Y mis amigos ya van empezando a tener hijos...
-Bueno, eso ya vendrá, no hay que tener prisa. Las mejores cosas vienen cuando uno no se las espera.
-Ay, Javi, siempre sabes qué decir para hacer que me sienta mejor.
-Bueno, siempre intento ayudar cuando alguien lo necesita.
-Pues no cambies nunca.
-Joder, que profunda... jajajaja.
-Jajajaja. Oye, ¿y tú?
-Yo, ¿qué?
-Que si te planteas tener hijos.
-Ostia... Pues supongo, pero lo veo muy pronto.
-Ya, claro, cada uno a su ritmo. ¿Y Elena?
-Pues no sé, nunca lo hemos hablado.
-Es verdad, que lleváis poco...
-Y tú, ¿quieres tener hijos?
-Pues claro, pero hay que encontrar al chico idóneo para eso.
-¿Pero ya de ya?
-Bueno, ahora mismo con este trabajo no me lo podría permitir, con el anterior pues sí. Pero sí que no me gustaría tampoco que pasaran muchos años más, que tengo 32 y el tiempo pasa muy rápido ya. En nada me pongo en los 40.
-Joder, qué exagerada...
-Ya lo verás.
-Bueno, no te molesto más, y no te tomes a mal lo que ha pasado.
-Tú nunca me molestas. Y tranquilo, no me lo tomo a mal, pero me gustaría que me contaras como les va y tal, para poder yo hablar con ellos.
-Vale, cuenta con ello.
-Venga, Javi, a ver si hablamos más, que me gusta mucho hablar contigo. Y a ver si nos vemos pronto también. Besos.

Dejé el móvil sobre la mesa con una sensación un poco rara. Por un lado, me gustaba hablar con ella, porque pensaba eso de verdad, la veía como una chica muy agradable y demás, pero por otro lado siempre había algo en nuestras conversaciones que me desconcertaba. En este caso el tema de tener hijos. No tenía ni idea de como habíamos acabado hablando de eso y el interés que tenía ella en saber lo que opinaba yo y lo que tenía planeado para el futuro, sin ni siquiera saberlo yo. ¿En serio decía eso de mudarse a aquí? Esta chica está como una cabra. Por un lado, me hizo gracia por lo impulsiva que era, pero por otro lado me dio un poco de miedo que eso pasara, porque sabía de sobra que yo le atraía y más con lo que me contó Irene de que cuando hablamos con ellas el fin de semana pasado se le cambió la cara, sobre todo al oírme. Tampoco es que ella hubiera sido una Noelia, pero no podía evitar ponerme a la defensiva con esos comportamientos. Mientras pensaba en todo esto, miraba a Elena, acariciándole la cara, hasta que me quedé dormido yo también.
 
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