Reencuentro con Elena

Sí, queda muy poco.

No sé si lo acabaré mañana o el jueves, pero no quiero tardar mucho más, porque en el otro foro parece que tienen prisa. Ya no se puede escribir en ningún hilo de hecho. Una pena, porque quería despedirme bien allí, poner un enlace a este hilo y tal, pero bueno...

Lo que es seguro es que hasta el lunes no habrá nuevo capítulo, porque me tengo que ubicar un poco, porque resulta que aunque a simple vista parezca que este foro es una copia exacta del otro, no lo es.

He tenido más problemas de los que pensaba que iba a tener en general. El primero y más tedioso ha sido que esta página tiene cooldown para publicar de manera muy seguida. De no ser por eso, me hubiera costado mucho menos y probablemente ya lo habría dejado listo.

Otro problema que me he encontrado ha sido que cada post tiene un número máximo de caracteres y en muchos capítulos lo he sobrepasado. De primeras he ido haciendo apaños como he podido al pasar la última parte de ese capítulo demasiado largo al siguiente, pero ha llegado un momento en el que ni así lo podía solventar fácilmente. Me ha llegado a enervar. Por eso podéis ver algunos capítulos divididos en A, B, o incluso C, porque eran demasiado largos. Estos capítulos fueron los que tenían una escena de sexo demasiada largar y no quería que ocupara tantos capítulos para que no pasaran tantos días sin avanzar. Pero creo que así ha sido una buena manera de resolver el problema y me ha venido bien para medir los capítulos que vaya subiendo para no hacerlos tan largos.

Más problemas: en el otro foro por alguna razón se han eliminado las fotos que fui poniendo para ambientar y para que se les pusiera cara a los diferentes personajes. He tenido que improvisar y buscar de nuevo las fotos y he metido algunas más que me han gustado, pero obviamente me ha tomado mucho tiempo y no tendría porqué haber sido así. Creo que he cubierto todo más o menos, pero seguramente caiga alguna actualización de algún que otro personaje en ese aspecto en futuros capítulos.

No sé qué harán los demás compañeros con relatos en el otro foro, pero tienen que tener paciencia para hacer lo que yo estoy haciendo. Depende mucho de cómo sea el relato y cómo sean los capítulos. Por ejemplo, los de Almutamid no deberían tener problema ser colgados, pienso que no debería sobrepasar el límite de caracteres en ninguno. El único problema es que el de la residencia es muy largo. Aunque él no se ha pronunciado y ha seguido directamente con su relato sin poner nada antes. Si FranRel va a ponerlos aquí, cosa que dijo que tenía que pensar, lo va a pasar mal, porque los capítulos de sus relatos eran muy largos y le va a saltar ese problema en todos prácticamente, además de que tiene varios relatos y el de la ventana es bastante largo.
 
Capítulo 501

Una vez en la cama, se quitó los tacones antes meterse en ella, poniéndose sobre mí, tirando de mi camiseta para quitármela y tirarla al suelo. Después dejó caer su peso sobre el mío para volver a tumbarme, empezando a besarme de nuevo. Estuvimos así durante un buen rato. No se quería despegar de mis labios porque me besaba cada vez con más intensidad y más lengua mientras murmuraba. Sus manos se paseaban por mi pecho y brazos, con algún gemido por su parte entre aquellos murmullos que emitía constantemente en nuestro beso. Cuando ella creyó oportuno, se incorporó, separándose de mí para ponerse de rodillas en la mitad de la cama.

Se quitó la blusa en un abrir y cerrar de ojos, cayendo sus pechos, aún oprimidos por su sujetador negro de encaje, rebotando un par de veces. Como hizo con mi camiseta, tiró su blusa al suelo y levantó su culo para desabrocharse los vaqueros y quitárselos rápidamente. Quedándose con un conjunto de ropa interior negro de encaje. De nuevo, se puso sobre mí para besarme otra vez, pasando yo mis manos por su espalda y luego por su culo, dándome cuenta de que, de nuevo, era un culotte lo que llevaba, haciéndome lanzar un pequeño gemido.

Tenía muchas ganas de seguir con mi juego, pero me estaba costado horrores, porque las ganas que tenía de follármela eran tremendas. Me apetecía tomar el control de la situación, por lo que la abracé para mover nuestros cuerpos, poniéndome yo sobre ella mientras ella reía tímidamente. Me despegué de sus labios, mirándola a los ojos, estando los dos con la respiración acelerada.

Estaba seria, pero me acabó sonriendo. Le empecé a dar besos por el pecho, empezando ella a acariciarme el pelo mientras gemía ligeramente. Parecía gustarle aquello, por lo que seguí besándole el resto de su perfecto cuerpo con esa piel tan tersa y deliciosa. Bajé a sus tetas, rozando mis labios con su piel y dando pequeños mordiscos con mis labios. Seguí por su esternón y vientre, jugando con su ombligo. Luego pase a sus caderas.

Valentina se movía de manera sensual en la cama, como si estuviera bailando. Me puse en posición de como su fuera a comerle el coño, pero no lo hice. Me recreé besando su pubis sobre la tela de sus braguitas, pasando después a sus muslos, con ella suspirando, casi de manera molesta por pasar de largo. Seguí por sus muslos, cambiando ese suspiro de molestia por sonidos que transmitían que le agradaba aquello.

Después de estar unos segundos con sus muslos, seguí bajando por el resto de sus piernas hasta llegar a sus bonitos pies, besándolos con delicadeza y casi adoración. Acariciándome ella la cara con uno cuando cambié de pie para seguir con mis besos. De nuevo, seguí besándole, pero esta vez subiendo por sus piernas, de manera inversa a como lo había hecho antes hasta que llegué a sus muslos, recreándome de nuevo.

-Qué bien lo haces... Me encanta -dijo en susurros.

Seguí besándole los muslos mientras la miraba fijamente a los ojos. Me olía que estaba chorreando, y no de manera figurada, porque me llegaba su olor a hembra desde donde estaba. Y lo duros que estaban sus pezones, casi perforando la tela de su sujetador lo corroboraba. No pude evitar posar mi cara sobre su pubis y la parte en la que su raja tocaba la tela, con sus labios marcándose un poco para aspirar ese olor tan especial y excitante. Hasta cerré los ojos para disfrutarlo más.

Ella lanzó un largo gemido mientras me acariciaba el pelo. Pero era el momento de regresar al juego, por lo que me incorporé, quedándome de rodillas sobre la cama para mirarla durante unos segundos mientras sonreía. Me levanté y cogí mi camiseta, saliendo de mi habitación, dejando a Valentina con una cara de desconcierto. Me fui al salón poniéndome la camiseta, para sentarme en el sofá y poner la tele. A los pocos segundos apareció Valentina en el salón, en ropa interior, quedándose de pie a mi lado, haciendo un gesto como preguntándose qué coño hacía. Se quedó callada, con los brazos en jarra, esperando una respuesta.

-¿Qué haces?
-Ver la tele.
-Pero... Estábamos... -dijo señalando hacia mi habitación.
-Bueno, ha estado bien, ¿no?
-Pero...
-¿Te acuerdas de la conversación de anoche?
-Eh... ¿Cómo?
-¿No te acuerdas?
-S... Sí... Claro que me acuerdo.
-Pues ya está.
-¿Cómo que ya está? No te entiendo. ¿Me puedes decir qué pasa?
-Anoche te reíste diciendo que si te iba a castigar sin sexo. Pues...
-Em... Jejeje... Venga, anda -dijo cogiendo una de mis manos y tirando de ella para que me levantara.
-Por hoy ya hemos acabado.
-Javi... Venga, ya está bien con la broma. Vamos a tu habitación y seguimos.
-No estoy de broma, Valentina.
-Pero mírate -dijo señalando a mi erección- ¿Te vas a quedar así? Si hasta te tiene que doler.
-No es para tanto.
-¿Y te vas a quedar con las ganas? No me lo creo.
-Ya he echado un polvo hoy. No pasa nada. A las malas me hago una paja antes de dormir.
-Pero...
-Mira, ¿por qué no haces tú eso también?
-Eh... Ya sabes que yo no...
-Anda, siéntate aquí conmigo y vemos la tele juntos -dije tirando de su mano para que se sentara a mi lado.

Valentina se sentó a mi lado para ver la tele conmigo, pero poco la veía ella, porque se tiró todo el tiempo mirándome fijamente, llegando a ser hasta incómodo, pero era parte del juego, por lo que aguantaba con sumo gusto. Pasados unos pocos minutos empezó a hablar de nuevo.

-Javi...
-Dime -dije girando mi cabeza para mirarla.
-Venga, vamos a dejarnos de juegos y vamos a tu habitación.
-¿Para qué?
-¿Pues para qué va a ser?
-No sé, dímelo.
-Para hacerlo.
-¿Hacer el qué?
-El amor.

Miré a Valentina con cara de estar extrañado.

-¿Crees que se le puede llamar así a lo que nosotros hacemos?
-Mmm... No. Supongo que no.
-Claro.
-Va, vamos... -dijo acariciando mi muslo.
-¿Para qué?
-Pfff... ¿Qué te pasa hoy?
-Nada. ¿Qué es lo que quieres hacer?
-Follar. Quiero que me folles como tú me follas, que me hagas morirme de gusto y que luego hasta me duela todo.
-Pues hoy no va a poder ser. Lo siento.
-¿Estás bien? ¿Te duele algo o te pasa alguna cosa?
-No. Simplemente estás castigada.
-Ay... -dijo en forma de suspiro- Venga... No te hagas de rogar.
-No va a pasar nada, Valentina. Hazte a la idea.

Valentina estaba nerviosa, indignada, pero excitada, por lo que se subió a mí con una pierna a cada lado para agarrar mi cara y besarme de nuevo, pasando a mordisquearme la oreja.

-Estás castigada, pero esto lo puedes hacer, aunque ya te digo que no te va a servir de nada.
-Qué bien hueles... -dijo con tono meloso.
-Tampoco te va a servir eso.
-Mmm... Estoy muy caliente. ¿En serio me vas a dejar así?
-Sí, porque te has portado mal conmigo y no lo puedo tolerar.
-¿Y si beso tu cuello? Sé cómo te pones cuando lo hago. No te gusta, pero es lo que más te enciende.
-Hazlo y descubre lo que pasa. ¿Quién sabe? Lo mismo follamos muy salvajemente y hago que te corras como no lo has hecho nunca. Lo mismo te alargo el castigo... O lo mismo te echo de mi casa y no volvemos a follar más. Tú decides.
-¿Estás bien? -dijo ya con tono de preocupación, acariciando mi cara.
-Sí Valentina, estoy muy bien -dije sonriendo.
-Pues no entiendo qué te pasa.
-No me pasa nada, de verdad. Solo es un pequeño castigo.
-Javi -dijo de manera sería, mirándome fijamente-. Por favor. Hago lo que tú quieras. Lo que sea, pero por favor, vamos a tu habitación.

Ya estaba siendo muy difícil resistirme a ella de por sí con lo guapa y buena que estaba, pero después de decir esas palabras la dificultad se multiplicó bastante. Se me pasaban muchas cosas por la cabeza que deseaba hacer con ella, pero me encantaba jugar de esa manera. Aún no entiendo cómo conseguí aguantar el tipo, pero lo acabé haciendo, porque me quería hacer respetar con ella y si lo hacía, la cosa iría aún mejor entre nosotros.

-No, Valentina. Lo siento. Y mira que se me ocurren muchas cosas. Muchísimas. Pero no. Además, seguro que muchas de ellas te parecerían demasiado y lo mismo ni te veo más el pelo.
-No me importa, hago lo que sea. Pero no me dejes así.
-Mira, podemos hacer una cosa.
-¿El qué? -preguntó con ansia.
-Es muy simple en realidad.
-Lo que sea, Javi. Llevo muy caliente desde que hablamos anoche y no me puedes dejar así ya después de todo lo que hemos hecho. Casi me toco ayer...
-Pues precisamente quiero eso.
-¿Que me toque?
-Sí. Quiero que te toques para mí.
-Pfff... Qué tontería. Pudiendo tenerme, ¿y quieres que me toque?
-Sí. Me da morbo imaginarte tocándote, imagina si te veo...
-Pero es que lo veo un poco tontería, ¿no?
-No. Es muy excitante ver cómo la otra persona se toca. Y más si es una mujer tan increíble como tú.
-Pfff...
-¿De verdad que nunca lo has hecho?
-Sí lo he hecho. Cuando era adolescente, antes de tener novio. Mis padres eran muy protectores y no me dejaban y ya se empezaba a despertar eso en mí. No tenía otra opción.
-Bueno, pues ya sabes cómo se hace.
-Llevo más de 20 años sin hacerlo y me da vergüenza que me vean así.
-No será para tanto, mujer. Y más con lo que ya hemos hecho.
-Venga, Javi... ¿Por qué no nos dejamos de jueguecitos y vamos a tu habitación?
-Que no, Valentina. Que no vamos a follar.
-¿En serio me vas a dejar con este calentón?
-Pues sí.

Valentina se cruzó de brazos, poniéndose recta, mirando a la tele. Estaba seria, bastante mosqueada por mi juego, pero no iba a ceder a las primeras de cambio. De hecho, estaba empecinado en no hacer nada con ella esa noche. Mi objetivo era que se tocara delante de mí. No era pedir demasiado, no le estaba pidiendo que me dejara follarla sin condón o follarle el culo. Aunque cuando dijo que haría lo que quisiera se me pasó por la cabeza y estaba seguro de que disfrutaría mucho haciendo esas cosas con ella, pero no.

Quería que la cosa fuera poco a poco para disfrutar lo máximo posible de aquella diosa y de paso que ella se soltara más en el sexo. No terminaba de entender cómo me decía que haría lo que fuera, pero se negaba a hacer eso, si era algo muy simple... El caso es que sin pasar mucho tiempo Valentina se levantó visiblemente molesta y fue hasta mi habitación. A los pocos segundos oí taconeo y salió vestida, en dirección hasta la puerta de la calle, sin decir nada.

-Valentina, espera.

Valentina se dio la vuelta, con cara de pocos amigos, poniendo sus brazos en jarra, esperando a que siguiera hablando.

-Ven aquí.
-No.
-Venga, no te enfades.
-Es que no entiendo este numerito.
-¿Numerito de qué? -dije levantándome y yendo hacia ella.
-Javi, que esto me parece una tontería. He venido a pasar un buen rato y sinceramente, no está yendo bien. Al principio me hacía gracia con lo de la cena y demás, pero ha perdido toda la gracia cuando estábamos ahí a punto y te has levantado para venirte aquí.
-Valentina, es que hay que dejar alguna cosa clara.
-¿El qué? A ver...

Entonces le di un beso, con mucha suavidad, pasado su pelo por detrás de la oreja. Ella se dejó llevar y parecía que se calmó bastante, sobre todo cuando me despegué de ella, pudiendo ver cómo la expresión de su cara había cambiado. La cogí de la mano y la llevé hasta el sofá, donde nos seguimos besando, no tan apasionadamente como cuando vino o como cuando estábamos en mi cama, pero aun así era un buen beso.

-Dijiste que harías lo que yo quisiera -me susurró una vez separamos nuestros labios.
-Tú también lo has dicho antes.
-Pero...
-Shhh -dije poniendo un dedo en sus labios-. No te estoy pidiendo gran cosa, ¿no crees?
-Me da vergüenza.
-¿Por qué?
-Porque es algo muy íntimo.
-Pero Valentina, con todo lo que hemos hecho ya...
-Ay... -dijo en forma de suspiro- Si lo hago, ¿seguiremos luego y lo haremos?
-Si me calientas lo suficiente, sí.
-Está bien. Vamos a tu habitación -dijo levantándose y tendiéndome la mano.
-No. Aquí.

Valentina puso sus ojos en blanco y se empezó a quitar la ropa lentamente, dejándola en una de las sillas que rodeaban a la mesa grande del salón. Una vez se quedó en ropa interior, se sentó a mi lado en el sofá. De nuevo nos empezamos a besar mientras ella acariciaba mis brazos. Al parecer le gustaban bastante, o tal vez eran los tatuajes, o ambas cosas, porque era bastante normal que me los acariciara mientras nos enrollábamos. Después acarició mi paquete, ya con una buena erección, apretando, llevando sus dedos hasta mis pantalones, como queriendo meterlos por dentro para llegar hasta mi polla. Retiré su mano, con ella lanzando un gemido de lástima.

Después se incorporó, sonriendo y pasando su mano por mi cara, con un dedo por mis labios. Se llevó su mano izquierda a su espalda para desabrochar su sujetador con un pequeño gesto, cayendo éste por su propio peso, dejando sus espectaculares pechos al aire. Tenía los pezones de punta e hinchados por su excitación. Se me quedó mirando fijamente, con sus mejillas sonrojadas. No me entraba en la cabeza que se pusiera ahora tímida de repente cuando ya habíamos follado, y de qué manera. De nuevo se acercó a mí para besarme, pasando a mi oreja después, mordisqueándola.
 
Capítulo 502

-Me ha encantado lo que has hecho antes. Todos esos besos y caricias...
-¿Sí?
-Ajam... Ha sido muy sensual.
-Me alegro.
-Y con tu olor... Me vuelve loca tu olor. Me pone muy mala.
-Mmm...
-Antes has hecho que mojara mis braguitas. Y ahora también.
-¿Estás mojada?
-Mucho.
-Estoy deseando verlo.

Valentina se separó de mí unos centímetros para mirarme a los ojos, con aquellos zafiros que tenía incrustados en su cara. Era una mirada muy penetrante, haciéndola más guapa aún si cabía. De nuevo, como cuando vino a mi casa, se acercó a mi cara, lamiendo mis labios suave y tímidamente. Cómo me encendía cuando hacia eso... Era un gesto simple, pero tan sexy que me ponía burrísimo. Me costó la vida no abalanzarme sobre ella para comérmela viva y reventarla, pero quería seguir con mi juego y me calmé, con mucho esfuerzo.

Ella lanzó una pequeña risa al notar cómo me puse cuando hizo eso, pero se echó hacia atrás para quitarse sus braguitas de la manera más sensual posible, levantando su culo del asiento. Se las quité de la mano mientras ella miraba riendo. Efectivamente estaban empapadas con sus fluidos, con una mancha blanquecina por la parte que tocaba su raja directamente. Miré a Valentina y ella se quedó quieta, esperando a que le dijera o hiciera algo.

-Sí que estás mojada, mira.

Valentina volvió a reír al ver sus flujos sobre su ropa interior, pasando a mirarme de nuevo los ojos. Yo cogí la prenda y la llevé a mi cara para olerla. La sensación al oler sus braguitas con su aroma más íntimo era equiparable a oler a pan recién hecho cuando tienes hambre, u oler a césped recién cortado situado cerca de una piscina en una mañana de verano. Cuando abrí los ojos al terminar de aspirar aquel delicioso perfume, vi que Valentina me miraba mordiéndose el labio, con sus mejillas más sonrojadas aún. Ya no pudo aguantar más y se puso en posición, flexionando sus piernas mientras se empezaba a tocar las tetas, pellizcando ligeramente sus pezones.

Yo le asentía, dándole a entender que me encantaba que hiciera eso. Después de unos segundos jugueteando con sus pechos, bajó su mano hasta su raja, empezando a frotarla con sus dedos. Rápidamente empezó el recital de gemidos por su parte, siguiendo tocando su raja, abriendo sus labios para tocar la parte más interna de manera suave mientras mantenía sus ojos clavados en los míos. Yo la miraba por todos lados, deleitándome de aquel espectáculo. Era increíble ver a Valentina hacer eso. Y lo estaba haciendo para mí. Me sentía muy afortunado de poder disfrutar de una mujer como ella para esas cosas.

Valentina parecía impaciente, la veía muy acelerada. Y debía estar con muchas ganas, porque rápidamente pasó a meterse los dedos en su coño. Lo hacía de manera muy sensual, como cada cosa que ella hacía. De nuevo, Valentina se masturbaba mirándome muy fijamente a los ojos. Yo decidí aumentar más aún el morbo y cogí uno de sus pies, haciendo que ella se echara hacia atrás, apoyándose sobre un codo. Le empecé a besar el pie mientras ella seguía con su mirada fija y gemidos bajitos, pero éstos cambiaron cuando empecé a lamerle el pie, pasando mi lengua por su empeine, planta y dedos.

Mi amante se derretía al verme hacerle eso, empezando a tocarse con más intensidad. Empecé a meterme los dedos de su pie en mi boca, chupándolos bien mientras a ella se le subían aún más los colores. Le solté el pie y me empecé a tocar yo por encima de la ropa, pasando ella sus ojos por la zona, mordiéndose el labio de nuevo. Ella estaba ya muy cerca de correrse, pero yo no quería que se corriera aún. Por lo que cogí su mano para pararla, quedado ella un poco desconcertada.

-Espera. Quiero disfrutar más de esto y como sigas así vas a acabar ya.
-¿No quieres que acabe?
-Aún no.

Entonces cogí su mano y me llevé esos dedos que se estaba metiendo en la boca, saboreando a Valentina de la manera más íntima posible. Ella lanzó un gemido, medio estremeciéndose. El sabor era indescriptible. Ahora el que se deshacía era yo al probar sus fluidos mientras ella me miraba con los ojos muy abiertos. Mientras lo hacía, acerqué mi mano a su coño, cogiendo ella aire con fuerza, pero simplemente le pasé un dedo por su pubis recubierto por la fina capa de pelo negro en forma de triángulo perfectamente recortado.

-No te cambies esto nunca -dije una vez saqué sus dedos de mi boca-. Me encanta.
-¿Te gusta?
-Sí. Es algo que me vuelve loco en las chicas.
-Ah, ¿sí? -preguntó sorprendida.
-Sí.
-Tenía entendido que la moda era no llevar nada.
-Sí, es una moda estúpida.
-Pues tenía pensado quitármelo.
-Ni se te ocurra.
-La verdad es que a mí me encanta llevarlo así, me veo más sexy.
-Lo estás. Eres increíble -dije inclinándome para besarla.

Pero Valentina se apartó, por lo que el beso se lo acabé dando en la mejilla.

-¿Te apartas?
-Es que...
-¿Qué sucede?
-No me gusta besar cuando...
-¿Cuándo qué?
-Pues cuando has estado jugando con mi...
-Ah... ¿En serio? ¿No te gusta saborear tu...?
-No, no. No me gusta.
-¿Has probado?
-No. Me da asco.
-Ay... -dije con dejadez.
-¿Qué pasa?
-Nada. Da igual. Venga, sigue.
-Mmm, vale.

Valentina siguió tocándose, de la misma manera que lo hacía antes, poco a poco aumentando el ritmo, indicándole yo que parara, que bajara o aumentara el ritmo dependiendo de cuan cerca estuviera de su orgasmo. Estaba tan cachondo que me tuve que sacar la polla para tocarme yo también porque no aguantaba más y me dolía la erección que tenía. Aun así, me mantuve fuerte sin llegar a hacer nada con ella, no volviéndola a tocar en el resto de nuestras pajas.

Sus ojos bailaban entre los míos y mi polla, hasta que le dije que se metiera los dedos más rápidamente mientras se acariciaba el clítoris, moviendo su mirada más rápidamente hasta que ya no pudo más y se empezó a correr mientras su cuerpo temblaba y le daban fuertes espasmos, poniendo sus ojos en blanco. Valentina encogía su cuerpo mientras se retorcía en el sofá, apretando su cara. Yo no pude evitar correrme sobre mi camiseta al ver cómo ella se había corrido y cómo estaba en su postorgasmo. Yo me recuperé relativamente rápido, quitándome la camiseta para limpiarme un poco la polla y dejándola apartada para echarla a lavar.

Me quedé contemplando a Valentina, viendo cómo se relajaba y le daba algún fuerte espasmo, acompañado de un jadeo. Poco a poco fue recuperando su respiración y relajando su cara y su cuerpo, quedando tumbada, haciéndose un ovillo poco a poco hasta que se quedó dormida. Miré el reloj y resultó ser más tarde de lo que esperaba. Era la 1. Entre que llegó a casa tarde, nos pusimos a hacer la cena y cenar y luego con tanto juego, se nos hizo tarde. Le acaricié un muslo para ver si reaccionaba, pero nada, estaba dormida profundamente.

Por la postura en la que estaba, fue muy sencillo cogerla en brazos para llevarla a mi cama y que descansara allí. La dejé tumbada con cuidado y regresé al salón para coger toda su ropa y dejarla en mi habitación, doblándola todo lo bien que pude. Después eché mi ropa a lavar y me fui a dar una ducha. Regresé a mi habitación, encontrándome a Valentina conforme la dejé. La tentación de echarle una foto para el recuerdo era muy grande, pero no lo acabé haciendo. Me puse unos boxers y me eché en la cama para intentar dormir, aunque como era normal, me costó.

Durante toda la noche me desperté unas cuantas veces y veía a Valentina tal cual la había dejado, sin moverse ni un centímetro. Ya en la última, siendo ya de día, aunque muy temprano aún me la encontré con su cara sobre mí hombro, pasando su brazo por mi pecho. Estaba preciosa, algo despeinada, más humana por decirlo de esa manera, al no estar perfectamente maquillada ni peinada. Me quedé un rato mirándola así conforme estaba pensando en cómo había ido la cosa con ella la noche anterior, pero no me dio tiempo a pensar mucho porque se empezó a despertar, estando muy desorientada, levantando su cabeza y mirando a varios lados pareciendo querer asegurarse de dónde estaba. Luego miró mi pecho y me miró a los ojos, estando yo serio. Pegó un bote, apartándose de mí.

-No me mires, debo estar horrible.
-¿De qué hablas?
-Me he dormido sin quitarme el maquillaje ni nada... Debo estar muy fea.
-¿Fea? ¿Tú? Anda ya...
-Ahora vengo -dijo incorporándose para levantarse.
-¿A dónde vas? Ven aquí, anda -dije tirando de ella para ponerla como estaba antes.
-Que no, que estoy feísima.
-Estás muy guapa, como siempre.

Valentina se quedó callada durante unos segundos, acariciando mi pecho hasta que volvió a hablar.

-Perdona.
-¿Por?
-Por haberme echado sobre tu pecho. Me dejaste claro que querías tu espacio y no lo he respetado.
-No pasa nada.
-¿No te molesta?
-Ahora mismo no.
-Creo que es un error que me quede a dormir. Debería irme a casa al acabar.
-¿Eso crees?
-Sí. No quiero molestar.
-No me molestas. Ya te lo dije. Si te quieres quedar, por mí no hay problema.
-Vale.

De nuevo se quedó en silencio, acariciando mi pecho con suavidad, dándome algún beso en el hombro. Yo estaba mirando al techo, dejándome acariciar y recibir esas muestras de afecto, más sumido en mis pensamientos que en lo que ella me hacía, pero de nuevo, ella empezó a hablar, sacándome de ellos.

-Javi.
-Dime.
-¿Por qué hiciste eso anoche?
-Mmm, por jugar. Me apetecía.
-No lo entiendo. Pudiendo haber tenido sexo y te conformas con lo que pasó...
-Fue muy excitante e interesante verte así, Valentina.
-Ya, lo mismo va a ser...
-¿No viste cómo me saqué la polla y me empecé a pajear?
-No seas grosero... -dijo susurrando.
-Bueno, pero, ¿no lo viste?
-Sí. Sí que lo vi.
-¿Tanto te molesta que haya jugado así contigo?
-No. No en realidad. Como dices, fue un juego. Me lo tengo que tomar como tal. ¿A eso jugaste con Daniela?
-No, qué va. No fue eso -dije riéndome.
-Ah...
-Además, a ella no la tengo que castigar.
-¿Mmm?
-Ella se porta muy bien conmigo. Me respeta.
-Yo también te respeto -dijo levantando su cabeza para mirarme.
-Bueno...
-Javi, ¿de verdad?
-No sé. No me da la misma sensación tu trato que el de Daniela.
-¿Por?
-Da igual. No me apetece discutir tan temprano.
-Pero...
-¿No tienes que ir a trabajar?
-¿Quieres que me vaya? ¿Me estás echando?
-No, Valentina. Solo te pregunto.
-Pues me ha dado esa sensación.
-Que no, de verdad.
-Si sobro, me lo puedes decir. No tengo problema, porque...

La interrumpí besándola porque no me apetecía una mierda ponerme a discutir a esa hora. Creía que así mejoraría la cosa y llevaba razón porque ella se dejó llevar. Como era habitual tras nuestros besos, Valentina se tranquilizaba y esta vez no fue menos, pues volvió a echar su cabeza sobre mi hombro, acariciándome el pecho mientras yo sonreía debido a la gracia que me hacía su comportamiento a veces aniñado, como si cogiera una rabieta, tranquilizándose después de darle un premio.

-Anoche... -dijo bajito tras unos minutos.
-¿Sí?
-Vaya orgasmo tuve...
-Ya. Sabía que estallarías de esa forma.
-Supongo que ya te has dado cuenta de que soy algo sensible ahí abajo.
-Bueno, en realidad no. Aunque ahora que lo dices, es cierto, que ya me has dicho que después de nuestros encuentros has salido un poco dolorida.
-Sí, así es.
-Sabía que acabarías así por el calentón que tenías.
-¿Tanto se me notaba?
-Sí. Tenías la cara muy roja.
-Estaba un poco molesta... -dijo mientras me seguía acariciando el pecho- Eso no se hace, hombre...
-Ya. Es lo que pasa cuando juegas conmigo, que puedes salir escarmentada luego.
-¿Para tanto fue?
-No. En realidad no. Pero me apetecía y estoy seguro que, si se te pasa por la cabeza volver a jugar conmigo de esa manera, te lo pensarás dos veces antes de hacerlo.
-Mmm... -murmuró con tono de estar pensando.
-No quiero que te lo tomes como una amenaza, ¿eh? Simplemente es un juego. No le des más vueltas.
-Vale.

Nos quedamos unos minutos en silencio mientras yo le acariciaba la espalda. Para cuando me di cuenta, Valentina se había quedado dormida de nuevo, dando una cabezada de una media hora, despertándose dando un suspiro.

-Eres muy cómodo para dormir. No te mueves nada.
-Ya.
-Oye, ¿te importa si me doy una ducha?
-Para nada. En el baño tienes toallas y demás. Coge lo que necesites.
-Gracias -dijo sonriendo.

Valentina se levantó de la cama después de darme un pico y cogió su ropa para ir al baño.

-¡Dios! ¡Vaya cara tengo! -dijo desde el baño justo antes de cerrar la puerta.

Yo mientras tanto me levanté y empecé a hacer la cama mientras reía al oírla. Después me vestí mientras oía el agua de la ducha correr, yendo a la cocina para hacer el desayuno mientras ella terminaba. Ese día decidí cambiar un poco la manera de desayunar, llevándolo todo al salón para comer en la mesa grande, preparando café, zumo, fruta, tostadas... Me puse a mirar el móvil mientras Valentina venía. Cuando apareció puso cara de sorpresa, sonriendo después. Se sentó, dándome las gracias por preparar todo aquello, empezando los dos a comer en silencio, comentando alguna cosa sin importancia, aunque nada de nuestras vidas personales.
 
Capítulo 503

Cuando acabamos recogimos todo entre los dos volviendo al salón después. No sabía muy bien cómo afrontar aquella situación, pues siempre que estaba con una chica que no fuera una amiga cercana en mi casa para echar un polvo, se marchaban rápidamente al acabar. Excepto con Daniela y Cintia, siempre había sido así y con Daniela no daba lugar a aquello porque cuando acabábamos ambos llevábamos prisa por nuestros trabajos y con Cintia sí que tenía la actitud necesaria para largarla si lo necesitaba, debido a nuestro trato tan tóxico. En este caso, fue Valentina la que directamente me preguntó:

-Javi, ¿qué vas a hacer ahora?
-Pues normalmente voy al gimnasio por las mañanas, pero hoy tengo algo de tarea, porque tengo que corregir algunos exámenes y redacciones de mis alumnos, así que me quedaré aquí, ¿por?
-Porque no tengo gran cosa que hacer y no me apetece estar sola en casa. ¿Me puedo quedar aquí contigo?
-Em, claro. Si quieres, no tengo problema.
-Pues me quedo.
-Mira la tele si quieres, así no te aburres.
-No. Yo no veo la tele. Me pongo a mirar unas cosas en la tablet para esta tarde, así organizo algunas cosas.

Nos sentamos en la mesa del salón una vez estaba todo recogido y limpio, estando de frente, ella con su tablet que dispuso de manera casi vertical, empezando a escribir con un teclado que llevaba incorporado, muy profesional y sofisticado todo. Yo mientras tanto, me puse a corregir exámenes y redacciones, echando alguna mirada a Valentina, quien parecía bastante concentrada, tanto, que no se daba cuenta de mis miradas. Cada uno estábamos concentrados en nuestras cosas, aunque yo menos porque se me iba la vista hacia ella viendo lo sexy que lo hacía todo. Estuvimos así un buen rato hasta que empezó a recibir mensajes en su móvil. Lo sacó y empezó a escribir con él, pareciendo mantener una conversación agradable al juzgar por sus gestos y caras.

Por las risitas que soltaba y sus caras supuse que se estaba escribiendo con un chico, porque era como unos gestos de tonteo pese a que la otra persona no la llegara a ver. Entre algunos mensajes se quedaba quieta, apoyada sobre su mano mientras sujetaba el móvil con la otra, como si estuviera esperando a que la otra persona escribiera. En una de estas se quedó con rostro pensativo, mirando los tatuajes de mis brazos mientras yo la miraba disimuladamente y seguía a lo mío. Algún suspiro por su parte rompía el silencio en el que nos manteníamos mientras yo sacaba mi trabajo, dejando ella apartado el suyo durante todo el tiempo que estuvo mensajeándose con alguien. De pronto rompió el silencio de manera más brusca al preguntarme sin que me lo esperara:

-Javi, ¿qué somos?
-¿Cómo? -pregunté algo descolocado.
-¿Qué somos?
-¿A qué te refieres?
-Javi, ¿qué es lo que hay entre tú y yo? ¿Qué es lo que somos? ¿Amigos, amantes, pareja?
-Eh... ¿A qué viene esto?
-Nada. Me he parado a pensar en eso y no lo tengo claro. Ya sabes que todo esto es relativamente nuevo para mí.
-¿Quieres ponerle un nombre?
-Mmm, más o menos. No lo tengo muy claro y me gustaría salir de dudas.
-Yo diría que somos follamigos, ¿no?
-¿Follamigos?
-Sí, justo anoche dijiste que no somos pareja, ¿no? Además, yo no...
-No, lo he preguntado porque no sé muy bien qué es eso. Yo no he usado nunca ese término.
-Vamos a ver. Follamigos es cuando dos personas se gustan y bueno, pues quedan para follar.
-O sea, un ligue.
-No exactamente. Yo un ligue lo considero alguien de una sola noche. Si esas personas se siguen viendo y no sé, digamos que se interesan el uno por el otro, pero sin llegar a verse como una pareja, pues pasan a ser follamigos.
-Ah. Entonces somos amigos, ¿no?
-Bueno, yo te considero una amiga, ¿no? Hemos estado hablando algunas cosas fuera del sexo y tal. Y también hay mucho tonteo y folleteo, por eso lo de follamigos.
-Ah. Vale.

De nuevo nos quedamos en silencio, con Valentina algo pensativa, escribiendo en su móvil después. Yo seguí a lo mío y de nuevo ella habló.

-Gracias.
-¿Por?
-Por dejarme claro todo eso -dijo sonriendo.
-De nada, mujer.

Nos quedamos en silencio durante más rato con ella de nuevo pensativa. No sabía qué le pasaba por la cabeza, pero por sus gestos y cara podía intuir algo. Tenía pinta de no estar muy convencida de mi explicación de lo que yo creía que éramos. Me dio por pensar que tal vez aquello no era lo que esperaba de mí. ¿Quería que fuéramos pareja? ¿Era eso? Pues no. Yo no estaba para tener pareja. Aún tenía muy fresco aquello y no quería empezar algo que sabía que no iba a saber sobrellevar porque a la mínima cosa que ella y yo hiciéramos surgiría una comparación con mi anterior relación y esa sería una manera constante de tener a lo que un día fue mi pareja en mente todo el tiempo. Y no quería eso tampoco, quería despojarme de todo aquello, de todos esos recuerdos que aún conservaba, de todas esas sensaciones que provocaban en mí y esos sentimientos que no quería volver a experimentar.

Yo estaba muy a gusto así conforme estaba. Me lo pasaba bien con alguna que otra chica y a otra cosa, así no me complicaba la vida teniendo que estar pendiente de nadie, sin quebraderos de cabeza ni nada, aunque con alguna que otra sí que se me llegó a complicar la cosa, pero no era lo que yo buscaba. A lo mejor Valentina esperaba que surgiera algo entre nosotros, por eso quería volver a verse conmigo en realidad. ¿Pero le di algún motivo para que pensara así en realidad? No lo creía.

Pensaba que no había hecho nada en especial que despertara esos pensamientos en ella, a diferencia de lo que hice para dar origen a mi anterior emparejamiento. No quería cometer el error de encariñarme más de la cuenta o preocuparme más de lo necesario para despertar algo así en otra chica. Y pensaba que no había hecho nada así con Valentina. Me puse a pensar si había podido dar lugar a que pensara aquello al haber hecho algo fuera de lo común, pero no veía nada al respecto. ¿Quizá el haber ido teniendo esos juegos con ella le había servido para sentirse viva por fin y sentir por ello algo más? No lo sabía, pero algo así me podía oler.

Me quedé absorto mirando un punto mientras pensaba todo eso, devolviendo mi vista a Valentina, viendo que ya había dejado de hablar con esa persona, porque ya estaba concentrada en su tablet, tecleando con mucha soltura. Unos minutos después fue al baño y vi que había dejado su móvil al lado de la tablet. La tentación de cogerlo para ver con quién hablaba era muy grande, pero realmente no me importaba tanto que se estuviera viendo con alguien más y hacer eso, aparte de estar feo, me parecía algo enfermizo, como si fuera una persona supercelosa, cuando en realidad no lo era. Estuvimos cada uno a lo nuestro un rato más sin ninguna interrupción hasta que yo acabé y dejé todos los papeles apartados, estirándome y dejándome caer sobre la mesa. Podía oír como ella tecleaba por el silencio que había hasta que de repente dejé de oírla.

-¿Estás bien?
-¿Eh? -pregunté levantando mi cara de la mesa.
-Te noto cansado.
-Bueno, un poco solo.
-¿Cuánto has dormido hoy?
-Pfff... No sé. ¿4 horas?
-¿Solo?
-Sí.
-Me preocupas. Eso no es bueno. Luego no rindes bien durante el día.
-¿Tienes alguna queja conmigo? -dije riéndome.
-Nooooo, jajajaja. No es eso. Pero me preocupa. La falta de sueño no es algo bueno. ¿Quieres que te acompañe al médico?
-No hace falta -dije riéndome de nuevo-. Ya he ido.
-¿Sí?
-Sí. Esto me pasa desde hace unos meses ya.
-¿En serio? ¿Y por qué es?
-Mmm... Estrés.
-¿Estás muy estresado por el trabajo?
-Bueno, realmente no. Simplemente es por un cúmulo de cosas que me provocaba estrés.
-Ah... ¿Y qué te han dicho?
-Que reduzca esas situaciones de estrés lo máximo que pueda y poco más. Me mandaron unos somníferos para poder dormir mejor.
-¿Y no te los tomas?
-Es muy raro que los tome. Muy de vez en cuando, cuando ya no puedo más.
-¿Por qué no los tomas más?
-Porque no me sientan muy bien. Me dejan muy grogui y a veces me cuesta despertarme y me levanto muy atontado y hasta mareado.
-Ay... Bueno, ten cuidado.
-Oye, se acerca la hora de comer. ¿Quieres comer por ahí? Yo invito.
-Eh... No. ¿Por qué no hacemos algo nosotros aquí o pedimos algo?
-No soy muy bueno en la cocina.
-Pero yo sí. Ya verás.
-Vale.

Nos fuimos a la cocina y Valentina se puso a mirar lo que tenía por la nevera y cogió unas cuantas cosas. En un abrir y cerrar de ojos ya estaba con un delantal, preguntándome dónde estaba cada cosa que necesitaba para ir preparando la comida. Era un espectáculo verla. Como todo lo que hacía, se puso a cocinar de manera muy sexy y en poco tiempo sacó un plato de comida espectacular. No iba de farol, sabía cocinar, y muy bien. Yo trataba de que no se me notara, pero es que era muy difícil no quedarte embobado con una mujer como ella. Era elegancia y sensualidad pura.

-Entonces, ¿tienes muchas follamigas? -preguntó con tono divertido.

Miré a Valentina descolocado de nuevo por su ocurrencia que no esperaba, pero como no tenía que darle ninguna explicación de nada al respecto si me veía con alguien más que con ella y al ver su interés en el tema, le contesté.

-Ahora mismo diría que tú eres la única. Aunque eso no quita que me vea con alguna de vez en cuando. Yo es que considero follamiga a una chica con la que me suelo ver con regularidad para eso. Si echo a lo mejor uno o dos polvos al mes con esa chica, casi que no la cuento como tal.
-Am. ¿Y has tenido más?
-Durante toda mi vida he tenido varias follamigas. En el instituto no, solo un ligue. Al entrar a la universidad fue cuando empecé a verme con más chicas y alguna que otra follamiga tuve.
-Ah. No perdías el tiempo por lo que veo, jejeje.
-Bueno, en ese aspecto no. La verdad es que era bastante tímido antes, pero me empecé a relacionar con gente y pues perdí la vergüenza.
-Un poco sinvergüenza eres, jeje. Pero no te lo tomes a mal.
-No, tranquila. Jajaja.
-Yo en ese aspecto he estado bastante perdida hasta ahora. Demasiado centrada en mis estudios y mi trabajo.
-Bueno, nunca es tarde para esto.
-¿Sabes? Pienso que me he perdido demasiadas cosas en mi vida.
-Y ahora quieres cambiar eso.
-Exactamente. Quiero cambiarlo porque, ¿de qué me sirve haber conseguido todo lo que me he propuesto y llegar hasta dónde estoy si no soy capaz de desconectar cuando tengo que hacerlo y disfrutar de la vida? En cierto modo creo que me he obsesionado demasiado con todo esto y ahora me siento un poco... Desperdiciada por decirlo de algún modo. Recuerdo estar en la universidad estudiando sin parar porque me proponía ser la mejor siempre y todo el tiempo rechazaba a mis amigas cuando me decían de salir o de apuntarme a algún plan, ya fuera una escapada unos días a algún sitio, ir a algún concierto o algo así. Y ahora... Echo de menos todo eso. No quiero decir que de saber que ahora estaría así me hubiera apuntado a todo lo que me decían, pero sí a varias cosas, porque noto que no he aprovechado buenas ocasiones y ahora me arrepiento.
-Bueno, puede ser que sea como dices, pero tal vez si hubieras salido más, no hubieras llegado a dónde llegaste. Y ahora puedes recuperar todo ese tiempo y divertirte más.
-Sí. Eso he pensado. Creo que voy a arreglar todo para tener más tiempo libre. Esta mañana ha sido la primera vez que he tenido tiempo libre en muuuuuuucho tiempo.
-¿Y has decidido pasarlo aquí conmigo pudiendo hacer lo que quisieras?
-Mmm, sí. ¿Por qué no? Tampoco es que tuviera una opción mejor.
-¿En serio?
-Sí. Toda mi familia está en otros lugares. Yo me vine a vivir y a montar mi empresa aquí, bastante lejos de mi familia. No tengo casi amigas ni amigos, solo Daniela, que está trabajando y no quería molestarla y tú, que bueno, también estabas trabajando, pero no es lo mismo, estabas aquí tranquilo. Y a mis chicas las tengo muy vistas y si me voy con alguna sería como no desconectar del trabajo, y para una vez que puedo, además de que ellas sí que están trabajando...
-Vaya, pues gracias por tenerme tan en cuenta para pasar tu tiempo libre.
-Bueno, tampoco es que tuviera grandes opciones...
-Podrías haber ido a cualquier sitio y haber hecho cualquier cosa.
-Bah... No es para tanto.
-¿Y de novios cómo has ido?
-Eh... Pues yo...
-No contestes si no quieres, no pasa nada.
-No, no pasa nada. Verás, al entrar a la universidad conocí a un chico con el que compartía varias clases. Desde primera hora me fijé en él.
-¿Y él? ¿Se fijó en ti?
-No de primeras.
-Me cuesta muchísimo creerlo. Debías de ser la chica más guapa de toda tu universidad.
-Bueno, no sabría decirte... Jejeje.
-¿Tienes alguna foto?
-Sí, pero no se ve muy bien porque es una foto echada a un portarretratos. Me da un poco de vergüenza porque salgo muy diferente por el pelo.
-A ver.

Valentina me dio su móvil, ensañándome la foto. Salía tremendamente guapa. Era verdad que de la veía diferente, hasta algo rara, pero era normal porque yo la conocí con otro peinado, diferente al que llevaba en aquella foto. Se la veía con una larga melena, lisa con la raya al medio. Muy sonriente, pues se trataba de una foto de su graduación. Por todo lo demás, pues estaba espectacular, con el cuerpo de una chica de veintipocos, tremendamente atractiva.

-Joder, estás para comerte.
-Jejejeje.
-Buena herencia te han dejado tus padres.
-Me hicieron con mucho amor.
-Ya veo.

Valentina se quedó unos segundos mirando la foto, con un gesto que transmitía bastante ternura.

-¿Y qué pasó con aquel chico?
-¿Eh? Pues resulta que a lo largo del primer año fuimos hablando, para compartir apuntes y comer juntos en el comedor de la universidad y pues ya acabando primero nos hicimos novios.
-¿Sí?
-Sí. Era muy buen chico, el mejor de la clase. Ahí empezó mi obsesión con ser la mejor. Quería estar a su altura. Muchas veces estudiábamos juntos y varias veces él sacaba la misma nota que yo con menos esfuerzo. Era algo que me repateaba.
-Jajajaja. Me lo creo de ti.
-Nos ayudábamos mucho el uno al otro. Y así fue durante toda la carrera.
-¿Y el sexo con él como era?
-No te voy a contar eso... -dijo riéndose mientras se ponía roja.
-Uy... Cuando se dice eso es que la cosa no iba muy bien. O la tenía pequeña, o no era muy bueno.
-Pues no, listo -dijo con tono burlesco-. Era bastante bueno. Y de tamaño iba bastante bien también. Bastante parecido a ti en ese aspecto.
-Ah... Pues muy bien. ¿Y los veranos salías a divertirte más?
-Pues lo normal, aunque tampoco mucho, porque tenía que ayudar a mi madre en su tienda.
-¿Y tu chico?
-Era de fuera. No nos veíamos mucho. Se escapaba algunos días para venir a mi ciudad y quedarse en un hostal y yo cuando podía pues iba corriendo con él. Ya sabes... Mis padres eran muy protectores y no querían verme con un chico.
-Ya, ya me lo has dicho.
-Pues así me tiré toda la carrera. Durante el curso me veía mucho con él, durmiendo en su piso muchas veces y en verano bastante poco.
-¿Y estuvisteis muchos años?
-Eh... Unos pocos.
-¿Puedo saber por qué rompisteis?
-Bueno... Él tuvo una oferta de trabajo fuera del país y la aceptó. Yo no me podía ir así como así tan rápido y decidimos terminar nuestra relación.
-Vaya... Lo siento.
-Sí, bueno... ¿Y tú? ¿Cuántas novias has tenido?
-Yo no he sido nunca de tener novias.
-¿No? ¿Entonces no has tenido ninguna?
-Sí, he tenido una.
-¿Y qué tal?
-Pues... -dije suspirando, con tono incómodo.
-Ya está. No pasa nada. No quieres hablar de ello y lo respeto. Si es que no aprendo. Van ya tres veces que pasa esto...
-No pasa nada, no te preocupes. Pero prefiero no hablar de ello.
-Claro que no pasa nada. No es como si estuvieras en deuda conmigo por haberte contado yo cosas mías... -dijo de manera nerviosa.
-Valentina, tranquila. Está bien.
-Perdona, es que me pongo muy nerviosa cuando hago sentir mal a la gente.
-Pues ya está, vamos a cambiar de tema. Así te tranquilizas.

Estuvimos hablando un rato más de otras cosas, sin tocar temas tan personales mientras terminábamos de comer y recogíamos. Después nos sentamos a hablar otro poco, conociéndonos mejor, contándonos aficiones, gustos y demás hasta que se iba a acercando la hora de irme a trabajar, dándose ella cuenta.
 
Capítulo 504

-Entras a las 4 imagino, ¿no?
-Así es.
-Pues me voy yendo para que te prepares y esas cosas.
-Vale. Nos vemos en la cafetería, ¿no?
-Sí, como siempre.
-¿Quieres que te acerque?
-No -dijo levantándose y yendo hacia la puerta-. Lo siento, pero no quiero que me vean llegar a casa con nadie. Cojo un taxi.
-Vale, como quieras.
-No te enfades, ¿vale?
-No, no. No me molesta. Si yo era por hacerte el favor y que no gastaras dinero tontamente, pero como quieras.
-Vale. Pues esta tarde nos vemos.

Valentina se puso su chaqueta, echándose luego su bolso, mirándose al espejo para retocarse antes de salir.

-Estás preciosa.
-Gracias -dijo sonriendo mientras me miraba a través del espejo.

Después se dio la vuelta y vino hacia a mí para darme un buen beso con lengua mientras pasaba sus brazos por detrás de mi cuello. Como era costumbre, yo puse mis manos en su culo para apretárselo y estrujarlo. Ella reía siempre que hacía eso. La cosa se empezaba a animar demasiado, empezando a ponérseme dura. El beso cogía intensidad y entonces pasé a besarle el cuello.

-Javi, para que es ya muy tarde y no vas a llegar a tiempo al trabajo.
-Sí, mejor, porque como siga no voy a poder parar.
-¿Ahora si tienes ganas? Jajajaja.
-Ya no estás castigada -dije dándole otro pequeño beso.
-Bueno, pues otro día, ¿vale? Que no quiero que te echen la bronca por mi culpa -dijo para lamerme los labios como ella sabía que me gustaba.
-Joder... Cómo me pones cuando me haces esto...
-Me encanta hacértelo, pero con tu barba a veces es incómodo.
-La barba no se toca.
-Bueno, eso ya se verá.
-¿Sí?
-Sí -dijo desafiante, con tono divertido.
-Anda, tira antes de que te castigue otra vez o te coma viva.
-Jajajaja, vale, me voy. Que tengas un buen día. Luego nos vemos.
-Venga.

Me dio un pico y se fue. Después yo me preparé para ir a la academia. Llevando bastante bien la primera hora, ya que nos dedicamos a corregir las redacciones que estuve corrigiendo por la mañana, ya que el curso estaba acabando y había que ponerle más énfasis para que les fuera bien en los finales. La hora se me pasó bastante rápida, por lo que en nada me planté en la cafetería. Una vez entré, me encontré lo de siempre: Valentina y sus compañeras en la mesa más grande del lugar, con ella a la cabeza dando instrucciones. Ni siquiera paró al verme entrar, aunque sí que esbozó una pequeña sonrisa. Daniela por el otro lado, sí que se acercó rápidamente a tomarme nota de lo que quería, sirviéndolo enseguida mientras yo miraba el móvil y veía que tenía mensajes en el grupo de amigos para jugar a aquel juego de cartas que tanto me gusta.

Al ser viernes por la tarde-noche, todos estaban disponibles, pero no había sitio en la tienda en la que solíamos jugar, por lo que yo ofrecí mi casa como lugar de encuentro para reunirnos, teniendo la gran mesa del salón, donde seguro que nos apañaríamos todos los que conformábamos el grupo. Así que ya tenía plan para aquella noche y me apetecía bastante para descansar de tanto folleteo, que era algo que me encantaba, pero que tampoco quería aborrecer, aunque las dos chicas que había en nuestro grupo me llamaban la atención, incluso la novia de alguno que venía de vez en cuando para luego irse con él una vez acabábamos.

-¿Cómo va la cosa? -preguntó Daniela sentándose conmigo en la mesa en la que estaba.
-Muy bien.
-Me alegro.
-No tienes mucho lío hoy, ¿no?
-No. Hoy está esto más tranquilito.
-¿Te quedas un rato aquí conmigo?
-Claro. ¿De qué quieres hablar?
-No sé. Cuéntame cómo te va.

Daniela se puso a comentarme cómo le iba en su vida, con su familia, en el trabajo y en general. Mientras ella me hablaba y yo le prestaba atención, podía ver cómo Valentina nos echaba alguna mirada, aunque apartaba rápidamente sus ojos de nosotros. Seguimos hablando durante un buen rato, aunque más ella que yo, contándome varias cosas de su vida, como alguna relación que tuvo con algún chico que finalmente salió mal, cómo tuvo que dejar las clases en bachillerato para encontrar trabajo y ayudar en casa...

Mientras ella hablaba, yo soltaba alguna risa que no venía a cuento, pero no cuando me contaba algo serio, sino cuando me contaba algo más banal. Ella me miraba medio extrañada, por lo que tuve que explicarle el motivo. Lo que pasaba era que Valentina cada vez nos miraba más y por lo que podía ver estaba algo celosa porque siempre que levantaba su vista hacia nosotros, como que se ponía algo seria o hacía algún gesto de nerviosismo. Daniela se puso seria y se levantó rápidamente de la mesa para irse, pero le dije que esperara, que no pasaba nada y que por qué hacía eso.

-Mira Javi, Valentina me cae muy bien y ya la considero una amiga prácticamente, no quiero hacer nada que le pueda molestar.
-Pero no pasa nada, ¿no? Quiero decir... Ella sabe que no somos pareja. Hemos quedado en que somos follamigos. No debería molestarle mucho.
-Ya, pero es mi amiga y yo respeto y quiero a mis amigas. Y si esto le puede ocasionar molestia, pues prefiero ahorrarle ver esto.
-Entonces, ¿no vamos a hablar más?
-Sí, Javi. Pero no tan de esta manera. Al menos no delante de ella.
-Como quieras -dije poniendo cara de preocupación.
-No pongas esa cara. Todo va a seguir igual entre tú y yo.
-No es por eso. Lo sé de sobra. Me preocupa que Valentina llegué a pensar que...
-Esta mañana tenía poco lío y he estado hablando con ella.
-Ah, eras tú con quién hablaba...
-Sí, ¿por?
-Porque ha estado toda la mañana en mi casa y he visto como hablaba con alguien.
-Ah, vale. ¿Pero toda la mañana...?
-No, mujer. Anoche estuvimos jugando un poco y ha pasado la noche en mi casa, pero no hemos hecho gran cosa.
-Ah... A eso se refería...
-¿Te ha hablado de algo? -dije sorprendido.
-Bueno, un poco.
-Cuenta, cuenta.
-No sé si debería... Es algo íntimo y está feo.
-Venga Daniela, que es importante.
-¿Importante?
-Claro. Hay que dejar las cosas claras y necesito que me digas qué te ha dicho para saber por dónde tengo que tirar para no joder la cosa.
-No sé, Javi...

Daniela se levantó para irse y seguir trabajando, aunque no había mucha gente y se podría haber quedado hablando conmigo. Ya no me parecía tan buena idea todo aquello. Estaba mosqueado por lo de que Valentina me preguntara por la mañana qué éramos y ahora con unos aparentes celos por verme hablando con Daniela. No lo entendía, si sabía de sobra que me veía con ella para ir a la cama y demás. ¿Por qué se ponía así ahora al verme hablar con ella simplemente?

Mi mosqueo era también en parte con Daniela por no querer decirme nada. Sabía que era buena chica y buena amiga, y a pesar de estar hablando con Valentina de manera más cercana desde hacía unos días, ella ya la consideraba como una amiga y le brindaba esa protección propia de las amistades. No me molestaba que fuera buena amiga, me molestaba que no me lo contara para ayudarme a saber cómo plantear el siguiente movimiento con Valentina. Al final estaba con más mosqueo de la cuenta, por lo que me bebí el café rápidamente y me acerqué a la barra para pagar, sin ni siquiera mirar a Valentina de camino.

-Daniela, ¿en serio no me vas a ayudar?
-Javi... -dijo mirándome algo seria- Me encantaría. Pero para ayudarte tengo que contarte algo comprometido de una amiga, así que lo siento, pero no.
-¿Yo no soy tu amigo?
-Claro que lo eres. Y te quiero ayudar, pero no si tengo que hacer algo que no me gusta. Lo siento.
-No parecía importarte mucho cómo ella se sintiera cuando te propuse todo esto... -dije bajito, apoyando mis manos en el mostrador y acercándome a ella.
-Eso era porque aún no era mi amiga. Ahora sí lo es.

Nos quedamos mirándonos un par de segundos en silencio. Esa breve conversación había sido la más intensa que habíamos tenido y yo no estaba en condiciones de seguirla porque estaba cabreado y no quería hablarle de malas maneras a Daniela, más que nada porque era una chica muy buena y no se lo merecía. Así que me di la vuelta y me fui, saliendo de la cafetería pese a que me quedaba aún más de media hora libre. Opté para dar un paseo para bajar el mosqueo, tratando de no pensar en el tema, hasta que al rato no podía quitármelo de la cabeza, por lo que volví a la academia para ir preparando material, así me aseguraba de no tener nada que hacer en casa a la vez que me distraía para no pensar en el tema.

El resto de la tarde fue de manera normal, con las clases hasta que salí a las 9, aunque no tan animado como solía estar, ya que las clases me servía mucho para desconectar de mis problemas y me ayudaban mucho a distraerme, pero esa tarde no fue así del todo.

Cuando salí regresé a casa sin mirar el móvil, encontrándome en la puerta de mi casa a todo el grupo. No me esperaba encontrármelos ahí justo al llegar del trabajo y fue algo agradable, porque nada más entrar a casa nos pusimos a jugar mientras hablábamos y demás, después de ponerme cómodo. Resultaba que al día siguiente había un torneo en la tienda a la que solíamos ir y no me había enterado. Me venía perfecto para echar el día y desconectar de todo, por lo que fui a contactar con el dueño de la tienda para apuntarme, pero ya lo habían hecho mis amigos por mí.

Estuvimos practicando para el día siguiente, jugando todos contra todos mientras hablábamos y comentábamos cosas para mejorar y nos aconsejábamos entre todos. Un rato después pedimos la cena, siendo yo invitado por los demás por haber puesto la casa para poder jugar. Cuando llamaron a la puerta fui a abrir creyendo que era el repartidor, pero me encontré a Valentina, quien iba vestida con un vestido corto, pero de vuelo, de color blanco. Lo más destacable era que iba con unas zapatillas planas, finas, de tela que le daba un aire muy juvenil. Después de mirarme, con un gesto normal, ninguna sonrisa ni nada, entró sin decir nada.

-Eh, Valentina. Espera -dije cogiéndola de la mano para pararla, ya que iba hacia el salón.
-Javi, hoy he tenido un día un poco feo, no estoy para juegos.
-Ya, bueno, pero es que no estoy solo.
-Ah... ¿Estás con Daniela?
-No. Estoy con unos amigos.
-Ah... Vaya.
-Lo siento, pero...
-Ay... Qué tonto eres.
-¿Cómo? ¿Por qué?
-Porque te he dicho que he tenido un día feo y ni siquiera me preguntas. ¿No somos follamigos? Pues lo primero sí, pero amigos... Aunque bueno, de lo otro tampoco hay mucho por lo que pasó ayer...

Estaba molesta, saltaba a la vista. Y tenía razón. Ella siempre se preocupaba por mí, por si estaba bien. Hasta me decía siempre que tuviera un buen día. Yo, sin embargo, no era tan así con ella y la verdad era que me caía muy bien, pero yo tenía en mente el no preocuparme tanto de la gente, tener un trato algo distante para no dar lugar a mayores. Pero ella no se lo merecía. Pese a sus tocadas de huevos cuando me trataba como a un niño o directamente me lo decía porque no le gustaba algo de mí y por querer tener todo bajo control, no se merecía que no me preocupara por ella.

-Llevas razón. Perdona, soy tonto. Yo tampoco he tenido un buen día que digamos... ¿Qué tal estás? ¿Todo bien?

Valentina se me quedó mirando durante unos segundos con gesto serio, queriendo decirme algo, pero parecía dudar. Reaccionó rápidamente y siguió:

-¿Qué te ha pasado?
-¿Eh? Nada. Cosas del trabajo. Ando un poco mosqueado, pero no es nada. ¿Y tú?
-Eh... Pues lo mismo.
-Pues no sé. Si quieres podemos hablarlo, pero hoy no puede ser. He quedado con unos amigos y vamos a acabar bastante tarde.
-Bueno...
-Mañana vas a casa de Daniela, ¿no?
-Sí.
-Vale, pues habla con ella y luego hablamos nosotros si te apetece o lo necesitas.
-Eso haré -dijo con tono serio.
-Venga, va. No te pongas así. ¿Tan grave es?
-No, en realidad no.
-Pero...
-Pero me apetecía... Ya sabes...
-Valentina, tranquila. Llevamos varios días viéndonos.
-¿Estás agobiado o algo?
-Bueno, tal vez...

Valentina se quedó en silencio, pasando a poner una pequeña sonrisa en su boca. Después se acercó para ponerse muy cerca de mí, abrazándome con sus brazos, pasándolos por mi cuello, poniéndose de puntillas por no llevar tacones.

-Es que me lo paso muy bien contigo y hacía mucho que no tenía a alguien con quien pasármelo así de bien. Por eso te busco tanto -dijo lamiendo mis labios.
-¿Cuánto hace?
-Uff... Ni te lo imaginas -dijo para empezar a lamer mis labios como antes.
-Le estás cogiendo el gustillo a hacer esto...
-Y a ti que te encanta. Mira cómo se pone mi amiguita...

Ya no pude aguantar más y le empecé a besar con muchas ganas. El mosqueo se me pasó bastante, permitiéndome disfrutar de sus labios y su lengua mientras le agarraba con fuerza del culo, lo que hizo que mi erección se acentuara más de lo que ya lo estaba como ella misma dijo, porque ese gesto era mi punto débil con ella y lo sabía. Era increíble como algo tan simple como eso me pudiera encender tanto, pero así era, porque notaba un calor por todo el cuerpo y mi erección siempre se disparaba cuando lo hacía.
 
Capítulo 505

Nos estuvimos comiendo con ansia la boca durante unos segundos, aunque más por mi parte que por la suya. Giré su cuerpo, apoyándola en la puerta, pasando a su cuello mientras ella me acariciaba la cabeza, pero entonces se estremeció, dando un respingo como si se hubiera asustado. Me retiré de ella y vi que Valentina estaba mirando hacia la puerta que daba al salón. Giré mi cabeza y me encontré a Amaya, quien estaba algo cortada y sorprendía. Nos miraba a los dos, quedando los tres en silencio, como paralizados. Después de mirarnos a los ojos a cada uno, bajó la vista a mi bragueta, levantando las cejas al ver mi erección muy marcada. Inmediatamente se dio la vuelta y regresó al salón. Valentina y yo nos miramos, yo estaba normal, algo cortado, aunque sin estar nervioso. Sin embargo, ella sí que estaba visiblemente alterada, nerviosa. Sabía lo que iba a pasar y me antepuse a la situación.

-Valentina, tranquila. Es una amiga, no te preocupes, hablo con ella para que no diga absolutamente nada de esto.
-Javi... -dijo casi temblando.
-No te preocupes, de verdad.
-Es mi culpa. Me has dicho que tenías compañía y me tendría que haber ido en el acto.
-Tranquila, de verdad. Sé que estás nerviosa, pero te aseguro que no va a pasar nada.
-Bueno, me voy ya.
-Vale, luego hablamos.
-Pásalo bien.
-Gracias.

Valentina se dio la vuelta, abriendo la puerta para salir, pero la paré.

-Oye, de verdad, no te preocupes.
-Vale, confío en ti.
-Estás preciosa.

Valentina sonrió, mirándome los labios para darme un pico.

-Luego hablamos más tranquilamente.
-Vale -dijo sonriendo.

Parecía que la hacía convencido, pero aun así se fue bastante nerviosa. Volví al salón con los demás, estirando mi camiseta antes para tapar mi erección, cruzando el salón para ir al baño y echarme algo de agua fría para tranquilizarme. Mientras estaba ahí pensé que tenía que hablar con Amaya para que no se fuera de la lengua con nadie, pero tenía que hacerlo a solas. Cuando volví al salón a los pocos minutos, me encontré con que la cena ya estaba ahí. Ellos habían abierto y la habían dejado sobre la mesa después de recoger todo con lo que jugábamos. Hasta se tomaron la libertad de ir a por servilletas y cubiertos para cenar, pero era algo normal, ya que me llevaba bastante bien con ellos. Durante la cena estuvimos hablando algunas cosas, más de nuestras vidas que del juego en sí, porque ya tendríamos tiempo de seguir con eso.

Por obvias razones, yo miraba a Amaya más de la cuenta, pero ella no levantaba la vista apenas de su comida, cruzándose nuestras miradas solo una vez, retirándola ella enseguida. La notaba cortada y algo callada, por lo que decidí dejarlo estar para ver si más tarde podía hablar con ella a solas o algo. Lamentablemente no pudo ser así porque no tuve ocasión de hablar con ella en toda la noche y no quería decirle que me acompañara a solas para hablarlo por si a los demás les daba por pensar cosas que no eran, y también porque sospechaba que a uno de ellos le hacía tilín esta chica y no quería joder la cosa con el grupo.

Así que finalmente, sobre la 1 de la noche se fueron todos de casa a la vez, ya que el torneo del día siguiente era sobre las 10 y necesitaríamos descansar porque esa clase de torneos duraban bastante, siendo lo normal acabar sobre las 7 u 8 de la tarde, haciendo nuestra parada para comer.

Echamos un muy buen rato, jugando bastante y entrenando en cierto modo para el día siguiente. A los 5 minutos de haberse ido todos llamaron a la puerta mientras terminaba de recoger. Me quedé quieto, pensando en quién podía ser a esas horas y lo que se me vino a la mente fue que era Valentina. La veía capaz de haber estado esperando y haciendo hora a que todos se fueran para estar un rato conmigo. Se la veía con ganas de tema cuando vino más temprano, aunque tenía cara de estar algo mosqueada. ¿Tantas ganas tenía de estar conmigo para quedarse tanto tiempo esperando para que los demás se fueran? No lo sabía, pero se lo iba a preguntar en cuanto abriera. Sin embargo, no fue Valentina quien estaba llamando, sino Amaya, quien me pidió pasar, diciendo que se había olvidado algo.

Y efectivamente algo suyo había en una de las sillas en las que los sentamos, así que lo cogió y lo guardó, aunque se sentó en una de las sillas para preguntarme algo acerca de alguna estrategia que tenía pensada para el día siguiente y que no tenía del todo clara, por lo que me pidió opinión aprovechando que yo tenía más experiencia al llevar unos 10 años jugando a aquel juego. Y sí que tenía conocimiento de reglas de manera más profunda y veía situaciones y líneas en el juego que me hacían sacar resoluciones con cierta facilidad, aunque tampoco me consideraba un erudito, ya que había temporadas en las que apenas me interesaba por el juego y no miraba nada, como hacía un año atrás, pese a que a Mario también le gustaba, ya que fue con él en el instituto cuando empecé a jugar. Después de estar unos minutos hablando de eso, aproveché para comentarle lo de Valentina. Me había venido de perlas que hubiera regresado y tenía que aprovechar.

-Amaya, lo que has visto antes...
-Ah. No te preocupes. Es que creía que necesitabas ayuda con la comida y por eso he ido, pero he visto que no era el repartidor y me he quedado cortada, jajajaja.
-Ya. Sobre eso... Te pido discreción.
-¿Por? ¿Te da vergüenza salir con una mujer que te saca unos cuantos años?
-¿Qué? No, no, jajajaja. ¿Cómo me va a dar vergüenza estar con una mujer así? Pero no es por eso. Además, no estamos saliendo. Solo nos vemos de vez en cuando. Lo que pasa es que ella es un poco...
-Un poco, ¿qué?
-Pues que quiere llevar esto con discreción.
-Pues no lo entiendo.
-¿Por qué?
-Porque eres bastante mono. No sé entiendo como no quiere presumir de estar con alguien como tú.
-Eh... Gracias. Pero la cosa no va por ahí. Es por su trabajo. No quiere que haya cotilleos ni que se dé lugar a ellos.
-Ah, vale. Pues hacéis buena pareja.
-No, no. Yo paso de parejas. Follamigos como mucho.
-Entiendo.
-¿Tú tienes?
-¿Yo? Pfff... Llevo sin echar un polvo lo más grande.
-Joder, pues tú también eres mona. Si no lo echas, es porque no quieres. Sobre todo, con éste... -dije refiriéndonos al amigo del grupo que teníamos en común, aquel al que parecía gustarle.
-Bueno... Es muy parado. Quiero que sea él el que me hable. Aunque yo tampoco quiero echarme pareja.
-Pues no lo entiendo. Es obvio que le gustas y eres muy apañada.
-Ya...
-Te lo digo en serio.
-¿Te gustaría echar un polvo conmigo? -dijo de sopetón, dejándome algo descolocado.
-Mmm, bueno. ¿Por qué no?
-Ya, pero con tu amiguita, pues como que no tendrás ganas.
-¿Por qué dices eso?
-Porque la diferencia entre ella y yo es muy grande. Puede que yo sea mona y tal, pero poco tengo que hacer contra ella.
-Cómo sois las mujeres... No paráis de compararos con otras.
-Bueno, mejor me voy.
-¿No quieres echar un polvo entonces? -dije dejándome llevar.

Amaya se me quedó mirando fijamente, sería, estando ya de pie. Como no decía nada, seguí hablando yo.

-Te reconozco que me has dejado un poco descolocado con esa proposición, pero te veo mona. Y me pareces interesante.

Amaya se acercó a mí y me empezó a comer la boca con ansia. Yo le correspondí porque lo que decía iba en serio. La chica estaba bien y era mona. No llegaba a 1,50m, era de piel mulata, bastante parecía a Irene en ese aspecto, pero solo era eso, junto a su pelo, ya que era morena. Sin embargo, Amaya siempre lo llevaba recogido en un peinado bastante bonito el cual consistía en recoger su pelo en algunas trenzas e ir recogiendo el resto con ellas, quedando solo su flequillo suelto, el cuál casi le llegaba a las cejas. De cara era mona, grandes ojos negros muy vivos y oscuros, nariz pequeña y labios pequeños, pero carnosos. Todo eso es lo que contenía su cara casi redondita, porque Amaya tenía un cuerpo bonito y con carne, sin llegar siquiera a estar rellenita, pero con unas curvas muy apetecibles.

Era visible que tenía buen cuerpo, aunque la parte de abajo era más difícil de descifrar debido a su vestimenta, ya que Amaya siempre iba con un vestido con una falda que llegaba hasta sus rodillas y eran de vuelo, bastante ancha. La parte de arriba sí que era adivinable, ya que normalmente iba con una especie de camisas muy bonitas, dándole todo el conjunto un toque gótico, pero no tan convencional, era algo más sutil y de colores no tan oscuros, entre los que abundaban las prendas de color blanco en su repertorio.

De lo que sí estaba seguro era de que sus tetas me iban a gustar, porque tenían un tamaño normal, sin llegar a ser grandes ni pequeñas, pero por su forma redondita, estaba seguro de que me lanzaría a comérselas nada más verlas desnudas si se daba el caso. Después de estar unos segundos comiéndonos la boca, decidí ir más allá porque me excitó bastante tanto la conversación como el beso, además de que ya venía calentito con lo de Valentina hacía pocas horas.

La agarré y la puse sobre mí con una pierna a cada lado, lanzando ella un sonidito de sorpresa que también transmitía que le había gustado, medio riéndose mientras nuestras lenguas se entrelazaban. Puse mis manos sobre su culo, dándome cuenta de que realmente era más grande de lo que imaginaba al no tener claro del todo como era por sus vestimentas usuales. El beso cogía casa vez más intensidad, poniendo ella sus manos en mi cuello para agarrarme y no me dejaba escapar mientras yo le seguía estrujando el culo con mis manos y ella emitía sonidos agradables. Fue ella la que rompió el beso al separar sus labios de los míos, para mirarme fijamente durante un par de segundos, levantándose, dejando libre de presión a mi erección, ya que me la apretaba con su cuerpo. La miró y me cogió de la mano para salir del salón en dirección al pasillo, preguntándome dónde estaba mi habitación.

Le indiqué y me sentó en la cama con cierta agresividad. Nunca la había visto así de encendida y fue algo que me gustó. Me desnudó casi arrancándome la ropa y se puso de rodillas para tirar de la última prenda que me quedaba puesta, liberando mi polla, la cual saltó como un resorte. Se quedó mirándola un segundo y la agarró con su pequeña mano con esos dedos algo rechonchos y uñas pintadas de negro, para llevar mi glande hasta sus labios, pasándolo por ahí, pudiendo notar su suavidad, dándome un pequeño escalofrío. Ni se quitó su ropa. Empezó a chupármela metiéndosela bastante en la boca. Le ponía tantas ganas como babas, haciéndolo de manera muy guarra, lo cual me gustaba bastante, haciéndoselo saber yo con mis gemidos de aprobación y algún que otro piropo en forma de susurro, los cuales hacían que se sonriera.

Siguió con la mamada durante un buen rato. En varias ocasiones se la intentaba meter entera en la boca, pero se metía un poco más de la mitad, sin poder meterla entera. Le ponía empeño, pero no lo lograba, incluso se le saltaban las lágrimas. Y cada vez que lo hacía, se la sacaba para coger aire y mirarme sonriendo, haciendo un gesto inocente, como queriendo transmitir que lo intentaba, pero no podía. No sé por qué, pero ese gesto me dio bastante ternura, por lo que alargaba mi mano para acariciarle la cara y darle un pequeño pellizco. Ella sonreía y volvía a la carga. Llegó un punto en el que notaba que me iba a correr, por lo que le empecé a decir que parara, que aún no quería correrme, pero ella no hacía ni caso. Seguía chupando incluso con más intensidad.

Finalmente me acabé corriendo en su boca pese a todos los avisos y todas las veces que le dije que parara, con incluso algún pequeño empujón sobre su hombro que ella repelía con una de sus manos. Le llené la boca de leche, levantando mis caderas como si diera pequeñas embestidas de los espasmos de placer que me daban. Una vez me corrí, ella agarró mi glande con sus labios firmemente, apretando mientras me pajeaba con fuerza, que no rapidez, para sacarme hasta la última gota hasta que le tuve que pedir que parara porque ya estaba muy sensible. Me eché hacia atrás, tumbándome en la cama con los brazos extendidos, respirando pesadamente. Cuando abrí los ojos, me encontré a Amaya sobre la cama, de rodillas, apoyando su culo en sus talones, con los mofletes hinchados. Parecía estar aguantando a que me recuperara y una vez lo hice, la miré bien, enseñándome como se tragaba mi corrida. Cuando se la tragó se tumbó a mi lado riendo.

-Perdona, pero es que soy un poco guarra, jajajaja.
-No digas eso, jajajaja.
-Bueno, es que lo soy un poco.
-A ver, mejor así. Así se disfruta más. Yo también soy un guarro.
-¿Sí?
-Claro -dije acercando su cara a la mía para darle un morreo, notando el sabor de mi corrida.
-Ah, pues un poco sí -dijo cuando me retiré de ella-. Jamás un chico con el que he estado ha hecho eso.
-¿Cuántos años tienes?
-27. Los cumplí en abril.
-Ah, es verdad. Lo celebraste con éstos y tal, ¿no?
-Sí. De hecho, tú también estabas invitado, pero al final no apareciste.
-Sí. Es verdad. Es que tenía un plan y no podía faltar.
-No pasa nada. ¿Y tú cuántos tienes?
-26. En noviembre cumplo 27.
-¿Me invitarás? -dijo riendo.
-Claro. Y más conociéndote de esta manera, jajajaja.
-Guay.
-Y ahora vas a ver lo guarro que soy, pero antes te voy a desnudar.
-Ah, ¿sí?
-Sí.

Entonces empecé a desnudar a Amaya, casi de la misma manera que ella lo hizo conmigo. Le quité el vestido por la cabeza, desabrochando antes la parte que era de camisa. No me esperaba que Amaya fuera tan abierta y divertida en ese aspecto. Siempre la había visto como una chica normal, muy agradable y simpática, bastante divertida para mantener una conversación con ella, pero para nada me la esperaba así para el sexo.

Tampoco me esperaba la cantidad de tatuajes que tenía por los brazos, teniéndolos casi cubiertos por completo, con algunas zonas libres. Me quedé un rato mirándolos, estando ya ella solo en ropa interior, con un conjunto negro normal, aunque muy sexy, con la parte de abajo siendo un culotte, que dejaba gran parte de sus generosas nalgas al aire, dándome cuenta de que tenía un muy buen culo y muslos, carnosos, como a mí me gustaban. Era algo que disimulaba bien debajo de esos vestidos.
 
Capítulo 506

La miraba relamiéndome, riendo ella divertida, esperando a que yo siguiera. Ella se encargó de quitarse las zapatillas con sus propios pies, enseñándomelos de paso, viendo que eran pequeños y finos, aunque muy bonitos, con las uñas también de negro, al igual que las de sus manos. Pasé una mano por detrás de su espalda para desabrocharle el sujetador, retirándolo inmediatamente, dejándome ver sus preciosas tetas, redonditas, con grandes areolas marrones y pezones gorditos. Me lancé a comérselas, riendo ella de manera traviesa, aunque rápidamente pasó a lanzar gemidos muy dulces mientras me acariciaba la cabeza. Después de estar unos minutos degustando esas deliciosas tetas, cambié de objetivo, dirigiéndome a sus bragas para quitárselas.

Al haberme dicho que llevaba mucho sin follar me esperaba que tuviera una buena mata de pelo, quizá algo arreglado como a mí me gustaba, por si acaso se presentaba una ocasión como la que estaba teniendo lugar conmigo, pero para mi sorpresa no tenía nada de pelo y de hecho su pubis era bastante suave. Me gustó mucho, aun así, aunque le miré a los ojos y ella no supo entender muy bien mi mirada, por lo que pasé un dedo por su pubis, comprobando esa suavidad que describía antes.

-¿No decías que llevas mucho sin...?
-Y así es, pero me gusta llevarlo así. No me gusta llevar pelo, me da asquete.
-Lástima... -dije dibujando un pequeño triángulo en su pubis.
-¿Te gusta a ti? -preguntó con la voz algo entrecortada mientras se estremecía.
-Sí. Me pone mucho.

Amaya suspiró excitada, relamiéndose. Yo ya no pude aguantar más porque vi como sus bragas estaban chorreando y ya me estaba llegando su olor a hembra, por lo que me zambullí en su coño. De tamaño normal, con sus labios ni finos ni muy gordos, oscuros, más que el color de su piel. Jugoso es la palabra que mejor lo definía. Ella lanzó un gritito al empezar yo a comérselo, pasando a suspirar y gimotear ligera y tímidamente. Le empecé a dar grandes lametones, de manera salvaje, cosa que le encantaba a juzgar por sus gemidos y manera de retorcerse. De los lametones tan grandes que le daba, a veces alcanzaba su ojete y ella se estremecía mucho cada vez que se lo acariciaba con mi lengua, por lo que pasé a concentrarme en esa zona un rato. Era un espectáculo ver como gemía y estremecía, y sobre todo, sus caras de placer en ese momento.

No tardó mucho en correrse cuando volví al coño, centrándome en el clítoris y pasando a lamerle entero cuando noté que estaba cerca. Me empapó la cara, dando antes unas fuertes sacudidas mientras aguantaba la respiración para dar un grito alto y agudo, pasando a lanzar largos gemidos muy sensuales. Se quedó de la misma manera que me quedé yo cuando me corrí mientras saboreaba su corrida, excitándome bastante. Nada más desnudarla se me puso dura, pero al comérselo se me puso más dura aún, llegando a dolerme por estar boca abajo mientras ella estaba entregada a mí con sus piernas abiertas, por lo que tuve que acomodármela varias veces. Se recuperó relativamente rápido, mirándome con una sonrisa, pasando a sonreír después. Nos quedamos callados y entonces me incorporé para coger un condón de la mesita, pero cuando lo tenía en la mano y estaba a punto de abrirlo ella me dijo:

-Javi, no puedo tener relaciones usando un condón.
-¿Por? -pregunté extrañado.
-Soy alérgica al látex.
-Ostia... Pues ya me dirás cómo lo hacemos. Tengo muchas ganas...
-Pues solo lo podemos hacer sin condón ahora mismo.
-Mmm, no sé.
-La cosa es que llevo tanto sin follar que dejé de tomar la píldora cuando se me acabaron.
-Uff, eso complica más la cosa.
-Joder. Tengo muchas ganas...
-Yo también.
-¿Me puedo fiar de ti?
-A ver, yo suelo follar con condón. Aunque alguna que otra vez ha sido sin nada últimamente.
-Y todo bien, ¿no?
-Yo me noto perfecto.
-Vale, entonces estás limpio, porque yo no te he visto nada tampoco cuando te la he comido.
-Ya, pero hacer la marcha atrás...
-¿Nunca lo has hecho a pelo de esa manera?
-Claro. Más de las que debería haberlo hecho.
-Yo confío en ti. Si tú no lo ves claro, lo dejamos.
-Venga, pero con cuidado, ¿eh?
-Sí, sí.
-Es que alguna cuando estamos ahí dale que te pego hace la pinza con las piernas y me atrapan.
-Jajajajaja, no. Tranquilo.

Estuvo mal hacerlo de esa manera, sí, pero el morbo estaba ahí y nuestras ganas eran muy altas, por lo que acabamos follando a pelo de esa manera. Era una de esas situaciones en las que empiezas con los toqueteos y las comidas y te cuesta la vida parar, tanto que no puedes. Empezamos haciendo un 69 para lubricarnos bien, sobre todo a ella. Lo estaba disfrutando bastante, pero Amaya se incorporó enseguida diciendo que no podía más. Se puso boca arriba con sus piernas abiertas, esperando que me pusiera sobre ella como terminé haciendo, quedándome unos segundos así, mirándola mientras me apoyaba en mis brazos, sin tocarnos. Ella me sonreía, expectante de que se la empezara a meter. Como siempre hago, agarré mi polla empapada aún por sus babas para acariciar su raja.

Ella se estremeció, jadeando, pasando a lanzar un pequeño gemido, encogiendo su cuerpo, haciéndola más mona aún. En ningún momento mientras la acariciaba me dijo que fuera con cuidado, por lo que le metí la cabeza sin decirle nada, jadeando ella. Como vi que no estaba incómoda, seguí metiéndola más hasta que se la metí por completo, inclinándome hacia delante, apoyándome en mis codos, quedándome cara a cara con ella. Amaya me abrazó, pasando sus manos por mi espalda. En todo momento estábamos en silencio. La verdad es que esperaba que Amaya estuviera más apretadita ahí abajo, pero no era así. Tenía un buen coño, no uno pequeñito, sin embargo, daba mucho placer aun así. Tan así era que inmediatamente se empezó a mover ella para empezar a rozarnos, sin llegar a necesitar tiempo para acostumbrarse.

-Esto me ha pasado muy pocas veces.
-¿El qué?
-Ir tan rápido. Normalmente las chicas necesitáis más tiempo para acostumbraros a mí.
-Mmm, ya. Es que yo tengo el coño un poco grande. Además, me mojo mucho y la lubricación siempre es muy buena.
-¿Estás muy mojadita ya?
-Claro... Me pones bastante. Y con lo que tienes aquí, más -dijo moviéndose con más rapidez.

Le sonreí y le empecé a besar mientras me empezaba a mover yo para follarla. Efectivamente estaba muy mojada, porque sonaban bastante nuestros sexos al rozarse a mayor velocidad, entrando y saliendo sin ningún problema. Ambos empezamos a gemir porque la follada se aceleró bastante al estar moviéndonos los dos hasta que ella paró y yo seguí, pero con más fuerza aún, pasando a apoyarme con mis brazos estirados para hacer un buen misionero.

Después de un rato follando así la puse a cuatro, poniendo mis manos en sus caderas para agarrarla bien y darle unas buenas embestidas a buen ritmo, pasando a aminorar el ritmo para no correrme, pero dando unas embestidas muy fuertes, acompañando ella cada una con un gemido cada vez más alto, pasando a gritar. Ella estaba cerca de correrse y yo también, por lo que tuve que parar porque no quería acabar tan rápido pese a haberme corrido hacía poco. Me tumbé boca arriba a su lado para recuperar un poco aire, quedando ella boca abajo, poniendo su cara de lado para mirarme sonriendo.

-¿Todo bien? -me preguntó susurrando.
-Sí, sí. Solo que no me quiero correr todavía. Suelo tener aguante, pero es por el condón. Sin él lo noto todo mucho más y tengo que parar para no terminar tan rápido. Además, el riesgo da un poco de morbo y eso acelera el orgasmo.
-Casi me corro yo otra vez.
-Ya, lo he notado.
-¿Qué quieres hacer ahora? -dijo apoyando su barbilla en mi pecho.
-Quiero que me montes. Muy fuerte. Me pone mucho que una chica me monte.
-Ah, ¿te gusta que ellas llevan las riendas?
-En realidad no. Me gusta llevarlas yo, pero me encanta que me follen así, ver sus tetas botar, sus caras, agarrarlas de los muslos, caderas y culo...
-Mmm, qué bien suena eso... -dijo incorporándose.
-Pero quiero una cosa más.
-¿El qué?
-Quiero que te sueltes el pelo, siempre te he visto así.
-Ah, jaja. Vale.

Amaya se puso de rodillas en la cama, sentándose sobre sus talones y empezó a deshacer su recogido poco a poco, llevándole unos minutos. No hubo problema con mi erección porque lo hacía de manera muy sensual, además de que me estaba pajeando ligeramente al verla, mirando también sus tetas y su coño, aunque su raja se perdía entre sus carnosos muslos por la postura en la que estaba sentada. Una vez acabó, pasó sus dedos por su pelo para ahuecarlo, pudiendo apreciar la abundante melena que tenía.

Era bastante bonita, negra y reluciente, bastante rizada. No sabía por qué siempre llevaba el pelo recogido, si así estaba preciosa, aunque con el pelo recogido también lo estaba, pero menos en mi opinión. Sacudió su cabeza para moverla y después se incorporó, pasando una pierna por encima de mí para sentarse sobre mis muslos, cogiéndome la polla y moviéndola.

Se acarició la raja como yo hice con ella mientras yo le decía lo preciosa que estaba con el pelo suelto y se la metió, empezando a moverse hacia arriba y abajo para follarme, haciéndolo cada vez más rápido, con sus tetas botando y ella apretando la cara, escapándose algún gemido. Después le indiqué como me gustaba a mí y así lo hizo, clavándosela lo más profundo que podía para empezar a moverse hacia delante y atrás rápidamente mientras yo ponía mis manos en sus muslos.

Cuando notábamos que nos íbamos a correr, ella paraba la follada, cambiando en una de estas de posturas, dándome la espalda, inclinándose para mover su culo hacia arriba y abajo, dándome una perfecta perspectiva de él. Le di un fuerte azote, lanzando ella un gritito seguido de una risa encantadora. Se lo acaricié y me mojé un dedo para ponérselo en el ojete, dando ella un respingo, riendo de la misma manera que con el azote.

Después de estar follando así un rato, se salió de mí y se volvió a poner a cuatro para que la follara, haciéndolo yo así, parando al poco porque notaba que estaba ya muy cerca. Saqué mi polla y la puse sobre su ojete, dando el mismo respingo que antes, pero sin reírse.

-No, por favor.
-¿Qué pasa?
-Javi... -dijo girando su cabeza para mirarme- Mi culo es muy pequeño. No es como mi coño. Lo he intentado muchísimas veces y siempre me ha dolido muchísimo. Y eso que todos los que me han follado por ahí la tenían mucho más pequeña que la tuya. Me muero si me metes la tuya.
-Vaya... Con el culazo que tienes...
-Soy muy abierta a todo, pero eso... No. No puedo.
-Vale, tranquila -dije acariciándole una nalga.

Se puso un poco tensa, pero la incorporé para darle un beso, tranquilizándose, medio riendo. Después se puso boca arriba, como lo había hecho cuando empezamos. Me puse sobre ella para volver a follarla ya para acabar, haciéndolo muy fuerte, con ella gritando y yo gimiendo bastante alto.

-Javi, por lo que más quieras, no pares.
-No puedo aguantar mucho más...
-Estoy ya casi. Pero necesito que aguantes un poco más. Luego me lo echas en la boca.
-¿Quieres mi leche en tu boca?
-Sí, soy muy guarra y la quiero ahí.
-¿Te la vas a tragar?
-Claro.

Seguí follándola fuertemente, apretando lo máximo que pude, corriéndose ella encogiendo su cuerpo, arañándome la espalda con mucha fuerza. Después de un fuerte espasmo me liberó y menos mal, porque salí de ella para ir hasta su cara, saliendo algún chorro por el camino. Faltó muy poco para que empezara a correrme dentro de ella, pero por suerte no acabó pasando. Ella reaccionó rápido, abriendo su boca, aunque le cayó en la cara. Atrapó mi glande con sus labios de manera firme mientras yo apretaba el tronco de mi polla para vaciar mis huevos en su boca por completo. Una vez lo hice ella tragó, con los ojos cerrados, cogiendo lo que le cayó en la cara con un dedo para dirigirlo a su boca y tragar de nuevo.

Nos quedamos los dos tumbados boca arriba respirando ansiosamente, sudorosos y en silencio. Estaba muerto de sed, por lo que me levanté para beber agua después de ponerme los boxers. Cuando regresé a mi habitación me encontré a Amaya tumbada de lado, mirando hacia afuera de la cama, aún desnuda, pero ya dormida. Yo me tumbé a su lado para intentar dormir mientras miraba su cuerpo, porque el día siguiente iba a ser muy largo. Me quedé mirando su cuerpo y la verdad es que era bastante bonito. Una espalda pequeña que se iba ensanchando hasta su voluminoso culo, el cual me dieron ganas de acariciar, estrujar o palmear varias veces. Seguía con su pelo suelo, bastante bonito también.

Miré el reloj y marcaba las 3 de la mañana, por lo que le puse cómodo para dormir, consiguiéndolo a los pocos minutos. A la mañana siguiente nos despertamos casi a la vez por la luz que entraba por la ventana. Ella se desperezaba mientras yo la miraba. Me devolvió la mirada sonriendo.

-Joder, vaya tela anoche... Vaya polvazo. Me quedé rendida.
-Ya ves.
-¿Te molesta que me haya quedado aquí a dormir?
-No, para nada.
-Vale. Oye, una cosa...
-Dime.
-Mira, me gustaría que fueras discreto con esto.
-Mmm, vale. Sin problema.
-No quiero que afecte al buen rollo que tenemos en el grupo.
-Mmm, vale, como quieras.
-Pues solo eso.
-Vale, pues haré como si no hubiera pasado nada. No volverá a pasar.
-Tampoco he dicho eso, jajaja.
-Vale, jaja. No me esperaba que fueras así para esto.
-Ah, jajaja.
-Hay sido un polvazo, la verdad.
-No estaría mal hacer esto alguna vez.
-Por mí bien.

Nos levantamos vistiéndonos. Le ofrecí si se quería duchar, pero quería hacerlo en su casa para cambiarse de ropa y poder peinarse. Desayunamos algo rápido para llevarla a su casa porque íbamos con el tiempo justo y nos teníamos que duchar y preparar para ir a la tienda para jugar. Cuando nos volvimos a encontrar, nos saludamos, haciendo como si nada. Estuvimos echando ahí el día, parando para comer, de nuevo actuando como si no hubiera pasado nada entre nosotros, hablando cada uno de manera abierta sobre cada cosa que surgía. Todo muy normal. Finalmente acabamos sobre las 7 y media de la tarde y alguien del grupo propuso ir a su urbanización, la cual tenía piscina, para echar lo que quedaba de día ahí.

Parecía que era un plan bastante bueno. Y lo fue siento, porque después de que los dos que teníamos coche del grupo fuéramos haciendo la ruta para ir dejando a cada uno en su casa para que se cambiara y ponerse el bañador, fuimos a la urbanización para echar el resto de la tarde en la piscina, aunque no tenía un aspecto muy bueno por ser todavía algo pronto para abrirla quizá, siendo lo normal hacerlo cuando acaba el curso escolar y aún no lo había hecho, aunque le faltaba una semana.
 
Capítulo 507

Lo pasamos bien con algún baño. Cenamos allí pidiendo unas pizzas mientras hablábamos y comentábamos cómo nos había ido en el torneo. Era una delicia ver a las dos chicas de nuestro grupo en bikini, aunque yo ya había visto a Amaya desnuda, pero es que era bastante mona con ese bikini blanco y negro que se puso. Sin embargo, era la primera vez que veía a la otra chica de aquella manera.

Sara era una chica atractiva, incluso me parecía más sexy que Amaya. Mediría 1,60m aproximadamente y era una chica muy peculiar, ya que tenía el pelo teñido de color rosa, con una media melena lisa, ligeramente ondulada, con un flequillo recto que le tapaba la mitad de su frente, dejando a la vista sus perfiladas cejas castañas. De cara era guapa, con los ojos ligeramente achinados de color miel, una nariz un pelín grande, que llevaba adornada con un septum y unos piercings más, uno a cada lado de su nariz, la cual estaba recubierta de pecas. Sus labios eran estrechos, pero gorditos, muy apetecibles de besar. Normalmente sin gafas, aunque a veces sí que se ponía unas con grandes lentes circulares, sobre todo para cuando jugábamos. De cuerpo era bastante apañada, normal, ni rellenita ni delgada, aunque con curvas y dónde agarrar.

De tetas iba bien, siendo más grandes que las de Amaya por lo que podía ver bajo su bikini rosa, del mismo color que su pelo. Lo que más me gustaba de ella era su cara y su culo, porque lo tenía redondito y respingón, yéndoseme la vista varias veces hacia él, con ganas de cogérselo y apretárselo. Lo que más me impactó de ella fue algo parecido a lo que me impactó en Amaya. Y es que al igual que ella, Sara tenía bastantes tatuajes, pero muchos más que Amaya. Tenía por su pecho, por su barriga y canalillo, por sus brazos, aunque sin rellenarlos por completo a diferencia de mí o de Amaya, teniendo también por sus piernas, con los de sus muslos, gemelos, espinillas... Me pillaron bastante desprevenidos pese a haber visto alguno por encima o haber intuido alguno en nuestras quedadas grupales. Llegó un momento en el que nos metimos en la piscina, pero ambas se quedaron apartadas hablando, por lo que algunos del grupo nos fijamos en ellas, comentando algo por encima.

En el resto de la tarde-noche que estuvimos todos juntos no pasó nada más, por lo que cuando acabamos de todo, nos fuimos a unos vestuarios que había al lado de las piscinas, yendo las chicas por un lado y nosotros por otro, con nuestras mudas limpias, ya que el que vivía ahí nos dijo que había duchas con jabón y demás para que nos fuéramos ya duchados.

Al terminar, nos fuimos yendo, llevando yo a un chico y a Sara a su casa, mientras que los demás se fueron con el otro integrante que llevó coche. Dejé primero al chico porque su casa pillaba más cerca, ya que la de Sara estaba algo retirada. Una vez llegamos, nos despedimos de él y se bajó. De camino a casa de Sara, ésta me dijo que creía que en su casa tenía algunas cartas que sabía que yo buscaba, por lo que me dijo que entrara para dármelas. No noté nada raro en sus palabras, por lo que descarté que no fuera realmente eso. Cuando llegamos, aparqué y entramos en su casa, la cual estaba vacía y fuimos a su habitación, dándome cuenta de que tenía una barra de pole dance. Me quedé mirándola y ella entonces me habló.

-Pues no las encuentro. Tengo que buscarlas bien.
-Bueno, no pasa nada. Me voy ya.
-Espera, hombre...
-¿Qué pasa?
-Un pajarito me ha contado una cosa.
-¿Cómo?
-Amaya. Me ha dicho algo.

La miré con cierta sorpresa en mi rostro porque la misma Amaya me había pedido discreción y ahora era ella la que se había ido de la lengua con Sara.

-Eh...
-Que me parece de puta madre, ¿sabes?
-¿Te lo ha dicho?
-Sí. Ella y yo somos muy amigas y no ha podido evitarlo. No hay secretos entre nosotras.
-Joder, pues me ha pedido que no dijera nada.
-No te preocupes, lo sé. Sé por qué no quiere que se sepa y puedes estar tranquilo. Va a quedar entre nosotros tres, ¿vale?
-Mmm, vale.
-Te gustan los tatuajes, ¿no?
-Sí.
-Me he fijado en la piscina. Ya habrás visto que a mí también.
-Sí, me he dado cuenta.
-¿Te gustan?
-Claro.
-¿Quieres verlos mejor?
-Es que estoy cansado. Ha sido un día muy largo y quiero descansar.
-Claro, anoche dormiste poco, ¿no? Jejeje.
-Sí, jaja. Algo así.
-¿Y me vas a dejar con el calentón?
-Joder, ¿qué os ha dado? Llevamos unos meses viéndonos Amaya, tú y yo y surge esto tan de repente y a la vez.
-Efecto dominó.
-Ya veo...
-También he visto lo bueno que estás. Que ya me he dado cuenta, pero así en bañador... Uff...
-Tú también estás bien. No me esperaba que tuvieras tantos tatuajes.
-¿Bien solo?
-¿Quieres que te regale los oídos?
-Uff... Me gustan los malotes.
-Bueno, me voy -dije casi riendo-. Estoy cansado, ha sido un día largo, nos vemos otro día.
-Tío, no me hagas esto. ¿No te pongo?
-Pues claro que me pones.
-¿Entonces? ¿Te gusta mucho Amaya como para no…?
-No, no es eso. Yo no busco pareja ni nada por el estilo. Follamigos como mucho.
-Ah, me parece perfecto. Entonces no hay ningún inconveniente para que tú y yo...
-Sí que hay uno.
-¿Cuál?
-Pues que estoy reventado. Y si te voy a follar, quiero hacerlo bien, quiero dar lo mejor de mí y ahora mismo no estoy para eso.
-Joder, qué mala suerte...

Entonces le di un beso, agarrando su cara con cuidado, notando que tenía un piercing en la legua, aunque lo sentía algo raro. No se lo esperaba, por lo que lanzó un gemidito de sorpresa, pasando a dejarse llevar, poniendo sus manos en mis brazos. Después de unos segundos me despegué de ella, quedándose ella mirándome, girándose para dar la luz de su habitación, viendo que tenía muchísimas cosas de color rosa, como el color de su pelo, aunque no aparentaba ser ese tipo de chicas que son superinfantiles con todo en su vida girando alrededor de Disney. Ella era una chica normal en aquel aspecto, simplemente le gustaba el color rosa como nos dijo en alguna ocasión y como pudimos ver al tener ella prácticamente todos los accesorios del juego al que jugábamos en común de ese color, ya fueran fundas para las cartas, cajas para guardarlas, dados o incluso su mochila. Una vez prendió la luz, se puso de nuevo de cara a mí, mirándome de arriba a abajo mordiéndose el labio. Rompió ese momento al quitarme la camiseta de manera salvaje, tirándola a la cama.

-Sara, que no vamos a follar.
-No me jodas, tío... -dijo viniendo hacía a mí para besarme.

Nos dimos otro beso, más largo y guarro que el anterior, pero yo estaba empecinado en no follar por la razón que le di, porque en realidad no tenía otra. Sara me ponía y me la quería follar en condiciones, por lo que decidí esperar para estar al 100%, pensando en invitarla a mi casa algún día. La aparté firmemente de mí, cogiéndola de sus brazos para llevarla hasta su escritorio, apoyando ella su culo en él para echarse. Me miraba bastante acelerada, casi temblando, paseando su mirada por mi pecho y brazos.

Pese a no querer follarla, estaba demasiado cachondo como para irme de ahí sin hacer nada, por lo que la volví a besar, quitándole su camiseta blanca de tirantes y después su sujetador negro, quedando sus tetas al aire. No eran como esperaba, porque aparentemente eran más redondas al vérselas bajo su ropa o en bikini, pero resultó que estaban un poco caídas, de un buen tamaño, con unos pezones rosas, muy de punta, con un piercing en cada pezón. Estaban rodeados por unas aureolas enormes, de color rosa palo. Como he dicho, no eran como esperaba, pero aun así me gustaron. Ella parecía un poco cortada al verme contemplar sus pechos durante varios segundos, estando serio.

-Es que antes estaba un poco gordita y he bajado de peso y se me han quedado así. Antes las tenía más grandes.
-No pasa nada. Son bonitas.
-¿Te gustan?
-Claro.

No parecía muy convencida de mis palabras, por lo que me lancé a comérselas para demostrárselo. Se estremeció de manera exagerada, casi retorciéndose mientras lanzaba gemidos muy dulces y bajitos, pareciendo un ratón. Sus tetas estaban deliciosas, por lo que quería seguir comiéndoselas, pero me causaba incomodidad la postura por nuestra diferencia de estatura. Para ello, me senté en la silla de su escritorio, teniendo mejor acceso.

-Me encanta -llegó a decir en un susurro muy ligero.

Esas palabras me envalentonaron a hacerlo durante más tiempo y de manera más intensa, pasando ella a gemir más alto mientras me acariciaba el pelo.

-Para, para.
-¿Qué pasa? -pregunté cuando mi boca se despegaron de sus pezones.
-Es que los tengo muy sensibles.
-¿Te duele?
-No, pero es un cosquilleo tan intenso que me cuesta.
-Sara es sensiblona... -dije para cachondearme.
-Oye... -dijo dándome un manotazo mientras reía.

Me puso mucho esa manera de tratarnos, con ese colegueo en el que no se para de picar y putear, por lo que me lancé a comerle la boca de nuevo, aunque poco duró porque me levanté de la silla, volviendo a apoyarla en el escritorio. De nuevo me miraba de la misma manera que antes, con excitación y fuego en los ojos. Yo seguía muy cachondo, como mi erección demostraba, aunque ella no se hubiera fijado aún por cómo la controlaba para ponerla a mi gusto.

Sí que la notó cuando le bajé sus vaqueros, que eran bastante cortos, de un tirón hasta las rodillas, apretando su cuerpo contra el mío estrujando su culo, notando que llevaba tanga. Lanzó un gemido al notar mi dureza contra su cuerpo, notando yo la suya en sus pezones al clavarse en mi pecho. Le di un fuerte azote, lanzando ella un gritito, pasando a ponerla de nuevo apoyada en el escritorio, bajándole el tanga hasta la misma altura que su pantalón, dejando su bonito coño al aire.

En lo primero que me fijé fue en su vello púbico, teniendo un triángulo natural, no recortado y algo descuidado de pelo de varios días, o incluso un par de semanas, de color claro, rubio en realidad. Como ya es sabido, eso es algo que me vuelve loco, como manifesté frente a ella con un gemido y un resoplido. Ella rio divertida y yo se lo acaricié, pasando ella a respirar de manera entrecortada. Después le acaricié la raja. Estaba chorreando. De nuevo se estremeció, pero más lo hizo cuando colé un dedo en su coño. Empezó a jadear bastante fuerte y eso que el estímulo era mínimo, apenas introducía una falange.

-¿Ya estás así?
-Estoy muy cachonda.
-¿Sí? A ver...

Entonces colé el dedo entero en su coño, recibiéndolo ella con un sensual "Mmm...". Lo metí y lo saqué varias veces, pasando a meter otro, repitiendo la operación. Teniendo ya los dedos bastante empapados, se los saqué y le dije que abriera la boca, haciéndolo ella inmediatamente. Entonces fue cuando entendí por qué sentía raro el piercing, y es que era un surface, con una bolita a cada lado de la punta de su lengua. Le metí los dedos en la boca para que chupara sus fluidos.

También era algo que me encantaba hacer, ver cómo una chica se deshace en tus manos y darle luego lo que le has provocado para que lo chupe es algo que desde siempre me ha puesto. Ella lo recibió con ansia. Pocas veces me ha pasado que una chica quisiera hacer eso hasta tal punto de querer devorarme los dedos. Y ahí estaba Sara, cogiendo mi mano para que no se le escapara mientras recogía todo con su lengua.

Hasta notaba como temblaba. De hecho, tuve que hacer fuerza para sacarle los dedos, porque yo también quería probar sus fluidos. Y para ello la besé de nuevo, comiéndole la boca, devolviéndome ella el morreo con ansia. Sara estaba deliciosa en ese aspecto también, hasta me llegó a entrar calor por la cara de la excitación. Estaba encendidísima. Mientras nos morreábamos le volví a meter los dedos como lo estaba haciendo minutos antes, pero ahora también le estimulaba el clítoris con el pulgar, frotando también sus prominentes labios interiores que eran bastante rosados, aunque se pusieron enrojecidos del calentón que pilló. Ella me besaba con más ansia, pasando a hacerlo de manera más empalagosa, poniendo su mano en mi cara. Con lo encendida que estaba era de esperar que durara poco y así me lo advirtió, despegándose de mis labios para decirme:

-Me corro, no puedo más.

A los pocos segundos de esas palabras dichas en susurros apretó su cara mientras agarraba con fuerza mis brazos, pasando a abrazarse a mí, apoyando su cara en mi pecho, de lado. Una sacudida fue lo que presentó su orgasmo, siguiendo unos temblores que hicieron que le fallaran las piernas, por lo que apretó su abrazo a mí mientras yo también la sujetaba con el otro brazo. Me empapó la mano, pero aun así ella no gemía alto ni gritaba, como que lo reprimía aguantando la respiración.

Decidí seguir un poco más hasta que sin llegar a gemir ni nada, empezó a moverse fuertemente por los espasmos que le estaban dando. Ahí sí que paré, sujetando su cuerpo y llevándola hasta la cama para dejarla tumbada. Estaba muy ida, conforme tenía la ropa mientras le estaba tocando, o lo que le quedaba de ella, mejor dicho. Se quedó inerte, con sus brazos pegados a su cuerpo, respirando fuertemente. Volví a ver su pubis cubierto por esa capa de pelo rubio y me volví a encender, resoplando de nuevo.
 
Capítulo 508

Estuve muy cerca de lanzarme a por ella, pero no lo acabé haciendo. Simplemente me acerqué para inclinarme y susurrarle al oído que la próxima vez sería aún mejor. Después le di un pico y me fui. Ella estaba temblando y pareció no enterarse de nada, porque no hizo ni dijo nada. Regresé a mi casa para dejar todo lo que me llevé e irme a la cama porque estaba cansado después de aquel día tan largo y de haber dormido poco la noche anterior. Aunque acabó cayendo una buena paja recordando todo lo había pasado hacía escasos minutos, y más con el olor del coño de Sara en la mano. Después de una abundante corrida y de lavarme me fui a dormir.

Pero antes de dormir, me paré un momento a pensar en la locura de semana que había vivido. Me quejaba de no tener con quién verme para irme a la cama, pues toma, esa semana había hecho algo con cuatro diferentes. Las dos últimas con las que lo hice, las chicas del grupo de amigos que nos juntábamos para jugar, que eran todo un descubrimiento para mí. Llevábamos viéndonos varias semanas y nunca había percibido ninguna mirada siquiera, pero quizá con la confianza y al llevar otra ropa conforme hacía calor había llamado la atención de las dos. Lo ocurrido con Amaya no lo esperaba para nada y no estuvo nada mal, aunque reconozco que fue una calentada hacerlo sin protección, tanto por temas de salud como por riesgo de embarazo, pero nos lo pasamos bastante bien y tampoco pensaba que fuera a surgir mucho más con ella.

Con Sara, sin embargo, parecía que la cosa iba a ir por otro lado, porque ella sí que estaba más interesada en mí. Parecía que no se había acostado con un chico en su vida por la manera que tenía de decirme las cosas, casi como si estuviera desesperada. Y no me molestaba, aunque tampoco es que fuera algo llamativo para mí, pero lo cierto es que viéndola en bikini y posteriormente desnuda, la veía bastante apañada y me daba mucho morbo.

Había estado con chicas mejores, pero ella tenía algo en general que me provocaba bastante atracción. Además, estaba un poco loca y era superextrovertida, cosa que sí me llamaba la atención además de su físico. Pero no me encontraba al 100% como para hacerlo tan rápido con ella, por eso solo la masturbé un poco. Quería preparar algo en condiciones para nuestro primer encuentro y no hacerlo así tan de sopetón y tan cutre.

También estaba Daniela, una chica tan agradable como simpática, siendo bastante apañada también. Se me hacía como una mezcla de las dos anteriores. También un poco lanzada a su manera por la forma que tuvo de abordarme antes de que conociera siquiera a Valentina. Era una chica con la que no te aburrías y eso era muy importante para mí, viendo una potencial buena amiga en ella, aunque no estaba del todo seguro de si seguiríamos yéndonos a la cama por la última conversación que tuvimos en la que me enfadé más de la cuenta seguramente.

Debía mantener una conversación con ella para aclarar algo y pedirle perdón por haberme puesto así, aunque necesitaba que comprendiera que necesitaba su ayuda para no liarla con Valentina. No me importaba reconocer que había metido la pata en la situación que se dio entren nosotros y tampoco me importaba perderla como follamiga si eso significaba conservar su amistad.

Y, por último, Valentina. Era la que más despuntaba de las cuatro y como para no. Era una mujer, no una chica. De los pies a la cabeza por su presencia, elegancia y formas, pero sí es cierto que su manera de ser mezclaba una mujer de tal calibre con una niña caprichosa por momentos. Me tenía muy despistado aquello de que tenía miedo de que la pudieran descubrir conmigo. La veía hasta algo paranoica y no terminaba de entender eso, pero me lo decía de una manera tan seria y reaccionaba de maneras tan extremas a veces, como con su enfado tras la foto que nos eché, como cuando nos vio Amaya, que me lo tomaba en serio. Como ya he dicho, no controlaba de aquello y no tenía ni idea de si me estaba diciendo la verdad o si en realidad era por otro motivo, pero tampoco me importaba con tal de seguir así. Quizá es exagerado decir esto, pero conociéndola de tan solo una semana, se me hacía corto el tiempo con ella y pensaba bastante en el siguiente encuentro, deseándolo fervientemente en ocasiones.

El caso es que por una cosa o por otra, parecía que todo había cambiado en tan solo una semana. Mi relación con mis amigos, ya fuera por distanciamiento físico, como el de Sofía, como emocional, con Irene y Mario; la marcha de Andrea de casa, aunque la semana siguiente la tendría por allí, pero era algo inminente y ahora todas estas chicas relativamente nuevas, ya fueran Daniela o Valentina, o no tan nuevas, aunque quizá sí en algún aspecto, como eran Amaya y Sara.

Tal vez era demasiado movimiento en poco tiempo y mucho folleteo en pocos días y tenía que echar un poco el freno, sobre todo con aquello de ir haciéndolo a pelo, pero una vez en el momento es muy difícil decir que no a la hora de acostarse con una chica, especialmente si estás acostumbrado a tener esa libertad y resultarles atractivo. A lo mejor tenía que decantarme por una para estar más tranquilo, y tenía bastante claro quién iba a ser, aunque de tranquilo me olía que iba a tener poco por lo que me había encontrado ya en ella. ¿Y si me fallaba y se aburría de mí o encontraba a alguien más? Era algo que tenía que meditar tranquilamente y con el cansancio que tenía no podía pararme a hacerlo bien en ese momento.

Esa noche dormí bastante, pero sin embargo, el domingo me levanté con bastante malestar. Me dolía bastante el oído izquierdo y no oía nada por esa parte. Además, tenía dolor de cabeza, y trastorno, hasta mareos. Fui a urgencias explicando lo que me pasaba y tras echarme un ojo me preguntaron si había tenido problemas con el oído el día anterior. Yo dije que no, que ni me dolía ni nada. Me preguntaron si hubo algo fuera de lo normal que pudiera haber ocasionado aquello, como un golpe o algo fuera de lo común y entonces caí y dije que sí, que me bañé en una piscina y que el agua no tenía muy buen aspecto. Finalmente me dijeron que lo más seguro es que fuera una infección, que seguramente me habría entrado agua en el oído y si ésta no estaba muy limpia, pues se trataba de eso. Me mandaron un antibiótico y me dijeron que si me encontraba peor o si no se me pasaba después del tratamiento, que fuera rápidamente.

Me lo tomé, además de algo para el dolor y me eché en la cama. El resto de la mañana la pasé ahí, incluso la hora de comer. No me apetecía nada y no tenía cuerpo para ponerme a cocinar, así que me quedé en la cama tratando de dormir y sí, algo sí que pude descansar. Sobre las 4 de la tarde empezaron a llamar a la puerta de casa y fui a abrir porque me pilló en la cocina yendo a por agua. No tenía muchas ganas de visita ni nada, pero aun así fui a abrir. Me esperaba que fuera Sara por lo que pasó la noche anterior, queriendo tal vez algo más, ya que se la veía con ganas. También me figuré que era Daniela, porque nuestra última conversación no fue muy bien y tal vez querría hablar conmigo para no estar así medio enfadados. Al final resultó que no era ninguna de las dos, sino Valentina, quien nada más abrir la puerta me empezó a echar la bronca.

-Anda, que ya te vale... Ayer te escribí y ni caso. Esta mañana también y nada. ¿Se puede saber qué te pasa?
-Hola, Valentina... -dije medio zombi.

Valentina se quedó un poco parada al verme, empezando a poner cara de preocupación.

-Madre mía, qué cara tienes, Javi... ¿Estás bien?
-No.
-¿Qué te pasa? -preguntó alarmada.

Le expliqué lo que me pasaba y sin dejarme acabar entró en mi casa, empujándome, cerrando la puerta y llevándome de la mano a la cama. Una vez allí me ayudó a tumbarme y se sentó en el filo de la cama.

-¿Has avisado a alguien?
-¿Para qué?
-Para que te haga compañía. No sé, algún familiar, algún amigo o amiga con los que te lleves más...
-No es para tanto.
-¿Qué no? ¿Tú te has visto?
-Bah...
-Pues si vas a estar solo, me quedo contigo.
-No hace falta.
-Que sí. Y punto. ¿Has comido?
-No.
-Pues voy a prepararte algo, ya verás qué bien te sienta.
-No tengo hambre.
-Me da igual. Tienes que comer para ponerte mejor, eso ayuda mucho.
-Vale, como quieras.
-Anda, que ya te vale estar así y no llamar a nadie...

Valentina se fue a la cocina para prepararme algo de comer mientras yo pensaba en cómo se comportaba. Se había tomado muy a pecho eso de que éramos amigos, porque se estaba comportando como tal, preocupándose de esa manera por mí. Sí era verdad que creía que no era para tanto, pero tampoco me quejaba de tener compañía y más si me cuidaba así de bien. Al rato regresó con un plato de comida. Algo acorde a mi estado y como ya esperaba, estaba genial. Valentina tenía mucha mano para la cocina como ya me demostró hacía pocos días.

Quizá ella se estaba tomando unas confianzas que yo no quería que se tomara para no dar lugar a nada más allá en nuestra relación, pero yo en ese momento no estaba para pensar nada. Me comí lo que me preparó, dándole las gracias y echándome de nuevo para descansar. Ella se quedó a mi lado hasta que me dormí. Me desperté al rato, solo en la cama, por lo que supuse que Valentina se había marchado. Tenía la boca seca, por lo que fui a la cocina a por agua y me la encontré en el salón, sentada en el sofá escribiendo con su móvil.

-¿Dónde vas?
-A por agua.
-¿Por qué no me la pides a mí?
-Creía que te habías ido.
-¿Cómo te voy a dejar aquí solo estando así? Si estás tan mareado que te tambaleas. Anda, acuéstate y yo te la llevo.

Volví a mi habitación, tumbándome en la cama, llegando ella en nada. Me dio el agua y me volví a tumbar, quedándose ella de nuevo conmigo. Me quedé despierto, pero ella se emperró en que me durmiera para descansar. Aunque antes de dejarme solo y en silencio me dijo de forma mandona:

-Mañana no vas a trabajar, ¿no?
-Pues tengo que ir.
-Ni hablar. Así no puedes ir. Tienes que descansar, si no, no te vas a curar bien.
-Pero...
-Tsss. No vas. Me quedo aquí contigo.
-¿Cómo?
-Lo que oyes. Así que me vas a tener que hacer un lado para dormir.
-¿Te quedas a dormir?
-Pues claro. ¿Y si te pasa algo?
-Mmm, no sé. Como quieras.
-Ah... ¿Te molesta que duerma contigo?
-No. ¿Cómo me va a molestar?
-Pues ya está.

Valentina se quedó sentada en el filo de la cama mirándome y acariciándome la cara alguna vez hasta que me quedé dormido de nuevo. Estar enfermo me hacía dormir bastante, como ya sabía yo que me pasaba desde pequeño y era algo de agradecer teniendo en cuenta el mal sueño que tenía de por sí esos días. Aunque noté que alguien se sentaba en la cama y me acariciaba la frente, pero me quedé dormido de nuevo. Ya cuando estaba oscureciendo me empezaron a zarandear, por lo que me desperté.

-Javi, te he preparado algo para cenar -dijo Valentina en susurros estando sentada en el filo de la cama.
-Vale, gracias -dije adormilado.
-¿Cómo estás?
-Me encuentro mejor. Con todo lo que he tomado y lo que estás haciendo por mí, estoy bastante bien.
-Me alegro. Venga, cena, que se enfría. Y me tengo que ir.
-¿No te ibas a quedar a dormir?
-Es que ha llegado una chica que dice que es tu compañera de piso.
-Ostia... Se me había olvidado...
-Me dijiste que vivías solo...
-Es que es así. Cuando nosotros nos conocimos ella ya se había ido.
-¿Y qué hace aquí?
-La semana que viene son los finales de la universidad. Ha venido para no perder el tiempo yendo y viniendo, porque es de fuera. Se quedará aquí a vivir esta semana y cuando acabe los exámenes se irá.
-¿Cuánto lleva viviendo aquí?
-Un par de meses.
-Me he asustado mucho. Creía que te iban a entrar a robar. Me lo tenías que haber dicho.
-Sí, llevas razón. Pero se me ha pasado.
-Le he dicho que soy tu tía, que estás malo y que he venido a cuidar de ti.
-Vale. No tienes que tener miedo. Ella es un sol.
-Sí, si hemos hablado un poco y me ha ayudado a prepararte algo. También ha entrado para ver cómo estabas, pero estabas durmiendo. Ha comprobado si tenías fiebre y parece que aún tienes un poco.
-Me encuentro mejor.
-Tienes que descansar. Mañana no vayas a trabajar.
-Tengo que ir, Valentina. Esta semana acaba el curso para todo el mundo y tengo que ir para las últimas clases antes de los exámenes.
-Deberías descansar, Javi. Sigues con fiebre.
-Esta noche se me pasa. Seguro.
-¿De verdad que estás mejor?
-Sí, me encuentro algo mejor. Es molesto tener el oído inflamado y no poder oír mucho, pero no pasa nada.
-¿Te mareas?
-Es como un trastorno más bien.
-Bueno... Lo que tú veas. Ya te llamaré para ver cómo vas.
-¿No vendrás?
-Es que con tu compañera aquí...
-No pasa nada, Valentina.
-No me gusta hacer las cosas así.
-Pero...
-Me da igual -dijo interrumpiéndome-. Hasta que no se vaya no voy a venir por aquí.
-Por la mañana no va a estar aquí. Me dijo que estudiaría en la biblioteca de la universidad para poder hacerlo en grupo y resolver alguna duda de última hora que pueda surgir.
-Mmm, no creo. Es solo una semana, ¿no?
-Ajá.
-Pues ya está. Entiendo que se te va a hacer duro estar tantos días sin besarme y... -dijo susurrando y con tono de broma.
-Jajaja -reí bajito.
-Me voy, ¿vale? Te veo por la cafetería si te vas encontrando mejor y ya hablaremos por móvil -dijo dándome un beso en la mejilla.

Valentina se levantó para marcharse, pero la agarré de la muñeca para detenerla y atraerla hacia mí, haciendo que se volviera a sentar en la cama.

-¿Qué pasa? -dijo al ver mi gesto.
-Gracias por preocuparte por mí y haber estado tan pendiente en todo momento. No sé cómo agradecértelo.
-No tienes que hacerlo. Es lo que hacen los amigos, ¿no?
-Llevas razón. Pero me siento en deuda contigo.
-No tienes por qué.
-Algo haré para compensarte el gesto.
-Como quieras, pero no hace falta -dijo sonriendo.

Valentina se inclinó y me dio un suave beso en los labios, sin lengua, pero igualmente agradable. Luego se retiró y me sonrió de nuevo, levantándose para marcharse de casa. Me quedé un poco pensativo por ver cómo se comportaba conmigo pese a conocernos de una semana exactamente. Imaginaba que no tenía muchas personas así de cercanas por esos gestos y por cosas que me había dicho, aunque no terminaba de entender cómo podía ser así. La única explicación que veía era que se centraba demasiado en su trabajo y que no tenía apenas vida fuera de él. Por eso tenía que hacer algo para que pudiera tener algo por esa parte. Quería corresponderle en esos gestos que tenía conmigo y ya empecé a idear alguna cosa.

Al rato, una vez me comí lo que me prepararon, me levanté para ir a por agua a la cocina y de paso dejar allí el plato, aprovechando para ver a Andrea, quien estaba en su habitación estudiando por lo que suponía al verla sentada en su escritorio y con los codos hincados en la mesa.
 
Capítulo 509

-¿Cómo estás? -preguntó al verme aparecer por allí.
-Algo mejor.
-¿Se te ha pasado la fiebre?
-No del todo.
-Bueno, pues a descansar.
-Sí, me voy a acostar otra vez.
-Oye, muy maja tu tía. Vaya mujer. Superguapa y elegante.
-Ya... -decía medio riéndome.
-No sabía que tuvieras una tía así.
-Pues ya ves...
-Se le ve muy inteligente por cómo habla.
-Sí. Lo es.
-¿Y qué te ha pasado entonces?
-Infección de oído. Ayer me bañé en una piscina que tenía el agua un poco... Y tiene pinta de que es por eso.
-Bueno, si necesitas algo, me dices.
-No te quiero molestar.
-No pasa nada. Estás malo. No me importa.
-Vale. Y suerte con los exámenes. Aunque seguro que van muy bien con todo lo que has estudiado.
-A ver si es verdad, porque estoy bastante nerviosa.
-Bah, no es para tanto. Si ya has hecho exámenes.
-Pero no finales.
-Es lo mismo. No te preocupes tanto. Y si necesitas ayuda con algo, me dices para ver si te puedo echar una mano.
-Vale. Gracias -dijo sonriendo.

Me marché de su habitación y me fui a la mía para acostarme y volver a descansar. La verdad es que no me podía quejar entre Valentina y Andrea. Ambas estaban muy pendientes de mí y era muy de agradecer en momentos así, aunque Andrea ya llevaba un tiempo estando en ese plan al venirse a vivir conmigo. Cuánto la iba a echar de menos cuando se fuera de casa del todo. Y eso me ponía un poco triste, por lo que tenía que volver a sacarle el tema de si para el siguiente curso vendría a vivir conmigo de nuevo, porque era una compañía muy buena y no quería que se fuera de mi vida.

La semana siguiente me la tomé con calma obviamente. No me encontraba tan mal conforme pasaban los días y la fiebre remitió durante la noche de aquel domingo en la que sudé bastante entre la calentura corporal y el calor que empezaba a hacer, pero nada que no arreglara una buena ducha que me ayudaría a despejarme también. Sin embargo, no fui al gimnasio, descansando durante toda la semana hasta notarme al 100%. Las mañanas las dedicaba a ultimar cosas del trabajo preparando algún examen de repaso para hacer en clase o cosas por el estilo, como esquemas para ayudar a los alumnos a que pudieran repasarlo todo con más facilidad. Era lo que tenía estar un poco malo y no tener nada que hacer en toda la mañana al quedarme en casa.

Lo bueno era que dormía bastante. Ya lo había hecho el domingo durante gran parte del día y también dormí unas buenas horas por la noche. No me llegaba a poner tan atolondrado cuando tomaba antibióticos, pero sí es verdad que al hacerlo dormía bien siempre. Por lo menos, algo bueno tenía estar así. Cada mañana veía cómo Andrea se iba a la universidad con una pequeña mochila, estando visiblemente nerviosa, pero yo siempre le deseaba buena suerte, dedicándome ella una sonrisa, pero no llegaba a tranquilizarse del todo, aunque cuando regresó el primer día de los exámenes ya estaba más tranquila, pero siempre que se iba se ponía tensa. Yo esos días la recibí con la comida preparada, aunque tampoco era la gran cosa, pero así le ahorraba tiempo, además de que venía tarde en ocasiones.

Que estuviera así de irascible, por decirlo de alguna manera, no quería decir que no se preocupara por mí. Todos los días me preguntaba cómo estaba e incluso el lunes entró a mi habitación poco antes de que amaneciera para ver cómo había pasado la noche, aprovechando que madrugaba para estudiar. La que también me hablaba por WhatsApp era Valentina, haciéndolo bien temprano por la mañana, antes de las 8 de hecho. Le respondía al despertarme y ella me decía que se alegraba de que estuviera mejor, preocupándose por si me encontraba muy cansado al tener que ir a trabajar, cosa que no era para tanto, porque informé de mi situación y con los más mayores no tenía problema y con los pequeños tampoco en realidad, pero se lo recordaba y no se revolucionaban tanto.

La semana la cumplí bien en mi obligación, sin llegar a tener ningún problema con ningún alumno que me dijera que había suspendido, por lo que estaba muy contento al ver que a todos les había ido bien. Hasta a los de selectividad, con todos diciéndome que les había parecido de los exámenes más fáciles, cosa que tenía que ver con hacer tantos en clase para prepararlos bien, además de los que hacían en el instituto. Rebeca me contó que había cosas que no llegaba a terminar de entender y que se dejó alguna que otra cosa, pero se mantenía positiva al respecto. Pese a estar contento por todo aquello, sí que era verdad que mi estado anímico no era el mejor, porque aún no estaba recuperado del todo y me sentía un poco sin el alto contacto social que tuve la semana pasada. No ver a Valentina al quedarme en la academia en la hora libre por si me ponía mal de repente me tenía un poco marginado por así decirlo.

Tampoco pude ver a Daniela por la misma razón, sin llegar a poder mantener la conversación que tenía pendiente con ella, pero era algo que quería hacer, por lo que no me preocupaba olvidarme de ello. Andrea estaba, pero no estaba a la vez. Estaba muy obsesionada con sacar buenas notas en los exámenes para ver si así le concedían una beca mejor para el siguiente año y me parecía muy bien, pero solo la veía para comer y cenar, cosa que duraba 15 minutos escasos en los que ella apenas hablaba por el agotamiento o saturación que tenía. Yo tampoco quería estar muy encima de ella en ese aspecto, porque sabía que le molestaba. Y con mis amigos la cosa seguía igual, aunque les informé de que me había puesto malo y me llamaban todos los días para preguntarme cómo estaba, aprovechando de paso para hablar un poco y recuperar esa normalidad que teníamos antes de que la cosa se pusiera así. Y eso me reconfortaba, pero tenerlos lejos no me hacía tampoco bien.

La cosa cambiaría el viernes, porque recibiría la visita de Valentina. Me sorprendió gratamente encontrarla en mi puerta al abrirla a eso de las 11 de la mañana, encontrándola muy guapa, como siempre iba ella con ese maquillaje ligero de oficina y uno de sus atuendos, con esos vaqueros pirata ajustados, una blusa blanca que dejaba sus brazos al aire y unos altos tacones negros. Estaba con una cara un tanto inocente, sujetando su bolso con sus manos al ponerlas delante de su cuerpo. No la hice esperar nada y la hice pasar, ofreciéndole un café que ella me aceptó encantada. Rápidamente se lo serví y me senté con ella en el sofá para hablar.

-¿Qué haces por aquí? Pensaba que no vendías en toda la semana.
-Es que me apetecía verte, que hablar solo por mensaje es muy frío, ¿no?
-Pues haberme llamado, jajaja.
-Me gusta más cara a cara. ¿Cómo estás? Te veo buena cara.
-Ya estoy muy bien. En un par de días acabo con el antibiótico, pero ya estoy muy bien. No tengo nada de inflamación y oigo perfectamente. Lo bueno es que estar así y estar tomando medicamentos me ha ayudado a dormir mejor.
-Ah, qué bien. Me alegro de ver que estás casi recuperado y que estás durmiendo mejor.
-Aunque se me ha hecho un poco dura la semana, no te voy a engañar.
-¿Sí?
-Pues sí. No quería salir por si de repente me encontraba mal y eso. Y la verdad es que he echado de menos esos ratos en los que te veía.
-Yo también. Se me hacían bastante aburridas las reuniones... Jeje.
-También he echado de menos otras cosas. Llevabas razón.
-Yo también. Un poco -susurró acercándose a mí.

No pude evitar darle un beso al tenerla tan cerca y llevar varios días sin verla y tener ganas de hacerlo. Ella no se opuso al beso y se dejó llevar riendo un poco al separarnos.

-Este fin de semana me gustaría hacer algo.
-¿El qué? -decía mordiéndose un poco el labio.
-Bueno, ya veo que lo imaginas, pero es otra cosa también aparte de eso.
-¿El qué?
-Me gustaría invitarte a cenar.
-Uff...
-¿No te apetece?
-Es que... Ya sabes...
-Ah... Bueno. Podemos hacer una cosa.
-¿El qué?
-Podemos ir a un sitio especial.
-¿Un sitio especial?
-Sí. A lo mejor a un hotel.
-Mmm... No sé yo... -decía poco convencida.
-¿Tampoco te parece bien?
-Es que... ¿Y si me cruzo con alguien que...?
-Esta ciudad es muy grande.
-Pero puede pasar.
-Vale. Se me ha ocurrido otra cosa.
-¿El qué? A ver.
-Te voy a llevar a mi ciudad. Queda casi a 2 horas de aquí. Es imposible que allí coincidas con alguien.
-Bueno, no parece mala idea.
-Te puedo enseñar un poco la ciudad y...
-¿Es una cita?
-Eh... Jajajaja. Bueno, si quieres llamarlo así, vale. Pero ya sabes lo que hay.
-Sí, sí. Me quedó claro -dijo sonriendo-. Pero, ¿y si en vez de enseñarme la ciudad...?
-Estás un poco obsesionada con eso de que alguien nos vea juntos.
-Es que no te haces a la idea aún.
-Vale, ya está. No hace falta que estemos todo el rato en la calle. Podemos ver en coche algunas cosas de pasada. Y luego cenamos en algún sitio.
-Vale, eso me parece mejor.
-Y acabamos la noche en un hotel.
-Mmm, eso sí que me gusta.
-¿Sí?
-A ver... En un hotel... Pues es que parece que... En fin. Pero con tal de... Está bien.
-Me gustaría hacerlo de otra manera, pero no podemos. Andrea al final se va a quedar el fin de semana, porque sus compañeros van a cenar el sábado y luego saldrán según me ha dicho, aunque ella no es mucho de salir. Así que estará aquí hasta el domingo. No sé a qué hora se irá.
-Vale. No hay problema. Si en realidad la que más pegas está poniendo soy yo.
-Da igual. Piensa que vamos a pasarlo bien igualmente.
-Eso seguro -decía sonriendo.
-Lo único, que tendría que ser el domingo.
-¿Y eso?
-Mañana tengo una cosa y no me la quiero perder. Es con el grupo que estaba aquí cuando viniste...
-Ah, vale.
-Va a durar casi todo el día y no me lo quiero perder.
-Pero aún estás...
-No. No pasa nada. Si voy a estar sentado y me noto perfectamente. No te preocupes.
-Vale.
-No tienes problema con venir el lunes por la mañana, ¿no?
-Mmm, no. Ya lo apañaré.
-Muy bien.
-Aunque la verdad... Es que habiendo venido y viendo lo bien que estás ya... -dijo acercándose para besarme.

Valentina puso su cara pegada a la mía con esa expresión tan sexy que ella ponía con media sonrisa. Después procedió a lamerme los labios, poniendo el punto que faltaba para que mi erección dijera de dispararse. No pude evitar lanzarme a por ella para besarla en condiciones y empezar a acariciar su cuerpo, sobre todo sus muslos, aunque también subía la mano bastante hasta su culo para tocarlo, amasarlo y darle alguna palmada. Ella tan solo ponía una de sus manos en mi cara mientras no dejábamos de besarnos y recuperar ese contacto que no tuvimos ocasión de tener desde hacía casi una semana. Demasiados encuentros la semana anterior y ninguno esa semana hizo que rápidamente echara mano a mi entrepierna para acariciar mi erección y apretar un poco como si me la quisiera coger.

Ambos nos teníamos ganas, eso no se podía negar, pero estábamos a gusto así, besándonos en el sofá, ambos de lado y echados hacia atrás. Su mano trepó por mi pantalón hasta colarse por debajo de mi camiseta para acariciar mi pecho, y yo casi que hice lo mismo al poner una de mis manos sobre uno de sus pechos. Valentina gimió y el beso se intensificó, pero el momento fue parado de la manera más abrupta posible cuando oímos como alguien abría la puerta de la calle con unas llaves. Valentina pegó un bote desmesurado y agarró su bolso, el cual se encontraba sobre la mesa, para salir disparada al baño. Yo me quedé un poco en shock por su reacción, aunque fui capaz de reaccionar y tapar mi erección con uno de los cojines que había por ahí. Evidentemente, era Andrea la que había abierto y nada más entrar al salón se me quedó mirando, con cara algo extraña. Seguro que se me notaba el sofoco que tenía encima por lo ocurrido con Valentina.

-¿Ya has acabado los exámenes? -pregunté por decir algo.
-Eh... No. Me queda el de francés. Y he pensado que como hemos estado varios meses con las clases, quizá me podías echar una última mano. Tú sabes mucho más que cualquiera de los que van conmigo a clase. Y como es a las 12 y media...
-Ah, claro.
-Pero que no pasa nada si no puedes. He venido porque me dijiste que estarías por aquí y no irías al gimnasio.
-Ya, hasta la semana que viene no voy a ir. Pero que no molestas.
-No pasa nada. Entiendo que estés ocupado y que tengas tus cosas.
-Da igual, va. Ve a tu habitación a por todos los apuntes.
-Los tengo aquí.
-Ah, pues...
-Mejor me voy.
-No, no te vayas. Para una última ayuda que te puedo dar, no quiero fallarte.
-No me vas a fallar por esto. Es obvio que no estás solo y que necesitas tu intimidad.
-¿Cómo sabes que no estoy solo?
-Porque huele a perfume de mujer. Parece bueno. Y además... Porque tienes restos de pintalabios en la boca.
-Ah... Jajaja. Bueno, pues sí. Me has pillado.
-¿Ves? Me voy. Pásalo bien.
-De verdad, Andrea. No hace falta que te vayas. Mira, ve un momento a tu habitación y dame un par de minutos. Ahora te aviso y le damos un último repaso.
-¿De verdad que no molesto?
-De verdad. Va, que se pasa el tiempo.

Andrea se fue a su habitación y yo resoplé, con algo de vergüenza por la pillada pese a que me había visto en situaciones peores, pero bueno. Me levanté y fui al baño. Allí estaba Valentina, notablemente nerviosa. La tranquilicé como pude diciendo que era mi compañera de piso y que no pasaba absolutamente nada y que era seguro salir de ahí, pero que se tenía que marchar. Salimos sin hacer ruido, aunque fue algo difícil con esos taconazos que llevaba. Ya en la puerta nos despedimos.
 
Capítulo 510

-Madre mía, Javi... Soy tonta. No tenía que haber venido. Si fui yo misma la que te dije de no venir hasta que no se hubiera marchado.
-No pasa nada. No te preocupes, de verdad.
-Si ya lo sé... Pero es que para estas cosas me gusta estar los dos completamente solos. Contigo me descontrolo mucho.
-¿Sí? -le dije medio riendo acercándome a ella.
-Va, que estoy hablando en serio -dijo poniendo su mano en mi pecho.
-Es que estás muy guapa, Valentina. Y ahora te tienes que ir y me voy a quedar con ganas de estar contigo.
-Ya. Hemos tenido mala suerte.
-Al menos no ha venido estando ya en la cama.
-Shhh -siseaba enérgicamente-. Que nos va a oír...
-Qué va. Oye, lo siento, de verdad. Pero tengo que echarle una mano y para un examen que le queda…
-No pasa nada.
-El domingo nos vemos, ¿vale? Mañana si quieres hablamos para ver dónde te recojo y eso.
-Vale. Mañana hablamos -dijo cogiendo el pomo de la puerta para marcharse.
-Oye, espera.
-Dime.
-Un beso, ¿no?
-Mmm... -decía pensativa- Es que ya me he arreglado el maquillaje que, por cierto, lávate la cara, que pareces un payaso con los labios rojos ahora mismo.
-¿Perdona?
-No... No lo decía por... Es por la similitud.
-Ya. Me estoy quedando contigo.
-Ay... De verdad...
-Venga, di que soy un niño y todo eso que te sale de carrerilla cada vez que hago algo que no te gusta.
-Ya te lo dices tú solo, mira qué bien -decía con una sonrisa desafiante.

Me gustó cómo respondió, por eso me acerqué a ella para pegar mi cara a la suya y agarrar su culo con firmeza para levantarlo incluso.

-Este niño te va a follar en un par de días como no te han follado en tu vida. Vas a chillar tanto que te vas a quedar afónica y veremos a ver cómo acaba tu coño...

Valentina iba a responderme, pero la interrumpí.

-Y ahora dime que no sea grosero y que blablabla...

Valentina empezó a reír bajo y siguió:

-Pero es que lo eres. No recuerdo haber estado hablando con alguien tan soez, pero te lo digo con cariño, ¿eh?
-A saber con quién te juntas tú... Seguro que eres de las que se junta con gente muy estirada, de esos que parece que llevan metido un palo por el culo.
-Jajajaja -reía bajito-. No te vendría mal a ti un poco de eso.
-¿De meterme un palo por el culo? Quita, quita.
-Noooooo -decía partiéndose de risa-. De lo otro, de aprender algo de modales y eso.
-Si te lo pasas genial conmigo, anda.
-Bueno. Un poco -decía haciéndose la interesante-. Pero es que eres muy chulito tú...
-Si eso os encanta. No me vengas de modosita ahora...
-Tiene su encanto, pero...
-Bueno, tengo que ayudar a Andrea. Nos vemos el domingo, ¿vale?

Le di un beso sin dejar que me respondiera, aunque fue breve. Después de eso, se me quedó mirando con media sonrisa una vez nos despegamos y ella se puso frente al espejo de la entrada para corregirse el pintalabios con los dedos rápidamente. Yo me puse detrás de ella y la abracé por las caderas, pasando su pelo a un lado para besarle el cuello.

-Va, Javi, que no paramos.
-Si es que eres muy sexy -balbuceaba al no dejar su cuello.
-Venga, que me tengo que ir yo también. Nos vemos el domingo. Que tengas un buen día -dijo apretándome las mejillas para darme un pico.
-Tú también.

Valentina se fue y me quedé un par de segundos en la puerta, lanzando un suspiro, porque lo que me estaba pasando con esta mujer creía que no me había pasado con otra. La veía tan sensual y tan atractiva que me tenía un poco revolucionado y me apetecía mucho estar con ella, pero por una cosa o por otra no podía ser. En cuanto desperté de mi atontamiento, fui a avisar a Andrea, yendo al baño mientras lo hacía para quitarme el pintalabios de la boca y aprovechar para echarme agua fría y así tratar de bajar la erección que se me había vuelto a levantar. Fue un rato que se nos pasó bastante rápido, aunque notaba a Andrea de otra manera. Se notaba que era ya el último examen y que el curso se acababa para ella, pero eso no quitaba que no estuviera nerviosa aún por aquel examen, ya que era una asignatura que no se le daba tan bien como otras, pero con todo lo que habíamos trabajado sabía que no tendría problema.

Así, a las 12 y poco se marchó para hacer el último examen del primer año de universidad que cursaba, dándole yo ánimos. Una vez se fue, volví a pensar en Valentina y estuve cerca de llamarla para ver si se quería pasar por casa, pero pensaba que estaría en el trabajo y que podría liarla, así que me estuve quieto, pero solo en ese aspecto, porque me marché a mi habitación para hacerme una paja teniendo aún su olor en mi mente, ayudándome incluso de la foto que le eché clandestinamente. Un poco pasadas las 2 de la tarde acudió Andrea por casa, esperándola yo para comer después de haber preparado algo. Me contó que el examen había ido mejor de lo que esperaba y que pensaba que iba a sacar buenas notas en general, sin temor a llegar a suspender ninguno. También me comentó que varios compañeros suyos de clase se habían ido a comer por ahí, pero que ella no se acabó uniendo.

-¿Por qué no lo has hecho?
-No me apetecía.
-¿Por? Si mañana vas a ir a cenar con ellos, ¿no?
-No te creas que me apetece mucho tampoco.
-Pues vas a ir. Te lo mereces después de las semanas que te has pegado estudiando.
-Para la cena si estoy metalizada de ir, pero para lo de hoy, pues no. No me gusta cuando surge de repente. Tampoco llevaba dinero encima.
-Te podía hacer acercado yo algo.
-Bueno, pero es que sabía que habías preparado algo y no te quería hacer el feo. Además, ya mismo me voy.
-Pero volverás el siguiente curso, ¿no?
-No tengo ni idea, Javi.
-¿De verdad?
-Es que a lo mejor echo una beca en la que me dan alojamiento y eso. Lo mismo me voy a vivir a una residencia.
-Ah... Bueno, como veas. Ya te dije que la cosa podía seguir igual. No tienes por qué pagarme nada. Y creo que nos llevamos bien y nos hemos estado apañando muy bien entre los dos.
-Ya, pero no depende solo de mí.
-Ya, imagino.
-Cuando sepa algo, te comento. ¿Vale?
-Sí.
-¿Esta tarde tienes que trabajar?
-Sí.
-Pero si ya ha acabado el curso para todos y la selectividad. ¿Para qué vas a ir?
-Es lo que tiene tener que trabajar, Andrea. Jajaja. Hoy termino yo también de momento. Nos vamos a tomar un par de semanas libres en la academia. Además, las madres siguen llevando a sus hijos a clase para tenerlos entretenidos y quitárselos un rato de encima.
-Ah, bueno.
-¿Por qué me preguntas si trabajo?
-Porque me apetecía hacer algo.
-¿El qué?
-La verdad... Me apetecía jugar contigo un poco con la play.
-Ah...
-Muchos días cuando te ibas a trabajar por la tarde la ponía para jugar yo un poco -me confesó.
-Me lo podías haber dicho y hubiéramos jugado los dos alguna vez.
-Ya. También es que estás últimas semanas he estado ocupada y no la he tocado. Pero ya está, era una tontería.
-Bueno, cuando venga esta noche después de cenar si quieres. Mañana es que voy a estar casi todo el día fuera. Y el domingo igual.
-Vale, pues esta noche jugamos.

Tras comer y reposar un poco, me fui a trabajar a la academia, siendo ya un día bastante tranquilo efectivamente por haber acabado el curso, dedicándome más a hacer algún que otro juego en el que pudiera implementar el inglés o si se trataba de matemáticas, pues lo mismo. Fue una tarde bastante divertida en realidad en la que nos acabamos despidiendo de varios alumnos por haber terminado ya, aunque la academia seguiría abierta para los que tuvieran que recuperar, además de para impartir cursos de inglés, de los cuales me iba a ocupar yo en principio en gran medida. Al acabar me di cuenta de que tenía un mensaje de Valentina, de hacía pocos minutos en realidad en el que me decía que se le había hecho la mañana y la tarde un poco duras después de lo ocurrido en mi casa.

-Dime a donde voy y estoy ahí en nada -dije para ver si sonaba la flauta.
-Jajajaja -respondió a los pocos minutos-. ¿No puedes esperar un día más?
-Contigo es muy difícil.
-Lo imagino.
-Qué humilde.
-De tanto que me lo dicen, pues una se lo acaba creyendo, jeje.
-¿Te lo dicen mucho?
-Claro.
-Vaya pregunta he hecho... ¿Cómo no lo van a hacer?
-Hay quién lo hace de buenas maneras y hay quién lo hace de maneras menos agradables, pero sí. Me lo dicen. Y no poco.
-Seguro que tú tampoco puedes esperar.
-Bueno... Yo creo que sí.
-Claro, ahora que has descubierto el autoplacer, pues es más fácil.
-No, no lo voy a hacer.
-Que no, dice...
-Es verdad. No lo voy a hacer. Así cuando te vea pues es todo más intenso.
-¿Y quién dices que te dice lo buena que estás?
-Uy... Jajajajajajaja. ¿Estás celosillo?
-Jajajajaja. No.
-No sé... Como me preguntas... Jajaja.
-Era curiosidad. Lo mismo es que sales de caza y eso, aunque con la semana que nos pegamos no sé si tendrías hueco para estar con alguien más.
-No soy de las que salen buscando líos. Ya te lo dije, que el día que nos conocimos era la primera vez que salía en mucho tiempo. Salir a secas, imagínate a ligar.
-Es verdad.
-Y puedes estar tranquilo, ahora mismo tú eres el único con el que me veo. Puedes estar tranquilo, porque no te voy a pegar nada ni nada por el estilo.
-Ah, muy bien.
-¿Puedes decir tú lo mismo? 🤭

Yo solito me había metido en ese jardín del que ahora no sabía cómo salir. Debería haberme estado quieto y no indagar de por más, porque en realidad no me importaba que estuviera viéndose con alguien más. Tan solo era curiosidad, pero ahora había caído en mi propia trampa. En esta ocasión opté por ser honesto con ella tras pensarlo durante un par de minutos.

-No. No puedo decir lo mismo.
-Pues muy mal -dijo al cabo de un par de minutos.
-Ya. Es que a veces es complicado.
-¿Es complicado ponerse un preservativo?
-No. Es que son varios factores.
-A ver, explícame. ¿O estás ocupado?
-No. Ya he acabado y estoy recogiendo un poco. Estoy solo en la academia. Hoy me ha tocado cerrar a mí.
-Te llamo entonces, que así es más cómodo para que me expliques. ¿Vale?
-Ok.

Dejamos de hablar por mensaje y efectivamente, Valentina me llamó al instante

-Buenas noches. A ver, cuéntame eso de que es complicado y que hay varios factores.
-Es que...
-Javi, yo creo que no hay excusa para no ponerse un preservativo. Es algo muy básico y necesario para mantener una buena higiene y salud -decía echándome la regañina.
-Ya, si ya lo sé. Una vez tuve un problema y pillé una infección de hongos.
-Madre mía... -decía con tono de disgusto.
-A ver, te explico.
-¿Últimamente has tenido relaciones sexuales sin preservativo? -preguntó interrumpiéndome.
-Eh... Sí. La semana pasada. Dos veces.
-Qué barbaridad... Sería con la misma chica al menos, ¿no?
-Em... No.
-¡Javier! -gritó muy enfadada- ¡¿Pero cómo se te ocurre hacer eso?! ¡¿No ves que pones en riesgo a mucha gente?!
-Sí. Llevas razón. Perdona.
-Se me están quitando las ganas de quedar contigo.
-No -dije al instante-. No, Valentina. Si en realidad he tenido cuidado.
-¿Qué has tenido cuidado? ¿Pero tú te estás oyendo?
-Esas chicas me dijeron que no se habían visto con nadie más en varias semanas, así que...
-Y tú te lo crees, ¿no?
-Ambas son amigas y son muy buenas personas. Es imposible que me hayan mentido en algo como eso.
-Ya. Seguro.
-Una de ellas es Daniela. La otra la que los pilló besándonos en la puerta de mi casa.
-Ah...
-Te aseguro que no son unas mentirosas.
-¿Hablaste con esa chica?
-Sí. No tienes nada de lo que preocuparte.
-Eso espero -decía aún con tono de enfado.
-Oye, que tampoco fue culpa mía que nos pillara. Fue algo fortuito.
-Fue mi culpa en realidad. No maquilles la situación para no enfadarme más.
-Como quieras.
-Fue un fallo mío y yo lo admití. No sé a qué viene ese comentario.
-No lo hacía con intención de... Da igual. No quería echarte nada en cara. Ya está.
-¿Me vas a explicar por qué no usas protección cuando debes?
-En el caso de Daniela fue después de hacerlo con preservativo. Nos dimos una ducha juntos y pues nos volvimos a calentar y pues lo hicimos de esa manera.
-¿No te importa poder dejar embarazada a una chica tampoco?
-Claro que me importa. Pero nos pudo el calentón.
-Pues te sales de la bañera y vas a por un preservativo, Javi.
-Ya, Valentina. Si llevas razón. Pero es que nos pudo las ganas. Además, yo ya había descargado y tenía más control como para acabar dentro de ella.
-Ya... ¿Tú no sabes...?
-Sí. Lo sé.
-Pues no lo parece.
-Son situaciones muy difíciles de sobrellevar con la cabeza en otra parte.
-Más bien la sangre. Ni una gota debías tener en la cabeza.
-Pues eso.
-A ver, ¿qué más motivos hay?
-En el caso de Amaya, la otra chica, fue por un problema que tiene.
-¿Qué problema?
-Es alérgica al látex. Por eso no me lo puse.
-No me vale. Seguro que hay preservativos de otros materiales. Tanto para chicos como para chicas como para ir haciéndolo sin usar ninguno. ¿Es que no te han dado la charla de todas las enfermedades que puedes pillar?
-Sí, Valentina.
-Es que no me entra en la cabeza que lo hicierais así. Solo en pareja se debería hacer sin protección. Siempre y cuando ambos sean fieles, claro. Y si no se busca un niño, pues hay muchos métodos diferentes para evitar un embarazo.
-Fue algo de mutuo acuerdo hacerlo así.
-Faltaría menos.
-Yo le dije de dejarlo para otra ocasión, pero ella me dijo que tenía muchas ganas. Y sinceramente, yo también.
-No, si se ve que no te vale con una, que vas de flor en flor.
-El caso es que lo terminamos haciendo así y todo fue bien.
-Ya... ¿Algún motivo más?
-Mmm, no. En realidad no. Bueno, si acaso porque resta sensaciones. Yo prefiero hacerlo sin condón para sentir más. Por eso aguanto tanto sin correrme usando condón.
-Yo es que no me puedo creer lo que oigo. ¿Ves cómo eres un niño? Solo un niño haría las cosas así, sin pensar en las consecuencias.
-Es verdad.
-Claro que es verdad. Es que no tienes derecho ni a enfadarte por haberte llamado niño.
-Llevas razón. Pero no te enfades, por favor.
-Ya lo estoy. Yo estando así contigo sin saber nada de esto y... En fin. Es que ahora mismo podría tener algo en mi cuerpo por tu culpa.
-No creo por lo que te he dicho.
-Ya. A saber con cuántas más has estado... Te lavarás bien por lo menos, ¿no?
-Sí. Te lo aseguro.
-Estoy muy enfadada, Javi. Se me han quitado por completo las ganas de quedar contigo este fin de semana.
-No me digas eso...
-Es que no sé en qué estás pensando. Ahora te voy a ver y lo único que me vas a dar es asco. Asco por poder haberme pegado algo.
-Pero nosotros lo hemos hecho con condón todo el tiempo. Solo te lo he comido así en plan contacto directo.
-Claro. ¿Te parece poco?
-Tienes razón, ha estado muy mal hacer todo eso, pero...
-Como me llegaras a decir que no es para ponerse así... Es que no me ves más el pelo.
-No. Ya te he dicho muchas veces que llevas razón. Y me he disculpado. ¿Qué más quieres que haga?
-Que hicieras las cosas en condiciones. Eso estaría muy bien. Es que... Ya no tengo ganas ni de besarte.
-Joder... -dije por lo bajo.
-Una cosa te voy a decir. Si quieres estar conmigo, no quiero que te veas con nadie más para... No quiero correr el riesgo de que me pegues algo.
-Me parece bien -dije al instante por miedo a dejar de verme con ella.
-Más te vale. Como te acuestes con otra, no me vas a ver más.
-Vale. Lo he entendido.
-Eso espero.
-¿Nos veremos el domingo entonces?
-No lo sé. Tengo que pensarlo. No veo mucho sentido a quedar sin poder hacer nada de lo que solemos hacer. Porque evidentemente no vamos a hacer nada. Quiero que te hagas un análisis de enfermedades de transmisión sexual. Hasta que no tenga en mis manos los resultados de ese examen no vamos a hacer absolutamente nada.
-Vale, vale. Me parece bien.
-Estaría bien que no -decía con sarcasmo.
-Bueno, piénsalo mañana tranquilamente cuando estés más calmada. Te puedo enseñar mi ciudad, cenar por ahí tranquilamente, dar un pequeño paseo si quieres y ya pues vamos a dormir al hotel. No hace falta que hagamos nada. Somos amigos, ¿no?
-Ya veremos.
-Bueno, mañana me dices algo.
-Vale -dijo de manera seca para colgar sin ni siquiera despedirse.

Me había caído un buen rapapolvo, y con razón, pues no había tomado las mejores decisiones últimamente en ese aspecto y ahora estaba pagando las consecuencias. Y eran unas consecuencias muy leves para lo que podía haber pasado, llevando Valentina razón en absolutamente todo. Estaba siendo un inconsciente al dejarme llevar de esas maneras tan estúpidas y poniendo tan poca oposición. Con un pequeño bajón me fui a casa al dejarlo todo recogido y cerrar, encontrándome a Andrea muy sonriente al verme llegar, con la cena preparada. Así que nos pusimos a cenar mientras ella me decía lo nerviosa que estaba por tener que esperar los resultados de los exámenes, aunque sabía que no iba a suspender ninguno, pero eso no quitaba que estuviera pendiente de sacar la máxima nota posible para poder optar a una posible beca con mayor facilidad.

Después, como hablamos antes de que me fuera a trabajar, jugamos un poco con la consola los dos juntos, siendo un rato bastante bueno para distraerme de la conversación mantenida con Valentina hacía poco. Aunque durante la cena me preguntó si me ocurría algo al verme bastante callado, pero ya jugando se me pasó y estuve como siempre. En realidad, estuvimos jugando hasta casi la 1 de la mañana, pero ella se acabó marchando a la cama, porque había madrugado mucho y se le cerraban los ojos. Yo también me fui a la cama para tratar de descansar para el día siguiente, el cual prometía ser bastante largo por aquel torneo que tenía lugar en la tienda y del cual todos teníamos muchas ganas. El del fin de semana pasado fue un entrenamiento para este y ahora teníamos que ir con todo. Así que me puse a pensar en aquello, dejando de lado el pequeño bajón que rondaba mi cabeza, llegando a la conclusión de que tenía que apechugar con lo que había y que tenía que hacer mejor las cosas.
 
Capítulo 511

Al día siguiente, antes de que empezara el torneo a las 10 de la mañana, me pasé por la cafetería para tratar de buscar a Daniela y poder hablar con ella. Me acerqué sobre las 9 con la esperanza de poder dejar zanjado el asunto y disculparme por haberme puesto de aquella manera en las últimas palabras que cruzamos. Por suerte, al ser sábado, no había mucha gente, por lo que pudimos hablar mientras yo desayunaba. En la charla, lo primero que hice fue disculparme con ella. Ella estaba un poco cortada, porque también pensaba que no había sido del todo justa conmigo, pero en realidad no tenía nada que reprocharle. Se estaba portando como una buena amiga tratando de guardar la intimidad de Valentina. Así se lo hice saber y ella me dio las gracias por darme cuenta.

También aprovechamos para hablar un poco y ponernos al día. Lo primero que hizo ella en ese momento fue preguntarme cómo estaba, porque se había enterado a través de Valentina, aunque de forma indirecta al decirle ella que su amigo especial se encontraba un poco mal por un problema de oído y terminó de atar cabos al no verme en toda la semana por allí. Me dijo que quería llamarme para preguntarme o hacerlo directamente en persona, pero que me daba cosa por cómo había acabado la última conversación que tuvimos, pensando en dejar pasar un poco el tiempo para que la cosa se enfriara. Finalmente abordamos el tema de volver a vernos con fines sexuales al explicarle la conversación mantenida con ella la noche anterior en la que tuve que confesarle todo lo que le conté.

A ella no le molestó nada en ningún momento. Ni que le dijera eso, ni lo de dejar de vernos para acostarnos, pues ella lo prefería así para evitar cualquier malestar en su amiga, aunque sospechaba que a ella también le caería la charla esa misma tarde cuando fuera Valentina a su casa, porque al parecer habían quedado de nuevo. También estaba al tanto de nuestro plan, aunque no con detalle, pareciéndole muy bien que quedara con ella para más cosas que para echar un polvo, aunque la idea era esa, pero finalmente el plan se vio truncado, aunque pretendía seguir con él hacia delante para compensar a Valentina. Se lo merecía después de haberme cuidado cuando me puse malo y después del disgusto que le di con lo de verme con más chicas para hacerlo sin protección.

Daniela y yo quedamos en mantenernos como amigos sin derecho a roce, pero sí que queríamos seguir viéndonos de vez en cuando, ya fuera por la cafetería o por qué no, para quedar para comer o cenar o incluso salir alguna noche de fiesta, con ella invitándome a salir con su grupo de amigas, cosa a la que no le hice ascos. Así, me marché a la tienda, bastante contento por haber dejado aquello solventado, acabando de la mejor manera, pues Daniela era una chica a la que le tenía mucha estima y me gustaba haber quedado como amigo con ella. Algo que no me sorprendió fue no encontrar ningún mensaje de Valentina ni nada parecido. Seguro que seguía muy enfadada y si era así, no quería perturbar más su estado, así que pensé en hablarle ya por la noche cuando volviera de la tienda.

Al llegar, ya me encontré a todos los de mi grupo allí, preguntándome dónde me metía al no dar señales de vida por el grupo de WhatsApp, teniendo que contarles que me había puesto malo y que se me pasó comentarlo por el grupo por tener también que ir a trabajar. Tras unas buenas palabras de todos, nos pusimos a charlar, con todo bastante normal por parte de Amaya, quien se comportaba como antes de que nuestro encuentro sexual tuviera lugar. Sin embargo, Sara sí que me echaba alguna que otra mirada. De hecho, me interceptó cuando fui a pagar la inscripción del torneo, aprovechando para llevarme a un rincón para hablar conmigo.

-Menos mal que solo era que estabas malo.
-¿Por?
-Porque pensaba que pasabas de mí. No me has respondido los mensajes.
-Ah, es que no le hecho mucho caso al móvil estos días. Cuando no estaba trabajando aprovechaba para descansar y lo ponía en silencio y eso.
-Am... Bueno, pues eso. Que menos mal que era eso, porque no me he olvidado de lo que pasó en mi casa.
-Ya, sobre eso...
-¿Qué pasa?
-Pues que no va a poder ser.
-¿Qué pasa? ¿Te has echado novia?
-No. Pero me estoy viendo con alguien y me ha pedido exclusividad.
-¿Y eso? Jajajaja. Qué tóxica para no ser tu novia...
-Es por riesgo a coger algo. Es muy estricta con eso. Y lleva razón. Y la verdad es que no quiero dejar de verme con ella para...
-Joder... Pues qué pena.
-La verdad es que sí.
-Ya, eso lo dices para...
-No. Te veo bastante apañada. Me pareces una chica bastante sexy.
-Mmm... -decía con tono juguetón- Ya se verá qué pasa.
-No me jodas, Sara... Jajajaja.
-Jajajajaja. Me gusta jugar. Pero solo un poco.
-¿Me vas a calentar para que cambie de idea?
-Puede... -decía haciéndose la interesante.
-Uff... Qué duro se me va a hacer esto...
-Eso espero -dijo mirándome el paquete de manera descarada.
-Menos mal que estás de espaldas a todos...
-Jajajaja. Si quieres lo hago ahí delante.
-No, no.
-Dale una vuelta a... -dijo humedeciéndose los labios- A mí me apetece bastante.

Sara se fue con el resto, dejándome a mí ahí algo descolocado, porque esta chica me parecía bastante sexy como le dije y me gustó mucho la manera que tuvo de llevar la situación. Aunque volví con ellos rápidamente para estar pendientes de los emparejamientos que estaban por anunciar al dar comienzo el torneo. Los minutos de espera se me hicieron algo largos. Especialmente con ella lanzando alguna mirada con una sonrisa pícara. Hasta me llegó a poner un poco nervioso por la situación que se estaba generando y por si los demás pudieran sospechar algo, aunque ella no tenía nada con ninguno de los de allí ni nada por el estilo. Pero estaba viendo que me iba a resultar difícil mantener esa exclusividad que Valentina me pidió como condición para seguir viéndome con ella.

El torneo no pudo empezar de la peor manera para mí, porque caí en la primera ronda. De hecho, me vapulearon tan rápido que me dio tiempo a ver a los demás jugar, viendo así cómo todos los demás de mi grupo se hacían con la victoria. No suponía un enfrentamiento duro para mí, pero la cosa estaba igualada y la suerte tuvo su protagonismo, además de alguna que otra mala decisión por mí parte. No iba con grandes expectativas de cara al torneo, porque tampoco había practicado tanto como había hecho en otras ocasiones, pero sí es cierto que trataba de seguir todo bien para no cometer fallos tontos. Lo bueno es que aquel tiempo sobrante que tuve que esperar a que los demás terminaran sus partidas, pude reflexionar para jugar tranquilo y no tratar de cometer los fallos tontos que acababa de hacer.

Los demás enfrentamientos empezaron a ir mejor, pues fui ganando respectivamente, con parte de suerte y parte de lo que yo ponía para jugar. Recuerdo solventar partidas de manera fácil, aunque alguna suelta me ganaron, pero al ser al mejor de tres, conseguía hacerme con la victoria de una manera o de otra. Hasta contra una estrategia que de siempre se me había dado mal me salió bien en aquel torneo, en el que mantuve recursos que debía sustituir en segundas y terceras partidas, pero que sabía que me podía ser útil contra una amenaza en específico que me dejaba fuera. Por caprichos de la suerte, la mala que tuve al empezar se vio revertida en el resto del campeonato, siguiendo con las victorias hasta que quedé con un 4-1, entrando así entre los 8 primeros para poder jugar cuartos y potencialmente las semifinales y la final.

Pero yo no fui el único que entró de mi grupo, pues otros dos chicos entraron conmigo de entre las 70 personas que estábamos jugando aproximadamente. Fue una alegría muy grande para nuestro grupo por obvias razones y todos los que no entraron se quedaron para vernos acabar el top 8, cosa con la que fantaseábamos durante el parón que hicimos para ir a almorzar todos los del grupo juntos. Allí todo fue con normalidad, aunque sí que notaba algún gesto por parte de Sara, quien se sentó rápidamente a mi lado en cuanto me senté yo. Cuando hizo eso esperaba que empezara a calentarme, pero no fue para tanto, con algunos roces con su dedo meñique sobre una de mis manos en ocasiones o echándose a reír agarrándome el brazo cuando alguna gracia tenía lugar. Fue un momento muy agradable el que pasamos mientras comíamos, y más cuando me relajé al ver lo calmada que estaba ella cuando pensaba yo que no iba a ser así por lo que pasó antes de empezar.

En cuartos, mis otros dos colegas se enfrentaron entre sí, lo cual aseguraba que uno de los dos pasara a semifinales. Lo gracioso era que ninguno de los dos tenía pensado ir al torneo al que te invitaban si ganas este, pero llegar tan lejos en aquel en el que estábamos no era tampoco algo que entrara en sus planes, más que nada, porque eran relativamente nuevos jugando, llevando tan solo 2 años y no de manera tan seria como para aspirar a algo así. Sin embargo, ahí estaban, luchando por llegar a lo más alto. Yo por mi parte, me enfrenté a uno que solía frecuentar la tienda también y que era de un pueblo cercano. Nos caíamos bien, pero se notaba el ambiente de competición y ambos estábamos serios. El problema era que su estrategia me arramplaba, como así hizo en la primera partida. En la segunda y la tercera reconozco haber tenido los momentos de más suerte, en donde él se atascó a la hora de desarrollar su estrategia mientras que yo planté una buena amenaza rápidamente y fue cuestión de tres turnos acabar con él.

Aun así, me deseó suerte para lo que me quedaba, agradeciéndoselo yo, pero es verdad que se acabó marchando porque le molestó mucho haber perdido así. De sobra conocía yo esos enfados por perder de esas maneras, sobre todo en los primeros años cuando empecé a jugar y a conocer las reglas de mejor manera, llegando hasta dar palmadas en la mesa por la rabia, pero ya era perro viejo y no me ponía así, tomándomelo hasta con humor en la mayoría de ocasiones y sin llegar a ponerme casi nada nervioso, todo lo contrario de cuando empecé a jugar. Esto último era algo que llamaba mucho la atención entre los de por allí, pues por lo general la gente se ponía nerviosa en competiciones y decían que era curioso por verme tan tranquilo, como si nada. Al no tener tanto tiempo como me hubiera gustado para dedicarle, decidí en un punto tomarme aquello como lo que era, como un hobby, no como algo que me fuera a dar dinero, por eso ya no me ponía nervioso jugar.

Así pasé a semifinales, aunque no me enfrenté al colega que pasó también, pues estábamos cada uno en una semifinal. Él perdió y yo gané al enfrentarme a un jugador no tan curtido como le pasaba a él, el cual tuvo la oportunidad de haberme ganado, pero no usó un recurso que tenía hasta a mi vista, dándose cuenta una vez pasó la jugada. Así pude combatir su estrategia agresiva y poder controlar la mesa para acabar con él una vez lidiaba con todo lo que jugaba. En la final me tocó contra otro que solía frecuentar la tienda y que era de fuera también, aunque de otro pueblo diferente al que me enfrenté en cuartos. Él traía una baraja que no había visto nunca, cosa que en principio puede parecer una mala decisión por no estar en el metajuego, pero no es tan así.

La razón es que cada estrategia de lo que más se juega se adapta a lo que se puede encontrar, jugando siempre lo más óptimo para tener una respuesta rápida y así tratar de negar gran parte de lo que juega tu oponente, si no toda su estrategia en algunas ocasiones. Eso hacía que fuera peligroso jugar contra él, porque al no haber visto nunca aquello, no sabía por dónde me podía salir, pero tampoco era algo tan complicado lo que jugaba. Era una estrategia bastante agresiva, solo que él la enfocaba de otra manera, aunque no le funcionaba nada mal y si había llegado a la final había sido por algo. Lo bueno es que ya me enfrenté a él en rondas y le gané, pudiendo ver cómo era todo su mazo casi por completo, así que no me costó demasiado ganarle para hacerme así con la victoria de aquel torneo que tantas ganas teníamos todos de jugar.

Todo mi grupo se me acercó para darme la enhorabuena entra palmadas y abrazos. Hasta el tendero se alegró por haberse quedado el premio en casa al haber ganado uno de los jugadores locales, ya que vino gente desde varios puntos. Aquel torneo fue mi mayor logro hasta el momento en aquel juego, aunque no era el primero que ganaba, pues ya había conseguido hacerlo algunas veces con anterioridad, pero no a esa escala. Los 15 euros de la inscripción se vieron multiplicados varias veces con los premios que conseguí, aunque lo más interesante era que, como he dicho antes, quedar primero en esta competición, te permitía asistir a un torneo más grande que era incluso fuera del país.

Y la cosa era que, si ganaba ese torneo, conseguiría asistir a unos de los torneos más importantes que tienen lugar en el juego, llamado "Pro Tour", el cual reparte 40000 dólares en premios y que incluso te permitía ganarte un sueldo como jugador profesional, pudiendo meterte en ese mundillo para ganarte la vida jugando de aquel juego. Dicho torneo tenía lugar en Honolulu, Hawái. Pero eso ya era mucho soñar teniendo en cuenta que lo más lejos que había llegado yo era haber ganado en ese momento. Eso sí, lo que tenía seguro era participar en el torneo que te daba la oportunidad de irte allí si lo ganabas. El tendero me dijo que tenía que mirarlo, porque no estaba seguro, pero entre los tres destinos que me podían tocar para aquel torneo que tendría lugar a finales de agosto estaban Lisboa, Manchester y Milán.

Reconozco que me hubiera gustado ir a Milán por no haber estado en Italia con anterioridad, pero al final me tocó ir a Manchester. No iba a ser la primera vez que iba a pisar suelo inglés, pero no había llegado tan arriba la vez anterior que visité el país. Lo malo era que el formato del torneo que iba a tener lugar era uno que lo había jugado muy poco en todos los años que llevaba haciéndolo, así que tenía que estudiarlo para poder intentar hacer algo al menos. El mismo tendero me dijo que él se haría cargo de rellenar todo lo pertinente para dejarlo todo preparado, aunque el viaje sí que me lo tenía que pagar yo, pero era una experiencia bastante única y que dudaba que se fuera a repetir, además de que por solamente asistir daban una carta promocional que por aquel entonces valía 100 euros.

Bastante contento, como es obvio, salí de allí para ir a casa para darme una ducha después de aquel día tan caluroso, porque quedamos en salir a cenar para celebrarlo los del grupillo. Al llegar tenía pensado comentarle a Andrea lo ocurrido, estaba seguro de que se alegraría por mí, pero no pude terminar de hacerlo en cuanto llegué, pues ella también estaba en el baño preparándose para irse con los de su clase como ya sabía yo. Para haber llegado estando ella ya en el baño, acabé antes, vistiéndome como cuando salía de noche, cosa que también íbamos a hacer. Hasta me llegué a poner el reloj de mis amigos, por algo de distanciamiento que hubiera habido últimamente entre nosotros, pero era algo que quería dejar de lado y volver a quedar con ellos. Ya solo faltaba ver si ellos estaban también por la labor o no.

Hice un poco de hora sentado en el sofá, aprovechando también para que saliera Andrea y así poder contarle. Lo malo es que no me salían las palabras una vez salió del pasillo para entrar al salón después de aquel taconeo que anunciaba su llegada. Andrea estaba espectacular, dejándome bastante parado pese a no ir tan sexy tampoco. Pero la veía tan guapa y tan diferente a la chica que vivía conmigo por haber cambiado tan radicalmente de vestimenta que no sabía qué decir. Llevaba un vestido negro de noche, con una falda que llegaba casi hasta el suelo. Con los tacones que llevaba, siendo unas sandalias negras con algo de plataforma la hacían más alta de lo que realmente era, siendo algo muy notable. Estaba muy guapa con aquel vestido que le dejaba sus brazos por completo al descubierto al ser sujetado por unos anchos tirantes. Además, tenía un poco de escote al tener una apertura en uve.

Haciendo memoria, era la primera vez que le veía los brazos al desnudo, pues siempre iba en manga larga y ya de últimas con anchas camisetas de manga corta que le llegaba hasta los codos. Y es verdad que tenía los brazos gorditos, pero no eran para nada desagradables de ver. La veía preciosa con sus uñas de las manos de color negro, combinando con el vestido, al igual que las de sus pies. Llevaba su pelo alisado, luciendo esa larga y preciosa melena pelirroja natural. Y, además, un ligero maquillaje, con sus labios de un rosa muy tenue, con un pequeño eyeliner también. Me quedé un poco cortado al verla, aunque ella no se quedaba atrás, pues se plantó en mitad del salón y se quedó mirándome como si estuviera congelada.

-Estás guapísima -dije tras unos segundos estando ambos mirándonos al otro.
-Tú también.
-Joder, cómo engañas con la ropa que sueles usar...
-¿Crees que voy bien?
-Vas estupenda. ¿No lo ves?
-No sé... -decía poco convencida- Mira esto... -dijo pellizcándose la parte de arriba de sus brazos- Los odio.
-No es para tanto, mujer.
-Y me hace un culo enorme -siguió dándose la vuelta.

"Pues el que tienes", pensé excitado deleitándome con una perspectiva perfecta de su culo.

-No digas tonterías, Andrea. Estás muy guapa.
-No sé... ¿Y si mejor me quedo?
-No, va. Sal y diviértete un poco.
-Vaaaaale. Una cosa. ¿Voy con, o sin gafas? -dijo quitándoselas para que la viera sin ellas.
-Pues como tú quieras.
-Dame tu opinión.
-Es que estoy acostumbrado a verte solo con gafas. Te veo rara sin ellas, pero estás muy guapa igualmente.
-Elige -me dijo con tono casi de orden.
-Con gafas.
-Vale, pues me las pongo.
-Como tú veas.
-¿Y cómo te ha ido el día en eso a lo que has ido?
 
Capítulo 512

Andrea se acercó para sentarse en el sofá para hablar un poco conmigo y lo acabamos haciendo, aunque me costó arrancar por lo nervioso que me puso verla así de atractiva. Tampoco es que me pusiera a tartamudear ni nada, pero nada más verla aparecer me hizo estremecer, llegando a preguntarme si había traído a una amiga suya de lo diferente que la veía. Fue un momento que me recordó mucho a cuando vivía en pareja y ella se arreglaba de esa manera para salir o para algo por el estilo. Era lo más parecido a ver un ángel. Que oliera tan bien no ayudaba a que me calmara y tampoco lo hacía mirarla por todo su cuerpo, rememorando ese momento en el que se puso de espaldas para que viera si le hacía el culo grande. Yo lo único que me preguntaba era si llevaba tanga en ese momento, imaginándomela con uno de hilo y poniéndome bastante malo, enterándome incluso calor.

Pero, aun así, pude contarle lo ocurrido y ella me felicitó por haber conseguido ganar, aunque cuando le conté lo que había ganado y que me iba a Manchester para jugar un torneo allí empezó a flipar. Me decía que le parecía muy guay y que le daba envidia pese a no tener ella ni idea de jugar. Más flipó cuando le dije que había una pequeña posibilidad de poder ir a Hawái si ganaba en Manchester. Me preguntaba si le estaba tomando el pelo, pero no era así. De broma me preguntaba si me podía llevar a alguien conmigo en tal caso, dudando yo que me pagaran siquiera el viaje, pero parecía emocionada por lo que le contaba, dándome incluso ánimos para ver si lo lograba, aunque yo ya veía eso literalmente imposible. Ya había tenido suerte ganando el torneo de ese mismo día. Y no me veía ganando uno en el que habría más gente y siendo de un formato que no dominaba para nada.

Así, cada uno nos fuimos a donde habíamos quedado con la gente con la que íbamos a salir. Me presté a acompañarla por si no quedaba muy lejos, pero me dijo que no hacía falta, que vendrían a recogerla dos amigas de clase para marcharse juntas. También le dije que si necesitaba algo o lo que fuera, que me podía llamar y yo iría a por ella, dándome Andrea las gracias por el gesto. Nos dimos dos besos para despedirnos, volviendo a oler su perfume tan delicioso y nos marchamos. Como yo quedé relativamente cerca con los demás, no me acabé yendo e coche. Al llegar todos íbamos bien vestidos, yendo Amaya bastante elegante y guapa. Sara por su parte, iba más provocativa, con un vestido muy ajustado y con unos tirantes por la espalda que dejaban al descubierto gran parte de su cuerpo. Nada más verla sonreí meneando la cabeza por ver que me iba a dar la noche. Ella me miraba un poco con la boca abierta, ya que era la primera vez que me veía así de arreglado, aunque los demás chicos iban parecidos a mí.

Fuimos a cenar una vez nos juntamos todos a una terraza aprovechando que por la noche hacía menos calor, echando un buen rato al no parar de comentar lo ocurrido ese mismo día en el torneo. De nuevo, Sara se sentó a mi lado, siendo más activa esta vez al acariciar una de mis piernas con uno de sus pies casi desnudos al llevar unas sandalias con tacón y plataforma, bastante parecidas a las que había visto a Andrea momentos antes, aunque ella llevaba sus uñas de rosa. También me acariciaba un poco el brazo al llevar las mangas de la camisa remangadas, aunque lo hacía de manera sutil. Pero Amaya sí que se daba cuenta, aguantando un poco la risa. La verdad es que estaba viendo venir que iba a ser una noche dura con tanto roce, tanta miradita y tanta insinuación.

Pero justo en medio del momento en el que cenábamos me llamaron al móvil. Lo saqué para ver quién era y resultó ser Valentina. Miedo me daba hablar con ella por cómo se había puesto la última vez que lo habíamos hecho, pero tenía que cogérselo para no enfadarla más, si es que lo estaba y para saber qué pasaría al día siguiente, si nuestro plan seguía en pie o si finalmente se había decantado por cancelarlo. Esperaba que no fuera eso último, porque estaba muy contento como para que me diera esa noticia en ese momento. Tanto lo estaba que no me importaba del todo no hacer nada sexual con ella con tal de relajar la cosa y ganarme su confianza. Me tuve que disculpar con el resto para alejarme un poco y tener intimidad para poder hablar tranquilamente con ella sin que nadie nos pudiera escuchar. A ver qué me encontraba, aunque traté de empezar conciliador y de manera educada.

-Buenas noches, Valentina -dije al descolgar-. ¿Cómo estás?
-Hola -dijo de una manera bastante seca.
-¿Qué tal? Debería haberte llamado, pero es que no me quería arriesgar a que siguieras enfadada.
-¿Crees que no lo estoy? ¿Piensas que este enfado es algo que se me va a ir a las primeras de cambio? Porque es un asunto muy serio.
-Llevas razón. Quería decir que pensaba que seguías igual de enfadada que anoche y por eso he pensado en que lo hicieras tú si te veías con ánimo. O si no, pues por un mensaje ya me hubieras dicho qué pasaría mañana.
-¿Cómo qué pasaría mañana?
-Sí, por lo de sí al final nos vamos a ver o no. No lo he dicho por... Ya me quedó claro que no va a pasar nada. No te preocupes.
-Ah... Oigo mucho ruido. ¿Estás en la calle?
-Sí. He salido con unos amigos para cenar y luego a lo mejor para tomarnos algo.
-Y a ver si cae algo con alguna, ¿no?
-No, Valentina. Me pediste que no estuviera con ninguna, ¿no?
-Sí, pero conociéndote, dudo que no acabes cayendo.
-Soy un hombre de palabra. Si te he dicho que no me voy a acostar con otra, no lo voy a hacer.
-¿Un hombre? Más bien un... Bueno, también te digo que es muy fácil hablar. Lo importante es lo que hagas al final.
-Si lo termino haciendo, yo mismo te lo diré.
-Sí, claro. Como que no me ibas a mentir si te acabas acostando con otra con tal de seguir haciéndolo conmigo también.
-Mmm... No sé qué decirte -dije mordiéndome la lengua.
-No quiero que me digas nada. Mira que llevamos poco más de una semana viéndonos, pero es que ya te conozco.
-Ya veo. ¿Y para qué me has llamado?
-Para decirte que sí, que mañana nos vamos a ver.
-Ah, estupendo.
-Mañana te mandaré una ubicación. Te quiero ahí a las 9 en punto, me recoges y nos vamos a tu ciudad. Ya me he encargado yo de reservar una habitación en un hotel.
-Ah, pero...
-He estado mirando y he reservado en uno.
-¿Y tan temprano?
-Sí. He visto que hay varios sitios que me interesa ver y quiero que me los enseñes, tú que has vivido ahí.
-Claro.
-Pues mañana a esa hora nos vemos. No quiero tonterías, que vas a coger el coche. Deberías encerrarte pronto y no beber mucho.
-Vale.

Y de pronto, me colgó. Valentina era una mujer intensa, pero después de esta bronca que tuvimos se había vuelto muy estúpida. Me había mordido la lengua para no responderle como se merecía por hablarme con esa falta de respeto, porque se estaba colando bastante. Y me quedé con las ganas de hacerlo, pero decidí agachar un poco la cabeza con tal de no dejar de verla, porque era una mujer que ejercía mucha atracción sobre mí. De las que más lo había hecho en mi vida y no me podía permitir que se fuera y no verla más. Me resultaba hasta cómodo tenerla de follamiga por eso de vivir ambos en la misma ciudad y poder vernos con bastante asiduidad, y más ahora que Andrea se iba a marchar a casa. Así que tragué un poco y volví con mis amigos para terminar de cenar.

Una vez me senté, me quedé un poco pensativo, pasando hasta de Sara con esos gestos que seguía teniendo, hasta que me apretó un brazo con la mano para que la mirara, interrogándome con la mirada, aunque le hice un gesto para que no se preocupara. Desde ahí opté por despejar la cabeza y centrarme en pasar un buen rato con mis amigos después del día tan excelente que había tenido. No iba a permitir que esa breve conversación telefónica me jodiera el momento. Cuando terminamos de cenar, nos fuimos a un local para tomarnos algo, con más chicas bailando y notando yo cómo le botaban las tetas a Sara al no llevar sujetador, como bien comprobé al notar en varias ocasiones sus pezones bien marcados en la fina tela de su vestido. Yo no era el único que las miraba, sobre todo a ella, aunque había uno que miraba más a Amaya.

Todos sabíamos que a él le gustaba ella, pero el tío no hacía nada para tener el más mínimo acercamiento. Si hasta en nuestras quedadas para jugar se ponía como un robot cuando tenía que jugar con ella. Ya se ponía nervioso de por sí jugando, pero cuando lo hacía con ella es que no daba pie con bola. Alguno que otro le mandaba alguna indirecta, pero él pasaba de eso. Cuando nos separamos de las chicas me puse de nuevo un poco pensativo por lo de Valentina, pero al ver el percal con este chico, me puse a pensar en él y por qué no hacía nada para mediar palabra si quiera con la chica que le gustaba. Así que mientras nos tomábamos una copa, aproveché para pedirle que me ayudara cuando dijimos de tomar otra. Y ya estando apartados le pregunté acerca del tema.

-¿Qué pasa contigo?
-¿De qué?
-De que te gusta Amaya y estás ahí perdiendo el tiempo.
-Ah... -decía cortado, hasta poniéndose rojo.
-Si todos te dicen algo para que lo intentes.
-Ya...
-¿No vas a hacer nada?
-No sé. No creo.
-¿Por qué?
-Porque... No sé.
-Venga, vamos a llevar esto para allá y hablamos más tranquilamente en la calle mientras nos tomamos esto.

Llevamos las copas de todos y cada uno cogió la suya, aunque las chicas se volvieron a la zona de baile con ellas. Y nosotros dos salimos a la calle para hablar más tranquilamente.

-A ver, cuéntame.
-Es que no hay nada que contar.
-Ya, claro. No sé por qué no le hablas ni siquiera. Joder, si a mí me gusta alguien, pues le hablo.
-Pero es que soy muy tímido.
-Pero si os conocéis desde hace bastante, ¿no?
-Sí, bueno...
-Joder, pues no sé qué vergüenza te puede dar conociéndola ya. Que solo te digo de hablarle, no de decirle que te gusta y eso.
-Ya, pero es que yo soy así.
-¿Y no piensas hablarle nunca?
-Supongo que sí.
-Y decirle que te gusta luego, ¿no?
-No, no. Eso no.
-¿Por qué?
-Porque no. ¿Qué podría ver ella en mí?
-¿A qué te refieres?
-Pues que no le gusto. Seguro. Mírame.
-Vale, estás un poco rellenito. ¿Y?
-Claro, tú dices eso porque tienes ese cuerpo.
-¿Y crees que no me lo trabajo? ¿Piensas que lo tengo por arte de magia? Pues no. Me lo curro en el gimnasio yendo casi todos los días.
-Ya.
-Y si no estás contento contigo mismo, pues piensa en cambiar lo que no te gusta. Es lógico, ¿no?
-Sí.
-Yo también era bastante tímido y tal. Pero se me quitó y aquí estoy.
-Es que... Me he imaginado muchas cosas con ella y si ahora digo de hablarle y me llevo el palo, me dolería mucho.
-Vamos, que estás enamorado de ella.
-Mmm... Sí.
-Pues tío, todo está en tu mano. Tú decides lo que quieres hacer. Yo lo tendría muy claro.
-¿El qué?
-Lo que haría en tú lugar.
-¿Qué harías?
-Pues hablarle, claro.
-¿Y si me dice que no?
-Te estoy diciendo de hablar, como hemos hecho todos en la cena. Si te ves inseguro, pues intenta mejorar esos aspectos. Lo del físico tiene solución, ya depende de ti y de tu fuerza de voluntad. Pero mientras trabajas eso puedes hablarle como a una persona normal, lo que es. Que no te va a morder ni nada.
-Ya.
-Hablar no hace daño. ¿Quién sabe? Lo mismo le caes muy bien y se interesa ella también y te empieza a hablar.
-¿Y si no?
-Pues sigue intentándolo, háblale de otras cosas, seguro que hay algo que os gusta a los dos aparte de este juego. Pero tampoco seas un pesado ni la agobies. Sé amable y sé tú mismo.
-No sé...
-Es una pena que con lo simpática y agradable que es no intentes nada. Amaya tiene pinta de ser una chica genial.

Entonces apareció Sara preguntándonos de qué hablamos. Ambos disimulamos diciendo que estábamos debatiendo una jugada que tuvo lugar en el torneo, aunque rápidamente nos entramos, juntándonos todos, aunque Sara me hizo una señal para que nos apartáramos un poco para poder hablar.

-Te veo un poco raro -me dijo en cuanto nos sentamos para beber de su vaso con la pajita que tenía.
-Mmm, bueno. Puede.
-¿Qué pasa? ¿La tóxica te tiene agarrado por los huevos? Jajajaja.
-Pues más o menos.
-Ha sido quien te ha llamado mientras cenábamos, ¿no?
-Sí.
-Si te veía poner alguna cara... Jajajaja. Me hacías mucha gracia.
-Se está poniendo un poco estúpida. Que la he cagado, sí. Pero se está pasando conmigo.
-A saber qué has hecho.
-Bueno... Algo. Pero se está aprovechando para pincharme. Te lo digo yo.
-Pues qué cabrona, ¿no?
-Sí, un poco.
-¿Y te merece la pena aguantar todo eso?
-De momento sí. Es una mujer muy impresionante.
-Vaya. Si tú lo dices, será así. Pero no creo que sea un motivo para dejar pasar faltas de respeto y esas cosas, ¿no?
-Seguramente.
-Yo no me atrevería a putearte, la verdad.
-¿No?
-No, jajajaja. Intimidas un poco.
-Me gusta mandar en la cama, pero no es para tanto.
-Mmm, vaya...
-¿Te va eso?
-Un poco -dijo insinuándose.
-Lástima que...
-Va, tío. Que le den a esa tóxica de mierda. Vamos a pasarlo bien esta noche.
-No puedo, Sara. Se lo he prometido.
-No te respeta. No se merece lo que le das.
-¿Y tú sí?
-Yo siempre he sido buena contigo, ¿no?
-Sí. Siempre has sido muy amable y agradable.
-Claro.
-¿Eres una niña buena?
-Sí -decía asintiendo y poniéndome ojitos.
-Jajajaja.
-Ahora el que puteas eres tú. Y a mí, que no he hecho nada, jajajaja.
-Me gusta mucho jugar así.
-Pues yo quiero jugar de verdad.
-¿Sí?
-Claro. Por eso he venido esta noche sin bragas.
-¿En serio? Jajajaja.
-¿Quieres comprobarlo?
-Pfff... No me estás poniendo fácil lo que me he propuesto.
-Claro, es que quiero llegar contigo a más -dijo dándome un pico rápido.
-Oye, robar besos no es de niñas buenas.
-Uy... Me tendrás que castigar.
-Joder...
-¿Te gustan estas coletitas que me he hecho? Son de niña buena...
-Sara...
-Aunque en la cama a lo mejor no soy tan buena -dijo acercándose a mí para poner una de sus piernas sobre una de las mías, quedando de costado.

Al ponerse así, cogió una de mis manos y la puso sobre su culo, el cual estaba bastante bien. Teníamos nuestras caras muy cerca y estábamos a punto de besarnos. Para ser sábado, no había mucha gente. Los estudiantes ya empezaban a desfilar de vuelta a casa, aunque había alguno que otro por allí, seguramente de los que eran de esa ciudad. Pero teníamos nuestra intimidad al estar casi en otra sala, pues el local tenía como varias partes al dividirse en pequeñas salas, casi como si fueran burbujas. Desde luego no los podían ver los demás y por eso seguramente fue por lo que ella se animó a besarme y yo a seguirle el beso, el cual empezó normal pero que se transformó en un buen morreo en pocos segundos.

Ella se vino arriba y hasta metió su mano por dentro de mi camisa y yo seguí jugando con su culo, amasándolo, pasando después a su muslo totalmente desnudo. Estuvimos así unos minutos, hasta que ella bajó a mí entrepierna, encontrándose mi polla morcillona, pero ahí la paré. Me había propuesto cumplir lo que Valentina me había pedido y no querría fallar a las primeras de cambio. Era duro, ya que Sara era una chica que tenía algo que me llamaba mucho la atención físicamente, con esas curvas tan atractivas. Además, era juguetona y eso siempre era un plus para mí, pero no quería seguir metiendo la pata con Valentina, por lo que le agarré la mano para apartarla, aunque ella se lo tomaba con humor, como si de un juego se tratara, intentándolo en más ocasiones, aunque yo siempre le quitaba la mano de ahí.
 
Capítulo 513

-Para, para -le pedí.
-¿Nos vamos a tu casa?
-No puedo, Sara. De verdad.
-No me jodas, tío. ¿Me vas a dejar con este calentón?
-Lo siento. Me encantaría seguir y poder irnos a mi casa y hacer lo que estás deseando, pero no quiero defraudarla.
-Pfff... Bueno.
-Mira, dame unos días. Cuando se tranquilice un poco la cosa nos vemos y lo que surja.
-¿Me lo dices de verdad o es para te deje tranquilo?
-Te lo digo de verdad. Tienes algo que me pone bastante. Lo reconozco. Y me da que en la cama eres...
-Pues sí, lo soy. Pero parece que no quieres comprobarlo.
-Sí que quiero, Sara. No te me enfades tú también.
-No estoy enfadada -dijo agarrándome una mano-. Pero me jode que ambos queramos y que no lo hagamos porque le has prometido a una tía tóxica que no estarías con nadie más. A una mujer que no te respeta y que te maneja como a una marioneta.
-Bueno, tú no sabes cómo me trata ella en realidad. Si no la conoces ni siquiera.
-Es una mujer que no es tu pareja, no te respeta según me has dicho y que te pide exclusividad. Es una manipuladora.
-Bueno, visto así...
-¿Y no vas a hacer nada?
-Yo es que no creo que sea para tanto.
-Tú lo que pasa es que estás enchochado de esa mujer, jajaja.
-No tanto. La tía me gusta y está tremenda. Pero tengo esto bajo control.
-No, jajajaja.
-Que síiiiii.
-Yo te he visto siempre un tío seguro y tal. Pero parece que no te haces respetar con ella.
-No es tampoco para eso, Sara.
-Pues es lo que parece.
-Tiene motivos para estar enfadada.
-¿Pero qué has hecho?
-He estado con alguna más que con ella y sin protección.
-Bueno, un poco cagada sí que es.
-Aunque con ella siempre lo he hecho con condón.
-¿Cuál es el problema entonces?
-Dice que el riesgo de haberle pegado algo sigue ahí. Porque le hago sexo oral, obviamente.
-Ah, claro.
-Y ahora dice que le voy a dar asco cuando me vea.
-Qué exagerada. Pero tú estás bien, ¿no?
-Sí. Yo me noto muy bien y no he visto nada raro. Las dos chicas con las que lo hice sin protección me dijeron que llevaban un tiempo sin hacer nada.
-Una de ellas es Amaya, ¿no?
-Ajá. Y la otra una amiga que esta mujer y yo tenemos en común.
-Pues tienes que tener más cuidado. Con estas cosas no hay que jugársela.
-Ya. Entonces, nosotros lo haremos con condón, ¿no? -dije con tono de rebajar la seriedad de la conversación.
-No lo veo tan claro conforme está la cosa.
-Dame unos días. Solo eso. Quiero que se relaje y ya le diré que tiene que entender que me voy a ver con más chicas.
-¿Y mientras tanto?
-Pues no va a quedar otra que calmarte tú misma.
-Pues vaya plan...
-Ya verás como no es para tanto -dije acercándome un poco a ella para pegar nuestras caras.

Nos volvimos a dar un beso, aunque esta vez fue más breve, pues nos separamos cuando oímos a gente acercarse. No era nadie de nuestro grupo, pero fue suficiente para que volviéramos con ellos para no estar tan apartados. Ella fue primero, porque yo fui al baño para echarme algo de agua fría en la cara, porque tenía calor del calentón que me había entrado con ella, además de que quería hacer tiempo para bajar un poco la erección que tenía. Al poco regresé con ellos y me tomé otra copa para combatir el calor que ya empezaba a apretar cada vez más, aunque decidí dejarlo ahí con esa última al seguir el tonteo entre nosotros con alguna miradita. Así que me despedí de ellos y me marché para evitar más tentaciones con ella. De camino a casa, iba contento por haber sido capaz de parar antes de hacer nada más. Aunque es verdad que nos dimos unos besos, pero no le daba nada de importancia a eso.

A mitad de camino me llamó alguien al móvil. Por las horas que eran lo esperaba que fuera Valentina, quien por lo general se iba a dormir a una hora bastante prudente por alguna conversación que habíamos tenido, pero de ella ya me podía esperar cualquier cosa. Hasta se me pasó por la cabeza que había sido capaz de seguirme para vigilarme, pero no resultó ser ella. Se trataba de Andrea, quien me dijo si podía ir a recogerla, porque había tomado un poco de alcohol y se encontraba mareada. Le pedí que me mandara ubicación y fui hasta allí, porque evidentemente fui andando a todos sitios al tener en mente tomarme algo. Al llegar a dónde me dijo Andrea, me la encontré sentada en el poyete de un escaparate, tomando el aire y apoyando la cabeza en el cristal. Al parecer se encontraba un poco regular y me senté a su lado para ver si se le pasaba. Pensé que le vendría bien volver a casa andando para que se despejara y así empezamos a hacerlo, haciendo pequeñas paradas a cada poco, porque no se le terminaba de ir el mareo y, además, llevaba esos zapatos que según me dijo no estaba acostumbrada a llevar.

Pero al final, viendo que íbamos a tardar toda la noche, nos sentamos en un banco y llamé a un taxi para que los recogiera. Nos montamos y volvimos a casa rápidamente. Allí le di agua para que bebiera, sentándose en el sofá ella y quitándose los zapatos. La verdad es que aquella noche llevaba el punto de beber algo de alcohol, pero no estaba borracho en absoluto. Lo que sí que llevaba encima era un calentón bastante grande por lo ocurrido con Sara, pero es que Andrea me resultaba mucho más atractiva que ella. Y verla así de preciosa me ponía peor aún. Mientras hablábamos un poco, contándome ella que tampoco había bebido mucho, tomándose solo dos copas y que lo acabó haciendo para no ser la ratita, no paraba de mirarla a los ojos y a su cuerpo. Aunque ella estaba con sus ojos cerrados por lo general al tratar de calmar ese mareo que llevaba encima.

Al final estaba viendo que se iba a dormir, pero le entró bastante flojera en el cuerpo, así que la cogí en brazos, con ella riendo y abrazándose a mí, para llevarla hasta allí y que pudiera descansar. La dejé con cuidado sobre la cama y me quedé mirándola, estando ella tambaleándose un poco. Hasta le ayudé a quitarse las gafas para dejarlas sobre su mesita, aprovechando ella para pedirme su pijama del armario. Así que se lo di y ella lo empezó a desdoblar. No sabía si tenía la intención de ponérselo en ese mismo momento, pero no me pareció buena idea quedarme ahí para aprovecharme de cómo estaba para poder llegar a ver algo. Así que salí de allí para respetar su intimidad y volver yo a la cocina para beber agua. Lo estaba pasando realmente mal aquella noche con tanta chica guapa a mi alrededor, pero logré mantenerme en mi palabra de no hacer nada con ninguna de ellas.

A los pocos minutos, Andrea me llamó para que le llevara una botella de agua, así que se la llevé, aprovechando para llevarle también los zapatos que se había dejado en el salón. Al entrar me puse más nervioso aún. Y cómo no hacerlo al encontrarla de nuevo sentada sobre su cama bajándose la camiseta de su pijama, pudiendo ver en una fracción de segundo el pálido color de la piel de su barriga tan mona. Pero no me puse nervioso por eso. La razón por la que lo hice fue porque ese momento fue en el que la vi por primera vez con "tan poca ropa". O quizá enseñando más de lo que solía, pues llevaba una camiseta blanca, la cual le marcaban los pezones de manera exagerada. No recordaba haberle visto eso nunca y que me empezara a poner cachondo era muy de esperar. Pero la cosa no acabó ahí, pues el pantalón de su pijama se le quedó más subido de la cuenta, dejando casi al desnudo esos muslazos que tenía. Menos mal que no pude verle el culo en ese momento, porque ya hubiera sido la gota que hubiera colmado el vaso y a lo mejor me hubiera dado algo ahí mismo.

Andrea me agradeció que le llevara todo eso y se levantó para darme un abrazo. Estaba claro que el alcohol no le sentaba demasiado bien, porque ese gesto estuvo un poco fuera de lugar para el poco contacto físico que teníamos entre nosotros. Pero fue una delicia sentir sus pechos aplastarse contra el mío. Hasta pude notar sus pezones algo endurecidos hincarse en mí por lo fina que era mi camisa también. Hasta se puso de puntillas para abrazarse a mi cuello, dándome las gracias por haberla recogido y haberla cuidado en ese momento, como si fuera consciente de que no se encontraba bien y que necesitaba ayuda. En ese momento que nos quedamos unos segundos en silencio y abrazados no pude evitar posar mis labios en su cuello para darle un beso tan ligero como breve en él.

Ella pareció no enterarse, porque no dijo nada, aunque no soltaba su abrazo. Mis manos estaban en su cintura y me moría por bajarlas hasta su culo, pero sabía que si lo hacía ya no podría volver atrás y no me iba a aprovechar de su mal estado, eso desde luego. Al separarnos, ella estaba con sus ojos muy entornados, aunque yo me quedé mirando esos labios carnosos, con un deseo increíble por besarlos. Evidentemente no lo hice y le di las buenas noches para dejarla descansar. Esta sí que había sido una prueba de fuego para mí, porque Andrea me ponía bastante y no habían sido pocas las veces que me había masturbado pensando en ella. Pero no estaba nada bien aprovecharme de ella en esa situación, así que la dejé descansar tranquila. Tenía pensado hacerme una paja con Sara al llegar a casa por la situación que se dio entre los dos aquella noche, teniendo muy fácil liberar mi imaginación al haberla visto desnuda, pero no lo acabé haciendo.

Lo hice con Andrea, con una chica que me ponía más que ella y que ni siquiera había visto desnuda. Ni cerca había estado. Lo que vi aquella noche era lo más cerca que había estado de eso de hecho y por lo que he descrito no fue absolutamente nada destacable en realidad. Pero ahí estaba, en mi habitación, a pocos metros de la de ella, con la puerta cerrada para que no me oyera y masturbándome con fuerza, rapidez y dureza, aprovechando que tenía aún su olor pegado a mi cuerpo. Me la imaginaba con sus tetas muy blancas por cómo era ella de blanquita de piel y por ese detalle que había visto de su abdomen, con sus pezones de un rosa intenso, con su coño rosa de labios muy finos, aunque me lo imaginaba alargado. Y no podía faltar su triangulo de pelo ahí abajo, de un pelirrojo muy intenso y tupido.

Durante aquellos meses en los que me masturbaba pensando en ella con relativa asiduidad, sobre todo en las primeras semanas que se vino a vivir conmigo, se me quedó grababa una expresión de ella que imaginé mientras me la comía, con una cara muy sensual, aunque ahora trataba de imaginármela montándome con rapidez y apretando su cara del placer que le daba hacer aquello. Fue una paja excesivamente rápida para lo que yo quería disfrutar, pero no podía remediar hacerlo de esa manera del calentón que tenía encima. El resultado fue llenarme la camisa de semen en menos de 5 minutos, escapándoseme algún gemido por lo intenso que había sido el orgasmo que acababa de tener. Tuve que ir al baño después de echar la camisa a la lavadora para echarme agua fría, porque me dio mucho calor, yéndome a dormir después, porque con la tontería eran las 2 de la mañana y había quedado a las 9 con Valentina, aunque con mi sueño, tampoco iba a dormirme, eso seguro.

Al día siguiente me desperté mucho antes de lo que necesitaba para mi quedada con mi amante, así que me levanté y ordené mi habitación, poniendo también una lavadora con la ropa de la noche anterior para no dejarla ahí mucho tiempo. Me di una buena ducha y me esmeré en peinarme bien la barba una vez me empecé a arreglar, poniéndome una camisa y unas bermudas y unas zapatillas para ir cómodo conduciendo. Al regresar a la cocina para tender la lavadora me encontré a Andrea sentada en una de las sillas que había junto a la mesa, con el pelo alborotado, descalza y su maquillaje algo corrido. Estaba graciosa y mona, porque nunca la había visto así y no parecía tener pudor alguno para cómo era ella, sobre todo teniendo en cuenta que seguía viendo el pantalón de su pijama algo cortito.

-¿Te he despertado? -le pregunté al encontrarme allí.
-No. Es que tenía que ir al baño y también he venido para tomarme algo para el dolor de cabeza.
-¿Cómo estás?
-Con resaca.
-Era de esperar. Anoche estabas muy mareada.
-Ya. Si es que no sé para qué bebí. Soy tonta.
-Bueno, no está mal de vez en cuando.
-Con este dolor de cabeza que tengo ahora... Bah, no lo hago más.
-Jajajaja. Eso se dice siempre.
-Oye, que muchas gracias por venir a por mí. Siento haberte jodido la noche.
-Que va, si ya estaba viniéndome para acá.
-¿Tan temprano? ¿Y eso?
-Hoy he quedado con alguien. Me tengo que ir en breve de hecho. Y no me quería encerrar tarde.
-Am. Bueno, pues gracias igualmente. No quería decirle a nadie de allí que me acompañara para no chafarle el rato que estaban echando.
-Hiciste bien en llamarme. Mejor eso que venirte sola.
-Pues sí.
-¿Cómo fue ayer?
-Bastante bien. Me lo pasé bien y eso. Sobre todo, con las dos chicas con las que más me junto en clase.
-No te juntarás tanto cuando nunca quedas con ellas, ¿no?
-Ya. Eso es verdad. Para el curso que viene me gustaría quedar más con ellas.
-Hablando del curso que viene...
-Ya te lo he dicho. No puedo decirte si voy a venir o no.
-Ya. Pero es que me has caído muy bien. Y me da pena que dejemos de vernos.
-Es bastante probable que vuelva por aquí. Pero tienes que tener en cuenta que a lo mejor no será así.
-Me vale.
-Bueno, pues hoy será el último día que nos veamos. ¿Qué hago con las llaves cuando me vaya?
-Échalas al buzón.
-Vale.

Dejé todo preparado y eché ropa en una bolsa para tener para lo que pudiera pasar y me iba a ir, aunque Andrea se esperó para despedirse bien de mí con un buen abrazo y dos besos. Fue un gesto muy cercano, pero bastante diferente al de la noche anterior, aunque me gustó mucho igualmente. En principio iba a ser la última vez que nos íbamos a ver en un tiempo. Esperaba que volviera a vivir allí conmigo en el siguiente curso, porque era una chica muy buena y que me hacía mucha compañía, siendo aquella propuesta que le hice de que se viniera a vivir conmigo una de las mejores decisiones que había tomado en esos meses.

Tras despedirnos me marché, montándome en el coche para ir hasta donde Valentina me había citado con la ubicación que me había mandado hacía unos minutos. De nuevo, de manera algo fría, mandándome eso sin decir nada, ni un "buenos días" ni nada, como siempre solía hacer. Al parecer seguía enfadada conmigo y ya sí que era exagerar un poco. A lo mejor se mostraba de otra manera estando ya en persona. Tuve que poner en el móvil cómo llegar hasta allí, porque no sabía cómo hacerlo del todo al ser una calle sin salida que se encontraba a las afueras de la ciudad. El barrio parecía pijo, siendo como un conjunto de adosados, pero donde ella se encontraba había como una especie de parque, muy pequeño con un tobogán diminuto y dos columpios, con un banco de madera también. El aspecto en general del barrio era bastante bueno, pero ese parque era un desastre, porque estaba muy descuidado, con uno de los columpios rotos, el tobogán lleno de grafitis y el banco de madera bastante destrozado.

Ella se encontraba pegada a una casa, casi echada en la pared colindante al parque, que quedaba muy resguardado, estado sola. Estaba muy guapa con un vestido veraniego con un bonito estampado de flores. Tenía una falda de vuelo que le llegaba hasta las rodillas y era de manga muy corta. Además, llevaba unos de esos zapatos de cáñamo con tacón. Lo más raro era que llevaba una gran pamela que le resguardaba bien del sol que tampoco es que pegara mucho a esas horas, además de llevar también unas grandes gafas de sol. Estaba de pie, esperando y sujetando con una mano un trolley. No hizo mucho por moverse cuando llegué, aunque claro, ella no conocía mi coche, así que aparqué y me bajé para ir hacia ella, viniendo ella hacia a mí al reconocerme.

-Buenos días -dije acercándome a ella con la intención de darle dos besos.

Pero Valentina se apartó, echándose hacia atrás de una manera muy agresiva.

-Joder, vaya cobra me has hecho, jajajaja. Estás muy guapa.
-¿Qué hemos hablado? Hasta que no vea lo que tengo que ver, no voy a tocarte.
-¿Ni dos besos tampoco?

Valentina me miro por encima de sus ganas de sol, sin llegar a responderme y se marchó hacia mi coche para meterse dentro, dejando ahí su maletita. No me gustó mucho el recibimiento que tuvo conmigo, pero sabía que tenía que tener paciencia, por lo que cargué el trolley al maletero y me metí en el coche. El camino lo empezamos en silencio, aunque no me gustaba estar así, por lo que intenté entablar conversación con ella.

-¿Vives por aquí? Te pega mucho vivir en un sitio así.
-¿Un sitio así?
-Sí. En plan adosados y eso. Te veo una mujer de las que vive en una urbanización.
-Ya...
-¿Vives por aquí entonces?
-No, no vivo por aquí.
-Am...

De nuevo nos quedamos en silencio un poco, aunque antes de salir de la ciudad para encarar el camino hacia la mía le dije:

-¿Has desayunado? Podemos parar para hacerlo si quieres.
-Sí. Ya he desayunado.
-Ah, bueno.
-¿Tú no?
-Pues no. Tenía pensado hacerlo juntos.
-Pues yo es que no tengo hambre.
-No pasa nada.
-Pero tendrás que desayunar tú.
-Ahora paramos si eso y tomo algo.
-Como quieras.
-Oye, ¿no te vas a quitar eso? Aquí en el coche...
-Ahora cuando salgamos.
-Ah, que no quieres...
-Claro. Ya lo sabes.
-¿Y qué tal ayer con Daniela? -le pregunté a los pocos minutos al ver que ella no me daba conversación.
-Bien.
-Genial.
-No le habrás dicho tú nada de lo nuestro, ¿no?
-¿Cómo? ¿Por qué?
-Porque me notó enfadada y me dijo que me calmara que seguro que ese chico con el que... En fin, que seguro que lo había hecho sin querer y tal.
-Ah.
-Me lo dijo con una sonrisilla que me dio a entender que salgo sabía. No le habrás contado que eres tú ese chico, ¿no?
-Valentina, ya estás enfadada conmigo. No quiero que lo estés más.
-Eso es lógico. Aunque contigo la lógica no funciona muy bien...

Guardé silencio por eso último, porque sabía que si le respondía no iba a hacerlo de buenas maneras, pero no quería que la cosa fuera por ahí, por lo que seguí al poco:

-Vale que no hagamos nada, que no me quieras dar dos besos y que ni me saludes como siempre haces, pero... ¿También me vas a dejar sin ver esos preciosos ojos? ¿Tan mal me he portado?
-¿Tú qué crees?
-Creo que sí. Que lo he hecho mal. Hacer eso no está nada bien y más aún no habértelo contado y haberte puesto en riesgo.
-Por lo menos te das cuenta -dijo quitándose sus gafas de sol para mirarme.
 
Capítulo 514

Sonreí al verla hacer eso, porque parecía haber cedido. Ella hizo una ligera mueca con la boca, como si fuera a poner media sonrisa al ver cómo reaccioné yo, pero al poco se las volvió a poner, porque el sol ya empezaba a brillar con intensidad. A la mitad de camino aproximadamente me empezaron a llamar, teniendo que ponerlo yo en manos libres por ir conduciendo. Casi que lo cogí sin mirar quien era, aunque sí que aprecié que se trataba de Irene una vez descolgué, hablándome ella efectivamente.

-Javi, ¿dónde estás?
-¿Cómo que dónde estoy?
-Es que hemos venido a tu casa, pero no estás. Andrea nos ha dicho que te has ido a pasar el día por ahí.
-Pues sí. Estoy a medio camino de hecho.
-Es que como llevamos ya varios días sin juntarnos pues habíamos pensado pasar el día contigo.
-Ah, pues me teníais que haber avisado.
-Ya. Pensábamos que al ser domingo estarías en casa.
-Pues no, tenía un plan.
-Y perdona.
-¿Por?
-Por lo de estar un poco distantes. Sofía nos ha contado algo de cómo te sientes.
-Ah, os ha contado...
-Sí. Que no te sentó muy bien cuando viniste y nosotros ya teníamos planes y al día siguiente comida familiar.
-Ya. Bueno, da igual.
-No da igual, Javi. Lo tenías que haber dicho. Es que también al estar tú fuera, pues... Y me jode, no te vayas a pensar que no, porque entre que Sofía se ha ido otra temporada a casa por lo de su abuelo y que tú estás fuera, pues parece que el grupo se está desmoronando.
-No digas eso. Ahora tenéis nuevos amigos -dije para quitarle importancia a lo que acababa de decir.
-Ya, es verdad. Pero vosotros sois muy especiales para nosotros. Es que con el resto no nos salen las mismas cosas que con vosotros.
-¿Ya no salís con los demás?
-Pues bueno... De vez en cuando. Pero ya con Ana se ha acabado la cosa. Fátima se deja ver poco también.
-Joder, ¿así está la cosa con Fátima?
-Parece que sigue mosqueada. O a lo mejor está saliendo con otra gente, no sé.
-Hablaré con ella para ver qué le pasa.
-Vale. Oye, es una putada que no estés...
-Ya. Mira, si queréis me acerco entre semana un día de estos, que tengo ahora unos días libres.
-Mmm, vale. ¿Te apetece que salgamos a cenar los tres?
-Claro.
-Lo malo es que no podemos estar hasta muy tarde.
-O si no el fin de semana.
-Me apetece verte. Así que vente entre semana. Y luego te pasas el finde quieres.
-Vale.
-Que ahora que Andrea está hablando con Mario y estoy yo en tu habitación... Que tengo ganas de que me...
-Irene, hablamos luego, ¿vale? -dije interrumpiéndola.
-¿No estás solo?
-Es que voy conduciendo y hay tráfico. Tengo que estar atento. Luego te llamo.
-Vale. Vamos a ir a comer por ahí con Andrea, que nos ha dicho que se va ya a su casa.
-Guay. Pasadlo bien.
-Y tú también. Luego me cuentas el plan de hoy. Un beso.

Irene colgó y nos quedamos en silencio. Valentina miraba por la ventana y pude apreciar cómo negaba ligeramente con la cabeza. No sabía a ciencia cierta si pensaba que me estaba follando a Irene, pero algo me decía que sí. Entre su silencio y aquel gesto pensaba que se había enfadado más aún por ver que tenía varias opciones con quien irme a la cama. Justo lo último que necesitaba, porque quería ir arreglando la cosa con ella para seguir disfrutando, pero la cosa no quedó ahí, porque después de dejarlo estar por miedo a cagarla si abría la boca, me volvieron a llamar. Esta vez se trataba de Sofía. Dudé si cogérselo de primeras por lo que acababa de pasar después de la conversación con Irene, pero al final lo acabé haciendo pensando que ella no sería tan directa y que se cortaría al estar con la familia.

-Buenos días -me dijo mi amiga en cuanto descolgué-. ¿Te he despertado?
-Buenos días. No, no. Si llevo despierto ya unas horas.
-Como ayer fue sábado, pensaba que a lo mejor anoche saliste.
-Sí, pero me recogí temprano.
-¿Y hubo suerte?

"Joder", pensaba meneando un poco la cabeza. Parecía que se había puesto de acuerdo todo el mundo para sacar los temas de conversación menos oportunos. Aunque ellos no sabían de la existencia de Valentina y mucho menos de que estaba en ese momento conmigo, enfadada y que yo trataba de diluir ese enfado prometiéndole que no me vería con ninguna más mientras estuviera viéndome con ella.

-No. No iba en ese plan tampoco.
-Ah, bueno. Eso es que estás servido, jejeje.
-Más o menos.

Aquí sí que Valentina se giró hacia mí con aire, poniendo cara de incrédula. La verdad es que el horno no estaba para bollos con ella, pero no pude evitar poner una sonrisa al ver cómo había reaccionado, aunque me mordí los labios por dentro para tratar de que no se me notara tanto.

-Pues te llamaba para hacerte una proposición.
-A ver... -dije con miedo por lo que pudiera decir.
-Había pensado invitarte para que vinieras a mi casa el próximo fin de semana. Aquí en la playita, que ya pega con el calor que hace, ¿no?
-Uh, suena muy bien.
-Claro, ya verás qué bien vivimos aquí.
-Pero con tu abuelo regular, ¿no voy a ser molestia?
-Mi abuelo... Jajaja. Mi abuelo ya está perfectamente.
-¿En serio?
-Sí. Es todo un campeón. Si de hecho este finde se va con mi abuela y unos amigos a un balneario. Es una costumbre que tienen todos los años.
-Ah, mira qué bien.
-Tenían pensado ir a Francia para ver a unos familiares, pero tampoco se fían mucho. Como el plan este que tienen está aquí al lado, pues no pasa mucho.
-Vale, pues me alegro mucho de que esté ya para irse de parranda, jajaja.
-Jajajajaja -reía con ganas-. Es un campeón.
-Pues luego concretamos, ¿no?
-Claro. Mi madre tiene muchas ganas de verte también. Si de hecho ha sido idea suya, porque te lo dijo una vez. ¿Te acuerdas?
-Sí. Me dijo que tenía que ir a veros.
-Sí. Y en verano, para bajar a la playita, salir a tomar algo por los chiringuitos... Mi madre tiene mucha marcha, ya lo sabes. Y también va a venir algún amigo que otro.
-Falta me hace ir a la playa para despejarme.
-Pues ya sabes. Nos vemos en nada.
-Sí.
-Luego hablamos. Chao.

Esta vez Valentina no hizo ningún gesto, quedándose mirando por la ventana. Después de asegurarme de que no le había molestado, aunque no lo sabía del todo, me puse a pensar en el plan que me acababa de caer. Y tenía muy buena pinta. Me imaginaba todo el día tomando el sol con un mojito en la mano y con Sofía a mi lado en bikini o en topless y a Nadine al otro de la misma manera. El paraíso, vamos. Aunque no me duraría mucho esa visión, porque Valentina me sacó de ella.

-Qué solicitado estás, ¿no?
-¿Eh?
-Te llaman todo el raro y te dicen de quedar con esos planes tan buenos.
-Bueno, es que son mis mejores amigos. Yo los he invitado mucho a casa también.
-Ya veo.
-Es que ésta última se ha tenido que ir porque su abuelo estaba malo y no nos podemos ver tanto. Y su madre me conoció y me dijeron de ir un día allí. Y los otros, pues bueno, los conozco desde hace mucho ya.
-¿Y qué pasaba con eso del problema?
-Ah, nada. Pues la distancia y eso.
-¿Como si fuerais pareja? Jajaja.
-Bueno, no tanto. Es que ella se ha puesto a trabajar con su chico y han hecho amistades dentro del trabajo y salen en plan parejitas.
-Ah...
-Y pues en un par de ocasiones me llevé el plantón.
-Y te molestó.
-Un poco. Ellos son de lo más importante que tengo en mi vida y por mi culpa lo han pasado mal en alguna ocasión.
-¿Por?
-Porque ellos se llevaban muy bien con mi expareja. Y por mi culpa dejaron de verla y... Bueno, también hacíamos planes en pareja. Echo de menos un poco eso también. Lo pasábamos bastante bien los cuatro. O incluso los cinco con esta chica que me acaba de llamar.
-Vaya... Bueno, me alegro de que tengas unos buenos amigos que se preocupan por ti, que te cuidan y que cuentan contigo para todo.

Parecía más animada diciendo eso último, por lo que me vine arriba y le puse la mano en su muslo desnudo. Ella puso su mano sobre la mía, aunque casi me dio la sensación de que me la quería apartar. Aunque tampoco me duró mucho la mano ahí, pues ella retiró la suya de la mía, volviendo a apoyar su cara en su mano para seguir mirando por la ventana. Le apreté un poco el muslo y lo solté para poner ambas manos sobre el volante. Unos minutos después tuve que parar para comer algo, porque se me estaba poniendo mal cuerpo, aunque a ella no le importó. Eso sí, no entró conmigo a la cafetería, quedándose apoyada en el coche a la sombra, esperándome fuera y hablando con alguien con su móvil. No pude enterarme de nada de lo que decía, aunque yo estaba más a mi desayuno que otra cosa, porque necesitaba comer.

Una vez reanudamos el camino tuve la tentación de preguntarle con quién hablaba, porque siempre que nos veíamos su teléfono estaba bastante ausente. Tan solo vi que lo sacó una vez y fue en esa conversación que mantuvo con Daniela, creyendo yo que tenía otro amante por ahí. Supuse que estaba hablando con ella, o tal vez con alguna de sus compañeras de trabajo. Pero por si acaso se enfadaba más, no llegué a decirle nada. Conforme nos acercamos a mi ciudad, Valentina me preguntó si había pueblos bonitos alrededor, contestándole yo afirmativamente. Eso la incitó a decirme que le hiciera un pequeño recorrido por los que yo creyera oportuno. Así, estuvimos echando la mañana visitando numerosos pueblos colindantes a mi ciudad. Generalmente lo veíamos todo desde mi coche, pasando por todas las calles de cada pueblo prácticamente, aunque en alguno que otro sí que nos bajamos para ir andando por zonas peatonales que merecían mucho la pena de ver a pesar del calor que hacía sobre las 12 del mediodía.

Cuando aquello tenía lugar, Valentina salvaba las distancias al ir casi permanentemente a dos metros de distancia de mí. Tan solo rompía esa distancia cuando teníamos que pasar por alguna calle más estrecha, o cuando nos cruzábamos con algún pequeño grupo de turistas que estaban haciendo lo mismo que nosotros. Ni qué decir que no hubo en absoluto ninguna muestra de cariño por su parte a mí. Ni siquiera de complicidad, pero era más que entendible para mí por el estado de ánimo que tenía desde hacía ya más de un día. Le pregunté si quería probar algo de gastronomía de algún que otro pueblo, porque yo lo había hecho y la verdad es que había cosas muy buenas. Ella dijo que no, que prefería no picar para luego poder almorzar en condiciones, aunque yo acabé comprando alguna que otra bolsa con diferentes productos para que luego se los llevara a casa.

Dentro de lo que había con ella, todo iba normal durante esos momentos. No hubo ninguna bordería por su parte como las que me había ido soltando desde el viernes por la noche. Ni tampoco habíamos más del dichoso tema que trajo esa situación entre nosotros. Estaba muy distraída apreciando lo que le estaba enseñando y parecía gustarle lo que veía, estando bastante relajada en ese aspecto. Solo hubo un problema en esos momentos. Fue cuando pasamos por la entrada de un pueblo que yo había visitado muchísimas veces. No dije nada conforme nos acercábamos y tenía pensado pasar de largo, pero ella me preguntó si íbamos a parar en aquel pueblo y si había algo interesante por ahí. Y sí que lo había, algunas cosas, además, pero le respondí con un "no" directo y algo seco quizá.

Hasta se giró hacia mí para mirarme por la manera que tuve de responderle, pero yo no aparté la mirada de la carretera. No quería ni pisar aquel pueblo en el que vivía mi expareja. O quizá estaba viviendo en ese momento ahí. No tenía ni idea, pero desde luego no iba a comprobarlo. No iba a dejar que un posible reencuentro con ella me jodiera lo bien que me estaba yendo todo en esos últimos días a mis ojos. Vale, estaba la bronca con Valentina, pero veía que era un tema que se iba a resolver sin tanto problema, solo me tocaría tragar un poco, eso era todo. Pero en todo lo demás me estaba yendo bastante bien. En mi trabajo, todo perfecto, arreglé el problema con Daniela, quedando ambos muy bien. Con Sofía iba la cosa perfectamente, hasta me había salido un plan con ella y su madre. Y con Irene y Mario la cosa parecía ir bastante encaminada para volver a estar como antes, con la intención de vernos de nuevo y demás.

Sabía que si entraba en ese pueblo me inundarían muchos recuerdos. No hacía falta ni que la viera para que se me pusiera mal cuerpo. Solo con pasar por el mirador por donde pasábamos alguna vez y donde me contó la situación de sus padres cuando empezamos a quedar más asiduamente, o pasar por lo que era su casa antes de que la vendieran, o por la de su abuela. Alguna plaza en la que nos sentábamos para hablar y pasar tiempo juntos, el parque donde conocí a Isa y donde ambas estaban hablando, o la casa de ésta última. Pasar por cualquiera de esos lugares me haría viajar en el tiempo a momentos que no quería recordar. Así que pasamos de largo, tratando yo de dejar atrás ese estado de ánimo que se me puso momentáneamente con esa tensión que me entró, llegando finalmente a mi ciudad.

Como eran ya cerca de las 2 de la tarde, me dijo si íbamos a comer antes de ir al hotel que ella se había encargado de reservar. Me quejé un poco diciendo que yo era el que tenía que haberme encargado de aquello, porque, al fin y al cabo, aquel plan se lo propuse por haberme cuidado cuando estuve malo con lo del oído. Y también quería hacerlo por haberla cagado con ella, pero Valentina me dijo que eso no tenía importancia. Aun así, le dije que se lo debía por aquellas dos razones. Ella me rebatió de nuevo lo que le decía, comentando que si supiera comportarme, no tendría que haberla compensado, porque desde primera hora me dijo que no tenía por qué hacerlo, que ella me cuidó porque lo creyó conveniente y que esperaba que yo estuviera ahí cuando ella me necesitara. Eso fue lo único que me dijo en aquel momento.

De nuevo, tragué, porque tampoco veía que estuviera diciendo ninguna tontería, aunque su tono podía haber sido algo mejor, pero aquel día se lo dejé pasar para que su mosqueo se acabara lo más rápido posible. Y ya, más en silencio, la llevé a un buen restaurante, aunque no al mejor, porque eso ya lo haría en la cena. Fuimos a un mesón que estaba justo en el centro de la ciudad. Y parecí acertar, porque me dijo que le gustó bastante la pinta que tenía desde fuera. También le gustó mucho en general la zona en la que se encontraba, aunque a la hora de aparcar no tanto, pues ya le dije que nos tendríamos que retirar un poco. Por eso, cuando di la vuelta al ver que no había ningún aparcamiento cerca, me dijo que la dejara en la puerta del establecimiento para ir a aparcar yo, para evitarle dar un paseíto a esas horas y con el calor que hacía.

No me importó en absoluto al decirme ella que era por eso, por lo que la dejé y me puse a buscar aparcamiento, teniendo que bajar por una larga avenida y haciéndolo finalmente en una de las calles residenciales que había en paralelo. En poco más de 5 minutos ya estaba yo en la puerta, con ella esperándome con sus manos juntas por delante de su cuerpo. Conforme me acercaba caí en si habría sitio para nosotros, porque era un local que se solía llenar y yo ni había llamado ni nada. Por suerte, sí que pudimos encontrar una mesa en la que poder sentarnos para poder comer allí. A Valentina le encantó el sitio, diciendo que era enorme y que pensaba que no lo iba a ser tanto al ser la fachada normalita de tamaño, pero no paraba de mirar por todos lados para verlo por completo y estaba encantado con que le hubiera gustado. Yo ya había ido por allí, pero solo una vez, en una comida familiar y era muy pequeño, así que no tenía mucho recuerdo de cómo era. Lo mejor del sitio era que se estaba a gusto por la temperatura que hacía dentro, además de que la comida y el trato eran de alta calidad.

Ambos acabamos bastante satisfechos con todo en general, tomándonos hasta un buen postre, aunque le dije que dejara un hueco para un helado, porque ya había abierto la heladería más famosa de la ciudad, la cual tenía tres establecimientos repartidos por ella y no quería que se fuera sin probarlos. Algo que me molestó fue que ella pagara la cuenta en un descuido cuando me dijo que iba al baño cuando acabamos. No llegué a echárselo en cara, pero me molestaba que no hubiera dicho ni de pagarlo a medias. Mi intención era invitarla, pero ella no tenía en mente lo mismo. Una vez salimos y fuimos hasta el coche explicándole yo que no estaba tan lejos le comenté que no me parecía bien que ella pagara tanto el hotel como aquella comida, pero le logré convencer para dejarme pagar la cena que tendría lugar por la noche.

Así acabamos montándonos en el coche, yendo a una de estas heladerías que había en la ciudad y que no estaba tan lejos en realidad, y menos en coche. Ella de nuevo, no se quiso bajar del coche, por lo que me tocó pedirlos, y pagarlos, aunque ella me dijo que me daba dinero, pero no lo acepté, diciendo que si quería hacerlo, que bajara conmigo. Parecía estar un poco obsesionada con eso de que la vieran por la calle con alguien. Era algo que ya me costaba entender, pero estando bastante lejos de la ciudad en la que trabajaba y sin haber mucha gente en la calle, pues más todavía. Hasta le llegué a decir que era un poco ridículo que le pidiera yo el helado cuando no sabía qué era lo que le gustaba, aunque le dijo que le encantaba el chocolate, por lo que más o menos sabía lo que pedirle.

Opté por comprar para ella una tarrina que llevara mitad praliné y la otra mitad de kínder, siendo un sabor muy logrado por ser exactamente igual. Para mí, como bien sabe todo aquel que me conoce cercanamente, escogí uno de queso Philadelphia. Siempre he sido un gran amante del queso y hasta en helado lo comía, además que le ponían mermelada de dos tipos y hasta trozos de galleta. Una delicia. Evidentemente los pedí para llevar, con la intención de comerlos en el hotel, porque después de la madrugada y de estar para arriba y para abajo sin parar y con la comida que hicimos, queríamos descansar un poco, también para resguardarnos del sol en esas horas tan cruciales en las que más picaba. Le di la bolsa a Valentina y me monté en el coche, con intención de ir al hotel, aunque no sabía cuál había elegido, por lo que le acabé preguntando.
 
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