Reencuentro con Elena

Capítulo 515

Me pilló un poco desprevenido cuando me dijo el nombre del hotel en el que había hecho la reserva. Fue como si me hubiera dado un golpe, de esos que te das y no notas el dolor hasta el par de segundos. Se trataba de un hotel al que yo ya había ido en alguna ocasión. Y no solo, pues fue con mi ex, siendo un lugar en el que pasamos momentos muy especiales cuando teníamos que quedar a escondidas de su madre, quien no sabía en aquel entonces ni que existía. Valentina no se dio cuenta de mi reacción al decirme aquello, y mejor así para evitar que indagara en nada que no le quería contar en ese momento. De camino, como era de esperar, recordé varios de esos momentos que pasamos ella y yo en ese lugar y veía venir que al llegar iba a ser peor, pero claro, no le iba a decir de ir a otro sitio, porque la reserva ya estaba hecha y me dijo que lo hizo ahí porque vio que era el mejor hotel de la ciudad.

Efectivamente, al llegar, me inundaron varios recuerdos, llegándome hasta olores y pensando que la tenía a ella a mi lado sentada en el asiento del copiloto. Era una de esas situaciones incómodas en las que te entra hasta sudor frío. Cosa bastante rara estando a pocos días de julio, pero ahí estaba yo, sintiendo eso y apretando el volante con fuerza en la pequeña parada que tenías que hacer para acceder al aparcamiento. Valentina me dijo de dejarla en la entrada y que le bajara la pequeña maleta que llevó, comentando que ella iba entrando para ir cogiendo la llave e ir subiendo para ir relajándose y así poder descansar un poco, aunque me dijo obviamente la habitación en la que nos íbamos a hospedar para saber dónde tenía que ir, terminando diciendo que fuera aparcando yo mientras tanto.

Una vez lo hice me quedé un par de minutos un poco ido, mirando hasta el sitio en el que casi tuvimos algo más que palabras con aquella pareja que nos cruzamos en su día, aunque era más con la mujer que con los dos. Lo que en su día me hacía gracia y me daba orgullo de ver a mi novia hacer frente a una mujer como aquella, ahora me dejaba muy mal cuerpo. No por el hecho en sí, que seguía pensando que fue lo mejor que pudo hacer, sino por los recuerdos que no me paraban de llover. Pero seguía con ese pensamiento de que no se me jodiera el buen humor que tenía esos días, por lo que me di dos fuertes palmadas y me bajé del coche para coger mi bolsa con la ropa que llevaba para subir con ella. Al entrar a la recepción, pues más de lo mismo, aunque un amable saludo del personal me relajó, pero dudo bastante que me reconocieran.

Subiendo por el ascensor hasta la tercera planta en la que se encontraba la habitación me mentalicé de que la habitación sería igual y me iba a pasar lo mismo. Por suerte, al estar allí Valentina se me hizo más llevadero. Me abrió casi sin dejarse ver, asomando solo media cara, aunque se retiró para dejarme entrar, permitiéndome ver su sexy andar estando ya descalza. Al entrar a la habitación, pues sí, se me vinieron varias cosas a la cabeza, pero traté de dejarlas apartadas, yendo con ella al seguirla y al dejar la bolsa que llevaba en la mano sobre un sillón que había allí. Valentina se tumbó en la cama y yo hice lo propio al descalzarme, dándome ella mi helado y cogiendo el suyo, aunque dijo que era muy grande y que no iba a poder con todo, pero sí que quería probarlo por lo que le había dicho yo y por ser de dos sabores diferentes de chocolate.

Me dijo que le encantó y que no recordaba haber probado un helado tan bueno. Me llegó a reconocer que el chocolate era uno de sus puntos débiles, aunque por lo que podía ver no abusaba de él. Y trabajo le costaba, porque siempre que comía en un restaurante no podía evitar pedirse algún postre que llevara, como bien comprobé hacia unos minutos. Fue algo de lo que tomé nota para otra ocasión, por si la volvía a cagar con ella, porque es que se puso de muy buen humor, y eso que solo lo probó un poco, no comiéndose ni la cuarta parte del helado, aunque me dio a probarlo y también quiso probar el mío, gustándole también, aunque al ser de queso le pareció empalagoso. También me comentó que a veces se sentía culpable cuando comía algo de chocolate, pero era algo que remediaba teniendo la costumbre de salir todos los días bien temprano para andar ligeramente o incluso trotar, aunque no lo terminaba de hacer mucho por sus pechos, diciendo que le resultaba incómodo.

Estuvimos debatiendo un poco otras maneras de hacer ejercicio sin que esa condición le molestara tanto, porque es cierto que con esas tetas debía ser incómodo hacer ejercicio con mucho movimiento por mucho sujetador deportivo que se pusiera. Vimos hacer bicicleta como algo compatible con aquello, sugiriendo ella también el yoga, pero ella me explicaba que el problema era que no tenía mucho tiempo por su trabajo. Al final le acabé diciendo que lo mejor para mantenerse en forma era follar, que así se quemaba mucha energía y al menos los botes que pegaban sus tetas eran algo muy agradable de ver para el chico con el que estuviera. Ella me medio regañó diciéndome que no fuera tan grosero, como ya me había dicho anteriormente en alguna ocasión, aunque lo hacía con gesto agradable, lo que me tranquilizaba respecto a cómo me la encontré por la mañana.

Poco antes de las 6 de la tarde, después de haber reposado bien la comida, aunque sin llegar a dormirnos ninguno de los dos, dijimos de salir para enseñarle la ciudad. Estuvimos debatiendo un poco sobre cómo hacerlo, porque ella como ya me había dicho, quería hacerlo desde el coche para no arriesgarse a cruzarse con alguien conocido, pero yo le insistía que las mejores partes de la ciudad, donde había monumentos importantes, eran peatonales y no podríamos verlas al ir en coche. Al final optamos por hacer las dos cosas para quedar ambos contentos, por lo que saqué ropa de la bolsa con intención de ponerme más cómodo yendo en camiseta, pero ella me dijo que me dejara la camisa, porque según ella así estaba más presentable y más guapo. Le hice caso con la esperanza de que a medida que pasaba el día y viera que tenía en cuenta su opinión, se le rebajara el enfado del todo. Pero ella sí que se puso un calzado más cómodo, aunque aquel que llevaba no es que fuera incómodo, pero dijo que se iba a poner unas zapatillas planas para que al andar le fuera más fácil hacerlo sin acabar dolorida.

Estaba preciosa con esas zapatillas que ya le había visto yo por cómo un día vino a casa. Le daba un aire más juvenil, aunque bajaba de estatura, pero seguía siendo alta. Y no poco. De hecho, diría que ella es la mujer más alta con la que haya estado en ese plan. Para salir, me dio instrucciones de la misma manera que lo hizo cuando llegamos, así que tuve que bajar yo primero y coger el coche para recogerla en la puerta. Parecía que era más su azafato que otra cosa, pero tampoco era algo molesto. Empezamos a ver la ciudad desde el coche, teniendo yo en mente dejar las zonas peatonales para lo último, por lo que dimos una buena vuelta recorriendo todos los puntos de interés de la ciudad, tratando yo de explicarle bien todo lo que podía, porque tenía que estar pendiente de la carretera. Ella me preguntaba mucho y yo le iba diciendo de qué se trataba todo y lo que había por esas zonas anteriormente. Al pasar por mi casa le dije que allí era donde había vivido siempre y a ella le gustó la zona.

También le gustó el colegio al que iba, diciendo que le parecía grande y que estaba fascinada por el gran patio que tenía en la parte de delante. Y así fuimos paseando por toda la ciudad hasta que llegamos la zona más baja de la ciudad, en la que se encontraba lo bueno y lo que era más visto por todos los turistas que visitaban la ciudad. Le dije que me gustaría enseñarle bien todo y que tendríamos que andar un poco, pero que entendía que no quisiera estar mucho rato fuera del coche. Tras unos segundos ponderando lo que le dije, acabó aceptando, porque conforme nos fuimos adentrando a la zona, le causó bastante interés verlo bien todo. Así que acabé aparcando en la zona más próxima disponible y nos bajamos para ir andando. Ella, se volvió a poner su pamela y sus grandes gafas de sol. Parecía que iba de incógnito, causándome hasta gracia.

Pero a pesar de su condición, Valentina se mostraba muy interesada, sin parar de preguntar y señalar todo aquello que le llamaba la atención. Había momentos en los que se ponía un poco tensa, aunque era lo normal con aquello que le preocupaba, ya que había tramos, sobre todo en plazas, en donde había mucha gente. Muchos niños jugando, pero también personas de todas las edades, porque aún no hacía tanto calor como para estar encerrado en casa. Estábamos en ese punto intermedio de poder disfrutar y de tener calor. Pero cuando íbamos por sitios en los que estábamos prácticamente solos, sobre todo por callejones muy antiguos que desembocaban en iglesias y monasterios, se calmaba bastante. A medida que íbamos viendo varios lugares de interés, me decía que le parecía todo precioso y que ella era muy de turistear, pero que no tenía mucha oportunidad por estar tan ocupada con su trabajo.

Hubo un momento de más tensión cuando pasamos por casa de mis abuelos, donde estaba también mi madre desde hacía ya unos meses. Y me parecía feo estar a unos pocos metros de ahí y no acercarme a verlos, aunque solo fuera a saludar. Cuando se lo comenté a Valentina, le entraron los nervios. Yo no tenía mucho problema si ella quería pasar también, porque al haber una notable diferencia de edad, imaginaba que mi familia no pensaría que estábamos juntos o de rollo, como en realidad estábamos. Hasta tenía en mente decirle a mi madre que se trataba de mi jefa por si decía de preguntar, llegando hasta inventarme que le diría que tenía familia por allí y que le había hecho el favor de acercarla. Pero Valentina dijo que me esperaba en la calle, dando una vuelta por la plaza en la que me crie en gran parte de mi infancia, diciéndole yo aquello antes y parándose bien a mirarla, con su estatua, jardines, fuentes y demás.

Fue una visita rápida en la que no me entretuve mucho, porque no quería hacerla esperar. Al llevar un par de semanas sin ir, me retuvieron, pero les dije que me tenía que ir, porque comenté que había quedado con amigos y que llevaba prisa. Al salir a la puerta con mi madre, como siempre hacía, me preguntó un poco aquello de con quién había quedado y por qué iba tan guapo en camisa si aún era de día. Salí de aquella diciendo que era el cumpleaños de un amigo y que habíamos salido a comer fuera y que íbamos a tomarnos algo. También me preguntó si me pasaría a cenar, pero le dije que no, comentándole que se había juntado mucha gente y que íbamos a aprovechar para echar todo el día juntos. No parecía muy convencida de mi explicación, pero tampoco indagó mucho más en lo que me traería entre manos.

Así que nos despedimos, llevándome una bolsa con algo que habían hecho de repostería, como solía ser lo normal y me fui, dando un rodeo para subir a la plaza y buscar a Valentina, quien estaba sentada a la sombra en un banco de piedra. Puso una sonrisa al verme y me senté a su lado explicándole cómo había ido y lo que llevaba en la bolsa, diciéndole que ya lo probaríamos en la habitación del hotel. Fue algo que me dejó mal sabor de boca el que prácticamente todo estuviera cerrado al ser domingo. Por la mañana sí que abrían varios establecimientos de productos autóctonos y caseros, pero por la tarde ya estaba todo cerrado, pero al menos, dentro de lo que había en la bolsa, se encontraba alguna que otra cosa de aquellas que me hubiera gustado comprar para que las probara.

Ya cuando eran casi las 9 y acabamos de verlo todo, dijimos de volver al hotel para darnos una ducha para poder ir a cenar tranquilamente, por lo que regresamos hasta el coche para ir de nuevo al hotel, no sin hacer de nuevo el paripé para que no nos vieran juntos. Como sabía que ella iba a tardar más en ducharse y arreglarse, le dije de hacerlo yo primero, pero para cuando subí ya estaba ella dentro de la ducha. Le dije si me podía meter con ella y me soltó un "no" tan rotundo y alto que me acojonó un poco, porque se le cambió hasta la voz. Así que me quité la camisa y me eché en la cama para ver la tele en lo que ella terminaba, saliendo al poco con su pelo húmedo y enrollada en una toalla para ir hasta su maletita para coger un secador y una plancha para el pelo, además de su neceser. Me dijo que ya podía entrar, con su voz de siempre, así que me levanté y me desnudé para entrar en la ducha, entrando ella también detrás de mí.

Pero no era para hacer nada en especial, porque lo que hizo fue empezar a secarse el pelo. Al ser tener la ducha una mampara totalmente transparente, nos podíamos ver y alguna que otra mirada me echaba, sonriéndole yo, aunque ella no se llegó a quitar la toalla en ningún momento. Verla así y sabiendo que no llevaba nada debajo de la toalla, la cual era cortita y le tapaba el culo con alguna dificultad, hizo que se me empezara a poner dura, dándose ella cuenta y negando con la cabeza con una ligera sonrisa. De hecho, me empecé a tocar un poco por lo necesitado que venía de sexo, especialmente después de la noche que pasé hacía pocas horas. Ahora ella me miraba más de seguido, haciendo varias pasadas con su mirada por mi cuerpo, aunque se centraba más en una parte en concreto, pero llegó un momento en el que se puso con su cuerpo mirando hacia mí, poniendo sus brazos en jarra para girar su cabeza y quedarse mirándome fijamente.

-¿Tú es que no te hartas nunca? -dijo casi indignada.
-¿Cómo la voy a tener teniendo a una mujer como tú delante?
-Pues ve calmándote, machote. Que no estás para andar así.
-¿Cómo que no? Yo siempre estoy listo.
-Eso es lo que tú crees, pero ya te digo yo que no lo estás. Te vendría bien unos días sin hacer nada de nada para que se te quite la tontería.
-Ya...
-Lo digo en serio.
-¿Y tú podrás aguantar varios días sin...?
-Pues claro. ¿Te crees que soy como tú? Yo no estoy salida. Tú sí, y mucho.
-Pues lo normal en un tío joven que está así.
-Qué creído te lo tienes...
-Dijo la humilde, jajajaja.
-Te tengo que bajar yo a ti esos humos que tienes.
-Claro... Lo que pasa es que antes de que me los bajes se te suben a ti. Y no es solo lo que te sube.
-¿Qué más me sube? A ver...
-¿Pues qué va a ser? El calentón que te entra al ver lo que estás viendo ahora mismo.
-Ya... ¿Quieres apostar?
-¿El qué?
-Quién de los dos aguanta más.
-Qué fácil. Yo gano. ¿O es que no lo has visto ya varias veces? Siempre te corres tú antes que yo.
-No digo de eso, listillo -dijo con tono de burla-. Digo aguante de ver quién puede pasar más tiempo sin tener relaciones sexuales.
-Ya, me estaba quedando contigo.
-Ay, de verdad...
-Ahí ganas tú.
-Pues claro. ¿Cómo no lo voy a hacer después de todo el tiempo que he estado sin...? Y tú... Que, a las primeras de cambio, aprovechas.
-No tanto.
-Sabes que sí. Vale que una te ponga ojitos para que...
-Qué va.
-Que no dice...
-Mira, Valentina -dije saliendo de la ducha-. No te voy a engañar. Me está siendo muy duro mantener la promesa que te hice de no estar con nadie más mientras nos viéramos tú y yo.
-Pero si solo han pasado un par de días... Jajaja.
-Pues para que veas.
-¿Ves cómo es muy fácil contigo?
-Ayer lo tuve muy difícil.
-¿De verdad? -preguntó con parsimonia.
-Sí -dije empezando a secarme-. Después de estar todo el día con los amigos, salimos a cenar y a tomarnos algo y bueno... Una de las chicas del grupo se acercó a mí y estuvimos hablando.
-Ajá...
-Y me tenía ganas. Muchas, además.
-Ya...
-Casi me rogaba que nos fuéramos a mi casa para echar un polvo.
-Ah... ¿Y qué le dijiste?
-Que no podía. Que había hecho una promesa y quería cumplirla.
-¿Y era guapa?
-Sí. Y atractiva. Esa chica tiene algo que me llama mucho la atención. No sé... Sus curvas, su manera de ser, sus ganas de jugar...
-Y dices que no hicisteis nada...
-Pues no. No hicimos nada.
-¿Por qué será que no te creo...?
-Tú misma. Si tampoco vamos a follar, ¿no? No tienes que tener nada de lo que preocuparte.
-Desde luego -dijo saliendo del baño mientras se quitaba la toalla.

Valentina me regaló una vista perfecta de su cuerpo de espaldas, con ese culo despampanante que movía de manera muy sexy con esos andares que tenía. La erección me volvió al instante al ver aquello e hice por donde de verla más, pero rápidamente la perdí de vista por cómo estaba dispuesto el baño en la habitación en la que nos hospedábamos. Aunque rápidamente volvió a donde yo me encontraba, con su ropa interior puesta, dejándome bastante parado. Llevaba una ropa interior preciosa, negra, con encajes y las cuales transparentaban sus pezones y el vello de su entrepierna. Aquello me puso como una moto, teniendo la polla muy tiesa, aunque ella ni le prestó atención en esta ocasión.

Valentina pasó a plancharse el pelo para dejarlo bien liso estando así, tan solo en ropa interior y descalza. Yo mientras tanto me seguía secando el cuerpo, aunque lo hacía de manera muy lenta, porque no podía quitar la mirada del monumento que tenía delante. Y ya por cómo estaba situada, por su culo, el cual tenía bastante al descubierto por llevar puesto uno de sus típicos culottes. En ese momento le parecía muy indiferente y no me miraba ni de reojo. Así que pensé en imitarla para ver si así cambiaba de parecer, por lo que salí del baño para ponerme los boxers y volver con ella, aunque me costaba acomodar la erección que seguía durísima. Sin embargo, ella seguía sin hacerme caso una vez regresé, aunque no me llegaba a importar. La veía tan impresionante que aquello de que se fijara en mí pasó a un segundo plano.

Seguí arreglándome, echándome desodorante y empezando a peinarme, pasando luego a la barba, estando con ella más tiempo. Valentina acabó antes que yo de peinarse y pasó a maquillarse, tomándoselo con más calma. Así que cuando acabé me quedé mirándola, ya más calmado por los bajos, aunque no del todo. Esta vez sí que me miró alguna vez, con un gesto más calmado. No pude evitar ponerme detrás de ella para abrazarla, aunque me dijo que me estuviera quieto, pero no podía en una situación así. Le empecé a acariciar sus brazos y luego su torso, pasando a besarle un hombro y luego el cuello al apartar un poco su pelo. Pero ella no quiera nada de aquello, apartándose para salir del baño nuevamente. Sabía que estaba jugando conmigo, y eso lo hacía muy divertido, pero era algo bastante duro por el calentón que tenía encima. Lo que pasó la noche anterior con Sara también colaboraba en que ese calentón fuera más intenso aún.
 
Capítulo 516

Respiré hondo apoyando mis manos en el lavabo y ella acudió a los pocos segundos con su vestido ya puesto. Estaba impresionante y además tuvo el detalle de ponerse el vestido del día en el que la conocí. No dijo nada más aparte de que la ayudara a subir la cremallera, haciéndolo yo con sumo gusto y diciéndole que reconocía el vestido. Ella se mostró impresionada por haberme dado cuenta y le pregunté si lo hizo queriendo. Ella me reconoció que un poco sí, porque aquella noche fue especial salvo por algún que otro inconveniente que tuvo lugar y pensaba que este plan sería también especial. Aquellas palabras me dieron un subidón bastante grande, porque me hicieron pensar que todo aquello que estaba haciendo era un paripé y que más tarde acabaríamos de la misma manera que aquella noche en la que la conocí.

Una vez le ayudé, terminó de arreglarse frente al espejo dándose un repaso al pelo con las manos y alguno que otro más al maquillaje que se puso, que no era tan cargado. Una vez acabó, me metió prisa para que me vistiera yo, porque ella ya había acabado, marchándose de nuevo para ponerse los tacones y echarse un poco de perfume. Así que me empecé a arreglar yo también, saliendo a donde estaba ella, viendo que también se puso los tacones de aquel día. Esta vez no dije nada, pero yo también me arreglé bien. No llevé la misma ropa que me puse aquel día en el que cruzamos palabra por primera vez, pero sí que elegí un atuendo bastante formal, porque sabía que ella iría de esa manera y que le gustaría que lo hiciera, aunque no llegó a decir nada.

También me eché un poco de colonia y salimos, por turnos, claro. Como veníamos haciendo desde que llegamos, bajé para esperarla con el coche en la puerta, saliendo ella a los pocos segundos de haber llegado yo y montándose en el coche rápidamente. Sin esperar más nos pusimos en camino para ir al restaurante en el que hice la reserva, estando a la otra punta de la ciudad. Por suerte, el lugar le gustó bastante al ser un sitio muy elegante en el que incluso estaban tocando música con un piano. Una pijada bajo mi punto de vista, pero a ella le encantó y la verdad es que daba un ambiente muy bueno en el que se estaba muy a gusto. Hasta me llegó a contar al ver aquello que ella también sabía tocar el piano y que tenía uno en casa con el que solía practicar. Me gustaba que se fuera abriendo de esa manera contando cosas sobre ella más que hablar de temas menos personales como solíamos hacer.

Durante la cena, estuvimos hablando de varios temas, saliéndonos de esa tónica con la que empezamos, aunque yo me esforzaba para seguir por ahí. Pero ella parecía no tener mucho interés en contar más de la cuenta acerca de ella, pero yo sí que lo hacía para ver si se soltaba un poco. Pero no había manera. Eso no significaba que no pasáramos un buen rato, siendo así al disfrutar de la espectacular comida que servían en aquel lugar, además del servicio que había. No podía despegar mis ojos de ella, viendo lo preciosa que estaba y cómo se iba relajando cada vez más a medida que el tiempo pasaba y que bebía vino de su copa, pasando a apoyar su cara en su mano para escucharme hablar. Yo también le escuchaba con atención acerca de cosas que le gustaban, aunque no se llegaba a mojar con nada de manera profunda, como si no quisiera que supiera más de la cuenta de ella.

Pero de repente la empezaron a llamar al móvil, sacándolo ella de su bolso para ver quién era y dejándolo boca abajo. Pero la llamaron de nuevo y ella puso sus ojos en blanco, cogiendo el móvil y disculpándose conmigo, porque salió para poder hablar con quien la llamaba. No me importó en absoluto que lo hiciera. Por la insistencia, pensaba que era algo importante y yo no tenía derecho a decirle nada de nada, aunque a ella le molestaba cuando estábamos hablando y yo cogía el móvil para ver algo. En lo que volvía, yo cogí el mío y me puse a mirar mensajes que tenía leyendo alguno que otro de los grupos en los que estaba y luego viendo uno de Irene en el que había una foto de ella con Mario y con Andrea. Era de cuando se fueron a comer juntos. Fue algo que me gustó ver, parándome a pensar en que mi compañera de piso se estaba soltando con aquello de salir de casa. Ahora que se iba por acabar el curso...

También tenía mensajes de Sara, quien me hablaba recordando la noche anterior en la salida que hicimos, diciéndome de nuevo que era un cabrón por haberla dejado así de cachonda y con las ganas, mandando también muchos emoticonos de caras enfadadas, aunque me decía que ya caería. Yo le respondí diciéndole que me costó mucho resistirme y que me tuve que hacer una paja al llegar a casa, aunque omití aquello de que en realidad Andrea tuvo más protagonismo que ella en mis fantasías. De nuevo, me mandó muchos emoticonos de caras rojas por el enfado, aunque yo me reía y le decía que me diera un poco de tiempo, que ya convencería a la que me pedía la exclusividad para que no se enfadara. Como solía hacer, se refirió a Valentina como "la tóxica", metiéndome prisa para que hablara con ella, pero le dije que no estaba el horno para bollos, nunca mejor dicho.

También tenía un mensaje de Amaya, quien me decía entre risas que Sara y yo éramos muy descarados, aunque los otros del grupo parecían no olerse la tostada. Pero para ella era muy evidente lo que pasaba habiéndonos ausentado los dos a la vez durante unos minutos. Yo también me reí y le dije que ella estaba muy nerviosa por aquello y que estaba deseando llegar a más. Al aparecer Amaya estaba enterada de lo que pasaba entre Sara y yo con esa barrera que había entre nosotros llamada Valentina, insinuando ella que aquella mujer que vio en mi casa en la pillada que nos hizo era la culpable de que Sara estuviera así, aunque me dijo que no iba a decir nada de aquella mujer como me prometió. Le di las gracias y dejé el móvil sobre la mesa, viendo que Valentina tardaba más de la cuenta en venir, aunque finalmente lo hizo.

Vino con un gesto serio y se sentó con aire, dando sus tetas incluso un par de botes, aunque a ella no pareció importarle. También dejó el móvil boca abajo casi estampándolo contra la mesa. Era una situación delicada, porque la conocía y sabía que dijera lo que dijera, me iba a responder de manera seca y borde. Y así fue cuando le pregunté si estaba bien, afirmando ella de esa manera tan repelente que ya esperaba, aunque traté de que se calmara preguntándole si todo iba bien. No quería darme detalle de la llamada que acababa de atender, pero le dije que me tenía ahí si quería hablarlo. Ella asintió y guardó silencio durante unos minutos, volviendo al segundo plato, en el que nos encontrábamos ya. Era un poco molesto que por aquello se me estuviera estropeando un momento tan bueno que estaba teniendo, por lo que le insistí para que me contará y que así se desahogara, poniendo una de mis manos sobre una de las suyas.

-No es nada -dijo de nuevo, con tono de enfado.
-Con lo bien que estaba yendo la cena y vuelves así... Es una pena que por una llamada se eche a perder, ¿no crees?
-Sí. Pero es lo que hay. Lo siento.
-Tal vez si me cuentas qué pasa podamos encontrar una solución y volver a ese momento tan bueno que estábamos teniendo antes de que salieras.
-Es que... Da igual.
-¿Es por el trabajo?
-Sí -dijo a los pocos segundos.
-¿Qué pasa? Cuéntame.
-Pues nada... Un socio que tenemos, que es... Bah.
-Uff... A ver, yo no entiendo mucho de eso, pero si quieres hablar de eso ahora desahogarte, aquí me tienes.

Valentina me miró durante unos segundos y empezó a hablar una vez se decidió. Empezó a despotricar de ese individuo bastante, nombrando todo lo que le molestaba de él, aunque no llegaba a insultarle y lo hacía de una manera muy general, sin entrar mucho en detalle. Hasta cogió su móvil para leer algunos mensajes que le había enviado en los que le exigía cosas que no iba con ella, además de pedir reuniones cuando a ella no le venía bien y sin contar con su opinión.

-¿Quién es más capullo, él o yo? -dije para relajar un poco el ambiente.
-Eh... Bueno... -decía poniendo una sonrisa muy ligera en su rostro.
-Mira, te he hecho sonreír. Eso está mejor. Aunque me dice que a lo mejor yo soy peor que ese, jajaja.
-Tú también tienes lo tuyo.
-Ya, pero no será para tanto, ¿no?
-Sabes que un poco, sí.
-Bah... Contigo soy blandito.
-¿En serio? Pues menos mal...
-Claro. Contigo no puedo hablar de manera muy guarra. Enseguida te escandalizas.
-Pero si ya lo haces.
-No tanto.
-¿Qué no? ¿Te enseño los mensajes que me mandas?

Entonces Valentina cogió de su bolso otro móvil, este era blanco y estuvo buscando en él hasta que me enseñó la conversación que tenía con ella en WhatsApp. Miré el móvil, aunque no me fijé en los mensajes que me enviaba. Me llamó la atención que no me tuviera ni registrado, porque aparecía mi número donde debía aparecer mi nombre, además de que parecía un móvil antiguo, nada en comparación con el otro rojo que tenía, que parecía de gama alta y de los últimos que había en el mercado.

-¿Este es el móvil del trabajo?
-Eh... Sí.
-No me tienes ni registrado -dije riéndome.
-Ya sabes por qué es -contestó seria.
-Ya, ya lo sé. Pero me extraña una cosa.
-¿El qué?
-A ver, sé que me tienes aquí porque... En fin, ya lo sabemos. Pero al otro que sí que es del trabajo lo tienes en tu móvil personal. Es un poco raro, ¿no?
-Ah, eso... Es porque nos conocemos desde hace bastante. ¿Ves? Otra cosa que hace, hablarme por el número personal en vez de por el del trabajo. Me repatea mucho eso.
-Ya.
-¿Te molesta que no te tenga en mi móvil personal y que no te tenga registrado?
-No. No pasa nada.
-Javi, no puedo hacerlo, porque mira... Es que a veces se me olvida el móvil en la oficina. Muy a menudo cuando voy a desayunar. Imagina que alguien coge el móvil y empieza a curiosear.
-Pero entonces, ¿por qué no borras la conversación? ¿De qué sirve que no me registres si se queda ahí todo lo que hablamos?
-Sí que lo hago, pero a veces se me olvida. Ahora la borro.
-No sé... Creo que te obsesionas demasiado.
-Lo hago porque hay una buena razón para ello -dijo algo tensa.
-Vale, ya está.
-No te pongo en el personal porque cuando voy ver a mis familiares, suelo ver a los niños de mi prima y como suelo tener un buen móvil, me lo piden mucho. No puedo dejar que vean y lean esas cosas, Javi.
-Vale, vale.
-Créeme que conforme tengo esto, es la mejor manera. Lo único, que se me pasa a veces borrar la conversación. Es el único fallo que tengo. ¿Quién me asegura que algún día no lo coge alguien que no debe que esté husmeando y vea todo eso?
-Pues ten cuidado, mujer.
-Ya -decía de nuevo de manera tensa.

Para cambiar un poco de tema y tratar de que se relajara, le conté lo que hice el día anterior en aquel torneo que jugué. Le conté detenidamente cómo fue el día, en el que empecé perdiendo, creyendo yo que me iba a ir pronto a casa, pero resultando ser lo opuesto al final. Parecía bastante entretenida con mi relato de la competición que jugué, esforzándome yo en contar alguna anécdota y enfatizando alguna que otra cosa para hacérselo más llevadero. Se alegraba por mí al ver con qué pasión le contaba todo aquello y también me dio la enhorabuena por haber ganado y haberme llevado todos esos premios que estaban valorados en un poco de dinero, aunque yo decía que casi me importaba más pasarlo bien que ganar tanta cosa.

-¿Y sabes qué es lo mejor?
-¿El qué?
-Que por haber ganado, me he clasificado para otro torneo. Y si gano ese, juego otro que es a lo que aspiran muchos en este juego. Y ese torneo es en Hawái.
-¿Sí? -preguntaba impresionada.
-Sí. Esta temporada lo van a hacer ahí. Pero eso ya es mucho soñar. Es imposible que consiga ganar este para el que me he clasificado.
-Pues tienes que intentarlo. Tiene que ser una experiencia única conseguir algo así. Y se ve que te encanta ese juego, seguro que le pones empeño. Me encantaría ver cómo lo consigues.
-Y venirte conmigo a Hawái, ¿no?
-Jajajajaja. Hombre... Si me quieres llevar...
-Es que es muy difícil que gane el siguiente. Es de una modalidad que yo no domino nada y me va a costar hacerlo en un par de meses solamente teniendo que trabajar y eso.
-Ah...
-No te puedo prometer llevarte a Hawái, pero sí que te puedo llevar a donde es ese torneo para el que me he clasificado. Es en Manchester.
-¿Lo dices en serio? -preguntó nuevamente impresionada, aunque esta vez algo diferente.
-Claro que lo digo en serio. Mira, tenía pensado que este plan fuera algo especial, pero después de la cagada que hice... Bueno, no ha salido como yo esperaba del todo, aunque está marchando bastante bien, aun así. Pero tú te estás haciendo cargo de todo al pagar y no me gusta. Esto era para compensarte el haber cuidado de mí cuando me puse malo. Pero es que tú no me dejas, jajaja.
-Ya te dije que no tenías que compensarme.
-Pero quiero hacerlo. Al final no ha ido como imaginaba. Por eso te quiero invitar para que vengas conmigo. Es a finales de agosto y, aunque es un torneo largo, podemos irnos un fin de semana y hacer un poco de turismo, como hemos hecho hoy. Nunca he estado en esa ciudad.
-No sé, Javi. Me ha pillado esto un poco por sorpresa. Yo... Es que...
-No tienes por qué decirme nada todavía. Piénsalo y luego me dices, aún quedan dos meses.
-Vale -dijo bajito.

Tras esa conversación, seguimos cenando, con una Valentina más calmada respecto a cómo se puso por la llamada que recibió, aunque la notaba pensativa, seguramente por el ofrecimiento que le hice de venirse conmigo a pasar un fin de semana a otro país. Fue algo que hice sin pensar en realidad. Ni siquiera me había parado a pensar aún en el viaje que tendría que hacer en un par de meses, porque estaba que no me lo terminaba de creer aún. Y simplemente surgió en el momento decírselo así. No tenía pensado llevármela en el momento en el que me dijeron a dónde tendría que ir. Fue algo que me vino a la cabeza viendo cómo estaba yendo el plan que teníamos programado, que si bien es verdad que no iba tan mal, tampoco estaba yendo como yo imaginaba que iba a ir cuando se lo propuse antes de la discusión que tuvimos el viernes por la noche.

Tampoco creía que fuera algo tan reseñable. Quizá era precipitado hacer un plan como ese con una mujer que conocía de unas semanas. Tal vez hasta ese mismo plan en el que nos encontrábamos en ese momento pudiera parecer algo así también, pero me gustaba pasar tiempo con ella y estaba muy buena. Cualquier oportunidad de verla y poder llegar a algo más era algo que aprovechaba. Como ya he dicho, veía en Valentina un sinfín de posibilidades, sexualmente hablando y no podía esperar a empezar a descubrir más cosas con ella y pensaba que en un plan así y conforme pasaran los días, se iría soltando cada vez más y podríamos disfrutar los dos como debíamos. Que no es que no lo hiciéramos ya, pero entre sus estigmas, su cabezonería, que competía con la mía y las discusiones que teníamos, pues me hacía pensar que no lo llegábamos a hacer todo lo bien que podríamos hacerlo.

Reconozco que estaba algo pillado de esta mujer por lo que me aportaba, pues además de ser un bellezón, tenía siempre mucho tema de conversación, con puntos de vista interesantes. Y los momentos que compartimos me sabían bastante bien, como ese mismo día, en el que estuvimos haciendo algo de turismo por los pueblos cercanos a mi ciudad y en mi misma ciudad. Se me pasaba el tiempo muy rápido con ella y me apetecía pasar más. Además, su manera de ser también me llamaba la atención. Era una mujer seria cuando tenía que serlo, pero también cercana e incluso hasta cariñosa por momentos. No recordaba haberme encontrado así de bien con una chica desde que tuve pareja, por muy bien que me lo pasara con mis amigas, pero era algo totalmente diferente a mi ver. La relación con mis amigas era de amistad, y nos queríamos, pero no lo sentía igual con Valentina. Tampoco me sentía enamorado de ella, pero bailaba entre la amistad y algo más, tal cual me pasó en su día con Ángela.

Pero eso no significaba que me fuera a poner novio con ella. Seguía en mis trece de no querer tener pareja de nuevo. Sabía que en cuanto dijera de formalizar una relación así, no pararía de hacer comparaciones y de un modo u otro sería como volver a traer a esa persona a mi vida y no quería eso, porque creía que me iba bien en ese momento y no necesitaba volver a recordar tantas cosas. Otros motivos por los que no quería llegar del todo con Valentina a eso podrían ser la diferencia de edad, cosa que a mí no me llegaba a importar del todo, pero sabía que a ella un poco sí. Para estar en plan amantes no tanto, pero para pareja estaba seguro de que sí. Y sobre todo para el círculo cercano de ambos, sobre todo el familiar, siendo algo que a lo mejor no verían con buenos ojos. Otro sería el tema de formar una familia. Ella descartaba tener hijos y si bien es cierto que no me veía teniendo niños en ese momento, tampoco descartaba tenerlos en un futuro. Eso podría llegar a ser un problema, ya fuera porque ella no quisiera o por su edad si finalmente cambiaba de opinión, pues ya tenía 40 y si finalmente dejábamos pasar algunos años más, sería cada vez más complicado.

También veía que tenía un fuerte carácter y que con el tiempo podríamos chocar bastante y que podríamos tener varias discusiones. Si ya las habíamos tenido en menos de un mes de habernos conocido. A saber si lleváramos años juntos... No es que tuviera que ser sumisa, pues mi anterior pareja no lo era en ese aspecto de pareja, pero Valentina era una mujer con un temperamento fuerte, algo egoísta e incluso caprichosa. La mezcla perfecta para discutir con alguien similar en ese aspecto. Y si algo no le gustaba, te lo decía sin miramientos y casi sin importarle lo que tú pensaras del tema. Eso de hacer un pequeño sacrificio por la otra persona parecía no ir mucho con ella y yo sí que estaba dispuesto a hacer aquello, como ya lo había hecho varios meses atrás. Y si lo hacía, esperaba recibir algo parecido a cambio, porque se supone que en una pareja ambos tienen que poner de su parte.
 
Capítulo 517

Esta reflexión no es algo que hiciera en aquel momento, sino que hago ahora. En ese momento lo único que hacía con ella era dejarme llevar, pero teniendo en mente que yo no quería ninguna pareja, porque estaba muy a gusto soltero y pasándolo bien. Aunque con ella ahora estaba cerrado por la exclusividad que le prometí, pero era algo que tenía pensado hablar con ella, porque no me quería perder echar algún polvo con alguna que otra que me gustara por mucho que me encantara tener esos momentos con ella. Sin ir más lejos, me apetecía verme con Irene después de la llamada que tuvo lugar ese mismo día y la iría a ver el miércoles de la siguiente semana. También me vería con Sofía el fin de semana siguiente y sabía que ahí iba a pasar algo al 100%, porque la cosa entre nosotros estaba muy bien y ya habíamos echado unos cuantos polvos de hecho, así que tenía que hablarlo con ella cuanto antes, pero quería dejar también algo de tiempo para que se calmara después de la última que armé.

Valentina permaneció así durante el resto de la cena, sin llegar a querer tomar nada de postre teniendo en mente acabarse el helado que compramos por la tarde. Yo pensé igual, aunque sí que me había acabado el mío, por lo que, al marcharnos, pagando yo esta vez al haberlo hecho ella durante todo el día y con el hotel, me pasé de nuevo por una de estas heladerías para comprarme otro. Antes, le propuse dar un paseo para aprovechar la buena noche que hacía, pero ella me dijo que no, que quería descansar después de la caminata que nos dimos por la tarde, además de que al día siguiente tenía pensado que saliéramos bien temprano para regresar a nuestra ciudad, porque tenía que trabajar. Así que compré el helado y regresamos al hotel, de nuevo con el paripé que ella quería hacer. Al subir nos tomamos cada uno nuestro helado, sentados en la mesa que tenía la habitación, aunque ella ya estaba descalza. Hasta aprovechamos para probar algo de lo que me dio mi madre, gustándole a ella bastante.

Al acabar, yo estaba muy a tono por verla tan sexy con ese vestido que llevaba puesto, y la verdad es verla descalza me ponía más aún, con ella sentándose de manera sexy y elegante, haciendo algunos movimientos de vez en cuando, aunque guardábamos el mismo silencio que teníamos durante la última parte de la cena. Y más tonto me puse cuando se cambió, saliendo del baño con un minúsculo camisón negro de encaje, que parecía más una de esas prendas que se ponen antes de echar un polvo que para dormir. Era negro por decir algo, porque transparentaba perfectamente todo su cuerpo, y obviamente sus tetas libres de sujetador con esos pezones tan bonitos. Y también transparentaba la parte de abajo, con ese culotte negro que se puso, también transparente y que dejaba ver su vello púbico. Yo me cambié en la habitación, aunque lo que hice fue quedarme en boxers.

La erección que se me puso fue instantánea al verla así. Ella se tumbó en la cama, donde la esperaba yo tumbado también. Se tendió a lo largo, desparramándose sus tetas por la postura y subiéndose un poco su camisón, dejando las braguitas que llevaba totalmente al descubierto. Pero lo único que hizo fue abrir un libro que llevaba en la mano para ponerse a leer. Yo la miraba con atención por todas partes. Era imposible dejar de hacerlo conforme estaba vestida y con lo buena que estaba. Pero ella no apartaba su mirada de las páginas que estaba leyendo. Yo no pude evitar empezar a sobarme por encima de los calzoncillos de lo excitado que estaba y finalmente, ella se percató, echándome una mirada de arriba a abajo, pasando a quedarse fija en mis ojos.

-¿Ya estás así? ¿Otra vez?
-Sales así del baño, ¿cómo quieres que esté?
-Solo piensas en lo mismo.
-Pues no salgas tan sexy... ¿No te podrías haber puesto un pijamita más normal?
-Pues lo que he traído...
-Si es que no te tapa nada. Se te ve todo. Es como si estuvieras desnuda.
-Anda, no digas tonterías.
-Mira -dije señalando sus tetas-. Se te ve todo. Y aquí abajo también.
-Es lo que tenía pensado traer, por eso lo he traído.
-Ah, ¿y eso fue antes de que te enfadaras?
-Sí.
-Joder, pues elegiste muy bien. Me encanta -dije acercándome a ella.
-No te acerques tanto, anda.
-¿Por...?
-¿Te lo tengo que decir? ¿De verdad?
-Nooooo, no hace falta.
-Pues eso. Échate para allá.

Me retiré un poco para hacerle caso y me quedé mirándola, porque no podía dejar de hacerlo. Estaba tan sexy así tumbada y concentrada leyendo que no podía poner mis ojos en otra parte.

-¿Qué lees? -le pregunté acercándome de nuevo a ella y dándole un beso en el hombro.
-Paaaaara. En serio.
-Es que estás muy sexy... -dije dándole otro beso y acariciando uno de sus muslos con mi mano.
-Javi, no vamos a hacer nada. Quítatelo de la cabeza ya.
-Vale -dije apartándome de nuevo de ella.

Me llevé un chasco por haberme hecho ilusiones con lo que pasó antes de irnos del hotel. Pero eso fue una película que me monté yo, porque ella ya me venía avisando de que no iba a pasar nada. Pero la veía tan juguetona por así decirlo con eso de salir quitándose la toalla y moviendo su culo de esa manera que pensaba que estaba jugando conmigo y que finalmente sí que habría algo.

-Es que alucino contigo -dijo al cabo de un par de minutos-. Te echo la bronca por no saber hacer las cosas en condiciones y te digo que no quiero acostarme contigo y tú erre que erre.
-Llevas razón. Perdona.
-Deberías haberte dado por satisfecho con lo que ha pasado en el baño antes de que nos fuéramos.
-¿El qué?
-Pues cuando te has acercado y me has abrazado besándome en el cuello y eso.
-Ah... Tampoco ha sido para tanto.
-¿Quieres que te bese yo el cuello a ver qué pasa?
-No. No hace falta.
-Pues eso. Con eso vas apañado.
-Valentina, entiéndeme. Eres tan guapa, tan sexy, hueles tan bien y tantas cosas más que solo con verte me dan ganas.
-Entiéndeme tú a mí. Te estás acostando conmigo y me dices que te acuestas con otras sin protección. Y encima lo haces después. ¿Te parece normal? Yo no sé tú, pero yo no quiero poner en riesgo mi salud.
-Yo tampoco.
-Pues no lo parece.
-Ellas me dijeron que era seguro porque llevaban un tiempo sin hacer nada. Y tampoco les importó mucho cuando les dije yo lo que había y que me encontraba bien y no notaba ni veía nada raro.
-Pero es que no es tan sencillo. Aunque no veas ni notes nada, puedes tener algo. Y haciendo esto pones en peligro a mucha gente.
-¿No te ha pasado a ti eso de estar muy cachonda y no pensar con la cabeza fría las cosas?
-Pues no. Porque no merece la pena el riesgo. Y no cuesta nada usar protección.
-Ya.

Nos quedamos unos minutos en silencio, con ella poniéndose a leer de mientras yo me puse boca arriba para quedarme mirando al techo, pensativo en lo que me dijo, sabiendo que llevaba razón en todo lo que decía. Pero a veces me resultaba imposible controlarme en situaciones así. Eran calentones que tenían lugar y que no me veía capaz de frenar. Pero tenía que cambiar eso. No por ella, sino por mí, porque estaba jugando con fuego y me podía quemar muy fácilmente. Así que debía llevar más cuidado.

-Valentina.
-Dime -dijo con tono serio, pero más calmado.
-¿Es verdad eso que me dijiste de que te doy asco ahora? ¿Por eso no me das ningún beso?
-Claro. ¿Por qué va a ser sino? Todavía no sabemos si alguno de los dos tenemos algo. Y mientras no lo sepamos, no quiero hacer nada. Ni un simple beso.
-Entiendo.
-Y lo de que me das asco... Eso lo dije porque estaba muy enfadada en el momento. Me salió así y como el enfado me duró bastante, pues no te he dicho nada. Pero no pienso que me des asco. Lo que me da asco es la posibilidad de que me puedas pegar algo, ¿entiendes? Si me dieras asco de verdad, no estaría aquí y no te vería más. Me gustas, por eso estoy aquí contigo ahora mismo.
-Vale.
-¿Te molestó que te lo dijera?
-No lo celebré...
-Bueno, pues te pido disculpas. Fue por el enfado del momento. Ya sabes que no es así.
-Yo también me quiero disculpar por no haberte dicho que me veía con más chicas de esa manera. Fue un fallo muy grande.
-Pues sí. Lo fue.
-¿Quieres que te dé un masaje para compensarte?
-Javi, estas cosas son serias. No puedes ir haciendo esto y luego compensarme.
-Ya. Lo sé. Pero lo hecho, hecho está. No se me ocurre ahora mismo otra cosa para hacerte sentir un poco mejor.
-Está bien. Si tú quieres...
-¿Tienes alguna crema o algo?
-Sí. Antes me he echado una poca por las piernas. En el baño la he dejado.

Rápidamente fui a por ella y la traje a la cama para sentarme en ella. Valentina cerró su libro y lo dejó sobre su mesita. Como habíamos andado bastante durante todo ese día, pese a ver gran parte de los lugares a los que fuimos en coche, decidí empezar por sus pies, porque, además, había estado gran parte del día con tacones. Ella se relajó poniendo sus manos sobre su abdomen y cerrando sus ojos mientras yo me centraba en darle un buen mensaje con la crema que me dijo, aunque también me comentó que llevara cuidado de no hacerle cosquillas. Me concentré para hacerlo lo mejor que podía y ella parecía estar a gusto, pues ponía cara de agrado. Tras eso le comenté si quería que le diera algún masaje más por otro lado y ella me dijo que estaría bien uno por la espalda y los hombros.

Para ello se incorporó, con sus tetas volviendo a su estado natural, volviendo a ponerme nervioso de esa manera al verlas así. Se recogió su pelo con una goma y se puso de espaldas quitándose el camisón para dejarlo sobre la cama y ponerse boca abajo. Me puse a un lado de ella para estar cómodo y darle un buen masaje por toda la zona. Mientras se lo empecé a dar me pregunté si estaría cómoda boca abajo con el pecho que tenía, porque imaginaba que debía hacerle daño. De hecho, se lo pregunté, pero ella me dijo que podía aguantar un rato así y que luego ya se cambiaría de postura. Esta vez, Valentina llegaba a emitir soniditos de lo cómoda que estaba al pasar yo mis manos y mis dedos a lo largo de su espalda y hombros. El problema fue que empezó a mover su culo muy ligeramente hacia los lados y me empezó a poner nervioso de nuevo. Tanto, que volví a tener una buena erección.

Hasta me llegué a poner sobre ella para estar más cómodo, aunque de manera vertical para no dejar de darle aquel masaje. Ella seguía concentrada en lo que le provoca a en su cuerpo, aunque yo no pude evitar pasar un par de veces mis manos por su culo, aunque a ella no parecía importarle. Estaba disfrutando haciéndole ese masaje a Valentina, porque en cierto modo era como tener ese contacto que buscaba con ella para darle placer. Pero yo no recibía nada de placer, por eso, casi que de manera involuntaria, busqué rozarme con ella, con su culo para ser más exacto. En esa ocasión sí que me llamó la atención, por lo que evité seguir haciéndolo.

-Lo has hecho adrede, ¿verdad? -le pregunté después de habernos quedado en silencio durante unos minutos.
-¿El qué?
-Lo del baño antes de que nos fuéramos, todo ese juego de estar con la toalla cortita, quitártela antes de salir moviéndote de esa manera... Luego lo del vestido del día que nos conocimos, esa ropa interior, este camisón...
-Ah... ¿Crees que lo he hecho queriendo?
-No lo sé. Por eso te lo pregunto.
-¿Qué piensas? Dímelo.
-Creo que sí. Un poco.
-¿Te digo la verdad?
-Claro.
-El vestido, la ropa interior y el camisón fue algo que elegí antes de que me enfadara contigo. Me gustó bastante el plan que me propusiste y quería estar guapa para ti.
-Ajá.
-Pero me ha venido bien.
-¿Por?
-Para provocarte. Quería que lo pasaras un poco mal, por eso he estado jugando así para calentarte. Te lo merecías.
-Vale, me parece bien.
-Me ha recordado un poco a cuando tú jugaste conmigo cuando me dejaste aquella noche sin sexo. También va por esa noche, jejeje.
-Bueno, no te puedo decir nada. Poco me has hecho para cómo te has enfadado conmigo.
-Eso es porque soy muy buena.
-Puede... -dije poniendo mis manos de nuevo en su culo y dándole un beso en su cuello.
-Bueno, ya me has dado mucho masaje. Deja las manitas quitas y levanta. Que no dejas de...
-Vale, perdona.
-Si es que estás otra vez duro.
-Es imposible no ponerse así contigo. Ya te lo he dicho.
-Anda, ve y date una ducha fría. Así te calmas un poquito. O aprovecha para tocarte, que te gusta mucho también.
-Serás... Jajajaja.
-Oye, una cosa.
-Dime.
-He pedido cita mañana para ir a una clínica.
-¿Clínica? ¿De qué?
-¿Tú qué crees? Vamos a hacernos unos análisis para descartar cualquier enfermedad de transmisión sexual. Y tarda unos días en dar los resultados. Así que no deberías hacer nada... -dijo con algo de retintín.
-Ah, vale. Me parece bien. ¿Cuánto cuesta?
-No te preocupes por eso. Yo me encargo.
-No me parece bien. Es por mi culpa y...
-Me da igual.
-¿Qué pasa? ¿Me vas a tener mimado ahora? Jajajaja.
-Como dijiste que vivías al día... Y para mí el dinero no es un problema. Así que no te preocupes.
-Tampoco te tomes al pie de la letra eso que dije. Tengo algo de dinero ahorrado.
-Bueno, pero que no me importa eso. No te preocupes.
-Sigue sin parecerme bien.
-Date por pagado por el día que hemos echado. Me has enseñado muchas cosas. Es como si hubieras sido mi guía turístico, jejeje.
-No sé...
-Deja de pensar en eso. Si para mí no es nada. Además, con la invitación que me has hecho durante la cena... Nada, no pienses en lo que cuesta.
-Bueno... -dije poco convencido.
-He pedido cita para las 10. Así que tenemos que salir de aquí temprano.
-Vale. No hay problema.
-Y yo luego tengo que ir a trabajar.
-Te llevo si quieres.
-No. Ya sabes que no. Anda, ve a la ducha.
-Me voy a dar un baño. Me apetece.
-No tardes, que me ha entrado sueño con el masaje que me has dado.
-¿Qué pasa? ¿Tengo que estar aquí para que duermas tranquila? -dije riéndome.
-Noooooooo. Pero es que, si no, me vas a despertar y eso me molesta.
-Tendré cuidado -dije yendo al baño.
 
Capítulo 518

Fui al baño y llené la bañera que había junto al plato de ducha con agua tibia para tratar así de calmarme un poco, porque estaba muy caliente por el contacto que acababa de tener con Valentina. Pero es que me estaba resultando difícil, porque no paraba de tocarme, así que al final decidí hacerme una paja para ir por la vía rápida y así tratar de dormir más tranquilo. Me puse a pensar en Valentina y todo lo que había visto de ella aquella noche, pero saqué el móvil para buscar la foto que tenía de ella y poder así tener algo en que fijarme. Pero vi que justo me llegó un mensaje de Sara. Me preguntaba cómo iba la cosa con la mujer con la que estaba, contándole yo algo, pero sin entrar mucho en detalle. Al no decirle nada en específico supo leer entre líneas para saber que no habíamos hecho nada, por lo que se rio un poco de mí y me dijo si me apetecía hacer algo. Aquello me llamó la atención y le pregunté. Así fue como empezamos a intercambiar fotos en los que ambos estábamos desnudos.

Ella me mandaba fotos desde su cama, corriendo su tanga rosa a un lado para dejar su coño totalmente al descubierto, abriéndose los labios con sus dedos. En alguna otra foto también se metía primero uno y luego otro, saliendo bastante mojados. También me mandaba de su cara, con una expresión de excitación muy alta, aprovechando también para chupar sus dedos. Incluso de su culazo me llegó a mandar una, con su tanga esta vez a medio muslo y apoyándose sobre sus rodillas, apostando yo a que estaba con su cara de lado sobre la cama, aunque no lo podía ver por el ángulo de la imagen. Se agarraba una nalga con cada mano y tiraba de ella con fuerza para abrirse todo bien. Esa foto fue mortal para mí, porque acabé corriéndome desmesuradamente sobre mi propio pecho y sobre el agua, dándome altas punzadas de placer.

Yo, previamente le había enviado varias desde donde estaba, procurando que se viera bien todo, aunque con las que acabé fue con unas en las que mi polla sabía en primer plano y yo agarrándola con fuerza, además de otras ya con toda mi corrida sobre mi pecho. Mientras intercambiábamos fotos, me decía que me veía como un señor así en la bañera, además de que estaba muy sexy. Ella tampoco se quedaba atrás, aunque iba con un pijamita muy corto de un rosa bastante claro, pero daba igual, porque su cuerpo era sexy, teniendo ella unas curvas que me llamaban mucho la atención. Hasta hizo la coña de hacer un poco el tonto con la barra de pole dance que tenía en su habitación, aunque me dijo que cuando quisiera me volvía a invitar para hacerme un show para mí sólito. Y la verdad es que era algo que nunca había visto en persona, así que le acepté la propuesta, aunque ella me saltó como ya esperaba.

-Perro ladrador...
-Ya, ya. Ya sé que te estoy diciendo todo el tiempo lo mismo y que tienes muchas ganas. Si yo también las tengo.
-Pues no lo parece. Para nada.
-No me jodas... Con lo que acabamos de hacer...
-Ya... Te gusta mucho calentar a ti, pero poquita acción.
-Uff... Cuando te pille... Te vas a comer tus palabras.
-Espero no ser lo único que me coma, aunque ya estoy perdiendo las esperanzas.
-Jajajajajaja. Te prometo que más pronto que tarde nos iremos a la cama.
-Ojalá. Y para ti también, que parece que no te la has follado, jajajajaja.
-No me lo recuerdes, anda.
-Te tiene agarrado por los huevos 🤭🤭🤭 Me gusta. Te lo mereces por ir calentando a la gente.
-Créeme que no ha sido por eso precisamente.
-¿No? Jajajajaja. ¿La tóxica tiene más amantes por ahí y le va el rollo de putearos?
-No. La he cagado yo. Ya te conté lo que pasó.
Ah, sí… Que es que eres my suelto. O no tanto en realidad, porque…
-Puede que sí. A lo mejor me he dejado llevar más de la cuenta.
-Pues por haber hecho eso ahora estás a dos velas. Pero porque quieres, claro.
-Uff... Calla, que ha estado... Si en realidad me lo merezco, pero me había hecho a la idea de que sería un plan increíble y las expectativas estaban muy altas. Y mira, ni siquiera hemos follado.
-Si se lo toma tan en serio es porque habrá tenido algún problema antes a lo mejor, ¿no?
-Ni idea. Pero créeme que lo he pagado. Que estar con semejante mujer y no poder tocarla... Es duro. Además, me ha provocado un poco con su manera de vestir, con su ropa interior sobre todo y con algún que otro gesto.
-Le gusta tenerte así. Está claro.
-No, no. Hoy vale, porque la he cargado, lo reconozco. Pero que no se acostumbre.
-Eso díselo a ella, no a mí. Jajajajaja.
-Sí, está la cosa como para decirle eso así...
-¿Y cuándo crees que vamos a poder quedar?
-Pues no sé, Sara. Esta semana que entra, lo veo difícil. Y el finde me han invitado a la playa.
-Llévame contigo.
-No puedo hacer eso.
-Lo decía de broma. O sea, que otra semana más.
-Sí.
-Te odio 🤬
-No, va. No te pongas así.
-Espero que esté muy buena. Porque no entiendo cómo puedes resistirte tanto. Y más habiéndome dicho que te pongo y tal.
-Pues sí. Lo está. Y mucho. Y tú también. Pero tengo que hacer bien las cosas. Poco a poco.
-¿Sabes? Yo lo que creo es que estás coladito.
-Qué va.
-Pues lo parece un poco.
-Mira, la tía me gusta y me lo paso muy bien con ella. No te lo voy a negar. Pero yo no busco pareja. Ni de coña. Y si lo hiciera, no iría de flor en flor como estoy haciendo.
-Bueno, ya se verá qué pasa. Pero yo quiero irme contigo a la cama. Aunque sea una vez... 😩
-Que sí, que lo vamos a hacer. Pero con protección y tal.
-No, si ya veo lo que hay.
-Me ha dicho que mañana vamos a ir una clínica y todo para hacernos unos análisis.
-Uff... Está muy enfadada.
-Joder que si lo está...
-Pues suerte, jajajaja.
-Ya.
-En realidad estoy deseando que te tenga a pan y agua hasta que te veas conmigo. Así te pillo con ganas.
-No, si te voy a reventar. Tranquila.
-A lo mejor te llevas una sorpresa.
-A ver si es verdad.
-Ya lo verás (espero) 😋
-Te dejo, que mañana tengo que madrugar y voy a ver si me lavo bien, que me he puesto perdido.
-Vale, nos vemos.

Dejé de hablar con ella con ganas de vernos y poder hacer lo que ambos estábamos deseando hacer, pero con el tema de Valentina tan caliente y reciente, no podía permitirme más cagadas con ella. Así que decidí esperar unos días más para tener los resultados de los análisis y para volver de la playa, de aquel plan que me había surgido con Sofía y con quien esperaba poder pasarlo bien como veníamos haciendo últimamente antes de que se fuera. Pero para ello tenía que ver si podía irme con alguien a la cama, cosa que dependía de los resultados de los análisis. Y otra cosa muy importante, tenía que hablar con Valentina para aclararle que yo me iba a seguir viendo con más chicas, porque era algo que necesitaba a esas alturas. No consideraba tener pareja, ni con el acercamiento que teníamos, así que no tenía derecho a pedirme exclusividad en ese aspecto. Tampoco tenía mucho miedo porque me dijera de dejar de vernos, porque sabía que ella estaba tan enganchada a mí como yo lo estaba de ella.

Una vez acabé de lavarme y aclararme, volví con Valentina a la cama, quien ya dormía de lado, mirando hacia el interior de la cama. Estaba con un gesto precioso y muy tranquilo, descansando plácidamente. Qué mujer tan guapa al natural. Además de guapa estaba sexy por la postura que tenía, y que no llevara su pequeño camisón la hacía más aún. Con mucho cuidado apagué la luz de su mesita y me tumbé para descansar, pero me costaba mucho. Pese a haber descargado hacía pocos minutos, sentía que tenía ganas de nuevo. Estar con una mujer de tal calibre, tan cerca, los dos prácticamente desnudos y con ganas de varios días me tenía muy mal. Pero no hice nada más que observarla, aunque las ganas que tenía de besarla eran muy grandes.

Me acabé durmiendo al rato, despertándome en algunas ocasiones durante la noche, estando en una de ellas Valentina sobre mi pecho, con su mano en mi costado. En otra que me desperté, estaba yo abrazándola por detrás, pero estaba tan adormilado que no me puse a tono ni nada. Simplemente era una de esas ocasiones en las que te despiertas y te vuelves a dormir enseguida. Aunque estaba muy cómodo así con ella, pero caí de nuevo de inmediato. Ya cuando amanecía, me desperté del todo por la luz que empezaba a entrar por la ventana, aunque ella seguía durmiendo profundamente. Aproveché para pedir un desayuno llamando a recepción para que nos lo subieran lo más rápido posible, porque no tardaríamos mucho en regresar. En lo que lo hacían me di una ducha rápida para ir más cómodo y me senté en la cama, llamando a Valentina.

Ella se despertó dando un respingo, aunque sonrió un poco al verme, pasando a desperezarse y frotarse los ojos. Cuando llamaron a la puerta se alarmó bastante, como si tuviera miedo, pero le dije que no se preocupara, que los había llamado yo. Así que salí rápidamente a por el desayuno y lo llevé hasta la cama para que pudiéramos desayunar allí. Fue un gesto que pareció impresionarla, porque me miraba con los ojos bien abiertos y una sonrisilla. Parecía tener hambre, porque no dijo que no y comimos allí mismo, con ella sentada y aún casi totalmente desnuda en la cama, aunque yo ya estaba vestido. Le expliqué que ya me había duchado y que saldríamos en cuanto ella se arreglara y demás, aunque no llevábamos prisa tampoco. Le gustó bastante el desayuno y se levantó para irse al baño y ducharse también, aprovechando yo para coger mis cosas e ir bajando para pagar también el desayuno que nos acabábamos de comer.

Tuve que entrar al baño para decirle que la esperaba en el coche en la entrada, encontrándomela desnuda dentro de la ducha y con su pelo recogido con una goma. Otra vez me puse tonto al verla así, porque estaba increíble. Ella no me riñó esta vez, poniendo una sonrisa y diciéndome que no tardaba. Así que bajé y pagué, echando mis cosas al coche y esperándola en la puerta. Cuando apareció, de nuevo, con su pamela y sus grandes gafas de sol, eché su maletita al coche y nos pusimos en camino hacia donde vivíamos los dos. De camino, ambos estábamos bastante en silencio, con ella somnolienta por haber madrugado tanto, aunque yo ya estaba acostumbrado y creía que ella también por alguna conversación que habíamos tenido. Tan solo me dijo dónde teníamos que ir para la clínica, aunque se dio cuenta de que era para el día siguiente en realidad, cosa que nos vino bien, pues había que hacerse un análisis de sangre y ya habíamos desayunado.

Yo nunca me había hecho un análisis de enfermedades de transmisión sexual y no sabía muy bien lo que había que hacer, pero ella me explicó un poco cómo era. Si hasta habíamos preparado las muestras de orina, dejando ella preparados los botes en el baño para la mañana siguiente. Pero al final no hicieron falta, por lo que los acabamos desechando al llegar y yendo a por otros a una farmacia para tener para el día siguiente. También me dijo que se encargaría de llamar para ver si podíamos tener la cita más temprano, por el tema del análisis de sangre y no estar tanto tiempo con el estómago vacío. Al llegar, le insistí en dejarla en su trabajo, pero no había manera. Quería que la dejara en el punto exacto donde la recogí hacía poco más de un día. Así que fuimos hasta allí y se bajó, descargando yo su maleta.

Fue un momento un poco raro, porque parecía más que era su chófer que otra cosa, pero yo me quería despedir bien de ella. Si por mí hubiera sido, lo hubiera hecho con un buen beso, pero sabía que ella no iba a querer, pero tampoco sabía cómo proceder para no ponerla nerviosa. Hubo un medio amago de acercamiento por su parte con lo que parecía una intención de darme dos besos, pero al final acabó quedándose donde estaba. Le pregunté si un abrazo nos podíamos dar al menos y ella, tras mirar a los lados, inspeccionando bien la calle y demás, acabó aceptando, dándome dos besos también finalmente. Me fui bastante contento a casa para dejar la ropa y marcharme al gimnasio, donde estuve pensando en cómo había ido el día anterior con ella, y la verdad es que no había estado tan mal. Pero también es cierto que podía haber estado mejor. Incluso se me pasó por la cabeza decirle de venir a casa por la noche cuando acabara de trabajar y demás, pero no lo acabé haciendo.

Al día siguiente acudí a nuestra cita en la clínica, llevando lo necesario para que nos hicieran el análisis, aunque por petición suya lo hicimos por separado. Seguía con ese estado de paranoia pese a ser una clínica que se encontraba algo apartada del centro y de donde suponía que estaba su empresa. No llegaba a saber exactamente donde estaba, pero sí que sabía que debía estar cerca de la cafetería en donde la empecé a ver. Y desde luego no estábamos cerca de ahí, pero entendía que alguien pudiera sospechar al verla salir de una clínica así con alguien si es que se la encontraba un conocido. El único problema que hubo en realidad fue que ella quedó un poco mareada como consecuencia del análisis de sangre, el cual yo me hice como si tal cosa, ya estando más que acostumbrado a las agujas. Pero ella se ve que no lo estaba para nada, porque estaba bastante blanca.

Me dio bastante cosa verla así y me quedé sentado a su lado a esperar a que se le pasara, pero le estaba costando, por lo que le dije de ir a una cafetería cercana para que comiera algo, que con eso seguro que se le pasaba. Y me costó convencerla, pero al final acabó aceptando y fuimos hasta allí, con ella sujetándose un poco a mí para mi sorpresa, aunque es verdad que le llegaban a temblar un poco las piernas. Allí, bromeé un poco diciendo que no esperaba que fuera así con los temas médicos viendo lo fuerte que era en los demás aspectos, pero ella estaba distante. Y seguía igual de pálida, por lo que me acerqué rápidamente a por los desayunos, haciéndolo yo también allí con ella. A medida que iba comiendo, se iba poniendo mejor, pero aun así no terminaba de verla como siempre. Al menos los momentos de bronca ya habían pasado del todo, pero desde luego la cosa no iba a cambiar mucho más en otros sentidos.

No me gustaba nada cómo estaba de estado en general, aunque parecía algo más psicológico que otra cosa, porque tampoco veía que fuera para ponerse así por un simple análisis de sangre. Por eso le dije que llamara al trabajo para decir que ese día no iba. Ella se puso bastante seria diciéndome que no podía faltar, pero al recordarle yo cómo se puso ella cuando yo enfermé, se quedó callada. Así que le di dos opciones, que fuéramos a su casa para poder yo estar con ella hasta que viera que estaba bien, o que ella se viniera a la mía. La primera, descartadísima, me dijo cientos de veces que eso no podía ser, así que la corté diciéndole que íbamos a la mía. Muy a regañadientes acabó aceptando y nos fuimos a mi casa en taxi, porque fui andando y ella no parecía estar mucho para andar conforme estaba y con los tacones que me llevaba.

Al llegar, le pregunté si quería algo en especial, diciendo ella que no, aunque le sugerí que se pusiera cómoda, por lo que la llevé a mi habitación para que pusiera una camiseta mía que le quedara grande, dejando su ropa allí, y yendo descalza. Nada más sentarnos en el sofá del salón habiendo yo puesto el aire para estar cómodos, cayó dormida sobre mi hombro. Yo me entretuve jugando a la play con cuidado y en silencio para que ella descansara, porque se veía que lo necesitaba. Se nos pasó así un buen rato de aquella mañana en la que ya empezaba a apretar el calor con ganas, pero con el aire puesto estábamos muy bien. Tanto, que le costó despertarse después de la siesta que se había echado sobre mí y la cual me permitió notar una parte más cercana de Valentina por aquellos sonidos que lanzaba de manera muy aniñada en un par de ocasiones.

Al despertar parecía desorientada, aunque se quedó mirando un rato cómo jugaba antes de decir nada. Pareció gustarle verme jugar, aunque acabó preguntándome cómo me podía gustar jugar a algo así. Yo me reía y le decía que a los chicos nos solía gustar eso, pero ella no lo terminaba de entender. Además de aquel momento, me preguntó qué hacía aparte de eso para entretenerme, por lo que le conté lo que hacía, pero tampoco es que tuviera muchas distracciones en realidad. Después de la play le enseñé el juego del que le hablé y que me había permitido clasificarme para ir a Manchester, sin llegar a entenderlo ella y dando por sentado que era algo de colección más que para jugar, como si de cromos se tratara. Y por último le enseñé la batería, cosa que le gustó, por aquello de que ella sabía de música, como me dijo al comentar que tocaba el piano.

Hasta me llegó a pedir que tocara algo, pidiendo que le pusiera algo de lo que solía escuchar, aunque yo sabía que no le iba a gustar. Y efectivamente, así fue, porque ponía caras raras, diciendo que no entendía nada de nada, aunque en algunas partes más melódicas sí que era capaz de cambiar la cara a mejor, pero acabó llegando a la conclusión de que esa música no era para ella. Cuando le toqué un poco no mejoró la cosa del todo, porque según ella, hacía mucho ruido al tocar tan fuerte, pero me dijo que no lo hacía mal. Aunque yo recalcaba que no tenía ni idea y que solo me limitaba a imitar lo que veía en vídeos. Así, Valentina se abrió un poco más en esta ocasión, diciéndome que a ella lo que le gustaba era la música más lenta, especialmente el Jazz. Me decía que desde bien joven se había aficionado a escucharlo y que tenía mucho material en casa. Y eso era lo que tocaba en el piano que tenía allí.

Me llegó a poner un poco y la verdad es que no estaba mal, pero era muy diferente a lo que me gustaba a mí. Ella me dijo que intentara tocar de esa manera, más calmada y suave para ver cómo se me daba. Hasta se ponía en cuclillas para sujetar mis tobillos y que no pisara los pedales demasiado fuerte. Fue un momento que me gustó bastante y que me sirvió para enfocar ese hobby de otra manera. Era especial compartir un momento así con alguien como ella, quien se tomó la libertad de hasta sentarse en mi regazo para hacer un poco el tonto con las baquetas también, aunque sin ninguna intención sexual, ni siquiera como la que tuvo el domingo en el hotel con esas provocaciones. Pero fue algo bastante divertido y que hizo que el tiempo se nos pasara bastante rápido, llegando casi a la hora de comer.

Le pregunté si quería comer conmigo al pedir algo o al intentar cocinar entre los dos, pero parecía no gustarle la idea. Pero al final acabó aceptando, porque le había entrado hambre ahora que se encontraba ya bien del todo. Lo malo es que no tenía nada por casa para poder preparar un buen almuerzo, por lo que al final acabamos pidiendo algo para comer, pero no cualquier cosa, porque ella no era para nada de pedir una pizza o comida china. A ella le gustaba comer productos buenos y saludables a ser posible, por lo que estuve mirando a ver qué podía haber dentro de lo que ella pedía, porque Valentina nunca pedía a domicilio. Al final acabamos pidiendo en un japonés algo de sushi y alguna que otra cosa más, comiendo de aquello que nos gustaba a los dos, pero no tardaría mucho en irse a casa en taxi para poder regresar al trabajo ya por la tarde, aunque me agradeció mucho todo lo que había hecho por ella y por lo bien que se lo pasó conmigo.

Al contrario de lo que pudiera parecer por lo contado, lo llegué a pasar mal por momentos, porque el tiempo pasaba y mis necesidades seguían ahí. De hecho, iban en aumento. Y estar tan cerca de ella sin llegar a poder hacer nada, me tenía con el pulso acelerado en varias ocasiones. Aquella mañana la pasé bien, pero ya se me empezaba a poner todo cuesta arriba. Por eso trataba de distraerme jugando a la play en su presencia o haciendo el tonto con la batería, aunque esto último no es que llegara a ser una gran idea, sobre todo cuando se puso sobre mi regazo. Tampoco es que fuera empalmado todo el tiempo ni que fuera muy descarado con las miradas y demás, pero sí que notaba ese nerviosismo de tener muchas ganas al ver a una persona que te atrae bastante. Aunque diría que hice un buen trabajo al tratar de ocultarlo, porque ella no me llegó a decir nada en ningún momento.

En cuanto se fue no tuve más remedio que masturbarme. En menos de un minuto desde que se fue ya estaba tumbado en el sofá tocándome mientras olía la camiseta que había llevado durante la mañana y la hora del almuerzo. No tardé nada en acabar al haberla visto durante bastante tiempo hacía nada, al tener el olor tan cerca y al recordar cada centímetro de su piel al habernos ido a la cama alguna que otra vez a esas alturas. Lo que más se me venía a la cabeza precisamente era ese momento en el que estaba con aquel minúsculo camisón transparente, al igual que su ropa interior inferior. Y no fue la última paja que me hice, porque una vez volví del gimnasio tras una buena sesión por la tarde, me di una ducha relajante y acabó cayendo otra, de nuevo pensando en ella.

Lo único que deseaba esos días era tener los resultados del análisis cuanto antes para poder irme con ella a la cama. Lo único, que se me metió en la cabeza que la primera con la que lo quería hacer cuando supiera que estaba totalmente limpio era con ella. El problema: al día siguiente iba a ver a Irene y a Mario y veía alguna posibilidad de que ella pudiera ejercer una fuerte tentación en mí. La mezcla era peligrosa, pues íbamos a salir a cenar, siendo algo que teníamos bastante programado, porque desde que me dijo de quedar los tres, tanto el lunes como el martes hablamos por mensaje por la noche para ponernos de acuerdo con el lugar y la hora. Otra parte de la mezcla era que ya estábamos en verano y estaba seguro de que iba a ir ligerita de ropa y sabía que se iba a poner un vestido sugerente. Sin lugar a dudas sería una buena manera de ponerme a prueba y se lograba aguantar, me vería bastante fuerte ante cualquier tipo de situación a esas alturas, aunque ya había pasado por una realmente problemática hacia casi un año justamente.

Pero los resultados no se nos mandarían hasta el viernes por la mañana, así que me tocaría esperar unos días más. Para ello, ya una vez cené y me quedé tumbado en el sofá jugando un poco más pensé en evitar verme con Valentina para evitar así pasarlo peor. Previamente había pensado acercarme a la cafetería para verla y demás, pero ya no me parecía tan buena idea. Lo único que pensaría sería llevármela al baño para comérmela viva allí y sabía que eso era imposible. Es verdad que una vez se me fue la cabeza y algo hicimos y que ella no le dio mucha importancia al contrario que pensaba que haría, pero no veía ninguna posibilidad de repetir eso en la situación en la que estábamos y mucho menos de follar de esa manera, aunque reconozco que me lo imaginaba en varias ocasiones y deseaba llevarlo a cabo. Pero ella no me lo pondría tan fácil, porque esa misma noche me llamó, aunque lo hizo desde un número que no tenía registrado.
 
Capítulo 519

-Buenas noches, Javi.
-¿Valentina?
-Sí. Soy yo.
-¿Y este número?
-Es el personal.
-¿Y eso?
-Le he dado alguna vuelta a lo que hablamos. Este móvil siempre lo llevo encima y así podremos estar más comunicados.
-Mmm, vale. ¿Pero y lo de...?
-Ya está todo pensado. No te preocupes. Lo único que... Solo podremos hablar cuando yo te llame y eso.
-Vale, como quieras.
-Así que va a tener que ser así. ¿Qué piensas?
-Nada en especial.
-Sé sincero.
-Pienso que es raro. En plan... No sé por qué me dices una cosa y ahora haces lo contrario.
-¿Crees que soy impulsiva?
-Mmm, no lo sé. No te conozco aún lo suficiente en ese aspecto, pero está claro que esto ha sido un impulso.
-No te parece bien entonces.
-Yo no he dicho eso.
-Entonces, ¿te gusta la idea?
-Sí. ¿Por qué no? Me gustaría poder hablar contigo cuando quisiera, pero bueno. Sé que esto es importante para ti.
-Vale, veo que te das cuenta.
-Claro.
-No sé... Después de este fin de semana que hemos pasado... Estuvo muy bien el plan en realidad, aunque reconozco que lo podría haber disfrutado más si no hubiera estado tan enfadada contigo. Y también con lo de hoy... Te has portado muy bien conmigo.
-Vaya...
-¿Qué pasa?
-Ahora me doy cuenta de lo tonto que sueno cuando te digo eso de compensarte.
-Ah, jajaja.
-Porque es cómo que me estás dando las gracias y lo he hecho porque ha salido de mí, sin esperar nada a cambio.
-¡Eso es! Eso es lo que quería que vieras.
-Pero no podía evitarlo.
-No pasa nada tampoco. A lo que voy es que he visto que eres un buen chico y que puedo confiar en ti, que no solo me buscas para...
-Sí. Aunque tú me lo demostraste antes.
-Eso da igual. Lo importante es que te das cuenta y que te comportas como debes. Es muy importante para mí poder ir confiando en ti. No suelo tener una relación muy cercana con la gente. No de esta manera. Por eso estoy un poco... Paranoica. No te creas que no me doy cuenta de cómo me comporto, pero...
-No hace falta que te justifiques ni que me lo vuelvas a explicar Valentina. ¿Qué me gustaría que fuera de otra manera? Por supuesto, pero entiendo lo que hay y no es para tanto. Si ya me he acostumbrado, jajaja.
-¿Ves? También estás siendo comprensivo. Eso está muy bien también. ¿Ves por lo que digo que me gustas? Si no fueras así, no querría verte más.
-Ya. Pero eso puede ser un problema.
-¿Por?
-Porque está claro que se está pasando la línea de la atracción y que estamos ya involucrando algo más. No sé si me pillas.
-¿Sentimientos?
-Ajá. Y ya sabes qué hemos hablado de esto.
-Ah, no, no -decía algo acelerada-. Eso está muy claro y no se me ha olvidado.
-Vale, bien.
-¿Y...? ¿Qué hacías?
-Pues estaba jugando un poco. ¿Y tú?
-Pues descansar. Ha sido una tarde un poco agotadora. Hemos tenido ajetreo y bueno... Pero ya me he dado una ducha y estoy en la cama descansando.
-Genial. ¿Cómo va la cosa con Daniela?
-Pues muy bien. Hablamos mucho por mensaje o llamada. Mañana la veré por la tarde. Tenemos una reunión y me quedaré unos minutos más para estar con ella un poco.
-Suena bien.
-¿Te veré por allí?
-Mmm, no sé. No creo.
-¿Por? ¿Estás agobiado o algo?
-No. Es que... Te voy a ser sincero.
-¿Qué pasa? -preguntó asustada.
-Se me está haciendo duro tantos días sin...
-Ah, jajajaja.
-Joder, es que estoy que parezco un adolescente.
-Eso ya lo parecías.
-Pues imagínate ahora... Y tú tienes algo que ver. Que tenerte tan cerca tanto rato, así tan sexy, tan guapa, oliendo tan bien...
-Ah... -decía complacida.
-En cuanto te has ido hoy... No he podido evitarlo.
-Estás fatal.
-Un poco.
-A mí también se me está haciendo duro. No te vayas a pensar.
-¿Sí? -pregunté sorprendido- Lo disimulas muy bien, jajajaja.
-Una también tiene sus necesidades.
-Joder... Qué duros se me van a hacer estos días...
-¿Qué vamos a hacer cuando veamos que estamos bien?
-¿Y si no lo estamos?
-No me cortes el punto, va... -decía de una manera casi irreconocible en ella- Va a estar todo perfecto.
-Pues no sé... Se me ocurren muchas cosas. Pero eso es mejor no hablarlo y verlo en el momento.
-Mmm... -decía de manera juguetona.
-Me estoy poniendo tonto, Valentina.
-Pero si no estamos hablando tampoco nada... Jajajaja.
-Pues estoy ya duro.
-Sí, hombre... Jajaja.
-¿Quieres una foto?
-Nooooo. No hace falta.
-Yo daría ahora mismo lo que fuera por una tuya. Pero -dije sin dejarla hablar- sé que no puede ser.
-Eso es.
-Pues entonces, vamos a dejarlo aquí, porque...
-Jajajaja. ¿Te vas a tocar?
-Sí.
-¿Pensando en mí?
-Claro.
-Mmm...
-¿Te parece si nos vemos el viernes directamente?
-Para... ¿No?
-Esta vez sí. Necesito hacerlo contigo de una vez.
-Jejeje. ¿Te vas a portar bien?
-¿Mmm?
-Como mañana tienes una cena con tu amiga la que te llamó...
-Ah, te acuerdas...
-Ajam.
-¿Qué crees que haré?
-Mmm... -decía pensativa- Creo que eres un chico al que le gusta mucho el sexo y que lo está pasando mal por llevar unos días sin... Pero me has demostrado que puedo confiar en ti.
-Pues ya está.
-¿Y este fin de semana con tu otra amiguita? Esa que te ha invitado a la playa...
-Joder, no se te escapa una.
-Es que hablaste con las dos con el altavoz puesto.
-Estaba conduciendo.
-Podrías haber hablado con ellas en otro momento.
-Bueno...
-No me has respondido.
-Vamos a centrarnos en lo primero. Y eso es el viernes cuando nos den los resultados
-Pero te ibas el viernes, ¿no?
-Sí, pero tarde.
-Yo tengo que trabajar.
-Pues comemos juntos. Aquí en mi casa.
-Mmm, no sé si...
-¿Me estás diciendo que hasta la semana que viene no voy a poder follar contigo?
-Ay, no hables así.
-Respóndeme, anda.
-Pues no lo sé, Javi. A ver cómo tengo ese día cuando llegue. No soy adivina.
-Seguro que adivinas cómo me la pones.
-¡Ya! -exclamó alto, aunque riéndose.
-¿Ves? Es que me tienes así todo el día. Por eso no te quiero ver hasta que no podamos... Porque me va a costar controlarme una barbaridad. Voy a querer besarte, tocarte... Y me va a dar igual quien haya delante.
-Oye, ¿y con Daniela no te ves ya?
-No. Dejamos de vernos para...
-¿Por?
-Pues porque... Creo que tiene algo por ahí.
-No me ha comentado nada.
-A lo mejor quiere llevarlo con discreción. Vete tú a saber.
-Mmm... Pero le hubiera notado algo, ¿no?
-No sé... Pregúntale.
-Si no quiere contármelo, por algo será.
-Lo mismo si te abres tú con ella...
-Pfff... No sé. Decirle que estoy viéndome contigo... Después de que ella y tú...
-No pasa nada.
-Ostras... Que ella fue una de las que se acostó contigo sin protección... Le habrás avisado, ¿no?
-Pues la verdad es que no.
-Javi...
-Ahora lo hago.
-Y a la otra chica también, que seguro que no lo has hecho.
-Es verdad.
-Has patinado otra vez.
-Perdóooooooon.
-Ay... Anda, avísalas.
-En cuanto dejemos de hablar.
-Bueno, descansa y no te toques mucho, a ver si te vas a hacer daño, jeje.
-Uff...

Dejamos de hablar, despidiéndonos y pensando en cómo de mejor humor estaba en comparación a hacia pocas horas. Es verdad que durante la mañana parecía estar más calmada en general, pero ya por la noche en esa conversación la noté muy bien. Y eso me gustaba, porque significaba que cuando volviéramos a irnos a la cama sería algo explosivo y que me iba a gustar. Como le dije en la conversación, también me di cuenta de cómo me llamó desde su móvil personal y cómo le agradó mi comportamiento hacia ella, aunque al parecer estaba todo claro respecto al temor que yo tenía al acercarme así a una persona. Tampoco perdí mucho más el tiempo y les mandé un mensaje tanto a Daniela como a Amaya para contarles que no me notaba nada raro, pero que había decidido hacerme unas pruebas por si acaso y que tal vez ellas deberían hacer lo mismo para descartar cualquier problema.

Ambas me respondieron sin ningún miedo por cómo me expresé en ese mensaje, aunque dijeron que estarían pendientes y que les avisara si algo iba mal en los resultados. La que más se interesó fue Daniela, pues al parecer estaba algo enterada del asunto por alguna conversación con Valentina. Estuvimos hablando un poco y ella me tomaba el pelo preguntándome si era demasiado estricta. Algo le conté al respecto, y también me acordé de decirle que me había preguntado si ella y yo nos seguíamos viendo y cómo le dije que no, saliendo como pude del aprieto, para que no le pillara de nuevas si finalmente Valentina le preguntaba. Después de hablar con ella, me acabé masturbando una vez más pensando en Valentina, y ya iban tres ese día. Tras eso, no tardé mucho en irme a la cama para tratar de descansar, aunque no tenía nada especialmente duro que hacer al siguiente día, pero quería entrenar en el gimnasio y también salir a correr un poco para recuperar algo de tiempo perdido.

Y sí que estuve tiempo haciendo aquello, porque estar centrado en hacer ejercicio mientras escuchaba música era algo que, como ya he dicho alguna vez, me servía para distraerme de los problemas que me surgían, aunque en este caso no era uno muy grave, pues estar sin sexo durante varios días y no poder practicarlo hasta obtener los resultados no era nada en comparación con otros problemas que me habían venido. Tampoco estaba tan preocupado por los resultados, porque sabía que todo iba a ir bien. Si no notaba ningún síntoma, era complicado que pudiera tener algo finalmente, aunque es cierto que desde ese punto me propuse llevar cuidado y usar protección siempre, o al menos, no ir haciéndolo con varias a la vez sin ella. Eso no significaba que no hubiera momentos en los que me costara sobrellevar mi estado, sobre todo al estar acostumbrado a verme con chicas. Pero al menos podía aliviarme yo solo.

Ese día no hablé con Valentina, aunque eso no significaba que no me masturbara pensando en ella, pero justo cuando estaba en plena faena después de comer y estando echado en el sofá, alguien me llamó al móvil. No resultó ser otra que Andrea, cosa que me llegó a extrañar un poco, aunque pensé que quizá se había dejado algo y que me había llamado para avisarme de que iba a acercarse. Nada más lejos. Tan solo me llamaba para hablar conmigo, para preguntarme cómo me iba al vivir solo de nuevo y la verdad es que no iba tan mal como esperaba. Tenía la cabeza a otras cosas y no reparaba mucho en ella, pero lo cierto es que sí había ocasiones en las que la echaba de menos, sobre todo por las noches en los ratos de después de cenar, aunque durante el almuerzo y la cena también lo hacía.

Así se lo comenté, diciéndome ella que le pasaba lo mismo. Al final nos habíamos cogido un poco de cariño y es algo irremediable echar de menos a la otra persona cuando te llevas bastante bien con ella y convives también. Estuvimos hablando un poco de esto y de aquello, comentándome ella que la cosa por casa estaba más calmada por suerte. Tanto la relación con sus padres como en general, estando algo más desahogados. No pude alegrarme más de oír aquello y le dije que me alegré mucho de ver que así le iba. Ella también me preguntó qué planes tenía para el verano, porque ella parecía que se iba a quedar en casa todo el tiempo. No sabía cómo responderle, porque no tenía muchos planes, de momento tan solo tenía el del próximo fin de semana con Sofía, cosa que le pareció muy bien, aunque a ella no le gustaba mucho la playa y también le comenté lo del torneo que gané para clasificarme para uno que tendría lugar en Manchester.

Le encantó oír mi hazaña para poder ir a jugar incluso a otro país, aunque no llegué a decirle que iba a ir acompañado. Supuestamente ella pensaba que Valentina era mi tía, aunque tampoco tenía que decirle que iba a ir con ella, pero no fue algo que creyera tan relevante como para contárselo. Yo, sin embargo, sí que le pregunté cómo le iba con el novio, diciéndome ella que iba igual que antes de acabar el curso. Según me dijo no se podían ver mucho, porque él seguía con su trabajo, aunque iba a ver si podía escaparse unos días con él cuando le dieran vacaciones, aunque su madre no ponía buena cara del todo pese a tener ya 19 años. Yo le dije que eso era normal y que tratara de convencerla hablando bien con ella y sin enfadarse, porque así no iba a conseguir nada. También le pregunté una vez más si veía posible que el siguiente curso volviera por casa, aunque obtuve la misma respuesta de siempre. Así que después de hablar un poco nos despedimos, porque me tenía que arreglar para irme para la cita que tenía con mis amigos.

Estuve pensando durante un rato qué hacer con vistas a después del plan que tenía con mis amigos, porque tener que volver sobre las 12 de la noche a casa no era muy apetecible, por lo que se me vino a la cabeza pasar allí tanto el miércoles como el jueves y hacer noche en casa de mis abuelos con mi familia. Así pensaba que estaría más despistado al tratar con gente cercana a mí y no estaría pensando tanto en Valentina y en meterla en caliente. Avisé a mi madre por si había algún inconveniente y nada más lejos, diciéndome ella que si fuera por ella me podía quedar todo el verano y allí a vivir con ellos si quería. Así que eché un poco de ropa en una mochila y a eso de las 6 de la tarde me puse en camino. Al llegar estuve un buen rato con la familia, poniéndonos al día de todo lo que había pasado los últimos días, aunque había estado ahí hacía pocos días, pero fue una visita tan breve que no pudimos hablar prácticamente nada.

Se interesaron por el trabajo y por mí en general y yo les respondía como siempre había hecho, aunque ellos no se metían en temas de pareja y eso. Suponía que mi madre había dejado caer que no me gustaba hablar de ello, por eso quizá les había dicho que no preguntaran por esos temas, aunque ella sí que me abordó cuando mis abuelos salieron a la plaza a dar un pequeño paseo aprovechando que hacía menos calor.
 
Capítulo 520

-¿Y alguna amiguita tienes ya?
-¿Y esta pregunta?
-No sé... Nunca hablamos de esto. Y sé que no te gusta mucho y que lo buscas nada, pero a lo mejor... No sé.
-Mamá, es que es muy complicado eso.
-¿Complicado? ¿Por qué?
-Joder, mira que no me da corte hablar de estas cosas, pero contigo sí.
-Ah... Creo que ya sé por dónde va la cosa.
-Pues eso. Amigas tengo alguna que otra, pero nada serio.
-Pero llevarás cuidado, ¿no?
-Pues sí...
-Uy... No me asustes.
-Mira, te voy a contar algo que me ha pasado.
-Verás...
-Últimamente se me han cruzado algunas amigas. Y por una cosa o por otra el tema de la protección, pues tal.
-¿No habrás dejado embarazada a alguna?
-No, coño. Mamá, joder...
-Me dices eso...
-El caso es que yo me noto perfectamente, pero me he hecho un análisis por si acaso.
-Javier... Ten más cuidado -decía con reproche.
-Ya, mamá. Si ya lo sé, pero a veces...
-¿Y qué tal ha salido?
-Me dan los resultados el viernes.
-¿Y si te notas perfectamente, ¿para qué te lo has hecho?
-Porque una de estas chicas con las que... Pues me lo ha exigido.
-Me parece muy bien. Estos temas son delicados y hay que tener mucho cuidado.
-Se enfadó bastante conmigo. Con ella siempre he usado protección y cuando le dije que había cometido ese fallo, se enfadó mucho conmigo.
-Normal.
-Es una mujer especial.
-¿Mujer?
-Bueno, me lleva unos años.
-¿Cuántos? ¿Qué edad tiene?
-40.
-Hala...
-No es para tanto.
-Javier, podría ser tu madre.
-Si me tiene con 14, sí. Además, aparenta 30 y pocos.
-No sé...
-Imagínate que un día te la traigo para presentártela. ¿No te gustaría verme con ella por aquí?
-¿Para tanto es? -preguntaba impresionada- Solo me has presentado a una chica de manera formal. ¿Tanto te gusta como para presentármela?
-Estoy hablando de supuestos.
-Tampoco me has hablado de supuestos con ninguna otra
-Pues mira, el domingo pasado, cuando vine a veros que venía arreglado y eso, estaba con ella.-¿En serio?
-Sí. Pero ella se quedó esperándome fuera. No queríamos ninguno de los dos.
-¿Por qué?
-Porque no somos nada. Ni lo vamos a ser. Solo vinimos para ver la ciudad. Y estando tan cerca por estar por aquí por esta zona, me daba pena no acercarme para saludar.
-Ah... ¿Y puedo saber qué hace una mujer como ella con un chico tan joven como tú?
-Ha estado siempre muy centrada en su trabajo. Y por cosas que hemos hablado, siente que se ha perdido muchas cosas. Coincidimos varias veces en una cafetería y...
-¿Ahí os conocisteis?
-No. Solo la veía. Me llamó mucho la atención, porque es una mujer impresionante. Es muy guapa, tiene un cuerpo precioso, es alta, con un pelo muy bonito... Siempre estaba con más mujeres, como dirigiendo unas reuniones. Luego me comentaría que las tenían ahí para hacerlo más cercano entre ellas.
-¿Y cómo os conocisteis?
-Me la encontré un día tomándome algo. Le hablé y pues tuve suerte. Ambos nos atraemos bastante.
-Ya veo.
-Es una mujer muy intensa.
-¿Cuánto os lleváis viendo?
-Unas semanas. Pero que no hay nada serio entre nosotros. Solo nos vemos de vez en cuando.
-¿Y cómo es que te ha dado por fijarte en una mujer así?
-Pues porque es increíble. Tendrías que verla.
-¿No tienes ninguna foto para verla?
-Uff... Calla, que quiere llevar lo de que nos vemos con discreción y una vez nos eché una foto y la que me lio...
-¿Sí? ¿Por qué?
-Cosas suyas.
-No lo entiendo.
-Yo casi que tampoco, pero me da igual.
-¿Y estás cómodo con ella?
-Mmm, sí. Es que es muy diferente a todas las chicas que he conocido. No sé cómo explicártelo. Es que no es una chica, es una mujer. Y tiene su carácter y a veces chocamos, pero eso me gusta.
-Pues luego me la presentas -dijo riéndose.
-Qué va. Ya te he dicho que nunca va a haber nada serio entre nosotros.
-Nunca se sabe en estas cosas, ya lo sabes.
-Sí que lo sé en esta ocasión. No me veo en una relación con ella.
-¿No?
-No. La verdad es que no.
-Bueno, como tú veas. Pero hagas lo que hagas, lleva cuidado.
-No, si ya me ha quedado claro, no te preocupes.
-Te tiene bien derecho por lo que veo, ¿no? Jajaja.
-Bueno, es un toma y daca.

Tras eso, estuve un rato más con mi familia, apareciendo mis abuelos y empezando a preparar la cena, aunque sabían que yo no estaría allí, pero sí para dormir. En lo que me iba y ellos se pusieron a cenar, habiéndome arreglado yo ya bien comentaron algo de que mi hermano se pasaría ese fin de semana para ir a verlos. Menos mal que yo ya comenté mi plan para esos días yéndome a la playa por una invitación que me hicieron, porque si no, a lo mejor hubieran pensado que no quería verlo. No sabía si ellos sabían todo lo que pasaba, pero mi madre sí que me miró cuando ellos lo comentaron. Yo pasé del tema sin cambiar ni el gesto, como si la cosa no fuera conmigo y me despedí de ellos, porque se acercaba la hora de la quedada con mis amigos, así que me marché después de despedirme de todos.

Cuando llegué al sitio acordado, ellos ya estaban allí. Al primero que vi fue a Mario, que estaba ya sentado en la mesa, como ella, aunque de espaldas. Iba con una camisa blanca de manga larga, aunque remangada y unas bermudas vaqueras como pude ver cuando se puso de pie para darme un abrazo con unas buenas palmadas en la espalda. Bastante formal, al igual que yo al ir con unos vaqueros largos esta vez y una camisa azul clara de manga corta. Irene iba espectacular, como ya esperaba, con un fino y corto vestido azul eléctrico. Ya sabía que lo iba a pasar mal estando con ella, aunque no en otro sentido más que en el que estaba tremendamente guapa y no paraban de írseme los ojos a su escote y a su preciosa cara. Y solo a esas partes, porque sentada no podía verle las piernas. Pero no me imaginaba que lo iba a pasar tan mal, porque cualquiera que me viera podría pensar sin problema que estaba tan salido como un adolescente que está empezando a descubrir la sexualidad, o puede que incluso más.

Nada más verla me entró calor y a medida que la cena tenía lugar, me notaba con ese calor interno que se iba intensificando por momentos, con algo de sudor de vez en cuando. Llevaba su típico maquillaje de raya de ojos, rímel y sus labios de un bonito rosa que le daba luz a su cara. Además, llevaba su pelo bien peinado, aunque como siempre lo llevaba, pero su melena relucía y se me hacía más bonita de lo que de por sí ya me parecía. Cuando se levantó para darme dos besos me percaté de que llevaba unas altas sandalias con tacón y algo de plataforma, aumentando su altura considerablemente. A medida que la cena tenía lugar, ella me sonreía y yo más nervioso me ponía, con ella riendo, porque parecía darse cuenta de lo que pasaba. Y ella pues seguía pinchándome por así decirlo al pasarse el pelo por detrás de la oreja y poniendo ojitos, incluso apoyando su cara en su mano mientras me escuchaba con atención al hablarle yo de cómo me iba en general, sobre todo en el trabajo.

Ellos también me contaban con detalle cómo les iba, sobre todo ella al llevar pocas semanas en él. Con su típica gracia me contaba que a veces le metían caña, pero que ella sabía lo que hacía y lo sacaba todo sin problema alguno. Mario la miraba orgulloso mientras ella me contaba esto, aunque me reconoció que lo que peor llevaba era el horario tan extendido que tenía. Mario ya estaba más que acostumbrado, aunque comentó que los primeros meses lo llevaba regular también. Era un horario muy exigente el que ambos tenían y el cual les dejaba poco tiempo para hacer otras cosas. Al menos, se veían más que antes de que ella trabajara allí, pues en algunos descansos se tomaban un café juntos y eran algo que antes no podían hacer. Hasta me contaron que alguna que otra vez se iban a unos baños de una planta menos concurrida para echar un polvete rápido y así volver al trabajo de mejor humor.

Pero pese a ese horario, ella estaba muy contenta. Y era algo que yo notaba por su estado de ánimo en general, el cual contrastaba bastante con el que tenía cuando hablábamos de trabajo y ella lo hacía del que tenía previamente. Esa cara de asco y desgana pasó a convertirse en una de pasión e interés. Y hablando de trabajo, cayó en la cuenta del porqué de esta reunión para que nos viéramos y cenáramos juntos, pasando a disculparse por haber estado ambos un poco a su bola, aunque yo a esas alturas lo entendía, si había estado así un poco también desde que conocí a Valentina. Ya no podía reprocharles nada al respecto, pero ella no se dio cuenta en su día y se sentía algo mal, por eso me dijo que me quería un montón mientras ponía una de sus manos sobre una de las mías. Aunque la conversión cambió al reconocerle yo precisamente eso, que me había comportado de manera similar.

J: Mirad, al principio sí que me molestaba. No os voy a engañar. Cuando vine para que cenáramos juntos y luego irnos por ahí, pues sí que no me lo tomé muy bien. Y cuando al día siguiente quería irme a comer con vosotros por ahí, pues igual. Pero entiendo que conozcáis a otras personas y que tengáis vuestros planes. Es lo más normal del mundo.
I: Claro. Es lo que nos pasó a nosotros este fin de semana pasado, que fuimos a tu casa sin avisar y nos encontramos a Andrea sola y a punto de irse. Aunque al menos nos sirvió para despedirnos y eso. Y también aprovechamos para pasar un poco el día allí y tal.
M: Sí. La verdad es que Andrea es una chica muy maja. Cuando dijo que se iba pensaba que era para siempre, pero es que se me olvidaba que ella estaba allí para estudiar.
J: Todavía no sé si va a venir el curso siguiente. Ojalá lo haga.
I: ¿Y eso?
J: Porque dice que como ha salido bien de notas, va a echar una beca y que a lo mejor con ella le dan una de alojamiento también. Pero que si fuera por ella, vendría conmigo.
M: Hombre, si le dan una beca de alojamiento no tiene que gastar nada de dinero en alquiler ni comida. Si se fuera contigo, sí.
J: A mí me da igual el dinero. Seguiríamos igual que hasta ahora. Se lo he dicho tal cual de hecho.
M: Pero tienes que tener en cuenta que cuando empiece el nuevo curso, el que te alquila la casa te va a pedir más dinero. Que os hicisteis un favor mutuo, pero él querrá también ese beneficio cuando empiece el nuevo curso y tal.
J: Mario, que me da igual el dinero. Yo voy a seguir viviendo ahí hasta que no quiera o hasta que me eche él, que espero que eso no pase. Tampoco creo que me diga de darle mucho más. Además, Andrea no se quiere aprovechar de mí. No lo ha hecho en ningún momento al ofrecerse a hacer las labores de la casa y cocinar para los dos. Y seguiría ayudándole con el francés.
I: No te preocupes, seguro que ella hace por donde para irse a vivir contigo otra vez. Se le veía muy a gusto contigo y por lo que hablamos el otro día, quiere seguir haciéndolo.
J: Bien, bien. Pues eso, que no tengo nada que reprocharos. Sobre todo, cuando yo también he estado a mi bola últimamente.
M: ¿A tu bola? ¿A qué te refieres?
J: Pues he conocido a alguien y...
I: ¿Sí? -decía impresionada- A ver, a ver, cuéntanos.
J: No te emociones. Sigo sin buscar nada serio, solo es que nos hemos cogido con ganas.
I: Uh... -decía en plan maruja- ¿Nos cuentas?
J: Es una mujer increíble.
M: ¿Mujer? -dijo poniendo más atención.
J: Sí. Tiene 40.
M: Uff...
I: Le encantan las maduritas. Tengo ganas de llegar a esa edad para ver cómo me mira.
M: Si ya te miro bien, anda.
I: No tengo queja, pero sé que te gustan mucho, jejeje.
J: A todos nos gustan las maduritas. Y ésta es de las buenas.
I: ¿Tienes alguna foto?
J: Uff... Es complicado.
I: ¿Cómo va a ser complicado? Jajajaja.
J: Es una mujer con carácter y bueno... Me la lio bastante cuando nos eché una foto.
M: ¿Y eso?
J: Porque quiere llevar con mucha discreción lo de que nos estamos viendo. Y por lo visto en su mundo le pueden hacer mucho daño si tal... No sé, es raro.
I: ¿Su mundo? ¿Es que se dedica a la tele o algo así?
J: Qué va. Es dueña de una empresa.
M: Qué raro.
J: A mí me lo vas a decir... Peeeeero está muy buena. Demasiado. Y me merece la pena aguantar esas cosas.
I: Jejeje. Ahora tengo ganas de verla.
J: Luego si eso te enseño una foto que le eché sin que se diera cuenta.
M: A ver si te la va a liar si se entera...
J: Pues seguramente, porque tiene una mala ostia a veces...
I: Jajajaja. ¿Ya te la ha liado?
J: Alguna que otra vez. La misma noche que nos conocimos. Con lo de la foto se cabreó muchísimo. Vamos, que cogió su ropa y se empezó a vestir para irse.
I: Jajajajajaja. ¿Y se fue?
J: No. Me tuve que arrastrar un poco, pero no se fue. La primera noche que hablamos y lio esa... Tuve suerte de que no se fuera sin que nos pudiéramos acostar.
M: ¿La primera noche y ya...? Debe estar recién divorciada y estaría de caza.
J: No tiene pinta de eso. Parece que lleva bastante sola.
I: ¿Y cómo la has conocido?
J: Coincidía con ella en una cafetería, porque tenía una hora libre varios días a la semana y me iba allí a tomarme un café y hacer algunas cosas más tranquilamente. Y siempre estaba allí. Me fijé bastante en ella, pero me intimidaba. No sé, es que la veía muy mujer. Y un día salí a tomarme algo, yo solo y la vi. Estaba espectacular con un vestido rojo... Uff... Y como me enteré de su nombre por casualidad, pues me acerqué a ella.
I: Y os fuisteis a tu casa.
J: Sí. Bueno, casi que no pasa, porque se asustó bastante. Pero al aparecer le interesé y salimos para poder hablar fuera, porque había mucho ruido en el sitio ese. Pero no hablamos nada. Cuando llegamos a mi casa le dije de pasar para tomarnos una copa más tranquilamente y hablamos y tal y nos liamos.
M: Vamos, que triunfaste.
J: Bastante.
I: ¿Y qué es eso de que te la ha liado?
J: Pues lo de la foto, por ejemplo. Yo no tenía ni idea de todo eso y ella se puso que mataba con la mirada. Y bueno, que si tengo cosas de niño, que si hace cosas que sabe que no me gustan...
I: ¿Como qué?
J: Lo de besarme el cuello. No me gusta, se lo digo y ella sigue. Tampoco me gusta que me diga que soy un niño y lo hacía después de decirle que no lo hiciera.
M: Le gusta pincharte. Y tú que te picas, pues hace que le guste más.
J: Ya, pero no le hagas ni media a ella, que no veas, ¿sabes?
I: Me estás diciendo que chocáis porque os parecéis, ¿no? Jajajaja.
J: Pues sí. Un poco.
M: ¿Alguna más que te haya hecho?
J: La última... Bueno, esa sí que ha sido por mi culpa. La he cagado bastante.
I: ¿Qué has hecho?
J: Me he acostado con dos chicas sin protección.
M: Javi, tío...
J: Ya. Ya lo sé. Pero en el momento, pues... Pero ya he escarmentado. El caso es que se enfadó mucho conmigo. Y me ha tenido a pan y agua varios días. Y con motivo. Pero quizá el enfado ha sido un poco exagerado y tal, porque con ella siempre lo he hecho con protección.
I: Bueno, pero aun así... Hay que tener cuidado con eso.
J: Lo único que hice fue hacerle sexo oral yo a ella. Ella a mí me lo hizo con condón. Y lo demás, pues igual.
M: Pero estas cosas son delicadas.
J: Este fin de semana pasado teníamos un plan interesante, pero se trastocó por esto.
I: ¿Ese era el plan que tenías el domingo?
J: Sí. Y por eso tuve que cortar la llamada así tan de repente. Porque... Tal.
M: ¿Qué plan teníais?
J: Pues como allí no podemos salir tranquilamente a tomarnos algo, pensé traerla aquí para enseñarle la ciudad y poder cenar, pasear... Y luego ya de noche pues pasarlo bien.
I: ¿Y no fue así?
J: Bueno, más o menos. El problema era que estaba bastante enfadada. Entonces, pues no fue todo lo bien que imaginaba. Pero le enseñé todo, en coche, porque seguía un poco paranoica, aunque la parte baja de la ciudad sí que la vimos andando. Luego fuimos a cenar y bien, aunque bueno...
M: Y después a dormir, jajaja.
J: Pues sí.
I: Tú solito te lo has buscado, Javi.
J: No me quejo en realidad, pero lo mismo que ha habido cosas malas, también ha habido cosas buenas.
I: ¿Qué cosas ha habido malas? ¿Que no follasteis? Jajajaja.
J: Bueno, también el hotel que eligió ella, porque pensé en ir directamente a uno al llegar, porque no hay mucho turismo tampoco en estas fechas.
I: ¿Qué hotel eligió?
J: Pues uno al que fui con Elena.
I: Ay...
M: ¿Te vinieron recuerdos, o qué?
J: Pues sí, pero bueno. Da igual. Otra cosa que no me gustó mucho fue que me provocara. Pensaba que habría fiesta por el plan que tenía con las insinuaciones, pero nada. Pero bueno, merecido lo tenía.
I: ¿Y cómo es en la cama? -preguntó para cambiar un poco de tema.
J: Está bien.
M: No jodas... Lo dices de una manera...
J: Es que con lo buena que está, esperaba otra cosa. Supongo que es mi culpa por pensar así. La veo un poco remilgada y listilla.
I: Imagino por dónde va la cosa.
J: Pues lo típico, ya sabes. Cuando me puse serio estaba flipando. Gritaba de una manera...
M: Joder. Me la imaginaba cañera. Qué pena.
J: A ver, no te imagines nada malo. Esta mujer es una pasada. Y en la cama está bastante bien, solo que... Digamos que he echado polvos mejores.
M: Bueno, entonces está bien la cosa. Eso eres tú, que eres tonto, jajajaja.
J: Pues sí. Pero ya verás tú cuando la pille y pueda...
I: ¿Es que no puedes?
J: Me ha exigido hacerme un análisis. De hecho, nos lo hemos hecho los dos. Que lo entiendo, ¿eh? Y entonces, hasta que no tengamos los resultados, pues nada de nada.
I: ¿Y cuándo os los dan?
J: El viernes. Por eso mañana me voy a quedar aquí también. Así evito la tentación. Que como nos veamos me va a costar...
I: Entonces hoy... ¿Nada?
J: Pues no. Llevo varios días sin sexo y lo estoy pasando mal.
I: Te lo he notado. Imaginaba que era por lo guapa que me he puesto.
J: Y lo estás. Mucho de hecho, pero es que llevar varios días sin hacer nada, pues... Estoy que con nada me caliento mucho.
M: Hemos vuelto a tiempos de instituto, ¿no? Jajajaja.
J: Totalmente.
I: Joder... Había pensado hacer un trío hoy...
J: Pues no va a poder ser.
I: Bueno, este finde.
J: Mmm, tampoco va a poder ser. Sofía me ha invitado a la playa y me voy a ir para allá.
I: ¡Jo! Qué suerte. Tengo unas ganas de irme a la playa...
M: En nada nos vamos.
I: ¿Y vais a hacer algo? -preguntó de manera pícara.
J: Esa es otra...
M: ¿Qué pasa?
J: Esta mujer, que me ha pedido exclusividad.
I: Jajajajajajaja -reía con ganas.
J: Menos risa.
M: ¿Y se la estás dando?
J: Pues sí. Desde que lo hablamos, sí. Pero tengo que hablar con ella, porque no es viable para mí eso que me pide. No somos nada ni vamos a serlo. Es ridículo que me pida eso.
M: ¿Y si no le parece bien y os dejáis de ver?
J: No es por tirarme el rollo, pero ella también tiene que perder si decide eso.
I: Doy fe de eso. Yo no querría dejar de verme contigo en su posición.
J: Pues eso. Yo no quiero dejar de verla tampoco, ni mucho menos. Pero tampoco voy a dejar que ella lleve las riendas de todo. No, porque empezamos así y se van a ir sumando cosas y me va a quemar la situación.
I: Claro, tenéis que estar cómodos los dos. Y si una parte flojea bastante en ese aspecto, pues es imposible que la cosa vaya bien.
M: ¿Cuándo se lo vas a decir?
J: Pues no lo sé. Pero quiero hacerlo pronto. Me gustaría hacerlo antes de irme, pero es que la cosa se ha enderezado tanto desde el domingo, que no quiero malos rollos. Entonces, voy a disfrutar este fin de semana con Sofía si surge, con cuidado, eso sí. Y ya cuando vuelva, pues hablo con ella.
I: Como se entere se va a enfadar, porque va a pensar que le has puesto los cuernos, jajajajaja.
J: Es que no se va a enterar. Y no hay cuernos, porque no somos pareja. Así que tranquilidad.
M: ¿Y cómo es que se ha enderezado?
J: Porque le propuse una cosa el mismo domingo mientras cenamos.
I: ¿El qué?
J: He ganado un torneo y me he clasificado para otro torneo fuera de aquí.
M: Anda que dices nada, cabrón...
J: Te lo quería contar en persona. Además, lo mismo te daba envidia al no poder jugar por no tener mucho tiempo ya.
M: Pues un poco sí, la verdad.
I: ¿Y a dónde la has invitado?
J: Es en Manchester. Lo hice un poco por el calentón del momento, pero si quiere venirse, nos vamos juntos. Echamos allí el fin de semana para ver la ciudad y tal.
I: Suena muy bien. Pues se ve que te mola, porque proponerle eso, traértela aquí...
J: La verdad es que no me aburro con ella. Y lo de traérmela aquí fue porque ella me cuidó cuando me puse malo hace un par de semanas.
M: ¿Has estado malo?
J: Una infección de oído. Nada serio, pero estuve con algo de fiebre y tal. Y ella pues me cuidó un poco, porque estaba solo al haberse ido Andrea a casa para centrarse más y estar con su hermano y me pilló solo.
I: Podías haber avisado.
J: No era nada serio.
M: Vaya con la milf. Parece que has encontrado un tesorito.
J: Ya os digo que no me aburro.

Terminamos la cena con aquella conversación que sí que dio de sí por lo interesados que estaban ambos en mi nuevo ligue, aunque no se me quitó ese nerviosismo al ver a Irene tan guapa e incluso marcando pezones al no llevar sujetador. Al acabar, Irene dijo que con el buen tiempo que hacía le apetecía mucho salir a tomarse una copa al aire libre, pero al día siguiente tenían que trabajar los dos. Estuvieron pensando un poco si hacerlo o si no y sí que nos tomamos una rápida en un local que tenía su terraza para poder estar tranquilamente al aire. Allí y con más intimidad, nos pusimos a hablar de nuevo de algunos detalles más íntimos acerca de Valentina, aunque tampoco quería dar muchos por respeto a ella, pero lo justo para que vieran que era una mujer muy interesante.
 
Capítulo 521

De la misma manera, no acabé enseñándoles la foto que tenía de ella, porque tampoco iba a lucir tanto al estar dormida y al ser la imagen algo oscura. Les dije que ya les enseñaría una cuando tuviera ocasión de echar una mejor, aunque dudaba que aquello pudiera tener lugar visto lo visto. Lo que sí hicimos fue echarnos una los tres en el espejo de la entrada del local una vez entramos para pedir las bebidas. Y me gustó tanto cómo salí, que pensé en enviársela a Valentina cuando dijera de hablarme. En ese rato que estuvimos con la copa, Irene parecía inquieta y ya hasta decía que tenía ganas de hacer algo, pero yo le recordé que no podía por lo del análisis. Estuvimos viendo fechas para ver cuándo podríamos volver a quedar, dejándolo para el fin de semana de la siguiente semana, que en principio no teníamos ninguno ningún plan, así que podríamos vernos para salir más tranquilamente.

Muy cerca de las 12 de la noche decidimos cortar, muy al pesar de todos, porque lo estábamos pasando bien, pero ellos estaban cansados, se les notaba. Y al día siguiente tenían que madrugar bastante, por lo que nos fuimos. Yo llevé el coche al ir desde un sitio más retirado, aunque ellos fueron andando al estar el restaurante al que fuimos cerca de la casa de Mario, al igual que el local donde nos tomamos esa copa. Así que los acerqué de todos modos para luego volver a casa de mis abuelos, sobre todo por Irene, porque con los tacones que llevaba, seguro que le hacía un favor. De camino, ella se sentó delante y me acarició un poco la pierna, pero de ahí no pasó porque sabía lo que había. Cuando paré en la puerta me dijeron de pasar la noche con ellos, pero no me parecía bien del todo. Quería evitar cualquier tentación en la que no quería caer y sabía que me iba a costar una barbaridad por cómo estábamos todos. Hasta me puso ojitos Irene por no entrar con ellos, preguntándome si me podía dar un beso o si eso tampoco.

Dudé de si responder afirmativa o negativamente, pero ella se me adelantó al besarme de manera breve, aunque guarra, pasando a reír después. La cosa por su parte no quedó ahí, pues cuando se despegó se lamentó diciendo que era una pena no poder hacer nada aquella noche, levantándose su vestido para enseñarme el tanga que se había puesto, blanco y con transparencias, dejándome ver la franja de pelo de unos dos dedos de grosor que tenía en su pubis. Por cómo venían siendo los últimos días por esa sequía sexual, se me puso una erección bestial de manera instantánea, riendo ella con ganas y poniendo su mano sobre ella, aunque por encima de la tela del pantalón. Le tuve que quitar la mano de ahí, porque estaba casi en el punto de no retorno de mandarlo todo a tomar por culo y entrar a su casa para reventarla. Ella volvió a reír y por fin se bajaron después de despedirnos, marchándome yo para descansar.

Aunque me costó bastante por el calentón que tenía encima. Mi familia ya se había ido a dormir a excepción de mi madre, que tenía la costumbre de hacerlo tarde pese a los madrugones que se metía. Como ya sabía yo que me la iba a encontrar, sobre todo al ver los portones de la casa sin cerrar del todo, me esperé un poco en el coche para tranquilizarme del todo, porque algo en mí estaba despierto y no quería aparecer así. Una vez lo hice, entré y la saludé, preguntándome ella cómo había ido y explicándole yo brevemente. Pero le dije que me quería ir a dormir, porque estaba cansado del gimnasio, el viaje y más cosas, así que me marché a la cama, pero no tenía la intención de dormir, porque era imposible hacerlo conforme estaba. Obviamente cayó una buena paja, esta vez pensando en Irene y hasta cogiendo yo mi móvil para ver imágenes que tenía de ella desnuda o incluso los videos que grabamos en la primera vez que nos acostamos.

Fue muy satisfactorio, pero el problema era que acabé sudando bastante por la energía con la que lo hacía, por lo que decidí darme una ducha rápida para quedarme más cómodo cuando dijera de dormir de verdad. Me volví a encontrar a mi madre, quien me preguntó qué hacía a esas horas, explicándole yo que me había entrado calor al estar ya casi en julio. Lo cierto es que la casa de mis abuelos no se caracterizaba por ser calurosa especialmente. De hecho, era bastante fresca para el verano, pero salí como pude diciendo que habíamos tomado unas cervezas y después una copa y que por eso tenía tanto calor. Así, me dejó que me diera una ducha, aunque tampoco es que hubiera mucho problema, porque llevaba cuidado y porque ellos tenían muy buen sueño y no eran tan fácil de despertar.

Cuando salí, estado todo bastante oscuro me acordé de cuando era más pequeño y lo cierto es que esa casa de noche y así tan en silencio daba bastante mal rollo. Recuerdo estar medio traumatizado de pequeño por una película de terror que tenía que ver con temas religiosos y pasarlo bastante mal en esos días cuando estaba allí. Una casa grande, vieja y de varias plantas es un cóctel perfecto para que la imaginación de un niño se lo haga pasar mal a raíz de esa obsesión por aquella película. Subir a veces a la habitación de mis abuelos, aunque fuera en compañía de alguien más para coger cualquier cosa me aterraba, especialmente estando todo tan oscuro, con varias imágenes religiosas y velas que le daba un toque bastante tétrico. Era algo que me daba hasta escalofríos. Por no hablar de cuando pasaba por la puerta del sótano que estaba siempre abierta y que no dejaba ver nada por lo oscuro que estaba.

No era para tanto y a esas alturas, ese trauma estaba ya más que superado y olvidado, pero no podía evitar sentirme intranquilo, además de que tenía que ir con cuidado bajando las escaleras a oscuras bien agarrado de la barandilla para evitar abrirme la cabeza en una caída. Creo que, si hubiera sido en invierno, hubiera sido peor, porque cuando peor lo pasé fue en esa estación, pero tampoco me veía cagado de miedo. Ya acostado rememoré esos momentos, acordándome de cómo le cogí mucho miedo a la oscuridad y cómo era un espectáculo cada vez que me iba a dormir, teniendo que tener mucha luz, aunque con los años me pasaría todo lo contrario, necesitando oscuridad absoluta para poder conciliar el sueño mejor. En qué hora anunciarían esa película por la tele en horarios normales en los que cualquier niño podía verlo.

Para sacarme todo eso de la cabeza, cogí el móvil y estuve mirando mensajes para hacer un poco de sueño, viendo que tenía alguno de Valentina diciéndome que esperaba que lo hubiera pasado muy bien. Tenía ganas de responderle diciéndole que así había sido, pero recordé aquello de que no podía hablarle cuando yo quisiera, así que no lo acabé haciendo. También me decía que esperaba que me hubiera portado bien, porque era algo que le había prometido y que ella se tomaba a risa, como si no me creyera del todo, pero había sido fuerte y como prueba tendría que me la iba a comer viva en cuanto pudiéramos hacer algo. La verdad es que tenía muchas ganas de charlar con ella en ese momento, pero me oirían en casa y los mensajes eran de hacía alrededor de una hora, al igual que su último estado de en línea. Me quedé con las ganas, pero ya hablaría con ella al día siguiente.

El siguiente día lo empecé levantándome temprano, el que más en toda la casa, así que aproveché para darme una vuelta por el barrio por el buen tiempo que hacía. Era demasiado temprano como para despertarlos a todos para desayunar, porque tenía en mente ir a por algo para todos. Por eso me di una buena vuelta por todas esas calles en las que pasé gran parte de la infancia, aunque en donde más lo hice fue en esa plaza, que a esas horas estaba desierta. También estuve sentado unos minutos en uno de los bancos que había por allí, esos mismos en los que lo hacía cuando jugaba al fútbol con los niños que vivían por allí y parábamos un rato para descansar o para comer chucherías. Fue un momento muy agradable el que pasé allí rememorando tantos momentos de esos días en los que mi única preocupación era poder jugar bien para no quedarme atrás en comparación a ellos, aunque la verdad es que era bastante malo y siempre acababa de portero.

Ya a una hora más decente, volví con un buen desayuno para todos. Empecé despertando a mi madre explicándole que había traído alguna cosa y ella ya se encargó de hacerlo con mis abuelos. Todos estaban encantados por el detalle que había tenido con ellos, por lo que echamos un buen rato desayunando, pero como no estaba yo tan acostumbrado a comer tanto, salí después de hacerlo para correr durante bastante tiempo. Lo hice por un camino por el que la gente solía ir para andar o correr también, pero acostumbrado a hacer bastante ejercicio, casi de forma diaria, se me hacía corto y al final me recorrí casi toda la ciudad. Volví empapado en sudor y ahora sí que empezaba a notar lo de la barba larga. No es que me diera mucho más calor de lo que ya llevaba, pero el problema era que sudaba bastante por la zona, siendo algo incómodo, pero que tampoco me hacía pensar recortarla o llevarla como antes de empezar a dejarla crecer así.

Cuando acabé de ducharme, miré el móvil y vi que por la tarde se iban a juntar los amigos del grupo grande para tomar algo por la tarde-noche y pensé acercarme, aunque recordé lo sucedido con Fátima y me hacía darle una vuelta a eso. Aunque la verdad es que con todo lo ocurrido con Valentina se me hacía ya muy lejos aquello, como si hubiera tenido lugar hacía meses cuando en realidad solo había pasado uno y algunos días más. Al final, pensé que ya tenía que haberse calmado de aquello y que no estaría tan enfadada. Además, me apetecía verlos y tomarme algo con ellos, porque ya hacían varias semanas que lo hacía y como avisé por el grupo, pues ya estaba avisada por así decirlo. Poco antes de empezar a comer, recibí mensajes de Valentina en los que me preguntaba si no estaba en casa, porque al parecer se había acercado y estaba llamando y no le abría nadie.

Le comenté que estaba con mi familia, donde estuvimos el fin de semana anterior, explicándole que se me estaba haciendo duro verla sin poder hacer nada, riendo ella con emoticonos, aunque era comprensiva y decía que ella también estaba un poquito nerviosa por eso mismo. Ya que me escribió, aproveché para hablar un poco con ella en lo que ella volvía a casa al encontrarse la mía vacía. Le estuve explicado cómo fue la noche anterior con mis amigos, cómo estuvimos hablando de muchas cosas y medio reconciliándonos por una situación que tuvimos, preocupándose ella y pidiéndome que le contara con más detalle en persona si quería. Le conté que cuando llegué a casa y vi los mensajes me entraron muchas ganas de hablar con ella y que estuve cerca de hacerlo al responderle, pero que no lo acabé haciendo por lo que me dijo de que no le hablara cuando ella no lo hiciera.

Valentina me dijo que lo estaba haciendo bien y me volvió a pedir detalle de lo que hice con mis amigos y algo le estuve contando. De nuevo me preguntó si me había portado bien, entre emoticonos, por lo que lo entendí como que lo hacía de broma y de buen rollo, pero no podía evitar ver que estaba un poco obsesionada con eso y que quizá me estaba insistiendo demasiado o que me estaba sacando demasiado ese tema. Yo le respondí afirmativamente de nuevo, comentando que podía estar tranquila en ese aspecto, que había aprendido, aunque en realidad tenía que hablar con ella de este tema para que entendiera que ambos tenidos nuestra libertad de poder vernos con otras personas, ya que no éramos pareja. Para cambiar un poco de tema le pregunté si quería que le mandara una foto de la noche anterior, porque aprovechamos para hacernos una los tres. Ella me dijo que sí, que se la mandara, así que lo hice, pero recorté a mis amigos para salir solo yo en ella.

No pudimos hablar mucho más, aunque acordamos vernos al día siguiente una vez tuviéramos los resultados de los análisis, despidiéndonos hasta entonces y deseándonos un buen día. Se me ocurrió algo para que viera ella misma el resultado del mío, aunque era un poco jugármela a que me echara una bronca, pero me apetecía hacerlo para relajar un poco más la cosa entre nosotros y tenía en mente cómo hacerlo para que nadie sospechara nada y para que nadie más lo viera. Ya cuando fui a comer, mi madre me miraba con una sonrisilla y una vez acabamos me diría que estaba que se me caía la baba con esa mujer con la que me estaba viendo, porque había acudido a la mesa con una sonrisa tonta según ella. Una normal al estar conociendo a alguien y de esa manera precisamente bajo mi punto de vista, así que tampoco le hice mucho caso a sus palabras, pero no le rebatí nada para que no se pusiera más pesada más allá de hacerle un gesto con la cara.

La tarde la empleé en reposar un poco y pasar tiempo en familia, aunque como acordé con los amigos, quedamos para tomarnos una pequeña cerveza, porque no quería volver tampoco muy tarde a casa. Para mi sorpresa, sí que acabó yendo Fátima, quien se mostró bastante indiferente conmigo. Sí que me saludó con dos besos una vez llegó, pero ya no había ni miraditas, ni gestos ni nada. Casi ni me miraba de hecho cuando hablaba yo, aunque yo sí lo hacía cuando ella comentaba algo. Ana también fue y con ella tenía un trato similar, aunque menos serio, porque ella sí que me miraba algo más, lo normal cuando se forma parte de una conversación. Yo estaba bastante tranquilo en realidad. Lo que pasó entre ellas dos y yo, por separado, se me hacía muy lejos y esa página estaba ya más que pasada, además de que había hecho lo posible por quedar bien con ellas, así que tampoco me iba a devanar más la cabeza en intentar establecer contacto con ellas.

Si ellas no querían, pues a otra cosa. Por suerte o por desgracia yo ya tenía alguien con quien verme y con quien pasar un buen rato, así que tampoco iba a ir detrás de ellas buscando nada. Quizá habían hablado algo más de mí, con Ana incluso contándole algo de la noche que pasamos juntos, no lo sé, pero poco me importaba. Por eso, al ver el plan en el que estaban las dos, me quité el tema de la cabeza para tratar de ser participativo en la conversación, porque ya era algo raro que regresara a mi ciudad y me juntara con todos. Y para una vez que lo hacía hasta a saber cuándo, pues prefería disfrutar y pasarlo bien. Y así fue, porque de me pasó un buen rato en el que no me di cuenta de lo tarde que se me había hecho. Como ya los días eran muy largos, no anochecía hasta bastante tarde, así que cuando vi que eran cerca de las 10 de la noche, me despedí de todos y me marché a casa para hacer noche allí, porque también tenía que preparar la maleta para cuando dijera de ir a casa de Sofía.

Una vez llegué a casa, me puse a hacer la maleta, estando algo distraído, aunque acabé bastante rápido, ya que iba a estar solo un par de días. Eché algún bañador que compré en los días anteriores aprovechando que tenía más tiempo libre, porque los que tenía me estaban grandes y no me terminaban de gustar ya. Tampoco es que me comprara unos de esos ajustados ni nada, porque los únicos que me gustaban eran los que son como un pantalón corto, pero por lo menos pillé unos cuantos con algún diseño que me gustara y de mi talla. También eché algo de ropa de día a día y algo también para salir, porque al estar allí el sábado por la noche suponía que saldría con Sofía para tomarnos algo. Algo que también hice fue comprarle un detalle a Sofía por la invitación, comprándole un juego de mesa con la idea de jugarlo, pero luego caí en que a lo mejor no íbamos a tener mucho tiempo para poder jugarlo.

Cuando me senté para hacer hora para irme a la cama me puse a pensar en Valentina, cogiendo el móvil para ver si tenía algún mensaje de ella o algo, pero no encontré nada en nuestro chat. Sí que vi varios en el grupo de amigos, aunque nada reseñable. Ya en el de amigos más íntimos, Irene me preguntó por cómo había ido el rato que había echado con los amigos, explicándole yo la situación con Fátima y Ana. Ninguno le dimos más importancia de la que tenía, pero llegamos a la conclusión de que lo mejor sería dejar de tener tanto acercamiento con ellas. Estaba muy claro que Fátima no era como nosotros y que no le había gustado nada lo que había pasado. Y respecto a Ana, pues era una chica un tanto rara, porque no se terminaba de abrir y de mostrar un acercamiento propio de personas que comparten cama. Hasta coincidíamos en que era un poco estúpida por cómo de arisca y cerrada se solía mostrar.

También encontré mensajes por parte privada de Sofía, quien me decía que estaba deseando que fuera a verla, porque ya eran unas semanas sin vernos y le apetecía pasar tiempo conmigo. Yo también tenía ganas de verla y estar con ella en la playa, aunque no haya sido nunca muy amante de la playa en realidad, pero ese verano me apetecía para desconectar un poco de la rutina. Además, me tenía que lucir, que para eso me machacaba bien en el gimnasio. Estuvimos hablando sobre a qué hora llegaría, pensando yo en hacerlo casi de noche, teniendo tiempo para comer tranquilamente y prepararme bien, sin prisas. Así podríamos cenar juntos. A ella le pareció bien, diciendo que teníamos todo el sábado y gran parte del domingo, así que no iba a ser por tiempo juntos. También encontré mensajes de Mónica, con la que hablaba de vez en cuando, aunque de temas tan banales que no merece la pena ni mencionar, pero sí que seguía mostrando esa actitud cercana y amable que mostró desde nuestro reencuentro.

Tras hablar un poco con todos ellos, estuve pensando en lo que había ideado para el día siguiente con Valentina, para darle la noticia de que mis resultados estaban bien, porque era algo con lo que contaba y que suponía era así al seguir sin notar nada y verlo todo en orden. Pensé acercarme a su trabajo, bien vestido para dejar un sobre con los resultados y que ella los viera por sí misma. Evidentemente no se los iba a dar en mano, por eso de la discreción, por lo que pensé dejarlo en recepción y que alguien del personal se lo entregara. Hasta pensé en llevarle un ramo de rosas como acompañamiento, pero eso sí que me parecía ya muy cantoso. Quizá me podía hacer pasar por un repartidor y dárselo yo mismo, pero no tenía algo parecido a un uniforme para parecer uno de verdad.

Hubiera sido algo que me habría encantado hacer, llevarle eso para que viera que todo estaba bien con el detalle del ramo de flores. Sabía que era algo que le gustaría, pero también sabía la que me podía caer por meterme tanto en su vida. En ningún momento me había dicho dónde estaba su empresa y cómo se llamaba, pero no hizo falta. En una de esas veces que coincidía con ella en la cafetería, alguna de ellas en las que pasaba cerca para ponerla nerviosa, me pude fijar en los papeles que había sobre la mesa y esos pequeños manuales que parecían guionizar. Ahí se encontraba el logo de la empresa y su nombre. Con una rápida búsqueda por Internet, obtuve la dirección exacta, además de información. Así fue cómo me enteré de que trabajaba y dónde se encontraba, estando bastante cerca de la cafetería, tal cual me dijo en su momento.

Finalmente, opté por imprimir los resultados y meterlos en un sobre bien sellado, ocupándome yo de poner a dónde lo tenían que llevar y a quién se lo tenían que entregar. Me encargué de que se quedara todo bien puesto para que no lo abriera delante de nadie, porque dentro del sobre iba una pequeña carpeta en la que puse que era confidencial. Imaginaba que con eso era más que suficiente para que solo lo leyera ella. Así que lo llevé a una empresa de mensajería, pidiendo que lo entregaran lo antes posible, porque me llegaron sobre las 11 de la mañana, con todo estando perfecto y sin ningún problema. Estaba expectante de recibirlo, por lo que hice una rápida sesión de gimnasio, regresando a casa rápidamente para darme una ducha y estar pendiente de que me los enviaran. Ni siquiera corrí aquel día, regresando mucho más temprano a casa de lo que solía para imprimir todo y prepararlo para dejarlo para el envío.

No recibí ni un mensaje ni nada en el resto de la mañana, cosa que me estaba poniendo nervioso por si se lo había podido tomar mal. O a lo mejor no lo había ni abierto. No tenía ni idea, pero esas horas de espera se me hicieron eternas, porque traté de distraerme para hacerlas más llevaderas, pero no había manera. No me centraba ni jugando con la consola ni con la batería ni con nada. Ni siquiera seguía el hilo de lo que me ponía en la tele. Al menos, sí que avisé a todos los que creí conveniente para que supieran que todo había salido bien. Por suerte, a la hora de comer saldría de dudas. No tenía ni idea de que iba a venir a esa hora. Ni siquiera había preparado nada de comer aún por lo nervioso que estaba, porque tampoco tenía mucho apetito por lo mismo, pero sí que me había encargado de comprar alguna cosa en los días anteriores por si Valentina decía de pasarse alguna vez a comer o a cenar como ya había hecho alguna vez.

Tan solo compré un par de botellas de un buen vino, porque sabía que le gustaba si era bueno, como demostró el domingo que pasamos juntos en mi ciudad, con aquella cena en la que tomamos uno. Al igual que compré un tanque de helado de chocolate, también de una buena marca, porque viendo que el dinero no era problema para ella, suponía que si comía aquello, era del mejor. Lo compré por si acaso, pero me parecía una ocasión perfecta para poder estrenar ambos productos. Sobre todo, por el vino, porque se animaba bastante con una copa de más. El problema fue que al abrir la puerta estaba con un rostro muy serio, además de estar aireando un poco la carpeta que le envié con mis análisis. Era bastante evidente que estaba enfadada por ello, pero si lo hice perfecto para que se lo entregaran a ella directamente, además de poner aquello en la carpeta para que solo lo leyera ella. Pues al parecer algo había salido mal, porque tenía la misma cara que cuando estuvimos juntos el domingo, sobre todo en las primeras horas.

Algo acojonado, la hice pasar, entrando ella con aire y siguiéndola yo. Valentina dejó su bolso con aire sobre la gran mesa del salón, al igual que la carpeta, que hizo un fuerte sonido al golpearla. Otra vez me la había cargado, sin buscarlo, porque yo había llevado cuidado con todo. Hasta puse mi nombre en la carpeta para que la asociara a mí, pero se ve que no fue suficiente. Tras dejar ambas cosas sobre la mesa, cruzó sus brazos para seguir mirándome con gesto muy serio. Todo el buen humor que llevaba desde que leí los análisis de me esfumó por la cara que traía ella y por la que me iba a caer, porque se olía a kilómetros. Ella no decía palabra, sin embargo, mantenía su mirada fija en mis ojos. Lo único que hacía era dar toquecitos con un pie en el suelo. Parecía estar esperando a que hablara yo primero y yo no quería en realidad, empezando a cansarme de tantos cambios de humor, pero lo acabé haciendo para acabar con la situación cuanto antes.
 
Capítulo 522

-¿Qué pasa? -le dije casi susurrando.
-¿Qué pasa? ¿Eso es lo que me dices?
-No sé qué quieres que te diga...
-¿Qué parte de que tenemos que llevar cuidado no has entendido?
-Pero si lo he hecho para que nadie piensa nada raro. No me jodas, anda.
-¿Crees que lo has hecho bien? ¿Estás seguro?
-Bastante de hecho. Así que habrá sido un desliz tuyo. O algún empleado que tienes que mete las narices donde no tiene que hacerlo.
-Piensa un poco. ¿No te has dejado nada?
-No. Lo he pensado bien y he llevado todo el cuidado necesario. Estaba bien empaquetado y ponía que solo lo podías leer tú.
-Vale, pues sigue así.
-¿Cómo?
-Que no ha pasado nada. Solo quería ver si estabas seguro de ti mismo.
-¿Te estás quedando conmigo?
-Sí -respondió sonriendo.
-Eres tonta, de verdad -dije yendo hacia ella para agarrar su cara y empezar a besarla.

De repente se me fue ese mal rollo que me empezó a entrar, aunque el beso fue breve, pues ella me empujó a los pocos segundos.

-¿Qué pasa? -le pregunté extrañado por haberme apartado.
-¿Cómo que tonta? No te vengas arriba, anda.
-Va, no empecemos, que han sido muchos días sin... -dije acercándome a ella de nuevo con intención de reanudar el beso.
-No, no -dijo poniendo sus manos frente a mí para pararme.
-¿Qué pasa ahora?
-He visto tus resultados y están bien. Pero tú no has visto los míos.
-No me hace falta.
-Sí que hace falta. Los míos no han ido del todo bien...
-¿En serio? -pregunté impresionado.
-Te he mentido. Sí que me he visto con alguien más.
-Pero... -dije confuso.
-Fíjate, que te echo la charla y al final acaba siendo por mi culpa.
-¿Pero no usaste protección?
-Sí. Pero le hice sexo oral sin nada. Es evidente que estoy mal por mi culpa, no por la tuya, porque tú estás bien, aunque te he podido pegar eso...
-¿Qué tienes?
-Mira -dijo sacando unos papeles de su bolso-. Lo siento.

Valentina me dio sus resultados y los miré por encima, pero no encontré nada. De hecho, miré los papeles varias veces tratando de encontrar algo, pero no veía nada. Todo estaba normal y todo daba negativo, por lo que la miré, recibiéndome ella con una pequeña sonrisa mientras permanecía de pie con sus manos atrás. Le hice un gesto para interrogarle al no ver ni entender nada y ella siguió:

-Todo está bien.
-¿Y por qué has dicho que no?
-Quería ver tu reacción.
-¿Para qué? ¿Qué te pasa hoy? Estás muy graciosilla.

De nuevo, me acerqué a ella y esta vez sí que nos dimos un beso, pero se ve que Valentina estaba muy juguetona ese día, pues me volvió a apartar de ella para preguntarme:

-¿No me dices nada de lo otro?
-¿De qué?
-De lo de que me he visto con alguien más.
-Ahora no es momento de hablar de eso.
-¿No? ¿Por qué?
-Porque llevo días deseando follarte. Y lo voy a hacer ya.

Esta vez la agarré y la empecé a besar de manera algo más ruda, con ella gimiendo al notarlo, aunque también se dejaba llevar para besarme a mí también poniendo sus manos en mi cuello con suavidad. Yo puse mis manos en su culo para apretar su cuerpo contra mí, llegando incluso a elevar su cuerpo para tenerlo más fácil y poder besarla sin ni siquiera agachar la cabeza, aunque era fácil por los altos tacones que llevaba. Pero estaba muy revolucionado y la agarré con más fuerza aún, subiéndola a mi cuerpo, colaborando ella al abrazarme con sus piernas. De nuevo, lanzó otro gemido, aunque no ponía ninguna resistencia ni objeción a mis maneras. También se agarró a mi cuello con sus brazos para tener mejor sujeción, aprovechando yo para elevar su cuerpo un poco más, con su cara quedando sobre la mía y pasando yo al besarle su cuello.

-Madre mía, cómo estás... -susurraba mientras yo le daba pequeñas succiones en el cuello- Vamos a tener que estar unos días sin hacer nada de nada de vez en cuando para que me cojas con estas ganas...
-Una mierda -dije como pude sin despegar mis labios de su piel.
-Jijijiji... -reía para mi sorpresa, aunque no pensara mucho en ese momento- Mmm...

Seguí así unos segundos más, aunque rápidamente pasé de nuevo a sus labios, pero mi polla estaba a punto de estallar y tenía que liberarla para que ocupara otro espacio. Estaba deseando metérsela. Ya eran muchos los días que no lo hacía y más largos aún me parecían habiendo tenido tanto folleteo con ella de manera muy seguida. Para ello, la llevé hasta el sofá y la senté sobre uno de los brazos, mirándome ella con expectación y con la respiración acelerada. Sin dejar el salón, cogí un condón, que ahora había puesto también por allí al haberse ido Andrea, por si surgía una situación como esta, para no perder mucho tiempo. Volví hacia ella con él siendo sujetado por mis labios para ponerla a cuatro sobre el sofá, con sus rodillas hincadas en él, y su cara de lado también. En cuestión de 10 segundos me bajé la ropa para ponérmelo y también le bajé a ella sus vaqueros y braguitas casi hasta las rodillas para metérsela después de dar un par de pasadas por su raja.

No se la metí de golpe, ni entera, ni rápido. Le metí la mitad de manera normal, con ella lanzando un gemido de gusto que rápidamente ahogó clavando su cara en el cojín del sofá. Tras ese gemido que me encendió más todavía, se la seguí metiendo hasta llegar hasta el final y perdiéndose entera en sus entrañas. Tan en otro mundo estaba en ese momento que casi se me había olvidado cómo era hacerlo con ella. Notarlo apretadito y muy caliente hizo que me diera un escalofrío, pero no estaba para quedarme quieto, por lo que la agarré de las caderas para empezar una rápida follada que apenas duró 2 ó 3 minutos. En parte por lo rapidez y fuerza con la que le daba, causando los típicos sonidos de palmadas al chocar nuestros cuerpos, como por las ganas que teníamos los dos. Estuve a una embestida más de correrme dentro del condón, pero Valentina lo hizo un instante antes al derrumbarse sobre el sofá, despegándose de mí para quedarse boca abajo por completo, con su cuerpo dando sacudidas y sus piernas temblando en los primeros segundos de su orgasmo. También lanzaba gemidos largos y agudos, que cada vez eran menos altos, pasando a ser más ñoños que otra cosa.

Era una locura verla de esa manera en mi sofá, con su coño entreabierto por la penetración que le acababa de hacer y seguía con la polla tiesa, por lo que quería seguir, pero ella estaba recién corrida y sabía que no podía, por lo que me puse un poco sobre ella para besarle las nalgas, subiendo por su espalda, aunque aún llevaba su blusa y su sujetador puestos, pero necesitaba seguir sintiendo. Así que llegué hasta su cabeza, la cual estaba de lado sobre el sofá, por lo que aproveché para besarla por la mejilla y cuello, pasando a jugar con su oreja.

-Valentina, necesito seguir. Dime que ya puedes, por favor.
-Mmm... -decía aún un poco ida por su orgasmo- Pero despacio.

No estaba para ir muy despacio, la verdad. Tenía muchas ganas de acabar y notaba que el corazón me iba aceleradísimo, pero debía llevar cuidado. Para seguir, le di la vuelta y subí sus piernas para sujetarlas bien y pegarlas un poco a su abdomen. Aunque las solté unos instantes para subir su blusa blanca y su sujetador del mismo color hasta su barbilla. Al volver a agarrar sus piernas para pegarlas a su torso, sus tetas quedaron bien atrapadas entre ellas, dándoles una firmeza que les costaba mantener cuando se tumbaba. Antes de metérsela, me encorvé para besarla durante unos segundos y así darle algo más de tiempo para que se recuperara, pero es no que no podía esperar más, por lo que agarré mi polla para restregarla contra su mojada raja, ocasionando unos "Mmm" muy placenteros en ella para metérsela inmediatamente después, cambiando ella su cara a una de placer bastante alta.

De nuevo, me empecé a mover, aunque con menos rapidez, abriendo ella su boca, aunque sin gemir, pero sí lanzando un jadeo con cada embestida que le propinaba yo. Estuve así un par de minutos, sin dejar de mirar su preciosa cara y esas tetas rebotar, pero cuando bajé más abajo para ver como mi miembro entraba en ella, vi, además de aquello, su pubis moreno y eso fue el detonante para que empezara a follarla de nuevo con mucha rapidez y fuerza. Valentina empezó de nuevo a gemir con fuerza, aunque rápidamente se tapó la boca con sus manos para tapársela y tratar así de no hacer nada de ruido. No tardé ni un minuto en acabar dentro de ella después de vislumbrar todo aquello, sintiendo unas punzadas de placer como hacía tiempo que no sentía. Fue uno de esos orgasmos que te dejan extasiado, mareado y que te hacen sentir como tu corazón embiste tu pecho con fuerza. No pude remediar derrumbarme sobre ella, quien me recibió con un fuerte abrazo con todas sus extremidades. Estaba tan en otro mundo que no recuerdo muy bien si ella llegó a tener otro orgasmo, pero sí que sentí alguna sacudida por su parte.

Estuvimos así unos minutos, conmigo sobre ella, aunque cada vez estábamos menos agitados. Valentina se mostraba cariñosa, acariciándome la espalda y dándome besos en la cabeza. Al poco, me tumbé junto a ella en lugar de estar sobre su cuerpo, aunque en todo momento llevaba cuidado de no dejar caer todo mi peso sobre ella. Pero ahora estábamos ambos tumbados de lado en el sofá. Ella aprovechó esa postura para quitarme el condón con cuidado y dejarlo sobre la mesa, pasando a abrazarse a mí dejando caer uno de sus brazos sobre mí cuerpo, a la vez que acercaba mucho su cara a la mía para darme unos cuantos picos que yo correspondía. Duró más ese momento de mimitos por así decirlo, que el polvo en sí, pero estaba tan a gusto en ese momento, que no me quería mover. Y al parecer ella también lo estaba, porque ni siquiera se puso bien su ropa, estando aún con sus tetas al aire y sus pantalones por las rodillas.

-Joder... Cómo necesitaba esto... -dije medio suspirando y con tono de alivio.
-Jijiji. Yo también, cariño.
-He tenido un orgasmo muy intenso. Hacía bastante que no me corría así de bien...
-No hables así... -dijo con algo de molestia, aunque con tono de reproche de niña pequeña.
-Creía que te gustaba tal y como era.
-Claro.
-Siempre que hablo con tacos me dices que no hable así. También me has dicho que no te convence la barba... Muchas cosas quieres cambiarme. Jajajaja.
-Tú también quieres cambiar cosas de mí.
-Eso no es verdad. Dime una sola cosa que quiera cambiar de ti.
-Te molesta que a veces me enfade por tonterías según tú. Y también te gustaría que hiciera algunas cosas en la cama.
-Touché. Me has pillado.
-Pues estamos empatados, jejeje.
-Me encanta cuando estás así tan de buen humor.
-No es para menos. Ya se me ha pasado el enfado que tenía contigo. Aunque sigo pensando igual. Esto es un tema muy serio y hay que llevar el máximo cuidado posible. Solo se puede hacer así si se tiene una pareja estable y no se tienen relaciones con más personas. Aunque se use protección fuera de la relación. No me parece bien que esa pareja no use protección entonces.
-Vale, tranquila. Ya hemos hablado mucho de este tema. ¿Por qué no lo dejamos estar un poco y disfrutamos? Que ya nos toca... Y tengo el tema bien aprendido.
-Vale -dijo riendo.

Estuvimos unos breves minutos más así, con cariñitos y estando muy pegados el uno del otro. Se me volvió a poner dura de nuevo, en especial cuando me empezó a lamer los labios con ese gesto tan sexy que ella tenía y que sabía que me gustaba mucho además de por echar mano ahí abajo para agarrarla y empezar a mover su mano lentamente. Pero decía que necesitaba descanso, así que me dio un pico y se acabó levantando del sofá, poniéndose bien la ropa y yendo al baño. Yo también me puse bien la ropa y fui hasta mi habitación después de tirar el condón para ponerme ropa más cómoda, porque también estaba con unas bermudas vaqueras y me entró calor con ellas pese a tener puesto el aire, así que me puse un pantalón más cómodo. Al pasar, me encontré a Valentina y me preguntó a dónde iba, explicándole yo el tema.

Le propuse dejarle una camiseta mía para que estuviera más cómoda si quería quitarse la ropa que llevaba para no arrugarla más y ella aceptó, así que me acompañó a mi habitación. Allí me cambié de pantalón y ella me soltó un cachete en el culo, causando la risa de los dos, pero cuando le di la camiseta y se empezó a desnudar, no pude evitar abrazarla para empezar a besarla de nuevo. Y en nada me desnudé yo también y nos tumbamos en la cama para empezar a besarnos y acariciarnos de nuevo. De nuevo me puse duro como una piedra y ella reía por ello, diciendo que tenía mucha facilidad para eso, pero es que no era menos con todos los días que pasé sin hacer nada con nadie. Le dije que me apetecía echar otro rapidito y ella dudó un poco, porque acababa de tener dos orgasmos intensos y no estaba del todo segura, pero era evidente que también tenía ganas.

Al final me dijo que cogiera un preservativo y que fuera despacito. Le hice caso, poniéndome un condón y poniendo el aire de paso para echar otro polvo. Esta vez escupí un poco sobre su coño, sin llegar a comérselo, aunque no eran por falta de ganas, pero sabía que si se lo comía, no iba a querer que la besara después, y eso era algo que me apetecía muchísimo también. Tras echarle saliva, me restregué un poco con ella para metérsela lentamente después. Ella lanzó un genio muy sensual, pareciendo estar más relajada que en el salón en ese aspecto. Además, teníamos cierta penumbra, lo que imagino que le daría seguridad. Fue un polvo más lento, aunque no mucho más, pero igual de placentero, al menos para mí. Y juraría que para ella también por las caras, gemidos y palabras que me decía.

Empecé lento, pero era inevitable que apretara más rápidamente. Y paraba por iniciativa propia, no porque ella me lo dijera. Pero conforme pasaban los minutos, me resultaba más difícil y ella misma me dijo que se encontraba bien y que no pasaba nada si lo hacía un poco rápido. Era cierto, porque notaba mucha lubricación por su parte y eso hacía siempre todo más fácil. Y eso que tenía lubricante allí, pero lo vi tan bien todo que no vi necesario usarlo. Esta vez estuvimos en un clásico misionero con ella teniendo sus piernas flexionadas y con sus manos en mi culo, apretándolo y empujándolo. También las relajaba un poco al ponerlas sobre la cama, pero rápidamente las volvía a subir, pidiéndome que le se lo hiciera un poco más fuerte. En cuanto me dijo eso, apreté y a los pocos segundos se empezó a correr apretando su cuerpo, haciendo mucha fuerza con sus piernas. Yo la besé y tampoco tardé mucho más en seguirla. Un par de embestidas más quizá y ya estaba llenando de nuevo la goma con mi semen, dando así lugar al orgasmo.

De nuevo, unos breves minutos de mimitos por su parte, aunque yo no le hacía ascos para nada y también le daba alguno a ella, sobre todo con pequeños besos y caricias. Pero entonces me rugió el estómago y vimos que eran ya bien pasadas las 2 de la tarde, por lo que nos levantamos para preparar algo de comer entre los dos. Valentina se iba a quedar conmigo para hacerlo y para ello, se puso sus braguitas blancas, normales esta vez, lejos de sus típicos culottes, aunque eran muy bonitas, eso sí, con bonitos encajes e incluso algo de transparencias por la parte de su pubis, dejando asomar la oscuridad de su vello. Esta vez no se puso el sujetador, pero sí la camiseta que le había sacado hacía nada. El problema era que no tenía calzado cómodo para ella. Yo nunca usaba nada en casa de eso, yendo siempre descalzo, aunque con calcetines. Por eso se acabó poniendo sus tacones para ir de un sitio a otro, quedando graciosa y sexy al mismo tiempo con todo su atuendo.

Especialmente sexy por cómo marcaba sus pezones bajo mi camiseta, que siendo de un color claro, hacía que se notara más. Pero estábamos bastante saciados, por lo que fuimos a la cocina después de lavarnos las manos y un poco la cara los dos, quitándose ella el maquillaje tan bonito y ligero que llevaba para estar más cómoda mientras estuviera allí conmigo, pero es que daba igual, porque estaba guapísima también al natural. Ya en la cocina, decidimos hacer algo de carne que tenía en la nevera, inventándose ella una salsa que había hecho varias veces, contándome lo que llevaba, aunque tuvimos que improvisar un poco al no tener todos los ingredientes que me dijo. Yo me dediqué a preparar la ensalada, cosa que me llevó muy poco al ser algo muy sencillo y por estar más que acostumbrado a preparar varias, sobre todo para la cena.

Ella estaba entretenida cortando algo de verdura para hacer la salsa, estando supersexy de espaldas, con mi camiseta subiéndose un poco cuando se encorvaba, mostrando así su culo un poco. Pensaba que comeríamos tranquilamente, y que luego quizá seguiríamos, pero la verdad es que me volví a encender y se me puso morcillona con mucha facilidad. No pude evitar acercarme a ella para abrazarla desde atrás, con una Valentina cariñosa, apoyando su cabeza en mí y riendo por el gesto que tuve con ella. Y no se le fue la risa cuando mis manos subieron desde su vientre hasta sus tetas para amasarlas un poco, notando cómo sus pezones se empezaban a endurecer. Y más que lo hicieron cuando colé mis manos por dentro de la camiseta que llevaba, aprovechando yo para besar su cuello.

-Javi, con la comida no...
-Valentina, es que no puedo evitarlo. Me pones demasiado.
-Pero si acabamos de... Dos veces. Y yo he acabado tres.
-No son suficientes. Quiero que te corras cien veces hoy por lo menos.
-Shhh... Qué bruto eres.
-Si por mí fuera, lo haría.
-Vamos a comer tranquilamente y cuando acabamos, pues...
-Tengo unas ganas de comerte el coño...
-Para de hablar así. Sabes que me molesta -dijo riendo.
-Pues me apetece que no veas. Y también te comería el culo ahora mismo.
-Serás marrano... -decía riendo de nuevo.
-No lo sabes tú bien.
-Sí que lo sé, cariño.
-No, jajaja. No lo sabes. Y lo digo en serio. Tienes un culo precioso. Ojalá me dejes follártelo algún día.
-Estás loco.
-Sí, por matarte de gusto.

Valentina se giró hacia mí para mirarme fijamente con esos ojos azules preciosos, aunque con una pequeña sonrisa en la boca. Era una mirada desafiante y yo, pues así me lo tomé, por eso le di un pequeño beso con lengua, con ella agarrando mi cara con delicadeza, aunque me separé de ella para levantar su camiseta y destapar sus telas para agarrarlas con mis manos.

-Estás muy sexy así vestida. Mira cómo estoy otra vez -dije acercando mi erección a ella para que la notara.

Valentina no dijo nada, aunque no se le quitaba esa sonrisa tan bonita que puso en cuanto se giró. Me encorvé un poco para lamer sus pezones, comiéndome así un poco las tetas, pero aquello duró poco, porque bajé por su cuerpo con besos hasta llegar a su entrepierna. Una vez ahí le di más besos por encima de sus braguitas, aunque se las bajé hasta los tobillos para continuar con esos besos, pero ya estando desnuda por la zona. Me centré bastante en su pubis con su olor más íntimo volviendo a irradiar y poniéndome malísimo. Ella suspiraba, pero dio un respingo con un pequeño gemido cuando pasé mi lengua por su raja, pasado a comerle el coño estando yo ya de rodillas. Ella puso su mano en mi cabeza para acariciarme y le empecé a comer el coño bien, con ella acomodándose y abriendo las piernas todo lo que sus bragas le dejaban al no habérselas quitado del todo.
 
Capítulo 523

En cuestión de menos de 5 minutos ya le temblaban las piernas, estando con su respiración acelerada y entrecortada, empujándome la cabeza en cuanto su orgasmo empezó a tener lugar y tirándome del pelo cuando se volvía más sensible conforme pasaban los segundos y yo seguía estimulándola. Me encantó ese momento, casi más que los dos polvos anteriores, porque me parecía tan sexy todo que ya tenía ganas de follarla otra vez, pero la comida ya estaba casi lista, por lo que le subí las bragas y me puse de pie, frente a ella, esperando a que abriera sus ojos. Una vez lo hizo, me miró con esa expresión tan bonita al poner esa preciosa sonrisa de nuevo en su boca.

-Madre mía, Javi...
-El aperitivo ha estado de diez. Y lo que has preparado seguro que también.
-Jijijijiji... Cómo eres...
-Me muero por darte un beso, pero sé que te da asco cuando te he comido el coño.
-Ay... -suspiró- Sí. Así que ahórratelo.
-¿Pero lo has probado alguna vez?
-Mmm, no.
-Entonces, ¿cómo sabes que no te gusta?
-No es cuestión de que me guste o no. Simplemente me da asco, no sé.
-Pues no sabes lo que te pierdes. Estás deliciosa.
-Anda ya, jajaja.
-Lo digo en serio.
-No digas más tonterías. Esto ya está casi.
-Voy al baño a lavarme la boca y la cara. No por mí, porque me encanta llevar tu sabor y olor. Es por ti, porque si no, no nos vamos a poder besar y eso es algo que los dos estamos deseando volver a hacer después de comer.

Valentina me miró con una sonrisa socarrona y apartó la mirada, casi como si tuviera vergüenza, dándose la vuelta para seguir con la comida. Yo mientras, me fui al baño para lavarme como le dije sin llegar a entender cómo le podía dar asco eso, si era algo que me encantaba a mí hacer y a la mayoría de las chicas con las que me había ido a la cama igual. Al volver, ya estaba la mesa puesta y todo, con los platos sobre la mesa, además de la ensalada, servilletas, cubiertos... Me preguntó qué podíamos beber y entonces saqué una de las botellas de vino que compré, gustándole a ella. Como tenía que conducir luego más tarde, yo solo tomé una pequeña copa, pasando a beber agua después, pero ahí estaba la botella por si ella quería beber más, aunque tampoco lo llegó a hacer, porque tenía que trabajar por la tarde y no quería pasarse ni para coger el puntillo, tomándose al igual que yo una copa solamente.

La comida fue fantástica, tanto por cómo de buena estaba, como por la compañía, en donde estuvimos hablando de varias cosas, aunque nada tan personal, como venía siendo lo usual con ella. Fueron temas más banales, interesándose ella acerca de mis gustos musicales por aquello que pasó días antes cuando estuvo en casa y vino conmigo para verme tocar la batería. Me preguntaba de donde había sacado ese gusto y si lo escuchaba continuamente o si además de aquello, había otros géneros que escuchara de vez en cuando. Al parecer ella le daba bastante importancia a la música, por lo que le pregunté yo lo mismo una vez le di la respuesta que buscaba. Me contó que desde pequeña había estudiado piano y que el jazz era lo que más escuchaba para aprender. También lo hacía con música clásica, pero desarrolló afinidad por ese género.

Así, acabamos de comer la comida tan buena que preparó, aunque ella le restaba importancia, pero yo lo agradecía, sobre todo ahora que Andrea se había ido de casa y tenía que hacerlo yo, bajando bastante el nivel. Para acabar nos serví un poco de helado de chocolate a cada uno, con ella encantándole y comiéndolo con ganas. De nuevo me contó cómo era su punto débil y que procuraba no tener nada en casa, porque hasta que no acababa con todo, no paraba. Era algo que también le venía desde pequeña según me comentó, aunque su madre controlaba bastante que no se le fuera la mano con él. Y nunca se le fue, porque sabía controlarse, pero cada vez que había algo, como en un cumpleaños con la típica tarta, comía de por más y se llegaba a poner mala a veces. Bromeé un poco diciéndole que ahí estaba yo para controlarla, diciéndolo un poco con segundas, aunque ella no pareció llegar a entenderlo. Ella siguió hablando, quedándome yo pensativo y un poco empanado pensando en cómo sería una situación así con ella en la cama. No me veía dominándola como había hecho con Irene, ni mucho menos, aunque también es verdad que algún juego habíamos hecho ya.

Al final sí que se echó un poco más, poniendo una cara de placer al comerlo que me hacía gracia. De nuevo, bromeé diciendo que conmigo no ponía esas caras, aunque sí que lo hacía, y mejores. Ella me siguió diciéndome que a lo mejor me tenía que esforzar más. Me reí, pero sí que me piqué un poco pensando que se lo iba a explicar en cuanto se acabara el helado que se había servido. Cuando acabamos, nos sentamos en el sofá y yo seguía con ganas, por lo que no tardé mucho en empezar a acariciar su cuerpo. Ella estaba muy sonriente, cosa que me gustaba y se dejaba llevar, posando también sus manos sobre mi piel y empezando a hacerlo con más intensidad. Hasta noté cómo se le endurecían los pezones. Para ponerse más cómoda, se quitó los tacones y se puso juguetona, empezando a jugar conmigo agarrando mis muñecas para que no la tocara.

Era una Valentina bastante irreconocible, pero la verdad es que me estaba encantado cómo estaba yendo todo con ella ese día. Seguía siento ese pedazo de mujer increíble, pero ahora también estaba en plan juguetón, cosa que me gustaba bastante en una chica. Entre juego y juego, caía algún beso, con muchas risas entre medias. Para haberse bebido solo una copa de vino, parecía que iba con el punto, aunque no era así para nada. Simplemente estaba muy contenta y con ganas de fiesta, por eso estuvimos unos minutos así en el sofá, con la televisión puesta de fondo, aunque no le prestamos nada de atención. Al rato, nos quedamos tumbados en el sofá, mirándonos y volviendo a esas caricias iniciales, con algunos besos más y ella lamiendo mis labios. A esas alturas, ella ya sabía de sobra lo que me gustaba ese gesto, y cuando quería movimiento, lo hacía con insistencia, agarrándose a mi cuello también para que no me resistiera por si me ponía juguetón yo también.

-Valentina, ¿nos vamos a mi habitación?
-¿Para qué?
-Vaya pregunta...
-Es que estoy muy a gusto ahora mismo -dijo pegándose más a mí.
-Pues lo hacemos aquí si quieres.
-No. Para eso en tu habitación, pero es que me gusta mucho estar así. ¿Tú sabes lo que llevaba yo sin estar así con alguien?
-No. No me has dicho nada de eso.
-Ni me acuerdo, imagínate.

Valentina me empezó a besar de nuevo, poniéndose sobre mí para agarrarme de las muñecas y aprisionarlas contra el sofá y besarme así a su antojo. Yo me dejaba hacer, aunque tenía una erección de cuidado que hacía que cada vez tuviera más ganas y que buscara el contacto con ella, levantando mis caderas para sentirla, aunque ella evitaba eso mientras reía, pero a veces lo conseguía. Cuando liberó mis manos, las puse sobre su culo, para amasarlo y apretarlo contra mí. Valentina no paraba de reír de esa manera tan encantadora que llevaba haciendo todo el día. Tras eso, eché mano a sus tetas, pellizcando sus pezones y amasándolas de la misma manera que hacía con su culo momentos antes. Mientras lo hacía, ella se quedó apoyada sobre sus manos, sobre mí, mirándome muy fijamente y acercándose finalmente para darme otro beso.

Ya sí que le entraron más ganas, porque fue ella la que me susurró que nos fuéramos a la habitación, por eso me levanté con ella agarrada a mi cuerpo y fuimos hasta allí, como si ella fuera una niña pequeña abrazada a su padre, aunque me daba muchos besos por la cara de camino. Al llegar, la dejé con suavidad en la cama, quitándole la camiseta para liberar sus tetas y luego me quité yo mi ropa para quedar ambos en ropa interior. Me puse sobre ella y la empecé a besar, pasando a su cuello, luego a su oreja para volver al cuello y empezar a bajar para dar pequeños besos, succiones o incluso mordisquitos. Valentina se deshacía con eso y más que lo hacía conforme iba bajando por su abdomen hasta llegar a su pubis. Era increíble el olor que desprendía a sexo su entrepierna. Adivinaba que estaba muy mojada para que oliera así, pero es que esas braguitas ya llevaban aguantando bastante por todo lo ocurrido anteriormente.

Pero aún no se las quité, porque tras unos besos por su pubis sobre la tela de su prenda íntima, continúe bajando por sus muslos, sin poder resistirme a darle algún bocado, pero flojo, aunque ella reaccionaba riéndose. También le daba muchos besos y alguna lamida, siguiendo así por sus rodillas y el resto de sus piernas hasta llegar a sus pies. En esta ocasión, me puse de rodillas en la cama para agarrar sus piernas, poniendo una de ellas sobre mis hombros y la otra agarrada con mis manos para besar la zona delicadamente y luego cambiando al otro. Valentina me miraba con atención, con cara de estar muy excitada, aunque era algo que veía de manera muy breve, pues hasta cerraba mis ojos para concentrarme en lo que le estaba haciendo, tomándomelo con bastante calma alternando entre un pie y otro.

Para cuando me di cuenta, empecé a oír música del género que ella me contó que le encantaba. De nuevo, alcé mi mirada hacia ella viendo cómo dejaba su móvil sobre la mesita de noche. Ni me había dado cuanta que lo llevaba encima, pero ahí estaba, aunque boca abajo. La verdad es que me gustó que lo hiciera, porque daba un ambiente muy bueno para aquello. Y en cierto modo también le daba un toque romántico, por lo que me adapté a la situación, siguiendo con todos los gestos que hacía de esa manera tranquila y sosegada. No fue algo que hiciera adrede, simplemente me dejé llevar. Ya habíamos desfogado bastante en cuanto vino. Ahora seguíamos con ganas, pero también se notaba que queríamos algo más tranquilo por los besos que nos veníamos dando, por lo que, cuando subí por su cuerpo, ella me agarró para besarme con intensidad, aunque lentamente.

Fueron unos minutos los que estuvimos así, ambos de lado, besándonos, con ella agarrando mi cara o mi cuello con delicadeza y acariciando mis piernas con las suyas o con sus pies mientras yo pasaba uno de mis brazos por debajo de ella para llevarlo hasta su culo y agarrarlo, poniendo la otra mano en uno de sus muslos. Llegó un momento en el que se puso casi encima de mí por completo, con sus pechos aplastándose contra el mío. Aunque me susurró si podía seguir como lo estaba haciendo antes con esos besos por todo su cuerpo para después lamerme los labios. En nada estaba repitiendo la operación, aunque también la puse boca abajo para hacerlo por su parte de atrás. Mientras me centraba en su culo con más mordiscos de los que le di por el resto del cuerpo, le empecé a rascar la espalda y ella parecía estar en el cielo por los sonidos que hacía.

La tentación de bajarle las braguitas y comerle todo desde atrás en esa postura era enorme, pero no podía hacerlo, porque sabía que en cuanto mi lengua o algún dedo entrara en contacto con su culo, me la liaría bastante. Pero era algo en lo que no pensaba rendirme, porque quería disfrutar de ella al 100%. Ya encontraría la manera de convencerla para que al menos lo probara conmigo. Estábamos en plan lento, pero me empecé a impacientar al ver ese culazo que sacaba a veces al elevar su cuerpo, poniéndolo en pompa. Me puse sobre ella para besarle el cuello mientras mi erección se posaba en la raja de su culo, aunque no teníamos contacto directo de piel por nuestras prendas íntimas, pero era muy placentero igualmente por la presión que había al empujar cada uno en dirección opuesta.

-Mmm, ojalá pudiera besarte yo el cuello así.
-Es que es muy difícil.
-No entiendo por qué. ¿Tan sensible lo tienes?
-Más o menos.
-¿Cómo que más o menos?
-Pues sensible lo tengo, sí. Pero hay otras cosas.
-¿Mmm?
-Es que -dije dándole la vuelta para quedar ambos cara a cara-, es que me recuerda a ella.
-Ah... -decía poniendo cara de haber metido la pata.
-No pasa nada. Es algo que me hacía mucho y que me encantaba. Es simplemente por no recordar cosas.
-Lo siento -dijo acariciando mi cara-. No sabía... Y no quería...
-Ya te he dicho que no pasa nada, Valentina.
-Me siento mal...
-No tienes por qué. Hace ya de eso. Mira, quizá con el tiempo, algún día podamos...
-No, no. No quiero que...
-Puede ser divertido. Solo, dame un poco de tiempo para hacerme a la idea, ¿vale?
-Yo no... Es que me da pena que te pongas mal -dijo abrazándome.
-Si en realidad era algo que me encantaba que me hiciera. Mira, te lo confieso. Era mi punto débil.
-¿Punto débil?
-En cuanto echaba mano a mi cuello, pues yo... Es que era algo que me hacía sentir muchas cosas. No sé cómo explicártelo, pero me gustaba mucho. Lo que sí te puedo decir es que se me ponía dura al instante.
-Jajajaja -reía tapándose la cara contra mi cuerpo.
-¿Qué? -pregunté riéndome.
-Eres muy bruto hablando. Pero me hace gracia. Por eso me río.
-Vale, jajaja.
-¿Y sueles ser así de tierno?
-Cuando toca.
-¿Y cuando toca? -preguntó frotándose un poco.
-Pues cuando cojo confianza con la otra persona. Si surge por el momento, la atmósfera que se crea... Pues sí.
-¿Te ha gustado que haya puesto música?
-Sí. Mucho. Me gusta para esto.
-A mí me encanta cuando te pones así. Ya te lo dije cuando me lo hiciste así por primera vez.
-¿Cómo estás?
-Muy bien.
-¿Cómo te sientes?
-Eh... Pues muy bien. Cada vez estoy más cómoda contigo. Me empiezas a dar seguridad y cada vez confío más en ti.
-Me refiero a cómo estás ahí abajo.
-Ah... -decía ruborizándose.
-Te lo digo por lo que me has dicho alguna vez. Eso de que luego acabas algo dolorida.
-Ah, pues estoy bien. Un poquito más sensible de la cuenta, pero tengo muchas ganas.
-Lo sé. Aunque había pensado ir más lento. Además, la música invita a hacerlo así.
-Me parece bien -dijo sonriendo.

Tras esa breve conversación, nos empezamos a besar de nuevo, aunque rápidamente le quité su ropa interior para poder seguir con lo nuestro. La noté muy mojada, mucho más de lo que esperaba, y aunque no de veía ninguna mancha, sí que notaba una abundante humedad, diciéndoselo yo y dándole las braguitas, para que las tocara. Las dejó apartadas sobre la cama, con cara de tener un poco de vergüenza por aquello, pidiéndome que me quitara yo la mía. Y así lo hice, preguntándole mientras tanto si quería que hiciéramos algo de sexo oral, pero ella me dijo que quería hacerlo directamente. Imaginaba que era por eso de no poder besarnos si se lo comía, algo que cada vez me parecía más absurdo y que veía algo necesario de que superara para disfrutar mejor del sexo, pero no iba tampoco a imponer mi manera de hacerlo todo. Respetaba sus gustos, aunque pensaba lo bien que estaría poder hacer de todo con ella como hacía con mis amigas y me daban ganas de intentar convencerla.

Cogí un condón de la mesita con la intención de ponérmelo, pero ella me paró. En ningún momento se me pasó por la cabeza que dijera de hacerlo sin protección por todo lo que se montó con ese tema hacía pocos días. Lo que quería hacer era abrirlo y ponérmelo, así que la dejé estando yo de rodillas en la cama, mirando cómo lo hacía, llevando a cabo ella el momento con mucho mimo, como su tuviera miedo a hacerme daño al ponérmelo. Una vez estaba bien enfundado aquello, se volvió a tumbar y se abrió bien de piernas. Tener así a Valentina era algo que aún a esas alturas me fascinaba, como si no me terminara de creer que una mujer así estuviera conmigo. Pero no quería quedarme parado, así que me puse sobre ella después de dar unas pasadas a su raja para metérsela muy lentamente, lanzando ella un largo gemido en forma de "mmm" y empezando a besar mi hombro y acariciar mi espalda por el abrazo que me dio, pegando por completo nuestros cuerpos.

Hacía bastante que no tenía un momento así de íntimo con alguien. Desde que lo hice así con Irene cuando se puso mal al creer haber visto a Noelia cuando salimos de fiesta no recordaba llevar esos tiempos y ese cariño con ninguna chica en la cama. Tras unos breves segundos, dentro de ella por completo, me empecé a mover lentamente en un misionero en el que tampoco había demasiado roce por el abrazo tan inmenso que Valentina me daba, aplastando sus pechos bastante contra el mío. Pero lo acabó aflojando, permitiéndome despegarme de ella para mirarla a los ojos empezando a follarla de verdad, aunque de manera lenta, como tenía pensado hacer. Parecía disfrutarlo mucho por la cara que ponía y por cómo cerraba sus ojos, humedeciéndose los labios también. Ella solo se limitaba a tener las piernas bien abiertas y a acariciarme la espalda y el culo, apretándolo por momentos.

Esa fue la postura en la que más tiempo estuvimos haciéndolo, pero también hubo otras. La cucharita fue una bastante recurrente, por la comodidad para ambos y por la lentitud que me proporcionaba para empujar desde atrás, por no hablar de cómo podía agarrar sus increíbles tetas. También se puso encima de mí, pegando su cuerpo al mío para besarme, aplastando de nuevo sus senos contra mí, algo que cada vez que pasaba me gustaba más sentir. En esa postura movía su culo lentamente hacia arriba y abajo para que la penetración tuviera lugar, siendo una postura muy cómoda para mí, al igual que placentera. También estuvo encima de mí, estando yo sentado en la cama y ella sobre mí, abrazándome con sus piernas para moverse lentamente hacia delante y atrás, pareciéndome una postura bastante romántica. Pero no sería hasta que ella estaba sobre mí, con su espalda pegada a mi pecho que llegaría a su orgasmo al estar yo controlando la penetración al mover mis caderas hacia arriba y abajo, algo más rápido esta vez, mientras con una mano agarraba una de sus tetas y con la otra le acariciaba el clítoris con movimiento circulares.

Valentina dio unas cuantas sacudidas, cerrando sus piernas, teniendo que agarrarla yo para que no se cayera de mí y así poder hacernos daño. Noté humedad resbalando por mis huevos y al sentir cómo ella tenía sus contracciones, apreté un poco más, porque estaba muy cerca por las sensaciones y la situación en general. Fue un orgasmo muy placentero pese a no dejarme mareado a diferencia del primero que tuve cuando la follé en el sofá de aquella manera tan rápida. Menos mal que acabé rápido, porque sus gemidos cada vez eran más agudos y fuertes, aunque no tenía pinta de hacerle hecho daño, siendo algo muy difícil por no ir rápido. Pero sí que estaba muy sensible, por lo que la eché en la cama con cuidado para salirme de ella y dejar el condón anudado en el suelo, abrazándola por detrás para darle algo de cariño mientras se recuperaba.

Tardó unos minutos, aunque lo acabó haciendo después de que yo la abrazara y le diera algunos besos por la cabeza, cuello, hombros y espalda. Se giró para ponerse frente a mí, con una sonrisa muy bonita en la cara, diciéndome lo que le había gustado el momento que acabábamos de tener. Después de unos cuantos besos más, dijimos de darnos una ducha, porque pese a haber ido lento y tener el aire puesto, no nos libramos de sudar un poco, por lo que le dije que se podía duchar si quería, adelantándome yo mientras ella se terminaba de relajar. Pero me acabó siguiendo sin que me diera cuenta para meterse en la ducha conmigo. Allí no cayó otro polvo de milagro, porque empezamos con el tonteo y algún tocamiento hubo, con varios arrumacos y besos. Valentina en esta ocasión se mostró desafiante, como jugando al gato y al ratón. Eso desembocó conmigo cogiéndola en brazos y poniéndola contra la pared de la ducha, sujetándola yo de sus piernas, quedando ella con ambas muy abiertas.

Pero no acabó habiendo folleto. Eso sí, fue un momento muy intenso por la mirada que nos echábamos el uno al otro, con la posterior risa tonta cuando la bajé con cuidado de que no se cayera. A partir de ese momento, nos duchamos cada uno dándole la cara al otro e incluso ayudándonos a enjabonarnos, aunque no me dejó que lo hiciera con su rajita, porque al parecer estaba sensible. Y no poco, porque ponía algo de molestia en su cara cuando se lavó por esa zona. Ella, sin embargo, sí que me lavó a mí por los bajos, usando bastante jabón y haciéndome una paja al tenerla tiesa de nuevo con tanto tonteo y jueguecito. Para tener más comodidad, dejó caer agua para que no hubiera más jabón, mirando bastante su trabajo manual cuando no miraba mis ojos. Tan solo me preguntó una cosa:

-¿Dónde quieres acabar?
-¿Cómo?
-Pues eso, jeje. Pero no quiero que...
-Ya, ya lo sé. ¿Qué te parece en las tetas?
 
Capítulo 524

Valentina sonrió y se puso de puntillas para darme un beso. Luego se puso de rodillas en la ducha y se agarró las tetas con un brazo mientras que con la mano que le quedaba libre me la meneaba con brío y técnica, provocándome otro orgasmo que hizo que descargara un par de fijos chorros de semen sobre sus pechos. Ella me dijo que le avisara, haciéndolo yo y empinando ella el cuello echando la cabeza un poco hacia atrás. Estaba claro que le daba asco todo el tema de jugar con fluidos. Y me llamaba la atención por aquel momento en el que hicimos aquello con mi semen, con ella "probando" un poco. Debería haber disfrutado mejor ese miembro, porque al parecer había dado con la aguja en el pajar, teniendo pinta de que no se iba a repetir. Tras eso, se enjabonó bien todo el cuerpo de nuevo y se aclaró, haciéndolo después con el pelo. Ya no nos tocábamos, pero sí nos mirábamos, acabando los dos a la vez para salir y secarnos, yendo yo vestirme mientras ella se secaba el pelo.

En lo que cambié las sábanas, hice la cama y eché a lavar las sucias, ella salió enrollada en una toalla, entrando a mi habitación. Su ropa estaba intacta por habérsela quitado prácticamente al llegar, aunque sus braguitas seguían muy mojadas. Tanto, que dijo que no quería ponérselas, porque iba a estar muy incómoda, guardándolas en su bolso. La verdad es que la veía en un aprieto, porque ponerse los vaqueros directamente con lo sensible que es esa zona y más teniendo en cuenta todo el folleteo que habíamos tenido y cómo ella lo tenía más sensible de la cuenta, era algo que no debía ser agradable. Por eso se me ocurrió dejarle uno de mis boxers. Ella se rio diciendo que era una tontería, pero al final se lo acabó poniendo para ir más "protegida", pues tenía que ir a trabajar en breve. Una vez se puso la ropa, se volvió a meter en el baño para maquillarse.

En lo que ella salía, vi que no teníamos mucho tiempo, porque eran un poco pasadas las 4 de la tarde y sabía que se tenía que ir pronto. Al menos estaba cerca y no tenía que pedir un taxi ni nada. Y necesitaba hablar un tema importante con ella, porque en unas horas me iba a la playa con mi amiga y sabía que algo iba a pasar, por lo que veía importante dar el paso y contarle que no podía darle esa exclusividad que me pedía. Pensé de primeras hacerlo a la vuelta, pero no quería mentirle. Era algo que le podía salir mal y en bastantes problemas me había metido ya por ocultar cosas, así que creí oportuno hacerlo en ese momento, sobre todo viendo lo bien que marchaba el día y cómo de buen humor estaba. Pero tenía que hacerlo con cuidado, porque no sabía cómo se lo podía tomar. Iba a empezar la conversación en cuanto apareciera, pero ella se me adelantó empezando a hablar desde el pasillo.

-Pues con la tontería ha sido un día completito -dijo apareciendo con todo listo y bien arreglada, dejándome algo desarmado.
-Ya ves -respondí sin quitarle ojo de encima, sentándose ella a mi lado.
-Perdona por todo el numerito de antes.
-¿Mmm?
-Lo que he hecho cuando he llegado. Eso de decirte que mis análisis no habían salido bien y eso...
-Ah, no pasa nada.
-Es que, no sé... Me apetecía... Mmm... Meterme contigo. Creo que me lo has pegado, jejeje.
-Ya, jajajaja. A ti también te gusta pasártelo bien.
-Un poco, jejeje.
-En realidad me gusta que seas así. No me aburro contigo.
-Es divertido.
-Sí, pero hay que saber encajar esas cosas también. No es justo que alguien haga esas bromas pero que luego no se le puedan hacer porque no sepan encajarlas.
-Llevas razón. Eso es algo que tengo que mejorar.
-A mí me encanta reírme con la gente que tengo a mi lado. No te estoy pidiendo que cambies ya, pero sí me gustaría hacer alguna broma de vez en cuando contigo.
-Es que no estoy para nada acostumbrada a hacer esas cosas. Ya no. Por eso a lo mejor he reaccionado mal o de manera exagerada alguna vez.
-Yo creo que para los temas serios también te tienes que calmar un poco.
-Uff... Ahí ya no estoy tan de acuerdo. Las cosas serias hay que afrontarlas con seriedad.
-Yo siempre intento meter humor para relajar la cosa. Aunque ha habido veces que ha sido imposible, pero creo que así es mejor.
-No sé... No me parece lo adecuado para el momento.
-Puede.
-Pero piensas así porque eres joven aún. Con la edad se va quitando eso.
-Tampoco es que seas vieja, joder. Y... No sé, espero no cambiar en eso. Que también me pongo serio cuando toca, pero sí que intento rebajar situaciones complicadas así.
-Conmigo no lo has hecho mucho.
-Porque cuando tú te enfadas lo mejor es estar callado y hacer de perrito faldero.
-Mmm... -murmuraba riendo.
-No es algo que suela hacer. De hecho, no lo he hecho con ninguna. Pero contigo sí que me ha salido eso.
-¿Y por qué crees que ha sido así?
-Porque estás muy buena y no quiero que te vayas de mi lado. Tienes un carácter muy fuerte también. Tiene pinta de que si no hago eso, la cosa va a ir a peor.
-Puede ser que lleves razón. Aunque tú también tienes tu genio.
-¿Eso crees?
-Sí. Cuando me dejaste a medias en la habitación y te fuiste a la ducha estabas muy enfadado.
-Es verdad. Es por eso que te he dicho. No me parece justo que una persona pida sin dar lo mismo a cambio.
-Sí. Llevas razón. También lo noté en la forma en la que me lo hiciste allí en la ducha. Esa dureza y manera de agarrarme de las caderas... Aunque me gustó.
-¿Te han follando mucho así?
-Mmm, hace mucho que no. Demasiado.
-¿Te lo pasas bien conmigo?
-¿Estás de broma? ¿No ves que sí? Jajaja.
-Quería que me lo dijeras tú.
-Ya te lo he dicho alguna vez anteriormente. Mira, cuando te acercaste a mí la noche que hablamos por primera vez pensaba que eras el típico hombre que solo busca un ligue y al día siguiente desaparece y si te he visto, no me acuerdo. Pero para mi sorpresa, no has sido así. Nos hemos seguido viendo.
-Bueno, pero tampoco es muy diferente.
-No digas eso. Te portas bien conmigo. Tienes tus detalles. No me ves solo como a un trozo de carne. Esa es la impresión que me das.
-Me pareces una mujer muy interesante. Evidentemente, me gusta cuando pasamos tiempo en la cama, pero también disfruto de tu compañía fuera de ella. Aunque sí es verdad que me gustaría que te abrieras un poco más.
-¿Cómo? ¿En qué sentido?
-Personalmente. A veces te muestras muy misteriosa.
-Ah... Es que me cuesta abrirme. Especialmente si no tengo confianza con esa persona.
-¿No decías que cada vez confiabas más en mí?
-Sí, jejeje. Pero no tanto todavía. Mmm... Me tienes que dar un poco de tiempo para eso. Además, tú también te muestras misterioso a veces.
-¿Sí?
-Sí. Especialmente con lo de tu anterior relación.
-Ya. Es verdad. Pero es que hay cosas que... Bueno. Pues no son agradables de recordar.
-¿Tú tienes prisa?
-¿Yo? Ninguna.
-Pues ya está. Podemos ir contándonos cosas poco a poco. Cuando nos sintamos cómodos, ¿no?
-Vale.
-Y volviendo a lo de antes. Pues ya ves que sí. Hoy me lo he pasado muy bien contigo. Llevábamos varios días sin... Y ha sido espectacular. He perdido la cuenta de cuantos... He tenido.
-Sí. Tenía pensado que el fin de semana pasado fuera así. Pero entre el enfado y ese tema, pues no pudo ser así del todo.
-No estuvo nada mal, aun así.
-Pero imagínate haber estado con este buen rollo en vez de tan distantes. Y haciendo todo esto en el hotel.
-Claro que hubiera estado muy bien. Pero no pudo ser.
-A lo mejor no hubiéramos visto ni la mitad de todo lo que vimos.
-Ah, ¿no? Jajaja.
-Pues no. Porque te hubiera echado unos cuantos polvos.
-Shhh... -dijo algo molesta por mis formas, aunque riendo.
-Yo creo que nada más verte, en el coche hubiera pasado algo.
-¿Sí?
-Ajá. Estabas muy guapa con ese vestido. Aunque entre el sombrero y las gafas de sol contaba reconocer que eras tú. Menos mal que conozco bien tu cuerpo.
-Esa era la idea. Ya sabes lo que hay...
-Ya. En el hotel hubiéramos estado un buen rato también. Seguro.
-Oye, hoy no has tenido tanto aguante, ¿no?
-¿Qué esperabas? Más de una semana sin follar... Pues...
-Shhh... -decía de nuevo por mi vocabulario.
-Pero sí es verdad que no he aguantado tanto como suelo hacerlo. Es por llevar varios días sin hacer nada y tenerte tantas ganas.
-Nada de nada, ¿no?
-Te dije que no haría nada con nadie, ¿no? Y mucho menos con el problema que había.
-No me refería a eso.
-¿Entonces? -pregunté distraído.

Valentina me miró con una cara de obviedad, aunque seguía sin entender por dónde iba hasta que agarró mi mano para ponerla sobre mi entrepierna.

-Ah... -dije entendiendo finalmente a qué se refería- Joder... Pajas me he hecho unas cuantas, jajaja.
-Ay, de verdad... -decía con agotamiento por mi manera de hablar.
-Y todas pensando en ti -dije acercándome a ella para besarle el cuello, poniendo ella una sonrisa socarrona como pude ver al despegarme de ella.
-¿Lo has hecho muchas veces?
-Varias al día.
-Madre mía...
-Es lo más normal del mundo. ¿Tú no lo has hecho?
-Mmm... Puede... -dijo ruborizándose un poco.
-Jajajaja. Me hace gracia que te pongas roja por esto. Aunque te imagino así y me pongo malísimo. Tengo la imagen grabada en mi mente de cuando lo hiciste aquí mismo. Eso me ha servido de inspiración en alguna ocasión.
-Qué bobo eres, de verdad.
-Por cierto...
-Dime.
-Tengo que comentarte una cosa.
-Uy... ¿Y esto? Qué serio te has puesto...
-Es que es importante. Por eso me pongo serio.
-¿Qué pasa? -preguntó incorporándose y poniendo cara de preocupación.
-Es por el tema de vernos con otras personas.
-Ah, eso. Ya, ya. Es por lo que te he dicho antes. Era mentira. No me he visto con nadie desde que tú y yo lo hacemos. Y desde mucho antes tampoco. Solo quería ver tu reacción y que te pusieras en mi lugar cuando tú me dijiste que te veías con otras chicas y que lo hacías sin protección, por eso te he dicho también que mis análisis no habían salido bien.
-Ah, bueno. Pero que tampoco me ha importado.
-¿No? ¿No hemos quedado en que tener esos problemas de salud es algo serio?
-Sí, eso sí. Me refiero a lo de verte con otros.
-Ah... ¿Hay algo que aclarar de ese tema?
-Pues sí. A ver, Valentina. Es que no quiero que te enfades. Especialmente después de los días tensos que hemos pasado hace poco y con lo bien que va la cosa ahora, sobre todo hoy, que ha sido un día fantástico desde que has aparecido.
-¿Crees que me puedo enfadar?
-No lo sé. Pero te pongo en antecedentes, para que te prepares.
-¿Prepararme? ¿Tan grave es?
-Para mí no. En absoluto. Tú ya tendrás que gestionar lo que te diga, aunque no quiero que nos dejemos de ver.
-¿Qué es? -dijo con cierto tono de saber de sobra lo que le iba a decir.
-Es por lo de la exclusividad. Te prometí que no me vería con más chicas estando contigo, pero es que lo veo una ridiculez.

Valentina puso cara de no dar crédito, casi expresando sorpresa. No sé muy bien cómo describirla, pero parecía que mis palabras la habían ofendido un poco.

-No me malinterpretes -seguí-, no digo que seas eso. Simplemente creo que es algo que es difícil de llevar a cabo en mi edad y con mis antecedentes.
-¿Antecedentes? ¿Has engañado a más chicas?
-A eso voy. No estoy engañando a nadie, porque no estoy con nadie. ¿Me entiendes?
-Mmm...
-Valentina, yo no tengo pareja. Tú y yo no somos pareja. Eso está claro, ¿no?
-Ajá... Ya me lo dijiste.
-Pues ahí está la cuestión. Creo que no debo exclusividad a nadie al no tener pareja. Ya la di en su día y no sé si llegué a ser correspondido.
-¿Te engañaron? -dijo interrumpiéndome.
-No lo sé. Me quedé con la duda. Y yo tampoco la engañé. No de manera directa.
-¿De manera directa?
-Es que es muy difícil... Fue todo tan difícil...
-Difícil es entenderte expresándote así.
-Es que son tantas cosas que no sé por dónde empezar. Y creo que aún no estoy preparado para hablar de ello con alguien no tan cercano a mí.
-Pues no sé cómo quieres que te entienda, Javi.
-¿Tú qué consideras una infidelidad?
-¿Yo? Pues... -dijo quedándose unos segundos en silencio, con la mirada perdida- No sé. Es que... Si yo tuviera pareja y, por ejemplo, se da un beso con otra, pues ya lo considero infidelidad.
-Ah...
-¿Tú no?
-No sé. Estoy hecho un lío ahora mismo. Se me vienen muchos recuerdos.
-¿Te besaste con otra?
-Ahora mismo recuerdo que me han robado algún beso -dije pensando en aquel de la despedida de Ángela o los tantos que Noelia me robaba.
-Mmm... Si son robados, no cuentan.
-Pues entonces supongo que no he sido infiel por ahí.
-Aunque a mí me molestaría igual si lo viera.
-Ya veo. Ella se dio un beso con su ex ahora que recuerdo -dije pensando en cómo me llamó al poco de empezar, llorando y cómo me contó lo que pasó.
-Uff... Eso sí.
-Aunque me dijo que fue robado también. Pero se dejó llevar y no lo apartó al momento.
-Eso es más complicado. Yo sí lo considero infidelidad entonces.
-Yo también me dejé llevar un poco en uno de ellos. Fue extraño. No me dio tiempo ni a apartarme. Fue muy rápido.
-Mmm... -dijo con tono de mosqueo.
-Era una amiga especial. Íbamos juntos a la universidad y pasamos todos esos años de follamigos. Con los años me reconoció que había estado enamorada de mí y al reencontrarnos le hizo mucha ilusión verme de nuevo y empezaron a surgir sentimientos una vez más. Y se quitó del medio yéndose y en la despedida me dio un beso.
-Tendría que verlo para decirte.
-¿No lo consideras cuernos entonces?
-No lo sé. Ya te lo he dicho.
-Pasaron varias cosas.
-¿Y no más besos?
-Bueno... Alguno que otro, pero jugando.
-¿Jugando?
-Con unos amigos. Otra pareja. Había atracción casi por todos lados y pues teníamos nuestros juegos.
-No lo entiendo.
-Es una larga historia.
-Es que así es muy difícil, Javi. No te puedo decir si es una infidelidad o no si no me explicas qué pasó con claridad.
-Ya te contaré. Pero estoy seguro de que eso no era infidelidad. Todos éramos conscientes de aquello.
-Pero...
-Solo eran juegos.
-¿Os besabais entre vosotros?
-Alguna vez. Pero ella era la que mandaba.
-¿Mandar?
-Era celosa. Bastante. Y si ella no estaba completamente segura, no se hacía nada. Los demás éramos más... ¿Sueltos?
-¿Te refieres a liberales?
-Sí. Más o menos.
-¿No te importaba ver cómo tu novia se besaba con otro?
-La verdad es que no.
-¿Y a ella tampoco?
-En ese momento, no. Ya te digo, eran juegos.
-¿Estabais bebidos o algo?
-No. Ella y yo no bebíamos casi.
-No sé... -decía confundida- ¿Y cómo dices que no sabes si ella te correspondía en la infidelidad?
-Porque en las últimas semanas de nuestra relación veía cosas y mi imaginación me jugaba malas pasadas.
-A ver...
-En resumen, un día por accidente vi una conversación de refilón en su móvil, era con su jefe y pues hablaban cosas y había comportamientos que me parecían raros.
-¿Crees que te fue infiel?
-No lo sé.
-No te estoy preguntando si lo sabes. Te estoy preguntando si lo crees.
-Creo que no... -dije bajito.
-Dudas.
-Claro que dudo, Valentina. Con lo que vi y algunos detalles de los que me di cuenta, pues dudo. Y más cuando...
-¿Cuándo qué?
-Nada. Otro día te lo cuento. Estoy un poco agobiado.
-Vale, tranquilo. Hemos quedado en contarnos cosas poco a poco. Me has contado mucho en realidad, aunque lo tengo todo muy desordenado y me faltan datos y detalles. Tú tranquilo, ¿vale?
-Ya. Volviendo al tema principal, que nos vamos por las ramas... ¿Entiendes lo que te he dicho?
-Sí. Que no tienes pareja para dar una exclusividad que no debes a nadie.
-Más o menos.
-Es eso lo que me has dicho.
-Has sido un poco brusca, quizá.
-A ver, dímelo claro. A ver si así me entero mejor.
-Te noto tensa. Sabía que esto iba a traer problemas.
-No, no es para tanto. Pero ahora mismo estoy procesando muchas cosas.
-Valentina, lo que te quiero decir es que me lo paso muy bien contigo, que me encanta irme contigo a la cama a pasar un buen rato. Pero que fuera de ella también me lo paso bien contigo. Y quiero que siga siendo así. Pero yo ahora mismo estoy en una etapa de mi vida en la que me veo muy bien y le resulto bastante atractivo a las chicas. Y la verdad es que me gusta dejarme llevar. Puedes llamarme mujeriego si quieres, picaflor, lo que tú quieras. Pero es que soy así. Siempre he sido así. Bueno, ahora tengo más éxito, que lo mío me cuesta mantenerme así, a lo mejor ahora estoy más... Más suelto. Y sé que voy a caer si una chica guapa y atractiva se acerca a mí. No te quiero prometer algo que no voy a poder cumplir.
-Ya veo.
-Mira, este fin de semana me voy a la playa con una amiga, ya lo sabes. Oíste la conversación con ella.
-Ajá.
-Y con ella, pues ya me he acostado varias veces. Y seguro que este fin de semana vuelve a pasar. Ambos nos atraemos y llevamos muchos días sin vernos.
-Vale. Si te quieres acostar con ella, puedes hacerlo.
-No, Valentina. Te estás equivocando.
-¿Equivocando? -dijo confusa.
-No te estoy pidiendo permiso. Te estoy informando de que va a pasar.
-Vale, vale.
-Tienes que entender que los dos somos libres. Yo me puedo ver con quien quiera. Al igual que tú. De hecho, te lo recomiendo. Es muy divertido. Además, tú puedes tener literalmente a quien quieras. Eres una mujer fantástica, guapa, atractiva. Lo tienes todo. Puedes elegir al que se te antoje.
-El que no lo entiende eres tú.
-¿Eh? -dije sorprendido y descolocado.
-Estoy bien así contigo. Estoy bastante cómoda y no necesito más. ¿Para qué voy a salir a buscar a otro? Además, ya sabes lo que pasa conmigo. No puedo estar haciendo esas cosas.
-Ya. Está claro que pensamos de manera diferente en este aspecto.
-Eso parece. Me cuesta mucho confiar en la gente. Y contigo lo estoy empezando a hacer, aunque a veces hagas méritos para que no lo haga. ¿Crees que ahora voy a salir a conocer a alguien a quien probablemente no vaya a volver a ver y en quien no confíe?
-No. No te veo haciendo eso.
-Claro que no. Yo no soy así. Puedes llamarme antigua si quieres, me da igual. Pero soy así. Y no voy a cambiar mi manera de ser a estas alturas. Creo que no estoy haciendo nada malo al actuar así. Entonces, pues veo una tontería cambiar ese pensamiento.
-Llevas razón en realidad.
-Claro que la llevo.
-¿Te puedo hacer una pregunta? -le dije a los pocos segundos.
-Sí -me respondió de manera seria, cambiando ese ambiente en el que estábamos antes de que empezáramos a hablar.
-Si no eres así y no te gusta hacer eso, ¿por qué saliste aquel día que te vi y por qué te viniste conmigo?
-Ah... Porque me sentía muy sola. Irónico, ¿verdad? Me paso el día rodeada de gente, como puedes ver en la cafetería. Y en la oficina también es así. Pero necesitaba algo diferente. Me estaba empezando a afectar mentalmente. Y decidí salir para socializar.
-Estabas inquieta. Como preocupada. Creía que estabas esperado a alguien. Aunque estabas preciosa.
-No. Ya sabes por qué estaba así. Te lo he dicho tantas veces, que ya te tiene que aburrir.
-No. Es algo muy importante para ti. Es normal que hables tanto de eso. No te preocupes.
-Vale.
-¿Y por qué te viniste conmigo? Me sorprendió mucho que me agarraras la mano cuando me di la vuelta para irme.
-Porque eras un rostro conocido. Fue hasta aliviante en cierto modo. Estaba muy nerviosa todo el rato.
-Le echabas cada mirada a todo el que se te acercaba...
-Porque iban a lo que iban. Se notaba mucho.
-¿Y yo no iba para...?
-Pero fue diferente. Ya te digo que fuiste una cara conocida. Eso hizo que me tranquilizara bastante. Me pareciste simpático y pues acepté cuando me dijiste de salir para hablar.
-Pero no hablamos nada hasta que llegamos aquí.
-Seguía nerviosa. No sabía muy bien qué hacer.
-Yo estaba bastante desconcertado. Fue todo muy rápido y muy raro. No me creía que con dos palabras estuvieras andando conmigo a mi lado.
-Cuando llegamos aquí y entramos, me relajé más. Dudé un poco si entrar o no, porque al no conocerte de nada, pues tenía ese miedo de pensar que a lo mejor no eras de confiar y eso. Pero en cuanto entré y me dio el olor de tu casa, me calmé. La vi bonita, con todo recogido, limpio, cuidado... Y cuando me dabas tema de conversación, pues más todavía...
-Ya, jajaja.
-En mi mente te tenía como alguien bastante formal. De verte en la cafetería, con tus cosas, centrado con tu bolígrafo rojo escribiendo cosas... Y pues no me pareció mala idea salir contigo a la calle.
-¿Y me sigues viendo así?
-Bueno, no tanto ahora que te conozco. Es broma... -dijo algo más calmada, bromeando- Es que... No te enfades, pero eres un niño. Es normal que hagas alguna locura, como... Bueno, bastante hemos hablado y discutido ya. Pero eres un buen chico y me has demostrado que se puede confiar en ti.
-Jajajaja. Pues sí que te fijabas en mí.
-No tanto, no te vengas tan arriba -dijo bromeando de nuevo.
-Menos mal que te has calmado. Se ha puesto la cosa un poco tensa.
-Ya...
-Es que... Valentina, tienes que entenderme.
-Si lo hago, Javi. De verdad. Pero yo no soy así, ni pienso así. No me pidas que sea alguien que no quiero ser.
-No te lo he pedido. Solo te lo he recomendado. Tener una noche loca de vez en cuando no hace daño. Pero entiendo que no pienses así y que tengas ese problema.
-¿Me molesta que te vas con otras? No te engaño si te digo que un poco sí. Pero lo entiendo, igual que tú entiendes lo mío.
-No quiero que lo pases mal. Me jode mucho que te vayas de mi vida. De verdad, porque me encanta estar contigo, pero si crees que no lo vas a saber llevar y piensas que lo mejor es dejar de vernos, pues no me quedará otra que aguantarme.
-No es para tanto. No seas tan radical.
-Por experiencia te lo digo.
-No. Yo no quiero dejar de verme contigo.
-Bueno, pues como tú veas. No quiero que nadie de los dos pueda salir mal, pero tienes que entender que me voy a ver con otras chicas. Eso sí, te garantizo que voy a llevar todo el cuidado que pueda.
-No espero menos. Ya has visto lo que ha pasado.
-Ya. Y no quiero que se vuelva a repetir.
-La verdad es que sería algo muy molesto. Así que, cuídate.
-¿Te cuento algo?
-Dime.
-Te voy a ser sincero con algo. Tenía pensado tener esta charla contigo a la vuelta. Hemos pasado un rato tan bueno, que no quería que se jodiera y al final creo que no ha sido así por suerte. Pero no te mereces que te mienta. No es justo que te haya prometido eso y que a los dos días ya lo esté incumpliendo. Y sé que algo va a pasar este fin de semana. Es que está cantado. Por eso he preferido hacerlo ahora y que sepas todo esto.
-Pues lo has hecho bien -dijo poniendo su mano en mi pecho-. Has hecho lo correcto.
-Me alegro de que lo veas así.
-Claro. Prefiero que seas sincero y claro a que me tengas contenta, pero con mentiras.
-¿Y tú qué vas a hacer este finde?
-Pues... He quedado con Daniela. Mañana vamos a tener un día de chicas.
-¿Día de chicas?
-Sí. Vamos a pasar el día juntas. Me ha invitado a comer a su casa y luego por la tarde vamos a ir de tiendas, que el próximo fin de semana tengo una boda.
-¿Una boda? ¿Quién se casa?
-Una de mis chicas. Necesito un vestido y también miraremos peinados que me pueda hacer, que ella me ha dicho que es buena con eso.
-Suena bien.
-¿Te hubieras venido si hubieras estado aquí?
-Qué va. Me parece un rollo en realidad, jajajaja. Pero si a vosotras os gusta, pues perfecto.
-Jajajaja. Ya, ya me parecía a mí. Además, todavía no le he contado a Daniela que tú eres el chico con el que me estoy viendo.
-Ah...
-Así que este fin de semana voy a estar entretenida.
-Aunque sin sexo.
-Sobreviviré.
-Siempre te puedes tocar...
-Calla.
-Oye.
-Dime.
-He pensado en eso de no poder hablar entre nosotros cuando queramos del todo.
-Ajá...
-He pensado en usar otra aplicación de mensajes o algo así. Algo que no sea muy conocido y que sea fácil de usar. Así lo puedes ocultar o desinstalar y cuando puedas hablar, pues lo instalas y hablamos. Me ha pasado leer mensajes tuyos que tenía sin ver y quedarme con las ganas de responder porque...
-Mmm, no sé. No me fio mucho de...
-Va, no te cierres. Mira, he mirado algunas. A ver qué te parecen.

Estuve unos minutos enseñándole a Valentina algunas aplicaciones de mensajería para ver si al final alguna le parecía bien para poder hablar con más regularidad o al menos, sin ese miedo a que pudieran cogerle el móvil. No le pareció tan mal cuando le enseñé una que tenía la opción de borrar automáticamente la conversación cada cierto tiempo que podía ser programado con diferentes espacios de tiempo. Así que al final se la instaló y quedamos en usarla para hablar por ahí. Lo bueno fue que ella se lo puso para borrar la conversación cada poco tiempo, pero yo no tuve que hacerlo, pudiendo mantener toda la conversación y los archivos de manera de manera intacta al menos que ella misma eligiera borrar todo rastro dando dos clics más. Así, acabamos de hablar, levantándose ella para marcharse, acompañándola yo a la puerta.
 
Capítulo 525

-Bueno, pues que lo pases bien -me deseó mirándome a los ojos con media sonrisa.
-Gracias. La verdad es que me apetece ir a la playa, y eso que yo no soy mucho de ello. Pero es un lugar especial. Solía ir de pequeño todos los veranos en las vacaciones.
-Qué bien. Ten cuidado, no bebas mucho.
-No, jajajaja.
-¿De qué te ríes?
-Me hace gracia cuando te pones en plan madre.
-Ay... Bueno. Me tengo que ir, ¿vale?
-Claro. Que tengas un buen día.
-De momento ha estado muy bien. Y tú has tenido que ver -me confesó sonriendo un poco más.
-¿Me vas a echar de menos? -bromeé.
-Solo van a ser un par de días...
-Yo creo que sí que te voy a echar de menos, jajaja.
-No te rías de mí...
-No, solo bromeaba.
-Va. Diviértete. Pero pórtate bien, ¿vale?
-Sí.
-Luego me dices algo cuando llegues por la aplicación esa -dijo dándome un abrazo.
-Vale -dije devolviéndole el abrazo- Está todo bien, ¿no?
-Sí, jeje. Es que tengo la costumbre de despedirme así cuando hay un viaje de por medio. Pero ya está -dijo apretando mis mejillas con una mano para darme un pico y luego ir hacia la puerta.
-Espera.
-¿Sí?

Agarré a Valentina de la muñeca con suavidad para ponerla mirando hacia mí del todo y darle un buen beso, dejándose ella llevar al poner sus manos en mi cara, poniendo yo las mías en su culo.

-Son solo dos días, pero nos tenemos que despedir bien, ¿no? -dije estando aún muy cerca de su cara.
-Claro -respondió lamiendo mis labios.
-Pfff...
-Me voy, que llego tarde. Nos vemos el lunes, imagino.
-Claro.

Finalmente, Valentina se marchó, volviendo yo al sofá para sentarme, bastante contento con cómo había ido todo en general. Es verdad que hubo un poco de tensión cuando saqué el tema más delicado, pero al parecer no le suponía mucho problema. Y menos mal, porque no sé cómo hubiera gestionado un posible ultimátum por su parte. Seguramente habría aceptado, pero no estoy nada seguro de haber aguantado sin caer con alguna que se me presentara. Precisamente, me quedé pensando en esto último, porque me vino aquello que dijo de que algo mal sí que le sentaba que me fuera con otras. Teníamos una manera totalmente diferente de pensar en ese aspecto y por sus respuestas a mis vagas explicaciones de momentos concretos que viví meses atrás, la veía una mujer celosa. Y eso podría ser algo problemático si me pillaba en casa con alguna conocida.

Tampoco es que viera mucha posibilidad de que aquello pasara, pero nunca se sabe. No quería comprobar tampoco cómo se pondría ella si me llegara a ver besarme con otra. Pero me quedé mucho más tranquilo, no tanto porque tuviera así vía libre para hacer lo que quisiera, sino por no comerme la cabeza después si algo acababa teniendo lugar. Ese día estaba bastante servido con todo lo que hice con ella, pero nada me aseguraba que Sofía no se me tirara encima cuando llegara. Tampoco tenía mucho detalle de su vida sexual, porque eso era algo que hablábamos más en persona en un momento íntimo que por mensajes o llamada, en los que no se tiene la misma complicidad al menos que haya un buen calentón, cosa que ya no solíamos tener cuando hablábamos. Cuando me ponía en contacto con ella era para contarnos nuestro día a día, charlar de cómo nos iba, cómo estábamos y esas cosas, hablando bastante del trabajo también, porque me interesaba por ella por aquello de que a veces se estresada con los viajes.

Algo que tenía completamente claro era aquello que le prometí a Valentina, eso de llevar mucho cuidado. Ya había escarmentado bastante como para volver a pasar por ello de nuevo, así que llevaría condones encima en todo momento. Hasta me quedé pensando si hacer sexo oral. Era algo que me encantaba, tanto recibirlo como darlo, aunque más esto último. Yo me pondría condón, eso seguro, aunque a muchas chicas le echa para atrás. Tampoco me importaba quedarme sin una mamada con tal de poder hacerlo, siempre con protección. Pero no sabía muy bien cómo gestionar el sexo oral a la hora de hacerlo yo. No sabía cómo usar protección para eso y lo acabé buscando. Al parecer, lo que la gente usaba en estos casos era un material de plástico, similar al preservativo, pero siendo obviamente más grande y de forma cuadrada o rectangular para ocupar bien toda la zona.

Pero se ve que era difícil de encontrar, porque me acerqué a varias farmacias y no había en ninguna. Hasta pasé por algún sex shop con la esperanza de encontrarlo ahí, pero no tuve suerte. Al final recurrí a una optativa que recomendaban, haciéndole un par de cortes a un condón normal y extendiéndolo. Ahora tenía el problema del sabor. No me gustaba nada cómo sabía un condón. Ya tenía la experiencia de que me dieran besos después de que me hicieran sexo oral con uno, o de hacerlo yo después de haberla metido con él puesto, así que compré de sabores. Suponía que así estaría resuelto el tema, aunque ya me hacía a la idea de que en el momento no sería para nada parecido a hacerlo al natural. También compré algo de lubricante, de sabores también, por si surgía algo más o lo necesitaba, regresando a casa para guardarlo en la maleta que hice.

Más tarde me puse en camino, llegando para las 8 de la tarde más o menos, yendo a la ubicación que me envió Sofía. Vivían en un adosado, no tan cerca de la playa como imaginaba, aunque tampoco estaba tan lejos, pero quedaba casi a las afueras. La casa se encontraba en una hilera grande con más casas que eran clones unas de otras. Porque me dijo el número, si no, quizá estaría dando vueltas aún por allí. Algunas tenían decoraciones y tonos diferentes en la pintura de la fachada, pero se me hacían demasiado similares. Algo que me llamó la atención fue que casi todas tenían un árbol plantado en el pequeño patio que tenían. Alguna sí que había despejada, aunque con toldos y pequeñas piscinas hinchables. La de Sofía, tenía un limonero que daba buena sombra, aunque dejaba colarse la luz del sol tímidamente entre sus hojas. Había una cuantas sillas y una pequeña mesa circular en donde tenía pinta que pasaban noches tomando el aire.

Cuando llamé, salió corriendo, oyendo como sus chanclas daban golpes al suelo, saliendo y bajando los pocos escalones que había para abrir la puerta de la calle y lanzarse a mí en un fortísimo abrazo que duró unos cuantos segundos. Estaba hasta temblando de lo contenta que estaba, dándome varios besos en la mejilla y agarrando mi mano para que entrara con ella. Dejé mi pequeña maleta en la entrada y me llevó al salón, que estaba justo al entrar casi, sentándome en el sofá para preguntarme cómo había hecho el viaje y demás. Tras contarle un poco, me enseñó la casa, con la cocina, que era lo que más próximo quedaba al salón, un pequeño baño, una sala pequeña que usaban para planchar y tender y un pequeño patio. Luego subimos a la planta de arriba para enseñarme las habitaciones.

La de sus abuelos era la más grande, siendo lo normal al dormir ahí dos personas, con una decoración bonita, acorde a la edad de ellos. Luego me enseñó la suya, que estaba a continuación, siendo más juvenil en decoración, con tonos blancos y azules claros. Y, por último, me enseñó la de su madre. Fue la que más me llamó la atención, porque nada más verla, sabía que ahí dormía una mujer como ella. Se me pasó por la cabeza que la de Valentina debía ser muy parecida. Esta habitación tenía las paredes pintadas de rojo, con un tono muy intenso y con decoraciones en negro, como los muebles. También me recordó un poco a la sex dungeon de Cintia, aunque no reparé mucho más tiempo en ese recuerdo al ser uno malo. Solo me quedó por ver el baño principal, pero Sofía me dijo que su madre se estaba duchando, así que tendría que verlo en otra ocasión.

Así que bajamos al salón para sentarnos de nuevo en el sofá que tenía para hablar mientras teníamos la tele de fondo, aunque no le prestábamos mucha atención. Sofía se interesó por cómo me iba últimamente, interesándose bastante por mis alumnos en el último periodo del curso, sobre todo por los de segundo de bachillerato, con la prueba a la universidad de por medio también. Me preguntaba si era estresante lidiar con ellos en esas épocas y si alguien me había dado problemas. Le respondí a todo sin problema, impresionándome bastante cuando me dijo que le contaba lo mismo que su madre, quien bajó por las escaleras y se unió a nosotros, aunque iba con una toalla blanca grande enrollada al cuerpo y otra a la cabeza para su pelo. Vino hacia a mí como si tal cosa y me levantó del sofá para echarme una buena mirada de arriba a abajo, cogiendo mis brazos para verlos al ir yo en manga corta.

N: Nena, no me habías dicho que había cambiado tanto... Joder con el niño... Ahora entiendo muchas cosas.
S: Mamá... -decía algo avergonzada.
J: Hola, Nadine. ¿Cómo estás?
N: ¿Yo? Muy bien. A ti no te pregunto, que solo hay que verte, jajaja.
J: Jajajaja. Veo que sigues tan alegre como siempre.
N: Claro. Y más ahora que mi padre se encuentra bastante mejor. Hemos pasado unos días...
J: Ya. Sofía me ha estado contando.
N: Sí. Eso me ha contado ella, que le preguntabas muchas veces. Muchas gracias por interesarte, de verdad.
J: Me preocupó un poco cuando me lo contó y quería ver cómo evolucionaba la cosa.
N: Ya ha pasado lo malo. Menos mal que vino, porque nos pusimos regular, pero ella es muy alegre y nos tenía un buen ambiente con sus tonterías y juegos.
S: Mamá... -decía de nuevo avergonzada.
N: No te pongas así, niña, que tenemos confianza.
J: Claro, Sofía -dije pasando uno de mis brazos por sus hombros-. No te pongas así.
N: Ay, Sofi... Qué suerte tienes que te abracen unos brazos así.
S: Nada, que no para.
N: Ahora entiendo que te colaras por él. Si es que, míralo. Parece otro chico de aquel que conocí. Así tan musculado, con esos tatuajes, esa pedazo de barba... Madre mía.
S: Mamá, córtate un poco.
N: ¿Por? Con lo que gusta que te digan lo guapa que eres. Pues a él le pasará igual, ¿no?
J: Bueno, jajaja -dije riéndome por la situación en general.
S: Mamá, ¿por qué no te vas vistiendo y secando el pelo? ¿Eh?
N: Ay, de verdad... Bueno, os dejo hablar más tranquilamente. Ahora seguimos hablando.
J: Vale.

Nadine se fue, pero antes de que le pudiera decir nada a Sofía, ésta salió detrás de su madre para hablar con ella. Estaba claro que la manera de ser y de hablar de su madre le daba un poco de vergüenza. Era algo que me hacía gracia, pues en la presencia de su madre, Sofía parecía tener 15 años con ese típico comportamiento adolescente en el que le dan vergüenza absolutamente todo, especialmente cuando los padres están presentes y hablando. Al regresar, lo hizo poniendo los ojos en blanco y dejándose caer en el sofá, echándose sobre mí con claro gesto de agotamiento.

-A veces se pone muy pesada.
-A mí no me lo ha parecido.
-Es que es demasiado abierta hablando. Coge confianza con nada y pues me da vergüenza que sea así. Lo habla todo con mucha naturalidad. Y yo también puedo hacerlo, pero es que es mi madre. Me da vergüenza hablar de algunas cosas delante de ella.
-Jajajajaja. Claro, es lo normal.

Tras la aclaración, le pregunté por qué dijo eso de que su madre le decía lo mismo que yo. Y entonces fue cuando me recordó que ella se dedicaba a lo mismo que yo, dando clases de inglés. Aunque ella organizaba pequeños grupos que se traía a casa. Me contó que ella le decía lo mismo que yo y fue cuando me confesó que era algo que se había planteado hacer, empezar a dar clases también, aunque ella era ambiciosa y pensaba hacer un máster de educación y unas posteriores oposiciones para entrar en un instituto, con la idea de dar clases al nivel de secundaria. La verdad es que me impresionó bastante que me contara aquello, porque no tenía ni idea de que le gustara ni nada. Me dijo que nunca había dicho nada, porque tenía miedo a intentarlo y fracasar. A mí me pareció una tontería que dijera eso, porque la veía capaz de sobra para aquello, además de que no pasaba absolutamente nada si no lo conseguía de primeras, teniendo todo mi apoyo y estaba seguro que del resto de nuestros amigos y su familia también.

Fue el tema estrella del que estuvimos hablando durante la cena cuando Nadine bajó ya vestida y arreglada, de manera muy similar a su hija. Sofía fue como me recibió, con unos shorts vaqueros bastante cortos, aunque no eran de los que enseñaban las nalgas, pero sí dejaban sus muslos al aire por completo. En la parte de arriba llevaba una camiseta blanca de tirantes ceñida que tenía un buen escote, acabado su outfit con unas sandalias planas que se ataban a sus tobillos. Nadine, por su parte, iba casi exactamente igual, solo que llevaba una fina camisa de manga corta de color azul abierta. Vistas al lado, parecían hermanas y de lejos, parecían gemelas. Nadine desde luego era una mujer muy parecida en ese aspecto a Valentina. Físicamente aparentaba menos años, porque su cuerpo no presentaba casi flacidez ni el desgaste de la edad. En la cara sí que se le notaba más, cobre todo en sus ojos, con sus párpados algo caídos, pero era una mujer bella igualmente, con una sonrisa permanente en su cara.

La verdad es que para tener 50 años, estaba increíble. Parecía casi un clon de Sofía y aunque no la había visto desnuda, me la imaginaba como ella. Quizá sí que había alguna diferencia como ya comprobé con mi ex y su madre en su día, aunque en general eran muy parecidas también. Ese día ya había tendido bastante sexo y me sentía saciado en ese aspecto, pero era inevitable que se me fuera alguna mirada a las dos. Quizá alguna más a Nadine por aquello de ser relativamente nueva para mí y por ir vestida como su hija. Aquellos shorts le hacían buen culo y su escote me dio algún que otro problema en la cena. Fuimos andando hasta el centro, echando una media hora, aunque con la temperatura tan buena que hacía ya anocheciendo, se estaba a gusto, pero sí es verdad que la humedad hacia algo de estragos en mí al no estar acostumbrado, empezando a sudar.

En la cena, hablamos del tema de Sofía con más detalle, con ella explicando cómo había pensado varias veces lanzarse a ello, pero siempre le abordaban muchas dudas. La más importante era dejar su trabajo para centrarse en ello a fondo. Creía que podría sobrellevar al máster y el trabajo, aunque le costaría esfuerzo, pero ella pensaba que podía con las dos cosas, aunque también decía que le gustaría centrarse solo en el máster para sacarlo lo mejor que pudiera. El problema venía con las oposiciones, porque ella ya sabía que era algo muy duro por alguna amistad suya y eso sí que no lo veía compatible con un trabajo. Creía que ya de por sí era algo estresante como para aguantar también lo que tenía que aguantar en el trabajo. También comentó que estaba pensando ahorrar un buen dinero para poder vivir tranquilamente durante ese proceso de estudios.

Su idea era tener un buen colchón para vivir desahogadamente durante todo el tiempo que le llevara acabar todo aquello. Y obviamente también tenía en cuenta el posible fallo en las oposiciones, teniendo que repetirlas de nuevo, perdiendo otro año y demás. La veía hablar con tanta decisión que le pregunté sí eso era lo que ella quería hacer. Sofía me respondió que sí, que le gustaban los niños y que era algo que le gustaba, pero que se le presentó el trabajo del periódico y estuvo en él bastante tiempo, dejando pasar el tiempo, porque no le desagradaba. Pero sí que se paraba muchas veces a pensar en ello y se imaginaba a sí misma dando clase y se animaba mucho. Hasta contó que algún verano se animaba a ayudar a su madre en las clases, metiendo en casa a más alumnos para los exámenes de septiembre, corroborando aquello su madre.

Al final no llegó a nada en concreto, aunque su madre y yo la animábamos, pero ella seguía en un mar de dudas. Así se nos pasó la cena, comiendo el típico pescado frito de la costa, dando un pequeño paseo para comernos unos crepes con helado y chocolate que estaban tremendos, como yo ya conocía al haber ido allí anteriormente con mi familia en vacaciones. Estaba justo debajo de uno de los hoteles que frecuentaba en esos días y echamos un ojo por fuera, pensando en ir a verlo al día siguiente y tal vez colarnos para verlo por dentro. En esos días era increíblemente fácil colarse en las piscinas de esos hoteles y la verdad es que me apetecía verlo por dentro. Aunque me gustaba mucho más otro hotel. Este que vimos por fuera estaba en una zona muy céntrica, donde había gente por todos lados, pero el otro estaba bastante retirado, casi a las afueras, aunque igualmente en primera línea de playa. Pero se estaba tan a gusto allí al estar más tranquilo, que me encantaba pese a tener solo una piscina a diferencia de las numerosas que tenía el otro, incluso de agua salada y con olas artificiales.

Fue un rato agradable en el que nos tomamos una pequeña copa en un chiringuito que permitía irse a la playa para estar en la orilla o sentado en la arena, aunque pedían que devolviéramos los vasos, que era algo problemático. Estuvimos allí una media hora charlando un poco más mientras nos tomábamos esa copa tranquilamente, aunque yo me notaba cansado. Mi mala manera de dormir aún, el gimnasio, el folleteo con Valentina, el viaje y la humedad me tenían un poco exhausto. Ellas lo notaron y nos acabamos yendo a su casa, dando un pequeño paseo, que esta vez nos llevó más tiempo al ir más lentos, sin parar de charlar, aunque de cosas más banales. Así llegamos a la casa en la que vivían, entrando y estando yo empapado en sudor. Me dijeron que me diera una ducha si quería para descansar mejor, aunque no tenía sueño en realidad. Al decirle yo esto, ellas dijeron que en lo que me daba yo una ducha rápida, ellas preparaban una copa más para tomarla en el patio, bajo el limonero que tenían.

La verdad es que me sentó genial la ducha que me di, poniéndome ropa limpia para estar completamente a gusto y cuando salí más que me gustó todo en general. No me percaté, pero en la reja que tenía el patio para que las ramas del limonero, o limoneros ya que eran dos, ahora que me fijaba; junto a la maleza no dejaran aquello impenetrable, había unas pequeñas luces, con unas bombillas de colores que le daban un toque romanticón al lugar, aunque yo lo veía muy agradable por el ambiente tan bueno que hacía. Ambas se pusieron más cómodas, poniéndose cada una su pijama de verano. Con Sofía no me llegué a poner nervioso, porque estaba bastante acostumbrado a verla desnuda, pero con su madre, pese a ser tan parecida a ella, era otra historia, sobre todo al estar marcando bastante los pezones bajo la camisetita de tirantes que llevaba. Me senté junto a ellas para beber un poco más, estando muy bueno lo que prepararon, siguiendo con la conversación, aunque de manera diferente.
 
Capítulo 526

N: Entonces entre vosotros la cosa ya va como antes, ¿no? -dijo mirándonos a ambos.
S: Ya empezamos...
N: Ay, venga, Sofi... Si es que me cuentas poco de estas cosas.
J: No tenía yo entendido eso.
N: Pues sí. Que no te engañe, que se calla muchas cosas.
S: Me callo algunos detalles, porque me da vergüenza, vamos a ver...
N: Pero es que no sé por qué te pones así. Que yo entiendo lo que os traéis ahora la gente de tu edad. Si yo soy muy moderna, ¿o te crees que estamos descubriendo ahora lo de amigos que echan algún polvo?
S: Joder...
J: Jajajaja.
N: ¿Cómo lo llamáis ahora?
J: Follamigos.
N: Eso, que no me acordaba. Antes se llamaba amigos con derecho a roce. La lengua evoluciona.
S: ¿Y esto viene por...?
N: Por lo que me dijiste de que estabas colada por él y que no salió bien la cosa.
S: Ah...
J: Bueno... -dije interviniendo al ver que Sofía estaba un poco incómoda- Eso fue algo que surgió por la cercanía que tuvimos hace meses. Pero al final decidí abordar la situación bien, porque se estaba saliendo del tiesto.
N: ¿Por?
J: Porque estaba trayendo problemas en el círculo de amigos. Por unos pequeños celos, nada más.
N: Am... Es que me cuenta lo que le interesa.
S: Y luego tú te imaginas el resto y montas una película.
J: Jajajaja -reí al ver el pique que tenían, aunque era en broma, no se decían nada en serio, porque lo hacían riendo.
N: Así sí gusta hablar contigo -dijo mirando a su hija-. Joder, que te he dicho muchas veces que me puedes contar lo que sea. Soy tu madre, pero también tu amiga.
S: Mamá, es que me da vergüenza hablar de algunas cosas.
N: Pues no tienes por qué. ¿Tú me ves a mí con vergüenza? ¿A que no? Pues ya está.
S: Pero tú no me cuentas mucho tampoco.
N: Sofi, porque yo ya soy mayor y no tengo tanta marcha como vosotros. ¿O quieres que te cuente algún ligue que he tenido y los polvetes que he echado de vez en cuando? Jajajaja.
S: No. No hace falta.
N: Es que yo soy una mujer muy abierta -dijo mirándome-. Y si fuera por mí, estaría más en vuestro plan si os soy sincera. Peeeeero no vivo sola. Lo hago con mis padres, como si fuera una adolescente. Y no por nada en especial, sino porque son mayores y no me fio mucho de dejarlos solos en una casa con escaleras.
J: ¿Y por qué no se mudan a una que no tenga?
N: Porque han vivido aquí toda la vida desde que nos vivimos. Aunque no lo creas, esta casa tiene ya varios años. Bueno, esta y todas las que hay aquí. Y les da mucha pena irse de aquí. Y es que no quieren de hecho. Si ya hemos tenido esta conversación muchas veces. Y como no ceden, pues estoy aquí con ellos.
J: Ah... Bueno. ¿Y por qué no…? A ver. ¿Por qué no sales cuando ellos se vayan a dormir?
N: Es complicado. A veces ha habido algún problema y ha sido de madrugada. No quiero que pase otra vez y que no me pille aquí. Que eso no quita que alguna vez salga, pero no tanto como me gustaría. A lo mejor lo hago una vez al mes.
S: Mientras he estado yo aquí has podido hacerlo.
N: No iba a salir de fiesta con tu abuelo malo, niña.
S: Pero ya de últimas podrías haber aprovechado. Que esta semana ha estado bastante mejor.
N: Mañana aprovecharé y saldré con vosotros.
J: Pues mira.
N: Otra cosa que me impide tener mis historias es pues eso, que vivo con ellos. ¿Cómo voy a traerme aquí a un tío para...? Lo que faltaba ya, que con 50 años me pillaran mis padres echando un polvete estando en la habitación de al lado.
J: Jajajajaja -reí por la naturalidad con la que hablaba.
S: Madre mía... -decía mirando hacia arriba, bebiendo de su copa.
J: ¿Y en casa de ellos?
N: Las veces que he salido, pues bueno... Alguna que otra sí que lo he hecho, pero mira... Uno vivía solo y tenía la casa hecha un asco. Me largué de allí en 10 minutos. Los tíos sois unos guarros para eso.
S: Javi no. Él tiene la casa siempre bien recogida. Y huele muy bien.
N: ¿Pero vive solo?
J: Por temporadas. He tenido una compañera de piso hace poco, pero procuro mantenerla ordenada y limpia.
S: Hazme caso mamá. Es muy apañado.
N: Es verdad... Lo de la compañera de piso, que me lo contaste... Ay...
S: Shhh...
N: Bueno, otro con el que me fui a su casa era casado. A mí me daba bastante igual, pero él no quería.
S: Hala...
N: Nos apañamos en el coche. Es que... Vaya mierda. Parece que tengo 16 años.
S: La verdad es que sí.
N: Con tu padre tuve muchos momentos más decentes que los que he tenido en estos años. Y eso que éramos unos críos. Su casa se quedaba sola con frecuencia y pues aprovechábamos. También nos gustaba mucho ir a la playa.
S: Bueno, no hace falta dar tanto detalle.
N: Sofi, que no te estoy diciendo cómo me la metía, hija.
S: Pero qué bruta eres...
J: Jajajaja. ¿Lo echas de menos?
N: Ya han pasado muchos años. Demasiados. Pero fue muy especial para mí. Fue mi primer amor y con quien perdí la virginidad. No tengo un gran recuerdo de eso, porque fue regular... Los dos nuevos y en fin... Pero claro que lo echo de menos. Lo busqué durante años, pero no hubo suerte. Me mantuve hasta los 30 con esperanzas de que volviera. Iba mucho a los sitios que más frecuentábamos con la esperanza de verlo por allí. Que apareciera de repente, no sé... Pero nunca pasó. Y hace 30 años no había móviles ni nada. Mantuvo en secreto que se iba a ir hasta una semana antes. Cómo me enfadé con él por eso, pero él quería que estuviéramos bien hasta el final. En realidad, creo que fue mejor así.
J: ¿No pensaste irte con él?
N: Claro. Muchas veces, pero con 16 años era difícil. Mis padres no querían que me fuera, porque lo hablé con ellos y tal, pero es que estaba muy lejos.
S: Pero fuiste a buscarlo, ¿no?
N: Sí. Cuando me enteré de que estaba embarazada. Era algo muy fuerte para mí y creía que tenía que saberlo. Pero no lo encontré nunca. Sabía dónde estaba, la ciudad y eso, pero no la casa. Y la ciudad era enorme. Busqué por dónde me dijo que iba a trabajar, pero nada.
J: Qué duro.
N: Pues sí. Lo fue. Bastante. Mis padres me preguntaron qué quería hacer con el bebé, si tenerlo o no, porque iba a estar sin un padre y eso, aunque ellos me decían que era mi decisión y que estarían conmigo. Mi padre se puso muy tierno diciendo que él haría de padre si hacía falta.
J: Pues me parece que lo hicieron bien al decirte eso.
N: Sí. Yo no tuve la más mínima duda. En ningún momento se me pasó por la cabeza abortar. Quería tener al bebé, porque era lo único que me iba a quedar de él.
S: Y aquí estoy, jajaja -dijo abriendo sus brazos.
N: Has sido lo mejor que me ha pasado. Y tus abuelos también estaban encantadísimos. Desde que tomé la decisión y naciste. Eres como otra hija para ellos.
S: Claro, si me habéis criado entre los tres.
N: Sí. Cuando nació Sofía, ya no tenía tiempo para poder seguir buscándolo. Tenía que hacerme cargo de ella al ser tan pequeña. Y no teníamos mucho dinero al tener que comprar cosas para el bebé. Luego me puse a trabajar también y menos tiempo aún.
J: Es una pena.
N: Y cambiando de tema... ¿Qué te pasó a ti?
S: Mamá... -dijo con tono de reprimenda.
J: No pasa nada. No es justo que ella me cuente y yo no lo haga.
N: Sofi me contó algo por encima, pero no quería tampoco dar mucho detalle.
J: Lo que pasó fue que me callé cosas que no debí hacerme callado y al final me estalló en la cara.
N: ¿Le engañaste?
S: No -dijo levantando la voz.
J: Para mí no fue un engaño. Para ella supongo que sí.
N: No lo entiendo.
J: Cuando quedé con Elena sin verla al cabo de los meses, nos acostamos y entonces conocí a su hermana. Ella se obsesionó conmigo y hacía de todo para que nos pudiéramos acostar cuando Elena y yo ya nos hicimos pareja.
N: ¿Y eso?
J: Antes de hacernos pareja, cuando nos veíamos para tomar algo y lo que surgiera, su hermana me hizo una encerrona y yo caí como un idiota. Nos acostamos.
N: Uff...
J: Y ella no se conformó. Al final Elena y yo empezamos nuestra relación y ella no paraba de molestarme para que lo hiciéramos de nuevo. Tuve que aguantar muchas cosas. Noelia era una chica rara. A veces se ponía muy insoportable y otras veces era alguien normal. Pero no me queda buen recuerdo de ella. El día de mi cumpleaños, no se le ocurrió otra cosa que meterse en la cama para acostarse conmigo. Yo, creyendo que era Elena, me dejé llevar.
N: ¿Y lo hicisteis?
J: Sí. Bueno, fue breve.
S: Pero no sabía que era ella -recalcó.
N: ¿Me estás diciendo que no te diste cuenta de que no era tu chica hasta...? ¿Cómo puede ser?
J: ¿Quieres que te dé detalles? Jajajajaja.
N: Es que no lo entiendo.
S: Bueno, no hace falta que digas lo que hicisteis o dejarais de hacer. Yo te creo, quédate con eso.
N: Yo también te creo, pero me parece un poco raro eso. Que no sepas diferenciar a tu chica de otra... No sé.
J: Digamos que son muy parecidas. Además, estaba muy adormilado.
N: ¿Y cómo se enteró?
J: Pues de la peor manera posible. Y fue justo después de que tuviera lugar. No pasaría ni un cuarto de hora.
N: ¿En serio?
J: Sí. Cuando vi que era su hermana, la empujé y pegué un salto que salí de la cama. Estaba muy impactado, pero no se libró de que le gritara. Me pareció algo asqueroso lo que hizo y me enfadé como nunca lo había hecho. Luego me fui a la cocina a beber agua creo para ver si me tranquilizaba y apareció como si nada para hacerse el desayuno.
N: ¿Y Elena?
J: Noelia empezó a hablar tratando de tener una conversación. Me echaba cosas en cara, luego hablaba con mucha frialdad, como si lo que acababa de hacer no fuera para tanto. Yo estaba con la cabeza en mil sitios y respondía casi como si fuera un robot. Ella dijo muchas tonterías y me cansé. Cuando abrí la puerta de la cocina, Elena estaba al otro lado, llorando mucho.
N: ¿Y qué pasó?
J: Se marchó. Yo me quedé helado. No supe reaccionar. Al parecer no me conformaba con todo lo mal que lo hice ocultando algo tan importante durante tanto tiempo, que me quedé en la cocina cuando tenía que hacerme ido en cuanto la vi entrar y sin reaccionar yendo detrás de Elena cuando la vi marcharse. Para cuando lo hice, ya no estaba. Fueron unos pocos segundos, pero lo suficientes como para que se esfumara.
N: ¿Y esa fue la última vez que la viste?
J: Ajá... -dije pensando que no y viendo como Sofía tenía rostro triste, con los ojos vidriosos.
N: ¿Pero no la buscaste?
J: Sí. Regresé para coger las llaves del coche y fui a su trabajo, llamándola al móvil por el camino muchas veces, pero nada. Me echaron. Luego di varias vueltas por la ciudad, pero tampoco la veía. Lo único más que se me ocurrió hacer fue ir a casa de una compañera suya de trabajo de la cual se hizo muy amiga, pero ahí parecía que no había nadie. La llamé a voces y nada.
N: ¿Y ya está?
J: No. A la hora o así apareció esta chica, la amiga. Vino a recoger sus cosas echándolo todo en una maleta, aunque se fue porque no me podía ver. Le dije que necesitaba hablar con ella y que me dijera donde estaba, pero ella me advirtió diciéndome que me alejara de ella y que si no lo hacía me denunciaba a la policía.
N: ¿Cómo?
J: Pues eso. Que conocía a gente y que me iba a hacer la vida imposible. La verdad es que me dio mucho miedo. No está la cosa como para joder con eso.
N: Qué locura todo. ¿Y cómo lo llevaste?
S: Mamá, ya está.
J: Muy mal. Demasiado. Caí en un pozo del que me costó mucho salir. Pero con la ayuda de mucha gente, entre la que está tu hija, pude hacerlo.
N: Sofía me contaba que estabas muy mal. Me llamaba tan apenada...
S: ¿Podemos cambiar de tema?
N: Sofi, cariño, estamos hablando de algo que pasó hace ya un tiempo.
S: No creo que quiera recordar todo eso.
N: ¿Y de qué hablamos entonces? Porque entre que no te gusta este tema y que también te da vergüenza algunas cosas...
S: De lo que quieras, me da igual que me hagas pasar vergüenza con tal de no hacérselo pasar mal a él.
J: No pasa nada.
S: Pues menos pasa si no se habla de eso.
N: Pues vamos a hablar de eso de que te colgaste por él. Porque no me he enterado del todo de eso.
J: Según me dijo ella, empezó en Navidad. Le daba pena por cómo estaba y eso pareció despertar algunos sentimientos en ella.
S: Pero no te quedes solo con eso. Yo te considero una persona genial. Desde que nos conocimos me caíste muy bien. Y también sentí atracción. Pues todo eso se mezcló con el cariño que te cogí esos días al verte así tan bajo de ánimo al tratar de animarte, de pasar tiempo contigo... Luego también lo que pasó en el trabajo y cómo reaccionaste...
N: Eso fue un patinazo bastante grande.
J: Hice lo que tenía que hacer. Fue por mi culpa por lo que se metió en ese lío. No iba a dejar que la echaran cuando lo único que estaba haciendo era ayudarme más de lo que merecía.
S: No digas eso.
J: Es lo que es, Sofía. No me puedes decir que no.
S: Yo hice lo que hice porque te quiero y necesitabas ayuda. Fue una cagada mía.
J: Una cagada que tuviste por mi parte. Yo no tenía cuerpo para trabajar y tarde o temprano iba a estar fuera del periódico.
N: Yo creo que él lo hizo muy bien. Dio la cara por ti y se sacrificó, siendo en realidad un mal menor, porque no estaba para trabajar.
S: Ese gesto me revolucionó por dentro una vez se me pasó el berrinche y pude pensar mejor.
N: Es que claro... Son muchas cosas como para no sentir algo más por él. Venimos de que sentías atracción por él y pasa todo esto.
J: También dormimos juntos en alguna ocasión. Eso, quieras que no, es acercamiento.
S: Pero sin pasar nada más. Solo dormir.
N: Sofi, ¿qué te crees, que no sé que vosotros habéis echado vuestros polvetes?
S: Joder...
N: Estoy segura de ello. Se ve que tenéis mucha confianza con algunos gestos y miradas.
S: Bueno, que conste que no fui yo la que dio el paso.
J: Eso es verdad.
N: ¿Fuiste tú?
J: Sí.
S: Fue cuando ya se puso fuerte y se tatuó. Pegó un cambio... Se quedó muy delgado cuando... Parecía otro.
N: Pues me alegro por vosotros. Aunque la cosa no acabara como le hubiera gustado a mi Sofi -dijo mirándome.
J: Ya. Es una pena, pero yo no puedo empezar una relación. Creo que no soy capaz de darle a la otra persona lo que necesita en una relación.
S: No digas eso, ya verás como con el tiempo puedes.
N: Qué pena me dio mi niña... Ella me dijo que estaba ilusionada contigo. Eso sí que me lo contó. Me habló varias veces del tema, aunque sabía lo que pensabas tú, pero le gustaba tanto lo que sentía que no podía remediarlo. El día que hablasteis en serio... Mami, no ha podido ser... Me decía llorando. Parecía que era pequeña otra vez y tenía 5 años. Me rompió por dentro cuando me llamó así diciéndome eso.
J: Joder, me estando una pena...
S: Eso ya pasó. No te preocupes -dijo sonriendo.
N: Cambió mucho el chip cuando se vino aquí. Lo pasó un poquito mal, pero bueno. Eso nos ha pasado a todos.
S: La llamé en cuanto me dejaste en mi casa. Justo cuando terminamos de hablar.
J: Lo siento mucho, de verdad.
S: Javi, que ya está. No pasa nada.
J: Y menos mal. Pensé que nuestra amistad de iba a ir a la mierda.
N: Yo también un poco. En esas situaciones suele pasar eso. Me alegro muchísimo de que no haya sido así. Me encanta que seáis así de amigos.
J: No sabes lo importante que es ella para mí.
S: Y tú para mí.
N: Bueno, niños. Os dejo aquí, que estoy un poco cansada y tengo sueño. Me voy a la cama.
J: Yo creo que también me voy a ir. Estoy cansado.
S: Y yo.
N: Dormís juntos, ¿no?
S: No -decía cortada-. Él duerme en mi habitación y yo en la de los abuelos.
N: Que no pasa nada, ¿eh? Que podéis dormir juntos si queréis para echar un buen rato y eso. Por mí, no os cortéis.
S: Mamá, ya está bien, ¿no?
N: No seas más tonta ya. Tenéis que aprovechar, vosotros que podéis.
S: Anda, tira.

Nadine se llevó los vasos de las copas que nos tomamos, ya vacíos y se despidió de nosotros, con un beso a su hija y dos a mí, dejándonos a los dos allí, aunque no tardamos ni 5 minutos en subir también para irnos a la cama. Con la tontería era ya la 1 de la noche y el plan del día siguiente era madrugar un poco para ir a la playa y pillar un buen sitio, para echar la mañana allí, en una zona más céntrica para cuando dijéramos de ir a comer y hacerlo por allí. Así que Sofía y yo nos dimos las buenas noches, acompañándome ella a su habitación para dejarme todo listo, yéndose ella a la habitación de sus abuelos. Me tumbé en la cama y estuve un rato pensando, pero pese al cansancio que tenía, no podía dormir, así que cogí el móvil para leer los mensajes que pudiera tener, encontrando varios, aunque sin mucha relevancia, pasando después a mirar la aplicación de mensajes que me permitía poder hablar con Valentina, encontrando algún mensaje de ella.
 
Capítulo 527

-Habíamos quedado en que me dirías algo cuando llegaras, pero no lo has hecho. Imagino que te has despistado y que se te ha olvidado, pero dime algo cuando puedas, por favor.

Pues sí que se me había olvidado decirle que había llegado sin problema y parecía preocupada por mí al no haberlo hecho, cosa que me gustó, así que le respondí, aunque no sabía si me iba a responder, porque ya había pasado bastante tiempo desde que me había escrito ella eso.

-Sí. Ya he llegado. Perdona, pero es que se me había olvidado. Lo siento.

Para mi sorpresa, Valentina me respondió al par de minutos.

-Menos mal... He estado a punto de llamarte.
-¿Tan preocupada estabas?
-Pues sí. Habíamos quedado en una cosa y tú haces lo que te da la gana.
-Nooooo. Se me ha pasado. No es la primera vez que me pasa esto de avisar en los viajes. Ni la segunda.
-Pues eso está muy mal. ¿No ves que se preocupan por ti si no lo haces?
-Ya lo sé.
-Pues no lo parece.
-Va, no me eches la bronca por esto también, que bastante tengo cuando lo hace mi madre. Además, ya soy mayorcito para tener que ir con llamaditas.
-Bueno...
-¿Y tú? ¿Qué tal?
-Pues nada, descansando, que esta tarde hemos tenido lío.
-Y que lo digas...
-No, no me refería a eso, tonto...
-Ya. Me estoy quedando contigo.
-No me tomes el pelo anda, que cuando estoy cansada no estoy para bromitas.
-Uy... Qué poco aguante tienes...
-Me lo dice el que hoy no ha durado nada...
-Bien sabes por qué ha sido.
-Sí. Por tu culpa 😜
-Ya verás cuando te pille...
-Ah, ¿no ibas a estar ocupado?
-¿Y qué tendrá que ver eso?
-No sé... A lo mejor no tienes ganas de hacer nada conmigo cuando vuelvas...
-Muy malo tengo que estar para que no quiera hacer nada contigo.
-A ver si es verdad y la semana que viene nos vemos.
-Cuando quieras.
-¿Y has hecho algo interesante ya?
-Relájate un poco con eso que te dije de que me vería con alguien.
-No iba por ahí. Me refería a si has dado una vuelta y has visto algo interesante.
-Bueno... Pues sí. He estado dando una buena vuelta por donde solía veranear de pequeño. Me han venido muchos recuerdos. Todo está igual, hasta están los mismos puestos de arte urbano que pintan cuadros con pintura en spray. También un pequeño parque de atracciones con puestos de tiro, como en las ferias. Me ha hecho ilusión volver a ver todo esto.
-Me alegro de que haya sido un momento tan bueno.
-Mañana quiero colarme en los dos hoteles que más solía frecuentar. Quiero verlos y bañarme en las piscinas.
-Javi... Eso está feo.
-Si lo hace todo el mundo.
-Yo no.
-Pues si estuvieras aquí conmigo, te venías, porque no te ibas a quedar en la puerta esperando, ¿no?
-¿Te gustaría que estuviera ahí contigo?
-Claro. ¿Por qué no? Pero es que me da cosa decir de traer a alguien. No hay mucho sitio y tendríamos que dormir juntos. Y tenerte tanto tiempo a mi lado sin poder hacer nada... Porque seguro que si estuvieras aquí ahora mismo conmigo no querrías hacer nada por si nos pueden oír.
-De todas maneras, tengo mucho lío. No puedo escaparme.
-¿Y qué haces tú para entretenerte?

Entonces Valentina me envió una foto, aunque no se le veía la cara. En ella salían sus piernas, muy brillantes, como si se hubiera echado crema. Además, se veían sus preciosos pies, algo pequeños para la altura que tenía, que no era poca, estando uno encima de otro, cruzado, con sus uñas pintadas de rojo, como siempre las había visto, al igual que las de las manos. También salía sujetando un libro, pudiendo ver que era su mano, aunque solo podía ver su pulgar. Parecía estar en su habitación, sobre una cama que tenía pinta de ser grande, con unas sábanas blancas, al igual que el mueble que logré ver y que salía por encima de sus pies en la imagen.

-Joder, es que hasta para leer estás sexy.
-Jajajaja.
-Es verdad. Que piernas más bonitas. Y tus pies también.
-Ya me he dado cuenta de que te gustan. Me los has besado y lamido varias veces.
-Y lo haría ahora mismo.
-Qué pena que no estés por aquí...
-Sí, en tu casa voy a estar. Si no me dejas ir.
-Ya sabes por qué es.
-Solo te tomo el pelo.
-Ay...
-¿Y cómo es que me has mandado una foto? ¿Estás bien? Jajajaja.
-Síiiiiiii. Listillo. Pero si quieres, no te mando ninguna más.
-No, no. Mándame todas las que quieras.
-Está muy bien esta aplicación. Puedo borrar los mensajes que yo quiera, o todos de golpe. Me gusta.
-Ya te lo dije. Está bastante bien. La silencias y ya está. Y si ves que tal, pues la desinstalas y luego la vuelves a instalar. Pero no me borres a mí nada. Me gusta tener esto para verlo de vez en cuando.
-¿Lees lo que nos escribimos?
-Sí. Me gusta leerte.
-Ay... Que el picaflor se enamora...
-No. No te vengas arriba.
-Estoy de broma. ¿O tú sí puedes y yo no?
-Jajajajaja.
-😜
-Pues me estoy poniendo tonto con la tontería... Me podías mandar otra.
-No. Te quiero dejar con las ganas.
-¿Pero por qué?
-Por vacilarme tanto, que te gusta mucho.
-¿Esto es un castigo?
-Sí. De los que te gusta a ti poner dejándome con las ganas.

Me hizo gracia ese comentario, aunque no se me ocurría qué le podía escribir para contraatacar, así que opté por echarme una foto después de toquetearme un poco para que se me pusiera dura. Me bajé los boxers, ya que solo estaba con eso puesto y me eché una foto en la que se me veía desde la entrepierna hasta la cara, estando tumbado boca arriba y con la polla dura, mandándosela.

-Mira como no te dejo con las ganas.
-Pero Javi...
-Es para que veas cómo me has puesto. Y eso que solo me has enseñado las piernas. Si llego a ver tu carita... Tus tetas... Y todo lo demás, pues imagínate.
-Sabes que no me gusta hablar así. Y menos por mensaje.
-Pero a mí sí.
-Pues bájate el calentón y cuando quieras hablar como una persona normal, me escribes.
-¿Te has enfadado?
-No. Pero es que tu actitud a veces me pone de los nervios.
-Somos un poco opuestos.
-Totalmente.
-Pero a mí me gusta que sea así. Chocamos bastante y eso lo hace divertido y entretenido. No sé, prefiero que seas así a que estés diciendo que sí a todo.
-Opino un poco igual. Pero hay cosas que me chirrían. Como el lenguaje que usas.
-Bueno, pero tampoco me voy a volver un refinado ahora. Además, solo hablo así cuando toca. Me comporto cuando hay que hacerlo, ¿o no lo viste en la cena que tuvimos en mi ciudad?
-Sí. Estabas muy formal. Ojalá siempre fueras así.
-Nah, olvídate. Un rato vale, pero estar siempre así tiene que ser un coñazo.
-No tanto.
-Yo no te pido que seas como cuando estamos solos, ¿no? Aunque me encantaría que me provocaras, que hablaras guarro de vez en cuando, poder jugar un poco fuera...
-¿Fuera?
-Pues mira, por ejemplo, me gustaría ir a la piscina contigo. Pasar un buen día ahí y hacer algún que otro juego. En bikini tienes que estar...
-¿Qué clase de juego?
-Alguna provocación, a lo mejor algún toqueteo sutil...
-Cómo se te va la cabeza...
-No es para tanto, mujer.
-¿Lo has hecho?
-Si yo te contara...
-Pues cuéntame.
-He hecho muchas cosas. No sé qué decirte en específico.
-Lo más loco que hayas hecho.
-¿En una piscina? Follar.
-¿En serio?
-Sí. Y no estábamos solos. Había gente. En una municipal.
-Te estás quedando otra vez conmigo.
-No. Te lo prometo.
-No te puedo creer.
-¿Quieres que te cuente detalles? Jajajaja.
-No. No hace falta.
-Estuvo bien.
-¿Eso es lo más loco?
-Pues... Está ahí, ahí con otra.
-¿Cuál?
-A ver, aquí había gente. Bastante, obviamente. Pero en la otra ocasión, no había tanta.
-¿Cómo va a estar igualada entonces?
-Ten en cuenta que me follé a mi ex en la piscina estando su madre y la mía a unos 10 metros.
-Tú estás loco.
-Puede.
-¿De verdad hiciste eso?
-Sí. Menos mal que estábamos solos... Bueno, con unos amigos, pero no había vecinos.
-¿Cómo que no había vecinos?
-Era en la casa en la que vivíamos. Una urbanización con piscina. Pero estaba todo el mundo fuera.
-Javi, me estas vacilando, ¿no?
-Que no, Valentina. Jajajaja.
-¿Y dices que te gustaría hacer eso conmigo?
-Veo imposible hacer algo remotamente parecido contigo. Si te imagino en la piscina con el sombrero ese que llevaste el otro día y con esas gafas. Imagínate haciendo algo divertido...
-A lo mejor te llevas una sorpresa un día de estos...
-Síiiiiiiiiiii. Seguro.
-Bueno, te dejo, que mañana tengo que madrugar y tengo muchas cosas que hacer.
-Vale. Yo también tengo que levantarme algo temprano para pillar un buen sitio en la playa.
-Que duermas bien.
-Lo intentaré. Que pases buena noche tú también.

Dejé de hablar con ella habiéndome quedado con las ganas de haber rascado una foto más sugerente, pero la verdad es que no había estado nada mal la conversación, porque me gustaba hablar con ella de esa manera para picarnos y meternos el uno con el otro. Me quedé pensativo en aquello de poder ir con ella a la piscina. Desde luego era algo que me apetecía, pero que veía tan lejos, que me lo quité rápidamente de la cabeza. Lo que sí que me vino rápidamente fue algo que tenía pendiente con alguien más. Al final la cosa había quedado clara con Valentina para que no hubiera problema con eso de verme con algunas chicas y Sara era una de ellas. Le tenía muchas ganas por todo lo que había pasado entre nosotros, porque esa chica tenía algo que me ponía bastante. Su cuerpo, su manera de ser, esa carita que ponía entre juguetona y sumisa. No sé, pero tenía que quedar con ella.

Por eso le escribí por WhatsApp, aunque no sabía si me contestaría en ese momento por las horas que eran, aunque estando en verano, el tiempo invitaba a irse a la cama más tarde. En este caso, Sara me respondió casi al instante. Estuvimos hablando para ver cómo iba la cosa y le conté que al final sí que nos podríamos ver. Se alegró mucho de la noticia, aunque me dijo que estaría fuera unos días, volviendo el fin de semana a nuestra ciudad. Se enfadó un poco por eso mismo, por la mala suerte en no poder coincidir antes, pero no era para tanto. Hasta me dijo de hacer algo por llamada, pero le respondí que estaba en casa ajena y que no estaba solo, por lo que no podía estar hablando, ni en tono bajo, porque se notaría demasiado. Así nos despedimos quedando para el próximo fin de semana. Y a los pocos minutos empecé a oír algunos pasos, acercándose a la habitación en la que estaba yo.

-¿Estás despierto? -susurró Sofía después de abrir un poco la puerta al haberla dejado yo casi cerrada.
-Sí.

Una vez le respondí, Sofía se coló en la habitación, cerrando la puerta con mucho cuidado y lentitud para no hacer nada de ruido imagino. Después de hacerlo, se tumbó en la cama conmigo, haciéndolo con cuidado y lentamente de la misma manera, porque la cama sonaba bastante.
 
Capítulo 528

-¿No puedes dormir? -me preguntó entre susurros de nuevo.
-Ya sabes que tengo problemas para dormir -respondí susurrándole yo también para seguir así el resto de la conversación.
-¿Quieres algo? ¿Algún calmante, un vaso de leche...?
-No. No te preocupes.
-Oye, perdona por lo de mi madre.
-¿El qué?
-Pues toda la conversación en general. Es que ella es muy abierta. Demasiado. Y no tiene filtro a la hora de hablar o preguntar.
-No pasa nada. Si ya has visto que no estaba incómodo.
-Ya, pero no creo que haya sido buena idea sacar ciertos temas. Seguro que te ha traído muchos recuerdos que no quieres rememorar.
-No ha sido para tanto.
-Puede. Pero es que no quiero que vuelvas a esos días. Javi, te veía tan mal que me podía. Y no quiero que vuelvas a pasar por eso.
-Gracias. Pero ya ha pasado un tiempo. No pasa nada, de verdad.
-Es que alguna vez le he contado algo. Me veía así de triste y mi madre me conoce. Sabe que no me pongo así por estar agobiada en el trabajo. Y pues no se me ocurrió nada mejor que decirle, así que le conté un poco. Siempre que hablaba con ella se preocupaba por cómo estabas. Le caíste bien cuando te la presenté y al ver que tu estado también me afectaba a mí, pues se interesaba también.
-Tu madre es una buena persona. Se preocupa por la gente que no conoce casi de nada. Y la verdad es que me gusta su manera de ser. Me da confianza, no sé.
-Es una cachonda. Está todo el día así.
-Pues entonces no os aburrís.
-No, jajajaja. Bueno, cuando mi abuelo se puso malo, sí que estaba un poco de bajón, pero ya me encargaba yo de cubrirla.
-Eso está muy bien. ¿Y eso de que la llamaste cuando hablamos y…?
-Pues claro. Le conté que había algo y pues me puse muy triste cuando entré a casa. La llamé enseguida.
-Es que me ha hecho gracia cómo lo ha contado.
-Fue exactamente lo que le dije.
-Ay... Me da mucha pena recordar el momento e imaginarte así -dije abrazándola.
-Fueron unos días un poquito difíciles, pero se me pasó rápido.
-Y menos mal, porque creía que nuestra amistad se había acabado...
-Ni loca te saco de mi vida. Además, me pones mucho, ya lo sabes -dijo acercándose para darme un beso.

La recibí con ganas, porque era verdad. Atracción entre los dos había, y no poca. Desde ese problema y con nuestros últimos encuentros, supe apreciar más esos momentos con Sofía. Así que seguimos con ese beso durante unos segundos más, acariciándole yo su cuerpo de paso. Tenerla tan cerca hizo que se me pusiera morcillona, pero claro, era imposible que no pasara con su olor tan bueno, sus labios sobre los míos y por cómo notaba sus tetas sin sujetador apretarse contra mí.

-Ah, se me olvidaba -dijo despegándose súbitamente de mí.
-¿Qué pasa?
-Irene me ha contado una cosita.
-¿El qué?
-Algo de que estás conociendo a alguien.
-Cómo le gusta a ésta hablar también...
-Jajajajaja -reía bajito, hincando su cara en mi pecho.
-No nos estamos conociendo en plan para ser pareja.
-Uy...
-Es que ha sonado como si fuera así. Ya sabes que yo no busco nada serio.
-¿Qué es entonces?
-Pues una follamiga.
-Anda... -decía divertida- Cuéntame eso.
-Da la luz o algo, que no te veo.
-Espera.

Entonces Sofía cogió un pequeño mando de su mesita de noche y encendió unas luces que tenía puestas por el techo. Parecían ser de esas de led y la verdad es que daban un ambiente bastante sugerente. Fue pasando colores hasta que llegó al azul celeste, dejándolo ahí.

-Qué bonito esto, ¿no?
-¿A qué sí? Me encanta ponerme estas luces cuando me relajo aquí mientras estoy viendo alguna peli o serie en el ordenador.
-Me gusta. A lo mejor te copio la idea. Para echar un polvo tiene pinta de dar buen ambiente. ¿Es así?
-Ni idea.
-¿Cómo?
-Nunca me traigo a nadie aquí. En casa siempre hay alguien de mi familia. Sería muy sospechoso si me traigo a alguien de noche y tal...
-Ni que fueras una adolescente.
-Me da vergüenza con mi familia al otro lado de la pared. Con lo que suena la cama esta...
-Es verdad. Suena bastante.
-Aunque otras cosas sí que he hecho.
-¿El qué?
-Tocarme. Y para eso sí que van bien. Me gusta el ambiente que da.
-Anda.
-Alguna de esas veces ha sido pensando en ti -dijo acariciando mi paquete-. Sobre todo, últimamente. El último polvo que eché fue contigo.
-¿En serio?
-Ajá. Con mi abuelo pachucho no salía para nada. Entonces, pues no tenía ocasión de verme con nadie. Aunque no te creas que soy mucho de hacer eso... Y los amigos con los que lo he hecho alguna vez estaban fuera. Aunque ahora están por aquí. Mañana saldremos con ellos y te los presento.
-Guay.
-Va, cuéntame lo de esa persona que estás conociendo.

Como la veía tan interesada, le empecé a contar sobre Valentina. Le conté prácticamente todo, desde que la empecé a ver en la cafetería, cómo me acerqué a ella cuando coincidí de noche, todas nuestras aventuras con las discusiones y los buenos momentos, la vez que la llevé a mi ciudad y lo último de los análisis.

-Qué chica tan intensa... Parece que tiene carácter.
-No lo sabes tú bien...
-¿Cómo es físicamente?
-Pues la verdad es que es similar a ti. Es alta, muy guapa, con buenas tetas y buen culo. Es un pibón.
-Mmm, como yo...
-Muy parecida a ti, te lo prometo.
-¿Puedo verla?
-No tengo ninguna foto.
-Pues en alguna red social.
-No tiene. Ya la he buscado, pero no la he encontrado.
-¿Qué chica no tiene redes sociales hoy en día? Y más si está buena...
-No es tan chica. Tiene 40 años.
-¿Qué? -preguntó sorprendida, tapándose la boca con la mano por ser demasiado efusiva.
-Pues eso, jajaja.
-Joder, ahora tengo más ganas de verla.
-Mira, imagínatela. Piensa en tu cuerpo desnudo -dije mirándola y viendo cómo cerraba sus ojos para imaginarlo-. Imagínatela con la piel muy clara. No muy blanquita, sino color carne.
-Ajam...
-Con unas tetas como las tuyas con unos pezones parecidos a los tuyos también, pero de color rosa.
-Uff...
-Su culo casi exactamente igual que el tuyo. Precioso. Tiene unas piernas largas, con unos pies muy bonitos y pequeños. Siempre lleva las uñas pintadas de rojo.
-¿Qué más?
-Sus brazos también son bonitos, es que no se le nota la edad. Aparenta unos 30.
-¿Cómo yo?
-Tú también aparentas menos. Tienes una cara un poco de niña.
-Mmm... -dijo pasando una de sus piernas por las mías.
-Sus manos también son pequeñas. Parecen delicadas y lleva las uñas de rojo, igual que las de los pies. Me ha dicho que toca el piano y parecen perfectas para eso.
-Sigue, sigue.
-De cara es guapísima. Tiene unos ojos azules preciosos, unos labios carnosos que suele llevar de rojo, una nariz fina... Y su peinado. Lleva una melenita así en plan Cleopatra. Con su flequillo a la altura de las cejas y a la altura de los hombros, aunque los mechones delanteros son un poco más largos.
-En plan como si fuera en pico, ¿no?
-Eso es.
-¿De qué color?
-Castaña.
-¿Cómo es su voz?
-Es sexy. No tiene voz aniñada, tiene una voz de mujer.
-¿Algo más?
-¿Quieres que te describa cómo es ahí abajo?
-Porfa...
-Tiene unos labios alargados. Finos y rosados. Es bonito. Y encima de él tiene un triángulo de pelito.
-Con lo que te gusta eso...
-No sabes cómo me puse cuando descubrí que lo tenía así...
-Me lo imagino -decía riendo bajito.
-Lo tiene precioso. Es tupido y bastante oscuro, pero lo lleva siempre perfectamente arreglado.
-Qué suerte has tenido entonces.
-Eso mismo pienso muchas veces.
-¿Y en la cama cómo es?
-Me lo paso bastante bien con ella.
-Mmm... -murmuraba pensativa- ¿Solo eso?
-No es la mejor con la que he estado.
-Oh...
-No es como Irene. O como tú. Vosotras sois más cañeras. Ella es más convencional por así decirlo.
-Mmm... ¿Me pones algún ejemplo?
-No es muy abierta a probar cosas nuevas. Por ejemplo, tiene un culo precioso y en alguna ocasión le he dicho que me encantaría jugar con él, pero ella no quiere.
-Bueno...
-Aunque una vez sí hicimos algo con mi semen.
-¿El qué?
-Le dije que lo probara, pero no le hacía gracia la idea. Lo probé yo al lamer mi dedo con un poco y ella sacó la punta de su lengua para rozar mi dedo.
-¿Y...?
-Por la cara que puso, no le gustó. Pero ya te digo que así es imposible que haya notado el sabor.
-¿Un poco antigua tal vez?
-Puede. Y recatada. Ya sabes cómo hablo yo, que digo algunos tacos y hablo de manera muy guarra en el asunto.
-Ajá.
-Pues me suele llamar la atención por eso.
-¿Es pija?
-Mmm, no. No llega a eso. Es muy formal. Tal vez se pase de formal. Me gustaría que fuera más juguetona.
-Ya veo.
-Y a ella le gustaría que fuera más formal. En fin, tonterías.
-Bueno, pues si lo pasáis bien, guay.
-La verdad es que me pone mucho. Y en la cama disfruto mucho con ella pese a lo que te he contado.
-¿Y ella?
-También. Llevaba mucho sin verse con alguien por lo que me ha dicho. Ha estado mucho tiempo centrada en su trabajo y ahora parece que quiere vivir un poco más. Si apenas tenía amigas tampoco.
-Pues vaya...
-También hemos tenido momentos complicados...
-¿Por?
-En resumen, últimamente me he visto con varias chicas. Y lo hice sin protección con dos. Me la lio bastante cuando se lo conté. Y lleva razón. Nos hicimos unos análisis para quedarnos más tranquilos.
-¿Y qué tal?
-Todo ha salido bien. Pero estuve a pan y agua varios días. El plan de llevarla a mi ciudad se medio jodió por eso. No lo pasamos mal, aunque podría haber sido mejor. También llevaba un cabreo ella...
-Entiendo.
-Incluso me dio un medio ultimátum diciendo que mientras me viera con ella no quería que me viera con más.
-¿En serio?
-Sí. Y yo acepté, ¿eh? Por miedo a que se marchara. No quiero que lo haga. Me gusta pasar tiempo con ella. Pero justo hoy le he hecho entender que eso es una tontería, porque no somos pareja.
-¿Y qué tal se lo ha tomado?
-Bueno, bien. Dice que le molesta un poco, pero que lo entiende. Yo le he prometido que voy a llevar todo el cuidado que pueda cuando me acueste con otra chica.
-Y le parece bien, ¿no?
-Sí. Parece que se ha quedado conforme.
-Claro, querrá hacerlo contigo despreocupadamente.
-No, si con ella también uso condón. No me la he follado a pelo nunca. Ni siquiera me la ha chupado sin condón.
-¿Y tanta preocupación si usáis protección?
-A ver, yo sí que se lo he comido de manera normal. Y besarnos lo hacemos mucho también.
-A lo mejor está exagerando un poco.
-Puede, pero tampoco está de más protegerse bien.
-Claro, eso nunca está de más.
-Eso me lleva a decirte que vamos a tener que usar protección si quieres que...
-Bueno. No pasa nada.
-¿Sigues tomando pastillas?
-No. Ya no.
-Pues con más motivo.
-¿Para chupártela también?
-Sí.
-Ya te he dicho que no me he visto con nadie más que contigo. Sabemos que estoy limpia.
-Sofía, se lo he prometido.
-Vale, no pasa nada.
-He comprado de sabores, no te preocupes.
-Vale.
-Y yo también lo usaré para comértelo.
-¿Cómo?
-He visto que sirve para protegernos también. Haciéndole un par de cortes se puede abrir y sirve como barrera.
-Mmm, vale. Nunca me lo han comido así, pero como tú veas.
-¿Te apetece?
-Bastante. Me he puesto muy tonta cuando me la has descrito. Y también tengo ganas de ti -dijo agarrando mi cara para besarme.

Nos volvimos a besar, con nuestras manos paseándose por el cuerpo del otro, aunque ella no se movía nada y me agarraba para que yo tampoco lo hiciera.

-Javi, es que la cama suena mucho.
-¿Cómo lo hacemos entonces?
-Levántate con cuidado.

Nos levantamos llevando todo el cuidado posible, aunque algo de ruido hicimos por lo que sonaba la cama. Sofía cogió la sábana y la estiró sobre el suelo, cogiendo también la almohada y echándola al suelo sobre ella. Señaló con una sonrisa bonita y se acercó a mí para besarme de nuevo poniéndose de puntillas y agarrando mi cara de nuevo. Yo la agarré del culo para levantarla un poco, riendo ella.

-No entrará tu madre, ¿no?
-Nunca ha entrado sin llamar. Pero vamos a hacer el menor ruido posible.
-Vale -dije tirando de su camisetita de pijama para quitársela y dejar sus tetas al aire.
 
Capítulo 529

Tras eso, me encorvé un poco para comerle las tetas mientras ella me acariciaba la cabeza y resoplaba muy bajito de vez en cuando. Después, le quité su pequeño pantalón de pijama, dejándola con un tanga blanco. Estaba muy sexy de esa manera y con todo lo que hablamos minutos antes y esa luz tenue, estaba bastante a tono. Ella agarraba mi paquete, ya endurecido por completo por encima de la tela, aunque no tardaría nada en sacarla para empezar a pajearme muy lentamente. Estuvo así durante unos segundos, habiendo dejado mis boxers a medio muslo, pero los terminó bajando de un tirón con la otra mano sin soltar mi polla. Subió para darme otro beso sin dejar de tocarme de esa manera, aunque yo también quería tocar, por lo que la moví para estar más cómodo cuando dijera de meter la mano dentro de su tanga, lo cual tuvo lugar de inmediato.

Una vez lo hice, deslicé mi mano por su pubis, encontrándolo muy suave, y aunque es cierto que a mí me gustaba de otra manera, notarlo así de liso me gustó bastante. Ella suspiró al notar mi tacto por la zona, aunque cuando llegué a su raja lanzó un pequeño y corto gemido que no le alarmó de que pudiera haber sido oído por su madre, porque lo lanzó muy bajito. Estaba mojadita y eso me gustaba bastante, por lo que empecé a pasar la yema de mi dedo corazón por ella, subiendo y bajando, con Sofía pasando uno de sus brazos por mi cuello para agarrarse a mí y dirigir mi cara a la suya para besarme. Fueron unos 2 minutos los que estaríamos así, con ella de pie, aunque flexionando un poco las piernas. Al verla tan excitada, empecé a frotar mi dedo con más rapidez e intensidad, suspirando ella de nuevo, hasta que se lo metí, haciéndolo también lentamente al inicio, pero rápidamente conforme hacía repeticiones.

Sin que me lo esperara, me agarró con fuerza la muñeca para que parara, estando con la respiración bastante entrecortada. No se había corrido, pero porque ella no había querido, porque me paró de esa manera tan brusca. Me miraba con una expresión muy bonita que mezclaba excitación y vulnerabilidad. No es que pudiera verla de la mejor manera por la luz tan tenue que teníamos, sobre todo al tener yo mi cara sobre la suya por la postura, tapándola bastante. Pero aun así podía adivinar ciertas expresiones. También le temblaban un poco las piernas, aunque al agarrarse a mí podía mantenerse estable. Sofía agarró mi mano de nuevo para llevarse el dedo que la masturbaba a la boca y chuparlo.

-¿Qué pasa? -pregunté al ver cómo me paraba.
-Nada... Que no me quiero correr aún. Me muero por comértela.
-¿Sí?
-Uff... Mucho. El polvo que eché en tu casa fue el último. Y Andrea nos interrumpió. Con lo bien que lo estábamos pasando...
-Pero al final acabamos.
-Sí, pero me cortó un poco el rollo. Estaba muy a gusto en el sofá, por la postura también.
-Ahora la hacemos.
-Bieeeeen -celebraba muy bajito.
-Pero yo también te lo quiero comer.
-Vale, pero despacio, que no me quiero correr hasta que me folles.
-¿Tienes unas tijeras por aquí?

Sofía fue hasta su escritorio para coger unas tijeras del cajón y dármelas, aprovechando también para cerrar la ventana y poner el aire. Antes de que viniera estaba con la ventana abierta y se estaba bien, pero ahora con el calentón ya empezaba a hacer calor en la habitación y más que iba a haber con el folleteo. En nada apañé el condón para hacer la barrera que vi que servía igual que una de verdad y Sofía se sentó en la cama, con su culo en el filo para sentarme yo en el suelo y poder comérselo más cómodamente. Ella me miraba curiosa y yo puse el condón bien abierto sobre su coño para cubrir toda la zona. La verdad es que era algo raro. No daba la sensación de estar comiendo un coño, sino de estar como intentando hinchar un globo. Aun así, me acostumbré rápido y pude adaptarme más o menos, porque había detalles que eran difíciles o imposibles, como meter la lengua por el orificio, algo que siempre hacía en esos casos, o también jugar con mis dedos, aunque tenía ambas manos ocupadas sujetando y estirando bien el látex del condón.

Al menos el sabor era más agradable que el de uno normal al ser éste uno afrutado, pero tampoco era cosa de otro mundo. Ella me acariciaba la cabeza, aunque no la notaba ni de lejos como en otras ocasiones en las que le había hecho lo mismo. La miré a los ojos y ella hacía lo mismo conmigo, aunque echaba su cabeza hacia atrás para tumbarse del todo y concentrarse así en sus sensaciones. Era una putada ver esas tetazas y no poder agarrarlas, cosa que deseaba como nada en ese momento. Y conforme pasaban los minutos, se hacía incómodo, porque se me escurría el preservativo de los dedos y aflojaba la sujeción al estar pendiente también de darle placer a ella. Por eso lo dejé un poco sobre la cama para besarle el torso mientras jugaba con sus tetas. Por los pequeños sonidos que hacía parecía estar disfrutando más eso que la propia comida de coño en sí.

-Vamos, que te la chupo -dijo incorporándose de la cama.
-No te ha gustado, ¿no?
-La verdad es que ha sido la comida de coño más rara que me han hecho. Nunca me lo han comido así. Se sentía raro y se pierde mucho.
-Ya, si yo también lo he sufrido. No ha sido ni la mitad de bueno.
-Da igual, no pasa anda. Ven, siéntate tú ahora aquí.
-Espera, que me pongo un condón.

Saqué otro condón y me lo puse para que me la comiera así. Me puse de la misma manera que ella, con mi culo bien pegado al filo, sentado y ella de rodillas sobre el suelo, aunque se puso sobre la almohada para estar más cómoda. En esta ocasión fue diferente, porque ella sí que parecía pasarlo bien, al igual que lo hacía yo. Ella no tenía que estar sujetando nada y podía hacerlo con más facilidad. También me sobaba los huevos con la mano, entreteniéndose también con eso, aunque no me los comió en ningún momento, imagino que por no haber protección por la zona. Sofía se esforzaba por tragar más de lo que solía, pero no lograba hacerlo mucho más, aunque sí que le ponía ganas para que disfrutara lo máximo que pudiera. Pero a veces se venía arriba con el ruido y yo le siseaba para que se tranquilizarla un poco.

Tampoco duró mucho su mamada, pues nos tumbamos sobre la sábana para poner nuestras cabezas en la almohada y quedar ambos de lado para empezar a besarnos mientras ella me la meneaba lentamente para que no se me bajara. No me percaté en aquel momento, pero nos estábamos besando con ella habiendo chupado sus fluidos, tirando por tierra todo el paripé de la protección que habíamos usado para prevenir coger nada. Pero seguimos así durante un rato y ella se puso sobre mí para frotarse, pegando mi polla a mi torso para rozar su raja contra ella. Después de la mamada, la paja que me empezó a hacer y el roce, costaba que deslizara bien, por lo que usamos un poco de lubricante también. Así, Sofía se empezó a estimular al moverse hacia delante y atrás, haciéndolo también conmigo, aunque no tardó nada en metérsela poco a poco para quedarse quieta de manera vertical con todo mi miembro en su interior.

Después de lanzar un suspiro, se empezó a mover hacia arriba y hacia abajo, lentamente para pasar a ponerse en cuclillas y tener así más margen para hacerlo con más rapidez, aunque teníamos que parar a cada poco, porque algún sonido a palmada se escapaba cuando dejaba caer su cuerpo con fuerza. De modo que cambiamos de postura, poniéndose ella de lado para hacer la cuchara, siendo bastante placentera para ambos al cerrar ella sus muslos y hacer la cavidad más apretada. Al poco cambiamos de nuevo, poniéndose ella a cuatro y yo detrás para empujar, aunque sí que llevaba más cuidado de no hacer ruidos. La agarraba de las caderas y la follaba a buen ritmo, notando como sus tetas se balanceaban e incluso hacían un pequeño sonido al chocar entre ellas, algo que me encantaba siempre que me acostaba con ella.

Otra vez, se puso ella sobre mí y me montó, aunque como a mí me gustaba, aprovechando yo para agarrar sus tetas. Estuvimos así de nuevo unos breves segundos, aunque ella paraba de vez en cuando, pero no porque se cansara o estuviera cerca a diferencia de otros encuentros anteriores. El problema era que su respiración se aceleraba demasiado y hacia ruido. Cuando estaba a cuatro o en la cucharita, hundía su cara en la almohada para ahogar sus suspiros y jadeos, pero con ella lejos de su alcance le costaba bastante. Esos momentos de parón los aprovechaba yo para acariciar bien su cuerpo, sobre todo sus muslos y su culo. Ella apoyaba sus manos en mi torso y me miraba sonriente, aunque sacando la lengua con gesto de calor y de que le costaba respirar. Yo le devolvía la sonrisa y ella reanudaba cuando se sentía bien para seguir.

Tras unos minutos más así entre los que también pegaba su pecho al mío para apretar sus tetas y mover su culo rápidamente de arriba a abajo para follarme, cambiamos a esa postura que dijo que le gustaba cuando Andrea nos interrumpió al llegar. Así que me puse sentado, con la espalda apoyada en la cama y ella dándome la espalda para meter sus piernas por debajo de las mías y metérsela, moviendo su culo rápidamente hacia arriba y hacia abajo. Esta vez, ella cogió la almohada, para ponerla en su sitio e hincar su cabeza en ella, cogiendo aire por momentos, pero es que estaba ya muy cachonda y sensible. Al estar ahogando los sonidos con la almohada, se tomaba el lujo de lanzar algún que otro gemido que yo sí que era capaz de escuchar, aunque no era tan alto como para que su madre sí lo hiciera. Fue una follada bastante placentera en la que me tenía que cohibir para no darle algún azote, pasando a acariciar y apretar sus muslos. Pero llegó un momento en el que la agarré para que parara. Ella se giró hacia a mí algo ida y distraída, como si no entendiera por qué la paraba.

-Túmbate boca arriba. Quiero ver cómo te corres. Y yo también estoy cerca -susurré.

Sofía asintió y se puso como le dije, agarrando yo sus piernas para ponerlas pegadas a mi torso y abrazarlas para follarla, llevando cuidado de no hacer ruido, claro. Ella puso sus pies por detrás de mi cabeza, como si me acariciara la nuca. De repente, oímos un ruido, como si se cerrara una puerta. La cara de Sofía era un poema, poniendo una de susto, parando yo y haciéndome ella una señal para que guardara silencio. Al no escuchar nada, me susurró que creía que su madre había ido al baño, oyendo a los pocos segundos cómo se volvía a abrir la puerta y como chirriaba una cama. En el trayecto que su madre salía y se acostaba de nuevo, yo reanudé la follada, aunque muy lentamente. Ella me siseó cuando lo hice, pero yo le hice el mismo gesto que ella me hizo para que guardara silencio, siguiendo con lo mío. No fue hasta pasados unos minutos, que no la empecé a follar con más rapidez.

-Así, Javi... -susurraba.
-¿Estás cerca?
-Sí -lanzó en forma de jadeo.
-Yo también.
-Tápame la boca con la mano. Fuertemente.

Solté sus piernas, abriéndolas ella para abrazarme con ellas y poner yo mi cuerpo pegado al suyo. Le tapé la boca con fuerza, poniendo ella los ojos en blanco, como con cara de gusto y la empecé a follar con rapidez. En cuestión de un par de minutos, Sofía exhalaba mucho aire por su nariz, retorciéndose al venirle el orgasmo. Me apretaba con mucha fuerza con sus piernas y yo apreté un poco más, viniéndome también el mío, empujando con mucha fuerza con cada chorro que salía de mi cuerpo. De nuevo, sus tetas se aplastaban contra mi pecho, algo que me encantaba y me abrazó con todo su cuerpo con fuerza, soltando yo la mordaza que le hice con la mano para abrazarla también y estar más cómodo. Sofía respiraba con ansia, aunque no llegaba a hacer tanto ruido, porque era consciente de la situación y se cubría con mi hombro.

Estuvimos cerca de 10 minutos abrazados, con caricias y algún beso más, habiéndome quitado ella el condón y anudándolo para echarlo a una papelera que tenía en su habitación. La cosa fue que, con tanta caricia, beso y mimito, pues se me volvió a poner dura, con ella agarrándola para pajearme. Al parecer seguía con ganas y la verdad es que yo también. Sofía me dijo que me pusiera sobre ella para follarle las tetas, cosa que hice sin pensar ni un segundo. De nuevo, usamos lubricante para que fuera mejor la cosa y fue bastante placentero, poniéndome bastante a tono tras llevar unos minutos estimulándome de esa manera. Pero ella me hizo una señal con su dedo para que me acercara a ella, entendiendo yo que quería que la besara. Y así lo hice, aunque cuando me separé de ella, me preguntó:

-¿Me quieres follar el culo?

No tuve ni que decirle nada, si siquiera asentirle, porque al ver cómo sonreí, Sofía se incorporó para ponerse a cuatro sobre la sábana, cogiendo lubricante y echándose bastante por su culo. Yo mientras tanto, me puse otro condón y también eché lubricante, empezando a estimularla con los dedos enseguida, aunque ella iba sobrada en aquello, por lo que se la empecé a meter a los pocos segundos, aunque con cuidado. En menos de dos minutos ya la estaba follando a buen ritmo, con ella aguantando bien, sin ahogar sus jadeos o algún sonido más contra la almohada, porque aguantaba bien. Pero yo me encontraba muy excitado por la manera en la que me masturbaba manualmente y con sus pechos después. Además, teniéndola así a cuatro y pareciéndose tanto a Valentina físicamente, me la imaginé a ella. No le había follado el culo aún a mi nueva follamiga y la verdad es que ver un culo tan parecido al suyo hacía que me entrara más ganas.

Me excité sobremanera al imaginarme aquello con Valentina poniendo cara de placer y pidiéndome que la reventara, tal y como hizo en nuestro primer polvo, llegando a insultarme. No sé cómo pude contenerme para no reventar a Sofía sin importar el ruido que pudiéramos hacer, aunque me notaba cerca del final, por eso le pedí que se tocara para que llegara ella también. Esta vez acabé yo antes, dentro del condón igualmente, aunque intentando seguir para que ella llegara también, aunque ella se corrió habiendo yo parado por no poder seguir más al estar sensible, pero sus dedos hicieron magia al notar yo cómo se tocaba con movimientos circulares por la zona del clítoris, encogiendo ella su cuerpo una vez llegó, derrumbándose sobre la sábana. Yo aproveché para quitarme el condón y anudarlo, tirándolo a la papelera, como el anterior.

Cuando se recuperó, Sofía se puso boca arriba, estando yo esperándola mientras acariciaba su cuerpo y le daba algún beso en la espalda. Nos dimos unos cuantos besos más, siguiendo con esos típicos mimos después de echar un polvo, siendo algo más normal siendo los dos amigos y no desconocidos. Al final nos acabamos acostando en la cama, porque se nos había hecho tarde. Le dije a Sofía de darnos una ducha, porque habíamos sudado y teníamos calor, pero ella se negó, porque sería muy cantoso. Abrimos un poco la ventana para ventilar y ella se durmió en nada. Viendo que yo estaba también cansado y cerca de dormirme, la cerré para estar los dos a gusto con el aire. Era un poco tontería que se quedara a dormir pudiendo su madre darse cuenta, pero a ella le gustaba dormir conmigo, como ya me había dicho alguna vez.

Esa noche dormí bastante bien, y como para no después de todo lo que había pasado. Demasiado movimiento en un solo día con el gimnasio, el encuentro con Valentina, el viaje, la caminata para ir a cenar y luego el encuentro con Sofía. Me sentía bastante bien al despertar abrazando a Sofía por la espalda. Hacía bastante que no me encontraba así de cómodo y a gusto pese a ser una cama no tan grande como la mía. Pero lo que imperaba era haber descansado y estar con una persona que me hacía tan bien como ella. Ya estábamos los dos vestidos, bueno, ella con su pijama, porque yo seguía en boxers, tal y como me fui a dormir antes de que viniera. La cosa es que me desperté con una buena erección, la cual estaba bien encajada entre sus nalgas. Ella seguía durmiendo, aunque no tardó mucho en despertarse al frotarme yo con ella por lo cómodo que estaba.

-Mmm... -murmuraba desperezándose, aunque sin tono de querer jugar.
-Buenos días -le susurré en el oído.

Sofía puso una sonrisa y fue a darse la vuelta, pero no la dejé, porque así estaba muy cómodo.

-No. Quédate así -continué entre susurros.
-Madre mía cómo estás...
-Me he despertado así.
-¿Qué pasa? ¿Esa mujer no te tiene bien atendido para tener estas ganas? -preguntaba riendo.
-No es eso. Pero despertarme con una chica como tú, pues es lo que tiene -dije metiendo una de mis manos por debajo de su camiseta para alcanzar una de sus tetas.
-Javiii...
-¿Qué pasa?
-Que al final me vas a poner tonta...
-¿Pero no lo estás ya?
-Jajajaja. Va, para. Que nos puede pillar mi madre.
-No haberte quedado a dormir conmigo.
-Pfff...
-Va, uno rapidito. ¿No tienes ganas?
-Pues claro. Pero es que...
-No nos va a pillar. Si tiene que ser muy temprano.
-Ya, pero habíamos quedado en madrugar. No creo que tarde mucho en levantarse.
-Seguro que está durmiendo. Vamos a aprovechar ahora que podemos.
-Pero no nos vamos a poner como anoche, que como diga de venir, no nos da tiempo a recogerlo todo para que no se note.
-Pues aquí.
-Que suena la cama...
-Lo hacemos con cuidado. Así de lado. Ya verás como no hacemos ruido.
-No sé yo...
-No te muevas.

Con cuidado, me moví por la cama para alcanzar mi maleta sin llegar a bajarme de ella, alargando la mano para coger un condón. Ella fue a darse la vuelta, pero le dije que no se moviera en susurros. Sofía, como si fuera una niña pequeña, dijo que me quería dar un beso. Así que se lo di, pero con cuidado igualmente. Tras eso, nos pusimos conforme estábamos antes de que me moviera. No me puse el condón en el momento, sino que primero me puse a jugar con ella para calentarla un poco más y que así llegara más fácil a su orgasmo. Jugué bastante con sus tetas, pellizcando sus pezones para amasarlas luego. Mientras lo hacía, no paraba de frotarme con ella por las partes bajas y besarle el cuello y jugar con su oreja. Sofía suspiraba con tono de que le gustaba lo que estaba haciendo. Pero yo necesitaba una marcha más para terminar de calentarla y poder metérsela con más facilidad.

Por eso, una de mis manos soltó sus pechos y fue hasta su cara, metiendo mis dedos en su boca para que los humedeciera ella misma. Luego, bajé esos dedos por su pubis hasta llegar a su raja, para empezar a estimularla de esa manera. Empecé haciéndolo lentamente, aunque subía poco a poco la intensidad. Cuando vi que ella se empezaba a mover y a apretar sus piernas, supe que estaba lista para ser penetrada. Se lo dije y ya sí que le parecía bien que lo hiciéramos, por eso me aparté de ella un poco para bajarme los boxers hasta medio muslo y ponerme el preservativo, aunque ella no hizo nada para bajar su ropa. Tuve que hacerlo yo mientras le pedía que colaborara levantando su culazo para ello. Ambos reímos y me hizo caso, pasando yo acariciar un poco su raja, sin ver nada en absoluto por volver a taparnos un poco con la sábana por si acaso y se la metí muy poco a poco. Lo noté inusualmente caliente, pero en realidad no era tan raro por el calentamiento previo.

Muy poco a poco la empecé a follar, con ella suspirando de vez en cuando, aunque aumenté un poco más el ritmo. Por mucho cuidado que llevara, era inevitable que algún ruido se escuchara, con ella apretando su culo contra mí para que parara, echándome la reprimenda por venirme arriba. Pero volvíamos a hacerlo después de que le dijera que llevaría más cuidado y después de un par de besos. Así que seguimos en la misma postura, con ella dejándose llevar de nuevo, aunque ya no hicimos ningún ruido más. Una de mis manos apretaba una de sus tetas y ella ponía su mano sobre la mía para apretar y que lo hiciera yo también con su teta, pero de repente, llamaron a la puerta, ocasionado que ambos diéramos un respingo, parando yo en seco, aunque sin salirme de ella. Sofía apretó su coño, pero no fue por su orgasmo, porque no noté sus típicas sacudidas ni más contracciones.

-Nenes -dijo Nadine abriendo la puerta-, vamos, que se os pegan las sábanas y tenemos que pillar sitio.
 
Capítulo 530

Yo no pude reaccionar del todo. Lo único que se me ocurrió fue hacerme el dormido, tratando de que no se notara lo que pasaba. El pelo de Sofía ayudaba a tapar mi cara para que no se me notara que estaba despierto en realidad. Ella, sin embargo, sí que pudo reaccionar mejor.

-Ya vamos, mamá -dijo haciéndose la adormilada.
-Va, no tardéis. Voy haciendo algo de desayunar.

Nadine cerró la puerta y oímos cómo bajaba las escaleras, relajándome yo un poco, aunque Sofía sí que me echó un poco la bronca.

-¿Ves? Te lo he dicho.
-No ha pasado nada. No exageres.
-No sé si se habrá dado cuenta.
-No creo. Me he hecho el dormido. Y tú sonabas muy convincente también.
-Anda, vamos para abajo.
-¿Ya se ha acabado?
-Nos tenemos que ir.
-Pues... Esto no se va a bajar tan fácilmente.
-¿Acabas rápido?
-Sí, pero vamos a hacerlo de otra manera. Así tan lento, no voy a acabar creo yo.
-¿Cómo? A ver...
-De pie, contra la pared. Te follo rápido y acabamos los dos.
-Va, pero sin hacer ruido.
-Sí.

Nos levantamos, saliéndome yo de ella y estando bastante empalmado. Como dijimos, Sofía se puso contra la pared, con sus manos apoyadas en ella y yo la agarré de las caderas para follarla rápido, llevando cuidado de no hacer ruido con el choque de nuestros cuerpos. Para sorpresa de los dos, yo fui el primero en acabar. Me dio demasiado morbo el momento en el que la madre de Sofía entró a la habitación estando yo dentro de ella y de hecho, fue en ella en quien pensé cuando estábamos terminando aquel polvo. Demasiadas similitudes sin contar su cara y en esa postura parecía que me la estaba follando a ella, aunque en realidad no la había visto desnuda, pero me la imaginaba así muy parecida a Sofía por sus formas corporales. Acabé pegando mi cuerpo a ella y besando su cuello, dando unas embestidas más, aunque flojas, para apurar mi orgasmo.

Ambos quedamos un poco desconcertados, porque lo normal en nuestros encuentros sexuales era que ella acabara primero, pero no iba a dejar que se quedara así. Me quité el condón y lo tiré a la papelera para volver a ella y besarla, apoyando su espalda en la pared y abriendo sus piernas con una de mis manos, poniéndola en posición para poder tocarle bien. Le volví a acariciar la raja un poco, pasando a hacerlo más rápidamente y con más rudeza. Al final le metía un poco los dedos acariciando su clítoris a la vez con el pulgar, provocando que se corriera, ahora sí, con sus piernas temblando y agarrándose a mí para no caerse. Dejé de estimularla, aunque la agarré para que no estuviera incómoda, con ella mirándome a los ojos, aunque pegando su cara a mi pecho, cerrando sus ojos previamente.

-Sofía, necesito darme una ducha. Anoche sudé y ahora también lo he hecho.
-Sí, yo también. Corre, ve y dátela. Mientras yo desayuno y ahora me la doy cuando acabes tú.
-¿Te puedo soltar?
-Sí, jajaja.
-Ha estado bien, ¿no?
-Sí, pero es que sabía que podía pasar eso...
-A mí me ha dado morbo.
-Anda, cállate y tira.

Cogí una camiseta y un bañador que llevé y me fui así tal cual, a la ducha, solo en boxers. Me di una ducha rápida, aunque era tontería porque luego nos bañaríamos en la playa, pero mientras tanto, iba a estar con ellas dos y la verdad es que apestaba a sudor después de los dos polvos y de dormir abrazados por la noche por mucho aire acondicionado que tuviéramos puesto. Al salir, me encontré a Sofía en la puerta esperando, entrando ella y saliendo yo, bajando para desayunar algo, porque después de la actividad nocturna y esa matutina, aunque breve, sí que tenía hambre. Allí me encontré a Nadine, desayunando tranquilamente y diciéndome que me sirviera. Había tostadas y fruta, así que comí un poco de cada, echándome también un café. Tan solo le di los buenos días, porque tenía hambre de verdad, aunque la miraba de vez en cuando, haciendo ella lo mismo conmigo. Pero poco duró ese silencio.

-Habíamos quedado en que nos íbamos a levantar temprano, ¿no? -preguntó ella con su café casi terminado.
-Sí, pero es que estaba cansado después de ayer. Por la mañana fui al gimnasio y luego el viaje y tal...
-Pero si eres muy joven. Vosotros tenéis energía para eso y para más.
-Es que me machaco bien en el gimnasio.
-No, si ya se ve, jejeje.
-¿Tú vas?
-No. Ando un poco, pero nada más.
-Bueno, se ve que te hace bien y parece que no necesitas más.
-Si tú lo dices... ¿Y cómo es que habéis terminado durmiendo juntos? Le iba a preguntar a mi hija, pero como se pone como se pone, pues...
-Ah... Pues nada. Se ve que anoche no podía dormir y vino para hablar un poco y así hacer sueño. Al final nos dormimos a la vez.
-Aaaaam...
-No es la primera vez que lo hacemos.
-Imagino.
-Cuando estaba bajo de ánimo cuando... En fin, que dormimos juntos alguna vez. También porque no había más hueco, en casa de mis amigos solo había una cama más. Y en la mía, pues igual, dos camas y ellos dos estaban en la otra.
-Qué lástima que no hayan venido. Tiene pinta de que Irene tiene mucha marcha.
-No lo sabes tú bien, jajaja.
-Otra cosa, no sé para qué os habéis duchado, si ahora vamos a ir a la playa.
-Ah, porque apetece, que hemos dormido muy juntos y hemos sudado.
-Ya, si me he asomado a avisaros. Estabais abrazaditos.
-Ah, ¿sí? No me he dado cuenta -dije haciéndome de nuevas.
-Pues sí. Pero vamos, que ahora nos vamos a bañar.
-Ya, pero es que apestaba, ¿eh? Al menos yo. No estoy acostumbrado a la humedad que tenéis aquí.
-Ah, puede ser.
-Vamos en mi coche, ¿no? -dije para cambiar un poco de tema, porque me veía un poco en un aprieto.
-Como queráis. Podríamos ir andando, pero es que entonces es verdad que no llegamos a coger sitio, seguro.
-Por eso. Os dejo en la playa y yo mientras busco aparcamiento.
-Vale. Luego por la tarde nos movemos un poco y estamos más tranquilos si queréis.
-Me parece bien, así luego tardamos menos en regresar.
-Han venido unos amigos de Sofía. Un chico y una chica que son pareja y otro chico. Tenía muchas ganas de que llegara hoy, porque lleva sin verlos... Uff... Y con esto de que te has venido, pues mejor todavía.
-Algo me había dicho.
-Es que se le han ido todos los amigos por trabajo y tal. Y varios se han emparejado y tienen ya bebés. Vienen para el verano, pero nunca se ponen de acuerdo para hacerlo todos a la vez.
-Vaya...
-Yo si puedo, me apunto. Y como hoy no están mis padres, pues saldré con vosotros.
-Claro, no te vas a quedar aquí encerrada.
-Es lo que dije ayer. Hay que aprovechar cuando se puede.
-Eso es.

De pronto apareció Sofía y ahí se quedó la conversación, cogiendo las cosas para echarlas al coche, entre las que estaban las sombrillas, las toallas, una bolsa con cremas y demás y una nevera con refrescos, cerveza, algo para picar... Enseguida nos pusimos en marcha, dejándolas yo como les dije en la playa, quedándome yo con la zona para saber por dónde tenía que buscarlas. Hubo suerte, pues no estaba a rebosar aún la zona, pudiendo ellas encontrar un buen sitio cerca de la orilla. Yo mientras tanto me sumí en la aventura de buscar aparcamiento y no me costó tanto encontrar uno como pensé de primeras. Tampoco me libré de unos minutos andando hasta llegar a la zona, donde las pude identificar rápidamente por sus peinados tan dispares con el resto de gente. Me senté junto a ellas bajo la sombrilla y me tomé un refresco tranquilamente para el calor que me entró yendo hasta allá. No fue hasta que Nadine se levantó que pude apreciar cómo le sentaba el bikini que llevaba.

La verdad es que le quedaba bastante bien. Y sí que era parecida a Sofía, aunque sí que se le notaba un poco la edad con un poco de piel flácida por la barriga y los brazos, pero lo cierto es que ni de coña se acercaba a los cuerpos de varias mujeres que teníamos cerca que debían tener su edad. No podía evitar que se me escaparan algunas miradas que por suerte eran camufladas bajo mis gafas de sol, pero es que era imposible no mirar, sobre todo cuando marcaba un poco los pezones debajo de la tela de su bañador. De sus labios sí que no había rastro, por lo que me imaginaba cómo podía ser. Sofía estaba espectacular con un bikini blanco a diferencia del verde agua de su madre. A ella no se le marcaba nada, pero lucía una figura increíblemente buena. Aun así, se me iban más los ojos detrás de su madre. Pensaba que era porque su madre era algo relativamente nuevo para mí y porque ya había visto a Sofía muchas veces así o incluso con menos ropa.

Pero lo cierto era que ambas se ganaban muchas miradas y diría que Sofía salía ganadora. Ellas también comentaron como alguna me miraba a mí de manera descarada, pero yo no veía nada que me llamara especialmente la atención. Había alguna chica bastante mona, pero siendo sincero, no mejor que las dos que tenía a mi lado. Y eso que también había alguna madura más que resultaba interesante, pero nada, no me llamaba la atención ninguna. Ni las que estaban en topless, aunque todas las que lo hacían llevaban los pechos operados, cosa de la que no he terminado nunca de ser muy fan, prefiriendo lo natural, especialmente si los llevan tan inflados y fijos que parecen dos balones. También comentaron algo de hacer topless, pero no se llegaron a animar por haber tanta gente. Y sabía que Sofía no era mucho de aquello, como pude comprobar la noche anterior por las marcas del moreno que tenía.

Me preguntaba si Nadine haría más que ella, aunque no fui capaz de comprobarlo al haber tanta gente y no hacerlo por eso. Pasamos una buena mañana allí en la playa, bebiendo refrescos y cerveza, ellas sobre todo esto último, mientras que yo no bebí nada de alcohol por tener que llevar el coche de vuelta. Nos bañamos los tres juntos, pudiendo ver mejor el culazo que tenía Nadine cuando salía del agua al estar yo detrás de ella. La verdad es que estuve un poco nervioso durante todo ese rato de playa con ella, porque la mujer me ponía y estaba buena. Mucho. Pero como venía bien servido de sexo, la cosa no fue a más por suerte manteniéndome normal por ahí abajo. Sofía tampoco pasaba desapercibida para mí. Estaba muy guapa y sexy, pero como digo, su madre llamaba más la atención en esos momentos. No sabía si lo hacía adrede, imagino que no, pero cuando se levantaba y luego se sentaba, quedaba unos segundos con sus piernas bien abiertas, mostrando unas ingles bastante despejadas, lo que me daba a entender alguna cosa.

Para la hora del almuerzo, nos fuimos a comer a un chiringuito cercano, comiendo lo típico del lugar, pasando un muy buen rato igualmente e incluso tomándonos allí mismo un café y un helado para el calor, pudiendo resguardarnos del sol que era cuando más picaba. Hasta nos cubrimos con ropa por lo mismo. Y otra cosa que hicimos, fue ir al hotel que estaba justo 100 metros hacia dentro para visitarlo. Eran muchos años los que hacía que no lo veía y me apetecía. Para ello, Sofía me acompañó, quedándose Nadine al cargo de las cosas que llevamos. Tampoco nos alargamos mucho, pues vimos la gran recepción y algunos interiores más, con una gran sala que había también con muchos sofás y teles. Me vinieron tantos recuerdos que se me puso una sonrisa. También vimos las numerosas piscinas, aunque no llegamos a bañarnos, porque si no, tardaríamos mucho más. Sofía conocía el hotel, pero no sabía que tenía tantas piscinas, quedándose pasmada por ello y diciendo que era mucho más grande de lo que imaginaba. Lo cierto es que era una cadena en la que eran tres hoteles juntos que compartían casi todas las zonas, en especial las piscinas.

Al regresar con Nadine, cogimos todo y lo echamos al coche, yendo al otro hotel que solía yo frecuentar. Ese era el que más me gustaba, porque fue al primero al que solíamos ir en esa zona. Estaba algo más retirado, como he dicho ya, pero eso era perfecto. Éramos pequeños mi hermano y yo y la verdad es que estar apartados del bullicio era lo mejor para que pudiéramos jugar tranquilamente sin perdernos ni dar mucho la brasa. Sobre todo, por la playa, ya que allí no se llenaba tanto como de donde veníamos. Este hotel, pese a estar más cerca de la casa de las dos, no lo conocían. Así que me encargué de enseñárselo. Estaba tal cual lo recordaba, con la misma decoración, pero muy cuidado. Todo muy limpio y brillante, oliendo también estupendamente. Obviamente era mucho más pequeño que el anterior, pero para mí tenía un encanto que no tenía el otro.

Entramos por la puerta principal y pasamos por recepción, teniendo éste menos control que el otro, así que no tuvimos problema. De ahí, pasamos por un largo pasillo hasta llegar al comedor, que estaba a medio camino hasta la salida a la piscina. Recordaba que había un gran panel justo enfrente de él en el que se colgaba el horario con las diferentes actividades que había a lo largo del día, y ahí seguía, exactamente igual a como lo estaba varios años atrás. De ahí fuimos hasta la zona de la piscina, teniendo un bar muy americano, con una gran barra, aunque sin llegar a estar en contacto con la piscina. La piscina era muy grande, con forma de ocho, muy bonita y que al lado tenía un jacuzzi pequeño, en el que siempre había gente. Les pareció muy bonito todo, pero aún quedaba un poco más, así que les seguí enseñando, pasando por un arco en el que empezaba a haber plantas. Era una zona que daba lugar a los bungalows, donde también estuve alguna vez. Me encantaban esos pequeños apartamentos, siendo como estudios en los que podías estar. Más grandes que las habitaciones del hotel y más cerca de la piscina.

Era demasiado pequeño como para escaparme de noche y bañarme yo solo, pero sí que alguna vez vi a alguna pareja hacerlo. Me daban envidia en esos días. No por lo de estar en pareja y eso. Ni había descubierto la sexualidad en práctica como para eso, sino por poder estar en la piscina de noche. Siempre que volvíamos de dar un paseo para irnos a dormir me quería dar un baño, pero no podía ser. Eran muchos cubículos repartidos por la zona, con mucha simetría y que llevaba a un gran descampado cubierto por hierba en el que había palmeras y varios bancos para sentarse. A ambas les gustó también eso, aunque les dije que de noche era mucho mejor, con unos focos que encendían, haciéndolo bastante romántico e invitando a estar ahí sentados tomando el aire, algo que también solía ver cuando visitaba en verano aquel lugar con frecuencia.

Al final, nos dimos un pequeño baño en la piscina para quedarme yo a gusto y terminar de completar el recuerdo. Aunque no fueron más de 10 minutos los que estuvimos dentro, marchándonos hasta el coche, que dejé al lado al no tener tanto problema al encontrar aparcamiento. Cogimos las cosas y nos volvimos a instalar en la playa, ahora más a gusto al no tener el agobio de tener tanta gente cerca, lo cual da hasta la sensación de incrementar la temperatura. Estuvimos bien por la mañana en realidad, pero llegamos a la conclusión de que debíamos haber estado en ese sitio en el que nos encontrábamos ahora todo el día. Hasta volvió a salir el tema del topless, diciendo que era algo perfecto para haberlo hecho, pero que tampoco terminaron de hacer por tener a unos 20 metros a unos chavales jóvenes. No les pareció lo mejor, porque ambas eran conscientes de lo que se traían y sabían de sobra que no les iba a quitar el ojo e incluso pensaban que se acabarían acercando.

Nadine no tenía mucho problema por eso, pero Sofía dijo que no iba a hacerlo y le pidió por favor a su madre que tampoco lo hiciera, porque no querían que unos niñatos les jodiera el buen día que estábamos teniendo. Sin embargo, Nadine se puso a tomar boca abajo el sol, desabrochándose la parte de arriba. No se le veían los pezones, pero sí que se le veía bastante del lateral de sus tetas. Eché varios vistazos por obvias razones y llegué a un punto en el que me puse cachondo, notando como se hinchaba algo en mi cuerpo, por lo que me fui rápidamente al agua para bajar el calentón, aunque verle el culo perfectamente desde donde estaba tampoco ayudaba. De hecho, me quedé un buen rato en el agua para que se me terminara de bajar el asunto, aunque Sofía me llamó a voces porque me estaban llamando al móvil, así que salí, aunque ya estaba la cosa más calmada. Lo que no me esperaba era recibir una llamada de esa persona.
 
Capítulo 531

-Coño, Valentina... -dije al descolgar y al apartarme un poco para tener más intimidad- ¿Y esta llamada?
-¿Qué pasa? ¿No te puedo llamar? -preguntaba de buen humor.
-Sí, claro. Es que me ha extrañado. Es raro que hablemos por mensaje, imagínate por llamada.
-Nada, es que acabo de llegar a casa.
-¿Ya te has encerrado?
-No, no. Solo he venido a dejar el vestido que me he comprado.
-Ah...
-Ahora me voy otra vez con Daniela.
-Muy bien. ¿Cómo ha ido el día?
-Pues genial. Daniela es una chica estupenda. Es imposible aburrirse con ella. Y me rio un montón.
-No sabes cómo me alegro, de verdad.
-Hemos hablado muchas cosas también.
-¿Sí? ¿Algo de mí?
-Puede... -decía haciéndose la interesante.
-Uy... ¿Qué es?
-Ah...
-¿Y por qué me llamas? ¿Me echas de menos?
-¿Pero qué dices? -decía con tono de fastidio- Si nos vimos ayer. Y hablamos anoche... ¿Cómo te voy a echar de menos habiendo pasado solo un día? Anda...
-¿Entonces?
-Pues para ver cómo te lo estabas pasando. Seguro que estás en la playa.
-Pues sí. Me has pillado dándome un baño de hecho. Porque me ha avisado mi amiga, que si no...
-Qué suerte tengo... -decía con tono de burla.
-Pues sí. Eres muy afortunada, eso es evidente -le dije con tono de vacile.
-No sé yo quién de los dos tiene más suerte...
-Bueno...
-¿Y todo bien entonces?
-Sí. Muy bien. Anoche estuve en plan tranquilo. Solo dimos un paseo y cenamos por ahí.
-¿Cenamos?
-Claro, mi amiga, su madre y yo. No estoy solo, ya lo sabes.
-Sí, ya lo sé.
-El paseo fue grande, porque la casa en la que viven está algo retirada, pero estuvo muy bien.
-¿Y hoy qué habéis hecho?
-Pues hemos estado todo el día de playa. Hemos ido también a los hoteles en los que veraneaba de pequeño. Me ha hecho ilusión volver a verlos.
-¿Sí?
-Claro, hacía muchos años que no los veía. Están bastante iguales. Hasta me he bañado en una piscina de ellos.
-Eso no se hace...
-Bah, si no dicen nada.
-Bueeeeeno.
-Y esta noche vamos a salir por ahí. Vienen unos amigos de mi amiga que son de aquí y que lleva bastante sin ver y vamos a salir de fiesta.
-Lleva cuidado.
-Claro.
-Que el alcohol es muy malo y se hacen muchas tonterías.
-¿Qué tonterías?
-Lo sabes de sobra. Y se pueden tener accidentes, de todo tipo.
-No voy a coger el coche.
-Bueno, pues de lo otro.
-No te entiendo -dije haciendo el despistado.
-Sí que lo haces.
-Mmm, no. La verdad es que no.
-Ay... -decía de nuevo con tono de fastidio- Para. Sabes que me molesta cuando te pones así.
-Y tú sabes que me encanta hacer esto.
-Pues luego no te enfades cuando te digo que eres un...
-Pero yo hago esto para jugar. Tú lo haces a hacer daño.
-Yo no te quiero hacer daño.
-Oh... Qué bonito...
-Qué graciosillo estás.
-Estoy contento. Estoy a gusto aquí.
-Claro, te estarán todas mirando y tú en tu salsa...
-Bah, no había tampoco gran cosa. Además, ya tengo lo que quiero.
-Claro, tu amiguita.
-Bueno...
-¿O te refieres a mí?
-Tú sabrás...
-Nada, no se puede contigo cuando te pones así... -decía riendo.
-¿Y vais a hacer algo más?
-Sí, ahora me voy otra vez con Daniela, ya te lo he dicho.
-¿Qué vais a hacer?
-Pues vamos a cenar en su casa. Voy a comprar algo para la cena y algo prepararemos entre las dos.
-¿Y luego?
-Me ha dicho de ver una película.
-¿No vais a salir a tomar algo?
-Mmm, no.
-¿Y eso?
-Pues porque no.
-¿Ni con ella tampoco? Entiendo que conmigo no lo hagas por el tema ese, pero con ella...
-Me había dicho de salir con sus amigas, pero no las conozco de nada y sabía que iba a estar incómoda. Por eso le he dicho que no, pero ella ha salido con ese plan para seguir echando el día juntas. Además, me ha dicho que sus amigas no iban a gustarme o algo así, que somos muy diferentes.
-Algo me comentó a mí también de eso en su día.
-No sé muy bien a qué se refiere, pero bueno.
-Creo que ella te ve una mujer con mucha clase. A lo mejor no considera que sus amigas sean así y puede que piense que te puedas llevar una mala impresión de ella.
-¿Tú crees?
-Puede ser. Pregúntale.
-Mmm, no sé... No quiero tampoco que se incomode conmigo.
-Pues lo que tú veas.
-Yo quiero que lo pase bien conmigo. Y yo también lo quiero pasar bien con ella. Prefiero estar ahora mismo tranquila. Esta noche, película y noche de chicas.
-Hablas como si tuvieras 15 años, jajajaja.
-Hacía mucho que no tenía una amiga así de cercana. No te metas conmigo.
-Estoy de broma.
-Ya. Y mañana creo que la voy a invitar a casa. El mismo plan, pero aquí.
-Joder, qué suerte tiene Daniela.
-¿Por?
-Por poder ir a tu casa.
-Ah... Bueno, ya sabes por qué no puedes venir.
-Pues es una putada.
-Shhh.
-Es que es verdad. Me apetece hacer más cosas que solo vernos en mi casa. No me invitas a la tuya, no salimos a tomarnos algo por ahí de fiesta. Ni una cerveza en un bar... Tampoco vamos a la piscina, que ahora apetece mucho... Nada, solo en mi casa.
-¿Y esto? -preguntaba riendo.
-Nada, me habré puesto celoso de Daniela -dije volviendo al tono de broma.
-Pues lo parece, ¿eh?
-Es que es verdad, Valentina. Piénsalo.
-Ya, Javi. Pero ya sabes lo que hay.
-A lo mejor tenía que haberle preguntado a mi amiga si podías venir.
-Sí, anda...
-A lo mejor aquí sí que podríamos haber salido más de lo que lo hacemos allí. Es que simplemente dar un paseo por la playa. Solo eso.
-Bueno, pues lo siento.
-Da igual, va. A veces la situación...
-Te cansa.
-No sé cómo decírtelo. Me lo paso bien contigo, pero me gustaría pasarlo mejor.
-Ya hemos hablado de esto varias veces.
-Sí. Demasiadas.
-Bueno, cuando vengas a ver si podemos hacer algo.
-¿De qué?
-No lo sé. Ya se me ocurrirá algo.
-Bueno, pues que lo pases bien esta noche y mañana.
-Oye, ¿a qué hora vuelves?
-No lo sé.
-¿Estás enfadado?
-No.
-¿Seguro?
-Sí, de verdad. Es solo que a veces me cansa un poco alguna cosa, pero ya está.
-¿Estás cansándote de mí?
-Yo no he dicho eso. He dicho que es alguna situación.
-Bueeeeeno -decía conciliadora-. Te compensaré.
-No hace falta que lo hagas.
-Yo creo que sí.
-Lo que tú quieras.
-Pero no te enfades...
-Que no me enfado. ¿Me enseñas el vestido ese que te has comprado? A ver qué tal es -dije para que viera que no estaba enfadado.
-Mmm, prefiero que me lo veas puesto directamente.
-No suena mal eso.
-Aunque... A lo mejor te hago un regalito.
-¿Un regalito?
-Sí -decía de manera misteriosa.
-No sé qué esperarme.
-Bueno... A lo mejor no es gran cosa...
-¿Y cuándo me lo vas a dar?
-No sé... Pronto.
-Vale.
-Venga, nos vemos cuando vuelvas. Que lo pases muy bien.
-Y tú también.

Un poco una montaña rusa esa conversación, pero al final le acabé confesando que no me gustaba solo poder vernos en mi casa. Estaban muy bien esos encuentros con ella, mucho, pero la verdad es que la veía una mujer interesante y me apetecía hacer otras cosas. Una simple salida a un bar para tomar una cerveza y estar en otro ambiente y que pudiéramos hablar de algunas cosas más personales. Creía que no pedía tanto, pero ella se seguía mostrando igual de cerrada y de paranoica con su tema. Tampoco era algo en lo que me fuera la vida, eran solo venazos que me daba, pero sentía un poco de claustrofobia a veces. Al regresar con las chicas, Sofía me miraba con una sonrisilla. Sabía de sobra lo que me traía entre manos, aunque lo llegó a preguntar nada. Imagino que fue por estar su madre delante y no convertir ese rato en un interrogatorio por parte de Nadine, porque era una mujer curiosa, como comprobé la noche anterior en la conversación en la que hablaremos cosas serias.

El resto de la tarde transcurrió estupendamente, los tres relajados, tomando el sol y bañándonos, además de tomar algún helado que me encargué yo de comprar en un chiringuito cercano. Pero no podíamos estar allí toda la tarde, porque habíamos quedado con los amigos de Sofía y teníamos que volver, ducharnos y arreglarnos. Ellas fueron las que dijeron de irnos, porque sabían que iban a tardar en arreglarse precisamente. Sofía tenía pensado peinarse de manera diferente, explicándonos que necesitaba bastante para poder dejarlo bien. Así que recogimos todo y nos montamos en el coche para volver a su casa. Yo fui el primero en ducharme, quitándome rápido del medio para que entrara Nadine después, aunque me fui a la habitación de Sofía para peinarme bien la barba, cosa que me llevaba cada vez más por lo que iba creciendo.

-Javi, ponte algo que como te vea mi madre así, verás tú... -dijo al entrar y verme en boxers.
-Voy.
-¿Te ha visto así al salir de la ducha?
-No. No ha llegado a hacerlo.
-Menos mal.
-Joder, ¿me tengo que preocupar? -pregunté riéndome.
-No, jajajaja. Pero es que no se corta un pelo.
-Bueno, tampoco es para tanto entonces.
-¿Tú crees? -dijo dándome un cachete.
-Pero bueno, ¿y esto? Jajaja.
-Lo hubiera hecho mi madre también fijo. Por eso lo he hecho.
-Ah, pues sabes tú que sí, jajaja.
-¿La que te ha llamado antes era ella? -preguntó cambiando de tema.
-Sí.
-Tiene un nombre bonito.
-Opino lo mismo. Aunque el tuyo también lo es.
-¿Y qué quería?
-Pues nada, ver cómo me lo estaba pasando. Me ha sorprendido mucho que me llamara.
-¿Y eso?
-Pues porque casi no mantenemos contacto mediante el móvil.
-¿Por qué? ¿Es reservada?
-Joder... No lo sabes tú bien...
-La veo un poco rara por lo que me cuentas de ella.
-Puede. Hace cosas extrañas, pero bueno, tampoco es para decir de no verla más.
-¿Y te echa de menos?
-Yo creo que sí. Le he vacilado un poco con eso y bueno, hemos tonteando, pero poco más. Está pasando el día con una amiga que se ha echado.
-Ah, ¿se ha echado una?
-Sí. Cuando me dijo que se sentía un poco sola y que no tenía con quién hablar de temas íntimos, le sugerí que se acercara a una chica que ambos conocíamos.
-¿Quién?
-La chica que trabaja en la cafetería en donde la vi por primera vez. Yo me hice amigo de ella de momento y ella la conocía porque habían hablado alguna vez, pero nada más.
-¿Te hiciste amigo de ella rápido? Eso suena a... Jajajaja.
-Pues sí. La chica es muy simpática y es mona. Además, fue todo muy directo y me llamó la atención. De hecho, ella fue una con las que lo hice sin protección por dejarme llevar.
-¿Cómo acabasteis haciéndolo así?
-Pues se vino a mi casa y nos acostamos. Luego nos dimos una ducha porque ambos teníamos que trabajar después y ahí fue donde pasó. El tonteo y el roce...
-Ajá.
-Y ya está. Está echando el día con ella, que tiene una boda o no sé qué y se ha comprado un vestido y van a ver peinados o algo así.
-¿Te ha dicho que vayas con ella?
-No. No creo que lo haga.
-¿Por qué no?
-Porque es muy discreta. Ya te lo he dicho.
-Pues a mí me encantaría que me acompañaras si fuera ella. Lo mismo quiere que se lo pidas tú.
-No lo veo.
-¿Pero es que está en búsqueda y captura, o qué?
-Pues más o menos.
-¿Qué?
-Nada. Es que no quiere que la vean con nadie por algo de su trabajo. No sé, es muy seria con eso.
-¿Es que trabaja en la tele o algo?
-Jajajaja. Irene y Mario me preguntaron lo mismo.
-Es que dices esas cosas...
-Me explicó que en lo que ella trabaja la pueden hundir con nada.
-¿Pero de qué trabaja?
-Es dueña de una empresa.
-¿Y qué hace la empresa?
-No lo sé. Son varias cosas. Es como un conglomerado. No lo sé muy bien, no controlo nada de esos temas.
-Me dejas como estaba.
-Pues como estoy yo. No te creas que yo entiendo mucho más lo que le pasa de lo que lo haces tú.
 
Capítulo 532

Sofía se echó a reír y me dio un abrazo por detrás. Después se sentó en su cama para que siguiéramos hablando de otros temas. Yo me puse ropa normal, porque no me quería arreglar hasta que ambas estuvieran listas. Así estaría más cómodo y llevaría la ropa bien. En esos momentos en los que Nadine estaba en la ducha, Sofía me contaba las ganas que tenía de volver a ver a esos amigos, porque hacía bastante que no los veía. Me dijo el lugar en el que habían quedado, aunque no lo conocía, pero se ve que era un buen restaurante por lo que me contaba ella, diciendo que había sido un lugar al que habían ido varias veces desde que su grupo de amigos empezó a salir de manera más adulta por así decirlo. Estaba tan contenta, que me pegó su estado de ánimo y se me terminó de ir de la cabeza el pequeño momento feo que tuve en esa conversación con Valentina, aunque Sofía se mostraba igual de misteriosa a la hora de desvelar lo que llevaría puesto cuando le pregunté.

Nadine salió envuelta en una toalla y Sofía entró al baño para ducharse. Yo mientras tanto, me quedé en el salón, mirando mensajes en el móvil con la televisión de fondo, aunque a los 20 minutos, apareció Nadine por la puerta, pero ya noté que venía al bajar las escaleras con ese taconeo por los zapatos que se puso. Además, su aroma embriagador empezó a distribuirse por todas partes, llamando mucho mi atención. Y más que lo haría cuando la vi, porque estaba impresionante. De no ser por la cara, podría decir que era Sofía, pero era ella. Iba con un vestido color granate, corto y con buen escote, de tirantes muy finos. Sujetador llevaba, aunque debía ser uno sin tirantes, porque no había rastro de ellos y sus pezones no se marcaban. También llevaba unos tacones altísimos, del mismo color que el vestido. Y también iba maquillada, aunque de manera ligera, llevando además su típico afro negro, bastante bonito.

-¿Todavía estás así? -preguntó al verme con ropa normal- ¿O es que vas a ir así?
-No, mujer. Ahora me arreglo. Era para estar más cómodo en lo que vosotras acababais.
-Ah, vale. ¿Qué tal estoy? -dijo dándose una vuelta.
-Estás impresionante. Eres clavada a Sofía.
-En la cara, no.
-Bueno, pero en el cuerpo, sí.
-Ahí sí. Si este vestido es suyo. Y los zapatos también.
-¿Sí?
-Pues sí. Yo no tengo ropa tan... Aunque no te lo creas por cómo soy. Por eso cuando salgo, le cojo alguno a Sofi.
-Pues te queda como un guante.
-A ver si baja ya la niña, que no veas como tarda cuando se peina...

Nadine se sentó a mi lado, con su vestido subiéndose un poco y causando que me pusiera nervioso. Si hubiera sido otra mujer cualquiera dudo que me hubiera sentido así, pero con ella me pasaba. Era una mujer muy atractiva y era la madre de mi amiga. Que se vistiera así no facilitaba evitar que mi imaginación volara y creara situaciones y escenarios, tal y como me pasó en la playa al verla en bikini. Por suerte, no pasó nada en ese rato en el que estuvimos conversando tranquilamente mientras esperábamos que Sofía acabara de vestirse. Estuvimos hablando de nuestros trabajos, que eran el mismo y compartíamos anécdotas y trucos para sobrellevar mejor las clases. Por fin apareció Sofía por la puerta y si Nadine estaba espectacular, ella no se quedaba atrás.

Sofía llevaba un vestido corto y ajustado de color blanco, con un escote más discreto que los que solía llevar para sus salidas, aunque era palabra de honor. Estaba supersexy por el contraste de su piel, que ya era oscura, pero ahora más al estar bronceada, con el del vestido. Al igual que su madre, llevaba unos tacones, pero a diferencia de ella, que los llevaba cerrados, Sofía tenía puestas unas sandalias sin plataforma, pero con bastante tacón. Eran preciosos, con unos cristales que brillaban sobre esas franjas que llevaba sobre el inicio de sus dedos de los pies, que junto a la tobillera que los abrochaba, era la única sujeción de los tacones. Esta vez, Sofía iba bastante maquillada, con una gran sombra de ojos y un carmín muy intenso en sus labios. Pero lo más impactante era verla con una larga melena lisa que llevaba peinada con la raya al medio. No era la primera vez que veía a Sofía con un peinado diferente, pero sí con este y la verdad es que estaba guapísima. Esta chica estaba guapa de cualquier manera y así se lo hice saber yo en cuanto la vi, sonriendo ella y metiéndome prisa para que me arreglara yo también.

Al bajar, ambas me dijeron que estaba muy guapo, tal y como yo hice con ellas, aunque Nadine se me quedó mirando más de lo que lo hizo su hija. Sofía ya me había visto así vestido varias veces, pero Nadine era la primera vez que lo hacía. Esta vez opté por ir más formal, pero dentro de mi vestuario habitual, aunque una camisa nunca falla en estos casos. Obviamente también me puse el reloj de mis amigos y me terminé de peinar bien y echar algo de colonia para ir acorde a ellas. Justo antes de salir, Nadine me desabrochó el primer botón de la camisa que llevaba abrochado, diciéndome que así estaba mejor, aunque se ganó un "mamáaaaaa" por parte de Sofía, quien lo decía algo avergonzada y con pesadez. Yo me reía de la situación, aunque al final me lo dejé, así como me dijo ella, guiñándome ella un ojo como gesto de complicidad.

Cuando estuvimos listos del todo, cogimos un taxi para acercarnos al centro, donde habíamos quedado con los amigos de Sofía. Teníamos pensado beber algo y no íbamos a llevar el coche por lo mismo, así que en un cuarto de hora nos plantamos en el lugar acordado, entrando al restaurante. Allí nos encontramos a la pareja amiga, saliendo Sofía corriendo a abrazarlos con fuerza a los dos. Estaba casi emocionada al reencontrarse con ellos, sin dejar de mirarlos bien de arriba a abajo y abrazarlos. Rápidamente, me los presentó, dándole dos besos a la chica, que era bajita y delgadita, aunque con unas buenas caderas y un apretón de manos a su pareja, que era un chico alto, y con buen porte. Nadine también los saludó, no tan efusivamente como su hija, pero sí con afecto, porque los conocía también. Así, nos sentamos en una mesa para pedir la bebida y hablar un poco para conocernos mejor, hablando de a lo que nos dedicábamos y cosas del estilo, aunque en un momento, la chica dijo que Sofía les había hablado alguna vez de mí.

Al poco, ya casi cuando estábamos por pedir lo que queríamos cenar, apareció el chico que faltaba. Antes de que lo hiciera, Sofía y sus amigos comentaban que siempre llegaba tarde, pero que sabía que vendría, porque era así, despistado, pero siempre cumplía su palabra. Nada más verlo y ver cómo le miró Sofía, supe que esa noche no iba a hacer nada con ella. El chico era bastante atractivo. Tenía buen cuerpo y era bastante guapo. Alto, moreno y bien peinado, con la cara bien afeitada y también iba bien vestido. Sofía le dio un abrazo inmenso y varios besos en la mejilla y luego fueron los demás a saludarlo. No fueron tan efusivos como Sofía, pero sí que le dieron un buen abrazo. Nadine, optó por darle dos besos mientras apoyaba su mano en su hombro y él la suya en su cintura. Parecía conocerse también por la manera en la que Nadine lo saludó. Cuando lo hizo conmigo, me dio un apretón de manos, pero no como el que me dio el otro chico, éste lo hizo con fuerza y seguridad. Sabía identificar cómo era alguien por un apretón de manos y vi que este chico era muy seguro de sí mismo.

Y así lo corroboré durante la cena, que fue un momento muy bueno y que se me pasó volando. Sofía hacía todo lo posible para incluirme en la conversación, pero yo aquella noche no estaba cortado, y menos que lo estuve al beberme la copa de vino que pedimos todos. Lo único que me había puesto nervioso esa noche fue Nadine y ya se me estaba yendo ese nerviosismo al acostumbrarme a verla así, además del alcohol que empezaba a ingerir al repetir con el vino a medida que llegaban los platos de la cena. Se notaba que entre ese chico y Sofía había complicidad, porque había miraditas y Sofía no apartaba la vista de él. Cuando lo hacía era para mirarme a mí y preguntarme con un gesto si me encontraba a gusto, asintiendo yo. Él era muy abierto y no paraba de sacar tema de conversación, preguntándome bastantes cosas a mí, como de qué conocía a Sofía, a qué me dedicaba y demás, llegando a un punto en el que fui el centro de atención durante un buen rato. Ni con esas me puse incómodo. Al fin y al cabo, solo éramos seis personas y a dos de ellas ya las conocía más.

Al acabar de cenar, nos fuimos dando un paseo para tomar algo en un chiringuito que estaba en el paseo marítimo y así pillar un poco el punto y luego irnos a un local más hacia el interior. La verdad es que se estaba muy a gusto de noche por allí con la brisa marina y tomando algo en buena compañía, pudiendo ver la playa y como las olas rompían en la orilla, pero cuando dijimos de echar a andar, Nadine tropezó al torcerse el tobillo de mala manera. Menos mal que estaba a mi lado y se pudo agarrar a mi brazo, agarrándola yo al ver que se caía, aunque me asustó un poco. De no ser por eso, se hubiera comido el suelo. Todos se asustaron un poco, en especial Sofía, que le dijo que no podía ponerse ya esos tacones y más si iba a beber un poco. Ayudé a Nadine a sentarse la valla del paseo marítimo y esperamos un poco a que se le pasara, pero le dolía el tobillo.

Sofía estaba preocupada por ella, pero notaba que estaba jodida porque así no podía dejar a su madre y tendría que volver a casa con ella, pero yo me ofrecí a acompañarla a urgencias para que la vieran allí y que ella siguiera con sus amigos. Ella se negaba diciendo que no era justo para mí que le endosara ese problema y que ella se fuera con sus amigos por ahí, dejándome a mí de lado, pero yo le dije que no me resultaba ningún problema y que quería que se lo pasara bien con sus amigos a los que poco podía ver ya. Entre todos la convencieron de que me hiciera caso, en especial cuando les dije que me echaran una mano con el tema. Hasta Nadine se lo dijo, comentando que no se encontraba mal, teniendo tan solo el tobillo como dormido. Así que pedimos un taxi y ayudé a Nadine a entrar en él para irnos a urgencias y así poder descartar que fuera algo grave. Sofía se quedó con una cara de no estar conforme, pero le pedí a sus amigos que la distrajeran y que hicieran que se lo pasara bien.

Al final Sofía aceptó con la condición de que la llamara en cuanto saliéramos de urgencias y nos dijeran qué tenía, para regresar a casa si veía que era algo grave. En urgencias nos dijeron que no tenía nada. Le narramos lo ocurrido, contando Nadine como creía que se había roto el tobillo, pero en realidad no tenía nada. Ni a esguince llegaba casi. Había tenido mucha suerte, porque en esos movimientos se pueden romper hasta ligamentos, pero a ella no le terminó de pasar nada una vez los médicos le echaron un ojo. Tan solo le mandaron que se tomara un antinflamatorio y que guardara reposo, porque sí que lo tenía un poco inflamado y nada más, así que regresamos a casa después de coger otro taxi, cogiéndola yo en brazos cuando llegamos para entrar en casa y para subir hasta su habitación y dejarla en su cama para que descansará allí, riendo ella por mi gesto.

Llamé a Sofía en cuanto la dejé y le comenté lo que nos habían dicho en el medico. Al final se quedó con sus amigos al ver que no era nada grave, diciéndome que fuera con ellos, pero me dio pena Nadine y al final me quedé para hacerle compañía, aunque le dije que iría con ellos una vez su madre se durmiera. No me fiaba mucho de dejarla allí sola tampoco, porque pensaba que a lo mejor le podía llegar a doler más y tendríamos que regresar al médico o algo por si al final sí que tenía algo más. Y para una vez que podía salir y le pasaba eso, pues tampoco me parecía bien dejarla sola en casa. Cuando volví a su habitación para darle la pastilla, pude ver sus bragas por la postura que tenía al estar ella tumbada, aunque cerró sus piernas para que no viera más. Eso sí, ya se había quitado los tacones y se había puesto más cómoda, encendiendo la televisión que tenía allí.

-Oye, Javi, ¿por qué no te subes unos vasos y algo de la cocina y nos tomamos algo aquí? -me preguntó cuando estaba por salir para cambiarme de ropa creyendo yo que la noche se había acabado.

Me giré hacia ella sin esperar que me saliera por ahí, porque pensaba que estaba con un buen dolor por cómo se había torcido el tobillo de mala manera pocos minutos antes, pero al parecer estaba equivocado, porque seguía con ganas de divertirse.

-Pero... ¿Con la pastilla y eso...?
-No pasa nada, hombre. ¿Eres tan amable de subir de paso una bolsa con un poco de hielo para ponérmela en el tobillo y que así baje más rápido la hinchazón?
-Eh...
-¿No te apetece tomarte una última? Yo es que me he quedado con las ganas, si te digo la verdad.
-Bueno, no soy mucho de beber. Y no creo que sea buena idea que tú lo hagas también tomando medicamentos.
-Qué responsable eres... Te prometo que no me la cargo mucho. Va, anímate.
-Bueno, pero solo una, ¿vale?
-Claro -dijo sonriendo.

En realidad, entendía a Nadine. No tenía mucha oportunidad de salir por la noche a divertirse y para una vez que podía, le pasaba esto. Y la verdad es que, de no ser por aquel incidente, hubiéramos seguido de fiesta un buen rato más, porque la cosa pinta así y hacía muy buena noche, además de que el ambiente con los amigos de Sofía era excelente. Así que en nada, ya estaba de vuelta en la habitación con un par de vasos con hielo, algo de alcohol que encontré en la cocina y una botella de refresco, además de una pequeña bolsa que llené con algunos cubitos de hielo para su tobillo, que seguía hinchado. Al llegar, me la encontré conforme la dejé. En lo que preparaba todo aquello pensaba que se iba a quitar el vestido para ponerse algo más cómodo, pero no fue así.

-¿Vas a estar todo el rato ahí sentado? -me preguntó al verme sentarme en una silla que tenía en la habitación.
-No hay muchas más opciones.
-Te puedes tumbar aquí a mi lado. Ven, que te hago hueco.
-Mmm... -murmuré con duda.
-Que no muerdo, ¿eh? Jajajaja.
-¿Segura? -dije levantándome para tumbarme a su lado.
-Me gusta que seas echado para adelante -decía riendo.

Para estar más cómodo, me quité los zapatos y nos quedamos ahí los dos tumbados, charlando de cosas muy banales, como veníamos haciendo también con sus amigos en la cena y luego en la copa que nos tomamos en aquel chiringuito en el paseo marítimo. De fondo teníamos la televisión puesta, pero no le terminábamos de hacer mucho caso. Y fueron unos minutos bastante agradables los que pasé junto a Nadine, aunque reconozco que me ponía algo nervioso verla así de sexy, sobre todo, porque el vestido le quedaba subido y, aunque no se le llegaban a ver las bragas, sí que dejaban sus muslos al desnudo. Estaba con ese punto de alcohol en el que te ríes y cuando estás con una persona por la que sientes atracción, se te llega a poner no morcillona, pero sí muy encaminada. Y la cosa no quedaría ahí, porque Nadine se animaba conforme iba avanzando la conversación, solo con miradas, risas y algún gesto como dejar su mano en mi brazo, aunque después cambiaría el rumbo de la charla.
 
Capítulo 533

-Javi, ¿te puedo hacer una pregunta?
-Claro.
-A ver... Es que es sobre sexo, jaja.
-Jajajajaja -reía por ese punto de alcohol que hacía que no me pareciera tan mal hablar de estas cosas con ella ya.
-¿Puedo entonces?
-Claro. Mira, yo para hablar de sexo soy muy abierto. No me voy a escandalizar ni nada.
-¿Sí? ¿Y eso?
-Pues no sé. Lo veo algo natural.
-¿No será porque te va la marcha?
-Seguramente -dije riendo.
-Jajaja. Es que tengo curiosidad por una cosa. ¿Cómo fue tu primera experiencia sexual después de que tu relación se acabara?
-Buena pregunta.
-Es algo que yo viví en su día. Ya te he contado que lo estuve esperando mucho tiempo.
-Ajá.
-En mi caso, fue una mierda -dijo sin tapujos-. No se me iba de la cabeza su cara y todo de él por mucho tiempo que hubiera pasado...
-Me pasó algo bastante parecido a mí.
-¿Sí?
-Sí. La primera vez... -dije pensando en el encuentro con Maribel- Bueno... -comenté cambiando al encuentro con Raquel.
-¿Qué tal?
-Es difícil de explicar. No dejaba de pensar en ella. La chica se parecía mucho a ella en realidad.
-¿Físicamente o en la cara? ¿O la manera de ser?
-Un poco de cada -dije mezclando ambas situaciones en mi cabeza.
-Uff... Entonces sé que no fue bien la cosa. Yo en el momento bien, pero cuando empecé a recordar muchas cosas, se me bajó todo y nada. Le dejé acabar a él por pena, pero yo no estaba centrada para disfrutar.
-Vaya...
-¿No te pasó igual?
-Si te estás preguntando si culminé... Sí. Lo hice.
-¿En serio?
-Sí. Fueron varios meses después y yo desde la universidad soy muy activo sexualmente.
-¿Tenías eso sensible? -dijo mirándome el paquete de manera descarada.
-Mmm, no especialmente.
-A mis amigas, las que se han divorciado o separado, les he hecho la misma pregunta. Y ellas como ya no sentían nada por la otra persona, pues no les pasó lo que a nosotros.
-Es que nuestra situación es algo especial.
-Sí.
-¿Te puedo hacer otra pregunta yo a ti?
-¡Anda! Sí, sí. Como si fuera un juego -decía entusiasmada.
-Qué animada te veo, jajajaja.
-Joder, es que no tengo oportunidad de hacer esto muy a menudo.
-Vale. A ver...
-Venga, suéltalo.
-¿Tú has tenido algo con el amigo de Sofía? El que ha llegado tarde.
-Jajajajajaja -reía con ganas.
-Eso es que no, entiendo.
-¿Por?
-Entonces, ¿sí que has tenido algo con él?
-¿Tú qué crees?
-Mmm...
-Va, mójate.
-He visto que esta noche lanzabais miradas el uno al otro, como si tuvierais complicidad.
-¿Y...? ¿Crees que sí, o que no?
-Pfff... Diría que no.

Nadine me sonrió muy ampliamente, aunque no llegó a corroborar o desmentir mi respuesta.

-¿He acertado entonces?
-Pues no.
-¿En serio? -pregunté asombrado.
-¿Tan raro es que me haya acostado con él?
-No, no. Si eres una mujer muy atractiva. No me extraña que se haya acostado contigo. Para nada. Solo que... No sé. Al ser amigo de Sofía, pues pensaba que...
-¿Qué pensabas?
-Nada. No sé.
-Lo conocí hace bastante. Desde que Sofi iba a la universidad. De vez en cuando él venía a recogerla para irse a tomar algo con los demás. O de fiesta, como hoy. Y bueno... Pues una vez...
-Ya veo.
-¿Quieres detalles?
-No hace falta si no quieres.
-Para resumirlo, en la graduación de Sofi, cuando se iban a ir a cenar a un restaurante todos los de su promoción, él me trajo a casa, porque también nos recogió. Dejó a Sofi allí y al traerme, pues nos enrollamos. En su coche. Aparcamos en un descampado y echamos un polvete rápido. Estuvo muy bien.
-Bueno, aunque así rápido...
-Es que se tenía que ir. Fueron unos 10 minutos. Pero el chaval sabía lo que hacía. Además, tenía una tranca...
-Jajajajaja -reí por su salida.
-Es verdad. Yo creo que esa noche se benefició a la madre y a la hija. Y hoy también se la llevará a la cama -decía riendo.
-Hala...
-¿Por qué? Si yo también veo este tema muy natural. Es mi hija la que se pone como una quinceañera.
-Bueno... No tanto.
-¿Cómo? A ver...
-No, no.
-Va, cuéntame algo.
-Es que es tu hija. No me parece bien.
-Dime alguna tontería, así me quedo tranquila.
-Digamos que a tu hija le gusta jugar.
-Vaya... Parece que Sofi no me ha salido tan paradita como yo pensaba.
-Eso no. Te lo aseguro -dije pensando en cómo se interesó por las chicas cuando le presenté a Irene y cómo no paraba de hacer tríos con mis dos amigos.
-Vaya, vaya...
-Bueno, vamos a dejar a Sofía.
-Pero que no es para tanto, Javi. ¿Qué te crees, que no me he dado cuenta de que habéis follado aquí?
-¿Cómo...?
-¿Cómo me he dado cuenta?
-¿Nos escuchaste?
-Escuché algo. Unos susurros. Pero duraron bastante. No me cuadraba con un polvo. Luego oí la cama un par de veces, pero eso puede ser por moverse y tal. No estaba segura, pero cuando he visto que la habitación en la que dormía ella estaba vacía y que estaba contigo así abrazadita, pues ya sí que lo he confirmado.
-¿No hemos podido dormir y ya está?
-No veo que paséis la noche así sin hacer nada, la verdad. Además, sé lo que le gustas a mi hija. De antes y de ahora sigue sintiendo atracción. Tengo ojos en la cara, ¿vale? Veo cómo te mira, jajaja.
-No me convencen tus pruebas.
-Estoy segura de que anoche follasteis. Y creo que esta mañana ha caído un mañanero también.
-Joder, con la madre...
-Pues mira, mi Sofi va a echar unos cuantos polvetes. Y hoy con dos diferentes. Hace bien, que tiene un cuerpazo... Y falta le hacía, que lleva muchos días encerrada pendiente de todos.
-Qué segura te veo que ella y yo hallamos...
-Hombre, los condones de la papelera, ¿para qué los usasteis? ¿Para hacer globitos? Jajajajaja.
-Joder, eso sí que es una pillada.
-Ay... Pero que me alegro, ¿eh? Que sois jóvenes y hacéis muy bien. Además, veo que tenéis cabeza y que usáis protección. Mejor todavía.
-¿Y dices que esta noche...?
-Sí. Te aseguro que esta noche no viene a dormir aquí.
-¿En serio?
-Sí. Siempre que ha venido este chico y ella ha estado aquí, ha pasado la noche fuera. Yo sé que la ha pasado con él. Siempre se pone muy contenta cuando viene y se le ven las ganas.
-Pues sí que conoces buen a tu hija.
-Hombre...
-Pues que disfrute.
-¿No te molesta?
-No. ¿Por qué lo iba a hacer? Si ella y yo solo somos amigos.
-No, lo digo porque a lo mejor piensas que te ha dejado un poco tirado.
-Para nada. Si he sido yo el que se ha ofrecido para acompañarte y que ella siga con sus amigos por ahí.
-¿Por qué lo has hecho?
-Porque me daba pena que después de tantos meses sin verlos, pase esto y se tenga que joder. Pues no. Yo, como casi no los conozco, no tengo problema.
-Ah...
-¿Por qué lo preguntas?
-No, por nada. Pensaba que a lo mejor me querías llevar al huerto...
-¿Qué? Jajajaja.
-Pues lo pensaba. Creía que así podías quedarte a solas conmigo y a lo mejor intentabas algo.
-¿En serio?
-Sí. Aunque eso que has dicho que no pensabas que yo hubiera hecho algo con amigo de Sofi, pues me ha hecho cambiar de opinión.
-Ah. Pues no lo creía, la verdad.
-Pero a lo mejor estoy equivocada.
-¿En qué?
-En eso de que en realidad sí que querías quedarte a solas conmigo.
-¿Por?
-Bueno... El bulto de tu pantalón se ha hecho un poco más grande... -decía riendo, aunque de manera diferente a como lo venía haciendo.
-Pero eso es por el alcohol.
-¿Solo? Pues vaya chasco...
-A ver, que también estás muy buena, ¿sabes? Que el vestidito así tan subido me ha puesto nervioso desde que te lo has puesto.
-Si quieres me lo quito, ¿eh? Así no te pones nervioso, jajaja.
-Jajajaja. Sería peor entonces.
-¿Peor? ¿Pero no dices que estoy buena? Jajaja.
-Me gusta tu rollo, Nadine. Eres una mujer estupenda.
-Y porque no me has visto en otras situaciones.
-Joder, qué lanzada eres.
-Porque te veo muy cortado.
-¿Cortado? No tanto. Te estoy siguiendo la conversación.
-No me costó tanto que el amigo de Sofía se me tirara encima -dijo poniendo uno de sus dedos por el filo del vestido para jugar con él y subirlo un poco más, dejando ver su ropa interior blanca.
-¿También le coges las bragas a tu hija? -dije mirándola a los ojos.
-Jajajaja. No hombre... ¿Qué pasa, que por tener mis años no puedo tener ropa interior bonita, como tangas y cosas así?
-¿Llevas tanga?
-Puede...
-Pfff...
-Javi, dime una cosa.
-¿El qué?
-¿Te gustaría verme desnuda? Porque yo estoy deseando verte así. Y más después del día de playa que hemos echado...

Me quedé mirándola a los ojos fijamente durante unos segundos y ella también lo hacía, aunque ambos variábamos bastante entre ellos y nuestros labios, aunque al final me acabé lanzando sobre ella para besarla. Pero Nadine no se quedó atrás, porque agarró mi cara con fuerza para besarme también, de manera muy guarra. Nuestras manos desde aquel momento se volvieron locas recorriendo el cuerpo de la otra persona. Las suyas me agarraban los brazos y me sonaban mucho el paquete, ya con una erección grandísima por la conversación que estábamos teniendo y por lo tonto que me puse. Las mías, no paraban de subir y bajar por sus muslos, pasando a su culo para lanzar algunos buenos azotes al ponerla sobre mí para que se acomodara. Nadine reía con cada azote que le daba, aunque también llegaba a gemir, indicándome que le gustaba que hiciera eso. Pero estaba bastante impaciente por quitarme el cinturón, aunque yo la paraba.

-Venga, déjame ver este pollón que tienes -dijo al despegarse de mis labios.
-Espera, que voy a por condones.
-Vale. Corre.

Fui rápidamente a la habitación de Sofía, que era donde estaba mi maleta y donde tenía los condones y demás. No tardé nada en volver con ellos y con lubricante, encontrándomela conforme la dejé, aunque despatarrada, mostrándome su ropa interior que parecía ser un tanga con algo de encaje. No pude evitar sobarme un poco por encima al verla así, tan dispuesta a recibirme, por lo que no tardé en ir con ella a la cama. Dejé lo que cogí de mi maleta sobre su mesita y nos volvimos a liar, con esos tocamientos que estábamos haciendo antes, aunque ella parecía tener prisa por desabrocharme los pantalones.

-Espera, Nadine.
-¿Qué pasa? No me digas que no tienes ganas.
-Joder que no... Ahora mismo no puedo dejar de pensar en otra cosa. Y hasta que no te dé bien lo tuyo no voy a salir de esta habitación.
-Jajajaja.
-Es que me estoy viendo con alguien bastante de seguido. Y no tenemos exclusividad, pero...
-¿Todo bien?
-Sí, sí. Quiero saber que puedo confiar en ti. Saber que estás limpia, ya sabes.
-Cariño, llevo sin echar un polvo 2 meses... Creía que te habías enterado con las conversaciones que hemos tenido, jajaja.
-Ya, pero no está de más preguntar para asegurarse.
-Haces muy bien. Es genial echar un polvo para pasarlo bien, pero hay que hacerlo con cabeza.
-Claro. Por eso... Para el sexo oral también tenemos que usarlo. No te puedo comer el coño así sin...
-Ni falta que hace -dijo para besarme y callarme.

Seguimos liándonos un poco más, aunque ya cogí las riendas al ver que ella estaba bastante conforme con aquello de hacerlo con cabeza y subí un poco su vestido para acariciar su vientre, pasando después a colar mi mano por dentro de su ropa interior. Al hacerlo me llevé una sorpresa que me encantó al notar algo de vello por la zona. Y no parecía tener mucho, lo que indicaba que lo llevaba bastante cuidado. Aquello hizo que me entrara mucho calor por la cara y que resoplara, riendo ella divertida.
 
Capítulo 534

-Me encanta esto -dije acariciando su pubis.
-Mmm, ¿de verdad?
-Sí.
-Creía que eso no os gustaba a los jovencitos.
-Normalmente es así, pero a mí me encanta.
-Pues qué bien, ¿no?
-Ya ves -dije despegándome de ella para ponerme de rodillas sobre la cama y tirar de su tanga hacia abajo.

Al hacerlo, Nadine se quedó totalmente desnuda de cintura para abajo, permitiéndome ver su coño perfectamente. No era tan parecido al de Sofía como imaginaba. Nadine no tenía un coño feo, pero si tuviera que elegir, me quedaba con el de su hija. Ella tenía unos labios algo más gruesos y bastante oscuros, pero se me hacía muy apetecible en ese momento. Por la excitación que llevaba encima, tenía sus labios un poco entreabiertos y el interior era tremendamente rosado. Fue algo que me llamó la atención y que me gustó ver, ese contraste entre sus labios y el interior de su vagina me gustó. Nada más ver eso, dirigí mi mirada hacia arriba, encontrando un pequeño matojito de pelo muy rizado y algo desigual, como si no le creciera de manera uniforme. Fue algo que me recordó a cuando Sofía me hizo aquella sorpresa dejándose algo de vello por la zona, porque me comentó que le crecía de manera similar a como lo hacía en su madre al parecer. Era de color muy oscuro, cosa de la que no me percaté al ver su ropa interior con algo de transparencia, pero suponía que era su piel.

Algo que también vi fue que tenía una cicatriz en el vientre. Tenía pinta de que era por una cesárea que le habían hecho, aunque no era algo tan horrible, sino que tenía una cicatriz con un pequeño pliegue. Desde luego había visto peores en la playa, por lo que no tuve ningún problema y no me resultó algo que restara. Me relamía viendo su coño, pero no quería lanzarme a hacerlo sin protección y parecía que a ella no le importaba que no se lo comiera. Y siendo sincero, la experiencia con el condón de por medio con Sofía la noche anterior me pareció bastante mala. Me encantaba comer un coño, pero de esa manera es que no era ni la mitad de placentero para mí, y por lo que vi, para Sofía era algo bastante similar. Por eso opté por regresar a mi postura original al tumbarme con ella para besarla, meterle los dedos en la boca para que los humedeciera y así poder tocarla de mejor manera.

Nadine me empezó a gemir en la boca mientras mis dedos acariciaban sus labios suavemente al pasarlos yo hacia arriba y abajo, aunque no tardé mucho en subir al clítoris para hacer pequeños movimientos circulares con la yema de mis dedos. Ella pegó un respingo con esto último, por lo que lo intenté hacer de manera algo más suave al ver lo sensible que tenía esa zona en específico. Tras unos segundos volví a sus labios para luego meter un dedo lentamente, expulsando ella mucho aire por la boca. De ahí, cogí más soltura al ver que no tenía tan sensible esa zona. Por eso, le metí otro para empezar a masturbarla con más rapidez y con más rudeza. Ahora sí que empezaba a gemir de verdad, despegándose de mis labios. Yo no podía hacer otra cosa más que venirme arriba por cómo la tenía ya nada más empezar. Al verla así, le empecé a estimular el punto G a la vez que le tocaba el clítoris.

-Para, para. Cabrón...
-¿Estás bien?
-Sí. Es que no me quiero correr tan rápido.
-¿Qué pasa? -dije con sorna- ¿Solo puedes correrte una vez en toda la noche? ¿Ese es el nivel de aguante que tienes?
-Será capullo el niñato... Jajajaja.
-Dime que no eres de las que se corre y se duerme, por favor.
-Noooooo. Pero llevo tanto sin disfrutar así que no quiero que sea tan fuerte como para que me apague.
-Yo te espabilo, no te preocupes.
-Jajajaja. Qué chulito eres tú, ¿no? A ver si el que no va a tener tanto aguante vas a ser tú...
-Jajajajaja. Te aseguro que lo tengo. Y más con condón.
-Ahora lo veremos. Por cierto, ve a ese cajón -dijo señalando a un armario-, ábrelo y coge una toalla.
-¿Y eso?
-Tú hazme caso.

Me levanté y cogí una toalla de donde me digo, dándosela a ella, quien la dobló por la mitad y la puso bajo su culo.

-¿Esto no será por...? ¿Haces squirting?
-Sí -dijo riendo divertida.
-Ostia, no me lo esperaba.
-¿No te gusta?
-Pues claro que me gusta. ¿No te gusta a ti cuando el chico se corre?
-Claro que me gusta.
-Pues esto es igual.
-No te creas, ¿eh? Que a alguno no le ha gustado nada y me ha dejado a medias.
-Pues quien te haya hecho eso es un gilipollas.
-Jajajaja.
-Buah... Qué putada no poder comerte el coño como a mí me gustaría. Pero quiero hacer que te corras así ya.
-Uff... Venga, va. Hazlo, pero después me dejas que te coma la polla, que lo estoy deseando.
-Ya, pero...
-Sí, con condón. No me importa.
-Entonces sin problema.
-Por cierto, no esperes gran cosa de lo que voy a hacer. No va a ser como seguramente te imagines. Puedo hacerlo, pero es poco, ¿sabes?
-Da igual. Vamos a disfrutar igualmente.

No dejé que perdiéramos mucho más tiempo y me puse en posición, aunque ella me pidió que me quitara toda la ropa para quedarme desnudo. Cuando lo hice, se quedó mirando mi polla, diciéndome que le gustaba mucho y que no se imaginaba que la tuviera así. Otra vez en posición, de nuevo, me puse para empezar a estimularla, haciéndolo ella también al agarrármela para mover su mano a lo largo suavemente, aunque ese ritmo lento inicial subió rápidamente por ambas partes. Yo le metía los dedos con suma rapidez, notando lo que se lubricaba de manera natural, siendo algo que me llamó mucho la atención para la edad que tenía. No tardó mucho ella en correrse al fin mojándose, aunque no lo terminaba de hacer como esperaba, por lo que seguí, estimulándole el punto G mientras ella apretaba mi polla con mucha fuerza, consiguiendo yo lo que me propuse.

Efectivamente, no fue muy efusiva. Lejos de esos chorros que imaginaba que soltaba cuando me reconoció que hacía squirting, Nadine solamente lanzaba gotas bastante grandes, aunque me empapaba la mano de igual manera. Pero sí que lanzó un pequeño chorro, cosa que me encantó ver, salpicándome al resto del brazo. La toalla hizo su función absorbiendo todo es líquido mientras Nadine seguía sumida en su orgasmo al agarrar las sábanas con una mano y apretándome con fuerza, cerrando además sus piernas y echando su cabeza hacia atrás lanzando algún grito. Tuve la tentación de seguir, pero la dejé estar un poco para que se recuperara. De sobra sabía lo que correrse así significaba, aunque no tenía por qué ser igual en ella, pero imaginaba que estaría muy sensible y que lo mejor sería parar.

Al despertar, me buscó con su mirada, riendo de manera socarrona y acariciando su propio cuerpo, aunque rápidamente pasó a agarrar de nuevo mi miembro para mover su mano a lo largo de él y empezar así a masturbarme de nuevo. Fue un momento muy bueno evidentemente, aunque me puse un poco nervioso a ver cómo acercaba su cara a esa parte de mi cuerpo. Pero no hizo nada más allá de observarla bien de cerca, siguiendo así durante unos segundos más.

-Joder, es que... Uff...
-¿Qué pasa? -le pregunté riendo.
-No me esperaba que la tuvieras así.
-¿No me lo has notado antes de que me desnudara?
-Sí. Pero así al desnudo parece más...
-¿Sí?
-Eso me ha parecido. También te he estado mirando durante todo el día en la playa. Disimuladamente, claro, jajaja.
-¿Y qué tal?
-Bastante bien. Pero así mejor.
-Claro, jajajaja.
-Joder... Tengo ganas de todo ya.
-¿Qué quieres hacer?
-Quiero comértela. Pero con condón... Pero bueno, si tiene que ser así, pues ya está.
-Tengo de sabores si es eso lo que te molesta.
-No, lo digo porque al natural es mejor. Me vas a comparar...
-La verdad es que sí. Yo he probado a comer un coño con una barrera y... Joder, que mierda.
-Jajajajaja. Bueno, pero no es el fin del mundo tampoco. Anda, dame uno y te la como un poco y me follas enseguida.

Rápidamente cogí uno de los condones que traje y dejé en la mesita y se lo di. Con una maestría que no me llegó a sorprender, tanto por su edad como por la experiencia que suponía por las cosas que me había contado, Nadine sacó el preservativo del envoltorio y lo puso en la punta de mi rabo para bajarlo un poco, solo unos milímetros y poner sus labios sobre él para ir bajándolo por mi polla para ponérmelo así. No era la primera vez que me hacían algo así y lo estaba disfrutando mucho, porque era algo que me gustaba mucho. Me parecía muy sexy y me indicaba las ganas que tenía la chica que estaba conmigo, además de que le iba la marcha. Pero tampoco podía evitar estar un poco nervioso porque sus labios tocaran directamente mi miembro. Una tontería cuando ya nos habíamos besado bastante, pero tenía el tema tan metido en la cabeza que me empezaba a obsesionar un poco.

Así fue como me lo puso por completo al metérsela entera en la boca. Fue algo que me sorprendió, porque no era muy común que aquello tuviera lugar. De hecho, muy pocas me lo habían hecho y Nadine era una de ellas. Pese a poder hacerlo, no se libró de una arcada haciendo que se la sacara rápidamente de la boca para reír un poco y toser. Tras eso, me la empezó a comer a buen ritmo. Y lo hacía francamente bien, pero con la goma de por medio no me resultaba tan agradable como sin ella. Además, venía bien servido del revolcón con su hija la noche anterior y la mañana de ese mismo día, así que no veía posible que me fuera a correr tan rápido. Eso no quitaba que lo disfrutará mucho igualmente, porque lo estaba haciendo, pero también es verdad que en otras circunstancias hubiera sido mejor.

Y algo parecido pasó durante el resto del polvo en sí, porque me notaba con bastante resistencia en todos los aspectos. Tras esa mamada, Nadine se puso sobre mí meterse mi polla en su coño, aunque se lo acaricié un poco antes, porque ella iba dispuesta a metérsela directamente. La veía con muchas ganas y hasta algo nerviosa por eso mismo, por lo que tuve que ser yo el que hiciera ese gesto. Fue muy placentero ver como se la clavaba y se la metía por completo para quedar sobre mí con una pierna a cada lado. Ese pequeño triángulo de pelo me tenía muy excitado también, pero no llegué a notar ningún cosquilleo que me avisara de un orgasmo. Ni cuando le terminé de quitar el vestido al sacarlo por su cabeza lo noté al ver al fin sus tetas con lo que deseaba hacerlo. Las tenía algo más pequeñas que su hija en realidad, y algo caídas también, pero era lo más normal con 50 años. Aun así, las veía estupendas y muy bonitas, con una buena redondez y unos pezones marrones y gorditos, con areolas de tamaño normal.

Nadine me empezó a montar rápidamente, poniéndome más a tono por las caras que ponía de placer y desafiantes. Se movía muy bien, sabiendo como estimularme de buena manera haciéndolo también con ella misma. Yo me dejé llevar bastante poniendo mis manos por sus muslos, culo y tetas, tocando todo bien. En especial sus pechos, amasándolos y pellizcando sus pezones. Nadine parecía encantada con mis tocamientos, porque sus caras de placer aumentaban al mismo tiempo que ponía sus manos sobre las mías para apretar sus tetas. También se echaba sobre mí del todo para pegar nuestros cuerpos y que la follara yo un poco, haciéndolo al levantar mis caderas, soltándole algún que otro azote, lo que hacía que ella lanzara una risa. Durante estos momentos parecía reprimir un poco sus gemidos, aunque no sus jadeos. Ya de últimas me jadeaba muy fuerte en el oído y eso me ponía mucho, pero no llegaba a acercarme del todo al éxtasis.

Conforme pasaban los minutos sí que sentía cada vez más placer por el roce tan bueno que teníamos pese a que no estaba muy apretada ahí abajo, pero verla follándome en varias posturas me estaba gustando mucho. Se puso en una bastante similar a la que usó Sofía al ponerse sobre mí, pero dándome la espalda. Nadine me follaba de manera rápida y me encantaba ver su culo moverse a tal velocidad con su coño engullendo mi polla, por lo que le propinaba varios azotes, riendo ella y diciéndome que parecía encantarme hacer eso. Riéndome yo también le afirmé que me gustaba. Algo que también vi era su ojete, el cual parecía haber sido follando en algunas ocasiones por no estar muy cerrado. Ya estaba pensando en metérsela por ahí para reventarla como hacía con su hija, aunque no sabía del todo si era tan tolerante como ella por esa parte.

La verdad es que Nadine me tenía muy impresionado en todo el apartado sexual. Era muy abierta, muy divertida para hablar y para follar, estaba tremendamente buena como ya suponía y follaba genial. Pero al estar un buen rato follándome la veía cansada, por lo que la moví sin que dijera nada para cambiar las tornas. Parecía impresionada, pero también parecía que le gustaba mi iniciativa, por lo que se la metí en cuanto la puse boca arriba para seguir con el folleteo. Estuvimos follando un buen rato en un misionero que empezó con sus piernas sobre la cama y que evolucionó a uno con sus piernas bien elevadas y casi pegadas a su pecho, sorprendiéndome también la elasticidad que tenía. Así fue como se corrió de nuevo, gimiendo mientras me agarraba del culo para apretarlo y empujarlo. Para mi sorpresa, yo también me acabé corriendo al notar sus movimientos interiores al estrujarme por dentro apretando su vagina con fuerza, aunque también notaba cómo lubricaba más.

Fue un orgasmo muy complaciente por mí parte y ella parecía haber tenido otro bastante intenso por cómo me abrazaba y no me soltaba. Al final me pude despegar de ella para echarme a su lado y reposar un poco. Nadine había tenido dos orgasmos intensos y el mío tampoco había estado mal, por lo que necesitaba recobrar el aliento, aprovechando para dejar el condón sobre la mesita anudado. Al recuperarse, Nadine se puso de lado, echando su mano sobre mi pecho riendo.

-Joder... Lo que hacía que no me lo pasaba así de bien en la cama...
-Yo también estoy impresionado.
-¿Sí? -preguntaba riendo- ¿Por?
-Por todo. Estás muy buena, eres divertida y follas de puta madre.
-Pues claro, niño.
-Creía que con tu edad no se era tan activo.
-Bueno, tal vez. Pero hay gente para todo, ¿no?
-Ya, eso sí.
-Y bonita forma de llamarme vieja... Jajaja.
-Noooooooo. No quería decir eso. Si ya te he dicho que estás tremenda, anda...
-Solo bromeo. Si ya sé que te pongo.
-Pues claro que lo haces. ¿Te apetece seguir?
-Claro.

Tras descansar un poco, volvimos a enrollarnos, empezando como lo hicimos previamente, aunque ahora de manera más guarra. Esta vez, para empezar un nuevo polvo la puse a cuatro para follarla así durante un rato, con ella empujando con su culo para hacer la follada más rápida y dura. También hicimos otras posturas, como la cucharita, donde también aproveché para darle con fuerza. Fue un momento casi idéntico a como cuando lo hice con Sofía por la mañana, pero ahora me podía desquitar haciéndolo de mejor manera, con más rapidez y con más fuerza. Casi le digo que cuando fue a despertarnos a su hija y a mí estaba haciendo exactamente eso con ella, porque tenía un morbo encima tremendo, pero no lo acabé haciendo por miedo a que le cortara el rollo a ella.

Así llegamos al momento clave en el que, estando ella bastante cachonda, fui capaz de preguntarle sin contarme nada en absoluto si quería que le follara el culo, diciéndole también que me moría de ganas por hacerlo. La estaba follando en esa postura de la cucharita mientras agarraba uno de sus pechos cuando se lo dije y ella hizo un movimiento brusco al mirar hacia atrás, aunque por suerte no tenía mala cara. De hecho, tenía una sonrisa en ella, pasando a darse la vuelta para que ambos quedáramos cara a cara. Sin venir mucho a cuento se puso algo cariñosa y me empezó a besar mientras acariciaba mi cara.
 
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