Keranos
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Capítulo 483
Después de comer me enteraría de uno de esos cambios. Sofía me llamaría al móvil y yo creyendo que estaba aburrida se lo cogí, con la idea de que íbamos a hablar, pero resultó ser un tema algo peliagudo. Al parecer su abuelo se había puesto malo y no era algo ligero. Es cierto que en los días previos a ese momento había mencionado algo cuando hablábamos por teléfono o en persona cuando me acercaba a mi ciudad para estar con ellos, pero al parecer se había agravado lo que tenía. Ella se mantenía positiva, aunque yo me llegué a preocupar por ella. Sin embargo, por casa no eran tan positivos y tanto su madre como su abuela se sentían también preocupadas, por lo que decidió irse de nuevo una temporada a casa para hacerles compañía y tratar de levantar los ánimos a todos. Le deseé una pronta recuperación para su abuelo y que me mantuviera informado, diciéndole que la llamaría asiduamente para que me mantuviera informado, agradeciéndome ella el interés.
Después de hablar con Sofía, me acordé de lo que pensé el día anterior respecto a Rebeca. Quería hablar con ella para terminar de dejar claro lo que pasaba entre nosotros y que no se le fuera la lengua contándoselo a quien no debía. Así que la llamé, pero no me lo cogía. Al rato lo volví a intentar y me lo acabó cogiendo, pero la notaba rara por su tono de voz. Le pregunté si se encontraba bien y ella me dijo que no, echándose a llorar. Me alertó un poco verla así, tratando de preguntarle qué le ocurría, pero no era capaz de vocalizar y al final acabó colgando. No entendía nada de lo que estaba pasando y solo esperaba que no tuviera que ver conmigo. Para salir de dudas le pregunté por WhatsApp, pero no me respondería hasta pasado un rato, diciéndome que no podía hablar. Le pedí explicaciones de por qué se había puesto así, preguntándole si era por mí, afirmándome ella que algo tenía que ver.
Torcí un poco el gesto, aunque no tenía my claro por qué se podría haber puesto así conmigo, pero la experiencia con más chicas me decía por dónde podía ir la cosa. Ella me decía que no le apetecía nada hablarlo y en realidad era mejor así, porque yo no quería hacerlo ni por mensaje ni por llamada ni en su estado. Era algo que parecía ser serio y la mejor manera era hacerlo en persona. Por eso acordamos en que hablaríamos cuando ella saliera de clase. Lo hacía a las 2 y media de la tarde y tenía que volver a su pueblo en autobús, pero cambiamos ese plan para llevarla yo y poder hablar de camino tranquilamente sin que nada nos molestara. A ella le pareció bien, pero no soltó nada de lo que le ocurría. Tampoco tenía que esperar mucho para saberlo, pero no podía evitar estar algo nervioso al poder salir aquello mal por lo que yo creía que era.
Al dejar de hablar con ella recordé que tenía llamadas perdidas de Fátima, pero no se lo cogí porque me pilló en el asunto con Mónica. Por las horas que eran me extrañó, pero tampoco le di mucha importancia porque pensaba que estaba de fiesta y que a lo mejor había bebido un poco de más y me llamaba para jugar de esa manera. Sin embargo, no tenía mensajes de ella y eso me extrañaba aún más, pues lo más normal era mandar un mensaje si no se lo cogía, pero al parecer ella no lo terminó de hacer, porque no tenía ninguno. Al llamarla me lo cogió al instante, aunque lo que me dejó descolocado fue su manera de cogerlo, hablando de manera seria, casi con tono de reprimenda.
-Contigo quería hablar yo...
-Anoche vi que me llamaste varias veces, pero es que estaba ocupado y no te lo podía coger, además de que ya era tarde. ¿Todo bien?
-Javi, ¿tú me has echado encima a Mario?
Uff... Esto parecía que iba a ser una charla de las intensas. ¿Qué habría hecho Mario para que Fátima me llamara por la noche en repetidas ocasiones y ahora me hablara de manera tan seria y me echara aquello en cara? Al oírla hablar así me puse algo tenso, pero no porque me fuera a echar la bronca, sino porque a lo mejor mis comentarios sí que incitaron a Mario a ir a saco a por ella.
-¿Echártelo encima?
-Sí. ¿Lo has hecho?
-No le he dicho que vaya a tu casa para que te eche un polvo si es lo que te estás imaginando.
-Ya...
-Hemos hablado un poco y algún comentario sobre ti le he hecho, pero no le he dicho que se plantara en tu casa para buscarte, vaya...
-Pues es lo que parece.
-¿Pero qué ha pasado?
-Anoche nos encontramos en un pub. Íbamos unos cuantos a tomar algo y aparecieron de casualidad, porque nos contaron que estuvieron cenando ellos dos solos y que les apetecía una copa.
-Ajá.
-Y una vez nos vieron se acercaron.
-No lo veo raro.
-No. Eso no es raro. Pero espérate.
-Vale.
-Estuvimos en el local ese al que hemos ido una vez que tiene un patio. ¿Sabes cuál te digo?
-Sí.
-Pues nos salimos allí un poco, porque ya empieza a hacer bueno y es agradable estar tranquilamente ahí. Además, dentro el aire se vicia y la gente hasta se marea un poco. Y la música está muy alta.
-Ya, ya lo sé.
-Pues allí estuvimos hablando. De esto y de aquello, como siempre. Pero ya notaba algunas miradas.
-¿Miradas?
-Pues sí -dijo con retintín-. Están que no paran con Ana. Pero luego Mario me empezó a mirar de vez en cuando. Y me sonría.
-¿Y ya está? ¿Por eso crees que te lo he echado encima?
-No. Déjame acabar.
-Vale, vale.
-Al entrar de nuevo para bailar un poco y tal, estuvieron los tres muy juntitos, como lo están últimamente. Pero al rato, Ana se quedó a solas con Irene mientras Mario iba al baño. Creo. No lo sé exactamente.
-Vale. ¿Qué más?
-De repente, Mario apareció de la nada agarrándome de la cintura. Y me aparta para hablar conmigo. Me empezó a decir que no hablábamos mucho, que si me veía muy guapa...
-Seguro que lo estabas -dije para que se calmara.
-Eso no viene a cuento ahora. Nos sentamos para poder hablar mejor y se puso a hablarme de una manera más cercana. Me acariciaba la mano, algún mechón del pelo, o incluso la cara.
-Bueno, él se pone así de vez en cuando.
-Pues conmigo nunca se había puesto así.
-Bueno, le habrás llamado la atención.
-Estuvimos un buen rato hablando y él me miraba con una sonrisilla todo el rato. Me decía que tenía unos ojos preciosos y...
-Es que los tienes -dije de nuevo interrumpiéndola para intentar calmar la situación.
-Bueno... Pero me miraba también mucho por la boca.
-¿Y Ana e Irene? ¿Os miraban?
-No sé. Intenté mirarlas unas cuantas veces, pero Mario me ponía un dedo en la barbilla para que no apartara la cara y que no lo dejara de mirar.
-¿Y hablasteis algo raro o...?
-No, aparte de eso primero que te he dicho, nada. Cosas normales, porque tampoco tenemos mucho trato y se interesó por mi trabajo y yo por educación por el suyo.
-¿Y pasó algo más aparte de hablar?
-Sí. De repente, miró a varios lados y dijo que todos se habían ido. Y era verdad, porque esa vez sí que pude mirar. Me extrañó muchísimo que nadie dijera nada, sobre todo Irene a Mario, que son pareja.
-Bueno, puede ser.
-El caso es que Mario se prestó a acompañarme a casa, porque ya era algo tarde y llevábamos allí desde las 11. Y al llegar me preguntó si le invitaba a tomar la última.
-Y aceptaste.
-Sí.
-Entonces tú también...
-No -dijo de manera rotunda-. Acepté porque él estaba siendo muy simpático y tampoco hablamos nada del otro mucho como para sospechar yo lo que intentaría después.
-¿Pero qué pasó?
-Nos bebimos una copa y ya sí que me empezó a hablar de otra manera. Me preguntó qué me traía contigo y si me gustaba pasármelo bien.
-Bueno...
-Y me plantó un pico. Como no supe reaccionar porque me dejó parada, me agarró la cara con suavidad y me dio un beso más beso. Cuando se despegó de mí me dijo riendo que estaba muy guapa con las chapetas que me habían salido.
-Bueno, es solo un beso...
-No acabó ahí la cosa. Me disculpé para ir al baño y ahí fue cuando te llamé al móvil. Pero no me lo cogías -dijo con tono de reprimenda.
-Estaba ocupado, ya te lo he dicho.
-Ya... Imagino con qué.
-Puede...
-En fin. Pensaba decirle que se marchara de allí, pero es que al salir me lo encontré totalmente desnudo. Y con la picha tiesa.
-No me digas... -dije intentando aguantar la risa.
-No tiene ni puta gracia, Javi.
-Un poco sí.
-Ay... De verdad... -suspiraba lamentándose.
-¿Y qué dijo cuándo lo echaste?
-Ahí está el problema. Que no se lo dije.
-¿Follasteis?
-Pues sí. Me quedé en shock y él... Él se acercó a mí y yo... Yo... Pues me dejé llevar. Al final acabamos en mi cama y lo hicimos.
-¿Y el problema es...?
-¿Cómo que cuál es el problema?
-Es que no sé... ¿No lo disfrutaste?
-Eso es lo de menos. Javi, yo no soy así.
-¿Así, cómo?
-Yo no me meto en medio de una pareja. No hago esas cosas y me siento fatal. Me siento muy mal por Irene -decía legítimamente afectada.
-No tienes por qué ponerte así. Ya te dije que ellos no ven gravedad alguna en algo como esto.
-Me da igual. Yo no opino de la misma manera que ellos y no me gusta lo que he hecho.
-¿Y por qué lo hiciste?
-Porque soy tonta y me dejé llevar. Por eso. Lo vi tan guapo, tan atractivo y así desnudo... No sé qué me pudo pasar para dejarme llevar, pero lo acabé haciendo.
-Bueno, seguro que te lo pasaste bien. Quédate con eso.
-No. No me voy a quedar con nada.
-¿Qué quieres decir?
-Que esto se ha acabado.
-Entiendo que no quieras volver a acostarte con él
-No solo es eso.
-¿Cómo?
-Que se ha acabado todo, Javi.
-¿Conmigo tampoco?
-Eso es.
-Bueno, como quieras. Lo veo un poco exagerado, pero lo que tú veas.
-Es que tenéis un ritmo de vida que no es normal. Y no me gusta. Ya me choca un poco eso de ir acostándose cada semana con una diferente. Algo te comenté. Pero esto ya es demasiado. No. Yo no soy así y no quiero eso en mi vida. Por eso lo mejor es que nos dejemos de ver también tú y yo. Yo necesito tranquilidad en mi vida. La tranquilidad de tener una pareja si quiero hacer algo de eso. Y tú no estás por la labor de intentarlo, así que mejor vamos cada uno por nuestro lado.
-Fátima, no sé... Yo creo que...
-Me da igual lo que creas. Va a ser así y punto.
-No, si me parece bien que pienses así y que hayas tomado esta decisión. Lo importante es que tú estés cómoda y es obvio que no lo estás. Pero tampoco hace falta que te pongas así y que dejemos de ser amigos, ¿no? Porque me da la sensación de que estás cortando todo tipo de trato conmigo.
-Por lo pronto voy a estar sola un tiempo. No me apetece salir con vosotros.
-¿Ni con el grupo ni nada?
-Ya veremos.
-Como quieras, Fátima. Pero me parece un poco demasiado las medidas que estás tomando. No tienen que pagar el resto lo que hayamos hecho Mario y yo. No es justo para ellos.
-No sé, Javi. Ya veré lo que hago. Pero de vernos para... Olvídate.
-Ya. No te preocupes.
Nos despedimos, no de manera tan amistosa esta vez, porque estaba enfadada y dejamos de hablar. No me podía creer la que se había formado con esta chica tan de la nada. Seguía pensando que yo tenía algo que ver, pero sin embargo no creía que fuera para ponerse así tampoco. Vale, quizá mis amigos y yo vivimos de una manera anormal sexualmente hablando y le resultaba raro e inquietante a ella, pero no veía justificable tampoco tomar esas medidas. Con no volver a hacerlo era suficiente, no hacía falta cortar relación con todo el mundo, pero así lo decidió ella, aunque pensaba que era un poco también por el calentón. En cualquier caso, no me quería quedar con la duda de la versión completa, por eso llamé a mis amigos para que ellos me dieran su versión, Mario, sobre todo, que fue el que estuvo con ella y el que hizo aquello.
I: Hola, Javi. ¿Qué pasa? -me descolgó la llamada.
J: Pues no mucho. Aunque acabo de tener una conversación que...
I: ¿Y eso? ¿Qué ha pasado?
J: ¿Está por ahí Mario?
I: Sí. Espera, que voy al salón.
J: Ponlo en manoslibres.
I: Vale. Mario, Javi quiere hablar contigo.
M: ¿Qué pasa, tío?
J: Eso quiero saber yo. ¿Qué pasó ayer con Fátima?
M: ¿Has hablado con ella? ¿Te lo ha contado?
J: Ahora mismo lo acabo de hacer.
M: Joder con Fátima. Le falta tiempo para ir contándolo... Jajajaja.
I: ¿Te ha contado lo bien que se lo pasó con Mario?
J: No exactamente. No me ha dado detalles, pero sí que me ha contado lo que piensa del asunto.
I: ¿El qué?
J: Está muy enfadada. Cree que le he echado a Mario encima.
I: ¿En serio?
J: Sí. Anoche me llamó para preguntármelo, pero yo estaba ocupado.
M: ¿Cuándo te llamó?
J: Cuando estaba contigo en su casa y fue al baño.
M: Anda...
J: Dice que le extrañó mucho de primeras todo. Que la cogieras para hablar a solas con ella, que le dijeras algunos piropos, que de repente todos desaparecieran...
I: Es que se marcharon los demás. Y viendo cómo estaba la cosa, pues yo me vine con Ana.
J: Ya, eso me ha dicho, que estabais las dos hablando. Y que luego Mario la acompañó a casa y ahí la lio un poco.
M: Pero si ella estaba normal. ¿Qué he liado?
J: Hombre, desnudarte mientras estaba en el baño para que te encontrara así...
M: Oye, que ella no hacía ascos a nada todo el tiempo de antes. Ni a los piropos ni a los besos que le di. Estaba un poco cortada, pero no me decía que no quería hacer eso ni me frenaba ni nada.
J: Si no me tienes que dar explicaciones. Sé cómo eres.
M: Lo de desnudarme lo hice para terminar de calentar la cosa. Pero os juro que ella estaba normal.
J: Me ha dicho que no supo reaccionar muy bien y que se dejó llevar al verte desnudo, tan guapo y eso.
I: Pues claro. Si mi chico está para comérselo.
M: Pero no lo entiendo. ¿Dónde está el problema para que se enfadara?
J: Dice que ella no es así y que le da muchísima pena Irene.
I: ¿Pena? ¿Yo? Ya hablaré con ella.
J: No. Quedaos quietos, anda. Dejadla un tiempo para que se le pase. Dice que a lo mejor deja de salir con el grupo.
M: Venga, hombre... Si anoche estaba encantada en la cama. Un poco paradita a lo mejor, pero estaba encantada.
J: Pues hoy tiene un cabreo...
M: Dice que a lo mejor no sale más con nosotros, pero seguro que contigo se sigue viendo, ¿verdad? Sí que le has gustado, que tiene ahí abajo lo que te gusta. Seguro que lo tiene así por ti.
J: Sí. Le comenté que me gustaba y se lo dejó. Pero dice que tampoco quiere nada más conmigo.
I: ¿De verdad? Pues sí que está enfadada.
M: ¿Ana sabe algo?
J: No tengo ni idea.
I: Pues ya está. Ella se lo pierde. No os comáis ahora la cabeza. Ya se le pasará. Javi, ¿con quién dices que estabas anoche? Jajaja.
J: Jajajaja. Pues con la chica esa que me saludó la semana pasada. ¿Te acuerdas?
I: ¿La alta?
J: Sí.
I: Sí, me acuerdo de ella. ¿Y qué tal?
J: Muy bien.
I: Oye, una cosa. ¿Su pecho...? ¿Cómo es?
J: Pues pequeño.
I: Ya, ya lo sé. Pero es que me llamó mucho la atención.
J: A ver, es raro. No te lo voy a negar. Es casi como el de un chico. Pero ella no está acomplejada. Y yo me esforcé para que estuviera cómoda.
I: Qué bien. Me alegro de que lo pasarais bien. Era muy guapa. Y bueno... Ahora que ya conoces la historia de Mario y sabemos lo que hiciste anoche, me toca a mí.
J: ¿Qué hiciste? A ver... Aunque me lo imagino.
I: Pues me traje a Ana a casa -decía entonando como si fuera a contar un cuento-. Y estuvimos hablando y bebiendo un poco...
J: Ya, jajaja.
I: Y bueno, pues poco a poco acabaron pasando cosas.
J: Venga, cuéntame. Que lo estás deseando.
I: Estábamos en el sofá y nos besamos un poco. Las dos con risas muy tontas, parecía que teníamos 15 años... Jajajaja. Y la cosa se calentó poco a poco y la empecé a tocar... Le metí mano un poco, le saqué las tetas y colé mi mano por su tanga para masturbarla.
M: Y ella encantada, seguro.
I: Hombre... Es que soy buena. ¿Cómo no lo iba a estar?
J: ¿Y ella se animó, o…?
I: Estaba mojada, eso sí. Y si lo estaba era porque le gustaba lo que estaba pasando. Hice que se corriera y luego pues la cogí de la mano para llevarla a la habitación. Allí nos desnudamos y se puso un poco nerviosa. Me dijo que era su primera con una chica, aunque yo fui cuidadosa y le dije que iba a cuidar de ella.
J: Ya me conozco eso. Como si lo viera...
I: Oye, pues lo pasamos muy bien. Le enseñé a tocarme y no lo hizo mal. Luego se lo comí. Ahí se puso nerviosa otra vez. Se corrió que no veas. Me encantó provocarle eso.
J: ¿Y ella te lo comió a ti?
I: No se atrevió. Me dijo que le daba un poco de asco. Yo la tranquilicé y le dije que no pasaba nada y que lo entendía. Pero me volvió a tocar, estaba echando saliva y todo al escupirme. Me metía los dedos muy bien y al final me corrí y todo. Nos dio una risa muy tonta en ese momento. No fue el mejor polvo que he echado con una chica, pero para lo que fue, estuvo muy bien.
M: ¿No hubo tijera?
I: Un poco -dijo susurrando-. Pero no estaba muy cómoda y paramos enseguida.
M: A Ana le va la marcha. Seguro que se suelta rápido.
I: Por cierto, Javi.
J: Dime.
I: Tenemos noticias. No queríamos decir nada aún, porque bueno...
Después de comer me enteraría de uno de esos cambios. Sofía me llamaría al móvil y yo creyendo que estaba aburrida se lo cogí, con la idea de que íbamos a hablar, pero resultó ser un tema algo peliagudo. Al parecer su abuelo se había puesto malo y no era algo ligero. Es cierto que en los días previos a ese momento había mencionado algo cuando hablábamos por teléfono o en persona cuando me acercaba a mi ciudad para estar con ellos, pero al parecer se había agravado lo que tenía. Ella se mantenía positiva, aunque yo me llegué a preocupar por ella. Sin embargo, por casa no eran tan positivos y tanto su madre como su abuela se sentían también preocupadas, por lo que decidió irse de nuevo una temporada a casa para hacerles compañía y tratar de levantar los ánimos a todos. Le deseé una pronta recuperación para su abuelo y que me mantuviera informado, diciéndole que la llamaría asiduamente para que me mantuviera informado, agradeciéndome ella el interés.
Después de hablar con Sofía, me acordé de lo que pensé el día anterior respecto a Rebeca. Quería hablar con ella para terminar de dejar claro lo que pasaba entre nosotros y que no se le fuera la lengua contándoselo a quien no debía. Así que la llamé, pero no me lo cogía. Al rato lo volví a intentar y me lo acabó cogiendo, pero la notaba rara por su tono de voz. Le pregunté si se encontraba bien y ella me dijo que no, echándose a llorar. Me alertó un poco verla así, tratando de preguntarle qué le ocurría, pero no era capaz de vocalizar y al final acabó colgando. No entendía nada de lo que estaba pasando y solo esperaba que no tuviera que ver conmigo. Para salir de dudas le pregunté por WhatsApp, pero no me respondería hasta pasado un rato, diciéndome que no podía hablar. Le pedí explicaciones de por qué se había puesto así, preguntándole si era por mí, afirmándome ella que algo tenía que ver.
Torcí un poco el gesto, aunque no tenía my claro por qué se podría haber puesto así conmigo, pero la experiencia con más chicas me decía por dónde podía ir la cosa. Ella me decía que no le apetecía nada hablarlo y en realidad era mejor así, porque yo no quería hacerlo ni por mensaje ni por llamada ni en su estado. Era algo que parecía ser serio y la mejor manera era hacerlo en persona. Por eso acordamos en que hablaríamos cuando ella saliera de clase. Lo hacía a las 2 y media de la tarde y tenía que volver a su pueblo en autobús, pero cambiamos ese plan para llevarla yo y poder hablar de camino tranquilamente sin que nada nos molestara. A ella le pareció bien, pero no soltó nada de lo que le ocurría. Tampoco tenía que esperar mucho para saberlo, pero no podía evitar estar algo nervioso al poder salir aquello mal por lo que yo creía que era.
Al dejar de hablar con ella recordé que tenía llamadas perdidas de Fátima, pero no se lo cogí porque me pilló en el asunto con Mónica. Por las horas que eran me extrañó, pero tampoco le di mucha importancia porque pensaba que estaba de fiesta y que a lo mejor había bebido un poco de más y me llamaba para jugar de esa manera. Sin embargo, no tenía mensajes de ella y eso me extrañaba aún más, pues lo más normal era mandar un mensaje si no se lo cogía, pero al parecer ella no lo terminó de hacer, porque no tenía ninguno. Al llamarla me lo cogió al instante, aunque lo que me dejó descolocado fue su manera de cogerlo, hablando de manera seria, casi con tono de reprimenda.
-Contigo quería hablar yo...
-Anoche vi que me llamaste varias veces, pero es que estaba ocupado y no te lo podía coger, además de que ya era tarde. ¿Todo bien?
-Javi, ¿tú me has echado encima a Mario?
Uff... Esto parecía que iba a ser una charla de las intensas. ¿Qué habría hecho Mario para que Fátima me llamara por la noche en repetidas ocasiones y ahora me hablara de manera tan seria y me echara aquello en cara? Al oírla hablar así me puse algo tenso, pero no porque me fuera a echar la bronca, sino porque a lo mejor mis comentarios sí que incitaron a Mario a ir a saco a por ella.
-¿Echártelo encima?
-Sí. ¿Lo has hecho?
-No le he dicho que vaya a tu casa para que te eche un polvo si es lo que te estás imaginando.
-Ya...
-Hemos hablado un poco y algún comentario sobre ti le he hecho, pero no le he dicho que se plantara en tu casa para buscarte, vaya...
-Pues es lo que parece.
-¿Pero qué ha pasado?
-Anoche nos encontramos en un pub. Íbamos unos cuantos a tomar algo y aparecieron de casualidad, porque nos contaron que estuvieron cenando ellos dos solos y que les apetecía una copa.
-Ajá.
-Y una vez nos vieron se acercaron.
-No lo veo raro.
-No. Eso no es raro. Pero espérate.
-Vale.
-Estuvimos en el local ese al que hemos ido una vez que tiene un patio. ¿Sabes cuál te digo?
-Sí.
-Pues nos salimos allí un poco, porque ya empieza a hacer bueno y es agradable estar tranquilamente ahí. Además, dentro el aire se vicia y la gente hasta se marea un poco. Y la música está muy alta.
-Ya, ya lo sé.
-Pues allí estuvimos hablando. De esto y de aquello, como siempre. Pero ya notaba algunas miradas.
-¿Miradas?
-Pues sí -dijo con retintín-. Están que no paran con Ana. Pero luego Mario me empezó a mirar de vez en cuando. Y me sonría.
-¿Y ya está? ¿Por eso crees que te lo he echado encima?
-No. Déjame acabar.
-Vale, vale.
-Al entrar de nuevo para bailar un poco y tal, estuvieron los tres muy juntitos, como lo están últimamente. Pero al rato, Ana se quedó a solas con Irene mientras Mario iba al baño. Creo. No lo sé exactamente.
-Vale. ¿Qué más?
-De repente, Mario apareció de la nada agarrándome de la cintura. Y me aparta para hablar conmigo. Me empezó a decir que no hablábamos mucho, que si me veía muy guapa...
-Seguro que lo estabas -dije para que se calmara.
-Eso no viene a cuento ahora. Nos sentamos para poder hablar mejor y se puso a hablarme de una manera más cercana. Me acariciaba la mano, algún mechón del pelo, o incluso la cara.
-Bueno, él se pone así de vez en cuando.
-Pues conmigo nunca se había puesto así.
-Bueno, le habrás llamado la atención.
-Estuvimos un buen rato hablando y él me miraba con una sonrisilla todo el rato. Me decía que tenía unos ojos preciosos y...
-Es que los tienes -dije de nuevo interrumpiéndola para intentar calmar la situación.
-Bueno... Pero me miraba también mucho por la boca.
-¿Y Ana e Irene? ¿Os miraban?
-No sé. Intenté mirarlas unas cuantas veces, pero Mario me ponía un dedo en la barbilla para que no apartara la cara y que no lo dejara de mirar.
-¿Y hablasteis algo raro o...?
-No, aparte de eso primero que te he dicho, nada. Cosas normales, porque tampoco tenemos mucho trato y se interesó por mi trabajo y yo por educación por el suyo.
-¿Y pasó algo más aparte de hablar?
-Sí. De repente, miró a varios lados y dijo que todos se habían ido. Y era verdad, porque esa vez sí que pude mirar. Me extrañó muchísimo que nadie dijera nada, sobre todo Irene a Mario, que son pareja.
-Bueno, puede ser.
-El caso es que Mario se prestó a acompañarme a casa, porque ya era algo tarde y llevábamos allí desde las 11. Y al llegar me preguntó si le invitaba a tomar la última.
-Y aceptaste.
-Sí.
-Entonces tú también...
-No -dijo de manera rotunda-. Acepté porque él estaba siendo muy simpático y tampoco hablamos nada del otro mucho como para sospechar yo lo que intentaría después.
-¿Pero qué pasó?
-Nos bebimos una copa y ya sí que me empezó a hablar de otra manera. Me preguntó qué me traía contigo y si me gustaba pasármelo bien.
-Bueno...
-Y me plantó un pico. Como no supe reaccionar porque me dejó parada, me agarró la cara con suavidad y me dio un beso más beso. Cuando se despegó de mí me dijo riendo que estaba muy guapa con las chapetas que me habían salido.
-Bueno, es solo un beso...
-No acabó ahí la cosa. Me disculpé para ir al baño y ahí fue cuando te llamé al móvil. Pero no me lo cogías -dijo con tono de reprimenda.
-Estaba ocupado, ya te lo he dicho.
-Ya... Imagino con qué.
-Puede...
-En fin. Pensaba decirle que se marchara de allí, pero es que al salir me lo encontré totalmente desnudo. Y con la picha tiesa.
-No me digas... -dije intentando aguantar la risa.
-No tiene ni puta gracia, Javi.
-Un poco sí.
-Ay... De verdad... -suspiraba lamentándose.
-¿Y qué dijo cuándo lo echaste?
-Ahí está el problema. Que no se lo dije.
-¿Follasteis?
-Pues sí. Me quedé en shock y él... Él se acercó a mí y yo... Yo... Pues me dejé llevar. Al final acabamos en mi cama y lo hicimos.
-¿Y el problema es...?
-¿Cómo que cuál es el problema?
-Es que no sé... ¿No lo disfrutaste?
-Eso es lo de menos. Javi, yo no soy así.
-¿Así, cómo?
-Yo no me meto en medio de una pareja. No hago esas cosas y me siento fatal. Me siento muy mal por Irene -decía legítimamente afectada.
-No tienes por qué ponerte así. Ya te dije que ellos no ven gravedad alguna en algo como esto.
-Me da igual. Yo no opino de la misma manera que ellos y no me gusta lo que he hecho.
-¿Y por qué lo hiciste?
-Porque soy tonta y me dejé llevar. Por eso. Lo vi tan guapo, tan atractivo y así desnudo... No sé qué me pudo pasar para dejarme llevar, pero lo acabé haciendo.
-Bueno, seguro que te lo pasaste bien. Quédate con eso.
-No. No me voy a quedar con nada.
-¿Qué quieres decir?
-Que esto se ha acabado.
-Entiendo que no quieras volver a acostarte con él
-No solo es eso.
-¿Cómo?
-Que se ha acabado todo, Javi.
-¿Conmigo tampoco?
-Eso es.
-Bueno, como quieras. Lo veo un poco exagerado, pero lo que tú veas.
-Es que tenéis un ritmo de vida que no es normal. Y no me gusta. Ya me choca un poco eso de ir acostándose cada semana con una diferente. Algo te comenté. Pero esto ya es demasiado. No. Yo no soy así y no quiero eso en mi vida. Por eso lo mejor es que nos dejemos de ver también tú y yo. Yo necesito tranquilidad en mi vida. La tranquilidad de tener una pareja si quiero hacer algo de eso. Y tú no estás por la labor de intentarlo, así que mejor vamos cada uno por nuestro lado.
-Fátima, no sé... Yo creo que...
-Me da igual lo que creas. Va a ser así y punto.
-No, si me parece bien que pienses así y que hayas tomado esta decisión. Lo importante es que tú estés cómoda y es obvio que no lo estás. Pero tampoco hace falta que te pongas así y que dejemos de ser amigos, ¿no? Porque me da la sensación de que estás cortando todo tipo de trato conmigo.
-Por lo pronto voy a estar sola un tiempo. No me apetece salir con vosotros.
-¿Ni con el grupo ni nada?
-Ya veremos.
-Como quieras, Fátima. Pero me parece un poco demasiado las medidas que estás tomando. No tienen que pagar el resto lo que hayamos hecho Mario y yo. No es justo para ellos.
-No sé, Javi. Ya veré lo que hago. Pero de vernos para... Olvídate.
-Ya. No te preocupes.
Nos despedimos, no de manera tan amistosa esta vez, porque estaba enfadada y dejamos de hablar. No me podía creer la que se había formado con esta chica tan de la nada. Seguía pensando que yo tenía algo que ver, pero sin embargo no creía que fuera para ponerse así tampoco. Vale, quizá mis amigos y yo vivimos de una manera anormal sexualmente hablando y le resultaba raro e inquietante a ella, pero no veía justificable tampoco tomar esas medidas. Con no volver a hacerlo era suficiente, no hacía falta cortar relación con todo el mundo, pero así lo decidió ella, aunque pensaba que era un poco también por el calentón. En cualquier caso, no me quería quedar con la duda de la versión completa, por eso llamé a mis amigos para que ellos me dieran su versión, Mario, sobre todo, que fue el que estuvo con ella y el que hizo aquello.
I: Hola, Javi. ¿Qué pasa? -me descolgó la llamada.
J: Pues no mucho. Aunque acabo de tener una conversación que...
I: ¿Y eso? ¿Qué ha pasado?
J: ¿Está por ahí Mario?
I: Sí. Espera, que voy al salón.
J: Ponlo en manoslibres.
I: Vale. Mario, Javi quiere hablar contigo.
M: ¿Qué pasa, tío?
J: Eso quiero saber yo. ¿Qué pasó ayer con Fátima?
M: ¿Has hablado con ella? ¿Te lo ha contado?
J: Ahora mismo lo acabo de hacer.
M: Joder con Fátima. Le falta tiempo para ir contándolo... Jajajaja.
I: ¿Te ha contado lo bien que se lo pasó con Mario?
J: No exactamente. No me ha dado detalles, pero sí que me ha contado lo que piensa del asunto.
I: ¿El qué?
J: Está muy enfadada. Cree que le he echado a Mario encima.
I: ¿En serio?
J: Sí. Anoche me llamó para preguntármelo, pero yo estaba ocupado.
M: ¿Cuándo te llamó?
J: Cuando estaba contigo en su casa y fue al baño.
M: Anda...
J: Dice que le extrañó mucho de primeras todo. Que la cogieras para hablar a solas con ella, que le dijeras algunos piropos, que de repente todos desaparecieran...
I: Es que se marcharon los demás. Y viendo cómo estaba la cosa, pues yo me vine con Ana.
J: Ya, eso me ha dicho, que estabais las dos hablando. Y que luego Mario la acompañó a casa y ahí la lio un poco.
M: Pero si ella estaba normal. ¿Qué he liado?
J: Hombre, desnudarte mientras estaba en el baño para que te encontrara así...
M: Oye, que ella no hacía ascos a nada todo el tiempo de antes. Ni a los piropos ni a los besos que le di. Estaba un poco cortada, pero no me decía que no quería hacer eso ni me frenaba ni nada.
J: Si no me tienes que dar explicaciones. Sé cómo eres.
M: Lo de desnudarme lo hice para terminar de calentar la cosa. Pero os juro que ella estaba normal.
J: Me ha dicho que no supo reaccionar muy bien y que se dejó llevar al verte desnudo, tan guapo y eso.
I: Pues claro. Si mi chico está para comérselo.
M: Pero no lo entiendo. ¿Dónde está el problema para que se enfadara?
J: Dice que ella no es así y que le da muchísima pena Irene.
I: ¿Pena? ¿Yo? Ya hablaré con ella.
J: No. Quedaos quietos, anda. Dejadla un tiempo para que se le pase. Dice que a lo mejor deja de salir con el grupo.
M: Venga, hombre... Si anoche estaba encantada en la cama. Un poco paradita a lo mejor, pero estaba encantada.
J: Pues hoy tiene un cabreo...
M: Dice que a lo mejor no sale más con nosotros, pero seguro que contigo se sigue viendo, ¿verdad? Sí que le has gustado, que tiene ahí abajo lo que te gusta. Seguro que lo tiene así por ti.
J: Sí. Le comenté que me gustaba y se lo dejó. Pero dice que tampoco quiere nada más conmigo.
I: ¿De verdad? Pues sí que está enfadada.
M: ¿Ana sabe algo?
J: No tengo ni idea.
I: Pues ya está. Ella se lo pierde. No os comáis ahora la cabeza. Ya se le pasará. Javi, ¿con quién dices que estabas anoche? Jajaja.
J: Jajajaja. Pues con la chica esa que me saludó la semana pasada. ¿Te acuerdas?
I: ¿La alta?
J: Sí.
I: Sí, me acuerdo de ella. ¿Y qué tal?
J: Muy bien.
I: Oye, una cosa. ¿Su pecho...? ¿Cómo es?
J: Pues pequeño.
I: Ya, ya lo sé. Pero es que me llamó mucho la atención.
J: A ver, es raro. No te lo voy a negar. Es casi como el de un chico. Pero ella no está acomplejada. Y yo me esforcé para que estuviera cómoda.
I: Qué bien. Me alegro de que lo pasarais bien. Era muy guapa. Y bueno... Ahora que ya conoces la historia de Mario y sabemos lo que hiciste anoche, me toca a mí.
J: ¿Qué hiciste? A ver... Aunque me lo imagino.
I: Pues me traje a Ana a casa -decía entonando como si fuera a contar un cuento-. Y estuvimos hablando y bebiendo un poco...
J: Ya, jajaja.
I: Y bueno, pues poco a poco acabaron pasando cosas.
J: Venga, cuéntame. Que lo estás deseando.
I: Estábamos en el sofá y nos besamos un poco. Las dos con risas muy tontas, parecía que teníamos 15 años... Jajajaja. Y la cosa se calentó poco a poco y la empecé a tocar... Le metí mano un poco, le saqué las tetas y colé mi mano por su tanga para masturbarla.
M: Y ella encantada, seguro.
I: Hombre... Es que soy buena. ¿Cómo no lo iba a estar?
J: ¿Y ella se animó, o…?
I: Estaba mojada, eso sí. Y si lo estaba era porque le gustaba lo que estaba pasando. Hice que se corriera y luego pues la cogí de la mano para llevarla a la habitación. Allí nos desnudamos y se puso un poco nerviosa. Me dijo que era su primera con una chica, aunque yo fui cuidadosa y le dije que iba a cuidar de ella.
J: Ya me conozco eso. Como si lo viera...
I: Oye, pues lo pasamos muy bien. Le enseñé a tocarme y no lo hizo mal. Luego se lo comí. Ahí se puso nerviosa otra vez. Se corrió que no veas. Me encantó provocarle eso.
J: ¿Y ella te lo comió a ti?
I: No se atrevió. Me dijo que le daba un poco de asco. Yo la tranquilicé y le dije que no pasaba nada y que lo entendía. Pero me volvió a tocar, estaba echando saliva y todo al escupirme. Me metía los dedos muy bien y al final me corrí y todo. Nos dio una risa muy tonta en ese momento. No fue el mejor polvo que he echado con una chica, pero para lo que fue, estuvo muy bien.
M: ¿No hubo tijera?
I: Un poco -dijo susurrando-. Pero no estaba muy cómoda y paramos enseguida.
M: A Ana le va la marcha. Seguro que se suelta rápido.
I: Por cierto, Javi.
J: Dime.
I: Tenemos noticias. No queríamos decir nada aún, porque bueno...