Keranos
Miembro muy activo
- Desde
- 22 Jun 2023
- Mensajes
- 1,038
- Reputación
- 7,233
Capítulo 892
No concretamos nada de cuándo podíamos hacer las presentaciones, pero la cosa ya estaba encarrilada. Abby también me preguntó cuándo se lo iba a decir a los demás, no teniendo yo mucha idea. Mi chica pensaba que sería mejor comunicárselo a mis amigos cuanto antes, porque ya lo sabía Ángela y pensaba que cuanto más tardara en hacerlo, sería peor, porque se podrían ofender un poco si se enterraban de que Ángela se había enterado mucho antes que ellos.
Vi sentido a lo que me decía, pensando que podía hacerlo el próximo fin de semana, aprovechando para contárselo a todos a la vez en una videollamada. A Abby le pareció una buena idea. Aunque ahora fue ella la que se quedó más en su mundo, preguntándole yo si estaba todo bien, imaginándome que estaba pensando en el momento en el que tuviera que presentarle a todos mis amigos.
Me volví a quedar un poco pillado cuando me preguntó si sabía que reacción podía tener Elena al enterarse de que me había echado novia. Abby me sonrió y me acarició la cara, preguntándome si estaba bien mientras reía.
Le dije que no esperaba que me saliera por ahí, pero que podía pensar lo que quisiera, porque en su día dejamos bastante claro lo que había y lo que cada uno quería. La vida sigue y ella tuvo su oportunidad de estar conmigo, por lo que ahora no podía echarme nada en cara al tratar de buscar a alguien más.
Abby me dijo que me entendía, pero que no iba por ahí, porque le daba un poco de pena cómo había acabado la cosa entre nosotros, pensando que tal vez sería una buena oportunidad para poner tierra de por medio si nos encontrábamos de nuevo. Como ella había dejado la cosa tan clara, pensaba que no se iba a echar atrás si me veía con alguien.
No sabía qué pensar al respecto sobre lo de poner tierra de por medio al presentarme con novia delante de ella. Pero Abby lo decía con buenas intenciones, cosa que le agradecí. Terminamos de cenar y luego jugamos un poco para distraernos, aunque seguimos jugando de otra manera ya cuando nos marchamos a la cama para descansar.
Llegó el fin de semana, siendo el momento que tenía en mente para contarles a todos mis amigos que me había echado novia. Ya les avisé el viernes para hacer una llamada con ellos en la que estuviéramos todos, no teniendo nadie ningún problema. Ya el sábado, de noche para ellos, por el cambio de horario, hicimos dicha videollamada.
Todos me saludaron abiertamente, aunque no era para nada raro, ya que solíamos mantener mucho contacto, pero lo cierto es que era poco común que estuviéramos todos juntos, porque cada uno tenía sus cosas y a veces nos costaba cuadrar horarios. En esta ocasión, estábamos todos: Ángela, Irene, Mario, Sofía y Hugo. Nos interesamos por cómo había ido la semana, contando cada uno lo suyo, hasta que Irene me preguntó a qué se debía que nos pidiera estar a todos a la vez.
No voy a negar que me puse nervioso. De hecho, notaba cómo me sudaban las manos, pero era evidente que había una razón detrás de esa invitación a vernos todos a la vez. No me anduve con rodeos, preguntándoles si recordaban que tenía una amistad en la que me apoyaba cuando me sentía solo, aquella con la que había pasado mi cumpleaños y que coincidía también con el suyo pocos días después.
Respondieron afirmativamente, preguntando si pasaba algo. Les conté que sí, que ahora esa chica y yo éramos pareja. Me tranquilizó mucho ver las sonrisas de todos, aunque tampoco es que esperara otra cosa, pero me gustó mucho. Todos se alegraban de aquello, con Ángela haciéndose también un poco de nuevas a esa noticia. Me empezaron a preguntar cómo se había dado y yo les fui contando.
Pero me volví a poner tenso cuando me preguntaron cuándo la iban a conocer ellos, porque no habían visto absolutamente nada de ella. Les conté que era algo complicado por un problemilla que tenía. Se llegó a preguntar si tenía alguna enfermedad o algo, aunque yo lo negué, explicado que era muy tímida y que había tenido problemas de ansiedad social.
Se preocuparon por ello, pero comenté que no pasa nada, que estábamos trabajando en ello y que la cosa marchaba bien. Luego pidieron más detalles de cómo nos hicimos pareja, durando la charla un buen rato, pasando a hablar de otros temas, aunque las chicas comentaban que tenían muchas ganas de conocerla y de que nos pudiéramos ver todos a la vez para hacer los típicos planes de parejas.
Cuando dejamos la conversación, me marché a casa de Abby, quien me preguntó si quería que me acompañara en el momento en el que se le dijera aquello a mis amigos, aunque pensé que lo mejor era que se quedara en casa, porque sabía que insistirían en que se asomara, sabiendo lo incómoda que iba a estar ella y por extensión, yo también.
Nada más llegar a su casa, me abrió la puerta, dándome un gran abrazo, subiéndose a mi cuerpo incluso, dándome además un buen beso, cosa que me dejaba ver cómo acabaría la noche. Aunque antes de eso, me preguntó cómo había ido la conversación con mis amigos. Le expliqué que de maravilla, aunque todos querían conocerla.
Abby me explicó que contaba con ello al ver la reacción que había tenido Ángela y que no me preocupara, que lo haríamos, pero que necesitaba un poco de tiempo para prepararse. Le dije que no había problema en ello, pasando ella a preguntarme la reacción de Irene, siendo la que más curiosidad le daba por todo lo que le había contado de ella.
Le conté que bastante buena, pudiendo notar que le había hecho ilusión por la cara que había puesto. Abby me comentó que estaba encantada con aquello, preguntándole yo después por qué había tenido esa curiosidad. En su opinión, Irene me tenía un cariño especial, no entendiendo yo a qué se refería. Concretó al explicarme que según su punto de vista, yo era como una especie de segundo novio para ella por las cosas que le había contado, no por nada en especial, sino por sus reacciones.
Me dejó bastante descolocado con esa respuesta, comentando ella que no pasaba nada y que seguro que no lo hacía adrede. Abby pensaba que el cariño que me tenía era tan grande que a veces, que Irene no podía evitar sentir celos cuando me veía con otra chica, y si es verdad que en algunas ocasiones lo había parecido, pero yo no le di más importancia en su momento, como tampoco se lo daba Abby, riendo un poco para que viera que no le importaba.
Ya lo tenía bastante claro a esas alturas, porque con todo lo que le había contado, podía ver que Abby no tenía celos ningunos en ningún momento. Y eso que eran comunes los mensajes y llamadas con mis amigas, en especial con Ángela, con quien se puede decir que tenía una relación más estrecha, sobre todo en esos últimos meses antes de mi partida, pero lo cierto es que Abby no mostraba nunca celos, o ningún tipo de molestia, ni siquiera curiosidad, quitando esa pregunta que me hizo sobre la reacción de Irene.
Pasaron unas cuantas semanas, hasta que, a inicios de diciembre, Abby me propuso irme a vivir con ella. Me sorprendió que me lo pidiera tan pronto, aunque yo también había tenido esos pensamientos, porque me encantaba pasar mucho tiempo con ella y aunque dormíamos juntos con asiduidad, yo quería hacerlo todas las noches.
Generalmente nos turnábamos un poco para dormir en su casa o en la mía, porque hacerlo en la mía era cómodo a la hora de no madrugar tanto para las clases al estar tan cerca de la universidad, pero, por otra parte, en su casa teníamos mucho más espacio y dejábamos a la gata tranquila en comparación a las idas y venidas cuando Abby se quedaba a dormir en mi casa.
Me hizo mucha ilusión que me lo pidiera, aceptando de inmediato, sin pensarlo un segundo. A Abby también le hizo mucha ilusión que me pareciera bien la idea y que hubiera sido tan directo al responderle, dándome un gran abrazo y un tremendo beso. Me conmovió cuando me susurró al oído que la hacía muy feliz, pese a no hacer yo nada del otro mundo en mi opinión.
No concretamos nada de cuándo podíamos hacer las presentaciones, pero la cosa ya estaba encarrilada. Abby también me preguntó cuándo se lo iba a decir a los demás, no teniendo yo mucha idea. Mi chica pensaba que sería mejor comunicárselo a mis amigos cuanto antes, porque ya lo sabía Ángela y pensaba que cuanto más tardara en hacerlo, sería peor, porque se podrían ofender un poco si se enterraban de que Ángela se había enterado mucho antes que ellos.
Vi sentido a lo que me decía, pensando que podía hacerlo el próximo fin de semana, aprovechando para contárselo a todos a la vez en una videollamada. A Abby le pareció una buena idea. Aunque ahora fue ella la que se quedó más en su mundo, preguntándole yo si estaba todo bien, imaginándome que estaba pensando en el momento en el que tuviera que presentarle a todos mis amigos.
Me volví a quedar un poco pillado cuando me preguntó si sabía que reacción podía tener Elena al enterarse de que me había echado novia. Abby me sonrió y me acarició la cara, preguntándome si estaba bien mientras reía.
Le dije que no esperaba que me saliera por ahí, pero que podía pensar lo que quisiera, porque en su día dejamos bastante claro lo que había y lo que cada uno quería. La vida sigue y ella tuvo su oportunidad de estar conmigo, por lo que ahora no podía echarme nada en cara al tratar de buscar a alguien más.
Abby me dijo que me entendía, pero que no iba por ahí, porque le daba un poco de pena cómo había acabado la cosa entre nosotros, pensando que tal vez sería una buena oportunidad para poner tierra de por medio si nos encontrábamos de nuevo. Como ella había dejado la cosa tan clara, pensaba que no se iba a echar atrás si me veía con alguien.
No sabía qué pensar al respecto sobre lo de poner tierra de por medio al presentarme con novia delante de ella. Pero Abby lo decía con buenas intenciones, cosa que le agradecí. Terminamos de cenar y luego jugamos un poco para distraernos, aunque seguimos jugando de otra manera ya cuando nos marchamos a la cama para descansar.
Llegó el fin de semana, siendo el momento que tenía en mente para contarles a todos mis amigos que me había echado novia. Ya les avisé el viernes para hacer una llamada con ellos en la que estuviéramos todos, no teniendo nadie ningún problema. Ya el sábado, de noche para ellos, por el cambio de horario, hicimos dicha videollamada.
Todos me saludaron abiertamente, aunque no era para nada raro, ya que solíamos mantener mucho contacto, pero lo cierto es que era poco común que estuviéramos todos juntos, porque cada uno tenía sus cosas y a veces nos costaba cuadrar horarios. En esta ocasión, estábamos todos: Ángela, Irene, Mario, Sofía y Hugo. Nos interesamos por cómo había ido la semana, contando cada uno lo suyo, hasta que Irene me preguntó a qué se debía que nos pidiera estar a todos a la vez.
No voy a negar que me puse nervioso. De hecho, notaba cómo me sudaban las manos, pero era evidente que había una razón detrás de esa invitación a vernos todos a la vez. No me anduve con rodeos, preguntándoles si recordaban que tenía una amistad en la que me apoyaba cuando me sentía solo, aquella con la que había pasado mi cumpleaños y que coincidía también con el suyo pocos días después.
Respondieron afirmativamente, preguntando si pasaba algo. Les conté que sí, que ahora esa chica y yo éramos pareja. Me tranquilizó mucho ver las sonrisas de todos, aunque tampoco es que esperara otra cosa, pero me gustó mucho. Todos se alegraban de aquello, con Ángela haciéndose también un poco de nuevas a esa noticia. Me empezaron a preguntar cómo se había dado y yo les fui contando.
Pero me volví a poner tenso cuando me preguntaron cuándo la iban a conocer ellos, porque no habían visto absolutamente nada de ella. Les conté que era algo complicado por un problemilla que tenía. Se llegó a preguntar si tenía alguna enfermedad o algo, aunque yo lo negué, explicado que era muy tímida y que había tenido problemas de ansiedad social.
Se preocuparon por ello, pero comenté que no pasa nada, que estábamos trabajando en ello y que la cosa marchaba bien. Luego pidieron más detalles de cómo nos hicimos pareja, durando la charla un buen rato, pasando a hablar de otros temas, aunque las chicas comentaban que tenían muchas ganas de conocerla y de que nos pudiéramos ver todos a la vez para hacer los típicos planes de parejas.
Cuando dejamos la conversación, me marché a casa de Abby, quien me preguntó si quería que me acompañara en el momento en el que se le dijera aquello a mis amigos, aunque pensé que lo mejor era que se quedara en casa, porque sabía que insistirían en que se asomara, sabiendo lo incómoda que iba a estar ella y por extensión, yo también.
Nada más llegar a su casa, me abrió la puerta, dándome un gran abrazo, subiéndose a mi cuerpo incluso, dándome además un buen beso, cosa que me dejaba ver cómo acabaría la noche. Aunque antes de eso, me preguntó cómo había ido la conversación con mis amigos. Le expliqué que de maravilla, aunque todos querían conocerla.
Abby me explicó que contaba con ello al ver la reacción que había tenido Ángela y que no me preocupara, que lo haríamos, pero que necesitaba un poco de tiempo para prepararse. Le dije que no había problema en ello, pasando ella a preguntarme la reacción de Irene, siendo la que más curiosidad le daba por todo lo que le había contado de ella.
Le conté que bastante buena, pudiendo notar que le había hecho ilusión por la cara que había puesto. Abby me comentó que estaba encantada con aquello, preguntándole yo después por qué había tenido esa curiosidad. En su opinión, Irene me tenía un cariño especial, no entendiendo yo a qué se refería. Concretó al explicarme que según su punto de vista, yo era como una especie de segundo novio para ella por las cosas que le había contado, no por nada en especial, sino por sus reacciones.
Me dejó bastante descolocado con esa respuesta, comentando ella que no pasaba nada y que seguro que no lo hacía adrede. Abby pensaba que el cariño que me tenía era tan grande que a veces, que Irene no podía evitar sentir celos cuando me veía con otra chica, y si es verdad que en algunas ocasiones lo había parecido, pero yo no le di más importancia en su momento, como tampoco se lo daba Abby, riendo un poco para que viera que no le importaba.
Ya lo tenía bastante claro a esas alturas, porque con todo lo que le había contado, podía ver que Abby no tenía celos ningunos en ningún momento. Y eso que eran comunes los mensajes y llamadas con mis amigas, en especial con Ángela, con quien se puede decir que tenía una relación más estrecha, sobre todo en esos últimos meses antes de mi partida, pero lo cierto es que Abby no mostraba nunca celos, o ningún tipo de molestia, ni siquiera curiosidad, quitando esa pregunta que me hizo sobre la reacción de Irene.
Pasaron unas cuantas semanas, hasta que, a inicios de diciembre, Abby me propuso irme a vivir con ella. Me sorprendió que me lo pidiera tan pronto, aunque yo también había tenido esos pensamientos, porque me encantaba pasar mucho tiempo con ella y aunque dormíamos juntos con asiduidad, yo quería hacerlo todas las noches.
Generalmente nos turnábamos un poco para dormir en su casa o en la mía, porque hacerlo en la mía era cómodo a la hora de no madrugar tanto para las clases al estar tan cerca de la universidad, pero, por otra parte, en su casa teníamos mucho más espacio y dejábamos a la gata tranquila en comparación a las idas y venidas cuando Abby se quedaba a dormir en mi casa.
Me hizo mucha ilusión que me lo pidiera, aceptando de inmediato, sin pensarlo un segundo. A Abby también le hizo mucha ilusión que me pareciera bien la idea y que hubiera sido tan directo al responderle, dándome un gran abrazo y un tremendo beso. Me conmovió cuando me susurró al oído que la hacía muy feliz, pese a no hacer yo nada del otro mundo en mi opinión.