Keranos
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Capítulo 896
Le pedí que me contara un poco qué había visto. Me dijo que lo que más había captado su atención había sido que no dejaba de mirarla, explicándole yo por qué y haciéndose ella una idea, pero también mencionó la manera en la que la miraba. Era algo que se me escapaba al no poder verme mientras lo hacía, por lo que le pregunté. Ángela me comentó riendo que se me caía la baba con mi novia, pareciéndole genial.
Yo también me reí, preguntándole qué más había visto. Ángela me dijo que se había dado cuenta de lo pendiente que estaba en todo momento, de cómo la trataba, y en especial, de todo lo que le había contado durante las semanas que habíamos estado como pareja y también antes de serlo. Me dijo que lo de estar apoyándola en un momento tan importante para ella como lo era dar un cambio a la casa para que no le recordara tanto a sus padres era porque me importaba de verdad.
Fue entonces cuando le pregunté qué pensaba ella en la pregunta que me había hecho, pensando que sí, que había sido capaz de volver a despertar eso en mí. Poco tenía que añadir yo a su respuesta, aunque Ángela quería despejar alguna duda más, como si pensaba en Elena últimamente, contándole yo que apenas, por no decir nada, en especial desde que estaba con Abby e iban pasando las semanas.
Se quedó tranquila cuando le conté todo eso, pasando a hablar de otras cosas hasta que Abby bajó y se nos unió para desayunar también. Saludó algo cortada, pero pronto se abrió y se relajó, comportándose con total normalidad. Me encantaba verla así con alguien tan importante para mí, estando bastante activa, proponiendo dar un paseo para ver algunos decorados navideños, aunque había que abrigarnos bien, eso sí.
Fue algo breve en realidad, porque con el frío que hacía, con una cantidad considerable de varios grados bajo cero y con tanta nieve, no se podía pasear mucho. Lo hicimos lo justo para ver un poco de decorado navideño, el cual le encantó a Ángela. Paramos en la cafetería en la que trabajaba Abby, dándole recuerdos a Ángela de cuando estuvimos desayunando allí un día cuando vino junto a Irene y a Mario.
Necesitábamos algo caliente para el cuerpo y nos vino fenomenal, además de un dulce que nos tomamos para reponer un poco de fuerzas. El resto de la mañana nos refugiamos en un centro comercial, en el cual ambas estuvieron mirando ropa y yo me escapé un momento para recoger el regalo que le quería hacer a Abby. También aprovechamos para comprar alguna cosa que otra más que necesitábamos para la cena de Nochebuena que íbamos a hacer.
Después de comer allí y dejar lo que compramos a buen recaudo en una de las taquillas que había por allí, fuimos a tomarnos un café después de comer allí para a continuación ir a ver una película. Estuvimos muy entretenidos aquel día, aunque el frío invitaba al quedarse en casa, plan por el que optamos una vez acabó la película. En esta ocasión volvimos en taxi, siendo mucho más cómodo.
El resto de la tarde lo empleamos en jugar con las consolas que teníamos allí al gustarnos tanto a los tres. Lo pasamos bastante bien y continuamos jugando un poco más después de cenar, aunque no tardamos mucho en irnos a dormir, pero Abby seguía con ganas de algo más, como todos los días desde que nos hicimos pareja, salvo aquellos en los que estaba con el periodo.
El día siguiente lo pasamos en casa por completo, porque era la víspera de Navidad y queríamos preparar una buena cena para los tres. Ángela se puso muy cabezona en que quería pagar parte del dinero que nos habíamos dejado en comprar tanta cosa, pero tanto Abby como yo nos negamos. Al fin y al cabo, ella era nuestra invitada y bastante había gastado ya en los billetes de avión que había comprado por muy buena oferta que hubiera conseguido.
Se quedó más tranquila cuando pudo ayudar a preparar cosas. A Abby se le volvió a ir la mano preparando tanta comida cuando íbamos a ser solo tres personas para cenar, pero la gran variedad que había era genial y estaba todo excelente. Sobró mucha comida, como ya veía yo venir, pero a la vez, nos lo tomamos con calma. Pese a todo lo que comimos, también probamos las dos tartas que hizo Abby, una de queso y otra de limón, encantándoles a Ángela.
Mi amiga volvió a mencionar la anécdota de cuando vino a visitarme por primera vez y me preguntó si había conocido a alguien especial o si alguien me había llamado la atención, levantando yo la cabeza en la cafetería donde trabajaba Abby para ver si estaba ella y poder comentar algo, pero no se encontraba en ese momento. Mi chica se puso un poco roja, pero estaba preciosa, yendo bien maquillada, con su melenita bien lisa y muy guapa con el traje que se puso el día que salimos para celebrar nuestros cumpleaños.
Ángela también se puso muy guapa al maquillarse también de manera cargada, como solía hacer cuando salía de fiesta o en ocasiones especiales, llevando también un vestido precioso, aunque el suyo no era del mismo color que el de Abby, sino que era de un rojo muy intenso, el cual combinaba con el color de sus labios. Yo opté por ponerme traje para la ocasión, no habiéndolo hecho aún desde que había llegado a Canadá.
De hecho, de primeras pensé en no llevármelo, pero se me pasó por la cabeza que podía haber alguna cena de personal para toda persona que trabajara en la universidad, o al menos para el profesorado, pero o no hubo dicha cena, o no contaron conmigo, porque no recibí ninguna invitación.
Sin embargo, pude ponérmelo para la ocasión, diciéndome mi novia que estaba muy guapo y muy sexy mientras me terminaba de vestir en nuestra habitación, sentándose ella en la cama para observarme, habiendo acabado ya ella.
Una vez acabamos de cenar, sin salir de casa, pusimos un poco de música y nos preparamos unas bebidas para pasarlo bien, aunque Ángela no bebió gota de alcohol, como siempre. De hecho, Ángela le contó a Abby el motivo de por qué no lo hacía, entendiéndolo ella, dándole un abrazo y contándole después el tema de sus padres.
Me sorprendió un poco que lo hiciera teniendo en cuenta cuánto le costaba hablar de aquello, pero entre algo de vino que había tomado durante la cena y ahora con esa copa, debía estar un poco desinhibida. Ángela tuvo hacia ella la misma respuesta una vez le contó aquello, devolviéndole ese abrazo, aunque yo di una palmada, diciendo que no era noche para pensar en esas cosas, sugiriendo bailar un poco.
Sí, así de desesperado estaba por cambiar de tema como para sugerir bailar. Fue divertido en realidad, haciéndolo entre todos, y sumándose la gata a nosotros al cogerla Abby en brazos para bailar con ella, haciéndolo yo después. También tuvo una cena un poco especial esa noche, pudiendo tomarla al lado de nosotros en el comedor.
Para cerrar la noche, pensamos en abrir los regalos que previamente habíamos dejado bajo el árbol de Navidad, habiendo varios, más de los que me esperaba. Había regalos para todos, hasta para la gata. A Ángela le regalamos un par de juegos, porque le gustaba bastante también, además de algunos detalles más que Abby pensó que le podían gustar con las descripciones que le había dado yo.
Algo parecido pasó con el regalo que le hizo ella a Abby, guiándose mucho por las cosas que yo le había contado sobre ella, sus gustos y demás. A la gata le compramos un par de juguetes, los cuales estrenó esa misma noche cuando los abrimos y se los dimos para que los viera. Yo le regalé a Abby un estuche de maquillaje bastante amplio. Era algo que le encantaba, y Ángela también le había regalado un poco de maquillaje, pero yo quería hacerle un regalo más amplio.
Para ello me estuve informando un poco y también prestando atención cuando íbamos de compras y se quedaba mirando un poco por la zona de maquillajes, como también en las búsquedas que hacía por Internet o en tutoriales de cómo maquillarse. Le encantó el regalo, aunque sabía de sobra lo que costaba y eso le hizo refunfuñar un poco.
Le pedí que me contara un poco qué había visto. Me dijo que lo que más había captado su atención había sido que no dejaba de mirarla, explicándole yo por qué y haciéndose ella una idea, pero también mencionó la manera en la que la miraba. Era algo que se me escapaba al no poder verme mientras lo hacía, por lo que le pregunté. Ángela me comentó riendo que se me caía la baba con mi novia, pareciéndole genial.
Yo también me reí, preguntándole qué más había visto. Ángela me dijo que se había dado cuenta de lo pendiente que estaba en todo momento, de cómo la trataba, y en especial, de todo lo que le había contado durante las semanas que habíamos estado como pareja y también antes de serlo. Me dijo que lo de estar apoyándola en un momento tan importante para ella como lo era dar un cambio a la casa para que no le recordara tanto a sus padres era porque me importaba de verdad.
Fue entonces cuando le pregunté qué pensaba ella en la pregunta que me había hecho, pensando que sí, que había sido capaz de volver a despertar eso en mí. Poco tenía que añadir yo a su respuesta, aunque Ángela quería despejar alguna duda más, como si pensaba en Elena últimamente, contándole yo que apenas, por no decir nada, en especial desde que estaba con Abby e iban pasando las semanas.
Se quedó tranquila cuando le conté todo eso, pasando a hablar de otras cosas hasta que Abby bajó y se nos unió para desayunar también. Saludó algo cortada, pero pronto se abrió y se relajó, comportándose con total normalidad. Me encantaba verla así con alguien tan importante para mí, estando bastante activa, proponiendo dar un paseo para ver algunos decorados navideños, aunque había que abrigarnos bien, eso sí.
Fue algo breve en realidad, porque con el frío que hacía, con una cantidad considerable de varios grados bajo cero y con tanta nieve, no se podía pasear mucho. Lo hicimos lo justo para ver un poco de decorado navideño, el cual le encantó a Ángela. Paramos en la cafetería en la que trabajaba Abby, dándole recuerdos a Ángela de cuando estuvimos desayunando allí un día cuando vino junto a Irene y a Mario.
Necesitábamos algo caliente para el cuerpo y nos vino fenomenal, además de un dulce que nos tomamos para reponer un poco de fuerzas. El resto de la mañana nos refugiamos en un centro comercial, en el cual ambas estuvieron mirando ropa y yo me escapé un momento para recoger el regalo que le quería hacer a Abby. También aprovechamos para comprar alguna cosa que otra más que necesitábamos para la cena de Nochebuena que íbamos a hacer.
Después de comer allí y dejar lo que compramos a buen recaudo en una de las taquillas que había por allí, fuimos a tomarnos un café después de comer allí para a continuación ir a ver una película. Estuvimos muy entretenidos aquel día, aunque el frío invitaba al quedarse en casa, plan por el que optamos una vez acabó la película. En esta ocasión volvimos en taxi, siendo mucho más cómodo.
El resto de la tarde lo empleamos en jugar con las consolas que teníamos allí al gustarnos tanto a los tres. Lo pasamos bastante bien y continuamos jugando un poco más después de cenar, aunque no tardamos mucho en irnos a dormir, pero Abby seguía con ganas de algo más, como todos los días desde que nos hicimos pareja, salvo aquellos en los que estaba con el periodo.
El día siguiente lo pasamos en casa por completo, porque era la víspera de Navidad y queríamos preparar una buena cena para los tres. Ángela se puso muy cabezona en que quería pagar parte del dinero que nos habíamos dejado en comprar tanta cosa, pero tanto Abby como yo nos negamos. Al fin y al cabo, ella era nuestra invitada y bastante había gastado ya en los billetes de avión que había comprado por muy buena oferta que hubiera conseguido.
Se quedó más tranquila cuando pudo ayudar a preparar cosas. A Abby se le volvió a ir la mano preparando tanta comida cuando íbamos a ser solo tres personas para cenar, pero la gran variedad que había era genial y estaba todo excelente. Sobró mucha comida, como ya veía yo venir, pero a la vez, nos lo tomamos con calma. Pese a todo lo que comimos, también probamos las dos tartas que hizo Abby, una de queso y otra de limón, encantándoles a Ángela.
Mi amiga volvió a mencionar la anécdota de cuando vino a visitarme por primera vez y me preguntó si había conocido a alguien especial o si alguien me había llamado la atención, levantando yo la cabeza en la cafetería donde trabajaba Abby para ver si estaba ella y poder comentar algo, pero no se encontraba en ese momento. Mi chica se puso un poco roja, pero estaba preciosa, yendo bien maquillada, con su melenita bien lisa y muy guapa con el traje que se puso el día que salimos para celebrar nuestros cumpleaños.
Ángela también se puso muy guapa al maquillarse también de manera cargada, como solía hacer cuando salía de fiesta o en ocasiones especiales, llevando también un vestido precioso, aunque el suyo no era del mismo color que el de Abby, sino que era de un rojo muy intenso, el cual combinaba con el color de sus labios. Yo opté por ponerme traje para la ocasión, no habiéndolo hecho aún desde que había llegado a Canadá.
De hecho, de primeras pensé en no llevármelo, pero se me pasó por la cabeza que podía haber alguna cena de personal para toda persona que trabajara en la universidad, o al menos para el profesorado, pero o no hubo dicha cena, o no contaron conmigo, porque no recibí ninguna invitación.
Sin embargo, pude ponérmelo para la ocasión, diciéndome mi novia que estaba muy guapo y muy sexy mientras me terminaba de vestir en nuestra habitación, sentándose ella en la cama para observarme, habiendo acabado ya ella.
Una vez acabamos de cenar, sin salir de casa, pusimos un poco de música y nos preparamos unas bebidas para pasarlo bien, aunque Ángela no bebió gota de alcohol, como siempre. De hecho, Ángela le contó a Abby el motivo de por qué no lo hacía, entendiéndolo ella, dándole un abrazo y contándole después el tema de sus padres.
Me sorprendió un poco que lo hiciera teniendo en cuenta cuánto le costaba hablar de aquello, pero entre algo de vino que había tomado durante la cena y ahora con esa copa, debía estar un poco desinhibida. Ángela tuvo hacia ella la misma respuesta una vez le contó aquello, devolviéndole ese abrazo, aunque yo di una palmada, diciendo que no era noche para pensar en esas cosas, sugiriendo bailar un poco.
Sí, así de desesperado estaba por cambiar de tema como para sugerir bailar. Fue divertido en realidad, haciéndolo entre todos, y sumándose la gata a nosotros al cogerla Abby en brazos para bailar con ella, haciéndolo yo después. También tuvo una cena un poco especial esa noche, pudiendo tomarla al lado de nosotros en el comedor.
Para cerrar la noche, pensamos en abrir los regalos que previamente habíamos dejado bajo el árbol de Navidad, habiendo varios, más de los que me esperaba. Había regalos para todos, hasta para la gata. A Ángela le regalamos un par de juegos, porque le gustaba bastante también, además de algunos detalles más que Abby pensó que le podían gustar con las descripciones que le había dado yo.
Algo parecido pasó con el regalo que le hizo ella a Abby, guiándose mucho por las cosas que yo le había contado sobre ella, sus gustos y demás. A la gata le compramos un par de juguetes, los cuales estrenó esa misma noche cuando los abrimos y se los dimos para que los viera. Yo le regalé a Abby un estuche de maquillaje bastante amplio. Era algo que le encantaba, y Ángela también le había regalado un poco de maquillaje, pero yo quería hacerle un regalo más amplio.
Para ello me estuve informando un poco y también prestando atención cuando íbamos de compras y se quedaba mirando un poco por la zona de maquillajes, como también en las búsquedas que hacía por Internet o en tutoriales de cómo maquillarse. Le encantó el regalo, aunque sabía de sobra lo que costaba y eso le hizo refunfuñar un poco.