Reencuentro con Elena

Bien ambos derribando muros.
No veíamos a Javier tan entregado e involucrado con una mujer desde su anterior relación. ;)
Ni a "la otra persona" le ofreció dejar de estar con otras, imagino incluyendo a Irene y Sofía. O sí?
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Sólo falta ver cual será el comportamiento de ambos con sus más "íntimos amigos".
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Mientras, convencida de lo que tiene que afrontar, E...
 
Lo que no parecía tener excusa, de repente, si es tal y como dice, resulta bastante lógico y entendible. Se pone la cosa intensa, y esta relación apunta fuerte. Se van a hinchar a follar estos días, y ese exceso de polla habrá que ver si lleva a alcanzar cotas hasta ahora impensables para Valentina.
 
Capítulo 554

Se extrañó cuando le dije de ir al coche para bajar a la playa por tenerla tan cerca de donde estaba el apartamento, por lo que le comenté la idea de ir a un sitio más apartado y tranquilo sin tanto bullicio para estar más cómodos, así no se pondría tensa y podría relajarse, que era el objetivo de que estuviera allí conmigo. De nuevo, Valentina puso una sonrisa preciosa en su cara e incluso me dio un beso, diciéndome que le había gustado el gesto. Tampoco estaba muy reconocible igualmente en el momento en el que bajamos a la calle, porque iba con un pareo nada transparente, con unas gafas de sol enormes y una pamela muy grande también. Con todo aquello iba bastante discreta y no te dabas cuenta de que era realmente ella hasta que no estuvieras a su lado. Eso, o que conocieras su cuerpo perfectamente como yo ya lo conocía, pudiendo intuir que era ella por sus formas.

A medida que nos acercábamos al punto en el que dejé a mis amigos antes de ir a por Valentina a la estación de autobuses me invadía una extraña sensación de nerviosismo, como si fuera a ser yo el que iba a conocer a gente nueva por su parte, pero es que estaba un poco preocupado por cómo era Valentina y por cómo era Irene. Tan diferentes ambas en personalidad que no sabía del todo cómo podía salir la cosa por mucho que mi amiga me dijera que se iba a comportar. No dudaba de su palabra, pero la conocía de sobra y sabía que se iba a revolucionar. Y lo último que quería es que le diera mala impresión a Valentina cuando íbamos a estar prácticamente una semana los cuatro juntos. Y mucho menos quería que mi amante se enfadara de nuevo después de haber arreglado el último enfado que habíamos tenido de bastante buena manera.

Valentina me preguntó cómo eran mis amigos y si pensaba que les iba a caer bien. Yo le afirmé que así sería. Estaba muy convencido de que a ambos les encantaría ella. Le comenté un poco por encima quienes eran y desde cuando los conocía, diciéndole además que eran mis mejores amigos. Antes de bajar nos dimos un buen beso, cosa que me decía que cuando estuviéramos con ellos, pocos iban a haber, pero tocaba ser comprensivo por cómo era ella. También me dijo que las vacaciones habían empezado muy bien y que tenía muchas ganas de poder darse un baño. Ya entrando comentaba que le gustaba el olor a mar y que estaba muy bonito. Hablaba como si hubiera estado 20 años sin ir a la playa, pero no le pregunté si era así, porque bastante se había abierto para ser ella y seguramente lo haría poco a poco, imaginando yo que así sería al estar varios días tan juntos, teniendo mucho tiempo para hablar de más cosas de las que solíamos hacer en casa.

Cuando llegamos a la altura de mis amigos, ellos estaban distraídos hablando y mirando hacia el mar, sin percatarse de que nos acercábamos a ellos. Para mi sorpresa, fue Valentina la que saludó cuando llegamos y yo iba a llamarles la atención para presentársela. Ambos se levantaron rápidamente, mirándola con atención, aunque como he dicho, por lo que llevaba puesto no es que pudieran verla del todo. Pero eso tuvo arreglo, cuando ella se quitó ese sombrero y sus gafas de sol. La cara de Irene me llegó a hacer gracia, porque abrió la boca con gesto de quedarse pasmada, teniendo Valentina que acercarse a darle dos besos cuando de normal era ella la que lo hacía de lo extrovertida que era. Con Mario fue más o menos parecido, aunque él fue más discreto en su reacción. Saltaba a la vista para mí que la impresión física había cumplido con sus expectativas, sobre todo cuando después de esos dos besos a cada uno, se quitó el pareo para guardarlo en su bolso. Ahora sí que le dieron ambos un buen repaso de arriba a abajo mientras Valentina guardaba su ropa y no los podía ver. Ambos me miraron inmediatamente con una sincronía espectacular, ocasionando que me riera en silencio para no liarla de primeras.

Los primeros minutos que estuvimos los cuatro juntos se me hicieron muy divertidos por las caras que ponían mis amigos, sobre todo por Irene. Estaba muy embobada con mi amante, aunque con las gafas de sol que llevaba puestas se medio cubría bien, pero esa manera de abrir la boca la delataba mucho, aunque Valentina no llegaba a decir nada, ni siquiera ponía gesto raro ni nada. Simplemente intentaba integrarse con ellos para poder conocerse. Por suerte, esas caras de mis amigos se relajaron y pasaron más a ser ellos, dándole conversación a Valentina para conocerla y para que ella los conociera. De lo que más hablaron, de trabajo, como pasó conmigo en tantas ocasiones por no ser una persona que se abriera de manera personal así a la ligera. Mis amigos contaron a qué se dedicaban, llegando Irene a decir en lo que trabajaba antes de unirse a Mario, pero Valentina fue la que más habló en este tema, porque no paraba de dar detalles que a mí ya se me habían llegado a pasar de tantas cosas que abarcaba su empresa, habiendo otras que no llegaba a entender.

Efectivamente, Valentina no estaba muy receptiva a muestras de cariño en público. No es que fuera a darle un beso, la conocía y sabía que eso la podría poner tensa, pero se negó cuando le dije de echarle crema por la espalda o cuando dejé caer mi mano en su muslo como gesto reflejo por ser algo que hacía bastante en la intimidad con ella. Tenerla sentada a mi lado y tan ligera de ropa invitaba a eso y me salió solo, pero tampoco es que me apartara la mano de mala manera ni nada similar. Tan solo puso su mano sobre la mía de manera bastante breve para apartarla con delicadeza. Con tanta, que mis amigos no pusieron ningún gesto raro. Y por eso me moví un poco a un lado cuando me levanté para estirarme y así disimular un poco. No porque me hubiera molestado que despreciara ese simple gesto, sino porque estando tan cerca de ella me iban a salir más cosas así y no quería ponerla en un apuro ahora que la cosa se había reconducido tan bien.

La mañana se pasó volando, al menos para mí. Tener a Valentina por allí fue algo muy positivo y que hacía que no nos pudiéramos aburrir por la cantidad de conversación que salía con ella. Mis amigos notaron lo cultivada que era enseguida y se esforzaban por mantenerle la conversación con temas interesantes, aunque también es cierto que de lo que más se hablaba era del trabajo, pues los tres habían estudiado algo bastante similar y Valentina era la que más lo ponía en práctica al llevar adelante una empresa de manera muy exitosa. Ellos se animaban a pedirle consejo y hasta bromearon con trabajar juntos, llegando Valentina a ofrecerles un puesto si alguna vez necesitaban cambiar de aires. Irene decía que tal vez no estaría mal con tal de estar todos más juntos de nuevo, diciéndolo por mí, pero lo cierto es que estaban muy contentos en donde estaban y Mario ya llevaba varios años allí y le tenían bastante estima, además de que estaba haciendo méritos para escalar.

Algo también destacable fue el momento del baño. Cuando Valentina se puso de pie, sus pechos se movieron en consecuencia vi la mirada que le echó Irene. Bueno, más que verla, la intuí por sus gafas de sol, pero era muy obvio que se había quedado fichándola bien. De camino a la orilla, mi amante decía que estaba un poco nerviosa, porque hacía mucho que no se bañaba en la playa y me entraron unas ganas terribles de agarrarle la mano, pero no lo acabé haciendo por lo mismo. Fue muy gracioso el gritito que dio cuando se metió por lo fría que estaba, pero dudo que fuera así para el resto, porque nos tuvimos que calentar de momento cuando vimos cómo los pezones de Valentina se marcaban de manera exagerada bajo la tela de bikini que llevaba. Aquello hizo se me pusiera morcillona pese a haberla visto desnuda muchas veces a esas alturas. No quería ni pensar cómo estaban ellos.

Se acercaba la hora del almuerzo y mis amigos se empeñaron en ir a un restaurante bueno para que pudiéramos comer bien y poder seguir con la charla tan agradable que teníamos, pero la cara de Valentina no era la viva imagen de la comodidad con esa idea. Notaba que aún tenía esas inseguridades de que la pudieran ver con alguien de manera tan cercana, por eso salí en su ayuda sugiriendo comer tranquilamente en el apartamento para luego descansar, comentando que ella debía estar cansada después del viaje de autobús y de haber madrugado tanto, añadiendo que a mí me dolía un poco la cabeza. No pareció levantar ninguna sospecha en ellos, quien se lo tomaron con naturalidad y les pareció bien, aunque quedamos en bajar a la playa de nuevo después de descansar un poco. Así que nos acabamos yendo al coche después de que nos secáramos bien para volver al apartamento y darnos una ducha rápida.

El problema era que en el apartamento no había gran cosa para que pudiéramos comer los cuatro más allá de pasta, por lo que las chicas dijeron de acercarse a un pequeño supermercado que había cerca rápidamente para poder comprar algo y así poder hacer algo más elaborado, siendo algo sugerido por Irene y aceptado por Valentina, quien se ofreció a cocinar, diciéndoles yo que se le daba muy bien. Así que ambas se fueron de inmediato, con Irene con uno de sus típicos atuendos de verano con una camiseta blanca de tirantes, unos shorts vaqueros y unas sandalias y con Valentina yendo con el vestido y el calzado que trajo al bajar del autobús. Habiéndose ido ya las dos podía oír a Irene decir lo guapa que estaba con ese vestido, diciéndole que le sentaba muy bien. Eso no hizo más que poner una sonrisa en mi cara, porque ya estaba viendo a Irene engatusar a Valentina, aunque veía muy imposible que llegara a pasar nada y de hecho ya me estaba viendo teniendo que pararle los pies a mi amiga y eso que me había prometido que no la iba a liar.

-Joder con la milf... -decía Mario sacándome de mis pensamientos.
-Está bien, ¿eh? Jajaja.
-¿Bien? Si solo fuera bien... ¿De dónde has sacado a una mujer así?
-He tenido mucha suerte.
-No hace falta que lo jures. No porque esté de lío contigo. Ahora las tías se fijan mucho en ti y no me resulta raro que ella también lo haya hecho. Pero, joder... Una mujer así... Son palabras mayores.
-¿Cómo de mayores? Jajaja.
-No aparenta la edad que nos has dicho que tiene. Eso sí, se le nota la madurez de una mujer. Pero no es como las de nuestra edad. No puede ser más diferente a Irene, por ejemplo.
-Siendo justos, Irene tiene un poco cara de niña.
-Sí. Es verdad. Pero también son los gestos, su manera de hablar y expresarse...
-Bueno, se le ve con práctica por su trabajo.
-¿Solo trabaja de eso?
-Que yo sepa, sí. No me ha comentado nada de otra cosa y eso que hablamos mucho de su trabajo.
-Lo decía porque tiene pinta de modelo.
-A ver... Jajaja. Sí, está tremenda y lo puede ser de sobra, pero tampoco es que entre ahí. Y lo prefiero, ¿eh? No me gusta nada lo delgadas que son las modelos. Además, con los pechos que tiene...
-Ya. Eso es verdad. Pero es por las caderas que tiene, porque delgada, es. Pero sí, con esas tetas, no da el pego como modelo. Es una mujer increíble.
-Me ha costado mucho aguantar la risa cuando la habéis visto.
-Joder, normal. Cuando nos hablabas de ella pensaba que nos estabas tomando el pelo. Sobre todo, cuando decías que no tenías ninguna foto de ella ni nada. Pensaba que te estabas tirando el rollo para hacerte el guay.
-Jajajaja. ¿Y…?
-Para nada. Es mejor de lo que nos has descrito. Me das mucha envidia.
-Uy como se entere Irene... -decía bromeando.
-Pero si ella está mucho peor que yo. Ya lo sabes.
-Ya. Ella es mucho más descarada.
-Me parece a mí que se le ha olvidado eso de estarse quieta.
-Pues ya se lo recordaré. Valentina y yo ya hemos hablado lo que teníamos que hablar y no quiero que se joda la cosa otra vez.
-¿Sí? ¿Ya lo habéis hecho?
-Sí.
-¿Y qué tal?
-Muy bien. Lo hemos dejado todo bien aclarado y ella me ha contado con detalle sus miedos, abriéndose y tal. Ha ido bastante mejor de lo que esperaba y mucho antes, porque tenía pensando que lo habláramos a la vuelta.
-Pues mira, así mejor. Ahora podéis estar estos días que vais a estar con nosotros más tranquilos y disfrutando. Yo creo que ha sido mejor hablarlo ahora.
-Sí. Tiene pinta.
-Y lo habréis celebrado, ¿no? Jajajaja.
-No, si lo hemos hablado después de...
-Ah, jajajajajaja.
-Llevábamos muchos días sin... Y no nos hemos podido aguantar.
-Normal.
-Me ha sorprendido mucho su llegada.
-¿Por?
-Porque me ha plantado un beso en la calle. Un buen beso, aunque breve. Y es algo muy raro, hazme caso.
-¿No os besáis?
-Lo digo por hacerlo en público. No sé si te has dado cuenta de que no nos hemos tocado en absoluto desde que nos hemos sentado con vosotros.
-No me he fijado.
-Claro, estabas tú como para estar pendiente de ese detalle, jajaja.
-Obviamente.
-La pobre está obsesionada con mantener las distancias en público. No sé cómo me ha dado ese beso al vernos.
-Porque le encantas. De eso sí que me he dado cuenta.
-Ah, ¿sí?
-Claro. Te lanzaba alguna mirada que... Uff... Y se cuidaba de meterte en la conversación y que no te quedaras apartado por así decirlo.
-Ya.
-Ya verás Irene cuando nos vayamos a descansar después de comer...
-¿Qué pasa?
-Que poco vamos a descansar. Eso seguro.
-Ah, jajaja.
-Intentaré que no se nos oiga mucho. No quiero espantarla si dices que no es muy...
-A ver, tampoco os voy a decir que no folleis, ¿sabes? Sobre todo, cuando nosotros dos somos los invitados.
-¿Y vosotros? ¿Vais a…?
-No lo sé. No creo. Ya lo hemos hecho esta mañana y con vosotros aquí imagino que se cortará.
-¿Es de follar poco?
-No. Es normal en ese aspecto. La cosa es que siempre que lo hemos hecho hemos estado a solas. Entonces, al estar con más gente, pues no te sé decir.
-Ni de coña se animaría a ir a la playa nudista de aquí al lado, ¿verdad?
-Jajajajajaja. Lo veo imposible si te digo la verdad.
-Ya, lo imaginaba.
-¿Aguantarías tú sin empalmarte si dijera de ir?
-No lo había pensado, jajajaja.
-Oye, ya en serio, échame una mano con Irene, que la conozco.
-Sí. Ahora hablaré con ella.

Las chicas llegaron más rápido de lo que pensaba yo que harían, no cortándonos la conversación a mi amigo y a mí de milagro. Entre todos nos pusimos a hacer la comida, aunque Valentina era la que más mano metía en todo y casi una hora después estaba todo listo y nos pusimos a comer, aunque no lo haríamos hasta que me puse algo de ropa en la parte de arriba, porque estaba bastante cómodo sin ella, pero a Valentina no le parecía bien que comiera así estando todos vestidos. Hasta me dijo que me pusiera el polo con el que fui a recogerla, diciendo que le había gustado mucho. Y ya sí que disfrutamos de lo que había cocinado, con mis amigos encantados por lo bueno que estaba, siguiendo además con la conversación que llevábamos teniendo en la playa. Al acabar, Irene se empeñó en que ellos recogían todo pese a que quedamos de primeras en hacerlo entre todos, pero ella no veía justo que Valentina también lo hiciera cuando había hecho ella todo, así que nos retiramos a la habitación mientras mis amigos se encargaban de dejarlo todo recogido.
 
"A Valentina se le está poniendo una cara de Elena tremenda. Sin darse cuenta, y lo llamé como lo llamé, se comportan como una pareja. Y me parece muy bien."

Tengamos consideración con Keranos. Aún parece sufrir. ;) :giggle:
 
Qué semana se nos viene con Valentina y estos tres.
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Imagino Irene y Mario sabrán de la fábula de "la rana y la olla con agua hirviendo".
De no quemarla a la primera, e ir calentándola lentamente. Sin prisa pero sin pausa.
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De antología sería al darse la posibilidad de consumarse el encuentro entre los cuatro. Y si sumamos a Sofía!...me llaman!!!!



Mientras, tras otra noche interrumpida por la ansiedad y la angustia, E...
 
Capítulo 555

-¿Qué tal? -le pregunté a Valentina después de quedarme en boxers y tumbarme en la cama.
-Muy bien. Tus amigos me han caído genial. Creía que me iba a costar más poder conversar con ellos y tal, pero para nada.
-Eso he visto.
-Ha sido muy fácil con lo simpáticos que son. Además, que trabajemos en cosas parecidas pues lo facilita mucho más al tener un buen tema de conversación.
-Entiendo.
-¿Te has aburrido?
-¿Yo? ¿Por qué?
-Porque ya hemos hablado tú y yo mucho de lo mismo. A lo mejor te cansa el tema.
-No. No es para tanto. Aunque tampoco tengo mucha idea, pero no me he aburrido ni nada. Me ha gustado verte hablar así tan contenta.
-Os conocéis desde siempre, ¿no?
-Con Mario, sí. Desde que éramos pequeños íbamos a la misma clase. A Irene no hace tanto que la conozco. Que nos hicimos los tres así más íntimos hace algo más de un año.
-Me gusta mucho ver que tienes amigos así. ¿Crees que les he caído bien?
-Te lo aseguro.
-Muy bien entonces.

Valentina se echó sobre mí para descansar un poco estando ya ambos tumbados en la cama, aunque ella no se llegó a poner más cómoda. Tan solo se descalzó, dejándose puesto el vestido con el que salió a comprar junto a Irene y con el que comió. Como ya esperaba, a los pocos minutos se empezó a oír algún que otro ruido proveniente de la otra habitación, aunque es cierto que era algo sutil para cómo eran mis amigos. De hecho, no había ningún gemido ni nada que nos hiciera pensar que estaba pasando algo. Tan solo se oía el cabecero de la cama dar algún golpe en alguna ocasión, pero pasados unos minutos sí que se oía más la cama, con un movimiento más rápido, aunque sin gemidos aún. Para mi sorpresa, eso no incomodó a Valentina, quien en vez de taparse la cara como yo pensaba, se empezó a reír bajito, aunque estábamos tan relajados que pensaba que se había dormido y que estaba descansando más profundamente.

-¿Te hace gracia escuchar a mis amigos...?
-Pues sí. Un poco.
-¿Por?
-No sé. Pero es así. Hacen bien. Son jóvenes.
-Y nosotros también.
-Tú sí.
-Y tú también.
-Bueno...
-Muchísimo. Y tienes un cuerpo que ya quisieran muchas de mi edad.
-Jejeje.
-Y además, eres guapísima. Mario me ha dicho que tengo mucha suerte.
-¿Sí?
-Ajá. Y que le doy envidia -dije empezando a acariciar su cuerpo.
-Uuuuuy...
-Hemos estado muchos días sin hacer nada...
-¿No has tenido bastante con lo de esta mañana? -preguntaba riendo.
-Contigo es muy difícil saciarse.
-¿Te han dado ganas al oír a tus amigos?
-Me han dado ganas por tenerte a mi lado.
-Es que me da vergüenza -susurró acercando mucho su cara a la mía.
-¿Por qué?
-Por si nos oyen.
-¿No vamos a hacer nada más en toda la semana? Jajajaja.
-Noooooo. Yo no he dicho eso. Pero con ellos aquí...
-Podemos llevar cuidado, ¿no?
-Cuando te vienes arriba no te puedes controlar. Los dos lo sabemos.
-Pero ya hemos desfogado esa tensión esta mañana. Ahora podemos tomárnoslo con más calma.
-También es que ya sabes cómo me gusta...
-Pero no hace falta que te reviente. Entiendo que es lo que estás deseando, pero podemos jugar un poco, ¿no?
-¿Jugar?
-Me apetece mucho comértelo.
-Mmm... -murmuró para darme un beso después.
-Y me muero por verte desnuda.
-Si ya me has visto muchas veces.
-¿Y?
-Nada...
-¿Tanta vergüenza te da?
-Bueno...
-¿Nunca has follado estando con más gente en la misma casa?
-No.
-¿En serio?
-En serio. Y me ha pasado muchas veces de tener muchas ganas y no hacer nada de nada al final.
-¿De verdad?
-Sí.
-Joder... Qué duro.
-No es para tanto.
-¿Y va a ser así conmigo? Porque me muero de ganas de saborearte ahora mismo.
-Yo también tengo muchas ganas de jugar.
-¿Sí?

Valentina asintió sin llegar a decirlo en voz alta, aunque me miraba con unos ojos que era muy evidente que estaba diciendo la verdad. Por eso, me levanté y fui hasta la puerta para echar el pestillo, con una erección descomunal y haciéndole el gesto de guardar silencio a ella cuando volví a la cama. Ella sonrió al ver cómo estaba ya mientras volvía y se empezó a quitar el vestido, quedándose en ropa interior, aunque tampoco le duró mucho, porque se la quité yo poco a poco. Así fue como se quedó totalmente desnuda, aprovechando yo también para hacerlo al quitarme mi ropa interior, poniéndome sobre ella después para empezar una lenta comida de coño que ella disfrutaba por las caras que ponía, resoplando por momentos y jadeando en alguna ocasión, aunque se cuidaba mucho de no hacer nada de ruido. Estaba muy a gusto haciéndole eso pese a estar boca abajo en la cama con la erección molestándome un poco, pero ella me susurró que me pusiera boca arriba.

No sabía cuál era su intención, pues dudaba que acabáramos llegando hasta el final por su vergüenza, pero sería agradable igualmente, porque me dijo que ella también quería probarme y se puso entre mis piernas para agarrar mi polla y mover su mano a lo largo para luego lamerla, de nuevo, sin nada de protección. Era un cambio tan grande que hacía que me estremeciera bastante al sentir la humedad de su boca en contacto directo con esa parte de mi cuerpo. Valentina empezó una mamada lenta que poco a poco cogía ritmo, aunque ella procuraba calmarme poniendo su mano en mi pecho para acariciarlo cuando me emocionaba demasiado con los jadeos que lanzaba por el placer que me daba. Notaba cómo el corazón me latía con fuerza y era por la impaciencia que tenía, porque quería llegar más lejos y me apetecía hacer de todo con ella. Por eso le sugerí que lo hiciéramos despacio, pero ella seguía pensando igual, con esa vergüenza que no terminaba de entender estando ya como estábamos. Pero sí que le pareció bien hacer un 69, por eso se dio la vuelta para darme la espalda y ponerse sobre mí, empezando ambos a darnos placer al mismo tiempo.

Valentina alcanzó su orgasmo de manera rápida con unos temblores que me encantó sentir en esa postura, con sus piernas vibrando y dejando caer todo su peso sobre mí, aunque yo no llegué a acabar pese a haberme quedado cerca. Y menos mal, porque podría haber pasado lo que no terminó de pasar por la mañana. No creo que me hubiera dado tiempo a avisarla si me hubiera llegado el orgasmo, acabando en su boca un poco y sin saber yo cómo podría reaccionar. Tampoco pensaba comprobarlo en ese momento, mejor dejar pasar un poco de tiempo y hablarlo bien para llegar a ese punto. Bastantes adelantos habíamos hecho ya como para forzar ese paso con ella, si es que alguna vez lo dábamos. Valentina se bajó de mí para echarse a mi lado y poder serenar así su respiración agitada, aunque no tardaría mucho en incorporarse para besarme y echarse sobre mí, con sus pechos apretándose contra el mío para volver a agarrar mi polla y masturbarme con fuerza y rapidez, haciendo que acabara en pocos segundos sobre mi pecho, con ella echándose hacia atrás un poco para que no le salpicara.

Tras esos placenteros orgasmos que tuvimos ambos, Valentina me limpió el pecho con papel y toallitas para volver a echarse sobre mí y que pudiéramos disfrutar de unos minutos de mimitos que me supieron a gloria. Mientras eso tenía lugar, pudimos oír cómo Irene y Mario terminaban de echar su polvo al quedarse todo en silencio, sin llegar a oír nada más fuera de lo común. Valentina ya no se reía, estando más concentrada en las caricias y los besos que no parábamos de darnos, sin llegar a comentar tampoco gran cosa de lo pasado en general. Pero no íbamos a estar así todo el día, pues a media tarde nos volvimos a bajar a la playa, al mismo sitio donde estuvimos por la mañana. De la misma manera que unas horas antes, echamos un rato fantástico en el que estuvimos bastante solos en ese lugar más apartado, donde disfrutamos de unos baños más largos y de algo de picar que nos llevamos, aunque no volvimos muy tarde al apartamento, porque queríamos salir a cenar por ahí después de ducharnos y ponernos guapos.

Yo tenía mis dudas por Valentina, por lo mismo que sugerí comer en el apartamento al mediodía, pero esta vez parecía más abierta y la veía con ganas, por lo que no me opuse a la idea, aunque en lo que nos arreglábamos le pregunte un par de veces si le parecía bien y si iba a estar cómoda. Ella parecía estar bien segura, porque me comentó que iríamos a un restaurante que estaba situado un poco retirado de la zona más concurrida, así que bien. Yo me duché antes que ella y me quedé en nuestra habitación en calzoncillos para descansar un poco, vistiéndome en cuanto ella lo empezó a hacer. De la misma manera que pasó por la mañana, verla frente al espejo poniéndose más guapa de lo que ya era de por sí, me vino un flash de justo un año atrás, poniéndome un poco de mal cuerpo y quedándome medio embobado. Ella se me acercó al notarlo, porque estábamos hablando y de repente me quedé muy callado, pero pareció no darle mucha importancia cuando le dije en varias ocasiones que no me ocurría nada, estando yo con una sonrisa en mi cara.

La cena fue espectacular, comiendo todos pescado muy fresco y bebiendo también vino. En la cena tocamos otros temas diferentes al trabajo, aunque tampoco es que fueran muy personales, tratando algunos gustos en general. Y tan bien fue la cosa que no nos queríamos encerrar tan temprano, por lo que nos fuimos a dar un paseo para enseñarle a Valentina todas las zonas más bonitas de la ciudad, por la parte costera, aunque aquello significara que tuviéramos que pasar por sitios más abarrotados, cosa que la ponía tensa y yo notaba, por eso procuraba mantener una distancia con ella para que no se pusiera peor, pero se acabó relajando bastante cuando nos compramos un helado y nos bajamos a la playa a tomárnoslo sentados en unas hamacas que se usaban de día pero que de noche estaban todas libres, siguiendo con la charla y el buen rollo que llevábamos durante todo el día.

Pero a mis amigos les apetecía beber un poco, por lo que se acercaron a un chiringuito nocturno que estaba cerca para pedirse unas copas, preguntándonos si queríamos algo. Al final aceptamos y nos dejaron allí para ir a por ellas mientras Valentina y yo nos quedamos esperando en las hamacas, quedándonos en silencio, aunque yo no podía dejar de mirarla con lo guapa que estaba al llevar ella un vestido más sexy, un poco más corto y apretado que el que se puso para venir, pero qué lejos quedaba de los que se ponían mis amigas. Ella miraba la zona, aunque se me quedó mirando con una sonrisa cuando se dio cuenta de cómo la miraba yo.

-¿Qué pasa? -me preguntó con una risa tonta.
-Nada, que estás guapísima.
-Tú también.
-Me muero por besarte ahora mismo.
-Jajajaja. Tú aprovechas cualquier ocasión.
-Es lo suyo, ¿no? Es que te veo tan hermosa que uff...
-Besándonos en la calle, como si fuéramos niños... Jajaja.
-Pues como el beso que me has dado tú esta mañana.
-Vale, vale. No te los doy más.
-No -dije alzando la voz-. Jajajaja. Si me ha encantado.
-Como me lo echas en cara... -decía de broma.
-Te echo en cara que no quieras que te dé yo uno ahora.
-Yo no he dicho que no quiera -dijo acercándose a mí.

Valentina me miraba de una manera que me transmitía que ella también tenía ganas de un beso, porque lo hacía con sensualidad y me miraba los labios en ese jugueteo que le dio por hacer al acercar y alejar su cara de mí, pero al final nos acabamos besando, empezando con pequeños picos y pasando ya a un buen beso con lengua que rápidamente se cortó al decir ella que mis amigos estaban por llegar y llevaba razón, porque en menos de 5 minutos ya estaban allí con todas las bebidas. Y luego fueron a por más, tornándose la conversación más interesante como era de esperar en mis amigos por la impresión tan buena que les causó Valentina y por el alcohol que habíamos ingerido desde que empezamos a cenar y con esas copas que estábamos tomando ahora. Y lo cierto es que yo me lo tomé bien pese a pedirle a Irene que no me la liara, pero ella tampoco era tonta y empezó de manera muy suave para que Valentina cogiera confianza.
 
Pues ya tenemos el coctel preparado. Alcohol, Irene salida con ganas de tirarle la caña a Valentina, por mucho que prometiera a Javi. A ver como reacciona Valentina al primer disparo de Irene. Y que hace Javi si Valentina se mosquea.
 
Pues ya tenemos el coctel preparado. Alcohol, Irene salida con ganas de tirarle la caña a Valentina, por mucho que prometiera a Javi. A ver como reacciona Valentina al primer disparo de Irene. Y que hace Javi si Valentina se mosquea.
Como dices, Irene, alcohol, Irene, Javier, Irene, Mario, Irene, Valentina, Irene, los ingredientes para un hIRviENtE cóctel. ;)
 
Capítulo 556

I: Bueno, vamos a dejar de hablar un poco del trabajo, ¿no? Se supone que hemos venido a desconectar, jejeje.
V: Sí, llevas razón. Además, Javi se aburre -dijo agarrándose a mi brazo.
J: Eso no es verdad. No entiendo mucho del tema, pero me gusta oíros hablar de él, porque se nota que os gusta mucho.
M: Es verdad. Ya tendremos tiempo de estar pensando en el trabajo. Ahora tenemos que relajar la mente.
I: Valentina, me gustaría saber tu perspectiva de cómo os conocisteis Javi y tú.
V: Fue algo muy casual. Lo vi varias veces en una cafetería que solemos frecuentar para hacer reuniones.
M: ¿En una cafetería?
V: Sí. Lo hacemos así, porque pienso que de esa manera la relación que tengo con mis empleadas es más cercana y no tan fría como suele ser.
I: Pero eso se puede arreglar saliendo de vez en cuando a tomar algo, ¿no?
V: No soy nada de salir en realidad. Por eso pensé que podíamos hacerlo así. Y lo cierto es que no nos va nada mal, porque la cafetería a la que vamos es muy tranquila y el trato es maravilloso. El café que ponen allí es muchísimo mejor que el de las maquinas que tenemos.
M: ¿Y se te acercó en la cafetería?
J: Noooooo. Qué va.
V: No. Lo vi en varias ocasiones, pero la primera vez que hablamos fue en un pub. Esa noche salí con un par de amigas para descontar un poco, como voy a hacer estos días aquí. Pero ya cuando estábamos por ahí, una se puso mala y me dejaron sola, aunque quedamos en que luego nos veríamos, pero nada, me quedé esperando y no venían. Y pensé que para una vez que salía, pues no me quería encerrar tan rápido. Así que me quedé un rato tomándome algo y se me acercó él -dijo mirándome-. Se me acercó por detrás y me llamó por mi nombre.
J: Se llevó un susto...
V: Claro. No esperaba que nadie me conociera ahí. Yo ya tengo una edad y ahí solo había veinteañeros.
I: ¿Y qué pasó? ¿Sentiste miedo?
V: Claro. Pero cuando me giré y vi que era él, me tranquilicé mucho. Era una cara familiar y no alguien que no conocía de nada.
J: Pero te quedaste muda.
V: Claro, porque no te conocía.
M: ¿Y cómo te enteraste de su nombre, Javi?
J: Lo oí en la cafetería. Cuando la vi esa noche pensé que era una señal, porque quería entrarle, pero no tenía ni idea de cómo al ir tan acompañada. Yo solo tenía un descanso de una hora y tenía que volver, por eso aproveché esa noche.
V: Aunque el pobre...
I: ¿Qué pasó?
J: Vi la cara de susto que puso y entendí que no había nada que hacer. Me disculpé y me di media vuelta para irme, pero ella me paró.
I: Anda.
V: Me gustó la seguridad con la que se acercó a mí llamándome por mi nombre. No quería estar más rato sola.
I: Y hablasteis.
V: No. De hecho, no terminamos de hablar nada.
J: Yo le pregunté si quería salir a la calle para hablar, porque dentro había ruido.
V: Y acepté.
J: Pero en la calle estuvimos más callados que dentro.
M: ¿Entonces?
J: Empezamos a andar y por inercia yo empecé a ir a mi casa.
I: Sí... Por inercia...
J: Te lo prometo. Al llegar le dije que vivía ahí y le pregunté si quería tomarse una última y poder hablar algo.
V: Y ya sí que pudimos hablar.

Irene sonrió al escuchar el final de la historia, aunque se la veía con ganas de decir algo que pienso que finalmente no terminó de decir, pues salió de otra manera.

I: Y por lo que veo os habéis caído muy bien, ¿no? Se os ve cómodos con el otro al lado y bueno... Javi te ha invitado a venirte unos días con nosotros.
V: Sí. Nos vemos con regularidad. Yo siempre he sido una mujer muy pendiente de su trabajo y no he reparado mucho en relaciones sociales. La verdad es que me cayó bien y pues bueno, disfrutamos de la compañía que nos hacemos. Al menos así es por mi parte.
J: Y por la mía.
I: ¿Y se te acercaron muchos tíos el día que os conocisteis?
V: Alguno que otro...
J: Muchos. Y a todos los echaba con una mirada.
I: Menos mal que no eres celoso... Jajajaja.
V: Pero si no nos conocíamos todavía...
I: Ya, pero hay gente a la que le pasa eso. Se fijan en alguien y si ven que alguien se acerca a ligar con esa persona, se pone de mala leche.
V: Am... ¿Os ha pasado a vosotros?
I: No. Nosotros no somos nada celosos. Y menos mal...
V: ¿Mmm?
I: Nada, da igual. Jejeje. Valentina, ¿te puedo hacer una pregunta?
I: Claro.
I: Es que, a ver...
V: ¿Qué ocurre?
I: Es un poco íntima. Pero solo un poco -dijo mirándome.
V: Ah... Bueno, a ver.
I: Es que siendo una mujer tan guapa y atractiva... Imagino que tendrías algo antes de verte con Javi, ¿no?
V: Pues la verdad es que no.
I: ¿No? ¿Nada?
V: Nada de nada.
I: Pero... ¿Y para...? ¿Tampoco?
V: Jejejeje. Pues no. No soy una mujer muy sociable. Ya te lo he dicho.
M: Pero el cuerpo lo pide. Y eres muy joven.
V: Siempre estoy muy ocupada con el trabajo.
I: Pero bueno, ahora que te ves con Javi, eso tiene que ser diferente, ¿no?
V: No me quejo, jejeje.
J: Ah... Bueno.
V: Que no... -decía bajito mirándome con una sonrisa- Si ya sabes que...
I: Estoy segura de que ella está muy contenta con cómo va la cosa en ese aspecto.
V: Sí. Sí que lo estoy, jejeje.
I: Claro, follar es muy importante y mantiene joven en todos los aspectos.
J: Cuidado con las palabrotas...
I: ¿Qué palabrotas?
J: Nada, que a Valentina no le gustan las palabras malsonantes -dije pasando mi brazo por sus hombros, aunque con tono de pincharla.
I: ¿Qué pasa? Jajaja -reía de manera algo bobalicona por la conversación y por el alcohol que todos llevábamos encima.
J: Muchas veces me regaña por usar palabras malsonantes. Lo mismo te regaña a ti también.
V: Noooooo, jajaja. No me importa.
I: ¿Sí o no? ¿En qué quedamos? Jajajaja.
V: No me importa. De hecho, me gusta cuando lo hace -dijo acercándose a Irene para hablarle en forma de susurro mientras agarraba uno de sus brazos.
J: Anda... ¿En serio te gusta?
M: Jajajaja.
V: Bueno, pero no te emociones.
J: Ya decía yo que...
V: ¿Qué?
J: Nada, da igual.
I: ¿Qué pasa, Javi?
J: Nada, que ya me parecía raro que me regañara tanto cuando ella también ha soltado alguna palabrota de las gordas.
V: ¿Yo? ¿Cuándo?
J: Pues en día que nos conocimos precisamente.
V: ¿Qué? Te confundes mucho. Yo no dije nada así. Sabes que no lo hago.
J: Sí que lo hiciste.
V: ¿Qué dije? A ver...
J: Piensa.
V: Mmm... No me acuerdo de haber dicho nada raro ese día. ¿Cómo voy a hablar mal acabándote de conocer? Daría muy mala impresión.
J: Pues lo hiciste. Fue ya bien tarde. Piensa.
V: Mmm... Pues no caigo. Estoy bastante segura de no haber dicho nada raro. Te estás quedando conmigo.
I: Venga, Javi. Si dice que no se acuerda es porque no dijo nada.
J: Que sí que lo dijo, jajaja.
V: Bueno, dímelo. Es que te prometo que no recuerdo nada.
J: Me llamaste hijo de puta y cabrón.
V: ¿Que yo qué?
I: Hala... Jijijiji.
J: Lo hiciste, Valentina.
V: ¿Cómo te voy a llamar yo eso?
J: Sí. Cuando... Ya sabes.
V: Mmm...
I: ¿Follasteis el primer día que os conocisteis? -preguntó impresionada.
V: No, a ver... -decía algo cortada mientras yo apartaba la mirada la cara algo cortado también, aunque aguantando la risa en gran parte.
M: Entonces, ¿dijo alguna cosa malsonante, o no? -preguntó Mario viniendo con una copa más para cada uno, perdiéndose parte de la conversación.
I: Tiene pinta. Y fue follando, jajajajaja -se partía de risa mi amiga agarrando a su novio y casi tirando todo lo que traía.
J: ¿Te acuerdas ya, o no?
V: Pues no -decía algo avergonzada.
I: Jajajajaja. ¿Cómo no te acuerdas de vuestra primera noche?
V: Estaba yo como para pensar mucho lo que decía... -dijo riendo y tapándose un poco la cara con la mano.
I: Tú verás... Así te estaría reventando... Jajajajaja.
V: Es que no se le ocurre otra cosa que jugar conmigo, ¿sabes? Yendo de que no tiene ni idea para luego... En fin... Jajaja.
M: Javi... Reírse de una mujer así está muy mal. Ella querría ayudarte con toda su buena intención y tú vas y te ríes... Anda... -decía medio riendo.
J: Por algo lo haría.
V: Síiiiiiiii. Se molestó mucho cuando le dije que tenía cosas de niño...
I: Pfff... Jajajajaja. Yo sé que físicamente no tiene nada de niño. Y también entiendo que no pensaras lo que decías.
J: Irene... -dije haciéndole un gesto para que se cortara, aunque disimulé cuando Valentina giró su cara hacia mí.

Irene se tapó la cara con sus manos pasando a reír más mientras que Valentina se me quedó mirando, aunque no parecía enfadada, ni mucho menos. La verdad es que la conversación había evolucionado demasiado rápido y me sentía culpable de aquello, sacando algún detalle que me debería haber ahorrado, pero también es verdad que Valentina estaba sonriente y no parecía estar nada desagradada cuando se puso tímida por el tema de conversación. Desde luego, Irene se pasó por donde quiso aquello de que se comportaría, como ya esperaba yo, pero lo que no terminaba de esperar era que siguiera con la conversación e incluso que quisiera dar un paso más en ella.

I: Bueno, ya que estamos hablando de cosas así... ¿Os parece si hacemos un jueguecito?
J: Buah...
M: Jajajaja.
V: ¿Qué jueguecito?
I: Podemos hacernos preguntas sobre lo que creemos de los que estamos aquí. En plan, cual crees que es su postura favorita y esas cosas.
J: Yo creo que...
V: Bueno, puede ser divertido.
J: Ah... -dije mirando con cierta incredulidad a Valentina.
I: Y si perdemos, pues bebemos.
V: Uff, es que yo no soy mucho de beber.
I: Bueno, pues con la copa esta que acaba de traer Mario, ¿vale? Si te la vas a beber igual.
V: Venga, vale.
I: ¿Quieres empezar tú?
V: Vale. A ver... Irene, ¿cuál piensas que es la postura favorita de Javi?
I: Muy fácil. El boca arriba y una chica encima de él montándole, pero sin botar.
V: Noooooo, jajaja. No es esa.
I: ¿No? ¿Entonces?
V: La del perrito.
J: No. No es esa.
V: Ah, ¿no?
J: No. Irene lleva razón.
V: Pero...
J: Esa es la tuya.
I: Pues te toca beber, Valentina. Y mientras lo haces te hago una pregunta y tú piensas la respuesta. A ver, ¿qué le gusta más a Javi, recibir o hacer sexo oral?
V: Qué fácil, ¿no? Recibirlo, como a todo el mundo -dijo después de pensarlo unos segundos mientras bebía lentamente.
I: Error. Le gusta más hacerlo.

Valentina me miró, buscando la afirmación a lo que Irene decía con tal seguridad y era cierto lo que decía mi amiga, por lo que asentí mirando a mi amante, quien puso un poco cara de no entender y bebió de nuevo de su copa. En lo que lo hacía, le hice un gesto a Irene para que parara aquello. No me gustaba por dónde estaba yendo la cosa. Es verdad que no veía a Valentina incómoda ni de mal humor o algo parecido, pero ya no veía tan divertido seguir con aquello, porque podría dar lugar a preguntas mucho más fuertes y no quería que el ambiente tan bueno que teníamos se fuera a la mierda. Lo bueno es que mi amiga me entendió y dijo que le apetecía bailar, diciéndole a Mario de ir al local en el que habíamos pedido las copas para bailar un poco allí en el pequeño espacio que había para hacerlo bajo unas luces de colores. Yo me excusé diciendo que estaba un poco mareado por el alcohol y que quería esperar a que se me pasara, quedándose Valentina conmigo.
 
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