Reencuentro con Elena

Capítulo 415 A

No entendía por qué tanto ella como mi madre me estaban hablando de Sofía de esa manera. No sabía el porqué de sus palabras y por qué querían verme de nuevo con pareja. Si yo estaba muy a gusto a mi bola, ¿para qué iba a meterme de nuevo en una relación? Sofía era una chica fantástica, como le dije a Irene, pero no terminaba de verme con ella de esa manera. Ni con ella ni con nadie, por eso estaba un poco mosca con el tema y con que las dos me hubieran dicho algo tan similar.

Yo no era desde luego una de esas personas que cambian de pareja como quien cambia de móvil. Sabía de gente que era así. Que lo pasaba mal durante unos días y luego se iban con otra persona como si nada. No podía entender cómo podían hacer algo así cuando a mí me costó meses asimilar y sobrellevar el final de mi relación. Y ahora no buscaba nada de nada, solo pasármelo bien, tal y como hacía cuando estaba en la universidad.

Algo que también me dejó pensativo de nuevo fue esos pensamientos que tenía Irene acerca de su relación con Mario. No sabía que ella también tuviera esas inseguridades en su relación. La veía una chica segura y aparte del tema que tuvo precisamente con Sofía, no vi nada más que me pudiera dar pie a pensar que a veces le daba por pensar eso. Si incluso trataba con naturalidad muchas veces el acostarse con otras personas como si nada estando con Mario.

La cabrona de Irene me sacó de esos pensamientos al tirarse encima de mí yendo solo en ropa interior. Me asustó y me sobresaltó, riendo ella, pero rápidamente se puso a comerme la boca con ansia mientras de acomodaba bien sobre mi cuerpo. Rápidamente eché mano a su culo para tocar directamente su piel por llevar un tanga negro, al igual que su sujetador, aunque éste voló de inmediato al quitárselo yo y lanzarlo por ahí. Rápidamente le empecé a comer las tetas con ella gimiendo mientras me acariciaba la cabeza.

También le soltaba algún azote con fuerza, murmurando ella con tono de placer. Cómo le iba la fiesta... Tan cachondo me puso verla así y las ganas con las que venía que me levanté con ella sobre mí todavía para ir a su habitación con ella en brazos y poder estar más tranquilos en la cama. Allí le seguí comiendo las tetas durante un rato más, con lamidas, chupetones y algún que otro mordisco para hacerle un poco de daño, pero a ella le encantaba. También me recreé por todo su cuerpo con esos chupetones y mordiscos.

Para haber follado ya con ella, se ponía de unas maneras cuando le hacía eso que era algo que me llamaba la atención. Le quité el tanga y lo tiré a una de las sillas que había por la habitación para comerle el coño y que se corriera así en breve con sus típicos gemidos agudos y anunciándomelo poniendo la voz de la misma manera, algo que siempre me hacía gracia. La verdad es que me llevé una agradable sorpresa al ver a Irene con una franja de pelo de unos dos dedos de grosor sobre su pubis.

Era muy diferente al triángulo que solía llevar siempre, pero aun así estaba tremendamente preciosa con aquel detalle. También la había visto sin nada ahí abajo y no estaba mal tampoco, pero se me hizo muy rara verla así en su día y prefería que se dejara algo, aunque fuera menos, como en este caso.

También le temblaban un poco las piernas. Eso es algo de lo que más me gusta cuando una chica tiene un orgasmo conmigo. Esa manera en las que sus piernas vibran y se quedan con esa cara de placer es algo que me pone como una moto. Y ella lo sabía, aunque no lo simulaba. Sus orgasmos le producían esos temblores tan llamativos para mí. Una vez se corrió, tiró de mí para que me pusiera sobre ella y la besara, quedándonos así, los dos muy pegados y besándonos durante varios minutos, aunque ella no paraba de echar mano a mis bajos para sobarme por encima de los vaqueros.

-Me gusta lo que te has hecho aquí -dije acariciándole el pubis.
-¿Sí?
-Claro. Ya sabes lo que me gusta que las chicas tengan pelo ahí abajo. Me gustaba más tu triángulo, pero así está muy bonito también.
-Es que para la vuelta de Mario me lo quité todo. A él le gusta más así. Y cómo llevábamos tanto sin vernos, pues quería darle esa sorpresa. Y lo mantuve así durante unos días y ahora me lo he dejado así, para que los dos estemos contentos.
-Os hinchasteis a follar, ¿no?
-Pues ya te puedes imaginar. Qué pasada. Cuando estamos sin vernos unos días, Mario se transforma. Quiere follar y te folla. Muy bruto. Me encanta. Se parece mucho a ti en esas ocasiones en ese aspecto. Ya sabes lo que me encanta que me den caña y que me traten como a una puta. Pues él ni me insulta ni nada, pero sí que me folla con más agresividad cogiéndome del cuello y todo.
-Eso está muy bien. Son las ganas de sentirte.
-Los primeros días echamos muchos polvos. Todos muy salvajes, pero cuando acabábamos teníamos nuestro momento de mimitos. Me encanta lo dulce que es. Si fuera siempre así de bruto para follarme... Pero es que él es muy bueno y no le gusta tratarme mal.
-Pero es un juego.
-Ni con esas. Ya se lo he dicho muchas veces, pero es que se le pone mal cuerpo. Y mira que sabe que me pone a mil, pero nada.
-¿Te molesta?
-No, para nada. Si a mí me encanta cómo me folla mi novio. Me conoce perfectamente y sabe qué hacerme y lo que me gusta aparte de eso. No tengo ninguna queja en eso.
-Menos mal.
-Pero también quiero tener mi ración de eso que él no me da. Por eso quiero seguir follando contigo como ahora.
-Por mí, bien. Me encanta lo guarra que eres y cómo te gusta que dé fuerte.
-Voy a por el portátil y te enseño lo que hemos hecho.
-Venga.

En lo que ella fue a por el ordenador, yo me quité la ropa para quedarme desnudo sobre la cama. Estuve mirando el móvil en lo que venía, viendo que tenía algún mensaje de Eva diciéndome si no iba por el estudio como le dije que haría para seguir viéndonos y que así me mantuviera informado, aunque también es verdad que lo podría haber hecho por mensaje o por llamada. Le dije que al día siguiente me acercaría si me echaba una mano para pillarme una cita con su compañero, contestándome ella afirmativamente al instante, así que al día siguiente la vería y le preguntaría mejor en persona si había empezado a hablar con Raquel. Irene regresó como salió, totalmente desnuda, con el portátil y el cargador en sus manos. Se quedó parada al poco de entrar en la habitación para mirarme por todo el cuerpo, quedándose callada y sin decir nada.

-¿Qué pasa? -le pregunté riéndome.
-Qué estás buenísimo.
-Jajajaja. Tú también lo estás. Venga, ven, que nos va a dar frío.

Irene puso el portátil sobre la cama, enchufando el cargador en el enchufe de la mesita después de quitar el de la lamparita. Lo puso a nuestro lado y se echó sobre mí para empezar a besarme por el cuerpo, pero no había puesto el vídeo, por lo que se lo pedí. Estaba tan excitada que se le había pasado, pero lo acabó poniendo para luego seguir como había empezado. En el vídeo me encontré a Irene comiéndosela a Mario y entonces ella se puso de la misma manera, imitando lo que salía en el vídeo. La verdad es que me resultaba bastante excitante estar en esa situación y ella parecía estar encantada también por la forma en la que me la comía. Los primeros minutos del polvo estuvimos así, pero porque ella quería.

Se encabezonó en que lo hiciéramos como ella y Mario lo hacían en el vídeo y no estaba mal, pero yo necesitaba algo más movidito, por lo que la acabé poniendo boca abajo en la cama para ponerme sobre ella y metérsela desde atrás y así poder follarla bien. La agarré del pelo con fuerza para que mantuviera su cabeza alta y mirara el vídeo. La follé con ganas al empujar con fuerza mientras le decía guarradas muy subidas de tono mientras ambos veíamos el vídeo.

Así conseguí arrancarle un par de orgasmos con ella gimiendo muy agudo, aunque yo le tiraba del pelo para que no perdiera detalle del video. Paré un poco de darle así de fuerte, manteniendo un ritmo más calmado al seguir penetrándola. Le di un poco de respiro, aunque también aproveché para descansar yo un poco, porque no quería acabar. De hecho, no quería correrme demasiadas veces, teniendo en mente hacerlo solo una vez para que explotara bien. Lo único que no sabía era dónde hacerlo.

Para seguir con el juego, le dije a Irene que me explicara lo que sentía en los momentos que se veían en el vídeo y en ese mismo momento mientras yo la follaba. A ella parecía volverle loca jugar de esa manera, porque estaba muy participativa y activa. Había momentos en los que ella empujaba con su culo para acelerar un poco la penetración, pero yo se la hincaba con fuerza a la vez que le tiraba del pelo con fuerza para corregir la situación y demostrarle quién mandaba.

Ella gemía de gusto cuando le hacía eso, por lo que me hacía dudar de si lo hacía para aumentar la follada o para que la tratara así. En cualquier caso, ambos nos lo estábamos pasando muy bien. Llegamos a un punto del video en el que Mario follaba a Irene de manera muy dura estando ella a cuatro y me entraron ganas de hacer lo mismo, por lo que la puse así para imitar a mi amigo. Irene se agarraba a las sábanas con fuerza mientras yo bombeaba con fuerza desde atrás para reventarla bien, provocándole otro orgasmo.

Y menos mal, porque me noté cerca yo también de acabar. Aun así, no paré de darle, pero pasé a hacerlo de manera mucho menos intensa para intensificar su orgasmo. Irene gemía y resoplaba y eso me gustaba mucho, por lo que le daba algún que otro azote con fuerza para ver cómo reaccionaba. Lo hacía como esperaba, con gritos que mezclaban placer y dolor. Irene era una amante excelente. Me salí de ella y se tumbó del todo boca abajo para recuperar el aire, poniéndome yo a su lado para acariciar su culo y seguir dándole algún azote. Después de esa escena, Irene pasó a montar a Mario, pero eso era algo que no quería recrear pese a lo que me encantaba esa postura.

Sabía que si Irene me montaba así me iba a correr en nada y no tenía eso en mente, así que la dejé descansar un poco más. Pero me pidió que la dejara comérmela, así le di permiso y me acomodé para ponerse ella entre mis piernas siguiendo tumbada boca abajo y me la estuvo comiendo un poco, aunque le dije que lo hiciera despacio. El video se acabó, teniendo una duración de 20 minutos y le dije que me gustó mucho y que efectivamente, se veía a Mario más activo sexualmente hablando, follándola de una manera más salvaje de lo que yo estaba acostumbrado a ver. Irene me dio la razón y me pidió que la follara de nuevo, por lo que nos empezamos a besar y la puse de espaldas a mí, pero estando tumbada de lado para follarla haciendo la cucharita. Me apetecía hacerlo así, y le daba con ganas, gritando ella mi nombre de manera alta.

-¿Dónde quieres mi leche?
-Donde tú quieras.
-¿Vas a ser buena chica y te lo vas a tragar todo?
-Sí -dijo inmediatamente de manera seria y segura.
-Vale, pues ponte a cuatro, que te voy a reventar como a ti te gusta.
-¿Y si me lo haces un poquito así encima de mí?
-Venga, va.

Estaba tan entregada que accedí a lo que me pidió, así que la follé durante un rato en un misionero en el que ella no apartaba su mirada de mis ojos. Yo aumentaba y bajaba el ritmo para jugar con ella, con Irene acariciando o agarrando mis brazos con fuerza, dependiendo de cómo le estuviera dando. Se corrió como ella siempre solía hacer conmigo, con esos gemidos agudos y con sus palabras con el mismo tono diciéndome que ya le venía. Para intensificar su nuevo orgasmo, me puse sobre ella para pegar nuestros cuerpos y le empecé a besar el cuello, abrazándose ella a mí con todo su cuerpo y llegando a su orgasmo, teniendo uno bastante intenso.

Yo seguí, aun así, porque me veía con fuerzas para seguir, provocándole otro orgasmo, aunque no tan intenso. Me ponía bastante que mi amiga fuera multiorgásmica y que llegara tan fácil al orgasmo conmigo. Que explotara tantas veces en mis manos era algo que me reconfortaba mucho. Me incorporé para mirarla, viendo como ella se estremecía aún con su cara de placer y pasaba a tirarse de los pezones mientras yo le seguía dando, aunque muy suavemente.

-¿Te gusta cómo te follo?
-Me encanta -decía con la voz muy ida y aguda.
-Pues vamos a por otro orgasmo.
 
Capítulo 415 B

Puse sus piernas pegadas a mi pecho estando yo verticalmente hincando las rodillas en la cama y le empecé a dar otra vez con ganas. Irene empezó de nuevo a gritar y se corrió en poco tiempo de nuevo, apretando su cuerpo y estremeciéndose. Algo que me seguía llamando la atención a esas alturas, aunque supongo que era así por no llevar tampoco tanto tiempo follando con ella, era lo poco que se mojaba, aunque la penetración no era incómoda.

De hecho, por dentro sí que lubricaba, pero no tanto como para que rezumara por sus labios y por las proximidades. Se la saqué mirándola con atención mientras me la meneaba despacio para mantenerme duro y esperar así a que se recuperara, aunque lo hacía increíblemente rápido. Además de multiorgásmica, era insaciable, aunque eso es algo que suele ir de la mano. No me puedo llegar a imaginar lo que tiene que ser tener esa condición. Lo que sí sé es la envidia que despertaba en mí verla así de cachonda todo el tiempo, tener todos esos orgasmos y querer seguir, como si tuviera un aguante infinito.

Para acabar el polvo la puse a cuatro y se la metí de nuevo, acelerando mucho el ritmo con rapidez para ver si podía alcanzar otro orgasmo intenso. Y así fue tras casi 5 minutos en los que me esforcé para mantener esas embestidas duras y rápidas. Ese cardio del gimnasio estaba dando resultado. Irene estalló en un grito que me llegó a asustar por pillarme un poco desprevenido al no haber chillando así anteriormente ese día.

Notaba su cuerpo temblar con más intensidad, aunque la seguí para aprisionarla con mi cuerpo y seguir dándole, pero de manera más ligera. Ella no paraba de gemir de manera alta y muy aguda, así que por la duda la dejé tranquila, pero no por mucho tiempo, porque le di la vuelta de manera ruda y le di un bofetón para que despertara. Ella abrió sus ojos para mirarme, algo desorientada.

-Abre la boca, que me voy a correr.

Irene abrió su boca y sacó su lengua y tras unas pocas sacudidas, empecé a descargar en su boca, empezando a lanzar varios chorros que salían con fuerza. Ella no ponía cara rara ni hacía ningún gesto de desagrado. Todo lo contrario, seguía lanzando gemidos de placer, aunque ya no eran agudos, pasando a ser de hecho algo empalagosos. Sentí un placer muy alto después de estar aguantando la corrida tras tango tiempo dándole de esa manera tan fuerte. Me tuve que agarrar al cabecero de la cama para no desvanecerme, porque me llegué a marear un poco y todo.

Aun así, fui capaz de mantener los ojos abiertos para ver cómo ella se lo tragaba mientras acariciaba uno de mis muslos. Incluso llegó a metérsela en la boca una vez más para sacar todo lo que pudiera, dándome alguna punzada más de placer que me provocaba hasta algún estertor. La verdad es que era una pasada ver cómo se tragaba todo lo que le eché en la boca, que no era poco. Llevaba desde el domingo sin descargar y después del polvazo que echamos, empecé a acumular bastante. Irene era una guarra, y eso me encantaba. Me tumbé a su lado y ella se echó un poco sobre mí para darme un beso en el hombro y empezar a acariciarme el pecho.

-Cómo me gusta follar contigo, Javi.
-Ya lo he visto, jajaja.
-Mmm... Me revientas de una manera...
-Como te mereces.
-¿Te ha gustado el vídeo?
-Sí. Ha estado muy bien. He notado como Mario estaba más a tono como a ti te gusta.
-Pues no has dicho nada cuando me ha follado un poco el culo.
-Estaba ocupado reventándote, jajaja.
-Hubiera estado bien que me lo hubieras follado a la vez...
-No.
-¿Por?
-Porque quiero que eso sea algo especial entre nosotros. Si lo hacemos todas las veces que acabemos en la cama, perdería el interés.
-Jo...
-Además, luego te duele bastante, no quiero que acabes así cada dos por tres.
-Pero no me importa.
-Ya lo haremos. No te pongas ahora así, anda.
-Vaaaaale. Oye, al final no me has contado lo que hiciste con Sofía.

Era verdad que se me había pasado contarle lo que hicimos Sofía y yo, así que le empecé a contar, con Irene diciéndome que le contara absolutamente todo con detalle. Y así empecé a hacerlo, relatándole cómo fue todo desde el momento que pasó, aunque me paró enseguida para decirle que también le contara lo que hice con Eva. Me remonté entonces a la noche anterior para contarle a mi amiga cómo fue la cosa con Eva. Irene se mostraba bastante interesada en todo lo que hicimos, sorprendiéndole un poco la manera de ser de Eva, porque no era lo normal.

Tampoco le pillaba de nuevas, pues ella pensaba de manera casi idéntica, pero al contarle yo con las mismas palabras todo lo que Eva me decía, mi amiga me respondía afirmando lo madura que era y la pena que le daba por la situación en la que se encontraba con la situación de la familia de su chico. Pero fui al grano, contándole de manera resumida todo sobre esa noche. Irene se puso a tono de nuevo cuando le dije que salió sin bragas, que estuvimos tonteando en el local y que luego ya en casa dimos rienda suelta a una buena noche de lujuria.

No quería estar mucho más rato contándole, pero mi amiga me pedía muchas explicaciones para que la describiera bien corporalmente y para ver cómo era follar con ella, las posturas que hicimos, cómo la comía, si hicimos anal, cómo se corría, cómo lo hacía yo... Al final quedó satisfecha sobre mi relato sobre Eva, diciendo que le gustaría conocerla, porque por lo que le contaba le había caído bien, animándose a poder meterla incluso en un juego de pareja con Mario, cosa que me sorprendió por cómo de cambiados estaban en ese tema.

Quizá verme a mí así de activo le provocó algo para cambiar ese pensamiento y volver ella también a probar juegos como los que hacía en su día junto a Mario. Me quedé pensativo y al final le dije que le hablaría de ellos para ver qué decía y si podían apañar algo con ella, pues bien. Eva era una chica muy loca, pero también muy responsable. Esa locura era solo para el tema sexual, y también tenía cabeza para usar protección, así que, si podían disfrutar todos, pues genial.

Pero Irene no se quedó tranquila y quería que le contara con más detalle todo lo ocurrido con Sofía, así que me puse a ello. Tan encendida se puso al contarle cómo empecé a jugar con ella, cómo se lo comí y demás que se empezó a acariciar y se puso de nuevo entre mis piernas para agarrar mi polla y menearla. Y la verdad es que la tenía dura, porque al recordar todo lo ocurrido con Eva y ahora al estar también haciéndolo con Sofía, pues me empecé a excitar, terminando de completar mi erección su trabajo manual. Procuré contarle todo a Irene, desde cómo Sofía se había dejado pelo ahí abajo, sorprendiéndose ella bastante al decir que nunca le había visto y que quería hacerlo, hasta cómo le podía follar el culo sin ningún problema, pareciéndome menos apretado que su coño. Al final acabamos follando, aunque esta vez no había dominación ni nada por el estilo.

Irene se puso sobre mí para montarme, aunque de manera lenta. Lo justo para tener un buen roce y darnos placer a los dos, pero no tan alto como para que ambos perdiéramos el hilo de lo que le estaba contando. Pero no le terminé de contar lo del puño en su culo. No porque me diera vergüenza o porque me importara lo que pudiera pensar. Nada más lejos, sino porque estaba viendo venir que ella lo querría probar y no estaba del todo seguro de que ella pudiera soportar eso por muy holgado que fuera su coño, especialmente después de una buena follada como la que habíamos tenido.

Irene aceleró el ritmo cuando nos quedamos en silencio, poniendo sus manos sobre mi pecho para sujetarse mejor y reventarme como yo había hecho con ella hacía pocos minutos. La agarré del culo y me acabé corriendo dentro de ella mientras daba embestidas como resultado de los movimientos reflejos que me provocaban mi orgasmo.

-Pues tampoco ha sido para tanto... Nada que no haya visto ya en ella -dijo al poco estando ya limpiándose con papel y toallitas.
-Vivirlo es mucho mejor.
-Cómo te gusta jugar con las chicas... -decía con una risa socarrona.
-No lo sabes bien... Te hubiera gustado estar allí viéndonos.
-Y participando.
-Obviamente. A lo mejor te vas a conformar solo con mirar...
-Ni de coña, jajajaja.
-Pero lo pasamos muy bien. Mucho folleteo ese fin de semana.
-No tienes molestias ni nada, ¿no?
-No. Y eso que además de cantidad, tuve calidad con polvos duros. Pero estoy bien.
-Estás perfecto.
-¿Sí?
-Sí. Ya te he dicho esto antes, pero vuelvo a decir que antes me ponías, pero ahora ya... Me gusta todo de ti.
-Vas a hacer que me ponga rojo... Jajajaja.
-Anda... Que bien que fardas de cuerpo con ropa más ajustadita.
-¿No fardas tú de cuerpo tampoco con los vestidos que te pones cuando sales de fiesta?
-Pues claro.
-Pues eso. Yo igual.
-Pero que también tienes esa actitud chulita. Te lo tienes creído.
-Y eso te encanta. Os encanta a todas.
-Pues sí. La verdad es que me pone.
-Jajajaja, ¿ves?
-¿Y no hicisteis nada más?
-Mmm... ¿Te ha contado algo? -dije pensando que le podría haber contado eso especial que hicimos.
-No. No me ha dicho nada. De hecho, desde que me cogió esa llamada respondiéndome así, no hemos hablado.
-Ah...
-Pero ahora sé que hay algo que me has ocultado. ¿Qué es?
-Nada, da igual.
-Jajajajajaja -reía con ganas-. No. Ahora me lo cuentas.
-No empecemos Irene -dije serio.
-Uy... ¿Y esto? ¿Ha pasado algo malo?
-No. No es eso.
-¿Entonces?
-Nada, que te conozco.
-Joder, ahora me estás preocupando. ¿Habéis hablado algo?
-Mmm, no sé. Hemos hablado muchas cosas. ¿A qué te refieres?
-No sé. Te pregunto yo, porque no sé por dónde vas.
-No es nada malo ni serio, ni siquiera hemos hablado nada fuera de lo normal, pero...
-Va, dilo. Si no pasa nada. Somos todos amigos, ¿no?
-Te lo cuento si me prometes que no te vas a volver loca ni nada.
-¿Pero por qué me iba a volver loca?
-Verás tú...
-Va -decía zarandeándome-, cuéntamelo...
-Le he hecho fisting a Sofía.
-¿Qué?
-¿Sabes lo que es?
-Claro que lo sé. Meterle el puño, ¿no?
-Eso es.
-¿Pero cómo...? A ver, que el coño es muy flexible, que por ahí salen los bebés al nacer, pero...
-¿Coño? Si Sofía lo tiene apretado. Se lo hice por el culo.
-¡¿Qué?! -decía impresionada.
-Pues lo que te decía antes. El culo de Sofía es grande. Tanto por fuera como por dentro, jajaja. Y pues por lo que hablamos a lo largo del día por cómo se la follaba Mario sin problema y tal, pues se me pasó por la cabeza la idea y ya por la noche la puse en práctica.
-Lo habréis grabado, ¿no?
-¿Ves? Ya empezamos.
-Calla, coño. Dime que lo habéis grabado.
-Pues no. Sofía estaba un poco cortada al día siguiente de hecho.
-¡Joder! -dijo dándome un manotazo- Nunca he visto eso en persona. Tenéis que hacerlo delante de mí -dijo ansiosa.
-Sabía yo que no te lo podía contar.
-Javi, Javi, vamos a hacerlo nosotros también.
-Y ahí vamos. Esto era lo que más me preocupaba.
-Joder, Javi. Pareces tonto, coño.
-Eh, relaja.
-Va, que quiero hacerlo. Cuéntame cómo fue.
-Pues fue una sensación rara, pero ella confío en mí y lo pudimos hacer. La verdad es que fue muy morboso.
-¿Te gustó?
-Bueno... Fue divertido y me puso a tonto. Si me la volví a follar por ahí.
-¿Y a ella? ¿Le gustó?
-Se dejó llevar. Si no le hubiera gustado, no hubiéramos llegado hasta el final.
-¿Hasta el final? ¿Cuánto le metiste?
-Hasta aquí -dije señalando mi muñeca.
-Jooooooooder -decía impresionada-. Va, házmelo a mí también.
-¿Cómo te voy a meter la mano por el culo?
-No, coño. Por el coño. Ya sabes que lo tengo grande por dentro. Me has follado ya algunas veces y sabes que soy capaz.
-No lo sé.
-Seguro que sí. Venga, métemela.
-Irene, que esto no funciona así.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Porque no se puede hacer así tan fácil y tan rápido.
-Venga, coño -decía impaciente.
-Irene, no seas cría -dije poniéndome serio.
-¿Por qué no quieres?
-Porque no, cojones. ¿No ves que eso lo hice después de estar todo el día calentándola? Estaba más que preparada por lo cachonda que estaba.
-Yo también estoy cachonda.
-Pero no es lo mismo. Ni de lejos.
-¿Crees que no confío en ti como lo hace ella?
-No es eso. No digas tonterías.
-Entonces es que no quieres y ya está. Con ella sí y conmigo no.
-Si lo sé, no te cuento nada. Mira cómo te estás poniendo.
-Porque quiero experimentar eso y tú no me das el gusto. Además, con esas manos tan grandes. Me pones la miel en los labios y me la quitas...
-Deja de decir tonterías -dije al recordar esas palabras por parte de Noelia.
-¿Qué quieres que haga para que me metas la mano?
-No quiero nada, Irene. Simplemente no es el momento y no es algo que me terminara de gustar como para estar haciéndolo tan a ligera.
-¿Y cuándo lo será?
-Pues no lo sé. Pero ahora mismo no. ¿Por qué no se lo propones a Mario?
-Pues no me quedará otra. Se ve que algunas tienen prioridad y más ventajas.
-No digas gilipolleces.
-Me jode esto que estás haciendo, que lo sepas.
-Más me jode a mí cómo te estás poniendo -dije empezando a vestirme.
-¿Cómo quieres que me ponga después de contarme algo así y pasar de mí?
-Yo no paso de ti. Eres tú, que eres muy cabezona.
-Oye, Javi... -decía mientras salía detrás de mí.

Pero no le hice caso, porque salí por la puerta, sin llegar a hacerlo ella por estar aún desnuda, sin ni siquiera llegar a despedirme para montarme en el coche y largarme.
 
Capítulo 416

Me pillé un cabreo bastante alto por cómo de tonta se puso. Si es que lo sabía. Sabía que no tenía que decirle nada de ese tema, pero fui un idiota y me lo acabó sacando. Como ya sabía yo que iba a pasar, se puso muy cabezona sacando esa envidia que alguna vez había visto, aunque era algo bastante sutil, pero sí que me había percatado. Y ella en realidad no era así.

Tan solo le pasaba en el sexo. Parecía que ella tenía que ser la mejor y que también tenía que tener la delantera en todo. Era como si le gustara mantener esa posición por encima de los demás en el tema sexual, aunque no entendía por qué. Si ya sabíamos que era bastante buena en la cama. También sabía que era muy morbosa y que quería hacerlo también por experimentar y por ver qué se sentía, pero sus formas no fueron para nada las mejores.

Quizá debería haberla llevado yo de otra manera para que no hubiéramos acabado enfadados, pero es que se puso muy tonta y no me apetecía nada aguantar eso. También pensaba que eso era algo muy íntimo y especial y no veía del todo oportuno ser yo quien le hiciera eso cuando ella tenía una pareja con la que experimentar y descubrir esa experiencia nueva. De sobra sabía lo especial que son las primeras veces en pareja y no quería quitarle eso a Mario. No tenía ningún derecho a ocupar su lugar.

Otra razón por la que no quería hacerlo era la de que ella no estaba preparada. No es lo mismo hacerlo cuando la chica está que va a reventar de la excitación que hacerlo con la excitación de un polvo normal y corriente. O quizá no era tan normal, pero no tenía absolutamente nada que ver con la atmósfera que se fue montando durante todo el día con Sofía.

Llegué a mi casa casi para las 2 de la tarde, por lo que me di una ducha rápida y me puse a prepararme algo para comer, porque a las 4 tenía que estar en la academia para dar clase. Conforme pasaba el tiempo se me iba pasando el enfado, pero tampoco llegaba a estar serenado del todo, porque me mostré distante con mis alumnos. De hecho, ese día no me apetecía nada hablar ni estar muy atareado, por lo que dediqué las clases a que hicieran tranquilamente todas las actividades que traían de clase y ayudarles yo en las dudas.

Ni tampoco tuve mucho trato con mis compañeros de trabajo, a los que simplemente saludé y luego cerré yo al terminar sin mediar palabra con esa chica que tan introvertida y callada. Me despedí de ella con un breve "hasta mañana" y me marché a casa para echarme en el sofá. No tenía tampoco muchas ganas de cenar, pero me hice algo ligero y rápido y me lo tomé para no irme al día siguiente al gimnasio sin nada en el estómago.

Sobre las 10 y media de la noche me di cuenta de que no había llamado a Sofía desde que se había marchado y eso que le dije que estaríamos en contacto para hacérselo más llevadero, así que lo acabé haciendo. Le gustó mucho que la llamara, tanto que me dijo de hacer mejor una videollamada para vernos y demás. Estuvimos hablando de cómo le iba, con todo eso de los viajes que tenía que hacer y del personal con el que tenía que tratar.

La pillé en el comedor del hotel en el que se estaba hospedado, pero ya estaba terminando, así que se subió a la habitación enseñándome cómo era el hotel. Estaba bastante guapa con una cinta que recogía un poco su pelo, casi como si fuera una diadema. Ya en la habitación se explayó más para contarme todo con detalle, diciéndome que estaba cansada por estar todo el día con los tacones puestos y por estar en reuniones y de comidas, así que ahora se iba a dar un baño relajante con sales y poder así descansar mejor.

Creía que la conversación iba a quedar ahí, pero ella se empezó a desnudar sin pudor o vergüenza después de haber preparado la bañera con agua caliente y esas sales para meterse, aunque ya colocada no le veía nada más que la cara, pero cuando se metió sí que vi todo su cuerpo, admirando ese vello púbico que se había empezado a dejar y que parecía ir creciendo, volviéndose muy rizado.

Ya estando ella en la bañera, estaba más relajada y no paraba de sacarme tema de conversación, todo el tiempo con una sonrisa en su cara. Incluso parecía verle que tenía ganas de estar ahí conmigo para pasarlo bien, pero la realidad era que nos separaban bastantes kilómetros. Aunque llegamos a un punto en la conversación en el que hablamos de algo bastante diferente a lo que veníamos haciendo.

-Estás un poco serio, ¿no? -me dijo de repente.
-¿Yo? ¿Por qué lo dices?
-No sé... No te noto muy animado. No me enseñas mucho tu bonita sonrisa... Algo te pasa. ¿Estás bien? ¿Has tenido un mal día en el trabajo?
-Eh... -dije cortándome un poco por ver cómo se preocupaba tanto por mí y cómo me hablaba con ese tono casi maternal.
-Va, dime. ¿Qué es?
-Nada... Esta mañana he estado con Irene.
-¿Y qué ha pasado? ¿Os habéis peleado?
-Más o menos.
-¿Y eso?
-Porque es muy cabezona. Si habíamos empezado muy bien...
-¿Habéis follado? Habéis follado -terminó de decir con seguridad, interrumpiéndome.
-Eh, bueno. Sí.
-Ah... ¿Y qué tal?
-Bien, eso bien.
-¿Mejor que conmigo? -dijo riéndose un poco.
-Ahí es a dónde voy.
-A ver, cuéntame.
-Es por lo del puño. No quería contárselo, pero dijo algo que me hizo pensar que tú le habías contado aquello.
-Qué va, si llevamos sin hablar desde que se lo cogí y le contesté de esa manera que te hizo gracia cuando estábamos nosotros dos ahí...
-Ya, eso me dijo. Pero vio que había algo que no le había contado, porque me pidió que le contara con detalle nuestro fin de semana.
-Ya. ¿Y qué ha pasado?
-Pues que se ha empeñado en que se lo haga yo también.
-Ay... -dijo suspirando.
-Ya, ya lo sé.
-Ajá...
-Y yo me negué. Es que no sé por qué esa envidia y querer hacerlo en el momento.
-Porque es una guarra -soltó-. Y ella quiere probar de todo.
-Pero es que se puso muy tonta, ¿sabes? Exigiendo y hablándome un poco regular.
-Se pondría nerviosa.
-Pues que se beba un vaso de agua, pero que no me hable así.
-¿Y por qué dices que no se lo has hecho?
-Porque eso es algo especial, Sofía. Teniendo a Mario y me lo pide a mí. Pues no me parece lo adecuado. Es una experiencia un poco fuerte y no creo que puedas hacer eso con cualquiera. Se supone que esas cosas tienes que hacerlas con tu pareja primero, porque es con quién tienes más confianza y tal, ¿no? Y va y me lo pide a mí...
-Pero ya sabes cómo es Irene. Es especial, ¿o no la consideras tú así?
-Sí. Igual que a ti.
-¿Por eso lo hiciste conmigo?
-Claro. Por eso y porque me apetecía. Era algo que nunca había hecho.
-Ya veo.
-Además, para eso tiene que tener el cuerpo preparado, ¿no?
-Sí. Imagino.
-¿Cómo va a ser lo mismo hacerlo ahí tan de sopetón que estando preparada? Es que no es lo mismo la situación en la que estábamos tú y yo en la que los dos estábamos como una moto que la que tenía con ella después de echar un polvo, ¿sabes?
-Ya. Vaya día nos pegamos... -decía riendo.
-Y el domingo también.
-Ya ves, jejeje.
-Pues eso, se ha enfadado porque no se lo quería hacer. Y yo también con ella por cómo se ha puesto de imbécil.
-Se habrá puesto nerviosa y no habrá sabido gestionarlo para que le dieras lo que buscaba.
-No sé... Pero me ha mosqueado.
-¿Y qué vas a hacer?
-Pues no sé, la verdad...
-¿Vas a hablar con ella?
-Ahora mismo no. Creo que voy a dejar pasar unos días para que se tranquilice un poco la cosa y cada uno estemos más relajados. Ahora está la cosa caliente y no es lo mejor.
-¿Y lo otro?
-¿El qué?
-Lo de meterle...
-Ah... No sé. Ya te dije que no me hizo mucha gracia al final. Dudo bastante que lo haga.
-Es verdad.
-No tendría que haber ido a casa de Irene.
-Pues no. No tendrías que haber ido.
-Me hubiera evitado todo esto.
-Ajá.
-Con lo bien que lo estábamos pasando y con lo que nos queremos y mira lo que ha pasado... Me da pena, pero vamos que tampoco es una tragedia. Ya me he enfadado con ella antes así. O incluso peor.
-Sí, algo sé.
-Pero bueno, al final se arregló la cosa, como va a pasar con esto, porque no tiene nada que ver con aquello. A ver si se relaja y podemos disfrutar de nuevo. Y contigo también. Todos a la vez, tengo muchas ganas.
-Claro...
-De hecho, me he puesto tonto viéndote así desnudita en la bañera. ¿Quieres que hagamos algo?
-No.
-¿Por?
-Estoy cansada y me está entrando mucho sueño. Hablamos luego, ¿vale?
-Em... ¿Todo bien?
-Sí, sí. Claro. Luego hablamos. Chao.

Sofía me colgó sin dejarme despedirme de ella siquiera. Me quedé un poco extrañado, pero tampoco le di mucha importancia, pues era verdad que se le veía en la cara el cansancio que tenía. Pese a haberlo hablado con mi amiga y llegando a la conclusión de que no era algo para tanto, no se me iba ese mosqueo que tenía encima. Mosqueo que tampoco se me fue al día siguiente cuando mientras estaba entrenando, Mario me mandó un mensaje preguntándome si podíamos hablar. Me pilló justo en medio del entrenamiento y tuve que parar, aunque esperé un poco para recuperar el aliento y poder hablar con normalidad, pues estaba haciendo bicicleta y le estaba dando duro.

-¿Te pillo mal? -me preguntó cuando le llamé.
-No. Estoy en el gimnasio. ¿Qué pasa?
-Es por Irene.
-Ah...
-Me estuvo contando un poco lo que pasó ayer y estaba bastante cabreada.
-También lo estaba yo.
-Sí. Eso me ha contado.
-Es que no me parece normal cómo se puso.
-No sé muy bien cómo fue, porque me lo contó muy rápido al estar tan cabreada y no dijo nada de cómo fue exactamente.

Entonces le conté a Mario toda la situación, explicándole cómo reaccionó su novia y cómo se puso a raíz de la experiencia que le conté.

-¿Y por qué no se lo hiciste? -preguntó mi amigo.
-Pues porque no, Mario. Eso es algo que debería haber contigo, no conmigo. Sobre todo, en su primera vez.
-¿Por qué dices eso?
-Porque es algo muy íntimo y en las parejas, las primeras veces son muy importantes. ¿Qué derecho tengo yo a quitarte esa experiencia?
-Me parece una tontería grandísima.
-¿En serio?
-Pues claro. Vamos a ver...
-No os entiendo.
-Javi -dijo empezando a hablar más bajito-, vas a mi casa, a follarte a mi novia, en mi cama. ¿Y crees que me importaría que hicierais eso?
-Venga, Mario...
-Lo único que me hubiera molestado hubiera sido no haberlo visto en persona.
-Madre mía...
-Es que no sé de qué te sorprendes a estas alturas. Si ya sabes de sobres cómo somos.
-No sé, tío... Yo en pareja no era tan... Es que no sé cómo decírtelo.
-¿Qué no eras qué? -dijo empezando a hablar de nuevo bajito- ¿Tan abierto sexualmente? No te importó cuando la toqué.
-Es muy diferente.
-Pues no te sigo entonces.
-Mario, que es algo muy íntimo, joder.
-¿Te da vergüenza?
-Qué va. Si se lo hice a Sofía.
-Pues no sé. Es que no me importa que lo haga primero contigo, la verdad.
-Pues a mí sí. No me parece justo. Y como no me parece justo, pues no se lo hice.
-Bueno, parece que tenemos una opinión distinta. Irene piensa igual que yo, la conozco ya de sobra.
-Pues eso parece. Además, para eso tiene que estar preparada.
-Ella puede con eso. Estoy seguro.
-Pero no así, Mario. Para eso hay que estar un buen rato para...
-¿Para qué?
-Para calentarse -dije empezando a hablar bajito yo también-. No estaba lo suficientemente cachonda.
-Pero si estuvisteis durante un buen rato, ¿no?
-Sí, pero no es lo mismo. Con Sofía estuve todo el día así. Hicimos alguna cosa, pero algo ligero. Ni siquiera lo hicimos directamente. Y estuvimos calentándonos durante todo el día. Pero calentándonos mucho. Y ya cuando volvimos por la noche a casa pues nos liamos y madre mía... Era una locura.
-Bueno, por ahí lo puedo entender, pero no sé. Tampoco es para que os pongáis como os habéis puesto.
-Espero que le hayas echado también la chapa a tu novia.
-Ya lo haré. Cuando está enfadada, lo mejor es estar en silencio. Ya cuando vea que se le va pasando, hablo con ella.
-Ya hablaré con ella yo también. En peores hemos estado y míranos.
-Es verdad. Oye, ¿y cómo es...?
-Pues es raro.
-¿Cómo llegasteis a hacerlo?
-Pues fue por una charla que tuvimos en la que hablamos de su culo. De cómo tú... Sin ningún problema. Y se me pasó por la cabeza.
-¿Y ya está?
-Miré algo por internet para ver cómo se hacía bien y ya está. Tenía en mente lo de calentarla durante todo el día. Era un juego, pero supuse que eso iría bien, porque ella tenía muchas ganas todo el tiempo.
-Y así cuando se lo dijeras, no te iba a decir que no.
-En realidad no lo hice pensando así, pero me funcionó. Le sorprendió y se dejó llevar.
-Sí. Ella es muy complaciente -dijo bajito.
-Y la experiencia como tal, rara, porque es algo raro lo que sientes, pero bien. Muy morboso -terminé de decir bajo.
-Fliparía, ¿no?
-La verdad es que fue increíble.
-A ver si puedo yo cuando todo esto se calme.
-Joder, no creo que sea para tanto.
-Ayer por la noche Sofía llamó a Irene y discutieron.
-No jodas...
-Pues sí. Algunas voces se dieron y bueno... A ver qué pasa.
-Pues esto ya sí que me está tocando los cojones.
-No te preocupes. Habrá sido un calentón. Yo no creo que sea para tanto.
-Joder, con el buen rollo que hemos tenido siempre los cuatro y ahora surge esta mierda...
-Yo me encargo de Irene, no te preocupes.
-Ya, pero me sigue tocando los huevos. Llamaré otra vez a Sofía, a ver qué coño pasa.
-Es que, mira. Irene se ha tomado todo esto mal por una razón.
-¿Por cuál?
-Es que ella... A ver. Te ve como a un hermano pequeño.
-Ya... Un hermano pequeño al que se folla -se me escapó con tono normal.
-La cosa es que como con ella ha sido la primera con la que has... Después de mucho tiempo y tal, pues se lo toma a pecho. Quiere ser como tu guía.
-¿Mi guía de qué? ¿Está flipando, o qué?
-Bueno, tampoco te pongas tú así también. Ella quiere como protegerte. Quiere que te lo pases bien siempre.
-No veo qué tiene que ver todo esto con que se haya puesto así.
-Pues que ella también considera que tú la vas a tener a ella como primera opción.
-Ah... Por eso se picó cuando dijo algo de que algunas tenían preferencia y ventajas refiriéndose a Sofía...
-¿Eso dijo?
-Sí.
-Pues sí. Sería por eso. Le duele que no haya sido ella la primera con la que lo hayas hecho. Es solo eso.
-Pero entonces, ¿qué pasa? ¿Qué tengo una medio novia a la que le debo exclusividad, o cómo?
-No, Javi. Joder. Ella te tiene mucha estima y espera recibir lo mismo.
-Yo le quiero mucho. Lo sabe de sobra, pero esto ya me parece demasiado.
-Bueno, mira. Lo mejor es que reposemos esto y nos calmemos. Y ya pues lo hablamos bien los cuatro.
-Sí. Creo que va a ser lo mejor.
-Vale, pues te dejo entonces, que tengo que seguir trabajando.
-Vale. Luego hablamos.

No sabía en qué lío me había metido para estar así con todos de repente. Y me tocaba la moral, porque yo lo único que quería era que todos lo pasáramos bien, pero se ve que era demasiado pedir. Por lo visto, Irene me tenía como en un altar en el que lo quería todo de mí, al igual que ella también se entregaba al máximo según entendí por lo que me dijo Mario y por lo que había ido viendo esos últimos meses ahora que me paraba a pensarlo. Cada vez me arrepentía más de haber ido la mañana anterior a casa de mis amigos para ver a Irene y para hacer todo aquello.

Al final mi madre llevaba razón, aunque no justo en ese aspecto que ella dijo, pero sí que debería haber llevado más cuidado. Ahora tenía encima el marrón de ver cómo hacía para solventar esa situación con Irene y su manera de pensar hacía a mí, el enfado que se había producido entre ella y Sofía y también cómo Mario estaba de parte de su novia, como era de esperar, pero es que a veces se me hacía como que él no tenía sangre en las venas y que le daba todo igual.

¿Cómo te puede dar igual que le haga a tu novia algo como eso sin que se lo hayas hecho tú antes? No me entraba en la cabeza eso, aunque viera tanto libertinaje por parte de la pareja, pero suponía que tendrían límites, aunque al parecer no era así. Puede parecer ridículo que con todo lo que ya había hecho pensara así, pues no dejaba de haberme follado a la novia de mi amigo, grabarnos para mandárselo y que lo viera, dominarla, hacerle anal...

Pero había ciertas prácticas que yo creía sobrepasar la línea, y ésta era una de ellas, como también lo podía ser una lluvia dorada, pegar de verdad soltando algún puñetazo y guantadas tremendas, o simular una violación, prácticas que se hacen, por no decir de otras mucho más fuertes que todos imaginamos. La verdad es que no me veía haciendo nada de eso con ellos ni con nadie en realidad. El fisting surgió con Sofía y ya está. Fue algo que se me pasó por la cabeza y que me dio curiosidad probar, pero no era algo que estuviera pensando hacer de nuevo.

Lo que me sacó de esa reflexión fue alguien dándome un toque en el hombro. Se trataba de Natalia, quien me miraba con una de sus bonitas sonrisas, pasando a poner sus brazos en jarra.

-¿Qué te pasa? Te veo muy serio.
-Nada. Tengo un problema.
-¿Es muy malo?
-No. Malentendidos. Seguro que se resuelve pronto.
-Eso espero.
-¿Qué pasa?
-Pues nada -dijo sentándose a mi lado en uno de los asientos que había por el pasillo-. Era para preguntarte si te has decidido ya, que nos dijiste a las dos que nos dirías algo y ya estamos a jueves.
-Ah... Se me había pasado.
-Ahora cuando termine la clase Lola, vamos con ella y nos cuentas, ¿vale? Es en 5 minutos.
-Vale.
 
Capítulo 417

Natalia se levantó y se fue. Parecía querer esperar a que se lo dijera a las dos a la vez, porque se marchó en cuanto dijo aquello, quedándome yo mirándola. Su culo en específico, porque vaya tela con el cuerpo que tenía. Me había enfriado bastante después de estar un buen rato hablando con mi amigo y para 5 minutos, ya me esperaba para seguir haciendo ejercicio. Efectivamente, en ese tiempo ya se había acabado la clase de Lola y salieron las dos, porque Natalia entró en la clase también para seguir esos últimos minutos que quedaban.

La verdad es que las dos se movían bastante bien y eso en mi cabeza se traducía de otra manera, lo cual hacía que mi interés en ambas creciera, aunque una de ellas seguía sobresaliendo en ese aspecto. Ambas salieron algo sudorosas, aunque Lola estaba más sofocada por no parar de moverse de esa manera tan exagerada durante la hora que duraba la clase. Nos fuimos a la clase de Natalia para poder estar tranquilos sin todo el barullo de la gente que entraba y salía de las clases y que pululaban por el pasillo. Ambas bebieron agua y me preguntaron.

N: Entonces, ¿te has decidido ya?
J: Más o menos.
L: ¿Más o menos? Has tenido unos días para pensarlo...
J: Ya, pero es que le han surgido cosas y no he estado muy tranquilo desde la última vez que hablé con vosotras.
N: Se ve que el chico tiene problemas -dijo mirando a su amiga.
L: ¿Necesitas ayuda o algo? -dijo de manera amable.
J: No, no. Tranquila. Es que... Bueno, cosas que pasan en el círculo de amigos y tal.
L: Bueno, espero que se resuelva bien y pronto.
J: Sí, eso espero.
N: ¿Tienes algo en mente?
J: Sí. Hay una buena noticia y otra mala. La buena es que a una de las dos sí que me voy a animar a probar. Y la mala es que a la otra no.
N: Venga, dinos.
J: Voy a probar con la tuya -dije mirando a Natalia obviamente.
N: Ay, qué bien -dijo animada.
J: Lo siento -dije mirando a Lola-, pero es que yo ahí no pinto nada. Todo mujeres y bailando de esa manera... Me da vergüenza -dije bajito.
L: Ah... Bueno, si ya me lo imaginaba. Espero que te guste su clase.

Lola se marchó en cuanto dijo eso. La verdad es que me sorprendió cómo se lo tomó, pues evidentemente no era algo que le hubiera hecho ilusión. Pero es que yo no me veía en una clase como esa. Ni tampoco lo hacía en una de crossfit, pero que Natalia no se fijara nada en mí hizo que me "picara" y decidiera probar en su clase para ver si así despertaba algo de interés, aunque no tenía pensado hacer por donde para llegar a algo.

Me apetecía verla y también que me viera. Si surgía un tonteo y por su parte se daba lugar a algo más, yo tampoco iba a quedarme quieto. Si esa era su decisión, no era mi problema. Sin embargo, sí que me sentí culpable por Lola. No le debía nada ni le di mi palabra de que me fuera a apuntar a su clase, pero se la veía una buena chica y era bastante amable, por lo que me dejó un poco frío su forma de reaccionar

-¿Se ha picado? -le pregunté a su compañera.
-Mmm, a ver... No le ha hecho gracia. Pero no creo que se haya picado.
-Joder, me siento un poco mal por ella.
-No te preocupes, hombre. No es para tanto. Si ella va sobrada de personal. Me hace más falta a mí.
-Bueno, voy a probar, ¿eh? Que ya veremos cómo es...
-No es para tanto. A ver, esto funciona de dos maneras. O te encanta, o lo odias, jajaja. Ya veremos por dónde tiras tú.
-Bueno, ya estoy acostumbrado a hacer ejercicio, así que no creo que me cueste tanto.
-Bueno... Ya veremos... ¿Estás preparado para sudar de verdad?
-Creo que podré hacerlo bien.
-Yo creo que sí.
-También te digo, yo no me quiero poner petado.
-No hombre, eso depende más de la dieta. Si comes muchísimas proteínas, sí que te vas a inflar. Si comes normal, no. Lo único es que vas a definir bien la musculatura, ¿sabes?
-Vale, entonces sí.
-Venga, vamos que te abro la ficha.

Fuimos a recepción y ella misma fue la que me abrió mi perfil para la clase. Después de rellenar lo necesario me dijo que me pasara al día siguiente sobre las 11 para la primera clase. La verdad es que me sorprendió que todo fuera tan rápido, pero ella tenía hueco y pensaba que cuanto antes empezara, mejor, porque así ya podría ver más rápido si me gustaba aquello y me gustaría seguir. Tras eso, ella se fue impartir otro entrenamiento y yo me fui a la gran sala para hacer algo más de ejercicio, porque entre la conversación con Mario y con estas dos chicas y lo de la ficha, se me había ido un buen rato y quería aprovechar lo que me quedaba de lo que tenía planeado estar por allí.

Antes de despedirme de ella le pregunté si tenía que hacer algo especial para la clase. Algo para prepararme o si necesitaba algo de equipamiento. Ella tan solo me dijo que desayunara bien y que calentara un poco antes de la clase, así estaría preparado de sobra. Y recalcó lo de desayunar bien, porque a muchos les daba la pájara y tenían que parar, así que ya sabía lo que tenía que hacer.

Seguí un poco más en las máquinas y en la bicicleta para desconectar del problema de mis amigos mientras escuchaba música y luego me fui a correr. La verdad es que hacer ejercicio y escuchar música me tenía bastante calmado y distraído de los problemas que iban surgiendo. Tampoco pensé en eso cuando me dirigí al estudio de tatuajes para empezar a repasar aquellas imperfecciones que tenían los que ya estaban curados por completo.

Fue algo rápido, pues no legaríamos a los 20 minutos de sesión, pero esta vez sí que notaba algo más de dolor. Bueno, no era dolor exactamente, porque notaba cómo si me pegaran tirones de la piel, pero no le llegaba a estremecer ni nada, aunque sí que notaba la diferencia. No tuve tampoco la oportunidad de hablar con Eva, porque ese día estaba atareada. De hecho, ni la vi, teniéndole que preguntar a su compañero.

Ni se me vinieron a la cabeza ya en casa esos problemas cuando me di una buena ducha caliente y cuando hice algo de las labores del hogar, preparando la comida entre ellas. Luego comiendo mientras veía la tele o estaba con el móvil tampoco. Sin embargo, ya en el trabajo sí que me daba por pensar en ello. Siempre eligiendo los peores momentos, pero estar en varias ocasiones en silencio por estar los alumnos haciendo su tarea y no querer coger el móvil para no dar mala impresión, despertaba en mí esos pensamientos. Aun así, las clases no fueron mal, pero Andrea sí que me notó algo taciturno.

-¿Estás bien? Te veo apagado.
-Nada, es que... Da igual.
-Bueno, si necesitas hablar o algo...
-No, mujer. Estamos en clase.
-Pues cuando acabes las clases.
-Pero...
-Por ahí estará apuntado mi número. O si no, te lo doy. Si no tienes nadie con quién desahogarte y necesitas hablar, pues nada, me mandas un mensaje o me llamas y ya está.
-Mmm...
-Toma -dijo dándome un papel con su número apuntado.
-Vale, lo tendré en cuenta -dije algo cortado-. Pero vamos a seguir con la clase, que ese trabajo no se hace solo.

El resto de la tarde estuvimos con el trabajo que tenía que entregar, aunque yo seguía algo distante, porque a lo que tenía en mente desde el principio de la tarde, ahora se sumaba esto de Andrea. La verdad es que me pilló bastante desprevenido y fue algo que me gustó y que hizo que me empezara a caer mejor aún, pero tenía mis dudas. Ella no pareció darle más importancia, pues se puso de nuevo a lo suyo y se centró en su trabajo. El resto de las clases fue de manera normal, tratando de involucrarme más, pues es lo que debería hacer en lugar de distraerme.

Cuando me tocó irme recogí rápido y me acerqué a dónde mi compañera la timidita para decirle que llevaba prisa y que cerrara ella. En realidad, no tenía prisa ni tenía nada que hacer, pero quería irme a casa para relajarme. Ya allí y después de cenar me pensé lo que me dijo Andrea. Era una situación un tanto problemática, porque con la gente que más confianza tenía era con la que tenía el problema y no tenía con quién desahogarme.

Podía hablar con mi madre, pero se me veía muy difícil que entendiera lo que pasaba sin tener el contexto del problema, porque evidentemente no le iba a contar nada. Y ese era el problema también para hablarlo con Andrea. ¿Cómo le iba a decir todo lo que ocurría y por lo que estaba mosqueado con mis amigos? Se llevaría una impresión muy mala de mí y lo mismo hasta me quedaba sin trabajo, vete tú a saber.

Tampoco veía oportuno hablar con una alumna y que solo tenía 18 años. Bueno, casi 19, pero no me la imaginaba con la experiencia y madurez suficiente como para saber gestionar esa información y poder aconsejarme sobre ello. Aunque demostraba tener la cabeza bien amueblada para su edad, pero la veía lejos de entender aquello. Si hasta a mí mismo me costaba. Pensando, recordé que Mario me dijo que él se ocupaba de Irene, así que de Sofía me tenía que encargar yo, por lo que la llamé.

-Buenas noches, Javi. ¿Qué pasa?
-Pues eso es lo que me gustaría saber a mí.
-¿Por qué lo dices?
-Porque esta mañana me ha llamado Mario y me ha dicho que anoche discutiste con Irene.
-Ah... Bueno, no lo tengas mucho en cuenta
-Lo tengo en cuenta porque el tema se está yendo ya de madre.
-Qué va. Solo la llamé porque no me pareció bien que te hablara mal y le pedí que se relajara. Y bueno, ella seguía cabreada y pues se nos fue un poco de las manos. Pero que no pasa nada, que yo sé que ha sido el calentón del momento.
-¿Segura?
-Sí.
-Quiero dejar que pasen unos días para hablar con ella. Y Mario se va encargar de calmarla. Pero no te pongas tú así también porque es lo último que necesitamos.
-Ya. Si llevas razón. Pero fue el momento. La verdad es que no me hizo mucha gracia que se pusiera así contigo. Ninguna. Y pues se lo eché en cara. Y ella pues me respondió, yo también y así estuvimos un rato hasta que le colgué.
-No sé cómo hemos llegado a esto, de verdad.
-Yo tampoco, pero ha pasado. Y no quiero darle más vueltas. Bastante lo he hecho. Tanto, que estoy hasta mareada.
-¿Pero qué es lo que pasa?
-Nada. Irene, que se cree que esto es Jauja y pues no. Cada uno tenemos lo nuestro.
-¿Y qué tienes tú?
-Pues tengo a mi familia lejos y a vosotros también. Y a mis amigos de siempre los veo cada vez menos. ¿Te parece poco?
-Pues no. La verdad es que no. ¿Te sientes sola?
-¿Tú qué crees?
-Pues lo siento. Mmm... ¿Te quieres venir a vivir conmigo? No sé, así a lo mejor no te sientes tan sola y los hacemos compañía.
-Anda ya...
-Va en serio. Yo a veces echo mucho de menos mi ciudad. Y a vosotros. A lo mejor nos viene bien y no estamos tan así.
-Ya... Tú lo que quieres es marcha... Jajajajaja.
-Bueno, si surge, pues también, jajajaja.
-Ay... No digas tonterías, anda.
-Bueno, la propuesta va en serio. Piénsalo y luego me dices. Me gustaría que la semana que viene quedáramos todos para hablar. Bueno, cuando esté todo más calmado, pero imagino que no llevará tanto.
-Vale. Por mí bien. Si está la cosa más tranquila, porque paso de discutir.
-¿Cuándo vienes?
-El domingo en principio.
-Vale. Pues nos vemos la semana que viene, ¿vale?
-Sí. Tengo ganas en realidad.
-¿No tuviste bastante con el fin de semana que nos pegamos? Jajajaja.
-Hace ya muchos días de eso...
-Pues anoche... Pero no querías.
-No estaba de humor. Pero la verdad es que hablar contigo me viene muy bien. Y me acuerdo de muchas cosas y me entran ganas.
-¿Quieres que te folle el culo? -le dije sin tapujos.
-Jajajajaja. Calla, anda...
-¿Por qué? -le pregunté riéndome.
-Porque no me gusta hablar mucho así por teléfono.
-¿Y eso?
-Me da vergüenza...
-¿En serio? Jajajaja. Pues menos mal, porque recuerdo que una vez hablamos así y me mandaste fotos.
-Ah... Es que llevaba varios días sin follar y tenía un calentón bastante alto.
-¿En serio te da vergüenza?
-Sí, jaja.
-Pero si es divertidísimo.
-Ya, pero no sé... Fotos sí que me gusta mandar. Pero hablar así... No mucho.
-Bueno, pues me puedes mandar alguna foto, porque la verdad es que me he calentado.
-Solo si tú me mandas también.
-Vale.

La verdad es que estaba bastante a tono por cómo la conversación había ido por ahí. Especialmente cuando no se me iba el recuerdo de verla la noche anterior desnuda en videollamada con su pubis recubierto por un pelo más frondoso. Se me grabó esa imagen en la cabeza y me costaba muy poco empalmarme, por lo que fui al baño para echarme unas fotos, pero en realidad tardé un poco más, porque hice la tontería de hacer unas flexiones y abdominales para que se me marcara más el cuerpo al calentarlo. Me hice las fotos y se las mandé.

Al poco recibí unas de ella bastante explícitas también, porque salía desnuda por completo y enfocando bien todo. Además, tenía el pubis tal y como lo llevaba el día anterior. Aún no se lo había recortado, cosa que me gustó, porque pese a tenerlo muy rizado, lucía bien. Ella era buena conocedora de lo que me gustaba aquello e incluso se esmeró en hacerse una foto en primer plano para que se viera todo bien, pasando su mano por debajo de su pierna y estirando de su piel para abrírselo y no taparse así el pubis.

El remate fue cuando me envió un breve vídeo en el que cogía el dildo que compró el fin de semana anterior y lo empezó a chupar para luego acariciarse los pezones y su raja y metérselo finalmente. Salía empapado y mientras se lo metía, subía a veces para enfocarse la cara y las tetas, haciendo unos movimientos más rápidos para follarse a sí misma con ese objeto, haciendo que botaran sus tetas mientras ponía cara de placer.

No se llegó a correr en el vídeo, pero se masturbó un poco más y acabó sacándoselo para chuparlo bien de nuevo y recoger todos sus fluidos, acabado con una sonrisa. Ella me dijo que quería verme la cara en alguna foto, porque no se me veía en ninguna de las que le mandé, por lo que me tumbé en mi cama para echarme una en la que se me viera todo. Me dijo que le encantó nada más llegarle y no dijo nada más. Yo le puse a darle a la zambomba con las fotos y el vídeo que me había pasado, provocándome un orgasmo muy rápido y muy placentero.

De hecho, me acabé corriendo sobre mi torso al estar desnudo, aprovechando para hacerme una foto con ella por encima para mandársela para ver qué decía. Tardó un poco. De hecho, me dio tiempo a lavarme y vestirme de nuevo, pero lo acabó haciendo diciéndome por mensaje que estaba muerta después del orgasmo que había tenido.
 
Capítulo 418

-Tendríamos que haber hecho una videollamada.
-Es que me da corte, de verdad.
-Joder, pues me hubiera gustado verte acabar.
-A mí también. Sales muy sexy en esa foto con todo lo tuyo por encima.
-Me he corrido en nada con esas fotos y ese vídeo que me has mandado.
-Yo no he tardado mucho. Con esta polla de goma que se parece a la tuya, es muy fácil. Me imaginaba que estabas aquí y que me estabas follando. He gritado mucho... Espero que no me llamen la atención.
-Deberían estar acostumbrados siendo un hotel.
-Ya, pero eso será el personal. La gente que viene a pasar la noche no sé yo...
-Pues tampoco deberían extrañarse mucho.
-Tengo muchas ganas de repetir lo del finde pasado.
-Cuando sepas seguro que vienes, avísame y me acerco a tu casa y echamos un rato.
-Vale.
-Por cierto, lo tienes precioso.
-¿Sí? No sé... A mí no me convence. Me da un poco de vergüenza tenerlo tan largo. Y un poco de asquito.
-Joder, qué tímida te has vuelto... Jajajaja.
-Ya veré lo que hago.
-Estarás genial con lo que sea.
-Anda... Luego hablamos.
-Vale. Y no metas más fuego, que yo sé defenderme solo.
-Vale, pero que no tengas esto muy en cuenta. Fue un calentón. Nada más.
-Eso espero.
-Que síiiiii.

Al final la cosa había mejorado y me encontraba de mejor humor. Especialmente después de esa paja que me hice con la ayuda de esas fotos y vídeos que me mandó mi amiga. Y que me dijera que fue solo un calentón y que no quería empeorar la cosa, me relajó un poco también. Aunque tenía una conversación seria pendiente con Irene. A ver si tenía la misma suerte y se calmaba la cosa con ella también.

Confiaba en Mario para que me allanara el camino y tener así más fácil esa conversación, la cual ya tenía en mente cómo abarcar más o menos, pero antes la tantearía para ver por dónde iba ella. Me marché a dormir con el ánimo alto, siendo hasta optimista para intentar descansar bien, pero eso era demasiado pedir, pues dormí como solía hacerlo en esos últimos meses. Poco y mal. Esperaba no maldecir ese nuevo hábito cuando me enfrentara a mi primera sesión de crossfit, porque tenía pinta de que iba a acabar reventado.

Una vez me levanté por estar ya aburrido de estar en la cama, me fui a prepararme el desayuno, pero es que no tenía ganas de comer. Tenía el estómago muy cerrado, como era normal al estar recién levantado y por mi cambio notorio de dieta, pero las palabras de Natalia se me quedaron grabadas y como aún era temprano, pensé en salir a correr para calentar y de paso hacer hambre, porque siempre que hacía ejercicio se me levantaba el hambre, ya fuera en mayor o menor grado, pero ayudaba.

El problema fue que estaba lloviendo cuando me iba a ir y abrí la puerta. No era una lluvia fuerte. De hecho, era un agua muy fina la que estaba cayendo, pero sí que era abundante, porque caía agua cuesta abajo por la pequeña pendiente que tenía la calle. Entré, y decidido de seguir con mi plan, me puse un chubasquero y salí a correr. Rápidamente aceleré el ritmo para entrar en calor, porque hacía bastante frío como era normal al estar en invierno y al ser tan temprano. Hice un buen recorrido de una hora yendo bastante ligero para quemar energía y que mi cuerpo así me pidiera comida.

Y lo conseguí, aunque antes pasé por la ducha para lo enfriarme y porque iba empapado. Me preparé un buen desayuno consistente en una tostada entera, dos piezas de fruta y un vaso de leche con chocolate. Si con eso no iba listo, miedo me daba. De hecho, me sentía un poco pesado al marcharme andando tranquilamente hasta el gimnasio, pero no era algo que me supusiera un hándicap. Al llegar empecé a calentar de nuevo con las máquinas y haciendo algo de cinta y bicicleta, pero esta vez de manera más ligera. No quería cansarme antes de tiempo.

No vi en ningún momento a ninguna de las dos, así que me fui para la clase en la que se daba aquello para ver si andaba por allí. Y así era, aunque esta vez también vi a Lola, bailando de esa manera tan llamativa y sensual también. Ella ni se percató de que pasé por allí y eso que me quedé unos segundos mirándola estando frente al gran ventanal que dejaba ver perfectamente toda la clase.

Una vez entré, me encontré a Natalia, con uno de sus tops deportivos a la vez que unas mallas, aunque esta vez eran largas. Bastante llamativas con un estampado de leopardo, aunque era rosa y negro en lugar de los colores naturales. Nada más verme me preguntó con una sonrisa si estaba preparado para sudar de verdad. Yo le dije que ya veríamos si era para tanto y ella se echó a reír, preguntándome también si le había hecho caso en todo lo que me dijo. Le conté mi rutina para que viera que lo intenté hacer lo mejor que pude y nos pusimos a ello.

Al ser novato, estuvo los primeros minutos conmigo para indicarme cómo tenía que hacer los ejercicios, cómo tenía que poner el cuerpo para que funcionara bien y para que no me hiciera daño y demás. Había otros tres chicos, los cuales también estaban bien musculados, pero solo uno de ellos tenía uno de esos cuerpos que no me gustaban.

Estaba muy inflado. El tío era un armario, porque tampoco era bajo, aunque no era tan alto como yo, pero sí que hacía dos cuerpos míos de ancho quizá. Otro era de estatura más normal y tenía unos buenos bíceps, pero no estaba tan hinchado. Y el último tenía un cuerpo marcado, pero de nuevo no tan exagerado, aunque me llamaba la atención su altura, pues no parecía que llegara a 1,70. Otra cosa que me llamó la atención de él era su barba. Más larga que la mía aún, llegando a medir un palmo de longitud.

La verdad es que le quedaba bien y me gustaba cómo se veía. Me imaginaba yo que la gente me veía así y me gustaba, aunque la mía era la mitad de larga que la suya, pero como no tenía pensado cortarla, pues seguramente llegaría a verme así. De color era exactamente igual que la mía, negra y frondosa. La sesión fue bastante bien de primeras, aunque sí es verdad que era duro. Imaginaba que era por no estar acostumbrado a hacer ejercicio de esa manera tan intensa, pero también es verdad que había días que me machacaba con las máquinas y también corriendo.

Aun así, había momentos en los que sufría cuando estábamos ultimando algunos ejercicios. Y sudar sí que estaba sudando, y con ganas. Al ver que Natalia solo me hacía caso en los primeros minutos de cada ejercicio para enseñarme, yéndose después más por su cuenta o incluso con el de la barba larga, decidí despojarme de mi sudadera para intentar llamar su atención. Y creí lograrlo, pues me la quité tirándola al suelo para dejarla apartada, apretando también mi cuerpo para que se notara bien la musculatura.

No quería mirarla para no ser muy descarado, pero sí que eché un ojo rápido, venido cómo me fichaba, aunque apartó la mirada rápidamente cuando levanté mi cara. Los demás también se animaron al verme a mí hacer eso pese a ir en manga corta, aunque el de la barba iba en sudadera como yo. Éste también iba bastante tatuado, teniendo varios por los brazos, aunque sin llegar a tenerlos completos por tener algunos huecos. Lo que me impactó fue ver el que tenía en el pecho, siendo enorme y ocupándole gran parte de éste. Todos ellos en tinta negra, sin nada de color.

La verdad es que era muy llamativo, porque tenía la piel muy blanca y ente los tatuajes y la barba, el contraste llamaba mucho la atención. Sobre todo, la de Natalia, que no le quitaba ojo. ¿Sería este chico su novio? Tampoco me fijé mucho más en quién se fijaba ella, porque quería hacer bien los ejercicios y estaba concentrado. Y sí que acabé cansado una vez acabamos la clase. Tanto, que después no hice nada más de ejercicio. Ni siquiera cinta o bicicleta. Lo que hice fue irme a las duchas para darme una de las buenas y luego ponerme la ropa limpia que me llevé, porque sabía que me tendría que duchar allí al ver salir a la gente de esa clase bastante roja y empapados en sudor.

Ni me enteré de si Natalia y Lola estaban por allí de lo cansado que salí de la clase, de la misma manera que me fui en cuanto acabé sin buscarlas ni nada, aunque sí que me despedí de Natalia cuando acabamos la clase. Me fui al estudio de tatuajes con la bolsa de ropa en la mano y el paraguas en la otra, porque aún seguía lloviendo y cuando llegué nos pusimos a repasar de nuevo un tatuaje, tal y como hicimos el día anterior. Pero en esta ocasión, Eva estaba más libre, por lo que tras los 15 minutos que estuvimos para repasar de la zona que tocaba, hablamos en recepción aprovechando que estábamos los dos solos y que su compañero tenía tarea.

-¿Cómo va la cosa? Que ayer tenías lío y no pudimos hablar.
-Pues la cosa va lenta. Es que quiero hacerlo bien, porque estoy ilusionada con que ella y yo podamos... Y sé que sola conmigo no va a querer.
-Ya. Lo imagino.
-Le gusta jugar, pero tiene miedo a quemarse.
-Ya, ya me lo dijiste.
-Y contigo vamos a hacerlo bien.
-¿Y si te propone a su novio para el trío?
-No creo. Sabiendo lo de que le ha puesto los cuernos y con lo celosa que es... Es imposible que eso salga bien.
-Yo no estaría tan seguro de que no prefiera a su novio para esto.
-No creo que sea un problema. Si ella me dice de meter mejor a su novio, que lo dudo, yo la hago entrar en razón. No quiero perder su amistad, y va en serio. Por eso no quiero irme a la cama estando su chico de por medio, que con sus celos es capaz de hacerme la cruz. Además, ambas te conocemos ya en ese aspecto.
-Pero con ella no lo hice como contigo.
-Bueno, pues yo le dejo caer algo, no te preocupes.
-Joder. Tienes ganas, ¿eh? Vas a por todas y estás muy decidida.
-Pues sí. Me pone muy mala esta chica. Es que me la imagino todos los días.
-¿Se lo has contado a tu novio?
-Pues claro. Si le he enseñado fotos de ella y todo. Le encanta también.
-¿Y no lo metes a él en vez de a mí?
-Lo he pensado también.
-¿Y?
-Pues que estaría de puta madre, la verdad. Pero como contigo las dos tenemos confianza, pues creo que va a ser más fácil por ahí. No quiero tampoco apabullarla, ¿sabes?
-No, si por mí perfecto. Si puedo irme con vosotras dos a la cama, no me quejo.
-Mira, hacemos el trío nosotros. Y si veo que se anima y tal, pues le digo algo de hacerlo también con mi novio. Lo que pasa es que a Raquel le van más como tú. Y mi chico es muy delgado, como yo. No sé si le gustará...
-Bueno, tú tómate tu tiempo. Tiene pinta de que sabes lo que haces.
-Mira, la semana que viene voy a decirle algo más... A ver qué dice. Con lo que sea te digo por mensaje.
-Muy bien.
-¿Estás bien? Te noto un poco cansado.
-Como para no... Vengo de hacer crossfit.
-Uy... ¿Te vas a poner más cañón?
-Solo estoy probando.
-Pues mira, otra cosa para contarle a Raquel.
-Jajajajaja. Bueno, si te sirve, pues bien.
-Luego hablamos, anda, jajaja.
-Venga.

Me marché de allí pensando en ese posible encuentro entre los tres y la verdad es que cada vez tenía más ganas de que eso pasara. Estaba deseando quitarme esa espinita que tenía clavada con Raquel y follármela como se merecía y como a mí me gustaba. Y de paso también con Eva, que ya sabía de sobra que follaba bastante bien. En cuanto llegué a casa me eché en el sofá para descansar, porque me encontraba cansado después de hacer tanto ejercicio y de manera tan intensa.

De hecho, no tenía ni ganas de hacer la comida, aunque sí que tenía hambre, por lo que me pedí algo, pero en cantidad. Por la tarde las clases no fueron mal, aunque menos mal que teníamos una máquina de café en la academia, porque me iba apagando cada vez más. Por suerte, ese café me sirvió para mantenerme activo durante toda la tarde y poder así trabajar mejor que el día anterior al tener un ánimo más alto. Ya de noche en casa sobre las 10 recibí un mensaje de alguien que no tenía registrado.

-Hola, soy Natalia. ¿Cómo estás después del primer día de crossfit? Jajajaja.

Me reí al leer el mensaje que me puso y le respondí:

-Pues reventado, la verdad.
-Jajajajaja. Es normal. ¿Cómo has visto la experiencia?
-No ha estado mal. Pero es que he estado todo el día sin energía ya. Menos mal que me he tomado un café...
-Esta noche vas a dormir como un bebé, jajaja.
-Ojalá, porque falta me hace.
-¿No duermes bien?
-Pues no. Tengo problemas para dormir.
-¿Y eso?
-Por temas personales.
-Ah... Bueno, espero que se resuelva pronto. Pero vamos, que esta noche sí que vas a dormir bien, ya verás. Jajaja.
-Te ríes tú mucho, ¿no?
-Es que me gusta ver cómo se sienten después. Así veo si van a volver o no.
-Yo de momento voy a seguir.
-Perfecto. Oye, te molan los tatuajes, ¿no?
-Sí. ¿Te has fijado?
-Claro. Son muy bonitos. No suelo ver a mucha gente con tatuajes con tanto color.
-Ya, eso es verdad. Casi todo el mundo los lleva en negro, como tú.
-Sí.
-Y como el chico de la barba que estaba cuando yo he ido.
-Ah, mi chico. Se llama Guille.

Pues sí que era su novio. Ya me parecía raro que ella dijera que no miraba a nadie y que lo hiciera con este chico.

-Pues vais los dos conjuntados con tanto tatuaje.
-¿Y tú no vas conjuntado con nadie?
-Yo no tengo novia -le escribí un poco extrañado por su salida.
-Ah, pues mira, mejor.
-¿Mejor?
-Sí, es que verás... Lola está un poco de bajón.
-¿No será por lo de no haberme apuntado a su clase?
-No... Bueno, a lo mejor un poco. Pero lleva unos días así un poco... Y tu noticia pues no le ha terminado de sentar bien.
-Pues no me voy a apuntar. Lo siento.
-No, si no te estoy pidiendo que lo hagas.
-¿Entonces?
-Es que... Es por si te animas a hablar con ella.
-¿Hablar con ella?
-Sí, para ver si así se anima y eso. Mira, mañana vamos a salir a tomar algo. ¿Te vienes?
-¿Los tres solos?
-Nooooo. También irá mi chico y alguien más. Ella y yo somos amigas y vendrá más gente. Pero no le interesa nadie del grupo.
-¿Y yo sí?
-Algún comentario me ha hecho. Le pareces mono.
-Pero es que yo no busco novia.
-No, coño. No te estoy pidiendo que le pidas salir. Solo que te vengas a tomarte algo con nosotros y así hablas con ella y tal.
-¿Y tal?
-Pues que, si echáis un polvo, mejor. ¿Tan paradito eres? Jajajajajajajaja.
-Oye...
-Es broma. No me dirás que no te parece atractiva. Es mona y tiene un cuerpo muy bonito.
-No. No está mal. Aunque hay tantas por el gimnasio, que me he fijado más en otra.
-¿En quién?
-Una que va de vez en cuando. Da igual.
-Pues eso. Que al menos que no te has apuntado, pues te podrías venir para echar un rato y lo que surja. Que no es que ella sea muy ligera. De hecho, no lo es. Pero como le molas y está un poco de bajón, creo que le puede venir bien.
-Mmm, vale. Me apunto.
-Pero que sea casual, ¿vale? En plan, apareces por ahí y te acercas a saludar y te quedas con nosotros.
-Vale, como quieras.
-Guay. A ver si así se anima, porque lleva unos días apagada.
-¿Pero está bien?
-Sí. Si ella es una chica muy fuerte. Pero también es que vive lejos de su familia y eso le afecta.
-Ah... Bueno, pues mañana nos vemos.
-¿A ti te gusta ella?
-Ya te he dicho que no busco novia.
-Ya. Digo para un polvo.
-Sí. No está mal.
-Seguro que se lo pasa bien contigo.
-Bueno, si le atraigo, pues seguramente.
-Vale. Mañana te digo el sitio y eso, que aún no sabemos a dónde vamos a ir.
-Vale. Luego me dices.

Pues ya tenía plan para el día siguiente. Y en realidad me venía bien para terminar de distraerme del todo de lo que venía pasando en mi círculo de amigos. Además, si caía un polvo con Lola, pues nada mal, aunque no se me quitaban las ganas le que tenía a Natalia de la cabeza. Me llamó bastante la atención la confianza con la que me empezó a hablar, pues en las pocas veces en las que nos habíamos visto en persona, no daba la sensación de ser así. Pero ahora me salía de esa manera.

Y la verdad es que me llegó a dar un poco de morbo hablar así con ella. De hecho, me hice una paja pensando en ella esa noche. Fueron demasiados minutos en los que la podía ver con esas mallas que se ajustaban a su cuerpo dando poco lugar a la imaginación. Pero fue algo rápido, porque estaba cansado y cuando acabé y me relajé caí dormido enseguida sin poder pensar más en la conversación que acababa de tener.
 
Capítulo 419

Sí que dormí del tirón, porque me levanté sobre las 10 de la mañana sin enterarme de nada. También notaba algo de malestar en el cuerpo, como una especie de agujetas, pero no era tan grave. Me levanté y me fui a la cocina para prepararme el desayuno y ver qué podía haber hasta la noche. Pregunté por el grupo de los nuevos amigos que hice por el juego y quedamos para jugar un poco, montándose otro pequeño torneo, aunque sin tanta gente como la otra vez, pero prometía ser interesante.

El resto de la mañana la dediqué a recoger un poco la casa, aunque como no me llevó tampoco mucho tiempo por ser ordenado y cuidar de ella día a día. Una vez acabé me quedé vagueando en el sofá hasta que fuera la hora de comer jugando a la play o viendo alguna serie. Ese día me animé a cocinar, aunque tampoco es que tuviera un gran repertorio. Salí un rato para acercarme a un supermercado próximo y ver qué podía hacer. Al final me decidí por algo sencillo, pero que sabía que me gustaba. No estaba tan mal para el desastre que yo era, aunque lo había probado más bueno.

El torneo de aquella tarde no se dio tan bien como el último al que fui en el que quedé tercero, quedando esta vez en una posición peor, pero me lo había pasado bien, que era lo que a mí me importaba. Además, pasar tiempo con ese grupillo era algo que me gustaba mucho. Me reía mucho con ellos y se me pasaba el tiempo volando. No eran tan cercanos como mi grupo de amigos más íntimo, pero me gustaba pasar tiempo con ellos. Era como cuando salía a tomarme una cerveza con el grupo grande de amigos hacía un año atrás.

Estuve pendiente del móvil para ver si Natalia me hablaba para concretar la hora y el lugar y así lo hizo, diciéndome que para las 11 de la noche irían a uno de los locales que yo ya había frecuentado en alguna de mis últimas salidas. Le dije que iba a tardar un poco porque acabaría sobre las 10, tendría que cenar y luego tendría que darme una ducha, arreglarme y demás, así que la avisé para que no se pensara que los iba a dejar colgados. Ella no puso ninguna pega.

De hecho, comentó que así era mejor, porque parecería más casual cuando dijera de aparecer. Al final le fui a cenar con los amigos, echando de nuevo un rato bueno, aunque las chicas del grupo se acabaron descolgando para eso. Luego me fui a casa para ducharme y arreglarme como le dije a Natalia que haría, pero me retrasé un poco más porque la cena se alargó y no quería cortar el rollo, además de que me lo estaba pasando muy bien.

Al final terminé de prepararme cuando eran casi las 12 de la noche, por lo que le mandé un mensaje para ver si seguían o ya se habían ido. Me dijo que aún estaban por allí tomando algo y de manera tranquila, así que me puse en camino. Al llegar, entré como el que no quiere la cosa para no ser muy descarado y no me resultó difícil verlos, pues estaban en un lugar bastante iluminado y visible. Me acerqué haciéndome de nuevas para saludar, haciéndolo con dos besos a cada chica y con un apretón de manos al chico.

Al final sí que debió quedarnos muy casual, pues Natalia también se hizo de nuevas y la cara de Lola era de estar como impresionada e intrigada. Guille, el novio de Natalia, era un chico muy abierto y que no paraba de hablar para dar conversación. Me reconoció en el acto diciendo que yo era uno de los que estaba en clase con él y nos pusimos a hablar entre todos. Natalia también lo hacía de manera extrovertida y yo me esforzaba por seguirles el ritmo tanto a ella como a su novio, pero es que hablaban mucho.

Lola, sin embargo, estaba más cortada y hablaba poco. No sabía si eran así en su día a día o si Natalia hacía por donde para integrarme y también se lo había dicho a su novio para que la cosa fuera mejor. Tampoco sabía si Lola era así de callada normalmente, pero diría que no, porque en sus clases hablaba bastante y parecía ser cariñosa con todas las mujeres a las que dirigía. Suponía que estaba más cortada de lo que pensé que estaría, porque tampoco tenía pinta de ser así de tímida.

También me percaté de que estábamos los cuatro solos, extrañándome al haberme dicho Natalia que habría más gente, pero con lo que hablaba la pareja, cubrían la falta de más gente. Nos tomamos unas copas mientras hablábamos y nos conocíamos. Les llamó la atención que me dedicara a dar clases de inglés en una academia, pues al parecer les di la impresión de trabajar en algo que requiriera alguna especie de esfuerzo físico, por aquello de mi altura, cuerpo y por ir tanto al gimnasio, pero nada más lejos.

Ya sabía a lo que se dedicaban las dos chicas, pero aun así dieron algún detalle más, con una Lola algo más participativa. En lo que Guille me contó a lo que se dedicaba, ambas se excusaron para ir al baño juntas. Mientras tanto, el novio de Natalia me contó que era herrero. Me llamó bastante la atención y él me contó que era algo que venía de familia. La verdad es que daba totalmente el pego con el cuerpo que llevaba y con esa barba. Incluso bromeamos por ello.

Al poco regresaron las chicas, percatándome mejor de cómo iban. Ambas estaban muy guapas. Natalia iba con un vestido granate de licra, bastante ajustado y que resaltaba bastante sus curvas. También llevaba unas medias negras algo translúcidas y unos botines del mismo color que el vestido. iba bien maquillada y con su melena rubia con raíces negras muy lisa, aunque no le llegaba a los hombros, aun así.

Lola también iba muy guapa al ir con un vestido amarillo que parecía ser del mismo tejido que el de su amiga. También remarcaba sus curvas al ajustarse bien a su culo y a sus muslazos, aunque de la misma manera que realzaba esas partes, también mostraba la ausencia de sus pechos, marcándose bien que llevaba sujetador pese a tener muy poco pecho. Ella llevaba unas medias muy tupidas, negras y bastante bonitas, acabando con unas sandalias del mismo color que las medias, con un tacón bastante alto. De cara iba muy mona, porque era una chica que se me hacía guapa, aunque no era la más guapa que había visto. Con ese maquillaje más sutil que llevaba en comparación a su amiga, resaltaba la belleza natural que tenía.

Lo que más me gustaba de ella, además de ese culazo y esos muslos, era su pelo. Tenía una preciosa melena bastante larga y perfectamente alisada, aunque se veía que lo tenía muy liso de manera natural, pues siempre la había visto con el pelo liso hasta haciendo ejercicio. Tan larga era su melena castaña que le llegaba hasta más allá de la cintura. Era algo que me resultaba muy atractivo en ella.

Guille por su parte iba con unos vaqueros ajustados, unas zapatillas informales, una camisa y un jersey para no pasar tanto frío. Quizá debería haber tomado yo la misma decisión, pues al ir solo en camisa, había momentos en los que me daba un poco de frío por mucha chupa que llevara para cuando saliera a la calle. Iba parecido a él en realidad, ya que lo único que cambiaba era que no llevaba jersey. Estuvimos hablando un rato más y bebiéndonos alguna copa más. Hasta nos animamos para bailar un poco, haciéndolo yo con Lola y Natalia con su pareja.

Qué difícil era seguirle el ritmo a esa chica. Se movía de una manera muy bonita y sexy, nada que ver conmigo, pero me fue guiando y hasta soltó el chascarrillo de que me vendría bien haberme apuntado a su clase. Eran casi las 2 de la mañana cuando dijimos de irnos de allí, pero no teníamos muchas más ganas de ir a otros sitios, porque ponían la música muy alta decían que le levantaban dolor de cabeza, por lo que Natalia sugirió que fuéramos a su casa para echar una última copa. Bueno, a su casa y a la de su novio, porque vivían juntos. No vi nada raro en sus palabras, así que acepté y nos pusimos en camino, aunque no estaba lejos para fortuna de ellas por los tacones que llevaban.

Al llegar subimos al piso y nos sentamos en el sofá mientras Natalia preparaba unas bebidas para todos, aunque Lola se acabó levantando para ir con ella y echarle una mano. Al poco aparecieron las dos con las copas y se sentaron a nuestro lado para seguir con la charla. Fue un rato bastante agradable en el que bebíamos mientras charlábamos y teníamos música de fondo, pero no tan alta. De hecho, era más bien baja para no molestar a los vecinos.

En la charla nos contamos cosas como algunos hobbies que teníamos. En el caso de Guille se trataba de hacer mucho deporte. Se apuntaba a triatlones y competiciones similares en las que decía que acababa muerto, pero que le encantaban por la experiencia de estar yendo hacia delante sin parar y sin importar la manera en la que lo tuviera que hacer, además de que se picaba con algunos amigos que hizo en esos eventos y se ponía sus propios retos para mejorar tiempos y para usar técnicas que compartían entre ellos.

Natalia contó que a ella le gustaba pintar. Fue algo que me sorprendió, pues no tenía pinta de que le gustara. Ella dijo que le tranquilizaba mucho y que se esforzaba para captar lo que ella veía y lo que le trasmitía lo que plasmaba en el lienzo. Hasta nos llegó a enseñar algunos cuadros que pintó y que tenía colgados por la casa.

Lola por su parte, contó aquello que oí en las duchas del boxeo. Nos contó cómo iba a muchas competiciones locales o incluso a nivel nacional. Según decía, era algo que le gustaba mucho y que levantaba una pasión enorme en ella, por lo que llegaba hasta obsesionarse en algunos entrenamientos próximos a cualquier evento. Pero también nos contó que lo dejó por un susto que tuvo, como yo ya bien sabía por esa conversación que oí. Al parecer la noquearon bien y se asustó, además de que iba arrastrando alguna lesión por su cuerpo y que ya no le permita moverse lo bien que debería.

Aun así, no dejó de seguirlo y de ir a esas competiciones, aunque fuera para verlas en vez de para participar. Había hecho muchas amistades en ese ámbito y ella iba a apoyarles. Yo, en mi caso, no sabía qué contar, porque tampoco es que tuviera nada que fuera algo en lo que invirtiera mucho tiempo. Aún no había descubierto el mundo de la escritura. Pero les comenté que me gustaba ver películas y series, echar tiempo con mis mejores amigos y también mencioné lo del juego al que había vuelto y que precisamente esa tarde había estado jugando.

Tras un rato de hablar de nuestras cosas para conocernos todos mejor, Natalia corrió la mesa del salón en el que estábamos para poder bailar un poco. Por lo que se ve le encantaba bailar y aunque su novio decía que él no era mucho de bailar, se levantaba para irse con ella. Y la verdad es que no lo hacía mal. Debía estar acostumbrado. Yo me levanté también para no parecer un soso y le dije a Lola si se animaba. Estaba cortada con la situación, pero anda que tardó en levantarse en cuanto le dije de bailar.

Nos pegamos un buen baile de unos 10 minutos en los que yo la cogía de la cintura, aunque sin llegar a apretarla contra mí. Los que se apretaban eran los otros dos, porque Guille cogía a Natalia del culo para pegar su cuerpo al suyo, pasando también a darle algún beso. Y Natalia no se quedaba atrás, porque pasó sus brazos por el cuello de él para tener más fácil besarle.

Esta chica era muy sexy y me estaba empezando a poner bastante a tono. Con la que estaba bailando no se quedaba atrás. También tenía un cuerpo muy atractivo y era mona, pero es que Natalia me ponía más. Y esa conversación que escuché de primeras en las duchas no se me iba de la cabeza. Cuando nos sentamos, Natalia estaba muy pegada a su novio, pero no esperaba que se fuera a subir encima de él pasando una pierna por su cuerpo. Ambos se empezaron a enrollar en un morreo muy guarro con ella agarrando su cara. Guille ponía sus manos en ese culazo que tanto deseaba yo tocar también.

Estaba la cosa tan caliente que Natalia hasta se movía lentamente sobre él como si lo estuviera cabalgando. Me empecé a poner muy tonto al ver todo aquello y se me llegó a poner morcillona de hecho. Natalia le susurraba cosas a su novio al oído que yo no podía escuchar desde donde estaba. Luego pasaba a reírse de manera aguda y su novio sonreía para luego volver a enrollarse en un morreo.

Llegó la cosa a tal punto que parecía que se habían olvidado de que estábamos allí nosotros dos y no sé si lo haría queriendo o si fue por el sobeteo exagerado que estaba teniendo lugar, pero Guille le subió el vestido a Natalia, dejando su culo destapado por completo, aunque lo llevaba enfundado en esas medias translúcidas. Fui capaz de ver que llevaba un tanga negro que contrastaba mucho con el color tan claro de su piel. Pero ella le paró para levantarse y ponerse rápidamente bien el vestido y agarrar su mano para llevárselo a rastras.

Sí que me percaté de que Guille tenía una erección exagerada al ponerse de pie por cómo se le marcaba en los vaqueros, pareciendo ir bien dotado. Luego se marcharon, dando un portazo cuando llegaron a otra habitación. Lola y yo los mirábamos en todo momento. Yo no podía quitar mi mirada de ellos. Ella sí que me miraba a mí de vez en cuando, porque estaba entre la pareja y yo en el sofá en el que nos encontrábamos. Una vez se fueron, se quedó mirándome de una manera muy intensa. La verdad es que esos ojos oscuros me resultaban muy atractivos en ese momento por la forma que tenía de mirarme.

-¿Quieres que...?

Pero no me dejó terminar, porque se abalanzó sobre mí para comerme la boca con ansia. Hasta se llegó a poner de rodillas en el sofá para tener más estabilidad, agarrándome también la cara. Iba a decirle de irnos a mi casa para estar más tranquilos y dejar a la pareja con más intimidad, pero con lo encendido que estaba no pude evitar agarrarla del culo para ponerla sobre mí como Natalia había hecho con Guille al ponerse sobre él. Por fin podía echar mano a ese culazo, el cual me encontré duro.

Hasta le di un buen azote, lanzando ella un gemido en mi boca, manteniendo su fuerte agarré sobre mi cara. Tras un rato de besos así, nos tumbamos en el sofá para seguir comiéndonos la boca, aunque nos duró poco, porque empezamos a oír a la pareja follar. Bueno, solo se oía a Natalia gritar con ganas. Parecía que su novio la estaba reventando bien por lo que podíamos oír. Eso no hizo más que ponerme más cachondo aún, por lo que le quite los zapatos. Lola no decía nada, parecía estar aún cortada a esas alturas, aunque se le escapaba alguna risa.

Cuando le quité los zapatos, metí mis manos por dentro de su vestido, quitándole así las medias y tirándolas al suelo sin preocuparme donde pudieran caer. Le acaricié los muslazos que tenía y ella murmuraba. Le dije que me parecía muy sexy conforme más tocaba, empezando a subir mi mano por la cara interna de ellos. Ella se puso un poco nerviosa al erguir su cuerpo.

-¿Todo bien?
-Sí. Es que... Uff...
-¿No quieres?
-Sí. Claro que quiero.
-¿Cuánto hace que no te comen el coño?
-Uff... Mucho. Varias semanas.
-Pues ahora te lo voy a comer yo. Pero antes te voy a tocar un poco, ¿no?
-Lo que tú quieras -decía con la voz entrecortada.

Seguí subiendo hasta que llegué a su entrepierna, la cual encontré muy caliente. Acaricié un poco por encima de sus bragas y luego se las quité, dándome cuenta de que era un tanga blanco. Lo eché más allá de donde estábamos en el sofá y le subí el vestido para verle el coño. Lo tenía totalmente depilado y muy suave, cosa que me llamó la atención pese a saber que lo llevaba así. Lo que me chocaba por así decirlo era lo cuidado que lo llevaba para no haber hecho nada en semanas según me dijo. Se me hacía pequeño a la vista con unos labios finos y del mismo color que su piel morena.

La verdad es que tenía buena pinta y estaba deseando probarlo, pero antes se lo acaricié, estremeciéndose ella bastante. Empecé despacio, pero cogí ritmo rápidamente, pasando ella a moverse de manera inquieta. No podía esperar más y la tumbé sobre el sofá para subirle el vestido hasta la cintura y comérselo un poco. Me gustó mucho su sabor y cómo se iba mojando cada vez más. Ella me acariciaba la cabeza, pero se estremecía de manera exagerada conforme pasaban los segundos.

-¿Estás bien?
-Claro -decía algo desorientada-, es que estoy muy cachonda.
-¿Te vas a correr ya?
-Preferiría hacerlo mientras me follas -dijo poniéndose roja como si tuviera un sofoco.
-¿No te quieres correr así?
-Bueno... Es que soy un poco sensible y...
-Pues descansamos y hacemos otras cosas, ¿no?
-Vale, como tú quieras.

Seguí comiéndoselo empezando ella a gemir de manera cada vez más alta hasta que se corrió en mi boca, dando un fuerte tirón de mi pelo y lanzando un grito muy alto. Su cuerpo dio una sacudida y yo me despegué, porque le daban como convulsiones. Aun así, le acaricié los muslos y me sobaba la polla, porque tenía muchas ganas de follármela. En lo que se recuperaba, podía escuchar cómo los otros dos follaban. Se oía bastante bien, por lo que suponía que la habitación en la que se encontraban no debía andar muy lejos.

De repente, Lola se levantó y me empezó a desabrochar la camisa, diciéndome que no podía esperar más para verme desnudo. La ayudé a desnudarme, porque la veía muy nerviosa y en cuanto me quité la camisa le dijo que le encantaba todo. Tanto mi cuerpo como los tatuajes que tenía por los brazos. Hasta me dio algunos besos en ellos. Después me quitó las zapatillas y todo lo demás, torciendo un poco el gesto al verme la polla ya fuera y muy empalmada.

-¿Qué pasa?
-Nada...
-Ven, agárrala -dije cogiendo su mano para que me la cogiera.

Lola agarró mi polla y empezó a mover su mano hacia arriba y abajo para empezar a pajearme. No quitaba ojo de mi nabo. Yo mientras tanto le acariciaba el culo al estar ella sentada sobre sus talones. Pero me agaché para coger mi cartera de mis pantalones y coger un condón. Ella retiró su mano de mí y me lo puse. Luego me la volvió a agarrar para mover su mano de nuevo.

-¿Me la quieres chupar? -le dije bajito.

Lola asintió y me tumbó boca arriba para colocarse boca abajo entre mis piernas y acercar mi polla a su cara. La tenía muy cerca, pero no hacía nada. Le costó, pero al final la empezó a besar con cariño, centrándose en el glande. Luego empezó una mamada muy lenta que no tuvo ninguna prisa en aumentar de ritmo, pero que no me resultaba mala. De hecho, me gustaba el tiempo que se tomaba para estimularme bien. Poco a poco aumentaba el ritmo, llegando a hacer una buena mamada, empezando a segregar muchas babas, pero la cosa era que no se metía ni la mitad. Pero eso no significaba que no me gustara. De nuevo, me lo estaba pasando bien viendo y sintiendo lo que me estaba haciendo.

-Te la quiero meter ya. No puedo esperar más... -le dije a los pocos minutos de la mamada.

Lola se levantó y se puso sobre mí, aplastando mi polla con su cuerpo. Me dio un beso, en cual noté el sabor del condón, algo que de nunca me ha hecho gracia, pero tampoco iba a decir nada. Se veía que le iba el tono cariñoso por cómo estaba yendo todo. Luego se puso sobre mí para lo que yo creía que me iba a cabalgar, pero tan solo puso su coño sobre mi polla para restregarse con ella sin llegar a clavársela.

-Javi, es que tengo un problema.
 
Capítulo 420 A

De repente me entró un poco de bajón, porque pensaba que se iba a quedar ahí la cosa.

-¿Cuál? ¿Tienes la regla?
-No, no es eso.
-¿Entonces?
-Es que... Verás.
-Me estás asustando.
-No, no. No es nada malo. Bueno... Que estoy sana si es lo que te preocupa.
-¿Qué te pasa?
-Ay... Qué vergüenza... -decía muy roja y cortada.
-¿No quieres hacerlo?
-Claro que quiero. Pero es que... ¿Tú sabes lo que es el vaginismo?
-Eso es cuando lo tienes muy cerrado, ¿no?
-Mmm, no exactamente. Es que... Cuando me penetran, mi vagina hace contracciones involuntarias. Y hace que sea muy difícil para mí disfrutar. De hecho, me duele bastante.
-Ah...
-Es sobre todo cuando llegan al cérvix. ¿Sabes lo que es?
-La entrada del útero, ¿no?
-Sí. Es el final. Pues cuando llegan ahí, mi vagina empieza a hacer eso.
-¿Y no puedes follar entonces?
-Sí. Sí que puedo. Pero me es muy difícil cuando la tienen grande. Y la tuya lo es. Mucho.
-Ah, no pasa nada.
-Lo siento.
-De verdad. No te preocupes. Lo primero es tu salud.
-Gracias -dijo empezando a frotarse.
-Cuéntame. ¿Cómo lo haces? Me ha entrado curiosidad.
-Pfff... -resoplaba por la estimulación que se estaba haciendo al restregarse contra mí- Cuando la tienen grande, no me la pueden meter mucho. De hecho, contigo no podría ni con la mitad... Por eso prefiero que la tengan normalita, o pequeña directamente.
-¿El grosor importa?
-De momento no me he encontrado una que sea muy exagerada de grosor. Tampoco he estado con tantos chicos... Pero con eso no he tenido mucho problema.
-¿Has ido al médico y tal?
-Claro. Todos los meses voy a revisión para ver si está bien y siempre está todo perfecto. Estoy muy obsesionada con eso porque creo que puede ser algo muy malo... Pero solo resulta que lo tengo muy sensible. Y la verdad es que lo paso mal, porque en las revisiones me pongo nerviosa y alguna vez me da.
-Bueno, no te preocupes. Lo haremos como tú te sientas cómoda.
-Ay, muchas gracias -dijo encorvándose para besarme.
-Imagino que has tenido alguna situación mala por esto, ¿no?
-Sí. He tenido que ir hasta urgencias del dolor. Mi primera vez fue horrible.
-Joder...
-Tampoco puedo hacerlo muy rápido. En plan, no me pueden dar con rapidez. También se me estremece.
-Bueno, pues lentito.
-Jeje. A veces me pongo muy cachonda y soy yo la que aprieta más de la cuenta y se me pone un dolor... Se me cierra y ya no hay manera hasta dentro de un buen rato.
-¿Y cómo haces normalmente para correrte? Porque imagino que te tocarás, ¿verdad?
-Eso no se le pregunta a una chica, hombre...
-Joder, a estas alturas... Jajajaja.
-Pues sí. Claro que me toco. Como todo el mundo.
-¿Y te metes algo?
-No. Nunca. Ni siquiera los dedos. Lo único que hago es estimularme el clítoris. Me encanta tener orgasmos tocándome el clítoris. Como el que me acabas de provocar también.
-Am, mira qué bien.
-Normalmente me suelo quedar rendida cuando llego, pero no te quiero dejar así. Además, estás muy bueno y me pones mucho.
-Como tú veas...
-Quiero que te lo pases tan bien como yo lo estoy haciendo contigo.
-Y lo estoy haciendo.
-Jejejeje. Pues así es como lo hago.
-¿Y no has probado otras cosas?
-¿Mmm? ¿Cómo qué?
-Anal.
-Uff... No, no, no.
-¿No te gusta?
-La verdad es que no es algo que me llame la atención. No me gusta mucho, si te soy honesta.
-Pues qué lástima, porque tienes un culo precioso.
-¿Tú sueles practicarlo?
-Sí. La verdad es que me gusta más por delante. Pero también me lo paso bien con eso.
-No me veo yo así contigo...
-Bueno, no pasa nada.
-¿Quieres que probemos y me la metes?
-Lo que tú quieras.
-A ver...

Lola agarró mi polla y se puso con una rodilla clavada en el sofá, poniendo el pie de la otra pierna para estar bien estable. Se recogió el pelo con una mano y así poder mantenerlo sujeto para que no le tapara la visión. Se acarició un poco y la puso en la entrada de su vagina para empezar a dejar caer su peso muy lentamente e ir metiéndosela poco a poco.

-¿Cómo vas? -le pregunté al ver que paraba sin llegar a meterse nada más que el glande.
-Bien. Es que estoy un poco nerviosa.
-Paramos si no lo ves claro.
-No, no. Espera

Lola se salió y se tumbó boca arriba y me pidió que se la metiera muy despacio. Parecía que no se fiaba de ella misma y prefería dejármelo a mí, cosa que me sorprendía. Pero antes de que se la metería se terminó de desnudar. Efectivamente tenía unos pechos bastante pequeños, pero al parecer era algo que no le importaba y que no le acomplejaba, porque no hacía nada para taparse ni nada por el estilo. No eran como las de Mónica, pero tampoco eran mucho más grandes.

Además, tenía unos pezones marrones con unas areolas pequeñas que hacían lucir sus tetas como si no fueran las de una chica. Aun así, no me importó para nada y seguía con ganas de follar con ella. Se abrió de piernas y me dijo que se la metiera hasta donde ella dijera, pidiéndome que me quedara con la medida y que llevara mucho cuidado para no hacerle daño. Poco a poco se la metí hasta que me dijo que no lo hiciera más.

Era algo sumamente nuevo para mí, pues nunca me había topado con algo así. Sí que había tenido alguna situación similar por el tamaño. Con mi ex sin ir más lejos, quien necesitaba de normal unos segundos para dejar que su cuerpo se acostumbrara a mi invasión, pero una vez lo hacía podíamos follar con normalidad e incluso con agresividad. Con Lola no iba a ser así, porque no le metí ni la mitad. Eso sí, lo notaba apretado.

Poco a poco la empecé a follar pegando sus piernas a mi torso mientras ella estiraba sus brazos por encima de su cabeza. Parecía estar disfrutando de lo que le estaba haciendo, aunque yo estaba más pendiente de ir con cuidado que de disfrutar en sí, por eso no me llegué a correr, aunque ella sí que lo hizo dando un grito muy alto. Me salí de ella y me eché hacia atrás para esperar a que se calmara mientras veía lo sexy que estaba así desnuda y con su cara de placer. Rápidamente se incorporó para ponerse sobre mí y besarme.

-Quiero que te corras. ¿Dónde lo quieres hacer?
-En tu culo. Me encanta.
-Vale.

Para ello, Lola me la empezó a comer un poco más para ponerme a tono. De hecho, lo hizo durante un buen rato hasta que le dije que estaba ya cerca. Verla tan sexy, haciendo follado y lo que yo creía más llamativo, oír a Natalia follar durante todo ese rato a grito limpio, me tenía muy a tono de nuevo. Pronto le pedí que se pusiera a cuatro para quitarme el condón a toda prisa y derramarme sobre su culo, llegando algún chorro a su espalda, aunque ella tuvo cuidado de poner su pelo por delante para que no se lo manchara.

La verdad es que era una pena que no pudiera follar como una persona normal, porque reventarla en esa postura tenía que ser increíble. Me eché en el sofá, sentándome con la respiración muy entrecortada por el orgasmo tan intenso que acababa de tener. Ella gateó con cuidado hasta su bolso para sacar pañuelos y limpiarse con cuidado, haciéndolo también conmigo.

De nuevo, se puso cariñosa por la manera que tenía de cuidar que no me manchara, estando pendiente de todo al acercarme incluso mi ropa. Nos vestimos rápidamente, viendo lo sexy que estaba poniéndose ese tanga blanco que le hacía un culo impresionante y luego su sujetador, vestido, medias y zapatos. Yo también me vestí y nos miramos en el espejo de la entrada para terminar de arreglarnos, yéndonos después para dejar tranquila a la pareja, que seguía aún dale que te pego. Por el camino estuvimos hablando de la locura que habíamos hecho al follar allí en el salón de Natalia y en su sofá. Parecía estar encantada con que eso hubiera pasado, porque no paraba de reír y de agarrarse a mi brazo. La acompañé hasta su casa y ya en la puerta me dijo:

-Muchas gracias por esta noche.
-Pero si no ha sido para tanto, jajaja.
-Te digo yo que sí. Me cuesta mucho... Espera, ven.

Lola abrió la puerta y entramos al portal de su piso para hablar con más intimidad.

-Me cuesta mucho disfrutar del sexo con alguien más. Y contigo lo he hecho. No me ha dolido en ningún momento y me he llegado a correr dos veces -dijo bajito.
-Me alegro de que te haya gustado.
-Me ha encantado -dijo tirando de mí para darme un beso.
-¿Quieres que subamos a tu casa y...? -le dije al despegarnos.
-Es que no vivo sola y es muy tarde... -decía con pena.
-Bueno...

Agarré a Lola de la mano y la llevé hasta una zona en la que había como un hueco. De hecho, era la puerta que daba a los trasteros, por lo que entramos y allí nos enrollamos un poco más. Pero quería que disfrutara un poco o más, por lo que le metí la mano por dentro del vestido. Ella reía y se dejaba hacer mientras acariciaba mi cara y me seguía besando. Pero yo quería llegar hasta el final, así que tiré de sus medias y de su tanga hacia abajo para dejarlo a medio muslo.

-¿Qué haces, loco? -decía riendo.
-Quiero que te corras otra vez.
-Pero...
-Shhh... Solo te voy a tocar. Como a ti te gusta.

Le llevé los dedos a la boca para que los humedeciera y le empecé a tocar acariciando sus labios y su clítoris. Al igual que hice en casa se su amiga, empecé despacio, pero fui acelerando a los pocos segundos. Ya notaba como le flojeaban las piernas, señal de que su orgasmo estaba cerca y la empecé a besar de nuevo por si le daba por gritar como hizo en el polvo previo. Se acabó corriendo apretando sus piernas y empezando a temblar, gimiendo en mi boca también. Estaba encantado con haberla hecho llegar al orgasmo de nuevo y tan rápido, además de que me gustaba mucho la forma en la que su cuerpo expresaba sus orgasmos.

Me despegué de ella y se echó en la pared para descansar y poder recuperar la respiración mientras yo me chupaba los dedos con los que la había tocado. Estaba muy mona con esa cara de estar medio ida por lo que acababa de pasar, pero rápidamente volvió en sí y se subió la ropa para ponérsela bien. Nos dimos otro beso algo largo y nos despedimos, con ella dándome de nuevo las gracias y dándome su número. Me fui bastante contento, pero también cachondo por no haber podido disfrutar lo que me hubiera gustado.

Por eso me hice una paja al llegar a casa pensando en el culo de Natalia, en cómo bailaba y besaba a su novio, poniéndose encima de él. En el momento en el que recordé su tanga negro y sus gemidos en su orgasmo, me vino el mío, corriéndome como llevara días sin hacerlo y eso que había descargado no hacía ni una hora. Esa noche no dormí tan bien como la anterior, pero sí que lo hice mejor de lo que venía siendo últimamente.
 
Capítulo 420 B

Al día siguiente me levanté a una hora más temprana que el día anterior, aunque estuve vagueando en la cama un rato, pero no tardé mucho en levantarme para darme una ducha, porque no lo hice al volver a casa la noche anterior después del folleteo. Al terminar de ducharme y desayunar me senté en el sofá un rato para jugar a la play, pero me llegaron mensajes de Natalia.

-Buenos días. Anoche fue bien la cosa, ¿no? Jajajaja.
-No estuvo mal, no.
-¿Solo eso...? Porque oía a Lola gritar bien... Jajaja.
-A lo mejor es que no la oía porque tú gritabas más...
-😳 ¿Tanto se me oía?
-Joder, si parecía que estabas a nuestro lado.
-Me descontrolo mucho con mi chico. No me doy cuenta de nada. Bastante que fui responsable y me fui a la habitación.
-¿Y qué hubiera pasado si no te hubieras ido?
-Pues nada, ¿qué va a pasar? Jajajaja.
-No sé... Dices eso...
-Porque en caliente se hacen muchas cosas, pero me da vergüenza que me vean... Y más si es gente a la que conozco y veo en mi día a día.
-Ah, bueno...
-¿Por qué lo dices?
-Nada, por lo que habías dicho.
-Los dos teníamos un calentón muy grande, pero tampoco nos íbamos a poner a follar ahí.
-No sé, tampoco es para tanto, ¿no?
-Pfff... No sé. Yo no me veo haciendo algo así. No me veo follando en la misma habitación que más gente, estando desnudos y viéndonos todo... ¿Tú sí?
-Si yo te contara…
-¿Cóooooooooomo? Jajajajaja.
-Algunas cosas he hecho.
-A ver, cuenta.
-No, no. Que tienes la lengua muy larga.
-No, hombre...
-Sí, sí que la tienes. A saber a quién le cuentas nada.
-¿Y no será que en realidad no has hecho nada y te estás tirando el rollo?
-Piensa lo que quieras, me da lo mismo.
-Jajajaja. Entonces, ¿tú sí hubieras follado ahí mismo delante de nosotros?
-No me hubiera importado. Lo que pasa es que Lola estaba un poco cortada y hasta que no os fuisteis no se lanzó.
-¿Y cómo fue?
-Pero bueno, ¿te tengo que decir lo que le hice? Jajajaja.
-Jajajaja.
-Porque si es eso lo que quieres, tú tienes que hacer lo mismo.
-🤣🤣🤣🤣🤣
-Qué curiosa eres, que lo quieres saber todo...
-Si ya lo sé en realidad.
-¿Qué?
-Lola y yo hemos estado hablando y me lo ha contado todo. Con mucho detalle, además.
-Ah, pues sabes tú que sí...
-Jajajajajaja. Ahora se pone tímido.
-No. En realidad, me da igual. Pero somos los tíos los que más fama tenemos de fardar de estas cosas, ¿no?
-¿Qué te crees, que las tías no hablamos de estas cosas también? Jajajaja.
-A saber… Con lo tímida que eres...
-¿Quién dice que soy tímida?
-A ver, por eso de que no quieres follar con otros delante.
-Ah, bueno. Pues si eso crees, muy bien.
-¿Qué te ha contado entonces?
-Pues está contentísima.
-Sí, me lo dijo anoche.
-Te ha puesto por las nubes. Que si fuiste muy educado, muy atento, muy comprensivo.
-Es lo mínimo que se puede hacer cuando una chica te ofrece pasar un rato así, ¿no?
-Pues sí. Pero algunos pues no piensan bien. Me alegro de que haya dado con un chico como tú. Porque la dejaste llevarlo como ella quería y para su problema es algo muy importante.
-¿Sabías tú lo que le pasaba?
-Pues sí. Algo hablábamos una vez. Pero anoche me lo dijo con detalle mientras estábamos en mi cocina con las bebidas. Me dijo que le apetecía mucho hacerlo contigo, pero que estaba muy asustada por eso. Me llegué a preocupar, pero ella parecía muy segura de seguir hacia delante. Le dije que si tenía algún problema, que me lo dijera corriendo y la llevamos al médico o algo.
-Sí, superpendiente estabas tú... Jajajaja.
-Jajajajaja. A ver, es que tenía un calentón encima muy grande, pero si hubiera pasado algo sí que la hubiera ayudado. De hecho...
-¿De hecho?
-Nada, da igual.
-Uy... ¿Qué pasa aquí?
-Nada, que me asomé un momento para ver si estaba todo bien. Y sí, me lo encontré todo bien.
-¿Nos viste...?
-Un poco, jajajaja.
-Qué cabrona...
-Es que también necesitábamos agua y fui a por ella a la cocina. Menos mal que no os disteis cuenta, porque iba desnuda. Si alguno de los dos hubiera dicho de ir al baño, me lo habría visto todo. Jajajaja.
-¿En serio?
-Sí 🤣🤣🤣

En mi casa me cagué en todo lo que podía hacer por no haberme dado cuenta, porque me hubiera encantado verla desnuda, pero mala suerte.

-Pues es injusto -seguí.
-¿Por?
-A ver, nos ves tú desnudos y nosotros no. Pues no me parece justo.
-¿Me quieres ver desnuda?
-Eres una tía con un cuerpo bonito. ¿Tú qué crees?
-Pues tuviste mala suerte.
-¿Cuándo nos viste?
-Cuando ella estaba boca arriba y tú follándola estando de rodillas. Parecías disfrutar mucho.
-Si te digo la verdad, estaba más pendiente de no hacerle daño que de pasarlo bien. Porque me dijo que se la metiera hasta un tope que me puso y no quería pasarme.
-Ah... Pues está muy bien que estuvieras tan atento en ese aspecto. Pero no te preocupes, no os vi mucho. A ella sí le vi las tetas, pero a ti solo te vi de cintura para arriba.
-¿No me viste...?
-No, tranquilo 🤣🤣🤣
-Bueno, peor para ti.
-Jajajajajaja. A ver, no me hubiera importado verla. Te vi muy parecido a mi chico. Es que, con la barba, el cuerpo y los tatuajes, pues os parecéis un poco. Aunque el pelo y la altura, no.
-Supongo entonces que te gustó lo viste, ¿no? -le piqué.
-Yo no he dicho nada de eso... Jajajaja.
-Sé leer entre líneas.
-Piensa lo que quieras. Aunque también es verdad que Lola me ha descrito cómo eres también físicamente.
-Ah, entonces ya lo sabes todo.
-Sí, jajajaja. Dice que vas bien y tal, ¿no?
-No me quejo. Pero eso depende del punto de vista de cada uno.
-Hombre, me dijo que no se podía meter ni la mitad. No creo que exagerara con el tamaño.
-¿Te sigo recordando todavía a tu novio?
-Oye... 😡 Para tu información, mi chico tiene una buena tranca también. Jajajaja.
-Pues mira, eres afortunada.
-Sí 😊
-Aunque era algo que suponía por cómo gritabas.
-Jajajajajaja. Qué cabrón eres.
-Un poco solo.
-Ya...
-Al que no oía era a él. No serás un poco paradita, ¿no? -le escribí haciendo referencia a cuando ella me dijo algo parecido el viernes al proponerme irme con ellos.
-Buah... Te estás colando conmigo.
-Me podrías callar la boca muy fácilmente. Ah, no, que eres timidita... 😜
-Eres un cabrón 🤣🤣🤣
-Ya.
-Pues mira, te vas a quedar con las ganas de saberlo. Aunque ya te digo que no lo soy. Pregúntale luego a mi novio. A ver qué te dice.
-No. Tampoco voy a ser tan descarado.
-En realidad mejor así. Porque los dos somos muy celosos. De hecho, ahora voy a borrar esta conversación. Que parece que estamos tonteando y no quiero broncas.
-Yo no quiero malos rollos.
-No. No te preocupes. Ha salido a correr. No pasa nada.
-Entonces Lola dice que bien, ¿no? -dije para cambiar de tema.
-Sí. Está muy contenta. Mmm... ¿Te puedo hacer una pregunta?
-Con todo lo que hemos hablado ya... Claro.
-Jajajaja. A ver... Es que no quiero meter la pata, pero... ¿Crees que hay alguna posibilidad de que os sigáis viendo?
-Ayer lo pasamos bien y tal. Si alguna vez coincidimos o me busca y no tengo nada, pues claro.
-Mmm... No iba por ahí la cosa.
-¿Entonces?
-A ver, es que me ha dicho que contigo ha llegado dos veces follando. Que nunca le había pasado y tal... Y también me contó lo que pasó luego en su casa. Bueno, en su trastero.
-Joder, no tenéis secretos.
-Estaba muy entusiasmada y no se ha dejado nada por lo que veo, jajajaja.
-¿Por dónde van los tiros entonces?
-Te preguntaba si crees que podéis quedar para conoceros y eso. También me dijo que te dio su número para que le hablaras. Me lo ha contado muy ilusionada.
-¿Ella tiene ganas de conocerme de esa manera?
-Sí. Salta a la vista.
-Pues es un problema.
-¿Tú no quieres?
-Como amistad, perfecto, como follamiga también, pero no busco pareja. Ya te lo dije de hecho.
-Pues creo que tenemos un problema.
-Eso parece.
-Mmm... A ver. Déjame pensar. Es que al haber probado contigo el sexo y al haber salido tan bien seguro que te dice de repetir.
-Y eso no me molesta. De hecho, me parece bien, porque la chica es mona y pese a su problema, no lo pasé mal del todo. Pero sé lo que va a pasar si nos seguimos viendo.
-Ya. Estaba pensando lo mismo.
-¿Tienes alguna idea?
-Mmm, creo que sí.
-A ver, cuéntame.
-Puedes hacer dos cosas. O cortas toda clase de relación diciéndole lo que piensas, cosa que le hará daño.
-¿Y la otra?
-La otra es que no te cierres tanto y te veas de vez en cuando con ella para que por lo menos disfrute un poco. Creo que se lo merece después de todo por lo que ha pasado con su problema. Anda que no correrse con nadie con quién ha follado hasta que ha dado contigo...
-Me dijo que no ha estado con tantos chicos.
-Pero que no haya acabado con nadie... No lo veo normal.
-Ya, bueno.
-Yo también me encargaría de bajarle las expectativas respecto a ti si veo que se va pillando más.
-Ambos planes me parecen un poco mierda. Porque de una manera u otra, no lo va a pasar bien.
-Con la segunda opción un poco bien sí que lo pasaría.
-No sé... Me parece un marrón esto.
-Oye, que no es mala chica. De hecho, es un amor.
-Si no es por eso. Mira, yo vengo de una relación de 8 meses. Sí, no es tanto tiempo y se acabó hace ya casi 5 meses, pero fue algo muy intenso y la verdad es que no quiero volver a pasar por cosas por las que tuve que pasar en su día. No es ella el problema. Soy yo. No estoy abierto para tener una relación con nadie, porque sé que voy a empezar a comparar, me van a venir muchos recuerdos y lo voy a pasar muy mal y también le voy a hacer daño a la otra persona por no estar de implicado como debería estar. ¿Me entiendes?
-Sí. Perfectamente. ¿Puede ser por eso por lo que no duermes bien?
-Sí. Es por eso. Desde ese día que me dejó habré dormido bien tres o cuatro veces.
-Lo siento. No sé qué te ha pasado, ni te estoy pidiendo que me lo cuentes, pero espero que algún día puedas superarlo y pasar página para conocer a alguien de esa manera.
-Muchas gracias.
-Y volviendo al tema de Lola... La verdad es que prefiero verla contenta que con mala cara. Creo que lo mejor es que os veáis de vez en cuando para echar un polvo y tal.
-¿Y no será mejor decirle tal cual que no busco pareja ni nada parecido y que es mejor no vernos más? Va a ser doloroso por el rechazo y tal, pero cuanto antes pase por eso, antes se repone. Además, alargarlo para que se vaya pillando más me parece mala idea.
-Que no, que yo me encargo de decirle que no buscas pareja.
-Joder, vas a ser muy directa. Va a saber que hemos hablado.
-Le digo que te oí decirlo en clase.
-Pfff... No sé yo...
-Me podías haber dicho que le gustaba de esta manera antes. Si lo sé, no hubiera ido ayer.
-Sabía que le atraías, pero no que fuera para tanto como para que se ponga así de ilusionada cuando me ha llamado esta mañana.
-Pues me he metido en un marrón sin querer y ahora para salir de él va a ser un poco complicado.
-Ya verás como no es para tanto. Además, le hace mucha falta esto de seguir teniendo relaciones. Me ha dicho que va a seguir un tratamiento y que va a ir a terapia. Seguro que tú puedes ayudarla.
-Joder, sí que se lo está tomando en serio.
-Pues sí. Ha probado y esta le ha salido bien y quiere ver si puede superar esto, porque cree que se está perdiendo mucho.
-Y seguramente lleve razón. Porque saber moverse así de bien y no poder follar en condiciones tiene que ser una putada.
-Bueno, pues eso. Yo la mantendré calmada para que no se venga muy arriba y ya está. Quiero que se lo pase bien y como contigo ha conectado, pues hay que aprovechar.
-Vale. No la voy a llamar ni nada de momento para que no se vuelva loca.
-Como veas, pero si vas al gimnasio la vas a ver. Seguro que se pasa por mi clase para ver si estás por ahí.
-Pues ya sabes lo que tienes que hacer.
-Sí. Ya lo sé. Nos vemos por el gimnasio, picha brava, jajajajaja.
-Qué tonta eres, de verdad.
 
Capítulo 421

Acabé esa conversación con un sabor un tanto agridulce. Primero, porque me había gustado ese tonteo que tuve con Natalia. De hecho, hasta me sobaba la polla por momentos de lo que me estaba gustando. Hablar de sexo con alguien era algo que de normal veía natural, como ya he contado en alguna ocasión, pero hacerlo con alguien que te atrae es otra historia, porque surge la curiosidad y por eso nos pusimos a contarnos detalles. Ella no lo llegaba a considerar tonteo ni siquiera, porque decía que parecía que lo estábamos haciendo, por lo que tenía que pensar que no lo era.

No me molestaba que no me tuviera en cuenta descartando cualquier mínima posibilidad, pero sentirse rechazado, por decirlo de alguna manera, es algo que nunca sienta bien cuando uno está interesado. Pero no todo eran sensaciones buenas. La idea de estar metiéndome en una relación, aunque fuera con ese tonteo y hablar de cosas no tan comunes con alguien a quien acabas de conocer, me hacía sentir un poco mal. Yo no era así y lo había sufrido bastante como para ocasionar en otros lo que sentí yo.

La otra parte de la conversación no me dejó más tranquilo precisamente, porque ver cómo de interesada estaba Lola por mí me hizo ponerme un poco a alerta. No quería nada mínimamente serio. Estaba abierto a relaciones de amistad y folleteo, como venía teniendo con Irene y Sofía, pero desde luego, lo de tener una pareja lo tenía descartadísimo. Las razones que le expliqué a Natalia no se iban de mi cabeza. Era algo como una ley para mí que no me veía quebrantando para nada. Y me jodía no poder darle ese placer, porque la chica era muy buena, amable, cariñosa, sexy...

Pero es que yo no quería eso. Ojalá no haberme cruzado en su camino, o que no se hubiera fijado en mí de esa manera. Ojalá encontrara a alguien que pudiera satisfacerla en todos los aspectos. No me convencía para nada las ideas de Natalia, pero a mí tampoco se me ocurría nada mejor, así que decidí dejarlo en sus manos esperando que no se descontrolara la cosa y que ella mantuviera a raya su idea de ir a más, porque al parecer era algo que tenía pinta de pasar. Ayudarla con su problema y disfrutar de su cuerpo parecía que iba a tener riesgos emocionales para ella. Solo esperaba no causarle malestar pasara lo que pasara.

El resto del día lo pasé vagueando un poco. Llevaba dos días sin hacer gran cosa, por lo que al siguiente día en el gimnasio me tendría que poner las pilas y recuperar así un poco. Me entretuve jugando a la play, con la batería y haciendo algunas cosas del trabajo que me llevé a casa, como corregir unas redacciones que les mandé a un grupo, pero que me llevó muy poco. También hablé con Sofía para ver cómo estaba, resultando que estaba de regreso a casa, pero aún le faltaban muchas horas de viaje. Pero no iba a la casa actual, sino que se dirigía a la de su madre y sus abuelos, porque quería verlos después de varios días sin poder hacerlo y por haber estado tan lejos.

Estuvimos hablando durante un buen rato mientras hacía aquello pendiente del trabajo con la intención de hacerle más llevadero el trayecto. Me estuvo contando cómo le fue toda la semana en general, con varios detalles de las reuniones, aunque ya poco me importaba a mí eso en realidad por no estar dentro, pero aun así la escuchaba para que se desahogara también en cierto modo. También se interesó sobre qué había hecho yo el fin de semana y le conté que había salido y que había coincidido con gente del gimnasio y tal, aunque tampoco le conté lo que ocurrió. No veía oportuno airear los problemas íntimos de una chica, aunque tal vez otro punto de vista femenino sobre eso y sobre cómo podía sobrellevar también lo de verme con Lola me podría haber ayudado, pero no lo acabé haciendo. Ya de noche estando viendo una película en la tele me llegó un mensaje de alguien que no tenía registrado, resultando ser Lola.

-Buenas noches, soy Lola. ¿Cómo estás?
-Muy bien -le respondí sin esperar que me contactara teniendo en cuenta que me dio ella su número, pero yo no le di el mío-. ¿Y tú?
-Muy bien también. Es que quería comentarte una cosa.
-Claro, dime.
-Es por lo del sábado.
-¿Lo de...? ¿Estás bien?
-Perfectamente.
-Vale, genial. ¿Qué pasa entonces?
-Pues que he decidido seguir un tratamiento para mi problema.
-¿Sí? -dije haciéndome de nuevas.
-Sí, porque me gustó mucho lo que hicimos y quiero pasarlo así de bien siempre. Y si puede ser mejor, también.
-Claro. Te entiendo.
-Y bueno, en su día me dieron algo de información y tal, pero como estaba muy ocupada por algunas cosas, pues no me terminé de animar. Pero ahora con esto, sí.
-¿Y de qué va el tratamiento?
-Pues son varias cosas. Me hablaron de hacer ejercicios con la vagina para controlar mejor mis músculos, también ir a terapia, porque es algo bastante psicológico, porque a muchas les pasa que le cogen miedo a tener relaciones por estar todo el tiempo pensando que les va a doler.
-Ajá.
-También me han hablado de inyecciones para relajar los músculos y hasta hipnosis.
-Te lo tienes bien estudiado por lo que veo.
-No es para tanto. Pero mañana tengo cita para ver qué podemos hacer. También le comentaré lo del fin de semana y eso. Creo que es un paso muy importante el que he dado al poder... Ya sabes.
-Sí. Me alegro mucho de verte tan positiva y decidida a cambiar eso.
-Síiiiiiii. Me dijeron que las posibilidades de superarlo son muy altas. Por eso estoy así de positiva.
-Genial.
-Lo malo es que lleva un tiempo. Varias semanas.
-Claro. Es lo normal. Los cambios van lentos, no pueden ser de la noche a la mañana.
-Ya, pero estoy muy contenta por cómo nos fue y estoy deseando poder hacerlo sin problema. Es que joder, tener esa polla para mí sola y no poder hacer casi nada...
-Jajajajajaja. No seas exagerada tampoco. Hicimos varias cosas, ¿no?
-Yo me lo pasé muy muy bien. Te lo prometo. Pero creo que tú a lo mejor esperabas más.
-No digas eso. Me lo pasé muy bien también.
-Bueno... Pero sé lo que hay. Te prometo que te compensaré.
-No hace falta. No hagas el tonto anda, a ver si va a afectar al progreso o algo.
-Bueno, poco a poco.
-Tienes que seguir las indicaciones que te den para que la cosa vaya bien.
-Sí, sí. Y te quería preguntar eso...
-¿El qué?
-Que si te gustaría... A ver. Es que me da vergüenza, jajajaja.
-Tú dirás -dije temiéndome por dónde iba a salir.
-Para quedar de vez en cuando para practicar.
-Ah... -puse con alivio en mensaje- Claro, nos podemos ver de vez en cuando.
-Gracias. Es que creo que tenemos química y nos comprendemos muy bien. Por lo menos tú a mí, jejeje.
-Jajajajajaja.
-Pues solo era eso.
-Vale. Por cierto, ¿de dónde has sacado mi móvil?
-Del gimnasio. Estás en la base de datos por haberte apuntado a la clase de Natalia.
-¿Has ido hoy?
-Sí.
-¿No perdonas un día, o qué? Jajajaja.
-Pues no, jajajaja. Me gusta hacer ejercicio y como no tenía gran cosa que hacer, pues me he venido un rato. Y como tenía que avisar a alguien para una clase de mañana, me he metido para buscar su número y me he encontrado con el tuyo al ver tu nombre.
-Ah, vale.
-¿Te molesta que lo haya cogido y te haya hablado? ¿Te estoy agobiando?
-No. No pasa nada. Pero es que no estoy muy acostumbrado a verme muy de seguido con la misma gente. Soy de ir a mi bola.
-Ah, no te preocupes. No quiero que pienses que estoy muy encima. Solo que he visto tu número y te quería comentar que me he animado a eso.
-Vale, vale. Sin problema.
-Nos vemos por el gimnasio. Que descanses.
-Igualmente.

No me hacía mucha gracia que me hubiera hablado tan rápido siendo honesto, pero tampoco le quería dar más importancia de la que pudiera tener al haberme dicho ella cómo consiguió mi número y tal. Parecía muy casual y no quería sacar la cosa del tiesto empezando a darle vueltas al tema. Además, le dejé caer que yo no buscaba nada serio ni algo parecido, pareciendo ella entenderlo, por lo que me quedé más tranquilo. Esperaba que fuera verdad eso que dijo que no me quería agobiar y tal, porque no quería que nos empezáramos a ver más de la cuenta, porque cuanto más lo hiciéramos, más riesgo había de que se pillara más.

El lunes dudé en realidad de si ir al gimnasio por el tema de no encontrármela y evitar así un cruce que pudiera dar lugar a algo más, pero al final sí que fui porque el fin de semana no había ido y no quería dejarlo más. El problema fue que decidí hacerlo más temprano que de costumbre para evitar un posible encuentro pensando yo que habría menos gente. Y así era, pero resultó que justo me la encontré a ella en la gran sala, justo haciendo cinta. Estuve cerca de darme media vuelta para irme, pero me acabó viendo rápido por la poca gente que había tan temprano, así que me acerqué a saludarla.

Me contó que ella solía ir muy temprano para calentar y tener el cuerpo listo para cuando diera las clases, así evitaba lesiones y tenía más soltura en el momento. Vaya, justo voy con la intención de no encontrármela y es lo primero que hago. Estuvimos charlando como si tal cosa, casi como si no hubiera pasado lo del sábado con todo aquello que me contó de su problema, al igual que hacía pocas horas en esa conversación que mantuvimos por mensaje. Imaginaba que no quería que nadie nos escuchara, pero el caso es que no fue tan incómodo como esperaba.

Tampoco estuvimos mucho hablando, porque al rato se fue para empezar con las clases. Me alegraba mucho que tuviera a tanta gente. El resto de la mañana me machaqué bastante para compensar esos dos días que estuve vagueando bastante, además de que no tenía clase con Natalia, por lo que no tenía por qué llevar cuidado. Sin llegar a ver más a ninguna de las dos me marché a casa para darme una ducha y acercarme al estudio para seguir retocando algún detalle de los tatuajes que me fui haciendo.

Aunque no llegué a coincidir con Eva, pero tampoco esperaba que hubiera hecho mucho respecto a aquello que tenía entre manos. Tras eso me di una vuelta para ver si encontraba algo para regalarle a Andrea por su cumpleaños, que era al día siguiente. Me había caído tan bien que me apetecía regalarle algo y ya tenía en mente qué podía ser, llegando incluso a ayudarle con el idioma que le estaba dando algo de problemas.

Por la tarde seguí con las clases como cualquier otro día, aunque sí que noté a Andrea algo más callada de lo habitual. También era verdad que estaba bastante centrada en su trabajo y en algunas actividades que le ponía, pero me daba la sensación de que estaba algo distante. Tampoco quise ahondar mucho en qué le pasaba, pues me daba algo de corte y no quería distraerla tampoco, porque parecía muy concentrada. En las siguientes clases no pasó nada fuera de lo común, aunque aproveché uno de los cambios con otro grupo para escribirle a Mario para preguntarle cómo iba la cosa.

No sería hasta que saliera de trabajar que me encontraría mensajes de respuesta en los que me decía que el fin de semana había ido muy bien, porque habían hecho un pequeño plan de pareja, con Irene mostrándose muy cariñosa. También me comentó que hablaron un poco y que ya la notaba más relajada, así que veía bien una quedada entre los cuatro para poder hablar del tema y poder dejar de lado los malos rollos que se habían ocasionado. Solo nos faltaba ver cuándo lo podíamos hacer, porque cada uno teníamos nuestros horarios y nos costaba bastante cuadrarlos, sobre todo Mario, que trabajaba por la mañana y por la tarde.

Hablé un poco con él, poniéndonos de acuerdo para que fuera el fin de semana. Irene no se enteró en el momento porque se estaba dando una ducha, pero ya me dijo mi amigo que se encargaría de decírselo. Mejor, así no hablaba con ella en ese momento, porque prefería hacerlo en persona. De Sofía ya me encargaba yo de nuevo para hacérselo saber. De hecho, la llamé en cuanto terminé de hablar con Mario. No puso ningún problema ni noté ninguna reacción rara o que me llamara la atención en ella, así que perfecto.

A esas alturas ya solo veía que tenía que hablar con Irene para terminar de resolverlo, aunque imaginaba que también tenía que estar ahí para echar una mano en el tema de esa pequeña pelea que tuvieron las dos chicas. Eso, y hablar de mis límites, porque tenía que rebajar un poco las expectativas de todos, porque si alguien no estaba cómodo, yo en este caso, no sería posible que fluyera todo bien por mucho que nos fuera la fiesta a todos.

Al día siguiente me volví a encontrar a Lola en el gimnasio, pero no pasamos del típico saludo de lejos. De hecho, me encontré con ella cuando fui a la sesión de crossfit, porque para ir a la clase de Natalia, tenía que pasar por la suya y me quedé mirándola y la saludé. Estaba muy sexy con esas mallas amarillas que llevaba tan ajustadas. Y ver cómo movía ese culazo al ritmo del baile que enseñaba a las demás resucitaba a un muerto. Por suerte no se dio nada incómodo ni fue a buscarme, como creía yo que iba a pasar por aquello de que le gustaba según me dijo Natalia.

Quizá era ella, que estaba poniendo tierra de por medio para que no se hiciera muchas ilusiones. Tenía que hablar con Natalia, pero en clase me resultaba difícil y tampoco me atrevía a hacerlo por mensaje para evitar cualquier mal rollo con su novio. Como me pasó en la clase anterior, salí reventado y empapado, así que me di una ducha allí para luego marcharme, pero antes le di alguna vuelta a si Natalia había metido mano, así que me acerqué a dónde estaba su clase para ver si podía hablar con ella un momento.

Lo conseguí, pero fue una conversación muy breve, porque no podía entretenerse mucho. Me contó que sí, que ella había hecho algún comentario para que no se empezara a hacer ilusiones. Sentí curiosidad por lo que le dijo, así que le pregunté. Ella me dijo que le comentó que no buscaba pareja por algo que había escuchado en la primera clase, en una charla de chicos, porque alguno que otro iba para ponerse mazado y poder así encontrar a alguien más fácilmente, pero que yo dejé claro que no buscaba pareja por alguna mala experiencia.

Fue algo que se inventó y en realidad algo cierto había, por lo que pensó que así le bajaría mucho las expectativas. Le dije que había funcionado, porque pensaba que vendría a hablar conmigo empezando a buscarme más, pero que al final no pasó por solo haber coincidido el día anterior, aunque también es verdad que solo habían pasado dos días desde lo que hablé con ella. Natalia se mantenía positiva diciendo que la veía mentalizada y que ella misma le dijo que entendía aquello que dije supuestamente, diciéndole también que no quería agobiarme para no espantarme.

Curiosamente, sí que me paró al marcharme por encontrármela viendo desde otra sala en la que había máquinas expendedoras con botellas de agua. Me preguntó cómo llevaba las clases de crossfit y hasta bromeó diciéndome que era una lástima que acabara tan cansado, dando a entender que tenía ganas. Dudé un poco de cómo seguir o qué decirle, pero opté por sugerirle quedar al siguiente día para vernos y probar si ella quería, así podía contarme con detalle lo del tratamiento que ya tenía en marcha.

Pareció sorprenderle que le dijera de quedar y acabó aceptando, por lo que quedamos para el siguiente día, aunque nuestros horarios eran muy incompatibles, por lo que lo dejamos para la noche, sobre las 10. Se puso bastante contenta, cosa que obviamente me agradó, pero que también me puso un poco a alerta. No quería darle muchas esperanzas, por lo que me debía mantener distante y no tan cariñoso por mucho que ella lo fuera y que invitara a ser así. Pero también tenía que ir con cuidado por su condición. Estaba en una situación un tanto peculiar que debía manejar con mucho cuidado.
 
Capítulo 422

Por la tarde fui a trabajar encontrándome el mismo panorama que siempre. No tenía ningún problema en ninguna clase, aunque sí que empezaba a ver el carácter pasota de algún alumno que otro al tener ya confianza por verme de seguido. Pero no me resultaba muy molesto, porque yo sabía imponerme. El único problema importante fue precisamente con la que menos esperaba tenerlo, con Andrea. Estaba muy decaída y eso que era el día de su cumpleaños. Casi que ni saludó cuando apareció por la clase. Yo sí que lo hice, felicitándole el cumpleaños, llegándole a dar incluso dos besos.

Ella me agradeció el gesto, pareciendo estar impresionada por haberme acordado de aquello, pero más se sorprendió cuando vio que tenía un regalo para ella. Se quedó como medio en shock. Me dio hasta por pensar que nunca le habrían hecho un regalo para reaccionar así, pero ella me dijo que no hacía falta, casi que rechazando recibirlo. Le pregunté que a qué esperaba para abrirlo y ella lo miró, haciéndolo después conmigo. Dudó un poco, pero al final acabó abriéndolo y por la cara que puso le encantó.

Por alguna conversación que habíamos tenido, sabía que le gustaba mucho Harry Potter, así que le compré toda la saga en DVD en una oferta que vi. Además, se podía poner en varios idiomas, entrando entre ellos el español, inglés y francés, así que le podría venir bien para quedarse con algunas palabras y con la pronunciación para futuros cursos. Por cómo me había hablado aquella vez de esta serie de películas, se veía que le gustaba mucho y estaba seguro de que se había visto todas ellas varias veces, por lo que pensaba que podía relacionar conceptos, ya que el guión es una traducción literal de lo que dice la versión original.

Al menos así era con la versión original y la española, porque a mí también me gustaba esa saga y había visto varias veces todas las películas, incluyendo las versiones originales. Hasta me llegó a dar un abrazo de lo que le gustó, dándome las gracias muchas veces y diciendo que le encantaba porque, además, estaba como en una especie de estuche muy bonito y que se podía colocar para su exposición. Tras esos minutos en la que la felicité y le entregué su regalo los pusimos a trabajar, aunque de repente vi que se ponía como el día anterior, pero de hecho era peor, porque tenía una expresión triste, la cual me llegó hasta a preocupar.

-Cualquiera diría que es tu cumpleaños con la cara que tienes. ¿Qué te pasa?
-No pasa nada.
-Ya... Venga, que no cuela. A ver si me dices que puedo contar contigo para hablar si tal y tú no vas a poder hacerlo también.
-Es que estoy triste.
-¿Por?
-Porque la cosa por casa no va bien. Mis padres discuten mucho y mi hermano pequeño lo pasa muy mal.
-Ah, lo siento.
-Mi madre no trabaja y mi padre está teniendo problemas en el trabajo porque no están muy bien y no le pagan lo que deberían. Y eso afecta en casa. ¿Te puedes creer que no nos hemos librado de una bronca ni hoy? -dijo con los ojos vidriosos.
-Joder, ya podían haber hecho un esfuerzo el día de tu cumpleaños.
-Dudo que lo celebremos.
-No jodas...
-Me sabe muy mal por mi hermano también. Es muy pequeño y no es justo que tenga que pasar por esto con su edad.
-¿Cuántos años tiene?
-8. Y lo pasa muy mal cuando los oye discutir. Se pone a llorar y también me pongo a llorar yo también -dijo con alguna lágrima escurriéndose por su cara.
-Bueno, ya verás cómo se va a arreglar -dije intentando animarla.
-No sé... No lo creo. Muchas veces he hablado con mi madre, porque con ella tengo más confianza que con mi padre. Él es un hombre muy antiguo y bueno... Y le he dicho que, si no pueden seguir así, que se divorcien, que es algo horrible para nosotros sus hijos, sí. Pero creo que es peor estar escuchando todos los días esos gritos.
-Lo entiendo. ¿Y qué te dice ella?
-Que no tenemos dinero y que lo mejor que podemos hacer es estar todos juntos. Mi padre no sabe valerse por sí mismo tampoco.
-Es un tema delicado entonces.
-Sí. Yo lo único que quiero es que mi hermano esté contento y que no tenga que soportar todo eso.
-Ya, entiendo que te preocupes por él.
-Y eso me lleva a decirte que el jueves va a ser nuestra última clase.
-¿Qué?
-Es lo que te he dicho. No puedo permitirme el dinero que cuestan estas clases y también lo del autobús.
-Pero...
-De hecho, veremos si sigo en la universidad el año que viene y no me tengo que poner a trabajar para ayudar en casa...
-No.
-¿Qué?
-Eh... Que no hace falta eso.
-¿Por qué?
-Yo te puedo ayudar.
-No voy a aceptar tu dinero, lo siento.
-No. No hablo de darte dinero.
-¿Entonces?
-Puedes venirte a vivir conmigo. Así no tendrías que estar pendiente del autobús y llegarías siempre a tiempo. Además, vivo a menos de 5 minutos de la universidad. Y las clases estas que te he dado... Pues las podemos dar en casa cuando llegue por la noche. Así no pierdes el ritmo que llevamos y podrás sacar la asignatura sin problema.
-¿Pero y el alquiler?
-No tienes por qué pagarme nada.
-¿Cómo va a ser eso?
-Mira, conozco al que me tiene alquilada la casa y me lleva muy poco por ella. No necesito que me des nada. Además, es grande y tengo un dormitorio preparado ya y todo y no lo uso.
-Pero... No sé... ¿Y qué te doy yo a cambio?
-Andrea, te estoy diciendo que no me tienes que dar nada.
-No lo entiendo.
-¿No entiendes que te quiero ayudar?
-No entiendo por qué lo quieres hacer. Estas cosas no me pasan a mí.
-Pues mira, ya que no ibas a celebrar tu cumpleaños, por lo menos tienes estos dos regalos.
-Pero es una locura. ¿Cómo me voy a ir a vivir contigo?
-Me has caído muy bien. Te considero una amiga, en especial después de lo que hiciste la semana pasada dándome tu número para hablar contigo por si no tenía a nadie con quién hacerlo. ¿Qué menos que corresponder ese detalle que tuviste tú conmigo?
-Pero esto es exagerado.
-Yo no lo veo para tanto. Mi casa es grande y tengo una habitación preparada para hospedar a alguien. No me supone ningún problema que te vengas a vivir conmigo. Además, supongo que tú estarás fuera toda la mañana y yo lo estaré toda la tarde, así que apenas coincidiremos. Solo por la noche. Y a la hora de comer imagino.
-Esto es una locura.
-Andrea, eres muy lista. Seguro que eres consciente de la oportunidad que estoy dando. En tus manos está aprovecharla.
-Ya. Lo sé. Pero no me entra en la cabeza por qué lo haces.
-Ya te lo he dicho. Además, me parece una estupidez que dejes de estudiar. Bueno, a ver, no me malinterpretes. En caso de necesidad extrema, pues vale. Pero viendo lo centrada, trabajadora y responsable que eres y cómo te esfuerzas, pues me parece una tontería muy grande que dejes de estudiar. Si puedo ayudar un poco para asegurar que tengas un buen futuro, pues lo voy a hacer. Te lo mereces.
-Yo... No sé qué decir... -dijo empezando a llorar.
-No te pongas así tampoco. Yo solo te estoy dando el apoyo que tú me diste el otro día.
-Sí... Lo mismo va a ser... -decía riendo, pero aún emocionada.
-Para mí, sí.
-No sé...
-¿Qué me dices entonces?
-Suena muy bien todo lo que has dicho, porque podría estar centrada en lo que tengo que estar centrada al ahorrarme tanto viaje, aunque mi casa esté a media hora de aquí, pero entre la ida y la vuelta... También me daría tranquilidad. Podría desconectar un poco de todo lo que hay montado en casa.
-Claro.
-Pero mi hermano... ¿Qué pasaría con él?
-No sé, Andrea. Ahí ya no te puedo ayudar.
-Ya... Bastante estás haciendo, jeje. Pero esto es algo que tengo que hablar con mis padres.
-Claro. Lo entiendo. Aunque eres mayor de edad ya.
-Sí, pero ellos son los que me pagan todo. Además, no me llevo mal con ellos. Es solo la situación.
-Ya, ya. Bueno, pues la oferta está ahí. Piénsalo y háblalo con tus padres y con lo que sea me dices.
-En cuanto llegue se lo digo a mi madre.
-Vale. Con lo que sea, me dices.

Al final la clase se nos pasó muy rápido y no pudimos hacer mucho más, porque me estuvo contando con detalle cómo era la situación en su casa, los problemas familiares que tenían y demás. Tampoco le pedí mucha explicación, pero se veía que le estaba viniendo muy bien esa manera de desahogarse. Quizá por eso me dijo a mí de hacerlo con ella. A lo mejor se puso en mi lugar desde su punto de vista y pensó que me vendría bien hablarlo, como ella estaba haciendo ahora conmigo, aunque mi problema no era ni mucho menos tan grande como el suyo.

Ya al despedirnos, no paraba de darme las gracias una y otra vez por el regalo que le hice por su cumpleaños y por el ofrecimiento de que se viniera a vivir conmigo y de seguir con las clases particulares para que su familia pudiera estar más desahogada. Fue algo que me salió en ese momento. Me dio mucha pena verla tan triste y decaída y fue algo que se me vino a la cabeza rápidamente. Cómo le dije, no me suponía ningún problema que se viniera a vivir conmigo, porque tenía sitio de sobra y tampoco es que nos fuéramos a molestar mucho por nuestros horarios.

Se me quedó grabada su cara de asombro y, sobre todo, como se le cambió el gesto en cuanto se lo propuse. Me di cuenta estaba pensando que le vendría muy bien, pero luego ya pensó en todo y le asaltaron mil dudas. Y era algo que entendía, pues no hacía ni un mes que nos conocíamos. De hecho, nos habíamos visto pocas veces, pero aun así yo lo decía en serio. No quería que esa persona desperdiciara su vida dejando sus estudios para ponerse a trabajar en lo que fuera, porque tenía aptitudes de sobra y tampoco quería que desapareciera de mi vida y sabía que iba a pasar eso si no iba a volver a la academia.

Además, cada vez la veía más atractiva, así que, si de paso surgía algo, pues mejor todavía, pero no lo hice por eso. No sería hasta que llegué a casa que vería su respuesta. Había tenido varias horas para meditar su decisión, además de hablar con sus padres. En esos mensajes me dijo que, tras pensarlo, veía una oportunidad que no quería dejar escapar, pero que su madre estaba un poco reticente por eso de no tener que pagar nada. Le parecía muy extraño que hiciera algo así por una chica que no conocía de casi nada y decía que no se fiaba mucho.

Era algo que imaginaba que pasaría cuando se lo contara a sus padres. Los padres son muy protectores y es perfectamente normal que piensen de esa manera cuando un chico varios años mayor que ella le propusiera algo así. Imaginaba que finalmente diría que no iba a poder venirse a mi casa, pero seguía diciendo que ya le había hablado a su madre de mí y que le había dicho que era un buen chico, que la había ayudado mucho con el idioma y que le estaba yendo muy bien, que era superresponsable, que además le había hecho un regalo por su cumpleaños...

Aun así, su madre no estaba tranquila, pero me dijo que sí que estaba dispuesta a venir junto a ella para conocerme y así tratar de ver si era como ella decía para poder finalmente tomar una decisión. Me pareció algo totalmente racional y le escribí que me parecía bien, pero que ya sabía de mi horario por la tarde, porque por la mañana ella tenía que ir a la universidad y no podría estar ella, que era lo que su madre quería también.

Al final, a Andrea se le ocurrió saltarse la clase del jueves conmigo para tener esa hora para poder acercarse con su madre y poder estar yo también presente al tener solo esa hora con ella. Me pareció una buena idea, aunque tenía que preguntarle a mi jefa, pero estaba bastante seguro de que no habría ningún problema por no tener a nadie más en esa hora. Al final quedamos en eso, pero tenía que esperar al día siguiente para estar seguro al 100%. La verdad es que me sentía bastante bien por poder ayudar a una chica tan buena como Andrea. Se merecía eso y más.
 
Capítulo 423

El día siguiente fue uno más dentro de la rutina, con los ejercicios del gimnasio y luego corriendo por la calle, con algún saludo con estas dos chicas que conocí allí. Siendo sincero, Lola estaba ganando puntos siendo tan simpática y amable, pero también era verdad que Natalia la seguía opacando en mi mente. Esa conversación que escuché por accidente en las duchas me estaba jugando malas pasadas, porque no paraba de imaginármela desnuda con los detalles que percibí mientras ambas hablaban.

Efectivamente comprobé cómo el cuerpo de Lola se correspondía a la breve descripción que escuché, con esas tetas pequeñas y ese coño rasurado de finos labios, siendo algo similar la realidad a lo que me imaginé en su día, especialmente después de verla al salir ambas de las duchas. Pero pensaba bastante más en Natalia. Siempre deseamos lo que no tenemos y en este caso a mí me ocurría con esta chica.

Por las noches o por la mañana en esos momentos de soledad en los que uno se acaba tocando al estar acostumbrado a tanto sexo no paraba de representar esa descripción en mi mente. No llegaba a estar obsesionado, pero sí era cierto que era muy recurrente en mis fantasías. Especialmente después de lo ocurrido el sábado noche en su casa. Ver ese culo con ese tanga y esas medias me pusieron muy cachondo y no paraba de recordarlo. Entre esa imagen y la fantasía de imaginármela montándome con su monte de venus recubierto por vello negro y esas tetas caídas botando, acababa llegando al orgasmo en nada. Si me pasaba eso masturbándome, no quería pensar qué pasaría si me la encontrara así de verdad...

En el estudio de tatuajes todo iba igual, aunque ya se me estaban acabando las excusas para ir, pues los tatuajes estaban ya prácticamente acabados y poco había que corregir, pero no me preocupaba mucho, pues tenía el móvil de Eva para preguntarle cómo iba el asunto. Ese día tampoco me dio ninguna noticia acerca de eso. Las clases fueron perfectas, aunque ya notaba la clase con Natalia, pero un buen café me daba la energía necesaria para seguir. También pregunté si podía salir el día siguiente a la hora que tenía pactada con Andrea, pues la avisé de que no iba a ir ese día. Como ya esperaba, no me puso ninguna objeción, así que avisé a Andrea por mensaje en un cambio de clase de mis alumnos para confirmar la quedada.

También confirmé la quedada con Lola esa misma noche para que me explicara cómo le iba con el tratamiento y ver si podíamos hacer algo, aunque era algo que siempre iba a dejar a su elección. Lo último que quiera era ponérselo más difícil. La chica me ponía y la veía atractiva, pero tampoco veía que me pudiera desesperar si me decía de no hacer nada finalmente. Me llegó a preguntar si quería que cenáramos juntos, pero le puse una excusa. Veía que eso ya era demasiado acercamiento y no quería se generara ese vínculo. Quizá estaba siendo un poco paranoico, pero prefería prevenir que curar. Natalia estaba haciendo un buen trabajo como para llegar yo y acabar haciendo precisamente lo que quería evitar.

Poco antes de las 10, ya habiendo yo cenado y duchado por si al final acabábamos la noche haciendo algo, apareció por casa. Venía bastante mona con unos vaqueros muy ajustados, unos botines negros, un jersey de lana verde y su abrigo negro. Incluso iba algo pintada, estando diferente a cuando la veía normalmente en el gimnasio, pero mona igualmente. Nos sentamos en el sofá y le dije si quería tomar algo. Vale que pensara no ser tan cercano, pero qué menos que ofrecerle una bebida o algo. Me dijo que no le apetecía nada, así que me senté con ella de nuevo.

-Bueno, ¿y cómo va lo del tratamiento?
-Pues te cuento. Ayer tuve cita con mi ginecóloga. Me hizo una exploración para ver si todo estaba como debía estar.
-¿Y estaba bien?
-Sí. Perfectamente.
-Me alegro.
-Gracias, jeje. Estuvimos hablando acerca de todo lo que podía hacer y me dijo que tenía que hacer unos ejercicios con la vagina para tener mejor control sobre los músculos.
-Ajá.
-Y lo entendí muy bien todo y hasta me ha mandado por correo un link para que vea bien cómo hacerlos y eso.
-Vale, ¿algo más?
-Sí. Me comentó lo de las inyecciones. Se supone que te las ponen y puedes hacerlo mejor porque te relaja y estás como con anestesia.
-¿Pero sientes algo o no?
-Sí, me ha dicho que sí.
-¿Y vas a probar?
-Uff, qué va. Me dan miedo las agujas.
-Pero si tienes algunos tatuajes, ¿no?
-Pero no es lo mismo. No me gusta nada ir al médico y esas cosas. Lo paso muy mal.
-Vale, descartado.
-Sí. Voy a hacer lo de los ejercicios. También me ha dicho de ir a terapia. Muchas veces es algo psicológico y con un tratamiento adecuado pues se supera.
-¿Y vas a probar con eso?
-No lo sé. Yo no he pasado por ninguna experiencia traumática para tener que ir a terapia, porque según me ha dicho es por lo que pasa esto en esos casos.
-Am.
-Y bueno, alguna vez cuando he ido a tener relaciones si iba con ese miedo pensando que me iba a doler. Pero esta última vez contigo no me pasó. No estaba tan acojonada.
-¿Y por qué crees que puede ser?
-Creo que fue por la aceptación que tuviste. Me relajé mucho al verte tan atento y cuidadoso.
-Es lo menos que podía hacer.
-Ya, pero hay muchas maneras de hacerlo y tú lo hiciste muy bien. También pienso que es porque estaba cachonda pérdida. La situación me dio mucho morbo y la verdad es que me pones mucho. Te veo muy mono y tienes un cuerpo muy bonito.
-Gracias.
-Jejeje. Entonces, pues creo que fue una mezcla perfecta.
-¿Y qué más te ha contado?
-Poca cosa, no te quiero aburrir. Aunque sí que pasó algo en el examen...
-¿El qué?
-Joder... Es que me da vergüenza. No me esperaba que me fuera a hacer eso. Me sentía como en una encerrona, no tenía escapatoria... -dijo empezándose a poner roja.
-Uy... ¿Qué ha pasado?
-Pues me tiene ahí en la camilla esa abierta de piernas y me dice de hacer unas pruebas.
-¿Qué pruebas?
-A mí ginecóloga se le había ocurrido que parte del problema podía ser porque mi vagina no se adapta bien a lo que entra.
-¿Mmm?
-Ya sabes, la vagina se dilata en el acto sexual. Se puede estirar por así decir y ensanchar para adaptarse bien al pene.
-Ya.
-Porque nuestro conducto es así más o menos -dijo haciendo una medida con sus dedos.
-Ajá.
-Entonces, como comprenderás, pues eso se tiene que adaptar. Si no, ¿a dónde va todo eso que tienes tú? Jajajaja.
-Si te digo la verdad, nunca me había parado a pensarlo, jajaja.
-Mmm, mira, esto es como cuando los chicos os empalmáis. ¿A qué vuestro pene cambia bastante cuando está listo?
-Sí, claro.
-Pues nuestras vaginas hacen algo similar, adaptándose por dentro para poder abarcar vuestro pene sin que resulte molesto y eso.
-Ajá.
-Bueno, que me voy por las ramas. La cosa ha sido... -dijo mientras le volvían los colores y de remangaba- Joder... Jajajaja. Es que estando yo así despatarrada, va y saca un dildo.
-Jajajajajaja -reí con ganas.
-Tonto... -dijo dándome un manotazo mientras reía también.
-No jodas que te lo metió...
-No, burro. Aunque me acojoné bastante. Creía que iba a hacerlo.
-Jajajaja.
-Me dijo que sería conveniente que tuviera uno para ir probando. Nadie mejor que yo conoce mi cuerpo y sabe cuándo tiene que parar. Me ha recomendado que compre uno y que experimente con cuidado.
-Parece buena idea.
-Me ha dicho que lo suyo es que ella vea si mi vagina reacciona como debe, pero es que claro. No me iba a masturbar ella ahí... Y tampoco lo iba a hacer yo. La situación es superincómoda y ni me excitaría ni nada. Y así poco iba a sacar en claro.
-Jajajajaja. Sí, así poco iba a saber.
-Pues eso, que me ha mandado deberes.
-Pues ya sabes... Jajajaja.
-Te lo estás pasando bien, ¿no? -decía pinchándome con sus dedos.
-Un poco, jajaja.
-Y pues nada. Esta tarde he empezado con los ejercicios y estoy mirando por internet para ver qué dildo puedo comprar.
-Pues mira, tiene pinta de que te lo vas a pasar bien.
-Sí. Mientras tanto me ha dicho que también pruebe a meter mis dedos para ver cómo voy reaccionado y tal. Y que si tengo una pareja sexual que me ayude en esto, pues mejor.
-Am.
-¿Me ayudarás?
-Claro.
-Tampoco quiero agobiarte ni que tengas que estar disponible en todo momento ni nada de eso. Es simplemente ponernos de acuerdo para que pueda practicar poco a poco.
-Sí, no te preocupes.
-Mi ginecóloga ha dicho que su tuviera pareja, sería mucho más sencillo, porque en una pareja hay mucha confianza y también comprensión.
-Yo no soy tu pareja, ni pretendo serlo, pero te ayudaré en lo que pueda -le dije para bajar sus posibles expectativas.
-Gracias.
-¿Quieres que nos vayamos ya a mi habitación y...?
-Claro, como quieras.
-No, no. Tú eres la que vas a decidir todo. Yo no quiero que te sientas incómoda ni nada.
-Vamos.

Nos fuimos a mi habitación, aunque parecía curiosa, por lo que le acabé enseñando la casa por encima, pero rápidamente nos fuimos a mi habitación. Como aún hacía frío al estar todavía en marzo, puse la calefacción para que estuviéramos cómodos cuando nos desnudáramos. Se sentó en la cama mirando alrededor y empezó por quitarse los botines al desabrochar sus cremalleras, pero la paré, porque quería hacerlo yo para ver si así se excitaba más. Estaba seguro de que, cuanto más se excitara, más fácil le resultaría todo. Y parecía llevar razón, porque recibió el gesto con agrado y una sonrisa, dejándome hacer a mí.

Le quité los bonitas de la forma más sensual que pude al hacerlo despacio y dejarlos apartados. Luego le quité los calcetines y también los dejé a un lado. Ella se puso como traviesa y se subió a la cama mejor para apartarse un poco. Parecía haberse puesto juguetona. Yo me reí un poco y la seguí, pero en lugar de seguirla desnudando, nos besamos, porque ella tiró de mí. Estaba sobre ella, ambos tumbados por vencernos por la postura en la que resultó ese tirón, pero pronto me incorporé mientras acariciaba uno de sus muslos con intención de seguir desnudándola.

-Qué bien hueles -me dijo casi susurrando.
-¿Te gusta?
-Sí.
-Tú también hueles muy bien.

Lola rio y yo seguí:

-Mira, me gusta llevar las riendas en la cama, pero eso no significa que vaya a hacer nada que no te guste, ¿vale? Si te encuentras mal, sientes molestia o pasa algo me lo dices, ¿vale?
-Claro. No te preocupes.
-Bien.
-Conque te gusta manejar la situación, ¿no?
-Mmm, sí.
-Vale, pues no te cortes.

Me sonrió de manera pícara, haciéndole yo lo propio para seguir. Empecé por quitarle los vaqueros, los cuales eran más ajustados de lo que imaginaba, porque me costó un poco bajárselos hasta las rodillas, pero es que era algo normal con ese culazo y esos muslazos. De hecho, se lo dije y ella rio, teniendo pinta de que le había gustado mi piropo. Me topé con lo que parecían unas braguitas de color rosa palo, aunque sospechaba que era un tanga. Tras quitarle los vaqueros, seguí con su jersey para ver que no llevaba sujetador bajo él, aunque al tener unos pechos tan pequeños lo disimulaba muy bien y al ser tan grueso, pues también ocultaba sus pezones.

-¿Te gusta mi cuerpo? -me preguntó de manera sensual.
-Si no me gustara, no estarías aquí...
-A lo mejor no tengo un cuerpo tan normal como el de las otras chicas... ¿No crees?
-¿Por qué dices eso?
-Mira mis tetas. Son muy pequeñas.
-¿Y?
-Pues que podrían ser mejores, ¿no crees?
-A mí eso me da igual. Yo te veo atractiva.
-Pero cuando tenemos las tetas pequeñas es menos atractivo. Es como cuando vosotros las tenéis pequeña.
-Bueno, eso será lo que opinas tú. Además, eres tú la que prefiere una polla pequeña... Jajajaja.
-Ahí me has pillado, jajaja.
-¿Ves?
-En realidad el tamaño del pene no es algo que me importe.
-Estás respondiéndote tú sola.
-¿Y qué me dices de estos muslos? ¿No parezco un hombre?
-Mmm, no. Se ven trabajados. Como tu culo. Te veo muy sexy. Son otra clase de curvas.
-¿Eres siempre tan cumplido?
-Con quien me atrae, sí. Ya te he dicho que me gusta tu cuerpo. Si no, no estarías aquí.
-Pues qué bien.
-A ver esas tetas pequeñas cómo saben...
 
Capítulo 424

Me puse sobre ella para lamerle esos pezones marrones y atraparlos con mis labios para tirar de ellos. Lola se fundió en un gemido que también expresaba lo relajada que estaba, pasando a acariciarme la cabeza. Estuve un rato jugando con ellas y la verdad es que me gustaron. No eran las más bonitas ni las que más me habían gustado, pero estaban bien. Luego fui bajando por su cuerpo con pequeños mordiscos hasta llegar a sus muslos, los cuales mordisqueé mientras ella reía.

A Lola parecía encantarle lo que le estaba haciendo. Para mí también era divertido, aunque era algo que casi siempre hacía con todas las chicas y no se me hacía tan especial ya. Sin embargo, sí que estaba disfrutando mucho con ella. Sobre todo, cuando me dijo de cambiar las tornas, poniéndose ella sobre mí para imitar lo que yo le había hecho. Y fue algo que también disfruté, aunque estaba algo impaciente por empezar a pesar de que tampoco tenía muchas expectativas por su condición.

Tenía en mente comerle el coño, pero se me adelantó ella al desnudarme por completo, empezando a pajearme para luego comérmela. Le dije que esperara para ponerme un condón, pero me pidió si lo podía hacer así, porque no le gustaba nada el sabor del condón. Fallo mío, porque sí que tenía lubricante de sabores, pero no condones. Tomaría nota para tener allí por si acaso. Tras pensarlo un poco, accedí, pues venía teniendo cuidado y ella no había tenido relaciones con nadie más en ese tiempo, además de que iba regularmente a revisiones y todo salía siempre bien. Esta vez se esmeró bastante más al mamar, porque hacía el esfuerzo de metérsela más de lo que lo hizo la última vez. Llegaba a la mitad con un gran esfuerzo por su parte, pero de ahí no pasaba. Incluso se atragantada y se le saltaban las lágrimas, pero no podía más. Yo me mantenía callado en todo momento, observando como lo hacía, disfrutando también.

Al rato le dije que se pusiera a mi lado para poder besarnos y tras unos segundos de besos, eché mano a su entrepierna, aunque por encima de su ropa interior, la cual era efectivamente un tanga. Lo noté muy caliente y húmedo, soltando ella una risita cuando mis dedos entraron en contacto con la zona. Se la veía muy cachonda y pasé a meter los dedos por dentro de su tanga y así poder acariciarle la rajita más fácilmente. Nos separarnos para mirarnos a los ojos. Me gustaba mucho ver la expresión que ponía, pues estaba sería, aunque se notaba su excitación y también lo agradable que le resultaba mi tocamiento. Pero cada poco acercaba su cara para besarme. No me importaba, porque veía el cariño justo en esos besos que eran más guarros que otra cosa.

-¿Estás cachonda? -dije preguntando lo evidente al ser tan visible y al notar cómo de mojada estaba.
-Uff... Mucho.
-¿Quieres que probemos eso de meter algún dedo?
-Ah, vale. Pero despacito, que tienes las manos grandes.
-Os fijáis mucho en eso, ¿no?
-Claro.
-Pues tranquila, que voy con cuidado. Y con lo que sea me vas diciendo, ¿vale?
-Sí -decía con un tono casi de vulnerabilidad.

Seguí acariciándola un poco más hasta que con mi dedo corazón empecé a hacer una presión muy ligera sobre su agujerito para avisarla de que iba a entrar en ella. Lola me acariciaba el brazo y me besaba, dándome a entender que se encontraba bien. Así que empecé a clavarle mi dedo para ir metiéndoselo poco a poco. Cuando tenía la mitad de mi dedo dentro de ella, le pregunté cómo se encontraba. Ella me dijo que estaba genial y que no parara, que le estaba encantando, por lo que seguí metiéndoselo hasta que se perdió en sus entrañas. Lola cerró sus ojos y respiraba entrecortadamente. No notaba ningún movimiento extraño por su parte, así que suponía que estaba bien.

Abrió sus ojos y me sonrió, por lo que muy lentamente, empecé a sacárselo y a metérselo. La empecé a masturbar, cogiendo más ritmo muy lentamente hasta que ella me pidió que se lo metiera cada vez más rápido. Le hice caso, notando como cada vez estaba más mojada. Desde luego, la lubricación en ella funcionaba bien. O al menos lo hacía en ese momento, porque notaba todo aquello empapado. Ella también me masturbaba a mí agarrándomela con su mano con fuerza para moverla a buen ritmo. Si parecía tener buena experiencia en eso, aunque tampoco la chupaba mal.

-¿Probamos metiendo otro? -le pregunté parando en seco.
-Vale. Mételo ya.

Se veía que era un poco mandona. Parecía habérsele olvidado aquello que le dije de que me gustaba llevar el control de la situación. No me importaba para nada, porque la veía muy encendida y eso me gustaba. Quizá estaba demasiado preocupado por ella por su condición, pero quería que todo fuera bien y ayudarla, por eso no me importaba nada que me saltara así. Le empecé a meter otro dedo y ella empezó a gemir con más intensidad. La masturbación que le estaba haciendo parecía ser muy de su agrado, porque no paraba de acariciarme, tocarme, pegarse a mí... Pero me detuve antes de que llegara a su orgasmo, porque me apetecía comérselo y de paso jugaba un poco con ella para ver cómo reaccionaba.

-Pero no pares ahora, hombre... -decía casi con molestia, aunque no la que me preocupaba.
-Shhh... No quiero que te corras todavía.
-Pero es que lo estabas haciendo muy bien.
-Ya. Pero aún podemos jugar un poco más, ¿no?
-¿Qué me quieres hacer?
-De todo. Pero poco a poco.
-Mmmmmmmmm...

Me llevé los dedos con la que la estaba tocando a la boca para chuparlos, recogiendo gran parte de sus fluidos. La verdad es que me gustó lo que saboreé. Ella por su parte parecía sorprendida por lo que acababa de hacer.

-Es que soy muy guarro.
-Eso parece...
-Y no has visto nada aún.

Bajé poco a poco por su cuerpo para llegar a su coño, aunque me recreé en su pubis besándolo y lamiéndolo. Ella reía como si le hiciera cosquillas, pasando a acariciarme la cabeza.

-¿Te gusta? -me preguntó sin esperármelo.
-Sí. Claro.
-¿A qué está suave?
-Mucho. Aunque...
-¿Qué pasa?
-¿Sabes? Me encanta que tengan pelo por aquí -dije para lamerle de nuevo el pubis.
-¿Sí? -preguntaba impresionada.
-Sí. Me pone muchísimo.
-¿Y eso?
-Es como un fetiche que tengo.
-Joder... -decía con rabia.
-¿Qué pasa? -pregunté algo alarmado.
-Nada, que no te voy a poder dar el gusto.
-Ah, no importa. Joder, me habías asustado.
-Es que el pelo que me salía me salía muy feo. Era muy irregular y no me quedaba bonito. Por eso me hice el láser.
-Ah, no pasa nada.
-Y ya no me sale nada. Y lo poco que me sale lo quito muy fácil.
-No te preocupes. No es algo esencial para mí, jajajaja. Es solo un añadido.
-Me da pena...
-Da igual, no seas tonta.

Seguí lamiéndole la zona e incluso bajé por sus ingles. Ella se estremecía bastante. No quería pensar cómo se pondría cuando dijera de comérselo. De hecho, fue ella misma la que me dijo de hacerlo, porque no podía esperar más. Así que empecé a lamerle con mucho cuidado su rajita, estremeciéndose ella nuevamente y lanzando un gemido alto. Poco a poco se lo empecé a comer con buenas lamidas y succiones por su clítoris. No tardó casi nada en correrse, con esos espasmos raros que hacía al levantar sus caderas. Me mojó bastante la boca y no tarde mucho en despegarme de ella para dejarla reposar, porque tenía intención de seguir. Lola respiraba con ansia y de manera entrecortada mientras yo la observaba tocándome para que no se me bajara. En un momento dado se dio la vuelta para ponerse boca abajo, aprovechando yo para ponerme sobre ella y empezar a besarle los hombros.

-¿Sabes una ventaja de tener las tetas pequeñas? -me dijo mientras la besaba- Que puedo dormir boca abajo sin ningún problema.
-Jajajaja -reí por su ocurrencia.
-Joder, me encanta como me comes el coño. Qué bien me corro.

Seguí bajando por su cuerpo hasta que llegué a su culo, el cual empecé a besar y a mordisquear. Ella reía de nuevo como si le hiciera cosquillas, pero le veía el ojete y me entraban muchas ganas de jugar con él. Y así lo hice cuando pasé mi lengua por él al abrir sus nalgas.

-¿Qué haces, guarro? -dijo dando un respingo y riendo de manera nerviosa y cortada.

Lola se dio la vuelta, sentándose con las piernas cruzadas y mirándome con la cara bastante roja.

-Tienes un culo precioso. No he podido resistirlo.
-¿Pero a ti te gusta...?
-Claro. Ya te he dicho que soy un guarro. Aunque eso tampoco es para tanto.
-Que no dice...
-¿Eso te parece?
-Pues sí.
-¿No te gusta?
-Mmm... Es que...
-Es que los prejuicios que tenéis muchas.
-No... Bueno, que me da un poco de asco. Eso es todo.
-Pues es una pena que con ese culazo tan bonito que tienes no te haga gracia.
-Pfff... Ya veremos.
-No quiero que lo hagas si no te gusta. No lo necesito tampoco.
-Vale. Pero ya veremos. Poco a poco, ¿vale?
-Claro.

Lola echó mano a mi polla para empezar a masturbarme, porque la seguía teniendo dura y de hecho la miró un par de veces, mientras se incorporaba y mientras hablábamos. Creía que tras haberle lamido el culo no querría besarme más, pero estaba equivocado, porque pareció olvidarse de aquello y me beso, poniéndose sobre mí un poco para seguir con la paja que me estaba haciendo. Yo le amasaba el culo, porque era de lo que más me gustaba de ella y estuvimos así unos minutos, aunque se separó de manera brusca de mí para decirme:

-¿Quieres follarme?

La miré un poco sorprendido por cómo de directo me lo preguntó, respondiéndole:

-Me encantaría.
-Podemos probar.
-Solo si estás segura.
-Estoy muy cachonda.
-Vale. Pero despacio.
-Sí.

Lola se tumbó boca arriba y yo cogí un condón de la mesita para ponérmelo, además de lubricante para echarle en el coño un poco y también sobre mi polla. Estaba roja, pero no por vergüenza, sino por lo caliente que estaba, porque estaba hasta temblando.

-¿Estás bien?
-Sí. Mucho. Estoy a mil. Y un poco nerviosa.
-Pues te tienes que tranquilizar, porque si estás nerviosa, tu cuerpo se tensa y nos va a costar más.
-Ya. Pero es que no puedo evitarlo.
-Bueno, vamos a ir despacio.

Me agarré la polla y le acaricié la raja como siempre solía hacer, aunque esta vez me esmeré más para que se relajara, pero tampoco lo hacía con mucha intensidad para que no se corriera. Llegado el momento hice presión con mi polla en su cavidad, tal y como lo hice con mi dedo minutos antes. Estaba muy abierta de piernas y era muy excitante tenerla así, pero debía llevar cuidado para no hacerle daño. Poco a poco se la empecé a meter, apretando ella su cara, aunque iba tan lento que le daba tiempo a que me dijera lo que fuera, aunque no terminó diciendo nada. Llegué hasta su límite al recordar hasta donde me dijo que llegara en nuestro primer encuentro. Por fin abrió sus ojos, preguntándole yo en susurros cómo estaba. Ella me decía que muy bien mientras me acariciaba los costados. Muy lentamente me empecé a mover como en nuestra primera vez para follarla. Ella parecía encantada por sus expresiones, así que seguí durante unos minutos, pero muy lentamente y con mucho cuidado.

-Javi, ¿te parece si me la metes más aún?
-¿Crees que es buena idea?
-Me apetece muchísimo.
-No quiero forzar y que te duela.
-Quiero que llegues hasta el final.
-No sé, Lola...
-Por favor. Si algo no va bien te lo digo. Te lo prometo.
-Pfff... Vale. Pero hazlo, ¿vale?
-Sí.

La veía muy decidida, aunque yo tenía mis dudas, pero aun así le hice caso y se la metí un poco más profundo. Lola abría su boca con expresión de placer, pero yo me mantenía a alerta por lo que pudiera pasar. Esta vez sí que pasé a meterle más de la mitad de mi polla, pero llegó un punto en el que sentía cierta resistencia y no quería forzar más, por lo que dejé de empujar. Ella me dijo que se encontraba bien, aunque se sentía un poco rara. Por las dudas decidí echarme un poco hacia atrás, pero seguí follándola un poco más, provocándole otro orgasmo y notando esta vez cómo me apretaba con el interior de su vagina. Tuve la reacción de sacársela de golpe por si le pudiera ocasionar daño, pero una experiencia propia me hizo pensármelo bien. Ella me abrazaba con fuerza mientras gemía y su cuerpo temblaba, pero muy poco a poco me empecé a salir de ella hasta que solo quedó el glande en ella, el cual saqué cuando deshizo su abrazo.

-Joder, Javi...
-¿Qué tal?
-Muuuuuuuuy bien.
-¿Te duele?
-Mmm. No, no mucho. He notado un poco de molestia cuando has llegado hasta el final. Pero es que no quería parar. Si ya has visto que he llegado.
-Sí. Lo he sentido también.
-Joder, qué bien -decía entusiasmada.
-Pones una cara graciosa cuando te corres.
-Oye...
-Pero es muy sexy también.
-Tú no te has corrido.
-Ahora lo hago. No te preocupes.
-Yo sigo cachondísima.
-¿Te ves con fuerzas para correrte otra vez?
-Mmm, sí.
-Me gusta, tengo algo en mente.
-¿Sí? ¿El qué?
-Te voy a follar. Fuerte de hecho.
-¿Qué?
-Pero tranquila. Jajajaja. No como tú piensas.
-Uff... -decía excitada- A ver...
 
Capítulo 425

Cogí el bote de lubricante y me eché bastante por la polla para empezar a frotarle la raja con ella. Lola empezaba a gemir de nuevo, aunque no era eso lo que tenía pensado hacerle. Eché más lubricante por toda su entrepierna e incluso por sus muslos. Ella parecía un poco desconcertada por la manera en la que la estaba embadurnado tanto, pero en cuanto vio como le puse las piernas y como colé mi polla entre sus muslos y entrepierna, ató cabos. Puse sus piernas pegadas a mi torso, con sus pies rodeándome la nuca y apreté sus piernas para que estuvieran lo más cerradas posible, asegurándome que estaba en todo momento en contacto con su coño.

-¿Ves lo que te voy a hacer?
-Sí. Me gusta.
-Así te estímulo como tanto te gusta y yo sentiré más o menos que te estoy follando al estar mi polla así de apretada entre tus muslos y en contacto con tu coño.
-Sí. Empieza ya.

Me empecé a mover lentamente para ver si funcionaba bien y la verdad es que no estaba mal. El lubricante hacía un muy buen trabajo para que no me doliera a mí y tampoco a ella, porque tenía pensado darle buenas embestidas. Y poco a poco llegué a ello, aunque mi polla se subía, por lo que Lola me la sujetó con su mano, echándose también lubricante para que fuera también una paja en cierto modo. Fue algo muy placentero, aunque no llegué a correrme por poco. De hecho, no llegué a hacerlo porque ella acabó antes mientras gritaba de gusto y agarraba la sábana con fuerza con una de sus manos. Me aparté viendo cómo temblaba y cómo se agarraba el coño.

Estaba bastante cachondo, por lo que me empecé a masturbar viéndola. Lola abrió sus ojos para mirarme, diciéndome que no me corriera aún, así que la esperé para que se pudiera recuperar del todo y una vez lo hizo se puso de rodillas sobre la cama diciéndome que quería que me corriera en su boca. Para ello, me puse de pie en la cama y me la empezó a comer de nuevo, aunque estaba tan cachondo que no duré nada y cuando la avisé se la sacó de la boca y la cogí para meneármela y acabar en su boca con varios latigazos que atravesaban su cara hasta su frente, cayendo los últimos en su lengua. Creía que se lo iba a tragar, pero no lo acabó haciendo, porque escupió en su mano todo lo que le había caído en la boca.

-¿No te gusta tragar? -le pregunté cuando volvió tras ir al baño a asearse un poco.
-No. No me gusta -dijo mientras se empezaba a vestir.
-Pues qué pena.
-Jajajajaja. No todo el mundo es tan guarro como tú...
-Ya has visto que no me importa que te corras en mi boca.
-No, si ya... Entre eso y lo del culo...
-Jajajaja. Que no es para tanto, mujer.
-Todo esto es bastante nuevo para mí.
-¿Te lo estás pasando bien conmigo?
-¿Estás de coña? Javi, me he corrido tres veces. Me ha encantado todo lo que me has hecho.
-Me alegro.
-¿Y tú? ¿Te lo pasas bien conmigo?
-Sí.
-¿Seguro?
-Claro. ¿Por qué lo dices?
-Porque te cuesta acabar conmigo.
-Eso es porque estoy acostumbrado a hacerlo de otra forma. Pero me gusta follar contigo. No me esperaba que me dijeras de acabar así. Me ha gustado.
-Me apetecía por portarte tan bien conmigo. Y me ha gustado mucho eso último de follarme así. Me ha puesto muy tonta verte empujarme así de fuerte. Estabas supersexy.
-Ha sido divertido.
-¿Crees que algún día podrás follarme así, pero por donde tiene que ser?
-No lo sé, Lola. El tiempo lo dirá.
-Ojalá que sí. Tiene que ser una pasada.
-Creo que estamos haciendo progresos, ¿no?
-Sí. Estoy contentísima. Ya verás cuando se lo cuente a mi ginecóloga...
-¿Vas a comprarte al final un dildo?
-Creo que sí. Quiero practicar. Pero uno pequeño. Así me aseguro de que no me duele.
-A lo mejor lo ves muy diferente a esto.
-¿Sí? ¿Tú crees?
-Igual que una persona no es. Tienes que tener eso en cuenta.
-Ya, es verdad. Pero creo que sé cómo hacerlo para ponerme a tono.
-Ya, lo imagino -dije riéndome.

Ambos nos terminamos de vestir y ella dijo de irse a su casa, porque ya se estaba haciendo tarde y ella solía levantarse muy temprano para ir al gimnasio, así que se acabó marchando. Me dio un poco de cosa que de fuera sola tan de noche y con el frío que hacía, pero su casa tampoco quedaba muy lejos de la mía. Ni a 10 minutos andando, pero no me terminaba de quedar tranquilo. No la acompañé a casa por eso de no acercarme demasiado a ella y que pensara cosas que no eran.

Porque quizá veía ese gesto como algo por mi parte, o quizá despertaba algo en ella que yo no quería que tuviera lugar. Me vestí para nada, porque una vez se fue me di una ducha rápida para estar más relajado y tratar de dormir así mejor. Y así fue en cierto modo, porque con lo del crossfit y ese folleteo, conseguí descansar, aunque mi horario de sueño seguía siendo una mierda.

El jueves fue otro día más en el que seguí con esa rutina, pero sin nada más destacable que aquello de que iban a venir Andrea y su madre para ver la casa y para que la madre me conociera para quedarse más tranquila. En el gimnasio no me crucé con ninguna de las dos amiguitas nuevas que hice, aunque también es verdad que no salí de la sala en la que estaban todas las máquinas, donde se centraba todo mi entrenamiento. Ni tampoco ellas pasaron por ahí.

Casualidad, tal vez, pero me gustaba que fuera así, porque no me sentía agobiado y no cruzarme especialmente con Lola rebajaba ese posible acercamiento de más que tanto temía que tuviera lugar. Todo parecía ir sobre ruedas en ese aspecto. En el estudio más de lo mismo, aunque sí que pude hablar con Eva, pero el tema seguía igual. Se estaba tomando muy en serio aquello de ir despacio para que pareciera de forma casual y que no se alarmara Raquel. Otra cosa que parecía ir bien.

A las 5 de la tarde salí de la academia para ir hacia mi casa y una vez llegué, me las encontré ambas delante de la puerta. Físicamente, la madre de Andrea era similar a ella, pero veía a su hija más guapa y las atractiva. También estaba gordita, aunque más que Andrea, ya que su barriga sí que era más evidente, pero suponía que era lo normal al llegar a esa edad. También tenía una melena larga y pelirroja, aunque ésta era más bajita que su hija. Sin gafas y con una cara bastante normal. No se me hacía guapa ni atractiva, al contrario que su hija, que cada vez me llamaba más la atención, porque ella tenía unas curvas bonitas.

Me presenté con dos besos y Andrea también me los dio. No sabía muy bien por qué, porque ya nos conocíamos, pero me gustó el gesto. Entramos y les enseñé la casa a ambas. Las dos estaban impresionadas porque la encontraron bastante grande para lo que parecía desde fuera. Les comenté que era grande de por sí, pero que se habían encargado de reformarla a fondo y sí que contrastaba el interior con la fachada, la cual era muy antigua, estando en consonancia con toda la calle y las que la rodeaban.

Me dijeron que era una casa muy bonita y sería un lugar fantástico para vivir. Pero su madre me empezó a asediar a preguntas, cosa que entendía por no conocerme de nada. Empezó por preguntarme si esa casa era mía o si era de alquiler, aunque Andrea saltó recordándole que era de alquiler. Tras darle algunos detalles de cómo había acabado ahí y porqué pagaba tan poco, pasó a preguntarme a qué me dedicaba y qué estudios tenía. No entendí por qué quería tantos detalles, pero tampoco me supuso mucho problema, así que le fui contando.

La parte más incómoda fue cuando me empezó a preguntar por qué le había propuesto a su hija el irse a vivir conmigo. Lo hacía hablando como si estuviera a la defensiva. Yo de nuevo, me limité a decirle exactamente lo mismo que le dije a Andrea un par de días antes, comentándole que me contó por encima lo que pasaba en casa y cómo no me parecía justo que tuviera que llegar a dejar los estudios.

Le narré que me pareció buena idea echarle una mano al verla tan responsable y trabajadora, por lo que me decidí a ayudarla. Me sorprendió cuando me dijo que lo veía un poco raro por pensar que podía estar interesado en su hija para algo, dando a entender que podría estar enamorado de ella. No pude evitar reírme y decirle que no era eso, que solo quería ayudar a una chica que me quiso ayudar a mí pocos días antes.

Andrea se puso bastante roja entre aquello que dijo su madre y cuando ésta quiso indagar en su forma de ayudarme con mis cosas. Yo salí en su ayuda comentando que estaba un poco de bajón por temas personales y que simplemente se ofreció para hablar conmigo si lo necesitaba. Al final pareció que le caí bien a la madre, porque se relajó a medida que fuimos hablado y veía que respondía a todo lo que me preguntaba con seguridad y sin ningún problema.

Cuando acabó de hablar conmigo, se giró hacia su hija y le preguntó si estaba segura de querer vivir ahí. Andrea asintió, pasando a dar su opinión sobre el tema. Decía que era una oportunidad que no podía desaprovechar y que seguramente no volvería a tener. Yo en realidad veía sus palabras algo exageradas, pues tampoco veía para tanto mi ayuda. Parecía que se iba a estudiar a otro país y lo que iba a hacer era irse a vivir a media hora de su casa. Pero tampoco sabía exactamente la situación en su casa.

Quizá era más delicada de lo que me contó en primera instancia y necesitaba algo así de verdad. La madre se giró hacia a mí de nuevo y preguntó que cuándo podría venirse a casa. Me pilló un poco desprevenido, quizá por la naturalidad y seguridad con la que me lo preguntó, pero pude responderle que cuando ellas quisieran. Me preguntó si podía empezar a traer sus cosas al día siguiente, pero yo por la tarde trabajaba y ella por la mañana tenía clase.

Decidieron dejarlo entonces para el fin de semana, pero recordé que tenía que ir a mi ciudad para tener la charla con mis amigos y seguramente no iba a estar allí hasta el domingo ya de noche, por lo que pensé en darle el juego de llaves que tenía de repuesto para que ellas vinieran cuando quisieran, explicándoles los planes que tenía y el porqué de mi ausencia.

Ambas me dieron las gracias y comentaron que empezarían a traer cosas al día siguiente por la tarde y el fin de semana para instalarse cuanto antes y no depender del autobús. También les comenté que si alguna vez ocurría algo y necesitaba que la llevara, que podía hacerlo siempre y cuando no interfiriera en mi horario de trabajo, aunque si era una urgencia, no tenía problema.

Me agradecieron el gesto, procurando no molestarme con eso, aunque en realidad, si nos poníamos de acuerdo, podía llevarla a su pueblo cuando quisiera pasar el fin de semana allí, ya que me pillaba de camino a mí ciudad. Ambas se despidieron de mí con dos besos, estando Andrea visiblemente contenta y nos despedimos, viéndonos tal vez al día siguiente.

Al volver a casa después de regresar al trabajo, siendo ya de noche, me cambié para ponerme más cómodo y me hice la cena, recordando que al tener ahora a Andrea por casa iba a necesitar más cosas que las que solía tener. Pero ya nos pondríamos de acuerdo para solucionar eso, aunque pensé en comprar a la mañana siguiente algunas cosas para tener ahí por si acaso. Al acabar de cenar y echarme en el sofá un rato vi que tenía mensajes precisamente de ella.

-Muchísimas gracias por todo, Javi. Y perdona por todo lo que te ha preguntado mi madre...
-No pasa nada. Si es normal que se preocupe por ti. Cualquier madre hubiera hecho lo mismo.
-Bueno... Pero no te preocupes por nada. Le has caído muy bien. Sobre todo por tener la casa así de bonita. Cuando le dije que vivías solo, pensaba que ibas a tener la casa hecha un asco, pero se equivocaba.
-Ah, gracias, jajajaja.
-Dice que te ve muy formal y que hablas muy bien.
-Pues dale las gracias de mi parte.
-Jajajaja. Es que mira, cuando estábamos esperando y venías ha hecho un sonido como queriendo decir que no le convencías.
-¿Y eso?
-Me ha dicho de camino que se ha asustado un poco al verte así muy alto y con esa barba.
-Jajajajaja.
-Pero que luego hablando contigo, pues se le ha pasado. Me ha dicho que nada más entrar y oler tu casa le había cambiado la opinión de ti.
-Yo de siempre he sido muy ordenado y me gusta tenerlo todo bien puesto. Por eso no te preocupes.
-No, si no me importa. A mí no me cuesta ponerme, aunque a veces se me amontonan algunas cosas. Pero solo en mi habitación.
-Yo ahí ya no me meto.
-No. No te preocupes, de verdad. Y otra cosa.
-Dime.
-Mi madre me ha dicho que te eche una mano para mantener la casa ordenada y limpia. Y estoy de acuerdo, porque voy a vivir ahí, pero con eso de que no te tengo que pagar nada, pues me da un poco de cosa y no me quiero aprovechar tampoco. De hecho, quiero que me dejes eso a mí.
-No hace falta.
-Ya, pero es lo menos que puedo hacer por el favor tan grande que me estás haciendo.
-Vale, como quieras. Pero de mi habitación me encargo yo. Y si quieres cada uno se queda con un baño. Yo me encargo del que me toque.
-Me parece bien. Yo me apaño con el pequeño, así que te quedas tú con el grande. Te encargas tú de tu baño y de tu habitación y yo del resto.
-No hace falta, pero como quieras.
-No me supone nada encargarme de eso.
-Ok.
-Y también cocino bien. Si quieres puedo hacer de comer para los dos. Como me tengo que preparar comida para mí cuando vuelva de la universidad, puedo prepararte a ti también.
-Bueno, como tú veas. Tampoco quiero que seas mi chacha.
-Noooooo. Pero no me supone ningún esfuerzo ni nada.
-Vale. En realidad, me viene bien, porque yo no soy muy bueno en la cocina. Sé lo justo y poco más.
-Vale, pues yo me encargo.
-Vale. Ya nos ponemos de acuerdo para ver qué compramos de comida y eso. Y cuenta con mi ayuda para seguir con las clases de francés.
-Vale 😊
-Entonces, ¿cuándo tienes pensado instalarte?
-Pues mañana por la tarde vamos a ir para empezar a llevar cosas. Ya he hecho la maleta con lo más importante. El sábado y el domingo me traigo lo demás.
-Vale. No sé si nos veremos, pero si tienes algún problema o pasa algo, me llamas y te digo.
-Ok. Muchas gracias.

Pues ya tenía nueva compañera de piso. Y la verdad es que veía eso algo bastante positivo, pues Andrea era una chica con la que gustaba estar. Se me hacía muy bueno el rato que estaba con ella y esa compañía que me haría imaginaba que me vendría bien.

Por eso mismo el viernes me levanté de bastante buen humor. En realidad, no hice nada especial, pues me limité a seguir con mi rutina de siempre, empezando por ir al gimnasio, en el que me encontré a las dos chicas, aunque tan solo me saludé con ellas. Lo curioso ahora era que no coincidía con ellas en las duchas cuando me lavaba allí por las clases de crossfit, aunque tampoco era algo que buscara. Bastante había escuchado ya y pensaba que no necesitaba hacerlo más.

Si ya tenía a Natalia para ayudarme en que Lola no se viniera arriba y casi que también me hablaba para contarme por encima cómo se sentía respecto al sexo. Si incluso tonteábamos un poco en esas conversaciones por WhatsApp que teníamos de vez en cuando. ¿Qué más quería? Además, me encontraba en una situación agradable. Sí es verdad que me hubiera gustado follarme a esas alturas a Natalia, siendo algo que de hecho pensaba muy a menudo cuando iba a la cama de noche y ese día no había tenido sexo.

Recuerdo hasta buscar en internet fotos de chicas desnudas que tuvieran un físico similar al suyo y además con unas partes íntimas que fueran también parecidas en esas descripciones que capté y así poder ponerme más a tono. Pero eso no significaba que estuviera disconforme con Lola. Los ratos con ella se me hacían agradables y hablábamos mucho por lo extrovertida que era una vez cogía confianza contigo, porque nada tenía que ver con esa chica tímida que me encontré cuando Natalia me propuso aquel plan para salir con ellos.

Era un poco extraño para mí, eso sí. Porque muchas veces pensaba en ella, analizando su cuerpo parte por parte y la verdad es que tampoco era una belleza impresionante como otras chicas con la que había estado, pero el conjunto de todo su cuerpo tenía algo que me atraía. No sabía lo que era, pero tampoco me iba a devanar la cabeza en tratar de saberlo pudiendo centrarme en disfrutar.

Pese a las veces que he dicho lo que me gustaban sus muslos y su culo, lo cierto es que diría que lo que más me atraía de ella era su larga y lisa melena castaña y su mirada con esos ojos castaños muy vivos. Y también algo que me gustaba de pasar tiempo con ella era ayudarla a descubrir la sexualidad por así decirlo, porque por su forma de reaccionar veía bastante evidente que estaba descubriendo muchas cosas conmigo.

Y eso me daba bastante morbo, porque era como si la estuviera desflorando continuamente. Ella se lo pasaba bien a juzgar por la cantidad de orgasmos que conseguía provocarle sin esforzarme yo mucho. Y yo también pese a no llegar tantas veces al éxtasis como ella, pero también tenía sus cosas únicas, como esa manera de follarla apretando sus muslos para estimularme a la vez que lo hacía yo con ella al frotarle su raja.
 
Capítulo 426

Solo rompí esa rutina para hacer alguna compra para tener la nevera más llena en caso de que Andrea dijera de quedarse a comer o algo. Así tendría provisiones. Algo que también rompió mi rutina fue no acercarme al estudio. Ya no tenía que retocar ninguno de los que tenía curados, por lo que me tocaba esperar a que lo hicieran los más frescos. Tampoco resultó mucho problema, pues Eva no me mandó ni un mensaje, por lo que suponía que la cosa seguía marchando lenta. Por la tarde di mis clases sin ningún problema. Cómo se notaba que era viernes y que estaban más revolucionados, pero yo era capaz de mantener a todo el mundo controlado, aunque también era verdad que cuando los veía así, les metía menos caña para que tampoco se pusieran más rebeldes y me hicieran más difícil mi trabajo.

Lo que sí que notaba también era el agobio de los de segundo de bachillerato. La selectividad se acercaba muy rápido y estaban bastante acojonados por mucho que yo les dijera que no era para tanto y que les saldría muy bien si habían ido estudiando durante todo el curso. Pero claro, había a gente a la que los idiomas no se les daban nada bien, entre ellos a una chica que no tuvo mejor idea que apuntarse ese mismo día que empezaba el mes de abril. A menos de dos meses de selectividad te apuntas a una academia teniendo los dos primeros trimestres suspensos.

No salía de mi asombro mientras contaba brevemente en clase su situación. Se la veía muy abierta, aunque también nerviosa por ser el centro de atención y quizá por la vergüenza que estaba pasando. Nos contó que había repetido ese curso porque el año anterior se lo tomó medio a broma y no pudo ni presentarse a selectividad, pero que este año sí que estaba yendo en serio, sacando hasta muy buenas notas, aunque el inglés se le resistía y, de hecho, lo detestaba.

La chica era una preciosidad, con 19 años recién cumplidos, morena con una larga melena lisa que le llegaba hasta la cintura y que llevaba peinada con la raya al medio. Delgada, aunque con unas curvas muy atractivas por los generosos pechos que tenía y su culo redondo y sobresaliente para el cuerpo que tenía. De cara era guapísima. Lo único que era raro por así decirlo en su cara eran sus cejas, pues eran un poco gruesas, pero eran bonitas, aun así, teniendo también unos ojos grandes y negros que miraban de manera intensa, una nariz de tamaño normal, aunque con un puente largo y unos labios carnosos.

Era superbajita, midiendo alrededor de 1,50 o poco más, pero en belleza resaltaba respecto a sus compañeros de clase. Su nombre era Rebeca. Y quizá por eso mismo de que era muy guapa, o tal vez porque era nueva, me pasé gran parte de la clase mirándola. Fue en alguna coña que se hizo en clase que me di cuenta de que también tenía una sonrisa muy bonita pese a llevar aparato dental. Algo que también me llamó la atención fue ver sus uñas tan largas y tan bien pintadas. Tenían pinta de ser falsas, pero eso no desmerecían lo bonitas que eran.

De camino a casa pensé de nuevo en esta chica. Estaba impresionado por cómo de dejada era alguna gente. No lo decía porque hubiera repetido un curso. Eso le puede pasar a cualquiera por tener mala suerte o por confiarse, pero saber que se te da mal algo y ponerle remedio casi en el último minuto tomándote en serio ese curso... No entendía cómo estaba haciendo algo así cuando parecía que había escarmentado por cómo se estaba esforzando al sacar las notas que decía sacar. Todos esos pensamientos se me fueron de la cabeza al entrar en casa. Nada más abrir la puerta percibí un olor increíblemente bueno. De hecho, me quedé un poco pillado por no entender de qué era. Al entrar me encontré luz en el salón y evidentemente a Andrea allí. Bueno, en realidad estaba en la cocina terminando de preparar algo para cenar.

-¿Y esto? -le pregunté al verla ajetreada.
-¡Uy! -gritó por el susto que le metí, dando el consiguiente respingo- Qué susto...
-Perdona. No te quería asustar. ¿Qué es todo esto? No me esperaba encontrarte aquí.
-¿No? ¿Por?
-No sé... Pensaba que estarías ya en tu casa.
-Y lo estoy -me respondió sonriendo.
-Jajajajaja. Es verdad. Pero me refería a que pensaba que te habías ido con tu madre.
-Ah... Es que hemos traído mi maleta y de camino he estado con el móvil y me he mareado. Entre eso y que me ha bajado la regla, no estoy como para volver a casa. Llego a volver a casa y seguro que poto por el camino.
-Ah, vale. Creía que ya no te iba a ver hasta el lunes, pero mira.
-Para celebrar que voy a vivir aquí he hecho la cena. Es algo muy simple, pero que sé que está muy bueno. Me he acercado al súper que hay aquí al lado y he comprado algunas cosas.
-Vale, pero había muchas cosas en la nevera.
-Pensé que era todo tuyo.
-No, no. Esta mañana he comprado comida para tener, porque yo suelo comprar lo justo y tal. Había pensado que a lo mejor mañana o pasado al estar por aquí dirías de comer aquí y no quería dejarte sin nada.
-Ah, pues muchas gracias. A esto le queda muy poco para que esté listo.
-Vale. Tiene muy buena pinta y huele que no veas. Qué ganas de probarla. Voy a ponerme algo más cómodo.
-Vale.

Fui a cambiarme a mi habitación estando bastante de buen humor por lo que me encontré en casa al llegar. Ese olor me sabía a gloria después de venir de trabajar y la compañía también. Noté un cambio abismal al mantener esa breve conversación con Andrea. Si bien es verdad que muchas veces hablaba con mis amigos o con mi madre al llegar a casa para contarnos nuestro día y demás, tener a una persona de verdad con la que poder charlar era una cosa completamente diferente. En esos pocos minutos que hablamos sentí una compañía muy buena y agradable. Y encima había preparado algo para cenar, lo cual tenía una pinta increíble y que, de hecho, me abrió el apetito.

La cosa prometía con mi nueva inquilina, aunque me llevé una sorpresa al regresar al salón, pues además de encontrármela a ella como ya esperaba, me encontré a Sofía plantada de pie ahí en medio. Puse cara de sorpresa al verla y ella también tenía una cara similar, aunque también mostraba desconcierto. Al parecer no se esperaba encontrarse a alguien más que a mí en mi casa. Y no era algo raro de pensar, porque en ningún momento le dije a nadie nada de lo de que Andrea se venía a vivir conmigo. No lo oculté por algo en especial. De hecho, ni lo quería hacer, pero como todo fue tan repentino, pues casi que no me dio tiempo a decirle nada a nadie. En dos días habíamos apañado todo para que se viniera a vivir a casa, teniendo incluso gran parte de su equipaje ya allí.

J: Coño, Sofía... ¿Qué haces aquí?
S: Pues había venido a verte y...
A: No me digas que sois pareja y me he metido aquí yo en medio.
J: No, no. Somos amigos. No somos pareja.
A: Ah... Ya me parecía a mí raro que tuvieras pareja y me dijeras de venirme a vivir contigo...
S: ¿Estás viviendo aquí?
A: Sí. Desde hoy justo. Javi me ha echado una mano con algunos problemas que tenía.

La situación era un poco incómoda. Andrea no lo estaba tanto. Quizá algo cortada por conocer a una persona nueva, pero Sofía sí que lo estaba más. Seguramente era por no esperarse encontrar allí a alguien más, pero no fue algo que oculté adrede. Al final tuvimos la suerte de que salieron tres platos para que pudiéramos cenar los tres, porque a esas horas Sofía no iba a volver a casa después de haber hecho el poder de venir para verme. Y tampoco le quería hacer el feo a Andrea yéndome por ahí con mi amiga a cenar cuando había hecho esa cena también por mí y como manera para celebrar su nueva aventura al irse a vivir fuera de casa.

A: ¿Y cómo os conocisteis? -preguntó mientras cenábamos los tres en la gran mesa del salón.
J: Sofía era mi jefa.
A: Ah, ¿tú también das clase?
S: No. Era en otro trabajo.
A: ¿Puedo saber cuál?
J: Yo antes trabajaba en un periódico como traductor. Me encargaba de traducir artículos de interés y noticias para que luego se publicaran.
A: Hala... Qué guay -decía impresionada.
J: No era tan guay. Quiero decir... No era muy emocionante. Me pasaba horas delante del monitor tecleando.
A: Pero suena muy importante y eso.
S: A mí no me parecía tan aburrido.
A: ¿Tú también lo hacías?
S: Sí. Yo empecé como él.
J: Sofía y yo nos conocimos en un viaje que hicimos a Alemania para unos congresos que había.
A: Anda... Y dices que no es guay...
J: Ya... -decía mientras pensaba que no tenía muy buen recuerdo de esos días.
S: Ambos fuimos como traductores. Él de inglés y alemán y yo de francés e italiano.
A: Pues si habla bien francés y no es de los idiomas que él tenía, no quiero pensar cómo habla esos dos.
S: El inglés lo habla muy bien.
J: El alemán no tanto. Se me da mejor el francés -dije viendo como Sofía ponía una sonrisa picarona, quizá por pensar con doble sentido-, pero es que Sofía tiene raíces francesas, entonces a ella sí que se le da mejor que a mí.
A: ¿Sí? A ver... Hablad un poco en francés.

Sofía se animó y me empezó a hablar en francés y yo le seguí el ritmo. Me daba un poco de vergüenza hacer el paripé, pero Andrea nos miraba flipando con la boca abierta. Sofía dijo por lo bajo, aún en el idioma del país vecino, que le parecía sexy que habláramos así, aunque paramos enseguida, pero me llegué a reír un poco por eso último que dijo.

A: A ver, a ver -decía entusiasmada-, hablad un poco en otros idiomas.

Sofía habló un poco en italiano y yo lo hice en alemán. A Sofía se la veía más suelta con el idioma. Yo, sin embargo, estaba bastante oxidado en el que estaba hablando. La falta de práctica y no usarlo para nada pasaba factura, aunque algo hablé. Ver lo regular que estaba en ese aspecto me animó a pensar leer algo en alemán, verme también algo e incluso practicar el habla para no dejarlo tan apartado. Andrea nos miraba con admiración, diciendo que le gustaría llegar algún día a poder hablar más idiomas como lo hacíamos nosotros.

J: Oye, que tú hablas inglés muy bien.
S: ¿Sí?
J: Pues sí. Estudia filología inglesa.
S: Eso es como lo que hemos estudiado nosotros, ¿no?
J: Su carrera se centra más en la literatura y en la historia de Reino Unido y América. Pero sí, también toca idiomas.
A: A ver, yo es que también tengo raíces...
S: ¿Sí?
A: Sí. Tengo familia en Irlanda.
J: Por eso es así de pelirroja, jajajaja.
A: Anda... Ya tardaba en salir el cliché, jajajaja.
S: Entonces has hablado inglés desde pequeña imagino.
A: Sí. En verano íbamos todos los años.
S: ¿Tú has estado allí? -preguntó mirándome.
J: No. He estado en Inglaterra. Una vez hice un viaje un poco loco cuando estaba en la universidad. Fui a Francia en avión desde aquí y luego desde allí a Inglaterra en barco.
S: ¿A Francia? ¿A dónde?
J: A Lille. Fue un vuelo directo que pillaron unos compañeros de clase por muy buen precio.
A: ¿Dónde está? ¿Cerca de Paris?
S: Bueno...
J: Está más al norte. Muy pegada a Bélgica. Vimos la ciudad y luego fuimos hasta Calais para coger un ferri hasta Dover. Y ya desde ahí hasta Londres.
A: Pues buen viaje os metisteis.
J: No te creas que fue para tanto. La distancia entre Lille y Londres es bastante menor que la que hay desde Madrid hasta Barcelona, por ejemplo.
A: ¿En serio?
J: Sí. A ver, es más coñazo por eso de tener que coger un barco, pero la distancia es como la mitad.
S: ¿Y qué tal la experiencia?
J: La verdad es que me lo pasé muy bien. Fue divertido y entretenido. La compañía también hacía mucho. Bueno, lo del barco fue una mierda. Me puse malísimo...
S: ¿No tenías a nadie que cuidara de ti? -preguntó curiosa y con cierto tono para pinchar, aunque riendo.
J: Pues sí. Alguien había. Una rubita... Seguro que la conoces. Pero nada serio, ya lo sabes.
S: Anda... Con viajecitos y todo...
A: Jejeje, ¿una novieta?
S: Nooooo. Javi no es de novias.
J: Éramos muy buenos amigos.
S: Y follamigos, jajaja.
J: Sofía...
A: Jajajaja. Lo normal, vaya.

Seguimos cenando tranquilamente mientras yo no paraba de felicitar a Andrea por lo que había preparado. Estaba genial. Ella le restaba importancia diciendo que solo era un poco de ternera con verdura y una salsa que le había hecho, pero lo cierto es que estaba tremendo. Cenar algo así, caliente, en invierno y después de llegar de trabajar sabe a gloria. Tras esa conversación en la que saltó un poco algún tema no tan normal, como eso de mi follamiga, seguimos hablando de otras cosas. Lo hacían más ellas para poder conocerse mejor, aunque yo también intervenía. Al acabar de cenar, nos sentamos un rato en el sofá del salón, pero Andrea se marchó a dormir, porque estaba reventada después de madrugar, venir, dar las clases, ir a su casa y luego venir de nuevo con el equipaje. Así que nos dio las buenas noches y nos dejó a Sofía y a mí allí.
 
Capítulo 427

-¿Y cómo es que has venido? Si nos íbamos a ver mañana -le pregunté cuando nos quedamos solos.
-Porque tenía ganas de verte. No podía esperar a mañana y como a lo mejor íbamos a estar ocupados con la charla y eso, pues imaginaba que tal vez no tendríamos tiempo o no tendrías ganas luego.
-Lo que no me apetece mucho es la conversación de mañana precisamente. Sobre todo, si Irene no está muy por la labor.
-No creo. Mario sabe llevarla y seguro que ya le ha dicho varias veces que tiene que estar tranquila. Seguro que la cosa va bien.
-Tenía pensado pasar allí todo el fin de semana.
-¿Sí? ¿Con quién?
-Pues eso es lo que no sé. No me he parado a pensarlo.
-Te puedes quedar en mi casa si quieres.
-Ya veremos cómo va la cosa.
-¿No quieres?
-Yo no he dicho eso. Quiero ver cómo se desenvuelve todo para ver cómo lo hago.
-No te sigo.
-Pues es por lo que has dicho justo. No estoy del todo seguro que vaya a ir bien. Si finalmente no resolvemos el asunto del todo, pues pocas ganas tendré de nada. Entonces me iré a casa de mis abuelos a pasar la noche, porque tampoco me apetece pasarme medio día en la carretera.
-No hace falta que te vayas a ningún otro lado. Aunque no tengas ganas de nada te puedes venir a mi casa a dormir, joe...
-Ya. Yo que sé... Es que como no me apetece, pues no pienso muy bien en qué hacer.
-Bueno, tú tranquilo, ¿vale?
-Sí.
-¿Te voy a tener que tranquilizar? Jejeje.
-No estaría mal...
-Tú también tienes ganas entonces, ¿no?
-Con una chica como tú es difícil no tener ganas todo el tiempo -dije para darle un beso después.

Estuvimos unos segundos besándonos tranquilamente, aunque poco a poco cogía más ritmo. Yo ponía mi mano en su muslo, acariciándolo por encima de los vaqueros que llevaba. Y ella ponía la suya sobre mi cara.

-¿Y esta chica? -me preguntó al despegarse de mí.
-Pues una amiga que he conocido hace un mes escaso.
-Ya. Imaginaba que no la conocías de mucho. No has hablado de ella para nada nunca y se mostraba muy impresionada con cualquier cosa que contabas.
-Es que iba a la academia en la que trabajo. Y necesitaba ayuda con el francés, porque tuvo problemas en el instituto y se saltó un curso en asa asignatura y ahora le cuesta mucho.
-¿Y cómo es que os habéis hecho amigos?
-Pues porque en las clases esas estábamos los dos solos. Entonces, pues hubo acercamiento. Era como si estuviera ayudando a una amiga más que una clase como tal.
-Ah... ¿Y qué tal?
-Pues muy bien. Es una chica muy buena y responsable. Pero tiene un poco de mala suerte por problemas que tiene en casa. Sus padres no pasan por un buen momento en su relación y también van mal de dinero.
-Vaya...
-Me dijo que no se podía permitir seguir yendo a la academia y que si la cosa seguía así, pues tendría que dejar la universidad para trabajar y poder ayudar en casa.
-Joder...
-Entonces pues no me ha parecido bien y le ofrecí que se viniera a vivir conmigo. Y también seguiré ayudándola con el francés.
-¿Y ella cómo te ayuda?
-Pues mira, con todo este mal rollo que hemos tenido últimamente, me notó un poco de bajón y me dijo que, si necesitaba hablar, que podía contar con ella. Me dio hasta su número por si quería hablar con ella cuando saliera de trabajar.
-Joder, ¿tan mal estaba la cosa con nosotros como para todo eso?
-No, en realidad, no. Pero me mosqueó bastante que pasara todo eso por la cara. Es que se lio mucho de la nada y aún sigo sin entender cómo hemos llegado a esta situación, pero me hago una idea.
-¿Cuál?
-Mañana daré mi punto de vista. Ahora paso de hablar de eso. Prefiero hacer otras cosas.
-Vale. Cambiando de tema. ¿La chica esta entonces te ha ayudado de esa manera al final? ¿Le has contado algo de lo que ha pasado entre nosotros? ¿Qué te ha dicho?
-Tranquila. No hemos hablado nada de eso. A saber qué piensa si le cuento todo lo que me traigo con vosotros...
-Vale.
-Y relájate, que te pones muy tensa.
-¿Yo? Qué va...

Le di otro beso, porque sí, la veía intranquila y sabía que si nos empezábamos a enrollar se le pasaría. De nuevo nos empezamos a comer la boca cada vez con más ganas mientras seguíamos palpando nuestro cuerpo, pero yo necesitaba más, por lo que colé mi mano por dentro de su jersey para agarrarle una teta por encima del sujetador. Pero no me gustaba así, por lo que la incorporé un poco para desabrochárselo y liberar sus pechos para poder tocarlos mejor. De hecho, lo dejé apartado y me centré más en ellos precisamente, para jugar con sus pezones tirando de ellos con suavidad y pellizcándolos. Sofía me gemía en la boca mientras nos seguíamos besando con intensidad. Sí que estaba con ganas, porque estaba superinquieta.

Yo también estaba muy encendido a esas alturas. Tanto, que le desabroché el botón del vaquero para colar mi mano por dentro de su ropa interior. Se me había olvidado ya que se había dejado vello púbico y se me aceleró el pulso al notarlo con mis dedos. Sofía se percató de mi reacción y se rio un poco, aunque no despegábamos nuestros labios. Por lo que notaba, había vuelto al triángulo inicial y no lo notaba espeso, por lo que tenía pinta de que se lo había recortado. Llegué hasta su raja y noté que estaba bastante mojada.

Dio un respingo como si le hubiera dado un calambrazo, pero pronto se relajó para acomodarse al escurrirse un poco por el sofá y al abrir sus piernas para dejarme maniobrar. La estuve tocando un poco al mover mis dedos a lo largo de su coño, centrándome por momentos en su clítoris, aunque también le empecé a meter un dedo y luego otro para masturbarla con más intensidad. Me separé de sus labios para besarle el cuello, acariciándome ella la cabeza y poniendo la otra mano en mi nuca.

Cómo me gustaba darle placer de esa manera a una chica y siendo una amiga tan buena, pues mejor aún. Sofía se esforzaba por reprimir sus gemidos y se empezaba a agitar más de la cuenta, como si su orgasmo estuviera por llegar. No entendía por qué se reprimía tanto y no de dejaba llevar para disfrutar más, pero entonces me percaté. Rápidamente me separé de ella, quedando mi amiga como un poco desorientada. Se me había olvidado por completo que no estábamos solos en casa y que ahora tenía una compañera de piso que se podría enterar perfectamente de cada vez que iba a echar un polvo. Joder, ¿cómo no había pensado en eso?

Tan acostumbrado a estar solo y poder ir a mi bola hizo que me dejara llevar con Sofía en el sofá empezando a enrollarme con ella e incluso a masturbarla. Menos mal que me di cuenta rápido de aquello, porque la situación podía haber acabado perfectamente con los dos echando un polvo ahí mismo. Me quedé mirándola fijamente, estando con una cara de excitación bastante notable por cómo de ruborizada estaba. Incluso pude ver rastros del placer que le estaba proporcionando en ese gesto que tenía en la cara y que se fue diluyendo poco a poco al haber sacado mi mano de su entrepierna.

-Vámonos a mi habitación.
-Sí...

Sofía se abrochó el vaquero mientras yo me chupaba los dedos que la habían estado estimulando. Me encendí aún más con eso y la erección que marcaban mis pantalones de chándal era total. No podría ocultarlo si por casualidad me topaba con Andrea por el pasillo, pero tampoco me importaba mucho en ese momento de lo cachondo que estaba. Tiré de la mano de Sofía para que se levantara del sofá y la cogí en brazos al agarrarse ella a mi cuello con sus brazos y a mis caderas con sus piernas. Empezó a reír y yo eché a andar para ir hasta mi habitación, teniendo que pasar por la puerta de la de Andrea. Por el camino, Sofía iba jugando con mi oreja al mordisquearla y lamerla, riendo un poco también, aunque le dije que no lo hiciera conforme nos acercábamos con un siseo. Al llegar, la eché en la cama y fui a cerrar la puerta. Para cuando me di la vuelta para volver a la cama, ya estaba completamente desnudas y con las piernas bien abiertas para mostrarme toda su intimidad.

-¿Te gusta? -me preguntó bajito mirando su pubis.

No tenía nada especial, pero vérselo así me puso a mil. Le respondí asintiendo con la cabeza y me desnudé en un segundo, poniéndome sobre ella para poder enrollamos de nuevo. Ella agarró rápidamente mi polla para empezar a pajearme con aire. Se la veía con muchas ganas de follar y yo no me quedaba atrás. Tras unos segundos de besos y magreo por su parte y por la mía con sus tetas, empecé a gatear hacia atrás con intención de bajar para comerle el coño, pero ella me dijo que no. No quería que se lo comiera. Quería que la follara cuanto antes. Le dije que me dejara hacerlo, porque estaba desando, pero no me dejó, aunque camuflada sus intenciones al abrazarme con sus piernas al pedírmelo con buenas palabras. Tampoco me iba a poner a discutir semejante tontería, por lo que me la agarré para metérsela rápidamente.

Ella cogió aire de la impresión, tapándole yo la boca, pues la habitación de mi nueva inquilina estaba muy cerca y nos podría oír si estaba en silencio. La empecé a follar rápidamente notando lo mojada que estaba y cómo ese fluido me iba envolviendo, llegando incluso a mis huevos. Estaba inclinado a medio camino hasta su cuerpo, apoyándome en mis manos, dándole a buen ritmo y viendo cómo le rebotaban las tetas. Era algo muy excitante tener así a una chica tan impresionante como ella.

Sofía no paraba de acariciar mis brazos y decirme cosas bonitas, consiguiendo que aumentara el ritmo de mi follada, aunque paré para decirle que se pusiera a cuatro y poder así follarla un poco. Y así lo hicimos, pero como estaba tan cachondo, no era capaz de controlar muy bien y al final ocasionaba ruido al chocar mis caderas contra su culo. Me esforcé por medir bien y follarla de esa manera rápida y fuerte, pero me resultaba imposible no hacer nada de ruido.

Al final me desesperé y la puse boca arriba de nuevo para seguir conforme habíamos empezado. Sofía me rogaba que no parara entre susurros, llegando a pedirme que le diera con más fuerza aún. Y yo, entre guarrerías que no paraba de decirle también en susurros, lo acabé haciendo. Menos mal que la cama era buena y no sonaba, porque ahí sí que me hubiera desesperado, aunque seguramente habría tirado el colchón al suelo como había hecho en otras ocasiones. Era evidente que Sofía iba a llegar rápido al orgasmo en esas condiciones, pero a mí me faltaban un poco aún. Ella se acabó corriendo como solía con esos espasmos y temblores, respirando muy aceleradamente y moviéndose inquieta porque no paraba ni bajaba el ritmo.

-¿No querías follar ya y que lo hiciera así de fuerte y rápido? Pues aguanta, que yo he cumplido -susurré.

Seguí conforme estaba follándola antes y mientras se corría. Ella se retorcía con fuerza y tuve que taparle la boca, porque no paraba de gemir. Para su suerte, me acabé corriendo dentro de ella, clavando mi polla en sus entrañas lo más profundo que podía con cada embestida que lanzaba un chorro en su interior. Una vez acabé me quedé dentro de ella, haciendo mucha presión para seguir sintiéndola bien. Sofía me abrazaba con una fuerza descomunal, pasando a morderme el hombro, apretando mucho y haciéndome daño. Fue un polvo frenético que no llegó a los 10 minutos. Y la verdad es que yo hubiera seguido, pero ella se quedó dormida cuando su cuerpo se consiguió relajar después de estar varios minutos engarrotado y rígido. Despacio y con cuidado le limpié bien el coño con papel y toallitas que tenía en la mesita de noche para luego taparla y que pudiera descansar, intentado hacer yo lo propio.

Estaba muy mona con esa cara relajada ya, aunque me hubiera gustado haber seguido con ese folleteo, porque todavía me duraba el calentón, pero entendía que ella había estado todo el día trabajando después de madrugar y que también se había metido el viaje hasta mi casa para venir a verme y estar conmigo. Pero también pensé en todo lo que habíamos hecho en el salón y luego en la habitación. Traté de tener cuidado, pero había momentos en los que no podía evitar reventar a mi amiga ocasionando ruido. Y sobre todo eso último que le dije, creyendo que tal vez lo había dicho demasiado alto. ¿Nos habría escuchado Andrea?

No pude resolver esa duda tan rápido, porque cuando Sofía se despertó después haber pasado toda la noche bien abrazada a mí, se percató de mi erección, cogiéndola para empezar a mover su mano hacia arriba y hacia abajo, masturbándome de una manera lenta. No dijo nada, ni siquiera levantó su cabeza para ver si yo estaba despierto. Yo simplemente me relajé para disfrutar de lo que estaba haciendo, porque la verdad es que con esa erección y con una chica como ella completamente desnuda a mi lado, pues sí que tenía ganas. Algo que me excitaba mucho de estar así con Sofía era sentir sus pechos desnudos apoyados o incluso aplastados contra el mío. Hasta podía notar bien sus pezones y eso que no estaban duros mientras dormía. Pero ahora sí que lo estaba empezando a notar más.

-¿No te di suficiente caña anoche? -le pregunté para empezar la conversación.
-Uff... Anoche me reventarse, cabrón.
-Eh... ¿En mi casa me insultas?
-Pues sí. Porque sabes que yo no tengo ese aguante y tú seguiste.
-¿Te hice daño?
-No. Pero fue muy intenso. Sentía que se me salía el corazón por la boca.
-Eso te pasa por no dejarme hacer.
-No podía esperar -dijo levantando su cabeza para mirarme.
-No, si ya te vi...
-Es tu culpa. Me empezaste a tocar en el sofá y me pusiste muy perra.
-Ya...
-Joder... Y yo que quería estar toda la noche....
-Jajajaja -reí por su salida-. Sofía, que ya sabemos cómo eres...
-Pero últimamente aguanto más. ¿O tienes queja conmigo?
-No. No tengo queja en eso.
-El problema es que no me dejaste. Se me agudizó el orgasmo tanto que cuando me quedé descansando mi cuerpo se apagó.
-Ya... ¿No sería también por el viaje, madrugar, trabajar...?
-Puede ser...
-O a lo mejor es que no te pongo tanto y no quieres hacer mucho conmigo -bromeé.
-No digas eso -dijo levantando su cara de nuevo de mi pecho de manera brusca.
-Tranqui. Era broma.
-Me pones mucho. Ya lo sabes. Y más cómo estás ahora.
-¿Y estás mejor de ahí abajo o todavía...?
-¿Quieres follar?
-Pues claro. ¿No ves cómo de dura la tengo?
-Ya, ya me he dado cuenta.
-Espera.

Cogí el lubricante de la mesita de noche y se lo di para que esparciera por mi polla.

-¿Me quieres follar el culo ya?
-Mmm, como quieras, pero es por estar lubricados. Que anoche me corrí dentro de ti y te lo limpié, pero seguro que algún resto ha quedado. Y así no te lo voy a comer. Y lo mismo con mi polla.
-Ah... Podemos darnos una ducha rápida para hacerlo mejor.
-No quiero que Andrea se entere ya desde el primer día del palo que vamos. Levantarnos para ducharnos y volver a la cama canta mucho.
-¿Y qué más da que lo sepa ya?
-Pues porque yo tengo mi imagen de profesor. ¿Qué pasaría si se va de la lengua con sus amigas y se propaga hasta llegar a la academia? No sería muy cómodo, la verdad. Además, ella cree que soy un chico de lo más normal y su madre también. A ver si le va a hacer algún comentario.
-¿Y no es de lo más normal follar con alguien?
-Ya, bueno... No caí hasta que estábamos ahí anoche... Que casi follamos en el sofá. Se me olvidó que estaba aquí. Y la verdad es que no había pensado en ello. Ahora tengo que ir con cuidado cuando quiera echar un polvo.
-¿Por?
-Joder, por no molestar. Vale que sea mi casa, pero tampoco voy a hacer que me escuche follar. Además, tendrá que descansar.
-No sé. Tampoco es que sea para tanto oír algo.
-No sé si eres consciente de que gritas. A lo mejor en el momento no te das cuenta, pero lo haces. Anoche te tuve que tapar la boca con fuerza.
-Mmm...
-Anda, fóllame, que anoche me quedé con las ganas de seguir.
-Serás capullo...
-¿Por? -dije haciéndome el ofendido.
-Porque me molesta que me digas eso. Y lo sabes.
-Quizá tenía expectativas muy altas contigo...
-Oye...
-Tienes la ocasión de redimirte ahora mismo. A ver si eres capaz de hacerme llegar antes de que lo hagas tú.
 
Capítulo 428

Sofía echó lubricante por mi polla y se montó encima. Lo hizo de una manera en la que mantenía su cuerpo pegado al mío, poniéndose sobre mí, aplastando sus tetas contra mi pecho y clavándome los pezones. Me empezó a besar al mismo tiempo que empezó a mover su culo hacia arriba y hacia abajo para empezar a follarme. Me gustaba muchísimo esa postura y con ese culazo, más todavía. De hecho, fue donde puse mis manos para apretárselo y amasarlo. Se movía con tanta rapidez que me tuvo que soltar los labios para poder respirar, pasando a darme pequeños besos por mi hombro.

-¿Crees que nos pudo escuchar anoche? -le pregunté mientras me seguía follando.
-¿Tanto te preocupa? -dijo parando.
-No. Pero me ha entrado curiosidad.
-Pues ahora le preguntas.
-Sí, hombre...

Sofía reanudó la follada y empezó a botar su culo de nuevo. La verdad es que creía que era la primera vez que me follaba así y cada vez me estaba gustando más cómo lo hacía. Ella también gemía, aunque bajito, tapándose la boca por momentos con mi piel, la cual besaba y mordisqueaba. Parecía no ser algo incómodo para ella, pues estaba teniendo buen aguante y al estar ambos debajo de las sabanas, amortiguaba el ruido a mojado del roce de nuestros sexos por el lubricante que ella usó en cantidad.

-¿Crees que a ella le irá la marcha como a nosotros?
-¿Qué? -me preguntó parando de nuevo y levantando su cara para mirarme.
-Pues eso. No me la termino de imaginar en la cama. No sé cómo puede ser.
-Ah, que te la imaginas...
-Claro. ¿Tú no te imaginas a la gente de tu alrededor? Además, me da morbo la chica.
-¿Sí?
-Sí. Me parece atractiva. ¿A ti no?
-No me he fijado.
-Es que siempre va con ropa holgada. Pero alguna vez he visto que tiene un buen culo.
-Bueno, ¿estamos de folleteo, o de charla?
-Eh... Tranquila. Joder, qué despertar tienes...
-No, es que me hablas y me cortas el rollo, tío.
-Pues ven, que ya te follo yo.
-No, no. Que grito.
-Pues muerdes la almohada.

Me moví, destapándonos para ponerme sobre ella al dejarla boca abajo. Se la metí de nuevo desde atrás y rápidamente empecé a bombear con rapidez. Esta vez sí que llevé más cuidado de no hacer ruido al chocar mi cuerpo con el suyo, aunque había momentos en los que me costaba más, porque Sofía también empujaba con su culo para aumentar el ritmo. Estuvimos, así como 5 minutos en los que no paraba de penetrarla, empezando ella a gemir relativamente rápido.

Como resultado, Sofía se acabó corriendo, gimiendo contra la almohada y para su suerte, yo la seguí por la excitación que tenía al verla así boca abajo y temblando bastante, además de cómo sentía cómo me apretaba con su coño. Me quedé sobre ella con mi polla bien clavada en sus entrañas esperando a que se recuperara, ya con su cara de lado sobre la almohada, respirando aceleradamente. Mientras se terminaba de recuperar, le empecé a dar besos por los hombros, cuello y espalda, lanzando ella sonidos placenteros.

-No lo has conseguido.
-Pero...
-Shhhhh. Que no pasa nada.
-Esta noche seguimos.
-Ya veremos.

Cogí papel para taparla bien y dejarla que se terminara de recuperar. Me vestí y con la ropa que tenía puesta la noche anterior para no salir desnudo y me fui al baño para darme una ducha, llevando también ropa limpia para cambiarme allí. Fue una ducha muy reconfortante, porque no eran aún ni las 10 de la mañana y hacía frío, pero estar bajo el agua caliente era un placer. Pensé un poco en cómo había ido la cosa con Sofía. Me resultaban un tanto raros nuestros encuentros sexuales, pues con todo lo que había oído de los tríos que se hacía con Irene y Mario y por separado con cada uno de los dos, esperaba algo más de ella en la cama. No sé, más aguante o más iniciativa, pero resultó ser algo más normal. No podía soportar mucho seguir sin parar a recuperarse, por no decir que no podía aguantar nada.

Como le dije, quizá tenía las expectativas demasiado elevadas con ella. O quizá es que yo me imaginaba que sería como Irene en ese aspecto, siendo bastante diferente en realidad, pero es que con lo buena que estaba era imposible no querer más con ella. No me conformaba con follarme una vez a una chica como ella en cada encuentro. Eso y algún detalle más que venía notando hizo que ya no me llamara tanto la atención mi amiga en ese aspecto. La seguía queriendo igual, pero no terminaba de conectar con ella sexualmente, salvo en esa noche de locura en la que le hice aquello del puño. Al salir de la ducha me encontré mi habitación perfectamente arreglada y fui a buscar a mi amiga. La vi de refilón frente al espejo de la entrada al asomarme bien por el salón.

-¿Qué haces?
-Que me voy ya.
-¿Ya? Pero espérate y nos vamos juntos, ¿no?
-No. Me tengo que ir, que tengo un asuntillo.
-Pero...
-Ahora en casa me doy una ducha y me arreglo. Hemos quedado todos para comer, ¿no?
-Sí. Pero creía que íbamos a ir juntos.
-Pero si yo he venido con mi coche. Si fuéramos en el mismo, vale. Pero para ir así, pues tampoco hace falta. Además, tengo una cosa que hacer.
-Vale, pues luego nos vemos.
-Sí.

Y se fue. Ni siquiera se despidió de mí con un abrazo ni nada. Y fue algo que me mosqueó. No esa forma de marcharse sin nada de acercamiento. Lo que me chirriaba era su comportamiento en general. No me gustaban algunas cosas y sería un tema que ya sacaría en esa reunión que tenía pendiente con mis amigos esa misma tarde después de comer. Me fui a la cocina a hacerme algo para desayunar, apareciendo Andrea casi al instante con cara de sueño. Nos dimos los buenos días y se puso conmigo para hacerse su desayuno. Estaba mona con ese pijama que llevaba puesto y que desde luego no se ajustaba a las formas de su cuerpo, pues como toda la ropa que llevaba, le estaba grande. Nos sentamos a desayunar en la pequeña mesa de la cocina para ensuciar menos y cuando acabamos lo recogimos todo entre los dos.

Miré el reloj de la cocina y vi que marcaba las 10. Me hubiera gustado ir al gimnasio, pero ya me había duchado y tenía pensado en irme a mi ciudad a eso de las 11 y poco para no llegar muy tarde. Así que para estar una hora solo y tener que ducharme de nuevo, lo dejé para otro momento. Andrea me dijo que se iba al salón para ver si el café le hacía efecto, porque se levantó muy adormilada y no parecía tener ganas de charla. De hecho, no hablamos nada durante el desayuno. Ella estaba dormida y yo un poco cortado por si nos pudiera haber oído. Cuando terminé yo en la cocina me fui para sentarme un poco con ella y ver si podía hablar.

-Tu amiga se ha dejado esto -me dijo en cuanto me senté, tendiendo su mano con el sujetador de Sofía en ella.
-Ah... -dije con cara de circunstancia- Es que anoche se lo quitó para estar más cómoda.
-Oye, que no me tienes que dar ninguna explicación... Jejeje.
-No, si...
-Que entiendo que seáis amigos y que os lo paséis bien. No te preocupes. No hay problema.
-Ah... ¿Nos escuchaste anoche?
-Mmm, no. No lo hice.
-Ah, bueno.
-Pero que no pasa nada igualmente. No te preocupes por eso. Además, se os veía con ganas.
-¿Sí? -le pregunté impresionado.
-Bueno. A ti no te noté nada en realidad. A ella, sí.
-¿Qué notaste?
-Pues cómo te miraba. Si casi se le caía la baba.
-¿Qué dices?
-Además, algo entendí cuando hablasteis en francés.
-Ah, que le parecía sexy hablar en francés.
-Sí. Algo así. Yo creo que le gustas un montón.
-¿Tú crees?
-Sí. ¿A ti no te interesa tenerla como pareja?
-No -dije rotundamente.
-Uy... Qué serio... -dijo medio riéndose.
-Bueno.
-¿Es por eso por lo que te pusiste así de bajoncillo?
-¿Lo de esta chica, o qué?
-No sé. Si me quieres hablar de ello...
-Sí. Ella tiene algo que ver. Pero no van los tiros por donde tú piensas.
-¿Entonces?
-Es una historia muy larga.
-Parece que no quieres hablar de ello. Si cambias de opinión, ya sabes. Ahora somos compañeros de piso. Nos podemos apoyar el uno en el otro para estas cosas.
-¿Sí? A ver, cuéntame. ¿Qué te pasa a ti?
-¿A mí? Ahora mismo no me pasa nada.
-Ah. Pues no tenemos nada que hablar entonces.
-Como quieras -dijo sonriendo.
-¿Y qué tal has dormido? -dije cambiando de tema.
-Ufff... Muy bien. La cama es muy cómoda. Pero también soy yo, que tengo mucha facilidad para dormir.
-Entonces bien. ¿Y qué vas a hacer hoy?
-Pues no sé. Mis padres me van a traer lo que me falta y saldremos a comer fuera. Luego ya pues me vendré para seguir con los trabajos.
-Yo me voy ahora dentro de poco. Y si te digo la verdad... No sé cuándo volveré.
-¿Pero a dónde vas?
-A mi ciudad.
-Ah, ¿no eres de aquí?
-No -dije explicándole de dónde era.
-Ah... Pues creía que eras de aquí.
-Aquí he pasado mucho tiempo de cuando iba a la universidad.
-Ammm. ¿Y qué plan tienes? Si se puede saber.
-Voy a comer con unos amigos importantes. Y luego tenemos que resolver una cosa.
-Uy... Qué serio otra vez, jejeje. Bueno, espero que vaya bien.
-Yo también.
-Qué misterioso te pones -decía sin parar de reír.
-Tú tampoco me cuentas nada.
-Porque no tengo nada que contar, jajaja.
-Joder, ¿es que no tienes vida fuera de la universidad?
-Poca cosa.
-Ya. Bueno, me voy a ir yendo, así veo a la familia de paso un rato también.
-Vale, que te vaya muy bien.

Nos despedimos y eché algo de ropa en una bolsa por si acaso la necesitaba, aunque aún no sabía si sería así. De camino estuve pensando en Andrea y en la conversación que tuvimos. Decía que era serio y misterioso, pero en eso último ella no se quedaba atrás, pues de las cosas banales que hablamos en clase de vez en cuando para conocer un poco más del otro no sabía mucho más de ella. No sabía si tenía inquietudes, si tenía algún problema fuera de lo que me contó de su familia.

Ella se interesaba por mí, pero yo me mostraba reticente a contarle nada aún. Demasiado pronto para desvelar todo lo que me ocurría. Me costaba hablar con cualquier persona de mis problemas importantes y para una vez que lo hice, con Mónica, no fue mal, pero la cosa no acabó de la mejor manera. Así que primero dejaría pasar unos días para conocernos mejor y tantear cómo era en realidad.

Al llegar a casa de mis abuelos saludé a todos, encontrando a más familia de lo normal. Y como tenía aún tiempo, me quedé charlando un rato con ellos, pero para la hora de comer me preparé cambiándome de ropa para ponerme algo más formal e ir a por Sofía, porque habíamos quedado en un restaurante al que ya habíamos ido, pero me parecía una tontería ir en tantos coches, por lo que le dije de recogerla. Ella no puso ningún impedimento de primeras, pero sí que comentaría que no le apetecía mucho lo de la charla de después. Me dijo que se encontraba cansada y que tenía cosas que hacer.

Yo le dije que era algo importante y necesario de tratar, porque también tenía que decirle algo a ella, aunque esto último no se lo dije. Vino muy guapa con ese modelito que llevaba con un vestido palabra de honor que invitaba a mirar el canalillo que destacaba tanto. La falda sin embargo era más larga, llegándole a las rodillas. El vestido era de color negro y los tacones que llevaba iban a juego. También llevaba la cara maquillada, aunque no como solía para esas salidas, llevando uno más ligero. Yo por mi parte opté por una camisa blanca y un jersey azul marino, llevando además unos pantalones algo más formales y unos zapatos también para la ocasión.

De camino, saqué el sujetador que se dejó la noche anterior en casa y el cual guardé en la guantera del coche. Ella se rio al verlo, diciendo que se le había pasado totalmente al haberse vestido tan rápido y marcharse a casa. Al llegar al sitio, nos encontramos a nuestros amigos, quienes ya estaban sentados y esperando, aunque se levantaron en cuanto nos vieron aparecer. Mario iba superelegante, como siempre al llevar un traje, aunque era algo más informal que otra cosa, porque llevaba los primeros botones de la camisa desabrochados y no llevaba corbata. Irene estaba radiante con un vestido blanco que contrastaba con el color de su piel.

Era uno que creía haberle visto ya. Llevaba unos tirantes finos y le llegaba a medio muslo. Esta vez llevaba unos tacones rojos, que combinaban con el color de sus labios al llevarlos maquillados de ese color. Al verme puso una sonrisa bonita y tierna de arrepentimiento. La hacía lucir hasta tímida, algo que precisamente no era. Al acercarnos me dio un abrazo bastante largo, además de un beso en la mejilla. Nos sentamos para comer tranquilamente mientras nos contábamos cómo nos iba en el trabajo y demás, porque ya eran varios los días que llevábamos sin hacerlo por el desencuentro.

La comida fue de maravilla en realidad. No estábamos como siempre, pero tampoco fue tan incómodo como yo esperaba. Ya tendríamos tiempo de hablar tranquilamente cuando acabáramos. Y así lo hicimos cuando fuimos hasta la casa de Mario, ellos en su coche y Sofía junto a mí en el mío. Tampoco comentamos nada por el camino ella y yo, permaneciendo en silencio durante todo el trayecto. Al llegar nos sentamos en el sofá para tomarnos una copa que los anfitriones se encargaron de preparar mientras nosotros aparcábamos y entrabamos en su casa. Nos quedamos unos instantes en silencio dando sorbos a nuestras copas hasta que decidí romper el hielo para sacar el tema de una vez.
 
Capítulo 429

J: Bueno, vamos a hablar, ¿no?
S: Yo me tengo que ir en breve.
J: Tú te esperas un momento -dije dejándolos a todos cortados.
M: ¿Y esto?
S: Eso digo yo. ¿A qué viene hablarme así?
J: Primero, Irene. ¿Has pensado ya lo que hiciste?
I: Sí. Y te quiero pedir perdón. No tenía ningún derecho a exigirte nada y mucho menos de la manera en la que te lo pedí. Perdóname. Es que me puse muy tonta y no supe cómo reaccionar. Fue algo que me dejó impresionada y que me llamó mucho la atención. Quería que me lo hicieras a mí también y me puse nerviosa.
J: ¿Y por qué? ¿No tienes a tu pareja para hacer eso?
I: Sí, pero en ese momento estabas tú y ya sabías cómo hacerlo y tal...
J: Pues no me parece lo más adecuado.
I: No te entiendo. ¿Qué más da?
J: Joder. A mí no me parece normal hacer algo así. No sé a vosotros. No es una práctica que haga mucho y que me interese realmente. Simplemente surgió. Creo que es algo muy íntimo.
I: Pero nosotros tenemos mucha confianza, ¿no?
J: Sí, pero también tienes a Mario para hacerlo por primera vez con él.
I: Pero como sé que a él no le van mucho esas cosas...
J: Coño, ¿y a mí sí? Te lo dije varias veces.
I: Pero tú eres tú.
J: No sé... A lo que vengo con esto es a que yo también tengo mis límites. Y este es uno de ellos. Y si digo que no a algo, pues no se hace y punto. Que esto va de que todos nos lo pasemos bien.
M: Eso es verdad.
J: Y tú coño, más sangre en las venas, que te da lo mismo lo que haga con tu novia, cuando deberías haber sido tú el primero en hacerlo. Es que también deberías haber sido el primero en el que Irene debería haber recurrido para eso.
M: Javi, yo es que veo una tontería lo que estás diciendo. Yo con Irene he hecho ya muchas cosas y de muchas maneras. Tengo lo que quiero y si ella quiere eso, pues por mí bien.
J: Pues no lo entiendo. ¿No debería ser importante por ser una primera vez?
I: Entiendo lo que quieres decir, pero a estas alturas, el sexo para nosotros es pasárnoslo bien. No nos fijamos tanto en eso.
M: Si queremos momentos especiales, hacemos otras cosas, no meterle el puto puño por el coño a mi novia. Para eso, la saco a cenar, le preparo algún plan, hacemos cosas juntos que sé que le gustan...
J: Vale, me parece muy bien eso, pero no opino igual.
M: Si crees que es tan íntimo, ¿por qué lo hiciste con Sofía?
J: Ya lo he dicho, porque surgió. Nos calentamos demasiado durante todo el día y al final pues lo hicimos. No penséis nada raro, porque no hay más.
M: Tú sabrás...
J: Sí que lo sé. ¿Y lo de vosotras por teléfono? ¿A qué vino eso? -dije mirándolas a las dos.
S: Nada. No pasó nada.
I: Fue una tontería.
J: Una mierda una tontería.
M: Joder, Javi... Cómo estás...
J: Estoy un poco hasta los huevos. Y mira que creía que no era para tanto, pero pensándolo bien y viendo algunas cosas, sí que me está tocando ya la moral.
M: Pues tú dirás, porque ahora mismo estoy perdido.
J: ¿Queréis que os diga lo que pienso que pasa?

Irene y Mario asintieron. Sofía dudó más, pero también acabó dando su visto bueno para que les contara.

J: No quiero ir de sobrado ni de creído, pero creo que las dos estáis celosas.
I: ¿Celosas?
J: Sí. Creo que cuándo sabéis que estoy con la otra, algo os jode.
M: ¿Y pasa eso? -preguntó a las chicas.
J: Ya te digo yo que sí. Al menos por parte de Sofía.

Sofía me miró con cara de sorpresa, pero no desmentía nada. Ni siquiera se llegaba a justificar.

J: ¿Me vas a decir qué es lo que pasa exactamente contigo o no? -dije mirándola.

Sofía estaba como aturdida y nerviosa, pasando a mirar a Irene y a Mario.

J: Joder... Mira que lo sabías...
I: Venga, Sofía. Díselo.
S: Cállate, Irene.
J: Sí, cállate. Pero habla tú. ¿Qué es lo que pasa? No me jodas que te has enamorado ahora de mí.
S: Pfff...
I: Tampoco le hables así.
J: Por eso estás tan celosa de todo el mundo, ¿no? ¿Te crees que no me he dado cuenta de cómo te ponías en algunas situaciones y los comentarios que hacías?
S: Y si te has dado cuenta, ¿por qué no me has dicho nada?
J: Te lo estoy diciendo ahora. Y quiero que tú lo hagas también conmigo.
S: No estoy enamorada de ti.
I: Sofía...
S: Que es verdad, coño.
J: Pues yo no te creo.
S: Joder... Mira, sí. Empecé a sentir cosas por ti hace ya un tiempo.
J: ¿Cuándo?
S: No lo sé. Para Navidades. Es que... Me dabas mucha pena y no pude evitar encariñarme mucho contigo.
J: Ah, me dejas mucho más tranquilo. Sientes cosas por mí por darte pena. Qué bien...
M: Déjala que se explique.
S: Yo soy una chica celosa. Lo reconozco. Y oír todo eso de que te veías con otras chicas pues hacía que me hirviera la sangre. No puedo remediarlo. Y yo te quiero un montón Javi.
J: Pero sabéis de sobra que yo no busco pareja, coño. Es que no sé qué parte no está clara.
S: Si yo lo sé, Javi. Lo sé bien, pero, ¿qué quieres que le haga si empiezo a sentir esas cosas por ti? Encima poniéndote así de guapo y viniendo a mi casa para cenar conmigo y echándote encima de mí...
J: Oye, que tú también hiciste cosas. ¿O no te acuerdas de los bailes en la discoteca? ¿O lo de desnudarte como si nada delante de mí? ¿Y eso de hacerte un dedo a mi lado en la cama? Y esa forma de abrazarte a mí durmiendo y también intentando tocar... Te pregunté acerca de eso y de si había algo más detrás de todas esas cosas y tú me dijiste que no.
S: Ya. Ya lo sé.
J: Si sabías que había cosas dentro de ti, ¿por qué dejaste que te besara y que lo hiciéramos? ¿Por qué seguiste acostándote conmigo?
S: Porque no podía evitarlo. ¿Tú podrías? ¿Eh?
J: No lo sé. Pero sabías muchas cosas como para permitirlo.
S: ¿Y qué querías que hiciera?
J: Algo para que no fuera a más la cosa por tu parte.
S: No estás siendo justo conmigo.
J: ¿Por qué?
S: Porque yo no quería pararlo. Era la primera vez que sentía cosas así tan fuertes por alguien. Quería seguir sintiendo eso. El problema lo tenías tú, no yo.
J: Claro que también lo tienes tú. ¿No ves que vas a sufrir si no lo paras a tiempo?
S: Yo qué sé... Nunca me había pasado esto.
J: Me cuesta creerlo.
S: Pues piensa lo que quieras.
J: ¿Y la bronca que tuvisteis?
I: Fue porque estaba celosa. No aguanta que tú y yo follemos. Que lo entiendo y le dije que no iba a buscarte, pero es muy difícil. Además, eres tú el que me busca también. Y le dije que ahora que por fin podía disfrutar de ti, no iba a desaprovechar la ocasión.
J: ¿Y qué pasó? ¿Qué dijisteis?
I: Me llamó puta.
J: Joder, Sofía...
I: A mí me ha contado todo eso de que siente cosas por ti hace bastante. Y yo la he advertido todo este tiempo. También entiendo que en el amor nadie manda y que por mucho que intentes evitarlo, puede resultar imposible.
J: Pues no me gusta nada cómo está el patio.
M: Tampoco es para que rompamos vínculos ahora...
J: Yo no he dicho eso. Pero no me gusta cómo está todo esto.
I: Creo que deberíais hablar más tranquilamente, Javi. Y tenéis que relajaros.
S: Yo me quiero ir a casa.
J: Venga, que te llevo y hablamos por el camino.
S: No... No hace falta. Me pido un taxi.
J: Sofía, no me jodas, ¿eh? Tenemos que hablar esto.
S: Pfff... Vale. Vamos.

Sofía y yo nos levantamos para llevarla yo a su casa. El trayecto en realidad lo hicimos en silencio. Ella no dejaba de mirar por la ventana, evitando mi mirada constantemente. No fue hasta que llegamos a su casa y aparqué muy cerca de la puerta para poder tratar el asunto.

-Siento haberme puesto así, Sofía. Pero es que han sido tantas cosas, que no me he podido controlar.
-Ya.
-Y siento no poder darte lo que buscas.
-No busco nada. Solo quiero estar contigo. Me gustas y contigo todo es mejor. Me siento muy bien a tu lado.
-A mí también me gusta estar contigo, Sofía. Pero no de la manera en la que piensas. No puedo meterme en una relación después de lo que me pasó. Sabes de sobra toda mi historia y no me veo preparado para dar el paso. No me veo dándole a esa persona lo que espera y necesita de mí.
-Pero es que no es tan complicado como piensas. ¿Por qué no te dejas llevar?
-Mira Sofía, yo te quiero muchísimo. Eres una de las personas más importantes de mi vida, pero no puedo darte eso. No quiero decirte que sí, que te ilusiones y luego darte el palo, porque yo no siento lo que tengo que sentir por ti para dar el paso.
-¿Y qué se supone que debo hacer yo ahora?
-Yo te quiero mucho y te tengo mucho cariño. No me gustaría perderte, pero entiendo que te quieras apartar de mí para evitar que la cosa vaya a más.
-Yo no quiero dejar de ser tu amiga. Me gusta mucho el grupo de amigos que tenemos.
-Pues todo depende de ti. Pero tienes que tener en cuenta que yo no busco novia ni nada parecido. Y tienes que saber que me veré con más chicas.
-Creo que me voy a ir unos días con mi madre.
-Me parece una buena idea.
-Así me despejo un poco de todo esto y dejo de pensar en ti. Necesito sacarte de mi cabeza y asimilar que no puede ser.
-Lo siento, de verdad. Ojalá pudiera ser de otra manera. Ojalá no tuviera mis cosas y pudiera darte lo que buscas, pero no puede ser.
-Es una pena -dijo acercándose para darme un beso.

Me dio tanta ternura que no pude evitar recibirla para sentir sus labios, pero es que no sentía nada además de cariño. Ni siquiera llegaba a lo que Ángela originó en mí en su día con su marcha y demás. Pero eso no quitaba que la quisiera muchísimo.

-Te quiero -me susurró al despegarse de mí.
-Yo también Sofía, pero no de esa manera.

Sofía me dio otro beso acariciando mi cara y se despidió de mí bajando del coche y diciéndome adiós con la mano antes de entrar en casa. Arranqué de nuevo el motor y me puse en camino para volver a casa de Mario y poder hablar con ellos de nuevo. Fue él quien me abrió, interrogándome con la cara cómo había ido la cosa. Yo le hice otro gesto para decirle que no muy bien. Al entrar me encontré a Irene conforme estaba cuando me fui. Ambos seguían aún vestidos con la ropa que llevaban puesta cuando salimos.

Irene se encontraba en el sofá, ya descalza y con las piernas de lado. Tenía un gesto muy tierno cuando me vio aparecer, aunque también de preocupación. Me senté a su lado y ella me dio un abrazo. Cuando se sentó Mario también les empecé a contar lo sucedido y lo que yo pensaba. Ambos parecían tocados por cómo había evolucionado todo el tema y por su resolución final.

No paraba de lamentarme por haberle hecho daño a mi amiga de esa manera, además que la consideraba muy cercana a mí. No me llegó a doler tanto como otra situación, evidentemente, pero sí que me sentía angustiado. También aproveché para disculparme por cómo me había puesto, especialmente después de haber echado un rato tan bueno en esa comida de la que vinimos.

I: ¿Y crees que se acabará olvidando de ti?
J: No lo sé. Espero que sí.
M: Yo creo que le va a venir bien estar unos días en casa de su madre con su familia.
I: Entiendo perfectamente que se vaya. Aquí solo nos tiene a nosotros, y somos parte del problema.
J: Joder, es que no lo entiendo.
M: ¿El qué?
J: Pues que no pueda estar con ella de follamigos sin que le surjan esos sentimientos. Es que también lo ha estado con vosotros y no ha pasado nada, ¿no?
I: No. Salvo aquello en lo que... Ya sabes. Que me ayudasteis mucho y eso, nada más.
J: ¿Por qué no puedo tenerla de amiga y echar un polvo de vez en cuando con ella sin que pasen estas mierdas?
I: Porque tú tienes tu encanto.
J: Pues como todo el mundo.
M: Bueno, tú le gustas desde primera hora.
J: Pero me dijo varias veces que era solo atracción. Le pregunté muchas veces si había algo más y ella me decía que me quería mucho, como a vosotros, pero que no había nada.
I: Fue en Navidad. A Sofía le afectó mucho verte así de mal cuando volviste a casa. Me decía que te veía tan hecho polvo que no paraba de pensar en ti. Luego lo del trabajo. Lo que pasó cuando se dieron cuenta de lo que estaba pasando. Que resolvieras todo eso la impresionó.
J: No era para menos. Después del esfuerzo que estaba haciendo por mí...
I: Valoró mucho que dieras la cara por ella y que cargaras con toda la culpa.
J: Es que era así.
I: Ya, pero creía que no harías nada por lo mal que estabas.
J: En ese momento se me despejó mucho la cabeza. Solo veía ese problema. Si salí de mi casa en pijama para coger el coche... Ni lo pensé.
M: Son detalles que junto a la atracción que sentía por ti parecen haber desembocado en algo más.
J: Cuando iba a la universidad no tenía tanto problema. Solo con una chica que se pilló muy fuerte de mí. Pero mirad a Ángela. Toda la carrera junto a mí y no me dijo nada. Ni siquiera se mostraba celosa. Y algunas chicas con las que me vi, tampoco se ponían así. ¿Qué ha cambiado?
I: Tú. La relación por la que has pasado te ha cambiado.
J: Ya...
I: Pero no es por la ruptura. Yo me he dado cuenta todos estos meses de cómo te preocupas mucho más por la gente.
M: Eso es verdad. Antes eras mucho de ir a tu bola.
I: Desde que te echaste pareja te fijabas más en cómo se sentía la persona que tenías delante. Lo hiciste conmigo cuando tuvimos el problema con Sofía. También te sentiste muy mal por Ángela cuando se fue.
J: Entonces, ¿qué pasa? ¿Qué tengo que ser un cabrón para que la gente no se encariñe conmigo? ¿O me pongo en la frente que no busco nada serio?
I: O puedes dejar las cosas claras desde el principio.
J: Coño, si eso estoy haciendo. ¿No lo he hecho con Sofía? ¿No sabe de sobra todo por lo que he pasado, lo que pienso y lo que dejo de querer?
I: Ya.
J: Si yo lo digo. Claro que lo digo, pero si la chica empieza a sentir cosas y se lo calla y deja pasar el tiempo, pues poco puedo hacer yo.
M: A lo mejor sí que puedes.
J: Echo un polvo y hasta nunca, ¿no? ¿Y por qué tiene que ser así? Si a mí me gusta tener a alguien de amiga y de paso echar un polvo con ella, ¿no puede ser? ¿Me tengo que aguantar sin follar con ella? Ya os digo que en la universidad lo he hecho con algunas.
I: Pues pregunta a menudo.
J: Y que se piren por ponerme pesado. No quiero eso tampoco.
M: Tú lo que quieres es poder follar con quien quieras sin ataduras y sin tener que darle explicaciones a nadie.
J: Claro. Eso es lo que quiero.
M: Pero es que eso se hace con la edad que has dicho. Cuando pasan los años, la gente empieza a buscar pareja.
J: Pero no tiene por qué ser siempre así.
I: Pues estarás teniendo mala suerte.
J: Quizá el roce sí que hace el cariño de verdad. ¿Te acuerdas de la pelirrosa? Ella me dijo que tenía una relación abierta con su novio y que follaba con quien quería, pero que no repetía para evitar que surgiera nada.
I: Pues hazlo.
J: Pero si me cae bien y quiero ser su amigo, ¿por qué no puedo seguir viéndola?
I: Pues lleva más cuidado.
M: Tienes que dejar las cosas muy claras. Ponte serio con ellas.
J: Pfff... Mirad, he conocido a dos chicas en el gimnasio. Y una de ellas está coladilla por mí.
I: Y tú no buscas nada.
J: Claro.
I: Pues no te veas más con ella.
J: Es que...
I: ¿Cuál es el problema?
J: Que tiene precisamente un problema y la estoy ayudando.
M: ¿Qué problema?
J: Tiene vaginismo. Y dice que conmigo le va bien.
I: Joder, ¿vaginismo y le va bien con tu polla?
J: Dice que le atraigo mucho y que se siente segura en la cama conmigo. Que solo se ha corrido conmigo haciendo penetración.
I: Pues habla con ella y ponle el ejemplo de Sofía. Y si decide seguir viéndose contigo y ves el más mínimo detalle que te haga pensar que hay algo, pues os dejáis de ver.
J: Está yendo a terapia y dice que es recomendable tener una pareja estable para poder hacer adelantos en su problema.
M: ¿Pero sois pareja?
J: Que no, coño. Mario, que no te enteras.
M: No sé, dices lo de una pareja estable...
J: Una pareja sexual estable. Y como ella se siente cómoda conmigo...
I: Pues que se busque a otro. ¿O es que no va a encontrar nunca a nadie con el que sea compatible?
J: No me parece buena idea. ¿Y si va hacia atrás en su problema?
I: Pues que se dé un tiempo y busque a otro chico.
J: No me gusta joder a la gente.
M: Quizá ese sea tu problema, que, por no querer hacerle daño a la gente, te acabas involucrando demasiado y despiertas interés en las chicas.
J: Voy de cabrón a partir de ahora entonces, ¿no?
I: Ni tanto, ni tan poco. Yo le contaría lo que te acaba de pasar con Sofía. A ver qué te dice ella.
J: La otra chica, que es amiga suya me está ayudando a controlar que no se despierten cosas en ella.
I: Pero a ver. Estoy perdida. ¿De qué va todo esto?
 
Capítulo 430

Entonces les expliqué lo que había con Lola y Natalia para que tuvieran un mejor contexto de toda la situación. Le conté cómo las escuché en las duchas y desde ahí, cómo sentí curiosidad y quería saber más. También les conté que yo en realidad estaba más interesado en la otra y que hasta habíamos tonteado por mensaje cuando me dijo de quedar con ellos para que me acercara a Lola y también como volvimos a hacerlo después de la noche en la que follé con su amiga en su casa.

M: Si tan preocupado estás de que te pase otra vez lo mismo, yo lo tendría claro.
I: Yo también hablaría con ella.
J: Pues sí. Lo haré. Porque ya estoy un poco cansado de estas mierdas.
M: De hecho, seguramente lo mejor sea que te dejes de ver con ellas.
I: Estoy de acuerdo.
J: Pero es que yo estoy cómodo con ellas.
I: Pero tienes miedo.
J: Joder, qué puta mierda.
M: Tienes que ser consciente de que estas cosas tienen esos riesgos. Para la mayoría de gente, acostarse con alguien crea vínculos. Sobre todo, si te sigues viendo con esa persona.
J: Pues nada. A ser un cabrón.
I: O simplemente no ser tan atento.
M: El problema también es que al haber estado tanto tiempo con Ángela de follamigos y sin ella decirte nada y seguir como si tal, pues es eso justo lo que quieres.
I: Tener follamigos es muy difícil. Al final siempre acaban surgiendo sentimientos.
J: ¿Tú sientes cosas por mí? ¿A qué no?
I: Yo te quiero mucho, pero tengo claro que Mario es mi novio y el hombre de mi vida. Es imposible que eso me pase a mí.
M: Yo opino igual sobre mí.
J: Yo tampoco siento nada por ti más allá de una amistad.
I: Pues por lo que se ve somos la excepción.
M: Te estás viendo con unas cuantas, ¿no? -me dijo medio riendo para cambiar un poco de tema.
J: Pues sí. La verdad es que no me aburro.
I: Me alegro. Te hacía falta.
J: Ya, pero con todas estas cosas me dan ganas de irme al monte un rato, porque vaya...
I: Tampoco pienses así. Yo creo que te tienes que hacer a la idea de que esto puede surgir y que tienes que ponerte serio en el tema cuando se lo expliques a cualquier chica. Así evitas todo esto.
M: Claro. A ti que no te dé miedo ponerte serio. Sobre todo, si es una chica a la que apenas conoces. Que puedes dar mala impresión y que te pueden ver un flipado, vale. Pero así evitas que luego se lleven el palo. Y tampoco te encariñes, coño, que pareces nuevo.
J: Si es que me dejo liar. Parezco tonto.
M: Lo eres por permitirlo.
J: Sí. Si ya me estoy dando cuenta.
I: ¿Y qué es eso de que ahora tienes compañera de piso?
J: Coño, es verdad, que no os lo he dicho.

Les comenté todo el tema de Andrea, cómo la conocí, sus problemas y cómo me ofrecí a ayudarla. Les expliqué que en cuestión de 2 días ya la tenía en casa.

M: Otra vez haciendo el tonto. ¿Ves?
J: Nah, no creo que con ella pase.
I: Jaaaaavi, que ahora estás buenorro...
J: No he visto el más mínimo indicio de que se fije en mí.
I: Anda ya...
J: Que sí, joder. Es muy responsable y muy centrada. Está demasiado preocupada entre sus estudios y problemas como para pensar en eso.
M: Una chica de 19 años viviendo contigo... Pero si has dicho tú que en esa edad...
J: Ya, pero no he visto nada.
I: ¿Está buena?
J: A mí me pone. Me da morbo.
I: A ver, enseña alguna foto.
J: No tiene redes sociales.
M: ¿Y eso?
J: Creo que está acomplejada con su cuerpo. Está un poco gordita. Pero tiene un cuerpo bonito por lo que he visto. Tiene un culazo...
M: Tú te la quieres follar.
J: Tal vez. La verdad es que siempre he estado con chicas delgaditas. Me llama la atención. Es pelirroja natural. También me da morbo. Nunca he estado con una pelirroja.
I: Quieres ver si es pelirroja ahí abajo, ¿no? Jajajajaja.
J: Joder, sí. Jajajaja.
M: Pues luego nos acercamos a hacerte una visita y la conocemos, jajajaja.
J: Como queráis.
I: Nos hemos enterado por Sofía de lo de la compañera de piso. Hoy me ha llamado cuando estaba viniendo y estaba nerviosa.
J: ¿Por?
I: Porque no parabas de hablar de ella mientras follabais.
J: Tampoco ha sido para tanto. Aunque sí que he notado que se ha mosqueado. Me ha saltado con que si estábamos follando o de charla.
I: Es muy celosa.
J: Ya. Ya lo estoy viendo.
I: Y le ha dado el bajón también.
J: Joder, ¿para tanto ha sido?
I: Es por otra cosa.
J: ¿El qué?
M: Ireeeeeene...
J: No, ahora me lo cuentas.
I: ¿No le dijiste a Sofía de irse a vivir contigo?
J: Ostia... Se me había olvidado eso.
I: Pero si fue hace nada.
J: Ya, pero con lo de Andrea...
I: Pues le ha jodido mucho eso.
J: Sí. Tenía una cara cuando la vi allí anoche estando Andrea delante...
I: Como para no tenerla.
M: Irene, ya.
J: ¿Qué pasa? ¿Se había ilusionado con eso de venirse a vivir conmigo?
I: Pues claro. Creía que se lo habías dicho porque tú también la veías a ella de manera especial.
J: Joder...
I: Si hasta llevaba las maletas en el coche.
J: ¡No me jodas!
I: Pues sí.
M: Tienes la lengua muy larga. ¿Qué necesidad había de contarle esto? -dijo mirando a su novia.
I: Tenemos que ser sinceros. Los secretos no traen nada bueno. ¿O no hemos escarmentado ya lo suficiente? Coño...
J: Joder... Me siento como una mierda ahora mismo.
M: Por lo menos habéis hablado todo esto antes de que la cosa haya ido a peor.
J: Porque me he dado cuenta. Que manda cojones que lo diga yo, pero me lo tenía que haber dicho antes. Ahora seguramente esté hecha polvo en su casa.
I: Mañana me paso a verla.
J: ¿Cómo te sentó lo que te dijo en la llamada esa?
I: Bueno... No me puse a dar saltos, pero sé que no lo dijo en serio. Eran los celos. Y yo, como también estaba de mala leche... Pero es que es muy celosa. Si también se lio el día ese que le metiste el puño.
J: ¿Por?
I: ¿No se enfadó?
J: Sí. Pero me dijo que era por algo del trabajo.
I: Pues no fue por eso.
J: ¿Entonces?
I: Me dijo que fue a tu cocina para coger algo de comer y que al tirar a la basura lo que le sobró vio varios condones. Y también las sábanas tendidas. Se puso hecha una furia.
J: Madre mía... Algo me olía, pero joder...
I: Pues así están las cosas.
J: Y yo que quería que mi primer trío con dos chicas fuera con vosotras dos...
M: Mira, el que me echa en cara lo que hago y no hago con mi pareja... Jajajaja.
J: Lo mismo va a ser...

Estuvimos un rato más hablando, aunque ya de otras cosas para descansar un poco la mente de tanto problema. Era algo curioso, porque unos días atrás pensaba que la situación iba a ser al revés por todo lo ocasionado. Pensaba que estaría más distante con Irene por lo que se lio y que estaría más cercano con Sofía, pero al final acabó ocurriendo lo contrario. La cosa no había acabado de la mejor manera con Sofía, porque se destapó todo lo que había y no de la mejor manera por cómo me puse, pero es que no quería estar ya más con todo eso en mi cabeza. Había notado que algo pasaba con ella por algunas maneras de hablar y por esos celos que al principio no les terminé de dar importancia, pero que finalmente sí que acabé haciendo por cómo le cambiaba su carácter. Y ahora pues debía estar hasta llorando por cómo había acabado todo.

Con Irene, sin embargo, parecía que no había pasado gran cosa entre nosotros. Me recordó a cómo aclaramos las cosas cuando en los últimos días de aquella semana en la que estuvimos todos de vacaciones en su apartamento de la playa me insinuó que pensaba que le había sido infiel a mi pareja de aquel entonces. Esa vez me enfadé bastante más con ella, pero al final lo arreglamos y volvimos a estar como siempre. En este caso no fue menos. La veía tan tranquila por la parte de su problema, que hizo que me relajara bastante y que se me olvidara lo que pasó, restándole toda importancia, y más ahora que había dejado claro lo de mis límites.

A eso de las 8 de la tarde regresé a casa de mis abuelos, despidiéndome de mis amigos hasta otra ocasión, porque tenía la cabeza como un bombo de tanto hablar de temas peliagudos. Y más que se me pondría así una vez terminamos de cenar y se fueron todos a dormir. Hasta me tuve que tomar una aspirina para que la cosa no fuera a más. Mi madre, que también era de acostarse tarde me preguntó qué me pasaba al oírme deambular y hacer ruido al buscar la pastilla. Al final le conté todo lo que pasaba, porque necesitaba desahogarme un poco.

Evidentemente me salté todos los detalles sexuales y tampoco le dije que Irene estaba involucrada, pero sí que le conté todo lo de Sofía. Mi madre se mostraba sorprendida por todo lo que había pasado, aunque entendía que se hubiera fijado en mí de esa manera. Yo no estaba tan seguro de qué me podría ver y que ella fuera mi madre no me hacía creerme mucho lo que dijera respecto a mí, porque por muy mal que lo hiciera, seguiría siendo su hijo y ella lo vería todo con buenos ojos y con buenas intenciones por mi parte.

Su consejo fue sencillo. Si no quieres nada serio, no te acerques de esa manera a nadie. Pero claro, uno tiene sus necesidades y no era algo tan fácil de llevar a cabo. También me sugirió que lo reposara yo también y que analizara la situación, que lo mismo me llevaba una sorpresa. Le veía las intenciones de ponerme novio y ya había salido bastante escarmentado de mi anterior relación.

Además, con Sofía ya había tenido mis temas también, especialmente en esos últimos días. No veía para nada llegar a algo más con ella. Mi madre me insistía en no ser tan cerrado de mente y relajarme un poco, llegando a decirme que me veía obsesionado con el no echarme novia todo el rato. La primera vez surgió un poco de la nada. Y nada me aseguraba que no me volvería a pasar.

Al final corté el tema diciendo que no me veía preparado para volver a vivir cosas como esa y como no la vi muy convencida con mi respuesta final, cambié de tema para hablarle de Andrea, ya que aún no lo había hecho. Vio algo muy positivo que tuviera a alguien que me hiciera compañía para no estar tan solo, aunque me preguntó bastante por ella para ver cómo era y qué hacía. Le conté absolutamente todo, al igual que hice con mis amigos, aunque me ahorré aquello de que me atraía un poco y demás.

A ver si le daba también por decirme que la conociera mejor, aunque con ella sí que lo veía más complicado si cabe por el tema de la edad, ya que ella tenía 19 años recién cumplidos y yo 26. Al final nos dieron las 2 de la mañana con tanta charla, poniéndola al día de mi vida en el aspecto más privado de la misma. Como ya esperaba, esa noche no pude dormir del todo bien, aunque no era nada nuevo, por lo que tampoco me sentó tan mal.

Por la mañana también estuve pensando en cómo había ido el día anterior, sobre todo en la conversación con Irene y Mario, con todas esas conclusiones. Y cada vez que repasaba las palabras de mis amigos en mi cabeza, veía más claro lo que tenía que hacer, ocasionara lo que ocasionara. Por eso mismo, le mandé un mensaje a Lola, preguntándole si podía quedar por la tarde para vernos y hablar unas cosas.

No pareció darle mucha importancia a eso último, aunque sí que aceptó vernos. Después de comer con mi familia y despedirme de ellos, me monté en el coche para regresar a mi casa y esperar a Lola para hablar con ella, porque su casa estaba bastante ocupada. Y la mía en realidad también lo estaba por encontrarse Andrea allí, pero lo que teníamos que hablar era serio y podríamos irnos a mi habitación para tener más intimidad.

Pero antes de hablar con ella, lo hice con la propia Andrea. Llegué a casa y dejé la bolsa que me llevé con toda la ropa sobre la mesa del salón, sentándome en el sofá un poco con mal cuerpo por lo ocurrido con Sofía y por descubrir que efectivamente, algo más había como yo ya había sospechado alguna vez. Me puse las manos sobre la cara, frotándomela y ella apareció de repente, porque al parecer estaba en su habitación.

-Holi -me dijo alegremente con su típico saludo.
-Hola.
-¿Qué tal?
-Bueno...
-¿No ha ido bien la cosa?
-Pues no muy bien, no.
-Oh... ¿Necesitas hablarlo? -dijo sentándose en el sofá.
-Es por la chica de ayer.
-¿Sofía? ¿Qué ha pasado?
-Pues que resulta que siente cosas fuertes por mí.
-Ah... Ya te decía yo.
-Pues al final ha resultado que sí. Ella dice que no está enamorada, pero que siente cosas fuertes.
-¿Y tú no sientes lo mismo?
-Pues no. Sofía es una muy buena amiga a la que quiero muchísimo, porque me ha ayudado en momentos difíciles y desde primera hora ha sido muy buena conmigo. Una vez casi la echan del trabajo por mi culpa, aunque lo pude arreglar y no me echó nada en cara ni nada. Pero yo no puedo darle lo que ella va a querer.
-Mmm... Bueno, si dice que no está enamorada, no será para tanto, ¿no?
-Antes de decirte a ti que te vinieras a vivir conmigo, se lo comenté a ella por una conversación que tuvimos en la que ambos nos contamos que nos sentíamos un poco solos al vivir sin compañeros de piso y eso. Y cuando me dijiste todo lo que te pasaba, pues te lo propuse a ti sin pensar en ella y en que ya se lo había propuesto a ella.
-Pero Javi...
-Se me pasó. No sé cómo se me pudo olvidar.
-A lo mejor no se lo dijiste tan en serio, ¿no? ¿Cómo se te puede olvidar algo así?
-No lo sé. El caso es que ayer no le sentó muy bien encontrarte aquí. No por ti, ni porque le hayas caído mal, sino porque ella venía con la intención de quedarse.
-No... Joder...
-Venía con las maletas en el coche y todo.
-No puede ser...
-Y ayer por la tarde hablé con ella y pues saltó todo. Yo ya sospechaba algo en realidad.
-¿Sí? A ver, yo es que vi cómo te miraba y me di cuenta de que le gustabas mucho. Ya de ahí a estar enamorada, pues hay un salto, ¿no? Pero sí se le notaba que le gustabas.
-Bueno, desde que nos conocimos le he atraído. Y ahora por lo que se ve, pues le atraigo más. Y dice que en Navidad empezaron a surgir sentimientos en ella a raíz de... Bueno, que empezó a sentir cosas. Y ni supo ni quiso pararlo aun sabiendo que yo no busco nada.
-Es difícil reprimir eso.
-Pero es que lo sabía. Y mira que le pregunté una vez si había algo más, porque esas sospechas vienen de lejos. Pero me dijo que no había nada. Todo esto ya después de Navidad, así que sabía lo que había.
-No sé, Javi. No sé qué decirte.
-Me siento muy mal por ella.
-Yo también. Si no hubiera venido a vivir aquí, lo hubiera hecho ella y tal vez...
-No. No hubiera pasado nada. Ya te lo digo yo.
-Qué seguro estás...
-Sí. Lo estoy bastante. Es imposible que me deje llevar de esa manera y que busque algo con nadie.
-¿Imposible? ¿No quieres tener novia nunca más entonces?
-No lo sé.
-¿Pero por qué piensas eso?
-Da igual.
-Ahora somos compañeros de piso. Ya te he dicho que podemos hablar cosas como estas. Además, con lo que estás haciendo por mí, te considero un amigo. Si necesitas desahogarte, me lo dices y podemos charlar.
-Es que no me apetece hablar de eso. Dame un tiempo, ¿vale? Ya si eso...
-Como quieras. Yo solo quiero ayudarte si lo necesitas. Igual que tú has hecho conmigo.
-Gracias.
-De nada. Es una pena lo de Sofía. Hacíais buena pareja... -dijo marchándose de nuevo a su habitación.
 
Capítulo 431

Otra que pensaba que hacía buena pareja con Sofía. No, si al final todos lo veían así menos yo. A lo mejor debería haberle dado una oportunidad y relajarme, pero aún tenía muy reciente todo mi problema, en especial lo surgido el día de Reyes, aunque ya habían pasado casi 3 meses de aquello, pero me seguía sentando mal igualmente. No me veía relacionándome con ninguna chica de esa manera tan cercana como ya lo hice una vez. Además, me apetecía disfrutar de mi soltería, algo que estaba haciendo bastante ahora que me paraba a pensarlo.

Y seguirle la corriente a Sofía supondría ponerle fin a todo eso, porque viendo lo celosa que era, ni con Irene iba a poder hacer nada aun habiéndose metido ella misma en la pareja para juegos de cama. Estaba bastante seguro de que, si decía de dar ese paso con ella, no permitiría que me viera absolutamente con nadie. El sexo con ella me gustaba, aunque no era lo que terminaba de esperar, pero eso era algo que no me preocupaba en realidad, porque con el tiempo una pareja se conoce mejor y les resulta más fácil conectar, además a podíamos haber "entrenado" para que pudiéramos haber encajado mejor.

El problema era yo, de eso no me cabía ninguna duda, pero es que yo no veía a Sofía como algo más que una amiga. Quizá era por haberla tenido como tal durante tantos meses, cerrando en mi mente toda posibilidad para verla como algo más, por relacionar su cara con la amistad. En cualquier caso, fui a la habitación de Andrea para decirle que estaba esperando una visita y que era importante, para ver si se iba a quedar en su habitación o si tenía pensado salir o algo, para que no nos interrumpiera. Ella me dijo que estaba liada con el trabajo de francés y que no tenía pensado salir ni nada. Le di las gracias por dejarme esa intimidad y me ofrecí para ayudarla después cuando acabara de hablar con Lola.

Y no tardó mucho en aparecer, llamando a la puerta y viendo bastante mona, como solía ir cuando no estaba en el gimnasio. Venía con su larga y bonita melena suelta y perfectamente alisada, aunque ya la tenía así de manera natural. Llevaba unos vaqueros ajustados, una blusa algo holgada y una cazadora vaquera, además de unos botines con tacón no muy altos y su bolso. También iba algo maquillada y olía muy bien, como pude comprobar al encorvarme al darle dos besos. Se la veía muy contenta, veríamos si se marchaba de la misma manera.

-Tenía ganas de verte, la verdad, porque quiero contarte lo que me ha pasado con... -dijo ya habiéndose quitado la blusa y yendo al salón.
-Shhh -la interrumpí antes de que siguiera, por si decía algo íntimo.
-¿Qué pasa? -me preguntó bajito.
-Es que no estoy solo.
-¿No? -me dijo extrañada.
-No. Ahora tengo una compañera de piso.
-Ah... Pues ahora vamos a tener complicado...
-Ya, bueno...
-Pues eso, lo que te quería decir -dijo sentándose cerca de mí para coger unos de mis brazos y acariciármelo-. La he liado un poco.
-¿Qué te ha pasado?
-Me he comprado un dildo, ya sabes.
-Ajá.
-No es muy grande. Es la mitad de tu... Jajaja.
-Vale, ¿y qué ha pasado?
-Pues que me he venido arriba.
-Y te has hecho daño.
-Pues sí. Empecé acariciándome con él. Sin metérmelo ni nada, pero me encendí muchísimo y dije de probar.
-¿Y qué pasó?
-Pues empecé bien. Despacio, metiéndolo muy poco a poco, sacándolo para volverme a acariciar... Me estaba gustando mucho. Me daba mucho gusto. Y empecé a hacerlo más deprisa.
-¿La penetración?
-Sí. Todo iba muy bien. Notaba que mi vagina se había amoldado muy bien a eso. Y me notaba cerca de acabar.
-Ajá.
-Y pues me vine arriba y se me fue la mano.
-Y te reventaste, pero de verdad.
-Sí. No medí bien y llegué al final de manera bruta. Lo noté y me asusté y mi cuerpo reaccionó cerrándose por completo.
-Joder...
-Me dolió muchísimo, porque no supe reaccionar muy bien y se me contrajeron los músculos y lo apreté mucho. No es que costara sacarlo, porque estaba mojada, pero me dolió bastante.
-Vaya...
-Y me asusté mucho cuando lo vi com sangre.
-No jodas...
-Uff... Yo soy muy impresionable con la sangre y casi me desmayo, jajajaja.
-¿Te has hecho un desgarro o algo?
-No, no. Resulta que es que me había bajado la regla.
-Ah... -dije aliviado.
-Y bueno, el susto me lo llevé, pero al no notar nada de dolor al rato, me extrañó que siguiera sangrando y me acordé que me tenía que bajar durante estos días.
-¿Estás segura?
-Sí, estoy segura porque no me duele nada. Y me he palpado un poco y nada, no me dolía nada ni sentía nada raro. Además, yo sé cuándo es mi regla.
-Vale, menos mal.
-Pero el susto me lo he llevado igual.
-Ya. Tienes que ir con más cuidado.
-Sí. Bueno, ¿de qué me querías hablar?
-¿Eh?
-¿No decías que me querías hablar de unas cosas?
-Ah, sí.
-Dime.
-A ver, Lola...
-Uy, qué serio...
-¿Tú sientes algo por mí? -le dije directamente.
-¿Qué?
-Pues eso. Que si te gusto más allá del físico.
-¿Y esta pregunta? ¿Es que tú te sientes...?
-No. No es por eso.
-¿Entonces?
-Estas semanas una amiga mía y yo nos hemos estado viendo y resulta que siente cosas por mí. Y yo no quiero pareja. Solo me lo quiero pasar bien.
-Ah, vale.
-Y la pobre, pues se ha llevado el palo. Y me jode, porque la quiero mucho y ahora pues ha decido distanciarse un poco para asumirlo y sacarme de su cabeza.
-Entiendo.
-Entonces, por eso te pregunto. Porque con esto de irnos a la cama con regularidad y tal, pues a lo mejor da pie a que puedas sentir cosas. Y también he podido llegar a notar algo, aunque creo que es tu manera de ser.
-¿Me dices esto para...?
-Para que no te pase lo mismo que a ella. Me caes bien y no quiero hacerte daño. No quiero que te puedas llegar a ilusionar y que luego te lleves la ostia.
-Ah, pues eso dice mucho de ti. Gracias por preocuparte.
-¿Qué menos? Mira, he estado hablando esto con unos amigos y me han aconsejado que no me preocupe tanto por la gente que acabo de conocer, pero es que, no sé... No puedo evitar ponerme en su lugar y tal.
-Entiendo. Es que es una putada cuando le coges cariño a alguien y no tienes pensado nada más con esa persona. Entiendo cómo te sientes por poder hacerle daño.
-Vale, pues entonces entenderás que no quiero nada más allá de lo que tenemos ahora. Yo estoy encantado de ayudarte con tu problema. De hecho, me lo paso muy bien, porque me da morbo, pero solo eso. No quiero nada más.
-Bueno, no te preocupes. Mira, si me lo ha dicho Natalia varias veces.
-¿Sí? -dije haciéndome de nuevas.
-Sí. Me ha dicho que no me ilusione contigo, porque te oyó que no buscabas novia ni nada en una conversación que tuviste con unos chicos.
-Ya, sí.
-Mira, no te voy a engañar. Cuando te vi me llamaste la atención. Me gustan los chicos muy altos, con aspecto varonil, que con tu cuerpo y la barba que tienes, así guapete, cumples perfectamente eso. Luego tu manera de mirar, se nota cuando te interesa algo y prestas atención. También cuando te pones caliente, miras de una manera que me tiembla todo... Tus manos... Me encantan. No sé, me atraes mucho. Y te mentiría si no dijera que he pensado en llegar a algo más contigo, porque además de atraerme mucho físicamente me ha gustado tu manera de ser una vez hemos entablado conversación.
-Vaya...
-Pero Natalia me puso los pies en el suelo. Tú también lo has hecho con algún comentario. Y ya con esto, pues has puesto el ancla para que no me levante otra vez del suelo, jejeje.
-Jajajaja.
-Es una lástima, porque me interesabas bastante. Pero con esto que me has contado y viendo lo que buscas y lo que no, pues ya me he hecho a la idea.
-Entonces comprenderás que a la mínima que note algo por tu parte esto se acabe, ¿no?
-Ajá.
-Bastante daño he hecho ya a mucha gente como para seguir haciéndolo.
-Vaya... Me apena oír eso.
-Es lo que hay. Por falta de experiencia, malas decisiones, creer que todo estaba bajo control, pero ya está. Ya sabes lo que hay.
-Sí. No te preocupes.
-No sabes el peso que me quitas de encima con eso de que ya hayas pensado en esto y estés concienciada.
-Bueno, también es que no he tenido mucha suerte con los chicos. Uno me engañó con una, otro se desesperó por mi problema... En fin, cosas que pasan.
-Cada uno tenemos nuestra historia.
-Yo no soy tampoco una chica que se deje llevar por sus sentimientos. Sí, me surgen y tal, pero si me conciencio con algo, me lo tomo muy en serio. Así que puedes estar tranquilo.
-Ya. Pero también sabemos cómo va esto...
-Sí, eso es verdad.
-Por eso lo que te digo de dejar de vernos y hablar si veo que la cosa va a más.
-Sí, lo entiendo.
-Genial.
-¿Sabes? -dijo a los pocos segundos- Me jodió cuando te apuntaste a la clase de Natalia y no a la mía. Porque entonces estaba interesada en ti de esa manera.
-Ya. Me di cuenta por tu reacción, jajajaja.
-Uff... Qué mal me sentó... Pero luego cuando coincidimos y empezamos a hablar y eso, pues ya se me pasó.
-Estabas muy cortada.
-Sí. Coño, si me gustabas bastante. ¿Cómo iba a estar? Jajajaja.
-No sé... No te imaginaba así.
-Yo creía que estabas interesado en Natalia. Creí que por eso te apuntaste a su clase.
-Eh... Pues no vas muy desencaminada.
-¿Sí? -preguntó con sorpresa.
-Pues sí -le reconocí-. Mira, es que un día en las duchas os oí. Y me dio curiosidad.
-Anda... -dijo divertida.
-No pude evitar quedarme fuera para veros.
-Vaya, vaya... -decía riéndose.
-Las dos me parecisteis muy monas.
-Pero ella más, ¿no? -dijo pinchándome con los dedos.
-Es que oí algún detalle y alguna descripción en las duchas. Hablabais muy alto...
-Jajajajaja. Qué vergüenza...
-Y bueno, pues luego vi que las dos dabais clase y eso.
-¿Y qué fue lo que te llamó la atención? No recuerdo muy bien el momento.
-Pues una descripción sobre ella.
-¿Sus tetas?
-No.
-¿Entonces? Va, dímelo...
-Algo que te hizo gracia.
-¿Sus labios? -preguntó alto.
-Baja la voz, coño... Jajajaja.
-Jajaja. ¿Es eso?
-No. Lo otro. Lo de más arriba.
-Aaaaaaaaah... ¿Te gusta eso?
-Sí. Me pone mucho. Lo de los labios no tanto. Los prefiero como el tuyo.
-Ah, algo bueno que me cae, jajaja.
-No seas tonta, si mira cómo ha acabado la cosa.
-Ya. Eso es verdad. ¿Y por qué no me has dicho nada de que te gusta eso?
-No sé... Porque tampoco quiero que te dejes eso por mí si a ti no te gusta.
-Iba a estar complicado igualmente, porque tengo hecho el láser. Pero es curioso. Me hace gracia. A ella le gusta mucho cómo le queda.
-No, si ya la oí, jajajaja.
-Entonces, ¿te pone Natalia?
-Pues sí. La verdad es que sí. La veo muy atractiva, me gusta mucho su cuerpo. Y la veo muy guapa. Me gustan muchos sus ojos.
-¿Y por qué fuiste a por mí en vez de a por ella?
-Joder, porque tiene novio. No me quiero meter en su relación.
-Ah, claro.
-Entonces te gustaría lo que pasó en su casa.
-Pues sí. Me puso como una moto. Sobre todo, cuando su novio le levantó el vestido y le vi el tanga.
-Jajajajaja. ¿Te has tocado pensando en ella?
-Jajajajaja, Lola, que tienes la regla y no podemos hacer nada... ¿O no te importa follar así?
-No... Qué asco... Pero la verdad es que estoy muy cachonda. La regla me pone así también, jajaja.
-Pues para, anda.
-Oye, que yo no puedo, pero te puedo hacer algo... -dijo acercándose a mí.
-Mmm... -murmuré pensativo.
-¿No te apetece que juguemos un poco? -decía divertida.
-¿Qué quieres hacer?
-Comértela -respondió acercándose más para darme un beso.

Nos dimos un breve beso, estando ella sonriente cuando se apartó de mí.

-Vamos -le dije levantándome y cogiéndola de la mano para ir a mi habitación.
 
Capítulo 432

Le dije que guardara silencio, pero se la veía muy encendida y al parecer no podía evitar reírse por el camino, haciéndolo por el pasillo y al pasar por delante de la habitación de Andrea, aunque tenía la puerta cerrada. Al llegar, cerré la puerta y nos empezamos a enrollar con ansia. Ella trataba de desnudarme y yo tampoco le puse mucho impedimento, así que me fue quitando la ropa hasta quedarme en boxers. Se puso sobre mí para seguir besándome de esa manera guarra, aunque le pedí que ella también lo hiciera. Al final se quedó solo con su tanga rojo, aunque no llegaba a ser de hilo, pero muy bonito igualmente. No se lo quiso quitar por estar con la regla, aunque tuviera puesto un tampón. Estuvimos varios minutos enrollándonos de manera guarra, pasando yo mis manos por sus muslos y luego por su culo.

Ella mientras tanto, me acariciaba la cara y los brazos. Estaba bastante a gusto, pero ella tenía muchas ganas de ir un poco más allá, por lo que echó mano a mi erección, la cual ya estaba muy marcada a esas alturas. Lola, en un papel más activo que en cualquiera de otros encuentros que habíamos tenido, me agarró de los hombros para ponerme boca arriba y quitarme los boxers, saltando mi polla como un muelle, ocasionando su risa, pero poco le duró porque la agarró con fuerza para empezar a pajearme a buen ritmo estando ella de rodillas y un poco encorvada hacia delante.

Mientras ella me masturbaba, yo me dediqué a calentarla más diciéndole lo que me gustaba de ella. Parecía gustarle mucho lo que oía, y por eso aumentaba cada vez más el ritmo. Si seguía así me iba a hacer acabar rápido, por lo que agarré su mano para que parara un poco, tirando de ella para besarla de nuevo y comerle las tetas de paso, porque con la tontería me había calentado yo también.

La chica timidita que conocí en el gimnasio y en el pub se había transformado en una fiera, y eso que tenía su problema. Pero la veía tan caliente que parecía otra. Y la cosa no acabaría ahí, porque me la empezó a comer al poco, haciéndolo también a buen ritmo. Incluso diría que mejor que en las veces anteriores en las que me lo había hecho. No tragaba más, pero le ponía muchas más ganas. Quizá esa conversación hizo que cogiera más confianza aún conmigo, o simplemente tenía muchas más ganas por estar con el periodo, algo que ya me había pasado con otras chicas, encontrándolas más excitadas en esos días. La cosa fue que, para mi sorpresa, empezó a hablar en susurros en los descansos entre mamada y mamada, sacando de nuevo el tema de que Natalia me atraía.

-¿Qué te gustaría hacer con Natalia?
-¿Qué? -pregunté despistado.
-Vamos a jugar... ¿Qué le harías?
-Mmm, me encantaría follármela.
-¿Cómo lo harías?
-Pues muy fuerte. La pondría a cuatro y la reventaría.
-Mmm, me gustaría ver eso.
-¿Cómo? -dije impresionado.

Vaya, sí que había cambiado el chip para decir algo así. No reconocía a Lola. Parecía una chica totalmente diferente a la que había estado conociendo en esos últimos días. Ahora le daba por fantasear con su amiga, diciendo que le gustaría ver cómo me la follaría.

-Tiene que ser increíble -siguió-. Me encantaría verte cómo revientas a alguien. No puedes hacerlo conmigo, así que no sé cómo lo haces.
-Ya...
-Y seguro que Natalia puede con esto -decía riendo-. Con lo que gritaba...
-Sí. Seguro que puede aguantar.
-Mírame cómo te la como -me dijo seria.

Lola se esmeró en comerme la polla, soltando mucha baba y aumentando cada vez más el ritmo. También se esforzaba por metérsela más profundo, pero no lo hacía mucho más que en otras veces. Al final me acabé corriendo en su boca por lo cachondo que me puso con toda la situación, su manera de chupar y esas miradas tan intensas que me echaba y que tanto me gustaban de ella. Lola aguantó hasta que ya no podía más y le pedí en susurros que parara por estar ya demasiado sensible. Ella aguantó mi corrida en su boca hasta que me hizo señales para ver qué hacía con ella, porque estaba desnuda y no iba a salir así pudiendo toparse con Andrea. Le di papel y escupió ahí la corrida, bebiendo agua de una botella que tenía allí para aclararse la boca. Luego se tumbó a mi lado bastante sonriente.

-¿Te ha gustado?
-Joder, pues claro. Parecías otra.
-Es por la regla. Me pongo a mil muy fácil.
-Pues...
-No. No lo voy a hacer así.
-¿Por?
-Porque me da asco con la sangre, el olor... Quita, quita. Qué asco...
-Pues viendo lo cachonda que estabas, no me extrañaría que pudiéramos haber llegado más lejos.
-Si no tuviera la regla, follábamos ahora mismo. Te lo digo yo. Pero así no. No me gusta.
-¿Y te vas a quedar con el calentón? Porque yo no podría.
-Pues sí, porque así no me gusta hacer nada.
-¿Y si te toco?
-Nooooo, que sale sangre.
-Digo el clítoris.
-Pfff...
-Me apetece mucho ver cómo te corres. Me has puesto muy malo hoy.
-La verdad es que estoy muy cachonda...
-Mira, probamos un poco y si no te gusta, pues paramos, ¿vale?
-Venga, va.

Nos volvimos a besar y poco a poco, mis caricias se hicieron más intensas y me acerqué más a su coño. Estaba nerviosa, pero yo le empecé a tocar con delicadeza, humedeciendo mis dedos antes de meterlos bajo su tanga. Traté de llevar el máximo cuidado posible, porque no quería que estuviera incómoda. Todo lo contrario, quería que disfrutara tanto como lo había hecho yo antes con ella. Con ese toqueteo por mi parte, mi polla se volvió a poner muy dura y ella se percató, echando mano a ella para agarrarla con fuerza y pajearme. Cada vez la tocaba con más intensidad, pero con cuidado de no bajar nada para que no se pusiera incómoda, tocándola por la zona del clítoris haciendo movimientos circulares.

Se acabó corriendo tensando su cuerpo, teniendo yo que besarla para ahogar sus gemidos, y eso que estaba teniendo cuidado de no hacer ruido. Se la veía con práctica en eso de no hacer ruido por tener gente en casa. Tras esa manera de poner su cuerpo rígido, le dieron un par de espasmos. Había tenido un orgasmo muy intenso, porque se quedó un buen rato con sus ojos cerrados y respirando de manera acelerada. Yo también me volví a poner cachondo, por lo que me empecé a tocar mirándola, porque estaba bastante sexy desnuda y con su tanga, el cual por el movimiento se le había quedado un poco bajo y se le veía un poco el coño.

Abrió sus ojos algo desorientada y me buscó con su mirada, encontrándome con la polla en la mano y moviéndola. Sin decirme nada se puso sobre mí para comérmela otra vez. No tardé mucho en correrme, y eso que lo había hecho hacía muy poco, pero el calentón que me había generado esta chica era importante y no poder follármela fue algo que influyó. Esta vez volví a acabar en su boca, aunque la cantidad fue mucho menor. Ella, aun así, me pedía de nuevo papel para poder escupirla. De hecho, se incorporó para coger ella misma el papel, pero la detuve.

-Trágatelo -le sugerí.

Lola me miró con cara de no estar muy convencida, pasando a negar con la cabeza.

-¿Lo has hecho alguna vez?

Ella me asintió y yo seguí:

-Y no te gustó...

Lola negó con la cabeza, dándome a entender que no le había gustado.

-Es algo que nos pone mucho a los chicos.

Me miró de arriba a abajo, pasando a ladear la cabeza y tragándoselo. Me gustó que lo hiciera por mí. Tanto que la acabé besando. Ella parecía muy sorprendida, aunque también es verdad que puso cara de asco cuando se lo tragó. Al separarse de mí me miraba con los ojos como platos.

-¿Qué pasa? -le pregunté riéndome.
-Nada, que no me esperaba que me besaras después de...
-Ya te dije que soy un guarro -susurré.
-Ya veo... Jajaja.
-Gracias por haberlo hecho. Me ha gustado que lo hagas por mí.
-Lo he hecho porque eres muy bueno conmigo y porque me estás ayudando. Si fueras un rollete de una noche, no lo hubiera hecho.
-Es que no sé qué te pasa hoy, pero me has puesto como una moto.
-Jajajaja, ¿por qué?
-Tu manera de ser. Pareces otra.
-Mmm, la regla. Eso, y que me pones muy tonta.
-¿Pero para llegar a fantasear con Natalia?
-No le eches mucha cuenta a eso. En realidad, no es algo que quiera hacer ni nada. Aunque me gustaría ver como follas de verdad y no lo que haces conmigo.
-Contigo también follo.
-Pero no de esa manera.
-Pero te lo pasas bien, ¿o no?
-Sí, eso sí. Jajaja.
-Pues quédate con eso.
-No, si realidad estoy muy contenta. Ahora mismo no puedo pedir más, créeme.
-Yo también estoy contento.
-Eso te quería preguntar. ¿Qué es eso de que te da morbo hacerlo conmigo? Jajajajaja.
-Ah, jaja. Es que cada vez me acuesto contigo siento que te estoy desflorando. Me da morbo.
-Jajajaja. A ver, llevas un poco de razón por la manera en la que lo hacemos.
-Buen orgasmo has tenido... -dije a los pocos segundos después de quedarnos en silencio.
-Uff... Al final ha estado muy bien.
-¿Ves?
-Sí, pero solo eso. Otras cosas así conforme estoy, no.
-Ya, eso me ha quedado claro.
-De hecho, tengo que cambiarme el tampón. Seguro que está chorreando. ¿Puedo ir al baño?
-Claro, coño.
-No, lo digo por eso de que ahora tienes compañera de piso y tal...
-Ah, pero no pasa nada, joder... Ve al grande, que es el mío. Ella no va a entrar ahí.

Lola se vistió, deleitándome con una buena perspectiva de su culo al encorvarse al ponerse los pantalones y salió al baño, volviendo a los pocos minutos, sentándose en la cama, habiéndome ya vestido yo, aunque seguía echado.

-No te preocupes, el tampón lo he liado en papel higiénico y ahora lo tiro, no te lo quería dejar ahí.
-Ah, como quieras.
-Me lo he pasado bien.
-Me alegro. Yo también.
-La verdad es que con lo que me había pasado de lo del dildo y la regla, no venía con intención de hacer nada.
-Pues yo creía que sí. Como no me has hecho mucho caso cuando te he dicho que quería hablar contigo...
-Ah, no le he dado mucha importancia, la verdad.
-Ya. Y respecto a eso... Va en serio lo que he dicho.
-¿El qué?
-Lo de que como vea que pasa algo raro... Ya sabes... Que no me ves más el pelo. Así evitamos daños mayores.
-Ah, vale. Pero yo también te he dicho eso de verdad. No creo que haya problema.
-Eso espero.
-Tranqui, si veo que me pasa, te lo comento.
-Perfecto. Y otra cosa.
-Dime.
-No le digas a Natalia nada de...
-Jajajajajaja. ¿Por qué? ¿Te da vergüenza?
-Pues a lo mejor. No sé, prefiero que no lo sepa.
-Bueno... -decía con parsimonia.
-Uy... ¿Se lo vas a contar?
-Ya veremos... -dijo divertida.
-Oye...
-Jijijijiji... Me voy. A ver si se me pasa la regla y podemos follar en condiciones.
-Vale.
-Tenemos que aprovechar en cuanto se me vaya, porque el calentón me dura un par de días más.
-Pues me avisas y nos ponemos de acuerdo.
-Vale.

Lola se me acercó y me dio un buen beso, aunque no fue tan intenso como los que me venía dando ese día. Éste fue más lento y más sensual, llegando incluso a poner sus manos en mi cara. Yo mientras tanto, le agarré del culo al estar sentado en la cama y ella de pie, poniéndomelo mucho más fácil. Después me dijo que se iba ya, que tenía algo que hacer y no quería que se le hiciera tarde, así que la acompañé hasta la puerta para despedirla.

Me senté en el sofá de nuevo pensando en lo que acababa de tener lugar, yendo bastante mejor de lo que esperaba. Quizá venía con mis pensamientos muy condicionados por lo ocurrido con Sofía y creía que con Lola iba a pasar lo mismo, porque en ella también veía indicios similares que los que vi con mi amiga. Sin embargo, Lola pareció entender todo lo que le quise decir y en principio no había ningún problema, pero mi experiencia últimamente con la mayoría de chicas con las que había tenido encuentros sexuales me mantenía escéptico.

Pensando y repasando en mi cabeza todas las chicas con las que me acosté, sí que vi el patrón de que no había ocurrido ningún problema con las chicas con las que solo me había visto una vez de esa manera, como Raquel, Nela, Eva, o incluso Mónica, con la que sí que hubo algún problema, pero fue algo diferente. Sin embargo, con las que me había ido viendo de seguido sí que había tenido problemas o había llegado a algo más. Mi ex, su hermana, Sofía, o Ángela con su confesión tras tanto tiempo.

Tan solo con Irene no había tenido problemas que considerara importantes, pues este último ya lo veía con mucha menos importancia que cuando pasó y en realidad todo había sido un malentendido que fue mal llevado en caliente. Pero no habían surgido sentimientos que pusieran en riesgo nada. Ambos nos queríamos muchísimo y siempre nos íbamos a tener ahí, pero también teníamos perfectamente claro lo que había por cada parte. Ella tenía a Mario, con el que llevaba ya bastante tiempo, y yo había salido de una relación muy intensa con un final espantoso y por eso no quería ni buscaba nada.

Ni siquiera sabía cuándo iba a pasar página en ese aspecto, ni lo quería saber en realidad. Ahora lo que me apetecía era pasármelo bien, pero claro, no recordaba que fuera tan problemático. Ya veía claro el problema, verme de seguido con esas chicas con las que me acostaba, pero es que tampoco me conformaba con ligues de una noche. Me apetecía tener a gente con la que poder quedar, charlar, salir a tomarme algo, no un simple aquí te pillo y aquí te mato. Eso está muy bien cuando descubres el sexo, pero a medida que pasaba el tiempo, me apetecían otras cosas.

Tal vez tenía que ver haber estado en una relación, pero también teniendo algunos juegos con amigos cercanos. Claro, eso era lo que quería. Pero ahora me encontraba ahí, creyendo que tenía eso y viéndome de bajón por haber jodido a una amiga. Cuando le hablé a Lola no lo hice con la intención de hacer nada más que hablar, pero como venía caliente por varios motivos y se tomó todo lo que le dije tan bien, pues me dejé llevar, y fue algo positivo, pues fue un buen rato en el que me despejé y desconecté un poco después de estar todo el fin de semana dándole vueltas al tema.

Pero ahora, una vez pasado el subidón del sexo, me sentía un poco mal de nuevo, aunque no tanto como lo estaba antes de que viniera. Aún me debía durar los efectos de las hormonas liberadas en el sexo. Pensé si ponerle un mensaje a Sofía para disculparme y decirle que la quería y que me gustaría que siguiéramos siendo amigos, pero creía que tal vez le podía hacer daño. Al final se lo acabé mandando, porque creía que necesitaba cariño en una situación así. Estuvimos hablando un poco, contándome ella que Irene y Mario habían estado comiendo con ella y que habían estado hablando del tema bastante.

Me comentó que ya se encontraba mejor, porque ambos le ayudaron a ver el tema desde mi perspectiva y también porque ya venía avisada de Irene, quien no le echó en ningún momento nada en cara por la pequeña pelea que tuvieron por llamada. Me dijo que tenía mucha suerte de tener unos amigos así que se preocupaban tanto por ella, incluyéndome a mí, diciendo que cualquiera en mi situación se hubiera esfumado y hubiera cortado toda relación con ella, pero que, sin embargo, ahí estaba dándole mi apoyo e interesándome por ella. Yo me restaba importancia por el daño que le ocasioné, pero ella me dijo que me quería y que no quería que me fuera de su vida.

Me alegré mucho cuando dejé de hablar con ella y vi que la cosa entre nosotros no se había ido a la mierda. Eso me levantó mucho el ánimo, aunque sí que estaba de bajoncillo, cosa de la que se percató Andrea, la cual trató de animarme dándome conversación, diciéndome que la ayudara a preparar algo para cenar o incluso diciéndome de ver una película de las que le regalé. Parecía que no se había percatado de lo que pasó con Lola, o tal vez no le dio importancia, pero el caso es que no me llegó a preguntar nada de quién era o de qué habíamos hablado. Tampoco tardó mucho en marcharse a la cama, porque estaba regular con la regla y al día siguiente tenía clase en la universidad, así que nos dimos las buenas noches y se marchó a dormir. Yo tardé en irme a la cama bastante más.

El lunes me levanté temprano, como venía siendo usual en mi vida en esas semanas. Llegaba un punto en el que no conseguía dormir, pese a que yo quería y necesitaba hacerlo y eso me ponía de mal humor, porque empezaba a dar vueltas en la cama y no conseguía dormir. A Andrea le extrañó bastante encontrarme levantado tan temprano una vez entró a la cocina, porque no eran ni las 8 aún. Tan extrañada estaba, que me preguntó por qué madrugaba tanto si yo trabajaba solo por la tarde, como ya sabía por alguna conversación que habíamos tenido en alguna ocasión en clases. No tuve más remedio que contarle que mi horario de sueño era una basura y que me desesperaba y no podía hacerlo más.

Ella se lamentó, pues algunas veces le costaba dormir y se levantaba muy cansada y de mal humor, por lo que me preguntó si no ponía algún remedio para solucionar el problema. Mientras desayunábamos algo juntos, aunque yo solo tomaba café porque tan temprano no me entraba nunca anda, le expliqué mis aventuras con los médicos, aunque me salté todo el tema de Mónica. Ni siquiera le dije que había ido al psicólogo, ni mucho menos el origen del problema. Ya tendría tiempo de contarle si lo creía oportuno. Andrea era una chica a la que iba a tener cerca durante un tiempo y no quería contarle todo de primeras. Ella tenía una cara de sueño que era muy evidente. A nadie le gusta madrugar, pero estaba apagada. La cosa me preocupó cuando vi que hundía su cabeza entre sus brazos.
 
Atrás
Top Abajo