Keranos
Miembro muy activo
- Desde
- 22 Jun 2023
- Mensajes
- 980
- Reputación
- 6,389
Capítulo 433
-Vaya sueño tienes, ¿no? ¿O es que te pasa algo?
-Es por la regla. No me encuentro muy bien.
-¿Necesitas algo? ¿Te llevo al médico?
-No -decía con una sonrisa apagada-, estoy bien. Me pasa a veces. También es que con el frío que hace tan temprano, tengo el cuerpo cortado.
-Bueno, como veas. Si tan mal estás, quédate durmiendo, seguro que te hace bien.
-No quiero perder clase.
-No tienes muy buena cara.
-Me lo imagino, jajaja.
-¿Te acerco?
-Pero si tardo nada en llegar.
-Hace un día muy feo. Te lo digo por eso.
-Da igual, voy andando. Gracias igualmente.
-Vale. Si te encuentras peor o algo, me avisas, ¿vale?
-Vale, vale, jaja.
Andrea se fue sin quedarme yo muy conforme, porque la veía regular, pero fue su decisión. Yo por mi parte, dudé si ir al gimnasio, porque hacía un día bastante malo. Mucho frío y mucha lluvia, por lo que no sabía muy bien qué hacer. Siempre iba andando hasta allí y, aun así, el coche me pillaba algo retirado, pero no me quería quedar vagueando. Correr fuera estaba descartadísimo, así que cogí un paraguas y me fui hacia donde tenía aparcado el coche y poder acercarme así. Lo bueno era que el gimnasio tenía una buena zona de aparcamiento al lado, la cual estaba hasta techada, así que no me mojé.
La mañana allí transcurrió de manera normal, yendo yo muy a mi bola con mi tabla de ejercicios que me preparé, alternando de todo, pero siguiendo un orden, controlando bien cuántas repeticiones hacía de cada cosa. También estuve un buen rato en la cinta, ya que como no podía correr por la calle, pues me entretuve y lo hice allí. Me encontré con las dos chicas, como ya venía siendo normal. Natalia me saludó con la mano, aunque no me llegó a decir nada, pero sí que me sonrió de manera bonita.
Cómo me hubiera gustado irme a la cama con ella a esas alturas, pero no iba a provocar nada por respeto a su relación. Lola me saludó de una forma similar, pero ella me sonrió más aún, quedándose quieta mirándome e incluso dándome ánimos con gestos para que siguiera con mi ejercicio o para que le pusiera más intensidad también. Estaba mucho más relajado por cómo había ido la cosa con ella el día anterior y verla tan segura en sus afirmaciones, me mantenían tranquilo.
Al llegar a casa, a eso de las 12, me di una ducha que me hacía falta por todo lo que había sudado en el gimnasio, pero al salir me pareció oír un ruido, creyendo yo que estaban llamando a la puerta, así que me anudé una toalla a la cintura y salí, dándome de bruces con Andrea, quien estaba caminando en dirección a su habitación. Me disculpé por casi arrollarla, quedándose ella bastante cortada al verme así tan ligero de ropa.
De hecho, se me quedó mirando con los ojos muy abiertos, poniéndose muy roja. Sus ojos se movían rápidamente por todo mi cuerpo y yo ya viendo lo nerviosa que se ponía, me di la vuelta para regresar al baño para terminar de secarme y vestirme. Se quedó sin habla por muchas veces que me disculpara con ella. Al estar ya listo y después de haberlo recogido todo, fui a su habitación para ver cómo estaba, y de paso para disculparme ya en condiciones, a ver si reaccionaba a lo que le decía.
-Andrea, ¿puedo pasar? -dije tras llamar a su puerta con mis nudillos.
-Sí, pasa.
Al pasar me la encontré tumbada sobre su cama de lado, aunque no se había cambiado de ropa, porque llevaba la misma con la que se había ido a clase.
-Perdona por el topetazo, creía que estaban llamando a la puerta.
-No pasa nada. No me has hecho daño.
-¿Qué haces aquí tan temprano?
-Es que no me encuentro muy bien. Me daban pinchazos y me he venido para echarme y ver si se me pasa.
-Creo que deberíamos ir al médico.
-No es para tanto, hombre...
-¿Quieres que llamemos a tu madre?
-No, no. Que entonces no se va hasta que no se me vaya la regla.
-Como veas. ¿Te has tomado algo para el dolor?
-Sí. Esta mañana antes de irme. No me toca hasta esta tarde.
-Bueno, ahora voy a hacer sopa para comer, ¿vale? Ya verás lo bien que te sienta.
-No hace falta.
-Joder, que no... Anda descansa y luego te llamo para comer.
La dejé tranquila, cerrando la puerta para que pudiera descansar bien mientras yo hacía alguna cosa que tenía pendiente del trabajo, aunque era poca cosa. También me puse a jugar un poco mientras hacía hora para la hora de comer. Me apetecía estar un rato con la batería, pero no iba a ponerme a tocar estando ella así. A la 1 y media me puse a hacer la comida. No hay que ser un maestro cocinero para hacer una sopa. Hasta ahí llegaba, aunque sí que estuve bien pendiente de todo para no cagarla, porque lo último que necesitaba esta chica era que se pusiera peor. Hasta hice algo que siempre hacía mi madre cuando hacía sopa para que estuviera más buena añadiéndole algo. Fui a avisarla y por desgracia la desperté. Parecía estar descansando. Una vez más me disculpé con ella, aunque Andrea le restó importancia. Conforme venía dijo que olía bien, aunque se extrañó un poco al ver el plato.
-No pongas esa cara mujer...
-¿Qué le has echado?
-Es huevo. Mi madre la hacía así y siempre le echaba un huevo crudo para removerlo un poco y que se cuajara con el calor de la sopa. Te prometo que está muy bueno así.
-A ver... -dijo probándola- Pues sí, no está mal.
-Así lleva más nutrientes.
-Muchas gracias por estar tan pendiente de mí.
-No es nada. No te iba a dejar así tan pachucha sin echarte una mano.
-No te preocupes. Esto no me pasa mucho, pero hay veces que me da muy fuerte con la regla y estoy un poco mal. No quiero ser molestia.
-No digas eso. No me supone ninguna molestia y no me cuesta nada ayudarte.
-Bueno... Siento también haber venido sin avisar y lo que ha pasado.
-Pero si he sido yo el que casi te tira al suelo...
-Ya, me refiero a bueno...
-¿A verme así? No pasa nada.
-No, si no tienes nada de lo que avergonzarte...
-Jajajaja.
-Engañas mucho al ir siempre con sudadera y tal...
-Me lo han dicho alguna vez.
-No me esperaba que estuvieras así tan... Musculado -dijo empezando a ponerse roja.
-Sí, voy bastante al gimnasio. De hecho, venía de ahí. Por eso me estaba dando una ducha.
-¿Y los tatuajes?
-¿Qué pasa con ellos?
-Nada, que tampoco me esperaba que tuvieras tantos. Son... Son muy bonitos. ¿Te dolieron?
-Qué va. ¿Por qué? ¿Quieres hacerte tu alguno?
-No sé... Puede. Me gustan mucho, pero me da miedo. No me gusta cómo se hace, aunque me parecen muy bonitos.
-Tal vez alguno pequeño...
-No sé... Me lo tengo que pensar bien. También es que si mi madre me ve con uno me mata... Jajajaja.
-Pero ya eres mayor de edad. A lo mejor alguno discreto, que no se vea mucho...
-Me gustaría en la muñeca, por la parte de adentro.
-Sí, ese sitio es muy típico, aunque quedan muy bien ahí. ¿Y tienes pensado de qué sería?
-No. No tengo ni idea. Solo estamos hablando, jaja.
-También te digo, esto de los tatuajes es adictivo. Empiezas con uno y quieres más. Como si tu cuerpo te pidiera tinta.
-Uy... Miedo me da eso, jejeje.
Andrea se levantó cuando terminó de comer y se puso a recoger la mesa a cambio de haber preparado yo la comida. En ese momento sí que pude verla mejor, porque, pese a ir vestida como siempre la había visto, el jersey tan holgado que llevaba puesto se le empezó a subir mientras fregaba los platos. No sé si fue por la confianza que cogería conmigo, pero el caso es que en este caso no pareció importarte, ya que la veía tirando de su ropa cada dos por tres cuando estábamos en clases, como si no quisiera que nada de su cuerpo fuera visible o se marcara incluso.
Por cómo estaba dispuesta la mesa de la cocina, yo estaba de lado hacia ella, pero no pude evitar quedarme embobado mirando ese culazo que tenía. Era grande y redondo. El más grande que había visto en una chica. Me pareció increíble y cuanto más lo miraba, más me gustaba. Hasta se le marcaban las braguitas bajo esos leggings negros. Me excité sobremanera al poder ver ese culo y al poder hacerlo con tanta libertad por no girarse ella en ningún momento. De hecho, se me levantó una erección bastante exagerada. Otra cosa que me pasó fue que me la empecé a imaginar desnuda.
Como ya he dicho anteriormente, Andrea era una chica rellenita, quizá gordita, pero no la consideraba fea ni poco atractiva. ¿Cómo iba a pensar eso teniendo la polla así de dura? Tenía los brazos gorditos por lo que podía intuir, y era evidente que los muslos sí que los tenía grandes al llevar algo más ajustado en la parte de abajo. Y su culo ya era el colofón, pero me parecía muy agradable a la vista. Tal vez estaba demasiado salido por no parar de verme con chicas, pero la verdad es que me estaban entrando muchas ganas de poder comprobar cómo era desnuda. Al ser tan blanquita de piel me la imaginaba con unos pezones rosas intensos, al igual que sus labios vaginales. Me preguntaba cómo tendría el coño.
A esas alturas había visto ya unos cuantos, y no podía dar nada por sentado, pues alguna vez que otra me había llevado alguna sorpresa, pero apostaba a que tenía unos labios gruesos y pronunciados. También me la empecé a imaginar tatuada por la conversación que acabábamos de tener. No era algo que me generara un interés especial, pero tampoco era algo que me desagradara. Aunque, a decir verdad, fue algo que deseché, porque a mi parecer no era una chica a la que le pintaran los tatuajes. Quizá alguno como el que le sugerí, pero no la veía con muchos tatuajes como los que tenía yo.
Estaba tan embobado que casi me pilla mirándola así al darse la vuelta. Al parecer me estaba hablando y yo me quedé en mi mundo. De hecho, me tuvo que repetir lo que me estaba diciendo, porque no me había enterado. Yo disimulé un poco con el móvil y le respondí, yéndose ella al salón para echarse en el sofá, volviendo yo a echarle un ojo a su culo mientras se iba. Tuve que esperar un poco ahí para que se me bajara el asunto, porque para salir, tenía que pasar por el salón fuera a donde fuera y me vería. Cuando conseguí bajar la erección, me fui y me senté en el sofá, aunque en la otra parte. Ella estaba de lado viendo la tele y descansando, tapada con una manta. Me dijo si quería ver algo en especial, pero le dije que no, que podía ver lo que quisiera.
Pese a estar tapada con la manta, se marcaba la silueta de su cuerpo y podía adivinar sus caderas y algo de sus nalgas, por lo que me empecé a poner nervioso de nuevo. Eso hizo que me levantara súbitamente para irme a mi habitación un rato, porque se me estaba empezando a poner dura otra vez. Diría que la asusté un poco, porque me pareció ver que daba un respingo por la brusquedad con la que me levanté. Me tiré un buen rato en mi habitación, entreteniéndome con mis cosas para que se me pasara. Tan absorto estaba que me medio asustó cuando apareció por mi habitación para decirme:
-Entras a las 4, ¿no?
-Joder, me has asustado... Jajaja.
-Perdona, jaja. No quería hacerlo.
-No pasa nada. Sí, entro a esa hora. ¿Por qué?
-Porque queda poco. A lo mejor te tienes que preparar o algo.
-Mierda, no me he dado cuenta de la hora.
-Jajaja. ¿Qué hacías? -preguntó curiosa.
-Nada, ordenando unas cosas.
-¿Qué son? ¿Cartas?
-Sí. Es de un juego.
-Qué guay -dijo cogiendo unas cuantas para verlas.
-No creo que las entiendas mucho.
-¿De qué va el juego?
-Es de estrategia -dije empezando a explicarle un poco por encima el juego.
-Jijijijiji...
-¿Qué pasa? -pregunté riéndome al ver cómo lo hacía ella- ¿De qué te ríes?
-Keranos. Me hace gracia el nombre de ésta...
-¿Por qué?
-No lo sé... Jajaja.
-Ya no la juego. Pero antes sí que lo hacía. Y me gustaba mucho.
-Am... Pues luego me cuentas mejor cómo va esto. Y si eso pues me enseñas a jugar.
-Vale, si quieres...
Y ahí quedó la conversación, porque llegaba tarde al trabajo. Me despedí de ella diciéndole que me llamara si se encontraba mal o necesitaba algo para poder acercarme en un momento, aunque ella me dijo que no creía que hiciera falta, porque se encontraba mejor. Y sí era verdad que le veía mejor cara en comparación a cuando regresó por la mañana de clase. Quizá tenía algo que ver la comida que preparé, pero sabiendo lo patoso que era, tenía que ser por la pastilla que se acababa de tomar. Por la tarde estuve un poco torpe, porque estaba pendiente del móvil por si acaso y al estar preocupado por Andrea, no paraba venírseme a la cabeza su culo y todo lo que me imaginé de ella. Por suerte no tuve ningún contratiempo ni tampoco me distraje tanto como para que me viera afectado en el trabajo, pero estaba nervioso.
Al llegar a casa, Andrea me recibió con uno de sus típicos "holi". Parecía que se encontraba mucho y mejor y así era, porque se había animado a hacer algo más sólido para cenar, porque al medio día solo comimos la sopa que yo preparé. Me dijo que estaba hambrienta, aunque también me dijo que estaba muy buena. Fallo mío, debería haber hecho algo más para tener algo sólido en el estómago. La verdad es que yo también estaba hambriento y nos pusimos a cenar enseguida. Esta vez lo hicimos en el salón, en la mesa grande mientras teníamos la tele puesta, aunque estuvimos más pendientes de la conversación que teníamos en la que nos contamos la tarde que habíamos tenido. Se sentía muy curiosa acerca de cómo me las apañaba para dar clase a todos los niveles a los que daba, teniendo que encargarme de grupos de varias edades.
Así se nos pasó la cena, de una manera muy amena para mí, que estaba acostumbrado a hacerlo solo. Tras cenar nos sentamos en el sofá y me volví a poner tonto por lo ocasionado durante la tarde. Hasta me encontraba sobándome la polla estando ella tumbada al otro lado del sofá, aunque llevaba cuidado de que no me viera, evidentemente. Pero me daba un morbo hacer eso en ese momento... Estaba muy salido, sí, pero cómo deseaba llegar a algo más. Aun así, no terminé de hacer nada, aunque cuando se retiró a dormir, tapándome yo bien para que no me viera en el momento, sí que me la saqué para hacerme una paja cuando oí cómo cerró la puerta de su habitación. Tener por allí su olor tan agradable, no hizo más que liberar mi imaginación.
Estando ya a punto de acabar, me di cuenta que podría aparecer en cualquier momento, por lo que me fui al baño para acabar el trabajo que me traía entre manos. Fue algo reconfortante, aunque mentiría si no dijera que en ese momento me hubiera encantado entrar en su habitación y follarla bien para quedarme más a gusto. El día siguiente fue parecido, aunque no faltó a ninguna clase. Pero los momentos que pasábamos juntos, ya fuera en el almuerzo, la cena o en los momentos posteriores en los que reposábamos, me ponía nervioso por no dejar de verla, sobre todo su culo.
De hecho, esa noche me acabé haciendo una paja otra vez pensando en ella. Y eso me hizo poder dormir algo mejor, aunque seguro que también tenía que ver la clase de crossfit que había tenido por la mañana con Natalia, con quien todo iba igual, mostrándose simpática, aunque no llegamos a comentar nada especial. Con Lola no me llegué a cruzar tanto, pues yo sí que la vi desde fuera dentro de su clase, pero se la veía concentrada y no quería molestarla.
Al día siguiente sí que tendría la oportunidad de hablar más con ella después de haberme despedido de Andrea, quien se lamentaba de no poder dormir más y de no poder hacerlo yo tampoco, y más pudiendo levantarme a la hora que yo quisiera. Estuve con la rutina de gimnasio, esforzándome para tener una sesión intensa y así no salir a correr después por la calle, pues el tiempo aún no acompañaba. En un breve descanso fue cuando me dirigí a la zona donde estaban las clases, viendo cómo salían de allí bastantes mujeres. Me asomé y vi a Lola encorvada recogiendo el equipo de música con el que daba las clases. No pude evitar fijarme en su culo, lanzando yo el consecuente silbido de agrado al verla así. Ella se levantó como un resorte, pasando a reír cuando vio que era yo.
-Vaya sueño tienes, ¿no? ¿O es que te pasa algo?
-Es por la regla. No me encuentro muy bien.
-¿Necesitas algo? ¿Te llevo al médico?
-No -decía con una sonrisa apagada-, estoy bien. Me pasa a veces. También es que con el frío que hace tan temprano, tengo el cuerpo cortado.
-Bueno, como veas. Si tan mal estás, quédate durmiendo, seguro que te hace bien.
-No quiero perder clase.
-No tienes muy buena cara.
-Me lo imagino, jajaja.
-¿Te acerco?
-Pero si tardo nada en llegar.
-Hace un día muy feo. Te lo digo por eso.
-Da igual, voy andando. Gracias igualmente.
-Vale. Si te encuentras peor o algo, me avisas, ¿vale?
-Vale, vale, jaja.
Andrea se fue sin quedarme yo muy conforme, porque la veía regular, pero fue su decisión. Yo por mi parte, dudé si ir al gimnasio, porque hacía un día bastante malo. Mucho frío y mucha lluvia, por lo que no sabía muy bien qué hacer. Siempre iba andando hasta allí y, aun así, el coche me pillaba algo retirado, pero no me quería quedar vagueando. Correr fuera estaba descartadísimo, así que cogí un paraguas y me fui hacia donde tenía aparcado el coche y poder acercarme así. Lo bueno era que el gimnasio tenía una buena zona de aparcamiento al lado, la cual estaba hasta techada, así que no me mojé.
La mañana allí transcurrió de manera normal, yendo yo muy a mi bola con mi tabla de ejercicios que me preparé, alternando de todo, pero siguiendo un orden, controlando bien cuántas repeticiones hacía de cada cosa. También estuve un buen rato en la cinta, ya que como no podía correr por la calle, pues me entretuve y lo hice allí. Me encontré con las dos chicas, como ya venía siendo normal. Natalia me saludó con la mano, aunque no me llegó a decir nada, pero sí que me sonrió de manera bonita.
Cómo me hubiera gustado irme a la cama con ella a esas alturas, pero no iba a provocar nada por respeto a su relación. Lola me saludó de una forma similar, pero ella me sonrió más aún, quedándose quieta mirándome e incluso dándome ánimos con gestos para que siguiera con mi ejercicio o para que le pusiera más intensidad también. Estaba mucho más relajado por cómo había ido la cosa con ella el día anterior y verla tan segura en sus afirmaciones, me mantenían tranquilo.
Al llegar a casa, a eso de las 12, me di una ducha que me hacía falta por todo lo que había sudado en el gimnasio, pero al salir me pareció oír un ruido, creyendo yo que estaban llamando a la puerta, así que me anudé una toalla a la cintura y salí, dándome de bruces con Andrea, quien estaba caminando en dirección a su habitación. Me disculpé por casi arrollarla, quedándose ella bastante cortada al verme así tan ligero de ropa.
De hecho, se me quedó mirando con los ojos muy abiertos, poniéndose muy roja. Sus ojos se movían rápidamente por todo mi cuerpo y yo ya viendo lo nerviosa que se ponía, me di la vuelta para regresar al baño para terminar de secarme y vestirme. Se quedó sin habla por muchas veces que me disculpara con ella. Al estar ya listo y después de haberlo recogido todo, fui a su habitación para ver cómo estaba, y de paso para disculparme ya en condiciones, a ver si reaccionaba a lo que le decía.
-Andrea, ¿puedo pasar? -dije tras llamar a su puerta con mis nudillos.
-Sí, pasa.
Al pasar me la encontré tumbada sobre su cama de lado, aunque no se había cambiado de ropa, porque llevaba la misma con la que se había ido a clase.
-Perdona por el topetazo, creía que estaban llamando a la puerta.
-No pasa nada. No me has hecho daño.
-¿Qué haces aquí tan temprano?
-Es que no me encuentro muy bien. Me daban pinchazos y me he venido para echarme y ver si se me pasa.
-Creo que deberíamos ir al médico.
-No es para tanto, hombre...
-¿Quieres que llamemos a tu madre?
-No, no. Que entonces no se va hasta que no se me vaya la regla.
-Como veas. ¿Te has tomado algo para el dolor?
-Sí. Esta mañana antes de irme. No me toca hasta esta tarde.
-Bueno, ahora voy a hacer sopa para comer, ¿vale? Ya verás lo bien que te sienta.
-No hace falta.
-Joder, que no... Anda descansa y luego te llamo para comer.
La dejé tranquila, cerrando la puerta para que pudiera descansar bien mientras yo hacía alguna cosa que tenía pendiente del trabajo, aunque era poca cosa. También me puse a jugar un poco mientras hacía hora para la hora de comer. Me apetecía estar un rato con la batería, pero no iba a ponerme a tocar estando ella así. A la 1 y media me puse a hacer la comida. No hay que ser un maestro cocinero para hacer una sopa. Hasta ahí llegaba, aunque sí que estuve bien pendiente de todo para no cagarla, porque lo último que necesitaba esta chica era que se pusiera peor. Hasta hice algo que siempre hacía mi madre cuando hacía sopa para que estuviera más buena añadiéndole algo. Fui a avisarla y por desgracia la desperté. Parecía estar descansando. Una vez más me disculpé con ella, aunque Andrea le restó importancia. Conforme venía dijo que olía bien, aunque se extrañó un poco al ver el plato.
-No pongas esa cara mujer...
-¿Qué le has echado?
-Es huevo. Mi madre la hacía así y siempre le echaba un huevo crudo para removerlo un poco y que se cuajara con el calor de la sopa. Te prometo que está muy bueno así.
-A ver... -dijo probándola- Pues sí, no está mal.
-Así lleva más nutrientes.
-Muchas gracias por estar tan pendiente de mí.
-No es nada. No te iba a dejar así tan pachucha sin echarte una mano.
-No te preocupes. Esto no me pasa mucho, pero hay veces que me da muy fuerte con la regla y estoy un poco mal. No quiero ser molestia.
-No digas eso. No me supone ninguna molestia y no me cuesta nada ayudarte.
-Bueno... Siento también haber venido sin avisar y lo que ha pasado.
-Pero si he sido yo el que casi te tira al suelo...
-Ya, me refiero a bueno...
-¿A verme así? No pasa nada.
-No, si no tienes nada de lo que avergonzarte...
-Jajajaja.
-Engañas mucho al ir siempre con sudadera y tal...
-Me lo han dicho alguna vez.
-No me esperaba que estuvieras así tan... Musculado -dijo empezando a ponerse roja.
-Sí, voy bastante al gimnasio. De hecho, venía de ahí. Por eso me estaba dando una ducha.
-¿Y los tatuajes?
-¿Qué pasa con ellos?
-Nada, que tampoco me esperaba que tuvieras tantos. Son... Son muy bonitos. ¿Te dolieron?
-Qué va. ¿Por qué? ¿Quieres hacerte tu alguno?
-No sé... Puede. Me gustan mucho, pero me da miedo. No me gusta cómo se hace, aunque me parecen muy bonitos.
-Tal vez alguno pequeño...
-No sé... Me lo tengo que pensar bien. También es que si mi madre me ve con uno me mata... Jajajaja.
-Pero ya eres mayor de edad. A lo mejor alguno discreto, que no se vea mucho...
-Me gustaría en la muñeca, por la parte de adentro.
-Sí, ese sitio es muy típico, aunque quedan muy bien ahí. ¿Y tienes pensado de qué sería?
-No. No tengo ni idea. Solo estamos hablando, jaja.
-También te digo, esto de los tatuajes es adictivo. Empiezas con uno y quieres más. Como si tu cuerpo te pidiera tinta.
-Uy... Miedo me da eso, jejeje.
Andrea se levantó cuando terminó de comer y se puso a recoger la mesa a cambio de haber preparado yo la comida. En ese momento sí que pude verla mejor, porque, pese a ir vestida como siempre la había visto, el jersey tan holgado que llevaba puesto se le empezó a subir mientras fregaba los platos. No sé si fue por la confianza que cogería conmigo, pero el caso es que en este caso no pareció importarte, ya que la veía tirando de su ropa cada dos por tres cuando estábamos en clases, como si no quisiera que nada de su cuerpo fuera visible o se marcara incluso.
Por cómo estaba dispuesta la mesa de la cocina, yo estaba de lado hacia ella, pero no pude evitar quedarme embobado mirando ese culazo que tenía. Era grande y redondo. El más grande que había visto en una chica. Me pareció increíble y cuanto más lo miraba, más me gustaba. Hasta se le marcaban las braguitas bajo esos leggings negros. Me excité sobremanera al poder ver ese culo y al poder hacerlo con tanta libertad por no girarse ella en ningún momento. De hecho, se me levantó una erección bastante exagerada. Otra cosa que me pasó fue que me la empecé a imaginar desnuda.
Como ya he dicho anteriormente, Andrea era una chica rellenita, quizá gordita, pero no la consideraba fea ni poco atractiva. ¿Cómo iba a pensar eso teniendo la polla así de dura? Tenía los brazos gorditos por lo que podía intuir, y era evidente que los muslos sí que los tenía grandes al llevar algo más ajustado en la parte de abajo. Y su culo ya era el colofón, pero me parecía muy agradable a la vista. Tal vez estaba demasiado salido por no parar de verme con chicas, pero la verdad es que me estaban entrando muchas ganas de poder comprobar cómo era desnuda. Al ser tan blanquita de piel me la imaginaba con unos pezones rosas intensos, al igual que sus labios vaginales. Me preguntaba cómo tendría el coño.
A esas alturas había visto ya unos cuantos, y no podía dar nada por sentado, pues alguna vez que otra me había llevado alguna sorpresa, pero apostaba a que tenía unos labios gruesos y pronunciados. También me la empecé a imaginar tatuada por la conversación que acabábamos de tener. No era algo que me generara un interés especial, pero tampoco era algo que me desagradara. Aunque, a decir verdad, fue algo que deseché, porque a mi parecer no era una chica a la que le pintaran los tatuajes. Quizá alguno como el que le sugerí, pero no la veía con muchos tatuajes como los que tenía yo.
Estaba tan embobado que casi me pilla mirándola así al darse la vuelta. Al parecer me estaba hablando y yo me quedé en mi mundo. De hecho, me tuvo que repetir lo que me estaba diciendo, porque no me había enterado. Yo disimulé un poco con el móvil y le respondí, yéndose ella al salón para echarse en el sofá, volviendo yo a echarle un ojo a su culo mientras se iba. Tuve que esperar un poco ahí para que se me bajara el asunto, porque para salir, tenía que pasar por el salón fuera a donde fuera y me vería. Cuando conseguí bajar la erección, me fui y me senté en el sofá, aunque en la otra parte. Ella estaba de lado viendo la tele y descansando, tapada con una manta. Me dijo si quería ver algo en especial, pero le dije que no, que podía ver lo que quisiera.
Pese a estar tapada con la manta, se marcaba la silueta de su cuerpo y podía adivinar sus caderas y algo de sus nalgas, por lo que me empecé a poner nervioso de nuevo. Eso hizo que me levantara súbitamente para irme a mi habitación un rato, porque se me estaba empezando a poner dura otra vez. Diría que la asusté un poco, porque me pareció ver que daba un respingo por la brusquedad con la que me levanté. Me tiré un buen rato en mi habitación, entreteniéndome con mis cosas para que se me pasara. Tan absorto estaba que me medio asustó cuando apareció por mi habitación para decirme:
-Entras a las 4, ¿no?
-Joder, me has asustado... Jajaja.
-Perdona, jaja. No quería hacerlo.
-No pasa nada. Sí, entro a esa hora. ¿Por qué?
-Porque queda poco. A lo mejor te tienes que preparar o algo.
-Mierda, no me he dado cuenta de la hora.
-Jajaja. ¿Qué hacías? -preguntó curiosa.
-Nada, ordenando unas cosas.
-¿Qué son? ¿Cartas?
-Sí. Es de un juego.
-Qué guay -dijo cogiendo unas cuantas para verlas.
-No creo que las entiendas mucho.
-¿De qué va el juego?
-Es de estrategia -dije empezando a explicarle un poco por encima el juego.
-Jijijijiji...
-¿Qué pasa? -pregunté riéndome al ver cómo lo hacía ella- ¿De qué te ríes?
-Keranos. Me hace gracia el nombre de ésta...
-¿Por qué?
-No lo sé... Jajaja.
-Ya no la juego. Pero antes sí que lo hacía. Y me gustaba mucho.
-Am... Pues luego me cuentas mejor cómo va esto. Y si eso pues me enseñas a jugar.
-Vale, si quieres...
Y ahí quedó la conversación, porque llegaba tarde al trabajo. Me despedí de ella diciéndole que me llamara si se encontraba mal o necesitaba algo para poder acercarme en un momento, aunque ella me dijo que no creía que hiciera falta, porque se encontraba mejor. Y sí era verdad que le veía mejor cara en comparación a cuando regresó por la mañana de clase. Quizá tenía algo que ver la comida que preparé, pero sabiendo lo patoso que era, tenía que ser por la pastilla que se acababa de tomar. Por la tarde estuve un poco torpe, porque estaba pendiente del móvil por si acaso y al estar preocupado por Andrea, no paraba venírseme a la cabeza su culo y todo lo que me imaginé de ella. Por suerte no tuve ningún contratiempo ni tampoco me distraje tanto como para que me viera afectado en el trabajo, pero estaba nervioso.
Al llegar a casa, Andrea me recibió con uno de sus típicos "holi". Parecía que se encontraba mucho y mejor y así era, porque se había animado a hacer algo más sólido para cenar, porque al medio día solo comimos la sopa que yo preparé. Me dijo que estaba hambrienta, aunque también me dijo que estaba muy buena. Fallo mío, debería haber hecho algo más para tener algo sólido en el estómago. La verdad es que yo también estaba hambriento y nos pusimos a cenar enseguida. Esta vez lo hicimos en el salón, en la mesa grande mientras teníamos la tele puesta, aunque estuvimos más pendientes de la conversación que teníamos en la que nos contamos la tarde que habíamos tenido. Se sentía muy curiosa acerca de cómo me las apañaba para dar clase a todos los niveles a los que daba, teniendo que encargarme de grupos de varias edades.
Así se nos pasó la cena, de una manera muy amena para mí, que estaba acostumbrado a hacerlo solo. Tras cenar nos sentamos en el sofá y me volví a poner tonto por lo ocasionado durante la tarde. Hasta me encontraba sobándome la polla estando ella tumbada al otro lado del sofá, aunque llevaba cuidado de que no me viera, evidentemente. Pero me daba un morbo hacer eso en ese momento... Estaba muy salido, sí, pero cómo deseaba llegar a algo más. Aun así, no terminé de hacer nada, aunque cuando se retiró a dormir, tapándome yo bien para que no me viera en el momento, sí que me la saqué para hacerme una paja cuando oí cómo cerró la puerta de su habitación. Tener por allí su olor tan agradable, no hizo más que liberar mi imaginación.
Estando ya a punto de acabar, me di cuenta que podría aparecer en cualquier momento, por lo que me fui al baño para acabar el trabajo que me traía entre manos. Fue algo reconfortante, aunque mentiría si no dijera que en ese momento me hubiera encantado entrar en su habitación y follarla bien para quedarme más a gusto. El día siguiente fue parecido, aunque no faltó a ninguna clase. Pero los momentos que pasábamos juntos, ya fuera en el almuerzo, la cena o en los momentos posteriores en los que reposábamos, me ponía nervioso por no dejar de verla, sobre todo su culo.
De hecho, esa noche me acabé haciendo una paja otra vez pensando en ella. Y eso me hizo poder dormir algo mejor, aunque seguro que también tenía que ver la clase de crossfit que había tenido por la mañana con Natalia, con quien todo iba igual, mostrándose simpática, aunque no llegamos a comentar nada especial. Con Lola no me llegué a cruzar tanto, pues yo sí que la vi desde fuera dentro de su clase, pero se la veía concentrada y no quería molestarla.
Al día siguiente sí que tendría la oportunidad de hablar más con ella después de haberme despedido de Andrea, quien se lamentaba de no poder dormir más y de no poder hacerlo yo tampoco, y más pudiendo levantarme a la hora que yo quisiera. Estuve con la rutina de gimnasio, esforzándome para tener una sesión intensa y así no salir a correr después por la calle, pues el tiempo aún no acompañaba. En un breve descanso fue cuando me dirigí a la zona donde estaban las clases, viendo cómo salían de allí bastantes mujeres. Me asomé y vi a Lola encorvada recogiendo el equipo de música con el que daba las clases. No pude evitar fijarme en su culo, lanzando yo el consecuente silbido de agrado al verla así. Ella se levantó como un resorte, pasando a reír cuando vio que era yo.