Reencuentro con Elena

Capítulo 449 A

No logré dormirme temprano, nada nuevo, pero sí que fui capaz de hacerlo durante algo más de tiempo, logrando descansar durante algunas horas más de lo que solía. Tampoco me desperté mucho en toda la noche, algo que era normal ya. En las pocas veces que lo hice noté como Fátima estaba acurrucada contra mí, pero sin llegar a echarse sobre mi cuerpo. Solo estaba pegada a mí para darse calor, cosa que aprovechaba yo también para nutrirme de esa sensación cálida tan necesaria con la noche tan espantosa que hizo en la que no paró de llover. Yo me desperté antes que ella, aunque no tardó mucho tampoco, pues en lo que yo me espabilaba, ella lo hizo. Se estiró bastante y se abrazó a mí, casi poniéndose por encima de mi cuerpo al hacerlo. No había mucha luz y no nos podíamos casi ni ver, pero los dígitos del despertador que indicaban que eran las 9 de la mañana ayudaban algo.

-Anoche me quedé muerta -dijo riendo para romper el hielo.
-Sí, te quedaste K.O.
-Es que no hago mucho sexo anal y fue muy intenso.
-Te corriste, ¿no?
-Sí. Entre lo que me estabas haciendo y yo que me estaba tocando, pues llegué.
-¿Te gustó?
-Bastante. Nunca he sido mucho de disfrutar eso y anoche no estuvo mal. Pero es que contigo parece más fácil.
-Te dije que sabía cómo hacerlo.
-Todos con los que lo he hecho solo querían meterla, pero tú no. Has tenido tus tiempos y tus maneras de prepararlo. Me gustó mucho eso y me ayudó a relajarme.
-Claro.
-Y luego ya perdí un poco el control, porque me puse muy cachonda y quería que me reventaras.
-¿Te duele ahora?
-Un poco solo. Pero ha merecido mucho la pena.
-¿Te vas a animar ahora a practicarlo más?
-Depende de cómo sea el chico. A ver... Tampoco es que yo esté todo el día... Uno cada dos semanas si acaso.
-Sí que te da de sí el juguete entonces.
-Jajajajaja, pues sí. No quiero tampoco acostumbrarme a follar con tantos desconocidos.
-¿Por qué?
-Porque hacer eso me parece de ser una guarra.
-¿Piensas que yo soy un guarro?
-Un poco, jajaja. Pero me lo he pasado muy bien, de verdad. Como hace bastante que no lo hacía. Eres muy atento, sabiendo cómo hacerlo todo y siempre con el condón puesto.
-Como tiene que ser, ¿no?
-Claro.
-Me alegro de que te lo hayas pasado bien conmigo.
-Al final llevabas razón.
-¿En qué?
-En que no iba a olvidar nunca esta noche.
-Ah... Jajajaja. Eso lo dije por el calentón del momento.
-Pues no se me va a olvidar. Uy, si estás muy duro... -dijo echando mano a mi polla.
-¿Tienes ganas? ¿Ya no estás sensible?
-Pues no. Y quiero echar un polvo. Pero de mi culito te puedes olvidar. Eso sí que necesita más tiempo.
-¿Culito? Más bien culazo.
-Vale, jajajaja. Pero va en serio, que lo tengo un poco dolorido.
-Vale, como quieras.

Fátima cogió un condón de la mesita rápidamente y me lo puso para subirse encima de mí y poder así empezar a follarme. Estábamos con nuestros cuerpos pegados, con ella clavándome sus pezones endurecidos y levantando su culo para dejarlo caer y que tuviera así lugar la penetración, besándome mientras tanto. Mis manos agarraban y amasaban sus nalgas y ella me empezaba a gemir en la boca, acelerando cada vez más la follada. Tan solo varió un poco la postura al incorporarse para follarme como a mí más me gusta, aunque no creía recordar habérselo dicho en ningún momento. Me puso como una moto intuir su silueta mientras notaba cómo se movía de bien.

Era una locura. Ya podría haber hecho eso por la noche. Pero al parecer le dio frío, pues cogió el edredón y se volvió a echar encima de mí para taparnos y seguir como cuando había empezado. No fue un polvo muy largo, no llegando a los 10 minutos, pero sí que fue bastante satisfactorio, pues ella se corrió en cuanto lo hice yo por la manera que tenía de follarme al levantar su culo y dejarlo caer a una velocidad muy rápida. Ambos estábamos sudorosos, pero ella no se despegaba, estaba recuperando el aliento, algo que tenía muy merecido después de lo que me acababa de hacer. Quizá me lo había pasado mejor en ese momento que en toda la noche anterior, aunque siendo justo, fue algo que me gustó también, sobre todo por lo del sexo anal.

Al final hasta se quedó dormida de lo que se acabó relajando, por lo que, con cuidado, la puse de lado en la cama para taparla bien y levantarme con cuidado. Sentado en la cama dudé qué hacer y llegué a la conclusión de que me tenía que ir, porque poco pintaba yo allí, pero antes me pasé por la ducha para darme una rápida, porque estaba muy sudado pese a no haberme movido nada en absoluto en ese último polvo que echamos, pero al estar tan tapados pues me entró calor. Cuando acabé se lo recogí todo y me puse la ropa que llevé al regresar a su habitación. También lo hice con cuidado de que no se despertara, aunque la verdad es que parecía estar descansando muy profundamente, por lo que no hubo problema.

Quizá solo uno, que me daba un poco de cosa marcharme de allí sin despedirme y sin decir nada. Me parecía un poco frío hacerlo así, por lo que le escribí una nota en una de las hojas en blanco que tenía sobre su escritorio, donde me percaté de que tenía algunas hojas con anotaciones. Parecía escribir pensamientos o frases sueltas, como en forma de poesía. En cualquier caso, no le hice mucho caso, porque le escribí la nota para despedirme de ella diciéndole que me lo había pasado muy bien y que ya nos veríamos, sin llegar a saber yo si se daría la oportunidad.

Parecía que ese mal tiempo se estaba levantando, pues ya solo chispeaba cuando bajé hacia el coche. Inmediatamente me puse en camino hasta la casa de mis amigos, pero en realidad cambié de opinión, ya que no eran aún ni las 10 de la mañana, suponiendo yo que estaban dormidos. Así que me pasé por una de las churrerías más famosas de la ciudad para comparar unos pocos y llevarlos a casa de mis abuelos para poder desayunar todos juntos. Les encantó verme aparecer con aquello para desayunar, especialmente a mi abuelo, al que le gustaba el buen comer de siempre y le encantaba todo lo que fuera del estilo. Aunque cuando llegué estaban dormidos, solo estando mi madre despierta preparando café.

Ella también estaba encantada cuando me vio aparecer, dándome un abrazo fortísimo. Y yo más encantado aún que estaba al verla así de contenta, así que le dije que los despertara para que no se enfriara y fue a por ellos. Fue un rato muy bueno, algo que echaba de menos en realidad al estar viviendo solo y en otra ciudad. En esos momentos me paré a pensar qué hubiera pasado si no hubiera dicho de irme de casa. ¿Habría arreglado lo mío con mi padre? ¿Seguirían juntos? ¿Viviría ahora en esa casa en la que me encontraba desayunando? No tenía ni idea de ninguna de las respuestas, aunque fue algo que me dejó pensativo durante unos minutos, pero no quería pararme a pensar en cosas que no se iban a dar por cómo se fueron desenvolviendo los acontecimientos.

Mi madre fue la que me terminó de sacar de esos pensamientos al preguntarme qué tenía pensado hacer. Yo le comenté que era el cumpleaños de Irene y que quería salir a comprarle un regalo. Ella se interesó en qué había pensado comprarle, pero la verdad era que no tenía ni idea, por lo que lo pensaría cuando diera una vuelta por la calle comercial. Y hasta allí fui una vez me despedí de todos con un fuerte abrazo, aunque el de mi madre se repitió al acompañarme hasta la puerta, dándome varios besos también.

-¿Qué te pasa hoy? -le pregunté riendo.
-¿A mí? Nada.
-Te veo muy contenta.
-Es porque te veo a ti contento. Estoy encantada de verte ya así de bien.
-A mí también me encanta verte así de contenta.
-¿Vas a venir luego a comer?
-Claro. Luego ya por la noche me iré con mis amigos, que van a celebrar su cumpleaños y nos iremos por ahí a cenar y a tomar algo.
-Esta noche la has pasado con ellos imagino, ¿no?
-Eh, sí.
-Y todo bien, ¿verdad?
-Sí, claro.
-Vale. Me alegro.
-¿Por qué me dices eso? ¿Es por lo de la conversación que tuvimos no hace mucho?
-Mmm, bueno...
-No te preocupes por eso, mamá.
-Bueno, yo solo te pido que tengas cuidado.
-Claro, mamá.
-Y que felicites a Irene de mi parte cuando la veas.
-Muy bien. Me voy ya, a ver si me da tiempo de dárselo antes de la hora del almuerzo.

Me despedí de ella y me puse en camino a esa calle para ver si veía algo para Irene, aunque no tenía ni idea de qué podía comprarle. Tras dar una vuelta llegué a una joyería en la que vi cosas interesantes en su escaparate, pero cuando dije de entrar me di cuenta de donde estaba. Era la joyería donde compré aquel colgante de un ángel que le regalé a mi ex y que ahora tenía en casa porque ella no lo llevaba más. Tuve un flash de aquel momento en el que se lo compré, seguido de la sorpresa que le preparé para dárselo y su cara. Se me puso un mal cuerpo de repente que me hizo salir de ahí rápidamente para bajar la calle y buscar en otro establecimiento. Así llegué a otra joyería en la que me metí sin ver el escaparate ni nada. Pero sí que me entretuve en las vitrinas hasta que una dependienta se acercó para preguntarme si buscaba algo en especial.

Le comenté que era el cumpleaños de una amiga y que quería tener un detalle bonito con ella, así que me ayudó a elegir, dándome como opciones una pulsera, unos pendientes y un colgante. El colgante lo deseché rápidamente tras el recuerdo que acababa de tener, así que pensé en las otras dos opciones. No me sonaba de nada haber visto a Irene nunca con una pulsera, por lo que supuse que no era algo que le gustara, por lo que me decanté por los pendientes. Sacó unos muy bonitos en forma de gota de agua con varios cristales y brillantes. Me gustaron tanto que le dije que me los preparara al ver que no se me iba de precio. Muy contento, salí de allí para ir a casa de mi amiga para ver si se habían despertado ya, porque eran casi las 12 con la tontería.

Aparqué en la misma puerta de la casa y llamé al timbre. Me abrió Mario con cara aún de sueño, por lo que suponía que no llevaban mucho despiertos. Le saludé y al entrar me la encontré en el sofá del salón sentada con las piernas cruzadas, poniendo una sonrisa preciosa al verme. En cuanto llegué a su altura me senté en el sofá con ella para darle un gran abrazo mientras le deseaba un feliz cumpleaños. Al verme apretarle tanto lanzó un sonidito muy tierno, pasando a reír.

Pese al momento ese que tuve en la joyería, ese día estaba de bastante buen humor y quería mantenerlo, así que quería que mi amiga lo notara y por qué no, contagiárselo también. Y parecía funcionar, porque estaba encantada de verme así de contento. Sin esperar mucho más le di mi regalo, mostrándose ella muy sorprendida por ello, preguntándome qué era. Le dije que lo abriera para verlo y no tardó nada en hacerlo, quedándose más sorprendida aún de lo que lo estaba al verlo envuelto. Me miró a los ojos, pasando a mirar de nuevo los pendientes y volviendo a mí.

I: Pero, ¿cuánto te ha costado esto?
J: No tanto para que pongas esa cara, jajajaja.
M: Me voy a poner celoso... -decía riendo.
I: Pues no es para menos con este pedazo de regalo.
J: Que no es para tanto, de verdad.
I: Y nosotros que no te regalamos nada para el tuyo... Qué cabeza.
J: Me hicisteis el mejor regalo que podía haber pedido al quedaros a mi lado en un momento así.
I: No digas eso, nene, que me vas a hacer llorar -dijo dándome un abrazo.
J: Espero que este regalo compense aquello y el mal rollo que ha habido últimamente.
I: No digas tonterías, porque no hay nada que compensar. Y lo del mal rollo ese, pues... Es que es normal que pasen esas cosas. Si fuéramos amigos más simples no tendríamos esos problemas, pero siendo así de cercanos...
M: Eso es verdad. Y tampoco hay que darle más importancia. Cosas así le pasa a todo el mundo.
J: Bueno. ¿Te han gustado?
I: Me han encantado. Esta noche me los pongo. Con esto y con lo que me ha regalado Mario... Voy a estar muy guapa.
J: ¿Qué le has regalado? -dije mirando a mi amigo.
 
Capítulo 449 B

Entonces Irene de levantó para traer una caja y enseñarme lo que le había regalado él. Se trataba de colgante muy bonito el cual consistía en un cristal azul que estaba incrustado en plata y el cual colgaba de una fina cadena del mismo material. Por el cuidado que tuvo al sacárselo y ponérselo deduje que era caro, aunque tampoco le pregunté por el precio ni nada. La verdad es que Irene estaba espectacular con ese colgante y con esos pendientes. Y eso que iba en pijama y sin pintar ni casi peinar, pero es que era muy guapa igualmente.

M: Estás guapísima. Qué suerte tengo.
I: Anda, si ya tuviste lo tuyo anoche.
M: Pues claro. Y bien que lo disfrutaste, ¿no?
I: Como la que más, jajaja.
M: Pero no parabas de meter a éste en la fantasía. Javi, está deseando que llegue esta noche para montárselo con los dos.
J: Ya, si anoche estaba con los mensajitos en el bar.
I: Sí, sí, pero bien que te fuiste con Fátima, jajaja.
J: La chica se acercó corriendo y no iba a negarme a llevarla a casa, ¿no?
M: Ya, llevarla a casa... Jajajaja.
I: Va, cuenta. ¿Cómo fue?
J: Muy bien. Fátima es una chica especial para mí.
I: Uy... ¿Y eso? ¿Te gusta?
J: No especialmente.
I: ¿Entonces?
J: Fátima fue la chica con la que perdí la virginidad.
I: ¡Anda! A ver, cuéntame eso.
M: Es verdad... Que desapareciste esa Nochevieja sin decir nada y nosotros preocupados.
J: Ya, estaba yo para avisar...
I: Ah... Que tú lo sabías... -dijo mirando a su novio.
M: Me he acordado ahora que lo ha dicho. No caí anoche.
I: Vaya... Cuéntame, Javi.

Tras contarle cómo había ido la noche con Fátima, mencionando hasta lo del sexo anal, Irene preguntó:

I: ¿Y ha sido mejor que la primera vez?
J: Qué pregunta más tonta. Pues claro. Ambos tenemos más experiencia ahora. Aunque sí es verdad que esta vez no la he visto tan atractiva como aquel día.
M: Es normal. Fátima en esos días estaba muy bien y siendo la primera vez, pues más te parecería.
I: Anda el listo... ¿Tú también te las follado?
M: No. No nos relacionábamos mucho.
I: ¿Y cayó polvo esa noche, o tampoco? Jajajaja.
M: A medias. Me hicieron una mamada. Nada más.
J: ¿Quién?
M: Pilar.
J: ¿Pilar la de nuestra clase? ¿La pija?
M: Sí.
J: Joder, qué suerte. Estaba bien buena.
M: Y también era un poco suelta.
J: Ya, eso sí es verdad.
M: Yo iba detrás de Ana en realidad, pero se me puso Pilar por delante y aproveché. Me imaginaba que íbamos a echar un polvo, pero no quiso hacer nada más aparte de la mamada.
I: ¿Ana? ¿No será la que estaba allí anoche?
M: Sí.
I: Joder, pues sí que está bien. Esta noche viene creo.
J: Y más buena estaba en su día, hazme caso.
M: No ha cambiado mucho, pero bueno, quizá lleves razón.
I: Pues te pega mucho, así ella también rubia y con los ojos azules.
M: Al final no hice nada con ella. Esa noche era una buena oportunidad por estar en el mismo sitio, porque ella no salía en el mismo grupo que nosotros y tampoco le iba a decir por los pasillos del instituto de...
J: Jajajaja. Creo que es muy amiga de Fátima. En aquel entonces salían mucho juntas y por cómo estaban sentadas una al lado de la otra anoche, diría que siguen manteniendo esa buena relación.
I: Sí que ha dado de sí la fiesta de Halloween. Se han unido algunos al grupo. Éstas dos entre ellos.
J: Son buenas chicas.
I: Y están muy bien.
J: A Fátima no le interesas. Ya te lo digo, jajajaja.
I: ¿Y eso?
J: Anoche estuvimos hablando antes de follar.
I: ¿Qué hablasteis?
J: Jajajaja. Pues como habla por los codos, me dijo que se había fijado en ti.
I: ¿En mí? Pero si has dicho que...
J: Ya, pero no le refiero a que se haya fijado en ti de esa manera. Dice que se ha dado cuenta de cómo miras a Sofía.
I: ¿Qué? Jajajaja.
J: Te ha calado bastante. Cree que engañas a Mario con ella.
I: Jajajajajaja. Si ella supiera...
J: Eso pensé yo anoche. Y ella se puso a decir que no entendía cómo podías hacerle eso a Mario con lo guapo y bueno que es, que si se había dado cuenta de cómo anoche estaba hablando con alguien por mensaje creyendo que era Sofía y que era imposible que fuera Mario porque cuando vino no le hacías el mismo caso a él que al móvil...
I: Pero si estaba hablando contigo, jajajaja.
J: Ya. Yo me estaba aguantando la risa, pero es que ella no paraba.
M: Ahora quedo como el cornudo... Jajajaja.
J: Pues le gustas mucho a ella. Me dijo que le encantaría echarte un polvo.
M: Anda con Fátima.
J: Es buena en la cama. Aunque a mí ya no me pone como antes, pero sabe lo que hace.
M: Yo ya no estoy en ese plan.
I: Todo es verlo, cariño.
M: No sé...
J: Tú lo que quieres es follarte a Ana, jajajaja.
M: Si fuera con ella me costaría más rechazar la oferta.
I: ¿Por qué no me has dicho que te gustaría hacer algo con ella? Podríamos intentar...
M: No creo que a ella le guste lo de montarnos un trío.
I: Pues tú y ella solos.
J: ¿No habíais dejado eso atrás?
I: Bueno, una vez de vez en cuando no pasa nada.
J: Vosotros tenéis muy claro lo que hay. Así tiene que dar gusto poder hacer estas cosas.
I: Si es que es más simple de lo que parece. Es solo sexo, como el que se va a tomar un café. Al fin y al cabo, es echar un buen rato juntos. Es tener la mente abierta y saber diferenciar cosas.
J: ¿Te animas entonces? -dije mirando a mi amigo.
M: No sé. Me lo voy a pensar.
J: ¿Y con Fátima? Con ella lo tienes bastante hecho.
M: La verdad es que me da mucha curiosidad. Me parece una chica mona. Y con eso que dices de que es buena en la cama...
J: También te digo que a lo mejor después de la noche que hemos pasado ahora le gusto yo más, jajajaja. Dice que me ve muy cambiado.
M: Es que lo estás, cabrón. Esta noche me va a dar un poco de complejo.
J: Serás gilipollas, tú que siempre has sido el más ligón. Y sigues muy en forma.
M: Sí, eso es verdad, pero con el rollo nuevo que tienes entre la barba y los tatuajes, las tías se fijan mucho en ti.
J: Los tatuajes no los enseño mucho. Estamos en invierno.
M: Prueba esta noche a remangarte un poco. Ya verás las miradas que te echan.
J: Jajajajaja.
I: Mario lleva razón. Estás muy bueno ahora, Javi. Si te vieran desnudo...
M: Seguro que Fátima comenta algo con alguna con la que tenga más confianza.
I: Con Ana, por ejemplo -dijo dándole pequeños codazos a su novio para chincharlo.
M: Al final me voy a enfadar... Jajajaja.
I: Todo es hablarlo, Mario. Podemos ver qué hacer para que ella y tú...
M: ¿Y tú?
I: Bueno, pues tanteamos. Lo mismo sí que se anima a hacer un trío. Y si no, pues ya está. Ese día quedo yo con Javi y todos follando tan contentos, jajajaja.
M: ¿A ti te pone Ana? -preguntó mirándome.
J: Noooooo. Qué va. Es horrible. La de pajas que me habré hecho pensando en ella cuando íbamos juntos a clase...
M: Es que despuntaba mucho en su día.
I: Pues decidido. Te la vas a follar. Y si quieres hacerlo con Fátima, pues también.
M: Ya veremos.
I: Pero lo primero es lo primero. Esta noche, los dos para mí. Tengo unas ganas... Joder, es que llevo cachonda desde anoche.
M: ¿No tuviste suficiente con el polvo de anoche?
I: Es que ambos estábamos cansados, pero sí. Me gustó mucho.
J: Me hubiera gustado que Sofía también hubiera participado, pero...
I: Me ha llamado hace un rato para felicitarme. Hemos estado hablando un poco y dice que está bien. No te preocupes. Es algo que se le nota mucho en la voz y estaba diciendo la verdad.
J: ¿Te ha dicho algo más?
I: Sí, que lo lleva bien y que en unos días vuelve.
J: ¿Creéis que la cosa volverá a estar bien entre ella y yo?
I: Claro. Yo creo que es una chica que sabe diferenciar bien esas cosas y no creo que haya problema. De hecho, es que lo hemos hablado. En cuanto se fue lo hablamos y solemos hacerlo cada vez que la llamo o ella me llama a mí.
M: Es verdad. Se pasan mucho rato hablando. Sobre todo, por la noche.
J: La verdad es que me jode mucho que todo esto haya pasado. Y sobre todo la forma en la que me puse, pero es que estaba de los nervios. Quería atajarlo y me puse nervioso.
I: No le des más vueltas. Ella no le da importancia a eso. Sofía te quiere y siempre lo va a hacer, solo que necesita unos días para despejar su mente.
J: Ya...
I: Jaaaaaavi, que le das muchas vueltas a todo. No está enamorada de ti. Nunca lo ha estado. Solo empezó a sentir cosas por ti. Mmm, mira, es como lo que te pasó a ti con Ángela antes de que se fuera. ¿A que no estabas enamorado de ella?
J: No.
I: Pues a ella le pasa lo mismo. Pero te quiere mucho. Necesita ordenar su cabeza.
J: Vale, vale. A ver si es verdad y podemos estar como antes.

Estuvimos hablando un poco más acerca de otros temas, preguntándome Irene qué me iba a poner para la noche, describiendo yo la ropa que me llevé, pareciéndole bastante bien. Al final quedamos en que iría a recogerlos para ir los tres juntos al restaurante. Nos despedimos y me fui a casa de mis abuelos para almorzar con ellos y con mi madre, siendo un rato bastante agradable en el que conversamos y conté cómo me iba en el trabajo. Ya después de comer, estando reposando me llegaron unos mensajes de Fátima.
 
Capítulo 450 A

-Tío, qué vergüenza... Que me he quedado dormida esta mañana... Jajajajaja.
-Ya, has caído redonda cuando hemos acabado. Es que era muy temprano también.
-Ya, si he dormido un par de horas más. Y mira que estoy acostumbrada a levantarme a esa hora, pero es que después de la noche que nos pegamos y lo tarde que acabamos necesitaba descansar.
-Claro, es normal. Oye, no te importa que me haya dado una ducha rápida, ¿verdad?
-Qué va. Si me lo has dejado todo muy recogido. Entiendo que lo necesitaras después de la sudada que hemos tenido, jeje.
-Te veo contenta. Me alegra verte así después de haber pasado la noche conmigo.
-Claro, como para no...
-Jajajajajaja.
-Nos vemos esta noche, ¿no?
-Claro. Luego en la cena nos vemos.
-Y luego también, ¿verdad?
-Sí. La idea es irnos todos juntos a tomarnos algo después. Luego ya a partir de ahí, que cada uno haga lo que quiera.
-Bien, bien. Te pondrás guapo, ¿no?
-¿Qué pasa? ¿No te gusto con mi ropa de siempre? Jajajaja.
-Síiiiiiiii. Pero te quiero ver bien vestido también. Seguro que ganas mucho.
-Bueno, no voy a ir de traje, pero sí que iré más arreglado.
-Muy bien. ¿Y los tatuajes?
-¿Qué pasa con ellos?
-¿Desde cuándo los tienes?
-Me los he ido haciendo estas últimas semanas. Llevo poco con ellos. ¿Por?
-Porque me encantan. Estás muy sexy con ellos. No me esperaba para nada que tuvieras tantos.
-Anoche no me dijiste nada.
-Porque no sabía qué decir. Me tenías muy tonta, jajajaja.
-Ya... Jajaja. ¿Y tú? ¿Vas a ir arreglada también?
-Claro. Ya verás qué guapa voy.
-Guay. Seguro que esta noche triunfas entonces.
-Eso espero 😉
-Nos vemos esta noche entonces.

Nos despedimos y dejamos de hablar. Me gustaba que estuviera así de contenta después de pasar la noche conmigo. Siempre es un buen chute de autoestima acostarse con alguien y ver cómo disfruta. Y ya pues si te lo dice de esa manera tan abierta, pues más aún. Aun así, no era algo que me llenara del todo, pues sí, estaba muy bien echar esos polvos, pero al fin y al cabo era como hacerlo con otra chica más, como venía siendo lo normal últimamente a excepción de Irene y de Sofía, a quienes consideraba especiales y al haber sentimientos de amistad pues eran más satisfactorios por mostrar ese cariño entre amigos, aunque con Sofía me había colado a lo mejor a juzgar cómo se había ido desenvolviendo la relación entre ella y yo. Pese a verlo como un problema, me aferraba a aquello que me había dicho Irene de que Sofía no estaba enamorada de mí y que se le pasaría aquello y que podríamos retomar nuestra amistad.

No estaba yo tan seguro de que fuera a ser así, aunque tampoco me había pasado como para saber cómo funcionaba una situación así. Tampoco hay que ser muy listo para darse cuenta de que tiene que ser muy difícil volver a ver a esa persona y compartir momentos con ella sin llegar a pensar en los sentimientos que había antes. Tan solo se me venía la cabeza que se pudiera desencantar de mí y era algo que tampoco quería del todo. Lo que yo quería era estar como antes de toda esa situación, estar a gusto con ella para poder conversar, pasar tiempo juntos, tomarnos un café, cenar fuera y también echar algún polvo, porque Sofía tenía una figura tremenda y me atraía muchísimo. Para mi gusto no era tan buena como Irene en la cama, pero sí que era muy buena en comparación con mis demás amantes. A lo mejor pedía demasiado deseando todo aquello.

Tanto pensar en ella me dieron ganas de hablar un poco y preguntarle cómo le iba y decirle las ganas que tenía de verla, aunque no quería perturbarla. Pero me costaba tanto... Al final opté por una opción intermedia. No quise iniciar una conversación con ella, pero tampoco quería dejar de tener contacto con ella, pues nos prometimos que seguiríamos siendo amigos, por lo que le puse en forma de mensaje:

Hola, Sofía. Espero que estés pasando unos días muy buenos con tu familia y que estés disfrutando del buen tiempo que hace allí. Es una pena que no puedas estar presente en el cumpleaños de Irene, porque vamos a ir a cenar varios del grupo y luego a tomarnos algo. Seguro que hubieras deslumbrado a todos con esa manera que tienes de ponerte tan guapa. Espero que se te esté haciendo todo esto llevadero y espero también que podamos estar como antes en breve. Tengo muchas ganas de verte. Un besazo.

Me puse en camino a casa de mis amigos una vez terminé de ducharme y arreglarme. Mi madre, como ya había pasado últimamente en alguna otra ocasión, se mostraba muy impresionada por verme así de guapo según ella. Mis abuelos me decían también que les gustaba mucho cómo me veían. Me despedí de ellos, poniéndome un buen abrigo y me marché. Al llegar aparqué y llamé a la puerta y me abrió mi amigo, haciéndome pasar. Mario tan elegante como siempre, con una camisa blanca con los primeros botones desabrochados, una americana azul marino, unos pantalones de vestir ajustados marrones y unos zapatos negros. Al llegar al salón no vi a Irene por ningún lado, preguntándole a mi amigo dónde estaba.

Ella misma fue la que me respondió al darme una voz desde su habitación, por lo que fui hasta allí después de decirme ella que lo hiciera. Estaba frente al espejo terminando de ponerse los pendientes que le regalé. Estaba increíble, con un vestido blanco ajustado que le llegaba un poco más allá de medio muslo. En la parte de arriba tenía unos gruesos tirantes y un generoso escote que se veía potenciado por uno de esos sujetadores push up. Además, llevaba unas medias muy oscuras que no dejaban ver nada del tono de su piel, acabando esas piernas en unos altos tacones negros. Iba con su peinado de siempre y con el típico maquillaje que se ponía al salir, con un eyeliner y sus labios en rojo. Verla con el colgante que le regaló Mario y mis pendientes era algo que me gustó mucho, porque con esos accesorios la veía más mujer, como si fuera algo más mayor, lo que me dio morbo en ese momento.

Ella también puso una sonrisa como la que tenía que tener yo cuando me vio, pues se acercó a mí mirándome bien fe arriba a abajo, pidiéndome que me quitara el abrigo. Así que lo dejé sobre la cama y ella me echó otro vistazo. Me dijo que estaba guapísimo con ese jersey gris que llevaba sobre una camisa blanca para ir bien abrigado. Me dijo que le gustaba mucho cómo se ajustaba a mí, porque lo hacía bastante, permitiéndome lucir esa musculatura que no podía hacer cuando iba con sudadera. También le gustó lo marcados que me estaban los vaqueros más formales que me puse, llegando incluso a echar mano a mi paquete riendo. Pero dijo que podíamos mejorar un poco lo que había hecho yo. Se empeñó en que me remangara tanto la camisa como el jersey hasta la mitad de los antebrazos para poder lucir un poco los tatuajes, tal y cómo dijeron más temprano en aquella conversación que tuvimos.

Se echó un par de pasos atrás y se me quedó mirando, poniendo cara de tener una idea, yendo hasta la cómoda que tenían para empezar a buscar algo. En nada vino hasta a mí cogiendo mi mano izquierda para ponerme un reloj que me contó que era de Mario. La verdad es que era bastante bonito, de estos que se suelen llevar ahora con una gran esfera. Yo me quejé un poco, porque nunca había sido de ponerme relojes, pulseras o anillos. Siempre he encontrado incómodo llevar esas cosas y procuraba llevar esas zonas despejadas para ir más cómodo, pero ella de encabezonó en que me lo pusiera. Me dijo que me veía muy sexy con él, que, entre el reloj, los tatuajes y cómo se marcaban algunas venas de mis brazos se estaba poniendo cachonda. Hasta me agarró de la mano para arrastrarme hacía el gran espejo que tenían en la habitación y que me pudiera ver frente a él.

Siendo honesto, sí que mejoraba con esos pequeños cambios, así que me convenció y me lo dejé todo así, aunque el abrigo sí que me pondría para irnos. Ya me lo quitaría al llegar. Por el camino ella me decía que todas las chicas de nuestro grupo se iban a fijar en mí y que hasta seguramente me entrarían luego con la copa después de la cena, pero que tenía que ser fuerte, porque ya teníamos un plan y no se lo quería perder. A Mario le gustó mucho también cómo se me queda a el reloj, tanto, que entre él y su novia acordaron regalármelo pese a que me contaron que fue un regalo de ella a él al poco de empezar a salir como pareja. Yo me negué en varias ocasiones por lo importante que debía ser como recuerdo, pero ellos se empeñaron en que me lo quedara, comentando que era alguien muy importante para ellos y que sabían que iba estar en buenas manos. Fue un gesto que me llegó a tocar dentro y que agradecí muchísimo, además de esas palabras que me dijeron, aunque seguía poniendo alguna objeción diciendo que no hacía falta y que me parecía exagerado, pero así quedó la cosa.

Al llegar aparqué cerca, bajando los tres bien abrigados para entrar al restaurante en el que se celebraba el cumpleaños. Afortunadamente, no fue el mismo en el que lo hizo el año pasado, porque seguro que aquello me hubiera traído varios recuerdos y bastante había tenido ya con el que tuve por la mañana. Al entrar, ya había unos cuantos, esperando en la recepción, yendo todos juntos, porque era Mario el que había reservado. Esperamos un poco charlando antes de entrar al salón para que llegaran todos y nos sentamos ya sin los abrigos. Efectivamente, mis brazos no pasaron desapercibidos para nadie, con algún comentario directo y alguno que otro que yo intuía por lo bajo en pequeños susurros que hacían entre varios que quedaban más lejos. Para mí tampoco pasó desapercibida alguna que otra cosa, como Fátima, la cual no destacaba mucho al llegar por el largo abrigo que llevaba, aunque sí lo hacía más al quitárselo.

Nos saludamos de manera comedida en cuanto llegó y estuvimos unos breves minutos en ese hall haciendo hora para que llegaran los demás, sin acercarse ella mucho, aunque sí que me dedicó una buena sonrisa. Cuando se quitó el abrigo vi que estaba bastante guapa con un vestido rojo ajustado que marcaban sus curvas, especialmente las de sus caderas y su culo como pude ver cuando se dio la vuelta en un breve instante. Era un vestido que no tenía escote y que dejaba tanto sus hombros como sus brazos al aire. Le llegaba hasta sus rodillas y desde ahí hasta abajo sus piernas se veían envueltas en unas medias muy oscuras, terminando en unos botines negros bastante altos. En esta ocasión llevaba su pelo liso con una raya a un lado, teniendo también su típico maquillaje como el que siempre llevaba, al igual que sus uñas rojas, combinando tanto con sus labios como con su vestido. También me fijé en Ana, quien también estaba muy guapa.

Desde la conversión que habíamos tenido Irene, Mario y yo en la que salió con esa atracción a ser tan guapa y al tener tan buen cuerpo, ahora me había dado por pensar en ella durante esa tarde y la verdad es que me estaba empezando a llamar la atención. Ella iba con un estilo similar al de Fátima, con un vestido bastante parecido, aunque era de color verde botella. Ella por su parte llevaba su larga y lisa melena rubia natural muy bonita, con ese flequillo que le tapaba toda la frente, el cual le llegaba hasta las cejas, las cuales eran claras también. Sus ojos azules se veían maquilados con una sombra de ojos negra y sus labios con un rosa bastante discreto. Ella no llevaba sus uñas pintadas, llevándolas al natural, cosa que me gustaba. No me miraba tanto como Fátima, quien a cada poco me miraba con una buena sonrisa. De hecho, Ana lo hacía muy poco, con unas breves miradas a mis ojos poniendo ella una pequeña media sonrisa, aunque también me miraba los brazos.
 
Capítulo 450 B

La cena transcurrió con una normalidad reseñable, aunque eso es lo que verían los demás, porque fuimos muy sutiles en los gestos. Por cómo estábamos dispuestos, yo quedaba junto a la pared, porque la mesa estaba pegada a ella. A mi derecha estaba Irene, siguiéndole Mario y luego varios amigos, rodeando así toda la mesa hasta llegar de nuevo a la pared con más amigos. Irene estaba muy caliente esa noche y no paraba de rozar una de sus piernas contra una de las mías. Tampoco dejaba de girar su cabeza hacia mí para mirarme sonriendo, pasando a mirar mis labios. Llegó un momento en el que a mí también me empezó a calentar, por lo que me animé poner una mano en su muslo.

De primeras se hacía la loca, pero cuanto más lo hacía, mayor era su reacción, aunque como digo, de manera sutil. La cosa cambió cuando se lo empecé a apretar, quedándose ella mirándome aguantando unos segundos, sin que se borrara esa sonrisa de su cara. De apretarlo pasé a acariciárselo, poniendo la mano por encima de sus medidas. Fue un tonteo muy lento, pues entre que estábamos cenando y que estaba llevando cuidado de no ser descubierto, me tomaba mi tiempo. Pero cuando íbamos por la mitad de la cena, empecé a poner más intensidad, llegando incluso a subirle un poco el vestido para poder acariciar de una manera más cómoda. Me puso muy burro encontrarme el bordado de sus medias ajustado a medio muslo, encontrándola muy sexy.

De hecho, se me estaba empezando a poner dura. También veía cómo Mario ponía su mano izquierda sobre la otra pierna mientras tenía la cara en dirección contraria para hablar con quien tenía a su lado y no ser así muy descarado tampoco. Estando ya los dos así, Irene estaba empezando a ruborizarse, pero más lo hizo cuando me dio por subir más aún la mano por su muslo. En un movimiento rápido, se echó hacía delante para ocultar mejor los movimientos que estaban teniendo lugar por abajo, agarrando mi mano para metérsela por dentro del vestido. Me dejó bastante sorprendido al notar sus labios vaginales, lo que quería decir que no llevaba bragas.

Fueron muy pocos segundos los que pude tocarlos, con un par de pasadas con la punta de mis dedos para notar bien su humedad, pero me puso mucho. Cuando saqué mi mano me llevé los dedos a la boca disimuladamente para chuparlos y probar así su fluido. Al hacerlo me estremecí, poniéndome más malo aún. Tanto, que agarré una de las manos de Irene para ponerla sobre mi erección, apretando ella con fuerza y sobando durante unos breves segundos también. Me costó mucho, pero decidí dejarlo ahí, porque cada vez estábamos yendo a más y estaba viendo venir que se nos iba a ir de las manos, aunque las miradas no dejaban de tener lugar.

Antes del postre, Irene se ausentó para ir al baño con su bolso, cosa que me vino muy bien para calmarme, porque no se me bajaban la erección. Mario me miraba riendo e incluso se sentó a mi lado quitándole un momento el sitio a su novia para hablar conmigo diciendo que no se terminaba de creer que Fátima estuviera interesado en él, porque no me quitaba el ojo de encima desde su punto de vista.

-¿Y Ana? ¿Me ha mirado mucho? -le dije para picarlo mientras reía.
-No mucho. A mí tampoco, no te vayas a pensar.
-Está muy guapa, ¿no?
-Joder... Está tremenda. Está buena y es guapa, pero tiene algo que no sé... De siempre me ha llamado la atención.
-Yo creo que si dices de... Seguro que acepta.
-No sé... Me gustaría mucho, pero tampoco quiero cagarla. Sobre todo, para que no se vaya de la lengua y se pueda crear mal rollo.
-Ya.
-¿A ti te gustaría?
-Joder, pues claro.
-Pues tú lo tienes mucho más fácil.
-Puede.
-Si más fácil no lo puedes tener. Tienes a Fátima de puente. Un día le dices de echar un café y que se la lleve y habláis.
-No es mala idea. Si llego a algo con ella le puedo comentar algo de ti.
-No, no. Si lo hago, quiero hacerlo yo solo.
-Vale, como quieras. Pero puedo tantearla para ver qué piensa de ti.
-Bueno, si quieres...

Irene volvió y se sentó en su sitio, volviendo Mario al suyo. Nos comimos el postre tranquilamente y luego todos empezaron a darle los regalos. Algunos le compraron algo por ellos mismos, otros le compraron algún detalle entre varios. A ella le gustó todo mucho, valorando más el detalle que el regalo en sí. Dijo que estaba encantada de tener unos amigos tan cercanos y tan buenos. Aunque tampoco faltó el típico gracioso que picó un poco preguntando qué le había regalado su novio y qué le había regalado yo, tan buen amigo de ella que era, porque todos sabían ya a esas alturas que Irene, Mario y yo éramos bastante íntimos.

Irene salió con su típica soltura y gracia poniéndose de pie para inclinarse y señalar tanto el colgante como los pendientes, diciendo que eran de los mejores regalos que le habían hecho nunca, procediendo después a darle un buen beso a su novio al agarrarle la cara con las manos, dándome luego otro a mí, aunque fue en la mejilla tras pasar uno de sus brazos por mis hombros y atraerme hacia ella. Tras la entrega de regalos, nos fuimos del restaurante, con Irene y Mario montándose en mi coche después de echar los regalos al maletero. De camino al pub, Irene no podía frenar su excitación, empezando a besar a su novio de manera guarra al haberse sentado los dos en la parte de atrás.

J: Qué envida -dije riéndome mientras los miraba desde la parte de delante.
I: Calla, que me has puesto... Joder.
J: Qué guarra eres, que sales sin bragas...
I: Soy tu guarra -dijo abrazándome desde atrás para jugar con mi oreja.
J: Joder... No me digas eso, que no voy a poder bajar del coche de la empalmada que se me va a poner.
M: ¿Y si nos vamos ya a casa? Tengo unas ganas de follar que no os lo podéis creer.
I: No, vamos al pub. Tengo ganas de tomarme algo. Así luego nos cogemos con más ganas. Me gusta haceros sufrir un poco.
J: Qué mala...
M: Irene, hoy no sales viva. Te vamos a matar de gusto entre los dos.
I: Uff... No me digas eso, que me mojo. Como antes me ha pasado cuando Javi me ha tocado. Qué morbo me ha dado... He tenido que ir al baño a limpiarme bien con toallitas... Aunque me he tocado un poco.
J: Qué cabrona... Yo cuando he visto que estabas así de mojada... Me he chupado los dedos y todo.
I: Jijijijiji...
M: Joder, Irene... ¿Y si echamos uno rápido aquí?
I: No, cariño... Ahora después. No seas malo.

Ellos siguieron enrollándose mientras se metían mano en lo que yo llegaba al pub acordado, aunque tuve que aparcar algo retirado, porque no había aparcamiento. Ellos aprovecharon que lo hice en un lugar un poco resguardado para seguir, hasta que les llamé la atención diciéndoles que nos teníamos que ir.

I: No te pongas celoso, que también hay para ti.

Irene, desde atrás, echó su cuerpo hacia delante para acercar su cara a la mía y besarme. No sé cómo lo había hecho, pero estaba boca arriba. Yo aproveché para comerle la boca con ansia, porque tenía muchas ganas. Ella no se quedaba atrás, morreándose conmigo de una manera muy guarra agarrándome la cara con las manos. Así nos tiraríamos unos minutos en los que también aproveché para manosearle las tetas, aunque fuera por encima de la ropa. Ella gemía en mi boca y eso me ponía más, pero de pronto, paró.

I: Mario, ya. Para, que me voy a correr.

Eché mi mirada hacia la parte de atrás viendo que mi amiga estaba despatarrada con los tacones apoyados en los asientos traseros y mi amigo le estaba comiendo el coño, sujetándole el culo con sus manos para mantener su cuerpo elevado. Era una imagen muy erótica y eso me puso más, pero Irene no quería seguir. Era consciente de que, si seguíamos, no íbamos a parar y tendríamos que irnos a casa para follar como estábamos deseando. Y eso implicaba dejar tirados a nuestros amigos. Al final Mario salió del coche para calmarse y que le diera el aire fresco, teniendo más fácil aquello de taparse por llevar su americana y su abrigo largo.

Irene se quedó un momento dentro conmigo, aunque en la parte de atrás, sacando de su bolso un espejo y el pintalabios para retocarse. Hasta me dio unas toallitas para que me limpiara el maquillaje que me había pegado. Una vez acabó, salió, aunque antes me preguntó si no lo hacía yo. Yo le comenté que quería esperar un poco para calmarme, porque estaba muy cachondo y tenía una erección muy marcada y con la ropa que llevaba puesta y el abrigo que no era tan largo, no podría ocultarla. Me dijeron que no tardara y me dejaron allí solo para que me pudiera calmar.

Mientras hacía tiempo para calmarme me dio por mirar el móvil, viendo que Sofía me había respondido. En sus mensajes me decía que agradecía mucho el mensaje que le había mandado, pasando a informarme que le estaba yendo muy bien. Estaba pasando por una racha tranquila en el trabajo, sin tener la necesidad de desplazarse, por lo que estaba muy tranquila con su familia, aunque sí que la mantenía entretenida. También me dijo que estaba aprovechando para quedar con alguna amistad, cosa que le estaba viniendo también muy bien.

Finalmente me dijo que no creía que le fuera a llevar mucho regresar y estar de nuevo con nosotros, porque también tenía ganas y que quería verme. Lo último que me dijo fue que me divirtiera en el cumpleaños de Irene. Al parecer sabía que algo íbamos a hacer. Fui yo mismo el que le comentó que este día iba a ser especial, pero con su marcha momentánea creía que podía haberse olvidado de ese detalle. No era el caso por sus palabras, pero parecía decirlo sin segundas y que estuviera tan alegre y tan animada despejaba cualquier duda de mi cabeza.

Al salir del coche me puse el abrigo y fui hasta el local, el cual estaba a un par de minutos, ya estando más calmado de lo que había pasado en el coche. Y menos mal, porque justo me encontré en la puerta a Fátima y a Ana fumando.
 
Capítulo 450 C

F: Creía que no venías.
J: Es que estaba aparcando. No hay sitio por aquí -le dije para salir del paso.
F: Menos mal que solo era eso. Tenía ganas de bailar contigo.
A: Tía, córtate un poco, jajajaja.
F: Tenemos confianza -dijo sonriendo.
A: Pero... Bueno, da igual.
J: ¿Tú no quieres bailar? -dije mirando a Ana.
A: Pues claro. Ahora cuando entremos bailaré algo.
F: Qué secos para llevar años sin hablar... ¿O es que sí que lo habéis hecho? Jajajaja.
J: Qué va. Nada de nada.
A: Tampoco hablábamos mucho en su día.
F: Pero si ibais juntos a clase...
A: Pero cada uno nos juntábamos con nuestro grupillo. Y tampoco salíamos en los mismos grupos ni nada.
J: Eso es verdad. Una lástima.
A: Mmm.
F: Yo tampoco me juntaba mucho con él y mira ahora qué bien nos llevamos.
A: Pero tú empezaste mucho antes a hablar con él -dijo con media sonrisa mirando a su amiga.
J: Tú también lo podrías haber hecho -dije interrumpiendo a Fátima, quien parecía que iba responderle.
A: Esos días eran muy diferentes.
J: Ya...
F: Pues estuvo muy bien -dijo tras unos segundos en los que Ana y yo nos mirábamos fijamente.
A: Tampoco hace falta que me lo cuentes... Otra vez -terminó de decir por lo bajo, provocando que Fátima se empezara a poner roja.
J: Deberíais dejar de fumar. Ya lo hacías cuando estábamos en clase y han pasado ya unos cuantos años -dije para cambiar de tema viendo la cara de incomodidad de Fátima.
A: Llevas razón -dijo tirando el cigarrillo-. Además, hace frío. Vamos para dentro, Fátima.

Ana cogió a Fátima de la mano y entraron en el local, esperando yo para hacerlo también, aunque no mucho. Al hacerlo, me fui hasta donde estaban todos para hablar un poco y demás, viendo que Fátima y Ana estaban sentadas en un sofá algo apartadas, aunque con dos chicas más. Yo me fui con Irene y con Mario. Estuve hablando un poco con ellos, y como notaron que miraba en alguna ocasión hacia donde estaban las dos chicas, me preguntaron. Les comenté lo ocurrido en la entrada, riéndose Irene por la escena y Mario un poco también.

Irene dijo que de pronto le había apetecido hablar con Ana para ver de qué palo iba para responder así en la conversación, aunque yo le dije que no noté nada raro en su manera de comportarse. Aun así, se acercó a donde estaban las chicas para hablar con ellas, pidiéndole yo que fuera discreta, porque era algo que acababa de pasar y no quería líos. Mario y yo aprovechamos mientras tanto para ir a la barra a por nuestras bebidas, momento que aprovechó Fátima para abordarme, pero al estar Mario, se cortó y no llegó a decir nada en claro.

F: Javi, perdona por lo de antes, que yo no...
J: No pasa nada. No me molesta ni nada. No te preocupes.
M: ¿Qué ha pasado? ¿Mal rollo?
F: No, no. Es solo que... Bueno, da igual.
M: Oye, qué guapa vienes tú hoy, ¿no?
F: ¿Eh? -dijo mirándole con los ojos bien abiertos, sonrojándose un poco.

Ese comentario por parte de mi amigo hizo que yo sonriera y que aguantara un poco la risa. Sabía que lo estaba haciendo para ver cómo reaccionaba ella por aquello que le conté, pero no esperaba que fuera a ser tan rápido y tan directo.

M: No sé... Siempre acostumbrado a verte con ropa más normal y siempre con coleta... Estás muy guapa con el pelo suelo. Deberías dejártelo más así.
F: Te has fijado...
J: ¿Ves? -dije mirándola a ella- Te lo dije. Con el pelo así ganas más.
F: Pues tomo nota. Vosotros también estáis muy guapos, ¿eh? Así tan altos, bien vestidos...
M: ¿Te parezco guapo? -dijo acercándose un poco a ella.
F: Eh... Pues claro.
M: Pues ya me lo podías haber dicho antes, ¿no? Jejeje.
F: ¿Por qué iba a hacerlo? -dijo medio nerviosa- Seguro que ya lo sabías. Es que lo eres. Además, tienes novia... Y seguro que ella te lo dice todos los días.
M: Se le olvida de vez en cuando, jajaja.
F: Pues cuida eso, ¿no? Quiero decir...
J: Llevan 4 años juntos ya, no creo que haga falta que se lo diga todos los días, jajajaja.
F: ¿Tanto? Uff...
M: Sí, pero bueno... Nunca está de más que alguien más te diga algo bonito, ¿no crees?
F: No sé... ¿No se pondrá celosa?
M: No somos celosos, tranquila.
F: Pues mejor, ¿no?
M: Claro, así estamos más contentos.
F: Imagino.
M: ¿Y quién te gusta más? ¿Javi o yo?
F: ¿Eh? -preguntó mirándome.
M: Lo digo porque como ayer viniste hacia él cuando nos estábamos yendo y os fuisteis juntos... Imagino que habéis pasado la noche juntos, ¿no?
F: Eh... Mmm...

Miré a Fátima sonriendo, porque se me hacía mona poniéndose así de nerviosa con esas chapetas que le salían y con su mirada esquiva.

M: Que no pasa nada, mujer, jajaja. Que eso es algo muy normal y muy natural.
F: No... Si ya.
M: Va, responde a la pregunta.
J: Déjala Mario, que está apurada.
M: Vale, vale, jajaja. Pero yo creo que eres tú -me dijo ya marchándose hacia donde estaban otros amigos.

Fátima se puso la mano en la cara, estaba pasando un apuro de verdad, pero para su suerte ya había pasado. Yo me lo estaba pasando bien en realidad con la salida de mi amigo, pero tampoco quería que la chica estuviera tan incómoda. Bastante había tenido con su amiga como para ahora volver a pasar un mal rato.

-Joder con Mario... -dijo tras unos segundos.
-Jajajaja. ¿Qué pasa?
-Lo creía más formal. Vaya conversación...
-Es que hoy está más animado de la cuenta. No le hagas mucho caso.
-Ya lo veo...
-Pero mira, te ha dicho que estás muy guapa. A lo mejor lo tienes fácil para... Jajajaja.
-¿Qué dices? Anda, anda...
-¿No decías que te gustaría...?
-Tiene novia. Paso de meterme en una relación.
-Ah, ¿sí? No te ha importado mucho conmigo, porque yo tengo novia también.
-¿Qué? -decía seria, bastante sorprendida.
-Es broma, jajajajaja.
-Capullo -dijo dándome un manotazo en el pecho, aunque pasando a reír.
-¿De verdad no harías nada con él?
-No creo.
-¿Ni aunque fuera él quien diera el paso?
-Mmm, no.
-Ya. Dices eso, pero luego en la situación...
-Es que no me gusta meterme donde no me llaman.
-Yo pienso que si la otra persona es la que da el paso y tiene pareja, pues ya está. Tú no tienes culpa. Es su decisión.
-Ya, pero es que lo quieras o no le estás haciendo daño a otra persona.
-Mmm, no tiene porqué.
-No pienso igual.
-Vale, lo dejamos ahí.
-Mejor. Oye, que lo de Ana...
-Da igual, Fátima. No me importa.
-Es que en su día le dije que tú y yo... Bueno, se enteró y ya pues le conté.
-Ya. ¿Y la de ahora?
-Se lo ha olido también. Le hice un comentario anoche antes de que acabáramos en el bar y pues esta tarde ha estado en mi casa y hemos hablado y pues me ha pillado.
-Jajajajaja. No pasa nada.
-¿No te molesta?
-Para nada. Si hablar de estas cosas es normal. Todo el mundo lo hace.
-¿Has contado tú algo de lo de anoche?
-Qué va. Poca cosa.
-Anda... Jajajaja.
-Y que es verdad que estás muy guapa.
-Gracias. Ya te lo dije. Tú también lo estás. Me has impresionado.
-¿Sí?
-Mucho. Es como aquella Nochevieja, aunque ahora estás más guapo aún. Es que... -dijo dándome un repaso- Jejejeje.
-Entonces ya tenemos respuesta a la pregunta de Mario, ¿no?
-Puede... Me gusta mucho el reloj este que llevas puesto.
-Me lo han regalado Irene y Mario.
-¿Sí? Qué bien. Anda, que vaya regalo más bonito le has hecho tú...
-No es para tanto. Se merece eso y más.
-¿Tan íntimos sois?
-La verdad es que sí. Son muy importantes para mí. Hemos pasado muchos momentos importantes juntos y han estado ahí cuando los he necesitado.
-Me alegro mucho de oír eso.

Después de esa conversación nos fuimos con los demás, cada uno ya con su copa. La verdad es que para lo cachondos que íbamos Irene, Mario y yo, fue un rato que se alargó bastante, esperando yo que fuera más corto con la idea de irnos temprano. Pero tampoco me aburrí. Tan solo me pude tomar una copa, la cual no llevaba casi nada de alcohol, pero por petición propia al tener que conducir de vuelta a casa, porque en realidad sí que me apetecía beber. Lo que sí hice aun así fue bailar mucho. Lo hice con todas las chicas de nuestro grupo, empezando con Irene, con la que había mucho roce y con la que más lo hice, aunque cambiaba de pareja cuando notaba que la cosa se animaba más de la cuenta y podríamos estar dando el cante, porque hasta hacía que se me pusiera morcillona.

También bailé bastante con Fátima, quien me aguanta la mirada todo el tiempo con una sonrisa permanente en su boca, pasando sus brazos por detrás de mi cuello. Hasta bailé con Ana, diciéndoselo al verla sola y sentada en cierto momento de la noche. Con ella fue algo más especial por ese momento tenso que tuvo lugar en cuanto llegamos. Aun así, me gustó bastante, porque se movía bien y también me miraba de manera intensa. Hasta le puse las manos en las caderas, recibiéndolas ella bien y dejándose llevar.

Pero ya de últimas, bailando con Irene, la tensión sexual era cada vez mayor y no dejábamos de mirarnos a los labios. Lo hacíamos con una seriedad que podía indicar que estábamos enfadados, pero nada más lejos. Lo que queríamos era comernos la boca y hacer más cosas todavía. En un momento dado, algunos salieron a la calle a fumar, estando otros sentados bebiendo y otros bailando también, pero Irene se me empezó a acercar más, pegando su cara a la mía.

-Irene, para. Que se van a dar cuenta todos.
-Pfff... Es que no puedo más.
-Yo también tengo muchas ganas, pero no podemos aquí.
-Voy al baño. Sígueme dentro de un rato.
-No, Irene. Que se van a dar cuenta.
-Que no. Hazme caso.

Irene se marchó al baño y a los pocos minutos yo la seguí porque estaba también con muchas ganas. Estaba muy nervioso y casi paranoico de que nos pudieran descubrir, pero para cuando quise acordar ya estaba en uno de los compartimentos con ella comiéndonos la boca. Me aseguré de que no miraba nadie al entrar y ella fue la que se cercioró de que no hubiera nadie dentro. Nos comíamos la boca con ansia estando yo sentado sobre el váter y ella sobre mí con una pierna a cada lado. Le agarraba el culo con fuerza, pasando a levantarla para ponerla de cara a la pared, pegado su cuerpo a la superficie para apretarlo con el mío.

Tras eso se la estaba metiendo al tener mis pantalones y boxers un poco bajados y ella su vestido subido hasta la cintura. Llevábamos cuidado de no hacer ruido, aunque aun así le tapé la boca con una mano para follarla a buen ritmo. Dudo mucho que se escuchara nada desde fuera del cubículo, pues la música del local estaba alta y no veía posible que se pudieran escuchar tampoco nuestras respiraciones agitadas. Tras esos minutos follándola desde atrás, me volví a sentar en el váter poniéndola sobre mí para que me montara. Mientras lo hacía, nos volvíamos a comer la boca y yo la movía con mis manos para acelerar la follada, aunque ya era rápida de por sí por los movimientos que hacía ella.

Fue un polvo muy rápido en el que me corrí dentro de ella ahogando cada uno sus gemidos en la boca del otro, pasando Irene a abrazarse a mí con fuerza mientras notaba su cuerpo temblar un poco. Tras unos segundos, levantó su cara de mi hombro para mirarme con una expresión muy intensa y sensual, dándome un breve beso para coger papel y levantarse de mí, limpiándose. Tras ello, se limpió mejor con toallitas, haciéndolo después con mi polla y hasta con mi cara, seguro que, por su pintalabios, porque podía verlo corrido en su boca. Me sonrió ya como solía hacer una vez acabó y me susurró que iba a retocarse el maquillaje, que esperara a que ella me dijera de salir para asegurarnos de que nadie nos veía. Y así lo hice, funcionando aparentemente, aunque Fátima me asaltó en cuanto llegué a la zona en la que estaban todos.

-¿Dónde estabas? Te estaba buscando.
-Estaba tomando el aire. Me había dado calor.
-Pues no te he visto y he mirado fuera.
-No sé... -dije haciéndome el despistado.
-Es que me voy a ir ya. Por si te querías venir conmigo...
-¿Ya te vas?
-Sí. Mañana tengo cosas que hacer y no me quiero levantar muy tarde ni quiero beber mucho.
-Ah.
-¿Te vienes a mi casa? -me dijo con una sonrisa.
-Es que... Tengo otros planes.
-Ah... Bueno, no pasa nada. Lo entiendo. ¿La conozco?
-Mmm, no sé. Yo es que me voy ahora por otro lado con otra gente.
-Vale. Bueno, pues otra vez será -dijo acercándose para darme dos besos.
-Claro, nos vemos.
-Te tendré una sorpresa preparada -dijo guiñándome un ojo.

Fátima se terminó de despedir con la mano, yendo a donde estaban los demás para seguir haciéndolo. Nosotros no duramos mucho más, despidiéndonos también para ir hacia el coche y montarnos en él para ir a casa y poder seguir allí. De camino, ambos se montaron atrás, empezando a enrollarse de nuevo como locos. Yo los veía a través del retrovisor y me estaba poniendo nervioso y cachondo por igual. Iba a participar en mi segundo trío, y aunque me hubiera gustado que hubiera sido con ella y Sofía, tampoco me quejaba, porque la situación me tenía muy excitado. Sabía perfectamente de lo que era capaz Irene y estaba deseando ver cómo se comportaba con los dos a la vez. No tenía nada en particular en mente, simplemente me quería dejar llevar. Solo había una cosa que sí quería hacer, pero sabía que iba a costar, por lo que ya vería cómo abordarlo.
 
Capítulo 451 A

M: Sois unos cabrones... -decía sin despegar sus labios de los de su novia.
J: ¿Por qué?
M: Porque algo habéis hecho. Habéis desaparecido los dos a la vez durante un rato.
J: ¿Te has dado cuenta?
M: Joder, pues claro. Si solo la buscaba a ella para bailar y morrearnos.
I: Cariño, hemos follado -le decía a Mario mirándolo a los ojos con su cara muy cerca de la de él mientras se la agarraba con las manos.

Me quedé mirando por el retrovisor para ver la reacción, viendo que ambos se miraban seriamente. Pero de repente volvieron a morrearse de manera muy guarra. Por un momento me puse nervioso por ver cómo reaccionaría él, aunque ya sabía que no le importaba, siendo algo que llegó incluso a pedirme en su día.

J: No hemos podido evitarlo. Estábamos bailando y ya teníamos ganas. Luego hemos bailado con otros y cuando hemos vuelto a hacerlo juntos la cosa se ha puesto peor. Si casi nos besamos delante de todos.
M: Tened cuidado, joder. Que una cosa es que disfrute con esto y otra es que todos me vean como un cornudo.
I: Perdona, cariño. Es que la tensión... Uff...
M: No, jajajajaja. Si lo que me jode en realidad es que me has tenido a pan y agua antes y ahora te lo has follado.
I: Pero ahora te voy a compensar. Te lo prometo.
M: Tranquila, Irene. No pasa nada. Si ya lo sabes.
I: Sí -decía con voz temblorosa-. Es que estoy muy nerviosa.
M: Todos lo estamos.

Así llegamos a casa de mis amigos, yendo Irene a darse una ducha rápida por la sudada de tanto baile y de la follada que nos pegamos en el baño del local. Yo por mi parte no sudé tanto, porque me quité el jersey al poco y estaba muy cómodo. Mientras ella se aseaba, Mario y yo preparamos unas copas, porque tampoco habíamos bebido mucho, sobre todo yo, y nos apetecía. Irene se estaba entreteniendo demasiado, por lo que mi amigo y yo empezamos a beber tranquilamente, aunque estábamos un poco exaltados. Mario me comentaba que estaba nervioso por llevar tanto sin hacer esto con alguien más que con Sofía.

Decía que sus vidas se habían vuelto muy tranquilas en ese aspecto, en especial en Navidad y días posteriores en los que estuvieron visitando a los padres de Irene en repetidas ocasiones. A los ojos de sus suegros, la pareja era la más normal del mundo y eso era algo que le llamaba la atención, pues al llevar ya 4 años con Irene, creía que iba siendo hora de dar pasos más grandes en la relación. Esas palabras hicieron que mis ojos se abrieran y que incluso me echara hacia atrás. Él reía diciéndome que no me preocupara, que no era para ponerse así, simplemente quería afianzar lo suyo con su novia, porque la seguía queriendo como el primer día, cosa que yo veía y sabía por varios detalles y cosas que veía. Tampoco pude ahondar mucho más en aquello, porque Irene apareció por el salón.

Su taconeo nos avisó, cambiando ambos de tema. Al parecer era algo que Mario no quería que Irene supiera por el momento, pero el caso es que seguramente a él también se le iría rápido de la cabeza el tema. Irene iba solo con unas medias bien ajustadas a sus muslos, con unos tacones altísimos y su cuerpo reluciente por lo que parecía que era aceite corporal. Iba bien peinada y maquillada, con una raya de ojos y sus labios de un rojo muy intenso. Mario resopló mientras que yo me incorporé y expulsé mucho aire por la nariz. Irene se acercó contoneando sus caderas para sentarse sobre el regazo de su novio, pasándole un brazo por el cuello. Se le quedó mirando a los ojos y le dio un beso en los labios.

Fue algo tímido y no llegó ni siquiera a meter su lengua en su boca, pero luego sí que lo haría tras una breve mirada de nuevo a sus ojos. Después hizo lo mismo conmigo. Hacía mucho que no me notaba así de nervioso en un encuentro sexual. Era diferente, demasiado morbo. Sin que nadie dijera nada, Irene se levantó para coger su copa y agarrarla de manera sexy, bebiendo un poco y volviendo hacia el lugar de donde había venido. Nos miró y nos hizo un gesto con la cabeza para que fuéramos con ella. Inmediatamente cogimos nuestra copa y la seguimos. Por el camino yo le di un buen trago a la mía, dejándola ya por la mitad, y eso que era grande.

Al llegar vi que sobre la mesita había un bote de lubricante, cosa que me hizo poner una sonrisa en mi cara. Ella también tenía en mente lo que yo pensé de camino a casa. Dejó la copa al lado de ese bote tras darle un buen trago también y se sentó en la cama, cruzándose de piernas para quedarse mirándonos. Era todo muy sensual. Ella miró a ambos lados de la cama que estaban libres, como queriéndonos decir que fuéramos con ella, pero cuando nos acercamos, nos paró con una mano, pasando a negar con el dedo. Hizo otro gesto para decirnos que nos sobraba algo.

No hacían falta palabras ni mucho más para entenderla, por lo que ambos nos desnudamos instantáneamente, tirando Mario su ropa de cualquier manera por el suelo mientras que yo sí que me preocupé de dejarla sobre una silla. Me gustaba mucho cómo le quedaba el reloj que me regalaron, viéndome desnudo reflejado en el gran espejo que tenían en la habitación, pero lo veía incómodo para follar, por lo que me lo acabé quitando para dejarlo encima de la cómoda. Ambos no sentamos a cada lado de Irene, con la polla bien dura cada uno y empezamos a jugar.

Irene empezó besando a Mario, besándole yo los hombros y el cuello. Al poco cambió de labios, a los míos, haciendo Mario lo mismo que yo le hacía a su novia momentos antes. Irene no tardó mucho en echar manos a nuestras pollas, cogiéndolas a la vez para masturbarlas. Tampoco nos retrasamos mucho Mario y yo en tocarla para empezar a estimularla también. Compartíamos como buenos hermanos, tocándole uno el coño mientras el otro se centraba en sus tetas, turnándonos para que cada uno lo hiciera durante un rato. Me estaba encantando cómo estaba fluyendo todo, con nuestros tiempos y sin que ninguno se pusiera ansioso, teniendo su papel asignado.

Obviamente la que más disfrutaba era Irene, quien no paraba de recibir caricias y besos en estéreo, aunque en un momento dado dejó de besarnos para poner cada una de sus manos en nuestras nucas y decir bajito que nos besáramos nosotros también. Estábamos tan encendidos que lo hicimos. Tampoco era la primera vez, ni la segunda. De esa manera, nos empezamos a besar entre todos mientras nuestras manos tocaban. Las de Mario y las mías a Irene y las de ella a nosotros dos. Irene decidió ir un poco más allá al volver a coger nuestras nucas con sus manos para acercar nuestras caras a la suya. Ahora quería que hiciéramos un beso a tres.

Y también lo hicimos, siendo algo morboso, aunque la cosa se fue un poco de madre cuando cogió la mano de su novio para atraerla hacia mí. Al parecer quería que me agarrara la polla. Yo estaba un poco que no sabía qué decir o hacer. No quería estropear el momento y también estaba un poco perplejo. Mario se resistía, pero ella estaba decidida a que lo hiciera.

M: Irene, ya tendremos tiempo y más ocasiones.

Irene le miró con una cara un poco de pena, pero él no se dejó convencer por eso, aunque pasó a besarla. Con aquel beso pareció írsele un poco de la cabeza aquello, por lo que seguimos con lo nuestro. Hicimos una breve parada para beber y luego seguimos dando un paso más. Fue Irene de hecho la que lo dio al decir con palabras textuales que quería polla. Para ello, se quedó sentada en la cama, pero nos hizo ponernos frente a ella, los dos muy juntos, agarrando nuestras pollas para masturbarlas. Mientras lo hacía las miraba fijamente, como si estuviera pensando cuál llevarse antes la boca. Optó por chupar primero la de su novio.

Fue algo que me puso en realidad. No me había fijado hasta ese momento tan bien cómo lo estaba haciendo, y tan de cerca. Me resultaba impresionante cómo era capaz de meterse ese rabo tan gordo en su boca, aunque le costaba. Tras un par de minutos cambió a la mía y claro, sentirlo es mucho mejor que verlo. Mario volvió a resoplar, pareciendo estar muy cachondo con lo que veía, animándose incluso a ponerle la mano en la nuca a su novia para empujar un poco, aunque lo hacía con cuidado y sin mucha fuerza.

Así estuvimos durante unos minutos hasta que Irene decidió volver a dar un paso más allá. Para ello, nos la empezó a comer con más ganas, metiéndose cada vez más, superando lo que solía poder tragar, lo que ocasionaba que sus mejillas se tiñeran un poco de negro por las lágrimas que le caían de sus ojos mezcladas con su maquillaje. Hasta ponía sus manos en nuestros culos para empujarnos e hincarse todo lo profundo que pudiera nuestras pollas. Pero nos dejaría más perplejos aun cuando nos dijo que nos la quería comer a la vez. Mario y yo nos miramos unos segundos, aunque no sabíamos qué decir.

Irene fue la que se encargó de que diéramos el paso al tirar de nuestras pollas para acercarnos a ella y lamer nuestros glandes casi de manera simultánea. No dijimos nada, aunque sí que dimos un respingo cuando juntó nuestras pollas para lamerlas a la vez. Nuestros glandes entraron en contacto y nos pusimos algo nerviosos. Era la primera vez que entraba en contacto de esa manera con otro hombre. En el otro y único trío que había hecho en mi vida, que era con otro tío, no tuve contacto directo con él. Primero porque ambos llevábamos condón, cosa que en el trío de ese momento no era así.

Y segundo, porque lo más cerca que había estado había sido en la doble penetración. Podía sentir la polla del otro, pero era dentro de la chica y con sus carnes de por medio. Ahora no era sí, nuestras pollas estaban tocándose la una a la otra sin nada de por medio más que las babas de Irene. En ese momento no tenía ni idea de cómo se sentía mi amigo, pues estábamos más pendientes de disfrutar que de comentar lo que estábamos haciendo, pero por mi parte fue algo raro. Me resultó excitante en el momento, seguramente por la novedad, pero no llegué a sentir nada especial más allá del morbo.

Irene parecía encantada, esmerándose en darnos placer. Lo hacía de una manera muy guarra y eso me ponía. Menos mal que me había corrido hacía escasa media hora, porque si no, la estaría regando por lo que nos estaba haciendo y por todo el morbo del momento. Pero ahí quedó esa interacción entre Mario y yo, porque, con una rudeza que no recordaba en él, la agarró para tumbarla boca arriba y empezar a comerle el coño. Irene lanzó un gemido de sorpresa por aquello, aunque se dejó llevar para recibir el cunnilingus de su novio. Yo mientras tanto, me puse de rodillas en la cama para que me la siguiera mamando, llegándole hasta hacer una coleta con las manos para que no le estorbara el pelo a la vez que aprovechaba para empujarle la cabeza y que así tragara más cada vez.

Al poco nos cambiamos el papel, estando yo comiéndole el coño mientras Irene se la comía ahora a Mario. Éste se había preocupado de que su novia no se corriera al tenerla controlada por sus gemidos, siendo algo bastante fácil de identificar. Suponía que quería retrasar su orgasmo lo máximo posible, por lo que yo traté de hacer lo mismo. Pero Irene estaba muy cachonda y le molestaba que paráramos justo cuando estaba tan cerca de correrse, llegándonos a decir que o seguíamos para que acabara, o la follábamos, pero que se quería correr, porque ella era de hacerlo mucho. Como si de una provocación se tratara, le agarré las piernas para follarla con rapidez y dureza, provocándole un orgasmo bastante intenso que manifestó con un grito.

Sabía que ella podía seguir en ese momento, por lo que le dije a Mario que me sustituyera y que la follara de la misma manera. Así lo hizo y así se volvió a correr Irene con otro gran grito. Algo que me llamó mucho la atención era lo mojada que estaba. Y no era para menos con la situación en la que nos encontrábamos, pero siempre era algo reseñable en ella por no tener esa facilidad para lubricar como suele tener la mayoría de las chicas. Otra cosa que me llamó mucho la atención fue que iba totalmente depilada. Fue algo que me hubiera gustado que hubiera sido diferente y pensaba que así iba a ser, porque a ella, casi como a mí, le ponía aquello, pero me encontré un coño totalmente despejado y suave, aunque se intuía el sombreado de su vello púbico tan oscuro.
 
Capítulo 451 B

Le dije a Irene que, si ya estaba contenta, riendo ella mientras respiraba aceleradamente, al igual que hacía su novio. Les di a cada uno sus copas para que bebieran y que les resultara más fácil recuperarse, bebiendo yo también de la mía. En nada ya estábamos besándonos con Irene, estando ella entre medias de los dos, ya estando todos tumbados en la cama. A estas alturas ya éramos conscientes de lo caliente que era Irene, por lo que se iba poniendo de lado para que el que estuviera detrás de ella la fuera follando lentamente al metérsela mientras el otro se entretenía besándola y jugando con sus tetas y ella le pajeaba. Este momento sí que fue más extenso, porque todos recibíamos placer constantemente y estábamos a gusto al estar tomándonos un respiro por aquello de ir con un ritmo lento también.

Pero pronto cambiaría la cosa al ponerse Irene a cuatro patas en medio de la cama para que le dieran fuerte desde atrás al agarrarla de las caderas mientras se la chupaba al otro. En esa ocasión, empezó Mario a follarla mientras ella me la comía. Era impresionante sentir las embestidas de mi amigo en mi cuerpo al estar Irene apoyada en mí. Y lo mejor de todo es que no se abandonaba a sus sensaciones, porque se esforzaba mucho en hacerme una buena mamada, tragando bastante de nuevo. Algo me hacía pensar que había estado practicando últimamente para comerla así de profundo, algo que me gustaba.

En cuanto vi a Mario cansado, le dije de cambiar, aunque Irene se había corrido, pero como era así de insaciable, pues quería más. Al turnarnos, él le dijo que se la comiera despacio, porque quería disfrutar y no se quería correr tan rápido. Yo, sin embargo, sí que la follé de buena manera. Estaba muy encendido y quería reventarla y así lo hice. Nuestras carnes resonaban mucho al encontrarse, al igual que el cabecero de la cama contra la pared. Los gemidos de Irene también se oían, aunque eran amortiguados al tener la boca tan llena por la polla de Mario. Mi amigo estaba como flipando, animándose a follarle la boca al mover sus caderas. Estaba siendo un polvo tremendo.

Pero me colé de fuerza, intensidad o de énfasis y me acabé vaciando dentro de ella. Sentí un fuerte escalofrío que me hizo estallar en su interior, aunque la cantidad no fue tan grande, pero el placer sí que fue inmenso. Mi orgasmo pareció ser el detonante, porque ambos se corrieran. Empezó Irene, gimiendo muy alto y muy agudo, pasando su cuerpo a temblar. A Mario no le quedó otra que llenarle la boca de leche a su novia al vernos así. Los tres quedamos rendidos sobre la cama, estando yo a los pies e Irene sobre Mario, con su corrida saliéndose por su boca hasta el torso de mi amigo y la mía saliéndose desde su coño hasta la cama. Pero la noche no iba a acabar ahí, ni mucho menos.

Nos quedamos un buen rato descansando, no era para menos. Aunque yo fui a por algo para limpiarnos bien. De todas maneras, Irene fue al baño para lavarse bien y poder seguir luego. Mario entró con ella y yo fui al otro baño para hacer lo mismo, aunque volvimos rápidamente a la habitación. Yo lo hice el primero, para tumbarme algo incorporado y beber de mi copa. Mario regresó en nada, con una sonrisa en su cara y al poco regresó Irene. En lo que ella lo hacía, estuve cerca de preguntarle a mi amigo acerca de afianzar lo suyo con su novia, aunque finalmente no lo hice.

No veía que fuera un buen momento, aunque estaba deseando que me contara más. Lo que se me venía a la cabeza era que le iba a pedir que se casara con ella formalmente, ya que habían tenido conversaciones, pero de hipotéticos no pasaron. Era un tema de conversación en el que yo también había participado en su día y que no sabía nada más de lo que contaron en su día con aquello de que Mario era más tradicional en ese aspecto, mientras que Irene no le daba mucha importancia, justo como pensaba yo.

Irene se tumbó entre los dos con una sonrisa enorme en la cara, empezando a besarnos los cuerpos, centrándose en el pecho y en los brazos, aunque no tardaría mucho en pasar a los labios. Mario y yo acariciábamos su cuerpo, aunque sin estimularla más allá de sus tetas, las cuales estrujábamos y palpábamos bien, pellizcándole los pezones. Irene gemía con esos gestos que teníamos con ella al ponernos cada uno de lado para besar su cuerpo, por sus hombros, cara o incluso sus pechos. Además de gemir decía que era la chica más afortunada del mundo por estar en la cama con dos chicos como nosotros, que además de que estábamos buenísimos nos quería con locura y que ojalá se pudiera repetir ese momento muchas veces más.

Mi amigo y yo no reparábamos mucho en lo que ella decía, pues estábamos ocupados y concentrados en darle placer. Aunque yo sí que me vine un poco más arriba con esas palabras. Siempre me ha gustado que me hablen así y eso hizo que me pusiera entre sus piernas para empezar a comérselo, haciendo que me tuviera que colocar la polla bien al ponerme boca abajo para estar cómodo. Yo no era el único que la tenía dura, pues la de mi amigo estaba mirando al techo. Empecé ese cunnilingus y ella aprovechó para agarrar la polla de su novio y meneársela bien y luego tirar de ella para que se pusiera de rodillas sobre la cama para que se la pudiera comer. Pronto se llegaría a poner incluso con una pierna a cada lado de su cuerpo para que se la pudiera comer mejor. Hasta parecía estar follándole la boca por los movimientos que veía y los ruidos que oía. Eso no hizo más que alentarme a comerle el coño con más ganas aún.

De hecho, logré que se corriera relativamente rápido con unos temblores en sus piernas que me encantaba ver y sentir. Mario se movió para ver cómo se corría ella y eso me dio morbo, porque pude ver su cara en esos coletazos finales de su orgasmo. No me lo pensé mucho y me incorporé para metérsela y poder follarla así. Sabía de sobra que no tenía problema en ser follada y que se ponía más cachonda aún conforme se iba corriendo, así que ni me lo pensé. Le di con fuerza y rapidez, ocasionando un nuevo orgasmo en pocos minutos. Yo por mi parte pude aguantar sin hacerlo, aunque ella no podía. Ni tampoco se reprimía al gritar fuertemente y al apretarme con sus piernas haciendo bastante fuerza. En cuanto noté cómo le llegaba, apreté un poco más y le dije a Mario que se preparara para follarla.

No se lo pensó nada y en cuanto me salí de ella, él la invadió para follarla como había hecho yo segundos antes. Mientras tanto, yo recobraba el aliento bebiendo un poco de mi copa, la cual ya estaba casi acabada, pero me vino muy bien para bajar el calor que tenía por tanto movimiento. Así nos estuvimos turnando unas pocas veces. Ya había perdido la cuenta de los orgasmos que había tenido Irene, pero ella parecía insaciable. Era algo increíble para mí ver cómo podía ser follada de tal forma y correrse tantas veces sin necesidad de recuperarse. Pero cada vez le costaba más al llegar a cierto punto, sobre todo en la última en la que le agarré las piernas para ponérselas pegadas al pecho, con sus pies a cada lado de su cabeza. Empezó a emitir gemidos más raros, mezclado con gruñidos y se volvió a correr.

Una vez lo hizo me salí de ella notando cómo tenía su coño enrojecido e hinchado. No recordaba habérselo visto así nunca. Ni Mario ni yo teníamos la oportunidad de acabar por lo pronto que lo hacía ella. Por mí no había ningún problema, porque tenía en mente seguir y estaba seguro de que por mi amigo tampoco. Porque él era de correrse poco, ya que le entraba un poco el bajón en el cuerpo y se relajaba tanto que se quedaba dormido, aunque en esa noche estaba más activo de lo que recordaba en él. Él mismo fue el que le dijo de dejarla descansar un poco, diciendo que nunca la había visto así y que no quería tener ningún susto, por lo que nos sentamos en la cama apoyando nuestras espaldas en el cabecero para terminar nuestras copas. Irene seguía boca arriba, respirando de manera algo irregular, aunque poco a poco se iba tranquilizando y recuperándose bien, llegando a abrir los ojos para mirarnos y darnos un beso a cada uno.

Se quedó mirando al techo pensativa después de beber un buen trago de su bebida, diciendo que nunca había llegado hasta ese punto, echándose a reír. Le pregunte si ahí se había acabado la noche, pero ella negó diciendo que aún quería hacer alguna cosa más, empezando por querer que le diéramos nuestra leche a la vez. Y justo al decirlo se levantó como si tuviera un muelle en la espalda para bajarse de la cama y ponerse de rodillas sobre una pequeña alfombra que tenía a los pies de ésta. Mario y yo nos levantamos también para ir hacia ella y ponernos muy pegados. Irene cogió nuestras pollas a la vez para pajearlas, pasando a ponerlas duras enseguida desde ese estado de amorcillamiento.

Cada vez nos masturbaba con más fuerza y energía, animándose incluso a chuparlas por separado y de nuevo a la vez ya de últimas, pasando a decirnos que la quería ya y que apuntáramos bien a la boca para que cayera todo ahí. Ambos nos pajeábamos con fuerza para acabar donde nos pidió, animándonos ella diciéndonos que era nuestra puta y que le encantaba todo lo que le hacíamos. Hasta puso sus manos en nuestros culos para amasar las nalgas. Yo fui el primero en descargar, con ella abriendo bien la boca y sacando su lengua mientras no dejaba de mirarme.

Unos tres o cuatro chorros cruzaron toda su lengua hasta lo más profundo de su boca, empezando Mario a correrse también en ese momento. Tenía pinta que el estímulo visual de verme hacerlo a mí era el empujoncito que necesitaba para entregarle a su novia lo que nos había pedido. No fueron unas corridas abundantes, pero sí lo suficientes para llenarle la boca bien entre las dos. Irene se preocupó de que lo viéramos bien al ponerlo sobre su lengua, dejándola al borde se su boca, jugando con la leche un poco para tragársela finalmente. También nos la chupó un poco para sacar hasta la última gota de cada polla.

Luego se levantó para darnos un pico a cada uno. Primero a su novio y luego a mí. Tras eso, nos echamos en la cama un poco, porque ahora los que necesitábamos un respiro éramos nosotros, que llegábamos a estar sudados de nuevo. En esos momentos estuvimos hablando un poco para terminar de calmarnos, aunque Irene, tan caliente como siempre, hablaba mirándonos a los dos simultáneamente, aunque pasando a agarrar nuestras pollas para ir pajeándolas suavemente. No parecía estar buscando de nuevo echar un polvo tan rápido, parecía ser algo que le salía solo y para nada nos molestaba. Estábamos muy a gusto con la charla, pero viendo que no paraba con su mano me llegué a poner algo nervioso y me volvieron a entrar ganas.

J: Irene, ¿quieres seguir? -dije mirando cómo me masturbaba.
I: Ah... Jajajaja.
J: Es que no paras y me estás poniendo otra vez a tono.
M: Esto lo hace mucho. Cuando acabamos y nos quedamos hablando cuando no me quedo dormido se recuesta sobre mi pecho y me la coge para hacer esto.
J: Joder, pues me están entrando ganas.
M: A mí también, la verdad.
I: Pues sí, algo quiero hacer.
J: ¿El qué?
I: Ya lo hemos hablado Mario y yo y esta oportunidad es genial.
M: Sí, hemos fantaseado bastante con ello. Nos hemos ayudado de algún juguete para recrearlo.
J: Imagino lo que es y menos mal, porque yo también quería hacerlo.
I: El bote de lubricante era una buena pista, ¿no?
J: Sí. Además, ya ha salido alguna vez que otra el tema.
I: Estoy como loca porque me folleis los dos a la vez. Uno por delante y otro por detrás.
J: Jajajaja, va a ser increíble.
M: ¿Cómo tienes el coñito?
I: Raro. No me duele ni nada, pero me palpita. Me gusta, jajaja.
M: Lo digo porque voy a ser yo el que te lo folle. Por detrás no entro, ya lo sabes.
I: Ya. Házmelo despacito, ¿vale?
M: Claro.
J: Oh... Que se pone ñoña... -dije para pincharla.
I: Tonto -respondió con un manotazo en mi pecho-. Que me habéis reventado, animal.
J: Jajajajaja. Ya, y bien que te ha gustado.
I: Eso sí.
M: ¿Y si empezamos ya? Me está entrando sueño y me apetece. No quiero quedarme a medias.
J: Mejor, que esto hay que prepararlo bien.
 
Capítulo 452

Sin perder más el tiempo, nos pusimos en posición, con Mario sentado apoyando su espalda en el cabecero de la cama, con Irene entre sus piernas para comérsela y que así estuviera activo y pendiente de la situación. Yo por mi parte, me puse detrás de Irene para besarle un poco la espalda hasta bajar a su culo, aunque antes cogí el bote de lubricante y lo dejé a mano para cuando lo necesitara. Empecé a prepararla lamiendo su ojete lentamente, pero cogiendo ritmo para que no se nos hiciera más tarde de lo que ya era. Al poco ya se lo estaba comiendo con ganas sin enterarme de lo que estaban haciendo ellos de lo concentrado que estaba. Tan solo oía los gemidos de Irene, los cuales volvían a ser normales y sensuales.

También escuchaba a mi amigo resoplar de vez en cuando, pero no veía nada. Poco a poco me empecé a animar, metiéndole un dedo. Para mi sorpresa, Irene estaba muy relajada y eso hacía que fuera mucho más fácil y rápido. Poco a poco le empecé a follar el culo con uno de mis dedos, echando lubricante antes, incorporando otro sumamente rápido. Estaba tan impresionado que lo llegué a comentar, aunque ella estaba concentrada en la mamada a Mario y en lo que sentía. Él fue quien me dijo que habían estado practicando mucho con un dildo que tenían, porque desde que le follé el culo a Irene, se había interesado mucho en ese tipo de sexo, aunque no llegaba a terminar de poder hacerlo con Mario.

Tan bien marchaba la cosa que no tardé mucho en dar el paso al verla tan receptiva y tan preparada. No escatimé en lubricante, echando en grandes cantidades tanto por su culo como por mi rabo, dejando todo reluciente del brillo que dejaba. Llegó el momento, por lo que le dije que se pusiera en posición, aunque antes se echó lubricante en el coño y en la polla de Mario para metérsela. Lanzó un largo "Mmmm" al hacerlo, cosa que me encendió. Se quedó con toda su polla en sus entrañas y con una mano se abrió las nalgas, diciéndome con una voz muy dulce que la follara. Acerqué mi glande a su ano y le acaricié un poco, volviendo ese "Mmmm", pero se apagó cuando empecé a hacer presión para meterla. Pese a toda la preparación y lo cachonda que estaba, le costaba.

Y es que ella tenía un culo pequeño en ese aspecto, aunque no fue tan lento y tan dificultoso como en la primera ocasión. También tenía que ver que tuviera la polla de Mario en su coño, pues se notaba lo estrecho que estaba todo. Así le logré meter el glande, resoplando ella y Mario también, diciendo que se notaba. Poco a poco me fui introduciendo más en ella hasta que logré meter la mitad. Irene arqueaba su espalda al ritmo que mi polla invadía su culo. Me entraron unas ganas terribles de agarrarle del pelo para tirar de él y follarle rudamente el culo, pero me controlé. No era el momento, aunque era algo que me gustaría hacer algún día.

Cuando logré metérsela entera tras unos minutos, expulsó bastante aire y se dejó caer sobre el cuerpo de Mario. Él flipaba diciendo cómo sentía todo perfectamente, haciéndolo yo también. No era la primera vez que hacía una doble penetración, pero sí era la vez que más apretado lo sentía. En la otra ocasión, la chica tenía buenas cavidades y así pasaba con Irene, pero su culo no era para nada como el de esa chica. Si mi amigo y yo estábamos flipando por las sensaciones y lo apretado que se sentía, no quería pensar cómo estaba ella. Movido por el morbo, Mario fue el que se empezó a mover para follar lentamente a Irene, haciéndolo conmigo también colateralmente.

Era algo extraño y que no recordaba el estar quieto, pero recibir esa estimulación como si me estuviera moviendo era muy agradable. Irene empezó a gemir, aunque los movimientos eran tan lentos que parecía no tener problema. En ese momento empezó a abrir y cerrar su culo, produciéndome un placer tan bueno que me obligaba a moverme para empezar a follarla. No fue un polvo lento, para nada. Duró bastante poco, porque me revolucioné bastante y la empecé a follar a buen ritmo. La razón de ponerme así era todo lo pasado aquella noche, la postura, el trío, la doble penetración, lo excelente amante que era Irene... Pero lo que me terminó de poner a mil era cómo Irene tenía su cara pegada a la de su novio y cómo le preguntaba en susurros si le gustaba lo que estaban haciendo, si se lo había pasado bien, qué le parecía su primer trío con otro chico...

Mario respondía a todo con buenas palabras, sin dejar de besarla y de acariciarla. Pero todo lo bueno se acaba, y ese polvo no iba a ser menos, conmigo apretando para follarla fuerte y rápido, aunque no tanto como la primera vez que la follé por ahí. Tanto ímpetu le puse que me acabé corriendo dentro de ella, dando una fuerte embestida con cada chorro que soltaba, aunque ya fueron pocos. Mario lanzó un gemido inusual en él. De hecho, no me sobaba haberlo escuchado así nunca. Era bastante evidente que se estaba corriendo, y esas embestidas que hacía al levantar sus caderas me lo corroboraban. Irene fue la que estalló con un grito que me hizo dar un respingo, aunque después ahogó sus alaridos al tapar su boca hincando su cara en el hombro de su novio. Su cuerpo temblaba de una manera única, con sus piernas vibrando como no creía haber visto nunca en ella. Ahí acabó una noche bastante inolvidable para mí y seguro que para ellos también.

Ella seguía tumbada sobre él, con mi corrida derramándose desde su culo, pasando a los huevos de su novio. De la misma manera, la corrida de Mario se derramaba, aunque desde su coño esta vez al perder su erección vitalidad, ya que se quedaron así durante unos minutos con besos y caricias. Yo los miraba por momentos, aunque también miraba al techo y cerraba los ojos para descansar un poco. Había sido una noche muy ajetreada y necesitábamos descanso.

I: Mario, cariño, va. Vamos a levantarnos para darnos una ducha antes de dormir. Y también cambiamos las sábanas en un momento. Así dormiremos más a gusto.

Al oír eso se me ocurrió hacer lo mismo y al levantarme me di cuenta de que estaba amaneciendo. Ni me había dado cuenta en el acto, aunque tampoco me importaba mucho. Tenía pensado echar el día siguiente con ellos en gran parte, así nos fuimos cada uno a la ducha. Ellos al cuarto de baño grande pese a que Mario refunfuñaba bastante. Se había corrido varias veces y eso lo dejaba muy cansado. El cansancio de toda la semana, todo el rato de antes en el que bailamos y bebieron y, sobre todo, esos minutos de mimitos que se dieron lo tenían ya para el arrastre. Aun así, le hizo caso a su novia y se fueron. Yo antes de ducharme me puse un momento la ropa para ir al coche a por la bolsa que llevé con ropa limpia como siempre hacía cuando iba a pasar el fin de semana en mi ciudad. Al acabar lo recogí todo y me fui a la cocina, porque tenía un hambre increíble. Allí me encontré a Irene con el pelo recogido en una toalla, bebiendo agua.

-¿Aún no te vas a la cama?
-Si nos hemos tirado un buen rato ahí -dije riéndome.
-Bobo...
-Tengo un hambre...
-Yo también. Estaba pensando hacerme algo.

Nos decidimos por hacernos el típico plato de pasta post-fiesta y mientras lo terminábamos de preparar seguimos hablando.

-Muchas gracias, Javi. Ha sido una noche inolvidable.
-Gracias a vosotros. Ha sido una experiencia muy buena. Follar contigo es lo mejor.
-Jejejeje. Es el primer trío que hago con dos chicos.
-¿Y qué tal?
-Pues... -dijo sentándose sobre mi regazo, empezando los dos a comer.

Fue un momento que me recordó mucho a nuestra última vez, aunque tampoco es que hiciera tanto, pero al acabar justo igual, tan tarde y comiendo algo de esa misma manera, era imposible que no se me viniera ese momento a la cabeza.

-Si te digo la verdad... -siguió- Me ha gustado más que cualquier trío que hemos hecho con otra chica.
-Joder, qué halago.
-Pues sí, porque no han sido pocos. Puedes darte por halagado.
-Lo hago -dije abrazándola con un brazo.
-La sensación de la doble penetración ha sido de lo más placentero que he experimentado en mi vida.
-Ya veo.
-Es que no sé cómo explicarlo. Es... Sentirse llena por completo. Todo tan apretado... Ha sido una locura cómo os he sentido.
-¿Te duele?
-Mmm, no. Creo que ha sido la vez que más caña me han dado en el sexo. Eso de follarme entre los dos sin parar y sin dejarme descansar... Uff... Qué pasada.
-¿Y el culo?
-Pues bien.
-Hoy te he notado diferente.
-Hemos practicado bastante. Ha sido todo más fluido y más rápido, ¿verdad?
-Sí, justo eso.
-Estos últimos días sobre todo hemos usado un dildo para follarme el culo mientras él me la metía por el coño.
-Mmm, ¿y eso?
-Porque sabíamos que ibas a decir de hacer un trío.
-Estabais entrenando, ¿no?
-Más o menos, jaja.
-Llevaba sin hacer una doble penetración de verdad...
-Joder, pues yo quiero repetir.
-¿Crees que le ha molestado a Mario lo de que hayamos follado en los baños?
-Sí, está tan enfadado que está durmiendo a pierna suelta ahora mismo.
-Yo qué sé...
-Ya sabes que no hay problema Javi. Ninguno. No te comas la cabeza por cosas que no hay.
-Ya, ya.
-Lo único ha sido la manera. Hemos sido muy descarados y lleva razón. No queremos que todos se enteren del palo que vamos, porque luego se habla mucho. Y no queremos que la familia de Mario se llegue a enterar. Ni la mía, claro.
-Ya. Se nos ha ido un poco la cabeza.
-Es que teníamos un calentón muy grande. No he podido aguantar. Pero lo hemos hecho bien. He estado pendiente en todo momento de que nadie nos viera. Y tú me has tapado la boca con fuerza, jajaja.
-Ya, pero tenemos que tener cuidado.
-Sí, es verdad.
-Una cosa.
-Dime.
-Habéis fantaseado mucho con lo del trío, ¿no?
-Sí, jeje. ¿Por?
-Por algún detalle. Todo eso de juntar nuestras pollas y demás...
-¿Te ha molestado?
-No. Me he dejado llevar.
-¿Y qué tal?
-Bien. Quiero decir, no he sentido nada especial. Aunque ha sido morboso.
-¿Es la primera vez que lo has hecho?
-Sí. La otra vez que hice un trío con otro chico cada uno iba por su lado. Y ambos llevábamos puesto un condón.
-A mí me ha encantado. Me ha dado un morbo... Mi chico y mi mejor amigo con sus pollas juntas solo para mí.
-Y más que querías hacer, ¿no? -dije riéndome.
-Vaaaaale. Me has pillado. Estos días hemos fantaseado mucho. Mientras Mario me follaba yo no paraba de hablar para ponerlo en situación y bueno... Alguna vez se me iba la cabeza imaginando cosas y os veía a los dos agarrando la polla del otro...
-Ya, si te he visto que querías que lo hiciéramos.
-Joder... Lo hacéis y me da algo.
-Pero a Mario no le ha parecido buena idea.
-Ya. Es que... Cuando se lo contaba no decía nada. Me seguía follando y besando, pero se ve que en el momento no quería...
-Tampoco lo he visto tan cerrado con eso que ha dicho que habrá más ocasiones.
-Ya, eso he pensado yo. ¿Tú hubieras...?
-No sé... -dije poco convencido.
-Vaya...
-Es que una cosa es lo que hemos hecho y otra ya...
-Pues a vosotros bien que os gusta cuando Sofía y yo...
-Pero es que vosotras sois bisexuales. Mario y yo no lo somos.
-Sofía lo ha descubierto no hace mucho. Lo mismo pensáis de otra manera si lo probáis.
-No me veo yo...
-Joder, pues a mí me encantaría veros...
-¿Vernos cómo?
-Pues haciendo de todo. En esos polvos que hemos echado esta semana le decía a Mario que os imaginaba chupando la polla del otro e incluso follando.
-Hala...
-Y cómo me corría al imaginarlo y darme él con fuerza...
-No... Qué va.
-Todo es probar, Javi. ¿Y si os gusta? ¿Tú no eras abierto de mente?
-No cualquier tío hace un trío con otro hombre y yo ya llevo dos. Ni mucho menos junta su polla con la de otro.
-Sofía decía cosas parecidas y se le quitó la tontería.
-No sé... No me veo así, la verdad. ¿Él sí?
-Fuera de esos polvos no lo hemos hablado. Y tampoco es que lo hiciéramos durante, ya te lo he dicho.
-No creo que él...
-Lo hablaré con él a ver si...
-Bueno, tranquila. No te vengas arriba como con...
-No, no. Solo es hablar -dijo acariciándome la cara.
-No se me ha olvidado eso -dije mirándola fijamente.
-Vale... -decía bajito y haciéndose pequeñita.
-No te vayas a pensar que vas a irte así de rositas. Vas a tener tu castigo.

Irene arqueó su espalda para mirarme con los ojos bien abiertos, pasando a mirar mis labios. Noté cómo se puso nerviosa.

-Has sido un poco zorra y eso no lo puedo permitir -dije acariciando su muslo para apretarlo-. Tengo que enseñarte cómo funciona esto.
-Sí -decía con tono nervioso.
-Ya pensaré lo que hago contigo.
-Seguro que será un buen castigo.

Para que se tranquilizara le quité la toalla de la cabeza para dejar su pelo suelto, aunque aún seguía húmedo. Sus ojos temblaban un poco y me entraron ganas de besarla, así que la cogí de la barbilla y la acerqué a mí para darle un beso que ella correspondió de manera comedida, como si tuviera miedo a poner más intensidad de la cuenta. También puso su mano en mi cara para acariciarla, quedando como un gesto muy tierno, cosa que me gustó. Poco a poco se animó a meter su lengua en mi boca, aunque lo hacía de manera tímida. Lo que también notaba era cómo expulsaba bastante aire por su nariz. Estaba excitada de nuevo, era obvio. Y para hacerle sufrir un poco me separé de sus labios, pasando su pelo por detrás de su oreja viendo lo mona que estaba en general, aunque en especial con esa expresión tan vulnerable que puso.

La cogí en brazos, porque ha habíamos acabado de comer y la llevé a su cama para tumbarla y arroparla. Ella me miraba con unos ojillos muy tiernos que me recordaban a alguien, aunque no le di más importancia en ese momento. Le di un pequeño pico y me fui de allí, abrazándose ella a Mario. Regresé a la cocina para recogerlo bien todo y luego me fui a la habitación de invitados, todo esto con la polla morcillona, porque me había puesto cachondo ese breve momento intenso que habíamos tenido. Pero no tocaba hacerlo en ese momento, tenía que pensar bien qué hacer y dejarla con ese calentón era parte del castigo, aunque también habíamos follado mucho esa noche y necesitábamos un descanso. Caí rendido al poco de acostarme para mi sorpresa, durmiendo bastante mejor que lo que solía hacer últimamente.
 
Capítulo 453

Me desperté varias horas después con la boca muy seca, por lo que fui a beber agua. Ellos seguían durmiendo y eso me permitió reflexionar sobre cómo había ido el fin de semana después de comerme un sándwich para desayunar, aunque eran cerca de las 2 de la tarde. De manera breve pensé en Fátima, con la que había pasado la noche del viernes y la verdad es que no estuvo nada mal, pero tampoco era algo que me llamara mucho la atención. Ya no era aquel chico sin experiencia que se fijaba en todas las chicas que le rodeaban. Bueno, a lo mejor sí que me fijaba en varias, pero desde luego no veía a Fátima tan guapa y atractiva como en aquellos días.

Y no estaba mal en realidad, pero quizá me había vuelto más exigente conforme mi vida sexual había avanzado, especialmente desde que me había vuelto a quedar soltero. Pensándolo durante unos momentos, estaba convencido que ella era la chica que menos me atraía de todas esas con las que me había ido a la cama desde la ruptura. Insisto en que no era fea ni tenía mal cuerpo, pero tampoco era una modelo ni destacaba especialmente en nada, siendo para mí alguien más normalita. De ahí pasé al rato que estuvimos después de la cena en el día anterior. Toda esa situación con Ana y con ella fue algo que sí que me llamaba más la atención y que me generaba interés, por parte de Ana en especial. Esa chica era bastante atractiva y desde tiempos de instituto venía pensando en ella.

En realidad, una vez habiendo entrado a la universidad me olvidé de ella, ya que esta chica se fue a otro lugar a estudiar, pero alguna vez sí que la veía en mi ciudad al regresar y salir con ese grupo de amigos del que ahora ella formaba parte. También curioseaba de vez en cuando sus redes sociales y, a decir verdad, esta chica se había conservado muy bien, ganando incluso ese atractivo que dan los años. Una chica alta, rubia, con ojos azules, con unos pechos y culo bonitos era una de las musas para las pajas de aquella época y ahora me veía muy capaz de acercarme a ella para ver a dónde podía llegar, nada que ver con mi yo de cuando la conoció. Recordaba esos momentos en los que en clase se encorvaba y enseñaba más de lo que tal vez debía. No se me olvidó nunca una de esas situaciones en especial en la que ella iba con unos vaqueos ajustados, con un cinturón blanco y un polo de manga corta, ya que ella solía vestir con aire de pija, aunque ya no era tan así.

En esa situación, ella se sentaba delante de mí y en un momento dado se echó hacia delante y se asomó su tanga de manera bastante descarada. Jamás olvidaré ese tanga de hilo rojo que incluso indicaba el nacimiento de la raja de sus nalgas. Justo al lado estaba una amiga suya de la que no se separaba nunca y a ella también se le veía el tanga, siendo más normal, no de hilo, y de color verde agua. Ella fue la que se dio cuenta de que a lo mejor estaban enseñando más de la cuenta, sobre todo al echarse la mano atrás, poniéndose bien el pantalón y avisando a Ana, haciendo ella lo propio para luego girarse ambas hacia atrás para ver si alguien estaba mirando. Yo me hice el despistado, aunque mi mirada se cruzó con otro compañero que me sonrió con la complicidad típica de los hombres en estos casos, pues a ambos nos había gustado lo que habíamos visto.

Pero había algo más que me llamaba la atención de ese momento antes de entrar al local para seguir con la celebración del cumpleaños. El comportamiento de Fátima. La veía un poco cortada y su insistencia en acercarse a mí para hablar y luego decirme de irme con ella a su casa habiendo estado ahí no hacía ni un día casi, me daba que pensar. No quería temerme lo peor, pero a estas alturas y después de tantas historias veía que estaba interesada en mí para algo más que sexo y no. Por lo pronto lo dejaría estar. Seguramente era ya paranoia lo que tenía y no había nada más que búsqueda de placer detrás de una aparente vida monótona por su parte, pero tampoco estaba seguro de que no hubiera más. De cualquier manera, no había razón por la que estar intranquilo. Si me decía de seguir viéndonos, ya me encargaría de cortar de raíz cualquier posibilidad que ella tuviera en mente. Lo tenía muy fácil con ella, pues nuestro trato era muy poco y era imposible que le hiciera daño al cerrar cualquier puerta.

La otra parte que me llevó a pensar un buen rato fue ya la noche en casa, aunque es cierto que empezaría antes en los baños de ese local. Ya en frío, si es verdad que se nos fue un poco la cabeza, aunque Irene para estas cosas tenía buena mano. El ejemplo más claro fue cuando una vez fuimos a su apartamento en la playa en el que las dos parejas follamos en el agua después de que ella nos llevara hacia un lugar bien resguardado. Pero aun así, sí que corrimos el riesgo de que nos pillaran. En principio no había problema con aquello, ya que nadie nos dijo nada ni notamos ninguna mirada rara ni nada por el estilo. Lo más remarcable fue lo que pasó y lo que hablé con Irene. Aquello de ser más activo en el sexo con otro chico. No había hecho nada de nada, pero había algunos detalles que sí que no pasaban desapercibidos para mí.

Todo aquello de que ella intentara que nos agarráramos el uno al otro era lo más llamativo, pero no lo único. Había ciertos detalles como el que ella nos la comiera y luego nos besara. Era una manera indirecta de probarnos y en ese momento no le di importancia. Tampoco lo hacía mientras pensaba, pues me seguía considerando alguien de mente abierta. Otro ejemplo fue cuando ambos nos corrimos en su boca y ella luego nos la chupó inmediatamente, aún con algún resto de semen en su cara. De la misma manera, no fue algo que me echara para atrás. Lo más "fuerte" por así decir fue el momento en el que nuestras pollas entraron en contacto. Como le dije a Irene, para mí no tuvo ningún significado ni generó nada especial en mí, pero era sin duda un paso más en mi vida sexual. Era la primera vez que lo hacía.

Nunca había sentido así a un hombre, aunque tampoco es que hubiera hecho algo con ninguno. Sin contar aquel trío, en el que, como he dicho, cada uno iba por su lado sin mirarnos siquiera, Mario era el único chico con el que yo me había mezclado en el sexo. Solo lo había besado a él, y ahora esto. Y definitivamente, tras esas experiencias reafirmé que yo era heterosexual y que no me atraían los hombres, aunque tampoco es que tuviera ningún problema en ser bisexual, pero no despertaba en mí absolutamente nada, siendo todo lo contrario con las chicas.

Ya veríamos qué hacer si se daba otro trío entre nosotros, porque estaba seguro de que así sería y que Irene iría sembrando para luego recoger tratando de que cada vez nos acercáramos más. Pero también sabía lo que había y venía escarmentada de lo ocurrido con Sofía, así que por esa parte estaba más tranquilo. Aun así, no pude evitar pensar qué pasaría si la cosa se calentaba y se decía de dar un paso más. Yo no me veía chupándosela ni mucho menos poniendo el culo. ¿Lo haría él?

Al poco aparecieron los dos por el salón, dándome los buenos días, aunque ya estábamos bien entrados en la tarde. No quisimos demorarnos mucho, porque teníamos hambre, sobre todo Mario, que no volvió a cenar, o desayunar, según se mire, como hicimos Irene y yo. Así que nos arreglamos para comer en un bar tranquilamente. Irene se comportaba de manera diferente, supongo que a raíz de lo ocurrido la noche anterior cuando la dejé sobre su cama. Y me encantaba. Me miraba como con timidez, algo rarísimo en ella, aunque también mostraba cierta vulnerabilidad. Mario la miraba a veces y se sonreía. Seguro que se lo había contado. Fue un rato fantástico el que echamos los tres, charlando con Irene soltándose poco a poco, aunque evitaba mi mirada.

Así se nos pasó la comida, tomándonos un café también y luego yendo a casa para recoger mis cosas y despedirme de ellos a media tarde. Nos dimos unos abrazos y con ella un par de besos, diciéndole entre risas yo al oído que se tranquilizara, que la veía un poco nerviosa. Ella me devolvió la risa, aunque de manera más bobalicona y me fui de allí. Pero antes de regresar a casa, me pasé por la de mis abuelos para verlos tanto a ellos como a mi madre y despedirme, coincidiendo que había más familia. Estuve un rato con ellos y sobre las 8 me marché a casa, porque Andrea había tenido el detalle de preguntarme si iba a ir a cenar para prepararme algo a mí también ya que se hacía algo para ella.

Al llegar a casa me preguntó qué tal había ido el fin de semana, aunque me interrumpió antes de que pudiera decir nada apostando a que seguro que había ido muy bien por la expresión tan buena que tenía en la cara. De la misma manera que en la hora del almuerzo, la de la cena se me hizo muy amena teniendo a Andrea a mi lado dándome tema de conversación sin parar. Yo también le pregunté cómo le había ido a ella el finde, contándome que había estado estudiando, porque ya no quedaba tanto para los exámenes y quería ir empezando, sobre todo con lo que más le costaba.

Le comenté que no dudara en pedirme ayuda si la necesitaba y también le di las gracias por preparar una cena tan deliciosa. No tardó mucho en irse a dormir, quedándome yo un buen rato más en el salón viendo la tele y estando distraído con el móvil haciendo hora para que me entrara el sueño, aunque no lo conseguía y así me fue la noche, volviendo a ese hábito tan malo de dormir fatal, pero estaba contento por cómo iba todo, especialmente por ese fin de semana, así que me mantenía optimista para encarar una nueva semana.

Dicha semana tendría varios cambios significativos en lo personal. Respecto a la rutina, pues no variaba mucho, con mis marchas al gimnasio, salidas a correr ya fuera antes, después o ambas aun yendo al gimnasio, luego ducha y desayuno en casa y hacer alguna cosa que me mantuviera entretenido hasta que llegara Andrea, como jugar a la play, estar un rato con la batería, practicar alemán mirando textos, oyendo algunos podcast o incluso animándome a hacer algunos exámenes que encontraba por internet; o también haciendo cosas del trabajo si tocaba, como corregir algunas redacciones u otros ejercicios que hubiera mandado o buscando alguna alternativa para explicar de otra manera algo que les costara entender.

Luego, venía Andrea y entre los dos nos poníamos a hacer la comida, preparando normalmente algo sano. No fue algo que habláramos nunca, pero yo a veces me hacía mis cosas y ella otras, pero al final acabamos tirando más por lo mío. Quizá había pensado en cambiar eso en su vida, pero el caso es que nos apañábamos bastante bien con muchas ensaladas, bastante pollo a la plancha o con alguna salsa y arroz que ella se encargaba de aderezar mejor que yo con algunas verduras o incluso con tortilla, en plan arroz tres delicias. Mientras comíamos nos seguimos contando nuestro día, con ella con mucha energía siempre y con mucha alegría. Estaba encantado con tenerla por allí para hacerme todo más ameno.

Respecto a aquello de la atracción que ejercía sobre mí, los primeros días de la semana no era para tanto. Se me seguían yendo los ojos detrás de ella, en especial cuando me daba la espalda, pero conforme avanzaba la semana era peor, por la falta de sexo. Los primeros días eran más llevaderos después del fin de semana en el que me hinché, pero al estar acostumbrado, mi cuerpo me pedía marcha a los pocos días. Y de alguna manera tenía que liberar tensiones, recurriendo a la vieja confiable. Varias veces pensaba en otras chicas, pero teniendo su olor por toda la casa hacía que acabara recurriendo a ella para muchas de aquellas pajas en las que recreaba en mi cabeza aquella fantasía previamente descrita.

Y ese era el problema, que no mojaba el churro. Por ello, me acerqué en varias ocasiones para ver si podía hablar con Lola, pero no lo conseguía, porque siempre la pillaba en clase y cuando veía que un grupo grande de mujeres salía, me dirigía de nuevo tratando de dar con ella, pero tampoco lo conseguía al encontrarme la clase vacía. Tampoco podía ponerme en contacto con ella mediante mensajes, teniendo el mismo resultado que en los intentos previos días atrás y ya sí que me mosqueó, porque me estaba evitando claramente y yo creía no tener la culpa. Eso me llevó a pedirle de hablar por mensaje y aunque me costó repetírselo para que me hiciera caso, me lo acabó haciendo. Quizá estaba siendo pesado o debería haber captado mejor la indirecta al no hacerme nada de caso, pero quería al menos una explicación.

Y no sé si fue casualidad o si estábamos en ese plan, pero en ningún día de esa semana coincidí con ninguna de las dos en el gimnasio, cuando lo normal era vernos varias veces con los consiguientes saludos, pero ya no era así. Al final conseguí que me hiciera caso para hablar con ella el jueves. Y estuve más pendiente de poder abordarla para hablar con ella, yendo bien temprano como sabía que ella hacía para poder tener hasta intimidad, pero ni con esas. Me preguntaba si estaba entrando por otra entrada, porque no veía normal no verla nunca. Finalmente conseguí encontrarla en su clase y sola, justo al acabar una clase. Estaba de espaldas y me acerqué a ella, cogiéndola de las caderas para darle un sustillo y vaya que, si se lo di, porqué pegó un salto y todo.

-¿Qué pasa? Es imposible hablar contigo -dije de forma amistosa.
-Hey, ¿qué pasa?
-Pues eso me pregunto yo.
-No sé a qué te refieres...
-Venga, Lola, que no hay cojones a hablar contigo. Me estás evitando.
-Qué va...
-Ya... -dije poniendo cara de no creerla- ¿Es por lo de Natalia? ¿Tan malo he sido con ella? Si yo...
-No, no es por ella.
-Ah, ¿no? -dije perdido.
-Pues no. Ella ya no está enfadada ni nada.
-Es que llevo sin veros por aquí... Antes coincidíamos mucho, pero es que ahora es imposible.
-Pues no sé, será casualidad. Ella ya no está enfadada.
-¿Seguro?
-Sí.
-Vale. Entonces, ¿por qué me evitas?
-Qué no te evito...
-No sé por qué no quieres contármelo. ¿He hecho algo mal? No sé... Creía que todo estaba bien entre nosotros. Porque... Ah... ¿No será?
-¿El qué?
-¿Me ves de otra manera y a lo mejor no quieres verme por eso?
-No, no. No es eso.
-¿Entonces? Estoy perdido. Pensaba que querrías quedar conmigo de vez en cuando para... Ya sabes. Nos lo pasamos muy bien y es bueno para ti ir entrenando eso...
-Ya. Imaginaba que te querías ver conmigo para eso.
-¿Y eso es un problema?
-No. En realidad no. A ver...
-¿Lo puedes soltar ya? Me estás poniendo nervioso.
-Vale. He conocido a alguien.
-Ah. Joder, ¿tanto misterio para eso?
-Pues sí, porque me gusta mucho y no quiero joderlo con él. Entonces pues sabía que si nos veíamos íbamos a acabar... Y no. Porque me gusta y quiero ver cómo evoluciona la cosa con él.
-¿Y no me lo podías haber dicho?
-Creía que no te iba a sentar bien.
-¿Me ves enfadado?
-No.
-Pues ya lo ves. Pero si me ha molestado que no me hicieras caso y que me tuvieras detrás de ti así para ver qué te pasaba.
-Lo siento. No ha estado bien. Llevas razón.
-Es que no sé... No tengo problema en que nos dejemos de ver.
-Vale, perdona.
-¿Y cómo ha sido eso?
-Pues es el chico nuevo que da boxeo. Nos conocimos una vez que salimos todos, esa en la que te dije que vinieras para tomarte algo con nosotros y así podías relajaros Natalia y tú.
-Ah, sí.
-Lo conocí ahí. Estuvimos cenando todos y luego nos fuimos a tomarnos algo. Hablamos bastante, casi que no le hacíamos caso a los demás. Con eso de que da boxeo y yo antes hacía, pues no paraban de salir cosas de las que hablar.
-Lo imagino.
-Y cuando nos fuimos me acompañó a casa, aunque la suya quedaba de camino y me dijo de pasar un rato si quería seguir hablando y que de paso me podía enseñar algo de boxeo.
-Ya... Jajajaja.
-No, no. Que iba en serio. De hecho, estuvimos hablando hasta que se hizo de día. No parábamos de hablar, reír, contarnos historias... Me lo pasé muy bien. Y el chico no es el típico que hace eso para llevarte a la cama. No dejaba de mirarme a los ojos y eso que ese día iba muy guapa.
-Qué pena haberme perdido eso.
-Jajajaja. El caso es que cuando nos dimos cuenta de que estaba amaneciendo, me acompañó a casa y todo muy bien. Nos despedimos con dos besos y ya está.
-Bueno, está muy bien.
-Ya...
-¿Algún problema?
-Sí, que me quedé con las ganas, jajajaja.
-Aaanda. ¿Y por qué no le dijiste de hacer algo?
-Justo el día que nos conocemos...
-Conmigo fue un poco así.
-Contigo tuvo lugar una situación en casa de Natalia... Jajajaja.
-Es verdad, jajaja.
-Mira, tenemos confianza, así que te lo voy a contar -dijo mirando a la puerta para ver si había alguien-. Cuando llegué a casa me masturbé pensando en él.
-Jajajajaja.
-No te rías idiota -dijo dándome un manotazo, aunque riendo también.
-No os entiendo a las chicas. Tenéis ganas y no lo hacéis. Y luego os tocáis... ¿Qué tiene de malo echar un polvo?
-Porque no queremos que nos veáis tan fáciles ni desesperadas. No soy ninguna de las dos cosas.
-Sigo sin entender por qué no echaste un polvo con él.
-Cuando me levanté fui a su casa.
-Jajajajaja, ¿sí?
-Pues sí. Me gustó mucho el rato que hablamos y como vivimos cerca, pues me apetecía hablar más.
-¿Y qué tal?

Lola puso una sonrisa muy bonita en su cara, dándome a entender que había pasado algo, aunque hizo el gesto de cerrar su boca con una cremallera.

-¿En serio no me vas a contar?
-Es que las chicas no hablamos de esas cosas.
-Una mierda. Con Natalia bien que lo haces.
-No te voy a contar detalles.
-Solo quiero saber si te lo pasaste bien y si hubo algún problema con...
-Pues sí, me lo pasé muy bien.
-¿Y lo de tu problema?
-Pues muy bien también. Es un chico encantador y muy comprensivo. Estuvo muy pendiente de mí preocupándose de darme placer de otras maneras.
-Ah... Ya veo.
-Pero es que yo estaba muy caliente y quería más.
-Mira, la que no quería hablar de eso... Jajajaja.
-No te voy a dar detalles de lo que hicimos, las posturas y demás, so guarro... Jajajaja.
-Jajajajaja.
-El caso es que yo me notaba bien y a gusto.
-¿Estabas nerviosa?
-Imposible no estarlo. Pero que la tuviera más normalita que tú, ayudó bastante -dijo susurrando.
-Disfrutaste mucho -dije al ver la expresión de cara que tenía, estando visiblemente muy contenta.

Me levanté y encaré la puerta para marcharme, deteniéndome ella.

-Javi...
-¿Sí? -dije dándome la vuelta.
-Nosotros ya...
-Ya lo sé.
-Lo siento.
-No, mujer. No digas eso. ¿Qué vas a sentir si has encontrado a alguien que te llena de esa manera? Me alegro mucho por ti, de verdad. Espero que te salga bien.
-Muchas gracias.
-Me lo he pasado muy bien contigo. Espero que tú pienses igual y que puedas seguir disfrutando con ese chico.
-Sí, también me lo he pasado muy bien contigo. Y ojalá salga bien.
-Ya verás como sí.

Salí de allí para hacer un poco más de ejercicio, aunque estuve pensando en la conversación con Lola. Siendo honesto, me jodía perder esos momentos con ella, porque me lo pasaba bien de verdad y lo teníamos relativamente fácil para poder pasar un rato juntos. Además, tenía algo que me llamaba la atención, no con vistas a nada, sino físicamente. Era una chica con ese algo que te llama la atención y que hace que medio te enganches a follar con ella. Pero no sentía nada en absoluto por ella más allá de la pequeña amistad que se dio entre los dos. También me puse a pensar en aquello que me dijo de que Natalia ya no estaba enfadada. Fue algo que quería corroborar de primera mano, así que me acerqué a su clase tratando de buscarla para hablar con ella.
 
Capítulo 454

Y sí que pude hacerlo. La verdad es que no la notaba enfadada, pero sí que su trato era más frío. Al final la cosa quedó bien entre nosotros, pero no veía ni de lejos el acercamiento que hubo entre nosotros desde primera hora. Al regresar a la gran sala donde estaban todas las máquinas para seguir haciendo ejercicio, pasé por la clase de Lola, viendo que estaba hablando con un chico y a juzgar por cómo lo miraba con una sonrisa enorme en la cara, debía ser él. Me quedé unos segundos mirando y la veía encantada. Sí que parecía estar pillada de ese chico, el cual también era alto y tenía físico atlético. Al estar ambos de perfil también pude ver cómo él la miraba y lo hacía de manera similar, así que intuía que él también estaba así de pillado por ella. Me alegraba que Lola hubiera encontrado algo así y que estuviera tan contenta.

Otra cosa que pasó durante esa semana fue alguna que otra conversación con Irene. Ella, ya más calmada con esa manera de comportarse tan sumisa, me hablaba por mensaje privado para decirme lo mala que la había puesto con eso que hice precisamente, llegando incluso a contarme que en cuanto salí de la habitación se tuvo que tocar para bajar el calentón que le volvió a entrar después de la noche que tuvimos. Me pedía detalles sobre qué era lo que iba a hacer con ella y no le dije nada, porque no tenía ni idea aún, más que nada, pero algo tenía en mente y quería que le pillara por sorpresa, así que tampoco se lo iba a contar si lo tuviera decidido. Me comentó que no paraba de pensar en eso y que tenía a Mario agotado de tanto follar y que seguían con las fantasías.

De hecho, tan caliente estaba que me propuso ir a mi casa ese fin de semana, porque estaba muy caliente y no quería dejarlo más, pero que solo quería que estuviéramos los dos solos. Le pregunté acerca de Mario y ella me dijo que no había problema y que precisamente, iban a meter mano en el asunto de Ana, para que él pudiera cumplir esa fantasía, dejándolo solo en casa para que se la pudiera llevar a allí. Me contó que iban a decirle de quedar para cenar los tres solos y tantear la cosa con alguna indirecta, para ver cómo reaccionaba y si seguía el juego. Así les sería más fácil. A mí me chocaba un poco entre lo que me dijo mi amigo de que tenía pensado afianzar algunas cosas y con lo de que no quería que lo tomaran por un cornudo, aunque iba a ser exactamente al revés, pero bueno, imaginaba que ellos estaban seguros de lo que hacían.

Así que ese martes dejamos planteado ese plan para el fin de semana, pasándolo los dos solos para poder llevar a cabo esa fantasía y poder estar follando como locos. Solo me quedaba dejar la casa libre, ya hablaría con Andrea para comentárselo y ver si podía regresar a su casa ese fin de semana. Pensaba hasta decirle de acercarla yo para que no tuviera más inconveniente a cambio de hacerme el favor. Y la verdad, aunque tampoco tuviera tantas ganas por estar a principios de semana como he dicho antes, me apetecía tener algo así con Irene. Era una de las chicas más morbosas que había conocido y sabía que nuestra amistad iba a dar mucho de sí en ese aspecto, porque teníamos ya bastante confianza y nos conocíamos muy bien sabiendo qué le gustaba al otro.

Pero no iba todo a ser tan perfecto. El viernes de esa semana se empezó a torcer todo. No considero que el tema de Lola fuera algo como para enfadarme, aunque sí que me jodía no poder acostarme más con ella. Sin embargo, Irene me llamó por la mañana diciendo que se había puesto mala y que no creía poder ir ese fin de semana finalmente. Tampoco es que me enfadara con ella, ni mucho menos. Ella no tenía la culpa de ponerse mala, aunque bromeamos un poco diciéndole que eso le pasaba por estar toda la noche con el culo al aire, pero no fue a más. Evidentemente me tocaba la moral, porque venía con ganas, especialmente después de varios días sin sexo, lo cual me estaba costando ya. Pero no sería hasta que Eva me llamó que no me enfadaría de verdad.

-Javi, malas noticias.
-No me jodas, Eva...
-Pues sí.
-¿Qué ha pasado?
-Raquel y yo hemos estado hablando más profundamente y no quiere meter a otro chico en su cama que no sea su novio.
-Pero si ya lo ha hecho.
-Ya, pero es lo que me ha dicho. Dice que se arrepiente mucho de lo que acabó pasando contigo y que no quiere que vuelva a pasar.
-Entonces, ¿no hay trío?
-Mmm, bueno, eso es otra historia.
-Ah, que lo vais a hacer, pero por otra parte.
-Sí. Me ha dicho de hacerlo con su novio.
-¿En serio?
-Sí. Me ha dicho que así cree que puede ser una buena oportunidad para hablarlo. Además, se siente culpable y quiere compensarlo.
-Pero si ella es muy celosa, ¿no? ¿Cómo va a querer ver cómo otra chica se folla a su novio?
-Dice que lo ha estado pensando y que como tiene confianza conmigo y ve que no voy a malas ni nada y que hablo de estos temas con mucha naturalidad, pues ha pensado que quizá podríamos hacerlo los tres. Y también por eso de experimentar.
-Joder, pues vaya...
-Se ha sincerado bastante conmigo y dice que quiere mucho a su novio y que no lo quiere perder.
-Y te mete a ti en la cama...
-Eso le he dicho yo, pero la veo tan convencida que al final he aceptado.
-Pues me toca los cojones esto, la verdad.
-Lo imagino. A mí en realidad me hubiera gustado más que hubieras estado tú, aunque me ha enseñado alguna foto de su novio y no está nada mal. También me ha dicho que es bueno en la cama, pero yo ya sé que tú también lo eres y la verdad es que me pones más que él.
-Pues la podrías convencer...
-Imposible. Ella es muy cabezona y no va a cambiar de opinión. La conozco. Y con todo lo que me ha contado, lo veo imposible.

Dejé de hablar con ella por mensaje, porque esta vez sí que me cabreé de verdad. Era algo que estaba bastante hecho según me contaba y por lo que vi cuando coincidí con ella, pero al final se había ido al garete. Iba a ser mi primer trío con dos chicas y eran atractivas, aunque una lo era mucho más, eso sí, pero sí que sabía que las dos eran buenas en la cama. Todos los planes de tener sexo, los cuales eran muy buenos se me estaban yendo a la mierda. Y estando necesitado de ello por pasar los días sin tener oportunidad de tenerlo, hacía que me tomara peor esa noticia. Quizá me estaba comportando de manera infantil, seguramente, pero me molestaba que todo se me torciera sin haber hecho yo nada. Estaba muy contento a primeros de semana y ahora era todo lo contrario. Y nadie tenía la culpa en realidad, pero no podía evitar estarlo.

En el gimnasio me concentré bastante en hacer mucho ejercicio para quemar toda esa energía que me proporcionaba el enfado, aunque también gasté bastante cuando salí un rato a correr cuando acabé allí. Ya en casa, a la hora de comer, me quedé bastante callado, porque seguía con ese cabreo. Y eso que Andrea se esforzaba en sacar tema de conversación, pero poco participaba yo, dejándola hablar de sus cosas y de la universidad. Así hasta que me marché al trabajo. Allí también estuve un poco más callado y como no me apetecía mucho lidiar con algunas cosas, pues propuse a cada alumno y alumna que me hiciera una redacción en inglés de lo que quisieran. Eso con los pequeños. Con los más mayores me limité a ponerles un examen de práctica para ver cómo se desenvolvían. Eso suponía tener que llevarme todo aquello a casa para corregirlo, pero prefería echar un rato en casa que aguantar muchas voces en un día en el que no me apetecía nada.

Ya en casa, habiéndome llevado varias cosas para corregir como ya imaginaba, cené con Andrea. Ella seguía muy en su tono, saludándome como siempre cuando llegaba y preguntándome qué me apetecía para cenar. Le propuse pedirnos algo y a ella le pareció bien, así que no nos complicamos mucho la vida. Ella conversaba conmigo en lo que venía la comida y en lo que cenábamos, levantándome algo el ánimo. Pero más me lo levantaría cuando al rato de cenar y estar yo solo en el salón viendo la tele, vino corriendo desde su habitación llamándome estando aparentemente muy contenta. Me dijo que ya le habían dado el resultado del trabajo de francés en el que le ayudé y resultó que sacó muy buena nota. Tan contenta estaba que se me abrazó con fuerza. A lo mejor no se acordaba, pero no llevaba sujetador y notar sus tetas así estrujarse contra mí, hizo que me pusiera a tono. De hecho, cuando se despegó de mí la miré durante un segundo apreciando lo guapa que estaba con esa sonrisa e intenté darle un beso.

En mi vida me habían hecho una cobra como aquella. Andrea me miraba con los ojos como platos, con una expresión de sorpresa bastante grande. Lentamente se alejó de mí, pasando a ponerse visiblemente nerviosa como indicaba su cara al encenderse hasta el punto de parecer un tomate. Nos quedamos unos segundos sin decir nada. La verdad es que no esperaba esa reacción por su parte y pensaba que se dejaría llevar, pero al parecer me equivocaba, porque mis labios no llegaron ni a rozarla. La cosa no iba a mejor, pues sus ojos empezaban a temblar. No es que fuera a echarse a llorar ni nada de eso, pero estaba muy inquieta y eso era algo nuevo para mí. No la había visto así nunca y no sabía cómo sobrellevar eso. Andrea se levantó para irse a su habitación, pero la detuve para hablar con ella y poder así disculparme.

-Andrea, espera.
-No, no.
-Me quiero disculpar.
-Dime -dijo nerviosa y dándose la vuelta.
-Es que...

No sabía muy bien cómo disculparme y ella se ponía cada vez más nerviosa, así que salí como pude.

-Es que he tenido unos días un poco... -seguí- Han pasado algunas cosas y estoy más para allá que para acá.
-No te entiendo.
-Me han salido mal algunos planes que tenía y he estado un poco...
-¿Enfadado?
-No exactamente, aunque con la cancelación del último sí que lo estoy.
-¿Cuál es ese problema?
-Mmm, da igual.
-Ya sabes que puedes desahogarte conmigo si lo necesitas. Quiero decir... Que puedes contar conmigo para... Que si necesitas ayuda... Joder. Que puedes hablar conmigo si lo necesitas.
-Es que no tiene más importancia. De verdad. Pero eran cosas que daba por hechas y me molesta que no pueda ser. Es solo eso.
-Ah, vale -decía aún nerviosa.
-Lo siento de verdad. Estaba un poco de bajón y has venido así tan emocionada y con tanta alegría que me he dejado llevar después de ese abrazo tan grande que me has dado.
-Va... Vale. No pasa nada.
-Tampoco es para que te pongas así de nerviosa.
-Ya. Llevas razón. Pero es que... Bueno, da igual. Hasta mañana.

Andrea dio media vuelta y se fue rápidamente a su habitación, cerrando la puerta con energía. Yo me quedé un poco sin saber qué pensar, porque evidentemente no le había hecho gracia. Si no, no se hubiera retirado con esa brusquedad. Pero en esa breve conversación de después tampoco estuvo tan a la defensiva como esperaba. Al hacer ese movimiento tan repentino hacia atrás pensaba que me iba a echar la bronca, pero nada más lejos. Si se estaba prestando para hablar con ella mis problemas si lo necesitaba. Al final no quise darle más importancia de la que tenía. Había sido un impulso y ella había reaccionado de manera nerviosa. No había más detrás de ello. Ya en mi habitación estuve pensándolo un poco más, aunque poco tardé en centrarme en otra cosa. En el tacto de su cuerpo. Nunca la había sentido así de cerca, en especial sus pechos, que, si bien es verdad, no eran grandes, tampoco eran pequeños, tirando más a un tamaño normal por lo que pude sentir.

En ese momento, ya a solas en mi habitación y sobre la cama me dediqué a rememorar ese momento que acababa de vivir. Precisamente por eso lo tenía todo muy fresco, porque se me pegó su olor bastante también. Un olor dulce, pero no pesado. Me gustaba. Para cuando me di cuenta, tenía una erección enorme, la cual no dudé en desaprovechar, empezando a masturbarme sin parar de recordar el tacto de sus pechos contra mi pecho. Entre eso y su olor no duré mucho en acabar en el silencio que se había quedado en el que tan solo se debía escuchar mi respiración. El problema es que me puse un poco perdido y tenía que salir al baño, pero no creía que me viera por cómo cerró su puerta y no se oía nada. Pero me equivocaba, porque me la crucé al salir del baño, aunque cambié mi dirección al ir a la cocina para echar a lavar la sudadera la cual había dejado pringada. Ella salió a paso ligero de su baño en dirección a su habitación sin decir nada.

Al final no le dije que me dejara la casa sola para el fin de semana, porque como ya no hacía falta, pues tampoco me importaba. Sí que sabía que tenía pensado quedarse en casa, porque estando sola en casa se concentraba mucho para estudiar y le cundía mucho, aunque eso lo hacía cuando yo me pasaba toda la tarde fuera por trabajo y en el fin de semana no iba a ser así. Por lo pronto, por la mañana sí que fue así en realidad, porque como no podía dormir mucho, pues me marché al gimnasio y luego a correr, aunque cuando volví aún seguía durmiendo, porque estaba todo apagado y muy tranquilo y la puerta de su habitación estaba cerrada cuando lo normal es que estuviera abierta. Pensé en prepararle algo de desayuno como forma de volver a disculparme, pero tampoco la quería despertar, así que me lo hice solo para mí. Cuando acabé sí que la escuché levantarse para darse una ducha, saludando de manera normal cuando apareció por el salón para ir a la cocina.

Fue un saludo normal, como el que siempre hacía, cosa que me tranquilizó. Parecía que lo de la noche anterior había quedado en una mera anécdota. Lo corroboré cuando acabó de desayunar y vino un rato al salón para preguntarme cómo llevaba la mañana. Todo era muy normal y eso estaba bien, aunque fue algo breve, porque se metió en su habitación para estudiar un poco. Como no quería molestarla con la televisión ni nada, aunque lo veía difícil, cogí mis cosas y me fui a la tienda para ver si había alguien jugando. Y tuve suerte, pudiendo echar un buen rato jugando hasta casi la hora de comer. Andrea fue la que hizo darme cuenta de la hora que era al preguntarme si iba a aparecer para comer y así preparar más de lo que tenía pensado prepararse. Le comenté afirmativamente y de hecho recogí mis cosas para volver a casa.

Allí de nuevo la cosa entre nosotros fue bien. Parecía que había olvidado lo ocurrido la noche anterior, o quizá no le estaba dando la importancia que yo pensé que le iba a dar. En cualquier caso, me gustaba que fuera así. Le pregunté cómo le había ido la mañana de estudio para romper el hielo después de agradecerle lo de la comida, aunque me arrepentí un poco por un posible doble sentido que ella no pareció pensar finalmente. Después de decirme que le fue bien y prestarme por si necesitaba ayuda de cualquier tipo, ella me preguntó qué tenía pensado hacer por la tarde. No es que viera alguna posibilidad de llevar a cabo lo de la noche anterior, pero su manera de preguntarlo fue quizá algo directa. Le comenté que volvería a la tienda a jugar un pequeño torneo que se había montado, como tenía lugar casi cada fin de semana. Aunque tras contarle aquello sí que me sacó el tema de conversación sin esperarlo yo.

-Javi... Lo de anoche...
-¿Eh?
-Nada... Que yo...
-Creía que ya lo habíamos hablado.
-Ya, pero... Me gustaría aclarar una cosa.
-¿El qué?
-Mmm... Es que no quiero...
-Ya, claro. Lo entiendo.
-¿Sí?
-Claro. Es porque tienes novio, ¿no? Por eso no quieres que pase nada.
-Mmm, sí. Eso es. Exactamente.
-Vale. Pues perdona. No lo sabía. Nunca me habías comentado que tuvieras uno ni nada y me dejé llevar un poco.
-No. No te preocupes. Si es culpa mía por no decírtelo. Si lo hubiera hecho, anoche no hubieras...
-Ya. Eso es verdad.
-Vale, pues todo aclarado.
-¿Y cómo es que no me has dicho nada?
-Mmm, porque no es de mi pueblo. Es de otra ciudad que queda lejos y llevo regular no poder verlo mucho. Algunos días sí que hemos estado juntos, pero luego cuando se va... Lo paso un poco mal.
-Entiendo. ¿Y cómo lleva lo de que te hayas ido a vivir con otro chico?
-Ah, no le importa. No es celoso ni nada. Por eso no hay problema.
-Vale. Pues siento haber... Bueno, ya sabes. ¿Le vas a contar?
-Mmm, no hay nada que contar. No pasó nada.
-Llevas razón, no pasó nada.
-Eso es.
-¿Le sentaría mal?
-No creo...

Tras esa breve conversación, recogimos en silencio la mesa y nos sentamos en el sofá para reposar la comida. No comentamos nada más, limitándonos a vernos unas de las películas que le regalé para que ella siguiera practicando el idioma, aunque verla ahí tumbada de lado con su mano dejada caer sobre su cadera era muy sugerente. Tanto que me estaba poniendo nervioso y cachondo, dejando bastante de lado la película. Al final opté por irme a la tienda algo más temprano, aunque caí que estaría cerrada, por lo que me pasé a tomarme un café. Andrea se despidió de mí diciéndome que me lo pasara bien. Era una chica fantástica. Después del café, el cual me tomé tranquilamente repasando algunas cosas para ese pequeño torneo, me dirigí a la tienda, aunque esa vez faltó una de las chicas.
 
Capítulo 455

El torneo fue bastante bien, en la línea de los anteriores con unas partidas interesantes que me ayudaban a controlar bien mi estrategia al no llevarla jugando tanto, pero que conocía bien igualmente al haber existido desde siempre prácticamente y al haberme enfrentado tantas veces contra ella. No llegué a ganar tampoco, pero volví a quedarme entre los puestos más altos, cosa que me motivaba a seguir asistiendo a esas quedadas para jugar y competir, aunque fuera en menor grado, pero todo se vendría. Cuando acabé, cosa que fue bien temprano porque nos cundió bastante, me fui con los del grupillo para cenar juntos y hablar un poco para conocernos, aunque acabábamos comentando más lo ocurrido en la tarde que otra cosa. Ya casi acabando recibí un mensaje. Esperaba que fuera de Andrea, aunque ya la había avisado de que no iba a ir a cenar, pero estaba bastante equivocado, porque se trataba de Cintia.

-Hola. La última vez que nos vimos la cosa no acabó muy bien entre nosotros y me gustaría que vinieras a casa para poder hablarlo. Te espero en una hora.

La que faltaba... No estaba de humor para sus tonterías y ya había pasado por esto. Ya había dicho de quedar para disculparse y luego volver a liármela, en el último caso con Andrea, como si le hubieran entrado celos de repente, aunque ella misma se lo quitó de la cabeza, pero de una manera que no me gustó ni un pelo, metiéndose con Andrea. ¿Y si esta vez era igual? Pensaba sobre todo en el sexo. Porque fue bueno, mucho. Y lo necesitaba. Llevaba un par de días de mal humor y las pajas no me terminaban de saciar igual. Podría ir a su casa para echar un buen polvo y luego cortarla cuando empezara con sus numeritos. O podría incluso ir a por ella directamente con la intención de irnos a la cama sin darle opción a que hablara siquiera. Pero por lo que decía en el mensaje parecía querer hablarlo, dándome la impresión de que estaba como arrepentida. Y allí no podría tener celos de nadie y tampoco vería a Andrea, así que por ahí no podía tirar por mucho que quisiera parecer abordar ese tema. ¿Estaba dispuesto a aguantar un posible chaparrón a cambio de un polvo?

Pues la verdad es que sí. Llevaba ya una semana sin follar y eso se notaba mucho, especialmente después de tenerlo más frecuentemente y tan bueno, como el que tuve en mi último polvo. Me quedé pensativo unos momentos barajando las posibilidades intentando ver si me merecía la pena. Tan abobado me quedé, que mis amigos me preguntaron si me pasaba algo, aunque rápidamente me sumé a la conversación para no tener que dar explicaciones. Aunque seguía pensando un poco en eso, decidiéndome finalmente en ir. Así que acabé rápido de cenar y me despedí de ellos con la intención de vernos pronto para jugar, porque ya me había vuelto a enganchar bastante. A paso ligero fui hasta casa para darme una ducha y vestirme. Andrea me preguntó si me pasaba algo, porque dijo que me veía acelerado, pero solo le dije que llevaba prisa porque tenía que ir a un sitio.

Al salir de la ducha me puse guapo al peinar bien la barba y vestirme bien, con una camisa ajustada oscura y remangada para poder ponerme el reloj nuevo que me regalaron, poniéndome también mis típicos vaqueros para salir y unos zapatos. Esta vez opté por la chupa de cuero de abrigo. Cuando salí al salón, Andrea se me quedó mirando un poco cortada, pero no hice ningún comentario después de la que había liado con ese intento de beso. Ella por su parte solo me dijo que olía muy bien. Me despedí de ella después de darle las gracias por ese comentario y me marché. Vi que iba bastante bien de tiempo, por lo que decidí irme andando, casi dando un paseo. Al llegar y antes de pulsar el telefonillo, me lo pensé bien, pero estando ya allí y así de guapo, no me iba a ir sin tener lo que quería. Bien es verdad que podría haberme ido a cualquier pub para buscar un rollo de una noche, pero no me apetecía nada tener que aguantar todo ese rollo para echar un simple polvo, además, tenía por seguro que con Cintia iba a ser buen sexo.

Así, con esa decisión de seguir hacia delante, llamé y ella me abrió sin llegar a preguntar quién era. Subí por el ascensor y me encontré su puerta un poco abierta. Al entrar me la encontré mirando por la ventana. Ese gran ventanal que llegaba hasta el suelo. Evidentemente no me acerqué por mi miedo a las alturas, ni ella se giró tampoco al entrar yo y carraspear para que notara mi presencia. Sí que podía ver que estaba muy guapa, como si viniera de la calle. No iba vestida para salir de fiesta, pero sí que iba guapa con un jersey de lana de cuello alto de color blanco, unos vaqueros ajustados que marcaban bien sus curvas, especialmente su culo y unas botas marrones con tacón que les llegaba hasta las rodillas.

-Sabía que vendrías -dijo sin darse la vuelta aún.
-Ah, ¿sí? -dije por romper el hielo.
-Sí.
-¿Por?
-Jejeje... -reía bajito.
-¿Mmm?

Cintia se dio la vuelta, haciendo su melena rubia ondulada un bamboleo muy sexy, quedándose mirándome con esos ojos oscuros y una pequeña sonrisa en su cara.

-Siéntate. ¿Quieres algo de beber?
-Mmm, bueno. Vale.

Me quité la chupa, dejándola sobre una silla y me senté en el sofá. Ella fue al minibar que tenía allí y sacó un par de vasos y una bebida de color como marrón. Echó un cubito en cada uno y sirvió un poco de aquella bebida de color ámbar, no llegando ni a dos dedos. Guardó la botella y vino con los dos vasos, sentándose a mi lado y dejando mi vaso sobre la mesa, dándole un pequeño sorbo al suyo. Yo también di un sorbo, pero no me gustó mucho. El fuerte olor a alcohol me echó para atrás y al probarlo pasó lo mismo. Notaba como un sabor tostado, pero la verdad es que no me gustó.

-Bueno -seguí tras dejar el vaso-, ¿qué querías hablar?
-Espera. ¿Tienes prisa?
-No, pero...
-¿No querías saber por qué sabía que vendrías?
-No sé, como te quedas callada.
-Estoy disfrutando de tu compañía y de un buen whisky. Déjame saborear el momento, ¿no? -decía haciéndose la interesante.
-Ya...
-Sabía que vendrías porque... Jajajaja, mírame.
-Ajá... -dije con pesadez.
-Es normal que no puedas resistirte.
-Ya, ya. ¿Algo más?
-Ayyyyy... Que está un poco picado -decía como si se apuntara un tanto, acariciando mi cara.
-Estás muy graciosilla hoy, ¿no?
-Estoy de buen humor. Oye, ¿no te molesta todo este pelo?
-No. Me gusta cómo me queda.
-Bueno... -decía poco convencida.
-¿Y por qué estás de buen humor?
-Porque todo me va bien.
-Ah... ¿Y también porque estoy aquí?

Cintia hizo un gesto con su cara como medio asintiendo, pero no termino de decir nada en concreto. Cómo le costaba dar la razón o darme importancia.

-Bueno, ¿vamos a hablar de eso?
-Sí que tienes prisa.
-Pues sí, un poco.
-¿Por qué? ¿Has quedado con alguien?

Le di un beso para que callara, porque la veía venir. Quizá lo hice de manera brusca, pero ella no se amedrentó ni me rechazó, porque me siguió el beso con ganas. Pero cuando puse mis manos sobre su cuerpo me paró, pasando a retirarme de ella al poner su mano en mi pecho.

-Tranquilo, fiera -dijo cogiendo su vaso para beber.
-No me jodas, Cintia.
-Uy... Que está caliente el niño.
-Pues un poco.
-¿No bebes? ¿Qué pasa? ¿Es demasiado para ti? Jajajaja -reía de manera despectiva.
-No me gusta.
-Espera, que te lo rebajo con agua. Aunque es una pena, porque es bueno.

Cintia se levantó para volver a ir al minibar y echarle un poco de agua embotellada que tenía allí, volviendo enseguida para sentarse de nuevo conmigo.

-Entonces -siguió para mi sorpresa-, esa chica es tu compañera de piso.
-Ajá. Desde hace poco.
-¿Y cómo es que te gusta? Porque es evidente por cómo la defendiste. Creía que tenías mejor gusto... -dijo aguantándose la risa.
-Pues ya ves. A ti te va el rollo bollo ahora y a mí me van con curvas.
-Pfff... Jajaja. Curvas dice...
-No te cueles, ¿vale? Que no quiero mandarte a la mierda.
-¿Y perderte así un polvazo esta noche conmigo? No lo creo -dijo como si me pudiera leer la mente.
-Lo mismo te quedas tú con más ganas que yo.
-Claro, lo que tú digas.
-Tus pezones me dan la razón -dije señalándolos por cómo se marcaban en su jersey.
-Es por el frío, imbécil.
-Yaaaaaa... Con el whisky este vas a tener frío.
-Estoy acostumbrada a él, no como tú, que a saber qué mierdas bebes.
-Bueno, paso de esta mierda. Me voy -dije levantándome.
-No reaccioné de la mejor manera cuando la vi. Pero, ¿qué querías que hiciera? Me dio un susto de muerte. No me habías dicho nada de ella y pues me asusté. Luego me dio por pensar que era tu novia y que le estabas poniendo los cuernos conmigo. Por eso me enfadé, porque me sentí utilizada.
-Pues no imagines tanto.
-Siéntate y cuéntame quién es.
-Es una alumna -dije al sentarme-. Le estaba dando clase y tenía problemas y pues me ofrecí a ayudarla.
-Y ella encantada de la vida, ¿no? Seguro que quiere que la folles. ¿Te ha provocado?
-No. Todo lo contrario. Además, tiene novio, no te preocupes, no tienes por qué estar celosa -dije riéndome.
-No estoy celosa, idiota. Ya te lo he dicho.
-Pues por cómo te pones, parece que sí.
-Pues no. Aunque seguro que quiere que te la tires. Eso de que tiene novio...
-¿Qué pasa con eso?
-Pues que no me lo creo.
-¿Por qué?
-¿Pero tú la has visto?
-Claro que la he visto. Por eso entiendo que tenga novio.
-Madre mía... Otra cosa, que tenga novio no quiere decir que no quiera follar contigo. El roce hace el cariño siempre y te va a ver más a ti que él, si es que tiene novio de verdad.
-Pues no creo, la verdad.
-Ya verás cómo es así. Ya me darás la razón.
-Vale, lo que tú digas -dije acercándome a ella para besarla.

Pero se retiró. Dos cobras en menos de 24 horas. Me estaba empezando a enfadar de verdad con la tontería y ella se rio al verme así de ofuscado.

-¿Qué pasa? Estás desesperado.
-No. Quiero echar un polvo, pero no hay manera.
-Uy... Que el guapete tiene problemas para follar... Jajajaja.
-No tengo problemas, pero sí mala suerte. Tenía hechos dos planes bastante buenos y se me han jodido a última hora.
-Dos planes... Sí, cuarenta.
-No te lo creas si no quieres, pero es verdad.
-Vale. Pero vas a tener que esperar, porque yo no tengo tantas ganas. Ayer eché un polvo con uno de mis mejores amantes. Y mañana he quedado con otro que es muy bueno.
-Pero tienes al mejor ahora aquí contigo. ¿Lo vas a desperdiciar?
-Jajajajajaja -reía con fuerza-. ¿Dónde? No lo veo...
-Aquí está -dije cogiendo su mano para llevarla a mi semierección.
-Quita, cerdo...
-Venga, no te hagas más la estrecha. Los dos sabemos a qué he venido.
-¿Quieres follar ya?
-Sí.
-Pues vas a tener que hacer una cosita por mí. Si no, vas a tener que esperar.
-Verás tú... ¿El qué?
-Ven.

Cintia le dio un trago a su vaso, bebiéndoselo todo del tirón, mientras que yo ni toqué el mío. Después le dio la vuelta a la mesa por cómo estábamos sentados y encaró el pasillo, diciéndome que la siguiera. Fuimos hasta el final, llegando hasta esa habitación que tenía cerrada con llave. Sacó de uno de sus bolsillos una llave y la abrió, haciéndome un gesto para que pasara yo primero, cerrando la puerta cuando ella pasó, aunque sin echar la llave.

-A ver qué me vas a decir, porque pasó de que uses cualquier mierda de estas conmigo.
-Jajajajaja. ¿Te da miedo que te follen el culito?
-¿Te lo follo yo a ti?
-Ya quisieras...
-¿Qué hacemos aquí?
-Me gustaría que te tumbaras en la cama para atarte de pies y manos.
-Sí, hombre...
-Pues no haremos nada hoy. Tú mismo.
-Pero atarme, ¿para qué?
-Me pone llevar las riendas. Y más todavía follarlos poniéndome encima para cabalgarlos muy rápido sin que ellos puedan tocarme. Me pone a mil.
-Qué zorra eres...
-¿Te vas a poner así, o no?
-¿Me vas a follar así?
-Ya te he dicho lo que me gusta.
-Tendrás condones, ¿no?
-Sí -dijo sacando unos cuantos de una caja que había en la estantería.

Después de dudar unos segundos, me decidí por hacerlo, empezando a desabrocharme la camisa para desnudarme.

-¿Qué haces?
-Desnudarme, ¿no?
-No hace falta.
-¿Por qué?
-Porque me pone bajaros un poco los pantalones y dejaros el pecho al descubierto solo.
-Entonces, ¿me tumbo ya?
-Sí, venga -decía impaciente.

Me tumbé y ella sacó una cuerda roja de otra caja que había sobre una de las baldas de la estantería. Yo abrí mis articulaciones para que cada una de ellas llegara a un extremo de la cama. Cintia se encargó de atar mis pies a las patas de la cama que estaban por esa zona, mientras que, para hacerlo con las manos, pasó la cuerda por detrás del cabecero. Pese a que le dije que no me apretara, sí que lo hizo un poco más de la cuenta, dejándome inmóvil del todo, sin posibilidad de soltarme por mí mismo.

-Cómo me pone verte así... -dijo cuando terminó y dio un par de pasos hacia atrás.
-Pues venga, ven y hazme lo que has dicho.
-Espera...

Cintia salió de la habitación, aunque regresó muy rápido. No me gustó mucho la expresión que traía, pues venía con una sonrisa en su cara, pero expresaba malicia más que otra cosa. Y tampoco mejoró cuando sacó desde atrás unas tijeras bastante grandes.

-¿Qué es eso?
-Unas tijeras.
-Ya, ya lo veo. ¿Pero qué vas a hacer con ellas?
-¿Te creías que ibas a irte de rositas después de todo el daño que me has hecho...?
-¿Qué dices, Cintia?

No dijo nada más, pues tras eso, dejó las tijeras sobre la cama para quitarme los zapatos y los calcetines. El resto de la ropa que llevaba puesta no tuvo la misma suerte. El cinturón si acaso, que también me quitó. Los pantalones me los quitó al ir cortándolos con las tijeras, empezando desde abajo hasta arriba, poniéndome más nervioso conforme subía. No me estaba haciendo ni puta gracia la tontería que estaba haciendo. Más que nada porque era peligroso, aunque también me jodía que me fuera a romper toda la ropa, la cual era bastante nueva. Así, me destrozó los pantalones, echándolos a un lado en el suelo. Con la camisa hizo lo mismo, aunque me dejó el reloj. Bueno, al menos lo conservaría. Y menos mal, porque era un regalo y le tenía bastante aprecio. Me cortó las mangas hasta llegar al cuello y me la quitó de la misma manera que los pantalones, dejándola en el suelo en varias piezas.

Ya solo faltaban los boxers, los cuales también recortó de la misma manera que hizo con el pantalón, haciéndolos polvo. Me tenía desnudo y me miraba de arriba a abajo, con esa sonrisa dañina en su cara la cual no me gustaba ni un pelo. Durante todo el rato que estuvo desnudándome le dije que parara y que me soltara, haciendo fuerza para poder librarme de mi atadura, pero no había manera. Tan solo me decía que me estuviera quieto si no quería que me hiciera daño. A ella le daba igual romperme la ropa. Parecía estar divirtiéndose con ello, mientras que yo por mi parte me arrepentía mucho de haber ido a su casa. Al acabar de desnudarme, se puso entre mis piernas sin haberse quitado ella nada de su ropa, cogiendo mi polla, la cual estaba flácida por lo poco que me estaba gustando aquello, quedándose mirándola.
 
Capítulo 456

-Este es el problema.
-¿Qué coño dices ahora?
-Que este es tu problema. Si no fuera por esto -dijo zarandeando mi polla-, no harías tanto daño a las chicas.
-¿Qué cojones sabrás tú?
-Lo sé de primera mano, hijo de puta. ¿No ves que me jodiste la vida?
-Otra vez con eso... Que no lo hice queriendo, coño.
-Ya... Seguro. Aunque no lo quisieras, me lo hiciste. Y solo por follar. Ese es tu puto problema, que solo quieres follar. Te da igual lo que sienta la chica.
-Estás loca.
-Sí, lo que tú digas. Pero estaría bien asegurarme de que no vuelve a pasar lo que me hiciste a mí y lo que le has hecho a otras.
-¿Me la vas a cortar? ¿Eso es lo que vas a hacer?
-Cállate -dijo hincándome las tijeras en un muslo y tirando hacia abajo, arañándome bastante.
-Suéltame, haz el favor.
-Si te voy a hacer un favor -dijo volviendo a agarrar mi polla, poniéndola entre las dos hojas de las tijeras.
-Cintia, estate quieta.
-¿Cómo quieres que lo haga? ¿Lento o rápido?
-Quiero que me sueltes de una puta vez.
-Quiero hacerlo lento, para que sufras más. Quiero hacerte el mismo daño que tú me hiciste en su día.
-¿Y luego qué? ¿Me vas a matar?
-Te debería cortar también los huevos, ¿no? De poco te van a servir sin polla. Además, así nos aseguramos de que no salga un desgraciado más como tú si dejas a alguna guarra de las que te tiras embarazada.
-¿Pero tú te estás viendo? Estás mal, Cintia. Necesitas ayuda.
-Lo que necesito es que te calles y que sufras lo que yo sufrí.
-Ya lo he sufrido.
-Una mierda... Que te haya dejado una zorra de las que te has estado follando no tiene que ver con lo que sufrí yo.
-La verdad es que no tiene comparación... Suéltame.

Cintia se quedó mirando a un punto fijo, pero le llamaron al móvil. Sonaba y sonaba, pero le costó darse cuenta. Finalmente lo cogió diciendo que el sonido la estaba poniendo de los nervios. Al hacerlo y hablar con otra persona parecía estar disgustada, pasando a quejarse y a dar voces diciendo que eran unos inútiles. Colgó de malas maneras y se me quedó mirando.

-Me tengo que ir.
-Suéltame.
-No he acabado contigo. Ya seguiré cuando vuelva.
-¿Qué tengo que hacer para que me sueltes?
-Uh... Muchas cosas. Pero como eres un gilipollas, pues no vas a apreciar la oportunidad.
-Dímelo.
-Pues tendrías que estar a mi servicio para lo que yo quisiera. Si te portas bien puedes llegar a ser mi novio. Quién sabe... Lo mismo podemos tener una vida juntos como tantas veces imaginé antes de que me partieras el corazón.
-Suéltame.
-No sé cuándo vendré, pero no te vas a soltar, así que descansa, que aún nos queda -dijo marchándose y cerrando con llave.

En menos de un minuto oí cómo cerraba la puerta de su casa y cómo echaba la llave también, escuchando después cómo el ascensor bajaba. Pegué un grito tan alto de la rabia e impotencia que pensaba que me tenían que haber escuchado los vecinos, pero claro, luego me di cuenta de que la habitación estaba insonorizada. A saber qué coño hacía ahí con cualquiera que entrara... Lo primero que hice fue tratar de dejar la mente en blanco para poder tranquilizarme, pero me costaba horrores. Estaba en una situación en la que no me había visto nunca y no sabía cómo podía salir de ahí. Una vez logré serenarme un poco, traté de zafarme de las cuerdas, pero era imposible, porque me las ató muy fuerte. Eso hizo que me volviera a poner nervioso, porque no veía ninguna posibilidad de poder escapar antes de que ella llegara.

Lo bueno de ponerme así de nervioso fue que cada vez forcejeaba con más fuerza, llegando a un punto en el que fui capaz de aprovecharme de la dudosa calidad de aquella cama, pudiendo arrancar el cabecero, haciéndome un poco de daño en el proceso al caerme en toda la cara, pero fue un mal menor. Así fui capaz de poder juntar mis manos para desatármelas, aunque no lograba del todo deshacer los nudos, por lo que cogí las tijeras y corté todas las cuerdas. Pero aún faltaba alguna cosa más para poder salir, porque la puerta de esa habitación estaba cerrada con llave. Traté de usar las tijeras para abrirla, incluso haciendo palanca, pero no podía. De nuevo, recurrí a la fuerza bruta y tras un par de intentos, logré abrirla de una patada, arrancando hasta el marco de la puerta. Fui corriendo al salón buscando mi ropa, porque se la había llevado, pero no la veía.

Por suerte, mi chupa seguía allí, conforme la dejé. A lo mejor con las prisas no se había dado cuenta, pero tampoco es estuviera a simple vista por la disposición del salón y de dónde la dejé. Y digo menos mal, porque ahí tenía el móvil, porque lo dejé en uno de los bolsillos. Rápidamente lo cogí con la intención de llamar a alguien. Obviamente pensé en llamar a la policía, porque la situación era grave y lo suyo hubiera sido dejarlo en manos de ellos, pero no quería pasar por eso. Estar desnudo sin nada de ropa, con la puerta de la habitación reventada, la cama también y solo, pues a lo mejor me buscaba un lío más que sacarme de él. Al final opté por llamar a Andrea, porque era la única persona con la que podía contar allí.

-¿Sí? -me respondió casi en el acto.
-Andrea, ¿estás en casa?
-Claro.
-Necesito que me hagas un favor. Es muy importante y urgente.
-Claro, dime.
-Mira, necesito que cojas una bolsa y eches unos calzoncillos, unos pantalones y una sudadera.
-¿Cómo?
-Es una urgencia.
-Eh... Vale. ¿Pero qué hago con esa ropa?
-Me la tienes que traer.
-¿A dónde?
-Ahora te envío ubicación. Pero tienes que ser rápida. Coge un taxi. Yo lo pago.
-Me estás asustando. ¿Estás bien?
-Sí. Estoy bien. Pero necesito que vengas ya.
-Ahora mismo estoy allí.

Le mandé la ubicación a Andrea por WhatsApp y fui a por una sábana para taparme para cuando viniera. Pero entonces recordé que también había cerrado la puerta de la calle con llave. Eso era un problema, porque tirar esa puerta no iba a ser fácil, por no decir imposible. Era una de esas puertas robustas y blindadas. Miré por la entrada y vi que había un pequeño cajetín, el cual abrí y vi que contenía varias llaves. Probé y tuve la suerte de que una de ellas abría la puerta. Quizá fue suerte, o a lo mejor que Cintia no era muy lista, pero ya solo faltaba que llegara Andrea con mi ropa para poder irme de allí.

Entre tanto, estuve dando vueltas por la casa tratando de encontrar mi ropa, pero no veía nada. Lo que sí vi fue un portátil en una sala, el cual tenía imágenes de la habitación en la que estaba antes. Al parecer estaba grabando lo que estaba haciendo y eso fue algo que me vino perfecto, porque cogí el portátil y lo cerré, cogiendo también el cargador y poder así llevármelo a casa para borrar lo que había grabado de mí que, parándome a pensar, no serían las únicas imágenes al haber estado allí antes.

Andrea llegó en cuestión de 5 minutos, llamando al telefonillo. Le abrí y subió enseguida, esperándola yo tapado con una sábana aún.

-Madre mía, pero, ¿qué pasa? -preguntó cortada.
-Si te lo cuento, no me crees -dije cogiendo la bolsa que traía.
-¿Estás bien?
-Sí, sí. Ya te lo he dicho antes.
-Es que eso parece sangre, ¿no? -dijo señalando a mi pierna.

Y sí que estaba manchada de sangre. Debía ser de lo que me hizo en el muslo con las tijeras, porque me escocía un poco también, pero no le di más importancia. Me di la vuelta y me empecé a vestir, dándose también la vuelta Andrea. Creo que en mi vida me he vestido tan rápido, calzándome también para ponerme la chupa, echar el portátil en la bolsa y marcharnos de allí. Bajamos por el ascensor en silencio, siendo hasta incómodo y luego nos montamos en el taxi para regresar a casa. Una vez llegamos, le pagué al taxista y entramos en casa, lanzando yo un suspiro de alivio bastante grande. Tenía una vergüenza enorme porque Andrea me hubiera visto así, aunque de no ser por ella, lo hubiera tenido más complicado para haber llegado a casa tan rápido y sin más percance que haber perdido unos pantalones, unos calzoncillos y una camisa. Ella se sentó en el sofá del salón, juntando sus manos en su regazo y quedándose mirándome. Parecía esperar una explicación y la verdad es que se la merecía después de haberme hecho ese gran favor.

-Siento esto, Andrea. Después esto y lo de lo de anoche... Debes estar deseando largarte de aquí. Y lo entiendo. Primero intento besarte y ahora te pido que me lleves ropa a un sitio y me encuentras desnudo y... -dije tapándome la cara por la vergüenza.
-No digas eso. No me quiero ir a ningún lado. Estoy muy a gusto aquí.
-Me cuesta creerlo, la verdad.
-No sé... Ya me has explicado lo de anoche y esto... Pues a ver... Es algo que puede pasar. No creo que sea para ponerse así.
-Ya. Respecto a esto que ha pasado... Verás... Es que ha sido... La chica esta de la última vez.
-¿La rubia esa que me encontré...?
-Sí, esa.
-Esa chica es... Mmm...
-Dilo.
-Está un poco loca. No me gusta.
-Eso es. Está loca.
-Pensé que sería de otra forma por eso de la nota, pero estaba muy equivocada. Y creo que es por mi culpa que hayas pasado por esto, por eso te quería pedir perdón.
-No digas tonterías.
-Sí. Fui yo la que te dijo de darle una oportunidad. Es por mi culpa.
-Eso no es verdad. Tú dijiste eso, pero yo tomo mis decisiones. Y volver a verla hoy después de la que lio la última vez ha sido un error muy grande, y más después de lo que dijo de ti.
-¿Qué dijo de mí?
-Eh... Nada. Da igual.
-Bueno, como quieras...
-Pero no te preocupes, no voy a volver a ir a su casa.
-Creo que haces bien. Esa chica parece que tiene problemas. No te pega nada.
-¿No? ¿Y qué me pega?
-No sé... -dijo poniéndose un poco roja.
-Ahora que lo pienso...
-¿Qué pasa?
-Ésta va a venir aquí seguro.
-¿Sí? ¿Tú crees?
-Sí. Estoy bastante seguro.
-¿Por qué?
-Verás -dije sentándome en el sofá a su lado-. Esta chica y yo nos conocimos en la universidad.
-Hala... ¿Tanto hace?
-Oye, que no soy tan viejo, ¿eh? -dije riéndome.
-No quería decir eso... -dijo nerviosa. Si eres muy joven...
-El caso es que la conocí cuando yo iba a segundo y bueno... Éramos follamigos.
-Ah... -dijo algo cortada.
-El problema es que se pilló de mí. Bastante al parecer. Me dijo lo que sentía, pero yo le expliqué que no buscaba nada.
-Oh...
-Y le hice mucho daño, aunque esa no era mi intención. Y desapareció sin dejar rastro, habiéndose enfadado mucho conmigo.
-Ah...
-Y hace unas semanas coincidí con ella por aquí. De primeras empezamos mal. Había cambiado mucho y me trataba con un desprecio que no había visto nunca en ella. Ese día no pasó nada, aunque fui a su casa, ese sitio del que venimos.
-Ajá.
-Y a los pocos días me dijo de hablar y poco a poco me engatusó hablando y dándome pequeñas recompensas.
-¿Pero para qué?
-Supongo que para lo que ha hecho esta noche. Nos acostamos y me invitó a cenar a un sitio bueno y caro y hoy me había dicho de quedar para hablar de lo que pasó cuando os conocisteis.
-¿Y qué ha pasado?
-Pues me ha dicho que quería jugar.
-¿Jugar?
-Por lo visto le pone atar a la gente y hacerlo así.
-Ah... -dijo volviendo a ponerse roja.
-Y pues he aceptado.
-¿Pero por qué? Si ya sabes cómo es.
-Porque necesitaba... Da igual. El caso es que cuando lo ha hecho se le ha cambiado la cara.
-Pues claro. Si está loca.
-Ha cogido unas tijeras y me ha cortado toda la ropa para desnudarme.
-¿En serio?
-Sí. Por eso te he pedido que me llevaras ropa. Porque la mía estaba destrozada. Y de hecho, es que ni la he visto. No sé qué ha hecho con ella.
-¿Y cómo es que me has llamado con tu móvil?
-Alguien la ha llamado y ha tenido que salir corriendo. No se ha dado cuenta de que mi chupa estaba en el salón y se ha ido. Menos mal, porque tenía ahí el móvil.
-Madre mía...
-Luego ha seguido con las tijeras, rajándome el muslo y diciéndome que me tenía que hacer el mismo daño que yo le hice.
-Y se ha salido con la suya por lo que veo.
-Qué va. No quería hacer eso.
-¿Entonces?

Le hice un gesto con mis dedos imitando unas tijeras mientras me miraba hacia abajo.

-¡¿Qué dices?!
-No creo que lo hubiera hecho, pero tampoco quiero comprobarlo.
-Pero madre mía, Javi... ¿Cómo te juntas con alguien así?
-No lo sé.
-Me da miedo esa chica. No la veas más, por favor.
-No es mi intención.
-¿Te duele lo del muslo?
-No. No es nada.
-Te sigue sangrando. Mira -dijo señalando mi pantalón, el cual tenía una mancha de sangre en la zona.
-Vaya... Voy a tapármelo o algo y me cambio.
-¿Quieres que te lo cure?
-No hace falta.
-Tengo experiencia. Mi hermano es muy bruto jugando y le he tenido que curar más de una vez.
-Bueno, venga.
 
Capítulo 457

Fuimos hasta el baño, ya que ahí era donde tenía el botiquín y me preparé para que me curara. Me senté sobre el váter y me di cuenta de que me tenía que bajar los pantalones para que me pudiera curar. Con algo de vergüenza por lo ocurrido recientemente con ella, lo hice. Ella se puso un poco roja cuando me quedé solo con los boxers, los cuales marcaban mi paquete, aunque la tenía relajada. Se puso manos a la obra, limpiándome la herida con alcohol, haciendo que me estremeciera, pero mi preocupación era tener una erección al tener su cara tan cerca de esa zona, pero traté de evadirme de ese momento pensando en lo ocurrido con Cintia. También me llamó la atención la reacción de Andrea, aunque era más normal que otra cosa, pero esa manera de preocuparse por mí fue algo que captó mi atención. Acabó relativamente rápido, tapándome la herida para que no manchara y pudiera curarse bien, levantándose y recogiendo lo que había usado. Le di las gracias una vez acabó, porque yo seguro que lo hubiera hecho peor.

Tras eso, ella me dijo que se marchaba a dormir, porque ya era tarde y quería descansar. Así que nos dimos las buenas noches, yéndome yo también a mi habitación, pero no era para dormir. Cogí el portátil de Cintia para echar un ojo y, efectivamente, tenía múltiples grabaciones en una carpeta, entre la que se encontraba la de esa misma noche, aunque se cortaba de manera abrupta, seguramente por alejarlo de la señal inalámbrica. También busqué la otra posible grabación que pudiera tener de mí, encontrándola al guiarme por el día que fui. Era algo muy siniestro ver cómo de estudiado lo tenía todo para llevar a cabo esas cosas, aunque más lo era encontrar alrededor de unas 30 grabaciones más en las que salían tanto chicos, como chicas, aunque eran menos de éstas últimas. Miré un poco por curiosidad y sí que se manejaba bien con ellas, aunque en los vídeos que vi, hacía siempre lo mismo, limitándose a humillar a toda persona que pasaba por ahí, llegándoles a escupir incluso, pegando también. Por no decir de los usos que le daba a todos esos juguetes y artilugios que tenía.

Eso sí, con las chicas era más comedida y no tenía nada que ver, siendo polvos más normales, aunque se veía que era la que llevaba el control. Dejé de mirar aquello y cogí mis grabaciones para pasarlas a un USB y tener así aquello como prueba en caso de que lo necesitara. Después las borré de su ordenador, pensándome qué hacer con las demás. Sería algo muy determinante para defenderme en caso de que se pusiera agresiva, porque es lo que pensaba que iba a pasar. Al final opté por borrarlas todas y que no tuviera nada de aquello de lo que dudaba que tuviera el permiso de todas esas personas. Pero no fue lo único que vi. Al parecer era un ordenador personal, porque tenía varias carpetas y diferentes documentos. Sabía que no estaba bien mirar aquello, pero después de la que me había liado, me importaba bastante poco Cintia y cómo se pudiera sentir al respecto, así que acabé echando un ojo.

En las fotos, solo vi que tenía con lo que parecía ser su familia. Con su padre y su madre y una chica que se le parecía mucho, deduciendo yo que era su hermana, aunque nunca me dijo que tuviera ninguna. Lo más impactante fue verla con una larga melena castaña oscura, casi negra. Era muy chocante verla así, porque siempre la había visto de rubia, aunque ya sabía que era teñida. En los inicios tenía el pelo corto, llegándole con dificultad a los hombros, aunque esta vez lo tenía más largo al llegarle a la altura de los pechos, pero nada que ver con esa imagen en la que le llegaba por la cintura al parecer. No era lo único impactante de la fotografía, porque, al contrario que su hermana, quien salía con una sonrisa enorme y verdadera, Cintia salía con una sonrisa forzada y bastante vacía. Tenía una mirada muy apagada y casi perdida. Y no cambiaba mucho esa expresión en el resto de fotos que salía con su familia en lo que parecía ser Alemania.

Al encontrar un documento llamado "Diario" entendería el porqué de esa expresión. En él contaba muchas cosas. Hasta tenía registradas todas las entradas que hacía por fechas. Me remonté al inicio del archivo, que tenía lugar pocas semanas después de que desapareciera de mi vida en esos días de universidad. En él contaba lo mal que lo estaba pasando y lo lento que pasaba el tiempo. No paraba de decir el dolor que sentía y lo que le costaba ir al psicólogo para que le ayudara a pasar aquello tan malo en lo que estaba. Pasé unas cuantas páginas, porque al parecer su evolución era lenta, hasta que encontré la palabra "depresión", refiriéndose a ella describiendo lo que sentía y como la medicación que le recetaron la hacía sentir algo mejor, pero que eso no hacía que se fuera del todo, volviendo a pensar en lo mismo de siempre. Seguí leyendo el documento, adelantando por meses y poco a poco parecía que la cosa iba a mejor.

Aunque en todo momento decía que no iba a ser la misma nunca más y que no quería saber nada más de relaciones. Al parecer se refería a relaciones serias, porque leí que se empezó a ver con más gente para pasárselo bien, pero sin la intención de llegar a nada más. Aquello pareció proporcionarle una inyección de adrenalina para cambiar su manera de ser incluso, pasando a ser alguien bastante tóxica, como yo tenía más que comprobado. Hablaba de los chicos con los que se acostaba de manera casual con mucho desprecio, diciendo que le gustaba que le hicieran caso. Ella misma llegaba a sus conclusiones de que así era mejor para que no le hicieran más daño de aquella manera. Entretanto, ella seguía yendo al psicólogo, quejándose de que le decían que no le parecían bien cómo estaba tratando a la gente con la que se veía, argumentando ella que no tenían ni idea y que pensaba seguir haciéndolo. En las entradas posteriores era todo muy repetitivo, con ella describiendo con detalle cómo le había ido la noche con algún ligue nuevo, contando lo que hacía y explicando lo bien que se sentía cuando los humillaba y los hacía sentir mal y que ella era la que mandaba.

Así hasta que llegué a una página en la que decía que se había acostado con una chica. Decía estar muy confusa y no saber qué le había pasado para acabar haciéndolo, pero tampoco le daba mucha más importancia a eso, porque reconocía que le había gustado. Dijo en numerosas ocasiones que era algo muy diferente a lo que estaba acostumbrada a hacer y que no se esperaba que fuera así, además de tan satisfactorio. Vi que había más experiencias con otras chicas y cómo decía que con ellas no podía ser así de cabrona. Decía que no podía tratarlas igual que a los chicos, porque se veía reflejada en ellas y no quería hacerles pasar por algo parecido a lo que le tocó a ella vivir. Me resultó bastante extraño leer esto, pues no se estaba inmiscuyendo en ninguna relación por lo que leía para poder ocasionar ese dolor, pero ella decía eso. También contaba que no podía dejar de ser dominante en la cama al haberse acostumbrado a aquello y que le gustaba hacerlo con ellas porque luego se daban cariños y eso parecía gustarle, aunque no estaba dispuesta a que un chico se pusiera así.

No paraba de decir lo diferente que veía las relaciones sexuales con chicas y con chicos, estando como enfadada por ello, porque al parecer, con los chicos llegaba a orgasmos más intensos que ella achacaba a la penetración, mientras que con las chicas no eran tan intensos, pero sí que disfrutaba mucho de ello igualmente, también con esos momentos posteriores. De repente vi que escribía acerca de un chico el cual parecía estar enganchado a ella. Cintia se reía de él de primeras, dejándolo como un tonto por creer que podría llegar a nada con ella. En este momento ya tenía su ego muy hinchado por comentarios que hacía, pero conforme avanzaba en las entradas del diario, veía que ese chico era su perrito faldero y si bien es verdad que no hablaba de él de esa manera tan despectiva como al principio, lo seguía haciendo un poco, aun así. Pero era diferente, como si tuviera en él a alguien a quien recurrir cuando le apetecía estar con alguien, ya fuera para tener relaciones sexuales o para simplemente no estar sola.

Dejé de leer al poco de ver que me nombraba y empezaba a hablar de mí, poniéndome a caer de un burro, yendo la cosa cada vez a peor, llegando incluso a decir que yo la había obligado a asistir al psicólogo con más asiduidad. Seguía muy resentida conmigo y parecía haber tenido una crisis al verme de nuevo después de tanto tiempo. No me podía creer todo lo que había originado en ella por simplemente decirle que no quería tener nada serio. Pero ella se lo tomó de la peor manera posible y aunque yo no lo quería así, era por mí por quien había pasado por todo aquello. Evidentemente no pude evitar pensar en si podría haber ocasionado eso mismo en otras personas, pensado en una en especial. No quería ni pensar que ella se hubiera vuelto así, aunque a lo mejor sí que tenía un indicio claro con aquello de aparecer con mi hermano por casa. ¿Se habría convertido ella en una persona así de despreciable también? ¿Habría pasado por una depresión al igual que Cintia? No tenía ni idea, y desde luego, no quería saberlo. Mejor dejarlo como estaba en ese momento. Yo ya había decidido seguir hacia delante, aunque sin ideas de relaciones, pero ya no era como en aquellos días en los que no me podía levantar de la cama siquiera.

Me dormí bien entrado en la madrugada después de estar ojeando todo aquello, aunque igualmente me desperté temprano. Me di una ducha, viendo como la herida que me hizo esta desquiciada empezaba a curar. Y como la vi tan bien, no la tapé. Después fui a la cocina a desayunar y sobre las 9 de la mañana de aquel domingo, como ya esperaba, esta indeseable apareció por casa, aporreando la puerta con su mano y a juzgar por los golpes, a pagadas también. Era bastante evidente a por qué venía, así que metí su portátil en una bolsa y lo dejé sobre la mesa del salón. Pero antes de abrir, fui a la habitación de Andrea, encontrándomela sentada en su cama tapada hasta la cintura, despeinada y con una cara de sueño importante.

-Andrea, es ella.
-Me ha despertado.
-Ya. Lo siento.
-No es tu culpa -dijo frotándose los ojos.
-No salgas, ¿vale? Quédate aquí y no hagas ruido, no vaya a ser que le dé por entrar arramplando.
-¿La vas a dejar pasar?
-Qué va. Solo le voy a dar su portátil, en la puerta.
-Vale. Ten cuidado.
-Sí.

Salí de su habitación y cogí la bolsa para darle su ordenador, pero antes de abrir la puerta, miré por la mirilla, porque de ésta ya me podía esperar cualquier cosa y a lo mejor venía con un arma o un cuchillo, qué sé yo... No podía apreciar que llevara nada en las manos por lo que podía ver, además de que estaba aporreando la puerta con las dos manos. También podía ver cómo de roja tenía su cara. Parecía muy enfadada, pero yo tampoco estaba de humor para aguantar eso, obviamente. Ella me exigía que le abriera dando voces que se debían escuchar por toda la calle, diciéndome cosas muy feas entre las que abundaban los insultos. Al otro lado de la puerta le dije que o se tranquilaba, o llamaba a la policía. Después de unos cuantos insultos más, paró de hablar y de dar golpes a la puerta. Una vez lo hizo, abrí la puerta con cuidado de que no entrara arramplando, y ella así lo quería hacer al empujar la puerta, pero puse mi mano en su pecho para frenarla.

-Ven aquí, hijo de puta -dijo intentando pegarme.
-Déjame -dije dándole otro empujón.
-Dame mi ordenador ahora mismo.
-Si me dejas de empujar a mí y a la puerta te lo podré dar.
-Te vas a cagar, cabrón.
-No creo que estés en la posición de amenazarme así después de lo que hiciste anoche.
-Que te calles, coño. Que me has reventado la casa, está todo destrozado.
-Espera, que voy a arreglarlo si quieres. No te jode...
-Me lo vas a pagar.
-Una mierda te voy a pagar. Anda, toma tu puto ordenador de mierda y lárgate de aquí -dije dándoselo, aunque se cayó al suelo.
-¡Serás gilipollas! Esto también me lo vas a pagar.
-Que sí, que sí. Que te pires de aquí.
-Ya te pillaré.
-Cintia -dije abriendo la puerta con aire para ponerme frente a ella y encararla-. Como hagas algo, lo más mínimo. A mí o a Andrea, te denuncio a la policía por lo que has hecho y toda esa mierda que haces. Suerte tienes que no lo haya hecho ya.
-Hijo de puta -dijo intentando pegarme, pero la agarré de las muñecas.
-Cómo te vea por aquí rondando o vea el más mínimo indicio de que intentas algo, voy a la policía con todas esas grabaciones que he copiado en mi ordenador. Y Andrea está de testigo.
-Pues las borro, ya ves tú qué problema...
-No, si ya están borradas. Pero antes lo he dejado todo bien preparado para que vean que es algo que has hecho tú. Aunque con lo que sale en los vídeos tiene que ser más que suficiente.

Cintia se me quedó mirando con la cara sulfurada, muy roja. Tanto, que estaba que echaba chispas por sus ojos. Pero no decía nada, pareciendo haber surtido efecto esa amenaza que le hice con ir a la policía y denunciarlo todo. Tan solo me volvió a insultar, recogiendo su portátil del suelo y marchándose calle arriba para irse hacia su casa, insultándome por el camino, aunque sin mirar atrás. Mentiría si dijera que me quedé tranquilo, porque la veía capaz de hacer algo como venganza, pero me mantenía positivo pensando que se había tomado en serio todo aquello que le dije, sobre todo por la cara que puso. Seguramente debería haber ido directamente a la policía con su ordenador para denunciarla y asegurarme así de que no la volvería a ver, porque no quería hacerlo después de esa noche, pero pensaba que a lo mejor me podría meter en un lío yo también por haberme llevado aquello de su casa y por haber invadido su intimidad. No tenía ni idea de si me podría salpicar a mí también todo aquello, pero por si acaso me quedé quieto.

Lo que sí hice fue recopilar algunas pruebas, aunque no tantas como le dije, porque solo me guardé los videos en los que salía yo, ninguno más. Y lo hice grabando con el móvil y explicando un poco la situación, contando todo aquello que pasó por la noche a la vez que iba entrando en diferentes videos, mostrando también después cómo los borraba. Otra cosa que me quedé fue su diario, el cual era un archivo con muchísimas páginas. Con eso tenía más que suficiente para defenderme en caso de que lo necesitara. Evidentemente no lo dejé en mi ordenador. Lo guardé todo en un USB y lo dejé guardado en un sitio no muy oculto, pero que lo guardaba bien para que no lo pudiera encontrar tan fácilmente, por si le daba por colarse en mi casa o algo. A lo mejor estaba bastante paranoico, pero es que ya de ésta podía esperar cualquier cosa. Le dije a Andrea donde se encontraba por si acaso, diciéndole que era algo para denunciar a esta chica en caso de necesitarlo. Ella estaba como flipando con eso de que me estuviera preparando para denunciarla.

-¿En serio te extraña?
-No... A ver...
-Creo que es lo más normal que se puede hacer en estos casos.
-Es que tampoco he visto nada así de cerca. Por eso no te sé decir...
-¿Qué es lo que harías tú?
-A ver, es que está un poco loca. Pero no sé... A lo mejor hablarlo para que se dé cuenta de las cosas y que así reaccione.
-Andrea, ya me he disculpado con ella muchas veces. Le he dicho que no quería hacerle daño, pero es que no buscaba nada. ¿Qué iba a hacer?
-No, si llevas razón. Es tontería plantear nada si no quieres eso. Creo que lo hiciste bien.
-Y no usé malas palabras ni nada. Solo le dije que yo no buscaba lo mismo que ella. Y aun así me he disculpado no sé cuántas veces.
-Ya. Debería haber aceptado eso.
-Pero se empeñó en vengarse. Y casi me corta la...
-¿Por qué no la has denunciado ya entonces? Así evitas de verdad que pueda hacer algo.
-Porque a lo mejor me meto en un lío yo también.
-¿Por?
-A lo mejor dicen que he robado su portátil y he invadido su privacidad. No sé cómo funciona eso y paso de meterme en líos. Solo lo usaría como último recurso. Creo que la amenaza de denunciarla ha funcionado por la cara que ha puesto.
-¿Tú crees?
-Sí. Como que se ha medio asustado. También le he dicho que tengo más pruebas de las que tengo para que se lo tomara más en serio.
-Bueno, vale.
-Eso sí, si ves algo raro. Si la ves cerca de ti, o algo raro en general, lo que sea. Me lo dices.
-Vale, vale.
-De hecho... A lo mejor te tendrías que ir. Creo que sería lo mejor.
-¿Me estás echando?
-No, no. Qué va. Yo no quiero que te vayas. Si estoy muy contento contigo y me haces una compañía muy buena. Es por si acaso. Solo eso.
-Yo no me quiero ir. Llevo poco viviendo aquí, pero estoy muy cómoda y ahora tengo más libertad e intimidad. Y eso es algo que necesitaba.
-¿De verdad estás cómoda? -dije pensando lo del intento de beso por mi parte.
-Te lo prometo. No te rayes con eso, de verdad. Yo no lo hago. No tienes por qué hacerlo tú.
-No sé...
-¿Cómo me voy a ir estando a gusto y con el chollo que es vivir sin pagar alquiler? Gracias otra vez.
-Sí, ya ves... Un chollo estar pendiente de si una chica que está un poco... Está pensando en hacerte algo.
-Bueno, ya está. Ya verás como no pasa nada.
-Estoy un poco paranoico.
-Ya te veo. Si tanto lo estás, ve y denúnciala. Así te vas a quedar más tranquilo, seguro.
-Creo que ya sé lo que voy a hacer.
-¿El qué?
-Voy a dejar que pase un poco el tiempo, porque ahora está que echa chispas. Esta tarde le mando un mensaje.
-Ten cuidado.
-No le voy a decir nada del otro mundo. Quiero hacerlo con tacto para que no se lo tome tampoco a mal.
-No sé, Javi...
-Anda, ve a dormir un poco más, que es muy temprano aún y es domingo.

Andrea se frotó los ojos y no pude evitar mirar sus pechos, más marcados en esa camiseta de pijama, aunque fuera de franela y de manga larga, pero sus pezones se marcaban y eso me encendió. Tampoco hice nada cuando volvió a su habitación para echarse un rato, porque no estaba la cosa para ponerme a darle al tema. Este desencuentro con Cintia me llevó a la reflexión de calmarme un poco con tanto encuentro esporádico. Ya había sido algo que había pensado anteriormente, pero ahora estaba más convencido de llevarlo a la práctica. Nunca se sabe si te puedes topar con una persona así de desequilibrada. Y no fue mi intención que la cosa acabara así. Verla aquella vez después de tantos años sin saber absolutamente nada de ella me hizo interesarme, sobre todo al verla tan guapa y cambiada. Ahora me arrepentía bastante de haberme acercado y de haber sabido que todo esto iba a pasar no lo hubiera hecho ni de coña, pero el daño ya estaba hecho y había que apechugar.
 
Capítulo 458

Por la tarde, ya estando Andrea y yo sentados en el sofá remoloneando sin hacer nada, le escribí el mensaje a Cintia para que se calmara y no hiciera nada. Estuve pensando qué ponerle, e incluso pensé en pedirle ayuda a Andrea por aquello de que ella era una chica también, para ver cómo vería ella esas palabras, pero no lo terminé de hacer. Tampoco había mucho que pensar, porque había que dejar claro lo que había. Finalmente le escribí:

Estoy bastante decepcionado por todo lo que ha pasado desde que nos hemos reencontrado. Pensaba que te habrías olvidado de todo aquello y que podríamos empezar de nuevo, pero está claro que no puede ser.

Espero que no tomes represalias por nada de esto, porque el primero que debería tomarlas soy yo y ya ves que no lo he hecho, pero como ya te he dicho, puedo hacerlo. Todo depende de ti. Espero que te vaya bien y que algún día puedes encontrar tranquilidad.


Me quedé bastante satisfecho con lo que le había puesto, porque me quedé a gusto y no lo hice de manera hiriente como quizá se merecía. Pero sabía por lo que había pasado con aquello de la depresión y lo último que quería era originarle otro trauma más. Mejor dejarlo estar así, pero que tuviera muy claro y por escrito lo que pensaba. Esperé un rato, viendo que había abierto el mensaje y que, por lo tanto, lo había leído, pero no respondía, dejando de estar en línea al poco. Pero su imagen de perfil seguía saliendo, por lo que no me había bloqueado. Yo pensé en hacerlo, porque ni me interesaba volver a hablar con ella ni quería que me tuviera localizado, pero pensé las consecuencias y creyendo que se lo podría tomar a mal, no lo acabé haciendo. Si me llamaba o hablaba por mensaje, con ignorarla era más que suficiente.

-Le he puesto esto -dije dándole mi móvil a Andrea.
-Está bien. Has sido respetuoso.
-Era mi idea.
-Pero no te ha respondido...
-Bueno, seguro que sigue enfadada. Pero lo ha leído.
-Sí, eso sí.
-Andrea, ten cuidado, de verdad. No abras la puerta a nadie sin mirar antes por la mirilla.
-Vale, tranquilo. Estás muy nervioso.
-Un poco.
-No va a pasar nada. Llevaremos cuidado.
-Ajá.
-Venga, vamos a tranquilizarnos.

Me quedé mirándola unos segundos esperando a que dijera algo más, porque la visión de la mañana de sus pechos me tenía un poco excitado aún y a lo mejor mi manera de relajarme era diferente a la suya.

-¿Nos vemos una peli de las que me regalaste? -siguió al ver que no decía nada.
-Mmm, vale.
-Venga, voy a hacer palomitas.

Andrea se levantó del sofá, regalándome una visión perfecta de su culazo, pudiendo llegar a ver incluso cómo se le marcaban las bragas que llevaba bajo uno de sus típicos leggings negros. Me di un par de palmadas en la cara una vez se metió en la cocina para quitarme de la cabeza esos pensamientos y me costó, sobre todo cuando volvió y se sentó muy cerca de mí, como si me quisiera dar contacto para tranquilizarme. Pero al ver que no hacía absolutamente nada, me acabé relajando, concentrándome en la película, porque a mí también me gustaba. Así se nos pasó la tarde y también el rato de la cena, estando todo el tiempo juntos, comentando la cena o hablando de otras cosas una vez acabó. Ella se marchó pronto a la cama porque se había despertado temprano por la llegada de Cintia y no logró dormirse después. Yo tardé un poco más, pensando en todo el tema de Cintia una vez estaba en la cama, pero viéndolo de manera más calmada.

La siguiente semana no tuvo nada especialmente reseñable. Los primeros días estaba bastante paranoico, mirando bien por todos sitios cuando pisaba la calle por si Cintia estaba siguiéndome o algo así, aunque me preocupaba más que le pudiera hacer algo a Andrea, porque ella no tenía culpa de nada y no se merecía en absoluto pagar por algo que había hecho yo, aunque la culpa de todo fue de Cintia, reaccionando yo solo en proporción a la gravedad del asunto. Al ir pasando los días y ver que no ocurría nada, que no veía ningún indicio de su presencia y que no sospechaba nada, me empecé a relajar. Y mantenerme tan ocupado haciendo de todo me servía para evadirme un poco de lo ocurrido ese sábado por la noche y de darle tantas vueltas a la cabeza. Seguía yendo al gimnasio, aunque me sentía un poco raro, porque semanas atrás iba con más ganas por encontrarme a estas dos chicas. Pensaba que no me resultaría mucho problema haberlas "sacado" de mi vida, y tampoco es que estuviera triste ni nada, pero me sentía raro.

Cuando iba estos días ya no era como antes, que me las cruzaba a diario. Ahora ya no lo hacía y cuando tenían lugar esos breves encuentros, con Natalia era tan frío que parecía que no habíamos cruzado palabra alguna antes. Ya casi ni saludaba. Y seguramente era por mi culpa todo. Supongo que no supe gestionar aquello del todo bien. Con Lola me pasaba algo similar, pero con ella me hacía sentir algo peor, porque me llegaba a dar la sensación de que me estaba evitando. No veía a su chico, por llamarlo de alguna forma, así de posesivo como para que tuviera que ir evitando a otros, aunque también era verdad que entre nosotros había habido varios encuentros cercanos. Pero notaba que era algo por su parte, y eso me hacía pensar que tenía que ver con sus anteriores relaciones. Recordé que me dijo que alguno de ellos era celoso y quizá quería evitar que le volviera a pasar lo mismo con éste, decidiendo cortar prácticamente todos los vínculos. Lo veía un poco exagerado de ser así, pero tampoco fue algo que descubrí, porque viendo cómo estaba la cosa decidí quitarme del medio del todo.

Para ello, pensé en no ir más a ese gimnasio y probar suerte en otro. Total, estábamos ya a final de mes y podría buscar otro de los tantos que había por la ciudad y tampoco es que estuviera sujeto a este en particular por nada más. Probaría suerte en otro nuevo, pero tampoco tenía pensado meterme en más fregados como hice con estas dos chicas. Ya había tenido bastante después de todo lo que había pasado con ellas y especialmente con lo de Cintia. No me quería topar con otra desequilibrada que me pudiera liar una parecida. Tampoco me iba a hacer un nudo en la chorra, especialmente, porque cada vez mi cuerpo me lo pedía más con esas erecciones con las que me despertaba, las cuales me obligaban a aliviarme. Ya me encargaría ese fin de semana de buscar alguno que tuviera buenas reseñas, aunque cuando salía a correr por las afueras de la ciudad siempre pasaba por uno.

Respecto al trabajo, cada vez estaba de mejor ánimo desde aquel incidente en el que Andrea me tuvo que echar una mano. Todo excepto la chica esta que iba a segundo y que era repetidora. Ella se ofuscaba mucho porque le seguía costando coger el ritmo y es que era algo normal, porque no se puede adquirir todos esos conocimientos que le faltaban en cuestión de unas pocas semanas. Si se hubiera apuntado a clases a principio de curso o incluso después de Navidad, pues seguro que lo hubiera sacado. Con algo de esfuerzo por su parte, pero seguro que lo hubiera conseguido. Sin embargo, decidió apurar hasta que faltaban menos de dos meses para acabar las clases. Era algo que me seguía sorprendiendo a esas alturas y que no llegaba a entender. Tan agobiada estaba por no ver nada claro poder conseguirlo que se lo notaba en el estado de ánimo, estando bastante callada, cuando lo normal es que fuera extrovertida.

Pero no imaginaba que fuera a traer a su madre a finales de semana para hablar conmigo. Y no fue por nada malo ni buscando ningún reproche, pero ella estaba preocupada también, porque veía que sacaba muy buenas notas en las demás asignaturas, que le ponía empeño y que no conseguía sacarlo. Fue para pedirme si podía echar más tiempo con ella. Le dije que sí, que era posible, porque desde que Andrea se había marchado de la academia, tenía esas horas libres, las cuales empleaba para preparar material o corregir alguna cosa que tuviera suelta de las que les mandaba a todos, pero me dijo que era imposible por temas familiares. Al parecer, la chica se tenía que quedar con su abuela para cuidarla, porque estaba sola y mala y los demás tenían que trabajar. Según me dijo, bastante esfuerzo hacía ya con los horarios conforme estaba la cosa.

Al ver cómo estaba el tema, le pregunté cuál era su idea. Ella me dijo que los fines de semana sí que podría. Me sorprendió que me dijera de dar las clases el fin de semana, pues no era para nada lo normal, pero con la insistencia que ponía y con lo desesperada que parecía, acabé aceptando. Además de que me dijo que me pagaría bien. No pudimos concretarlo todo, porque tenía que seguir dando clase, pero ya lo hablaríamos más detenidamente. Rebeca parecía satisfecha también, así que ningún problema. A la mañana siguiente de aquel día, ya sería cuando cuadraríamos todo, quedando en que daríamos las clases los sábados por la mañana, con dos horas de estudio en el que tendría que repasar varias cosas con ella. Así que, además, acordamos el precio de las clases, le mandé ubicación y demás para tenerlo todo listo, aprovechando todo el material que teníamos en la academia para llevarme un poco y poder usarlo con ella.

Mientras todo esto tenía lugar, también estuve conversando con la familia y con los amigos. Evidentemente no le conté nada a mi madre de lo pasado con Cintia. Me daba bastante vergüenza contarle una situación tan surrealista como delicada, así que me limité a informar que todo iba bien, centrándome en especial en el tema del trabajo. Con mis amigos sí que tendría esa conversación, pues tuvimos una videollamada en la que se nos llegó a sumar Sofía. Parecía que poco a poco todo regresaba a la normalidad, pero dio la casualidad de que cuando la hicimos, ese día era el que ella había regresado a su casa y estaba cansada por el viaje, así que se marchó a dormir y tanto Irene como Mario me notaron que algo me pasaba.

I: ¿Eso te ha pasado? ¿En serio?
J: Sí. Ha sido de película.
M: Javi, sal de ahí. Jajajajajaja.
I: Da un poco de cosa en realidad. No sé... Esa chica está un poco...
J: Un poco, no. Bastante. Aunque tiene problemas.
M: ¿De qué?
J: Mentales. ¿De qué va a ser?
I: Pues claro que los tiene. ¿Quién haría eso si no?
J: Pero me refiero a... Bueno, que ha pasado por una depresión. Y creo que aún sigue en ella.
M: ¿Y eso? ¿Cómo lo sabes?
J: Porque cogí su ordenador y estuve echando un ojo.
I: Pero, ¿cómo haces eso?
J: Joder, después de lo que me había hecho... Además, fue cuando estaba buscando mi ropa. Me di cuenta de que estaba grabándolo todo y quería revisar si también lo había hecho la vez anterior que fui.
M: Joder, que turbio, ¿no?
J: Ya ves. Sí que había varias grabaciones. Con los tíos se enseñaba. Con las chicas no tanto.
I: Ah, que le van las chicas también.
J: Claro. El caso es que estuve echando un ojo por si tenía más cosas así en las que yo pudiera salir y me encontré con una especie de diario que llevaba escribiendo desde hacía muchos años. Y ahí lo explicaba todo.
M: Javi, no te acerques a esa chica más.
J: No, si no lo voy a hacer. Ya he puesto tierra de por medio diciéndole que como vea algo raro la denuncio con pruebas que tengo de lo que tenía ahí.
I: Uff... No me gusta esto ni un pelo. Ten cuidado.
J: Ya han pasado algunos días y no ha he visto nada. Estaba paranoico, pero ya estoy más tranquilo. Y Andrea me ha dicho que no ha llamado nadie aquí en casa por la tarde. Y tampoco ha visto nada raro.
M: ¿Andrea? ¿La chica que vive contigo?
J: Sí.
I: Este finde me la presentas.
J: ¿Vas a venir entonces?
I: Pues claro. Con las ganas que tenía y me puse mala... Pero no se me han ido. De hecho, tengo más.
J: Dímelo a mí, que llevo sin follar desde el día de tu cumpleaños...
M: Joder... ¿No tienes a nadie ahí?
J: Se me ha jodido todo. Tenía una chica del gimnasio que me ponía, aunque el sexo con ella era especial.
I: Ah, sí. La chica que nos contaste del vaginismo.
J: Sí, esa. Pues ha conocido a alguien y ya se ha acabado el vernos.
I: Oh...
J: Luego tenía un trío por ahí bastante asegurado que se ha acabado yendo a la mierda.
M: No jodas...
J: Pues sí, tío. Una de ellas es tatuadora.
I: ¿La del pelo rosa?
J: Sí. Y la otra era un pibón que va ahí a tatuarse.
M: Y te has quedado con las ganas de irte con esa a la cama.
J: No, si ya lo he hecho.
M: Jajajaja.
I: Eso no nos lo habías dicho, jajaja.
J: Pues sí. Pero justo cuando acabamos me di cuenta de que tenía novio.
I: Aaaaaanda, jajajaja.
J: Y bueno, parece que es un poco cabrón, porque ella dice que le ha puesto los cuernos seguro y tal...
I: Y se vengó.
J: No exactamente. Se dejó llevar. Surgió un poco inesperadamente y ya está. Y creía que el trío estaba cantado, pero al final se me ha jodido. Entre el calentón que llevo por no follar y las ganas que tenía, me pillé un pequeño cabreo.
M: Normal.
I: ¿Y por qué se ha jodido?
J: Parece que esta chica está arrepentida de haberle puesto los cuernos a su novio y quiere compensarle haciendo un trío, aunque en su día me dijo que no le haría gracia verlo con otra...
I: Típico.
J: Que si lo quiere mucho y tal y que quiere aprovechar a hacerlo para después poder hablarlo con su novio todo. Eso y que también tiene curiosidad por hacer algo con una chica.
M: ¿Y la otra? ¿Qué dice?
J: ¿La otra? Encantada. Tiene que tener el coño haciéndole palmas.
I: Jajajajajaja.
J: Le pone mucho esa chica. Si una vez salieron juntas de fiesta y se comieron la boca. Le tiene unas ganas...
M: Joder, me gustaría verlas.
J: Luego os enseño alguna foto.
I: Entonces, llevas sin echar un polvo desde el trío que hicimos...
J: Ajá.
I: Te estarás matando a pajas.
J: Pues sí, la verdad. Por la mañana voy al gimnasio y a correr, por la tarde a trabajar. Solo tengo libres los findes y con esto que me ha pasado con la chica esta, prefiero salvar las distancias ahora mismo.
M: Eso es una tontería. ¿Vas a estar así siempre?
J: No, coño. Pero quiero dejar pasar unos días.
I: Pues este finde te desahogas conmigo, tranquilo, jajajaja. Que no se me olvida lo de la última vez.
J: ¿Tienes ganas?
M: No lo sabes tú bien. Está muy encendida últimamente.
J: Ostia, eso me recuerda...
I: ¿A qué?
J: Nada -dije pensado lo que me dijo mi amigo, pero ya le preguntaría después a solas.
I: Va, dímelo.
J: A que tengo que comprar alguna cosa a lo mejor para cuando vengas -dije para salir del paso.
I: Mmmmm... Qué ganas.
J: Otra cosa. El sábado por la mañana tengo un par de horas de clase aquí en casa.
I: ¿Y eso?
I: Una chica, que va muy mal y su madre me ha pedido que la ayude más. Y eso que va a la academia.
M: ¿Tan ceporra es?
J: Para nada. Es solo con el inglés, que se le da bastante mal y no le gusta.
I: ¿A qué hora voy entonces?
J: Pues tenemos clase de 10 a 12. Pero puedes venir cuando quieras en realidad. Solo que en esas horas tengo que estar con ella.
I: Pues me acercaré a dejar mis cosas y me daré una vuelta en lo que terminas.
J: Como quieras. ¿Y tú Mario? ¿Qué plan tienes?
M: Jejejeje.
J: Uy... ¿Es lo que creo?
M: Sí.
I: De nada -dijo mirando a su novio.
M: Oye, que yo también tengo mi labia.
I: Eso y lo bueno que estás -dijo agarrando la cara de su novio con una mano para plantarle un beso.
J: Oye, que si queréis cortamos y tal... -dije riéndome.
I: Nooooo. Que te tenemos que contar su plan.
M: He quedado con Ana.
J: Ya, era lo que imaginaba. ¿Cómo lo habéis hecho?
I: Mario se ha estado sentando a su lado en estos días que hemos quedado para tomar algo con el grupo y ha ido preparando la cosa, pero he tenido que dar yo el empujoncito.
J: ¿Sí? ¿Cómo?
I: Un día le dije que se pasara por la tienda para que echara un ojo por si veía algo que le gustaba y ahí hablé con ella. Le dije que somos abiertos y tal y que había visto cómo ella le miraba. Se cortó un poco, pero al final la convencí.
M: Vamos a salir a cenar el sábado. Y luego, lo que surja.
J: Ya... Lo que surja... Jajajaja.
M: Yo soy un caballero. La voy a sacar a cenar y a tomar una copa tranquilamente. Si la veo receptiva, pues ya sí que doy el paso.
I: Lo va a estar. Estoy segurísima.
J: Oye, ¿Y Fátima? ¿Se ha dado cuenta?
I: Seguro que Ana le ha contado. Son muy amigas. ¿No te ha dicho nada?
J: No.
I: No querrá agobiarte. Se nota que le gustas.
J: Ya.
M: Luego te cuento cómo acaba la cosa, Javi.
J: Sí, luego hablamos.
 
Capítulo 459

Me despedí de mis amigos y dejamos ahí la conversación, con un buen plan para ese fin de semana, porque necesitaba echar un polvo urgentemente y con Irene sabía de sobra que la cosa iba a estar muy bien. Incluso tendría algo para abrir boca cuando a los pocos minutos recibí una foto de ella completamente desnuda sobre la cama en la que salía con gesto excitado y abriéndose el coño con los dedos. En un mensaje posterior me decía que era para que me pudiera hacer mejor la paja. Me reí con ganas al leer eso, pero porque llevaba razón. Una vez aliviado me quedé en la cama reposando, viniendo a mi mente el tema de Ana. Yo también me la quería llevar a la cama, porque era una chica bastante atractiva, como ya he descrito. Pero para ir hasta ella tendría que pasar por Fátima de nuevo seguramente y no sabía si quería hacerlo, más que nada para evitar que se apegara más a mí y evitar situaciones por las que ya había pasado.

Y hablando de eso, esa noche pude hablar "cara a cara" con Sofía. Y la verdad es que estaba encantado, porque la veía muy alegre, como era lo normal en ella. Eso me quitó un peso de encima bastante grande, porque la conversación marchó con fluidez y eso era lo que más temía. Pensaba que nuestra relación de amistad se iba a ver afectada, pero afortunadamente estaba equivocado por lo que veía. El problema era que estaba deseando verla en persona para darle un buen abrazo, pero tenía esa batalla interna de hacerlo y no querer por otra por miedo de volver a despertar cosas en ella. Era una situación delicada y que tendría que manejar con cuidado. Así, contento, pero algo preocupado me marché a la cama ese día, aunque la paja que me hice con la foto que me envió mi amiga me ayudó bastante para poder "conciliar mejor" el sueño, porque no había manera con eso.

El sábado me levanté temprano, como era lo usual. Lo único bueno que tenía dormir mal era que no tenía problemas para madrugar. Y con eso venían mañanas productivas que normalmente empleaba en hacer ejercicio. Ese día no fue menos, pues tenía tiempo de sobra hasta mi cita con Rebeca. Así que estuve corriendo durante bastante rato. Ya no iba al gimnasio, pero para los pocos días que quedaba de mes, me daba bastante igual. Hasta me llegué a poner una alarma en el móvil para que no se me descontrolara mucho el tiempo. Tampoco tuve problema en irme tan temprano, pues Andrea no estaba, porque se fue el día anterior por la tarde, tocándome cenar ese día solo. Pero mejor así, de esta manera tendría la casa libre todo el fin de semana para poder estar con Irene a mis anchas. Ni siquiera se lo tuve que pedir, porque fue ella misma la que me lo dijo la noche del jueves. Ya eran varios días los que no iba por casa y quería ir, sobre todo para estar con su hermano pequeño y poder distraerse un poco de paso con sus amistades de allí, aunque sospechaba que tendría un encuentro con su novio.

Al regresar a casa me di una ducha y desayuné. Parecía otro después de aquello, porque llegué muy sudado por el cambio de temperatura que ya empezaba a acercarse a la primavera. Y tenía un hambre que daba miedo después de tanto tiempo corriendo. A las 10, como acordamos, Rebeca apareció por casa, aunque lo hizo con su madre. Como pasó con Andrea, ambas entraron para ver dónde iba a estar la chica. Era algo que entendía perfectamente y que no me molestaba para nada, aunque del salón no pasaron. Y tampoco duró mucho, pues Rebeca con un tono mandón y con pesadez le preguntó a su madre si iba a estar allí toda la clase. La madre se levantó diciendo que no y que ya se iba, así que la acompañé a la puerta, dándome ella las gracias una vez más por hacerle aquel favor.

Al regresar, Rebeca y yo nos pusimos de inmediato a hacer cosas, pues no teníamos tiempo que perder, ya que necesitaba apretar para poder sacarlo bien. Empecé por explicarle toda la gramática de su libro, haciéndome ella preguntas muy breves de algo que se le escapaba. Yo procuraba recalcar lo más importante, de manera que no se le olvidara algunas cosas. También estuvimos repasando todo el vocabulario, apuntándoselo yo para que lo tuviera bien organizado mientras ella rellenaba ejercicios que le ponía después de dejarla repasar la gramática durante unos segundos. Parecía que la cosa iba algo mejor, pero seguía teniendo fallos tontos y eso era preocupante, porque para el nivel que le exigían era problemático. Le hice hincapié en eso, en que debía cuidar esos fallos tontos y que tenía que repasar bien el vocabulario, porque era donde más problemas tenía como bien observaba a la hora de hacer redacciones. Se atrancaba mucho en eso y era algo a tratar, ya que era una parte muy importante del examen y si la tenía mal, casi que daban el examen por suspenso.

Fue, aun así, un rato bastante productivo en el que veía que se concentraba más que en la academia, cosa que me gustó, porque resultaba muy fácil trabajar así. Además, fue un momento que me recordó mucho a las clases con Andrea. Era algo muy cercano al estar los dos solos, como aquella vez con mi compañera de piso. Aunque me resultaba curioso no haber notado lo mismo en mis inicios con los más pequeños cuando iba a sus casas. Suponía que tenía que ver con la madurez que tenían ambas al ser bastante más mayores. Aquí volví a comprobar de nuevo lo extrovertida que era cuando hacíamos breves descansos, pues 2 horas seguidas de clase es mucho y podíamos acabar agotados, y de hecho notaba como me picaba la garganta por no parar de hablar para explicarle. En estos descansos me empezaría a preguntar sobre mi vida, aunque tampoco era cotilla, simplemente sacaba tema de conversación.

Un poco pasadas las 11 de la mañana, apareció Irene por casa, llamando a la puerta. En cuanto le abrí estaba con una sonrisa enorme en la cara, con una mochila a las espaldas y sus gafas de sol apoyadas en su frente, sujetando su pelo. Me dio un abrazo enorme al verme, pasando también a darme un sonoro beso en la mejilla. Estaba muy contenta por lo que veía y eso me gustaba, porque me hacía sentir bien. De manera breve le pregunté cómo estaba después de haber estado algo mala el fin de semana anterior, pero me dijo que ya estaba perfectamente. Así, entró en casa, saludando a Rebeca, haciendo ella lo propio y yendo a mi habitación para dejar allí la mochila. Me volví a sentar con Rebeca y al poco salió Irene, despidiéndose de nosotros y diciendo que sobre las 12 volvería.

-¿Es tu novia? -me preguntó Rebeca mientras rellenaba ejercicios.
-¿Quién? ¿La chica que se acaba de ir?
-Ajá.
-No. Es una amiga. Muy buena amiga, pero no. Ella tiene su novio, que también es muy amigo mío.

Rebeca puso un gesto como de estar extrañada.

-¿Y no viene con él?
-Es que él tiene otros planes.
-¿Planes por separado y ella se viene aquí contigo?
-Mmm, sí. ¿Cuál es el problema?
-Ninguno. Dejo de hablar de eso.
-¿Por qué?
-Porque... Da igual.
-Vale, como quieras.

Ella siguió con los ejercicios, aunque me dejó un poco pensativo. Quizá le parecía raro que Irene se hubiera venido conmigo a pasar el fin de semana, porque la mochila que llevaba delataba bastante. Y quizá llevaba razón en eso de que era raro no pasar juntos el fin de semana si eran novios, pero claro, no eran una pareja al uso. De hecho, me parecía que iba muy bien encaminada por la cara que ponía, porque ese fin de semana Irene y yo íbamos a estar juntos en la cama, y no para dormir solamente. De la misma manera que Mario se iba a acostar con otra chica.

-Es muy guapa.
-Ya, ya lo sé -dije riéndome un poco.
-¿Qué edad tenéis?
-Ella 27 recién cumplidos, yo 26.
-¿26? -preguntó extrañada y sorprendida.
-Sí. ¿Cuántos creías que tenía?
-Aparentas menos.
-¿En serio? ¿Con esta barba?
-Pues imagínate sin ella... No me puedo creer que tengas la misma edad que mi hermano.
-Pues ya ves.
-Él también tiene barba, pero aparenta la edad que tiene.

Seguimos hablando un poco más y nos pusimos de nuevo con la tarea, yendo bastante mejor en general, apuntándole también yo un esquema para que tuviera claro cómo desarrollar aquellas redacciones que tan importantes eran y que tantos problemas le daban. Mientras recogía me contaba que quería estudiar derecho en la universidad y que tenía muchas ganas, aunque no paraba de quejarse del inglés, diciendo que no lo iba a necesitar para eso. Yo le comentaba que a lo mejor sí que lo podía necesitar, aunque tampoco estaba tan seguro, pero de lo que sí estaba seguro era de que el inglés es algo muy necesario en la vida, sobre todo para encontrar trabajo en el futuro, además de para viajar y poder comunicarse más fácilmente, que es algo que a la gente le suele gustar hacer. A las 12 nos despedimos y se marchó, quedando en vernos entre semana en la academia.

Irene no tardó mucho en aparecer de nuevo por casa. Nada más entrar se me abrazó al cuello para besarme en los labios, empezando lentamente, aunque pasamos a un morreo bastante guarro en cuestión de segundos. Hasta se llegó a subir a mí abrazándome con sus piernas a la altura de las caderas. La llevé hasta la mesa en la que minutos antes estaba con Rebeca trabajando para sentarla ahí y tener más comodidad, pero pronto me separaría de ella. Irene me miró como despistada, como si no supiera por qué había hecho eso. Me quedé mirándola muy serio y ella lo entendió, pasando a poner una cara de niña buena. Se bajó de la mesa y se acercó lentamente hacia a mí para darme un abrazo.

-Veo que no se te ha olvidado.
-No. Sé que me tienes que castigar y estoy deseando que lo hagas.
-Pero si lo deseas y lo pasas bien no es un castigo.
-Lo deseo porque me encantas. Me gusta ver cómo te pones así conmigo.
-¿Sí?
-Ajá. Estoy excitada.
-¿Cómo de excitada?
-Muchísimo.
-¿Estás mojada?
-Ya sabes que yo no me mojo mucho, pero sí.
-A ver...

Colé mi mano por dentro de sus vaqueros y bragas, topándome con su vello púbico de nuevo crecido, cosa que me encantó y me excitó. Efectivamente, noté que su raja estaba húmeda al pasar mis dedos por ella, aprovechando también para abrírselo y meter un dedo. Ella suspiraba, apretando su cara contra mi pecho.

-Sí que lo estás.
-Ajammm...
-Y me gusta que te hayas dejado esto de nuevo -dije acariciando su pubis.
-Sí... -susurró.
-Te voy a tener que castigar también por habértelo depilado todo cuando hicimos el trío.
-Fue por Mario... -dijo con tono lastimero.
-No te he pedido que me des explicaciones, pero sabes lo que me gusta y me quitaste eso...

En realidad, no tenía problema con aquello. Era parte del juego. ¿Qué me hubiera encantado que lo hubiera tenido como siempre? Por supuesto, pero entendía que quisiera agradar a Mario dándole ese capricho, ya que a él le gustaba más así, pero Irene solía llevar pelo porque le era algo que le encantaba, resultándole sexy en general tanto en chicos como en chicas y diciendo que prefería verse así que sin nada. Pero era algo que me servía para impartir un castigo, como si le diera a entender que había cometido varios errores y tenía que dar la cara por ellos.

-Lo siento -susurró tras unos segundos.
-Bien. Me gusta que te disculpes -dije retomando el juego.
-¿Puedo saber qué castigo voy a tener?
-Ya lo irás viendo a lo largo del día.
-He traído alguna cosa por si te parece bien para usarlas.
-Vamos a ver qué has traído.

Me cogió de la mano y me llevó a mi habitación como si de una niña pequeña se tratara. Una vez allí cogió su mochila y se sentó en la cama para abrir un bolsillo y sacar algunas cosas entre las que se encontraban una fusta, unas pinzas para los pezones, un dildo no muy grande y grueso y el vibrador que se controlaba por el móvil. Estuve pensando un rato qué podía hacer con todo eso y se me ocurrió algo. Me senté a su lado y le besé un poco, aunque de manera más tierna. Irene de deshacía con esa mezcla que hacía yo de ser más dominante y más tierno. Le metí la mano por dentro de la sudadera, topándome con sus tetas libres de sujetador, sobándolas un poco y llegando a comérselas durante unos segundos. También le bajé los pantalones y las bragas para verle el coño. Ese coño que pese a no ser del tipo que más me gustaba, me volvía loco, y más con esa decoración sobre él con ese vello tan oscuro. De la misma manera, le toqué un poco para ponerla a tono y cogí el vibrador para estimularla, metiéndoselo y sacándoselo, dejándolo dentro de ella, aunque sin accionarlo.

La volví a besar, notando como su respiración se veía alterada, estando con sus ojos cerrados. Le acaricié un poco el cuerpo, volviendo las tetas, aunque también le di algún pellizco en los pezones, con ella gimiendo como consecuencia. Estaba encendidísima, y yo también. Así que me bajé los vaqueros y los boxers, sacando mi polla erecta para que ella la cogiera con la mano. Estuvo un rato pajeándola mientras me miraba fijamente a los ojos y yo le daba algún beso. Y como si nos pudiéramos comunicar con telepatía, Irene se puso de rodillas conforme estaba, medio desnuda, para empezar una mamada que me supo a gloria después de tantos días sin tener nada de sexo más allá de las pajas que me hacía. No tardé mucho en descargarlo todo en su boca por eso mismo, aguantando ella como una campeona, como siempre hacía conmigo, pasando a tragar la abundante corrida que le solté, siguiendo con la mamada hasta que me dejó bien seco.

Luego se quedó así, de rodillas, mirándome. Pero la levanté para sentarla y acariciarle el cuerpo, aunque le acabé poniendo bien la ropa, porque esa era una parte del castigo. Quería hacerla sufrir tocándola un poco para dejarla con las ganas. Y noté que le molestaba, algo que me gustó, aunque ella no hizo ni dijo nada, como si entendiera de qué iba el juego, conformándose con aquello. A cambio de no hacerle tocamientos ni nada, la empecé a besar, estando así durante varios minutos en los que aprovechaba para ponerla sobre mí y estrujar su culo, abriéndolo y cerrándolo. Ella me besaba con ansia, aunque había momentos en los que lo hacía de manera más empalagosa. Hasta se me volvió a poner dura la polla, pero no hice nada más con ella, aunque me apetecía bastante.

-Venga, vamos a levantarnos, que tenemos que ir a comer por ahí.
-¿A dónde? -me preguntó con una vocecilla tímida.
-No sé. Ahora lo vemos.
-¿Podemos ir en coche?
-Mmm, claro.

Ambos fuimos al baño, aunque por turnos. Primero lo hice yo, que pensé que tardaría menos, aunque ella tampoco tardó mucho. Una vez salió, se quedó en la entrada del salón, de pie, mirándome con sus manos a su espalda y con ese gesto tierno de niña buena que le gustaba poner cuando nos poníamos en este plan y era algo que disfrutaba, pero tampoco quería que fuera así todo el tiempo, porque me apetecía disfrutar de un rato con mi amiga como solíamos hacer.

-Irene...
-Dime -dijo de nuevo con esa voz que usaba antes.
-Ven aquí -dije dando palmaditas en el sofá para que se sentara a mi lado.

Irene vino inmediatamente y se sentó a mi lado, poniendo sus manos sobre sus rodillas, entrelazando sus dedos.

-Me encanta cuando te pones así con esa voz y esa expresión -dije acariciando su cara.
-Ya lo sé.
-Pero no hace falta que estemos así todo el día. También podemos disfrutar de nuestra compañía como los amigos que somos, ¿no?

Irene puso una sonrisa preciosa en su cara, asintiendo y echándose sobre mí para darme un beso en la mejilla.

-Es que me gusta mucho cuando hacemos esto y me he excitado mucho. Bueno, lo sigo estado
-Bien, porque quiero que lo estés durante todo el día.
-Uff, qué largo se me va a hacer hasta esta noche...
 
Capítulo 460

Sonreí al escucharla, porque sí que se le iba a hacer largo. Al final nos levantamos después de otro breve beso para montarnos en el coche y decidir por el camino a dónde ir. Irene me dijo de un sitio muy bueno en el que hacían una comida de manera muy casera con platos abundantes, así que fuimos hasta allí, aunque aquello de las afueras acabó siendo diferente, pues tuvimos que ir a una pedanía que estaba bastante oculta por así decirlo, con unos caminos con muchas curvas que de seguro no haber ido yo conduciendo me hubiera mareado bastante. Ella no parecía estarlo, porque además iba muy contenta con una sonrisa enorme en su cara y cantando las canciones que ponían en la radio. Eso de pedanía casi que también se quedaba corto, porque literalmente era una plaza con unas diez casas rodeándola y este restaurante. Pero al parecer tenía buena fama, porque estaba bastante concurrido. Aun así, fuimos capaces de encontrar una mesa para poder comer allí, pillando una que nos brindaba intimidad al estar retirada.

Ella se sentó de cara a la pared, mientras que yo lo estaba de cara a ella, y por lo tanto, a todo el salón en el que íbamos a comer. En nada nos sirvieron las bebidas, aunque para la comida tuvimos que esperar más, ya que estaba al completo y tenían ajetreo, pero ella me decía que merecía la pena esperar.

-¿Es que has venido por aquí ya?
-Claro. Varias veces. Me trajo Mario la primera vez. A los pocos meses de empezar como pareja.
-Ah, pues yo no lo conocía.
-Me hizo bastante ilusión cuando me trajo. Aún me ponía un poco nerviosa cuando Mario y yo teníamos un plan.
-¿Sí? Jajajaja.
-Es que con él era todo tan diferente en comparación con mis anteriores relaciones...
-¿Cómo de diferente? Cuéntame.
-Era superatento. Bueno, y lo sigue siendo, no hace falta que te lo diga. Pero no sé, esa manera de mirarme, de poner su mano sobre la mía... Me recorría un escalofrío por todo el cuerpo que... Hasta me está dando ahora mismo, jejeje.
-Qué bien.
-Siempre tan cariñoso, con buenas palabras, con besos, con caricias. Ay... -dijo en forma de suspiro.
-Qué enamorada estás, jajajaja.
-Después de 4 años juntos, como el primer día.
-Qué suerte -dije algo melancólico.
-Hey... -dijo poniendo su mano sobre la mía- Que no estás solo.
-Ya, ya lo sé.
-Que no se te olvide.
-Vale -dije sonriendo.
-Oye, es bastante mona.
-¿Quién?
-Tu alumna.
-Ah...
-¿Cuántos años tiene?
-19.
-Mmm, me gusta.
-La verdad es que es una preciosidad.
-Y eso que va sin maquillar ni nada. Tampoco he podido ver bien su figura al estar sentada y con esa sudadera.
-Pues es atractiva, ya te lo digo.
-¿Sí?
-Ajá. Es delgada, pero tiene unas curvas interesantes.
-¿Tetas?
-Joder... Tienen que ser tremendas.
-Uff... -dijo abanicándose.
-Es muy bajita, eso sí.
-Bueno, eso no resta.
-No, para nada.
-Seguro que se ha fijado en ti.
-No he notado nada.
-Eso es porque eres un chico.
-Ya, jajajaja. Me ha preguntado si eras mi novia.
-¿En serio? Jajaja.
-Sí. Le he dicho que no, que eras una buena amiga.
-Ah.
-Y que tienes tu novio y tal.
-¿Y eso?
-Para que viera que no eras mi novia.
-¿Y qué ha dicho?
-Ha puesto gesto extraño. Me ha dicho que le parece raro que te vengas conmigo teniendo novio y que él haga planes por otro lado.
-Pues ha dado en el clavo, ¿no?
-Ya ves, jajaja.
-Ojalá nos imagine follando.
-Joder, Irene... Jajajaja.
-Si es que aún me dura el calentón...
-Ya te veo.
-¿Y tu compañera de piso?
-Ah, se ha ido a casa este fin de semana.
-Vaya... Y yo que quería conocerla...
-¿Para qué?
-Pues para verla y tal. Como dijiste que te atraía y te gustaría...
-Pues va a estar complicado eso.
-¿Por qué?
-Pues porque... A ver, sí. Me pone bastante y ha sido inspiración para... -dije sin acabar la frase por estar cerca de más gente, aunque había ruido y seguramente nadie nos escuchaba.
-Jajajajajaja. Es normal. Si te pone y es tu compañera de piso y la ves bastante, pues claro.
-Pero es que a lo mejor me he precipitado.
-¿Por?
-Me dejé llevar. No sé, a lo mejor debería haberlo hecho de otra manera, o haberlo hablado antes.
-¿Pero qué ha pasado?
-Pues fue la semana pasada. Antes de lo de la loca esta.
-Ah, eso. Ahora me cuentas aquello, pero primero acaba con esto.
-Vino corriendo a decirme que había sacado muy buena nota en un trabajo en el que le había ayudado y pues con lo contenta que la vi, llevando algunos días sin echar un polvo y tal, pues intenté besarla.
-¿Y qué pasó?
-Creo que no me han hecho una cobra más grande en mi vida.
-Jajajajajajaja.
-Cabrona, no te rías, jaja.
-Si te digo la verdad, me parece raro. Yo no te haría una cobra.
-Tiene novio según me ha dicho.
-Ah... Bueno, mala suerte.
-Y luego con lo de la chica esta... Pues le pedí que me llevara ropa a su casa, y la recibí desnudo y tal... -dije tapándome la cara.
-Jajajaja. Javi, es que eres un show...
-No tenía a quién recurrir. Era eso, o irme desnudo a casa.
-¿Y qué dijo cuándo te vio?
-No me vio desnudo. Estaba tapado con una sábana.
-Mmm, qué rico -dijo mordiéndose el labio.
-Joder... Jajajaja.
-Estoy muy perra, Javi.
-Y más que lo vas a estar conforme pase el día.
-Pfff...
-Aunque sí que casi me ha visto desnudo -dije para cambiar de tema.
-¿Sí?
-Un día saliendo de la ducha, con una toalla enrollada a la cintura.
-¿Y qué dijo?
-Se quedó un poco cortada y tal. Alguna vez me ha dicho que iba muy guapo cuando iba a salir algún finde, o que olía muy bien.
-Mmm... -decía pensativa.
-¿Qué piensas ahora?
-Nada. Es que, en realidad, por mucho novio que tenga, te tiene que ver atractivo. Seguro.
-Puede.
-¿Y qué pasó con aquella chica?

Entonces le conté con detalle lo ocurrido con Cintia, porque lo hice un poco de pasada en realidad en aquella videollamada que tuvimos. Irene flipaba y se partía de risa por momentos, diciéndome que había mucha loca suelta por ahí.

-Te recomiendo que no la veas más.
-No tengo intención de hacerlo, tranquila.
-No pensaba que fuera a acabar así con aquello que me contaste de cómo era y eso...
-Pues ya ves. Hay gente para todo.
-Ya veo... ¿Tienes alguna foto?
-¿Para qué? Si no la voy a ver más.
-Pero tengo curiosidad. Quiero verla.

Le dije a Irene como se llamaba completamente para que la buscara en alguna red social y que así pudiera verla. No dudó en hacerlo, dando con ella rápidamente.

-Es muy guapa. Y está muy buena.
-Ya ves. Pero lo importante no se ve.
-Ya. También tiene pinta de tener dinero. Esa ropa no es barata.
-Sí. Según me dijo no necesita trabajar porque su padre tiene mucho dinero y tal, aunque sí que lo hace para no estar de brazos cruzados.
-Am... Pues qué pena que todo acabara así entre vosotros y que haya pasado esto ahora.
-Ojalá fuera como cuando la conocí.
-Da igual. No pienses más en ella.
-No, si ya me da bastante igual.
-Oye, ¿y de esas dos chicas con las que te veías o algo tienes fotos?

De la misma manera que hice con Cintia, le dije el nombre de Lola y Natalia para que pudiera buscarlas, encontrándolas rápidamente. Me dijo que ambas les parecían guapas y atractivas, aunque tenía predilección por una de ellas en especial, como me pasaba a mí. Le comenté con detalle y detenimiento todo lo que pasó con ellas, desde cómo las conocí por lo que les oí hablar en las duchas del gimnasio y demás, hasta cómo había acabado todo, haciendo decidió yo cortar toda relación con ellas al marcharme de ese gimnasio. Ella me dijo que a lo mejor estaba siendo un poco exagerado al hacer aquello, pero tampoco le parecía mal, especialmente cuando le dije que no quería meterme en medio de nada, teniendo cada una su relación. Así, estuvimos hablando mientras comíamos tranquilamente, disfrutando de esa comida que efectivamente, estaba tremendamente buena, con ella pidiéndose una dorada al horno mientras que yo me deleité con un entrecot de ternera al roquefort.

Pero yo quería seguir un poco con ese juego, así que aproveché la espera del postre para mirar mi móvil y revisar mensajes, haciendo ella lo mismo, aunque accioné el vibrador poniéndolo al máximo nivel. Irene pegó un bote que casi se cae de la silla, causando que me riera sin poder remediarlo. Ella puso cara de sorpresa, aunque pasó a reírse también rápidamente poniéndose un poco roja. Pero pronto volvió a cambiar la expresión al cambiarla a una de placer. No era la primera vez que hacía esto, pero el morbo de ser pillado, de hacerlo en público, la excitación que ambos traíamos era más que suficiente para sentir esos nervios y esa excitación que se veía amplificada. Ella se concentraba en lo que sentía con el vibrador, aunque al poco fui alternando entre niveles, porque quizá el más alto era demasiado, aunque no decía nada.

Lo mejor fue cuando vino el camarero para traer los postres, estando ella con una cara increíble de placer, agarrando incluso la mesa con una mano. No pareció importarle que este chico estuviera ahí dejando los platos y tampoco hacía por donde de disimular esas caras. Tampoco sabría decir si aquel chico se dio cuenta de lo que estaba pasando, porque estaba más pendiente de Irene que de otra cosa. Pero había que probar esos postres, así que paré el vibrador, con Irene lanzando un suspiro y abriendo los ojos para mirarme con una pequeña sonrisa. Incluso llegó a poner una de sus manos sobre una de las mías, quedando en un gesto de complicidad y cariño que me gustó. Seguimos disfrutando de la comida tan buena que servían allí, probando esta vez de postre una tarta de queso con helado de fresa y un volcán de chocolate con un sorbete de naranja. Estaba encantado con haber comido allí, porque Irene llevaba razón en que era un sitio excelente para comer.

Al poco de acabarnos el postre, nos fuimos al coche con la intención de volver a casa. Ahí le di las gracias por enseñarme ese restaurante al que tenía pensado volver tras lo que me gustó todo. Ella aceptó mi gratitud dándome un beso tierno que se fue transformando por momentos en uno más guarro. La paré cuando echó mano a mi paquete, empezando a sobarlo. Al separarme de ella me la encontré con una expresión tierna y vulnerable. Se moría de ganas por echar un polvo cuanto antes y estoy seguro de que, de ser por ella, lo hubiéramos echado allí mismo, pero no entraba en mis planes, así que la volví a besar para calmarla, aunque evidentemente conseguía lo contrario. Cogí el móvil y puse de nuevo un poco el vibrador en niveles bajos para darle algo de placer al menos, aunque ella buscaba tocarse con su mano para intensificar sus sensaciones, pero rápidamente le aparté la mano.

-Este es tu castigo. Hoy no te vas a correr.

Irene me miró con cara de sorpresa. Parecía no esperarse aquello. Puso una cara de pena que me hizo sentir regular, pero no quería dar mi brazo a torcer, porque sabía que, si conseguía aquello, cuando dijéramos de follar iba a ser impresionante. Le di un pequeño beso para calmarla de nuevo y arranqué el motor para regresar a casa, aunque al llegar de nuevo a la ciudad paré en una cafetería de las afueras para tomarnos un café.

-No pongas esa cara tampoco, tía... Jajajaja -dije al verla un poco seria y callada desde que salimos.
-No, si no pasa nada -dijo poniendo una pequeña sonrisa.
-¿Tan duro estoy siendo?
-No, en realidad no.
-¿Entonces?
-Es que a lo mejor esperaba otra cosa.
-¿Qué esperabas?
-No sé... Algo como lo de cuando estuviste en casa con Mario y conmigo.
-Bueno, pero eso fue una cosa muy diferente. Esto es un castigo. Y si un castigo te gusta pues hay que cambiarlo para que no sea así. ¿Qué gracia tendría entonces?
-No, si llevas razón...
-Irene, tienes claro que esto es un juego, ¿no?
-Sí, sí.
-Yo no quiero que lo pases mal tampoco. Esto es solo una manera de divertirnos.
-Ya, Javi, cariño. Lo tengo claro -dijo poniendo su mano sobre una de las mías.
 
Capítulo 461

Me quedé un rato mirando a un punto fijo pensando si estaba siendo demasiado duro con ella. Y no lo creía así en realidad. ¿Tan grave era no dejar que se corriera en todo el día? No pensaba que fuera para tanto, y más teniendo en cuenta que luego follaríamos como conejos, pero su forma de tomárselo me dejó un poco de aquella manera. Irene me espabiló al agarrar mi mano para apretarla, diciéndome que no me pusiera así yo tampoco, que simplemente había enfocado mal el fin de semana, esperando otra cosa, pero que ya se había hecho a la idea y que estaba deseando ver qué más le tenía preparado para castigarla de aquella manera. Para ello, cogí de nuevo mi móvil para empezar a jugar con el vibrador. Al ver cómo se excitaba de nuevo y me miraba de esa manera tan intensa con esos ojos oscuros, mi parecer cambió respecto a lo que pensaba antes, creyendo que todo iba bien.

Estuve jugando un rato con ella mientras nos tomábamos el café tranquilamente, preguntándole yo si no se bebía el suyo. Ella me respondió que estaba tratando de disfrutar y no correrse, porque lo tenía prohibido. Ahora sí que estábamos en el juego que quería desarrollar. Nos sonreímos con complicidad y bailé entre esos niveles, provocando que ella agachara la cabeza en ocasiones, pero también le daba un respiro al ponerlo al primer nivel o al cortarlo directamente. Fue entretenido pagar y ver cómo Irene aguantaba sus caras de placer, aunque achinaba los ojos y eso me hacía gracia, aunque tenía que llevar cuidado, porque la tenía morcillona y de vez en cuando me tenía que tapar para ocultarlo. Ya en el coche lo apagué con ella suspirando. La agarré de la barbilla para besarla, esta vez de manera más tierna. Ella me correspondió al poner su mano sobre mi cara para acariciarla.

-¿Cómo estás? -le pregunté susurrando al despegarme de ella.
-Pfff... Estoy muy perra. Me pones mucho y esto que me estás haciendo me tiene a mil.
-¿Sí?
-Ajá. Si seguro que he dejado la silla mojada.
-Jajajajaja.
-¿Qué vamos a hacer ahora?
-¿Ahora? Mmm... Ahora vamos a ir a casa a seguir jugando.
-Mmm, qué bien.

Le di otro beso y nos pusimos en camino para regresar a casa. Una vez allí, nos sentamos en el sofá para seguir besándonos. Llegó un punto en el que me tumbé y la puse sobre mí para estar más cómodo. Ella se acomodó también al quedarse así, poniendo cada pierna a los lados de mi cuerpo mientras se agarraba a mi cuello con sus manos. No sabría decir cuánto tiempo nos tiramos así, pero lo que sí puedo decir es que Irene tenía unas ganas tremendas de hacer algo más. Prueba de ello era la manera que tenía de apretar mi dura entrepierna con la suya al encajarla ahí. Apretaba y movía sus caderas ligeramente en un movimiento sensual mientras hacía presión. Tuve que darle un azote para que parara, porque me estaba dando más placer de la cuenta, y si bien es verdad que estaba lejos de correrme, sabía que eso también le daba placer a ella.

Pero le costaba parar, por lo que decidí hacerlo yo al quitarla de donde estaba y levantarme, cogiéndola en brazos. Ella lanzó un gritito muy mono, seguramente por no esperarlo, aunque estaba deseando ver qué hacía cuando llegáramos a la habitación. No fue algo que se demoró mucho en mostrar cuando la tumbé sobre la cama después de desnudarla para llegar a donde quería. También le quité el vibrador, el cual estaba empapado, dejándolo sobre mi escritorio. Al regresar a ella, la besé por todo el cuerpo, aunque evitando su coño, cosa que me costó muchísimo por el olor que despedía, el cual invitaba a hacerle de todo ahí. Ella me miraba con deseo, pese a no llegar a desnudarme tampoco, ni tenía pensado hacerlo por muchas ganas que tuviera también, ya que mis pantalones me apretaban bastante, sobre todo por cierta zona al ver lo preciosa que estaba Irene con ese vello púbico crecido de nuevo.

Fui al armario a coger lo que tenía pensado usar con ella. Ella me esperaba sin moverse, expectante de lo que estaba por hacer. Al ver lo que llevaba en la mano, pasó a sonreír, mirándome a la cara con expresión de empezar cuanto antes. Así que la empecé a atar con esas cuerdas negras para dejarla bien inmovilizada y sujeta a las patas de la cama. Mientras lo hacía, podía notar cómo Irene respiraba de manera más acelerada y eso me ponía. Aunque no tenía pensado hacer nada en especial, pero sí que necesitaba que estuviera bien sujeta para que no se moviera nada en absoluto. Una vez acabé me quedé mirándola sonriendo, con ella que se le salían los ojos. Acariciaba su cuerpo, sus muslos sobre todo al haberla dejado bien despatarrada con las piernas bien dobladas al atar dichos muslos con sus tobillos.

-¿Qué crees que voy a hacer? -le pregunté con voz de meterme en el tema.
-No sé... No tengo ni idea.
-Bueno, dime qué es lo que te gustaría que te hiciera.
-Uff... -decía sofocada- Me gustaría que me follaras así conforme estoy. Pero muy fuerte, que me provoques muchos orgasmos y que acabes dentro de mí. Te quiero en mi interior lo que queda de día.
-No estaría mal, la verdad...
-Pero no lo vas a hacer.
-Ah, ¿no?
-No. Porque no me lo merezco. He sido mala y me tienes que castigar por ello.
-Bien, buena chica. Pero es que me estorba la ropa. Es que me aprieta mucho esto...

Me desnudé lentamente con ella levantando mucho su cabeza para mirarme bien. En lo que hice aquello, ella no paraba de resoplar. Me encantaba verla así de impaciente, así que me decidí a jugar más con ella.

-Dices que quieres que te folle, ¿no? -dije acercándome a ella.
-Ajammm...
-Yo también tengo ganas -le confesé rozando mi polla contra su ingle, dándome así un poco de placer.
-Pfff... Madre mía...
-Pero no toca de momento.

Me alejé un poco de ella, meneándomela al verla así, mirándola bien por todas partes, pero no me quise demorar más y volví al armario para coger una pluma larga y blanca que compré. Mi intención era hacerle cosquillas y por eso quería mantenerla bien sujeta. Ella me miraba con cara de no entender, pero una vez empecé a pasar la pluma por su cuerpo se empezaba a morder el labio. Parecía estar disfrutándolo, pero aquello solo era para abrir boca. Mi principal objetivo eran sus pies. Ya había comprobado en ocasiones anteriores cómo ella tenía bastantes cosquillas en esa zona de su cuerpo en específico y era algo que quería usar en una de estas ocasiones. También recordaba ver a Mario chincharla a veces con aquello, dando Irene cada bote que se ganaba nuestras risas.

Cuando pasé por esa zona, su expresión cambió y la verdad es que me resultó gracioso. Su cara era más de miedo. Y no le faltaba razón, porque estuve un buen rato jugando con ella de esa manera. Ella se esforzaba en aguantar, aunque no tardó mucho en empezar a estremecerse. Me gustaba hacerla sufrir un poco de esa manera, por lo que seguí para ver hasta dónde era capaz de llegar. Llegó un punto en el que a lo mejor sí que llegué a su extremo por cómo respiraba y gimoteaba, pero ella no se quejaba ni decía que parara. Pese a no parecer que fuera para tanto, paré, porque me estaba empezando a asustar su manera de respirar. De hecho, la liberé del todo al desatarla, tumbándome a su lado mientras ella se recuperaba cerrando sus ojos para tratar de tranquilizarse mientras trataba de ralentizar su respiración.

-¿Cómo estás? -le susurré una vez vi que se calmó.
-Bien.
-¿Qué tal?
-Bien, bien. Ha sido algo diferente. Nunca lo había hecho.
-Yo tampoco. Quería ver hasta dónde podías llegar.
-Pues he estado cerca del límite. He estado a nada de pedirte que pararas, pero no quería joder el juego...
-Me he asustado un poco cuando te has puesto a respirar así tan...
-No pasa nada. Ha sido algo diferente. No ha estado mal.
-Es que sé que tienes muchas cosquillas ahí. Me parecía un buen castigo.
-Y lo ha sido. No esperaba para nada eso cuando me has atado, la verdad.
-Todavía no hemos acabado...
-Ah, ¿no?
-No.

De nuevo, le empecé a acariciar su cuerpo, aunque rápidamente pasé a tocar su culo. Le metí los dedos en la boca y empecé a jugar con su ojete. Ella ya sabía a esas alturas lo que eso significaba y pasó a lanzar un gemido de agrado. Era un castigo a medias, pues sabía que el sexo anal le costaba y le llegaba a doler, pero también sabía que estaba empezando a disfrutar de él. Al rato ya estaba empezando a follárselo después de jugar con él durante un rato, comiéndoselo un poco además, aunque trataba de evitar su coño. Le eché bien de lubricante, porque ya le dolía de por sí como para hacerlo sin él y se la empecé a meter. Llegar al orgasmo con el sexo anal es complicado para una chica, especialmente si no se toca mientras tanto, cosa que evitaba al sujetarle las manos, aunque también me entretenía con sus tetas por momentos. Como he dicho, no quería que tuviera un orgasmo, así que procuraba que fuera así durante todo el tiempo, aunque no la privaba de que disfrutara con ese sexo.

Llegó un momento en el que me planteé follarla un poco de la manera más convencional, pero estaba viendo que si lo hacía se iba a correr nada más metérsela de la excitación que tenía encima y que llevaba arrastrando desde que empezamos con el juego. Pero conseguí que no acabara explotando de esa manera, aunque yo sí que lo hice, derramando mi corrida sobre sus nalgas, recibiéndola ella con gemidos de placer pese a no estar tocándose como podía ver bien al estar sus brazos estirados hacia delante. Me quedé sentado en la cama mirándola, aunque rápidamente cogí papel para limpiarla y que se pudiera poner boca arriba. Estuvimos un rato charlando ambos desnudos con ella sobre mí y bastante complacida pese a no haber llegado al orgasmo, pero se notaba que había disfrutado de aquello igualmente.

Después de todo aquello cenamos en casa al pedir algo a domicilio, pero ahí no quedaría el día, ya que teníamos pensado salir a tomar algo. Para ello, nos teníamos que duchar y me cercioré de que no se acabara tocando en la ducha. ¿Cómo? Pues duchándome con ella, cosa que me servía para calentarla un poco más, llegando hasta coger su mano para que me la agarrara e incluso me la meneara al ponerse dura. Hasta nos arreglamos juntos. No me fiaba de dejarla un momento, porque cuando Irene se enciende... Sobre las 11 de la noche, salimos ambos bien arreglados para irnos a algún sitio a tomarnos algo. No sabíamos muy bien dónde, pero no quería coger el coche, ya que me apetecía tomarme algo y si lo cogía, no podría beber nada de alcohol.

Al final acabamos yendo a uno que no quedaba muy lejos y estuvimos bebiendo un poco, charlando e incluso bailando. Aunque la notaba nerviosa. Seguro que estaba deseando irnos a casa para poder hacer algo más. Y me encantaba verla así. Tanto por el juego, como por las miradas de deseo que me echaba. Pero llegó un momento en el que la noté más nerviosa de la cuenta, especialmente cuando me agarró de la mano para llevarme a un sitio más apartado, casi a una esquina y para bailar allí.

-¿Estás bien?
-Claro. ¿Por?
-Te noto muy nerviosa. Mira, tanta gente por ahí... -dije intentando darme la vuelta.
-No te gires -dijo agarrando mi cara para que la volviera a mirar.
-¿Qué pasa?
-Nada. Quiero que me mires.
-Mmm...
-Pero que tú mandas, jejeje. Estamos jugando todavía, lo sé.
-Va, dime qué pasa. Te noto muy nerviosa.
-Es que...
-Va, suéltalo.
-Es que está ahí Noelia.
 
Capítulo 462 A

Me quedé mirándola en silencio. Si antes estaba nerviosa, ahora lo estaba más aún, seguramente por ver que no decía nada, pero es que fue mi manera de reaccionar. No era algo tan raro coincidir con ella al vivir yo en la misma ciudad en la que ella estudiaba, pero con tanto lío últimamente pues se me había pasado aquel detalle. Irene trataba de mirar por la zona como si la buscara, aunque se cuidaba de ser descubierta al taparse conmigo.

-¿La has visto? -le pregunté al fin.
-Mmm, es que se parece mucho a ella en todo. Creo que es ella. Pero no la mires.
-Me da igual que esté aquí. Me da igual cómo esté o lo que haya sido de ella. No me va a joder la noche, desde luego.
-Pero yo no quiero... Vámonos mejor.
-¿Estás incómoda?

Irene asintió con la cabeza con cara de pena, tal y como había hecho en varias ocasiones aquel día, pero esta vez era algo muy diferente. La verdad es que me ponía muy mal cuerpo verla así de incómoda. Haciendo memoria, no recordaba haberla visto así antes. Irene era una chica muy extrovertida y echada para delante como para dejarse amedrentar por cualquier cosa, pero al parecer esto sí que la tenía un poco de aquella manera. No dudé un instante al verla así.

-Vámonos.
-Vale, yo voy a pagar las copas. Tú quédate aquí y ahora salimos por la otra salida.
-No hace falta, Irene.
-Sí. Por favor.
-Vale. Aquí te espero.

Irene salió a paso ligero hasta la barra mientras yo me quedaba conforme estaba, dándole la espalda a todo el mundo que había ahí. Saqué mi móvil para no estar como un tonto mirando a la pared y así poder mirar algo, pero antes de que me diera cuenta, Irene ya estaba de vuelta. Me agarró de la mano y me llevó casi pegado a la pared para poder llegar hasta la otra salida, la cual no quedaba muy lejos. Ya en la entrada recogimos los abrigos y nos fuimos. Era aún temprano y me apetecía seguir de fiesta, pero ella tenía una cara muy larga, así que le cogí la mano, entrelazando mis dedos con los suyos. Irene me miró con una expresión rara de ver en ella, pues parecía una niña pequeña que estaba triste. No sé lo que me dio por dentro al verla así, que me paré, haciendo que ella también lo hiciera y le di un abrazo con fuerza.

-¿Por qué te pones así? -le pregunté al no entender el porqué de su estado de ánimo.
-Por nada.
-Ya... Mira, vamos a hacer una cosa. Nos vamos a ir a casa y nos vamos a poner cómodos para ver una peli tranquilamente. ¿Cómo lo ves?

Irene me puso una de sus bonitas sonrisas, pasando a asentir y a devolverme el abrazo, dándome las gracias. Aunque no llegamos a hablar nada durante el camino, pero sí que la abrazaba al pasar mi brazo por encima de sus hombros. Ella apoyaba su cabeza en mi hombro y así nos dábamos calor, porque aún hacía frío por la noche. Al llegar a casa, ella fue al baño para cambiarse y desmaquillarse. Yo lo hice bastante rápido al cambiarme de ropa solamente. Parecía que sí que Noelia me había jodido la noche. Otra más... Y es que tenía pensado follar con Irene al volver a casa. No quería ser tan malo y dejarla así hasta el día siguiente. Además, yo también tenía muchas ganas, especialmente después de verla tan guapa con uno de sus vestidos apretados y bonitos. De refilón vi como había salido sin sujetador y casi que sin bragas también por lo fino que era aquel tanga de hilo.

En lo que ella venía, preparé un par de chocolates calientes, que eso siempre levanta el ánimo, especialmente a ellas cuando están en esos días, o en una situación como esta. También hice palomitas para la película y las dejé preparadas. Al poco regresó en pijama, con una carilla larga por encontrarse así, aunque estaba muy guapa igualmente sin maquillaje ya, ni nada. Se le iluminó la cara al ver lo que había preparado, viniendo corriendo al sofá conmigo para echarse sobre mí y darme un abrazo muy fuerte, dándome también un beso en la mejilla. Me encantó ver esa reacción que tuvo y cómo de contenta se había puesto, pero antes de ver la película tenía que saber por qué se había puesto así. Por lo que le volví a sacar el tema con la esperanza de que esta vez sí que me respondiera.

-Irene, ¿por qué te has puesto así?
-Por nada. Ya te lo he dicho.
-Nadie se pone así por nada. Va, cuéntame. Que luego soy yo el que se lo calla todo...
-Es que... Se parecen tanto que se me ha removido todo por dentro. La echo mucho de menos -dijo con la voz quebrada.
-Venga, ya -dije abrazándola.

Irene se puso a llorar en mi hombro mientras yo trataba de consolarla con buenas palabras y caricias, aunque le costaba, pero para mi sorpresa, siguió hablando.

-Hace ya varios meses que pasó aquello y ya lo tenía asumido. Pero ver a esta... Chica. Verla y acordarme de ella al parecerse tanto... Uff...
-Te entiendo.
-Pero ya está. Esto es un bajón tonto. Nada más. Anda, pon la peli, jejeje.
-Lo siento.
-No te disculpes. Si no es culpa tuya que hayamos coincidido con ella.
-Ya, pero...
-Da igual, Javi -dijo dándome un beso en la mejilla y volviéndose a echar sobre mí.

Nos pusimos cómodos del todo y puse la película, bebiéndonos cada uno nuestro chocolate y comiendo palomitas. Ella parecía estar atenta, pero la verdad es que yo poco le prestaba atención a la pantalla, porque no se me quedó muy buen cuerpo al ver a Irene así y me jodía mucho, porque se encontraba así en gran parte por mi culpa. Si hubiera sabido hacer mejor las cosas, en ese momento podríamos estar todos juntos pasando un buen momento, pero ahí estaba ella, triste, sobre mí y con su respiración un poco agitada por su llanto previo. Me sentía muy culpable y me esforzaba en darle cariño a mi amiga en forma de caricias o besos en la cabeza para levantarle el ánimo. Ella también me devolvía esas muestras de cariño de la misma manera, pero no esperaba que nos acabáramos besando.

Era un beso muy diferente a los que nos solíamos dar, pues éste era muy lento y con mucho cariño. Hasta empalagoso podría decir. Pero no me importaba nada que lo fuera. De hecho, me estaba gustando mucho, porque era una manera más grande de darnos ese afecto que al parecer ambos necesitábamos en ese momento. La película seguía corriendo, pero ya poco nos importaba. Al igual que las palomitas, quedándose el bol a medias, aunque los chocolates sí que nos lo acabamos terminando. Quizá por eso me sabían tan dulces sus besos, o tal vez era por buscar más cariño que pasión. El caso es que nos pasamos así un buen rato, pero nuestros cuerpos pedían más. En ella se manifestaba en la manera en la que sus pezones se endurecían, mientras que en mí lo hacía en forma de una buena erección.

Llevado por esa excitación que se levantó en mí y la cual creía que no iba a experimentar esa noche por cómo había ido marchando todo, empecé a tocarle el cuerpo. Empecé por su espalda al colar mi mano por dentro de la camiseta de su pijama, aunque en cuestión de segundos pasé a la parte de delante para agarrar sus pechos, pero con delicadeza. Ella lanzaba algún gemido, aunque de manera baja y algo tímida. Me gustaba ese cambio en ella. Por primera vez experimentaba el sexo con Irene de una manera más de pareja por así decirlo, más que de amantes que solo buscan follar por follar. Era raro para mí, pues ella tenía novio y estaba seguro de que estaría acostumbrada a hacerlo así con él. No sabía si le resultaba raro como a mí al estar en esa situación conmigo, pero me dejé llevar para disfrutar de ella de esa manera un tanto nueva.

A los pocos minutos ya estábamos los dos desnudos en el sofá, aunque nos tapamos con la manta que estábamos usando previamente, ya que hacía frío. Sin embargo, no nos estorbaba para disfrutar el uno del otro. Estábamos tan encaramados el uno al otro que ni sexo oral hicimos. Eso sí, me encargué de humedecer su raja con saliva que eché en mis dedos para poder así metérsela más fácilmente en lo que ella me besaba el pecho. Se la metí muy lentamente y ella lanzó un gemido que me recordó mucho a otras tantas situaciones meses atrás. Es innegable que estaba muy a gusto y así se lo demostraba a mi amiga al empezar a moverme en su interior estando ella encima de mí, con una pierna a cada lado de mi cuerpo y su pecho pegado al mío, pudiendo notar como me clavaba los pezones.

Irene se empezó a mover hacia arriba y abajo para empezar una penetración lenta y constante en la que no varió mucho el ritmo. Yo también me movía a veces cuando ella se agarraba a mi cuello para besarme, parando mientras tanto, pero yo la agarraba del culo, moviéndolo para que siguiera follándome, o simplemente levantando yo mis caderas para seguir con la estimulación. Para mi sorpresa, Irene no tardó mucho en llegar a su orgasmo, el cual manifestó con grititos bajitos mientras se agarraba a mi cuello de nuevo y pegaba su cuerpo al mío lo máximo posible. Yo me seguía moviendo dentro de ella un poco más, pero paré para darle un respiro pese a que no lo necesitaba, como tantas veces había comprobado ya, pero esta vez era especial. Yo no llegué al orgasmo. No fue una estimulación tan alta para acabar y la mamada que me hizo por la mañana y luego el sexo anal que tuvimos con una corrida por mi parte en cada acto, me tenían bien preparado para no acabar tan rápido.

-Esto no era lo previsto -me dijo susurrando y medio riendo.
-¿Mmm?
-Se supone que hoy no podía...
-Bueno, técnicamente ya es otro día.
-Jajajaja.
-Además, bastante has tenido con lo de antes.
-Gracias. Necesitaba esto.
-Yo también.

Nos volvimos a besar, aunque esta vez ella se bajó de mí para quedar los dos tumbados de lado cara a cara. Aunque no tardaría mucho ella en darme la espalda para que la follara haciendo la cucharita. De nuevo nos sumimos en un sexo sosegado y con cariño, aunque esta vez yo estaba más activo al buscar sus pezones para pellizcárselos, de la misma manera que buscaba su clítoris para estimularlo después de humedecer mis dedos. Ella también lo estaba al empujar en ocasiones con su culo para acelerar la penetración un poco más. Así fue como le arranqué otro orgasmo en el que ella me agarró las manos con las suyas para sujetarlas con fuerza, quedándome esta vez dentro de ella durante más tiempo.

El último lo echamos con ella poniéndose a cuatro sobre el sofá, aunque no tardaría mucho en tumbarse para ponerme yo sobre su cuerpo, apretándolo contra el sofá al dejar caer mi peso sobre ella a petición suya. Puse mis manos debajo de su cuerpo para tocarle así las tetas, estrujándoselas de hecho. En esta ocasión, por la postura en la que estábamos, fui yo el que la besó más, haciéndolo por su cuello y sus hombros. Irene estaba muy a tono pese a lo diferente que era ese momento de otros tantos que habíamos compartido. También se esforzaba por girar su cabeza para poder besarnos en condiciones, lográndolo en ocasiones. Pero llegados a este punto en el que ella había acabado ya dos veces y yo ninguna, apreté un poco más, porque quería hacerlo.

El resultado fue acabar en su interior con sendas embestidas, esta vez más fuertes que las anteriores al venirme todas esas sensaciones tan placenteras. Ella también término por llegar, empujando con su culo hacia arriba para hacer esas penetraciones más profundas, sobre todo aquella última en la que me quedé dentro de ella durante bastante rato. Pero no íbamos a estar así toda la noche, y menos en el sofá con el peligro de mancharlo, así que me levanté con cuidado para ir a por papel y poder limpiarla mientras ella se tapaba con la mano para no derramar nada. Ella seguía muy cariñosa una vez lo hice. Hasta la llevé en brazos a la cama una vez acabamos después de que se pusiera el pijama. Me pidió que no tardara, pues mi idea era recoger lo del salón, porque ahí seguían los vasos y el bol con palomitas, pero con la carilla que tenía, no terminé de hacerlo y me acosté con ella para tratar de dormir.

Hubo muchas caricias en ese momento también, pero no desembocaron en nada más. Irene estaba muy mimosa después de aquel polvo en el sofá y yo también, así que nos abrazamos y algún que otro beso caía, pero ya no en los labios, sino donde nos pillara. No tardaría mucho ella en quedarse dormida entre mis brazos. Y yo tampoco tardaría más, siendo una de las noches en las que más y mejor había dormido en bastante tiempo.
 
Capítulo 462 B

Qué diferente había sido aquella noche a como tenía prevista, pero no hay mal que por bien no venga, porque disfruté de aquello casi que más que de la manera en la que tenía pensado hacerlo. Llevaba mucho sin un sexo así de sosegado y sentido y la verdad es que no me di cuenta de cuánto lo añoraba hasta ese momento. Echaba demasiadas cosas de menos, pero ya no había vuelta atrás en nada. Era imposible volver a aquello. Y me alegraba mucho que esto hubiera sido con Irene, una de las personas más importantes de mi vida. Ambos nos queríamos mucho y además de decírnoslo, lo demostrábamos con hechos como este o estando ahí cuando el otro estaba en una situación delicada.

Este razonamiento me llevó a pensar en Sofía. Ella era también una persona importantísima en mi vida y en cierto modo me sentía en deuda con ella por lo pasado recientemente entre nosotros. Me imaginaba en esos momentos previos antes de dormir si sería posible repetir lo ocurrido esa noche con Irene, pero con ella. Sería algo que me encantaría, desde luego, pero era algo veía bastante imposible. Seguro que si decía de probar volveríamos a las mismas con ella empezando a sentir cosas por mí. De hecho, veía bastante difícil volver a irme a la cama con ella y obviamente era algo que no me gustaba, porque si bien es verdad que no era como con Irene, sí que disfrutaba follando con ella también. De hecho, hasta me daba miedo ir a verla y tratar con ella en persona. Sentía que volvería a joder nuestra amistad si decía de relacionarme con ella de nuevo como llevaba haciendo desde hacía tantos meses.

Sería algo que hablaría con Irene al siguiente día, aunque antes de aquello, estaríamos durmiendo hasta media mañana, despertándome yo con una erección bastante bestia, como era lo usual ya. Ella lo notó también y se apretaba contra ella. De hecho, acabamos follando al desnudarnos rápidamente y ponerse ella sobre mí para levantar su culo y dejarlo caer y empezar así una buena penetración, siendo bastante rápida también. No fue un polvo especialmente largo tampoco, pues en unos 5 minutos me estaba corriendo dentro de ella. Solo se escuchaban nuestras respiraciones agitadas y el sonido del roce de las sábanas. Ni tiempo a gemir nos dio, pero fue un polvo muy reconfortante igualmente. Al igual que hice por la noche, la cogí en brazos, pero esta vez para llevarla a la ducha y hacerlo juntos, con algún que otro toqueteo.

-Javi -dijo una vez salimos de la ducha y nos empezamos a secar.
-Dime.
-Me apetece seguir follando. Estoy muy cachonda.
-¿Sí? ¿Y eso?
-Joder, mírate. Además, lo de anoche fue increíble, pero también me quedé con las ganas de hacerlo duro como a mí me gusta.
-No se puede tener todo -dije riéndome.
-Pues yo lo quiero todo de ti -dijo agarrándome para ponerme mirando hacia ella y subirse a mis caderas para empezar a besarme.

De esa manera, la llevé a mi habitación para echarla sobre la cama, con ella rebotando y riendo, aunque me empezó a mirar con mucha excitación, pasando a morderse el labio. Pero hacía frío y por mucho que nos pusiéramos a follar de nuevo, nos podíamos resfriar, así que fui a poner la calefacción, así conforme estaba, desnudo. Al regresar me la encontré sobre la cama de rodillas, aunque con las piernas bien abiertas, tanto que su coño rozaba la cama. Verla así, con su pelo húmedo, su triángulo de pelo ahí abajo y, esa pose tan sexy y su cara de vicio, hizo que me lanzara sobre ella para comérmela viva. Al fin podía disfrutar de su coño al poder comérselo, estando en ello durante varios minutos hasta que se acabó corriendo en mi boca a grito limpio.

Pero ella es muy insaciable, así que me puso sobre ella al tirar de mí para que la follara de inmediato. Y así lo hice al metérsela del tirón, con ella lanzando un gruñido, aunque no de queja, sino del placer que le dio. De nuevo, otro folleteo rápido en el que ella volvió a alcanzar su orgasmo, arañándome la espalda con fuerza al hincarme sus uñas. Irene estaba como poseída. Parecía haberse olvidado del juego del día anterior, porque nada más correrse, me giró para ponerme boca arriba en la cama y lanzarse sobre mi polla para comérsela como una loca. Hasta cuidaba el detalle de comerme bien los huevos, algo que la verdad no es que me haya llamado nunca la atención, aunque lo disfrutaba igualmente. Podía ver cómo ella se tocaba mientras me la comía, haciendo movimientos circulares con sus dedos sobre su clítoris.

De nuevo se acabó corriendo al cerrar sus piernas, aunque dejando su mano donde estaba, aparentemente siguiendo con ese tocamiento. A mí no me dio tiempo a correrme. Lo había hecho hacía nada, además de las tantas del día anterior, pero estaba muy a gusto y contento al ver a Irene así. Ella no quería parar, por lo que se subió sobre mí, acariciándose a sí misma con mi polla para luego metérsela hasta el fondo y empezar a botar al apoyarse sobre sus pies en la cama. Poco a poco lo hacía con más intensidad, llegando a hacer los típicos ruidos de palmeo al chocar nuestros cuerpos, aunque cada vez era un ruido más grande. Pero pronto dejaría de hacerlo al follarme como a mí más me gustaba. Durante todo el tiempo ella gemía alto, como si se estuviera dejando llevar al máximo por la excitación que tenía. Y la verdad es que yo me sumaba a ese concierto por la manera que tenía de follarme.

Ella pegaría su cuerpo al mío después de estar follándome así durante un buen rato. Al parecer buscaba mis labios para besarme, aunque también buscaba mi lengua al meter la suya de manera ardiente. Yo aproveché para agarrarla del culo y subirlo y bajarlo para seguir con esa penetración, permitiéndole algo de descanso a ella, quien no paraba de moverse. Aunque necesitaba una marcha más, por lo que me apoyé sobre mis talones para elevar nuestros cuerpos y así hacer una penetración mucho más rápida y dura. Irene gemía a estas alturas como si la estuvieran matando, pero aún quedaba bastante, porque después de estar así unos minutos la puse a cuatro, para follarla de nuevo con dureza, como a ella le gustaba. Fue ella misma la que me pedía que la agarrara del pelo con fuerza y tirara de él, y así lo hice. Así fue como le provoqué otro orgasmo, con ella lanzando un grito muy fuerte, pasando a jadear bastante.

Tras eso, seguimos de folleteo en otras posturas y volviendo a hacer otras que ya habíamos hecho anteriormente. Como resultado, ella se corrió unas cuantas veces más, llegando yo a hacerlo solo una vez al acabar en su boca y tragar ella rápidamente para seguir chupando como si así fuera a recibir otra más, pero era imposible, porque estaba vacío. Sudorosos y jadeantes acabamos los dos boca arriba, aunque no tardaría ella en echarse sobre mí para pasar su brazo hasta el costado, quedando así abrazada a mí. Estuvimos en silencio. No hacían falta las palabras para describir lo bien que había estado. Pero no íbamos a estar ahí toda la mañana, así que dijimos de levantarnos, para darnos una nueva ducha, porque sudamos tanto que la que nos dimos antes de volver a la cama no había servido de nada.

Ella fue a echar a lavar las sábanas mientras yo ponía unas nuevas, encontrándonos de nuevo en el baño ambos desnudos para volver a ducharnos juntos. Para mi sorpresa, ella seguía con ganas de juerga y acabamos echando otro polvo en la ducha, agarrándola yo de las caderas mientras ella apoyaba sus manos y su cara en la pared, gimiendo alto. Para mi sorpresa, de nuevo, me acabé corriendo, pero esta vez dentro de ella, lanzando también un gemido alto. Ella también llegó, pudiendo notar yo cómo le temblaban las piernas, además de sus contracciones vaginales. Al salir de la ducha volvimos desnudos a la habitación para ponernos algo de ropa y luego ir a la cocina a desayunar algo, porque estábamos muertos de hambre después de tanto movimiento, tanto esa mañana como la noche anterior. Ya había perdido la cuenta de cuantos orgasmos habíamos tenido entre los dos y había que reponer fuerzas.

El problema fue que al salir me encontré a Andrea sentada en la mesa grande del salón, comiéndose unos cereales mientras miraba la tele. Me quedé bastante cortado porque pensé que nos había podido oír a Irene y a mí en el tema. Me inundó una extraña sensación de vergüenza que hacía tiempo que no sentía y ver tanto mi ropa como la de Irene tirada por el sofá y por el suelo por lo que ocurrió la noche anterior tenía algo que ver. Casi sin saludarla volé hasta el sofá para coger toda esa ropa y llevarla corriendo a mi habitación. Al regresar, haciéndolo con Irene, recogí los vasos y el cuenco de palomitas que dejamos allí, pasando a presentarlas. Aunque Irene no necesitaba a nadie, porque fue ella misma la que se acercó a ella para darle dos besos y preguntarle cómo se llamaba. Pero tampoco le di mucha oportunidad a que hablaran mucho más, ya que la cogí de la mano para llevarla a la cocina.

-¿Qué te pasa, Javi?
-Joder, me da vergüenza.
-¿Vergüenza de qué?
-Pues de que es mi compañera de piso y a lo mejor nos ha oído.
-Pues seguramente, porque me la he encontrado al traer las sábanas. Me ha pillado desnuda, jajaja.
-Joder... Vaya tela. Que luego hemos follado en la ducha.
-Ya. Es que a mí me da bastante igual que me oigan. ¿A ti no?
-Hombre, pues con ella, no.
-Qué tontería. Mira el lado bueno. Al menos no te la has encontrado cuando has venido a poner la calefacción, que ibas desnudo... Jajajaja.
-Me parto.
-Que no es para tanto, va.
-Venga, vamos a desayunar, anda...

Desayunamos tranquilamente mientras Andrea acababa con el suyo, entrando para dejar lo que había usado en el fregadero. No quería pedirle opinión a Irene de ella porque nos podía oír y bastante había hecho ya el tonto delante de ella como para seguir haciéndolo, porque seguro que Irene no se cortaba un pelo en darme su opinión de ella. Al acabar de desayunar, nos fuimos al salón para estar allí tirados durante un rato, sumándose Andrea a nosotros. Las chicas estuvieron hablando mientras yo trataba de hacerme el loco, porque seguía sintiendo vergüenza por haber visto Andrea nuestra ropa, indicio muy claro de lo que había pasado en el sofá, además de los gemidos provenientes de la ducha.

Poco participé en la conversación que tuvieron en la que cada una contaba un poco de su vida, con Irene sin parar de decir que yo era una persona muy importante en su vida y que nos queríamos mucho. Andrea se limitaba más bien a contar temas relacionados con la universidad, como lo que estaba estudiando, cómo le iba en las clases y alguna anécdota que tenía lugar en la universidad. Aunque también dijo que me estaba muy agradecida por el favor que le hice con el tema de poder vivir allí y de que le ayudara como hacía en la academia, aunque esta vez sin pedir nada a cambio. Irene parecía encantada con todo lo que Andrea contaba sobre el gran favor que le hice, aunque yo estaba entretenido con el móvil procurando no mirar mucho a Andrea.

Pero la cosa cambió cuando Irene se puso a hablar bien sobre mí, comentando alguna situación delicada, hablando quizá más de la cuenta, pero sin dar muchos detalles. En ese relato contaba cómo yo le había ayudado en momentos en los que ella lo necesitaba. Todo sería normal de no ser porque Irene se puso a sobar mi entrepierna con su pie descalzo. En cuanto hizo aquel movimiento la miré, pero ella seguía mirando a Andrea para seguir hablando con ella, gesticulando y todo. A estas alturas sabía de sobra lo morbosa que era ella y ésta, seguramente aprovechando cómo estábamos los tres sentados en el chaise lounge, pareció ocurrírsele tocarme de esa manera. La verdad es que me estaba entrando bastante morbo a mí también e Irene se aprovechaba también al estar la mesa con las faldillas de por medio para estar bien oculto por esa parte para seguir haciéndolo, incluso con más intensidad cada vez.

Yo me dejé llevar y permití que siguiera, acariciando sus pies con mis manos para hacerle entender que me gustaba aquello. No recordaba haber hecho algo así tan arriesgado desde aquella vez que follé con mi ex en la piscina con nuestras madres a pocos metros de nosotros. Y me estaba gustando esa sensación. Tanto, que después de que Irene me mirara con un gesto de complicidad humedeciéndose los labios, aunque de manera disimulada, me vine arriba y me bajé un poco los pantalones y los boxers, agarrando sus pies para que siguiera. Evidentemente lo hice de manera disimulada también para no dar el cante, aunque Andrea no se estaba enterado de nada, porque seguía hablando con mi amiga como si tal cosa. Estaba muy cachondo con lo que estaba pasando, aunque Andrea se levantó un momento para ir a su habitación y coger algo para enseñárselo a Irene, momento que aproveché para hablar con mi amiga.
 
Capítulo 463

-No me puedo creer que sigas con ganas -dije susurrando y riéndome.
-Ya te lo he dicho. Contigo siempre tengo ganas. Y qué morbo...
-Joder, ya ves. Estoy a mil. Haces esto muy bien.
-No es la primera vez que lo hago, jajajaja.

Irene se incorporó, poniéndose de rodillas para agarrar mi cara con una mano y darme un beso que rápidamente se convirtió en un morreo, aunque más rápido lo paramos al regresar Andrea, pillándonos en aquel beso. De nuevo me entró la vergüenza de antes, aunque a Irene no, pues se volvió a poner en su sitio conforme estaba antes mientras se reía. Eso no significa que la cosa acabara ahí, pues, aunque yo estaba con esa vergüenza, seguía con una erección muy grande y ella aprovechó aquello para seguir con lo que estaba haciendo antes. De nuevo se apoderó de mí ese morbo, dejándome hacer hasta que se quedaron en silencio mirando la tele. Pero pronto saltaría Irene diciendo que nos íbamos a ir a mi habitación para echar una minisiesta, dando como excusa que la noche anterior habíamos salido de fiesta y que teníamos sueño.

Fue algo muy cantoso, pues no había que ser muy listo para darse cuenta de lo que íbamos a hacer en realidad y seguro que Andrea se había dado cuenta. Especialmente después de pillarnos en aquel beso en el que Irene estaba casi sobre mí por completo. Menos mal que no pudo ver cómo me agarraba la polla por debajo de las faldillas. Pero ahora tenía el problema de levantarme para ir hasta mi habitación, teniendo que hacerlo delante de mi compañera de piso, arriesgándome a que me viera empalmado. Decidí esperar un poco para que se me bajara el asunto, pero estaba costando más de lo que esperaba. Aproveché un momento en el que ella se puso a mirar algo en su móvil para hacerlo y salir disparado a mi habitación, donde ya estaba Irene esperándome.

Iba a echarle un poco la reprimenda, pero al encontrármela desnuda, abierta de piernas y tocándose, no pude hacer otra cosa que ir hacia ella para empezar a besarla y tocarla. Pero sí que me cuidé de cerrar la puerta, cosa que no debería levantar tanta sospecha en Andrea, pues yo siempre dormía con la puerta cerrada. Irene y yo nos empezamos a enrollar, con unos morreos muy guarros, además de no parar de meternos mano, yo metiéndole los dedos mientras ella me masturbaba también a buen ritmo y con fuerza. No tardó nada en desnudarme para ponerse sobre mí e ir bajando por mi cuerpo para empezar a comérmela tragando bastante y de manera rápida.

-Irene, despacio, que no quiero que se entere de que estamos aquí...
-No es tonta -dijo sacándose mi polla de la boca-. Seguro que se ha olido lo que vamos a hacer. Además, seguro que piensa que esto es normal.
-Vale, pero tampoco hace falta que se note tanto que vamos a follar.
-Ayyyyy, que se pone tímido... -dijo riendo.

Irene volvió a comérmela a buen ritmo, aunque no tardó mucho en sacársela para montarse encima de mí para empezar a follarme a buen ritmo como a mí más me gustaba. Parecía estar haciéndome caso en aquello de no hacer ruido, porque no estaba armando un escándalo como sería lo normal en ella en un momento como ese, pero de los clásicos jadeos que se hacen al follar no pasaba. Eso de primeras, porque conforme pasaban los minutos sí que lanzaba algún gemido, pero yo me encargué de callarla al besarla. También era consciente de que se tenía que estar cansando por mucho que estuviera a mil, por lo que cambié la postura para ponerla boca arriba y follarla yo también a buen ritmo. Pero de nuevo, se le escapaba algún que otro gemido, esta vez de manera más alta. Así que opté por cerrarle la boca con una de mis manos, aunque ella lo interpretó como un juego, como si fuéramos a tener un sexo más duro.

-Sí, sí -decía con su voz ida-. Agárrame del cuello. Me encanta.

Irene bajó mi mano desde su boca hasta su cuello para que se lo apretara. Pero se le seguía escapando algún gemido, por lo que me puse muy cerca de ella para decirle que o paraba de hacer ruido o paraba de follarla. Puso su mano en su boca y seguí dándole hasta que se corrió arqueando su espalda y apretando su cabeza contra la cama al echarla hacia atrás. Aun así, se le escapaba algún gemido a través de su mano, especialmente cuando seguí follándola de manera más intensa todavía cuando ella se estaba corriendo. Así, al par de minutos después de esa follada tan intensa, me acabé corriendo dentro de ella, haciéndolo mi amiga también al apretar mi cuerpo con sus piernas. Le tuve que tapar de nuevo la boca con mi mano, pues esta vez su orgasmo se alargó más de lo que lo solía hacer, aunque tampoco fue mucho, pues a los segundos estábamos igual, pero ya habiéndola soltado yo.

Nos quedamos unos momentos en la cama así abrazados, conmigo en su interior, hasta que tuve que coger papel para limpiarnos un poco, haciéndolo después con toallitas. Pero Irene necesitaba ir al baño, así que se levantó, pero es que parecía que iba a hacerlo desnuda, así que le dije que se vistiera, volviendo ella a reír. Al volver se tumbó a mi lado, estando ya ambos vestidos. Nos abrazamos y nos dimos unos mimos que hacía bastante que no tenía después de echar un polvo, sin contar los de ese fin de semana. Estuvimos remoloneando un buen rato hasta que poco antes de la hora de comer fuimos al salón con la intención de pedir algo, porque estábamos hambrientos. Andrea se nos sumó al plan, así que la media hora estábamos los tres comiendo en la gran mesa del salón. Y esta vez no estaba ya como antes pese a venir de follar, otra vez.

Tampoco me puse como antes cuando acabamos y volvimos al sofá, esta vez para ver una película, pero no como la noche anterior, pues le dije a Irene en lo que recogíamos que ya se había acabado el folleteo. En parte porque estaba Andrea ahí y también porque nos habíamos hinchado en muy pocas horas y me tenía seco. Ella volvió a reír, aunque dijo que lo entendía, pero que luego no fuera buscándola cuando tuviera ganas. Evidentemente lo decía de broma, pues yo no era el único que la buscaba a ella para echar un polvo. Así se nos pasó la tarde, estando los tres en el salón viendo una película hasta que, a media tarde, Irene dijo que se iba a marchar para volver a casa, porque no quería que se le hiciera tarde.

Se despidió de Andrea con dos besos diciéndole que le había caído bien y que esperaba verla más a menudo, haciendo ella lo mismo. La acompañé a la puerta para despedirnos con más intimidad y allí en la puerta nos volvimos a besar, dándonos un buen morreo, pasando después a un abrazo. Me dijo que me quería un montón y que a ver si nos veíamos pronto, pidiéndome que bajara para echar una cerveza con ellos, ya que le gustó que fuera la última vez cuando me volví a juntar con el grupo después de tantos meses sin hacerlo. Le dije que sí, que a mí también me gustó hacer aquello, pero que el trabajo no me lo ponía fácil para poder quedar con ellos entre semana. Ella dijo que ya convencería a todos para hacerlo de vez en cuando en fin de semana, aprovechando de paso para irnos a algún local después para echar alguna copa. Nos dimos un pequeño pico y se marchó de casa. Al regresar al salón, me senté junto a Andrea, quien me miraba con una expresión muy sonriente, pasando a mirar la tele sin borrar esa sonrisa de su cara.

-¿Qué pasa? -le pregunté al verla así de contenta.
-Nada. Que me alegra mucho las amistades que tienes. Ojalá tener yo unas amistades tan cercanas.
-¿Por qué dices eso?
-Porque nunca he sido de salir mucho. Así que no he conocido a mucha gente. Además, en mi pueblo no hay instituto y pues siempre me ha costado encontrar el típico grupo de amigos. Siempre he estado bastante sola.
-Bueno, pero eso puede cambiar ahora que vives aquí.
-Ya...
-Ahora lo tienes más fácil al estar aquí todo el tiempo y al vivir en el centro.
-También es que soy de quedarme estudiando y eso.
-Eso está muy bien, pero también hay que divertirse.
-Llevas razón. ¿Sales mucho con Irene?
-Solía hacerlo cuando vivíamos en el mismo sitio, pero siempre que puedo aprovecho para ir a mi ciudad y estar con ella y con los demás amigos, además de con mi familia.
-Qué bien. ¿Y con Sofía también?
-Sí. Bueno, últimamente menos por eso... Pero ya ha vuelto y estamos hablando y tal. Tengo que ir a verla -dije titubeando un poco en esas últimas palabras.
-¿Por qué lo dices así?
-Porque tengo un poco de miedo. No quiero cargarme nuestra amistad. Aunque diría que ya lo he hecho.
-Bueno, hazlo con cuidado. Ayúdate con Irene. Seguro que no tenéis problema.
-Ya veré... ¿Y tú? ¿Qué has hecho este fin de semana?
-Poca cosa.
-¿No has visto al novio?
-¿Eh? Mmm, no.
-Vaya.
-No ha podido ser. Y esta mañana, temprano, mis padres se han puesto a discutir y he cogido y me he llevado a mi hermano a jugar un poco al parque para no estar en medio. Al regresar mi padre ya no estaba y he aprovechado para venirme, porque me cargan mucho sus discusiones.
-Entonces, ¿desde cuándo llevas aquí?
-Pues desde temprano. Mucho antes de que Irene saliera...
-Joder... -dije tapándome la cara.
-Pero que no pasa nada. Entiendo que... Bueno, que es normal que eso -dijo al verme con la cara enrojecida seguramente.
-Ya... Oye, que si quieres luego un día que me acerque a mi ciudad te puedes venir para salir con nosotros. Así te distraes -dije para cambiar de tema.
-¿Qué? Pfff... Qué tontería.
-¿Por?
-¿Qué pinto yo con vosotros?
-¿Cómo que qué pintas? Pues echar un rato con nosotros. ¿Cuál es el problema? ¿Qué pasa? ¿Tan viejos nos ves como para pasar tiempo con nosotros? -dije riéndome.
-Nooooo -respondió poniéndose roja.
-¿Entonces?
-Pues que no... Es que no soy mucho de salir. Ya te lo he dicho.
-Podemos salir tranquilamente, no te preocupes. No somos de emborracharnos ni nada de eso.
-Mmm... ¿Y para dormir y todo? Quita, quita.
-Pues te quedas en casa de Irene.
-¿Cómo dices eso tan a la ligera?
-Joder, porque tengo mucha confianza con ella. Estoy seguro de que no me dirá que no si se lo pido. Allí puedes dormir, ducharte... Lo que necesites.
-Anda...
-Bueno, pero que si no vas, es porque tú no quieres. Podrías venirte para tomarte algo con todo el grupo, o solo con los más cercanos a mí si te da vergüenza o algo. Podríamos comer por ahí y luego tomarnos algo, no sé.
-Mmm, no creo.
-Como querías. Ahora, como Irene se ponga cabezona en que te vengas algún día, te vas a tener que venir conmigo. Te aviso, jajaja.
-¿Por qué se iba a poner cabezona en eso?
-Porque le has caído muy bien. Te lo aseguro.
-Pero tampoco es para eso.
-Irene es muy abierta. Con el rato que ha estado aquí hablando contigo, seguro que se interesa por ti. Por eso te digo que no te extrañes si algún día me pide que te diga de venirte con nosotros.
-Vale... Ya veremos.

En cuanto terminamos de hablar, Andrea se marchó a su habitación para estudiar un poco, porque no quería dejarse mucho en ese aspecto. Yo me quedé allí pensando en ella y si sería capaz de venirse con nosotros algún día. Por cómo se puso y por lo que veía en ella, lo dudaba bastante. Era verdad que no era de salir mucho. De hecho, no recordaba haberla visto salir por la noche desde que vivía conmigo. Tampoco había llevado allí a nadie más que a su madre y solo fue aquel día en el que vino a conocerme y a ver la casa. Era un poco solitaria y eso me preocupaba, pues yo también fue así varios años atrás y sabía que no era algo bueno. Más grave lo vi cuando recordé aquello que dijo que ojalá ella tuviera amigos así. La verdad es que pensaba que estaría bien que saliera para divertirse, por lo que pensé en decírselo de vez en cuando para ver si se animaba.

Por la noche, ya en la cena, no hablamos mucho más allá de lo que solíamos hablar siempre, aunque esta vez se animó a pedirme algo de ayuda con el francés, porque se acercaba el examen y estaba nerviosa. Yo le comenté que si había aprobado el primer cuatrimestre, ese del que se iba a examinar en pocas semanas no debería tener mucho problema. Ella me rebatió lo que le dije alegando que había aprobado muy justa y que eso no la tranquilizaba, pero aquello me sirvió para decirle que ahora que estaba teniendo más refuerzo, debería sacar mejor nota. También le mencioné la nota tan buena que sacó en el trabajo aquel que desembocó en ese intento de beso fallido por mi parte, pero ella me respondió diciendo que yo la había ayudado bastante y que para el examen no iba a estar ahí con ella.

Al final la calmé diciéndole que estaría ahí para cualquier duda que tuviera y que estuviera tranquila, que ponerse nervioso no sirve de nada y lo único que hace es empeorar el examen, además de recomendarle que repasara bastante vocabulario para que entendiera todo lo que le ponían. No acabó tan convencida como yo esperaba viendo el progreso que estaba haciendo, pero no estaba tan nerviosa como cuando sacó el tema. Tras la cena, no tardó mucho en irse a dormir, porque ese día había madrugado mucho por el tema de la discusión de sus padres y necesitaba descansar. Yo tardé un poco más en hacerlo, como siempre, pero no había nada interesante en la tele ni nada, así que me acabé acostando mientras miraba el móvil leyendo mensajes en el grupo grande en el que estábamos todos los amigos, pero tampoco había nada que me llamara la atención. Leí algún mensaje de Fátima y de Ana, además de Mario, pero no veía nada raro para lo que supuestamente Mario y Ana habían hecho ese fin de semana. Ya le preguntaría a mi amigo.

Ya tratando de dormir al dejar el móvil me puse a pensar en el fin de semana que había tenido. Fue uno bastante bueno pese a tener ese momento tenso con Irene al según ella haber visto a Noelia. No estábamos seguros de que fuera ella realmente, pero fue más que suficiente para despertar muchos recuerdos en Irene, lo cual desembocó en un bajón importante en el que acabamos teniendo un sexo tan raro en nosotros como agradable. Ese hecho de tener aquel sexo me dejó algo pensativo, porque me hizo recordar muchas cosas, y no me llegué a poner triste para mi sorpresa, pero sí que me di cuenta que era algo que echaba mucho en falta, pero tampoco quería ir buscándolo mucho. No tendría problema con chicas a las que conociera poco, pero con las que más conocía como Irene o Sofía, sí que lo veía un problema por la posibilidad de despertar cosas por alguna parte que no quería, especialmente en Sofía.

Tampoco tardé mucho en ver que no podía hacer aquello repetidamente por eso mismo, pero si se daba la ocasión, no iba a dudar en disfrutar de aquello, porque también me gustaba hacerlo así. Y Sofía se me volvía a pasar por la mente. ¿Cómo debía enfocar todo con ella? ¿Debía acercarme como si nada hubiera pasado? ¿Debería dejar pasar más tiempo? No tenía ni idea de qué hacer, pero pensaba en pedirle opinión con Irene al preguntarle cómo la veía, porque sabía que se verían todos los días. Y de ella pasé al día con Irene con ese folleteo que casi no cesaba, siendo algo más normal en ella. La verdad es que acabé bastante saciado después de la ansiedad que tenía durante los últimos días de la semana al no haber mojado desde el finde anterior, pero a ver lo que me duraba, porque en ese momento también me harté de follar y me costó sobrellevarlo, aunque también era verdad que habían pasado dos semanas.

Empezaba una nueva semana, y con ella, un nuevo mes, aunque en realidad lo hizo ese domingo. Empecé con mi rutina, aunque para ello me tenía que apuntar al nuevo gimnasio que me encargué de buscar por la noche al costarme dormir. En nada ya estaba todo listo y me encontraba usando las máquinas de allí. Era similar al otro por dentro, aunque por fuera se veía bastante cutre, como si fuera un almacén más que un gimnasio. Acabé yendo a aquel que había a las afueras de la ciudad, el cual veía varias veces al ir a correr por allí y era algo que me venía bien, porque podía dejar allí mis cosas para ir a correr y luego recogerlas para irme a casa directamente, no como en el otro, que primero dejaba mis cosas y luego me iba a correr, enfriándome un poco por el camino.

En este gimnasio pasaba lo mismo que en aquel al que iba antes, la gente iba mucho a su bola. Y mejor así, porque evitaba sucesos como los ocurridos con Lola o con Natalia. Aunque veía a varias chicas guapas y muy atractivas, pero estaba bastante saciado y de alguna mirada no pasaba. Tampoco estaba interesado en acercarme a ninguna. Desde lo de Cintia, prefería no conocer a mucha gente nueva. Así que, si me apetecía algo, pues contactaría con alguna conocida. El problema era que tampoco tenía tanto donde elegir. Con Eva y Raquel se me había acabado el chollo, aunque tampoco es que hubiera habido mucho. Con quien sí se me acabó fue con Lola por esa relación tan espontánea. Y era una pena, porque me gustaba hacerlo con ella. Y con Sofía pues más de lo mismo, aunque tenía que tantear aún cómo estaba nuestra relación de amistad, así que solo me quedaba a Irene como persona más cercana a mí para aquello. Bueno, y Fátima, aunque no me atraía tanto ya como para estar repitiendo mucho con ella, pero si se daba la ocasión y me apetecía, tampoco iba a decir que no.
 
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