Reencuentro con Elena

Capítulo 380

Y se levantó para irse aparentemente al baño, porque podía oír la ducha dada. Me molestó increíblemente su reacción al verme a su lado. ¿Por qué lo había hecho así? ¿Tenía novio? No. Imposible. No había ningún indicio de que lo tuviera. Ella vivía sola, como me dijo y no había ninguna foto de ningún chico por ahí, y eso que la casa estaba repleta. En la mayoría de ellas, Mónica salía sola, ya fuera en lugares turísticos, playa, o con su familia. Tampoco veía ningún otro indicio en forma de la típica alianza que también llevan algunas parejas antes de prometerse siquiera.

También recordaba haberla visto un par de veces, contando la de anoche, de fiesta. Y no vi ningún chico en ninguna de las dos ocasiones. Aunque muchas parejas salen cada uno por su lado con sus amigos por la noche. Pero si te dejan tirada, como le pasó la noche anterior, ¿no es lo más normal llamar a tu novio para estar con él? La otra vez estaba con su amiga, la que me inspeccionó las partes bajas y tampoco había un chico cerca. No, no tenía novio. ¿Novia? Poco importa el género con las conclusiones que saqué. Además, si tuviera pareja no se hubiera lanzado a mí como lo hizo, porque fue ella la que me empezó a besar.

Y tampoco iba borracha como para que se le fuera así la cabeza y mucho menos para que reaccionara así al despertar. Era imposible que no recordara lo que hicimos. Quizá se arrepentía de lo que había hecho conmigo después de que se le pasara esa desinhibición que proporciona el alcohol. No lo sé, pero el caso es que me enfadé bastante. Tanto con ella, por cómo me daba una de cal y otra de arena, como con la situación en general.

Estaba cansado de estar bien y mal por momentos con ella y, de hecho, ya me estaba hartando. Así que me incorporé para levantarme, sintiendo un pinchazo en la cabeza. Tampoco había bebido tanto, pero no estar acostumbrado para nada me levantó algo de resaca. Aun así, me levanté y me vestí rápidamente para irme de allí cuanto antes. Pasaba de hablarlo con ella, porque sabía que me iba a enfadar y probablemente la mandaría a la mierda. Ni me despedí ni nada, salí de allí intentando hacer el menor ruido posible.

Legué pronto a casa, porque no andaba lejos en realidad. Cuando llegué me di una ducha y desayuné algo, que después de tanto movimiento sí que tenía algo de hambre. Pensé en salir a correr, pero me acababa de duchar y me dolía un poco la cabeza, así que pasé. Como no estaba cansado, me entretuve en recoger la casa, jugar un poco con la consola o tocar la batería, aunque esto último lo dejé rápido porque me retumbaba todo.

No quise pensar más en el tema de Mónica, porque ya era algo que me aburría, pensando solamente en poner tierra de por medio al estar una temporada sin verla, porque sabía que en cuanto la viera me iba a acordar del cabreo que pillé, así que pensé que si dejaba pasar un poco de tiempo se me olvidaría y así podría hablar con ella de manera normal, ya fuera en forma de sesión, o en una charla normal, aunque tampoco me sentaba bien ser su última opción, cosa que me había pasado cada vez que ella me había buscado para hablar.

Ese enfado que tenía se vio mitigado en parte por los pequeños nervios que me empezaban a entrar por el cambio de trabajo que tenía lugar el martes. Aún tenía el lunes para ponerme en situación del todo y ultimar alguna cosa, pero el cambio iba a seguir estando ahí e iba a pasar de dar clase a un alumno a darle a varios a la vez, sin saber si se me daría bien del todo, porque al estar en grupo muchas veces se vienen arriba y no paran de hablar y querer jugar.

Yo pondría todo de mi parte para que saliera bien y tampoco debería haber ningún problema por lo que me contó la que iba a ser mi jefa, diciendo que todos los niños y niñas que iban se portaban bien en general, aunque también me tocaría darle clase a gente de otros niveles. Hasta bachillerato en concreto para empezar a coger soltura. Y si veíamos que me iba bien, pues ya me diría de ampliar a todo tipo de gente que fuera ahí para sacarse cursos de inglés, como el B1, B2, C1... De hecho, le escribí por mensaje para pasarme al día siguiente por la mañana para terminar de hablar unas cosas y para preguntarle acerca de los grupos que iba a llevar yo, para hacerme a la idea o incluso para preparar algo.

No le hice caso al móvil en todo el día y cuando lo hice me topé con alguna llamada perdida de Mónica, aunque no tenía ningún mensaje. No le iba a hacer caso, la verdad. Estaba cansado de su comportamiento. También vi mensajes en varios grupos, como en ese nuevo en el que entré del juego. Me decían que me habían echado de menos. La verdad es que se me pasó acercarme para jugar, teniendo que dejarlo para el finde siguiente, porque por las tardes iba a ser imposible al entrar a las 4 de la tarde y al salir a las 9 de la noche.

También tenía muchos mensajes en el grupo grande de amigos, aunque no los leí todos, mirándolos en diagonal porque había más de 500 mensajes y me podían dar las uvas. Curiosamente, en el de amigos más cercanos en el que estábamos Irene, Mario, Sofía y yo no había ninguno, cosa que me extrañó, aunque tampoco le di mucha importancia. También me di cuenta de que tenía mensajes de un número que no tenía registrado. Y me asustó. Pensé que sería Elena de nuevo tratando de encararme por lo que pasó en mi casa el día de Reyes, pero la foto que había era muy rara, algo de arte, como un cuadro. Nunca había visto a Elena mirar nada de eso, así que acabé abriendo el chat.

-Hola... Soy Cintia. Quiero hablar contigo.

Buah... Otra. Pasando también de responderle, y mucho menos de hablar con ella. Después de lo ocurrido el viernes en su casa no quería saber nada más de ella, por lo que la bloqueé y a otra cosa.

El resto del día me dediqué a vaguear sin hacer gran cosa. Al día siguiente fui al gimnasio a machacarme bien, porque me apetecía compensar no haber hecho nada en todo el domingo y para dejar atrás lo pasado el fin de semana, aunque tuve que volver a casa más temprano de lo que solía, porque tenía que ir a hablar con mi jefa para ultimar detalles. Me contó que le tenía que dar clase a varios grupos en los que había niños y niñas de todas las edades. Desde los primeros cursos de primaria, hasta los últimos, pasando también por la ESO y hasta Bachillerato.

En principio no tenía ningún problema, porque pese a haber dado clase solo durante un mes, me veía con capacidad para darle clases a cualquier tipo de estudiante. Esas escasas semanas me proporcionó a mi ver una experiencia para poder lidiar con aquello sin problema. Por lo menos tenía la mentalidad adecuada, y eso ya hace bastante para que la cosa termine de ir bien. Me recalcó darles caña a los grupos de Bachillerato, a los de segundo en específico por la selectividad. Le comenté que le di clase a dos chicas hacía varios meses atrás y que ambas salieron bien, aunque pensaba que en realidad casi que no necesitaban las clases e iban buscando otra cosa.

Tras una charla sobre lo que comprendía todos esos cursos, mi jefa me preguntó si se me daba bien el francés aún, porque recordaba que así era cuando me saqué allí los títulos para mejorar el currículum para cuando me pusiera a trabajar. Le comenté que llevaba tiempo sin hablarlo y que más hacia que no lo escribía, pero también que no debería tener problema, pues alcancé un nivel bastante alto. En alemán no llegué a tanto, pero el francés en su día se me daba casi tan bien como el inglés, aunque al entrar al periódico me centrara más en este último, llegando a conocer muchas palabras de las que no tenía ni idea al tener que traducirlas.

Ella me dijo que una chica que estaba estudiando algo de idiomas en la universidad necesitaba ayuda con esa lengua y que fue allí porque le pillaba cerca de la universidad con la esperanza de que la pudiera ayudar. Me comentó que ella misma era la que se encargaba de ayudarla, pero que como llevaba tantos años sin hacer nada con el francés, pues pensó en dejármela a mí. Yo en principio no tenía ningún problema, así que me quedé conforme, teniendo ya más o menos en la cabeza lo que me iba a encontrar. Me despedí de ella y salí de allí.

El resto de la mañana la pasé en el estudio de tatuajes para seguir con lo nuestro, teniendo ya bastante hecho, pero aún nos faltaba trabajo. Ese día mi tatuador estaba más charlatán de lo normal, por lo que no me aburrí ni nada. Me preguntaba en mi cabeza si Raquel tenía algo que ver en eso. Pero también pensaba en que quería volver a verla y volver a tirármela, porque el polvo que echamos fue algo que no supe aprovechar y quería resarcirme. Pero tampoco me iba a meter en una relación, por muy tóxica que me pareciera al contarme ella lo que se traían entre manos, pero tampoco iba a ser yo el que le dijera lo que tenía que hacer o cómo tenía que hacerlo, porque ahí estaba yo, aún dolido por lo ocurrido.

En lo que él me tatuaba y hablaba, Eva entró un par de veces. La primera no le hice mucho caso, pero la segunda sí que tuve que hacerlo al agacharse ella para coger algo de un armario que había en la sala, cerca de nosotros. En ese momento pude ver cómo asomaba claramente un tanga verde agua bastante fino, aunque no era de hilo. Mi tatuador se dio cuenta, porque me comentó:

-¿Te mola Eva?
-¿Eh? ¿Por qué?
-Porque le has mirado el culo.
-Joder, se ha agachado de manera muy llamativa y se le veía el tanga, ¿a dónde querías que mirara?
-Solo te pregunto.
-No es muy de mi tipo.
-¿Por? A mí me parece que está muy bien.
-No sé... Su estilo no pega mucho conmigo. Y su pelo es muy llamativo, me gustan más normalitas en ese aspecto.
-Pues tú te lo pierdes... Porque la chica es un trozo de pan.
-No digo que no lo sea.
-Y si no cuentas el pelo y su manera de vestir, ¿qué te parece el resto?
-De cara es muy guapa. Esos morritos que tiene son muy bonitos. Y de cuerpo está también bien. Algo delgada, pero es atractiva.
-Desnuda gana mucho, la verdad. Sí que se nota que está delgada. A veces se le marcan las costillas, pero vamos, que eso no es problema.
-¿Es buena en la cama?
-Ejem... -dijo riendo para que me cortara.
-Joder, ¿me preguntas esas cosas y no me respondes eso?
-Ya te dije que sí, ¿no?
-Bueno, tampoco pasa nada por decir algún detalle...
-Digamos que es muy abierta... -dijo levantándose y marchándose para volver enseguida- Y la come muy bien -remató susurrando.

Me reí y él salió un momento de la sala en la que estábamos, volviendo enseguida para seguir tatuándome. Ya cambiamos de tema y hablamos de otras cosas, sin tocar más el tema de Eva. Al final acabamos poco antes de la hora de comer. Fui a pagar, estando también Eva detrás del mostrador quedándose mirándonos a los dos. Yo la miraba de reojo viendo que se fijaba en mí. Pagué y me despedí, quedando en que volvería a la mañana siguiente. Por el camino pensé que el cabroncete de mi tatuador tenía algo que ver con eso. Algo le tenía que haber dicho para que Eva se fijara en mí como lo estaba haciendo en ese momento. De hecho, mientras comía después de hacerme algo rápido hablé con él por mensaje.

-¿Le has dicho algo a Eva de mí?
-¿Yo? ¿Por qué lo preguntas?
-Por cómo me miraba cuando estaba pagando.
-No me he dado cuenta, la verdad.
-Claro, te ciegas con el dinero y no te enteras ni de media.
-Pues claro, si me estás haciendo de oro, jajajaja.
-Entonces, ¿no le has dicho nada?
-A ver... Algo ha pasado.
-¿El qué?
-Has visto que ha estado entrando alguna vez, ¿no?
-Sí.
-Pues cuando he salido me ha agarrado del brazo para hablar.
-Huy...
-Que no es nada malo, coño.
-A ver...
-Me ha preguntado por ti, así directamente.
-¿El qué?
-Pues si yo creía que ella te molaba.
-Ah...
-Que ha entrado una vez y te ha visto y la otra vez que ha entrado ha buscado provocarte un poco. Y creo que lo ha conseguido, ¿no? Jajajaja.
-Solo me he fijado un poco. Cualquiera lo habría hecho.
-Ya, eso es verdad.
-Conque te ha preguntado por mí...
-Pues sí. Diría que le atraes. Pero ella no es de relaciones.
-Ni yo busco una.
-Ya, ya lo sé. Y se lo he dicho.
-¿Y qué te ha dicho ella?
-Se ha reído y me ha dicho que ya la conozco, que no sabía por qué le salía por ahí. Me ha preguntado también si tenías novia.
-¿En serio?
-Sí. Creo que va a ir a por ti.
-Tampoco es un problema.
-Yo solo te aviso de lo que hay. Ya tú haz lo que veas.
-Ya.
-Pero una cosa sí que te voy a pedir.
-Dime.
-Eva es muy buena amiga. Si acaba pasando algo entre vosotros, cuida de ella, ¿vale?
-¿Cuidar?
-Me refiero a que uséis protección, a que la trates bien y esas cosas.
-Ah, coño... Creía que te referías a otra cosa.
-¿A qué?
-No sé. Me había parecido que a lo mejor tenía un problema o algo.
-No, no. Para nada. Solo que tengáis cabeza.
-Sí. No te preocupes. Dale mi número si eso para que me hable.
-¿Quieres que se lo dé?
-Sí. ¿Por qué no?
-Vale. Esta tarde cuando volvamos al lío le digo.

Dejamos de hablar y terminé de comer tranquilamente. Después de reposar la comida estuve un poco aburrido sin saber qué hacer. Lo único que me apetecía era hacer algo de ejercicio, por lo que regresé al gimnasio de nuevo para machacarme un poco más. Imaginaba que así luego podría dormir mejor al cansarme más. Incluso corrí una hora después de salir de allí, dando una buena vuelta mientras escuchaba música. Al regresar me di una ducha rápida y estuve jugando un poco para cenar después, con bastante hambre después de haber quemado mucha energía. Tras cenar cogí el portátil para ver material para poder trabajar mejor al siguiente día.

En concreto para ver lo que estaban viendo en clase, porque no estaba del todo seguro con algunos cursos. Lo encontré de momento todo y me miré por encima el contenido que tenían que estar dando en clase. Mi idea era presentarnos e ir ayudándoles con los ejercicios, para ver si todos iban al mismo ritmo, ya que suponía que irían niños y niñas de diferentes colegios, y por ende, de diferentes clases. Si al final todos resultaban ir por el mismo camino, ya me encargaría también de explicar lo que estuvieran dando en clase para que lo repasaran para enterarse bien y también para los rezagados que no prestan mucha atención en clase. Una vez preparado todo lo de inglés fui a ver lo de francés, pero me empezaron a llegar mensajes.
 
Capítulo 381

-Hola, soy Eva. La del estudio de tatuajes. Es que... A ver. Me has llamado la atención y era por si podíamos hablar.
-Buenas noches -contesté en cuanto vi los mensajes-. Sí, algo me han dicho, jajaja.
-¿Se ha chivado? Jajajaja. Será cabrón...
-Ha sido solo un poco. No te preocupes 😜
-No, si no estoy enfadada con él. Si no fuera por él, no estaría hablando contigo ahora mismo.
-Eso es verdad. Es que he visto cómo me has mirado cuando me he ido hoy y le he preguntado si él tenía algo que ver y hemos estado hablando un poco.
-Am... Pues no. Solo le he preguntado, pero él no tenía nada que ver.
-Am, ¿entonces?
-A ver... Me he fijado en ti, ¿sabes? Jajajaja.
-Ya. Hasta ahí llego, jajaja.
-Voy a serte sincera. Me pones. Y verte por allí sin camiseta ni nada en la parte de arriba pues... Una no es de piedra.
-Ah... Eso es, ¿no?
-Sí. Eso y algo que me ha dicho un pajarito.
-¿Quién? No caigo.
-Seguro que sí.

Me quedé pensativo unos segundos, pero no terminaba de caer. Ella me puso unos emoticonos de risa al ver que no terminaba de enterarme. Pero de repente se me iluminó la mente.

-¿Raquel?
-¡Por fin! 🤣🤣🤣
-¿Se ha ido de la lengua contigo?
-Hala, hala... A ver. Que solo ha sido un comentario.
-A saber qué comentario te ha hecho, jajaja.
-Bueno, ha sido uno bueno.
-Ah... Menos mal.
-Mira, es que ella y yo somos muy amigas. Si salimos juntas de fiesta.
-Huy...
-¿Qué pasa?
-Esas salidas de fiesta... Vosotras dos tenéis que tener mucho peligro... Jajajaja.
-Yo no digo nada... 🙊
-Jajaja. Me gustaría saber una cosilla.
-¿El qué?
-Bueno, en realidad dos.
-Venga, pregunta.
-La primera que me gustaría saber es qué te ha dicho de mí.
-Bueno... Me ha contado algo de lo que pasó cuando fuisteis a su casa.
-Ya... Algo. Me huele que te lo ha contado todo.
-Vale, llevas razón. Me ha contado todo lo que pasó.
-¿Y por eso me has mirado más y eso?
-Un poco, sí. Me ha comentado que estás muy bien. En todos los aspectos, jajajaja.
-Pero bueno... Jajajaja.
-Y pues la verdad es que tengo curiosidad. Sobre todo, porque me ha dicho que eres un poco tímido, aunque no lo aparentas.
-¿Tímido?
-Sí, como que estabas cortado todo el rato.
-Ah... Es que fue todo muy de sopetón
-Pero si fuiste tú el que dio el paso, ¿no?
-Sí. Fui yo. Pero no me esperaba hacerlo.
-No te entiendo.
-Yo tampoco me entiendo. Pero bueno, hecho está.
-Pues me ha dicho eso y he pensado que yo podría espabilarte, jajajaja.
-¿Cómo? A ver si te vas a llevar una sorpresa...
-Huy el machito... 🤣🤣🤣
-Ya te he dicho que fue todo muy rápido y repentino para mí. De hecho, me arrepiento de no haberlo disfrutado como debería haberlo hecho.
-Pues...
-Ya. Ya lo sé. No vamos a hacer nada, pero me encantaría volver a follar con ella. Por cierto, me enteré de que tenía novio cuando acabamos. No te vayas a pensar...
-Ya lo sé. Pero a mí eso me da igual. No te preocupes. Yo tengo una relación muy abierta y sé diferenciar sexo de lo demás.
-Guay.
-¿Y qué es la otra cosa que querías saber?
-Pues si os habéis enrollado o algo.
-Jajajajajajajaja. Anda...
-Tengo curiosidad.
-Eso ya es más...
-No me parece justo que vosotras hayáis hablado de mí y yo no pueda saber esa tontería...
-Es que con ella tengo mucha confianza. Contigo apenas.
-Pues ya estamos hablando, ¿no?
-Pero esto es muy frío.
-Ah, que quieres que quedemos, ¿no?
-No lo decía con esa intención, pero si me lo propones... Jajajaja.
-¿Cuándo quedamos? A ver...
-Mmmm... Pues no sé. Yo es que trabajo de lunes a viernes por la mañana y por la tarde. ¿Este sábado?
-Vale, me parece bien.
-Pues este sábado nos tomamos un café y hablamos, aunque te veré antes por el estudio, ¿no?
-Sí.

Dejamos de hablar y ya tenía plan con ella a lo tonto. No era mi tipo del todo, pero tampoco le iba a hacer ascos, porque fea no era.

Seguí un rato con lo de francés, mirándome algún vídeo para coger soltura con el idioma de nuevo, porque hacía bastante que ni siquiera lo oía. Incluso me puse a hablar solo para practicar y parecer más fluido al hacerlo. También escribí cosas en una libreta y así se me pasó un buen rato hasta que para cuando me di cuenta ya era bastante tarde, por lo que me acabé yendo a la cama. Me disponía a descansar, pero tuve un escalofrío por un segundo. ¿Y si esa chica que necesitaba ayuda con el francés era Noelia? Según me dijo mi jefa, era una chica que estaba estudiando idiomas, justo como hacía Noelia en su carrera de turismo.

Recordé cómo en esas últimas semanas me pidió ayuda con algunas palabras, entre las que se encontraban varias de ese idioma. ¿Pero ella lo hacía porque realmente necesitaba ayuda? ¿O lo hacía porque quería provocarme? No tenía ni idea, pero deseaba que no fuera ella. Pensé en hablar con mi jefa para preguntarle por su nombre, pero ya era algo tarde y quedaría raro que le preguntara por ella, así que no lo acabé haciendo. Pensaba que no iba a poder dormir bien, pero pude hacerlo mejor de lo que imaginaba, seguramente por ese sobreesfuerzo que hice al estar tanto tiempo en el gimnasio.

Al día siguiente por la mañana me levanté con la misma preocupación, pero poco podía hacer en realidad. Me daba mucha cosa preguntarle a mi jefa acerca de ella. ¿El primer día y ya empezaba a dar problemas? No, quería hacer las cosas bien. Tras desayunar me marché al gimnasio para la sesión de deporte que llevaba ya tiempo haciendo y luego a correr por las afueras de la ciudad, volviendo de la misma manera a casa. Ducha, y al estudio de tatuajes. Había asentado una rutina que cumplía seriamente. Y me encontraba muy a gusto.

Estar todo el día moviéndome me permitía evadirme mucho de los problemas que venía arrastrando desde mi cumpleaños, hacía ya casi 4 meses. Si me hubiera quedado en casa como hice después de la ruptura, sin hacer nada, estando todo el día pensando, me hubiera hundido en la miseria. Por suerte eso no acabó ocurriendo y parecía estar encarrilando mi vida más o menos. Aún me quedaba mucho para acabar donde me hubiera gustado alguna vez, aunque en realidad después de todo lo ocurrido no sabía muy bien qué es lo que quería hacer con mi vida. Tampoco me preocupaba mucho en ese momento. Lo único que me apetecía era disfrutar después de haber sufrido tanto.

En el estudio seguimos con los tatuajes, con mi tatuador dándome conversación e interesándose por cómo había ido la cosa con Eva, quien por cierto vi de pasada y me miró con una pequeña sonrisa en la boca, aunque luego se pasaría por la sala en la que estábamos para saludar. Le comenté que la cosa había ido normal, sin llegar a quedar en nada. Solo que nos veríamos el sábado para tomar un café, porque ambos trabajábamos y no teníamos mucho tiempo libre, sobre todo ella que también lo hacía por la mañana. A él le pareció genial, aunque me recordó aquello de que la tratara bien y esas cosas. Sabía que me lo decía porque le importaba bastante, pero también me daba por pensar que Eva tenía algo como para que fuera con cuidado con ella. Incluso pensé que podría estar colado por ella, cosa que le pregunté directamente.

-Oye, ¿y no te gustará Eva?
-¿Eh? Jajajaja.
-Ríes, pero no desmientes.
-Bueno... A ver...
-Vaya, que he dado en el clavo.
-Espérate. No corras tanto.
-A ver, dime.

Se levantó para abrir la puerta y asomarse, volviendo después de cerrarla bien.

-Joder, no me jodas... -dije al ver lo que hacía.
-Mira. Cuando conocí a Eva me fijé mucho en ella. La conocí de fiesta y me lie con ella.
-Ajá.
-Ambos teníamos tatuajes y nos pusimos a hablar, dando la casualidad de que los dos nos dedicábamos a esto. Y bueno, decidimos montar un estudio.
-Vale, ¿y qué pasó?
-Pues ya te dije, ¿no? El roce hace el cariño.
-Sí. Eso me dijiste. Pero no que estuvieras pillado por ella.
-Yo es que soy muy tonto. Muy enamoradizo. Y pues sí. Me pillé de ella.
-Claro.
-Y follamos, y follamos... Y luego me enteré de que tenía novio.
-Vaya...
-Y bueno, ahí quedó la cosa.
-¿Y no fue a más al verla todos los días?
-Bueno, lo pude parar más o menos.
-¿Cómo lo hiciste?
-Pues dejando de follar con ella.
-¿Así? ¿De sopetón?
-Bueno... De vez en cuando caía algún polvo. Sobre todo, cuando salíamos de fiesta y me emborrachaba.
-¿Te pasa con ella como con Raquel?
-Mmmm... -dijo pensativo- No. Con Raquel lo que tengo es una obsesión que no se me va.
-Joder, ¿todavía sigues así?
-Sí. Y ahora llevo sin verla ya un tiempo. Desde la última vez que estuvo aquí con nosotros de hecho.
-¿Sí? -dije haciéndome de nuevas.

Entonces él se puso a contarme una anécdota que tuvo con Eva, aunque no le presté mucha atención, porque yo sabía cómo se tenían que hacer las cosas con Raquel. Sí escucharla y tratarla como a una persona normal sin mirarle todo el rato el cuerpo me había funcionado a mí sin conocerla, quizá a él también le serviría. ¿Pero estaría bien darle ese punto de vista para que lo siguiera intentando sabiendo que ella tenía novio? Bueno, él le había puesto los cuernos en varias ocasiones según me había contado Raquel y ella también lo había hecho, aunque no sabía si solo había sido conmigo. Creía que no debía hacerlo, pero este chico me caía muy bien y sabía que no era mala gente. Un poco baboso quizá, pero tenía muy buen fondo.

-¿Tendrías una relación con ella? -le pregunté cuando acabó de contar la anécdota.
-¿Con quién?
-Con Eva.
-Bueno... Ella tiene un concepto un poco diferente de las relaciones.
-Ya. Se ha puesto muy de moda eso.
-Mmmm... No sé. Si ella estuviera sola, probablemente le diría de tener algo y ser una pareja.
-Pero...
-Sí. Pero no sé cómo llevaría eso de una relación abierta...
-¿Eres celoso?
-No. Sé que no, porque ya he tenido alguna novia y algún amigo pues se acercaba, le tocaba el culo de vez en cuando y tal y no.
-¿Y lo de follar con otros cómo lo ves?
-Ni idea. No sé cómo lo llevaría. Quiero mucho a Eva, pero no sé si podría sobrellevar eso si fuéramos pareja. Imagino que lo intentaría y ya pues si veo que no, se lo digo y se acaba lo nuestro. Pero por intentarlo, que no quede.
-Me gusta cómo piensas.
-Hay que tener la mente abierta.
-¿Y con Raquel?
-¿Una relación con Raquel?
-Sí.
-No tengo ni idea. Diría que no. No sé... No lo veo, la verdad.
-Entonces solo te quieres ir a la cama con ella, ¿verdad?
-Sí. Eso sí que lo quiero. Tener una relación con ella suponiendo que corta con el novio... No creo.
-¿Y por qué crees que no te la has podido llevar a la cama?
-Por su novio. Porque no quiere engañarle.
-¿Tú crees?
-¿Y esa pregunta? ¿Sabes algo?
-No. Solo te pregunto.
-Alguna vez la he visto de fiesta y he visto que baila con varios chicos. Pero de ahí a follárselos...
-¿Conoces al novio?
-La vi morreándose con uno una vez. Supongo que sería él.
-No sé, lo mismo debieras quitártela de la cabeza.
-No, si ya poco la tengo, ¿no ves que apenas la veo?
-Pues a lo mejor es por algo.
-¿Crees que se me nota demasiado? A lo mejor por eso ya no viene tanto...
-Puede ser. No lo sé. Lo mismo deberías mirarla más a los ojos y menos a las tetas. Y olvídate de proponerle cosas cada dos por tres.
-Ya. A las chicas no le gustan los babosos.
-Ahí estamos.
-Solo me ha pasado con ella en realidad. Es que es tan... No sé.
-Pues relájate, anda. Que puede que la estés incomodando.
-Ya.

Al final acabamos la sesión a la misma hora de siempre, yendo a pagar y quedando para el día siguiente. Al irme, Eva se despidió de mí diciéndome adiós con retintín, haciéndolo yo de la misma manera con ella. Regresé a casa para comer tranquilamente y prepararme para ir a la academia para empezar las clases. La primera fue muy bien, siendo alumnos de segundo de la ESO, por lo que aún se portaban bien en general. Quizá mi estatura ayudara a hacerme respetar, porque varios se quedaron muy cortados o callados. Aun así, yo hice por donde para que participaran y para que se les hiciera llevadero. Y lo conseguí en gran medida, aunque no hiciéramos mucho, porque me propuse conocernos mejor para ir cogiendo confianza y hacerlo así más fácil para las siguientes clases.

Así se pasó la primera hora, sin ningún problema ni nada, aunque algo de tensión tendría cuando mi jefa me dijo que la siguiente hora me tocaba con la chica esta que necesitaba ayuda con el francés. Así que la esperé en la clase en la que yo le encontraba rezando que no fuera ella pese a no ser creyente ni nada. Al tener la puerta abierta oí como mi jefa saludaba a una tal Noelia. Me quedé blanco al oír ese nombre. "Que no sea ella, por favor. Que no se me joda la cosa ya el primer día de trabajo..." pensaba todo el rato.

Pero no acababa de entrar nadie. Parecía que simplemente era una casualidad y que una chica de las que venía a esa hora a otra clase se llamaba así. Cómo no venía nadie, me levanté para echar un ojo en las otras clases por si por casualidad podría ser ella en realidad, pero eso era imposible, porque todos los niños y niñas que había en ese momento no llegaban a bachillerato. Qué descanso me entró en el cuerpo al ver que no estaba por allí. Bastante contento regresé a mi clase, sentándome para mirar el móvil mientras esperaba que viniera. Y lo acabó haciendo. Oí como se abría la puerta que daba a la calle y se acercaba. De nuevo me puse nervioso conforme oía los pasos cada vez con más claridad, pensando lo mismo que hacía pocos minutos.

-Perdón, perdón -decía desde fuera de la clase.

Al oír esa voz noté como si me quitaran una losa de 20 kilos de encima. No era la voz de Noelia y eso me hizo ponerme muy contento y con ganas de seguir trabajando. Y esa voz me dio curiosidad, porque me gustó bastante. Segundos después entró la chica por la puerta, medio cortada por haber llegado tarde.

-Lo siento, es que el autobús...
-No pasa nada. No has tardado ni 10 minutos. No te preocupes.
-Me llamo Andrea -dijo tímidamente una vez se sentó.
-Yo soy Javi. Encantado.
-Es que no soy de aquí. Vivo en un pueblo que está a media hora de aquí y el autobús a veces se retrasa.
-No hay problema, de verdad.
-Tú vas a ser mi nuevo profe, ¿no?
-Sí.

Estuvimos unos minutos hablando, empezando por conocernos mejor. Me contó que estaba estudiando primero de filología inglesa y que ya le estaban exigiendo un segundo idioma y tiró por francés. El problema que tenía era que en el instituto no había dado mucho francés, porque tiró por otra opción, por lo que ahora necesitaba ayuda para poder sacarlo. Me contó que se le daba muy bien el inglés y que por eso había decidido entrar a esa carrera que tampoco pedía mucha nota en Selectividad. Y como tanto la literatura como la historia se le daban bien y en la carrera iba a haber mucho de eso, pues no se lo pensó mucho. Para ver cómo iba en inglés le hable un poco en ese idioma, porque quería ver cómo se manejaba con él. Y efectivamente sabía hablarlo. Y bastante bien. De hecho, ambos nos quedamos sorprendidos por cómo lo hablábamos cada uno.

Ella me dijo que no se esperaba que lo hablara así. Me reí preguntándole qué esperaba al ir a una academia que se especializaba en inglés. Me respondió que lo hablaba de manera fluida y que tenía hasta acento, riéndose de algún profesor que tenía en clase porque parecía que no se esforzaban mucho. Así estuvimos charlando un poco de cómo le iba en clase, teniendo algún que otro profesor algo capullo y bastante pasota. Una vez comprobado el inglés, pasé al francés, preguntándole algo en ese idioma. Ella me miró con cara de estar flipando, porque según ella también de me daba muy bien. Me decía que se parecía mucho a cuando se ponía películas en ese idioma para ir cogiendo dicción. Pero no me pudo responder, porque no tenía mucha idea. Le dije que no se preocupara y que lo sacaríamos fácilmente, porque me informé y sabía que no pedían mucho nivel.

Físicamente, Andrea era una chica pelirroja, con una melena mediana tirando a larga la cual era bastante lisa, con alguna ondulación y que la llevaba con la raya al medio. Era una chica robusta, o gordita, aunque no era una gordura fea, pues tenía unas curvas bonitas. Tampoco podía ver mucho por cómo iba, pues al estar en invierno llevaba bastante ropa. De la parte de arriba no pude distinguir mucho si tenía unos buenos pechos al llevar un jersey ancho que le quedaba holgado, pero tampoco se intuían unas tetas grandes. De lo que sí me percaté era de su culo al quitarse el abrigo y dejarlo sobre la silla. Al hacerlo se le levantó un poco el jersey y pude ver como tenía un culo enorme y redondo bajo esos leggings negros. Bastante bonito en realidad. Aunque solo lo vi durante un par de segundos, pues rápidamente tiró de su jersey hacía abajo para tapárselo bien.

Parecía tener buenos muslos también. Y cuando digo eso me refiero a que eran gorditos. También vi que iba con unas zapatillas de deporte blancas con una gran suela, realzando su altura, la cual no era poca. Descalza debía medir 1,70 de altura. De cara se me hacía agradable de ver. No era la chica más guapa que había visto en mi vida, pero fea no era. Ni mucho menos. Tenía una cara normal, en la que destacaba sus pómulos, los cuales se marcaban bien, quedando bastante bonitos. Y también sus labios, porque eran gorditos y carnosos. Sus cejas también eran pelirrojas, lo que me indicaba que era natural. Y sus ojos eran algo rasgados, sin llegar a ser achinados tampoco, aunque al llevarlos con un rabillo en los ojos daba la impresión de que los eran. De color eran marrones, muy parecidos a los míos en realidad, aunque ella llevaba sobre ellos unas gafas de lentes redondas y grandes. De vez en cuando sonreía y veía como se abría su boca, dándome cuenta de que tenía tampoco una dentadura perfecta, pues algunos dientes los tenía torcidos, pero tampoco se me hacían feos.
 
Capítulo 382

La clase consistió en hablar de cómo le iba en la universidad y lo que le pedían de ese idioma. Me contó que en los exámenes de febrero aprobó de milagro esa asignatura y que era algo que le preocupaba por bajarle la media. De nuevo, yo la tranquilicé diciéndole que lo sacaríamos sin problema, aunque tendría que esforzarse, pues casi que tenía que aprender las bases de un idioma en muy poco tiempo, cuando debería haberlo hecho en secundaria. Ella estaba dispuesta, así que empezamos por lo más básico, con los tiempos verbales en presente, pronombres, algunas palabras de vocabulario muy básicas... Mientras escribía, me fijaba en sus manos, con esos dedos un poco rechonchos. No sabía dónde mirar mientras ella tomaba apuntes, así que me centré en ellas y en su cara, viendo lo concentrada que estaba. Al final nos cundió bastante, porque pudimos hacer bastante más de lo que tenía planeado. Quedamos en vernos el jueves, porque tendría clase con ella los lunes, martes y jueves.

También le dije que era muy buena idea eso de verse películas y series en el idioma para ir familiarizándose con él. Ella acabó muy contenta, dándome las gracias por haberla ayudado tanto, diciéndome bajito que habíamos hecho bastante en una clase en comparación al mes que había echado antes de que yo llegara. Al irse se despidió hasta el jueves. La verdad es que me levantó mucho el ánimo como fue la cosa con ella y también por lo simpática que era. Las siguientes clases fueron en consonancia con las otras dos. Todos muy cortados, presentaciones y algo de ayuda para resolver ejercicios, aunque no tuve que explicar nada para todos, pero era algo que iría haciendo al coger más soltura. No regresé a casa muy cansado para haber estado 5 horas sin parar de hablar y pendiente de todos, por lo que llamé a mi madre para contarle cómo había ido la cosa. Ella estaba encantada con todo lo que le decía, dándome la enhorabuena y diciéndome que no se podía alegrar más por mí.

También puse un mensaje en el grupo de amigos más cercanos, diciendo que había superado el primer día. En cuando lo puse dijeron de hacer una videollamada en la que tuve que explicarles cómo había ido todo con detalle. Así se me pasó un buen rato mientras cenaba en compañía de ellos, marchándome luego a la cama para descansar, aunque no podía dormir. Quizá era por el subidón, o por lo de siempre. No tenía ni idea. Para intentar coger sueño miré el móvil, porque no le había hecho mucho caso en toda la tarde. Había mensajes de grupos y le eché un ojo, pero nada reseñable. Mónica me salía que estaba en línea, pero no me había dicho nada después de lo ocurrido el sábado. Mi cabreo se había pasado bastante, pero aún no me apetecía hablar con ella.

Al día siguiente me levanté para empezar un nuevo día en esa rutina, pero hubo algo que se salía de ella. Y es que al regresar de hacer ejercicio y ducharme para irme al estudio de tatuajes, me encontré a Cintia al abrir la puerta. Estaba tan cerca de ella que me asustó. Y más con esa cara sería que traía.

-Joder, qué susto, coño...

Cintia no movió ni un pelo, permaneciendo en esa misma postura, con el mismo gesto serio e inquebrantable.

-¿Qué haces aquí?

Pero no respondía, mirándome fijamente a los ojos. Me estaba dando hasta mal rollo cómo lo hacía. Y más teniendo en cuenta lo que pasó en su casa, siendo algo bastante acojonante en realidad.

-¿Me vas a responder? ¿Qué haces aquí?
-Quería hablar contigo -dijo al fin.
-Ah. Pues yo no. Después de cómo me has tratado, no te lo mereces.

Me moví para salir, cerrado la puerta y subiendo por la calle para ir hacia el estudio. Cintia me siguió y me cogió de la muñeca con fuerza para darme la vuelta.

-Déjame hablar contigo -dijo seriamente mirándome a los ojos.
-¿Crees que te lo mereces?

Cintia permaneció callada, sin decir nada, aunque su mirada no cambiaba, porque clavaba sus ojos en mí de manera inquisidora.

-Tengo prisa -seguí-. Así que, si vas a estar sin decir nada, me voy.
-Espera.
-A ver...
-Mmm... ¿Podemos hablar cuando tengas tiempo?
-Es que no estoy seguro de querer hacerlo. No me gustó nada lo que pasó en tu casa. Ni antes de que llegáramos, de hecho.
-Por eso. Quiero hablarlo bien para aclarar alguna cosa.
-Mmm... No sé.
-Va. Me paso esta tarde.
-Imposible. Estoy trabajando.
-Pues por la mañana.
-Estoy ocupado también. Tengo que ir a muchos sitios.
-Bueno, pues cuando puedas -dijo con molestia.
-No lo veo, la verdad... Aún no te has disculpado ni siquiera. Eso ya dice mucho de ti.
-Es lo que te estoy diciendo. Quiero hablar contigo, pero no lo quiero hacer con prisas ni por mensaje o llamada.
-Pfff... ¿Me la vas a liar?
-No. Quiero hablar.
-No sé... Déjame pensarlo.
-No es justo que no me des la oportunidad.
-Tampoco es justo lo que tú me has hecho.
-Que sí, que ha estado mal. Bueno, luego me avisas para hablar. Desbloquéame, anda y así me avisas.

Y después de decir esas últimas palabras con un aire chulesco se fue. Esta chica había cambiado mucho. No había ni rastro de aquella Cintia que conocí en la universidad. De una chica alegre, amable, cercana e incluso algo tímida había evolucionado a una totalmente diferente. Ahora era muy seria, muy mandona, con ese aire chulesco y de superioridad, mirándote todo el tiempo por encima del hombro. ¿De verdad quería volver a hablar con ella? ¿Para qué? Si ya estaba todo dicho. Lo mismo esa noche se puso nerviosa y reaccionó de manera exagerada con todo ese circo que montó.

A lo mejor se pensaba que yo era solo uno más de los que pasaba por allí con esa intención. Es verdad que su actitud era muy firme y dominante, pero no imaginaba que la cosa fuera por ahí. Pensaba que aún estaba molesta, cosa que también pasaba por comentarios que hizo. Pero lo último que se me hubiera ocurrido era que le fuera ahora ese rollo de sumisión. Y no para ella, porque según lo que dijo era ella quien llevaba las riendas en la situación. Casi que no me podía creer que ahora le fuera eso. No me la imaginaba encerrando a alguien en ese cepo que tenía junto a la cama y follándoselo con un arnés.

Decidí dejar de pensar en eso mientras me marchaba hacia el estudio. Ya pensaría si quería hablar con ella con detenimiento. No quería perder el tiempo y quería llegar a tiempo a la cita. Una vez allí se me venía a la cabeza esta chica, porque la verdad es que no solo había cambiado en forma de ser. Físicamente también lo había hecho como ya comprobé en nuestro reencuentro, pero también lo había hecho en su manera de vestir. Ese día una bastante guapa, con un abrigo de paño beige, al igual que sus botines altos, llegando también unas medias negras bastante tupidas.

Esta vez llevaba su pelo suelto, aunque no llevaba su melena lisa como en antaño, sino que lo llevaba con algunas ondulaciones. De hecho, me recordó bastante a Irene en su peinado, solo que Cintia era rubia. De bote, pero rubia. De hecho, ahora que lo pienso, lo único que no cambiaba en ella era que seguía llevando esa raya negra en los ojos, además de ese pequeño rabillo. Aunque ahora también llevaba sus labios pintados de un rojo intenso, de manera bastante diferente a esos años en los que nos veíamos, porque, de hecho, era muy raro que los llevara con maquillaje y cuando se lo ponía lo hacía de manera muy discreta.

Mi tatuador me notó más callado de la cuenta. Bueno, la verdad es que no hablé nada, y él evidentemente me preguntó. Le conté lo que me ocurría, siendo en parte compañero de confesiones. Él me había contado sus cosas y ahora yo también lo estaba haciendo. Le conté lo que me pasó cuando me reencontré con Cintia y evidentemente lo ocurrido minutos antes de llegar allí. Él se reía y flipaba por igual. Me preguntaba por mi opinión, pero es que en realidad no sabía qué decirle. Evidentemente le dije que estaba medio loca, aunque él me dijo que lo estaba entera.

Quizá tenía razón y yo le ponía menos importancia al verla tan guapa y atractiva. Finalmente me preguntó qué iba a hacer, por aquello de darle una oportunidad para hablar. No le supe dar una respuesta, pero hablar no hacía daño, ¿no? Él me dijo que no, pero que con una chica así de rara, nunca se sabía. Sin llegar a decidirme aún me marché de allí, después de alguna mirada de Eva, quien casi parecía interrogarme con la mirada, aunque le quité importancia con un gesto.

Después de comer y reposar un poco sin llegar a pensarlo por querer ir con la mente despejada, fui a trabajar, conocido a más alumnos y alumnas. Al igual que el día anterior, todo fue bien, aunque esta vez sí que había alguno más problemático que hablaba más de la cuenta o que era un poco impertinente, pero lo solventada sin problemas llamándole la atención.

Tras una tarde intensa de trabajo en la que ya sí noté algo más de cansancio, regresé a casa, tendiéndome en el sofá un rato e incluso pidiéndome algo para cenar, porque no me apetecía nada meterme en la cocina. Tras cenar y descansar un poco, recogí lo que ensucié y me eché de nuevo para descansar. Miré el móvil y tenía varios mensajes además de los que tenía en los grupos. El primero que vi fue el de Mónica. Me preguntaba si podíamos hablar y no sabía muy bien si quería hacerlo. Otra que quería hablar. Joder, parecía que se ponían de acuerdo.

-Dime -le acabé poniendo.
-Me gustaría hablar contigo. Es por lo de del sábado. Me gustaría comentarte alguna cosa.
-No sé si es buena idea.
-¿Por?
-No sé... No parecías contenta al despertarte.
-¿Te diste cuenta?
-Sí. Estaba despierto.
-Joder... Lo siento. No quiero que pienses que no... A ver... Que estuvo bien.
-No me hizo mucha gracia tu reacción. No sabía que te diera tanto asco para ponerte así.
-No, no. Eso no es así.
-¿O es que ibas tan borracha que no te acordabas de que te acostaste conmigo?
-No. Tampoco es eso.
-¿Entonces?
-¿Podemos vernos mañana para hablar?
-Estoy muy ocupado.
-Por favor. Es importante que lo hablemos.
-¿Por qué?
-Porque hay que dejar algunas cosas claras.
-Por la tarde no puedo quedar.
-Pues por la mañana. ¿A qué hora puedes?
-Sobre las 9.
-Vale. Perfecto. ¿Desayunamos juntos y hablamos tranquilamente?
-Me da lo mismo.
-Estás enfadado.
-A ver, dando palmas no estoy...
-Por eso te dijo de hablarlo, Javi.
-Vale mañana nos vemos a las 9.
-Perfecto. Que descanses.

Dejé de hablar con ella pensando en eso de quedar al día siguiente para hablarlo. Misma situación con dos chicas, pero qué diferentes eran amabas. Mónica se llegó hasta a disculpar sin haber hecho ni una décima parte de lo que hizo Cintia, mientras que ésta ni siquiera lo había hecho después de lo ocurrido en su casa y lo cual aún me tenía flipando.

Tras hablar con Mónica por mensaje durante unos breves minutos, me di cuenta de que Mario me había abierto conversación, cosa que me extrañó porque teníamos el grupo de amigos y ahí lo hablábamos todo entre nosotros, sin llegar a necesitar hablarnos por privado para nada, por lo que me metí rápidamente en el chat pensando que sería algo serio. Una vez entré me encontré las mismas palabras que me habían dicho ese día de manera repetida. Me preguntaba si podíamos hablar. Vaya día de hablar... Evidentemente le dije que claro, siguiendo de si estaba todo bien. Él optó directamente por llamarme una vez abrió el mensaje segundos después.

-¿Qué pasa, Mario? -pregunté preocupado.
-Nada, nada, coño. No te preocupes.
-Joder, yo qué sé.
-¿Cómo vas?
-¿Para eso quieres hablar? No me jodas...
-Jajajaja. Espera coño.
-Yo voy bien. Estoy de puta madre. El trabajo va muy bien. Ostia, ¿y tú? ¿Cómo vas? Que estabas fuera, ¿no?
-Me alegro de que te vaya bien, tío. Pues por eso justo te decía de hablar. Me va muy bien, pero llevo ya unos días fuera de casa y la cosa se está alargando.
-¿Sí?
-Sí. De hecho, no sé cuándo voy a volver.
-No jodas...
-A ver, que no voy a estar meses fuera. Ni siquiera semanas, pero no sé qué día voy a volver y supuestamente era este finde. A Irene le jodido que no vuelva todavía. Está un poco de aquella manera...
-Normal. Si ya os pasó. Pero mira el lado bueno, cuando vuelvas... Jajajaja.
-No, si eso ya lo sé. Vamos a morirnos follando. Y ganas tengo que no veas, que llevo a dos velas desde que me fui.
-¿No has hecho nada con nadie allí?
-No. Eso ya se acabó para nosotros. Podemos meteros a vosotros, que sois amigos muy cercanos, pero meter a gente que no conocemos de nada... No. La verdad es que era divertido cuando lo hicimos las primeras veces, pero estamos en otra etapa.
-Entiendo.
-Pero te quería pedir una cosa.
-¿El qué? -pregunté algo nervioso.
-Te quería pedir a ver si puedes pasarte este finde por casa para hacerle compañía. Es que Sofía también se va a casa de su madre y no quiero que Irene esté tan sola. No va a tener a nadie a nadie de los más apegados allí.
-¿Compañía?
-Sí, salir con ella a tomaros algo. Hacerle compañía
-Ah, claro.
-Pues solo era eso.
-¿Y cómo lo llevas tú?
-Bueno... Yo no me pongo tan así, pero también la echo de menos.
-Normal.
-La pobre, que siempre viene para poder comer juntos y lo hace tan contenta. La veo tocadilla ahora que llevamos unos días sin vernos.
-Joder. Es que, porque me lo dices tú, pero no os veo tan así, ¿sabes?
-Porque te fijas más en otras cosas, jajajaja.
-Puede, pero a lo que voy es que no lo exteriorizáis mucho.
-Bueno, nos gusta más en la intimidad.
-¿Sois ñoños estando solos?
-De vez en cuando. Cuando toca.
-Joder cuando vuelvas... Jajajaja.
-Estoy deseando. Me da que va a ser más intenso que la otra vez. Fue una mezcla de todo...
-Duro y suave, ¿no?
-Ufff... Se me está poniendo hasta dura de solo imaginarlo.
-Jajajaja. Te estás matando a pajas, ¿no?
-Joder... Parece que tengo otra vez 17 años, tío. Me levanto con unas empalmadas... Todos los días caen dos pajas por lo menos. Hacemos mucho sexo telefónico, pero es que no es lo mismo.
-Pero hace un poco el apaño.
-Lo mejor del sexo telefónico es cuando conoces a esa persona. Las primeras semanas es la ostia.
-Eso es verdad.

Seguimos hablando un rato de otras cosas, contándome él detalles de su trabajo, al igual que hacía yo del mío. Hasta me llegó a preguntar si había alguna chavala guapa por ahí, pero le dije que eran todas unas niñas, aunque Andrea no lo era del todo, pues me demostró bastante madurez en la escasa hora que estuvimos juntos por como hablaba y se expresaba. Tras un rato de charla nos despedimos quedando que le diría yo a Irene de salir el fin de semana para darnos una vuelta, aunque le dije a Mario que no comentara nada para que le pillara por sorpresa.

Al rato de esa llamada, llamaron a la puerta de mi casa. Fui a ver quién era algo extrañado por las horas que eran, pues ya habían pasado algunos minutos de las 11 de la noche y hacía mucho frío. Resultó ser Cintia, quien estaba exactamente igual que por la mañana. Misma ropa, misma postura y misma cara, con esa mirada sería e inquisidora.

-¿Otra vez por aquí?
-¿Te has decidido ya?
-¿De qué? ¿Lo de hablar?
-¿Qué sino?
-Pues no, porque he estado muy ocupado durante todo el día y no me he parado bien a pensarlo.
-¿Y si me dejas pasar y nos lo quitamos ya de en medio?

Me quedé unos segundos mirándola seriamente, al igual que hacía ella conmigo, pero acabé cediendo. Estaba ya allí y hacía frío. No me parecía muy amable echarla y dejarlo así para otro momento, por lo que le di pasó y ella se dirigió hacia el salón lentamente mirando bien toda la casa. Sin que yo le dijera nada se sentó en el sofá quedándose con sus ojos clavados en mí. Yo me quedé apoyado en el marco de la puerta de brazos cruzados. Ella me hizo un gesto con la mirada para que me sentara a su lado, así que lo hice, pero me quedé en silencio esperando a que ella empezara a hablar, aunque no lo acababa haciendo.

-¿No querías hablar? ¿Por qué no lo haces?
-Estoy pensando qué decir.
-Ah, que no lo has pensado aún y me dices de hablar.
-Pues sí -dijo con retintín.
-Empezar con una disculpa estaría bien.
-Dame un momento. No estoy acostumbrada a...

Esperé pacientemente para que eligiera sus palabras. Ella se quedó mirando un punto fijo, haciendo muecas con la cara. Negaba, ponía los ojos en blanco como gesto de agotamiento, medio asentía con la cabeza tirándose, así como 5 largos minutos hasta que por fin se animó.

-Llevas razón. No fue la mejor manera de tratarte.
-Vale, por lo menos te has dado cuenta.
-Sí. Lo he hecho. Pero es que yo no estoy acostumbrada a... O más bien, estoy acostumbrada a llevar el control de la situación. Nadie me ha dicho que no ni me ha puesto pegas en esa habitación.
-Pero yo no tenía ni idea. Creía que aún seguías molesta conmigo y que por eso estabas tan callada y tan borde.

Cintia hizo un gesto de desagrado quizá por esa última palabra que dije, pero no la veía con ningún derecho a que se pusiera así, pues al fin y al cabo estuvo así durante todo el rato que estuve con ella.

-Sí, puede ser -decía ella con desdén.
-¿Qué más me quieres decir?
-Pues que fue chocante verte así tan de pronto después de tantos años sin hacerlo.
-Mira Cintia, yo no te quise hacer daño en ningún momento. Te lo juro por lo que más quieras.
-Da igual.
-No da igual. Sé que te hice mucho daño por cómo te lo tomaste. Me sentí muy mal cuando me diste ese guantazo y verte llorar de aquella manera. Ver a una chica llorar por mi culpa es algo que me puede.
-¿Lo has hecho más veces?
-Me ha pasado un par de veces más.
-¿Por qué eres así?
-En ninguna de ellas lo hice queriendo. Simplemente pasan cosas y de una manera u otra acabo haciendo daño a gente importante para mí.
-Quizá deberías alejarte de esas personas antes de tiempo -dijo con esa mirada intensa.
-Oye, creo que no estás siendo justa conmigo. Yo no voy por ahí buscando hacerles daño a las personas, ¿sabes? ¿No tengo derecho a tener una relación cercana con nadie por haber tenido mala suerte?
-No lo sé. Pero si ya le has hecho esto a tres chicas... Lo mismo te deberías replantear algunas cosas, ¿no?
-¿El qué?
-No lo sé. No sé qué te ha pasado con las otras chicas. No te lo puedo decir.
-¿Y qué me pasó contigo como para que reaccionaras así?
-A mí me hiciste mucho daño.
-¿Pero cómo? Si te dije desde primera hora que no quería nada serio...
-Pero tus acciones no decían lo mismo. ¿Qué chico te ayuda tanto con tus problemas? ¿Quién se queda a dormir después de un polvo? ¿Quién escucha todo el rollo que le sueltas de tu vida? ¿Quién hace todo eso si no busca una relación con esa persona? ¿Quién deja a sus amigos tirados cuando a esa persona le da un bajón y necesita hablar? ¿Solo para follar? No tiene sentido. Follar es muy fácil y no es necesario todo eso para acabar en la cama con esa persona. Todo eso lo has hecho tú conmigo. ¿Cómo no me iba a enamorar de ti? En mi vida había visto algo así. Si hasta mis amigas de mi ciudad que tenían novio me lo decían, que sus chicos no hacían ni la mitad de lo que hacías tú. Pues en ese momento lo vi claro y me empecé a enamorar de ti. Tú decías esas cosas, pero tus actos significaban mucho más para mí.
 
Capítulo 383

Cintia hablaba con una pasión y me estaba diciendo unas cosas que acabé besándola. No sé muy bien por qué lo hice. La veía tremendamente guapa y tenía sentido lo que decía, pero no lograba entender cómo después de lo ocurrido en su casa, ahora me daba por darle un beso. Ella se medio apartó cuando notó mis labios en contacto con los suyos, poniendo sus manos en mis hombros como si quisiera apartarme, pero al final se relajó, incluso abriendo su boca para buscar la mía. Puse mi mano en su espalda, ya recubierta solo por un bonito vestido de lana que llevaba puesto bajo ese abrigo con el que la vi tanto por la mañana como cuando vino en ese momento. Estaba muy suave, tanto el vestido, como sus labios. No recordaba los besos con Cintia. Creía hacerlo en ese recuerdo que tuve antes de animarme a hablar con ella hacía pocos días, pero se ve que no, porque hasta se me erizó la piel.

Tampoco fue muy largo ese beso, pues me despegué de ella para ver cuál era su reacción. Cintia abrió rápidamente los ojos y me miró con esa nueva mirada que ponía. Y me agarró de la sudadera para darme otro, poniendo su otra mano en mi nuca para agarrarla con fuerza. Fue algo que me calentó mucho y que hizo que me entraran ganas de más, por lo que puse mi mano en su muslo recubierto por unas medias y la empecé a subir, aunque ella me la apartó en un par de ocasiones. No sabía por qué lo hacía, si a esas alturas ya era muy evidente que ambos teníamos ganas. Quizá quería saborear bien el momento y no quería ir tan deprisa, pero yo ya estaba que no podía parar. Me vinieron muchos más recuerdos pasados con ella, al igual que muchas sensaciones, por lo que buscaba sentir todo eso de nuevo, queriendo tocarla y besarla sin parar.

Me despegué de sus labios para quitarme en un movimiento rápido la sudadera. Ella se echó para atrás, quizá por la brusquedad con la que hice aquello, pero es que estaba a mil. Con unos simples besos. A ver si lo que me pasaba era que me ponía su nueva actitud cañera... No lo sabía en ese momento, pero una vez me la quité y la dejé sobre la mesa la miré y vi como abrió sus ojos, estando visiblemente sorprendida. No sabía si era porque notaba un cambio físico en mí que yo sí que notaba, o si era por los tatuajes, pero claramente no le disgustaba lo que veía. De nuevo me acerqué a ella para besarla, pero esta vez sí que me frenó con sus dos manos al ponerlas sobre mi pecho.

-¿Qué pasa? -le pregunté confuso.
-No tan rápido.
-¿Estás agobiada?

Cintia me miró seria, sin llegar a responder, ni verbalmente ni en forma de gesto. Me eché hacia atrás esperando una respuesta, pero lo único que hizo fue devolverme la sudadera que había dejado sobre la mesa para que me la pusiera de nuevo.

-¿Qué ocurre?
-Nada.
-¿No quieres...?
-Es evidente que no. ¿No crees?
-¿Por qué?
-Ya te lo dije. Te lo vas a tener que currar más.
-¿En serio? ¿A estas alturas me dices eso?
-¿Crees que soy una guarra que se acuesta con todo lo que pilla a las primeras de cambio?
-Yo no he dicho eso. No pongas palabras en mi boca que no han salido de ahí nunca.
-Pues es lo que demuestras, aunque no lo digas.
-Me ha entrado un calentón, pero sabes que no pienso eso de ti.
-Mmm... -dijo pensativa con tono de no creerme mucho.
-Flipo contigo, la verdad. No sé qué pensar... Además, si ya nos conocemos y nos hemos visto todo... No sé a qué viene ahora tanto misterio de repente.
-Eso es lo que tú crees. Crees que me conoces, pero estás muy equivocado. Y tampoco lo has visto todo sobre mí.
-Eso es verdad... -dije aún por el calentón.
-Y yo ya he visto lo nuevo que hay en ti. Voy con ventaja.
-Y te ha gustado.
-Yo no he dicho que me haya gustado. Eso lo dices tú, engreído.
-Se te notaba en la mirada.
-Pfff... Éste se cree que es el mejor con el que me he ido a la cama... Ja -rio sarcásticamente.
-Diciendo esas cosas haces creer ser lo que no dices ser...
-Serás cabrón -dijo intentando darme una torta.
-Shhh... No te cueles, que estás en mi casa y te estás ganando tú solita que te hable así.
-Veo que sigues siendo el mismo niñato que conocí en la universidad.
-Nunca te traté mal ni tuve una mala palabra contigo. Y ahora, fíjate que todo es así.
-Eres muy infantil. ¿No te das cuenta de que te comportas de la misma manera? En su día no querías estar con nadie porque solo te importaba disfrutar y te daba igual lo que sintiera la otra persona. Y ahora haces daño directamente con tus palabras.
-Qué baja eres...
-Y tú un egoísta.

Nos quedamos en silencio unos minutos, ambos visiblemente picados por todo lo que nos estábamos diciendo, pero no me apetecía otra bronca cuando realmente estábamos hablando para arreglar el supuesto malentendido que tuvo lugar en su casa.

-¿Cómo sabías que estoy viendo aquí? -pregunté para intentar enfriar la situación e ir por otro sitio.
-No lo sabía. Solo he probado suerte.
-¿En serio?
-Sí. No sabía por dónde empezar a buscar después de que me bloquearas sin ni siquiera responderme. Así que decidí hacerlo por aquí, por donde vivías cuando ibas a la universidad.
-Y te acordabas de que vivía aquí...
-Claro. Te recuerdo que te acompañé muchas veces al volver de la universidad, o cuando te recogía para ir a la biblioteca, o para pedirte algún apunte... Aunque nunca me dejaras entrar... -dijo con tono de echármelo en cara.
-Estás muy tensa -dije ya calmado y tratando de no llegar a más-. Así es imposible hablar contigo.
-¿Me estás echando?
-La verdad es que ahora mismo no estás para hablar, así que sí. Creo que lo mejor es que lo hablemos en otro momento.
-Por mí ya está todo dicho.
-Ah, ¿sí?
-Pues sí.
-Pues nada. Supongo que no te veré más.
-¿No quieres verme más?
-Eres tú la que no paras de poner trabas.
-Eres tú el que se lo tiene que ganar.
-Y luego soy yo el infantil, ¿no?
-Si fueras un caballero, te prestarías a dejar que me quedara aquí a dormir. ¿Has visto cómo llueve?
-Pero entonces, ¿te apetece o no?
-Yo no he dicho en ningún momento que me apetezca. Qué básicos sois los tíos, de verdad... Menos mal que he descubierto que hay mundo más allá de ellos... -dijo poniendo los ojos en blanco con gesto de agotamiento.
-¿Qué? ¿Ahora te van las tías también? -pregunté sorprendido.
-¿Ves? Con eso es con lo que te has quedado.
-¿Con qué quieres que me quede sino?
-Bá-si-co.
-Qué borde eres...
-Y tú un niñato.
-Ahora viene cuando nos besamos otra vez, ¿no?
-¡Ja! -rio fuertemente, de nuevo con ese tono sarcástico- Pues no te lo tienes que currar...
-Ya... Pues a lo mejor eres tú la que vuelve.
-Si, hombre... Que te crees tú que no puedo tener a quien quiera... Con chasquear los dedos tengo a mis pies a cualquier tío. Y a cualquier tía también.
-Bueno... Ya veremos qué haces cuando te entren ganas de mí.
-¿Y qué te hace pensar que eso pueda llegar a pasar?
-Jajajajaja -ahora el que reía era yo-. A ver... Vienes a mi casa buscándome para hablar, insistiendo bastante y diciéndome que te desbloqueé. Y en el mismo día vuelves a venir. Pues... No sé... Tú me dirás...
-Creído... -dijo picada.
-Ay, Cintia... Si al final tú también eres una niñatilla.
-Tampoco me vas a acercar a casa en coche, ¿no?
-El coche está algo lejos. ¿No ves que esta calle es muy estrecha?
-Qué imbécil eres, de verdad...
-¿Qué quieres que haga? ¿Te dejo mi cama para ti y me voy a dormir yo a mi coche?
-Pues no estaría mal. Así ganarías algo de puntos...
-Pues la llevas clara... Te ofrecería la otra cama que tengo en la habitación de invitados, pero...
-¿Pero qué?
-No me dio de ti. Lo mismo te da el mismo venazo que el otro día y amanezco sin polla, jajajaja.
-Subnormal...
-Oye, ¿cuánto te han costado las tetas nuevas? Tengo curiosidad.
-Pero tú eres gilipollas, ¿no?
-¿Por...? Va en serio.
-¿Y a ti cuánto te van a llevar por cambiarte esa cabeza hueca que tienes? Una millonada, seguro.
-Ay, que daño... -dije riéndome de ella.
-Mira, me voy. Que al final te voy a dar otro guantazo que te va a dar vueltas todo.
-Oye, me hiciste un arañazo. Mira.
-Qué asco de barba tienes... Pareces un pordiosero.
-Joder, a mí me gusta. Y no he tenido más queja de ella que la tuya.
-Porque no tenéis ni puta idea de nada.
-Antes te gustaba mi barba. Era como lo de tu...
-¡Tsss! -me interrumpió-. Cállate.
-¿Ya no lo llevas así? Me ponía mucho así con su...
-¡Tsss! -me interrumpió de nuevo.
-No jodas que te lo has quitado.
-Si quieres verlo tendrás que espabilar mucho.
-Sí, que te crees tú que voy a pasar por tu aro...
-Pues te quedarás con las ganas de saberlo.
-Podré vivir con ello.
-No lo creo...
-O lo mismo me entero cuando te pique el chichi y vengas buscándome.
-Sí. Vas apañado...
-Ya veremos.
-Anda, pídeme un taxi.
-Pídetelo tú.
-Así vas mal conmigo.
-Pues vale. Te puedo dejar un paraguas si quieres.
-Eso es porque quieres que vuelva, ¿no? Así tienes excusa para verme de nuevo cuando me digas que te lo devuelva.
-Lo que tú digas.
-No hace falta -dijo con tono de burla-. Tengo uno en mi bolso.

Cintia se levantó y se fue sin decir nada más, al igual que yo tampoco le dije nada ni salí detrás de ella para acompañarla a la puerta. Me quedé donde estaba pensando en toda la situación, pero no podía centrarme mucho, porque aún seguía cachondo, por lo que me empecé a sobar la polla por encima del pantalón, logrando que se me pusiera una erección bastante fuerte. Aproveché que tenía su olor aún sobre mí y casi que también el sabor de sus labios en los míos y me fui a mi habitación para masturbarme. Lo hacía con calma recordando el beso que había tenido lugar pocos minutos antes, al igual que recordaba cómo puse una de mis manos en su muslo y ella me agarraba con fuerza de la sudadera para besarme de vuelta. También recordaba momentos en los que nos habíamos acostado, pero quedaban tan lejos que me sabía a poco.

Tenía muchas ganas de follármela, pero no me iba a rebajar tanto. No estaba desesperado y después de mi mudanza ya había echado algunos polvos, por lo que imaginaba que no me iba a costar mucho encontrar con quién hacerlo para saciar esa sed. Al final acabé teniendo un buen orgasmo mezclando a una Cintia de ese momento con la que conocí en la universidad. Me resultaba muy fácil imaginármela con cara de placer mientras me la follaba, teniendo su cuerpo exactamente igual. Al verla ya un par de veces con el pelo largo, también se lo puse en mi fantasía.

Evidentemente también le puse el pelo que solía llevar abajo, con ese triángulo más isósceles que equilátero de vello negro bien recortado y tupido. Aunque ahora tenía la duda de si lo llevaba o no. Lo único que no me podía imaginar eran sus tetas desnudas. Y me moría por verlas, porque eran muy redondas y de un buen tamaño. Debían ser espectaculares. Así que la paja acabó con ella sobre mí cabalgándome rápidamente, aunque con sus tetas tapadas por una sábana. Una vez acabé y me limpié, miré el móvil y me dio por desbloquearla para escribirle:

-¿Te has mojado al final? -dije para chincharla.
-¿Ya me echas de menos que me estás hablando?
-Sí. Estoy que hoy no voy a dormir.
-Pues seguro. Con esa cara de mierda que llevas, seguro que no duermes nada.
-Ya. ¿Y te has mojado entonces?
-No. Mi paraguas es de los buenos.
-A lo mejor te has mojado de otra manera...
-Contigo me voy a mojar...
-Bueno, por ahí tienes buenos dildos. Te puedes quitar el calentón montando uno imaginando que soy yo.
-Es que eres tonto, de verdad.
-Tonta es lo que te pongo.
-¿Con esa cara de mierda y esa barba zarrapastrosa? ¿Qué te metes para pensar eso?
-Nada. Pero sé que en su día te volvías loca conmigo en la cama.
-Porque era una niña estúpida. Ya no.
-Niña no sé, pero estúpida eres un rato.
-Y tú un gilipollas.
-Anda, llama a alguien y te desahogas, que estás insoportable.
-Que te den.
-Hace nada lo he hecho.
-¿Ves cómo sois todos iguales? Y seguro que ha sido pensando en mí. Ya pasarás por el aro...
-Que te lo crees tú.
 
Capítulo 384

Y ahí se quedó la conversación, porque ya no volvió a escribir. Era ya tarde y al día siguiente había quedado para hablar con Mónica. Otra charla más que no tenía muchas ganas de afrontar, aunque estaba seguro de que con ella la cosa no podía ir tan mal. Y en realidad no fue para tanto ese momento con Cintia, pues pensándolo bien no estaba enfadado. Sí que me piqué un poco con ella por cómo se puso y por cómo paró el momento en el que todo parecía ir a más, pero luego me relajé y me entretuve metiéndome con ella. Y ella hacía lo propio, aunque también se le notaba que lo decía a hacer daño. Tampoco me lo ocasionaba, pues me lo pasaba bien metiéndome con ella. Si ella iba a ser una capulla conmigo, yo le iba a pagar con la misma moneda. Quizá por eso la acabé desbloqueando, para seguir metiéndome con ella cuando quisiera.

En lo poco que habíamos hablado me recordaba mucho a Maribel por las salidas tan bordes que tenía, aunque con mi exsuegra había momentos en los que había paz, pero era algo raro. ¿Pasaría lo mismo con Cintia? ¿O nos acabaríamos matando y haciendo daño de verdad? No tenía ni idea, pero había empezado un juego que no me desagradaba del todo, aunque también era verdad que estaba esperando que se disculpara en condiciones por la que lio en su casa. Tal vez tendría suerte y me la llevaba a la cama.

O tal vez no, porque se la veía muy segura en eso de que me lo tenía que ganar. No sé el qué, si ya me la había follado varias veces y la había visto desnuda también, pero ella estaba empeñada en jugar de esa manera. Yo desde luego no iba a darle el gusto cediendo y rebajándome de tal manera por un simple polvo con ella. Algo me decía que ella también me tenía ganas y que me buscaría para ello. Y si no, pues ya la picaría con algún mensaje por si la cosa se quedaba parada.

El jueves me levanté temprano como tenía previsto, aunque en realidad llevaba ya un buen rato despierto. ¿Cuándo iba a recuperar mi sueño? Me aseé un poco y salí a dar una vuelta vestido para luego ir al gimnasio, pues esperaba que la charla con Mónica no fuera muy larga. Como se puso a llover mientras andaba, me tuve que meter en la cafetería en la que quedamos para hablar. Ella en realidad llegó antes de lo previsto también, pero no me vio al entrar, por lo que le hice una señal con la mano cuando se dio la vuelta, viniendo hacía a mí después.

Cuando llegó a mi altura se inclinó para darme dos besos, medio apartándome yo extrañado por la conducta que tuvo al despertar, la cual distaba en mi cabeza con esa cercanía que tenía a veces, pero no le hice el feo y se los acabé dando. La estampa era rara, pues yo iba en chándal, con una sudadera y un abrigo deportivo, mientras que ella iba más arreglada, con unos vaqueros ajustados, una blusa y una americana, además de sus altos tacones y abrigo largo y abotonado. Ella pidió un café y yo me pedí otro y una vez nos lo pusieron me sacó el tema.

-Bueno, pues es por lo del sábado. Quería hablarlo contigo.
-Ya. Eso ya lo sé. Lo que quiero saber es por qué reaccionaste así.
-Vaya... Estás muy enfadado -dijo sorprendida.
-Mmm... Estoy molesto.
-¿Por qué?
-Pues porque eres una chica rara.
-¿Rara? ¿Por qué?
-Porque te acercas y a la vez no.
-¿Me acerco? ¿A dónde?
-Joder... -dije molesto.
-Javi, no te entiendo. Ayúdame.
-Eres una chica fantástica, pero... Es que he visto detalles que no me han gustado.
-¿Qué has visto?
-La primera sesión que tuvimos, por ejemplo. Cuando me dijiste lo de que me podrías dar tu número, pero que creías que no hacía falta. ¿Por qué?
-Ah... -dijo con tono de comprender- Es porque luego te pusiste regular y pensaste que debería habértelo dado, ¿no?
-No tienes ni idea -expresé con agotamiento.
-¿Pero qué te pasa? -dijo preocupada poniendo su mano sobre la mía.

Aparté mi mano para que no me tocara y seguí:

-No es por eso. Es por cerrar toda puerta para conocernos. Igual que pasó cuando me atendiste cuando me puse mal y echaste una hora más de trabajo y yo te invité a cenar por la molestia. Pues lo mismo. Me sentó muy mal que me rehusaras la invitación. Lo hice porque salió de mí y me sentí despreciado.
-Ah... -dijo un poco cortada.

Ella iba a seguir hablando, pero la corté.

-Otra cosa que me molestó fue que me hablaras fuera del trabajo. Para hablar como si fuéramos amigos. No lo entiendo. Tienes esos gestos feos conmigo y luego sales por ahí.
-Pero... -dijo confusa.
-Más que hablaras conmigo de esa forma, fue las maneras que tuviste.
-¿Qué manetas tuve?
-Lo que dijiste de que no tenías nadie con quién hablar, que tus amigos eran unos muermos y tu familia también... Me sentí como el último plato.
-Eh... -dijo algo pillada.
-No sé de qué vas para comportarte así. Y ya lo mejor de todo es que te acuestas conmigo y al día siguiente te levantas así.
-Baja el tono, por favor. Que nos está mirando todo el mundo.

No estaba agresivo, ni mucho menos, pero sí es verdad que estaba hablando de esos temas con tono normal con bastante gente cerca. Pero es que estaba molesto de verdad.

-¿Me vas a explicar algo, o...?
-Sí. Te lo voy a explicar todo.
-Venga.
-Mira, yo me rijo por una norma muy simple y que trato de cumplir siempre. Y es que tengo que separar el trabajo de mi vida personal.
-Vale, lo entiendo.
-Eso no quita que alguna vez me haya pasado algo con alguien. Porque una cosa es pensar así y luego pueden surgir otras cosas, sentimientos... Y me molesta mucho cuando ese pensamiento se va al garete. Me enfado mucho conmigo misma, cuando me ha pasado ha sido porque me he encariñado con ese alguien y no he podido controlar esos sentimientos.
-¿Pena?
-Quizá.
-¿Sientes pena por mí?
-Espera. Con las chicas no he tenido problema, porque a mí me gustan los hombres. Entonces por ahí pues no se puede dar pie a que surjan sentimientos fuertes. De amistad fuerte con ellas sí, pero algo más no. Aunque también es algo que me propongo evitar, porque una vez acaban la terapia, pues nos dejamos de ver y tal y al final lo acabo pasando mal yo también.
-¿Y con los hombres?
-Es diferente. Me ha pasado una vez en realidad. Y fue lo que me dio la determinación de autoimponerme esa norma. Me enamoré de él. Siempre me mantuve al margen, porque él tenía problemas severos. Había pasado por una ruptura muy fuerte y había entrado en una depresión muy grande. También tenía problemas con su familia, adicciones a sustancias, al juego...
-Estaba jodido.
-Mucho. Me esforcé mucho en sacarlo de todo eso. Hasta ha dormido alguna vez en mi casa. Una vez tuvo una recaída en la bebida y me llamó tan borracho que no lo entendía. Salí a buscarlo y pude localizarlo. Me lo llevé a casa y lo estuve cuidando. Vaya fin de semana pasamos... Porque es lo que pasaba. Lo veía tan mal que sentía pena por él y me traspasaba su tristeza y cómo de mal se sentía. Pero es que era un chico tan bueno... Simplemente había tenido mala suerte y no había tomado buenas decisiones en momentos propicios. Por lo que me contaba su pareja era muy controladora y estaba todo el día encima de él, porque era supercelosa. Él la quería más que a nadie y descubre que la celosa de su pareja le está engañando. Se le vino el mundo encima cuando se enteró. Ahí entró en una depresión, porque encima le dejó ella. Al parecer le dijo que una vez había sido pillada, no tenía sentido seguir con la relación.
-Ajá.
-En ese momento de depresión se emborrachaba para olvidar. Y ahí conoció a gente no muy buena que le metieron en el juego y en las drogas. Todo esto me lo contaba llorando a moco tendido. Yo me propuse sacarlo de ahí y lo conseguí. Fueron 2 años muy difíciles para los dos, pero lo conseguimos. El problema fue que él no mostraba ningún interés en mí y cuando acabamos ya cortamos relación. Cuánto lo echaba de menos... Él me lo agradeció mucho, pero no se le veía con interés en mí.
-¿Algo más?
-Pues bueno, desde ese momento ya tomé la decisión de no caer más.
-¿Te ha pasado conmigo?
-Es que no doy pie a que pase. Por eso no te quería dar mi número privado, por eso lo de no ir a cenar contigo... Lo de hablar contigo el último también...
-¿Y por qué hablaste entonces conmigo de esa manera? ¿No te das cuenta de que te estás contradiciendo?
-Lo hice porque mis amigos ya van muy a si bola. Entre que trabajo por la mañana y por la tarde, pues no tengo tiempo apenas. Luego los fines de semana tengo que preparar algunas sesiones también, las más delicadas. Y necesitaba desconectar. Por eso quería hablar contigo, porque necesitaba charlar.
-¿Por qué yo?
-Porque me caíste bien. Me contabas todas tus cosas de una manera tan... No sé. Además, eres simpático y no tenías miedo a nada. Me lo contabas todo como si fuéramos amigos de toda la vida.
-Pero es que...
-¿Te acuerdas que un día coincidimos en un pub?
-Sí. Me ignoraste.
-Por eso precisamente. Porque fuera del trabajo... No.
-Sigo sin entenderlo.
-No sé, Javi... Es lo que te puedo decir.
-¿Y lo de acostarnos?
-Estaba borracha.
-Mmm, no. Ibas bebida, pero no borracha. Si me dijiste que solo te tomaste dos copas.
-Dos copas y varios chupitos. Los chupitos engañan mucho.
-Aun así, no ibas tan mal como para parar y no seguir por ahí.
-Estaba muy desinhibida. Y ganas tenía. Te veo un chico mono. Si no, no me hubiera ido contigo a la cama.
-Ya veo...
-¿Me entiendes? ¿Se te ha pasado ya el enfado?
-Te entiendo, pero no se me pasa el enfado.
-¿No? ¿Por qué?
-Joder, porque me has hecho sentir mal. Y que me hayas explicado por qué me lo has hecho y te comportes así, no quita que se me vaya.
-Lo siento, yo no...
-Mira. Creo que eres un poco egoísta. Te paras a pensar en ti y que no te hagan daño y no te fijas en la otra persona. Y me parece algo raro, porque trabajas fijándote en el comportamiento de la gente y no lo haces en el tuyo. No sé... ¿Qué creías, que me iba a enamorar de ti? ¿Crees que habiendo salido de la relación que tenía y cómo acabó todo me apetecía acercarme a alguien de esa manera?
-Espera, Javi. No estás siendo justo, porque cada persona es un mundo. Hay quien sale de eso apoyándose en otra persona y ahí pueden surgir cosas.
-Pues me lo dices y ya está. Pero no hace falta hacer esos feos.
-¿Crees que entablar una amistad con tu psicóloga es una buena idea?
-No lo sé. Nunca me he parado a pensarlo. También eres una persona, ¿no?
-Solo te estoy preguntando.
-Pues me parecía buena idea. Me acababa de mudar y no tenía a nadie por aquí. Hace varios años que no estoy en esta ciudad y quería conocer gente.
-Pues sí. Tendría que habértelo dicho.
-Me hubiera gustado tener una amistad, porque eres una chica muy buena. Se ve.
-¿Estás interesado?
-Ya no. Después de esos feos y de lo que me has contado, no.
-Bueno...
-De hecho, creo que lo mejor es que nos dejemos de ver. Ahora va a ser extraño cuando hablemos y no estaría cómodo.
-Ah... -dijo con expresión de sorpresa.
-Han sido unas sesiones geniales. Y haces bien tu trabajo. Eso creo. Pero lleva cuidado para que no te pase algo como esto.
-Entonces, ¿no nos veremos más?

La miré a los ojos negando con la cabeza.

-Pues qué pena... -dijo de manera triste.
-A mí me hubiera gustado tenerte como amiga, pero así no.
-Aún no es tarde... Podemos intentarlo. Y ahora que no vas a ir más a la consulta no tenemos ese muro.
-No. Ahora va a ser todo forzado. Y no me gusta. Créeme que me hubiera gustado tenerte de amiga, porque eres simpática y me has caído bien desde primera hora. ¿Quién sabe? Lo mismo hasta hubiera surgido algo más, pero ya no me interesa.
-Ya veo...
-Eres una chica fantástica. Seguro que no tienes problemas en encontrar a alguien que te haga feliz.
-Ya...
-Bueno -dije levantándome-, me voy.

Mónica se levantó rápidamente para ponerse frente a mí y darme un abrazo. Lo hacía con bastante cariño, pasando uno de sus brazos por mi costado y con el otro por mi cuello, agarrándome de la nuca con delicadeza. Yo también la abrazaba, pero ni de lejos como ella lo hacía. Por mi parte era un abrazo más normal, el de ella era más cercano.

-Cuídate, ¿vale? -dijo aún sin despegarse.
-Sí. Tú también.
-Si necesitas... Ya sabes... Si te encuentras mal o lo que sea, o simplemente quieres hablar, ya sabes. Sabes dónde trabajo, dónde vivo y tienes mi número. O si cambias de opinión…
-Vale.
 
Capítulo 385

Nos despegamos y ella me miró a los ojos con expresión algo triste. Tras esa breve mirada me fui de allí para irme al gimnasio y echar un buen rato de ejercicio. Menos mal que descubrí que hacer deporte me mantenía alejado de pensamientos malos y de darle muchas más vueltas a la cabeza, cosa que ya hacía de por sí. Aun así, ese día no logré desconectar del todo allí. Era perfectamente consciente de lo duro que había sido con ella. Quizá estaba exagerando todo mucho y no se merecía para nada que le recriminara nada de aquello, pero así me sentía yo. Veía esos gestos como desplantes y no los supe encajar.

Me apetecía mucho conocer a alguien para tener una relación tan cercana como la que tenía con Irene, Mario y Sofía, pero también me daba miedo que en un futuro surgieran algunos sentimientos. La atracción física estaba ahí, eso por supuesto, pero el surgimiento de sentimientos es algo muy difícil de controlar, por no decir que es imposible. ¿Quién me daba la certeza de que no acabaría pasando algo entre nosotros? Y eso era algo que no me podía permitir. Como ya reflexioné alguna vez, no quería volver a meterme en una relación. No porque fuera rápido, sino porque no quería para nada.

Esos meses tuve cosas muy buenas, pero también muy malas. Y al ver cómo acabó todo, no quería arriesgarme a pasar por algo así de nuevo. ¿Renunciar al amor por una mala experiencia? Sí. Eso es lo que pensaba hacer. Mi yo más joven ya pensaba así y pasaba de las relaciones por cosas que veía en su círculo cercano. No sabía lo inteligente que me parecía ese movimiento el día que tomé esa decisión, pero verme en el momento actual daba la razón a esa versión de mí que aún iba al instituto.

Quizá hasta me vino bien que Mónica me tratara así desde el primer momento, poniéndomelo más fácil para despacharla así de mi vida, pero tampoco se merecía tener una última conversación de aquella manera. No hay excusa que cubriera mi comportamiento en ese momento, pero en realidad para mí sí que la había. Era algo que había pensado hacía unos días, pero que no lo había hecho en las últimas horas por todo el ajetreo que tenía en mi vida.

Lo malo es que en su día programé un recordatorio en el móvil para ese momento. Ese día hacía exactamente un año que empezaba mi única relación de pareja. Trataba de concentrarme en los ejercicios y en los diferentes aparatos que usaba, pero era imposible que no se me vinieran recuerdos de ese día. Ese momento en el que la recogí en coche en su casa, su antigua casa y no la de su abuela todavía. Esa carita sonriente y nerviosa porque le dije que tenía que hablar con ella. Ese peinado con su recogido en forma de dos bolitas a cada lado de su coronilla. Cómo me preguntó directamente en el coche y también en casa, aunque le decía que esperara una y otra vez. Cómo fue la conversación en la que me admitió que sí que sentía algo más por mí. Cómo le di un beso en cuanto le oí decir esas palabras. Su reacción al empezar yo a hablar, haciéndolo de manera torpe y sin mirarla de lo nervioso que estaba. Y cómo acabó la noche y el fin de semana en general.

Fue un día duro. Más por esos recuerdos que no paraban de venírseme a la cabeza que lo ocurrido con Mónica, aunque eso tampoco me hacía sentir mejor precisamente. En el estudio de tatuajes más de lo mismo con ese poco don de palabra que tenía en ese momento. Más pensando que en lo que me estaban haciendo y lo que me estaban contando. Aunque con esfuerzo conseguí prestarle más atención que centrarme en esos recuerdos. Ese día tampoco tenía muchas ganas de ponerme a cocinar. Bueno, lo poco que sabía hacer, por lo que decidí irme a comer a un restaurante pese a no tener nada que celebrar. El rato de espera se me hizo eterno. Y en la soledad del momento se me venían más recuerdos que ahora vivía como dolorosos, cuando estaba encantado de rememorarlos durante la relación.

Tras comer me marché a casa para reposar un poco y luego irme a trabajar. Allí seguí también bastante mustio, estando más callado de lo que debería y eso que ese día tenía clase con Andrea, quien me cayó muy bien y despertaba curiosidad en mí. No sé si cogió confianza conmigo o si era así siempre, pero saludó con un "Holi", cosa que me hacía gracia. La clase fue bastante bien. Ya tenía visto qué es lo que iba a tener que dar durante el curso y me encargué de empezar a buscarle cosas en los ratos que tenía. Así seguimos con lo más básico, tal y como hicimos en la primera clase, aunque también metí alguna cosa más para que se fuera familiarizando con el idioma y con algunos detalles de la gramática.

Pero ni mucho menos fue una clase como la anterior en lo que a cercanía y conocer a la otra persona se trataba, porque al fin y al cabo estábamos los dos solos y así las clases son mejores tanto en el aspecto académico como en el personal. El tiempo se administra mejor con una sola persona y en la primera nos dio tiempo a hacer bastantes ejercicios y a darle explicaciones, de la misma manera que nos empezamos a conocer. Para mi sorpresa, pues era tan solo la segunda vez que nos veíamos, Andrea me preguntó si estaba bien, porque me dijo que me veía más callado que en la clase anterior y que me veía mala cara.

Yo le asentí poniendo la mejor cara que pude, aunque no pareció convencerle mucho. Tras unos ejercicios más se nos pasó la hora y nos despedimos hasta la semana siguiente. El resto de la tarde fue en consonancia con mi estado, aunque me distraía mucho al tener por ahí a tanto niño y niña sin parar de hablar y preguntar. Una vez salí de trabajar cené fuera y di un pequeño paseo y regresé a casa para ponerme una película y luego acostarme, aunque estaba más a otras cosas.

Esa noche de hecho, dormí menos de lo usual, que ya era poco de por sí, por lo que el viernes estuve apagado también. No tanto por el bajón del día anterior, el cual parecía ir diluyéndose, pero sí que el cansancio esta vez hacía mella. Tan cansado estaba que no duré mucho ese día en el gimnasio y ni siquiera salí a correr, por lo que volví a casa bastante más temprano de lo usual. Después de darme una ducha y desayunar algo sin mucha gana, me puse en contacto con mi tatuador para preguntarle si tenía hueco antes de nuestra cita usual cada mañana.

Él, medio de coña, me preguntó si lo quería matar de tanto trabajo, pero me dijo que se quedaba libre media hora antes de lo que solía ir, por lo que podíamos echar un ratillo más. Ni me lo pensé y me puse en marcha antes de esa hora, pasando por una cafetería para comprarme un tanque de café, porque estaba muy apagado y luego por la tarde necesitaba estar espabilado para las clases. Llegué al estudio y allí me tiré un buen rato, de charla con el tatuador y con Eva, que se acercaba de vez en cuando, hasta que se quedó más rato cuando estábamos por terminar.

Hablamos de varias cosas en donde la que más me llamó la atención fue que estábamos locos tatuando todos los días cuando lo normal era dejar pasar un par de semanas para que el tatuaje se asentara, la piel se acostumbrara por así decirlo y demás tecnicismos sobre el tema. Yo no sabía qué decir, pues no tenía ni idea de eso, pero confiaba en mí tatuador, quien dijo que me veía tan motivado y con tantas ganas de acabarlo rápido que se puso cuanto antes. Además, procuraba dejar espacios entre zonas para dar algo de cancha al cuerpo.

Por ejemplo, cuando acababa uno del hombro, se bajaba a la muñeca y empezaba a hacerlo hacia arriba, empezando a rellenar el antebrazo, pasando después a la parte interna del hombro y después a la del antebrazo. Tampoco había problema porque se mezclaran mal, pues todos ellos eran parte de un diseño y nos encargamos de diseñarlos de tal forma que encajaran perfectamente. De hecho, con tanto trabajo que habíamos hecho ya y después de tantas horas, casi que tenía acabados los dos brazos, pero aún quedaba algún hueco libre por terminar.

Eva se quedó mirando a su compañero cómo trabajaba y me preguntó si podía hacerme ella uno a mí. Medio en broma le pregunté si me podía fiar de ella, poniendo ésta una sonrisa juguetona, saliendo su amigo en su defensa diciendo que era muy buena. De hecho, ella misma fue a por un portfolio que tenía donde salían ilustraciones de diferentes tatuajes que había hecho. Hasta diseñaba desde cero tatuajes que le pedían, pues había estudiado bellas artes y sabía dibujar de manera impresionante. La verdad es que me quedé bastante flipado con lo que había hecho y ni me lo pensé, por lo que acepté preguntándole cuándo lo hacíamos. Ella se partía de risa y su compañero decía que le venía bien para descansar un poco de mí, que casi me veía más a mí que a su familia. Al final quedamos en que iría al siguiente día por la mañana, porque ella también tenía ganas y no tenía mucho lío.

Por la tarde la cosa fue mejor después de haberme metido casi un litro de café por la mañana. Seguía teniendo la suerte de no tener a ningún alumno o alumna muy pesado que diera la nota. Suponía que era por mi tamaño, pues alguno que otro se quedaba bastante callado, sobre todo cuando me acercaba para ver cómo iban. Esa tarde me animé más y estuve más participativo, enseñándoles cosas a los más pequeños con juegos y hablando de videojuegos con los más grandes. A cada uno le daba algún consejo de cómo poder aprender inglés más fácilmente. Sobre todo, a los mayores, porque yo en su día con los videojuegos y otros juegos en general me aprendí muchas palabras y términos que luego me daba por reflexionar. De hecho, recuerdo usar alguna palabra de esas en algún examen y llevarme un buen comentario por parte de una profesora al decirme que la había usado bien y no era muy común.

Esperaba yo poder decir también eso en vistas a futuro, porque ese trabajo me gustaba mucho y lo veía un tanto más fácil, como más llevadero y divertido en comparación al del periódico. Me encontraba muy a gusto, y más allí tranquilo sin tener que ir de un lugar para otro. Perdía dar esos paseos a cambio de estar más relajado y conocer a mucha más gente, aunque la mayoría fueran niños y niñas. Al salir de trabajar mi jefa me llamó la atención. Creía que ya la había cagado, pero tan solo era para preguntarme cómo había ido la primera semana allí. Yo le dije que estaba encantado y que me gustaba mucho estar allí. Ella me dijo que me lo notaba, pero que no sabía que tenía esa vocación para hacerlo con esa soltura al llevar poco.

Le comenté lo que estuve haciendo el mes anterior con los alumnos que me salieron y los cuales habían empezado a ir también, por eso ya sabía más o menos cómo lo tenía que hacer. Ella me comentó que veía a los niños bastante contentos al salir y al entrar y que eso era algo muy importante, porque así siempre es más fácil para los profesores. También me comentó que había hablado con Andrea y que estaba muy contenta, porque se lo ponía muy fácil y estaba ilusionada creyendo que podría sacar la asignatura con nota para el siguiente cuatrimestre.

Así regresé a casa bastante contento por cómo había marchado la tarde con todo el mundo. Pero claro, ya estando solo en casa la cosa cambiaba, porque empezaba a darle vueltas a la cabeza por lo ocurrido el día anterior. Bueno, por los recuerdos más bien, aunque Mónica también paseaba por mi cabeza. Me dio pena la cara que puso cuando me despedí de ella, pero era mejor así. Para remediar entrar otra vez en un bajón, me puse a hacer la cena y comer así sano después de haber pedido a domicilio o haberlo hecho fuera de casa. Y se me ocurrió llamar a Irene para comentarle lo de salir con ella al día siguiente, tratando de hacérselo ver como que había surgido de forma natural y no porque me lo había sugerido Mario.

-¿Qué pasa, Javi?
-Uff... Te lo noto ya.
-¿El qué?
-El bajón que tienes.
-Ah... Bueno...
-¿Qué pasa, Mario no vuelve aún? -dije haciéndome un poco el loco.
-Pues sí, eso es. Tiene que quedarse unos días más, pero no sabemos cuánto.
-Mala pata.
-Sí... Por no decir otra cosa...
-Ya.
-¿Qué querías?
-Nada, hablar contigo para ver cómo estás. Que me acuerdo de cómo te pusiste la otra vez que se fue también.
-Pues así estoy, pero ahora es peor. Porque está durando más, no sabíamos cuándo viene, tú estás fuera y Sofía también se ha ido hoy... Estoy más sola...
-Pero tienes a los del grupo, ¿no?
-Sí. Pero solo para un rato. No tengo tanta confianza para decirle a alguien de ahí que se venga a casa. Y más si Mario no está aquí.
-¿Y tienes algún plan para mañana?
-No. Voy a estar limpiando la casa y me pondré alguna peli para distraerme. También llamaré a Mario y hablaré con él, como hago todos los días.
-Bueno, pues ya tienes plan. Mañana voy a por ti y cenamos por ahí.
-¿Sí? ¿Y eso?
-Me apetece. Tú necesitas compañía y yo también un poco.
-¿Por? ¿Estás bien?
-Sí, sí. Claro -dije intentando solventar la casi metida de pata.
-¿Seguro?
-Que sí. Pero una cosa.
-Dime.
-Quiero que te pongas guapa, ¿eh?
-Vale.
-Te voy a llevar a cenar a un buen sitio. Y luego...
-¿Luego?
-Luego nos vamos de fiesta.
-Uff... Llevo sin salir ya... Pero no sé...
-¿No te apetece?
-Es que sin Mario...
-Pues por eso, Irene. Si es para que te distraigas. Así se te olvida un poco y descansas la cabeza.
-Vale. Me has convencido. Muchas gracias por preocuparte por mí -dijo cariñosamente.
-Bueno... A ver. Es que me llamó Mario hace unos días para ver si podía ir este finde para estar contigo allí -le confesé-. Me comentó lo de la prolongación del trabajo y tal y que estabas un poco de bajón y eso. Y que ibas a estar sola también porque Sofía se ha ido a casa de su madre y eso.
-Bueno, no te quites importancia. Me quieres y lo haces por mí, aun así.
-Claro. Eso no lo dudes.
-Vale, pues me han entrado muchas ganas -dijo más animada-. Lo mismo me acerco a la peluquería o algo.
-Genial. Yo tengo que hacer unas cosas. Para las 8 de la tarde o así estoy allí. Así te dejo que te prepares tranquila, que hables con Mario y todo eso.
-Estupendo. Mañana nos vemos. Un beso.
-Hasta mañana.

Esa conversación no hizo más que levantarme el ánimo un poco más, así que cené bastante contento mientras veía algo en la tele. Y también tenía ganas de ese plan. Me apetecía mucho desconectar de todo lo malo que me había pasado esos últimos días y estar en mi ciudad con mi mejor amiga para hablar tranquilamente y disfrutar los dos juntos. Allí sí que no tendríamos problema de ir con cuidado mirando bien a dónde ir para evitar encuentros indeseados. Aunque tenía que pensar aún a dónde llevarla, pero de lo que estaba seguro era de que no iba a ser a uno que hubiéramos ido ya, o al que hubiera ido yo con Elena.

Así evitaba recuerdos innecesarios y mal rollo por esa parte. Ese día iba a ser para los dos y quería que todo saliera bien. De la misma manera pensé en donde podíamos ir para cuando acabáramos de cenar y saliéramos de fiesta, sin llegar a ocurrírseme ninguno, pero ya le preguntaría a ella, tratando de la misma manera evitar lugares frecuentados en otros tiempos. Me marché a dormir algo más temprano de lo que solía tal vez, pero el efecto del café ya se había pasado hacía un buen rato y volvía a estar machacado. Así que tenía la esperanza de poder dormir de mejor manera esa noche.

Y así fue, pues logré descansar bastante bien y dormí más de lo que solía. Aunque me levanté temprano igualmente para irme al gimnasio y machacarme bien para recuperar el día anterior que no hice nada. También corrí durante un buen rato, dándome una ducha después para reposar un poco y luego ir al estudio para la cita que tenía con Eva. Allí, ella me recibió de buena gana, saludándome con energía y dos besos, algo que no había hecho hasta ahora.

Estábamos solos en todo el estudio, pues mi tatuador se tomó el día libre. De hecho, hasta echó la llave a la puerta para que no entrara nadie y no nos molestaran. Una vez en la faena Eva se quedó más callada de lo que lo hacía su compañero, aunque hablaba de vez en cuando. Me fijé en como tatuaba y lo hacía hasta de una manera sexy. Lo que más miraba casi eran sus morritos que siempre ponía, pareciendo estar más acentuados por la concentración que tenía encima.
 
Capítulo 386

-Estos días has estado raro -me soltó de repente.
-¿Eh? ¿Por qué lo dices?
-No sé... -decía mientras no quitaba ojo de su trabajo- Has estado más callado. Como más distante.
-Bueno... Puede ser.
-¿Problemas?
-Ajam...
-No tienes por qué contarme si no quieres.
-Prefiero no hacerlo, la verdad. ¿Para qué ponernos mal cuando podemos hablar de otras cosas?
-Estoy de acuerdo.
-¿Hablamos de Raquel?
-Cabrón... -decía riendo- No me hagas reír, que me desconcentro.
-Joder, es que con lo que hablamos por mensaje...
-Jajajaja. ¿Te lo has estado imaginando?
-Sí, la verdad. Va dímelo... ¿Habéis hecho algo?
-Mmm... -decía pensativa- Puede...
-¿Te haces la interesante?
-A lo mejor...
-No juegues conmigo...
-¿Por? -seguía medio riéndose.
-Porque quien juega con fuego...
-¿Me voy a quemar?
-Lo mismo sí.
-A lo mejor me gusta quemarme...
-Lo que te gusta es calentarme.
-Sí. Eso sí es verdad.
-Sabía yo...
-Yo también estoy caliente. Desde mi conversación con Raquel de hecho.
-¿Por?
-Porque me lo ha contado todo... -dijo dándome un repaso, centrándose en mi paquete.
-Ah... Ya veo. ¿Puedo saber qué te ha contado?
-Pero si ya sabes lo que pasó, ¿no? ¿O se te ha olvidado?
-Por desgracia, no.
-Le tienes ganas, ¿eh?
-Pues sí. ¿Para qué te voy a engañar?
-No, si yo también le tengo unas ganas...
-Ah... Entonces no has tenido nada con ella, ¿no?
-Bueno... Algo ha habido...
-A ver, a ver. Cuéntame.
-Pfff... Me da un poco de corte.
-No tienes pinta de ser de esas...
-No suelo tener vergüenza de nada, la verdad...
-Ya decía yo... ¿Entonces?
-Mmm... -decía pensativa- Esta tarde hablamos mientras nos tomamos un café.
-Vaaaaale...
-Es que cuando trabajo no me gusta hablar mucho. Además, quiero concentrarme para que salga perfecto y tengas un buen recuerdo de mí.
-Vale, como quieras.

La sesión fue bastante tranquila a partir de esas palabras, porque estuvimos bastante callados los dos. Tan solo se oía la radio. Tampoco fue algo muy pesado, pues se trataba de una pieza no muy grande, hasta simple en cierto modo. Menos mal que teníamos todo diseñado y tan solo tuvo que pasarle su compañero la imagen, porque si no, sí que hubiéramos tardado más. Algo que me gustaba era que se tomaba su tiempo. Se la veía bastante perfeccionista en ese aspecto.

Eso no significa que el que me llevaba a mí no lo fuera. De hecho, estaba muy contento con su trabajo. Pero Eva era más tranquila, pareciendo estar pintando un cuadro más que tatuando, aunque quizá no haya tantas diferencias. Continuamente me preguntaba si estaba bien, si me dolía o si necesitaba que parásemos, pero no hacía falta. Sobre la 1 de la tarde acabamos. Otra cosa que noté en ella fue que, a la hora de limpiar la zona, lo hacía con muchísima delicadeza, siendo muy agradable el contacto que hacía con el papel para retirar el agua con jabón.

-¿Eres así de delicada para todo?
-Solo cuando toca -dijo con una media sonrisa.

Acabé muy contento también con el trabajo de Eva, haciéndoselo yo saber en el momento en el que lo vi terminado. Ella también estaba contenta por cómo había acabado y por cómo no me había quejado en ningún momento en toda la sesión, cosa que era lo que más pesadez le causaba, aunque ya estaba muy acostumbrada. Después de vérmelo bien durante unos breves minutos, me dijo de echarle una foto para añadirla a su catálogo personal, porque le gustaba mucho la imagen en general, y más así con esos colores tan vivos que hacía contraste con todos los demás tatuajes que me había ido haciendo, en donde la mayoría eran solo en negro. Después fuimos al mostrador para pagarle y nos despedimos hasta la tarde para ir a una cafetería cercana y charlar lo que no pudimos durante la sesión.

Un poco pasadas las 4 de la tarde llegó a la cafetería mientras yo ya estaba sentado esperándola. Llegó diferente a como fue por la mañana. Bastante de hecho. Ahora iba con una camiseta negra de manga larga ajustada la cual marcaba sus pezones y cómo en cada uno de ellos llevaba un piercing, notándose las dos bolitas a cada lado del pezón. Hasta se veía el brillo de éstos a través de la camiseta, indicando la ausencia de sujetador. También llevaba unos vaqueros ajustados de color gris, algo gastados y unas Converse negras. Todo ello bajo un abrigo largo azul marino.

Un atuendo que contrastaba bastante con el que llevaba por la mañana, con esa sudadera ancha y esos pantalones bombachos que no marcaban nada su figura, además de unas zapatillas anchas de esas en las que los cordones son más decorativos que para ser abrochados y sujetar el pie. El pelo también lo llevaba de manera diferente. Y no sabía de qué manera me gustaba más. Partía de la base de que no era muy fan de los tintes de pelo, y mucho menos de los de colores llamativos. Siempre me ha gustado lo natural. Tampoco me gustaba cuando las chicas se rapaban partes de la cabeza, ya fuera los laterales o la nuca, pero a Eva sí le gustaba todo aquello.

Por la mañana llevaba el pelo como siempre lo había visto en ella, con su melena alisada echada a un lado de ambos que llevaba rapados, pero ahora venía con dos coletas como si fuera una colegiala, aunque su pelo hacia ondas, mostrando lo ondulado que lo tenía por naturaleza. Con esas coletas mostraba perfectamente ambos lados rapados, aunque se dejó un mechón que le caía desde sus sienes hacía abajo. La verdad es que no estaba fea con ese peinado, pero su color hacía que mucha gente la mirara.

Después de haberla empezado a conocer algo más al haber hablado con ella y también por haberla visto más últimamente, en especial esa mañana donde pasé tiempo con ella, me hacía verla con más detalle, sintiendo hasta atracción para lo delgada que estaba. Algo más de la cuenta quizá, pero no era algo desagradable de ver. Ni mucho menos. De hecho, con esa ropa ajustada me percataba mejor de sus formas.

Veía que sus pechos no eran ni de tamaño normal de los pequeños que eran, pero tenían buena forma, redonditos. Su culo sí que parecía apetecible y lo que más me llamaba la atención además de su cara muy guapa, eran sus caderas, siendo anchas. Siempre ha sido algo que me ha llamado la atención de las chicas, como me pasaba con Ángela. Se acercó y se sentó después de darme un par de besos, notando yo cómo parecía haberse echado perfume al notar un olor algo dulce.

-Qué guapa vienes, ¿no?
-Es que después de trabajar por la mañana, hacer la comida y eso, pues me he dado una ducha. Y ya pues me he vestido como siempre, porque para trabajar me gusta ir cómoda.
-Pues pareces otra así.
-Tú sin embargo, vas igual.
-Siempre visto así. Solo cambio un poco cuando salgo de noche.
-Am...
-Bueno, ya si podemos hablar, ¿no?
-Jajajajaja -reía con energía-. No paras de pensar en eso, ¿eh?
-¿Tú qué crees?
-Vaaaaale... A ver...
-¿Te has ido con ella a la cama?
-Ya me gustaría...
-Pues seguro que sí.
-Descríbemela, anda...
-No, no. Primero me cuentas tú. Que hay que igualar la cosa.
-Jajajaja, me parto contigo.
-Va, dime.
-No hemos hecho gran cosa. Mira, alguna vez hemos salido de fiesta...
-Ya. Eso ya me lo has contado.
-Sí. Bueno, pues en una de esas veces bebimos más de la cuenta y... Pues nos dimos un beso.
-Ah...
-Un beso tonto en los labios.
-¿Y ya?
-Luego vino otro, y después otro...
-Ajam...
-Y acabamos en los baños comiéndonos la boca.
-Interesante.
-Yo estaba con tal calentón que... -dijo bajito y acercándose a mí- Tenía la cara muy caliente y el tanga chorreando.
-Joder... ¿Y ella?
-No lo sé.
-¿Y ahí quedó la cosa?
-Yo le tocaba el culo por encima de la ropa, al igual que las tetas. Pero de ahí no pasamos, porque me paró.
-¿Y no llegaste a verle nada ni siquiera?
-Qué va.
-Pues vaya...
-¿Estás decepcionado?
-No. ¿Por qué iba a estarlo?
-No sé... -dijo con tono travieso- Quizá te habías montado una fantasía en tu cabeza... A lo mejor nos has imaginado ahí follando como locas mientras te hacías una paja...
-Jajajaja. No suena mal eso en realidad.
-Mmm... Pues la verdad es que no.
-¿Y qué pasó después de eso?
-Después... -dijo levantándose para ponerse a mi lado y seguir hablando bajito- Cuando ella se marchó no tuve más remedio que hacerme un dedo. Tenía un calentón... Joder, luego hasta me enfadé en casa. Pero no con ella, sino con la situación en general.
-Ya veo.
-Estaba muy excitada. Tanto que me mordía el brazo para no chillar cuando me iba a correr.
-Jajajaja.
-Cuando me corrí me llevé los dedos a la boca para chuparlos. Qué ricos...
-Joder... No me cuentes tampoco esas cosas...
-¿Por? ¿Se te está levantando? -dijo echando mano a mi paquete.
-Un poco. Y como sigas con ese sobeteo, más todavía.
-Jejejeje.
-¿Y no pasó nada más?
-Estuve un rato con ella y me fui a casa al poco. Allí cayó otra paja, porque mi novio no estaba. Pero vaya polvo eché cuando vino por fin... Aunque me apetecía hacerlo más con una chica. Ya sabes... Por imaginar que era ella.
-Sí, me lo imagino.
-Después de esa noche la cosa siguió tal cual iba entre nosotras. Pensaba que se iba a alejar un poco de mí por eso, pero qué va.
-¿Por qué crees que ha sido así?
-Puede ser porque se le haya olvidado. No lo sé.
-¿Y por qué crees que te paró?
-Por su novio. Lo tengo claro. Cada vez que salimos juntas nos entran muchos tíos. Más a ella que a mí, evidentemente.
-No te quites méritos, que tú también tienes lo tuyo...
-Gracias -dijo sonriendo-. Pero sé lo que hay. Ella está mucho más buena que yo. El caso es que no daba pie a que ni le hablaran. Y siempre me decía que era por su novio. Que había veces que incluso se ponía nervioso cuando la veía salir sola y yendo tan guapa.
-Jajajaja. ¿Crees que si no tuviera novio...? ¿Tú y ella...?
-Puede ser. La vi con ganas desde luego. Y con mucha curiosidad. Seguro que hubiéramos follado en esos baños.
-¿Qué hubierais hecho? Cuéntame...
-Qué morboso eres, ¿no? -dijo empezando a sobarme el paquete de nuevo.
-Ya ves... -dije acercando mi cara a la suya.
-Mmm... ¿Aquí delante de todos?
-Eres tú la que me está metiendo mano, jajajajaja. Además... -dije mirando por toda la cafetería- Estamos bastante apartados y cada uno va a lo suyo.

Eva acercó su cara a la mía para darme un pequeño beso en los labios, despegándose rápidamente para mirarme a los ojos, como si quisiera ver mi reacción. Ella, al ver mi cara de agrado se animó y me volvió a dar otro, esta vez colando su lengua en mi boca, entrelazándola con la mía. Nos dimos un buen beso, aunque no de manera que cantara tanto para llamar la atención. Seguramente si alguien nos veía, pensaría que éramos pareja.

-Le hubiera hecho muchas cosas -respondió una vez se separó de mí.
-¿Cómo qué?
-Le hubiera comido las tetas. Tienen que ser geniales.
-Lo son. Y están riquísimas.

Eva lanzó un pequeño gemido que me hizo mirar a los lados para ver si alguien se había percatado. Por suerte nadie lo hizo. Ella siguió:

-También hubiera hecho que me hubiera comido las mías...
-Qué ganas de verlas...
-Mmm... Y luego la hubiera apoyado contra la puerta del baño y me hubiera puesto de rodillas para comerle el coño.
-Ese coño rosita y depiladito... -susurré en su oído.

Eva lanzó otro gemido, pero se lo corté al ponerle la mano sobre el muslo. Poco a poco fui subiendo mientras ella me miraba a los ojos. Llegó un punto en el que subí tanto que llegué a su entrepierna, empezando a estimularla como podía por encima de esos vaqueros.

-Joder... -susurraba.
-Imagínate que te está tocando ella.
-Uff... -resoplaba visiblemente excitada- Pero también quiero ver cómo me lo haces tú.
-Pues imagínate que estás con ambos.
-Joder... No, no. Que me voy a calentar demasiado... -dijo echando mano a mi paquete, teniendo ya un bulto bastante grande por la erección.
-Vale, vale. Paramos.

Eva carraspeó apartándose de mí y volviendo a su sitio. Era evidente que ambos llevábamos un calentón muy grande. Empezamos a hablar de otras cosas, interesándose ella bastante por mí trabajo, ya que no sabía a qué me dedicaba. Sacábamos tema de conversación que no nos duraban ni 5 minutos, porque ambos solo queríamos una cosa.

-¿Te vienes a mi casa y...?
-¿Ahora mismo? No puedo. Tengo que ir a un sitio en nada.
-Vaya...
-Pero esta noche estoy libre. Así puedo ver de paso eso que has dicho de que vas diferente cuando sales. Me gustaría verlo.
-Uff... Imposible. Ya tenía planes para esta noche.
-¿Y no lo puedes cambiar?
-No. Es alguien importante y ni quiero ni puedo darle plantón.
-Ah... Qué afortunada...
-Yo no he dicho que sea una chica...
-Seguro que lo es.
-Pues sí, pero no van por ahí los tiros... Es una amiga que está un poco regular y quiero animarla.
-Claro, animarla... Jajajaja.
-De verdad que no. No me la voy a...
-Bueno, ¿pues cuándo quedamos?
-El finde que viene no tengo nada.
-Vale. Lo vamos hablando.
 
Capítulo 387

Nos despedimos yendo cada uno por nuestro lado. Por el camino ya estaba más calmado, aunque llevaba aún la polla morcillona del calentón que me había entrado. De hecho, al llegar a casa me eché en el sofá para hacerme una paja imaginándome a Raquel y a Eva enrollándose y montándoselo conmigo. Eso ayudó mucho a rebajar esa excitación con la que llegué. Al rato, antes de empezar a prepararme para la cena con Irene, teniendo que ducharme, arreglarme y echar algo de ropa en una mochila para el día siguiente, pues tenía pensado pasar la noche ahí; llamé a Sofía, ya que era su cumpleaños.

-¡Felicidades, guapísima!
-Ay... Muchas gracias. Te has acordado...
-Pero claro que me he acordado. ¿Por qué dices eso? Jajaja.
-Por nada. Es que me pongo muy tonta en mi cumple...
-Ah... ¿Y eso?
-Nada... Que una ya se va haciendo mayor...
-No empieces con eso, anda... Tienes solo 33 años. Eso no es nada.
-Ya, pero...
-Ayyyyy, qué tonta eres...
-Mucho.
-¿Y qué haces?
-Pues aquí con la familia, que siempre me gusta celebrarlo con ellos, sobre todo. Y con mis amigos de aquí también, que he quedado para cenar esta noche con ellos, que llevo sin verlos...
-Y a los de aquí nos abandonas...
-Nooooo... No digas eso... -decía como una niña pequeña.
-Era broma. Pero la verdad es que me hubiera gustado verte.
-¿Sí?
-Pues claro. Vaya pregunta. Estás hoy muy tonta, ¿eh?
-Sí. Ya te lo he dicho, jeje.
-Pues te has quedado sin tu regalo por irte.
-Oooooh... No me digas que me habías comprado algo...
-Pues claro. Es lo que se hace en los cumpleaños, ¿no?
-Bueno, pues cuando llegue me lo das.
-Ya tendría que ser el fin de semana, porque entre semana trabajo y no puedo estar yendo y viniendo. Voy a ir muy apurado.
-No, no. El finde. Si yo también voy a estar ocupada toda la semana con el trabajo.
-Vale, pues el finde que viene me paso por tu casa y te lo doy.
-¿Qué es?
-Ah... -dije haciéndome el interesante.
-Va, una pista.
-Mmm... Te va a gustar.
-Vaya pista... Así no lo voy a adivinar...
-Es que no quiero que lo hagas -dije riéndome.
-Bueeeeeno.

Entonces oí otra voz de fondo y como Sofía le decía a la otra persona que era yo.

-Espera, Javi. Es que está por aquí mi madre y tiene curiosidad.
N: Hola, chico -dijo alegremente.
J: Hola, Nadine. ¿Qué tal?
N: Pues muy bien. Encantada de que mi hija esté por aquí un par de días.
J: Claro, normal.
N: Ya sabes cómo es. Una cabeza loca que toma decisiones muy repentinas. La echamos mucho de menos.
J: Me lo imagino.
N: ¿Y tú cómo vas?
J: Muy bien, la verdad. Estoy muy contento con cómo me va todo.
N: Sí. Mi hija me ha contado que te has mudado y tal, ¿no?
J: Sí, así es. Estoy en la ciudad en la que estudié trabajando de profesor de inglés en una academia.
N: También lo sabía. ¿Te ha dicho Sofi que yo también soy profesora de inglés?
J: Sí. Algo me dijo.
N: Pues mira, compañeros de profesión.
J: Jajajaja.
N: Aunque no has trabajado siempre de eso, ¿no?
S: No. Él trabajaba en el periódico conmigo. Si ya te conté cómo lo conocí, mamá.
N: Ya, es que me bailaba algún detalle.
J: Trabajaba con ella, pero bueno. Pasó aquello y... Decidí cambiar de aires y me vine aquí a probar suerte. Y no me está yendo mal de momento.
N: No sabes cuánto me alegro. De verdad.
J: Muchas gracias.
N: Me contó mi hija que has pasado unos meses un poco...
S: ¡Mamá! -decía con tono de reprimenda, aunque bajito.
N: Y bueno, ¿a qué cursos les das?
J: De todo un poco -dije un poco cortado por la salida de Sofía-. Hasta le estoy dando francés a una chica.
N: ¿Hablas también francés? Qué bien. Oye, a ver si te vienes por aquí unos días, ¿no?
J: Pues no estaría mal para desconectar. Aunque tendría que hablarlo en el trabajo.
S: Lo suyo es en verano. Así podemos disfrutar de la playa.
N: Claro. Este verano te vienes unos días.
J: Venga.
N: De verdad, ¿eh? Que me apetece verte y aquí se está muy a gusto. Te tomo la palabra de que vas a venir.
J: Vale, vale. Jajaja.
N: Y échale un ojo a mi hija. Cuídamela anda.
J: Eh...
S: ¡Mamá! -decía de nuevo de la misma manera que antes.
N: Bueno, tengo que salir, jaja. Hasta luego.
J: Adiós, Nadine.

De nuevo oí algo de murmullo y como alguien se reía, retomando después la conversación con Sofía.

-No le hagas caso, Javi, que está tonta perdida.
-Jajajaja. No pasa nada.
-Es que hablamos mucho y está todo el día preguntándome cosas y yo le cuento para que me deje un poco tranquila. Luego ella se queda con la mitad y la otra mitad de la inventa.
-De verdad, que no me tienes que dar ninguna explicación, jajajaja.
-No, si no pasa nada, jaja.
-Vale, me fío de ti.
-Oye, pero lo de que te vengas en verano va en serio, ¿eh? Que me gustaría enseñarte todo esto.
-En realidad ya he estado allí. Veraneaba mucho de pequeño con mi familia allí. Pero de eso hace mucho y no me acuerdo casi. Además, no salíamos del paseo marítimo y al ser pequeño, de noche, pues menos aún.
-Vale, perfecto. Te sacaré de marcha por las mejores zonas. Y también para comer y cenar. Ya verás qué bien -decía visiblemente ilusionada.

Nos despedimos quedando para el fin de semana siguiente, yendo yo al baño para darme una ducha mientras pensaba en la conversación que acababa de tener con Sofía. Era verdad que tenía un regalo para ella. Lo compré en la tienda a la que iba a jugar con ese grupo de jugadores tan amable. En alguna conversación me había contado que le gustaban los juegos de mesa y pesé en comprarle uno después de pedirle opinión al tendero. Fue agradable hablar tanto con ella como con su madre, pero hubo un par de comentarios que me dejaron algo cortados y pensativo después en la ducha. Y fueron por parte de Nadine.

Ese retintín con el que dijo aquello de que cuidara a su hija y le hiciera más caso me puso un poco en alerta pensando de nuevo que Sofía podría estar colada por mí. Ya tenía como aval para ese pensamiento lo ocurrido en casa cuando vino en un par de ocasiones. Primero con esa manera de desnudarse delante de mí y luego como se hizo un dedo a centímetros de mí mientras supuestamente dormíamos. Por no decir de la manera que tenía de abrazarse a mí de forma cariñosa y también cómo intentaba medio meterme mano, ya fuera consciente de ello o no. Su reacción echándole la reprimenda a su madre no hacía más que pensara que eso era bastante más posible de lo que imaginaba, pero tampoco lo sabía a ciencia cierta. Debería hablarlo con ella, pero me parecía algo incómodo y temía que afectara a nuestra amistad. Ya era algo que había hablado con Irene, pero creía que era necesario volver a hacerlo para salir de dudas, y más después de este detalle que también tenía previsto contarle.

Salí de la ducha y me esmeré bien para estar lo más presentable posible, sobre todo con la barba, que ya empezaba a dar algunos problemas para que quedara bien, sobre todo después de ducharme. Opté por ponerme la camisa que Irene me regaló para Nochevieja, para que viera cómo me acordaba de ella. Seguro que eso le levantaba el ánimo. Lo que pasaba era que al llevar ya unas semanas en el gimnasio y al habérmelo tomado tan en serio echando tantas horas y yendo casi todos los días, la camisa término por ajustarse demasiado a mi cuerpo, sobre todo por los brazos. Pero no era algo que me desagradara, ya que me hacía una buena figura y hasta podría presumir de musculatura.

Nunca había sido presumido en ese aspecto. Quizá porque nunca había tenido un cuerpo así, siendo más dejado en el tema de gimnasio y tal, pero ahora que lo tenía sí que me apetecía que los demás se dieran cuenta y que me miraran. Tampoco me devané mucho la cabeza, poniéndome unos vaqueros, aunque más formales que de día a día, junto a un cinturón más formal esta vez y unas botas que ya me había puesto varias veces. Encima de la camisa me puse la chupa de cuero que tenía desde hacía ya, porque aún hacía mucho frío. Hasta me llegué a echar colonia para oler bien y causar mejor impresión. Después de echar ropa más cómoda en una bolsa, me monté en el coche y me puse en marcha, porque aún me quedaban casi 2 horas de camino, yendo perfecto para recoger a mi amiga e irnos por ahí a cenar.

Una vez llegué, aparqué casi en la puerta y me bajé para llamar a la puerta. En nada me abrió Irene, quedándonos los dos con la boca abierta. Rápidamente me hizo pasar, dándome dos besos muy sonoros y me llevó al salón de la mano, apartándose de mí para verme mejor. De hecho, hasta me pidió que me quitara la chupa después de unos segundos. Mientras ella me miraba con ojos como platos y la boca abierta, yo también la miré bien para ver cómo iba, teniendo seguramente la misma expresión. Irene estaba preciosa, con un vestido amarillo muy ajustado y muy chillón que se adaptaba muy bien a las curvas de su cuerpo. Tenía unos tirantes algo más grandes de los que solían llevar los vestidos que se ponía, pero le hacía un escote increíble. Al vérselo pensaba que se había operado las tetas por cómo de juntas y elevadas las tenía, pero eso era imposible, por lo que pensé que llevaba un push up. De hecho, estaba bastante seguro porque casi que se veía un filo negro, el del sujetador.

En vestido seguía bajando adaptándose perfectamente a su cuerpo, marchando el piercing que tenía en el ombligo e incluso su tanga de hilo, aunque no se transparentaba. Acababa a medio muslo y le seguían unas medias negras muy tupidas, terminando con unos tacones del mismo amarillo que el vestido. Al seguirla hasta el salón pude percatarme de que ese vestido le dejaba toda la espalda al aire casi hasta la cintura, aunque tenía unos cruces estratégicos, sobre todo a la altura de la espalda para tapar el sujetador, pero en gran medida se veía casi toda su piel.

La cara la llevaba muy maquillada, pero sin ser exagerado tampoco. Llevaba una sombra de ojos muy intensa de color negro y sus labios con un rojo de la misma manera. También me di cuenta de su pelo. Llevaba el mismo peinado de siempre, pero lo veía con un brillo increíble, además de con más volumen. Por último, también me di cuenta de que se había puesto un perfume, pero no lo había notado nunca en ella, por lo que supuse que era nuevo. Olía muy bien, no tan dulce como los que se solían llevar, pero era un aroma muy embriagador y sensual.

-Madre mía, Javi... -decía alucinada.
-¿Qué pasa? -dije riéndome.
-Que estás increíble... ¿Desde cuándo tienes este cuerpazo?
-Me machaco mucho en el gimnasio.
-No... Si ya... -dijo acercándose para tocar mis brazos.
-¿Y tú? Estás tremenda, Irene.
-Qué va... Si no es para tanto.
-Joder que no... Estás buenísima. Y has ido a la peluquería. Y también has cambiado de perfume...
-Vaya... Te has dado cuenta de todo...
-Claro. Se te nota mucho todo.
-Es que me dijiste eso anoche y me entraron muchas ganas. Hoy he ido de compras y he conseguido este vestido y estos tacones. Y también pues he ido a la peluquería y a la tienda de perfumes... Se me ha ido la cabeza un poco... Jejeje.
-Me encanta que estés tan contenta -dije abrazándola.
-Mmm... Qué bien hueles tú también. Y qué abrazo... Madre mía qué brazos...
-¿Te gustan?
-Me encantan. Y la barba... Estás muy guapo.
-Lo mío me cuesta peinarla, ¿sabes?
-Jajajaja. Tendrías que probar a peinar una melena como la mía. Te ibas a enterar tú...
-Uff... Quita, quita.
-Oye, vamos a echarnos una foto, ¿no?
-Bueno... Pero a ver qué haces con ella...
-No voy a hacer nada. Solo la voy a pasar por el grupo nuestro.

Irene me agarró de la mano para llevarme hasta su habitación y ponernos enfrente de un espejo que tenía en el armario, echándonos algunas fotos y mandándolas por el grupo. Después regresamos al salón para sentarnos en el sofá y hablar un poco, aunque no nos paramos mucho, tan solo me pregunto a dónde íbamos a ir. Le dije que sería una sorpresa y mientras lo hacía empezamos a recibir mensajes tanto de Sofía como de Mario en el grupo. Ambos nos decían lo guapos que estábamos y que saliéramos a divertirnos, que ambos lo merecíamos.

Sin perder mucho más tiempo nos levantamos para ponernos los abrigos y marcharnos. Sabía a dónde íbamos a ir, por lo que le dije que no íbamos a coger el coche, pues el restaurante quedaba cerca. Acabamos en un restaurante que estaba situado frente a un parque de la ciudad, que si bien es verdad no era el más grande ni de lejos, era uno de los más famosos y frecuentados por adolescentes en quedadas para luego irse de botellón y más tras la reforma que le hicieron dándole un buen lavado de cara.

El restaurante era normalito, aunque tenía una buena decoración con varios cuadros de arte abstracto. Pese a lo que pudiera dar a pensar por esa decoración, los platos tenían una buena cantidad de comida, lejos de esos platos de restaurantes innovadores que te ponen un plato que casi puede caber en una cuchara de los pequeños que son. No era el caso y eso nos gustaba a ambos, pues tampoco es que fuera barato el restaurante, pero comimos muy bien, sobre todo en el postre con esa tarta de queso sensacional que tenían allí. Recuerdo haber ido algunas veces en comidas familiares y haber salido de allí muy contento, por lo que se me ocurrió llevarla allí. Durante la cena hablamos de muchas cosas, interesándose ella por mi trabajo al haber cambiado, diciéndome que le contara con detalle.

Y así lo hice narrándole cómo me fue los primeros días en los que empecé a conocer a todos mis alumnos. Irene, tirando de su interés de siempre, me comentó si había alguien interesante en el aspecto que todos estamos pensando. Le comenté que solo eran críos y crías y que no merecía la pena fijarse, pues la mayoría eran de los últimos cursos de primaria y de la ESO. Yo solo les daba clase a dos cursos de bachillerato y tampoco es que hubiera nada destacable, aunque tampoco me fijaba en eso. Sí que le comenté que le daba clase a una chica en solitario y que estaba en primero de carrera y que me había fijado en ella por el increíble culo que tenía, aunque estuviera algo gordita, pero tampoco era algo que me importara mucho.

Irene se interesó mucho por esto último y me pidió que le contara con detalle, pero mejor en otro momento para no dar mucho el cante, así que dejamos ese tema aparcado. También me preguntó si salía por allí y le respondí afirmativamente, sin llegar a contarle del todo que salí algunas veces de noche, pero ella ya lo suponía. Me centré más en lo de la tienda con el grupo de amigos nuevo que hice, contándole también como retomé ese hobby que tenía. Irene estaba muy risueña y habladora para mi sorpresa, pues me la esperaba con un bajón importante, sobre todo después de la conversación que tuve con ella la noche anterior, pero parecía otra.

Tras un par de horas en las que estuvimos comiendo y charlando tranquilamente nos fuimos de allí dando un paseo. Me preguntó qué hacer y le propuse ir a tomarnos algo, aunque no llegaba a saber dónde podíamos ir, por lo que dejé que lo hiciera ella. Al final acabamos yendo al local al que fuimos en su cumpleaños hacía casi un año atrás, aquel en el que me reencontré con Ángela después de tanto tiempo sin verla una vez acabamos la carrera. En mi mente estaba el plan de ir a sitios que no nos recordaran mucho a Elena por obvias razones. Y casi que, si podía evitar ir a sitios en los que tuviera recuerdos con ella y con Mario, pues mejor también, así evitaba un bajón por el posible recuerdo de ambos o al menos de uno solo, pero es que pasamos por la misma puerta después de un buen paseo y le entraron muchas ganas, por lo que al final acabamos entrando. Eran ya casi las 12 de la noche y estaba bastante lleno.

Nos acercamos a la barra y ambos pedimos una copa, medio extrañándose Irene por haberme perdido una yo también sin decirle al camarero que no me la cargara mucho, pero me apetecía estar a su altura y desinhibirme. Nos sentamos un rato en esos taburetes con gomaespuma para beber tranquilamente, aunque Irene se levantó rápido para ponerse a bailar, tirando de mi mano para que hiciera lo propio con ella. Ambos con nuestras copas en la mano y bailando. Bueno, yo lo hacía como podía, ella sí que se movía bien. De vez en cuando yo me sentaba porque ni sabía, ni podía seguirle el ritmo. Ella se movía que parecía estar poseída por momentos, aunque no le impedía beber de su copa. De hecho, fue a por otra cuando se la acabó, preguntándome si yo quería otra. Le contesté asintiendo y se marchó a la barra mientras yo la esperaba allí.

No sé por qué me dio por pensar en Ángela. Seguramente por haber coincidido con ella allí hacía ya un tiempo, pero se me vino a la cabeza cómo iba vestida ese día y entonces caí. ¿Y si me la encontraba ahí de nuevo? Era un local que frecuentábamos mucho en tiempos universitarios cuando ambos nos volvíamos a la ciudad y de hecho fue ahí donde la encontré. ¿Qué pasaría si la encontraba de nuevo después de la ruptura y demás? ¿Cómo reaccionaría ella? No tenía ni idea, pero yo trataría de ser conciliador más que otra cosa, pero no pude comprobarlo porque no la vi en toda la noche.

Poco antes de que llegara Irene pensé en que me tenía que mover y seguirla bailando, que parecía un muermo ahí sentado mirándola bailar. Por lo que lo acabé haciendo después de que viniera con dos copas y se sentara unos momentos para beber. Las dejamos sobre la mesa y nos pusimos a bailar allí mismo juntos, acercándonos más.

Qué pronto se me fue Ángela de la cabeza al ponerme a bailar así con Irene y después de empezar a beberme mi segunda copa. Ella estaba muy sonriente y eso la hacía más guapa. También me fijaba mucho en su cuerpo, marcadísimo por el vestido. Estaba muy atractiva. Tanto, que me empecé a excitar entre las miradas que le echaba y los roces que tenían lugar entre baile y baile. Ella tampoco se quedaba atrás. Bueno, no me estaba provocando en realidad, pero esa manera de moverse y su mirada tan intensa por momentos me hacía verla solo a ella. Llegó un punto en el que la agarré de las caderas para bailar tan pegados que nos restregábamos más que otra cosa y me estaba empezando a poner tontorrón. Menos mal que dijo que tenía que ir al baño, porque de no haberse ido a saber qué hubiera pasado.
 
Capítulo 388

Yo por mi parte, volví a sentarme en lo que venía, dándole más tragos a mi copa. Me notaba acelerado y con calor, pero poco tenía que ver lo que me estaba moviendo. Estaba cachondo perdido por estar así de cerca de Irene. Ella volvió y se sentó un poco para beber también. Al rato nos volvimos a levantar para bailar, pero más retirados. Aunque a los pocos minutos nos volvimos a acercar, bailando bastante pegados, aunque no tanto como antes. Otra vez me estaba empezando a dar calor. Hasta empezaba a sudar. Esta vez fui yo el que se marchó al baño, aunque no llegara a hacer nada más que echarme agua sobre la cara para calmar el calor que tenía. Mientras lo hacía reflexionaba si podía hacer algo con Irene.

No sabía si a ella y a Mario le importaba que intentara hacer algo, pero es que mis ganas eran tremendas. Quizá era en parte también por la situación que tuvo lugar con Eva horas antes. Por mucho que me hiciera una paja, eso no calmaba lo mismo que echar un polvo y ahora volvía a estar igual de excitado, o incluso más. Salí del baño, pues había gente esperando y yo no estaba haciendo nada sin saber muy bien cómo actuar, ya que teníamos mucha confianza y bueno, al fin y al cabo, ellos seguían jugando con Sofía. ¿Por qué no iba a poder hacerlo yo también?

Regresé con ella, quien puso una sonrisa en su boca al verme aparecer. Me senté un momento con ella para terminarnos la copa tranquilamente. Ella me preguntó si íbamos a por otra, pero le dije que despacio, que no teníamos prisa y a ese paso nos íbamos a emborrachar. Ella estaba más acostumbrada al alcohol que yo, por eso decía de ir a por otra. Estaba fresca como una rosa mientras que yo ya me notaba el puntillo, aunque no veía borroso, ni estaba mareado, ni siquiera arrastraba sílabas al hablar. Como ya nos habíamos acabado la bebida, nos pusimos a bailar de nuevo. Poco a poco nos volvíamos a acercar en uno al otro. Quizá lo hacía más yo que ella, pero acabamos como lo veníamos haciendo anteriormente antes de que cada uno fuera al baño. De nuevo esa manera de restregarnos mientras la agarraba de las caderas, pero esta vez ella pasó sus manos por detrás de mi cuello.

Más pegados no podíamos estar ya, pero la cosa sí que se podía poner más caliente. Ella lo hacía con sus miradas intensas a mis ojos. Yo lo hacía devolviéndoselas y mirando también su escote. Y ya no pude aguantar más. Le planté un beso que no me costó tanto darle por la altura que le proporcionaban sus tacones. Ella no se lo esperó por su reacción con un pequeño gemido que noté más por estar tan cerca y por darlo en mi boca que por el ruido en sí.

También hizo como ademán de retirarse un poco, apartando también sus manos y poniéndolas en mis hombros. Al apartarme de ella me miraba con los ojos como platos, pero poco le duró, porque me agarró de la camisa para besarme esta vez ella a mí. Hasta me llegó a agarrar de la cara con fuerza. Yo ya me solté del todo y le agarré el culo con fuerza, levantando su cuerpo un poco incluso. El primer beso fue en los labios, pero el segundo fue un morreo en toda regla, entrelazando nuestras lenguas y devorándonos sin parar como si no hubiera un mañana.

Cuando nos separamos para tomar aire, nos apartamos un poco para irnos a una zona con más intimidad, más oscura y con menos gente. Allí nos liamos, pero bien, besándonos sin parar mientras tocábamos el cuerpo del otro. Ya en los últimos besos hacíamos por donde de tocar más, por lo que ella se separó de mí, sonriente e incluso riendo. Al verle la boca entendí por qué, ya que tenía su pintalabios corrido por los morreos que nos habíamos dado. Ella me intento limpiar con su mano, pero como no lo consiguió sacó unas toallitas de su bolso para hacerlo mejor.

-¿Nos vamos? -me preguntó al acabar de limpiarme.
-¿A dónde?
-A casa.
-Vale, voy a pagar.
-Voy al baño a retocarme. Espérame en la puerta.

"Yo sí que te voy a retocar bien", pensaba de camino a la barra para pagar. En nada, Irene salió yendo maquillada perfectamente de nuevo, con su abrigo. Tan solo la esperé durante un par de minutos fuera, bien abrigado yo también para volver. De camino a la casa de Irene, la cual nos pillaba a unos 10 minutos, nos parábamos a cada poco para comernos la boca con ansia. Era un sábado a las 2 de noche, pero por ser invierno y por el frío que hacía no había nadie en la calle. Tan solo se oían sus tacones resonar a medida que caminábamos. Otra vez se le corrió el pintalabios de boca. Y cada vez lo hacía más por cómo los besos que nos dábamos eran cada vez más intensos. Tanto, que cada vez se prolongaban más. A medio camino pasamos por un parque no muy grande, pero que tuvimos que bordear, llegando a un pasaje que conectaba dos calles.

Al pasar tiré de su mano para resguardarnos un poco en la entrada de un portal que tenía bastante intimidad y que estaba oscuro. Ahí le comí la boca de nuevo, agarrándole el culo con fuerza mientras ella me agarraba la cara. Pero necesitaba más, por lo que puse una de mis manos en su muslo, acariciándolo. Era curioso que no dijéramos nada en ningún momento más allá de lo que dijo ella de irnos a su casa. Estábamos todo el tiempo en silencio, mirándonos intensamente. Seguí subiendo por su muslo, dándome cuenta de que sus medias no eran de las completas que se ajustan a la cintura, sino que eran de las que lo hacen a medio muslo. Resoplé al darme cuenta, respirando ella de manera entrecortada. Pasé a besarle el cuello mientras seguía subiendo, pero esta vez por la parte interna de su otro muslo hasta que llegué a su entrepierna.

Irene dio un respingo, algo bastante raro a mi parecer a estas alturas, aunque supuse que estaba tan nerviosa como lo estaba yo, o puede que más. Noté que tenía el coño muy caliente y bastante húmedo por como de mojado tenía el tanga. Fue otra cosa que me sorprendió, pues ya sabía que ella lo se mojaba tanto al excitarse, siendo algo bastante raro. Poco a poco y de manera suave le empecé a estimular por encima de la tela de su tanga, empezando ella a murmurar sensualmente. Yo le seguía besando el cuello, cada vez con más intensidad y tenía que seguir en ese punto, por lo que seguí subiendo mi mano para colarla dentro de su ropa interior, topándome con un pubis peludo, aunque lo notaba con más vello de lo normal. Notar eso e imaginármelo me excitó mucho. Tanto que bajé inmediatamente a su raja para acariciarla.

De nuevo, otro respingo por su parte, volviendo yo a sus labios para amortiguar los gemidos que empezaba a emitir. Así evitaría que alguien que pudiera pasar por ahí nos escuchara, aunque dudaba que eso pudiera pasar. Noté su humedad ahora directamente sobre mis dedos, por lo que ni me lo pensé, metiéndole un dedo y rápidamente otro más. Así le empecé a hacer un dedo a ritmo lento, aunque estaba tan encendido que lo subí rápidamente, haciéndole una buena paja mientras ella se empezaba a retorcer y seguía gimiendo en mi boca. No tardó nada en correrse con mi trabajo manual, temblándole bastante las piernas. Juraría que nunca había visto a Irene temblar así, aunque bien es verdad que cuando estábamos de juegos, yo estaba más pendiente de otra persona que de ella. Se agarró con fuerza a mi brazo y yo le sujetaba el cuerpo con el otro, porque parecía que se iba a caer.

Separé mis labios de los suyos para que pudiera respirar, haciéndolo ella entrecortadamente y con ansia. Saqué mis dedos de sus entrañas y mi mano de su ropa interior mientras miraba la cara de placer que tenía con sus ojos cerrados para llevarme los dedos a la boca y chuparlos. Hacer eso me provocó que se me pusiera la piel de gallina. Era un sabor diferente al que estaba acostumbrado después de tantos meses, siendo saladito, pero me encantó. Luego le metí esos mismos dedos en su boca y ella lanzó otro gemido, abriendo sus ojos. Me miró y tiró de mí para darme un beso más dulce esta vez.

No queríamos perder más tiempo y estábamos cogiendo frío, por lo que retomamos el camino para volver a su casa, de nuevo sin mediar palabra. Menos mal que no había nadie en la calle, porque la erección que se me puso en ese pasaje no se me bajo en ningún momento. Al entrar a su casa nos volvimos a comer la boca con ansia. Era un no parar de besarnos. Ella tomó esta vez un papel más activo, arrastrándome hasta su habitación para seguir con los morreos allí. Pero pronto se acabarían.

-Tengo que prepararme. Voy al baño, ¿vale?
-Claro. Lo que necesites.
-Voy a tardar unos minutos. No te me enfríes, ¿vale? -dijo mientras me manoseaba el paquete con una erección grandísima.
-Imposible.
-Ahora vuelvo.

Irene se fue al baño y pude oír como hacía cosas por los ruidos que provenían desde ahí, pero no tenía ni idea de qué podía ser. Estaba nervioso y no paraba de sobarme el paquete por encima de la ropa, pero también se me venía a la cabeza la pregunta de si estaba bien lo que estaba haciendo. Así pasaron 5 largos minutos en lo que no paraba de preguntarme eso y me cansé, por lo que cogí el móvil para llamar a Mario.

-¿Qué pasa Javi? Es muy tarde.
-Mario... Eh... Ha pasado algo.
-¿Qué es? -dijo asustado.
-Nada, nada. No te preocupes. Estamos bien.
-¿Estáis bien? ¿Seguro?
-Sí. Demasiado bien de hecho...
-¿Por?
-Mario, Irene y yo nos hemos liado. Y... -dije al ver que no respondía- Le he hecho un dedo en la calle. Estamos aquí y...
-¿Me has llamado a estas horas para decirme que te vas a follar a mi novia? -preguntó seriamente.
-Bueno... Yo... Es que...
-¿Me estás pidiendo permiso? ¿Es eso?
-Mario, tío...
-Respóndeme.
-Pues sí. Me la quiero follar.

Se hizo un silencio incómodo de unos pocos segundos que a mí se me hicieron eternos.

-Jajajajaja. Vale, vale. Tranquilo. Ya sabes que me parece bien. No tengo problema.
-¿Sí?
-Claro, tío. Ya sabes cómo somos. No hacemos esto mucho ya, ya lo sabes, pero contigo hay confianza. Demasiada, porque ya hemos hecho cada cosa...
-No te importa entonces, ¿no?
-Qué va. Si ella también lo está deseando. Lo sé. En cuanto he visto la foto he pensado que hoy sería un buen día para que por fin follarais. Se te nota el gimnasio, ¿eh? Y mi chica estaba también que no veas...
-Pues sí. Hemos empezando a bailar y eso y... Me he ido calentando. No me he podido aguantar y la he besado.
-¿Y qué más?
-Y ya ha sido un no parar. Nos hemos comido la boca como para hacernos llagas...
-Jajajajaja. ¿Y lo del dedo?
-Pues el calentón. Hemos pasado por un sitio resguardado y oscuro y ni me lo he pensado.
-¿Se ha corrido?
-Joder... Le temblaban mucho las piernas.
-Mmm...
-Estaba mojadísima.
-Joder cuando la pille... Le voy a partir el coño.
-Ahora se lo voy a partir yo -dije cachondo perdido.
-Jajajajajaja -reía con fuerza-. Claro que sí, coño. Reviéntala como se merece. Quiero que disfrutéis todo lo que podáis.
-Guay.
-No sabes las veces que ha fantaseado contigo, Javi... Muchas veces cuando la follaba se imaginaba que se lo montaba contigo. Hasta me llamaba con tu nombre.
-Joder...
-Oye...
-Dime.
-¿Os podéis grabar un poco? Me encantaría veros...
-Por mí no hay problema. Ahora se lo digo a Irene.
-Vale.
-¿Hacemos una videollamada?
-No, no. Estoy muy adormilado y quiero estar bien para eso. Además, prefiero verlo en persona. Pero como va a ser vuestra primera vez, pues para ver cómo va al menos...
-Claro.
-Y otra cosa...
-¿El qué?
-Me gustaría que hiciéramos un trío contigo.
-Ah...
-¿Sí?
-Claro. Sin problema.
-Uff... Qué ganas. A ver si voy ya para allá. No puedo esperar a verla mientras la follamos entre los dos...
-La verdad es que tengo ganas de hacerlo yo también. Lo podíamos hacer para su cumpleaños, para que sea algo más especial. Además, no queda mucho.
-Me parece bien. Oye, ¿y Sofía?
-¿Qué pasa con ella?
-¿También te la vas a...?
-Mmm, claro. ¿Por qué no?
-Eso digo yo. Hasta podemos hacer una pequeña orgía de verdad entre los cuatro.
-Pero no te vengas arriba, que ya sabes lo que pasó con Sofía.
-No, coño... Eso ya, no. Yo ya tengo todo muy claro. Pero entiéndeme, todo esto es un poco nuevo y tengo ganas. Y eso que tú y yo no vamos a hacer nada. Imagínate ellas, Javi. Van a estar...
-Ya, me lo imagino. Pero primero quiero a solas con Sofía. Luego ya todos juntos.
-Claro, como tú veas. Vas a alucinar con ella. Te lo digo yo.
-Ya lo sé, jajaja. ¿Qué te crees, que no he mirado un poco cuando hemos estado todos juntos?
-Mirar es una cosa y follársela otra.
-Ya, eso es verdad.
-Bueno, te dejo ya. Que lo paséis bien.
-Vale, buenas noches.

Colgué y fui a dejar el móvil en la mesita, pero vi que tenía algunos mensajes. Me metí en lo que Irene venía y vi que tenía algunos de Eva en los que me decía lo cachonda que la había dejado, acompañados de un par de imágenes en las que salían sus bragas con una mancha y sus dedos mojados también. Le respondí con un emoticono con la cara sonrojada y otra babeando y lo dejé en la mesita para hablar en otra ocasión. También le tenía ganas a ella, pero en ese momento no estaba para hablar por mensaje, porque lo que quería era reventar a mi amiga.

Después de oír lo que me parecieron unos murmuros, pasaron unos breves minutos y al fin apareció Irene. Venía exactamente igual a como se marchó. Bueno, casi, porque había despejado su cara de todo ese maquillaje, poniéndose aun así su raya de ojos con su típico eyeliner. Por lo demás estaba exactamente igual. Quizá se había retocado un poco el pelo, pero no veía ningún cambio más. Ella se acercó andando sensual y lentamente para sentarse a mi lado en la cama después de regular la luz de la habitación, poniéndola más de ambiente.

-¿Qué hacías que tardabas tanto...?
-Ponerme guapa para ti -dijo para darme después un beso muy sensual en los labios, aunque sin llegar a meter su lengua en mi boca.
-Pero si ya lo estabas. Además, no has cambiado mucho en estos minutos.
-Es que... A ver, te voy a ser clara. No estaba depilada.
-Ah... Bueno, algo he notado antes...
-Pues eso estaba haciendo. Me lo he quitado todo.
-No me jodas, Irene -dije viniéndome un poco abajo.
-Que es broma, jajajaja.
-Uh... Mal empiezas -dije haciéndole cosquillas para luego darle otro beso, esta vez más intenso y con lengua.
-Para, para -decía riendo-. Es que lo tenía todo muy descuidado. Llevo ya mucho sin hacer nada de nada y ni ganas de tocarme tenía. Por eso he tardado. Me tenía que dar un buen repaso por todos sitios. Y también recortarme el pubis.
-Mmm... Qué bien suena eso...
-También me he quitado todo ese maquillaje. Me resulta muy incómodo para follar. Aunque este que me he puesto no. Estoy muy acostumbrada a él.
-Estás guapísima. Qué suerte tengo de estar ahora así contigo.
-Mmm... -murmuraba mirándome los labios.

De nuevo los dimos otro pequeño beso y al separarnos seguimos hablando.

-No me esperaba que me besaras.
-Ya lo he visto. Parecías acojonada.
-Es que ha sido muy inesperado.
-¿No te lo esperabas con todo lo que nos hemos restregado?
-Mmm, pues no. Es muy normal bailar así con cualquiera. Más de lo que crees.
-Puede, pero no estoy acostumbrado a eso.
-Es que... Javi, ha pasado tanto tiempo desde que nos conocemos así que ha llegado un punto en el que había asumido que nunca se iba a dar esto entre nosotros...
-No pienses en eso, mira dónde estamos y cómo estamos.
-Ya...
-¿Estás nerviosa?
-Sí. Mucho. Ahora ya menos, pero cuando nos hemos besado, siguiendo de camino, lo de masturbarme en la calle... Uff...
-Yo también estaba nervioso. Y lo sigo estando, pero ya estoy más calmado.
-¿Sí? ¿Por?
-He llamado a Mario.
-Ah... -dijo sorprendida.
-No sabía si esto estaba del todo bien y le he llamado para explicarle lo que ha pasado. Ha sido ahora mismo. Pero le parece bien.
-Yo también le he llamado.
-¿Sí? -pregunté sorprendido.
-Estaba en el baño atacada... Se lo he contado todo también. Solo para asegurarme.
-A mí me ha dicho que no hay problema.
-A mí también. Pero así estoy más tranquila.
-Me ha dicho que nos grabemos un poco.
-Jajajajaja, ¿en serio?
-Sí. Que es nuestra primera vez y que quiere ver algo.
-Qué morboso es mi chico...
-Tiene unas ganas de venir...
-No creo que tantas como yo... Aunque yo al menos tengo a alguien que me va a ayudar mucho, ¿verdad? -dijo acariciando mi cara para darme otro beso.

Después de ese beso vinieron más y más, dejando ya de hablar para empezar a tocar nuestros cuerpos. Nos echamos para atrás para tumbarnos un poco y besarnos de manera más empalagosa. Otra vez tenía una erección tremenda, cosa que ella vio y aprovechó para tocar mejor. Aunque duró poco, porque me incorporé mientras ella seguía así tumbada. Estaba preciosa con su pelo bien repartido por la cama y mirándome expectante de lo que iba a hacer a continuación. Una vez me volví a sentar, le quité los tacones y empecé a acariciar sus piernas. Ella murmuraba de gusto. Quería que fuera especial y pensaba tomarme mi tiempo para que fuera una noche inolvidable para los dos. Hasta le empecé a besar los pies, subiendo un poco. Cada vez estábamos más cachondos.

Tras eso me incliné para besarla y bajarle la cremallera del vestido la cual estaba situada en un lateral. Poco a poco se lo retiré, dejándola con su conjunto de ropa interior supersexy. Efectivamente llevaba un push up negro que realzaba mucho sus pechos. Y en la parte de abajo tenía un tanga de hilo que recorría sus caderas, con un triángulo algo pequeño quizá de tela que dejaba entrever su pubis. Se me subieron los calores de nuevo al ver lo que escondía su prenda íntima. Ver ese vello oscuro me puso como una moto. Tan encendido estaba que me puse sobre ella para besarla por todo el cuerpo, aunque trataba de evitar sus tetas y su entrepierna, porque quería ir despacio. Me costó mucho, pero lo conseguí.

Ella gemía muy bajito. Hasta podía ver como tenía unas chapetas muy bonitas. Me levanté para empezar a desnudarme yo también, porque la erección que tenía era muy incómoda en esos pantalones vaqueros ajustados, por lo que volaron, haciéndome más cómodo estar así de duro al llevar tan solo los boxers. Ella resopló al ver lo que había, diciéndome lo bonitas que tenía las piernas al hacer ejercicio. Estaba deseando ver lo que decía cuando me quitara la camisa. Me sobé un poco el paquete, porque verla así era muy excitante. No podía remediarlo, pero tampoco quería, aunque quería ir despacio.

-¿Estás preparada?
-Estoy deseándolo -decía estando visiblemente muy excitada.

Me empecé a desabrochar la camisa poco a poco, incorporándose ella para apoyarse en sus codos, estando aún tumbada. Estaba muy impaciente de que me quitara toda la ropa, pero yo me lo estaba pasando muy bien. Una vez desabroché todos los botones, pasé a los de los puños. Ella me metía prisa, pero yo le decía que teníamos toda la noche. Al hacerlo, le volví a preguntar si estaba preparada, asintiendo ella con fuerza. Me había desabrochado la camisa de tal manera que no dejaba que viera nada de mi torso. Rápidamente me la quité y la eché al suelo. Su cara era un poema. Estaba con los ojos como platos y la boca abierta. Hasta se incorporó de golpe para sentarse y acercarse para verme mejor. Sus ojos bailaban entre mi torso y mis brazos, pasando también a mis ojos como buscando una respuesta. Se levantó para dar más luz a la habitación y me giró hacia ella.
 
Capítulo 389 A

-Pero... Pero... ¿Pero esto qué es? -preguntaba alucinando.
-¿Te gusta?
-Pero... ¿Dónde está mi Javi? Dios mío... Me encanta. Vaya músculos... Mmm... ¿Y estos tatuajes? Uff... ¡Qué sexy!
-Tranquila, que te va a dar algo.

Irene no me respondió, pero sí que se subió a mí abrazándose con sus piernas a mis caderas y con sus brazos a mi cuello para comerme la boca con locura. Nos tiramos, así como 5 minutos en los que Irene estaba como loca. Parecía que llevaba sin follar años y se había encontrado de nuevo con el amor de su vida. Yo estaba encantado agarrándola del culo y apretándola contra mi erección. Se bajó y me miró bien todo el cuerpo, acariciándolo con sus manos. Sobre todo, lo hacía por mis brazos. Estaba muy impresionada, aunque no sabía si era por la musculatura o por los tatuajes. La notaba muy nerviosa, como si quisiera hacer cosas, pero no terminaba de decantarse por ninguna.

Al final optó por empezar a besarme por el cuerpo de manera calmada y sensual, dando pequeños chupetones. Empezó por mi pecho y luego pasó a los brazos. Siguió pese a que le dije que aún tenía que tener crema porque seguían en proceso de curación, pero le dio igual. Ella besaba sin parar. Luego me sentó en la cama, empujándome con sus manos para que me tumbara y de un tirón me quitó los boxers, saltando mi polla como un resorte. No se rio, pero la miró con mucho deseo. Fue a echar mano a ella, pero la detuve empujándola con una mano mientras me la cogía para pegarla a mi cuerpo.

-Eh, eh... ¿A dónde vas?

Irene me miró algo desorientada y sin saber por qué la había parado.

-Aquí mando yo y se hace lo que yo diga. Así que, o te portas bien, o te quedas sin que te folle.

Irene irguió su espalda al oírme decir eso, abriendo también sus ojos con expresión de sorpresa, aunque rápidamente la cambio a una expresión de puro vicio, soplando de manera suave, como si no me quisiera alterar al hacerlo fuerte. Me incorporé y la agarré del cuello para tumbarla. Ya estaba completamente desnudo, pero ella no, así que decidí ponernos en igualdad de condiciones. Empecé por darle la vuelta para ponerla boca abajo y desabrochar su sujetador. Le volví a dar la vuelta y se lo quité, dejando sus preciosos pechos al aire. Tan bonitos como siempre con esos pezones y areolas oscuras que se agitaban por la respiración entrecortada que tenía. Veía que deseaba que siguiera, pero me lo estaba pasando muy bien y quería hacerla sufrir un poco.

Me puse sobre ella, apoyándome sobre una mano y agarrándomela con la otra para que no tocara su cuerpo aún. Me puse cara a cara con ella para ver cómo reaccionaba. Estaba nerviosa. Lo notaba en cómo temblaba, cómo respiraba y cómo me miraba con sus ojos vibrantes. Le di un pequeño beso y algunos más por la cara, bajando a su cuello. De nuevo empezaba a gemir bajito, aunque yo le decía que guardara silencio. Seguí bajando por su cuerpo hasta que llegué a sus tetas. Se las comí durante un rato. Ella se derretía por cómo lo hacía, poniéndoseles los pezones más duros de lo que ya estaban. Como no paraba de gemir, le daba pellizcos en el otro pezón que estaba libre de mi boca, o incluso le daba un bofetón en la teta. Así se enteraba de que no tenía que cabrearme, siempre dentro del juego de cama, claro.

Tras varios minutos en los que no paré de lamer sus tetas, con algunos mordisquitos en los pezones y succiones fuertes, seguí bajando, dándole besos por su esternón, vientre y caderas. Estaba siendo dulce, pero también duro, pues entre esas muestras de cariño, la agarraba con fuerza con mis manos y la zarandeaba un poco. Así llegué a su coño, aunque antes de quitarle el tanga puse mi cara sobre él. Irene emanaba un olor muy bueno, a sexo. Pero era algo que ya había olido antes al haber participado con ella en cosas, pero no de esta manera. Noté un fuerte escalofrío por mi espalda cuando aspiré ese olor a hembra tan delicioso. Levanté mis ojos para mirarla y la veía con cara de placer y sus ojos cerrados, pasando a mirarme rápidamente. Después de oler un poco, bajé y le di besos por sus muslos, además de algún mordisco, con alguno más fuerte que otro, provocado algún gemido. De nuevo le di algún manotazo para que se mantuviera en silencio.

Continué hasta sus pies pasando por sus piernas con más besos. Y me recreé en ellos, besándolos bien, por las plantas, metiéndome los dedos en la boca... Irene me miraba con expresión tierna. Se notaba que sabía de qué iba el juego, aunque seguía lanzando algún gemido. Dejé sus pies para tirar de su tanga con fuerza y quitárselo. Lo mire, viendo que tenía una mancha enorme blanquecina en la parte que tocaba su raja. Me lo llevé a la cara y lo olí, resoplando ella al verme hacer aquello. Lo dejé en la mesita y me puse de nuevo sobre ella. De nuevo, esa mirada con expresión nerviosa. Pero ya estaba temblando más. Sabía que deseaba que empezara a hacerle de todo, pero aún no.

Puse mi cara a la altura de su pubis, viéndome el mismo olor de antes, aunque ahora lo notaba más intenso. Besé su pubis, con Irene retorciéndose mientras soltaba aire por su nariz con fuerza. Quería jugar más con ella así, pero no podía más, por lo que bajé a su raja para pasar mi lengua por ella a todo lo largo desde abajo hasta arriba, pasando por su clítoris. Otro fuerte escalofrío recorrió mi espalda que incluso provocó que se me erizaran los pelos de la nuca. Irene, por su parte, lanzó un gemido muy fuerte, de los que manifestaba más un orgasmo que lo que le estaba haciendo, lo que hizo que se ganara un fuerte guantazo por mi parte. Hasta le moví el pelo por la torta que le di, abriendo ella sus ojos algo desorientada.

-Para -dije agarrándola fuertemente del cuello.
-Perdón -decía bajito mientras ponía su mano en mi brazo.
-¿Te vas a portar bien?
-Sí -decía de nuevo bajito.
-¿Me vas a obedecer en todo?
-Ajam...
-Bien.

Me separé de ella para mirarla bien desnuda. Con la luz que había se podía ver todo perfectamente y era todo un espectáculo para mí. De hecho, estuve unos segundos observándola mientras me la meneaba lentamente. Irene de nuevo estaba impaciente por seguir, pero es que me lo pasaba tan bien haciéndola sufrir así, que hacía que pudiera aguantar mis ganas. Después de verla así un rato, fui hasta la mesita para coger mi móvil y empezar a grabarla. Irene se abrió bien de piernas, levantándolas para exponer su sexo de manera exagerada. Me acercaba un poco y me alejaba también para hacer varias tomas en la que se viera todo muy bien. A través de la pantalla podía ver cómo Irene me seguía con sus ojos, con una cara de vicio increíble.

-Mira cómo está, Mario... -decía para cuando mi amigo viera el vídeo- Está como una perra... ¿Verdad Irene?
-Sí -decía con tono de niña buena.
-¿Estás cachonda, Irene?
-Sí -decía con el mismo tono.
-Dímelo tú.
-Estoy cachonda como una perra.
-¿Qué eres, Irene?
-Soy una guarra.
-¿Algo más? -pregunté mirándola directamente a sus ojos.
-Soy tu puta.
-Eso es...
-Díselo a Mario -dije acercando el objetivo bastante a su cara.
-Soy la puta de Javi. Y eso me encanta.
-¿Sí? ¿Te gusta? -le preguntaba agarrándola con suavidad del cuello, acariciándole los labios con el pulgar y metiéndoselo en la boca.
-Mmm... -gemía de gusto mi amiga.
-Es que es muy guarra, Mario. Tienes mucha suerte de tenerla. Deberías probar a hacer esto más. Es una sumisa muy buena. Aunque seguro que cuando vuelvas la follas lo duro que se merece.
-Mmm... -volvía a gemir con mi pulgar en su boca.
-Mírala... Lleva deseando que la folle toda la noche. ¿A qué sí?
-Sí amo -respondía como podía por tener aún mi pulgar en su boca.
-Lo que pasa es que está un poco rebelde. O se le ha olvidado cómo va esto. Resulta que le he lamido el coño y ha pegado un chillido muy fuerte. Y eso no puede ser, ¿a qué no?
-No... -decía negando con su cabeza ligeramente.
-Si empieza a chillar así ya, ¿qué va a dejar para cuando la folle de verdad? No puede ser...
-Lo siento -decía con vocecilla.
-Buena chica -dije mientras le acariciaba la cara.

Me encorvé para darle un beso en los labios de manera tierna, enfocándonos a los dos para que se viera bien. Luego enfoqué a su coño, el cual estaba muy mojado.

-Mira, Mario... Está muy mojada. Y no es por mi comida de coño. Si solo le he dado una pequeña lamida... Lleva así toda la noche, la guarra.
-Sí... -decía bajito.
-Díselo.
-Llevo así toda la noche... Cuando me ha besado me he puesto a mil... Y luego me ha hecho un dedo en la calle.
-¿Te ha gustado?
-Me ha encantado, porque soy una guarra.
-Cuéntale cómo te has corrido.
-Como la guarra que soy... Quería chillar, pero él me ha tapado la boca con la suya. Y las piernas me temblaban tanto que me hubiera caído al suelo si Javi no me hubiera agarrado...
-Mario, tu novia no le dice que no a nada, ¿verdad?
-Yo hago todo lo que mi amo quiera.
-Claro que lo vas a hacer... Esta noche tu culo va a ser mío.

Irene me miró con los ojos muy abiertos.

-¿A qué sí?

Ella dudaba, tardando unos segundos en responder.

-¿A qué sí? -repetí agarrándola del cuello.
-Sí. Sí, lo que tú quieras, amo.
-Buena chica. No te preocupes, Mario. Lo vas a ver. Vas a ver cómo le rompo el culo a tu chica. Pero antes...

Me alejé un poco para grabarla de cuerpo entero y me acerqué de nuevo, acariciándole el coño a Irene, quien empezó a gemir bajito. Yo la mandaba a callar con varios "Ssshhh" y ella guardaba silencio, aunque de vez en cuando se le escapaba uno. Después de unos segundos agarré mi polla para acariciárselo con ella. Sabía que iba a gemir, pero en cuanto lo hizo le eché una mirada que lo cortó al instante, pasando a expulsar aire por la nariz mientras apretaba sus labios. Tras restregarme un poco, me di cuenta de que ya estaba más que preparada para recibirme. Estaba empapada y sabía que tenía un buen coño con el que no tenía ningún problema para la penetración. Si le entraba la polla de Mario, que era gordísima, seguro que tenía menos problema con la mía, y eso que no era delgada tampoco precisamente. Pero antes de eso, quería que me la comiera un poco, por lo que empecé a moverme por la cama apoyándome en las rodillas mientras Irene me seguía con su mirada, plantándole la polla muy cerca de la cara.

-Irene, quiero que me la chupes, pero como yo te diga. Porque estoy viendo venir que te vas a volver loca.

Irene temblaba, revolviéndose también y levantando su mano a cada poco como si estuviera deseando agarrarla.

-Cógela. Despacio.

Irene alargó su mano para agarrar mi polla por la base. Lo hacía mirándome a los ojos de manera intensa, aunque también desviaba su mirada a mi polla, como era de esperar.

-Pajéame. Lentamente.

Irene me hizo caso y empezó a mover mi polla con su mano de manera lenta. Mientras lo hacía se mordía el labio y resoplaba. Gestos que me esforzaba en recoger en cámara, con ella lanzando algunas miradas al objetivo. Era muy sensual ver cómo me hacía caso y cómo lanzaba esas miradas y hacia esos gestos. Lo estaba haciendo tan bien que le dije que lo hiciera más rápido. Se la veía muerta de ganas de metérsela en la boca.

Para -le ordené-. Abre la boca y saca la lengua.

Irene obedeció como una buena chica y sacó su lengua. Cogí mi polla y la acerqué lentamente para ponérsela sobre ella. Mi amiga cerró sus ojos, concentrándose para no hacer ningún movimiento en falso.

-Chúpala, pero despacio.

De nuevo me hizo caso, empezando a chupar lentamente, pero con sus ojos cerrados. Tras unos segundos le dije que los abriera para que me miraba. De no ser porque estaba más concentrado en grabar que en lo que estábamos haciendo, me hubiera corrido en su boca al ver cómo me miraba con esos ojos negros de manera tan penetrante. También miraba a la cámara de la misma manera. Estaba seguro de que Mario iba a disfrutar aquello cuando lo viera. Poco a poco se animaba a chupar con más intensidad y con más rapidez, haciéndolo ya con ansia. Tenía que pararla porque no lo quería así y tampoco quería acabar tan rápido y a ese ritmo era lo que iba a pasar.

Se me ocurrió un juego y quería ponerlo en práctica, por lo que le dije que tratara de comérsela entera. Poco a poco se la iba metiendo más en la boca, aunque no llegaba a metérsela entera, de hecho, estaba lejos. Pasaba más de la mitad, pero aún le quedaba un buen trozo por meterse. Yo la animaba a que lo hiciera más profundo, pero no podía. Hasta la agarré de la nuca para empujarla, pero tampoco había manera e incluso se la tenía que sacar porque la estaba ahogando y le daban arcadas.

-Irene... Me estás decepcionando... Con lo puta que eres y que no me la puedas comer hasta el final...

Irene me miró con una expresión de lástima, como si sintiera de verdad lo que le estaba diciendo, aunque ambos sabíamos que era un juego.

-No te preocupes. Ya entrenaremos eso. Te aseguro que te la meterás entera algún día.

Ella me miraba desde abajo, meneándomela a buen ritmo y estando bastante lubricada por sus babas.

-Se me ha ocurrido otra cosa. Mientras entrenamos eso, vamos a hacer una cosa.
-¿El qué?
-Métetela en la boca todo lo que puedas.

Irene me hizo caso, como venía haciendo toda la noche y se la metió en la boca poco a poco hasta que no cedía más.

-Aguanta. ¿Puedes?

Irene me afirmaba como podía con buena parte de mi polla en su boca, esperando mis instrucciones.

-Vale. Ahora quiero que saques la lengua por debajo y la muevas un poco.

Irene se puso a ello, aunque le costaba mucho. Hacía sonidos de atragantamiento y de arcadas, pero poco a poco se tranquilizó y pudo hacerlo un poco. Hasta me vine arriba y le tapé la nariz para que no pudiera respirar, dándome ella palmaditas en mi torso cuando no podía más para que la dejara respirar. Y así lo hice, retirándome de ella para que pudiera coger aire, con hilos de sus babas colgando desde mi polla hasta su boca, viendo yo cómo lo hacía con ansia mientras me la meneaba.

-Buena chica -dije besándola-. Lo has hecho muy bien.
-Gracias.
-Pero quiero que me la comas entera algún día.
-Sí, mi amo.
-¿Quieres que te folle? -pregunté agarrándola del pelo desde su nuca y tirando hacia atrás firmemente.
-Lo deseo. Pero será cuando mi amo quiera.
-Bien, sabes lo que quiero oír.

Le di otro beso y le acaricié la cara, echándome hacia atrás de la misma manera que antes lo hice y me bajé de la cama para ponerme de pie mientras ella seguía tumbada boca arriba.

-Mario, se la voy a meter. Tengo muchas ganas y ella se muere porque lo haga.
-Sí... -me animaba bajito.
-Ssshhh.

De nuevo agarré mi polla y di unas pasadas sobre su raja. Irene se empezaba a estremecer de nuevo, soplando también por no gemir. También se agarraba sus piernas con fuerza para no perder la postura y decidí que era suficiente, por lo que empecé a hacer presión para metérsela. Efectivamente entró muy fácil, costaba muy poco que entrara al empujar ligeramente. Pero eso no significa que no diera placer. Todo lo contrario, se sentía muy bien y muy húmedo, esperando yo quizá que fuera diferente por aquello de que ella no se mojaba tanto.

-Aaahhhggg... -gemía mi amiga.
-Ssshhh... Uff... Qué bien se siente... Lo esperaba diferente.
-Mmm... -seguía gimiendo bajito para que no le echara la bronca.
-¿Te gusta, Irene?
-Me encanta. Tienes una polla increíble. Qué ganas tenía de comérmela y de que me follaras... Aaahhhggg... Qué bien... -decía levantando la voz.
-Está como una perra. Me encanta -hablaba al aire con intención de comunicarme con mi amigo.
-Uff... Javi...
-¿Qué pasa? -pregunté mientras se la metía y se la sacaba lentamente.
-Creo que...
-¿Qué crees? -dije acelerando el ritmo.
-Creo que me voy a correr... -decía retorciéndose.
-¿Ya? No. Ni se te ocurra -dije parando en seco.

Irene abrió sus ojos para mirarme, estando algo desorientada.

-Respira hondo. No quiero que te corras tan rápido.
-No puedo, cariño. Me lo haces muy rico y me encantas.
-Pfff... Espera.

Me mantuve quieto durante unos segundos, apretando ella con su coño para seguir sintiendo placer, aunque le dije que parara. Aun así, ella lo hacía de vez en cuando, aunque no sabía si lo hacía voluntariamente o no. Pero le dije que como siguiera se la sacaba. Mirándome con expresión de terror me dijo que ya paraba. Me encendió mucho que me lo dijera así, como si no quisiera que se la sacara por nada del mundo. Tras unos segundos quieto, me empecé a mover de nuevo lentamente. Con ella ya más calmada. Pero pronto empezaría a acelerar, sonando mucho a mojado. Estaba muy excitado, y pienso como antes, si no hubiera estado más pendiente casi de grabar que de follarla, me hubiera corrido en nada. Irene se volvía a estremecer y ya no quería demorar más su orgasmo, porque sabía que no iba a poder controlarlo. Por lo que apreté más aún.

-¿Te quieres correr?
-Síiiiiiiiiiii -decía alto en forma de gemido.
-¿Te gusta cómo te follo?
-¡Me encanta! ¡No pares, no pares!
-No voy a parar hasta que te corras, perra -decía mientras notaba como me acercaba yo también al orgasmo.
-¡¡AAAHHHRRRGGG!! ¡¡ME CORROOOOOOOOOOOOO!!

Apreté todo lo que pude y entonces Irene se corrió como una loca. Temblaba mucho y apretaba su cara con fuerza, sobre todo sus labios y sus ojos. Tensó tanto su cuerpo que no cambió la postura, agarrándose las piernas con mucha fuerza. También me apretó con su coño, estrujando tanto mi polla que tenía la sensación de que la tenía envasada al vacío. Yo por mi parte, también noté esa descarga por la espina dorsal que me subía hasta la nuca y se propagaba por los hombros y brazos. Lancé un gemido alto y seco y noté como me empezaba a correr dentro de ella. No descargué mucho, pues la paja que me hice por la tarde había liberado una buena cantidad y no iba tan cargado, pero sí que sentía como cada chorro recorría mi polla hasta salir, lanzando tres o cuatro chorros a gran presión.

Me esforcé una vez me corrí para que se viera todo bien mientras respiraba de manera acelerada. Irene seguía con su cara apretada, aunque no tardó mucho en empezar a relajarla, al igual que su cuerpo, dejando de agarrarse las piernas para ponerlas sobre la cama, pero manteniéndolas bien abiertas. Me mantuve dentro de ella, dando alguna embestida más de regalo, con ella gimiendo como consecuencia hasta que ambos nos recuperamos, aunque seguíamos respirando muy rápidamente.

Saqué mi polla y puse mi mano rápidamente para que cayera sobre ella toda mi leche, haciéndolo poco a poco, tratando yo de recoger el momento en vídeo. Cuando dejó de salir, llevé mi mano hasta la boca de Irene para verter todo mi semen sobre su boca. Ella lo recibió con gusto, gimiendo al caerle, con sonido de agrado. Se lo tragó todo rápidamente, chupando mi mano con ansia para recogerlo todo. Una vez lo hizo, le metí los dedos para recoger lo que pudiera quedar dentro y le volví a llevar los dedos a la boca. Ella los chupó con ansia para dejármelos bien limpios, gimiendo de nuevo.

-Bueno... -decía extasiado- Este ha sido nuestro primer polvo. El primero de muchos, porque esta noche va a ser muy larga. ¿Te ha gustado, Irene?
-Me ha encantado. Sigo cachondísima.
-Espero que te guste esto cuando lo veas, Mario. A nosotros nos ha encantado. Ahora te hacemos más vídeos. Quiero que veas cómo le follo el culo a tu chica. Porque iba en serio...
-Mmm... -murmuraba sensualmente.
 
Capítulo 389 B

Me incliné para darle un beso, notando el sabor de mi corrida. Fue algo que me llamó la atención, pues lo noté diferente. No sabría cómo explicar el sabor, pero sí que era diferente. Irene me recibió con mucho gusto, dándome un buen beso mientras ponía una de sus manos en mi cara.

-Despídete de Mario, Irene -le dije una vez me separé de sus labios y me incorporé.
-Adiós, amor de mi vida -decía moviendo su mano para despedirse.
-¿Algo más que quieras decirle?
-Sí. Qué te echo mucho de menos, pero que estoy en buenas manos con Javi. Y que te quiero.
-¿Y a mí?
-También.
-Dilo.
-Te quiero, Javi.
-Ahora seguimos.

Y corté el vídeo para enviárselo y dejar el móvil en la mesita, sentándome en la cama después. Irene se incorporó y me abrazó por la espalda con fuerza, dándome besos en el hombro. Yo cogí sus piernas para que me abrazara también con ellas y que pudiera completar así su abrazo y pegar de paso su cuerpo al mío por completo.

-¿Qué me quiere hacer ahora mi amo? -preguntó bajito y de forma mimosa.
-No... -respondí acariciando una de sus piernas- Vamos a dejar eso un poco.
-Vale -dijo apretando su abrazo.

Me deshice de su abrazo para levantarme y verla bien, siguiendo ella sentada, aunque con sus piernas cruzadas y sus manos sobre sus rodillas, con una sonrisa enorme en la cara. Me incliné para darle un beso y me senté a su lado.

-Tienes una sonrisa muy bonita.

Irene miró al techo, riendo y con gesto de incredulidad.

-No tienes que decirme esas cosas. Ya me tienes ganada -dijo dándome un pico.
-Si te lo digo, es porque lo pienso de verdad. Tienes una boca muy bonita. Una dentadura perfecta, unos labios carnosos y grandes. Y se te achinan mucho los ojos cuando sonríes de verdad. Me gusta mucho eso.
-Mmm... -lanzó en forma de un corto gemido, quedándole un gesto muy tierno.
-Y además es que estás buenísima. Me lo he pasado muy bien. Y aún nos queda...
-Oye... -dijo empujándome para sentarse sobre al pasar una de sus piernas por mi cuerpo- Que tú también tienes lo tuyo...
-¿Qué tengo?
-Ay qué tonto, de verdad...
-Va en serio, ¿qué ves en mí?
-Veo un chico muy guapo, que se ha puesto más bueno de lo que ya estaba... Con esos brazos tatuados... Estás supersexy. Veo que está dejando la barba también. Me encanta. Veo a mi amigo, a una de las personas más importantes de mi vida. Veo que le va bien, aunque parece que no puede dormir del todo bien aún... -decía acariciando mis ojeras con sus dedos- Estoy muy contenta por él y por este momento. No puedo expresar con palabras lo que siento. Eres un tesoro.
-Sí. Ya ves tú... Si lo fuera...

Irene me interrumpió, tapando mi boca con su mano mientras negaba con la cabeza.

-No. Esta noche, no. Nunca más -decía seriamente-. Te quiero. Quédate con eso.

Después de esas palabras, Irene me dio un beso muy tierno, aunque rápidamente se empezó a hacer más guarro, pasando a morrearnos en condiciones. De hecho, se me puso dura enseguida de nuevo, moviéndose ella para rozarnos, aunque ella lo hacía con su vientre, por lo que no estaba recibiendo ninguna estimulación. Decidí poner una de mis manos en su culo para amasarlo y la otra la puse en una de sus tetas para amasarla también, empezando a jugar con su pezón de paso.

Ahora me empezaba a gemir sensualmente en la boca por jugar con su teta mientras ella seguía estimulándome a mí con ese roce. Le di un pequeño azote, gimiendo ella con tono de sorpresa, pasando a reír. Después echó su cabeza hacia atrás, momento que yo aproveché para besarle el cuello de manera intensa y para luego comerle las tetas. Irene empezó a resoplar, acariciándome la cabeza y dando algún tirón del pelo cuando le mordisqueaba los pezones con más fuerza de la cuenta quizá.

Pero se acabó separando de mí, echándose hacia atrás para sentarse de nuevo en la cama. Algo desconcertado la miré para ver qué pasaba, diciendo ella que le apetecía beber algo, por lo que se fue a la conocía para preparar rápidamente algo de beber, preparándome una a mí también. A los 5 minutos regreso mientras yo la esperaba pajeándome lentamente para que no se me bajara. Me dio uno de esos enormes vasos anchos con mi bebida y le di un buen sorbo. Yo también tenía sed después de ese polvo tan frenético como rápido. Ella también bebió un buen trago y luego nos tumbamos. Ella de lado hacía mí y yo boca arriba. Nos empezamos a besar con ella agarrando mi polla para pajearme. Yo metí uno de mis brazos por debajo de su cuerpo para rodearla y abrazarla, aprovechando también para agarrar su culo e ir apretándolo.

Nos tiramos un buen rato con besos y caricias hasta que Irene se incorporó para beber de nuevo, dándome mi copa a mí. Al hacerlo se me ocurrió algo y después de beber, me metí un cubito de hielo en la boca para dejar la bebida en la otra mesita y ponerme sobre Irene. Me puse cara a cara, pero pasé a su cuello, besándoselo ligeramente para pasarle también el cubito. Irene lanzó un gemido muy alto y sensual. Parecía que le había encantado mi idea pese a lo poco original que era. No había jugado mucho con hielo. De hecho, no recordaba haberlo hecho antes, por lo que me apetecía probarlo. Y al parecer di en el clavo, porque a medida que iba jugando por todo su cuerpo, Irene se estremecía lanzando sonidos de agrado bastante evidentes. Pero cuando empecé a jugar con sus pezones fue otra historia. Siempre me ha fascinado la sensibilidad que tienen ellas en esa parte de su cuerpo. En comparación con nosotros, tiene que ser otro mundo, porque al menos en mi caso, no se siente nada más allá de un ligero cosquilleo.

Es agradable, pero lo de ellas debe ser multiplicado varias veces para ponerse de esas maneras. Se los lamía con mi lengua y le pasaba el cubito por las areolas, gimiendo ella ya con tono de estar muy cachonda. Pero cuando el cubito tocaba directamente su pezón, pegaba hasta respingos y ponía su mano en mi cabeza como si quisiera llevar el control de sus sensaciones, aunque a juzgar por cómo se movía, no lo conseguía.

Continué bajando por todo su cuerpo, deteniéndome más en sus caderas y en el pubis. Ella reía porque sabía lo que se venía, pero la hice sufrir un poco más al pasar a sus piernas. Lanzó un gemido de protesta mientras yo reía, pero me gustaba mucho putearla en ese aspecto, por lo que al final acababa riendo también, porque lo sabía de sobra.

Pero finalmente subí para llegar a su coño, aunque tuve que darle otro sorbo a la bebida, porque el cubito había ido menguando y ya no daba para más. Cogí otro y empecé a jugar con él en su coño, pasándolo por toda su raja, aunque llevaba cuidado de no hacerlo por su clítoris aún. Irene se movía mientras me miraba con ojillos. Estaba muy sexy, aunque su vientre y sus pechos me tapaban un poco la visión de su cara entre que respiraba de manera agitada y que yo estaba muy cerca de su coño.

Me saqué el cubito de la boca un poco para comérselo, lanzando ella largos "Mmm...". Se le notaba muy cachonda y eso me encantaba. Al fin me metí de nuevo el cubito en la boca y lo pasé por su clítoris. Lanzó un gritito y pegó un bote que casi hace que se me cayera el hielo de la boca. Nos reímos y ella se puso de nuevo en posición y seguí jugando durante un buen rato hasta que me cansé del juego y dejé el cubito en la copa para comerle el coño en condiciones.

Estaba a mil con el jueguecito, así que lo hice de manera rápida y algo bruta quizá, dando grandes lametones por toda su raja y clítoris, con succiones también en sus labios y en éste último. No tardó nada en correrse tensando su cuerpo bastante mientras me empujaba la cabeza contra su zona más íntima, lanzando un grito bastante alto. Esta vez no se mojó casi nada. De hecho, no noté ningún fluido extra en su orgasmo, pero ella lo había tenido.

Era bastante obvio que lo había hecho, y su respiración muy acelerada era el indicio más claro. Me separé de ella para mirarla bien mientras me la meneaba un poco viendo lo sexy que estaba y aprovechando para beber un poco más. Como ya sabía, Irene se recuperó muy rápido, mirándome con una sonrisa muy bonita y estirándose, hasta que se incorporó rápidamente.

-Ahora yo, ahora yo -decía con cierto tono infantil.

De manera muy enérgica Irene se incorporó y me puso boca arriba en la cama. Después cogió su copa y bebió un poco para coger un hielo y repetir lo que yo le hice por su cuerpo. La verdad es que era un juego divertido, pero no causaba el mismo efecto en mí que en ella. Me puse un poco tenso cuando me empezó a besar el cuello, pero ella se dio cuenta y pasó de largo hasta el pecho y se recreó un poco ahí besando y pasando el cubito durante unos minutos.

Después pasó a mi vientre, jugando de la misma manera, aunque menos tiempo. Ella no quiera demorarse tanto, así que pasó de mis piernas y fue directamente al asunto. Me besó mi pubis bastante recortado y agarró directamente mi polla para empezar a besarla. Era una situación muy agradable tenerla así de caliente y recibir sus fríos labios.

El contraste era muy agradable, aunque se intensificó más cuando pasaba la punta de su lengua, estando más fría. Pero más lo estaba el cubito, pasándolo después de ésta. Estuvo jugando durante un rato, aunque no tanto como yo. Tenía ganas de comérmela y rápidamente me escupió el cubito al pecho para empezar a chupármela. Su boca estaba muy fría, pero rápidamente se calentó por mi calor corporal. Chupaba con mucha ansia, pajeándome todo aquello que no se podía meter en la boca. De vez en cuando descansaba, aunque no se estaba quieta, porque se metía mis huevos en su boca para chuparlos bien mientras me la meneaba a buen ritmo.

Cuando volvía a la polla siempre intentaba metérsela entera, aunque no llegaba. Le quedaba bastante aún. Yo la ayudaba recogiendo su pelo para que no le molestara al caer, e incluso le empujaba la cabeza para que se la clavara más, pero no había manera. Hacía un esfuerzo muy grande, pero no lo terminaba de conseguir. Y eso que se le saltaban las lágrimas y hacia sonidos de atragantarse, pero no. Al final la dejé a su ritmo, aunque aproveché para coger el móvil y grabarla como la chupaba.

Ella estaba concentrada durante todo el tiempo, aunque cuando descansaba al subir hasta el glande para succionarlo bien, miraba hacia arriba, sonriendo e incluso guiñando un ojo al ver que la estaba grabando. Como me había corrido hacía poco, tenía más aguante, por lo que se tiró así un buen rato, pero con la mamada tan buena que me estaba haciendo era bastante evidente que me iba a correr, por lo que lo acabé haciendo después de avisarla. Pero ella no dejó de chupar hasta que acabé, siguiendo para sacármelo todo e incluso un poco más.

De hecho, la tuve que agarrar del pelo con fuerza y tirar de él porque no podía aguantarlo más. Ella rio, aunque también gimió al ver la agresividad con la que la había agarrado. Después se incorporó y mostró mi corrida en su boca, para después tragársela y relamerse, mordiéndose el labio tras eso. Corté el vídeo, siendo éste más breve y se lo envié a Mario también, dejando el móvil en la mesita.

-Cabrona, que estaba muy sensible...
-Es divertido hacer eso, jajajaja.
-Yo no te lo he hecho...
-Has parado porque tú has querido, no porque yo te lo haya dicho...
-Ya. Como eres multiorgásmica puedes, pero yo no, coño... Jajaja.
-Jajajajaja. Ayyyyy... Qué sensible es el nene.
-Irene -dije seriamente agarrándola del cuello.

Ella me miró sorprendida, quedándose en silencio, casi algo acojonada.

-Después de hacer esto... -seguí- Te vas a cagar. Vas a desear no haberme hecho eso.

De nuevo se quedó como cuando la agarré, aunque ahora sí que tenía cara de estar acojonada perdida. Pero al mismo tiempo se la veía excitada y desearte de ver qué le iba a hacer.

-Tranquila, que es broma. Jajajaja. Aunque no me olvido de esto... -dije haciéndole cosquillas.

Irene se reía y se revolvía, pues tenía muchas cosquillas. De hecho, ese simple gesto de hacérselas me dio una idea que quería poner en práctica y que nunca había llevado a cabo, pero no dije nada para que no se lo esperara cuando lo hiciera, aunque no sabía si lo haría esa noche, o lo dejaría para otra ocasión.

-Joder... Me has puesto otra vez a mil haciendo eso.
-Cómo te va la marcha...
-Lo sabes muy bien.
-Pero no sabía que fuera para tanto.
-Ya te lo he dicho alguna vez. Si hasta te conté que tenía esa fantasía contigo. Y quiero que lo hagas. Quiero que me uses como a una puta. Sabes dominar y tiene que ser superexcitante. Mario el pobre mío no tiene carácter para eso, porque...

Y siguió hablando, aunque no le prestaba atención, porque mi mente estaba viajando a ese momento en el que me dijo aquello. Momento que tuvo lugar en la piscina comunitaria de la urbanización en la que vivía con Elena al poco de habernos mudado. Fue un flashback muy intenso. Parecía que lo estaba viviendo de nuevo. Se me venían sensaciones y olores al estar allí los cuatro en las toallas hablando tranquilamente, aunque la cosa también se puso caliente con ese juego en el que hubo morreos con parejas intercambiadas. Pero solo fue eso, pues el folleteo fue normal, pero excitante aun así al empezar en la piscina, aunque luego siguiéramos en casa.

Un beso fue lo que me sacó de ese momento. Irene pareció darse cuenta de lo que estaba pasando y quiso sacarme de ahí y volver a ese momento tan bueno que estábamos echando. Tras ese beso intenso, me preguntó por los tatuajes para cambiar de tema y seguir la conversación por otro lado. Y no fue mal, pues conseguí desconectar de aquello. Después de hablar durante un rato nos empezamos a besar otra vez, estando ambos tumbados. Nos enrollamos durante unos minutos y me puse a tono de nuevo. Ella ya lo estaba, notándolo yo por cómo buscaba todo el rato mi polla para menearla, cogiendo también mi mano para que la agarrara del culo o para que lo pusiera sobre su coño directamente.

Me cansé de tonteo y estaba de nuevo listo para seguir, así que me puse sobre ella para restregarme bien, escupiendo un poco sobre su sexo, ya que ahora sí que no se estaba mojando apenas y no sabía si le podía hacer daño al metérsela así, porque quería hacerlo duro. Se la metí y entró bastante bien, lanzando ella un gemido alto para haber empezado. Como en nuestro primer polvo, se abrió de piernas de manera exagerada y yo me puse sobre ella, apoyándome en mis manos, poniendo cada una a cada lado de su cabeza.

Empecé a embestir de manera contundente. Casi cualquier otra chica de hubiera quejado de dolor por la manera en la que empujaba como si lleváramos un buen rato, pero en realidad acabábamos de empezar de nuevo. Irene gemía, cerrando sus piernas con fuerza por momentos, como si no quisiera que me saliera de ella.

También me acariciaba los brazos, quedándose absorta por momentos mirando mis tatuajes. Yo la miraba fijamente, aunque cerraba los ojos por momentos. Era muy excitante ver cómo sus tetas se movían al compás de mis sacudidas. De pronto le vino su orgasmo, apretando su cara con fuerza, al igual que sus piernas. Noté una contracción muy fuerte que hizo que se le cerrara el coño bastante, notándolo más apretado. Lanzó un grito muy fuerte que me animó a apretar incluso más aún. Pero a medida que su cara se iba relajando, bajé la intensidad.

-No, no, no... -me suplicaba- ¡No pares! ¡Sigue, sigue!

Apreté de nuevo, aunque me costaba mantener el ritmo tan alto, pues llevábamos así varios minutos y estaba sofocado, pero aún podía más.

-Me corro otra vez -decía con vocecilla-. Javiiiiiiiii... -esta vez con una voz muy aguda- ¡Me corrooooooooo!

Y otra gran contracción que hacía la penetración más placentera para mí por quedarse tan apretada. Irene se mordía el labio con fuerza mientras apretaba sus ojos. Yo seguía a lo mío, follándola de manera rápida y fuerte. Aún me notaba lejos de acabar, aunque estaba muy cachondo por verla así. Hacia muchísimo que no sentía a una chica correrse tan seguido y de maneras tan efusivas. Y estaba encantado. Me sentía muy poderoso en ese momento. Y afortunado. Irene estaba corriéndose de nuevo después de unos segundos tras ese primer orgasmo que le provoqué, pero eso no la debilitaba.

Seguía con ganas de más y me animaba a que la siguiera follando, por lo que seguí, aunque tuve que bajar el ritmo porque ya me costaba seguir dándole tan fuerte. "Esto tengo que mejorarlo, no puede ser que me pida más y yo no se lo pueda dar", pensaba mientras la seguía follando. Fue otra cosa que se me vino a la cabeza, porque viendo cómo se ponía me empecé a preguntar dónde estaba su límite, preguntándome también quién sería capaz de aguantar más.

En ese momento estaba claro que ella sí, porque casi me estaba exigiendo más, pero yo no podía seguir a ese ritmo. Aunque tuve un pique conmigo mismo, proponiéndome mejorar en ese aspecto para que fuera ella la que no pudiera más y me rogara que parara. Aun así, seguí follándola, pero Irene estaba como poseída, por lo que me agarró con una fuerza que yo no creía que pudiera tener para ponerse encima de mí y cabalgarme a buen ritmo. Empezó botando, con sacadas y metidas fuertes, aunque no muy seguidas, pero yo pasé a ayudarle al moverme también, haciéndolas más rápidas.

Yo gemía fuerte, pero lo de ella era ya otra historia. Me preguntaba cómo tendrían que estar los vecinos, pero era algo que me duraba poco, porque quería concretarme en pasármelo bien. Ella tampoco duró mucho con ese ritmo tan endiablado con el que me estaba follando, por lo que, tras metérsela todo lo profundo que podía y de manera muy brusca, pasó a moverse hacia delante y atrás, como a mí más me gustaba.

Al ser la postura que más me gustaba temía de correrme más rápido de lo que en realidad quería, porque no me apetecía nada acabar y tener que reposar para poder volver a la carga. No me conformaba ni con comérselo. Quería seguir y seguir hasta que fuera ella la que me pidiera parar. Pero me costaba, y mucho. Veía a Irene tan encendida, tan guapa con su pelo algo alborotado por tanto meneo, tan sexy con sus tetas moviéndose al ritmo de la follada y la veía tan mujer al llevar así las riendas en ese momento, que empezaba a notar un cosquilleo muy amenazante por los huevos.

No podía permitir eso, por lo que tiré de sus manos para pegar nuestros cuerpos y besarnos, agarrándola con fuerza del culo para ser yo quien la follara al mover mis caderas hacia arriba y abajo mientras mantenía bien sujeto su culo, o incluso lo movía de manera que hiciera la penetración mucho más rápida. Cómo gritaba esta chica... Era una locura, pero mi remedio de evitar querer correrme tan pronto no tenía mucho efecto, y eso que intenté pensar en otras cosas, pero nada. Lo único que se me ocurrió fue levantarme para ponerla a cuatro y metérsela así. Y menos mal que lo hice, porque en ese momento no recordaba que era su postura favorita.

-¡Sí, sí, sí! ¡Así, así! ¡Fóllame así! ¡Me encanta!
 
Capítulo 389 C

Que me dijera eso gritando me dio un subidón de nuevo, aunque en ese breve instante en el que la paré y me salí de ella me hizo retrasar bastante mi orgasmo como para que al metérsela y al empezar a follarla como al principio no estuviera tan cerca. Ella gritaba una barbaridad, por lo que cogí su cabeza y la hinqué contra la almohada para callarla un poco. La agarraba de las caderas y la follaba a una velocidad enorme, apretando cada vez más. Estaba como medio ido al verla disfrutar de esa manera. El problema era que Irene se movía demasiado y levantaba su cabeza para seguir gritando, viendo yo cómo había una buena mancha por sus babas en la almohada.

De manera brusca la agarré del pelo y apoyé de nuevo su cabeza en la almohada, tirándole de él para mantenerla fija. Con la otra mano la agarraba de la cadera, apoyándome en una rodilla y en un pie al levantar una de mis piernas. Así conseguí que se corriera después de unos segundos de follada muy intensa en la que ella también colaboraba al empujar con su culo. Dio un grito que, aun estando amortiguado por la almohada, fue bastante alto. No me corrí de milagro, pues ella hizo que me saliera de su interior al derrumbarse sobre la cama, temblando como nunca creía haber visto en ella mientras tensaba su cuerpo dejándolo muy rígido y engarrotado. ¿Había alcanzado su límite?

No sabría si afirmarlo, pues podía ver cómo seguía tocándose el clítoris con una mano al hacer movimientos circulares y también pude ver cómo su cuerpo se relajaba con cierta rapidez. Quise probar a ver qué pasaba si se la metía, por lo que dirigí mi polla a su coño para metérsela de nuevo. No hizo ningún sonido de queja o de dolor, todo lo contrario. Lanzó un gemido más propio de un animal que de una persona, cosa que me incitó a follarla de nuevo, aunque esta vez de manera más relajada, aunque eso no significaba que lo hiciera despacio. Lo hacía de manera normal, aunque de vez en cuando le metía una buena embestida que ella apremiaba con un grito. Me puse sobre ella para eso, pegando mi cuerpo al suyo.

-Javi, por dios... Qué manera de follar. No pares nunca... -me suplicaba mi amiga.

Follarla así era mucho más sencillo y cómodo. Estaba tumbado sobre ella, aunque dejaba caer mi cuerpo sobre mis codos y rodillas. Pero también dejaba caer parte de mi peso sobre ella para tenerla bien sujeta. Para ello, junté esas partes con las que me apoyaba para aprisionarla bien, haciéndole imposible que se moviera. La follaba al hacer movimientos de cadera como si fueran olas y eso era algo muy placentero. Por suerte para ambos, pude controlar esa excitación anterior que vino cuando ella me montaba y ahora estaba seguro de que podía seguir mucho más. Y la postura me permitía estar así durante varios minutos. No cargaba nada ninguna parte del cuerpo, y cuando me cansaba, pasaba a apoyar mi peso más en los antebrazos y manos, variando mínimamente, pero permitiéndome descansar para no parar.

El ritmo con el que hacía lo variaba mucho para jugar con sus orgasmos, aunque cuando la oía gemir cada vez más agudo y alto apretaba todo lo que podía, provocándole ese éxtasis que manifestaba con temblores y esas extrañas contracciones tan fuertes que me hacía con su coño. Era una delicia follarla así y provocarle varios orgasmos muy seguidos. Estaba francamente impresionado por la capacidad que tenía mi amiga de correrse sin parar. Por segundos pensaba en que si me hicieran eso a mí me moría, pero ella pedía más y más. De hecho, tan sedienta seguía todo el tiempo que empujaba con su culo por momentos para acelerar la penetración bastante. Ya me había corrido dos veces y también estaba impresionado con mi aguante, pero llegaba un momento en el que la tenía como entumecida y sentía cierto hormigueo como cuando se te duerme una extremidad. Por lo que paramos unos minutos para descansar, estando ambos muy sudados y sofocados, con la respiración muy acelerada.

-Joder, Javi...
-¿Qué te pasa?
-Me estás matando.
-Pero si eres tú la que me dice que no pare... Jajajaja.
-Y no lo hagas. Es que... Joder. Hacía que no me follaban así un chico que no fuera Mario... Uff... Ni me acuerdo. Creo que no he llegado a esto en realidad.
-Gracias por el halago.
-Pero no es justo... Yo también te quiero dar el placer que me estás dando tú a mí.
-Y lo estás haciendo. Tus contracciones son muy ricas. Me gustan.
-Pero yo te quiero follar también. Lo estás haciendo tú todo...
-¿Qué quieres hacer? A ver...
-Follarte -dijo ansiosa.
-¿No has tenido bastante?
-No. Quiero más.
-Qué guarra eres.
-La más guarra de todas.

Acto seguido, Irene se lanzó a mis labios para besarme, aunque rápidamente pasamos a comernos la boca con ansia. Mientras lo hacíamos, echó mano a mi polla para empezar a pajearme, bajando al poco a chupármela de nuevo. En su boca se me terminó de poner dura y empezó a gatear para montarme, haciéndolo durante un buen rato, aunque botaba más que otra cosa. Me costaba, pero aun así era capaz de mantener el tipo sin acabar aún, pero también quería variar un poco la postura, por lo que se lo dije y se le ocurrió darse la vuelta para follarme de espaldas.

Para ello se puso entre mis piernas y metió un poco las suyas bajo las mías, abriéndomelas. Después se ayudó de su mano para metérsela bien mientras hacía ese gesto tan suyo de mirar hacia atrás tapándose gran parte de su cara con su hombro, aunque veía perfectamente sus ojos. Lanzó un pequeño gemidito y se la metió de golpe, lanzando uno mayor.

Entonces fue cuando empezó a follarme como si estuviera haciendo twerking. Era algo muy placentero ver cómo su culo se movía y su coño engullía mi polla sin ningún problema. Yo, para demostrarle lo caliente que me estaba poniendo, le daba algún cachete fuerte en el culo. Con cada uno, Irene lanzaba un gritito para después soltar un sonido extraño, pero que a la vez indicaba que estaba a mil. Mientras me follaba miraba mucho su culo, ese ojete oscuro que estaba decidido a follárselo esa misma noche. Pero antes de eso, siguió así durante un rato. Aunque también cambiamos un poco de postura, pasando yo a sentarme en el filo de la cama echado un poco hacia atrás apoyándome en mis manos mientras ella seguía sentándose encima de mí al estar de pie en el suelo, pero con las piernas flexionadas y su espalda algo encorvada hacia delante.

No duramos mucho en esa postura, aunque estaba bien, porque ya llevábamos horas follando y estaba cansada al estar haciendo en ese momento ella todo el trabajo. Así que después de besarnos un poco estando ella sobre mí, me puso tumbado boca arriba en medio de la cama para volver a montarme. Me dijo que me iba a follar como a mí me gustaba y que quería que me corriera dentro de ella. Tampoco puse ninguna objeción, ya que tenía ganas de llegar al orgasmo después de haber estado aguantándolo tanto. Y así lo hizo.

Irene se puso sobre mí con una pierna a cada lado para metérsela de nuevo. No estaba muy lubricada, notando ya ese factor que ya sabía, pero a ella no le importaba para nada eso. Se la metía sin problema y no llegaba a hacer ningún gesto de molestia para el tiempo que habíamos estado follando. Se la metió y se movía de arriba a abajo para follarse esa sola, pero eso fue solo para empezar a estimularnos, porque en nada se la clavó entera para empezar a moverse hacia delante y atrás. Apoyó sus manos en mi pecho y cada vez empezó a moverse más rápido.

Aún podía aguantar un poco sin correrme, por lo que la incité a que fuera más rápido y me follara como yo lo había hecho cuando le provoqué esa serie de orgasmos en la que ya había perdido la cuenta de cuántos tuvo. Le empecé a decir guarradas y a dar algún que otro fuerte azote en su culo después de soltar sus muslos, los cuales agarraba con fuerza. Irene se volvió loca montándome hasta que no pude aguantar más y me empecé a correr después de lanzar un grito, levantando mis caderas por acto reflejo para embestirla, aunque estaba tan pegada a mí que no podía haberlo. Aun así, ella se seguía moviendo, llegando a su orgasmo, seguramente por verme así, aunque el estímulo también era intenso.

Su orgasmo no hizo más que amplificar el mío al apretarme con esas contracciones tan placenteras. Segundos después se derrumbó encima de mí, pegando nuestros cuerpos muy sudados nuevamente mientras respirábamos muy aceleradamente. Estaba extasiado y hasta mareado, aunque ella se recomponía rápidamente, levantando su cabeza para mirarme. Después echó mano a la mesita de noche para coger papel y toallitas, empezando a limpiarse bien el coño por fuera y por dentro, haciendo lo propio con mi polla también.

-Joder, si te recuperas antes que yo... -dije al ver cómo nos aseaba.
-Jajajaja. ¿Te ha gustado?
-No. Ha sido horrible. Follas fatal. ¿Qué pregunta de mierda es esa? ¿No has visto cómo me he puesto?
-Jajajajaja. Capullo... Ahora sí que me he quedado más tranquila.
-Perfecto entonces. Aunque yo no.
-¿No? ¿Por qué? ¿Aún quieres seguir?
-Nos falta por hacer algo.
-¿El qué? -preguntaba haciéndose la tonta, aunque la conocía de sobra y sabía que en realidad lo sabía.
-Ya lo sabes.
-No... -decía de la misma forma.
-Irene, hoy te voy a follar el culo.
-Pfff...
-Está decidido.
-Pero es que me va a doler...
-No la tengo tan gorda como Mario...
-Pero aun así lo es. Cabrón... Que lo tengo muy pequeño.
-¿Cabrón? -dije seriamente.
-Mmm... -murmuró algo asustada.

Irene se encogió, notando yo cómo se hacía muy pequeñita al mirarla a sus ojos. Me reí y seguí:

-Quizá sea demasiado para que te domine teniendo sexo anal.
-Pfff...
-Todo se andará, que sé que te encanta. Pero quiero probar a hacerlo. Estoy seguro que podremos disfrutar.
-No sé yo...
-Te va a doler. Eso seguro. Pero también disfrutas del dolor de otras maneras, ¿no? ¿O los azotes que te he dado, los tirones de pelo y todo eso no duele?
-Sí. Pero me pone.
-Pues esto va a ser igual. Ya verás.
-No sé...
-Mira, tienes que estar calmada. Si vas pensando que te va a doler, te vas a centrar más en eso que en disfrutar. Y así va a ser imposible que te lo pases bien.
-Ya.
-Yo te lo voy a preparar bien antes, ¿vale?
-¿Puedo ir antes al baño?
-Irene, es tu casa. ¿Qué pregunta es esa?
-No sé... Lo digo por lo de la dominación.
-Jajajaja. Qué boba eres... Que no te voy a dominar más hoy. Anda, ve y ahora seguimos.
-Vale -dijo más animada.

Irene se fue al baño mientras yo me quedaba tumbado boca arriba esperando, con las manos detrás de mi cabeza. Tardó unos minutos en los cuales yo me estuve relajando y pensando lo bien que se estaba dando la noche. ¿Quién me iba a decir a mí hacía unos meses que iba a hacer todo eso con Irene? Y muchas más cosas que quiera hacer con ella, pero poco a poco. No tenía ninguna prisa y quería ir probando cosas con ella lentamente para no quemarlo todo en nuestra primera noche. Menos mal que volvió a los pocos minutos, porque ya era muy tarde y después del viaje, de la salida nocturna y de todo ese folleteo, estaba cansado y se me cerraban los ojos. Pero pronto los abrí al verla aparecer totalmente desnuda, también sin medias y con su pelo y maquillaje totalmente arreglados.

-Qué guapa... -dije mientras se aproximaba.
-Gracias... Me estaba preparando ahí atrás... Y pues he aprovechado para retocarme.
-Yo sí que te voy a retocar ahora...
-Mmm... -murmuró con tono mimoso.
-¿Tienes ganas de que rompa el culo?
-Sí... -decía con vocecilla.
-Qué mona... A ver si estás igual cuando te la meta hasta el fondo.
-Javi... -decía con pena.
-Es broma... -dije dándole un beso- Estoy jugando contigo, pero voy a ir con cuidado.
-Ah...
-Con lo morbosa que eres seguro que me pides que te dé más fuerte...
-No sé yo... -decía dudando.
-Ahora lo veremos. Mira, ponte boca abajo.
-¿Qué vas a hacer?
-Te lo voy a comer tranquilamente. Luego te meteré los dedos poco a poco para ir abriéndolo y ya pues...
-Mmm... -gemía sensualmente.
-Y quiero que cojas tu móvil para que te grabes para Mario. Mientras te lo como y eso te vas a grabar la cara. De hecho... Te la vas a grabar todo el tiempo. Así verá Mario tu cara todo el tiempo. Luego cuando te vaya a follar, yo grabo cómo te la meto.
-¿Quieres ver mi carita también?
-Claro. Luego vemos juntos los vídeos.
 
Capítulo 390

Irene se puso boca abajo después de coger su móvil, empezando a grabar. Al ponerlo saludaba a Mario, diciéndole que yo le iba a follar el culito. Me estaba poniendo malo por la manera que tenía de hablar. Lo hacía de manera muy inocente, cosa que nunca había visto en ella. Me daba la sensación de que era super vulnerable, pero yo iba a cuidar de ella. Para ello, me puse sobre ella, besándole el cuello. Irene reía de manera sensual, grabando lo guapa que estaba al haber eso, haciéndolo de paso también conmigo al enfocarme. Después empecé a bajar por su espalda para darle esos mismos besos hasta que llegué a su culo, besándolo también y dando algún que otro pequeño mordisco.

-Mmm, Javi... Qué bien... -decía muy sensualmente.
-¿Estás preparada?
-Estoy un poco nerviosa.
-Cálmate, ¿vale? -dije dándole un beso en la espalda de nuevo- Recuerda lo que te he dicho antes.

Bajé de nuevo a su culo, abriéndola bien de piernas para exponerla bien. Me quedé tumbado boca abajo con mi cara muy cerca de su culo, mirándolo bien. Me percaté de que tenía el coño muy enrojecido e hinchado y sonreí. Vaya noche... Después me acerqué un poco más para soplarle, causando que ella se estremeciera lanzando un pequeño gemido muy mono, pasando a reírse.

-Qué nerviosita estás...
-Sí... Jejejeje. Mario, que me ha soplado en el culete... Estoy un poco nerviosa. Ya sabes lo pequeñito que lo tengo y lo que me duele cuando...
-Sí, sí. Cuéntale todo lo que te voy haciendo. Me gusta.

De nuevo le empecé a dar besos por sus nalgas, con algún mordisco. Es algo que siempre me encanta hacer en el sexo por si no ha quedado claro ya. Mezclar dulzura y algo de sadismo es algo muy excitante y que suele funcionar. No quería esperar más, por lo que la abrí bien al poner una mano en cada nalga y tirar de ellas en sentido opuesto. Oía a Irene resoplar y cómo seguía narrándole a Mario lo que pasaba. Otra vez le soplé, con la misma respuesta por su parte con ese gemidito y esa risita.

Luego me acerqué y le di un beso. Ella lanzó un gemido más alto esta vez, pero igual de sensual. Tras ese beso empecé a pasar mi lengua por él, estremeciéndose de nuevo. Al mismo tiempo le decía a Mario a través del video cómo le estaba lamiendo y cómo le encantaba lo que sentía. Así estuve un buen rato, lamiéndoselo bien para que se fuera acostumbrando y hacérselo así más llevadero luego. Eso no quitaba que de vez en cuando le diera un azote para no perder esa tónica, riendo ella de manera pícara.

Después de esas lamidas, empecé a darle unas más intensas, jugando más con mi lengua por todo su ano, aunque sin llegar a su coño. También se lo acariciaba con los dedos cuando descansaba apoyando mi cara en una de sus nalgas. Ella murmuraba y resoplaba, siguiendo con esa narración para Mario. Se lo empecé a comer más intensamente, animándome a meterle la lengua, abriendo y cerrando ella.

También empecé a meterle un dedo, aunque aquí ella se puso más tensa, irguiendo su espalda, pero yo la acariciaba para que se tranquilizara. Cuando lo conseguí volví a intentarlo, pero lo tenía muy cerrado. Nunca había visto un culo tan cerrado y en parte eso me daba más ganas de follárselo. Opté por meterle el meñique para que se fuera adaptando poco a poco. Irene gemía como si la estuviera follando, aunque bajito. Se ve que no estaba acostumbrada a que jugaran con ella por esa parte.

Poco a poco probé con otros dedos, dilatándoselo. Ella estaba entusiasmada, porque todo estaba yendo muy bien. Y hablaba con mucha locuacidad con la cámara. Parecía que Mario estaba ahí de verdad. Estaba teniendo mucha paciencia con ella para prepararla bien, siendo seguramente con la que más detenimiento había tenido en ese aspecto. Pero tenía muchas ganas de metérsela y se lo dije. Ella me preguntó si creía que estaba preparada. En parte le dije que sí, pero también le dije que eso tenía que sentirlo ella por su parte, ya que era la que iba a recibir. Irene me dijo que confiaba en mí y que se sentía muy bien después de que le metiera bien un par de dedos.

Así que me incorporé, venido como ella se seguía grabando y me enfocaba un poco con la cámara delantera de su móvil. Cogí un lubricante que había puesto sobre la mesita y me empecé a esparcir por la polla en buena cantidad, al igual que hacía por su culo. Lanzó un pequeño gemido diciéndome que estaba muy frío, pero se reía. No era raro, pero verla así de vulnerable me hacía sentir más afecto por ella. Cogí mi móvil y la empecé a grabar enfocando bien para que se le viera el culo. Agarré mi polla y la empecé a restregar por su culo para estimularla con el roce, al igual que lo hacía conmigo mismo. Estaba nerviosa por la manera en la que se movía.

-Irene, tranquila. Ya sabes que así va a ser peor.
-Vale, vale. Es que... Uff...
-Respira hondo. Y no lo aprietes.
-Vale.

Seguí frotándome con ella mientras grababa. Era un poco incómodo, pero quería dejarlo grabado para que luego lo viera Mario, ¿y por qué no? Para verlo luego junto a Irene y calentarnos. Después de un buen rato de frotarme con ella, la avisé para intentar meterla. Hice presión con mi polla, pero aquello estaba muy cerrado. Aun así, yo estaba decidido a hacérselo, así que eché más lubricante y seguí frotándome con ella un poco más. Le dije que se tocara el coño con una mano para calentarse más y que así fuera más fácil. Si una chica está muy cachonda, el sexo anal le resulta más fácil, por lo que me pareció buena idea que se tocara para que sintiera esa excitación.

También me animé a decirle guarradas, recordándole lo que habíamos hecho en los polvos anteriores, contándoselo de paso a Mario en el vídeo que estábamos haciendo cada uno. La siguiente vez que se la empecé a meter fue mucho mejor. Ya no ofrecía tanta resistencia y poco a poco podía metérsela, aunque con esfuerzo. Ella lanzaba algún gemido, aunque también sonidos de molestia. Yo le preguntaba en todo momento si estaba bien y ella me decía que sí, que ya estaba muy cachonda y que quería seguir, pero me pedía por favor que tuviera cuidado. Al final le conseguí meter todo el glande, dejándolo ahí sin moverme para ver cómo reaccionaba.

-Ya está la cabeza entera, Irene.
-Ay... -decía en forma de gemido- Mario, Javi me está follando el culo.
-¿Y te gusta? -le pregunté.
-Me encanta.
-¿Te duele?
-Sí. Pero me gusta -dijo apretando un poco.
-Uff... Es el culo más apretado que me he follado en mi vida.

Aproveché que estaba bien para echar un poco más de lubricante por el tronco de mi polla para cuando dijera de metérsela más, para que estuviera todo bien lubricado. Cuando vi que estaba más tranquila me empecé a mover, aunque apenas la metí. Pasé a sacarle el glande y metérselo varias veces. Para mi sorpresa estaba bien. Decía que le dolía, pero que era soportable. Y ya decidí empezar a metérsela entera. Poco a poco fui metiendo más, con ella gritando, con tono de dolor, aunque me decía que no parara. Tampoco tenía mucha intención de parar, porque conocía a mi amiga y sabía que su morbo podía con eso sin problema. Aún recordaba como disfrutaba con los azotazos que le daba con la fusta hasta tal punto de dejarle marcas moradas o incluso con algo de sangre.

Si soportaba eso, el sexo anal no debería ser tanto problema como ella pensaba. También me percaté de que se tocaba el coño con rapidez. De hecho, tuve que decirle en varias ocasiones que se grabara bien, porque o hincaba su cabeza en la almohada, o su mano se giraba. Casi que se olvidaba de eso. Ya casi con la mitad de mi polla, me pidió que fuera metiendo más. La veía impaciente. Y yo también lo estaba, pero no quería hacerle daño de verdad, así que se la seguí metiendo, aunque de manera lenta todavía. Pasada más de la mitad, pero aun quedando un poco para tenerla entera en su culo, ella gemía y le contaba a Mario lo que sentía. Incluso le dijo que ya la tenía entera en su culo, pero yo le dije que aún faltaba un poco.

-¿Todavía falta más? -preguntaba casi horrorizada.
-Un poco. ¿Quieres que la meta del todo?
-Sí, por favor. Quiero que la metas ya para que me puedas follar cuanto antes.
-Vale, pero despacio.

Empecé a meter más hasta que se la metí por completo, notando como mi amiga temblaba. Dudaba que fuera por placer, teniendo más pinta de que era por dolor. Quizá era demasiado para su culo, pero ella así lo quería.

-Ya está, Irene.
-Dios... Me siento empalada. Parece que tienes una polla de un metro.
-Jajajajaja -reí su ocurrencia.
-Mario, Javi me ha metido todo su pollón en el culo. ¿Te lo puedes creer?
-¿Te duele?
-Me estoy muriendo. Pero me pone mucho que me tengas así.
-¿Por qué?
-Porque soy una puta. Tu puta. Y de mi Mario también.
-Qué culo más rico tienes para follar.
-Síiiiiiiiii... -decía en forma de gemido.
-¿Quieres que te folle el culo?
-Síiiiiiiiii... -gemía otra vez.
-Pídemelo.
-Fóllame el culo.
-Pídemelo en condiciones -dije tirándole del pelo.
-Fóllale el culo a esta puta.
-Eso es.

Me puse en posición e Irene encorvó bien su espalda, quedando muy sexy a cuatro sobre la cama. Puso su cara de lado en la cama, grabándose con el móvil bien. Fue un acierto, porque parecía bastante cómoda así. Yo, por mi parte, la agarré de las caderas con una mano mientras me aseguraba de que la grababa bien con mi móvil y empecé a moverme para follarla. Irene empezó a emitir una serie se gemidos extraños que mezclaban placer y dolor, y también sorpresa. Quizá por poder aguantar lo que le estaba haciendo.

La follada cogía cada vez más intensidad e Irene seguía gimiendo de la misma manera, aunque notaba más placer que dolor en esos alaridos que empezaba a emitir pese a que había dejado de tocarse el coño con su mano. Me vine a arriba y empecé a embestir con más fuerza, escapándoseme alguna con más intensidad de la cuenta quizá. Ella me regalaba sus gritos y buenas palabras hacia mi polla y mi manera de follarla. Me sentía muy hombre al oír todo eso.

Pero quería que durara un poco más, por lo que la empecé a sacar y a meter, mostrando bien a la cámara como de dilatado estaba su ojete con un buen agujero hecho por mi polla. A Irene le encantaba lo que me estaba haciendo. Me decía tanto a mí como a la cámara el placer que sentía al sacársela y volver a metérsela, gimiendo todo el tiempo, pero se la volví a meter para follarla otra vez.

-Más rápido, Javi... -me rogaba.
-¿Más rápido quieres?
-Síiiiiiiiii -gemía.

Levanté una de mis primeras para apoyarme sobre un pie, como hice cuando la follé a cuatro y la empecé a follar fuerte. Ella gritaba y yo notaba como me acercaba al orgasmo. Follarme ese culo tan apretado me tenía muy cachondo y el roce era demasiado bueno como para estar así durante mucho tiempo. Irene pedía más y más y ya no pude más. La follé todo lo fuerte que pude, chillando ella de manera muy aguda mientras yo respiraba de manera acelerada.

Irene alargó su mano para tocarse el coño, acariciando mis huevos por momentos hasta que estalló en un grito que me llegó a asustar. Se estaba corriendo, apretando su culo bastante, haciendo que estuviera más apretado si cabía. Se derrumbó sobre la cama y yo la seguí, corriéndome por el camino. No pude grabar mucho más, porque estaba muy extasiado y estaba sobre ella. Irene también dejó de grabarse, apuntando al techo en lugar de a su cara.

Cogí un poco su móvil para grabar como tenía su cara muy apretada y cómo la iba relajando poco a poco hasta que la dejó normal. Ahí paré el vídeo y me incorporé para sacársela y ver cómo salía toda mi corrida de su culo, escurriéndose por su coño al caer hasta la sábana. Algo que por supuesto, grabé. Una vez salió prácticamente todo, me tumbé a su lado, siguiendo con la grabación para preguntarle cómo estaba. Ella dijo que muy bien, pero que estaba reventada.

Se despidió de Mario y ahí corte el vídeo. Como ella estaba aún recuperándose pese a estar despierta y reaccionando a todo, yo me puse a dejar enviando ambos videos para Mario. Para cuando me di cuenta, Irene ya se había ido al baño para ducharse. Yo aproveché para quitar las sábanas y poner unas limpias para luego dormir, vistiéndome con la ropa que había llevado para ir al coche a por la bolsa con la ropa cómoda.

Cuando volví, Irene estaba en la cocina con su pelo recogido, haciendo algo de comer, porque me dijo que estaba muerta de hambre, diciéndome que fuera yo al baño si quería. Y así lo hice. Fui a darme una ducha que me dejó nuevo, volviendo a la cocina una vez acabé. Allí me volví a encontrar a Irene, aún de pie terminando lo que estaba preparando. Me senté en una de las sillas de la cocina y ella vino con un gran cuenco de macarrones con tomate y queso parmesano por encima. Se sentó en mi regazo, aunque dejando gran parte de su culo fuera de mi cuerpo, sentándose más sobre sus muslos y empezó a comer, dándome también a mí con su propio tenedor.

-¿Cómo estás?
-Uff... Vaya nochecita, ¿eh? -decía divertida.
-Joder... Ya ves.
-Estoy en la gloria. Pero me duele el culo...
-¿Sí?
-Joder... Me lo has roto pero bien...
-Pero como para...
-No, no. No estoy tan mal, pero me duele mucho. No me puedo sentar -decía riendo.
-Jajajaja. Palo con gusto...
-Pues este sí duele, sí. Pero me ha encantado.
-Me alegro de oír eso.
-Javi, has sido el primer chico que me ha follado el culo así. Y encima con tu polla.
-Me siento muy afortunado.
-Deberías, porque este culo no ha probado nada igual. Mario me ha follado, pero no me he llegado a correr con él con el sexo anal. Contigo lo he hecho. Y con nadie más.
-Joder... Me voy a poner rojo...
-Eres increíble, Javi. Jamás pensaba que pudiéramos hacer todo esto. Han pasado tantas cosas que... No sé. No lo terminaba de ver.
-No pienses en eso, anda. Quiero que disfrutemos el momento.
-Y lo estamos haciendo -dijo dándome un fuerte abrazo.
-Yo tampoco esperaba acabar así. Esta noche ha sido increíble.

Irene tenía una sonrisa enorme en su cara. Se veía que estaba muy contenta y que le había encantado todo lo que habíamos hecho. Acabamos de cenar, o desayunar, porque eran ya pasadas las 7 de la mañana y nos fuimos a la cama para dormir. Al levantarse, Irene puso cara de dolor, lanzando un sonido que indicaba lo mismo. Pero no era algo preocupante, porque no la veía con mala cara todo el tiempo. Nos acostamos, dándonos un pequeño beso. Apagamos la luz y nos acomodamos, estando yo boca arriba y ella sobre mí con su mano en mi costado y su cara sobre mi hombro, quedando casi boca abajo, porque no quería apoyar su culo para que no le doliera. Los párpados me pesaban toneladas y creía que ella ya se había dormido cuando de repente me preguntó con una voz muy tierna:

-Javi, ¿he sido la primera...?
-Eh... Claro -mentí.
-Te quiero -susurró, dándome un beso en la mejilla y acomodándose.

Antes de que pudiera responder por lo cortado que me había dejado, Irene cayó dormida, siguiéndola yo al poco de lo cansado que estaba sin poder pensar mucho en lo que me acababa de preguntar.
 
Capítulo 391

El despertar fue muy bueno, porque habíamos dormido muchas horas. Ella seguía dormida, pero yo no podía hacerlo más. Eran ya casi las 3 de la tarde cuando abrí mis ojos, moviéndome con cuidado para coger el móvil de la mesita. Me quedé bastante sorprendido al ver la hora. Hacía siglos que no dormía tanto. Y solo me había despertado dos o tres veces en todo el tiempo que lo estuve haciendo. Como necesitara hacer lo de la noche pasada para poder dormir siempre así de bien se me iba a caer a cachos.

Porque me desperté con la polla bastante morcillona, pero notaba los estragos de tanto roce, con algo de molestia. En el móvil tenía algunos mensajes, pero fui a ver los de Mario para ver si había respondido. Tenía muchos de hecho, en los cuales me decía que estaba flipando con todo lo que habíamos hecho, por la longitud de los vídeos y lo bien que se veía todo. Decía que era muy morboso y que era una pena no haber podido presenciarlo en persona, pero que al menos lo tendría guardado para siempre.

También comentaba que se había hecho tres pajas seguidas viéndolo todo y que la tenía en carne viva, que estaba deseando volver para poder follarla él así, pero que sabía que lo del culo no podía ser, aunque lo seguiría intentando. Decía que eso había sido lo que más le había impactado y con lo que más se había masturbado. Que se había pasado un vídeo al portátil y tenía puesto el otro en el móvil para verlos ambos mientras se la pelaba.

También nombró lo de los tatuajes, diciendo que eran una pasada y que, porque podía oír bien mi voz y porque Irene me había enfocado bien algunas veces, porque si no, hubiera jurado que no era yo. Algo que reafirmaba esas palabras era también mi cambio físico, diciéndome que se notaba mucho que me estaba machacando y que se me estaba quedando un buen cuerpo, añadiendo que le estaba pillando en ese aspecto y que se estaba picando para ponerse las pilas en el gimnasio. Me estaba descojonando con todo lo que leía, viendo que de últimas me decía que era ya tarde y no respondíamos, suponiendo que seguíamos descansando, diciendo también que lo llamáramos en cuando pudiéramos.

Poco a poco desperté a Irene para que se fuera espabilando, porque ya era tarde y se nos había pasado toda la mañana durmiendo. Y a este paso también se iba a pasar la tarde. Irene estaba muy remolona. Parecía agotada y también tenía que ver el alcohol que bebió la noche anterior, siendo más cantidad que la que tomé yo. Poco a poco se iba espabilando, aunque me abrazaba, ponía su cara sobre mi cuerpo para tapársela e intentaba no hacerme caso. Con tanto roce mi polla se mantuvo morcillona, pero no quería hacer nada, porque tenía una ligera molestia y prefería descansar un poco.

-Va, Irene. Que son ya casi las 3...
-Mmm... -murmuraba como una niña pequeña- Un poquito más...
-¿Tienes resaca?
-Un poco solo. Pero es que estoy muy a gusto...
-Yo también lo estoy. Oye... ¿Te duele?
-¿El culo? Una barbaridad.
-Me vine arriba, ¿no? Estaba a mil y como me pedías que te follara más fuerte...
-Da igual. Si me encantó. Nunca había disfrutado así del sexo anal. Jamás.
-Vaya... No sé qué decir... Jajaja.
-No tienes que decir nada. Solo sigue follándome así de vez en cuando y listo, jejeje.
-Mmm, tenlo por seguro. ¿Y el coñito cómo lo tienes?
-Bien.
-¿No notas molestia?
-Mmm, no. ¿Por qué? ¿Tú sí?
-Un poco solo.
-Bueno, eso se pasa en nada.
-Oye, lo de follar sin condón...
-Por mí no hay problema. Ya sabes que tomo la píldora siempre. Y ya no me veo con nadie más que con Mario y Sofía.
-Vale.
-¿Es que lo piensas hacer a pelo?
-No. Bueno, nunca se sabe... A lo mejor con la emoción del momento... -dije pensando en el polvo que eché con Raquel en el que lo hicimos a pelo.
-Bueno, todo es hablarlo, ¿no?
-Ya...
-Javi... -dijo a los pocos segundos.
-Dime.
-No sabes cuánto me alegro de que ya estés así de bien. Hemos dado un paso importantísimo y no puedo estar más encantada. Te veo muy diferente al Javi que vino aquí a pasar unos días cuando tomó la decisión de irse de casa para independizarse de nuevo.
-¿Sí?
-Ajá. Y ha sido un cambio a mejor. Te veo sonreír más, te noto contento, como si hubieras resurgido. Es algo muy importante para mí.
-Gracias por las palabras.
-Y no solo es eso. El cambio físico que has pegado también es muy notable. Me daba algo por el cuerpo al verte tan delgado... Es que parecía que estabas enfermo. Cuando te regalé la camisa se me cayó el alma a los pies al verte así... Y ahora... Joder... Si estás increíble. Y los tatuajes... Qué sexy...
-Ya he notado cuánto te ha gustado todo eso.
-Mira, desde que empezamos a conocernos de manera más cercana me has llamado la atención. Al hacer varias cosas juntos pues se iba generando el deseo de querer hacer cosas contigo y cada vez te veía más atractivo. Pero con esto ya...
-Jajajaja.
-Te prometo que no pensaba que acabaríamos así la noche.
-Ya, ya me lo has dicho.
-Es que es verdad. Mmm... Pensaba que habíamos pasado a una relación muy cercana, pero sin posibilidad de nada sexual, como si fuéramos hermanos. Pero... Joder. Qué bien que haya pasado. Esta noche ha sido increíble.
-La verdad es que sí. No esperaba menos de ti con todo lo que hemos hecho.
-¿Me he portado bien?
-Sí. Lo has hecho perfecto.
-Me encanta cómo me dominas. Cuánto necesitaba encontrar yo algo así en el sexo. No me malinterpretes, el sexo que tengo con Mario me encanta. Es lo mejor y no lo cambiaba por nada. Pero necesitaba experimentar bien lo de anoche. Y más cuando te he visto haberlo varias veces. ¿Te acuerdas de la dominación que hiciste con Isa?
-Sí.
-Aún hay veces que me toco o follo pensando en eso. Y ya por fin lo he podido probar. Y para mí solita. Dios... Aún estoy flipando.
-Jajajajaja.
-Te lo prometo, Javi. Anoche en cuanto te vi, te di dos besos, olí lo bien que olías, vi lo guapo que estabas y cómo te quedaba la camisa que te regalé... Joder, es que notaba cómo se mojaba mi tanga.
-¿Sí? Pues no dijiste nada, jajaja.
-Por eso mismo que te he dicho. No veía posible que pasara algo alguna vez. Pero la atracción seguía ahí.
-Am... Pues mira, ya has visto lo que ha pasado. Y me gustaría repetir. Así que, si quieres, vas a tener Javi para rato.
-Uff... -dijo acelerada- Qué ganas de todo contigo.
-Pero poco a poco. No quiero quemarlo todo ya.

Al final nos acabamos levantando, porque ya se estaba haciendo tarde de verdad, por lo que hicimos la cama y nos aseamos un poco, yendo después al salón. Ahí decidimos prepararnos algo de comer entre los dos, porque nos daba pereza salir a comer fuera y tampoco nos apetecía pedir nada. Hicimos algo simple y nos pusimos a comer, haciendo una videollamada con Mario, quien ya había comido. Nos saludamos con ganas y estuvimos todo el tiempo del almuerzo hablando con él, comentando todo lo de los vídeos y también lo que no salía en ellos. Mario seguía flipando con todo y se le veía muy encendido, pidiéndonos muchos detalles de todo, en concreto del sexo anal, pidiéndole a Irene que le contara cómo y qué sentía pese a haberlo hecho en los vídeos que le mandamos.

De nuevo, Irene le comentó todo, diciéndole que dolía de verdad, pero que estaba tan cachonda y tenía tantas ganas de seguir que no podía pararlo. Y también sentía placer, por eso lo de que le diera más fuerte, porque lo comparaba al sexo vaginal en el que mientras más fuerte le dieran, más disfrutaba. Y no iba mal encaminada con en anal, pero el dolor que le ocasionaba, siendo más duradero de lo que creía, le hacía cuestionarse si merecía la pena. Al final llegó a la conclusión de que sí, porque en el momento lo disfrutó mucho, diciendo que era algo tan nuevo y tan imposible para su pensamiento que creía que era un buen precio a pagar.

Yo la escuchaba con cierto orgullo por haber originado tal placer en ella para que dijera esas cosas. Mario, por su parte seguía igual de encendido, diciéndole a Irene que estaba muy guapa y que le encantaba verla así, porque los días atrás tenía una cara muy mala en donde no sonreía nada. Ella le dio la razón, añadiendo que mi presencia con esa cena, esa salida de fiesta y lo ocurrido durante toda la noche, la había ayudado a olvidarse bastante de todo aquello, siendo hasta aliviante. Aun así, le decía a su novio que lo echaba muchísimo de menos y que estaba deseando que llegara cuanto antes, preguntándole si tenía ya fecha de vuelta.

En principio tendría que volver el fin de semana, por lo que aún le quedaba casi una semana de estar sola, aunque Sofía se pasaría mucho según le dijo y comería y cenaría con Irene todo lo que pudiera. Seguimos hablando de otras cosas, como de mis tatuajes, estando Mario bastante sorprendido cuando se los enseñé, al igual que de la nueva musculatura que tenía. Cortamos la llamada cuando acabamos de comer, quedando ellos en que ya hablarían a solas. Tampoco había que ser muy listo para saber lo que iban a hacer, porque los dos tenían una sonrisa muy tonta en la boca.

Cuando nos levantamos vi que Irene seguía poniendo cada de molestia, al igual que venía haciendo desde que nos levantamos, moviéndose muchas veces mientras comíamos y hablábamos con Mario. Le pregunté si le seguía doliendo y si era ya algo preocupante, pero ella le restó importancia, aunque sí dijo que le dolía, y no poco.

-A ver, déjame echarle un ojo.
-Mmm...
-No me digas que a estas alturas te da vergüenza... Jajajaja.
-Nooooo, tonto -decía riéndose.

Irene se acercó a mí, poniéndose de espaldas. Yo me volví a sentar en la silla y ella se bajó los pantalones y sus braguitas, que eran normales. Obviamente no se iba a poner un tanga para que estuviera la tela en contacto permanente con la zona afectada.

-Lo tienes rojo. Y algo inflamado.
-¿Sí? -preguntó algo asustada.
-Pero un poco solo. No te preocupes, esto se te debería pasar pronto. ¿Tienes crema?
-Mmm, sí. Voy a por ella.

Irene se subió la ropa y se marchó al baño, acudiendo a los pocos segundos. Me dio la crema y se volvió a poner en posición, bajándose la ropa para enseñarme otra vez su culo de esa manera. La vez anterior que le vi todo me excité, volviéndolo a hacer de nuevo, pero Irene parecía que no estaba para más meneos. Aun así, cogí la crema y me eché en los dedos para esparcirla por su ano con cuidado.

-Que voy, ¿vale?
-Ten cuidado...
-Sí -dije empezando a esparcirla.
-Pfff... -resoplaba con tono de dolor.
-Aguanta un poco, que no es nada.
-Me duele...
-Lo sé, pero ya casi está.

Le eché con cuidado, repartiéndola bien por toda la zona que tenía roja en inflamada. Después le di un beso en una nalga y le subí la ropa con cuidado. Irene lanzó una risita, pasando a reírse más al darse la vuelta y al verme, la erección que tenía en concreto. Yo también me reí al ver su reacción y nos pusimos a recoger la mesa entre los dos, bajándose mi erección hasta que se perdió y luego nos sentamos un poco en el sofá para reposar la comida. Yo me senté escurriéndome y ella de lado, echándose sobre mí al apoyar su cabeza en mi pecho. Estaba muy a gusto con ella así mientras veíamos una peli que pusimos.

Y ambos estábamos bastante atontados al ser un día frío de invierno, estar tapados con una manta y después de la noche que nos pegamos. Pero al parecer, eso se le pasó a Irene, porque, además de no estar muy interesada en la película, se espabiló, empezando a arrimarse más, acariciando mi cuerpo y dándome algún beso por donde tenía su cabeza apoyada. No le iba a hacer ascos a esas muestras de cariño tan agradables que me estaba dando mi amiga, así que, si quería seguir, por mí perfecto. Pero la cosa fue a más cuando al rato la miré. Se quedó mirándome a los ojos con una pequeña sonrisa, pasando a los labios y volviendo a mis ojos. Al final nos empezamos a besar al incorporarse ella para poner su cara a la altura de la mía.

-Qué a gusto, ¿no? -dijo al cabo de unos minutos de besos y después de subirse a mis piernas poniendo una pierna suya a cada lado.
-Ya ves...
-Es que...
-¿Qué pasa?
-Pues que me ha pasado como a ti.
-¿Cómo a mí?
-Sí. Antes te has puesto duro. Y yo también me he encendido un poco cuando me has echado crema. Me daba gustito.
-Mmm...
-Y la crema tiene efecto calor y es muy agradable.
-Ya veo...
-Estoy muy tonta... -dijo susurrándome al oído para después atrapar el lóbulo con sus dientes.

Al decirme esas palabras de esa manera y al hacer aquel gesto, me dio un escalofrío del que ella se dio cuenta. Se rio y me volvió a besar. Y así estuvimos unos momentos más hasta que ella decidió llegar un poco más lejos al echarse con cuidado boca arriba en el sofá, retirando la manta al echarla al suelo. Abrió y subió sus piernas, mirándome con ojillos.

-¿Me follas? -dijo de manera mimosa.

Me puse sobre ella con cuidado para besarla despacio. Parecía que buscaba más cariño que folleteo rápido y frenético. Y como bien dijo ella, estaba caliente por mi reacción al haberle echado crema, así que ganas tenía. Le puse tanto los pantalones de pijama que llevaba, como sus bragas a la altura de sus rodillas, dejando al descubierto su coño. Agarré un cojín y lo puse con cuidado bajo ella para elevar su culo y que así no le molestara el roce con el sofá. Después, para lubricarla bien, dejé caer saliva desde mi boca hasta su sexo, para tocarla con mis dedos y repartir bien mi saliva por sus labios e interior al metérselos.

Rápidamente empezó a emitir gemidos de manera mimosa. Me estaba poniendo muy malo ver a Irene así de cariñosa a la hora de follar, por lo que seguí durante un buen rato para estimularla bien y que estuviera más receptiva, porque yo seguía bastante sensible y con algo de molestia, así que necesitaba que aquello estuviera bien lubricado. Saqué mi polla cuando creí oportuno para escupir también sobre ella y esparcir bien la saliva, volviendo a hacerlo con ella también.

-La tengo bastante sensible. No estoy acostumbrado a lo que hicimos anoche.
-Pues despacito. No me importa. Yo quiero sentirte bien.

Agarré mi polla después de bajarme los vaqueros y los boxers y la restregué un poco con sus labios para rozarnos. Notaba molestia aun así, expresándolo con un sonido, pero Irene me acariciaba por donde podía para calmarme. Nos miramos y me encorvé para besarla. Después me incorporé otra vez para volver a esa postura en la que estaba de rodillas sobre el sofá y poco a poco se la empecé a meter. La metía y la sacaba muy despacio, sin llegar a meterla entera mientras la miraba a los ojos.

De nuevo, ella me miraba con una expresión muy tierna la cual cada vez me estaba poniendo más malo. Hasta le levanté la sudadera de Mario que llevaba puesta para dejar sus tetas al aire y poder así tocárselas, pellizcándole los pezones también. Ella gemía con tono mimoso durante todo el tiempo hasta que se la metí entera, tirando de mí con cuidado para abrazarse a mí.

-Qué bien... -susurraba mientras me acariciaba la espalda con una mano y me agarraba la nuca con la otra.

De nuevo me mordió la oreja y luego me agarró la cara con sus manos para besarme. Nos quedamos mirándonos a los ojos y me empecé a mover lentamente para follarla, pero de manera muy diferente a la noche pasada. Nada que ver, de hecho. Aun así, era muy excitante tener a Irene despatarrada de esa manera mientras se la metía así. Ver su cara hacer pequeñas contracciones con sus cejas caídas y esos gemidos casi lastimeros me tenían muy a tono. Ella buscaba darnos abrazos muy de seguido, apretándolos cada vez más, casi que haciéndolo con sus piernas como podía.

-Estoy a punto, Irene.
-Aguanta un poco, cariño. Yo también estoy casi, casi.

Seguí un poco más con esa sensibilidad extraña y tan alta que tenía, pero para mi sorpresa, ella llegó a su orgasmo antes que yo. Aunque también fue muy diferente, ya que no fue tan expresiva al tenerlo, pero sí que lanzaba todavía esos gemidos que llevaba emitiendo durante todo el polvo. Soltó alguno más alto ya en el clímax, pero eran muy sosegados, aun así. Pude aguantar hasta que ella se recuperó, lo cual fue muy rápido.

-Irene, me quiero correr en tu boca.
-Claro, cielo.

Me salí de ella y me puse sobre su cara, pegándole sus piernas a su torso en el proceso y en un par de sacudidas empecé a descargar sobre su lengua entre gemidos lastimeros. Ella lo recibía con gusto, acariciándome el culo y los brazos, aguantando hasta que acabé. Después tragó, como siempre hacía con mi semen y me miró sonriente. Estaba preciosa con su pelo bien repartido por el sofá. Le di un beso rápido y me incorporé para ponerme bien la ropa y la suya a ella, sentándome de nuevo, aunque al final acabamos los dos tumbados y abrazados descansando un rato.

A media tarde me espabilé y levanté, porque tenía que regresar a casa para empezar una semana más de rutina. Así que me despedí de mi amiga con un fuerte y largo abrazo, estando de acuerdo en el muy buen fin de semana que tuvo lugar, queriendo repetirlo pronto. Hasta nos dimos un pequeño beso al irme. Ya teníamos confianza en uno en el otro, pero después de esos dos días que pasé en su casa, la cosa fue a mejor y las muestras de cariño serían más constantes y cercanas entre nosotros.

Al salir, eché la bolsa que traje al coche y me monté para irme, pero me acerqué a casa de mis abuelos, para verlos tanto a ellos como a mi madre. Me parecía feo no ir a verlos después de haber estado ahí gran parte del fin de semana. Cuando me vieron se alegraron mucho, preguntándome inmediatamente qué hacía ahí, por lo que tuve que explicarles que una amiga estaba un poco de bajón por llevar sola unas semanas y que decidí venir a verla para que se distrajera, pero nada más. No di ningún detalle. Luego mi madre antes de irme me preguntaría más a fondo.

De hecho, tuve que decirle que se trataba de Irene, que Mario llevaba unas semanas fuera por trabajo y que se sentía un poco sola, porque no solían separarse nunca. Al darle tanto detalle me preguntó cómo se encontraba después de que hubiera ido, diciéndole yo que ya estaba mejor. Ella me comentó que era un buen amigo por venir desde mi casa a verla y a estar un rato junto a ella para animarla. Si supiera lo que pasó en realidad... Aunque parándome a pensarlo, sí que le hice compañía y sí que la animé. "Demasiado, quizá..." pensaba mientras mi madre me seguía preguntando por ella. Al final nos despedimos, dándome ella un fuerte abrazo, diciéndome que me echaba de menos, pero que se alegraba mucho de verme tan bien y más animado, porque evidentemente el subidón de todo lo ocurrido las últimas horas seguía teniendo efecto.
 
Capítulo 392

Y así seguiría durante toda la semana en la que volví a mi rutina de levantarme temprano para ir al gimnasio a machacarme un poco, después a correr y luego al estudio de tatuajes, aunque ya estábamos terminando. Luego regresaba a casa para prepararme de comer, aunque no salía mucho de la dieta que tenía y cuando intentaba hacer algo nuevo, me salía fatal, por lo que volvía a lo mismo de siempre, aunque no me desagradaba para nada. Las clases también iban muy bien.

Todas sin excepción y sin ningún problema más allá de la típica ocasión en la que un niño o una niña se pone un poco pesado o no tiene muchas ganas de trabajar, buscando más jugar y charlar. Me sentía muy integrado ya pese a llevar pocos días. Andrea se interesó por mí al ver ese cambio tan notable en mi estado de ánimo. No tenía nada que ver con aquel día que era el aniversario de mi relación con Elena y que tan mustio me tenía.

Me preguntó si ya estaba mejor y qué había cambiado al estar tan contento. Le di las gracias por preocuparse por mí de esa manera pese a acabarnos de conocer prácticamente, pero ella le restó importancia diciéndome que le caía bien y que sentía esas clases como algo muy cercano al estar los dos solos. De paso agradecía el esfuerzo que hacíamos en la academia por ayudarla de esa manera con tanta exclusividad como para tener un profesor para ella sola sin cobrarle de más ni nada.

Yo no tenía ni idea de ese asunto, ya que era algo que manejaba mi jefa, pero aun así le agradecí esas palabras y le conté un poco lo que me pasaba sin dar mucho detalle, diciéndole tan solo que estaba un poco mal de ánimo, pero que el fin de semana lo pasé con los amigos y me levantó ese ánimo maltrecho. Ella se alegró mucho de lo que le contaba, preguntándome más dudas que tenía o pidiéndome que le mandara más tarea para hacer luego en casa tranquilamente. Cada vez me caía mejor esta chica.

Así fue pasando toda la semana sin mucho más reseñable, aunque sí que pasó alguna cosa que otra. El jueves por la mañana, apuré demasiado en el gimnasio por echar más tiempo de lo normal y se me fue el santo al cielo y no me daba tiempo a ir a casa y luego marcharme al estudio. Ni con el coche me podía permitir ir a casa. Primero, porque estaba por allí cerca y el gimnasio me pilla a retirado para andar y hacer así más ejercicio.

Y segundo, porque el estudio de tatuajes se encontraba en una calle comercial en la que no se permitía la circulación de automóviles. Y aparcar cerca era imposible también. Así que tuve que optar por ducharme allí. Menos mal que soy previsor para estas cosas y siempre llevaba ropa limpia en la bolsa que me llevaba a allí por si ocurría algo por el estilo. Mentiría si dijera que no estaba nervioso por ducharme allí, ya que era la primera vez que lo iba a hacer en unas duchas conjuntas en las que podía cruzarme con más chicos.

No tenía nada de lo que preocuparme ni avergonzarme, pero al ser una situación nueva para mí, pues algo nervioso sí estaba. Por suerte solo había un par de chicos más para cuando yo entré y uno de ellos ya estaba acabando al estar vistiéndose. El otro acababa de entrar y yo también lo hice, aunque procuré no ponerme cerca de él, pero tampoco me puse en la otra punta para que no pensara algo que tampoco era.

El caso era que esas duchas estaban situadas de manera contigua con las de las chicas y había una zona por la que se podía escuchar perfectamente hablar. Imaginaba que siempre habría jaleo en las horas más concurridas, pero al parecer no había mucha gente en la otra parte tampoco. Gracias a ese espacio de un metro más o menos que se encontraba sobre el alicatado de dos metros y una gran pantalla de cristal muy translúcido que no dejaba ver nada podía colarse muy bien el sonido por el eco de esas salas tan amplias, permitiéndome escuchar la conversación de dos chicas.

-¿Y cómo te van las clases? -dijo una de ellas con una voz algo grave.
-Muy bien. Tampoco tengo a mucha gente de momento -respondió la otra chica, con una voz más sexy.
-Pues yo en zumba tengo demasiada. A veces me agobio un poco con tanta gente.
-¿Sí?
-Pero me pasa muy poco. Me gusta mucho enseñarles a bailar y así de paso hago yo también ejercicio. Salgo ganando por todas partes. Lo único malo es el olor a sudor que se concentra...
-Si te contara yo...
-Pero si sois pocos, ¿no? No tendría que ser para tanto.
-En zumba sudáis, ¿no? Pues en crossfit ni te cuento.
-A ver, sé que es duro, pero entre tú y yo... ¿Es para tanto?
-Sí. Es duro, pero si te gusta, es adictivo.
-Yo en su día hacía boxeo, pero lo dejé. Tuve un sustillo con un golpe y le cogí miedo.
-Anda... Bueno, tú tranquila. Y a ver si te animas, Lola. Que seguro que te gusta el crossfit.
-Pues no te digo que no. Oye, ¿y tú? ¿te pasarás por una clase de las mías?
-Yo ya sé bailar -dijo riendo.
-Va... Natalia, que me vendría bien tener a alguien más conocido.
-Bueno, luego me paso.
-Quiero ver cómo mueves ese cuerpazo que tienes.
-Tampoco es para tanto.
-Joder que no...
-Pero mira estas tetas... Las tengo muy caídas...
-Pero no son feas, tía. Y al menos tienes tetas. Mira las mías...
-Pero las tienes en su sitio.
-Sí, mis picaduras de mosquito...
-No son tan pequeñas. Ganas más desnuda.
-Pues lo mismo tendré que ir en tetas para me miren más, jajajaja.
-Anda, no digas tonterías, que eres guapa. Y tienes un pelazo...
-Tú eres más guapa que yo.
-Lo dejamos en empate, ¿vale?
-Cabrona, si tú con esos ojos lo tienes que tener hecho siempre, jajajaja.
-Yo hace mucho que lo tengo hecho. Tengo novio.
-¿Desde cuándo?
-Desde hace casi un año.
-Joder...
-¿Y tú?
-Yo no. Dos con los que he estado en plan serio y los dos celosos e infieles. Putos hombres...
-Jajajaja. Todo es encontrar al adecuado.
-¿El tuyo lo es?
-Mmm, sí... -dijo con parsimonia- Bueno, nos dimos un pequeño tiempo por una cosa que pasó, pero ya estamos bien.
-Huy... ¿Fue grave?
-No, no. Se agobió un poco. Solo eso.
-Ah...

Tras un rato calladas, siguieron hablando.

-Tía, pues tienes un cuerpazo -decía Lola, la de la voz más grave.
-Estoy contenta. Solo estoy a disgusto con mi pecho, pero es que antes estaba muy gordita. Es que era el doble o el triple de lo que soy ahora y claro... Las mujeres cuando perdemos mucho peso se nota en los pechos. Tenía unas tetas preciosas, pero eran gordas y al adelgazar tanto, pues se me han quedado así. Y tengo que dar gracias a que no se me ha quedado piel colgona... Que a mucha gente le pasa y eso se tiene que operar y tal...
-Yo es que siempre he sido delgada. Y siempre con poco pecho.
-Cada cuerpo es un mundo.
-Lo único...
-¿Qué pasa?
-Lo único que no me convence de tu cuerpo es eso...
-¿Esto?
-Sí. No sé por qué lo llevas así.
-¿No te gusta?
-No. Desde que me empezó a salir me lo quité. No me gusta nada.
-Pues a mí sí que me gusta mucho. De hecho, creo que nunca me lo he quitado todo.
-A ver si lo llevas así cuidadito, pues bueno. Pero yo es que ni aun así.
-Me gusta llevarlo bien recortado y perfilado. No me lo arreglo todos los días, pero sí muy de seguido.

No podía ser otra cosa de lo que estaban hablando y oír todo eso hizo que se me pusiera morcillona y que incluso me la sobara un poco, aunque al recordar donde estaba paré de hacerlo, procurando seguir prestando atención porque me entró curiosidad.

-¿Y a tu chico le gusta?
-No le disgusta. Le da igual en realidad.
-A ver...

De nuevo me excité al interpretar en mi cabeza como esa chica se acercaba al coño de la otra para mirárselo bien. Estaba poniéndome muy cachondo y eso que no sabía cómo era ninguna más allá de la poca descripción que había percibido en esa conversación. De pronto, la chica de la voz grave se empezó a reír, dejándome algo descolocado por no saber por qué lo hacía.

-Te hacen gracia, ¿no?
-Jajajaja. No... A ver...
-Que no pasa nada. Tengo los labios gordos... A mí me flipa... Deberías verme cuando mi novio... Uff... Se me hinchan más. Tú, sin embargo, no tienes apenas.
-Muy poco. ¿Y a tu chico le gusta?
-Le encanta. Nosotros disfrutamos mucho.

Estaba flipando por la conversación que estaban teniendo en un lugar como ese, pero supuse que era más normal de lo que creía al estar las dos desnudas y comparándose corporalmente. Tras ese tema de conversación se pusieron a hablar de otras cosas y yo me calmé un poco, terminando de ducharme, secarme y vestirme para marcharme, aunque me hice un poco el remolón para ver si las podía ver para ponerles cara al menos.

Tras unos minutos haciéndome el loco mirando el móvil a la salida de los baños, al fin salieron un par de chicas que supuse eran ellas por las vagas descripciones que capté. Inmediatamente identifiqué a la que me interesaba, aquella que tenía algo que me gustaba ahí abajo y que tenía según la otra chica, unos ojazos.

Tras un rápido vistazo la vi. Lo que más me sorprendió de ella era lo bajita que era. Juraría que no llegaba a 1,50. También era destacable lo tonificado que tenía su cuerpo, aunque eso ya debía de ser muy evidente al ser instructora de crossfit. Pero no tenía un cuerpo feo, para nada. También tenía sus curvas, con unos muslos carnosos, aunque seguramente muy duros, al igual que un culo redondo y grande, igualmente duro con total seguridad. También pude mirar sus pechos al ir con un top ajustado.

Y no tenían mala pinta, pues el tamaño era normal tirando a grande, pero se me venía a la cabeza esas palabras de que las tenía caídas y no me llamaban tanto la atención, aunque me hubiera gustado poder haberlo comprobado en ese momento. Luego me fijé en su cara, resultándome una chica guapa, con una boca bonita, una nariz respingona muy mona y efectivamente, unos ojos preciosos de color azul muy claro. Su peinado consistía en una melenita corta que no le llegaba ni a los hombros, aunque era lisa y de color rubio, de bote, por sus raíces tan oscuras, recordándome a Cintia en esos días en la que la conocí.

La otra chica no pasó desapercibida para mí, ya que era también bastante mona. No era tan guapa como la otra, pero no era fea. Su cuerpo tenía menos curvas, aunque tenía unos buenos muslos y culo para su complexión, teniendo pinta de ser duros, al igual que la de la otra chica. Efectivamente tenía poco pecho, casi ni se notaban el abultamiento de la zona, aunque no era tan extremo como en Mónica. De altura era también bajita, pero más alta que su compañera. Aun así, no alcanzaba 1,60 de altura. De cara no estaba mal, donde lo que más me llamaba la atención era su nariz achatada, bastante mona, con sus ojos marrones y su muy larga melena lisa y castaña. Evidentemente nuestras miradas se cruzaron, aunque con la que más me llamaba la atención fue muy breve, tan solo para ver quién había por ahí. Con la otra chica sí que duró algo más quizá.

Como no tenía mucho tiempo para seguir haciendo el tonto, me marché a paso muy ligero para llegar a tiempo a la cita que tenía en el estudio, yendo a lo que en principio era mi última sesión, teniendo que volver una vez pasado un mes de cada tatuaje para retocarlo en caso de que fuera necesario. La última sesión fue bastante bien, aunque estaba más a otra cosa que a lo que me estaban haciendo. Salí del gimnasio bastante excitado y no se me terminaba de ir. Había pasado solo casi 4 días del último polvo, pero se me hacía más.

De hecho, todas las noches al regresar a casa caía una paja ya cuando me echaba en la cama para dormir porque se me venía a la cabeza todo lo hecho con Irene el sábado por la noche y me ponía muy malo. Incluso alguna vez que otra por la mañana al despertar con la tienda de campaña. Pero ya se me estaba haciendo un poco duro no mojar y haber escuchado a esas dos chicas con todo lo que comentaron y luego al verlas cuando salieron, me puso peor. Mi tatuador se dio cuenta y me preguntó qué me pasaba, aunque sabía que era algo bueno por la cara que ponía con una sonrisilla.

Así que le conté lo que me había ocurrido hacía escasos momentos. La verdad es que le sorprendió, no por haber visto a dos chicas monas y atractivas en el gimnasio, sino por la conversación que le narré un poco por encima. Al igual que me pasó a mí, no sabía cómo podían estar hablando de todo eso en un lugar público en el que cualquiera les podía escuchar, pero eso no hizo más que levantar su curiosidad. Así que me empezó a preguntar con más detalle acerca de lo que había oído para que se pusiera en situación, preguntándome también si las había visto, teniendo que describírselas mejor al contestarle afirmativamente.

Me preguntó si tenía pensado hacer algo para conocerlas mejor, diciéndole yo que no lo sabía, ya que la que me interesaba de verdad tenía novio y la otra casi que se vio opacada por ésta. Aunque si se me daba la ocasión, tampoco le iba a decir que no. Así se nos pasó toda la sesión, comentando acerca de estas dos chicas, bromeando él con que a lo mejor tenía que apuntarse al gimnasio para ver si tenía mi suerte. Nos despedimos quedando que regresaría para le fuera echando un ojo a medida que pasara el tiempo correspondiente para que le diera tiempo a la tinta a asentarse bien y a curar para ver si había algo que corregir o arreglar.

Pero antes de irme, Eva me paró para hablar conmigo, ya que estuvo tras el mostrador cuando pagué por última vez a mí tatuador. Estaba todo el tiempo en silencio, mirándome con una sonrisilla echada sobre el mostrador apoyándose en sus codos.

-Contenta me tienes tú a mí... -dijo antes de que saliera por la puerta.
 
Capítulo 393

Eva le hizo un gesto a su compañero para que se marchara a su sala junto al cliente que tenía que atender y yo regresé al mostrador una vez nos dejaron solos.

-¿Por qué dices eso? -pregunté curioso.
-Porque... -dijo yendo hasta la puerta para echar la llave- Porque no me haces caso.
-¿Qué no te hago caso? Qué va...
-Mira tu móvil, anda...

Miré el móvil y en efecto, tenía mensajes de ella sin leer. Y eran del sábado por la noche, después de que me enviara ese par de fotos y de que yo le respondiera con emoticonos.

-Joder... No me había dado cuenta...
-¿Tan solicitado estás?
-Es que me pillaste liado en ese momento y respondí rápido y dejé el móvil y bueno... También he estado ocupado toda la semana con el trabajo y eso... Mira, si tengo un montón de mensajes sin leer... -dije mostrándole el móvil.
-Me da igual que tengas muchos mensajes. Pero no puedes dejar así a una chica... -dijo acariciándome el brazo.
-Huy... ¿Tan cachonda sigues desde el sábado?
-Pues un poco. Me puso bastante el tonteo ese que tuvimos y mira que he follado con mi novio, pero no te vas de mi cabeza, jejeje.
-Mmm... Me gusta oír eso.
-Qué creído eres, jajaja.
-Pero si eres tú la que me regala el oído, anda... -dije riéndome.
-Es que se me viene mucho a la cabeza las conversaciones que he tenido con Raquel y tengo mucha curiosidad por ver... Y por sentirlo.
-Bueno, podemos hacerlo cuando quieras, ¿no?
-Mmm... -dijo pensativa- En realidad tengo un horario apretado, porque fuera de aquí tengo que hacer más cosas. Solo tengo los fines de semana libres un rato.
-Este finde va a estar complicado.
-¿Otra amiguita...?
-Pues en realidad, sí. Fue su cumpleaños el fin de semana pasado y no la pude ver. Tengo que darle su regalo.
-¿Y qué regalo es? -preguntó empinándose para mirar mi paquete.

Me eché a reír, pero no iba mal encaminada, porque tenía pensado pasar un fin de semana con Sofía parecido al que pasé con Irene.

-En realidad sí que hay parte de eso.
-Vayaaaaa...
-Somos amigos desde hace ya unos meses y hay mucha atracción entre los dos, pero hasta ahora no se ha podido dar nada de nada.
-Am... Pues qué suerte.
-No te preocupes, que vamos a echar un polvo -dije en voz baja.
-Ojalá. ¿Y la amiga a la que fuiste a ver? ¿También ha tenido esa suerte?
-Pues sí. Ya te dije que no tenía pensado nada especial, pero al final acabó surgiendo. Era una situación un poco como con la amiga que voy a ver este finde.
-¿Y qué tal?
-Muy bien. No esperaba menos de ella.
-Claro, por eso no te has acordado de mí, porque te ha tenido bien servido.
-Bueno, no te voy a negar que fue una noche muy buena, pero desde el domingo que llevo sin...
-¿Y no tienes ganas?
-Pues la verdad es que sí.
-Yo también tengo ganas.
-Pues vente esta noche a mi casa. Estaremos solos.
-Qué va. Imposible. Por la noche mi chico trabaja y yo tengo que estar en casa cuidado de su hermano pequeño.
-Ah... Por eso no puedes quedar mucho, ¿no?
-Eso es.
-Pues cuando puedas me avisas y nos organizamos, ¿no?
-Solo puedo los findes. Pero tú estás muy ocupado...
-Oye... No me hagas sentir mal, que yo también tengo ganas.
-No sé, no sé... No lo parece.
-¿Quieres que te folle aquí mismo y lo ves?
-¿Serías capaz? -preguntó divertida.
-¿Aquí? Claro. No hay riesgo de que nos pillen.
-Bueno, eso es lo que tú dices...
-¿Mmm...? -pregunté distraído.
-Nada, nada. Cosas mías.
-Bueno, entonces, ¿quieres o no?
-¿Pero va en serio?
-Que sí.
-Ven -dijo saliendo del mostrador.

La seguí pasando por un pasillo que daba a las salas donde tatuaban ella y su compañero, pero pasamos de largo y llegamos al baño. Ella cerró la puerta y echó el seguro, tirando de mi sudadera para besarme. Noté algo raro, dándome cuenta de que tenía un piercing en la lengua, pero no era el típico por lo que podía notar. Al separarnos me di cuenta de que tenía dos bolitas de metal que atravesaba la punta de su lengua. Era algo nuevo para mí, pero la verdad es que era bonito de ver y estaba deseando sentir aquello en mi polla mientras me la comía. La agarré del culo para levantarla y comerle la boca, riendo ella dulcemente. Luego, me senté sobre el váter y seguimos besándonos, manoseando yo bien su culo, el cual me gustaba bastante, siendo redondo y algo respingón.

-Aquí es un poco incómodo, ¿no?
-La puerta de mi sala tiene cristal en la puerta. Si alguien pasa por ahí, nos va a ver.
-Bueno, pues aquí -dije intentado bajar su pantalón.
-Eh... Espera -dijo frenándome.
-¿Qué pasa? -pregunté algo confuso.
-Es que no puedo follar aquí.
-¿Por? Ah... La regla.
-No, qué va.
-¿Entonces?
-Es que grito mucho. Pero bastante. Y no quiero que se entere ni mi compañero, ni el que está con él, ni los vecinos, ni todo el vecindario.
-Jajajajaja -reí con ganas-. No será para tanto, mujer.
-Que sí, que sí. Que yo grito mucho cuando estoy muy cachonda. Y ahora mismo lo estoy. Y tú me pones bastante.
-Joder, pues vaya mierda...
-Pero algo podemos hacer...
-Me apetece mucho comértelo.
-No. Porque voy a gritar igual. Y si me tocas también.
-Pfff... ¿Me dejas verlo al menos?
-No. Estás castigado por haber pasado de mí.
-Oye... Que ha sido sin querer...
-Estoy de broma, chico. Pero no te viene mal un pequeño castigo. Así luego me coges con más ganas.
-Bueno, viéndolo así...
-¿Quieres verme las tetas?
-¿Qué pregunta es esa?

Eva se subió el jersey que llevaba puesto hasta la barbilla, dejando sus tetas al aire al no llevar sujetador. Eran bonitas para lo pequeñas que se intuían. Y lo eran, pero tenían una forma muy redondita y estaban superblancas, con un pezón gordito en cada una, de color marrón ligero, siendo las areolas de ese color, aunque más tenue y de un tamaño normal. Se veían muy bonitas, y que tuviera un piercing en cada una, las hacía más atractivas. Se las toqué rápidamente, murmurando ella al notar el contacto de mis manos.

-Qué calientes tienes las manos...
-Más caliente tengo otra cosa...

Ella rio y yo seguí sobándole las tetas, atrapándolas por completo con la palma de mis manos, pasando a jugar con sus pezones al acariciarlos y tirar de ellos. Pero no tenía suficiente con eso, por lo que le lancé a comérselas. Lamía, besaba, mordisqueaba y succionaba por todos lados, con ella empezando a gemir dulcemente, hasta que, pasados pocos minutos, me paró.

-Para, para -dijo de manera acelerada, aunque bajito.
-¿Qué pasa?
-Que estoy muy cachonda y voy a empezar a gemir con más fuerza.
-Mira cómo me tienes... -dije cogiendo una de sus manos y llevándola hasta mi erección.
-No, si ya lo he notado al estar sobre ella...
-¿Me la comes?
-Claro.
-Pero que se te vean también las tetas.
-Vale.

Eva se quitó el jersey, dejándolo sobre el lavabo mientras yo sacaba un condón de mi cartera.

-¿Quieres que te la chupe con condón?
-Eh...
-En mi vida me he comido una polla con condón.
-Es que...
-¿No te fías de mí?
-No es eso.
-Yo soy muy limpia, ¿eh? Mi chico y yo siempre tenemos mucho cuidado. ¿O eres tú el que...?
-No, no. Yo estoy bien. A ver... El finde follé con mi amiga sin condón. Y mucho. Que se la metí por todos lados.
-Pero estáis limpios, ¿no?
-Sí. Ella lleva sin follar un par de semanas o así.
-A ver... -dijo desabrochando mi cinturón y el botón de mis vaqueros para sacar mi polla de los boxers- Esto está perfecto -dijo tras agarrarla y mirarla bien.
-No tengo problema en ponérmelo por si...
-Me dices que no notas nada y yo la veo bien. Por mí no hay problema.

Sin decir nada más la agarré de la cabeza para que se metiera mi polla en su boca, gesto que al parecer le agradó por el sonido que hizo. Una vez tenía mi miembro en su boca, ella exhaló aire por la nariz con fuerza, resoplando yo por el placer que me daba notar su cálida boca atrapar mi glande, además de sentir esas piezas metálicas jugar y resbalar por la zona.

Rápidamente, ella empezó a mamar a buen ritmo, metiéndose un buen trozo en su boca mientras empezaba a babear y a pajear el resto con su mano, jugando también con mis huevos, los cuales luego chupó bien mientras me masturbaba con fuerza y velocidad. Tras eso, se la volvió a meter entera en la boca para seguir chupando. Lanzaba algún gemido, aunque no tan alto como los que decía que lanzaba al follar, pero eran lo suficiente altos como para que yo los escuchara y me pusiera más cachondo aún. Hacía esfuerzos por metérsela entera, pero no lo conseguía, pasándole como a Irene.

-Qué guarra eres... -decía venido a arriba por la excitación.
-Mmm... -gemía ella con tono de agrado.
-¿Te gusta mi polla?
-Ajammm... -decía en forma de gemido con su boca llena de mí.
-Así, chúpala bien.

Hice fuerza al agarrarla de la nuca y empujar para clavársela entera, o al menos intentarlo, pero no le entraba. Aun así, lejos de apartar mi mano, ella también colaboraba al apretar y empujarme del culo contra ella, sacándosela de la boca cuando no podía más para poder respirar, dejando hilos de sus babas desde mi polla hasta su boca.

-Joder... Qué bien lo haces.
-¿Te gusta?
-Claro.
-Córrete ya en mi boca. Quiero tu leche ya.

No tuvo que rogarme mucho más, porque yo también tenía ganas de correrme, y que me lo pidiera así de esa manera, pues hizo que me entraran más ganas, por lo que la agarré del pelo, tirando de él de manera algo brusca quizá para sujetarla bien y pajearme hasta llegar al orgasmo, apuntando al interior de su boca para que cayera todo ahí, aunque estaba tan excitado que el primer chorro salió con mucha presión y rebotó un poco, llegando a salpicarme, cayéndole a ella también algo por la barbilla.

El resto sí que terminó en su boca, chupando ella con ganas para exprimirme bien y sacar hasta la última gota. Me senté en el váter de nuevo mientras la miraba con mi respiración agitada para ver qué hacía. Y mirándome se lo tragó tras recoger con un dedo lo que tenía en la barbilla. Me mostró su boca abierta sacando la lengua para que viera cómo se lo había tragado.

-Joder, ahora tengo más ganas de follarte.
-Jajajajaja -reía bajito-. Shhh... Cuando podamos.
-¿No te puedes escapar un rato...?
-No.
-Mierda...
-No te preocupes... -dijo chupando algo más mi polla, aunque ya perdía fuerza.

La agarré para sentarla en mis mulos y le di un beso, el cual recibió con un gemidito de sorpresa.

-¿Qué pasa? -pregunté cuando acabé de besarla.
-No me ha pasado mucho esto de que se corran en mi boca y me besaran después.
-Ah...
-Eres un poco guarro tú, ¿no? -preguntó divertida.
-Mmm... No eres la única, jajajaja.
-Pfff... Me da que vamos a romper una cama tú y yo.
-A ver si es verdad.
-Joder, esto es mejor que lo que me contó Raquel. Creía que eras más paradito.
-Pues ya ves que no. Y eso que no hemos hecho nada...
-Ya veo, ya.
-Qué mal lo hice con Raquel... Cómo me arrepiento de no haberla follado en condiciones...
-Sí. Tendrías que haber aprovechado mejor la ocasión.
 
Capítulo 394

Nos limpiamos como pudimos y me marché de allí, porque llevábamos varios minutos en el baño. Me despedí de ella quedando en que hablaríamos por mensaje para concretar cuándo nos veríamos. Al llegar a casa vi que tenía mensajes de ella en donde me decía lo mojada que estaba, mostrándome de nuevo sus bragas bastante empapadas. También me decía que iba a echar un buen polvo con el novio antes de que tuviera que ir a recoger al hermano de éste al colegio. Yo le puse que vaya envidia me daba él, riéndose ella y casi que medio echándome en cara que tendría que hacerle más caso.

Otro hecho reseñable de la semana fue el viernes al llegar a casa después de un día de rutina normal. Estaba descansando mirando la tele después de haber cenado y después de hablar con Sofía tras ver cómo Mario decía por el grupo que ya estaba de vuelta. Sofía y yo comentábamos que poco le íbamos a ver el pelo a nuestros amigos teniendo en cuenta las ganas que se tenían y lo que llevaban sin verse. También aprovechamos para hablar un poco entre nosotros, aunque de manera breve, ya que estuvimos concretando la quedada del día siguiente, porque iba a pasar el finde entero prácticamente en su casa al igual que hice con Irene en anterior.

La forma en la que nos organizamos fue en que yo comería en casa de mis abuelos con mi familia y luego a media tarde iríamos los dos a echar un café para pasear y charlar. Luego cenaríamos y saldríamos de fiesta, aunque no llegué a contarle nada del plan que tenía de irme a la cama con ella. Quería que le pillara por sorpresa y Mario e Irene habían ayudado al no decir nada de lo ocurrido el finde anterior. Así no sospecharía nada que pudiera tener lugar con ella en su casa.

Tenía unas ganas increíbles de poder acostarme con ella ahora que ya estaba más desinhibido de todo y quería pasármelo bien. Seguro que ella también estaba deseando que diera ese paso y que acabara pasando. Hasta me sobaba los bajos pensando en ese momento, cosa que quizá no me vino tan bien cuando llamaron a la puerta a eso de las 11 de la noche, yendo yo a abrir notándose un poco aquello al ir en pantalón de pijama y sudadera. Cintia era la que se encontraba tras la puerta.

-Coño, Cintia... ¿Qué haces aquí?
-¿Tú que crees...? -dijo levantando una ceja al mirarme de arriba a abajo y percatarse de como la tenía morcillona.
-No sé...

Cintia me apartó con su mano para entrar e irse hasta el salón, sentándose en el sofá. Yo cerré la puerta y me quedé de pie, cerca de ella esperando una respuesta, pero no me la daba. Permanecía callada y mirándome fijamente, momento que aproveché para ver cómo venía. Vi que llevaba un vestido gris precioso, el cual era muy ajustado, marcando perfectamente sus curvas. Tenía un pequeño cuello vuelto y era de manga larga. Acababa poco antes de sus rodillas y tenía un pequeño escote muy sugerente al tener una apertura en la parte del canalillo. También llevaba unas medias negras muy tupidas, junto a unas botas altas de color marrón, con algo de tacón. En la parte de arriba, antes de quitárselo al sentarse, llevaba un abrigo muy bonito de paño, de color rojo, además de la típica bufanda Burberry muy larga, la cual llevaba enrollada al cuello numerosas veces.

-¿Vas a hablar o voy a tener que aprender lenguaje de signos?
-¿Pararás algún día de ser tan idiota?
-Es que te plantas aquí y no dices ni una palabra. Parece que te cobren por hablar...
-Qué pereza me das...
-¿Y qué haces aquí entonces? Ah... Es verdad, que la última vez que hablamos estábamos un poco picados y ahora has venido buscando guerra.
-¿Para ti no existen más cosas aparte del folleteo?
-Sí, claro. Pero es que se ve que es lo que vienes a buscar.
-¿Sí? ¿Por qué? Ilumíname, a ver...
-Pues porque la última conversación que tuvimos tenía su tensión y solo hay que ver cómo me has mirado cuando he abierto.
-Si hubiera querido follar contigo, ¿crees que hubiera tardado tanto en venir? Para empezar, me hubiera quedado.
-Ya, pero como eres muy tuya, pues...
-Y te he mirado así al abrirme porque tienes unas pintas...
-¿Qué pintas quieres que tenga a estas horas de la noche?
-Es viernes. ¿No sales a buscar una zorrita que follarte?
-No me hace falta... -dije sentándome a su lado en el sofá.
-Claro... Que el nene ahora se ha puesto un poco cachas y ya le van todas detrás... Creído... -decía con desprecio.
-Pero si tú eres peor... Que te crees una diosa.
-Pues no iré tan desencaminada cuando tengo a quién quiera solo con mirarle a los ojos.
-Yaaaaa...
-Me da igual que no te lo creas. Yo sé perfectamente que es así. No tengo que probarte nada.
-Ni quiero que lo hagas, tranquila.
-Ay, que se pone celoso -dijo con tono de burla.
-Sí... Me estoy muriendo por dentro... -dije de forma sarcástica.
-Qué idiota eres, de verdad...
-¿Por qué has venido ahora?
-Pasaba por aquí...
-¿A estas horas? Ya...
-No soy tan muermo como tú, salgo un vienes por la noche.
-Ah... Que la niña nos ha salido ahora fiestera.
-Pfff... -resoplaba con cansancio.
-Todavía no me has dicho qué haces aquí...
-Era para decirte lo gilipollas que eres.
-Ah, muy bien. ¿Algo más?
-¿Por qué no me has llamado? Ni un mensaje me has mandado...
-¡Ah...! -dije alto- ¡Es eso! Te quedaste con las ganas y ahora vienes buscándome.
-¿Pero por qué me molesto siquiera? -decía con agotamiento y mirando al techo.
-¿Echas de menos que esté entre tus piernas?
-No -dijo inmediatamente de manera firme y segura.
-Va, Cintia. Si ambos sabemos que es así.
-¿Tú no me echas de menos a mí?
-Nah... No mucho.
-Gilipollas... -dijo entre dientes.
-Tú sí que me echas de menos a mí. Si no, no estarías aquí.
-Que nooooo...
-Deja de hacer el ridículo, Cintia. Sabes que es así.
-El único que hace el ridículo aquí eres tú.
-¿Yo? ¿Por qué?
-Porque te conformas con una cualquiera antes que tener a la mejor.
-¿Y esa es?
-¿Te dan alguna paga por el retraso que tienes? ¿Quién va a ser? Pues yo.
-Mmm... ¿Eso crees?
-No lo creo. Lo sé.
-A ver, cuéntame por qué es así.
-En serio, ¿eres tonto? ¿No me ves?
-He estado con mejores.
-Ya...
-Esta semana he follado todos los días -dije para chincharla-. Con una diferente de hecho.
-Que sí, que sí.
-Bueno, me da lo mismo que no te lo creas.
-De todas formas, cantidad no significa calidad.
-He estado con chicas más guapas que tú. ¿Recuerdas a Ángela? Ella es mucho más guapa que tú.
-¿Esa? ¿Te la follabas?
-Uff... Durante todos los años de carrera.
-En fin...
-Y tengo una amiga con unas tetas como las tuyas. Más grandes diría y lo más importante, naturales. Este fin de semana voy a verla y...

Cintia me miraba sería, empezando a sulfurarse. Ya notaba como iba creciendo su cabreo, pero es que me gustaba pincharla de esa manera, además de que era ella la que empezaba siendo tan borde y con sus provocaciones.

-Y tiene un culazo también...
-Mentira. Todo eso es mentira. No vas a estar con nadie como yo. Es que eres tonto de verdad, porque te doy la oportunidad de que estés conmigo y la desaprovechas. Después de todo lo que me has hecho no tendría ni que haberte mirado.
-Y sin embargo, estás aquí.
-Estaba de paso, ya te lo he dicho.
-Y yo te he dicho que no me lo creo.
-Pues muy bien.
-También he estado con rubias naturales -dije después de quedarnos unos segundos en silencio-. Porque tú no lo eres desde luego.
-¿Te quieres callar ya? -dijo apretando las asas de su bolso con sus manos mientras seguía con cara de enfado.
-Es que no entiendo qué haces aquí.
-Darte otra oportunidad. ¿Es que no lo ves, idiota?
-Pues así no me interesa.
-¿Qué quieres, que me rebaje? Bastante lo he hecho viniendo a tu casa dos veces cuando tenías que ser tú el que tenía que estar rogándome por volver a verme.
-Eso es lo que te jode, ¿no? Que no esté haciendo eso... Pues... -dije al ver que no respondía- Te vas a tener que aguantar, porque eso no va a pasar.

Cintia estaba cogiendo una rabieta, que si bien es verdad que no expresaba como se suele hacer, sí era verdad que podía notarlo por como arrugaba su cara y fruncía el ceño. Hasta se cruzó de brazos del enfado que tenía, apretando sus tetas, mirando al frente. Quizá me había pasado, pero es que ella solita se lo buscaba y desde luego no le iba a dar el placer de que tuviera el control de la situación, porque viendo cómo se puso el día que me reencontré con ella, a saber lo que le daba por hacer. Como no cambiaba ni su silencio ni sus gestos, me acerqué a ella para cambiar un poco el tono de la conversación, diciéndole que no se enfadara, pero ella no me hacía caso, girándome incluso la cara para que no pudiera hablarle directamente.

Lejos de molestarme, me hacía gracia que se pusiera así, porque parecía una niña pequeña más que la mujer que decía ser. Pero todo eso cambió cuando le puse una mano en el muslo. Ella pegó un pequeño respingo, girando su cara hacia a mí para mirarme con enfado y apartarme la mano de donde la puse. Intenté darle un beso, un pico, pero ella me hizo una cobra bastante agresiva al echarse hacia atrás con aire. Sonreí y de nuevo le puse la mano en el muslo, mirándola de manera conciliadora para que se calmara. Me estaba dando ya incluso pena por verla tan a la defensiva. Ella se puso como estaba al alejarme yo un poco tras el intento fallido de beso. Otra vez me quitó la mano de su muslo, pero yo la volví a poner a igual, frenándola cuando intentó volver a quitármela. De nuevo, me acerqué con intención de besarla, pero me volvió a hacer una cobra.

-No te enfades, anda -dije mirándola a los labios.
-Gilipollas -me soltó de manera seca y borde.
-Eres muy guapa en realidad.
-Ya lo sé -decía de manera borde, incluso con burla.
-¿Te gustaría que empezáramos de nuevo esta conversación?
-Ni hablar.
-Piénsalo, pero decídete pronto, que este finde voy a estar fuera.

Seguía enfadada, pero ya no notaba que fuera para tanto. Aun así, podía ver cómo apretaba su mandíbula y cómo se movía al apretar sus dientes con fuerza. Como seguía mirando al frente, le soplé un poco para llamar su atención, girando ella su cara de manera brusca hacia a mí, mirándome de manera intensa.

-¿Vas a aguantar sin que hagamos nada hasta la semana que viene?
-¿Y tú?
-Yo este finde ya lo tengo hecho, ya te lo he dicho.
-Yo también -dijo casi sin dejarme acabar.
-Mira, yo voy de cara y te digo que tengo ganas ahora mismo contigo. ¿Por qué no lo reconoces tú también?
-Primero, porque soy una mujer. Un tío siempre tiene ganas, porque sois así, básicos. Y segundo, porque no estoy nada desesperada, al contrario que tú.
-Ya. Por eso estás aquí.
-He venido para darte la última oportunidad. Pero como eres muy tonto, no te das cuenta de la suerte que tienes.
-Tienes que entender que no todo el mundo va a pasar por el aro, Cintia.
-¿Y yo sí tengo que pasar por el tuyo?
-Yo no te estoy diciendo que hagas nada. Solo te digo que si quieres, aquí estoy.
-Pero es que no todo va a ser tan fácil.
-Lo mismo digo.
 
Capítulo 395

Ahora era Cintia la que me miraba a los labios. No entendía cómo había que hacer tanto paripé con ella para llegar a ese punto, pero ahí estaba casi media hora después de que viniera, muy cerca de ceder y dar paso a algo más. Pero parecía dudar. Me miraba también a los ojos, y luego bajaba su mirada a los labios, y luego la subía de nuevo. Yo esperaba pacientemente con media sonrisa a que fuera ella la que diera el paso, porque yo ya lo había intentado y me había llevado más cobras de las que me había llevado últimamente, así que ahora tenía que ser ella la que diera el paso.

Pero no terminaba de hacerlo, por lo que me terminé acercando un poco a ella, pero sin llegar a plantarle un beso. Quería que lo hiciera ella. Estábamos tan cerca que nuestras narices casi se tocaban. Ella permanecía igual que momentos anteriores, por lo que pasé a susurrarle que lo hiciera, pero nada. Me acabé desesperando y me retiré viendo que no iba a pasar nada, pero al hacerlo, ella me siguió para mantener nuestras caras muy cerca la una de la otra. No entendía por qué no lo terminaba de hacer. Parecía que le gustaba mucho jugar al gato y al ratón, pero yo ya estaba cansado e impaciente.

Le di un pico para ver si así se animaba, y más o menos fue así. No pareció sorprenderle que yo diera el paso y que siguiera dándole algún pico más. De hecho, el sorprendido fui yo cuando se acabó relajando de tal manera que me empezó a besar de verdad en uno de estos picos que le di. Me agarró de la sudadera y me mantuvo cerca de ella para besarme abriendo su boca para colar su lengua en mi boca y así entrelazarla con la mía. Y más me sorprendió cuando soltó mi sudadera para poner una de sus manos sobre mi cara para acariciarla.

Parecía una chica totalmente diferente en ese momento. Yo estaba sorprendido, pero no me quedé quieto tampoco, pues puse una de mis manos en su muslo, acariciando las medias que llevaba puestas. No pareció importarle, porque ella seguía concentrada en el beso, pero algo dentro de mí estaba despertando y me estaba cansado de esperar tanto, por lo que me separé de ella, viendo cómo seguía seria. Me levanté, agarrando su mano mientras tanto, con intención de llevarla a mi habitación, pero ella se zafó de mí, negándome con la cabeza cuando la miré para ver qué ocurría.

-¿Qué pasa?
-Ya te he dicho que te lo vas a tener que currar.
-¿En serio? ¿Todavía estás con eso?
-Siempre lo he dicho en serio.
-Pero si nos hemos estado besando. Tú también tienes ganas. ¿Por qué no te dejas de mierdas y vamos a mi habitación y nos divertimos?
-Porque es algo importante para mí.
-Pues nada. Ya te puedes marchar, porque ya te he dicho que paso de hacer lo que tú quieras.
-Tampoco es para ponerse así -dijo medio riéndose con un poco de tono de burla.
-¿Te vas? -insistí.
-¿Me estás echando?
-Sí.
-Jajajajaja... Qué fácil es sacarte de tus casillas.
-Estoy cansado de esta mierda. Así que lárgate.
-Se me ha ocurrido una cosa.
-Me la suda. Pírate.
-¿Ya no quieres que hagamos nada?
-No.
-Eso no opina lo mismo -dijo señalando mi erección con esa media sonrisa y ese tono de burla tan insoportable.
-Pues vete cuando quieras -dije yéndome a mi habitación y cerrando la puerta.

Estaba enfadado, pero sí era verdad que tenía un calentón importante encima. Pero no estaba dispuesto a hacer todo lo que ella quisiera y mucho menos a que se riera de mí. Aun así, mi polla no se bajaba e incluso me la empecé a sobar, porque no podía evitarlo. Pero sí que paré cuando oí pasos y cuando se abrió la puerta de mi habitación. Cintia entró lentamente mirando por encima la habitación y haciendo un gesto de que esperaba más quizá, plantándose a un metro de mí, con sus manos juntas delante de su cuerpo mientras agarraba su bolso.

-¿Qué quieres ahora? -dije secamente.
-Se me ha ocurrido una cosa.
-Que me da igual. Que no quiero hacer nada ya.
-Y por eso sigues así de empalmado, ¿no?
-Joder, ¿te quieres ir de una puta vez?
-Guau... Sí que estás enfadado -decía medio riéndose.
-¿Qué es lo que quieres, Cintia?
-Pfff... Jajajaja. ¿Otra vez te lo tengo que decir? Pareces tonto... Jajajaja.
-Pues tú también lo tienes que ser, porque te he dicho muchas veces que te largues y sigues aquí haciendo el gilipollas.

Ahora sí que se le cambió el gesto, pasando de esa estúpida sonrisa a permanecer callada, poniéndose sería. Hizo un gesto con la cara como de olvidar lo que acababa de escuchar y me miró de nuevo.

-Tengo una idea. Si aceptas y te portas bien, puedes salir ganando.
-A ver, ¿qué cojones tengo que hacer? Verás...
-Tienes que quedarte conforme estás. Así, boca arriba. Y me vas a comer el coño.
-¿Y ya está?
-Sí.
-Ya... A saber
-Me lo vas a comer, pero no lo vas a ver.
-Pfff...
-No es para tanto, ¿no?
-Creo que paso.
-¿No quieres ver lo que va a pasar después?
-¿Qué va a pasar?
-Eso tendrás que verlo una vez acabes de comérmelo.
-Pfff... Venga, va.

Cintia sonrió y dejó su bolso sobre la mesa que tenía en la habitación. Después se sentó en la silla que había enfrente y se bajó las cremalleras de las botas para quitárselas con detenimiento, sin dejarme ver absolutamente nada que pudiera ver al colar mi vista por su vestido. Una vez acabó de quitárselas, las dejó apartadas a un lado y se levantó. Estaba muy sexy con esas medias y descalza. Cintia había tenido de siempre unos pies pequeños y preciosos, pero no los podía ver del todo de lo tupidas que eran las medias que llevaba.

-Ah, no, no, no... -decía yendo hasta su bolso.
-¿Qué pasa ahora?
-Hemos quedado en que no me ibas a ver.

Cintia regresó con la bufanda que traía puesta, pero esta vez en sus manos. De mala gana dejé que me la pusiera en los ojos después de que diera tres o cuatro vueltas con ella alrededor de mi cabeza para taparme bien los ojos y anudándola de manera floja después. No veía nada, pero ella se cercioró de que así fuera al comprobar bien que no podía hacerlo y que no se escapara un agujero por el que poder mirar al hacerlo hacia arriba o abajo.

Al tener los ojos cerrados, pude concentrarme más en mis otros sentidos, empezando por el olfato. El olor que desprendía la bufanda sin ir más lejos. Era un olor embriagador. El mismo que el de ella, y era un olor que me encantaba. Siempre había tenido buena mano para elegir perfume y está vez no fue menos. También noté lo suave que estaba, al igual que sus manos mientras me la ponía cuidadosamente bien para que tampoco se bajara mucho y ocupara el lugar de la boca para así poder comérselo sin problema.

Llegó el momento y escuché como hacía algo de movimiento con su ropa, sin llegar a tener claro si se había desnudado o no, pero todo me hacía pensar que sí. Pero volví a notar sus manos, aunque esta vez fue para agarrar las mías y llevarlas a mi espalda, notando que me las quería atar.

-¿Qué coño haces? -dije sin saber muy bien que estaba haciendo.
-Te voy a atar las manos a la espalda para que no me toques.
-No, eso no.
-¿Por qué?
-Porque no me fío de ti.
-¿No te lo quieres pasar bien? Mira, te las ato flojito para que veas que es solo para eso. Si tienes algún problema, te puedes zafar tú solo. Pero así podremos frenar tu tentación.

Después de que resoplara, ella siguió al interpretarlo como luz verde para su extraño juego. De nuevo oí algo de ruido y ya sí que noté cómo se subía a la cama lentamente, sujetándome la cabeza con sus manos mientras se acomodaba al ponerse con una pierna a cada lado. Por lo que podía notar, estaba en cuclillas, apoyándose sobre sus pies. En lo que se ponía cómoda y se preparaba, me vino su olor más íntimo y me entró un escalofrío por todo el cuerpo, poniéndoseme más dura aún.

Era un olor que reconocí al instante, pero que llevaba tanto sin percibir que no terminaba de recordarlo. Pero ahora sí que lo recordaba bien, haciendo que viajara en el tiempo por momentos, en esos días en los que me acostaba con ella, volviendo a vivir esos momentos en mi cabeza con más detalle. Pero fue algo breve, pues ella me agarró bien la cabeza y bajó para ponerme toda su raja en mi boca al empujarla para que alzara un poco mi boca. Se restregó un poco y yo no pude evitar hacer otra cosa que empezar a comérselo, porque lo deseaba.

Empecé con pequeñas lamidas, aunque estaba tan excitado que en cuestión de segundos se lo empecé a comer bastante rápido. Ella se levantaba un poco para que parara de hacerlo, a la vez que me tiraba del pelo para corregirme, pero yo no estaba para esas tonterías. En cuanto bajaba, se lo volvía a comer igual. De hecho, me llamó la atención, porque no lo estaba haciendo como ella quería que lo hiciera. No gemía ni nada, aunque notaba su respiración entrecortada o agitada por momentos.

Cómo no paraba de intentar comérselo rápidamente, optó por dejar caer todo su peso en mi cara, casi sin permitirme respirar. Pero eso conseguía que parara de comérselo, aunque no bajaba mi calentón. También se dio la vuelta, aprovechando ella también para bajar mis pantalones y boxers a medio muslo para liberar mi polla, aunque no la llegó a tocar al hacerlo. Estaba bastante ilusionado con que ella me la agarrara para pajearme, o para que me chupara y así hiciéramos un 69, pero en ese momento no lo terminó de hacer.

Pensaba que quería que se lo comiera primero para estar más caliente para cuando dijera de follar, por lo que me concentré en comérselo bien, sin ir ya tan rápido. Pero se volvió a levantar para darse de nuevo la vuelta y ponerse esta vez de rodillas, hincando cada una de ellas en la cama, a cada lado de mi cabeza. De nuevo, se lo empecé a comer, alternando un poco los ritmos, hasta que notaba cómo se empezaba a mojar más y como se medio retorcía. Ella tenía la voz cantante durante todo el momento, pero más la tuvo al moverse bruscamente para frotarse contra mi cara mientras yo se lo seguía comiendo. No tardó en llegarle su orgasmo, temblando ella de una forma que no recordaba mientras su respiración se cortó unos segundos para jadear entrecortadamente después.

Tras unos segundos en los que se estaba recuperando, se levantó de la cama, aún con la respiración agitada y pude oír como salía de la habitación, yendo al baño por el ruido que hizo la puerta tan próxima. Y ahí estaba yo, boca arriba, con los ojos vendados, las manos atadas a la espalda y la polla fuera, muy tiesa y palpitante. Pasaban los minutos y no volvía, pero eso no significaba que se me bajara, porque tenía un calentón muy alto. Y se mantenía mientras podía saborear los flujos de Cintia al haberse corrido en mi boca, aunque no de esa manera tan efusiva y húmeda con esos chorros que era capaz de lanzar, sino que simplemente empezó a lubricar más y me dejó aquello por mi boca y mi barba.

Volví a oír ruido y como se cerraba una puerta a lo lejos. Pensaba que se había marchado, pero eso no podía ser, si dijo que luego habría más. Ya cansado de esperar, me desaté, aunque algo más de la cuenta sí que me costó. Quizá era porque estaba nervioso o por tener las manos a la espalda, pero al final pude hacerlo. También me quité la bufanda de los ojos y me levanté para subirme los boxers y los pantalones, aún con una erección muy fuerte para buscarla. Pero efectivamente se había marchado, porque no estaba por ningún lugar. Ni tampoco había nada suyo quitando la bufanda y la cuerda negra con la que me ató las manos.

Me sentó como una patada en los huevos que se hubiera ido de esa forma sin llegar a haber hecho algo más como me dijo que pasaría, pero no se me bajaba, aun así. Por lo que volví a la habitación para hacerme una paja pensando en la comida de coño que le había hecho mientras olía la bufanda con su aroma, para simular que estaba allí conmigo. Estaba furioso con ella por haberme hecho esa cabronada, pero tenía tantas ganas de ella que no podía pensar en otra al tocarme. Después de un par de minutos de movimientos rudos y rápidos me acabé corriendo encima, teniendo que echar la ropa a lavar y luego dándome una ducha ya bien pasada la media noche, pero al menos me quité el calentón y me quedé más a gusto.

Dejé tanto la bufanda como la cuerda sobre el escritorio y las miraba de vez en cuando en lo que hacía sueño para dormirme. Estaba enfadado de nuevo ahora que ya se me había pasado la excitación, por lo que no iba a rebajarme con ella para poder follar. Se había aprovechado de mí mintiéndome y eso que había cedido a su juego. Pues ahora iba a tener que ser ella la que se tendría que rebajar. Y no iba a pasar más por su aro, eso seguro. Si quería que la follara, tendría que hacer lo que yo quisiera, porque estaba seguro de que no se iba a conformar con un cunnilingus. Eso seguro.

Efectivamente no dormí mucho por el cabreo que tenía encima por lo que me acababa de pasar, pero ya estando levantando pensaba que no merecía la pena malgastar más tiempo pensando en eso, especialmente teniendo en cuenta el fin de semana que se me venía al estar con Sofía. Empecé yendo por la mañana al gimnasio para no romper esa rutina que llevaba a rajatabla. Evidentemente me fijé si andaban por allí las chicas que vi el jueves, buscando más a una en especial, pero resultó que no había clases en fin de semana. Tan solo eran entre semana, estando solo abierto para los que iban a usar las máquinas. Así que no hubo suerte. Mientras echaba allí el rato haciendo ejercicio, me puse a pensar en qué quería hacer al respecto.

Estaba un poco frustrado, porque la chica que más me interesaba era la que tenía novio. Y yo no quería meterme en una relación. Ya venía escarmentado de eso al sufrirlo de primera mano y no quería ocasionar ninguna molestia ni a ella ni a su novio, así que no quería intentar nada. Pero eso no quitaba que me atrajera mucho, porque lo hacía. Además de en su cuerpo, nada más que pensaba en su carita que mezclaba a una niña buena y a una traviesa. Sus ojos también me llamaron mucho la atención, dándole en mi cabeza la razón a la otra chica en aquello de que con esos ojos lo tenía muy fácil. Y la otra chica... Pues no estaba nada mal tampoco. Era una chica bastante mona en realidad, pero es que al lado de la otra perdía mucho. Con ella no debería tener ningún problema, porque al parecer estaba soltera, pero claro, también parecía escarmentada de hombres, así que tampoco lo sabía con exactitud.

Tras el tiempo que eché en el gimnasio, me di una buena vuelta para ir a correr. Pasé cerca de la casa de Cintia, pero a esa sí que no la quería ver ni en pintura durante un tiempo. No se merecía nada en absoluto. Y mucho menos que fuera yo a buscarla cuando se marchó así de esa manera, sin ni siquiera despedirse y después de haberme dicho que luego seguiríamos. Qué chica tan rara y estúpida. Me lo pasaba bien metiéndome con ella, pero ahora que me paraba a pensarlo, era ella la que llevaba las riendas en nuestros encuentros, y eso no me gustaba nada viendo cómo era. Tenía que cambiar eso para que fuera ella la que mendigara que le hiciera caso, aunque en realidad ella era la que había venido por casa las dos últimas veces para que habláramos y demás. Pero sentía que era yo el que caía fácilmente en sus trampas y juegos. Tenía que cambiar eso.

No eché tampoco mucho tiempo corriendo, porque tenía que ir a mi ciudad para comer con mi familia, por lo que regresé a casa y desayuné algo porque estaba que me caía, dándome una ducha también. Preparé ropa para cambiarme y estar cómodo para el domingo, además de la ropa para salir. Lo eché todo en una bolsa y me puse en camino. Mi familia estaba encantada de que estuviera allí con ellos para comer. De hecho, aparecieron mis dos tías y mi tío, con sus respectivas parejas.

De la nada se había montado una buena comida familiar como las que solo tenían lugar en cumpleaños y en festividades como la Navidad. Pero era algo bueno, me gustaba estar en ese ambiente en el que nos lo pusieron muy fácil tanto a mi madre como a mí al no ahondar en temas peliagudos. En nuestras relaciones en particular. Sabía de sobra que mi madre había contado a la familia todo lo que me había ocurrido, por eso tenía ese miedo de que tal vez al haber pasado ya algo de tiempo en mi asunto, a alguien le diera por airearlo, pero no acabó pasando.

De quien sí hablaron era de mi hermano, preguntándole a mi madre cómo le iba, comentando también que hacía bastante que no se pasaba. Desde Navidad de hecho. Yo me hacía un poco el loco mientras mi madre informaba contando cómo le iba y demás. Tampoco es que me causara incomodidad, pero al salir su nombre recordé lo que pasó en mi casa hacía unas semanas. Por suerte, se cambió de tema rápidamente y se me fue de la cabeza.

Al acabar de comer, todos se fueron y mis abuelos se quedaron descansando, haciéndolo también mi madre y yo al sentarnos en un sofá mientras veíamos la tele con la manta echada, pero me quedé frito después de haber pasado una noche de mierda sin dormir nada, de todo el ejercicio que hice por la mañana, la comida copiosa y del viaje para ir hasta allí. El problema fue que me desperté bastante tarde y que fuera de noche me alarmó un poco. Resultó ser las 8 de la tarde y le eché un poco la bronca a mi madre, porque sabía que tenía planes para la tarde, aunque solo le dije que iba a estar con los amigos, nada de que fuera a ser solo con Sofía.

Ella se excusó diciendo que sabía lo mal que llevaba poder dormir bien y creía que así me hacía un favor, además de que me echaba de menos y le gustaba estar así conmigo, porque al parecer estuve abrazado a ella durante todo el tiempo. Rápidamente me espabilé y cogí el móvil, viendo que tenía alguna llamada perdida de Sofía, además de algunos mensajes. En ellos me preguntaba si estaba bien y si me había surgido algo para no haber quedado con ella para tomar un café como acordamos.

Me disculpé diciéndole que estaba en casa de mis abuelos y que me había quedado dormido, porque no pude hacerlo la noche anterior y no me habían avisado. Inmediatamente me respondió que no había problema y que si seguía en pie lo de salir a cenar. Evidentemente le contesté afirmativamente, por lo que nos despedimos para que nos pudiéramos preparar para dicho momento. Así que me volví a duchar, pero esta vez en casa de mis abuelos, vistiéndome allí y demás. En cuanto me vieron me comentaron que parecía otro, sobre todo mi madre, quien me preguntó ya más cuando me acompañó a la puerta, hablando conmigo en la entrada abierta que tenía la casa hacia la calle.
 
Capítulo 396 A

-¿A dónde vas tan guapo?
-¿Yo? A ningún lado... Con mis amigos.
-¿Así ibas a ir esta tarde también? -me preguntó riéndose.
-Nooooo... Es que hemos quedado para cenar por ahí.
-¿A dónde vais a ir?
-Ni idea. A ver qué dicen...
-Javier, pareces uno de esos chicos que sale en la tele. Estás muy guapo.
-Jajajajaja. Anda...
-Que es verdad... No te pones mucha ropa así. Hacía que no te veía así en camisa y con jersey...
-Sí, desde que me obligabas a ir así al colegio con 6 años.
-Ay... Ojalá volver a esos días.
-¿Qué dices? Anda, no digas tonterías.
-Me encantaba cuidar de vosotros cuando teníais esa edad. Si pudiera volver atrás en el tiempo, lo haría.
-Bueno... -dije mientras pensaba que ni de coña volvería yo atrás.
-Vienes para dormir, ¿no?
-Mmm... No lo sé. No creo...
-¿Pero dónde vas a dormir entonces?
-Pues en casa de mis amigos supongo.
-Ten cuidado, ¿vale?
-Mamá, que tengo ya una edad.
-Pero eres mi niño. Siempre lo vas a ser.
-Estás muy ñoña, ¿eh?
-Qué va...
-¿Te ha gustado que comiéramos hoy todos juntos?
-Pues claro. ¿Qué pregunta es esa? Aunque me faltaba tu hermano.
-Ya... -dije pensando que a mí no me faltaba.
-Estás muy guapo Javier. De verdad.
-Vale, vale, jajaja.
-Jajaja. Te lo digo porque seguramente se te acerque alguna chica. Para que te vayas haciendo a la idea.
-Ah... Jaja. Ya...
-Me alegra muchísimo que salgas, que te vistas así de bien. Cómo estás físicamente... Se nota que comes bien.
-Lo hago por ti.
-Pues no -dijo sería-. Lo tienes que hacer por ti.
-Vale. Por los dos.
-Anda, ven -dijo abriendo sus brazos.

Nos dimos un abrazo, estando a una altura parecida al estar ella subida al escalón de la entrada mientras que yo ya estaba en el suelo de la calle. Quizá fue un abrazo un poco largo, pero para nada le hice ascos.

-Venga, que vas a coger frío.
-Qué te lo pases bien -dijo dándome un beso en la mejilla.

Se entró para adentro y yo me metí en el coche, que estaba aparcado casi en la misma puerta. Me quedé unos segundos mirando por la ventanilla el barrio, el cual estaba precioso. De siempre me había encantado ese lugar. Y como para no hacerlo habiéndome criado allí en gran parte de mi infancia. Pasaba muchas horas jugando a fútbol en aquella plaza con mi hermano y los vecinos. Además, era un barrio muy tranquilo y perfecto para ello, pues no tenía mucho tráfico y tenía una plaza enorme, rodeada de cuatro calles, siendo solo dos de ellas circulables.

Lo que más me gustaba del lugar era cuando anochecía y se encendían las farolas con esa luz anaranjada tan bonita, aunque tampoco es que disfrutara mucho de esas noches, porque para esas horas ya regresaba a casa cuando mi padre salía de trabajar. Las noches de veranos allí eran geniales con muchos vecinos por allí sentados en bancos o en el mismo suelo hablando hasta altas horas de la madrugada. También podía disfrutar de eso en invierno al anochecer tan rápido, iluminándose todo de la misma manera. Era un lugar precioso.

No quise perder más el tiempo y me puse en marcha para ir a casa de Sofía, que no quedaba tampoco tan lejos de donde estaba, pero tenía que llevar la bolsa con la ropa, su regalo y demás. Aparqué cerca y fui hasta su puerta, cargando con dicha bolsa para dejarla allí. Cuando me abrió estaba muy sonriente y me hizo pasar, dándome un abrazo enorme que duró varios segundos. Al despegarnos nos miramos bien para ver cómo íbamos. Ella no pudo ver del todo como iba al llevar yo abrigo, pero yo sí pude verla a ella.

Estaba espectacular con un vestido azul eléctrico palabra de honor que le dejaba un buen escote y unas pequeñas rendijas que dejaban ver el color de la piel de su abdomen. Le llegaba a medio muslo, siendo visible cómo llevaba unas medias oscuras, aunque no tan tupidas como las que llevaba Irene el fin de semana anterior. Esas medias enfundaban sus piernas por completo hasta llegar a sus pies, calzándolos con unos altos tacones cerrados del mismo color que su vestido. También lleva a algún complemento, como un collar muy bonito que se ajustaba bien a su cuello, sin dejar que colgara mucho y unos pendientes que brillaban bastante, los cuales iban a juego con una pulsera que llevaba en su muñeca izquierda.

Iba maquillada de manera normal, no tan cargada como en otras ocasiones que habíamos salido, ya fuera solos, o con nuestros amigos. Iba con su raya de ojos y sus labios pintados de rojo, pero es que estaba guapísima igualmente. Y su peinado de siempre, ganando más en belleza para mí, ya que me encantaba como lo solía llevar. Verla así le excitó, pero la guinda fue oler su perfume al darnos dos besos. Todo eso hizo que me estremeciera un poco y notara cierto cosquilleo en los bajos. Rápidamente me hizo pasar al salón para sentarnos, aprovechando yo para quitarme el abrigo y dejarlo en una silla.

Ahora sí que se fijó bien en mí, mirándome con la boca abierta al hacerlo de arriba a abajo. Hasta llegó a resoplar un poco, medio riéndose también. Me preguntó qué hacía para haberme puesto así, y yo le respondí que me estaba machacando bien en el gimnasio al tener toda la mañana libre. Sin ahondar más, cambió de tema precisamente por decirle lo de tener la mañana libre, pasando a preguntarme por las tardes y, por ende, por el trabajo. Le comenté que todo iba sobre ruedas y que no había tenido ningún problema ni nada que me pusiera incómodo ni nada.

Sofía estaba superinteresada preguntándome por mis alumnos con detalle, para ver cómo era darle clase a los más pequeños y a los más grandes. Le llamaba mucho la atención el tema y le estuve contando detalladamente cómo se daban las clases y lo que hacía yo para que no se me subieran a las barbas ni se distrajeran mucho. También se interesó de si solo daba clases de inglés, y mayoritariamente era así, pero también le conté como le tenía que dar clases de francés a una chica que iba a la universidad y necesitaba ayuda con el idioma por problemas que tuvo en el instituto. Hasta se la describí un poco por encima para que se hiciera una idea de cómo era, recalcando lo simpática que era.

Estuvimos haciendo un poco el tonto hablando en francés por venir al tema, pero ella se partía de risa, y a mí también me entraba un poco al verla así. Me decía que le hacía gracia hablar con alguien en francés, porque era bastante raro que lo practicara en su día a día. Tan solo lo hacía cuando algún turista le preguntaba alguna dirección. No lo hacía mucho con su familia al llevar viviendo en este país tanto tiempo ya, pero si era cierto que en sus años de universidad sí que le ayudaban. Decía que de pronto había recordado mucho su anterior trabajo antes de que entrara al periódico, el cual se trataba de guía turística, aunque también me dijo que había trabajado alguna temporada en hoteles como recepcionista.

Así se nos pasó un buen rato hasta que me acordé de su regalo y fui a por él. Se lo di y mientras lo abría, le comentaba que se me había pasado comprar una tarta para que lo pudiéramos celebrar mejor a solas, poniendo algo de malicia en el tono en el que hablaba en esas últimas palabras, mirándome ella algo extrañada al hacerlo levantando una ceja, pero sin parar de sonreír. Yo me hacía el loco mirando como abría el regalo, sin perder detalle de su reacción una vez lo hizo. Le encantó, dándome muchas veces las gracias mientras me abrazaba. Decía que estaba deseando probarlo conmigo y con los demás, además de con su familia, a los que también había aficionado a jugar a algún que otro juego con ella.

Ya se hacía tarde y pensé en que era buena hora para cenar, por lo que le pregunté si nos íbamos, pero ella me preguntó si me parecía bien quedarnos allí para cenar. No esperaba que fuera a ir tan a saco en ese aspecto, porque por la forma en la que me dijo esas palabras me dio la sensación de que buscaba algo de intimidad y eso solo significaba que iba a buscar algo más conmigo. No me desagradó en absoluto, así que acepté. De hecho, ya tenía la mesa puesta y todo, sin haberme dado yo cuenta de eso.

Estaba todo muy bien montado y de no ser porque esa vez sí que la buscaba yo a ella, hubiera sentido que era una encerrona en toda regla. Me dijo que iba a terminar de preparar los platos, diciéndole yo que mientras tanto iba a ir a comprar una botella de vino. Así que me volví a poner mi abrigo y salí, aunque tuve que coger el coche para ir a una tienda que vendían buenos productos, porque no quería comprar cualquier botella de vino. Con la tontería sí que me dejé algo más de lo que imaginaba, pero me daba igual. Un día es un día y la ocasión no merecía menos.

Cuando regresé ya estaba todo listo y ella miró la botella de vino algo impresionada al hacer un gesto con la cara, incluso moviéndola, aunque pasó a sonreír ligeramente, haciéndola más bonita de lo que era. Nos sentamos a cenar tranquilamente mientras charlábamos y bebíamos vino, el cual le encantó. Yo no estaba hecho aún a eso, pero la verdad es que no estaba tan mal, aunque se notaba que tenía varios grados. De hecho, ambos fuimos cogiendo ese puntillo al ir bebiendo a lo largo de la cena y eso que nos habíamos bebido un poco más de la mitad para cuando acabamos.

No sé si fue precisamente por ese punto de alcohol que llevaba encima, o por si era por estar juguetón por lo que ya sabía que pasaría a lo largo de la noche. Seguramente sería por una mezcla de ambas, pero el caso fue que durante toda la cena estuve soltando alguna que otra indirecta para insinuarme. Aunque lo hacía de manera muy sutil para que no se alarmara ni se volviera loca. Lo que más me costaba contener era la risa al ver las caras que ponía, quedándose medio parada algunas veces.

Entre eso y el alcohol, se le empezaban a subir los colores y se le ponía una risa muy tonta. Y la cosa iba cada vez a más, soltando yo una cuando ella aún no se había recuperado de la que le acababa de soltar. Llegó a un punto en el que era muy descarado y de hecho estaba empalmado por la excitación que tenía al verla a ella excitada y tan colorada, por lo que paré un poco al cambiar de tema dándole las gracias por la cena tan buena que había preparado. Ella le restó importancia al decir que tan solo eran unos spaghetti al pesto, pero el realidad estaban muy buenos.

También aproveché para preguntarle sobre el trabajo, señalándome ella que la cosa se estaba calmando cada vez más después de mi incidente. Me relató con detalle que ya no controlaban tanto a los empleados ni a ella misma, pero si era verdad que en las reuniones le metían presión. Ella me comentaba que creía que lo hacían para probar si aguantaba el tipo y ver así si estaba dispuesta a corregir su error, afirmando con seguridad que sí que iba a aguantar, y más teniendo en cuenta que ya había pasado lo peor.

No pude evitar volver a disculparme con ella por todo lo causado, aunque ella me quitaba la palabra diciéndome que de no ser por mí, no estaría trabajando allí por ese correo que les envíe explicando la situación. Pero yo se la volví a rebatir al recordarle que de no ser por mi culpa al haber descuidado todo en mi vida, no la habría puesto en esa posición. Al final lo dejamos en empate para no seguir con un tema que ya habíamos hablado en varias ocasiones y en el que nunca nos poníamos de acuerdo. También saqué el tema de su familia, interesándome por ellos para ver si todos estaban bien, como así era. También comenté lo de la conversación con su madre en la que estaba un poco juguetona, cambiando ella de tema rápidamente al preguntar por la mía.

Hablábamos tanto que parecía que nos habían dado cuerda, pero es lo que tiene llevarse tan bien con alguien a quien aprecias. Al menos era así en mi caso, y podía asegurar que por el suyo era algo parecido, porque me prestaba mucha atención al hablar, poniendo a veces caras intensas y abriendo mucho los ojos. Así terminamos de cenar, aunque aún quedaba el postre, por lo que entre los dos recogimos la mesa pese a que ella me insistió en que no la ayudara.

De postre tomamos un volcán de chocolate. No sabía si ella era consciente de que ese postre era uno de mis favoritos, pero dio en el clavo. Para ser justo, ya venía hecho, no es que lo hiciera ella, pero eso era lo de menos para mí. Y tampoco es que lo hiciera al horno y ya está. No. Se molestó en prepararlo bien al presentarlo en un plato con una fina base de natillas, poniéndolo sobre ellas. Le añadió un poco de canela a las natillas y un poco de ralladura de naranja al volcán. Estaba muy asombrado por los detalles que le había puesto. Y así se lo dije mientras nos lo tomábamos, haciendo que se volviera a sonrojar.

Una vez acabamos, lo volvimos a recoger todo entre los dos, pero nos sentamos en el sofá para seguir hablando mientras nos acabábamos la botella de vino. Hablábamos y reíamos sin parar, comentando muchas cosas y recuerdos en común de situaciones cómicas. Y así se acabó la botella, echándonos a reír cuando nos dimos cuenta, aunque no íbamos borrachos. Ni siquiera estábamos mareados ni nada, un poco quizá.

Lo que sí nos provocaba era una risa con cada cosa que decíamos, pero ambos éramos perfectamente conscientes de lo que hacíamos. Ya de últimas, notaba como ella me miraba a los labios de vez en cuando y me moría por lanzarme, pero estaba esperando que lo hiciera ella. Sofía era una chica que me encantó desde el primer momento en el que la vi, pero el alcohol ingerido hacía que esa atracción se multiplicara exponencialmente.

Pero ella no terminaba de arrancar para lanzarse y besarme, por lo que lo acabé haciendo yo al darle un pico. Se quedó un poco desconcertada e incluso desorientada por como tenía la cara con esos ojos oscuros muy abiertos. Habiendo dado el paso, ya no me podía controlar, ni quería hacerlo francamente, por lo que me lancé a comerle la boca y ella, aunque seguía en shock al parecer, acabó reaccionando para devolverme el beso con muchas ganas.

Tantas, que nos fundimos en un morreo bastante guarro que hizo que se corriera su pintalabios y seguramente me llenara a mí la boca con él. Tan apasionadamente nos besábamos que cogíamos aire con fuerza cuando nos despegábamos como si hubiéramos estado un tiempo debajo del agua.

-Uff... Qué calor, ¿no? -dijo abanicándose con una mano.
-Ya ves... Jajajaja.
-Qué bonito eres cuando ríes y sonríes...

Me lancé de nuevo a besarla sin poder frenarme por cómo me dijo aquello. Además de besarnos, ambos recorríamos el cuerpo del otro con nuestras manos. No tenía ni idea de cuánto nos habíamos estado besando, pero me daba bastante igual. En ese momento no tenía la cabeza para otra cosa. Tan calientes nos estábamos poniendo, que Sofía me empezaba a gemir en la boca y eso que aún no había ninguna clase de estimulación. Bueno, por su parte sí que la había, porque no paraba de agarrármela por encima de los vaqueros y recorrerla con toda su mano. La erección llevaba presente varios minutos y ella se percató con las caricias que nos estábamos dando, aunque yo no tocaba su coño aún.

Pero sí que me estaba dando un festín con sus tetazas y su culazo. Las agarraba y estrujaba bien con una mano mientras que con la otra hacía lo propio con su culo. De hecho, en un momento dado, la agarré para que se subiera a mí con una pierna a cada lado para estar más cómodos, porque nos movíamos mucho, poniéndome yo encima de ella al dejarnos caer sobre el sofá, y luego haciéndolo ella cuando nos enderezábamos mientras cogíamos aire. Le manoseaba el culo y ella se restregaba bien contra mi erección como si me estuviera cabalgando ligeramente. La agarré de la cara para separarnos y mirarla a los ojos. Podía notar como estaba excitada a tal punto que no recordaba haberla visto en las veces que habíamos coincidido con los juegos de cama. Y eso me encendía más.

Le di otro pequeño beso y la puse sentada de nuevo en el sofá para ponerme yo de rodillas sobre el suelo para abrirla bien de piernas. Ella cogió aire de la impresión y seguramente de la rudeza con la que hice eso, pero es que yo no podía ir con más cuidado. El problema fue que me topé con unas medias que eran de las que se ajustaban hasta la cintura, de las que no tienen ninguna apertura ni nada. Pero no fue mucho problema, porque reventé esas medias a la altura de su entrepierna para hacerles un agujero y poder maniobrar mejor. Ni para quitárselas quería perder el tiempo.

Una vez las abrí de aquella manera tan bruta, corrí su tanga a un lado, percatándome de que estaba empapado al ser también del mismo color que el vestido. Qué conjuntada iba esa noche. Tenía una mancha enorme en la zona que entraba en contacto con su raja y eso me ponía más cachondo todavía, por no hablar del olor que desprendía su sexo. Me notaba la cara y las orejas muy calientes.

No pude esperar más y me lancé a su coño para pasar mi lengua por toda su raja, recogiendo todos los fluidos que había ido fabricando. Ella lanzó un gemido bastante alto. De no ser porque no noté ningún espasmo o temblor, habría jurado que se había corrido. Aunque sí que dio un fuerte respingo cuando mi lengua entró en contacto con su chocho. Era una delicia poder probarla al fin con ese sabor tan rico y algo salado.
 
Capítulo 396 B

De nuevo me estremecí y notaba cómo se me ponía la piel de gallina, pero tampoco quería centrarme en eso ahora. Empecé a comérselo de manera rápida y brusca, pero es que en ese momento no podía hacerlo de otra manera. Ella gemía y gemía, pasando a agarrarme del pelo. Para poder hacerlo mejor, le subí el vestido un poco hasta la cintura e hice el agujero de las medias más grande aún, además de levantar sus piernas hasta tal punto que estaban pegadas a su torso.

Lamía y lamía con fuerza mientras ella gritaba mi nombre y tiraba de mi pelo. Pasé también a centrarme en su clítoris para darle todo el placer que pudiera sin importarme nada más. Succionaba, lamía y chupaba todo sin parar, animándome hasta a hacerlo con su ojete, metiendo la lengua tanto ahí como en su coño. Sofía se retorcía del gusto y eso me ponía más malo aún, pasando a tirar con fuerza de su vestido hacia abajo por la altura de sus pechos para liberarlos.

Estaba tan ido que me importaba una mierda romperle el vestido. Y diría que a ella también, pero no lo acabé haciendo. Subí y se las comí, dándonos también un morreo bastante guarro. Mientras nos comíamos la boca de esa manera, ella me agarraba con sus piernas con fuerza, haciéndolo también con sus manos, pero con mi cara. Estaba temblando, aunque no sabía si era del estímulo que le estaba dando previamente o de si lo nerviosa y excitada que estaba.

De nuevo pasé a sus tetas, recreándome con sus pezones al mordisquearlos y succionarlos, pero poco duró, porque quería más de su coño. Y poco duró también, porque Sofía no tardó mucho en correrse viva al volver a comérselo como hacía antes de destapar sus tetas, o incluso más rápido y de manera más brusca aún. Me gritaba que se corría como si le fuera la vida en ello y empezó a temblar mientras empujaba mi cara contra su entrepierna con mucha fuerza.

Gemía muy alto, haciéndolo cada vez de manera más aguda y aproveché para meterle dos dedos del tirón. Entraron sin problema y eso fue la guinda para su orgasmo, temblando ella de tal manera que sus tacones se le cayeron por lo que le temblaban las piernas. Me apartó de ella de un fuerte tirón de pelo y la dejé descansar, observando durante un par de minutos cómo su cuerpo temblaba y cómo apretaba la cara por las oleadas de placer que iban y venían. Hasta se mordía el labio con fuerza por momentos.

Quedó tendida sobre el sofá y yo me levanté para ir hacia la entrada, dónde dejé la bolsa, para coger los condones y seguir con la fiesta. Al llegar, ella abrió sus ojos para mirarme con una expresión de vicio que no recordaba haber visto en ella. Parecía recuperada y deseaba que fuera así, porque no podía esperar más. Necesitaba follarla y para ello, saqué un condón y lo empecé a abrir, pero ella me frenó.

-No, no.
-¿Qué pasa?
-Sin condón mejor... Te quiero sentir bien.
-Pero...
-No te preocupes. Llevo sin follar ya un par de semanas.
-¿Pero tomas pastillas?
-No... -dijo bajito y con cierta pena.
-Uff... No me la quiero jugar.
-Un poco solo, va.

Dudé un poco, pero con lo cachondo que estaba lo terminé haciendo. Para ello me bajé tanto los vaqueros como los boxers hasta medio muslo, manteniéndose ahí al ser unos pantalones ajustados. La agarré y se la metí directamente, lanzando ella un profundo gemido, más alto que el mío. Se la metí por completo, pegando mi cuerpo al suyo y al hacerlo ya empecé a notar como se empezaba a mojar de nuevo al empezar a generar fluidos. Hasta notaba cómo se me mojaban los huevos.

Ella estaba con sus ojos cerrados, aunque tampoco pude mirarla mucho, porque me abrazó muy fuertemente para mantener nuestros cuerpos pegados. No me movía ni un milímetro, sin hacerlo ella tampoco, pero aun así sentía placer por los movimientos que hacía con el interior de su coño, el cual noté más apretado que el de Irene, cosa que me encantó. Quizá esperaba que fuera más ancho por así decirlo por como la había visto follar con Mario y ver cómo le entraba su herramienta sin ningún problema y de manera tan brusca, pero resultó ser más apretado de lo que imaginaba.

Tras unos segundos así, se dedicó a mordisquearme la oreja mientras me susurraba lo a gusto que estaba conmigo y lo bien que olía. Yo, por mi parte, también le dije que estaba muy a gusto, pero que necesitaba follarla, por lo que me soltó de su abrazo y me incorporé para quedar con mis rodillas hincadas en el sofá, mientras que ella permanecía tumbada a lo largo.

Me apoyé sobre mis manos mientras veía lo preciosa que estaba al mirarme con esa expresión que mezclaba ternura y excitación, viendo también cómo su pelo se extendía sobre el cojín. Me empecé a mover lentamente, murmurando ella para empezar, al mismo tiempo que entornaba sus ojos y mordía su labio. Yo resoplaba, porque ya en el asunto pensaba que no me podía creer que me la estuviera follando casi un año después de haberla conocido. Pero ahí estábamos, en su casa y casi mía anteriormente, ambos sobre el sofá y con mi polla en su coño. Ni siquiera nos habíamos desnudado para poder estar más cómodos.

A ambos nos entró esa prisa de follar a toda costa sin importarnos nada más. Ya podía estar medio barrio en llamas, que nosotros no nos íbamos a despegar. Poco a poco me empecé a mover cada vez más rápido hasta que la excitación me dominó y me obligó a moverme con mucha rapidez. Sofía gemía de nuevo muy alto, pensando yo durante unos breves segundos que no recordaba haberla oído gritar así cuando los había visto con Irene y Mario, pero quizá era porque yo estaba a otras cosas y menos pendiente de ellos.

El problema fue que estaba tan caliente que noté un cosquilleo bastante intenso y como un escalofrío recorría mi espalda. La saqué inmediatamente notando como me iba a llegar el orgasmo, consiguiendo reprimirlo, aunque Sofía me miraba algo desconcertada. Decidí no jugármela más al notar esas sensaciones y me puse el condón para no tener ningún susto por si no llegaba a tiempo con la marcha atrás.

Ella refunfuñó un poco por lo bajo, pero no era muy responsable haberlo de esa manera sin tener protección de ningún tipo y estando así de cachondos los dos. Se la volví a meter, lanzando ella un gemido lastimero y me empecé a mover rápidamente. Otra vez notaba como se mojaba bastante, y eso que ya lo estaba. De hecho, me sorprendía como se escurría mi polla enfundada en la goma al meterla y sacarla.

Tras unos breves segundos de metida y sacada rápida, subí sus piernas y las mantuve sujetas al pasar mis brazos por debajo de ellas y apoyarme de nuevo sobre ellos en el sofá. También se apretaron sus tetas al ponerla así. Y verlas botar antes ya me tenían malo, pero verlas ahora así de apretadas y moverse al ritmo de mis embestidas, me tenían loco ya. Su culo se elevó bastante y ella me recibía con unos gemidos increíbles, los cuales me invitaban a follarla cada vez con más rapidez y con más fuerza.

Y así lo hice, pero no pude durar mucho debido a que de nuevo sentía las mismas sensaciones que notaba antes de ponerme el condón. Sofía se agarraba a mis brazos y no pude más, corriéndome dentro de ella, aunque con el condón, pero propinando una fuerte embestida con cada chorro que lanzaba, mientras gemía alto, aunque sin llegar a gritar. A Sofía también le vino el suyo, notando como me apretaba con fuerza ahí abajo mientras sentía como le temblaban las piernas. Me desplomé encima sobre su cuerpo, recibiéndome ella con un abrazo, el cual apretaba mientras tenía su cuerpo en tensión.

Yo mientras tanto solté sus piernas para que estuviera más cómoda, tratando de recuperar el aliento y poniéndome de lado para quedar ambos tumbados de manera cómoda. Hasta estaba mareado del subidón que medio por tal orgasmo que tuve de lo intenso que fue. Ella seguía abrazada a mí, respirando muy entrecortadamente y con algún espasmo. Al cabo de un rato fue relajándose y cada vez me abrazaba con menos fuerza.

-Ay... Javi... Ha sido increíble.
-Pero si ha durado nada...
-Pero me has provocado un orgasmo como hacía mucho que no tenía. Y el de antes... Uff... ¿Qué pasa? ¿No te ha gustado a ti?
-Joder que si me ha gustado... Me ha encantado. Si estoy hasta mareado...
-Sí. Estás rojo.
-Estoy sofocado también.
-Yo no sé ni dónde estoy ahora mismo... Jajaja.
-Aún no me creo que por fin lo hayamos hecho.
-Yo tampoco. Creía que nunca iba a pasar.
-¿Por qué?
-Pues no sé... Porque pensaba que querías estar tranquilo.
-Ya han pasado unos meses...
-Ya. Pero no sé. Creía que a lo mejor preferías evitar hacer nada con nosotros por... Ya sabes...
-¿El qué?
-Por si te traía recuerdos. Yo solo quiero que estés bien y que no te pongas mal. Bastante has sufrido ya.
-No pienses en eso. Si es verdad que se me vienen cosas a la cabeza de cuando hemos participado todos en juegos. Pero no pienso en ella. Simplemente comparo como erais Irene y tú en esos momentos y lo diferente que me parece que sois ahora que por fin...
-Ah... ¿Lo has hecho con Irene? -preguntó algo sorprendida.
-Mmm, sí -dije pensando que me estaba metiendo en un jardín-. Fue el fin de semana pasado. Estábamos los dos solos y como quedamos para que la animara después de que me lo dijera Mario, pues acabó pasando.
-Ah... -dijo dándome un abrazo- ¿Y qué tal? -preguntó mientras jugaba con mi oreja.
-Muy bien.
-¿Muy bien? ¿Ya está?
-Nos lo pasábamos muy bien. ¿Quieres que te dé detalles o qué? Jajajaja.
-No. Ya hablaré con ella esta semana. Ahora lo que quiero es disfrutar de ti -dijo quitándome el condón y anudándolo.
-¿Sí? ¿Qué quieres que hagamos? A ver...
-Ahora mismo, estar así abrazaditos.

Sofía tiró el condón al suelo y me abrazó con fuerza para estar besándome por mi hombro y acariciándome la espalda durante unos minutos. Al parecer habíamos calmado ese calentón tan alto que teníamos, porque pasamos a tener más gestos de cariño que de pasión. Porque yo también le acariciaba la espalda y se la frotaba para que no cogiera frío. Hasta pasó una de sus piernas por encima de mi cuerpo para pegarnos por completo.

Me dio por pensar que desvelarle lo de Irene no fue buena idea, pero es que así era mejor, porque tarde o temprano se iba a acabar enterando, ya fuera por Irene, por Mario, o por mí. Mejor que lo supiera desde primera hora. También pensé en que sus palabras denotaban algo de seriedad, llevándome a pensar de vuelta aquello de que tal vez Sofía sentía algo más de la cuenta por mí.

Quizá le había hecho daño al confesarle el lío que tuvimos Irene y yo el fin de semana anterior y no sabía cómo solucionar eso. Lo más lógico era plantear el tema para resolverlo lo antes posible y que nadie sufriera ningún daño, pero fue algo que pensé hacer al día siguiente. Me apetecía mucho disfrutar de ella y juraría que ella también lo quería, así que esa noche la dejaríamos para disfrutar y ya al día siguiente lo hablaríamos tranquilamente. También, que me volviera a besar al poco con una sonrisa en su boca me despejaba un poco aquella sospecha y hacía que me tranquilizara en ese aspecto, por lo que me relajé y me dejé llevar para seguirle el beso y luego continuar.

Para ello, ambos nos incorporamos para ponernos bien la ropa y besarnos tranquilamente durante unos segundos. Se notaba que ambos habíamos desfogado ya con nuestros orgasmos, por lo que estábamos más tranquilos. Pero que estuviéramos en contacto permanente y empezara a acariciar su cuerpo centrándome en su culo, hizo que me encendiera otra vez y que, por lo tanto, se me pusiera dura de nuevo. Cosa que ella notó y provocó que empezara a gemir en mi boca.

Pero no quería volver a hacerlo ahí, por lo que cogí sus tacones y se los puse, mirándome ella con una expresión de vicio bastante alta. Una vez se los puse, la cogí en brazos y la llevé hasta su habitación para echarla despacio sobre la cama. Por el camino estiraba su cuello para besarme en los labios, aunque tampoco es que le diera mucha oportunidad, porque no me conocía aquello de memoria y necesitaba ver por dónde iba para no chocarme y hacerle daño al chocar con algo.

Ya en la cama sí que la besé durante unos segundos sin que ella parara de acariciarme la espalda, el pelo y agarrarme de la cara, procurando mantener nuestros cuerpos muy unidos al abrazarse a mí con sus piernas muy fuertemente.

-¿Quieres que te folle? -le pregunté muy excitado.
-Ahora mismo no deseo nada más.
-Va a ser una noche muy larga, ¿verdad?
-Sí.
-¿Me vas a follar tú a mí?
-Ah... Ya lo verás... -decía con tono juguetón.
-Mmm... -murmuré siguiéndole el juego- Voy a por los condones.
-Javi... ¿No podemos hacerlo a pelo? Me muero porque me folles así.
-No, Sofía. Yo también estoy deseando follarte así, pero es que no me fío de que no pueda controlarme y se me escape dentro algo.
-Pero si te acabas de correr... Deberías tener mucho aguante ahora...
-Ya. Pero es que estás tan buena que me puede venir en cualquier momento.
-¿Te gusto?
-Claro. Eres preciosa. Y tienes un cuerpazo que es increíble.
-Pues por eso, para que lo disfrutes más.
-No. No quiero tener sustos. Ya tendremos tiempo de hacerlo así, ¿vale?
-Mmm...
-Sofía, de verdad. Me pones mucho y no me voy a controlar. Y con tanto apurar se me puede escapar algo.
-Vale, ver a por ellos. Corre -me dijo sonriente.

Menos mal que elegí buenas palabras para convencerla, porque cada vez que había dicho de ponérmelo, parecía que se le bajaba todo. Deseaba poder follármela a pelo para sentir más, pero sería una imprudencia muy grande hacerlo con el riesgo de poder dejarla embarazada. Además, también pensaba en los otros riesgos.

Y es que en pocas semanas me había follado a una chica a pelo, la cual tenía novio, otras dos me la habían comido también y me había acostado con Irene sin protección. Todas ellas me decían que no tenían ninguna clase de problema, y no es que no las creyera, pero con estas cosas nunca se sabe. Es mejor prevenir que curar, porque ya venía escarmentado por algo que me pasó en una Nochevieja poco antes de que empezara esta historia.

Regresé con los condones y los dejé sobre la mesita para sentarme en la cama y besarla. Me encantaba cómo besaba y su sabor. Además, lo hacía de manera muy cariñosa y suave e incluso se reía un poco, lo cual hacía que me gustara más. Me separé de ella y la miré a los ojos. Su expresión era radiante. Veía a Sofía con un brillo que la hacía más hermosa aún si cabía. Pero no podía aguantarme más y la empecé a desnudar.

Para ello, empecé a quitarle los tacones para dejarlos bien puestos al lado de la cama, pero alejados. Cogí una de sus piernas y la empecé a besar, viniéndome de nuevo el olor de su perfume, volviendo mi polla a reaccionar para ponerse dura, ya que, en el trayecto, mi erección bajó un poco, pero ya estaba lista de nuevo. Miré el destrozo que le hice en las medias por la brusquedad con la que le quería comer el coño y me reí, haciéndolo ella también.

-Lo siento. No he podido controlarme -le dije intentando disculparme.
-No pasa nada, jajajaja. Me ha encantado tanta efusividad. Me pone cuando te pones así.
-¿Sí? -dije con tono meloso.
-Sí. Me mojo y todo.
-¿Estás mojada ahora?
-Sí. Me estoy empezando a mojar.
-Mmm...

Le quité las medias con cuidado y las tiré al suelo, total, estaban para ir a la basura. Al hacerlo me percaté de que tenía las uñas de sus pies pintadas del mismo azul que el vestido que llevaba, al igual que las de sus manos.

-Qué detallista...
-¿Has visto? Quería ponerme guapa para ti.
-Pues menos mal que no esperabas nada...
-Pero eso no quita que no quiera que me mires, jejeje.
-Am...

Le besé un pie y subí por su pierna, para luego dejarla y hacer lo mismo con la otra. Ella empezaba a murmurar y eso encendía más la situación. Cuando acabé de besar sus piernas, subí de nuevo a sus labios y la besé un poco. Luego le baje la cremallera de su vestido y se lo quité, percatándome de que no llevaba sujetador y de que el vestido llevaba unas copas para sujetárselas bien y que no marcara nada. Al verlas lancé un gemido, porque sus tetas eran unas de las que más me habían gustado hasta la fecha.

A lo largo de mi vida me he encontrado con chicas con casi toda clase de pechos y no le daba mucha importancia, pues ya sean grandes o pequeños, cada pecho tiene su encanto. Pero mis gustos se inclinaban más a unas tetas grandes, como las de Sofía. De hecho, le dije que tenía unas de las tetas más bonitas que había visto en mi vida, ganándome que se ruborizara y que me diera las gracias.

Puse mis manos sobre ellas y se las toqué bien al acariciarlas, apretarlas, amasarlas y sujetarlas cuando ella se incorporó para ponérmelo más fácil. También me incliné para comérselas durante unos segundos. Sus pezones se pusieron duros muy rápidamente y de manera muy exagerada. Ella gemía mientras me acariciaba la cabeza y yo me entretuve en mordisqueárselos y succionarlos. Al despegarme de ella, vi que estaba bastante roja. Le sonreí y le di un pico para seguir quitándole el vestido.

Ya solo quedaba su tanga y se lo empecé a retirar, no sin antes darme cuenta de la mancha que tenía por sus fluidos. Me lo acerqué a la cara para olerlo y me dio un escalofrío. Ella lanzó un gemido al verme hacerlo. Dejé el tanga sobre la mesita y le toqué un poco el coño con mis dedos. Efectivamente, estaba mojada y lista para volver a ser follada. Pero me apetecía tocarla, por lo que se lo acaricié bien, metiendo también un dedo y luego otro. Ella me miraba con mucha excitación. Saqué los dedos y se los llevé a la boca. Ella los recibió con ansia para chuparlos, estremeciéndose.

-¿Quieres que me desnude?
-Sí -dijo bastante alto al sacarse mis dedos de su boca-. Estoy deseando verte desnudo. Estás muy bueno.
-¿Sí?
-Sí -decía asintiendo fuertemente-. Se te nota el gimnasio.
-Mmm... ¿Te gusta lo que ves?
-Me encanta.
-A lo mejor hay algo más...
-¿Mmm? -preguntó sin entender.
-Ahora lo verás.

Chupé mis dedos que ella había chupado y que previamente había metido en su coño y me puse de pie para empezar a desnudarme. Empecé por desabrocharme los zapatos que me puse, quitándome también los calcetines y pasando después a los vaqueros. Ella me miraba visiblemente muy excitada, hasta incorporándose. Lo hacía muy poco a poco para que se deleitara, a la vez que jugaba con ella para que sufriera un poco, porque se la veía con muchas ganas.

La erección que tenía era tan grande, que mi polla ya asomaba por fuera de los boxers, pero no me los quité aún. Pasé a quitarme el jersey azul claro, sacándolo por mi cabeza para quedarme solo con la camisa blanca que llevaba. Me la empecé a desabrochar, dejando todo mi torso al descubierto, con ella resoplando al verme acariciarme los abdominales que se me empezaban a marcar, y más que lo hacían cuando apretaba. Finalmente me desabroché los botones de los puños para preguntarle:

-¿Quieres ver lo nuevo?
 
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