Keranos
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Capítulo 515
Me pilló un poco desprevenido cuando me dijo el nombre del hotel en el que había hecho la reserva. Fue como si me hubiera dado un golpe, de esos que te das y no notas el dolor hasta el par de segundos. Se trataba de un hotel al que yo ya había ido en alguna ocasión. Y no solo, pues fue con mi ex, siendo un lugar en el que pasamos momentos muy especiales cuando teníamos que quedar a escondidas de su madre, quien no sabía en aquel entonces ni que existía. Valentina no se dio cuenta de mi reacción al decirme aquello, y mejor así para evitar que indagara en nada que no le quería contar en ese momento. De camino, como era de esperar, recordé varios de esos momentos que pasamos ella y yo en ese lugar y veía venir que al llegar iba a ser peor, pero claro, no le iba a decir de ir a otro sitio, porque la reserva ya estaba hecha y me dijo que lo hizo ahí porque vio que era el mejor hotel de la ciudad.
Efectivamente, al llegar, me inundaron varios recuerdos, llegándome hasta olores y pensando que la tenía a ella a mi lado sentada en el asiento del copiloto. Era una de esas situaciones incómodas en las que te entra hasta sudor frío. Cosa bastante rara estando a pocos días de julio, pero ahí estaba yo, sintiendo eso y apretando el volante con fuerza en la pequeña parada que tenías que hacer para acceder al aparcamiento. Valentina me dijo de dejarla en la entrada y que le bajara la pequeña maleta que llevó, comentando que ella iba entrando para ir cogiendo la llave e ir subiendo para ir relajándose y así poder descansar un poco, aunque me dijo obviamente la habitación en la que nos íbamos a hospedar para saber dónde tenía que ir, terminando diciendo que fuera aparcando yo mientras tanto.
Una vez lo hice me quedé un par de minutos un poco ido, mirando hasta el sitio en el que casi tuvimos algo más que palabras con aquella pareja que nos cruzamos en su día, aunque era más con la mujer que con los dos. Lo que en su día me hacía gracia y me daba orgullo de ver a mi novia hacer frente a una mujer como aquella, ahora me dejaba muy mal cuerpo. No por el hecho en sí, que seguía pensando que fue lo mejor que pudo hacer, sino por los recuerdos que no me paraban de llover. Pero seguía con ese pensamiento de que no se me jodiera el buen humor que tenía esos días, por lo que me di dos fuertes palmadas y me bajé del coche para coger mi bolsa con la ropa que llevaba para subir con ella. Al entrar a la recepción, pues más de lo mismo, aunque un amable saludo del personal me relajó, pero dudo bastante que me reconocieran.
Subiendo por el ascensor hasta la tercera planta en la que se encontraba la habitación me mentalicé de que la habitación sería igual y me iba a pasar lo mismo. Por suerte, al estar allí Valentina se me hizo más llevadero. Me abrió casi sin dejarse ver, asomando solo media cara, aunque se retiró para dejarme entrar, permitiéndome ver su sexy andar estando ya descalza. Al entrar a la habitación, pues sí, se me vinieron varias cosas a la cabeza, pero traté de dejarlas apartadas, yendo con ella al seguirla y al dejar la bolsa que llevaba en la mano sobre un sillón que había allí. Valentina se tumbó en la cama y yo hice lo propio al descalzarme, dándome ella mi helado y cogiendo el suyo, aunque dijo que era muy grande y que no iba a poder con todo, pero sí que quería probarlo por lo que le había dicho yo y por ser de dos sabores diferentes de chocolate.
Me dijo que le encantó y que no recordaba haber probado un helado tan bueno. Me llegó a reconocer que el chocolate era uno de sus puntos débiles, aunque por lo que podía ver no abusaba de él. Y trabajo le costaba, porque siempre que comía en un restaurante no podía evitar pedirse algún postre que llevara, como bien comprobé hacia unos minutos. Fue algo de lo que tomé nota para otra ocasión, por si la volvía a cagar con ella, porque es que se puso de muy buen humor, y eso que solo lo probó un poco, no comiéndose ni la cuarta parte del helado, aunque me dio a probarlo y también quiso probar el mío, gustándole también, aunque al ser de queso le pareció empalagoso. También me comentó que a veces se sentía culpable cuando comía algo de chocolate, pero era algo que remediaba teniendo la costumbre de salir todos los días bien temprano para andar ligeramente o incluso trotar, aunque no lo terminaba de hacer mucho por sus pechos, diciendo que le resultaba incómodo.
Estuvimos debatiendo un poco otras maneras de hacer ejercicio sin que esa condición le molestara tanto, porque es cierto que con esas tetas debía ser incómodo hacer ejercicio con mucho movimiento por mucho sujetador deportivo que se pusiera. Vimos hacer bicicleta como algo compatible con aquello, sugiriendo ella también el yoga, pero ella me explicaba que el problema era que no tenía mucho tiempo por su trabajo. Al final le acabé diciendo que lo mejor para mantenerse en forma era follar, que así se quemaba mucha energía y al menos los botes que pegaban sus tetas eran algo muy agradable de ver para el chico con el que estuviera. Ella me medio regañó diciéndome que no fuera tan grosero, como ya me había dicho anteriormente en alguna ocasión, aunque lo hacía con gesto agradable, lo que me tranquilizaba respecto a cómo me la encontré por la mañana.
Poco antes de las 6 de la tarde, después de haber reposado bien la comida, aunque sin llegar a dormirnos ninguno de los dos, dijimos de salir para enseñarle la ciudad. Estuvimos debatiendo un poco sobre cómo hacerlo, porque ella como ya me había dicho, quería hacerlo desde el coche para no arriesgarse a cruzarse con alguien conocido, pero yo le insistía que las mejores partes de la ciudad, donde había monumentos importantes, eran peatonales y no podríamos verlas al ir en coche. Al final optamos por hacer las dos cosas para quedar ambos contentos, por lo que saqué ropa de la bolsa con intención de ponerme más cómodo yendo en camiseta, pero ella me dijo que me dejara la camisa, porque según ella así estaba más presentable y más guapo. Le hice caso con la esperanza de que a medida que pasaba el día y viera que tenía en cuenta su opinión, se le rebajara el enfado del todo. Pero ella sí que se puso un calzado más cómodo, aunque aquel que llevaba no es que fuera incómodo, pero dijo que se iba a poner unas zapatillas planas para que al andar le fuera más fácil hacerlo sin acabar dolorida.
Estaba preciosa con esas zapatillas que ya le había visto yo por cómo un día vino a casa. Le daba un aire más juvenil, aunque bajaba de estatura, pero seguía siendo alta. Y no poco. De hecho, diría que ella es la mujer más alta con la que haya estado en ese plan. Para salir, me dio instrucciones de la misma manera que lo hizo cuando llegamos, así que tuve que bajar yo primero y coger el coche para recogerla en la puerta. Parecía que era más su azafato que otra cosa, pero tampoco era algo molesto. Empezamos a ver la ciudad desde el coche, teniendo yo en mente dejar las zonas peatonales para lo último, por lo que dimos una buena vuelta recorriendo todos los puntos de interés de la ciudad, tratando yo de explicarle bien todo lo que podía, porque tenía que estar pendiente de la carretera. Ella me preguntaba mucho y yo le iba diciendo de qué se trataba todo y lo que había por esas zonas anteriormente. Al pasar por mi casa le dije que allí era donde había vivido siempre y a ella le gustó la zona.
También le gustó el colegio al que iba, diciendo que le parecía grande y que estaba fascinada por el gran patio que tenía en la parte de delante. Y así fuimos paseando por toda la ciudad hasta que llegamos la zona más baja de la ciudad, en la que se encontraba lo bueno y lo que era más visto por todos los turistas que visitaban la ciudad. Le dije que me gustaría enseñarle bien todo y que tendríamos que andar un poco, pero que entendía que no quisiera estar mucho rato fuera del coche. Tras unos segundos ponderando lo que le dije, acabó aceptando, porque conforme nos fuimos adentrando a la zona, le causó bastante interés verlo bien todo. Así que acabé aparcando en la zona más próxima disponible y nos bajamos para ir andando. Ella, se volvió a poner su pamela y sus grandes gafas de sol. Parecía que iba de incógnito, causándome hasta gracia.
Pero a pesar de su condición, Valentina se mostraba muy interesada, sin parar de preguntar y señalar todo aquello que le llamaba la atención. Había momentos en los que se ponía un poco tensa, aunque era lo normal con aquello que le preocupaba, ya que había tramos, sobre todo en plazas, en donde había mucha gente. Muchos niños jugando, pero también personas de todas las edades, porque aún no hacía tanto calor como para estar encerrado en casa. Estábamos en ese punto intermedio de poder disfrutar y de tener calor. Pero cuando íbamos por sitios en los que estábamos prácticamente solos, sobre todo por callejones muy antiguos que desembocaban en iglesias y monasterios, se calmaba bastante. A medida que íbamos viendo varios lugares de interés, me decía que le parecía todo precioso y que ella era muy de turistear, pero que no tenía mucha oportunidad por estar tan ocupada con su trabajo.
Hubo un momento de más tensión cuando pasamos por casa de mis abuelos, donde estaba también mi madre desde hacía ya unos meses. Y me parecía feo estar a unos pocos metros de ahí y no acercarme a verlos, aunque solo fuera a saludar. Cuando se lo comenté a Valentina, le entraron los nervios. Yo no tenía mucho problema si ella quería pasar también, porque al haber una notable diferencia de edad, imaginaba que mi familia no pensaría que estábamos juntos o de rollo, como en realidad estábamos. Hasta tenía en mente decirle a mi madre que se trataba de mi jefa por si decía de preguntar, llegando hasta inventarme que le diría que tenía familia por allí y que le había hecho el favor de acercarla. Pero Valentina dijo que me esperaba en la calle, dando una vuelta por la plaza en la que me crie en gran parte de mi infancia, diciéndole yo aquello antes y parándose bien a mirarla, con su estatua, jardines, fuentes y demás.
Fue una visita rápida en la que no me entretuve mucho, porque no quería hacerla esperar. Al llevar un par de semanas sin ir, me retuvieron, pero les dije que me tenía que ir, porque comenté que había quedado con amigos y que llevaba prisa. Al salir a la puerta con mi madre, como siempre hacía, me preguntó un poco aquello de con quién había quedado y por qué iba tan guapo en camisa si aún era de día. Salí de aquella diciendo que era el cumpleaños de un amigo y que habíamos salido a comer fuera y que íbamos a tomarnos algo. También me preguntó si me pasaría a cenar, pero le dije que no, comentándole que se había juntado mucha gente y que íbamos a aprovechar para echar todo el día juntos. No parecía muy convencida de mi explicación, pero tampoco indagó mucho más en lo que me traería entre manos.
Así que nos despedimos, llevándome una bolsa con algo que habían hecho de repostería, como solía ser lo normal y me fui, dando un rodeo para subir a la plaza y buscar a Valentina, quien estaba sentada a la sombra en un banco de piedra. Puso una sonrisa al verme y me senté a su lado explicándole cómo había ido y lo que llevaba en la bolsa, diciéndole que ya lo probaríamos en la habitación del hotel. Fue algo que me dejó mal sabor de boca el que prácticamente todo estuviera cerrado al ser domingo. Por la mañana sí que abrían varios establecimientos de productos autóctonos y caseros, pero por la tarde ya estaba todo cerrado, pero al menos, dentro de lo que había en la bolsa, se encontraba alguna que otra cosa de aquellas que me hubiera gustado comprar para que las probara.
Ya cuando eran casi las 9 y acabamos de verlo todo, dijimos de volver al hotel para darnos una ducha para poder ir a cenar tranquilamente, por lo que regresamos hasta el coche para ir de nuevo al hotel, no sin hacer de nuevo el paripé para que no nos vieran juntos. Como sabía que ella iba a tardar más en ducharse y arreglarse, le dije de hacerlo yo primero, pero para cuando subí ya estaba ella dentro de la ducha. Le dije si me podía meter con ella y me soltó un "no" tan rotundo y alto que me acojonó un poco, porque se le cambió hasta la voz. Así que me quité la camisa y me eché en la cama para ver la tele en lo que ella terminaba, saliendo al poco con su pelo húmedo y enrollada en una toalla para ir hasta su maletita para coger un secador y una plancha para el pelo, además de su neceser. Me dijo que ya podía entrar, con su voz de siempre, así que me levanté y me desnudé para entrar en la ducha, entrando ella también detrás de mí.
Pero no era para hacer nada en especial, porque lo que hizo fue empezar a secarse el pelo. Al ser tener la ducha una mampara totalmente transparente, nos podíamos ver y alguna que otra mirada me echaba, sonriéndole yo, aunque ella no se llegó a quitar la toalla en ningún momento. Verla así y sabiendo que no llevaba nada debajo de la toalla, la cual era cortita y le tapaba el culo con alguna dificultad, hizo que se me empezara a poner dura, dándose ella cuenta y negando con la cabeza con una ligera sonrisa. De hecho, me empecé a tocar un poco por lo necesitado que venía de sexo, especialmente después de la noche que pasé hacía pocas horas. Ahora ella me miraba más de seguido, haciendo varias pasadas con su mirada por mi cuerpo, aunque se centraba más en una parte en concreto, pero llegó un momento en el que se puso con su cuerpo mirando hacia mí, poniendo sus brazos en jarra para girar su cabeza y quedarse mirándome fijamente.
-¿Tú es que no te hartas nunca? -dijo casi indignada.
-¿Cómo la voy a tener teniendo a una mujer como tú delante?
-Pues ve calmándote, machote. Que no estás para andar así.
-¿Cómo que no? Yo siempre estoy listo.
-Eso es lo que tú crees, pero ya te digo yo que no lo estás. Te vendría bien unos días sin hacer nada de nada para que se te quite la tontería.
-Ya...
-Lo digo en serio.
-¿Y tú podrás aguantar varios días sin...?
-Pues claro. ¿Te crees que soy como tú? Yo no estoy salida. Tú sí, y mucho.
-Pues lo normal en un tío joven que está así.
-Qué creído te lo tienes...
-Dijo la humilde, jajajaja.
-Te tengo que bajar yo a ti esos humos que tienes.
-Claro... Lo que pasa es que antes de que me los bajes se te suben a ti. Y no es solo lo que te sube.
-¿Qué más me sube? A ver...
-¿Pues qué va a ser? El calentón que te entra al ver lo que estás viendo ahora mismo.
-Ya... ¿Quieres apostar?
-¿El qué?
-Quién de los dos aguanta más.
-Qué fácil. Yo gano. ¿O es que no lo has visto ya varias veces? Siempre te corres tú antes que yo.
-No digo de eso, listillo -dijo con tono de burla-. Digo aguante de ver quién puede pasar más tiempo sin tener relaciones sexuales.
-Ya, me estaba quedando contigo.
-Ay, de verdad...
-Ahí ganas tú.
-Pues claro. ¿Cómo no lo voy a hacer después de todo el tiempo que he estado sin...? Y tú... Que, a las primeras de cambio, aprovechas.
-No tanto.
-Sabes que sí. Vale que una te ponga ojitos para que...
-Qué va.
-Que no dice...
-Mira, Valentina -dije saliendo de la ducha-. No te voy a engañar. Me está siendo muy duro mantener la promesa que te hice de no estar con nadie más mientras nos viéramos tú y yo.
-Pero si solo han pasado un par de días... Jajaja.
-Pues para que veas.
-¿Ves cómo es muy fácil contigo?
-Ayer lo tuve muy difícil.
-¿De verdad? -preguntó con parsimonia.
-Sí -dije empezando a secarme-. Después de estar todo el día con los amigos, salimos a cenar y a tomarnos algo y bueno... Una de las chicas del grupo se acercó a mí y estuvimos hablando.
-Ajá...
-Y me tenía ganas. Muchas, además.
-Ya...
-Casi me rogaba que nos fuéramos a mi casa para echar un polvo.
-Ah... ¿Y qué le dijiste?
-Que no podía. Que había hecho una promesa y quería cumplirla.
-¿Y era guapa?
-Sí. Y atractiva. Esa chica tiene algo que me llama mucho la atención. No sé... Sus curvas, su manera de ser, sus ganas de jugar...
-Y dices que no hicisteis nada...
-Pues no. No hicimos nada.
-¿Por qué será que no te creo...?
-Tú misma. Si tampoco vamos a follar, ¿no? No tienes que tener nada de lo que preocuparte.
-Desde luego -dijo saliendo del baño mientras se quitaba la toalla.
Valentina me regaló una vista perfecta de su cuerpo de espaldas, con ese culo despampanante que movía de manera muy sexy con esos andares que tenía. La erección me volvió al instante al ver aquello e hice por donde de verla más, pero rápidamente la perdí de vista por cómo estaba dispuesto el baño en la habitación en la que nos hospedábamos. Aunque rápidamente volvió a donde yo me encontraba, con su ropa interior puesta, dejándome bastante parado. Llevaba una ropa interior preciosa, negra, con encajes y las cuales transparentaban sus pezones y el vello de su entrepierna. Aquello me puso como una moto, teniendo la polla muy tiesa, aunque ella ni le prestó atención en esta ocasión.
Valentina pasó a plancharse el pelo para dejarlo bien liso estando así, tan solo en ropa interior y descalza. Yo mientras tanto me seguía secando el cuerpo, aunque lo hacía de manera muy lenta, porque no podía quitar la mirada del monumento que tenía delante. Y ya por cómo estaba situada, por su culo, el cual tenía bastante al descubierto por llevar puesto uno de sus típicos culottes. En ese momento le parecía muy indiferente y no me miraba ni de reojo. Así que pensé en imitarla para ver si así cambiaba de parecer, por lo que salí del baño para ponerme los boxers y volver con ella, aunque me costaba acomodar la erección que seguía durísima. Sin embargo, ella seguía sin hacerme caso una vez regresé, aunque no me llegaba a importar. La veía tan impresionante que aquello de que se fijara en mí pasó a un segundo plano.
Seguí arreglándome, echándome desodorante y empezando a peinarme, pasando luego a la barba, estando con ella más tiempo. Valentina acabó antes que yo de peinarse y pasó a maquillarse, tomándoselo con más calma. Así que cuando acabé me quedé mirándola, ya más calmado por los bajos, aunque no del todo. Esta vez sí que me miró alguna vez, con un gesto más calmado. No pude evitar ponerme detrás de ella para abrazarla, aunque me dijo que me estuviera quieto, pero no podía en una situación así. Le empecé a acariciar sus brazos y luego su torso, pasando a besarle un hombro y luego el cuello al apartar un poco su pelo. Pero ella no quiera nada de aquello, apartándose para salir del baño nuevamente. Sabía que estaba jugando conmigo, y eso lo hacía muy divertido, pero era algo bastante duro por el calentón que tenía encima. Lo que pasó la noche anterior con Sara también colaboraba en que ese calentón fuera más intenso aún.
Me pilló un poco desprevenido cuando me dijo el nombre del hotel en el que había hecho la reserva. Fue como si me hubiera dado un golpe, de esos que te das y no notas el dolor hasta el par de segundos. Se trataba de un hotel al que yo ya había ido en alguna ocasión. Y no solo, pues fue con mi ex, siendo un lugar en el que pasamos momentos muy especiales cuando teníamos que quedar a escondidas de su madre, quien no sabía en aquel entonces ni que existía. Valentina no se dio cuenta de mi reacción al decirme aquello, y mejor así para evitar que indagara en nada que no le quería contar en ese momento. De camino, como era de esperar, recordé varios de esos momentos que pasamos ella y yo en ese lugar y veía venir que al llegar iba a ser peor, pero claro, no le iba a decir de ir a otro sitio, porque la reserva ya estaba hecha y me dijo que lo hizo ahí porque vio que era el mejor hotel de la ciudad.
Efectivamente, al llegar, me inundaron varios recuerdos, llegándome hasta olores y pensando que la tenía a ella a mi lado sentada en el asiento del copiloto. Era una de esas situaciones incómodas en las que te entra hasta sudor frío. Cosa bastante rara estando a pocos días de julio, pero ahí estaba yo, sintiendo eso y apretando el volante con fuerza en la pequeña parada que tenías que hacer para acceder al aparcamiento. Valentina me dijo de dejarla en la entrada y que le bajara la pequeña maleta que llevó, comentando que ella iba entrando para ir cogiendo la llave e ir subiendo para ir relajándose y así poder descansar un poco, aunque me dijo obviamente la habitación en la que nos íbamos a hospedar para saber dónde tenía que ir, terminando diciendo que fuera aparcando yo mientras tanto.
Una vez lo hice me quedé un par de minutos un poco ido, mirando hasta el sitio en el que casi tuvimos algo más que palabras con aquella pareja que nos cruzamos en su día, aunque era más con la mujer que con los dos. Lo que en su día me hacía gracia y me daba orgullo de ver a mi novia hacer frente a una mujer como aquella, ahora me dejaba muy mal cuerpo. No por el hecho en sí, que seguía pensando que fue lo mejor que pudo hacer, sino por los recuerdos que no me paraban de llover. Pero seguía con ese pensamiento de que no se me jodiera el buen humor que tenía esos días, por lo que me di dos fuertes palmadas y me bajé del coche para coger mi bolsa con la ropa que llevaba para subir con ella. Al entrar a la recepción, pues más de lo mismo, aunque un amable saludo del personal me relajó, pero dudo bastante que me reconocieran.
Subiendo por el ascensor hasta la tercera planta en la que se encontraba la habitación me mentalicé de que la habitación sería igual y me iba a pasar lo mismo. Por suerte, al estar allí Valentina se me hizo más llevadero. Me abrió casi sin dejarse ver, asomando solo media cara, aunque se retiró para dejarme entrar, permitiéndome ver su sexy andar estando ya descalza. Al entrar a la habitación, pues sí, se me vinieron varias cosas a la cabeza, pero traté de dejarlas apartadas, yendo con ella al seguirla y al dejar la bolsa que llevaba en la mano sobre un sillón que había allí. Valentina se tumbó en la cama y yo hice lo propio al descalzarme, dándome ella mi helado y cogiendo el suyo, aunque dijo que era muy grande y que no iba a poder con todo, pero sí que quería probarlo por lo que le había dicho yo y por ser de dos sabores diferentes de chocolate.
Me dijo que le encantó y que no recordaba haber probado un helado tan bueno. Me llegó a reconocer que el chocolate era uno de sus puntos débiles, aunque por lo que podía ver no abusaba de él. Y trabajo le costaba, porque siempre que comía en un restaurante no podía evitar pedirse algún postre que llevara, como bien comprobé hacia unos minutos. Fue algo de lo que tomé nota para otra ocasión, por si la volvía a cagar con ella, porque es que se puso de muy buen humor, y eso que solo lo probó un poco, no comiéndose ni la cuarta parte del helado, aunque me dio a probarlo y también quiso probar el mío, gustándole también, aunque al ser de queso le pareció empalagoso. También me comentó que a veces se sentía culpable cuando comía algo de chocolate, pero era algo que remediaba teniendo la costumbre de salir todos los días bien temprano para andar ligeramente o incluso trotar, aunque no lo terminaba de hacer mucho por sus pechos, diciendo que le resultaba incómodo.
Estuvimos debatiendo un poco otras maneras de hacer ejercicio sin que esa condición le molestara tanto, porque es cierto que con esas tetas debía ser incómodo hacer ejercicio con mucho movimiento por mucho sujetador deportivo que se pusiera. Vimos hacer bicicleta como algo compatible con aquello, sugiriendo ella también el yoga, pero ella me explicaba que el problema era que no tenía mucho tiempo por su trabajo. Al final le acabé diciendo que lo mejor para mantenerse en forma era follar, que así se quemaba mucha energía y al menos los botes que pegaban sus tetas eran algo muy agradable de ver para el chico con el que estuviera. Ella me medio regañó diciéndome que no fuera tan grosero, como ya me había dicho anteriormente en alguna ocasión, aunque lo hacía con gesto agradable, lo que me tranquilizaba respecto a cómo me la encontré por la mañana.
Poco antes de las 6 de la tarde, después de haber reposado bien la comida, aunque sin llegar a dormirnos ninguno de los dos, dijimos de salir para enseñarle la ciudad. Estuvimos debatiendo un poco sobre cómo hacerlo, porque ella como ya me había dicho, quería hacerlo desde el coche para no arriesgarse a cruzarse con alguien conocido, pero yo le insistía que las mejores partes de la ciudad, donde había monumentos importantes, eran peatonales y no podríamos verlas al ir en coche. Al final optamos por hacer las dos cosas para quedar ambos contentos, por lo que saqué ropa de la bolsa con intención de ponerme más cómodo yendo en camiseta, pero ella me dijo que me dejara la camisa, porque según ella así estaba más presentable y más guapo. Le hice caso con la esperanza de que a medida que pasaba el día y viera que tenía en cuenta su opinión, se le rebajara el enfado del todo. Pero ella sí que se puso un calzado más cómodo, aunque aquel que llevaba no es que fuera incómodo, pero dijo que se iba a poner unas zapatillas planas para que al andar le fuera más fácil hacerlo sin acabar dolorida.
Estaba preciosa con esas zapatillas que ya le había visto yo por cómo un día vino a casa. Le daba un aire más juvenil, aunque bajaba de estatura, pero seguía siendo alta. Y no poco. De hecho, diría que ella es la mujer más alta con la que haya estado en ese plan. Para salir, me dio instrucciones de la misma manera que lo hizo cuando llegamos, así que tuve que bajar yo primero y coger el coche para recogerla en la puerta. Parecía que era más su azafato que otra cosa, pero tampoco era algo molesto. Empezamos a ver la ciudad desde el coche, teniendo yo en mente dejar las zonas peatonales para lo último, por lo que dimos una buena vuelta recorriendo todos los puntos de interés de la ciudad, tratando yo de explicarle bien todo lo que podía, porque tenía que estar pendiente de la carretera. Ella me preguntaba mucho y yo le iba diciendo de qué se trataba todo y lo que había por esas zonas anteriormente. Al pasar por mi casa le dije que allí era donde había vivido siempre y a ella le gustó la zona.
También le gustó el colegio al que iba, diciendo que le parecía grande y que estaba fascinada por el gran patio que tenía en la parte de delante. Y así fuimos paseando por toda la ciudad hasta que llegamos la zona más baja de la ciudad, en la que se encontraba lo bueno y lo que era más visto por todos los turistas que visitaban la ciudad. Le dije que me gustaría enseñarle bien todo y que tendríamos que andar un poco, pero que entendía que no quisiera estar mucho rato fuera del coche. Tras unos segundos ponderando lo que le dije, acabó aceptando, porque conforme nos fuimos adentrando a la zona, le causó bastante interés verlo bien todo. Así que acabé aparcando en la zona más próxima disponible y nos bajamos para ir andando. Ella, se volvió a poner su pamela y sus grandes gafas de sol. Parecía que iba de incógnito, causándome hasta gracia.
Pero a pesar de su condición, Valentina se mostraba muy interesada, sin parar de preguntar y señalar todo aquello que le llamaba la atención. Había momentos en los que se ponía un poco tensa, aunque era lo normal con aquello que le preocupaba, ya que había tramos, sobre todo en plazas, en donde había mucha gente. Muchos niños jugando, pero también personas de todas las edades, porque aún no hacía tanto calor como para estar encerrado en casa. Estábamos en ese punto intermedio de poder disfrutar y de tener calor. Pero cuando íbamos por sitios en los que estábamos prácticamente solos, sobre todo por callejones muy antiguos que desembocaban en iglesias y monasterios, se calmaba bastante. A medida que íbamos viendo varios lugares de interés, me decía que le parecía todo precioso y que ella era muy de turistear, pero que no tenía mucha oportunidad por estar tan ocupada con su trabajo.
Hubo un momento de más tensión cuando pasamos por casa de mis abuelos, donde estaba también mi madre desde hacía ya unos meses. Y me parecía feo estar a unos pocos metros de ahí y no acercarme a verlos, aunque solo fuera a saludar. Cuando se lo comenté a Valentina, le entraron los nervios. Yo no tenía mucho problema si ella quería pasar también, porque al haber una notable diferencia de edad, imaginaba que mi familia no pensaría que estábamos juntos o de rollo, como en realidad estábamos. Hasta tenía en mente decirle a mi madre que se trataba de mi jefa por si decía de preguntar, llegando hasta inventarme que le diría que tenía familia por allí y que le había hecho el favor de acercarla. Pero Valentina dijo que me esperaba en la calle, dando una vuelta por la plaza en la que me crie en gran parte de mi infancia, diciéndole yo aquello antes y parándose bien a mirarla, con su estatua, jardines, fuentes y demás.
Fue una visita rápida en la que no me entretuve mucho, porque no quería hacerla esperar. Al llevar un par de semanas sin ir, me retuvieron, pero les dije que me tenía que ir, porque comenté que había quedado con amigos y que llevaba prisa. Al salir a la puerta con mi madre, como siempre hacía, me preguntó un poco aquello de con quién había quedado y por qué iba tan guapo en camisa si aún era de día. Salí de aquella diciendo que era el cumpleaños de un amigo y que habíamos salido a comer fuera y que íbamos a tomarnos algo. También me preguntó si me pasaría a cenar, pero le dije que no, comentándole que se había juntado mucha gente y que íbamos a aprovechar para echar todo el día juntos. No parecía muy convencida de mi explicación, pero tampoco indagó mucho más en lo que me traería entre manos.
Así que nos despedimos, llevándome una bolsa con algo que habían hecho de repostería, como solía ser lo normal y me fui, dando un rodeo para subir a la plaza y buscar a Valentina, quien estaba sentada a la sombra en un banco de piedra. Puso una sonrisa al verme y me senté a su lado explicándole cómo había ido y lo que llevaba en la bolsa, diciéndole que ya lo probaríamos en la habitación del hotel. Fue algo que me dejó mal sabor de boca el que prácticamente todo estuviera cerrado al ser domingo. Por la mañana sí que abrían varios establecimientos de productos autóctonos y caseros, pero por la tarde ya estaba todo cerrado, pero al menos, dentro de lo que había en la bolsa, se encontraba alguna que otra cosa de aquellas que me hubiera gustado comprar para que las probara.
Ya cuando eran casi las 9 y acabamos de verlo todo, dijimos de volver al hotel para darnos una ducha para poder ir a cenar tranquilamente, por lo que regresamos hasta el coche para ir de nuevo al hotel, no sin hacer de nuevo el paripé para que no nos vieran juntos. Como sabía que ella iba a tardar más en ducharse y arreglarse, le dije de hacerlo yo primero, pero para cuando subí ya estaba ella dentro de la ducha. Le dije si me podía meter con ella y me soltó un "no" tan rotundo y alto que me acojonó un poco, porque se le cambió hasta la voz. Así que me quité la camisa y me eché en la cama para ver la tele en lo que ella terminaba, saliendo al poco con su pelo húmedo y enrollada en una toalla para ir hasta su maletita para coger un secador y una plancha para el pelo, además de su neceser. Me dijo que ya podía entrar, con su voz de siempre, así que me levanté y me desnudé para entrar en la ducha, entrando ella también detrás de mí.
Pero no era para hacer nada en especial, porque lo que hizo fue empezar a secarse el pelo. Al ser tener la ducha una mampara totalmente transparente, nos podíamos ver y alguna que otra mirada me echaba, sonriéndole yo, aunque ella no se llegó a quitar la toalla en ningún momento. Verla así y sabiendo que no llevaba nada debajo de la toalla, la cual era cortita y le tapaba el culo con alguna dificultad, hizo que se me empezara a poner dura, dándose ella cuenta y negando con la cabeza con una ligera sonrisa. De hecho, me empecé a tocar un poco por lo necesitado que venía de sexo, especialmente después de la noche que pasé hacía pocas horas. Ahora ella me miraba más de seguido, haciendo varias pasadas con su mirada por mi cuerpo, aunque se centraba más en una parte en concreto, pero llegó un momento en el que se puso con su cuerpo mirando hacia mí, poniendo sus brazos en jarra para girar su cabeza y quedarse mirándome fijamente.
-¿Tú es que no te hartas nunca? -dijo casi indignada.
-¿Cómo la voy a tener teniendo a una mujer como tú delante?
-Pues ve calmándote, machote. Que no estás para andar así.
-¿Cómo que no? Yo siempre estoy listo.
-Eso es lo que tú crees, pero ya te digo yo que no lo estás. Te vendría bien unos días sin hacer nada de nada para que se te quite la tontería.
-Ya...
-Lo digo en serio.
-¿Y tú podrás aguantar varios días sin...?
-Pues claro. ¿Te crees que soy como tú? Yo no estoy salida. Tú sí, y mucho.
-Pues lo normal en un tío joven que está así.
-Qué creído te lo tienes...
-Dijo la humilde, jajajaja.
-Te tengo que bajar yo a ti esos humos que tienes.
-Claro... Lo que pasa es que antes de que me los bajes se te suben a ti. Y no es solo lo que te sube.
-¿Qué más me sube? A ver...
-¿Pues qué va a ser? El calentón que te entra al ver lo que estás viendo ahora mismo.
-Ya... ¿Quieres apostar?
-¿El qué?
-Quién de los dos aguanta más.
-Qué fácil. Yo gano. ¿O es que no lo has visto ya varias veces? Siempre te corres tú antes que yo.
-No digo de eso, listillo -dijo con tono de burla-. Digo aguante de ver quién puede pasar más tiempo sin tener relaciones sexuales.
-Ya, me estaba quedando contigo.
-Ay, de verdad...
-Ahí ganas tú.
-Pues claro. ¿Cómo no lo voy a hacer después de todo el tiempo que he estado sin...? Y tú... Que, a las primeras de cambio, aprovechas.
-No tanto.
-Sabes que sí. Vale que una te ponga ojitos para que...
-Qué va.
-Que no dice...
-Mira, Valentina -dije saliendo de la ducha-. No te voy a engañar. Me está siendo muy duro mantener la promesa que te hice de no estar con nadie más mientras nos viéramos tú y yo.
-Pero si solo han pasado un par de días... Jajaja.
-Pues para que veas.
-¿Ves cómo es muy fácil contigo?
-Ayer lo tuve muy difícil.
-¿De verdad? -preguntó con parsimonia.
-Sí -dije empezando a secarme-. Después de estar todo el día con los amigos, salimos a cenar y a tomarnos algo y bueno... Una de las chicas del grupo se acercó a mí y estuvimos hablando.
-Ajá...
-Y me tenía ganas. Muchas, además.
-Ya...
-Casi me rogaba que nos fuéramos a mi casa para echar un polvo.
-Ah... ¿Y qué le dijiste?
-Que no podía. Que había hecho una promesa y quería cumplirla.
-¿Y era guapa?
-Sí. Y atractiva. Esa chica tiene algo que me llama mucho la atención. No sé... Sus curvas, su manera de ser, sus ganas de jugar...
-Y dices que no hicisteis nada...
-Pues no. No hicimos nada.
-¿Por qué será que no te creo...?
-Tú misma. Si tampoco vamos a follar, ¿no? No tienes que tener nada de lo que preocuparte.
-Desde luego -dijo saliendo del baño mientras se quitaba la toalla.
Valentina me regaló una vista perfecta de su cuerpo de espaldas, con ese culo despampanante que movía de manera muy sexy con esos andares que tenía. La erección me volvió al instante al ver aquello e hice por donde de verla más, pero rápidamente la perdí de vista por cómo estaba dispuesto el baño en la habitación en la que nos hospedábamos. Aunque rápidamente volvió a donde yo me encontraba, con su ropa interior puesta, dejándome bastante parado. Llevaba una ropa interior preciosa, negra, con encajes y las cuales transparentaban sus pezones y el vello de su entrepierna. Aquello me puso como una moto, teniendo la polla muy tiesa, aunque ella ni le prestó atención en esta ocasión.
Valentina pasó a plancharse el pelo para dejarlo bien liso estando así, tan solo en ropa interior y descalza. Yo mientras tanto me seguía secando el cuerpo, aunque lo hacía de manera muy lenta, porque no podía quitar la mirada del monumento que tenía delante. Y ya por cómo estaba situada, por su culo, el cual tenía bastante al descubierto por llevar puesto uno de sus típicos culottes. En ese momento le parecía muy indiferente y no me miraba ni de reojo. Así que pensé en imitarla para ver si así cambiaba de parecer, por lo que salí del baño para ponerme los boxers y volver con ella, aunque me costaba acomodar la erección que seguía durísima. Sin embargo, ella seguía sin hacerme caso una vez regresé, aunque no me llegaba a importar. La veía tan impresionante que aquello de que se fijara en mí pasó a un segundo plano.
Seguí arreglándome, echándome desodorante y empezando a peinarme, pasando luego a la barba, estando con ella más tiempo. Valentina acabó antes que yo de peinarse y pasó a maquillarse, tomándoselo con más calma. Así que cuando acabé me quedé mirándola, ya más calmado por los bajos, aunque no del todo. Esta vez sí que me miró alguna vez, con un gesto más calmado. No pude evitar ponerme detrás de ella para abrazarla, aunque me dijo que me estuviera quieto, pero no podía en una situación así. Le empecé a acariciar sus brazos y luego su torso, pasando a besarle un hombro y luego el cuello al apartar un poco su pelo. Pero ella no quiera nada de aquello, apartándose para salir del baño nuevamente. Sabía que estaba jugando conmigo, y eso lo hacía muy divertido, pero era algo bastante duro por el calentón que tenía encima. Lo que pasó la noche anterior con Sara también colaboraba en que ese calentón fuera más intenso aún.