Capítulo 564
Por suerte, Valentina no tardó mucho en despertarse, abriendo sus brazos para desperezarse y levantando su cabeza para buscarme, aunque no se veía casi nada dentro de la habitación. Pero ella fue capaz de encontrarme, haciendo un sonido tierno y volviéndose a echar para tumbarse bien. Me preguntó qué hacía despierto ya y ahí sentado, explicándole yo que no podía dormir más y que me había dado una ducha para despejarme, sentándome ahí para dejarla descansar. Se incorporó, dejándome ver sus preciosos pechos y se volvió a estirar para levantarse y venir hacia mí, sentándose en mi regazo para abrazarme y darme un beso. Fue un gesto que hizo que nos quedamos en silencio, pero que a la vez me transmitía lo bien que estaba ella de estado de ánimo, porque estaba cariñosa. Y me gustaba verla así, por eso le empecé a acariciar sus muslos, pero rápidamente se fue a la ducha para que nos fuéramos cuanto antes.
Desde la ducha me decía que la noche anterior se había quedado dormida por mi culpa, porque le había provocado muchos orgasmos y la había dejado para el arrastre. Esas palabras hicieron que pusiera una pequeña sonrisa en mi boca, aunque sabía que aquel día iba a estar un poco de aquella manera por lo mencionado anteriormente. Pero ella estaba muy contenta y en cuanto salió de la ducha, corrió las cortinas para que entrara la luz del sol y se sentó en la cama para ponerse sus sandalias, viniendo hacia mí para volver a sentarse sobre mí y estar unos minutos así de nuevo. Pero no queríamos volver muy tarde, sobre todo por ella, porque no quería que nuestros amigos se dieran cuenta de que habíamos pasado la noche fuera, porque pensaba que tal vez les podía sentar mal que hubiéramos hecho eso. Así que nos fuimos, dejando la habitación más o menos recogida para que no se notara lo que pasó la noche anterior y nos montamos en el ascensor para bajar.
-¿Estás bien? -me preguntó Valentina mientras se agarraba a mi brazo.
-¿Mmm?
-Te noto un poco... ¿Te pasa algo?
-No, no me pasa nada -dije sonriendo y pasando mi brazo por sus hombros, dándole un beso en la cabeza también.
-¿Es por haberte quedado con ganas de hacer algo? ¿Querías llegar hasta el final? Es que...
-Valentina, tranquila. No es nada de eso. No me pasa nada. De verdad.
-Vale -dijo dándome un abrazo.
Pero en cuanto el ascensor se detuvo se separó de mí. Dejamos la llave en recepción y nos fuimos, poniéndonos en camino hasta el apartamento, aunque antes de llegar paramos a desayunar, porque estábamos muy hambrientos, cosa que era normal después de la noche que tuvimos con tanto movimiento. Así que paramos en una cafetería cercana, sentándonos en una terraza para desayunar tranquilamente con el aire que corría al ser aún temprano por la mañana. En ese rato estuve más callado de la cuenta como era de esperar por cómo me levanté. Ella me daba conversación y yo le correspondía como podía, pero no era como siempre. Aunque ella no me volvió a preguntar en ese momento, cosa que era de agradecer, porque no me apetecía mucho dar explicaciones por si se ponía insistente. Así que terminamos de desayunar tranquilamente y nos fuimos al apartamento.
Al llegar, entramos despacio y tratando de hacer el menor ruido posible, a petición de Valentina, porque no quería que se dieran cuenta de que veníamos ahora. Así que entramos y fuimos a la habitación para cambiarnos de ropa y echar esa a lavar, cosa que hicimos en el acto. Me esperaba un buen rato a solas con ella hasta que mis amigos se despertaran, cosa que no esperaba que hicieran pronto, por lo que, para evitar silencios largos y una posible conversación que no quería tener, decidí salir a correr un poco. Por suerte ella me dejó mi espacio y no dijo de venir conmigo a correr, cosa que ya sabía que hacía de vez en cuando, aunque supuse que bastante ejercicio hizo por la noche. Ella se quedó allí, sentada en una mesa con una tablet que se llevó para organizar alguna cosa del trabajo y tenerlo todo bien controlado. Así que me puse ropa de deporte y salí a correr por la playa antes de que pegara más el sol.
De normal, hacer ejercicio me despejaba mucho la cabeza al centrarme en estar atento por dónde iba, al ver a gente y demás por la calle y también al estar pendiente de hacer buenos movimientos con mi cuerpo para no hacerme daño, pero ese día no podía librar mi mente de lo que empecé a pensar al despertar. Tan ofuscado me sentí que paré un poco para sentarme en el paseo marítimo y descansar un poco. Pero no me quería enfriar, así que me levanté para reanudar la marcha, yendo por la orilla y tratando de evitar las multitudes que se empezaban a montar en la playa para echar un buen día allí, pero tuve que dar la vuelta, porque estaba llegando a un lugar bastante propicio a provocarme que me pusiera peor, porque era aquel rincón donde celebramos su cumpleaños y donde pasamos una noche especial.
Ya casi a medio camino del apartamento, Valentina me llamó para preguntarme dónde estaba, respondiéndole yo donde más o menos creía que estaba y lo que me quedaba para llegar, pero ella me dijo que no lo hiciera, que ellos ya venían hacia donde estaba yo para estar allí toda la mañana. Le dije que había bastante gente y que nos moviéramos un poco para estar más tranquilos, pareciéndole bien a ella y diciéndome que se echaba un bañador y demás para que me pudiera cambiar y luego para tener ropa que ponerme cuando dijéramos de volver. Así que me entretuve dando alguna vuelta por la zona corriendo mientras ellos llegaban, cosa que tuvo lugar como a la media hora de la llamada. Valentina me saludó alegremente, haciéndolo Mario también de buena manera, pero Irene, sin embargo, ni abrió la boca. Simplemente llegaron y pusimos las sombrillas y echando las toallas en la arena.
Fui a cambiarme ahí directamente, pensando desnudarme y hacerlo rápido al no haber tanta gente, pero a Valentina no le terminó de parecer bien, o eso fue lo que pensé, porque en cuanto me vio quitarme la camiseta, se levantó diciéndome que esperara para coger mi toalla y rodear mi cuerpo con ella para que me pudiera quitar la parte de abajo y ponerme el bañador. En cuanto me lo puse, me fui al agua para quitarme la sudada que llevaba encima, acompañándome Valentina, aún visiblemente contenta por lo que veía en su cara, pese a ir con unas grandes gafas de sol, aunque llevaba su pelo recogido y era más fácil. Hasta se animó a acercarse un poco más de la cuenta a mí, pero tampoco sin que nos llegáramos a tocar. Al estar solos, comentamos algo de la noche anterior, diciéndome ella que se paraba a pensarlo y no podía creer que hubiera hecho todo aquello.
Cosas que sí es cierto que no eran para tanto, pero que para ella era algo impensable cuando la empecé a conocer después de acostarme con ella y ver cómo era en ese aspecto. Se me venía mucho a la cabeza cuando se la puse sobre su culo y me dijo que si me atrevía a hacer algo por esa zona, me la cortaba. Cómo había cambiado la cosa en unas pocas semanas... Pero también me decía que no le gustaba del todo hacer aquello, no porque le hiciera daño o le molestara o algo parecido. Tampoco me dijo que fuera porque le daba asco, porque valoró que le hiciera caso en lavarme las manos y la boca una vez acabáramos. La principal razón que me dio fue que se sentía muy vulgar haciendo aquello y que no le gustaba sentirse así. Sin embargo, me dijo que de vez en cuando sí que podríamos hacer algo. Se notaba que quería tenerme contento con el sexo que teníamos y era algo que agradecía, pero le dije que no hacía falta que lo hiciéramos si ella no iba a estar cómoda. Al final quedamos en dejarlo para situaciones especiales, porque ella también lo disfrutaba en cierto modo, así que ahí quedó la cosa.
Cuando volvimos con nuestros amigos, estuvimos en silencio. Se notaba que Irene estaba muy distante y Mario trataba de sacar conversación. Valentina le seguía la charla, pero Irene no abría la boca para nada. Y yo tampoco. No pensaba que fuera a esta muy hablador lo que quedaba de día. Por suerte, ese momento algo incómodo se acabó cuando Irene se levantó para ir al agua y estar allí un buen rato, acompañándola Mario a los pocos minutos. Valentina y yo nos quedamos sobre las toallas, en silencio de primeras mientras ella me echaba crema por la espalda y los hombros para que no me quemara más de lo que ya lo estaba. Yo también le eché por la espalda y aproveché para tocarle un poco el culo al meter la mano ligeramente por dentro de su bañador, con ella riendo, pero haciendo un sonido para que parara.
-Javi, ¿y lo de anoche?
-¿El qué?
-Lo de agarrarme del cuello.
-Ah... ¿Qué pasa con eso?
-Pues... Que no me parece normal. ¿No?
-Bueno, es una manera de jugar.
-Am...
-No pensarás que me puse así porque quería hacerte daño, ¿no?
-No, no. ¿Cómo voy a pensar eso?
-Bien. Porque no es así. Para nada. Es solo un juego.
-Ah... Nunca me había pasado que un hombre se comportara así conmigo.
-Bueno, cada uno es como es. Yo soy de llevar las riendas y...
-Eso sí lo tengo claro, jajaja.
-¿Por? -pregunté riéndome.
-Porque se nota. Cuando estamos en la cama -dijo acercándose a mí para hablar bajito, como si alguien nos pudiera oír sin llegar a ser posible en realidad-, eres tú el que marca el ritmo, cómo hacerlo por la postura y esas cosas.
-Ya. Bueno, pues eso. Yo soy así y a veces pues me gusta jugar de esa manera. Tiene su punto de morbo y es un plus.
-Ya veo.
-¿No te gustó?
-Bueno... Es que fue algo muy nuevo. Como lo otro. No sabía muy bien qué pensar y cómo tomármelo. Pero bueno, estuvo bien.
-No te veo muy convencida.
-Es que... No me esperaba para nada eso. Me pilló desprevenida.
-Bueno, pues no lo hacemos más.
-Yo no he dicho eso. He dicho que fue algo nuevo y que me pilló por sorpresa. Si a ti te gusta...
-Pero te tiene que gustar a ti también. No vale que lo hagas porque me gusta a mí. Esto solo funciona si nos gusta a los dos. Todo en ese tema funciona así.
-Ya, ya. No sé... Podemos probar ahora que ya sé cómo es y tal.
-Bueno, ya veremos. Si te veo en la onda y con ganas, cuenta con ello.
-Vale -decía conforme.
-Aunque tampoco fue para tanto.
-Ah, ¿no?
-Para nada. Agarrarte un poco así y un par de azotes es algo muy light.
-¿En serio?
-Esto no es nada comparado con lo que he llegado a hacer.
-A ver, ponme un ejemplo.
-Pues he llegado a agarrar con más fuerza del cuello, hasta tal punto que la otra persona se ponía roja. También he dado azotes con mucha más fuerza. He llegado incluso a usar fustas. Y también mordazas, cuerdas... He tenido momentos en el que la otra persona era sumisa total.
-Madre mía... Te tienes que estar quedando contigo.
-Para nada. Te prometo que he hecho todo eso.
-¿Pero por qué? ¿Cómo le puede gustar eso a la gente?
-Es otra forma de jugar, Valentina. Es verdad que no a todo el mundo le gusta, pero tiene su punto. Por probar un poco no significa que te guste a morir tampoco. Es una experiencia más que sirve para no cansarse de siempre lo mismo por así decirlo.
-Ah, ¿por eso lo hiciste? ¿Estás aburrido de cómo lo hacemos?
-Noooooo. No es eso. Qué va.
-Am... Jejejeje. Estaba de broma.
-Ya, ya lo sé. Pero por si acaso. Para que se te quite esa tontería que acabas de decir de la cabeza.
-Ay, que se enfada.
-No. Hemos quedado en que no nos íbamos a enfadar más, ¿no?
Valentina se bajó sus gafas para mirarme a los ojos con los suyos, teniendo una expresión de complicidad que me encantaba. Le pedí perdón por no bajármelas yo, porque si lo hacía, me dolerían los ojos de la luz que había con el sol pegando ya bastante. Pero ella ya sabía ese detalle de mí por ir con gafas de sol en las pocas ocasiones que me había visto o que habíamos estado en la calle. Lo mejor del momento fue que nos dimos un rápido pico para zanjar la conversación sobre ese tema, siguiendo con otras cosas, aunque más banales. El resto de la mañana estuvimos en allí, como venía siendo lo normal esos días, aunque precisamente aquel, no estábamos tan habladores. Y así seguiría la cosa durante el almuerzo, el cual hicimos en el apartamento. Valentina se encargó de preparar algo excelente para comer con la buena mano que tenía para ello, con mis amigos ayudándola, quedándome yo esta vez en la habitación descansando después de haberme duchado, porque estaba un poco bajo de ánimo y les puse la excusa de que me dolía la cabeza por el sol del rato que estuvimos en la playa y del que estuve yo corriendo antes de que llegaran.
Por la tarde casi que más de lo mismo, con una breve visita a la playa de nuevo, aunque nos subimos bastante rápido para descansar un poco y luego arreglarnos para irnos a un bar a cenar, porque la temperatura por la noche invitaba a salir y se estaba muy a gusto. El diálogo que protagonizaron Valentina y Mario parecía no tener fin, porque no paran, tratando muchos temas dentro del principal, el trabajo. Parecía que les daban cuerda a los dos, con Mario explicando los proyectos que tenían y en los que le gustaría participar y con Valentina más de lo mismo, pero ella daba aún más detalle al ser la jefa y al ser la que casi tomaba todas las decisiones al ser la mayor accionista. Traté de prestar atención para ver si se me pegaba algo y poder así hablar luego con ella, pero no me quedaba con gran cosa. Irene por su parte, estaba más pendiente del móvil que otra cosa, siguiendo con ese distanciamiento que tenía desde la mañana del día anterior.