Keranos
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Capítulo 603
Cada vez chupaba con más intensidad, llegando a hasta provocarme que hiciera ligeros movimientos con las caderas. No llegaba a follarle la boca, pero era igualmente muy excitante verla chupar al ritmo que marcaba yo casi de manera involuntaria. Pero empecé a notarme cerca de acabar, por lo que le dije que se pusiera sobre mí. Y me hizo caso, pero no de la manera en la que yo esperaba. De repente se puso juguetona y encajó mi polla entre su raja para empezar a moverse lentamente hacia delante y atrás. Se puso a preguntarme qué quería que hiciera, contestándole yo con lo que deseaba, de manera bastante explícita. Ella se mordía el labio y aumentaba el ritmo con el que nos estimulaba a los dos, pero no decía nada ni tampoco lo hacía. Después de repetírselo me dijo que en ese momento no tocaba llegar tan lejos, poniéndose de nuevo conforme estaba antes, echada entre mis piernas y volviendo a elevar su culo para moverlo hacia los lados.
No me podía quejar, porque estaba muy a gusto y me estaba encantando la mamada que me estaba haciendo, pero quería sentirla de otra manera y también quería que ella tuviera su placer, por eso le dije que no me parecía justo. Valentina me miró, poniendo cara de compasión y pasando a ponerse en esa misma postura, aunque ahora lo hacía a mi lado, permitiéndome que la pudiera tocar. Yo también varié un poco al sentarme en la cama, pegando mi espalda al cabecero para tener mejor acceso a su coño desde atrás al haberse puesto casi a cuatro. Encontré su raja empapada y eso hacía que tuviera más ganas de follarla, pero me entretuve bastante tocándola, con ella gimiendo muy bajito mientras me la seguía comiendo, aunque ahora ya no podía ver cómo lo hacía y era algo que quería. Estaba un poco de aquella manera, porque quería de todo y cuando me daba una cosa, me quedaba sin la otra.
Pero me centré en tocarle bien ahí abajo, empezando a acariciarle lentamente, pero subiendo pronto la rapidez, ya que ella me animaba con la mamada que me seguía haciendo y a la que le ponía cada vez más ganas. La tentación de darle un fuerte azote por cómo tenía su culo era enorme, pero sabía que si lo hacía, no le iba a sentar bien, por lo que de acariciarlo y amasarlo con fuerza, aunque de manera breve, no pasé. Seguí a lo mío tocándole por la zona y animándome a meterle un dedo, en cual entró del tirón de lo mojada que estaba, lanzando un sensual murmullo. Y así la empecé a masturbar, cada vez con más rapidez y llegando a meter otro dedo, aunque ella no paraba de chupar como en otras ocasiones había pasado, donde se centraba más en lo que sentía que en seguir con lo que hacía.
Y cada vez se lo notaba más mojado, pero le dije que quería ver su preciosa cara mientras hacíamos todo eso, cambiando ella de postura al instante. Se puso de tal manera que estaba echada de costado en la cama y un poco en mi regazo, siguiendo con la mamada, pero abriendo bien sus piernas para que la pudiera tocar. Ahora estaba más excitado si cabía, porque veía su vello púbico y eso me calentaba a tope. Le seguí metiendo dos dedos, con brío, estando ella con sus ojos cerrados y poniendo cara de placer. Y entonces se me pasó algo por la cabeza, algo que no había hecho mucho con ella, sin llegar a entender todavía por qué no. Le metí los dedos de otra manera, para estimularle el punto G. Por la postura no me resultó tan fácil como en otras ocasiones, pero me propuse encontrarlo y fui capaz. Así, la empecé a estimular, empezando a hacerlo suavemente de primeras, pasando luego a hacerlo con más rudeza e intensidad, lo necesario para hacerla llegar a ese punto en el que algunas expulsan fluidos de esa manera tan llamativa.
Pero justo cuando empezaba a sonar ese sonido de chapoteo y alguna que otra gota gorda empezaba a salir, Valentina agarró mi mano con fuerza para retirarla, pasando a chupar con tanta intensidad que en cuestión de segundos me empecé a correr en su boca, dándome unos espasmos que me dejaron sorprendido. Ella siguió un poco más para apurar mi orgasmo y tuve que pedirle que parara, porque notaba que me iba a dar algo si seguía. Me quedé extasiado y ella se levantó de la cama, pasando por encima de mi cuerpo. Pensaba que iba a ir así a uno de los cuartos de baño, desnuda y sin ponerse nada, porque la ropa estaba al otro lado, pero entró por una puerta que yo pensaba que era un armario, resultando ser un pequeño cuarto de baño que había ahí instalado. Ella me lo aclaró una vez salió, diciéndole yo lo que pensaba que era y echándose ella a reír. El problema era que efectivamente, era muy pequeño y tan solo tenía un váter y un lavabo con un espejo encima de él.
Pero cuando iba a coger la ropa para ponérsela de nuevo, la paré y tiré de ella para que se tumbara a mi lado desnuda. Ahí le pregunte por qué no había querido que folláramos, pensando ella dejarlo para la noche, para cogernos con más ganas y porque tampoco quería molestar si los demás iban a dormir. Una tontería muy grande, porque éramos capaces de oír a nuestros amigos en la otra habitación, y eso que quedaba bien apartada, pero se oía de fondo los gemidos de Irene. Valentina me dijo que también era por Sofía y Daniela, quienes sí que parecían algo cansadas. En realidad, me pareció bien aguantar hasta la noche. Total, no iba a ser tanto tiempo y yo ya estaba bien saciado con el orgasmo que tuve, pero ese precisamente el problema, que ella no había llegado. Por eso le dije que me dejara comérselo, para que ella se corriera y porque me encantaba también hacerlo, como ella ya bien sabía.
Después de pensarlo unos instantes y de decirme que llevara cuidado y que no me emocionara, se tumbó para ponerse boca arriba y dejarme a mí hacer. Pero antes nos dimos unos cuantos besos. Ya se me había pasado bastante el calentón, aunque aún lo tenía, pero me apetecían esos arrumacos y hacerlo lentamente, como ella empezó cuando bajaba por mi cuerpo con esos besos. Yo traté de imitarla, porque sabía que le encantaba así, siendo curioso, porque también le gustaba duro una vez en el tema. Ella lanzaba largos murmullos, aunque muy bajitos. Ya le costaba más controlarse cuando llegué a su sexo, porque ella seguía muy excitada. Tenía el coño muy caliente y segregaba muchos fluidos. Me encantaba tenerla así, por lo que no me demoré en empezar a comérselo. El problema es que estaba muy cerca y me costaba mucho controlarla, llegando al filo en numerosas ocasiones, cosa que le repateaba mucho, pero que luego se lo tomaba bien con una risa.
Cada vez apretaba más su boca con sus manos para que no se le escapara ninguno de sus gemidos y cada vez me costaba más controlar su orgasmo, hasta que no pude hacerlo más y se acabó corriendo, con ella tapándose la cara con la almohada para gemir contra ella mientras su cuerpo se encogía y hasta se incorporaba de los espasmos que le daban. No pude explayarme todo lo que hubiera querido, porque no duró ni 5 minutos, apartándome ella con sus manos, porque se puso de manera parecida a mí cuando yo tuve el mío. Así que me retiré y le quité la almohada para ponerla bien y que así se pudiera echar, respirando ella de manera muy acelerada. La miraba relamiéndome sus fluidos de la boca y mientras se recuperaba, fui al pequeño baño a lavarme un poco la cara, aunque más bien era la barba. Pero no tardé en regresar con ella para coger mis boxers y ponérmelos, dándole a ella sus braguitas y mi camiseta para que se la pusiera.
Hablamos durante unos breves minutos de alguna que otra cosa, donde lo más destacable era ese juego que surgió de aguantar hasta la noche, aunque habíamos quedado bien servidos los dos y el tema de que Irene le viera las tetas por accidente. Bromeé un poco con ella, estando un poco cortada aún, aunque se lo empezó a tomar mejor. Pero al rato se quedó dormida echada en mi hombro. La dejé descansar, porque lo necesitaba y le vendría bien para la noche. Yo me limité a mirar el móvil durante un rato, aunque la miraba bastante a ella también, porque estaba guapísima hasta durmiendo. A la hora o así de habernos subido y después de haber dormido ella un rato, nos bajamos, habiéndolo hecho ya nuestros amigos. Habíamos quedado en ver una película a esa hora y ahí estábamos los seis, repartidos en los sofás para ver la película después de hacer palomitas y coger algunos refrescos, estando cada pareja bien junta de la suya.
Después del rato que habíamos pasado arriba, yo estaba muy cariñoso con Valentina, quien recibía mis mimos con gusto, aunque se hacía un poco un ovillo para evitar que llegara a algunas zonas de su cuerpo, porque el calentón me había vuelto. Evitaba que le tocara las tetas y sus partes más bajas. Hasta me impedía que le pusiera la mano en el vientre por dentro de la camiseta. De primeras, esto último sí que lo permitía, pero como al final siempre subía la mano o la bajaba, pues terminó por sacarla de ahí y cerrar todo acceso a la zona al poner sus brazos o al apartarme la mano directamente con la suya. Pero su culo estaba libre al abrazarla yo por detrás, por lo que me di un festín con él. Bueno, no como me hubiera gustado, pero no se lo pude sobar más durante toda la película, arrimándome más de la cuenta a ella para rozarme, volviendo una erección bastante fuerte.
Los primeros minutos que empecé a hacer eso una vez me rendí con su parte delantera, Valentina me daba toques con la mano para que parara. Llegaba hasta a darme pellizcos en la pierna mientras negaba con la cabeza, aunque no nos podíamos ver las caras. Pero puso remedio a ello cuando la giraba para echarme la reprimenda con la mirada o con un gesto, señalando a los demás con la cabeza, quienes por suerte no nos podían ver por cómo estábamos repartidos en la habitación. Yo paraba un poco cuando ella hacía eso, pero no podía evitar volver al asunto, porque me había quedado con ganas de follar en realidad y otra vez estaba caliente. Por suerte, Valentina se fue dejando llevar al ver que los demás estaban muy pendientes de la película y no reparaban en nada más. De impedirme hacer eso, pasó a no hacer nada, terminando por empujar con su culo a mi erección.
Estaba muy a gusto con ella así y me daba mucho morbo al estar acompañados. También empecé a besar su cuello, aunque llevando todo el cuidado posible para no hacer ruido, haciéndolo todo muy lentamente. Así hasta que, ya casi acabando la película, Valentina cogió mi mano para llevarla a la parte delantera de su cuerpo, dejándola sobre el vientre y acariciándola. Aguanté bastante así, pero la metí por dentro de su camiseta de tirantes para tocar su piel directamente hasta que acabé subiendo a uno de sus pechos, tocándolo por encima de su sujetador del mismo color que su camiseta. Pero por desgracia, no pude pasar de ahí, porque la película se acabó y los demás se empezaron a incorporar para levantarse, porque habíamos hablando mientras comíamos de ir a la piscina de nuevo y a las canchas para jugar a algo, por lo que Valentina de separó de mí y yo fui con prisa al baño para que no descubrieran cómo estaba.
No me acabé la faena allí de milagro, porque me notaba muy excitado pese a haber hecho algo hacía poco más de una hora. Pero es que con ella tenía ganas a todas horas. Era increíble lo que me atraía esta mujer. Al final, después de echarme agua fría por la cara y por la nuca, me pude relajar del todo y pude salir. Las chicas ya se habían puesto de nuevo un bikini y Mario un bañador. Hasta Valentina se había puesto uno de dos piezas, estando algo nerviosa y con razón después de lo que había pasado con Irene, quien la miraba de manera descarada. Por eso subí a ponerme el mío, para poder darme un chapuzón, el cual veía necesario después de lo que acababa de ocurrir y de ver así a mi chica, tan sexy. Subí solo, aunque a los pocos minutos ella me acompañó al entrar en la habitación, dándome un susto por no esperarla allí y por haber subido tan en silencio que parecía un fantasma.
-¿Cómo es que no has ido con ellos? ¿Es que no te puedes despegar de mí? -bromeé al verla en silencio bajo el umbral de la puerta.
-Pues sí, lo reconozco -me siguió la broma.
-Jajajaja. Joder... Antes he tenido que salir corriendo al baño.
-Ya, estaba ahí. Eres muy cabezón, ¿sabes?
-No puedo evitarlo, cariño. Es que me pones demasiado. Ya lo sabes.
-Ya, pero tú también sabes que no me gusta hacer nada con gente presente.
-Pues bien que te has ido abriendo. Sobre todo, al final.
-Porque al final siempre te sales con la tuya.
-Me ha dado bastante morbo hacer eso con todos ahí al lado. ¿A ti no?
-Ya sabes lo que opino del tema.
-Respóndeme.
-Ha sido... Bueno... Divertido.
-Bien -dije contento.
-Pero no quiero que te emociones, que te conozco. Esto ha sido algo puntual y ya está. No quiero que se repita, porque me da mucha vergüenza. Imagínate si nos pillan.
-Valentina, somos pareja. No pasa nada si nos ven acaramelados. ¿No has visto que Irene y Mario estaban así también?
-Una cosa es estar acaramelados y otra es como estábamos nosotros. Ellos no estaban en ese plan. Estaban con caricias, nada más.
-Porque ellos sí que han desfogado bien. Ya los has oído cuando estábamos aquí antes de bajar.
-Ah, que es mi culpa.
-Pues un poco, sí -dije bromeando.
-Mmm... -murmuraba con tono de reprimenda, aunque por su expresión veía que me seguía la broma.
-Que ha estado muy bien, ¿sabes? Pero me he quedado con las ganas de metértela.
-Shhh -siseó enérgicamente.
-¿Por eso has subido? ¿Te has calentado también y quieres que echemos un rapidín?
-No -dijo después de reír.
-Pues vaya...
-Ya te he dicho que hasta la noche no lo íbamos a hacer así.
-Pensaba que a lo mejor habías cambiado de idea con lo que ha pasado abajo.
-Pues no. Quiero que sea esta noche.
-¿Y cómo lo vamos a hacer? Porque seguimos con compañía.
-Ya, eso es lo único que me echa para atrás.
-Pues ahora tenemos una buena ocasión.
-Que no -dijo sonriendo después de acercarse a mí, dándome esperanzas.
-Joder... No recordaba yo pasarlo así de mal teniendo pareja.
-¿Cómo?
-Es broma, ¿eh?
-Ya. Ya lo sé, pero... Vaya palabras has dicho...
-Es que me lo haces pasar mal cuando juegas así conmigo.
-Exactamente. Tú también lo haces. Por eso juego así contigo.
-Ah... Jajajaja.
-¿De qué te ríes?
-Nada, nada.
-Oye -dijo agarrándome el brazo para que la mirara-, no quiero que te tomes esto como un juego para picarnos y eso. No quiero que vaya a más, ¿vale?
-Ajá.
-Javi, de verdad. Que te veo venir.
-Vale, vale.
-Bien -dijo abrazándose a mí.
-Entonces, ¿por qué has subido? -pregunté devolviéndole en abrazo.
-Para que no fueras solo a la piscina.
-No me voy a perder, ¿eh?
-Bueno.
-¿O es que sigues incómoda con Irene?
-¿Cómo no lo voy a estar con lo que ha pasado?
-Y más con este bikini que te has puesto. Joder, cómo de buena estás, cariño.
-Esto no ayuda, ¿sabes?
-Anda, ven aquí -dije intentando abrazarla de nuevo al haberse despegado ella.
-No, que te conozco.
-¿Me niegas un abrazo? -dije haciéndome el ofendido.
-Mmm... -dudó con un gesto un tanto infantil, aunque acabó abrazándome.
-Me hace mucha gracia cuando te pones así. Una vez te abres eres diferente a esa mujer que empecé a ver en la cafetería.
-¿Y eso es malo?
-Para nada. Todo lo contrario.
Valentina me miró a los ojos con una buena sonrisa y nos dimos un pequeño beso, aunque se apartó al poco.
-Ya. Te espero abajo.
-Vale. Te quiero -dije cuando salió de la habitación.
Cada vez chupaba con más intensidad, llegando a hasta provocarme que hiciera ligeros movimientos con las caderas. No llegaba a follarle la boca, pero era igualmente muy excitante verla chupar al ritmo que marcaba yo casi de manera involuntaria. Pero empecé a notarme cerca de acabar, por lo que le dije que se pusiera sobre mí. Y me hizo caso, pero no de la manera en la que yo esperaba. De repente se puso juguetona y encajó mi polla entre su raja para empezar a moverse lentamente hacia delante y atrás. Se puso a preguntarme qué quería que hiciera, contestándole yo con lo que deseaba, de manera bastante explícita. Ella se mordía el labio y aumentaba el ritmo con el que nos estimulaba a los dos, pero no decía nada ni tampoco lo hacía. Después de repetírselo me dijo que en ese momento no tocaba llegar tan lejos, poniéndose de nuevo conforme estaba antes, echada entre mis piernas y volviendo a elevar su culo para moverlo hacia los lados.
No me podía quejar, porque estaba muy a gusto y me estaba encantando la mamada que me estaba haciendo, pero quería sentirla de otra manera y también quería que ella tuviera su placer, por eso le dije que no me parecía justo. Valentina me miró, poniendo cara de compasión y pasando a ponerse en esa misma postura, aunque ahora lo hacía a mi lado, permitiéndome que la pudiera tocar. Yo también varié un poco al sentarme en la cama, pegando mi espalda al cabecero para tener mejor acceso a su coño desde atrás al haberse puesto casi a cuatro. Encontré su raja empapada y eso hacía que tuviera más ganas de follarla, pero me entretuve bastante tocándola, con ella gimiendo muy bajito mientras me la seguía comiendo, aunque ahora ya no podía ver cómo lo hacía y era algo que quería. Estaba un poco de aquella manera, porque quería de todo y cuando me daba una cosa, me quedaba sin la otra.
Pero me centré en tocarle bien ahí abajo, empezando a acariciarle lentamente, pero subiendo pronto la rapidez, ya que ella me animaba con la mamada que me seguía haciendo y a la que le ponía cada vez más ganas. La tentación de darle un fuerte azote por cómo tenía su culo era enorme, pero sabía que si lo hacía, no le iba a sentar bien, por lo que de acariciarlo y amasarlo con fuerza, aunque de manera breve, no pasé. Seguí a lo mío tocándole por la zona y animándome a meterle un dedo, en cual entró del tirón de lo mojada que estaba, lanzando un sensual murmullo. Y así la empecé a masturbar, cada vez con más rapidez y llegando a meter otro dedo, aunque ella no paraba de chupar como en otras ocasiones había pasado, donde se centraba más en lo que sentía que en seguir con lo que hacía.
Y cada vez se lo notaba más mojado, pero le dije que quería ver su preciosa cara mientras hacíamos todo eso, cambiando ella de postura al instante. Se puso de tal manera que estaba echada de costado en la cama y un poco en mi regazo, siguiendo con la mamada, pero abriendo bien sus piernas para que la pudiera tocar. Ahora estaba más excitado si cabía, porque veía su vello púbico y eso me calentaba a tope. Le seguí metiendo dos dedos, con brío, estando ella con sus ojos cerrados y poniendo cara de placer. Y entonces se me pasó algo por la cabeza, algo que no había hecho mucho con ella, sin llegar a entender todavía por qué no. Le metí los dedos de otra manera, para estimularle el punto G. Por la postura no me resultó tan fácil como en otras ocasiones, pero me propuse encontrarlo y fui capaz. Así, la empecé a estimular, empezando a hacerlo suavemente de primeras, pasando luego a hacerlo con más rudeza e intensidad, lo necesario para hacerla llegar a ese punto en el que algunas expulsan fluidos de esa manera tan llamativa.
Pero justo cuando empezaba a sonar ese sonido de chapoteo y alguna que otra gota gorda empezaba a salir, Valentina agarró mi mano con fuerza para retirarla, pasando a chupar con tanta intensidad que en cuestión de segundos me empecé a correr en su boca, dándome unos espasmos que me dejaron sorprendido. Ella siguió un poco más para apurar mi orgasmo y tuve que pedirle que parara, porque notaba que me iba a dar algo si seguía. Me quedé extasiado y ella se levantó de la cama, pasando por encima de mi cuerpo. Pensaba que iba a ir así a uno de los cuartos de baño, desnuda y sin ponerse nada, porque la ropa estaba al otro lado, pero entró por una puerta que yo pensaba que era un armario, resultando ser un pequeño cuarto de baño que había ahí instalado. Ella me lo aclaró una vez salió, diciéndole yo lo que pensaba que era y echándose ella a reír. El problema era que efectivamente, era muy pequeño y tan solo tenía un váter y un lavabo con un espejo encima de él.
Pero cuando iba a coger la ropa para ponérsela de nuevo, la paré y tiré de ella para que se tumbara a mi lado desnuda. Ahí le pregunte por qué no había querido que folláramos, pensando ella dejarlo para la noche, para cogernos con más ganas y porque tampoco quería molestar si los demás iban a dormir. Una tontería muy grande, porque éramos capaces de oír a nuestros amigos en la otra habitación, y eso que quedaba bien apartada, pero se oía de fondo los gemidos de Irene. Valentina me dijo que también era por Sofía y Daniela, quienes sí que parecían algo cansadas. En realidad, me pareció bien aguantar hasta la noche. Total, no iba a ser tanto tiempo y yo ya estaba bien saciado con el orgasmo que tuve, pero ese precisamente el problema, que ella no había llegado. Por eso le dije que me dejara comérselo, para que ella se corriera y porque me encantaba también hacerlo, como ella ya bien sabía.
Después de pensarlo unos instantes y de decirme que llevara cuidado y que no me emocionara, se tumbó para ponerse boca arriba y dejarme a mí hacer. Pero antes nos dimos unos cuantos besos. Ya se me había pasado bastante el calentón, aunque aún lo tenía, pero me apetecían esos arrumacos y hacerlo lentamente, como ella empezó cuando bajaba por mi cuerpo con esos besos. Yo traté de imitarla, porque sabía que le encantaba así, siendo curioso, porque también le gustaba duro una vez en el tema. Ella lanzaba largos murmullos, aunque muy bajitos. Ya le costaba más controlarse cuando llegué a su sexo, porque ella seguía muy excitada. Tenía el coño muy caliente y segregaba muchos fluidos. Me encantaba tenerla así, por lo que no me demoré en empezar a comérselo. El problema es que estaba muy cerca y me costaba mucho controlarla, llegando al filo en numerosas ocasiones, cosa que le repateaba mucho, pero que luego se lo tomaba bien con una risa.
Cada vez apretaba más su boca con sus manos para que no se le escapara ninguno de sus gemidos y cada vez me costaba más controlar su orgasmo, hasta que no pude hacerlo más y se acabó corriendo, con ella tapándose la cara con la almohada para gemir contra ella mientras su cuerpo se encogía y hasta se incorporaba de los espasmos que le daban. No pude explayarme todo lo que hubiera querido, porque no duró ni 5 minutos, apartándome ella con sus manos, porque se puso de manera parecida a mí cuando yo tuve el mío. Así que me retiré y le quité la almohada para ponerla bien y que así se pudiera echar, respirando ella de manera muy acelerada. La miraba relamiéndome sus fluidos de la boca y mientras se recuperaba, fui al pequeño baño a lavarme un poco la cara, aunque más bien era la barba. Pero no tardé en regresar con ella para coger mis boxers y ponérmelos, dándole a ella sus braguitas y mi camiseta para que se la pusiera.
Hablamos durante unos breves minutos de alguna que otra cosa, donde lo más destacable era ese juego que surgió de aguantar hasta la noche, aunque habíamos quedado bien servidos los dos y el tema de que Irene le viera las tetas por accidente. Bromeé un poco con ella, estando un poco cortada aún, aunque se lo empezó a tomar mejor. Pero al rato se quedó dormida echada en mi hombro. La dejé descansar, porque lo necesitaba y le vendría bien para la noche. Yo me limité a mirar el móvil durante un rato, aunque la miraba bastante a ella también, porque estaba guapísima hasta durmiendo. A la hora o así de habernos subido y después de haber dormido ella un rato, nos bajamos, habiéndolo hecho ya nuestros amigos. Habíamos quedado en ver una película a esa hora y ahí estábamos los seis, repartidos en los sofás para ver la película después de hacer palomitas y coger algunos refrescos, estando cada pareja bien junta de la suya.
Después del rato que habíamos pasado arriba, yo estaba muy cariñoso con Valentina, quien recibía mis mimos con gusto, aunque se hacía un poco un ovillo para evitar que llegara a algunas zonas de su cuerpo, porque el calentón me había vuelto. Evitaba que le tocara las tetas y sus partes más bajas. Hasta me impedía que le pusiera la mano en el vientre por dentro de la camiseta. De primeras, esto último sí que lo permitía, pero como al final siempre subía la mano o la bajaba, pues terminó por sacarla de ahí y cerrar todo acceso a la zona al poner sus brazos o al apartarme la mano directamente con la suya. Pero su culo estaba libre al abrazarla yo por detrás, por lo que me di un festín con él. Bueno, no como me hubiera gustado, pero no se lo pude sobar más durante toda la película, arrimándome más de la cuenta a ella para rozarme, volviendo una erección bastante fuerte.
Los primeros minutos que empecé a hacer eso una vez me rendí con su parte delantera, Valentina me daba toques con la mano para que parara. Llegaba hasta a darme pellizcos en la pierna mientras negaba con la cabeza, aunque no nos podíamos ver las caras. Pero puso remedio a ello cuando la giraba para echarme la reprimenda con la mirada o con un gesto, señalando a los demás con la cabeza, quienes por suerte no nos podían ver por cómo estábamos repartidos en la habitación. Yo paraba un poco cuando ella hacía eso, pero no podía evitar volver al asunto, porque me había quedado con ganas de follar en realidad y otra vez estaba caliente. Por suerte, Valentina se fue dejando llevar al ver que los demás estaban muy pendientes de la película y no reparaban en nada más. De impedirme hacer eso, pasó a no hacer nada, terminando por empujar con su culo a mi erección.
Estaba muy a gusto con ella así y me daba mucho morbo al estar acompañados. También empecé a besar su cuello, aunque llevando todo el cuidado posible para no hacer ruido, haciéndolo todo muy lentamente. Así hasta que, ya casi acabando la película, Valentina cogió mi mano para llevarla a la parte delantera de su cuerpo, dejándola sobre el vientre y acariciándola. Aguanté bastante así, pero la metí por dentro de su camiseta de tirantes para tocar su piel directamente hasta que acabé subiendo a uno de sus pechos, tocándolo por encima de su sujetador del mismo color que su camiseta. Pero por desgracia, no pude pasar de ahí, porque la película se acabó y los demás se empezaron a incorporar para levantarse, porque habíamos hablando mientras comíamos de ir a la piscina de nuevo y a las canchas para jugar a algo, por lo que Valentina de separó de mí y yo fui con prisa al baño para que no descubrieran cómo estaba.
No me acabé la faena allí de milagro, porque me notaba muy excitado pese a haber hecho algo hacía poco más de una hora. Pero es que con ella tenía ganas a todas horas. Era increíble lo que me atraía esta mujer. Al final, después de echarme agua fría por la cara y por la nuca, me pude relajar del todo y pude salir. Las chicas ya se habían puesto de nuevo un bikini y Mario un bañador. Hasta Valentina se había puesto uno de dos piezas, estando algo nerviosa y con razón después de lo que había pasado con Irene, quien la miraba de manera descarada. Por eso subí a ponerme el mío, para poder darme un chapuzón, el cual veía necesario después de lo que acababa de ocurrir y de ver así a mi chica, tan sexy. Subí solo, aunque a los pocos minutos ella me acompañó al entrar en la habitación, dándome un susto por no esperarla allí y por haber subido tan en silencio que parecía un fantasma.
-¿Cómo es que no has ido con ellos? ¿Es que no te puedes despegar de mí? -bromeé al verla en silencio bajo el umbral de la puerta.
-Pues sí, lo reconozco -me siguió la broma.
-Jajajaja. Joder... Antes he tenido que salir corriendo al baño.
-Ya, estaba ahí. Eres muy cabezón, ¿sabes?
-No puedo evitarlo, cariño. Es que me pones demasiado. Ya lo sabes.
-Ya, pero tú también sabes que no me gusta hacer nada con gente presente.
-Pues bien que te has ido abriendo. Sobre todo, al final.
-Porque al final siempre te sales con la tuya.
-Me ha dado bastante morbo hacer eso con todos ahí al lado. ¿A ti no?
-Ya sabes lo que opino del tema.
-Respóndeme.
-Ha sido... Bueno... Divertido.
-Bien -dije contento.
-Pero no quiero que te emociones, que te conozco. Esto ha sido algo puntual y ya está. No quiero que se repita, porque me da mucha vergüenza. Imagínate si nos pillan.
-Valentina, somos pareja. No pasa nada si nos ven acaramelados. ¿No has visto que Irene y Mario estaban así también?
-Una cosa es estar acaramelados y otra es como estábamos nosotros. Ellos no estaban en ese plan. Estaban con caricias, nada más.
-Porque ellos sí que han desfogado bien. Ya los has oído cuando estábamos aquí antes de bajar.
-Ah, que es mi culpa.
-Pues un poco, sí -dije bromeando.
-Mmm... -murmuraba con tono de reprimenda, aunque por su expresión veía que me seguía la broma.
-Que ha estado muy bien, ¿sabes? Pero me he quedado con las ganas de metértela.
-Shhh -siseó enérgicamente.
-¿Por eso has subido? ¿Te has calentado también y quieres que echemos un rapidín?
-No -dijo después de reír.
-Pues vaya...
-Ya te he dicho que hasta la noche no lo íbamos a hacer así.
-Pensaba que a lo mejor habías cambiado de idea con lo que ha pasado abajo.
-Pues no. Quiero que sea esta noche.
-¿Y cómo lo vamos a hacer? Porque seguimos con compañía.
-Ya, eso es lo único que me echa para atrás.
-Pues ahora tenemos una buena ocasión.
-Que no -dijo sonriendo después de acercarse a mí, dándome esperanzas.
-Joder... No recordaba yo pasarlo así de mal teniendo pareja.
-¿Cómo?
-Es broma, ¿eh?
-Ya. Ya lo sé, pero... Vaya palabras has dicho...
-Es que me lo haces pasar mal cuando juegas así conmigo.
-Exactamente. Tú también lo haces. Por eso juego así contigo.
-Ah... Jajajaja.
-¿De qué te ríes?
-Nada, nada.
-Oye -dijo agarrándome el brazo para que la mirara-, no quiero que te tomes esto como un juego para picarnos y eso. No quiero que vaya a más, ¿vale?
-Ajá.
-Javi, de verdad. Que te veo venir.
-Vale, vale.
-Bien -dijo abrazándose a mí.
-Entonces, ¿por qué has subido? -pregunté devolviéndole en abrazo.
-Para que no fueras solo a la piscina.
-No me voy a perder, ¿eh?
-Bueno.
-¿O es que sigues incómoda con Irene?
-¿Cómo no lo voy a estar con lo que ha pasado?
-Y más con este bikini que te has puesto. Joder, cómo de buena estás, cariño.
-Esto no ayuda, ¿sabes?
-Anda, ven aquí -dije intentando abrazarla de nuevo al haberse despegado ella.
-No, que te conozco.
-¿Me niegas un abrazo? -dije haciéndome el ofendido.
-Mmm... -dudó con un gesto un tanto infantil, aunque acabó abrazándome.
-Me hace mucha gracia cuando te pones así. Una vez te abres eres diferente a esa mujer que empecé a ver en la cafetería.
-¿Y eso es malo?
-Para nada. Todo lo contrario.
Valentina me miró a los ojos con una buena sonrisa y nos dimos un pequeño beso, aunque se apartó al poco.
-Ya. Te espero abajo.
-Vale. Te quiero -dije cuando salió de la habitación.