Capítulo 901
Abby se corrió entre sus típicos gemidos mientras se retorcía, como siempre solía hacer, siéndole muy placentero por lo que podía ver y sentir. En cuanto se recuperó, cosa que fue rápida, me tumbó sin salirme yo aún de ella para ponerme bocarriba y bajar por mi cuerpo hasta mi polla y chuparla, limpiándola así de sus fluidos. Pero llevó cuidado igualmente para que no acabara.
Después de eso me dio un poco de vía libre para hacer lo que quisiera, siempre y cuando no acabara. Le pregunté la razón de querer que no acabara, pero ella no me la dijo, limitándose a comentar que era una sorpresa. Así que estuvimos follando de muchas maneras y durante bastante tiempo. Por momentos lo pasaba un poco mal, porque me notaba muy cerca de acabar y era algo que quería hacer, pero ella siempre llevaba cuidado de que no lo hiciera.
Practicamos muchas posturas, llegando ella a correrse otra vez cuando lo estábamos haciendo estando ella a cuatro, pero no me dejaba terminar. Volvió a chupármela cuando se corrió para limpiarme sus fluidos, gustándome, pero yo también quería acabar, preguntándole de nuevo el motivo de que no quisiera que acabara. Se sentó sobre la cama con sus piernas cruzadas para decirme que quería que tuviéramos sexo anal.
Me dio muchísimo morbo que me lo dijera de esa manera tan tierna e inocente. Abby se sonrojó un poco de hecho, cosa que no entendía con todo lo que habíamos hecho a esas alturas, porque no era raro que ella se autoestimulara esa zona mientras lo hacíamos. Si lo hizo en nuestra primera vez. Pero a ella parecía darle vergüenza. Ahora entendía lo que estaba haciendo en el baño antes de que empezáramos a parte de ponerse esas medias.
Me dijo que nunca lo había hecho pese a haber jugado algunas veces ella sola, pero que sabía que yo sí que lo había practicado y pensaba que podíamos intentarlo sin problemas por eso mismo. Le dije que sería algo que me encantaría hacer con ella. Su sonrisa me decía que ella pensaba lo mismo, dándome un abrazo y preguntándome cómo podíamos empezar.
La puse bocabajo sobre la cama para besarle la nuca e ir bajando por su cuerpo hasta llegar a su culo, dándole algún mordisco en las nalgas, cosa que le hacía gracia. Dio un gritito muy mono cuando le empecé a comer el culo, aunque trataba de ir tranquilo al ser algo tan especial, pero a ella le pilló por sorpresa. Aunque se relajó rápido, dejándose hacer y disfrutando bastante de ello.
Se lo dilaté durante un buen rato, usando los dedos y demás hasta que le pregunté si estaba preparada para dar un paso más. Ella me dijo que sí mientras miraba hacia atrás, cogiendo yo el bote de lubricante que teníamos en la mesita y que usábamos de vez en cuando para jugar al ser de esos de sensaciones de frío y calor. Me eché bastante por la polla y también lo hice por su culo, empezando a frotarme con ella para ver cómo reaccionaba.
Lo hacía tan bien como cuando se lo comía, cosa que me alentaba a ir más allá. Empecé a hacer un poco de presión, poniéndose ella algo nerviosa. Le comenté que lo mejor que podía hacer era relajarse para que todo saliera bien, pasando a frotarme con ella hasta que la notara tranquila. Una vez lo noté, volví a hacer presión, yendo todo mucho mejor al estar ella más calmada.
No costó mucho que entrará en realidad, siendo muy placentero al tenerlo ella tan cerradito. Me mantuve quieto con mi glande en su interior, preguntándole qué tal estaba y si le gustaba. Ambas respuestas fueron afirmativas, por lo que empecé a moverme muy lentamente para ver cómo se adaptaba, yendo todo bastante bien también.
En unos cinco minutos ya la follaba, aunque de manera lenta, pasando a aumentar el ritmo conforme veía que cada vez entraba mejor y que ella colaboraba al empujar con su cuerpo hacia mí. Me ponía mucho verle el culo tan abierto, poniendo ella sus manos en sus nalgas para abrírselas bien y que fuera más fácil.
Aunque soltó una para tocarse mientras yo le seguía dando de esa manera, diciendo que le estaba gustando. Yo ya venía muy calentito con todo lo que había pasado ya a esas alturas entre los momentos posteriores a la cena, lo del coche y todo el folleteo que habíamos tenido desde que volvimos, por lo que no pude aguantar mucho más corriéndome dentro de su culo en abundancia, llegando ella a otro orgasmo que la hizo retorcerse.
La seguí para no ponerlo todo perdido y tumbarme también, pues acabé exhausto y mareado del subidón que me dio. Tardamos algo más en recuperarnos, aunque fue Abby la que tomó precauciones al coger papel para que no se manchara nada. Me la encontré mirándome una vez me terminé de recuperar y abrí los ojos, estando ella muy sonriente, dándome un beso. Me dijo que le había encantado la experiencia y que podíamos hacerlo de vez en cuando si me parecía bien, afirmando yo.
Nos dimos una ducha rápida para poder descansar mejor, marchándome yo a la cama rápidamente, llevándole a ella un poco más al tener que desmaquillarse por no haberse mojado la cara para no hacerlo con el pelo tampoco. Casi me duermo antes de que viniera, pero no tardó, abrazándose a mí con fuerza para darme un beso y decirme que me quería mucho. Veía que todo marchaba de maravilla al haber ido tan bien en días importantes como el de mi cumpleaños o en Navidad, nada que ver con años anteriores.
Poco después de empezar las clases, empezaron los exámenes, cosa que fue bastante bien, tanto para Abby, como para mí. Aunque sí que pasó algo que es digno de mención, y es que una chica que se estaba sacando el mismo máster que yo, se ponía nerviosa a la hora de los exámenes y armaba mucho revuelo. De primeras no me importó, pero cuando se acercó a mí, sí que me saltó alguna alarma.
No paraba de hablar y estuvimos charlando un poco. De hecho, le ayudé a repasar el temario de los exámenes que aún nos quedaban por hacer al contarme ella sus resúmenes, comentándome que leer en voz alta sus apuntes o contárselos a alguien le ayudaba mucho para que se le quedara mejor. Como digo, no me importó en absoluto que me buscara para eso, pero la cosa es que siguió buscándome una vez acabaron.
Supongo que le caería bien o algo, porque siguió acercándose a mí pese a no necesitar esa ayuda que yo le brindaba de cara a las pruebas. Fue algo descarada al sentarse justo a mi lado cuando antes de todo esto estábamos bastante alejados, ya que el aula era grande y había muchos lugares vacíos. Empezó por comentarme lo de los tatuajes, porque tenía la costumbre de remangarme para los exámenes sin importar el frío que hiciera, aunque allí había calefacción todo el tiempo.
Por ahí fue por donde empezó a sacarme tema de conversación. Me dijo que les pareció bonitos y que se los podía enseñar alguna vez de manera más privada. No era muy sutil que digamos. Tuve que pararle los pies al decirle que tenía novia y que no me interesaban encuentros como que el me acababa de sugerir, aunque ella se hizo la loca, pero para mí se me hizo muy obvio el objetivo que tenía. Fue algo que me recordó bastante a los encuentros con Natalia en el gimnasio.
Aunque esta chica, llamada Hailey, no iba tan a saco pese al acercamiento tan brusco que tuvo. Me sorprendió un poco de primeras que se acercara a mí de esa manera, pues siempre la había visto cerca de un chico, con el que se seguía relacionando entre clases, pero al parecer no eran pareja. Me dijo que no me preocupara, que no buscaba nada en mí y que respetaba lo que le había dicho, aunque me preguntó si le importaba que se quedara sentada por ahí desde ese momento.
Le dije que no tenía problema siempre y cuando no me distrajera de las clases, aunque esto lo dije con tono de broma para relajar la tensión, pues me pareció que quizá fui demasiado brusco con ella. Ella sonrió y me dijo que no tendría que preocuparme por ello. La verdad es que era una chica bastante atractiva y guapa. Mediría alrededor de 1,60, siendo rubia y con unas curvas bastante sensuales, teniendo unos buenos pechos, aunque lo que más llamaba la atención de los chicos del lugar era su culo, redondo y grande.
Era bastante simpática, como demostró a lo largo de las semanas en las que se estuvo sentando a mi lado. Sacó de vez en cuando el tema de vernos fuera de la universidad para compartir apuntes o tomar café, pero yo decliné siempre, porque seguía notando que me ponía ojitos de vez en cuando y no quería meterme en problemas al estar tan a gusto con Abby, porque a esas alturas ya sabía lo que había y sentir las mismas cosas que sentía con Elena me decía que lo que había entre nosotros era serio.