Capítulo 552
Sonreí al oír eso y en unos minutos llegamos al apartamento mientras ella me preguntaba cosas acerca del lugar, porque nunca había estado por ahí. Le comenté alguna que otra cosa de los sitios por donde pasábamos, aunque también le dije que por la noche saldríamos a dar un paseo y de paso ver las zonas más interesantes. Al menos, las que estuvieran cerca de la costa. Al llegar, aparqué relativamente cerca y fuimos al apartamento, preguntándome ella si había alguien dentro, haciéndolo con cierto nerviosismo. La tranquilicé diciéndole que el lugar estaba vacío en ese momento, poniendo ella un gesto de tranquilidad que me gustó ver, pero que me dejaba un poco con la incertidumbre de ver qué pasaría cuando le presentara a mis amigos. Nada más entrar por la puerta y cerrarla, Valentina me agarró de tal manera que su trolley se me escapó y me dio la vuelta para agarrarme la cara de nuevo, aunque esta vez con más fuerza y besarme ardientemente.
-Joder, estás hoy muy...
-Muy caliente. Lo sé, jeje -reía de manera algo nerviosa mirándome a los ojos y a los labios.
-Anda, vamos a la habitación a dejar esto y te pones el bikini de paso -dije de nuevo cogiendo su maletita.
Fuimos hasta allí con ella siguiéndome, aunque aproveché para enseñarle todo el apartamento, incluyendo la habitación en la que estaban mis amigos. Al entrar en la habitación en la que íbamos a estar nosotros, de nuevo nos besamos, con ella agarrando mi cara una vez más mientras que yo ya pasé a agarrar su culo. La cosa estaba caliente, pero quedamos en bajar a la playa y dejar el jugueteo para después, porque ella tenía muchas ganas ir. Así que me senté en la cama y ella se puso frente al espejo de la habitación para quitarse el ligero maquillaje que se había puesto para el viaje. Fue una sensación rara la que me entró por el cuerpo en ese momento, porque me vino como un recuerdo de mí mismo estando ahí hacía un año, pero con otra persona. Fue muy rápido, tanto como un rayo, pero me dejó un poco atontado.
-¿Qué bikini te gusta más?
-¿Eh?
-¿Estás bien? -me preguntó sonriendo.
-Sí, claro.
-¿Entonces? ¿El azul o el rojo?
-¿Cuál te gusta más a ti?
-Me gustan mucho los dos. Me los compré ayer.
-Ah, ¿sí?
-Ajá. Los que tenía estaban ya un poco viejos.
-Am.
-Va, ¿cuál te gusta más?
-El azul.
-Pues me pongo este.
Valentina se quitó sus zapatos desanudando aquella cinta anudada a cada uno de sus tobillos para descalzarse y después quitarse el vestido que llevaba, dejándolo bien puesto sobre la cama. Se quedó con un conjunto blanco de ropa interior bastante normalito, aunque la verdad es que me estaba encendiendo verla así. Y más que lo haría cuando se despojó del sujetador, dejando sus pechos libres. Ella no se estaba cortando nada en absoluto al desnudarse delante de mí. De hecho, lo hacía con una sonrisa que me indicaba que lo hacía adrede. Pero lo que me mataría fue cuando se quitó sus braguitas, haciéndolo de espaldas a mí para mostrarme bien su culo al encorvarse y coger la prenda del suelo, pasando a darse la vuelta para coger su bikini, dejándome ver su pubis con ese vello oscuro que ya había visto varias veces, pero que ahora lucía de manera diferente.
-Uff... ¿Y eso? -dije mirando su pubis encontrando un triángulo más fino de vello negro sobre él.
-¿El qué?
-Es diferente. Más fino.
-Ah... Jejeje. Es por el bikini. Por si se me mueve un poco, para que no se vea nada de nada. No me lo he quitado todo, porque sé lo que te encanta que lo tenga así.
-Joder... No lo sabes bien.
Valentina rio de nuevo y cogió su bikini, poniéndose la parte de arriba de manera bastante rápida mientras yo seguía embobado mirando su entrepierna, levantándose una erección bastante fuerte en mí. Se puso también la parte de abajo y se fue de nuevo al espejo para arreglarse el pelo un momento con las manos, pero yo estaba ya que no podía más y fui hasta ella y abrazarla desde atrás, empezando a besarle el cuello, con ella riendo por ello. No se le fue la risa cuando le agarré las tetas para cogerlas y amasarlas. Ni tampoco cuando mi mano derecha bajó por su torso hasta su entrepierna, colándose en su parte de abajo del bikini para acariciar su vello púbico y luego su rajita, aunque también lanzó un pequeño gemido con eso último. Tras eso le di la vuelta para besarla en condiciones otra vez, agarrándola del culo con fuerza para levantar su cuerpo y que se subiera a mí.
Valentina lanzó un gemido en forma de sorpresa en mi boca por estar besándonos, pero se agarró a mi cuerpo como yo quería que lo hiciera, con sus piernas abrazando mis caderas y con sus brazos a mi cuello. Fueron unos breves minutos de besos que nos dimos estando así, aunque no tardaría mucho más en llevarla a la cama para tumbarla en ella, comiéndomela con los ojos por lo guapa que era y lo buena que estaba. Ella me miraba a mí mordiéndose ligeramente el labio y ya no había vuelta atrás. Íbamos a follar por mucho que quedáramos en haberlo dejado para más tarde, por eso me quité el polo, tirándolo al suelo, siguiendo después con todo lo demás, menos con los boxers, que a duras penas contenían mi polla empalmadísima. Notaba mi corazón latir con fuerza de lo nervioso y excitado que estaba, aunque también apreciaba como ella estaba de manera similar a mí por esa respiración que tenía, la cual se aceleraba cada vez más.
-Un rapidín sí nos da tiempo, ¿no? -pregunté riéndome un poco.
Valentina sonrió ligeramente y me hizo un gesto con la cara como queriendo decir que sí, que podía ser. Así que me lancé sobre ella para ponerme sobre su cuerpo y besarla con muchas ganas, con las mismas con las que lo hizo ella nada más llegar al apartamento. En cuestión de segundos, su bikini voló y yo me empecé a deleitar con sus pechos, comiéndole las tetas con ella empezando a gemir mientras me acariciaba con sus manos por donde podía, generalmente por la cabeza y la espalda. Pero no tardé mucho en bajar más abajo, empezando a comerle el coño. De primeras, como siempre, lo hice con una pasada de mi lengua por su rajita, lentamente y notando que estaba húmeda. Ella se estremeció, aunque no fue la única, pues yo también lo hice de lo excitado que estaba y de lo que me gustaba su sabor.
Pero rápidamente cogí más ritmo para comérselo bien al lamer sus labios y jugar con ellos, moviendo mi lengua sobre ellos en movimientos circulares e incluso succionándolos. Valentina se estremecía y gemía de una manera que lo único que hacía era alentarme a hacerlo con más ganas, por eso jugué de todas las maneras posible con su sexo, colando mi lengua en su orificio para "penetrarla" así durante unos momentos, aunque en lo que más me centré fue en su clítoris. Jugué con él exactamente igual que hice con sus labios, provocándole un fuerte orgasmo que ella manifestó tensando su cuerpo durante unos segundos y lanzando un grito que me llegó a asustar un poco por no ser lo usual en ella, pasando después a respirar con ansia, dejándola yo que se recuperara, aunque la empecé a besar por el resto de su cuerpo, subiendo por su torso, llegando a sus tetas y de manera instintiva a sus labios.
Fue algo en lo que no caí en el momento, porque siempre que había intentado besarla después de haberle comido el coño, me rechazaba el beso, pero en esta ocasión no fue así, porque Valentina se dejó llevar de tal manera, que me recibió de buena gana, dándonos un buen beso con lengua que duró varios segundos, con ella abrazándome para ponerme sobre su cuerpo y acariciar así mi espalda, abrazándome con sus piernas al mismo tiempo. Estaba bastante impresionado por cómo se dejó llevar sin decir ni hacer nada. Ni siquiera se apartó pasados unos momentos en los que pensaba que se tenía que haber dado cuenta. Una vez se repuso de su orgasmo, nos quedamos mirándonos, estando de lado sobre la cama, con ella acariciándome la cara mientras que yo lo hacía con sus muslos.
-¿Qué te pasa hoy? -le pregunté susurrando.
-Estoy muy caliente. Llevaba muchos días deseando estar contigo así.
-Ya, pero... ¿Para hacer todo esto?
-¿A qué te refieres?
-Nos acabamos de comer la boca.
-¿Y? Pues lo más normal en estas situaciones.
-Ya, pero es que te acabo de comer el coño y te has corrido en mi boca. Siempre me has rechazado un beso después de eso y mírate ahora.
-Ah... Jejeje -reía de manera algo nerviosa.
-¿Estás bien?
-Claro. ¿No me ves? Jajaja.
-Ya, jaja. Lo digo por... Que no lo he hecho queriendo. Ha sido algo instintivo, pero como he visto que no te ha importado, pues he seguido.
-Bueno, no ha sido para tanto.
-¿Te ha gustado?
-Ni me ha gustado ni me ha disgustado.
-Estás muy rica Valentina. En todos los aspectos.
-Jajajajaja -reía hincando su cabeza en mi pecho.
-Me gusta mucho lo que te has hecho ahí abajo. Estás muy sexy.
-Pero si no cambia mucho...
-Ya, pero es un cambio manteniendo lo que me gusta. Me ha encantado.
-Pues me alegro, pero pasa una cosa...
-¿El qué?
-Que yo también quiero saborearte.
-Claro, jajaja -dije incorporándome para ir a por los condones.
Pero Valentina me detuvo, poniendo su mano en mi pecho para empujarme y tumbarme de nuevo en la cama. Con una sonrisa muy pícara me dio un beso, más tierno esta vez, aunque fue breve, porque al igual que hacía yo con ella, Valentina empezó a bajar por mi cuerpo con besos hasta que se puso entre mis piernas después de quitarme los calzoncillos y así tener mejor acceso a mi polla, la cual cogió con su mano para empezar a masturbarla. Se puso juguetona, moviendo su mano de manera lenta y con gestos pocos usuales, soplando también sobre ella. Me tenía nervioso porque estaba deseando dar un paso más allá, pero lo cierto es que no esperaba dar uno tan grande, porque me pilló bastante desprevenido cuando se la metió en la boca sin previo aviso y, sobre todo, sin que me llegara a poner ningún preservativo, haciéndolo totalmente a pelo.
Valentina empezó una mamada como pocas veces había visto, sobre todo en ella. Estaba bastante irreconocible ese día con tantas cosas nuevas, pero lo cierto es que me quería dejar llevar para disfrutar aquello. Mamaba de una manera intensa y rápida, aunque también lo hacía de manera más lenta por momentos, llegando incluso a sacársela para lamer mis huevos e incluso metérselos en la boca. Era una experiencia tan nueva para mí en ese momento pese a la cantidad de mamadas que había recibido ya a esas alturas que me notaba caliente en exceso y temía que me corriera rápido por mucho que el día anterior echara un par de polvos con mi amiga Irene. Pero esa sensación se intensificó mucho cuando Valentina empezó a tragar de manera tosca para intentar metérsela entera, cosa que no logró, pero que, desde luego, sí que pudo llegar más lejos que nunca conmigo.
Como no me quería correr sin follarla, la subí hacia a mí para besarla apasionadamente y levantarme de un bote a por un condón, poniéndomelo para escupir en su coño y esparcir un poco la saliva con mis dedos, metiéndosela inmediatamente para follarla en un misionero, de manera rápida y dura con ella abrazándome con sus piernas y brazos. El cabecero de la cama retumbaba con contra la pared y Valentina gemía cada vez más alto. Tanto, que pareció darse cuenta y los ahogó buscando mi boca o mordiéndome el hombro. Pero me pidió que parara a los pocos minutos de empezar a follar de esa manera.
-¿Qué pasa? ¿Te hago daño? -pregunté un poco nervioso.
-No, no. No es eso. Si ya sabes que me encanta que me lo hagas así.
-¿Entonces?
-Que yo también quiero hacértelo.
-¿El qué? ¿Follarme? ¿Me quieres follar tú a mí?
-Sí, jejeje.
-Vale.
Valentina me volvió a besar y me puso boca arriba para ponerse sobre mí y montarme. Primero de manera lenta y luego de manera más rápida conforme pasaban los minutos. Estaba disfrutando con ella como esperaba haberlo hecho el fin de semana pasado, pero más aún, porque pensaba que no iba a ser capaz de poder estar así con ella después de la bronca del fin de semana, pero ahora estábamos así y no podía estar más a gusto. Ella lo intentaba, pero no podía llegar al ritmo al que llegaba yo, por eso la follé yo en esa misma postura al hincar mis talones en la cama, con sus tetas botando de una manera hipnótica, aunque hacerlo así ocasionó que Valentina se derrumbara sobre mí pese a no haberse corrido aún. Sí que lo hizo a los pocos minutos cuando la puse a cuatro y la reventé con sendas embestidas que de nuevo hacían retumbar el cabecero de la cama. Ya sí que no pude aguantar más y me acabé corriendo dentro de la goma, haciéndolo ella un par de segundos después de mí, con gemidos lastimeros mientras que yo bufaba por el esfuerzo que estaba haciendo.
Acabamos ambos sudorosos sobre la cama, respirando muy agitadamente, aunque ella se echó sobre mi cuerpo un poco, como ya lo había hecho alguna vez que había dormido conmigo. Algún beso que otro cayó en esos momentos en los que nos quedamos callados, aprovechando yo también para acariciar su cuerpo. Estaba increíblemente a gusto con ella pese al calor que tenía por no haber puesto el aire acondicionado, pero el orgasmo que tuve fue muy intenso, haciendo que me derrumbara en la cama de lo extasiado que quedé. Valentina sí que mantuvo la postura, con algún que otro espasmo, cayendo sobre la cama poco a poco hasta que se acurrucó contra mí.
-Javi...
-Dime.
-Prométeme que nunca más nos vamos a enfadar -dijo levantando su mirada buscando la mía.