Reencuentro con Elena

Capítulo 464

Durante la semana seguí con la rutina de siempre, aunque parte de ella tuviera lugar en algunos sitios diferentes, como el gimnasio. Todo lo demás estaba exactamente igual, con todo muy bien en el trabajo, encontrando a una Rebeca más animada a participar en clase, aunque aún le seguía costando alcanzar el ritmo del resto, pero ya trataríamos de llegar a él en esas clases extra de los sábados. Algo que es digno de mención, aunque no le daba tanta importancia fue que varias personas que yo creía ya dejadas atrás se pusieron en contacto conmigo. Una de ellas era Eva preguntándome de manera amigable si ya no me pensaba tatuar más, porque no me pasaba por el estudio. No sabía muy bien a qué venía eso cuando me dijo que no le gustaba repetir en la cama con nadie que no fuera su novio para evitar problemas de sentimientos y demás.

Precisamente le pregunté que por qué me contactaba después de decirme aquello y ella me dijo que se acordó de mí por ver a alguien que venía pidiendo un diseño similar a uno de mis tatuajes. Por eso me habló por mensaje, aunque no dijo nada más, ni yo tampoco le di más importancia al responderle que de momento no tenía pensado hacerme ninguno más al tener ya los dos brazos rellenos por completo. Ella me dijo que había mucha más piel por todo el cuerpo, aunque rápidamente pasó a otro tema, al de Raquel en concreto. Al parecer ya habían hecho el trío y no paraba de decir lo buena que estaba y lo bien que se lo había pasado con ella. Al dejarla en visto en cada mensaje que me mandaba de ese asunto, me acabó preguntando si me pasaba algo. Yo simplemente le respondí que no me apetecía hablar de eso.

Entonces fue cuando ella me preguntó si estaba aún picado por no haber sido yo el chico con el que lo habían hecho. Le respondí que no estaba dando saltos de alegría desde luego, pero no le di opción a replicarme al escribirle que no me interesaba ningún detalle de lo ocurrido aquella noche, comentando también que ya conocía a las dos, tanto vestidas como desnudas y que había estado también con ellas en la cama, así que poco me aportaba lo que me tuviera que decir. Ella se reía burlándose de mí al decir que sí que estaba picado al responderle así, pasando a preguntarme si no me interesaban las reacciones tanto de Raquel como la de su novio, añadiendo también que sabía cómo había quedado la cosa entre ambos después de la charla que tenían que tener. Le contesté negativamente y le dije que tenía lío en el trabajo, esperando que pillara la indirecta.

Y sí que pareció pillarla, pues no me volvió a hablar de aquello. Quizá fui borde con ella sin llegar a merecerlo, pero preferí hacerlo así para evitar más acercamiento con ella. Seguía teniendo en mente aquello de no inmiscuirme mucho en la vida de la gente, y pese a lo bien que me caía Eva, no quería tener una relación de amistad con ella. Sabía que, si seguía teniendo contacto con ella, diría de verla para repetir lo que una vez hicimos. De normal no me daría por ahí, pues en tiempos de universidad había mucha gente que iba y venía de mi vida y cuando conseguía ligar con rollos de una noche, era muy raro volver a verlas. Sin embargo, Eva me caía muy bien, como ya he dicho y, además, follaba de escándalo, así que veía bastante probable que me diera por decirle de quedar. Tan solo me volvió a hablar para decirme que, si alguna vez tenía pensado tatuarme más, que no durara en hacerlo en aquel estudio, que era muy bien recibido.

De la que sí pasaba más era de Raquel. Bastante lío tenía ya con su novio como para meterme en medio encima. No era una chica que me cayera mal, pero después de ese tonteo en el que yo veía cada vez más cerca ese trío, no quería verla, porque sabía que se me iba a ir la boca con alguna indirecta acerca de ese tema y ella no sabía las intenciones que teníamos Eva y yo respecto al tema. Además, estaba tan buena que a esas alturas se me iban a ir los ojos descaradamente, especialmente después de haberla visto desnuda y haberme ido con ella a la cama. Era algo que no quería hacer delante de ella, por eso prefería quedarme bastante al margen. Tanto, que ni me interesaba saber qué había pasado con su relación. Que sí, que podría irme con ella a la cama de nuevo seguramente si había roto con su novio, pero desde lo de Cintia, prefería salvar las distancias con gente que apenas conocía.

Otra persona que me contactó fue Lola. Se extrañó de no verme en toda la semana y me preguntó si me encontraba bien o si había faltado por encontrarme mal o algo así. Vaya, ahora que me había ido, sí que me daba bola. Le confesé que me había borrado de ese gimnasio y que me apunté a otro que me pillaba mejor para hacer un entrenamiento más seguido al aprovechar mejor el tiempo para correr. No pareció convencerle mucho mi explicación, por lo que al final le confesé que lo hice para no estar en medio. No me terminaba de sentir cómodo con Natalia, porque se volvió todo bastante frío con ella, y con razón, y seguramente por mi culpa, pero prefería no verla. Y lo mismo con ella. Con aquello de que se estaba viendo en serio con alguien, pues quería evitar la tentación de acercarme para intentar algo con ella cuando llevara bastantes días sin sexo.

No se lo llegué a decir con esas palabras eso último, pero le dejé caer más o menos lo que pensaba y ella pareció entenderlo, aunque le daba pena, porque me dijo que le caía bastante bien. Yo también pensaba así de ella, reconociéndolo, además de los momentos tan buenos como íntimos que pasamos juntos. Finalmente le deseé suerte en lo suyo con aquel chico, porque veía cómo se miraban ambos y era bastante obvio que de ahí iba a surgir algo fuerte. Ella también me deseó que me fuera bien, aunque recalcó que no le gustaría perder esa amistad que surgió entre ambos, pero yo lo veía mejor así, por lo que se lo medio expliqué de nuevo, aunque ella lo veía un poco exagerado. Al final la cosa quedó ahí, aunque no tenía entre mis planes quedar con ella.

Pasando a lo que más me importaba, en esa semana tuve conversaciones con mis amigos más cercanos, pero vayamos por orden. El primero de ellos en hablarme fue Mario, quién me pilló en el gimnasio haciendo bicicleta.

-¿Qué pasa? ¿Te he pillado follando? Jajajaja.
-No, coño. ¿Por qué lo preguntas?
-Porque como respiras fuerte...
-Estoy en el gimnasio.
-Ah, yo es que estoy desayunando y quería hablar contigo.
-Claro. ¿Qué pasa?
-Es para hablar de lo del fin de semana.
-¿Es por Irene?
-No. En realidad, no. ¿Por?
-¿No te ha contado nada?
-Sí, todo. Lo de que vio a Noelia y todo lo que pasó después.
-¿Y qué te parece?
-Pues bien, ¿qué me va a parecer? Eres su amigo y la has animado perfectamente.
-Ya. Lo digo por la manera de...
-Es normal. Os queréis mucho y os tenéis mucho cariño.
-Sigo sin entender cómo te da igual todo, jajajaja.
-Joder, porque confío en los dos. Jajajaja. No tengo miedo de que me vayas a robar a la novia o que ella se vaya contigo.
-Eso está bien.
-Además, el domingo sí que os hinchasteis, ¿no? Jajajajaja.
-Joder... Esa sí que era la Irene que conozco. Qué morbosa es la cabrona.
-No lo sabes bien.
-¿Te ha contado lo que hicimos?
-Sí. Todo.
-Entonces poco tenemos que hablar, jajajaja.
-Bueno, por esa parte, sí.
-Eso, eso. ¿Qué es eso de que quieres afianzar cosas?
-Joder, vas directo, ¿eh?
-¿Qué quieres que te pregunte entonces? Jajaja.
-No sé... A lo mejor cómo me ha ido este fin de semana con alguien... -decía haciéndose el interesante.
-Bueno, pero eso luego. Me interesa más lo otro.
-Joder... Cualquiera diría que eres un tío... Jajajaja.
-Que sí, que ahora hablamos de eso.
-¿Qué quieres saber entonces?
-Pues eso que me dijiste. ¿De qué va el asunto? ¿Le vas a pedir formalmente que se case contigo?
-Bueno, ya sabes cómo es con ese tema...
-Ya. Lo sé.
-La verdad es que me gustaría bastante dar ese paso. Ya son 4 años juntos y estoy como el primer día con ella. Irene me llena mucho.
-Eso se ve en cómo la miras. Y ella está igual contigo.
-Ya. Pero no es algo que me corra tanta prisa.
-¿Entonces?
-Últimamente me están entrando muchas ganas de algo.
-¿De qué?
-De tener un bebé.
-Ostia, Mario...
-Últimamente me ha dado por ver vídeos de bebés, veo muchos por la calle... Se me queda una cara de bobo cuando los veo... Parezco tonto.
-Esas son palabras mayores.
-Eso es. Esto no es algo que se piense a la ligera.
-¿Pero y esto de dónde viene?
-No lo sé. Es como que me lo pide el cuerpo, ¿sabes?
-Bueno, algo me puedo imaginar.
-Pero son unas ganas muy fuertes. De hasta pasar todos los días un rato imaginándonos ya con uno.
-¿Y qué dice Irene?
-No lo hemos hablado en serio. Ella se ríe como si le entrara vergüenza y acabamos follando, pero de ahí no pasamos.
-Jajajajaja. Ojalá verla así.
-Es divertido, pero no llegamos a nada.
-¿Y qué tienes pensado?
-No sé. Es algo que tenemos que hablar seriamente y aún somos jóvenes. A ver qué dice ella.
-Buah, tío. La verdad es que me alegraría mucho si dierais el paso. No termino de imaginaros con un bebé, pero me encantaría veros así tan en familia.
-Gracias. Ojalá tenga lugar más pronto que tarde.
-Seguro que sí.
-Bueno, ¿quieres que te hable de Ana? ¿O se te han pasado las ganas con esto? Jajajaja.
-Va, cuenta. Aunque me parece raro que me sueltes todo esto y me vayas a contar ahora cómo te has follado a otra.
-Jajajajajaja -reía mi amigo con ganas.
-¿Qué tal ha ido con Ana?
-Uff... Mejor de lo que pensaba.
-¿Sí?
-Pues sí. Está bien buena cuando se desnuda. Me la esperaba a lo mejor diferente al pasar lo años, pero qué va. Y folla...
-Joder...
-Y diría que lo tienes bastante hecho con ella.
-¿En serio?
-Creo que sí. Estuvimos cenando en un restaurante en las afueras y estuvimos hablando varias cosas y saliste en la conversación. Que si te veía muy cambiado, con esos tatuajes... Y lo decía sonriendo.
-Pues tuvimos un pequeño encontronazo.
-Sí. También comentó eso. Pero tampoco le dio mucha importancia. Yo creo que si te la ligas, la tienes donde quieres.
-Pues habrá que.
-¿Te gusta?
-Joder, ¿a quién no le puede gustar una chica así? Además, está el morbo de que fuimos compañeros de clase.
-Me contó que te habías visto con Fátima y tal.
-Lo imaginaba. Las chicas se cuentan todo.
-Oye, y dices que Fátima no está mal y eso, ¿no?
-Es apañada y simpática.
-Es que Ana me habló muy bien de ella.
-A lo mejor viendo que sois abiertos quiere hacerle el favor a Fátima para que te acuestes con ella.
-Pues seguramente le diga de quedar. Pero no me quiero venir muy arriba, que ya no estoy mucho en ese plan.
-Bueno, piensa que son del círculo de amigos, que no te estás yendo con cualquiera.
-Ahí llevas razón.
-Desde que me pasó lo de la chica esta que me la lio bastante, estoy yo también en ese plan de no estar con cualquiera.
-Haces bien.
-¿Y estuvisteis mucho rato?
-Llegamos a casa sobre las 12 y acabamos bien entrada la madrugada. Se quedó a dormir de hecho y luego desayunamos tranquilamente y se marchó a su casa.
-Entonces, muy bien.
-Sí. Y luego Irene en cuanto vino se me tiró encima para que le contara mientras... Y bueno, también me contó ella lo vuestro.
-Joder, acabaría escocida, porque ese día no paramos.
-Estaba muy cachonda. Hablamos un poco en lo que venía a casa y se lo noté, pero no esperaba que se me tirara así.
-Joder con tu novia...

Después de hablar de aquello, pasamos a tratar otros temas distintos, aunque no hablamos mucho más porque tenía que regresar a trabajar mientras que yo volvía a hacer ejercicio, aunque me dio qué pensar con aquello que me contó de que quería tener un bebé. La verdad es que no me los imaginaba a los dos en plan familia con un bebé y el típico carricoche, pero por cómo hablaba y cómo lo decía, se le veía ilusionado. Recordaba ese sentimiento que a mí también me dio en un momento dado en mi relación y es algo muy bonito. De hecho, lo hablamos en varias ocasiones, llegando hasta a imaginar la niña que queríamos tener y que ahora veía tan imposible... Pero me hacía bastante ilusión para ser sincero. Ver a mis amigos así en mi mente me hacía poner una sonrisa en mi cara. También me hubiera gustado mucho ver a Irene hablar de ese tema, pues cuando Mario me la describió con esa vergüenza, me hacía gracia al no ser Irene para nada así.

Y ya llevaban 4 años como pareja. Era normal que ya se fuera pensando en ello. Si hasta yo lo hice con muchísimo tiempo menos con pareja. Quizá fuera algo más deseado por nuestra parte al tener que estar al cargo de Paula en alguna ocasión esos últimos meses, pero lo recuerdo como un sentimiento muy agradable que mezclaba una sensación de madurez con una de nerviosismo. Madurez por dar el que probablemente sea el paso más importante en la vida al concebir a un hijo o una hija y el nerviosismo de notar que todo iba muy rápido y que una vez que el paso se diera, ya no había vuelta atrás. Y tan solo en 6 meses de relación. ¿Lo habría pensado ella en su anterior relación la cual duró 5 años? Por cosas que me decía, imaginaba que no, porque al parecer Alejandro era infantil y egoísta en parte, aunque también era un crío a esas alturas, pero tampoco estaba seguro del todo.
 
Capítulo 465

Ese mismo día, más tarde cuando llegué a casa y me di la ducha para reposar un poco mientras me veía algún video de algún torneo para seguir avanzando en el juego que tanto me gustaba, me llamó Irene. Me resultó raro. No que me llamara en sí, pues estaba bastante acostumbrado a hablar con ella, sino por hacerlo al rato de haber hablado con Mario, pero resultó que la conversación no tenía nada que ver con aquello.

-Nene, ¿cómo estás?
-Bien. ¿Y esa pregunta?
-No sé. Es que me apetece hablar con alguien, por eso te he llamado.
-Ah, vale. ¿Y tú? ¿Cómo estás después del finde?
-Perfectamente. Ya aquí con Mario no tengo problema.
-Ah, que conmigo sí lo tienes, ¿no? -dije de broma.
-Noooooo. No seas tonto. Sabes que no. Además, me animaste muchísimo. Ahora entiendo muchas cosas.
-¿El qué entiendes?
-Nada, déjalo. Pero vamos, que conforme acabamos la noche, te deberías haber dado cuenta de que lo hiciste muy bien.
-Ya, si estoy de coña.
-Vale, por si acaso. Que eres muy tontín...
-¿Qué quieres hablar?
-Mmm, pues de tu compañera de piso.
-¿Qué pasa con ella?
-Me ha caído muy bien.
-Ya lo sabía. Te conozco.
-Pues sí. Es muy simpática y tiene conversación.
-Sí. Desde primera hora ha sido simpática conmigo también cuando empezamos las clases.
-No sabía que te iban gorditas también.
-Bueno... Eso de los tipos de mujer ya hace mucho que lo dejé de lado. Si me pone, pues me pone. Tiene unas curvas muy bonitas.
-Hombre, ese culo... Jajajaja.
-Joder... Es que es hipnótico. Además, me gusta como tal. Se me hace bonito su cuerpo, no sé. Y de cara la veo también guapilla.
-Ayyyyy, que se ha enamorado...
-¿Qué dices? Anda, anda...
-Que estoy de coña, jajajaja.
-Ya sabes que yo no busco eso. Pero me pone y le echaba un polvo que me quedaba muy a gusto.
-Ya, ya. Jajajaja.
-Irene, entre tú y yo... ¿Tú...?
-Ya me conoces, Javi. La verdad es que esta chica también tiene su atractivo y me gustaría verla desnuda. Seguro que me pone, pero es que así con esa ropa tan ancha que llevaba...
-Siempre suele ir así. Salvo los leggings.
-Ya, por eso me he dado cuenta de que tiene un culazo que no veas.
-Sí, pero el resto del cuerpo no tengo mucha idea de cómo es del todo. Siempre va vestida así y eso que lleva ya aquí unas semanas.
-¿No has echado un ojo...?
-¿Dónde?
-En el baño o algo.
-No jodas, Irene. Eso no está bien.
-Solo pregunto. A mí si me pone alguien mucho y vivo con esa persona, no sé si me podría aguantar.
-No me parece bien hacer eso. Además, siempre se ducha con la puerta cerrada y ya sale vestida completamente.
-¿Crees que puede estar acomplejada?
-No lo sé.
-Pobrecita...
-Lo mismo es que es tímida para eso y ya está.
-Puede. Lo que sé es que te pone y que desde que vive contigo estás como más alegre.
-A ver, es que se nota que está en casa. Ella es muy alegre y hay una diferencia muy grande entre vivir solo y con alguien así. Siempre está canturreando, o haciendo algo, me da mucha conversación y tal... Así vivo con más energía por así decirlo.
-Pues me alegro. Te hacía falta algo así para terminar de...
-Ya. Pienso igual.
-¿Y...? ¿Vas a intentar algo?
-Pero Irene, que tiene novio. Ya te lo dije.
-Solo pregunto, Javi...
-Pues no. No voy a hacer nada. Mira, desde que estoy soltero y me he venido aquí me he acostado con alguna que otra que tenía novio, aunque no me he enterado hasta después. Y estuve cerca de repetir con una porque una vez hecho, pues ya es otra cosa, además de que su novio tenía lo suyo también, pero no voy a hacer eso. No me voy a meter en una relación. No, porque sé lo que puede ocasionar, créeme.
-Ya, ya. Solo preguntaba, Javi. De verdad. No te estoy incitando a que lo hagas ni nada. Solo tengo curiosidad. Ya sabes cómo soy.
-Ya. Sí que lo sé.
-Es que te digo esto porque...
-¿Por qué? A ver.
-Porque creo que eso de que tiene novio es mentira.
-¿Por qué piensas eso?
-No lo sé. Es la sensación que me da.
-Pues no sé.
-¿Por qué no te la traes algún día para que salga con nosotros?
-Jajajajajaja.
-¿De qué te ríes?
-Pues que justo le he dicho que seguramente digas que se junte con nosotros alguna vez.
-Ah, ¿sí?
-Sí. Te conozco, jajaja.
-¿Qué piensas tú? ¿Te gustaría que saliera algún día con nosotros?
-Claro, ¿por qué no?
-Pues podría ser este finde.
-¿No querrás...?
-No, no. No me van las pelirrojas.
-Uy... ¿Y eso?
-Malas experiencias con una.
-Anda. ¿Qué te ha pasado para que digas eso?
-En resumen, una pelirroja me manipuló creyendo yo que íbamos a tener algo y al final resultó que solo era para hacer un trío con ella y su novio. Luego me dejó tirada y no me habló más.
-Joder...
-Bah, agua pasada.
-Bueno... Volviendo a lo de Andrea, no sé yo si saldrá con nosotros.
-¿Por?
-Porque hablamos del supuesto de que eso pudiera pasar cuando le dije que a lo mejor decías que se viniera con nosotros. Y como que no le hizo mucha gracia.
-¿No le caí bien?
-No. No es eso. Es que dice que no es mucho de salir. Y mira que le dije que solemos salir tranquilos sin emborracharnos ni nada, pero no terminé de convencerla.
-Ah, bueno. Pero eso lo dice porque no se ve en la situación. Lo mismo si nos plantamos todos cambia de opinión.
-Puede.
-Pues ve diciéndole para este finde.
-Vale. Luego le comento. Oye, otra cosa.
-Dime.
-Es por Sofía.
-Ah. ¿Qué pasa con ella?
-¿Cómo la ves?
-Pues muy bien, la verdad.
-¿Sí?
-Pues sí. Le ha venido bastante bien esos días en casa, porque ha venido como si no hubiera pasado nada.
-¿De verdad?
-Te lo prometo. Está como antes de que todo esto pasara. Está muy alegre, contenta y muy cercana. Todas las mañanas desayunamos juntas.
-Joder, qué bien.
-¿Has hablado con ella?
-No. Es que...
-¿Qué ocurre?
-Me da miedo a cagarla o algo.
-¿Por?
-Porque le quiero mucho y no quiero que lo vuelva a pasar mal por mi culpa.
-Tampoco es para que te pongas así, Javi. No la trates como si fuera una figura de cristal. Habla con ella y ya está.
-Ya. Eso es fácil decirlo.
-Mira, piensa que no se llegó a enamorar de ti en realidad. Porque no fue así. Simplemente te cogió cariño de por más.
-Ya. Soy idiota. Me puse nervioso y reaccioné de mala manera. Y no me gustó mucho cuando me dijo que empezó a sentir cosas por pena. Me arrepiento mucho de haberla tratado así.
-No te machaques ahora por eso, porque así no vamos a conseguir nada.
-Ya, ya. Es que tampoco sé cómo hablarle. No sé cómo empezar la conversación y eso.
-Javi, sé tú mismo. Así de fácil, que parece que no la conoces. Mira, ella lo tiene muy superado. Si es que tampoco era para tanto. Habla de ello con naturalidad.
-¿Habéis hablado de ello?
-Pues claro. Y ya te digo que lo hace con total naturalidad. Ella es la que más afectada debería estar por esto al haber sido rechazada y está muy bien. No estés tú mal sin razón ni necesidad.
-Vale. Pues le hablaré a ver qué pasa.
-No va a pasar nada, jajaja.
-Ya. Es que estoy un poco de aquella manera con este tema.
-Con este y con cualquiera al que le empiezas a dar vueltas. Te metía un guantazo si estuviera delante de ti...
-Vaaaaale. Ya está.
-Que no se te olvide decirle a Andrea lo de que se venga con nosotros.
-Vale.
-Pues vamos hablando. Nos vemos este finde.

Siempre me gustaba hablar con mi amiga. Y esta ocasión fue así también, pues me encantaba hablar con ella de temas así, aunque no tratamos el de la noche que pasó Mario con Ana, pero sabía que no tenía que sospechar por ello. Además de ser morbosa como demostró en esa parte de la conversación acerca de Andrea, también me daba un tirón de orejas cuando lo necesitaba, como con el tema de Sofía. Por eso me encantaba tenerla en mi vida, porque me aportaba de todo. No había una faceta de ella que no me gustara y esperaba que también fuera así yo para ella. Tras un rato, apareció Andrea al salir de clases. En nada ya estábamos comiendo después de preparar entre los dos la comida, aprovechando ese momento para comentarle aquello de que se viniera con nosotros el fin de semana.

-Ni hablar -dijo en cuanto se lo comenté.
-¿Por qué? -pregunté algo perplejo por su negación tan rotunda.
-Ya te lo dije. No soy mucho de salir.
-Pero ya te comenté que no somos muy locos. Nos tomamos un par de copas, bailamos un poco, hablamos y para casa. No sé qué estás pensando que va a pasar.
-Nada. Pero es que yo estoy más a gusto en casa viendo una peli, por ejemplo.
-No sé cómo le va a sentar a Irene que le hagas este feo.
-No estoy haciéndole ningún feo. No me lo ha pedido ella, ni le estoy respondiendo a ella.
-Entonces me lo estás haciendo a mí.
-Tampoco.
-Ah, ¿no?
-Pues no, porque ya te dije cómo soy y lo poco que me gusta salir.
-Ya. También me dijiste que ojalá tuvieras unas amistades como las mías. Si no sales y te relacionas es imposible que encuentres algo así.
-Tampoco es que lo esté buscando tan activamente.
-Ah, con tu novio tienes bastante. Es eso, ¿no?
-Mmm, sí. Más o menos.
-No me digas que es de los que son posesivos y no te dejan tener amigas ni nada.
-Nooooooo, no, joder...
-Vale, vale. Pensaba que a lo mejor era así.
-No. Qué va. Es muy bueno.
-Vale, vale. No te enfades tampoco.
-No, no me enfado. No es tan raro que hayas dicho eso. Pero es mi culpa por mi manera de ser. Además, no lo conoces.
-Eso es verdad. ¿Por qué no le dices que se venga un día y así nos conocemos y tal?
-Ya te lo dije. Porque él vive lejos. Además, está trabajando y no libra mucho.
-¿Y cuándo os veis?
-Pues cuando podemos, Javi.
-Bueno, mejor dejamos el tema. No te noto muy cómoda.

Andrea se quedó callada mirando el plato mientras seguía comiendo, aunque yo ya terminé, así que llevé lo mío al fregadero para lavarlo.

-¿Sabes? Irene piensa que no tienes novio en realidad.
-Claro, soy horrible y no puedo tener novio, ¿no?
-Eh -dije girándome para mirarla-, yo no he dicho eso. Ni ella tampoco. Irene me ha dicho que eres mona. Y ya sabes que yo tampoco pienso eso. Si no, no hubiera intentado...
-¿Entonces? ¿Por qué dice eso?
-No lo sabe -dije volviendo a fregar los platos-. Es solo una sensación que le da. Pero es una tontería. Se ve que le echas mucho de menos por cómo te has puesto.
-Sí. Bastante.
-¿Te gustaría vivir con él?
-Claro. Bueno, aún es un poco temprano a lo mejor. Solo llevamos un año juntos.
-Yo me fui a vivir con mi novia a los 5 meses de relación -dije un poco sin pensar lo que hablaba.
-Ah. Nunca me habías hablado de eso.
-Ya...
-Ojalá poder algún día...
-Bueno, poco a poco.
-¿Y tanto habéis hablado de mí?
-No. Es solo por lo de que te vengas un día con nosotros. Esta mañana hemos estado charlando de unas cosas y ha salido el tema. Que le has caído muy bien y tal y que le gustaría que salieras con nosotros. Ya te dije que diría eso.
-Ajá.
-Y bueno, hablando ha soltado eso de lo de que no tienes novio. Pero que es una tontería, no le hagas caso. No te lo tenía que haber contado.
-Pues no...
-Piénsalo, ¿vale? -dije interrumpiéndola.
-Bueno... Pero no te hagas muchas ilusiones.
-Si es por ti, Andrea. Pero que, si no quieres, tampoco te va a obligar nadie.
-Vale.
-Oye, me voy. Que tengo que preparar unas cosas para las clases de esta tarde.
-Vale. Que tengas buena tarde.
-Tú también.

A los pocos días, antes del fin de semana, pensé en hablar con Sofía. No sabía si hacerlo por teléfono o si acercarme a mi ciudad para hablar con ella cara a cara, aprovechando además para ver a mi familia. Estuve pensándolo durante la sesión de gimnasio, porque no quería moverme con un impulso en este tema. Quería hacerlo todo bien con ella y no joderla otra vez, así que al final opté por llamarla por teléfono. Pero antes de hacerlo, llamé a Irene para comentarle lo que me dijo Andrea. Como esperaba, no fue algo que le sentara muy bien. Tampoco es que se lo tomara como un rechazo, pero sí que me llegó a preguntar si le había causado mala impresión o algo, llegando a señalar ese comportamiento en el que no parábamos de calentarnos, creyendo que se había dado cuenta de todo.

La tranquilicé diciéndole que no había nada de eso y que a ella también le había caído muy bien, pero que era algo de ella. No era una chica de salir, prefiriendo quedarse en casa. Irene no terminaba de entender cómo podía estar siempre encerrada y no salir para nada, pero dijo que le insistiera. Yo tampoco me quería poner pesado, especialmente después de ver cómo se puso mi compañera de piso al intentar que entrara en razón, por lo que le dije que no lo haría. También le comenté que se me había escapado su creencia de que no tenía novio. Me dijo que era tonto por haberlo hecho, pero le recordé tantas que ella había soltado de la misma manera que se acabó riendo y pidiéndome perdón. Tras decirle que iba a hablar con Sofía, nos despedimos, dándome ella suerte y diciendo que nos veríamos ese fin de semana.
 
Capítulo 466

-Hola, Sofía. ¿Puedes hablar?
-Pero claro, cariño. ¿Qué pasa?
-Nada, solo quería ver cómo estabas al volver y eso.
-Ah, pues muy bien. Me ha venido muy bien irme a casa unos días. Ha sido como un retiro espiritual, jajajaja.
-Ya veo que estás muy bien. Me encanta.
-Síiiiiii. No te preocupes por eso, de verdad.
-Vale, te creo.
-He estado pensando bien todo y bueno. No tienes nada de lo que preocuparte. Surgieron cosas en mi cabeza que no tenían sentido. Y he entendido que no llegaba a nada con aquello. Pero ya tengo todo en orden y lo tengo todo muy claro.
-Me tranquiliza oír eso. ¿Crees que pasará algo al vernos?
-No. Imposible. De hecho, estoy deseando verte. Te voy a estrujar del abrazo tan fuerte que te voy a dar.
-Yo también tengo ganas de verte. Pero tenía un poco de miedo. Creía que me había cargado nuestra amistad.
-Noooooo. No digas eso. Te aseguro que no va a pasar nada de eso -decía con mucha seguridad.
-Vale, si me lo dices así, te creo.
-Eso espero, porque...
-¿Mmm?
-Porque quiero seguir echando mis polvos contigo. Me encanta, ya lo sabes.
-Joder, no me digas eso así, que llevo sin follar ya unos días y estoy un poco...
-Jajajajajaja -reía con ganas-. ¿Qué pasa? ¿Irene no te dejó bien servido este finde pasado?
-Te ha contado, ¿no? Jajaja.
-Sí. Me lo ha contado todo. Lo del sábado fue un poco putada, porque por lo visto teníais pensado hacerlo de otra manera, ¿no?
-Eso es. Estábamos con un juego de dominación y tal, pero le pareció ver a Noelia y le entró un bajón importante. Al final acabamos muy encariñados.
-Pobre... Menos mal que estabas tú ahí para consolarla. Y de buena manera, jajajaja.
-Fue un poco raro.
-¿Por?
-Irene y yo no habíamos follando de esa manera antes. Era como cuando tenía pareja, ¿sabes?
-Pero lo disfrutaste. ¿No?
-Joder, mucho. Me gustó bastante.
-Mmm, el amo se pone cariñoso.
-Uff... No me digas eso...
-Este finde follamos dices, ¿no? Jajajaja.
-Pues viendo cómo estás y lo que me dices, seguramente.
-Bieeeeen.
-No me esperaba esto.
-¿Por? ¿Qué te esperabas?
-No sé... Ya hablamos la semana pasada en la videollamada esa que hicimos todos y también me ha dicho Irene que estás muy bien y eso, pero yo que sé...
-No te sigo.
-A lo mejor te esperaba más cortada o esquiva conmigo, pero, todo lo contrario.
-Jejejeje. Soy la Sofía de siempre. Esa chica que se siente atraída por ti, porque estás muy bueno, pero sin sentir nada más que eso y una gran amistad.
-Joder, no sabes cómo me alegro de esto que me estás diciendo.
-Pues a ver si me lo demuestras este finde.
-Claro.

La conversación fue muchísimo mejor de lo que esperaba. Como le dije, esperaba que estuviera más distante y que a lo mejor nuestra amistad se hubiera visto afectada en cierto grado, pero nada más lejos. La veía como siempre como ella dijo y eso me quitó un peso enorme de encima. De hecho, me puso de muy buen ánimo para el resto de aquella semana en la que no paraba de dejar de pensar en ese momento en el que nos veríamos todos para salir como tantas veces lo habíamos hecho. Pero mi cuerpo, al saber que esos días habría fiesta, me pedía movimiento. Estaba entrando en una especie de dinámica en la que me hinchaba a follar un fin de semana para quedar los siguientes días en sequía hasta el fin de semana siguiente o hasta que me encontrara con mis amigas. Y puede parecer exagerado, pero una vez acostumbrado al sexo de nuevo, y del bueno en general, echaba de menos tener esa regularidad en dicho tema.

Y no veía tampoco muchas optativas, porque seguía con ese pensamiento de no querer conocer a gente nueva por temor a encontrarme a otra Cintia. En todos los aspectos, tanto en que estuviera más para allá que para acá, como en que hubiera una posibilidad de que se pillara de mí. Era muy reticente en esos días a acercarme a alguna chica con la que no tuviera trato anteriormente. Y tal vez se puede pensar que no debería tener problema en encontrar un rollo de una sola noche sabiéndome atractivo en general para las chicas y más ahora que tenía un cuerpo más bonito que lucir y todo ese rollo de que desnudo podría incluso ganar más tanto por los tatuajes como por otros temas, pero todo el mundo sabe que no es tan fácil encontrar a una chica para esos temas. Normalmente las chicas no se acuestan con alguien en la primera noche que conocen a alguien, buscando más contacto para poder establecer ese vínculo que le diera confianza o algo más para llegar a aquello. Y eso era precisamente lo que yo estaba evitando por lo descrito anteriormente.

En el gimnasio me cruzaba con chicas bastante atractivas y de todos los tipos. Altas, bajas, rubias, morenas, con más curvas, con menos, pero no terminaba de querer acercarme a ninguna para entablar una conversación siquiera. También venía escarmentado del otro gimnasio, así que pasando. Tampoco es que ellas se acercaran. O estaban concentradas en sus cosas o se acercaban a otros, aunque también estaban como en grupitos de amigas. Y por la tarde me resultaba imposible también por estar trabajando. Pero estaba claro que debía hacer algo. Tal vez no tomarme lo de Cintia tan en serio y estar más abierto a conocer a alguien. Quizá podría centrarme en alguien y tratar de asegurarme si era normal para tratar de encontrar así una follamiga. No recordaba que fuera tan complicado encontrar una, pues en los años de universidad estuve bien servido, aunque surgió de manera muy natural. Quizá era eso.

Así llegué al fin de semana, bastante contento y con ganas de echar un polvo, pero no me preocupaba esto último, porque era algo que tenía ya resuelto. El sábado a las 10, apareció Rebeca puntual en casa para echar la segunda clase extra. Cada vez la veía mejor con el inglés y veía buenas posibilidades para que aprobara todo el curso en los exámenes finales. Era consciente de que tenía mucho que estudiar y muchas más materias, pero le mandé que hiciera una redacción y que se estudiara el vocabulario de todo el libro para así poder hacerle un pequeño examen. Aunque en realidad le dije que se centrara más en los últimos temas, porque en dos semanas tenía el examen final, pero como en esta asignatura se aplica la evaluación continua, pues tenía que estudiarlo todo igualmente.

Rebeca, al ver por allí a Andrea la saludó, estando los tres sobre la gran mesa del salón para dar nosotros nuestra clase mientras ella estudiaba un poco, pero como teníamos que hablar, sobre todo yo para explicarle, pues se acabó yendo a su habitación una vez Rebeca acabó ese pequeño examen de vocabulario que le puse mientras yo corregía aquella redacción. Al marcharse Andrea, Rebeca me preguntó quién era. Al parecer estaba interesada, porque cuando vio aparecer a Irene me preguntó y ahora lo hacía con Andrea. Le expliqué que era mi compañera de piso, aunque ella se mostraba extrañada al no haberla visto por ahí el fin de semana anterior. Le tuve que dar la explicación de que se iba a su casa de vez en cuando y al parecer eso sí que fue suficiente, porque ahí quedó la cosa, empezando con la clase de verdad después haciendo ejercicios y dándole algunas explicaciones y trucos.

Pero media hora antes de acabar la clase llamarían a la puerta. Resultaron ser mis amigos. Irene, Mario y Sofía, que venían a pasar el fin de semana allí conmigo como me dijeron tras los saludos en forma de besos y abrazos. La verdad es que, al ver a Sofía en persona, sí que me corté un poco. Ya hacía unas semanas que no la veía y después de todo aquello me sentía un poco cohibido. Una cosa era hablar por teléfono o por videollamada, y otra cosa era hacerlo en persona. Pero no podía entretenerme mucho, porque estaba en plena clase y no podía estar perdiendo el tiempo. Aunque me llegué a poner nervioso al verla tan guapa, al igual que Irene. Incluso Mario, ya que iban todos arreglados, aunque no tanto como en otras ocasiones, pero se notaba que se habían puesto guapos.

Al pasar saludaron rápidamente a Rebeca, quien tenía los ojos un poco como platos, pero no fue algo prolongado, pues dejaron sus cosas en el mismo salón, en la otra mesa y luego en la cocina algo que habían preparado para comer, marchándose enseguida para que pudiera terminar la clase mientras ellos daban una vuelta. Tanto revuelo se armó, aunque de manera breve, que Andrea salió preguntando qué pasaba. Le expliqué que mis amigos habían venido a pasar el fin de semana conmigo y se volvió a su habitación. Mientras se lo conté pensé que quizá mis amigos se habían tomado confianza de más al presentarse allí sin preguntar, ya que Andrea también vivía ahí. Tampoco sabía cómo íbamos a hacer para pasar la noche de aquel día, pues íbamos a estar un poco apretados allí todos juntos al haber solo dos camas y ser una de Andrea.

-Javi -me llamó Rebeca sacándome de mis pensamientos.
-Dime.
-Esa es tu amiga del otro día, ¿no?
-Sí, claro.
-No será el rubio ese su novio...
-Pues sí que lo es, jajajaja.
-Pues no lo entiendo.
-¿El qué no entiendes?
-Pues lo de que ambos tuvieran un plan por separado.
-Bueno, es que somos muy amigos y ella quería pasar el finde aquí conmigo. ¿Qué problema hay?
-No. Ninguno...
-Es que también estar todo el día juntos... Vaya rollo, ¿no?
-¿Viven juntos?
-Claro.
-Ah, vale. ¿Y la otra chica?
-Pues otra amiga. Somos los cuatro muy amigos.
-Aaaaam...
-Venga, vamos a seguir con la clase.

Le empecé a explicar los fallos que tuvo en el examen de vocabulario, aunque no eran tampoco muchos. Otra cosa que le dije fue que no dejara nunca nada en blanco, que no le iba a restar. Con la redacción pasaba lo mismo. Llegaba un punto en el que no sabía que poner y se empezaba a repetir, pero estaba empezando a usar bien conectores y estructuras, así que veía adelantos. Con un poco más de trabajo y esfuerzo debería llevarlo bien para el examen. Así se lo dije en los últimos minutos del examen, con ella hasta ilusionada por ahora sí empezar a ver progresos. De la misma manera que la semana anterior, le mandé algo de tarea, aunque era comprensivo al tener ella tantas cosas que hacer. Lo que más me llamó la atención de la clase fue la despedida, en la cual ella me dio las gracias por estar ayudándola, aunque lo que me sorprendió fue aquello que me dijo de que lo pasara bien. Más que sus palabras, fue su forma de decirlo, aunque a esas edades es más que normal que pensara así, por lo que no le di mucha importancia.

Una vez se fue, fui a hablar con Andrea para preguntarle si tenía algún problema con aquello de que mis amigos se vinieran a pasar el fin de semana allí. Ella me dijo que no le importaba y que entendía que lo hicieran. También me dijo que no creía tener mucho derecho a poder quejarse al estar viviendo allí de gorra, pero fue algo que le quité de la cabeza al decirle que éramos un equipo para mantener la casa y demás. También me interesé en lo que estaba haciendo, prestándome a ayudarla con el francés si lo necesitaba, aunque le dije que Sofía había venido y que a lo mejor podríamos charlar los tres un poco en francés, aunque era entre risas, pues lo decía para meterme con ella por no controlar aún el idioma para poder comunicarse fluidamente.

Al rato aparecieron mis amigos al llamar a la puerta. Les abrí y sí que nos pudimos saludar en condiciones. Otra vez me puse un poco nervioso con Sofía, pero ya no tanto, aunque con el abrazo que me dio apretándome contra sus tetas sí que me volví a poner un poco acelerado. Al entrar en casa, llamé a Andrea para que saliera y saludara a mis amigos. Ya conocía a Irene y a Sofía, pero no a Mario. Se quedó un poco cortada al verlo. Seguramente por ser tan guapo, tener buen cuerpo e ir bien arreglado. El caso es que de repente se puso muy tímida y le saludó de manera escueta, aunque mi amigo se encargó de acercarse para darle dos besos. Tan cortada estaba que se volvió a su habitación diciendo que tenía que estudiar. Mientras tanto, los cuatro nos sentamos en el sofá para charlar mientras picábamos algo que habían comprado al salir y dar una vuelta. Fue un rato muy agradable y que disfruté mucho al ser algo que echaba de menos al haberme ido de la ciudad.

Cuando llegó la hora de comer avisé a Andrea y cuando apareció se quedó un poco pillada al ver la mesa puesta con varias cosas listas para que pudiéramos comer todos. Ella, cortada de nuevo, dijo que no hacía falta y que no quería molestar. Mis amigos le dijeron que no dijera tonterías y que se sentara con nosotros a comer. Por mi parte, me molestó más, porque que dijera eso a esas alturas conociéndonos a todos prácticamente pues no me sentó del todo bien. Hasta me dio la impresión de que tenía pensado prepararse algo solo para ella y comer apartada en la cocina. Tampoco le di más importancia, porque quería seguir pasándolo bien, aunque ya hablaría con ella. Fue un almuerzo excelente el que hicimos los cinco, con todos hablando con todos y Andrea más relajada con Mario. Hablamos de muchas cosas y no hubo ningún problema ni inconveniente. Tal vez uno solo.

Fue en un momento en el que Irene se refirió de manera cariñosa a Mario, llegando hasta darle un pico. Andrea me miró de una manera tan descarada que apostaría a que se había hecho daño en el cuello por la brusquedad con la que lo hizo. Sofía se dio cuenta desde luego, poniendo una pequeña sonrisa. Andrea por su parte estaba seria, ladeando un poco su cabeza. Me daba que iba a tener charla también por su parte, pero no fue en ese momento, ni en los postres ni luego cuando nos quedamos reposando la comida sentados en sofá mientras poníamos una película, ya que las que daban en la tele eran infumables. Mi compañera de piso me miraba repetidamente, en especial después de mirar a Irene y a Mario, los cuales se mostraban con una cercanía típica de una pareja, justo lo que eran, pero claro, eso no lo sabía Andrea, ya que ni Irene ni yo le dijimos en ningún momento que tenía novio.

No sería hasta que acabó la película y ella se marchó a estudiar. Mis amigos me dijeron de salir a tomarnos un café, por lo que me fui a mi habitación a arreglarme. Al hacerlo me dijeron que se lo comentara a Andrea por si se quería venir. Y así lo hice, queriendo hablar con ella de paso de ese gesto que me molestó un poco. Una vez me arreglé, fui a su habitación para hablar con ella, encontrándomela sentada en su escritorio estudiando. Nada más abrí la puerta, ella se levantó, con gesto serio, viniendo hacia a mí para tirar de mi mano y terminar de meterme dentro, cerrando la puerta después.
 
Capítulo 467

-¿Ese chico es el novio de Irene?
-Eh... Claro. Es bastante obvio, ¿no?
-Joder, Javi...
-¿Qué pasa?
-Con novio y tú acostándote con ella.
-Ah...
-¿No te da vergüenza?
-Pero que no es así como piensas.
-¿Qué? ¿Cómo es entonces? Porque es tan obvio que os acostáis que no sé... No me irás a decir que no hacéis nada ahora... Porque vamos, hasta un ciego lo vería. Tío, que tiene novio. Y encima es tu amigo. ¿No te da nada?
-Andrea, tranquilízate, que no es para tanto.
-¿Cómo que no, joder? Estoy muy decepcionada contigo. Bueno y con ella también. No sé cómo le podéis hacer eso al pobre chico, con la pinta de buena persona que tiene. He pasado por alto algunas de tus cosas, porque en realidad no las veía para tanto. Pero esto... Eres un poco desastre tú, ¿eh?
-Andreeeeeea, que no es como piensas.
-¿Cómo es? A ver.
-Sí. Nos acostamos.
-¿Ves? -decía muy enfadada.
-Tranquila, de verdad. Confía en mí.
-Ya puedes tener una buena explicación para convencerme de que esto que estás haciendo no está mal.
-Mira... -dije apoyándome en su escritorio- Irene y yo llevamos acostándonos unas semanas ya. Y esto no es nuevo. Llevamos con una tensión sexual encima alrededor de un año. Y ahora pues... La estamos liberando.
-Vale. ¿Y qué hay de tu amigo?
-Es que él lo sabe.
-¿Qué? ¿Lo sabe?
-Sí.
-¿Y le da igual?
-Andrea, es que ellos tienen una relación abierta.
-¿Abierta?
-En otras palabras, se acuestan con otros.
-¿Qué? -decía sorprendida.
-Entiendo que esto te parezca raro y tal, pero tienes que saber que Mario es completamente consciente de todo lo que hay entre Irene y yo.
-No lo entiendo -dijo algo pillada, quedándose mirando a un punto fijo.
-Ellos entienden el sexo como algo más natural y normal que lo que todo el mundo cree.
-¿Y ya está? ¿Hacen eso como el que se va con un amigo a tomarse un café?
-No. Tampoco es eso. Solo es con gente de confianza. Gente muy cercana a ellos.
-¿Y tú lo eres?
-Mmm, sí. Irene es mi mejor amiga y Mario es como un hermano para mí.
-Un hermano cuya novia te follas -dijo dejándome perplejo esta vez ella a mí por el vocabulario que estaba usando, nada normal en ella.
-Pues sí, si quieres verlo así, sí.
-¿Y a ti te parece normal esto?
-Bueno, yo me considero alguien de mente abierta para el sexo, así que...
-Pero es que...
-¿Quieres que le diga que vengan y lo hablen contigo?
-¿Qué? No, no, no.
-No hay nada de lo que preocuparse. Te lo prometo.
-No sé... Todo esto me parece muy raro. Y también está la otra chica...
-¿Qué pasa con ella?
-¿No había acabado la cosa regular con ella?
-Bueno, ha tenido tiempo para pensar en ello y hacerse a la idea y ahora estamos muy bien. Es muy buena amiga mía, ya lo sabes.
-¿Y ella también...?
-¿Quieres que te cuente detalles de nuestra vida sexual? -pregunté riéndome.
-No, no. No hace falta. Pero es que todo esto me parece muy raro.
-Mira -dije después de ver cómo se quedaba pillada-. Mario también se ve con otras chicas. Sofía es una de ellas, por ejemplo. Y este fin de semana pasado en el que Irene estuvo aquí conmigo, pues él estaba en su casa con otra chica. Una de nuestro grupo de amigos de mi ciudad.
-Joder... Pero es que entonces, ¿para qué quieren ser pareja?
-Ya te lo he dicho. Ellos entienden el sexo de otra manera. Y se quieren mucho y están enamorados el uno del otro como el primer día. Y llevan ya 4 años juntos.
-Sigo sin entenderlo. No sé cómo pueden hacer eso y soportar saber que están ahí con otra persona.
-Mira, nuestra complicidad es tan alta que hemos llegado a estar los dos a la vez con Irene.
-¿Qué? -decía casi escandalizada y poniéndose roja.
-Pues eso, que...
-No. No me digas más. Ya está. Vale, si tú dices que no pasa nada, te creo. Aunque a mí no me parece algo que esté bien.
-Está bien. Una cosa.
-Dime -dijo mirándome al fin a la cara, con unas chapetas rosas muy encendidas.
-Es por lo de antes.
-¿El qué?
-Ahora me toca a mí echarte la bronca.
-¿Mmm? -murmuraba distraída.
-¿Qué ha sido eso antes cuando te hemos dicho que te sentaras con nosotros a comer? No estarías pensando en hacerte algo tú por tu cuenta y comer sola en la cocina, ¿no?
-No, hombreeeee... -decía cortada, por lo que me daba a entender que iba por ahí la cosa.
-¿Entonces?
-Pensaba que ibais justos de comida para los cuatro y no quería que os quedaríais con hambre.
-Qué tontería. Si ya has visto que incluso ha sobrado. ¿Qué pasa? ¿No te caen bien mis amigos?
-Noooooo. No, no, no. ¿Cómo no me van a caer bien? Si son muy simpáticos y eso...
-¿Entonces?
-Es que no estoy acostumbrada a socializar tanto y... Me ha dado un poco de vergüenza.
-Ah, vale. Espero que haya sido eso y no otra cosa.
-No, no. Te lo prometo.
-Que a ellos les caes muy bien y quieren que te integres con nosotros. De hecho, me han dicho que te diga que te vengas con nosotros a tomarte un café.
-Mmm, otro día, ¿vale?
-¿Por qué?
-Porque tengo mucho que estudiar, Javi. Ya lo sabes.
-Venga, si llevas estudiando todo el día. Solo es un rato. No va a ser toda la tarde.
-No puedo. Bastante tiempo he perdido viendo la película.
-Bueno, como quieras. Pero me hubiera gustado que hubieras venido.
-Otro día. Te lo prometo.
-Te tomo la palabra, ¿eh?
-Vale, vale.
-Y de eso que te preocupaba... No le des muchas vueltas, de verdad. Todo está perfecto entre ellos y entre nosotros.
-Vale -dijo bajito y estando cortada.

Al salir, volví con mis amigos, que estaban en el salón esperando.

S: ¿Qué haces que tardas tanto?
I: Estaría tonteando con su compañera de piso.
J: Cállate, coño. Que te va a oír.
S: ¿Cóoooooomo? Uy, uy. Me tenéis que contar esto, ¿eh? Jajajaja.
M: A Javi, que le gusta la pelirrojilla esta.
J: Joder, qué tontos sois, de verdad...
I: Que es de broma, Javi.
J: Ya lo sé, pero tampoco quiero que haya coñitas de estas con ella aquí. Que no es así tan...
M: ¿Tan?
J: Pues que no hay tanta confianza con ella.
I: Pues para no haberla bien que te dejaste hacer una paja con los pies delante de ella, jajajaja.
S: Jajajajaja.
J: Anda, tirad. Que al final me voy a enfadar.

Salimos de mi casa para que no nos pudiera oír Andrea, pero eso no significaba que la conversación quedara ahí.

S: A ver, contadme esto. Que no me entero...
I: Pues es fácil, ¿no? Le pone su compañera de piso.
M: Eso me ha dicho Irene. No tenía ni idea de que te iban así.
J: Así, ¿cómo?
M: Pues como ella. No sé... Siempre te he visto con chicas muy delgadas, como...
I: Bueno -dijo dándole un codazo a su novio para que callara-, a él le parece mona. Y la verdad es que lo es.
S: Pues yo no me había enterado. Y mira que estuve aquí con ellos un fin de semana. Bueno, un día en realidad. Y cené con ellos y tal y no me dio esa sensación.
J: La chica me cae muy bien y le veo su atractivo, ya está. También es que se me ha cortado todo lo que tenía aquí para poder echar un polvo y pues al convivir con ella me he fijado más.
I: Dicho de otra manera, se hace pajas pensando en ella.
J: Pues sí -respondí ante la risotada general de mis amigos-. ¿Algún problema?
I: Ninguno. Mejor fuera que dentro.
M: ¿Y por qué no le dices de...?
I: Ya lo ha hecho.
J: No. No le he dicho de follar como tal.
S: Entonces, ¿qué ha sido?
J: Hace poco vino corriendo desde su habitación para decirme que había sacado muy buena nota en un trabajo que le ayudé a hacer. Y yo, pues llevaba unos días a dos velas. Le intenté dar un beso por inercia y me llevé una buena cobra.
M: Ostia... Jajajaja. Y te ha dolido en tu orgullo de hombre.
J: No es para tanto. Pues no me habré llevado en tiempos de universidad... Pero no sé, pensaba que a lo mejor... Y me equivoqué.
S: Me cuesta mucho creer que te hiciera una cobra, sinceramente.
I: A mí un poco también.
J: Pues ojalá me viera como vosotras, jajajaja.
I: ¿Quieres que hablemos Sofía y yo con ella y la convencemos?
J: Nooooooooooo. Estate quieta, anda.
S: Oye, ¿y si no le gustan los chicos?
J: Tiene novio.
I: Bueno...
J: Que sí, Irene. Que tiene.
S: ¿Qué pasa? -preguntaba curiosa.
J: Ésta, que no se cree que tenga novio.
S: ¿Y eso?
I: Es la sensación que me da. Solo eso.
J: Sí tiene. Pero no le gusta hablar mucho de él.
M: ¿Por qué?
J: Porque lo echa mucho de menos.
I: Bueno, si tú lo dices...

Al final acabamos yendo a una cafetería que no quedaba muy lejos, pero que estaba resguardada en uno de los pasajes que daba a una de las calles más importantes de la ciudad. Me figuraba por qué estábamos ahí, en un sitio al que nunca había entrado pese a tenerlo cerca de casa. Parecía que Irene seguía insegura de ir a sitios concurridos y accesibles para cualquiera por si nos volvíamos a topar con Noelia. Y no la culpaba, pues yo hacía lo mismo en las primeras semanas tras mudarme a allí de nuevo, aunque ya no lo hacía tanto, viviendo más libremente en ese aspecto. Allí estuvimos charlando de asuntos más íntimos que no pudimos hablar delante de Andrea por no tener ellos aún tanta confianza con ella, sobre todo Mario, quien no es que estuviera cortado, ni mucho menos, pero sí que era más reservado al hablar.

Así se nos pasó un buen rato entre amigos, en el que además mencionamos el tema de Ana. Sofía se mostraba sorprendida, pues no había llegado a hablarlo con Irene ni siquiera. Era como que estaba esperando a que estuviéramos todos juntos para hablar de aquello. Mario me miró por haberme contado él a mí por privado, pero yo me hice el loco, haciéndome también de nuevas a lo que oía, que tampoco era para tanto conociendo como eran ambos a estas alturas. Al estar en una esquina y tener más intimidad, no se cortaron en dar detalles de manera gráfica, aunque yo medio de coña les pedí que no dieran muchos detalles de ella, porque tenía pensado intentarlo. Lo que más me gustaba de todo era la cercanía de Sofía, todo el tiempo con esa sonrisa preciosa que tenía y tomándose aquellas bromas, como la de que me quería ir con Ana o Andrea a la cama muy bien, riendo y pasando su brazo por mis hombros con la complicidad que había tenido siempre. Estaba encantado de ver que todo aquello que me dijo por teléfono era cierto.

Al buen rato de estar hablando y pasando un rato fantástico, dijimos de ir a cenar algo. Pensamos en acercarnos a la mejor hamburguesería de la ciudad, aquella a la que ya habíamos ido tantas veces de estudiantes o incluso en esos últimos meses en los que venían a casa para pasar tiempo conmigo. De camino llamé a Andrea para preguntarle si quería que le llevarnos algo. Ella se negó de primeras, porque me dijo que bastante había tenido con gorronear en el almuerzo. Por cómo le respondí pareció entender que estaba haciendo lo mismo que al medio día cuando le dije que no me sentó bien aquella manera que tuvo de comportarse al ofrecimiento de mis amigos y yo. Al final dijo que estaba bien, pero que ella pagaba lo suyo. Así que poco más de media hora después estábamos de nuevo en casa con la cena para poder cenar todos tranquilamente.

Al igual que en el almuerzo, disfrutamos de un buen rato todos conversando, aunque miraba de vez en cuando a Andrea para echarle un poco la reprimenda por esos rechazos que le daba por hacer. Pero tampoco era para tanto. A veces le lanzaba una mirada o un gesto para hacerle entender que mis amigos trataban de integrarla. Ella ponía una pequeña sonrisa en su cara y asentía con un rápido gesto para darme a entender que me entendía. Pero no iba a ser todo tan fácil, porque mis amigos le dijeron de salir con nosotros esa noche para ir a tomarnos algo y que así le diera un poco el aire.
 
Capítulo 468 A

A: No. No me apetece.
I: ¿Pero por qué?
A: Porque tengo mucho que estudiar.
M: Venga, mujer... ¿Vas a seguir estudiando ahora?
A: Pues seguramente.
S: Yo entiendo que seas muy severa con los estudios, pero también es verdad que tienes que distraerte un poco.
I: Es verdad. Deberías salir y que te dé un poco el aire, que estás todo el tiempo aquí encerrada. ¿No tienes un grupillo con el que salir?
A: No... -dijo bajito.
I: Pues con más razón. Venga, que vamos Sofía y yo contigo para ayudarte a elegir ropa.
M: Claro, chica. Ya verás cómo te diviertes. Además, Irene tiene buen gusto, que trabaja en una tienda de ropa.
A: Si es que no tengo mucha ropa de salir. Es vieja y...
I: Eso no importa, seguro que encontramos algo.
A: Es que se acercan los exámenes y dicen que no es bueno beber. Así se me olvidan las cosas.
I: No digas tonterías, anda. Vente con nosotros.
J: Dejadla -dije al ver la cara de apuro que tenía Andrea-. La chica no quiere. No os pongáis pesados. Otra vez será.
I: ¿Es que no te caemos bien? -dijo preocupada.
A: Noooooo. No es eso. Es que no soy nada de salir. Me agobia mucho estar tan arreglada, fuera de casa, con tanta gente mirándome... Además, aquí en casa estoy muy a gusto con mis cosas.
I: Pues vaya -dijo desanimada-. Me apetecía mucho que te vinieras con nosotros, pero si no quieres... Es una pena que no salgas en una ciudad como esta.
A: Otro día, ¿vale?
I: Vale, pero de verdad, ¿eh? No lo digas para escaquearte.
A: Te prometo que algún día saldré con vosotros.
I: Claro -dijo más animada-. Un día de estos que te traiga Javi a nuestra ciudad y sales allí con nosotros. Te pasas por mi tienda y vemos algo que te guste. Te quedas en mi casa a dormir y todo eso. No te preocupes.
A: Vale, vale -decía alegre.

Después de ese mal rato que le hicieron pasar, aunque salí en su ayuda como pude, nos fuimos a darnos una ducha y a arreglarnos para salir a tomarnos algo. Andrea les dijo a las chicas que no le importaba que usaran su baño para que pudiéramos ir así más rápido, porque al ser cuatro, tardaríamos más si usábamos solo el mío por mucho que Irene y Mario se ducharan y arreglaran a la vez. En poco menos de una hora ya estamos todos listos para irnos. Al salir de los baños fuimos al salón para decidir a dónde íbamos a ir. Allí se encontraba Andrea, que estaba viendo algo en la tele. Nada más vernos a todos se quedó boquiabierta. Las chicas iban con sus típicos vestidos ajustados que les llegaba a medio muslo y que tan bien marcaban sus curvas, mientras que Mario y yo íbamos bien vestidos al ir en camisa.

Por mi parte dudaba que fuera, porque no era la primera vez que me veía así, pero nos miraba a todos igualmente. Nos analizó bien a todos en lo que pensábamos a donde irnos de fiesta para no tener el problema que tuvimos el fin de semana pasado, aunque en ningún momento se dijo el motivo. Tan solo nos referíamos a aquello como "el problemilla". Al acabar decantándonos por uno, las chicas miraron a Andrea, preguntándole si estaban guapas. Ella dijo que todos lo estábamos y que oíamos muy bien. Le dimos las gracias y salimos de casa para ir andando hasta el pub que acordamos, aunque no quedaba lejos en realidad, pero estaba más resguardado y no era muy frecuentado por estudiantes, así que íbamos tranquilos. Lo hicimos andando, pues ya estábamos entrados en la primavera, aunque seguía refrescando por la noche.

Pero cuando íbamos a mitad de camino Irene se paró en seco. Por un momento me dio la sensación de que había vuelto a ver a Noelia y pensaba que aquello me iba a volver a dar la noche por muy bien que acabara, aunque dudaba que esa noche tuviera nada en absoluto al ser tantos en casa y al estar Andrea principalmente. Tan preocupado me quedé al ver cómo se paraba que miré a nuestro alrededor para ver si veía algo, pero no daba con nadie remotamente parecida a ella. Mario fue el que le preguntó qué le pasaba para haberse parado de manera tan repentina.

I: Me da pena Andrea. No entiendo cómo no quiere salir para nada.
J: Ya, pero ya has visto que no quiere y lo incómoda que se ha puesto cuando habéis insistido.
I: Ya.
S: Bueno, ya querrá algún día. No os preocupéis.
I: ¿Qué os parece si compramos unas botellas y algo de picar y nos quedamos allí con ella? A lo mejor así se anima.
M: No me parece mala idea. Así se integra y podemos beber más tranquilamente sin gastarnos tanto y sin luego tener que volver algo bebidos.
S: ¿Ella bebe? -preguntó mirándome.
J: No lo sé. Pero podemos hacerlo si queréis.

Al final fuimos a un chino que teníamos cerca para comprar unas botellas de alcohol, unos refrescos y hielos para llevarlos a casa y hacer botellón allí tranquilamente, haciéndole compañía de paso a Andrea para ver si se integraba más con mis amigos. Al rato volvimos, estando ella extrañada al vernos tan rápido por allí, llegando a preguntar preocupada si había pasado algo. Le comentamos el plan que pensó Irene y ella no es que estuviera muy entusiasmada, aunque tampoco nos hizo el feo. La verdad es que el contraste era grande, pues nosotros estábamos bastante bien arreglados mientras que ella estaba con sus típicos leggings y un jersey ancho que no era nada sugerente en comparación con los vestidos de las chicas, pero eso era lo de menos. Otra cosa fue que dijo que ella no bebía casi nunca. Yo le dije que era así también, pero que a veces sí que lo hacía y esa noche iba a ser una de esas ocasiones, porque me apetecía.

A medida que las copas fueron cayendo, mis amigos se soltaban más, dando detalles de sus vidas de manera más íntima. Quizá el que más se abría en ese aspecto era Mario, quien siempre solía ser bastante reservado con la gente que acababa de conocer. De hecho, le dio por hablar y casi que no paraba, porque se puso a hablar acerca de lo que trabajaba abiertamente, poniendo a caldo a los que más problemas le daba en el trabajo. Aunque en realidad estábamos así todos. Sofía contaba cómo en su trabajo también tenía algunos problemas, los cuales nosotros ya conocíamos, pero que volvió a repetir para que se entrara Andrea, aunque ella parecía fascinada con aquello de que viajara tanto, o al menos cuando lo hacía de manera más usual. Irene no se quedaba atrás con lo suyo, diciendo que estaba harta de su encargado y que estaba deseando encontrar algo de lo suyo para marcharse de allí.

Andrea no bebió mucho. Una copa tan solo, aunque como lo estábamos haciendo en unos de esos vasos altos y anchos podría parecer que estaba bebiendo bastante. Pero nada más lejos, porque apenas se echó un dedo de alcohol. El resto sí nos animamos a echarnos más en nuestros vasos. Pese a la poca ingesta de alcohol, Andrea se animó también a charlar de manera acorde a la que teníamos nosotros de hacerlo. Demostraba ser una chica tímida, pero que se volvía bastante abierta una vez cogía confianza. Ella no despotricaba tanto de sus problemas, aunque sí que lanzaba alguna puya. También nombró los problemas que tenía en casa, aunque de manera sutil. Mis amigos no eran tontos y se daban cuenta de que era algo serio por las miradas que echaban, pero no hicieron ningún comentario.

Todo iba muy bien hasta que, como era de esperar después de beber alcohol, a Irene se le empezó a ir la boca hablando de temas más íntimos. Empezó de manera más comedida de como solía hacerlo, pues ya eran muchas las anécdotas que tenía con ella hablando de temas sexuales y del estilo. Al estar Andrea en la universidad, se puso a contar anécdotas de esos días, de cómo tuvo aquellos problemas que ya me contó a mí con sus ex, pero que también lo pasaba bien. Mario por su parte dijo que él era más tranquilo y que pasaba de parejas, pero que también se divertía mucho y que luego ya en el último año de carrera conoció a Irene. Incluso Sofía llegó a comentar aquel rollo que tuvo con un profesor. Pero luego me tocó a mí, ya que me pidieron que contara alguna. Y así lo hice, tratando de evitar a Cintia por hechos recientes y contando alguna con Ángela.

I: ¿Y tú, Andrea? ¿Has hecho alguna locura en la universidad?
A: Yo es que llevo poco. Si acabo de entrar... Jejeje.
I: Yo para Navidad en el primer año ya la había liado... Jajajajaja.
J: Pero es que tú no necesitas mucho para liarla. Con nada ya estás revolucionada.
M: Eso es verdad.
I: A ver, cuenta tú alguna -dijo mirando a su novio.
M: Yo la primera liada así interesante fue en primero también, pero para carnavales. Con la tontería de los disfraces y eso acabé en una buena con mucha gente.
A: ¿Con mucha gente? -preguntaba asombrada.
M: Pues sí. Era algo muy nuevo para mí, pero fue una pasada.
S: Yo en primer año también hice alguna...
J: ¿Qué hiciste? -pregunté curioso.
S: Pues fue para despedir ese curso. Bebimos mucho y me desperté en una cama con tres chicos. Pero no recuerdo nada de aquello... Jajajajaja.
J: Joder, pues sí que os soltasteis...
I: ¿Tú no hiciste nada así en el primer año?
J: Mmm, no recuerdo nada así destacable a ese nivel. Muchos polvos con Ángela, eso sí. A lo mejor una vez que nos entró el calentón. Bueno... En realidad, fue que estábamos en época de exámenes, en los finales del primer año. Y ella estaba muy nerviosa. Bastante más que yo. Y al salir de este examen, yo la esperé y nos quedamos un poco hablando para comparar respuestas y eso. Seguía muy nerviosa y le dije que no se preocupara, que con todo lo que habíamos estudiado juntos, seguro que lo sacábamos bien. Sobre todo, ella. Y con la tontería le empecé a acariciar esos muslos tan bonitos que tiene y nos dimos un beso. En resumen, que nos metimos en un pasillo por el que no se solía meter nadie y follamos allí, pero casi nos pillan y tuvimos que salir corriendo.
I: Jajajajajajajaja. ¿Pero os vieron?
J: Haciéndolo no, pero claro, con la ropa mal puesta, el sofoco y todo eso... A ella se le notaba mucho, tenía las mejillas muy sonrosadas, jajajaja.
M: Y os jodieron el polvo.
J: Qué va, lo acabamos en su casa al cuarto de hora o así, jajajajaja.
I: Joder... Ojalá haberos conocido en esos días... Lo bien que lo hubiéramos pasado... Aunque también lo pasamos bien ahora -dijo guiñándome un ojo.
 
Capítulo 468 B

Andrea me miró durante un breve instante mientas bebía de su vaso, aunque también miró a Irene y a Mario.

J: Bueno, Ángela me dijo que eso de estar con más gente estando yo...
I: Sabes de sobra que lo hubiera conseguido.
J: Ya, eso es verdad.
S: Pues ya ves, Andrea. Todo eso hemos hecho en el primer año de carrera. Lo mismo te encuentras tú en una situación como esas.
A: Uff... Qué va. Lo dudo.
I: Pero si eres una chica muy mona.
A: Pero yo...
I: Seguro que hay alguien a quien le gustaría probar algo así contigo -dijo con algo de retintín.
J: Pero si tiene novio -dije para que la dejaran tranquila.
A: Claro. Es que, además, tengo novio.
I: Pfff... Con tu edad las parejas no son nada maduras y es muy fácil caer.
A: Dependerá de la persona también, ¿no?
I: Sí, pero lo más normal es que...
S: Yo estoy de acuerdo. En los años que estuve en la universidad, mis amigas rompían mucho con sus parejas. Por cuernos, sobre todo.
I: Porque tú, Andrea, ¿cuánto llevas con tu novio?
A: Empezamos en Navidad. Pero esta pasada no, la anterior.
I: O sea que lleváis...
A: Pues un año y 5 meses.
S: Eso es bastante ya.
I: Cosas peores he visto yo, ¿eh? De estar muchos años juntos y haber cuernos igualmente. Tanto en jóvenes como en más mayores. Nadie está libre.
A: ¿Tú tampoco? -dijo dejándome impresionado, aunque lo veía normal, pues Irene estaba poniendo en duda su relación.
I: Jajajaja. Cariño, yo estoy muy libre de eso, créeme.
A: ¿Sí? ¿Por qué?
I: Porque Mario y yo tenemos una relación más abierta.
A: ¿Mmm? -dijo haciéndose de nuevas.
I: Pues que, si a mí me apetece follarme a alguien, lo hago. Y Mario pues igual.
A: No entiendo eso.
I: Es muy fácil. Nosotros entendemos el sexo de otra manera. No es algo tan exclusivo para nosotros. Mira, el fin de semana pasado nos oíste a Javi y a mí follar, ¿no? Y aquí estamos, como si nada. Mario se estaba follando a una amiga nuestra de nuestra ciudad. Y hemos follado los tres juntos -dijo señalándonos a Mario y a mí-, y también nosotros tres -dijo señalando a Sofía y a Mario.
A: ¿Las dos a la vez?
I: Claro, cariño. Nosotras dos somos bisexuales.
A: Pero si habéis dicho de ir a ver lo que me podía poner.
I: ¿Y? Jajajaja.
S: No pasa nada porque te vemos desnuda. No nos vamos a escandalizar. Ni tampoco deberías tú. Pero entiendo que te cohíbas.
A: Yo es que no tenía ni idea -dijo poniéndose roja.
I: ¿Qué te pensabas, que te íbamos a acorralar o algo? Jajajaja.

Le hice un gesto a Irene para que se cortara. Quizá debería haberlo hecho antes, porque se estaba colando bastante con una persona que apenas conocía y sabía que Andrea lo pasaba mal con aquellas cosas. Ella me vio y me asintió, como pidiéndome perdón.

I: Que es broma -dijo poniéndose a su lado para abrazarla al pasarle el brazo por encima de los hombros.
S: No te preocupes, Andrea. Nosotros no mordemos. Solo estábamos hablando.
A: Ya, ya.
I: ¿Te incomoda hablar de cosas como esta?
A: No, no. Si a vosotros os gusta, podemos hablar de ello.
J: Pero no hace falta que lo hagamos si a ti te incomoda.
A: No, no. No pasa nada. De verdad.
I: Mira, podemos hacer una cosa. Como yo soy la más morbosa de todos los que estamos aquí, pues yo soy la que pregunta de nosotros. Yo lanzo una pregunta y tú lanzas otra. Si ves que alguna es muy directa, pues no se responde y listo. Tú puedes hacer la que quieras sin ningún problema. ¿Te parece bien?
A: Mmm, vale.
J: Andrea, no tienes por qué...
A: No pasa nada, puede ser divertido.
I: Tranquilo, Javi. Si a alguien le parece mal alguna pregunta, que lo diga.
S: Pero participamos todos, ¿no?
I: Sí. Ella nos pregunta a todos y yo le pregunto a ella. Si tenéis alguna pregunta interesante, pues me la decís y yo se la hago.
S: Vale, vale.
I: ¿Empiezas tú Andrea? ¿O lo hago yo?
A: Como quieras.
I: Pues voy yo. ¿A qué edad perdiste la virginidad?
A: Pues con 18.
I: Vale. Te toca.
A: Mmm... ¿A qué edad perdisteis vosotros la virginidad?
I: 16.
M: 16 también.
S: 17.
J: 17 casi recién cumplidos.
I: Me toca. ¿Con cuántos chicos has estado en la cama?
A: Solo con mi novio. ¿Y vosotros?
I: Pfff... Cariño, lo siento, pero no tengo una cifra exacta. Te puedo decir que, entre chicos y chicas, son muchísimos.
A: ¿Pero más o menos?
I: Yo qué sé... ¿Más de 100? No te puedo decir...
A: Hala...
M: Yo en su día también era muy picaflor. Más de 50 seguro.
S: Yo soy más normalita en eso supongo. Unos 30 a lo mejor...
J: Por ahí debo rondar yo también. Aunque estos últimos meses he tenido más movimientos. Quizá alguna más.
A: ¿Pero contáis tonteo y eso, o…?
I: No, no. Polvos. De follar. Pero follar de verdad. No sexo oral o alguna paja.
A: Pues sí que... ¿Tantos? -dijo mirándonos a todos.
I: Nos va la fiesta, jajajajaja. Vamos a seguir. Ahora empieza tú.
A: Mmm... A ver... Vale. ¿Qué es lo que más os gusta que os hagan en la cama?
M: Ojo, que se suelta. Me gusta.
A: Jajajajaja -reía algo cortada.
I: Empezad vosotros.
M: A mí me gusta mucho hacerlo en plan tranquilo, con cariño. Pero también me gusta duro cuando toca.
S: A mí me encanta duro. Eso de que te agarren y te den en condiciones... Uff... Pero también disfruto cuando es más lento.
J: Yo soy más de llevar las riendas. Me gusta ser el que lleva el ritmo y tal, pero me adapto si hay que hacerlo con cariño.
I: Y también te gusta así.
J: Sí, es verdad.
A: Venga, Irene.
I: A ver... No te asustes, ¿vale?
A: Uy...
I: No, no. Si no es para tanto, pero es que a lo mejor lo ves demasiado. A mí me gusta duro, pero a otro nivel. Me gusta que me usen como a una puta.
A: Uff... Pero...
I: ¿Lo ves? Jajajajaja. Pero que solo son juegos de cama.
A: ¿Y Mario te hace eso?
M: No -dijo rotundamente-. Yo no puedo hacer eso.
I: Pero siempre hay algún amigo que puede echar una mano -dijo sin mirarme, aunque por la manera de decirlo, seguro que Andrea se había dado cuenta.
A: Vaya.
I: ¿Y tú, Andrea?
A: Uy, a mí me gusta lentito. Soy muy romántica para eso -dijo poniéndose roja de nuevo.
I: ¿No te gusta duro?
A: Más que no me guste... Es que no puedo mucho.
I: ¿No? ¿Por?
A: Porque mi... Es muy estrechito y... Mi novio la tiene grande. Bastante. Y luego me duele mucho. De hecho, una vez tuvimos que ir a urgencias.
I: Uff...
A: A ver... ¿Postura favorita?
I: A cuatro. Y que me revienten. Me encanta.
M: La misma. Ella a cuatro.
S: Yo estoy indecisa últimamente. Creo que me quedo estado yo arriba y cabalgando.
J: A mí también me gusta esa. Que ella esté encima moviéndose de delante a atrás.
I: ¿Y la tuya, Andrea?
A: Yo tumbada boca arriba y él encima de mí.
I: El clásico misionero, ¿no?
A: Sí. Supongo. A ver, otra. ¿Cómo es hacer un trío?
I: Uff... Increíble. Desde mi punto de vista es genial.
S: Desde la mía también.
M: Es que eso no tiene nada malo. Es una cantidad de sensaciones, de morbo... Por decir algo, pues sí, es diferente hacerlo con otra persona del sexo que te gusta a hacerlo siendo dos chicos en mi caso. Solo lo he hecho una vez siendo dos chicos, que fue con Javi, hace nada. Y muy bien, pero me quedo con dos chicas.
J: Yo solo he hecho dos tríos y ambos fueron siendo dos chicos, así que no puedo comparar. Pero me lo pasé bastante bien igualmente.
I: Yo solo he hecho un trío con dos chicos. Bueno, con mis chicos... -dijo ya notándose que estaba afectada por el alcohol- Y me quedo con ese. Lo siento Sofía, jijijijiji...
A: Jajajajaja. ¿Por qué te quedas con ese?
I: ¿Pues por qué va a ser? Mira, Andrea. En un trío con dos chicos, siendo una chica se puede hacer una cosa muy especial. Que también se puede hacer si tienes dildos y eso, pero con dos pollas de verdad es muchísimo mejor.
A: ¿El qué?
I: Una doble penetración. Es increíble. Que uno te la meta por el coño mientras que el otro te la mete por el culo es algo... Indescriptible.
A: Madre mía -decía ruborizándose.
I: Mira que tengo el culo muy apretado y pequeño, pero es que Javi... Me lo hace muy bien. Y el hijo de puta la tiene bien grande y me duele, no te vayas a pensar. Pero me gusta. Me parte el culo, pero me encanta.
J: Madre mía, Irene... -dije al oír todo lo que decía.
I: Pero es que con Mario es imposible. La tiene gordísima y no podemos. Y mira que lo hemos intentado, pero nada. Menos mal que tengo un buen coño, porque si no, es que no podríamos follar -decía con la risa ida por la bebida.
S: Jajajajajaja. Es verdad. La tiene muy gorda.
I: Tú cállate, que a ti sí que puede follarte bien el culo... Jajajaja. Oye -dijo agarrando del brazo a Andrea para que la mirara bien-, que no te vayas a pensar que Javi tiene una polla fina. Que tiene una polla que no veas, así -dijo haciendo medidas con las manos, tanto de longitud como de grosor, siendo generosa al hacerlo al exagerar un poco.
J: Ireeeeene -dije algo avergonzado, aunque menos de lo que debería por haber bebido yo también.

Andrea la miraba cortada y sonrojada, aunque no la veía incómoda. También es verdad que ya llevaba alguna copa y quizá tenía una percepción no tan acertada, pero parecía que todos lo estábamos pasando bien.

I: Me toca, me toca. Andrea, ¿te follarías a Javi?
J: Bueno, ya está bien de preguntitas. Ya está bien por hoy.
I: Venga, Javi... -dijo viniendo hacia mí pasando por encima de Andrea para acariciarme la cara- Si lo estamos pasando bieeeeeen.
J: Sí, pero te ha subido mucho la bebida. Estás borrachísima, jajajaja.
M: Lleva razón. Estás muy bebida, Irene. Y ya es tarde.
I: Pero Mario, amor mío... -dijo levantándose y yendo hacia él para sentarse en su regazo, viéndose su ropa interior mientras lo hacía por los movimientos de antes- La noche es larga. ¿No me quieres hacer un bebé...? -dijo para empezar a besarle, aunque no de manera tan guarra como esperaba.
J: Jajajajajaja.
S: Va a ser mejor que nos vayamos a dormir. ¿Pero cómo lo hacemos?
J: Mi cama es bastante grande. Podemos dormir allí los cuatro.
I: O si no, que Javi se vaya a dormir con Andrea, que tiene confianza con ella -dijo mientras seguía acariciando a su novio, aunque me miraba con una sonrisilla.
J: Anda, deja de decir tonterías. Venga, a la cama.
I: Síiiiiiiii. Vamos todos a la cama.

Mario la cogió en brazos, yendo hasta mi habitación. Sofía los siguió entre risas, pero yo me quedé un momento allí con Andrea.

-Lo siento, Andrea. Irene se ha pasado bastante.
-No, no te preocupes, jajajajaja. Ha sido divertido.
-Ya, pero a lo mejor esto ha sido demasiado. Y sé que te da vergüenza.
-No te preocupes, de verdad. Hacía mucho que no me reía así.

Andrea se levantó para irse a su habitación, cerrando la puerta como pude ver al seguirla para ir yo hacia la mía. Al llegar vi que Irene y Mario se estaban comiendo la boca y metiéndose mano. Sofía estaba terminando de cambiarse mientras que ellos seguían con la ropa que se pusieron para salir puesta. Yo me cambié rápidamente al dejar mi ropa sobre la silla del escritorio, dejando también el reloj que me regalaron y me puse un pantalón de pijama y una sudadera. Miré a Sofía quien estaba con una sonrisa al mirarlos y entonces nuestros amigos se empezaron a desnudar sin despegar sus labios y sin dejar de tocarse de esa manera. Era bastante obvio que querían follar, así que le hice un gesto a Sofía para irnos al salón y dejarles algo de intimidad, pues no parecía que estuvieran interesados en que nadie más participara en aquello.

En el salón, nos sentamos de nuevo en el sofá, aunque aproveché para recoger los vasos que habíamos dejado, lavándolos de paso para no tener que hacerlo al día siguiente, volviendo rápidamente con Sofía. Al final decidimos quedarnos ahí a dormir los dos en el sofá, cogiendo unas mantas que siempre tenía por ahí para taparnos y así resguardarnos del frío que aún hacía por la noche. Tenía pinta de que nuestros amigos iban a estar un buen rato y tampoco queríamos entrar una vez hubieran acabado. Pensamos que les gustaría algo de intimidad al ver lo ñoños que estaban. Estábamos a oscuras ambos tumbados y tapados con la cabeza de uno casi pegada a la del otro por la forma de aquel sofá. Pero no podíamos dormir pese al silencio que creíamos que no habría. Se ve que nuestros amigos estaban más cariñosos que otra cosa, porque no se les oía.
 
Capítulo 469

-Oye, Javi, ¿sabes algo de por qué se han puesto éstos así más cariñosos que otra cosa?
-¿No has hablado con Mario?
-No. Es que con él no hablo tanto. Como siempre está trabajando, pues me es difícil hablar con él a solas. Cuando coincidimos es en fin de semana y lo hago también con Irene. También coincido con él cuando alguna vez me acerco a echar una cerveza con el grupo, pero también está Irene. Entonces, pues no tengo oportunidad de hablar con él a solas. Tampoco se me ha acercado él para hablar conmigo aparte de nada.
-Pues resulta que Mario está en plan querer cosas nuevas.
-¿Cómo qué?
-Básicamente, el cuerpo le está pidiendo tener un bebé.
-¿Síiiiiiiii? -preguntaba susurrando enérgicamente.
-Sí. Me llamó para hablar de lo de Ana y acabamos hablando de eso.
-¿Cómo salió ese tema?
-Es que cuando fue el cumpleaños de Irene, en lo que ella se preparaba para... En fin, que Mario me contó que quería dar algún paso en su relación. Pero no pudimos hablar mucho más. Entre semana lo hemos hecho.
-Vaya, vaya. Pues me parece muy bien. Aunque me cuesta imaginar a Irene embarazada... Jajajajaja.
-Sí. A mí me pasa igual, pero me alegro mucho por ellos.
-Joder, qué envidia.
-¿Tú también quieres tener un bebé ya?
-No, me refería a otra cosa, pero la verdad es que sí debería ir ya dando ese paso. A ver si encuentro una buena pareja para poder lograrlo.
-¿Y a qué te referías?
-A follar, jajajaja. Con lo que habíamos hablado, lo guapo que estás y ver a éstos así, pues...
-¿Tienes ganas?
-Pues claro, jajajaja. ¿Y tú?
-Yo siempre tengo ganas.
-Pues vamos a follar, ¿no? -dijo viniendo rápidamente a donde estaba yo tumbado para hacerlo ella a mi lado.

Casi sin dejarme responderle, me agarró de la cara para besarme, pasando a ponerse encima de mí. No necesité mucho más para empalmarme por completo. Entre esa ingesta de alcohol que te da ese puntillo en que se te pone morcillona muy fácilmente, la sequía que tenía entre semana y lo buena que estaba mi amiga, no necesitaba mucho más. Sofía no despegaba sus manos de mi cara para agarrármela bien y poder besarme. Como si me fuera a escapar... Mientras tanto, yo ponía mis manos en su culo, amasándolo y apretándolo, aunque en nada empecé a meterlas por dentro de ese pantalón ancho de pijama que se puso para dormir más cómoda. Encontrarme con sus nalgas desnudas al llevar tanga me hizo lanzar un pequeño gemido que ocasionó una risita por su parte. Ella empezó a murmurar empalagosamente con esos besos, por lo que me aparté un poco de sus labios.

-Shhh, no quiero hacer ruido.
-Vale, jijiji. Pero vamos a follar, Javi. Algo de ruido vamos a hacer.
-Pero despacito, que como nos vengamos arriba vamos a montar un espectáculo.
-Vale. Tranquilo.

Sofía me volvió a besar mientras apretaba su entrepierna contra mi erección. La verdad es que me tenía muy malo en ese momento y deseaba follarla en condiciones, pero tocaba controlarse. Mis amigos lo estaban haciendo para mi sorpresa por cómo iba Irene, y yo no quería ser menos. Bastante espectáculo habíamos dado delante de Andrea como para seguir haciéndolo sin dejarle dormir. Aunque en ese momento no estaba asimilando todo aquello. No iba borracho como para hacer cosas sin sentido y como para no recordar al siguiente día todo lo ocurrido, pero sí que iba con ese punto que proporciona esa desinhibición que hace que te dé un poco igual todo en ese momento. Ya lidiaría al día siguiente con esa forma de dejarnos llevar.

En el momento en el que Sofía empezó a jugar con mi oreja no pude más y me levanté enflechado, dirección a mi cuarto a por condones. Ella se rio bajito en cuanto se lo dije y me esperó paciente, aunque no es que tardara mucho tampoco. Al llegar a mi habitación y abrir la puerta me encontré a mis amigos follando, aunque de una manera que era rara en ellos para lo que había visto. Irene estaba sobre Mario, montándolo de manera suave y sensual. Hasta me quedé un par de segundos mirándolos sobándome la polla por encima del pantalón, que marcaba una erección enorme. Menos mal que la puerta de Andrea estaba cerrada, porque lo mismo me hubiera visto así de estar abierta. Cogí los condones del cajón sin que ellos me prestaran la más mínima atención y regresé inmediatamente con Sofía.

Dejé los condones sobre la mesa y me tumbé sobre ella para besarla de nuevo, con ella riendo otra vez. Se le notaba también el punto de alcohol, aunque no iba borracha, ni mucho menos. Le subí la sudadera hasta la barbilla para comerle las tetas. Aquello de no hacer ruido se lo dije a ella, pero poco lo aplicaba yo, porque estaba a mil con esas terrazas en mi boca. Sofía me acariciaba la cabeza mientras lanzaba algún pequeño gemido que rápidamente reprimía, aunque seseaba para que no hiciera mucho ruido y ya bajaba yo los gemidos. Poco a poco fui capaz de controlarme mejor, aunque seguía nervioso, por lo que la desnudé rápidamente, aunque nos tapé con una de las mantas, porque frío seguía haciendo igual por mucho que ambos estuviéramos muy calientes. De manera breve bajé por su cuerpo con besos sonoros y succiones que ella apremiaba con pequeñas risas y murmuros sensuales, aunque me mandaba a callar por los sonidos que hacía.

Y ya sí que me pude controlar ahí una vez me puse a comerle el coño. Coño, que me sabía a gloria y que diría que estaba disfrutando más que cualquier ocasión anterior con ella pese a llevarlo totalmente depilado de nuevo. Además de estar cachondo, estaba muy contento por cómo estaba yendo la cosa con ella, con ese acercamiento y nuestra relación de amistad que seguía igual de fuerte que meses antes pese a ese percance que yo pensaba que podría resultar fatal. Me oculté bajo la manta, bien tapado, con ella también casi hasta la barbilla, aunque metía sus manos por debajo de ella para acariciarme la cabeza. En este punto era ella la que pasaba de aquello de no a hacer ruido, aunque también es verdad que se reprimía mucho, pues lo único que hacía era jadear. Pero lo hacía de tal manera que me resultaba muy sexy y me encendía más, por lo que se lo comía con más ganas.

-Síiiiiiiii, Javi... -susurraba muy bajo en forma de gemido- Qué bien.

Seguí un poco más hasta que le arranqué un orgasmo que ella manifestó con jadeos entrecortados, tensando su cuerpo además y apretando mi cabeza contra su chocho. No la hice sufrir mucho, pues sabía que no era de las que podía seguir en esos momentos en los que empezaba a correrse. Subí hasta su cara para besarla, poniéndome sobre ella. Sofía me recibió con ganas, abrazándome con fuerza. No tardó mucho en recuperarse para cambiar los papeles, poniéndome yo boca arriba en el sofá con ella entre mis piernas para comérmela, no sin antes desnudarme. Lo hacía con muchas ganas, tragando bastante, aunque no podía hacerlo por completo como ya sabía de antemano. Aun así, estaba encantado por cómo lo hacía, centrándose también en los huevos. Lo mejor fue cuando se centró en el glande mientras me pajeaba con fuerza con sus dos manos.

De la misma manera que lo hacía yo previamente, ella lo hacía bajo la manta sin que la pudiera ver, pero yo estaba tan centrado en lo que sentía que no me enteraba de aquello, pues estaba con los ojos cerrados y la cabeza bien hacia atrás, alabando su trabajo. La sequía de varios días sin follar pasaba factura. En este caso se reflejaba en lo poco que tardé en acabar, retorciéndome del gusto mientras ella seguía. Yo resoplaba y jadeaba y ella aguantaba todo lo que le echaba en la boca, que tampoco era tanto, pues no había día que no cayera alguna paja para desahogarme. Hasta que no le dije que parara, no lo hizo. Pero lo hizo, subiendo hasta mi cara para darme un beso, habiéndose tragado todo, aunque percibí ese sabor igualmente. Estaba en la gloria con ella desnuda sobre mi cuerpo igualmente desnudo, abrazados y acariciándonos entre besos.

Con esa risita que Sofía no abandonaba, empezó a jugar a hacerme cosquillas, consiguiéndolo fácilmente, haciéndome revolver en el sofá. Le suplicaba que parase, porque no podía soportar esas cosquillas que me obligaban a reír, y no bajo precisamente. Por suerte paró, aunque fue cuando se me quedó mirando fijamente a los ojos una vez puso la luz de su móvil, porque estábamos a oscuras. Tampoco es que tuviéramos mucha luz. La justa para poder vernos algo. El caso es que estaba ella sobre mí, mirándome fijamente y a mí se me fue la risa al verla así, pasando a encenderme increíblemente de nuevo. Tanto, que pasamos a comernos la boca con ansia, como si lleváramos mucho sin hacerlo cuando en realidad lo habíamos hecho pocos minutos antes. Sofía cogió rápidamente uno de los condones y lo abrió para ponérmelo y clavarse mi polla lo más profundo que pudo al dejarse caer con fuerza sobre ella, lanzando un gemido que rápidamente apagó al juntar sus labios a los míos.

-¿Por qué los has cogido? -me preguntó ella.
-Mmm, ha sido acto reflejo.
-Eso está bien. Te cuidas. Y eso es importante. Además, ya no tomo pastillas.
-Lo imaginaba también. Pensaba que al haberte ido a pensar y eso no te estabas viendo con nadie.
-Pues no. No me he visto con nadie más.

Y ahí empezó un largo silencio en el que ella empezó a mover su culo hacia arriba y abajo para empezar una larga y lenta follada que disfruté como el que más. No sé si era por no hacer mucho ruido o por si estábamos teniendo una "reconciliación" después de lo ocurrido, pero se estaba pareciendo mucho al polvo que echamos Irene y yo en ese mismo sofá justo una semana atrás. Y justo me di cuenta de que había pensado en aquello y en que quería hacerlo con ella, por lo que me abandoné por completo al momento y a ella. Eso no significaba que hiciéramos ruido, que nos viniéramos arriba o algo por el estilo. Fue una manera de follar completamente distinta a la que llevamos teniendo desde que empezamos. Generalmente, Sofía me cabalgaba muy lentamente, aunque al no soltarla yo de mi abrazo, lo hacía al mover su culo más que todo su cuerpo.

Sentir sus tetas sobre mi pecho con sus pezones hincándose en mi piel era algo hasta mágico en ese momento. No dejaba de besarla y recorrer su cuerpo con mis manos. Ahora sí que estábamos sudando al estar follando, por muy lento que fuera. Por eso llegamos a un punto en el que Sofía se deshizo de mis abrazos para incorporarse y ponerse sentada de manera vertical sobre mí. Era un momento en el que ella estaba completamente desnuda y cualquiera que entrara al salón podría ver su espalda y diría que hasta su culo al haber caído la manta hacia atrás un poco. Ella seguía follándome lentamente, apoyando sus manos en mi pecho esta vez, aunque de vez en cuando aceleraba un poco, pero duraba segundos y volvía a ese ritmo lento y constante. Yo me deleitaba sintiéndola y mirándola, cogiendo sus tetas con mis manos para amasarlas, porque esa parte de su cuerpo era una locura.

No sabría decir exactamente cuánto rato estuvimos así, pues no parecía haber pasado poco tiempo desde que me enfundó la polla con la goma para empezar a follarme. Pero diría que estuvimos así un cuarto de hora en el que no llegábamos a gemir, pero no parábamos de jadear, acentuándose más cuando llegué al orgasmo, el cual me incitó a levantar mis caderas. Ella se ocupaba de mantenerme fijo al apretar su culo contra mi cuerpo mientras se tocaba el clítoris, llegando su orgasmo en pocos segundos, echándose sobre mí para respirar entrecortadamente en mi oído, humedeciéndomelo. Había sido un polvo espléndido en el que cada uno aún teníamos la retahíla de nuestros orgasmos. Pero ambos seguíamos calientes, y una vez se recuperó Sofía del suyo empezamos a besarnos, quitándome yo el condón y dejándolo sobre la mesa anudado.

Nos volvimos a enrollar y así cogimos fuerzas para echar otro polvo igual de sosegado que el anterior, pero esta vez conmigo encima de ella. Menos mal que Sofía estaba también al tanto de que no hiciéramos ruido, porque por momentos me encendía más de la cuenta y aumentaba el ritmo, causando que el sofá sonara, aunque ella me susurraba que fuera más lento para luego darme un beso tierno. Estaba encantado con hacerlo así lentamente, pero también buscaba un poco más de acción. Era como querer las dos cosas a la vez, pero me lo estaba pasando muy bien con ella. Era el polvo que me más me estaba gustando con ella desde luego. De la misma manera que hacía pocos minutos, estuvimos follando lentamente, esta vez en un misionero en el que procuraba empujar bastante para hacer la penetración lo más profunda que pudiera.

Todo iba perfectamente, como en el anterior polvo. Ambos disfrutábamos con esos jadeos que no paraban de tener lugar hasta que oímos una puerta abrirse. Paré en seco dentro de ella, mirándola al levantar un poco mi cara del sofá al dejarla apoyada sobre él junto a su cabeza. Sofía rápidamente cogió su móvil para bloquearlo y así quitar la luz por si acaso.

-¿Quién es? -me preguntó ella agarrando la manta para taparnos hasta la cabeza.
-No lo sé, pero vamos a esperar.
-Vale. Me da igual que nos vea Irene o Mario. Es más, por tu compañera.
-Ya, ya.
-¿Se escandalizará mucho si nos ve así...?
-No tengo ni idea, pero vamos a esperar un poco.

Esperamos, pudiendo oír cómo aquella persona entraba en lo que yo creía que era un baño, aunque no supe identificar cuál. Al poco salió y se oyó cómo se cerraba una puerta de nuevo. Fuera quien fuera no se acercó y parecía que estábamos de nuevo "solos", así que retomé la follada, con ella volviendo a jadear. Hizo un buen trabajo al mantenérmela dura en esos breves minutos que pasaron al mover sus músculos vaginales para estimularme. No duramos mucho más al retomar aquel polvo que pasó a ser un poco más intenso en cuanto a ritmo y rapidez. Esta vez ella se corrió antes que yo, abrazándome fuertemente con sus brazos y sus piernas, haciéndolo yo casi a la vez al notar esos fuertes apretones que me daba con su coño. Sofía lanzó un gemido no muy alto, pero que sí se salía de los jadeos, los cuales procurábamos no sobrepasar. Una vez lo lanzó, pasó a respirar con ansia, aunque entrecortadamente.

Me quedé dentro de ella hasta que relajó su abrazo y ya me salí, quitándome la goma para anudarla y de paso recoger aquello para que no hubiera muchos indicios al siguiente día. Nos vestimos por lo mismo y nos echamos a dormir, aunque esta vez los dos juntos y abrazados, porque hacía bastante frío, llegando incluso a tenernos que tapar con las dos mantas que teníamos por allí. No llegamos a hablar mucho, aunque Sofía me acariciaba con cariño metiendo su mano por dentro de mi sudadera para hacerlo por el pecho mientras yo pasaba mi brazo por debajo de su cadera para que se acomodara mejor a mi cuerpo. Tardé poco en dormirme en realidad, aunque ella lo hizo antes como pude notar por su respiración. Entre esos polvos tan agradables y el alcohol que llevaba encima pude dormir de mejor manera, llegando a hacerlo durante varias horas y de manera casi ininterrumpida.

Al día siguiente me desperté abrazando a Sofía desde atrás, quien seguía durmiendo profundamente. Tenía una erección bastante importante por ese roce, o presión mejor dicho que ejercía sobre el culo de mi amiga, pero no quería despertarla y tampoco quería echar un mañanero ahí por riesgo a ser pillados por Andrea, especialmente estando la luz de la cocina dada como podía ver. No tenía ni idea de la hora que era, aunque sabía que era de día al entrar luz natural por lo poco que se quedó subida la persiana del salón. Tampoco quería levantarme, porque estaba muy a gusto y quería ver si podía dormir más ahora que parecía poder hacerlo. Tampoco quería despertar a Sofía, pero cómo me estaba meando vivo me tuve que levantar para ir al baño rápidamente. Lo hice con cuidado para al menos, cumplir lo segundo. Esperaba no encontrarme a Andrea por el pasillo con la erección que tenía, porque sería incómodo.

Por suerte, no me la crucé y ya allí pude espabilarme más al lavarme la cara. Mientras lo hacía, me empezaba a entrar vergüenza por lo pasado la noche anterior, ahora que el alcohol se empezaba a disipar de mi cuerpo. Y más me entraría al ir a la cocina a beber agua encontrándome allí a Andrea desayunando. Ella me recibió con una sonrisa y un "buenos días", mientras que yo no podía casi ni mirarla a la cara. De hecho, me hice el remolón para tratar de evitar cualquier conversación en la que era más que posible algún comentario de lo ocurrido hacía pocas horas. Así que me empecé a preparar algo de desayuno para disimular, porque al verla a ella desayunar con ese olor tan rico, pues me entró hambre, además de que eran más de las 10 de la mañana. Pensaba que no iba a comentar nada por cómo era ella de por sí, pero me equivocaba.
 
Capítulo 470

-Al final anoche nos lo pasamos todos bien, ¿no? -dijo con un tono divertido.
-Em... Bueno, sí.
-Javi, si te digo la verdad... Me gustó que volvierais a casa.
-¿Sí? -pregunté extrañado.
-Claro. Tenía por delante una noche algo aburrida y la verdad es que se me pasó muy rápido con vosotros aquí.
-Pues será porque no te dijimos que te vinieras.
-Ya. Ya lo sé. Pero es que no me gusta estar con mucha gente alrededor. Así como estuvimos anoche estuve muy a gusto. Y además aquí en casa cómodos. Más no puedo pedir.
-Pues si te soy sincero, estoy un poco avergonzado.
-¿Por qué?
-¿Pues por qué va a ser? Por todo el tema de hablar de cosas íntimas y cómo se puso Irene. No quiero que pienses que estamos así todo el día y que nos emborrachamos y eso. En especial por Irene. Nunca nos ponemos así...
-Ah, no te preocupes. Lo estábamos pasando bien y a ella le apetecía beber un poco más. No me molesta nada verla así, si estaba hasta graciosa. Jajajajaja.
-Ya, bueno...
-Es una chica genial.
-No me pareció que la vieras así cuando le respondiste anoche a...
-Ah, pero eso era porque tenía curiosidad. Lo decía tan segura que...
-Ya. Ella es así.
-¿Tú piensas igual?
-¿De qué?
-Pues de eso que dijo. Lo de que nadie está a salvo de eso. ¿Crees que mi novio me puede poner los cuernos?
-Yo... -dije dándome la vuelta para mirarla- Yo pienso que, si los dos os queréis, no va a pasar nada.
-Ya.
-¿No piensas igual?
-Mmm, sí. Bueno... A ver...
-Te veo dudar.
-No sé. Irene hablaba con mucha decisión.
-Estaba bebida.
-Pero hablaba con mucha seguridad. Seguro que no es la primera vez que habla de eso.
-¿Tienes miedo entonces?
-No sé. Pienso que él puede interesarse por otras chicas. Y lo entiendo.
-¿Qué entiendes?
-Que se fije en otras.
-¿Por la distancia y no veros tanto?
-No. Porque hay muchas chicas guapas por ahí y yo...
-¿Qué quieres decir?
-Pues que entiendo que no se conforme con alguien como yo.
-No te entiendo.
-Pues que pudiendo estar con una chica que esté bien, no sé cómo aguanta con esto -dijo señalando su cuerpo.
-Qué tontería.
-Claro, eso lo dices tú porque mírate... -decía pareciendo no poner ningún filtro en lo que decía.
-Si está contigo debe ser por algo, ¿no?
-Ya. Eso sí.
-¿Y tú? ¿Le pondrías lo cuernos?
-¿Quéeeeee?
-Solo pregunto. Como te veo creyendo a Irene...
-No. Es que... Yo... A ver...
-¿Dudas?
-No, no. Yo no pondría los cuernos. Jamás.
-Vaya, ahora te veo muy segura.
-Sí.
-¿Por qué? Cuéntame.
-Porque si yo estoy con una persona, es para quererla y estar ahí para todo. Hacer eso me parece lo peor que le puedes hacer. Y si lo haces, no la quieres nada en absoluto.

La verdad es que me sorprendió bastante lo que me dijo. Casi más la forma que las palabras en sí, aunque no se quedaba atrás aquello. La razón por la que más me sorprendía quizá era porque yo pensaba de la misma manera. Durante todos esos meses en los que estuve en una relación seguía esa premisa, con dificultades en ocasiones, porque se me presentaron ocasiones para poder quebrantar ese pensamiento, pero no lo acabé haciendo. Mi determinación era más fuerte que cualquier tentación por muy fuerte y alta que fuera, viniéndoseme a la cabeza aquella ocasión en la que lo tenía más que hecho con Bea. Pero de poco sirvió ese pensamiento tan fuerte que tenía por cómo acabó todo. De hecho, estuve cerca de hacer algún comentario al respecto casi diciéndole que a veces hay cosas que escapan a uno mismo, pero no lo acabé haciendo.

-Y bueno -siguió-, que no pasa nada por lo de hablar de temas íntimos. Es normal con alcohol de por medio. Y ya me has dicho que Irene es así.
-Sí -dije saliendo de mi abobamiento-. No es la primera vez que lo hace.
-¿No?
-Para nada. Siempre que tiene la ocasión se pone a hacer preguntitas.
-Ah, jajajaja. Pero anoche estaba muy cariñosa, ¿no?
-Sí. Es lo que tiene el alcohol.
-Me hizo mucha gracia aquello que le dijo a Mario de que le hiciera un bebé.
-Sí, es que están en plan cariñoso últimamente.
-Pero si hicisteis un...
-Eso no tiene nada que ver.
-Pues me parece raro.
-Hay cabida para todo. Pero es que a Mario le está sonando esa alarma.
-¿Alarma?
-La de ser padre.
-¿Sí? -preguntaba sorprendida.
-Ajá.
-Vaya...
-¿Qué te parece Mario?
-¿Mmm?
-¿Te ha caído bien?
-Sí, claro -respondió nerviosa.
-Uy... Te ha gustado, jajajaja.
-Es un chico muy guapo -dijo cortada.
-Y atractivo, ¿verdad?
-Eh... Sí. También.
-Irene también lo es. Hacen muy buena pareja.
-Sí, claro.
-No te veo muy convencida.
-Mmm, bueno. Es que al verla contigo por primera vez, creía que era una amiga tuya muy especial.
-Y lo es.
-Ya. Me refería a que era tu novia.
-¿Cómo? Jajajaja.
-No sé. Te noté mucha complicidad con ella.
-¿Y con Sofía no cuando la conociste?
-Sí. También.
-¿Y pensaste lo mismo?
-No. Es diferente. Te veo más apegado a Irene. Aunque se nota que Sofía es muy importante para ti también.
-Ya veo.
-Por eso pensé que era tu novia. Es que tenéis unos gestos que no sé...
-¿Y crees que soy de los que van poniendo cuernos?
-Ahí ya no me meto.
-Por eso te lo pregunto. Quiero saberlo.
-Mmm, no sé.
-Seguro que lo has pensado al creer que ella era mi novia y al ver desfilar por aquí a alguna que otra chica.

Andrea se mantenía en un silencio que otorgaba demasiado, pues se le sumaba su expresión de "me ha pillado".

-Pues déjame decirte que yo no hago eso. Pienso como tú.
-Am...
-Y otra cosa. Yo no soy de novias. Ni busco, ni quiero.
-Vale.
-Y perdona otra vez por lo de anoche. No creo que fuera la mejor manera de conocer mejor a mis amigos.
-Que no pasa nada. De verdad.

Cogí mi desayuno y me lo llevé al salón para comérmelo allí tranquilamente, pero vi a Sofía dormir y no quería despertarla. Pero tampoco iba a volver de nuevo a la cocina, más que nada porque seguía con vergüenza. Así que me lo comí allí después de arropar bien a mi amiga para que no pasara frío, porque tenía pinta de tenerlo por cómo de acurrucada estaba. Miré el móvil mientras lo hacía, saliendo Andrea al poco diciéndome en susurros que se iba a su habitación a estudiar. Así que ahí me quedé yo, sentado en el otro extremo del sofá esperando a que mis amigos se despertaran. Pero como no lo hacían, pues me fui a dar una ducha, entrando con cuidado a mi habitación para coger ropa limpia, viendo cómo Irene y Mario dormían profundamente muy abrazados. Me encantaba verlos así, por lo que me marché con cuidado de no despertarlos.

Fue un buen rato el que me tiré "solo" hasta que mis amigos acabaron apareciendo por la puerta del salón desde el pasillo. Sofía seguía dormida, por lo que les hice una señal, aunque ellos tenían una cara de sueño bastante notable, sobre todo Irene, que la mezclaba con una de resaca. Me dijeron bajito que iban a la cocina a desayunar y luego a darse una ducha, porque estaban muertos de hambre y querían lavarse después de la noche que tuvieron, aunque me dijeron que habían cambiado las sábanas, cosa que pude ver porque traían las sucias en las manos para echarlas a lavar. En lo que ellos desayunaban tranquilamente, traté de despertar a Sofía para que ella también desayunara y demás, pero estaba muy remolona y con mucho sueño. De hecho, no quería levantarse.

Como me dio pena, le pregunté si quería dormir un poco en mi cama para poder descansar mejor, porque una vez Irene y Mario hubieran acabado, se vendrían y ya no podría hacerlo mucho. Como si fuera una niña pequeña por el sueño que tenía, me dijo que sí, pero que no se quería mover porque estaba muy a gusto. La solución fue fácil. La cogí en brazos para llevarla a mi habitación y que pudiera descansar ahí. El problema fue que me dijo que me quedara con ella, porque le apetecía. Tenía un rato hasta que mis amigos terminaran de todo aquello, así que no tenía problema en quedarme con ella allí tumbado. Para que conciliara mejor el sueño, le empecé a acariciar el cuerpo suavemente, con ella lanzando pequeños sonidos de agrado, aunque no se llegaba a dormir.

Y poco durmió, por no decir nada, porque con tanta caricia nos pusimos cariñosos y en cuestión de minutos ambos estábamos desnudos y echando un polvo muy sosegado, prácticamente igual a los que habíamos echado la noche anterior. Irene entró a la habitación para coger sus cosas para poder vestirse, viniendo envuelta en una toalla solamente. Cerró la puerta con cuidado y se sentó en la cama para vernos de cerca. Estaba con gesto normal, ni seria ni sonriendo y tenerla así a nuestro lado me tenía muy caliente. Aunque fue ella misma la que empezó a acariciar mi espalda. Pensaba que Sofía no iba a reaccionar de la mejor manera por aquello de que era celosa y por algún momento similar en el pasado, en el que no le pareció bien ni siquiera oír cómo me había follado a Irene según percibía yo, pero estaba bastante equivocado. Se ve que iba bastante en serio con aquello del cambio, porque me la encontré mirándome con una sonrisa, pasando a acariciarme la cara.

J: No. Ahora no -dije mirando a Irene.
I: Pero...
J: Cuando estemos los tres solos. Además, está aquí mi compañera de piso y no quiero contenerme en mi primer trío con dos chicas. Porque quiero que sea con vosotras.
I: Yo también lo quiero así, Javi -dijo besándome el hombro, dejando caer su cabello mojado sobre él.
S: Qué ganas... Y de estar los cuatro juntos...
J: También. Pero ahora no. Anda, ve con Mario. No lo dejes solo -dije mirando a Irene.

Irene sonrió y me dio un pequeño beso en los labios, sin lengua, para después levantarse e irse con sus cosas para cerrar la puerta y dejarnos acabar a Sofía y a mí.

-Qué a gusto estoy ahora mismo -susurró acariciándome los brazos.
-Estoy encantado de teneros aquí. Ojalá viviéramos todos en el mismo sitio como antes.
-¿Y por qué no regresas?
-Porque también estoy a gusto aquí. Me gusta mucho esta ciudad, tengo un trabajo que me gusta y en el que estoy a gusto. Además, no puedo dejar tirada a Andrea. No es justo para ella. No se lo merece.
-Eso es verdad. Javi... Es muy bonito lo que has hecho por ella.
-Cualquiera en mi posición lo hubiera hecho.
-No sé... ¿Y de verdad te compensa todo eso para vivir aquí en vez de allí con nosotros?
-Mmm...
-¿No echas de menos nada más?
-Claro. Echo de menos a mi familia también. Y mi ciudad de siempre me ha gustado. Me he criado ahí, ¿cómo no hacerlo? También echo de menos a todos los del grupo.
-Preguntan por ti a menudo.
-¿Sí?
-Claro.
-Parece que echo de menos más cosas de las que creía.
-¿Echas de menos el trabajo del periódico?
-Mmm, no. Me da un poco de pena, eso sí. Era un trabajo bastante bueno y en él te conocí a ti. Pero estar tantas horas encerrado en casa... Ahora no podría volver a hacer eso.
-Si no paras mucho por casa ahora, ¿no?
-La verdad es que no. Con la tontería me tiro casi toda la mañana fuera en el gimnasio, corriendo o haciendo recados. Y por la tarde trabajando. Y muchos findes me voy con vosotros, jejeje.
-Bueno, si tú estás bien con esta vida, yo estoy también bien. Me gustaría que estuvieras más cerca. A mí y a todos, pero si así eres feliz, nosotros también lo somos al verte así de bien.

El polvo siguió en esa tónica de tranquilidad, y más tras esas palabras que estuvimos intercambiando. De hecho, hasta bromeamos diciendo que todos estábamos muy ñoños. No duramos mucho tampoco, pues en un cuarto de hora yo estaba descargando sobre su pubis totalmente rasurado al haberme quitado uno de los condones que cogí de la mesita, con ella tapándose la boca por no lanzar muchos gemidos, ya que en los últimos momentos sí que apreté más en ese misionero del que no nos movimos. Sofía llegó a orgasmo en cuanto se la saqué para vaciarme sobre su cuerpo, aunque siguió tocándose el clítoris suavemente en movimientos circulares para terminar de tenerlo bien. Después de acabar sobre ella y esperar unos segundos a que recuperáramos el aliento, la limpié y me tumbé a su lado para descansar un poco.

Sí que estaríamos un rato en silencio con algunas caricias de su parte al echarse un poco sobre mí. Seguía sin creerme lo bien que estaba yendo con Sofía después de todo lo ocasionado cuando lo normal en estas situaciones es que la amistad se rompa. Pero por suerte para mí no había sido así. Y estaba encantado. Solo esperaba que no fuera un espejismo y que aquello fuera de verdad para poder disfrutar de ella en todos los aspectos. Sofía hizo el amago de quedarse dormida, pero no lo acabó haciendo, yendo a la ducha cuando nuestros amigos terminaron de usar el baño. Yo me vestí y me fui con ellos para estar allí y disfrutar de su compañía. Y sí que disfruté, con Sofía uniéndose al poco. No me daba cuenta de lo que echaba de menos a mis amigos pese a verlos con cierta regularidad, pero estar alejados hacía que tuviera ese sentimiento.
 
Capítulo 471

Al igual que el día anterior, comimos todos allí después de cocinar algo, sumándose Andrea cuando acabó de estudiar. Irene se mostraba un poco cortada con ella, algo raro de ver. Imaginaba que Mario tenía algo que ver. Posiblemente por haberle contado lo ocurrido la noche anterior con todo lo que dijo y con lo del jueguecito. De hecho, le pidió disculpas ya cuando nos sentamos en el sofá todos después de comer. Andrea le restaba importancia, achacando su comportamiento al alcohol que había ingerido de más, llegando a decir también que se lo había pasado muy bien y que estaba encantada con la visita que nos habían hecho. Yo escuchaba la conversación, pero me resultaba un tanto difícil por tener a Sofía sobre mí en plan cariñoso y a Andrea al otro lado, aunque ésta ni siquiera me rozaba. Pero ambas me atraían mucho y estaba nervioso pese a haber echado un polvo hacía poco.

A media tarde se acabaron marchando, dejándonos a Andrea y a mí allí. De mí se despidieron como siempre, con el cariño con el que solían con un buen abrazo con Mario con palmadas en la espalda y otro abrazo con cada una de las chicas, con un buen beso en la mejilla de cada una. Lo sorpresivo en este aspecto fue cómo se despidieron de Andrea, pues fue de manera similar a la mía. Andrea estaba muy contenta del trato que le daban, aunque seguía un poco reticente con aquello de que fuera para repetir el plan, pero en nuestra ciudad. Pero la invitación ya la había aceptado, así que no iba a tener mucha escapatoria, sobre todo por el lado de Irene. Con la despedida de Mario sí que se puso más nerviosa. Éste le dio un buen abrazo y un par de besos. Pude ver cómo Andrea se ruborizaba, haciéndome gracia. Hasta se puso nerviosa.

Ya cuando se marcharon, me metí un poco con ella por esto mismo, diciéndome ella que no fuera malo, que sabía que tenía novio. Yo le respondí que eso no significaba que no pudiera echar un ojo más allá. Ella reía, pero negando con la cabeza, marchándose de nuevo a estudiar. Yo mientras tanto me dediqué a jugar un poco y luego a hacer unas cosas del trabajo que tenía pendientes, pero era poco. En la cena me diría que estaba encantada con los amigos que tenía y que no entendía cómo me había marchado de su lado, cuando se veía que teníamos mucha afinidad entre todos. Ella suspiraba diciendo que ojalá tuviera algo así de cercano, sin contar su novio. Y le volví a hacer entender que ya lo estaba construyendo, porque para nosotros era como una más del grupo. Quizá era algo precipitado decir eso, pero conocía ya a mis amigos de sobra como para poder estar seguro de decir aquello. Para mí era muy evidente que Andrea les había caído muy bien.

La semana siguiente no tuvo nada especialmente reseñable en los días laborales. Seguía con mi vida normal y bastante asentada. La misma rutina de todos los días, que no me resultaba pesada he de decir. Quizá lo más reseñable fue la evolución de Rebeca en las clases. Notaba adelantos bastante positivos en su inglés y pensaba que así sería capaz de sacarlo todo. De hecho, la notaba muy concentrada, aunque para estar haciéndolo tan bien, no la notaba contenta, cosa que me extrañó. Con Andrea también iba la cosa igual, aunque esta vez sí que me echaba una mano con más constancia. Los exámenes se acercaban cada vez más y su nerviosismo crecía en proporción. Era casi obsesivo el tiempo que le dedicaba a estudiar y pensaba que le vendría bien descansar, pero ella respondía hasta de manera tosca a veces. Conocía ese estrés en época de exámenes, pero aún no había llegado ahí. Miedo me daba verla en esos días.

El problema era que ahora la tenía mucho tiempo a mi lado por la noche y el lunes o el martes no tenía mucho problema, pero conforme la semana iba avanzando, mi cuerpo me pedía echar un polvo y sin tener a nadie con quién hacerlo, pues se me hacía duro tenerla así de cerca. De hecho, los últimos días deseaba acabar ese rato cuanto antes para irme a mi habitación a masturbarme. Evidentemente pensaba en ella. ¿Cómo no hacerlo viéndola todos los días, con su olor por todas partes y su carita grabada en mi mente? Eché unos buenos polvos el fin de semana, pero que fueran tan sosegados quizá me tenía más salido de lo que solía estar. De hecho, hasta me costaba concentrarme de últimas con ella para ayudarla en lo que me pedía. Pese a no llevar nada de escote en absoluto por la ropa cómoda que siempre llevaba, me fijaba en sus formas, en sus pechos, siendo de tamaño normal. Diría que como los de Irene, aunque era algo que deseaba poder comprobar en alguna ocasión. Pero lo veía tan lejos por cómo era ella y por su reacción a un simple beso...

Lo interesante comenzó el sábado. Había quedado con mis amigos para acercarme allí y pasarlo con ellos. Durante toda la semana le dije a Andrea en repetidas ocasiones que se viniera y así podríamos echar un buen rato, pero no había manera de convencerla, siendo una de las razones el contárselo a su madre. No es que ella desconfiara de mí, pero entendía que a lo mejor no iba a pensar muy bien en el desarrollo de esa situación en la que su hija de 19 años se marchaba con su compañero de piso de 26 años y sus amigos de la misma edad más o menos a otra ciudad a pasar el fin de semana por completo. Irene también insistía, no entendiendo ella por qué no quería, ni siquiera esta última excusa que a mí sí me convencía. Así que se quedaría en casa estudiando aprovechando que iba a estar sola.

Pero antes de irme, tenía una clase con Rebeca. Andrea me comentó ya habiendo pasado más de la mitad de la clase que iba a salir a para ver si compraba algo para luego hacerse de comer, porque con la visita de nuestros amigos, las reservas que teníamos se nos acabaron antes. Como siempre hacíamos, dividimos gastos, yendo siempre a medias en el tema de la comida, pero como yo no podía salir en ese momento, pues le di el dinero directamente y que ella se apañara. En la clase con mi alumna estuve como cualquier otro día, siendo esta ya la tercera que dábamos de manera exclusiva. Y todo iba bien, tal y como venía siendo esa semana, porque estaba realmente concentrada, pero a la vez muy callada y con un gesto algo extraño, como si estuviera triste. No le di mucha importancia de primeras, pero al verla tan diferente de como solía ser sí que me puse a pensar en qué le podía pasar, especialmente después de verla mirando un punto fijo como si estuviera pensando.

-¿Estás bien?
-Sí, claro.
-Te veo rara. No pareces tú.
-No sé. Yo estoy como siempre.
-Pues serán cosas mías. Pero vamos, es que no has abierto la boca para nada. Y me parece más raro aún con los adelantos que estás teniendo. Ya te lo he dicho alguna vez en clase esta semana, que lo estás haciendo muy bien.
-Ya.

Dijo ese "ya" de una manera tan baja y con tanta dejadez que sí que me preocupó. Dejé pasar unos minutos para ver si se abría o algo, especialmente después de ser ella tan preguntona con mis cosas. Pero no lo terminaba de hacer y no se le iba esa expresión un tanto rara, como si mezclara algo de enfado con algo de tristeza.

-Oye, ¿de verdad estás bien? -dije esta vez poniendo mi mano sobre la suya.

Rebeca se me quedó mirando, con esa misma expresión, pero ahora no me miraba a los ojos solamente, pues también dirigía su mirada a mis labios. Aquello me impresionó muchísimo. Tanto que no supe qué decir. Pero más impresionado me dejaría cuando me dio un beso al levantarse de la silla. Casi que ni lo vi venir, porque estaba pensado qué podría estar pasando. Vale, era evidente que le atraía por esa mirada, pero tampoco había visto el más mínimo indicio de que aquello pudiera pasar. La cosa no quedó ahí, pues Rebeca se subió a mi regazo con una pierna a cada lado. Estaba muy desconcertado, pero a la vez excitado. Aquella chica era muy guapa y atractiva y me había fijado en ella, pero daba por imposible un acercamiento. Acercamiento que ahora estaba teniendo lugar. ¿Pero estaba bien hacer eso siendo ella mi alumna y yo su profesor?

No estaba muy seguro de cómo funcionaba aquello del todo, pero era diferente. No éramos profesor y alumna de un colegio, instituto o universidad. Era de una simple academia. Ella no era menor, pues tenía ya 19 años y estábamos en mi casa. No sabía del todo si eso me podría traer problemas, llegando a pensar que mi jefa me podría despedir si se enterara. Pero estábamos en mi casa y nadie nos veía. Por ese calentón que venía arrastrando desde entre semana como era lo normal, me dejé llevar siguiéndole el beso. Quizá no valoré bien del todo aquello, pero ella no me dio tiempo tampoco, pues rápidamente echó mano a mi cinturón para desabrocharlo. Pero yo la paré. Estaba yendo demasiado rápido y quería disfrutar bien de eso ahora que me había dejado llevar. Para ello puse mis manos en su culo, con ella murmurando mientras me besaba, cosa que hacía muy bien. Aunque de nuevo echó mano a mi cinturón con la misma intención.

-No. Aquí no -dije parándola-. Vamos a mi habitación, que nos puede ver mi compañera de piso.

La cogí de la mano y la llevé hasta mi habitación a paso ligero. No sé qué me entró por el cuerpo, pero la verdad es que me encendió mucho ese impulso que tuvo para besarme. La sequía de los días de rutina entre fines de semana a veces me provocaba actuar sin pensar bien lo que estaba haciendo o las posibles consecuencias que podría acarrear ello, pero en ese momento no lo veía mal, porque, de hecho, fue ella la que dio pie a esa situación. Ya en mi habitación, me senté sobre la cama y ella sobre mí, con una pierna a cada lado para empezar, ahora sí, a besarnos. Y lo cierto es que Rebeca era una chica muy atractiva y obviamente me había fijado en ella, pero tenía descartadísimo que aquello pudiera ocurrir en realidad por el nulo caso que me hacía en ese aspecto, pues nunca llegué a notar ninguna mirada o gesto que me hiciera pensar que le interesara así.

Vale, las dos clases extras anteriores que tuvimos sí que se interesaba más en mi entorno, preguntándome por mis amigos, mi compañera de piso... Pero no llegaba a ver nada que me hiciera pensar que íbamos a acabar así. Ni con aquello de que pensaba que era más joven de lo que realmente era por mi apariencia. El caso es que ahora estábamos comiéndonos la boca con muchas ganas mientras yo le sobaba el culo con mis manos. Como ya he dicho alguna vez, Rebeca era una chica bastante atractiva, pues no se me hacía mucho que tuviera esa edad. Despuntaba bastante en comparación a las demás alumnas que tenía de su edad o de su curso. Siendo una chica bajita que superaría con dificultad 1,50; era una chica con un cuerpo bastante llamativo por sus curvas más próximas a la madurez que a la post-adolescencia. Sus pechos se notaban que eran grandes, pero sin ser exagerados tampoco y por forma eran algo caídos y estaba seguro de que eso me iba a gustar una vez lo viera. Además, tenía un buen culo y unos buenos muslos.

Y la verdad es que teniéndola así tan cerca de mí con su perfume dulce como si se hubiera estado en una tienda de golosinas, aunque sin ser empalagoso, me tenía muy malo. Tanto que mi erección se vio disparada antes de lo que solía asomar, pues no llevábamos ni 5 minutos con los besos. Y que ella se frotara pues colaboraba a que mi dureza se hiciera presente más rápido de lo habitual. Estaba muy bien así, pero se ve que ella tenía prisa, porque se escurrió por mi cuerpo para desabrocharme el cinturón, el botón y bajarme la cremallera para sacármela cuanto antes. Al vérmela, no soltó la típica risita nerviosa o divertida que estaba acostumbrado a oír. Ella optó por resoplar mientras meneaba su cabeza. Tras eso, la cogió enseguida para mover su mano hacia arriba y abajo para empezar a masturbarme mientras sus ojos buscaban los míos para mirarme de una manera intensa. Esa mirada no hizo más que ponerme más cachondo aún.

Esos ojos negros eran muy penetrantes y, además, ella era muy guapa, con esa cara algo aniñada, sobre todo por su nariz, teniendo una muy parecida a Ángela. Estaba deseando que diera el siguiente paso en realidad y eso que me hubiera gustado seguir con esos besos para hacerlo todo más tranquilamente, pero a esas alturas lo único que deseaba era que se la metiera en la boca. Y por suerte no tardó nada en hacerlo, pues rápidamente sacó su lengua para pasarla por el tronco, desde la mitad hasta arriba, pasándola más por el glande. Me hizo estremecerme del gusto que me dio, aunque el problema vino cuando se la metió en la boca. Al hacerlo, me rozó con los dientes, causando que yo siseara, ya que me estaba haciendo daño. Ella rápidamente se la sacaba de la boca cuando me oía hacer eso. Pensaba que estaba nerviosa y que no podía controlar bien sus movimientos, pero después de hacerlo como dos o tres veces más, vi que no tenía mucha experiencia.

-Para, para.
-¿Por qué? -decía asustada.
-Me haces daño con los dientes. No pueden tocarla. Es sensible y es bastante incómodo. Además, con los brackets puede ser peor.
-¿No quieres que...?
-Sí. Claro que quiero. Pero ve despacio.

Le expliqué cómo tenía que hacerlo, llegando hasta a coger su mano para levantar dos de sus dedos y hacerlo yo para que se fijara y viera como se hacía. Y al parecer esto lo entendió mejor que el inglés, porque la siguiente vez que se la metió en la boca sí que lo hacía sin que me rozara con sus dientes. Aun así, no era la mejor mamada que me habían hecho. Se veía que era muy novata, cosa que me extrañaba por su edad, porque a estas alturas de la vida se empieza cada vez antes; y también por lo guapa y atractiva que era. Hasta se me venía a la mente que quizá era virgen. Mentiría si dijera que eso no era un plus, porque pensar que lo era me daba morbo. Nunca había desflorado a una chica y me daba morbo, aunque con aquello del sangrado y también por el tamaño sabía que no iba a ser una experiencia muy buena si me la acababa encontrando.

Todo estaba yendo muy bien, con Rebeca mamando de rodillas en el suelo mientras yo estaba sentado en mi cama echado un poco hacia atrás al apoyarme en mis manos hasta que por el rabillo del ojo vi una sombra. La iluminación dentro de la habitación no era la mejor, pues tenía la costumbre de dejar la persiana al ras para que solo se colara la luz por las pequeñas celdas que tienen, pero mis ojos ya se habían acostumbrado a esa oscuridad y podía ver todo bastante bien. La que supongo no vio que la miraba era Andrea, quien estaba asomada de manera muy sutil. De hecho, solo le veía media cara y nada de su cuerpo, pero podía ver cómo tenía una expresión de sorpresa. Tras unos brevísimos segundos se acabó marchando, sin hacer nada de ruido. Y eso fue lo que me llamó la atención, que no me percaté de que había vuelto. Quizá tenía que ver que alguna vecina pusiera música a todo volumen los fines de semana, pero lo normal hubiera sido que hubiera escuchado la puerta de la calle por muy lejos que estuviera de mi habitación.

Mi reacción fue como si me hubieran dado un susto pese a no dar un respingo ni nada, pero mi corazón se aceleró bastante. Lo que no entendí fue como no me corrí en la boca de Rebeca justo en ese momento, pues me entró un morbo increíble y que pensaba que nunca había experimentado. No era la primera vez que me pillaban en el asunto, pues tanto la hermana de mi expareja, como nuestras madres nos vieron en situaciones comprometidas, pero esto fue diferente. Supuse que era por la atracción que Andrea ejercía sobre mí. Y quizá fue por eso por lo que la paré en seco para levantarla y volver a ponerla sobre mí. Rebeca de nuevo se asustó un poco, pero le volví a sisear, esta vez para tranquilizarla y que no hiciera ruido. No pude remediar quitarle la sudadera azul claro que llevaba con cierta rudeza, pues estaba a mil. Después le quite aquel sujetador blanco que llevaba para liberar sus pechos que me dejaron fascinado.

Eran tal y como imaginaba. Probablemente el tipo de pechos que más me gusta, con esa redondez, ese tamaño tirando a grande, la forma en la que se dejan caer por la gravedad... Lo que no me imaginaba era que tuviera unos pezones tan grandes. No era algo exagerado, pero sí que eran más grandes de lo que imaginaba. Rebeca tenía unas grandes areolas rosas que coronaban esos increíbles pechos blancos, con unos pezones gorditos y empitonados que me miraban desafiantes. Ahora el que resoplaba era yo, lanzándome a comérselos. Ella gemía y yo no dejaba de lamer, chupar, succionar e incluso mordisquear, aunque estaba tan encendido y nervioso que en uno de estos mordiscos se me fue un poco la mano.

-Ssshhh -siseaba ella-, ayyyyy.
-Shhh. Perdona -dije abrazándola-. Es que me gustan mucho. Son increíbles. Pero no hagas ruido, creo que mi compañera de piso ha llegado.

Rebeca me miró con los ojos bien abiertos cuando se despegó de mí, pero no iba a dejar que aquello me jodiera el momento. La volví a besar, riéndome un poco al separarme de ella buscando complicidad que ella no terminó de darme. Estaba muy nerviosa. Yo decidí levantarme para desnudarme de cintura para abajo e ir hacia la puerta para cerrarla. Al volver ella estaba sentada sobre la cama, mirándome a los ojos, aunque también paseaba su mirada por mi polla.

-¿Todo bien? -le pregunté al sentarme a su lado, poniendo una mano sobre su muslo.

Rebeca me asintió, diciéndome que estaba un poco nerviosa en susurros. No hacía falta que lo jurara, porque notaba como le temblaban las manos y cómo las tenía frías. La empecé a acariciar, agarrando una de sus tetas mientras la besaba para volver a empezar, aunque me resultó imposible no lanzarme otra vez sobre ellas para comérselas. Hasta la puse sobre mí para tener mejor acceso a ellas. Ella soplaba como si fueran gemidos, aunque se notaba que se estaba controlando. También echaba mano a mi polla de vez en cuando, masturbándola para que no perdiera fuerza, aunque estaba seguro de que eso no iba a pasar si no la tocaba. Estuvimos así unos breves minutos hasta que la separé de mí para mirarla a los ojos.

Estaba impaciente por ir a más, por lo que le pregunté si estaba cómoda y si quería seguir. Ella me asintió, visiblemente nerviosa aún y le propuse desnudarnos el uno al otro, como si fuera un juego. Aquello pareció hacerle gracia y eso me sentó bien, pues la veía algo cortada y pensaba que así podría ir mejor. Su cara fue un poema cuando me quitó la sudadera. Sus ojos se pusieron como platos al ver mis tatuajes, aunque creo que la musculatura también tenía que ver, porque me tocó los brazos y los abdominales. Se mordió ligeramente el labio y eso me encantó. Tanto, que la senté sobre la cama para desnudarla yo a ella. De nuevo, me movía con cierta rudeza, pero es que es muy difícil controlarse en esos momentos. Cuando ya solo le quedaban las braguitas me quedé mirándola con ella haciendo lo propio conmigo, aunque le volvió ese nerviosismo inicial, casi que pasando a juntar sus muslos como si no estuviera segura.
 
Capítulo 472

-¿De verdad que estás bien?
-Sí -respondió bajito.
-Te noto muy nerviosa.
-Sí.
-Bueno, es normal. Yo también lo estoy. Porque no eres virgen, ¿verdad?
-No, no. No lo soy.
-¿Quieres que lo dejemos aquí?
-No, no.
-Seguimos entonces, ¿no?
-Ajammm...
-Es mejor que te relajes. Si no, no va a ser tan fácil. Anda, sonríe, que tienes unos hoyuelos muy bonitos cuando lo haces.

Rebeca sonrió, mostrando ese atributo tan encantador que hizo que le diera un beso. Para continuar lo que estábamos haciendo, la tumbé boca arriba con delicadeza sobre la cama, besándola en los labios y bajando por su cuerpo, entreteniéndome de nuevo en sus pechos para bajar hasta sus braguitas blancas de algodón y darle besos por su pubis, aunque sobre la tela. Su abdomen se agitaba con fuerza por su respiración, aunque yo la acariciaba por esa zona para tranquilizarla, al igual que acariciaba sus pechos. Bajé un poco más después de besar sus pubis. Hasta sus labios, notando como la zona estaba húmeda. Aspirar ese olor femenino hizo que hasta se me erizara la piel, por lo que no pude aguantar más y me dispuse a quitárselas. Pero ella cerró sus piernas como había hecho anteriormente, aunque ahora con más notoriedad.

-¿Qué pasa? -le pregunté preocupado por si decía de echarse atrás.
-Es que... No estoy muy preparada ahí abajo. Y me da vergüenza.
-¿Por?
-No estoy muy depilada -susurró.
-Ah -dije dándome un escalofrío por el cuerpo-. No te preocupes. De hecho, me gusta así.
-¿Sí? -preguntaba impresionada.
-Claro. Lo encuentro más sexy.
-Vale... -dijo bajito.

Al quitarle las braguitas y dejarlas apartadas en la cama, me encontré un coño precioso, rosita con unos labios algo alargados, pero finos. Su aspecto y olor me encendió de nuevo, deseando comérselo, pero también me gustaba mirarlo. Era cierto que tenía vello por la zona, aunque no como lo que yo esperaba, ya que tenía vello por el pubis, las ingles y el culo, aunque no era algo exagerado. Ni mucho menos. Tenía pelo como cuando un hombre se deja un par de días la cara sin afeitar. Solo eso. No despertó más interés en mí de lo que yo imaginaba, pues lo había imaginado de otra manera. De nuevo me preguntó si me gustaba así y le confesé que esperaba otra cosa, explicándole lo que me gustaba al dibujar un triángulo sobre su pubis, gesto que le hizo cosquillas, aunque le dije que no me importaba para nada que lo tuviera así.

Sin esperar más y sin dejar que ella dijera nada acerca de aquello, me lancé a por él. Su sabor me encanto, ya que estaba bastante mojada cuando pasé mi lengua por su raja. Ella se estremeció y aquello fue un no parar. Hacía ya un tiempo que no me comía un coño con tanta ansia. Ella se estremecía y resoplaba, agarrándome del pelo en ocasiones hasta que se le escapó un gemido que rápidamente ahogó con sus manos al taparse la boca con ambas. Tras eso se empezó a retorcer, gimiendo bajo a través de sus manos y apretando mi cabeza un poco con sus piernas, pasando a temblarles mucho. Se estaba corriendo, no había duda, aunque no noté un cambio de sabor ni exceso de fluidos, cuando era algo normal en las chicas con las que me acostaba. Yo estaba como poseído comiéndoselo al mover mi lengua en movimientos circulares mientras le metía el dedo anular con rapidez, aunque ya no tan profundamente. Y solo ese porque intenté meterle otro, pero no podía.

Apuré su orgasmo hasta que la dejé tranquila en la cama, boca arriba y respirando de manera acelerada. Se recuperó rápidamente en realidad, mirándome de inmediato. Yo ha había cogido un condón y lo estaba abriendo para ponérmelo, pero ella se quedó mirando y opté por dárselo para que me lo pusiera ella. Lo intentó, pero del glande no pasaba. De nuevo, veía su falta de experiencia en el asunto, así que me lo terminé de poner yo y ella gateó sobre la cama para ponerse a cuatro. Tras acariciarla un poco se la metí con mucho cuidado, porque suponía que lo tenía estrecho por ese momento en el que le intenté meter dos dedos y no pude, pero en realidad no le costó mucho entrar. Ella la dirigía bien y empujaba con su culo para terminar de penetrarse con ella, metiendo la mitad. Estaba impresionado por aquello, pues imaginaba que iba estar complicado follarla.

Al ver que no, me empecé a mover para estar en esa postura durante unos minutos, siendo una follada cada vez más rápida en la que ella colaboraba al empujar con su culo al mismo tiempo que yo embestía. Estaba tan encendido que se me escapó un par de azotes que ella recibió bien, aunque en ese momento me importaba poco quién nos pudiera escuchar. Tampoco duramos mucho así, pues la puse boca arriba para hacerlo en el clásico misionero. De nuevo, entró con facilidad y esta vez sí que me lo tomé con más calma al follarla así durante unos minutos más, aunque por momentos apretaba el ritmo y daba alguna embestida más fuerte para coger mayor profundidad. Aunque tampoco es que durásemos mucho, porque ella se acabó corriendo de nuevo en un momento dado en el que me puse sobre ella por completo del abrazo que me dio.

De normal estaba apoyado sobre mis codos con nuestras caras no muy lejos y mirándonos fijamente, aunque ella cerraba los ojos por momentos. Pero tras acariciar mi espalda con intensidad, poniendo sus manos por mis caderas y juntando bien las piernas para abrazarme con ellas, se acabó corriendo entre pequeños gemidos que lanzaba en mi oído. Un par de sacudidas dio y me quedé quiero, saliéndome de ella para mirarla, aunque se incorporó rápido. Me puse de pie y ella de rodillas en el suelo de nuevo para comérmela un poco más hasta que se separó de mí y se agarró las tetas como si quisiera que me corriera en ellas. Por mí, ningún problema, porque eran espectaculares. Así que en nada lo estaba haciendo, con varios chorros cayéndole sobre ellas. Fue un buen orgasmo, aunque no el mejor que había tenido, pero estaba bastante contento por haberme acostado con ella.

Le di unas toallitas y papel para que se limpiara y yo me vestí rápidamente para ir al baño, porque lo necesitaba. Al volver no estaba allí. Fui al salón y tampoco estaba. Ni siquiera sus cosas, porque no estaba ni su libreta ni sus libros ni la mochila que traía. Aproveché que Andrea estaba en su habitación para darme una ducha rápida y marcharme a mi ciudad, porque ya me estaba dando por pensar acerca de lo que acababa de pasar. Traté de mantener la mente en blanco porque me conocía y sabía que me iba a comer la cabeza con este tema, pero logré disipar esos pensamientos de mi cabeza, aunque una vez me monté en el coche no pude evitar que me vinieran de nuevo ya saliendo de la ciudad al estar solo y sin ninguna distracción.

Durante un buen rato me calenté la cabeza con lo que acaba de pasar, pensando lo mismo descrito previamente sin llegar a poder deducir si lo que había hecho estaba bien o no. O más bien, si debería haberlo hecho o no. Como no salía del bucle en el que entré, decidí llamarla para preguntarle a ella para ver cómo lo veía. Aunque su reacción me dejaba ver que tal vez se estaba arrepintiendo. El problema era que no lo cogía después de haberla llamado tres o cuatro veces. También le envié una nota de audio para decirle que me lo cogiera, pero lo vio y no me respondió. Dudaba que estuviera comiendo con la familia, pues tan solo era la 1 de la tarde. Por suerte fue ella misma la que le acabó llamando casi llegando a mi ciudad, así que aparqué para poder estar más tranquilo y se lo cogí.

-Rebeca...
-Dime -respondió cortada.
-Es por lo de antes. ¿Por qué te has ido así?
-Pues es que... Tenía prisa.
-Pero podías haber dicho algo, ¿no? Te he llamado y mandado un mensaje y no me has hecho caso.
-Ya. Es que no podía coger el móvil en ese momento. Estaba con gente a mi lado y sabía que íbamos a hablar de esto. No quería que me oyeran...
-Bueno, vale. Entonces, ¿todo bien?
-Sí, sí -decía aún nerviosa.
-¿Segura?
-Sí. De verdad. ¿Por qué? ¿Tú no estás... Mmm... Contento?
-No es que no esté contento. Ha estado bien.
-¿Entonces?
-Pues es que no sé si lo que hemos hecho está bien.
-¿A qué te refieres?
-Pues a que me acueste con una alumna.
-Ah... Yo creo que no pasa nada, ¿no? ¿Es por poder meterte en un lío?
-Sí. Más o menos.
-Yo no voy a decir nada. Tranquilo.
-Ya, pero es que a lo mejor... No sé. No creo que sea algo que deba hacer.
-¿No te ha gustado?
-Claro que me ha gustado. Eres una chica atractiva. Pero...
-Estás rayado.
-Pues sí.
-No le des muchas vueltas. Ha sido por mi culpa. He sido yo la que ha empezado dándote un beso.
-Ya, pero eso no quita que yo te haya seguido.
-¿Qué vas a hacer entonces?
-¿Qué voy a hacer de qué?
-¿Lo vas a hablar con tu jefa?
-No. A ver. Yo en realidad creo que no pasa nada. Pero no queda bien, ¿sabes?
-Ya. Lo imagino. Y por todo lo que estás diciendo es la primera vez que lo haces, ¿no?
-Sí. Y la última, espero.
-Ya.
-Bueno. Quería hablarlo contigo también para ver cómo lo veías tú y cómo estabas por la forma en la que te has ido.
-Yo estoy bien.
-Te noto un poco nerviosa.
-Joder, pues normal, ¿no?
-No sé. Tú sabrás.
-Ha sido un impulso. No pensaba que nosotros... Pero ha surgido y ya está. Y yo no veo problema.
-Bueno, pues ya está.
-¿Hemos acabado con las clases extra por esto?
-Mmm, ¿es lo que quieres?
-No. Necesito darlas. Me está yendo muy bien y creo que puedo sacar hasta una nota decente en selectividad.
-De todas formas, nos veremos entre semana, ¿no?
-S... Sí.
-Bueno, pues nada más. Te dejo.
-Vale. Nos vemos.

Ella parecía muy convencida de que aquello no estaba mal y que no tenía por qué traerme problemas, pero también es cierto que la notaba muy nerviosa. En realidad, no era tan raro que lo estuviera, porque al fin y al cabo era bastante evidente que no tenía mucha práctica en el sexo y seguramente era su segundo o tercer chico como mucho. Su habilidad en el sexo oral así me lo indicaba, además de los nervios que tenía en momento de la penetración, que, si bien es verdad, no estaba muy apretada, parecía bastante novata igualmente por cómo se movía y por sus reacciones. Otra cosa que quería dejar solucionada era la conversación pendiente que tenía con Andrea. En el momento no quería hacerlo, por eso salí pitando, pero ya que lo había hecho con Rebeca, ¿por qué no hacerlo con ella también?

-Dime, Javi. ¿Estás bien?
-Claro, estoy bien.
-Es que me parece raro que me llames ahora. Pensaba que a lo mejor te había pasado algo.
-No, no.
-Vale. ¿Qué pasa entonces?
-Es por lo que ha pasado antes en casa.
-Mmm... -murmuraba con duda.
-Lo que has visto en mi habitación.
-¿Qué? No sé de qué me hablas.
-Pero si te he visto.
-No sé qué habrás visto, pero no sé de qué me hablas.
-¿No has notado nada raro cuando has llegado a casa?
-Mmm, no. Ya no estabais y no he visto nada raro. Al final me he entretenido y he llegado cuando tú te has ido.
-Ah... -decía sin creerla.
-¿Algo más?
-No. Solo era eso. Pero da igual.
-Vale. Que tengas un buen finde.
-Tú también.

Era muy evidente que se estaba haciendo la loca, porque estaba seguro al 100% de que la había visto asomada tras el marco de la puerta de mi habitación. O eso, o teníamos un fantasma que era clavada a ella. Mejor así en realidad. Si ella no quería abordar el tema, pues yo tampoco iba a hacer por donde para hablarlo. Se notaba que no terminaba de estar cómoda con esos temas, aunque cuando lo hizo con todos mis amigos en casa aquella noche no fue tan así. Otra cosa que barajaba era que ya me había visto con varias chicas y a lo mejor no necesitaba más explicaciones. En cualquier caso, ella decidió sortear esa situación, y yo desde luego no me quejaba, aunque quería hablarlo con ella por si acaso. Así que reanudé la marcha hasta que llegué a casa de mis abuelos para comer allí, como había quedado con mi madre.
 
Capítulo 473

Tras una copiosa comida en la que estuvieron presentes varios familiares, me marché a otra habitación para reposar la comida mientras veía la tele. Estaba algo cansado entre el gimnasio y el viaje. Y después de comer algo, estaba somnoliento, aunque no podía llegar a dormir. Y eso que tenía la tele baja, pero no lo conseguía. Lo que sí que oí era como desde abajo mi familia hablaba, nombrándome a mí y a mi hermano. Aquello no me puso muy buen cuerpo, especialmente cuando bajaban el tono y no podía distinguir nada. Al final le acabé dando volumen a la televisión para no escucharlos, porque no quería joderme el fin de semana. Al rato vino mi madre para verme, aunque me hice el dormido. Aun así, ella se acercó y se sentó a mi lado en aquel sofá en el que me tumbé. Estuvo un rato conmigo y tras un rato se fue.

No tardé mucho más en despedirme de ellos después de dejar pasar unos minutos. No estaba tan mal como para salir de allí pitando, pero tampoco me apetecía pasar por algo que no quería, como una conversación que involucrara a mi hermano. Así que me despedí de todos y me fui a casa de mis amigos para ver si podíamos irnos a tomarnos un café. Por suerte así fue, aunque al final estuvimos unos pocos más. Mi idea era que estuviéramos Irene, Mario, Sofía y yo, pero por el grupo grande de amigos se dijo algo de quedar para echar un café y nosotros nos acoplamos. Tampoco es que fuéramos muchos más, porque tan solo había cinco más de nuestros amigos, entre los que se encontraban Fátima y Ana. La primera me saludó con efusividad al verme, cosa que no me molestaba, especialmente después de haberme dejado tranquilo desde la última vez que nos vimos en el cumpleaños de Irene, en contra de lo que yo pensaba.

Y tampoco se sentó a mi lado, algo que me gustó. Tampoco hacía falta que todos se enteraran de que entre nosotros había pasado algo, aunque Ana sí que estaba enterada. Ella, sin embargo, no me saludó casi. Al contrario que su amiga más cercana, nos saludó a los cuatro una vez llegamos. La verdad es que estando allí y después de saber lo que había hecho con Mario, me dio por fijarme más en ella y sí que estaba bien. Bastante de hecho. De nuevo se me venían algunos flashes a la cabeza recordando momentos que compartíamos en el instituto, aunque casi ni mediaba palabra con ella en esos días, tal y como lo hacíamos en ese mismo momento justo. Ella no me miró ni una vez, aunque sí que me percaté de que alguna mirada sí que le echaba a Mario, a las que él le respondía con cierta complicidad. Irene sonreía también al darse cuenta de esos detalles, aunque no se inmiscuía.

Sofía era la que parecía no enterarse de nada. La notaba un poco nerviosa y le interrogué con un gesto, aunque una de sus sonrisas disipó cualquier duda que pudiera tener yo de su estaba a gusto con el resto de nuestros amigos. Irene me preguntó a mí de una forma similar, porque la verdad es que entre lo que había pasado por la mañana en casa, a lo que aún le seguía dando alguna vuelta, y lo ocurrido en casa de mis abuelos con esa conversación que lograba captar por momentos, pues estaba un poco de aquella manera. Al igual que Sofía hizo conmigo, yo le hice un gesto para tranquilizarla, aunque ella me hizo otro para que habláramos después. Nos conocíamos bastante bien como para comunicarnos de esa manera. Mario también estaba a por uvas, porque estaba muy hablador y los demás no paraban de darles conversación mientras Fátima me dedicaba alguna mirada con sonrisa incluida.

Con la tontería echamos un buen rato, tanto en extensión como agradable. De hecho, llegamos a quedar para cenar todos los que estábamos allí y luego ir a tomarnos algo. Así que nos despedimos para ir a arreglarnos, aunque antes de irnos se me acercó Fátima para decirme que tenía ganas de que llegara la noche para que pudiéramos bailar. Se me había olvidado lo cariñosa que era. Aunque tampoco la recordaba a así del todo, pero sí que había oído alguna vez que se esforzaba para entablar amistad, sobre todo después de llegar a nuestro instituto y no conocer a nadie. Pensaba que también tenía que ver aquello de haber estudiado magisterio infantil y tener que tratar con niños tan pequeños. De la misma manera que antes, no me molestó aquello, así que le acepté la proposición de ese baile.

Ya en casa de mis amigos, Irene me preguntaría directamente nada más llegar, casi sin tener tiempo de sentarnos en el sofá y poner el partido de fútbol que Mario quería ver.

I: Estás raro. ¿Qué te pasa?
J: Nada. Es una tontería.
S: No será tanta tontería cuando estás un poco así, ¿no? Va, cuéntanos.
J: La verdad es que, para haber echado un polvo, sí que estoy un poco...
I: ¿Cómo un polvo? -dijo casi dando un bote del sofá- ¿Por fin te has follado a Andrea?
J: Qué va. No ha sido con ella.
S: Pues sería normal que estuvieras así si lo hubieras hecho con ella. Se la ve un poco... Y seguro que estaría incómoda si lo hiciera. Además de que tiene novio...
J: Esa puerta está bien cerrada.
I: Pues mira si las ventanas están abiertas.
J: Yo no soy así. No me voy a meter en medio. No quiero joderle la relación.
I: Si es que la tiene.
J: ¿Otra vez con eso?
I: Es que estoy convencida de que no tiene novio.
J: No sé de dónde te sacas eso, la verdad...
S: Yo no creo que mienta. ¿Para qué lo iba a hacer? ¿Para que Javi no intente nada? Lo veo muy ridículo eso.
J: ¿Por?
S: Jajajaja. Primero, mírate. Segundo, si ella no quiere nada de nada pues te lo dice y punto. No tiene por qué inventarse una cosa así, ¿no?
J: Imagino.
I: No sé yo...
S: ¿Qué es lo que piensas, Irene?
I: Es que no lo sé. Me tiene un poco despistada. Estoy casi segura de que no tiene nada. Pero no sé por qué dice tenerlo.
S: A lo mejor es lesbiana y le da vergüenza decirlo o algo.
J: No creo. Vosotras sois bi y hubiera tenido confianza a lo mejor. Además, Mario le parece atractivo. Se puso un poco roja de hecho cuando hablamos un día.
I: Pues algo hay, pero no sé el qué.
S: Entonces, ¿con quién ha sido, Javi?
I: No habrá sido con la loca esa, ¿no?
J: No, no. Nunca más.
S: ¿Entonces?
J: ¿Os acordáis de la chica a la que le doy clases en casa?
M: ¿Esa? -preguntaba ahora interesado en la conversación.
J: Sí. Esa.
M: Joder, qué suerte.
I: Tendrás queja conmigo... Jajajaja.
M: Ninguna. Pero la chica está que no veas. Es un bombón.
S: ¿Y qué te tiene así por echar un polvo con ella, Javi?
J: No sé si debería haberlo hecho.

Entonces les expliqué lo ocurrido y lo que pensaba del tema, comentando también lo que Rebeca me había dicho en aquella llamada justo al llegar.

I: Tonterías. No sé por qué le das tantas vueltas a todo. Os lo habéis pasado bien. Quédate con eso.
M: Eso siempre se ha hecho, Javi. ¿No te acuerdas que en el instituto se hablaba mucho de la profesora esta que estaba buena? Se decían muchas cosas.
J: Ya, pero una cosa son los rumores y otra hacerlo.
S: Yo estuve de lío con un profesor en la universidad. Ya te lo conté, Javi. Y no pasó nada. No lo dijimos a nadie, obviamente, pero ya está. No creo que tú tengas que darle muchas vueltas siendo en una academia y eso.
J: Ya.
M: Yo en tu lugar hubiera seguido adelante también.
I: Todos lo hubiéramos hecho.

Que ellos también lo vieran así me quitó un poco un peso de encima, pues no terminaba de quedarme tranquilo, pero si todos lo veían bien, pues no quería darle más vueltas, así que ahí dejé el tema. Tras un rato en el que estuvimos ahí los cuatro hablando mientras teníamos puesto el partido, llevé a Sofía a su casa para que cogiera su ropa, aunque al hacerlo, dijo de venirse para arreglarse allí con nosotros. Tampoco me extrañó mucho, pues ya había una normalidad más notable entre nosotros. Cada vez que la veía más a esa Sofía de siempre y no notaba nada en absoluto que me llevara a pensar que podía haber algún resto de esos sentimientos que un día tuvo por mí. No sabía qué había hecho en su casa para olvidarse así tan rápido retomando todo con normalidad. Ojalá haber hecho yo lo mismo en su día cuando todo acabó, pero imagino que es algo que va más con cada persona que otra cosa. No creo que hiciera algo fuera de lo normal allí. Seguro que Sofía era una persona más fuerte en ese aspecto, aunque tampoco eran las mismas condiciones. Pero sí que era una situación casi calcada con la de Cintia y ya sabemos cómo acabó ella.

A las 10 de la noche ya estábamos arreglados de manera formal, con las chicas con unos vestidos sensacionales que ya les había visto. Irene con uno amarillo y Sofía con uno rojo. Ambas bien maquilladas y peinadas, optando Sofía por ese recogido consistente en una bola sobre su cabeza, mientras que Irene llevaba su melena de siempre, aunque se esmeraba para dejarla reluciente y con algo más de volumen. Mario esta vez fue en camisa, vaqueros y un jersey que le resguarda a del fresco que aún hacía a mediados de mayo por la noche. Yo fui parecido a él, aunque me puse una americana suya sobre la camisa que llevé, porque no me eché nada de abrigo. Y por supuesto, el reloj que me regalaron mis amigos. Desde que lo hicieron no había ocasión en la que no me lo pusiera cuando salíamos todos juntos o simplemente yo por mi cuenta.

Fue una velada bastante buena e íntima para lo que esperaba yo. No lo era tanto como cuando estábamos los cuatro solos, pero tampoco éramos tantos como cuando nos juntábamos todos. Éramos solo nueve de hecho. Irene, Mario, Sofía, Fátima, Ana, tres chicos más y yo. En la cena no tuvo lugar nada destacable más allá de las típicas conversaciones de amigos en las que comentan cómo les va la vida, en el trabajo, con sus parejas en el caso de que las tuvieran, aunque sin contar a Irene y Mario y a otro de los chicos que había, éramos todos solteros. También hablábamos de otros amigos que no estaban allí ya fuera porque estaban conociendo a alguien y estaban en ese periodo de estar más con esa persona que con sus amigos o porque se hubieran marchado a otro lugar por temas laborales. En ningún momento hubo ningún tema escabroso de esos que les gustaba a Irene como comprobé una vez más en mi casa junto a Andrea.

Tan solo alguna que otra mirada entre algunos. Los dos chicos solteros miraban mucho a Sofía, cosa que entendía, porque iba impresionante y con su cara totalmente despejada lucía más aún su belleza. Fátima me dedicaba alguna a mí, aunque habiéndose sentado a mi lado, pues más aún. Ana nos miraba a todos con atención, como si estuviera analizándonos. Ella no pasaba desapercibida para mí con ese vestido ajustado color verde botella que se puso, que si bien es verdad no llevaba nada de escote, sí que ajustaba sus tetas para marcarlas bien y poder ver los pechos tan bonitos que tenía que tener. Ya cuando fuimos a tomarnos una copa, estuvimos más desinhibidos al tomar algo de alcohol que se sumaba al ingerido en la cena en algunos casos. Y con el ambiente propio para bailar, pues más fácil todavía.

En realidad, nos fuimos mezclando todos con todos para hablar o incluso bailar. Los solteros no se despegaban de Sofía, estando entre los dos pico y pala con ella, aunque tampoco veía a Sofía apurada o incómoda. De hecho, veía que se estaba divirtiendo, pensado yo que debía estar encantada al sentirse así de deseada. Irene y Mario estuvieron un rato con Ana y mientras tanto Fátima se vino conmigo para charlar un poco de manera más íntima y también para bailar un poco. Estaba mona con ese vestido rojo vivo que se puso y sus medias tupidas con unos botines negros. Era una mezcla entre el vestido de Ana y el de Sofía, pues no enseñaba absolutamente nada, pero el color era muy bonito y esa falda de vuelo me gustaba.

-Creía que te habías olvidado ya de nosotros... -me dijo de repente.
-¿Por?
-Porque como no vienes ni dices nada por el grupo o por privado... -me reprochaba con gracia.
-Es que ando ocupado.
-¿Pero no dices que solo trabajas por la tarde?
-Sí. Pero por la mañana estoy entrenando en el gimnasio y corriendo. ¿O te crees que esto se mantiene sin hacer nada?
-No sé... Pero si es por eso, estás perdonado -dijo dándome un repaso.
-Jajajajaja. Tampoco puedo estar viniendo todos los fines de semana. Me gastaría todo el sueldo en gasolina...
-Ya. Es verdad.
-Pero bueno, ahora estoy aquí.
-Ya. Menos mal... -decía haciéndose la socorrida.
-¿Qué pasa? ¿Me has echado de menos?
-Un poco… -decía haciéndose la interesante- Pero no quería agobiarte.
-Pues lo has hecho muy bien. Porque no me gustan esas cosas. Así que perfecto.

Entonces apareció Ana preguntando de qué hablábamos. Evidentemente cambiamos de tema, porque Fátima no se sentía muy cómoda hablando así en esas situaciones. Aunque sabía que ellas habían hablado de mí y seguramente le habría contado algún que otro detalle, pero no se sentía muy cómoda. Entendía que entre nosotros había más confianza porque ya nos habíamos acostado, pero quizá no quería hacerlo delante de Ana. O delante de mí estando ella. El caso es que se cortó tanto que se acabó marchando al baño.

-Qué tímida se vuelve de repente -dijo Ana en cuanto Fátima nos dejó.
-Déjala. No estará cómoda.
-Pues no sé por qué. Si contigo está muy cómoda...
-Ya... Me parece a mí que tú sabes más de la cuenta.
-Puede... O puede que no.
-Yo creo que sí.
-Fátima es muy discreta.
-¿Ha sido por otro lado entonces?
-¿Quién sabe...? -decía haciéndose la loca.
-Creo que ya sé a quién le tengo que preguntar.
-¿Ah, sí?
-Pues sí -dije mirando a Mario, que estaba junto a Irene.
-No, no.
-Sí, sí. ¿O te crees que eres la única que sabe cosas? Jajajajaja.
-Vaya bocas...
-Pero que no pasa nada, ¿eh? Jajajaja.
-¿Te lo pasas bien follándote a Irene? -preguntó acercándose a mí.
-Joder. Ha ido con todo, por lo que veo.
-Jajajajaja -reía ahora ella.
-¿Te ha dicho lo que nos traemos?
-¿Lo de que te la follas como a una guarra y que hacéis tríos...? Sí, jajajaja.
-Bueno, pero no se lo cuentes a nadie.
-Ya, ya. Pero entre tú y yo... Flipo con ellos.
-¿Por?
-Por lo abiertos que son en... Yo creía que Mario se había cansado de Irene y por eso se había acercado a mí.
-No puedes estar más equivocada... Jajajaja.
-Ya lo veo. Si hasta me han dicho de montarnos un trío entre los tres.
-Jajajajaja. ¿Y qué les has dicho?
-Que no sé. Es que... A mí no me gustan las chicas. Entonces...
-Entiendo.
-¿A ti...?
-¿A mí, qué?
-¿A ti te van los tíos?
-Qué va. ¿Por qué lo dices? ¿Te doy esa impresión?
-No. La verdad es que no. Pero como has hecho un trío con ellos...
-Pero eso no quiere decir nada. Yo pienso que en el sexo hay que ser un guarro. Si empiezas con remilgos, no lo disfrutas bien.
-Pero es que yo no...
-Que Mario y yo no nos comimos la polla ni nada, ¿eh? No sé qué estás pensando.
-Me da un poco de cosa.
-No es para tanto.
-Mmm... Entonces, ¿eres un guarro dices?
-Bueno, eso ya te tocará descubrirlo si quieres saberlo.
-Aaaaanda...
-¿Qué? Jajajajaja.
-Qué te lo tienes tú muy creído, jaja.
-Ya. Como si no quisieras...

Entonces alguien me dio un par de toquecitos en el hombro desde atrás. Me giré para ver quién era y entonces me sorprendí, porque hacía que no la veía, aunque lo que más lo hacía era el hecho de encontrarla allí, en mi ciudad.
 
Capítulo 474

Se trataba de Mónica. Estaba muy guapa, con uno de esos vestidos que le vi cuando salí de fiesta y coincidí con ella. Estaba muy sonriente y con sus manos a sus espaldas.

-Hola -dijo de manera alegre.
-Hola, Mónica -respondí un poco cortado.
-Qué bien volver a verte. ¿Qué haces por aquí?
-Pues... Con unos amigos. Es que en realidad soy de esta ciudad. Y aquí tengo a todos mis amigos.
-Es verdad, que me contaste que no tenías amistades allí... ¿Y qué tal estás? Te veo muy bien. Estás muy guapo.
-Pues... Estoy bien, la vedad. No me va mal. Y muchas gracias. ¿Cómo estás tú? También estás muy guapa.
-Gracias. Estoy bien. Ya sabes, con mucho lío con las consultas y eso... -decía gesticulando bastante como era normal en ella.

Mónica se puso un poco a contarme cómo le iba en general, contándome cómo sus amigos se habían ido marchando de su ciudad, en la que yo vivía entonces, y cómo había tenido que ir haciendo nuevas amistades. Y por eso se encontraba allí, porque varios eran de mi ciudad, mostrándome el grupo con el que venía, aunque no me sonaba nadie. Mientras hablábamos me di cuenta de que me miraba bastante por todas partes, aunque sus miradas a mis ojos eran muy intensas, pasando a mirarme también los labios por momentos. Para haber pasado pocas semanas desde la última vez que nos vimos, acabando un poco regular la cosa entre nosotros, la verdad es que lo veía bastante lejos y me encontraba relajado con ella. Quizá era por el alcohol que llevaba encima, pero la veía muy guapa y recordaba cosas de aquella noche que pasamos juntos y cómo que me apetecía repetir.

-Oye, que me ha gustado volver a verte -dijo sacándome de esas imágenes que tenían lugar en mi cabeza.
-Yo también me alegro de haberte visto. De verdad.
-Pues... Si quieres luego podemos quedar para tomarnos un café o algo.
-Mmm, claro.
-Bueno, pues tienes mi número. Luego hablamos. Te dejo, que veo que tienes muy buena compañía -dijo mirando al grupo con el que venía.

Nos despedimos con dos besos y se fue con sus amigos mientras que yo me quedé unos segundos mirándola. Sí que estaba sexy para ser tan delgada y con pocas curvas, pero era muy guapa y su culo me resultaba atractivo. Al volver con mis amigos, Irene se me quedó mirando con una sonrisilla, pasando a preguntarme quién era al instante. Le comenté que era una chica con la que había coincidido en mi ciudad y que habíamos quedado alguna vez. Eso pareció contentarla, porque no quiso ahondar más en el tema, aunque me dijo que la veía mona. Tal y como hicieron mis amigos también. Pero se hacía tarde y llegó el momento de irnos, aunque no habíamos acordado nada en ningún momento. Así que me preguntaron qué quería hacer yo. No sabía por qué dejaban todo a mi elección, pues por la manera en la que me lo decían, era obvio que querían que me lo pasara bien, pero yo quería que ellos también lo hicieran. Con seguridad me dijeron que me decidiera, que ellos encontrarían una optativa a lo que surgiera si no contaba con ellos.

Así que me puse a pensar. La opción más fácil era irme con Fátima. Lo tenía hecho, no, lo siguiente, porque Fátima me miraba de una manera que casi pedía a gritos que me fuera con ella. Y no iba mal aquella noche, incluso era una opción atractiva al haber respetado ese espacio. También tenía a Ana. Obviamente le tenía ganas después de saber que se había ido a la cama con Mario y de que éste me contara algo sin entrar en detalle. Estaba muy buena y me gustaba ese pique que teníamos entre los dos. Fue una lástima que Mónica nos interrumpiera la conversación, porque probablemente la cosa hubiera ido a más y se me hubiera encarrilado bastante más para irme con ella. También estaba Mónica, sin ir más lejos. Me encontraba de nuevo con ella después de varias semanas, aunque de una manera muy diferente a aquella vez que nos despedimos en aquella cafetería en la que quedamos para hablar.

La veía muy guapa y sexy y ganas le tenía, pero quería hacerlo mejor. Quería preparar el terreno para tener un buen reencuentro. Además, al vivir ella en donde vivía yo ahora, me resultaba mucho más fácil que con cualquiera de las demás con las que tenía en mente irme esa noche. Finalmente pensé en lo que tenía en mente para ese fin de semana, pero había algo que me fallaba. Cuando las miré a los dos sonriendo, ellas entendieron lo que querían, correspondiéndome ambas con esa sonrisa previa que les mandé. Para mi sorpresa, el problema que veía yo, se acabó resolviendo por sí solo. Pues lo que yo quería era hacer un trío con mis dos amigas. Mi primer trío con dos chicas tenía que ser con ellas dos sí o sí. Y Mario lo entendió al vernos. Dijo que él se iba con Ana esa noche, que habían estado tonteando y que Irene y él habían ido preparando el terreno.

Así que fuimos a por los abrigos, tanto Irene, como Sofía y yo para marcharnos a casa y poder estar allí más tranquilos mientras que Mario se iba a casa de Ana. Ésta me miró cuando nos íbamos a ir, con una sonrisa de saber lo que estaba pasando, aunque yo se la devolví, sacándole la lengua, porque también sabía lo que habría por su parte. El problema vino cuando fui a pagar nuestras copas y las chicas me esperaron fuera, porque Fátima me abordó para hablar conmigo.

-¿Ya te vas?
-Eh... Sí. Ya me voy.
-Qué pronto, ¿no?
-Bueno, es que estoy un poco cansado después de toda la semana. Esta mañana también he ido al gimnasio, luego el viaje...
-Ah... Y yo que creía que... Qué tonta, jajaja.
-Esta noche no va a poder ser. Pero...
-¿Mmm? -preguntaba con interés.
-Hoy no. Pero lo mismo mañana... A lo mejor nos podemos tomar un café después de comer.
-Ah...
-Pero no me puedo quedar hasta muy tarde, que tengo que volver a casa.
-Vale. Pues mañana me avisas y te pasas por mi casa y nos tomamos un café.
-Perfecto. Mañana hablamos.

Nos despedimos con dos besos y salí de aquel local para irme con mis dos amigas a casa. De camino no hablamos mucho. Parecíamos nerviosos. Algo raro quizá al llevar alcohol en el cuerpo, pero era la primera vez que íbamos a hacer algo así. No había palabras, pero sí que había gestos de complicidad, como miradas y sonrisas. Ya habiendo entrado en la puerta que daba a la calle y cerrándola para abrir la casa, sí que los dimos unos besos y nos metimos mano por encima de la ropa. Era increíble tenerlas a las dos así de cerca con cada una de mis manos en sus culos mientras me morreaba con una y la otra jugaba con mi oreja. Pero eso no sería nada en comparación con lo que haríamos al entrar, sobre todo ya en la habitación, en aquella cama grande donde tantas veces había follado ya.

Nada más entrar nos enrollamos como hacíamos fuera, pero con más ganas si cabía. Ya no teníamos que controlarnos porque alguien nos pudiera ver. Ahora estábamos los tres solos y había atracción por todos lados. Algo que se me pasó de manera breve por la cabeza por la situación tan excitante como nueva para no ser mi primera vez con ninguna de las dos fue lo ocurrido con Sofía. Por eso la miré más a ella, porque quería terminar de asegurarme de que todo estaba bien. Y vaya si lo estaba... Todos nos mirábamos con deseo mientras respirábamos aceleradamente. No percibía absolutamente nada que me llevara a pensar que había algún mal rollo o algo así, cosa que no sería tan raro después de esa pequeña pelea que tuvieron ambas, aunque aquello estaba ya más que solucionado.

Llegamos a duras penas al salón después de quitarnos los abrigos como pudimos al no parar de enrollarnos y meternos mano y allí nos sentamos en el sofá, estando yo en medio de las dos. Mientras me besaba con una, la otra jugaba con mi oreja y me quitaba la chaqueta. Luego cambié a la otra y fue exactamente igual, solo que ahora empezaba a desabrochar la camisa, consiguiéndolo Irene rápidamente, pasado a besarme el pecho. Yo no las desnudaba. Me resultaba imposible al estar atrapado entre las dos, aunque sí que las manoseaba por donde podía, especialmente por sus culos. Como queríamos seguir de manera más directa, nos acabamos yendo a la habitación principal, conmigo desnudo de cintura para arriba ya mientras que ellas no lo estaban.

Ambas me miraban con deseo, centrándose por mi torso y mis brazos. Yo, con el calentón que llevaba en ese momento, no se me ocurrió otra cosa que decir que eran unas cabronas por estar todavía vestidas. Ambas rieron, pero yo quería lo mío, y para ello había que ir a la habitación como acordamos, así que, para no perder tiempo, me eché a cada una a un hombro y me fui hasta la habitación. Ambas se partían de risa, aunque algún que otro azote me llevé de camino. Sus tacones se quedaron en el salón por el pequeño forcejeo que tuvimos al subirlas a mis hombros. Cuando llegamos, las lancé a la cama, con ambas rebotando, ocasionando sus risas de nuevo. Ahora el que miraba era yo. Miraba las piernas de ambas y cómo Sofía llevaba unas braguitas blancas de encaje muy bonitas, aunque Irene por su parte no llevaba.

J: Lo has hecho adrede, ¿no? -le dije a Irene riéndome.
I: ¿Tú que crees? -decía con una sonrisa enorme en su boca.
S: Joder, estoy que me va a dar algo...
I: Yo estoy nerviosa, jeje.
J: ¿Tú? -pregunté con incredulidad- Pero si eres una maestra ya en esto.
I: Bobo... -dijo para sacarme la lengua después- Este es el primer trío que voy a hacer sin Mario desde que estoy con él...
S: ¿Y te da penita? -dijo sensualmente mientras se acercaba a ella para darle un pequeño pico.
I: Mmm, no. Tenemos muy claro todo y no hay que preocuparse por eso. Pero no puedo evitar estar nerviosa.
J: Nosotros te vamos a cuidar muy bien.
S: Claro, cari -dijo metiéndole la mano por dentro del vestido hasta llegar a su coño, ocasionando un respingo a Irene, quien pasó a reír.
J: Uff... Sí, sí. Liaros un poco entre vosotras.
S: Está nerviosa. Lo noto. Pero también mojadita -dijo empezando a besar su cuello.

Después de unas risas por parte de todos, las chicas se empezaron a liar mientras yo me terminaba de desnudar, empezando a meneármela lentamente. No temía correrme rápido, pues había sido previsor y me hice una paja en la ducha que me di cuando fui a arreglarme. Pero la situación era muy morbosa y en estas situaciones nunca se sabe. No paraban de besarse y tocarse, pero yo necesitaba más, así que las empecé a desnudar después de susurrarles que no pararan. Así fue como les quité el vestido a ambas con cuidado. Tras eso, les quité las medias a Sofía, que eran oscuras, pero muy transparentes, dejándola con un conjunto blanco de encaje precioso con muchas flores bordadas. Irene por su lado, no llevaba nada de ropa interior, aunque sí unas medias muy tupidas ajustadas a medio muslo. No sabía qué opción me gustaba más de las dos, pero ambas me encantaban.

I: ¿Os parece si nos quitamos todo este maquillaje y nos ponemos más cómodas para...?
J: Una polla. De aquí no os vais.
S: Jajajajaja. La noche es larga. Vamos a jugar y ahora en un descanso nos quitamos esto.

Le quité la ropa interior a Sofía para terminar de desnudarla y estar así todos en las mismas condiciones. Liberar esos melones era todo un privilegio que hacía que mi polla se tensara y quedara tiesa, pero me llevé una sorpresa al encontrarme su pubis recubierto con una franja de pelo de dos dedos de grosor, muy oscuro y bien recortado. Aquello me hizo lanzar un suspiro, pasando a decirle después que me encantaba. Irene también lo hizo, pasando a acariciárselo, aunque ella no se queda a atrás con ese triángulo invertido perfectamente perfilado y más mullido que el vello de Sofía. Estar con dos chicas así de impresionantes que se esforzaban en cumplir mis deseos era como estar en el paraíso. No deseaba en ese momento otra cosa que tener dos pollas para poder follármelas a la vez, pero eso es imposible. Pero me esforzaría para satisfacerlas a las dos por igual.

Iba a lanzarme sobre ellas para comérmelas vivas, pero ellas se adelantaron al sentarse sobre la cama, al filo y al agarrarme entre las dos para empezar a comerla. La primera vez que me comían la polla entre dos chicas y yo estaba en el cielo. Una se centraba en el glande mientras la otra lamía por el tronco. Luego una se la metía más profundamente y la otra pasaba a los huevos. Todo aquello me lo hacían mientras con sus manos me tocaban por todos lados, especialmente por mi culo, con sus manos amasando y azotando por momentos. Por suerte, no estaba cerca de acabar como temía. Seguramente era más por haberme acostado ya con ambas en repetidas ocasiones que por otra cosa, pero no dejaba de latirme el corazón con fuerza, aun así. Aunque la cosa cambió cuando entre las dos me tumbaron en la cama boca arriba para ponerse las dos sobre mí, empezando a bajar por mi cuerpo entre besos y caricias.

J: Vosotras teníais esto hablado ya, ¿no? -pregunté con mis ojos cerrados para centrarme en las sensaciones que ambas me proporcionaban.

Pero no contestaron, porque siguieron a la suyo con esos besos y caricias hasta que volvieron a llegar a mi polla para comenzar de nuevo a chuparla. Ahora sí que abrí los ojos para poder ver cómo lo hacían, siéndome más fácil que cuando estaba de pie. Ellas parecían muy absortas al momento al estar tan concentradas en lo que hacían, por lo que les dije que me miraran. Me dio un subidón tremendo cuando ambas me miraron sin dejar de chupar y lamer. Les dije que siguieran así mientras me miraban, siendo algo increíble. Me echaban unas miradas tan intensas que me tenían loco. Y ellas seguían chupando sin parar por todos lados, sin dejar los huevos aislados tampoco. No es que notara el semen a punto de salir de mis huevos, pero sí que notaba cierta tensión que me ponía algo nervioso.

Fueron unos 10 minutos que a mí se me pasaron muy lentos, pues estaba tan concentrado en aquello que no entendía ni de tiempo ni de espacio. Pero quería darle una vuelta más, así que le dije a Sofía que se pusiera sobre mi cara para poder comerle el coño mientras Irene me la seguía chupando. Al estar más concentrado en comérselo a Sofía que en la mamada que me estaba haciendo Irene, aquella tensión que tenía de acabar más rápido de lo que realmente quería, se acabó disipando. Sofía estaba empapada y gemía y movía ligeramente sus caderas para frotarse un poco y estimularse así también. En todo momento llevaba cuidado de que no se corriera, pues quería retrasar todos nuestros orgasmos para luego estallar bien. Aun así, llevaba al límite a Sofía al jugar bastante con su clítoris al pasar mi lengua por él y también al succionarlo.

Después fue el turno de Irene, pasando a cambiar ellas posiciones. Con ella me costaba más, porque sí que la notaba nerviosa y muy caliente, literalmente. Tenía unas chapetas permanentes en su cara y me encantaba verla así. También la encontré bastante mojada para lo que ella lo solía hacer, pero pude controlar que no se corriera, aunque con dificultad. Sofía se volvía loca chupando y metiéndosela bastante en la boca, sin dejar tampoco los huevos. Irene suspiraba y gemía, sin parar de decir ni nombre. Yo estaba muy caliente y me gustaba que estuviera algo cariñosa, pero aun así le metía algún que otro azote, con ella lanzando un gritito y Sofía riendo. Aunque no tardó mucho en bajarse de mí para besarme mientras Sofía seguía con lo suyo, empezando a tocar también a Irene un poco, cambiándose ambas después. Ahora era Sofía la que me besaba estando recostada un poco sobre mí mientras Irene jugaba con nosotros.

Aunque ella también se lo comía a Sofía, alternando entre los dos sin dejar de estimularnos, ya fuera oralmente o manualmente. Aunque tampoco duró mucho aquello, porque rápidamente se subió a mí para meterse mi polla bastante lubricada por sus babas en su coño casi igualmente lubricado. Me empezó a follar lentamente al mover su cuerpo hacia delante y atrás, siendo algo que me pilló por sorpresa al estar jugando también con Sofía. Aunque no me quejaba para nada, dejándome hacer mientras estimulaba a mi amiga más morena de piel con mi mano. Me faltaban manos y más partes del cuerpo, porque intentaba tocarlo todo, pero no podía. Lo mismo tocaba el coño de Sofía que sus tetas o las de Irene, pero más o menos podía apañarme tocando con una mano el coño de Sofía, con la otra una teta de Irene y con mi boca las tetas de Sofía, quien me lo puso más fácil al ponerse un poco sobre mí.

Aunque al poco se incorporó para ponerse tras Irene y empezar a besarle el cuello. Se puso de tal manera que pegó su cuerpo al suyo y le agarraba las tetas desde atrás. Ver eso mientras Irene me follaba era algo impresionante, aunque más lo fue cuando Sofía empezó a moverse de la misma manera que lo hacía mi otra amiga, siguiendo esos movimientos tan sensuales. Ambas me miraban con intensidad a los ojos, aunque a Irene le costaba más mantenerlos abiertos entre la follada y lo que Sofía le estaba haciendo. Yo me dedicaba a poner mis manos en sus muslos y caderas para dejarme llevar y disfrutar bien de aquello. Aún estaba sin creérmelo. Después de lo tonto que me puse por lo ocurrido por la mañana con esa manera de darle vueltas a un tema que no debería ser muy peliagudo ahora estaba completamente de manera opuesta, más centrado en disfrutar que en pensar en cosas como aquella. Estuvieron así hasta que les dije que se cambiaran, aunque entonces caí en la cuenta.
 
Capítulo 475

J: Joder, Sofía... No he traído condones.
S: No hace falta -dijo empezando a frotarse su raja con mi polla-. He vuelto a tomar pastillas.
I: Es verdad. Entre semana hemos echado un polvete con ella y Mario no se puso condón.
J: Se lo pondrá con Ana, ¿no? Jajajajaja.
I: Sí, sí. Aunque dice que le encantaría follársela sin condón. Pero ella no quiere tomar pastillas ni nada. Dice que con condón siempre.
J: Mejor así.
I: Pero nosotros sí que podemos jugar así -dijo amasando las tetas de Sofía estando ya detrás de ella.

Sofía no quiso perder más el tiempo y se metió mi polla en sus entrañas al dejar caer su peso. Fue muy agradable sentirla así una vez más después de haberlo hecho con preservativo el fin de semana anterior, especialmente siendo más apretada que Irene en ese aspecto, aunque por la parte de atrás fueran completamente opuestas. De nuevo comenzó otra follada lenta en la que disfrutábamos más del momento que de la follada en sí, pero yo necesitaba más. Me puse muy impaciente y quería notarlo todo más, así que me empecé a mover al embestir con mis caderas cada vez con más contundencia. Ya no quería controlar orgasmos ni nada de eso. Me puse tan cachondo con la situación que necesitaba descargar cuanto antes. Sofía tampoco se quejaba al ser follada por mí de esa manera, dejándose llevar, aunque Irene no dejaba de mirarme, por lo que le hice un gesto para que se pusiera sobre mí para volver a comérselo.

Así fue como ambas se corrieron por primera vez, con Sofía estando quieta sobre mí, de rodillas sobre la cama mientras yo movía mis caderas para follarla mientras que Irene llegaba al orgasmo con mi lengua jugando con su clítoris a la vez que le metía los dedos. Una vez ambas acabaron, me puse de pie en el suelo y ellas me siguieron al ponerse frente a mí de rodillas. No hacía falta que dijera lo que quería para que ellas me complacieran. En nada ya estaba descargando sobre sus caras y sus lenguas, lanzado varios chorros, dejándolas bastante pringadas. Mientras yo recobraba el aliento alejándome un poco de ellas, mis amigas se pusieron a besarse para jugar con mi semen, lamiendo también todo lo que la otra tenía por la cara. Fue algo que me encantó hacer pese a que no era la primera vez que lo veía de esa manera, pues ya hice algo parecido en el apartamento de Irene cuando nos fuimos de vacaciones con ella y con mi ex.

Sin embargo, esta vez era muy diferente, aunque igualmente placentera, y más con lo hecho previamente. Ahora sí que les di permiso para que fueran al baño para despejar sus caras del maquillaje, entre risas. Así que se levantaron y se marcharon al baño mientras yo me tumbaba en la cama para reposar. Como se tenían que tomar su tiempo, cogí mi móvil para pasar el rato, aunque no llegué a ver nada del otro mundo en los mensajes. Tan solo uno de Mónica que decía que se alegraba de haberme visto de nuevo y que estaba encantada con que hubiera cambiado de opinión en aquello de un acercamiento. La verdad es que la chica era una monada y me apetecía repetir con ella. Además, la conocía y sabía que no me la iba a liar como Cintia, por eso me gustó verla de nuevo. Casi que me había olvidado de ella, pero ahora veía una buena chica con la que podía verme entre semana si el cuerpo me pedía movimiento.

-¿Te lo estás pasando bien con Ana? -le escribí a Mario al recordar que se había ido con ella a su casa.

Pero no me terminó de responder en aquel momento. Ni en todo el rato que estuvimos despiertos, pues no oí para nada el móvil. Ni siquiera por parte de Mónica, pero es verdad que ya era tarde y su mensaje me había llegado hacía ya varios minutos. Me preguntaba si sería verdad aquello de que Ana lo hacía bien. Buena estaba desde luego, aunque no la había visto desnuda aún, pero me la imaginaba por cómo era físicamente. Y tras la conversación que tuvimos mientras estábamos de fiesta sí que me di cuenta de que me podría ir con ella a la cama sin mucho problema. Pero ahora tenía algo muy grande entre manos al tener ahí a mis dos amigas para mí solo.

Y no me arrepentía para nada de mi elección, porque fue una noche increíble. Follamos en varias posturas y fue un descontrol total al llegar a varios orgasmos por parte de todos. La que más insaciable estaba era Irene, pero eso era algo de esperar por su condición. Las chicas multiorgásmicas es algo que de siempre me ha llamado la atención. Es muy impresionante cómo estando corriéndose piden más y más sin llegar a ponerse tan sensibles como hacemos la mayoría de personas una vez llegamos a ese punto. Sofía resoplaba cuando se recuperaba de cada orgasmo que le arrancábamos Irene y yo, costándole cada vez más serenarse, con esos temblores que le daba su cuerpo, los cuales se prolongaban cada vez más. Pero con Irene era otra historia.

Ella no paraba de pedir. La follaba y se corría y seguía con ganas de más, pero yo tampoco era una máquina y necesitaba respirar y descansar. Aun así, me esforzaba para darlo todo, pero ella esa noche estaba desatada. Lo bueno es que Sofía me echaba una mano para provocarle también orgasmos mientras yo no podía por estar que me iba a dar algo, poniéndome peor que cuando salía a correr. También hubo momentos en los que estábamos más tranquilos, con posturas que implicaran a los tres. Hacíamos en repetidas ocasiones varios 69 en los que todos nos estimulábamos a todos, aunque la que más me gustó fue poner a Irene sobre Sofía para que se besaran mientras yo metía mi polla entre sus rajas para frotarme con ellas. Mis amigas se ayudaban de sus manos para que mi polla no se desviara y estuviera donde tenía que estar, porque con el lubricante que le eché para que resbalara bien, costaba trabajo mantenerla donde tenía que estar.

Así le arranqué un orgasmo a Sofía, quien se abrazaba a Irene con fuerza, viendo como sus tetas se apretaba contra su cuerpo, cosa que me encantaba ver. Otra manera de follar que me gustó fue cuando follé a Sofía en un misionero, siendo ya despacio por lo sensible que estaba. Irene aprovechaba para ponerse a uno de mis lados y besarme el hombro o la cara, aunque en cierto punto bajó su mano por mi espalda para jugar con mi culo, ayudándose de lubricante para tenerlo más fácil. La cabrona sabía dónde tocar y me provocó un orgasmo, haciendo que me corriera dentro de Sofía, quien me recibía con mucho gusto. Aunque lo bueno vendría después cuando me salí de ella e Irene le comió el coño para limpiarle mi corrida, lamiendo tanto y tan bien que le provocó un nuevo orgasmo a Sofía, quien se tapaba ya la cara con las manos.

Otro momento importante fue cuando empecé a juagar con el culo de Sofía al tocárselo con los dedos. Era muy fácil prepararla para el sexo anal y en menos de 5 minutos ya me la estaba follando por atrás después de echar un poco de lubricante y de que Irene se lo comiera un poco. Ella nos miraba flipando al ver lo fácil que era con ella y lo bien y rápido que entraba. Sofía gemía de gusto estando a cuatro sobre la cama mientras Irene nos miraba sentada a nuestro lado tocándose el clítoris con rápidos movimientos circulares. No logré que Sofía se corriera al no estimularse ella su coño, pero sí que lo consiguió Irene como casi ni pude ver al ir al baño a lavarme, porque tenía intención de hacerlo también con ella de esa manera. Casi no veo que las chicas se corren casi a la vez haciendo una tijera en la que Irene la montaba moviéndose muy rápido.

Con Irene no fue tan fácil el sexo anal, como yo ya sabía. Pero tampoco fue tan difícil como en las ocasiones previas. Esa noche estaba más revolucionada de lo normal y entre Sofía y yo la preparamos comiéndoselo y estimulándola con los dedos. Aunque fue más fácil aún cuando se la empecé a meter mientras Sofía se colocaba debajo de su cuerpo para comerle el coño a la vez. Así se relajó de inmediato y sí que pude empezar a follarla sin esperar tanto. Aunque los movimientos eran lentos de primeras, permitiéndome estimular a Sofía al echar mi mano hacia atrás, pero de manera suave, porque ya estaba demasiado sensible. Entre los dos conseguimos provocarle el último orgasmo a Irene, quien pegó un grito bastante alto después de una fuerte sacudida.

Yo aproveché para correrme en su culo, aunque más que aprovechar, fue porque me puso mucho verla así y me corrí donde pude al salirme. Sofía recogió mi corrida con su lengua para limpiarla y tragarla, aunque Irene no se enteró, porque cayó dormida en poco tiempo. Así que entre los dos la pusimos bien y nos tumbamos también para dormir después de limpiarnos un poco con unas toallitas. Nos dimos un pico y algún beso a una Irene ya dormida y nos pusimos cómodos para dormir allí los tres, porque ya eran pasadas las 6 de la mañana.

Como era de esperar nos levantamos tarde después de la noche que tuvimos y de irnos a dormir tan tarde. El primero en hacerlo fui yo estando en medio de las dos, las cuales me abrazaban. Estaba muy a gusto con ellas así tan cerca de mí con sus brazos cruzando mi cuerpo y sus cabezas dejadas caer sobre mis hombros. La erección que tenía era una prueba de aquello, pero la verdad es que no me apetecía mucho más traqueteo en ese momento. Pero no quería ni moverme tampoco por lo cómodo que estaba estando calentito entre las dos, sin calor tampoco por estar solo cubiertos por una sábana. Pero tuve que levantarme para ir al baño, porque necesitaba vaciar la vejiga, así que me acabé levantando cuando ya no pude más con cuidado de no despertarlas. También aproveché para darme una ducha y ponerme ropa cómoda, la que solía vestir con unos vaqueros y una sudadera.

Ellas tardaron más en levantarse, aunque tampoco era muy tarde, pues no llegaba a ser la 1 de la tarde cuando ya estaba duchado y vestido sentado en el sofá del salón después de recoger mi ropa que andaba por todos sitios. Mientras mis amigas se despertaban, miré el móvil sin llegar a encontrar gran cosa, aunque sí que tenía respuesta por parte de Mónica y de Mario. Ella me decía que estaba encantada con aquello de poder vernos y quedar de vez en cuando. Mi amigo me envió un mensaje más críptico.

-Ha sido una locura y casi tengo la misma suerte que tú.

El mensaje fue enviado casi al mismo tiempo en el que nosotros acabamos y no tenía ni idea de a qué se refería. Los minutos pasaban y ninguna de las dos aparecía por el salón. Ellas tenían un dormir muy bueno, como era lo normal, pero no en mí. Así que como se acercaban las 2 de la tarde y no había comido nada desde la noche anterior, me acabé yendo a casa de mis abuelos para comer en familia de nuevo, dejándoles una nota en el salón a ellas para despedirme, diciéndoles que luego hablábamos. No quería despertarlas para eso, así que me marché. Estaba muy contento por cómo había ido la noche anterior. Mi primer trío con dos chicas. Y qué dos chicas... De camino a casa de Irene tenía cierto miedo de no estar a la altura. Temía acabar muy rápido o no poder satisfacerlas a ambas por igual. Hasta se me pasó por la cabeza que ambas se liaran más entre ellas y me dejaran un poco apartado.

Pero por suerte no fue así. Fue una noche fantástica. De esas que no olvidas nunca y que obviamente sería inspiración para pajas en momentos duros. Acabé contentísimo con cómo fue todo. Mis expectativas se vieron muy cumplidas y ninguno de mis temores acabó teniendo lugar. Solo esperaba que aquella ocasión no fuera la última, porque me lo pasé tan bien en la cama como hacía bastante que no recordaba. Incluso me apetecía que estuviera Mario también. Seguro que así habría más morbo aún al estar intercambiando pareja todo el tiempo, así también nos podríamos cubrir en caso de que alguno necesitara un descanso. No era consciente en realidad de la suerte que tenía de estar así con unos amigos y siendo las dos chicas bisexuales. Imposible mejorar aquello.

Después de comer con mi familia y echar un rato excelente como venía siendo lo normal, me quedé reposando un poco mientras mis abuelos dormían un poco y mi madre me hacía compañía. Estaba tan bien de ánimo que se me había ido ya de la cabeza lo ocurrido justo un día atrás allí mismo. No merecía la pena tampoco ponerse a darle vueltas a aquello. Ya había pasado bastante página de ese tema. De hecho, es que ni hablaba con mi hermano. También veía normal que mi familia hablara de esas cosas, pues al fin y al cabo todos éramos familia y mi hermano era tan importante para mi madre y mis abuelos como lo era yo. Aun así, mi madre tampoco me sacó el tema. Me conocía bien y sabía que no tenía que sacar ciertos temas para que los dos estuviéramos más cómodos. Algo que me sorprendía era que me dijera que hablara con mi padre para intentar arreglar la cosa.

Lo hacía después de haber decidido separarse de él. Aun habiendo hecho eso se preocupaba por ambos procurando que no enterráramos nuestra relación, aunque yo ya la sentía bastante muerta. Por eso y por muchas más cosas, mi madre es la persona a la que he admirado más en mi vida, aunque en el futuro encontrara alguna que otra persona que me hiciera ver la vida de otra manera, pero en ese momento no podía estar más orgulloso de ella. Ya le dije a mi ex que no concebía una vida sin ella, y por suerte no fue así, porque pude reanudarla, aunque me costara una barbaridad. Pero sí es verdad que no la concebía sin mi madre. Es que no me imaginaba que ella me pudiera faltar algún día y espero que aún quede mucho para que llegue ese momento, porque sigo sin imaginarlo, ni quiero.

Es un sentimiento difícil de explicar y puede que suene muy exagerado y hasta mezquino, pero en ese momento sentía que no había nadie a quien quisiera la mitad siquiera de lo que la quería a ella. Ningún miembro restante de mi familia llegaba a ese nivel. Ni se le acercaba, pero eso tampoco significa que no los quisiera, al igual que me ocurría con mis amigos más cercanos. De nuevo, el futuro me haría ver esto diferente, aunque no a tan largo plazo, pero para llegar a ese momento, aún nos queda. Mi madre me daba charla interesándose por cómo me había ido el fin de semana y yo con gusto le expliqué lo que había ido haciendo, aunque evidentemente me salté varios detalles, los sexuales. Sin embargo, sí que le pedí opinión acerca del tema de Rebeca. De primeras no le expuse la situación como tal, pero poco a poco le hablé de ella para ponerla en situación.

-¿Es que te gusta esa niña?
-No, mamá. No me gusta.
-No sé, hijo. Me hablas así de ella describiéndome lo mona que es y tal...
-Es para ponerte en situación.
-¿En situación de qué?
-Vamos a ver -dije incorporándome en el sofá-. Es una chica que físicamente destaca bastante.
-¿A qué te refieres?
-A que la ves y no dices que va a segundo de bachillerato.
-Pero es repetidora dices, ¿no?
-Sí, pero un año no debería notarse mucho.
-Ya.
-El caso es que esta chica aparenta más años. Parece que está ya bien metida en la universidad.
-No sé, hijo. Yo no me he movido nunca en ese ambiente para entenderte.
-Mira, casi que pasa por una de mi grupo de amigas.
-Ah, bueno. Si tú lo dices.
-Y bueno... Pues ahora la tengo en casa los sábados para dar clases de más, porque se le da muy mal el inglés y necesita bastante ayuda.
-¿Y le va mejor así?
-Sí, está yéndole mejor con esa ayuda extra. Hasta se anima más en clase con los demás entre semana y participa más y eso.
-Am...
-Pero he tenido un problemilla con ella.
-Ah... Por eso tanto hablarme de ella, ¿no?
-Bueno. Quería saber tu opinión.
-¿Qué ha pasado?
-Pues que ayer estaba así un poco como seria. No sé. Más callada, más ausente por así decirlo.
-Ajam.
-Y pues cuando le he insistido para que me contara y poder saber si era por algo de clase o por el estilo va y me besa.
-Anda... -dijo incorporándose e interesándose más por la conversación.
-Y bueno...
-¿Qué ha pasado después?
-Pues... Nos dejamos llevar.
-Ah... ¿Acabasteis en la cama...?
-Pues sí.
-Y eso te tiene mosqueado, ¿no?
-Bueno, lo estaba. Pero he hablado con mis amigos y ya no lo estoy tanto.
-¿Qué te han dicho ellos?
-Que no es para tanto y que son cosas que suelen pasar. Mi preocupación era por estar en este plan con una alumna y tal.
-Y piensas que si se puede llegar a dar una relación te puede traer problemas.
-No. A ver. Yo no busco ninguna relación. Paso de eso y no quiero... Que no. Es más por el hecho en sí. No sé si eso está prohibido por así decirlo. No sé si me pueden echar si se enteran.
-No te sé decir. A ver. Estás dando clase en una academia. No es un colegio, instituto o universidad... No veo demasiado problema. Los dos sois mayores de edad y no lo habéis hecho en la academia ni en horario de clases. Ha sido en tu casa y un fin de semana. Es como si coincides con ella cuando sales por la noche, ¿no?
-Ya. Llevas razón.
-Yo no creo que tengas problema por eso. Pero por si acaso no digas nada y ya está.
-Ya, ya. También lo he hablado con ella y me ha dicho que no va a decir nada.
-Pues ya está.
-Ya. Pero es que como al acabar se fue así sin decir nada cuando fui al baño, pues...
-Pues estaría nerviosa la chica. Pero si dices que ya lo habéis hablado, no creo que pase nada, ¿no?
-No, no. Todo está bien. Mis amigos me han dicho algo parecido, así que estoy tranquilo en ese aspecto.
-Ni siquiera lo empezaste tú.
-Ya. Eso es verdad.
-¿Entonces es guapa?
-Claro. Bastante. Como para dejarme llevar...
-¿Cuántos años tiene?
-19 recién cumplidos.
-Bueno, la edad no es tan importante. Mira tu padre y yo. Nos llevamos 7 años.
-Ya.
-¿Y qué vas a hacer?
-¿Hacer de qué?
-¿Te vas a animar a conocerla?
-Ya te he dicho que yo no busco pareja. Así que...
-A lo mejor te tendrías que relajar un poco con eso.
-Estoy muy a gusto conforme estoy.
-Como tu veas, hijo.

Estuvimos hablando un poco más, pero me vino bien terminar de aclarar el tema con su opinión. Todos opinaban más o menos igual y eso me tranquilizaba, porque me ayudaba a terminar de ver aquello como algo normal y no como algo grave como de primeras me dio por pensar. Estuve un rato más reposando, aunque pendiente del móvil, pero ninguno de mis amigos daba señales de vida. Ni mis amigas con las que pasé la noche ni Mario. Ni siquiera Fátima, con la que supuestamente había quedado para tomar un café. Ya cuando eran las 5 de la tarde le mandé un mensaje para ver si íbamos a quedar al final o no, porque tampoco quería que se me hiciera muy tarde para volver a casa, pues entre el rato que íbamos a pasar juntos y el viaje de vuelta, se me iba a pasar toda la tarde prácticamente.
 
Capítulo 476

A los pocos minutos de mandarle el mensaje me respondió pidiéndome perdón. Ya pensaba que se había torcido ese plan, aunque tampoco significaba una tragedia para mí, pero tan solo se disculpaba por habérsele pasado aquello. Le pregunté si lo dejábamos para otro día por si le había surgido algo o tenía cosas que hacer, pero ella me dijo que no, que le apetecía tomarse un café conmigo y que me pasara por su casa para hacerlo mientras ella lo preparaba en lo que me acercaba. Así que me despedí de mi familia, estando ellos bastante contentos por pasarme a verlos tan seguidamente. De camino a casa de Fátima me puse a pensar en lo raro de la situación. Para estar tan visiblemente interesada en mí veía raro que se le hubiera pasado aquello que hablamos por la noche de vernos después de comer para tomarnos un café.

No cambiaría de opinión al subir a su casa. Me abrió enseguida y estaba bastante guapa, con una ropa de día a día, pero se arreglada, aun así. Lo que más me gustó fue que se dejara el pelo suelto con un bonito peinado. Ya le dije que me gustaba más así y parecía haber tomado nota, pues me recibía de esa manera, aunque su maquillaje de siempre no le faltaba. Sin embargo, ese comportamiento extraño ahora era mucho más evidente. Sobre todo, cuando se sentó a mi lado en el sofá de su salón para poder tomarnos el café mientras charlábamos. Era una situación rara, pues no me esquivaba la mirada, pero la notaba muy nerviosa. No entendía por qué, si ya nos habíamos acostado y no veía un interés excesivo en ella como para ponerse así. No le veía sentido que se pusiera así cuando el día anterior estuvo totalmente normal conmigo, ya fuera por la tarde, o por la noche en la cena y en la posterior salida de fiesta.

-A lo mejor no deberías beber café -le dije de broma.
-¿Por? -preguntó distraída.
-Pues porque ya estás nerviosa de por sí. Si te lo bebes vas a estar peor, jajajaja.
-¿Nerviosa yo? Qué va...
-Anda que no. Ya me ha parecido raro que no me dijeras nada de que viniera y ahora te veo intranquila.
-Te lo estás imaginando.
-Y también me has dicho que no tenías nada que hacer y ahí tienes cosas por corregir por lo que veo.
-Mmm...
-Oye, que si no quieres, no puedes o no te apetece, me marcho. No te quiero poner en un compromiso. Como ayer dijimos de vernos, pues por eso te he escrito.
-No, no. Si yo también quería que vinieras. Solo que se me ha pasado. Tenía un poco de lío y se me ha ido la hora un poco, jeje.
-¿Y te pones tan guapa para corregir lo que hacen tus niños en clase? -pregunté dejándola descolocada.
-Eh... Pues yo...
-Estoy de broma, Fátima. Es que te veo muy nerviosa y quiero que te relajes.
-Ah, jajajaja.
-Si quieres hablarlo, podemos hacerlo. Así te desahogas y eso. ¿O tiene que ver conmigo?
-No, no. Tú no tienes nada que ver.
-¿Seguro?
-Sí, de verdad.

La verdad es que me dejó más tranquilo diciendo que no era por mí, porque no era la primera vez ya que pasaba por algo así y no me apetecía pasar por algo así una vez más. Sin embargo, Fátima seguía nerviosa. Se movía de manera inquieta. Sobre todo, sus manos, que no paraba de mover, articulando sus dedos y jugando con ellos.

-¿De verdad que no quieres desahogarte?
-Es que es muy fuerte. Y a mí no me gusta hablar mucho de estas cosas...
-O sea que es sexual. Me parece raro que no quieras hablar de algo así conmigo a solas cuando tú y yo ya...
-Pero es que no va contigo la cosa. Si fuera algo de nosotros, pues vale. Pero ha sido...
-Bueno, tampoco quiero que estés cómoda. Y si lo vas a estar hablando de esto, pues mejor lo dejamos.
-No. Quiero hablarlo.
-Vale -dije algo sorprendido.
-Pero que es muy fuerte.
-No será para tanto.
-Me da un poco de cosa contártelo. No por mí, sino por ti. No quiero que te lleves una mala impresión de...
-¿De quién?
-De Mario.
-¿De Mario? ¿Qué ha hecho?
-Pues resulta que anoche, cuando os fuisteis...
-¿Se acercó a ti?
-No. Espera. Yo estaba con Ana. Y él se nos acercó, pero estábamos con los demás también. Y le preguntaron que a dónde iba Irene contigo y con Sofía.
-Ajam.
-Él dijo que estaba un poco mala y que la ibais a acompañar a casa para que se marchara a dormir, porque vosotros ya os ibais. Que ahora entiendo que no quisieras venirte conmigo, jejeje.
-Em...
-A mí me pareció un poco raro, porque es su pareja y lo normal es que se hubiera ido con ella para hacerle compañía. Pero los demás dijeron que tenía que aprovechar porque tenía ganas de fiesta.
-Ah...
-El caso es que entre que íbamos al baño, nos pedimos otra copa y eso, pues nos dispersamos un poco y acabamos Ana, él y yo así más juntos pero separados de los demás. Y bueno. Imagino que fue por el alcohol, pero es que Mario le lanzaba unas miradas a Ana... Y bueno, ella también a él.
-Ya veo.
-Al final dijimos de irnos, porque ya era tarde y tal, así que Ana y yo nos fuimos y él dijo de acompañarnos, porque íbamos andando y eso. Cuando llegamos a casa de Ana, que está de camino a aquí, dijo de entrar para tomarnos la última.
-¿Y entrasteis?
-Sí. Pero la cosa fue que... Ay, es que me da un poco de cosa contártelo.
-No pasa nada. No creo que sea...
-Pues nos sentamos para bebernos la copa y él se puso entre nosotras dos y ya pues empezamos a hablar de manera más íntima. Pero no me esperaba que se fuera a besar con Ana...
-Ah... Eso.
-Me quedé un poco... Pero luego se giró hacia a mí. Me miró de una manera intensa y se acercó a mí. Teníamos la cara muy cerca y me puso la mano en el muslo. La empezó a subir por aquí, por la parte interna y casi llega a... Y entonces me dio un beso. Pero sin lengua. Solo labios contra labios.
-Vaya... -dije entendiendo el mensaje que me envió Mario cuando me respondió.
-Y me puse nerviosa.
-¿No te dejaste llevar?
-Pues no. Me aparté en cuanto se acabó el beso y me levanté para venirme a casa.
-Bueno.
-¿Te molesta?
-¿El qué? ¿Qué te besara? ¿Por qué me iba a molestar?
-No. Lo de que engañe a Irene. La pobre mala en casa y él... Es que como sé que sois muy amigos los dos. Y también con Irene, pues... Por cierto, ¿cómo está?
-A ver, Fátima...
-Te tienes que sentir mal, ¿verdad? No tiene que ser agradable enterarse de que un amigo tan cercano sea así...
-A ver, es que yo ya lo sabía.
-Ah, ¿sí? -preguntó muy sorprendida.
-Es que... A ver. Yo no quiero que malpienses y tal. Y también te pido discreción con esto, porque tampoco es que haya que airearlo.
-¿Pero qué pasa?
-Mira. Irene y Mario son una pareja especial.
-¿Por?
-Ellos son liberales. Mucho.
-¿Liberales de...?
-Sí. De irse con más gente a la cama.
-Oh... -decía muy sorprendida de nuevo.
-Han tenido rachas. Hace ya sí que estaban más revolucionados por así decirlo yéndose con gente bastante desconocida a ellos. Luego pasaron a hacerlo con gente más cercana. Luego pararon un poco y ahora pues están retomando con los amigos.
-Pfff... Joder con Mario y con Irene... No creía que...
-Sí. Son así.
-¿Y tú? ¿También eres así?
-Pues un poco en realidad.
-Entonces cuando tú tenías pareja... ¿Los cuatro juntos?
-Eh, no, no. Bueno...
-¿Sí? -preguntaba sorprendida.
-Nada. Alguna tontería. Pero nada de sexo como tal.
-Me estoy quedando...
-Ya. Lo entiendo.
-Yo es que no entiendo mucho eso. Me parece bien si no tienes pareja y eso. Pero en una relación... No lo entiendo.
-Tranquila. Es normal pensar así. Pero hay gente para todo.
-Entonces supongo que no es grave, ¿no?
-No. Tranquila. De hecho, Ana y Mario ya se han ido a la cama antes.
-Te estás quedando conmigo, ¿no?
-No. Te estoy contando la verdad. ¿No te lo ha dicho ella?
-No. Ha soltado algún comentario, pero yo creía que lo decía de coña y tal. No imaginaba que...
-Me parece raro.
-¿El qué?
-Que no te dijera nada.
-¿Por?
-Como tú si le has hablado de mí...
-Eh... -dijo poniéndose muy roja.
-Que no pasa nada, ¿eh? No te pongas así, jajajaja.
-Fueron unos comentarios tontos. De verdad. Yo no... Joder.
-No te preocupes, Fátima. Tenemos confianza.
-Qué vergüenza...
-A lo mejor es un poco culpa mía que te entrara anoche así.
-¿Por?
-Porque le dije que te ponía y eso.
-Tonto... -dijo dándome un manotazo.
-Pero que no pasa nada, jajajaja.
-Y yo preocupada...
-Pues no te imaginas lo bien que lo pasamos todos.
-¿Por?
-Pues Mario con Ana y yo con ellas.
-¿Con las dos?
-Pues sí. Era algo que teníamos pendiente de hacer y tenía muchas ganas. Iba a ser mi primer trío con dos chicas.
-Madre mía... -dijo abanicándose.
-Casi acabamos todos haciendo un trío, jajajaja.
-Qué va. Yo no hago eso ni loca.
-¿No? ¿Por qué?
-Con Ana... ¿Cómo voy a hacer un trío con ella? Cállate, anda...
-Jajajaja. ¿Y tampoco lo harías con Mario y conmigo?
-¿Eh? -decía descolocada.
-Pues eso, jajajaja.
-Pfff, cállate. De verdad.
-Vale, vale.

Nos quedamos unos segundos en silencio, ambos bebiendo el café que teníamos sobre la mesa. La verdad es que yo me lo estaba pasando bien hablando con ella, pero sí que la veía un poco incómoda. También me gustaba el rubor que tenía en sus mejillas por cómo se fue desarrollando la conversación, haciéndoseme más mona. Estaba esperando que fuera ella la que diera el paso para hablar y no meter la pata por si seguía incómoda aún, pero me sorprendió haciéndolo de manera rápida y volviendo al tema.

-¿Y cómo es hacer eso?
-Ah, ¿quieres hablar de ello?
-Tengo curiosidad por saber... -dijo ruborizándose de nuevo.
-Pues es una locura y una maravilla. ¿Qué te voy a decir?
-Ya. Para ti lo imagino. ¿Pero para ellas?
-Pues te aseguro que fue igual.
-¿Sí? ¿Por qué?
-Porque las dos son bisexuales.
-¿En serio? -preguntaba atónita.
-Pues sí. Ya te puedes imaginar cómo fue.
-Qué barbaridad...
-Pero también he estado en la otra perspectiva.
-¿Cuál?
-Pues hacer un trío en el que éramos dos chicos.
-Ah, ¿sí? ¿Y cómo fue?
-Pues tiene su gracia. He hecho dos, pero en ninguno los chicos hemos interactuado. Pero morboso es.
-Supongo que uno de ellos fue con ellos dos, ¿no?
-Sí. Y no hace mucho de hecho.

Fátima se quedó con cara de circunstancia, aunque no era algo que me preocupara. Era normal que estuviera así después de todo lo que le había contado. Estaba asimilando bastante información que no era tan fácil de digerir para cómo era ella.

-¿Y Ana sabía todo esto?
-Mmm, pues sí.
-Joder... Ya hablaré con ella.
-Tampoco te tienes que enfadar. Seguro que no te ha contado nada porque te conoce y sabía que te ibas a poner así.
-No. Si no estoy enfadada, pero es que... No sé. ¿De verdad se iba a montar un trío con Mario y conmigo?
-No tengo ni idea, Fátima. Aunque anoche algo me comentó cuando habló conmigo. Pero tú no formabas parte del plan.
-¿Cómo? Estoy un poco perdida.
-Irene y Mario le han dicho de hacer un trío. Ella no sabe muy bien qué hacer, pero le da curiosidad por lo que hablé con ella anoche.
-Joder... No paro de llevarme sorpresas hoy...
-A lo mejor se dejó llevar anoche. Lo mismo se veía más segura contigo de por medio.
-Pues ya se puede olvidar. Yo no pienso hacer eso.
-Eso ya lo tenéis que hablar vosotras. Que a lo mejor tampoco quería y solo estaba jugando...
-Ya... A saber...
-Estás muy tensa. ¿Quieres que te dé un masaje?
-Ah, ¿pero tienes ganas después de hacer un trío con Irene y Sofía anoche?
-Jajajajajajaja. Bueno, por lo menos te he animado un poco.
-Jajaja.
-Además, estás bastante guapa. Me gusta cómo te has vestido y peinado. Y también hueles muy bien. ¿Lo has hecho por mí?
-Bueno... Jejeje.
-Ven. Date la vuelta.

Fátima se giró para darse la vuelta y así poder yo masajearle los hombros. Ella me lo facilitó al recogerse el pelo con sus manos y levantarlo hasta su coronilla. Durante unos pocos minutos le di un pequeño masaje para que se relajara, aunque para mi sorpresa después de la noche de sexo que había tenido hacía pocas horas, le empecé a besar el cuello. No duró mucho dándome la espalda, porque se giró rápidamente para poder besarnos en condiciones, aunque yo aprovechaba también para seguir haciéndolo por su cuello de vez en cuando, siguiendo con la conversación.
 
Capítulo 477

-¿Y te gustó lo que te hizo Mario?
-Sí... -susurraba.
-¿Te puso cachonda?
-Bastante. Cuando llegué aquí me masturbé.
-¿Sí?
-Ajam... Mario es muy guapo y está muy bueno. Todo pasó muy rápido.
-¿Te arrepientes de haberte ido?
-Mmm, un poco. Pero con Ana no iba a hacer nada.
-¿Y si ella no hubiera estado? Imagínate que hubiera sido aquí y hubierais estado los dos solos.
-No sé... Yo no soy así...
-¿Y ahora que sabes cómo son?
-No sé...
-Te tocaste pensando en él.
-También pensaba en ti. Anoche estabas muy guapo. Y me pones más que Mario.
-¿Ahora sí? Jajajaja.
-No seas malo -dijo subiéndose encima de mí con una pierna a cada lado de mi cuerpo.

Volvimos a besarnos durante un rato más mientras yo le sobaba el culo con mis manos, amasándolo y apretándolo, siendo algo sumamente fácil por ir con un vestido fino y unos panties solamente. Estuvimos besándonos durante un buen rato, tocándonos de manera suave con nuestras manos. Hasta que yo empecé a buscar más, tocando por debajo de su vestido para ir subiendo por su espalda, cosa que no era difícil al no ser uno de esos vestidos tan ajustados. Ella se dejaba hacer con ganas, estando todo el tiempo con sus ojos cerrados. Así subí por su espalda hasta que le desabroché el sujetador, cooperando ella para que se lo pudiera quitar del todo y dejarlo apartado en el sofá. Tras eso pasé a tocarla por delante, hasta llegar a sus pechos, los cuales amasé y acaricié, jugando además con sus pezones.

No nos movimos del sofá en bastante rato, siguiendo con esos besos y tocamientos por encima de la ropa, aunque también por debajo de la suya en mi caso. La notaba muy cachonda, y prueba de ello era como intentaba restregar su entrepierna con la mía, haciéndolo como podía al haber tanto inconveniente en forma de ropa de por medio. Pero fue algo que ella solucionó al despegarse de mis labios para susurrarme que nos fuéramos a su habitación para poder estar más cómodos. Me levanté del sofá con ella aún encima de mí, riendo ella por cómo lo hice, aunque también lanzó un pequeño gemido. Se agarró a mi cuerpo abrazándose con sus piernas y sus brazos, dejando caer su cara sobre mi hombro y fui hasta su habitación, dejándola caer con cuidado esta vez, dándonos un largo beso en cuanto lo hice.

Ella no parecía estar interesada de momento en ir más allá, pero yo sí que lo necesitaba. Por eso cogí sus piernas para ir quitándole los botines que llevaba poco a poco mientras no parábamos de besarnos. Aun así, no le hacía ascos a mis gestos, ayudándome levantando sus piernas. Tras quitarle los zapatos, continúe con los panties, metiendo las manos por debajo del vestido para retirárselos de manera muy sensual, aunque luego los dejara apartados de cualquier forma al tirarlos al suelo. Una vez llegados a este punto, sí que nos despegamos para mirarnos y la cosa estaba caliente. Fátima me miraba con una expresión muy agradable. Irradiaba excitación y hasta podía notar cómo temblaba un poco al mirarla. Para estar un poco más en igualdad cogí sus manos para que me empezara a desnudar, poniéndola sobre mi sudadera y empezando a tirar de ella, terminando de hacerlo ella.

Una vez me la quitó se quedó mirando mi torso y mis brazos, lanzando algún suspiro. Mientras ella se deleitaba con aquello, yo me quité las zapatillas. Luego ella echó mano a mis vaqueros para desabrocharlos y poder quitármelo después. Tan solo me quedaban ya los boxers, que escondían mi polla bastante morcillona. Ella se mordió el labio al ver aquello, pero al sentarme yo de nuevo en la cama, ella se levantó. De la misma manera que hice yo al coger sus manos para que me desnudara, así que cogí el vestido desde abajo por el filo, el cual le llegaba por las rodillas y lo fui levantando para quitárselo. Al hacerlo me quedé un poco sorprendido al verle los pechos, ya que los tenía como más grandes. Ya no los tenía algo caídos, sino que se mantenían de buena manera. Hasta daba la impresión de que se los había operado, pero era algo que veía muy poco probable. También lo noté al tocárselos cuando estábamos en el salón, pero supuse que era por la postura.

-¿Qué ha pasado aquí? -dije acariciando uno de ellos.
-Ah... Es que está por venirme la regla. Y cuando eso pasa pues se me hinchan un poco.
-Estás muy sexy así.
-Ten cuidado, porfa. Se me ponen muy sensibles cuando están así.
-Claro, no te preocupes. Aunque no has dicho nada antes cuando te he tocado un poco.
-Es porque estaba muy caliente. Aunque lo hacías muy bien y con cuidado.
-A ver, ven.

La cogí de la mano para que se pusiera de nuevo sobre mí como cuando estábamos en el sofá, solo que ahora estábamos sobre la cama. De nuevo, nos besamos un poco, aunque pasé rápidamente a sus pechos para lamerle los pezones y jugar con ellos. Efectivamente, estaba más sensible de lo que me había encontrado en situaciones anteriores con ella, pero tuve cuidado de hacerlo despacio para que lo disfrutara. Me los encontré más duros de lo que recordaba en ella y eso me gustaba. Fátima disfrutaba bastante de aquello como bien me indicaba con sus gemidos además de sus caricias. Pero aquello no sería la única sorpresa, pues cuando se quitó su tanga negro que no fui capaz de adivinar al tocar por encima de los panties, me encontré su pubis cubierto de una fina capa de vello negro y tupido que no dejaba ver su piel. Aquello, como bien es sabido, me puso a mil, lo que consiguió que resoplara con fuerza.

La verdad es que Fátima estaba haciendo muchos méritos para que la viera más atractiva. Empezando con no agobiarme al no estar tanto encima mandando mensajes o llamándome como quizá esperaba en ella. Pero lo remataba con esos cambios físicos. El pelo suelto, su olor con ese perfume fresco y afrutado, sus senos inflamados por la inminencia de su menstruación y finalmente con ese triángulo de pelo negro que tenía sobre su raja. Esto último, además de ser algo que me encantaba ver en todas las chicas con las que me iba a la cama, era algo que le quedaba sensacional. La veía más mujer que chica en ese momento y le quedaba muy bonito al ser tan uniforme, no como en otras ocasiones en las que me había cruzado con alguna que lo tenía de manera irregular o no tan frondoso por así decirlo.

-Joder, me encanta -dije muy excitado.
-Jejeje. Como dijiste que te gustaba... Pues he probado a dejármelo para ver qué tal...
-Lo tienes precioso. No sabes cómo me calienta verlo así... Te veo más mujer.
-Los primeros días me notaba rara, porque nunca me lo había dejado después de que empezara a depilarme cuando aún íbamos al instituto, pero ya me he acostumbrado.
-¿Y cómo te ves?
-Mmm, bien. Lo veo sexy, aunque me veo a lo mejor un poco mayor al verme desnuda al salir de la ducha.
-Estás preciosa.
-Ya veo que te ha gustado, jejeje -dijo señalando mi erección.
-Es algo que me vuelve loco.
-Nunca me había encontrado con un chico al que le gustara tanto algo así.
-Bueno, hay gustos para todo, ¿no? Esto es un plus muy grande para mí en el sexo.
-A ver, que en realidad no me he acostado con tantos. No te vayas a pensar que...
-¿No? No me daba esa sensación cuando me desfloraste.
-Jajajaja. ¿Por qué dices eso?
-Pues porque te veía con mucha experiencia y no sé... Pensaba que la cosa había seguido así.
-Mmm... -decía pensativa.
-Pensé que eras un poco guarrilla -dije de manera juguetona mientras me acercaba a ella para acabar besándola por el cuello.
-Hala... Qué bruto. Jajajaja. A ver... -decía algo nerviosa por los besos que le daba por el cuello- Al empezar es normal estar con alguno que otro, ¿no? Es algo nuevo y que gusta hacer. Pero al entrar a la universidad se me pasó un poco. Diría que no he estado con más de diez chicos.
-Pues entonces no eres como yo pensaba.
-Seguro que tú has estado con más, jejeje.
-Puede...

Tampoco la dejé ahondar en aquello, porque seguí con los besos, pero ahora por todo su cuerpo, aunque de manera breve, pues bajé directamente a su entrepierna. Nada más hacerlo estando ya ella tumbada boca arriba en la cama y al acercarme a la zona me dio su olor. Bastante intenso y siendo obvio que estaba segregando ya su lubricación natural. Pero antes le acaricié el pubis e incluso le di algún que otro beso, causando su nerviosismo. Por suerte para ella no la hice esperar más y se lo empecé a comer, empezando lentamente, pero cogiendo velocidad. De primeras ella pegó un respingo, aunque se dejó llevar rápidamente, pero eso no quitaba que se estremeciera a medida que mi cunnilingus cogía intensidad. Estaba tan cachondo y tan contento con ella por esforzarse para estar guapa para mí a mi parecer que a los 2 minutos paré de comérselo para pedirle un condón. Ella me dio uno de manera apresurada al sacar alguno que otro de su mesita de noche y me lo puse rápidamente para metérsela.

No fue un polvo especialmente largo, teniendo una duración de unos escasos 10 minutos, pero si es verdad que dio de sí al practicar varias posturas en el que quizá nos propongamos más en el típico misionero en el que ella se agarraba a mis brazos con fuerza por estar dándole embestidas con intensidad y dureza por momentos. Aunque antes de aquello, estuvimos también un poco de lado y con ella a cuatro, agarrándola yo de las caderas y soltándole algún que otro azote en ese culo despampanante. Sin embargo, pese a la poca duración, ella fue capaz de llegar un par de veces a su orgasmo. Y no me extrañaba, porque, francamente, se notaba que le atraía y que se lo pasaba bien conmigo, pero también le notaba que estaba cachonda de por más y estaba seguro de que lo ocurrido con Mario la noche anterior tenía algo que ver.

De hecho, hice mención a ese suceso en el polvo, diciéndole que cerrara los ojos y que pensara que era Mario. Quería ver cómo reaccionaba con aquello y ella lo hizo, cerró sus ojos y se mordía el labio, pero no hubo ninguna reacción nada más allá de aquello. Hasta me dio la sensación de que no me estaba haciendo mucho caso a lo que le dije, como si estuviera más concentrada en lo que sentía que otra cosa, aunque no la culpaba por aquello. La primera vez que se corrió fue estallando en un grito bastante alto, con su cuerpo dándole unos cuantos espasmos fuertes estando ella a cuatro sobre la cama y derrumbándose. De no ser porque estaba bien lubricada, es probable que se hubiera hecho daño al provocar que me saliera de ella de esa manera tan brusca al dejarse caer en la cama y mantenerme yo de rodillas sin esperarme aquel movimiento tan repentino.

La segunda vez que lo hizo, no fue ni a los 5 minutos y fue estando ya en ese misionero que fue protagonista entre todas las posturas. Aunque yo me encargaba de mantener sus piernas elevadas al sujetarlas con mis brazos estando apoyado en la cama con mis manos. Así pude controlar más sus movimientos al alcanzar ese clímax, el cual volvió a manifestar con un grito y varios temblores, algo más intensos que antes, pero sin llegar a moverse de manera exagerada. Cada vez que ella se corría yo paraba en seco y no me movía hasta que ella se recuperaba. Y lo cierto es que, para estar tan cachondo, me estaba costando llegar a mí cuando lo normal era no tener tanta dificultad en un momento así, aunque entre hacerlo con condón y después de todo el folleteo de la noche anterior no era tan raro.

Aunque la sorpresa me la llevaría cuando ella me pidió que lo hiciera sobre su pubis una vez se recuperó después de haber liberado yo sus piernas. Así que, conforme estaba, así de rodillas sobre la cama, me quité el condón y me empecé a masturbar para llegar. Ella me miraba con excitación y apuntaba con su dedo a su oscuro pelo púbico. Para agilizar el proceso decidí frotar un poco mi glande contra su raja aún humedecida, lanzando ella un largo y sensual "mmm...". No hizo falta mucho más para que empezara a descargar sobre su pubis, aunque lo primero salió con fuerza y le llegó a su abdomen, pero la mayoría cayó donde ella quería que lo hiciera. Tampoco fue mucho, porque venía exprimido de hacía pocas horas, pero ella estaba contenta con el resultado igualmente, como yo.

Nos quedamos un rato en silencio sobre la cama boca arriba al acabar yo de correrme. Yo necesitaba recuperar un poco la respiración después de haberme corrido. Ella mientras tanto se dedicaba a jugar con mi semen derramado sobre su vello. Al terminar yo de volver a la normalidad, me levanté para empezar a vestirme, siguiendo ella jugando con mis restos sobre su cuerpo mientras me miraba con una expresión mimosa. La notaba muy contenta y eso me hizo sonreír, porque la verdad es que también estaba contento por cómo estaba yendo la cosa con ella. Iba sin agobios y sin nada malo de por medio. Eso me mantenía con ganas de seguir viéndola. No sabía si lo hacía adrede o si lo tenía calculado para no espantarme, pero el caso era que lo estaba haciendo bien.

-¿Y cómo es que me has pedido que acabe ahí? -le dije ya terminando de vestirme.
-No sé... Me ha apetecido. Como te gusta tanto, pues pensaba que te gustaría acabar ahí también.
-Mmm, pues no recuerdo haberlo hecho mucho. Pero ha estado bien.
-A mí me ha gustado. Me ha dado morbo ver como acababas ahí.
-¿Lo vas a mantener?
-Mmm, creo que sí. No me desagrada para nada. Y así cuando nos veamos, pues tú también lo disfrutas.
-Muy bien.
-Porque claro -dijo incorporándose-, no sé muy bien cuando va a ser la próxima vez que tú y yo... Por eso prefiero estar preparada siempre.
-Mmm, bueno. Yo te puedo avisar cuando vaya a venir. Pero prefiero seguir como lo estabas haciendo. Sin prisas y sin agobios. ¿No te parece?
-Claro. Eso pensaba, por eso lo he hecho así.
-Es genial tener a alguien con quien hacer esto de vez en cuando sin compromisos, ¿verdad?
-Sí.
-¿No tienes a nadie más?
-Ahora mismo, no.
-¿Por?
-Pues porque no tengo mucho tiempo. Estoy con el trabajo y no salgo mucho. Y cuando lo hago es con el grupo para cenar algún día fuera en algún bar o rara vez algún fin de semana, como este.
-Am.
-Pero que estoy contenta igualmente con lo que tengo. Me gusta hacer esto contigo. ¿Quién me iba a decir a mí que aquel chico tímido y novato iba a tenerme así después de estar muchos años sin vernos? Jajajaja.
-Ya ves, las vueltas que da la vida. Pero igualmente, a lo mejor te vendría bien encontrar a alguien más para que no te sea tan repetitivo.
-No estoy aburrida de ti. Ni mucho menos.
-Ya. No me refiero a eso. Lo que quiero decir es que a ti te darán ganas y yo no vivo ya aquí para tenerme a mano. Tampoco me parece justo que hagamos esto solo cuando yo quiera.
-No digas eso. Ya te he dicho que no tengo problema. Si me pica, pues me rasco yo solita, jajaja. También puedo hacerte una visita algún día, ¿no?
-Claro. ¿Por qué no? Aunque yo no vivo solo. Tengo una compañera de piso, pero bueno, que no hay problema. Ya sería hablarlo para que nos viniera bien a los dos.
-Claro que sí -dijo sonriendo.
-Oye, ya en serio. ¿Te mola Mario?
-Ya te he dicho antes que me parece muy guapo y que está muy bueno, ¿no?
-Ya. Yo creo que sí que te irías con él a la cama si pudieras.
-Bueno...
-Te saco otra vez el tema porque se lo puedes comentar a él y a Irene.
-¿Cómo le voy a ir a Irene diciéndole que me quiero follar a su novio? Anda, no digas tonterías.
-¿Por qué no? Si ya te he dicho que ellos ven eso normal.
-Pero es muy fuerte hacer eso.
-¿Quieres que se lo comente yo?
-No, no. Estate quieto, anda.
-Bueno, yo te he dicho que lo tienes fácil. Tú ya haz lo que veas.

Me levanté de la cama de nuevo para marcharme ya, porque no quería que se me hiciera más tarde. Fátima se vistió rápidamente poniéndose el tanga sin ni siquiera limpiarse el pubis de mi corrida y se puso el vestido, aunque me acompañó a la puerta descalza para despedirme. Lo hicimos con dos besos y con un "hasta pronto", pues no teníamos claro cuándo nos volveríamos a ver. Así que me monté en el coche para regresar a casa, pensando en todo lo ocurrido el fin de semana, desde el polvo con Rebeca hasta el que acababa de tener con Fátima, pasando por ese trío inolvidable de la noche anterior con esos dos bellezones. Estaba bastante tranquilo y con una sonrisa tonta en la cara de hecho. Al poco de salir me llamó Andrea para preguntarme si iba a ir a cenar para preparar de más para mí, afirmándole yo que allí estaría. Ya a medio camino caí en que mis amigos no me habían llamado, así que decidí hacerlo yo para ver cómo estaban y de paso para preguntarle a Mario acerca de esa situación que me contó Fátima, pero con más detalle, pues ella lo hizo muy por encima.
 
Capítulo 478

J: ¿Cómo estáis? -pregunté en cuanto descolgó Irene.
I: Uff... Espera, que pongo esto en manos libres.

Irene puso su móvil en manos libres, saludándome de paso Mario y Sofía.

S: Yo estoy reventada. Anoche fue demasiado para mí, jajajaja.
I: Yo estoy un poco cansada también, pero no tanto como ella. Es una exagerada.
S: No. Lo que pasa es que vosotros estáis acostumbrados a follar bastante más que yo. Es que tengo hasta agujetas, jajajaja.
J: ¿En serio?
S: Sí, jaja. Me duele el culo como si hubiera montado mucho en bicicleta.
J: Bueno, no es tan raro que pase eso cuando no estás acostumbrada a tanto meneo y de repente pasas una noche así.
I: Tú anda que te despides bien...
J: No quería despertaros. Vosotras que podéis dormir bien tenéis que aprovechar. Yo es que no podía dormir más y eso que estuve esperando un rato, pero nadie aparecía por el salón, así que me he acabado yendo.
S: Nos hubiera gustado despedirte bien.
J: ¿Os habéis quedado con ganas de más? Jajajaja.
S: Noooooo. Bueno, yo no. Pero para darte un buen abrazo y un beso.
I: Yo también me he quedado satisfecha. Pero me hubiera gustado despedirme bien de ti también.
J: Qué ñoñas...
M: Cualquiera diría que ayer las reventaste... Jajajaja.
J: Anda, ¿y tú? Que casi te montas un trío y todo...
I: ¿Cóooooooomo? Jajajaja.
M: Joder, qué bocas... Jajaja.
S: ¿Sí? ¿Con quién? -preguntaba curiosa.
M: Pues con Ana.
S: Ya, si ya sabemos que te fuiste con ella, pero, ¿y la otra?
I: Me parece que ya sé quién puede ser. ¿Cómo te has enterado tú, Javi?
J: Pues anoche le mandé un mensaje a él en lo que veníais del baño y cuando me he levantado he visto que tenía una respuesta diciendo que casi tuvo la misma suerte que tuve yo anoche. Pero en realidad es que me lo ha contado la otra chica con la que casi pasa.
I: Vale, ya sé quién es entonces.
M: Cómo se va de la lengua, ¿no?
S: ¿Pero quién es? Estoy perdida...
J: Fátima. Cuéntanos, Mario.
M: Si ya te lo ha contado, capullo. ¿Qué más quieres saber? Jajajaja.
I: Pero nosotras no sabemos nada. Cuenta.
M: Fue al irnos a casa de Ana. Fátima se vino con nosotros porque le pillaba de camino a su casa y Ana dijo de tomarnos la última en su casa. Entró y pues hablamos y me dejé llevar.
I: ¿Pero pasó algo al final?
M: No mucho. Con el alcohol y el tonteo pues me empecé a liar con Ana y pues ya que Fátima estaba allí... Además, iba muy mona.
I: ¿Y qué pasó?
M: Le di un beso y le puse la mano en el muslo y la subí un poco, pero salió pitando de allí.
J: Estaba nerviosa hoy. Mucho.
S: ¿Sí? A ver, es normal. Si no ha hecho nada así alguna vez, pues sí.
J: Fue por Ana. Me ha dicho que ni de coña hace un trío con ella. Son amigas desde hace muchos años y no quiere hacer nada de eso con ella. Si hasta le cuesta hablar de sexo con la gente más cercana.
I: Pero a Mario sí que se lo follaba, ¿no? Jajajajaja.
J: Lo hemos hablado. De primeras se creía que te estaba poniendo los cuernos y se sentía mal por ti. Entonces, pues le he tenido que explicar cómo sois y eso. Pero le he pedido que sea discreta y tal.
S: Es un poco cortada esta chica, ¿no?
J: Un poco, sí.
S: No da la impresión estando en grupo.
J: Bueno, son temas más íntimos y pues con eso sí. Pero para lo demás no es tímida ni nada.
I: Pues a lo mejor hablo con ella, jaja.
J: Espera. No corras tanto. Como le vayas hablando de esto va a saber que os he contado todo esto.
I: Ah, que no sabe que tenemos esta confianza.
J: Sí lo sabe, pero no quería que hablara con vosotros. Sobre todo, con Mario.
M: ¿Conmigo? ¿Por?
J: Porque con el tonteo hemos estado hablando y nos hemos liado. La chica se esfuerza por hacerlo bien conmigo y no quería irme dejándola así.
S: ¿Cómo que hace bien las cosas contigo? ¿En qué sentido?
J: Pues en que sabe cómo marcar los tiempos para no agobiarme. También ha tenido algunos detalles para complacerme que me han gustado.
I: Imagino por dónde va la cosa, jajaja.
J: Pues sí. Ese es uno de los detalles.
S: ¿Está pillada por ti?
J: Yo le he dejado claro lo que hay conmigo y ella ha parecido entenderlo.
S: Bueno, así empecé yo y...
J: Ya. Por eso digo lo de los tiempos. No me ha dicho nada desde la última vez que nos vimos. Ha sido todo casual esta vez. Y eso me gusta.
I: Pues mira, si tú estás contento, pues genial. Os veis de vez en cuando y echáis vuestros polvetes.
J: Eso le he dicho hoy. Ella me ha dicho que le gusta, aunque dice que no tiene a nadie más para esto.
M: Pues no la tengas muy desatendida entonces.
J: Ella sabe que me veo con más chicas. No creo que pase nada por eso.
I: O si no, que te ligue a ti.
M: Yo estoy muy a gusto ahora mismo. Tengo de sobra contigo, ya lo sabes. Además, Sofía está aquí y por lo que se ve, Ana también. No me apetece mucho volver a esa época que teníamos de descontrol.
J: ¿Así está la cosa?
M: No, si no me parece mal. Pero con cabeza.
J: Mario, solo te ves con Ana prácticamente. Con Sofía llevas así meses. En mayor o menor medida, pero no es algo nuevo.
M: Ya. Eso es verdad.
I: Además, todas estas chicas son del grupo de amigos. Antes lo hacíamos hasta con chicas desconocidas. Hay confianza y con Ana vamos a hacer un trío, eso seguro.
J: Qué convencida te veo, jajaja.
I: Hombre... Tú déjame a mí.
M: ¿Es que te interesa que me la folle, Javi?
J: Bueno... Es que le pones. Eso lo sabe hasta el que pone las copas. Hemos tonteando un poco y le he preguntado sí te follaba. Ella ha dicho que no es así y tal, pero ya te digo yo que sí. Y cuando le he dicho de hacer un trío con nosotros dos ni te cuento...
S: Oye, que primero voy yo, ¿eh? Jajajaja.
I: Pues mira. Cuando hagáis vosotros tres el trío, yo aprovecho y hablo con Ana. Hablar y lo que surja, jajaja.
J: A lo mejor sí que se nos está yendo un poco de las manos, jajajaja.
I: Yo no lo veo así. Todos sabemos disfrutar del sexo. Ya tendremos tiempo de ser viejecitos y estar más a otras cosas.
M: Tú ni de viejecita vas a parar, cariño. Jajajaja.
J: Eso seguro.
I: Cómo os gusta meteros conmigo... -decía de broma.
J: Un poco solo.
I: Pues cambiando de tema. A ver, listillo. ¿Quién era la chica esa que se te acercó anoche? Esa que era guapa, alta y delgadita.
J: Ah...
S: Es verdad, que me hiciste una señal para que la viera.
M: Eso me lo perdí yo.
I: Pues era una monada. Aunque tenía muy poco pecho, ¿no, Javi?
J: Sí. De hecho, es la chica con menos pecho con la que me haya acostado.
I: Ah, que te la has follado. Jajajaja.
J: Pues sí.
S: Es normal. Era muy mona.
J: ¿Os podéis creer que estando ya en el tema llegué a pensar que era trans?
I: Tampoco hubiera pasado nada, ¿no?
J: Yo es que no soy de pollas, la verdad. Por eso solo me acuesto con chicas. Tú lo tienes más fácil por ser bi.
I: Pues lo mismo deberías probar alguna. Lo mismo cambias de opinión.
M: Buah...
J: ¿Mmm?
M: Nada, que lo ha dicho mirándome. También lo dice por mí. Lleva fantaseando con que tú y yo hagamos algo más fuerte desde antes del trío. Y aún sigue así.
J: Pues a calmarse un poco, Irene.
I: Jo... Vosotros bien que veis cómo Sofía y yo hacemos de todo.
S: A mí también me gustaría ver eso, jeje.
M: Pues vais listas.
J: Sí. No flipéis tanto, anda.
I: Ayyyyy... Los machitos...
J: Oye, que en el trío pasaron cosas.
I: ¿Qué cosas? A ver...
M: Hombre, lo de juntar nuestras pollas y que se toquen siendo los dos heteros...
J: Por ejemplo.
I: Bah... Qué tontería.
S: Oye, me estoy poniendo cachonda, ¿eh? Jajajaja.
M: Pues ahora te bajo yo el calentón.
I: No. Castigado.
M: Jooooooder. ¿A qué me voy con Javi unos días? Jajajaja.
I: Nooooo. No te me vayas otra vez. Además, Andrea se volvería loca.
S: Seguro que sucumbe con ellos dos por ahí.
I: Si es que tiene novio...
J: Ireeeeene.
I: Es broooooma.
J: Ya...
M: Pues veré qué pasa con Fátima.
J: No seas muy descarado tampoco.
M: No, tranquilo.

Después seguimos hablando de otras cosas y así al final llegué a casa. Al hacerlo, recordé que Andrea me había pillado con Rebeca en mi cama, aunque se hizo la loca en aquella conversación que tuve con ella el sábado al llegar a casa. Y seguía haciéndolo una vez llegué, procurando no sacar el tema, aunque me preguntó cómo me había ido en mi ciudad. Pero también es verdad que la notaba algo esquiva. Incómoda quizá y tratando de evitar mis ojos. No le di más importancia de la que tenía, pues sabía que en parte era una chica tímida y más aún con estos temas. Yo también le pregunté a ella como le fue, y por lo que se ve fue aburrido, pues no me dijo nada más allá de que estaba estudiando bastante. Así, nos despedimos para irnos a dormir, aunque yo tardaría más en irme a la cama, donde por cierto, recordé lo ocurrido con Rebeca, ya que su olor aún seguía un poco pegado a las sábanas.

Y entonces caí en la cuenta de qué pasaría con ella en las posteriores clases. No temía que se fuera de la boca. No al menos con mi jefa, pero no sabía qué esperar de ella. Me dejó claro que no quería dejar de dar aquellas clases extra de los sábados, pero tampoco sabía cómo iba a ir la cosa entre nosotros. No tenía ni idea de si ella iba a hacer como si nada hubiera pasado, si estaría incómoda o nerviosa o si, por otro lado, trataría de llegar de nuevo a aquello insinuándose o provocándome directamente. Tampoco es que aquello me quitara el sueño. De hecho, no me ocupó más rato en mi mente, porque pasé a pensar en Mónica. La verdad es que me había gustado verla y eso que no había pasado casi nada desde la última vez que la vi, pero tratarla así me salió con naturalidad y me gustó que ella estuviera alegre y que no tuviera nada de rencor.

La semana siguiente fue bastante normal, en donde seguía con mi rutina de siempre, aunque a lo largo de lo que quedaba de mes vendrían algunos cambios significativos. Pero vayamos por orden. Dentro de esos días, entre semana, no hubo mucha novedad. Lo más reseñable era que las clases con Rebeca eran bastante normales dentro de lo que cabía. No normales del todo, porque rehuía mucho mi mirada, sobre todo de primeras hasta que los minutos iban pasando en ambas clases que tenía con ella entre semana. Su saludo era casi el de siempre al llegar y sentarse, pero era muy descarado cómo no me miraba y casi ignoraba. No notaba mal rollo por aquello tampoco, solo la veía cortada. En mis explicaciones o correcciones, ella mantenía la cabeza agachada en su libreta para ir corrigiendo o leyendo sus ejercicios. Nuestras miradas se cruzaban poco al final de la clase ya, y cuando aquello tenía lugar, ella se ponía roja.

Pero no veía ningún problema, cosa que me terminaba de tranquilizar. Era una chica joven, quizá no muy acostumbrada a tener relaciones por lo que intuí con el sexo oral que me hizo y seguramente tenía vergüenza por haberla visto yo desnuda y a lo mejor no tan preparada por no estar bien depilada. Desde luego, nadie de los que había con nosotros se percató de nada, o al menos no atribuían su comportamiento algo diferente a mí, si es que lo habían notado. Tampoco quise estar encima preguntando, porque pensaba que la iba a agobiar, así que dejé que pasara un poco el tiempo para que se le fuera esa timidez que mostraba en clase. Algo relacionado con este tema, fue la pillada de Andrea, aunque ella seguía en las mismas y no notaba absolutamente nada conforme iban pasando los días. Parecía que se había olvidado rápido de aquello por su forma de tratar conmigo, la cual era como siempre.

Algo que también hice entre semana fue regresar al estudio de tatuajes, pues veía alguna cosa que quería mejorar. Y obviamente me encontré con Eva. Ella me saludaba de manera un poco escueta de primeras. Parecía que había entendido que me mosqueó lo ocurrido con el tema del trío con Raquel, pero eso ya era agua pasada. El enfado no me duró tanto como para seguir estando así con ella, así que yo la saludé de manera normal. Me gustó la forma que tuvo de reaccionar con una sonrisa muy bonita, siendo hasta un gesto tímido al agachar ella un poco la cabeza. Ya corrigiendo tatuajes, su compañero me confesó que le había contado lo ocurrido conmigo y para hacerlo se tuvo que remontar a lo primero, a mi encuentro sexual con Raquel en su casa cuando yo aún estaba un poco de aquella manera todavía.

No fue algo que me molestara que hiciera particularmente, pero no se lo conté a él por si le sentaba mal que yo hubiera conseguido irme con ella a la cama cuando él lo había intentado muchísimo más que yo. Tan solo me echó en cara que no se lo contara, aludiendo a la confianza que teníamos. Yo le expliqué el motivo de no haberlo hecho y él le restó importancia diciendo que tampoco estaba enamorado de ella como para haberse molestado por aquello. Una vez aclarado el tema me dijo que estaba flipando con Raquel por lo que había hecho conmigo, pero más aún con el trío que se montó con su novio y con Eva. Se lamentaba de no haber tenido él la suerte de acabar de la misma manera que nosotros, pero tampoco le importaba tanto. Era una chica que le atraía enormemente, pero tampoco estaba enfadado o picado por no haber conseguido nada con ella.
 
Capítulo 479

Ya al irme, Eva me interceptó, diciéndome de hablar un poco en su sala. Así que después de pagar y coger su compañero a otro cliente, me fui con ella, que estaba libre para charlar.

-¿Ya no estás enfadado? -me preguntó sentándose en su taburete.
-No. Solo fue en el momento.
-Menos mal. Me sabía mal haber acabado así contigo.
-Ya. Es que a veces tengo un pronto algo fuerte. Pero se me pasa pronto.
-Guay.
-¿Cómo fue la cosa con Raquel?
-Uff... Muy bien en realidad. Es que lo del trío estuvo bien, pero...
-¿Pero?
-Es que yo quería follar con ella. El novio me estorbaba, jajajaja.
-Jajajajajaja.
-El tío muy sobón de primeras, pero luego ya estuvimos más centrados los dos en Raquel que otra cosa.
-¿Y ella?
-¿Ella? Flipando. La tuvimos bien servida. Siempre estábamos estimulándola. En plan, yo se lo comía y ella se la comía a su chico, o yo le comía las tetas y su chico se la follaba... Se corrió muchas veces.
-Imagino.
-Estuvo muy bien la cosa en realidad.
-¿Y tú con el novio nada?
-Es que a mí no me interesaba mucho. Que si, que está bueno y es guapete, pero es su personalidad. Demasiado chulito.
-Yo también lo soy un poco. O eso me dijiste.
-Pero es diferente. Tú tienes tu rollo y eso me gusta. Eres juguetón y haces sentir cómoda a la chica. Así me sentí yo contigo. Éste se cree superior. ¿Sabes por dónde voy?
-Sí.
-Pues eso. Y a mí así, pues se me quitan las ganas, la verdad. Además, Raquel estaba muy nerviosa. Que lo entiendo, porque era su primera vez con una chica y además, estando con su novio y siendo celosa.
-Yo es que aún no entiendo cómo siendo celosa te mete en la cama con él...
-Por compensar los cuernos que le puso contigo. Por eso.
-Ya.
-Pero es que ella lo tenía estudiado.
-¿Por?
-Luego me lo confesó. Me dijo que había decidido hacer el trío porque sabía que yo no era el tipo de su chico. Entonces pues no se fijaría tanto en mí y así valoraría más a Raquel.
-Joder...
-Me molestó un poco, pero bueno. Me follé a Raquel. Mereció la pena.
-¿Pero follar, follar?
-Sí. Bebimos un poco mientras estábamos ahí dale que te pego y al final se soltó bastante. Su novio también le pedía que hiciera cosas conmigo.
-¿Cómo qué?
-Mira, yo se lo comí a ella. Ella me tocó a mí. Pero tocarme bien, no en plan para salir del paso. Lo hacía bastante bien.
-Tendrá práctica de cuando su novio se va unos días a ver a la familia.
-Seguramente. También follamos haciendo la tijera, pero ella no me lo comió. Me quedé con las ganas.
-Vaya.
-Y con el novio, poco hice. Se la comí un buen rato y ya está. Él no me lo comió, porque le gusta mucho besar. De hecho, lo estuvo haciendo con las dos durante todo el polvo. Pero Raquel le dijo que si me lo comía, que no le iba a besar.
-Ah, que le daba asco.
-Claro, por eso no me lo comió tampoco. La verdad es que me daba bastante igual que no me lo comiera su chico.
-¿Y no te quedaste con las ganas de follártelo?
-No. Para nada.
-Pues sí que tiene que ser un capullo como para que lo quisieras hacerlo.
-Pues sí. Lo es.
-Pero te veo contenta.
-Sí, sí. Lo estoy. Mucho. Raquel me encanta. Quiero ver si me puedo ir con ella a solas a la cama.
-Vaya... La que no repetía...
-Es que Raquel es Raquel. Pero no te preocupes, que a lo mejor tú también corres esa suerte. Si quieres...
-Bueno... Me lo pensaré.
-Jajajajajaja. ¿Ves? Tienes tu rollo. Me encanta.
-Sí, sí. Pero que te lo tendrás que ganar.
-Mmm, vale. Un jueguecito. Me encanta. Ya me contarás de qué se trata.
-Te veo con muchas ganas de volver a hacerlo conmigo.
-Pues claro. Te eché de menos en ese trío. Yo también me había hecho a la idea de que seríamos nosotros tres, pero al final nos llevamos un chasco.
-No sé cómo no puedes atraerle al tío ese para que no te diera lo tuyo...
-Ya. Él se lo pierde. También es por Raquel. Se cortaría o algo.
-Tienes un cuerpo bonito. Algo más delgada de la cuenta quizá, pero estás muy bien. Y te has cambiado el pelo. Ahora lo tienes verde.
-Sí, jajajaja. Me gusta ir cambiando poco a poco.
-Mmm...
-¿Qué pasa? Jajaja.
-Nada. Estoy pensando cosas.
-Uy... Qué peligro tienes.
-Nah. No mucho.
-Por cierto, ¿quieres saber cómo ha acabado la cosa entre Raquel y su novio?
-Venga, va.
-Pues ella le contó todo y él también le dijo que algo había pasado. Aunque ella sospecha que ha sido más de una vez. Él le ha jurado que solo fue una, pero ya ves.
-¿Y qué tal?
-Pues me ha contado que no fue agradable. Empezaron a salir problemas y reproches al tratar de saber por qué lo habían hecho cada uno y tal...
-Normal.
-Al final han decidido darse un tiempo.
-No me sorprende.
-Para pensar un poco lo que quieren hacer y tal. Yo creo que esa relación está herida de muerte.
-Seguramente.
-¿Vas a hablar con Raquel?
-¿Yo? ¿Para qué?
-¿Pues para qué va a ser? Jajajaja.
-Qué va. Paso de líos. Por suerte no estoy falto de chicas con las que pasarlo bien. Aunque mi horario de trabajo a veces me fastidia, pero los fines de semana aprovecho.
-Como tú veas. Yo voy a intentar acostarme con Raquel otra vez. Porque ya te digo yo que su novio se va a follar a toda la que pueda en este tiempo que se han dado.
-Ya, eso seguro.
-Entonces, pues no me da nada de pena.
-Pues a ver si tienes suerte y lo consigues.
-Lo mismo la convenzo de hacer un trío entre nosotros.
-Nada. Olvídate. Prefiero no meterme ahí.
-Cómo quieras.

No tardamos mucho en despedirnos al pasar a hablar de otras cosas para ver cómo nos iba en general. No me desagradaba para nada haber hablado con ella y llegar a ese buen rollo que teníamos de nuevo. Hasta se podía volver a dar un acercamiento entre los dos, cosa que para nada iba a rehuir, porque la chica estaba bastante bien y ya había probado a hacerlo con ella y sabía moverse bastante bien, además de que era muy divertida. Pero pensaba jugar con ella un poco para ver si estaba interesada realmente en volver a verse conmigo de esa manera. Quería ver si era capaz de pasar por el aro con tal de quedarse contenta. Haber hablado con ella era algo parecido a lo que pasó con Mónica. Había acabado bastante regular con ambas por mis enfados con las dos, pero habiendo pasado la tormenta, todo estaba más tranquilo y estaba dispuesto a tener un buen trato con ambas.

Lo que seguía siendo igual era la falta de sexo en días laborales. Pero es que tampoco tenía oportunidad de cambiar aquello, porque por la mañana me pasaba gran parte haciendo ejercicio entre las idas al gimnasio y las salidas a correr. Por la tarde más difícil todavía al estar trabajando y ya cuando era de noche me sentía algo cansado al seguir con el mal sueño y al gastar tanta energía. Además, con Andrea en casa me cohibía un poco a la hora de hacer nada con ninguna chica allí, en especial desde la pillada clara que me hizo, aunque reconozco que aquello me puso bastante. Pero yo me aliviaba de otras maneras en las que ella era la protagonista, en gran parte por ser la persona con las que más tiempo pasaba al vivir con ella y verla todos los días, ya fuera para desayunar, almorzar y reposar un poco, o para cenar y después echar un rato ayudándole en lo que necesitara o simplemente viendo una película o serie cuando se saturaba de tanto estudiar.

Y eso que quizá sí que tuve alguna oportunidad con Mónica, con la que me empecé a mensajear de noche de vez en cuando. A ella le servía para despejarse un poco del trabajo, y a mí también. Aunque era cierto que la notaba algo tímida. Seguramente por no querer cagarla conmigo de nuevo, pero eran conversaciones fluidas y agradables, sin ser demasiado extensas tampoco, limitándonos a hablar de cosas triviales solamente. Aunque uno de esos días me sorprendió preguntándome si me animaba a salir con ella el fin de semana. No me esperaba mucho que me saliera por ahí, esperando yo que se marchara con sus nuevos amigos, pero acabé aceptando, pues no tenía ningún plan para aquel fin de semana que se presentaba bastante tranquilo en principio.

El fin de semana empezó con la marcha de Andrea a su casa. El viernes a media tarde se marchó en autobús pese a que le dije que la podía llevar yo cuando saliera de trabajar a las 9, pero no me quería ocasionar ninguna molestia de la que yo le dejé claro que no me hacía ninguna. Ella, aun así, para agradecerme el gesto se preocupó de dejarme prepara la cena para aquella noche e incluso algo de comida para el fin de semana y que así yo no tuviera que cocinar. Mónica me preguntó si me iba con ella y con unos amigos para almorzar fuera tomándome una cerveza en mi ciudad, pero le dije que no podía, porque tenía una clase que dar, así que quedamos en vernos por la noche. El problema fue que ya pasaba un cuarto de hora de las 10 y Rebeca no aparecía. Decidí esperar un poco más antes de preguntarle por mensaje. Quizá había tenido algún problema con el transporte, pero cuando ya pasaban 20 minutos de las 10, sí que decidí preguntarle. Pero no hizo falta, porque justo llamó a la puerta.

Me dio por pensar que a lo mejor se había arrepentido de acostarse conmigo y que había decidido poner tierra de por medio cortando las clases extra. Era consciente de que me había dicho que no quería dejar por nada aquellas clases que a su parecer le estaban funcionando tan bien, como así veía yo, pero su tardanza me hacía pensar otra cosa. Aunque la mayor sorpresa me la llevé al abrir, pues me la encontré de una manera tan diferente a como solía verla, que tuve que mirarla bien durante unos segundos para corroborar que era ella. Y es que, lejos de ir como siempre, ahora traía su cara maquillada con unos labios rojos de color intenso, además de su raya de ojos con rabillo incorporado. Además, iba con un vestido ceñido de color rojo también, el cual dejaba a la vista un buen escote y marcaba sus tetas de una manera tan sexy que parecía las de una milf. No fue algo de lo que me percatara en el momento, pues llevaba una cazadora vaquera, pero al quitársela sí que pude ver ese detalle. El vestido era bastante bonito al ser entallado por la parte de arriba, pero teniendo una falda de vuelo con pliegues, la cual le llegaba hasta las rodillas. También llevaba unas sandalias negras con bastante tacón, haciéndola mucho más alta de lo que en realidad era.

Todo aquello me puso bastante nervioso, porque estaba impresionante, haciéndome pensar de nuevo en aquello de que sobresalía entre las chicas de su edad. Quizá no tanto por la altura que tenía cuando iba con calzado plano, pero sus curvas tan sensuales me hacían pensar que estaba frente a una chica de mi edad más que con una de 19 años. Sabía que iba a ser una clase que me iba a costar dar, porque me estaba poniendo nervioso entre lo guapa que venía y el perfume tan embriagador que se había echado. De primeras, la clase fue bastante normal, disculpándose ella primero por haber llegado tarde y diciéndome que efectivamente había sido por el transporte. Rebeca me preguntaba dudas y hacia los ejercicitos que le ponía después de las explicaciones mientras yo le corregía lo que le había mandado el fin de semana anterior.

Pero ya cuando llevábamos casi una hora y media de clase me empezó a hablar preguntándome si mi compañera de piso no estaba en casa al ver que estaba todo muy tranquilo y que no oía nada. Yo le dije que se había marchado ese fin de semana a casa para estar con la familia. También me preguntó si no tenía ningún plan con mis amigos, porque tampoco veía indicios de que estuvieran por ahí. No me molestaba que me preguntara de esas cosas, pues lo veía como aquellas clases que tenía con Andrea y que nos permitían profundizar en la otra persona al tener más intimidad por estar los dos solos, así que yo le respondía, sin dar tampoco mucho detalle del plan que tenía para la noche. Ella me contó que tenía una comida familiar, que por eso se había puesto así de guapa y que además le habían quitado los brackets, como me mostró al sonreír con fuerza para que viera lo bonitos que se le habían quedado los dientes.

Entre una cosa y otra, ella se acabó calentando y me empezó a mirar con más intensidad. Con esos ojos oscuros y tan penetrantes. También lo hacía por mis labios y yo ya no pude más. Esta vez fui yo quien empezó el beso, porque me acerqué a ella para dárselo, aunque Rebeca no me hizo ascos, pues pasó sus manos por detrás de mi cuello para acomodarse. Pero yo venía de varios días de sequía y la veía tan impresionantemente guapa que necesitaba más, por eso tiré de ella para ponerla sobre mí, riendo ella por la brusquedad con la que lo hice seguramente. Ahora sí que tenía mejor acceso a todo al tenerla sentada sobre mí con una pierna a cada lado, poniendo mis manos en su culo para empezar a tocárselo, aunque fuera por encima del vestido. Oler su perfume de su piel directamente al besar su cuello me hacía estremecer, y sus pequeños gemidos hacían que me viniera a arriba.
 
Capítulo 480

Por eso colé mis manos por dentro de su vestido, notando que llevaba un tanga al no llegar panties ni nada que me estorbara al tocar su piel directamente. Ella rio al oírme lanzar un pequeño gemido por darme cuenta de ese detalle. Yo también me reí, porque me gustaba verla así a ella, creyendo que iba a ser la cosa más incómoda entre nosotros desde que nos habíamos acostado el fin de semana anterior. Pero por suerte no era así. Tan encendido estaba que tras unos segundos besándola, la eché hacia atrás para correr los tirantes de su vestido y bajárselo, encontrándome con un sujetador muy bonito, rojo y de encaje que se camuflaba bien al ser el vestido del mismo color. Con algo de rudeza nuevamente, le saqué sus maravillosas tetas para dejarlas descubiertas, pero por encima del sujetador. Eran impresionantes y sus pezones se mostraban ya duros, perfectos para ser comidos, cosa que hice al instante al verlos así.

Rebeca reía de forma risueña al verme así de desbocado, pero con esta chica no era para menos. Aunque poco a poco dejó de reírse para empezar a murmurar y luego a gemir. Sus tetas eran una delicia tanto visual como culinarias, porque me estaba dando un festín con ellas. Pero de nuevo, necesitaba más, por lo que aparté un poco nuestras cosas para subirla encima de la mesa. La miré un poco a los ojos y ella hizo lo mismo conmigo. Esos ojos eran mágicos también. Por eso me lancé a darle otro beso, pero fue algo breve, pues en nada me volví a sentar para abrirla bien de piernas. Al hacerlo me encontré con su tanga rojo a juego con su sujetador. Ella me miraba ahora con cierta timidez en su rostro, pero eso no me iba a frenar para llegar a donde tenía previsto hacerlo. Hasta se entreveía su pubis al igual que pasaba con sus pechos.

En esta ocasión sí que se veía que estaba bien rasurado. Una lástima, porque yo lo prefería de otra forma, como tantísimas veces he dicho ya, siendo una de ellas a ella precisamente, pero se ve que estaba más cómoda así, pues comprobé cómo iba perfectamente depilada al correr su prenda íntima a un lado. Su bonito coño desprendía un olor muy agradable e embriagador, oliendo aun así a sexo, pero me resultaba muy agradable y me excitaba muchísimo. También noté cómo estaba lubricando un poco, tanto al apartar su tanga al encontrarlo húmedo, como al ver directamente su coño algo brillante. No perdí mucho más el tiempo y me lancé a comérselo, porque no podía tener más ganas. Ella me recibió con un gemido bastante alto, cosa que me sorprendió, pues esta vez no fui rudo, aunque sí que pasé mi lengua por toda su raja, abarcando lo máximo que podía de ella.

Cuando seguí haciendo aquello al pasarla varias veces más, Rebeca se estremecía y se movía inquieta, forzándome a agarrar sus piernas un poco para que me dejara hacer mejor. Le metí mi lengua en su orificio de reproducción en varias ocasiones, haciendo una pequeña penetración con ella y luego ya me centré en su clítoris. Ella se agarraba las tetas, apretándolas, pero no la dejé hacerlo durante mucho tiempo, porque quería hacerlo yo también. No tardó ni 2 minutos en deshacerse en mi boca con sus piernas temblando y pasando luego a apretar mi cabeza con ellas mientras me agarraba del pelo con una mano y tiraba del él. Lanzó una serie de gemidos altos que fueron perdiendo fuerza a medida que su orgasmo se iba agotando. Ella se quedó tumbada sobre la mesa con sus brazos estirados, relajándose. Yo mientras tanto esperaba a que se recuperara con sus piernas aún sobre mis hombros, dándole algún beso por sus muslos o por sus ingles, haciendo que se estremeciera al entrar en contacto con esa zona.

Una vez se recuperó, se incorporó medio tapándose las tetas, haciéndome gracia el gesto a esas alturas, provocando un poco su risa también. No hizo falta que dijéramos nada para que el otro supiera cuánto nos había gustado lo que acababa de pasar, pero quería asegurarme de que quería seguir, por eso le pregunté si quería que fuéramos a mi habitación. Ella asintió con timidez y yo me puse de pie, marcándose bastante mi erección, con ella mirándola, aunque no dejé que lo hiciera durante mucho tiempo, pues la cogí en brazos así conforme estaba para llevarla a mi habitación. Una vez llegamos, la dejé con delicadeza sobre la cama y me quité la sudadera. Rebeca se ruborizó un poco al verme con el torso desnudo. Me gustaba ver esas cosas en ella, pues le daba un toque tierno que me gustaba. Pero no podía esperar mucho más, porque yo aún no había hecho nada para sentir algo parecido a lo que sintió ella hacía nada.

La desnudé lentamente y con cuidado, quitándole las sandalias, descalzando sus bonitos pies, los cuales llevaban las uñas pintadas de negro, al igual que sus manos. De la misma manera, le retiré el vestido y luego su ropa interior, dejándola sobre la silla de mi escritorio. Esta vez, ella tomó un papel más activo al sentarse en la cama cuando me acerqué de nuevo a ella, empezando a desnudarme. Me quitó el cinturón y luego me desabrochó el pantalón, terminando con los boxers. Ella optó por tirarlo todo al suelo, agarrando una de mis manos cuando terminó para que me tumbara a su lado. De nuevo, nos empezamos a besar, con su pintalabios ya corrido por el magreo de antes, pero más se pondría con los besos que nos volvíamos a dar. Eran besos acompañados por muchas caricias que cogían cada vez más intensidad, pasando a ser tocamientos.

Pero como he dicho, ella estaba más activa, por lo que me puso boca arriba para besar mi cuerpo, bajando por mi pecho hasta que llegó a mi polla. La agarró con fuerza y me la empezó a menear mientras me miraba fijamente a los ojos. Poco a poco cogía velocidad su trabajo manual hasta que llegó un punto en el que lo hacía con mucho brío, aunque no me notaba cerca de acabar. No tardó mucho en metérsela en la boca, llevando esta vez más cuidado que hacía una semana. Parecía haber practicado, pues ahora no me rozaba para nada con sus dientes y me estaba gustando bastante cómo lo hacía. Era maravilloso verla así de suelta y con sus tetas colgando por la postura. Hasta parecía que tragaba más que en la primera mamada que me hizo, aunque yo le ayudaba al recoger su lisa melena con mis manos para hacerle una coleta y de paso empujar ligeramente su cabeza hacia abajo.

No me llegó a provocar el orgasmo con ese sexo oral que me hizo, más que nada, porque parecía llevar prisa para que folláramos. Seguro que si hubiera seguido un poco más así me hubiera hecho llegar. Rápidamente me pidió un condón y yo se lo di al cogerlo de la mesita. Con nerviosismo y algún que otro temblor lo abrió para ponérmelo ella misma y montarse en mi polla en cuanto acabó de enfundármelo. Lanzó un suspiro a medida que se iba clavando mi polla hasta dejarla dentro por completo. Tras unos segundos se empezó a mover hacia arriba y hacia abajo para comenzar una buena follada que yo me concentraba en disfrutar. La verdad es que la veía casi igual de nerviosa que la primera vez, pero estaba encantado con cómo de decidida estaba.

Pero yo también quería participar en la follada, así que por momentos la agarraba de las caderas para ser yo el que se moviera y darle así placer. Ver sus tetas rebotar por los movimientos me tenía extasiado, porque eran unas tetas preciosas que no podía dejar de mirar. Y cuando lo hacía era para ver su cara de placer y ponerme más malo aún. Hicimos alguna que otra postura más, como ella estando a cuatro y yo empujando desde atrás, pero volvimos a la inicial en la que ella se puso sobre mí para montarme. Se esforzaba en follarme bien, pero se notaba que ella estaba cerca de acabar y a mí me quedaba aún un poco. Quizá no es algo que haya recalcado, pero hacerlo con y sin condón es un mundo y evidentemente hacerlo con la goma resta sensibilidad y eso me solía retrasar bastante el orgasmo. Y no era por falta de excitación, ni mucho menos, pero para ellas era mucho más fácil que para mí llegar al orgasmo haciéndolo así.

Por eso ella se acabó corriendo con un grito al moverme yo manteniéndola sujeta de sus caderas, dando fuertes embestidas desde abajo. Cuando llegó, paré y ella se mantuvo quieta hasta que poco a poco se venció sobre mí para quedar por completo sobre mi cuerpo con su cara sobre mi hombro de lado. Esperé unos segundos y ella me susurró un "qué bien" que me volvió a encender, aunque al parecer tenía prisa, pues me preguntó dónde me quería correr. Tenía claro dónde era el lugar en el que más me gustaba hacerlo, pero por algo estábamos usando condón, así que descarté hacerlo dentro de ella, por lo que fui a la segunda opción que tenía en mente con ella, sus tetas. Al decírselo, ella bajó por mi cuerpo para quitarme el condón y chupármela un poco más, pasando a ponerse sentada en la cama y tirando de mí para que me pusiera de pie.

Me la empezó a menear con la mano con fuerza, tal y como lo hacía antes de empezar el polvo, pero al ver que no terminaba de conseguir hacerme acabar, optó por escupir en mi polla y atraparla con sus tetas para hacerme una cubana. Aquello me encantó y se lo dije tal cual, apremiándome ella subiendo la intensidad. No le hizo falta mucho más para ordeñarme al hacerme aquello de una manera muy acertada mientras me miraba de esa manera tan intensa y siendo lo guapa que era. Descargué varios chorros sobre sus tetas cuando le avisé, soltándome y acabando yo la faena. Nos quedamos unos momentos sobre la cama los dos, con ella jugando con mi semen sobre sus tetas hasta que le pasé papel para que se limpiara, aunque le dije que podía pasar al baño si lo necesitaba para lavarse o darse una ducha directamente.

Y eso hizo, pues estuvo un rato en el baño en lo que yo me vestía de nuevo y recogía, marchándome al salón para recoger también todas nuestras cosas, porque con la tontería era pasada la 1 de la tarde y nuestra clase se había acabado, además de que tenía una comida familiar según me dijo. Al poco apareció vestida y maquillada perfectamente al dejarle yo el bolso que traía en la habitación, decidiendo darle un poco de intimidad. Estaba de nuevo guapísima, como si no hubiera hecho nada. Ella seguía un poco cortada, cosa que veía normal, aunque no se me hacía tan tímida como aparentaba serlo ahora, pero decidí romper el hielo para que se relajara.

-Si llego a saber que ibas a venir así de guapa y que íbamos a acabar de esta manera, me hubiera arreglado más.
-Jajajaja. Da igual. Ha sido improvisado.
-Bueno, si quieres... Alguna vez nos ponemos de acuerdo y lo podemos hacer de otra manera.
-Mmm... Bueno... Seguro que estás muy guapo arreglado.
-Pues esta noche salgo. ¿Te apuntas? Seremos varios.
-¿Es con tus amigos?
-No. Es con otros.
-Es que sin conocer a nadie de nada me da palo.
-No te hacía tan tímida.
-Ya...
-Yo tampoco los conozco, ¿eh? Solo conozco a una chica. Hemos dicho de salir a tomar algo y me he acoplado con sus amigos.
-Ah... Bueno. Pues lo dejamos para otro día.
-Como quieras, pero quería que me vieras bien vestido y eso.
-Pues luego me mandas una foto, jeje.
-Vale. Oye, la clase...
-No te preocupes. Entre que he llegado tarde y... Se nos ha ido un buen rato, pero no importa. Yo creo que la cosa va bien.
-Va muy bien en realidad. Se nota que te estás esforzando.
-Qué bien.

Nos despedimos con dos besos y ella se marchó. Yo me quedé sentado en el sofá bastante contento por cómo iba la cosa con ella. No consideraba que fuera a ser una follamiga, pero si veía posibilidades de que volviéramos a acostarnos alguna vez más. Y el salto en calidad entre el primer polvo y este que acababa de tener lugar era muy grande. Y eso me hizo hacerme ilusiones de que el próximo polvo que echáramos sería incluso mejor. Pero tenía que tener cabeza y no sacar la cosa del tiesto. No quería que corrieran rumores por la academia por mucho que ella me dijera que no iba a decir nada. No dejaba de ser una niña todavía en ese aspecto y se podía ir de la boca con suma facilidad. O incluso en su instituto, el cual estaba en la ciudad en la que vivía en ese momento. Nada me aseguraba que el boca a boca no llegara hasta donde trabaja y eso sí que lo veía un potencial problema.

Tampoco me comí mucho la cabeza, pues tenía pensado hablarlo con ella seriamente en cuanto tuviera ocasión. Pensé hacerlo el sábado siguiente, pero quizá era dejar pasar demasiado tiempo y podría haber una fuga, por lo que a lo mejor la llamaba para aclararlo bien. Lo estuve pensando durante unos minutos y decidí hacerlo al día siguiente estando ya más tranquilo en casa después de haber salido y demás. No quería ser pesado con ella y pensaba que dejando pasar un día no me vería agobiante, así que le mandaría la foto que me dijo por la noche para que me cogiera más confianza y ya al día siguiente hablaría con ella.

Después de comer me habló Mónica para ver cómo lo haríamos para quedar, quedando al final en que me pasaría a por ella a eso de las 11 de la noche para irnos de fiesta directamente, así que aquella noche me pedí algo para cenar tranquilamente, porque ya me había comido gran parte de lo que Andrea me había dejado preparado. Evidentemente le di las gracias una vez más por el gesto y por haber hecho algo más para que tuviera preparado de más por si acaso, porque como si supiera mis planes, también había otro plato de comida, el cual me pensaba comer el domingo, porque seguramente no estaría con muchas ganas de cocinar después de haber salido de fiesta. Andrea me respondió con un emoji de una cara muy sonriente, saliendo con que quien estaba agradecida era ella por permitirle vivir allí de gratis y ser tan buen compañero de piso.

Aunque antes de cenar dediqué la tarde a viciar con el grupito de amigos al ir a la tienda. Fue un rato que se me pasó volando por lo bien que me lo pasé, tanto por su compañía como por jugar a aquel juego que tanto me gustaba, aunque en esta ocasión fue algo más ligero que las últimas veces, pero igualmente me lo pasé genial. Una vez llegué a casa y acabé de cenar fui a darme una ducha para arreglarme sin prisa, porque no la tenía en realidad, ya que aún era temprano, así que me esmeré bien en ponerme guapo al estar peinándome la barba durante un buen rato, siendo cada vez más laborioso conforme pasaba el tiempo, aunque ya tenía el truco pillado. Me vestí con una camisa esta vez sin nada encima, pues ya no iba haciendo tanto frío y unos vaqueros ajustados. También me puse el reloj que me regalaron mis amigos y me veía muy bien al mirarme al espejo en general, aunque las ojeras no se me iban ni para atrás.

Cuando acabé me eché un par de fotos con la intención de enviárselas a Rebeca, aunque también lo hice por el grupo de amigos más cercano. Incluso me animé a mandarle alguna a Fátima, aunque no recibí respuesta en el instante de ella ni de mis amigos. Ni siquiera de Rebeca la recibí. Supuse que todos estaban a sus cosas o que habían salido como estaba a punto de hacer yo. Así que tras un rato salí de casa para ir a la de Mónica, dando un paseo porque aún iba muy bien de tiempo. En cuanto llegué, me abrió, dándome dos besos y diciéndome que estaba muy guapo, aunque ella aún no había acabado, por lo que me hizo pasar para que me pusiera cómodo mientras ella terminaba. Cuando salió me quedé bastante sorprendido, pues me recibió con una bata al haber salido de la ducha, con una toalla liada a la cabeza, además. Pero ahora estaba muy diferente.
 
Capítulo 481

Para empezar, llevaba su pelo diferente al tener una melenita que le llegaba a los hombros, con su pelo algo ondulado. Un peinado bastante familiar para mí y le quedaba espectacular. Le realzaba mucho su belleza y lo cierto es que me gustaba más así que cuando la conocí con su melena más larga. Llevaba un ligero maquillaje que ni siquiera necesitaba de lo guapa que era, aunque le quedaba muy bien también. Y para rematar, cómo iba vestida. Llevaba un vestido, pero no como los que le había visto previamente. En esta ocasión no era tan ajustado ni tan llamativo. Era más normal por decirlo de alguna manera, pero muy bonito, aun así. Para terminar su atuendo, llevaba unos tacones negros de aguja muy altos, los cuales les permitía quedar relativamente cerca de mi altura.

Se sentó un poco a mi lado para hablar conmigo de lo típico, pues tampoco nos conocíamos tanto en realidad. Bueno, ella a mí sí por todo lo importante que había pasado en los últimos meses de su vida, y también es verdad que yo sabía alguna cosa que otra importante acerca de ella, como cuando se enamoró de uno de sus pacientes, no terminando demasiado bien la cosa para ella. Pero aparte de aquello, no conocíamos gustos, aficiones y cosas por el estilo. Así que estuvimos hablando durante un rato, pero no mucho tampoco, pues habíamos quedado con sus amigos y no quedamos hacerles esperar. Aunque en realidad me encontré con que solo venían tres personas más, dos chicas y un chico. Eran una pareja, aquella que la habían dejado tirada cuando me la encontré en la calle y nos acabamos yendo a su casa y otra chica más de su grupo de amigos que cada vez había ido menguando más por las idas y venidas por las diferentes oportunidades que se presentan en la vida.

Según me contó, aquella chica y aquel chico que la habían dejado plantada para follar habían consolidado una relación y ahora eran pareja de verdad. Aunque al estar empezando, pues se pasaban todo el día así, cosa que sabía yo de primera mano al haberlo experimentado hacia un año atrás. La otra chica era un poco cabra loca y puedo decir con total seguridad que Mónica era la más atractiva de las tres. De cara las superaba de lejos a las otras dos y de cuerpo casi que también, pues pese a ser una chica larguirucha y sin nada de pecho, seguía teniendo su atractivo con ese bonito culo y largas piernas. Las otras dos tenían más pecho, aunque una de ellas las tenía más bien normalitas y la otra sí que las tenía más grandes, pero se le notaban caídas. Pero eso tampoco significa que no fueran agradables de ver.

No tenía ningún compromiso con Mónica ni nada parecido, pero por dentro agradecí que las otras chicas fueran normalitas para no estar más pendientes de ellas que de otra cosa. Y lo cierto es que varios chicos y alguna que otra chica se fijaban bastante en Mónica. Y ya digo que no era para menos por lo guapa y atractiva que iba. No iba en plan provocadora como las otras ocasiones que la había visto, pero aun así estaba despampanante. Aunque lo que más me llamaba su atención era su nuevo corte de pelo, que si bien es verdad no me llegó a recordar nada en especial, sí que me ponía nervioso por la similitud. Además, le quedaba tan bien, que se lo comenté en un par de ocasiones, con ella agradeciéndomelo con una sonrisa.

La noche fue bastante bien en general, pues sus amigos eran muy extrovertidos y se hacía muy fácil entablar conversación sin parar de hablar más allá de cuando íbamos a por otra copa o al baño. Aunque la amiga soltera se nos descolgó al par de horas al encontrarse con un grupo de amigos de la universidad. Así que nos quedamos la pareja, Mónica y yo juntos, aunque también íbamos un poco a nuestra bola cuando decíamos de bailar un poco. También hablamos un poco más en ese lugar en el que estuvimos, aunque con la música tan alta nos costaba mucho comunicarnos. Por eso Mónica se acercó a la otra pareja para hablar con ellos y decirles que los íbamos ya, porque queríamos estar más tranquilos. Además, eran ya casi las 3 de la mañana y ambos llevábamos encima una semana larga, más ella que yo seguramente. Aun así, se acercaron y nos despedimos bien, con un apretón de manos con él y dos besos con ella y nos marchamos.

De camino íbamos los dos riendo bastante. Tampoco íbamos borrachos, pero sí con ese punto al haber tomado alguna que otra copa. Aunque ella se arrimó más a mí por ir tan en cuerpo y al seguir refrescando aún por la noche, así que le pasé un brazo por encima y al final acabamos yendo a mi casa por pillarnos más cerca. Al entrar le pregunté si quería algo y nos decidimos a tomar una copa más, así que las preparé rápidamente en la cocina y las serví en la mesa del salón, aunque la que estaba junto al sofá para que ambos pudiéramos estar más cómodos. Ahora sí que nos empezamos a conocer más por lo que estuvimos hablando, echando así un buen rato. Aunque llegó un punto en el que ella se descalzó, porque decía que ya no podía más después de estar toda la semana con ellos puestos y ahora con estos más altos aún.

También es verdad que durante aquel rato hacía alguna mueca de vez en cuando y se acariciaba los pies para tratar de masajearlos. Parecía estar cómoda una vez se los quitó, pero yo, ya bastante desinhibido por la bebida que llevaba encima, le propuse darle un masaje en ellos para calmárselos. Ella rio diciendo que no hacía falta, pero como le insistí, se dejó llevar y puso sus piernas sobre mi regazo. Empecé a masajear sus pies en los que no había llegado a reparar bien del todo, encontrándolos bonitos. Ella se relajó llegando a ponerse más cómoda en el sofá. Tanto, que el vestido se le levantó y se le podían ver las bragas. De color blanco, aunque no sabía si era un tanga o unas normales. Lo que sí juraría es que se le marcaban los labios vaginales, por eso me empecé a poner nervioso, aunque más que eso, excitado.

-No sé cómo podéis ir con unos tacones así, la verdad. Que sí, que son muy bonitos y todo lo que tú quieras, pero es que da la impresión de que os vais a matar con eso.
-Jajajajaja -reía con ganas-. No es tan difícil andar con ellos, hombre...
-Joder que no. Me subo yo a eso y en menos de 5 minutos me abro la cabeza.
-Jajajajaja, pero porque nunca lo has hecho.
-¿Y cuándo empezaste a usarlos no te daba miedo?
-Pues no, jajaja. A ver, es que yo empecé con unos más normales y poco a poco pues me animaba a usar unos más altos. Pero nunca me he caído ni nada.
-Ahora es que los llevas todo el tiempo. Es como una parte más de ti.
-Como tú con tu barba, ¿no?
-Jajajaja. Pues mira... Aunque nunca me la había dejado así en realidad. Siempre la he tenido bien recortada y normal.
-Imagino cuándo te la dejaste.
-Sí. Seguro. No fue nada que decidiera. Simplemente me dejé mucho en general. Ya lo sabes. No me cuidaba nada. Perdí mucho peso, no me cortaba el pelo, me dejé la barba...
-Ajá. Pero ahora estás mucho mejor. Solo hay que verte.
-Eso me dicen.
-¿Y tú no lo ves así?
-Sí. Me veo bien cuando me miro al espejo.
-¿Y cuándo te miras por dentro?
-¿Esto es una sesión? Jajaja.
-Noooooo, jajaja. Solo estamos hablando.
-Bueno... Digamos que he estado mejor, pero también he estado peor. Mucho. No me quejo en general. Tengo unos buenos amigos que están ahí y mi vida se ha encarrilado otra vez.
-Me alegro mucho por ti.
-Ha sido duro llegar hasta aquí, pero ahora lo veo todo diferente. Y hasta lejano podría decir.
-Eso es muy normal, Javi -dijo incorporándose para quedar sentada con las piernas cruzadas, aunque ya sin vérsele nada-. Cuando algo así pasa parece que se acaba el mundo. Y no digo que sea así, porque cada uno pasa el duelo de manera diferente, pero la vida sigue y conforme pasa el tiempo, el corazón va sanando.
-Pero he tardado mucho en...
-Cada persona es un mundo. Ya te lo dije. Hay quien se recupera en dos días, en una semana, en un mes. A ti te ha costado un poquito más, vale. Pero has salido de ahí, y eso es lo importante.
-Eso es verdad. Aunque no me veo con ganas de empezar nada parecido de nuevo.
-También es normal. Hay quien necesita estar con gente para poder pasarlo. O que necesita ese calor de tener a alguien más especial y por eso a los dos días ves a esa persona con alguien. Pero también hay quien necesita sanar bien y prefieren esperar una temporada.
-¿Y tú? ¿Qué clase de persona eres en ese aspecto?

Mónica se quedó un poco pillada por mi salida, llegando a echarse un poco hacia atrás, pero aquello no le impidió responderme.

-Yo... Pues soy un poco como tú. A ver, es que mi situación es un poco delicada.
-¿Por?
-Porque desde que me pasó aquello que te conté... ¿Te acuerdas?
-Sí.
-Pues es que pongo muchas barreras.
-¿Por qué?
-Porque me da miedo pasarlo así de mal otra vez. Es que fue algo muy doloroso. No solo enamorarme sin ser correspondida, sino todo el proceso en sí también. Ya te conté que pasé mucho tiempo con él por recaídas que tenía y eso.
-Ajá.
-Y verlo así me mataba. Me ponía muy triste. Abrazarlo cuando se dormía era muy reconfortante, pero llegó un punto en el que me estaba enamorando con tanta fuerza que no me imaginaba que algún día se fuera a ir de mi vida. Por suerte, él pudo superar todo aquello y me lo agradeció muchísimo, pero no pasó nada.
-¿Pero él sabía que tú estabas...?
-No. Nunca se lo dije.
-¿Por?
-Porque éramos paciente y terapeuta. No se puede hacer eso.
-Pero una vez acaba la terapia...
-Tenía mucho miedo. Como vi que no se interesó de esa manera por mí pues di por hecho que me iba a estampar si se lo decía. Preferí no sufrir de por más.
-¿Te arrepientes de no habérselo dicho?

Mónica se encogió de hombros sin llegar a responder, quedándose mirando un punto fijo. Y yo, movido no sé aún por qué, me levanté para ir a mi habitación y coger la caja naranja que me envió mi ex para llevarla al salón y enseñársela. Ella me miraba curiosa al regresar y se quedó mirando la caja. Le dije que fue lo que ella me envió a las pocas semanas de haberse esfumado de mi vida sin dejar rastro y que la abriera si quería. Y así lo hizo después de unos segundos en los que se lo pensó. Con delicadeza la abrió y empezó a sacar las cosas para verlo todo con detalle. Las fotos que teníamos por casa colocadas, los colgantes que le regalé, los billetes de avión con destino a París y por último la pequeña pizarra que siempre tenía colgada de la puerta de su habitación, o de la nuestra en última instancia, aquella en la que le dejé un mensaje al poco de empezar como pareja.

Mónica no dijo nada en ningún momento, sospecho que por no sacar el tema para que le hablara de ella y poder ocasionar en mí recuerdos que me pudieran hacer daño en ese momento. Tan solo se limitó a decir que era una chica muy guapa, mencionando también que tenía un corte de pelo muy parecido al que ella llevaba en ese momento. De la misma manera, comentó que sí que notaba la diferencia entre verme en persona y verme en esas fotos. El cambio físico se notaba, aunque lo que más sobresalía era la barba. Una vez acabó de verlo todo, lo fue guardando de nuevo con delicadeza y conforme estaba, cerrándola y dejándola un poco apartada. Después de aquello, se acercó a mí para darme un abrazo que fue prolongado por estar pegados así algunos minutos, con ella dejando caer su cabeza sobre mí hombro mientras me acariciaba la espalda.

-Qué bien hueles -le susurré para empezar a besar su cuello.

Mónica reaccionó apartándose de mí, pero no a malas, sino para mirarme a los ojos y pasar a darme un beso bastante tierno. Así fue como empezamos a liarnos, de manera lenta con ella poniendo sus manos sobre mi cara, aunque rápidamente el beso cogería intensidad y yo la pondría sobre mí para estar ambos más cómodos, poniendo mis manos en su culo y así amasarlo. Estuvimos un rato besándonos y toqueteándonos allí en el sofá, metiendo yo mis manos por dentro de su vestido, topándome con un tanga finalmente. Me gustaba cómo estaba yendo la cosa, con ella dejándose llevar bastante y empezando a calentarse, sobre todo cuando le empecé a besar por su cuello y por el inicio de su pecho. Y me miraba con unos ojos que me expresaban querer seguir, pero yendo a más.

Por eso me levanté del sofá con ella aún encima de mí, resultándome bastante fácil por lo poco que pesaba. Ella se agarró a mi cuerpo con sus extremidades y por un momento me empezó a besar el cuello, aunque me revolví, entiendo ella que no me gustaba y pasando así a mi oreja. Al llegar a la habitación me senté y ella también al estar tan pegada a mí, pero terminábamos tumbándonos de lado para seguir basándonos. El problema fue que me empezaron a llamar al móvil. De primeras no le hice caso, pero por la insistencia, Mónica me dijo que respondiera entre risas por los besos que no paraba de darle, pensando que podría ser importante. Al sacar el móvil del bolsillo me encontré que era Fátima la que me estaba llamando. Decidí poner el móvil en silencio y dejarlo sobre la mesita. Imaginaba que había visto la foto que le envié y quería hablar conmigo para decirme algo, pero no quería que nos cortara el rollo, así que lo dejé para el día siguiente.

Después de decirle a Mónica que no era nada, me volví a tumbar a su lado, aunque tras unos segundos me dijo que necesitaba ir al baño para prepararse. Así que tocó esperar hasta que ella creyera oportuno, aunque por suerte no acabó de hacerme mucho esperar. Y para mi sorpresa volvió solo en tanga, sin rastro del vestido. Aquello me dio vidilla para recuperar el momentum y volver a tener ganas. Ella se acercó con unos andares muy sexy, aprovechando yo para desnudarme rápidamente, ocasionando su risa por lo apresuradamente que lo hacía. Aunque me quedé en boxers para estar en igualdad de condiciones, pero no duramos mucho en terminar de desnudarnos después de unos breves minutos tumbados besándonos y acariciándonos, con muchas risas por su parte, probablemente por el alcohol que había tomado, aunque puede que alguna caricia mía le hiciera cosquillas.

Fue ella la que empezó a desnudarme de hecho, quitándome los boxers para agarrar mi polla y empezar a menearla con brío mientras me miraba a los ojos fijamente con una ligera sonrisa en su cara. Pero yo también quería participar en aquello, así que le quité su tanga, el cual noté húmedo al pasar mis dedos por encima de su raja aún cubierta por la tela. De nuevo se empezó a reír, aunque esta vez de manera nerviosa. Al volver a tocarla desprovista de tela, me topé con un pubis que pinchaba, cubierto por una finísima capa de pelo de unos pocos días. No fue suficiente para despertar esa excitación que me provocaba ver aquello más poblado, pero también es verdad que me gustó comprobar que a veces se dejaba algo, como bien sabía desde nuestra primera vez en la que se fue al baño a quitárselo todo.

-Es que pensaba que no íbamos a acabar así hoy. Por eso no me he...
-¿En serio?
-Te lo prometo. Pensaba que con lo que pasó la última vez no querías hacerlo conmigo tan rápido.
-Bueno, pues míranos. Aquí estamos.
-Ya... Jajajaja -reía nerviosa.
-¿Por qué te ríes así?
-Porque estoy nerviosa y me da vergüenza.
-Jajajajaja. ¿Por? -pregunté extrañado.
-Pues porque ahora estoy más consciente de lo que pasa y bueno... También por no ir arreglada del todo.
-¿Eres una chica tímida y me acabo de enterar? -pregunté para pincharla.
-No, jajaja. Pero es que... No sé.
-Tampoco te tienes que preocupar por lo otro. A mí me gusta así.
-Ya...
-Te lo juro. Es algo que me pone mucho en las chicas. Es algo que me hace verlas mucho más atractivas.
-¿En serio?
-Sí. Bueno, me gusta que lo tengan más crecidito, pero arreglado y recortado. Me gusta mucho.

Mónica rio de manera traviesa y empezó a bajar por mi cuerpo para ponerse a la altura de mis caderas y agarrar mi polla con firmeza para mirarla fijamente. Tras unos segundos la empezó a lamer con la punta de su lengua al pasarla desde la mitad hasta el glande. Y después de unos movimientos similares que repitió un par de veces, se metió la punta en la boca para empezar a chupar mientras movía su mano hacia arriba y abajo. Yo me puse más cómodo al pasar mis manos por detrás de mi nuca y ella empezó a chupar, cogiendo cada vez más intensidad y hasta cerrando sus ojos. Aunque los abriría empezando a reír cuando le pregunté si a la mañana siguiente iba a reaccionar de la misma manera que la otra vez que nos acostamos. También me respondió negativamente, diciendo que ahora no había ningún problema y volvió a lo suyo.
 
Capítulo 482

Pero ella no fue la única en provocar placer a la otra persona, pues al poco cambiamos las tornas al ponerse ella boca arriba y yo entre sus piernas para comerle su coño que emanaba un olor a sexo muy bueno. Se estremeció en cuanto mi lengua acarició su raja, especialmente cuando llegó a su clítoris. Tras eso, empecé a moverla hacia arriba y abajo, clavándosela en su agujerito para meterla y sacarla en algunas ocasiones, aunque para ella era otra cosa cuando me centraba en su clítoris. Empecé a mover mi lengua en círculos, colándome en alguna ocasión por la intensidad, pero es que estaba bastante encendido. También sorbía sus labios y mantenía la succión, con ella arqueando su espalda. Hasta me animé a pasar mi lengua por su ojete, cambiando ella sus gemidos a unos más agudos y riendo al instante.

Aunque se acabaría corriendo en mi boca cuando mi lengua hacía movimientos circulares y rápidos en su clítoris. Dio un gemido más fuerte que incluso llegó a tapar con sus manos al ponerlas sobre su boca, empezando a temblar sus piernas bastante, apretándome un poco la cabeza con ellas. La dejé descansar, aunque no me podía estar muy quieto por lo que me puse de lado para comerle un poco las tetas mientras me pajeaba. Más pronto que tarde se recuperaría, cogiendo ella el relevo para masturbarme, aunque poco duró, porque me preguntó dónde tenía los condones. Así que cogió uno y me lo puso para empezar a montarme al ponerse sobre mí, botando mientras se apoyaba en la cama con sus pies y en mi pecho con sus manos. Aunque rápidamente se pondría de rodillas para estar más cómoda, aprovechando yo para agarrar su culo y dirigir la follada al moverla hacia delante y atrás.

A los pocos minutos, se puso a cuatro y la follé así, dando cada vez unas embestidas más fuertes que ella apremiaba con gemidos más y más altos. Así fue como tuvo su segundo orgasmo, lanzando otro grito que no pudo reprimir mucho al estar agarrando las sábanas con fuerza. Yo sin embargo no llegué a descargar. Mónica no me estaba durando tanto como para permitirme llegar a mí, y que lo hiciéramos con condón lo hacía más difícil. Pensaba que habiéndose corrido ya dos veces, diría de parar, pero me pidió que le follara el culo. Eso sí, de manera bastante tímida por cómo lo dijo, nada que ver con la vez que me lo pidió en su casa. Yo sabía que le gustaba y por eso mientras estaba a cuatro se lo acaricié un poco. Y ahora estábamos usando lubricante para que no le hiciera daño, esparciendo por su culto y por mi polla enfundada aún.

Aunque ella no necesitaba tanta preparación, pues era de culo tragón y hasta me lo pedía, que fuera con cuidado, pero que empezara ya. Y así lo hice, aunque no como en la otra vez, esta vez fui con más cuidado y estuvimos un rato más que haciéndolo de la otra manera. Tampoco me llegué a correr, aunque ella sí lo hizo al estar tocándose el clítoris con rápidos movimientos circulares por lo que podía intuir y sentir al rozarme con sus dedos en ocasiones. Mónica se derrumbó en la cama con algunos espasmos, quedando con un agujero considerable en su culo, cosa que era excitante de ver. Así que me quité el condón y me propuse acabar en su culo al empezar a pajearme, pero ella se dio cuenta y me preguntó si quería hacerlo en otra parte. Le pregunté si tenía alguna sugerencia y me propuso que lo hiciera en su cara.

Y se puso en posición al ponerse de rodillas en el suelo mientras yo me quedaba de pie. Ver lo preciosa que era con ese nuevo corte de pelo que tan bien le sentaba, me tenía bastante a tono. Y que ella se mostrara cariñosa al acariciar mis piernas, mis huevos e incluso mi culo, me lo ponía más fácil para acabar. En cuestión de un par de minutos descargué sobre su cara algunos chorros de semen que no fueron tan abundantes como en otras ocasiones por haber echado un polvo aquella mañana, pero ella los recibió igualmente con ganas, estando sonriente durante todo el tiempo, pasando incluso a jugar con él una vez acabé y me senté en la cama, esparciendo un poco por sus tetas cuando recogía parte de lo que tenía en la cara con sus dedos. Hasta se llevó un poco a la boca para saborearlo. Tras eso se levantó y se sentó sobre mí regazo, aún sonriente para darme un pico, del cual no me aparté.

Me dijo que tenía que ir al baño, quedándome yo en la habitación tumbado boca arriba, aunque le dije que se podía dar una ducha si quería y veía que lo necesitaba, que a mí no me importaba que lo hiciera. Y al parecer optó por hacerlo, pues oí la ducha desde la habitación. En lo que terminaba y venía me quedé con las manos detrás de la nuca pensando en cómo había ido el día, estando bastante bien en realidad. Ella volvió y se sentó en la cama, con una cara de sueño bastante evidente. Me comentó que cuando se duchaba le entraba sueño, especialmente después al terminar el día. Su casa no quedaba muy lejos de la mía, pero aun así le dije que se podía quedar a dormir si quería, que tampoco me importaba. Así que se puso su tanga y se acostó a mi lado para dormir, cayendo bastante rápido. Me daba mucha envida que se pudiera dormir así de rápido, porque para ser ya casi las 5 de la mañana, a mí me seguía costando todavía, y eso que había tenido fiesta.

Así que, de nuevo, me puse a hacer balance, pensando que todo iba bastante bien y que tenía pinta de que iba a ser así para rato. Las clases con Rebeca iban bastante bien y a lo mejor caía algún que otro polvo más con ella. También tenía ahí a Mónica, con la que acababa de follar y al parecer también acababa de retomar una relación de amistad que quería tener con ella desde un principio. También tenía a mis mejores amigas en mi ciudad, pudiendo ir prácticamente cuando quisiera a verlas para estar con ellas y más cosas. Fátima también andaba por ahí, pareciendo ser muy servicial, e incluso Ana, con la que parecía haber buenas posibilidades pese al vacile que nos teníamos. Hasta Eva estaba por ahí queriendo volver a acostarse conmigo y poniéndose juguetona. Pero claro, las cosas pueden cambiar en un abrir y cerrar de ojos y eso empezaría a tener lugar al siguiente día.

El día empezó realmente bastante tranquilo. Me desperté sobre las 10 de la mañana y vi que Mónica seguía durmiendo. No quería despertarla, porque parecía bastante cómoda y llevaba pocas horas durmiendo en realidad, así que la dejé allí mientras yo iba al baño, porque lo necesitaba. Ya allí, de paso me di una ducha y me fui al salón para hacerme algo de desayunar, aunque fue algo ligero, porque no tenía el cuerpo muy allá por el alcohol, aunque tampoco bebí demasiado. No tenía nada que hacer, así que me puse a jugar a la consola hasta que Mónica apareció por la puerta del salón un poco pasadas las 11, con cara de sueño, sus ojos hinchados, despeinada y con su vestido puesto, aunque descalza. Parecía un poco desorientada, pero rápidamente me sonrió al verme sentado allí, haciéndolo ella a mi lado.

-No me he enterado cuando te has levantado.
-Tenía que ir al baño y ya me he duchado.
-¿Sigues sin poder dormir bien?
-Pues sí, la verdad. Pero ya me he acostumbrado.
-No me gusta que no lo hagas bien aún. Es muy importante descansar y tener un buen sueño para que todo esté en orden.
-Ya, pero es lo que hay. ¿Qué tal has dormido?
-Muy bien. Cuando me acosté desnuda pensaba que iba a pasar frío, porque soy muy friolera, pero contigo he estado perfectamente.
-Me dicen mucho eso.
-Das calorcito y no te mueves. Así es muy fácil dormir. Además, la cama es cómoda.
-Me alegro de que hayas estado a gusto. ¿Quieres desayunar, darte una ducha o algo?
-No, gracias. Ya me voy.
-No tienes por qué irte si no quieres.
-Mmm... Ya. De eso te quería hablar precisamente.
-¿De qué? -pregunté extrañado.
-Pues... Verás. Es que a mí me gustaría tener una amistad contigo.
-Claro. Y a mí también me gustaría. Por eso estoy siendo hospitalario.
-Y te lo agradezco -dijo sonriendo-. Pero no quiero tampoco pasarme de la raya.
-¿A qué te refieres?
-No quiero que nuestra amistad se base en el sexo.
-Ah, ya veo.
-No considero que sea algo muy sano. Es algo que depende mucho de cada uno, pero yo no soy de esas personas que tienen mucho sexo tan a la ligera.
-No eres como yo.
-Bueno, si quieres verlo así... Yo quiero que entiendas que no soy mucho de hacer esto y tal vez te dé esa impresión por haberte acostado ya un par de veces conmigo.
-Bueno, no esperaba ni una cosa ni la otra.
-Ya, imagino. Pero quiero que sepas lo que hay conmigo. Entonces, pues tú ya puedes tomar una decisión en base a eso.
-A ver, tampoco hace falta que tengamos sexo para ser amigos. Podemos hacerlo alguna vez si te parece bien. ¿O no te lo parece?
-Bueno, sí. Alguna vez que otra está bien, claro.
-No te veo muy convencida.
-Mmm, a ver. Es que para mí el sexo es algo especial. Es como un vínculo que...
-Ya -dije interrumpiéndola-. No hace falta que me expliques más. Ya he tenido esta conversación. Y me parece bien que lo veas así, no te preocupes.
-¿Lo entiendes entonces?
-Claro.
-Qué bien -dijo con alivio.
-Yo creo que le estás dando demasiada importancia a esto, pero está bien que te quedes tranquila, jajaja.
-Es que es por el bien de los dos.
-¿Mmm? -murmuré distraído.
-Es que Javi... Si nos vamos a empezar a ver tan seguido y teniendo sexo, estoy segura de que algunos sentimientos van a surgir. Ya sea por mi parte o por la tuya. ¿Quién sabe? Pero está muy claro que tú no quieres tener nada ahora mismo con nadie por todo lo que hemos hablado.
-Así es.
-Por eso creo que no debemos acostarnos mucho.
-Entiendo.
-Mira, yo por suerte soy una persona que puede pasar varias semanas sin sexo. Así de paso no me implico más de lo necesario cuando no debo.
-¿Tú tampoco buscas nada?
-Ni lo busco ni lo esquivo. Son cosas que no se pueden controlar al 100% y una nunca sabe que le va a dar la vida, pero está muy claro que tú haces por donde para que eso no tenga lugar. Por eso no quiero pegarme mucho a ti en ese aspecto.
-Ya veo.

Nos quedamos unos segundos en silencio, estando yo más pensativo que ella, quien parecía estar estudiándome al mirarme, como su estuviera muy pendiente de cómo reaccionaba a todo lo que me estaba diciendo.

-¿Y te masturbas para hacerlo más llevadero, o tampoco? -dije para romper el hielo.
-Jajajajajajajaja. Bueno, eso sí.
-Ah, entonces sí que podrás aguantar.
-Jajajajaja. Me gusta que te lo tomes con humor. Eso me dice que no te ha enfadado lo que te he contado.
-No tengo derecho a enfadarme por eso, Mónica. Es tu decisión y la tengo que respetar, me guste o no. Es una pena en realidad, porque la verdad es que te veo muy atractiva. Eres muy guapa. Y pensaba que al vivir cerca y eso pues nos podíamos ver de vez en cuando para pasarlo bien y tal, pero tampoco tengo problema en que tengamos un trato más distante para poner un poco de tierra de por medio.
-Genial -dijo sonriendo.
-¿Te puedo hacer una pregunta?
-Claro.
-¿Alguna de esas veces que te has masturbado ha sido pensando en mí?
-Jajajajaja -reía mirando al techo.
-Es que tengo curiosidad.
-¿Tú qué crees?

Me quedé unos segundos pensando en aquello, porque no lo tenía del todo claro.

-Mmm, pues no sé.
-¿De verdad?
-A ver... Diría que sí, porque te has acostado conmigo ya dos veces y dices que no eres mucho de ir teniendo sexo tan a la ligera.
-Pues sí. Alguna vez... ¿Por qué has dudado?
-Por esa manera que tenías de pararme en seco cuando intentaba el más mínimo acercamiento.
-Bueno, visto así... Pero ya te has quedado tranquilo, ¿no? Jajajaja.
-Era solo curiosidad.
-Tampoco te creas que hago eso mucho...
-¿No? ¿Y eso?
-Yo no necesito tanto eso para estar bien. Es una suerte, ¿verdad?
-Pues sí. Porque yo a veces lo paso mal cuando llevo ya varios días sin...
-¿Cuándo lo empiezas a pasar mal?
-Pues mira, me pasa mucho que los fines de semana suelo tener sexo, pero en entre semana nada por falta de tiempo y por el trabajo. Cuando ya es viernes estoy un poco...
-¿Solo con 5 días?
-Pues ya ves. Solo con 5 días.
-Yo puedo estar tranquilamente 2 meses sin tener sexo.
-Joder... Yo es que quitando esos meses en los que estuve mal, no podría. Soy muy activo en ese aspecto.
-Ya lo veo. ¿Y te masturbas cuando llega el viernes?
-Y antes. Entre semana cada día lo hago para quedarme a gusto. ¿Y tú?
-Yo a diario no. Dos veces a la semana a lo mejor.
-Uff... Qué poco.
-Jajajaja.
-¿Y usas juguetes?
-Pero bueno... Jajajaja.
-Es que me da curiosidad.
-A ti lo que te pasa es que eres muy juguetón.
-También.
-Pues no uso juguetes, no.
-Joder, con lo fácil que lo tenéis las chicas en ese aspecto...
-Oye, que los chicos también tenéis vuestros juguetes, ¿eh?
-Pero ni de lejos es lo mismo. No creo que sea más fácil limpiar una vagina en lata que un dildo. Además, vosotras tenéis un surtido...
-Anda, cállate. Jajajajaja.

Después de un poco más de hacer el tonto hablando sobre juguetes para ambos sexos, Mónica se fue al baño a lavarse un poco la cara y peinarse para despedirse de mí y volver a casa, dándome un fuerte abrazo y un beso en la mejilla, aunque la verdad es que la veía tan guapa, especialmente con su nuevo peinado, que me dieron ganas de darle un beso de verdad en la boca. Fue una sensación un tanto agridulce aquella conversación, pues veía en Mónica a una chica bastante amable con la que podía estar hablando para pasar el tiempo, pero por otra era una pena que pensara de esa manera. Era una chica que me resultaba atractiva y con la que me lo pasaba bien en la cama, pero se ve que tenía una forma de pensar más tradicional que distaba mucho de esos momentos íntimos en los que se volvía juguetona, especialmente en los que me pedía que le follara el culo.

Aun así, no estaba tampoco descontento, porque no había cerrado la puerta al sexo como tal y quizá de vez en cuando podríamos vernos para eso, pero también me gustaba tener a alguien con quien hablar si Andrea me fallaba por irse a su casa o estar ocupada, o simplemente para encontrar a alguien más con quien tener una amistad así y que me pillara cerca para poder salir a tomar algo. Ese fue el primer cambio que notaría desde ese día, aunque no sería el único. De hecho, sería el que menos impacto tendría en mí, cosa que era de esperar por mi manera de reaccionar conforme se iba desarrollando la situación. Y desde luego sería el de menos importancia, pues, al fin y al cabo, Mónica no era más que una conocida. Aún no la podía catalogar como amiga, pero algunos de esos cambios sí que tendrían que ver con los amigos más cercanos.
 
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