Reencuentro con Elena

Capítulo 483

Después de comer me enteraría de uno de esos cambios. Sofía me llamaría al móvil y yo creyendo que estaba aburrida se lo cogí, con la idea de que íbamos a hablar, pero resultó ser un tema algo peliagudo. Al parecer su abuelo se había puesto malo y no era algo ligero. Es cierto que en los días previos a ese momento había mencionado algo cuando hablábamos por teléfono o en persona cuando me acercaba a mi ciudad para estar con ellos, pero al parecer se había agravado lo que tenía. Ella se mantenía positiva, aunque yo me llegué a preocupar por ella. Sin embargo, por casa no eran tan positivos y tanto su madre como su abuela se sentían también preocupadas, por lo que decidió irse de nuevo una temporada a casa para hacerles compañía y tratar de levantar los ánimos a todos. Le deseé una pronta recuperación para su abuelo y que me mantuviera informado, diciéndole que la llamaría asiduamente para que me mantuviera informado, agradeciéndome ella el interés.

Después de hablar con Sofía, me acordé de lo que pensé el día anterior respecto a Rebeca. Quería hablar con ella para terminar de dejar claro lo que pasaba entre nosotros y que no se le fuera la lengua contándoselo a quien no debía. Así que la llamé, pero no me lo cogía. Al rato lo volví a intentar y me lo acabó cogiendo, pero la notaba rara por su tono de voz. Le pregunté si se encontraba bien y ella me dijo que no, echándose a llorar. Me alertó un poco verla así, tratando de preguntarle qué le ocurría, pero no era capaz de vocalizar y al final acabó colgando. No entendía nada de lo que estaba pasando y solo esperaba que no tuviera que ver conmigo. Para salir de dudas le pregunté por WhatsApp, pero no me respondería hasta pasado un rato, diciéndome que no podía hablar. Le pedí explicaciones de por qué se había puesto así, preguntándole si era por mí, afirmándome ella que algo tenía que ver.

Torcí un poco el gesto, aunque no tenía my claro por qué se podría haber puesto así conmigo, pero la experiencia con más chicas me decía por dónde podía ir la cosa. Ella me decía que no le apetecía nada hablarlo y en realidad era mejor así, porque yo no quería hacerlo ni por mensaje ni por llamada ni en su estado. Era algo que parecía ser serio y la mejor manera era hacerlo en persona. Por eso acordamos en que hablaríamos cuando ella saliera de clase. Lo hacía a las 2 y media de la tarde y tenía que volver a su pueblo en autobús, pero cambiamos ese plan para llevarla yo y poder hablar de camino tranquilamente sin que nada nos molestara. A ella le pareció bien, pero no soltó nada de lo que le ocurría. Tampoco tenía que esperar mucho para saberlo, pero no podía evitar estar algo nervioso al poder salir aquello mal por lo que yo creía que era.

Al dejar de hablar con ella recordé que tenía llamadas perdidas de Fátima, pero no se lo cogí porque me pilló en el asunto con Mónica. Por las horas que eran me extrañó, pero tampoco le di mucha importancia porque pensaba que estaba de fiesta y que a lo mejor había bebido un poco de más y me llamaba para jugar de esa manera. Sin embargo, no tenía mensajes de ella y eso me extrañaba aún más, pues lo más normal era mandar un mensaje si no se lo cogía, pero al parecer ella no lo terminó de hacer, porque no tenía ninguno. Al llamarla me lo cogió al instante, aunque lo que me dejó descolocado fue su manera de cogerlo, hablando de manera seria, casi con tono de reprimenda.

-Contigo quería hablar yo...
-Anoche vi que me llamaste varias veces, pero es que estaba ocupado y no te lo podía coger, además de que ya era tarde. ¿Todo bien?
-Javi, ¿tú me has echado encima a Mario?

Uff... Esto parecía que iba a ser una charla de las intensas. ¿Qué habría hecho Mario para que Fátima me llamara por la noche en repetidas ocasiones y ahora me hablara de manera tan seria y me echara aquello en cara? Al oírla hablar así me puse algo tenso, pero no porque me fuera a echar la bronca, sino porque a lo mejor mis comentarios sí que incitaron a Mario a ir a saco a por ella.

-¿Echártelo encima?
-Sí. ¿Lo has hecho?
-No le he dicho que vaya a tu casa para que te eche un polvo si es lo que te estás imaginando.
-Ya...
-Hemos hablado un poco y algún comentario sobre ti le he hecho, pero no le he dicho que se plantara en tu casa para buscarte, vaya...
-Pues es lo que parece.
-¿Pero qué ha pasado?
-Anoche nos encontramos en un pub. Íbamos unos cuantos a tomar algo y aparecieron de casualidad, porque nos contaron que estuvieron cenando ellos dos solos y que les apetecía una copa.
-Ajá.
-Y una vez nos vieron se acercaron.
-No lo veo raro.
-No. Eso no es raro. Pero espérate.
-Vale.
-Estuvimos en el local ese al que hemos ido una vez que tiene un patio. ¿Sabes cuál te digo?
-Sí.
-Pues nos salimos allí un poco, porque ya empieza a hacer bueno y es agradable estar tranquilamente ahí. Además, dentro el aire se vicia y la gente hasta se marea un poco. Y la música está muy alta.
-Ya, ya lo sé.
-Pues allí estuvimos hablando. De esto y de aquello, como siempre. Pero ya notaba algunas miradas.
-¿Miradas?
-Pues sí -dijo con retintín-. Están que no paran con Ana. Pero luego Mario me empezó a mirar de vez en cuando. Y me sonría.
-¿Y ya está? ¿Por eso crees que te lo he echado encima?
-No. Déjame acabar.
-Vale, vale.
-Al entrar de nuevo para bailar un poco y tal, estuvieron los tres muy juntitos, como lo están últimamente. Pero al rato, Ana se quedó a solas con Irene mientras Mario iba al baño. Creo. No lo sé exactamente.
-Vale. ¿Qué más?
-De repente, Mario apareció de la nada agarrándome de la cintura. Y me aparta para hablar conmigo. Me empezó a decir que no hablábamos mucho, que si me veía muy guapa...
-Seguro que lo estabas -dije para que se calmara.
-Eso no viene a cuento ahora. Nos sentamos para poder hablar mejor y se puso a hablarme de una manera más cercana. Me acariciaba la mano, algún mechón del pelo, o incluso la cara.
-Bueno, él se pone así de vez en cuando.
-Pues conmigo nunca se había puesto así.
-Bueno, le habrás llamado la atención.
-Estuvimos un buen rato hablando y él me miraba con una sonrisilla todo el rato. Me decía que tenía unos ojos preciosos y...
-Es que los tienes -dije de nuevo interrumpiéndola para intentar calmar la situación.
-Bueno... Pero me miraba también mucho por la boca.
-¿Y Ana e Irene? ¿Os miraban?
-No sé. Intenté mirarlas unas cuantas veces, pero Mario me ponía un dedo en la barbilla para que no apartara la cara y que no lo dejara de mirar.
-¿Y hablasteis algo raro o...?
-No, aparte de eso primero que te he dicho, nada. Cosas normales, porque tampoco tenemos mucho trato y se interesó por mi trabajo y yo por educación por el suyo.
-¿Y pasó algo más aparte de hablar?
-Sí. De repente, miró a varios lados y dijo que todos se habían ido. Y era verdad, porque esa vez sí que pude mirar. Me extrañó muchísimo que nadie dijera nada, sobre todo Irene a Mario, que son pareja.
-Bueno, puede ser.
-El caso es que Mario se prestó a acompañarme a casa, porque ya era algo tarde y llevábamos allí desde las 11. Y al llegar me preguntó si le invitaba a tomar la última.
-Y aceptaste.
-Sí.
-Entonces tú también...
-No -dijo de manera rotunda-. Acepté porque él estaba siendo muy simpático y tampoco hablamos nada del otro mucho como para sospechar yo lo que intentaría después.
-¿Pero qué pasó?
-Nos bebimos una copa y ya sí que me empezó a hablar de otra manera. Me preguntó qué me traía contigo y si me gustaba pasármelo bien.
-Bueno...
-Y me plantó un pico. Como no supe reaccionar porque me dejó parada, me agarró la cara con suavidad y me dio un beso más beso. Cuando se despegó de mí me dijo riendo que estaba muy guapa con las chapetas que me habían salido.
-Bueno, es solo un beso...
-No acabó ahí la cosa. Me disculpé para ir al baño y ahí fue cuando te llamé al móvil. Pero no me lo cogías -dijo con tono de reprimenda.
-Estaba ocupado, ya te lo he dicho.
-Ya... Imagino con qué.
-Puede...
-En fin. Pensaba decirle que se marchara de allí, pero es que al salir me lo encontré totalmente desnudo. Y con la picha tiesa.
-No me digas... -dije intentando aguantar la risa.
-No tiene ni puta gracia, Javi.
-Un poco sí.
-Ay... De verdad... -suspiraba lamentándose.
-¿Y qué dijo cuándo lo echaste?
-Ahí está el problema. Que no se lo dije.
-¿Follasteis?
-Pues sí. Me quedé en shock y él... Él se acercó a mí y yo... Yo... Pues me dejé llevar. Al final acabamos en mi cama y lo hicimos.
-¿Y el problema es...?
-¿Cómo que cuál es el problema?
-Es que no sé... ¿No lo disfrutaste?
-Eso es lo de menos. Javi, yo no soy así.
-¿Así, cómo?
-Yo no me meto en medio de una pareja. No hago esas cosas y me siento fatal. Me siento muy mal por Irene -decía legítimamente afectada.
-No tienes por qué ponerte así. Ya te dije que ellos no ven gravedad alguna en algo como esto.
-Me da igual. Yo no opino de la misma manera que ellos y no me gusta lo que he hecho.
-¿Y por qué lo hiciste?
-Porque soy tonta y me dejé llevar. Por eso. Lo vi tan guapo, tan atractivo y así desnudo... No sé qué me pudo pasar para dejarme llevar, pero lo acabé haciendo.
-Bueno, seguro que te lo pasaste bien. Quédate con eso.
-No. No me voy a quedar con nada.
-¿Qué quieres decir?
-Que esto se ha acabado.
-Entiendo que no quieras volver a acostarte con él
-No solo es eso.
-¿Cómo?
-Que se ha acabado todo, Javi.
-¿Conmigo tampoco?
-Eso es.
-Bueno, como quieras. Lo veo un poco exagerado, pero lo que tú veas.
-Es que tenéis un ritmo de vida que no es normal. Y no me gusta. Ya me choca un poco eso de ir acostándose cada semana con una diferente. Algo te comenté. Pero esto ya es demasiado. No. Yo no soy así y no quiero eso en mi vida. Por eso lo mejor es que nos dejemos de ver también tú y yo. Yo necesito tranquilidad en mi vida. La tranquilidad de tener una pareja si quiero hacer algo de eso. Y tú no estás por la labor de intentarlo, así que mejor vamos cada uno por nuestro lado.
-Fátima, no sé... Yo creo que...
-Me da igual lo que creas. Va a ser así y punto.
-No, si me parece bien que pienses así y que hayas tomado esta decisión. Lo importante es que tú estés cómoda y es obvio que no lo estás. Pero tampoco hace falta que te pongas así y que dejemos de ser amigos, ¿no? Porque me da la sensación de que estás cortando todo tipo de trato conmigo.
-Por lo pronto voy a estar sola un tiempo. No me apetece salir con vosotros.
-¿Ni con el grupo ni nada?
-Ya veremos.
-Como quieras, Fátima. Pero me parece un poco demasiado las medidas que estás tomando. No tienen que pagar el resto lo que hayamos hecho Mario y yo. No es justo para ellos.
-No sé, Javi. Ya veré lo que hago. Pero de vernos para... Olvídate.
-Ya. No te preocupes.

Nos despedimos, no de manera tan amistosa esta vez, porque estaba enfadada y dejamos de hablar. No me podía creer la que se había formado con esta chica tan de la nada. Seguía pensando que yo tenía algo que ver, pero sin embargo no creía que fuera para ponerse así tampoco. Vale, quizá mis amigos y yo vivimos de una manera anormal sexualmente hablando y le resultaba raro e inquietante a ella, pero no veía justificable tampoco tomar esas medidas. Con no volver a hacerlo era suficiente, no hacía falta cortar relación con todo el mundo, pero así lo decidió ella, aunque pensaba que era un poco también por el calentón. En cualquier caso, no me quería quedar con la duda de la versión completa, por eso llamé a mis amigos para que ellos me dieran su versión, Mario, sobre todo, que fue el que estuvo con ella y el que hizo aquello.

I: Hola, Javi. ¿Qué pasa? -me descolgó la llamada.
J: Pues no mucho. Aunque acabo de tener una conversación que...
I: ¿Y eso? ¿Qué ha pasado?
J: ¿Está por ahí Mario?
I: Sí. Espera, que voy al salón.
J: Ponlo en manoslibres.
I: Vale. Mario, Javi quiere hablar contigo.
M: ¿Qué pasa, tío?
J: Eso quiero saber yo. ¿Qué pasó ayer con Fátima?
M: ¿Has hablado con ella? ¿Te lo ha contado?
J: Ahora mismo lo acabo de hacer.
M: Joder con Fátima. Le falta tiempo para ir contándolo... Jajajaja.
I: ¿Te ha contado lo bien que se lo pasó con Mario?
J: No exactamente. No me ha dado detalles, pero sí que me ha contado lo que piensa del asunto.
I: ¿El qué?
J: Está muy enfadada. Cree que le he echado a Mario encima.
I: ¿En serio?
J: Sí. Anoche me llamó para preguntármelo, pero yo estaba ocupado.
M: ¿Cuándo te llamó?
J: Cuando estaba contigo en su casa y fue al baño.
M: Anda...
J: Dice que le extrañó mucho de primeras todo. Que la cogieras para hablar a solas con ella, que le dijeras algunos piropos, que de repente todos desaparecieran...
I: Es que se marcharon los demás. Y viendo cómo estaba la cosa, pues yo me vine con Ana.
J: Ya, eso me ha dicho, que estabais las dos hablando. Y que luego Mario la acompañó a casa y ahí la lio un poco.
M: Pero si ella estaba normal. ¿Qué he liado?
J: Hombre, desnudarte mientras estaba en el baño para que te encontrara así...
M: Oye, que ella no hacía ascos a nada todo el tiempo de antes. Ni a los piropos ni a los besos que le di. Estaba un poco cortada, pero no me decía que no quería hacer eso ni me frenaba ni nada.
J: Si no me tienes que dar explicaciones. Sé cómo eres.
M: Lo de desnudarme lo hice para terminar de calentar la cosa. Pero os juro que ella estaba normal.
J: Me ha dicho que no supo reaccionar muy bien y que se dejó llevar al verte desnudo, tan guapo y eso.
I: Pues claro. Si mi chico está para comérselo.
M: Pero no lo entiendo. ¿Dónde está el problema para que se enfadara?
J: Dice que ella no es así y que le da muchísima pena Irene.
I: ¿Pena? ¿Yo? Ya hablaré con ella.
J: No. Quedaos quietos, anda. Dejadla un tiempo para que se le pase. Dice que a lo mejor deja de salir con el grupo.
M: Venga, hombre... Si anoche estaba encantada en la cama. Un poco paradita a lo mejor, pero estaba encantada.
J: Pues hoy tiene un cabreo...
M: Dice que a lo mejor no sale más con nosotros, pero seguro que contigo se sigue viendo, ¿verdad? Sí que le has gustado, que tiene ahí abajo lo que te gusta. Seguro que lo tiene así por ti.
J: Sí. Le comenté que me gustaba y se lo dejó. Pero dice que tampoco quiere nada más conmigo.
I: ¿De verdad? Pues sí que está enfadada.
M: ¿Ana sabe algo?
J: No tengo ni idea.
I: Pues ya está. Ella se lo pierde. No os comáis ahora la cabeza. Ya se le pasará. Javi, ¿con quién dices que estabas anoche? Jajaja.
J: Jajajaja. Pues con la chica esa que me saludó la semana pasada. ¿Te acuerdas?
I: ¿La alta?
J: Sí.
I: Sí, me acuerdo de ella. ¿Y qué tal?
J: Muy bien.
I: Oye, una cosa. ¿Su pecho...? ¿Cómo es?
J: Pues pequeño.
I: Ya, ya lo sé. Pero es que me llamó mucho la atención.
J: A ver, es raro. No te lo voy a negar. Es casi como el de un chico. Pero ella no está acomplejada. Y yo me esforcé para que estuviera cómoda.
I: Qué bien. Me alegro de que lo pasarais bien. Era muy guapa. Y bueno... Ahora que ya conoces la historia de Mario y sabemos lo que hiciste anoche, me toca a mí.
J: ¿Qué hiciste? A ver... Aunque me lo imagino.
I: Pues me traje a Ana a casa -decía entonando como si fuera a contar un cuento-. Y estuvimos hablando y bebiendo un poco...
J: Ya, jajaja.
I: Y bueno, pues poco a poco acabaron pasando cosas.
J: Venga, cuéntame. Que lo estás deseando.
I: Estábamos en el sofá y nos besamos un poco. Las dos con risas muy tontas, parecía que teníamos 15 años... Jajajaja. Y la cosa se calentó poco a poco y la empecé a tocar... Le metí mano un poco, le saqué las tetas y colé mi mano por su tanga para masturbarla.
M: Y ella encantada, seguro.
I: Hombre... Es que soy buena. ¿Cómo no lo iba a estar?
J: ¿Y ella se animó, o…?
I: Estaba mojada, eso sí. Y si lo estaba era porque le gustaba lo que estaba pasando. Hice que se corriera y luego pues la cogí de la mano para llevarla a la habitación. Allí nos desnudamos y se puso un poco nerviosa. Me dijo que era su primera con una chica, aunque yo fui cuidadosa y le dije que iba a cuidar de ella.
J: Ya me conozco eso. Como si lo viera...
I: Oye, pues lo pasamos muy bien. Le enseñé a tocarme y no lo hizo mal. Luego se lo comí. Ahí se puso nerviosa otra vez. Se corrió que no veas. Me encantó provocarle eso.
J: ¿Y ella te lo comió a ti?
I: No se atrevió. Me dijo que le daba un poco de asco. Yo la tranquilicé y le dije que no pasaba nada y que lo entendía. Pero me volvió a tocar, estaba echando saliva y todo al escupirme. Me metía los dedos muy bien y al final me corrí y todo. Nos dio una risa muy tonta en ese momento. No fue el mejor polvo que he echado con una chica, pero para lo que fue, estuvo muy bien.
M: ¿No hubo tijera?
I: Un poco -dijo susurrando-. Pero no estaba muy cómoda y paramos enseguida.
M: A Ana le va la marcha. Seguro que se suelta rápido.
I: Por cierto, Javi.
J: Dime.
I: Tenemos noticias. No queríamos decir nada aún, porque bueno...
 
Capítulo 484

Entonces Irene me contó que en su trabajo le habían echado la bronca sin tener ella culpa ninguna de lo que había pasado. Al parecer, en la tienda de ropa en la que trabajaba alguien tenía la mano muy larga y robaba dinero de la caja. Según me contó lo hacía en pequeñas cantidades para no levantar sospechas, en plan un día 10 euros, otro día 20, luego 15 y así. Que puede parecer una tontería, pero así día a día, esa persona se ganaba un sobresueldo que no debía percibir. Al parecer, el jefe no consiguió dar con quién estaba detrás de esos hurtos y la tomó con ella sin tener él prueba ni sospecha alguna, pero ella sabía perfectamente porqué la culpaba. Según nos contó en alguna ocasión Irene, su jefe se sentía muy atraído por ella y fueron varias la veces en las que intentó algo con ella.

Pero a mi amiga de nunca le había gustado pese a decirnos que no era un hombre feo ni nada por el estilo, aunque decía que no le gustaba la manera en la que la miraba y cómo babeaba por ella. No era tampoco algo grave como para salir de allí y abandonar el trabajo, por lo que prefería quedarse y ganar dinero que estar en casa sin trabajar, porque iba echando currículums para buscar trabajo de lo que había estudiado y no tenía suerte. Pero esto fue la gota que colmó el vaso para ella, por lo que lo mandó a la mierda y se marchó de allí, dejando el trabajo, no sin antes dar su opinión de quién creía que estaba detrás de aquello. No se arrepentía para nada, aunque estaba mosqueada con aquello de estar sin trabajar mientras Mario sí que lo hacía. Irene era una chica que no podía parar quieta y necesitaba estar activa y estar trabajando para sentirse de provecho.

Así fue como Mario intervino hablando en la empresa en la que trabajaba para buscarle un trabajo allí como nos había contado en alguna ocasión que podía hacer pero que no terminaba de hacerlo porque Irene no quería. Tras hablar con ella del tema y convencerla, ella accedió y rápidamente encontraron algo bastante afín a lo que Irene había ido estudiando en la universidad. La notaba muy contenta al hablarme de en qué consistía su nuevo trabajo con un ánimo muy bueno, riendo Mario por lo bajo por esa exaltación que ponía ella y que causaba que agudizara su voz por momentos. Estaba encantado de ver a mi amiga así de contenta, aunque me explicó que no iba a trabajar ni siquiera en la misma planta que Mario, pero que sí que podrían comer todos los días juntos como venían haciendo desde siempre, pero ahora con más facilidad incluso.

Hasta me dijo que tenía ya preparados varios modelitos para ir guapa al trabajo, con Mario dándole la razón y diciendo que menos mal que no iban a estar tan juntos porque lo tendría todo el día malo de lo guapa que iba a ir. Los tres reíamos y por supuesto le deseé toda la suerte del mundo en ese nuevo proyecto que tenía entre manos, aunque ella me dijo que las dos semanas que quedaban de mayo iba a estar en fase de prueba y que al final de mes le comunicarían si contaban con ella o no finalmente, pero todos nos mostrábamos muy optimistas, sobre todo ella, que de siempre era muy echada para delante en ese aspecto. Con buenos deseos y con ella diciendo de nuevo que no me comiera la cabeza por el asunto de Fátima, nos despedimos para hablar en los días posteriores para ver cómo le había ido el su nuevo puesto de trabajo.

Al rato de haber hablado con todos y estar ya más calmado después de tanto ajetreo, Andrea volvió a casa, saludando como lo solía hacer siempre y preguntándome cómo me había ido el fin de semana. Le comenté que bien, tranquilo en casa y saliendo a tomar algo, aunque no le comenté nada de que Mónica estuvo por casa. No me apetecía explicarle quién era ella, porque no la conocía y porque pensaría que sería otra más que me pasaba por la piedra. Quizá fuera así, pero ahora parecía que íbamos a mantener una relación de amistad y que no sería tanto como las demás. Prefería que se conocieran de manera natural si se daba el hecho por si algún día Mónica venía a casa y coincidía con ella. Andrea por su parte me dijo que estuvo en casa, disfrutando el tiempo que pasaba con su hermano, que ya no era tanto por estar allí viviendo conmigo y que lo echaba de menos, y que también se estaba hinchando a estudiar.

Sin embargo, también me mencionó que su novio había ido para darle una sorpresa. Según me dijo iba a tener el fin de semana atareado, pero se ve que era una pequeña mentira para poder darle la sorpresa. Hasta me llegó a decir que entendía que le dijera que estudiara por la mañana mientras su hermano dormía para poder jugar con él por la tarde. Por la tarde fue cuando llegó él para llevársela y hacer una pequeña escapada y estar toda la tarde juntos y casi que un poco por la noche también, pues según me dijo, se la llevó a cenar a un sitio muy bonito. La veía contenta y eso me gustaba. Me estuvo contando con detalle dónde estuvieron y dónde cenaron, aunque también me pidió si le podía echar una mano con el francés, pues no lo había tocado en todo el fin de semana, porque no me quería molestar. Pero ahora que estaba allí sí que podía preguntarme algunas dudas que le iban surgiendo y que iba apuntando.

Así estuvimos durante un par de horas en donde quizá yo estaba más callado de la cuenta, haciéndomelo ella notar, llegando a preguntarme si me pasaba algo. Yo rehuía sus comentarios diciendo que no me pasaba nada, achacándolo a la falta de sueño por no poder dormir bien aún. Ella se preocupaba por mí por ese tema, llegando a poner cara de preocupación y diciéndome que me prepararía un vaso de leche caliente cuando se fuera a dormir para ver si me aquello me ayudaba. En realidad, lo que me pasaba es que todo ese embrollo me llegó a dar un poco de bajón, pero tampoco lo consideraba algo trágico. Simplemente me dejaba pensativo toda la información que me fueron dando de un sitio y de otro. Pero al verla tan pendiente de mí, no quería que se sobrepreocupara y al final espabilé y fui capaz de ayudarla con todo lo que tenía en mente aclarar.

La siguiente semana no empezaría de la mejor manera, porque tenía que zanjar el tema de Rebeca. Pero hasta que saliera de clase aún quedaba mucho tiempo, por lo que me marché al gimnasio para hacer una buena sesión de ejercicio, de esas que me ayudaban bastante a despejar la cabeza de todo lo que me rondaba. También salí a correr, notando ya que el calor iba apretando, aunque nunca me llegaba a poner manga corta hasta el momento, porque con las sudadas que me pegaba pensaba que me quitaba todos los excesos del fin de semana, ya fuera en forma de comidas copiosas o pedidas a domicilio, o del alcohol que ya empezaba a ingerir con más asiduidad. Así llegaron las 2 y media de la tarde, hora en la que salen todos los chicos y chicas del instituto, aunque antes comí algo en casa, porque no sabía cuánto iba a tardar en ir y venir desde el pueblo de Rebeca. Así que le dejé un mensaje a Andrea para que no se extrañara ni me esperara para comer y me marché.

Aparqué a unos diez metros de la puerta del instituto y esperé a que saliera ella apoyado en el coche. No tardaría mucho en hacerlo, aunque yo me encontraba en la acera de enfrente, esperando con los brazos cruzados. Ella me vio con mucha facilidad, aunque parecía dudar de si venir hacia a mí o no. Finalmente, pareció despedirse de sus amigas al hablar con ellas y quedarse parada mientras las demás seguían su camino. Aunque no hacía por donde para venir hasta donde estaba yo. Se hacía un poco la remolona, aunque me miraba de vez en cuando. Pensaba que no quería que la gente se diera cuenta de que iba a irse conmigo, por lo que me metí en el coche para que ella entrara cuando creyera oportuno y así lo acabó haciendo en cuestión de un par de minutos después de mirar varias veces a todos sitios como si se estuviera asegurando de que nadie veía cómo entraba en mi coche.

-Hola, ¿cómo estás? -le pregunté en cuanto entró y cerró la puerta.
-Bien -dijo bastante bajito.
-¿Segura? No te veo muy convencida.
-Sí. Estoy bien -decía ya más alto.

Arranqué el coche y le pregunté por dónde quedaba su pueblo para ponernos en marcha. Ella me dijo donde era y hasta me dio indicaciones para que supiera cómo salir de la ciudad, así que le hice caso y empezamos el viaje que duraría una media hora. Aquel día, Rebeca no iba muy maquillada, aunque estaba muy guapa igualmente. Entre eso y la ropa de día a día sí que parecía más una chica de su edad, porque al venirme bien arreglada y maquillada a casa, parecía otra persona casi. Ella decía que estaba bien, pero era evidente que no lo estaba por la cara que tenía. Casi que podía decir que tenía algo de ojeras, como si hubiera dormido mal. Así que nada más salir de la ciudad le pregunté qué le ocurría al ver que ella no soltaba palabra alguna.

-¿Por qué estabas así ayer? Me acojoné bastante al ver cómo estabas llorando de esa manera.

Rebeca no llegó a responder, limitándose a resoplar como si no quisiera hablar del tema, pero era en lo que habíamos quedado, por eso la estaba llevando a su casa, para poder hacerlo en persona y tranquilamente.

-No sé por qué no quieres hablarlo. Algo grave pasa para que te pusieras así, eso está claro. No me dirás que te has pillado por mí...
-No. No es eso.
-¿Entonces?
-Lo que pasa es que tengo novio y le he puesto los cuernos dos veces contigo -me soltó de repente.

Que me contara aquello de esa manera tan brusca hizo que desviara mi vista de la carretera y que la mirara a ella fijamente, viendo como se le empezaban a poner los ojos vidriosos. Aunque rápidamente me centré en conducir mientras intentaba procesar la información que me acababa de contar y tratar de entablar una conversación que no sabía muy bien cómo retomar.

-Mmm, ¿y por qué...?
-¿Qué quieres saber? -me preguntó ella de manera algo seca.
-Tranquila, Rebeca. No quiero que estés incómoda. Obviamente es un tema muy delicado, pero no quiero que te pongas mal ahora.
-Ya es muy tarde para eso -dijo empezando a llorar.

Esperé un poco a que se tranquilizara y así poder preguntarle. Mejor que lo echara y se quedara más tranquila a que lo estuviera reprimiendo más, aunque el día anterior también lo hizo. Por suerte, se serenó a los pocos minutos y pudimos retomar la charla.

-¿Por qué no me paraste cuando te besé la primera vez?
-No lo sé.
-Seguro que lo sabes. Mira, creo que lo mejor es hablarlo con alguien para que te puedas desahogar. No es bueno quedarse cosas dentro.
-Vamos a ver... Yo llevo con novio un poco más de año.
-Vale.
-Y de siempre hemos estado muy bien. Nos queremos mucho y estamos enamorados el uno del otro. Pero desde que empezó el curso...
-¿Qué ha pasado?
-Nosotros teníamos planes de irnos a estudiar juntos al mismo sitio. En plan, yo iba a hacer derecho y él iba a hacer otra cosa, pero teníamos pensado vivir juntos y hacer vida de pareja mientras estudiábamos y nos formábamos.
-Ajá.
-Pero repetí curso y no pudo ser. Me confié y al final se nos torció el plan. Me enfadé mucho conmigo misma, pero él siempre estaba ahí para levantarme el ánimo y decirme que no pasaba nada. Y, de hecho, pasamos un verano fantástico, yéndonos los dos juntos de vacaciones un par de semanas a la playa. Hicimos muchas cosas el verano pasado. Pero al empezar de nuevo el curso...
-¿Qué ha ocurrido?
-Pues la cosa se ha enfriado. Bastante. Es que parece que no somos pareja en algunos aspectos.
-¿Cómo cuál?
-Por ejemplo, nada más irse él fuera a estudiar, hablábamos mucho. Todos los días para ver cómo nos había ido y cómo estábamos y eso. Nos echábamos mucho de menos.
-Entiendo.
-Pero poco a poco las llamadas eran cada vez más cortas. Y luego pasaron a ser un día sí y otro no.
-Vaya...
-¿A ti te parece normal llevar dos semanas sin ver a tu novia y no tocarla nada cuando vienes a verla?
-¿No tenéis...?
-Pues no. Muy poco. Cuando estaba aquí casi todos los días hacíamos algo, pero desde que se fue muy poco. A veces cuando viene no hacemos nada. Y yo lo intento. Pongo de mi parte al ponerme guapa, al insinuarme, al proponerle cosas que sé que le gustan... Pero dice que está cansado y que prefiere estar tranquilo viendo una película o algo.
-¿Y por qué dice eso?
-Es que, al irse solo sin mí, se tuvo que buscar un trabajo para poder pagar mi parte del alquiler. Porque era algo que ya teníamos hablado desde hacía tiempo con un amigo que tiene él. Pero al no poder ir yo, pues eso, tuvo que buscar un trabajo para poder pagar mi parte y poder vivir ahí. Y ahora está trabajando de camarero y estudiando a la vez.
-Bueno, entonces lo de que está cansado es cierto.
-Sí. ¿Pero te parece normal que no hagamos nada? NADA.
-No me parece normal, la verdad. Y más a vuestra edad en la que se está todo el día...
-Efectivamente.
-Pues no sé, Rebeca...
-Y llegas tú y vas y me plantas un beso. Y luego otro, y otro y acabamos en la cama conmigo comiéndote la polla y follando.
-Me tenías que haber parado y habérmelo dicho.
-No pude.
-¿Por qué?
-Pues porque no. Porque hace tiempo que me dio por pensar que él me ponía los cuernos. ¿Por qué no iba a querer follar entonces? Pensaba que hasta le habían pegado algo y para no pegármelo a mí, pues me daba esa excusa y así no veía si le pasaba algo. Tú también tienes lo tuyo, ¿sabes? Eres mono y estás bueno, que las de la academia hablan mucho de ti.
-Ah, ¿sí?
-Pues sí. A alguna se le cae la baba contigo. Y pues yo también me fijé, pero no pensaba hacer nada. Cuando diste el paso se mezcló todo y me dejé llevar como una imbécil.
-Por eso te fuiste así tan de sopetón...
-Sí. Cuando acabamos me vino todo de golpe y me vestí y me marché de allí corriendo. Estaba temblando y llorando en la calle.
-Joder...
-Me sentía muy mal.
-Y entonces, ¿por qué este fin de semana pasado...?
-Porque mi novio y yo habíamos quedado en que iba a venir para pasarlo aquí conmigo, pero al final se rajó a última hora. Pensaba contarle todo lo que pasó, pero al no venir me dio por pensar que le había salido un plan con otra y pues me quise vengar.
-Pero Rebeca...
-Lo sé. Soy muy infantil por pensar y hacer eso.
-Bueno, estás en la edad también. Con tu edad se hacen muchas tonterías. Si yo sigo haciéndolas con la mía...
-Por eso me vestí y maquillé bien. No tenía ninguna comida familiar ni nada.
-Ya veo. Bueno, ha sido tu decisión hacer todo eso. Yo no puedo hacer ya nada al respecto.
-¿Me hubieras besado si hubieras sabido que tenía novio?
-No. Eres una chica muy guapa y atractiva, pero no lo hubiera hecho. Yo no soy así.
-¿Te sientes mal ahora que lo sabes?
-Mmm, no del todo. Es que nosotros no nos conocemos tanto como para que esto me afecte de verdad. Me sienta mal por ti, por cómo estás, por cómo te has puesto y por toda la situación que tienes con tu novio, pero yo es que no sabía nada.
-Claro.
-¿Y qué vas a hacer?
-No tengo ni idea.
-Rebeca, háblalo con él. Es lo mejor que puedes hacer.
-¿Eso crees?
-No lo creo. Lo sé. Mira, yo he pasado por una situación bastante parecida a la tuya. Muchas cosas que me has contado las he vivido yo.
-¿Sí? ¿Y qué pasó al final?
-Nada. No pudimos hablarlo.
-¿No? ¿Por qué?
-Porque mi relación se acabó de una manera... En fin, da igual. El caso es que ella me dejó y no me dio ni la oportunidad de explicarme.
-¿Le pusiste los cuernos también?
-Es más complicado que eso. Da igual. Pero yo llevé bastante regular los últimos momentos de mi relación. Sospechaba que pasaba algo con su jefe y fue algo que no pude confirmar ni desmentir. Y la sensación que se te queda es bastante mala. Me arrepiento de no haber hablado con ella muchas cosas que tenía que haber hablado. Cosas muy importantes que ponían en peligro nuestra relación y que, de hecho, una de ellas fue la que le puso fin.
-Joder...
-Sé que te parece una locura hablarlo con él y que podáis salir bien parados de todo esto, que a lo mejor te cuenta cosas que no quieres escuchar, que tienes miedo de que lo vuestro se acabe, que le quieres mucho... Pero créeme que es mejor hablarlo todo con él. Es mejor, porque tarde o temprano, la cosa va a estallar. Y así va a ser peor.
-Es que si me dice que me ha estado engañando con otra...
-¿Eres celosa?
-Un poco.
-Piensa que tú también le has engañado. No puedes echarle mucho en cara en ese aspecto.
-Ya. Eso es verdad. Pero fue por despecho.
-Pero lo has hecho, que es lo que viene al caso. Yo te recomiendo que hables con él seriamente explicándole todo lo que ha pasado, lo que sospechas y lo que sientes. Tal y como me lo has contado a mí. Pero deberías hacerlo de buenas maneras, no enfadada ni de manera amenazante. Si sigues queriéndole, claro...
-Lo sigo haciendo.
-Pues eso es lo que te recomiendo. Sé que en el momento va a ser muy difícil y que te va a resultar muy duro tragarte tu orgullo, pero si quieres seguir con él es el precio a pagar. No puedes querer seguir con él e ir como si fueras a la guerra. ¿Entiendes?
-Sí.
-Ojalá hubiera hecho yo todo esto que te estoy diciendo en su día. ¿Quién sabe? Si fuera así, seguramente no estaríamos ninguno de los dos en esta situación ahora mismo.

No sé si fueron esas palabras en concreto o si toda la conversación en general, pero ella se quedó bastante pensativa, guardado silencio durante unos minutos. Creí que le había venido bien hablarlo para poder sacarse de dentro todo lo que sentía y pensaba respecto a la situación y a su novio y creí que estaría bien darle algún consejo basado en mis experiencias. No me lo pidió en ningún momento, pero yo me tomé la libertad de hacerlo, porque creí que necesitaba oír algo así si de verdad quería arreglar lo suyo con su novio. También intenté hacerlo lo mejor que pude cuando le di esos consejos. Consejos que yo no supe aplicar para mí mismo en su momento y que ya varios meses después seguía lamentando no haber seguido pese a cómo acabó todo finalmente en la última ocasión que la vi. Pero había alguna duda que me quedaba por resolver.
 
Capítulo 485

-Rebeca...
-Dime.
-¿Vas a dejar de ir a la academia?
-Mmm, no creo.
-Vale. ¿Y mis clases?
-Pues...
-Mira, yo lo que quiero es que estés cómoda y que apruebes tanto el curso como selectividad. Pero si con las clases que hacemos en mi casa no lo vas a estar...
-No sé... Me lo tengo que pensar.
-Vale. Como quieras. Yo creo que ya lo estás haciendo bastante mejor y que vas a aprobarlo todo si sigues así. Y te prometo que si sigues viniendo por casa no va a pasar nada más eso. Pero entiendo que no quieras que se pueda dar de nuevo y que no quieras estar más a solas conmigo tanto rato.
-Ya veré...
-Con que no dejes la academia me doy por satisfecho. Es una pena que por esto que ha pasado se te acabe jodiendo otro curso.
-A la academia seguro que sigo yendo. Quiero aprobar como sea esto.
-Bien. Ya me dirás de lo otro, pero que no hay ningún problema tomes la decisión que tomes.
-Vale.

De nuevo nos quedamos en silencio el resto de trayecto, que no fue demasiado largo con todo lo que estuvimos hablando. Al llegar, me dio las gracias, tanto por llevarla como por haberle servido para desahogarse y por darle aquellos consejos que ella creía buenos. Hasta me llegó a dar un abrazo al despedirse antes de salir del coche. De vuelta a casa tenía sentimientos encontrados, pues la verdad es que me daba pena por la situación que tenía y el lío en el que estaba. Si yo había hecho tonterías en mi relación con 25 años, ella y su novio con 19 años cada uno, pues igual, aunque seguramente sus edades eran más propicias para eso. Pero también me notaba bien por haberle servido como paño de lágrimas y hasta por haberle dado algunos consejos. Era como si al hacer eso me quitara un peso de encima por lo que me ocurrió a mí, pero ni de lejos terminaba de quitarme algunas cosas de la cabeza.

Al llegar a casa, Andrea me preguntó qué había pasado para no haber comido en casa con ella. Me inventé una tontería y ella se lo creyó. No me apetecía darle detalles de algo tan íntimo, aunque era verdad que nos había pillado a los dos, pero por eso mismo. Nada me aseguraba que ella no se fuera de la lengua con alguien y el novio de Rebeca se pudiera enterar. Era ella la que tenía que contárselo. Tampoco me pude entretener mucho, porque me faltaba poco para entrar a trabajar, así que me despedí de ella y me marché para ir preparando algunas cosas para las clases de aquella tarde, en la que todo fue bastante bien y sin nada reseñable más que me vinieron muy bien para despejar la cabeza tanto de lo ocurrido el domingo con todos aquellos temas, como de lo ocurrido con Rebeca.

El resto de la semana transcurrió con cierta normalidad, pues no había nada especialmente reseñable que se saliera de mi rutina. En clase todo parecía ir de manera normal con Rebeca, quien prestaba atención y participaba en clase como si nada hubiera pasado. Es verdad que en alguna ocasión notaba que me evitaba la mirada, pero en otras, no del todo y se dejaba llevar para poder estar concentrada en lo que tenía que estar y preguntando alguna duda si le surgía. Aunque ya de noche, dos o tres días después de que habláramos mientras la llevaba a su casa, me confirmó que no iría más a mi casa para esas clases extras. Hasta me llegó a decir que no hacía falta que le devolviera el dinero perteneciente a las dos semanas que quedaban del mes que me había pagado su madre por adelantado. Decía que era por la molestia que me había causado y por haberla ayudado con mis consejos.

No me importó que tomara esa decisión, ya que fui yo mismo el que le sugerí que pensara bien el tema para evitar cualquier problema más. Y ese fue el motivo para que dejara de venir por casa, porque aún no lo había hablado con su novio, aunque me dijo que lo iba a hacer, pero que quería que tuviera lugar en persona y que tenía que esperar hasta que dijera de venir, aunque ella ya le estaba metiendo prisa lanzándole alguna indirecta. Me comentó que quería evitar cualquier cruce de cable que le pusiera dar, y eso me parecía bien. También me interesé por su estado, diciendo ella que se encontraba mejor y le deseé suerte en esa conversación que tenía pendiente, porque era de las difíciles. También me presté a resolverle alguna duda que tuviera de camino a los exámenes finales, que eran en nada, y para selectividad, con ella de nuevo dándome las gracias.

Respecto al tema de amigos más cercanos, a lo largo de la semana llamé en varias ocasiones a Sofía, un par de ellas entre semana y la otra ya en el fin de semana para preguntarle cómo iba todo por casa con el tema de la enfermedad de su abuelo. Me comentaba que la cosa estaba un poco parada, pero que parecía que todo iba a ir a mejor. Ella era la que mantenía la casa con un buen ambiente para que todo les fuera más fácil. Hasta me comentaba que ayudaba a su abuelo a hacer ejercicios para que no se atrofiara al guardar reposo en la cama y que le acompañaba a hacerse las pruebas pertinentes. También me comentó que hasta lo había comentado en el trabajo y que le dieron bastante cancha con el tema de los viajes por tener una situación así de delicada en casa, permitiéndole hacer todo de manera remota. Me alegraba mucho que estuviera así de positiva y optimista, porque en casos así se agradece un comportamiento como ese.

Aunque no pude evitar preocuparme por el tema del alquiler que seguía pagando pese a estar su casa vacía. Me comentó que eso era lo de menos para ella y que le importaba poco perder un poco de dinero por esa parte, diciendo que no era tanto, como yo ya sabía, en comparación con el buen sueldo que tenía. Decía que le compensaba mucho más estar en casa con los suyos en esos momentos que "perder" algo de dinero. Incluso me llegó a decir que, si necesitaba un sitio para pasar la noche y no tenía ninguno a mano, podría irme allí si lo necesitaba. Tan solo tenía que pedirle las llaves a Irene, ya que ella tenía una copia por si acaso. Y sí que me harían falta en el fin de semana. Aunque en ese momento no tenía ni idea de que fuera a ser así, llegando yo a decir que para qué iba a necesitar irme allí a pasar una noche teniendo la casa de mis abuelos y la de nuestros amigos que ya estaban allí. Pero igualmente le di las gracias por el gesto tan grande que tuvo al decir aquello.

En relación a mis otros amigos, pues Irene estaba contentísima con su nuevo puesto de trabajo. No paraba de decirme lo a gusto que estaba y lo bien que la habían recibido. Mario estaba más contento aún si cabía y todo eso obviamente me ponía contento a mí también. Me describía con mucho detalle a lo que se dedicaba, aunque yo no tenía mucha idea de lo que me contaba, pero me transmitía buenas vibraciones. Me contaba que comía todos los días con Mario cerca del trabajo para no perder mucho tiempo y que volvían con ganas, aunque en realidad no se veían mucho por estar en secciones diferentes, pero si era verdad que Mario se acercó alguna vez para darle una sorpresa y de paso para ver cómo le iba, si estaba bien, si estaba cómoda... Hablamos un poco de todo, aunque aquello era el tema principal y les comenté que iría ese fin de semana para verlos, aunque no llegamos a quedar en nada específicamente.

Si bien es verdad que todas esas cosas nuevas me tenían de buen humor, ya fuera el tema de Rebeca al proponerse arreglar lo suyo, o los temas de mis amigos con la estabilidad del problema del abuelo de Sofía o lo nuevo en Irene en temas laborales, también es cierto que tenía carencias. El sexo había pasado a tener bastante importancia para mí en las últimas semanas y me notaba con ganas, pero no terminaba de tener alguien con quién tenerlo de manera regular. Pensaba que con Mónica ese problema estaría resuelto, pero con aquello que me contó de que no quería basar nuestra amistad en el sexo, la cosa tomó un rumbo muy diferente al que yo pensaba. Y eso que nos vimos uno de esos días de aquella semana para tomar un café y desayunar de paso antes de que ella entrar a trabajar y yo me marchara al gimnasio, pero no veía en ella ningún gesto que me indicara que tenía ganas. Tuvimos un momento de charla como el que tienen dos amigos cualesquiera.

Que no es que me quejara de aquello, porque me gustaba tener a gente con quién hablar y poder pasar algo de tiempo para distraerme, pero mis necesidades me nublaban a veces el pensamiento y me impedían disfrutar de algunos momentos de la manera en la que debería haberlo hecho. Lo mismo pasaba con Eva. Parecía que íbamos a tener unos buenos momentos de diversión por aquella conversación que tuvimos en la que se puso juguetona y muy servicial, pero resultó ser imposible quedar con ella porque a su novio le habían ampliado los turnos de vigilancia y a ella también le había entrado más trabajo últimamente. Así que no podíamos quedar. De hecho, no pudimos hacerlo en todo el mes, diciéndome ella por mensaje que ya me diría algo cuando tuviera tiempo, porque también tenía que cuidar del hermano de su pareja. Yo le di el visto bueno, pero con el pasar de los días lo di por perdido.

La que siempre estaba ahí y con la que más tiempo pasaba era con Andrea. Era una chica estupenda en muchos aspectos y seguía ejerciendo mucha atracción sobre mí. Pero era imposible con ella. A lo mejor se ponía un poco roja o se quedaba sin habla cuando lanzaba yo algún comentario un poco fuera de lo normal por hacer la gracia o al verme más arreglado de la cuenta, pero no veía en ella ningún indicio de que le atrajera. Además de que tenía novio y no quería joderla de ninguna manera. He de reconocer que me molestaba un poco ese pasotismo respecto a mí, físicamente hablando, porque yo tenía el ego un poco hinchado y le seguía teniendo ganas, pero no llegaba a hacer nada. Bastante había hecho en esa situación en la que la puse incómoda, la cual me seguía dando vergüenza recordar.

Así llegué al fin de semana, en el que ella misma me dijo en coña que parecía que no vivíamos juntos de lo poco que coincidíamos entre sus clases y mi trabajo. Solo en almuerzos y cenas prácticamente, siendo periodos de tiempo cortos de normal, aunque también nos solíamos quedar un rato viendo la tele juntos después de cenar, o ayudándole yo en lo que podía con sus dudas. Pero en esta ocasión me dijo que me quedara a comer yo con ella para poder hacerlo más tranquilamente. Me extrañó un poco, pero la veía contenta, lejos de ese estado de nervios por los exámenes, así que accedí. Al regresar del gimnasio y darme una ducha me la encontré en la cocina preparando varias cosas. Me acojoné un poco al ver tantas cosas sobre la encimera, pero ella me decía riendo que le apetecía hacer varias cosas y que no se había decidido, por lo que había optado por hacer varias cosas, aunque en plan degustación.

Fue un rato significativamente nuevo pese a comer juntos todos los días. Aunque en este caso, Andrea se esforzaba por sacar temas nuevos de conversación para que nos conociéramos mejor. No tenía ni idea de a qué venía esto, pero desde luego no iba a hacerle ascos a un momento así, por lo que me dejé llevar para hablar con ella con total tranquilidad mientras comíamos en la mesa del salón con la tele de fondo, aunque poco caso le hacíamos. Hasta se animó a pregúntame algunas dudas en el tema de pareja. Me comentó que me veía con experiencia en ese tema, aunque yo dudé bastante de aquello, pero me puso unos ejemplos de situaciones en los que no sabía cómo comportarse. Algunas eran normales, otras no tanto, con ejemplos de algún tonteo de una chica que se le pudiera acercar a su novio.

No sabía muy bien cómo responderle a aquella duda en la que me confesaba que aquello le daba que pensar porque no podía evitar sentir algo de celos. Yo le respondía que era algo normal, pero que, si confiaba en su novio, pues que no había nada que temer en ese aspecto. Y así era, pues se la veía segura de lo que decía respecto a sus sentimientos hacia él, pero también me comentó que su novio le había dicho en alguna ocasión que había tenido una época de descontrol y que había sido infiel a alguna pareja que tuvo de manera breve. Era algo que le molestaba, no el hecho en sí, sino que se pusiera a veces a pensar en aquello y se enfadara y preocupara por esas palabras. Se sentía muy estúpida según me decía y odiaba cuando le venían esos pensamientos y se sentía así.

La verdad es que era un tema delicado, pues lo fácil para solventar aquello sería que ambos vivieran juntos en mi opinión, pero también era verdad que ambos eran aún muy jóvenes como para irse juntos, aunque ya llevaban un tiempo como pareja. Pero era imposible por tener que trabajar él en otra ciudad. Yo le sugerí que buscara un trabajo en la que estábamos, pero ella me dijo que eso era una locura y que no estaba la cosa como para dejar un trabajo decente como el que tenía él para venirse a la aventura. Antes de que pudiera abrir la boca, me dijo que ni de coña iba a acoplar a su novio en casa, que bastante hacía con dejarla vivir a ella allí gratis. Se puso seria y hasta tensa, por lo que no repliqué para que se calmara, y menos mal que lo hice, porque al poco se serenó y cambiamos de tema mientras comíamos tranquilamente, dándole yo las gracias por todo lo que había preparado.

Con la tontería seguimos hablando un poco más después de comer, porque además hizo un postre y nos quedamos ya sentados en el sofá para comérnoslo tranquilamente mientras seguíamos charlando y me seguía preguntando dudas acerca de esos temas de pareja. Lo cierto es que me extrañaba un poco que me preguntara tanto después de llevar en ese momento más con su novio de lo que mi relación llegó a durar, por eso se lo pregunté. Ella me contestó diciendo que pese a llevar todo ese tiempo, no se veían tanto. Normalmente lo hacían por WhatsApp, llamada o videollamada. De esa manera no tenían una relación normal por así decirlo, porque no pasaban tiempo material juntos y en su opinión no era lo mismo que cuando sí que estaban de verdad. Hasta me decía que sentía esos momentos breves y muy intensos con él.

Por eso me preguntaba tanto, porque algún detalle le fui dejando de mi relación, como que estuvimos viviendo juntos, por ejemplo. Ella me decía que me veía con mucha experiencia en ese aspecto, aunque yo no estaba para nada de acuerdo. Pero de todas formas me encargaba de contestarle de la mejor manera que podía, tratando de ayudarla al pensar bien lo que tenía que decir. Ella me dio las gracias cuando se quedó sin ninguna duda dentro, diciéndome que le había gustado mucho ese momento que habíamos tenido. Al decirme eso me percaté de que ya se estaba haciendo algo tarde, por lo que me despedí de ella y me marché a mi ciudad después de echar un poco de ropa en una mochila para pasar el resto del fin de semana allí. Hasta le propuse que se viniera para pasar tiempo con mis amigos, pero ella seguía en sus trece y no quería venir, diciendo que tenía que estudiar y metiéndose directamente en su habitación después de decir aquello.

De camino a mi ciudad estuve pensativo, porque veía cada vez más acercamiento entre Andrea y yo, pero no era el que yo esperaba. Parecía que nuestra amistad se consolidaba paso a paso. Y también era por eso por lo que no quería intentar nada más con ella. Rehuía hacer eso de meterme en una relación de pareja, pero más aún con ella. Sería algo que estaría demasiado mal para llegar a lo que yo quería. Pero no dejaba de masturbarme pensando en ella cuando me sentía falto de sexo. Tampoco es que fuera una situación preocupante para mí, pues era algo que veía fácil de mantener a raya. Y algo que me ayudaba era tener sexo, cosa que hacía los fines de semana, como el momento en el que me encontraba, con idea de hacer algo con Irene, quizá otro trío.

Llegué a mi ciudad sobre las 8 de la tarde, haciendo una visita algo breve a la familia para irme a casa de mis amigos, para ver si hacíamos algo por la noche, como irnos a cenar fuera y luego de fiesta, pero resultó que no iba a tener esa suerte. Al llamar, me abrió Mario bastante arreglado, sorprendiéndose de que estuviera por ahí, aunque me hizo pasar rápidamente. Me encontré a Irene en su habitación terminado de arreglarse al ponerse una gargantilla y unos pendientes. Les dije que estaba ahí porque tenía pensado que hiciéramos algo, como les dije entre semana, aunque no quedáramos en nada en concreto, pero sí que les dije que me pasaría. Ellos parecieron olvidarse de aquello, o más bien no me tuvieron en cuenta, porque les había surgido otro plan.

Al parecer habían hecho buenas migas con unos compañeros de trabajo. Se trataba de otra pareja que estaban en una situación muy similar a la que estaban ellos. Él era amigo de Mario y estuvieron hablando de que Irene se había incorporado y así fue como acabó conociendo a la pareja de éste. Me contaron que todos los días salían los cuatro a comer juntos y que hablaban bastante, empezando a converse y demás. Hasta habían hecho un plan para esa noche en la que iban a salir a cenar y a tomar algo, aunque de manera muy tranquila y sin intención de llegar a nada de lo que hacíamos nosotros. Yo asentía a todo lo que me contaban, diciéndome que me parecía genial, aunque mentiría si dijera que dentro de mí había algo que me molestaba. No es que me sintiera desplazado o marginado, pero sí decepcionado. Y no con ellos porque se hubieran echado unos nuevos amigos y se estuvieran empezando a conocer, sino conmigo mismo por haberme hecho ilusiones para ahora llevarme el chasco de no poder estar con ellos. Aun así, les dije que me alegraba y les deseé que se lo pasaran bien.
 
Capítulo 486

I: ¿Te has quedado sin plan?
J: Pues un poco, jajaja.
M: Es culpa nuestra. Teníamos que haberte dicho lo del plan.
J: Da igual. No pasa nada.
I: Me sabe muy mal que te hayas venido para estar con nosotros y que no puedas hacerlo. ¿Y si te vienes?
J: No, no. Yo ahí no pinto nada. No quiero acoplarme. Me voy con mi familia y estoy con ellos.
M: ¿No te apetece salir con el grupo?
J: Con el tema de Fátima, la verdad es que no. Lo he mirado esta mañana y decían que iban a salir. No quiero aparecer y joderle la noche y que se vaya, porque estaba muy enfadada cuando hablamos el finde pasado.
I: No será para tanto, joder. Seguro que hablaba en caliente y ya se le ha pasado.
J: Si fuera así me habría dicho algo, pero no tengo ningún mensaje de ella.
M: ¿Y si le dices a Ana de salir por ahí?
J: ¿Los dos solos?
M: Claro.
J: No sé...
M: Javi, espabila. Ana quiere echar un polvo contigo. No sé ya cómo decírtelo.
J: Ya. Si ya...
M: Pero es que ella es así. Es un poco estúpida. Le gusta picar a la otra persona.
J: Si no tengo mucho problema con eso.
I: ¿Entonces?
J: ¿Qué hago? ¿Le digo que deje a los otros tirados para venirse conmigo? Fátima se va a mosquear como se entere de que le ha dado plantón para irse conmigo por ahí.
I: Pfff... Qué tontería. Si seguro que son bastantes.
M: Tráetela aquí y así no te arriesgas a que os vean.
J: No, no. A ver si os da por venir con la otra a pareja y estamos aquí...
I: Qué va.
J: Sofía me dijo que podía ir a su casa si lo necesitaba.
I: Es verdad. Algo me comentó cuando le llamé para preguntarle por su abuelo. Me dijo que te diera las llaves de su casa si necesitabas estar allí.
M: Pues no es mala. Así nadie os molesta. Eso seguro.
J: Me da un poco de cosa hacer esto, no os vayáis a pensar.
M: Si ella te ha dicho que no hay problema, pues aprovecha la oportunidad.
J: Podríamos ir a su casa también, ¿no?
I: Se ve mucho con Fátima. Se pasan mucho la una por la casa de la otra. Todos los días se ven para hablar, tomarse un café... Si vais allí lo mismo tienes sorpresa.
J: Joder, pues nada. Iremos a casa de Sofía.
M: Sí, porque en la tuya con tus padres... Jajajaja.
J: Ya...

Irene me dio las llaves de la casa de Sofía y nos despedimos, porque tenían que marcharse al restaurante en el que habían quedado con la otra pareja. Al llegar de nuevo a casa de mis abuelos, estuve hablando con Ana mediante mensajes para ver si se animaba para que nos pudiéramos ver. De primeras me dijo que ya había quedado con el grupo y que Fátima lo sabía, haciendo alusión a lo que habíamos hablado ella y yo, aunque sin ahondar mucho en el tema. Le dije que podíamos pasarlo bien y hablar más tranquilamente si quería, que tenía hasta un sitio en el que no nos molestaran. Al final acabó aceptando, por lo que quedamos en que pasaría a por ella para pedir algo de cenar a domicilio y poder hacerlo allí y lo que surgiera. Aunque me dijo que tenía que pensar en una buena excusa para Fátima, porque llevaban unos días hablando de la quedada de ese día y ahora le iba a dar plantón, aunque no iba a ir sola de todos modos al ir con bastante más gente de nuestro grupo de amigos.

Así que me di una ducha y me arreglé, todo de manera rápida, porque tenía que ir a casa de Sofía para prepararlo todo, que llevaba varios días vacía y quería que no pareciera que fuera así. Además, me pasé por un chino para comprar algunas bebidas para que tuviéramos para después de la cena. A la hora acordada pasé por su casa después de poner un poco aquello para que pareciera más frecuentado, aunque tampoco hizo falta hacer mucho. También llamé a Sofía para decirle dónde estaba y porqué, diciéndome ella que le parecía bien y que disfrutara del momento con Ana, que era una chica muy guapa. Al recogerla, me percaté de que iba muy guapa, con un vestido ajustado y llamativo de color rojo, yendo también con unas medias negras muy tupidas y unos tacones rojos del mismo modo que el vestido. Llevaba su pelo muy alisado, como siempre, con su flequillo y también iba bien maquillada, estando espectacular.

Al llegar a casa de Sofía me preguntó si me había mudado a esa casa, explicándole yo de quién era en realidad. Nos serví un par de copas de vino, aunque yo no era mucho de eso, pero me apetecía causar buena impresión, por lo que lo acabé haciendo. Ella me lo agradeció, pues sí que le gustaba. Así estuvimos hablando un rato de cómo nos iba en el trabajo a cada uno mientras esperábamos la cena que pedimos a un italiano que se especializaba en pizzas, pero que también servía otros platos. De primeras todo fue bastante normal para ser ella. Se comportaba de manera normal y no era borde ni lanzaba puyas como a ella le gustaba hacer, cosa que nos permitió disfrutar de la cena con un buen ambiente, aunque ahí se quedó cuando terminamos de cenar y lo recogimos todo para sentarnos en el sofá de nuevo para charlar mientras seguíamos tomando algo de vino.

-La has liado buena con Fátima, ¿no? Jajajaja.
-Yo poco he hecho. Es ella la que me echa a mí la culpa.
-Hemos estado hablando. Dice que le has echado a Mario encima.
-Sí. Eso es.
-Está muy enfadada contigo por eso. Ha despotricado un poco de ti.
-Pues no lo entiendo. Si es Mario el que lo hizo todo y el que se la ha follado. ¿No debería estar más enfadada con él?
-Bueno, que lo esté contigo no quita que no lo esté con él. Cada uno tenéis lo vuestro, jajaja.
-Dice la que se va con la novia del otro para follar... Jajajaja.
-Oye... No me hables así.
-Pero si eres tú la que ha empezado burlándose, anda...
-O sea que te lo ha contado Mario, ¿no?
-Entre él e Irene.
-Joder la gente... Qué larga tiene la lengua...
-Pues como tú y Fátima. ¿O es que vosotras no habláis?
-Pero no esas cosas. Ella es muy recatada. Solo te estuvimos criticando.
-Ah, criticando... Las dos...
-Pues sí.
-¿Y qué me criticaste tú? A ver...
-Lo chulito que eres. Ya se lo comenté a Fátima, que con los tíos como tú hay que llevar cuidado.
-Ah... -dije riéndome.
-Es que es verdad. Vais de chulitos porque sabéis que eso gusta mucho a las chicas. Echáis un polvo y si te he visto, no me acuerdo. ¿O no es así?
-A veces. Pero es que os gusta mucho. Y un rollo de una noche lo busca cualquiera, no solo nosotros.
-Bueno, si tú lo dices...
-Claro, porque lo que te traes tú con Mario es con vistas a futuro, ¿no? Jajajajaja.
-Es que eres muy capullo, jaja -dijo poniendo una de sus manos en mi cara.
-Ya en serio, seguro que no le ha echado a Mario ni la mitad de bronca que me echó a mí.
-Creo que ni ha hablado con él.
-¿Ves?
-Está muy cortada también. Pero que la has cagado, vaya, jajajaja. Dice que te ha cortado el grifo y que no quiere ni salir contigo. Has hecho bien en no decir nada por el grupo ni aparecer donde íbamos a ir.
-No quiero estar donde no me quieren. Nah, no quiero joderle la noche si va a estar incómoda conmigo. Porque estoy seguro de que sigue cabreada conmigo.
-Sí, la verdad es que lo está. No me ha dado ningún detalle, pero me ha dicho que ha tenido detalles contigo como para que se la hayas devuelto así.
-Y yo le dije que me gustaron. Solo tuve una charla con él como la que tenéis vosotras para que esté así conmigo.
-No, tuvisteis una charla de tíos. De unga unga, de lo machotes que sois follando y todo eso.
-No fue para tanto. Te lo juro.
-Si es que os pierde mucho el folleteo.
-¿Y a vosotras no?
-Pues no.
-A ver... Tú, por ejemplo. Jajajaja.
-Verás...
-Es que dices que no cuando te has follado a Mario, a Irene y seguramente hagas un trío con ellos. Y...
-¿Y...?
-Y hoy vas a follar conmigo.
-¿Cómo estás tan seguro?
-Joder, porque estamos aquí muy a gusto, ¿no? ¿O solo hemos quedado para cenar teniendo tú planes...? Jajajaja.
-Qué sobrado eres.
-Sobrado, no. Es que es muy obvio.
-Si tú lo dices...
-Como que te vas a quedar con las ganas después de todo lo que te habrán contado Irene y Mario. Y hasta Fátima.
-Mario no hablaba mucho en el tema. Fátima ya te he dicho que es muy tímida con estos temas.
-Irene seguro que te ha dicho algo.
-De hecho, no paraba. Jajajaja.
-Seguro, jajaja.
-Te vendía muy bien, ¿eh? ¿Qué le has hecho? Jajajaja.
-Buff... Muchas cosas.
-Me hablaba de ti con mucha intensidad. Hasta se le ponían las mejillas rojas. Me dijo que eras una maravilla y que das caña de la buena.
-Bueno, puede ser.
-¿No es así?
-Tendrás que comprobarlo.
-Ah... ¿Ves cómo eres un chulito?
-Y eso te encanta -dije acercándome a ella para darle un beso.

Sin embargo, Ana se echó hacia atrás para que no se lo diera. Lejos de que me sintiera mal, no fue para tanto, porque estábamos en plan vacilón los dos y era todo con risas. Seguro que el vino que nos estábamos terminando de beber tenía que ver, pero el caso es que era más como un juego que algo serio.

-Me dijo más cosas.
-¿Sí? ¿Cómo cuál? -dije poniéndome cómodo y remangándome la camisa.
-Pues... -dijo mirando mis brazos con detenimiento- Que has pegado un cambio físico interesante.
-Bueno, eso seguro que lo has notado tú también.
-A ver... Hacía que no te veía desde que íbamos al instituto, pero joder... Sí que se nota. Ya podías haber estado así de bueno en esos días...
-Vaaaaaya. ¿Qué hubiera pasado entonces?
-Uff... A saber...
-Pero tú tenías novio en esos días, ¿no?
-Sí, pero a esas edades... Discutíamos, rompíamos, volvíamos. En uno de esos tiempos que nos dábamos te hubiera echado un polvo si hubieras estado así de bueno.
-Joder, no te hacía yo así.
-Pues ya ves... Qué pena que no pudiera ser, ¿verdad?
-Jajajaja. A lo mejor si Fátima te hubiera contado algún detalle de mí, sí que hubiera pasado algo, ¿no crees?
-No sé a qué detalle te refieres -dijo haciéndose la loca-. Fátima nunca me llegó a contar nada en concreto en su día.
-Am... Pero a lo mejor te haces a la idea, ¿no?
-Síiiiiii. Irene me ha dicho que gastas una buena herramienta.
-¿Eso te ha dicho? -dije riéndome.
-Sí. Me lo recalcó mucho. También lo de que te gusta mandar.
-Ah, bueno. Un poco. A ella le encanta que sea así también.
-Eso me dijo.
-¿Y a ti? ¿Te gusta eso?
-¿Quién sabe...? -dijo haciéndose la interesante.
-Jajajaja. Luego soy yo el chulito. ¿Y cómo fue con Irene?
-¿Quieres detalles?
-Me da curiosidad. Sé su parte, pero no la tuya.
-Jajajajaja. Pues fue... Diferente.
-¿Pero bien, o no?
-Sí. Fue bien. Estaba muy nerviosa y había cosas que...
-Entiendo.
-¿Tú has probado con algún chico?
-No. No he hecho nada así. Bueno, he participado en dos tríos en los que éramos dos chicos. En uno no pasó nada. En otro alguna cosilla.
-¿Con Irene y Mario?
-Ajá.
-Entonces ya sé lo que pasó.
-¿Te ha contado?
-Sí. Así nos calentamos mucho y al final acabamos... Jajaja.
-Cómo le gusta lo que le encanta a Irene...
-Ufff... Es muy...
-Ya, jajajaja.
-¿Sabes? Hubo una cosa que me llamó muchísimo la atención.
-¿El qué?
-Eso de que tuviera pelo ahí abajo.
-Ufff...
-Jajajajajajaja. Me dijo que te encantaba eso.
-No lo sabes bien...
-Me dijo muchas veces que si pensaba irme a la cama contigo que me lo dejara si te quería agradar.
-¿Y lo has hecho? -pregunté incorporándome.

Ana se encogió de hombros mirando a otra parte para hacerse la interesante y la verdad es que me dio por imaginármela y me excité bastante.

-¿De verdad te pone tanto? -preguntó divertida acercándose.
-Mucho.
-¿Y eso?
-¿No hay nada que a ti te ponga en exceso?
-Ahora mismo no caigo.
-Pues a mí me pasa con eso. No es algo que sea totalmente necesario para mí. Pero si es verdad que si lo tienen como a mí me gusta, el atractivo que me generan se dispara. Y disfruto mucho más si es así.
-¿Tienes orgasmos más intensos? -preguntaba sorprendida.
-Bueno... Nunca me he parado a pensarlo, o a razonarlo más bien. Pero supongo que algo hará, porque si estoy más excitado de la cuenta, pues así será, ¿no?
-¿Me estás imaginando de esa manera?
-Sí.
-¿Y qué tal?
-No sé. Dímelo tú -dije mirando cómo la erección se marcaba en mi pantalón.
-Pfff... Joder.

Eso pareció terminar de calentar a Ana, porque ahora fue ella la que se lanzó a besarme, sin impedirlo yo como hizo ella. Hasta se animó a poner su mano sobre mi erección para sobármela un poco. Y así estuvimos enrollándonos durante un buen rato en el sofá, aprovechando yo para tocar su cuerpo también, aunque de momento solo me centraba en sus muslos, subiendo desde su rodilla hasta su culo prácticamente, sin llegar a abarcarlo bien. Ella me ponía la mano en la cara por momentos y también en el pecho, aunque donde más la dejaba caer era sobre mi polla, aún oculta en mis boxers y pantalones, pero el estímulo que me estaba haciendo con su mano era aun así placentero. Pero no llegaríamos a más por el momento, porque nos separamos con una pequeña risa por ambas partes para seguir con el vino y con la charla.
 
Capítulo 487

-¿Y eres rubia también ahí abajo? -le pregunté ya por el calentón que llevaba encima.
-¿Tanto interés tienes en eso? Jajajaja.
-Joder, pues sí. ¿O no has comprobado ya cómo estoy?
-¿Tú qué crees?
-Pues hay un dicho que... No sé si lo conoces.
-Jajajajajajajajaja -se partía de risa.
-¿Lo conoces? -pregunté riéndome.
-Sí.
-Eso me dice que no mucho, ¿no? Porque las veo oscuras.
-Pues te sorprenderías.
-¿Sí? -dije bastante excitado.
-A ver... Hace muchísimo que no lo compruebo. En cuanto me empieza a salir me lo quito rápidamente. No me gusta nada.
-Oh... -dije con pena- ¿Por qué?
-Me da asco.
-Qué tontería. ¿También te da asco en los hombres?
-Mmm, no. Me da igual.
-¿Ves cómo es una tontería?
-Pero es que no me gusta tener pelo ahí. Se me hace incómodo.
-Yo tengo un poco, pero muy bien cuidado y muy corto. También es por comodidad. Cuando me he pasado la cuchilla luego me pica bastante y dura nada.
-Los hombres tenéis más pelo y más recio normalmente.
-Entonces, ¿es rubio?
-A ver... Cuando me lo empecé a depilar y tenía sí que era claro. No rubio como la melena que tengo, pero no era negro como el típico que tienen la mayoría de las chicas.
-Ajá.
-Era más claro, sin llegar a ser muy rubio tampoco.
-Joder. Pues me hubiera gustado verlo.
-¿Y has tenido mucha suerte viendo eso en las chicas? -decía acercándose de nuevo a mí.
-Bueno... Por etapas. Pero no he tenido mucha en general. Alguna chica se lo ha dejado por mí, eso sí.
-Como Irene.
-No, no. A ella le gusta llevarlo así. Lo lleva así desde antes de que nosotros... Y eso que Mario lo prefiere sin nada. Que también le da el gusto, pero lo suele llevar así.
-¿Y alguna otra que conozca?
-Eso no se dice, mujer...
-Seguro que Fátima se lo dejó para complacerte.
-Puede...
-¿Sabes? Tanto hablar de esto y con todo lo que he oído hablar de ti, han hecho que me entren ganas de...
-¿De qué?
-De que me folles.
-Pfff... No tenemos prisa, ¿no?
-Te gusta jugar. Eso me gusta.
-No lo sabes bien...
-¿Me dejas verla?
-Mmm... ¿Debería?
-Pues claro. Vaya pregunta... Jajajaja.
-A ver, ven.

Cogí a Ana de la mano para que se pusiera sobre mí con una pierna a cada lado y poder besarnos un poco más. Empezamos con un morreo muy guarro y frenético, pero poco a poco nos calmamos, aunque era con mucha lengua, aun así. Yo no dejaba de apretar su culo con mis manos mientras ella me agarraba la cara y murmuraba con esos besos. Pero eché mano a su espalda para bajar la cremallera de su vestido y luego desabrochar su sujetador negro, aunque no se le llegaba a transparentar. Ana reía, pero se echó hacia atrás para que pudiera verle las tetas. Le retiré el sujetador y lo dejé sobre el sofá para ponerle el vestido por la cintura y deleitarme mejor de sus pechos. Lo cierto es que me gustaron pese a ser un poco caídos, casi como le pesaba a Fátima, aunque eran un poco más voluminosos, siendo bastante pálidos y con unos pezones rosados de aureolas de tamaño normal.

Acerqué mi cara a ellos después de tocarlos bien con mis manos, llegando hasta a pellizcar sus pezones con mis manos para empezar a chuparlos y succionarlos. Ana pasó a acariciarme la cabeza y a dejarse llevar, ofreciéndome sus tetas para que hiciera lo que quisiera con ellas. Lo único que hacía de manera más activa era apretar su cuerpo contra mi polla y frotarse un poco. Al rato de comerle las tetas, se bajó de mí para mirarnos y como ella me había dejado disfrutar de aquello, yo me la acabé sacando, aunque no fue algo fácil por la erección que tenía y por ser los vaqueros apretados. Ana puso cara de sorpresa, llegando a decir que le parecía más grande así que de lo que notaba al verla guardada. Con una risa tonta la cogió con delicadeza para mover su mano muy ligeramente, empezando así a masturbarme

Al final le dije de irnos a la habitación, porque no quería hacer nada en el sofá. Bastantes confianzas me había tomado ya estando en una casa que no era mía y llevando a alguien además como para ponerme a follar en cualquier sitio. Así que me puse bien la ropa y ella se subió el vestido y cogió su sujetador y los fuimos a la habitación. Allí, nos sentamos en la cama para volver a besarnos, aunque poco duró, porque nos empezamos a desnudar el uno al otro para acabar totalmente desnudos, o casi, porque ella no se llegó a quitar su tanga negro. Me deleité con el cuerpo de Ana al desnudo, el cual no había visto así nunca más allá de las típicas fotos en bikini que suelen subir las chicas a las redes sociales. Esas fotos ya me decían que tenía un cuerpo bonito y obviamente fueron buenas inspiraciones para las pajas de la época de estudiante, pero ahora la tenía así a mi lado.

-Siempre te ha gustado usar tanga, ¿eh? -le pregunté mientras nos metíamos mano.
-¿Siempre?
-Recuerdo alguna vez en clase ver cómo asomaba tu tanga. Me sentaba detrás de ti, ¿te acuerdas?
-Es verdad. Y tú encantado, ¿no? Jajajaja.
-Pues ya ves.
-Y luego en casa te matabas a pajas.
-Bueno, alguna caía. Pero no te des tanta importancia... Jajaja.
-Yaaaaaaaa, seguro...
-Me fijaba en muchas. Como cualquier chico a esa edad.
-Muchos me decían que era la que estaba más buena del instituto. ¿Tú no creías lo mismo?
-Mmm...
-Va, reconócelo. Era la que más te gustaba.

Me quedé pensativo mirando a un punto fijo y recordando esos días, viniéndoseme alguien especial a la cabeza, aunque en esos días yo no sentía ni de lejos lo que sentiría por ella años después. Pero me resultó inevitable acordarme de ella, sobre todo al salir juntos en grupo, aunque no fuéramos ni del mismo curso siquiera. Ana pareció darse cuenta y chasqueó sus dedos para hacer la que mirara, sentándose y agarrando mi cara con suavidad para besarme. Aunque no duró mucho, pues volvió a echar mano a mi polla para empezar a masturbarme, bajando su cabeza después para mirarla de cerca y pasar su lengua con cuidado por el tronco.

-Tienes los huevos depilados. Me gusta.
-Con ellos no tengo tanto problema con los picores. Además, me gusta así y a algunas chicas les gusta chuparlos. Así mejor, ¿no?
-Sí. ¿Te gusta que te chupen los huevos?
-No es algo que me llame mucho la atención, pero si a ti te gusta, no tengo problema.
-No es algo que me llame mucho la atención tampoco. Pero tienes esto bonito en realidad -dijo acariciando mi pubis.

Ana retomó las lamidas que empezó a dar por mi nabo, intentando recorrerla entera hasta que llegó al glande, centrándose ahí más y llegando a atraparlo con sus labios mientras me miraba con sus ojos azules desde abajo. La verdad es que me resultaba muy excitante verla así, siendo una chica guapa y estando con mi polla en su boca. Bueno, mi glande de momento. Pero yo creo que lo que más me gustaba era el morbo de tener a una chica como ella así. En la vida me hubiera creído que algún día estaría así con ella cuando íbamos juntos a clase y, sin embargo, ahí estábamos y seguro que llegábamos a mucho más. Le hice una coleta y se animó a mamar más, aunque en ningún momento se metió mucho. De hecho, no llegaba ni a la mitad pese a que le hice una coleta con las manos para que no le molestara nada.

Parecía ser de boca pequeña y tampoco veía que se animara a abrir su garganta, así que la dejé hacer a ella y disfruté bastante de la mamada que me hizo pese a no ser muy tragona. Lo que sí dominaba era masturbar todo lo que no se metía en la boca con su mano. Lo hacía con brío y con bastante técnica. Pero yo también quería probarla y verle el coño, así que le dije que se levantara y que se quitara el tanga. Para ello se puso de pie y fue hasta donde dejó el vestido para quitarse ahí el tanga y dejarlo sobre él. Yo fui rápidamente para ponerme detrás de ella y pegar mi cuerpo al suyo, agarrando sus tetas desde atrás y encajando mi polla en la raja de su culo. Ana reía, primero con sorpresa por no esperárselo seguramente, pero luego lo hacía de manera normal. Me separé de ella y me senté en la cama, viniendo ella hacia mí, pudiendo verle al fin ese coño que deseaba ver desde hacía unos 10 años.

Al ser una chica delgada, se quedaba bastante visible por no ocultarse entre sus muslos, teniendo una raja aparentemente normal con sus labios interiores rosados asomando ligeramente. Me excité de nuevo mucho al verla completamente desnuda. Cuando se sentó y se abrió de piernas, encontré que sus labios eran más alargados de lo que parecían a simple vista, aunque seguían siendo normales. Rápidamente le empecé a tocar la rajita, notándola húmeda, aunque tampoco tanto como esperaba quizá. Aun así, eso pareció encenderla, porque se empezó a morder el labio mientras le salían unas chapetas bonitas. Pero no quería demorarme más, por lo que la tumbé boca arriba para comerle las tetas de manera breve y bajar a su coño para comérselo.

Ana se retorcía bastante nada más empezar yo a hacer aquello y eso me gustaba, pero no quería que se corriera tan rápido. Traté de controlar aquello, pero no pude remediar que acabara antes de lo que yo quería, con ella agarrando las sábanas con fuerza y luego llegando a tirarme del pelo para que me apartara mientras gemía con fuerza. Tardó un poco en recuperarse, pero una vez lo hizo me miró con una sonrisa y me dijo que lo había hecho muy bien. Pero eso no me servía de mucho, porque yo quería seguir. Especialmente después de haber probado ese coño tan rico con esos fluidos cuando se corrió en mi boca. Así que me puse sobre ella y agarré mi polla para acariciarla con ella, aunque sin metérsela. Eso pareció gustarle, porque empezó a lanzar murmullos que se fueron transformando en pequeños gemidos. Al ver que ya estaba de nuevo así, cogí un condón de la mesita y me lo puse para metérsela cuanto antes.

Noté que tenía un coño normalito, algo apretado quizá, pero no notaba nada que no hubiera visto ya. Me empecé a mover dentro de ella al hincar mis rodillas en la cama y al apoyarme sobre mis manos, estando ella bastante despatarrada y mirándome fijamente, agarrándose sus tetas y apretándolas. Por un momento me paré a pensar si Mario me había tomado el pelo al decirme que era buena en la cama, porque hasta el momento la veía bastante normalita. Cada vez me movía con más rapidez y ella gemía con una intensidad proporcional. No era nada nuevo para mí aguantar más al tener puesto el condón, pero a ella parecía importarle poco la goma, pues parecía que otra vez iba a llegar al orgasmo. Y así lo hizo, pillándome bastante desprevenido al lanzar un grito seco bastante alto y al contraer su coño.

Apreté un poco más para apurar su orgasmo y ver así si me venía el mío, pero no lo llegué a conseguir y tampoco le quería hacer daño, por lo que me salí de ella y esperé a que se recuperara, viendo como relajaba poco a poco su cara después de que terminara de relamerse. Me volvió a mirar riendo, aunque esta vez se echó sobre mí al verme aún con la polla dura, empezando a besarme de nuevo mientras me la meneaba, aunque poco a poco empezó a acariciarse la raja con ella para metérsela de nuevo y empezar a follarme ella al moverse hacia arriba y abajo. Ahora sí que parecía ser la chica que me comentó Mario al tomar ese papel más activo. De hecho, no fue lo único que hizo, pues me pedía activamente que hiciéramos más posturas al pedirme que me pusiera de una manera o de otra. Así, estuvimos haciendo varias posturas en las que nos dimos placer el uno al otro.

Hicimos las clásicas posturas con ese misionero en el que empezamos, pasando después a ponerse ella encima de mí, una de las que más me gustaban. También se puso a cuatro sobre la cama y aproveché para darle embestidas con fuerza, llegando ella a empujar también con su culo, aguantando esta vez bastante más. Tanto cambió de esos primeros momentos que consiguió que disfrutara de ella como esperaba por lo que me habían contado de cómo era en la cama, provocándome un orgasmo al montarme como a mí más me gustaba, llegando a correrse ella también al ver cómo me puse y como embestía desde abajo con cada chorro que lanzaba dentro de la goma. Esta vez sí nos quedamos reposando un poco más para quedarnos en silencio, conmigo mirando al techo mientras que ella me miraba al ponerse de lado apoyándose en una de sus manos.

Pero ahí no acabaría la noche, porque nos volvimos a empezar a besar y a meternos mano, llegando a echar otro polvo en el que estuvimos un buen rato follando y en donde ella se volvió a correr de nuevo, aunque yo no lo llegué a hacer. Pero ella quería que lo hiciera, por lo que me quitó el condón y me la comió durante un buen rato, sin prisa y variando bastante el ritmo para darme el máximo placer que pudiera. Fue una mamada mucho mejor que la primera. Quizá era porque ya no tenía tanta prisa porque la follara, como parecía ser el motivo de que la anterior no fuera para tanto. En esta ocasión, cuando vio que me empezaba a retorcer me dijo que la avisara para cuando fuera a acabar y así lo hice, sacándosela ella de la boca para masturbarme con fuerza y que terminara en sus tetas, aun estando ella sobre mí, pero los chorros salían e impactaban en sus pechos.

Me quedé bastante extasiado y ella contenta por la sonrisa que podía ver en su cara. Pero me metió prisa para que le alcanzará su bolso, sacando ella de ahí papel para limpiarse. Le dije que fuera el baño si lo necesitaba, tomándome quizá demasiadas confianzas de nuevo, pero ella me dijo que no hacía falta y se empezó a vestir. No me sorprendió que lo hiciera realmente, porque ya habíamos follado bastante y no parecía ser de las que podían hacerlo mucho al tener varios orgasmos. Tampoco creí que fuera de las que se quedaban a pasar la noche con un chico como yo. Así que no dije nada. Tan solo le pregunté si quería que la llevara a casa al ser ya tarde, pues eran un poco pasadas las 3 de la mañana. Ella me dijo que no hacía falta y que se iba dando un paseo aprovechando que ya hacía buen tiempo. Así que me dio dos besos y se marchó sin llegar a decir nada más y casi sin darme tiempo a que me vistiera para que la acompañara a la puerta.
 
Capítulo 488

Estando ya solo en casa de mi amiga, me volví a meter en la cama al desnudarme y quedarme solo en boxers. Porque tenía pensado dormir allí para no molestar a mi familia al regresar tan tarde. Me lo había pasado bastante bien con Ana, justo como esperaba al haberme hecho Mario e Irene algún comentario sobre ella, pero lo cierto es que también la veía una chica un poco fría. Quizá la manera en la que se marchó fue un poco fría y aquello me dejó un poco de aquella manera, aunque lo prefería así en realidad, ya que no teníamos demasiada confianza como para tener un trato más cercano y así evitaba problemas como el de Fátima al empezar a tener más acercamiento con ella. Así que me quedé tumbado en la cama con las manos en mi nuca pensando en cómo había ido todo el día, desde la comida con Andrea con ese momento de acercamiento en el que ella me pedía opinión y consejo de algunas cosas de pareja, hasta lo ocurrido con Ana, pasando por la situación con mis amigos.

Y al rato me di cuenta de que era por eso por lo que estaba un poco cabizbajo. Fue un poco desanimante encontrarme que tenían ya un plan del que no me habían hablado cuando yo les dije que me pasaría el fin de semana para verlos. Ellos tenían todo el derecho del mundo a hacer los planes que quisieran con otras personas y me parecía muy bien de hecho, pero si es verdad que me molestó que no contaran conmigo cuando les dije que iría o que no me contaran nada cuando hablábamos bastante y solíamos hablar de los planes que teníamos. Tener lejos a Sofía tampoco ayudó, porque entre eso, lo de Irene y Mario y lo del grupo, con el que no quería salir estando Fátima, pues me sentía un poco solo. Eso no significa que no disfrutara con ella, pues sí que lo hice como ya he dicho, pero no era lo mismo hacer aquello con ella que con mis amigos más cercanos, con quien me lo pasaba mucho mejor.

O quizá lo que me pasaba era que el efecto depresor de todo el alcohol del vino que nos tomamos empezaba a hacer efecto y me hacía pensar un poco de manera negativa, pero en cualquier caso acabé durmiéndome, seguramente por eso mismo, por todo el vino que tomé sin estar del todo acostumbrado a una graduación tan alta. Eso sí, la cama olía un poco a Sofía y era un poco como si estuviera allí conmigo, por lo que quizá eso también me ayudo a conciliar el sueño.

La verdad es que para haberme ido a dormir un poco de aquella manera logré dormir bastante bien, durante varias horas. Quizá era porque mi amiga tenía una buena cama, pero el caso es que me sentía bien descansado. Aunque seguía estando un poco pensativo, sobre todo por lo frío que había sido el final con Ana. Lo veía así ya habiendo pasado unas horas y no tenía ni un mensaje suyo ni nada. Era agradable ese trato de vacile que teníamos, pero no terminaba de seguirla. No me veía teniendo una relación de amistad con ella ni siquiera.

No como la que tenía con mis amigos más cercanos, desde luego. Simplemente para juntarnos en grupo, tomar una cerveza con todos o salir a cenar y luego de fiesta todos juntos, como ya habíamos hecho alguna vez. Y me lo había pasado muy bien la noche anterior fuera del sexo con esa cena en la que hablamos bastante, pero había algo en su manera de ser que no terminaba de captar mi atención, como si se creyera más que la otra persona.

Tampoco ocuparía mucho tiempo ella en mi cabeza, pues regresé lo de mis amigos y esa manera de sentirme algo desplazado, pero ya tenía pensado sacarme esa espinita llamándolos para quedar para comer ese mismo día. Aunque aún era temprano y sabía que solían aprovechar para dormir más el fin de semana, sobre todo Mario, que echaba muchas horas trabajando y suponía que Irene al estar el mismo tiempo fuera de casa, pues estaría también cansada. Así que empecé por levantarme y cambiar las sábanas de la cama para hacer algo de tiempo.

Pero no quedó ahí la cosa, pues a cambio de tomarme en mi opinión más confianza de la cuenta al pasar la noche en la casa de mi amiga sin que ella estuviera ahí, decidí lavar esas mismas sábanas, tenderlas y ya de paso dejarlas recogidas y limpiar todo un poco, recogiendo lo de la cena de la noche anterior y darle un repaso a la casa también, aunque no hacía mucha falta, pues Sofía era muy ordenada y siempre tenía la casa muy bien cuidada, pero ya eran varios días que no se abrían las ventanas y demás, así que me esforcé en dejarla todo lo bien que pude.

Hasta me animé a comprarle un detalle para dejárselo sobre la mesa del salón para cuando regresara una vez acabé. Con la tontería ya era un poco pasada la 1 de la tarde, por lo que llamé a mis amigos para decirles de quedar e ir a comer juntos, pero no tuve suerte, ya que me dijeron que tenían comida familiar con los padres de Mario y más gente de su familia por ser el cumpleaños de uno de ellos. Así que nos despedimos diciéndoles yo de vernos pronto, pareciéndoles a ellos bien.

De nuevo, no es que me sentara mal, pero sí es verdad que tampoco estaba celebrándolo. De hecho, me llegué a enfadar un poco con la situación en general, aunque más por sentirme desplazado por así decirlo al haber ido a mi ciudad para nada, porque en ninguna de las dos ocasiones había conseguido estar con ellos más de esos escasos minutos en los que los vi antes de que se fueran a cenar con sus nuevos amigos.

Tan mal me sentaba sentirme así de la nada que me marché directamente a casa sin quedarme a almorzar con mi familia, aunque sí que me despedí de ellos en una breve visita. No me apetecía hablar mucho y sabía que me iban a preguntar sobre la noche anterior, así que me puse en camino para regresar. Cuando ya llevaba unos minutos de viaje, llamé a Sofía para darle las gracias una vez más por haberme dejado pasar allí la noche en compañía.

Ella decía que lo veía normal por mucho que yo le dijera que pensaba haberme excedido, comentando también que tenía que aprovechar esas ocasiones, haciendo alusión a ella misma al llevar sin tener sexo desde el último polvo que echamos en mi casa. En ningún momento le dije lo ocurrido con Irene y Mario, aunque le dije que les dejé las llaves en el buzón porque estaban fuera. Ella no sospechó nada ni llegó a indagar en el tema, aunque tampoco le di la oportunidad de que lo hiciera al decirle que había recogido todo bastante bien para que estuviera tranquila, pero era algo que no le quitaba el sueño al ver cómo vivía yo en mi casa al tenerla cuidada también.

Tras un buen rato de charla con ella, llegué a casa, encontrándome a Andrea terminando de comer, preguntándome sorprendida qué hacía ahí tan temprano. No entré mucho en detalle, diciéndole que tenía alguna cosa que hacer del trabajo y que no quería regresar muy tarde para poder terminarla sin prisas. Ella pareció creerse aquello, aunque me costó un poco más salir del aprieto cuando me empezó a preguntar qué había hecho y también al preguntarme por mis amigos.

Antes de que pudiera responderle, me medio regañó por no haberla avisado para que me preparara algo de comer a mí también, pero le quité importancia diciéndole que no tenía mucha hambre y que ya me preparaba algo rápido. Eso sí, ya sentados en el sofá una vez acabamos los dos, nos comimos algo de postre que volvió a hacer y que sí que había hecho de más para mí.

-Entonces, ¿qué se cuentan Irene y Mario? ¿Cómo va el trabajo nuevo?
-Eh... Bien, bien.
-¿Qué pasa?
-Nada, qué va a pasar.
-Te noto un poco...
-No sé...
-Algo te ha pasado. Va, ¿qué es?
-Pues...

Andrea me miró con cara de estar interesada y le conté lo que me ocurría, porque me apetecía desahogarme y la verdad es que me sirvió para sentirme algo mejor.

-¿Y por qué no le cuentas a ellos cómo te sientes?
-Pues porque no quiero que piensen cosas que no son.
-¿Qué pueden pensar?
-No quiero que crean que estoy enfadado porque se hayan echado otros amigos.
-Qué tontería... ¿Ellos se enfadaron o se sintieron así cuando me conocieron?
-No.
-Pues es lo mismo. No sé por qué piensas eso.
-También es que no quiero que se dejen de ver con ellos. A ver, lo que quiero decir es que no quiero que no queden con ellos por mí. ¿Me entiendes?
-Mmm, pues no. Jaja.
-No quiero que cambien sus planes porque yo aparezca o algo así.
-Bueno, pero no los cambiaron, ¿no?
-No. Bueno, me dijeron que fuera con ellos.
-¿Y por qué no lo hiciste?
-Pues porque yo no pintaba nada ahí. No me apetecía estar en medio de dos parejas.
-¿Por qué?
-Pues porque no estaría en sintonía. Cuando dos parejas quedan se hablan muchas cosas de pareja. Y yo no tengo, así que poco tengo que aportar.
-Joder, qué dramas eres.
-Yo tenía la idea de salir con ellos cuando fui, como venimos haciendo siempre. O ir a comer a algún sitio, pero en ambas ocasiones tenían ya un plan.
-Ya sé lo que te pasa. Te molesta que se hayan olvidado de ti. Porque les dijiste que irías y se les ha pasado, ¿no?
-Pues sí. Un poco. Soy tonto.
-Un poco. Pero no es para tanto.

Nos quedamos en silencio, con ella estando pensativa, mirando más al techo que a la tele. En un par de ocasiones parecía que quería arrancar para seguir hablando, aunque no terminaba de hacerlo, pero sí que lo hizo a los pocos minutos.

-Oye... Lo de que estando dos parejas se hablan más cosas de pareja...
-¿Qué pasa con eso?
-¿Es verdad?
-Por algo te lo he dicho, ¿no? ¿Tú no te juntas con tu novio y con alguna pareja amiga?
-Mmm, no. Cuando nos vemos siempre estamos solos.
-Mejor, así recuperáis el tiempo perdido.
-¿Mmm?
-Por... Ya sabes.
-No te sigo.
-Para poder follar más tranquilos. Que por experiencia te digo que a veces no es fácil.
-¿Lo dices por mí? ¿Te molesta que esté aquí cuando quedas con alguien? -dijo con sus mejillas cogiendo color.
-No, no. No es por eso. Me refiero a estando en pareja. Da igual...
-Ah, vale. Jejeje. Es que me he quedado pensativa... ¿Tú has hecho eso?
-¿El qué? ¿Lo de los planes de pareja?
-Ajam.
-Claro. Con ellos, de hecho.
-¿Sí? ¿Y habéis hecho muchos?
-La verdad es que sí. De irnos de escapada al apartamento que tiene Irene en la playa, irnos de vacaciones con ellos una semana allí. O irnos bastante lejos para ir a un concierto y pasar allí el fin de semana, por ejemplo.
-Qué guay.
-Fueron buenos momentos.
-¿Y cómo era ella?

Que me soltara esa pregunta así, tan de sopetón, hizo que mi expresión cambiara. Aunque no a una mala, sino a una de sorpresa por no saber qué decir en ese momento. Ella también puso esa misma expresión, supongo por ver la que puse yo, pues junto la miré en cuanto me la hizo. Parecía medio arrepentirse de haber hecho esa pregunta, pero lo cierto es que no me encontraba ya tan mal con ese tema como para evadirlo como solía hacer, por lo que le acabé respondiendo.

-Ella... Era... Pues, ¿qué te puedo decir? Estaba muy enamorado de ella. No podía quererla más.
-Claro. Es lo normal cuando se está enamorado.
-Era una chica muy dulce, muy alegre, muy positiva... Irene, Mario, Sofía, ella y yo éramos como una familia.
-¿Y físicamente?
-Pues de estatura normal...
-¿Cómo Irene y Sofía?
-No. Ella era más bajita. Muy guapa de cara. Con pecas, pelo castaño, a la altura de los hombros... Delgadita...
-¿Tienes alguna foto de ella?
-Eh... No -mentí.
-¿Y cómo acabó vuestra relación?
-Pues... Yo venía arrastrando algo importante desde antes de que fuéramos pareja siquiera. Y no se terminó de ir en los 8 meses que duró mi relación.
-¿Qué era? ¿Estabas enfermo?
-No, no es nada de eso. Es... Bueno, una tercera persona.
-¿La engañabas?
-No. No le fui infiel. Pero era algo importante que debía haberle contado desde el primer minuto, pero no lo hice.
-Aaaaam.
-Y al final se enteró ella misma. De la peor manera posible. Y ya está.
-¿Ya está?
-Sí. Ya está. Se esfumó. No me dejó ni explicarme.
-Mmm... No lo entiendo. Entiendo que no me quieras contar lo que pasó, pero es que estoy perdida.
-Me acosté con su hermana cuando nos empezamos a ver después de varios meses.
-Ah... -decía un poco cortada.
-Ella y yo éramos amigos desde el instituto, pero al entrar a la universidad perdimos un poco el contacto, aunque nos seguíamos viendo de vez en cuando. Pero me enteré de que había roto con su novio y le hablé. Quedamos y nos acostamos. Nos hicimos follamigos.
-Am...
-Y días después, su hermana me pilló por banda y yo caí como un idiota. Nunca se lo conté. Y se enteró al final.
-Pero no erais pareja, ¿o sí?
-Cuando me acosté con su hermana, no. Éramos amigos. Al poco nos hicimos pareja. Ni te imaginas lo que tuve que aguantar...
-¿Por?
-Porque la hermana de encaprichó de mí y no paraba de provocarme y buscar situaciones.
-Uff...
-Luego, a los pocos meses conocí a la madre.
-¿Tan tarde?
-Es que era especial también. Muy estricta. Mi chica le tenía miedo. Tampoco me lo puso fácil en mi relación.
-Pues vaya...
-Si yo te contara...
-Pues lo siento mucho, Javi. Siento que acabara así.
-Gracias.
-Gracias a ti por abrirte así conmigo. Me gusta mucho hablar contigo -dijo pasándome un brazo por los hombros.
-A mí también me gusta.

Ese medio abrazo que me dio, se terminó completando, acariciando ella mi espalda. Su gesto me decía que le daba pena por lo que le acababa de contar, pero tampoco me importaba mucho darle esa impresión, pues noté una calidez agradable en ese abrazo.

-¿Cómo se llamaba?
-Elena -respondí a los pocos segundos.
 
Capítulo 489

Andrea apretó su abrazo y se despegó de mí diciendo que iba a su habitación para estudiar, dejándome allí solo. La verdad es que estaba bastante impresionado por la conversación que acababa de tener con ella. No creía que fuera algo de lo que pudiera hablar así tan a la ligera por así decirlo. La última vez que lo hice fue con Mónica y me acabé derrumbado al recordar todo lo acontecido en mi relación, sobre todo en los últimos momentos de ésta. Pero de eso ya hacía varias semanas y ahora, sin embargo, lo estaba contando como si tal cosa.

El tiempo lo cura todo y eso parecía que estaba pasando conmigo, porque contarle todo aquello a Andrea de esa manera tan calmada me hacía pensar que esa etapa quedaba bastante atrás. Además, ella confiaba en mí al hacerme varias preguntas sobre relaciones, por lo que me veía en deuda con ella por así decirlo al abrirse ella y yo no, por eso quizá también me animé a hablar de esa manera con ella cuando lo normal era que rehuyera ese tema con ella en momentos anteriores.

La semana siguiente transcurrió con algunos cambios más. El primero, por orden cronológico sería que Rebeca dejaría de venir por clase. Eso sí, los alumnos de segundo de bachillerato ya habían acabado las clases y evidentemente los finales, con todos aprobando, incluso con buena nota. Hasta ella misma lo hizo, pasando del 3 que tenía de media a un 6 que me comunicó ella directamente por WhatsApp hablándome incluso en mayúsculas y poniéndome muchos emoticonos de alegría.

Obviamente me alegré muchísimo por ella y le di la enhorabuena, aunque ella me daba las gracias una y otra vez por haberla ayudado tanto. Pero con todo esto, no me llegó a contar lo que finalmente había pasado con su novio. No tenía ni idea de si le había contado algo, si lo habían hablado todo o qué, pero lo que sí me dijo fue que se sentía un poco agobiada con la selectividad y que veía que necesitaba repasar bastante, por eso no iba a ir más a la academia, porque los días que lo hacía, se le partía toda la tarde prácticamente.

Aun así, me prometió que no dejaría de estudiar inglés para esa prueba, porque sabía de sobra que era lo que más le costaba y, por ende, lo que más necesitaba estudiar. Yo la animaba diciéndole que, si ya había aprobado todo el curso, selectividad debería resultarle algo sencillo en comparación, pues su examen final tenía mucha más extensión al tener que abarcar tanta materia.

También le dije que si necesitaba algo de ayuda o que le resolviera alguna duda, que me preguntara, que no tenía ningún problema en hacerlo con tal de ayudarla a que le fuera bien. Ella me agradecía una vez más todo, hasta ese gesto, diciéndome que le había encantado ir a mis clases y que ojalá lo hubiera hecho antes. Así que nos despedimos hasta la próxima con un dudoso reencuentro por aquello de que ella vivía en otro lugar y que lo más probable era que no iba a estudiar donde yo lo hice.

Otro cambio sería que Andrea ya había acabado las clases. Bueno, en realidad no fue esa semana, sino que varios días antes, pero aún iba a la universidad a alguna tutoría. Sin embargo, esa semana fue cuando me informaría de aquello y de que se iba a marchar a casa para estar allí con su hermano y para estudiar. Pero eso no significaba que no nos fuéramos a ver más, al menos de momento. Me contó que vendría cuando necesitara consultar algo o para alguna tutoría.

Los nervios se apoderaban de ella conforme nos acercábamos a los exámenes y ahora que ya tenía que empezar a mover sus cosas de vuelta a su casa, pues más todavía, porque con eso se daba cuenta de que le quedaba nada para acabar primero. También me dijo que durante los días de los exámenes se quedaría a dormir para ahorrarse ir y venir todos los días y estar así más descansada.

Eso hizo que me diera un poco el bajón. Disfrutaba mucho su compañía y ahora se iba a acabar una vez terminara el curso. No era por haberme acomodado al estar ella en casa y tener que hacer menos labores del hogar, o porque ella preparara comida para los dos a la hora del almuerzo y la cena, aunque mentiría si dijera que tampoco iba a echar aquello de menos, sobre todo eso último. Pero lo cierto es que no me hacía sentirme tan solo cuando volvía de trabajar, por ejemplo. Una vez se fuera, eso iba a ser diferente y la verdad es que no era el mejor momento para su marcha.

Por eso le pregunté si el curso siguiente se vendría de nuevo a vivir conmigo, llegando hasta a proponerle que sería igual que los meses que habíamos pasado, sin que ella tuviera que pagar alquiler ni nada, que podíamos seguir tal y como estábamos. Aunque ella se mostraba muy misteriosa al respecto, sin dejar claro si sería así, pero tampoco lo negaba.

Aquel fin de semana, ya con ella habiéndose ido a casa, recibí la visita de Sofía. No llegué a decirles a Irene y a Mario de quedar por miedo a otro rechazo como los que tuve el fin de semana anterior, así que la recibí estando solo en casa. Ella me preguntó a media mañana si tenía algo o si estaba ocupado, y lo cierto es que tenía pensado pasarme a jugar por la tienda con los demás, pero ella me dijo que no había problema, porque su idea era comer conmigo y marcharse al poco para volver a casa de su madre, porque tenía pensado pasar una temporada más larga allí de lo que en principio había estimado. Quería aprovechar para "despedirse" de mí hasta su regreso, además de que quería aprovechar para darme las gracias personalmente por haberle dejado la casa tan recogida y por aquella sorpresa.

Una vez vino, fuimos a comer a un restaurante después de ponernos guapos. Era una ocasión un tanto especial al marcharse ella durante varias semanas en principio y le propuse irnos a comer por ahí para despedirnos bien. Hasta le terminé invitando, resistiéndose ella, pero cediendo después de que me pusiera cabezón. Como era lo normal, disfrutamos de un momento genial en el que hablamos de muchas cosas, hasta de aquello de lo que le hablé el fin de semana anterior al regresar a casa.

Pero estaba tan a gusto con ella que no quería hablarlo para no empañar el momento, además de que lo veía hasta algo lejano al encontrarme ahora tan bien con ella. Sofía se disculpó diciendo que se sentía un poco mal por marcharse ella cuando yo me encontraba así, pero le dije que no me importaba, porque era un asunto de fuerza mayor. Y, de hecho, aproveché para preguntarle cómo seguía su abuelo.

Ella, con su optimismo de siempre, me dijo que había avance, por el buen camino, aunque era algo que iba a ser lento. Su abuelo no dejaba de ser mayor ya y le costaba un poco recuperarse, pero sabía que lo terminaría haciendo al ser un hombre fuerte. Le dije que me alegraba mucho y ella me dio las gracias, aunque aprovechó para cambiar de tema. Me extrañó un poco, pero entendía por qué lo hacía. Nada más abrirle la puerta cuando vino me dio un abrazo tremendo y un buen beso.

Ya me había contado que llevaba varios días sin echar un polvo. De hecho, el último que echó fue conmigo en mi casa cuando tuvo lugar aquella reunión de todos en mi casa para estar con Andrea e integrarla al grupo. Así que era normal encontrarla acariciándome la mano, o poniendo miraditas en esa comida. También tenía más gestos, como acariciarme una pierna con uno de sus pies. Eso me hacía gracia y ella también reía, aunque se mordía el labio.

Pero estaba tan encantado con su presencia, que no quería ir rápido, por lo que alargué un poco el momento, aunque finalmente nos fuimos a casa bien pasadas las 3 de la tarde. Nada más entrar nos enrollamos en un beso muy guarro que se hizo más intenso en el sofá una vez llegamos al salón. Ya no había nadie en casa y no teníamos que preocuparnos de nadie nos pillara o nos pudiera oír.

O eso era lo que pensábamos, porque una vez dejamos de enrollarnos y Sofía se bajó un poco sus vaqueros y su tanga empezándome a montar dándome la espalda estando yo sentado en el sofá y algo escurrido, oímos cómo se abría la puerta de la calle. Rápidamente nos pusimos bien como pudimos al guardármela yo en los boxers y subiéndome el pantalón que tenía a medio muslo y ella a duras penas su ropa, aunque salió enflechada al baño, porque eran unos vaqueros ajustados y no podía.

Evidentemente se trataba de Andrea, quien venía a coger las últimas cosas que le quedaba por llevarse a casa. Disimulé como pude en el momento al cruzar las piernas subiendo una encima de otra para tapar la erección, recurriendo también a un cojín para que no viera nada. Aunque seguro que notó lo acelerado que estaba. No llegó a preguntarme si me pasaba algo o nada a por el estilo, quizá porque Sofía salió rápidamente del baño como si tal cosa, saludando efusivamente a mi compañera de piso.

Estuvimos hablando un rato los tres para ponerse al día ellas, con Andrea preguntándole a Sofía por su abuelo, pero yo no podía entretenerme mucho al tener que irme. Y no me quería quedar a medias con Sofía hasta a saber cuándo. Por lo que le hice una señal a mi amiga para seguir en la habitación. No sé si fue casualidad o si Andrea se percató, pero dijo que iba a ir preparando las cosas para llevárselas.

Sofía y yo aprovechamos para ir a la habitación y allí nos volvimos a enrollar una vez cerramos la puerta. Lamentablemente no pudimos hacerlo como nos hubiera gustado. Ambos llevábamos prisa, porque ella se tenía que ir y tenía un buen tramo hasta llegar y no quería que se le hiciera muy tarde. También nos tuvimos que cohibir al estar allí Andrea. Y la guinda para no terminar de disfrutarlo bien, fue tener que usar condón, porque Sofía había dejado de tomar la píldora.

Quizá nos vino hasta bien, porque antes de que Andrea nos interrumpiera nos pusimos a follar sin ponerme uno al dejarnos llevar por el calentón. Tuvimos que controlarnos bastante, pero aun así fuimos capaces de disfrutar dentro de lo que había. Ambos nos conocíamos y sabíamos lo que nos gustaba y así era mucho más fácil.

Por momentos le tenía que tapar la boca a Sofía para que no se pasara gimiendo, porque alguno se le escapaba. Y era fácil en el misionero, pero cuando pasó a montarme me costaba más por la postura. Conseguí arrancarle dos orgasmos a ella que reprimía con mi mano al taparle la boca con fuerza mientras se retorcía con unos espasmos deliciosos. Yo, sin embargo, no logré acabar dentro de la goma, pero fue algo que ella remedió.

Me dijo que me pusiera sobre ella al tumbarse boca arriba para hacerme una cubana, cosa que me encantaba viniendo de ella. Estuvo así un raro, alternando con una mamada pidiéndome que le follara la boca hasta que no pude más y empecé a descargar sobre sus tetas al agarrarlas ella para ponerlas firmes. Una vez acabé ella cogió un poco de mi semen con uno de sus dedos para llevárselo a la boca y chuparlo.

Fue un polvo y un final bastante bueno para lo reprimidos que tuvimos que estar. Quedamos ambos tumbados boca arriba reposando, con ella limpiándose con toallitas y luego abrazándose a mí. Fueron unos minutos tiernos, con caricias que me vinieron muy bien, pero no tardamos mucho en levantarnos para ir al baño y terminar de asearnos.

Al salir nos encontramos a Andrea en el salón, con sus cosas allí preparadas, diciéndonos que estaba esperando a que su padre viniera a por ella, porque no tenía del todo claro cuánto iba a tardar y por eso vino en autobús, pero para llevarlo todo sí que necesitaba a su padre. Así se despidieron las dos con un fuerte abrazo, ya que se caían muy bien. Yo me despedí de mi amiga ya de manera más íntima en la entrada, diciéndonos ambos que nos íbamos a echar de menos, aunque mantendríamos el contacto casi diario por llamada o mensaje. Nos dimos un fuerte y largo abrazo, seguido de un breve beso y se fue.

Yo no tardaría mucho en marcharme después de despedirme de Andrea, aunque no de manera tan exagerada como hicieron ellas, porque al fin y al cabo la iba a ver en breve, así que nos dimos un buen abrazo y me marché, diciéndole que para cualquier cosa que necesitara, que me llamara, sobre todo para la asignatura de francés, que la notaba muy nerviosa con aquello, aunque veía que le iba bastante bien.

Me fui a la tienda bastante contento por la visita que recibí de Sofía disfrutando de ese almuerzo y luego de ella en mi casa de manera más íntima a pesar de la interrupción de Andrea, pero pude disfrutar muchísimo de ese momento también. Y más contento que estaría después de pasarme toda la tarde jugando con los nuevos amigos que estaba haciendo y con los que pensaba pasar más tiempo después del problemilla con mis otros amigos.

Otra novedad, aunque ya he descrito este detalle, era que durante esas últimas semanas tenía alguna que otra hora libre por la tarde, ya que los grupos estaban ajustados y no quedaba ninguno sin encajar en un hueco, por lo que me servía para hacer un breve descanso, yendo a una cafetería cercana para tomarme un café, ir preparando algo de material para las siguientes clases, corregir algunas redacciones o exámenes que hacíamos en clase para practicar y demás.

Era de 5 a 6 y varios días me encontraba a un grupo de unas siete u ocho mujeres, sentadas en una mesa grande. Las había más jovencitas y más mayores, guapas, no tan guapas, delgadas, más corpulentas... De todo tipo de mujeres. Ninguna me llamó demasiado la atención. No me atraían especialmente después de todas con las que ya había estado a esas alturas y ya me fijaba menos en las mujeres que me rodeaban en mi día a día.

Ninguna de ellas excepto una. Era la que parecía ser la cabecilla de ese grupo de mujeres, ya que la veía gesticular mucho, con seguridad y firmeza. Todas le escuchaban con atención y le preguntaban cosas, respondiendo ella con la misma entereza con la que daba sus directrices. Me interesé bastante, porque esa manera de dirigir su grupo me llamó bastante la atención, por lo que en los siguientes días en los que coincidía con ese grupo, procuraba ponerme cerca de ellas para prestar atención de lo que hablaban.

Aquella mujer era increíble. Opacaba a las demás de su grupo y eso que había alguna que otra que estaban muy bien, habiéndome fijado ya en ellas con más detenimiento. Era una mujer que derrochaba seguridad, una de esas mujeres que ves que tiene esa capacidad de liderazgo nada más verla.

A simple vista no sabía qué edad tenía, porque era muy malo calculando edades, parecía mayor que yo, pero no tenía ni idea. Era muy guapa con una cara fina, bastante blanca de piel. Labios normales, pero carnosos, grandes ojos de un azul muy vivo y nariz normal. Tenía un pelo muy bonito, muy fino y lacio, de color castaño, ni oscuro, ni claro. El estilo que llevaba de peinado era Cleopatra, con un flequillo hasta sus cejas y su melena cortada a la altura de los hombros, pero con unos mechones delanteros más largos.

De cuerpo era increíble: Delgada, con buenas tetas, unas caderas generosas y un culo impresionantemente apetecible. De esos que ves y solo tienes ganas de darle una buena palmada. Las veces que la veía siempre iba vestida muy elegantemente, generalmente bastante tapada, aunque con ropa ajustada que marcaban sus tan sensuales curvas. Lo único que podía ver era su cara y sus manos, finas, pequeñas y aparentemente delicadas. Eso sí, siempre en tacones, altos por lo general, haciendo que llegara a estar bastante cerca de mi altura, por lo que sin ellos debía estar cerca de 1,80m.

Durante esas primeras veces que la vi, pude oír cómo organizaba una especie de reuniones. Al parecer eran como un equipo que trabajaba para una empresa en particular. No tenía muy claro de qué se trataba, pero parecía que todas seguían sus órdenes, ya que dirigía las labores específicas de cada una. Yo las observaba con disimulo, aunque a veces se me iba el santo al cielo y me quedaba mirándolas más de la cuenta.

Alguna de ellas se daba cuenta y sonreía un poco al apartar la vista una vez se cruzaban nuestras miradas. Pasaron varios días y no sacaba nada más de ella. Ni de su personalidad, ni gustos, ni siquiera su nombre. Eso hacía que me llamara aún más la atención y me interesara más por ella. Llegó un punto en el que las siguientes veces que coincidíamos solo la miraba a ella, quien no apartaba la mirada de sus chicas.

Solo una vez se cruzó su mirada con la mía. Fue algo breve, pero se notó mucha intensidad, como si hubiera durado más de los... ¿2, 3 segundos que duró? El caso es que no me echaba cuenta. Era como si no existiera para ella. Pensé varias veces en qué hacer para entrarle, pero no se me ocurría nada. Me intimidaba bastante su manera tan firme de hablar y esa expresión tan seria que ponía cuando se dirigía a sus compañeras.

Así que solo me quedaba esperar a ver si se me ocurría algo o veía algún hilo del que poder tirar para intentarlo. Entramos en junio y ya empezaba a hacer calor, por lo que parecía que se animaba a vestir más ligera para no pasar calor. Su cuerpo era muy atractivo y más al poder ver sus brazos más despejados de tela. Bastante blanquitos, pero sin aspecto de que la edad los castigara. Se notaba que era una mujer que se cuidaba bastante.

En una de estas últimas veces, ya cuando me iba a ir, fui a pagar el café que me había tomado y justo se acercó ella para hablar con la chica que atendía. Ésta se dirigió a esa mujer tan atractiva como "Valentina". Parecían conocerse, porque ambas tenían mucha confianza. Tenerla tan cerca, aspirar su olor con ese perfume tan sexy, poder ver por el rabillo del ojo y el reflejo del cristal del mostrador su cuerpo, con esas curvas tan increíbles y conocer ese nombre tan bonito y exótico para mí, hizo que me encendiera, notando calor por la cara. Una vez la chica le tomó nota de alguna cosa más que pidieron aquellas mujeres, Valentina se retiró de nuevo hasta la mesa en la que estaba sentada. Cuando se retiró, resoplé, echándose la camarera a reír por mi gesto mientras me cobraba.
 
Capítulo 490

-Vaya mujer, ¿eh? Jajajaja.
-Joder...
-Me he dado cuenta de que llevas unos días observándola. Se nota mucho que te gusta.
-Bueno, es muy atractiva, pero no conozco nada de ella. Me acabo de enterar de cómo se llama de hecho.
-Conozco a Valentina desde hace bastante y si te digo la verdad, nunca la he visto con un hombre.
-Pues no la conocerás tanto, ¿no?
-A ver, no somos amigas, pero son muchas veces las que viene por aquí y nunca la he visto con ningún hombre.
-Será porque siempre está con sus compañeras, ¿no?
-También viene alguna que otra vez sola. Se sienta para tomarse un café mientras mira el móvil. Hablamos de vez en cuando y tal, por eso te lo digo.
-Mmm... Vale.
-¿Vas a intentar algo?
-Ya veremos.
-Si quieres te echo una mano para ver si...
-No. No te preocupes. Quiero hacerlo por mí mismo. No sé si quiero hacer nada aún. Ya veré.
-Vale. Si necesitas algo...
-¿Y tú...? ¿Necesitas algo?
-Jejejeje. Bueno, un dulce nunca amarga, ¿no? -dijo guiñándome un ojo.
-¿Qué haces esta noche? -dije al ver lo directa y extrovertida que era.
-Poca cosa.
-¿A qué hora acabas?
-A las 9.
-Yo también. ¿Paso a por ti?
-Prefiero a las 10, así paso por mi casa y me ducho.
-Me parece genial. ¿Tienes algo en mente?
-Te invito a cenar, que tengo buena mano para la cocina.
-Genial. Toma mi número. Luego me escribes y me mandas ubicación.

Me fui de aquella cafetería mirando a Valentina de reojo mientras ella seguía a lo suyo. Salí de allí con un calentón doble, por Valentina y por la camarera, que no estaba nada mal tampoco. No muy alta, pelirroja de bote, con pelo largo, aunque recogido, con tetas normalitas y culo redondito. Blanquita de piel, con una cara normalita, que la hacía más mona que guapa, donde no destacaba nada en particular, salvo su nariz, que era un poco más grande de lo normal, con ojos marrones claros y unos labios finos.

Variaba mucho entre el pelo liso y ondulado tirando más a rizado, pero lo que siempre llevaba era un flequillo que ocultaba su frente y casi también sus finas cejas oscuras. Particularmente, lo que más me gustaba de aquella chica era su sonrisa. La hacía muy bonita, sobre todo al achinar tanto los ojos.

Aunque ya volviendo al trabajo me quedé un poco pillado por cómo se había desenvuelto la conversación como para haber acabado así con ella. Diría que fue una de las conversaciones más directas que tuve en esos días para llegar a algo con una chica. Y ver que ella era así de echada para delante me gustó. Pero no salía de mi asombro por lo poco que me costó encontrar a alguien en esta ocasión, haciendo que me sonriera para mí mismo al recordar lo ocurrido.

Y lo bueno es que ahora al menos sabía cómo se llamaba aquella mujer tan atractiva, aunque no tenía ni idea de por dónde tirar aún para poder entablar una conversación con ella siquiera. Era una mujer especial. Me intimidaba, algo que no era muy normal en esos días, aunque bien es verdad que yo tiraba siempre por chicas de mi edad o con unos años menos, pero en esta ocasión me fijé en una mujer más mayor que yo y la seguridad que expresaba con sus gestos y su seriedad me tenían un poco nervioso y quería estudiar bien todo para no llevarme un rechazo que sabía que me iba a molestar.

Cuando salí de la academia, fui a casa para darme una ducha e ir más presentable a esa cita. La cosa fue bastante mejor de lo que esperaba. Daniela era una chica muy agradable y con bastante tema de conversación. Y en la cama mejor aún. Para ser una chica bastante normalita, en comparación con Valentina, no era para nada aburrida. La cena que preparó estaba muy buena, aunque no duramos mucho cenando. O más bien, acabamos rápido, porque ella parecía tener ganas.

Y, sinceramente, yo también tenía ganas de descargar después de lo que había pasado por la tarde. No podía sacarme a esa mujer de la cabeza y la verdad es que esta chica me cayó bien y me gustaba lo que veía. Nada más llegar a su casa me recibió como si fuera a salir de fiesta con un vestido ajustado de color azul metalizado de falda algo corta quizá, sin medias y con unos altos tacones negros. Yo tampoco es que fuera de día a día, pero no me arreglé tanto como ella. Sin embargo, ella no le daba importancia a aquello, porque sus ojos no se movían de los míos.

En cuanto acabamos de cenar y nos tomamos el postre, estando ya ella más arrimada a mí y cayó el primer beso, con ella riendo un poco al despegarnos. Aunque pronto se le quitó cuando le puse una de mis manos en su muslo. De nuevo, nos besamos, con ella lanzándose a dar el paso. Y de ahí me agarró de la mano para llevarme a su habitación, desnudándome con prisa.

La verdad es que me gustaba llevar la batuta en ese aspecto, como tantas veces he descrito ya, pero me dejé llevar al verla así de encendida y decidida. En nada me quitó toda la ropa y se descalzó, pidiéndome ayuda para que le desabrochara el vestido medio riendo por lo nerviosa que estaba. Lo hice, bajándolo estando detrás de ella para abrazarla y besarle el cuello, agarrando sus tetas. En ese momento noté cómo le temblaban las piernas y eso me encantó.

Notarla tan nerviosa hizo que me calentara aún más, por lo que empecé a amasar sus tetas de tamaño normal, tirando a pequeñas una vez las tocaba desnudas para seguir con aquello, pero eso no entraba en sus planes, porque se dio rápidamente la vuelta, permitiéndome ver sus pechos, bastante blancos y bonitos, con unos pezones de un marrón muy ligero y de areolas normales de tamaño. Medio riendo le pregunté que si tan claro tenía que íbamos a ir a la cama al no llevar sujetador.

Ella rio y asintió, sentándome en la cama para terminar de desnudarse ella al bajarse el vestido. Tan solo se quedó con un tanga blanco con corazoncitos dorados, cosa que hizo que se me terminara de poner dura, porque solo la tenía morcillona. Al ponerse en cuclillas para quitarme los boxers, resopló al ver lo que escondía la prenda, alzando su cara para mirarme con una sonrisa pícara.

Tras eso, me puso un condón que sacó de su mesita de noche con bastante rapidez, empezando a mamar, cosa que se le daba francamente bien. Aunque también se le daba muy bien montarme, cosa que empezó a hacer al correr su tanga a un lado, sin ni siquiera dejarme verle el coño. Pese a llevar la goma puesta; cosa que estaba empezando a detestar, porque me quitaba mucha sensación, me estaba dando bastante placer, sobre todo con ese coño apretadito que notaba.

Botaba a buen ritmo estando yo sentado en el filo de la cama y ella agarrándose a mi cuello con sus dos brazos, pasando a besarme con intensidad. Así tuvo ella su primer orgasmo, con un par de sacudidas e hincando su cara en mi hombro, con la respiración entrecortada. Lo que más me fascinó fue que de haber seguido ella un poco más, tan solo 2 minutos, lo más probable es que hubiera acabado también.

Tras ese orgasmo, se tumbó en la cama y ya si pude disfrutar de su cuerpo al completo al quitarle el tanga. No esperaba encontrarme lo que me gustaba, y así fue, pues lo tenía totalmente rasurado, pero eso no quitara que me gustara igualmente. Lo veía algo pequeño, no extrañándome tanto por cómo de apretado estaba. Al igual que sus pezones, tenía un color marrón ligero y unos labios finos y pequeños.

No pude evitar lanzarme a comérselo, notando otra de las cosas que no me gustaba de usar condón, el sabor al comerle el coño a la chica una vez se lo has follado con eso puesto. Tanto el sabor como el olor no es algo que me haya gustado de nunca, pero en el asunto tampoco es que me echara para atrás. Así conseguí que tuviera otro orgasmo, retorciéndose ella algo más esta vez mientras me apretaba la cabeza contra su sexo. No noté un exceso de fluidos en ella, pero era muy evidente que se había corrido y eso me gustaba.

Después de reposar un poco mirándola yo mientras me la meneaba y sustituyéndome ella al poco, estuvimos un buen rato follando en varias posturas, en la que más destacaba estando ella a cuatro. Se ve que era la que más le gustaba, aunque me decía que no le diera tan duro cuando me venía arriba llegando incluso a soltarle algún azote.

No llegué a acabar por los cambios de ritmo que tenía que hacer para no ocasionarle molestia después de sus dos orgasmos, llegando ella a acabar una vez más, pero no se quedaría contenta hasta hacer que me corriera, cosa que consiguió al mamar de nuevo, aunque esta vez sin condón, masajeando los huevos con una de sus manos con bastante habilidad, masturbándome con brío y técnica cuando le dije que estaba cerca de acabar, haciéndolo sobre sus tetas. La verdad es que fue muy divertido todo el tiempo que estuve con ella. Pese a parecer que no fue gran cosa en la cama, sí que estuvo bien, porque era muy participativa y se implicaba.

El único problema que tuve con ella era que no quería que se la metiera por el culo, cosa que me dijo que no iba a pasar entre risas juguetonas cuando se lo acaricié con los dedos. Lo mejor es que me propuso un juego. No quería que le metiera lo mío por ahí porque le daba miedo de que le hiciera daño por mucho que yo le dijera que tenía experiencia y que sabía hacerlo para que no doliera. Pero nada, no quería.

El juego consistía en que me dejaría hacerlo si conseguía ligarme a Valentina. Obviamente acepté sin pensarlo. No tenía absolutamente nada que perder. Así regresé a casa, contento por el polvazo y el buen rato que eché con Daniela y con ese objetivo en mente. Me incentivó más ese reto de ligarme a Valentina que el premio de follarle el culo en sí, pero evidentemente tampoco le haría ascos a que me entregara su culo.

Pasaron más días, coincidiendo con Valentina en aquella cafetería, mientras Daniela se acercaba para atenderme y medio burlarse de mí por no intentar nada con Valentina, moviendo su culo disimuladamente una vez se retiraba de mi mesa. En una de esas la cogí de la muñeca diciéndole que quien ríe el último, ríe mejor, con ella soltando tal carcajada que todas las chicas de la mesa de Valentina, incluida ella, se giraron para ver qué pasaba.

Me corté un poco, aunque Daniela no. Ella era muy extrovertida como para cortarse por simplemente reírse alto, pero la mirada de Valentina clavada en mí hizo que me pusiera tenso. El fin de semana me relajé un poco con el tema al estar ambos días jugando en la tienda con los colegas, aunque también me entretenía las conversaciones con Sofía y con Irene y Mario, volviendo a una normalidad relativa, que tampoco es que hubiera cambiado tanto la cosa, pero mi estado de ánimo era otro al estar entretenido con el juego y aquella mujer.

Los días pasaban y no se me ocurría nada para entrarle hasta que un día, tomando algo en un pub al que fui el fin de semana siguiente, la vi. No me lo podía creer. Estaba allí. No me podía creer la suerte que tuve de verla y más al apreciar que estaba sola. Estaba sentada en un taburete junto a la barra, con sus piernas cruzadas. Espectacular. Con un vestido de color rojo muy intenso y ajustado. Le llegaba a medio muslo, luciéndolos. De tirantes muy finos, con unos tacones negros muy altos, como siempre la había visto.

Más maquillada que de costumbre, a diferencia de uno ligero que se solía poner para ir a aquella cafetería. En esa ocasión tenía algo más, quedando muy guapa. También llevaba una pulsera de plata muy bonita, a juego con unos pendientes y un colgante que llegaba casi hasta su generoso escote. Sin embargo, la notaba rara, como inquieta, con cara de preocupación. Miraba de un lado para otro como si buscara a alguien.

Yo, como de costumbre con ella, me limité a observarla mientras el tiempo pasaba y ella no dejaba de mirar a todos sitios, aunque nuestras miradas no se llegaron a cruzar en ningún momento. Pasaban los minutos y no aparecía nadie. Era raro, no paraba de mirar a todas partes en busca de algo que no encontraba. Se levantaba, se bajaba el vestido un poco para no enseñar tanto las piernas y se sentaba, bebiendo de su vaso con su pajita. Sentía una curiosidad enorme sobre qué estaría buscando y pensando.

Me llamaba mucho la atención, porque la mujer que estaba viendo en ese instante distaba bastante de aquella mujer segura e imponente al hablar con tanta seguridad frente a sus compañeras. Ahora estaba como vulnerable por la expresión que tenía. Me cansé de esperar y me levanté para ir a la barra para pedirme otra copa, pasando lejos de ella, pero poniéndome justo a su lado, detrás de ella. Antes de pedir la copa me acerqué a ella y le susurré:

-Hola, Valentina.

Ella pegó un gran respingo, girándose para ver quién le hablaba. Estaba un poco asustada. Sus ojos vibraban. Agarraba su vaso con fuerza, pero no soltaba palabra. Casi que podía ver cómo temblaba. No sabía por qué estaba así, pero fue algo incómodo, por lo que me disculpé.

-Perdona, no te quería asustar -dije dándome la vuelta para retirarme.

Pero entonces ella puso su mano sobre la mía, que estaba apoyada en la barra. Me paré y me volví a dar la vuelta para mirarla. Estaba más relajada y me empezó a hablar bajito, pero no me enteraba de nada por la música y el bullicio, por lo que le dije de salir afuera para poder hablar más tranquilamente. Ella, tras quedarse unos segundos pensativa, aceptó asintiendo con la cabeza y se puso de pie. Le dije al camarero que se cobrara de ambas copas y salimos a la calle, dando un paseo.

"Joder, ¿tan fácil ha sido llevármela?", pensé. Sin embargo, ahora no decía ni mu. Empezamos a andar y no se me ocurría qué decirle, por lo que empezamos a pasear mientras ella agarraba su bolso. Casi llegando a mi casa, yendo en parte por inercia y en parte por querer acabar allí con ella, le dije:

-Esta es mi casa. ¿Quieres pasar y nos tomamos una copa más tranquilamente?

De nuevo, como en el pub, asintió después de pensarlo unos segundos. Entramos y preparé unas copas, sentándonos en el salón.

-¿Estás bien? Te veo muy callada...
-Sí -dijo con esa voz de mujer que me ponía a mil-. Es que... Yo... A ver...
-¿Qué pasa?
-Es la primera vez que hago esto.
-¿Salir por ahí?
-Sí. O sea, no. Es la primera vez que salgo a...
-¿Ligar?
-Mmm, sí. Llamémoslo así.
-Mmm... Vale. Te conozco de...
-Sí. Lo sé. De la cafetería.
-Vaya, creía que no te habías fijado en mí.
-Sí, te he visto de vez en cuando por ahí. ¿Cómo no verte con lo alto que eres?
-Ya veo.
-No esperaba verte en un sitio así.
-¿Por qué? -pregunté sorprendido.
-Porque creía que estabas con Daniela.
-Ah, no, no. Yo no tengo pareja.
-Ah, pues creía que lo erais, se ve que tenéis mucha confianza y he visto que se te acerca mucho y alguna mirada.
-¿Solo has visto eso?
-Mmm... Sí, ¿por?
-Por nada -dije medio riéndome-. Pues no, no somos pareja. Solo la conozco de ir ahí y bueno, sí que quedamos una vez y lo pasamos bien. No sé si me entiendes.
-Claro, claro, -dijo sonriendo.
-¿Y qué haces exactamente? Perdona la indiscreción, pero tengo curiosidad. Veo como diriges a tu grupo de esa manera y la verdad es que lo haces bastante bien.
-Ah... Te has fijado...
-Claro.

"Pues claro que me he fijado, si eres una mujer increíble. ¿Tú te has visto? ¿Cómo no me voy a fijar en ti? Si todo el mundo se gira al verte pasar.", pensé mientras esperaba que me contara acerca de ella.

-Pues resulta que soy dueña de una empresa y cada una de las chicas que me acompaña es la jefa de una sección y yo le doy directrices para futuros proyectos, ideas y demás. Y ellas también me informan de cómo va la cosa en general, señalando puntos negativos a mejorar y yo ya pues les guio. Lo hacemos así en una cafetería para tener una relación más cercana y no la fría relación de jefa-empleada.
-Ya veo.
-Pues a eso me dedico. ¿Y tú?
-Yo doy clase en una academia. Supongo que no es tan importante como tu trabajo -dije para hacerme el modesto.
-¿Eso crees? ¿Crees que la educación es algo con poca importancia?
-Bueno, no creo que sea para tanto.
-Pues no deberías pensar así. Los profesores sois como unos segundos padres para los críos. Muchas veces os encargáis de trasmitir valores que son muy importantes para que ellos puedan moldear sus personalidades.

Me quedé un poco parado al oírla hablarme así. No solo parecía una mujer interesante. Lo era. Además de estar tremendamente buena y ser muy sexy, tenía un nivel muy culto a la hora de hablar y mantener una conversación. Rápidamente desperté para no quedarme atrás en nuestra charla.

-Sí, llevas toda la razón, pero me refería a nivel profesional. Al fin y al cabo, yo no he hecho oposiciones ni nada. Tú, sin embargo, sí que debes haber hecho muchas cosas y haberte esforzado muchísimo para llegar hasta dónde estás.
-Claro. Así ha sido. He hecho grandes sacrificios.
-Vaya... Me figuro...
-¿Sí?
-Yo también hice sacrificios en mi anterior trabajo. Rechacé un ascenso que me dejaba en una posición muy buena.
-¿Por qué lo hiciste?
-Eh... Bueno. La verdad es que prefiero no hablar de ello.
-Tranquilo, cambiamos de tema si quieres -dijo poniendo su mano sobre la mía.
-Cosas de la vida.

Nos quedamos durante unos segundos en silencio, pero no quería que se hiciera incómodo.

-Entonces, ¿es la primera vez que sales a ligar?
-Bueno, sí. Es que no tengo mucho tiempo y tal.
-Ya, imagino.
-¿Vives solo?
-Bueno, sí. La verdad es que un amigo mío me lo dejó a buen precio y sin pensarlo. De hecho, viví aquí cuando venía a la universidad hace unos años y...

Valentina se incorporó y me agarró la cara para besarme con ansia. Me pilló desprevenido, pero pude reaccionar devolviéndole el beso mientras la cogía de las caderas. Después de estar unos minutos comiéndonos la boca me despegué de ella para coger aire, viendo lo hermosa que era, a pesar de tener su pintalabios corrido por el salvaje morreo que los acabábamos de dar.
 
Capítulo 491

-Valentina, eres guapísima.

Me miró fijamente a los ojos y luego a los labios, sonriendo. Supuse que por ver restos de su maquillaje en ellos. A continuación, se volvió a lanzar a besarme con la misma intensidad o más si cabía. Nos empezamos a manosear un poco. Yo le agarraba de las caderas, pasando mis manos por su culo también y sus muslos. Ella, sin embargo, no me soltaba la cara, empezando a murmurar a la vez que nos besábamos. Lo hacía como si llevara bastante sin hacerlo, con mucha pasión. De pronto se separó de mí, con las mejillas algo sonrojadas, cogiendo aire con ganas, estando visiblemente acelerada. Cogió su copa para beber de ella, haciendo yo lo propio.

-Aún no me has dicho cómo te llamas...
-Javi.
-¿Te puedo llamar Javier?
-Prefiero Javi, si no te importa -dije al recordar a Maribel por llamarme de esa manera y ser también una mujer madura.
-Vale.
-¿Cómo quieres que te llame yo?
-Valentina.
-Genial. Me gusta tu nombre.
-¿Sí? ¿Por qué? -dijo mirándome a los labios.
-Porque es muy sexy. Casi tanto como tú.

Valentina de nuevo se lanzó a comerme la boca, con mucha ansia. Estuvimos varios minutos enrollándonos en el sofá hasta que dije de pasar a la habitación para estar más cómodos. Una vez en la habitación después de llegar con esos andares tan sensuales, con ese taconeo y moviendo ese culo que tan rico estaba, volvimos a comernos la boca sin llegar a sentarnos ni siquiera en la cama.

Lo hacíamos de pie, con más facilidad que lo había hecho anteriormente con otras chicas, debido a su estatura. Qué sabor tan dulce tenía. La tenía morcillona y costaba que la cosa no fuera a más, aunque tampoco es que quisiera evitarlo, pero no quería que fuera tan descarado, por lo que intentaba aguantar y no ponerme duro del todo.

Estaba deseando desnudarla y comérmela viva, pero me contenía por si se asustaba, porque parecía bastante nerviosa. Llegó un momento en el que no pude más y cuando me separé de ella le bajé un tirante. Ella respiró entrecortadamente. Efectivamente estaba muy nerviosa porque pareció no gustarle que hiciera eso.

Sin embargo, reaccioné rápido y me lancé a besarle el cuello mientras le acariciaba la espalda. Ahora sí que parecía gustarle lo que estaba haciendo, porque emitía sonidos de agrado y me acariciaba la cabeza. Yo, ya confiado, bajé las manos hasta su culo, manoseándolo, agarrándolo y estrujándolo, empezando a hablar mientras nos comíamos la boca de nuevo.

-Valentina, estás muy buena...
-Mmm... ¿Sí?
-Sí. Eres una mujer tremenda. Nunca he estado con una chica como tú. Eres sensualidad pura.
-¿Nunca has estado con una mujer como yo?
-No.
-Claro, a lo mejor soy muy mayor para ti...
-¿Mayor? ¿Qué edad tienes?
-Eso no se le pregunta a una mujer, querido.
-Tu querido es muy curioso y quiere saberlo...
-Tengo 40. Recién cumplidos de hace un par de semanas.
-¿En serio?
-Sí.
-No los aparentas.
-¿Cuántos me echas?
-Los que tú quieras, bombón.
-Digo de años, tonto... Jajajaja.
-No sé... Pocos más de 30, la verdad.
-¿De verdad?
-Sí. Estás muy buena y eres guapísima. Te conservas muy bien.
-Gracias. ¿Cuántos tienes tú?
-26.
-Uff... Qué joven...
-¿Es un problema?
-No. En realidad no.
-¿No te gusto?
-Si no me gustaras, no estaría aquí contigo ahora mismo.
-Yo estoy deseando comerte entera.
-¿Y a qué esperas?

Me separé de ella, mirándola de manera que me la comía con los ojos. Ella me miraba con cara de vicio, expectante de lo que iba a hacer a continuación. Le bajé el otro tirante y empecé a tirar del vestido hacia abajo hasta que se lo saqué por los pies. Me retiré, regulando la luz de la habitación, para ponerla más sensual. Cuando me di la vuelta la vi conforme la había dejado. Estaba con un conjunto de ropa interior de encaje de color rojo, con partes transparentes.

El sujetador no transparentaba sus pezones, pero si parte de la piel de sus tetas. Era un sujetador sin tirantes, bien ajustado para encerrar sus dos pechos tan redondos y apetecibles. La sorpresa me la llevé cuando bajé mi vista hasta sus braguitas. Aquí sí que se transparentaba algo. A través de sus braguitas se podía adivinar un pubis cubierto de un triángulo invertido perfecto de pelo bastante oscuro. Ya sí que no pude contener mi erección, que salió disparada al ver semejante monumento.

-Joder Valentina...

Ella miraba sonriendo y no pude aguantar para ir a comerle la boca de nuevo. Lo hice agarrándole del culo, dándome cuenta de que llevaba un culotte, con parte de sus nalgas al aire. Lancé un gemido mientras nos besábamos, riéndose ella. Después de besarnos un rato más, ella me empezó a desabrochar la camisa poco a poco, besando mi pecho una vez la desabrochó del todo.

Cuando me la quitó se quedó pasmada con los tatuajes que recubrían mis brazos al completo, mordiéndose el labio al verlos, acariciándolos y mirándolos detenidamente. Soltaba alguna risita, desviando de vez en cuando su mirada a mis ojos, como si no terminara de creer que fueran de verdad.

-Espero que te gusten, porque a mí me encantan y me he dejado una pasta en ellos, jajajaja.

Valentina no me dejó darle más explicaciones y me empezó a besar de nuevo. Parecía que le habían gustado porque me acariciaba un brazo mientras con la otra mano me tenía sujeto de la nuca para que no me separara de sus labios. Fue ella la que permitió que nos separáramos para seguir contemplando un poco más esos dibujos sobre mi piel.

-Joder que ojos tienes...
-¿Te han dolido mucho?
-Para nada.
-¿Has sangrado?
-Pues claro. Pero no es como el sangrado de una herida profunda ni nada, pero sí.
-¿Cómo es posible que no te hayan dolido? ¿Eres muy tolerante al dolor?
-Hay otras cosas que duelen más...

Pareció preocuparle un poco esas palabras, porque cambió su expresión. Parecía que iba a hablar para preguntarme acerca de eso último que acababa de decir, pero no la dejé. Me lancé de nuevo a sus labios y esta vez con más ganas, porque la agarré del culo con fuerza, levantando su cuerpo. Ella emitió un gemido de sorpresa, seguido de alguna risa juguetona, agarrándose con sus piernas a mis caderas y con sus brazos a mi cuello.

Oí como se había quitado los tacones al caer al suelo detrás de mí. El morreo cogió mucha intensidad y entonces me acordé del reto que me hizo Daniela, por lo que saqué el móvil para echarnos una foto mientras nos comíamos la boca como si no lo volviéramos a hacer. Así me creería para poder llevar a cabo su penitencia y de paso para presumir de que estaba con una mujer tan increíble.

Fue un error bastante grande, porque Valentina al darse cuenta se bajó de mí con cara de estar muy enfadada. Me quitó el móvil con brusquedad para ver qué había hecho y me miró con unos ojos que de ser armas, podían matar sin ningún problema. Vaya mirada asesina me echó. Hasta me llegué a acojonar.

-Javier, ¿qué haces?
-He hecho una foto de recuerdo.
-Bórrala enseguida.
-Pero...
-He dicho que la borres ahora mismo -dijo estampándome el móvil contra el pecho.
-Vale. Tranquila.
-¿Eso es lo que haces? ¿Te echas una foto con todas las zorritas que pasan por aquí?

Me mantuve en silencio, un poco molesto por lo que me acaba de decir. Ella se mantenía firme, con esa expresión de enfado que acojonaba bastante.

-No sé qué hago perdiendo el tiempo con un niño... -dijo cogiendo su vestido y tacones.

Valentina salió a toda prisa por la puerta de mi habitación, camino al salón. Por suerte pude reaccionar a tiempo y salí corriendo, encontrándomela ya con el vestido puesto y terminando de ponerse los tacones.

-Valentina, espera.
-No. Me voy. Esto ha sido una tontería muy grande.
-Pero yo no quería enfadarte. No sabía que ibas a reaccionar así.
-Me voy. Cojo un taxi y me voy a casa. Adiós.
-Espera -dije cogiéndola de la mano.
-¡¿Qué?!
-Valentina, por favor. Cálmate. ¿Qué es lo que pasa para que te pongas así?
-¿Por qué has hecho eso?
-Solo quería tener un recuerdo de este momento tan increíble con una mujer tan asombrosa como tú. No tenía ni idea de que te iba a molestar tanto.
-Pues sí. Me molesta.
-¿Por qué?
-Porque... Porque soy una mujer con una reputación. Me juego mucho si una foto así sale a luz. ¿Lo entiendes? En mi mundo te pueden arruinar si saben cómo jugar sus cartas con algo así.
-Vale. Tranquila. Ya está borrada. Por favor, no dejes que una estupidez mía se cargue este momento.
-Creo que ha sido un error venir contigo.

Después de un suspiro y un par de segundos mirándola a los ojos fijamente dije:

-Haré lo que tú quieras.

Me jodía mucho rebajarme de esa manera. Lo sentía como una humillación. En aquel entonces no estaba para ir detrás de nadie como había hecho durante meses, estando más pendiente de otros que de mí mismo, pero esa era una oportunidad que no quería dejar pasar. Valentina me atraía como pocas mujeres me han atraído en mi vida. Era una de esas mujeres que pasan una vez y no las vuelves a ver. Y si así iba a ser, no iba a dejar que se fuera de ahí sin habérmela llevando a la cama. Sonaba desesperado, pero deseaba como nada en ese momento acostarme con ella.

Valentina puso una pequeña sonrisa en su boca, poniendo su mano en mi pecho para empujarme hasta el sofá, haciendo que me sentara en él. Ella se puso sobre mí, con una pierna a cada lado, sentándose sobre mis muslos, quedando en una postura que me sonaba demasiado. Aun así, no me resistí y me dejé llevar. Ella agarró mi cara con suavidad para empezar a besarme de nuevo.

Pasados unos segundos se dirigió a mi cuello, sonándome de nuevo ese gesto. Me estremecí, con cierta incomodidad, pero ella ponía sus manos en mis hombros para controlarme y evitar que me moviera más de la cuenta. Mi punto débil salía de nuevo a la luz tras bastante tiempo y no podía permitir eso.

-Para, por favor...
-Has dicho que harías lo que yo quisiera. Bien, pues déjame hacerte esto.
-Tengo el cuello muy sensible y estoy incómodo.
-No seas niño y déjame jugar contigo.
-Valentina, lo que quieras menos el cuello. Por favor.
-Pfff... De verdad... Me lo estaba pasando muy bien, pero con tus niñerías se me están quitando las ganas...

No sé cómo me pude contener para explicarle quién mandaba, pero no quería cagarla como con lo de la foto. No quería quedarme sin ese polvo que tenía pinta de ser muy bueno. Podía oler que Valentina era una bomba. Me la imaginaba cabalgándome hasta hacer que me corriera contra mi voluntad y eso me ponía a mil.

También la imaginaba a cuatro, pidiéndome polla a gritos y yo dándosela con fuertes embestidas mientras la azotaba con fuerza. Por eso me comportaba así, casi con un punto sumiso por miedo a que cogiera sus cosas y se largara como estuvo a punto de hacer pocos minutos antes.

-Vamos a tu habitación, anda.

Valentina se levantó y me cogió de la mano para llevarme a mi habitación. Una vez llegamos le empujó contra la cama, cayendo yo en ella, quedándome boca arriba, apoyado en mis codos. De nuevo, ella empezó a desnudarse con una especie de striptease. Se quitó el vestido de una manera muy sensual, siguiendo después con sus tacones. Qué pies más bonitos, delicados, finos y pequeños. Eran preciosos por completo, con sus uñas pintadas de rojo, al igual que las uñas de sus manos.

-Dame un segundo, que me quiero quitar la pintura. Estoy viendo que se me va a correr y no me gusta.
-Tengo aire, no te preocupes por si hace calor.
-Qué mono... -dijo acariciándome la cara- Si al final hasta vas a ser un detallista. No te preocupes, que soy muy guapa al natural también.
-No lo dudo.
-Dame dos minutos. Ve poniéndote cómodo. Lo vas a necesitar.
-¿Sí?
-Sí, cariño. Te voy a enseñar cómo se hace.

Sonreí y ella se fue al baño con su bolso en la mano. Me empecé a reír una vez me quedé solo. "Enseñarme dice... Lo mismo se llevaba una sorpresa al día siguiente cuando fuera a echar a andar", pensé. Eso me encendió muchísimo y pensé en hacerme el tonto cuando empezara a follarla, pero pasados unos minutos y cuando viera que ella estaba confiada, la follaría de verdad. Imaginarme haciendo eso con ella me excitó sobremanera. Mi erección me dolía bastante al estar aún con los pantalones y boxers puestos, cosa que remedié al quitarme los vaqueros y quedarme solo con los calzoncillos.

Me senté sobre la cama, con la espalda apoyada en el cabecero, tapándome con una sábana para ocultar mi erección. Estaba deseando ver su cara al vérmela. Dijo que tardaría dos minutos, pero se demoró alguno más. Me empecé poner nervioso pensando que quizá se había echado atrás, pero salió del baño, regresando de nuevo a mi habitación. Hizo un sonido de agrado al notar el aire acondicionado puesto, pues ya estábamos entrados en junio y el calor empezaba a apretar y me miró sonriente. Se acercó y se sentó en la cama a mi lado. Efectivamente estaba guapísima sin maquillaje también, haciéndoselo yo saber.

-Valentina, eres una mujer increíble. No me puedo creer lo guapa que eres y lo buena que estás.
-Lo sé, cariño. Eres muy jovencito para haber estado con una mujer de verdad.
-¿Eso crees?
-Sí.
-Bueno, pues enséñame, ¿no?

Valentina sonrió y se llevó una mano a la espalda, desabrochándose el sujetador con una maestría y sensualidad sin igual. Sus tetas dieron un pequeño bote al ser liberadas y empezó a pasar su dedo por el contorno de su sujetador de la manera más sensual posible hasta que éste cayó por su propio peso. Al fin veía esos pechos tan increíbles. Eran grandes, con unos pezones rosados de grandes areolas.

Eran gorditos y parecían bastante duros a simple vista. Valentina cogió el sujetador y lo echó sobre la silla de mi escritorio, junto a su vestido, cogiendo después una de mis manos para llevarla a uno de sus senos. El ardor que sentí en mi pecho al tocar esa teta, con esa piel tan suave, atrapándola con mi mano, apretándola y pasando después mis dedos por aquel pezón, efectivamente duro fue increíble.

Hacía bastante que no sentía algo así en mi cuerpo. Solo deseaba metérsela, pero estaba saboreando aquel momento y lo estaba disfrutando al máximo. Alargué mi otra mano para cogerle la otra teta y empezar a apretarlas, estrujarlas y pellizcar suavemente sus pezones. Valentina cerraba los ojos poniendo cara de placer, escapándosele algún gemido. Solo abrió los ojos cuando dejé de tocarla.

Algo desconcertada, pero fue breve porque lo que estaba haciendo era acercarme para comérselas. Dio un pequeño respingo cuando mi boca atrapó uno de sus pezones, gimiendo enseguida. Valentina estaba deliciosa. Qué suavidad, qué dulzura... Podía notar su corazón bombear con fuerza mientras mi boca se paseaba por sus pechos, lamiendo, chupando y mordisqueando sus pezones y demás partes de esos balones naturales.
 
Capítulo 492

-Lo haces muy bien.
-¿Sí? ¿Te gusta cómo te como las tetas?
-Sí... Estoy muy caliente.
-A ver lo caliente que estás...

Valentina se levantó de la cama y se dio una vuelta, permitiéndome ver ese culo en primer plano. Dios, qué culo. Después se encorvó, poniendo sus manos sobre sus rodillas para menearlo un poco. Tras unos segundos así, se bajó esas braguitas de una manera muy sexy y lenta sin dejarme ver su coño. Poco a poco se dio la vuelta, mostrándome ese monte de venus tan precioso cubierto por una fina capa de vello negro bastante tupido, formando un prefecto triángulo invertido. Debajo tenía su coño. Rosita, con finos labios y algo alargados. Estaba brillante y algo hinchado.

Le arrebaté sus braguitas de su mano, abriéndolas para llevármelas a la cara. Fue algo que no pude evitar. Estaban bastante húmedas y entonces me inundó ese olor a vicio de su sexo. El calor que tenía en el pecho se me subió a la cara, poniéndoseme la piel de gallina. Menos mal que no se lo tomó a mal, pues lanzó una risa dulce y juguetona cuando lo hice, sentándose a mi lado para agarrar mi cara con ternura y besarme. Podía notar mi corazón embestir mi pecho de lo fuerte que latía, hasta notaba las pulsaciones por mi cuello.

-Madre mía, cómo estás...
-Así es cómo me pones...
-Pero si estás que te va a dar algo, jeje.
-Pues cúrame.
-Jajaja.
-A ver si por aquí encuentro algo que me haga sentir mejor...

Entonces le eché mano a su coño, notándolo muy caliente y húmedo. Valentina lanzó un gemido mientras nos besábamos, pareciendo que se derretía al estar yo jugando y estimulando su entrepierna. Se acomodó para que la tocara mejor. Yo le acariciaba la raja con mis dedos suavemente, jugando con su clítoris, pasando después a meterle un dedo, para al poco meterle otro. Ella gemía bajito, pero de manera muy dulce mientras nos besábamos de manera empalagosa. Se empezaba a estremecer y me paró, agarrando mi muñeca y retirándola de su coño. Yo intenté llevarme los dedos a la boca para chuparlos y probar sus fluidos, pero me detuvo.

-Todavía no. Me toca a mí.

Ahí fue cuando destapó la sábana, percatándose de mi erección. Abrió los ojos más de los que los tenía abiertos y sonrió, mirándome después a los ojos. De nuevo me empezó a besar, poniendo su mano en mi cara mientras yo levantaba el culo para quitarme los boxers. Una vez lo hice, cogí su mano para llevarla a mi polla. Ella pegó un bote, con un gemido de sorpresa.

-¿Sigo siendo un niño ahora?
-No, está claro que esto no lo tiene un niño... -dijo para resoplar después mientras subía y bajaba su mano empezando a pajearme.

Se quedó con su mirada clavada en polla, pajeándola cada vez más rápido y cogiéndola con más fuerza conforme pasaban los minutos. Mientras lo hacía, yo jugaba con su oreja después de pasarle el pelo por detrás, jugando también con su cuello.

-Javi, hazme sexo oral.

Sin decir nada me escurrí por la cama, poniéndola a ella como estaba yo, pero tumbada. Me coloque boca abajo, aprisionando mi polla contra la cama, con mi cabeza a la altura de sus caderas. Le empecé a dar pequeños besos y mordiscos por toda la zona, parándome más en su pubis. Ella murmuraba bajito y de manera breve. Pero cuando hundí mi cabeza en su sexo lo hizo más alto y largo. Se derritió nada más darle el primer lametón. Yo la miraba a los ojos, pero ella los tenía cerrados, estaba disfrutando mucho.

Se lo comía lentamente, con cuidado, notando ese sabor tan rico que emanaba de su interior. Llevaba cuidado para que no se corriera y aguantar su orgasmo lo máximo posible. Pero pasados unos minutos, cuando se empezó a retorcer, se lo comí más rápidamente, metiéndole los dedos hasta que explotó en un orgasmo que manifestó con un grito muy alto y seco, pasando a respirar muy rápidamente, retorciéndose y agarrando las sábanas con mucha fuerza y los ojos muy apretados.

Me empapó la boca con sus flujos íntimos, chorreando por mi barba parte de ellos. Me quedé de rodillas en medio de la cama esperando que se recuperara, cosa que hizo al cabo de pocos minutos, abriendo sus ojos y poniendo una sonrisa en su boca. Le fui a dar un beso, pero me apartó la cara, poniendo la mejilla, aunque no le di mucha importancia. Luego se incorporó, intercambiando posiciones, agarrando ella mi polla con fuerza para empezar a pajearla. Apoyó su cabeza en mi muslo y yo ya no podía esperar más para que me la chupara, por lo que en cuanto levantó su cabeza le hice una coleta con las manos, dirigiéndola hacia mi polla. Ella de resistió, apartando mis manos.

-¿Qué haces?
-Pues... Quiero que me la chupes.
-¿Sin preservativo? Olvídate.
-Eh... Vale. Me pongo uno.
-Javier, un poco de cabeza, por favor. No nos conocemos de nada. No sé con quién te has acostado ni cómo, al igual que tú tampoco lo sabes sobre mí. ¿Y si...? ¿Y si...? ¿Ves? Esto es por lo que digo que eres un niño...
-No sé... Como te lo he comido y no me has dicho nada...
-Anda, ponte ya el preservativo.
-Sí, sí. Tranquila.

Me enfundé la polla con el condón y en cuanto me tumbé conforme estaba antes de hacerlo, Valentina se lanzó a por mi polla, metiéndosela en la boca para empezar una mamada a buen ritmo. No se la metía entera, ni mucho menos, pero lo hacía muy bien. Pese a tener un condón puesto, me daba mucho placer con esa mamada tan salvaje que me estaba haciendo.

-¿No tienes de sabores? Me da un poco de asco este...
-No, solo tengo de éstos. Si quieres...
-¡No! No te voy a hacer sexo oral sin preservativo.
-Te iba a decir de dejarlo si no estabas cómoda. No necesito que me la chupes, podemos follar directamente.
-Ah... No. Es que me gusta hacerlo y me gusta lo que tienes aquí. Merece la pena.
-Como quieras.

Continuó la mamada a buen ritmo, haciendo fuerza para metérsela todo lo que podía, pero apenas llegaba a la mitad. Aun así, lo hacía muy bien, sabía jugar con su lengua y darme placer sobre todo en la parte del glande mientras pajeaba el resto con fuerza.

-No puedo aguantar más. Te necesito dentro

Valentina gateó sobre mi cuerpo, sentándose en mis muslos, agarrando mi polla con fuerza, mirándome fijamente a los ojos.

-¿Quieres hacérmelo?
-No sabes cómo lo deseo...
-Pues no lo vas a hacer.
-No me jodas, Valentina...
-No me lo vas a hacer, porque te lo voy a hacer yo a ti.

Entre esas palabras, con esa manera de decirlo y el cosquilleo que me entró por los huevos, resoplé bastante fuerte, haciendo que ella se riera con ganas mientras cogía mi polla para acariciarse la raja un par de veces para meter la cabeza, lanzando un gemido en forma de murmuro. Después dejó caer su peso casi del tirón, lanzando un grito.

-Ten cuidado, mujer.
-Mmm... Pfff... Sé lo que hago.

Se mantuvo con mi polla en sus entrañas, bien hasta el fondo durante unos largos segundos. Para mi sorpresa, lo noté más apretado de lo que esperaba, ya que por su edad y por lo buena que estaba, esperaba que hubiera sido bastante follada, pero nada más lejos. Estaba tan apretada como una chica de 18. Imaginaba que hasta podría tener hijos, pero a juzgar por su cuerpo no lo parecía. Tenía las tetas demasiado bien puestas, casi nada caídas incluso para lo grandes que eran. Nada de barriga, ni piel flácida, ni rastro de cicatriz de cesárea ni nada. Podía notar cómo me apretaba la polla con su coño mientras ella permanecía con los ojos cerrados, sin decir nada. Imaginaba que se estaba acostumbrando a ella. Al poco abrió sus ojos, inclinándose para acercar su cara a la mía.

-Madre mía -susurró.

Me acarició la cara y empezó a moverse ligeramente hacia delante y hacia atrás mientras se apoyaba en mis hombros. Yo me dejaba hacer. Quería disfrutar de aquella mujer y si tenía que dejar que ella llevara el ritmo, pues así sería. Poco a poco empezó a follarme a buen ritmo, empezando a lanzar gemidos mientras yo solo jadeaba. Cada vez lo hacía más rápido y con más intensidad, cambiando entre esa follada y una cabalgada más fuerte, botando encima de mí. Era increíble ver el baile de esas tetas al subir y bajar con cada bote que Valentina pegaba encima de mi polla.

Me tenía malísimo ver eso y más al notar ese coño tan rico como apretado envolverme la polla y darme tanto placer con ese roce. A ese ritmo poco tardó en volver a correrse entre gritos y espasmos, encogiendo su cuerpo y derrumbándose encima de mí. Yo la abrazaba, cogiéndole el culo y acariciando su espalda. Cuando se recuperó puso su cara de lado sobre mi hombro, estando aún encima de mí, para mirarme con una sonrisa, echándose a reír.

-¿No has acabado?
-No. Tengo aguante -dije pensando que era por el condón.
-Pfff... Pues yo no he podido resistirme.
-No pasa nada. ¿Puedes seguir?
-Claro.
-Creo que me he enterado, ¿me dejas que te folle yo ahora?
-Eres muy joven. Déjame a mí, que sé lo que hago.
-Bueno... Tendré que aprender, ¿no? Me encantaría hacerlo contigo, seguro que me enseñas bien -dije con tono de inocencia para hacerle creer lo que ella pensaba.
-Venga, va. Voy a hacer de ti un buen amante. ¿Cómo quieres hacerlo?
-No sé. Como tú quieras.
-Deberías llevar más la iniciativa.
-Perdona. Me apetece ponerte a cuatro. Me encanta tu culo.
-Mmm, vale.

Valentina se puso a cuatro, apoyándose sobre sus rodillas y manos. Yo me coloqué detrás de ella, acariciando su raja con mi polla, murmurando ella. Después cometí el error de ponerla sobre su ojete.

-¡Eh! Ni se te ocurra. Te la corto.
-No, no. Perdona. Quería acariciarte y he subido demasiado.
-Ahí no entra nada ni nadie. Y menos lo tuyo. ¿Qué quieres, matarme?
-No, tranquila. Ya está.

Le acaricié la raja de nuevo, apartando ella su mirada de mí, gimiendo bajito y se la metí despacio. Se la metía muy lentamente, intentando hacerlo con torpeza.

-¿Así?
-Mmm... Un poco más rápido. Agárrame bien de las caderas.
-Vale.

Le hice caso, aunque aún lo hacía mal adrede para seguirle el juego.

-¿Así?
-Bueno... A ver...
-Ay, espera. Creo que ya sé... A ver qué tal así...

Entonces empecé a follarla bien, a buen ritmo mientras la cogía con fuerza de las caderas. Valentina gemía alto, al ritmo de mis embestidas, que causaban ruido por la colisión de nuestras carnes. Poco a poco aumenté más el ritmo hasta que empecé a darle fuerte, provocando que se corriera tras dar ella un grito bastante fuerte. Se derrumbó sobre la cama y yo esperé que se calmara.

-Pero bueno... ¿Qué ha sido eso? -dijo una vez se recuperó.
-Te he follado bien, ¿no?
-Sí. Me lo has hecho como hace mucho que no...
-Jajaja.
-Pero... ¿Aún no has acabado?
-No.
-¿Pero cómo puede ser?
-Da igual. ¿Quieres seguir?
-S... Sí...
-Ponte otra vez a cuatro.

Valentina se puso a cuatro de nuevo, casi a duras penas. De nuevo se la metí y la empecé a follar a buen ritmo, de la misma manera que antes, pero ahora dándole algún azote. Ella gemía muy alto, agarrando las sábanas con fuerza, sosteniéndose sobre sus puños. Cada vez le daba más fuerte hasta que ella se salió, dándose la vuelta y poniéndose boca arriba.

-Madre mía, Javi... ¿Pero esto qué es?
-Esto es la mejor follada que te han metido. Así que vamos a dejarnos de tonterías y no me trates como a un niño. Ahora te voy a reventar. Vas a saber lo que es correrse de verdad.
-¿Pero qué dices?

Sin responder me puse sobre ella en un misionero, clavándole la polla hasta el fondo, lanzando ella un fuerte jadeo. Empecé una follada rápida y fuerte, agarrándose ella a mi cuello con fuera.

-¿Pero qué me estás haciendo? Dios mío...
-Valentina, te estoy follando como no te han follado en la vida y como nadie más te lo va a hacer. Relájate y disfruta.

Valentina me hizo caso, pasando sus manos por mi espalda y culo, clavándome los dedos por todos lados mientras yo la empezaba a reventar. Ella gemía fortísimo.

-Ay... Javi... Me muero...
-Sí. Muérete de gusto. Déjate llevar.
-Pero chico...

Ya no pude aguantar más y le empecé a dar todo lo fuerte que pude. Ella me miraba con los ojos y la boca muy abiertos, para pasar a cerrarlos con mucha fuerza.

-¡AAAAHHH...! ¡¿Pero qué me estás haciendo, hijo de puta?! ¡Me vas a matar! ¡¡ME CORROOOOO!! ¡¡AAAAAARRRRGGGGGGG!!

Y con ese alarido, Valentina empezó a temblar como una loca mientras me clavaba las uñas en la espalda, haciéndome bastante daño. Noté como se me empapaba el pubis y como se abrazaba a mí con muchísima fuerza, temblándole todo el cuerpo mientras gemía de placer, tanto que pasaron a ser gemidos de lástima. Ya no pude aguantar más al verla así y al notar como me apretaba la polla con su coño como si lo estuviera haciendo con la mano, o incluso con más fuerza aún y me empecé a correr dentro del condón entre altos gemidos.

Fue un orgasmo bestial que me recorrió toda la espina dorsal, sintiendo un tremendo latigazo de placer. Intenté salirme de ella, pero no podía por su abrazo tan fuerte. No me quedó otra que esperar a que se calmara, tardando esta vez más que las veces anteriores. Pude sentir durante bastante tiempo cómo me apretaba la polla con las contracciones de su vagina mientras sus gemidos lastimeros pasaban poco a poco a unos jadeos cada vez más relajados.

Finalmente logró calmarse y me soltó, aprovechando yo para ir al baño a tirar el condón a la papelera y darme una ducha rápida. Fui a la cocina para beber agua, llevándole también a Valentina, pero me la encontré dormida. Estaba preciosa. Es que tenía elegancia hasta para dormir, pareciendo que estaba posando. Me quedé unos minutos contemplando su cuerpo tan perfecto mientras me entraba sueño, o me relajaba lo suficiente para intentar dormir, aunque fueran unas pocas horas.

No pude evitar tomarme una foto con ella, no sin antes pasar la sábana por encima de nuestro cuerpo para taparnos y que no se viera desnuda. Guardé bien la foto, dejando el móvil en la mesita por si se despertaba y me veía, porque viendo cómo se había puesto antes, seguro que no le haría gracia pillarme haciéndolo de nuevo.

Caí dormido al rato, despertándome solo. Ya no estaba allí. No había ni rastro de ella, ni una nota ni nada. Me molestó un poco, más que nada porque pese a poder encontrármela en la cafetería, que se fuera así tan a la ligera, sin despedirse ni dejar una nota siquiera, me daba a entender que no la vería más para lo que la vi aquella noche. Eso hizo que me pusiera de mala ostia, mirando el móvil, sin encontrar nada tampoco ahí. "Pues claro, si no os habéis dado los números, idiota. ¿Qué va a haber?", pensé. Me levanté y fui hacia la cocina para comer algo, siendo ya casi mediodía, pasando por el salón. Fue una sorpresa muy grata encontrarme una nota sobre la mesa que decía:

Al final me lo pasé muy bien anoche contigo. Tienes tus cosillas, pero se te ve buen chaval. Hay que tener valor para jugar así conmigo, haciéndome creer que no tenías ni idea para luego acabar haciendo eso...

Pero aun así hay cosas que puedes mejorar y me gustaría quedar de nuevo contigo para enseñártelas. No te preocupes, con que me hagas vibrar como hiciste anoche al final, me doy por pagada... Jejeje.

Te dejo por aquí mi número para que hablemos por WhatsApp. Ya sabes, ando muy liada y no puedo estar todo el día pendiente del móvil. Me escribes por ahí y cuando pueda te respondo y hablamos.

Un beso

Valentina


De repente toda esa mala ostia se disipó, pasando a ponerme bastante contento al releer esa nota varias veces. Parecía que volvería a ver a Valentina más que para cruzarnos en aquella cafetería. La cosa prometía.
 
Valentina
 

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Capítulo 493

Ese domingo me dediqué a vaguear sin hacer mucho más que recoger un poco la casa al estar ya viviendo solo de nuevo. Una vez acabé y terminé de comer, me senté en el sofá para poner algo en la tele, aunque estaba más pensativo que otra cosa. Aún no me podía creer que hubiera conseguido algo con Valentina. Era algo que veía raro, porque mi acercamiento a ella fue algo casi que hice porque no sabía que otra cosa hacer para establecer el primer contacto. Su reacción me echó mucho para atrás, como si le diera la impresión a ella de que era alguien peligroso.

Quizá era por mi altura, o por la barba que ya sí que empezaba a ser larga de verdad, pero el caso es que me dio un poco de mal rollo que reaccionara así al verme. Sin embargo, ella me detuvo para poder mediar palabra, aunque no fuera tan rápido. Imaginaba que reaccionó así porque era la primera vez que salía a ligar según me dijo y a lo mejor no sabía que podía pasar. Desde luego se le acercaron muchos chicos, pero ella les echaba unas miradas que ninguno se atrevió a decirle nada.

Yo la pillé por sorpresa, sin darle la oportunidad a que me mirara así, aunque tal vez no lo hubiera hecho del todo por aquello que dijo de que me conocía de vista de la cafetería. Me preguntaba si se había fijado en mí más allá de un rápido vistazo cuando me veía por allí, porque para acabar accediendo a charlar conmigo fuera y yendo a mi casa directamente, me hacía ver que sí. Otra cosa que me dejaba pasmado ahora que lo pensaba, porque en el momento me dejé llevar y solo quería sentirla con esos besos que nos empezamos a dar.

No me podía creer que esa mujer tan impresionante hubiera accedido así de fácil a mí. No me lo explicaba, porque pensaba que podía tener a quién quisiera, pero optó por mí. Reconozco que trataba de cuidarme lo máximo posible al machacarme en el gimnasio, vestir bien e ir siempre con un aspecto adecuado, sobre todo con la barba, pero ni de lejos me consideraba elegante como ella para que me hubiera elegido, porque a mis ojos, no pegábamos del todo si alguien nos veía juntos.

Ya en casa pudimos charlar detenidamente para empezar a conocernos y la verdad es que me parecía una mujer interesante además de muy guapa y atractiva, pero la salida que tuvo cuando nos eché una foto me dejó muy descolocado. Me pareció rara y exagerada aquella reacción que tuvo en la que casi se acaba marchando. Si no fuera porque me dijo que era dueña de una empresa, hubiera pensado que estaba involucrada con algo relacionado con la prensa rosa.

No tenía ni idea de cómo funcionaba ese mundo empresarial y de si la podían arruinar como me dijo, pero prefería llevar cuidado para seguir viéndome con ella que cagarla por una estupidez como aquella, aunque seguía teniendo la foto que nos eché una vez ella ya dormía. La miré de nuevo con una sonrisa en la cara por ver lo guapísima que era y la dejé bien guardada para que no pasara nada.

Andrea me llamó por la tarde preguntándome cómo me iba solo en casa, si me estaba costando volver a hacerlo yo todo y cómo hacía para comer ahora que ya no estaba ella allí para cocinar. Le respondí que no me iba mal y que hacía lo que podía para la hora de comer o cenar, pero que ni de lejos se acercaba a lo que hacía ella, aunque le reconocí que lo que más echaba de menos era su compañía. Hablando, me dijo que los exámenes eran en dos semanas, así que la siguiente no vendría, pero sí lo acabaría haciendo el fin de semana para no perder el tiempo yendo y viniendo pudiendo aprovecharlo para repasar.

Yo no tenía ningún problema con aquello, y más al hacerle hincapié en que se llevara las llaves hasta que se fuera del todo para que entrara y saliera cuando quisiera. La verdad es que me sentía un poco solo en casa desde que se marchó. Ya no tenía a nadie con quién hablar todos los días en persona, cosa que con ella hacía siempre y varias veces durante el día.

De manera no personal, ya fuera en forma de llamada, mensaje, o videollamada, me seguía poniendo en contacto con los más cercanos, tratando de no perder el vínculo con Irene y Mario ahora que estaban conociendo a gente nueva de su trabajo. Y con Sofía hablaba casi a diario para preguntar cómo iba la cosa por allí, especialmente por su abuelo. Pero no era lo mismo hacerlo así que cara a cara con alguien. En perdona solo veía a mis compañeros de trabajo, aunque con ellos no pasaba de los típicos saludos.

Tan solo con Mónica me veía alguna vez, pero no tan asiduamente como esperaba cuando nos volvimos a encontrar y por la reacción que tuvimos los dos, dejando lo pasado atrás. Algo me decía que ella salvaba las distancias para que no surgiera un sentimiento que pudiera poner la cosa tensa. Por mi parte no iba a ser. No lo puedo decir con total seguridad, porque en estas cosas, nunca se sabe, pero no veía en ella a alguien con quien compartir mucho tiempo de esa manera.

Empezaba otra semana nueva. Lunes por la mañana, dormitando en el sofá al volver del gimnasio y tras pasar una noche regular sin poder dormir bien, como era usual. Daba cabezadas de 5 minutos o 10 como mucho. Llegaba un punto en el que me agobiaba bastante estar en la cama porque no dejaba de dar vueltas buscando una postura lo suficientemente cómoda que me permitiera descansar, por lo que me iba al salón, sentándome en el sofá, recostándome, tumbándome y descansando como podía.

Ni ganas tenía de hacerme de comer, por lo que me pedí una pizza y me fui a trabajar. Por suerte la primera hora no fue muy mala, ya que tenía a alumnos más mayores que sabían comportarse sin armar jaleo y demás, aunque con selectividad a pocos días, se les notaba nerviosos. En cuanto acabó la hora, fui a la cafetería de siempre para tomarme un café y poder obtener energía para aguantar toda la tarde. Fui un poco nervioso por la posibilidad de encontrarme con Valentina, ya que no acabé hablando con ella por WhatsApp para no dar la impresión de estar desesperado y aunque no lo estaba, me apetecía mucho irme con ella a la cama de nuevo.

Efectivamente estaba allí, rodeada de todas sus compañeras. Como siempre, ella dando directrices, gesticulando mucho mientras las demás la miraban con atención, tomando algunas notas. No se percató de que estaba ahí hasta pasado un buen rato mientras yo me ponía a corregir redacciones y algún examen que les mandaba a mis alumnos. Ese día estaba la cafetería bastante llena, por lo que tardaban en tomarme nota. Miraba a Daniela, quien parecía bastante agobiada yendo y viniendo.

Valentina por fin se percató de que estaba por ahí, mirándome y sonriendo, devolviéndole yo el mismo gesto. Rápidamente apartó la mirada de mí para volver a dirigirla a sus chicas. Se me iba el santo al cielo mirándola, tanto que ni corregía cosas pendientes o echaba en falta el café que mi cuerpo necesitaba. Me quedaba mirándola, como se pasaba el pelo por detrás de la oreja, y escribía cosas en su agenda, con esa letra tan bonita que no podía ver desde donde estaba, pero que recordaba por la nota que me dejó después de su abrupta marcha tras la noche que pasábamos juntos. De vez en cuando me miraba, sonriendo ligeramente y apartando la mirada enseguida.

Llegó un punto en el que me cansé de esperar el café y me levanté para ir a la barra para que Daniela me atendiera antes, pensando en pasar por la mesa de Valentina para decirle algo, como lo guapa que iba. Me levanté y fui hacia ella. El problema fue que cuando se dio cuenta empezó a hablarle a sus compañeras, empezando a gesticularles mucho. Yo me acercaba sonriendo y ella les dijo que echaran un ojo a una página en concreto de un manual que tenían, mirándome con los ojos muy abiertos, con una mirada bastante inquisidora. Pasé de largo entendiendo que no quería que me acercara, un poco decepcionado por esa actitud tan seca, jodiéndome bastante que me chafara aquel momento. Enseguida apareció Daniela mientras miraba a Valentina, quien estaba de espaldas.

-Perdona, chico. Hoy tengo mucho lío.
-No pasa nada.
-¿Qué te pongo?
-Un café. Bien cargado -dije mientras aún miraba a Valentina.
-¿Qué pasa? ¿Aún nada? Con lo lanzado que eres... No es para tanto, no te va a comer, jajaja.
-Tenemos que hablar.
-Uy... -dijo con preocupación.
-No. No es nada malo.
-¿Entonces?
-Bueno. Ha pasado algo y tengo que cobrar mi parte.
-Jajajaja. Venga...
-Va en serio.

Daniela me miró a los ojos fijamente y luego a Valentina, devolviendo su mirada hacia a mí después.

-No me lo creo.
-Jajajaja. Joder, que poco confías en mis dotes...
-Hombre, Valentina es mucha mujer...
-A ti te llevé rápido a dónde tenía que llevarte. ¿No te vale eso para creerme?
-Mmm... Yo no estoy ni la mitad de buena que está Valentina.
-Eres una chica muy apañada.
-Ya, bueno, pero si pudieras elegir entre las dos, ¿a quién elegirías?

Me quedé en silencio sin responder mientras ella me ponía el café.

-¿Ves?
-¿Y qué tiene que ver eso?
-Pues que yo no soy como ella. Ella puede tener al tío que quiera. Yo no.
-Gracias por lo que me toca...
-Nooooo. Joder, si tú estás muy bien. Y en la cama mejoras mucho. Muchísimo.
-¿Y por qué te menosprecias así?
-No me menosprecio. Soy realista. Sé que a su lado no tengo nada que hacer.
-Bueno, nos estamos desviando mucho del tema. El otro día me la llevé a casa y me la follé. Se corrió tres veces.
-Ya... ¿Y tú?
-Una.
-Jajajaja. Tú versión se viene abajo.
-¿Por?
-A ver, he estado en la cama contigo y sé que puedes llegar a darle mucho placer a una chica, pero que tú solo acabaras una vez... No cuela.
-La tía va de experta y no es tan buena como cree. Sabe follar, bastante bien, pero no como ella cree. Me trataba como si no tuviera ni idea y le seguí el rollo hasta que me cansé y la reventé bien.
-Javi...
-Dime.
-Te cuelas de fanfarrón.
-Joder... ¿Qué tengo que hacer para que me creas?
-Una foto. Así de simple.
-Mmm... Bueno, tú misma.
-¿Nos vemos esta noche?
-No creo...
-¿Ahora te vas a enfadar porque no te creo? Jajajaja.
-No. Me jode, la verdad, porque yo sé que me la he follado y estoy diciendo la verdad. Y me apetece probar lo que acordamos. Tienes un culo muy bonito.
-Bueno, tengo que seguir, no puedo estar de cháchara toda la tarde, que mira como está esto... Luego hablamos y vemos qué hacemos.
-Vale.

Volví a mi mesa con mi café, pasando por al lado de Valentina, llegándome su olor. Joder, qué bien olía. Hasta me llegaba a excitar. Me senté y la miré, aunque ella no parecía prestarme atención por seguir a sus cosas con las demás. Me centré en lo mío mientras recargaba energías con ese café. Me sentó bastante bien porque no despegué mi mirada de las hojas hasta que casi se acercaba la hora de irme. Ni siquiera me di cuenta de que conforme pasaba la hora la cafetería se empezaba a vaciar.

Llegando a haber la mitad de gente, solo un cumpleaños en el que había unos cuantos niños pequeños y sus madres, estando también el grupo de Valentina y yo. Levanté mi cabeza para mirar a Valentina de nuevo, ya que hacía bastante que no la miraba, viendo que estaba algo incómoda por el ruido que hacían aquellos niños, mirándolos cada poco, haciendo una mueca con la boca. Miró a sus chicas y dijo algo haciendo aspavientos con la cabeza. Rápidamente recogieron todo y salieron por la puerta, excepto ella. Valentina se sentó en mi mesa para mi sorpresa.

-Vaya... Qué centrado estás... ¿Qué haces?
-¿Ahora sí te interesas por mí? -dije de manera algo seca, sin querer rebajarme.
-Bueno... No me digas que te has enfadado por eso...
-Pues muy bien no me ha sentado... -dije cogiendo mi móvil para escribirle un mensaje a Daniela diciéndole que mirara a mi mesa.
-No seas niño.
-No me gusta que me digas eso -dije levantando mi vista del móvil a sus ojos.
-Pues no te comportes como tal. Ya te dije que no puedo dejar que me vean contigo.
-¿No tienes miedo de que nos vean ahora?
-Esas mujeres están más pendientes de los críos que de otra cosa. No miran a otro sitio. Además, están apartadas.
-Conoces a Daniela.
-Ella es un trozo de pan.
-Ya. Tú sabrás.
-¿Qué te pasa hoy? ¿Tienes un mal día?
-No he descansado muy bien.
-Am... Pues lo siento, pero tampoco es que lo tengas que pagar conmigo.
-Ya.
-Mira, no puedo dejar que mis chicas me vean contigo.
-¿No confías en ellas?
-Claro que confío. Pero se les puede escapar algo y ya tendría los ojos sobre mí y no quiero eso. Quiero tener mi libertad.
-Vamos, que pasas de mí.
-No. Me lo pasé muy bien contigo y te dije que quería volver a verte, ¿no?
-Esa es otra...
-¿El qué?
-Me lo podías haber dicho en persona.
-Madre mía cómo estás hoy... Te dejé esa nota porque me tenía que ir. Tenía prisa y era muy temprano, ¿vale?
-Ya, seguro.
-No te quería despertar y me daba un poco de corte hablar contigo en ese momento.
-¿Corte de qué?
-Ay, de verdad...
-Es que me echas en cara cosas que luego haces tú. No te entiendo.
-Bueno, cambiemos de tema, que no me apetece discutir por tonterías. ¿Qué estabas haciendo?
-Corrigiendo algunos exámenes.
-¿Y quién corrige el trabajo de este niño grande? -dijo riéndose ligeramente.

Le eché una mirada de pocos amigos y ella se rio más aún.

-Perdona, ya paro.
-Eres muy graciosa, pero luego a ti no se te puede hacer nada, hay que ir con pies de plomo.
-Javi, solo te estoy tomando el pelo, no me estoy riendo de ti. No te pongas así -dijo poniendo su mano sobre la mía.
-Ya. Me tengo que ir, que tengo que entrar a trabajar otra vez.
-Vale. Hablamos por WhatsApp, ¿no?
-Claro.
-No te enfades.
-Que no, hasta luego.
-Que tengas un buen día.

Me levanté recogiendo mis cosas y me fui de la cafetería. De camino a la academia revisé el móvil viendo que Daniela me había escrito.

-Vale, se ha sentado contigo, pero eso no significa que te la hayas follado, jajaja.

Joder, que no se lo creía. Al final iba a tener que enseñarle la foto y eso que lo quería hacerlo por respeto a Valentina, aunque ella poco me respetaba a mí. Lo mismo sí que se la enseñaba, así obtenía lo que quería, si tampoco es que le importara que Daniela supiera lo nuestro. Según ella era un trozo de pan, así que tampoco pasaría mucho si le mostraba la imagen en la que salíamos los dos, claramente desnudos, aunque estuviéramos tapados por una sábana.

-Joder. Eres dura, ¿eh?
-Mira, esta noche te pasas por casa y me intentas convencer mejor 😉
-Pues no me vendría mal echar un polvo, con el día de mierda que llevo...
-Pues pásate sobre las 10 y cenamos algo y luego nos lo pasamos bien 😏
-Ok.

Justo cuando guardé el móvil noté como tiraban de mi mano, metiéndome en un pasaje por el que estaba pasando. Creía que me iban a robar por la brusquedad del movimiento, pero resultó ser Valentina, quien me agarró del cuello con suavidad para besarme en ese lugar tan resguardado de las miradas de la gente que pasaba por la calle. Fue un beso bastante largo, lento y con mucha lengua. Mi respuesta fue agarrarle del culo con fuerza, apretándoselo mientras ella gemía tímidamente en mi boca.
 
Capítulo 494

-¿Pero qué haces? -le pregunté al despegarnos.
-Me había quedado con mal sabor de boca por cómo te habías puesto.
-Ah...
-¿Estás bien? Te noto un poco...
-Que sí, que estoy bien.
-Vale -dijo acariciándome la cara.
-¿Algo más?
-No. Es que... Tenía ganas de besarte en realidad, pero no lo iba a hacer ahí...
-¿Tenías ganas de besarme?
-Claro. Me pones mucho, ya te lo dije en tu casa.
-Sí, me acuerdo.
-Estoy un poco caliente de hecho, pero como comprenderás...
-Ya. No te veo a ti follando en la calle.
-No seas tan grosero.
-Bueno, llevo prisa, llego tarde.
-Sí. Yo también tengo que ir a la oficina. Ten un buen día -dijo dándome un pico y dándose la vuelta para irse.
-Tú también.

Me desconcertaba un poco esa dualidad en Valentina. Lo mismo me trataba como a un niño pequeño, que lo mismo lo hacía como si fuéramos pareja, de forma más cariñosa. No pude pararme más a pensar en aquello porque llegaba tarde. De hecho, hasta me gané alguna coña por parte de algún alumno graciosillo, aunque me encargué de mandarle más tarea para casa para que no se acostumbrara a tocarme los huevos. Conmigo las clases iban muy bien, solo me regía por una norma. Si me tratas bien, te trato bien, si me tocas los huevos, prepárate.

El resto de la tarde transcurrió con normalidad hasta que acabé y regresé a casa. Estaba cansado después de trabajar sin haber dormido mucho la noche anterior. Me apetecía más estar en casa tranquilito que ir a casa de Daniela, pero menos me apetecía ponerme a hacer la cena y el buen tiempo animaba a salir. También pensaba que después de una sesión de sexo dormiría seguro sumándole el cansancio que arrastraba y que ya se hacía notar de nuevo al pasarse el efecto del café. Por lo que me duché y me preparé para salir de casa, pero llamaron a la puerta de casa cuando me estaba poniendo los zapatos. Pensaba que sería Daniela, aunque deseaba que no fuera porque me daba mucha pereza cocinar en casa.

Para mí sorpresa no se trataba de Daniela, sino de Valentina. Estaba preciosa, con un vestido ajustado azul celeste, bastante entallado hasta que llegaba a la cintura, con una falda de vuelo. Ese vestido resaltaba mucho el color de sus ojos. Iba con un algo de maquillaje, pero no tanto como llevaba la vez anterior que vino a mi casa. Remataba su conjunto con unas sandalias de tacón negras y un pequeño bolso negro. Aunque sus uñas las seguía llevando de ese color rojo intenso con el que la vi el sábado cuando se vino a casa y como el que llevaba siempre que la veía en la cafetería.

-Buenas noches.
-Valentina, ¿qué haces aquí?
-Pues he venido a verte.
-¿Y eso?
-¿Me vas a dejar pasar, o...?
-Sí, claro. Pasa.

Pasamos al salón, sentándonos después de ponerle algo de beber para seguir hablando.

-Entonces, a verme has venido, ¿no?
-Sí. Es que...
-¿Qué pasa?
-Me siento mal.
-¿Por qué?
-Por hacerte sentir mal.
-Ah... ¿Por lo de llamarme niño?
-Sí.
-Bueno... No es para que te pongas así tú tampoco. Hoy estaba cansado y cuando no he dormido lo suficiente estoy más irascible.
-Mmm... Vale.
-¿Y tan caliente estabas que has salido así detrás de mí? -pregunté riendo ligeramente.
-Me quería desquitar. Me lo estaba pasando bien jugando a meterme un poco contigo, pero he visto que iba en serio cuando te has ido así.
-Ya.
-Y he salido detrás de ti.
-Pues me has asustado, creía que me iban a robar.
-Jajaja, ¿quién te va a robar a ti? Seguro que nadie se atreve.
-Hay mucho gilipollas.
-¿Y yo soy eso por haberte agarrado de esa manera?
-No. No me lo esperaba para nada de ti. Me ha gustado.
-Am... Lo he hecho sin pensar. Lo mismo me he pasado de la raya.
-Bueno, eso ya es cosa tuya.
-Javi, me preocupa lo de que no duermas bien.
-¿Por qué?
-Porque te veo mala cara. Es que vaya ojeras tienes...
-Ah... Llevo ya unos meses con ellas.
-¿Pero te ha pasado algo para que no puedas dormir, o…?
-Eh... Mira Valentina...
-Ya está. No pasa nada. No he dicho nada. Está claro que no quieres hablar de ello. Lo sospechaba por algo que dijiste el otro día, pero ahora ya lo tengo claro. Lo siento -decía nerviosa.
-No pasa nada.
-¿Puedo ir al baño?
-Claro. Ya sabes dónde está.

Valentina se fue al baño mientras me quedaba pensando en cómo se había puesto al escurrir el bulto cuando me preguntó más de la cuenta. Se puso un poco nerviosa, hablando de manera rápida al verme así, pero lo entendió. De pronto me llamo Daniela. Se me había olvidado nuestra cita y ahora tenía a Valentina en casa. Con la tontería eran cerca de las 11 de la noche y habíamos quedado a las 10.

-Tío, ¿me has dado plantón? Tengo preparada la cena y estoy con un calentón importante por lo de esta tarde, jajaja.
-Es que he tenido un problemilla.
-¿Estás bien? ¿Quieres que me acerque a tu casa?
-No, es que verás...

En ese momento apareció Valentina por la puerta del salón, con un conjunto de encaje negro, con un sujetador sin tirantes, como se puso en la vez anterior y un culotte, pudiendo apreciarlo bien al darse ella una vuelta de manera muy sexy, haciendo que su pelo se moviera y se balanceara. Me quedé con la boca abierta, mordiéndome el labio después.

-¿Qué pasa? -preguntó Daniela.
-Es que ha venido alguien a verme.
-Ah... Pues otro día, no pasa nada.
-Imagino que ya te haces una idea de que no podré ir -dije mientras veía como Valentina ponía sus manos a su espalda, moviendo ligeramente las caderas.
-¿Una amiguita? Vaya... Con las ganas que tenía...
-No, no exactamente.
-¿Entonces? Espera...
-Efectivamente.
-No. No me lo creo, jajaja.
-Tú misma.
-No te creo, tío. Lo siento. Y como esto sea un juego para que me lo crea, me voy a enfadar.
-No, no es eso.
-Eso espero.
-Pero recuerda lo de esta tarde.
-Foto o nada.
-Ya veremos.
-¿Ves? Eso es que no está. Una foto es algo simple. No te estoy pidiendo que hagas un vídeo mientras te la estás follando. Un selfie ahora mismo. Vestidos, me da igual. Me lo mandas ahora mismo y mi culo es tuyo.
-No es tan fácil.
-Pues una de dos. O es mentira, o no quieres follarme el culo.
-Veré lo que puedo hacer.
-Pues nada. Te dejo ya. Y tú a mí con el calentón, capullo. Jajajaja.
-Lo siento.
-No pasa nada, pero espero eso.
-Ya, ya.
-Puedes pasarte más tarde si quieres...
-No creo. Hoy estoy hecho polvo.
-A ver si no vas a estar a la altura de esa mujer... Jajajaja.
-¡Ah! Entonces...
-No, no me lo trago aún.
-Joder que no... Sí que lo haces, sí.
-No me refiero a eso, idiota, jajajaja.
-Ya, ya. Me estoy quedando contigo.
-Va. Echa un buen polvo sea quien sea. Nos vemos.
-Vale.
-Un beso.

En cuanto colgué Valentina se acercó a mí para darme un beso muy lento y largo. Con mucha lengua.

-Que caliente estás. Y qué buena estás también -dije agarrándola del culo.
-¿Con quién hablabas?
-Con Daniela.
-Ah... Cuánto habláis, ¿no?
-¿Estás celosa? -dije riéndome ligeramente.
-¿Qué? Anda...
-Es la impresión que me ha dado.
-Pues no.
-Es que había quedado con ella y se me había pasado. Iba a salir justo cuando has aparecido.
-Ah... -dijo empezado a quitarme la camiseta.
-Se ha enfadado un poco.
-¿Qué quería?
-¿Pues tú qué crees?
-Lo mismo que quiero yo ahora.
-Mmm... Eso es.
-¿Y qué más quería? Habéis hablado mucho... -dijo mientras me besaba el pecho.
-Pues poca cosa... Estaba agobiada por todo el lío que ha tenido esta tarde y eso.
-Sí. Es que todos esos niños...
-Ya ves. He notado que te molestaban a ti también.
-Sí. Mucho. No podía concentrarme ni hablar con tanto ruido.
-Yo estoy más acostumbrado.
-A mí es que no me gustan los niños.
-¿No?
-No. Fíjate si no me gustan que me hice la ligadura de trompas.
-Joder...
-Y por suerte he sido hija única y no he tenido que aguantar a nadie más en mi casa.
-¿Y por qué no te gustan?
-Me encantan tus tatuajes... Me ponen mucho -dijo cambiando de tema.
-Me alegro.
-Nunca he estado con un chico que tuviera.
-¿Por qué te gustan? ¿Me dan aire de malote? Jajaja.
-Mmm... Bueno... No sé, me gustan. Te quedan bien.
-Por cierto, Daniela me ha comentado algo de que te ha visto sentarte conmigo.

Valentina pegó un respingo, apartándose de mí. Se le notaba nerviosa, agitada.

-¿Pasa algo?
-Mmm... Es que...
-¿Tienes miedo? Esta tarde no lo tenías. Me has dicho que Daniela es buena gente.
-Cállate -dijo yendo de nuevo hacia el baño.

Esta vez no la dejé que se fuera y reaccioné a tiempo, cogiéndola de la muñeca para darle la vuelta y besarla. Ella se intentó apartar, pero rápidamente se acomodó para devolverme el beso, poniendo sus manos en los laterales de mi cuello mientras empezaba a murmurar. La cogí en brazos, pegando su cuerpo a mío, rodeándome ella con sus piernas para agarrarse mientras lanzaba un gemidito. La llevé a mi habitación, cambiando ella mis labios por mi cuello, empezando a besarlo. Yo respondí con un sonido de desagrado, pero ella seguía. No me gustaba eso y cuando llegué la dejé caer sobre la cama de manera algo brusca. Por suerte no se lo tomó a mal, porque se reía con tono juguetón, pero yo sí que le eché un poco la reprimenda.
 
Capítulo 495

-Te dije que no me gustaba eso.
-Ay, venga... No te pongas así.
-¿Y a qué ha venido lo de ponerte así ahora de repente? ¿Te ibas a ir otra vez?
-Ven y hazme lo que me hiciste el otro día. No puedo esperar.
-¿Quieres que te reviente?
-Sí.
-Pídemelo.
-Venga, ven ya.
-Pídemelo.
-Ven y reviéntame.

Me puse sobre ella y la empecé a besar con muchas ganas mientras ella me manoseaba el cuerpo, pasando sus manos por mi espalda y por mi culo, metiéndolas por dentro del pantalón y los boxers. Me desnudé rápidamente mientras ella se quitaba el sujetador, lanzándome a comerle esas tetas tan ricas, con esos pezones rosados y duros. No me pude deleitar mucho porque tiró de mí cara para arriba para besarme otra vez.

-Qué bien hueles...
-Tú también. Hueles muy dulce.
-Venga, ponte un preservativo.
-¿Ya?
-Dijiste que harías lo que querría, ¿no?

Sin decir nada más me incorporé para coger un condón de la mesita de noche y ponérmelo. Mientras tanto, ella se quitó el culotte, tirándolo a la silla de mi escritorio. Me puse sobre ella y empecé a acariciarle su raja con mi polla. Efectivamente estaba muy mojada. Me gustaba cómo se sentía ese roce pese a llevar el condón puesto, pero ella agarró mi polla para meterla de una vez. Me empecé a mover lentamente, cogiendo cada vez más intensidad. Ella gemía, disfrutaba de lo que le estaba haciendo, pero puso su mano en mi pecho para apartarme y decirme que me tumbara, que me quería montar.

Le hice caso y ella me empezó a montar a buen ritmo durante unos minutos hasta que paró de golpe, apoyándose en mi pecho, mirándome a los ojos fijamente, jadeante. Se inclinó para besarme durante unos breves segundos, empezando a mover su culazo hacia arriba y abajo. El problema fue que volvió a posar sus labios en mi cuello. No quería eso. Me recordaba demasiado a Elena y me empezaban a entrar esos escalofríos, viniéndome imágenes, olores, sonidos y sensaciones que sabía que jamás iba a experimentar de nuevo. La aparté de manera brusca, sentándose ella a mí lado. Me levanté y me quité el condón, tirándolo al suelo.

-¿A dónde vas?
-Te he dicho varias veces que no me gusta eso.
-¿Pero por qué?
-Porque no.
-Y tú me has dicho que harías lo que quisiera.

Me di la vuelta de nuevo para irme a la ducha porque no puse el aire y en esos pocos minutos de folleteo me puse a sudar.

-¿A dónde vas?
-A la ducha.

Salí de mi habitación y entré en el cuarto de baño, quedándome frente al espejo unos segundos para entrar a la ducha y darle al agua. Ya no quería hacer nada más, se me habían quitado las ganas al empezar a recordar ciertas cosas que empecé a vivir hacía ya más de un año, pero entonces entró Valentina a la ducha conmigo.

-No me voy a quedar con las ganas.

Me quedé mirándola. No me lo esperaba. Creía que se iba a ir sin decir nada, pero no. Ahí estaba, desnuda y con ganas de seguir follando. Tenía un condón en la mano y me lo puso, ya que aún tenía esa excitación que impedía que mi polla se hubiera calmado. Una vez me lo puso, se echó contra la pared, apoyando una de sus manos, cogiendo la otra mi rabo y tirando de él para atraerme a ella y que se la metiera. La agarré de las caderas, pero no me movía.

Ella resopló y se empezó a mover, empujándome con su tremendo culo, empezando a gemir. Rápidamente reaccioné, teniendo otra vez esas ganas de follar. La agarré de las caderas y empecé a embestir como si no hubiera un mañana. El sonido de fuertes palmadas que ocasionaban nuestros cuerpos al encontrarse resonaba por todo el baño, siendo solo opacado por sus altos gemidos que rápidamente pasaron a gritos.

Se corrió de manera muy bestia, con alaridos, apoyándose con ambas manos en la pared hasta que le empezaron a temblar las piernas y la tuve que sujetar, pegándola a mi cuerpo abrazándola para que no se cayera. Se dio la vuelta para abrazarme, hincándome esos pezones gorditos en mi pecho mientras la agarraba del culo. Valentina apretaba su cara contra la parte superior de mi pecho, respirando de manera entrecortada y acelerada. Al final no me corrí, por lo que me quité el condón una vez mi polla volvió a su tamaño normal.

Ambos nos duchamos en silencio, estando de la misma manera mientras nos secábamos. Yo regresé a la habitación, poniéndome unos boxers limpios, recogiendo después un poco y tumbándome en la cama. Valentina apareció en la habitación, peinándose el pelo con un peine mío, mirándome, devolviéndole yo la mirada, siguiendo ambos en silencio. Cerré mis ojos y me pasé las manos por detrás de la nuca para relajarme. Oía como cogía algo y se lo ponía, pero no sabía el qué.

Sin esperarlo, Valentina se tumbó a mi lado, echándose sobre mi pecho. No me agradó mucho. De nuevo me trajo recuerdos de tiempos pasados, aunque no es que fuera algo tan reseñable como lo del cuello, pero aquello me trajo muchas cosas de vuelta y cualquier gesto similar me hacía acordarme de ella. Se pegó a mi cuerpo, acariciándome el pecho con su mano tan suave, fina y delicada, haciendo circulitos con el dedo.

-No has acabado, ¿no?
-No.
-Que aguante tienes, chico...
-Ya.
-¿O es que no te atraigo lo suficiente?
-Valentina, ¿qué buscas?
-¿Cómo? -dijo incorporándose para mirarme.
-Que qué buscas.
-Pues... No sé... Mmm... Me atraes bastante y me lo paso muy bien contigo.
-¿Te lo pasas bien riéndote de mí?
-¿Riéndome?
-Sí.
-Pero...
-Me tratas como a una marioneta.
-¿Y qué haces tú con las chicas que pasan por aquí? Como Daniela, por ejemplo.
-¿Acaso has visto cómo trato yo a las chicas con las que me acuesto?
-No, pero tampoco hay que ser muy lista.
-Aaaaah... Se me olvida, que eres muy inteligente.
-A ti lo que te pasa es que estás enfadado porque no has acabado. Eso es lo que quieres, ¿no? -dijo echando mano a mi paquete.
-Valentina, para tener la edad que tienes te comportas como una niña a veces.

Decir eso hizo que me ganara un manotazo en el pecho que resonó por toda la habitación.

-¿Qué te pasa hoy? Estás muy estúpido.
-Y tú estás muy impertinente.

Valentina se incorporó para sentarse con las piernas a un lado, mirándome fijamente.

-Javier... Mira, me lo paso muy bien contigo. Hacía mucho que no tenía el sexo que estoy teniendo contigo y la verdad es que no me gustaría quedarme sin eso.
-Vale, ¿y?
-Pues... -dijo después de un suspiro- Que me gustaría que nos siguiéramos viendo.
-Am... Pues vale.
-¿Pues vale? ¿Ya está?
-¿Qué quieres que te diga?
-Nada. Déjalo.

Estuvimos unos minutos en silencio, empezando a entrarme sueño hasta que ella volvió a hablar.

-Javi, no me gusta cuando te pones así.
-Te lo ganas a pulso.
-Pero es un juego. Nos lo pasamos bien, ¿no?
-Sí, pero no me gusta tu actitud.
-A ver, cuéntame.
-Me da pereza.
-No seas...

Entonces Valentina paró, callándose al ver que la miré de manera no muy agradable, guardado silencio.

-Te he dicho varias veces cosas que me molestan y no paras de hacerlas. Lo del cuello, lo de llamarme niño... Y sigues y sigues como una niña pequeña a la que le dicen que no puede hacer algo.
-Es que...
-Si te han dado lo que has querido desde siempre no es mi problema. Conmigo, o me respetas o te largas.

Valentina se quedó callada, mirando hacia abajo.

-Y luego yo hago algo que no te gusta y lo entiendo. Entiendo que no te guste, pero joder... ¿Para ponerse así? No me jodas... Que ha habido dos veces que te has puesto que vamos, si tenías algo para lanzarme, lo hubieras hecho. Segurísimo.
-Ya sabes por qué es... -dijo con un hilo de voz.
-Me parece muy bien, pero lo veo muy exagerado.
-Yo no lo veo exagerado. ¿Te haces una idea de lo que me estoy jugando? ¿Sabes lo que significa el poder quedarme con una mano delante y otra atrás?
-No. No me lo imagino. Yo siempre he pasado del dinero. Prefiero vivir bien que amargado, pensando todo el tiempo en el dinero que se me puede ir. Con tener para sobrevivir me vale. Así de simple soy.
-Pero, ¿no tienes planes de futuro...? ¿Tener una casa propia, o montar una familia?
-Pues no. Ahora mismo estoy muy a gusto. Paso de todo eso.
-Bueno, pues yo sí me preocupo. No es sólo dinero. Es todo el trabajo que he estado haciendo durante muchos años.
-Pues muy bien.
-No puedo permitir que todo eso se me venga abajo.
-Que vale, Valentina. Que lo entiendo.
-Pues eso. Y si a ti te parece un inconveniente que piense así, pues me voy, si ya ves tú...
-Que sí Valentina, que estás muy buena y que puedes tener al tío que quieras.
-Ay... -dijo en forma de suspiro- Será mejor que me vaya.
-Es que parece que no te quieres dar cuenta. Lo que me molesta no es que pienses así de tu negocio y tu mundo. Lo que me molesta es que hay cosas que no respetas y luego tú te lo tomas a la tremenda. Que sí, que es muy importante para ti, pero joder... Que yo no tenía ni puta idea de nada. Me eché una foto contigo, pues lo normal, lo que hace la gente. Y te pones que parece que te he dicho que eres una puta...
-Pero es que no me fío. ¿Y si acaba donde no tiene que acabar?
-No sé qué clase de persona te crees que soy. Yo solo me lo quiero pasar bien. Si me respetas, yo hago lo mismo. Fin. No busco joder por joder.
-Pero yo eso no lo sé.
-Pues llama a Daniela. Ella te dirá si ha habido algún problema conmigo.
-¿Qué dices? Anda...
-¿Cuál es el problema?
-Pues que cómo le voy a ir preguntado por ti. Si...
-A ver. No es por volver a tocar las narices, pero, ¿no me has dicho que es una buena chica? No sé. Me dices eso y antes te has puesto así.
-No voy a decirle a nadie que me estoy acostando con un chico al que le saco bastantes años.
-¿No lo has hablado con nadie?
-No.
-¿Por qué?
-Porque no es que tenga muchas amigas. Las que tengo son muy marujas y seguro que se acabaría enterando alguien que no debe. Y con mis chicas tampoco puedo hablar de esto. Confío en ellas, pero no tenemos trato apenas fuera del trabajo. Ellas me ven como un referente, aspiran a ser como yo. No quiero sonar pretenciosa, es lo que ellas me han dicho alguna vez. No puedo mostrarme así delante de ellas, contando estas cosas tan íntimas. Tengo miedo de que pase algo de lo que me pueda arrepentir.
-Me voy a tomar la libertad de darte un consejo, aunque seguramente no lo quieras. Búscate a alguien de confianza para hablar de cosas triviales, como esta. Hablar solo de trabajo es una mierda. Hay que darle emoción a la vida.
-Ya, como si fuera tan fácil encontrar a alguien en quien confiar.
-Pues mira, Daniela me parece perfecta para ello.
-Pfff... No sé. Me da corte.
-Si es por el miedo a que se vaya de la lengua, no deberías tenerlo. Daniela es una chica muy agradable. Dudo mucho que te haga eso.
-No tengo su número.
-Te lo doy si quieres.
-No, no. Entonces sería demasiado obvio que estoy contigo.
-¿Y cuál es el problema?
-Pues que no lo quiero hacer todo tan rápido. Llevas razón. Me gustaría tener a alguien con quien hablar de estas cosas para desahogarme un poco y pedir consejo u opinión.
-Claro. Si es lo que hace la gente, Valentina.
-La próxima vez que vaya a la cafetería le comentaré algo para ver si podemos ir hablando.
-Muy bien. Me alegra que des ese paso.
-Ya.
-Oye, no es que me molestes, pero estoy muerto de sueño. ¿Quieres que te lleve a casa?
-¿Te importa si me quedo a dormir?
-No. Pero no te abraces como antes. Me gusta tener mi espacio.
-Vale.

Valentina se quedó unos segundos mirando a un sitio fijo, pensativa. Después se puso recta, mirándome.

-Buenas noches -dijo dándome un pico.

Se recostó de lado, dándome la espalda mientras yo la miraba, pasando mis ojos por su desnudo cuerpo salvo su culo, cubierto por el culotte que trajo puesto. Estaba desconcertado con ella. Esa mujer tan segura y dispuesta que veía en la cafetería, dando esas órdenes a sus compañeras en esas reuniones poco tenía que ver con la Valentina más íntima. Parecía que estaba tratando con una adolescente.

Como si fuera una niña caprichosa que coge una pataleta cuando no se le da lo que quiere y se enfada cuando algo no le gusta. Me hacía hasta gracia una vez se me pasaba el enfado de cuando me tocaba los cojones con esos detalles que no me gustaban. Mi pensamiento buscando una explicación para su comportamiento no pudo ser muy prolongado debido al cansancio, haciéndome caer dormido de inmediato.
 
Capítulo 496

Me desperté boca arriba. Había descansado bastante. De hecho, no me había despertado casi en toda la noche. Miré el reloj y marcaba las 8. Casi ocho horas del tirón, nada mal para el sueño que tenía desde hacía tiempo. Me desperecé y giré mi cabeza hacia el otro lado, viendo a Valentina despierta, mirándome fijamente con esos ojos tan bonitos. Lo hacía de manera muy penetrante, con una sonrisa en su boca.

-Buenos días -susurró.
-Hola.
-¿Has dormido bien?
-Sí. Del tirón. Hacía mucho que no dormía así.
-Me alegro. Estaba un poco asustada porque no te movías nada, creía que te había pasado algo... Jejejeje.
-¿En serio?
-Sí. No te has movido en toda la noche.
-Joder, pues eso es bastante raro.
-Y por lo que veo te ha vuelto la energía.

La miré con cara de no entender y entonces ella dirigió sus ojos hasta mi erección, que estaba muy pronunciada. Valentina lanzó una risita encantadora y me empezó a acariciar por ahí, por encima de los boxers. Sonreía de manera maliciosa, empezando a besarme el pecho. Estaba de mejor humor que por la noche, además de descansado, por lo que me dejé hacer. Después se estiró para besarme en los labios, riendo mientras lo hacía.

Parecía que ella también se había relajado después de dormir y tenía ganas de tema. Entonces se despegó de mis labios para volver a besar mi pecho, bajando poco a poco hasta que su cara quedó a la altura de mis caderas. Me bajó los boxers de un tirón. Apoyó su cabeza en mi muslo, mirándome de manera muy profunda mientras me pajeaba lentamente, de manera muy sensual.

-¿Siempre te levantas así?
-Por lo general, sí.
-Uff... El otro día no me fijé. No sé las demás chicas que se despierten contigo, pero yo veo esto y...
-¿Y...?
-Pues que mojo mi ropa interior.
-¿Sí? ¿Estás mojadita?

Valentina asintió poniendo una sonrisa muy bonita y tierna, dándome un beso en el muslo después.

-¿Te apetece...?

Valentina negó con la cabeza esta vez, de la misma manera con la que había asentido hacía unos pocos segundos.

-¿No?
-Es que no estoy acostumbrada a tener mucho sexo y ayer...
-Pero si fue muy breve.
-Ya, pero fue muy intenso y muy fuerte.
-¿Te duele?
-No. Tengo un poco de molestia.
-Lo siento, no sabía que...
-No pasa nada. Fui yo la que te pidió eso. Me encanta sentirlo así. El otro día sí que me dolía -dijo mientras me seguía pajeando-. Tuve que comprarme una pomada porque me escocía y lo tenía irritado.
-Joder. Perdona.
-Que no pasa nada, jejeje.
-Iré con más cuidado.
-Javi, que no pasa nada, de verdad. Si yo lo quiero así. Me gustó mucho que me lo hicieras así.
-Vale, como quieras.
-Pero sí hay algo que quiero hacer.
-¿El qué?
-Esto.

Entonces, Valentina empezó a acelerar el ritmo de la paja que me empezó a hacer. Di un respingo al no esperármelo, porque pensaba que no haría nada al estar sensible. Me estaba encantando la manera que tenía de masturbarme, lo hacía muy bien, le ponía empeño, además de darle ese toque tan sensual con el que ella lo hacía todo, como hablar, andar, gesticular... Me dejé hacer. Estaba demasiado cómodo y a gusto como para no hacerlo.

-No es justo que yo acabara y tú no. ¿No crees?
-Bueno, no me importa.
-Pues a mí no me parece bien. Esto es cosa de dos. Además, me gusta tu cosita.
-¿Cosita? Jajajaja.
-Bueno, cosota, jejeje. Me gusta mucho.
-Valentina...
-¿Mmm...? -murmuró mientras me la seguía meneando con brío.
-Me quería disculpar por si ayer no te hablé de la mejor manera. Es que ayer estaba muy cansado, un poco de mal humor y quizá reaccioné un poco de manera exagerada a tus cosas.

Valentina no dijo nada, siguió masturbándome mientras murmuraba de manera muy sensual, poniendo su mano en mi pecho, dando unos toquecitos para después acariciármelo. Yo cerré los ojos y me relajé para disfrutar al máximo de lo que me estaba haciendo. Lo hacía con esmero. De vez en cuando paraba para cambiar de mano, masajeando también mis huevos, volviendo después a mi polla.

Se tiró un buen rato así. Estaba en la gloria. No me esperaba para nada que amaneciéramos así después de la pequeña bronca que tuvimos la noche anterior. Llegó un momento en el que no podía aguantar mucho más, empezando a sentir ese cosquilleo en los huevos y esos escalofríos que cada vez se hacían más grandes, erizándose mi piel.

-Valentina, para...

Pero ella seguía, con más intensidad, acelerando el ritmo e incorporándose, llegando a ponerse de rodillas, regalándome una mejor vista de sus pechos desnudos.

-Valentina, me voy a correr.

Y ella aceleró un poco más, provocando que empezara a lanzar chorros hacia arriba, con ella encogiéndose como si tuviera miedo a que le salpicara un poco. Pero no dejaba de mover su mano, aunque ya con menos rapidez e intensidad, pero eso no quita a que me retorciera del gusto que me estaba proporcionando. Me gustó mucho el detalle que tuvo momentos antes de que me corriera al atrapar mi glande con su otra mano después de dejar caer un poco de saliva sobre él para estimularlo por separado con aquella mano y sus dedos mientras que con la otra seguía recorriendo el resto de mi nabo.

Se veía que tenía práctica en eso y que se tomaba su tiempo, a diferencia de otras con las que había estado, las cuales no le ponían tanta dedicación. Ella se tomaba su tiempo y lo hacía con cariño. Una vez acabé de correrme, abrí los ojos para mirarla, haciéndolo ella también conmigo. Lo hacía sonriente, mirándome con esos ojos tan bonitos que casi que brillaban en la penumbra en la que estábamos en mi habitación.

Se quedó mirando los restos de mi semen que había por varios sitios. Estaba por las sábanas, por mi cuerpo, repartido por mis muslos, pubis y barriga y también por su mano y un poco por su brazo. No tenía ni idea de qué pasaba por su cabeza, pues se quedó fija mirando aquello con gesto serio, aunque no soltaba mi polla, agarrándola con firmeza, aunque ésta ya empezaba a perder fuerza. Al verla así, como una estatua, decidí hablar yo.

-¿Qué pasa? ¿Te da asco?

Valentina me miró a los ojos de nuevo, relajando el gesto y medio asintiendo con su cabeza.

-No es para tanto, mujer. No he tenido mucha queja del sabor...

Ella abrió los ojos con evidente sorpresa en su rostro.

-Es más normal de lo que crees -seguí-. A muchas chicas les gusta, ¿sabes?
-A mí no me gusta.
-¿Lo has probado?
-Bueno... Sí. Pero no me gustó.
-Joder, pues a mí me encanta cuando una chica se me corre en la boca.
-¿No te da asco?
-Para nada.
-¿En serio?
-Sí. Cuando le hago sexo oral a una chica, muchas veces me vuelvo loco y no puedo parar. Es algo que me encanta.
-Sí. A mí también me gusta hacerlo.
-¿Con chicas?
-¿Qué? No, no. Me refiero a hacer sexo oral, que me gusta.
-Pero con condón.
-Es lo normal cuando no conoces a esa persona. Con el tiempo y exclusividad, pues ya sin preservativo. Tengo que estar muy segura de que no está con alguien más para que yo haga eso.
-Claro. Es lógico.
-¿Y las chicas con las que...? ¿Suelen probarlo?
-La mayoría. Incluso yo.
-¿Cómo que tú?
-Pues cuando acabo en sus bocas, luego nos besamos. Y pues noto el sabor.
-¿De verdad haces eso?
-Sí.
-¿Y no te da asco?
-Pues no. Yo es que soy muy guarro. Mira -dije tocando un poco de mi semen con un dedo para llevármelo a la boca después.

Valentina me miraba atónita una vez había hecho eso. Estaba como paralizada, causándome la risa por lo perpleja que estaba. Aunque quería jugar, por lo que volví a tocar el semen con uno de mis dedos para acercárselo a su boca, aunque no tanto. Quería ver qué hacía y cómo reaccionaba. Como era de esperar, ella se apartó ligeramente, con cara de desagrado. Aunque me sorprendió volviendo a donde estaba, mirando con detenimiento mi dedo para sacar la punta de su lengua y tocarlo con ella. Fue algo muy rápido, apretando ella sus ojos y poniendo una cara rara, aunque dudo que pudiera constatar el sabor de esa manera. Ahora el perplejo era yo, reaccionando cuando ella abrió los ojos.

-Lo siento. No me he podido resistir a...
-Ummm... Vale. Me lo merezco por fastidiarte tanto con lo del cuello.
-¿Te ha gustado?
-Pfff... Ha sido muy guarro. Me da asco.

Valentina se levantó, cogiendo su ropa con cuidado de no mancharla con el semen que había en su mano y en su brazo, contoneando su cuerpo de esa manera tan sensual, moviendo su culo de un lado a otro.

-Oye, no me has respondido -dije cuando ya había cruzado el umbral de la puerta.

Se fue al baño sin contestar y cerró la puerta. Yo me quedé tumbado boca arriba, relajándome. Fue un muy buen despertar. Al rato oí la puerta del baño abrirse y unos pasos, pero yo estaba en la cocina, preparando el desayuno, estando ya vestido después de haberme lavado un poco en el otro baño. Oí como me llamaba buscándome, preguntando dónde estaba. Le dije que estaba en la cocina y apareció. Estaba guapísima, exactamente igual que como apareció la noche anterior. No sé qué hizo en el baño durante esos pocos minutos, pero salió lista para ir a cualquier sitio.

-¿Qué haces?
-Preparar el desayuno.
-Ah...
-No sé qué te gusta. Estoy haciendo tostadas y café, pero tengo zumo y fruta por si quieres.
-Gracias. Es un detalle por tu parte.

Empezamos a desayunar en silencio, con alguna mirada con su correspondiente sonrisa. Ya más calmado y descansado, estaba de otra manera con ella, hasta algo cortado. Sin haber acabado de desayunar se levantó de golpe después de mirar el reloj.

-Me tengo que ir. Se me ha hecho muy tarde.
-Claro. Te acompaño a la puerta.

La acompañé hasta la puerta y se paró justo antes de salir.

-Bueno, nos vemos por la cafetería o hablamos por WhatsApp.
-Claro.
-Adiós, guapetón -dijo apretando mis mejillas para darme un pico.
-Adiós, Valentina.

Cerré la puerta y me quedé un rato ahí de pie derecho, pensando en ella. Vaya pedazo de mujer. Estaba algo molesto, pero es que lo buena que estaba y lo sensual que era lo compensaba de sobra. Salvo esos momentos en los que me chinchaba, me lo pasaba bien con ella, disfrutaba el tiempo que echaba con ella y eso que solo nos habíamos visto dos veces, pero qué dos veces. Fueron muy intensas, tanto físicamente como mentalmente. Me senté un rato en el sofá después de recoger la cocina y llamé a Daniela.

-¡Buenos días, niño!
-Hola, ¿qué tal?
-Bien. Estoy aquí en la cafetería.
-Ah... Te dejo si tienes lío.
-No, no. No hay mucha gente, no te preocupes.
-Am.
-Dime, ¿para qué me llamas?
-Nada, para avisarte de algo.
-Ah, ya...
-Tía, que es verdad.
-¿Hay foto?
-Mmm... Tengo una prueba mejor.
-¿Un vídeo?
-Que nooooo, no es nada de eso.
-Uff, pues a ver qué es, porque me va a costar trabajo creerte si no lo veo.
-Ya, ya lo sé.
-¿Entonces?
-Te lo va a contar ella misma.
-¿Cómo?
-Lo que oyes.
-Pero, ¿cómo estás tan seguro?
-Daniela, eres una buena chica, ¿verdad?
-Uy... ¿Ahora te pones juguetón? Jajajaja.
-Va en serio.
-Pues no sé. Supongo.
-Eres de fiar y leal, ¿verdad?
-Mmm, claro. Quiero decir, es un poco raro que te diga cómo soy. Suena un poco narcisista, ¿no?
-Te estoy preguntando si puedo confiar en ti.
-Ah, claro, ¿qué pasa?
-Mira, anoche tuve un poco de bronca con Valentina.
-¿En serio? Jajajaja.
-Tía, estoy hablando en serio.
-Javi, vamos a hacer una cosa. Es que esto es un poco raro, porque no sé si me estás hablando en serio o te estás quedando conmigo. Cuando salga de trabajar hablamos más tranquilamente y cara a cara. ¿Te parece?
-Vale, me parece bien. ¿A qué hora sales?
-A la 1 y media.
-Vale, pásate por mi casa y hablamos, te invito a comer.
-Venga, nos vemos a esa hora.

Pasé la mañana ordenando un poco la casa y preparándome para darme una ducha previendo que algo podía pasar una vez acabé de entrenar en el gimnasio y de correr después. Hice bien la cama para dar buena impresión y demás porque era la primera vez que Daniela vendría a casa. Un poco más tarde de la hora que me dijo apareció, vestida con ropa normal, yendo bastante mona, aun así. La hice pasar y me incliné para darle dos besos y ella me recibió poniendo su mano en mi espalda, con una sonrisa, aunque riendo de manera un poco juguetona.
 
Capítulo 497

-Ay esa risilla... Ya se ve a lo que vienes, jajaja.
-Jajajaja. Me gusta lo lanzado que eres.

Fuimos al salón y nos sentamos para seguir hablando.

-No he hecho nada para comer. No se me da tan bien como a ti y no quería quedar mal, así que he pensado en pedir algo, ¿te apetece? Yo invito.
-¿Un chino?
-Venga.

Mientras esperábamos la comida, le comenté lo que pasaba con Valentina.

-Mira Daniela, anoche tuve una discusión con Valentina.
-Ajá... -dijo con tono de estar poco convencida.
-Joder... ¿Puedo confiar en ti?
-Sí.
-¿Segura?
-Que sí, coño.
-Tengo una foto.
-¿Sí?
-Sí. Pero es que es algo muy personal. Nos echamos una mientras nos enrollábamos y no veas cómo se puso...
-¿Por?
-Me dijo que en su mundo la pueden hundir si se hacen con una foto como esa. Actúa con miedo, casi que evita hacer nada delante de nadie.
-Pero el otro día...
-Ya. Eso le dije yo y me dijo que solo estaba ese grupo de madres con los niños y que estaban más pendientes de ellos que de otra cosa. Y de ti me dijo que eres un trozo de pan.

Daniela sonrió con orgullo.

-Y bueno, que estaba juguetona. Le gusta reírse un poco de mí y tal.
-¿En serio? No tiene pinta de eso. Parece muy recta.
-¿Viste que salió al poco de irme yo?
-Sí.
-¿Sabes el pasaje que hay al lado de la cafetería?
-Sí, paso por ahí todos los días para ir a trabajar y volver a casa.
-Pues me metió ahí para comerme la boca justo cuando me fui.
-Jajaja, madre mía...
-¿Me crees?
-Hasta que no vea la foto, no.
-Vale. Quería hacerlo de otra manera, pero veo que estás muy insistente y necesito algo de ti.
-¿Y eso?
-Daniela, confío en ti. Y Valentina también.
-¿Cómo que ella también?
-Sí. Ahora te explico.
-Vale, pero, ¿es por lo de que alguien se entere de lo vuestro?
-Sí, pero más que de lo nuestro, de que sea así. Parece que quiere dar la imagen de alguien formal y recta, la que tienes tú fe ella, vaya.
-Am. Pues vale. Yo no soy cotilla en realidad.
-Mmm... Es que me echó la bronca e hice la foto a traición cuando dormía. Si se entera de que te estoy diciendo esto, que le he hecho una foto así y que te la he enseñado, me mata.
-No voy a decir nada, tranquilo.
-Vale, pues mira.

Saqué el móvil y le enseñé la foto a Daniela, quien puso cara de sorpresa, empezando a reírse.

-Joder, que era verdad.
-¿Ves?
-Mola. No me esperaba para nada que te ligaras a Valentina tan rápido.
-Pues ya lo sabes.
-¿Cómo lo hiciste?
-Ni yo lo sé. Tuve mucha suerte el sábado
-Jajajajaja. ¿Y qué es eso que me querías pedir?
-Verás. Anoche hablé con ella. Yo estaba un poco irascible por el cansancio y demás y discutimos un poco, me cortó el rollo de hecho y me fui a la ducha.
-Vaya.
-Pero ella me siguió y acabamos follando en la ducha.
-Am...
-Bueno, el caso es que por lo visto no tiene a nadie con quién hablar de estas cosas. Se ve que no hace esto mucho y no sabe muy bien cómo actuar. Eso es lo que yo creo, por lo que le dije que se buscará a alguien.
-Vale.
-Parece que no tiene muchas amigas y eso y a sus compañeras no les cuenta nada por lo mismo y porque no les quiere dar una mala impresión.
-Ajá.
-Y le dije que te hablara a ti.
-Vale, ya veo por dónde va la cosa.
-¿Sí?
-Quieres que te la ablande para hacerla tuya, ¿no?
-Jajajajajaja, qué va. Ya es mía. Esta mujer ya no puede vivir sin que la folle. De eso ya me he dado cuenta.
-Que fanfarrón eres... Jajajaja.
-Sabes de sobra que es así.
-Bueno, si no tiene mucho sexo, pues normal que le pase eso.
-Pues eso, que yo no necesito que me eches una mano con ella. Tengo planes para que se vaya abriendo, pero poco a poco. Quiero disfrutar y seguro que se acostumbra mejor si vamos poco a poco.
-Pero, ¿estáis juntos?
-No, no. Follamigos. Ya está. Yo paso de novias.
-Vale, vale.
-Necesito que seáis amigas.
-¿Pero por qué?
-Porque la veo muy sola y no me gusta. Es una mujer que se ha centrado mucho en su trabajo y parece que ha vivido poco. Tiene pinta de que se ha perdido muchas cosas.
-Mira Javi, me parece muy bien que le quieras echar una mano así, pero...
-¿No te cae bien?
-Claro que me cae bien. Es una mujer muy amable y hemos hablado varias veces.
-¿Entonces?
-Pues que la diferencia es muy grande. ¿Dónde va una ceporra como yo con una mujer como ella?
-Ya estamos...
-Que sí, Javi. Que yo soy más simple que un abanico. Ella es muy diferente a mí.
-Mira, es que es perfecto.
-¿Por?
-Porque tú le puedes ayudar a ella a abrirse con otras personas y ella te puede ayudar a ti a no verte tan así. Háblalo con ella, ya verás cómo te echa una mano.
-Pfff... No sé.
-Daniela, eres una chica muy maja, muy extrovertida, muy guapa, estás buena. No sé por qué coño piensas esas cosas.
-Mmm... -murmuró con tono de estar poco convencida.
-Sí, tía. Eres horrible, por eso ni me lo pensé cuando te insinuaste y te dije de quedar.

Daniela sonrió de manera ligera, poniendo una cara muy bonita.

-Si es que eres preciosa, coño. Y muy divertida. Anda que no me reí cuando quedamos... Y eres más lista de lo que crees.
-Anda, cállate que me estás seduciendo... Jajaja.
-No, si vamos a follar después de comer, tranquila. Jajajaja.
-Jajajaja, ¿sí?
-Pues claro. Me pones muy cerdo y te quiero comer enterita y follarte bien. Me encanta cómo me montas y ver cómo te botan las tetas.
-Uff... -dijo mordiéndose el labio.

Nos empezamos a comer la boca como locos mientras nos metíamos mano, subiéndose ella encima de mí, llevándose mis manos a sus tetas, pero en ese momento llamaron a la puerta. La comida estaba aquí. Le dije a ella que abriera porque mi erección estaba muy marcada y no era plan de recoger así la comida. Al final nos tranquilizamos para comer tranquilamente mientras nos conocíamos más. A lo largo de esa comida contándonos más cosas de nosotros me di cuenta de que Daniela era una chica bastante buena.

No temía haber confiado en ella para lo de Valentina. Después de comer me pidió si se podía dar una ducha para relajarse un poco y estar más aseada para el folleteo de después. Le dije que sin problema y que cogiera lo que necesitara y que en el baño tenía de todo. Mientras esperaba y recogía un poco los restos y demás me llegó un mensaje de Valentina.

-Javi, ¿te veré esta tarde en la cafetería?
-Seguramente, ¿por?
-Nada. Curiosidad.
-¿Me quieres ver?
-Claro. Así me alegro un poco la vista, que ya tengo muy vistas a mis chicas, jejejeje.
-Vale, así me la alegro yo también.
-Muy bien, pues luego nos vemos.
-Oye, al final no me has dicho si te ha gustado lo de esta mañana...
-Am... Pues... Mejor te lo dijo en persona 😜
-Jajajaja. Vale.

Al poco escuché pasos, sacando otra vez el móvil.

-Mira Daniela, me ha escrito Valentina.

Entonces apareció Daniela, totalmente desnuda. Me quedé pasmado, no esperaba para nada eso. Ella me miraba con excitación también. Haciéndome un gesto moviendo el dedo para que fuera con ella. Me levanté y me acerqué, tirando ella de mí para besarme. Fuimos a mi habitación y echamos un buen polvo en el que me la follé a 4 y luego me montó un rato, corriéndose ella dos veces entre gritos y yo una sobre sus tetas. La chica sabía follar muy bien y además tenía un coño delicioso. Aun teniendo el aire puesto sudamos bastante, por lo que fuimos a la ducha juntos, donde echamos otro polvo, cogiéndola yo en brazos, empotrándola contra la pared mientras pasaba mis brazos por debajo de sus piernas.

Ese polvo lo echamos sin condón. Nos pudo el ansia y el morbo del momento. Ella ya me dijo que tomaba la píldora, pero tenía que usar condón para evitar el riesgo de coger algo. El riesgo no merecía la pena, aunque había situaciones en las que me dejaba llevar, pero por general era con mis amigas. Evidentemente me acabé corriendo dentro de ella mientras ella lo hacía segundos antes, clavándome las uñas en la espalda por seguir una vez ya había acabado. Nos secamos rápidamente y nos vestimos para ir a trabajar porque ambos entrábamos a las 4 y entre la comida y todo el folleteo íbamos un poco con la hora justa.

-Bueno, esta tarde parece que va a ir Valentina.
-Vale, a ver qué me dice.
-Y recuerda que no tiene que saber nada de que yo te he hablado de ella ni nada, ¿vale?
-Sí, sí. Tranqui.
-Ella sabe que tú y yo nos vemos de vez en cuando, así que no hace falta que ocultes eso.
-Vale. ¿Te pasarás tú?
-Sí, a las 5. ¿Te has quedado con ganas? Jajajaja.
-No, no. Estoy bien servida por hoy, jajajaja. Es que quiero ver cómo te mira y eso. Tengo curiosidad.
-El otro día hubo miraditas.
-Sí. Estaba yo para estar pendiente de eso...
-Cierto.
-Bueno, pues nos vemos sobre esa hora.

Me despedí de ella antes de llegar a la academia, entrando a trabajar y ella siguiendo su camino hasta la cafetería. Todo fue bien la primera hora y llegó el descanso, aunque me enredé un poco hablando con mi jefa. Llegué un poco más tarde de lo habitual y entré, viendo que Valentina estaba allí, pero con menos chicas de lo que solía estar. Me miró nada más entre por la puerta, poniendo una sonrisilla, devolviéndosela yo, acompañada de un guiño de ojo al asegurarme que nadie de quién la acompañaba miraba. Me senté y Daniela me trajo el café de todos los días mientras yo corregía algunos ejercicios y demás, mirando de vez en cuando a Valentina. Al poco me levanté para ir al baño y le escribí.

-Ven al baño. No hay nadie.
-¿Para qué? -respondió a los pocos segundos.
-Te tengo que comentar algo.
-Pero es que me pueden pillar.
-Es urgente.
-Vale. Ya voy -dijo a los pocos segundos, como si lo hubiera meditado.

En nada apareció ahí y en cuanto entró por la puerta le comí la boca con ansia, apretándole su culo embutido en unos vaqueros ajustados.

-Estás loco -dijo susurrando entre risas.
-Loco por comerte entera.
-Mmm...
-¿Te gustó al final lo de esta mañana? Me has dejado con la curiosidad con tanto misterio.
-Bueno, no ha estado mal. Es de lo más guarro que he hecho en mi vida. Probar tu... Conociéndote de dos días...
-Joder, no me digas eso que me enciendo.
-Me tengo que ir ya -dijo separándose de mí para irse.
-Espera -dije tirando de su mano para besarla de nuevo-. Necesito comprobar algo...

En un movimiento rápido le desabroché el botón del pantalón, colando mi mano por dentro de él y de sus braguitas, acariciando su velludo pubis, estremeciéndose ella. Llegué a su raja, acariciándola, notando su humedad. Se la acaricié un par de veces y le metí el dedo corazón alguna que otra vez, sacándolo enseguida.

-Que mojadita estás... -dije llevándome el dedo a la boca para chuparlo.

Valentina se quedó en silencio, mordiéndose el labio. Se dio la vuelta y se arregló el pintalabios frente al espejo, poniéndose bien el pantalón y un poco el pelo. Salió rápidamente sin decirme nada. Estaba nerviosa, con las mejillas encendidas. Yo me eché también agua en la cara para calmarme un poco porque me dio un subidón y estaba muy excitado, hasta con una erección.

Esperé a que se me pasara y salí. Pasé por al lado de Valentina y no levantó su cara del manual que todas estaban observando. Me temía que estuviera enfadada por provocar todo eso que acababa de hacer en el baño, esperando alguna reprimenda. Poco antes de irme se acercó Daniela a hablar conmigo, sentándose de espaldas a Valentina.

-No he visto que te haya mirado mucho... -dijo susurrando.
-Ya, es que a lo mejor me he colado.
-¿Por?
-¿No has visto que he estado un rato en el baño y que ella ha entrado a la vez?
-Sí. Pero ha sido muy breve, es imposible que...
-No, no hemos...
-¿Entonces?
-Nos hemos comido la boca -dije bajito acercándome a ella-. Y le he tocado el coño. Estaba chorreando. Le he metido un dedo un poco. Eso ha sido todo.
-Joder... Qué morbo.
-¿Quieres tú también?
-No, jajajaja. Ya he tenido bastante por hoy.
-Pues eso. Imagino que no le habrá sentado bien, ya sabes... La discreción.
-Ah... Bueno, luego esta noche te cuento si hablo con ella y tal.
-¿Tienes ganas?
-Pues la verdad es que sí, porque me apetece conocer a alguien. Mis amigas son muy como yo, a ver si se me pega algo de ella.
-No empieces.
-Que nooooo -dijo levantándose y poniéndome la mano en el hombro.

Recogí mis cosas y me levanté para irme, mirando de reojo a Valentina, quien no me miró desde que volví del baño. De camino a la academia empecé a recibir mensajes de ella.

-Eres un...
-¿Por? -escribí viendo venir la bronca que me iba a caer.
-Porque me has dejado muy caliente.
-Ah... Ya. Es que es lo malo de no tener tiempo.
-Chico, tengo hasta un sofoco encima.
-Pues alíviate, jajaja.
-¿Qué? Yo no hago eso...
-¿No?
-No.
-¿Por?
-Porque no.
-Pues deberías. Viene muy bien para relajarse en estos casos.
-Prefiero que me lo hagan... 😜
-Ya, como todo el mundo, jajajaja. Pero cuando no se puede y se tienen muchas ganas pues hay que recurrir a eso.
-¿Tú lo haces?
-Pues claro.
-Am...
-Y alguna ha sido pensando en ti. Antes de que empezáramos a hablar.
-Pero bueno...
-¿Qué quieres? ¿Tú te has visto?
-¿Y qué tal?
-Pues muy bien, pero al final resultó ser mejor de lo que imaginaba cuando se hizo realidad 😉
-Jajajajaja.
-¿Te veré esta noche?
-No lo sé. Tengo mucho lío hoy.
-¿No vas a hablar con Daniela entonces?
-Sí. Ahora tengo un rato. A ver qué le digo...
-Sé tú misma y no tengas vergüenza. Piensa que ella ve todo eso muy natural, como yo.
-Vale. Gracias.
-Nada. Te dejo, que entro a currar.
-Vale. Que vaya bien. Un beso.
-Igualmente.
 
Capítulo 498

En el resto de la tarde no recibí noticias por parte de Valentina ni de Daniela, por lo que no sabía si la cosa había ido bien o mal, pero que ninguna no me hubiera dicho nada no me gustaba. Cuando llegué a casa me pegué una ducha y cené algo rápido porque estaba cansado y tenía sueño, por lo que quería aprovechar para intentar dormir algo, a ver si había suerte, aunque tenía que poner la lavadora aún con las sábanas después del folleto con Daniela.

Miré antes el móvil, pero no vi nada, ningún mensaje de quién más esperaba tener. Ni de Valentina ni de Daniela. Estaba mosqueado, pero también demasiado cansado como para empezar a preguntarle a ninguna, además de que quería que fueran ellas las que me contaran. Pero aproveché para leer el resto de mensajes y de paso hablar un poco con mi madre antes de que fuera muy tarde, haciéndolo después con mis amigos, pero no duró mucho la conversación con ellos, porque madrugaban mucho y estaban cansados también.

Ya en la cama, siendo más tarde aproveché para hablar con Sofía con más detenimiento y que me contara así un poco su día y cómo iba la cosa por ahí, explicándome que el ánimo estaba mejor al estar ella por ahí, porque también la echaban de menos y tenerla allí era algo muy bueno para su familia. Hablamos de varias cosas, aunque en ningún momento le llegué a comentar que había conocido a una mujer impresionante.

No veía la necesidad de contarle por el momento aquello cuando literalmente solo llevaba dos días viéndome con Valentina, pero veía tanto potencial en ella que estaba seguro de que nos veríamos más veces y acabaría hablándole de ella a mis amigos. Era una mujer especial, nada que ver con el resto de chicas con las que me había visto anteriormente. Despuntaba demasiado y mi imaginación volaba cuando pensaba escenarios y situaciones con ella para disfrutar. Tal vez había una posibilidad de presentársela a mis amigos. Debía ser muy interesante ver cómo reaccionarían en ese caso.

Me estaba encantando cómo iba la cosa con Sofía. Veía muy lejano aquel problema que surgió con ella empezando a sentir cosas, aunque aún a esas alturas me seguía disculpando con ella por la manera tan mala que tuve de reaccionar en el momento. Ella le restaba importancia diciendo que no lo veía para tanto teniendo en cuenta mi situación y todo por lo que había pasado.

Tan bien estábamos que me propuso irme un fin de semana con ella a su casa para poder estar juntos ahora que hacía muy buen tiempo y el verano se acercaba, pero hasta finales de mes no podía ser, pues todos los alumnos estaban con los finales muy cerca y no me podía ir así a la ligera. Pero acepté la proposición y se me vino a la cabeza algo que me pidió cuando empezamos a follar y que ahí se quedó, pero no quería comentárselo hasta que supiera seguro que iría a verla. Así nos despedimos para irnos a dormir, llevando bastante tiempo hablando sin que nos diéramos cuenta en realidad.

El siguiente día no pasó nada relevante, levantándome temprano para ir al gimnasio y entrenar y luego correr para seguir con aquella rutina. Sin noticias de ninguna de las dos aún. Luego fui a casa a ducharme, comer e ir a trabajar. Pensaba ir a la cafetería, como todos los días, así podía ver los gestos de ambas por si algo iba mal, pero no pudo ser porque mi jefa me pidió que la supliera esa hora. Sabía de sobra que tenía esa hora libre y me pidió el favor porque ella tenía una urgencia, por lo que no me quedó más remedio que hacerlo.

Ni con esas recibí ningún mensaje de ninguna de las dos cuando miré el móvil al salir de trabajar. Lo bueno es que mi jefa me compensó esa hora en la que la sustituí cubriéndome a mí en mi última hora, por lo que salí a las 8 en lugar de las 9. Una vez en la calle, empecé a andar para ir a casa, pero como sabía que la cafetería cerraba a las 9, decidí acercarme para hablar con Daniela y preguntarle, porque ya sí que no me parecía normal que ninguna de las dos me hubiera contactado.

Estaba de muy buenas con ambas, sin ningún mal rollo para que no me comentaran nada ni siquiera. Hasta llegué a pensar que tal vez alguna se había ido más de la cuenta de la lengua y se había destapado todo, pero para mi sorpresa, justo cuando pasaba por el escaparate me fijé que estaban sentadas ambas en una mesa, las dos solas. Estaban sonrientes, ambas se miraban y hablaban.

Eso me tranquilizó muchísimo, por lo que al final no entré, quedándome un poco mirándolas, ambas preciosas, cada una a su manera, aunque yo tenía una inclinación clara por una de ellas. Me fui rápidamente por si alguna de las dos se percataba de que estaba ahí, por lo que regresé sobre mis pasos para ir a casa. Una vez allí, hice lo mismo que el día anterior, solo que en lugar de irme tan temprano a la cama, me quedé jugando un rato a la play. Después de estar un rato jugando, recibí un mensaje de Valentina al fin.

-Esta tarde te he echado de menos... 😕

Puse una ligera sonrisa en mi rostro y le contesté:

-Ya... Es que no he podido ir. He tenido un problema en el trabajo.
-¿Estás bien?
-Sí, sí. A mí no me ha pasado nada. Es solo que mi jefa ha tenido un problema y he tenido que cubrirla esa hora.
-Ah... Menos mal.
-¿Qué tal?
-Bien. Estaría mejor si te hubiera visto, pero...
-Vaya, sí que he tenido impacto en tu vida... Jajajaja.
-Hombre, es que aún me dura el calentón de ayer...
-¿Por qué no te pasas por mi casa?
-Vivo muy lejos de ti.
-Pues voy yo a tu casa si quieres.
-No, no. Que mis vecinos son muy cotillas, ya sabes.
-Pues qué pena, porque yo también tengo el calentón de ese momento. Y ahora que me lo has recordado, más.
-Eso te pasa por impulsivo. ¿A quién se le ocurre hacer eso sabiendo que no podemos ir a más?
-Ya... Ahora me vas a decir que no te gustó, ¿no? Jajajaja.
-Yo no he dicho eso.
-Pues como que me estás echando un poco la bronca, ¿no?
-No. Ya sabes que me gusta meterme contigo, jeje.
-Sí. Ya lo sé... Yo de ti no lo haría mucho.
-¿Por qué? ¿Me vas a castigar sin sexo? Jajajaja.

Me reí con ganas, aunque me fastidió que me dijera eso, porque me gustaría jugar con Valentina a dominarla, pero sabía que eso no podía ser. Al menos de momento, porque Valentina era una mujer un tanto peculiar para el sexo. Se creía que sabía mucho y controlaba del asunto, pero no era tan así, aunque era bastante buena. Había cosas que me daban mucho placer, pero sabía que podría hacer de ella una buena amante si poco a poco le enseñaba a disfrutar y la convencía para que se dejara llevar, veía mucho potencial en ella.

-Bueno... ¿Quién sabe?
-Jajajajaja. Ya... Mira, si algo tenéis los hombres es que no podéis vivir sin sexo y más cuando te lo propone una mujer como yo.
-Qué humilde...
-No, pero tampoco soy tonta. ¿Crees que no veo como me miran por la calle? ¿O cómo me miraban aquel día que te acercaste a mí en el pub? Ay, Javi...
-Sí, Valentina. Eres una mujer increíble. Eso es innegable.
-¿Ves? Jajajaja.
-Pero yo soy muy fuerte en ese aspecto.
-Ya... No sé yo...
-Bueno, ya veremos qué pasa cuando nos veamos la próxima vez.
-¿Y mientras tanto?
-Pues me tendré que hacer una paja pensando en ti.
-Hala... Qué grosero.
-Perdona. Voy a proceder a acariciarme a mí mismo pensando en tu sensualidad, en tu olor, en tu sensual voz susurrándome al oído cómo quieres que te dé placer, recordado el sabor de tu saliva y de tu esencia más íntima mientras pienso en cada centímetro de tu perfecta y suave piel. ¿Te vale así?
-No está mal -respondió al cabo de un par de minutos.
-Mira lo que pasa por tanto hablar de esto... -dije mandándole una foto de mi polla muy dura.
-Pero bueno...
-Es por tu culpa.
-Eres muy bruto.
-Anda que no te gusta. Aprovecha y alíviate con esa foto.
-Que no. Que yo no hago esas cosas.
-Tú misma. Pero te aseguro que si lo haces vas a dormir mejor.
-Anda, calla.
-Oye, me podrías mandar tú una fotillo, ¿no? Así disfruto más cuando...
-Javi, ¿me estás hablando en serio?
-Ya sé que no lo vas a hacer, pero es que estoy muy cachondo y me apetece verte.
-Pues no va a pasar.
-Vaya. Qué mala suerte. Pues nada, tendré que recordar lo que pasó la última vez.
-Pues sí, tendrás que hacer eso.
-¿Y sí te llamo? Me gustaría al menos escuchar tu voz.
-No.
-¿No estás sola en casa?
-No es eso. Simplemente no me gusta hacer estar cosas.
-Vaya...
-¿Mañana te veré?
-Quién sabe...
-¿Ahora te pones misterioso?
-Nah. Si mi jefa no tiene otro problema, allí estaré.
-Bien 🙂
-¿Bien? Si solo nos vamos a ver. No vamos a hacer nada.
-Porque yo no quiero.
-Exactamente. Porque tienes miedo.
-Porque soy cauta.
-Llámalo como quieras.
-Por cierto, he hablado con Daniela -dijo al fin.
-¿Sí?
-Sí.
-¿Y qué tal?
-Muy bien. Es una chica genial.
-Me alegro de que hayáis congeniado.
-Gracias. Llevabas razón. Me ha venido bien hablar las cosas. Me siento mejor.
-¿Qué habéis hablado?
-Cosas de chicas.
-Ah... Así me lo pagas, ¿no?
-¿Pagarte el qué? Si he sido yo la que ha hablado con ella, jajajaja.
-Sí pero, ¿quién te dio la idea?
-Anda... No te cuelgues tantas medallas.
-Mmm... Te estás ganando el quedarte sin sexo la próxima vez que nos veamos...
-Jajajajaja, anda, sí. Seguro.
-Bueno, pues como no quieres jugar ni en persona ni por aquí ni me quieres contar nada, pues me voy a dormir.
-¿Ya?
-A ver, era una manera suave de decir que me voy a hacer una paja para bajar el calentón.
-Madre mía... Estás fatal.
-Sí. Estoy malito y tú tienes mi cura.
-Jajajajaja. Anda, descansa. Mañana nos vemos. Un beso.

En cuanto terminé de hablar con ella me fui a la cama. Evidentemente cayó una paja pensando en ella y mirando la foto que le hice furtivamente, porque Valentina no tenía ni una foto suya en el perfil de WhatsApp desde el que me escribía, aunque era de trabajo según me dijo. Al rato me conseguí dormir pensando antes en el juego que me daba Valentina. Me gustaba ese rollito que nos traíamos con ese tira y afloja.

Cuando me desperté por la mañana, de camino al gimnasio me di cuenta de que tenía mensajes que Daniela diciéndome de quedar para contarme cómo iba la cosa con Valentina, por lo que quedamos en que comeríamos juntos en mi casa como la última vez para que me pudiera contar. Cuando llegó la vi contenta. Entre los dos hicimos la comida con algo que tenía por casa mientras le preguntaba cómo iba la cosa con Valentina, pero ella me dijo que no tuviera prisa, que ya me contaría después, con tono meloso, por lo que veía que venía con ganas de guerra.
 
Capítulo 499

Una vez acabamos de comer se dio una ducha como hizo la vez anterior que vino y nos fuimos directamente a mi habitación, para empezar a comernos la boca con muchas ganas. Entonces ella me desnudó rápidamente, haciéndolo también ella. Estaba bastante cachonda como podía ver y quería folleteo rápidamente. Me empujó a la cama y se puso sobre mí para besarme mientras me la meneaba, bajando por mi pecho, lamiéndolo, hasta que llegó a mi polla, poniéndose con la cara muy cerca mientras me la seguía meneando y me miraba fijamente a los ojos con una sonrisa.

-Joder, sí que estás cachonda, ¿no?
-Ajam... -dijo asintiendo.
-Me gusta. Me pone verte así.

Daniela rio y empezó a chupármela. Lo hacía lentamente, mirándome fijamente a los ojos. Estuvo así durante un rato mientras me pajeaba el resto con la mano, hasta que se la sacó, moviendo su mano sobre mí lubricada polla para seguir masturbándome.

-¿Quieres saber lo que hablé con Valentina?
-Claro.
-Pues se acercó ya bien tarde para hablar conmigo un rato en el mostrador.
-Ajá.
-Como tenía poco lío, nos sentamos en una mesa y empezamos a hablar de lo típico hasta que de repente me pregunta que cómo voy de chicos.
-Anda...
-Me sorprendió mucho. No me esperaba que fuera tan directa.
-¿Y qué pasó?
-Pues... -dijo después de darme un par de chupadas- Le conté que poca cosa, pero que últimamente me estaba viendo con un chico -dijo para meterse de nuevo mi polla en su boca para chuparla mineras me señalaba con el dedo, dándome a entender que yo era aquel chico.
-Vale...
-Me dijo que se alegraba por mí.
-Seguro que se hace una idea de quién es, jeje.
-Seguro. Esa mujer es muy lista.
-Ya te digo.
-También le pregunté yo.
-¿Y bien?
-Me dijo que algo había.
-Vale, jajaja.

Daniela paró de hablar, siguiendo con la mamada, pero poniéndole más ganas, metiéndosela cada vez más y aunque si bien era verdad que no se la metía entera, sí que se metía gran parte de ella y me daba muchísimo placer.

-Pero tampoco me dijo gran cosa acerca de ello... -dijo una vez se sacó mi polla se su boca- Le cuesta abrirse.
-Sí. Es una mujer muy educada y prudente. No la veo aireando algo así tan rápido.
-Exactamente.
-Pues qué lástima. Esperaba algo más...
-Este finde hemos quedado en mi casa.
-¿Sí?
-Sí. La he invitado a tomar café el sábado por la tarde y así hablamos más tranquilamente sin nadie alrededor.
-Uff... Qué morbo ahí las dos...

Daniela me sonrió, metiéndose de nuevo la polla en la boca.

-Joder, es que un trío con las dos tiene que ser la ostia.
-Javi... -dijo sacando mi polla de su boca, pasando su mano por su boca para retirar su saliva- No te flipes, jajaja.
-¿Qué pasa? ¿No te gustaría?
-Nunca he hecho un trío.
-Pues mira. Buena oportunidad.
-No sé yo si me gustaría.

Tiré de ella para ponerla a mi lado, poniéndola boca arriba y yo de lado para empezar a acariciarle el cuerpo.

-¿Te pondrías celosa?
-Sabes de sobra que no.
-Tranquila, hay Javi para todas.
-Jajajaja, pero qué cabrón eres.
-Puede. Pero este cabrón te folla como a ti te gusta y te jodería perderte algo así, ¿verdad? -dije empezando a acariciarle la raja, la cual estaba muy mojada.

Daniela gimió cerrando los ojos y yo empecé a besarle el cuello y tocarle con más intensidad.

-¿No te gustaría montarnos un trío con ella? Debe ser impresionante teneros a las dos encima y ver como vuestras tetas botan.

No decía nada, se mantenía callada, aunque gimiendo por la estimulación que le estaba dando.

-Me pongo muy burro pensando en cómo me follo a una mientras se lo como a la otra y luego cambiamos y como me corro sobre vuestras caras estando las dos de rodillas y luego os besáis con toda mi leche y os limpias la cara.

De repente a Daniela le vino su orgasmo, encogiendo su cuerpo y lanzando un fuerte grito, pasando a temblar con algún fuerte espasmo. Me dejó la mano empapada y me la retiró para que la dejara. Tenía la cara apretada y murmuraba. En ninguno de nuestros encuentros había visto que tuviera un orgasmo así, aunque los que solía tener también eran intensos, pero este fue diferente. Y tampoco es que la estuviera estimulando muy fuerte ni nada, por lo que deduje que se trataba de la excitación al imaginarse mi fantasía. La dejé que se recuperara un poco mientras mi polla palpitaba de lo cachondo que estaba al verla así y al imaginarme el trío con ella y Valentina. Cuando abrió sus ojos y me miró sonriendo, yo le di un beso que duró unos segundos.

-¿Qué ha sido eso? -dije una vez me despegué de sus labios.
-Pues que me he corrido, jajajaja.
-Ya, eso ya lo sé.
-¿Entonces?
-Pues que ha sido el orgasmo más intenso que te he visto.
-Es que sabes cómo tocarme, me encanta.
-Ya...
-¿Qué pasa?
-Venga, Daniela. Te has corrido así porque te has imaginado lo del trío.
-Venga...
-Joder, no te has corrido así ni cuando hemos follado muy fuerte. No me vengas con que ha sido por tocarte.
-Pfff... Bueno, puede ser...
-¿Te gustaría?
-No sé. Yo nunca he estado con una tía y no creo que me guste.
-Pues tu orgasmo dice lo contrario. Tienes mucha curiosidad por lo que veo.
-Puede ser, pero no.
-Bah... Qué tontería cuando empezáis con los prejuicios...
-Anda el otro... ¿Y tú? ¿Lo has hecho con un tío? Anda, no me jodas...
-Pues no se me ha presentado la ocasión.
-Ya, como si lo fueras a hacer si se da...
-Mira, yo tengo una cosa muy clara. Si me gusta algo, lo hago, punto. Me la pela toda esa mierda de prejuicios que tenéis la gente como tú.
-Ya... Lo dices como si fuera muy fácil...
-Para mí lo es. Vamos si yo me corro así pensando un tío, lo intentaría. Pero nunca me ha pasado.
-Pues eso.
-Pero es que a ti sí te ha pasado, ahí está la cosa.
-Bueno, vamos a dejar el tema.
-¿Ya te quieres ir?
-Nooooo, jajajaja. Quiero que me folles.
-Ah, menos mal. Porque me ha puesto muy cachondo verte tener ese orgasmo y también por lo otro.
-Jajajaja.
-Vamos, que hoy no sales viva de aquí.
-Uff... Venga, a ver si es verdad.

De nuevo nos empezamos a comer la boca, con mucha ansia. Rápidamente bajé a comerle el coño, pero paré antes de que se corriera para su molestia, de hecho, me puso mala cara y me susurró que era un capullo, pero yo me lo pasaba bien jugando así, por lo que siempre se lo hacía. Esa molestia por parar cuando ya estaba a punto se le pasó en cuanto me enfundé un condón y le empecé a acariciar la raja con mi polla.

Y para cuándo se la empecé a meter mientras ella cerraba los ojos y exhalaba todo el aire de su cuerpo, pegando mi cuerpo al suyo con un abrazo, más todavía. Me mantuve unos segundos con toda mi polla en sus entrañas, notando como ella movía su cavidad, dándome placer mientras murmuraba. Todo el polvo fue en esa postura, en un misionero que empezó siendo suave, pero que fue cogiendo intensidad poco a poco mientras nos mirábamos fijamente a los ojos, estando ambos jadeantes.

Iba aminorando el ritmo para aguantar su orgasmo lo máximo posible, aunque ella me clavaba las uñas cada vez que la dejaba al borde de éste. Le jodía mucho que le hiciera eso, pero cuanto más me lo reprochaba, más me gustaba hacérselo. Cuando veía que ya no podía aguantarlo más, me incorporé, pero aun estando sobre ella, apoyado en mis brazos con éstos estirados, en lugar de estar sobre mis codos.

Ella abrió sus ojos para mirarme y me sonrió. La verdad es que Daniela tenía una sonrisa preciosa. Con ese gesto suyo, yo tampoco podía aguantar más, por lo que me volví a inclinar para seguir con la follada, queriendo hacer lo que tenía en mente. Nos dimos un beso y puse mi cara contra la almohada, un poco girada hacia su cara.

-Imagina que este placer te lo está dando Valentina al comerte el coño.

Daniela estalló en un orgasmo a los pocos segundos de haberle dicho eso, dando un grito muy fuerte, empezando a convulsionar. Yo tampoco pude aguantar mucho al verla así, por lo que le corrí dentro del condón después de dar unas embestidas propias de un animal, haciendo mucha presión una vez llegué, para aguantar con mi polla en su interior por completo. Daniela se abrazó a mí con mucha fuerza, clavándome las uñas, arañándome la espalda. Después nos quedamos los dos boca arriba, descansado mientras respirábamos rápidamente. Al poco se puso de lado, una vez me quité el condón y lo dejé sobre la mesita.

-Qué cabrón eres...
-Vaya dos orgasmos has tenido hoy...
-Joder... A ver quién va así a trabajar ahora...
-¿Por?
-Estoy muerta. Lo único que me apetece es estar aquí echada durmiendo.
-¿Abrazadita a mí? -dije con tono de guasa.
-Me da igual. Ya sabes que yo no busco novios.
-Yo tampoco. Quita, quita.
-Así estamos muy bien, ¿no? De follamigos digo.
-Sí, es lo mejor.
-No te preocupes. Si algo cambiara, te lo digo.
-Por mi parte puedes estar tranquila.
-Uff... ¿Tanto daño te han hecho?
-Prefiero no hablar de ello.
-Bueno -dijo después de unos segundos-. Poco a poco. O no me lo cuentes si no quieres. Pero quiero que sepas que aquí tienes a una amiga. Que no nos tenemos que quedar en la parte de follar solo, jajajaja.
-Gracias. La verdad es que es de agradecer tener a una amiga como tú.
-¿Como yo?
-Sí. Eres una chica muy alegre. No estoy mal cuando paso el rato contigo. Se agradece.
-Ah, pues gracias. Yo también me lo paso muy bien contigo.
-¿Y a ti? ¿También te han hecho daño?
-Uff... Bueno... Poco a poco, ¿vale?
-Vale, sin problema.
-Podemos hacer como una terapia. Cada uno nos podemos contar poco a poco lo nuestro si nos sentimos a gusto y ya pues si nos podemos ayudar, guay.
-Tomo nota.
-Joder. Vaya polvazo, tú.
-Te has corrido así por Valentina, que lo sepas.
-Joder. Y dale...
-Venga, Daniela.
-Bueno, vale. Me pone la idea. Pero del dicho al hecho...
-Poco a poco.
-Bueno, ya veré.
-Tengo una amiga para esto que no veas.
-¿Cómo?
-Pues que se le da muy bien los tríos. Además, es un encanto y muy respetuosa. Eso sí, morbosa como ella sola. Aunque ahora está un poco más a su bola.
-No. Yo ahora mismo no busco eso. No te pongas a buscarme chicas con las que experimentar.
-Vale, vale.
-Lo de Valentina es algo puntual.
-Vale, tranqui. Anda, vamos a la ducha, que se nos hace tarde.

Nos fuimos a la ducha rápidamente, porque, aunque fuera un polvo rápido, sudamos bastante por las fechas en las que estábamos y porque fue algo intenso. En la ducha nos pusimos tontorrones y empezamos con los toqueteos, pero paramos a tiempo porque ambos sabíamos que si follábamos, estaríamos un rato e íbamos ya con el tiempo justo para llegar bien al trabajo, por lo que al final no pasó nada. Salió ella antes que yo de casa, despidiéndonos con dos besos. Me dijo que tenía que hacer una cosa en la cafetería y que le gustaría hacerlo antes de abrir, así que por eso se fue antes que yo.

Me preguntó si iría, diciéndole yo que sí, que sobre las 5 estaría por ahí. Se fue de mi casa mientras yo me terminaba de arreglar. Al final no hablamos mucho de lo que Valentina y ella habían hablado, pero tampoco me paré mucho a pensar en eso porque me tenía que ir. En el trabajo la primera hora fue bien. Bastante silenciosa porque tenía preparado un examen, así llegaba fresco a mi encuentro con mis dos follamigas del momento.

Cuando llegué a la cafetería me encontré al grupo de chicas que iba siempre con Valentina, con ella mirando a la puerta porque sabía que se acercaba la hora de mi llegada. Pude notar como les dijo que miraran algo en unos papeles que tenían todas y cuando agacharon la cabeza, aprovechó para mirarme bien y guiñarme un ojo. Me sorprendió que hiciera eso y me gustó a la vez. También me percaté que Daniela estaba algo liada, pero que también me dedicó una sonrisa al verme, cosa que también me agradó. Una vez tenía mi café, me senté para corregir los exámenes de la hora anterior, aunque casi que me deleité más viendo a Valentina, yendo tan guapa como siempre, con algo más de maquillaje que de costumbre.

Aquel día estaba juguetón, como ya lo había estado en el folleteo con Daniela en mi casa en donde no paraba de jugar con su orgasmo, retrasándolo lo máximo posible. Dejé los exámenes un poco de lado, aunque disimulaba como que hacía algo con ellos, pero en realidad lo que hacía era maquinar alguna cosa para acercarme a Valentina para ponerla nerviosa.

La miraba de reojo constantemente pensando qué hacer mientras veía cómo a veces me miraba. Pese a las miradas que me echaba, ninguna de sus chicas sospechaba nada, ya que Valentina sabía cuándo me tenía que mirar. Aproveché uno de esos momentos en los que se quedaban mirando papeles, sin levantar la vista de ellos y fui hacia ellas, aunque pasando de largo, volviendo cuando me había retirado un metro de ellas, poniéndome al lado de Valentina.
 
Capítulo 500

-Perdonad, chicas.

Valentina pegó un respingo bastante alto que hizo que se me escapara un poco la risa pese a intentar aguantarla con todas mis fuerzas.

-Qué susto... -dijo Valentina.
-Perdonad. No quería interrumpir, pero es que me he quedado sin batería y no sé qué hora es, por si me la podíais decir.

Las chicas rieron, diciéndome la hora amablemente. Valentina agachó la cabeza después de decir esas palabras. Volví a mi mesa, mirándolas. Alguna que otra se dio la vuelta para mirarme mientras comentaban algo. Valentina permanecía seria, mirando hacia abajo y dijo algo y las demás se giraron para atenderla. Parecía nerviosa y yo me partía al verla así. Se me pasó la hora y me fui de allí, no sin antes pagar y despedirme de Daniela, dedicándome de nuevo una de sus preciosas sonrisas. Valentina, sería y sin decir nada, como siempre. Tras una tarde buena y productiva, regresé a casa y me eché un rato para descansar, viendo que tenía un mensaje de Daniela.

-Cómo has puesto a Valentina esta tarde... No daba pie con bola y estaba muy nerviosa 😆😆😆
-Jajajajajaja. Estaba muy juguetón hoy y me ha apetecido chincharla un poco, que le gusta mucho reírse de mí.
-Jajajaja. Pues luego cuando ha venido a hablar conmigo estaba un poco picada. Le he preguntado y me ha dicho que un amigo suyo le está pinchando.
-¿Sí?
-Sí. Pero se le ha pasado rápido. Nos hemos echado unas risas y se la veía contenta hablando de su amiguito.
-Ah... Me gusta eso.
-Oye, cuídamela, ¿eh?
-Uy, ¿le has cogido cariño?
-Bueno, puede. Es una mujer muy simpática y no se merece nada malo.
-No es mi intención hacerle nada malo, ya lo sabes.
-Ya. Ya lo sé, pero por si acaso.
-¿Algo más?
-No. Aún no se atreve a hablarme en claro de ti. O bueno, de si tiene por ahí a otro chico.
-Ah, ¿has notado algo?
-Jajajajaja. ¿Celoso?
-Qué va. Ya lo sabes.
-Pues no. No he notado nada. Parece que solo tiene ojos para ti. O coño para ti, jajajaja.
-Jajajaja. Pues no te digo que no, porque no me lo esperaba así para tener la edad que tiene.
-La cosa es que no aparenta la edad que tiene.
-Eso es verdad.
-¿Te mola?
-Mucho. Está muy buena.
-Hasta yo me doy cuenta.
-Y tú también lo estás.
-No tanto.
-Mi polla no opina lo mismo cuando te veo desnuda. Bueno, y vestida...
-Calla, tonto 😂
-Va en serio. Me gusta follar contigo.
-Y a mí también.
-Pues eso.
-Pero soy realista.
-Para.
-Vale...
-Este finde te vas a enterar.
-Uy... ¿sí?
-Sí. Te voy a reventar para que te enteres de cómo me pones. A ver si te entra ya en la cabeza...
-Uff... Ya me está picando el chirri...
-Pues ráscatelo, jajajaja.
-Eso voy a hacer ahora 😏
-¿Estás mojadita?
-Un poquito.
-A ver...

Entonces Daniela me envió una foto donde salía su coño abierto, sujetándolo con sus dedos en primer plano. Se veía brillante y algo hinchado. Ver eso me excitó y se me empezó a poner morcillona, por lo que me empecé a tocar, llegando a tener una fuerte erección. Rápidamente me fui al baño y me desnudé por completo, echándome una foto de cuerpo entero, agarrándome la polla con la otra mano, aunque no se me veía la cara, pero los tatuajes de mis brazos delataban que era yo. Aun así, le envié la foto a Daniela porque confiaba en ella.

-Toma, para ayudarte.
-Uff... Madre mía... 🥵🥵🥵
-Venga, te dejo que te alivies.
-¿Y tú?
-Ahora.
-Te podrías pasar por casa...
-Están llamando a mi puerta.

Y era verdad. Estaban llamando a mi puerta, por lo que me vestí rápidamente, acomodándome la erección lo mejor que pude para que no se notara mucho. Abrí la puerta y me encontré a Valentina. Iba preciosa pese a haberla visto así, pues iba con la misma ropa con la que la vi por la tarde en la cafetería. Con unos vaqueros ajustados que dejaban sus tobillos al aire, unos tacones rojos muy altos, como los que se solía poner y una blusa del mismo color que ellos, pero no tan chillona, que dejaba sus brazos desprovistos de tela, aunque justo en ese momento los llevaba cubiertos, porque sobre esa blusa llevaba una americana fina de color negro, remangada hasta los codos. Estaba con los brazos cruzados, con gesto serio. Se la veía que estaba de morros, seguramente por lo que pasó por la tarde. Se mantuvo en silencio mientras yo la miraba del mismo modo. Esperaba que me cayera una bronca y la verdad es que no me apetecía para nada a pesar de habérmela ganado y más conociendo cómo era esta mujer. Pero para mi sorpresa no fue así.

-Serás... -dijo negando con la cabeza mientras empezaba a sonreír.
-Es lo que pasa cuando juegas conmigo... -dije con tono de guasa aprovechando su buen humor.

Me miró de arriba a abajo, levantando sus cejas cuando su vista alcanzó mi entrepierna.

-¿Ya estás así?
-¿Eh? -dije mirando mi erección- Ah... Siempre listo. Así soy yo.
-Mmm... -dijo pasando hacia adentro, empujándome antes con su mano.

Valentina cerró la puerta y me empezó a besar, pasando sus brazos por detrás de mi cuello. Pero yo me retiré a los pocos segundos.

-¿Qué pasa? -preguntó extrañada al retirarme.
-Es que antes voy a cenar. Estoy muerto de hambre y necesito energía.
-Ah... Pues yo tengo mi cena justo delante... -dijo con voz melosa, acercando su cara a la mía para lamerme los labios con mucha delicadeza.

Ese gesto me puso a mil, por lo que le empecé a comer la boca mientras agarraba su culo con fuerza, aprisionando su cuerpo contra la puerta. Valentina reía, pero poco le duró porque nos enroscamos en un beso muy guarro que hizo que se le corriera el pintalabios. De nuevo me despegué y fui hasta la cocina. Una vez allí, Valentina me volvió a preguntar.

-¿Qué haces?
-Ya te lo he dicho. Voy a cenar y estoy preparando algo.
-Pero...
-¿Ha cenado tú?
-Eh... No.
-Pues venga. ¿Qué te aparte?
-Mmm, no sé. ¿Qué tienes?
-Abre la nevera y echa un ojo a ver.

Me lo pasaba tremendamente bien jugando de esa manera con ella. Estaba como desconcertada por haber parado de enrollarnos para ponerme a hacer la cena, pero es que era parte del juego. Ella se reía de mí a su manera y ahora me tocaba a mí, pensando en llevar a cabo precisamente lo que hablamos la noche anterior, por lo que no tendríamos sexo, aunque me jodiera no follarme a semejante pibonazo, pero me apetecía muchísimo probar a Valentina para ver si aguantaba el tipo o qué pasaba.

Además, estaba seguro de que al no follar ese día, nuestro siguiente polvo sería muy salvaje y ahí podría follarla bien, porque seguro que me lo pediría ella. Nos acabamos preparando algo para cenar y cenamos juntos, bastante en silencio, quitándose Valentina su chaqueta y dejándola sobre una silla. Era parte del juego, la notaba algo nerviosa y acelerada, pero de nuevo me empezó a dar conversación de manera simpática.

-Esta tarde...
-¿Sí?
-Qué susto me has dado...
-Ah, jeje.
-¿Por qué lo has hecho?
-Estoy un poco juguetón hoy.
-Ya veo...
-A veces me pasa.
-Bueno, eso significa que estás de buen humor y que todo va bien. Me alegro.

Le sonreí y ella siguió:

-Me había dado cuenta de que habías pasado por mi lado, por tu olor.
-¿Sí?
-Sí. Hueles muy bien.
-Gracias.
-Mmm... -murmuró sonriendo- Pero no esperaba que te acercaras tanto y nos pidieras la hora.
-¿No?
-Pues no. Estabas muy cerca. Me puse muy nerviosa.
-Sinceramente, creía que te iba a molestar mucho. Y más al ver cómo estuviste el resto del rato que estuve por ahí.
-Bueno, fueron los nervios.
-Pues pensé: "Ésta me la corta la próxima vez que nos veamos..."
-No hombre... ¿Cómo podría hacer eso y quedarme sin...? Jajaja.
-¿No te ha molestado entonces?
-Pues no.
-Ah... Me parece raro.
-¿Es raro que alguien se acerque a pedir la hora?
-No, la verdad es que no.
-Claro. No hay nada de qué sospechar ahí. ¿Qué tiene de raro eso? Otra cosa sería si nos vieran liados.
-Como en el pasaje el otro día, ¿no?
-Bueno, eso fue un poco... Se me fue la cabeza.
-Ah...
-Por eso me puse así con lo de la foto. ¿Y si la ve alguien que no debe por casualidad?
-Vale, me quedó claro.
-Hablando se entiende la gente.
-Te pusiste un poco celosa cuando volví a la mesa, ¿no?
-¿Por? -preguntó extrañada.
-Porque tus chicas se me quedaron mirando y comentando algo y tú dijiste algo y las pusiste en su sitio.
-Ah... Eso... No, es que no era ni el momento ni el lugar. Estábamos a lo que estábamos y tuve que dejarlo claro. Sin más.
-Mmm...
-¿Mmm?
-Nada, nada.
-No somos pareja, ¿por qué iba a estar celosa?
-No sé. Es la impresión que me dio.
-Pues no.
-Vale.

Nos quedamos en silencio unos segundos mientas comíamos y ella preguntó de repente:

-¿Y cómo va con Daniela?
-Pues bien.
-¿Sí?
-Sí. Cada vez la conozco mejor y disfrutamos más.
-Vaya, no lo sabía.
-Pues sí. He descubierto una cosa que la vuelve loca.
-¿El qué? -preguntó medio riendo con curiosidad.
-Mmm, no te lo puedo decir. Me parece algo muy íntimo.
-Sí, claro. Solo tenía curiosidad.
-No es nada físico, es algo mental.
-¿Mental?
-Una especie de juego.
-Ah, vale.
-No te voy a decir exactamente lo que es, pero sí te puedo decir que lo descubrí por casualidad y que también tuvo dos orgasmos bestiales. Nunca la había visto así.
-Uff... No sé qué le has podido decir para ponerla así.
-¿Tienes curiosidad?
-Sí.
-¿Y quieres probar?
-No sé yo...

Me reí ligeramente y lo dejé estar. No la quería picar mucho para que no se alterara y así poder seguir jugando con ella. Ya una vez habíamos terminado de cenar le pregunté mientras recogíamos:

-¿Y qué tal tú con Daniela?
-Muy bien. Cada vez me cae mejor.
-Me alegro.
-Este sábado me ha invitado a su casa para tomarnos un café más tranquilamente, que en la cafetería siempre tiene lío por poca gente que haya y no podemos conversar lo a gusto que nos gustaría.
-Muy bien. Así os ponéis al día.
-Sí. Hay algunas cosas que quiero preguntarle y pedirle opinión. A ver qué me dice.
-Genial.
-¿No me preguntas? -dijo a los pocos segundos.
-Mmm, no. Supongo que quieres intimidad con ella. Ya te he preguntado y me has dado largas, así que...
-Vale.
-Valentina, ¿tú cómo ves a Daniela?
-Bien, ¿por?
-No me refiero a eso. Es que... A ver...
-¿Qué pasa?
-¿Te puedo pedir un favor?
-Mmm, a ver, ¿qué es?
-Mira, es que Daniela tiene un pequeño problema.
-¿Cuál?
-Pues que se ve un poco por debajo.-¿Debajo de qué?
-Como que se menosprecia. Cree que es una ceporra y que no es muy atractiva.
-Ah, no me digas...
-Sí. Es lo único que me molesta de ella. No me gusta que haga eso, porque yo la veo como una chica genial. La veo atractiva y sé que no es tonta.
-No sé qué decirte, Javi...
-¿Tú cómo la ves?
-Mmm, es que yo no me fijo en si una mujer es guapa. A mí me gustan los hombres.
-Pero sabrás si es guapa. A mí solo me gustan las mujeres y sé reconocer cuándo un tío es guapo y cuándo no.
-Vale, la veo mona. Bastante agradable, guapilla.
-Ajá.
-Y no creo que sea tonta. La veo una chica normal.
-Dice que no tiene estudios.
-Bueno, pero eso no tiene nada que ver. Yo sé que no es tonta por el trato que he tenido con ella y nunca es tarde para estudiar. Además, al fin y al cabo, eso no importa. Lo que realmente importa es el fondo de la gente. A mí por lo menos. Y ella tiene un buen fondo, es una buena persona.
-Estoy de acuerdo. Pero te quiero pedir ese favor, que se lo digas tú. Sutilmente, que no se vea así como ella se ve. Quiero que se vea con nuestros ojos.
-Hecho. Es mi amiga y tengo que cuidar de ella.

Miré a Valentina sonriendo y ella me devolvió la sonrisa. Me puse a terminar de recoger mientras ella curioseaba la cocina hasta que la perdí de vista. La tensión sexual con la que vino se había relajado bastante y más con aquella última conversación, por lo que creí que mi juego se había ido un poco al traste. Ya empezaba a hacer calor y había comprado helados, por lo que fui a la nevera a coger uno, preguntándole a Valentina si quería uno, pero entonces se me abalanzó y me empezó a besar con mucha intensidad, agarrándome del mentón.

Yo puse mis manos en su culo para amasarlo y apretar su cuerpo contra el mío. De nuevo se encendía la cosa, y bastante, porque Valentina empezaba a murmurar, pasando a besarme de manera más guarra. Mi erección salió disparada, marcándose mucho en mis vaqueros. Tan solo se despegó de mí para llevarme a rastras a mi habitación, empujándome a la cama para tumbarme.
 
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