Reencuentro con Elena

Capítulo 535

-¿Te gusta el anal? -me preguntó a los pocos segundos.
-Claro que me gusta. ¿A ti no?
-Sí. Me gusta. Pero es que con lo tuyo...
-Pero no pasa nada. Podemos ir despacio. Sé cómo hacerlo.
-Tienes experiencia entonces, ¿no?
-Ajá. Me gusta más de la manera normal, pero sí que lo he practicado bastante. Y creo que tú también.
-¿Sí? ¿Por qué lo dices?
-Por cómo se ve tu culo. Parece que lo han visitado.
-Pues llevas razón. Es algo que de primeras no me hacía gracia, pero que por la insistencia de todos los hombres con los que me he acostado pues llegué a probar. Sois todos unos guarros.
-Pues como tiene que ser en el sexo.
-Jajajaja.
-¿Cómo fue tu primera vez haciendo anal?
-Conmigo misma. Me compré un juguete para probar y no parecer muy nueva cuando me estrenara de verdad con un hombre.
-Anda.
-Mira, si lo tengo aún. Y alguno que otro más.

Entonces, Nadine levantó para coger de un cajón de su mesita una bolsa con algunos juguetes. Tenía un dildo de color carne bastante realista, aunque normalito de tamaño. También tenía como un vibrador con forma de huevo y un plug anal metálico. Me gustó ver que tuviera esas cosas y pensar que se masturbaba bastante con ellos. Me la imaginaba ahí en esa cama en momentos de soledad con unas medias negras muy tupidas, con su plug puesto y follándose a sí misma con ese dildo y gozándolo y me encendí mucho. Así que me explicó cómo lo hizo y como lo hacía aún de vez en cuando, siendo algo cercano a lo que me imaginaba. Pero me la quería follar y no podía esperar, por lo que empecé a jugar con ella y con esos juguetes, usando también lubricante para a los pocos minutos después de prepararla empezar a metérsela por detrás muy poco a poco.

Sí que disfrutaba el sexo anal, porque Nadine estaba muy entregada y gemía de gusto conforme mi rabo se iba adentrando en su esfínter. Pero fue algo más fácil de lo que imaginaba. No tanto como con su hija, pero sí que fue algo más sencillo de lo que me había pasado con otras chicas. El lubricante es una pieza clave en estos casos, pero también lo es que la chica esté muy cachonda, cosa que era así. Una vez se la metí por completo, ella me dijo que aguantara, aunque no tardó mucho en pedirme que la follara. Primero despacio, pero luego me pidió que subiera la intensidad. Su último orgasmo llegó a los 5 minutos después de una buena follada de culo, aunque le dije que se tocara para que llegara más fácil, sugiriéndole incluso que usara el vibrador. Nadine estalló en un orgasmo que manifestó con un grito enorme que me llegó a asustar un poco, derrumbándose sobre la cama y yo con ella al seguirla.

Era una locura cómo temblaba su cuerpo. Vibraba mientras respiraba de manera muy entrecortada y muy acelerada. Ver todo aquello y sentir sus vibraciones y cómo me apretaba fue más que suficiente para que me provocara otro orgasmo, hincándole yo mi polla lo más profundo que pude para que hubiera la máxima presión y así disfrutar más. Llené el condón con mi semen y esperé a que ella se empezara a tranquilizar para salirme de ella, pues la veía muy sensible como para retirarme. Aunque algo que tenía Nadine era que se recuperaba pronto, por lo que no tardé mucho en sacársela para volver a tumbarme a su lado, quitándome el condón con cuidado. Nadine estaba bastante rendida y la verdad es que después del día de playa tan largo, yo también lo estaba. Ella giró su cara hacia a mí sonriendo y le dije que necesitaba darme una ducha por el sudor de tanto movimiento. A ella le pareció bien, pero me dijo que necesitaba descansar un poco más.

Al volver de la ducha me la encontré conforme la dejé, aunque ya estaba dormida. No me importó para nada, porque yo me notaba bastante saciado y me lo había pasado fenomenal, como pensaba que había sido con ella, por lo que le eché una sábana por encima para taparla y recogí los condones usados para enrollarlos en papel y echarlos a la basura. También guardé los juguetes de Nadine para que todo pareciera normal si Sofía decía de volver y se asomaba a la habitación de su madre para ver cómo estaba, por lo que también recogí los vasos y las botellas que subí. Al acabar me eché en la cama para descansar, pensando en si había hecho bien al acostarme con Nadine, porque era la madre de Sofía y apreciaba mucho a mi amiga, como ella a mí. Pero tampoco pude darle muchas vueltas, porque estaba cansado y me acabé quedando dormido con rapidez.

Ya al despertar cuando amanecía sí que me pude parar a pensar un poco más detenidamente sí aquello había estado bien. La erección que tenía al despertar me indicaba que a mi cuerpo le había gustado, porque hasta me sobaba un poco con la mano recordando lo pasado hacia pocas horas. Era algo peliagudo, pero llegué a la conclusión de que no era para tanto, porque yo no fui el que la buscó para ello. Bien es verdad que le seguí el rollo al dejarme llevar en esa conversación que se empezó a tornar en dirección a acabar como acabamos, pero no fui yo el que fue a buscarla para echar un polvo descaradamente. Ni siquiera tenía pensado hacer nada aquella noche. Como he dicho, nada más ver aparecer a ese chico en la cena, cómo se llevaba con Sofía y la complicidad que tenían, sabía que iba a acabar con él. Pero ya en casa después del accidente y con la tontería, pues surgió lo que pasó entre Nadine y yo.

No, no me arrepentía, porque estaba recordando todo lo que pasó, desde la conversación, hasta el final con una sonrisa mientras me tocaba de manera muy suave para acompañar a la erección que tenía. Así que no me sentía tan mal por ello, aunque sí es verdad que no pensaba decirle nada a Sofía por si se lo tomaba regular, cosa que creía yo que tal vez no le haría gracia, pero tampoco pensaba que lo llevaría a más, sobre todo después de haber aclarado lo que un día sintió por mí. La verdad es que había sido un día muy movidito y divertido, considerando yo que empezó el viernes por la noche con el polvazo con Sofía y luego ya sí, el sábado por la mañana con ese mañanero, todo el día de playa con las visitas a los hoteles que frecuentaba, ese rato de cena y una breve copa para luego acabar ya en casa con ese otro polvazo.

Intenté dormir algo más, pero ya sabía yo que no iba a poder, por lo que cogí el móvil para echarle un ojo, porque no lo hacía desde que nos marchamos de casa la noche anterior, aunque lo llevaba encima en todo momento. Lo primero que hice fue mirar WhatsApp, encontrando mensajes de Irene y Mario en el grupo diciéndonos que esperaban que lo estuviéramos pasando bien ambos en la playa. También contaban que les dábamos mucha envidia y que estaban deseando ellos también pisar la playa, siendo algo que tendría lugar el próximo fin de semana, marchándose ambos un par de semanas al apartamento que tenían los padres de Irene en la playa, tal y como hicieron el año anterior, aunque fueron acompañados. Al contar eso nos ofrecieron ir con ellos si queríamos para estar con ellos y pasarlo bien echando unos días en la playa y luego también saliendo de noche. A mí me gustó el ofrecimiento, por lo que pensé en ir con ellos, aunque no todo el tiempo que dijeron que estarían por ahí. Pensé en irme una semana con ellos, aunque era algo que tenía que hablar en el trabajo, pero pensaba que no me pondrían problema y además me debían vacaciones.

También vi algunos mensajes más que tenía por privado y por algún que otro grupo, aunque nada destacable del todo. De pronto se me vino a la cabeza la conversación con Valentina en la que me contó que me tenía preparado un regalo. Me quedé pensativo en qué podía ser y entré en el chat que tenía con ella. Tenía registrados ambos de sus números, pero ambos me salían sin imagen de perfil, cosa que me hacía poner una mueca en la boca siempre que veía aquello. Al no ver ningún mensaje, me fui a la aplicación en la que nos escribíamos para ver si había algo, encontrando de nuevo su perfil sin ninguna imagen, pero sí que encontré mensajes en el chat, cosa que me gustó. Una vez entré, Valentina me deseaba de nuevo que me lo pasara bien, en concreto por la noche, pero que también llevara cuidado, que siendo joven se hacen muchas tonterías. Algo que me comentaba además de eso, era que se sentía un poco mal por cómo fue nuestra conversación la tarde anterior, pero a mí ya se me había pasado ese pique que agarré.

Lo que más me impactó fue que me mandó una foto además de aquellos mensajes. No era la primera que me enviaba, pues aún tenía un poco más arriba aquella en la que me mostraba que estaba leyendo cuando le pregunté, saliendo con sus bonitas piernas desnudas. En esta nueva imagen se animó más. Bastante más de hecho, porque salía frente a un espejo en lo que parecía ser su cuarto de baño. No lo sabía a ciencia cierta, porque lo único que se veía además de ella era una especie de cortina de color crema que parecía ser la típica que se pone en las duchas. Pero poco me fijé en eso de primeras, porque en la imagen salía Valentina, aunque no se le veía la cara, ni siquiera el pelo, pero yo me conocía su cuerpo muy bien para saber de sobra que era ella.

Era una foto muy sensual en la que aparecía con una bata roja de seda que tapaba su desnudez completa, aunque la tenía abierta estratégicamente para mostrar la redondez de sus pechos, sin llegar a asomar ningún pezón por desgracia, aunque me encantó lo que vi. También jugaba con eso de medio enseñar por las partes bajas, agarrando dicha bata con su mano, pero en esta ocasión sí que dejaba asomar algo de su vello púbico, lo que me puso muy malo, llevando mi mano directamente a mi polla para empezar a tocarme aprovechando que la tenía tiesa aún. No podía quitar la mirada de esa imagen, notando detalles como que se le marcaban los pezones bajo esa fina y delicada tela de la prenda que llevaba puesta, además de las uñas de sus manos pintadas de color rojo, como siempre. Jamás hubiera esperado que esa fuera la sorpresa, pero me había encantado y ya tenía algo más sexy de ella para esos momentos en los que no pudiera hacer nada con ella, porque con la foto que le hice a escondidas, no me daba para mucho, aunque al salir su preciosa cara, me gustaba igual.

Estaba muy a gusto en la cama de Sofía haciéndome una paja con esa imagen, pero oí un ruido y bloqueé el móvil, dejándolo sobre la cama para taparme un poco con la sábana también. Pensaba que era Sofía y que estaba regresando después de estar toda la noche de fiesta, pero me equivoqué. Dándome un susto por aparecer repentinamente Nadine por la puerta, que estaba bastante entornada.

-Javi, ¿estás despierto?
-Sí. ¿Qué pasa?
-Nada. Es que... Joder, me he despertado con un calentón...
-¿Qué? Jajaja.
-Va, ven. Vamos a mi habitación y echamos un polvete rápido.
-¿Y si viene Sofía?
-No te preocupes por eso.
-No sé...
-Venga, vamos si te he visto pajeándote -dijo sentándose en la cama.
-¿Y para qué me preguntas si estaba despierto?
-Pues por educación, jajajaja. Anda -dijo mirando mi erección-, vamos a pasar un buen rato.
-¿No tuviste suficiente anoche?
-Joder, tengo que aprovechar. A saber cuándo echo otro polvo.
-Si no lo echas es porque no quieres.
-Sabes que no.
-Te puedes organizar.
-¿No te apetece entonces? Porque estabas ahí... Jajaja.
-Sí me apetece.
-Ah, que te estás haciendo el interesante... Jajaja.
-Un poco.
-Mira, vamos a hacer una cosa. Vete a mi habitación y me doy una ducha rápida. En nada estoy contigo.
-No sé, Nadine. No quiero que nos pille tu hija.
-Que no te preocupes por eso. Confía en mí.

Tenía tantas ganas después de haber visto la imagen que me envió Valentina y de la paja que me empecé a hacer que me levanté para ir a su habitación. Al hacerlo, Nadine resopló al verme así de duro, pasando a reír y dándome un cachete en el culo. Cogí un par de condones y ella se fue enflechada al baño para darse una ducha, de agua fría al parecer, porque lanzó un pequeño grito y alguna queja. En menos de 5 minutos la tenía de vuelta, comiéndome con los ojos al procurar yo que no se me bajara al seguir con la manualidad en la que me pilló en la habitación de su hija. En nada ya estaba con un condón puesto y con ella entre mis piernas comiéndomela a buen ritmo mientras se tocaba, acariciándose por lo que podía notar. Me gustaba lo que estaba haciendo, pero yo también quería tocar, por lo que le dije que se acercara para tocarla yo desde atrás.

Tampoco tardamos mucho en ponernos a follar de manera guarra y dura, con ella boca arriba y yo dándole embestidas, haciendo que sonara en cabecero. Nadine no se cortaba en gemir por muy temprano que fuera y por muchos vecinos que hubiera alrededor. Y eso me gustaba, porque la veía desatada y sin reprimirse nada, como mejor se hace eso. Tras unos minutos así, cambiamos de postura, poniéndose ella a cuatro y yo empujando desde atrás al agarrar bien de sus caderas. A pesar de haber follado la noche anterior y al estar haciéndolo de nuevo con condón, acabé corriéndome en unos 10 ó 15 minutos que duraría aquel polvo, con ella corriéndose también poco antes de que yo lo hiciera. Fue un polvo inesperado y satisfactorio haciéndolo dos veces bueno. Una vez acabamos, Nadine se acomodó diciendo que le había entrado sueño otra vez, pareciendo querer dormir de nuevo y diciéndome que Sofía no vendría hasta las 10 de la mañana más o menos, porque era algo que siempre hacía cuando salía de fiesta con sus amigos.

Yo me fui al baño para darme una ducha rápida y tratar de descansar algo más y poder hacerlo así más cómodo. Efectivamente, Sofía no andaba por ahí, porque estaba todo en silencio y nada se había movido desde que yo me fui a dormir, como pude ver al bajar a por algo de agua. Ya en la cama me paré a pensar otra vez, pero en esta ocasión en el nuevo polvo con Nadine. Esta mujer era una bomba por cómo follaba y cómo se comportaba, pero ya sí que no me parecía bien ir buscándola. Había sido divertido echar un par de polvos con ella, pero ahí se iba a quedar la cosa, porque si seguíamos, se nos iba a notar y no quería que su hija se enterara. También pensé en la facilidad que tuve para acabar en ese polvo exprés, pero tenía clara la razón. Estaba pensando en Valentina. Aquella foto desató mi imaginación y mientras follaba a Nadine, me imaginaba que lo estaba haciendo con ella, especialmente cuando la tenía a cuatro.

-Valentina, me has puesto muy tonto con esto -le puse como respuesta a los mensajes y la foto que me envió-. No esperaba que me enviaras algo así y me ha encantado. Creo que voy a volver temprano para que nos podamos ver hoy mismo.
 
Capítulo 536

Tras eso, dejé el móvil sobre la mesita y me acomodé para tratar de descansar también, aunque quitando alguna cabezada de 10 minutos, no pude descansar mucho más allá de estar ahí tumbado con el aire puesto, en parte también por mirar de vez en cuando el móvil por si Valentina me había respondido. Así duré hasta las 9 de la mañana, no pudiendo estar más en la cama y levantándome, poniéndome un bañador y una camiseta para bajar a la cocina y hacerme un café y algo para desayunar. Nadine apareció por la puerta al poco diciendo que había oído cómo me levantaba y demás, por lo que desayunamos juntos hablando el tema de que yo no quería que Sofía se enterara. A ella le parecía bien y casi que lo prefería así, porque tampoco tenía muy claro cómo se lo podía tomar, porque nunca le llegó a comentar nada del encuentro que tuvo en su día con el amigo que acudió la noche anterior como me contó.

Y poco después, antes de que acabáramos apareció Sofía por casa. Oímos la puerta y la llamamos desde la cocina. En nada apareció y la verdad es que se lo notaba que había salido de fiesta. Llevaba una cara de haber dormido no más de 2 horas, con su pelo recogido en una coleta y los tacones en la mano. Como acordamos, Nadine no dijo nada, y yo tampoco. Y diría que Sofía no nos notó nada, porque nos comportábamos con la misma normalidad con la que lo hacíamos el día anterior durante todo el día de playa. Sofía no estaba para mucha conversación por el cansancio que llevaba encima, aludiendo a su edad como siempre que salía de fiesta y se colaba un poco bebiendo o por las horas de encerrarse. Pero aun así nos contó que acabó en casa de su amigo, el que yo sospechaba que iba a tener buena noche con ella y así fue. No nos lo dijo tal cual, sobre todo por estar su madre presente, ya que tampoco se cortaba mucho contando alguna anécdota entre amigos, aunque tampoco es que diera muchos detalles explícitos.

Pero Nadine era muy diferente a su hija en aquel aspecto y sí que la pinchaba un poco lanzándole alguna directa. Sofía se libraba de las preguntas de su madre contándonos por dónde habían estado, cómo la pareja que los acompañaban se tuvieron que marchar a mitad de la noche, no mucho después de que lo hiciéramos nosotros y cómo se hinchó a bailar, yendo a muchos sitios e incluso a la playa para poder descansar un poco. Su madre la miraba con una sonrisa que me hacía pensar lo que estaba pensando y yo tampoco iba muy desencaminado. Hasta nos contó que su amigo la llevó hasta su casa para que pudiera descansar allí al ir ella un poco mareada después de tanto baile y alcohol cuando su madre le preguntó cómo había dormido. Además, Sofía dijo que poco, porque la habitación le daba vueltas y le costó poder dormir, pero que pudo hacerlo durante unas horas y que se despertó a beber agua y su amigo la trajo de vuelta a casa en coche.

Cuando salió de la cocina con la intención de ir a la ducha y luego a acostarse, Nadine le dijo que esperaba que hubiera usado protección al menos, sobre todo yendo tan bebida. Sofía se terminó de retirar sin decir nada, aunque sí que lanzó un sonido alto de agotamiento y de un poco de rabia que me hizo mucha gracia, como todas las reacciones que tenía con su madre cuando se tocaban estos temas. De hecho, ambos nos reímos terminando de desayunar estando en silencio, aunque yo no podía evitar imaginarme a Sofía con su amigo. También me imaginaba a Nadine con él y es que no era para menos. En ese momento yo estaba muy contento conmigo mismo en general, sobre todo con mi físico, pero reconozco que me piqué un poco por compararme con él y viéndome por debajo. Ese chico era bastante más guapo que yo, eso lo tenía por descontado, pero físicamente no me quedaba tan atrás, siendo yo algo más robusto por naturaleza y él más esbelto, pero pese a esa mínima diferencia, me llegué a picar conmigo mismo.

-Estos dos se han pegado una noche... -dijo Nadine sacándome de mis pensamientos.
-Jajajaja. Ya ves.
-Espero que hayan usado protección. Porque lo decía en serio.
-Seguro que sí. No te preocupes.
-Que yo quiero ser abuela, pero así... Pues no. No es que tenga que casarse y eso, pero al menos que tenga una pareja estable, ¿no? Porque ellos son amigos y ya está.
-Claro, claro.
-Voy a hablar con ella.
-No, déjala. Ya ves que se pone incómoda. Luego le pregunto yo y así te quedas más tranquila.
-Bueno, vale. Pero voy a decirle igual que no se vaya a dormir.
-¿Y eso?
-Porque es una pena que para una vez que vienes ella se vaya a ir a dormir. Nos vamos a la playa y que duerma allí, pero por lo menos que esté con nosotros, ¿no?
-Como veas. Pero a lo mejor necesita descansar aquí.
-Da igual. Cuando se tumbe, cae frita.
-Bueno.
-No te creas que... -dijo echando un ojo fuera de la cocina- No creas que no me apetece irme sola contigo a la playa -siguió metiendo su mano por dentro de mi camiseta, acariciándome el pecho-. Estaría muy bien echar un polvete en el agua -continuó bajito-, pero me parece feo que su amigo venga a verla y ella se quede durmiendo.
-Vale, vale. Pero no quiero tonterías -dije bajando la voz yo también.
-No. Bueno, jugar un poquito...
-Mmm... -murmuré con tono de reprimenda.

Nadine sonrió de manera pícara y se marchó para contarle eso a su hija. Así que cuando Sofía se duchó, cogió algo para desayunar por el camino y nos montamos en mi coche para acercarnos a la playa, ya fuera por el cansancio de Sofía o por el tobillo algo maltrecho de Nadine, cosa de la que Sofía preguntó también nada más llevar, relajándose del todo cuando vio que no era nada y que solo le dolía un poco por el movimiento tan brusco que hizo. En menos de 10 minutos ya estábamos casi en el mismo lugar que la tarde del día anterior, con las sombrillas puestas y las toallas extendidas. Como esperaba, Sofía cayó dormida enseguida, aunque cuidamos bien de taparla con sombra para que no se quemara y la verdad es que estaba tremenda con ese bikini que se puso, porque era más minúsculo que cualquier otro que le hubiera visto. La parte de atrás era lo más parecido a un tanga que había visto de hecho y verla boca abajo, con eso y con sus tetas aplastadas me tenían muy malo.

Aunque más malo me pondría cuando Nadine se quitó la parte de arriba para hacer topless, aprovechando ese día sí, para poder hacerlo al estar en una playa mucho menos transitada y más tranquila. Ella se hacía la loca, aunque tenía una sonrisilla y miraba en mi dirección, pero sus gafas de sol ocultaban sus ojos, impidiendo que viera si me estaba mirando, aunque era bastante evidente que lo hacía. De ahí, al poco se metió en el agua para refrescarse, viniendo en nada para preguntarme si no me animaba a darme un baño. Venía con su piel reluciente por el agua pegada a su cuerpo, pero lo más impactante era ver cómo sus pezones se habían oscurecido aún más y se habían encogido por lo fría que tenía que estar el agua. Meneé mi cabeza al verla así y ella me animaba meneando la suya en dirección al agua, haciendo también gestos con sus manos. Miré a Sofía, quien dormía de manera muy profunda y tras unos segundos pensando, me levanté para irme al agua.

Nadine se volvió a meter en ella al acompañarme, aunque no lo hacía de manera muy cercana. Ni en el agua se llegó a acercar, al menos de primeras, porque luego se me acercaba en plan de jugueteo salpicándome agua alguna vez, pero de una breve pasada de su mano por mi paquete no pasó.

-Creía que te había dicho que no quería tonterías.
-Ya, pero me da igual lo que me hayas dicho. Me lo quiero pasar bien. Pero tranquilo, que no vamos a follar. Aunque estaría muy bien.
-Joder, estás desatadísima, jajaja.
-Hombre, es que hay mucha diferencia entre venir con mis padres y con un chico como tú.
-Ah, ¿sí?
-Claro. A veces mi padre se enfada un poco porque me pongo bikinis como este que llevo y muchos me miran. Como que se pone celoso, ¿sabes?
-Sí, lo típico en los padres.
-Muchas veces he tenido que venir con un bañador de esos que tapan el torso. Así se queda más tranquilo.
-Jajajaja.
-Que a mí también se me van los ojos, pero bueno... Pues no me sacio.
-Luego en casa con los juguetes.
-Sí, vaya... Que tengo que estar en silencio como si tuviera 16 años...
-Jajajajajaja -reí con ganas.
-Lo que suelo hacer es bajarme al salón y allí me hago mis pajillas por las noches mientras duermen. Pero ahora con Sofía por casa ni eso... -decía resignada.
-¿Entonces?
-Pues en la cama. Unos dedillos o me lleno la bañera para darme un baño relajante y también aprovecho. Pero lo mismo va a ser estar callada que disfrutar en condiciones.
-Ya vi anoche cómo eres.
-Pues eso, jajaja.
-Tú como vives solo...
-Bueno, tenía compañera de piso hasta hace poco.
-Es verdad. ¿Cómo te apañabas entonces?
-Yo no soy escandaloso para hacerme una paja. Follar es otra historia.
-¿Y follar en la playa lo has hecho?
-Jajajaja. Me gusta lo directa y natural que eres para hablar de esto.
-Pues claro. ¿Entonces?
-Pues claro. ¿Quién no?
-Es verdad. Qué pregunta más tonta... Seguro que Sofi lo hizo anoche también.
-¿Por qué lo dices?
-Pues porque es lo más normal como has dicho, ¿no? Pues no he visto yo veces a parejas follando en la playa... De noche dando un paseo o por la mañana cuando salgo a andar de vez en cuando. Y no se cortan ni nada casi.
-Ya.
-Y por eso que ha dicho antes que estuvieron descansando en la playa, pues seguro que echaron un polvo.
-No parecía venir con arena -dije riendo.
-Hombre... Porque se empezarían a calentar aquí y luego ya se irían a casa del chico.
-Claro.
-Cuánto hace desde la última vez que lo hice en una playa...
-¿Cuánto?
-Ni me acuerdo. Pero sí recuerdo que me gustó.
-Es que da morbo.
-Mucho. Pero una ya no puede ir haciendo eso. Eso es más de jóvenes.
-Bueno... Oye, ponte ahora el bikini, que paso de historias con tu hija.
-Ni que fuerais pareja, jajajaja.
-No es eso. Pero ya sabes cómo es.

Salimos del agua y justo dio la casualidad que Sofía estaba despierta y viendo cómo íbamos hacia ella, dándose cuenta obviamente de cómo su madre iba en tetas.

-Mira, se ha despertado y te ha visto.
-Da igual. Ni que estuviera haciendo nada malo. Si seguro que no me echa cuenta con la resaca que tiene.

Llegamos a la altura de las toallas y Nadine se puso la parte de arriba de su bikini como si nada mientras su hija la miraba y le decía que ya le valía. Nadine hacía oídos sordos a lo que Sofía le decía y dijo que iba a acercarse a un chiringuito para comprar algo para picar. Fue un momento que me vino hasta bien para poder hablar con Sofía.

-No te pongas así, Sofía. Si no pasa nada.
-Claro, tú como eres un tío, bien que te alegras la vista, ¿no?
-Oye...
-Ya. Tú no tienes la culpa. Perdona.
-Si tendrías que estar encantada.
-¿Encantada? ¿Por qué?
-Joder, mírala. Tú vas a estar igual cuando llegues a esa edad.
-Me estás diciendo que mi madre está buena, ¿no?
-Tía, sois una fotocopia. Si tú lo estás, ella lo está. Y puedes estar tranquila para los años que vengan.
-Qué peligro tienes...
-Peligro el tuyo anoche. Que vaya cómo has venido hoy... Jajaja.
-Joder, cállate... Que cuando se me va la mano con el alcohol...
-¿Qué pasó?
-Pues de todo. La pareja se fue rápido, ya os lo he contado.
-¿Por el bebé?
-Qué va. Para follar. Precisamente por el bebé no pueden mucho. Si no paraban de liarse.
-¿Y tú?
-¿Yo?
-Me vas a decir que no ha pasado nada con tu amigo.
-Bueno, puede...
-Yaaaaaaaaa.
-Joder... Hacía mucho que no lo veía. Nos estuvimos liando toda la noche. Bebimos mucho, bailamos mucho...
-Y follasteis mucho -dije interrumpiéndola.
-Pues sí. También. Soy muy mala amiga e hija por dejaros tirados conforme estaba la cosa para irme a echar un polvo.
-No sé por qué dices eso. Si te dijimos que no pasaba nada y que tenías que aprovechar que tus amigos estaban aquí.
-Tú también eres mi amigo.
-Pero a mí me ves más.
-Ya, eso es verdad.
-Y lo de tu madre no fue nada. Mírala, si ni siquiera cojea.
-Es que, ¿cómo se le ocurre ponerse esos tacones?
-Querría ir tan guapa como tú.
-Vaaaaale, ya me has mejorado el humor. ¿Contento?
-Mucho.
-Jajajajaja.
-Una cosa.
-Dime.
-Usasteis protección, ¿no?
-Sí.
-¿Segura?
-Síiiiiiiiii. En la playa solo jugamos. Nos tocamos y eso, pero follar fue ya en su casa. Y tenía condones.
-Vale, bien.
-Cómo estás con el tema desde que esa mujer te puso las pilas... Jajaja.
-Ya. Hay que tener cabeza.
-Pobre... Lo pasarías mal anoche sin hacer nada.
-Bueno... Ya sabía que tú ibas a estar con tu amigo nada más apareció él en la cena.
-¿Y hablaste con ella para al menos entretenerte?
-Un poco. Me mandó una foto muy sugerente.
-¿Sí? A ver...
-No sé... -dije poco convencido.
-¿No confías en mí?
-Sabes que sí.
-¿Entonces?
-Mira -dije sacando el móvil y poniendo la foto antes de que llegara su madre.
-Joooooooder. Qué pibón.
-¿A qué sí?
-Tío, está muy buena. Qué sexy... Buah, ahora quiero verla en persona. ¿Crees que me puedo acercar un día a tu casa como el que no quiere la cosa para poder coincidir con ella y verla?
-No creo. Está muy obsesionada con que no nos vean juntos.
-Joder, tío... A ver si se suelta.
-Ya me gustaría a mí.
-¿Al final vas a ir a la boda esa con ella? -me preguntó a los pocos segundos.
-No lo sé. Hacer eso huele a marrón si sale mal.
-Es lo que te dije. Lo mismo espabila si ve que le echas un par de cojones al asunto y te plantas en su casa listo para acompañarla.
-A ver, me gustaría mucho ver su cara al verme así bien vestido y arreglado.
-Claro. Yo te imagino con traje y tal y uff...
-No sé, no creo que sea buena idea.
-Pues yo lo haría si fuera tú. Solo por las risas.
-Sí, luego la bronca me la como yo, no te jode...
-Pues ya está. Joder, ni que te fuera a decir de dejar de veros...
-Pues lo mismo sí.
-Anda ya...
-Que sí, Sofía. Que esta mujer tiene una mala ostia cuando...
-Pues nada.

Dejamos de hablar del tema al ver que Nadine se aproximaba y nos quedamos los tres en las toallas picando algo, aunque Sofía no tardaría mucho en volver a dormirse, momento que aproveché para contarle a Nadine que Sofía había usado protección la noche anterior para que se quedara más tranquila. Pero solamente eso, no mencioné ningún detalle más de lo que su hija me contó. Ni ella me lo llegó a pedir, empezando a hablar de otras cosas. Y así estuvimos gran parte de mañana hasta que Sofía se espabiló y estuvimos un rato en el agua nadando e incluso andando durante varios minutos por la orilla. Para la hora de comer hicimos como el día anterior, yendo a un chiringuito cercano al lugar en el que estábamos, echando un rato muy bueno, tal y como llevábamos haciendo toda la mañana. Disfrutamos de los típicos espetos de la zona, una ensalada mixta y alguna que otra ración de pescado frito y calamares.
 
Capítulo 537

Cuando acabamos dijimos de regresar a casa, porque el sol estaba pegando demasiado fuerte y no se estaba del todo cómodo en la playa. Ni dándose un baño se podía aplacar el calor, porque en el tramo que salías del agua, ya entraba otra vez, además que la arena quemaba bastante. De hecho, me llegué a quemar pese a haberme echado algo de crema. Procuré cuidarme de aquello, pero fue inevitable que me quemara un poco por la zona de los hombros y la cara. Una vez en casa de mi amiga, nos dimos una ducha cada uno, empezando yo por tener ellas que lavarse bien el pelo, siendo algo que les llevaba más, aunque yo con la barba no me libraba, pero no era ni de lejos comparable a lo suyo. Conforme acabamos, nos fuimos distribuyendo por el salón poniendo el aire y quedándonos muy a gusto por estar recién comidos y duchados, ya descansando, aunque Nadine se disculpó para marcharse a su habitación y poder echarse una pequeña siesta allí.

Sofía y yo nos quedamos en el salón, estando yo algo somnoliento, pero la primera que cayó fue Sofía, abrazándome por la cintura y dejando caer su cabeza en mi vientre. Estaba muy cómodo así con ella encima pese al calor que hacía, pero el aire acondicionado hacía su trabajo. Y como no terminaba de dormirme y la televisión estaba baja para que pudiéramos descansar bien, pues cogí el móvil para ver si tenía algo. Para mi sorpresa no terminé de encontrar nada en donde más esperaba encontrarlo. Valentina no solo no me había respondido, sino que tampoco había leído lo que le puse como respuesta a lo que me escribió y la foto que me mandó. Fue un poco decepcionante, porque esperaba poder hablar con ella un poco. Hasta le llegué a poner si estaba disponible para hablar, pero no respondió. Ni tenía pinta de que lo fuera a hacer, porque ponía que la última vez que se había conectado había sido cuando me mandó aquello.

Así que aburrido me acabé durmiendo un poco y entre esa siesta y luego cuando ambas se despertaron estando de charla, se me echó un poco el tiempo encima para regresar a casa, pero al día siguiente tenía que ir a trabajar, por lo que nos acabamos despidiendo. Primero lo hice de Nadine, dándome ella un buen abrazo, correspondiéndola yo al apretar, pero notar sus pechos desnudos hizo que me retirara pronto, más que nada por Sofía, para que no pensara algo más allá. Y con ella también me despedí de manera similar, aunque su abrazo fue mucho más largo y con ella no tenía tanto problema al no llevar tampoco sujetador. No había nada que esconder frente a su madre, porque sabía de sobra lo que había pasado entre nosotros. Me llegó a llamar la atención cómo apretaba y la duración, pero luego me dio un buen beso en la mejilla y me dijo que nos veríamos pronto al regresar ella a casa, con idea de visitarme, como pensaba hacerlo yo también.

La vuelta a casa mezclaba alegría por las ganas que tenía de volver a ver a Valentina para charlar en persona por lo que me envió la noche anterior, pero también tenía algo de desazón, porque la verdad es que lo había pasado genial con Sofía y con Nadine y se me hicieron muy breves esos dos días que estuve con ellas para echar ese fin de semana en la playa. Eso, y que al día siguiente empezaba la temporada de verano en el trabajo, teniendo que ir por las mañanas de 9 a 1 de la tarde y luego de 5 a 9 por las tardes. Además de empezar las clases para los alumnos que debían recuperar en septiembre, también me asignaron diferentes cursos intensivos de inglés, por lo que iba a estar más atareado, pero también me dijeron que tenía mis vacaciones, aunque tenía que avisarles con unos días de antelación, cosa que tenía pensando hacer al empezar la semana con la intención de irme con mis amigos esa semana a la playa con ellos.

Una vez llegué a casa y deshice la pequeña maleta que me llevé lavando ropa y demás, me senté en el sofá, con todo bastante calmado. Me venía bien para descansar después del día de playa por la mañana y por el viaje, especialmente después de no haber dormido tanto por la noche como ya debería ir haciendo, pero ese silencio no me terminaba de gustar. Esos momentos de soledad se me hacían largos y pesados después de la marcha de Andrea y tener a mis amigos lejos tampoco ayudaba. Sí, venía de estar dos días acompañado, pero había estado tan bien así que ahora me daba el bajón. Por eso volví a insistir con Valentina, siendo ya casi las 9 de la noche, pero obtuve el mismo resultado. No era raro ni estaba preocupado, pero sí que me tenía un poco intranquilo, por eso me puse en contacto con Daniela, por si sabía algo.

Nos saludamos cordialmente, porque seguíamos manteniendo el contacto pese a dejar de vernos para tener esos encuentros sexuales con los que nos conocimos prácticamente. Estuvimos hablando un poco de algunas cosas y le pregunté cómo había ido el fin de semana con Valentina, explicándome ella cómo había ido todo, narrándome el día anterior de la misma manera que había hecho mi amante, con los mismos detalles y demás. También lo hizo con ese día en el que nos encontrábamos, con amabas quedando por la mañana para desayunar fuera con la intención de comer en casa de Valentina, yendo un poco antes para que le pudiera enseñar la casa, pero no pudo ser, porque tuvo que irse por una urgencia que le surgió de repente después de que recibiera una llamada.

Eso era todo lo que sabía Daniela y entonces sí que me llegué a preocupar, porque le conté que no tenía noticias de ella pese a haber intentado ponerme en contacto con ella. Daniela tampoco le dio mucha importancia, porque cuando pasó aquello, Valentina no parecía excesivamente alterada ni preocupada, pero sí que le entró la prisa de repente. Ambos supusimos que se trataba de algo del trabajo. En domingo, sí, pero ya sabía yo cómo se las gastaban con ella, especialmente siendo la dueña de la empresa. Y tras hablar un poco más nos despedimos, porque me entró hambre y quería cenar, pero quedamos en avisarnos al otro en caso de que tuviéramos noticias de Valentina. Así que estuve cenando tranquilamente, aunque estaba bastante pendiente del móvil, esperando alguna noticia de ella, la cual no tardó demasiado en llegar, haciéndolo sobre las 10 de la noche.

-Buenas noches -me dijo mediante la aplicación por la que hablábamos.
-Hola, ¿cómo estás?
-Bien. Ha sido un día muy largo.
-Imagino. No me has respondido en todo el día, así que suponía que estabas muy ocupada.
-¿Todo bien?
-Sí, claro. ¿Por?
-No sé... Me ha dado la impresión de que ha sido un poco reproche.
-No, para nada. Solo que no me respondías ni nada y creía que habías tenido algún problema.
-Oh... ¿Te has preocupado por mí?
-Bueno...
-Qué mono... Intentaré responderte rápido para que no te preocupes.
-No es eso tampoco. Si ya sé que estás muy ocupada con tu trabajo y eso. Imaginaba que tenía que ver con ello.
-Sí. Así es. Te he enseñado bien a respetar eso.
-No está la cosa para colarse contigo.
-¿Tan mala soy?
-No. Pero tienes tu pronto.
-Como tú.
-Ya. Por eso te lo digo, porque sé cómo te las puedes gastar. Espero que no haya sido para tanto lo que haya pasado en el trabajo.
-Bueno, da igual. ¿Qué tal tu fin de semana?
-Muy bien. Tenía pensado venir pronto para poder vernos, pero entre una cosa y otra me he venido un poco más tarde, pero al final ha dado igual.
-¿Estabas entretenido?
-Un poco. Por la mañana he estado en la playa y después de comer me he quedado un poco empanado y he dormido un poco.
-¿Solo dormir?
-¿Quieres que te cuente todo lo que he hecho?
-No hace falta.
-No tengo problema en hacerlo si tanta curiosidad tienes. Pero no. He dormido un poco y luego hemos estado hablando un rato y ya me he venido, porque no quería que se me hiciera muy tarde.
-Am...
-Pero para que te quedes más tranquila, me he portado bien.
-¿Sí?
-Claro. Te lo prometí, ¿no?
-Ajá. Pero en uno de tus calentones...
-He usado protección siempre.
-Ah... ¿Siempre?
-Claro, todo el rato que lo he hecho. Hasta para el sexo oral. Por ambas partes.
-¿Y qué tal la experiencia? -preguntó a los pocos minutos.
-¿Sinceramente? Una mierda. No cuando me lo han hecho, sino cuando lo he hecho yo. Es muy incómodo.
-¿Por qué?
-Porque tenía que estar muy pendiente de tener siempre la barrera bien puesta para no estar haciendo el tonto. Se me cansaban los dedos de hacer fuerza para estirar el látex y también se me escurría.
-Nunca me han hecho sexo oral con algo de por medio.
-Pues mejor así, porque la chica con la que lo hice no parecía disfrutarlo mucho tampoco.
-Ya. Bueno, me alegra que me hayas hecho caso y que te tomes en serio.
-Claro. Es que llevabas razón.
-Pues es una pena que no te gustara hacerlo así.
-La verdad es que me jodió mucho, porque me gusta bastante hacerlo y así no era nada parecido. Un desastre.
-Entonces, ¿cómo nos apañamos nosotros?
-Pues eso ya depende de ti. Si dices que no te ves con nadie más y te apetece mucho que te lo haga podemos hacerlo sin eso. Yo te garantizo que no lo estoy haciendo sin protección con nadie. Pero entiendo que no quieras por eso que dijiste. Lo de que sexo sin protección solo deberían tener las parejas que no se ven con nadie más.
-Es que me gusta mucho cómo lo haces.
-Y a mí me encanta hacértelo.
-Bueno, ya veremos cuando nos veamos -dijo a los pocos minutos.
-¿Te parece si nos vemos? Me apetece mucho verte.
-Pensaba que te habías entretenido este fin de semana...
-Sí, pero tengo ganas de verte. Mira, si en un polvo de los que he echado no paraba de pensar en ti.
-Ah, que han sido varios...
-¿Qué más da eso? Quédate con lo que te he dicho de que pensaba en ti.
-¿Sí? ¿Cómo? A ver...
-Pues porque era una mujer hecha y derecha y por momentos me recordaba a ti. Y porque el polvo fue después de ver el regalito que me mandaste, que por cierto, me encantó.
-Ah... Jejeje. No tenía que haberlo hecho. Fue una tontería muy grande.
-Pues esa tontería me gustó muchísimo. Sales tan sexy...
-Creía que tú me mandarías algo parecido, pero me quedé con las ganas.
-No jodas... Si quieres te mando una ahora mismo.
-¿Ya estás a tono?
-Un poco. Hablando contigo me pasa, porque me imagino hablándome, tu olor, tu sabor... Y me pongo muy tonto. Te voy a mandar una.
-No hace falta.

Pero yo ya me había decidido a mandarle una foto, así que me puse la suya que me envió hacía pocas horas para terminar de completar mi erección, empezando a tocarme un poco. En cuanto la tenía dura del todo, me puse frente al espejo del baño, desnudándome por completo para hacerme una foto y mandársela, volviendo al salón en cuanto lo hice y me volví a vestir.

-Uy, vaya marca de moreno...
-¿Te gusta?
-No está mal. Aunque parece que te has quemado un poco.
-Sí. Me vas a tener que echar cremita.
-Qué bobo eres, jajaja.
-Tengo unas ganas de verte ahora mismo... Me he empezado a tocar con tu foto.
-Pues no va a poder ser. Aún estoy liada.
-¿Todavía? 😕
-Sí. Lo siento.
-Bueno. No pasa nada.
-Pero algo podemos hacer.
-¿El qué? -pregunté pensando que tal vez quería que hiciéramos una videollamada más tarde.
-A lo mejor no te resulta tan bueno, pero te he dejado otro regalito.
-¿Otro? ¿Dónde?
-En tu casa.
-¿En mi casa? ¿Cómo? ¿Has entrado mientras yo estaba fuera?
-Noooooooo, bobo. Jajajaja.
-Jajajaja. ¿Entonces?
-Mira, ve a tu habitación.
-Vale, ya estoy -dije cuando llegué-. ¿Ahora?
-Ve a tu cama y siéntate en ella.
-Vale, ¿qué más?
-¿Sigues duro?
-Sí.
-¿Te estás tocando?
-Ajá.
-¿Pensando en mí?
-¿En quién si no?
-Cierra los ojos.
-Uff... Me gusta esto. ¿Pero qué hago después? Porque si tengo los ojos cerrados... Jajajaja.
-Jajajaja. Vale. Mira, quiero que te tumbes en la cama y te toques un poco pensado en mí.
-Qué fácil.
-Hazlo durante unos 30 segundos y luego miras la pantalla.

Le hice caso y me tumbé boca arriba en la cama, aunque me desnudé rápidamente para poder masturbarme más a gusto, además de poner el aire. Dejé el móvil sobre mi torso y me empecé a tocar pensando en ella, en la última vez que nos vimos de hecho, porque era el recuerdo más reciente que tenía de ella. Cuando calculé el tiempo que me dijo abrí los ojos para mirar la pantalla. Me esperaba encontrar una imagen de ella desnuda en ese preciso momento en el que hablábamos, pero no encontré ninguna imagen, viendo que había un mensaje.

-¿Has notado algo especial?
-¿A qué te refieres?
-A si has notado algo. No sé... ¿Has visto algo? ¿A lo mejor algún olor?
-Mmm, no. No noto nada.
-Pensaba que a lo mejor lo notarías. Bueno, ya han pasado unos días.
-Estoy perdido.
-Mira debajo de tu almohada.

Me incorporé para levantar la almohada, encontrando unas braguitas dobladas. Eran las que trajo puestas el viernes y que acabaron tan húmedas que no se sentía cómoda con ellas puestas, teniendo yo que dejarle unos boxers míos para que no fuera sin nada, ya que no tenía tiempo de ir a su casa al tener que regresar al trabajo.

-¿Las dejaste aquí?
-Sí. Antes de irme las dejé ahí. Como sé que eres un marrano y que te gusta olerlas, pues pensé dejártelas ahí para darte una sorpresa. ¿Qué tal están?
-Perfectas. Huelen a ti.
-¿Siguen húmedas?
-Noooooooo. Jajajaja. Pero sí que huelen bastante a tu coño. Me encanta. Es como si estuvieras aquí conmigo.
-Jajajajajaja.
-No esperaba que hicieras algo así con lo fina que eres.
-No es para tanto. No estoy haciendo nada.
-Pues para mí sí que has hecho algo con esto.
-Bueno, espero que disfrutes ese regalito y que te sea muy satisfactorio.
-Eso seguro. ¿De verdad que no nos podemos ver?
-No, lo siento. Mañana hago un hueco y me paso por tu casa por la mañana.
-Imposible.
-¿Por? ¿Te vas otra vez?
-No. Pero mañana empezamos la temporada de verano en la academia. Tengo clases por la mañana y por la tarde.
-¿Qué horario tienes?
-De 9 a 1 y de 5 a 9.
-Uff... Bueno, pues ya vamos hablando para ver cuándo nos podemos ver.
-Valentina, necesito verte mañana si no podemos hacerlo hoy.
-Ya. Yo también te quiero ver, pero tengo lío. Luego te digo, ¿vale?
-Bueno...
-Venga, pásalo bien.
-¿Y tú? ¿Te estás tocando?
-Noooooooo. Estoy ocupada, ya te lo he dicho.
-Llevamos hablando un buen rato.
-Estoy en un pequeño descanso para cenar algo.
-¿Y cuándo acabes?
-No sé...
-Puedes pasarte por aquí, ya sabes que duermo poco, me vas a pillar despierto.
-No. Mañana, ¿vale? Hoy estoy muy cansada y quiero hacerlo bien.
-¿Y cuando llegues a casa te vas a tocar pensando en mí con esa foto que te acabo de mandar?
-No sé... Ya te he dicho que estoy cansada. Depende de cómo llegue.
-No sé cómo puedes aguantar...
-Tengo responsabilidades.
-Pero tiene que ser difícil igual.
-Pues claro. Bueno, te dejo que te diviertas. Mañana hablamos. Que pases buena noche.
-Igualmente.
-💋
 
Capítulo 538

Me hubiera encantado seguir hablando con ella por mensaje, y por llamada directamente o incluso llegar a vernos, pero no podía ser ninguna de esas cosas y había que conformarse con ello. Al menos, tenía conmigo una de sus prendas íntimas, que si bien es verdad no era unas braguitas muy sugerentes, sí que tenían su esencia y eso era lo mejor para mí, porque es como si ella estuviera ahí conmigo para follar, pero era solo eso, un aroma. La realidad era que no estaba ahí conmigo y eso hacía que tuviera más ganas de verla. Aun así, me terminé de masturbar oliendo su ropa interior, acabando sobre mi torso. Me quedé extasiado y hasta algo mareado de la excitación tan grande que me entró tanto por la conversación, como por su nuevo regalito que había pasado ahí todo el fin de semana. Y justo cuando acabé le envié una foto que me hice en la que salía aún mi polla dura, mi corrida y su prenda en la parte superior de mi pecho, aunque no se me veía la cara en la foto, pero sí la barba.

No la vio al momento, pues cuando dejó de hablar conmigo ya no ponía más el típico mensaje de que está en línea y la verdad es que me quedé unos minutos reposando para que mi cuerpo se calmara pendiente de si volvía a entrar, pero no lo terminó de hacer. Al ver que no lo hacía, me limpié y me vestí para irme un rato al salón y aprovechar para escribirle a Daniela contándole lo que Valentina me había dicho y que así se quedara tranquila, aunque ella no estaba preocupada. Tras eso, estuve un reto entretenido jugando, pero miraba varias veces el móvil por si tenía algún mensaje o por si salía el icono de la aplicación en la que Valentina y yo intercambiábamos mensajes. Hasta me metía directamente en la conversación con ella para ver si había visto la última foto que le envié, pero encontraba siempre lo mismo. No había visto la foto y su última hora de en línea era la misma que la del último mensaje que me envió.

Así me fui a dormir al buen rato habiendo tirado ya la toalla con poder seguir con los mensajes para hablar un rato más, acostándome para tratar de descansar para lo que prometía ser una semana larga por tener más trabajo. Pero no conseguía dormir y no paraba de dar vueltas pese a notarme cansado. No podía quitarme a Valentina de la cabeza, imaginándomela mientras nos escribíamos y ya pasando a imaginarme otras cosas con ella. De pronto, oí cómo por la calle alguien caminaba con un taconeo que resonaba bien en el silencio de la noche. Hasta me llegué a sentar en la cama, sobre todo cuando ese taconeo se detuvo en lo que yo creía que eran las proximidades de mi casa, ilusionándome con que fuera ella. Pensé que no había podido aguantar el calentón y había venido a verme para saciarse, porque la conversación que tuvimos era para que tuviera uno, y más con la foto que le envié en la que salía desnudo.

Pero ahí quedó mi ilusión, porque se oyó una puerta cercana cerrarse. Al parecer era alguien que vivía por ahí sin más. Algo molesto me tumbé en la cama, pero era por la decepción de haberme hecho ilusiones con que fuera ella y ver que no lo era finalmente. De nuevo me intenté dormir y otra vez empecé a dar vueltas en la cama, cogiendo el móvil por si tenía algo, pero encontraba todo el tiempo lo mismo, así que lo dejé y traté de dormirme, consiguiéndolo al buen rato. Al día siguiente me levanté bastante temprano y bastante de mal humor en general, tanto por dormir mal como por lo pasado la noche anterior en la que nadie tenía culpa más que yo por haberme ilusionado. No tenía mucho tiempo para ir al gimnasio y eso también me mosqueaba un poco, porque con el horario que tenía, iba muy apretado como para hacer una buena sesión.

Y correr estaba bastante descartado por lo mismo, ya que me gustaba echar una hora mínimo en ello, pero si quería hacer eso me tenía que levantar muy de madrugada y no conseguía dormir temprano, por lo que tampoco quería estar reventado todo el día para poder rendir bien con todos. Pero al menos sí que logré estar algo más de una hora entrenado, para volver a casa rápidamente, darme una ducha, desayunar algo e irme a la academia, la cual tenía que abrir yo también. Ese lunes fue un día bastante tranquilo en realidad, porque fue de introducción para los nuevos cursos que tenía que dar y para las recuperaciones. Tenía alguna cara sonada de haber visto a alguno por la academia, pero por lo general, todos eran bastante nuevos para mí. El primer día en estos casos, poco se hace porque lo que suele pasar es que se habla mucho para entablar algo de conversación para conocernos y coger algo de confianza, pero alguno apuntaba maneras con el comportamiento que traía.

Dentro de los que tenían que recuperar había de todo: callados, muy habladores, chulitos, los típicos listillos que creen que se lo saben todo, siendo obviamente al revés por tener que estar ahí precisamente para poder recuperar... Y ya iba calando a los que veía yo que más problemáticos iban a ser, pero también tenía en mente cómo lidiar con ellos. Y qué diferencia había con los que venían por los cursos. Éstos se veían más centrados y responsables. Algo evidente cuando se está invirtiendo más dinero, aunque también tenía mucho que ver las edades que iban rondando. Para el B1 solían tener unos 16 ó 17 años, siendo lo más normal, ya que era algo muy solicitado cuando se acercaba la universidad. Aunque también había alguna que otra persona de más edad, pero éstas últimas se solían repartir entre los niveles más avanzados, especialmente en el C1, otra cosa que hacía ganar muchos puntos en los currículums.

Por eso no salí especialmente cansado ni de mal humor, habiéndome relajado bastante, especialmente al socializar tanto con tanta gente, por lo que me marché a casa para hacerme algo de comer tranquilamente y descansar hasta las 5 que entrara de nuevo. Pero para mi sorpresa, ahora sí, Valentina aparecería poco antes de las 2 de la tarde por la puerta de mi casa, con una sonrisa preciosa en su cara y haciéndola yo pasar de inmediato, cerrando la puerta y dándole un buen beso que duró varios segundos y que le arrancó una risa por como la tenía bien sujeta contra mí. Al despegarnos se quedó mirándome con esa sonrisa tan bonita que traía, acariciando mi cara, aunque sin decir nada. La cogí de la mano y la llevé hasta el salón para sentarnos en el sofá y besarnos un poco, con ella acariciando mi cara sin parar y yo sus muslos, aunque llevaba un pantalón largo blanco, pero poder tocarla en vez de imaginármela me saciaba bastante por el momento.

-Tranquilo, va. Que acabo de llegar.
-Si es que anoche me dejaste calentito.
-Ya veo, ya. Oye, sí que te has quemado, ¿eh? Ten cuidado con eso.
-¿Me vas a echar crema para que se me pase?
-Bueno, si te portas bien, sí.
-Anda...
-Jejeje. ¿Te he pillado comiendo?
-No, haciendo la comida. ¿Quieres que comamos juntos?
-Mmm, vale. Tengo hambre de hecho.
-Pues vamos, y me echas una mano tú, que sabes más.

Nos levantamos y fuimos hasta la cocina, aunque Valentina sacó una diadema de su bolso para ponérsela y estar así más cómoda para hacer la comida y que no se le viniera el pelo hacia delante cuando agachara su cabeza.

-Qué guapa estás con eso -dije abrazándola desde atrás.
-Si es solo una diadema.
-Estás muy mona con ella.
-Bah...
-Va en serio.
-Me la pongo, porque no me gusta hacerme coletas. Primero, porque no tengo el pelo tan largo para hacerla fácil. Y segundo, porque se queda la marca y me gusta ir bien peinada.
-Eso ya no lo he notado. Me encanta tu peinado -dije besando su cuello.
-Veo que me has echado mucho de menos -decía entre risas mientras preparaba la comida.
-Puede... -dije haciéndome el interesante.
-Yo también he echado en falta alguna cosa.
-Ah, ¿sí?
-Ajá...
-¿El qué?
-Bueno, alguna que otra.
-¿Lo que más?
-Tú olor.
-¿En serio?
-Sí -dijo dándose la vuelta-. Ya te he dicho alguna vez lo que me gusta.
-¿Más que las folladas que te meto?
-¿Pero por qué eres tan mal hablado? -preguntó con una sonrisa para pasar sus brazos por mi cuello y darme un beso.
-Lo soy porque me revolucionas mucho.
-Pues cálmate, que ahora vamos a comer.
-Qué mala eres siempre conmigo.
-¿En serio?
-Bueno, solo a veces.
-Cuando te lo mereces.
-¿Te digo lo que te mereces tú?
-¿El qué? A ver...
-Pero no te escandalices con mi manera de hablar.
-Verás...
-Te mereces que te ponga contra esta encimera, que te baje los pantalones hasta los tobillos, igual que las bragas -dije cortando para besarse el cuello mientras ella guardaba silencio.
-¿Algo más? -preguntó al verme tan callado y concentrado en su cuello.
-Sí. Te comía el coño y el culo poniéndome de rodillas.
-Madre mía...
-Pero no duraría mucho. Ni te correrías. Bueno, depende de lo perra que estés, pero no podría aguantar mucho sin follarte. Por eso me levantaría y te la metería del tirón para darte fuerte, como a ti te gusta.
-¿No te olvidas de algo?
-No. Te haría eso tal cual.
-¿Y la protección?
-Shhh. En mi imaginación siempre te follo sin condón. Ahí puedo hacer lo que quiera.
-¿Y te lo pasas bien?
-Mucho. No sabes cuánto... Aunque me cuesta imaginarte de esa manera. Nunca lo hemos hecho a pelo, aunque no hay nada que me gustara más hacer contigo.
-¿Seguro?
-Sí.
-Como te gusta tanto mi culo también...
-Uff... También te lo follaba. Te lo comía y te lo follaba hasta que no pudieras más. Pero sentir tu coño sin condón tiene que ser como tocar el cielo.
-Y después de haberme todo eso contra la encimera, ¿pasaría algo más?
-No aguantarías más.
-Ah... ¿Y tú?
-Follándote sin condón no aguantaría mucho yo tampoco. Seguro.
-¿De verdad?
-Sí. Hacerlo sin condón me da mucho morbo y eso facilita mucho acabar antes.
-Tomo nota.
-¿Cómo? ¿Va en serio?
-Shhh, no te revoluciones más, que bastante lo estás, jajajaja.
-Pero...
-Solo era un comentario.
-Mmm... Oye, estás muy guapa, que no te he dicho nada.
-¿Sí?
-Mucho. Me gustan estas blusas finas que te pones y que te dejan los brazos al aire. Y esos tacones que siempre llevas... Me pone muy fácil besarte y jugar con tu cuello.
-No sabes la envidia que me das.
-¿Y eso?
-Por lo de jugar con el cuello. Pero bueno, gracias por el cumplido igualmente, jeje.
-Me encanta cuando te pones juguetona.
-No sé de qué hablas. Yo solo estoy preparando la comida, jijiji.

En unos pocos minutos más ya había acabado de preparar algo con lo que yo tenía por la nevera para sentarnos a comer en la gran mesa del salón al poner yo la mesa al menos. Fueron unos minutos muy agradables en los que hablamos y nos contamos cómo nos había ido el día. Ella me contaba cosas de manera general, sin dar mucho detalle de lo que pasaba a su alrededor, aunque cuando yo le conté mi día, sí que preguntaba detalles de lo mío. No terminaba de abrirse para contarme cosas con más detalle, pero sí que la veía muy receptiva por las miradas que me echaba y sobre todo por cómo ya casi acabando, me acariciaba la pierna con su pie descalzo, cosa que me parecía muy sexy y excitante. Nos tomamos el postre tranquilamente y continuamos hablando ya de otros temas, interesándose ella por el fin de semana que había pasado en la playa y pidiendo detalles de los lugares que había visitado, estando con la televisión apagada y sentándonos en el sofá bastante juntos.

Valentina se puso cómoda al quitarse los tacones, dejándolos bien puestos junto al sofá y se sentó de lado, poniendo sus piernas también así, aunque a su otro lado, porque en el otro estaba mi cuerpo, sobre el que se echaba. Yo pasé mi brazo por detrás de su espalda. Dejando caer mi mano sobre su cadera y culo por momentos. Ella apoyaba su cabeza en mi hombro y me acariciaba el pecho, pasando a hacerlo por dentro de la camiseta a los pocos minutos. En esos momentos le conté con detalle cómo eran los lugares que visité, tal y como hacía de pequeño. Ella me escuchaba con atención y me preguntaba algún que otro detalle, porque ella en alguna ocasión también había veraneado por ahí, pero resultó que no le sonaban mucho esos lugares. También me contó que debía ser porque aquello fue hace bastantes años y a lo mejor no estaban construidos esos hoteles o algo, pero no pensaba que fuera así, porque tampoco se podía ir mucho de cuando iba yo de pequeño.

Pero esa charla distendida y tranquila se veía alterada por las caricias que tenían lugar entre ambas partes. Ya venía calentito por los momentos previos, ya fuera antes de la comida o durante ella con Valentina acariciando mis piernas con su pie desnudo. Durante la charla se me mantuvo morcillona durante todo el tiempo, siendo algo bastante notable bajo el pantalón corto de chándal que llevaba para estar cómodo en casa, y ella sabía de eso por las miradas que echaba y por cómo pasaba sus dedos de manera muy breve por la zona. Así que la cosa se fue animando más, ladeándome yo hacia ella para tocar con la otra mano también, haciéndolo con sus pechos, aunque aún llevaba el sujetador, y de la misma manera con sus muslos, aunque tampoco veía mucho la zona por cómo estaba ella sentada y por estar nuestras caras tan cerca por los besos que nos empezamos a dar de nuevo.

Así, con la mano que tenía por delante de su cuerpo, le desabroché el botón de su pantalón con la intención de empezar a jugar de manera más seria, aunque ella se seguía mostrando tan juguetona como venía haciendo desde que llegó o desde hacía un par de días incluso con las fotos que me mandaba y con el detalle de dejar sus braguitas bajo mi almohada. Se revolvía y se reía tanto que no me dejaba maniobrar bien para meter la mano en sus braguitas y poder empezar a tocarla para calentarla bien de cara al polvo que tenía pensado echar con ella al tener todavía bastante tiempo hasta que ambos tuviéramos que volver al trabajo. También se entretenía en sujetar mi cara con sus manos para que nos miráramos todo el tiempo, con ella sonriendo e incluso riendo, lamiendo mis labios. Ese gesto que tanto me gustaba de ella y que tanto me calentaba. Pero yo estaba emperrado en llegar un poco más allá, por lo que metí mi mano por dentro de su pantalón, pero por la parte de atrás, con la intención de llegar a su coño desde esa parte.

Valentina cogió aire de la impresión. Parecía que creía que iba a jugar con su culo o algo así, porque me llegó a decir que no siguiera por ahí, pero yo la tranquilicé después de sisearle y de empezar a besar su cuello. Ella, al ver que efectivamente pasaba de largo y me centraba más en su raja, se relajó, destensando su espalda como había hecho en cuanto hice aquel gesto. Pero eso no significa que estuviera cómoda del todo. No notaba nada extraño más de que ella ocultara su cara contra mi cuerpo. Me gustaba cuando se ponía así también, porque por momentos, esa mujer que conocí en la cafetería se evaporaba y aparecía alguien muy inocente, como si estuviéramos haciendo una locura, cuando solamente la estaba tocando como tantas veces había hecho ya con ella. Y algo que me terminó de poner duro fue notar lo húmeda que estaba, siendo algo más propio de cuando se está ya en la penetración que en los preliminares.
 
Capítulo 539

-Joder, qué mojada estás.
-¿Sí?
-Mucho. ¿Tantas ganas tienes?
-Te he dicho que he echado algunas cosas en falta, ¿no?
-Es que como te gusta hacerte la interesante...
-Habló...
-Yo te he dicho en todo momento que he echado de menos tenerte a mi lado. Cuando vi la foto esa en bata... Joder. Se me puso dura al instante y me empecé a tocar.
-Ajammm...
-Pero me interrumpieron.
-No... -decía con pena, cosa que me hizo gracia.
-Jajaja. Pues sí. Me interrumpieron. De hecho, fue el momento en el que tuvo lugar ese polvo con una mujer que me sacaba unos años, como tú.
-Ah...
-Y estaba muy buena. Pero tú lo estás más. Por eso no podía dejar de pensar en ti mientras estaba con ella. Si tuviera que elegir entre las dos, te elegiría a ti. Sin pensarlo un segundo.
-Am...

Seguimos con esos besos mientras no paraba de acariciar su raja y ella mi polla por encima de la ropa, pero no tardamos mucho en llegar más allá. Por su parte fue sacándomela del pantalón y de los boxers para empezar a masturbarme lentamente, aunque hacía más rapidez conforme pasaban los minutos, apretándola también con más fuerza. Por la mía, fue empezando a meter un dedo y luego otro más, estimulándola así durante un rato y aumentando el ritmo de vez en cuando.

-¿Y entonces has usado protección todo el tiempo? -me preguntó entre susurros entrecortados.
-Te lo prometí, ¿no?
-Sí, pero te conozco. Sé cómo eres.
-Pues no me conocerás tanto cuando dudas de mí.
-No dudo -dijo lanzando un fuere jadeo después por la manera en la que la estimulaba-. Pero sé que en un momento de calentón es muy difícil. Y por dejarse llevar...
-No nos vamos a poner a hablar ahora de esto, ¿no? ¿No prefieres...?
-Sí. Claro.
-Joder... Es increíble lo mojada que estás.

Seguimos tocándonos cada uno al otro hasta que ella se abandonó a cómo lo hacía yo, sobre todo cuando me incorporé en el sofá al hincar mis rodillas en él. Valentina se agarraba a mi camiseta y con la otra mano al cojín del sofá. Yo le metía los dedos usando la mano derecha, la que había metido por la parte de atrás de su pantalón y braguitas, mientras que con la de la izquierda le estimulaba el clítoris con dos dedos haciendo movimientos circulares, aunque seguíamos besándonos estando yo con mi cara sobre la suya por la postura. Pero ya estaba cansado de eso y quería seguir de otra manera. Tampoco quería que se corriera rápido y correr el riesgo de quedarme luego con las ganas, porque ya sabía que era un poco sensible cuando llegaba y luego le costaba más.

-Ostia... -dije al ver mis dedos.
-¿Qué pasa? -preguntó cogiendo aire después con fuerza por la impresión.

Lo que estábamos viendo eran mis dedos cubiertos de sangre. Los de la mano derecha, que era los que le estaba metiendo. Casi por completo los tenía ensangrentados y también tenía algo por la palma de la mano. En ese momento me asusté un poco, porque pensé que le estaba tocando con mucha rudeza y que yo había ocasionado eso, pudiendo hacerla herido internamente, pero rápidamente me lo quité de la cabeza, dándome cuenta de lo que pasaba, sobre todo al estar ella disfrutando y sin mostrar absolutamente nada de daño en sus caras y sonidos. Valentina salió enflechada, yendo corriendo al baño y cerrando la puerta de un portazo. Por el camino vi que hasta le había calado en sus pantalones blancos, teniendo una mancha considerable por la zona y llegando hasta a dejar otra en la funda que tenía puesta en el sofá, aunque ésta era minúscula.

Le había bajado la regla y ya sabía lo que significaba eso, especialmente en alguien como ella. A mí la verdad es que en el momento no me importó nada, porque estaba muy caliente y la verdad es que seguramente hubiera seguido hasta el final, pero sabía que ella no querría por nada del mundo. Estaba todo en silencio después de que Valentina se esfumara en cuestión de segundos, por lo que me levanté para ir al otro baño y poder lavarme ahí las manos, preguntándole de paso si estaba bien. Pero no me contestó de primeras, por lo que insistí una vez acabé de lavarme y guardarme la polla, acercándome a la puerta del baño grande para dar unos golpes con mis nudillos y preguntarle de nuevo. Ella me respondió que estaba bien, aunque noté angustia en su voz. Al preguntarle si estaba segura, ella se limitó a lanzar un sonido de afirmación y me pidió su bolso, usando el menor número de palabras posible.

Así que volví al salón para coger su bolso y llevárselo, cogiéndolo ella con una mano al sacarla por una mínima rendija que había al abrir la puerta. Imaginaba que llevaba compresas o tampones para una situación así, pero dudaba bastante que llevara ropa limpia, por lo que cogí unos calzoncillos y unos pantalones de chándal para acercárselos, aunque antes le pregunté. Y me llegué a impacientar, porque no me terminaba de responder. Al ver que el silencio no se rompía por su parte, entendí que necesitaba intimidad, por lo que le dije que le dejaba algo de ropa en el suelo por si la necesitaba, yéndome después al salón para quitar la funda del sofá, aunque había calado un poco al propio sofá, por lo que lo limpié rápidamente, consiguiendo quitar esa mancha. Para cuando me di cuenta, Valentina estaba poniéndose los tacones detrás de mí, con los pantalones que le dejé puestos, aunque estaba de espaldas a mí.

-¿Estás bien?
-Sí.
-Imaginaba que necesitabas ropa, por eso te la he dejado.
-Gracias.
-Te queda bien el pantalón, aunque seguro que te lo has anudado bien con el cordón.
-Lo siento. Tenía muchas ganas, pero me ha venido el periodo y... -dijo con la respiración agitada, como si estuviera sollozando.
-¿Estás llorando? -pregunté dándole la vuelta.

Efectivamente me encontré a Valentina con los ojos enrojecidos, de la misma manera que se encontraba su nariz, aunque era algo más ligero.

-No. No estoy llorando.
-Sí. Bueno, lo has hecho. Se te nota.
-Da igual.
-No me da igual. ¿Estás bien? ¿Quieres que vayamos a urgencias?
-No, por dios. No hace falta.
-Entonces, ¿por qué te pones así?
-Por nada. Oye, ¿qué ha pasado con el sofá? Está diferente.
-Le he quitado la funda. Había una pequeña mancha.

Valentina se tapó la cara con una mano, negando con la cabeza. Pensaba que la cosa no iría a más, pero me equivocaba, porque se echó a llorar, tapándose la cara con ambas manos esta vez. Qué mal cuerpo se me puso al verla así tan de la nada. Y la verdad es que me quedé muy frío por unos instantes, pero rápidamente la abracé con fuerza para acariciar su espalda y consolarla así. O al menos tratar de hacerlo, sin tener mucha idea de cómo hacerlo, pues no tenía ni la más mínima idea de qué le pasaba, pero era obvio que estaba mal y que necesitaba apoyo, y ahí iba a estar yo para dárselo. La cosa fue que, de primeras, Valentina cogió un buen berrinche, llorando de manera alta y hasta temblando, llegando a sentir yo frustración por no saber cómo hacer para que se le pasara más allá de sentarla en el sofá a mi lado para seguir con el abrazo y con las caricias por su espalda, acompañando también con algún beso en la cabeza.

-Valentina, no me gusta verte así. Cálmate, por favor. Dime qué te pasa y tratamos de buscar una solución juntos, pero para de llorar.
-No me pasa nada -dijo entre sollozos.
-¿Cómo no te va a pasar nada estando así? Por favor...

Valentina se abrazó a mí, echándome yo hacia atrás para que ella quedara un poco encima de mí, aunque ambos seguíamos abrazándonos. Poco a poco se le iba pasando su llanto y se iba calmando, no siendo tan duradero como imaginaba, aunque su respiración se veía afectada aún, con esos típicos espasmos al hablar.

-¿Me puedes contar ya?
-Es que... No es nada importante.
-No opino lo mismo.
-Son un cúmulo de cosas.
-¿Tengo yo algo que ver?
-No mucho. Es por el trabajo. Últimamente llevo un ritmo muy intenso y me siento un poco agobiada, como si me faltara el aire.
-Creía que ibas a dejarlo apañado para tener más tiempo libre.
-Pero no es fácil. Soy la dueña. A la mínima que pasa algo, yo soy a la que llaman. Y tampoco se puede hacer ningún movimiento ni ningún cambio sin que pase por mí.
-Bueno, ¿y no puedes paralizar un poco la cosa para descansar un poco?
-¿Cómo voy a hacer eso? ¿Sabes cuanta gente depende de mí?
-No me refería a eso. Lo que quería decir es que puedes dejar más espacios entre los acuerdos que tengas que hacer y eso. No sé muy bien cómo va todo eso. Bueno, de hecho, no tengo ni idea, pero tal vez puedas dejar unas semanas entre cosas importantes y tener menos agobio, ¿no?
-No es tan fácil.
-Entiendo que mucha gente dependa de ti, pero peor va a ser para ellos si no estás. ¿Me sigues?
-No me voy a morir.
-El estrés es muy dañino. Te lo digo yo.
-¿Te ha pasado algo alguna vez?
-Una vez pasé por una situación de alto estrés. Tenía muchas cosas en la cabeza y mi cuerpo reaccionó apagándose. Me desplomé.
-¿Y qué pasó?
-Nada. Estoy aquí, ¿no? Pero me dijeron que tenía que llevar cuidado con esas situaciones. Desde ese momento cambié un poco la manera de ver algunas cosas y eso me ayudó.
-¿Por qué te pasó aquello?
-Eso no importa. Lo que importa es que hay que cuidarse y saber cuándo tomarse un descanso. Si no lo haces, puedes pagarlo caro.
-Ya.
-¿Alguna cosa más que te haga estar así?
-Bueno, hay alguna que otra cosa, pero de menos importancia. Son pequeñas cosas que suman, ¿sabes?
-Ajá. ¿Y yo? ¿Qué tengo que ver en eso? Porque has dicho que no mucho. Entonces es que hay algo. ¿Es por el tema de la protección? Sé que es algo importantísimo para ti, pero... ¿Para ponerse así?
-No. No es por eso. Ya he notado que has visto el peligro que hay y el cuidado que hay que tener.
-¿Entonces?
-Javi, no me digas nada cuando te vayas con otras. Me hace daño -me dijo con un tono triste y con una cara de pena que me dio mucha ternura.
-Vale, no lo volveré a hacer -dije abrazándola con fuerza.
-Es que... Yo entiendo lo que hay, cómo eres y que te vas con más personas. Pero yo no soy así. Nunca lo he sido. Soy una persona de cogerle mucho cariño a alguien y no me sienta bien saber esas cosas.
-Pues no se habla más de eso. Será que no hay temas de conversación.
-Gracias -dijo abrazándose a mí.
-¿Por qué no me lo has dicho antes? Podríamos haber evitado esto tal vez.
-Da igual. Es que... Lo siento. Cuando estoy con el periodo mis emociones están muy a flor de piel y me pongo así. Reacciono de manera muy exagerada.
-No pasa nada. Es totalmente normal. Eso es muy diferente para cada mujer. Hay chicas a las que le duele, hay a quien les afecta en el estado de ánimo, como también las hay quienes pasan esto como si nada.
-Eso es verdad.
-¿A ti te duele?
-A veces. Me da un dolor muy agudo y me tengo que tomar algo para que no me duela. También me hincho un poco.
-¿Sabes que tener sexo durante la regla alivia el dolor? Eso leí por ahí.
-Javi, no vamos a hacer nada mientras yo esté así.
-No, no. Si no era por... Simplemente era un comentario.
-Ah...
-Que tampoco pasa nada, vaya.
-¿No te da asco?
-Mmm, bueno. Si acaso por el olor, porque suele oler muy fuerte. Pero también depende de la mujer, ¿no? Contigo no ha sido para tanto.
-¿Y ya está? ¿Solo es por eso?
-Lo demás no me importa. No es tanta sangre. Además, funciona como lubricante natural, como hemos comprobado, jajaja.
-No te rías...
-Es para que te calmes. Pensaba que así te relajarías.
-Yo no podría hacer nada así...
-Hay mujeres que se ponen muy cachondas con el periodo.
-A mí me ha pasado. De hecho, antes lo estaba. Pero es que yo así, no.
-Tranquila, no vamos a hacer nada. No hace falta que lo digas más. Solo estamos hablando.
-Gracias por ser tan comprensivo. Estabas ahí tan caliente, que...
-No pasa nada. Lo que más me importa ahora mismo es que tú estés bien.

Valentina se abrazó a mí con fuerza, dándome un pequeño beso después y quedándose unos minutos así, encima de mí, acariciando yo su espalda.

-¿Qué tienes pensado hacer cuando vayas a ir a trabajar? Porque imagino que no irás así.
-Pues no sé... Tengo que ir a casa. No tengo ropa para cambiarme en mi bolso ni nada. No puedo ir así al trabajo, eso está claro.
-¿Y cómo piensas ir?
-Puedo pedirme un taxi. Pero me da vergüenza ir así. ¿No tienes algo más... No sé. Como lo que yo llevo.
-Valentina, no somos parecidos corporalmente, ni tenemos el mismo estilo. ¿Tú qué crees?
-Llevas razón.
-¿Te acerco yo? Te dejo en la misma puerta y entras rápido. Y pues te pides un taxi para cuando salgas. O si quieres te llevo yo también. No tengo problema.
-No sé... -decía dudando.
-Si es por lo que temes... Piensa que si vamos ya, es muy difícil que te vea alguien. Ahora la gente está comiendo en sus casas.
-Pues... Pero...
-Es o eso, o en taxi. Porque andando no creo que quieras ir así por toda la ciudad.
-Vale, vamos -dijo sorprendiéndome.
-Vale. Voy a por el coche.
-Espera. ¿Me puedes dar al menos un pantalón largo? Es que este corto llama mucho la atención.
-Con las piernas tan bonitas que tienes... Es un poco putada para el que se cruce contigo.
-Javi...
-Es broma. Voy a por uno.

Cogí un pantalón largo de chándal, el que pensé yo que mejor le podía quedar a ella y se lo puso una vez regresé al salón. La verdad es que daba el pego si la veías de lejos o no le prestabas mucha atención, pero de cerca se notaba mucho. Ella no parecía muy convencida, pero desde luego lo hacía más que el otro pantalón, por lo que se lo dejó puesto. Valentina cogió su bolso y se puso de pie, sacando unas gafas de sol y poniéndoselas. Eran más mismas que se puso cuando nos fuimos a mi ciudad. Enormes y le tapaban mucho la cara, cosa que creía yo que era más que suficiente para que no la pararan o la reconocieran desde el coche. Antes de salir a por el coche y volver con él para recogerla, me paró, dándome la vuelta para abrazarme y besarme en los labios después de agarrar mi cara, siendo ahora más fácil al llevar ella los tacones puestos.
 
Capítulo 540

-¿Y esto?
-Es por lo bien que has reaccionado.
-¿Era otra de tus pruebas como con los resultados de los test?
-Noooooooo. Me ha gustado cómo lo has hecho y me apetece también darte un beso.
-¿Te pones así de sensiblona siempre con la regla?
-Qué bobo eres...
-Pues te veo algo cambiada, ahora que lo dices.
-¿Sí?
-Pues sí. Como dices que te hinchas.
-Ah, ¿tanto se nota?
-No sé, pero te veo muy guapa. Te imagino también con las tetas más gordas y... Jejeje.
-Ay, de verdad... -dijo poniendo su mano en mi cara para empujarla.
-Me estoy quedando contigo, jajajaja. Aunque en lo de que estás guapísima iba en serio -dije ya casi saliendo de casa.

Fui rápidamente hasta el coche para dar la vuelta y subir por la calle, pitando cuando llegué. Valentina salió, cerrando la puerta de casa y montándose en el coche muy rápidamente. Una vez lo hizo, nos pusimos en marcha, aunque no tenía ni idea de a dónde ir, por lo que le pregunté. Ella me dijo un sitio como referencia, dando yo con él de inmediato. Me contó que vivía cerca de ese lugar y me puse en camino.

-¿Y me puedes contar alguna de esas cosas que suman? -pregunté para sacar conversación.
-Pues, no hay mucho en realidad. Por ejemplo, para la boda de este fin de semana.
-¿Qué pasa? ¿No quieres ir?
-Pues no me apetece mucho, la verdad. No por quien me ha invitado, porque es una chica fantástica y a la que le tengo estima. Pero es por estar ahí... Ya sabes.
-No te gusta mucho socializar por lo que veo.
-No es eso. Es que voy a estar rodeada de mucha gente del trabajo. Como si no tuviera poco, también los tengo que ver en mi tiempo libre.
-Entiendo.
-Y me ha dicho que lleve acompañante, que todo el mundo va a llevar.
-¿Y no tienes con quién ir?
-Mmm, bueno. Puede.
-¿Puede?
-Me tienen que confirmar.
-Ah...
-Es alguien de la empresa. El pesado que me llamó cuando tuvimos nosotros ese pequeño plan, ¿recuerdas?
-Sí.
-Vamos en representación de la empresa. No te vayas a pensar que...
-¿No te caía mal?
-Y lo sigue haciendo. Solo que vamos a ir para representar. Pero él pasa de todo y está a otras cosas.
-Bueno, tampoco es para tanto ese problema.
-Pero me genera estrés. Me gusta tenerlo todo bien organizado.
-Ya, jajaja.

Seguimos hasta que llegamos y ella me dijo que era en esa zona, siguiendo hasta el bloque de pisos en el que vivía. La verdad es que me esperaba que viviera en un adosado. Me imaginaba su casa algo más pija y americana por así decirlo, con la típica valla blanca en la entrada, pero resultó ser un enorme edificio de pisos que tenía pinta de ser caro igualmente. Así que aparqué en doble fila, de manera que ella pudiera salir sin problema, tratando de quedar yo lo más cercano posible a su puerta, pero Valentina se quedó unos segundos dudando dentro del coche, como encogiéndose y resbalándose por el asiento como si tratara ocultarse.

-¿No sales?
-¿Hay alguien?
-No veo a nadie.
-Es que mis vecinos me conocen y si me ven así...
-Ya, ya. Pero ahora mismo no veo a nadie.
-Bueno, pues salgo, ¿vale? -dijo sacando las llaves de su bolso.
-Oye, ¿y eso beso de despedida?
-¿Qué? -dijo girándose hacia mí.
-Es broma, jajaja. Que ya sé... Venga, sal ya, que no hay nadie. Y no te preocupes, que no pasa nada, ¿vale?
-Vale. De verdad, lo siento por no haber acabado como nos hubiera gustado.
-No pienses en eso. Pero una cosa.
-Dime.
-Me gustaría hablar contigo luego para ver que estás bien y eso.
-Mmm, vale. Pero ya sabes que ando ocupada.
-Pues cuando tengas un rato me pones un mensaje si puedes. O si no, por la noche. Me gustaría hablar contigo por llamada si puede ser.
-Hablaremos. Pero ya veremos cómo.
-Me vale -dije poniendo una de mis manos sobre su muslo, aunque ella la apartó de inmediato.
-Me voy, que tengas un buen día.
-Igualmente.

Quizá ese último gesto que tuve con ella sobró, porque su reacción no es que fuera la mejor. Y lo entendía, pero la veía tan vulnerable que mi cuerpo me pedía algo de contacto físico con ella. De camino a casa pensé en lo que había pasado. En realidad, era de lo más normal del mundo, pero lo cierto es que su reacción me dejó un poco frío. Vale que te dé vergüenza y que no quieras que te vean de esa manera, pero en mi opinión era exagerado reaccionar así, y más después de las veces que nos habíamos visto desnudos y demás. Pero lo que más me preocupaba era lo posterior, ese momento de llorera que vino de la nada y que me llegó a poner mal cuerpo. Ver a una mujer como Valentina, con esa seguridad que mostraba casi permanentemente, con su entereza y con su inteligencia llorar así me indicaba que su vida no era algo idílico. Y fue algo que me llegó a calar, porque su cara me recordó mucho a un momento del pasado, el peor que había vivido.

De hecho, tan cortado me dejó el cuerpo esa situación, que a la hora de terminar la faena después de la excitación que llevaba desde que vino a casa, no pude acabar de masturbarme pensando en ella pese a tener por allí su olor corporal mezclado con el de su perfume, fotos de ella e incluso sus braguitas. Cada vez que me veía cerca de acabar me venía su rostro con lágrimas a la cabeza y se me iba bastante la excitación. No había manera de acabar así, por lo que empecé a pensar en otras cosas, como en el polvazo que me moría de ganas de echarle a Sara. Esa chica tenía algo que me llamaba mucho la atención y desde el momento en el que la vi le eché un poco el ojo, pero cuando de verdad me empezó a atraer fue en el momento en el que nos fuimos a la piscina de un colega en común, completando aquel día que echamos todos juntos. Tenía un cuerpo bastante bonito y después de lo que empezamos a hablar, pues más me atraía. Tenía ese punto pícaro y no dejaba de lanzar miradas y gestos que colaboraban en que me entraran más ganas con ella.

Pero con lo que realmente acabé la maniobra fue con los vídeos que grabamos Irene y yo para Mario. Me los puse con los cascos para escucharlo bien todo y fue algo bastante satisfactorio de ver, también por rememorar esos momentos y poder así imaginármela mejor, pero lo que más me gustaba era ver como mi polla entraba en su coño sin nada de protección. Me daba un morbo increíble. Algo que también me encantaba ver eran los momentos en los que me la comía de la misma manera, sin nada que se interpusiera entre mi miembro y su boca, sobre todo cuando ella ponía esa expresión sumisa. Era algo que sabía hacer a la perfección y la verdad es que me moría de ganas de volver a llevar a cabo. Así acabé la paja, viendo cómo me la comía con esa expresión, llegando a retorcerme yo del gusto y llegando también a expulsar bastante.

En el típico momento de relax post-paja en el que te quedas conforme te has corrido terminando de sentir esas punzadas de placer me puse a pensar de nuevo en Valentina. La veía muy encajonada en su vida y pensaba que necesitaba un descanso, por lo que ya empecé a maquinar algo para que se relajara. Y la ocasión que tenía delante de mí era perfecta, porque iba a pasar la semana siguiente en la playa, relajado por completo y aquello podría ser perfecto para que se relajara en todos los sentidos. Podría desconectar del trabajo, de los ojos que tenía puestos sobre ella y poder así ir ambos tranquilos dando un paseo, saliendo a cenar a cualquier sitio, a tomarnos algo y más cosas sin estar pendiente de quién pudiera vernos. Tan buena idea me pareció que no pude evitar preguntarle a mi amiga por WhatsApp si podía hablar, llamándome ella de inmediato en cuanto leyó mi mensaje.

-¿Qué pasa, Javi? ¿Todo bien?
-Sí, sí.
-Me habías asustado. Pensaba que había pasado algo.
-No. No es nada.
-¿Qué pasa?
-¿Puedes hablar?
-Si es rápido, sí.
-Es por lo de irme con vosotros la semana que viene.
-No jodas que no puedes por el trabajo...
-No, no. No creo que haya problema. Esta tarde pregunto. Es por otra cosa.
-¿El qué?
-Te quería preguntar si te parece bien que me lleve a alguien. Me da un poco de cosa, pero creo que es algo que le vendría muy bien.
-Pues claro, coño. ¿Es que hay algún problema?
-No mucho, creo. Está agobiada y necesita despejarse.
-¿Es la mujer esa de la que nos has hablado?
-Pues sí.
-Ah, jejeje. Pues por mí no hay problema. Luego se lo comento a Mario, pero vamos, que ya te digo que no le va a importar. Si de hecho nos va a venir genial. Queremos verla. Queremos ver la mujer que te tiene enchochado -terminó de decir bajito.
-Bueno, no es para tanto.
-Jajajajaja. Qué fácil lo verías si no fueras tú el que está ahí. Pero bueno, me gusta que des estos pasos. Seguro que lo pasamos muy bien.
-Bueno, no te calientes, que te conozco.
-¿Por qué dices eso?
-Porque sé que vas a empezar con tus preguntitas y tus juegos como pasó con Andrea y no quiero que lo hagas con ella.
-Joder, con lo divertido que es… Además, si eres tú el primero al que le gustan esos juegos.
-Eso es verdad. Pero no quiero que pasen esta vez.
-¿Por? Esto es como si a un niño le presentas otro niño de su edad y le dices que no puede jugar con él. No es justo.
-Pues mira, ese es mejor tema de conversación. Parece que ahora estáis en sintonía con los niños tu novio y tú. Jajajaja.
-Anda, mira cómo se intenta escapar. Jajajaja.
-No, ya sabes que por mí, cero problema, pero ella no es como nosotros. Para nada. Entonces pues va a estar incómoda y lo va a pasar mal.
-No creo que sea para tanto. Veremos qué pasa cuando beba un poco. Seguro que se le suelta la lengua como a todos.
-No sé... Pero ten en cuenta esto.
-Joder tío, ni que fuera una monja.
-Tampoco es eso, pero no es como nosotros. No te vayas a crear expectativas. Mira, por ejemplo, hoy me ha dicho que no quiere que le cuente cuando me voy con otras, que le hace daño.
-Uuuuuuy. La cosa se pone seria entre vosotros.
-No. No va por ahí la cosa. No empieces.
-Yaaaaaa...
-Es una mujer muy tradicional en ese aspecto. Piensa que esto es nuevo para ella. Nunca ha tenido un follamigo. Es normal que se cojan cariño a los follamigos. Y si no ha compartido nunca, pues veo normal que le haga daño.
-Yo lo veo como que está colada por ti.
-Yo ya le dejé claro lo que hay conmigo. Ya es mayorcita para saber lo que tiene que hacer si eso pasa.
-¿No dices que es nueva en esto?
-Pero no es tonta, joder. Cualquiera sabría qué hacer en un caso así.
-Pregúntale a Sofía. ¿O ya no te acuerdas?
-Joder, me estás dando unas ganas de invitarla...
-Tal vez deberías hablarlo con ella.
-Irene, le ha bajado la regla y por lo visto se pone muy sensible. Se ha puesto a llorar de la nada.
-Uy.
-Dice que está agobiada con el trabajo, que tiene sus cosas y tal y me ha soltado eso. Yo siempre la he visto muy entera. Sí, alguna vez se ha quejado de algo del trabajo, pero ni de lejos con ese estado de ánimo. Mostraba más pesadez que otra cosa. Seguro que ha sido por las hormonas.
-Puede ser. Pero bueno, a lo mejor no vendría mal hablar un poco.
-Es cerrada también. Me cuenta muy poco de ella. Ya te lo dije.
-Pues te pones serio, Javi. Deberías haber escarmentado con lo de Sofía.
-Luego le pregunto. Ya está.
-Vale. Lo mejor es aclararlo. Pero la vas a invitar igualmente, ¿no?
-Depende de lo que me diga, Irene. Si veo que la cosa está yendo a más muy rápido pues habrá que poner un freno. No voy a aprovecharme de ella para echar unos cuantos polvos.
-Ya, ya. Pero es que la quiero conocer.
-Todo depende de ella. Aunque no sé si esperar a que se le pase la regla. No quiero que me dé una respuesta así.
-Sí, mejor. Dime algo con lo que sea.
-Vale.

Una de cal y una de arena con esa conversación. Irene me había dado luz verde para llevar a Valentina, pero también me había dado su punto de vista sobre lo que pasaba entre ella y yo, estando los dos pillados el uno del otro. Yo lo seguía viendo como una atracción física, aunque es verdad que me gustaba pasar tiempo con ella, pero tampoco valoraba eso tanto por lo que le costaba a Valentina abrirse, porque de hablar de temas banales no pasábamos. Tan solo recordaba haberlo hecho el día que se quedó conmigo por la mañana, contándome el novio que tuvo cuando iba a la universidad y demás. Y pensaba que mi amiga llevaba razón en lo de hablar con ella para aclararlo, pero era algo por lo que no quería pasar. Pensaba que Valentina me podría ver como alguien obsesionado con ese tema al tratarlo tanto, de la misma manera que tenía miedo de que fuera así en realidad y que se marchara de mi vida como consecuencia, porque me encantaba jugar con ella.

La tarde en el trabajo fue bastante normalita al seguir con las presentaciones en los nuevos grupos de alumnos y alumnas que conformaban las clases que iba a impartir. De la misma manera que por la mañana, poco llegamos a hacer más allá de preguntarles cómo les había ido en el curso y cuáles eran sus notas para ver cómo iba cada uno, de la misma manera que también le pregunté a los que iban a los cursos intensivos por qué estaban interesados en sacárselo, intentando así entablar conversación para ganar confianza con todos. Pero no dejaba de echar un ojo al móvil buscando alguna noticia de Valentina que no terminó de llegar. Algo que sí confirmé a mis amigos fue la compañía que les iba a hacer la siguiente semana después de preguntar en el trabajo. Parecía que mi jefa no contaba con eso, pero al haberla avisado con tiempo, me dijo que no pasaba nada.

Al llegar a casa, cené y me quedé en el sofá volviendo a poner la funda del sofá que ya estaba más que lavada, cosa que obviamente me recordó a Valentina, por lo que volví a mirar el móvil sin encontrar absolutamente nada de ella. Menos mal que le pedí que me hablara, porque si no, lo mismo no sabía de ella en días, probablemente hasta que se le pasara aquello. Pero sí que me acabó mandando un mensaje no mucho más tiempo después, ya pasadas las 10 de la noche. En él me daba las buenas noches y me preguntaba cómo me había ido la tarde. Y lo hizo por WhatsApp, con su número personal, cosa que me impresionó bastante. Pero ni siquiera le respondí al saludo y a la pregunta que me mandó, porque le pregunté yo si podíamos hablar, porque por mucho que me dijera que estaba bien, si la escuchaba notaría si era verdad o no. De primeras me puso escusas, pero al final, después de insistirle otra vez, acabó aceptando por lo bien que me porté con ella según me dijo y por haberle dicho que quería hablar con ella cuando la dejé en casa.
 
Capítulo 541

-¿Cómo estás? -le pregunté directamente.
-¿Ni un buenas noches ni nada?
-Perdona. Buenas noches. ¿Cómo estás? Jajaja.
-Bien.
-¿Segura? Ese bien ha sonado muy seco.
-Que sí, no te preocupes.
-¿Cómo no me voy a preocupar después de cómo te has puesto esta tarde?
-Pero que ya sabes por lo que es. No le des más importancia de la que tiene.
-No sé... Me parece algo a tener en cuenta que hayas llorado.
-Bah. Es lo más normal. Todos nos tenemos que desahogar de vez en cuando.
-Yo no me desahogo llorando.
-Pues yo sí.
-No sé...
-¿Cómo lo haces tú?
-En el gimnasio. Me despeja mucho.
-Ah, pues tomo nota.
-¿Cómo te ha ido el día? ¿Ha ido mejor en el trabajo?
-Bueno, como siempre. Un día normal, con sus cosas buenas y malas. ¿Y tú?
-Muy ligero. Nos hemos presentado todos y poco más. ¿Qué ha habido malo en tu tarde?
-Vaya, cómo te preocupas...
-Claro.
-No ha sido nada, no te preocupes.
-Bueno...
-Estás un poco obsesionado.
-Solo quiero que estés bien. Es evidente que no lo estás del todo por cómo has reaccionado.
-Es muy bonito eso que me has dicho. Pero ya está. Tampoco hace falta que te pongas así tú tampoco. El momento de ver tus dedos ensangrentados me ha superado y he ido corriendo al baño a limpiarme y eso. No quería que me vieras después de eso y pues me ha entrado la llorera. Luego pues cuando estoy así se me vienen más cosas y acabo por estallar y la llorera va a más y no paro.
-¿Y sigues así?
-Bueno... No he vuelto a llorar, si eso es lo que quieres saber. Pero mi estado de ánimo no es el mejor.
-Mmm.
-Esta tarde tenía la cabeza a otras cosas y por eso no ha terminado de ir del todo bien. En la reunión que hemos tenido esta tarde en la cafetería... He estado bastante perdida. Lo bueno es que no me duele mucho esta vez.
-¿Y qué haces ahora?
-Pues en el sofá, descansando. He acabado de cenar y me he sentado para leer un poco. ¿Y tú?
-Pues en el sofá también. Iba a jugar un poco.
-Cada uno con su hobby, jeje.
-Oye, ¿y si te vienes?
-¿Para qué?
-Pues para estar aquí conmigo. Podemos estar aquí los dos tranquilamente. Te noto un poco de bajón por tu voz. Creo que te puede venir bien un poco de compañía.
-No sé... Ya es muy tarde.
-O si quieres puedo ir a tu casa, jajaja.
-Ni se te ocurra.
-Ya. Era broma.
-Bueno...
-Va, vente y estamos un rato juntos. O quédate a dormir.
-Javi, no puedo hacer nada, ya lo sabes.
-¿Te he pedido yo acaso algo? No me gusta que estés sola con ese ánimo. Eso es todo.
-Mmm... -murmuraba pensativa.
-Pero es que mañana tengo que ir a trabajar.
-Y yo. Te puedes echar un neceser y ropa para mañana.
-Pero seguro que tú tendrás que hacer cosas antes de irte.
-Bueno, está claro que no quieres. No pasa nada, pero si necesitas hablar o algo para... No sé, desahogarte o algo, pues llámame, ¿vale?
-En realidad sí que quiero verte. Solo que no quiero molestar.
-No molestas, Valentina. Si quieres, aquí estoy.
-Bueno... Creo que me voy a ir a dormir. A ver si descanso para mañana tener más energía y poder afrontar el día mejor.
-Como quieras. Que pases buena noche. Y ya te digo, si necesitas algo, hablar, lo que sea. Aquí estoy.
-Vale. Gracias por ser tan atento. Que tengas buena noche tú también.

Al final no aceptó mi oferta de venir por casa para pasar la noche juntos. Y en realidad mejor así, porque pensando en cómo había hablado con ella, sí que quizá estaba dando pie a que ella me viera de una manera excesivamente cercana por preocuparme tanto por ella. Pero es que no lo podía evitar, porque se convirtió en una persona que tenía muy a mano al estar lejos de los míos. Teníamos mucha afinidad y la compañía que sentía con ella era muy agradable pese a las veces que chocábamos por nuestra fuerte personalidad que nos hacía querer autoimponernos. Pero para mi sorpresa, alrededor de una media hora después llamaron a la puerta, y era ella. Venía vestida con un vestido veraniego con falda de vuelo, bastante bonito, además de llevar unas sandalias planas. La hice pasar en cuanto la vi, apreciando que llevaba uno de esos bolsos que parece una pequeña mochila, cosa que le daba un toque bastante juvenil.

-¿Qué haces aquí?
-Pero si me has invitado tú, jejeje.
-Ya, pero como me has dicho que no vendrías, pues...
-Al final me he animado. Te veía con muchas ganas de que viniera, así que aquí estoy.
-Pues genial.

Nos fuimos al salón, dejando ella su mochila en una de las sillas y nos sentamos en el sofá, notando ella que había puesto de nuevo la funda en él. Aunque tampoco le dio mucha importancia, desde luego no como se la dio cuando aquello tuvo lugar. Y ahí estuvimos un buen rato, cada uno entretenido con lo suyo, aunque también hablábamos un poco. Ella estaba con su libro, el mismo que tenía en la foto que me envió el fin de semana anterior cuando le preguntaba qué hacía. Yo por mi parte estaba con la consola, siguiendo con la partida que había parado, pero como se acabó rápido, pues la apagué con la intención de hablar con ella, pero Valentina seguía centrada en su libro. La veía muy guapa así concentrada en lo suyo, pero pronto se le fue cuando saqué helado de chocolate, cosa que venía muy bien para el calor. Ella dejó su libro, cerrándolo y se acurrucó un poco contra mí para que ambos pidiéramos comer helado a la vez.

Pero no duramos mucho más. Más por ella que por mí, porque se le cerraban los ojos al poco de acabar de comer un poco de helado, pasando a hablar de nuevo. Ya sabía yo que su horario de dormir había llegado, especialmente cuando tenía que ir a trabajar, así que le dije de ir a dormir, yéndonos los dos a la habitación después de que ella cogiera su mochila. Se cambió en el baño, llegando a la habitación con un camisón, bastante normalito, aunque corto, pero sin ser transparente ni provocativo, como el que se puso en aquella noche que pasamos en el hotel, aunque se le marcaban un poco los pezones. Yo estaba en calzoncillos y se tumbó a mi lado, poniéndose de lado hacia mí tratando de dormir, pero no terminaba de hacerlo. Creo que era a por mí, por estar también de lado mirándola, porque yo sí que no iba a dormir a esas horas.

Valentina reía diciendo que la ponía nerviosa, haciéndome yo el ofendido y poniéndome boca arriba, girando mi cabeza en dirección contraria. Ella se acercó a mí para apoyar su cara en mi pecho y abrazarme, siguiéndome la gracia de que estaba enfadado. Al final acabé girando mi cara para darle un beso, cosa que ella recibió bien y que de hecho, hizo que la cosa fuera a más, estando ambos de lado de nuevo, pero esta vez para besarnos en vez de mirarnos. Valentina agarraba mi cara con sus manos mientras que yo puse una de mis manos en su muslo, sin intención de ir a más por cómo estaba ella, aunque no pude evitar que se despertara una erección en mí. Ella no se dio cuenta de primeras y yo procuraba no pasar del muslo, aunque me moría de ganas, pero sabía cómo iba a acabar la cosa y así estábamos bien. Pero se acabó dando cuenta al acercar más su cuerpo al mío, pasando a reír, bajando su mano para acariciarme por la zona.

-Qué facilidad tienes para ponerte así...
-Ya lo sabes.
-Sí.
-Y te encanta.
-Bueno... -decía haciéndose la interesante.
-Parece que se te ha quitado el sueño.
-Estoy muy cómoda así.
-Yo también.
-Pero te gustaría estarlo más.
-Eso no quita que no lo esté ya así.
-Me ha gustado mucho que me hayas ofrecido venir para estar contigo.
-Creía que necesitabas estar con alguien. Después de cómo te has puesto esta mañana estaba un poco preocupado, pero no me decías nada. Ya cuando hemos hablado te lo he notado en la voz.
-¿Y crees que tú eres la mejor compañía que puedo tener?
-Solo me he ofrecido. Además, por las horas que son, no te veo yendo a casa de Daniela, por ejemplo.
-¿Por?
-Porque eres muy recta y no te gusta molestar.
-¿Recta?
-Muy cuadriculada. Tienes tus costumbres y tus normas por así decirlo y no te gusta salirte de ahí.
-Am...
-Yo también soy un poco así, aunque algo improvisado no está mal de vez en cuando.
-No me has respondido.
-Pues seguramente.
-Qué humilde...
-Pero si eres tú la que me has preguntado y la que has insistido en que respondiera -dije riéndome.
-Ya -decía riendo de la misma manera.
-¿A qué hora tienes que entrar mañana a trabajar?
-Temprano. A las 8.
-Pues deberías dormirte ya.
-¿Y tú?
-Yo no me voy a dormir tan rápido. Eso seguro.
-Y así menos -dijo acariciando mi erección.
-Uff... Valentina, no empieces a jugar si no vas a acabar. Que ya me dijiste que mientras estuvieras con la regla, no habría nada.
-Bueno, nada, nada... No vamos a tener sexo. Pero me da pena que te quedes así después de lo atento que has sido y lo bien que te ha portado conmigo hoy -dijo acercándose a mi cara para lamerme los labios.
-Joder...
-Jejeje. Es que ya te lo he dicho. Estar con el periodo es un poco montaña rusa para mí. Lo mismo estoy con la llorera con nada, que lo mismo me excito mucho.
-¿Y nunca haces nada para...?
-¿Para qué?
-Para aliviarte. Yo si estoy muy cachondo, no puedo quedarme tranquilo hasta que no descargo.
-Pues no todo el mundo es como tú.
-¿En serio no haces nada?
-No. Ya te he dicho que no me gusta hacer nada ahí abajo si estoy así.
-Pero hay maneras...
-A ver, ilumíname.
-Puedes jugar con tu clítoris. Despacio para ponerte a tono y ya rápido cuando te notes cerca. Así no tocas la sangre ni nada y te corres igual.
-Sabes de sobra que no soy de masturbarme.
-Seguro que a escondidas lo haces. Tú sola, en tu casa y en soledad, seguro que te tocas.
-No lo necesito.
-Hay momentos en los que es imposible aguantar.
-Eso es lo que tú piensas.
-Pues sí. Podrías probar.
-¿Tú has probado eso?
-Tal cual. Una vez hice eso y la chica tuvo un orgasmo muy intenso.
-Pues yo no quiero hacerlo. Es que me da asco.
-Como quieras.
-Pero sí quiero hacértelo a ti.

Valentina me empezó a besar de nuevo, agarrando mi polla por encima de la tela de los boxers para estimularme como podía de esa manera. Yo me dejé llevar, bastante sorprendido con lo que estaba pasando, porque tenía totalmente descartado hacer algo sexual con ella en unos días, especialmente después de cómo se había puesto al medio día. Pero ella estaba decidida a seguir con aquello y me bajó un poco los boxers, aunque me los acabé quitando rápidamente para que pudiera tener comodidad y poder estar cómodo yo también. Valentina me la agarró y la apretó con fuerza, para empezar a mover su mano y hacerme una buena paja que tenía buen ritmo desde el inicio. Era increíble verla así con sus tetas botando, aunque lo hicieran por dentro del camisón que llevaba. Ella no apartaba la mirada de mi miembro mientras que yo lo hacía por todo su cuerpo, su cara, sus tetas, sus piernas y su mano meneándomela.

-Valentina...
-Dime -dijo mirándome a los ojos, aunque sin parar de mover su mano con bastante velocidad.
-Me encanta lo que estás haciendo.
-Lo sé -dijo sonriendo.
-¿Puedes hacer una cosa por mí?
-Mmm... A ver, ¿qué es?
-¿Te puedes quitar el camisón? Solo eso. No hace falta que te quites las braguitas. Es que quiero verte bien.
-Claro -respondió sonriendo y parando la paja que me estaba haciendo para quitarse su camisón.

Al hacerlo, dejó sus tetas al aire y las notaba algo diferentes. No sabía el qué exactamente, pero el caso es que se me hacían ligeramente diferentes. Como que estaban más elevadas, porque ella se puso sentada de lado sobre la cama, con sus piernas de lado, apoyándose en una de sus manos mientras que con la otra volvía a agarrármela. Quizá era que estaban hinchadas, pero el caso es que también notaba sus pezones diferentes, como hinchados también. Y eso me encantó, porque se veían tremendas, aunque ya lo eran de por sí. Valentina estuvo un rato más masturbándome, pero mis ojos no se podían despegar de sus pechos. Estaba deseando agarrarlos, besarlos y comérselos, pero no estaba seguro de si ella querría que jugara con ellas. Pensaba que estaría sensible por la zona y no me quería arriesgar a que se enfadara y que dejara de hacer eso, aunque no pude evitar pedírselo.

-Valentina, me muero por comerte las tetas.
-¿Sí? -preguntó mirándome a los ojos.
-Sí. Las veo tan bonitas ahora mismo... Que siempre lo son, pero no sé. Parece que se te han hinchado un poco.
-Sí, un poco.
-¿Crees que podría...? Llevaré cuidado.
-Vale, pero en serio, despacio. Que las tengo muy sensibles. ¿Cómo lo quieres hacer?
-Como tú quieras.

Valentina sonrió y se puso sobre mí, pasando una de sus piernas por mi cuerpo y poniendo sus dos manos a cada lado de mi cara. Me puso muy nervioso aquello, porque lo que quería de verdad a esas alturas era reventarla, pero no podía ser, por lo que me limité a agarrar sus tetas con delicadeza para amasarlas con mucho cuidado, pasando mis dedos por sus pezones y pellizcando tan ligeramente que no dudo que le doliera. Desde luego, su cara no mostraba dolor, porque la sonrisa no se le iba en ningún momento. Pero yo necesitaba más, por lo que levanté mi cabeza para atrapar sus pezones con mi boca, succionándolos y acariciándolos con mi lengua para empezar así a estimularla mientras ella gemía. Mis manos no podían evitar posarse sobre sus nalgas, aunque ella movía su culo con pinta de que no le hacía mucha gracia.
 
Capítulo 542

Por eso, la agarré del torso, para echarla sobre la cama, con ella riendo por haberla movido con tanta facilidad. Ya bocarriba, yo me puse bocabajo, aunque no sobre ella, sino a su lado, pero con mi cabeza sobre sus pechos para seguir comiéndole las tetas. Lo mejor de la postura era que mi polla se quedó aprisionada entre la cama y mi cuerpo, permitiéndome seguir con la estimulación al hacer fuerza contra ella y al dar pequeños movimientos de cadera. No era lo mismo que follar, ni mucho menos, pero de momento me hacía el apaño. Valentina por su parte, me acariciaba la cabeza mientras yo seguía jugando con sus pezones, aunque como me venía arriba, despegaba mi boca de ellos en numerosas ocasiones para besarle la zona, e incluso subir hasta su cuello y sus labios. Y también me animé a bajar a su vientre, aunque cuando mis labios se acercaban al filo de sus braguitas, ella tiraba de mí para subirme y poder besarnos de nuevo, pidiéndome después que siguiera con sus pechos.

Pero tampoco duró aquello tanto como yo quería, porque ella me movió para ponerme como estaba antes, boca arriba. Aunque ahora se acercó mucho más a mi cuerpo, llegando a echar sus tetas sobre mi pecho un poco, con nuestras caras muy cerca y con ella de nuevo pajeándome como lo hacía antes. Nos mirábamos muy fijamente, con ella poniendo sonrisas muy bonitas por momentos y así era imposible que no nos diéramos varios besos hasta que me empecé a retorcer del gusto, avisándola de que estaba cerca, aunque de primeras no me hacía mucho caso y seguía igualmente. Estaba siendo una paja muy buena, pero podría haber sido mejor, tal vez si hubiera escupido un poco para lubricar algo, pero estaba disfrutándolo mucho igualmente. No fue hasta que vio que resoplaba y que movía con mis caderas hacia arriba que no se apartaría de mí, teniendo pinta de que no quería que algo le pudiera salpicar.

Así me empecé a correr sobre mi pecho, con ella meneándomela sin parar, con bastante rapidez. Fue un orgasmo bastante intenso y que se veía en aumento al no parar ella, dándome varias punzadas agudas hasta que tuve que pedirle que parara, porque ya no podía más. Fue algo que hice con los ojos cerrados y sin esperarlo, ella me dio un beso, pero uno bueno. Empezó juntando sus labios con los míos para luego jugar con su lengua y meterla en mi boca, estando yo un poco aturdido por acabar de correrme, pero pude participar a los pocos segundos mientras ella ya movía su mano muy suavemente por mi miembro, pasando a acariciar mi cuerpo con uno de sus dedos y jugar así con mi semen. Una de mis manos se coló por debajo de su cuerpo para acariciarle la espalda y de paso atraerla hacia mí, aunque se resistía, imagino que para no marcharse con mis restos, pero el caso es que nos dimos un buen beso igualmente.

-Qué duro se me van a hacer estos días... -dije cuando paramos de besarnos.
-¿Por qué?
-No voy a poder follarte hasta que no se te vaya la regla.
-Shhh. No hables así -dijo con tono de reprimenda.
-La paja ha estado muy bien. Pero follarte es otra cosa y estar con este tonteo, con estos besos y todo pues se hace duro no poder follar.
-A ver si te crees que tú eres el único que sufre eso...
-Imagino.
-Va, que no va a ser para tanto. Yo he quedado muy satisfecha con esto.
-¿De verdad?
-Sí. Ha estado muy bien. Ha sido divertido y me gusta verte acabar.
-Qué fácil te quedas contenta.
-Ya ves, me conformo con poco.
-Ah, vale. Pillo la indirecta -dije de broma.
-Noooooooo -decía con tono juguetón-. No lo decía por eso. Sabes que no es así -dijo levantándose para dar la vuelta a la cama y sentarse a mi otro lado y limpiarle con pañuelos que sacó de un cajón de la mesita de noche.

Me quedé en silencio, viendo cómo me limpiaba, estando ella con una sonrisa muy tierna en su cara, pero acabó rápido y se marchó al baño, cogiendo su bolso. Le pregunté a dónde iba y me contó que tenía que cambiarse una cosita, entendiendo yo a qué se refería. Tampoco tardó mucho, volviendo enseguida a la habitación para ponerse su pequeño camisón y tumbarse de nuevo a mi lado, esta vez sí, con la intención de dormir, aunque yo le dije que se podía quedar solo en braguitas si quería, que yo no tenía problema. Me hizo burla como respuesta y se terminó de tumbar dándome las buenas noches y dándome la espalda. Apagué la luz de la mesita y me acomodé para tratar de hacerlo yo también, aunque como me costaba, me quedé pensando un poco. El día había ido bastante bien y la veía más animada con esto último que había pasado y eso me hacía sentir bien. La miraba con ganas de abrazarla desde atrás, pero no lo terminé de hacer, y eso que ella ya dormía, pero al poco me dormí yo también.

Fue una noche en la que descansé bastante mejor de lo que venía haciendo últimamente y pocas veces me desperté también. La primera vez que lo hice ya estaba abrazado a Valentina haciendo la cucharita con ella, permaneciendo así todo lo que quedaba de noche. En las demás veces que me desperté la notaba durmiendo profundamente en todo momento y eso me animaba a mí a seguir haciéndolo, cayendo fácilmente de nuevo. Ya, en la última vez que me desperté, ella estaba de cara a mí, aunque seguíamos abrazados. Parecía tener frío por el aire acondicionado, por lo que estaba acurrucada a mí, con sus manos en mi pecho y yo abrazándola dejando pasar uno de mis brazos por su cuerpo. Al notar que se despertaba y que se movía un poco para desperezarse le empecé a rascar la espalda, con ella haciendo un sonido muy tierno y agradable.

-Buenos días -le susurré dándole un beso en la cabeza.
-Mmm, buenos días. ¿Qué hora es?
-Muy temprano.
-Tengo que irme a trabajar.
-Aún no son ni las 7.
-Vale. Un poco más entonces. Estoy muy a gusto.
-¿No tienes frío?
-No, contigo abrazándome no.
-¿Cuánto hace que no te despertabas así? Acompañada digo.
-Muchísimo.
-¿Y te gusta hacerlo conmigo?
-Ya sabes la respuesta.
-Pero quiero que me la digas.
-Me gusta mucho -dijo mirando hacia arriba para mirarme con una preciosa sonrisa.
-Joder, qué guapa eres. Es que da igual el momento. Siempre lo estás.
-Jajajaja. Qué adulador te has despertado.
-Solo digo la verdad.
-Pues cualquiera pensaría que estás con ganas de...
-Eso siempre. Y contigo, más. ¿O no notas esto?
-Claro que lo he notado. ¿Cómo no lo voy a hacer estando así de pegados?
-Es lo que te dije anoche. Se me van a hacer muy largos estos días...
-Siempre podemos hacer algo... Como anoche.
-¿Vamos a estar a base de pajas? Qué rollo...
-Bueno, algo más se puede hacer...
-Ya... Pero a mí también me gusta darte placer.
-Anoche lo hiciste. Ya te lo dije.
-¿Cómo va a ser lo mismo que echar un buen polvo?
-Cuando eres así de mal hablado me quitas las ganas -dijo poniéndose boca arriba.
-Pero si te encanta, anda. No digas tonterías -dije poniéndome encima de ella para besarle por el cuello.
-Para, anda -decía riendo.
-Me encantaría comerte ahora enterita.
-Y a mí que lo hicieras. Peeeeeero... Anda, déjame levantarme.

Me aparté de ella, regresando a donde estaba, aunque al ver su culo no pude evitar tirar de ella para volver a tumbarla, con Valentina riendo por cómo le dije que no tenía escapatoria una vez la abracé y la empecé a besar por el cuello y por sus hombros. Además, aproveché para pegar mi erección a su culo y de paso restregarme un poco con ella. Y no le importó para nada, porque de hecho movía su culo para que nos rozáramos más, pero al final la solté, porque me pidió que la dejara para que se pudiera duchar, preguntándome si me importaba que lo hiciera allí. No puse ninguna objeción, por lo que se levantó y se marchó al baño. Yo tampoco tardé mucho una vez me calmé un poco y se me bajó la cosa, levantándome para preparar algo de desayunar, aunque yo no tenía hambre. De hecho, calculé mal los tiempos, porque Valentina estaba tardando, pareciendo estar tomándose su tiempo para ducharse y arreglarse.

Pero no tardó mucho en salir liada en una toalla para buscarme y preguntarme algo. De nuevo, al verla así, me entró el calentón, pero no hicimos nada, como era de esperar. Le dije que tenía preparado el desayuno, pero ella me dijo que hasta que no saliera del baño una vez arreglada, no iba a hacerlo. Así que me tocó esperar y me vino hasta bien, porque al hacerlo me empezó a entrar hambre por el olor y por estar sin hacer nada. Y por fin apareció ya totalmente arreglada, peinada y maquillada, con su taconeo de siempre cuando lo estaba. Iba preciosa con una de sus típicas blusas, aunque esta vez optó por unos pantalones ejecutivos que le quedaban genial, de esos que quedan altos, más allá de la cintura, pero sin embargo dejaban sus tobillos al aire. Verla así no hizo más que ganarse un buen silbido por mi parte que fue correspondido por una sonrisa suya, sentándose directamente a la mesa y siguiéndole yo.

-Muchas gracias por preparar el desayuno una vez más. Me estás mal acostumbrando.
-Tal vez. ¿Y tan temprano te sueles levantar?
-Sí. Me gusta estar bien preparada para irme a trabajar. Y despierta. También es que a veces algo a andar o a correr un poco.
-¿Corres?
-De vez en cuando. Depende del tiempo que haga también, porque en invierno con el frío y si llueve, no me gusta nada. Entonces voy a un gimnasio a hacer spinning.
-Ah. ¿Y queda cerca de tu casa? Porque yo voy a uno que no queda muy lejos de ahí. A lo mejor vamos al mismo.
-No... No voy a uno que me quede cerca... -decía poco convencida.
-¿Y por dónde corres? También lo suelo hacer por ahí, aprovecho que hay un buen camino y que está por las afueras.
-Javi, no ando por allí ni nada.
-Tranquila, que no te voy a seguir. Ya sé que no quieres que nos vean. No te voy a parar ni nada.
-Ajá... -decía sin mirarme, empezando a desayunar.
-¿Y cómo haces para correr? Por tu pecho, ya sabes -dije cambiando un poco el tema.
-Pues hay prendas para eso.
-Es que los tienes grandes. A lo mejor te duele.
-No es para tanto. Tampoco me paso horas corriendo.
-No quiero que te pongas tensa, Valentina. Yo voy a respetar lo que tú quieres o no que haga.
-Ya, ya. Pero es que...
-¿Qué pasa?
-Nada. No pasa nada en realidad.
-¿Te puedo preguntar por tu casa?
-¿Qué quieres saber?
-¿Cómo es?
-¿De tamaño? Como la tuya más o menos.
-¿Sí? No parece que sea así desde fuera. Aunque el edificio parece que es bueno.
-Lo es. Aunque esté apartado del centro, vale dinero un piso en ese bloque.
-Seguro que la tienes bien decorada. Viendo cómo eres, cómo vistes y todo eso, tiene que estar muy bien.
-Pues claro. Es mi casa.
-No había pasado nunca por esa zona. Y eso que conozco la ciudad y he pasado bastante por unas calles más abajo.
-¿Y eso? Queda lejos de aquí.
-Antes de vivir aquí, viví por esa zona. Hace varios meses.
-¿Y por qué te cambiaste aquí?
-Fue cuando tenía pareja -solté para ver su reacción-. Vivíamos en una urbanización unas calles más abajo, pero me dejó y me fui a casa de mis padres unos meses. Luego me vine aquí de nuevo y dio la casualidad que esta casa que conocía muy bien estaba libre.
-Ah... -dijo algo cortada.
Tras eso, Valentina bajó su mirada para seguir desayunando, mirándola yo sin parar para ver para ver qué hacía. Y tampoco fue nada especial, porque se limitó a comer en silencio, sin comentar nada. Como veía que no decía ni hacía nada, seguí yo la conversación.
-¿Estás mejor de...?
-Sí. Bastante. La verdad es que con la conversación que tuvimos anoche me animé a venir. Y lo hice andando.
-¿En serio? Pues hay un rato desde tu casa a la mía. ¿Por eso viniste con calzado plano?
-Qué observador...
-Claro. A ver si te crees que no me fijo en los detalles.
-Ya veo. Y bueno, con la noche que pasamos, durmiendo aquí contigo, ese despertar y este desayuno, pues el ánimo lo tengo muy bien.
-A pesar de todos los problemillas que te surgen.
-Pues sí. Pero que no es para tanto. Son las hormonas. Exagero las cosas cuando estoy así.
-Espero que no exageres lo bien que estás ahora mismo.
-Noooooo. Te lo dijo en serio.
-¿Te han dado ya respuesta para lo de la boda?
-¿El qué?
-El tío ese con el que vas a ir. ¿Te ha dicho algo?
-Ah, no. Qué va. Seguro que de él no sale. Tendré que ir preguntando yo.
-Qué idiota.
-Un poco sí lo es. La verdad es que no me apetece mucho ir.
-Eso es porque no tienes buena compañía. Lo mismo necesitas ir con otra persona que te haga sonreír -dije haciéndome el interesante.
-Pues lo mismo va a ser eso.
-¿No puedes ir con otro?
-Sí, contigo. Jajaja.
-Pues sería genial. Por verte con el vestido, ¿sabes? Porque dudo mucho que te vaya a ver con él.
-¿Y cómo sabes tú eso?
-Pues porque no creo que me dejes ir a tu casa de nuevo. Y mucho menos subir. Tampoco te veo viniendo aquí con él puesto. Así que...
-Bueno, lo mismo te doy una sorpresa.
-Ya. Eso me gustaría a mí.
-Bueno... -decía haciéndose la interesante ella ahora.
-También es que sería un problema -continué a los pocos segundos después de quedarme pensativo.
-¿Por?
-No podría quitarte los ojos de encima en todo el día.
-Bueno, si solo es eso... Jejeje.
-Ese es el problema, que seguramente no lo sería.
-Ah, ¿no?
-Pues no. No podría aguantar lo que durara eso sin tocarte. Te estaría metiendo mano todo el rato. Sobre todo, una vez sentados. No dejaría de poner la mano en tu muslo. Y en otros sitios...
-Me lo creo. Jajaja.
-Pero es que tampoco me conformaría con eso. Tendría que llevarte al baño o a algún sitio en el que no hubiera nada.
-¿Para qué? -decía preguntando lo evidente.
-Para follarte. Pegaría tu cuerpo contra la pared, te subía el vestido y te bajaba el tanga y te la metía. Pero te tendría que tapar la boca, porque te lo haría muy duro.
-Sería divertido. Mucho. Pero una locura tremenda.
-A mí me encantaría hacer eso.
-¿Y me imaginas con un tanga?
-Claro.
-Yo no uso eso.
-¿Por qué? ¿Es incómodo para ti?
-No me he puesto nunca ninguno.
-¿En serio?
-Sí. Me parece de mal gusto.
-Joder... Pues tú con el culo que tienes... Te tiene que quedar de muerte.
-¿Quién sabe...?
-Te voy a regalar uno.
-No me lo voy a poner.
-Ya veremos. Pero será de calidad. Te lo prometo.
-Haz lo que quieras.
-De hecho, te voy a comprar un conjunto. Bueno, no te digo nada, que quiero que sea una sorpresa.
-Ya poco me va a sorprender.
-Bueno. ¿Y cuándo me vas a enseñar el vestido dices?
-Es una sorpresa -decía con retintín.
-Vaya...
-Pero no es justo que tú me veas así de arreglada y yo no. ¿No crees?
-¿Quieres verme arreglado para una boda?
-No estaría mal. Seguro que estás muy sexy.
-Uy, cuidado, no seas mal hablada.
-No he dicho nada del otro mundo.
-Ya. Es para pincharte, que tú lo haces mucho conmigo.
-Ay... Pues eso. Seguro que lo estás. ¿Me darás ese gusto?
-Ya veremos.
 
Capítulo 543

Acabamos de desayunar mientras hablamos aquello, con Valentina ayudándome a recoger. Tras eso, fue al baño para lavarse los dientes y luego cogió su mochila para marcharse, acompañándola yo a la puerta. Allí nos despedimos en condiciones, con ella abrazándose a mi cuello para darme un beso, agarrándola yo de las caderas. En realidad, fueron unos cuantos besos los que nos dimos, siendo cortos de hecho, aunque ya de últimas fueron unos picos, porque decía que no quería que se le corriera el maquillaje. Nos deseamos un buen día mutuamente y le dije que si necesitaba hablar o lo que fuera porque le volviera a dar un poco de bajón, que me contactara para poder charlar. Incluso la invité a venir por si se sentía sola, aunque me dijo que también tenía a Daniela para eso, por lo que ahí quedó la cosa, sin llevar a saber cuándo sería la próxima vez que nos veríamos.

Una vez se fue, pidiéndome que echara un ojo por la calle por si había mucha gente por supuesto, volví a mi habitación para ponerme ropa para salir un poco a correr. Me encontraba muy contento con cómo había ido las últimas horas con ella. Me sentía como hacía tiempo que no lo hacía. Y me gustaba. Por eso, me dio por ir por la zona por donde vivía. Era obvio que ella hacía ejercicio por allí y estaba bastante seguro de que algún día la podría ver por allí. Así, llegué a su casa y me quedé unos instantes viéndola, quedándome bien con la zona y con su edificio, aunque no sabía qué piso era. Podía hacer la típica de colarme diciendo que era el cartero para ver cuál era, pero ver que había cámaras me echaba para atrás. Así que volví corriendo a casa, porque se me hacía tarde y tenía que ir a la academia para empezar otro día de clases.

Mientras me duchaba pensé en ella y en la conversación que tuvimos. No había nada destacable en su reacción cuando le conté por qué vivía antes en otra zona, mucho más cercana a la suya. Tampoco la esperaba, pero quería ver cómo lo hacía. Parecía incomodarle un poco, y eso que yo estaba tan tranquilo, más pendiente de cómo lo gestionaba ella que otra cosa. Pero quitando eso, la cosa no fue para nada mal. De hecho, estaba convencido de que quería que fuera con ella a la boda como acompañante conforme más lo pensaba. No me lo había pedido explícitamente, pero sabía leer entre líneas. Quizá había pensado en presentarme como un socio o algo por el estilo, pero el caso es que me autoconvencí de que así lo quería ella, pensando en lo que me dijo Sofía, por lo que empecé a pensar en comprarme algo para el evento, porque no tenía nada apropiado. Y como ella me quería ver guapo, pues más me paraba a pensar en cómo hacerlo.

El día transcurrió de manera normal, aunque en el trabajo le puse las pilas a todos. El primer día como presentación había estado muy bien, pero había que trabajar duro por todas partes. Los que tenían que recuperar tan solo tenían 2 meses para trabajar la materia de todo un curso, porque esperaba que no tuvieran la más mínima idea de por dónde iban los tiros, siendo así en gran parte y habiendo muy pocos que suspendieron pese a haberse esforzado. También estaban los de los cursos intensivos, que se examinaban más tarde que los de instituto para recuperar, pero eso no significaba que se pudieran relajar mucho. Si estaban ahí era para trabajar y por suerte lo sabían, por eso no me pusieron mucha pega cuando les mandaba bastantes ejercicios para luego corregirlos en clase, porque en ellas también teníamos que practicar el inglés en forma hablada y auditiva.

En la parada del medio día, no encontré nada especialmente destacable en general, ni tampoco de quien más esperaba contacto, aunque tampoco lo buscaba tanto, ya que habíamos pasado bastante tiempo juntos hacia escasas horas. Pero por la noche sí que hablamos, y para mi sorpresa, por llamada. Me llamó a eso de las 10 de la noche para charlar un poco, preguntándome cómo me había ido en el trabajo e interesándose bastante para ver cómo hacía para organizarme y lidiar con los que llevaban suspensas las asignaturas, teniendo que cambiar luego a lo de los cursos. Yo también le pregunté por su trabajo, aunque ella me contaba muy por encima, como solía hacer siempre. Tampoco me contó ningún detalle más de la boda ni nada más allá de la reunión que tenía por la tarde en la cafetería, diciendo que echaba de menos esos momentos en los que nos veíamos, pero que mejor así, porque últimamente teníamos bastante tensión y se nos podía ir la cabeza fácilmente, como aquella vez en la que le dije que fuera al baño estando yo allí para comernos la boca y para tocarla un poco.

Pero de ahí no pasamos, y eso que le pregunté por el vestido, porque me moría de ganas por verlo, pero me pidió que tuviera un poco más de paciencia, que si lo hacía, me iba a gustar. No tenía ni idea de lo que me tenía preparado, pero tampoco tenía las expectativas muy altas, porque sabía que para ella cualquier cosa ya era algo insólito, porque hacer nada suponía salirse de su zona de confort como yo ya había comprobado varias veces en donde la más mínima tontería se volvía un mundo con ella, llegando incluso a discutir alguna que otra vez. Pero eso no quitaba que me muriera de ganas de recibir esa sorpresa que me tenía preparada. Quizá, el fallo más tonto que tuve fue imaginármelo, recreando en mi mente cómo venía a casa vestida con esa prenda, estando muy guapa, como si fuera a ir de boda en ese momento, pasando a enrollarnos y a follar directamente con el vestido puesto.

Y al día siguiente saldría de dudas cuando sobre las 2 de la tarde me mandó un mensaje preguntándome si nos podíamos ver por la noche. No tenía ningún plan ni iba a recibir a nadie, por lo que le respondí afirmativamente. Estaba hasta nervioso cuando se acercó el momento. Recuerdo darme una ducha y llegar hasta echarme colonia y vestirme como si fuera a salir para darle una buena impresión y eso que íbamos a quedarnos allí, como siempre. No quedamos en nada en concreto, pero imaginaba que cenaría allí conmigo, por lo que me acerqué rápidamente a un pequeño supermercado que tenía cerca para poder comprar algo. No me compliqué mucho la vida y regresé a casa rápidamente para darme esa ducha, poniéndome después con la cena. Se me ocurrió hacer algo que ella ya había hecho delante de mí, y la verdad es que parecía sumamente fácil. Y aunque no me salió tan bien como a ella, no estaba del todo mal.

Efectivamente, sobre las 10 de la noche, Valentina apareció por casa, aunque no venía con el vestido como me llegué a imaginar. Estaba claro que no iba a hacerlo, pero aun así acudió muy guapa, con un vestido suelto con un estampado de flores que quedaba lejos de la ropa que se ponía para ir a trabajar, pero es que daba igual, porque estaba guapa con cualquier cosa. Y también se notaba que no llevaba tacones por su altura, yendo con unas zapatillas planas. Nada más verla, noté su buen humor por la sonrisa que traía, haciéndola pasar yo y abrazándose a mí para darnos un beso. Le llamó mucho la atención verme vestido de esa manera, diciendo que de haberlo sabido ella también se habría puesto guapa, pero yo le dije que lo estaba igualmente. Y ahí no quedó su sorpresa, porque dijo que le llegaba un buen olor, llevándola yo de la mano hasta el salón para que viera la mesa puesta con la cena preparada. Se me quedó mirando con una sonrisa que me hacía entender que le gustaba lo que veía, comentando que ese plato ya lo había hecho ella allí mismo.

Pese a las ganas que tenía de todo con ella y de la fantasía con su vestido que me monté en la cabeza, fue un momento muy bueno en el que cenamos tranquilamente comentando algunas cosas sin importancia, como siempre solíamos hacer, aunque de nuevo salían esas indirectas que yo interpretaba como que quería que fuera con ella a ese evento que tenía el fin de semana. En alguna ocasión me decía que a pesar de lo mal hablado que era a veces y de lo que me gustaba hacer el tonto y chincharla, sabía comportarme y era atento y hasta detallista, regalándome así los oídos y comentando que iba por el buen camino y que así le entraban más ganas de pasar más tiempo conmigo. Y ya terminando de cenar y estando con el postre con un poco de helado de chocolate empezamos con las caricias sobre nuestras manos y las miradas.

Por eso, en cuanto acabamos de cenar, lo recogimos todo, teniendo yo la idea de irnos cuanto antes al sofá para poder estar más relajados y llegar a algo más, aunque solo fueran besos, pues ella seguía con la regla, aunque se encontraba bien, como me dijo al preguntarle yo. Pero Valentina quería dejarlo todo bien recogido, por lo que nos pusimos a lavar los platos y todo lo que usé para cocinar, aunque no podía evitar acercarme a ella y tocarla un poco con mi cuerpo, de la forma que fuera, sin dejar de darle algún beso por su cuello y su nuca. Era imposible resistirse a ella con esa belleza y ese olor tan bueno que desprendía. Ella se dejaba besar con gusto, aunque también participaba un poco girando su cabeza para darme un pico. Y cuando por fin acabamos, la abracé desde atrás y le empecé a besuquear más, llegando a cogerla en brazos para llevarla al salón conmigo, con ella riendo.

Ya en el sofá nos recreamos más con los besos. Y no solo eso, porque nuestras manos no paraban de tocar el cuerpo del otro, aunque yo lo hacía de manera más intensa, llegando a ponerla encima de mí, lo que le volvía a causar risa en ella. Valentina se quitó sus zapatillas para estar más cómoda y así estuvimos una media hora, aunque mi erección estuvo presente desde antes de que nos fuéramos al sofá. Y ella lo sabía y aprovechaba para hacer presión sobre ella para darme placer, pasando a agarrarla por encima de la ropa ya descaradamente de últimas. Eso me llevó a decirle sin tapujos que era toda suya si quería sacármela y ponerse a jugar con ella. Ella seguía riendo, aunque me callaba al juntar sus labios con los míos para besarme. Estaba nervioso por estar tan encendido y no poder llegar hasta el final con ella, por eso agarraba su culo con fuerza, pasando mis manos por debajo de su vestido y así apretar su cuerpo contra mí para al menos darme placer con ese roce y presión.

-Javi... -decía riendo.
-Dime.
-Estás muy caliente.
-¿Cómo no lo voy a estar?
-Pero es que... Uff...
-¿Te gusta?
-Sí.
-A mí también me gusta lo bien que te estás tomando que esté así de encendido.
-Jejeje. ¿Lo estás pasando mal? Por aquello que me dijiste...
-Es una mezcla. Lo estoy pasando muy bien por estar así contigo, pero es una putada muy grande no poder llegar a más. Es que si fuera por mí, te desnudaba y te follaba aquí mismo.
-Hala... Qué grosero...
-Lo digo como me sale de dentro. Es que, mira -dije poniendo su mano en mi corazón.
-Te va a dar algo.
-Estoy nervioso.
-Bueno, pero algo podemos hacer. No podemos tener sexo como nos gustaría, pero tal vez...
-¿Qué estás pensando?
-Hacerte sexo oral.
-No hace falta que lo hagas. Puedo esperar a que estés preparada.
-Es que me apetece. Ya te dije que me gusta hacerlo cuando merece la pena.
-¿Y es así?
-Sabes de sobra que sí. Vamos a tu habitación, anda -dijo levantándose y tirando de mi mano.
-¿Y si lo hacemos aquí?
-Nooooo. Aquí no.
-No nos pueden ver desde la calle. Entre las cortinas y la persiana baja, es imposible, pero la puedo bajar del todo.
-No. No me gusta. Eso se hace en la cama. Está bien jugar un poco aquí con los besos y tal, pero eso no.
-Ya hemos hecho aquí alguna cosa.
-Prefiero la habitación. ¿Vamos?
-Vale -dije levantándome y cogiéndola en brazos para besarla por su cuello y subir a sus labios.

Fuimos por el camino con ella encaramada a mí sin parar de reír y besándome por la cara, amenazando con pasar a mi cuello, pero sin llegar a hacerlo. Cuando llegamos, la dejé sobre la cama y me quedé de pie, mirando lo bonita que estaba, estando hasta algo sonrojada por la excitación que tenía ella también encima. Y con una sonrisa, por supuesto, pero yo me puse en plan juguetón y le pregunté si quería que me quedara vestido o que me desnudara, porque según me dijo, estaba muy guapo. Ella susurró que para ese momento prefería que estuviera desnudo y tuvo la iniciativa de agarrar mi mano para acercarme a ella y empezar a desabrocharme la camisa poco a poco para empezar a besar mi torso una vez acabó. Lo hacía de manera muy sensual, besando por todas partes sin dejarse ningún rincón. Luego me desabrochó los botones de los puños para poder quitármela finalmente.

Tras eso, siguió con el cinturón de mi pantalón y con el botón del mismo para bajarlos y quitármelos después de hacerlo también con las zapatillas. Ya solo quedaban mis boxers, los cuales encerraban a duras penas mi erección. Y no tardó mucho más en bajarlos también para desnudarme por completo, agarrando mi miembro para mover su mano hacia arriba y abajo lentamente mientras me miraba fijamente a los ojos, con una pequeña sonrisa en sus labios. Por un momento pensé que iba a comérmela directamente, pero no iba a ser así para nada. Al menos de momento, porque hizo que me sentara en la cama para poder seguir con los besos mientras ella me masturbaba. Pero yo necesitaba también verla a ella, por lo que se lo dije. Me susurró que la desnudara lentamente, aunque sin quitarle las braguitas y a ello me puse de inmediato.

Así, le quité su vestido, dejándolo donde ella puso mi ropa, con cuidado de no dejarlo de cualquier manera para luego pasar a quitarle su sujetador. Ella era ahora la que estaba de pie mientras que yo estaba sentado, pudiendo así ver sus pechos de frente para poder tocarlos bien y pasar a besarlos y lamerlos. Valentina se estremecía con aquello, pareciendo seguir muy sensible. Duras estaban desde luego, por lo que intentaba llevar todo el cuidado que podía en el momento al estar tan acelerado. También le besé el vientre con la idea de ir bajando poco a poco, pero ella me agarró para que no bajara más viendo las intenciones que tenía. No noté nada diferente en ella, ni un olor, ni hinchazón, ni nada, pero tenía que respetar que no quisiera hacer nada por esa zona. Así que subí por su cuerpo hasta llegar a sus labios, teniendo que ponerme de pie para ello.

Aunque le entró prisa y se puso visiblemente nerviosa, llegando a agarrarme con fuerza para tumbarme boca arriba en la cama, preguntándome si tenía los preservativos en la mesita de noche. Después de contestarle afirmativamente, echó mano a ellos para sacar uno y abrirlo, poniéndomelo rápidamente. Se colocó entre mis piernas, encorvándose para acercar su cara a mi polla y empezar a lamer así, aunque de manera tímida. Pero solo fue al principio, porque tras unos segundos empezó una buena mamada en la que se esforzaba por metérsela en la boca todo lo que podía. Era bastante placentero pese a llevar goma puesta, pero sospechaba que la alta excitación que tenía en mi cuerpo tenía mucho que ver. Era hasta impactante ver cómo Valentina tragaba más de lo que había hecho previamente conmigo, llegando a atragantarse en varias ocasiones.

-Tranquila, que te vas a hacer daño.
-Estoy muy caliente. ¿Te está gustando?
-Me está encantando.
-Bien.
-Pero me da rabia que tú no...
-Ya te lo dije el otro día, Javi. Yo disfruto mucho así también. Ten un poco de paciencia, por favor.
-No, si no es por querer hacerlo contigo a toda costa. Es que no me gusta que solo acabe yo.
-No me importa, de verdad.
-Bueno...
-Pero gracias por ser así de considerado.

Valentina reanudó la mamada con esos movimientos tan nuevos como placenteros para mí. Se notaba que estaba muy excitada por cómo lo hacía todo. Era diferente a como se venía comportando normalmente, pero su calentura no llegaba a tanto como para hacer algo como comérmela sin condón, cosa que no podía desear más. Pero lo estaba pasando muy bien igualmente como le dije. Por eso, en escasos 5 minutos me empecé a retorcer, aprovechando ella para centrar es sexo oral en mi glande mientras que pajeaba el resto muy rápidamente con la mano, haciendo que durara segundos hasta vaciarme, quedando ella muy satisfecha por los pequeños gemidos que lanzaba con cada movimiento de cadera que hacía yo al lanzar un chorro. Al acabar, siguió moviendo su mano lentamente, pasando a besarme los muslos.

Suspiré y ella subió hasta quedarse cara a cara conmigo, para echarse unos segundos a mi lado, besándome el pecho y luego por la cara, aunque se levantó rápidamente para ir al baño. Yo aproveché para quitarme el condón y tirarlo a la papelera, limpiándome bien con papel y toallitas después. Luego me puse los boxers y me volví a tumbar en la cama, volviendo Valentina rápidamente conmigo para tumbarse en la cama a mi lado, arrimándose a mí para abrazarse como solía hacer cuando dormía conmigo.
 
Capítulo 544

-Me has sorprendido bastante.
-¿Por? -preguntó extrañada.
-Me la has comido de manera algo... Como más agresiva.
-¿Te he hecho daño?
-No. Qué va. Pero se te veía con muchas ganas.
-Claro. Ya te lo comenté. Con el periodo me pongo más a tono.
-Sí. ¿Y de lo otro? ¿Sigues sensiblona?
-Bueno... De vez en cuando.
-Creo que tienes que desconectar un poco, Valentina.
-Puede que lleves razón. Pero no puedo descuidar mucho lo mío.
-Lo entiendo, pero es que, si no te cuidas, no vas a estar al 100%. Y eso puede afectar a lo tuyo.
-Mmm...
-La semana que viene me voy a la playa. Había pensado invitarte para que desconectaras un poco del trabajo y de todos los problemas que tienes. Ya sabes, todo eso que suma. También podemos hacer cosas diferentes allí, porque ahí no nos va a conocer nadie. Podríamos ir a la playa para pasar allí el día, bañarnos juntos, luego comer y cenar por ahí, dar paseos por la noche, salir de fiesta... No sé, todo eso que no podemos hacer aquí.
-No suena mal, Javi. Pero tienes que entender que no me puedo ir así tan a la ligera. No puedo dejarlo todo para irme toda una semana. Tendría que paralizar un poco todo lo importante o poner a alguien en mi lugar, cosa que no me gusta hacer.
-No te estoy pidiendo que te vengas conmigo al fin del mundo para siempre. Son solo unos días a la playa, que está a unas pocas horas de aquí. Tienes unos días para poder dejarlo todo arreglado. Yo creo que te hace falta para relajarte un poco y despejarte.
-No sé... Déjame pensarlo, ¿vale?
-Como quieras. No quiero que te veas en un aprieto si no quieres venir. Yo solo te lo he ofrecido y te he dado mi opinión.
-Vale. Oye, ¿quieres que te dé un masaje? Siempre me lo has dado tú a mí, pero yo no te he dado ninguno. Además, tienes la espalda un poco quemada, te vendrá bien hidratarla.
-Claro.

Valentina se levantó y fue al salón a por su bolso para coger una crema hidratante que tenía por ahí para ponerse luego encima de mí al quedarme boca abajo y empezar a esparcirla a la vez que me masajeaba. Nos quedamos en silencio mientras ella lo hacía. Parecía que aquella propuesta que le hice no le hizo mucha ilusión, o más bien, no quería dejar su trabajo abandonado para irse de vacaciones unos días. Era algo que yo pensaba que necesitaba, pero también sabía lo centrada, responsable y ambiciosa que era con su trabajo y lo que le costaba faltar a él si no era por algo serio. Pero resultó que ella misma fue la que rompió ese silencio que yo en realidad estaba disfrutando por el masaje que me estaba haciendo.

-¿Sabes? Al final no tengo con quién ir a la boda.
-¿No puede el tío es? Pues qué pena. Algo muy importante tiene que hacer para rechazar a una mujer como tú. Y más si te vas a poner guapa.
-Eso dice. Que tiene una reunión muy importante y blablabla.
-¿Y vas a ir sola?
-Pues eso parece.
-Entonces no estarás mucho tiempo allí, ¿no?
-No tengo ni idea. Pero tampoco voy a estar 5 minutos. Iré a la ceremonia, la comida y luego cuando pasen a la copa de después, pues ya me retiraré.
-Am. Al final no me has enseñado el vestido.
-Es verdad. Ay... -dijo levantándose para salir de la habitación.
En nada, Valentina regresó con su móvil y se tumbó a mi lado de nuevo.
-Mira, este es -dijo enseñándome una foto en el que salía ella con el vestido puesto.
-Qué bonito -dije al ver un vestido azul metálico con unos tirantes gruesos y un poco de escote, aunque no me dejaba ver mucho más por lo cerca que estaba al ser un selfie.
-¿Te gusta?
-Sí.
-Los tacones no se ven, pero son del mismo color.
-Vas a deslumbrar. No te van a quitar el ojo de encima.
-No digas tonterías -dijo riendo.
-Va en serio. Le vas a quitar el protagonismo a la novia.
-Anda... -dijo levantándose para ponerse su vestido.
-¿Por qué te vistes? ¿No te quedas?
-No. No puedo.
-¿Y eso?
-Mañana tengo una reunión importante a primera hora y tengo que preparar unas cosas que tengo en casa. No me puedo quedar a dormir.
-Vaya...
-Pero mejor así, porque como me quedé lo vas a pasar peor, jejeje.
-Bueno...
-No pasa nada. Para este fin de semana estaré ya bien para que podamos pasar un buen rato.
-Qué ganas.
-Yo también tengo ganas.

La acompañé hasta la puerta y allí me dio un abrazo, pasando después a besarnos para que luego se marchara, dejándome allí para dormir solo esa noche, cosa que hubiera preferido que hubiera sido diferente. En lo que hacía sueño para dormirme me quedé pensando en la última conversación que tuvimos. Cada vez veía más indirectas por su parte para que la acompañara a la boda, por lo que pensé en que al día siguiente tenía que ir a mirar algo que comprarme para el momento, aunque con el horario que tenía, lo iba a tener un poco complicado, por lo que se me ocurrió preguntar si podían cubrirme la última hora de la mañana para poder salir así a una buena hora y poder mirar con calma algo antes de que cerraran. No tardé tampoco mucho en dormirme después de haber relajado tensiones con lo que me había hecho Valentina pese a que me hubiera gustado ir hasta el final.

Y tuve suerte al día siguiente, porque después de toda la rutina de ejercicio y llegar a casa para ducharme, irme a desayunar e ir a la academia, mi jefa me dio luz verde para tener la última hora de la mañana libre y salir por lo tanto a las 12. Con eso debería tener tiempo suficiente para pasarme por alguna tienda de ropa de las calles comerciales de la ciudad. Pensaba que no debería ocuparme mucho más tiempo, porque tenía bastante claro lo que buscaba para esa ocasión. La mañana fue bastante tranquila, sobre todo porque acabábamos de empezar y no teníamos esos nervios que luego sí le entrarían a medida que nos acercábamos a las fechas de exámenes. Aun así, había alguna que otra persona que se desquiciaba un poco por no terminar de pillarle el truco a algún ejercicio, en especial aquellos que se iban a examinar del B1 y B2. Los de cursos más avanzados ya venían escarmentados de eso y se adaptaban con suma facilidad.

Al salir de la academia, me fui directamente a esas calles buscando alguna tienda en lo que tuvieran aquello que buscaba. Tampoco me costó tanto encontrar una, pero en ésta no terminaban de tener lo que yo buscaba pese a ser algo simple, ni algo que se me terminara de quedar bien, por lo que me tuve que dar una vuelta por las demás que localicé por la zona, siendo capaz de dar con lo que tenía en mente. Salí de aquella tienda con un traje de tres piezas totalmente negro, junto a una camisa negra y una fina corbata negra también. Cualquiera que me viera así pensaría que iba a un funeral, algo que me preguntaron en la tienda, pero nada más lejos. Simplemente tenía eso en mente al gustarme bastante el color y decidí probar, gustándome mucho cómo me veía en el espejo. El conjunto lo terminaba con unos zapatos oscuros también, aunque iban cambiando a un color caoba conforme se acercaban a la punta.

En mi vida me había visto tan elegante al probarme aquello. Además, tuve la suerte de encontrar uno que se ajustaba bien a mi cuerpo y que me permitía lucir algo de musculatura. Le pregunté a la dependienta qué tal me veía, porque quería opinión femenina y se la veía bastante elegante a ella, justo como Valentina, llegando yo a pensar que debían tener una edad similar, aunque mi amante era mucho más guapa y atractiva que ella. La dependienta me comentó que me encontraba muy elegante y que le parecía una opción muy buena la que había tomado. Me gustaba oír aquello, aunque también era consciente de que te hacen la pelota con tal de venderte bien lo que quieren, pero tampoco lo veía muy exagerado, por lo que me lo llegué a creer. Ya en casa, me lo volví a probar, tratando de dejarlo lo mejor posible, justo y como me habían ayudado en la tienda, haciéndome unas fotos para verme así y de paso enseñárselas a alguien.

-¿Te pillo mal? -pregunté cuando me descolgaron la llamada.
-No. Bueno, estaba a punto de comer. ¿Qué pasa?
-Al final te he hecho caso, Sofía.
-¿En qué?
-En lo de la boda.
-¿Vas a ir con ella al final?
-Sí.
-¿Qué te ha dicho cuando se lo has propuesto? ¿O te lo ha pedido ella?
-No, no. Ella se hace la interesante y hace comentarios. Sé leer entre líneas. Dice que su acompañante de la empresa no puede ir al final, que si es una pena y tal... Me enseñó anoche el vestido que va a llevar y tengo unas ganas de verla así en persona...
-Ay... Estás pilladito, ¿eh?
-Que noooooooo. No es para tanto.
-Me lo cuentas con ilusión.
-La ilusión de comérmela viva y reventarla.
-Jajajajajajajaja. ¿Y eso?
-Joder... Es que está la cosa muy calentita entre nosotros y tengo unas ganas de follar con ella que no te haces una idea.
-¿Y por qué no lo haces?
-Porque no podemos. Mira, el domingo cuando vine de tu casa, hablamos y me dejó algo antes de irme para allá. Sus bragas bien húmedas de cuando nos vimos antes de que me fuera. Eso me calentó mucho.
-Lo imagino.
-Y el lunes vino por casa y todo iba de maravilla. No iba a salir viva, pero tuvimos un problema.
-¿Cuál?
-Le bajó la regla.
-Oh...
-Le dio impresión, le cambió el estado de ánimo, se manchó las bragas y los pantalones. Un desastre.
-Se os jodió todo.
-Ya ves que si se nos jodió... Pero que se puso a llorar y todo, ¿sabes?
-¿Sí? Pobre... ¿Por qué?
-Dice que cuando está con la regla se pone así. Y fue todo tan de sopetón que reaccionó mal al problemilla. Que ya ves tú, yo tan normal, pero ella estaba avergonzada y demás también.
-Claro. Es normal.
-Y desde entonces pues estoy sin hacer mucho.
-¿Nada de nada?
-Ha vuelto por casa, porque intenté cuidar de ella al verla así y tal y le gustó el gesto. Pero vamos, que solo me ha hecho alguna paja y una mamada, con condón esto último.
-Bueno, mejor que nada es, ¿no?
-Claro. Pero estoy muy nervioso. Sobre todo, cuando la veo. No paro de imaginarme este sábado con ella así tan guapa y luego ya aquí para poder estar más a solas y poder hacer todo lo que queramos.
-Jajajaja. Suena muy bien el plan.
-Me he comprado un traje y todo. Me gusta cómo me queda. ¿Quieres verlo?
-Claro.
-Te mando unas fotos.

Sin dejar la llamada, le mandé un par de fotos a Sofía por WhatsApp para que viera cómo me quedaba lo que me acababa de comprar. Al parecer puso el manos libres, porque seguía hablando mientras las veía, diciéndome que le encantaba cómo salía y que estaba muy guapo. Hasta oí a Nadine de fondo decir algo también, aunque no tan explícito como cabría esperar de ella, pero aun así me arrancó una risa al oírla. Tampoco hablamos mucho más, porque era la hora de comer y ellas estaban a punto de hacerlo, junto a los abuelos de mi amiga, así que cortamos ahí la conversación, con la idea de ponerme yo también a prepararme algo de comer. Mientras lo hacía pasé esas mismas fotos por el grupo donde estábamos los cuatro; Irene, Mario, Sofía y yo, explicando el por qué y demás para que tuvieran contexto. A ellos dos también les gustó cómo salía, aunque tampoco comentaron mucho, porque también estaban almorzando, aunque ya encontraría algunos mensajes más de ellos allí por la noche al volver a casa.

Antes de regresar a la academia decidí pasarme por la cafetería donde ya sabía que iba a estar Valentina. No tenía ni idea de por qué tenían que reunirse con tanta asiduidad, pero tampoco tenía mucha idea de cómo llevar una empresa. Llegué sobre las 4 de la tarde, entrando y estando vacía, porque acababa de abrir Daniela. También la quería ver a ella, porque llevaba ya varios días sin hacerlo. Así que en lo que me ponía el café estuvimos hablando un poco, llegando ella incluso a sentarse conmigo en lo que venía más gente. Hablamos de cómo nos iba y cómo no, de Valentina, comentando yo lo que iba pasando con ella, aunque Daniela ya sabía muchas cosas que le contaba ella, aunque no me nombrara en ningún momento. Es curioso cómo cambian los pareceres en las personas. Unas semanas atrás estábamos follando de manera regular y ahora simplemente charlábamos sin buscar nada. Estaba claro que ella se había tomado a pecho lo de no meterse entre Valentina y yo.

A la media hora de ir yo, apareció Valentina junto a todas las chicas que siempre le acompañaban. Pareció llevarse una sorpresa al verme allí por la cara que puso, pareciendo no esperarme, pero su pequeña sonrisa me indicó que le había gustado. Ellas empezaron su típica reunión mientras yo estaba a lo mío con el móvil y con mi café, aunque no le quitaba mucho el ojo de encima. De primeras estaba muy concentrada, aunque al poco dejó caer su cara sobre su mano, de manera breve y nuestras miradas se cruzaron, con ella poniendo de nuevo esa pequeña, aunque preciosa sonrisa, aprovechando yo para guiñarle un ojo después de asegurarme que ninguna de sus compañeras nos miraba. Pero tenía que ir a trabajar, por lo que me acerqué al mostrador, pasando muy cerca de ella para pagar e irme, saludando a todas las chicas de su grupo de manera amable, pero sin mirar a Valentina en particular, aunque quería hacerlo.

La tarde pasó en sintonía con la mañana, todos concentrados y aplicados, aunque con los que tenía que recuperar me costaba más, como ya he descrito, pero sin ningún percance. Algo que encuentro destacable ahora es que entre las personas que había para los cursos, había muchas chicas apañadas. Descartaba totalmente las que acababan de terminar bachillerato, por obvias razones, pero había alguna que otra con un poco más de edad que sinceramente, no estaba nada mal, pero no iba a buscar nada con ninguna de ellas. Ni por mezclar trabajo y placer, aunque sí que lo hice con Rebeca, ni por ganas en general. En esos momentos solo pensaba en Valentina y en el fin de semana que se acercaba, teniendo que aprovechar para desfogar antes de que me fuera a la playa, aunque tenía en mente volver a sacar el tema por si así se animaba.

Al llegar a casa sí que pude hablar con mis amigos de manera más calmada, explicándoles bien porqué había comprado el traje. A ellos les hacía gracia la situación, pero se alegraban de verme así. También les comenté que mi amante me dio largas en eso de venirse a la playa con nosotros, pero pensé que se relajaría en ese aspecto. Les comenté que después de la sorpresa para acompañarla y comportarme como a ella le gustaba, seguro que se animaba. Y eso esperaban ellos, porque querían conocerla. Todos, hasta Sofía, quien dijo que se acercaría el fin de semana siguiente al apartamento de Irene para estar con nosotros un par de días, porque entre semana trabajaba. La verdad es que pintaba bastante bien la cosa y esperaba poder convencer a Valentina, porque me daba hasta por imaginar una orgía entre todos, algo que sabía de sobra que no iba a tener lugar más que en mis mejores sueños, pero quizá sí que podía tener lugar algún que otro juego, y más con Irene de por medio.

Y precisamente por imaginar eso, me metí en el chat que tenía con Valentina, por si tenía algo de ella, encontrando algunos mensajes de ella de hacía pocos minutos. En ellos me decía que no esperaba verme por la cafetería, siendo algo que le gustó, aunque también me comentó que así le costaba concertarse. Bromeamos un poco acerca de ello una vez empezamos a conversar, notando yo cómo cada vez estaba mejor en su estado de ánimo, cosa que me alegraba. También hablamos de otras cosas, contándonos nuestro día un poco, aunque en la tónica de siempre, con ella siendo más reservada y preguntándome bastante a mí. Pero también fue por otro lugar esa conversación como era de esperar, siendo algo inevitable por cómo de caliente estaba esos días. Ella me confesaba que también se encontraba de manera parecida a mí, por lo que le pedí hacer una llamada directamente.
 
Capítulo 545

En ella pudimos hablar mejor, aunque ella lo hacía de manera muy calmada y poniendo una voz muy suave, cosa que me gustaba, porque me llegaba a excitar aún más. Tan caliente andaba yo que me empecé a tocar mientras hablábamos y escuchaba su voz, confesándole a ella lo que estaba haciendo. Ella no le dio más importancia, riendo al oírme. Y yo, al ver su reacción, pues me vine arriba y le empecé a hablar de manera más guarra. De primeras respondía como ella solía hacer cuando usaba ese tipo de lenguaje, pero conforme pasaban los minutos se iba acostumbrando y hasta me preguntaba qué tenía en mente para hacer con ella el próximo fin de semana cuando por fin pudiéramos estar juntos de la manera que ambos queríamos. Y yo no me cortaba un pelo en lanzarle ideas que me venían, aunque lo que más hacía era contarle lo que más me apetecía hacerle en ese momento, con ella asintiendo con unos suaves murmullos muy sensuales.

Pero quise llevar un poco más allá la situación al pedirle hacer una videollamada para poder vernos, porque descartaba totalmente que nos pudiéramos ver en persona. Y para mi sorpresa aceptó casi de inmediato. Así que la llamé de esa manera, cogiéndolo ella enseguida y poniendo la luz de la mesita de noche para que la pudiera ver bien. Ella dijo que a lo mejor esperaba algo mejor, pero yo la veía preciosa. Si es que no necesitaba maquillaje ni nada para estar guapísima. Y así se lo dije, poniendo ella una sonrisa socarrona, aunque pronto empezamos a hablar de nuevo como lo estábamos haciendo antes en la llamada normal. Hasta me la saqué para que me pudiera ver mejor, aunque para ello me fui a mi habitación, apoyando el móvil bien para que me viera todo el cuerpo. Pero ella no hacía nada más que enseñar su cara.

Tampoco esperaba que se empezara a tocar como lo estaba haciendo yo, y más con la regla, pero al menos enseñar algo para calentarme. Se lo comenté y ella me empezó a hablar con una voz más sensual, preguntándome si quería verla desnuda. Mi respuesta no pudo ser más clara al decirle que era lo único que deseaba en ese momento y ella, para complacerme, se quitó su camisón para dejar sus pechos al aire. Le pedí que se los tocara y ella así lo hacía, aunque no apoyaba el móvil en ningún lado. Simplemente se agarraba un pecho con una mano, tocando también el pezón para luego cambiar a la otra mientras agarraba el móvil con la otra mano. Estaba tan excitado que me notaba muy cerca de acabar, por lo que en un calentón le pedí que me enseñara un poco de su vello púbico.

Y de nuevo, ella me complació al apoyarse en el cabecero de su cama y bajando el móvil hacia abajo, regalándome una perspectiva perfecta de ella desde abajo donde se la veía bien, con su pubis un poco al descubierto al sujetar sus braguitas con su pulgar. Y por supuesto, sus pechos y su cara. Ver eso me puso como una moto y Valentina, estando bastante irreconocible me animaba a que acabara, pidiéndome que se lo diera todo, corriéndome yo finalmente sobre mi pecho entre estertores de placer. Pero al hacerlo no vi lo que hizo ella, pudiendo tan solo oír como lanzaba algún gemido de aprobación, diciéndome que estaba siendo un buen chico. Ya después de recobrar el aliento y limpiarme con papel y toallitas, me puse los boxers y me quedé tumbado sobre la cama para seguir hablando con ella un poco más al estar ambos más calmados.

-Me has sorprendido hoy mucho.
-¿Por qué? -preguntaba divertida.
-Porque has estado muy participativa en todo esto. Mucho para ser tú.
-Ya sabes por qué es.
-No. No lo sé.
-Síiiiiii. Yo también estoy muy excitada -dijo bajito-. Y cuando lo estoy, me gusta jugar un poco.
-En persona no te pones así. Lo mismo es que no soy tan buen amante -dije de broma.
-Puede.
-¿Perdona? -pregunté haciéndome el ofendido.
-Jajajaja. No quiero que me tomes el pelo. Ya sé de qué pie cojeas. No voy a caer.
-Ah... Pensaba.
-Jejeje. Ha sido divertido esto.
-Me ha gustado mucho a mí también. Lo necesitaba.
-Lo que necesitas es otra cosa.
-Sí. Tenerte aquí conmigo y que estés ya lista. Es que no vas a salir viva, Valentina. Te voy a reventar como no lo he hecho hasta ahora.
-Jajajajaja.
-No te rías, que es verdad. ¿Podrás aguantar que te folle así de fuerte? Porque como tienes un coñito sensible...
-Ya veremos. Lo mismo te llevas alguna sorpresa.
-Lo mismo te la llevas tú.
-¿Sí? ¿Por qué?
-Bueno... Algo he preparado.
-¿Te has comprado algún modelito para el momento? ¿Te va eso?
-Para ese momento no exactamente.
-Am... -decía haciéndose la interesante.
-Y no me va mucho eso. Al menos para mí. Soy más de usar otras cosas.
-¿Qué cosas?
-Algún juguete.
-¿Juguete? ¿Te gusta que lo usen contigo?
-Yo no he dicho eso.
-¿Y qué sueles usar?
-Depende de la situación, de la chica...
-¿Qué usarías conmigo?
-No creo que te guste ese rollo.
-Uy...
-Es que tú no eres así, Valentina.
-A lo mejor te llevas una sorpresa otra vez, cariño.
-Mmm... Ya me gustaría.
-Jijijijiji.
-Joder... Quiero que sea ya el fin de semana.
-Bueeeeeno. Tú tranquilo, ¿vale? Si solo quedan un par de días.
-¿Cuando tienes pensado vernos? -le pregunté haciéndome el loco pese a tener en mente cuándo verla.
-Pues no sé... Depende de cuánto se alargue la boda. Pero no tengo idea de quedarme mucho tiempo tampoco. Supongo que el mismo sábado por la noche nos veremos.
-Qué bien.
-¿Mañana te veré en la cafetería?
-¿Quieres que vaya?
-Bueno... Si tú quieres... Solo preguntaba.
-Qué mal mientes.
-Jajaja. Es que ganas tengo, pero me desconcentro mientras estás ahí.
-Aclárate entonces, jajaja.
-Haz lo que quieras -dijo sonriendo.
-Bueno, puede que me acerque. Te iba a decir de venir a pasar la noche conmigo, pero es que ya no voy a poder aguantar más teniéndote cerca.
-Mejor no. Piensa que también al día siguiente tengo que madrugar para prepararme para la boda.
-Es verdad. Y, de hecho, yo también tengo algo por la mañana.
-¿El qué?
-Nada, una tontería. Pero tengo que salir.
-Am. Bueno, pues te voy a ir dejando, que es tarde y tengo que madrugar.
-Los dos tenemos que madrugar.
-Pues con más razón. Mañana nos vemos, supongo -dijo guiñando un ojo.

Casi se me escapa con la tontería la sorpresa que tenía de aparecer en su casa para acompañarla a la boda, pero al final no pasó. También es verdad que yo lanzaba algún comentario para jugar al despiste con ella. Y era cierto que tenía algo que hacer el sábado por la mañana antes de ir a por ella, porque quería pasarme por una barbería para cortarme un poco el pelo y perfilar bien la barba para ir lo más guapo posible. Fue un momento bastante agradable ese rato que echamos charlando y jugando un poco el uno con el otro, aunque no podía entender todavía cómo podía aguantar ella sin tocarse. Ni siquiera rozarse, pero ahí estaba disfrutando con tan solo hablar y ver lo que hacía yo. Al rato de estar reposando y pensando en ella y en lo que íbamos a hacer el fin de semana caí dormido, aunque no llegaba a dormir del todo bien aún, pero esperaba que así fuera una vez pasáramos la noche juntos.

El viernes me levanté de buen humor en realidad después de lo hecho la noche anterior con esos mensajes, llamada y videollamada con Valentina. No era ni de lejos lo mismo que estar con ella de verdad, pero para lo que había, no me podía quejar. Por eso mismo estaba de buen humor, por lo que quise aprovechar la madrugada que me metí para quemar esa energía que me proporcionaba ese estado de ánimo. Y quizá movido por ese buen ánimo me dio por pasar cerca de la casa de Valentina. Sabía que no debía hacerlo, pero me apetecía mucho verla y quise probar suerte. Y eso que la había visto hacía pocas horas, aunque fuera a través de una pantalla, pero no pude evitar buscarla. Como es de esperar, no la vi al pasar por su calle y por su edificio en concreto, aunque tampoco esperaba tener tal suerte, pero recordé aquello que me contó de que le gustaba salir a correr en ocasiones, siendo algo más normal que saliera a andar, todo ello bien temprano antes de ir a trabajar.

Por eso me fui por las zonas en las que sabía que la gente solía pasar para correr o andar. Nunca la había visto en la zona que solía correr yo cerca del gimnasio al que también iba, por lo que descarté ir hacia allí, centrándome en otros lugares. No fue hasta una media hora después de pasar por su casa que me pareció verla haciendo como estiramientos. No estaba seguro del todo de que era ella, porque iba con coleta y nunca la había visto así, tan solo cuando le agarré el pelo de esa manera en alguna ocasión en la que me quería hacer sexo oral. Pero su figura se me hacía muy similar, por lo que intenté acercarme, pero sin ser muy descarado tampoco, tal y como hice cuando pasé por su casa, yendo como si tal cosa sin pararme a mirar el edificio ni nada. El problema era que estaba hablando con otra mujer y no quería acercarme a ella en esas condiciones para que no se pusiera nerviosa por si finalmente era ella. Quería hacerlo cuando estuviera sola.

Así que me hice el remolón dando un pequeño rodeo para volver a los pocos minutos, encontrándola ahora sí, sola y siguiendo con sus estiramientos. Me fui acercando poco a poco y cuanto más lo hacía, más me parecía que era ella. Ya viéndola tan cerca y de perfil, corroboré totalmente que era ella. Estaba muy sexy haciendo esos estiramientos, con su pequeña coleta, gafas de sol, mayas ajustadas y camiseta de manga corta ajustada también marcando sus pechos bastante, aunque sin nada de escote. Como si tal cosa, pasé por su lado y le di los buenos días, aunque sin llegar a decir su nombre tampoco, pero ella no me llegó a responder. Vi de refilón su cara, algo seria, aunque no hizo ninguna mueca rara ni de enfado. Yo por mi parte, no pude evitar reírme un poco al alejarme imaginando lo que estaba pensando. No tenía por seguro que ella me hubiera reconocido a mí al llevar también gafas de sol, pero ya me tenía muy visto para conocer mi cuerpo, además de que mi barba me delataba bastante, por lo que imaginaba que lo había hecho.

No sería hasta la hora de comer cuando saldría de dudas de si realmente lo hizo, porque no recibí ningún mensaje de ella en toda la mañana. Ni por WhatsApp ni en la aplicación que usábamos para mensajearnos con más asiduidad. Estaba empezando a comer cuando me llamó, por lo que se lo cogí esperando que me echara un poco la bronca.
 
Capítulo 546

-Vaya susto me has dado esta mañana.
-¿Sí? No era mi intención.
-Eso espero. No me habrás buscado, ¿verdad?
-Qué va... -dije de manera poco convincente.
-Javi... Ya sabes lo que pienso de eso.
-Ya. Ya lo sé. Pero no he llamado la atención ni nada, ¿no? Solo he saludado educadamente a alguien a quien me he encontrado. Nada más.
-Ya.
-Si me hubiera parado a decirte algo, pues sí que... Pero no ha sido nada en absoluto. Valentina, eres una mujer increíble. Lo más normal es que se te acerquen chicos para intentar ligar contigo.
-Pero una cosa no quita la otra. Yo nunca doy pie a nada con nadie. Solo lo he hecho contigo y lo estamos llevando de manera muy discreta. Y quiero que siga siendo así.
-Lo sé.
-Bien.
-Dices eso, pero el día que hablamos por primera vez estabas en ese pub como si no te importara nada que te vieran allí. Lo mismo cuando salimos a la calle y echamos a andar juntos.
-Ese día salí con unas compañeras, pero se tuvo que ir temprano por un problema que le surgió.
-¿Y por qué te quedaste?
-Porque para una vez que salía, no quería encerrarme a la hora de haberlo hecho. Además, supuestamente iban a volver.
-Am. ¿Y no pensaste que te podían ver allí?
-No estaba haciendo absolutamente nada. A todo el que se me acercaba le echaba una mirada que se daba media vuelta.
-Sí, jajajaja. Lo recuerdo. Pero no lo hiciste conmigo.
-Ya te conté porqué.
-Sí. ¿Y no te dio ese miedo que te da siempre de que nos vieran juntos tanto ahí como en la calle?
-Llevaba algo de alcohol en el cuerpo y estaba desinhibida.
-Entiendo.
-Pero ya está. Sé que ha sido divertido para ti y no ha pasado nada. Llevas razón en realidad.
-Es que no ha sido nada. No es como que me plante en tu trabajo y te busque preguntando y todo, ¿no? -dije para ver cómo reaccionaba.
-Bueno, la oficina se volvería loca. Mis chicas te echan mucho el ojo cuando vas por la cafetería.
-¿Sí?
-Ajá. Es que eres atractivo. Es normal que se fijen en ti. Mira, el día que pasaste muy cerca de nosotras y preguntaste la hora, cuando te fuiste se volvieron un poco locas. Tuve que poner orden para centrarnos en lo que teníamos que hablar.
-Jajajaja. Es verdad, que te vi nerviosa.
-Porque me pones así. Y si te acercas tanto cuando no debes, pues más.
-¿Te pongo nerviosa?
-Sí.
-¿Y tontorrona?
-Ya sabes que también.
-Pero quiero que me lo digas tú.
-No me gusta hablar así. Lo sabes de sobra también.
-No seas sosa.
-Oye...
-Es broma.
-Pues ya te digo. Si aparecieras por la oficina, la gente se volviera loca.
-¿Y tú?
-¿Yo? A mí me da algo.
-Levantarías mucha envida. Lo sabes, ¿no?
-Que creído te lo tienes -decía riendo.
-Pero sabes que es verdad.
-Puede.
-Podrías darla mañana en la boda si te acompañara.
-Bueno, no sé si sería la única que estuviera así con un chico joven.
-¿Pero piensas que alguna puede estar con un tío como yo?
-No lo sé.
-Sé honesta.
-No. No lo creo.
-Jajaja.
-Estaría bien que me acompañaras, ¿sabes? Así no sería tan aburrido, porque yo me suelo aburrir en estos eventos. Sobre todo, si voy como jefa y tal. Si fuera un familiar sería diferente.
-Conmigo seguro que no te aburrías ahí. Pero es que sería un problema también, porque yo no podría estar todo el rato tan cerca de ti sin hacer nada.
-Por eso lo decía, porque seguro que empezarías con tus juegos.
-Por supuesto. Anda que no pondría veces mi mano en tu muslo... Pero es que la mano subiría cada vez más.
-Ya. Lo sé.
-Y no podría estar sin llegar hasta el final.
-Pero te pararía. No iba a dejar que me metieras mano delante de todos.
-Bueno, no me refería a eso en realidad.
-¿Entonces?
-Conforme estamos estos días y viéndote así de guapa, no podría evitar llevarte a algún sitio para follarte.
-Ah, ¿sí? -decía con una voz diferente, pareciendo estar poniéndose a tono- ¿A dónde me llevarías?
-Pues los baños es el primer sitio que se me ocurre, pero claro... Es que yo te follaría muy duro, como a ti te gusta.
-Ajammm...
-Y claro, es que nos acabarían escuchando. Imagínate... Pillarnos follando ahí en la boda. La que se podría liar, ¿no? Les robaríamos todo el protagonismo a los novios.
-Claro...
-Podría llevarte a algún sitio más apartado. No sé... A algún almacén o algo, pero es que tendría que estar lejos para que nadie oyera tus gemidos y tus gritos.
-Llevas razón.
-Te estás tocando, ¿o soy yo?
-No. ¿Por qué lo dices?
-Porque te noto la voz rara y esos suspiros...
-Qué va. Estoy preparando la comida.
-Comida la que te metía yo ahora mismo.
-¿Conforme estoy?
-Estoy en un punto en el que eso me daría bastante igual.
-¿Lo has hecho antes?
-No. Tú serías la primera a la que se lo hago.
-Pero eso no va a pasar. Hasta que no deje de sangrar, no hay nada.
-Ya. No te imaginas cómo estoy ahora mismo... Contando los minutos para que podamos vernos. Me noto muy inquieto. Me ha pasado esto alguna que otra vez, pero esta me está siendo la más dura.
-Yo también deseo que llegue el momento. Ya te lo he dicho varias veces.
-¿Y te gustaría verme vestido de traje? -le pregunté para que nos pudiéramos calmar un poco, sobre todo por mí.
-Claro. Aunque me cuesta imaginarte.
-Bueno, me has visto varias veces en camisa ya.
-Si, pero no trajeado. Me gustaría mucho verte. Aunque con esa barba... -decía con tono de pinchar.
-La barba no se toca. Ya te lo dije.
-No, si me acuerdo, jejeje. Tienes que estar muy guapo afeitado.
-Jajajajajajaja -reí con ganas.
-¿Qué pasa? Jaja.
-En la vida me afeito la cara por completo.
-¿Por qué?
-Porque paso de tener 26 años a tener 12.
-No será para tanto.
-Te prometo que sí. La última vez que me afeité del todo fue con 19 y nunca más.
-¿Y si te lo piden por trabajo?
-Pues les dan por culo.
-¿Aunque sea un buen trabajo?
-Ya sabes lo que yo opino de eso. Lo importante para mí es estar cómodo en cada aspecto. Y si mi trabajo no me hace estar cómodo, pues a buscar otro. No tengo problema.
-Am...
-Tengo alguna foto en traje, pero ahí no estaba tan en forma, aunque la barba la tenía mucho más corta.
-Me gustaría verlas.
-Prefiero que me veas en persona de esa manera.
-Pues mejor todavía. ¿Mañana cuando nos veamos?
-Dalo por hecho.
-Yo también me pondré guapa.
-Seguro que lo estarás. Te podrías venir con el vestido ese.
-Bueno... ¿Y dices que te gustaría venir conmigo a la boda? ¿No te aburrirías tú también?
-¿Aburrirme?
-No te imagino yo divirtiéndote en un evento así.
-No sé. No me parece tan aburrido hablar con mucha gente mientras comes y bebes bien. Pero no te hagas ilusiones, que no podría ir de todas maneras -mentí-. Mañana tengo planes desde bien temprano.
-¿No habíamos quedado en vernos mañana cuando salga de la boda?
-Me avisas cuando te vayas a ir y vuelvo.
-Ah, vale. Pues te dejo comer ya tranquilo y de paso lo hago yo también. Mañana nos vemos.
-Vale. Que se dé bien la boda -dije riéndome.
-Gracias -respondió de la misma manera.

Por la tarde la cosa fue tranquila, aunque esa conversación que mantuve con ella durante el almuerzo me dejó un poco acelerado. Como le decía a ella, cada vez se me pasaba el tiempo más lento por no poder hacer nada. Por la noche una vez llegué a casa y cené tranquilamente, no llegamos a hablar tampoco y casi que mejor para no calentarme más de lo que ya lo estaba. Seguro que si lo hubiéramos hecho habría ido a buscarla o le hubiera insistido en que viniera a casa, porque no podía esperar más. Por eso mismo me acabé masturbando durante un buen rato con imágenes suyas que tenía en el móvil, ya fuera las que me enviaba ella o alguna foto que le eché a escondidas. También me apoyaba en todos mis recuerdos que tenía con ella y obviamente también en su ropa interior, que seguía oliendo a ella de manera intensa.

El sábado me levanté bastante temprano después de dormir menos incluso de lo que solía. Estaba bastante nervioso, siendo algo que en realidad me hacía gracia, pero es que tenía varios motivos para estarlo. Primero, por la sorpresa que le iba a dar. Estaba deseando ver su cara al verme bien arreglado y dispuesto a estar a su altura para acompañarla. Y segundo, por obvias razones. Lo hablado el día anterior lo pensaba de verdad. Creía que me iba a costar mucho no hacer algo con ella hasta que nos fuéramos de allí. Fue algo a lo que le di alguna vuelta en ese rato que eché en el gimnasio. Estaba dispuesto a comportarme. Eso era algo muy importante para mí, y pensaba que podría evitar cruzar la línea, pero también era consciente de que le echaría demasiadas miradas y eso podría suponer un problema, por lo que llegué a la conclusión de incitarla un poco para que algo tuviera lugar. Eso, y apoyarme en mis gafas de sol si la comida se hacía a la intemperie, poniendo como excusa mis ojos sensibles a la luz.

A eso de las 10 de la mañana, regresé a casa para darme una buena ducha, aunque no me arreglé la barba en absoluto y casi que ni me peiné, porque fui a una barbería para que me cortaran un poco el pelo y para que me perfilaran bien la barba, pidiendo de paso que me peinaran como yo siempre iba. El resultado estuvo a la altura de lo que esperaba, porque me gustó bastante cómo me dejaron todo en general. La pinta que tenía el chico que trabajaba allí hacía que pensara que me iba a gustar, porque él también tenía una buena barba y la llevaba bastante bien. De hecho, hasta hablamos un poco del tema y me comentó alguna cosa para cuidarla bien y cómo debía peinarla para que quedara bien sin que me costara tanto esfuerzo y tiempo. Así, regresé a casa para darle un repaso con la plancha al traje, como buenamente podía y me empecé a vestir para ponerme lo más guapo que pude.

Y acabé relativamente rápido, pasando a montarme en el coche, yendo a casa de Valentina con bastante antelación, aunque ella me había contado más o menos a qué hora era todo. Lo mejor de todo es que fue algo que me contó por su propia cuenta, sin que yo le preguntara absolutamente nada. Que me contara esos detalles fue una de las indirectas que capté pensando que quería que fuera con ella. Llegué a su casa un poco pasadas las 11 y estuve esperando un buen rato. Me costó un poco encontrar aparcamiento pese a estar bastante retirado del centro, pero finalmente lo conseguí y me bajé, porque estaba dando bastante el sol en la zona. Y esa era otra, porque estaba pasando bastante calor al haber entrado ya en julio, haciéndome pensar que iba con demasiada ropa, aunque en realidad todos debían ir así.

Los minutos pasaban y Valentina no bajaba. No quise llamarla de primeras, porque quería que la sorpresa fuera mayor, pero me empecé a impacientar conforme el tiempo pasaba y se acercaba más a la hora de la boda. Pero justo cuando cogí el móvil para mandarle un mensaje, empecé a oír un taconeo desde dentro de su edificio. Nadie había entrado o salido y oír eso me hizo pensar que era ella. No me encontraba tampoco pegado a la puerta, pero tenía pinta de que ese portal hacía bastante eco por cómo resonaban sus pisadas con unos zapatos de tacón. Efectivamente, era ella y estaba deslumbrante, porque verla con ese vestido en persona era mejor que hacerlo en cualquier foto que pudiera enseñarme. Se adaptaba bastante bien a su cuerpo, sin llegar a ser tampoco muy ceñido, pero sí que realzaba sus curvas, en especial las de sus pechos, su culo y sus caderas. Pero lo que más me gustó fue cómo iba maquillada y peinada. No muy cargada, pero con una buena sombra de ojos a juego con el vestido, llevando sus labios rojos. Su peinado consistía en un pequeño recogido con unas pequeñas trenzas preciosas, aunque su flequillo estaba intacto.

Sin embargo, ella reaccionó asustándose una vez me vio después de recibirla yo con una sonrisa y diciéndole lo guapa que estaba. La cara de Valentina era un poema, aunque pasó a ponerse sería muy rápidamente. Y en ese momento supe que no le había hecho nada de ilusión que apareciera por allí. Juraría que eso era lo que ella quería que hiciera, pero estaba bastante claro que me había equivocado bastante, aunque ella misma fue la que me contaría lo que pensaba al agarrar mi mano con fuerza impresionante y que no pensaba que pudiera tener, tirando de la misma manera para meterme con ella en su portal antes de que se cerrara la puerta una vez salió, llevándome a lo que parecía un cuarto de basuras y cerrando con un portazo para que nadie nos pudiera oír al hablar.

-¿Pero se puede saber qué haces aquí? -preguntó bastante nerviosa, con unos ojos temblorosos.
-Pues había pensado acompañarte a la boda. Pensaba que...
-No has pensado nada, que eres idiota. Sabes de sobra lo que pasa y te presentas aquí pudiendo verte cualquiera que me pueda conocer.
-Pero...
-Ni pero, ni nada. Te voy a decir lo que estabas pensando. Estabas cachondo como un mono y no podías esperar más. Javier, que solo iban a ser unas horas. ¿Cómo me puedes hacer esto? Es que eres imbécil, de verdad.
-No es eso. Es que...
-Sí lo es -dijo interrumpiéndome muy enfada, casi exclamando.
-Que no...
-Que sí. Que te calles. Eres como todos. Yo pensaba que podía confiar en ti y resulta que no es así. Eres como todos los demás. Solo piensas en lo mismo. Está claro. Pero es que además de eso, eres un niñato que no piensa en las consecuencias de sus actos y de lo que puede ocasionar en las personas que le rodean. ¿Qué pensabas, que íbamos a ir juntos para no parar de meterme mano y echarme un polvo ahí delante de todo el mundo...? -dijo con una manera de hablar bastante irreconocible en ella.
-Pero ayer hablamos...
-Ayer hablamos tonterías. Tonterías que eran eso, tonterías, pero que tú te las has tomado muy en serio, porque eres un niño que solo piensa en pasarlo bien. Te da igual todo. Solo piensas en ti. ¿Cómo voy a llevarte a la boda conmigo después de todo lo que te he contado? Y además con la manera de comportarte que tienes, que no se puede hablar contigo sin que lo hagas de manera soez y no sueltes una barbaridad en cada frase que dices.
-Vale, lo siento. Lo he hecho mal. Mucho, pero tampoco hace falta que me hables así.
-Sí que hace falta. Porque parece que es la única forma de que lo puedas entender. Esto me pasa por juntarme con un niñato en vez de con un hombre de verdad.

La verdad es que no me estaba sentando nada bien todo lo que me estaba diciendo, por lo que me di media vuelta para irme de ahí, porque ya había tenido suficiente, pero se ve que ella no, porque me despacharía para quedarse a gusto.

-Anda, sí. Fuera de mi vista. Y no vuelvas por aquí. Espero que esto no tenga consecuencias, porque entonces sí que no me vas a volver a ver.
 
Capítulo 547

Abrí la puerta de su edificio con fuerza y ni vi qué hizo ella, porque no miré atrás. Me monté en el coche y arranqué para volver a casa de inmediato. Al llegar, me quité la chaqueta y me eché sobre el sofá para taparme la cara con las manos. Me sentía estúpido como pocas veces había experimentado y es cierto que la culpa la tenía yo por haber interpretado mal algunas señales que me pareció ver por su parte y por dejarme llevar por la excitación permanente que tenía esos días pese a que intenté rebatirle ese argumento en la discusión que tuvimos, pero tampoco me gustó que ella abordara la situación de esa manera tan humillante para mí. Cada vez que salía el tema de que nos pudieran ver juntos lo veía más raro y la veía más rara a ella. No había entrado ni salido nadie del edificio desde que llegué, por no decir que la calle era poco transitada de por sí. En mi opinión exageraba bastante, pero si ella se ponía así debía ser por algo.

Poco me duró aquella ropa puesta, porque me fui a mi habitación para dejarla de cualquier manera sobre la silla del escritorio y ponerme algo más cómodo, volviendo al salón para ponerme la play y distraerme así un rato, porque me conocía y sabía que me iba a comer la cabeza con el tema y sinceramente, era algo que no quería hacer, sobre todo después de cómo me habló para expresar su disgusto. Y funcionó bastante, aunque en la hora de comer sí que le di alguna vuelta más mientras comía algo que me pedí a domicilio. Pero cogí el móvil para distraerme un poco, viendo que se había montado algo en la tienda para jugar, por lo que de la nada saqué un plan para poder socializar y distraerme. Seguro que eso me vendría bien. Después de comer, volví a la partida que tenía a medias y como tenía que concentrarme, pues me vino bien para no pensar en absolutamente nada más que en lo que estaba haciendo, pasando así el tiempo necesario para llegar la hora de la quedada en la tienda.

Aunque allí la tarde no fue tan bien como venía siendo cuando jugué las últimas veces. La verdad es que no estaba a lo que estaba. Me costaba mucho concentrarme y metí varias pifias que me costaron partidas que debía haber ganado sin mucha dificultad, quedando bastante mal en comparación a como lo hice en previos torneos. Lo único bueno de la tarde fue que al acabar, nos fuimos por ahí a cenar para terminar de completar el día, pero nos fuimos a casa bastante temprano, porque los demás tenían planes para después. En casa me eché en el sofá para reposar la cena y miré el móvil, viendo que tenía algún mensaje de Valentina y no me apetecía mucho ver cómo me seguía hablando así después de haberlo hecho hacía pocas horas, pero por si acaso abrí el chat que teníamos. Ahí me decía que ya hablaríamos seriamente de lo que había hecho y que esperaba que no me pusiera a la defensiva cuando lo hiciéramos, porque ya estaba cansada de explicarme lo importante que era aquello para ella y blablabla. No estaba para seguir aguantando eso, por lo que cerré la aplicación dejándola en visto.

Pero no iba a dejar que todo eso me jodiera el día del todo, por lo que regresé a mi habitación para vestirme y salir a tomarme algo. La temperatura que hacía animaba mucho, con el calor dando tregua por la noche, encontrando bastantes terrazas con gente en ellas tomando algo. Y estuve deambulando por varios sitios, aunque a medida que se hacía más tarde, más alcohol ingería, llegando a un punto en el que no recuerdo nada, despertando al día siguiente en mi cama con una resaca tremenda, lo que me provocaba un agudo dolor de cabeza, boca seca y malestar por el cuerpo. La verdad es que haber salido para emborracharme conforme estaba no fue la decisión más adecuada, porque me desperté desnudo, algo que no sería tan malo de no ser porque la chica que se encontraba a mi lado de la misma manera, no era otra que Cintia.

No me asusté al verla, más que nada porque tenía bastante malestar en el cuerpo y me dolía la cabeza a horrores. Tan solo me limité a poner mis manos sobre mi cara para tapármela y frotarla. No tenía ni idea de lo que había hecho por la noche, pero ahora estaba en mi habitación y con una chica a la que no quería volver a ver más. Ella estaba despierta y mirándome, pero no dijo nada. Ni tampoco yo, porque necesitaba tomarme algo para el dolor de cabeza, además de que tenía la boca muy seca. Así que me levanté sin que ninguno nos dijéramos nada y me fui a la cocina a beber agua y a tomarme una aspirina. Para cuando me di cuenta, estaba escuchando la ducha correr, por lo que ella se metió en el baño, momento que aproveché para sentarme en el sofá conforme estaba, en boxers. La luz me molestaba mucho, pero es que ya era más de la 1 de la tarde. Y pese a no tener marcas ni morados, me notaba el cuerpo molido. A saber qué habría hecho para encontrarme así.

A eso de los 10 minutos apareció Cintia por el salón, quedándose de pie y mirándome. Yo me mantuve callado tratando de recuperarme algo, porque aún estaba muy disperso. La verdad es que estaba muy guapa, con un vestido corto de color blanco, con un buen escote, con unos finos tirantes y con su espalda al aire. También se les notaba los pezones. Parecía que la noche anterior había salido de caza, porque también iba con unas sandalias altas bastante bonitas. Lo que más me chocaba era verla tan morena. Cintia era una chica con la piel muy blanca y nunca la había visto así, aunque tan solo lo hice durante unos pocos meses, pero a la vuelta del verano en el curso que nos conocimos no estaba nada morena. Sin embargo, ahora lo estaba, y pese a verla rara, le quedaba muy bien. Ella se mantenía de pie, con sus manos delante de su cuerpo sujetando su pequeño bolso y finalmente fue ella la que rompió el hielo.

-¿Te puedo hacer una pregunta?
-Cintia, no estoy para tus tonterías. Especialmente después de lo que pasó la última vez que nos vimos.
-No. No voy por ahí.
-Ya. Seguro.
-Que sí, joder. Me he tranquilizado bastante y ya no hago esas cosas.
-Que sí, que sí.
-Mira, si quieres podemos hablar como dos personas normales y si no, pues te vas a la mierda.
-Pero es que no eres normal, Cintia.
-Lo sé. Y por eso he buscado ayuda de manera más profunda. No es muy amable por tu parte hablarme con ese desprecio. Eso es muy malo para los que tenemos problemas.
-Es que no me fio de ti. No sé por dónde me puedes salir.
-Pues nada. Se ve que sigues siendo el mismo niño de siempre. Ahí te quedas.
-¿Qué pasó anoche?
-¿Ahora sí quieres hablar?
-Joder...
-Podemos hablar si quieres, pero tiene que ser una conversación, no solo me vas a preguntar tú y voy a responder yo.
-¿Qué ayuda dices que has buscado?
-Pfff... Psiquiátrica.
-Vale.
-¿Podemos hablar como dos personas normales entonces?
-Ejem... Vale. Pero no quiero tonterías.
-Anda, ve y te vistes y lávate un poco la cara.
-Cintia, no quiero tonterías.
-Me vas a enfadar al final.

No quería liarla, por lo que me fui a mi habitación para ponerme algo de ropa y luego pasé por el baño para lavarme un poco, tardando lo menos posible al saber que ella estaba ahí. La verdad es que hablaba de manera diferente y no veía tanto asco ni estupidez en sus gestos y manera de hablar. A lo mejor sí que era cierto lo que decía, o a lo mejor estaba siendo muy estúpido al no echarla de inmediato, pero el caso es que al volver al salón me lo encontré todo en orden, con ella sentada en el sofá mirando su móvil, con todo en silencio.

-Pareces otro ahora -me dijo al verme.
-Ya. ¿Me puedes decir qué pasó anoche?
-Pues a ver... Yo salí tranquilamente con un par de amigas y... De pronto te me acercaste.
-¿Yo?
-Sí. Tú. Ibas muy borracho.
-No me acuerdo de nada.
-Por eso mismo. A mis amigas no les diste muy buena impresión.
-Pues la que les puede dar cualquier borracho.
-Ya. ¿Desde cuándo bebes tanto para ponerte así?
-No lo hago.
-Pues anoche...
-Ya. ¿Y qué pasó?
-Me diste pena. Sí. Después de todo lo que ha pasado y mira. A lo mejor tiene que ver el nuevo tratamiento que estoy siguiendo. O la nueva medicación, pero el caso es que te quedaste sentado por ahí, medio reventado. Y pues como te miraba, mis amigas me preguntaron si te conocía. Al final me dijeron que te ayudara. Y te traje a casa.
-¿En serio?
-Qué sí, joder. Lo preguntas como si fuera imposible.
-Cintia, ¿te recuerdo lo que pasó en tu casa hace no mucho?
-No. Si me acuerdo perfectamente. Pero seguro que sabes cosas por haberme robado mi ordenador.
-Puede ser.
-En fin. Que te traje.
-¿Y qué pasó?
-¿No habíamos quedado en que iba a ser una conversación y no un interrogatorio?
-¿Qué quieres saber?
-Quiero saber algunas cosas. La primera es por qué te emborracharse así.
-No sé. Me apetecía salir y empezaría a beber y no me di cuenta cuando me puse así.
-Ya. Uno no se da cuenta de cuando se emborracha...
-No sé qué quieres que te diga.
-¿Tiene que ver con el traje que hay en tu cuarto ahí tirado de cualquier manera? Es todo negro. ¿Se te ha muerto alguien?
-Qué va. No es eso.
-¿Entonces? Porque es lo que se me ha ocurrido.
-Por la mañana tenía una cosa, pero se me jodió. Lo dejé ahí.
-Tú no eres de dejar cosas así por medio.
-¿Qué sabrás tú?
-Pues porque me he fijado las veces que he venido anteriormente, imbécil.
-Pues sí. Estaba enfadado y lo dejé ahí de cualquier manera. Punto.
-¿Es por una chica?
-¿Qué más te da?
-Sí. Es por una chica.
-¿Anoche follamos? -le dije para cambiar de tema.
-¿No has visto el condón que había encima de la mesita?
-Sí.
-Pues ya tienes tu respuesta.
-¿Tú ibas borracha?
-No. Si no tenía pensado hacer nada. Te traje para dejarte aquí y me iba a ir, pero me empezaste a decir que estaba muy guapa y que me querías besar.
-¿Yo?
-No, tu padre.
-Joder...
-Al final me diste un beso y me dejé llevar. No sé por qué lo hice. Soy tonta. Y pues acabamos follando. Llevaba unas semanas sin hacer nada y el cuerpo pues me pedía un poco eso.
-¿Por eso me duele el cuerpo?
-No hicimos nada raro. Estabas muy encendido, pero no pasó nada fuera de lo común en un polvo.
-¿Usamos protección todo el rato?
-Sí. Para ir lo borracho que ibas, lo primero que hiciste fue coger un condón de la mesita.

Justo en ese momento empezaron a llamar a la puerta. No esperaba a nadie y me podía oler quién podía ser, por lo que no me levanté ni siquiera para abrir. Cintia me preguntó si no abría, respondiéndole yo con un gesto de que guardara silencio. Efectivamente, después de que insistieran unas cuantas veces más, me empezaron a llamar al móvil y era Valentina, como yo esperaba. No tenía cuerpo para aguantar esa bronca que sabía de sobra que me iba a echar, y mucho menos con Cintia allí. Rápidamente puse el móvil en silencio y lo dejé sobre la mesa boca abajo.

-¿Quién es Valentina?
-Nadie.
-¿Es la que te ha jodido esta vez? Jajaja. ¿Qué ha pasado?
-Cállate, que te va a oír.
-Qué estúpido eres.

Después de que volvieran a llamar un par de veces más al timbre, se quedó todo en silencio y miré el móvil, teniendo tres llamadas perdidas. Los mensajes ni los miré, aunque tenía pinta de que lo había hecho por la aplicación que usábamos, porque en WhatsApp no tenía ninguno de ella. Cintia se levantó diciendo que se tenía que ir, porque era tarde y tenía una comida familiar, por lo que la acompañé a la puerta, diciendo ella que ya nos veríamos, aunque yo no le llegué a responder, porque no quería volver a hacerlo en realidad, pero para evitar que me montara alguna de las suyas, me quedé en silencio. Una vez se marchó, me volví a sentar en el sofá para descansar, porque me notaba molido, pensando en esta chica y viendo que sí que parecía estar dando pasos en sus problemas, porque la veía bastante diferente en realidad, aunque poco pensé en ella, porque Valentina me vino rápido a la cabeza, cogiendo el móvil para ver si tenía mensajes en la aplicación, encontrando bastantes de hecho.

Tenía mensajes de ella desde las 8 de la tarde del día anterior, aunque no le hice mucho caso al móvil, especialmente a la aplicación esa. En esos primeros mensajes me decía prácticamente lo mismo que en el momento en el que me echó la bronca en el portal de su casa, diciendo que estaba loco por haber hecho eso, que la podía haber metido en un buen lío si es que no lo había hecho ya y muchas cosas con ese mismo tono borde que usó el momento que me lo dijo a la cara. Sobre las 10 de la noche volvió a escribirme, aunque se dio cuenta de que no había leído los mensajes, pero ella se desahogaba despotricando un poco más de mí para que lo leyera yo después. Sobre las 11 y media me decía que había ido a mi casa para hablar conmigo, pero que no le respondía. Seguía enfadada y alguna bordería soltaba igualmente.

Ya en la mañana de ese día en el que me encontraba, la cosa cambió un poco. Se mostraba más calmada en esos mensajes que me puso y decía que entendía por qué no le respondía o más bien, por qué no los abría ni siquiera. Entendía que quizá había sido dura conmigo al hablarme así y que no era algo para nada común en ella perder los papeles así de esa manera, pero le molestó mucho que hiciera aquello, especialmente después de haberme dicho tantas veces lo que pasaba con ella y todo lo que involucraba acercarme a ella así. Hasta me pidió disculpas por haberme hablado de esa manera tan inapropiada, pero me pedía que la entendiera. Aun así, comentaba que le gustaría que habláramos bien el tema para que me pudiera explicar bien lo que se estaba jugando y cómo podían hacerle daño, pidiéndome también que no hiciera algo parecido. Al menos, no sin consultarle.

Pero alrededor de una hora después de haber leído yo esos mensajes y dejarlos en visto por no querer empezar una conversación que no quería realmente, ya fuera por evitar discutir o por no encontrarme bien del todo por la resaca que tenía, Valentina me mandaría algún mensaje más, diciendo que había ido a mi casa para que pudiéramos hablar una vez habiendo dejado pasar un poco las horas y el calentón del momento, pero como que medio me echaba en cara que no me importara nada ella, lo que pensara y cómo se sintiera. Decía que estaba decepcionada, porque después de algunos gestos buenos que había tenido con ella, veía que no me comportaba de esa manera, sino como cuando me conoció. Comentaba que al parecer no perdía el tiempo por haber visto a una chica rubia muy guapa salir de mi casa después de haberme llamado al timbre y al móvil.

De nuevo, la dejé en visto, porque la cosa se había empezado a torcer otra vez y seguía sin tener fuerzas para enfrentarme a eso y para aguantar ahora un ataque de celos encima. Era perfectamente consciente de que la había cagado, siendo algo que me molestaba por malinterpretar unas señales que yo creía bastante claras. Y todo por darle una sorpresa que estaba seguro le iba a gustar. No le echaba las culpas a mi amiga Sofía por incentivarme a hacerlo, ni mucho menos. La culpa era solo mía, que era conocedor de sobra de su situación. Y me sentía muy estúpido por haber roto la confianza que ya tenía con ella. Había vuelto al punto de partida, si es que no había ido más atrás aún, pero más estúpido me sentía con la bronca que me echó como si fuera un niño pequeño. Estaba más enfadado conmigo mismo que con ella, pero la verdad es que su forma de sobrellevar la situación no me gustó. Me podría haber dicho las cosas de manera diferente y ella misma reconocía haberse pasado.
 
Capítulo 548

De noche volvería a mandarme algún mensaje preguntándome si alguna vez iba a responderle o si solo me iba a limitar a leer sus mensajes y no hacer nada. Seguía sin gana alguna de meterme en una discusión, pero ya no me encontraba tan mal y pensaba que cuanto antes zanjara el tema, pues mejor. Pero durante la tarde estuve pensando en ella y en eso de que no la podían ver con alguien. Cuanto más lo pensaba, más raro lo veía y menos lo entendía, pero supongo que con tal de verla y seguir haciéndolo, pues asentía a lo que ella me decía sin llegar a tratar de buscar una explicación coherente a lo que ella me contaba. Y no es que se pusiera impertinente al volver a llamarme la atención en otro mensaje diciendo que le contestara y que me veía en línea, pero sí que me mosqueada su actitud, porque ahora su enfado era a raíz de unos celos por ver a Cintia salir de mi casa.

-Valentina, eres rara.

Ahora era ella la que me dejó en visto, aunque ponía que estaba en línea. En cualquier caso, no tardaría mucho en recibir una respuesta por su parte, aunque fue en forma de llamada.

-¿Por qué dices que soy rara? -preguntó cuando descolgué.
-Porque sí, Valentina. Porque es todo muy raro. No entiendo qué es lo que pasa para que tengas ese miedo a que te vean con alguien en público. Y ahora te pones celosa porque has visto a una chica salir de mi casa.
-Estoy cansada de explicarte qué es lo que pasa, porqué me pongo así y lo que me estoy jugando.
-Y yo estoy cansado de estas situaciones en las que no puedo hacer nada. Siento que no tengo libertad contigo. Me encantaría hacer tantas cosas… Y sin embargo, no puedo hacer nada.
-Pero es que sabes desde primera hora lo que hay.
-Sí. Lo sé. Pero eso no significa que no me canse la situación. Lo más parecido que hemos hecho a algo que me gustaría fue cuando fuimos a mi ciudad a verla y a cenar por ahí, aunque no fue ni mitad de bien que debería haber ido.
-Por tu culpa.
-Que sí, Valentina, que fue por mi culpa, como todo.
-¿Entonces? ¿Fue mía? Porque yo no soy quien se va acostando con otras personas sin protección -dijo poniendo énfasis en eso último.
-Te he pedido perdón por eso miles de veces. Desde que pasó, he hecho bien las cosas. ¿Qué más quieres que haga?
-Que te comportes bien y no hagas tonterías como la de ayer.
-No lo hice con la intención de joderte, que parece que eso es lo que piensas. Por algunos comentarios que has hecho pensaba que querías que fuera contigo. Por eso me presenté allí ayer así vestido, para ir contigo a la boda.
-¿Pero no te das cuenta de la tontería que estás diciendo? ¿Cómo voy a querer que vengas conmigo si te estoy diciendo que no puedo dejarme ver con cualquiera?
-Pues no hagas esos comentarios. Pensé que era lo que querías y por eso lo he hecho. Sin más.
-Es que es una tontería muy grande.
-Ya. Me ha quedado muy claro. Pero que eso no es por lo que estás enfadada. Si en los mensajes que me has ido escribiendo hoy estabas más calmada. Te has vuelto a enfadar por ver a una chica salir de mi casa.
-Pues claro. Vienes tan dispuesto haciendo esa tontería y como te echo la bronca, te falta tiempo para irte con otra.
-Pues sí. Ayer me llevé un palo por cómo te pusiste porque fui ilusionado pensando que te gustaría el gesto, porque me esforcé en ir lo mejor que podía y vas tú y me dices todas esas cosas. Que sí, que te molestó que lo hiciera, pero me podías haber dicho las cosas de una manera muy diferente. No hacía falta que fueras una clasista de mierda conmigo y que solteras todas esas borderías. Porque tú misma has reconocido que lo has hecho en los mensajes de hoy. Y después de ese momento de mierda no iba a quedarme aquí en casa amargado pensando todo el rato en lo mismo, así que sí, salí, me emborraché y me follé a la rubia esa. ¿Algún problema?
-Ahora eres tú el que me está diciendo las cosas de mala manera. No tienes derecho a echarme nada en cara si te vas a poner tú así también.
-Puede, pero es lo que tiene tratar así a las personas, que ese daño que haces te puede volver.
-Ya me lo has hecho este medio día cuando he ido a tu casa.
-Sabes de sobra que no tenemos exclusividad ninguna.
-Y tú sabes de sobra que me duele. Javier, me has ignorado los mensajes, me has ignorado cuando he ido a tu casa y he llamado al timbre y a tu móvil. Espero un poco y veo a una chica salir. ¿Sabes lo estúpida que me he sentido?
-Pues igual que me sentí yo ayer cuando me echaste esa bronca de esa manera.
-No tienes ni idea. Pero ninguna.
-Mira, Valentina. Yo sé que lo hice mal ayer. Pensaba una cosa que al final resultó ser lo opuesto de la realidad. Vale, soy tonto, ya está. Pero es que estoy cansado. Lo mejor es que lo dejemos.
-¿Dejar? ¿El qué? ¿Quieres que nos dejemos de ver?
-Yo no he dicho eso. Me refería al tema este. Los dos hemos hecho cosas mal, seguramente yo lo haya hecho peor, pero ya está. Es que no vamos a llegar a nada en claro. Por eso te decía de dejarlo. ¿Tú quieres que nos dejemos de ver?
-Me has dado muchos motivos para quererlo.
-Pues si es lo que quieres...
-No. No quiero hacer eso por mucho que tú te empeñes en romper la confianza que poco a poco te he ido dando.
-Mira, vamos a hacer una cosa.
-¿Qué quieres hacer?
-Vamos a dejar pasar esta semana que me voy a la playa. Así tenemos tiempo de calmarnos y ver las cosas con tranquilidad y ya poder hablar en condiciones, porque ahora estamos muy en caliente y así es imposible.
-Podríamos haberlo hecho hoy cuando he ido a tu casa.
-¿Crees que es lo mejor hablar ahora?
-Supongo que no.
-Yo creo que nos va a venir bien. Han sido unas semanas muy intensas las que hemos pasado desde que nos conocimos y nos va a venir bien estar unos días sin vernos.
-Ya...
-Valentina, que no digo esto para estar follándome a una cada día de la semana. Y si pasa, pues no hay nada malo. Yo quiero irme para descansar y desconectar y si surge algo, pues ya está. ¿Vas a estar ahora pensando todo el rato en que estoy con una o con otra?
-Sí que te hace falta relajarte, sí.
-Joder. Yo creo que es lo mejor. Así podemos pensar bien y replantearnos las cosas.
-Si es lo que quieres…
-¿Qué quieres tú?
-Ya te lo he dicho.
-Joder, Valentina. Pon de tu parte.
-Es que sería todo tan fácil si te comportaras...
-Esta conversación no va a acabar nunca si seguimos así.
-Pues nada. Que te lo pases muy bien, que te diviertas y que pienses bien lo que quieres.
-¿Qué vas a hacer tú?
-Trabajar. ¿Qué si no?
-Deberías descansar. Ya te lo dije.
-No me lo puedo permitir.
-Tú verás lo que haces.
-Pues nos vemos dentro de una semana.

No me fui de la mejor manera a descansar, porque tenía mal cuerpo aún y sobre todo, porque mi estado anímico estaba muy bajo. Me sentía dolido aún por la forma en la que ella me había tratado, como a un pelele cuando mis intenciones eran buenas de verdad. En ningún momento quería hacer algo que la enfadara así y pensaba de verdad que había leído bien entre líneas. Quizá me ilusioné demasiado y mis ganas fueron las que actuaron más que mi cabeza a la hora de dar ese paso. También me sentía mal por haber hecho que se pusiera así y gran parte de eso fue en esa última conversación. Ambos estábamos en caliente y decíamos las cosas de no muy buena forma, especialmente por mi parte, pero es que la situación me tenía ya quemado, como le dije a ella. Me arrepentía bastante de decirle lo que había pasado la noche anterior y con esas palabras que sabía de sobra que ella detestaba, pero el daño ya estaba hecho.

Al día siguiente, me levanté bien temprano como era lo usual, aunque esta vez no me fui al gimnasio, ni a correr ni nada parecido, porque me monté en el coche echando mi maleta, la cual hice la tarde del día anterior para irme al apartamento de Irene en la playa. Me esperaban unas cuantas horas de viaje hasta llegar a allí y la verdad es que me comí bastante la cabeza por obvias razones. Era un sentimiento difícil de describir el que tenía, porque mezclaba enfado conmigo mismo por ser tan idiota de no haber sabido ver que ella no quería eso, enfado y decepción con ella por cómo me trató, doliéndome más que me tratara como a alguien inferior que las propias borderías en sí. Por comentarios que hacía y por su estilo de vida, veía cómo era Valentina, pero no esperaba que me fuera a soltar tal comentario tan desagradable. Me hizo sentir como una mierda y eso era algo que me creó resquemor.

Casi llegando, Irene me llamó para preguntarme cómo iba, teniendo ellos pensado ir a la playa para pasar ahí la mañana. Cuando le dije que me quedaba algo menos de una hora para llegar, me dijo que me esperaban allí y que me prepararía algo para desayunar. Lo bueno fue que no me notó el mal estado de ánimo que llevaba, pero sí que lo haría nada más verme, preguntándome qué me pasaba. Yo le decía que no me pasaba nada, pero cualquiera engañaba a esta chica. Ya cuando Mario también se puso a preguntar les dije lo que pasó. Mi amigo se reía diciendo que era una tontería, aunque Irene sin embargo, me dio un tirón de orejas diciéndome que tenía que cuidarla. De hecho, se mosqueó bastante por saber yo de sobra su situación y haber hecho aquello, dándole la razón a ella. Y en realidad ella opinaba como yo respecto a su tema, viéndolo raro desde primera hora, pero aquello le daba igual, porque lo que le importaba era que yo hubiera hecho eso pese a decirle que mis intenciones eran buenas.

Le pedí ayuda a Mario, pero él pasaba de meterse en medio, diciendo que le parecía rara ella por lo que le contaba y yo por ese impulso que tuve de ir a su casa. Tampoco me libré cuando traté de argumentar que Sofía me había alentado un poco a que lo hiciera. Irene se mantenía firme en su pensamiento de que había sido por mi culpa y que esperaba que me hubiera disculpado. Por eso me dio un palmetazo en el brazo después, porque le dije que habíamos discutido de manera intensa y habíamos quedado en tomarnos una semana para dejar enfriar el tema. A Mario le parecía buena idea, pero Irene me decía que era por mi culpa, aunque al final también dijo que era mejor así para poder estar los dos más tranquilos. Al final el desayuno se alargó un poco más de la cuenta con tanta charla, aunque yo trataba de cambiar un poco de tema para no estar de mal rollo nada más llegar, pero Irene estaba muy preguntona y me pedía detalles de lo ocurrido.

Ya en la playa estuvimos más tranquilos y pudimos disfrutar de un buen día al estar tomando el sol y al comer en un chiringuito cercano, aunque nos volvimos al apartamento para resguardarnos del sol en las horas más críticas. Allí descansamos también para luego bajar y echar la tarde también en la playa. No tocamos mucho más el tema de Valentina más allá de algún que otro comentario. Pero ya estaba más relajado el asunto, porque mi amiga me veía un poco jodido y me preguntó cómo se me pasó por la cabeza hacer aquello, explicándole yo lo que pensaba, las ganas y la ilusión que tenía. Así se nos pasó la tarde también, regresando de nuevo al apartamento para ducharnos y salir a cenar, estando bastante a gusto en un restaurante cercano al paseo marítimo. Y tras eso, la intención de mis amigos era salir a tomarnos algo, aunque yo tenía un plan diferente en mi cabeza y no tenía que ver con ellos.

I: ¿Qué tienes otros planes? ¿Cuáles?
J: Nada especial. Pero ya que he vuelto por aquí...
M: ¿En serio?
J: Claro, ¿por qué no?
M: ¿No le molestará a tu nueva amiguita?
J: Manda huevos que me lo digas tú, jajaja.
M: Nosotros nos contamos las cosas y somos como somos. Ella no así y si vas a hacer eso seguro que tampoco se lo ibas a contar.
J: Pues claro que no. Si le hace daño, ¿para qué lo iba a hacer?
I: Pues...
J: Venga, no me vengáis ahora con esto. ¿O es que no hemos follado ya bastante entre nosotros para dejar de hacerlo por esto?
I: Es verdad. Pero pienso en ella y... Pero las ganas que te tengo no me las quita nadie.
J: A mí tampoco se me quitan las ganas de verme con otras. Y es algo que ella sabe, aunque prefiere evitar que le dé detalles o que le cuente directamente cuándo me voy con otras.
I: Te va a notar que has estado con alguna chica aquí.
J: Ya lo hablamos y sabe que es inevitable. ¿Qué hago, me quedo quieto sin hacer nada? Lo siento, pero no.
M: ¿A ti te molestaría?
J: Pero si le he dicho que se vea con otros por lo mismo. Pero no quiere, solo quiere estar así conmigo. Somos muy parecidos para unas cosas y muy diferentes para otras.
I: Haz lo que quieras, Javi. Pero con lo que nos has contado de cómo se ha puesto cuando ha visto salir a esa de tu casa...
J: ¿A dónde quieres llegar?
M: A que deberías cuidarla. Se ve que te gusta mucho y si no la cuidas, pues la vas a perder.
J: A ver, calma. Sí, es verdad que me gusta y que no quiero que se vaya de mi lado. Pero desde luego no voy a permitir que me hable como lo ha hecho y que me trate así cuando mis intenciones eran buenas.
I: No vayas de víctima cuando la culpa de todo eso ha sido tuya.
J: Bueno, paso de discutir y calentarme la cabeza otra vez con lo mismo. He viendo a pasármelo bien, no a estar amargado. ¿Tenéis el número de Bea? ¿O me podéis decir dónde vive?
M: No tenemos su número. Si la última vez que la vimos fue la misma que lo hiciste tú.
I: Tampoco recuerdo cómo se llama la calle, pero te puedo decir por donde queda más o menos.

Con una simple indicación me dijeron por dónde vivía y cómo era su edificio, aunque con eso lo iba a tener un poco complicado para dar con ella. Así que me despedí de mis amigos, aunque tampoco tenía pensado pasar allí la noche. De camino a donde estaba la casa de la chica que tan difícil me lo puso para mantenerme fiel a mi pareja un año atrás, me quedé pensativo en los consejos de mis amigos. Que sí, que llevaban razón, pero en ese momento, yo quería pasarlo bien y no iba a hacerme un nudo en la polla durante toda una semana con tal de serle fiel a una persona a la que no tenía por qué serlo. Y pasar una semana en sequía era duro, como ya estaba mi cuerpo empezando a notar, ya que el polvo que eché con Cintia no lo contaba por ir tan borracho que no recordaba nada. El año anterior lo tuve increíblemente fácil, veríamos cómo lo tendría este en el que estaba.

Por lo pronto, la cosa empezó mal, porque al llegar al sitio, fui capaz de reconocer el edificio que me describieron mis amigos y hasta tuve la suerte de encontrar la puerta abierta, pero una vez fui a la zona de los buzones, no encontraba su nombre en ninguno de ellos, lo que me indicaba que ya no vivía allí. Bastante resignado, salí de aquel edificio para dar una vuelta por la zona por si la suerte me sonreía y me la encontraba por allí, tratando de centrarme en las zonas por las que se movían los estudiantes, aunque estando en verano, no había ninguno, pero sí que había gente de mi edad e incluso más joven. Tampoco tuve suerte por esas zonas, por lo que pensé en darme una vuelta por el paseo marítimo, obteniendo el mismo resultado. Lo único que se me ocurrió fue ir al sitio en el que la conocí, aunque me costó un poco dar con él por haberlo encontrado la primera vez de casualidad.
 
Primero, agradecerte el trabajo que te has pegado migrando todo el relato, con el material fotográfico, a la nueva casa. Gracias.

Sigo pensando que la relación con Valentina no es sana, pero no es sana ni para él ni para ella. Creo que después de estos día de playa con Mario e Irene, debería replantearse su relación como algo acabado.
 
Tremendo lo que hiciste Keranos.
Siempre preocupado de tus lectores, sumando tus publicaciones constantes, has dado buen ritmo a la historia.
Un ejemplo, que lamentablemente siguen pocos autores.
 
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