Reencuentro con Elena

Capítulo 397 A

Ella me miraba sin entender a qué me refería, pero asentía con mucha fuerza, respirando ya aceleradamente. Así que me la quité rápidamente para quedarme totalmente desnudo. Su cara era un poema por como de abiertos tenía los ojos y la boca. De hecho, me entró la risa mientras ella decía muy excitada:

-Madre mía...
-¿Te gustan? -pregunté a los pocos segundos al ver que no decía nada, aunque no me quitaba ojo.
-Me encantan. Estás supersexy.
-¿Sí? -pregunté riéndome.
-Mucho. Nunca he estado con un chico con tantos tatuajes -respondía muy excitada.
-Joder... Estás roja.
-Te lo estoy diciendo. Estoy a mil. Y después de ver lo bueno que estás y todo esto... Uff...

Sofía se acercó, poniéndose de rodillas, pero sentándose sobre sus talones para acariciarme los brazos con sus dedos. Me encantaba ver la reacción de la gente al llevar los brazos así. Estaba embobada sin parar de acariciar. Otra cosa que me gustaba hacer era quejarme cogiendo aire de manera brusca. En este caso ella pegó un respingo, echándose para atrás, pero al ver cómo me reía, se rio también y hasta me llegó a dar un manotazo.

No paraba de decir que le encantaban y que con los brazos así de contorneados quedaban estupendamente. De pronto, se puso seria y se montó sobre mí para abrazarme al pasar sus brazos por mi cuello. Nos quedamos mirándonos durante unos segundos y vuelta a esos besos que no parábamos de darnos. Pero ella hizo fuerza para que nos tumbáramos y así tener más control sobre mí.

-Ahora me toca a mí.
-¿Mmm?
-Estoy deseando comértela.
-Ah... Pues soy todo tuyo.

Me puse cómodo al pasar mis manos por detrás de mi nuca y ella se puso sobre mí a cuatro patas. Teníamos nuestras caras bastante pegadas y veía como sonría varias veces, mirándome tanto a los ojos como a los labios. Se le notaba mucho las ganas de besarme, pero le ponía remedio con rápidos picos acompañados de pequeñas risas. Tampoco se demoró mucho más, bajando por mi cuerpo como yo lo solía hacer. Se ve que se había fijado bien en cómo llevaba a cabo yo mis ritmos y mis momentos, porque lo hizo con mucha similitud.

Qué diferentes son las sensaciones cuando haces eso y cuando las recibes, pero qué satisfacción dan ambas. Me dejé hacer y ella fue bajando por todo mi cuerpo para darme besitos y pequeñas succiones, como si fueran minichupetones. Es que era lo que hacía yo siempre en esos momentos. También se puso a jugar al pararse en mis pezones, aunque no originara en mí las mismas sensaciones que yo provocaba en ella por cómo se ponía con esos gemidos y murmuros mientras se retorcía.

Se detuvo más en mis abdominales, jugando también con el ombligo, pasando después a las caderas y a mí pubis, no sin antes coger mi polla para sujetarla echándola a un lado. Pero de ahí, volvió a subir, marchándose hacia los brazos, en los cuales también se entretuvo bastante con esos mismos besitos y succiones. Luego volvió a bajar, pasando a mis piernas, con las mismas muestras de cariño. Ahora estaba sufriendo las consecuencias de ese juego. Me encantaba jugar siempre con la otra persona al hacerla esperar y buscar desesperarla, pero ahora era yo el desesperado.

Me moría de ganas de que me comiera la polla. Menos mal que volvió a subir por mis piernas en dirección a donde yo quería. Me la agarró y se quedó mirándola durante unos segundos, como si la estudiara, para lanzar una pequeña risa juguetona y darle un pequeño beso a la altura del glande. Aquello hizo que me estremeciera y ella lo notó, volviendo a reír. Después echó su cara sobre uno de mis muslos y me empezó a pajear lentamente. Lo hacía muy bien, pero yo quería que me la comiera ya.

-¿No me la ibas a comer?
-Déjame disfrutarte, ¿no? Quiero saborear el momento -dijo soplándome, ganando que me volviera a estremecer.
-Si yo estoy deseando que lo saborees...
-Jajajajaja. Qué impaciente...
-Con una chica como tú, ¿qué esperas? Jajaja.
-Eres muy adulador tú... -decía con tono de guasa.
-¿A quién no le gusta que le regalen los oídos? Aunque lo digo de verdad. Haciendo memoria... Estoy seguro que eres una de las chicas más atractivas con las que me he ido a la cama.
-Mmm... Qué bueno saber eso.

Sofía pasó la punta de su lengua de manera tímida a lo largo de mi polla, desde la base hasta la punta, rodeando mi glande muy lentamente una vez llegó.

-Joder... -susurré.
-Mmm... Qué rica. Tú también eres uno de los chicos más atractivos con los que he estado.

Y justo cuando acabó de decir eso se metió mi glande en su boca para chuparlo con ganas, succionando para sacarlo haciendo hasta ruido. Que lo hiciera así me provocó un escalofrío del que ella se percató y el cual le hizo gracia. Pero otra vez empezó a pasar su lengua de manera tímida a lo largo, haciendo también alguna succión por el tronco. Empecé a tragar saliva, estando bastante inquieto por la manera que tenía de jugar conmigo. Ella estaba a lo suyo, centrándose más en mi polla que en mis reacciones a ese punto.

Pero seguía haciendo todo eso sin parar. También me acariciaba el pecho con su mano, de manera muy suave. Incluso le agarré la mano, llegando a entrelazar mis dedos con los suyos, porque ya no sabía qué hacer para que me la empezara a comer bien. Por suerte, ella parecía bastante encendida, por lo que empezó a usar su lengua más.

Jugaba cada vez de manera más intensa al lamer desde la base hasta la punta de nuevo, pero ahora apretaba mucho mi polla contra su lengua para que lo pudiera notar bien. Y por fin se decidió a chupar como yo quería, metiéndosela en la boca para succionar con fuerza mientras me pajeaba el resto con su mano.

Solo se metía el glande, pero eso era suficiente en ese momento para mí, siendo algo más intenso que el jueguecito de pasar su lengua a lo largo. Aunque poco a poco se la iba metiendo más, pasando a librar mi polla de su mano para bajarla hasta mis huevos y sujetarlos o apretarlos. Me estaba gustando la manera en la que hacía eso y yo la animaba a tragar más cada vez. Ella me miraba a los ojos al levantar su mirada, acariciándole yo la cara.

De pronto se la sacó para bajar a mis huevos y chupármelos también. Estuvo unos pocos minutos haciendo aquello, con lamidas y succiones, metiéndoselos por momentos en la boca mientras me masturbaba con cierta fuerza y aire. Pero ya sí que se animó más a comérmela bien, metiéndosela de nuevo en la boca para chupar como yo quería. Se dedicó a dar grandes chupetones por mi glande, pasando a metérsela bien profundo después, aunque no pasaba de la mitad.

Pareció venirse arriba cuando le empecé a decir lo bien que lo hacía, porque se puso de rodillas sobre la cama para incorporarse y así poder comérmela mejor. Para ayudarla le hice una coleta con las manos y ella se dispuso a tragar cada vez más, yendo poco a poco hasta que por fin se la metió entera, con dos lagrimones cayéndole por la cara.

-Joder, Sofía...
-¿Te gusta? -preguntó cuándo se la sacó de su boca.
-Me encanta. Hazlo otra vez.

Me hizo caso y me la empezó a comer de nuevo hasta que se la metió entera en la boca. La animé a que me la chupara de esa manera, pero poniendo más babas. Y así lo hizo, metiéndosela y sacándosela de la boca constantemente, con varias tragadas a fondo en las que yo incluso le empujaba la cabeza para que llegara hasta el final y aguantara un poco, aunque la soltaba cuando me daba un par de toquecitos en mi pecho.

-Joder, qué bien la chupas -le decía alabando su trabajo.
-Estoy perrísima.
-Pues imagínate yo -respondí con mi respiración acelerada.

Sofía siguió chupándola así durante unos segundos más hasta que se acercó más poniendo sus tetas sobre mí. Joder, estaba que no me lo creía. Al fin me iban a hacer una cubana. Y con esas tetazas. Hacía muchísimo tiempo que no me hacían una por venir acostándome con chicas que no tenían demasiado pecho. Y para una que sí tenía un buen par de tetas, como era Raquel, desaproveché la ocasión por no estar disfrutando al 100%. Pero ahora Sofía estaba agarrando cada una de sus tetas con sus manos para poner mi polla entre ellas, mirándome a los ojos antes de hacer nada más.

-¿Quieres?
-Sí, joder -dije enérgicamente.
-Jajajaja, qué ímpetu.
-Hace la vida que no me hacen una...
-Qué afortunada soy.
-Yo soy el afortunado por tenerte así ahora mismo.

Sofía empezó a mover sus tetas lentamente mientras yo me incorporaba, apoyándome en mis codos. Poco a poco lo hacía con más brío. Llegando a ponerme muy cachondo. Tanto, que notaba que me estaba acercando demasiado rápido a mi orgasmo. Por suerte, paró de hacerme aquello, teniendo pinta de que estaba cansada por la postura y también porque no debía ser algo muy cómodo para ella. Quizá incluso le dolía un poco por la manera en la que movía sus tetas con tanta fuerza y con tal rapidez.

Pasó a echarse sobre la cama de nuevo para volver a chupármela durante unos minutos. Me resultaba curioso, porque la estimulación era mayor con la mamada, pero me resultaba más excitante lo otro. Supuse que se trataba de que no fuera algo muy común desde hacía más de un año en mi vida. En cualquier caso, Sofía volvió a hacerme esa cubana que empezó minutos antes cuando se recuperó de ese supuesto cansancio.

Otra vez me machacaba la polla con sus tetas, estando muy lubricada por las babas que me dejó en la mamada que acompañaba a esa estimulación que me hacía ahora con sus pechos. Y otra vez estaba con el corazón que se me iba a salir por la boca por las sensaciones que me estaba provocando, pero sobre todo por la visión que tenía de ella agarrándose sus tetas para exprimirme. Sofía se percató de esto, preguntándome si estaba cerca de acabar, asintiéndole yo.

-Avísame, ¿vale?
-Ajammm... -afirmé como pude.

Sofía siguió restregando sus tetas con mi polla de aquella manera tan frenética, empezando a gemir ella también, cosa que me ponía más malo aún. También se dedicó a decirme guarradas, como su estuviera buscando acelerar mi orgasmo. Y vaya si lo consiguió, porque al par de minutos ya sentía esos escalofríos y ese cosquilleo en los huevos.

-Ya. Ya viene. Me voy a correr... -decía con la respiración muy acelerada.

Sofía soltó mi polla y la agarró para metérsela en la boca, succionando el glande y jugando con él con su lengua mientras me pajeaba con fuerza y mucha rapidez. Al final le acabé llenado la boca de leche mientras me retorcía del gusto y embestía ligeramente hacia arriba de manera instintiva. Ella gemía con agrado al recibir mi corrida en su boca, apretándome también los huevos casi como si fueran limones que estuviera exprimiendo.

Aguantó todo lo que le eché en la boca, esperando a que terminara de descargar, sujetando mi glande con sus labios para que no se escapara nada. Me apretó la polla, masturbando lentamente para sacarlo todo y luego se despegó de mí, soltándome. Cuando abrí mis ojos, porque estaba extasiado, la miré, estando ella con su boca cerrada. Me sonrió y abrió un poco la boca para que viera que lo tenía todo aún en la boca. Luego se lo tragó y me sonrió de nuevo, dándome un beso en la polla, la cual ya había perdido fuerza y estaba echada sobre uno de mis muslos.

-Qué rico estás... -decía con tono meloso.
-Joder, Sofía... Qué pasada... -respondí aún con mi respiración acelerada.
-Me alegro de que te haya gustado tanto.
-Me encanta cómo la comes. Te la metes entera en la boca. No es algo que me hayan hecho muchas. Y lo de la cubana... Joder...
-Estamos empate. Dos a dos.
-Uff... No me piques, que sales perdiendo.
-Ya veremos... Jijijiji.

Sofía subió por la cama gateando hasta ponerse a mi altura. Cogió papel de la mesita para limpiarse sus propias babas de sus tetas y de su pecho, al igual que lo hizo con mi polla y se tumbó dejándome descansar un poco para seguir luego, aunque lo hacía quedándose muy pegada a mí, acariciando mi cuerpo mientras yo disfrutaba de esas muestras de cariño tan placenteras después de haber tenido un buen orgasmo.

Cuando me recuperé, me puse sobre ella de nuevo para besarla. Ella se me abrazó, pegando mi cuerpo al suyo, clavándome los pezones. Tenía intención de volver a bajar por su cuerpo para comérselo, pero ella no me soltaba. Así que le esperé a que ella quisiera seguir. Mientras tanto le tocaba con mi mano su coño, el cual estaba bastante mojado.

-Fóllame -me susurró al oído.

Me despegué de ella, viendo la expresión tan bonita que tenía con esa sonrisa tan preciosa. Me puse de rodillas sobre la cama después de coger un condón de la mesita y lo empecé a abrir. Ella me agarró mi polla, ya muy dura de nuevo con sus pies y la empezó a mover. La miré sonriendo y ella hizo lo mismo, pero amasándose las tetas. Ahora que tenía más experiencia en el tema de los pies, me dio por fijarme en ellos y los encontré bastante bonitos.

Me parecía muy sexy cómo Sofía me estimulaba mientras no para de tocarse las tetas de esa manera, animándose incluso a pellizcar sus pezones para tirar de ellos. Dejé el condón sobre la cama y agarré una de sus piernas para coger un pie y besárselo, aprovechando también para lamer un poco. Ella reía, dándome la sensación de que le hacía cosquillas por momentos.

-Qué sexy... -me dijo en forma de susurro.
-¿Te gusta?
-Sí. Me parece muy excitante.
-Son bonitos y creo que es muy sexy jugar con ellos -le confesé.
-Lo haces muy bien. Me gusta.

De besarlos y lamerlos pasé a meterme sus dedos en mi boca. Ella reaccionó con un suspiro, tocándome la polla con el otro mientras tanto. También pasó a tocarse el coño, haciendo pequeños movimientos circulares en su clítoris, aunque sin meterse los dedos. Yo seguí a lo mío, viendo como ella disfrutaba también de lo que le estaba haciendo, pero sus ganas le podían.

-Javi... Fóllame ya, anda... No puedo esperar más.
-Vale -dije volviendo a coger el condón.
-Nooooo... Un poco sin eso, va...
-Sofíiiiiiia... Ya hemos hablado de esto.
-Pero es que te quiero sentir bien. Por favor... -me rogaba.

Para que dejara el tema, volví a poner el condón sobre la cama y me acerqué a ella hasta que mis rodillas estaban pegadas a sus nalgas. Me moría de ganas por metérsela sin condón, pero pasaba de líos. Así que opté por escupir un poco en su coño, aunque ya estaba bastante lubricado, para rozarme con ella, pero sin llegar a metérsela. Empecé agarrando mi polla para acariciarle su raja con mi glande. Ella se retorcía murmurando, volviendo a tocarse las tetas.

Yo me encendía más por momentos y pasé a apoyarla sobre su raja por completo, sujetándola con el pulgar para mantenerla pegada y empezar a moverme dando pequeñas embestidas con mis caderas, aunque sin metérsela. El roce era muy bueno y placentero para mí. Y por lo que podía ver, también lo era para ella, porque cerró sus ojos y apretó con su cabeza la almohada al echarla hacía atrás, mordiéndose también el labio.

-¿Te gusta?
-Síiiiiii -gemía.
-Estás muy mojada.
-Me tienes loca. Métemela, por favor.
Cogí el condón para terminar de abrirlo, aunque ella se revolvió.
-Nooooo -dijo con tono de reproche-. Sin eso.
-Pero...
-Por favor. Confío en ti. Estoy segura de que no habrá problema.
 
Capítulo 397 B

Estaba tan cachondo que al final se la acabé metiendo del tirón. Pegó un grito bastante alto, pero indicaba placer. Notaba como su cuerpo temblaba y eso me ponía más malo aún. Me empecé a mover lentamente con cuidado de que no me viniera demasiado arriba y me llegara el orgasmo demasiado rápido. Porque ni quería acabar dentro de ella, ni quería hacerlo tan rápido. De hecho, me quedé quieto hasta que ella se calmara, porque parecía que estaba muy nerviosa. Me puse sobre ella, aunque sin tocarla para esperar a que abriera sus ojos, dándole un beso una vez lo hizo.

-¿Estás bien? -le pregunté al ver cómo se había puesto.
-No puedo estar mejor.
-Es que estabas temblando. ¿Te has corrido?
-No. Pero casi. Estoy muy excitada. No recuerdo haber estado así nunca.
-Pfff... ¿Quieres que te folle?
-Sí, por lo que más quieras.
-Pero con cuidado, ¿vale?
-Sí -contestaba nerviosa.
-Sofía, de verdad. Si ves que no te vas a poder controlar...
-No, no. Por favor. No me la saques.
-Es que te veo muy nerviosa y...
-Por favor, Javi. Hago lo que tú quieras, pero házmelo así.

Le acaricié la cara y ella puso su mano sobre la mía para acariciarla y besarla después. Poco a poco se la seguí metiendo hasta que estaba toda dentro de ella, pero yo hacía presión para hincársela más. Era una sensación increíble poder metérsela así y ella me lo expresaba con resoplidos mientras cerraba sus ojos.

-Dios... Cómo te siento...
-Eres más estrecha de lo que imaginaba.

Sofía se empezó a reír, diciéndome que lo había entendido de otra manera. Y sí que tenía gracia, porque de estrecha no tenía nada en absoluto. Al menos conmigo, porque esa imagen de entrar en mi habitación apartándome yendo solo con un abrigo el cual se quitó rápidamente para quedarse desnuda, era imposible de olvidar.

-¿Te parece que lo tengo estrecho?
-No es el más apretado que me he follado, pero por aquello de que Mario te la ha metido hasta por el culo, pues imaginaba otra cosa.
-Am... Jajajaja.
-Creía que lo tendrías como Irene, que sí que se nota.
-Ah... Ven.

Sofía tiró de mí para pegarme a su cuerpo y besarme, pasando a abrazarme con fuerza mientras jugaba con mi oreja. Fue ella la que empezó a mover sus caderas para que la penetración empezara, aunque al poco me soltó y me coloqué de manera vertical para pegar sus piernas a mi torso, con sus pies en mis hombros y empezar a metérsela bien. Estaba bastante mojada, más de lo que esperé en un principio. Y eso me encantaba, porque hacía muy fácil que entrara y saliera y el roce fuera más placentero. Además, sonaba mucho al hacerlo y el olor de sus fluidos me ponía a mil.

Caí en la cuenta de que era la primera vez que me follaba a una chica negra. Y esperaba que no fuera la última. Al menos, con ella, porque me estaba encantado descubrir a Sofía de esa manera. Eran unas sensaciones muy buenas las que me daba follarla y que me estimulara. Ella parecía estar en otro mundo, porque se pasaba todo el tiempo con sus ojos cerrados y eso que juraría que hacía todo lo posible por mantenerlos abiertos, pero le costaba la vida.

Poco a poco fui aumentando el ritmo, pasando a dar embestidas duras y secas que marcaban el ritmo de sus gemidos secos y altos también. Pero quería jugar con su orgasmo, variando entre esas embestidas y otras más rápidas. De cualquier manera, Sofía estaba en constante placer, porque no paraba de decirme que le encantaba, que no parara y que siguiera así.

Por momentos notaba que se aproximaba su final, por lo que paraba un poco el ritmo, pero ella se encargaba de mantenerlo al mover sus caderas para seguir. Pero de repente, en uno de estos momentos en los que la follaba rápido, le vino su orgasmo, empezando a temblar mientras gemía, pero queriendo reprimirlos. Su cuerpo se tensó y me abrazó con sus piernas fuertemente. Me puse sobre ella para mirarla de cerca, porque estaba preciosa con esa cara de placer mientras tenía su orgasmo. Ella me notó y me abrazó. Y entonces pasó algo raro.

Yo estaba cachondo, bastante de hecho, pero no notaba que estuviera cerca de acabar. Al parecer me equivocaba, porque noté cómo me venía. Y Sofía estaba con sus contracciones y no paraba de estrujármela con sus entrañas. Hacía movimientos raros ahí abajo, casi notaba como si me estuviera pajeando. Era rarísimo. No recordaba haber sentido eso nunca con una chica estando quieto dentro de ella. El problema era que me abrazaba con mucha fuerza tanto con sus brazos como con sus piernas y me puse nervioso.

Tan nervioso estaba que casi que me acabo corriendo dentro de ella de no ser porque hice fuerza para sujetarla y que así me pudiera soltar al apretar sus brazos y piernas. Al final no lo acabé haciendo, pero lo noté cerca. Demasiado. No es que me enfadara aquello, pero sí que me mosqueó un poco. Aunque ella no lo hacía adrede, porque parecía no estar mientras estaba teniendo aquel orgasmo. Me quedé sentado en la cama, apoyándome sobre uno de mis brazos en lo que ella se recuperaba, haciéndolo bastante rápido. Me miró con una sonrisa muy bonita y con sus ojos entornados, pero poco le duró esa expresión al ver lo serio que estaba.

-¿Qué pasa, Javi?
-Ha estado cerca.
-¿Mmm?
-Cuando te has corrido me has abrazado muy fuerte y luego has hecho algo con tu coño que casi hace que me corra dentro.
-¿Sí?
-Ajá. Y porque he hecho fuerza para que me soltaras, si no, ahora tendríamos que ir a la farmacia.
-Lo siento. De verdad. No me he enterado de nada.
-Ya. No te preocupes. No estoy enfadado, pero sabía que algo así podría pasar. Estamos los dos muy excitados y muy nerviosos.
-Llevas razón. Soy una inconsciente por insistirte tanto en hacerlo así. Perdóname.
-No pasa nada. Al final no ha ocurrido. Si yo también he cedido porque estaba deseándolo. Es culpa de los dos.
-Ven -dijo mimosa.

Me tumbé a su lado y ella se me abrazó, acariciándome el pecho. De vez en cuando me daba un beso en el hombro y yo también le daba alguno en la cabeza. Parecía que lo que acababa de pasar la había dejado algo tocada, pero tampoco era mi intención que se pusiera así.

-Va, tampoco te pongas así -dije intentando animarla.
-No, si es que llevas razón. No tendríamos que haberlo hecho así.
-Da igual. No ha pasado nada al final. Quédate con eso.
-Ya... Parece que tenemos 16 años... Jajajaja.
-Un poco. Pero bueno, lo veo normal. Quiero decir, ambos sentimos atracción por el otro y nos conocemos ya desde hace bastante.
-Un año casi.
-Sí. Y además de todo eso, hemos hecho cosas el uno delante del otro. Es normal que haya ese deseo y que se quería hacer de esa manera.
-Claro. Es normal. Pero puedo tomar pastillas para la próxima vez, si tú quieres... -dijo levantando un poco la cabeza para mirarme.
-Claro que quiero. ¿Cómo no voy a querer? Y si no tienes problemas tomando pastillas, pues genial. Así disfrutamos más y nos olvidamos de preocupaciones como esta.
-Sí -dijo animada-. Va a ser lo mejor. Es que dejé de tomarlas cuando tú... Bueno, hace ya unos meses. Se me cortaron las ganas de hacer nada con todo esto que ha pasado y... Cuando me he juntado con Irene y Mario llevaba condones para él. Aunque han sido muy pocas veces, no te vayas a pensar...
-¿Y no lo has hecho con nadie más?
-No.
-¿Por?
-Porque no me apetecía, Javi. Quería estar más tranquila. Además, no se me ha cruzado nadie que me haya llamado la atención.
-Am... ¿Ni de nuestro grupo?
-No. Los veo muy niños a varios. Y los demás no me llaman la atención. No me atraen.
-Bueno, poco a poco.
-No me quejo, ¿eh? Con Irene y Mario me lo he pasado muy bien todos estos meses. Y ahora contigo también lo estoy haciendo.
-Me alegro. Por cierto, tenemos que hablar.
-¿Mmm?
-Pero mejor mañana. Ahora vamos a disfrutar.
-¿Pero qué es? -preguntó con sus cejas caídas.
-Nada, no te preocupes.
-Ummm...
-Y ahora vamos tres a dos. Voy ganando -dije riéndome.
-Jajajaja. Ganando, ¿no?
-Claro.
-Yo creo que es un empate. Has estado muy cerca según has dicho.
-¿Pero lo he hecho?
-No, pero...
-Pero nada. Voy ganando.
-Mmm... -murmuraba con tono juguetón- Te vas a enterar.

Sofía se puso sobre mí para besarme, bajando al cuello, pero me revolví. Me conocía bastante bien y sabía que eso me volvía loco, pero ya no quería que nadie tocara esa zona. Estuve a punto de decírselo, pero no hizo falta, porque Sofía me empezó a besar el pecho después de echarme una pequeña mirada a los ojos. Para relajar el momento, le acaricié el pelo un poco, lanzando ella soniditos de agrado. La verdad es que estaba haciendo un buen trabajo y se me estaba empezando a volver a poner dura, porque había pasado a quedarse morcillona después de parar y estar charlando.

Me la empezó a comer y yo me dejé hacer. Aunque al rato le dije que se diera la vuelta para que hiciéramos un 69. Y así nos pegamos un buen rato, dándonos placer oralmente los dos. Yo trataba de que ella no acabara, porque quería alargar al máximo posible su orgasmo para que estallara fuertemente. Ella, sin embargo, sí que tenía prisa por hacer que me corriera. De hecho, le tuve que llamar la atención para decirle que fuera con más calma.

Le comenté que prefería disfrutar bien del momento que correrme por ese pique que teníamos de ver quién provocaba más orgasmos al otro. Sofía me pidió perdón y se calmó para comérmela con más detenimiento. De hecho, la volví a halagar de lo bien que lo hacía ahora, ganándome una pequeña risa por su parte.

También aproveché para comentarle aquello que me hizo cuando salimos una vez de fiesta en la que se puso a bailar de aquella manera al restregar su culo contra mi paquete. Ella río divertida y se dio la vuelta, quedándose sentada de lado en la cama mientras me pajeaba con la mano. Me pregunto si me gustó y le contesté afirmativamente, diciéndole también que estaría muy bien que lo volviera a hacer, pero montándome directamente. Ella sonrió y me pidió que le alcanzará un condón de la mesita. Le hice caso y se lo di, poniéndomelo ella rápidamente para montarme al pasar una pierna por encima de mí cuerpo y acariciarse un poco con mi polla para luego metérsela.

Lanzó un gemido alto y se acomodó para que el movimiento fuera el mejor posible. Pronto se empezó a meter lentamente para que mi rabo entrara y saliera de su chocho, ocasionando los primeros resoplidos en mí. Habiéndole yo llamado la atención anteriormente, ya parecía no tener ninguna prisa para follarme como le había propuesto yo que lo hiciera. Por lo que se pasó así unos cuantos minutos, con ese movimiento leve mientras ella murmuraba y yo le amasaba el culo.

Ahora estaba yendo demasiado lento quizá, por lo que le solté algún azote en el culo, aprovechando también para moverme yo y darle alguna embestida. Ella reía y gemía, pasando a moverse como yo le había pedido en primera instancia. Joder, ahora sí que estaba flipando por ver cómo se movía ese culazo a ese ritmo. De hecho, cada vez eran más comunes esos azotazos que le empecé a dar previamente, solo que ahora además le decía guarrerías. Ella gemía y afirmaba tales cerdadas que le decía.

Ambos estábamos muy cachondos. A lo mejor yo lo estaba más, porque me incorporé para agarrarla y cambiar de postura, poniéndola a cuatro patas para reventarla bien. Para ello la agarraba de las caderas con fuerza mientras empujaba con duras y secas embestidas que al principio eran lentas, pero que luego me encargué de hacer de manera más rápida, procurando mantener esa rudeza. Sofía gritaba con fuerza agarrando las sábanas y eso me animaba a follarla más duro y más rápido aún, haciéndolo así, aunque no durara mucho. No por un nuevo orgasmo, sino por el cansancio.

Al final paré, aunque ella se movía lentamente para seguir con la estimulación, moviendo también su culo en círculos como si estuviera bailando. Pero pronto me puse de nuevo a embestir, viendo como sus pechos hacían sombra por el movimiento frenético que tenían. Hasta me asomé para ver cómo le botaban por la manera en la que la estaba follando. Estaba impresionado por como Sofía no se corría teniendo en cuenta lo cachonda que estaba permanentemente, pero no lo hacía. Estaba aguantando el tipo. Al rato la puse boca arriba para follarla de nuevo en un misionero y así poder vernos, pero duró poco, porque ya sí que notaba cómo se estremecía.

Para mi sorpresa, Sofía hizo fuerza para tumbarme a mí en la cama y ponerse ella sobre mí para cabalgarme. Era una pasada ver a tal mujer montarme con sus tetas botando por los movimientos tan bruscos que hacía al botar sobre mí estando apoyada sobre sus pies en la cama y sobre sus manos en mi pecho. Otros varios minutos estuvo haciendo eso hasta que se cansó y pasó a apoyarse sobre sus rodillas, con su respiración muy acelerada.

Le acaricié los muslos mientras le decía que me encantaba cómo lo hacía, pasando ella a moverse de nuevo para follarme. Estaba disfrutando mucho de cómo me follaba y no paraba de decírselo, sonriendo ella, aunque le costaba por las caras de placer que no paraba de poner, cerrando sus ojos también. Y entonces fue cuando se empezó a mover como a mí más me gusta al hacerlo hacia delante y atrás.

Me encendió mucho verla así y que me hiciera eso, pero ella no se quedaba atrás, porque de mordía el labio con fuerza. Yo no paraba de tocar su cuerpo, empezando con sus muslos, luego sus tetas, amasándolas y finalmente su culo, al cual le daba varios azotes. Sofía estaba ya muy ida gimiendo y gritando y como era de esperar viéndola así, le llegó su orgasmo, el cual manifestó con un grito muy alto, más que cualquier otro que hubiera dado esa noche, empezando a temblar como una loca.

Pero yo no estaba aún, me faltaba un poco y ella se había parado, por lo que la agarré de las muñecas para pegar nuestros cuerpos y que quedara tumbada encima de mí y poder así follarla yo al hincar mis talones en la cama, levantar nuestros cuerpos, agarrarla del culo y moverme para metérsela.

Ella gritaba ya muy alto. Parecía que la estaban matando, pero yo no podía parar estando tan cerca. Y al final me corrí dentro del condón, dando una fuerte embestida con cada chorro que lanzaba dentro de la goma. Sofía permanecía inerte encima de mí sin decir nada. Tan solo respiraba como si le faltara el aire. Se la saqué con cuidado y esperé a que se calmara, pero tardaba en hacerlo, por lo que opté por moverla despacio para no alterarla.

Aproveché para destapar la cama, porque entre una cosa y otra, el edredón seguía puesto hasta arriba. Así que la tapé para que no cogiera frío y me fui al baño para aliviarme y de paso beber agua también. Rápidamente volví por el frío que me entró, recogiendo un poco todo lo que habíamos liado entre los condones y la ropa por el suelo, dejándola sobre una silla que tenía por ahí y me puse los boxers para descansar un poco.

Tenía en mente seguir, pero Sofía estaba ya rendida. Dormía plácida y profundamente de lado. Era una lástima, pero me tumbé a su lado, poniéndome cómodo para descansar. La abracé por la espalda y me tapé bien, apagando la luz. Vi que eran más de las 3 de la madrugada y me notaba cansado en realidad, por lo que cerré mis ojos para dormir, pero antes pensé en cómo se había dado la noche.

No había salido como planeamos, porque la idea principal era tomarnos un café para estar un rato charlando, dando quizá un paseo también. Pensamos también en ir a cenar fuera, tal y como hice con Irene el fin de semana anterior, pero al final entre una cosa y otra, acabé llegando a su casa tarde y acabamos cenando allí. Y la verdad es que me encantó, porque disfruté bastante la cena con ella. Era una suerte tener a una amiga así con la que poder pasar un momento como ese a solas. Y, además, había cocinado para mí.

Algo simple como había dicho ella, pero yo consideraba ese detalle algo muy importante. Recuerdo que hasta que tuve mi primera pareja no tuve la ocasión de llegar a ese punto con una chica, porque cuando conocía a una era para pasar un buen rato y nada más. No daba pie a que nos viéramos muchas más veces. Y si lo hacíamos, tampoco llegábamos a tener ese nivel de afinidad y complicidad como para pasar tanto tiempo juntos como venía haciendo con Irene y Sofía.

De hecho, tan solo con Ángela tuve ese placer antes de echarme novia. Con ella compartí muchísimos momentos durante los 4 años de carrera y como es lógico, pues nuestra amistad se hizo especial. Fueron varias las veces en las que me invitaba a comer o a cenar cuando se quedaba sola en casa, aprovechando también para pasárnoslo bien. Era algo que me gustaba. consideraba a Ángela mi mejor amiga en esos días y pasar tiempo con ella era un regalo para mí, porque hablábamos mucho, estudiábamos juntos, hacíamos trabajos, íbamos a las mismas clases prácticamente...

Era como tener una pareja, pero sin decirnos "te quiero" y sin darnos tanto cariño como una pareja suele hacer. Tanto pensar en ella me hacía lamentar cómo acabó todo y cómo no le dije nada en su día para agradecer todo el tiempo que pasaba conmigo. "¿Qué estará haciendo ahora?", me preguntaba al ver su cara en mi mente. La seguía echando de menos, pero sabía que no debía acercarme a ella.

Viéndolo desde su punto de vista, no veía muy correcto acercarme a ella ahora que estaba soltero por si se pudiera sentir como un segundo plato, y también porque yo no buscaba nada de novias ni rollos siquiera, y con ella sabía que la cosa iba a ir a más poco a poco. Y más sabiendo lo que sentía por mí en esos años de estudios e incluso en nuestro reencuentro.

Volví a repasar cómo fue la noche para sacarme a Ángela de la cabeza, porque no quería volver a meter la pata. Bastante daño le había hecho ya como para seguir haciéndolo. Al final tampoco salimos de fiesta como teníamos previsto. La verdad es que en ese momento sí que me apetecía que me perreara como hizo pocas semanas atrás. Pero a saber qué hubiera pasado si lo hubiera llegado a hacer. Seguramente me la hubiera llevado al baño y me la hubiera follado allí mismo.

De hecho, era una medio fantasía recurrente que fui teniendo a medida que se acercaba ese día. En especial por las noches antes de dormirme. Pero la noche fue muy buena. Sí es verdad que a lo mejor esperaba más, pero tampoco fue mala. Me lo pasé realmente bien, pero después del fin de semana del que venía con Irene, sí que tenía el listón alto.

En realidad, lo que más me preocupa ahora ya en frío era todo eso de haberlo hecho sin protección. Fuimos muy inconscientes al no usar condón por momentos al tener tantas ganas ambos de sentirnos bien. Pero la broma casi se convierte en disgusto, porque en el momento, noté muy cerca mi orgasmo y me medio asusté. Eso fue lo que hizo que me alertara un poco y no me dejara descansar del todo bien en las posteriores horas de sueño.

¿Y si con tanta emoción se me había escapado algo antes de tiempo? No. No podía ser. Estaba seguro que de que no había descargado nada dentro de ella. Lo hubiera notado ella también y hubiera salido algo o lo hubiera visto también por mi polla, y no fue así. Al final entre el cansancio del día, tanto folleteo, liberar tensiones y la botella de vino que nos apretamos entre los dos, caí dormido, aunque me desperté en numerosas ocasiones, estando ella dormida de manera muy profunda, sin moverse casi en toda la noche.

La última vez que me desperté lo hice abrazando a Sofía por detrás, teniendo ella mis manos agarradas con nuestros dedos entrelazados. No buscaba nada con nadie, pero estaba tan a gusto... Levanté mi cabeza para ver qué hora era, siendo algo pasadas las 12 del mediodía. Pero no era lo único que se había levantado, porque tenía una erección muy fuerte apretada contra su culo. Al parecer, Sofía también estaba despierta, porque notaba cómo se movía ligeramente buscando rozarnos.
 
Capítulo 398 A

-Buenos días -susurré en su oído abrazándola más intensamente.
-Mmm... Buenos días -decía adormilada.
-¿Cómo has dormido?
-Uff... Muy bien. No me enteré de cuando me quedé dormida. ¿Y tú?
-Bien también. Te quedaste dormida cuando te corriste. Acabaste, pero yo no y seguí porque estaba muy cerca. Gritabas mucho.
-Ah... Me provocaste un orgasmo muy intenso al seguir follándome así de fuerte.
-¿Te duele?
-Mmm, no. Lo noto un poco palpitante, pero estoy bien.
-Tampoco follamos tanto ni tan duro como para que estés así, ¿no?
-Ten en cuenta el tiempo que llevaba sin follar, las ganas que tenía cuando diste el paso, cómo de excitada estaba...
-Ya, eso es verdad.
-Pero veo que tú sigues con ganas... -dijo empujando con su culo.
-Bueno, casi siempre me levanto así. Pero no te voy a decir que no...
-Coge un condón.
-¿Sí?
-Claro. Me han entrado ganas al sentirte así tan cerca y apretándose tu polla contra mí.
-A ver...

Eché mano a su coño al bajar por su cuerpo acariciándoselo, tocando sus tetas de paso. Ella murmuraba y reía con tono juguetón hasta que llegué a su raja. Efectivamente se la veía con ganas, porque la nota a húmeda. Lanzó un gemidito cuando se la toqué directamente, pasando a ser unos más empalagosos cuando comencé a acariciarla por la zona. A la vez que la estimulaba, le besaba el cuello y le mordisqueaba la oreja para hacerlo más intenso. Sofía se dejaba hacer poniendo su mano sobre la mía para seguir mis movimientos a la vez que me seguía empujando con su culo.

-Para, para... Jejejeje. Que como sigas así voy a acabar. Y quiero que me folles.

Paré de tocarla y me aparté un poco para coger un condón de los que había en la mesita. Ella mientras tanto nos destapó y me quitó los boxers con prisa. También me arrebató el condón de la mano para abrirlo y ponérmelo, montándose directamente sobre mí. Lanzó un gemido alto mientras se la clavaba, pasando a suspirar una vez la tenía por completo en su interior.

-Estás sensible -afirmé.
-Un poco. En nada me acostumbro.
-Joder... Me encantan tus tetas... -dije amasándolas.
-Todo el mundo me dice lo mismo, jajajaja.
-Es que son increíbles.
-Mmm... Me estás poniendo muy cachonda al tocarlas así.
-Si es que todo el tiempo que las veo quiero cogerlas y apretarlas... ¿Sabes? Me encantó la cubana que me hiciste anoche.
-¿Sí? -preguntó empezando a moverse.
-Sí. Hacía muchísimo que no me hacían una.
-Pfff... -resoplaba echándose hacia delante para pegar su cuerpo al mío- Pues mis tetas son tuyas cuando quieras.

Al decirme ellas esas palabras me recorrió un pequeño escalofrío todo el cuerpo, haciendo que me terminara de encender. Como ella no se movía, me encargué de hacerlo yo al agarrarla del culo y levantar nuestros cuerpos para empezar a embestirla desde abajo. Sofía, de nuevo, se dejaba hacer, manteniendo su cuerpo pegado al mío, empezando a besarme. Estaba a mil notando sus tetas apretadísimas contra mi pecho y por cómo la estaba follando a buen ritmo sin dejarla descansar.

Me gemía en la boca y me agarraba la cara para que no nos despegáramos, pero estaba tan caliente que no podía parar de embestir, haciéndolo cada vez más fuerte y más rápido, llegando a un punto en el que le provoqué el orgasmo. Y ella me provocó el mío al apretarme de tal manera que casi me quita el condón. Me estremecí bastante y le hinqué mi polla lo más profundo que pude mientras ella se abrazaba a mí temblando bastante y respirando muy aceleradamente.

Poco a poco se recuperó y se bajó de mí, aprovechando yo para quitarme el condón y anudarlo. Le di un beso y la tapé, diciéndole que me iba a dar una ducha en lo que ella se terminaba de espabilar. Esa ducha me sentó estupendamente, ayudándome a despejarme. Al salir Sofía ya había recogido todo, cambiando las sábanas, diciéndome también que iba a darse una ducha rápida ella también y que cuando lo hiciera desayunábamos algo.

Aunque fue algo ligero, porque ya casi que se acercaba la hora de comer, decidiendo entre los dos hacerlo fuera para compensar el no haber salido la noche anterior. Dimos un paseo pese al frío que hacía aquel día, pero nos apetecía salir y andar un poco. Por el camino charlamos muchas cosas, comentado lo pasado la noche anterior cuando no teníamos a nadie cerca. Ya en el restaurante nos explayamos más al tener una mesa algo retirada y con más intimidad. Disfrutamos bastante de la comida del lugar, cosa que me sorprendió, porque no conocía aquel restaurante, siendo ella la que me llevó.

De primeras pensé que la había cagado por ir en vaqueros y sudadera, pero al final resultó ser un restaurante bastante normalito, yendo ella también con ropa de día a día. Al acabar nos dimos otro paseo, pero acabamos en una cafetería para echar el café que no pudimos tomar el día anterior por haberme quedado dormido en casa de mis abuelos. Pensamos en llamar a nuestros amigos para ver cómo estaban, pensando que estarían pegados como perros, pero al final nos lo acabaron cogiendo para poder hablar con ellos un rato.

Aunque fue breve, porque al parecer tenían una escapada y estaban paseando para ir a ver algo de por allí, así que nos despedimos de ellos y Sofía y yo seguimos hablando tranquilamente un rato más hasta que volvimos a su casa. Allí decidí sacarle el tema que me rondaba la cabeza y que me tenía escamado, habiéndose ella olvidado al parecer.

-Sofía, me gustaría comentarte algo...
-¿El qué? -preguntó levantando su cabeza de manera algo brusca de mi pecho al estar echada sobre él.

Me puse un poco nervioso al ver la reacción que tuvo, pero hablarlo era algo necesario y desde luego no iba a dejar pasar la ocasión.

-¿Tú sientes algo por mí? -le pregunté directamente.

Sofía me miró con los ojos como platos, quedándose parada. No sabía muy bien cómo interpretar aquella reacción. ¿Ponía esa cara porque la había pillado? ¿O simplemente le sorprendía que pensara que eso pudiera llegar a ser? Sofía apagó la tele y se sentó en el sofá con sus piernas cruzadas.

-¿Por qué me preguntas eso?
-Porque a lo mejor he visto cosas que me han llevado a pensar eso.
-¿Qué cosas?
-No sé... Ciertos comportamientos por tu parte que me han dado lugar a pensar eso. Quizá algún gesto más cariñoso de la cuenta, acercamiento...
-Pues ahora mismo no caigo en nada que haya podido hacer para que puedas pensar eso.
-También está lo de la conversación con tu madre. Sé de sobra la confianza que tenéis y estoy seguro de que si hay algo realmente, pues seguro que se lo has dicho.
-La conversación con mi madre... Sí. Es verdad.
-Entonces, ¿es lo que yo creo?
-¿Qué? -preguntó poniéndose roja- No. No, no, no, no -decía nerviosa.
-¿Segura? Porque estás nerviosa. Salta a la vista. Y también lo roja que estás.
-Que no, Javiiiii -dijo dándome un manotazo.
-¿Y qué pasa entonces?
-¿Qué pasa de qué?
-Pues todo eso que he notado. ¿Qué es entonces?
-¿Pues qué va a ser? ¿No puede una amiga querer a su amigo? Me preocupo por ti. Ya lo sabes. De primeras viene siendo así. No sé por qué te extraña ahora.
-Eso es verdad. Pero no sé... Esa manera de bailar cuando viniste a mi casa y salimos de fiesta... Luego también la vez que te despelotaste para ducharte sin que te importara que te viera desnuda...
-Javi, estaba borracha. No le eches cuenta a eso. Además, si ya me has visto desnuda montones de veces, ¿por qué ocultarme?
-¿Y aquella vez que estuvimos los cuatro en mi casa? Aquella en la que al día siguiente Irene y Mario se fueron temprano porque tenían planes.
-¿El día de San Valentín?
-Sí.
-¿Qué pasó aquella vez? Si nos encerramos temprano y no pasó nada, ¿no?
-¿Y el dedo que te hiciste a mi lado?
-Ah... -dijo sorprendida poniéndose roja- Eso... Es que... Pues al beber un poco me puse tontorrona. Es algo que me suele pasar. Y al oír a éstos ahí dale que te pego pues me terminó de encender. ¿Te diste cuenta?
-Pues sí.
-Qué corte... Jajajaja.
-¿Ahora te da vergüenza?
-Pues sí. Un poco. Creía que dormías. Y necesitaba quitarme el calentón.
-También hay algo más.
-¿El qué?
-Hemos dormido alguna vez juntos.
-Ajá.
-Y... Bueno, te pegabas mucho a mí y metías tu mano por mi camiseta para acariciarme el pecho.
-Vale, ¿y?
-Que la bajabas y la colabas por mi pantalón para acariciarme.
-¿Mmm...? ¿Acariciarte?
-Sí. El pubis. Y casi que la polla también, porque tus dedos llegaban a la base.
-Ah... Pues no sé... Sería un gesto que haría inconscientemente...
-Un poco raro, ¿no?
-Eso sería mi subconsciente, que sabe la atracción que me das y no sé... Pues haría eso.
-Mmm... -murmuraba dubitativo.
-¿Algo más?
-No. Ahora mismo no se me ocurre nada. Pero no sé... Con todo eso creía que algo podía pasar.
-¿Qué creías que era?
-No sé. Pensaba que podías sentir algo por mí. No lo sé. Será una tontería que me he imaginado entonces.
-Pues sí. Te lo has imaginado.
-Sí, seguro.
-Oye, una cosa.
-Dime.
-¿Y si fuera así? ¿Qué pasaría?
-¿Que qué pasaría si sintieras cosas por mí?
-Sí.
-Pues nada. A ver... Yo es que no quiero pareja.
-No quieres ataduras.
-Mmm, no es eso exactamente. A ver, eso también, porque ahora pues puedo verme con quien quiera sin problema y sin tener que dar ninguna explicación. Pero es que fueron 8 meses muy intensos.
-Claro, la echas de menos y sigues estando enamorado de ella y no quieres a nadie más.
-Mmm... -dije pensando que en realidad no era tan así al haberme desencantado de ella por lo ocurrido el día de reyes.
-¿No es eso?
-No lo sé. Ya han pasado 4 meses desde que ocurrió aquello.
-Claro.
-Fueron 8 meses muy bonitos, pero también tuvo su parte mala.
-Por lo de la hermana, ¿no?
-Claro. Imagínate estar desde antes de que fuéramos pareja así. No sabes la de cosas que tuve que hacer para que no...
-Irene me ha contado alguna cosa.
-Pues con eso tienes suficiente. Es que no me apetece recordar nada de eso. Ojalá...
-Ojalá, ¿qué?
-Nada, da igual.
-Dilo. No pasa nada.
-Iba a decir que ojalá pudiera borrar el año pasado de mi cabeza, pero no sería justo, porque en ese tiempo conocí a Irene y a Mario de una manera más cercana. Y a ti también. Si pudiera hacer eso, os perdería también a vosotros y eso es algo que no quiero, porque sois mis mejores amigos.

Sofía me abrazó con fuerza, durando algunos minutos. Me acariciaba la espalda y me daba besos por el hombro. Yo me dejé llevar y la abrazaba también de la misma manera. Parecía que esas palabras le habían calado hondo y me alegraba que fuera así, pues las dije con total honestidad. Por si a lo mejor tenía alguna duda de si ella era importante para mí, me encargué de despejárselas diciendo aquello. Y mucho más me alegraba de haberlo hecho sabiendo que no sentía nada más allá por mí.
 
Capítulo 398 B

-Me alegro de que no estés pillada por mí. Eso me quita un peso muy importante de encima.
-¿Sí? -me pregunto sonriendo, apartándose de mí.
-Sí. No te mereces que te haga daño de esa manera, porque yo no te puedo corresponder. En otras circunstancias quizá, pero después de todo lo que he pasado quiero estar tranquilo y no quiero hacerle daño a más gente.
-¿Por qué dices eso?
-Porque ahora me doy cuenta de lo mal que lo he hecho estando en pareja.
-No exageres.
-He ocultado algo muy importante a la persona que más quería. Durante toda nuestra relación. ¿Cómo me deja eso?
-Te deja bien, porque lo hacías con buenas intenciones. No ocultabas eso para tu beneficio solamente. Pensabas en ella y en cómo se podría poner.
-¿Cómo hubieras reaccionado tú al enterarte de eso?
-No sé... No me puedo poner en su lugar, la verdad. Mi relación más larga ha durado 3 meses.
-¿Preferirías no saber y estar feliz a saber y arriesgarte a no saber cómo reaccionar?
-En ese caso, sí. Yo no considero tan grave eso que hiciste. No erais pareja aún. Erais amigos y bueno, por una cosa y otra caíste. Pero luego no os volvisteis a acostar, ¿no?
-No. Solo el día de mi cumpleaños, donde bueno... Pero sí que ella estaba todo el día encima de mí atosigándome para que hiciéramos algo. De hecho, algún beso me ha robado cuando la llevaba algún día desde el instituto a su casa. Y también me tocaba de manera rápida, aunque yo la apartada enseguida.
-Javi, no sé cómo reaccionaría yo a algo así. Pero preferiría no saber nada de eso. Yo también soy una chica celosa y si me entero de todo eso, la arrastro de los pelos por muy hermana mía que sea.
-No sé. Es algo que me ha dado muchos dolores de cabeza, pero ahora es evidente que no lo he hecho bien.
-Da igual. Ya ha pasado y no se puede hacer nada para remediarlo. No vale de nada pensar en eso ahora.
-Llevas razón. Anda, enciende la tele.

Pusimos de nuevo la tele y la estuvimos viendo durante un rato. No sé si fue por esa conversación en la que indagué si ella tenía algún sentimiento hacia mí, o si fue mera casualidad, pero ya no se volvió a echar sobre mí como estaba antes de que habláramos. Sin embargo, sí que dejaba caer sus pies desnudos sobre mi regazo al tumbarse ella a lo largo mientras yo permanecía sentado y algo escurrido. A ella se le estaban entornando los ojos, pero yo estaba más despierto.

De hecho, seguía con ganas de seguir lo que empezamos por la noche al haber acabado más rápido de lo que esperaba pese a haber follado también por la mañana. Entre los roces que sus pies ocasionaban en mi entrepierna y las ganas que tenía, mi erección se fue despertando y agarré sus pies para estimularme con ellos. Ella me miró con una sonrisa pícara y dejó que siguiera manejándoselos. Ahora que me fijaba, tenía unos pies muy bonitos, con unos dedos pequeños, pese a que eran unos pies de tamaño normal. Aún llevaba las uñas de ese color azul eléctrico que conjuntaba con su vestido de la noche anterior, haciéndolos más atractivos todavía.

De hecho, me saqué la polla y me masturbé con ellos, haciendo ella el esfuerzo para agarrármela, aunque le costaba por la postura. Pero fue algo que remedió al incorporarse y apoyarse sobre sus manos para tener una mejor sujeción. Lo hacía de manera lenta, pero muy bien. Me gustaba lo que estaba haciendo. Y que lo hiciera mirándome a los ojos de manera intensa con esa cara de vicio, me ponía a mil.

Pero yo también quería participar, por lo que aparté sus pies de polla, dándole algún que otro beso en ellos mientras ella reía sensualmente y me la guardé, aunque ella se extrañó. Le dije que se tumbara y le quité poco a poco sus pantalones de pijama que llevaba puestos. Los dejé apartados y vi que tenía unas braguitas verdes agua, bastante bonitas, pero que estaba deseando quitárselas. Al alzar su culo vi que eran como un culotte, teniendo problemas esa prenda para sostener la redondez de sus glúteos.

Sofía se puso cómoda, tumbándose bien y poniendo sus manos por abdomen para acariciarse por la zona ella misma. Yo le daba besos por sus muslos, mirándome ella con cara de placer, aunque pasó a una de vulnerabilidad bastante bonita al mirarme con sus cejas caídas. Decidí no hacerla sufrir mucho, porque yo también tenía ganas y tras unos cuantos besos más por esa zona y también por su pubis, me lancé a comérselo. Lanzó un gritito, dando también un respingo cuando mi lengua entró en contacto con su raja, pero luego pasó a gemir más intensamente. Y eso que se lo hacía con suavidad, pero parecía que le estaba dando caña de la buena por cómo expresaba sus sensaciones.

Estaba bastante impresionado por cómo se movía y gemía pese al ritmo tan normalito que estaba llevando. Se ve que tenía que estar muy excitada, porque no es que estuviera haciendo nada especial. Seguí con cuidado de que no se corriera, jugando con mi lengua a acariciarle los labios vaginales, metiéndola también en su orificio y por último con su clítoris, aunque llevaba cuidado de no entrar mucho en contacto con él, porque daba un respingo cada vez que lo hacía.

Pese al cuidado que llevaba, no pude evitar que se me corriera en toda la boca, con ella generando esta vez más fluido que la noche anterior cuando se lo comí en ese mismo sofá. Con una mano apretaba mi cabeza contra su coño mientras que, con la otra, se agarraba una teta, pero pasando a tirar de uno de sus pezones al haber subido previamente la sudadera que llevaba puesta hasta su barbilla.

Aproveché ya que se estaba corriendo para dar grandes lametones, pero tuve que cortar rápido, porque se retorcía muy bruscamente y, de hecho, me llegaba a tirar del pelo para apartarme de ella. La dejé tranquila, aunque no varié nada mi postura, quedándome conforme estaba, pero con mi cara apoyada en su muslo al haber ella relajado sus piernas. Respiraba de manera muy agitada, moviéndose su abdomen en consonancia.

También estaba con una cara de placer muy bonita, con sus ojos cerrados, frunciendo un poco el ceño y relamiéndose los labios. Estaba encantado de verla así mientras me saboreaba sus fluidos, encontrándolos bastante ricos y excitantes. Poco a poco se fue relajando, dejando su cuerpo muerto, a la vez que relajaba su cara. Pasaron unos pocos minutos hasta que por fin abrió los ojos para mirarme con una sonrisilla.

-¿Qué ha pasado? -le pregunté riéndome.
-¿Pues qué va a ser? Me he corrido... Jijijiji.
-Muy intenso, ¿no?
-Estoy sensible de lo de anoche...
-¿Aún? Pero si no fue para tanto...
-Y de lo de esta mañana también.
-Ay... Qué sensiblona es Sofi...
-Oye... Sofi solo me lo dice mi madre y mis abuelos, jajaja.
-Vale, no te llamo más así -le respondí riéndome.
-No me molesta. Si quieres, llámame así. No tengo problema.
-Lo haré de vez en cuando.
-Jajajaja. Oye... Lo de los pies...
-¿Qué pasa con eso? ¿No te gusta?
-No. No es eso. Pero no sabía que te fueran de esa manera.
-He aprendido a disfrutar de esa zona. Me parece sexy.
-La verdad es que lo haces muy bien. A mí también me lo ha parecido. Y también lo comes muy bien. Por eso me he corrido además de estar sensible.
-Ya...
-Que va en serio... Jo.
-¿Y puedes seguir? ¿O ya estás que no puedes más?
-¿Por qué?
-Porque quiero follarte.
-Ah, ¿sí?
-Pues claro. ¿No has visto lo dura que la tenía? Hasta que no eche un polvo, no me voy a quedar tranquilo.
-¿Y si te digo que no?
-Mmm... -dije algo cortado- Pues me aguanto y me busco a otra -dije vacilándole para salir del paso.
-Nooooo. No hace falta. Dame un momento y ya haces conmigo lo que quieras...
-Huy... Qué bien suena eso, jajajaja.
-Mmm... -murmuró excitada.
-Pero no. Todavía no toca eso. Ya tendremos tiempo.

Después de decir eso subí un poco hasta llegar a sus tetas para empezar a comérselas. No me cansaba de verlas, tocarlas y jugar con ellas. Ella se dejaba hacer con gusto, poniendo una de sus manos sobre mi cabeza para acariciarme el pelo mientras que con la otra se empezaba a tocar más abajo, pero le aparté la mano de ahí para sujetársela y que aguantara un rato sin estimulación por ese lado.

De primeras, ella lanzó un gemido de queja, pero luego se le olvidó al centrarse en lo que le estaba haciendo en sus pechos. Me dediqué a succionarle y chuparle los pezones con fuerza, variando de uno a otro mientras le amasaba la otra teta con la mano. A veces la miraba a la cara y la veía permanentemente con sus ojos cerrados y mordiéndose los labios por momentos. Se quedó desconcertada cuando me despegué de ella y le puse de pie, pero es que no podía esperar más.

Por lo que fui a por un condón para regresar con ella y bajarme tanto los boxers como los pantalones a medio muslo y poder ponérmelo así. No tardé nada en metérsela después de acariciarla durante unos breves segundos. Al metérsela entera me quedé quieto, estando sobre ella mientras me apoyaba en mis manos, mirándola fijamente.

-Quítate la sudadera -me dijo casi ordenándome.
-Será si yo quiero, ¿no? -le respondí con tono desafiante.
-Por favor... -dijo entrecortadamente- Quiero verte sin ella. Me pones mucho.
-Quítamela tú -le ordené.

Sofía tiró de mi sudadera hacia arriba, sacándola por mi cabeza y bajándola hasta mis brazos para terminar de quitármela. Una vez lo hizo, me empezó a mirar por todas partes, poniendo sus manos por mis brazos. Me veía muy dominante en esa situación estando así sobre su cuerpo mientras ella no paraba de mirarme y acariciarme. Hasta hacía fuerza con los brazos para que se me marcarán más los músculos y las venas.

Mi amiga estaba embobada con todo lo que veía, pero yo la quería follar y así lo hice al moverme a buen ritmo dentro de ella, notando lo lubricada que estaba de nuevo. Tras unos minutos follándola en ese misionero a buen ritmo, cogí sus piernas y se las subí para pegarlas a su pecho, pero hice más fuerza, poniendo sus pies a cada lado de la cabeza. Como en la noche anterior, sus tetas quedaban entre sus piernas, bastante apretadas y eso me ponía como una moto.

Se la metí apretando bastante y, ahora por la postura en la que la había puesto, la penetración era muy profunda. Tanto, que Sofía abría su boca con fuerza mientras me miraba con los ojos entrecerrados. No la hice sufrir mucho, porque sabía que no era una postura muy cómoda, pero la verdad es que así se sentía increíble su coño. Tras un par de minutos la liberé para que relajara sus piernas y las dejara caer en el sofá, pegando yo mi cuerpo al suyo al dejarme caer sobre ella para continuar ese folleteo.

Pero también duró poco, porque le di la vuelta sin que ella colaborara mucho por cómo se dejaba llevar. Ahora estaba de la misma manera que hacía pocos segundos, pero estando ella boca abajo. Me movía lentamente follándola desde atrás, con ella gimiendo muy tiernamente, acompañando a ese ritmo lento con el que le estaba dando.

-¿Te gusta cómo te follo?
-Me encanta... -decía con su voz ida y bastante aguda.
-Pues levanta un poco el culo, que te voy a reventar.

Sofía me hizo caso, aunque tuve que guiarla para ponerla como yo quería. Al final quedó con su culo en pompa, mientras que arqueaba su espalda para quedar con su cara pegada al sofá, pero de lado. Por el camino se quitó su sudadera para quedarse totalmente desnuda, cosa que me vino mejor para verla más sexy. Sin esperar nada la agarré de las caderas para reanudar la follada al metérsela a buen ritmo.

Ella gemía como lo llevaba haciendo durante todo el polvo, pero lo hacía con más intensidad conforme más le apretaba. Su orgasmo empezó antes que el mío con esas fuertes embestidas que le estaba dando, gimiendo ya de manera lastimera de últimas por seguir dándole yo. Descargué en el condón mientras ella se retorcía y se agarraba a lo que pillaba con sus manos.

Me salí de ella y me senté en el sofá al echarme para atrás, derrumbándose Sofía en el sofá respirando muy aceleradamente. En lo que se recuperaba, me quité el condón y fui al baño, encontrándomela conforme la dejé al volver. Cómo hacía frío, cogí una manta y me tumbé a su lado para taparnos y abrazarla.

Lanzó un sonido muy dulce cuando me notó, agarrando mis manos para quedarse dormida. Lo estuvo haciendo durante un rato, pero se me hacía tarde para volver a casa, por lo que la intenté despertar con cuidado. Una vez lo hizo, se dio la vuelta para abrazarme de manera bastante fuerte estando desnuda aún.

-¿Estás bien? -pregunté medio riéndome.
-Síiiiiii...
-Qué polvo más bueno hemos echado.
-Me ha encantado. Follar contigo es otra cosa.
-¿Por?
-Hacía mucho que no follaba... No sé... Así, de esta manera.
-No ha sido para tanto, ¿no?
-Javi, si te hicieras una idea de cómo llevo deseando estar contigo en la cama desde hace ya tantos meses, lo entenderías.
-Pues no. No lo entiendo.
-¿Mmm?
-No entiendo qué me veíais en su día. Ahora vale, porque me estoy machacando en el gimnasio. Y los tatuajes también son llamativos. Pero antes... Si era muy normal.
-Mira, te voy a decir lo que me pasó a mí. De primeras, me pareciste mono cuando te conocí. Me llamaste la atención así tan alto, con tu barba... No sé. El traje te sentaba genial. Me apetecía mucho hacerlo contigo y que los demás de por allí en ese trabajo en el que estábamos no fueran atractivos, pues no ayudaba.
-¿Y después?
-Después hablé con Irene y me contó algo de lo que hacíais y me entró curiosidad.
-Ajá.
-Y luego lo vi con mis ojos. Y la verdad es que tu manera de ser en la cama es algo que me pone mucho. Ya lo sabes. Mira que Mario es más guapo que tú, que eso no quita que tú no lo seas que, de hecho, me lo pareces, y mucho. Pero hay que reconocer que Mario es un bombón. Pero es que tú me llamabas la atención más que él. Aun teniendo él mejor cuerpo también en esos días.
-Ya veo.
-Y ahora, pues ya no hay ninguna duda. Tú me pones muchísimo más que él. Javi, no hay color.
-Joder...
-Además, me gusta más tu polla, jajajaja.
-Jajajajaja. Vale, vale. Ya veo con qué te quedas.
-No, hombreeeee. También me caes muy bien. Si ya lo sabes... -dijo dándome un manotazo.
-Ya, estoy de coña.
-Qué capullito eres.
-¿Sí?
-No. Solo eres un poco chulito. Te gusta jugar.
-Sí, eso sí.
-Y eso hace que me pongas más todavía.
-Tú también estás muy buena... -dije dándole un azote.

Sofía lanzó un gemido, pero decidí dejarlo ahí, porque parecía haber tenido bastante por ese fin de semana. Se levantó y se puso la ropa de nuevo. Le dije que tenía que volver a mi casa y que se me hacía tarde, por lo que nos despedimos, con ella dándome un abrazo bastante largo, dándome además un beso con lengua también algo largo. Me sonrió al despegarse de mí y me dijo que tuviera buen viaje y que de paso le avisara cuando llegara para que se quedara más tranquila.

Salí de allí bastante contento por cómo había ido el fin de semana con ella y por haber despejado toda duda de que sintiera algo por mí. Pasé por casa de mis abuelos para despedirme también de mi familia y me marché a casa. Al llegar avisé tanto a mi madre como a Sofía, quien me dio las gracias por haber pasado con ella el fin de semana, aunque yo también estaba agradecido.

Cené y me di una buena ducha para estar más a gusto y me fui a la cama para intentar descansar, aunque me pasé un buen rato rememorando momentos de esos polvos que eché con Sofía. Hasta se me llegó a poner dura, teniendo que masturbarme para bajar la excitación, tratando después de dormir para empezar una nueva semana.
 
Capítulo 399

Dicha semana empezó bastante tranquila. Los primeros días seguía con mi rutina de levantarme temprano, aunque ya llevaba despierto para cuando me iba, pero el caso era que al no tener ahora que ir a tatuarme, podía ir más relajado y no hacerlo todo deprisa y por lo tanto casi forzando el cuerpo dándole demasiada caña en poco tiempo. Ahora ya tenía toda la mañana libre, aunque pensé también en preparar algunas cosas que necesitara para las clases de la tarde, pero tampoco necesitaba echarle demasiado tiempo. Otra cosa que me preocupaba era no desarrollar demasiada musculatura.

De nunca me han gustado los típicos tipos que parece un croissant, con esos brazos abiertos que no pueden cerrar porque su exagerada forma física no se lo permite. No. Por ahí no quería pasar, por lo que decidí enfocar mi entrenamiento de otra manera para que eso no tuviera lugar. Para ello, pensé en hacer más cinta y bicicleta de la que venía haciendo en esas últimas semanas, así ejercitaría la resistencia y no ganaría tanta masa muscular. También pensé variar un poco la dieta para no comer tanta proteína y así no hacer tanto volumen.

Ya tenía el que quería, que era tener un cuerpo perfilado y que se notaran bien las formas de los músculos sin hacer ningún esfuerzo, pero quizá sí que me pensaba en mejorar los abdominales para que se marcaran un poco más. En estos entrenamientos era la única ocasión en la que me molestaba un poco la barba. En ningún otro momento me molestaba. Nunca. Ni me causaba picores, ni calor, aunque me la empecé a dejar en invierno y aún estábamos en esa estación, por lo que ya veríamos más adelante, pero el caso es que me compensaba, porque me gustaba mucho como me quedaba.

Como digo, solo cuando entrenaba me molestaba, y no porque me diera calor, ni sudara por la zona, que no era el caso. El problema era que ahí se concentraba humedad causada por mi calor corporal al sudar y que el lugar fuera cerrado no ayudaba mucho, por lo que me causaba una sensación un poco incómoda, pero era bastante soportable.

Como me aburría mucho hacer esa cinta y bicicleta de más, que de hecho es lo que menos me gustaba, decidí sustituir ese momento por la salida que hacía siempre posterior al gimnasio para correr. Hacerlo por la calle se me hacía más llevadero, y que me diera el aire fresco era de agradecer, además de recorrerme casi toda la ciudad y no estar todo el rato viendo lo mismo.

Por las tardes seguía yendo a la academia para seguir con mi trabajo, sin ningún percance. Estaba contento tanto con mis compañeros, entre los que había un hombre de unos 50 años, mi jefa que tenía unos 35 y otra chica que suponía yo que no llegaba a los 30. Físicamente, mi jefa no me había llamado nunca la atención por su figura robusta, que no gorda. Simplemente su complexión no era algo que me llamara la atención en una mujer.

La otra chica, sin embargo, sí que parecía tener un cuerpo más femenino, con unas curvas interesantes en donde parecía tener un buen par, pero eso era lo que yo pensaba, porque siempre iba con ropa ancha, generalmente con jerséis y vaqueros, ropa que no realzaba su figura. De cara no era fea, pero tampoco era guapa. Era una chica bastante normal en ese aspecto, pero era raro que te mirara a la cara. Parecía una chica muy tímida con esas gafas de pasta de color negro y su melena castaña ondulada con algunas mechas rubias, llevándola siempre con una raya al medio.

Tampoco es que hablara mucho con ellos, pues cada uno llevaba sus cosas y del típico saludo, no pasábamos. Hablaba más con mi jefa por obvias razones al tener que pedirle algún consejo al ser yo relativamente nuevo en ese trabajo, y por si tenía algún problema con algún pago por parte de los padres, o con algún documento o algo por el estilo. Con esta chica sí que intenté entablar alguna conversación más allá de la típica, por mera cortesía, porque nosotros dos éramos los que nos quedábamos hasta última hora y, por lo tanto, éramos los que cerrábamos, pero no había manera. Hablaba muy bajito y era muy recatada. Tampoco es que pensara que tenía un problema, simplemente pensaba que era muy introvertida, algo de lo que era conocedor por ser así también en años anteriores.

Con los alumnos, la cosa iba muy bien también, entre los que destacaba Andrea. Era mi clase favorita, porque se esforzaba mucho y me ponía muy fácil mi trabajo. Como en las primeras clases que teníamos, nos cundía mucho y también hablábamos de otras cosas en los minidescansos que hacíamos. Parecía más un rato entre amigos que una clase, y eso era lo que hacía que me gustara tanto.

Algo que me hacía gracia era su forma de saludar con ese "holi", otra cosa era las prisas con las que venía por llegar siempre un par de minutos tarde, llegando hasta sofocada con sus chapetas encendidas. Y, por último, cuando hacíamos comprensión oral, en la que yo le hablaba en francés y también le ponía audios para que se fuera haciendo al oído para en los siguientes años en los que supuestamente tendría una prueba así.

Como empezaba a coger rodaje y se iba enterando de algunas cosas, me preguntaba con ilusión si yo creía que algún día ella sería capaz de hablar así en francés. Se le ponía una cara y unos ojos que parecía una niña pequeña. Yo, por supuesto, le decía que así iba a ser. No solo por animarla, sino porque la veía con capacidades también y estaba seguro de que, si se esforzaba y practicaba, podía llegar a hablarlo de bien como lo hacía con el inglés.

Por las noches, llegaba a casa algo cansado después de tanto machacarme haciendo ejercicio y por las clases, pero seguía siendo incapaz de dormir, aunque tratara de descansar, no dormía las horas que mi cuerpo necesitaba para rendir al 100%. A veces me levantaba de muy mal humor, pero lo bueno es que nadie me tenía que aguantar al día siguiente al vivir solo y al ir muy a mi bola durante toda la mañana, sin llegar a relacionarme prácticamente con nadie.

Como no podía dormir ni tenía a nadie con quién divertirme, pues todas las noches caía una buena paja al estar más activo de nuevo en ese aspecto. Siempre recurría a Irene y a Sofía en esos días, porque era con quiénes mejor sexo había tenido desde que volví a las andadas. También usaba mucho los vídeos que grabé con Irene y que aún tenía en mi móvil. Ver eso siempre me ponía a mil y hacía que mis orgasmos fueran bastante buenos, aunque estaban lejos de ser como los que sentía con ellas.

Pero todo esto cambió el jueves cuando a media tarde recibí varios mensajes en WhatsApp. Y eran privados, porque la pantalla se me iluminaba pese a tener el móvil en silencio. Y sabía que eran privados porque los grupos siempre los tenía silenciados. Hasta el de amigos más cercano, porque era normal que se hablara por ahí de cosas muy triviales. Así que, si pasaba algo serio o importante, se ponían en contacto conmigo por privado.

Pensaba que se trataba de alguno de mis amigos, pero lo cierto es que no lo supe al momento, porque no podía coger el móvil. No quería verlo por estar trabajando y quería dar una buena impresión, sobre todo porque se trataba de la hora en la que estaba con los de bachillerato. Y estaba seguro de que, si me veían con él, ellos también empezarían a sacarlo y no quería eso. Además, como era un no parar con dudas, explicaciones y cambios de clase en los que entraban los nuevos nada más salir los que acaban, pues se me acabó pasando y no lo miré hasta salir.

Imaginaba que no sería serio, pues para las llamadas sí que lo tenía en vibración y así enterarme bien y poder cogerlo por si era una urgencia. Al regresar a casa me acordé y miré quién era, tratándose de Eva, quien me decía que tenía tiempo libre por la noche al estar su chico trabajando de noches salvo los primeros días de la semana y al estar el hermano pequeño de su chico de excursión tanto desde ese jueves hasta el domingo por la tarde-noche.

-Perdona, acabo de ver el mensaje. Estaba trabajando y no he podido escribirte antes.
-Ah... Menos mal. Creía que pasabas de mí... 😆😆😆
-Nooooo. No es para eso tampoco.
-¿Quieres quedar entonces?
-Joder, qué directa... Ni un buenas noches ni nada... -escribí para vacilarle.
-Jajajajajaja. Qué bobo eres.
-Estoy de coña. ¿Quieres que nos veíamos entonces?
-No, es que resulta que te he dicho eso pues porque sí. Para que veas cómo es mi día a día.
-Jajajajaja, buena respuesta.
-¿Cuándo nos vemos entonces?
-Estoy libre ahora.
-Uff... Qué va. Ya estoy con el pijama y con la mantita. Ya no me muevo de aquí.
-No tendrás tantas ganas...
-Si te digo la verdad, como no me contestabas, pensaba que pasabas de mí y se me han ido un poco las ganas.
-Aaaaanda... Y si ves esto, ¿qué dices...? -dije enviándole una foto de mi torso desnudo, tratando de marcar bien haciendo fuerza.
-Uff... Así ya es otra cosa. De hecho...
-¿Te han entrado ganas ahora?
-Sí 🥵
-Jajajajaja.
-¿Me envías ubicación?
-No. Ahora te aguantas.
-Nooooo 😡😡😡
-Mañana. Que yo también estoy cansado y tengo que cenar aún.
-Vale.
-Mañana te recojo si quieres a las 11 y salimos a tomarnos algo y luego venimos a mi casa.
-Suena bien.
-Vale, pues nos vemos mañana a esa hora. Luego me pasas ubicación.
-Ok.

Dejé el móvil, pero a los pocos minutos me llegó otro mensaje de ella y esta vez sí que lo vi.

-Mira cómo me has puesto... -dijo enviándome una foto de sus dedos mojados.
-¿Es lo que creo que es?
-Sí, jajaja.
-Mmm... 🤤
-¿Te pone?
-Pues claro. De hecho, me la has despertado. Me estoy sobando y se me ha terminado de poner dura.
-¿Sí? A ver...
-Pero si ya las has visto... Jajaja.
-Pero quiero verla otra vez.
-¿Qué diría tu novio si ve esa foto en tu móvil?
-Lo primero, él no me coge el móvil para nada. Y lo segundo, le daría igual. Si le he contado lo de la mamada que te hice.
-Jajajajaja.
-¿No te lo crees?
-Sí, sí. Solo que me llama la atención esa naturalidad. No es lo normal.
-A veces usamos lo que hacemos con otros para calentarnos.
-Os va la marcha.
-No lo sabes tú bien...
-He conocido a gente parecida, así que me hago a la idea.
-Va... Mándame una fotito...
-Si me mandas tú una también.
-Mmm... 🤔
-¿Te da vergüenza?
-Para nada.
-¿Miedo a que me pillen el móvil y la vean?
-Tampoco. Es que estoy pensando en que como no me lo has visto, pues a lo mejor no te la mando para que así cuando me veas desnuda me pilles con más ganas.
-Uff... La tengo muy dura. ¿Me vas a dejar sin que me corra a gusto?
-Jajajajaja. Yo estoy igual...
-Va, ahí tienes -dije enviándole una foto de mi polla empalmada.
-Ufffffff... 🥵🥵🥵🥵🥵
-Quiero verte.

Pero Eva no respondía. Pasaban los minutos y no respondía, aunque había visto el mensaje. Ésta se estaba haciendo una paja con la foto y se había olvidado de su parte. Aun así, seguí meneándomela pensando en ella, en sus tetas que me enseñó en el baño del estudio y en la mamada que me hizo ahí. Estaba cerca de correrme cuando le llegó un mensaje en forma de audio, con ella diciéndome que se le había ido la cabeza empezando a tocarse con las fotos que le pasé y que se había olvidado de todo. Me encantaba oír su voz medio ida y aún entrecortada por su respiración acelerada.

-¿Has gritado?
-Mucho. Me he corrido muy fuerte.
-Quiero verlo...

Ahora sí, Eva me envío una foto de su coño. Se lo estaba abriendo con los dedos de una mano. La verdad es que me gustó bastante para no tener unos labios finos, que era como a mí me gustaban. Ella los tenía un poco carnosos y se veía bastante enrojecido y brillante. A saber cómo se había tocado para habérselo puesto así en tan poco tiempo. También me percaté de que tenía algo de vello por sus labios, casi conectando con su ojete y también por su pubis, o al menos eso era lo que intuía por lo que su mano dejaba ver al estar por encima de la zona.

Me puso mucho ver ese vello negro de pocos días, aunque lo tenía un poco largo quizá. Seguramente de una semana. Me encendí tanto al ver eso y en la manera en la que estaba, que me quité la sudadera rápidamente y puse el móvil sobre la mesa, apoyado con algo que había por ahí para escurrirme por el sofá y hacerme una buena paja para acabar corriéndome en mi pecho. Con la respiración entrecortada y acelerada cogí rápidamente el móvil para hacerme una foto del torso, con mi polla dejada caer sobre mi barriga para que viera cómo había acabado.

-Javi, mañana te voy a reventar.
-¿Sí? No sé yo...
-Ya verás... Te voy a echar el mejor polvo que te han echado en tu vida.
-A lo mejor es al revés.
-Pues tienes tarea, chico. Porque el listón está alto.
-Lo mismo digo.
-Me parece que me voy a hacer otro dedo. Me ha puesto mucho esa foto con toda la corrida por tu cuerpo. Qué rica...
-Mañana te vas a hinchar a tragar.
-Uff... No me digas eso...
-Te lo digo, porque va a ser así. Todas las veces que me corra lo voy a hacer en tu boca y te lo vas a tragar.
-Mmm...
-¿Te vas a poner guapa mañana?
-No me han hecho una pregunta más obvia en mi vida.
-Jajajaja.
-Seguro que tú también vas guapo.
-Ya lo verás...
-Mierda, quiero que sea ya mañana.
-No seas impaciente. Hazte otro dedo, anda. Así te relajas.
-Serás capullo... 😆😆😆
 
Capítulo 400

Dejé de hablar con ella y me fui a la ducha para darme una rápida de agua caliente. Estaba muy contento por lo que acababa de pasar y por el plan que se me había quedado para el día siguiente por la noche. Ver esa foto y recordar lo ocurrido hacía poco en su trabajo hacía que tuviera muchas ganas de irme con ella a la cama para comprobar todo lo que ella y su compañero decían. A ver si era verdad y me echaba un buen polvo, pues pese a lo bien que salí de casa de Sofía, si era verdad que me faltó un poco más de marcha.

Al día siguiente continué con mi rutina, estando bastante expectante a que llegara la noche, pero el tiempo pasaba lento. En el gimnasio decidí no darme mucha caña para no estar cansado para cuando saliera con Eva, porque quería cumplir y tenía pinta de que esta chica iba a llevar un ritmo exigente. O eso me imaginaba yo, por lo que tuve una sesión más ligera.

También aproveché para mirar por las salas que había más en el interior del gimnasio, tratando de buscar a estas dos chicas que me llamaron la atención, aunque en realidad buscaba más a una de ellas en concreto. Pero me topé primero con la otra. Era la primera sala que había en ese largo pasillo en donde había como 4 ó 5 salas. Por suerte, tenía un buen ventanal donde se podía ver en interior y fue una grata sorpresa, porque la pude ver bailando con ese ritmo y esos movimientos tan atractivos.

Estaba un poco escorada a mi vista, permitiéndome ver casi a toda la clase de perfil. Ella casi pegada a la pared que estaba cubierta por muchos espejos para que sus alumnas se pudieran ver, con un radiocasete que emitía música para bailar. Pero antes de quedarme mirándola fijamente miré a las demás por si estaba por ahí la que me interesaba a mí, ya que la invitó a que se pasara para que probara y así ver si le gustaba.

Pero no la vi, porque en la primera fila había un grupo de mujeres aparentemente mayores y bastante entrada en carnes. Detrás de ellas había otro grupo de mujeres de unos 40 años, más atractivas, aunque había de todo un poco en realidad. Desde alguna bastante rellenita, hasta otras que eran muy delgadas y desgarbadas, pero había alguna que se salvaba físicamente.

Ya detrás se encontraban las que parecían más jovencitas, de 30 ó 20 años. Suponía que cuanto más mayores, más les costaba mantener el ritmo, por lo que se tendrían que poner delante para no perderse. Además, la instructora se movía con un ritmo bastante alto y a prácticamente todas les costaba aguantar el ritmo y hacer tan bien esos movimientos al imitarla. Ya sí que me fijé más en ella, viendo cómo iba con unas mallas negras y largas, las cuales parecían una segunda piel de lo ajustadas que eran.

Era algo bastante agradable ver cómo ese culo tan bonito que tenía se movía y rebotaba mínimamente pese a ser bastante respingón. Estaba seguro de que no rebotaba más porque tenía que ser puro músculo. En la parte de arriba llevaba un top blanco, que parecía más un sujetador deportivo que otra cosa, marcando también su escaso pecho al ser también ajustado. Sí que tenía pocas tetas, pero tampoco me importaba mucho.

No tenía pensado hacer nada o casi que ni intentar algo con ella, aunque si se daba el caso, tampoco me iba a negar. No se me hacía para nada fea, pero su nariz achatada se me hacía un poco rara. Aun así, era una chica mona y algo que también me llamaba mucho su atención era su larga melena lisa y castaña que en ese momento llevaba recogida en una coleta, seguramente para que no le diera calor. En un momento dado me miró, pero fue nada, un vistazo en el que ni siquiera hizo ningún gesto que me hiciera pensar nada.

Seguí caminando por el pasillo, viendo las otras salas con detenimiento, porque la verdad era que nunca había pasado por allí. Tan solo me limitaba a quedarme en la gran sala donde estaban todas esas máquinas, pesas, cintas y bicicletas que usaba. Me topé con una clase de spinning en la siguiente sala, la cual era impartida por una rubia que era guapa y tenía un buen par de tetas, aunque parecían ser operadas por su escaso movimiento, tal y como pasaba con el culo de Lola, la chica de la clase de zumba.

Esta chica también era bajita. Parecía que no existían chicas demasiado altas en esa ciudad ni en la mía, porque prácticamente, todas en las que me fijaba se quedaban en la misma altura, teniendo dificultades para llevar a 1,60. En la siguiente sala había también otra chica impartiendo una clase, pero esta vez era de yoga. Bastante mona de cara y de físico atractivo, pero tampoco me llamaba mucho la atención. Ésta era castaña, con su pelo a la altura de sus hombros al parecer, porque lo llevaba recogido. Ella iba vestida como venían haciendo las otras dos chicas que había visto previamente.

Seguí, encontrándome en la siguiente sala a bastante gente, ya que era al parecer la sala más grande del gimnasio, sin contar la principal donde solía estar todo el mundo. En esta había varios grupos pequeños en los que estaban haciendo deportes de contacto, fijándome en que uno era de boxeo, otro parecía de judo y hasta había uno de capoeira. Me llamó bastante la atención, aunque solo hubiera chicos por ahí, pero no pensaba en eso, sino en plantearme apuntarme a alguno de esos deportes.

En la última sala ya se encontraba Natalia, esta chica que me llamó la atención por todo lo que escuché en las duchas y por cómo era físicamente. La verdad es que ese momento en el que la vi no le hacía mucha justicia, pues estaba bastante sudada, incluso con algún pelo pegado a la cara. Ella iba más descubierta al ir con uno de esos tops pequeños, pero con unas mallas muy cortas, que parecían casi unos boxers, pero en forma de malla.

Estuve mirando un rato, echado en la pared de enfrente al ventanal con los brazos cruzados para ver qué hacían. Tan solo había cinco chicos y la verdad es que parecía algo bastante agotador. Hacían varios ejercicios, como levantar una rueda enorme de tractor, pero no en peso, sino que la levantaban para ponerla de pie, la tumbaban y la volvían a levantar.

También cogían martillos de mango muy largo y le pegaban a la rueda, haciéndolo con ritmo para aprovechar el impulso del rebote en el neumático y volver a cargar contra él de nuevo. También agarraban una gruesa cuerda para hacer ondas con ellas, pero haciendo mucha fuerza para que se moviera toda la cuerda, además de algún que otro ejercicio más. Me quedé fijo mirando cómo trabajan hasta que me sorprendió al hablarme.

-Hola, ¿estás interesado?
-Eh... Solo estoy mirando -dije algo sobresaltado, porque no la tenía muy controlada.
-No es tan malo como parece, jajajaja. Una vez te acostumbras, se hace hasta adictivo.
-Lo imagino -dije mirándola a sus bonitos ojos.
-Entra si quieres para que lo veas mejor. Y prueba un poco si quieres, a ver si te pica el gusanillo y te animas.

Entré en la clase pensando en todas las palabras que dijo y como yo asentía en mi cabeza a cada una de ellas, pero en un contexto diferente. De cerca era más impresionante aún, aunque evidentemente me fijaba más en ella, quien también hacía todos esos ejercicios para llevar el ritmo de la clase. Era bastante llamativo para mí cómo se le marcaba todo, aunque no lo hicieran ni sus labios vaginales ni sus pezones, pero sí que lo hacían sus formas.

De hecho, tuve que mirar a otro lado, porque me estaba poniendo tonto y si tenía una erección se iba a marcar mucho en esos pantalones cortos que llevaba hasta las rodillas. Aunque también era verdad que ahora al estar con el cuerpo caliente, se le marcaba mucha musculatura y eso me echaba para atrás por tener un aspecto más masculino por así decirlo.

Ya sabía yo que no era algo preocupante, porque era normal que el cuerpo se pusiera así al haber ejercicio y más aún con ese, pero ya estando en reposo, la cosa se calmaba y no era para tanto, como comprobaba bien yo al relajarme y descansar. Además, el día que la vi salir de la ducha no tenía ese aspecto tan marcado, por lo que me quedaba más tranquilo.

También me acordé de aquello que dijo del olor que se concentraba ahí y no le faltaba razón. Pese a haber pocas personas, el ambiente era bastante irrespirable. Probé a hacer un poco de esos ejercicios y... Bueno, mejor me tenía que haber estado quieto, porque eran aún más duros de lo que parecían. Tampoco hice mucho, pero preferí dejarlo para otra ocasión, porque ya había hecho ejercicio previamente y no quería cansarme más de la cuenta.

-¿Cómo ves la cosa?
-Bueno... -dije dándole de nuevo un doble sentido en mi cabeza a sus palabras para referirme a ella.
-¿Te vas a animar?

"Ya me gustaría", pensaba mirando sus ojos tan seductores imaginando que se refería a otra cosa.

-Mmm, ya veré. Porque he visto también que hay clases de deporte de contacto y eso también me llama la atención.
-Ah... Bueno, te comento, para que le des una vuelta. Las clases no son para nada caras. Nosotros lo hacemos a 20 euros medio mes, siendo dos clases por semana.
-Am...
-Es que, bueno... Ya ves que es duro y la gente se apunta un poco sin saber y luego se le quitan las ganas. Que lo entiendo, porque esto no es para todo el mundo. Y luego vienen las quejas y tal y lo hemos puesto así.
-Claro, lo entiendo.
-Pero vamos, que aun así tengo varios grupos. No tanto como en las otras clases, pero mira, así estamos más en familia, jejeje.
-Va bien la cosa por lo que veo entonces, ¿no?
-Sí -decía ilusionada-, la verdad es que estoy contenta. Los dueños del gimnasio conocen cómo es este deporte y aunque no les da tantos beneficios como lo que se da en las otras clases, les parece bien mantener esto, porque no tienen pensado meter ninguna cosa más para sustituirla y es dinero que entra.
-Claro.
-Entonces, pues la verdad es que estoy muy a gusto. También es que conozco a uno de los dueños y por eso también no me cierra las clases. Por eso te pregunto. Me vendría bien que se apuntara más gente para que vieran que hay interés y así poder mantener esto del todo.
-Vale, pues le daré una vuelta, ¿vale?
-Claro, claro. Sin ningún compromiso.
-La semana que viene te digo algo.
-Muy bien -dijo sonriéndome.

Ya casi cuando me iba a ir, apeteció la otra chica.

L: Hola, ¿cómo va la cosa?
N: Muy bien, a ver si recluto a este chico, que tiene buena pinta para esto -dijo dejándome un poco descolocado.
L: Ah, ¿sí? Eso está muy bien. Yo soy Lola, encantada -dijo acercándose a mí para darme dos besos, pese a estar algo sudada.

Yo también lo estaba en realidad y como no parecía importarle pues me encorvé para dárselos.

N: Yo soy Natalia, por cierto -dijo la chica que más me interesaba de las dos-. Te daría también dos besos, pero es que estoy chorreando y apesto, así que en otra ocasión.
J: Yo soy Javi -dije pensando que no me importaba lo sudada que estuviera y de nuevo dándole doble sentido a esas palabras que dijo de estar chorreando.
L: Oye... ¿Te animas también a venir a mi clase? Creo que antes estabas ahí mirando. Es de baile, pero también nos movemos mucho y viene bien para hacer ejercicio. Y me vendría genial que vinieras para ver si se animan así más chicos, que no tengo ni uno.
J: Vosotras queréis sacarme el dinero, ¿no? Jajajaja.

Ambas se echaron a reír y Lola salió del paso diciendo:

L: Nooooo... -dijo pegándose a mí y agarrando mi brazo para abrazarse a él- Es que es verdad. Y así de paso te enseño algunos pasos.
J: ¿Crees que me hacen falta? -dije vacilándole.
L: Mmm... -respondió un poco cortada- No... No sé, jeje.
N: Huy, huy... Te has metido en un jardín, Lola... Jajajaja.
L: Eh... -siguió aún cortada- Mmm, no. No voy por ahí...
J: Pues un parecía que sí.
L: ¿Sí?
N: Un poco, jajaja.
L: Qué vergüenza... -dijo bajito.

Me dio la risa y Natalia también se rio, aunque le quitó importancia para no incomodar a su amiga.

L: Entonces, ¿qué me dices? -dijo para salir del paso.
J: No sé... Es que no me veo yo bailando de esa manera en una clase solo con mujeres.
N: ¿Te da vergüenza?
J: Pues sí. Un poco.
L: No, hombre... No tiene por qué darte vergüenza. Si es porque eres torpe, no te preocupes. Es normal a lo primero. Si aún tengo a gente que no da pie con bola, pero como se lo pasan muy bien... -decía riendo.
J: No sé... -decía poco convencido.
N: No te cierres en banda tampoco. Piénsalo este fin de semana.
J: Tengo tantas cosas que pensar... -dije remangándome la sudadera por estar acalorado por el ejercicio de antes en su clase y por la mala pasada que me estaba jugando mi cabeza con esta chica.

Ambas miraron de reojo mis brazos, aunque tampoco me había subido tanto las mangas. De hecho, no llegaban a la mitad del antebrazo. Natalia no miró mucho, pasando a mirar a su amiga, quien sí que dejó sus ojos posados en mis brazos algunos segundos más.

J: Bueno, me voy, que voy a ver si sigo un poco más antes de enfriarme.
L: Claro, no te robamos más tiempo.
J: Pensaré lo de las clases este finde y la semana que viene os digo.
N: Vale. Hasta luego -se despidió medio riéndose.

Regresé a la sala principal para seguir un poco más, ya que aún era temprano y no tenía mucho que hacer. Me dediqué a hacer un poco de pesas, en la parte que estaba situada cerca de la parte que daba desde esa sala al pasillo que comunicaba las demás. Al rato vi cómo las dos iban juntas hacia el pasillo que conducía a los baños y a las duchas y llevado por la curiosidad de si podía oír algo como la otra vez, las seguí para meterme en las duchas y lavarme a la vez.

Ese día, las duchas estaban más llenas. Al menos las de chicos. No sabía si era así con las de las chicas, pero suponía que no así del todo por ver a gran parte de todas las mujeres que había en la clase de baile pasar un buen rato antes que ellas. El caso es que intenté ponerme en el mismo lugar de la otra vez en la que oí todo tan bien, pero tenía a gente al lado, por lo que esperaba que tampoco hablaran algo más fuerte de la cuenta para evitar pasar vergüenza o dar lugar a malentendidos.

De primeras no pude oír gran cosa por el barullo que había en las duchas en las que yo me encontraba, pero a medida que la cosa se calmó y se despejó un poco sí que podía enterarme de algo con más claridad, aunque tenía que concentrarme por momentos para poder captar bien lo que decían.
 
Capítulo 401

-¿Crees que se animará el chico éste de antes? -preguntó Lola.
-No sé... No le he visto muy dispuesto.
-Joder... Pues me vendría muy bien que se apuntara.
-Ya lo he visto...
-¿El qué?
-Lola, coño... Que estabas que se te salían los ojos con él...
-Ah... Es mono. Me gustan que sean así tan altos. ¿Has visto sus manos? Me pone mucho que las tengan grandes también.
-¿Solo las manos?
-Jajajaja. Calla, guarra. Si tú también te has fijado en él. Seguro.
-Qué va. Yo estaba interesada de verdad en que se apuntara a mis clases. Necesito a más gente para mantenerlas.
-Ya... Seguro...
-Que sí, coño. Lola, tengo novio. Ya lo sabes.
-¿Y? ¿Eso te impide mirar?
-No. Pero es que no me interesa hacerlo. Si ya tengo a mi novio y estoy muy contenta con él. ¿Para qué?
-Pues parecía que a lo mejor...
-No. Solo estaba siendo amable para atraerlo a las clases. Nada más.
-Joder, pues yo quiero tenerlo en clase también.
-En clase y en otros sitios.
-Pues sí. También. ¿Tú sabes lo que llevo yo sin...? Jajajaja. Tiene tatuajes. Eso también me pone. ¿Crees que tendrá muchos?
-Diría que los dos brazos. No veo que solo tenga lo que hemos visto.
-¿Crees que la tendrá grande?
-Pero Lola... Jajajaja -reía con fuerza.
-¿Qué? Jajajaja. Tengo curiosidad.
-Ya sabes lo que dicen de los hombres con manos grandes... -dijo riéndose al final.
-Uff...
-¿Tú qué crees?
-¿Yo? Es que...
-¿Qué pasa?

Entonces se quedaron en silencio. O al menos hablarían muy bajo, porque no podía escucharlas con el ruido del agua y por la distancia.

-No te preocupes por eso -dijo Natalia.
-Ya. Tú, como...
-Shhh... Ya.
-¿Crees que tendrá novia?
-No tengo ni idea.
-Estando así de bueno, seguro.
-Estás muy interesada, ¿eh?
-A ver... Que yo no busco nada. Pero el chico me atrae, sí.
-¿Vas a intentar algo?
-Mmm... -decía pensativa- Puede...
-Ya... Jajajaja.

Después se pusieron a hablar de otras cosas y terminé rápidamente, secándome y marchándome de allí antes de que se percataran de que había estado cerca. Ya había tenido suficiente. Por el camino estuve pensando en la conversación que había oído, con una sensación un tanto agridulce. Me gustaba resultar atractivo y que Lola, en este caso, dijera esas cosas sobre mí. Era bastante obvio que le atraía y seguramente la cosa iría a más, pero también lo encontraba amargo porque a mí la que más me atraía era la otra.

Natalia eclipsaba a Lola y eso que las dos estaban muy bien, pero es que me encabezoné con ella. No muchas veces me había pasado eso de buscarle el doble sentido a las palabras en una conversación, pero con esta chica me estaba pasando. No me sentó muy bien su parte de la conversación que oí en las duchas. Hablaba como si no se hubiera fijado en mí. Que era algo que entendía, pues tenía novio, pero eso tampoco era sinónimo de ir con una venda en los ojos cuando no estaba con él. Yo estando en pareja me seguía fijando en otras chicas y eso no significaba absolutamente nada.

Al hablar así Natalia, sentía una mezcla de rechazo y desprecio, pero tampoco le di más importancia de la que tenía, ya que no conocía a esta chica de nada. Si, de hecho, había cruzado las primeras palabras con ella hacía pocos minutos. Tampoco tenía pensado hacer nada con ella, porque tenía pareja y yo no era así. No me iba a meter en una relación. De primerísima mano sabía lo mal que estaba eso y lo perjudicial que era, así estaba descartado.

Aun así, la posibilidad de apuntarme a sus clases de crossfit fue aumentando. No quería hacer nada del otro mundo. Solo picarla por haberme dado esa poca importancia en la conversación que tuvo con su compañera y también para que se fijara en mí, pues evidentemente con lo que se sudaba ahí, me quitaría la sudadera para quedarme en manga corta, cosa que no hacía mucho en la sala principal para sudar más y así quemar más.

Por la tarde la cosa fue con calma en las clases, como era lo usual. Incluso iban mejor que de costumbre. Quizá era por no haber forzado tanto haciendo ejercicio. O tal vez era porque tenía un buen plan para la noche, pero el caso fue que se me pasó muy rápida, cosa que no esperaba por la expectación que tenía.

Al cerrar la academia y despedirme de mi compañera la escueta, me fui directamente a pillar algo de comer en una pizzería que había relativamente cerca. Regresé a casa y cené para luego darme una ducha y arreglarme. Me esmeré, porque quería que la cosa fuera bien, así que me arreglé la barba echándole más tiempo de lo que solía, pero aun así acabé temprano, por lo que me senté en el sofá para llamar a Irene.

-Hola, Javi. ¿Qué pasa?
-Nada, que llevamos sin hablar toda la semana casi. Desde que vino Mario no nos haces caso.
-Ah... Jajajaja. Joder, es que le echaba mucho de menos.
-Ya, si eso ya lo sabía. Pero no has tenido tiempo para hablar ni para mandar un mensaje... Jajaja.
-Vale... Perdón.
-Estos días se me han hecho largos. He estado pensando mucho en el finde que pasamos juntos. También he estado viendo otra vez los vídeos que hicimos.
-Ah, ¿sí?
-Claro. Como para no con la noche que echamos... Bueno, y al día siguiente un poco también. Por cierto, ¿cómo tienes el culo?
-Bien. ¿Y de Sofía no te acuerdas?

Me dejó un poco parado con su salida, pues quizá fue más brusca de lo que esperaba por cómo estaba yendo la conversación.

-Eh... Claro. También.
-Pasasteis este finde pasado juntos, ¿no?
-Sí. Le llevé su regalo de cumpleaños y estuvimos cenando y tal.
-Ya. Algo me ha contado...
-¿Qué te pasa? ¿No estarás celosa?
-¿Yo? -preguntaba sorprendida- ¿Celosa de Sofía? ¿Por ti? Pero si tengo a Mario y nunca me he puesto celosa con él ni nada.
-Bueno, el problema de Sofía...
-Pero eso fue hace ya mucho.
-Ya.
-¿Por qué me preguntas si estoy celosa?
-Por el tomo con el que me estás hablando.
-No sé... Pero no estoy celosa.
-¿Entonces?
-Nada. El trabajo, que me tiene un poco quemada.
-Irene, no me jodas...
-Que no Javi, coño.
-¿Estás con Mario?
-Sí. Estamos tomándonos algo con unos amigos. Me he salido a la puerta para hablar contigo.
-Ah...
-¿Y tú? ¿Qué haces?
-Pues haciendo hora, que he quedado con alguien.
-¿Sí? -decía divertida.
-Sí. Con una chica. Trabaja en el estudio donde me he tatuado.
-¿Y está buena? -decía más animada.
-No está mal. No es mucho mi tipo, pero he tenido conversaciones con ella y tal...
-Ah... Jajajaja.
-Por lo visto le va la marcha, ¿sabes? Mira, en el estudio nos calentamos y me acabó haciendo una mamada.
-¿Allí?
-Sí. En el baño.
-Uff...
-Y esta noche vamos a follar bastante. Tengo muchas ganas. Nos hemos estado calentando estos días y hemos quedado esta noche para tomarnos algo y ya pues para follar también.
-¿Me pasas una foto para verla?
-Ahora te paso su ********* y le echas un ojo.
-Ya me has calentado, cabrón. Jajajaja. Ahora verás... Esta noche toca buena sesión con Mario, aunque llevamos así desde que ha vuelto.
-¿Sí? Me alegro.
-Claro. El fin de semana estuvimos en la cama todo el tiempo. Casi no salimos.
-Joder...
-Hasta hemos intentado... Lo que tú me hiciste que luego me levanté con molestia.
-¿Anal?
-Sí.
-¿Y qué tal?
-Uff... No termino de poder con él. Y me jode. Porque contigo lo disfruté mucho. Aunque me dolía. También quiero hacerlo con él de la misma manera.
-Es complicado. Él no puede ir metiéndola por donde quiera con eso.
-Ya... Pero bueno, no me rindo. Lo seguiremos intentando.
-Di que sí.
-A ver si vienes y nos tomamos algo.
-O también podéis venir vosotros, que estoy yendo yo todas las semanas, jajajaja.
-Pues sí. A ver si el finde que viene podemos ir.
-Me apetece follarte el culo otra vez -dije riéndome.
-Jajajaja. Yo también. Y hacer un trío contigo y Mario.
-Y otro con Sofía. Y los cuatro juntos, jajajaja.
-También, también -decía con un ligero tono de no estar muy convencida.
-Oye, entonces, lo de antes. ¿De verdad que no pasa nada?
-Que nooooo. No te preocupes.
-Vale. Bueno, te dejo, que le tengo que ir.
-Vale. Que lo pases muy bien.
-Y vosotros
-Gracias. Besitos.

Colgué y fui a dejar el móvil en la mesa, pero me acordé y le pasé el perfil de Eva en ********* para que la viera. Después sí que dejé el móvil ahí y me quedé pensativo por la conversación que acabábamos de tener. Ese tono con el que dijo lo que se había enterado de que había pasado el finde con Sofía y seguramente que habíamos follado no me hizo ninguna gracia. Pensé que estaba celosa de primeras, pero era verdad que ella no era así y que no tenía sentido que pensara eso.

Nunca había visto ningún indicio de algo como eso y no habían sido pocas las veces en las que habíamos estado todos juntos, aunque mucho por nuestro lado, con Irene más pendiente de nosotros con juegos que de Mario y de Sofía, quienes aprovechaban para follar bien entre ellos. Pero entonces, ¿por qué hablaba así? Algo pasaba y tenía que enterarme para evitar malos rollos entre amigos, por lo que ya hablaría con ella más detenidamente en persona si nos acabábamos viendo.

La notificación de un mensaje fue lo que me interrumpió. Se trataba de Irene, quien decía que le gustaba esa chica. Que si la veía muy guapa y que si tenía una figura sexy a pesar de su delgadez, pero que la veía muy atractiva. Miré la hora y ya eran casi las 11 de la noche, por lo que me fui de allí para ir a recoger a Eva.

Le pregunté por mensaje donde vivía y me mandó la ubicación. No quedaba muy lejos en coche, así que en nada me planté allí y la avisé. No pisé ese barrio en mi vida, pero sí que había oído hablar de él y la verdad es que no era de lo mejor. Por ahí solía rondar gente problemática y también sabía que se movía por ahí por comentarios de la gente. Me llegué a preocupar pensando por qué vivía allí, pero luego le preguntaría.

Desde luego la gente que había por la calle se quedó mirando mi coche y el aspecto del barrio en general no ayudaba a que me tranquilizara, con bastante suciedad por todos lados y con esas viviendas antiguas. Al fin la vi salir, llevándome una sorpresa por cómo iba. Llevaba un vestido negro bastante ajustado y demasiado corto quizá, sobre el que llevaba una chupa de cuero algo pequeña también, pero le iba como un guante al ser tan delgada.

La verdad es que me llamó mucho la atención que llevara eso de abrigo, pero era realmente bonita. Negra y reluciente con varias cremalleras plateadas. También pude ver cómo llevaba unas sandalias con plataforma y con tacón muy alto. Ya en el coche, me dio dos besos, llegándome su olor tan bueno. Estaba más maquillada de lo que solía, con una sombra de ojos negros y sus labios rojos y llevaba su peinado normal, con su melena alisada y echada a un lado, dejando el otro rapado al descubierto, aunque no lo llevaba rapado del todo, sino que tenía su pelo natural moreno corto como si fuera el peinado de un chico, pero si era verdad que notaba que lo llevaba más arreglado. Parecía que ella también se había esmerado. También me percaté de que llevaba unas largas y negras que no recordaba haberle visto, sobre todo al tatuar.
 
Capítulo 402

-Qué bien hueles -dijimos ambos a la vez.

Los dos nos echamos a reír y yo seguí:

-¿Y esas uñas?
-¿Te gustan?
-Sí. Son muy bonitas, pero no recuerdo haberlas visto antes.
-Qué detallista. Te fijas en todo.
-A ver, es que me has tatuado, ¿sabes? Me fijaba en el trabajo que hacías y en tus manos.
-Ah... Jajajaja. Pues son nuevas. Son de gel, me las he puesto para el finde. Porque hoy tengo cita contigo y mañana con mi chico, que vamos a aprovechar que su hermanito no viene aún y nos vamos a pegar un buen día.
-Ah, qué bien.
-Qué ganas tenía de que llegara esta noche... -decía entusiasmada y apretándome el muslo con su mano.
-Jajajaja. Yo también estaba así. Llevo todo el día de muy buen humor.
-Se te echa de menos un poco por el estudio.
-¿Sí?
-Claro. Si estabas allí todas las mañanas. Ahora se nos hace raro no verte por allí.
-Ya mismo iré a las revisiones para corregir algo si es necesario.
-Guay.
-Oye, ¿vives aquí? -dije quitando el freno de mano para salir de allí.
-Sí. Mi chico vive aquí desde siempre y bueno, pues como no tenemos mucho dinero, pues nos hemos quedado aquí.
-Y vivís con su hermano y con sus padres entiendo, ¿no?
-Mmm, no exactamente.
-¿Vivís solos con su hermano pequeño?
-Pues sí.
-Ah...
-Es que... Mira, sus padres...
-¿Están muertos? No me jodas...
-No, no. Por favor, no. Su padre está en la cárcel. Por tema de drogas. Posesión y tráfico. Ya has visto que el barrio...
-Ya, por eso preguntaba. Lo siento.
-No pasa nada. A ver, es una putada muy gorda, porque sus padres no son mala gente. Para nada. Si no se drogan, pero es que como no encontraban nada de trabajo al no tener estudios ni nada, pues se metieron ahí cuando el barrio empezó a transformarse en lo que es ahora.
-Joder...
-Y lo han metido en la cárcel. El problema fue que la madre de mi chico siguió con el tema, porque como requisaron una buena cantidad de material, tenía que saldar la deuda para poder pagar lo perdido. Y también la pillaron.
-Uff...
-Hemos tenido muy mala suerte. Pero bueno, ya no se debe nada y ya está -dijo con alivio.
-Bueno, al menos hay una noticia buena.
-Sí. Mi chico no quiere saber nada de ese mundo y trabaja de guarda jurado, por eso no está en casa esta noche.
-Ya veo. Y vosotros cuidáis del niño, ¿no?
-Sí. El pobre sabe lo que pasa, pero bueno. Estamos tranquilos, porque todo el tiempo nos dicen que están bien y todo el mundo sabe que son buena gente y por eso les metieron lo mínimo de condena.
-Am.
-Y bueno, a ver si pasan estos meses rápido y vuelven. Pero mi chico se enfadó mucho y les ha dejado claro que no quiere que esto vuelva a pasar, así que tendrán que buscar otro trabajo, porque aún son jóvenes.
-Entiendo.
-Tampoco estamos preocupados por ese tema. En el barrio nos conocemos todos y somos como una familia en realidad. Mi chico ha hablado con quién tiene que hablar explicando que se retiran del negocio por lo que ha pasado y les parece bien. Si es que la familia de mi chico es un trozo de pan. No buscan nada malo, solo han tenido mala suerte.
-Ya, ya. Si por cómo hablas de ellos es lo que parece.
-Y bueno, pues ahora parecemos nosotros una familia con el nene. Si lo vieras... Me quiere un montón. Es como si fuera mi hermanito también. Mi madre acojonada por decirle a dónde me venía a vivir, aunque yo ya llevaba viniendo mucho y cuando se lo dije y le comenté el buen trato que me daban se relajó un poco. Pero vamos, que casi me pega, jajaja.
-Las madres son así.
-Sí. Y estamos ahorrando para irnos a vivir en un futuro a otro sitio, pero también estamos esperando a que sus padres salgan y tal... Y mi chico no quiere dejar a su hermano solo. Está dejándose la piel para que en un futuro tenga algo y está concienciándolo para que estudie, no como sus padres y nosotros.
-Pues es muy admirable.
-Y cambiando de tema... ¿Te gustó mi coño?
-Jajajajajaja. Pues sí. Me hice una buena paja con esa foto.
-Mmm... -murmuraba mordiéndose el labio- Yo acabé muerta. Me hice otro dedo y acabé dormida del cansancio que tenía también.
-Huy... Espero que no te pase eso hoy... Jajajaja.
-No, no te preocupes. Entonces te gustó, ¿no?
-Sí, sí.
-¿Quieres tocármelo? No llevo bragas... -dijo con tono juguetón.

Giré mi cara para mirarla y me estaba mirando con una sonrisilla, aunque también tenía cara de vicio. Puse mi mano en su muslo y se lo acaricié, dándome cuenta de que tampoco llevaba medias, cosa que pasó desapercibida para mí, pensando que llevaba unas normales de las que son transparentes. Poco a poco subí y ella resopló un poco, pero paré antes de llegar al final. Le apreté un poco el muslo y ella puso su mano por encima de la mía.

Al final acabé subiendo para tocarle con mis dedos sus labios, los cuales sí que notaba carnosos como vi en la foto que me pasó la noche anterior. También noté su humedad y le toqué durante un par de segundos, lanzando ella un pequeño gemido y una risita. Tras acariciarla de esa manera tan íntima me llevé los dedos a la boca para chuparlos, saboreando de paso sus fluidos, cosa que me puso como una moto, porque me gustó. Ella reía de esa manera que mezclaba dulzura y pillería, animándose incluso a enseñarme el coño un poco al subir la falda de su vestido.

Con todo ese jueguecito de tocarla, saborearla y verle el coño, se me puso bastante dura, aprovechando ella para sobarme por encima del pantalón. Le tuve que pedir que parase, porque entonces me iba a costar salir del coche sin dar la nota por lo que se marcaba con esos pantalones. Así que me dejó tranquilo, pero hacía amagos y me ponía nervioso. Logré tranquilizarme de camino en esos 2 escasos minutos que faltaban para llevar a dónde quedamos en ir, donde me puse a pensar en cómo ahora entendía las palabras que me dijo mi tatuador.

Eva era una chica bastante buena y se merecía todo lo bueno. No tenía ni idea de por qué me dijo eso en su día, pero ahora entendía todo, sobre todo después de lo que me acababa de contar. Sentía una mezcla de pena y excitación, llegándome también a sentir mal por su chico pese a que me dijo que tenían una relación abierta en numerosas ocasiones, por lo que me acabé tranquilizando, aunque luego se lo preguntara alguna vez por la noche más tarde.

Salimos del coche habiendo aparcado a unos 20 metros del local y no llegué a dar el cante pese a ir con la polla morcillona aún, riéndose ella. Estaba muy risueña. Más que de costumbre, quizá chocando un poco con esa impresión que me dio al conocerla en el estudio la primera vez que la vi. Nada más entrar fuimos a la barra a pedirnos unas copas y quizá por todo lo que me había contado en el coche, o puede también que por lo contento que estaba, le dije que esa noche la invitaba yo.

Me dijo muchas veces que no hacía falta, pero me apetecía y yo tampoco tenía en mente beber mucho para estar a la altura, así que acabó aceptando mi invitación, aunque le pedí que no se viniera arriba. No por el dinero que me pudiera costar, sino porque no quería que se emborrachara para luego cuando fuéramos a mi casa.

La cosa fue muy bien y durante el rato que estuvimos bebiendo y bailando un poco tuvieron lugar miradas y algunos roces, con algún que otro tocamiento en el que nuestras manos de iban por lugares demasiado descarados. También nos sentamos un rato para beber de manera más tranquila mientras ella se interesaba por mí, preguntándome a qué me dedicaba, aficiones y con quién y por donde salía.

Aunque eso no quitaba que nos miráramos con ganas. Yo se lo notaba a ella y también se me debía notar a mí, porque me notaba con calor y mis miradas a sus piernas y a su cuerpo en general eran muy descaradas. Hasta trataba de mirar por dentro de su vestido, pero Eva estaba juguetona y cruzaba las piernas rápidamente para ocultarse. También hacía amagos como de abrirlas, pero solo estaba jugando y la sonrisa que tenía en su cara era otra prueba.

Pero tampoco nos duró mucho eso, pues después de otra copa y de estar bailando unos minutos, nos fuimos moviendo hasta un lugar más apartado y un poco más oscuro para comernos la boca con ansia. Y de ahí pasamos al baño, donde nos encerramos en uno, pero había gente, por lo que no quería hacerlo ahí. Quería que la primera vez que la follara fuera buena.

Ella tenía tantas ganas como yo, o puede que más, porque se restregaba contra mí al estar sentada sobre mí, estando yo sobre la taza del váter. Se encontraba con una pierna a cada lado y agarrándome la cara con fuerza para besarme. Yo ponía las manos en su culo y se lo apretaba y lo amasaba. Tenía un culo no muy grande, pero era respingón y atractivo, por lo que me gustaba agarrárselo así.

-Ponte un condón ya -me dijo al oído para evitar que nos oyeran desde fuera, aunque había ruido por la música.

Le negué con la cabeza y ella me interrogó con la mirada, poniendo cara de decepción.

-Te voy a hacer gritar como te folle ahora -dije acercándome ahora yo a su oído-. No me voy a controlar y tampoco quiero hacerlo aquí. Mejor en mi casa, más tranquilos.
-Javi, no me jodas. Tengo un calentón muy grande.

La miré durante unos segundos y sonriendo me acerqué de nuevo a su oído para decirle:

-Podemos hacer lo de la otra vez.

No me hizo falta decirle nada más para que se bajara de mí y se pusiera en cuclillas, viéndosele todo el coño, cosa que me encantó, porque pese a tener unos labios marcados, era bastante bonito. Me desabrochó el cinturón y el botón del pantalón con prisa y torpeza, seguramente por lo nerviosa que debía estar por el calentón. Luego me la sacó de los boxers y se la metió en la boca, empezando a mamar bastante rápido.

Lo hacía tan bien que en un par de minutos ya estaba descargando en su boca dando ligeras embestidas con mis caderas mientras agarraba su rosada melena para dirigir la mamada, aunque no hiciera falta. Ella tenía cara de placer al recibir mi corrida, pero no se estaba tocando ni nada. Esperó a que acabara y succionó bien para sacármelo todo, sacándosela una vez lo hizo y quedándose con sus ojos abiertos, fijos en los míos.

-Trágalo -le ordené.

Y ella en el acto lo hizo, relamiéndose para sonreír después. La agarré de la mano después de habérmela guardado y puesto bien la ropa para sentarla en mi regazo y besarla mientras le acariciaba los muslos, subiendo mi mano con intención de llegar a su entrepierna, pero ella me paró.

-No. Ya sabes cómo me pongo.
-No, no lo sé. Quiero comprobarlo.
-Ya te lo dije. Grito mucho.
-¿Sí?
-Ajá. De hecho, mañana seguramente esté ronca.
-Jajajaja.
-Oye, que estás muy guapo vestido así para salir, que no te he dicho nada.
-Lo mismo digo. Tú también estás tremenda.

Eva se rio y yo seguí:

-Menos mal que el pintalabios ese que te has puesto no se corre, porque entre los morreos que nos hemos dado y la mamada...
-Jajajaja. Pues sí, la verdad.
-Tengo ganas de hacerte de todo. ¿Nos vamos?
-Sí.

Nos pusimos bien la ropa y salimos del baño a la vez. Evidentemente, nos cayeron algunas miradas por parte de las chicas que había por ahí. No había que ser muy listo para saber lo que estaban pensando, pero me daba bastante igual. Pagué en la barra nuestras bebidas y nos fuimos rápidamente al coche. Fui previsor y solo tomé una copa no muy cargada al ser consciente de que tenía que coger el coche de vuelta, porque no parecía muy buena idea ir andando al ir Eva tan fresca con ese vestido tan corto además de ir sin ropa interior.

En el coche, nos comimos la boca durante unos minutos y arranqué para ir a casa. Por el camino, ella no paraba de manosearme, agarrándomela por encima de la ropa. Yo aprovechaba las paradas para agarrarla de uno de sus muslos y meterle mano un poco también.

Al llegar y aparcar nos pasó lo mismo que antes de salir. Nos comimos la boca con esos tocamientos de nuevo, aunque ahora hacíamos todo de manera más intensa. Me moría por metérsela, pero también me encantaba tocarla y besarla. Al final salimos corriendo del coche para ir a paso ligero a casa, tocándole yo el culo por el camino. Estaba tan nervioso que me costó abrir la puerta y todo.

Ella se reía, pero también estaba nerviosa y entró apartándome con fuerza una vez logré ganarle a la cerradura. Yo también entré y sin cerrar la puerta del todo saltó encima de mí para abrazarse a mi cuello con sus brazos y a mis caderas con sus piernas para comerme la boca como si fuera a morir si no lo hacía. Cerré la puerta, cayéndoseme las llaves al suelo y torpemente la llevé hasta el salón.

Nos chocamos varias veces, porque me comía la boca de una manera agarrándome la cara con tal fuerza que no podía ver nada. Aun así, identifiqué la gran mesa del salón y la senté sobre ella. Le quité su chupa y la tiré al sofá al igual que hice con su bolso, quitándome yo también mi abrigo. Ella mientras tanto se quitó el vestido, percatándome de que no llevaba tampoco sujetador. Iba desnuda por completo cubriéndose solo con ese pequeño y fino vestido.

Verla así, desnuda y tan excitada hizo que no pudiera más y la tumbara sobre la mesa para ponerme de rodillas y comerle el coño de manera brusca. Me encantó cómo sabía. Estaba delicioso y me entretuve unos breves minutos en succionar esos labios, lamiéndolos también y centrándome luego en su clítoris. La verdad es que sí era ruidosa, porque gemía con fuerza nada más empezar. Ni le metí un dedo, ni le di oportunidad a que me empujara la cabeza contra su entrepierna, porque necesitaba metérsela. Mientras se lo comía, saqué la cartera y cogí un condón que tenía ahí.

También me desabroché el cinturón y el pantalón para bajármelos hasta medio muslo, al igual que los boxers y ponérmelo. Me levanté y la puse boca abajo, quedando ella con su culo en pompa en el filo de la mesa y sus piernas colgando. Se la metí del tirón sin acariciarla ni nada, algo que siempre hacia y me encantaba en ese momento, pero no podía esperar más. Eva pegó un grito, que de no venir avisado de que ella era así, me hubiera asustado. Era una visión espectacular ver a esta chica desnuda sobre la mesa, tan delgada y blanquita, pero atractiva, con ese culo respingón y su coño tragando mi polla. Coño que, por cierto, no noté ni apretado ni holgado, siendo normalito, pero que, aun así, de sentía muy bien.

La agarré de las caderas y empecé a embestirla con fuerza, dando ella un grito muy alto con cada una. No tardó nada en correrse con ese ritmo con el que le estaba dando, pero yo tampoco tardé pese a haberme corrido hacía 20 minutos escasos y al estar haciéndolo con condón, que siempre resta sensaciones. Al hacerlo, se la clavé muy profundo, dando alguna fuerte embestida más de regalo que era acompañada con un chorro que llenaba el condón.

A Eva le temblaban mucho las piernas mientras seguía gimiendo bastante alto. Me salí de ella bastante extasiado y un poco mareado, sentándome en una silla que había cerca para recobrar el aliento. Ella estaba sobre la mesa, terminando de recuperarse mientras tenía alguna sacudida. Me encantó verla así desde donde estaba, con sus piernas colgando y esos tacones que no llegaban al suelo. Poco a poco se levantó y vino hacia mí.
 
Capítulo 403

-Joder... Qué pasada.
-Ya ves.
-¿No estás contento?
-Me he corrido muy rápido. Quería durar más.
-Joder, no pasa nada. Será que no tenemos noche...
-Ya, es verdad. Pero hemos perdido el juego que te dije.
-¿Qué juego?
-El de que iba a acabar todas las veces en tu boca para que te lo tragaras.
-Ah... Ya ves tú qué problema...

Eva se acercó más y me quitó el condón para verter su contenido sobre su boca, apretándolo con sus dedos como si fuera un flash para que no quedara nada dentro y se tragó todo después.

-Me vale -dije riéndome y encendiéndome de nuevo.

Ella se rio y dejó el condón sobre la mesa, viniendo de nuevo hacia mí para chupar mi polla y recoger así cualquier resto que pudiera haber quedado y sentarse luego en mi regazo, echando su cabeza sobre mi hombro. Nos dimos un beso, más largo esta vez, mientras le acariciaba el culo y ella mi pecho por encima de la camisa, aunque desabrochó uno de los botones para colarla dentro y tocar así la piel directamente.

Me estremecí por lo fría que la tenía, pero me acostumbré rápidamente. Estaba muy a gusto así, pero el problema fue que me empezó a besar el cuello y eso provocó que me estremeciera de nuevo, aunque de manera más intensa. Hasta se me pusieron los pezones duros. No quería eso. Era algo que me traía recuerdos que en realidad no me apetecía nada recordar, y menos en ese momento, por lo que moví mi cabeza y mi cuerpo de tal manera que busqué su boca para besarla. Ella recibió el gesto con una de sus típicas risas, poniéndose más cómoda al sentarse de manera más exagerada, quedando más sexy.

Yo aproveché para tocarla mejor al poner de nuevo mi mano sobre su culo y acariciárselo. Pero ella estaba juguetona y quería volver a mi cuello. Parecía haber interpretado mi gesto como un juego. Pero era un juego al que yo no quería jugar, por lo que le pedí que parara y que no me besara el cuello, diciéndole que lo tenía muy sensible. Se quedó un poco cortada por mi manera de pararla, pero salí del paso dándole conversación.

-Oye, y si gritas así cuando follas, ¿cómo hacéis para follar si tenéis al niño en casa?
-Jajajajaja. Pues... A ver, hay trucos. Por ejemplo, por la mañana, cuando lo lleva mi chico al cole, pues cuando vuelve aprovechamos y echamos un polvo.
-Am.
-También hay días que se queda a comer en el comedor escolar. También aprovechamos ahí.
-Jajajaja.
-Jaja. Y... Pues no sé... Alguna que otra vez le pido a mi madre que se quede un poco con él con la excusa de que tengo que ir a arreglar unos papeles y en realidad pues echamos uno rápido.
-Te las apañas bien.
-Sí, jeje. Lo peor son los findes. Como es muy pequeño aún, no sale para nada. Y se nos hace muy largo sin poder follar.
-Joder, ¿pero no te puedes controlar?
-Es muy difícil. Yo cuando follo estoy en otro mundo. Y me centro tanto en disfrutar que se me olvida todo.
-¿No habéis tenido nunca un calentón de noche con el niño durmiendo?
-Pfff... Montones de veces.
-¿Y no hacéis nada?
-Siempre le hago una mamada a mi novio en esas situaciones. Por lo menos que disfrute él.
-¿Y tú nada?
-Es que es muy difícil. Él me toca a veces cuando ve que ya no puedo más. Sabe cómo hacerlo para que no gima tanto. Y cuando ve que me voy a correr me besa para tapar los gemidos.
-Algo es algo.
-Algunas veces sí que hemos acabado follando.
-¿Sí?
-Sí. Nosotros dormimos en la habitación de sus padres ahora y el niño en la otra habitación, pero aun así se oye todo. Los tabiques son una mierda.
-¿Y qué hacéis?
-Mi novio me tapa la boca con fuerza. También hemos usado alguna mordaza.
-Jajajaja. Me lo imagino.
-A veces nos puede el calentón, pero siempre llevamos cuidado.
-Entiendo. Y lleváis bien lo de la relación abierta, ¿no?
-Sí. Tampoco es que estemos todos los días follando con gente diferente. A veces surge, como contigo. Y lo pasamos bien. Es más simple de lo que la gente cree.
-Ya, si yo lo entiendo, pero no sé si sería capaz de llevar una relación así.
-Mira, es muy difícil mantener la pasión inicial en una pareja. Conforme pasa el tiempo eso va desapareciendo. Pero eso no quita que yo no quiera hacerlo con mi novio. Él sabe lo que me encanta y yo sé lo que le encanta él. Y en la cama nos lo pasamos muy bien. Pero eso que se siente las primeras veces ya no está. Ese interés en descubrir a la otra persona, ver algo nuevo, nuevos gustos, simplemente esa diversión. Es algo que sabemos disfrutar. Él se folla a alguna de vez en cuando y yo me follo a alguien también de vez en cuando.
-¿Hacéis tríos?
-Claro. Y lo que surja. Como si se nos da una orgía. No somos nada celosos ninguno de los dos por suerte. Entonces, pues es muy fácil llevar una relación así de abierta.
-Ya veo.
-Y nos queremos mucho, ¿eh? Bueno... Es que nos morimos el uno por el otro. Pero sabemos disfrutar también.
-Tiene que ser lo mejor tener una relación así y esa mentalidad. En ambas personas, claro.
-Normalmente, nos acostamos con una o dos personas diferentes a nosotros al mes.
-¿Tu chico es bi?
-No, ¿por? ¿Te interesa?
-No. Es solo curiosidad.
-Algún trío con otro chico sí que hemos hecho. Pero cada uno de ellos por su lado. No interactuaban entre ellos.
-Ajá.
-Y somos muy limpios, ¿eh? Que a lo mejor te piensas que por comerla sin condón...
-No, no.
-Yo es que me gusta hacer eso al natural. Con el condón parece que estoy chupando in globo de esos de los payasos con los que se hacen figuras.
-Jajajajaja.
-Pero para follar siempre usamos condón. Los dos. Tanto él cuando queda con una chica, como yo cuando quedo con otro chico.
-Eso está muy bien.
-A ver... Yo cuando follo con otra chica, pues no. Hacemos la tijerilla y tal, pero ahí ya me dirás tú qué protección usamos...
-Jajajajaja. Eres muy graciosa.
-Jeje. ¿Y tú? ¿Cómo te apañas?
-Parecido. Con Raquel me pudo el subidón y no me lo puse. Además, que no teníamos ninguno de los dos. Con las demás sí. Bueno, mis dos mejores amigas... Con una, como toma pastillas, íbamos a saco, porque ella llevaba ya un par de semanas sin follar y tal. Y con la otra...
-¿Igual?
-También nos podía el calentón por momentos y me pidió que lo hiciéramos un poco sin condón. Casi me corro dentro de ella, pero no acabó pasando.
-Cuidaaaaaaado.
-Ya, ya. De aquí en adelante, voy a llevar dos o tres condones en la cartera por si acaso.
-Jajajajaja. Pues sí, mejor ir sobrado que quedarse corto.
-Y ahora vamos a mi habitación, que allí tengo más condones y vamos a usarlos.

Me puse de pie cogiéndola en brazos, riendo ella como venía haciendo toda la noche y casi desde que nos conocíamos prácticamente. Una vez llegamos la eché sobre la cama, con ella riendo de nuevo. Le quité sus zapatos y los dejé apartados en el suelo, empezando a desnudarme yo después. Eva me miraba de arriba a abajo mordiéndose el labio mientras permanecía tumbada boca arriba apoyada sobre sus codos.

-Ah, y otra cosa -dijo ya casi estaba yo desnudo del todo.
-Dime.
-Algo que no hacemos es repetir.
-¿Repetir?
-No repetimos con esa nueva persona con la que nos acostamos.
-Am. ¿Y eso?
-Es muy fácil -dijo sentándose y cruzando sus piernas-. Al no hacerlo más con esa persona evitamos que pueda surgir el más mínimo sentimiento.
-Para no cogerles cariño y lo que pueda surgir, ¿no?
-Exacto. Mi novio y yo tenemos muy claro lo que sentimos el uno por el otro, pero nada nos asegura que puedan surgir sentimientos por alguien más. Por eso hacemos lo posible para que no suceda, como hace una pareja normal y corriente vaya, pero en nuestro caso lo hacemos así también para no dar lugar a nada.
-Me parece lógico. Pero...
-¿Mmm?
-Tu compañero me comentó algo de lo habéis hecho alguna vez.
-Ah... Bueno, es normal porque con él paso mucho tiempo. Trabajamos juntos y entonces pues alguna vez hemos salido de fiesta, porque también tenemos muchos amigos en común.
-¿Y tu chico?
-Él no lo hace con nadie del trabajo. Básicamente porque al ser guarda jurado, está más solo que la una, el pobre... Jeje -reía con cierto tono triste.
-Ah, es verdad.
-Muchísimas veces he querido irme con él. Me da mucha pena que se quede tan solo durante toda la noche. Pero tengo que quedarme para cuidar al pequeño y no puede ser. Pero ya está.
-¿Él también tiene tatuajes? -dije para cambiar un poco de tema y animarla.
-Sí. Se los he hecho yo todos -dijo orgullosa.
-¿Y tiene muchos como tú?
-Sí. Nos gusta mucho. A mí me flipa que tengan tatuajes. Me pone perrísima. ¿Y a ti?
-No es algo que sea importante para mí, la verdad.
-Pues para mí sí. Y tú tienes, así que ven ya.

Fui hacia ella y me puse sobre su cuerpo para besarla con ganas, abrazándose ella a mí. Era curioso estar ambos desnudos, enrollándonos y follando y estar hablando de su novio como si tal cosa. Pero Eva era una chica que tenía las cosas muy claras. Era muy similar a Nela en ese aspecto. Y también a gente con la que ya me había topado en mi vida, como Irene y Mario sin ir más lejos, aunque ellos ya no estaban mucho en ese plan, pero sí que lo hicieron en su día y seguían compartiendo con amigos cercanos.

Era algo que me dejaba pensativo muchas veces por la envidia que me daba. Sonaba muy bien eso de tener a una pareja así de afianzada y poder divertirse sin malos rollos y de esa manera, pero no sabía del todo si eso era algo que yo pudiera llevar a cabo. Primero, porque cuando tuve pareja sentí cierto resquemor de últimas, además de los celos que sentí por su jefe. Aunque no me sentí mal cuando Mario la tocó. Y segundo, porque yo no buscaba ni quería ninguna pareja, así que tampoco lo iba a poder comprobar ahora.

La noche nos cundió bastante en la que estuvimos follando mucho. Las expectativas estaban altas, pero ella cumplió de manera sobrada. Era un volcán, aunque tampoco fueron los mejores polvos de mi vida. Sentía que siempre iba a estar lejos de las sensaciones y placer sentidos en otros momentos, aunque era algo que no me paraba a pensar en ese momento.

Luego, en momentos de soledad recordando esos polvos recientes con estas chicas reflexionaba, llegando a esa conclusión. Tampoco era algo que me atormentara. Era algo que tenía asumido y veía normal. No es lo mismo follar por follar que follar con sentimientos. De hecho, se me hacía como la noche y el día. Pero Eva se encargaba de aproximarse a esos niveles en lo que a placer se refiere. La verdad es que esta chica era una guarra, pero a buenas. No se cerraba a nada en el sexo, siendo ella también la que proponía cosas, ya fuera con gestos o miradas. No nos hacían falta las palabras.

Algo que me sorprendió fue que me pidió sexo anal. Pero no un sexo anal cualquiera. Se lo comí un poco, porque me gusta preparar el camino para ese momento, además de que tenía un culo bonito y eso es algo que siempre suma, pero ella me dijo que me dejara de tonterías y se la metiera rápido y fuerte. Le pregunté si estaba segura de lo que me estaba pidiendo y ella me dijo que sí, incluso metiéndome prisa para que lo hiciera cuanto antes. Eso sí, siempre con condón.

En todos los polvos que echamos, siempre me lo puse, ya fuera para follarla por delante o por detrás, aunque en todos los orgasmos que tuve, que fueron otros dos, acabé en su boca como le dije que haríamos en ese juego que empecé. Y ella lo recibía todo con gusto. En ese sexo anal, se la metí entera del tirón, notando que muy apretado no estaba. Se veía que tenía experiencia y que más de una vez se la habían follado por ahí por cómo no se quejó de nada en absoluto y por cómo gemía y disfrutaba así, llegando incluso a tener un orgasmo.

Algo que me pedía mucho también era que le tirara de los pezones con fuerza, cosa que hacía encantado por las tetas tan bonitas que tenía pese a ser algo pequeñas. La verdad es que era bastante insaciable esta chica y eso me encantaba. Necesitaba algo así para esa noche, porque llevaba un calentón importante encima desde que empezó la semana prácticamente. Follamos en todas las posturas que se nos ocurrieron y llegó un punto en el que estábamos tan sudados que su maquillaje se corrió por completo, manchando las sábanas también. Pero aun así no parábamos.

Nos dimos un buen festín y acabamos reventados ya pasadas las 4 de la mañana y eso que llegamos a las 12 a mi casa. No recuerdo cuántos orgasmos tuvo ella, pero diría que más que yo, que tuve 4 esa noche, ya con la última sin salirme nada de ahí prácticamente, pero las punzadas de placer eran increíbles. Ella se corría de una manera bastante agradable de ver, con esos temblores en sus piernas mientras ponía cara de placer, pero sin cerrar sus ojos, queriéndolo ver todo, incluido su cuerpo y como se tensaba. Me sentía agotado, pero ella fue la que me espabiló al decir:

-Uff... Ya es muy tarde. Me voy a casa.
-Em... Vale. Te llevo, ¿no?
-Sí, por favor. Pero antes voy al baño a lavarme un poco la cara para no ir así por la calle, jajajaja.
 
Capítulo 404

Se marchó y yo mientras me puse a recoger los condones y todo el estropicio que liamos, cambiando también las sábanas. Me puse una ropa más cómoda y ella regresó ya con su vestido y su chupa puesta, además de llevar también su bolso en la mano. Se puso los tacones que dejé en la habitación y nos fuimos hasta el coche para llevarla de vuelta a casa.

-Para ya por aquí, que como vean un coche que no conocen entrar a estas horas, lo mismo se ponen
un poco nerviosos, jajajaja.
-Vale, pues te dejo por aquí.
-Muchísimas gracias por todo -dijo dándome un abrazo.
-Esto es cosa de dos, ¿eh? -respondí riéndome.
-Jajajaja.
-Oye, ¿le vas a contar esto a tu novio?
-Sí. Con detalle, jajajaja.
-Flipo contigo... Jajaja.
-Me has dejado reventada. Has cumplido... Uy... Ya me lo noto en la voz.

Y eso era otra cosa. Eva gritaba follando como no recordaba haber visto a ninguna chica antes. Prácticamente era tocarle el coño y ponerse ya a gemir algo como cuando de folla con cualquier chica, pero es que cuando la follaba bien era otra cosa. Parecía un animal por momentos de los alaridos que pegaba. No había tenido problema con ningún vecino hasta el momento, pero me daba que pensar lo que había pasado esa noche. Desde luego, si nadie se me quedaba al día siguiente, no lo iban a hacer en la vida.

-Yo también tenía expectativas muy altas para esta noche -seguí-. Y las has cumplido.
-Soy una guarra, lo sé -decía riendo, aunque con cierto orgullo.
-Jajajajaja. Lo has dicho tú, ¿eh? Pero sí, ha estado muy bien.
-¿Lo has pasado mejor con Raquel o conmigo?
-A ver... Es que han sido polvos muy diferentes.
-Mmm... -decía pensativa.
-Creo que...
-Ya lo sé.
-Ah, ¿sí?
-Mira, te lo voy a decir. Conmigo te lo has pasado mejor. Mucho más, espero. Pero ella te pone bastante más que yo.
-Joder, has dado en el clavo.
-Jajajajaja -reía con ganas.
-Pero que tú también estás muy bien.
-Tranqui, jajaja. Si yo ya sé lo que hay. ¿No ves que a mí Raquel también me pone malísima?
-Estaría de puta madre montarse un trío con vosotras dos. Sería una locura, vaya...
-¿Te gustaría?
-Creo que no me han hecho una pregunta más obvia en mi vida.
-Jajajaja. Pues...
-Tú también tienes ganas, ¿no?
-Sí.
-Pero lo de no repetir...
-Sería por una buena causa. Además, tú me sirves de puente para follarme a Raquel. Es un mal menor.
-Conque mal menor, ¿eh? -dije riéndome.

Eva se partía de risa, pero no había ningún mal rollo. Ni mucho menos. Cogimos mucha confianza y nos vacilábamos todo el tiempo.

-Pfff... A ver...
-¿Qué piensas?
-Es que ahora que lo pienso, me molaría mucho hacerlo. Tiene que ser una pasada un trío con vosotros dos. Y sé que le molas.
-¿Sí?
-Pero si se ha acostado contigo, ceporro... Jajaja.
-Ya, pero yo qué sé. Puede ser por el momento.
-Hemos hablado muchas cosas y algún comentario ha hecho sobre ti. Está muy claro que le atraes.
-Ya, pero tiene novio.
-Eso es lo que me está resultando un estorbo. No sé... No me quiero meter en su relación y tal, pero...
-A mí me contó algo.
-¿Sí?
-Sí. Algo de que está segura de que su novio le ha puesto los cuernos y tal.
-Sí. Está claro que sí. Me ha contado que su chico es un poco suelto. Un pichabrava. Me enseñó una foto y es apañado. Es guapete y tiene buen cuerpo. Si alguna le ha ido detrás y él es débil en ese aspecto, ha caído seguro. Si Raquel lo dice con tanta seguridad, es que es cierto.
-Ya.
-Por eso no me importa tanto lo de proponerle esto del trío.
-Ah, que se lo quieres proponer...
-Sí. No. A ver... Jajajaja. Ahora tengo muchas ganas de hacerlo. Pero sé que ella me va a decir que no.
-Pero algo tienes en mente para convencerla, ¿no?
-Sí, jajajaja. Mira, yo le voy a contar la noche que hemos pasado hoy tú y yo. La semana que viene tenemos varias citas, porque se va hacer un tatuaje grande en la espalda y vamos a tener tiempo de hablar.
-Como le hables tanto como lo hiciste conmigo con tu tatuaje, no se va a entrar nunca -dije riéndome.
-Jajajajaja. Oye... -dijo dándome un manotazo- Es que tu tatuaje era a color y con más detalle. El suyo es grande y no es a color. Me lo puedo tomar con más calma.
-¿Y qué le vas a decir?
-Mira, me voy a contar cosas de esta noche. Y me callaré. Si veo que en la siguiente sesión me pregunta algún detalle más, es que está interesada. Ahí insinuaré algo. Le diré que tú y yo hemos hablado y que te arrepientes de no haber aprovechado mejor la situación y tal. Y te pondré por las nubes por el sexo, claro. Aunque lo que diré de ti es bastante merecido. No sé cuántas veces me he corrido esta noche... Jajajaja.
-Ya veo por dónde vas.
-Me lo va a decir ella expresamente. Me va a decir: "Eva, ¿cómo ves un trío entre nosotras dos y él?".
-Sí, venga...
-Jajajajaja. Pero eso será después de hablarlo. Ella me dirá que tiene novio y no sé qué. Yo le dejaré caer que aproveche esta vez y que se centre en su novio, pero es que es una experiencia que no se puede perder. Yo también le diré que tengo ganas con ella. Seguro que así se anima.
-Pero si no le van las tías, ¿no?
-Javi, comiéndonos la boca de la manera en la que lo hicimos, es porque sí, pero le da cosa. Le falta un empujoncito.
-Eres mala.
-No. Sabes que no. Pero el novio se lo merece por ponerle los cuernos.
-Ya, no eres mala, pero sí una viciosa.
-Y tú también. ¿O no estás deseando hacerlo?
-La verdad es que sí.
-Raquel me ha contado situaciones raras por parte de su novio.
-¿Sí?
-Sí. Por ejemplo. Una vez se fueron al campo con 3 chicas y 4 chicos. Pues se dio cuenta de que una de ellas le echaba miraditas a su chico. Y él pues le reía las gracias. Y en un momento dado, ya de noche, estaban en una casa rural, ya durmiendo y ella se despertó y él no estaba en la cama. Y tampoco en el baño, porque cada habitación tenía uno contiguo. Y al día siguiente notaba cosas. Miradas de otra manera y sonrisas de la chica apartando la mirada. Además de ver un condón en la habitación donde esta chica dormía con otra de las chicas cuando echó un ojo al día siguiente.
-Joder...
-No lo ha visto con sus ojos, pero sabe de sobra que cuernos tiene.
-Pues vaya tela...
-Pero se quieren mucho y todo eso. Pero vamos, que ya verás como no me cuesta mucho convencerla.
-Pues luego me dices.
-Me lo voy a tomar con calma, ¿vale?
-Sí. Lo que necesites, ya ves tú...
-Jajajajaja. ¿Estás cachondillo otra vez?
-A ver... Pero estoy reventado. Me has dejado seco.
-Mmm... Jajajaja. Bueno, me voy. Que a este paso llega antes a casa mi novio que yo.
-Vale. Nos vemos la semana que viene por el estudio.
-Lo mismo te encuentras también a Raquel, jajaja.
-Pues mira... -dije riéndome.

Nos dimos dos besos y se bajó del coche, despidiéndose con la mano, regresando yo a casa. Al llegar me di una ducha para poder descansar mejor, echando tanto las sábanas como la ropa que me había puesto a lavar. Al acostarme me quedé pensativo, y no fue en todo lo que hice con Eva empezando en la discoteca y acabando en mi casa, ni tampoco en esa última conversación que tuvimos en el coche antes de despedirnos con esa artimaña que se le ocurrió para poder llegar a hacer un trío con Raquel.

Fue algo de lo que hablamos que se me quedó en la mente y ahora me rondaba la cabeza, aquello de que ni ella ni su novio de acostaban repetidamente con otras personas que no fueran ellos. Yo no tenía ese problema al no tener pareja, pero sí que tenía en mente acostarme repetidamente con algunas chicas, con mis dos mejores amigas sin ir más lejos.

Me preocupaba que pudieran surgir sentimientos como me comentó Eva que podía pasar, pero también me apetecía mucho disfrutar de mi soltería y si a Irene y a Sofía no les parecía mal, pues mejor aún. Pero debía llevar cuidado con no dar pie a ese problema. No quería ni líos de ese tipo ni estropear la relación tan buena de amistad que tenía con ambas. Tampoco me pude parar mucho a pensar bien en eso, porque caí rendido debido al cansancio que tenía después de tanto traqueteo y de no dormir del todo bien aún.

Al día siguiente, ya sábado, me desperté cerca de las 11 por el timbre que no paraba de sonar. Había conseguido dormir 6 horas del tirón, pero ahora me habían interrumpido. ¿Quién podría estar llamando con tal insistencia a esas horas un sábado? Me levanté para ir a la puerta sin tener ni idea de quién podía ser, sorprendiéndome al abrir.

Se trataba de Sofía, quien lucía radiante con su sonrisa y pelo tan bonito, yendo bastante guapa, además.

-¡Hola! -dijo con energía.
-Buenos días -respondí adormilado.
-Oh... No me digas que te he despertado...
-Pues sí -dije frotándome los ojos-. Pero pasa, que hace frío.

Sofía pasó, cerrando la puerta y dándome un abrazo muy fuerte con varios besos en la mejilla. Olía estupendamente y venía bastante guapa, aunque ella siempre lo estaba. En este caso venía con un jersey gris, de cuello vuelto que no dejaba ver nada de su cuerpo, aunque marcaba sus curvas, especialmente las de sus pechos. También llevaba unos vaqueros muy ajustados que les dejaban los tobillos al aire, los cuales podían contener su culo por mucho que yo le preguntara cómo podía ser posible por lo ajustados que parecían, y finalmente llevaba unas deportivas blancas informales.

Además de eso, llevaba un largo abrigo negro que le llegaba hasta las rodillas. De cara iba muy guapa pese a tenerla despegada de cualquier maquille, pero es que no le hacía falta. Sofía era una chica con una belleza natural innata. Me percaté de que llevaba una mochila a la espalda, pero se fue hacia el salón antes de que pudiera preguntarle, pero la seguí para hacerlo una vez se sentó en el sofá.

-¿Y esa mochila?
-Pues que había pensado en venirme para pasar el finde contigo. No tenía nada que hacer y Mario e Irene se han ido otra vez, a ver a sus padres y van a estar fuera.
-Ah.
-No te pillo mal, ¿no?
-No. Tenía pensado ir a un sitio esta tarde, pero no pasa nada.
-Ah, pues vamos juntos si quieres.
-Es a una tienda a jugar, pero no creo que conozcas ese juego y es difícil para aprenderlo en un día.
-Ammm, pues hacemos una cosa, te acompaño y echo un ojo y si veo que no me entero, pues me voy a ver tiendas.
-Mmm, vale. De hecho, la tienda pilla cerca de la zona comercial.
-Perfecto entonces. Podemos tomar un café también antes o después.
-Vale. Y luego te saco a cenar por ahí, que el finde pasado no pudimos hacerlo, jaja.
-Jejejeje. Vale, perfecto. Aunque no estuvo mal, ¿no? -dijo con una sonrisilla.
-No, no. Jajajaja. No tengo queja de eso. Ni de la cena que preparaste, pero me apetece.
-Me parece estupendo, porque he traído ropa para ponerme guapa por si acaso.
-Tú siempre estás guapa.
-Anda, anda. Ve y sigue descansando.
-¿Cómo voy a ir a dormir ahora estando tú aquí? No voy a dejarte aquí sola, nena.
-Bueno, como quieras.
 
Capítulo 405

Fui a hacer la cama y menos mal que me dio por cambiar las sábanas la noche anterior, porque salir ahora desde mi habitación con las sábanas en la mano para ir a la cocina y meterlas en la lavadora sería muy cantoso, aunque en realidad no tenía que dar ninguna explicación. Después de hacerla, me cambié de ropa para estar más presentable, aunque igualmente cómodo y fui al baño para lavarme la cara un poco y demás. Luego regresé con ella y me senté en el sofá. Pese a haberme despertado y espabilado, seguía aún bastante somnoliento, por lo que se me cerraban los ojos estando el sofá una vez acabamos la charla para ponernos al día de nuestra semana.

Además, Sofía estaba muy cariñosa y se apegaba a mí, dándome su calor corporal, el cual me hacía estar más empanado. Me fui escurriendo hasta que me quedé tumbado y ella hizo lo mismo para quedar ambos así en el sofá. No pasó mucho hasta que me quedé dormido estando tan a gusto así tumbado, con ella dándome calor, por su olor y por sus muestras de cariño en forma de caricias por dentro de mi sudadera, o simplemente dibujando con su dedo sobre mi cara.

Me desperté a la media hora o así, abriendo mis ojos y encontrándomela a ella también durmiendo y abrazada a mí. La verdad es que era una situación muy agradable estar así con ella. Teníamos mucha confianza y ambos nos queríamos, por lo que no le importó encontrarla así. Pero ella también se despertó cuando notó un poco de movimiento por mi parte. Lejos de la reacción que quizá esperaba de ella apartándose por cómo estábamos de pegados, se acurrucó a mí, apretando su abrazo incluso mientras hincaba su cara en mi hombro para hacer un sonido muy mono y luego desperezarse.

-Qué a gusto... -decía metiendo su mano por debajo de mi sudadera para acariciar mi pecho.
-Nos hemos dormidos los dos. ¿Tienes frío? ¿Quieres que ponga la calefacción?
-No hace falta. Eres como una estufita. Me das un calorcito muy agradable.
-Tú también me lo das. Y hueles muy bien.
-¿Sí? -preguntó subiéndose encima de mí, poniendo su cara de lado sobre mi pecho.
-Sí, jaja. Mucho.
-Tú también hueles muy bien -dijo haciéndome cosquillas.

Me estremecía y revolvía por lo que me estaba haciendo, pues yo de siempre he tenido muchas cosquillas y no estaba seguro de si ella era algo que sabía o simplemente lo hizo por hacer, pero empezó a jugar conmigo hasta que ya no podía más y tuve que agarrarla de las muñecas para que me dejara.

-Para, joder... -decía todavía riéndome.
-Paro porque me tienes sujeta, que si no...
-Qué mala eres... Verás tú.
-Uy... ¿Me estás amenazando?
-Puede...
-Haz conmigo lo que quieras -dijo seria.
-Jajaja. Ya veremos.
-Va en serio.

La miré, viendo que lo decía en un tono serio, al igual que transmitía su cara de nuevo.

-¿Ya estás cachonda?
-Contigo es muy fácil.
-Anda ya...
-Que sí, coño. ¿Pero tú te has visto? Javi, tienes un polvazo que no veas.
-Jajajajaja. Mira quién fue a hablar.
-Pues eso, venga.
-No.
-¿Por qué?
-Porque me gusta jugar. Y te has portado mal.

A Sofía se le cambió la cara, pero no a mal. Puso una media sonrisa que intentaba reprimir, pero no podía. Sabía lo que significaban esas palabras y me miraba a los ojos con rapidez. Me despegué de ella, soltándola para ponerme de rodillas sobre el sofá, aunque viendo que no hacía ni decía nada, me preguntó:

-¿Cuándo?
-Mmm, no sé... Mañana.
-Javi, no me jodas.
-Esta noche.
-Pfff...
-Si te sigues quejando, te vas a casa el domingo con el calentón.
-No... -dijo cambiando su expresión como si tuviera miedo.
-Pues ya sabes. Esta noche ya veré qué hago contigo -dije levantándome.
-¿A dónde vas?
-A poner una lavadora.
-¿Te ayudo en algo?
-No hace falta. Quédate durmiendo, anda.
-Es que he salido muy temprano.
-¿Por qué?
-Porque estoy acostumbrada a madrugar, pero estaba así muy a gusto y me he quedado frita.
-Pues túmbate y relájate. Vengo en nada.

Dejé ahí a Sofía en el salón y fui a poner la lavadora con las sábanas, porque no me gustaba nada dejar nada ahí tanto tiempo. En lo que acababa de lavarse todo, regresé y le pregunté si tenía hambre, porque yo sí que tenía en realidad por no haber desayunado aún. Eran ya más de las 11 de la mañana y me dijo que algo, así que ella se apañó con una fruta, mientras que yo me hice unas tostadas. Comimos en la mesa grande del salón y luego me dijo de ayudar a recoger, pero para un plato que había, no necesitaba ayuda, así que le dije que se volviera a tumbar para descansar. Cuándo recogí lo del desayuno, tendí la lavadora rápidamente y volví con ella para ponernos como antes.

Evidentemente, Sofía se mostraba más cariñosa y cercana aún, empezando a acariciarme de nuevo el cuerpo, aunque ya estábamos mirando más la tele que otra cosa. Al parecer se le quitó el sueño. Y a mí también después de espabilarme para desayunar y para poner la lavadora. Hasta que no hizo fuerza para que nos tumbáramos los dos no paró. Yo me reía con tono de reprimenda, a lo que ella contestaba con risas dulces y apaciguadoras. Se acomodó poniéndose de lado y cogiendo mi brazo para que la abrazara desde atrás.

De nuevo me encontraba en una postura demasiado cercana quizá para dos amigos, pero a esas alturas tampoco me sorprendía. Sofía seguía caliente y me empujaba con el culo para hacer presión sobre mi polla, que con tanto roce ya estaba morcillona. Como ella veía que yo no hacía nada, seguía con ello, incluso haciéndolo de manera más exagerada, restregándose bastante más y haciendo más fuerza. Hasta cogió una de mis manos para que la metiera por debajo de su jersey, llevándola hacía uno de sus pechos.

-¿Y esto? -le pregunté al encontrarlo desnudo y recordar que vi las marcas de su sujetador cuando vino.
-Me he quitado el sujetador para estar más cómoda, jiji.
-Joder... Qué tetas...
-Haz lo que quieras con ellas. Y conmigo.

Sofía siguió moviéndose como empezó a hacer minutos antes mientras yo le apretaba una de sus tetas y jugaba con su pezón. Ella murmuraba mezclando gemidos y resoplidos, sacándome la mano durante unos segundos para llevársela a la boca y chupar mis dedos como si de una polla se trataran. Pero rápidamente la volvió a llevar donde estaba para que jugara con su pezón, encargándome yo de seguir acariciándolo, tocándolo y pellizcándolo.

-Joder, Javi... Qué perra me tienes...
-¿Sí?
-Mucho. Y tú también lo estás. La tienes durísima.
-¿Cómo no la voy a tener así contigo haciendo todo esto?
-Anda, fóllame.
-No.
-¡Jo! -dijo con tono de quejido.
-Ya te he dicho que hasta esta noche, no.
-¿Por qué? -preguntaba suplicante.
-Porque lo digo yo y punto.
-No me puedes dejar así... Estoy deseando que...
-Pues te vas a tener que aguantar.
-¿No quieres follarme?
-Claro que quiero. Pero ya está decidido.

Sofía reaccionaba como si le estuviera diciendo que no me la iba a follar más y eso que tendría lugar en unas horas. Parecía una niña pequeña a la que no le daban lo que quería. En ese momento pensé que si en el futuro tendría hijos, iban a hacer lo que quisieran conmigo, porque me daba bastante cosa ver así a Sofía y me decidí a hacer algo para que tampoco estuviera así. Le di la vuelta para que me mirara y la empecé a besar.

Eso pareció tranquilizarla bastante, aunque no paraba de manosearme el paquete por encima del pantalón que llevaba, pero yo le apartaba la mano todo el tiempo. Medio ofuscada por no dejarla hacer lo que quisiera, me se abrazó con fuerza, pasando a besarme con más intensidad. Me devoraba la cara mientras me tenía bien pegado a ella, acariciándome la espalda con sus manos y subiendo una de sus piernas para abrazar las mías.

De nuevo, la agarré para ponerla boca arriba y ponerme yo sobre ella. Sofía respiraba de manera muy acelerada, con unos ojos brillantes, empezando a suspirar también. Yo me lo estaba pasando de bien al verla sufrir de esa manera que quería estirar el momento lo máximo posible, aunque tampoco tenía en mente follar. No se la quería meter, porque pensaba darle a mi cuerpo un poco de tregua. Aunque solo fueran unas horas hasta la noche. No quería quemar ese momento con ella con un polvo rápido en el sofá.

Tenía en mente ir creando el ambiente durante todo el día para que una vez estuviéramos en el momento, Sofía me lo diera todo como esperaba que hiciera el fin de semana pasado en su casa y no pudo ser así por haberse quedado dormida. Sofía me miraba con cara de que hiciera algo, casi rogándomelo por los ojos que estaba poniendo, pero quería hacer bien las cosas y no quería que pensara que haciendo eso me iba a tener donde quería.

No, porque así demostraba que podía ser muy manipulable y no pensaba dejarles el control a ellas, así evitaba situaciones y cosas que pudieran surgir lejos de mi alcance. Pensaba que si llevaba yo siempre las riendas de estas relaciones, ninguna de ellas se vendría arriba y buscaría nada más, justo como me pasó con Cintia. Me dejé convencer para que hiciera lo que ella quería para luego quedarse con las ganas.

-¿Quieres que te folle? -le preguntaba para picarla.
-Sí, por Dios. Métemela y reviéntame.
-¿Para qué? ¿Para que te quedes dormida como en tu casa?
-No... -decía bajito.
-Me jodió mucho que te quedaras dormida. Así que tu castigo es este.
-Pero...
-Shhh. No te he dado permiso para hablar. Bien -seguí al ver que guardaba silencio-. Debería dejarte sin sexo hasta la semana que viene, pero ya que has venido, me parece feo no hacer nada contigo. Además, estás buenísima y lo quiero hacer.
-Mmm... -dijo en forma de gemido.
-Pero hasta la noche nada. Aun así, como me has calentado, algo voy a hacer.

Sofía levantó un dedo como pidiéndome permiso para hablar. Tras hacerle un gesto con la cara para que lo hiciera, me dijo:

-Te he preparado alguna sorpresa para compensarte.
-Ah, ¿te has dado cuenta?
-Mmm, a lo mejor.
-Vale, pues no me las digas. Mejor esta noche.

Sofía asintió y la volví a besar, subiéndole el jersey hasta la barbilla, aunque ella se lo quitó cuando pasé a comerle las tetas. Me entretuve un rato y ella gemía y me acariciaba la cabeza, pero seguí bajando, besando su torso y luego sus caderas. Le desabroché el pantalón para bajárselo un poco, viendo que llevaba unas braguitas muy bonitas de color blanco con algún encaje, aunque no tenían nada transparente.

La sorpresa me la llevé al bajárselas también, mirándola a los ojos sorprendido, recibiéndome ella con una sonrisa preciosa. Al bajarle la ropa interior me encontré un triangulito de pelo sobre su pubis, el cual no era de tamaño como el que se dejaba Irene y su pelo era bastante más corto, pero igualmente me encantó. Noté como se me subieron los colores y ella empezó a reír bajito.

-Es que... -me dijo esperando a que le diera luz verde para que siguiera hablando.
-¿Qué pasa?
-Como sé que te gusta tanto... Pues me lo he dejado.
-¿Esta es una de las sorpresas?
-Sí, jijiji. De largo está así porque es lo que le ha dado tiempo a crecer. Aunque tampoco creo que me lo deje más largo, porque lo tengo muy rizado y no queda bonito como el de Irene. Además, a mí me sale de manera algo irregular y no me lo puedo dejar como ella de grande. ¿Cómo lo ves tú? ¿Te gusta? ¿Te parece bien lo que te he dicho? -preguntaba colorada y con vergüenza en su rostro.
-Me encanta. Está precioso.
-Ahhhhh... -dijo con satisfacción, casi con alivio.
-Lo tienes muy bonito así -dije acariciándole el vello de su pubis.
 
Capítulo 406

Sofía se estremecía mientras yo me deleitaba con aquello. Bien jugado, pero no iba a ceder en mi decisión. Aunque me costó bastante, eso sí. La veía más preciosa de lo que ya era y me lancé a comerle el coño. Ella se retorcía estando boca arriba en el sofá, agarrándose a lo que pillaba con sus manos y haciendo mucha fuerza. Entendió bien el juego, porque no decía nada y eso que a veces parecía que se iba a arrancar a hacerlo, pero no lo acababa haciendo. También me acariciaba la cabeza como con miedo y la verdad es que eso me ponía bastante. Ese punto de sumisión que tenía me resultaba muy excitante y hacía que se lo comiera con más ganas aún.

Yo por mi parte, estaba boca abajo, con las piernas sobresaliendo por el brazo del sofá, aunque el torso lo tenía sobre él. Y eso me venía bien para mover mis caderas para hacer presión contra el cojín del sofá para darme algo de placer. Tenía una erección muy considerable, la cual hasta me dolía por momentos y tenía que acomodarme mejor, o directamente hacerlo con la mano para colocarla bien.

Pero no quería follarla. Estaba encabezonado en que se iba a hacer como ya había previsto. Ya tendríamos tiempo de divertirnos de noche. Con mi lengua recogía sus fluidos para saborearlos y la verdad es que me encantaban. Estaba absorto con lo nuevo que había preparado y no dejaba de mirarlo mientras movía mi lengua para acariciar con ella sus labios y su clítoris. También miraba su cara, la cual era indescriptible. Apretaba los ojos con fuerza por momentos y se mordía el labio.

Durante ese cunnilingus, también aproveché para jugar con sus tetas, amasándolas y apretando con fuerza a veces. También jugaba con sus pezones, pasándolos entre mis dedos y pellizcándolos con fuerza y tirando de ellos. Sofía se deshacía con mis estímulos, pero también quería jugar con ella y siempre que estaba cerca del orgasmo paraba en seco, con ella resoplando como resultado.

Así estuve durante unos 10 minutos hasta que no pude controlarla más y se me corrió en la boca. Lo hacía dando pequeñas embestidas al alzar sus caderas, aunque yo apretaba con mi cara para bajarle el cuerpo y mantenerlo en el sofá. Puso sus piernas muy tensas y noté como le temblaban, además del resto del cuerpo, pero en sus piernas era más visible y notable.

Aguantó la respiración hasta que liberó un gran gemido por el placer que estaba teniendo para luego respirar con mucha ansia. Apoyé mi cara en uno de sus muslos, relamiéndome sus fluidos y luego dándole algún beso y mordisco en él, esperando a que se recuperara. Y al hacerlo, más o menos rápido, me miró con la intención de decirme algo, pero me volví a lanzar a su coño para lamerlo de nuevo.

Sofía dio un gritito y pegó un respingo, pero seguía con el juego de guardar silencio. Estaba muy cachondo y quería hacerle vibrar de nuevo, por lo que empecé a comérselo otra vez como había hecho pocos minutos antes. Pero ahora ella estaba más sensible y parecía que no iba a durar más que antes. También es verdad que en esta ocasión le metía los dedos, empezando por uno, pero metiendo rápidamente otro al ver lo empapada que estaba y la facilidad con la que entraba.

Con la otra mano también me dedicaba a jugar de nuevo con uno de sus pechos, centrándome más en el pezón de últimas. Y en menos de 5 minutos se estaba corriendo de nuevo arqueando su espalda y apretándome la cabeza con sus muslos, gritando bastante alto mi nombre. Las sacudidas que daba su cuerpo me ponían muy malo, por lo que seguí intentando alargar su orgasmo y lo conseguí, pero a medias.

Sofía se retorcía como si le estuviera dando calambre y cada vez gritaba de manera más aguda, empezando a tirarme del pelo para apartarme de ella, algo que consiguió tras unos segundos en los que yo seguía con más intensidad. Me aparté de ella, con la boca chorreando, aunque ella no hacía squirt, sino que era por la segregación excesiva de fluidos. Me quedé mirándola mientras me relamía y me agarraba la polla por encima de pantalón, observando como ella se ponía de lado agarrándose el coño y cómo su cuerpo se movía entre fuertes sacudidas.

Estaba preciosa con sus tetas dejadas caer por la gravedad y con su ropa a medio muslo, sacando su culo desnudo el cual me invitaba a jugar con él e incluso follármelo, pero de un fuerte azote, el cual le hizo sobresaltarse, no pasé. Me fui al baño y me lavé la cara con agua fría, ayudando a que se me bajara la erección. Cuando me calmé del todo regresé con ella, quien estaba de la misma manera, aunque se había dormido.

Le subí las braguitas e intenté hacer lo mismo con sus vaqueros, pero no había manera de encerrar su culo en esa tela. También le bajé el jersey para taparle las tetas. Y como lo la quería despertar, le eché una manta por encima y hasta puse la calefacción para tener la casa caldeada, porque a mí me dio un poco de frío. Me senté en el otro extremo del sofá para no molestarla mientras miraba el móvil viendo con detalle lo que había programado para esa tarde en la tienda, porque me avisaron de que algo había el día anterior por la tarde y les dije que me apuntaba, porque me apetecía jugar.

Me sentía un poco mal en cierto modo, porque Sofía había ido a pasar el fin de semana conmigo y me iba a ausentar durante gran parte de la tarde sin poder estar pendiente de ella, aunque salió de ella eso de que no le importaba y que se iría a mirar tiendas, disculpándose de paso y entendiéndolo por haberse presentado con ese plan sin avisar. Estaba encantado con su presencia y me gustó mucho el detalle que tuvo de contentarme dejándose así su pubis.

Estaba increíblemente atractiva así para mí. No veía la hora en la que me la pudiera follar y disfrutar bien de aquello. Y eso que me dijo que había alguna sorpresa más. Me moría por saberlo, pero también jugaba conmigo mismo para que luego en el momento, todo fuera mejor y poder así disfrutarlo más.

Al rato se despertó, desperezándose y levantando su cabeza para buscarme. Me sonrió al hacerlo, devolviéndole yo la sonrisa. Rápidamente se puso a reír, destapándose para encontrar su culo fuera de su pantalón. Me miró con una expresión bonita y le expliqué que me resultó imposible guardárselo por lo ajustados que eran esos vaqueros y por la postura que tenía, porque no la quería despertar. De nuevo, Sofía se rio y se incorporó, sentó en el sofá. Se volvió a estirar y se levantó para ponerse bien los vaqueros dando saltitos para que le entraran.

Yo miraba fascinado cómo intentaba tal hazaña, aunque en lo que más me fijaba era en como botaban sus tetas, aún sin sujetador, por los saltos que estaba dando. Incluso se le marcaban los pezones y me empecé a poner cachondo de nuevo, sobándome por encima, pero aparté mi mano rápidamente para evitar llegar a más o que ella me viera. Rápidamente se vino a mi lado para tumbarse, cogiendo la manta para taparnos. Lo hizo de cara a mí, arrimándose bastante.

-Sofía, no vamos a hacer nada más hasta la noche. No lo intentes.
-No, si es que tengo frío. Y así acurrucadita estoy muy a gusto.
-Bueno... Pero no empieces a tocar, que te conozco, jajaja.
-Jajajaja. Vale. Oye, ¿cómo lo haces?
-¿El qué?
-Controlarte de esa manera sin querer llegar a nada más.
-Ah... Pues me cuesta, ¿eh? No te vayas a pensar.
-Ya. Por eso te lo pregunto. Yo no podría.
-Es que soy muy cabezón. Y me gusta mucho jugar. Si te hubiera follado, el juego hubiera sido una mierda entonces.
-Tú lo que quieres es tenerme todo el día caliente, ¿no?
-Sí. Eso es, jajajaja.
-Pues la verdad es que lo estás consiguiendo. Aunque has hecho que me corra ya dos veces.
-Y las que te queden hoy...
-Uff... Qué ganas. Este segundo orgasmo me ha dejado...
-Muerta. Si ya he visto cómo te has quedado dormida. ¿Te sueles quedar dormida follando?
-No. Después de hacerlo durante un buen rato sí, pero no es muy normal.
-Será que te aburro entonces -le dije de broma.
-Noooooo -dijo dándome un manotazo en la cara-. Eso es mentira. Si me duermo contigo es porque me dejas reventada. Contigo tengo orgasmos muy fuertes. Sabes dónde tocar, cómo comerlo y cómo follar. A mí por lo menos.
-¿Sí? Jajaja.
-Sí. Pero si esta noche me quedo dormida, me despiertas.
-No. No creo que haga eso. Si te duermes es porque no puedes más.
-Sí quiero, pero mi cuerpo me pide un tiempo muerto. Despiértame, por favor.
-No.
-Pero...
-Si quieres seguir -dije interrumpiéndola-, te aguantas y no te duermes.
-Pues esta tarde me tomaré un par de cafés, porque esta noche quiero que me revientes. Porque va a ser así, ¿no?
-Ya veremos.
-Javi, no me jodas -dijo seria incorporándose.
-Que sí, Sofía.
-Dímelo -dijo ordenándome.

Me incorporé y la agarré del cuello con fuerza, haciéndose ella pequeñita.

-¿Me vas a mandar tú a mí? Te reventaré si yo quiero. ¿Vale?

Sofía asintió y yo seguí:

-Aquí el que manda soy yo. Y si no te gusta, ya sabes dónde está la puerta.

La respiración de Sofía se aceleró y la notaba temblar un poco, estando también con sus ojos vibrantes. Me lo estaba pasando genial con ese juego, que por supuesto, no iba en serio aquello de que se fuera y tal. Simplemente era parte del rol que llevábamos teniendo desde antes de que la empezara a estimular. Sofía era una buena sumisa, pero también tenía su punto mandón y, si bien es verdad que eso me encantaba y me parecía algo interesante, también es verdad que intentaba seguir con ese juego, corrigiendo su comportamiento con esa "amenaza".

También tenía curiosidad por ver cómo reaccionaba a mis palabras y al ponerme así de serio. Y era delicioso ver cómo su rostro y manera de ser cambiaban tan radicalmente. Pasaba de ser una mujer seria a una niña obediente. En ese momento, al verla así, con sus cejas caídas, se me pasó por la cabeza llevar el juego a un paso más por la noche. Me producía mucha curiosidad ver hasta dónde era capaz de llegar con esa sumisión, aunque tampoco es que estuviera pensando ninguna locura.

Pero sí llevarlo más allá de lo que había hecho con Irene, por ejemplo. Y para ello, decidí empezar en ese mismo momento, calentándola todo lo que pudiera durante toda la tarde y mandándole algún recado mientras yo estuviera jugando en la tienda con los amigos. En mi cabeza la cosa y la noche prometía, por lo que se me escapó una sonrisa.

Ella al verme, también sonrió un poco, pero se le quitó de la boca cuando le apreté un poco el cuello con la mano. Sofía volvía a respirar entrecortadamente, temblando también un poco. Le acerqué a ella y le lamí los labios de manera suave, para luego besarla lentamente. Mi amiga exhalaba mucho aire por la nariz, pasando yo a restar fuerza a mi agarre.

-¿Vas a ser una buena chica? -le pregunté serio, aunque con un tono algo meloso.
-Sí -me dijo con dulzura.
-¿Vas a hacer todo lo que te diga sin rechistar?
-Sí -respondió segura en el acto.
-No espero menos de ti. Sé lo que te gusta que jueguen así contigo. Una vez lo comentaste.
-Ajammm... -decía muy bajito.
-Quítate los pantalones.

Sofía me miró con los ojos muy abiertos, pero en un abrir y cerrar de ojos, sus pantalones volaron a la otra parte del sofá. Me tumbé de nuevo, haciendo que ella también se pusiera de la misma manera. Ya estando ambos tumbados, le empecé a acariciar los muslos con suavidad, estando de nuevo ambos bien tapados con la manta. Sofía permanecía en silencio, callada, justo como yo quería. Cogí su mano y la puse sobre mi costado, moviéndola para que me acariciara, cosa que hizo ella por su cuenta, percatándose de qué era lo que quería.

También me puse a acariciarle el culo y ella de nuevo estaba nerviosa, respirando aceleradamente. Aún a esas alturas, me resultaba bastante increíble que una chica como ella de atractiva estuviera así conmigo. No me terminaba de creer la posición en la que estaba. Quizá era por estar acostumbrado a verla solo desde el prisma de la amistad, pero ahora nuestra relación de amigos llegaba un paso más allá. Al igual que pasó con Irene un par de semanas atrás. Seguí dándole algún que otro beso breve, sin lengua ni nada. Ella esperaba pacientemente a que se los diera. Se la veía con muchas ganas de que no parara de hacerlo.

Levanté un poco mi cabeza para besarle el cuello, dándome ella pequeños besos por el pecho mientras su mano se colaba dentro de mi sudadera para acariciar mi espalda, cosa que me encantó y que no corregí pese a que tomara ella la iniciativa. También jugaba con su oreja y de vez en cuando mi mano subía hasta sus pechos para amasarlos, o al menos el que no estaba aplastado contra mi cuerpo, pellizcándole el pezón por encima de la camiseta. Sofía suspiraba de vez en cuando, hasta que le dije que me mirara.

-¿Te gusta? -seguí.
-Me encanta.
-¿Estás mojadita?

Sofía asintió, mirándome con esa expresión tan tierna de sumisa que tenía.

-A ver... -dije bajando mi mano hasta su entrepierna.

Efectivamente, Sofía tenía sus braguitas húmedas por la parte que tocaba su raja, dando ella un respingo al notar el contacto de mis dedos.

-Sí. Estás lista para ser follada. Pero no. Ahora no toca eso.
-Vale... -decía con un hilo de voz.
-Quiero que me digas lo que te gustaría que te hiciera esta noche.
-Uff... Muchas cosas...
-Empieza.
-Es que... No sé... Quiero que hagas lo que quieras conmigo. Tú mandas, ¿no? Pues con eso estoy más que contenta.
-Que me digas te dicho -dije tirando con fuerza de su pezón.

Sofía pegó un grito y luego me miró a los ojos nerviosa y acelerada. Tragó saliva y siguió:

-Quiero que me folles muy duro. Que me tires del pelo, que me agarres del cuello, que me tires de los pezones...
-Así, muy bien. ¿Algo más?
-Mmm, no se me ocurre nada ahora mismo. ¿En qué piensas tú?
-Pienso en tu culo.
-¡Ah! Sí, sí. Que todavía no... Y me encanta.
-Eso espero, porque te voy a dar muy duro. Sé lo que has hecho con Mario y si él te ha follado fuerte, yo también podré hacerlo.
-Síiiiii -decía casi con tono de gemido.
-Te encanta que te lo follen, ¿eh?
-Sí. Casi todos los chicos con los que he estado en la cama me lo han follado. Me da mucho placer.
-No tienes ningún problema entonces, ¿no?
-¿Cuál iba a tener?
-No sé. A muchas les da asco.
-Eso lo tengo muy superado desde hace mucho tiempo, jeje.
-¿Te gustaría que te lo follara? -le pregunté metiendo mi mano por dentro de sus braguitas y acariciárselo con mis dedos.

Sofía pegó un respingo, pero se relajó al segundo, pasando a darme pequeños besos muy dulces en los labios, aunque sin lengua. Poco a poco le empecé a estimular su ojete, gimiendo ella despacio y bajito, aunque sí que resoplaba mucho.

-Javi... Me pones a mil.
-Tú también me pones así a mí. ¿No notas mi erección?
-Desde hace un buen rato. No sabes cómo deseo comértela y que me la metas por todos lados...
-Me parece perfecto. Así esta noche nos divertimos más.
 
Capítulo 407

Sofía hincó su cabeza contra mi pecho mientras yo seguía acariciándole el ano, aunque pasé a meterle un dedo rápidamente. La verdad es que me impresionó lo fácil que entró. Y fue algo que me dejó pensativo. No recordaba haberme encontrado uno tan abierto por así decirlo. Es que precisamente la noche anterior había disfrutado de sexo anal con Eva y ella tenía un culo bastante bueno para eso, pero es que el de Sofía parecía más preparado aún.

Y, además, era mucho más bonito. Redondo, grande y carnoso. Recordaba haberle visto el ojete en alguna ocasión en nuestros juegos entre amigos, pero tampoco parecía ser de los que ya estaban más que abiertos. Más bien se me hacía normal. Pensar todo eso y notar como mi dedo entraba en ella con tal facilidad, no hizo más que aumentar mi excitación, costándome bastante controlarme.

Tan abierto estaba que la estuve masturbando durante unos minutos con dos dedos, como solía hacer al estimular un coño, pero esta vez lo hacía con su culo. Y sin lubricar ni nada. Ni siquiera con saliva. Estaba bastante impresionado. Sofía alternaba movimientos entre abrazarse, hundir su cabeza contra mi cuello y levantar su cabeza para seguir con esos pequeños besos que me daba con sus labios húmedos. Diría que ella estaba muy a gusto, pero es que yo también lo estaba.

Calentito, con mi amiga al lado con su olor tan agradable y con ese juego que ponía la cosa muy interesante. De vez en cuando, su cuerpo daba alguna sacudida. Incluso se movía para acelerar la penetración de mis dedos, pero yo se los metía profundamente para pararla. Así se calmaba y me dejaba hacer. No quería que se corriera, así que se los saqué, agarrando ella mi mano para llevarse los dedos a la boca y chuparlos mientras me miraba a los ojos con mucha intensidad.

-Qué guarra eres... -le dije excitado.
-Mucho. Soy tu guarra.
-Muy bien. Así me gusta.

Sofía se me abrazó con fuerza para quedar así unos pocos minutos, restregándose por momentos contra mi erección que no bajaba. Pero cuando le dije que parara, lo hizo, porque veía que cada vez me costaba más controlarme. Ella paró y me dijo que se iba a por otra manzana, que le había entrado hambre con esos orgasmos tan intensos que le provoqué antes de que se quedara dormida. Pero antes se puso sus pantalones y fue al baño, llevándose su móvil, el cual había sonado antes con alertas de mensajes. Después fue a la cocina mientras yo ya me relajé y me quedé tumbado mirando el móvil.

Tardaba en volver y no sabía qué hacía, por lo que le pregunté desde allí. Ella me dijo que no pasaba nada y al poco regresó. Pero venía con un gesto totalmente diferente al que tenía durante toda la mañana. Tenía la cara hasta un poco sulfurada. Se la veía enfadada. Vino callada, con su manzana pelada y troceada en un plato. Se sentó en la parte del sofá donde se había quedado dormida, dejando el plato con aire sobre la mesa, haciendo bastante ruido. Yo miraba como se sentaba con sus piernas cruzadas y empezaba a comer, estando muy seria.

-¿Qué te pasa?
-Nada -dijo de manera seca.
-Uh... Estás muy cabreada. ¿Qué es?
-Ya te he dicho que no es nada.
-Vale. Como quieras. Pero si quieres hablarlo, aquí estoy.

Pasaron unos minutos en los que Sofía se comió su manzana en silencio, teniendo gestos de enfado aún. No quise ser pesado, pero era evidente que algo le pasaba. Me preguntaba qué podía ser. Seguro que tenía que ver con esos mensajes que había recibido poco antes de que se levantara. Con lo bien que estaba yendo todo con ese juego y ahora de repente se había cortado. Esperaba que no afectara a lo que tenía pensado por la noche, porque tenía muchas ganas y ella también en realidad, pero ahora después de esto no sabía que podría pasar.

Cuándo acabó de comer apartó el plato y puso los brazos sobre la mesa, hundiendo su cabeza entre ellos para tapársela. Fue un gesto que me recordó precisamente a uno de los míos, porque no eran pocas las veces que yo había hecho eso cuando le encontraba mal anímicamente o cuando tenía algún problema. Aun así, aguanté sin decir nada y vi cómo se echó en el sofá, tumbándose de lado, pero dando la espalda al exterior. Tras unos segundos apreciando sus curvas y cómo la ropa que llevaba puesta las realzaba, me levanté, cogiendo la manta y tumbándome a su lado para abrazarla, tapándonos también.

-Va, ¿qué te pasa?
-Ya te he dicho que nada.
-Una mierda no te pasa nada. Hay que ser idiota para no darse cuenta de que algo hay. Con lo bien que lo estábamos pasando y sales así de la cocina.
-No quiero hablar.
-Joder... Espero que esto no afecte al día tan bueno que estábamos pasando. Aunque parece que sí. Estaba siendo muy divertido y sería una pena que no siguiera así. Sobre todo, para la noche.
-¿Solo te importa eso? -dijo de manera seca dejándome algo cortado.
-Te he preguntado qué te pasaba y te he dicho que me tienes aquí para hablar, ¿no? Si lo hago es porque me importas y porque te considero alguien muy importante. No sé a qué viene ese comentario.

Sofía guardaba silencio. Parecía no querer hablarlo. Algo duro debía ser para haberse puesto así de la nada con lo bien que estaba yendo el día.

-¿Es por los mensajes que te han llegado antes? -dije al poco- ¿Es por el trabajo?
-Sí -dijo tras unos segundos.
-¿Qué pasa?
-Pues que me han dicho que la semana que viene tengo que ir a dos reuniones presenciales. Y cada una está en una punta, así que me va a tocar muchas horas de coche. Y estoy un poco cansada.
-Pues coge un avión.
-No me gusta volar. Me da miedo.
-¿Y el tren?
-Soy muy torpe con esas cosas. Por eso voy en coche a todos lados.
-Cuando nos conocimos en Alemania, ¿también fuiste en coche?
-No hombre... ¿Cómo voy a hacer más de 2000 kilómetros en coche? Ahí sí que cogí un avión.
-¿Y cómo fue?
-Pues... -dijo dándose la vuelta- Estaba muerta de miedo. Tenía un problema, porque el viaje tampoco era muy largo como para tomar pastillas para dormirme.
-Ya.
-Y pues me tuve que meter unos calmantes. Iba volando, pero de verdad.
-Jajajaja.
-Qué vergüenza cuando llegué. Parecía que iba drogadísima. Cogí un taxi y no me paraba de hablar y yo intentando ocultar cómo estaba. Tan ida estaba que en cuanto llegué me eché a la cama para intentar dormir y que se me fuera. Pero estuve todo el día un poco para allá. Si hasta pedí la comida en el hotel para no salir.
-Joder, ¿Y para la vuelta?
-Pues igual. Lo bueno ya fue que me recogió mi madre. Se partía de risa por cómo iba. Pero ya me cuidó ella y tal.
-Cuidando a su hija de 30 años...
-Oye... Que fue ella. A veces me trata como si fuera pequeña todavía. Pero en el hotel me cuidé yo solita.
-Jajajaja, estoy de broma. Entonces, ¿es eso lo que te pasa?
-Sí... -dijo desganada.
-¿Y por qué tienes que hacer muchas horas en coche estás así?
-No. También es que me siento sola tanto tiempo sin nadie a mi lado.
-Yo te acompañaría, pero también tengo que trabajar. Además, nos pueden ver juntos y no creo que les haga mucha gracia verme contigo. Bastante te he jodido ya.
-Eso me da igual. Aunque estaría bien que te vinieras. Así tendría diversión por la noche, jeje.
-No estaría mal, la verdad. Pero podemos hablar todo lo que quieras. Mira, por la mañana yo suelo estar en el gimnasio. Me llamas y hablamos sin problema.
-Vale, me lo apunto.
-Irene también tiene las mañanas libres. Podemos hablar los tres.
-Estoy un poco enfadada con ella.
-¿Y eso? -le pregunté sorprendido.
-Porque al haber llegado Mario, ha pasado un poco de mí. Están todo el día de un sitio para otro y luego follando. Que me alegro muchísimo por ellos y entiendo que han estado separados unas semanas, pero joder... Tampoco es para eso.
-Ya.
-No le digas nada de esto.
-¿Por?
-Porque no. Ya hemos hablado y tal. Luego nos juntamos.
-¿Por eso has venido hoy a mi casa?
-También quería estar contigo.
-Pues vaya...
-¿Qué pasa?
-Pues que... La verdad es que como ya estamos todos en este plan de folleteo y tal... Pues había pensado juntarnos y eso. No sé, quizá algún trío, o los cuatro directamente.
-Que tampoco es para eso, ¿eh? No nos hemos peleado ni nada. Pero estoy molesta.
-Menos mal... -dije abrazándola- Dime que no te gustaría hacer un trío con Mario y conmigo... ¿Te imaginas? Uno por un lado y el otro por otro. Una doble penetración. ¿Lo has hecho alguna vez?
-No -dijo de nuevo excitada.
-Tiene que ser una locura, ¿eh?
-¿Pero a ti te gustaría?
-¿Un trío? Claro.
-¿Pero con otro chico?
-El único trío que he hecho en mi vida ha sido con otro chico. Y no me importó. Cada uno íbamos por nuestro lado. Mientras todos lo pasemos bien, yo contento.
-Ah...
-¿Te gustaría entonces?
-Si no tienes ningún problema, sí.
-Tiene que ser genial verte así. Con dos chicos follándome a la vez.
-Mmm... -gemía pegándose más a mí- ¿Y te gustaría hacer uno con Irene y conmigo? -dijo bajito.
-Pues claro. De hecho, estoy deseando que ocurra. Porque mi primer trío con dos chicas quiero que sea con vosotras dos.
-¿Y eso?
-Porque sois las dos chicas más importantes de mi vida. ¿Con quién mejor para hacerlo que vosotras?
-Claro, es lógico.
-Os quiero un montón a las dos. Seguro que iría muy bien.
-Imagino.
-Por cierto...
-Dime.
-En 3 semanas es el cumpleaños de Irene. Me gustaría que fuera ahí cuando nos juntáramos todos para follar. Quiero que ella sea la protagonista y que se lo pase muy bien.
-Ah... ¿Ese va a ser tu regalo?
-Nooooo, jajajaja. Le haré otro regalo, pero me gustaría que pasara eso. Sin que se lo espere.
-Ya veo.
-¿Qué te parece a ti?
-Bien.
-¿Te gustaría?
-Claro. Si ya hemos follado muchas veces ella y yo. Y también lo he hecho con Mario. Seguro que lo pasamos bien.
-Con lo insaciable y guarra que es Irene, vamos a estar toda la noche de fiesta.
-No sé si podré aguantar... Jejeje.
-Seguro que sí. Que también te daremos lo tuyo a ti. Estoy deseando ver cómo follais las dos haciendo la tijera mientras os toco y me la coméis.

Sofía hundió su cabeza en mi pecho lanzando un gemido también. De nuevo se la veía encendida. Y yo también lo estaba, así que bajé mi mano por su torso para desabrochar sus vaqueros y colar mi mano por dentro de su ropa para acariciar su pubis. No pasaba de ahí, pero estuve haciéndolo durante un rato y me estaba poniendo malo. Además, le decía guarradas, empezando por describirle escenarios en los que estábamos los cuatro follando, pasando a estar solos los dos, para que fuera abriendo boca para luego la noche.

Cuando le pedí que mirara hacia arriba me la encontré sofocada, con unas chapetas muy bonitas pese a que su piel no dejaba verlas con toda la claridad que podría hacerlo, pero se le notaba. También respiraba de manera algo acelerada. Pasé a besarla, como ella hacía antes conmigo. Y otra vez nos estábamos calentando los dos de por más, pero era mi idea para ese día. Estar continuamente calentándola para que por la noche estallara de verdad y no me dejara como el fin de semana pasado en su casa en el que me hubiera gustado seguir.
 
Capítulo 408

Paré un poco de calentarla, porque yo también lo estaba bastante y pensaba que al final iba a caer, por lo que le dije que se pusiera boca abajo y le subí el jersey para dejar su espalda desnuda. Me dediqué durante un buen rato a hacerle cosquillas por la zona con el roce de mis dedos para rascarle cuando se estremecía bastante. Sofía reía y murmuraba indicando que le gustaba mucho lo que le estaba haciendo.

Después le hice un poco de cosquillas como venganza por habérmelas hecho ella a mí hacía ya un rato. Se revolvía tanto que me eché sobre ella para aprisionar su cuerpo contra el mío y así inmovilizarla. Ella reía dulcemente y hacía fuerza para apretar su culo contra mi polla, empezando a estimularme, pero yo hacía más presión para que no se moviera, consiguiéndolo. A pesar de que seguía riendo, le pregunté:

-¿Te hago daño?
-Qué va.
-Es que tengo mi peso dejado caer sobre el tuyo. Y encima estoy haciendo fuerza...
-No me molesta. Te lo prometo.
-Vale.
-De hecho, estoy muy a gusto.
-Jajajajaja.
-Me gusta mucho la mezcla entre lo serio que te pones y lo cariñoso que eres.
-Es solo un juego.
-Pero me gusta igual. Estar así contigo es una montaña rusa.
-¿Pero buena o mala? Jajajaja.
-Buena, tonto... Jajajaja.
-¿Cómo que tonto? -dijo apretando más aún su cuerpo.
-Ay... -decía de broma- ¿Ves? Es esto. Me gusta mucho. Me lo paso muy bien contigo.
-Jajajaja.
-También te digo, me tienes perrísima. No paro de notar tu polla todo el rato.
-Es la idea. Quiero tenerte caliente todo el día para luego por la noche.
-Jajajajajaja. Qué malo...
-Uh... No lo sabes tú bien...
-Me encanta.
-¿Estás mojadita?
-Uff... Cómo me tengas así todo el día, creo que voy a calar hasta los vaqueros.
-Jajajajaja -reí con ganas-. Qué exagerada...
-Bueno, un poco tal vez. Pero sí. Las tengo húmedas.
-A ver... -dije metiendo mi mano por sus pantalones.
-Jijiji...
-Joder, qué ajustados son. ¿Cómo puedes estar cómoda con esto?
-No es para tanto...

Hice fuerza hasta que conseguí colar mi mano, poniéndola sobre la tela de sus braguitas. Efectivamente estaba húmeda y era algo que me gustaba notar. Además del calor que emanaba su sexo.

-Pues sí. Estás mojadita. Y calentita.
-Uff... Saca la mano, que va a ser peor -decía riendo.

Saqué la mano y me la llevé a la cara para olerla. Me encantaba cómo olía su coño. De hecho, se lo llegué a decir y ella rio, aunque también indicó con un sonido que le gustó que se lo dijera. Al rato me bajé de ella y me senté bien en el sofá, aunque ella se echaba sobre mí y alguna caricia caía sobre ella, pero ya era más por sus muslos que por otras partes más erógenas. Y así se nos pasó toda la mañana hasta que llegó la hora de comer, en la que quedamos en pedir algo para hacerlo allí tranquilamente.

Aun así, yo no paraba de calentar la cosa al hacer el tonto con la comida, hacerle alguna caricia o algún comentario subido de tono. Después de comer nos echamos para reposar la comida mientras veíamos la tele, con ella sobre mí pecho. De nuevo, le acariciaba los muslos y ella a mí el pecho. Casi que la tenía morcillona durante todo el tiempo por las ganas que tenía yo también.

Ella tampoco se quedaba atrás, porque ponía la mano con la que me acariciaba el pecho en el filo de mi pantalón, metiendo los dedos como aquellas veces en las que dormía conmigo y me acariciaba el pubis, aunque ella decía que era inconscientemente. En este caso no era así, porque estaba despierta. Y también se encargó de acariciarme de esa manera, aunque no tan descarado. Había aprendido mucho del juego que tuvimos anteriormente por la mañana y no llegaba ni a la base de mi polla, pero sí que me acariciaba bastante mi vello púbico.

Me fui al baño para cortar aquello, porque cada vez iba a peor la cosa. Así que me eché agua en la cara y cerca estuve de hacerme una paja para rebajar el calentón, pero no lo acabé haciendo. Seguro que, si aguantaba, luego iba a descargar más y quería ver cómo manejaba ella aquello. Lo bueno al volver fue que la cosa se calmó un poco también por su parte, preguntándome por la batería, porque le daba curiosidad y quería verme tocarla. Así que nos fuimos a la habitación en la que la tenía y toqué un poco para que lo viera. Ella miraba con una sonrisa, diciéndome que le gustaba mucho como lo hacía y que le parecía muy guay.

Yo, ya recuperado del calentón al haber pasado varios minutos, le pregunté si quería que le enseñara pese a no tener mucha idea tampoco. Ella afirmó y le di la mano para que se sentara sobre mi regazo, dándole las baquetas, aunque agarrándola de las muñecas para controlarla. Ella reía y empecé a tocar un poco, aunque me movía para restregarme. Decía que le gustaba cómo funcionaba y tal, aunque el tema de los pedales no mucho, porque decía que le costaba mantener el ritmo con las manos y los pies a la vez, cosa en la que llevaba razón, porque eso era algo de lo que más me costaba a mí. Pero pronto se le fue de la cabeza eso cuando le besé por el cuello, dejándose ella llevar al echar la cabeza hacia atrás para dejarme más espacio y poder así maniobrar mejor. Pero de nuevo, paré para que no pasara nada más de la cuenta.

Volvimos al salón para sentarnos un rato y luego me cambié de ropa para irme a la tienda. Al decirle que ya me iba me dijo que le explicara a qué jugaba, porque nunca había oído hablar de ese juego y le despertó curiosidad. Le expliqué lo más básico y cómo funcionaba el juego y entendía prácticamente todo, pero cuando le dije que no solo se jugaban con lo que yo tenía, sino que eso era una pequeñísima parte, se quedó un poco descolocada.

No entendía cómo podía hacer para almacenar en mi cabeza tantas cartas, nombres, habilidades, estrategias, planes de juego, cualquier mínima posibilidad en cada partida teniendo que recurrir a la estadística... Se agobió un poco, pero me dijo que le parecía impresionante, aunque tampoco le llamó tanto la atención como para que me dijera que le enseñara a jugar. Aun así, ella me acompañó, yendo ambos caminando y bastante abrigados, aunque antes paramos en una cafetería a tomar un café.

-¿Qué vas a hacer entonces ahora tú?
-Pues no sé... Voy a echar un ojo a dónde vas a ir por si veo algo que me interese y luego me voy a ir de tiendas. A ver qué veo.
-Mmm... -dije pensativo.
-¿Qué pasa?
-Estaba pensando que... Estaría bien comprar algo para esta noche, ¿no?
-¿Algo de qué?
-¿Tú qué crees? -dije haciéndole un gesto de obviedad.
-Ah... Jajajaja. Uff... Pues no estaría mal.
-Mira -dije después de sonreírle-, ahora te voy a dar dinero y quiero que compres cosas para esta noche.
-¿Qué cosas?
-Sorpréndeme.
-Vale -dijo empezando a poner cara de vicio-, aunque no hace falta que me des dinero.
-Mira, ni para ti ni para mí. Vamos a medias.
-Vale.
-Y también quiero que te compres un conjunto de ropa interior muy sexy.
-Vale -decía entusiasmada.
-Jajaja.
-Qué morbo todo esto...
-Qué bien lo vamos a pasar -dije acariciándole un muslo.

Sofía se puso un poco recta, empezando a ponerse también nerviosa. Estábamos en un punto en el que cualquier mínimo roce o gesto hacía que se desatara el juego. Tampoco fui muy malo y pagué los cafés para marcharnos de allí. Al llegar a la tienda, ella entró conmigo y saludé a unos cuantos que conocía, aunque solo había uno del grupo del que yo ahora formaba parte. Después vería que los demás estaban en la zona de juego. Pagué la inscripción de la competición que íbamos a jugar mientras Sofía miraba todo lo que había por la tienda, aunque cuando se acercó a la zona de juego, tan solo se asomó, porque según me dijo antes de irse, se agobió un poco al ver a tanta gente y al ver tan solo dos chicas, las de mi grupo.

Se ve que le intimidó ver a tanto chico por allí y prefirió apartarse para mirar un poco más por la tienda, aunque no tardaría mucho en irse, acompañándola yo a la puerta y diciéndome que se daría una buena vuelta por toda la ciudad y que compraría con detenimiento y pensando bien lo que le encargué. Todo esto me lo decía sonriéndome y echándome alguna mirada a los labios. Aproveché un momento en el que no había mucha gente cerca y le di un pico para despedirme de ella, cosa que le gustó.

No sé por qué me aseguré de que no nos veía mucha gente, si no debía explicaciones a nadie, pero lo acabé haciendo. Por suerte, una vez en el asunto, no tuve que aguantar los chascarrillos de nadie al llevar a Sofía por allí, ya que las chicas en ese ambiente era algo que escaseaba bastante, pero sí que me llevé uno de uno de los chicos de mi grupo. Pero tan solo me dijo que tenía mucha suerte y que era muy guapa. Le agradecí el comentario y ya nos pusimos a jugar.

Era algo no tan importante, un pequeño torneo semanal de cuatro rondas. Así que a las 10 de la noche como muy tarde debería haber acabado y eso que empezamos a las 5 de la tarde, pero es que estas cosas son así. Este juego no se conoce por ser algo rápido precisamente, aunque también depende de las estrategias que se jueguen, pero al haber de todo, lo normal es que se gaste todo el tiempo. Me sentía un poco mal por dejar tanto tiempo sola a Sofía, pero también era verdad que me apetecía muchísimo jugar y pasar un rato con esos colegas, además de que se presentó sin avisar y era algo que ya tenía programado.

El torneo lo recuerdo como uno de los más estresantes al que había ido en mi vida, y no era porque hubiera mal ambiente ni porque la gente fuera tan competitiva que causara malos rollos, no. El problema era que el metajuego había cambiado tanto desde la última vez que jugué que me sentía muy fuera de lugar. También tenía que ver la salida de una nueva expansión que puso las cosas patas arriba y que puso en el mapa una baraja bastante explosiva y opresora.

No me pillaba de nuevas tampoco, pues me había visto varios vídeos y sabía perfectamente cómo funcionaba y, de hecho, era una absurdez lo adelantada que era respecto a las demás. Pero una cosa es ver todo eso en videos y otra muy diferente es sufrirlo en primera persona. Tenían lugar partidas muy ridículas en las que no se podía hacer nada y era muy frustrante, pero aun así logré hacer un papel más o menos decente para lo que había, quedando cuarto de las 30 personas que acudirían a jugar más o menos.

Fueron cuatro rondas en las que en tres de ellas me enfrenté a tres de esos mazos punteros y que sufría horrores para poder ganar o hacer algo decente siquiera, pero aun así me las ingenié para ganar a dos de esas tres personas que llevaban ese esperpento. La otra ronda, la primera, me tocó contra otra baraja igualmente agresiva, pero que ya conocía bastante bien, porque, de hecho, la tuve en mis manos durante un tiempo. Con esa sí que no tenía mucho problema, porque a mi baraja se le daba muy bien, como corroboré al ganarle con suma facilidad.

Mis colegas del grupillo al que pertenecía me dijeron de salir a cenar para celebrarlo, pero me excusé dejándolo para otra ocasión, porque no me parecía bien dejar a Sofía sola más tiempo. Así que lo dejé para otro día, con la promesa de ir más a jugar y celebrarlo bien. El chico que me vio con mi amiga comentó algo de que lo iba a celebrar bien, sonriéndome. Yo le sonreí de vuelta y una de las chicas arqueó una ceja, echándome yo a reír. Me fui despidiéndome de ellos y llamé a Sofía para ver dónde estaba, porque no me había escrito ni nada.

Me comentó que estaba dando una vuelta y que ya había acabado de mirar tiendas y comprar, así que fui en busca de ella, porque eran más de las 9 de la noche. Nos acabamos encontrado rápidamente y me dio un abrazo. En seguida me disculpé con ella por hacer tardado tanto, pero ella le restó importancia diciéndome que no pasaba nada y que entendía que tuviera planes. También me dijo que no le importó, porque no se aburrió. Se entretuvo bastante mirando cosas por todas partes y conociendo más la ciudad de paso. Se alegraba mucho de haber elegido calzado cómodo para el momento, pues se pegó una caminata importante.

Ambos teníamos hambre. Sobre todo, ella, quien había quemado mucha energía durante toda la tarde, por lo que acabamos cenando en una hamburguesería que teníamos cerca. Durante la cena me preguntó cómo me había ido y le dije que, de aquella manera, explicándole con detalle todo y la posición en la que acabé. Ella se alegró mucho, sobre todo cuando le dije que había ganado premios y todo. Me dijo que era todo un campeón, aunque hizo hincapié en que tenía que seguir siéndolo más adelante. Al oír esas palabras, se me fue ese embobamiento que se me había ido poniendo durante toda la tarde al estar más concentrado en jugar que en otra cosa. Diría que hasta se me tuvo que cambiar el gesto, porque le salté así:

-No soy yo quien se queda dormido, ¿eh? -dije con tono de burla.
-No seas malo... -me respondió mirándome- Por favor -acabó de decir dulcemente y poniéndome ojitos.
-Yo voy a estar a la altura. Pero, ¿y tú?
-Te prometo que sí -dijo acariciándome una pierna con uno de sus pies.
-No espero menos. Como no cumplas...
-¿Qué va a pasar? -me preguntó con curiosidad y algo de miedo.
-Pues que voy a estar sin... Que te vas a quedar a pan y agua conmigo -dije al ver que había gente alrededor.

Sofía bajó la mirada, pero rápidamente levantó su cara para decirme:

-Pero eso no va a pasar. Porque tengo unas ganas...
-¿Has comprado muchas cosas?
-Alguna que otra. Solo te diré que hay juguetitos, que la ropa interior te va a encantar y que me he comprado un vestido muy sugerente y bonito.
-Vale. Ahora vamos a casa y nos preparamos para salir.
-¿Y si nos quedamos en casa y...?
-Me apetece salir. Quiero que me zorrees como hiciste aquella vez. Quiero que todos vean el pedazo de chica que me acompaña.

Sofía puso una sonrisa socarrona, mordiéndose el labio, aunque me dijo bajito:

-Pero es que con ese vestido...
-Ah... Haberlo pensado bien antes de comprarlo.
-Vale, vale. Haré todo lo que me digas. Te encanta tenerme así.
-Sí. La verdad es que sí. Y a ti también te encanta que te tenga así.
-Sí -dijo de manera tímida.
-¿Ya se te ha pasado el enfado que has agarrado esta mañana? -le pregunté para cambiar de tema.
-Ah... Sí -dijo con seriedad.
-Es evidente que no -dije contrariado.
-Es que... Da igual. Vamos a olvidarnos de eso y vamos a centrarnos en esta noche.
-¿Pero para tanto es?
-No. Lo que pasa es que soy tonta y me como mucho la cabeza. Tengo que dejar de hacerlo.
-No tenía que haber sacado el tema, soy imbécil.
-Da igual. Pero mejor lo dejamos, ¿vale?
 
Capítulo 409

Acabamos hablando de otras cosas para dejar aquello. No fue muy buena idea tirar por ese tema para desviar la excitación que ambos empezábamos a tener, pero tampoco hubo mucho más problema. Cuándo acabamos de cenar, nos fuimos hasta mi casa andando, llevando yo las bolsas de todo lo que compró, porque ya tenía ella bastante al haberlas cargado durante toda la tarde, además de que le eché el brazo por encima, porque hacía frío. Ya en casa, dejamos lo que compró en mi habitación y cada uno nos fuimos a un baño para ducharnos y arreglarnos para salir luego a tomarnos algo.

Para ello, le dejé el cuarto de baño más grande para que estuviera a sus anchas, ya que veía venir que iba a tardar más, como efectivamente acabó pasando. Como tardaba tanto, me peiné bien la barba para dejarla como a mí más me gustaba, poniéndome también unos vaqueros, una camisa, un jersey para el frío y unos zapatos. Nada especial para la ocasión, aunque también era verdad que en esas últimas semanas me había arreglado más casi que en toda mi vida.

Me fui al salón para esperarla y por fin apareció. Me dejó muy impactado verla con ese vestido negro tan apretado, corto y sugerente que llevaba. Era palabra de honor, con un escote impresionante y el cual dejaba ver el color de su sujetador. Sofía no podía llevarlo sin esa prenda, porque seguro que se le hubieran salido las tetas. El vestido era tan corto que casi se le veían las nalgas, aunque se las apañaba para que no se les acabara viendo, sobre todo al sentarse y cruzar las piernas.

Nunca he entendido cómo lo hacen para que no se les vea absolutamente nada cuando hacen eso. También llevaba unos tacones negros que acompañaban al color del vestido, y eran altos de verdad, incluso con plataforma. Sofía era una chica alta, pero con eso quedaba cerca de mi altura. Era impresionante. También iba maquillada, pero no tan cargada como la había visto en otras ocasiones. Sin embargo, estaba guapísima.

-Joder... Se me están quitado las ganas de salir... -dije al verla bien.
-Jajajajaja. ¿Te gusta?
-Estás impresionante. Todo el mundo te va a mirar. Voy a dar mucha envidia.
-Mejor. Quiero que me veas así para luego cogerme con ganas cuando volvamos.
-Te voy a reventar.
-Jajajaja. Tú también estás muy guapo. Me gusta mucho cuando vistes así -dijo acariciándome un brazo.

Al tenerla tan cerca le di un beso suave en los labios, aunque poco a poco se lo di con más intensidad, entrelazando nuestras lenguas. Ella me apartó riendo y diciendo de irnos ya, que al final no íbamos a salir y ya se había hecho a la idea. Nos pusimos un abrigo cada uno y nos fuimos. No teníamos muy claro a dónde ir y pensando que esa noche no quería beber nada para disfrutar bien de todo aquello, acabamos cogiendo el coche para dar una vuelta y decidirlo de camino. Al final acabamos en un local bastante retirado, el cual se encontraba a las afueras y que empezaba a ser conocido.

Una vez lo vi, entendí por qué estaba siendo tan sonado. El local estaba decorado de manera extravagante con motivos renacentistas. Sofía parecía muy impresionada, preguntadme si todo eso era de verdad, pero yo le dije que seguro que se trataba de escayola y todo estaba hueco. Por dentro era un local normal y corriente, con sus sofás, sus taburetes y mesas. También tenía su pista de baile y una barra enorme en el centro desde donde podías pedir tu bebida desde cualquier sitio. Ella sí que se tomó una buena copa, pidiéndome yo algo sin alcohol, pero poco me importaba en ese momento, porque sabía que me lo iba a pasar igual de bien, o incluso mejor.

Estuvimos alternando entre bailar y sentarnos para descansar un poco. Sofía estaba eufórica y daba saltos de lo contenta que estaba. Yo la miraba sonriendo, aunque también me fijé como efectivamente, no pasó desapercibida para ningún chico del lugar, e incluso para alguna que otra chica también. Y eso que había algunas que iban también impresionantes y estaban muy buenas, pero Sofía despuntaba mucho en todos los sentidos. Se estaba acabado ya su copa y se quedó mirándola.

Le pregunté si quería otra y ella dudaba por aquello de que le restara aguante cuando dijera de irnos a casa, pero aun así me dijo que sí. Al regresar, cada uno bebimos de la nuestra, la mía por supuesto sin alcohol, aunque pedí que no cargaran mucho la suya tampoco. Esta vez lo hicimos en un lugar un poco más apartado del bullicio, aunque la música estaba alta y no nos podíamos comunicar con palabras. Ni falta que hacía, porque con las miradas y las caricias teníamos suficiente.

De hecho, nos empezamos a besar sin importarnos mucho que nos vieran, aunque tampoco era algo de lo que hubiera que esconderse. Quizá sí que lo era el meterle mano allí mismo, pero ambos estábamos tan cachondos que no préstamos atención a nada de nuestro alrededor. Dudo bastante que por la oscuridad del lugar y por cómo estábamos sentados se pudiera intuir que algo pasaba allí ni siquiera, pero el caso es que le empecé a acariciar los muslos, pasando a hacerlo por la parte interna de éstos, subiéndola cada vez más hasta que llegué a su ropa interior.

La noté bastante húmeda y eso me puso más todavía. Sofía estaba con sus ojos cerrados, aunque a cada poco me acercaba a ella para besarla, cosa que ella recibía de buena gana. Pero es que ya no podía más. Necesitaba hacer algo, por lo que le llamé la atención para que abriera los ojos, haciéndole un gesto con la cabeza y vocalizando "baño".

Así que me levanté y la cogí de la mano para irnos hasta el baño, aunque había cola, pero conseguí colarme con ella con la excusa de que era una emergencia. Y tanto que sí lo era. Dentro del compartimento nos comimos la boca como no habíamos hecho todavía. Y eso que aquel fin de semana que pasé en su casa dio de sí. Pero esta vez los dos veníamos mucho más calientes y era algo que sabíamos que iba a pasar. Mis manos no paraban de recorrer su cuerpo, centrándome en su culo y en sus tetas mientras ella se abrazaba a mi cuello, gimiendo, aunque entre que lo hacía en mi boca y el ruido que venía desde fuera del baño, era muy difícil que alguien se diera cuenta.

A los pocos minutos de estar así se pegó mucho a mí para decirme que la follara, aunque le respondí negativamente, diciéndole que eso lo haríamos en casa. Sofía ya me suplicaba que lo hiciéramos, pero volví al juego de mandar yo y me puse firme, llegando a darle incluso un azote. Sofía me miraba con ojillos, estaba preciosa, pero yo no iba a ceder. La tenía sobre mí con una pierna a cada lado y apretando mi erección con su cuerpo al dejarse caer, pero aún no tocaba. Me incorporé, cogiéndola en brazos y la apoyé contra la pared para seguir liándonos.

Pero rápidamente la bajé para se sentara sobre la taza del váter. Me encorvé para besarla y decirle que me la comiera, a lo que ella respondió afirmativamente asintiendo con fuerza. Me empecé a desabrochar, aunque ella me apartó las manos para hacerlo ella misma. Lo hizo con rudeza y con prisa, siendo algo bruta al terminar de hacerlo, pero fue algo que me gustó, por lo que no dije ni hice nada. Agarró mi polla, dura como una piedra y se la metió en la boca, lanzando un gemido alto. Se la metió bastante profundo para aguantar un poco mientras me agarraba el culo. Rápidamente empezó a mover su cabeza hacia delante y atrás para engullir mi nabo a buen ritmo.

Estaba en una nube con la mamada que me estaba haciendo mi amiga, aunque necesitaba algo más, por lo que la agarré del pelo para moverme yo también y follarle la boca. Ella aguantaba todo como una campeona y como resultado de ese aguante, la excitación, todo el juego de calentarnos y las ganas que tenía, me acabé corriendo en tan solo 2 minutos, aunque para ello se la saqué de la boca, intuyendo ella lo que pasaba al abrir bien su boca y sacar su lengua.

Me la estrujé para empezar a llenarle la boca con latigazos de semen que salían a presión de mi polla, lo cual fue algo que me llamó la atención. Para haber estado follando bastante hacia justo un día, estaba descargando con fuerza y en cantidad. Se ve que calentarse de esa manera recompone las reservas, porque le llené bastante la boca. Ella tenía una expresión agradable en la cara, casi que podía ver cómo sonreía y eso me gustó. Hasta me temblaron las piernas un poco y me mareé por hiperventilar.

Ella se lo tragó todo del tirón, limpiándome bien la polla y succionando para sacármelo todo. Después, mientras yo recobraba el aliento apoyándome en las paredes del compartimento, ella sacó papel y toallitas de su bolso para limpiarme bien y también para ella. Incluso me puso bien la ropa y me abrochó el pantalón, sentándome después en la taza del váter y ella sobre mi regazo.

-Menos mal que no te gustaba el semen... -dije aún con la respiración acelerada.
-Jajajaja. El tuyo sí. ¿No te quedó claro cuando fuiste a mi casa?
-Sí, pero es que... Joder.
-¿Te ha gustado cómo te la he chupado?
-Sí. Lo estás haciendo muy bien -dije acariciando uno de sus muslos.
-¿Qué quieres que hagamos ahora, cariño?
-Mmm... Me gusta que me llames así.
-No se me olvida que mandas tú.
-Muy bien. Buena chica.

Sofía me dio un beso muy tierno acariciándome la cara y seguí:

-Creo que nos podemos ir ya, ¿no?
-Lo que tú quieras.
-¿Te ha saciado la mamada?
-Un poquito, pero estoy deseando que me la metas.
-A ver si cuando acabe la noche sigues deseándolo...
-Mmm... -murmuró abrazándose.
-De ti depende que nos sigamos viendo así.
-¿Mmm? -dijo levantando su cabeza para mirarme.
-Si lo haces bien, seguiremos. Si me pasa como el otro día y me quedo con ganas de seguir... -acabé negando con mi cabeza.

Sofía me miraba con expresión triste, como con miedo. No iba en serio con eso que estaba diciendo. Si estaba muy contento con ella y con cómo de bien nos lo pasábamos, pero me encantaba jugar así metiendo miedo. Para calmarla le di un beso y luego jugué un poco con su cuello, volviendo a besarla. No quería esperar más y me levanté para salir de allí, aunque lo hicimos por turnos. Le dije de manera seca que no me hiciera esperar, para seguir con el juego, asintiendo ella.

Efectivamente, al poco salió del baño perfecta, como si no hubiera pasado nada, aunque yo sí que le notaba la cara un poco ruborizada. Salía con una sonrisilla y vino directamente hacia a mí para cogerme la mano y que nos pudiéramos ir. Y así lo hicimos, yendo hasta el coche, el cual dejé aparcado cerca, pero más resguardado. Dentro nos volvimos a comer la boca mientras yo le decía guarradas y ella decía que sí a todo. Me había corrido no hacía ni 10 minutos y ya la tenía dura de nuevo.

-Un día de estos... -dije entre morreo y morreo.
-¿Sí?
-Quiero que hagamos algo especial.
-¿El qué?
-Recuerdo que una vez dijiste que no habías hecho nada en público.
-Uff... Bueno, algo acabamos de hacer.
-Ya, pero eso es muy normal. Todo el mundo ha hecho algo así. Me refiero a algo más...
-Uff... Javi...
-¿No quieres?
-Yo quiero todo lo que tú quieras.
-Pero no va a ser hoy. Me gustaría que te pillara por sorpresa.
-¿Te pone mucho eso?
-A mí me ponen muchas cosas. Ya sabes lo guarro que soy.
-Y eso me encanta.
-Algo haremos. Pero ahora, nos vamos a casa. Que te tengo que follar.
-Sí, por favor... -decía aceleradamente.

Arranqué el coche y me puse en camino de regreso a casa mientras podía ver cómo Sofía estaba muy recta, con sus manos sobre sus rodillas, dándome la sensación de que las apretaba con fuerza. Lo que hacía todo el tiempo era mirarme fijamente y eso, lejos de ponerme incómodo, me gustaba y también me hacía gracia, aunque trataba de aguantar la risa. En las paradas en los semáforos ponía mi mano sobre su muslo, por una zona alta. Ella daba un saltito y gemía bajito. Aunque lo hacía de manera más clara cuando se lo apretaba de manera cariñosa, pareciendo estar derritiéndose.

Aparqué donde solía y fuimos a paso ligero cogidos de la mano, aunque a ella le costaba bastante por los tacones que llevaba puestos, así que la cogí en brazos, riendo ella mientras se tapaba con una mano para que no se le viera nada por lo corto que era el vestido. Aunque tampoco es que hiciera mucha falta, porque no había mucha gente por la calle. Invierno a la 1 de la mañana, es complicado que se vea a mucha gente por la calle, cuando lo más seguro es que estén en locales o en casas de amigos. En cuanto llegamos la bajé y abrí con las llaves. Pasamos y le quité el abrigo y también me quité yo el mío, dejándolos colgados. La abracé por detrás y la puse frente al espejo que tenía en la entrada.

-¿Has visto lo buena que estás?
-Sí... -respondió bajito.
-Estás para comerte. No me explico cómo no has encontrado pareja aún.
-Yo tampoco.
-Estás tremenda. Llamativa, sexy, atractiva...
-Estoy así por ti. He comprado todo esto pensando en ti.
-Has elegido muy bien.
-Sí, eso pienso.
-Tengo ganas de ver tu ropa interior, aunque he visto un poco del color.
-Espero que te guste. He comprado la que más me ha gustado. Ha sido verla y decir: "es esta".
-Mmm... Qué pinta tiene eso...
-¿Te cuento la otra sorpresa que te tenía preparada? Ya has visto la primera.
-Y me ha encantado. ¿Cuál es la otra?
-Tiene que ver con algo que pasó cuando viniste a casa.
-No caigo ahora mismo -dije apretando mi polla contra su culo pese a estar ambos aún vestidos.
-Es por lo del sustillo que tuvimos...

En ese momento me despegué de ella de manera brusca. De la impresión que me dio se me bajó todo, aunque se me subieron los huevos a la garganta. ¿El sustillo? ¿Esa era la sorpresa? ¿Estaba embarazada?
 
Capítulo 410

Por un momento se me vino el mundo encima. Ahora que había decidido empezar de cero sin tener preocupaciones, me encontraba con esto. Y era por mi culpa, por no ponerme un puto condón y por sentir más. Tan nervioso me puse que ni siquiera caí en que aquello era imposible de saber en tan solo una semana. Me entró de todo en el cuerpo, aunque ella me tranquilizó viniendo hacía mí.

-Javi, ¿qué te pasa?
-Sofía, dime que no, por Dios...
-¿Que no qué?
-Que no estás embarazada.
-¡¿Qué?! -preguntó abriendo mucho sus ojos.
-¿Estás embarazada?
-¿Pero qué dices, Javi?

Sofía me cogió de la mano y me llevó hasta el salón para que me sentara en el sofá. Estaba impactado por aquello, pero ella se esforzaba por tranquilizarme.

-Javi, tranquilo. No estoy embarazada.
-Joder... Menos mal...
-No pasa nada. No quería asustarte, perdona.
-Vale, vale. Es que...
-Vaya cara has puesto. Si hasta te has quedado blanco... Jajaja.
-No te rías, coño.
-Pero si es que parecía que te venía un camión de frente... -decía partiéndose.
-No tiene ni puta gracia... -dije empezando a reírme yo también.
-¿Tan trágico sería si me hubiera quedado...?
-Sofía, yo no estoy preparado para eso. De hecho, lo veo muy lejos. Y ni siquiera sé si quiero ser...
-Pero...
-Acabo de salir de una relación que... Bueno, da igual, pero en esa relación hablé bastante de este tema y ya me había hecho a la idea, pero al final... Todo se fue a la mierda. No quiero ilusionarme más así.
-Vale, tranquilo -dijo dándome un abrazo.
-Está bien. Ya se me ha pasado.
-Era precisamente por eso. Para evitar que pase eso. He empezado a tomar pastillas. Así podemos hacerlo sin preocupaciones y como tanto nos gustó. Si tú quieres...
-Ah... -dije con sorpresa.
-¿Te gustaría?
-Claro. Joder...
-Siento haberte asustado así -dijo dándome otro abrazo.

Me apretó contra ella dejando caer su cara sobre mi hombro, acariciándole yo la espalda. Poco a poco se me pasó el susto y volví a como estaba antes de que eso pasara. Al despegarse ella de mí le di un beso y estuvimos un rato con besos y caricias en el sofá hasta que nos volvimos a encender bastante. Pero ella se mostraba más cariñosa por lo que había provocado en mí.

Tampoco me importó mucho que cambiara de ese tono más pasional que llevaba teniendo a ese más cariñoso, pues era algo que me gustaba igualmente y también pensaba que luego ya en faena se dejaría llevar. La llevé en brazos a mi habitación y allí me desnudé lentamente mientras ella me miraba, ya descalza, aunque echando sus piernas a un lado para ocultar su ropa interior al no llevar tampoco medias. Me quedé en boxers con una erección bastante fuerte y ella se levantó, intercambiando ambos nuestros puestos.

Ahora se empezó a desnudar ella, aunque poco trabajo tenía que hacer. Bajó la cremallera de su vestido que se encontraba en un lateral y se lo quitó para dejarlo sobre la silla de mi escritorio. Entonces fue cuando me percaté de la ropa interior que llevaba. Era un conjunto de lencería roja con muchas transparencias. Bajo el sujetador se veía la redondez de sus pechos y sus pezones oscuros y bastante duros.

En la parte de abajo pasaba igual, porque dejaba ver su triángulo de pelo negro que tan burro me puso cuando lo descubrí y que volvía a ponerme así al verlo ahora. Aunque no se le llegaban a ver los labios, pero para mí era igual de excitante. Eran unas prendas realmente preciosas al llevar esos bordados de rosas. Definitivamente eligió muy bien la ropa interior, porque combinar ese color rojo con el negro del vestido me pareció muy sexy.

-Has elegido muy bien.
-¿Sí?
-Ajá. Me encanta.
-Es que es precioso el conjunto.
-Sí, pero sin él vas a estar aún mejor. Ven -le ordené.

Volvíamos de nuevo a ese juego y Sofía me hizo caso en el acto, viniendo hacía mí para sentarse a mi lado, empezando yo a quitarle su ropa interior de manera delicada. Era tan bonito todo que no lo quería romper, por lo que traté de hacerlo con delicadeza. A ella le gustó mucho el gesto. Y más que me gustó cuando me incliné hacia sus pechos para empezar a lamerlos, metiéndome un pezón en la boca para jugar con el mientras le amasaba la otra teta. Para haber follado bastante hacía tan solo un día, me estaba muriendo por metérsela de una vez. El remate fue ver que llevaba puesto un plug anal, con el cual simulaba tener incrustado un rubí en el culo. Noté como me dio calor por la cara y la miré inmediatamente a los ojos, esperándome ella con una sonrisa.

-¿Y esto?
-¿Te gusta? -preguntaba muy sonriente.
-Sí. Me ha sorprendido y gustado mucho.
-Es otra sorpresita. Estaba deseando ver tu cara al descubrirlo.
-Te queda muy bonito -dije acariciándole una nalga.
-A mí también me gusta. Me pareció muy mono cuando lo vi en la tienda esta tarde y no me lo pensé mucho.
-¿Desde cuándo lo llevas puesto?
-Desde que me arreglé aquí, jajaja.
-Joder... Y yo sin darme cuenta...

No quería perder mucho más el tiempo, por lo que me puse boca abajo en la cama apoyándome sobre mis codos para comerle el coño con ganas. Con muchas más de con las que lo hice por la mañana. Mientras se lo comía con lamidas y succiones, jugaba con el plug que tenía metido en el culo, metiéndolo y sacándolo. Sofía estaba muy encendida. Tanto, que sus gemidos eran muy altos. También echaba mano a sus pechos para apretarlos y jugar con sus pezones, dando algún tirón de ellos cuando gemía más alto de la cuenta.

Fue algo similar al polvo con Irene, en el que quería corregir sus gemidos tan desmedidos pensando que, si tan solo haciendo eso estaba ya así, no quería pensar cómo se iba a poner cuando se la metiera. Me puse más serio de la cuenta cuando hacía caso omiso a mis gestos, por lo que me despegué de ella sin dejar que se corriera y me puse de rodillas sobre la cama para agarrarla con fuerza del cuello. Sofía abrió sus ojos algo asustada, pasando a respirar aceleradamente, pero de otra manera.

-Me estás tocando los huevos con tanto grito -dije para ver cómo respondía.
-Perdón -susurró.
-Te voy a follar ahora mismo, pero no quiero que grites.
-Uff... -decía angustiada- Javi, estoy muy nerviosa. Creo que no voy a durar nada.
-¿Y qué vamos a hacer entonces?
-No lo sé. Pero por favor... Mmm... No me lo tengas en cuenta.
-¿Y cómo me vas a compensar?
-Haré todo lo que tú quieras. Además, hay que usar los juguetes, ¿no?
-Eso depende de ti. Del aguante que tengas, porque yo te digo que esta noche puedo aguantar bastante.
-Lo haré.
-¿Segura?
-Sí. Te lo prometo.

Me eché sobre ella para besarla, porque me gustó el plan en el que estaba y parecía que estaba entregada al 100%. Le acaricié un poco el coño después de pasar mis dedos por su pubis y luego me puse de nuevo de rodillas con la intención de follarla. Pero antes de ello quería acariciarla como siempre hacía, o intentaba hacer, con cada una de las chicas con las que me iba a la cama. Era algo que me proporcionaba mucho placer al rozar mi glande con los labios y también con el clítoris de la chica en cuestión y de paso era algo que prácticamente siempre funcionaba y también les gustaba a ellas, poniéndolo más fácil para después, ya que en ese momento empezaban a lubricar más. Empecé a hacerlo y ya noté que Sofía no iba a durar mucho por cómo se retorcía sin haber pasado ni siquiera 5 segundos con esos reces tan placenteros. Verla de esa manera me incitó a seguir haciéndolo, pero con más intensidad y durante más tiempo de lo que lo hacía normalmente.

El resultado: en 3 minutos se estaba retorciendo en un orgasmo tan rápido como impresionante, agarrándose ella a las sábanas y encogiendo su cuerpo. Me encantaba ver cómo apretaba su cara y se mordía los labios por dentro para intentar ahogar sus gemidos, pero es que era tan evidente lo que le estaba pasando que era imposible que lo consiguiera. Hice fuerza para seguir con aquello mientras ella estaba teniendo su orgasmo, pero me resultaba difícil por la rudeza con la que Sofía se movía intentado librarse de mí. Al final me separé de ella observándola, con su cuerpo tembloroso y su respiración muy entrecortada.

-Lo siento -repetía una y otra vez cuando se recuperó a los pocos segundos.
-Se veía venir.
-Lo siento, de verdad. Pero esto no ha acabado aquí. Te juro que puedo seguir.
-Ya lo sé. Y nunca te disculpes por tener un orgasmo. Que alguien tenga un orgasmo contigo es uno de los mejores piropos que te pueden hacer.

Sofía puso una sonrisa muy bonita y se incorporó para besarme. También me agarró la polla para pajearme un poco, bajando su cabeza para chuparla también. Le dije que parara y me enseñara lo que había comprado para aprovechar y que se pudiera recuperar mejor, porque tenía pensado reventarla y que se corriera de verdad, aunque el orgasmo que acababa de tener había sido muy grande. Tampoco compró tantas cosas, aunque era todo interesante. Empezó enseñándome unas pinzas para los pezones, las cuales estaban unidas la una a la otra por una cadena de pequeños eslabones. Bastante bonita y brillante, con unos embellecedores de color rojo también.

Me gustaron y se las puse en el acto, jugando antes un poco con sus pezones para que se le pusieran todo lo duros que pudieran. No le llegué a hacer daño, pero se los apreté de tal manera que, al estirar de la cadena, las pinzas no soltaran los pezones y tiraran de éstos. Le gustó mucho cómo se las dejé y gimió con esa estirada, así que se las dejé puestas. También me enseñó una pala para azotar. Era negra, aunque tenía el hueco de un corazón justo en la mitad. Le dije que me vendría perfecta por si no se portaba bien del todo. Y para acabar, un dildo grande de color carne. En cuanto lo vi se me vino a la cabeza hacerle una doble penetración con él. Creí que ella también lo había pensado, porque me miraba con una sonrisa pícara.

Empecé por ponerla tumbada boca abajo sobre mi regazo para darle algunos azotes con la mano y así calentarla para usar luego la pala. Ella reaccionaba de manera buena a los azotes, aunque con la pala le costaba más, lanzando algún gemido de dolor. Dudé si seguir, pero paré después de darle un par de buenos azotes con ella, los cuales le dejaron unas buenas marcas de un rojo intenso. Al incorporarse tenía una cara de dolor, pero no tan preocupante, así que estuvo bien. Le compensé un poco dándole un beso más tierno en el que ella se animó a poner su mano en mi cara para acariciármela, murmurando de manera empalagosa también.

-Me encanta esta mezcla... -me susurró al parar el beso.
-¿Del dolor?
-No. Bueno, también. Me refiero a cuando te pones serio y así de cariñoso a la vez. Mira, se me pone la piel de gallina.
-Es que me gusta hacer eso. Hay que ser serio, pero también me gusta ser dulce.
-Javi... -dijo de manera melosa.
-Dime.
-¿Podemos hacer un día algo?
-¿El qué?
-Mmm... -dijo dudando.
-¿Qué es? ¿Me tengo que preocupar?
-No... Jajajaja. A ver...
-Uy...
-Me gustaría que simuláramos el día en el que nos conocimos y lo de cuando intenté... Ir vestidos igual, irnos a un hotel... Hacer realidad ese día. Es una fantasía que tengo.
-Ah... Pues... Ya veremos -dije besándola.

Ella me recibió de buena gana por suerte, aunque me paré a pensar esa proposición. Tenía muy buena pinta y ese día iba guapa pese a llevar solo el abrigo en ese momento después. Me la imaginé vestida con ese traje de falda ejecutiva, esa chaqueta, esa camisa, esos tacones y con el maquillaje que llevaba y me puse muy cachondo. Pero tenía miedo de que en el momento me pudiera acordar de algo que no quería. Era algo que tenía que pensar bien y en frío, cosa que, desde luego, era lo último que estaba en ese momento.

Ni siquiera le pregunté si estaba lista o no, porque ya habían pasado unos minutos y estaba deseando follarla de una vez. La puse boca arriba con ella lanzando una pequeña risa muy encantadora y me puse sobre ella, para acariciarla otra vez de la misma manera que hice antes, pero esta vez solo fue un par de veces. Eché saliva sobre su coño y se la metí lentamente. Su cara cambió de esa sonrisa a una de placer instantánea. De igual manera, fue una follada rápida en la que yo alternaba entre un ritmo lento y más rápido, aunque tiraba más por este último por las ganas que tenía.

Esta vez estaba ya más despreocupado por no tener que estar pendiente de poder acabar dentro o no. Me centré más en el placer que sentía y que ocasionaba en mi amiga. Sofía se corrió en menos de 10 minutos, con sus piernas temblando, pero yo necesitaba más, por lo que seguí un poco más hasta que ella se me abrazó y me empezó a apretar con sus brazos y piernas, resultándome más difícil penetrarla. Pero aun así me las ingeniaba para meterme dentro de ella.

Estaba tan mojada que por esa parte me lo ponía algo más fácil. Sofía gritaba como una loca, suplicándole que parara, pasando a hincarme las uñas y arañarme la espalda con fuerza, haciéndome daño de verdad. Cómo venganza, apreté un poco más. Sofía arqueaba su espalda con tal fuerza que levantaba mi cuerpo. Ya no pude aguantar más y me corrí dentro de ella, gritando yo también de las punzadas de placer tan fuertes que sentía.

Pasaron varios minutos en los que Sofía no me soltaba, aunque no estaba incómodo, pero mi polla ya había menguado perdiendo la erección, por lo que ensuciamos las sábanas. Otra vez tendría que cambiarlas, pero tampoco era algo que me preocupara mucho. Poco a poco con el paso de los minutos, Sofía aflojó la manera que tenía de pegarse a mí para dejar sus extremidades sobre la cama. Pesé que se había quedado dormida, pero no lo estaba, porque me buscaba con su mano. Me eché a su lado y ella se puso en dirección a mí para echarse sobre mi cuerpo un poco. Me dolía la espalda después de echarme sobre la cama. Notaba como que me quemaba, pero ella me sacó de mis pensamientos.

-Ahora no ha sido culpa mía... -decía bajito.
-Ya. Quizá me he venido un poco arriba.
-No pasa nada.
-¿Te duele?
-No. Pero me has llevado al extremo. Yo no soy como Irene que puede seguir. No entiendo cómo puede hacer eso. Yo necesito mis tiempos, cariño -dijo acariciándome el pecho.
-Es tu culpa. Si no estuvieras tan buena y no me hubieras calentado tanto, no te habría hecho eso.
-Jajajaja. Pero que esto no queda aquí, ¿vale?
-Muy bien.
-Lo que pasa es que voy a necesitar más tiempo.
-No te preocupes, tengo algo pensado.
-¿El qué?
-Ha llegado el momento de que te folle el culo.

Sofía se rio con ganas, aunque luego lanzó un gemido bastante agradable. Me dio un beso y me dijo que tenía muchas ganas, por lo que me incorporé después de unos cuantos besos más para ir a por ello.

-Qué hija de puta... -me salió del alma.

Sofía me miró con los ojos muy abiertos, con cara de incredulidad, aunque también se reía.

-Mira... -dije señalando a donde había estado tumbado.

Sofía miró, quedándose con la boca más abierta aún, pues había marcas de sangre. Ahora entendía cómo me dolía tanto y cómo sentía esa quemazón. Me había reventado la espalda con sus uñas y hasta me había hecho sangre. Me di la vuelta y ella me pidió perdón muchas veces, pasando sus manos por mis heridas, haciendo que me estremeciera por el dolor.

-Ya te vale...
-Lo siento, de verdad. No me he dado ni cuenta. Mira, si tengo sangre en las uñas...
-Te vas a enterar.
-Pfff... ¿Me vas a romper la pala en el culo?
-Debería hacerlo, pero...
-¿Mmm?
-Esta mañana he pensado algo y quiero probarlo. No sé si lo voy a conseguir, pero quiero intentarlo.
-¿Pero qué es?
-Ya lo verás.
-Pero...
-Date la vuelta. Ponte boca abajo. Ya.

Sofía abrió sus ojos con fuerza de nuevo, obedeciéndome en el acto al ponerse como le dije.

-¿Has comprado lubricante como te dije?
-Sí. Está en la bolsa.
 
Capítulo 411

Cogí el lubricante dejándolo a mano, aunque antes de echarle, le comí un poco el culo. Me gustó bastante una vez empecé a hacerlo y ella demostraba que también le gustaba, en este caso cómo se lo comía yo. Jugaba con mi lengua haciendo círculos en su ojete mientras ella agarraba las sábanas de manera no muy fuerte. Se veía que le encantaba que jugaran con su culo, porque ya estaba otra vez a mil. Después de comérselo durante un rato, pasando también a meter mi lengua, le empecé a meter los dedos uno por uno. Para mi sorpresa, entraban muy bien sin tener que hacer nada de esfuerzo.

Qué diferentes son los cuerpos. Con Irene había sido todo lo contrario y con Sofía era tan fácil que parecía que estaba jugando más con su coño que con su culo. No tardé mucho más en incorporarme para echarle lubricante por si acaso, al igual que me eché yo sobre mi polla para empezar a metérsela. La sensación al follarle a Sofía el culo era rara. Placentera, mucho, pero rara, porque en mi vida me había follado un culo tan abierto y eso que la noche anterior estuve con una chica que lo tenía también bien abierto. Con rapidez cogí un buen ritmo que la verdad es que no llegaba a esperar cogerlo hasta después, pero me equivocaba.

Siempre he tenido que tener paciencia con ese tema al estar con una chica en la cama, pero con Sofía no había necesidad de esperar ni de ir con cuidado. Ella gemía de gusto y yo, ya como una moto, me venía arriba y le cogía del pelo con fuerza tirando hacia atrás para decirle guarrerías, a las que ella respondía bien entendiendo que era parte del juego. Apreté y apreté, notando como me estaba por llegar el orgasmo, pero no quería acabar aún. Quería ver hasta dónde era capaz de llegar Sofía con el sexo anal.

Para ello paré y le acaricié el ano como hice al principio con su coño. También le dije que se tocara mientras yo le metía los dedos por el culo para seguir estimulándola. Cogí el consolador para empezar con la doble penetración y así ver si también podía aguantarla. Eché bien de lubricante por todos lados para que fuera agradable para ella y empecé a meterle esa polla de goma bastante parecida a la mía por el coño mientras yo se la metía otra vez por el culo.

Ahora sí que lo sentía más apretado y ella también debía, porque gemía con más intensidad. Aun así, aguantaba bien el tipo, pero yo estaba empecinado en reventarla y así lo hice, dejando el dildo metido en su coño bien profundo mientras la agarraba de las caderas para reventarla. Me acabé corriendo sobre sus nalgas sin poder remediarlo por la manera en la que la estaba reventado. Ella también parecía haberse corrido, porque su cuerpo daba algunas sacudidas, pero no llegó a desplomarse ni nada. Le limpié mi corrida con una de las toallitas con las que ella se limpió también la que le eché dentro del coño y me senté sobre la cama. Ella me miraba con atención diciendo:

-Me ha encantado. Ha sido un orgasmo muy bueno.
-Pero no tan intenso.
-Porque lo que tengo sensible ahora mismo es el coño. El culo no tanto.
-Ya veo.
-¿Esto era lo que tenías pensado?
-No. Es algo más fuerte
-Joder... ¿Me vas a matar? Jajajaja.
-No. Pero necesito que estés tranquila y te dejes llevar.
-¿Pero qué es?
-Yo creo que te puede gustar.

Le sonreí y la besé, abrazándose ella a mí. Le acaricié el cuerpo para que estuviera cómoda y luego le dije que se pusiera como habíamos hecho para los azotes con la pala. No sé si pensaría que iba a volver a hacer eso, pero no iban por ahí los tiros. Le empecé a acariciar el culo de nuevo, pasando a su ojete para estimularlo con mis dedos. Le eché un poco de lubricante y seguí a lo mío durante unos minutos, pero iba metiendo un dedo más conforme pasaba el tiempo. Ella gemía de nuevo, pareciendo estar muy a gusto. Y ya fue cuando me decidí a llevar a cabo lo que quería hacer.

En varias ocasiones había visto en videos como hay gente que mete la mano o, mejor dicho, el puño en un culo o coño de una mujer. Una técnica conocida como "fisting". No era algo que me llamara la atención especialmente. Tampoco le veía un morbo más allá de la curiosidad. Supongo que tiene que ver con no ser tampoco un gran amante del sexo anal, aunque sé disfrutarlo, pero me gusta más de la manera más convencional. El caso era que nunca había probado eso. Jamás.

Ni se me había presentado una chica que tuviera alguno de sus órganos tan dilatado como para llegar a hacer eso, ni tampoco tenía la confianza con nadie como para llegar tan lejos. Sofía se estremecía, aunque miraba todo el tiempo hacia atrás para ver qué cara tenía yo. Mi polla estaba dura desde hacía ya un buen rato, porque era muy excitante jugar así con ella. Y me ponía, además de lo buena que estaba.

-Sofi... -le dije para que me mirara.
-¿Mmm?
-¿Estás preparada?
-¿Para qué?
-Te voy a meter toda la mano.
-¿Pero qué dices, Javi? -me decía atónita.
-Nunca lo he hecho. Y tú eres perfecta para esto. Tienes un culo único. Nunca me había follado uno así.
-Nunca me han hecho eso... Y tú tienes las manos grandes.
-¿Te gustaría compartir esta primera vez conmigo?
-¿Y si me duele?
-No creo. Si con lo fuerte que te he follado no te ha dolido, dudo que eso lo haga.
-Estoy nerviosa.
-Lo estás haciendo muy bien.
-Vale. Vamos a hacerlo.
-Si en algún momento te duele, no te gusta o te encuentras mal, me avisas de inmediato. ¿Vale?
-Ajammm -decía de manera encantadora.

Empecé de nuevo a estimularla para llegar a meterle el puño entero. Se la notaba nerviosa, pero todo el tiempo estuve pendiente de ella y tranquilizándola, acariciándole, soplándole, diciéndole buenas palabras y ella consiguió serenarse del todo, poniéndomelo muy fácil. Después de unos minutos así con los dedos, empecé a hacer más fuerza para meterle la mano y para mi sorpresa, no costaba tanto. Era increíble cómo su culo era capaz de tragar tanto. Se me vino a la cabeza Irene y lo envidiosa que estaría si estuviera allí viendo aquello, porque con ella sería imposible hacerlo. Conseguí meterle la mano por completo antes de que me diera cuenta, estando hasta la muñeca. Era una sensación impresionante y difícil de describir.

-Diosssss... Javi... Cómo te siento...
-¿Te gusta?
-Es raro, pero sí.
-¿Te duele?
-No.
-Bien.

Empecé a mover mi mano para estimularla y así poder masturbarla bien como si la estuviera penetrando. Ella gemía como si lo estuviera haciendo desde luego y notaba cómo se estremecía y cómo de excitada estaba. Verla así hizo que le diera con ganas, pasando a hacerlo con más fuerza y rapidez. También se tocaba el coño con una de sus manos, pero con cuidado le dije que se pusiera a cuatro y así poder hacerlo yo. Llegó un punto en el que lo hice, pero pasé rápidamente a metérsela por el coño mientras mi mano seguía en su culo. Qué sensación más rara, pero qué morboso era.

No me movía dentro de ella pese a tenerla como una piedra, pero sí que lo hacía con la mano. Hasta que sentí que se iba a correr. Entonces se la saqué se la metí por el culo para follarla todo lo duro que pude. Sofía se corrió a grito limpio agarrando con mucha fuerza las sábanas y derrumbándose sobre la cama. Yo le seguí al echarme sobre ella mientras apretaba para llegar yo también, acabando dentro de ella con fuertes embestidas. Ambos estábamos exhaustos, respirado con ansia y empapados en sudor. Me fui a incorporar, pero no me dejó.

-No, por favor. No te salgas. No te despegues de mí -me decía con tono de súplica.

Me quedé sobre ella, dándole algún beso por su cara y por su hombro hasta que se relajó. Al salirme de ella vi su ojete dado de sí. Era raro, incluso grotesco, pero excitante a la vez. Mi corrida se derramaba hasta las sábanas y yo la acariciaba preguntándole si estaba bien. Ella me decía que sí, pero que ya no podía más. Para su tranquilidad, le dije que ya habíamos acabado, porque yo también estaba que no daba para más. Me limpié con toallitas y salí rápidamente para preparar un baño relajante para los dos.

Al llegar me la encontré de lado, mirando el móvil. Le dije que estaba listo, pero la veía tan agotada que me dio pena y la cogí en brazos para llevarla hasta allí, incluso metiéndola en la bañera. Ella se me abrazaba y me besaba de camino. Tenía pensado ir a cambiar las sábanas rápidamente, pero me pidió que no me fuera, así que me metí con ella, estando cada uno en un extremo de la bañera.

Estábamos en silencio, aunque ella puso música en su móvil, haciendo el momento más tranquilizante si cabía. Después de tanto folleteo se puso cariñosa, porque no paraba de acariciar mi cuerpo con sus manos y con sus pies, hasta llegando a levantarse para ponerse sobre mí al echar su cuerpo. Me daba besitos sin parar por el pecho y los hombros, con alguno también por los labios. Nos lavamos bien mientras tanto, y como veía que se le cerraban los ojos, le dije que íbamos a irnos ya a la cama, pero para ello iba a cambiar las sábanas primero y estar así más cómodos.

La dejé en el agua pidiéndole que no se durmiera, echando algo más de agua caliente por el tiempo que habíamos pasado ya y salí, secándome y poniéndome ropa cómoda en mi habitación. Cambié las sábanas rápidamente y eché las otras a lavar. Cuando fui al baño, ella ya se estaba secando, aunque estaba desnuda. Se puso una toalla enrollada para no perder el calor y en mi habitación se puso un pijama que trajo, echándose en la cama.

-Me duele la espalda, cabrona.
-¿Sí? -decía con sus ojos muy entornados- Perdona, cariño.
-Me has hecho hasta sangre... Jajaja.
-Anda, ven. Te voy a dar un masaje y te voy a curar.
-No hace falta.
-Que sí. Ven.

Me tumbé y ella, con cuidado, me empezó a acariciar y dar con algo que tenía en su mochila, aunque no tenía ni idea de lo que era. Parecía alguna crema. No nos dio tiempo a hablar de absolutamente nada, porque me quedé dormido con lo que me estaba haciendo. Estaba en la gloria.

Al día siguiente me desperté sobre las 11. Dormí unas 7 horas sin darme cuenta, pues acabamos pasadas las 4 de la mañana. Yo estaba boca arriba y Sofía estaba sobre mí, con su cara sobre mi pecho, su mano en mi costado por dentro de la ropa y sus pies pegados a los míos. Ambos bien tapados y calentitos. Estaba tan a gusto que no me quería mover. Incluso intenté dormir más, pero ya no podía, por lo que me paré a pensar en lo ocurrido el día anterior.

La verdad es que tenía en mente echar muchos más polvos. Quería redimirme del día que me quedé con ganas de más en su casa, pero lo cierto es que no acabé para nada insatisfecho. Durante todo el día no paraba de pensar lo que iba a hacer con ella. Si hasta tenía pensado echar alguno más en la ducha cuando dijéramos de acabar. Quería dejarla con el coño reventado para que viera lo que era pasar una buena noche conmigo. Pero al final no fue del todo así. Y no me importaba.

Estaba muy contento por cómo había ido todo con ella. Ese juego de calentarla durante todo el día fue muy divertido y la mamada en los baños del local a donde fuimos también estuvo bien. ¿Cómo iba a tener queja después de todo lo que había comprado y preparado para mí con esas sorpresas? Vale, es cierto que una de las sorpresas la malinterpreté y casi se acaba ahí la cosa, pero Sofía supo llevar muy bien la situación con humor y con cariño para que no se me jodiera la noche.

Pero al final solo fue un susto. Se esforzó mucho en que todo estuviera a mi gusto y eso era algo de agradecer. No cualquier chica empieza a tomar pastillas para verse con un amigo, porque siempre me decía que no se veía con nadie más y que también llevaba tiempo sin hacer nada con Mario e Irene. Aunque eso iba a cambiar en breve por aquello que le propuse de estar todos a la vez. Tenía unas expectativas muy altas para eso y que ambas tomaran pastillas era lo mejor para no tener que estar pendientes de los condones todo el tiempo, pero claro, si quería disfrutar bien de aquello, debería tener más cuidado si alguien más se cruzaba en mi camino. Para ello pensaba en enfundármela siempre y también si surgía una mamada, porque con el sexo oral también se puede dar lugar a enfermedades y lo último que quería era poner la salud de mis amigos en riesgo por un calentón momentáneo.

Aunque también debería mirar por mí y por mi salud, algo que debería tener bastante bien aprendido por haber pasado por una infección de hongos. Al pensar en eso de estar los cuatro juntos, también se me vino a la cabeza que quería que mi primer trío fuera con ellas dos. Era algo que ya había pensado alguna que otra vez, pero cada vez lo tenía más claro. Mi primer trío con dos mujeres tenía que ser con ellas dos, porque a cada cual estaba más buena y me ponían loco. Además de que ellas también iban a interactuar entre sí, no iba a ser el típico caso en el que cada persona del mismo sexo va por su lado sin mirarse siquiera con la otra.

Volví a la noche previa que pasé con Sofía, recordando el momento en el que descubrí su ropa interior. Me encantó, y ver su vello púbico transparentarse era mejor aún. Luego cómo de rápido se corrió. Era normal, la había estado calentando durante todo el día, aunque también era verdad que había tenido un par de orgasmos con ese par de comidas de coño que le di por la mañana, pero es que la pobre estaba hasta roja ya en los momentos previos a la mamada y hasta que fuimos a casa para poder hacerlo al fin.

También recordé los juguetes que compró, con esas pinzas que les puse bien sujetas y de las que daba algunos tirones al agarrar de la cadena. También me gustó el gesto dolor que puso cuando se las quité por tener los pezones más sensibles. Me excitó bastante ver eso. Lo del dildo también fue una pasada, porque era bastante similar a mi nabo y era como tener dos pollas con las que poder follarla.

El sexo anal fue algo que disfruté bastante con ella pese a lo holgado que lo tenía, aunque eso me puso fácil el poder follarla de manera rápida y fuerte al empezar prácticamente. Haciendo memoria, no recordaba haberlo hecho de esa manera tan salvaje y tan rápido. Fue algo que también me gustó. El remate fue el tema del fisting. En esa charla que tuvimos por la mañana en la que hablamos de cómo Mario se la follaba por el culo con lo gorda que la tenía hizo que se me pasara por la cabeza intentarlo.

No tenía ni idea de si iba a salir bien, si le iba a impactar o qué, pero por suerte pudimos hacerlo. Sofía parecía algo trastocada cuando le dije lo que tenía en mente, pero rápidamente se hizo a la idea, confiando en mí para llevarlo a cabo. ¿Qué puedo decir de la experiencia? Fue algo muy morboso, algo que hacía por primera vez y que dudaba que pudiera repetir con alguien más, pues es muy difícil encontrar a alguien que pueda aceptar algo así y que tenga una complexión adecuada para ello.

Si ya es el sexo anal, o simplemente jugar con un dedo en el culo de una chica y acabarse ahí el tema por el repudio que algunas personas tienen de ello, algo que es totalmente entendible, pues imaginaba que encontrar a alguien con quien poder hacer eso era como dar con una aguja en un pajar. Era algo que le tenía que contar a Irene, o directamente enseñárselo. Aunque conociéndola, seguro que le daba envidia por dárselas de maestra en la cama y seguro que diría de intentarlo. Pero no por el culo, imposible. Aunque con su coño... Lo mismo podía, pero sería algo difícil, aun así. Me quedé bastante impactado cuando Sofía tuvo sus orgasmos haciendo aquello y más cuando me la volví a follar por el culo teniéndolo ya más dilatado si cabía. Era algo bastante único para mí, algo que jamás había hecho.

Sin embargo, ya en frío y dejando de lado el morbo experimentado en el momento, era algo muy raro de hacer. La verdad es que no terminaba de convencerme repetir con aquello, porque la visión de su culo dado bastante de sí era muy grotesca. Al igual que lo que sentía en la mano mientras la masturbaba de aquella manera tan estrafalaria. No era algo normal y eso hacía que me echara para atrás. Pero bueno, era una cosa nueva que había probado y ya está. No había por qué repetir si no me gustaba.

Entre imaginarme lo del trío y recordar la noche que me pegué con mi amiga, se me terminó de poner dura la erección que tenía al despertar. Tener a Sofía tan pegada a mí con sus tetas dejadas caer sobre mi cuerpo no ayudaba a que me calmara. Y sí, después de todo lo hecho hacía escasas horas, me apetecía echar un mañanero. Así que le empecé a sobrar las tetas con mi mano derecha. Lo hacía suavemente, pero necesitaba más, así que metí mi mano por dentro de su ropa para sentir el contacto directo. Me encantaban sus tetas. Eran grandes y suaves. Rápidamente fui a por los pezones, rozándolos con mis dedos para estimularla, aunque aún no se despertaba.

Cada vez se le ponían más duros y con cuidado la puse boca arriba y me escurrí un poco por la cama para levantarle la ropa hasta la barbilla y besarle el torso, para después coger sus tetas y juntarlas al quedar desparramadas por estar en esa postura. No pude resistirme a empezar a comérselas de manera suave para no alertara, aunque me costaba trabajo. Llegó un punto en el que me centré en sus pezones y ya no existía nada más en ese momento para mí. Quizá por eso lo hice con más intensidad, no lo sé, pero el caso fue que se acabó despertando. Pero no se asustó, ni mucho menos. Sofía lanzó un largo sonido que mezclaba placer y desperezo, pasando inmediatamente a acariciar mi cabeza.

-¿Sigues con ganas de más? -preguntaba mi amiga sorprendía y somnolienta.
-Es que me pones mucho. Y con estas tetazas tan ricas... No puedo controlarme.
-Pues sigue, son todo tuyas.
 
Capítulo 412

Me puse sobre ella para darle un buen beso de buenos días, bajando para ponerme sobre ella, quedando con mi cabeza a la altura de sus pechos, pero no la llegaba a tocar con mi polla, teniéndola aprisionada contra la cama. Me di un festín con sus pechos y sus pezones mientras ella no paraba de gemir y acariciarme.

-¿Cómo estás? -le pregunté entre lamidas y chupetones.
-En una nube... No pares.
-Me refiero a ahí abajo.
-Ah... Pues muy bien. No me duele ni tengo molestia en ningún lado.
-Perfecto.
-¿Me quieres follar?
-¿Tú qué crees?
-Déjame que te la cama un poco, porfa. Me apetece mucho.

Me incorporé para gatear de rodillas hasta ponerme con una pierna a cada lado de su cabeza, sacando mi polla para que se la metiera en la boca. Sofía empezó a mamar durante un rato, pero al final le acabé follando la boca. Ella me animaba con sus gemidos y con su sobeteo en mi culo, el cual estrujaba y empujaba para que lo hiciera con más ímpetu. Luego bajé un poco para que me hiciera una cubana, aunque en realidad era yo quién le follaba las tetas por la postura, apretándolas para juntarlas y atrapar mi polla mientras me movía aprovechando lo lubricada que la tenía por sus babas. Tampoco tardé mucho más en bajar para follarla en condiciones tras quitarle la ropa.

Fue un polvo de no más de 10 minutos en el que ambos disfrutamos y me encargaba de aumentar y bajar el ritmo para disfrutar durante un rato, aunque se acabó corriendo ella primero al abrazarse a mí de manera muy fuerte, provocando el mío, dando una embestida fuerte con casa chorro que lanzaba dentro de ella. Sofía gritaba con esas últimas embestidas. Siempre se me olvidaba que ella tenía que parar cuando se corría, pero es que me resultaba imposible hacerlo estando ya en el éxtasis. Le di un beso para que se calmara, recibiéndome ella murmurando empalagosamente. Cogí pañuelos de la mesita para taparle el coño y me eché a su lado.

-Qué sensible eres...
-Javi, es que eres muy grande.
-Pero si tu coño no es tan apretado.
-Ya... Pero es que una vez llego, me pongo así.
-¿Te hago daño?
-Nooooo, para nada. Solo que se agudiza todo mucho y me da un poco de cosa. No sé cómo explicarlo.
-¿Te da miedo?
-Más o menos. Parece que se me va salir el corazón por la boca.

Nos quedamos en silencio y nos acabamos levantando, porque le dio frío. Nos dimos otra ducha y luego fuimos a desayunar a la cocina. Allí estuvimos charlando de cosas más cotidianas. Me daba la sensación de que no quería hablar de lo pasado por la noche. ¿Se arrepentiría de haber dejado que le hiciera aquello? No parecía importarle en el momento y por cómo se corría, no debía arrepentirse, pero que evitara mi mirada en varias ocasiones y no parara de hablar de temas triviales, me daba a entender que no estaba muy cómoda.

Cuando acabamos nos fuimos al salón y estuvimos en silencio, aunque no quería estar así, por lo que puse la play para jugar un poco, cosa que no le disgustaba a ella. De hecho, también jugaba, turnándonos con cada muerte que teníamos. Luego la llevé a que tocara un poco la batería, pero no como hicimos el día anterior, porque ya habíamos desfogado mucho y no estábamos excitados. Eso me permitió poder sacarle el tema después de distraerla para que se relajara. Porque era algo que quería hablar con ella para dejar claro si podíamos hacerlo de nuevo o no, por si estaba incómoda o por si había algo más.

-Sofía, ¿podemos hablar lo de anoche?
-¿Qué quieres hablar? -dijo con cara de circunstancia por pillarla desprevenida.
-Es que no sé si te ha gustado del todo. Esquivas mucho mi mirada y te noto cortada.
-Es que...
-No te ha gustado, ¿no?
-No, no. No es eso.
-¿Entonces?
-Es que me da vergüenza.
-¿Vergüenza?
-Sí. Es algo guarrísimo. Nunca había hecho nada así. Y mira que soy muy abierta para el sexo anal...
-Literalmente.
-Tonto... -dijo dándome un manotazo.
-Jajajaja. Es broma. Es para que te relajes.
-¿A ti te parece normal no que hicimos anoche?
-No. No lo es. Por eso estoy encantado de haberlo hecho contigo. Me pareció muy morboso.
-Ya.
-¿Pero te gustó, o no?
-Síiiiiiiiiiii. ¿No viste cómo me puse?
-Ya. Pues déjame decirte que no tienes por qué tener vergüenza.
-Es que es muy fuerte, ¿no? Todo el puño ahí...
-Jajajaja.
-Es que mira tu mano... -dijo agarrándomela- Es enorme.
-Pues entró enterita. Hasta aquí.
-Uff... ¿Y cómo sabías lo que tenías que hacer?
-Porque cuando hablamos ayer por la mañana de cómo Mario te folla el culo se me pasó por la cabeza. Y eché un ojo para ver cómo se hacía y cómo tenía que poner la mano y eso.
-Qué guarro eres... -decía con tono de burla.
-Y a ti que te encanta.
-Pues sí. La verdad es que nunca me había imaginado hacer algo así.
-¿De verdad no te duele?
-No. Lo notaba un poco raro cuando estábamos en la bañera y tal. Pero ya estoy muy bien.
-¿Quieres que lo repitamos? -dije de broma.
-Tranquilo, fiera. Que te emocionas muy rápido. Me vas a romper con tanto inventar... Jajaja.
-Pero si te ha gustado, ¿no?
-Sí. Pero es algo muy intenso. Tiene que ser especial. Lo mismo así en frío ni puedo. Seguro que tiene que ver que pudiera hacerlo que estuviera así de cachonda.
-Tiene sentido.
-Pero no sé. Me parece algo exagerado de hacer. En plan… Podemos hacer sexo anal para disfrutar los dos.
-Sí, a mí tampoco es algo que me entusiasme. Pero bueno, es una experiencia más. Y me alegro de que haya sido contigo.
-Gracias -dijo acariciándome la cara-. Y perdona por lo de la espalda... No me di cuenta. Te lo juro.
-No pasa nada. Ya no me duele ni nada.
-Lo tienes ya mejor. Con la crema esa se ha curado rápido.
-Me gustó mucho el masaje que me hiciste anoche. Me quedé dormido en nada.
-Se me dan bien.
-Me gustaría compensarte.
-No hace falta... Jejeje.
-Dame la crema esa.
-¿Para qué?
-Para darte un masaje yo.
-Mmm... Vale.

Sofía se levantó y de inmediato regresó con la crema.

-¿Dónde me lo quieres dar?
-¿Dónde te apetece?
-Mmm, no sé... En los pies estaría bien. O en la espalda.
-Vale, pues en los dos sitios.

Cogí la crema y ella puso sus pues sobre mis piernas. Se los empecé a masajear con cuidado, porque me dijo que tenía un poco de cosquillas, así que no podía venirme arriba. Aun así, me las apañé para darle un buen masaje, el cual ella recibía con placer. El problema era que me estaba empezando a poner cachondo, por lo que rápidamente le dije que se pusiera boca abajo y de diera la vuelta para dárselo por la espalda.

Empecé de nuevo a masajearla, con ella haciendo los mismos sonidos y relajándose mucho. Pero ahora veía su culazo, con esos leggings apretados que le marcaba hasta el tanga y me estaba poniendo malo. Pero aun así aguanté unos minutos para devolverle el que ella me hizo a mí por la noche. Pasaba mis manos por su espalda y costados, apretando con mis pulgares para hacer presión y que fuera intenso.

-¿A dónde vas? -dijo cuándo notó que quitaba mis manos de ella y me levantaba.
-A por una cosa. Tardo un minuto.

Al regresar me puse como estaba, pero en vez darle un masaje en la espalda, se lo empecé a dar en el culo al bajarle los leggings. Ella lanzó un sonidito de sorpresa, pasando a reír de manera encantadora. No me eché crema ni nada, pero le masajeaba el culo con las manos apretando y amasando sus glúteos. La tenía muy dura y ya sabía que no iba a poder parar hasta que me la follara allí mismo, por lo que acerqué mi cara a su culo para besarle las nalgas.

Sofía pasó de lanzar sonidos de agrado a pequeños gemidos, sobre todo cuando le daba algún mordisco. Pero más fuerte lo dio, además de un respingo, cuando aparté su tanga para lamerle el ano. Se lo empecé a comer, aunque también le lamía el coño, con ese cambio de sabor entre uno y otro, aunque ambos eran igual de excitantes y atractivos. Me bajé los pantalones y los boxers y me eché lubricante, porque eso era a por lo que había ido, para metérsela por el coño despacio.

-Ay, Javi... -decía vaciando sus pulmones.

Me pegué a ella, quedando con mi cara en su cuello para empezar a besarlo. Me moví lentamente durante un rato, con ella juntado sus piernas y sacando el culo, haciendo la penetración mucho más placentera. Tampoco tardé mucho en ponerme de rodillas en el sofá de manera vertical para agarrarla de las caderas y reventarla bien hasta que le llegó su orgasmo, hincando ella su cabeza contra el cojín mientras su cuerpo temblaba. Me paré en seco al clavársela todo lo profundo que pude, notando como me apretaba con su coño. Era una sensación excelente, pero había notado esos movimientos con más intensidad otras veces. De nuevo me eché sobre ella para besarla en el cuello y ella hacía soniditos de agrado sin parar. Estaba muy a gusto por lo que oía, y yo también.

Al rato hice lo mismo, pero con su culo. Increíblemente tenía más aguante al ser follada por el culo que por el coño, cosa que aproveché para reventarla de verdad hasta que me corrí dentro de ella, haciéndolo ella también, aunque de manera menos intensa que como había hecho antes cuando la había penetrado por la vagina. Al correrme se la clavé igual de profundo que en el anterior polvo y me eché sobre ella para sentir su piel en mi pecho, besándola también y echado mis manos por debajo de ella para agarrarle las tetas. Ella ponía sus manos sobre las mías y gemía un poco de vez en cuando. Su móvil empezó a sonar durante el polvo, pero no le hicimos caso y volvió a sonar. En ese momento sí que me tocó un poco la moral, porque estaba interrumpiendo ese momento en el que acabas y quieres un poco de tranquilidad y descanso. Ella pareció leerme la mente, pues cogió el móvil para descolgar y decir:

-Que estoy ocupada. Estoy follando con Javi -casi gritó para colgar después.

Me reí un poco, porque me hizo gracia, aunque también me relajé bastante al echar mi cabeza sobre ella, dándole algún beso más por su piel. Estuvimos así unos 5 minutos en los que me encontraba muy a gusto, para después salirme de ella con cuidado y limpiarnos bien con papel y toallitas. Luego nos echamos en el sofá, con ella sobre mí, quedándonos descansando en silencio, aunque ambos estábamos con una sonrisa en la boca.

-¿Quién te ha llamado? -le pregunté riéndome.
-Ah... Irene. Cuando quiere hablar se pone muy pesada y no para de llamar. No entiende que podemos estar ocupados, jejeje.
-Desde luego no te has cortado al cogérselo. Creía que era tu madre quien llamaba.
-¿Qué dices, Javi? ¿Cómo le voy a hablar así a mi madre...? Jajaja.
-Yo que sé... Como tenéis tanta confianza... Lo mismo os contáis esas cosas...
-Qué vaaaaa. ¿Cómo le voy a contar con quién follo? Ni ella me cuenta a mí sus cosas. Aunque no sé si...
-Es una mujer muy atractiva. Seguro que tiene sus cosas.
-Conque atractiva, ¿no? -decía divertida.
-Pues claro. Y por eso tú también lo eres, porque has salido a ella.
-Anda, anda... Que tienes más peligro... Jajaja.
-Bueno, pero que lo decía en serio. No aparenta para nada la edad que tiene, desde luego.
-¿Qué edad aparenta según tú?
-No sé... Unos 40. No más.
-Pues ya tiene 50.
-Pues deberías estar contenta, porque así serás tú con su edad seguramente.
-¿Tú crees?
-Seguro que sí. Aunque te imagino más guapa.
-Cómo te gusta engatusar...
-Pero que lo digo de verdad, jajaja.
-Tonto... Para. Que me están entrando ganas otra vez...
-Bueno, luego echamos otro, ¿vale? Pero es que se acerca ya la hora de comer. ¿Qué te parece si comemos por ahí? Anoche con la tontería lo hicimos en un sitio un poco cutre.
-No tengo ganas de arreglarme mucho...
-Bueno, vamos vestidos normales. Pero a un sitio que esté bien. Yo te invito.
-No hace falta.
-No me hagas el feo.
-Vale, pero luego te invito yo en otra ocasión.
-Me parece bien.
 
Capítulo 413

Nos levantamos y nos preparamos para irnos a comer fuera. Quería llevarla a un buen sitio para compensar lo de haberla dejado sola la tarde anterior casi en toda su totalidad. Ella me decía que ya me había compensado de por más con todo lo bien que lo pasamos, pero tampoco quería basar mi amistad con ella en el sexo. Me gustaba pasar tiempo con Sofía y creía que ella también pensaba lo mismo acerca de mí, así que se me metió en la cabeza llevarla a un lugar al que ya había ido, aunque fuera varios años atrás.

La única duda que tenía era de si seguiría abierto, aunque con lo bien que estaba, estaba seguro de que así sería. Y efectivamente, seguía abierto, aunque una vez entramos me asaltó otra duda al ver el restaurante tan cambiado. Esperaba que solo fueran cambios estéticos y no de dirección, carta y personal, porque Sofía se merecía que no la defraudara. Por suerte, todo fue de maravilla. La comida y el trato eran tan excelentes como recordaba y es que era un negocio familiar y seguían ahí después de varios años. En la comida, Sofía y yo estuvimos hablando, interesándome yo por aquello de que tenía que pasar toda la semana que entraba fuera.

Así que le pedí que me contara con detalle. Ella lo hacía sin gana, pero al conocer yo algo de lo que pasaba por haber trabajado donde lo hacía ella, se animó un poco y me contó con detalle. Se nos hizo muy ameno el tiempo que estuvimos allí con esa charla, por lo que, al acabar, regresamos a mi casa. Parecía estar cansada por tanto traqueteo en la noche anterior, por lo que se arrimó a mí en el sofá, tapándonos bien con la manta para dormirse un poco. Mientras ella lo hacía, yo admiraba lo guapa que estaba y lo bien que olía.

Y tenerla tan cerca de mí por estar abrazada a mi cuerpo me despertó ganas, por lo que empecé a acariciar su cuerpo. Su espalda en concreto al abrazarla yo también, aunque también bajaba mi mano hasta su culo. Pero ese momento se vio interrumpido por una serie de mensajes que me empezaron a llegar. Sofía se estremeció un poco por el ruido, pegando su cuerpo más al mío para hundir su cara en mi pecho. Rápidamente cogí el móvil para silenciarlo, viendo quién era, resultando ser Irene.

-¿Ya han acabado los señoritos de follar? Porque vaya tela con las maneras de contestar... Anda, échale un buen polvo, que lo necesita, porque vaya con la niña...
-¿Qué pasa, Irene? -le respondí al leer todo eso extrañado- ¿Todo bien?
-Hola. ¿Habéis acabado ya?
-Está aquí a mi lado durmiendo, que hemos salido a comer y le ha entrado sueño al parecer.
-Ah... A mí no me sacas a comer...
-¿Estás celosa?
-Que noooooooooooooooo. Pesado.
-Jajajajaja. Es que es lo que parece.
-Pues no, tonto.
-¿Qué te pasa entonces?
-Nada, que quería hablar con ella por una cosa que me dijo ayer por la mañana.
-¿Ayer? Si estaba conmigo y no la vi hablar contigo.
-Fue un mensaje que me mandó.
-Ah... ¿Pasa algo?
-No. Luego hablo con ella.
-Bueno... Pues no sé.
-¿Y lo habéis pasado bien?
-Joder... Una pasada.
-¿Mejor que conmigo?
-Ireeeeeeeene...
-¿Qué?
-Que pares. Que parece que estás celosa.
-Tengo curiosidad. Solo eso.
-Bueno, pues luego te cuento.
-¿Cuándo?
-Esta semana me paso un día por la mañana por tu casa y hablamos.
-Y lo que surja, ¿no?
-Jajajajajaja. ¿Ya te has cansado de Mario?
-No digas eso ni en broma.
-Vale, perdona.
-Es imposible que me canse de él. Pero como ahora también te tengo a ti, pues me apetece.
-Ah...
-¿No te apetece a ti?
-Claro. Aunque llevo un finde...
-Es verdad, que también estuvo la del pelo rosa, ¿no?
-Sí, jajaja.
-Luego me cuentas también cómo fue con ella.
-Ya veremos.
-Javiiiiiiiii... Ya sabes lo morbosa que soy.
-Sí que lo sé, sí.
-Me estoy poniendo cachonda de saber que vas a venir a follarme.
-¿Sí? Jajajaja.
-Está aquí Mario conmigo leyendo y vamos a follar ahora mismo. Vamos a ver los vídeos en los que me follabas. Nos pone muchísimo.
-Jajajaja.
-Vamos a poner el portátil aquí al lado de la cama para que me reviente mientras vemos cómo lo hacías tú.
-Joder... ¿Por qué no os grabáis hoy vosotros y hacemos lo mismo cuando vaya a verte?
-¡Qué buena idea! Te dejo, que vamos a follar.
-Vale, nos vemos la semana que viene.

Dejé de hablar con la loca de mi amiga para dejar el móvil sobre la mesa y ponerme cómodo, aunque Sofía ya estaba despierta.

-¿Qué hacías? -me digo seria.
-Irene, que me ha escrito y estaba hablando con ella.
-¿Qué quería?
-Nada, ver qué hacíamos.
-¿Y qué le has dicho?
-Que estábamos descansando.
-¿Y ya está?
-Sí. Lo de que te voy a follar ahora mismo no se lo he dicho.
-Ah... Jijijiji... ¿Tienes ganas?
-Claro. Así tan pegadita a mí, con lo bien que hueles, lo buena que estás y lo guapa que estabas dormidita... Pues me he puesto un poco tonto.
-Pues no tengo el cuerpo para muchos meneos... Hemos follado demasiado en poco tiempo.
-¿No te apetece?
-Sí, pero mi cuerpo...
-Mira, ponte de lado. Dándome la espalda.

Sofía me hizo caso, moviéndose con cuidado para no cambiar mucho la manera en la que estábamos tumbados. Una vez se puso así, me dediqué a acariciar su cuerpo mientras besaba su cuello y jugaba con su oreja. Ella gemía con un tono muy agradable, pero yo necesitaba algo más de estimulación, por lo que rápidamente metí mi mano por dentro de su ropa para tocarle las tetas aprovechando que no tenía puesto el sujetador al habérselo quitado al llegar a casa. Amasaba y apretaba sus senos, jugando también con sus pezones al tirar de ellos cuando se encontraban duros.

-Sofía, me encantan tus tetas. Son increíbles.
-Son tuyas. Tócalas todo lo que quieras.

Y así lo hice, aunque no tardé mucho en meter mi mano por dentro de su pantalón y braguitas para acariciarle el coño. Me lo encontré húmedo nada más tocarlo con mis dedos, por lo que le empecé a acariciar con intensidad, pasando a meterle un dedo y luego otro. La estimulé así durante un rato para después bajarle tanto el pantalón como sus braguitas a medio muslo, haciéndolo yo también con mi ropa para metérsela después de acariciarle con mi glande un poco como a mí me gustaba. Sofía jadeaba de gusto hasta que ya no pude más y se la empecé a meter. Estaba tan mojadita que no costó nada de trabajo. Me la empecé a follar de manera lenta y con mucho cariño, bastante lejos del ritmo con el que lo habíamos hecho durante todo el fin de semana.

Mientras se la metía no paraba de sobarle las tetas, pellizcando sus pezones también y tirando de ellos. Sofía tuvo un orgasmo intenso cuando apreté muy ligeramente el ritmo de mis embestidas mientras con una mano le agarraba una teta y con la otra le acariciaba el clítoris con movimientos circulares. Me avisó en repetidas ocasiones de que se iba a correr, pero yo no quería parar. Estaba muy a gusto así y quería que se corriera así de esa manera. Empezó a temblar, poniendo sus piernas estiradas de manera rígida y yo se la clavé lo más profundo que me permitió la postura para sentir como su cuerpo se estremecía internamente. Ella empujó su culo contra mí y me agarró las manos para entrelazar nuestros dedos, apretándolos también.

-Joder, Javiiiiiiii... -dijo a los pocos minutos cuando se terminó de recuperar- Qué bien.
-¿Te ha gustado?
-Me ha encantado -dijo dándole un beso a mis manos al llevárselas hasta la cara.
-¿Estás a gusto?
-Sí. Pero tú no te has corrido.
-Es que hemos follado mucho ya. Y no te estaba dando tan fuerte.
-¿Te quieres correr?
-Claro.
-¿Dónde quieres hacerlo?
-En tus tetas.
-Mmm... -gimió muy placenteramente.

No quería esperar más, por lo que apartó la manta con la que estábamos tapados y se incorporó para quitarse la sudadera. Luego se tumbó boca arriba y me dijo que me pusiera sobre ella. Me la comió durante un rato, con ella gimiendo de nuevo. Yo mientras tanto le tocaba las tetas, aunque me notaba cerca, por lo que la avisé. Se la sacó de su boca y agarró sus tetas para juntarlas y que me pudiera correr a placer sobre ellas. Y así lo hice al cabo de pocas sacudidas, llenándole las tetas de leche, aunque con cuidado de no manchar nada. Cuando acabé me restregué un poco con sus tetas, acariciando sus pezones con mi glande y me quedé nuevo. Ella recogía parte de mi semen con uno de sus dedos para llevárselo a la boca de una manera muy sensual.

Al cabo de un rato ya estábamos los dos tumbados de nuevo en el sofá, ya limpios, aunque algo retirados para no acabar de nuevo follando, porque bastante habíamos tenido ya. Antes de las 5 de la tarde me estaba diciendo que se iba a ir a su casa, porque aún le quedaban 2 horas de camino de regreso y tenía que preparar aún la maleta para la semana que le esperaba. Me ofrecí a acompañarla, pero era una tontería por tener que ir yo en mi coche y ella en el suyo, así que fue algo que descartamos. En la despedida se puso muy cariñosa, dándome un abrazo enorme y dándome las gracias por haber pasado ese fin de semana tan bueno y tan divertido. Las gracias se las di yo por aparecer por mi casa para pasar tiempo conmigo y por tener la confianza para hacer todo aquello. Al final hasta se animó a despedirse de mí con un buen beso. Antes de que se fuera le dije que la llamaría para hablar con ella y hacerle más llevadero lo de estar sola durante toda la semana. El resto de la tarde la pasé descansando en el sofá.

Yo también estaba un poco exhausto por tanto follar desde el viernes hasta hacía pocas horas en ese domingo, por lo que estuve vagueando, dándome cuenta de que el sábado no fui al gimnasio, pero ya recuperaría el día, aunque también era verdad que un día me iba a ausentar por ir a ver a Irene. Y pensando en el gimnasio, me acordé de las dos chicas y de sus proposiciones para que me uniera a sus clases. Era algo que tenía que pensar como les dije, pero entre una cosa y otra no pude hacerlo por estar a otras cosas. Pero tampoco me suponía un problema, pues ya tenía una idea de qué hacer, así que en cuanto las viera se lo comentaría, pero tampoco iba a ir yo expresamente a buscarlas. Y mucho menos en primer día cuando volviera al gimnasio.

Quizá fue casualidad, o que simplemente nuestros horarios no coincidían, pero no las llegué a ver hasta los últimos días de la semana. Y eso que iba para seguir con mi rutina de entrenamiento, ya más para mantenerme como estaba que para seguir haciendo volumen para ganar más musculatura. Me encontraba muy a gusto con el cuerpo que tenía y no pensaba ponerme más cachas por así decirlo. De hecho, me empecé a centrar de nuevo más en correr que en otra cosa, aunque no descuidaba las máquinas ni las pesas.

Pero quería hacer más cardio para tener más resistencia en todos los aspectos, por lo que pasaba mucho tiempo en la cinta, aunque me resultaba tan aburrido que salía mucho a la calle para correr por las afueras de la ciudad en un recorrido que era frecuentado por mucha gente que hacía ejercicio y que hasta iban corriendo con sus perros, que iban al mismo ritmo. Por las tardes seguía con mis clases muy tranquilamente, entre las que no destacaba nada especialmente para mí. Notaba alguna mirada de alguna de las chicas que iban a segundo de bachillerato, pero pasando de eso.

Bastante escarmentado salí de mi historia con las dos a les que le di clase hacía casi un año atrás. Además de que seguramente eran menores y no quería meterme en líos. La que más me llamaba la atención era Andrea curiosamente, porque al estar ambos solos en la clase teníamos esa capacidad de estar más pendientes el uno del otro. No tenía ni idea de lo que ella pensaría de mí, pues se comportaba con una normalidad imperturbable en la que no le veía ninguna mirada ni ningún gesto especial y por supuesto tampoco ninguna insinuación.

Por mi parte sí que había miradas, a su culo en concreto. Ese culo que tenía no era de este mundo. Era muy grande y redondo y me atraía muchísimo, aunque era algo muy raro de ver, pues siempre iba con ropa holgada, ya fuera con jerséis o sudaderas que le estaban grandes y que también les quedaban largas, lo suficiente como para ocultar ese culazo. Pero también me atraía de ella su manera de ser y cómo hablaba. La veía una chica madura para tener 18 años, aunque la semana siguiente cumplía ya 19.

Tan solo podía echar un ojo a su anatomía baja cuando se marchaba de clase y se le subía un poco la ropa, aunque era solo durante una fracción de segundo en la que podía ver aquel trasero tan potente, pues se ponía bien la ropa tirando de ella hacía abajo al instante, además de que se ponía su abrigo enseguida al dejarlo siempre sobre la silla en la que se sentaba. Nuestras clases de tanto el lunes como el martes se basaron en preparar un trabajo que tenía que mandar para principios del siguiente mes, así que estuvimos planificando cómo hacerlo, aunque quería que se esforzara para que lo sacara ella por su cuenta, pero ahí me tendría si necesitaba ayuda. En algún silencio que otro cuando ella se ponía a hacer algún esquema o cuando repasábamos vocabulario o formas verbales que ella iba rellenando en las fichas que le daba yo, me paré a pensar en ella.

La verdad es que era una chica que me atraía pese a no ser mi tipo, pero a esas alturas, aquello del tipo lo tenía más que dejado de lado. A lo mejor pensaba ya con otra cosa volviéndome más salido de lo que ya era, quizá por ese despertar sexual tan brusco por follarme a mi exsuegra, pero el caso era que me empezaba a fijar en chicas en las que quizá no lo hubiera hecho meses atrás. Se me vino a la cabeza Eva, a la que me había follado hacía escasos días.

Dudo bastante que en años anteriores hubiera dado lugar a nada con ella. No me atraían mucho las chicas tan delgadas y con un estilo tan estrafalario. Me gustaba mucho lo natural, y que llevara el pelo de ese color tan chillón y llamativo, además de sus lados rapados, era algo que hacía que pasara desapercibida para mí los primeros días que la vi, sexualmente hablando. Pero hablando y demás acabó pasando. Y ahora también se me venía a la cabeza Andrea precisamente por estar en ese momento conmigo.

No creo que me hubiera fijado en ella en otros tiempos, porque además de ir siempre tan discreta por la ropa que usaba, no veía mucha belleza en las chicas gruesas, aunque también era verdad que me gustaban con curvas, pero no con tantas. Y ahora con ella la verdad era que sí que me atraía si lo pensaba, pues Andrea no estaba tan gorda. Estaba rellenita, se le notaba al verla, en la cara y en el cuerpo, pero no tenía una barriga inmensa. Ni mucho menos. Sin embargo, sí que se le notaba unos brazos gorditos y sus dedos eran rechonchos. Su culo era inmenso y también tenía unos muslos impresionantes y gordos, pero la veía atractiva. Eran unas curvas sensuales.

De cara me resultaba bastante mona pese a que tuviera algunos dientes torcidos, pero ese detalle de que fuera pelirroja natural por lo blanquita que era de piel, el color parecido en sus cejas y su larga melena casi lisa de ese color me gustaba. De hecho, hasta me llegaba a preguntar si tendría también de ese color el pelo ahí abajo o si lo tendría más oscuro, si es que tenía pelo. Pero sus ojos castaños, bajo esas gafas grandes y redondas me gustaban, además de que esos anteojos le daban un toque intelectual, cosa que también era por las conversaciones que me daba. Además, era una chica cariñosa. No tenía gestos conmigo, pero se notaba mucho que lo era por su forma de ser. Y su voz era muy estimulante. La encontraba supersexy, recordándome a una actriz española incluso.

A lo mejor era que me fijaba más en sus formas de ser y en sus personalidades más que en el físico. Con Eva creía que pasaba eso. Ver lo juguetona que era y lo simpática y agradable me abrió la posibilidad a conocerla de esa manera para acabar como acabamos y como esperaba repetir con ese plan de tres que ella ideo y del cual me dijo que se iba a encargar. Sospechaba que con Andrea me pasaba lo mismo, pues esas veces que nos veíamos en clase hablábamos mucho y nos empezamos a conocer, viendo yo que su manera de ser me gustaba.

Quizá una vez conocía a la persona su espectro cambiaba en mi cabeza transformándola y haciéndola más atractiva a mis ojos. Ya me había pasado dos veces a bien y nunca a mal, aunque Cintia estaba por ahí, pero en su caso no me hacía verla menos atractiva. Al pasárseme por la cabeza esta chica, pensé que desde que se fue de mi casa dejándome con el calentón, no había dado señales de vida.

Y la verdad es que lo prefería así, porque estaba muy tranquilo sin tener que aguantar sus tonterías. Pero también era verdad que me lo pasaba bien metiéndome con ella y viendo cómo tenía reacciones de niña pequeña. Pero me tocó mucho la moral que jugara conmigo de esa manera, así que no iba a ser yo el que diera el paso desde luego. Si estaba interesada en volver a verme, mucho tenía que espabilar para que le hiciera caso. Y también tendría que compensarme y no iba a dar lugar a que se repitiera lo de la última vez. Volví a pensar en eso de cómo se trastocaba en mi cabeza la imagen de la persona en cuestión al conocerla mejor, corroborando que efectivamente, no veía a Cintia menos guapa o menos atractiva pese a su comportamiento más que cuestionable. ¿Me llegaría a pasar con alguien alguna vez?
 
Capítulo 414

El miércoles me salté la rutina de gimnasio para acercarme a mi ciudad para hablar con Irene y estar un rato con ella. Pero antes pasé por casa de mis abuelos para ver a la familia, comprando algo de desayuno para todos de paso. Se alegraron mucho de verme por allí, agradeciendo también el desayuno y me preguntaron qué hacía por allí. No quería que pareciera que estaban en un segundo plano, por lo que les dije que estaba allí para verles y demás, aunque mi madre parecía olerse la tostada. Me conocía demasiado bien.

Para no levantar más sospechas en ella estuve un buen rato allí con ellos hablando y ayudando a hacer algún recado o tarea que necesitaba de mi altura o fuerza, pero al cabo de un rato me acabé marchando con la excusa de que tenía que volver a casa para hacer unas compras, hacer la comida y luego marcharme a trabajar. Aun así, no me libré de la perspicacia de mi madre, pues me encaró cuando me acompañó hasta la puerta, hablando conmigo en esa entrada que ya he descrito y que daba directamente a la calle.

-Tú no has venido a vernos -dijo segura y con una sonrisa en la cara.
-Ah, ¿no?
-Pues no.
-Entonces, ¿a qué he venido?
-No lo sé. Esperaba que me lo dijeras.
-No sé de qué me hablas.
-Si hubieras venido expresamente a vernos, habrías avisado. Aunque ha estado muy bien el detalle de traernos unos churros para desayunar.
-Qué tonta eres, mamá.
-Sí, sí. Pero que no me la das, jajaja.
-He venido a ver a mi amiga Irene.
-¿Irene? ¿La novia de Mario?
-La misma.
-¿Le pasa algo?
-Es que pasa bastante tiempo sola en casa. Mario se va muy temprano y hasta la hora de comer no lo ve. Y tampoco es que esté mucho con ella hasta que sale luego casi de noche.
-Ah... ¿Y vienes para estar con ella?
-Sí. También me echa un poco de menos a mí.
-Pero si estás aquí casa dos por tres. Hijo, que yo no sé para qué te has mudado allí... Jajajaja.
-Porque me gusta la ciudad. Quería un cambio de aires.
-Sí que has cambiado, sí -dijo acariciándome la barba.
-Y pues he venido para estar un rato con ella.
-¿Y tu otra amiga?
-¿Sofía?
-Eso, Sofía.
-Em... Pues...
-Uy... -dijo riendo.
-Ha venido este fin de semana a mi casa para estar allí conmigo.
-¡Anda!
-Pero no pienses nada raro, mamá.
-No, no. Si yo no pienso nada. Pero entiendo cómo sois ahora los chicos y las chicas.
-Es que esta semana se ha ido de viaje por trabajo y pues para pasar algo de tiempo juntos y tal pues se vino el finde.
-¿Y qué habéis hecho?
-Nada, hemos salido a dar una vuelta, cenamos por ahí y también salimos a tomarnos algo.
-Ah...
-Pero que no ha dormido conmigo... Ella lo hacía en la otra habitación.
-Javier, que no le tienes que dar explicaciones. Tú sabrás lo que haces, pero con cuidado, ¿vale?
-Vale. Em...
-Ten cuidado con Irene, ¿vale? -dijo dándome un abrazo para despedirse.
-¿Cuidado?
-Sí.
-¿Por qué lo dices?
-Pues porque los niños de hoy en día sois muy locos. Y con tal de... Bueno, que no te metas en su relación.
-¿Pero qué dices, mamá?
-Yo solo digo lo que veo.
-¿Y qué ves? ¿Has visto algo en Irene para pensar que ella...?
-He visto que es una muy buena amiga tuya que se preocupa por ti y que te quiere un montón. Y no sabes cómo me alegro de que sea así, pero...
-¿Mmm?
-Pero ten cuidado, ¿vale? Que el roce hace el cariño. Y el cariño hace el roce. ¿Me entiendes?
-Joder, mamá...
-Que no pasa nada por hablar de estas cosas, Javier. Pero te digo esto para que lo tengas en mente por si acaso. Sería una pena que se rompiera la amistad tan buena que tienes con ella y con Mario, por no hablar del problema que les supondría a ellos.
-No digas tonterías... ¿Es que Irene me miraba más de la cuenta?
-No sé, pero no quiero que hagáis una tontería.
-No, imposible que ella deje a Mario por mí. Además, yo tampoco busco nada.
-Tampoco he dicho que deje a Mario. Se ve que le quiere mucho. Si en las pocas veces que he coincidido con ellos lo he visto. Se miraban como... Bueno, que no veo a ninguno de los dos dejando al otro, la verdad.
-Claro.
-¿Y Sofía no tiene pareja ni nada?
-No. Le cuesta tener ese sentimiento por alguien.
-Pues es una pena.
-¿Por?
-Nada, nada.
-Ya...
-Es que me he acordado de la vez que vinieron en Nochevieja y la verdad es que teníais porte los dos.
-¿Porte? ¿De qué?
-¿De qué va a ser?
-¿De pareja?
-Claro. Los dos tan guapos, tan altos... Esa chica me gusta.
-Pues no me busques novia tan rápido, porque yo no quiero ninguna.
-No, si no lo hago. Pero os vi juntos y no sé... Me gustó como combinabais.
-¿Qué somos, un par de calcetines ahora? -dije riéndome.
-No, tonto -dijo dándome un manotazo-. Pero... Luego te la traes un día a comer. Y a Mario y a Irene también.
-Sí. En eso estaba pensando yo. Corriendo voy a avisarles.
-Ay, que tonto te pones a veces...
-Mamá, que te conozco. Y no quiero tonterías. Y tampoco quiero que puedan surgir temas que no quiero tocar.
-Ni que fuera esto un cuartel...
-Si me puedo evitar el más mínimo malestar, mejor.
-Bueno, como quieras. Pero la invitación va en serio, por si te animas.
-No creo.
-Bueno, ve ya a ver a tu amiga, pero piensa eso que te he dicho.

Me despedí de mi madre, montándome en el coche para ir a casa se mi amiga pensando lo que me había dicho. Hacía bien en aconsejarme de esa manera, pero la realidad era muy distinta a como ella la pensaba. Si supiera más de la mitad de lo que me traía yo con ella desde que nos hicimos más amigos... Aun así, sus palabras me preocuparon un poco en general. Tanto por parte de la pareja, con eso de que contemplaba la posibilidad de que Irene se encariñara más de la cuenta conmigo, hasta eso que dijo de Sofía.

Veía bastante imposible que Irene dejara a Mario. Y más por mí. ¿Qué iba a ver en mí? ¿Qué podía darle yo que no le estuviera dando ya Mario desde hacía años? Qué va... Eso no era una posibilidad en mi cabeza. Ambos queríamos al otro mucho, pero no hasta ese punto. Era un amor de amistad más que de otra cosa. Amistad con sexo, algo que bastante parecido a una relación de pareja ahora que me paraba a pensarlo, pero no había sentimientos fuertes de enamoramiento por ninguna parte.

Y desde luego no iba a hacerle eso a mi mejor amigo si esos sentimientos se llegaran a despertar en mí alguna vez. Desde luego que no. También me dejó pensativo eso de que veía que Sofía y yo hacíamos buena pareja. Sofía era una chica excelente, guapa, cariñosa, atenta, inteligente, buena persona y a la que quería un montón, pero no llegaba a sentir nada más por ella.

Llegué a replantearme si era así del todo por eso que dijo mi madre de que nos veía combinar bien, pero es que solo la veía como una amiga. Tal vez tenía que ver todo ese tiempo en el que no veía nada más en ella que su atractivo al ser amigos y tener yo pareja, queriendo mantenerme fiel, o quizá había quedado traumatizado, encerrándome interiormente para no acabar emparejado de nuevo y arriesgarme a sufrir de nuevo por lo mismo, pero no me veía con pareja con ninguna de las dos ni con alguna otra en general.

Con tanto pensar casi no me di cuenta de que había llegado a casa de mi amiga, por lo que busqué aparcamiento y me quedé un poco más en el coche una vez lo encontré, dándole alguna vuelta más a todo eso que venía pensando de camino, pero sacudí mi cabeza negando que nada de eso pudiera tener lugar. Al bajarme del coche, me di cuenta de que se había levantado mucho aire y frío y que estaba empezando a llover, por lo que fui a paso ligero y ella me abrió de inmediato. Se alegró mucho de verme, haciéndome pasar de inmediato para que no cogiera frío. Sin llegar a hablar nada siquiera, Irene me sacó un café, trayendo uno para ella también, sentándose a mi lado para que nos lo pudiéramos tomar tranquilamente.

-Podías haber avisado que venías...
-¿Te pillo mal?
-No, qué va. Pero... Bueno, da igual.
-¿Pasa algo?
-No, no. ¿Qué tal?
-Bien. Vengo de estar con mis abuelos y con mi madre.
-Ah, ¿y todo bien?
-Sí.
-Pues tienes una cara un poco rara.
-Es que... Verás. Cuando me iba a ir, mi madre me ha preguntado a qué he venido, porque no se creía que lo hubiera hecho para verlos a ellos y ya está.
-Y le has dicho que venías a verme.
-Sí.
-¿Y ha pasado algo?
-Mi madre, que dice que tenga cuidado.
-¿Cuidado? ¿Por?
-Dice que el roce hace el cariño y que el cariño hace el roce. Tiene miedo de que me meta en la relación que tenéis Mario y tú.
-Jajajajaja -reía con ganas-. Pobrecilla. Si ella supiera...
-Eso he pensado yo.
-¿Y por qué traes esa cara entonces?
-Porque nunca me había parado a pensarlo y bueno... Me he puesto en la situación y tal. Que no es que vea la más mínima posibilidad de que eso pase, pero no sé... Me ha dado un poco de mal rollo, ¿sabes?
-Claro. Lo entiendo. Yo también he pensado en eso alguna vez.
-¿En que tú y yo...?
-No. Javi, yo te quiero mucho, pero mucho, mucho. Pero veo imposible que eso pase.
-¿Entonces?
-Alguna vez he pensado si soy lo suficientemente buena para Mario. Si soy lo que él espera que sea...
-No te sigo.
-Ya sabes, él quiere casarse, tener hijos... Mario es muy clásico en ese aspecto. Yo, sin embargo... Ya sabes cómo soy.
-Lo sé bien.
-Es curioso, ¿eh? Tú y yo pensamos exactamente igual en el tema de bodas y de hijos, y mira con que parejas hemos dado... Es curioso.
-Sí que lo es. Pero no tienes por qué pensar eso. Los gustos no determinan siempre la afinidad de una pareja. Lo importante es que ambos os queréis, que confiáis el uno en el otro, que no tenéis secretos, que lleváis así ya mucho tiempo y que no veis a otra persona a vuestro lado de esa manera.
-Sí, a esa conclusión llego siempre.
-Entonces, todo guay, ¿no?
-Sí, sí. No hay ningún problema.
-Vale. También me ha dicho que Sofía y yo tenemos un buen porte de pareja.
-¿Qué? -preguntó sorprendida, aunque riéndose.
-Pues eso, que nos vio juntos en Nochevieja y le gustó cómo combinábamos.
-A ver, los dos estás muy muy bien. La verdad es que pegáis mucho.
-¿Tú crees?
-Sí. ¿Qué piensas tú?
-No estoy muy convencido.
-¿Por qué?
-Porque no busco novia, Irene.
-¿La buscabas cuando...?
-Pues no. La verdad es que tampoco.
-Entonces no te cierres tan rápido.
-Pero es que yo no siento lo que tengo que sentir por ella. La quiero mucho, es muy guapa, está muy buena, es un amor de chica, todo lo que tú quieras, pero no me sale eso.
-Tampoco te salía con... Sé de sobra vuestra historia y al principio tampoco tenías muy claro muchas cosas.
-Eso es verdad. Esa conversación la tuve con mi madre para ver qué sentía yo y no llegué a nada.
-¿Ves? No tienes que dar nada por hecho tan rápido.
-Pero es que esta vez estoy más seguro.
-Pues no corras tanto. Cálmate un poco y déjate llevar, que falta te hace.
-¿Por qué dices eso? Anda... No me busques novia tú también, que estoy muy a gusto ahora mismo.
-Lo que tú veas, cariño.
-Es que imagínate que me dejo llevar y por un casual Sofía me sigue la corriente y luego descubro que no siento nada de nada. Ella se encariñaría conmigo y lo podría pasar mal. Paso de hacerle pasar un mal rato y de cargarnos nuestra amistad.
-¿Y si descubres que sí que te gusta de esa manera?
-Pfff... No creo. No quiero arriesgar.
-Eso suena un poco cobarde.
-Eso es ser cauto.
-Lo que tú digas -dijo encogiéndose de hombros.
-Además, ¿qué iba a ver ella en mí?
-Lo gilipollas que eres por decir tales tonterías. En serio, ¿tan mal te ves para decir lo que acabas de decir?
-Tampoco es para ponerse así.
-Bueno, a lo mejor sí. Porque te quiero y me duele ver cómo te ves a ti mismo. Seguro que ella es capaz de ver lo genial que eres, lo que te desvives por alguien cuando te involucras, cómo sabes escuchar, cómo de atento eres... Tienes mil cosas, Javi. Además, te has puesto cañón y follas de puta madre.
-Jajajajaja.
-Tiene más de que sobra para fijarse en ti. Yo no me extrañaría tanto.
-Si tú lo dices...
-¿A ti te gusta pasar tiempo con ella?
-Claro, como me gusta pasar tiempo contigo también.
-¿Y estas a gusto con ella? ¿Estás cómodo? ¿Lo pasas bien?
-Sí. Como contigo.
-Deja de ponerme en medio. Piensa en ella.
-Pero que yo no quiero novias, Irene. ¿Qué más da?
-Vale, vale. Mira, voy al baño a darme una ducha rápida. Dale una vueltecita mientras tanto.
-¿No te puedes duchar luego?
-No.
-¿Por qué?
-Porque quiero que me eches un polvo. ¿O ya se te ha olvidado que me tienes que contar lo que has hecho con Sofía el finde pasado? Además, Mario y yo hicimos eso de grabarnos. Ahora te lo enseño mientras follamos.
-Jajajaja, vale.
-Piensa en eso que te he dicho -dijo ya casi saliendo del salón.
 
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