Reencuentro con Elena

Capítulo 433

-Vaya sueño tienes, ¿no? ¿O es que te pasa algo?
-Es por la regla. No me encuentro muy bien.
-¿Necesitas algo? ¿Te llevo al médico?
-No -decía con una sonrisa apagada-, estoy bien. Me pasa a veces. También es que con el frío que hace tan temprano, tengo el cuerpo cortado.
-Bueno, como veas. Si tan mal estás, quédate durmiendo, seguro que te hace bien.
-No quiero perder clase.
-No tienes muy buena cara.
-Me lo imagino, jajaja.
-¿Te acerco?
-Pero si tardo nada en llegar.
-Hace un día muy feo. Te lo digo por eso.
-Da igual, voy andando. Gracias igualmente.
-Vale. Si te encuentras peor o algo, me avisas, ¿vale?
-Vale, vale, jaja.

Andrea se fue sin quedarme yo muy conforme, porque la veía regular, pero fue su decisión. Yo por mi parte, dudé si ir al gimnasio, porque hacía un día bastante malo. Mucho frío y mucha lluvia, por lo que no sabía muy bien qué hacer. Siempre iba andando hasta allí y, aun así, el coche me pillaba algo retirado, pero no me quería quedar vagueando. Correr fuera estaba descartadísimo, así que cogí un paraguas y me fui hacia donde tenía aparcado el coche y poder acercarme así. Lo bueno era que el gimnasio tenía una buena zona de aparcamiento al lado, la cual estaba hasta techada, así que no me mojé.

La mañana allí transcurrió de manera normal, yendo yo muy a mi bola con mi tabla de ejercicios que me preparé, alternando de todo, pero siguiendo un orden, controlando bien cuántas repeticiones hacía de cada cosa. También estuve un buen rato en la cinta, ya que como no podía correr por la calle, pues me entretuve y lo hice allí. Me encontré con las dos chicas, como ya venía siendo normal. Natalia me saludó con la mano, aunque no me llegó a decir nada, pero sí que me sonrió de manera bonita.

Cómo me hubiera gustado irme a la cama con ella a esas alturas, pero no iba a provocar nada por respeto a su relación. Lola me saludó de una forma similar, pero ella me sonrió más aún, quedándose quieta mirándome e incluso dándome ánimos con gestos para que siguiera con mi ejercicio o para que le pusiera más intensidad también. Estaba mucho más relajado por cómo había ido la cosa con ella el día anterior y verla tan segura en sus afirmaciones, me mantenían tranquilo.

Al llegar a casa, a eso de las 12, me di una ducha que me hacía falta por todo lo que había sudado en el gimnasio, pero al salir me pareció oír un ruido, creyendo yo que estaban llamando a la puerta, así que me anudé una toalla a la cintura y salí, dándome de bruces con Andrea, quien estaba caminando en dirección a su habitación. Me disculpé por casi arrollarla, quedándose ella bastante cortada al verme así tan ligero de ropa.

De hecho, se me quedó mirando con los ojos muy abiertos, poniéndose muy roja. Sus ojos se movían rápidamente por todo mi cuerpo y yo ya viendo lo nerviosa que se ponía, me di la vuelta para regresar al baño para terminar de secarme y vestirme. Se quedó sin habla por muchas veces que me disculpara con ella. Al estar ya listo y después de haberlo recogido todo, fui a su habitación para ver cómo estaba, y de paso para disculparme ya en condiciones, a ver si reaccionaba a lo que le decía.

-Andrea, ¿puedo pasar? -dije tras llamar a su puerta con mis nudillos.
-Sí, pasa.

Al pasar me la encontré tumbada sobre su cama de lado, aunque no se había cambiado de ropa, porque llevaba la misma con la que se había ido a clase.

-Perdona por el topetazo, creía que estaban llamando a la puerta.
-No pasa nada. No me has hecho daño.
-¿Qué haces aquí tan temprano?
-Es que no me encuentro muy bien. Me daban pinchazos y me he venido para echarme y ver si se me pasa.
-Creo que deberíamos ir al médico.
-No es para tanto, hombre...
-¿Quieres que llamemos a tu madre?
-No, no. Que entonces no se va hasta que no se me vaya la regla.
-Como veas. ¿Te has tomado algo para el dolor?
-Sí. Esta mañana antes de irme. No me toca hasta esta tarde.
-Bueno, ahora voy a hacer sopa para comer, ¿vale? Ya verás lo bien que te sienta.
-No hace falta.
-Joder, que no... Anda descansa y luego te llamo para comer.

La dejé tranquila, cerrando la puerta para que pudiera descansar bien mientras yo hacía alguna cosa que tenía pendiente del trabajo, aunque era poca cosa. También me puse a jugar un poco mientras hacía hora para la hora de comer. Me apetecía estar un rato con la batería, pero no iba a ponerme a tocar estando ella así. A la 1 y media me puse a hacer la comida. No hay que ser un maestro cocinero para hacer una sopa. Hasta ahí llegaba, aunque sí que estuve bien pendiente de todo para no cagarla, porque lo último que necesitaba esta chica era que se pusiera peor. Hasta hice algo que siempre hacía mi madre cuando hacía sopa para que estuviera más buena añadiéndole algo. Fui a avisarla y por desgracia la desperté. Parecía estar descansando. Una vez más me disculpé con ella, aunque Andrea le restó importancia. Conforme venía dijo que olía bien, aunque se extrañó un poco al ver el plato.

-No pongas esa cara mujer...
-¿Qué le has echado?
-Es huevo. Mi madre la hacía así y siempre le echaba un huevo crudo para removerlo un poco y que se cuajara con el calor de la sopa. Te prometo que está muy bueno así.
-A ver... -dijo probándola- Pues sí, no está mal.
-Así lleva más nutrientes.
-Muchas gracias por estar tan pendiente de mí.
-No es nada. No te iba a dejar así tan pachucha sin echarte una mano.
-No te preocupes. Esto no me pasa mucho, pero hay veces que me da muy fuerte con la regla y estoy un poco mal. No quiero ser molestia.
-No digas eso. No me supone ninguna molestia y no me cuesta nada ayudarte.
-Bueno... Siento también haber venido sin avisar y lo que ha pasado.
-Pero si he sido yo el que casi te tira al suelo...
-Ya, me refiero a bueno...
-¿A verme así? No pasa nada.
-No, si no tienes nada de lo que avergonzarte...
-Jajajaja.
-Engañas mucho al ir siempre con sudadera y tal...
-Me lo han dicho alguna vez.
-No me esperaba que estuvieras así tan... Musculado -dijo empezando a ponerse roja.
-Sí, voy bastante al gimnasio. De hecho, venía de ahí. Por eso me estaba dando una ducha.
-¿Y los tatuajes?
-¿Qué pasa con ellos?
-Nada, que tampoco me esperaba que tuvieras tantos. Son... Son muy bonitos. ¿Te dolieron?
-Qué va. ¿Por qué? ¿Quieres hacerte tu alguno?
-No sé... Puede. Me gustan mucho, pero me da miedo. No me gusta cómo se hace, aunque me parecen muy bonitos.
-Tal vez alguno pequeño...
-No sé... Me lo tengo que pensar bien. También es que si mi madre me ve con uno me mata... Jajajaja.
-Pero ya eres mayor de edad. A lo mejor alguno discreto, que no se vea mucho...
-Me gustaría en la muñeca, por la parte de adentro.
-Sí, ese sitio es muy típico, aunque quedan muy bien ahí. ¿Y tienes pensado de qué sería?
-No. No tengo ni idea. Solo estamos hablando, jaja.
-También te digo, esto de los tatuajes es adictivo. Empiezas con uno y quieres más. Como si tu cuerpo te pidiera tinta.
-Uy... Miedo me da eso, jejeje.

Andrea se levantó cuando terminó de comer y se puso a recoger la mesa a cambio de haber preparado yo la comida. En ese momento sí que pude verla mejor, porque, pese a ir vestida como siempre la había visto, el jersey tan holgado que llevaba puesto se le empezó a subir mientras fregaba los platos. No sé si fue por la confianza que cogería conmigo, pero el caso es que en este caso no pareció importarte, ya que la veía tirando de su ropa cada dos por tres cuando estábamos en clases, como si no quisiera que nada de su cuerpo fuera visible o se marcara incluso.

Por cómo estaba dispuesta la mesa de la cocina, yo estaba de lado hacia ella, pero no pude evitar quedarme embobado mirando ese culazo que tenía. Era grande y redondo. El más grande que había visto en una chica. Me pareció increíble y cuanto más lo miraba, más me gustaba. Hasta se le marcaban las braguitas bajo esos leggings negros. Me excité sobremanera al poder ver ese culo y al poder hacerlo con tanta libertad por no girarse ella en ningún momento. De hecho, se me levantó una erección bastante exagerada. Otra cosa que me pasó fue que me la empecé a imaginar desnuda.

Como ya he dicho anteriormente, Andrea era una chica rellenita, quizá gordita, pero no la consideraba fea ni poco atractiva. ¿Cómo iba a pensar eso teniendo la polla así de dura? Tenía los brazos gorditos por lo que podía intuir, y era evidente que los muslos sí que los tenía grandes al llevar algo más ajustado en la parte de abajo. Y su culo ya era el colofón, pero me parecía muy agradable a la vista. Tal vez estaba demasiado salido por no parar de verme con chicas, pero la verdad es que me estaban entrando muchas ganas de poder comprobar cómo era desnuda. Al ser tan blanquita de piel me la imaginaba con unos pezones rosas intensos, al igual que sus labios vaginales. Me preguntaba cómo tendría el coño.

A esas alturas había visto ya unos cuantos, y no podía dar nada por sentado, pues alguna vez que otra me había llevado alguna sorpresa, pero apostaba a que tenía unos labios gruesos y pronunciados. También me la empecé a imaginar tatuada por la conversación que acabábamos de tener. No era algo que me generara un interés especial, pero tampoco era algo que me desagradara. Aunque, a decir verdad, fue algo que deseché, porque a mi parecer no era una chica a la que le pintaran los tatuajes. Quizá alguno como el que le sugerí, pero no la veía con muchos tatuajes como los que tenía yo.

Estaba tan embobado que casi me pilla mirándola así al darse la vuelta. Al parecer me estaba hablando y yo me quedé en mi mundo. De hecho, me tuvo que repetir lo que me estaba diciendo, porque no me había enterado. Yo disimulé un poco con el móvil y le respondí, yéndose ella al salón para echarse en el sofá, volviendo yo a echarle un ojo a su culo mientras se iba. Tuve que esperar un poco ahí para que se me bajara el asunto, porque para salir, tenía que pasar por el salón fuera a donde fuera y me vería. Cuando conseguí bajar la erección, me fui y me senté en el sofá, aunque en la otra parte. Ella estaba de lado viendo la tele y descansando, tapada con una manta. Me dijo si quería ver algo en especial, pero le dije que no, que podía ver lo que quisiera.

Pese a estar tapada con la manta, se marcaba la silueta de su cuerpo y podía adivinar sus caderas y algo de sus nalgas, por lo que me empecé a poner nervioso de nuevo. Eso hizo que me levantara súbitamente para irme a mi habitación un rato, porque se me estaba empezando a poner dura otra vez. Diría que la asusté un poco, porque me pareció ver que daba un respingo por la brusquedad con la que me levanté. Me tiré un buen rato en mi habitación, entreteniéndome con mis cosas para que se me pasara. Tan absorto estaba que me medio asustó cuando apareció por mi habitación para decirme:

-Entras a las 4, ¿no?
-Joder, me has asustado... Jajaja.
-Perdona, jaja. No quería hacerlo.
-No pasa nada. Sí, entro a esa hora. ¿Por qué?
-Porque queda poco. A lo mejor te tienes que preparar o algo.
-Mierda, no me he dado cuenta de la hora.
-Jajaja. ¿Qué hacías? -preguntó curiosa.
-Nada, ordenando unas cosas.
-¿Qué son? ¿Cartas?
-Sí. Es de un juego.
-Qué guay -dijo cogiendo unas cuantas para verlas.
-No creo que las entiendas mucho.
-¿De qué va el juego?
-Es de estrategia -dije empezando a explicarle un poco por encima el juego.
-Jijijijiji...
-¿Qué pasa? -pregunté riéndome al ver cómo lo hacía ella- ¿De qué te ríes?
-Keranos. Me hace gracia el nombre de ésta...
-¿Por qué?
-No lo sé... Jajaja.
-Ya no la juego. Pero antes sí que lo hacía. Y me gustaba mucho.
-Am... Pues luego me cuentas mejor cómo va esto. Y si eso pues me enseñas a jugar.
-Vale, si quieres...

Y ahí quedó la conversación, porque llegaba tarde al trabajo. Me despedí de ella diciéndole que me llamara si se encontraba mal o necesitaba algo para poder acercarme en un momento, aunque ella me dijo que no creía que hiciera falta, porque se encontraba mejor. Y sí era verdad que le veía mejor cara en comparación a cuando regresó por la mañana de clase. Quizá tenía algo que ver la comida que preparé, pero sabiendo lo patoso que era, tenía que ser por la pastilla que se acababa de tomar. Por la tarde estuve un poco torpe, porque estaba pendiente del móvil por si acaso y al estar preocupado por Andrea, no paraba venírseme a la cabeza su culo y todo lo que me imaginé de ella. Por suerte no tuve ningún contratiempo ni tampoco me distraje tanto como para que me viera afectado en el trabajo, pero estaba nervioso.

Al llegar a casa, Andrea me recibió con uno de sus típicos "holi". Parecía que se encontraba mucho y mejor y así era, porque se había animado a hacer algo más sólido para cenar, porque al medio día solo comimos la sopa que yo preparé. Me dijo que estaba hambrienta, aunque también me dijo que estaba muy buena. Fallo mío, debería haber hecho algo más para tener algo sólido en el estómago. La verdad es que yo también estaba hambriento y nos pusimos a cenar enseguida. Esta vez lo hicimos en el salón, en la mesa grande mientras teníamos la tele puesta, aunque estuvimos más pendientes de la conversación que teníamos en la que nos contamos la tarde que habíamos tenido. Se sentía muy curiosa acerca de cómo me las apañaba para dar clase a todos los niveles a los que daba, teniendo que encargarme de grupos de varias edades.

Así se nos pasó la cena, de una manera muy amena para mí, que estaba acostumbrado a hacerlo solo. Tras cenar nos sentamos en el sofá y me volví a poner tonto por lo ocasionado durante la tarde. Hasta me encontraba sobándome la polla estando ella tumbada al otro lado del sofá, aunque llevaba cuidado de que no me viera, evidentemente. Pero me daba un morbo hacer eso en ese momento... Estaba muy salido, sí, pero cómo deseaba llegar a algo más. Aun así, no terminé de hacer nada, aunque cuando se retiró a dormir, tapándome yo bien para que no me viera en el momento, sí que me la saqué para hacerme una paja cuando oí cómo cerró la puerta de su habitación. Tener por allí su olor tan agradable, no hizo más que liberar mi imaginación.

Estando ya a punto de acabar, me di cuenta que podría aparecer en cualquier momento, por lo que me fui al baño para acabar el trabajo que me traía entre manos. Fue algo reconfortante, aunque mentiría si no dijera que en ese momento me hubiera encantado entrar en su habitación y follarla bien para quedarme más a gusto. El día siguiente fue parecido, aunque no faltó a ninguna clase. Pero los momentos que pasábamos juntos, ya fuera en el almuerzo, la cena o en los momentos posteriores en los que reposábamos, me ponía nervioso por no dejar de verla, sobre todo su culo.

De hecho, esa noche me acabé haciendo una paja otra vez pensando en ella. Y eso me hizo poder dormir algo mejor, aunque seguro que también tenía que ver la clase de crossfit que había tenido por la mañana con Natalia, con quien todo iba igual, mostrándose simpática, aunque no llegamos a comentar nada especial. Con Lola no me llegué a cruzar tanto, pues yo sí que la vi desde fuera dentro de su clase, pero se la veía concentrada y no quería molestarla.

Al día siguiente sí que tendría la oportunidad de hablar más con ella después de haberme despedido de Andrea, quien se lamentaba de no poder dormir más y de no poder hacerlo yo tampoco, y más pudiendo levantarme a la hora que yo quisiera. Estuve con la rutina de gimnasio, esforzándome para tener una sesión intensa y así no salir a correr después por la calle, pues el tiempo aún no acompañaba. En un breve descanso fue cuando me dirigí a la zona donde estaban las clases, viendo cómo salían de allí bastantes mujeres. Me asomé y vi a Lola encorvada recogiendo el equipo de música con el que daba las clases. No pude evitar fijarme en su culo, lanzando yo el consecuente silbido de agrado al verla así. Ella se levantó como un resorte, pasando a reír cuando vio que era yo.
 
Capítulo 434

-Ah, qué eres tú... -dijo riendo.
-Vaya reacción has tenido... Jajajaja.
-No me gustan los babosos. Pero de ti no me molesta.
-He sido honesto, porque tienes un tipito que...
-Jajajaja, anda, anda... Tú buscas algo.
-Mmm, no. En realidad, no. Estoy en un descanso y solo pasaba a saludar.
-Pfff...
-¿Qué pasa?
-Pues que así sudadito me pones mucho.
-Jajajajajaja -reí con ganas-. Eso es un poco raro, ¿no?
-No pienses raro. Es porque te veo muy varonil.
-Ah...
-Ya te dije que eso me pone mucho.
-Lo que a ti te pasa es que sigues cachonda perdida -dije bajito y acercándome a ella.
-Pues sí. Pero tengo muy buenas noticias acerca de eso -dijo muy contenta.
-¿Sí? A ver, cuéntame.
-Ya no sangro -me susurró acercándose a mí-. Así que ya podemos...
-Ah, genial.
-Y ahí no acaba la cosa.
-¿No?
-Pues no, porque he hablado con mis compis de piso para ver si me podían dejar esta noche la casa libre.
-Am.
-Y lo he conseguido, así que esta noche te vienes y... Jijijiji.
-Mmm... -murmuré pensativo.
-¿Qué pasa? ¿No puedes? ¿No quieres?
-No es eso... Es que... Verás. Llevo un par de días con un calentón muy grande encima.
-Perfecto entonces. Así lo hacemos con más ganas.
-Ya, pero yo cuando estoy así... Es que me pongo muy tonto y no me sé controlar. Me da miedo hacerte daño.
-Ah... ¿Ese es el problema?
-Claro. No quiero colarme de fuerza o de cuánto... Bueno, que no quiero que vayas hacia atrás en tu problemilla. Y más después de lo que te pasó el sábado y de lo bien que vas avanzando.
-No te preocupes por eso.
-Sí que me preocupo. No quiero que por pasarlo bien y por un calentón, salgamos mal. A ver si vamos a terminar en urgencias, anda...
-Que no. Tú confía en mí.
-Si de ti me fio, del que no me fio es de mí mismo. De verdad, que me vengo muy arriba y pierdo la noción de todo.
-Ufff... Pues ahora tengo más ganas aún. Mira, tú vente. Te prometo que me vas a poder follar como tú estás deseando hacerlo.
-Pero si tú no puedes...
-Sí que puedo.
-Ah, ¿sí? ¿Ahora de repente puedes? ¿O es que me has tomado el pelo todo este tiempo?
-Ojalá fuera eso.
-¿Te vas a poner una de esas inyecciones?
-No. Tampoco. No me termino de fiar de eso y no quiero que me pinchen.
-¿Entonces?
-Tú confía en mí. Pásate sobre las 11. Sin prisa, que sé que sales a las 9. Tú cena tranquilamente y ponte guapo, que yo también lo voy a hacer.
-Joder, que segura te veo.
-Porque sé lo que digo. De hecho... Jajajaja. Ya verás tú...
-¿Qué pasa?
-Que me conozco. Y a ti también te conozco. Esta noche vas a quedarte muy contento.
-¿Por? -pregunté extrañado.

Lola se mordió el labio sonriendo y me dio un repaso con la mirada. Se la veía muy excitada y eso me gustaba, pero andaba muy despistado con lo segura que estaba de que la podría follar como ambos estábamos deseando. ¿Por qué podía follar así y nos conformábamos con hacerlo como lo hacíamos? Estaba muy perdido con eso que me acababa de decir. ¿Lo hacía para convencerme e ir a su casa y follar como lo veníamos haciendo, pero quería asegurarse de que fuera? Eso era lo único que se me venía a la cabeza y que veía lógico y no me hizo decidirme del todo. Ella se acercó a mí para meter la mano por debajo de la sudadera y acariciarme el pecho. No pareció importarle mucho que estuviera bastante sudado, porque dejó la mano ahí durante unos segundos.

-Quítate la sudadera, anda.
-Jajajajaja. ¿Qué dices? Anda, córtate un poco, que nos van a ver.
-Me da bastante igual que nos vean y lo que piensen. ¿Qué van a decir? Pues la suerte que tengo de poder estar así con un tío buenorro.
-Joder, cómo estás...
-Ya te lo dije. Y esta noche te voy a follar como tú quieres -dijo mirándome con una de sus intensas miradas.
-Lola, no juegues con fuego.
-Me gusta quemarme -dijo bajando su mano desde mi pecho hasta mi entrepierna, sobando la zona.

Di un respingo por cómo me llegó a apretar un poco al final para agarrármela, poniéndoseme morcillona. También tenía que ver que alguna que otra mujer de una nueva clase que parecía tener lugar en breve empezara a entrar en la sala. Ella me miró sonriendo y yo también le sonreí, pero me marché antes de que a ésta se le fuera más la cabeza, porque estaba bastante irreconocible. Tan despistado salí de allí que no me fijé en nada cuando recogí todo lo mío para volver a casa.

Ya en la ducha hasta me empecé a poner más tonto aún por el calentón que llevaba arrastrando un par de días por imaginarme a Andrea de esa manera, pero Lola también tenía que ver, porque me calentó bastante en esa breve conversación que tuvimos. Me la empecé a imaginar en la cama, así como me dijo que estaríamos y se me puso muy dura, aunque no llegué a culminar la paja que me empecé a hacer.

La comida con Andrea fue bastante bien. De hecho, no tenía nada que ver con esa Andrea de hacía un par de días. Su estado de ánimo era completamente opuesto, estando todo el tiempo sonriendo y muy alegre. Durante el almuerzo nos estuvimos contando nuestra mañana, aunque poco le conté yo, porque no tenía mucha gracia describirle los ejercicios que hacía. Ella sin embargo era un no parar, contándome varias cosas que veían en clase, como algún profesor le había hablado de alguna asignatura que tendría en futuros cursos y las ganas que tenía de darla, porque era algo que le llamaba mucho la atención.

Aunque también había cosas que no le gustaban tanto, como tener que leer tantas novelas y poemas para ir preparada para los exámenes. Decía que estaba bien, pero que tampoco era para que tuvieran que leer tanto material si querían sacar buenas notas. Se quejaba de que no tendría tiempo para estudiar lo importante si se paraba a leer tanto.

-¿Esta noche puedes echarme una mano con el francés? -me preguntó ya de últimas.
-¿Esta noche?
-Sí. Es que tengo que entregar el trabajo en breve y me vendría muy bien que le echaras un ojo para ver si ves algo que no esté bien.
-Esta noche... -dije pensativo.
-Perdona. Estarás cansado y no tendrás ganas de mirar eso estando varias horas antes haciendo lo mismo.
-No. No es eso.
-¿Entonces?
-Es que no sé si voy a poder. A lo mejor voy a un sitio y...
-Ah, no te preocupes.
-¿Cuándo tienes que entregarlo?
-Tengo que entregarlo la semana que viene, pero me gustaría enviarlo este viernes.
-Vale, pues mañana le echamos un ojo. Es que hoy me han dicho de quedar sobre las 11 y no sé si...
-¿A las 11 de la noche? ¿Entre semana?
-Sí, bueno. Es que es cuando se ha podido y...
-No, no. No me des explicaciones. Es solo que me ha parecido raro.

Rápidamente cambió de tema y ahí se quedó su curiosidad acerca del que me traía entre manos. Tras comer y reposar un poco, me fui a trabajar, yendo la cosa bastante bien con los diferentes alumnos de los diferentes cursos a los que le impartía clase. Con los que estaba más intranquilo era con los de segundo de bachillerato. Se les veía muy agobiados y alguno que otro estaba bastante tenso, sobre todo la chica esta nueva que tan mal iba en inglés. Estaba de los nervios, porque la pobre no daba pie con bola y se sentía muy atrás en comparación a los demás. La verdad es que no veía muy claro que fuera capaz de sacar adelante todo un año de esa materia, porque comentó que no pasaba del 3 en cada examen que hacía.

En un momento entre clase y clase, vi que tenía un mensaje de Lola, recordándome la quedada que teníamos a las 11 en su casa. Seguía calentándome con algún que otro comentario provocativo y con alguna foto de la posible ropa interior que podría ponerse para la noche, entre las que se encontraban prendas muy sugerentes, algunas con encajes, otras más lisas, pero igualmente bonitas. Al final me acabó calentando tanto que le dije que sí, que iría, pero tampoco se me terminaba de ir esa preocupación por no acabar bien por exceso de ganas. Al regresar a casa me encontré la cena preparada y casi que la mesa puesta también. Como le dije a Andrea que tenía una quedada a las 11, ella pensó que querría cenar pronto para poder irme tranquilo.

Y llevaba razón, así que le di las gracias por ser tan atenta y hacerme ese favor. La verdad es que estaba encantado con esta chica, porque me daba compañía, me ayudaba en casa con las labores del hogar y encima sabía cocinar y preparaba la comida y la cena para los dos. Y no me suponía nada ayudarla, porque yo podía permitirme muy sobradamente estar viviendo solo por lo barato que me salía el alquiler y todo lo demás. Ambos estábamos muy contentos en ese aspecto. Tras cenar, me senté un poco en el sofá, aunque no estaría tan tranquilo, pues me empezaron a llegar mensajes de Natalia.

-¿Estás preparado para esta noche? Jajajajaja.
-Te ha contado el plan de esta noche, ¿no?
-Síiiiiiii. Vais a triunfar los dos.
-Eso dice ella, pero no sé yo...
-¿Por?
-No sé... Dice que vamos a poder hacerlo sin importar su problema y tal.
-Sí. Me ha dicho que habéis estado hablando y que queréis follar muy fuerte.
-Veo que no tenéis secretos.
-Pues la verdad es que no, jajajajajaja.
-No estoy yo muy seguro de que lo podamos hacer así. No tiene sentido que me haya dicho todo eso y que lo hayamos estado haciendo así si puede hacerlo de manera normal y eso, ¿no?
-Bueno, ella dice que tiene un plan, ¿no?
-Sí. Algo así me ha dicho, pero no tengo ni idea de lo que es. Yo creo que me ha dicho eso para que no falte a la cita.
-Mira, puedes estar tranquilo por eso.
-¿Sí? ¿Te ha contado lo que tiene pensado?
-Sí. Me ha dicho que siempre le ha funcionado y que con las ganas que tiene va a ser más fácil todavía seguramente.
-¿Qué es?
-Ya lo verás... No te voy a joder la sorpresa.
-Bueno, vale.
-Anda, que ya te vale a ti también...
-¿Por? -pregunté extrañado.
-Porque el domingo vino a mi casa corriendo para hablar conmigo. Me empezó a contar lo que pasó en tu casa un rato antes.
-Ah...
-Fuimos a tomarnos un café, porque estaba mi novio en casa y a Lola le daba vergüenza hablar de esas cosas con él delante.
-Pues vergüenza poca traía.
-Jajajajaja. Venía un poco acojonada por como la abordaste.
-Es que han sido unos días complicados por otra parte y necesitaba aclararlo con ella para no dar lugar a la misma situación. He preferido ser directo y dejarlo todo bien claro antes de que pueda pasar algo y acabe jodida.
-Ya, eso me contó. Pero las formas pues le pillaron un poco por sorpresa. Aunque luego la cosa no acabó mal, ¿no?
-No. Nos divertimos un rato.
-Jajajaja. Y también me contó lo del problema que tuvo en su casa con el dildo.
-Sí, es que se le fue la mano.
-Y hablando de que no hay secretos entre nosotras... Dices que te la pongo dura, ¿no?

En ese momento dije algo en voz alta, un sonido quejándome a la vez que mostraba incredulidad. Andrea me miró extrañada al tenerla cerca de mí en el sofá. De hecho, me preguntó si estaba todo bien, diciéndole yo que no había ningún problema, aunque me marché a mi habitación para seguir la conversación con Natalia más tranquilamente.

-Joder, ¿también te ha contado eso?
-Sí. Todo.
-Pues ya está. Ya lo sabes.
-Lo que daría por verte la cara ahora mismo... Jajajajaja.
-¿Y eso?
-Hombre, debes tener mucha vergüenza ahora mismo. Seguro que estás hasta rojo.
-No es para tanto.
-Ya, mañana me lo dices a la cara en clase.
-Si quieres nos vemos antes de que vaya a casa de Lola.
-¿Estás tonto? Jajajajaja.
-No sé, como estás tan subidita... Jajajajaja.
-Anda, anda... Qué eres muy chulito tú...
-No soy yo la que va por ahí espiando a otros mientras follan...
-Lo dice el que pone la oreja en las duchas.
-Pero fue casualidad. Tú fuiste a echar un ojo.
-¿Un ojo? ¿A qué? Jajajaja.
-Tú sabrás lo que querías ver...
-Yo solo tengo ojos para mi chico.
-Ya, por eso fuiste a mirar.
-Se te ha quedado eso de que fui a ver si la cosa marchaba bien con vosotros, ¿eh?
-Como para no...
-Tú lo que quieres es verme a mí para que los dos estemos en paz.
-Pues mira, no estaría mal.
-Eso no va a pasar, jajajaja.
-No me parece muy justo, pero bueno...
-Que no te vi naaaaaaada.
-Ya, seguro. Aunque seguro que Lola te ha contado con detalle todo.
-Pues igual que tú sabes cosas sobre mí, jajaja.
-Pero tú llevas ventaja.
-Estás fatal... Jajaja.
-Sí, lo reconozco. Jajajaja.
-Pues te vas a quedar con las ganas, chico. Yo no hago esas cosas con pareja. Y mucho menos con él, que es muy celoso, como lo soy yo también.
-Ya. Es una pena.
-¿De verdad me quieres ver...?
-Coño, pues claro. ¿No te ha dicho Lola lo que hay?
-Sí, pero... No. No puede ser.
-Seguro que tú me quieres ver también.
-Ya te estás poniendo chulito otra vez, jajajaja.
-Es que llevo unos días...
-Sí, con mucha calentura. Tienes que tener hasta fiebre. A ver si te desfogas ahora, jajaja.
-Lo mismo pienso en ti mientras...
-Jajajajajajaja. No seas cabrón, anda...
-No sé. A ver qué pasa...
-Mañana te vas a cagar en clase.
-No creo.
-¿Qué no? Ya veremos... Vas a salir arrastrándote.
-Ufff... Me lo estoy imaginando.
-Serás tonto, jajajaja.
-Me voy, que me tengo que arreglar.
-Vale, que vaya bien. Y cuídame a Lola, ¿vale?
-Sí. Y tú borra esto, a ver si te la va a liar tu novio.
-Cabrón... 🤣🤣🤣
 
Capítulo 435

Dejé de hablar con ella, porque me estaba dando cuenta de que se me estaba yendo de las manos ese tonteo que no podía evitar sacar cuando hablaba con esta chica. Me ponía demasiado y eso de no poder hacer nada con ella ni poder llegar a verla desnuda me daba tanto morbo que no podía evitar acabar hablando con ella de esa manera. Joder con Lola, no se le podía decir nada, porque a la mínima ya lo iba soltando. Evidentemente me estaba tirando un farol con aquello de que me pasaba por su casa para hablar con ella antes de ir a la de Lola. De hecho, me caló bastante bien, porque sí era verdad que me había entrado vergüenza al ver que sabía todo, pero también es cierto que me dio morbo. Y acabé haciéndome una paja en la ducha pensando en ella, en esas descripciones, en su culazo, en su carita.

Bastante reconfortante bajo el agua caliente quedé al acabar y también calmado para no terminar demasiado rápido con Lola, pero salí rápidamente para arreglarme e irme, esmerándome bien con la barba, que no es que la llevara mal en mi día a día, pero sí que le ponía más atención para cuando iba a salir, siendo algo que me esforzaba en dejar perfecto, porque me gustaba mucho cómo quedaba. Y al parecer no era el único, pues Andrea se quedó con la boca abierta al verme aparecer por el salón estando ella aún ahí mirando la tele. Su cara era un poema y me entró hasta la risa, pasando ella a reírse también, aunque estaba roja.

Me dijo que cambiaba mucho al vestir así para salir, porque ella estaba acostumbrada a verme de normal con unos vaqueros y una sudadera. Hasta me llegó a decir que olía muy bien por la colonia que me había puesto. No pude pararme mucho más con ella, porque no quería llegar tarde, así que fui a por el coche por el frío que hacía, ya que no me pillaba tampoco muy cerca y pintaba a que iba a coger un resfriado. Unos minutos pasados de las 11 llamé y ella me abrió.

Al subir a su piso me recibió estando muy guapa. Iba con una de esas camisetas que se transparentan mucho que son de color negro, pero que dejan ver el sujetador perfectamente por debajo. También llevaba una falda negra, bastante corta que le llegaba por encima de medio muslo, unas medias negras muy tupidas y unos tacones granates, al igual que el sujetador que le podía ver por la prenda que llevaba en la parte de arriba. Además, llevaba el pelo de una manera diferente a como yo se lo había visto siempre, pues en lugar de llevarlo liso, lo llevaba ligeramente ondulado, siendo más notable en los primeros mechones desde su cara. Estaba muy guapa además con el maquillaje que se puso, siendo algo que me llamaba la atención al ser más cargado que en cualquier otra ocasión en la que la hubiera visto. Y para terminar olía estupendamente por el perfume dulzón que se puso.

La verdad es que me quedé bastante sorprendido por cómo se había arreglado, aunque viendo como estaba esa mañana, no era para menos. Le di dos besos, los cuales ella me devolvió de forma sonora y le llevó de la mano hasta el salón de su casa. No se caracterizaba por ser grande, tirando más bien a una normalita de tamaño, pero la verdad es que era bastante acogedora. También se molestó en enseñármela, aunque no pasamos a las habitaciones de sus compañeros de piso, pero pude verlas al tener ambas las puertas abiertas.

Ya sentados en el salón, el cual estaba repleto de decoraciones y fotos, me explicó que vivía con una chica y con un chico, diciendo que se llevaban muy bien con ambos, aunque le había costado bastante quedarse esa noche sola. Entre que era miércoles y todos trabajaban, me contó que hasta les había sobornado con hacer parte de sus tareas de la casa a cambio del favor. Le pregunté si tan interesada estaba en verse conmigo como para recurrir a eso. Ella respondió que no lo sabía bien mientras reía, pero que estaba segura de que esa noche con ella no la iba a olvidar.

-Me gusta que estés tan segura de ti misma.
-Claro que sí. Y no te estoy engañando. Esta noche me vas a reventar. O a lo mejor te reviento yo a ti, jajaja.
-Defíneme eso de reventar.
-Pues fácil, con esto -dijo echando mano a mi paquete-, me lo voy a pasar muy bien. Porque quiero tenerla entera dentro de mí. Y que me folles muy rápido. ¿Lo entiendes ya?
-Sí, esa parte sí. Lo que no entiendo es cómo lo vamos a hacer si tú no puedes.
-Por eso no te preocupes -dijo levantándose y yéndose hasta la cocina.

Lola se marchó dejando la conversación a medias, pero no tardó mucho en volver. Y no lo hizo con las manos vacías, sino que trajo en sus manos un par de vasos de chupito y un famoso licor que venía envasado en una botella verde con un ciervo en la etiqueta.

-¿Quieres beber?
-No, lo he traído para mirarlo, jajaja.
-Ah, que estás graciosilla...
-Noooooo, jajajaja. Bueno, un poco. Es que estoy un poco nerviosa y tengo muchas ganas...
-¿Ganas de qué? -le pregunté haciéndome el despistado.
-De ti -dijo para darme un beso agarrándome la cara con sus manos.
-Ya te veo -comenté cuando nos despegamos.
-Es que esto es mágico, ¿sabes?
-Ya, jajajajaja.
-Lo digo en serio. Bueno, fuera coñas... A mí me gusta beber cuando salgo, porque con el punto me lo paso mejor y tal.
-Sí, es lo normal.
-Lo que pasa es que una vez, teniendo yo novio, pues nos pusimos a beber con amigos y nos pasamos. Sobre todo, por los chupitos, que son muy traicioneros.
-¿Y qué pasó?
-Pues que follamos muy salvajemente. Se ve que, si estoy borracha, mi cuerpo se relaja mucho y puedo follar.
-Ah... -dije riéndome.
-No te rías, bobo.
-Me hace gracia, joder.
-Pues esta noche es lo que voy a hacer, porque es que quiero follar así. Y para eso me tengo que emborrachar.
-Uff... No veo yo eso muy claro.
-Pero yo sí. ¿Qué pasa? ¿No quieres que follemos? -dijo acariciando mi paquete.
-Joder que si quiero... Pero no así.
-¿Por?
-Estando tú borracha me da la sensación de que me estoy aprovechando o algo.
-Pues bebe tú también.
-Yo no soy mucho de beber.
-Yo nunca me emborracho. Cuento las veces que lo he hecho en mi vida con los dedos de una mano.
-Entonces, si puedes follar así estando bebida, ¿por qué no lo has hecho más?
-Pues porque el alcohol es una mierda para el cuerpo. Tiene mucho azúcar y engorda. Me mareo mucho, al día siguiente tengo resaca, no recuerdo bien lo que pasa luego cuando se me pasa... ¿Te parece poco?
-Vale, lo pillo.
-La primera vez que me emborraché fue para acabar follando así y al día siguiente tenía muchas lagunas, pero era consciente de que había follado. Ni siquiera sabía que podía hacerlo, pero me pondría muy cachonda y madre mía. Mi novio flipando también. Ninguno de los dos sabíamos qué había pasado.
-¿Y qué pasó?
-Pues creíamos que el tema de había solucionado, así de repente, pero cuando fuimos a follar ya sin estar borrachos, pues vi las estrellas, pero no como yo quería.
-Jajajajaja. Vaya...
-Me acojoné mucho y le cogí miedo. De hecho, estuvimos varias semanas sin follar por lo mismo.
-Uff...
-Imagínate tener pareja y no poder follar por... Los dos con 19 años.
-Qué putada.
-Poco a poco ya sí pudimos hacerlo, pero nada que ver como aquella vez. Ni siquiera a como nosotros lo hacemos.
-Joder, es que es algo delicado.
-Y un día me emborraché otra vez. Fue cuando nos fuimos de vacaciones a la playa con los amigos. Todo mi grupo de amigas del instituto, que somos seis, y varios chicos, los novios de quién tuviera en ese entonces.
-Amigos, playa, fiesta. Es la mezcla perfecta para emborracharse.
-Sí. Además, fue el cumple de una amiga y pues nos fuimos de fiesta y luego a la playa. Hicimos un pequeño fuego en un sitio retirado para que no nos pillaran y pues nos desnudamos para hacer el tonto. El alcohol es una mierda... Jajajaja.
-Tú no tendrás una amiga que se llama Bea, ¿no?
-Mmmm... No. ¿Por?
-Porque una vez me encontré algo así como has dicho y conocí a una chica que se llamaba así.
-¿Dónde?
-Pues...

Entonces le dije el lugar donde ocurrió aquella historia con Bea que casi me sale muy cara por la cantidad de cosas que habían pasado esos días. Lola me dijo que no fue allí donde hicieron aquello, así que descarté totalmente que se pudiera encontrar allí.

-Y al final -dijo después de que aclaráramos lo que le pregunté-, pues nos acabamos enrollando en el agua mientras unos estaban fuera del agua, otros dentro. Pero cada uno con su pareja.
-Qué morbo, ¿no?
-Un poco. Los chicos eran los que más se fijaban y mejor se lo pasaban.
-Imagino, jajaja.
-Anda, vamos a beber y te sigo contando.

Lola abrió la botella y llenó casa vaso con ese licor de color ocre. Olía estupendamente, como a chucherías, pero luego cuando lo bebimos fue diferente. Ella lo hizo de un trago, poniendo la típica cara de cuando se bebe un chupito a palo seco. Yo, sin embargo, lo hice poco a poco y la verdad es que me parecía una mierda. No porque no estuviera acostumbrado a beber y porque no me gustara de por sí el sabor del alcohol, que también, pero es que sabía a jarabe de forma exagerada. Ella se partía de risa viéndome beber, y no sería para menos, porque ponía cara de asco.

-Joder... En nada estaban todos empalmados.
-¿Sí? Jajajaja.
-Pues tú verás... Todas las chicas de mi grupo somos guapas y estamos muy bien.
-¿Y te fijaste en los chicos?
-Pues claro, jajajaja. Y más después de cómo mi chico fichaba a todas.
-¿Y qué tal? ¿Había buen material? Jajajajaja.
-Pues no estaba mal la cosa. Pero los novios de las amigas no se tocan, jajajaja -dijo mientras servía otro par de chupitos.
-Uff... La que vamos a pillar...
-Venga, este del tirón.

Ambos nos bebimos el chupito del tirón. Qué malo estaba eso... Puse una cara de asco seguramente más grande que con el anterior chupito, pero Lola se reía y no cerraba la botella ni nada, sino que sirvió otros dos, pero esta vez para beber más lentamente.

-Vamos muy rápido, ¿no? -pregunté.
-No, no. Poco a poco.
-Bueno, cuéntame cómo acaba esa historia.
-Pues me folló en el agua. Normalito para que no se dieran cuenta los demás. Luego salimos cuando a él se le bajó y cogimos la ropa, yéndonos al hotel a paso ligero, besándonos y metiéndonos mano por el camino.
-Joder... Te imagino así y...
-Jajajaja. En cuanto llegamos nos fuimos a la cama y madre mía. Eso sí que es follar. Nos dio igual llegar mojados, con arena por el cuerpo... Creo que grité mucho y todo, porque al día siguiente me levanté con la voz un poco... Jajajaja.
-No me hagas spoiler de esta noche... Jajajaja.

Lola se partía de risa, aunque tampoco es que le hubiera dicho nada del otro mundo. Bebimos un poco más, aunque a pequeños sorbos y ella siguió:

-Si te digo la verdad, me gustó más ese momento en la playa que luego en el hotel.
-¿Sí?
-Ajá. Estaba muy a gusto en el agua. Estábamos de cara a ellos con él detrás de mí, metiéndomela despacio.
-¿Y por qué te gustó más?
-Porque me dio mucho morbo. No sé... La cosa de que nos pudieran pillar... Y él estaba igual. De vez en cuando se venía a arriba y tenía que pararlo, porque es que se tenía que notar. No paraba de tocarme las tetas y el coño con las manos.
-Y tú encantada.
-Yo estaba en el cielo. No paraba de decirme que me quería, que me deseaba. Lo hacíamos despacito, con mucho cariño. Y luego el cabrón me engaña con otra, ¿sabes?
-Vaya...
-Y con su ex. Yo sabía que hablaban de vez en cuando, pero lo pillé. No en el acto. Los mato a los dos. Pero por algún detalle, como decirme que se va con alguien y me acabo encontrando a ese alguien y decirme que no lo ha visto en todo el día. Cuando eso pasa, malo. Ya, pillarlo desde ahí fue muy fácil.
-Y rompisteis, ¿no?
-Claro. Le dejé. Él me decía que me quería muchísimo y yo sé que lo hacía, pero yo no perdono eso, porque si lo hacen una vez... Pero ya está. Eso es agua pasada.

Lola se levantó risueña, no sé por qué al recordar algo así. Lo mismo era por el alcohol, pero se ausentó un poco sin decirme a dónde iba. Yo mientras tanto me quedé pensativo en esas últimas palabras de la conversación que mantuvimos, aquello de que el que engañaba una vez, lo volvía a hacer. No pensaba que fuera así tampoco. Quizá en un momento dado y algunas condiciones no se pudiera evitar llegar a algo más, en especial si se trata de una ex, pero tampoco llegaba a entender cómo se le podía engañar a la persona que más quieres. A lo mejor es que yo entendía las cosas de otra manera, o mis sentimientos en su día eran tan fuertes como para evitar que hiciera algo en ninguna de las posibilidades, que no fueron pocas, teniendo innumerables ocasiones con alguien muy apegada a esa persona.

-¿Tú has follado en la playa? -me preguntó cuando volvió sin que me diera cuenta.
-Sí, algunas veces.
-¿Y qué tal?
-Está muy bien.
-¿A qué sí? A mí me encantó. Me pareció superromántico.
-Sí que lo es.
-Y el cambio de temperatura entre el agua fría y lo calentito que... Jajajaja.
-Sí, también. Jajaja.
-Mira, estas son unas fotos de esos días. He ido a por ellas.
 
Capítulo 436

Lola me pasó unas fotos en las que salían bastantes personas. Efectivamente, había cinco chicas más además de Lola, la cual estaba prácticamente igual, aunque salía con brackets. Y no mentía en eso de que sus amigas también eran atractivas. Había una que era alta y muy delgada, muy blanquita de piel y mona de cara. Luego había otra que era de la altura de Lola, con un tono de piel menos blanco, siendo normal, aunque se le notaba el moreno, con unas buenas caderas, aunque estaba delgada, pero tenía poco pecho.

Luego había otra que era más guapetona, alta, delgada y con unas tetas bonitas, aunque no hacían topless ni nada. También había una que era rubia, a diferencia de las otras tres que eran castañas, ésta era también guapa, bajita y delgadita, con una sonrisa muy bonita. Pero había una que sobresalía mucho. Era guapísima, morena con una melena a la altura de los pechos, bastante blanquita de piel, aunque el moreno se lo disimulaba. Tenía un cuerpazo con esas curvas bien marcadas y con sus grandes tetas. Me llamaron la atención mucho sus labios, que eran carnosos. Ésta también llevaba unos cuantos tatuajes.

-Joder cómo está ésta...
-Jajajajaja. Mi gorda... -decía con tono cariñoso, porque en realidad no lo estaba- Lo que la quiero... No liga nada…
-Joder, normal. A ver si me la presentas.
-Si, hombre... Jajajajaja.
-¿Está soltera?
-Pero bueno... Jajaja. ¿Ahora si te interesa tener pareja?
-No, coño. Lo digo por si... No, no.
-No sé, como te veo así de lanzado...
-Es por tu culpa. Me estás emborrachando... Jajaja.

Lola se rio y se me tiró encima para besarme de manera muy guarra. Se acabó poniendo encima de mí con una pierna a cada lado para estar más cómoda incluso. Yo ya había perdido bastante esa capacidad de autocontrol y no me cortaba nada en agarrarla de ese culazo duro y trabajado. Nos tiraríamos, así como 5 minutos en los que ella se levantaba por momentos para agarrar mi cara con sus manos y poner su cara sobre la mía, aun estando de rodillas sobre el sofá.

-Estás muy tontorrona...
-Bien lo sabes. Esta mañana te quería follar allí mismo.
-Jajajaja. ¿Segura?
-Pues sí.
-Yo lo dudo. Pero dime si no te gustaría haber ido a los baños y haber jugado allí...
-Me hubiera encantado.
-¿Te imaginas? Nos enrollamos ahí y te bajo las mallas y las bragas y te toco...
-No me pongo bragas. Solo llevo las mallas.
-Ufffff... ¿De verdad?
-Sí. Así voy más cómoda.
-¿Y no se te marca...? No me he fijado...
-No tengo un coño muy grande. Ya lo conoces bien -dijo dándome un pico-. Además, me da igual, si solo hay mujeres en mis clases.
-Como si no existieran las lesbianas, bisexuales...
-Jajajajaja. No he notado nada.
-¿Y esto? ¿Lo notas? -dije sentándola sobre mi erección.
-Ya ves que si lo noto...
-¿Y Natalia? ¿También va así de fresquita?
-Jajajajaja.

Lola se bajó de mí y sirvió otros dos chupitos, dándome uno de los vasos. Ella lo bebió de un trago y yo ya a esas alturas, también.

-Porque ya que se lo cuentas todo a ella, a lo mejor me puedes contar tú también algo...
-Pfff... Jajajajajaja -reía con ganas tras poner cara de sorpresa.
-No sé quién es más cabrona, si tú yéndole con todo lo que hablamos y hacemos o si ella haciendo lo mismo contigo... Jajajaja.
-Jajaja, ¿tanto habláis?
-Joder, ya lo hemos hecho unas cuantas veces. La cabrona se ríe mucho de mí.
-¿Por?
-Le gusta meterse conmigo. Y ya con lo último que le has dicho de que me atrae y tal, pues...
-Jajajajaja. Será cabrona... Ya verás mañana cuando la vea.
-Eso me ha dicho a mí también. Que a ver si mañana le digo todo lo que tú le has contado a la cara.
-Pues échale huevos y díselo. Dile que te encantaría follártela, jajaja. ¿No ves que te está picando? Pues respóndele tú a la altura.
-Pero tiene novio...
-Solo estáis hablando.
-Para haberte puesto tu novio los cuernos lo dices muy a la ligera...
-Ya, jajaja. Creo que se me está subiendo ya el alcohol... Y su novio es muy celoso. Déjate, a ver si te vas a meter en un lío... Uff, qué calor...

Me acerqué a darle un beso y ella me recibió de buena gana. Desde ese momento nos callamos más, pasando a acariciar nuestros cuerpos durante un buen rato. Ambos teníamos ganas de jugar, así que se me ocurrió quitarle las medias después de hacerlo también con sus tacones. Ella no paraba de reír y me contagiaba su risa. La verdad es que estaba bastante a gusto, aunque Lola se encargaba de servirnos más chupitos. A esas alturas ya había perdido la cuenta de cuántos llevábamos y tampoco quería pasarme, pero lo cierto es que ya me empezaba a saber mejor ese licor.

Hasta lo encontraba bueno y dulce. Ella bebía también sin decir nada y, de hecho, ya no ponía esa cara rara al meterse el chupito de un trago. Con la tontería acabamos tumbados en el sofá con ella sobre mí, estando más cómoda sin medias y pudiendo yo tocarle el culo con más libertad al colar mis manos por dentro de su falda al subírsela. Me percaté de que llevaba un tanga, y por el tacto debía ser de encaje. Después de tanto manoseo a su culo, pasé mis dedos por su raja, notándola húmeda y eso que aún llevaba el tanga puesto. Ella dio un respingo en cuanto notó cómo la tocaba por ahí, pero rápidamente se relajó.

-¿Te follarías a Natalia si pudieras? -dijo mientras desabrochaba algunos botones de mi camisa, empezando a besar mi pecho.
-No voy a hacer nada. No me quiero meter en su relación.
-¿Y el tonteo que tenéis? Porque tampoco es muy normal hablar de lo que habláis según me has dicho estando novia, ¿no?
-No lo sé. Yo no lo puedo evitar. Me pone y me vacila. Así es muy difícil no seguirle el rollo.
-Imagínate que es ella la que te dice de follar. ¿Qué harías?
-No lo sé.
-Sí lo sabes, jejeje.
-No creo...
-Sí que te la follarías. ¿A quién quieres engañar? Con lo que te pone y con lo fácil que es irse a la cama contigo...
-Ah, soy un facilón, ¿no?
-Todos los tíos lo sois -dijo subiendo para darme un beso.
-No tengo pareja, así que...
-Pues mejor me lo pones. No te podrías resistir. Es muy guapa, con esos ojos azules... Esa nariz tan bonita... Ese cuerpazo...

Volví a besarla para que se callara, porque me estaba poniendo nervioso con lo que estaba diciendo, aunque ya llevaba un buen rato nervioso por la excitación que tenía encima. Y menos mal que llevaba bastante alcohol encima, porque si no, me hubiera puesto peor. Ya no estaba para esperar mucho más, por lo que me incorporé para ponerme de pie, con ella agarrándose a mí al abrazar mi cuerpo con sus extremidades mientras no dejaba de reír. Aun así, atinó a coger la botella para llevárnosla a la habitación. Por el camino me choqué un par de veces con las paredes, causando que ella se riera con ganas.

Al llegar me senté en la cama, gateando ella tumbarse detrás de mí. Me notaba algo pesado y mareado por el alcohol, pero no iba a dejar que eso me chafara la noche, porque tenía muchas ganas de echar un polvo. Ni si quiera me fijé en lo bonita que tenía la habitación, siendo bastante acogedora. Me fijé que no tenía el dildo muy escondido y que de hecho tenía algún juguete más. Ella me explicó que tenía uno de esos plugs que se inflaban con una manguera que llevaba enganchada.

Pero no nos paramos en usar ni eso ni el dildo, porque seguíamos bebiendo, ya a morro de la botella y la ropa de ambos voló con rapidez. En nada me la estaba comiendo a buen ritmo e incluso diría que con más profundidad que en todas las ocasiones anteriores. Aun así, no me llegué a correr. Y también fue en parte porque la puse boca arriba para comerle el coño y que se me corriera en la boca en cuestión de 2 ó 3 minutos. Se estremecía de una manera que no había visto en ella hasta ese momento, pero lo que más me sorprendió fue cómo me dijo a los pocos segundos que la follara.

Pero antes de ponernos a ello, seguimos bebiendo un poco más. Estábamos bastante bebidos a esas alturas, pero por suerte no se me olvidaron los condones. Me eché alguno que otro por si acaso. De aquel encuentro tengo recuerdos muy vagos. No estaba para nada acostumbrado a beber, y solo me había emborrachado una vez, aquella en el apartamento de Irene en el que me levanté sin recordar nada de lo que pasó las horas previas.

En este caso no perdí la consciencia de tal manera, porque a la mañana siguiente recordaba cómo habíamos follado con una normalidad que no tenía lugar con ella. Pero tenía muchas lagunas y no tenía un buen sabor de boca por haberlo hecho así. Y más después de haber bebido ese licor en abundancia. Era consciente de que habíamos follado tal y como ella me dijo que haríamos, porque se me venían visiones de estar yo sobre Lola empujando con fuerza mientras ella se agarraba a las sábanas o a mi cuello con fuerza.

También recordaba sus gritos, los cuales no eran pequeños. Menos mal que estábamos solos, aunque los vecinos sí que se tuvieron que enterar. Se me venían varios flashes de ambos follando en varias posturas, aunque lo que más me impactó fue el recuerdo de tenerla a cuatro y estar yo follándole el culo mientras agarraba su larga melena con fuerza. Si no fuera porque tenía esos vagos recuerdos, negaría que me dijeran que habíamos hecho todo eso después de ver lo que había con ella. Me levanté con una resaca monumental, con la boca pastosa y con malestar por todo el cuerpo. Entraba poca claridad, pero cuando abrí los ojos parecía que me estaban apuntando con un foco.

Tardé varios minutos en lograr abrirlos y poder situarme de donde estaba. Efectivamente, por toda la habitación había restos de lo pasado la noche anterior, porque estaba todo desordenado. No sé qué habíamos hecho para haber dejado así la habitación, porque desde luego, cuando llegué y me la enseñó, no estaba así. Parecía que nos lo habíamos pasado bien de verdad y habíamos follado por toda la habitación. Podía ver mi ropa tirada por todas partes, cosas movidas de sitio, envoltorios de condones por el suelo y condones en la mesita, además de la botella que nos estábamos bebiendo, a la cual solo le quedaba el culo. Lo bueno es que no se oía nada, por lo que parecía que estaba solo en la casa. Mejor, así no tendría un momento incómodo con alguien, porque en ese momento no era persona y dudaba que pudiera mantener una conversación.

Cuando logré despejarme un poco, cogí el móvil, viendo que eran casi las 11 de la mañana. Rápidamente me levanté y me vestí viendo lo tarde que era. No quería marcharme dejando aquello, así como estaba, pero me extrañó no ver a Lola allí conmigo, por lo que cogí el móvil, viendo que tenía mensajes de ella. En ellos me decía se había tenido que marchar corriendo, porque tenía clase y la habían llamado por no estar allí. Pero que no había perdido ninguna, solo que se habían extrañado de no verla entrenar y por eso la llamaron. También me dijo que descansara lo que necesitara, que sus compañeros de piso no acudirían hasta las 2 de la tarde y que no hacía falta que recogiera nada, que ella acababa a la 1 y que ya se encargaría de ello.

Aun así, no me pareció bien dejarle todo así, por lo que recogí un poco y hasta le hice la cama, aunque no cambié las sábanas. De eso que se encargara ella. Pero sí que le dejé la habitación presentable. También dejé la botella en la cocina y en el salón vi sus medias y sus tacones, por lo que lo llevé a su habitación y lo dejé todo allí. Me lavé bien la cara, viendo que parecía un zombi y me monté en el coche para regresar a casa. No tenía cuerpo para nada, por lo que ese día no acabé yendo al gimnasio, ni tampoco hice gran cosa por la mañana. Al llegar eché la ropa a lavar y me di una buena ducha con agua caliente. Me sentó muy bien, pero mejor me sentó lo que desayuné, porque tenía hambre y me notaba flojo. El resto de la mañana estuve descansando en el sofá, porque me sentía molido, pero un poco pasada la 1 de la tarde me llamó Lola, así que puse el altavoz y empezamos a hablar.

-Nene, ¿cómo estás? Jajajaja.
-Hecho polvo.
-Eso anoche... Madre mía cómo me dejaste...
-¿Pero te acuerdas?
-Sí. Tengo alguna lagunilla, pero sí que me acuerdo de todo por suerte, jajajaja.
-Pues yo tengo muchas cosas borrosas, pero sí que recuerdo algo. ¿De verdad hicimos todo eso?
-Jajajajajaja. Pues sí.
-¿Y cómo estás? ¿Tuviste algún problema de lo tuyo?
-No. Ya te lo dije. Era imposible que me pasara. El alcohol debe ser como un sedante para mi cuerpo en ese aspecto. Además, estaba cachondísima.
-No sé. No entiendo cómo puede ser así, pero si estás bien, pues genial.
-Mi culo sí que me duele... Jajajaja.
-Joder, es verdad. La que no quería hacer nada por ahí.
-¿Por qué te crees que te dije que ibas a salir ganando? Jajaja.
-Yo qué sé. No me esperaba nada de lo que pasó anoche. La verdad es que creía que eran solo palabras.
-Pues ya ves que no fue así. Y ya había hecho sexo anal.
-No, si ya me lo figuro.
-Fue de la misma manera. En esa vez que lo hice en la playa y luego en el hotel. ¿Te acuerdas de eso?
-Sí. De eso sí.
-Pues ahí fue mi primera vez.
-¿Fuiste tú la que lo pidió?
-De eso no me acuerdo, jajaja. Y otra cosa.
-Dime.
-Sí he llegado al orgasmo follando. Ahí llegué con mi novio, pero no lo cuento, porque no estaba consciente del todo.
-Entonces, ¿los orgasmos de anoche no los cuentas tampoco?
-Jajajajajaja.
-Porque los gritos que pegabas...
-Jajajaja, sí, la verdad es que grito mucho cuando...
-¿Y qué sientes al follar así? ¿Notas mucha diferencia?
-Joder, pues claro. Es muy diferente, pero al estar bebida es una mierda, porque no me entero muy bien de todo. Por eso no me gusta. Además, me he levantado con una resaca...
-¿Qué me vas a contar a mí?
-Me he despertado aturdida. El despertador se ha parado y me han llamado. Me he dado una ducha rápida y he salido pitando.
-¿Te han echado la bronca?
-No. Por suerte me han avisado antes de que empezaran las clases. Les dije que, si no me veían a la hora a la que suelo ir, y que si yo no les aviso, que me llamen, que seguro que es porque me he quedado dormida.
-Ah, bueno. Menos mal.
-Pero vamos, que estaba para el arrastre. Hoy me ha costado mucho trabajar. De hecho, hemos estado más relajadas, un poco de calentamiento y algo suave. ¿Y cómo te ha ido la mañana a ti?
-No he hecho nada. Me he dado una ducha, he desayunado porque estaba muerto de hambre y estoy tumbado.
-Jajajaja. Eso he pensado que estabas haciendo cuando no te he visto por el gimnasio. Natalia me ha preguntado por ti.
-Buah... Ya me hablará para putearme.
-Me ha dicho que al no verte por clase y al ver la cara que traía yo, suponía que nos había ido muy bien.
-Mmm...
-¿Qué pasa?
-No sé. Lo mismo me quito de sus clases.
-¿Y eso?
-Porque tonteamos mucho. No quiero seguir por ahí.
-A pesar de que te atrae mucho.
-Pero tiene pareja. Paso de historias. Si me dices que están mal y que ella se interesa, pues a lo mejor, pero así no.
-¿Por eso te apuntaste a su clase?
-Sí, fui bastante tonto. Me piqué porque no me hacía caso y quería que se fijara en mí.
-Pfff... Qué tontería, jajaja.
-Ya, ya lo sé. Y como aún estoy a tiempo de no hacer una tontería, pues mejor dejarlo aquí.
-No le va a hacer gracia...
-Pues es lo que hay.
-Te veo decidido.
-Sí. Es lo mejor para todos.
-Si alguna vez decimos de salir, ¿no vendrás?
-Pues no. Paso de que tenga lugar algo como lo de cuando fuimos a su casa.
-¿Ya no nos veremos más?
-Yo no he dicho eso. Nos podemos seguir viendo si quieres, pero sin ellos.
-¿Te cae mal su novio?
-No. Para nada. Pero es que sé que va a haber más tonteo cuando estemos juntos y quiero dejarlo ahí.
-Lo que tú veas.
-Y lo del alcohol... Yo no me quiero emborrachar más. Yo no valgo para esto.
-Jajajaja, vale. Tranquilo. No más borracheras. Era solo para que lo vieras y lo probaras.
-Ya, pero es que no lo he disfrutado como debería haberlo hecho.
-Ya, eso me pasa a mí.
-Tampoco está tan mal como lo hacemos, ¿no?
-Nooooo, jajaja. Si yo estoy encantada.
-Pues mejor así. Más conscientes.
-Vale. Oye, gracias por recoger y eso.
-No te iba a dejar la casa así de desordenada.
-Ya, pero no hacía falta. Pensaba que te iba a encontrar aún aquí durmiendo cuando no te he visto por el gimnasio, jajaja.
-Para las 11 me he ido. Y ya he descansado aquí un buen rato.
-Yo ahora me echo una siesta. Estoy reventada. Bueno, doble, porque anoche fue lo que hiciste conmigo, que vaya tela, por cierto.
-Jajajaja.
-Me tenías malísima. Te veía muy macho. Me encanta.
-Ya, y mi espalda sufrió lo que te encantaba.
-¿Por?
-La tengo arañada, que duchándome me escocía...
-Jajajaja. Perdona.
-No pasa nada. Palo con gusto no duele.
-Jajajaja. Oye, vernos en mi casa va a estar complicado. ¿Lo podemos hacer en la tuya?
-Claro.
-Pero es que me corta que tengas compañera de piso.
-No parecía hacerlo el otro día.
-Ya, porque te quería animar... Jajaja. ¿Pero puedes decirle que nos deje solos alguna vez?
-Como no sea en fin de semana, va a estar difícil. No sale nada de casa por lo que veo y va a clase. Solo cuando se vaya a su casa algún fin de semana podemos estar solos.
-Joder... Bueno, a ver si tenemos suerte.
-Tampoco pasa nada porque esté aquí. Podemos apañarnos.
-Me da vergüenza. Prefiero estar solos.
-Bueno, como quieras.
 
Capítulo 437

Nos despedimos y dejamos de hablar y seguí descansando hasta que apareció Andrea cuando salió de clase. Nada más aparecer me preguntó si estaba bien, porque le preocupó un poco ver que no había dormido allí, aunque al ver la cara que tenía entendió que mal no me lo había pasado. Se rio y me preguntó si me lo había pasado bien, respondiéndole yo afirmativamente, aunque sin dar detalle, ni ella me lo pidió. Comimos y después de descansar otro poco me despedí de ella para ir a trabajar.

No tenía mucho cuerpo para jaleo y la pastilla que me tomé me rebajó el dolor de cabeza tan grande que tenía, pero aun así arreglé la tarde para que fuera tranquila, mandándole a todos que hicieran una redacción y así poder estar en silencio, aunque luego me las tuviera que llevar a casa para corregirlas, pero así me quitaba de tantas voces durante toda la tarde. Tan solo con los de segundo de bachillerato di una clase normal, aunque ellos ya estaban más centrados en la clase que en hablar todo el tiempo.

Cansado, regresé a casa con la intención de cenar y descansar, a ver si había suerte y podía dormir esa noche bien. Al llegar, Andrea ya estaba terminando la cena y lo hicimos juntos, contándole yo cómo me había ido la tarde y ella también me contó la suya. Se nos hizo un rato ameno y bueno, porque ambos nos servíamos como desahogo para el otro en ese aspecto.

Estaba cansado, pero recordé que le dije que le ayudaría con el trabajo de francés, por lo que le dije de ponernos a ello, aunque ella me dijo que me veía cara de cansado. No quería faltar a mi palabra, así que al final nos pusimos a ello y echamos un buen rato en la misma mesa en la que cenamos, venido que en realidad lo tenía bastante bien todo y que le faltaba muy poco para acabarlo. Ella me pedía opinión constantemente y yo le decía lo que me parecía, que prácticamente todo era bueno, porque no era tonta.

Durante ese rato vi que me había llegado algún mensaje, pero no le terminé de hacer caso. Ya lo haría cuando me fui a la cama al rato para intentar descansar bien, encontrándome mensajes de mi madre, con la que estuve charlando un poco y también de mis amigos, con los que igualmente charlé. También me acordé de Sofía, quien estaba distante hasta por el grupo.

Y como sabía que era por mi culpa y aún me sentía mal por ella, le pregunté cómo estaba tras unos momentos en los que medité si hacerlo o no por miedo a interrumpir ese duelo en el que me estaba "olvidando". Al final me respondió de una manera amigable y agradable. Cómo me alegraba de ver que la cosa no se había jodido con ella como temía. Finalmente vi que tenía mensajes de Natalia. Otra cosa que esperaba y pensé que sería un buen momento para decirle que no aparecería más por sus clases.

-Veo que anoche te lo pasaste muy bien, jajajaja. Es que ni has aparecido a entrenar... Te voy a tener que poner un castigo a cumplir para que se te quite la tontería y te lo tomes más en serio 🤣🤣🤣
-Pues sí. No fue mal anoche. Seguro que Lola te ha contado.
-Sí, jajajajaja. Pero también quiero que tú me des tu versión -respondió al poco- ¿Pensaste en mí? Jajajajaja.
-Hablando de eso... No voy a ir más a tus clases.
-¿Y eso? ¿Por qué?
-Pues por esto mismo. No quiero tontear más contigo.
-Pero tampoco es para ponerse así.
-Mira, yo paso de meterme en una pareja de esta manera.
-¿Cómo de esta manera?
-Pues como lo estamos haciendo.
-Pero es que esto no significa nada. Que hablemos así no significa que vaya a pasar algo entre tú y yo.
-Ya, pero que paso de historias. No quiero problemas y no me quiero encaprichar.
-¿Y para eso es necesario que dejes mi clase? Ya sabes que no me viene bien que lo dejes...
-Ya, pero es que no quiero estar más pendiente de ti que de lo que hago en clase. Y más con tu novio por ahí, que a ver si me va a pillar mirándote más de la cuenta y me la va a liar. Tampoco me interesa mucho seguir. Ya tengo lo que quiero.
-¿Qué tienes? ¿Follarte a Lola?
-No iba por ahí la cosa. No sé por qué sales por ahí. Me refería a que tengo el físico que buscaba y no necesito reventarme y estar hecho una mierda todo el día con tal de perfilar mi cuerpo.
-Ya, seguro...
-Pero vamos a ver, ¿cómo va a ser así si me interesas tú más que ella en ese aspecto?
-No sé, como habéis hecho tan buenas migas, lo mismo has cambiado de parecer...
-Da igual, no hace falta que te pongas así.
-Es que no entiendo por qué tienes que dejar mi clase.
-Ya te lo he dicho.
-Pues no me mires, coño.
-Claro, es como si te digo que tú no mires a tu novio.
-Joder, ¿es para tanto?
-No. Pero me pones. Y te voy a mirar por mucho que no quiera hacerlo. Pero si es lo mejor para los dos, no sé por qué te pones así.
-Porque no es lo mejor para mi economía.
-Me dijiste que tampoco había mucho problema y que la gente se quitaba sin problema.
-Ya, pero es que tampoco me hace bien.
-Pues no sé, pero creo que es lo mejor.
-Sí. Llevas razón. En fin. Nos vemos.

Y ahí se quedó la conversación, porque no dijo nada más. La verdad es que yo tampoco tenía que hacerlo. Ya le había dejado claro que me quitaba del medio para evitar que la cosa fuera a más. Creía que estaba haciendo el movimiento más oportuno y que ella lo vería bien, pero me saltó de manera un poco agresiva. Si no fuera porque desde primera hora la oí decir que a ella solo le interesaba su novio, diría que le jodía por dejar de verme, pero tampoco me quería dar más importancia de la que tenía, que para ella seguramente solo sería una fuente de ingresos por asistir a sus clases.

Pensando un poco más detenidamente, esperaba no haber sido tampoco yo muy brusco y que por esa parte dejara de echarme una mano con Lola para que la cosa no se saliera del tiesto, aunque ya estaba bastante claro y seguía pensando en que tenía que estar pendiente de que no se pasara más de la cuenta en ese aspecto. ¿Y si me la echaba encima como venganza? Tampoco lo veía. No veía en Natalia a una chica de esas que te putea por una minucia como aquella.

Al día siguiente no llegué a ir al gimnasio, más que nada para evitar situaciones incómodas, aunque eso no significa que no hiciera ejercicio, pues tampoco lo quería dejar y creía necesitar deshacerme de todo eso que me metí en el cuerpo en casa de Lola, por lo que salí a correr durante un buen rato. Bastante más de lo que solía hacerlo de hecho, cosa que me despertó interés, porque cuando llevaba un rato me notaba cansado y quería mejorar eso.

Al regresar a casa, ducharme y desayunar, me puse a mirar algunas cosas en alemán, tal y como pensé hacer en esa conversación que tuvo lugar junto a Sofía y a Andrea. Me daba pena haber estudiado el idioma durante unos años para dejarlo aparcado sin usarlo e ir olvidando bastantes cosas, por lo que me apliqué a mí mismo el consejo que le daba a muchos de mis alumnos y me puse cosas que me interesaban o que conocía en ese idioma para ir familiarizándome de nuevo con algunas palabras.

También aproveché para tocar un poco la batería, algo que tampoco quería dejar de lado y en donde poco a poco me sentía con más soltura. La mañana se me hizo un poco larga por no tener ningún tipo de interacción con nadie en gran parte. Pensé en llamar a Irene, pero habíamos hablado la noche anterior y tampoco quería ser pesado, porque pensaba que tendría cosas que hacer.

Tan solo socialicé un poco cuando fui al estudio para repasar algo de un tatuaje, pero tampoco duró mucho. Eso sí, mi tatuador se alegraba de que regresara por ahí, preguntándome de paso si me animaba a hacerme alguno más. Yo le decía que no me quedaba sitio en los brazos, respondiendo él que había más partes del cuerpo. Le respondí con un "ya veremos" y salimos hacia afuera.

Allí nos encontramos a Eva y a Raquel. Hacía varias semanas que no la veía y allí estaba. No percibí una reacción destacable por su parte. Suponía que Eva aún no le había dicho nada de lo que tenía en mente, pero en la breve charla que tuvimos sí que me fijé en que me miraba muy fijamente y que me miraba a más partes del cuerpo que los ojos. Lo mismo sí que habían hablado ya de algo. Con su particular encanto y su contoneo se despidió de mí yéndose a la sala en la que trabajaba Eva. Yo miré a ésta última arqueando una ceja y ella me miraba a mí con una gran sonrisa.

-¿Habéis hablado ya...? -le dije una vez me aseguré de que Raquel no estaba cerca.
-Bueno... -respondió haciéndose la interesante- A lo mejor...
-Va, Eva. Dime algo, jajaja.
-Le he contado nuestra noche. Y me preguntaba cosas con detalle. Así qué... Jajaja.
-Tiene buena pinta esto entonces, ¿no?
-Sí.
-¿Cuándo le vas a decir de...?
-Poco a poco... Que me da vergüenza, jajaja.
-Jajajajaja. ¿En serio?
-Pues sí. Creía que me iba a costar menos lo de decirle que me apetece con ella, pero se ve que no. Tengo que aprovechar cuando saquemos algún tema...
-Pues hoy no tiene mala pinta.
-Ya, con las miradas que te ha echado... A ver qué pasa.
-Bueno, me voy. No te quiero robar más tiempo. Que vaya bien la cosa.
-Lo mismo te digo.

Salí de allí bastante contento, porque la cosa parecía ir encaminada a lo que ambos buscábamos. Quizá suene hipócrita evitar a Natalia por no meterme en su pareja y no hacer lo mismo con Raquel, pero no lo veía igual. Tal vez Eva me había metido su idea en la cabeza para convencerme y poder llegar a Raquel a través de mí, pero la verdad es que veía sentido a sus palabras. Raquel estaba segura al 100% de que su novio le había sido infiel y ella ya lo había sido también con él al acostarse conmigo, aunque yo no me enteré de que tenía novio hasta después.

Pero viendo tantas infidelidades por ambas partes, ¿qué más daba que hiciera un trío con Eva y conmigo? El daño ya estaba hecho y que hiciera eso con nosotros no lo iba a poner peor. Con Natalia era muy diferente a mi parecer, pues hasta donde yo sabía, ambos eran fieles a su pareja. No es que hubiera salido el tema como tal ni tampoco le había preguntado a Lola si sabía algo, pero eso se veía nada más verlos. Y sobre todo por lo que decía Natalia de que solo tenía ojos para él. Cada vez veía mejor la decisión de no mantener tanto contacto con ella.

Al regresar a casa estuve preparando algo para dejarlo listo y poder comer luego tranquilamente, así Andrea no se tenía que parar a hacer nada. Era viernes y no tenía ningún plan para el fin de semana, porque mis amigos tenían ya el suyo. Pensé en decirles que se vinieran para salir juntos y que pasaran en casa el fin de semana, pero no podía ser. Pensé que sería una buena ocasión para que conocieran a mi compañera de piso y por quedarse a dormir tampoco era, porque mi cama era tan grande que cabíamos los tres de sobra.

Pero también había algo con lo que no contaba, y es que Andrea se iba a ir a casa para pasar el fin de semana allí y poder estar con su hermano pequeño. Se me presentaba un fin de semana solo en el que no tenía mucha idea de qué hacer, pero suponía que habría algo montado en la tienda para poder jugar, ya que lo más normal era que los sábados se llenara, teniendo lugar algún que otro torneo, ya que es cuando más gente que podía ir.

-Ah, casi se me olvida -dijo Andrea cuando acabamos de comer.
-¿Qué pasa?
-Toma, estaba esto en el buzón. Lo he visto cuando he venido.

Andrea me entregó un sobre en el que no ponía ninguna dirección ni remitente. Era de color rosa pastel, estaba cerrado y solo tenía mi nombre escrito en el reverso.

"Ha pasado ya un tiempo desde la última vez que nos vimos y me sabe un poco mal lo que hice. Me gustaría que nos viéramos para poder hablar y poder tratar la situación. Como no me has escrito ni nada, he supuesto que me has bloqueado, por eso te he dejado esta nota en el buzón. Te espero mañana para cenar a las 22:00 en…"

-¿Qué es? -preguntó Andrea cuando vio que doblé de nuevo la nota y la metí dentro del sobre.
-Nada. Una tontería.
-El sobre es bonito y parece letra de chica por cómo estaba escrito tu nombre. ¿Es una invitación de boda?
-Qué va. Es... Da igual.
-Bueno, no pasa nada si no me quieres contar, jeje. Pero seguro que es una chica muy guapa y si te escribe así en carta...
-¿Qué quieres decir?
-Pues que debes ser alguien especial para ella, ¿no? ¿Quién manda una carta como esa en estos tiempos? O es una cría, o le haces tilín, porque pudiendo mandarte un mensaje, hacerte una llamada, o incluso hablarte en persona, te manda esa carta tan bonita.
-Ya.
-No es una cría, ¿no? -dijo expectante.
-No. Es mayor que tú de hecho.
-Ah... Menos mal.
-Aunque su comportamiento...
-Cuando te gusta una persona se hacen muchas tonterías, ¿no?
-Supongo.
-Pues hazle caso. Seguro que no quería hacerlo a propósito.
-No sé yo...
-Seguro que en esa nota te dice algo bonito.
-Toma, léela tú.

Le di la nota y ella la abrió con una sonrisilla, pasando a leerla con atención. Luego la dobló y la volvió a poner dentro del sobre.

-Qué bien huele... -dijo una vez me la dio de vuelta.
-¿Eso es lo primero que me dices?
-Es que me ha llamado mucho la atención. Pero se ve que la chica está arrepentida de lo que te ha hecho, ¿no? Al menos es lo que yo noto.
-¿Eso crees?
-Pues sí. Yo lo interpreto como que quiere disculparse contigo. Si hasta te ha citado en un restaurante para cenar. ¿Es bueno? Yo no me conozco mucho la ciudad.
-Ni idea, no me suena. Y eso que yo sí que me la conozco.
-¿Y qué vas a hacer?
-No lo sé.
-¿No vas a ir?
-No sé.
-Está feo, ¿no?
-También estuvo feo lo que hizo ella.
-Pero por eso mismo. Se quiere disculpar. Yo iría. Seguro que se pone muy guapa para ti.
-No sé. Lo pensaré.
-Bueno, como tú veas.
 
Capítulo 438

Conque Cintia quería que nos volviéramos a ver de nuevo... No ponía su nombre ni nada, pero me conocía su letra de sobra de cuando íbamos a la universidad y me pedía que echara un ojo a sus apuntes. La verdad es que me tocó mucho la moral cómo fue la cosa la última vez con ella. Cedí como un tonto con tal de pasar un buen rato y me quedé con las ganas. No tenía ganas de quedar con ella para que me estuviera restregando por la cara aquello por mucho que dijera que se sentaba mal y que quería abordar la situación. No me veía muy convencido, aunque Andrea estaba muy decidida en qué haría ella si estuviera en mi lugar, pero claro, ella no conocía el contexto de todo y dudaba que si un chico jugara con ella como Cintia lo hizo conmigo, diría de verlo de nuevo, aunque fuera para disculparse.

Guardé el sobre en la habitación, en una estantería alta y me eché en el sofá para reposar la comida y luego irme a trabajar. Andrea me dijo que se iba a marchar por la tarde a casa, así que no la vería cuando llegara de la academia. Me preguntó si quería que me preparara algo para cenar, pero no quería que estuviera todo el rato así conmigo. Yo sabía valerme por mí mismo y no necesitaba que llegara hasta ese punto. No me parecía mal que hiciera más cantidad para los almuerzos y las cenas si ella iba a comer de ahí, pero que me hiciera a mí la cena exclusivamente me parecía ya demasiado.

En cuanto llegué a casa después de una buena tarde de trabajo en la que no tuve ningún problema ni percance, sí que noté la casa diferente por no estar ella allí. Me hubiera ofrecido a llevarla a casa, pero me pillaba en horario de trabajo, cosa que ella sabía. Imagino que no quería molestarte por si le decía de llevarla el sábado por la mañana en caso de que dijera de irse en ese momento. Estaba un poco cansado después de no conseguir dormir bien, como era ya lo usual, por la gran cantidad de tiempo que me pasé corriendo por la mañana y por venir de trabajar, por lo que me pedí algo para cenar mientras miraba el grupo de la tienda por si se había organizado algo. Efectivamente, al día siguiente había un torneo a las 4 de la tarde, por lo que me apunté al no tener nada que hacer. Todos los de mi grupillo se apuntaron.

De hecho, comenté por el grupo que teníamos más privado si querían practicar por la mañana para cuando dijéramos de ir. Les parecía bien, pero no tenían sitio al que ir, porque por la mañana no abría la tienda cuando iba a estar toda la tarde abierta. No hubo mucho problema, porque ofrecí mi casa para poder jugar. En la gran mesa que tenía no deberíamos tener ningún problema para poder jugar cómodamente, así que quedamos a eso de las 11. Antes iría a hacer algo de ejercicio al salir a correr, porque quería esperar al lunes para ir al gimnasio y que se enfriara un poco la cosa, porque seguía notando que no le sentó muy bien a Natalia mi decisión. Pero antes de todo eso, ya cuando había terminado de cenar, recibí un mensaje de Lola.

-Hola, ¿te pillo ocupado?
-No, ¿por?
-Por comentarte una cosa, a ver si te apuntas.
-¿Qué es? ¿Quieres que nos veamos ahora?
-No, ahora no.
-Pues qué pena, porque tengo la casa libre. Mi compañera se ha ido a casa para pasar el finde.
-Ah, joder. Es que estoy muerta. Estoy ya en la cama de hecho. No creo que tarde mucho en dormirme.
-Vaya...
-🙁
-¿Qué era entonces?
-Pues era por si te querías venir mañana.
-¿A dónde?
-Vamos a salir mañana de fiesta. Vamos a ir a cenar y luego a un pub o algo, no sé. No me he enterado muy bien, pero yo me he apuntado, jeje. Hacía bastante que no nos juntábamos todos y me ha aparecido mucho.
-¿Con tus amigas?
-No, no. Jajajaja. Con eso sí te quedaste bien, ¿eh?
-Jajajaja, pues sí. Sobre todo, con una. Aunque todas sois bonitas.
-Anda... Que tienes más peligro...
-Ya. Entonces, ¿quién va?
-Pues somos muchos del gimnasio.
-Entonces irá Natalia, ¿no?
-Sí. Y su novio también.
-Paso.
-¿Es por el novio?
-Es más por ella, pero si está el novio, como que peor. Paso de que se lie.
-Lo que me dijiste el otro día, ¿no?
-Ajá.
-Sí que te lo has tomado en serio.
-Claro.
-No te he visto hoy por el gimnasio...
-No. Quiero poner algo de espacio. No le sentó muy bien que le dijera que me iba a quitar de sus clases.
-Ya, algo hemos hablado.
-No me sorprende.
-Tampoco te pongas así.
-No, si no lo digo a malas. Se ve que sois buenas amigas. Con todo lo que os habéis contado ya, no me sorprende. Por eso lo he dicho.
-Pues sí que estaba un poco enfadada.
-Ya, se picó un poco.
-Me ha dicho que creía que podías con las clases, pero que se ve que no. Y lo has dejado, como hacen casi todos.
-¿Esto qué es, una puyita para picarme y que me vuelva a apuntar?
-No. Es solo lo que me ha dicho.
-Lo mismo lo ha hecho porque sabías que ibas a hablar conmigo.
-No creo...
-Da igual. No voy a caer. Si es lo mejor para todos.
-Yo creo que no hace falta que dejes de ir al gimnasio, pero lo que tú veas.
-¿Tanto me echas de menos? Jajajaja.
-Que bobo eres... Jajaja. Me ha extrañado no verte. Y me he asomado a la clase de Natalia y ahí me lo ha contado.
-Ah... Bueno, pues eso. Que si va ella, paso.
-¿Y si no fuera?
-Pues no tengo ningún plan para mañana, así que... Pero no quiero que digas que vas para ahora no hacerlo por mí.
-Podríamos aprovechar que tu casa está sola...
-Joder, alguna vez se quedará sola otra vez. Digo yo que tendremos más oportunidades, ¿no?
-¿Y por la tarde antes de que sea la cena?
-Por la tarde sí que tengo un plan. Será de 4 a 8 y media o así.
-Ah. Bueno, pues nada... Me hubiera gustado que vinieras. Va a ir mucha gente.
-Ya, jajaja.
-Que sí, tonto. Somos amigos, ¿no? Pues eso.
-Tú lo que tenías en mente era otra cosa.
-Que nooooo. A ver, pues cena, fiesta y polvo, ¿no? Jajaja.
-Jajajajaja. Si ya sabía yo.
-Nos podemos ver cuando acabe de fiesta.
-No te preocupes, tú sal y diviértete. No vamos a estar en la misma onda habiendo salido tú de fiesta y yo no.
-¿No vas a salir ni nada?
-No me apetece, la verdad. Después de la noche que tuvimos en tu casa, me apetece estar tranquilo.
-Qué poco aguante... Jajajaja.
-¿Tienes queja?
-No, no. Ninguna. Ya lo sabes.
-Jajajajaja, me estaba quedando contigo.
-Jo. Me da un poco de pena que salgamos todos y que te quedes tú solito.
-Va, no digas eso.
-Vale... Te dejo, que tengo mucho sueño. ¿Te veré mañana en el gimnasio?
-No creo. Saldré a correr, pero solo eso.
-Bueno...

La verdad es que hubiera estado bien salir con Lola en ese plan que me ofreció. Me había gustado como buscaba involucrarme en su círculo. La veía como una amiga por su forma de comportarse conmigo, además de que me caía muy bien con lo amable y cariñosa que era. Pero tampoco le iba a decir que dejara a todos aquellos de lado para que se fuera conmigo a pasar un buen rato. Por lo que leí en sus mensajes la veía con ganas de ese plan y me parecía egoísta hacerle cambiar de opinión. Y tampoco me parecía oportuno apuntarme a eso, porque si iban a ir Natalia y su novio no iba a estar cómodo y podría darse la situación de que todos bebiéramos y que me fijara en ella más de la cuenta o que incluso le dijera algo y nos pudiéramos pelear su novio y yo. No tenía ninguna necesidad de eso, por lo que me negué a ir.

Al día siguiente ya estaba en pie temprano, como era usual, para salir a correr un poco, pero no tanto como el día anterior, porque no me quería cansar tanto. Los torneos esos desgastan un poco y no necesitaba acabar reventado al terminar el día. Además, tenía que estar para antes de las 11 en casa como había acordado con el nuevo grupo de amigos para poder jugar un poco en casa y poder practicar de cara a la tarde. Fue un rato bastante bueno el que echamos, estando jugando hasta la hora de comer, cosa que hicimos todos en mi casa también. Al final decidimos echar el día juntos pidiendo algo a domicilio y reposando mientras veíamos alguna retransmisión de ese mismo juego que jugábamos en la tele. Así hicimos hora hasta las 4 para ir a la tienda a jugar.

El torneo fue bastante bien, ya que reajustaron el metajuego, prohibiendo una carta de esa baraja nueva que había salido. El "Eldrazi Winter" se había acabado, aunque la baraja era aun así jugable, pero no era tan explosiva ni tan opresiva. El problema fue que nada más empezar me tocó con una de las chicas de mi grupo. No era nada trágico, pero si era verdad que nos esforzamos por quedar todos lo mejor que podíamos para destacar y que nuestros nombres fueran sonados en la comunidad.

Pese a que ella llevaba un mazo que reventaba al mío por todos lados, siendo un auténtico calvario para mí jugar contra esa estrategia, pude ganarle sin mucho problema. He de reconocer que tuve algo de suerte, pero también es verdad que ella tuvo algún que otro fallo de suma importancia y que luego le expliqué para que lo tuviera en cuenta. Ella se mostraba muy agradecida por lo que le estaba diciendo, aunque desde primera hora fue una chica muy amable.

En la segunda ronda, me tocó contra alguien a quien no conocía, el cual jugaba una estrategia que se le daba bien en principio a la mía. Quitarle recursos importantes de primeras me lo ponía muy fácil para acabar las partidas con suma rapidez y facilidad y en la segunda partida, porque cada ronda es al mejor de tres partidas, podemos sustituir unas cartas por otras para ayudarnos contra esas estrategias adversarias. Eso me ponía incluso más fácil acabar con mi oponente. En tercera ronda me tocó contra alguien más de mi grupo, el cual llevaba un mazo muy similar al mío, con la misma estrategia prácticamente, aunque esa pequeña diferencia hacía que el suyo estuviera por encima del mío en un enfrentamiento directo y más por una carta en especial.

Y así fue como me ganó, aunque la cosa estuvo ajustada. Éste sí que jugó de manera más perfecta y pudo conmigo como debería ser sobre el papel. En cuarta ronda me topé con una estrategia más agresiva, centrada en criaturas. Era esa baraja que tan explosiva era por el abuso que hacía de ciertas cartas, sobre todo de la que prohibieron, pero claro, al no estar ya, no arrollaba a quien se le pusiera delante y ya dejaba jugar a todos los demás. Y mi mazo iba bien preparado contra eso, permitiéndome quitarme de encima de manera sencilla todas esas criaturas que tanto miedo daban antes, pero que ahora podía liquidar fácilmente al tener más tiempo. Luego plantaba yo mis amenazas y era coser y cantar.

Así que quedé 3-1, lo que me dejó en un tercer puesto de las 30 personas que acabaron asistiendo. La verdad es me fui bastante contento y con un buen premio después de aquel fiasco del anterior torneo en el que todo mi grupo salió frustrado por tener que combatir contra esa estrategia tan explosiva, o bueno, intentarlo, porque la diferencia de plan de juego era tan abrumadora, que lo hacía casi imposible. Acabamos un poco pasadas las 8 de la tarde y como teníamos tiempo, propuse salir a cenar para celebrar que la cosa había ido bien, pero casi todos tenían planes, así que lo dejamos para otro día.

Antes de las 9 ya estaba en casa, sentado en el sofá sin nada que hacer. Estuve pensando qué podía hacer para entretenerme y me acordé de la nota de Cintia. Al hacerlo, no pude evitar recordar también la conversación que tuve con Andrea en la que me dijo que le debería dar una oportunidad, porque la veía arrepentida por lo que había hecho fuera lo que fuera. En su día pensé que se lo tenía que currar si quería que volviera a quedar con ella y demás. Y, a decir verdad, no se había puesto pesada como a lo mejor esperaba que pasara. Tampoco se puso borde en la nota que me dejó, cosa que también me extrañó. ¿A lo mejor debería acercarme al restaurante y probar? ¿Y si se ponía otra vez tonta?

Me gustaba esa manera de vacilarla, aunque veía que ella se lo tomaba todo muy en serio. Quizá me había pasado yo con ella también y no había pensado en ello hasta ahora. Quizá debería darle una oportunidad. Movido por la curiosidad, me fui a la ducha para darme una rápida y luego arreglarme, vistiéndome bien y arreglándome la barba para estar más presentable. De camino me preguntaba si estaba haciendo lo que debería, pero seguí hacia delante pensando que, si se pasaba de la raya, pues me levantaba, me marchaba y a otra cosa. Poco tenía que perder.

Cuando llegué al restaurante, me paré un momento pensando si iba vestido acorde a lo que ese sitio parecía exigir, porque veía a gente en la puerta que iba muy elegante. Demasiado. Parecía que iban de boda o algún evento similar, porque cada mujer que veía fuera fumando iba con un traje de noche, del mismo modo que cada hombre que había también por allí iba trajeado. Yo opté por algo más informal al ponerme unos vaqueros ajustados, una camisa blanca y un jersey gris. No pensaba que fuera tan informal, aunque los vaqueros sí que lo eran. Quizá debería haber elegido también otro calzado en lugar de las botas color mostaza que me puse. Dudé un poco si entrar, pero al final lo acabé haciendo. Entonces, un señor trajeado se me acercó.

-¿Es usted el señor...? -dijo acabando la frase con mi apellido.

Le asentí un poco intimidado por la seriedad y la voz que tenía aquel hombre. Pensaba que me iba a echar de allí por no ir vestido como debería, pero nada más lejos. Me preguntó si era tan amable de acompañarle y me llevó hasta una mesa un poco retirada, con más intimidad, donde estaba Cintia. El hombre se refirió a ella como "señorita" para decirle que yo había llegado, retirándose de inmediato cuando ella le agradeció todo. Estaba francamente impresionado por aquel lugar. Parecía que era un restaurante de los caros, pero cuando hice una búsqueda por internet no encontré gran cosa. Tal vez sería por llevar pocos meses abierto. El caso es que mi impresión no quedó ahí, pues Cintia se levantó para recibirme una vez se marchó el señor que me acompañó.

Estaba impresionante. La notaba mucho más alta de lo que recordaba, pero la explicación era que llevaba unos tacones muy altos, incluso con algo de plataforma. De ropa llevaba un vestido blanco entallado hasta medio muslo, que era donde acababa con esa especie de falda que constaba de dos pliegues que se ponía uno sobre otro justo en el centro por la parte de delante. Lucía un impresionante escote al ser así el vestido por la parte de delante, sujetándose con unos tirantes de unos tres dedos de grosor. Cintia llevaba el pelo alisado, teniéndolo más largo que nunca desde que yo la había visto, terminando con un maquillaje muy elegante y nada cargado, aunque el carmín de sus labios quizá era un poco exagerado.

-Estás muy guapo. Nunca te he visto así de arreglado.

Me dejó muy despistado lo primero que me dijo al verme. Era lo último que me esperaba de ella en esos días. Quizá me esperaba que me soltara algo relacionado con mi vestuario, porque la diferencia era evidente. Ella permanecía esperando con una sonrisa a que le respondiera yo.

-Tú también estás muy guapa. No recuerdo haberte visto así nunca yo tampoco.
-Vamos a sentarnos, anda.

Ambos nos sentamos y rápidamente vino un sommelier para tomarnos nota de qué queríamos tomar. Cintia le dijo que tenía alguna idea de qué pedir, pero le pidió opinión a él y en nada se pudieron de acuerdo para traer una botella de vino. Cintia no me llegó a pedir opinión a mí, aunque la verdad es que poco hubiera aportado yo, porque no tenía ni idea de vinos.

-Ya verás. Te va a encantar. Aunque sé que no eres mucho de beber, pero este no es muy fuerte y está muy bueno.
-Vale, como tú veas.
-Me gusta cómo te queda esa ropa. Creo que nunca te he visto tan arreglado. La única vez que salimos a cenar fue antes de Navidad, con mucha gente de tu clase y no llevabas ni camisa. Ibas con un polo.
-Te acuerdas...
-Claro. Aunque, a decir verdad, también había gente de varios cursos, ¿no? Porque estaba yo, también me acuerdo de que estaba Adriana...
-Sí. Surgió un poco por la cara. Había un anuncio en la cafetería de la facultad.
-Pues no me enteré. Pero me gustó que me dijeras de ir.
-No era nada.
-Me lo pasé muy bien. Recuerdo también a Ángela. Tan cercana, amable y alegre... Y también iba guapísima. Esa chica era una preciosidad.
-Tú también ibas muy guapa.
-Ya, ¿pero más que ahora?
-Mmm... No sé. Son dos estilos diferentes.
-Éramos unos niños...
-Joder, lo dices como si tuviéramos 40 ahora... No hace tanto.
-Pero han cambiado muchas cosas.
-Ya, eso sí es verdad.
-¿Esa noche qué hiciste?
-Mmm... No recuerdo.
-Ya sabes lo que me pasó a mí. Me mareé un poco con el vino y...
-Ya. Lo sé bien. Te acompañé a casa.
-Me hubiera gustado que te quedaras conmigo... -dijo mirando a un punto fijo en la mesa, con cara de nostalgia- Pero no te quería chafar la noche. Estabas con muchas ganas, pero yo es que si me movía un poco lo echaba todo.
-El alcohol es muy traicionero.
-Y más con el vino, que entra muy bien y te confías. Estaba deseando irnos a mi residencia para pasar la noche juntos, pero se me fue la mano. ¿Te fuiste con Ángela? ¿O con Adriana?
-No sé... Hace mucho de eso...
 
Capítulo 439

En realidad, sí que me acordaba, porque me fui con Ángela a su casa y fue una noche fantástica. Ambos teníamos muchas ganas y yo llevaba el punto de alcohol, por lo que estaba muy desinhibido y cariñoso. Ángela por su parte no lo estaba, porque nunca era de beber. De hecho, no recuerdo haberla visto nunca tomar algo de alcohol. Aun así, pasamos la noche solos en su piso y recuerdo terminar bastante tarde, aunque tampoco tengo muy claro todo lo que pasó, pero sí tengo el recuerdo de que lo pasamos muy bien, porque la imagen de su cara muy sonriente durante todo el tiempo y al día siguiente fue algo que se me quedó grabado.

Con Adriana, la otra chica a la que Cintia hacía referencia, no tendría nada hasta el año siguiente en el que yo estaba en tercero y ella en cuarto. Creo que ya he hablado antes de ella, pues era una chica que se metía mucho conmigo, pero al final nos encontramos de fiesta tras su cena del día en el que se graduó y nos liamos y acabamos en la cama, pero esa es otra historia.

-Da igual -siguió Cintia-. ¿Te gusta este sitio?
-Sí, claro. Está muy bien. Pero... ¿No será muy caro?
-No sé. Es la primera vez que vengo.
-¿Segura? Ese hombre parecía conocerte. Te ha llamado por tu nombre.
-Porque me he presentado.
-¿Y cómo sabía mi nombre completo?
-Porque le he dicho que estaba esperando a alguien y le he dicho tu nombre y le he dado una descripción.
-Ah... Me he acojonado un poco.
-¿Por qué? -preguntó medio riendo.
-Porque creía que me iba a echar por no ir bien vestido.
-Jajajaja, vas bien. A ver, podrías haber afinado un poco más, pero no estás mal.
-Tú vas mucho mejor que yo.
-Fallo mío por no decirte cómo se tendría que venir vestido. He pasado por aquí muchas veces y siempre he visto a gente entrar y salir. Por eso he venido así.
-Am...
-Entonces, acabaste la carrera, ¿no? -dijo para cambiar de tema.
-Eh... Cintia, ¿qué es todo esto?
-¿El qué?
-Todo esto. No sé... Es un poco raro todo. ¿Qué hacemos aquí?
-Pues te he citado aquí para cenar. ¿Tienes algo más pendiente y te tienes que ir?
-No, no es eso. Es... No sé. Tu cambio de actitud.
-Ah... ¿Te molesta?
-No, qué va. Me recuerdas mucho a la Cintia que conocí en su día.
-Entonces, ¿cuál es el problema?
-Ninguno. No sé... Es que después de todo lo que nos hemos dicho en las veces anteriores que nos hemos visto...
-Ya. Pero has leído la nota, ¿no?
-Claro.
-En ella te decía que me sabía un poco mal por lo que había hecho y quería hablar de eso.
-Ya, ya.
-Pues creía que esto podría ayudar a relajar el ambiente entre tú y yo.
-Ya. Pues he estado a punto de no venir.
-¿Sí?
-Ajá. No me sentó muy bien aquello y pensaba que ibas a estar en las mismas. Y la verdad es que quiero estar tranquilo ahora mismo.
-¿Y por qué has venido?
-Porque te estaba dando una oportunidad. Si hubieras seguido en ese plan, me hubiera marchado.
-Pues has hecho bien en venir -dijo sonriendo.
-Eso parece. Espero no equivocarme.
-Seguro que no.
-Y no te tengo bloqueada ni nada.
-Ah, suponía que sí. Como no me has dicho nada...
-Yo no tenía nada que decir.
-Bueno, te podrías haber quejado.
-Me enfadó bastante y no quería hablar contigo en ese momento. Además, estas semanas he estado a otras cosas.
-Me imagino.
-Entonces, ¿quieres que lo hablemos?
-Mmm, claro, pero podemos hablar de varias cosas, ¿no? La noche es muy larga.
-Mmm, claro.

En nada nos trajeron el vino y nos tomaron nota para la cena. De nuevo, Cintia habló por los dos, pidiendo ella de cenar sin dejarme decir nada. No me molestó, porque pidió lo que aquella noche a la que habíamos hecho referencia pocos minutos antes. Exactamente lo mismo que cené esa noche, aunque no recordaba lo que cenó ella, pero tenía pinta de que era lo mismo. Sí que recordaba aquella noche para llegar incluso a ese detalle. Mientras nos traían la comida, nos pusimos a hablar de algunos temas como deberíamos haber hecho el día que nos reencontramos. Quizá de vio abrumada al tenerme más que olvidado y verme de pronto de nuevo frente a ella, no lo sé. Pero el caso es que se hizo un rato bastante agradable con una Cintia que más se aproximaba a aquella chica que conocí en la universidad conforme pasaban los minutos. La cena estaba espectacular, igual que el vino.

Estaba encantado con cómo iba todo, porque la conversación fue larga y tocamos varios temas, como ella interesándose de nuevo por cómo me fue la carrera, diciéndole yo que muy bien y sin problema hasta el último año en el que sí que tuve alguno, aunque con ayuda lo logré sacar adelante. También me preguntó por el trabajo, dándole yo detalles de cómo hacía para lidiar con todo, aunque le dije que era relativamente nuevo, ya que venía de otro trabajo diferente, el cual también despertó su interés. Yo también le pregunté por varias cosas, como sus estudios. Ella me contó que necesitaba un cambio, porque no le gustaba mucho la carrera en la que estaba y en donde la conocí, pasando a estudiar filología germánica. Me contó que le resultaba bastante más fácil por tener un padre alemán y saber el idioma con soltura por haberse encargado él de enseñárselo. Hasta estudió allí el último año de Erasmus.

Le comenté que yo también había estudiado alemán en la carrera, aunque lo tenía oxidado, pero también le dije que estaba retomándolo. Ella parecía alegrarse de haberlo hecho, pero en ningún momento se ofreció para echarme una mano o algo, aunque tampoco es que lo necesitara. También le pregunté si había trabajado en algo después de estudiar. Ella me comentó que su padre tenía mucho dinero y que le había abastecido con el suficiente como para no tener que preocuparse por él, pero no quería estar todo el día sin hacer nada, por lo que buscó para ver a qué se podía dedicar y encontró algo relacionado con la literatura y textos antiguos. No me dio mucho detalle, pero me dijo que trabajaba con ese material. También nos pusimos a rememorar tiempos de universidad, pero todo fue acerca de momentos en los que estábamos con más gente, porque ella solía salir conmigo y mi grupo de amigos de aquel entonces durante esas semanas.

-Respecto a lo del otro día... -dijo mientras aún seguíamos comiendo.
-¿Quieres que lo hablemos?
-No hay mucho que hablar. Solo que... Bueno. Te dije eso para que pudiéramos jugar un poco. No tenía muchas ganas de hacer más. Estaba muy cansada y me quería ir a casa. Sabía que si seguía no iba a estar cómoda.
-¿Y no me lo podías haber dicho?
-No te lo hubieras tomado bien.
-Pero es que lo que hiciste fue peor. Me sentó muy mal.
-Te hubiera sentado mal igualmente. Solo me evité la discusión.
-Pues si no tienes ganas, no hagas nada, pero no me digas de empezar para luego no acabarlo... Eso no se hace.
-Ya, ya lo sé. Por eso te he invitado a cenar, para compensarte.
-Vale. Lo entiendo, pero no sé... Veo un poco raro todo esto después de cómo nos hemos hablado.
-He visto todo desde otra perspectiva y creo que no he sido justa contigo.
-La verdad es que el primer día que nos vimos después de tanto tiempo fue algo que me dejó un poco trastocado. No entendía cómo me podías haber salido por ahí. Después de tanto tiempo y reaccionas así...
-Rencor, supongo.
-Ya. Me apetecía mucho hablar contigo, poder disculparme de buena manera e intentar llegar a ser lo que un día fuimos. ¿Por qué no?
-¿Te gustaría que nos volviéramos a ver...?
-Pues... Es que pensé en esos días cuando te vi, antes de acercarme a ti. Y la verdad es que me gustaba pasar tiempo contigo, pero por cómo fue esa noche y las veces posteriores que nos hemos visto, lo he descartado bastante.
-Lo que quieres es que sea la Cintia de esos días.
-Sí, me gustaba esa chica. Pero no de esa manera... Ya sabes. Eras cariñosa, alegre, amable. Nada que ver con estas semanas.
-Soy arisca, borde y desagradable entonces, ¿no?
-Pues sí. Lo has sido. Y por eso mismo he estado a punto de no venir, como te he dicho antes. Pero no esperaba para nada encontrarme con esto.
-¿Qué te has encontrado?
-Una nueva Cintia. Una mezcla entre esa chica de la universidad y una nueva, más mujer, más segura.
-¿Y te gusta?
-Sí.
-Mmm...
-Pero te voy a dejar claro algo desde ya. Yo no busco pareja. He pasado por algo muy malo y no quiero que se repita. Podemos estar como en esos días como mucho, pero no puedes esperar nada más de mí. Y es mejor así, porque yo no sirvo para darle a alguien lo que necesita al estar en una relación. Y si acabamos así y veo que la cosa va a más por tu parte como en aquellos días, pues te lo volvería a recordar, o me esfumaría.
-Estás corriendo mucho... -dijo incómoda- Solo estamos aquí hablando y estás organizando todo.
-Es que quiero que lo tengas claro.
-No tengo claro ni dónde voy a estar mañana, menos voy a tener lo que quiero que pase contigo.
-Bueno, avisada estás.

Seguimos cenando tranquilamente ya en silencio. A veces ella me miraba de una manera intensa, la cual me llegaba hasta a poner nervioso. A lo mejor me había pasado hablándole así, pero quería dejarlo todo bien claro para evitar que volviera a pasar por lo mismo ahora que parecía haberse ablandado, empezando a tratarme como a una persona normal en lugar de como a un demonio. Cintia hacía algún comentario de temas más banales, a lo que yo respondía en la misma tónica. Salvo algún momento puntual en la conversación, lo cierto es que fue una velada tan agradable como inesperada. Inesperado fue también cuando noté como me acariciaba con su pie desnudo por debajo de la mesa. Mis ojos se levantaron desde el plato hasta los suyos, buscando una respuesta pese a no hacerle ninguna pregunta. Me la encontré con una cara de pícara, dejada caer sobre una de sus manos.

Conocía de sobra esa cara, la había visto varias veces, ya fuera en la biblioteca cuando nos veíamos o cuando salíamos a cenar entre amigos de manera informal. Y siempre acabábamos de la misma manera, en su residencia, en su cama, bajo las sábanas y follando. Se me vinieron recuerdos de algunas ocasiones de aquel tiempo, pero ella me acariciaba la pierna con más intensidad, hasta que fue subiendo poco a poco hasta llegar a mi paquete, para empezar a acariciarlo también. Hacía presión, empezando a estimularme y la verdad es que me estaba dando un morbo tremendo. Al ser un lugar tan serio y refinado, estar así con una chica tan preciosa y atractiva como ella, me tenía muy malo.

Estaba deseando follármela. Tanto que estaba por levantarme y cogerla de la mano para llevármela a los baños y poder hacerlo allí. Llegó un punto en el que bajé mi mano para ponerla sobre su pie, notando lo suave y lo frío que lo tenía, aunque se lo empecé a acariciar para calentárselo. Ella me seguía mirando con esa sonrisa que yo ya conocía, pero sus ojos negros me miraban muy intensamente, poniéndome más malo aún. Después cambió de pie, repitiendo el proceso de la misma manera, haciendo yo lo propio al calentárselo también con mi mano. Aunque tampoco duró mucho aquello, porque se disculpó para ir al baño un momento. Estuve muy cerca de seguirla y poder montárnoslo allí, pero no acabé haciendo porque no sabía qué podrían hacer si nos acababan pillando.

En realidad, me vino hasta bien que se marchara unos breves minutos, porque eso me ayudó a que se me bajara el calentón, porque es que tenía hasta calor. También me dio por pensar si me estaba calentando para luego no hacer nada y volver a jugármela. De la misma manera me llegué a preguntar si todo esto no era más que un papel que estaba haciendo para reírse de mí como imaginé que hizo esa noche. La verdad es que, si era así, sonaba bastante convincente en todo lo que decía. O estaba haciendo un papelón, o iba en serio. Cuando regresó, se sentó en su sitio y puso la misma mirada con esa sonrisa. De nuevo me estaba empezando a poner nervioso, aunque esta vez no jugó conmigo con sus pies como esperaba que volviera a hacer. Esta vez optó por estirar unos de sus brazos, con el puño cerrado, alargándolo al ras de la mesa para acercar su mano a la mía.

-Pon la mano hacia arriba y ábrela.

Le hice caso y ella puso su puño cerrado sobre la palma de mi mano. Lo dejó unos instantes mientras mantenía su mirada fija en mí y yo alternaba entre sus ojos y mano. Y por fin la abrió para dejarme algo. En el momento en el que lo hizo, con sus dedos me cerró la mano, pero me di cuenta de que era algo blanco. Después de cerrarme la mano, la apartó para que la llevara hasta mi cuerpo, como hice. No abrí la mano en ningún momento, pero ella me hizo una señal para que lo hiciera al mirarme la mano y levantar las cejas. Al abrirla, me encontré un tanga arrugado. Rápidamente la miré a los ojos con cierto tono de sorpresa en mi cara. Ella me recibió con una sonrisa complaciente.

Estaba impresionado con lo que acababa de hacer, porque no recordaba que hubiera hecho eso conmigo alguna vez, pero la verdad es que me gustó mucho. Esa excitación volvió a mí rápidamente en forma de erección. Me moría de ganas por llevármelo a la cara para poder olerlo, porque lo notaba muy caliente y algo húmedo. Debía estar empapada para tenerlo así habiendo jugado muy poco conmigo. Me lo tuve que guardar en el bolsillo, porque ya habíamos acabado de cenar y vinieron a retirarnos los platos. De hecho, hasta me tapé con las faldillas de la mesa para ocultar mi erección. A la misma vez que nos retiraron los platos, nos pidieron nota para el postre en caso de que lo quisiéramos. Cintia dijo que sí, que a ella le apetecía, pidiendo el suyo. Esta vez sí que me dejó a mí hablar para poder pedir lo que yo quisiera, por lo que lo pedimos y mientras nos los traían, Cintia se sentó más cerca de mí. De hecho, pegó su cuerpo al mío para poder hablar con más intimidad.
 
Capítulo 440

-¿Te ha gustado lo que te he dado?
-Joder, sí. Lo que pasa es que... No he podido verlo bien y olerlo.
-Qué guarro eres -dijo con esa sonrisa y mirada intensa que llevaba poniendo toda la noche.
-Bien lo sabes.
-Sí que lo sé, sí.
-Nunca habías hecho algo así conmigo.
-Ya no soy esa niña que conociste. Asúmelo, jeje -reía bajito.
-No lo eres. Eres una mujer muy guapa y atractiva.
-¿Te gusta más mi figura de ahora?
-Me gustan las dos. Cada una a su manera, aunque no has cambiado tanto.
-¿Eso crees?
-Un poco, y me gusta lo que veo.
-A mí también me gusta lo que veo... -dijo poniendo su mano sobre mi erección.
-¿Ahora te va lo de jugar en público? Jajaja.
-Un poco.
-Me ha gustado lo que has hecho antes.
-Sí, a los tíos os gusta mucho eso.
-¿Se lo haces a todos?
-Puede...
-¿Y a las tías?
-¿Te interesa eso?
-Claro. Me pone imaginarte con otra tía.
-¿Tú has probado con chicos?
-No.
-¿Ni siquiera besos?
-Eso sí.
-Interesante.
-Va, cuéntame.
-Tú primero.
-Fue con un amigo. Cada uno estábamos con nuestras parejas y empezamos a jugar.
-¿Hicisteis un intercambio?
-No, no. Solo algunos juegos.
-¿Cómo cuál?
-Pues todo empezó por la otra pareja. Ambos eran muy juguetones.
-¿Qué pasó?
-La chica de la otra pareja era bisexual y le llamaba mucho la atención mi pareja. En una fiesta que celebraron nos quedamos con ellos hasta que se acabó y estuvimos hablando y una cosa llegó a la otra y la otra chica se puso a jugar con ella. Y para poner un poco en igualdad, nos dijo al otro chico y a mí que nos diéramos un beso.
-Mmm, no te imagino en esa situación.
-Fue una tontería. No sentí nada especial.
-Vaya. ¿Y cómo acabó la cosa entre las dos chicas?
-La otra chica le comió las tetas a mi pareja y le tocó un poco.
-Mmm -murmuró riéndose.
-¿Y tú? ¿Cómo fue tu primera vez con una chica?
-Fue una vez que salí. Ya había hablado alguna vez con amigas que me habían contado alguna experiencia y aventura. No me terminaba de creer mucho que siendo heterosexual te pidieran llamar la atención las personas del otro sexo, pero bueno, el caso es que estando de fiesta, había una chica que me miraba mucho. Al principio creía que me tenía envidia o algo, pero luego vi que le sonreía. Me di cuenta de que le gustaba. Sonreía y apartaba la mirada tímidamente. Pero no llegó a hacerme ningún gesto para que pudiéramos hablar o algo. Cuando fui a la barra al rato, se me acercó y puso su mano sobre la mía. Nos apartamos un poco para hablar y al final nos fuimos dando un paseo.
-Como se conocen las personas, vaya.
-Sí, así fue. Hablamos y la verdad es que la chica era preciosa. Una melena larga y castaña, muy abundante. Ojos verdes, unos pechos pequeños, pero redondos, una cintura sensual y un culo bonito. No mucho más alta que yo, aunque las dos íbamos con tacones. Cuando pasamos por una calle que estaba un poco más oscura, se me abalanzó. No sé si era por el alcohol, pero me dejé llevar. Al final acabamos en mi casa, en mi cama. Ya te puedes imaginar lo demás...
-Sí, me hago una idea.
-Tampoco es que me gusten las chicas tanto. En realidad, me gustan más los hombres. Con las chicas es algo más puntual.

Ahí tuvimos que dejar la conversación, porque fuimos interrumpidos por el camarero que nos trajo el postre. Aquello que me contó de su primera vez con una chica me excitó más de lo que lo estaba ya. Me la imaginé así y me estaba volviendo loco, además de que al sentirla tan cerca, estaba con unas ganas tremendas. Notaba su calor corporal y ella debía notar el mío, porque tenía que estar hasta rojo. En silencio empezamos a comernos cada uno nuestro postre, aunque seguíamos estando muy cerca el uno del otro, teniendo lugar algún que otro roce. Ella estaba entretenida con su tiramisú hasta que de repente me dijo:

-¿Está buena la tarta de queso?

La miré y ella seguía con unas de sus miradas tan intensas y profundas.

-Mucho, pruébala -dije acercándole el plato.

Pero Cintia me dio un beso que no esperaba, poniendo su mano en mi cara para que no me despegara de ella. Metió su lengua rápidamente en mi boca, buscando la mía y encontrándola. No sé cuánto duraría el beso, porque estaba muy absorto, pero fue ella la que se despegó de mí finalmente.

-Pues sí, está muy buena. Y de tu boca, mejor.

Me quedé bastante parado por su salida, aunque no quería que se diera cuenta, por lo que dije:

-El tiramisú también está bastante bien.

Cintia sonrió de manera comedida y siguió comiéndose su postre, haciéndolo yo también con el mío. No dejaba de mirarla, ya fuera con el rabillo del ojo o de manera más directa. Estaba deseando salir de allí y follármela. Quizá fue por eso por lo que le conté aquella aventura con mi expareja sin pararme mucho en pensar lo que estaba haciendo y sin dejar que el final de la relación empañara el momento. En ese momento solo había deseo en mi cabeza y como que estaba anestesiado.

No veía nada más que a Cintia, lo guapa que iba y lo buena que estaba. No tardamos mucho en acabarnos el postre, por lo que pedí la cuenta, porque tenía muchas ganas de salir de allí para que pudiéramos estar más tranquilos y así llegar a algo más. Me arrepentí de haberlo hecho, porque me empezaron a entrar otros sudores, pero fríos. En mi vida había visto una cuenta con tantas cifras. No sabía dónde meterme. Sí, la cena y el trato eran inmejorables, pero el precio era exagerado en mi opinión. Miré a Cintia horrorizado, quien me miraba divertida con una sonrisa.

-¿Pero qué coño es esto? -le pregunté bajito.
-Pues una cuenta. ¿No lo ves?
-Pero estos precios... ¿Qué es esto?
-Uno de los mejores restaurantes.
-Cintia, esto es una locura.
-¿No te lo puedes permitir?
-Pues la verdad es que me parece una barbaridad.
-Hablas como si no tuvieras nada de dinero encima.
-Llevo 50 euros, pero también llevo la tarjeta encima.
-¿Y no te llega o qué?
-Puedo pagarlo, pero... Bueno, va.
-Anda, trae. Ya te he dicho que invitaba yo.
-No, ¿cómo vas a pagar esto tú sola?
-Ya te he dicho que el dinero no es un problema para mí. ¿Me has escuchado?
-Sí, pero...
-Jajajajaja.
-Tú ya sabías esto, ¿no?
-Claro, he vendido aquí alguna vez.
-Vamos, que te has estado riendo de mí.
-Solo quería ver la cara que ponías. No te enfades -decía poniéndome la mano en mi cara.
-Me vas a tener que compensar...
-Ah, ¿sí?
-Sí.
-¿Y cómo quieres que lo haga?
-Se me ocurren muchas cosas, pero no puedo esperar para... Irme a la cama contigo.
-¿Te apetece?
-Joder, ¿tú qué crees? Me llevas poniendo malo toda la noche. Entre lo del tanga, las historietas y los besos... Vamos, es que, si fuera por mí, te llevaba al baño ahora mismo y lo hacíamos ahí.
-No. No vamos a hacer eso.
-No me jodas que todo esto ha sido un paripé para reírte de mí...
-¿Eso es lo que crees?
-Espero que no sea eso.
-¿Qué pasaría si fuera así?
-Pues... Que esta sería la última vez que me ves el pelo.
-¿Seguro?
-Y tanto.
-Bueno, pues tendrás que averiguar si es así o no.
-¿Qué quieres hacer?
-Me apetece tomar algo.
-¿Por qué no vamos a mi casa? Allí tengo algo para beber.
-No sé yo...
-Además, te dejaste algunas cosas...
-Ah... Bueno, pues vamos.

Le tuve que pedir a Cintia que me acercara mi abrigo para taparme la erección casi permanente que tuve durante toda la cena. Así podía taparme sin dar mucho el cante. Ella me miraba divertida y pensativa para ver si me hacía caso o no, pero se rio y acabó yendo hasta la recepción para pedirlo una vez pagó. Lo cogí y me tapé disimuladamente con él para salir y despedirnos del servicio. Al salir a la calle, ella se partía de risa, ganándonos la atención de la gente que había por ahí en la entrada, aunque a ella le daba igual. Me puse el abrigo, que me seguía tapando por lo largo que era y nos fuimos a mi casa. Por el camino no paraba de poner mi mano sobre su culo, aunque lo llevara bien tapado por su largo y grueso abrigo, cosa que debía necesitar por ir sin bragas y por el frío que hacía. Ella de vez en cuando me levantaba el abrigo por la parte de delante para mirarme la entrepierna, riendo supongo que al darse cuenta de que iba con una erección durante todo el trayecto, aunque la llevaba bien colocada, pero se notaba si mirabas la zona.

Así llegamos a casa, abriendo yo con nerviosismo, aunque creo que también tenía que ver la cantidad de vino que había metido en mi cuerpo durante la cena, ya que cayó la botella entera y yo creía que no iba a ser para tanto, pero al final resultó que sí que emborrachaba. Estaba tan bueno que empecé a beber sin echarle mucha cuenta a los grados que pudiera tener de alcohol. Fue algo muy parecido a lo que me pasó en semanas previas al verano anterior en el apartamento de Irene, donde me lie a tomar ese vino con fresas y azúcar que llevaron preparado y cogí una buena. En esta ocasión no estaba tan borracho como para perder la consciencia de lo que hacía, pero sí que iba un poco mareado por la calle. No sabía si también era por el alcohol, o si por frío, pero Cintia también tenía sus mejillas y nariz ligeramente rojas. Al ser tan blanquita de piel se le notaba mucho y era algo que la hacía parecer más inocente, aunque de eso ya tenía bien poco.

En cuanto abrí la puerta después de pelearme con la cerradura, entramos y cerré la puerta, agarrando a Cintia para besarla como si fuera la última mujer del mundo. Ella no me hacía ascos, pues me devolvía ese beso con ganas, poniendo sus manos sobre las mías, que agarraban su cuello con delicadeza. Fuimos así hasta el salón y le quité el abrigo, dejándolo sobre la mesa grande, haciendo lo propio con el mío. Estaba tan encendido que la arrastré conmigo hasta el sofá para echarme en él con ella sobre mí, siguiendo con ese morreo que nos estábamos dando.

Con lo fácil que hubiera sido hacer eso desde el principio en la primera vez que nos vimos y lo diferente que salió... Ni en la segunda vez que nos vimos más detenidamente para poder hablar allí mismo donde ahora nos encontrábamos pudo ser. Pero ahora estábamos en mi sofá, con ella sobre mí, besándonos como en aquellos días en los que nos veíamos de seguido y con mis manos sobre su culo, apretándolo y amasándolo con fuerza. Pero parecía que no íbamos a ir a más por el momento, pues Cintia se incorporó, despegándose de mí al poner sus manos sobre mi pecho y hacer fuerza.

-Espera, no vayas tan rápido... -dijo un poco acelerada.
-¿Qué pasa?
-Que vas muy rápido. Déjame respirar. Ve a por algo para beber, anda, que estoy sedienta.

Me incorporé y sin que me lo esperara, ella me dio un pico, aunque no pude ver mucho su cara de después porque las luces estaban aún apagadas, pero entraba la suficiente luz desde la calle para ver que estaba sonriendo. Me levanté y di la luz, yendo después a la cocina para preparar algo para beber para los dos y de paso para poner la calefacción, porque hacía un frío horrible. Desde el salón me dijo que le cargara la suya, pero al final opté por llevar allí las bebidas y que ella se echara lo que creyera oportuno. Y así lo hizo, echándose bastante más de lo que yo lo hice.

-¿Solo te echas eso?
-Ya sabes que no soy mucho de beber. Además, el vino de la cena me ha puesto ya un poco...
-Qué poco aguante... -decía riéndose.
-Lo tengo para otras cosas.
-Ya veremos...
-¿No te acuerdas? -dije desafiante.
-Sí, bueno... No estaba mal.
-Venga, Cintia, que te quedabas muerta siempre, jajaja.
-De eso hace mucho. Y en estos años han cambiado algunas cosas. A lo mejor te llevas una sorpresa.
-Lo mismo digo.
-Bueno, ya veremos... -decía de manera misteriosa.
 
Capítulo 441

Tras servirse la copa, le dio un trago, haciéndolo yo también con la mía. La veía impresionante. Ya era guapa de por sí y se había puesto más buena con los años, pues ya no estaba tan delgada. Había pasado de una chica delgada y tonificada, a una con más curvas por las formas de su cuerpo, pero increíblemente atractiva. Notaba sus brazos con más volumen, no por hacer ejercicio de más, ni porque hubiera engordado. Era un poco diferente a esos días y le sentaba muy bien. No podía dejar de mirar sus muslos desnudos al no llevar medias ni pantis.

Los seguía teniendo muy bonitos, pero lo que más me encantaba de ella era su cara. Seguía con esa cara tan bonita, aunque su expresión fuera diferente, porque ya no sonreía poniendo ese rostro tan precioso. Ahora cuando sonreía lo seguía teniendo, pero era diferente. Era como más intenso, la veía como más mujer. Quizá era que el efecto del alcohol hacía que la viera más atractiva si cabía, pero me encantaba lo que estaba viendo. Esos ojos negros mirando curiosos por la casa para ver bien lo que había y esas largas pestañas que no paraban de moverse al abrir y cerrar los ojos era algo que me dejaba embobado.

-Entonces, dices que has tenido una pareja, ¿no?

Me quedé un poco parado por la salida que tuvo, la cual no esperaba para nada. Una cosa era hablar sobre algún hecho por encima para describir una situación morbosa y otra ya era esto. Que me preguntara directamente sobre eso me puso un poco tenso, porque no estaba seguro de si quería hablar sobre ello y menos con ella por cómo había cambiado, aunque parecía estar más tranquila desde esa noche, porque el acercamiento y el trato que tuvimos fue completamente radical a los anteriores en previas semanas. Ella se me quedó mirando de esa manera tan intensa, esperando a que le respondiera. Yo me limité simplemente a asentir con mi cabeza.

-Uff... Veo que es delicado. Pues así me da más curiosidad...
-Ya.
-¿Y qué pasó? ¿Cómo acabó la relación?

Me quedé mirándola, callado. No sabía por qué ahora me salía con este tema de conversación. Pensaba que al haberme callado y al mostrar incomodidad con mi cara, ella se cortaría y dejaría de indagar en ese tema, pero tuvo el efecto contrario, porque se la veía interesada y hasta se acercó a mí para mirarme más fijamente.

-¿Te engañó?

Hice una mueca con la boca al oír eso, pero ella siguió.

-¿La engañaste tú?
-Es muy complicado, Cintia.
-Tenemos tiempo, ¿no?
-Es que no quiero hablar de esto.
-Ah... Que todavía te duele. ¿Ha sido hace poco?
-5 meses.
-¿Tanto? ¿Y sigues así?

Me quedé callado de nuevo, mirándola.

-Bueno, no será para tanto cuando follas con varias.
-Tampoco iba a hacer voto de castidad, ¿no?
-No sé. Tú sabrás. Pero que reacciones así después de 5 meses... La querías mucho imagino, ¿no?
-Cintia, vamos a dejar de hablar de esto.
-Pero si hablarlo es lo mejor. Va, quiero saber qué pasó. Por cómo estás reaccionado, seguro que te dejó ella.

Suspiré, pero ella estaba decidida a seguir escarbando en el tema para enterarse de lo que pasó. A mí ya se me estaba bajando toda la excitación con la que había venido.

-Hazme caso. Suéltalo, ya verás qué bien te sientes después.
-Sí. Me dejó ella.
-Lo sabía. ¿Pero por qué? ¿Qué pasó para que te dejara?
-Pues...
-No, no. Espera. Primero cuéntame cómo os conocisteis y cómo llegasteis a ser pareja.
-No estoy seguro de...
-Javi, te estoy haciendo una sesión gratuita de psicología. No te cierres.
-Ya he ido al psicólogo.
-Ah, ¿y qué tal?

Me encogí de hombros y eso pareció alentarla.

-Parece que mal. Pues nada, aquí estoy yo para que te desahogues.
-Pfff...
-Va, cuéntame -dijo sentándose sobre mi regazo y pasándome un brazo por la nuca.
-Ya nos conocíamos desde hace muchos años. Desde que íbamos al instituto.
-¿Tanto?
-Ajá. A principios del año pasado me enteré de que había roto con su ex y le hablé.
-¿Por qué le hablaste?
-Porque me parecía una chica guapa y atractiva. Una vez tuvimos un acercamiento y me quedé con las ganas. Por eso le hablé.
-Te la querías follar.
-Sí. Y lo acabé haciendo. Justo ese día que quedamos después de meses sin vernos. De ahí pasamos a ser follamigos.
-Ya veo. ¿Y cómo llegasteis a ser novios?
-Fuimos a una fiesta y se encontró con el ex. Le eché una mano y nos fuimos a su casa a montar nosotros nuestra propia fiesta de dos, porque estaba un poco... Y follamos y eso y cuando ella creía que estaba dormido me dijo que le encantaba. A los pocos días le dije si sentía algo más por mí.
-Y lo hacía -afirmó.
-Sí.
-¿Y tú?
-Yo estaba hecho un lío. Pero en cuanto me dijo que sí, yo también me di cuenta de que sentía cosas por ella.
-¿Cuánto tiempo habéis estado juntos?
-8 meses.
-¿Solo? ¿Y estás así todavía? -preguntaba impresionada.
-Fue muy intenso. La primera vez que experimentaba eso y tantas cosas...
-¿Y por qué te dejó?
-Terceras personas.
-¿Le pusiste los cuernos?
-No. No fue... Yo no...
-No, ¿qué?
-Creía que era ella.
-Pfff... Jajajajaja. ¿Qué?
-Creía que era ella con la que estaba follando.
-Jajajajaja, ¿me estás diciendo esto en serio?
-Cintia, no tiene ni puta gracia. Me estás diciendo que me abra contigo y tú vas y te descojonas de mí en mi cara.
-Joder, es que, si me dices eso, ¿qué esperas que haga? ¿Cómo no te vas a dar cuenta de que no era ella?
-Pues fue así, coño.
-Y se enteró y te dejó, ¿no?
-Sí, en menos de una hora se enteró.
-Normal... ¿Tienes fotos de ella aún? Quiero ver cómo es.
-No.
-Ya, seguro...
-Vamos a dejar de hablar del tema, ¿vale?
-Shhh... Tranquilo -dijo moviéndose para quedar sobre mí con una pierna a cada lado.

Aunque lo hizo de tal manera que no le pude ver el coño. Se pegó mucho a mi cuerpo y me agarró la cara para que mirara hacia arriba y poder ella besarme mejor al poner su cara sobre la mía. Por lo que estaba haciendo me empecé a excitar otra vez, sobre todo cuando puse mis manos sobre su culo de nuevo. Aun así, me encontraba un poco raro, pues además de excitado, estaba un poco de bajón por el temita de conversación, aunque peor sería cuando me dijo:

-¿Y la querías mucho? Seguro que sí. Pues imagino que ya sabes lo que sentí yo en su día...
-Cintia, no es lo mismo ni de lejos.
-Y sin embargo el dolor sí.
-¿Qué sabrás tú...?
-Eso digo yo.
-Ya está. A tomar por culo de aquí. No quiero hablar más contigo ni nada.
-Eh, tranquilo -dijo agarrándome los brazos para sujetarme, porque estaba tratando de quitármela de encima.
-Déjame.
-No. No me voy a ir ahora. ¿No quieres hablar más del tema? Pues no lo hacemos -dijo cogiendo mis manos para llevarlas a sus tetas.

Nos quedamos mirándonos unos instantes a los ojos, pasando ella a poner una pequeña sonrisa.

-¿Qué te parecen?
-Me gustan más las naturales.
-Joder, tampoco tienes que ponerte así de imbécil -dijo picada-. Toca bien -dijo apretando sus manos sobre las mías para que le pudiera estrujar bien las tetas.
-Están duras.
-¿Pero te gustan?
-Sí.
-Claro, como a todo el mundo que las toca. Y eso que no las has visto todavía.
-Ya...
-Va, no te pongas así, coño. Estábamos hablando solo. ¿Ya se te han quitado las ganas de follar?
-Pues sí.
-Eso se arregla rápido.

Cintia se quitó los tacones, dejándolos apartados y me empezó a besar de nuevo, diciéndome que me moviera para quedar sentado sobre el sofá con la espalda sobre un respaldo mientras ella se tumbaba a lo largo de una de las partes de éste. Me desabrochó el cinturón y el botón de los vaqueros para quitármelos, seguidos de los boxers, dejando mi polla morcillona al aire. Se rio al verla así, porque no la tenía dura del todo, aunque también le molestó un poco que no tuviera una erección por el cambio de gesto que tuvo. Rápidamente se metió mi polla en su boca, cosa que me dio impresión, pues después de lo ocurrido entre nosotros era algo que veía muy lejos, pero sin embargo, ahí estaba, chupándola y haciendo que se pusiera dura en cuestión de segundos. Veía su figura tan sexy tumbada sobre el sofá, con ese culazo y con sus bonitos y pequeños pies moviéndose hacia arriba y hacia abajo, que era imposible que mi cuerpo no reaccionara así. Me puse cómodo y me concentré en el placer que estaba recibiendo, pasando a cerrar los ojos.

-¡Eh! -dijo dándome un palmetazo en el pecho- Mírame. Quiero que me veas. No pienses en nadie más.

Me estaba tocando los huevos la manera en la que se estaba comportando después de lo bien que había ido la cena, pero al mismo tiempo me ponía que fuera así de estúpida. Cintia volvió a chupármela, aunque ambos manteníamos una mirada muy fija el uno en el otro. Poco a poco se animaba a metérsela más en la boca y a hacerlo con más intensidad, cosa que me gustaba, porque además le ponía muchas babas. Hasta ella misma estaba empezando a gemir pese a no estar tocándose, porque sus manos estaban sobre mis caderas. Me vine a arriba y le empujé de la cabeza hacia abajo para que engullera más. Y ella lo hacía, pero me miraba con pinta de estar mosqueada por como la forzaba a tragar más.

-Déjame respirar, coño. Que me voy a ahogar -dijo apartando mi mano de malas maneras.
-Cállate y chupa -le ordené.

Cintia volvió a la mamada que me estaba haciendo, esmerándose en hacerlo bien, incluso centrándose en los huevos. De nuevo fue cogiendo ritmo para ir metiéndosela más en la boca hasta que logró hacerlo por completo. Me estaba gustando mucho cómo lo estaba haciendo, por lo que le hice una coleta con las manos para que no le molestara el pelo y que pudiera así chupar sin problema. Ella me volvió a echar una mala mirada pensando que iba a hacer lo de antes, pero no hice fuerza, por lo que se acabó relajando, pero sí que volvería yo a repetir lo anterior, sobre todo cuando se la metía entera en la boca, empujándola yo para que aguantara todo lo que pudiera. No le hizo mucha gracia, porque hacía fuerza para librarse de mí, pero yo hacía más aún, resultándole imposible zafarse.

-Que no me hagas eso, joder -decía enfadada.
-Que te calles te he dicho.
-Déjame que te la chupe como yo quiera.
-No, me la vas a comer así hasta que me corra en tu boca y te lo vas a tragar.
-Una mierda.
-Lo vas a hacer después de todo el por culo que has dado.

Le agarré de nuevo y se la metí en la boca. Ella no puso nada de resistencia, volviendo a chupar. De hecho, lo hacía con ganas. Al final me acabé corriendo tal y como le dije que haría, acabando en su boca mientras ella me miraba fijamente a los ojos.

-Trágatelo.

Cintia me negó con la cabeza después de haberla soltado yo, teniendo sus mofletes hinchados por estar aguantando mi corrida en su boca.

-Hazlo te he dicho -dije seriamente y cogiéndola del cuello.

Cintia acabó tragando, sin poner cara rara ni nada, aunque estaba muy seria.

-Eres un cabrón -dijo cogiendo su copa para beber y aclararse la boca de paso.

Tampoco el di mucho tiempo a que reaccionara, porque la agarré para ponerla tumbada en el sofá boca arriba. Dio un gritito, quizá por no esperar que hiciera eso, pero estaba cachondo y no quería más tonterías. Ahora me tocaba a mí probarla después de tanto tiempo y para ello le subí el vestido, dejando todo su coño al aire al subírselo hasta el ombligo. Me llevé una decepción bastante grande al encontrarlo perfectamente rasurado. Seguro que ella lo notó en mi rostro y sobre todo cuando puse mis dedos sobre su pubis para acariciárselo, comprobando así lo suave que estaba.

-Ya no tengo nada de pelo ahí.
-¿No decías que así no te gustaba porque te hacía parecer una niña?
-Ya ves que de niña no tengo nada. Ahora soy una mujer.
-Te lo vas a dejar.
-¿Por qué?
-Porque te lo dijo yo.
-Pfff... ¿Qué soy, tu criada ahora? Además, es imposible. Me he hecho la depilación láser, así que te vas a tener que aguantar.

Me jodió todo eso, y mucho más por la forma que tuvo de decirlo, pero no iba a impedir que siguiera, así que pasé mi lengua por su raja. Eso sí que no había cambiado, porque tenía el mismo sabor que entonces. Me llamó mucho la atención lo húmeda que estaba. Lanzó un gemido que intentó reprimir, pero que no pudo lograr. Empecé a comérselo a buen ritmo rápidamente, con ella estremeciéndose. Ahora era ella la que cerraba los ojos, por lo que le llamé la atención, pero sin llegar a despegar mi boca de su entrepierna, porque lo hice al darle un pellizco. Eso pareció desconcertarla, pero le hice un gesto para que mantuviera si mirada fija en mí, tal y como yo lo hice con ella. Cintia respiraba de manera entrecortada y se seguía estremeciendo, cada vez con más intensidad, aunque se quedó desconcertada cuando paré en seco, incorporándome.

-¿Qué haces? ¿Por qué paras?
-Porque me da la gana -dije de la manera más estúpida que pude.
-Sigue, coño.
-Te encanta cómo lo hago, ¿eh?
-Me lo han hecho mejor...
-Ya... Una mierda.
-¿Por qué coño paras?
-Porque me da la gana. Ya te lo he dicho. Quítate el vestido.
-No.
-Quiero verte las tetas. Va, quítatelo.
-Quítamelo tú.
-¿Quieres que te lo rompa?
-No. No me lo rompas, que es caro y me gusta mucho.
-Pues quítatelo ya.
 
Capítulo 442

Cintia me miraba fijamente, pero no lo hacía, así que al final se lo quité yo. Era uno de esos vestidos que llevaba copas incorporadas, por lo que no llevaba sujetador. Tiré de su mano para sentarla y poder vérselas bien. Eran increíbles. Para ser operadas, eran preciosas. Se notaba que lo eran, pero eso no hacía que no me gustaran para mi sorpresa. No tenían esas cicatrices en los pezones que tanto me echan para atrás en los pechos operados. De hecho, no tenía ninguna en esa zona, porque podía ver sus areolas completamente despejadas. Y se las acaricié, así como los pezones. Los tenía duros y gorditos. Se estremeció en cuanto lo hice, aunque no dejaba de mirarme fijamente a los ojos.

Las agarré y apreté, para amasarlas bien después y comprobar lo duras que estaban, tal y como las sentí hacía pocos minutos. Al tocarlas bien y mirárselas por todos lados sí que me percaté de que tenía una cicatriz debajo de cada pecho. La verdad es que, puestos a elegir, prefería eso a lo de los pezones. Supongo que serán dos técnicas diferentes, pero lo cierto es que así se me hace menos feo a la vista. Eran unas tetas muy bonitas y me gustaban, aunque seguía prefiriendo lo natural. En comparación a sus tetas anteriores, pues la cosa estaba cerca, pero me quedaba con las de antes. Eran pequeñas, sí, pero eso no significaba que no fueran bonitas también. Y tocar unas naturales a unas operadas era algo muy diferente, al menos para mí.

-¿No vas a decir nada? -dijo al ver que no abría la boca para nada.
-No están mal...
-Ya. Seguro que solo es eso y no te encantan.
-Las he visto mejores.
-Una mierda has visto tú.
-Pues sí. Y las sigo prefiriendo naturales. De hecho, me gustaban más las que tenías antes.
-Gilipollas.

Me acerqué a sus tetas para comérselas un poco. Ella pronto se dejó llevar, callándose para disfrutar de lo que estaba haciendo, aunque no podía ver su cara por cómo estábamos situados. Me gustaron mucho, aunque acostumbrado a las otras que tenía tiempo atrás, me notaba raro con ella. Pero pronto volví a su coño al tumbarla de nuevo y ponerme sobre ella como antes, con la cabeza a la altura de sus caderas. No tardó mucho en correrse entre gemidos que trataba de reprimir, pero acabó estallando en uno bastante alto, apretado mi cabeza con sus muslazos, pasando a tirar de mi pelo para que la dejara.

Yo me resistía y seguía dando lengüetazos, notando como iba expulsando fluidos, los cuales sentía chorrear por mi barba. Al final me empujó con fuerza, pasando a poner uno de sus pies en mi pecho para empujarme más mientras se retorcía y respiraba con ansia. La veía así tan vulnerable y me ponía más aún, porque estaba lejos de esa Cintia tocahuevos que venía siendo. Cogí uno de sus pies y me lo llevé a la boca para besarlo y luego lamerlo, metiéndome los dedos en la boca para chuparlos.

-¿Has visto como no hacía falta que montaras todo eso para acabar así? No sabía que te fuera que jugaran con tus pies -dije dándome un flash de un momento muy similar con otra persona.

Cintia no hacía caso por estar concentrada en su orgasmo, pasando yo a sacudir mi cabeza. Ella se puso de lado por la manera que tenía de retorcerse y mientras lo hacía, aproveché para coger mis pantalones y sacar un condón de la cartera, abrirlo y ponérmelo. También me desnudé por completo al quitarme el jersey de manera rápida, aunque la camisa me resultó más difícil por los botones. Al final lo conseguí y me puse sobre ella después de ponerla boca abajo, metiéndosela del tirón. Ella respiró rápido de la impresión al sentirme de esa manera.

-Cabrón... -se quejó de manera alta.
-Esto te pasa por zorra, por provocarme y por hacerme sentir mal.
-Déjame descansar.
-No. Te voy a follar -dije dándole una embestida.

Cintia gimió, aunque no fue con tono de dolor.

-Si te encanta esto, guarra.
-Cabrón.
-Estás deseando que te folle duro. Y es lo que voy a hacer. Te voy a reventar.

Empecé a moverme rápidamente dentro de ella. Era una sensación rara, pues no recordaba follar con Cintia así, y no me refería a las maneras. Lo notaba todo un poco diferente. No sabía si era por el alcohol, o si estar de esa manera entre cachondo y enfadado me tenían un poco trastocado, pero así lo sentía. Sin embargo, eso no significa que no me estuviera gustado, porque lo estaba haciendo. Y mucho. Sujeté a Cintia con fuerza para que no se levantara, porque hacía sus intentos, pero llegó un punto en el que se relajó para ser follada y disfrutar. Parecía querer mantener el control de la situación, pero llegados a ese punto era algo que no iba a permitir. Para ello puse mi mano sobre su cara, que la tenía pegada de lado al sofá y le apreté para mantenerla ahí fija. Mientras tanto, la seguía taladrando, moviéndome cada vez más deprisa.

Todos esos esfuerzos de resistirse e insultarme se fueron diluyendo en unos gemidos que se iban prolongando cada vez más a la misma vez que aumentaban en tono. Pegué mi cuerpo al suyo y le empecé a decir guarradas al oído mientras ella seguía gimiendo y lanzaba algún insulto entre dientes. Para mi sorpresa, me acabó mordiendo un dedo, haciéndome daño y causando que parara, retirándole la mano de su cara para agitarla, porque le dolía de verdad. Iba a preguntarle qué coño hacía, pero para cuando quise darme cuenta, se había incorporado en un rápido movimiento, dándome un buen guantazo y pasando a comerme la boca con ansia. De hecho, se sentó sobre mí y me sentó con mucha fuerza para empezar a cabalgarme.

Estaba un poco aturdido por lo rápido que había pasado, pero no iba a pararme a pensar. La agarré del culo y aceleré la follada que me estaba pegando, pasando después a agarrarle las tetas. Ella seguía gimiendo e insultándome, aunque yo no me quedaba atrás dándole varios azotes y llamándola zorra. Fue un polvo tan agresivo como intenso, pues por momentos el uno follaba al otro y también empezaron a volar guantadas. Estuvimos, así como unos 10 minutos, ambos picados por no acabar antes que el otro. Ella tenía la cara roja entre el sofoco y alguna que otra guantada que le di. Imagino que yo debía estar igual. Algo que me llamaba mucho la atención era que no apartaba su mirada de mis ojos para nada. Follaba de muerte, mejor que en aquellos días, aunque ya me gustaba bastante, pero ahora le estaba poniendo muchas más ganas y su manera de ser era algo que sumaba para mi sorpresa.

Chocábamos mucho y eso me gustaba, porque no se dejaba amedrentar y seguía empeñada en mantener el control de la situación. Para su mala suerte, yo tenía las de ganar por nuestra diferencia corporal y por la fuerza que tenía, por lo que la podía manejar sin mucha dificultad. Eso no impedía que me llevara más guantazos y muchos más insultos, pero me daba igual. La puse boca arriba y la empecé a follar de nuevo de manera rápida, lanzando ella sus manos al aire con intención de darme en la cara de nuevo, pero como no llegaba del todo y se las esquivaba, me daba en el pecho, pasando también a arañarme. Llegué a un punto en el que estaba con la paciencia agotada, por lo que la agarré de las muñecas para aprisionarlas contra el sofá.

El problema fue que para ello me tuve que pegar bastante a ella, por lo que ahora intentaba morderme. Ni diciéndole seriamente que parara lo hacía, ganándome un insulto como respuesta. Hasta me llegó a escupir y todo, pero yo no iba a parar. Me pegué a ella todo lo que pude para mantenerla bien sujeta y apreté todo lo que pude para reventarla. Ella me empezó a morder en el cuello, haciéndome bastante daño, pero pude aguantar lo suficiente como para lograr que se corriera entre grandes temblores y gemidos. Yo no pude aguantar mucho más después del esfuerzo que estaba haciendo, por lo que me acabé vaciando dentro del condón.

Cintia me seguía mordiendo el cuello, pero cada vez lo hacía con menos fuerza, aunque succionaba bastante. Al final nos acabamos relajando bastante, aunque nuestras respiraciones seguían muy aceleradas, pero ya no teníamos contracciones ni espasmos por los orgasmos. También aflojé mi fuerza sobre ella, pese a seguir sobre su cuerpo todavía, pero ella no se quejaba ni decía nada, abrazándome con sus piernas por las caderas.

Sin decir nada me salí de ella, echándome a un lado. Ella seguía boca arriba, muy extenuada, con sus ojos cerrados, pasando a poner sus manos sobre su cara. Me senté en el sofá, dejándole algo de espacio para quitarme el condón y dejarlo anudado en la mesa, coger mi copa y beber, porque estaba bastante sudado y acalorado. Ella también hizo lo mismo sin llegar a decir nada todavía, casi sin mirarme tampoco. Estuvimos así unos breves minutos, en los que evitábamos el contacto visual. Ella se quedó mirando a un punto fijo, mientras que yo reposaba con mis ojos cerrados.

-Eres un cabrón -dijo al fin, haciendo que abriera mis ojos para mirarla.
-Y tú una zorra -dije tras unos segundos.
-Como me vuelvas a llamar eso te doy una paliza, gilipollas -dijo con la cara sulfurada.
-Pues no lo seas y no te lo llamaré.
-¿Solo por eso te pones así?
-¿Solo por llamarte zorra te pones así?
-Infantil.
-Zorra.

Cintia se incorporó y vino hacia a mí para abofetearme, pero la paré, pasando a abrazarla para mantenerla sujeta. Nos quedamos mirándonos fijamente a los ojos y después de unos segundos nos empezamos a comer la boca de nuevo. Otra vez nos empezamos a liar, pero yo quería estar más cómodo, por lo que deshice el abrazo para cogerla en brazos y empezar a andar hasta mi habitación, sin parar de besarnos por el camino con ella agarrando mi cara con fuerza. Al llegar la tiré sobre la cama, llamándome ella otra vez "cabrón", yo la volví a llamar "zorra" y me puse sobre ella para volver a comernos la boca con ansia.

En nada ya estábamos de nuevo follando, con condón, por supuesto, de los que tenía en la mesita. Cintia gritaba como una perra estando a cuatro sobre la cama mientras yo la sujetaba de las caderas y le daba casi con todas mis fuerzas. No quería parar, pero no tuve más remedio que hacerlo cuando ella se echó hacia delante para que me saliera de ella. Me dio un guantazo más, seguido de un puñetazo. Otra vez me había dejado desorientado, aprovechando ella para ponerse sobre mí y montarme de nuevo.

-¿Ya no puedes más? -me preguntó con la voz entrecortada por el esfuerzo que hacía al moverse tan rápido- Te has amariconado con los años. ¿Qué pasa, que esa no te daba lo tuyo?

Ahora sí que reaccioné, dándole un guantazo tan fuerte que la hice caer a un lado. Al regresar su mirada a mí me miraba con rostro sorprendido, aunque no tenía miedo. Pero yo no me quedé ahí, porque la agarré del cuello para tumbarla boca arriba.

-Conmigo no, ¿eh? Como vuelvas a decir algo así te llevo a tu casa arrastrándote del pelo.

Cintia pareció por fin captar el mensaje, porque no hizo ninguna réplica. Tan solo me miraba fijamente, empezando a ponerse roja por lo que le apretaba el cuello.

-Y ahora te vas a callar la puta boca. Como la vuelvas a abrir te echo a la calle así conforme estás ahora mismo.

No era consciente en ese momento de cuánto me dolía aún el tema para reaccionar así, de esa manera tan cuestionable y deplorable. Después de eso seguí follándola con fuerza, quedándose ella con la misma expresión, mirándome con esos ojos negros como si no pudiera ver otra cosa más que los míos. Le aflojé el cuello al ver que ponía sus manos sobre mi brazo, pero cuando vi que ya estaba bien, apreté para que no se confiara, porque al parecer con esta chica había que insistir.

La noche fue una locura con tanto sexo. Un desfase. Ambos nos follamos al otro, provocando numerosos orgasmos. Pese a todo lo que le dije y como la trataba, no paró de insultarme y pegarme cuando pasó un buen rato desde eso último que le dije. Yo tampoco me quedaba atrás, porque también la insultaba, le escupía como ella hizo conmigo y como volvería a hacer después. También le soltaba alguna guantada y le pellizcaba los pezones con fuerza. Hasta la follé por el culo para ver si así se apaciguaba, pero lejos de ser un castigo por el dolor que imaginaba que le iba a ocasionar, ella recibía con gusto mis pollazos y también mis azotes, que le dejaron el culo muy rojo y con marcas. Se ve que estaba más que acostumbrada a practicar sexo anal, porque gemía como cuando la follaba de manera normal.

La noche acabó para ella cuando la agarré con fuerza para hacer que se corriera a chorros al estimularla con mis dedos, aunque ella no quería, no sabía por qué, pero se resistía moviendo mucho sus piernas. Al final logré provocárselo, chillando ella con un tono de placer y moviéndose descontroladamente. Era algo idéntico a cuando lo descubrí con ella. Eso sí que no había cambiado nada. Cintia estaba ida por ese orgasmo tan bestial después de haber puesto la cama perdida con esos fluidos. Para mí acabó pocos segundos después cuando me quité el condón que tenía puesto tirándolo al suelo para agarrar a Cintia del pelo desde la nuca y correrme sobre su cara, no llenándosela por completo por lo tanto que ya había descargado, pero sí echándole algunos chorros que le llegaron hasta el pelo.

Me desperté a las horas después de oír como un grito. Estaba reventado, con resaca, la boca pastosa, dolor por todo el cuerpo y malestar. Eran pasadas las 3 de la tarde, cosa que me sorprendió bastante cuando vi el reloj del móvil, aunque también era verdad que para cuando ya habíamos acabado ya había amanecido hacía un buen rato. Me puse unos pantalones de chándal que pillé del armario y salí a ver qué pasaba. Allí me encontré a Cintia con una de mis camisetas de manga corta que le quedaba bastante grande, como si fuera un camisón. La sorpresa me la llevé cuando me encontré a Andrea también.

C: ¿Quién coño eres tú?
A: Yo soy Andrea -dijo asustadiza, pasando a mirarme.
J: Es mi compañera de piso.
C: ¿Y me lo dices ahora? No te la estarás follando, ¿verdad?
J: ¿Y qué si lo hago? ¿Qué coño te importa a ti a quién me folle o me deje de follar?
C: Es que eres gilipollas, de verdad -dijo apartándome con el brazo de malas maneras para irse hacia mi habitación.

Joder, no se me ocurría un peor despertar con la resaca y el malestar que tenía encima. Andrea parecía muy descolocada por el percal que se encontró al llegar a casa. Yo estaba un poco cortado porque tuviera que haber aguantado ese numerito por parte de la impresentable que teníamos en casa, pero más vergüenza me entró cuando vi que sobre la mesa seguían las copas que nos servimos anoche, junto al condón anudado y el envoltorio de éste que seguía por el sofá también.

-Lo siento, Andrea. Anoche salí y... Vinimos, bebimos un poco y se nos fue de las manos.
-No... No pasa nada -dijo aún compungida.
-Joder, qué vergüenza... Mmm, enseguida limpio todo esto. Ve a tu habitación y luego te aviso cuando acabe.
-Vale...
-¿Cómo es que has llegado tan temprano? Aunque bueno, son ya más de las 3...
-Es que como tenía que venir, pues me han traído mis padres y hemos aprovechado para salir temprano y comer aquí. Y ya hemos acabado y me he venido.
-Joder... Menos mal que has vendido sola. A saber qué pensarían si vieran todo esto... -dije tapándome la cara con las manos.
-No te preocupes, Javi. Si yo entiendo que tú...
-Dame unos minutos para echar a esta individua de aquí y recojo esto.
-Vale, tranquilo.

Dejé allí a Andrea y fui directo a mi habitación para buscar a Cintia. La encontré recogiendo su ropa, viendo yo cómo había varios condones y envoltorios de ellos por el suelo. Negué con la cabeza y ella me miró.

-¿Se puede saber qué coño haces?
-Joder, que me ha asustado. He ido a beber agua y me la encuentro como a un fantasma...
-¿Y la escenita que te has montado?
-Yo qué sé... Al verla con unas llaves en las manos he pensado que era tu novia. Pero es una tontería. ¿Qué vas a hacer tú con una chica como esa...? -dijo con desprecio.
-¿Una chica como esa?
-Pues sí. Fea y gorda. No pegáis nada como pareja, así que lo he descartado de inmediato.
-¿Qué?
-No me jodas que es tu novia... Jajajaja. Qué bajo has caído.
-Cintia, como vuelvas a decir algo malo de esa chica, te vas a cagar.
-No, y será verdad que es tu novia.
-¡Cintia!
-Vale, vale.
-Venga, a tomar por culo de aquí ya. No hay dios que te aguante.
-Espera, que me tengo que duchar.
-No, te largas ya.
-¡Pero que tengo un pegotón de tu corrida en mi pelo! ¡¿Cómo me voy a ir así?!
-Me la pela. Vete ya a tu casa -dije cogiéndola del brazo para echarla.
-Déjame darme una ducha, coño.
-No. Después de lo que has dicho te jodes y te vas a tu casa.
-¿De verdad no me vas a dejar?
-No.
-Piénsalo bien.
-¿Pensar el qué? Que te pires ya, coño.
-No me dejas irme presentable, ¿no? Me tengo que ir como todas las zorras que pasan por aquí...
-Venga, vístete ya -dije quitándole la camiseta.
-Javi, no me hagas esto. Te vas a arrepentir.
-¿Me estás amenazando?
-Tú sabrás.
-Venga, a tu casa. Así le amargas a otro la vida, que yo ya he tenido suficiente.
 
Cintia después de su cambio al operarse los pechos
 

Archivos adjuntos

  • 1.jpg
  • 2.jpg
  • 3.jpg
  • 4.jpg
  • 5.jpg
  • 6.jpg
  • 9.jpg
  • 8.jpg
  • 7.jpg
  • 10.jpg
  • 11.jpeg
  • 14.jpg
  • 13.jpg
  • 12.jpeg
Capítulo 443 A

Cintia puso una de sus caras sulfuradas y se vistió a toda prisa para marcharse dando tal portazo que retumbó toda la casa. Andrea salió asustada preguntando qué pasaba, pero le dije que ya se había marchado, pidiéndole de nuevo que me diera unos minutos para limpiarlo bien todo. Y así lo hice, asegurándome de que todo estaba en orden, fregando hasta el sofá como ya sabía hacer después de alguna experiencia varios meses atrás. La avisé una vez acabé y luego recogí también mi habitación, tirando todo aquello a la basura y cambiando las sábanas, echándolo todo a lavar. Para acabar me di una ducha y luego tendí la lavadora.

Al salir de la cocina, Andrea me preguntó si había comido. Le dije que no, que estaba recién levantado cuando llegó y que al haberme puesto a recoger no lo había hecho. Se ofreció a hacerme algo, pero me negué después de todo lo que había pasado, porque sentía que era una situación por la que no debería haber pasado y yo era el único culpable de ello. De hecho, me fui a mi habitación para quedarme allí porque me seguía dando vergüenza. Andrea se quedó en el salón, sentada en el sofá, dándome las gracias por haber tenido el detalle de fregarlo, cosa que notó.

Ya en mi habitación pude pararme a meditar mientras trataba de relajarme, porque la resaca que tenía era de las buenas. Saqué varias conclusiones, como la de que Cintia era una chica muy inestable y que estaba medio zumbada. Estaba muy buena y follaba increíblemente bien, sí, pero no me merecía la pena si íbamos a estar siempre como el perro y el gato. Con lo bien que había ido todo en la cena y cómo se empezó a torcer todo cuando se interesó por mi pasado, por mi relación en concreto.

No sabía por qué quería sacar ese tema y saberlo todo, pero no fue algo bueno, porque eso desembocó en esa manera tan ruda de tratarnos en las que nos llegábamos hasta a pegar, insultar y escupir. Quizá era también en parte por el juego sexual, pero viendo su manera de comportarse me llegaban las dudas. Otra cosa que pensé fue cómo me puse con ella por la noche. Fue un momento que me recordó bastante a aquel encuentro que tuve con Maribel. Y las sensaciones posteriores eran también similares, porque no me gustaba mucho lo que sentía.

Yo no era así, pero se ve que, si se me provocaban, salía esa faceta de mí. Y sinceramente, no estaba orgulloso de ella. Finalmente, se me vino a la cabeza la reacción de Cintia al conocer a Andrea. Tanto los celos que le entraron al pensar que era mi novia como mi reacción al escuchar cómo hablaba de ella. Fue algo que me molestó muchísimo. No tenía ningún derecho a meterse con una chica que no le hacía daño ni a una mosca y mucho menos en su casa, porque ella vivía allí. Fue algo que me dejó con resquemor durante todo el día, aunque más temprano que tarde acabé saliendo para comer algo, porque sí que me entró hambre después, además de que me quería tomar algo para el dolor de cabeza.

Andrea estaba en la mesa grande del salón, estaba liada con unos libros y unos apuntes. Me saludó al verme y me senté con ella para comer ahí mientras ella seguía a lo suyo.

-¿Qué haces? ¿Estudias?
-Más o menos. Estoy apuntando unas últimas cosas antes de estudiarlo en serio.
-Cuando quieras te echo una mano con el francés, ya lo sabes. Si necesitas ayuda para el examen o lo que sea, me lo dices.
-Vale -dijo sonriendo.

Me quedé mirándola una vez volvió a sus cosas mientras yo seguía comiendo. No sé cómo Cintia podía decir que era fea, porque no lo era para nada. Me quedé unos segundos mirando esos labios carnosos y me parecía una chica muy bonita. Vale, estaba un poco gordita, pero tampoco era para hablar con ese desprecio. Además, eran unas curvas atractivas. Al menos así me parecían a mí.

-De verdad, perdona lo de antes. Es que...
-Javi, que no importa, de verdad.
-Es la chica de la nota, ¿sabes?
-¿En serio? -preguntó sorprendida.
-Sí. Al final le di una oportunidad. No tenía nada que hacer y pensé en lo que me dijiste. Y la cosa no fue mal, pero al final... En fin.
-Joder... Si es que... ¿Para qué me haces caso? Jajajaja -reía como si quisiera quitarle hierro a todo el asunto.
-Si el caso es que en la cena se comportó bien. Pero sacó el tema de mi anterior relación y ahí se empezó a torcer.
-Ah... Bueno.
-Es que no sé para qué quería hablar de ello. Mira que le dije que parara...
-¿Pero tan mal está la cosa para...?
-No quiero hablar más del tema.
-¿Estás bien? -preguntó a los pocos segundos.
-Sí, claro. Pero que no quiero hablar de ello.
-Vale. Tranquilo. Al menos te lo pasaste bien...
-Ya...
-Jajajaja -rio mirándome el cuello y señalándolo.

Me levanté y me miré a un espejo, dándome cuenta de que tenía una buena marca de un chupetón. Normal, con el mordisco que me había dado y esa manera de chupar... Pues nada, tendría que ir con bufanda al trabajo para evitar los chascarrillos de los alumnos, porque si Andrea se había reído siendo mayor que cualquiera de ellos, a saber qué dirían todos esos niños. Recogí lo de la comida y me volví a disculpar, aunque ella le restó importancia una vez más. Después les mandé un mensaje a Irene y a Mario, ya que era su aniversario de pareja y lo estaban celebrando por ahí con un plan que tenían.

Ellos me dieron las gracias por la felicitación y me dijeron que el fin de semana siguiente era el cumpleaños de Irene y que iban a organizar una cena como el año anterior y que contaban conmigo. Afirmé mi asistencia y los dejé disfrutar el poco tiempo que les quedaba antes de tener que volver a casa. El resto del día lo pasé un poco de mal humor entre la resaca, el malestar y el enfado que tenía por todo el tema de Cintia, aunque se me hizo más llevadero en la cena con Andrea, con la que estuve hablando e incluso vi una de las películas que le regalé, marchándose ella a dormir en cuanto acabó, porque tenía que madrugar al día siguiente para ir a la universidad. Yo tampoco me demoré mucho, porque no tenía el cuerpo muy bien y quería tratar de descansar.

La semana fue bastante en la sintonía de esa rutina que tenía ya más que establecida. Seguía durmiendo mal. Y eso hacía que de normal me levantara con un humor bastante regular, por eso me evadía mucho tratando de no mantener ninguna conversación con nadie. En realidad, eso era algo bastante sencillo, pues me levantaba antes de que lo hiciera Andrea para marcharse a la universidad y en ese rato se me pasaba un poco, pero también tenía que ver que ella fuera siempre muy amable y tuviera siempre una buena palabra con su típico "holi" por mucho que detestara madrugar también. En el gimnasio tampoco me relacionaba mucho y cuando lo hacía era con las dos chicas que conocí, aunque esa semana fue diferente. Ambas me saludaban, pero no era lo mismo.

En el caso de Natalia lo hacía de manera más fría, casi estúpida. Y era algo que entendía después de la conversación que tuvimos por mensaje, pero tampoco hizo por donde para acercarse a hablar conmigo como esperaba que hiciera. Pensaba que a lo mejor iba a tratar de convencerme para que volviera a las clases, o que a lo mejor quería tratar eso de que me ponía en persona, pero no acabó haciéndolo. Mejor, yo por mi parte ya lo había hablado todo. Sin embargo, con Lola pasaba algo similar, aunque con ella no tenía ningún problema en principio. En un par de veces a lo largo de la semana me acerqué para saludarla y hablar un poco con ella, pero ella me decía que no podía vocalizando al estar en clase.

En la otra ocasión, ya en viernes, la pillé justo al acabar una y también me dio largas diciendo que tenía que ir a las duchas y que tenía prisa porque tenía cosas que hacer. También intenté hablar con ella por mensaje alguna noche, aunque no me llegaba a responder, haciéndolo brevemente al siguiente día con la excusa de que siempre está a cansada y se iba a dormir temprano, aunque le enviara esos mensajes a las 10 de la noche y en algunas ocasiones habíamos hablado a horas más tardías.

Otro detalle era que me salía que estaba en línea, por eso no me tragaba mucho eso de que estaba cansada. Era raro y me tenía algo mosqueado, pero no tanto como para sacar el tema yendo a buscarla, porque era evidente que lo que estaba haciendo era evitarme. No entendía muy bien por qué lo hacía, si todo entre nosotros estaba bien. Nos divertíamos mucho y teníamos afinidad, y lo más importante, estaba todo claro respecto al tema de que se pillara por mí. Quizá Natalia estaba malmetiendo para joderme y así no poder divertirme con ella, pero era algo que no imaginaba que pudiera pasar. No terminaba de ver a Natalia de esa manera.

Además, fue ella misma la que me juntó con Lola y sabía de la importancia que tenía para ella por aquello de tener buena química en la cama, algo necesario para tratar de resolver su problema con aquello de que tuviera un compañero estable en ese aspecto. O a lo mejor era Lola la que estaba así de reticente al ver el mal rollo que se había creado entre su amiga y yo. No tenía ganas de marrones, por lo que dejé que fuera ella la que dijera de hablarlo si es que lo necesitaba.

Durante la semana también le estuve hablando a Eva para ver cómo iba el tema del trío con Raquel, porque me apetecía bastante. Después del sexo desenfrenado ese sábado con Cintia, me apetecía bastante algo similar, por lo que tenía ganas de llevarlo a cabo por fin. Quizá era por eso era por lo que intentaba hablar con Lola, para poder tener un buen rato con ella en la cama. A lo mejor me estaba acostumbrando a tener demasiado sexo y de esa manera tan explosiva por momentos y era algo a lo que me estaba enganchando. Tal vez debería parar un poco y tomarme un respiro de tanta gente que tenía a mí alrededor. El caso es que Eva me contaba con detalle cómo todo iba bien encaminado.

Al final a Raquel le despertó la curiosidad y empezaba a sacar el tema bastante, pero tampoco decía nada en claro. Lo que sí hacía era preguntarle en algunas ocasiones acerca de mi encuentro con Eva, aunque también le preguntaba qué hacía con su novio o con cualquier persona con la que quedara para echar un polvo. Eva me lo contaba todo entre emoticonos de risas, porque en lo que más hincapié hacía era la cantidad de veces que Raquel le preguntaba lo de cómo era estar en la cama con una chica. Según me dijo, lo que más le preguntaba era si a ella no le daba asco comerse un coño. Se partía de risa contándomelo, porque ella veía eso tan normal como estar con un chico. Sin embargo, Raquel solo se había acostado con hombres, llegando a unos besos tontos como mucho con alguna chica, como la propia Eva entre ellas.

Me comentaba que le ponía muchísimo cuando empezaba a hablar con ella así y que le costaba mucho no tirarse encima de ella para comérsela viva. Hasta paraba de tatuarla para hablar con ella, perdiendo la noción del tiempo en ocasiones. Al final me acabó pidiendo un poco más de paciencia para poder llevarlo despacio y que así no se agobiara. Me dijo que si veía que le seguía sacando el tema con esa asiduidad pues le lanzaría una indirecta muy directa en forma de broma, a ver cómo reaccionaba. Pero también me dijo que quería ir con cuidado, porque Raquel le ponía un montón y quería irse a la cama con ella sí o sí, por eso iba con pies de plomo.

Era algo que me llegaba a fascinar, porque estaba mostrando una paciencia que contrastaba mucho con su deseo. Por las cosas que hablábamos por mensaje y por las conversaciones que habíamos tenido, era más que evidente que se moría por hacer algo con ella. Yo en su lugar no hubiera aguantado tanto y ya le hubiera dicho algo claro para ver si podía ser o no.

En el trabajo todo iba perfectamente. Quizá lo único que más destacaba era lo de la chica nueva. Seguía sin ver muy claro que pudiera sacarlo todo. No temía porque suspendiera el curso, porque sabía que su profesora valoraría el esfuerzo y la constancia que le estaba poniendo por muy bruja que me dijera que fuera. Era imposible que la suspendieran solo en una materia cuando en las demás estaban sacando muy buenas notas. Sabía que le levantarían la mano para que pudiera pasar limpia. Pero Selectividad era otra cosa. No tenía tan claro que pudiera sacar una nota que le sirviera para la media. De hecho, no tenía claro que pudiera aprobarlo, porque en los exámenes que hacíamos de prueba no lo hacía muy bien. Le faltaba muchísimo vocabulario básico.

Yo me esforzaba en explicarle la gramática y algunos trucos para la redacción que tendría que hacer, pero esa falta de léxico se lo iba a poner muy difícil, desde entender el contexto de los ejercicios, hasta la propia redacción en la que tenía que meter 120 palabras, pasando por algún ejercicio de traducir frases del español al inglés, algo bastante crítico teniendo en cuenta que necesitaba una calificación mínima en cada ejercicio para que le pudieran seguir corrigiendo el examen y así poder aprobarlo. Era la única preocupación que tenía en el trabajo, porque veía a todos mis demás alumnos bastante bien encaminados ya de cara al final del curso, ya fuera en mayo para los de segundo de bachillerato o en junio para esos mismos cuando les tocara Selectividad, o para los demás cursos.

Por suerte para mí, no tuve ningún contacto con Cintia desde lo del sábado. Se ve que se enfadó mucho al no dejar que se diera una ducha cuando se quería ir a su casa, pero yo tampoco la veía tan mal. No parecía tener nada en el pelo, pero según ella sí que tenía un pegotón. Al final no se llevó lo que se dejó la vez anterior, porque con todo lo que acabó pasando no tuve ocasión de dárselo. Sonreí recordando ese sexo salvaje, pero la verdad es que cuanto más lejos, mejor. Esa chica parecía estar desequilibrada y no me apetecía lidiar con sus bruscos cambios de humor. El problema era que, después de esa noche, mi cuerpo me empezó a pedir fiesta en los días posteriores. Por eso estaba tan pendiente de Lola y también me puse en contacto con Eva.

Necesitaba echar un polvo, pero me veía sin nadie con quien hacerlo. Y tampoco iba a salir entre semana a buscar algo, porque en esos días la ciudad solía estar muerta por la noche, y más con los exámenes finales de la universidad tan cerca. Algo que me lo hacía más difícil eran los momentos en los que me quedaba reposando en el sofá después de cenar. No por nada en especial, pero es que Andrea siempre estaba ahí en esos momentos también y entre que la empezaba a ver atractiva y mi falta de sexo, cada vez tenía más ganas de hacer algo con ella. Que se pusiera casi siempre tumbada de lado, con su culo en pompa mirando hacia la cocina no era algo que ayudara mucho a despejar eso de mi cabeza, sobre todo cuando iba a la cocina y salía de ella, encontrándomelo tan de frente. Cada día que pasaba se lo miraba más, aunque ella no de daba cuenta de mis miradas.
 
Capítulo 443 B

De lo que sí me daba cuenta yo era de cómo había veces que esos leggings les transparentaban algo las braguitas, en especial cuando eran blancas. También me percataba del filo de éstas, aunque quizá eran imaginaciones mías por las ganas que tenía de echar un polvo. También le miraba mucho la cara ya al sentarme, porque me resultaba guapa y esos labios carnosos me gustaban bastante. Estaba desdando besarlos y muchas veces despertaba de ese estado de embobamiento viendo cómo me sobaba la polla por encima de la ropa, aunque de una manera tan sutil que ella no se percataba. A medida que pasaban los días, se me hacían más duros esos momentos, teniendo que marcharme a mi habitación rápidamente para masturbarme pensando en ella. Necesitaba quedar con alguien para desahogarme, porque no duraba tampoco en esas pajas que me hacía tumbado sobre mi cama.

Y siempre me imaginaba lo mismo, a Andrea montándome de la manera que a mí me gustaba para rápidamente cambiar a la misma postura, pero dándome la espalda para que pudiera verle ese culazo bien, el cual aprovechaba para azotar en mi imaginación. Pero siempre me acababa corriendo con la misma imagen de ella estando de rodillas chupándomela mientras yo estaba sentado en la cama y echado hacia atrás. Me la imaginaba echándome una mirada intensa con esos ojos castaños mientras apretaba con sus carnosos labios mi glande y me pajeaba con su mano.

Imaginar todo eso, su lisa melena pelirroja, su voz tan sensual y su olor que estaba por toda la casa, era más que suficiente para sentir un fuerte escalofrío y hacer que le corriera en unos intensos orgasmos. Recuerdo haber cogido la costumbre esos días de guardar un rollo de papel higiénico en la mesita para poder echarlo todo ahí y luego poder limpiarme también, además de unas toallitas. Tras esas pajas me quedaba como nuevo, pero no era tampoco tan satisfactorio como echar un polvo de verdad. Si masturbarme pensando en ella era así, no quería imaginar cómo tendría que ser follarla.

La rutina se rompió el viernes a la hora del almuerzo, pues en lo que Andrea terminaba de preparar la comida con lo poco que yo podía ayudarla, me llamó mi jefa para informarme de algo. Al parecer por la mañana habían tenido un problema con alguna tubería de los baños y se había inundado todo. Estaba todo hecho un desastre y no podíamos dar las clases allí porque estaba todo muy sucio, además de que olía bastante mal. Me comentó que ese día no iba a abrir, así que lo tenía libre y que esa tarde y durante el fin de semana iba a llamar para que lo arreglaran y seguramente también para que limpiaran. Por mí perfecto, así tenía un día libre, lo único fue que me tocó avisar a los que le tenía que dar yo la clase. No hubo mucho problema por estar en varios grupos de WhatsApp para situaciones como esta, así que rápidamente informé y ellos también celebraron ese rato libre que se habían ganado. Andrea me preguntó sobre ello y me preguntó si iba a hacer algo en especial.

Me extrañó y le respondí que no tenía nada, y ella entonces me pidió si le podía echar una mano con el francés. La falta de sexo me hizo pensar que le echaría más de una mano y que estaría encantado de ayudarle con el francés de buena gana, aunque no el francés que ella buscaba. Aun así, asentí y después de un almuerzo tranquilo en el que ella me comentaba su día en la universidad como era usual, reposamos la comida y nos pusimos a hacer cosas durante un rato.

Fue bastante productivo el momento que echamos, quedando ella bastante satisfecha y contenta. Yo también lo estaba por ver cómo cada vez se le daba mejor y cómo de contenta se veía ella misma al sacarlo todo bastante bien. Mientras ella rellenaba unas actividades que le puse, le comenté a Irene si esa noche tenían algo, diciendo ella que no, que solo habían quedado con el grupo grande para tomarse una cerveza y cenar de paso picando algo en algún bar.

Ella me preguntó que por qué le preguntaba eso y entonces le expliqué lo del trabajo. Me dijo que por qué no me acercaba y cenaba con ellos y así veía a todos los del grupo, ya que desde la fiesta de Halloween no lo hacía, habiendo pasado ya casi 6 meses de aquello. Me pareció bien, y, de hecho, le dije de echar todo el finde con ellos. Me comentó que lo veía perfecto, porque al día siguiente habían organizado una cena y luego una salida a un pub por su cumpleaños, tal y como se hizo el año anterior. Irene era una chica muy extrovertida y siempre le gustaba celebrar su cumpleaños rodeada de mucha gente.

Así que ya tenía plan. Fui a mi habitación y eché ropa para unos días en la una bolsa, saliendo después y yéndome de inmediato para irme a mi ciudad, porque también quería acercarme a ver a mi familia, aunque hablara todos los días con mi madre. Le comenté a Andrea el plan que tenía, pareciéndole a ella muy guay según me dijo, comentando también que parecía ser gente importante para mí para irme unos días con ellos. Le asentí y la dejé allí.

Al parecer ese fin de semana se iba a quedar allí y la verdad es que me dio un poco de cosa que se quedara tan sola, pero tampoco la iba a llevar sin que mis amigos la conocieran de nada, además que sería un lío para dormir y demás. Cuando había salido de casa y llevaba unos 10 metros andados, regresé para decirle eso mismo, que no me parecía bien que se quedara sola todo el fin de semana. Ella me dijo que no había problema y eso que hasta me ofrecí para llevarla a su casa, ya que me pillaba de camino, pero no parecía querer ir, aunque me dio las gracias por el ofrecimiento.

Por el camino informé a mi madre por si iban a estar fuera o algo y al llegar estuve un rato con ellos charlando, aunque me fui al poco, porque Irene me avisó con un mensaje. Así que me despedí de ellos y fui a por ella, porque Mario ese día tenía que echar un rato más. Cuando la recogí me dio un abrazo muy grande y un beso en la mejilla. Hablábamos bastante por mensaje o alguna llamada, pero al hacerlo en persona era otra cosa. Al igual que en alguna vez anterior en la que nos habíamos enfadado, ya nos tratábamos como si no hubiera pasado nada.

Teníamos la misma confianza de siempre y las mismas tonterías. Ella estaba muy entusiasmada porque hubiera ido y sobre todo por apuntarme a ese plan de ir con todo el grupo. Por el camino hablamos de Sofía también, con la que ambos manteníamos contacto también mediante llamadas y mensajes. Y ambos coincidimos en que la veíamos bien después de lo ocurrido no hacía mucho, pero aún se le notaba un poco de bajón por aquello. Yo lo último que quería era hacerle daño, pero no podía darle lo que ella buscaba.

Los sentimientos son así y surgen cuando menos te los esperas. Y eso fue lo que le pasó a ella por desgracia, porque yo lo único que quería era estar igual de bien con ella que siempre, aunque también teniendo nuestros encuentros como los que empecé a tener con Irene. Ella estaba de acuerdo conmigo en todo, aunque dijo que era verdad aquello de los sentimientos. Al llegar a bar fuimos juntos y hubo un poco de revuelo cuando me vieron aparecer.

En mi grupo era normal que cada uno tuviera un mote, como el de Irene que era "la china" por cómo achinaba los ojos al sonreír, o Mario, que era "el alemán" al ser rubio y con los ojos azules. Yo no me libraba tampoco, y me recibieron con el mío al verme aparecer después de tanto tiempo. No paraban de decir que "el largo" había vuelto. Todos se alegraron mucho de verme allí y yo hacía lo propio con ellos, saludando a algunos más efusivamente que a otros, porque también veía caras nuevas o algunas que hacía muchísimo tiempo que no veía.

La coña del mote duró un rato, aunque pasaron a llamarme "barbanegra" por lo espesa y larga que la empezaba a tener ya. Todos nos reíamos y así se nos pasó el tiempo. Hacía mucho tiempo que no estaba con ellos y se pasó volando. Ya no recordaba lo que eran esos momentos después de tanto sin quedar con ellos. Por suerte, todos me lo pusieron muy fácil al no comentar nada del tema escabroso. Imaginaba que Irene tenía que ver y estaba agradecido por ello, así no se vería empañado un momento tan bueno. Mario vino al rato y cenó y conversó con todos, como era lo normal. Al cabo de un rato, ya casi a las 12, fuimos pagando para irnos y regresar a casa, pero cuando salimos y echamos a andar para ir hacia los coches, alguien me llamó a lo lejos.

Era alguien que estaba con nosotros en el grupo y obviamente me había percatado de su presencia, aunque al llevar sin vernos unos 8 años, no nos saludamos de ninguna manera más que una mirada y una sonrisa cuando me senté con ellos. Se trataba de una chica que conocí cuando pasé a primero de bachillerato, aunque no iba a mi clase, sino que iba a la otra. Su nombre era Fátima y era alguien especial para mí pese a no haber tenido mucho trato con ella.

Extrañado me giré por reconocer la voz, aunque no recordaba muy bien de quién era, pero cuando la vi acercarse a paso ligero ya sí que me percaté de que era ella. Cuando llegó a nuestra altura, pues iba con Irene y Mario, nos saludó diciendo que no esperaba verme por allí, queriendo empezar a entablar una conversación, pero Mario e Irene se excusaron, pues ambos estaban cansados, sobre todo mi amigo, que echaba más horas de las que debía, por lo que se fueron hacia su coche para irse a casa y poder descansar.

Yo me quedé hablando con Fátima, aunque hacía frío, por lo que me ofrecí a llevarla a casa. Ella me lo agradeció y fuimos hasta el coche en silencio. El trayecto fue también de la misma manera, aunque durara poco más de 5 minutos, pero al llegar me dijo que se alegraba de verme y que si quería subir a su casa para charlar un rato después de tanto tiempo sin vernos. Como no tenía nada mejor que hacer, subí con ella, mandándole un mensaje a Irene, pues en principio iba a pasar la noche con ellos, pero no sabía cuándo iba a regresar. Aparqué y subimos a su piso tras atravesar el gran portón que tenía su pequeña urbanización, entrando al portal y subiendo en ascensor hasta el cuarto piso. Era un piso un poco pequeño, pero acogedor y bonito. Dejamos los abrigos en la entrada y fuimos al salón para sentarnos en un sofá y poder así charlar tranquilamente.

-Hay que ver cuánto tiempo sin vernos, ¿eh? -me dijo sonriente.
-Sí. Desde el instituto. Ya nos fuimos cada uno a la universidad y perdimos el contacto.
-Ya. La verdad es que tampoco hablábamos mucho en su día.
 
Andrea. Aunque ella tenía los ojos marrones, el pelo casi liso y unas gafas de grandes lentes circulares.
 

Archivos adjuntos

Capítulo 444

Y llevaba razón en eso de que apenas hablábamos. Fátima era una chica con la que no tenía mucha relación. Quizá tenía que ver aquello de que iba a otra clase, pero en nuestras clases había amistades en común y acabábamos coincidiendo alguna que otra vez en el recreo, además de que nos veíamos en varias ocasiones cuando salíamos con los amigos. Todo el mundo en esa edad salía por los mismos sitios y era difícil no coincidir. Físicamente Fátima fue una chica que me llamó la atención en aquellos días, porque era una chica que se me hacía mona. La veía incluso guapa en aquel entonces, pero yo era alguien muy diferente que llevaba muy mal el tema de las chicas, poniéndome muy nervioso cuando tenía alguna cerca para darme conversación.

Mediría en torno a 1,60, de cuerpo normal, ni delgada ni rellenita, aunque sus manos sí que lo eran un poco, además de ser pequeñas. Era una chica que vestía de manera un poco pija pese a no comportarse nunca como tal. Ni siquiera llegaba a tener esa entonación que llega a resultar un poco molesta. En aquellos días en los que ambos íbamos al instituto, siempre se ganaba alguna mirada mía, porque coincidíamos en una clase. Era morena, con una melenita que no le llegaba a la altura de sus pequeños pechos, con unos ojos verdes muy interesantes, con una nariz respingona y unos morritos bonitos que siempre llevaba pintados de color rojo, siempre. De hecho, no recuerdo haberla visto alguna vez sin ese rojo en sus labios. En el momento en el que estábamos hablando no era menos.

Algo que siempre llevaba también de maquillaje era un delineado de ojos, pero solo en el párpado inferior. Era algo que me llamaba mucho la atención, porque no entendía cómo podía pintarse todos los días antes de las 8 de la mañana para ir a clase. Haciendo memoria, sí que recuerdo haberla visto alguna vez sin eso en sus ojos, y era algo que no necesitaba. Otra cosa que siempre llevaba también eran sus uñas de las manos del mismo color que ese rojo de sus labios. Quizá también llevara siempre la de los pies, pero eso era más difícil de saber, sobre todo en invierno, aunque estoy seguro de que en primavera y en verano sí que las llevaba así cuando se ponía sandalias. Había dos cosas que me gustaban de ella, su sonrisa, que era muy bonita. Y su culo, porque era grande y los muslos acompañaban un poco a esa figura al ser también carnosos.

-Pues sería porque tú no querías -le solté.
-A ver, a ver... Jajajaja. No me pongas como la mala, que tú tampoco te acercabas.
-Eras muy tímido en esos años. Demasiado.
-No, si ya me di cuenta ese día...
-Es algo que no he olvidado. Fue tan especial como inesperado.
-Jajajajaja. Qué adulador...
-¿Cómo voy a olvidar la vez que perdí la virginidad?

Estábamos en un cotillón en Año Nuevo. Yo estaba con mis amigos a mi bola y ella también. No la vi hasta bien pasado un rato cuando entramos. La verdad es que no iba nada mal, con un vestido verde botella que le quedaba bien al acompañarlo con algún accesorio en negro. Yo por mi parte, iba en unos vaqueros, camisa y americana, algo que no estaba acostumbrado para nada a vestir, pero que me gustaba cómo me sentaba. Ni siquiera nos saludamos más allá de una sonrisa en la que ella lucía radiante con su recogido. Me llamó la atención verla así, imagino que al verla siempre von una coleta cuando iba a clase. Pero tampoco es que nos echáramos mucha cuenta el uno al otro.

No fue hasta pasadas unas horas, sobre las 3 y media de la noche cuando yo saldría a la calle para respirar un poco de aire fresco, porque el de dentro estaba viciado. Oí un poco de murmullo en un callejón que había en paralelo al local en el que estábamos y me acerqué. Allí había alguien fumando, ella. Me saludó y me acerqué para charlar, aunque estaba cortado y ella amablemente me ofreció un cigarrillo, aunque yo se lo rechacé, porque no era algo que me gustara en absoluto. Se notaba que había bebido un poco por cómo arrastraba algunas sílabas y por lo que reía. Yo también había tomado un par de copas y me notaba con el puntillo.

Al final nos acabamos besando en ese callejón oscuro estando yo sentado sobre un escalón de una casa abandonada que había en la calle y ella sobre mi regazo. Pensaba que me iba a molestar aquello del tabaco y sí es verdad que noté el sabor cuando nuestras lenguas se encontraron, pero a mí no me podía importar menos en ese momento. No era la primera chica a la que besaba, pero hacía tanto de la última vez que lo hice, que me dejé llevar y estuvimos comiéndonos la boca durante unos minutos.

-¿Nos vamos? -dijo al separarse de mí, dejándome atónito.
-Claro -respondí nerviosísimo.

No sé si me preguntó eso al notar mi erección, porque se me puso muy dura en esos momentos en los que nos devorábamos el uno al otro y le acariciaba los muslos por encima de sus medias. En cualquier caso, Fátima se fue rápidamente al local para coger su abrigo. Algo que me fascinó fue lo rápido que iba con esos tacones teniendo en cuenta que se le notaba la bebida. Otra cosa que me llamó la atención fue que poco le importaba que se le hubiera corrido el carmín de sus labios por ese magreo que nos estuvimos dando. Antes de que me diera cuenta, para mi suerte, Fátima había vuelto, volviéndose a sentar sobre mi regazo para besarnos un poco más, pero rápidamente se levantaría para coger mi mano y tirar de mí.

-¿A dónde vamos?
-A casa de mi abuela. Está muy cerca y ahí tendremos intimidad.
-¿Está vacía?
-No, jajaja. Está ella.
-Pero...
-No te preocupes.

Por el camino nos volvimos a besar un par de veces hasta que llegamos. La casa era de tres plantas y tenía una puerta enorme de manera. Fátima sacó sus llaves de su bolso tratando de abrirla, aunque no lograba hacerlo. A lo mejor estaba un poco nerviosa, o era por el alcohol, aunque dudaba que estuviera más nerviosa que yo. Al final resultaba que era muy vieja la puerta y estaba atascada, pero yo logré abrirla tras un par de intentos. Al entrar había otra puerta, que sí que era más fácil de abrir, dando como a una especie de salón con un gran sofá y varios sillones. Fátima cerro ambas puertas y me cogió de la mano para llevarme hasta el sofá. Allí nos volvimos a besar durante un buen rato, hasta que se despegó de mí diciendo que le apetecía beber algo, así que se fue hasta la cocina que había en la planta de abajo para tratar de buscar algo. Estaba nerviosísimo, por lo que pensé que me vendría bien tomar algo para relajarme.

-Solo he encontrado esto, jajaja -dijo sentándose con una botella de anís en su mano y dos pequeños vasos en la otra.
-Así, a palo seco, jajaja.
-No he bebido esto en mi vida.

Nos servimos un poco y bebimos. A mí no me gustó nada, pero a ella no pareció desagradarle, diciendo que le parecía dulce. Nos volvimos a besar de nuevo y ya sí que había más toqueteo, y mucho por su parte para mi sorpresa. Fátima estaba muy caliente, pues hacía mucha fuerza para quitarme la chaqueta, cosa a la que no me opuse, pero con la camisa le costaba más. Se peleaba con los botones mientras no dejaba de comerme la boca. Al final acabó desistiendo y echó mano a mi cinturón pata desabrocharlo, siguiendo con el botón y luego bajando la cremallera.

-Espera, ¿aquí? -le dije pensando que era un poco locura.
-¿Cuál es el problema?
-¿Y si baja tu abuela y nos ve?
-Imposible. Toma unas pastillas para dormir. Pero no te preocupes, ahora nos vamos a una habitación con cama. Pero vamos a jugar un poco antes...
-Vale... -dije nervioso- Como tú quieras.

Fátima estaba hasta roja como podía ver por la luz de la pequeña lámpara que había cerca de nosotros. En ese momento se disparó mi excitación con ella. La veía tremendamente más guapa y más sexy. Estaba deseando hacer de todo con ella pese a no haber hecho nada nunca antes. En un rápido movimiento, Fátima me sacó la polla de los boxers y me la empezó a menear con su pequeña y rechoncha mano. Me parecía muy excitante, aunque no llevaba aquello demasiado arreglado. Solo lo hacía de vez en cuando por comodidad y no me imaginaba acabar así ese día a pesar de que es uno de los días más propicios para terminar así. Pero mis inseguridades me impedían llegar a ver que algo así podría llegar a ser posible.

Ella resopló un poco al vérmela, pasando a mirarme con una sonrisa preciosa en su cara. Estuvo así durante un buen rato hasta que le pedí que parara, porque me iba a correr si seguía así. Estaba muy nervioso y temía que me iba a correr con nada que hiciera, y eso era lo que sentía constantemente. Así que para calmarme un poco cambiamos las tornas, tocándole yo su cuerpo al meter mi mano por dentro de su vestido que no tenía mucho escote para tocarle las tetas y luego metiéndola bajo la falda de su vestido para tocarle la entrepierna por encima de la ropa.

Pero Fátima estaba demasiado impaciente y no se conformaba con besarme sin parar mientras todos esos toqueteos tenían lugar, así que se despegó de mí para mirarme fijamente a los ojos durante unos pocos segundos para coger el vaso y beberse de un trago todo lo que tenía. Tras eso se bajó del sofá para ponerse de rodillas en el suelo y tiró de mis pantalones y boxers hacia abajo para pasar su lengua por todo lo largo de mi polla. En mi vida había sentido un escalofrío así de fuerte. El sonido que emití al resoplar tan fuerte tuvo que advertirla de lo que se podía encontrar si seguía haciendo eso.

-Tranquilo, ¿vale?
-Estoy muy nervioso.
-Ya lo veo.
-Es que es mi primera vez...
-No pasa nada. Tú relájate, ya verás qué bien lo pasamos.

Fátima se me quedó mirando mientras me meneaba la polla muy lentamente. Era consciente de que era mi primera vez y se estaba esforzando para que no estuviera tan nervioso y pudiera disfrutar de aquello. Poco a poco conseguí tranquilizarme un poco y ella volvió a pasar su lengua como hizo antes, como toma de contacto para ver si podía seguir con la mamada. Y al parecer sí que podía, porque ya no reaccionaba de esa manera tan extrema como con esa lamida. Ella iba muy lento, tanto que era difícil que me pudiera correr por cuestiones físicas, pero claro, era la primera mamada que me hacían y el morbo de la situación superaba a cualquier fantasía que había tenido hasta ese momento.

La veía muy guapa cogiendo mi polla con su mano para ir pasando su lengua por el tronco varias veces hasta llegar finalmente al glande, el cual atrapó con sus labios para apretarlo. Se me escapó un gemido del alma que no pude reprimir y que hizo que me entrara bastante vergüenza, pero a ella pareció agradarle. Empezó una mamada lenta, pero llena de sensaciones en la que mis temores de correrme rápido volvieron, acelerándose mi respiración como consecuencia, aunque ella me ponía la mano sobre mi pecho, tocando piel con piel para calmarme. Algo de lo que me percaté en ese momento era de que tenía una boca enorme. La abría y se metía mi polla dentro como si nada. No sabía por qué, pero eso me daba más morbo aún. Así empezó a tragar cada vez más, logrado meterse la mitad de mi rabo con suma facilidad, algo que me tenía impresionado y extasiado.

-¿Te gusta? -me preguntó al sacársela de la boca.
-Joder... Me encanta.
-No me esperaba que la tuvieras así...
-¿Has visto muchas?
-Esta es la tercera. Y desde luego es la más grande.
-¿Crees que te la puedes meter entera en la boca? -le solté sin tapujos.
-No lo sé, pero podemos probar, ¿no? -dijo sonriendo.

Fátima se la volvió a meter, empezando a chupar de nuevo. Poco a poco se la metía cada vez más y a mí me volvía ese cosquilleo que amenazaba con desbordar mi primera corrida con una chica. De nuevo, ella puso su mano en mi pecho, mirándome fijamente a los ojos con esos ojos verdes tan bonitos. Levantó sus cejas como queriendo decirme algo y empezó a bajar su cabeza para metérsela más. Hasta me encogí a la vez que me incorporaba por la sensación tan rara y nueva de notar como mi nabo hacía presión sobre su garganta. Se metió ¾ partes, pero rápidamente de la sacó de la boca para respirar aceleradamente.

-¿Estás bien? -le pregunté preocupado.
-Perfectamente -respondió sonriendo-. Es que nunca me he metido tanto en la boca y cuesta. Pero creo que puedo meterla entera. Es más, quiero hacerlo.
-Vale, pero con cuidado.

Fátima volvió a estimularme con su mano para luego volver a metérsela en la boca. De nuevo, empezó a tragar cada vez más lentamente hasta que volvió a llegar al punto en el que se quedó. Pero esta vez optó por sacársela y metérsela para ir como acostumbrándose. Me pilló desprevenido cuando finalmente hizo el esfuerzo de metérsela entera en la boca, consiguiéndolo. Aguantó muy pocos segundos y se la sacó, con unos hilos de babas colgando desde su boca hasta mi sexo. Estuve a nada de correrme, pero por suerte no llegué a hacerlo. Ella me miraba con una sonrisa enorme, pareciendo estar orgullosa de haberlo conseguido.

-He podido -celebraba bajito.
-Ha sido increíble.
-¿Te está gustando?
-Joder... ¿Tú que crees?
-Ahora necesito que aguantes, porque te la quiero comer rápido. ¿Podrás?
-No lo sé. No creo. Si casi acabo en tu garganta.
-Bueno, vamos a probar. Si ves que vas a acabar, avísame.
-Vale.

Una vez más, Fátima se metió mi polla en su boca para volver a reanudar la mamada, empezando esta vez a un ritmo más alto que los anteriores. En cuestión de 10 segundos ya me la comía muy rápido. Ya sí que veía que no podía aguantar más, por lo que la empecé a avisar, diciéndoselo. Hasta le daba toquecitos en el hombro, pero ella estaba como en trance chupando como una loca y haciendo bastante ruido de hecho, cosa que me ponía más.

-Fátima... Fátima... Me corro...

Y no pude aguantarlo más por mucho que apretara, empezando a vaciarme en su boca con grandes chorros que salían con mucha fuerza. Ella agarró mi glande con sus labios, haciendo fuerza y me pajeó con fuerza para que se lo diera todo. El problema era que estaba expulsando demasiada cantidad y ella parecía no poder soportar tanto en su boca, por lo que se acabó derramando parte del fluido. Una vez acabé, quedando tan extasiado que me encontraba hasta mareado, Fátima escupió mi corrida en su vaso, echando en abundancia. Yo estaba flipando con lo que veía, pero la cosa no quedaría ahí, porque ella cogería mi vaso para beber alcohol y así poder enjuagarse. Luego cogió pañuelos de su bolso para limpiarme.

-Lo siento, Fátima, no he podido aguantar.
-No te preocupes, hombre. Son cosas que pasan. Además, yo estaba muy cachonda y no podía parar. Estoy muy mojada.
-Qué pasada...
-Y ahora podemos seguir si quieres. Esto solo ha sido el principio.
-Joder, sí.

Me sonrió y me dijo que me pusiera bien la ropa en lo que ella llevaba los vasos y la botella a la cocina. Al regresar me cogió de la mano y se descalzó para no hacer ruido con los tacones, guiándome para empezar a subir por las escaleras hasta una habitación que tenía en la primera planta. Era muy simple y muy pequeña, con una cama y una tele empotrada a la pared. Solo tenía espacio para un pequeño armario y otra puerta en la que ocultaba un baño diminuto, con un váter y un pequeño lavabo con un espejo. Al entrar cerró la puerta y echó el pestillo, dejó sus tacones apartados y se sentó en la cama, haciendo que me sentara yo a su lado. Nos empezamos a besar sin notar yo ningún sabor extraño, ni siquiera el del alcohol, pero estaba tan exultante por cómo estaba yendo la cosa que no llegué a prestarle atención a eso.

-¿Nunca has tocado a una chica? -me preguntó acariciándome la cara.

Negué con la cabeza y ella me dio un beso más tierno.

-¿Tampoco has visto ninguna desnuda en persona?
-No. Tampoco.
-Voy a ser la primera en todo. Qué suerte. Y qué morbo...
 
Capítulo 445

Ahora sí que me dio un beso más guarro y tiró de mí para que nos pudiéramos medio tumbar en la cama, aunque rápidamente se incorporó para dar la luz y poder vernos bien. Yo me quedé recostado apoyándome sobre mis codos y ella se puso de pie para quitarse esos pantis tan oscuros que tenía. Al hacerlo, los dejó tirados de cualquier forma y luego se me quedó mirando. Me tendió la mano y se la di, tirando de mí para que me levantara. Al ponerme de pie me miró a los ojos, pasando a sonreír.

-Cuando estés con una chica tienes que tener un poco de iniciativa, ¿vale? Que vea que tienes sangre en el cuerpo. No puedes dejar que ella lo haga todo.
-Vale... -dije nervioso.
-Ayúdame a quitarme la cremallera.

Se la bajé al darse ella la vuelta y no sé por qué, pero me tomé en serio sus palabras y la abracé al entrelazar mis dedos sobre su barriga, pasando a besarle el cuello, aunque de manera torpe por nuestra diferencia de estatura y por clavarle mi erección un poco. Aun así, eso pareció agradarle. Cualquiera que nos viera pensaría que éramos pareja por el cariño que estaba teniendo lugar, cuando la verdad era que solo habíamos cruzado unas pocas palabras en contadas ocasiones. No me quedé ahí, pues le dije que quería que se deshiciera el recogido que tenía, explicándole que quería verla con el pelo suelto, ya que nunca lo había hecho. Ella asintió sin decir nada y abrió la puerta del baño para ponerse frente al espejo y así poder arreglarse el pelo para dejarlo bonito. La veía desde donde estaba con su espalda al aire por tener la cremallera ya bajada y la encontraba bastante sexy.

Al girarse para venir hacia a mí me di cuenta de lo bien que le quedaba el pelo así. No sabía por qué no se lo dejaba más así, si estaba preciosa con esa melena lacia y morena. Al ponerse frente a mí se empezó a quitar el vestido, dejándolo caer por su propio peso, quedándose con un sujetador negro palabra de honor, junto a unas braguitas negras también, aunque luego me daría cuenta de que sería un tanga bastante bonito y que le quedaba muy bien con ese culazo que tenía. Mi polla no podía estar más tiesa por verla así, llegándome hasta doler. Ella me empezó a desnudar para quedar en igualdad de condiciones. Me puse muy nervioso, porque en esos días no estaba muy contento con mi cuerpo, pero no era justo que ella estuviera haciendo aquello y yo no colaborara, por lo que al final me dejé hasta quedarme en boxers. Me empezó a acariciar el cuerpo y mi polla sobre la tela mientras se mordía el labio.

Después me dio un ligero empujoncito que me hizo caer sobre la cama. Cuando vi que echaba mano a su espalada para quitarse el sujetador, el corazón me empezó a latir con mucha fuerza. En mi vida había estado tan nervioso, y eso que en épocas de exámenes llegaba a estarlo mucho. Finalmente descubrió sus pechos, que efectivamente y como sospechaba, eran pequeños. Pero no tanto como para ser exagerado. Simplemente eran pequeños, aunque no eran feos, porque eran redonditos y estaban coronados por unos pezones marrones con areolas del mismo color y de tamaño normal. Se las tocó y amasó para tirar luego de sus pezones.

Yo no paraba de resoplar, pero lo mejor estaría por llegar cuando puso sus manos sobre su tanga para empezar a bajárselo, aunque antes se dio la vuelta para darme la espalda. Tenía una perspectiva perfecta de ese culazo tremendo de grandes nalgas. Ya no podía aguantar más y me empecé a sobar por encima de la tela. Cuando se dio la vuelta me encontré con su pubis totalmente rasurado y con el inicio de su rajita que asomaba muy tímidamente al ocultarse entre sus muslos. Fátima abrió un poco las piernas para dejarme verle toda su intimidad, encantándome lo que veía. Lo tenía bastante cerrado, por lo que en ese momento no podía ver el color de sus labios internos, pero eso sería algo que comprobaría rápido al tumbarnos ambos sobre la cama después de que ella me quitara los boxers, pero en cuanto nos quedamos así tumbados y mirándonos, se me vino un detalle importantísimo a la cabeza.

-Joder... No tengo condones... -dije resignado, casi con rabia.
-No te preocupes. Yo tengo un par en mi bolso.
-Ah, joder... Menos mal.
-¿No te has echado ninguno?
-No.
-¿No te apetecía estrenarte?
-Es que no era algo que hubiera contemplado...
-¿Por qué?
-No lo sé...
-Bueno, pues hemos tenido suerte. Porque quiero que me folles, jejeje. Esa polla me la tengo que follar...

Reí por su salida, algo sorprendido porque no le pegaba mucho a ella por cómo era su forma de ser.

-Pero antes -siguió-, voy a enseñarte a tocar a una chica. Y a hacer sexo oral.

Tras decir eso, cogió una de mis manos para ponerla sobre su pubis. Una vez la puso me dijo que se lo acariciara. Y así lo hice, con bastante cuidado, como si tuviera algo delicado entre las manos. Lo noté increíblemente suave y fue algo que me encantó en ese momento. No creía que fuera posible tenerlo así de suave sin ningún rastro de algún pelo que pudiera pinchar. Se ve que se esmeraba en llevarlo bien arreglado y preparado para cuando tuviera una ocasión como esa. No tardó mucho en bajarme la mano hasta sus labios vaginales. Fue una sensación tan rara como increíblemente morbosa para mí en ese momento. Era el primer coño que tocaba y notarlo así de mojado me puso muy burro.

Jamás había imaginado que una chica se podía poner así de mojada. Sabía que ellas segregaban su lubricante natural para la hora de la penetración, pero no sabía que lo pudieran hacer tan rápido y en tantas cantidades. Más tarde me enteraría que esos fluidos se empiezan a segregar muchísimo antes de la penetración, siendo algo que tiene lugar en cuanto la chica se empieza a excitar, algo que se puede dar simplemente hablando. Pero en ese momento no tenía ni idea. Lo que sí interpreté fue que ella quería hacerlo conmigo. Estaba así de mojada porque quería follar conmigo. Y eso me quitó un peso importante de encima. El peso de no estar a la altura o no ser lo que ella esperaba que pudiera ser.

Aun así, estaba muy nervioso, porque era todo tan desconocido como deseado y no podía evitar que mi corazón estuviera latiendo con fuerza en todo momento. Pero no quería pensar mucho más en eso, porque quería disfrutar. Empecé a mover mis dedos y parecía gustarle cómo lo hacía, aunque llegó un momento en el que a lo mejor me vine demasiado arriba y la toqué con cierta rudeza. Ella se quejó poniendo una cara incómoda, diciéndome que debía tener cuidado porque era una zona muy sensible a la que hay que tratar con delicadeza. Poco a poco y con su ayuda mediante indicaciones y poner sus dedos sobre los míos me fui haciendo a ello y le acabé pillando el truco. Seguía muy nervioso, pero no despegaba la mirada de esos labios del mismo color que su piel.

Quizá la esperaba de otra manera en ese aspecto, como con unos pezones rosados a diferencia de los que tenía con tono marrón y también con unos labios rodados también cuando en realidad eran de un color carne que se oscurecía un poco. No fue una decepción, pero sí algo llamativo, porque estaba acostumbrado a verlo todo aquello de ese color en vídeos porno. Eso y que el color claro de su piel me hacía pensar que podría ser así. Pero no fue algo que me echó para atrás. Ni mucho menos. De hecho, hice el amago de meterle un dedo después de estar varios minutos con caricias y a ella parecía agradarle, por lo que le metí el dedo corazón muy poco a poco recordando aquello que dijo de que era una zona muy sensible.

De nuevo, sentí aquello raro. Ahora me impresionaba el calor de su interior y también la textura, pero no quería distraerme mucho, por lo que me centré en darle placer al sacarlo y meterlo, muy lentamente, pero de manera constante, pasando a hacerlo más rápido poco a poco. Le pregunté si lo estaba haciendo bien y si le estaba gustando y ella me asintió muy ligeramente, mirándome con cara de excitación, pasando a hacerlo a mis labios para besarme, empezando a gemir tímidamente.

-Mete otro dedo -susurró de manera rápida para continuar el beso.

De la misma manera que empecé metiendo uno, le metí otro, con el mismo cuidado de no dañarla. Así la seguí masturbando con el dedo corazón y el dedo anular a la vez, de manera cada vez más rápida y más profunda. Por lo que yo percibía, le estaba encantado, porque agarró mi polla para empezar a masturbarme, aunque de manera muy lenta, cosa que agradecí, porque seguramente me hubiera corrido de nuevo en nada, aunque sí es verdad que la apretaba con fuerza. También tenía que ver que su cuerpo se empezara a estremecer y que su respiración se volviera más irregular. En cualquier caso, no se llegó a correr de esa manera, porque me sacó la mano para llevársela a la boca y chupar esos mismos dedos que le estaba metiendo. Fue algo que me dejó impactado, pues pensaba que eso solo pasaba en el porno y que en la vida real las chicas no serían así. Qué equivocado estaba...

-Ven, que ahora me lo vas a comer.

Fátima se tumbó bien para quedar completamente boca arriba, diciéndome que me pusiera sobre ella con la cabeza a la altura de sus caderas. Al hacerlo, me tuve que acomodar bien la erección para no hacerme daño, aunque era algo a lo que estaba acostumbrado en esos días por dormir aún en casa y tener una madre que muchas veces venía a despertarme. Si estaba despierto y notaba pasos cercanos me ponía boca abajo para ocultar esas erecciones tan fuertes, sobre todo en verano que no hay nórdico con el que taparse. Una vez me acomodé, no pude evitar quedarme mirando ese coño. Lo tenía tan cerca que hasta me llegaba su olor. Un olor especial y excitante que hizo que se me erizara un poco la piel.

-¿Qué pasa? -me preguntó al verme así- ¿Te da asco?
-Qué va. Solo estoy mirándolo.
-¿Y te gusta lo que ves?
-Claro. Estás muy bien.
-Jejeje, gracias. ¿Te apetece comérmelo?
-Mucho.
-Vale. Te voy a explicar cómo lo tienes que hacer. Empieza por pasar la lengua lentamente, como si me quisieras hacer cosquillas. Si no te da asco ahora, no creo que el sabor lo haga...
-¿Por qué me iba a dar asco?
-A algunos chicos no les gusta comer coños... No sé por qué.
-Qué tontería, ¿no? Si tiene una pinta...
-Jajajajaja. Me gusta cómo piensas.
-Seguro que esos luego bien que quieren que se la coman.
-Exactamente. Qué rabia... Esto se trata de que todos disfrutemos, ¿no?
-Claro -dije acercando mi lengua a su rajita para acariciarla.
-Mmmm... Así, muy bien.

Fátima se estremeció, pasando a reírse. Parecía que aquello de las cosquillas iba en serio. Repetí el proceso algunas veces, mirándola fijamente. Ella me miraba con esos ojos verdes, con sus cejas caídas en una expresión de placer, poniendo una especie de morritos muy bonitos. El sabor fue algo que me encantó desde el primer momento. No entendía cómo había chicos a los que no le gustaba comerse un coño según me dijo ella, pero es que a mí me estaba encantando todo. Bien es verdad que el sabor depende de muchas cosas y que casi cada una tiene el suyo, pero nunca me he encontrado con alguno que no me haya gustado una vez en el asunto.

-Ahora con más intensidad -dijo apretando mi cabeza contra su sexo.

Hice lo mismo que estaba haciendo pocos segundos antes, pero ahora apretando más mi lengua sobre sus labios. Según la veía, parecía estar haciéndolo decentemente, porque no cambiaba su expresión.

-Muy bien. Joder... -dijo en forma de gemido- Uff... Es muy importante mantener la zona húmeda.

"¿Más? Si tienes esto encharcado", pensaba mientras seguía comiéndoselo, aunque escuchando atentamente lo que me decía.

-Es importante que uses mucha saliva. Como si quieres escupir un poco. Tú no tengas miedo. A algunas chicas nos pone que seáis guarrillos.

Por probar le hice caso, separándome un poco de ella para escupir un poco sobre su raja. Parecía que le iba aquello, pues lanzó un gemido que me excitó bastante. Inmediatamente volví a lo mío, tratando de humedecer mi boca con mi saliva, estando con ese cunnilingus durante unos breves minutos, con ella gimiendo y estremeciéndose.

-Ahora vamos a cambiar un poquito. Mira, esto es el clítoris -dijo abriéndoselo bien con los dedos para señalarlo con uno de ellos.
-Ya, ya sé lo que es.
-Lo has visto en algún video, ¿no?
-Pues sí, jajajaja.
-Mejor, jaja. Así no te pilla de nuevas. A ver, esto es algo mágico. Es un punto que nos da mucho placer a las chicas. Pero es lo más sensible, ¿vale? Tienes que tener cuidado.
-¿Por qué?
-Porque es demasiado sensible. No hagas caso a los videos porno. Con esto hay que llevar cuidado, porque todo se vuelve muy intenso. Tienes que pasar la lengua despacio, sin clavarla ahí demasiado, como haciéndolo por los lados, pero rozándolo. ¿Sabes lo que te quiero decir?
-Mmm, sí. Creo que sí.
-Vamos a probar.

Como ella me dijo, pasé mi lengua por él poco a poco, volviendo a estremecerse ella. Llevé cuidado para no hacérselo muy bruto y que así pudiera disfrutar como yo quería que hiciera. Con alguna indicación más y algún detalle que me dio fui comiéndoselo de esa nueva forma, la cual parecía gustarle mucho más que la anterior y eso que yo creía que no podía ir a más.

-Ahora prueba a succionar también, pero con cuidado. Y da un repaso por toda la zona. Por ahí y por los labios también.

Le hice caso, empezando pasar mi lengua por toda su raja, centrándome también en el clítoris y empezando a succionar también. Estaba notando como cada vez estaba más húmeda, volviendo ella a segregar más fluido como había hecho antes cuando le estaba tocando. Fue algo que interpreté de manera positiva, por lo que pasé a comérselo más intensamente, animándome hasta a clavar mi lengua para metérsela como había hecho con uno de mis dedos pocos minutos antes.

-Así, así. Muy bien. Mmm...

Esas palabras no hacían más que alentarme a seguir con ese sexo oral que tanto me estaba encantado hacerle. Me encantaba cómo Fátima gemía bajito y cómo se movía empezando a tirar de mi pelo y a apretar mi cabeza con sus muslos, estando ya con sus ojos cerrados.

-Méteme dos dedos y muévelos como antes. Estoy ya casi -dijo sin mirarme, concentrándose en sus sensaciones.

En el acto se los metí, intensificando la comida de coño que le estaba dando también para provocarle su orgasmo. El primer orgasmo que le provocaba a una chica. Estaba pletórico e impresionado, aunque no paraba de estimularla. Quería seguir hasta que ella me dijera de parar por si quería que siguiera. No quería cortárselo y dejarla a medias, así que continué. Fue algo extraño, pues era evidente que se me estaba corriendo en la boca, pero no tenía ni idea de que aquello cambiaría. Me extrañó mucho encontrar un fluido más aguado con diferente sabor a lo que me había encontrado previamente. Pero no fue algo malo, para nada. Me encantó sentir eso y poder saborearlo.

Fátima empezó a gemir con fuerza, con demasiada quizá para no estar solos en esa casa, pero no quería perturbar su estado de éxtasis. Me daba miedo que pudiera cortarle todo al mínimo gesto que hiciera o palabra que lanzara. Me intentó apartar al empujar mi cabeza, al mismo tiempo que emitía un sonido extraño, por lo que me aparte al interpretar su gesto, dejándola respirando con ansia mientras su cuerpo temblaba y yo me relamía todo aquel fluido que chorreaba hasta por mi barbilla. Estaba siendo una noche llena de cosas nuevas y me estaba encantando, aunque todavía quedaría lo mejor.

Me tumbé a su lado para esperar que se recuperara, meneándomela por lo sexy que la veía aún con su cara de placer. Cuando lo hizo, que no fue tan lento como a lo mejor esperaba, se puso de lado para mirarme.
 
Capítulo 446

-Qué bien... -dijo con una sonrisa.
-Ha sido increíble -le reconocí.
-Sí. No ha estado nada mal para haber sido la primera vez que lo has hecho.
-Me has enseñado muy bien.
-Bueno, pero se te notaba que te estaba gustando. Así es todo mucho más fácil. Si hubieras sido de esos a los que lea da asco, en la vida me hubiera corrido, ya te lo digo.
-¿Te ha pasado?
-Sí, jaja.
-Vaya... Oye, a lo mejor has gritado mucho, ¿no?
-Ah, no te preocupes. Mi abuela está bastante sorda la pobre.
-¿Y si se asusta por darse cuenta de que hay alguien aquí?
-No pasa nada, toma pastillas para dormir y se las ha tomado, porque esta noche hemos cenado aquí y como me pillaba tan cerca de donde hemos estado, hemos quedado en que dormiría aquí esta noche. Lo único es que le tengo que mandar un mensaje a mi madre para que se quede tranquila.
-Vale, genial entonces.
-Voy a avisarla y ahora seguimos, ¿no? -dijo sonriente.
-Claro.
-¿Estás bien?
-Nervioso.
-Pero si lo estás haciendo muy bien. Tú tranquilo.
-No quiero acabar muy rápido cuando...
-No pasa nada, de verdad. Si pasa, pues ya está. ¿Cuál es el problema en que te corras? Ninguno, jajaja. Además, tengo dos condones. Y primero vamos a hacer alguna cosita y si te corres con eso, pues seguro que luego aguantas más.
-Gracias por ser tan comprensiva y amable.
-De nada, jaja. Es que... -dijo cambiando el tono a uno más sensual- Esta polla... Tiene que sentirse muy bien.
-Me vas a dejar seco.
-¿Eres de correrte mucho?
-Tan seguido no, pero vamos, que tengo muchas ganas de hacer cosas todo el rato.
-No, si ya veo lo dura que está... Jajajaja.

Tras avisar a su madre en forma de mensaje, dejó el móvil en silencio sobre la pequeña mesita que había en esa habitación. Yo ni me acordaba del mío, aunque tampoco me dijeron que debía llegar a una hora en concreto. En ese aspecto nunca había tenido problema en casa. Nunca eran severos conmigo para la hora de volver o incluso con el alcohol. Seguro que tenía que ver con que no era un chico de estar todo el tiempo fuera de casa o que bebiera mucho, por lo que imaginaba que tenían esa confianza en mí, al igual que pasaba con mi hermano. Tampoco tenía pensado estar allí toda la noche o quedarme a dormir, tan solo lo que durara aquello. Volvió a la cama y se puso a gatear para venir hacía a mí, dándome un beso. Yo me tomé la libertad de acariciarle el culo, cosa que le agradó al parecer por cómo lanzó un gemido bastante mono.

-¿Has hecho alguna vez...?
-¿El qué?
-¿Por detrás?
-Jajajajaja. No has empezado aún y, ¿ya quieres hacer eso?
-No, jajajaja. Solo pregunto.
-Pues a ver... Algo he hecho. Uno de los chicos con el que lo he hecho se puso muy pesado. Me dijo que le gustaba mucho, que si sabía cómo hacerlo... En fin, que lo intenté, pero me hizo daño y no me gustó, así que olvídate.
-No, si solo era por curiosidad. Con este culazo que tienes, estaba seguro de que te lo habían pedido.
-Ah, ¿sí...? ¿Te gusta?
-Claro. Es grande y redondo. Me gusta mucho.
-Ahora me lo podrás agarrar mientras me follas a cuatro. ¿Tienes ganas?
-Uff... Muchas.
-Yo también, no te vayas a pensar que no. Pero antes vamos a hacer una cosita.

Fátima se puso sobre mí, pasando una pierna por encima. Ese gesto me excitó demasiado. Ella tenía unos muslos carnosos y una figura muy sexy. Estaba cachondo perdido y mi polla estaba empezando a gotear. Nunca me había pasado algo así hasta ese momento. Ella se dio cuenta y cogió con su dedo un poco de ese líquido preseminal para llevárselo a la boca, en un gesto tan guarro como sensual.

-Creía que no te gustaba... -dije tragando saliva.
-Es diferente. No sabe como tu corrida. Esto me ha sabido saladito como una lágrima. Lo otro estaba más amargo.
-Ah...
-Es que sé cómo os pone que hagamos estas guarradas.
-Pues sí. Me tienes que voy a explotar.
-Jajaja, ahora lo vas a hacer. Seguro.

Fátima agarró mi polla para dejar caer su saliva desde arriba, empezando a esparcirla por todo mi rabo, aunque parecía no ser suficiente, porque acercó su cara para escupir y seguir extendiendo. Luego volvió a echar saliva, pero sobre sus dedos, para mojarse su rajita bien. Con la punta de mi polla se acarició esa rajita tan húmeda, lanzando ella un gemido y retorciéndome yo, resoplando con fuerza.

-Tranquilo... -susurró acariciándome con la otra mano.

Paró, porque me veía muy acelerado y con esa mano que me acariciaba el pecho, subió hasta mi cara para hacer lo mismo con mi imberbe cara. Con ello consiguió que se me pasara un poco y entonces fue cuando pasó a hacer lo que tenía en mente. Me puso la polla pegada al torso para subirse sobre ella, apoyándose en el tronco de ésta. Es una postura y una manera de estimular que ya he descrito en numerosas ocasiones, pero esta fue la primera vez que me lo hicieron. Y fue algo que me gustó demasiado, por eso lo pondría en práctica con varias parejas sexuales que tendría después. Aunque en ese momento lo veía algo raro, porque la sensación que tenía era que me estaba haciendo una paja con su coño, algo que llevaría a cualquiera a pensar que eso es follar, pero mi polla no estaba dentro de ella.

Era una manera de estimulación diferente y que no recordaba haber visto en algún vídeo ni nada así. Sentirlo raro no significaba que no me gustara, pues como he dicho, lo hizo, y mucho. Fátima me deleitó con unos movimientos de cadera muy rítmicos que me tenían loco, tanto que me acabé corriendo en unos 3 minutos y eso que no estaba estimulando mi glande ni siquiera. Ella gemía a buen ritmo, empezando flojito, pero aumentando consecuentemente con su subida de ritmo, aunque no se llegó a correr. Yo no pude aguantar mucho con esa manera teniendo a una chica como ella así de sexy mirándome fijamente mientras yo la agarraba de las caderas.

Algo avergonzado por, efectivamente, no haber durado nada, abrí mis ojos para mirarla, estando ella sonriente y haciendo presión sobre mi polla. Me acarició el pecho y me dijo que no pasaba nada, que era algo normal y que en breve seguiríamos. Se levantó de encima de mí y fue a por papel para limpiar mi corrida, que se encontraba por el pecho. Fue muy cuidadosa de limpiarme bien y dejarme reponerme, aunque al verla desnuda con sus pequeños pechos colgando y esos ojos verdes tan bonitos, se me puso dura enseguida. Ella se rio un poco al verme tan duro así de rápido y me preguntó si creía que estaba preparado para seguir. Me notaba perfectamente y quería aprovechar que me acaba de correr para hacerlo cuanto antes y así aguantar más.

Así que, en nada, sacó uno de los condones de su bolso para abrirlo y ponérmelo con suma habilidad. Se volvió a reír diciendo que a lo mejor estaba un poco justo, pero eso no era algo del todo cierto, porque los condones se adaptan bien y con muy elásticos. Si acaso me quedaba un poco corto, pero nada más. Fátima se volvió a mojar su rajita para acariciarse de nuevo y ponerse la punta sobre su agujerito, dejando caer su peso muy poco a poco para clavársela hasta que la tuvo dentro de sí por completo. A medida que su cuerpo bajaba y me adentraba más en ella, subía mi excitación. Como me ocurrió al meterle un dedo y luego el otro, noté aquello tan caliente que casi sentía que me quemaba. Era una locura la de sensaciones que estaba teniendo aquella noche. Ella resopló una vez se aseguró de que la tenía por completo dentro de ella y abrió sus ojos para mirarme.

-Joder, tío...
-Pfff...
-Esto es increíble. ¿Qué tal tú?
-No puedo estar mejor.

Fátima se echó sobre mí para besarme, agarrándose a mi cuello mientras yo aprovechaba para agarrarle el culo y amasarlo. No tardó mucho en empezar a moverse al levantar su culo hacia arriba para dejarlo caer y empezar así una estimulación muy nueva y buena para mí. No me podía creer que al final estuviera follando con una chica. No podía estar más contento en ese momento. Fátima no se despegaba de mis labios mientras me seguía follando con ese movimiento tan agradable. Me sentía como en una nube. Tan solo paró y se despegó de mí para coger el edredón y taparnos, porque sí es verdad que hacía un frío increíble, algo normal al estar a 1 de enero. Yo por mi parte notaba mi cara ardiendo, además de los bajos, pero las extremidades y el torso sí que lo notaba muy frío. Ahora estaba más a gusto aún, con ella sobre mí, follándome y empezando a calentarme con lo que teníamos por encima y con su calor corporal.

-¿Te gusta? -me preguntó con la respiración acelerada.
-Joder, me encanta. No me lo imaginaba así.
-Qué polla tienes... Me vuelve loca.
-Y a mí me encanta tu culo.

Fátima me volvió a besar de manera muy guarra para luego pasar a mi cuello. En ese momento no tenía el problema que tenía aquellos días en los que no quería que nadie hurgara por esa zona por poder despertar recuerdos innecesarios y dolorosos, así que se entretuvo mientras seguía moviéndose cada vez con más rapidez, pero yo estaba muy caliente y necesitaba más, por lo que también colaboré en la estimulación al empujar moviendo mis caderas hacia arriba y abajo rápidamente, acelerando mucho la penetración. Fátima gemía cada vez con más intensidad y a mí también se me escapaba alguno que otro, pero los suyos opacaban los míos hasta cierto punto que pensaba que nos tenían que estar oyendo, pero me daba bastante igual en ese momento.

Tan solo paró de gemir y de besuquearme por la cara, cuello y labios para decir que se corría casi a grito limpio. Y así lo empezó a hacer, chillando bastante y empezando su cuerpo a temblar. En ese momento que noté cómo se estrechaba su interior me empecé a correr yo también algo confuso por no esperar que aquello fuera posible. No tenía ni idea de que tenían esas contracciones al llegar al orgasmo, pero me dejé llevar igualmente para disfrutar de aquello al máximo. Fátima estaba pegada a mí, abrazándose con una fuerza descomunal mientras notaba cómo su cuerpo temblaba y se relajaba a ratos. Cuando se le pasó ese éxtasis, que tampoco se alargó tanto, se bajó de mí para echarse a mi lado, quedando los dos con la respiración muy acelerada.

-Joder, qué bien... -celebraba ella.
-Qué pasada.
-Con esto lo vas a tener muy fácil para follar todo lo que quieras -dijo agarrándome mi polla aún casi dura por completo.
-Jajajaja. Oye, nos han tenido que oír...
-Que no te preocupes, de verdad. Aunque me da igual. Yo quiero pasármelo bien y a quien le moleste, que se joda. Y por mi abuela no te preocupes, de verdad. Entre lo sorda que está y las pastillas que toma es que es imposible que se entere. Además, hay dos plantas de diferencia.
-Vale, vale.
-Ven, que te quito esto.

Fátima me quitó el condón y lo anudó, dejándolo en el suelo para luego echarse un poco sobre mí y abrazarse, tapándonos bien. Estaba muy a gusto en ese momento, pero también seguía excitado. Y ella también, pues tras acariciarme un poco el pecho, bajó hasta que llegó a mi entrepierna, acariciando la zona, tanto la polla como los huevos. En nada nos estábamos besando de nuevo, acompañándolos con caricias, estando todavía bien tapados. Rápidamente cogió el otro condón y lo abrió para ponérmelo, pero esta vez se quedó boca arriba, pidiéndome que me pusiera sobre ella. Tras acariciarle un poco como ella había hecho antes, se la empecé a meter, notando de nuevo cómo de caliente estaba su interior.

La estuve follando en ese misionero durante 2 ó 3 minutos, porque ella estaba sensible y necesitaba un poco de descanso, aunque mejor así, porque podíamos retrasar los orgasmos y durar más que antes, aunque yo no me notaba cerca de acabar. Fátima se propuso que probáramos algunas posturas, intentando yo complacerla, aunque me veía torpe. Empezó poniéndose boca abajo y yo sobre ella para metérsela desde atrás, aunque llevaba cuidado de no dejar caer mi cuerpo sobre ella. También hicimos la cucharita, aunque aquí sí que apreté más, porque me parecía más cómodo y quería ver si podía darle con fuerza, aunque cuando mejor lo hice fue cuando se puso a cuatro sobre la cama y yo detrás de ella. La agarré del culo y de las caderas para clavársela y follarla, primero despacio y luego más rápido hasta tal punto de provocar ruido con el choque de nuestras carnes. Tener ese culazo así me tenía cardíaco, por lo que apreté lo máximo que pude para acabar corriéndome dentro del preservativo, dando fuertes embestidas.

Ella gemía muy fuerte, como lo hacía durante el anterior polvo, pero no se llegó a correr. Yo, sin embargo, sí que lo hice y no me veía con fuerza para aguantar hasta que lo hiciera ella, por lo que me salí de ella una vez acabé, estando bastante mareado. Me eché sobre la cama para recuperar el aliento y vi como ella mantenía la postura y se tocaba con bastante rapidez el clítoris en movimientos circulares para no tardar mucho en correrse, con su cuerpo dando espasmos y aparentando la cara contra la cama. Tras eso se tumbó de lado y permaneció un buen rato con sus ojos cerrados. Yo nos tapé para que no nos entrara frío y poder descansar así mejor. No tardé mucho en levantarme para vestirme con la intención de irme, pero ella me preguntó si no me quedaba a dormir. Le dije que no, que no tenía hora, pero que tenía que regresar a casa para dormir allí.

Hablamos un poco sobre cómo había ido la noche, preguntándome si me había gustado, respondiéndole yo con una evidencia enorme. Ella me dijo que también le había gustado mucho cómo había ido la noche, acompañándome hasta la puerta después de ponerse ropa más cómoda para pasar allí la noche. Nos despedimos con dos besos, con ella diciéndome que nos veríamos por clase. De camino a casa iba casi dando saltos de alegría. Me sentía eufórico y no me podía creer la suerte que había tenido de poder acostarme por primera vez con una chica que además de ser mona, había sido muy amable y considerada.

Al llegar a casa me cambié para ponerme el pijama y acostarme, llevando cuidado de no despertar a nadie, pues ya eran pasadas las 4 de la mañana. Estaba tan entusiasmado que me costaba dormir y como era inevitable, me puse a rememorar todo lo que me acababa de pasar. Las imágenes, los olores, las sensaciones. Tanto me concentré que se me volvió a poner dura y me hice una paja para bajar el calentón. Paja que fue muy reconfortante por tener aún su olor pegado a mí, tanto el suyo corporal, como el de su perfume y el de su coño. Me corrí retorciéndome sobre uno de los pañuelos de papel que tenía en la mesita mientras recordaba su cara al chupármela y su cuerpo desnudo, en especial su culo, pidiéndome dormir al poco al haberme relajado de esa manera.

-Oye, que te has quedado empanado... Jajajaja.
-Jajajajaja, es que estaba pensando... Alguna cosa.
-¿Qué cosa? Jaja.
-Pues la primera vez que... Ya sabes.
-Ah... Claro, normal.
-En realidad es algo que he pensado en cuanto te he visto al llegar, pero ahora aquí los dos solos pues me ha vuelto a venir a la cabeza.
-Yo también he pensado en eso, jajaja. No estuvo mal la cosa.
-Yo creo que para ser mi primera vez estuvo bien. He oído muchas historias de primeras veces que no fueron muy buenas.
-La mía sin ir más lejos... Qué desastre.
-¿Sí?
-Ajá. Me dolió mucho y el chico tampoco era muy experto. Pero ya con el segundo la cosa fue mejor.
-Sé sincera. ¿Te lo pasaste bien conmigo esa noche?
-Claro. Te prometo que sí que me lo pasé bien contigo. ¿Por qué? ¿Hice algo que te hiciera pensar que no fue así?
-En el momento, no. Fuiste muy amable y comprensiva.
-Ah, ¿entonces?
-El problema vino después. Yo en aquel entonces era un chico muy cortado y no sabía cómo relacionarme muy bien con chicas. Entonces pues no sabía muy bien qué hacer para hablarte y poder vernos otra vez. Pero tú tampoco hiciste por donde para hablar conmigo. Es que ni me saludabas... No sé. Vi todo muy frío después. Tanto que no cruzamos palabra después de esa noche en realidad.
-Ah... Ya. Ya te entiendo.
-¿Por qué no me dijiste nada?
-¿Y tú? ¿Por qué no le echaste valor y le pediste ayuda a alguien para que te diera consejo?
-Pues ya te lo he dicho. Y lo de la ayuda fue porque me daba mucho corte. Era muy tímido.
-Mmm... Yo es que... No me llamabas nada la atención y no quería que pesaras que me gustabas cuando en realidad no era así.
-Bueno, pero me lo podías haber explicado. Yo no iba a decirte de ser novios ni nada.
-Ya, pero eso no lo sabía. Pensaba que a lo mejor sí que tirarías por ahí y prefería evitar eso.
-Pues no, no hubiera ido por ahí. Es que no sé... Después de aquello y si te lo pasaste bien, pues lo más normal es que se hable algo. Yo ya te digo que era horrible para tratar con chicas, pero sabía que tú no lo eras. De hecho, es que eras muy extrovertida. A lo mejor podríamos haber repetido.
-No, no creo. Es que... Javi, tú no me atraías en realidad. Y como tampoco me llamabas la atención puespreferí dejarlo ahí.
-Ah...
-Alguna de nuestras clases nos vio al parecer y me comentaron algo y bueno... No quería que se supiera que había estado contigo.
-Joder, ¿era para tanto?
-No, en realidad no. Pero en esa edad pues... En fin, que no quiero que te quedes con eso. A mí me gustó mucho esa noche.
-Pero entonces, ¿por qué se dio aquello? No lo entiendo. Si no te atraía nada...
-Porque estaba bebida. El alcohol desinhibe mucho y en ese momento pues te vi de otra manera. Además, el chico con el que quería tener algo esa noche se lio conmigo y luego se fue con otra. Me dejó con el calentón y me enfadé, por eso salí a fumar. Y ya cuando te vi, pues me lancé a por ti por la bebida y por el calentón que llevaba encima. El despecho también tuvo que ver.
-Pues vaya... Pensaba que...
-Pero no te quedes con eso, de verdad. Fuiste un chico muy atento y amable. Eso es algo que valoro mucho. Y como dices, no estuvo nada mal para ser tu primera vez.
-Ya.
-Cambiando de tema... ¿A qué te dedicas?
 
Capítulo 447

Estuvimos hablando un poco de otros temas, respondiéndole yo a esa pregunta empezando a contarle lo que había estudiado y cómo había encontrado aquel trabajo en el periódico, en el que estuve durante un buen tiempo, pero que al final me echaron por motivos personales y como ahora me dedicaba a la enseñanza en una academia dándole clase a varios niveles. Ella por su parte me dijo que había estudiado Magisterio, pero orientado exclusivamente a infantil. Estuvimos hablando durante un rato de anécdotas que nos pasaban con los más pequeños, hablando ella de técnicas que había estudiado y que ponía en práctica, ya que trabajaba en un colegio.

Yo no tenía esos estudios, por lo que no entendía varias cosas de las que me hablaba, pero sí que compartíamos trucos y detalles para poder sobrellevar las clases. También hizo alusión a su hermano, el cual era dos años mayor que nosotros dos, contándome que había tenido un niño y que estaba encantada con su sobrinito. Los minutos pasaban entre temas que no paraban de salir en esa charla prolongada. Fátima era una chica muy extrovertida y que hablaba por los codos, aunque no era algo que se me estuviera haciendo pesado, pero de repente me saltó con temas más interesantes.

-Oye, ¿y cómo es que has tardado tanto en dejarte ver?
-¿Y esa pregunta? ¿Desde cuándo estás en el grupo?
-Pues desde la fiesta de Halloween. Fui porque me invitaron y al ver a tantos conocidos de hace tiempo pues me animé a salir más con ellos. Que también lo hago con mis amigos de siempre, pero también es por variar un poco. Además, algunos se han ido a vivir fuera y estamos un poco solos.
-Ah, qué bien.
-Vi que estabas en el grupo de WhatsApp cuando entré a curiosear. De hecho, al poco fue tu cumple y tal, pero no estaba muy pendiente.
-Ya. Es que... Después de esa fiesta pasó algo.
-¿Qué pasó?
-Seguro que lo sabes.
-Mmm, no. La verdad es que había muchos mensajes y no tenía tiempo de ver qué había. Solo vi quien estaba en el grupo y ya está. Pero me ha llamado la atención verte hoy con nosotros y no haberte visto decir nada por el grupo. Tampoco somos tantos. No sé, me ha llamado la atención.
-¿No te han dicho nada de mí?
-Pues no. ¿Qué te ha pasado? ¿Has estado malo?
-Más o menos.
-¿Sí? No me digas... ¿Qué te pasó?
-No es algo de lo que me guste hablar mucho, pero te lo voy a contar para que lo sepas. Pero no preguntes mucho.
-Joder... ¿Qué es?
-Es que estuve en una relación. Estaba muy enamorado de ella y bueno, pasó algo y me dejó. Lo pasé muy mal durante varios meses.
-Pero... Vale, que me has dicho que no pregunte.
-¿Qué quieres saber?
-Cuándo te dejó y quién era.
-Me dejó el día de mi cumpleaños.
-¿En serio?
-Sí.
-¿Qué clase de persona hace eso?
-Fue por mi culpa. Nuestra relación se rompió por mi culpa, por no saber manejar varias situaciones al no haber tenido pareja nunca y...
-¿Que nunca habías tenido pareja?
-No.
-¿Pero cuánto llevabas con ella?
-Empezamos a primeros de marzo del año pasado y me dejó el 2 de noviembre. 8 meses.
-¿Y no has tenido más novias?
-No.
-Guau. ¿Y cómo es eso?
-Porque yo siempre he sido de ir a mi bola. Pero con ella todo cambió. Empezamos de follamigos y al final acabaron surgiendo sentimientos, y de los fuertes.
-Es muy normal cuando se tiene follamigos.
-Mmm, no sé qué decirte. Solo me ha pasado con ella el sentir esos sentimientos tan fuertes. He tenido algunas follamigas y no han despertado en mí tales cosas.
-Pues lo veo raro.
-¿Tú has tenido muchos novios?
-Formales, tres.
-Am. Pues eso, que fue por mi culpa. No supe manejar todo aquello. De hecho, lo hice realmente mal.
-¿La engañaste?
-No. Y lo tuve muy fácil y varias veces, pero no.
-¿Entonces?
-Mejor lo dejamos ahí. Es algo muy complicado.
-Vale, vale. Como tú veas.
-No creo que sepas quién es.
-Pues no sé. Si me lo quieres decir...
-Estaba también en el grupo.
-¿Sí? -preguntó impresionada.
-Sí. De hecho, cuando empezamos a salir, íbamos mucho con el grupo para tomarnos algo. Ya luego nos fuimos a vivir juntos a otra ciudad y por la distancia pues se hacía muy difícil.
-Am... ¿Estaba ahí la noche que tú y yo...?
-No. Imposible. Ella es 2 años menor que nosotros. No creo que con 15 años estuviera allí.
-¿2 años menor?
-Nos conocimos en el instituto de hecho. En los grupillos de salir cuando yo iba a cuarto y ella a segundo.
-¿Cómo salíais juntos con esa diferencia de edad?
-Pues por parejas que surgían entre los grupos, no sé. Pero no llegamos a nada.
-¿Y cómo dices que se llama?
-Elena.
-Mmm, no caigo. Yo es que salía con amigas que eran de otro instituto. No sé si sabrás que yo no fui al instituto en el que estuvimos en bachillerato. Yo hice la ESO en un instituto y luego me cambié al tuyo para hacer aquello.
-Sí, me lo imaginaba, porque no te había visto nunca hasta que entraste a primero.
-Pues no me suena quién puede ser.
-Da igual.
-Pues siento que todo acabara tan mal...
-Gracias. Supongo que me lo merezco por no haberlo hecho bien desde el principio.
-No te puedo decir. No conozco la historia.
-Mejor así.
-Oye -dijo para cambiar de tema-, me he estado fijando en todos los que hay en el grupo.
-¿Sí?
-Pues sí.
-¿Y qué tal? ¿Has visto a alguien que te guste o algo? Porque imagino que estás soltera. No he visto nada que me haga pensar que tengas novio y que esté yo aquí ahora...
-Jajajajajajajaja. No, no tengo novio.
-Jajajaja. ¿En quién te has fijado?
-Mmm, da igual.
-Uh... Eso es que hay alguien, pero algo pasa.
-Sí. Algo pasa.
-Va, dime quién es.
-Mario.
-Ah...
-Es que... Dios. Está muy bueno. Y es guapísimo.
-Ya, lo conozco desde hace mucho. Pero sabes que tiene pareja, ¿no?
-Claro que lo sé. Irene. Mañana es su cumpleaños.
-Eso es.
-También me he fijado en ella.
-¿Sí? ¿Te van también las chicas?
-No. No es eso.
-¿Entonces?
-La he estado observando estos días. Y no sé...
-¿Qué pasa?
-Algo me huele raro.
-¿Sí? ¿El qué?
-Pues no sé... Me da la sensación de que engaña a Mario.
-¿Qué? -pregunté bastante sorprendido.
-No sé... Es una intuición que tengo.
-¿Por qué lo dices?
-Estas últimas semanas ha vendido mucho con una chica. Siempre se juntaban y luego venía Mario.
-¿Sofía?
-¡Esa! ¿Cómo lo sabes?
-Porque me llevo bastante con ellos tres. ¿No has visto que he aparecido con Irene hoy?
-Es verdad. ¿Sois muy amigos los cuatro entonces?
-Sí. De hecho, esta noche iba a dormir en casa Irene y Mario.
-Ah... No tenía ni idea. El caso es que he visto que ellas dos se miran mucho. Y son miradas de... Vamos, que algo hay entre ellas. ¿Tú sabes algo?
-Mmm, no -dije haciéndome el loco.
-Creo que hay algo, aunque Sofía lleva ya unos días fuera de aquí. Alguien ha comentado que se ha ido a casa un tiempo.
-Sí, eso ha hecho -dije recordando que yo era el causante de aquello.
-Y hoy he visto que antes de que viniera Mario ha estado hablando con alguien por WhatsApp. Seguro que lo hacía con ella. Se la veía muy contenta, porque hasta se mordía el labio.
-¿Sí? No me he dado cuenta.
-Yo creo que Irene engaña a Mario con Sofía. Es que está muy claro, vaya.
-¿Y no puede ser que estuviera hablando con Mario?
-Mmm, no lo creo. Cuando ha llegado él le ha dado un beso y ya está. Lo normal hubiera sido alguna mirada o alguna sonrisa como la que tenía cuando estaba con los mensajes, ¿no?
-Sí, seguramente.
-Me parece muy raro que engañe a un chico así, la verdad, porque...

Mientras ella se ponía a explicar su punto de vista acerca del tema pareciéndole raro que Irene le pusiera los cuernos a Mario, yo me paré a pensar en eso mismo, porque yo sabía de primera mano lo que estaba haciendo Irene, porque no estaba hablando con Sofía. Lo estaba haciendo conmigo. Ese día estaba muy exaltada por ser el día siguiente su cumpleaños y la notaba con ganas de todo. En esos mensajes me empezó a decir que tenía ganas de que fuera el día siguiente por la noche, porque ella sabía de sobra porqué estaba ahí. Supuestamente era una sorpresa, pero acabó descubriendo, o más bien intuyendo que esa noche íbamos a hacer algo ella, Mario y yo.

Efectivamente, tenía en mente un trío, aunque originalmente me hubiera gustado que hubiera estado también Sofía, pero con esto último que había pasado no lo veía posible y tampoco le iba a decir que viniera para darle ese gusto a Irene. Ella necesitaba su espacio para sobrellevar aquello y no quería perturbarla. En esos mensajes, Irene me decía que tenía muchas ganas de mí y que iba a hacer todo lo que le dijera, que se arrepentía mucho de lo que había originado y que estaba preparada para cualquier castigo que le quisiera poner. Yo me hacía el interesante escribiéndole que no sabía de lo que me estaba hablando, pero ella estaba tan convencida que al final le dije que sí, que algo haríamos los tres.

-Es que no entiendo cómo puede engañarle -siguió Fátima-. Con lo bueno que está...
-Bueno, a lo mejor no le está engañando y estamos aquí hablando sin saber.
-Yo estoy segura de que sí le engaña. Estoy por decirle a Mario algo para llevarlo a la cama... Jajajaja.
-A lo mejor te llevas una sorpresa.
-¿Qué? Jaja. ¿En serio?
-No sé... Tú tienes labia. Lo mismo le convences.
-Jajajajaja. Pues a lo mejor lo hago -decía riéndose.
-¿Te gusta?
-Joder, sí. Me lo follaba y con ganas.
-Vaya, qué directa.
-A ver... No se lo diría así.
-¿Le plantarías un beso como hiciste conmigo?
-Jajajaja. Nooooooo. Esa vez iba bebida.
-¿Mañana vas a ir al cumpleaños?
-Sí. Dijo que podía ir quien quisiera y como no tengo un plan mejor...
-Pues supongo que beberás. A lo mejor sí que puedes hacerlo, jajajaja. Seguro que te gusta más desnudo.
-¿Lo has visto desnudo?
-Sí. Una vez los vi follando a él y a Irene. Me quedé a dormir en su casa y...
-¿Y cómo es? ¿Cómo la tiene? -preguntó interrumpiéndome.
-Jajajaja. Pues no está mal.
-Va, ¿cómo la tiene?
-Así -dije midiendo con mis manos.
-Mmm...
-Y la tiene gorda. Mucho.
-Uff... ¿Y te fijaste en Irene?
-Pues claro, está muy buena.
-¿Te la follarías?
-Jajajajaja.
-Seguro que sí.
-Pues mañana tú con él y yo con ella.
-Hombre, está feo hacer eso en el cumple de su novia, ¿no?
-Jajajaja, estoy de coña, Fátima. ¿Cómo le vas a decir a Mario de...?
-Joder, pues yo quiero. Y me da rabia que ella le ponga los cuernos.
-Que noooooo. No lo sabemos.
-Que sí, te lo digo yo.
-Bueno, pues haz lo que veas. Yo me voy.
-¿Te vas? ¿Por qué?
-Es tarde.
-Pero...
-¿Qué pasa?
-¿No quieres...?
-Ah, como no te pongo nada... No sé, pensaba que no me querías tocar ni con un palo.
-Tonto -dijo dándome un manotazo-. Que eso fue aquella vez. Ahora es muy diferente. Estás muy bien.
-No sé yo...
-Joder, si he salido detrás de ti cuando os habéis ido... ¿Por qué crees que lo he hecho?
-No sé. Lo mismo te han dado plantón otra vez y como sabes que soy fácil...
-Que tonto eres, de verdad.
-Jajajajajajaja.
-¿Desde cuándo eres tan vacilón? Pareces otro al Javi que me follé ese día.
-Sí, algo he cambiado. Aunque lo que a ti te interesa sigue igual, por eso no te preocupes.
-Vaya, y también chulito... Mmm... -murmuraba riéndose.
-Eres tú la que quieres que te folle. No tengo por qué hacerme el chulito, si ya te tengo calentita.
-A ver si voy a ser yo la que te va a follar, anda... -dijo desafiante.
-Qué va. Eso ya te lo digo yo.
-Uff... Venga, a ver si es verdad.
-Primero quítate esa coleta. Ya te dije que me gustabas más con el pelo suelto.
-Joder, ¿te acuerdas hasta de eso?
-Las primeras veces no se olvidan. De hecho...
-¿Qué pasa?
-Recuerdo que te dije una cosa y que me dijiste que iba muy rápido para ser mi primera vez.
-Mmm... No caigo.
-Era sobre una parte de tu cuerpo.
-¿Mi culo?
-Exactamente. ¿Lo practicas o no te hace gracia todavía? Porque hoy te voy a follar el culo.
-Jajajajaja.
-No te rías, voy en serio.
-De vez en cuando lo hago. Pero con tu... No, qué va.
-Mira, vamos a hacer una cosa. Ve al baño y te preparas bien el pelo y lo que necesites. Ponte guapa para mí si quieres que me quede.
-Pero bueno -dijo levantándose mientras reía y se acercaba a mí-. ¿Cómo vas tan sobrado tú? Jajajajaja.
-Lo soy porque me lo puedo permitir.
-¿Seguro?
-Segurísimo. Si quieres que me quede y que nos vayamos a la cama, vas a tener que tenerme contento.
-¿Y si no lo hago?
-Pues...

Cogí a Fátima y la senté sobre la mesa para besarla en los labios, agarrándola del culo para pegarla a mi cuerpo y que notara el bulto de mi pantalón al tenerla morcillona por la excitación que me estaba entrando.

-Te quedas sin nada -seguí.

Fátima resopló y me dio otro beso, apartándome para bajarse de la mesa.

-Dame 10 minutos.
-Vale. Una cosa.
-Dime.
-¿Estás depilada?
-Siempre.
-Lástima.
-¿Por?
-Me gusta que tengan un poco de pelo ahí abajo. Me pone mucho.
-Pues no tengo... Para la próxima vez me puedo dejar.
-Depende de lo contento que me dejes. Si lo consigues, repetiremos.
 
Capítulo 448 A

Fátima se mordió el labio sonriendo y se marchó fuera del salón para ponerse guapa. Me gustaba todo ese juego que salió un poco de la nada, aunque que me dijera de subir a su casa una vez llegamos me dio pie a pensar que la cosa iba a acabar así. Pese a la conversación que tuvimos en la que nombré ciertos hechos que me dejaban siempre con un sabor de boca muy amargo, no llegué a pensar mucho en aquello. Ella solo se estaba interesando por mí y yo solo le estaba dando algo de contexto de mi situación. Me entretuve con el móvil en lo que ella terminaba de prepararse, mirando algunas cosas hasta que vi que tenía mensajes de Irene. Me preguntaba si iba a tardar mucho en llegar a casa, porque estaban cansados y se querían marchar a dormir para tener fuerzas para el día siguiente para la cena y para luego salir de fiesta.

Yo le dije que no tenía ni idea, que estaba en casa de Fátima y que parecía que la cosa se había animado, pero que no sabía cuándo iba a terminar, aunque le comenté que no se preocupara, que ya me buscaría la vida para dormir, haciéndolo allí mismo o yéndome a casa de mis abuelos en caso de que Fátima no quisiera que me quedara con ella. Ella me respondió que tampoco hacía falta eso y que la podía llamar si me veía tirado en la calle, diciéndome también que me lo pasara bien y disfrutara con ella.

Y no tardó mucho Fátima en llamarme desde lo que parecía su habitación, así que me levanté y fui hasta donde creía que estaba, aunque por el camino preguntaba dónde estaba, de manera juguetona, respondiendo ella también de la misma manera. Al llegar a su habitación me encontré a Fátima sobre la cama, en una habitación tenuemente iluminada, solo con un conjunto de ropa interior muy sexy de color negro que contrastaba bastante con el color de su piel. Estaba con una sonrisa muy grande en su enorme boca, su pelo suelto, sus uñas de las manos y de los pies pintadas de rojo, como siempre, al igual que ese maquillaje que siempre se ponía en los ojos y en los labios, con ese rojo que combinaba siempre con ese color de sus uñas. La verdad es que estaba bastante atractiva y tenía ganas de rememorar aquella noche que pasamos juntos y que tan importante sería para mí al iniciarme en el mundo del sexo, aunque sabía que no iba a ser lo mismo.

Por suerte, me veía muy cambiado para parecerme a aquel chico que estaba tan perdido como asustado. Ella me miraba expectante, teniendo pinta de estar bastante encendida. Como no decía nada, me senté en la cama y le dije que se levantara, para quedar a una altura más próxima que la que teníamos al estar ambos de pie. Al hacerlo, la atraje hacia a mí poniendo mis manos en su culo, el cual lo noté igual que en aquel día. Ella no pudo evitar agarrar mi cara para besarme al juntar sus labios a los míos, aunque rápidamente buscó meter su lengua en mi boca.

No quería alargar más el momento, pues tras el recuerdo de nuestra primera vez y todo lo que estuvimos hablando me veía con ganas, además de que ya eran más de las 12 de la noche con la tontería. Le desabroché su sujetador para quitárselo, bajándole también sus bragas como pude al no soltarme ella la cara para continuar ese beso que me empezó a dar, aunque se retiró un poco para terminar de quitarse ella ambas prendas. No era lo que esperaba, pues encontré sus tetas diferentes a nuestra primera vez. Ahora las tenía algo caídas y no tan bonitas como entonces, aunque el resto sí que lo mantenía prácticamente igual. Quizá le notaba algo de celulitis, pero tampoco me importaba.

Tenía unas curvas bonitas con esos muslos carnosos y ese culo grande y redondo que me dejó ver una vez le dije que se diera la vuelta. Una vez la vi bien, la cogí de su mano para volver a atraerla hacia a mí, aunque ahora la senté sobre mi regazo para besarla y tocarle el cuerpo, empezando por los pechos y pasando luego a los muslos. Por último, puse mis dedos sobre su raja para ver cómo estaba y sí que debía estar cachonda para estar así de mojada.

-¿Estás caliente? -le pregunté al oído mientras jugaba con él.
-Estoy muy perra. Y eso que aún estás vestido.
-Vas a flipar.
-Uff...
-Ya no soy ese chico que no te atraía. Ahora soy el chico en el que no vas a dejar de pensar cuando te vayas a dormir.

Oía como Fátima tragaba saliva y no quería hacerla esperar más, por lo que ma senté en la cama y me levanté para empezar a desnudarme. Rápidamente me quité las zapatillas y los calcetines, quitándome después los pantalones para dejar salir mi erección que ya solo era contenida por mis calzoncillos, la cual empujaba la tela. Fátima me miraba con ganas de todo y deseando que siguiera.

-¿Estás lista?
-Joder, desnúdate ya y ven aquí.

En un movimiento rápido me quité la sudadera que llevaba, dejándola con la boca abierta. Estaba bastante sorprendida, tanto que se incorporó y todo para poder observarme mejor. No paraba de mirarme por todos lados, pero no decía nada. Como la veía con tantas ganas me quité los boxers y los dejé caer para irme hacia la cama, poniéndome de rodillas sobre ésta. Fátima me agarró la polla rápidamente para empezar a mover su mano hacia arriba y abajo para empezar a masturbarme, sin dejar de mirarme el cuerpo y a los ojos muy intensamente.

-¿Te sigue poniendo más Mario ahora?
-Joder... Cómo has cambiado...
-¿Te gusta lo que ves?
-Me encanta.
-Y esto es solo el principio. Esta noche no la vas a olvidar.
-Seguro que no.
-Te voy a follar como no te han follado en tu vida.
-Hazlo ya.

Agarré la cabeza de Fátima para llevarla hasta mi entrepierna y que así me la pudiera comer. Ella se lanzó a ello en cuanto vio lo que quería, haciéndolo con mucho ímpetu. Muy lejos de aquella mamada que me hizo en su día, ahora no tenía esa presión de correrme rápido. No lo veía posible, porque no estaba nervioso como en aquel entonces y no veía a Fátima tan atractiva como en ese momento, aunque eso no quitaba que estaba a gusto con ella en la cama y que tenía ganas de reventarla. Estuvo mamando durante unos 5 minutos, hasta que me cansé y la tumbé boca arriba para comerle las tetas de manera rápida, bajando después a su coño, donde me explayé más. Fátima empezó a gemir rápidamente mientras yo me entretenía dándole una buena comida de coño en la que notaba cómo de cachonda estaba por la cantidad fe fluidos que no paraba de fabricar.

Por momentos me apretaba la cabeza con sus muslos o me tiraba del pelo mientras decía que no podía creer lo bueno que estaba, lo sorprendida que estaba por verme con tantos tatuajes, lo bien que me quedaban, lo guapo que estaba con la barba... Que me regalara los oídos de esa manera hacía que me viniera arriba y que se lo comiera con más ganas, por lo que le empecé a meter también un par de dedos para darle más placer mientras seguía con esas lamidas y succiones por sus labios y por su clítoris. No tardó mucho en correrse en mi boca retorciéndose mientras gemía de manera alta y aguda. La veía tan sensible que me retiré de ella, notando cómo me chorreaba sus fluidos. Ella se tapaba la cara y respiraba aceleradamente, aunque era consciente de lo que pasaba.

-Madre mía... ¿Quién te ha enseñado a comerlo así? Jajajajaja.
-Tú fuiste una buena profesora en su día, pero uno aprende también algunas cosas por su cuenta.
-Joder, Javi... ¿Dónde te has metido todos estos años? Jajaja.
-Jajajaja. Oye, cómo te mojas, ¿no? Tengo la barba chorreando.
-¿Sí? A ver...

Fátima se me acercó para besarme y recoger así parte de sus fluidos. Sobra decir a estas alturas cómo me pone que las chicas hagan eso, pero me pilló por sorpresa, así que la recibí con ganas poniendo una de mis manos en su culo para atraerla más hacia mí.

-Pues sí... Estás lleno de mí.
-En su día recuerdo que también era así.
-Sí, jajajaja. No tengo problemas de lubricación.
-¿Puedes seguir, o necesitas descansar más?
-Joder, cómo has espabilado...
-Pues claro.
-Pero es que te la quiero comer.
-Si ya lo has hecho hace nada.
-Pero quiero hacerte acabar.
-Va a ser complicado. Tengo aguante.
-Bueno, déjame un poco.
-Venga.

Fátima se escurrió por la cama para ponerse como lo había hecho yo hacía poco antes, empezando una nueva mamada. Pese a saber cómo hacerlo y a tener una boca grande no llegaba a estimularme de manera que me pudiera llevar al límite, por lo que no veía posible que me pudiera correr. Tampoco estaba tan cachondo como para llegar rápido y se lo dije en alguna ocasión, pero ella seguía empeñada en comérmela. Tras repetírselo otra vez, entró en razón y se incorporó para coger un condón de la mesita de noche, abrirlo y ponérmelo. Parecía que quería llevar las riendas de la situación, pero me apetecía controlarlo, así que cuando vi que se iba a poner encima de mí, la agarré para ponerla boca arriba y metérsela rápidamente después de un par de pasadas de mi glande por su raja. Una vez se la metí, ella me abrazó con fuerza para pegar nuestros cuerpos, pero yo quería follar, así que me empecé a mover para hacerlo.
 
Capítulo 448 B

Fue un polvo normalito en el que variamos mucho en posturas y en intensidad, aunque la manera en la que más lo hacía era con ella boca arriba y yo de rodillas sobre la cama, agarrando sus piernas para pegarlas a mi pecho y darle fuerte. Así fue como logré arrancarle otro orgasmo con ella gimiendo de nuevo como lo había hecho en su primer orgasmo, solo que ahora agarraba las sábanas con fuerza. Yo también me logré correr por lo apretado que se le quedaba al juntarle las piernas, aunque notaba cómo ella apretaba también internamente. Nos quedamos unos momentos ambos recuperando el aliento al descansar sobre la cama. Yo me recuperé rápidamente y ella también, poniéndose de lado para mirarme.

-Qué pasada... -decía de manera acelerada.
-No ha estado mal, jajaja.
-Mal dice...
-Lo he hecho yo todo.
-Porque no me has dejado.
-Eso es verdad.
-Dame un momento, que te vas a enterar.
-A ver si es verdad. Aunque yo estoy contento con que me dejes...
-Qué síiiiiii. Que lo vas a hacer. Pero déjame divertirme antes.

Fátima volvió a por mi polla, que estaba morcillona, aunque se terminó de poner dura cuando se la metió en la boca para chuparla después de haberme quitado el condón. En nada ya estaba con otro puesto y ella sobre mí follándome a buen ritmo al montarme y botar sobre mí, aunque también se dio la vuelta para que le viera el culo, dándole yo azotes mientras se seguía moviendo. Sin embargo, no lograba que volviera a acabar, estando ella cerca. Resoplaba al verme con tanto aguante, pareciendo ella tener dificultades para seguirme el ritmo. Como paraba a cada poco, me cansé y me volví a poner yo encima para follarla rápidamente, agarrándola del cuello y metiéndole el pulgar en la boca después. Parecía gustarle mucho esos gestos, lo que me llevó a recordar cómo se puso aquella vez que le escupí en el coño.

Esta vez lo volví a hacer, pero en su boca tras decirle que la abriera. Fátima se puso como loca, con su cuerpo temblando para aparentemente recibir su tercer orgasmo, aprovechando yo para apretar con fuerza y que se corriera en condiciones. También me salí e intenté meterle los dedos con la idea de provocarle un squirt por aquello de que se mojaba mucho. Ella se puso nerviosa, pero pude hacerlo un poco, lográndolo. Sin embargo, no fue algo tan estrafalario como había visto en otras ocasiones, tan solo fueron unas gotas que salieron tras ese sonido a chapoteo que suele tener lugar.

-Para, para, que me matas... -me rogaba con la voz muy aguda y temblando mucho.

La dejé tranquila, costándole ahora más recuperarse. Yo la observaba con atención mientras me pajeaba para no perder la erección. Estaba siendo muy divertido follar con ella, porque en nuestra primera vez ella era la experimentada, pareciendo haber cambiado las tornas en esta ocasión. Y la verdad es que parecía impresionada por ello, porque no dejaba de mirarme en cuanto abría sus ojos. Al hacerlo en esta última ocasión, resopló al verme masturbarme lentamente, pasando a taparse la cara.

-No sabía que hacías squirt.
-Yo tampoco -dijo para volver a taparse la cara, echándose a reír.
-¿Cómo?
-Pues que nunca me había pasado esto -dijo destapándose la cara para ponerse de lado mirándome.
-¿En serio?
-Te lo juro.
-A ver, yo sí que he visto alguna vez esto y te tengo que decir que ha sido diferente.
-¿Sí? ¿Por?
-Porque las veces anteriores ellas lanzaban chorros. Lo tuyo ha sido unas gotitas y ya está.
-No sé. A lo mejor es por ser la primera vez.
-También puede ser que tu cuerpo lo haga así y ya está.
-Puede ser... ¿Todavía tienes ganas? -preguntó mirándome cómo me pajeaba.
-Pues sí. Aún no me he corrido.
-¿Pero cómo puede ser después de todo el rato que te la he comido y después del polvo que me acabas de echar? ¿Tan mala soy? Jajajaja.
-No. Para nada. Pero conozco mi cuerpo y ya te he dicho antes que ahora me iba a costar más.
-Pues yo ya estoy K.O. mi coño no puede más.
-¿Ya? -pregunté sorprendido.
-Sí. Es que... Verás. Antes de quedar he estado jugando con un juguete que tengo. A veces me pongo muy cachonda y me tiro un buen rato. Hoy ha sido así.
-Ah, vale.
-Tres orgasmos contigo después de haber jugado tanto tiempo esta tarde es suficiente. Lo tengo muy sensible.
-Qué pena...
-¿Te has quedado con las ganas?
-Pues un poco sí.
-Bueno, pues te la como y acabas en mi boca.
-O podemos hacer otra cosa -dije poniendo mi mano sobre su cadera, acariciándosela para deslizarla hasta su culo y apretarlo.
-Uff...
-Te lo decía en serio. ¿No te apetece?
-Es que llevo mucho sin hacerlo así. Y tú la tienes muy grande para no hacerme daño.
-Ya te he dicho que sé cómo hacerlo para que no duela.
-Venga, va. No es justo que con lo que me has hecho disfrutar, te vayas tú a medias.
-Tampoco quiero que te veas obligada, ¿eh? Si vas a estar incómoda, lo dejamos.
-No, no. Has dicho que sabes cómo hacerlo para que todo vaya bien. Confío en ti.
-Muy bien.

Tras eso nos empezamos a besar para ponerla a tono de nuevo. Yo ya lo estaba de sobra, pero sabía que aquello iba a llevar un tiempo, por lo que me quité el condón para estar más cómodo. Aún nos faltaba un buen rato para que la pudiera follar, así que preferí deshacerme de aquello. Cuando creí oportuno, la puse boca abajo y la empecé a besar por el cuello para ir lentamente y que así viera que iba en serio aquello de que sabía preparar el terreno.

Con delicadeza y tomándome mi tiempo fui bajando por su cuerpo con esos besos, ganándome gemidos muy sensuales por su parte hasta que finalmente llegué a su culo, el cual besé y mordisqueé por la parte de las nalgas. Todo iba bien, aunque cuando se las separé se empezó a poner nerviosa, pero yo me encargué de tranquilizarla, diciéndole que era imposible continuar si no lo hacía. Mientras le daba su tiempo para que se calmara me quedé mirando su culo, viendo que tenía un ano normalito. Para comprobar si estaba tranquila le soplé un poco y ella pegó un respingo.

De nuevo le dije que se tenía que calmar, volviendo a besarla por sus nalgas después de decirle que se tocara un poco si lo veía posible por aquello de que estaba sensible. Finalmente se relajó al seguir mi consejo y pude empezar a estimulárselo al acariciarle con mis dedos por la zona. No tardé mucho en sustituirlos por mi lengua para comérselo un poco, pasando a aumentar el ritmo poco a poco viendo que no estaba incómoda como esperaba yo que estuviera al haberle costado un poco calmarse. Una vez me aseguré de que estaba bien ensalivado, probé a meterle un dedo y fue bastante bien. Pronto ya le estaba follando el culo con un dedo, haciéndolo más rápido conforme pasaban los segundos y llegando a animarme incluso a meterle uno más.

Paré un poco para corroborar que todo estaba bien al subir hasta su nuca y preguntarle al oído susurrando. Ella me dijo que sí, que se encontraba muy bien y que lo estaba disfrutando. También aproveché para preguntarle si tenía lubricante, porque con eso iba a ser más fácil y me contestó afirmativamente, señalando al segundo cajón de su mesita. Lo cogí, aprovechando también para coger un condón, porque ya sí la veía preparada y con el culo suficientemente dilatado como para poder follárselo. Y no fue algo que me demoré mucho en hacer, poniéndome el preservativo rápidamente para echar bastante lubricante por su culo y por mi polla plastificada. Hasta me eché en un dedo para lubricarla bien por dentro. Ella reía como si le diera vergüenza, pero también gemía flojito. Llegado el momento, puse mi glande sobre su ojete para ir tanteando, viendo que parecía estar cómoda.

Aun así, le avisé de que iba a entrar en ella y Fátima puso su culo más en pompa. Para mi sorpresa, no costó tanto que entrara como esperaba, haciéndolo rápido y con ella lanzando un largo y sensual "Mmmmm..." Eso me gustó bastante y por ello me animé a seguir, aunque muy poco a poco. Llegó un punto en el que ya le había metido la mitad y ella no se estremecía por dolor ni hacía ningún sonido que me indicara que pudiera estar molesta, por lo que continué, aunque antes me eché más lubricante para asegurar. Es algo en lo que no hay que escatimar, así que me aseguré de que todo estaba bien húmedo para que no ocasionara ninguna molestia. Así llegué a metérsela entera, chocando mi piel de las caderas con sus nalgas.

-¿Cómo estás? -le pregunté al oído al echarme sobre ella con cuidado.
-Muy bien -me respondió con una voz muy mona, girando su cara para dejarme ver cómo llegaba a tener chapetas.
-¿Quieres que te folle así?
-Sí. Me está gustado.
-¿Te ha dolido?
-No. Es raro, pero no le duele. Y me da morbo.
-Porque eres una guarrilla.

Fátima afirmó con un gemido bastante bonito y eso fue más que suficiente para ver luz verde y poder así empezar a follarla al moverme dentro de ella. Empecé con cuidado y lentamente, aunque poco a poco aumenté la velocidad al ver que no se quejaba. En 5 minutos ya la estaba follando a una velocidad normal para el sexo normal, pero le estaba dando por detrás. Se sentía muy bien, aunque no era el culo más apretado que me había follado, pero el morbo de hacerlo siempre está ahí y aunque no fuera así, me daba la sensación de estar desvirgándola por ahí.

Ella ya llevaba un buen rato gimiendo, pero cada vez lo hacía más fuerte y más alto a medida que aumentaba yo la intensidad con la que le estaba dando. Pero no decía nada y eso me resultaba raro. Una chica a la que le gustaba decir guarradas mientras follaba, se callaba de repente siendo enculada. La verdad es que esperaba que sacara a pasear su repertorio de soeces, pero no lo terminó de hacer, por lo que le puse de nuevo sobre ella.

-¿Estás bien?
-Sí, ¿por qué?
-Porque estás muy callada. Lo normal es que hables.
-Es que estoy concentrada.
-¿Te duele?
-Un poco. Ahora sí que noto dolor.
-¿Quieres que paremos?
-No, no. Es muy soportable. Me gusta mucho cómo lo haces. Sigue follándome así.
-Tócate un poco, así te centras más en el placer.
-Vale.

Reanudé la follada agarrándola de las caderas mientras ella se ponía en pompa de nuevo y también llegaba a empujar con su culo para acelerar la follada. También notaba cómo me estaba haciendo caso al ver cómo de tocaba acariciándose el clítoris. Poco a poco fue creciendo esa intensidad hasta que llegó un punto en el que Fátima gritaba con fuerza, llegando a pedirme que la reventara. Yo cachondo perdido le pregunté si estaba segura y ella me dijo que sí y me volvió a demandar que le diera todo lo fuerte que pudiera. Y así lo hice, poniendo también toda la rapidez que puse hasta que noté como me llegaba el orgasmo al sentir un buen escalofrío por la espalda.

Hasta llegué a gritar para proclamar mi clímax. Ella también lo hizo, dando un fuerte chillido y empezando a temblar con mucha fuerza, derrumbándose sobre la cama para seguir temblando una vez yo ya había acabado de correrme. Me eché hacia atrás viendo cómo se agarraba su coño con una mano mientras seguía teniendo el culo abierto. Fue una imagen muy excitante y que se me quedó grabada en la mente. Fátima estaba muy ida y ya era bastante tarde, por lo que creía que de esa no se recuperaba, así que la tapé para que no cogiera frío y pudiera descansar bien.

Yo por mi parte fui al baño para lavarme un poco, viendo por la ventana que no estaba haciendo una buena noche, con una fuerte lluvia, así que pensé quedarme allí a dormir, porque me daba pereza bajar hasta el coche y ponerme perdido de camino, además de que era bastante tarde y no quería molestar ni a mis amigos ni a mi familia. No pensaba que le fuera a importar a ella, así que me puse los boxers y me tumbé a su lado para tratar de dormir, porque ya era muy tarde, viendo que ella ya lo hacía.
 
Atrás
Top Abajo