Reencuentro con Elena

Capítulo 603

Cada vez chupaba con más intensidad, llegando a hasta provocarme que hiciera ligeros movimientos con las caderas. No llegaba a follarle la boca, pero era igualmente muy excitante verla chupar al ritmo que marcaba yo casi de manera involuntaria. Pero empecé a notarme cerca de acabar, por lo que le dije que se pusiera sobre mí. Y me hizo caso, pero no de la manera en la que yo esperaba. De repente se puso juguetona y encajó mi polla entre su raja para empezar a moverse lentamente hacia delante y atrás. Se puso a preguntarme qué quería que hiciera, contestándole yo con lo que deseaba, de manera bastante explícita. Ella se mordía el labio y aumentaba el ritmo con el que nos estimulaba a los dos, pero no decía nada ni tampoco lo hacía. Después de repetírselo me dijo que en ese momento no tocaba llegar tan lejos, poniéndose de nuevo conforme estaba antes, echada entre mis piernas y volviendo a elevar su culo para moverlo hacia los lados.

No me podía quejar, porque estaba muy a gusto y me estaba encantando la mamada que me estaba haciendo, pero quería sentirla de otra manera y también quería que ella tuviera su placer, por eso le dije que no me parecía justo. Valentina me miró, poniendo cara de compasión y pasando a ponerse en esa misma postura, aunque ahora lo hacía a mi lado, permitiéndome que la pudiera tocar. Yo también varié un poco al sentarme en la cama, pegando mi espalda al cabecero para tener mejor acceso a su coño desde atrás al haberse puesto casi a cuatro. Encontré su raja empapada y eso hacía que tuviera más ganas de follarla, pero me entretuve bastante tocándola, con ella gimiendo muy bajito mientras me la seguía comiendo, aunque ahora ya no podía ver cómo lo hacía y era algo que quería. Estaba un poco de aquella manera, porque quería de todo y cuando me daba una cosa, me quedaba sin la otra.

Pero me centré en tocarle bien ahí abajo, empezando a acariciarle lentamente, pero subiendo pronto la rapidez, ya que ella me animaba con la mamada que me seguía haciendo y a la que le ponía cada vez más ganas. La tentación de darle un fuerte azote por cómo tenía su culo era enorme, pero sabía que si lo hacía, no le iba a sentar bien, por lo que de acariciarlo y amasarlo con fuerza, aunque de manera breve, no pasé. Seguí a lo mío tocándole por la zona y animándome a meterle un dedo, en cual entró del tirón de lo mojada que estaba, lanzando un sensual murmullo. Y así la empecé a masturbar, cada vez con más rapidez y llegando a meter otro dedo, aunque ella no paraba de chupar como en otras ocasiones había pasado, donde se centraba más en lo que sentía que en seguir con lo que hacía.

Y cada vez se lo notaba más mojado, pero le dije que quería ver su preciosa cara mientras hacíamos todo eso, cambiando ella de postura al instante. Se puso de tal manera que estaba echada de costado en la cama y un poco en mi regazo, siguiendo con la mamada, pero abriendo bien sus piernas para que la pudiera tocar. Ahora estaba más excitado si cabía, porque veía su vello púbico y eso me calentaba a tope. Le seguí metiendo dos dedos, con brío, estando ella con sus ojos cerrados y poniendo cara de placer. Y entonces se me pasó algo por la cabeza, algo que no había hecho mucho con ella, sin llegar a entender todavía por qué no. Le metí los dedos de otra manera, para estimularle el punto G. Por la postura no me resultó tan fácil como en otras ocasiones, pero me propuse encontrarlo y fui capaz. Así, la empecé a estimular, empezando a hacerlo suavemente de primeras, pasando luego a hacerlo con más rudeza e intensidad, lo necesario para hacerla llegar a ese punto en el que algunas expulsan fluidos de esa manera tan llamativa.

Pero justo cuando empezaba a sonar ese sonido de chapoteo y alguna que otra gota gorda empezaba a salir, Valentina agarró mi mano con fuerza para retirarla, pasando a chupar con tanta intensidad que en cuestión de segundos me empecé a correr en su boca, dándome unos espasmos que me dejaron sorprendido. Ella siguió un poco más para apurar mi orgasmo y tuve que pedirle que parara, porque notaba que me iba a dar algo si seguía. Me quedé extasiado y ella se levantó de la cama, pasando por encima de mi cuerpo. Pensaba que iba a ir así a uno de los cuartos de baño, desnuda y sin ponerse nada, porque la ropa estaba al otro lado, pero entró por una puerta que yo pensaba que era un armario, resultando ser un pequeño cuarto de baño que había ahí instalado. Ella me lo aclaró una vez salió, diciéndole yo lo que pensaba que era y echándose ella a reír. El problema era que efectivamente, era muy pequeño y tan solo tenía un váter y un lavabo con un espejo encima de él.

Pero cuando iba a coger la ropa para ponérsela de nuevo, la paré y tiré de ella para que se tumbara a mi lado desnuda. Ahí le pregunte por qué no había querido que folláramos, pensando ella dejarlo para la noche, para cogernos con más ganas y porque tampoco quería molestar si los demás iban a dormir. Una tontería muy grande, porque éramos capaces de oír a nuestros amigos en la otra habitación, y eso que quedaba bien apartada, pero se oía de fondo los gemidos de Irene. Valentina me dijo que también era por Sofía y Daniela, quienes sí que parecían algo cansadas. En realidad, me pareció bien aguantar hasta la noche. Total, no iba a ser tanto tiempo y yo ya estaba bien saciado con el orgasmo que tuve, pero ese precisamente el problema, que ella no había llegado. Por eso le dije que me dejara comérselo, para que ella se corriera y porque me encantaba también hacerlo, como ella ya bien sabía.

Después de pensarlo unos instantes y de decirme que llevara cuidado y que no me emocionara, se tumbó para ponerse boca arriba y dejarme a mí hacer. Pero antes nos dimos unos cuantos besos. Ya se me había pasado bastante el calentón, aunque aún lo tenía, pero me apetecían esos arrumacos y hacerlo lentamente, como ella empezó cuando bajaba por mi cuerpo con esos besos. Yo traté de imitarla, porque sabía que le encantaba así, siendo curioso, porque también le gustaba duro una vez en el tema. Ella lanzaba largos murmullos, aunque muy bajitos. Ya le costaba más controlarse cuando llegué a su sexo, porque ella seguía muy excitada. Tenía el coño muy caliente y segregaba muchos fluidos. Me encantaba tenerla así, por lo que no me demoré en empezar a comérselo. El problema es que estaba muy cerca y me costaba mucho controlarla, llegando al filo en numerosas ocasiones, cosa que le repateaba mucho, pero que luego se lo tomaba bien con una risa.

Cada vez apretaba más su boca con sus manos para que no se le escapara ninguno de sus gemidos y cada vez me costaba más controlar su orgasmo, hasta que no pude hacerlo más y se acabó corriendo, con ella tapándose la cara con la almohada para gemir contra ella mientras su cuerpo se encogía y hasta se incorporaba de los espasmos que le daban. No pude explayarme todo lo que hubiera querido, porque no duró ni 5 minutos, apartándome ella con sus manos, porque se puso de manera parecida a mí cuando yo tuve el mío. Así que me retiré y le quité la almohada para ponerla bien y que así se pudiera echar, respirando ella de manera muy acelerada. La miraba relamiéndome sus fluidos de la boca y mientras se recuperaba, fui al pequeño baño a lavarme un poco la cara, aunque más bien era la barba. Pero no tardé en regresar con ella para coger mis boxers y ponérmelos, dándole a ella sus braguitas y mi camiseta para que se la pusiera.

Hablamos durante unos breves minutos de alguna que otra cosa, donde lo más destacable era ese juego que surgió de aguantar hasta la noche, aunque habíamos quedado bien servidos los dos y el tema de que Irene le viera las tetas por accidente. Bromeé un poco con ella, estando un poco cortada aún, aunque se lo empezó a tomar mejor. Pero al rato se quedó dormida echada en mi hombro. La dejé descansar, porque lo necesitaba y le vendría bien para la noche. Yo me limité a mirar el móvil durante un rato, aunque la miraba bastante a ella también, porque estaba guapísima hasta durmiendo. A la hora o así de habernos subido y después de haber dormido ella un rato, nos bajamos, habiéndolo hecho ya nuestros amigos. Habíamos quedado en ver una película a esa hora y ahí estábamos los seis, repartidos en los sofás para ver la película después de hacer palomitas y coger algunos refrescos, estando cada pareja bien junta de la suya.

Después del rato que habíamos pasado arriba, yo estaba muy cariñoso con Valentina, quien recibía mis mimos con gusto, aunque se hacía un poco un ovillo para evitar que llegara a algunas zonas de su cuerpo, porque el calentón me había vuelto. Evitaba que le tocara las tetas y sus partes más bajas. Hasta me impedía que le pusiera la mano en el vientre por dentro de la camiseta. De primeras, esto último sí que lo permitía, pero como al final siempre subía la mano o la bajaba, pues terminó por sacarla de ahí y cerrar todo acceso a la zona al poner sus brazos o al apartarme la mano directamente con la suya. Pero su culo estaba libre al abrazarla yo por detrás, por lo que me di un festín con él. Bueno, no como me hubiera gustado, pero no se lo pude sobar más durante toda la película, arrimándome más de la cuenta a ella para rozarme, volviendo una erección bastante fuerte.

Los primeros minutos que empecé a hacer eso una vez me rendí con su parte delantera, Valentina me daba toques con la mano para que parara. Llegaba hasta a darme pellizcos en la pierna mientras negaba con la cabeza, aunque no nos podíamos ver las caras. Pero puso remedio a ello cuando la giraba para echarme la reprimenda con la mirada o con un gesto, señalando a los demás con la cabeza, quienes por suerte no nos podían ver por cómo estábamos repartidos en la habitación. Yo paraba un poco cuando ella hacía eso, pero no podía evitar volver al asunto, porque me había quedado con ganas de follar en realidad y otra vez estaba caliente. Por suerte, Valentina se fue dejando llevar al ver que los demás estaban muy pendientes de la película y no reparaban en nada más. De impedirme hacer eso, pasó a no hacer nada, terminando por empujar con su culo a mi erección.

Estaba muy a gusto con ella así y me daba mucho morbo al estar acompañados. También empecé a besar su cuello, aunque llevando todo el cuidado posible para no hacer ruido, haciéndolo todo muy lentamente. Así hasta que, ya casi acabando la película, Valentina cogió mi mano para llevarla a la parte delantera de su cuerpo, dejándola sobre el vientre y acariciándola. Aguanté bastante así, pero la metí por dentro de su camiseta de tirantes para tocar su piel directamente hasta que acabé subiendo a uno de sus pechos, tocándolo por encima de su sujetador del mismo color que su camiseta. Pero por desgracia, no pude pasar de ahí, porque la película se acabó y los demás se empezaron a incorporar para levantarse, porque habíamos hablando mientras comíamos de ir a la piscina de nuevo y a las canchas para jugar a algo, por lo que Valentina de separó de mí y yo fui con prisa al baño para que no descubrieran cómo estaba.

No me acabé la faena allí de milagro, porque me notaba muy excitado pese a haber hecho algo hacía poco más de una hora. Pero es que con ella tenía ganas a todas horas. Era increíble lo que me atraía esta mujer. Al final, después de echarme agua fría por la cara y por la nuca, me pude relajar del todo y pude salir. Las chicas ya se habían puesto de nuevo un bikini y Mario un bañador. Hasta Valentina se había puesto uno de dos piezas, estando algo nerviosa y con razón después de lo que había pasado con Irene, quien la miraba de manera descarada. Por eso subí a ponerme el mío, para poder darme un chapuzón, el cual veía necesario después de lo que acababa de ocurrir y de ver así a mi chica, tan sexy. Subí solo, aunque a los pocos minutos ella me acompañó al entrar en la habitación, dándome un susto por no esperarla allí y por haber subido tan en silencio que parecía un fantasma.

-¿Cómo es que no has ido con ellos? ¿Es que no te puedes despegar de mí? -bromeé al verla en silencio bajo el umbral de la puerta.
-Pues sí, lo reconozco -me siguió la broma.
-Jajajaja. Joder... Antes he tenido que salir corriendo al baño.
-Ya, estaba ahí. Eres muy cabezón, ¿sabes?
-No puedo evitarlo, cariño. Es que me pones demasiado. Ya lo sabes.
-Ya, pero tú también sabes que no me gusta hacer nada con gente presente.
-Pues bien que te has ido abriendo. Sobre todo, al final.
-Porque al final siempre te sales con la tuya.
-Me ha dado bastante morbo hacer eso con todos ahí al lado. ¿A ti no?
-Ya sabes lo que opino del tema.
-Respóndeme.
-Ha sido... Bueno... Divertido.
-Bien -dije contento.
-Pero no quiero que te emociones, que te conozco. Esto ha sido algo puntual y ya está. No quiero que se repita, porque me da mucha vergüenza. Imagínate si nos pillan.
-Valentina, somos pareja. No pasa nada si nos ven acaramelados. ¿No has visto que Irene y Mario estaban así también?
-Una cosa es estar acaramelados y otra es como estábamos nosotros. Ellos no estaban en ese plan. Estaban con caricias, nada más.
-Porque ellos sí que han desfogado bien. Ya los has oído cuando estábamos aquí antes de bajar.
-Ah, que es mi culpa.
-Pues un poco, sí -dije bromeando.
-Mmm... -murmuraba con tono de reprimenda, aunque por su expresión veía que me seguía la broma.
-Que ha estado muy bien, ¿sabes? Pero me he quedado con las ganas de metértela.
-Shhh -siseó enérgicamente.
-¿Por eso has subido? ¿Te has calentado también y quieres que echemos un rapidín?
-No -dijo después de reír.
-Pues vaya...
-Ya te he dicho que hasta la noche no lo íbamos a hacer así.
-Pensaba que a lo mejor habías cambiado de idea con lo que ha pasado abajo.
-Pues no. Quiero que sea esta noche.
-¿Y cómo lo vamos a hacer? Porque seguimos con compañía.
-Ya, eso es lo único que me echa para atrás.
-Pues ahora tenemos una buena ocasión.
-Que no -dijo sonriendo después de acercarse a mí, dándome esperanzas.
-Joder... No recordaba yo pasarlo así de mal teniendo pareja.
-¿Cómo?
-Es broma, ¿eh?
-Ya. Ya lo sé, pero... Vaya palabras has dicho...
-Es que me lo haces pasar mal cuando juegas así conmigo.
-Exactamente. Tú también lo haces. Por eso juego así contigo.
-Ah... Jajajaja.
-¿De qué te ríes?
-Nada, nada.
-Oye -dijo agarrándome el brazo para que la mirara-, no quiero que te tomes esto como un juego para picarnos y eso. No quiero que vaya a más, ¿vale?
-Ajá.
-Javi, de verdad. Que te veo venir.
-Vale, vale.
-Bien -dijo abrazándose a mí.
-Entonces, ¿por qué has subido? -pregunté devolviéndole en abrazo.
-Para que no fueras solo a la piscina.
-No me voy a perder, ¿eh?
-Bueno.
-¿O es que sigues incómoda con Irene?
-¿Cómo no lo voy a estar con lo que ha pasado?
-Y más con este bikini que te has puesto. Joder, cómo de buena estás, cariño.
-Esto no ayuda, ¿sabes?
-Anda, ven aquí -dije intentando abrazarla de nuevo al haberse despegado ella.
-No, que te conozco.
-¿Me niegas un abrazo? -dije haciéndome el ofendido.
-Mmm... -dudó con un gesto un tanto infantil, aunque acabó abrazándome.
-Me hace mucha gracia cuando te pones así. Una vez te abres eres diferente a esa mujer que empecé a ver en la cafetería.
-¿Y eso es malo?
-Para nada. Todo lo contrario.
Valentina me miró a los ojos con una buena sonrisa y nos dimos un pequeño beso, aunque se apartó al poco.
-Ya. Te espero abajo.
-Vale. Te quiero -dije cuando salió de la habitación.
 
Capítulo 604

Me terminé de preparar y bajé para irnos con los demás a la piscina, cogiéndonos de la mano hasta que llegamos a las hamacas, sentándonos en una de ellas para echarnos crema y demás. Valentina se bajó un libro para leer, porque todos íbamos a estar en el agua, porque apetecía bastante con el calor que seguía haciendo. Al final, Irene sí que hizo topless, pudiendo apreciar yo como Valentina le miraba de manera descarada, aunque no cambió el gesto. Imaginaba que algo la incomodaba al quedársele mirando así. También se quedó mirando cómo iba corriendo desde donde estábamos todos al agua para tirarse, con sus tetas botando. Nosotros seguimos echándonos crema mientras que Mario y Daniela siguieron a Irene, tirándose también a la piscina. Tan solo Sofía quedaba allí con nosotros y parecía dudar de algo, por lo que le acabé preguntando, pensando yo que era por si había comido mucho y no se atrevía a meterse todavía en el agua o algo por el estilo.

Nada más lejos, porque lo que estaba pensando era en hacer topless también. Fue algo que me dejó muy sorprendido, porque en cuando fui a pasar un fin de semana con ella a la playa, no era algo que le gustara y que de hecho le incomodaba, aunque en realidad esto último era más por su madre, porque lo hacía ella. Dijo que estábamos en confianza y que le gustaría igualar el color de su piel, porque es cierto que estaba bastante morena y se notaba el corte como nos enseñó un poco sin llegar a quitarse nada. Nosotros nos quedamos callados. Yo pensaba que era algo que tenía que ser ella quien decidiera, aunque prefería que no lo hiciera por Valentina, por si se ponía más incómoda. Por eso la miré, pero su gesto era normal, siguiendo con su crema mientras miraba a Sofía, aunque lo hacía bajo sus gafas de sol. En esta ocasión sí que veía a esa Valentina seria que conocí de primeras, aunque no veía que fuera algo grave y me daba corte decirle que no lo hiciera por ella.

Al final, Sofía dijo que lo iba a hacer, pidiéndole a Valentina prestada la crema para echarse ella misma un poco por la zona. Cuando se quitó la parte de arriba de su bikini no pude evitar que se me fueran los ojos a sus pechos, tal y como me pasó con Irene. Me resultaba muy llamativo lo similares que eran sus pechos a los de mi novia, aunque el color de piel fuera diferente, pero en tamaño y forma eran muy parecidos. La única diferencia que veía era que las areolas de las tetas de mi novia eran algo más grandes y que obviamente sus pezones eran de distinto color. Hasta le preguntó con toda la naturalidad del mundo a Valentina si ella se animaba a hacer también, pero ella dijo que no, que no era algo que hiciera y que le daba vergüenza. Después de que Sofía se echara crema, se fue al borde de la piscina, tirándose al par de minutos o así después de que Irene se pusiera a silbar. Yo le pregunté a Valentina si estaba cómoda con el percal que se había montado, diciendo ella que no pasaba nada.

Me entraron unas dudas un poco tontas de si quedarme con ella o si irme a la piscina para bañarme. Después de pensar unos minutos qué hacer, decidí tirarme al agua. Era una tontería quedarme con ella, pareciendo que era su perrito faldero y como vi que no le importaba nada, pues me fui con ellos. La miré un par de veces y estaba entretenida con su libro. Ella no se quería bañar, aunque se echó crema y movió la hamaca para ponerse al sol. Durante el rato en el agua, cogimos una pelota para jugar un poco y la cosa estaba tranquila porque a todos nos llegaba el agua por el cuello casi y se notaba menos que las chicas estaban semidesnudas. Además, había distancia entre todos para que no hubiera ningún roce inoportuno. Así que organizamos una especie de juego, improvisando unas porterías al poner unas chanclas como límites de las porterías.

Como Mario era muy competitivo, hicimos unos equipos que eran él con Irene y Sofía conmigo, aunque ésta se alternaba con Daniela. A él le daba igual todo, él quería ganar, por eso se lo tomaba en serio y hasta tiraba con fuerza en ocasiones. Hasta le dio un balonazo en la cara a la pobre Daniela, aunque por suerte el balón rebotó en el agua y le dio en la frente en vez de en la cara. Fue algo más gracioso que otra cosa, sobre todo por cómo salió el balón despedido hacia arriba por el rebote, pero sí que me vi obligado a llamarle la atención a Mario para que bajara un par de marchas, llegándole a advertir de que se acabaría el juego si seguía así. De primeras estuvimos muy entretenidos y la cosa estaba igualada, pero las chicas se cansaron de jugar y nos dejaron solos, aunque estaban al lado pendientes de nosotros.

Mario siguió en sus trece y logró que me picara con él, por lo que me puse serio para jugar, pero me ganó. Irene fue con él para celebrarlo y luego vino hacia mí y se metió conmigo y hasta se subió a mi espalda, apretándose contra mí. Le tuve que pedir que parara mientras las chicas se partían de risa. Pero ella no me soltaba, hasta que me cansé y la agarré para levantarla y echarla al agua después de impulsarla hacia arriba. Después de ese acercamiento, miré a Valentina y la veía igual que en las ocasiones anteriores en las que la miré, aunque estaba seguro de que nos miraba, pero no era algo que pudiera saber con total seguridad al seguir con las gafas de sol. Lo bueno es que pude hablar con ellos mientras Daniela estaba fuera hablando por teléfono, porque la habían llamado, así podría salir de dudas preguntándoles a qué venía esto de hacer topless, queriendo también regañar a Irene.

I: No viene a nada, Javi. Ya sabes que yo hago topless.
J: ¿Y tú? ¿Ya no te da vergüenza? -pregunté mirando a Sofía.
S: Es que estamos muy pocos. ¿Cómo va a ser lo mismo hacerlo aquí que en la playa de donde vivo? Además, casi todos me las habíais visto ya. ¿Qué más da?
J: Ya...
M: ¿Pero te vas a quejar de que estén así? Si tú eres el primero que disfruta viéndolas.
J: Pero ya no. Os recuerdo que tengo novia.
I: Ella dice que no le importa.
J: Porque es educada, pero está incómoda. Lo sé. Te podrías hacer ahorrado ese jueguecito, Irene.
I: Si no ha sido nada...
J: Valentina es celosa. Es algo que ya sabías.
I: Bueno, pero no es para tanto. Mira... Después de lo que ha pasado esta mañana... Bastante bien me estoy portando. Te lo aseguro.
M: Lleva razón. Aunque hemos echado un buen polvo después de comer.
J: Ya, si nos hemos enterado todos.
S: La verdad es que sí -decía riendo.
I: Además, es para poner la cosa en igualdad de condiciones. Yo le he visto las tetas a ella y ahora ella me las ve a mí, jajajaja.
J: Claro, es para estar en paz.
I: Es que me pone que me las vea. Qué buena está la cabrona. No le puedo quitar el ojo de encima.
S: Así estamos todos.
J: No, si ya...
S: A mí también me pone que me vea en tetas.
M: Venga Javi, tío. Relájate un poco, que no pasa nada. Además, esta noche desfogas bien, porque no se os ha oído nada cuando habéis subido, jajajaja.
I: Claro, nosotros nos quedamos aquí y os damos un buen rato para que folleis a gusto por si ella se corta un poco.
J: Pero no quiero historias, ¿eh? Avisados estáis.

Un poco molesto con mis amigos, me salí del agua por no calentar más el tema, porque ellos estaban con la guasa y yo iba en serio al pedirles que se comportaran. La cosa estaba yendo demasiado bien y no quería chafarla, así que decidí dejar ahí la conversación, esperando que pensaran un poco sobre lo que les había dicho. Me crucé con Daniela, quien me miraba muy sonriente, devolviéndole yo la sonrisa. Nos paramos unos segundos para hablar, habiendo ella dejado su móvil en las hamacas y me decía que estaba encantada con el día que estábamos pasando, porque le encantaba todo: el lugar, mis amigos, el ambiente que teníamos, y cómo nos veía a Valentina y a mí, recalcando esto último. Le di las gracias y siguió para tirarse al agua y volver con los demás. Yo fui a ver qué hacía Valentina, quien seguía entretenida con su libro, recibiéndome con una buena sonrisa.

-¿No te bañas?
-No, ya te he dicho antes de venir que no lo iba a hacer.
-Pues está genial el agua y con el calor que hace...
-Yo estoy bien.
-Bueno, como quieras.
-Mejor así, que te conozco, jejeje...
-Pues sí, porque tendría que estar pegado a ti.
-Exactamente. Pero bueno... Ya estás bien servido, ¿no?
-¿Por qué dices eso?
-Porque tus amigas están... Y como a Irene le gusta los juegos, pues...
-No digas eso. Ha sido ella la que se me ha acercado a mí.
-Yo no he dicho lo contrario.
-No me gusta por dónde va esto. Pero no te preocupes, les he dicho que se comporten, ¿vale?
-Solo he hecho un comentario.
-Ya, pero te conozco y sé que te molesta.
-Bueno, ha sido una tontería.
-Mejor si lo ves así, porque es lo que ha sido.
-En realidad me viene bien.
-¿Por?
-Porque así te calientas un poco más para esta noche -dijo con tono juguetón.
-Ah, ¿sí? -dije sorprendido por cómo cambió la conversación de dirección.
-Claro. Voy a necesitar que estés bien calentito, aunque ya sé que lo estás. Pero nunca está de más que lo estés un poquito más -decía sonriendo.
-Uff...
-¿Solo dices eso?
-Como diga algo más lo mismo te escandalizas y me echas la bronca.
-Jajajajaja.
-Pero si te voy a advertir una cosa -dije cogiendo sus piernas y poniéndolas sobre las mías después de sentarme en su hamaca.
-Dime.
-Esta noche no vas a salir viva. Avisada estás.
-Bueno, pero...
-No. No hay peros. Eres tú la que está jugando. Luego tienes que aguantar cuando juegue yo. Mírame, estoy aguantando el tipo.
-Javi, ya hemos hablado lo de volvernos locos estando en compañía.
-Eso está solucionado.
-¿Sí? ¿Es que se van a ir?
-No. Pero esta noche nos vamos a venir aquí a la piscina para tomarnos alguna copa y se van a quedar aquí. Tú y yo vamos a ir dentro después de un rato y vamos a aprovechar.
-Ya. ¿Y si vienen?
-No lo van a hacer. Está todo hablado y nos van a dejar intimidad.
-Ah, que les has dicho...
-Es que la necesitamos.
-Pero es que ahora saben que...
-Valentina... Jajajajaja -dije sin poder evitar aguantar la risa.
-¿Qué pasa?
-Somos pareja. Es lo más normal del mundo que nos acostemos. ¿Qué crees, que piensan que dormimos abrazaditos y ya?
-No, pero... Bueno.
-Pues nada. Esta noche vas a tener lo tuyo.
-Mmm -murmuraba con una sonrisa bastante grande, empezando a mirarme como si le estuvieran entrando ganas de hacerlo ya.
-A ver si hay suerte y aguantas el tipo.
-¿Cómo?
-Pues que no me voy a conformar con un par de polvos.
-Hala... Cómo te cargas el momento con tu manera de hablar.
-La cual te encanta.
-En el momento, no todo el tiempo.
-Pero esto forma parte del momento. Y esta noche te voy a comer enterita. Literalmente -dije empezando a acariciar sus piernas.
-No es una ocasión tan especial para eso, ¿no?
-Como quieras. Pero me estás calentando mucho. En esas situaciones...
-Eso mejor lo dejamos para otra ocasión en la que estemos con más intimidad. Además, no me he traído lo que me regalaste.
-Bueno, vale. Pero te voy a reventar igualmente.
-A ver si nos van a oír, aunque estén aquí...
-¿Tú crees? Está retirado -dije siguiéndole la coña.
-Jejejeje.
-Un beso por lo menos sí, ¿no?
 
Capítulo 605

Nos acabamos besando después de que ella pusiera una de sus pequeñas sonrisas y me dijera que me acercara con un dedo. Fue breve, pero suficiente para que me terminara de calentar después de la conversación que habíamos tenido, pero se acabó retirando para ir a la piscina, paseándose por el bordillo para llegar a una de las duchas y darse con un poco de agua. Luego se quedó unos momentos al sol mientras yo la miraba y pensaba que se había dado cuenta de lo que había pasado en la piscina. No era para tanto, pero para una persona celosa sí que era algo suficiente para resultarle molesto. Era algo que no me terminaba de gustar de ella, en especial viniendo de una relación en la que mi anterior pareja también lo era, pero era lo que había. Cuando se secó al sol, Valentina regresó para decirme que se iba a ir a la casa para empezar a preparar la cena para la noche. Me extrañó, porque aún era temprano, pero ella quería preparar algo bueno para todos.

Así que se fue, después de comentarlo a todos y de que nos ofreciéramos para ayudarle con ella negándose, dejándonos allí a los demás. Yo me quedé en las hamacas, porque ya estaba bien servido de tanta piscina, aunque mis amigos seguían dentro, nadando, jugando a otra cosa o simplemente estando a remojo. No me parecía justo que todos estuviéramos allí sin hacer nada en la piscina y que ella estuviera preparando tantas cosas, por lo que me acabé marchando para echarle una mano, contándoselo a los demás, con alguna que otra sonrisa, pero no tenía en mente hacer nada en ese momento. Así que me marché para ayudar a Valentina a preparar todo. Cuando llegué, la encontré manos a la obra con varias cosas repartidas por la encimera de la cocina. Se sorprendió de verme allí y me preguntó por qué había ido, explicándole yo lo que pensaba, así que me quedé ahí con ella, aunque ella pensó que era para hacer algo, cosa que negué en cuanto me lo preguntó con una sonrisilla.

Me puse a picar algunas cosas que me dijo ella y mientras tanto estuvimos entretenidos dándonos conversación, aunque en los momentos que nos quedábamos en silencio pensaba que había hecho bien, porque noté que le gustó que fuera con ella. Lo que no sabía era si se trataba por no dejarle hacer todo el trabajo o por no estar pensando en situaciones que pudieran tener lugar, como ese acercamiento de Irene a mí estando sin la parte superior de su bikini. En cualquier caso, pensé que había tomado una buena decisión. Y no fui el único, porque Daniela se nos sumó al rato, estando los tres preparando la cena que tendría lugar más tarde. Ellas dos se entendían muy bien, cosa que me encanta. Las veía con mucha afinidad y no era para menos con la amistad que tenían, aunque Daniela dijo que no era la primera vez que cocinaban juntas. Ni la segunda, porque solían quedar antes de que yo empezara a ir a casa de Valentina para comer o cenar allí o en su casa y entre las dos preparaban todo.

Al final yo acabé lo que me tocaba, porque tampoco tenía mucha idea de lo que había que hacer para lo que Valentina tenía en mente, aportando Daniela también sus ideas, que quedaban lejos de mis conocimientos culinarios. Así que piqué lo que me dijeron y preparé una buena ensalada. Después me quedé allí sentado con ellas tomando una cerveza bien fría, llevándoles otra a ellas. El resto no tardaron en venir con nosotros y afortunadamente las chicas no lo hicieron en topless. Como todo estaba ya preparado, nos subimos para darnos otra ducha y ponernos guapos, quedando en que íbamos a cenar en las mesas de picnic. Fue algo que hicimos con suma rapidez, porque había varios baños, aunque yo me entretuve con la barba. Pero como las chicas querían maquillarse, tardaron un poco más. Pero mereció la pena, porque salieron muy guapas.

Mientras que Mario y yo íbamos con unas bermudas vaqueras y una camisa cada uno, las chicas tenían más dónde elegir en ese aspecto. Irene y Sofía salieron con vestidos que ya les había visto. Ceñidos y cortitos, pero que realzaban mucho lo buenas que estaban. Irene iba con uno blanco con buen escote mientras que Sofía llevaba uno rojo, de la misma manera que el de Irene, pero que le dejaba la espalda al descubierto. Ninguna de las dos llevaba sujetador, siendo algo fácil de adivinar por cómo se movían sus pechos y cómo se marcaban sus pezones. También llevaban unas sandalias altas, ambas de color negro y muy parecidas. Daniela, sin embargo, no llevaba vestido, optando ella por un mono bastante bonito, de tirantes, pero con sus piernas cubiertas por completo hasta sus tobillos, con esa parte del mono con unos pantalones anchos. Era de color negro con rayas blancas y también iba con sandalias. Llevaba su pelo bien liso, con su flequillo de siempre y un maquillaje bastante acertado por no ir muy cargada.

Y finalmente apareció mi chica, bajando las escaleras al poco con un sonido de tacones que nos avisaba. No le había visto ese vestido nunca y me encantó, porque muy bonito. No era tan provocativo como el de Irene o Sofía, teniendo solo un buen escote como algo destacable en ese aspecto. Se trataba de un vestido entallado por la parte de arriba, con unas diminutas mangas, terminando en una falda de vuelo. Era de color rosa palo y como digo me gustó, pero también había algo que... Porque era prácticamente igual al que Elena usó en varias ocasiones, siendo la primera en su graduación al terminar la carrera. Lo único que cambiaba era el color, pero no iba a dejar que ese recuerdo chafara la noche que iba a tener. Valentina también iba maquillada, de manera normal, sin ir muy cargada tampoco y también tenía unos tacones altos. Todos se quedaron en silencio, rompiéndolo yo para decirle lo preciosa que estaba y yendo hacia ella para darle un beso.

Entre todos llevamos los platos a la zona para poder cenar allí a gusto ahora que ya se había ido el sol. Y menos mal que había luces allí en forma de un par de focos, porque si no, lo hubiéramos hecho a oscuras. No podía quitarle el ojo de encima a Valentina de lo guapa que estaba. Y ella me devolvía miradas muy bonitas con esas sonrisas que ella solía poner en esas ocasiones. Muy tranquilamente empezamos a cenar, hablando de todo un poco y estando bastante cómodos, aunque como bebimos vino en vez de cerveza, a alguno nos empezó a entrar calor. A mí el que más, porque era un vino parecido al que habíamos tomado Valentina y yo el fin de semana anterior, de esos que están buenos y que te confías y acabas bastante cocido. Y así estaba yo, teniendo que desabrocharme un par de botones de la camisa por el calor que tenía. Bromearon conmigo, incluso Valentina, que ponía su mano en mi espalda para acariciarla recordándome que tenía que ir con cuidado para no acabar como el fin de semana anterior precisamente.

Yo me lo tomaba todo muy bien y también bromeaba, porque no era al único al que se le subía. Hasta me animé a poner mi mano en el muslo de Valentina en un par de ocasiones. Mirándome ella de inmediato, aunque no me apretaba la mano ni me echaba una mirada de reprimenda. Tampoco es que pudieran ver bien lo que pasaba por cómo eran las mesas y como estábamos sentados, aunque no pasó nada de nada en ese momento. Todos decíamos lo bueno que estaba todo y les dábamos las gracias a Valentina y a Daniela por haber preparado todo ello, aunque mi novia decía que yo también tenía algo que ver, pasando su brazo por mis hombros y dándome un pico. Como mis amigos no habían participado en hacer la cena, ellos llevaron los platos y trajeron el postre para seguir y terminar con la cena, recogiendo ya entre todos para dejar la zona como estaba antes de que fuéramos, pero no duraríamos mucho en la casa, porque cogimos refrescos, botellas de alcohol y hielo para llevarlo allí y empezar la fiesta.

De la misma manera que en la zona de picnic, encendimos los focos de la piscina y nos sentamos en las hamacas, las cuales acercamos todo lo posible al agua para estar más frescos. Y allí nos empezamos a echar las primeras copas, aunque yo procuré no cargarme mucho la mía por el alcohol que llevaba ya encima por el vino de la cena. También fue un momento en el que lo pasamos muy bien, sobre todo cuando Valentina y yo fuimos a la depuradora para poner música, porque desde ahí se encendían los altavoces que había por la zona. Obviamente aproveché el momento en el que nos quedamos solos, abrazándola desde atrás y luego dándole la vuelta para besarla, con ella dejándose llevar para mi sorpresa. Tampoco dijo ni hizo nada cuando puse mis manos en su culo, aunque sí que me agarró las manos cuando traté de colarlas por dentro. Me puse muy tonto y se me empezaba a poner morcillona, con ella dándose cuenta y riendo, aunque no dejaba de besarme.

De nuevo, traté de tocar su culo por debajo de la falda, pero obtuve el mismo resultado, con ella marchándose para regresar con el resto, por lo que me tocó respirar hondo para tranquilizarme, aunque seguía juguetona y me esperó a la salida para darme un susto y abrazarse a mi cuello, pasando a besarme el cuello y decir que no podía dejar que le tocara el culo, porque si veía que iba en tanga no la iba a dejar salir de ahí. Y razón no le faltaba. Agarró mi mano y me llevó con el resto. Estaba francamente impresionado por todo lo que venía haciendo a lo largo del día, estando inusualmente juguetona, sobre todo teniendo en cuenta que no estábamos solos, aunque sabía cuándo había que parar la cosa. No veía el momento de irnos a la cama, pero la verdad es que también estaba muy a gusto con los demás y no me quería ir tan pronto, porque acabábamos de poner música y no nos habíamos acabado la primera copa aún.

Mientras llegábamos, Daniela nos miraba con ternura, aunque con gesto algo triste, diciendo que le dábamos envida y que quería algo así ella también, pero Sofía la animaba diciendo que ella estaba igual y que encontrarían a alguien, abrazándola y pegándola a su cuerpo. Valentina también le dio ánimos y dijo que aparecería cuando menos se lo esperara, porque fue lo que le pasó a ella conmigo. Algo más animada, les dio las gracias a las dos y empezamos a bailar un poco. Irene y Mario se miraban con ganas y no se cortaban en darse algún que otro beso bastante guarro, aunque estábamos de risas. Algo que me gustó mucho también fue que Valentina se sentara sobre mí regazo, pasando uno de sus brazos por mis hombros. Los demás bailaban mientras nosotros descansábamos y bebíamos un poco más y en algún momento nos besábamos cuando no miraban el resto, aunque Irene estaba muy pendiente de nosotros.

Ya no podía esperar más y le dije a Valentina de irnos, así que nos levantamos cuando acabamos la segunda copa y les dijimos al resto que nos íbamos a dormir porque estábamos cansados y algo bebidos. Tan solo les pedimos que bajaran un poco la música para que colara nuestra excusa, aunque seguro que sabían leer entre mineras, además de pedirles que tuvieran cuidado y que no bebieran mucho. Nos dieron las buenas noches y nos fuimos de la mano, aunque cuando nos perdimos de su vista, cogí a Valentina en brazos con ella riendo, llevándola hasta la casa. Ni me lo pensé en cuanto entramos, poniéndola yo contra la pared para pegar mi cuerpo al suyo y besarla en el cuello, aunque bajé a los 2 segundos a su culo para levantar su falda y retirar su tanga para comerle el coño desde atrás. Valentina dio un respingo y gimió alto, pidiéndome que parara por si aparecía alguien, diciendo de ir a la habitación para seguir.

Pero no la dejé, porque no podía parar de comérselo ahí mismo. Ella parecía entrar en una contradicción, pues seguía diciéndome que parara entre gemidos mientras me empujaba la cabeza para que sugiera. Yo desde luego no iba a parar, por lo que seguí con la comida de coño y hasta le daba lametones en el ojete, con ella encogiendo su cuerpo. Su respiración cada vez se aceleraba más y sus gemidos iban también a más, aunque hacía lo que podía por taparlos con la mano que tuviera libre cuando empujaba mi cabeza contra ella o cuando se apoyaba en la pared para no perder el equilibrio, porque sus piernas empezaban a flojear. No pensaba que nos pudieran escuchar ni de lejos, porque desde donde estábamos aún se podía escuchar la música, pero quizá si alguien estuviera muy cerca sí que podía escucharla gemir.

Notaba que estaba cerca de correrse, por lo que me levanté para agarrarla de las caderas y besarle el cuello, con ella deshaciéndose en largos y sensuales murmullos mientras me acariciaba como podía poniendo una mano en mi cabeza y la otra sobre una de las mías. De manera entrecortada me decía que la tenía muy caliente y que me quería, cosa que hacía que me viniera más arriba, por lo que pasé a subir mis manos hasta sus tetas, empezando a apretarlas por encima de la ropa, pero pronto le puse remedio al sacárselas. Pese al buen escote que tenía, me costó más de lo que pensaba, porque era apretado, pero de manera ruda pude sacarle las tetas. Poco me importaba si se lo rompía en ese momento, aunque no era algo que quisiera hacer. Pero aún tenía su sujetador blanco como obstáculo y de nuevo intenté sacárselas, pero me volvía a costar. Ella me ayudó metiendo sus manos para hacerlo y finalmente las hice mías al agarrarlas para apretarlas y manosearlas bien al son de los pequeños gemidos de Valentina.

No le di la vuelta para comérselas ni nada, tan solo se las sobaba con ganas, pellizcándole por momentos los pezones con quizá demasiada fuerza por los sonidos que ella emitía cuando lo hacía. Como digo, no estaba para ir despacio, por lo que necesitaba seguir y para eso me estorbaba mucha ropa, tanto la suya, como la mía. Y como no quería perder más el tiempo, me bajé la mía de un fuerte tirón sin desabrochar ni botón ni cremallera para sacar mi polla tiesa, subiendo luego la falda y volviendo a apartar su tanga para dirigir mi polla a su raja, frotándome con ella lo necesario para encontrar su agujero e insertársela, ya que todo estaba bastante oscuro y la postura no era tampoco la mejor, especialmente con tanta ropa de por medio. Una vez encontré dicho agujero, se la metí del tirón, con ella lanzando un alto y seco gemido, pero no me preocupaba nada, porque sabía que le gustaba así y estaba muy mojada como para haberle hecho daño.

Mojada y caliente, mucho. Así encontré su coño cuando se la metí. Me quedé quieto unos segundos, habiendo disfrutado de ese gemido tan sensual y de los posteriores murmullos que emitía mientras me apretaba ahí abajo, estimulándonos a los dos. Luego pasó a quedarse quieta y en silencio, aunque seguía con la respiración acelerada, pasando a tragar saliva. Le susurré para preguntarle si le gustaba y ella me respondió diciendo que le encantaba, aunque sería mejor hacerlo arriba. Le dije que ni hablar y me empecé a mover dentro de ella. La verdad es que me resultaba increíble lo mojada que estaba, porque notaba cómo me bajaba ese fluido hasta por los huevos. Y era otra cosa que me encantaba, por lo que me moví con más rapidez conforme pasaban los segundos. De nuevo, parecía seguir con esa contradicción, porque repetía que sería mejor si subíamos, pero empujaba con su culo para acelerar la follada.

Y viendo cómo estaba la cosa, apreté todo lo que pude. Lo hice por dos motivos: primero, porque decía en varias ocasiones que quería subir y segundo, porque se notaba que le gustaba lo que estaba pasando. Así que decidí darle el gusto por ambas partes, acabando con eso rápido para que llegara a su orgasmo y así poder subir para seguir arriba, en nuestra habitación y sin que nadie nos pudiera ver. Ahora sí que gemía con ganas y fuerza. Trataba de reprimirse, pero esta vez no tenía sus manos disponibles para taparse la boca al estar apoyada con ambas contra la pared, cosa que necesitaba por las fuertes embestidas que le estaba dando yo desde atrás mientas tenía sus caderas bien sujetas. Yo me dedicaba a bufar mientras todo aquello tenía lugar. En ese momento no me podía importar menos que nos pillaran, pero algo de cabeza me quedaba para pensar en ella y acabar rápido para no correr ese riesgo, porque a saber la que me caía si nos pillaban por mi culpa.
 
Capítulo 606

Efectivamente, no llegamos ni a los 5 minutos, porque Valentina se empezó a correr, gimiendo de manera aguda con sus piernas temblando muchísimo. De hecho, la tuve que agarrar, porque se iba a caer, aprovechando yo para seguir un poco más, porque estaba muy cerca. Pero no debí hacerlo, porque su cuerpo empezó como a convulsionar y al final sí que acabó cayendo al suelo, temblando bastante y llegando a asustarme un poco, por eso me agaché para ver si estaba bien. Y vaya que si lo estaba, lo que pasaba era que estaba en otro mundo. No recordaba haberla visto así de ida, pero me encantaba. Y lo mejor de todo fue que a los pocos segundos, cuando volvió en sí, me miró y me dio un beso, buscando mi polla. Me tuve que poner de pie y ella se puso de rodillas, agarrándola para metérsela en la boca y chupar con mucha ansia. Tanta, que hizo que me corriera en su boca en cuestión de segundos.

Ahora el que apoyaba las manos en la pared era yo, mientras ella se la hincaba todo lo profundo que podía momentos antes de que yo empezara a descargar. Cuando empecé a hacerlo, Valentina atrapó solamente el glande con su boca, pajeando el resto con mucha fuerza. Fue un orgasmo tremendo el que tuve en el que me llegaron a temblar las piernas, cosa que era bastante rara a mí, pero ahí estaba, justo como se encontraba ella momentos antes. Hasta que no me sacó la última gota no paró y una vez lo hizo, me tuve que sentar en el suelo para recobrar la respiración, porque me encontraba hasta mareado. Fue muy agradable notar el tacto de su cuerpo al echarse ella sobre mí a los pocos segundos. Estaba con mis ojos cerrados y estaba muy oscuro, pero sentirla así era casi mejor que verla. Me abrazó y yo hice lo propio, poniéndose sobre mí, aplastando sus tetas contra mí, pasando a besarme la cara.

-¿No tienes que ir al baño?
-¿Mmm?
-Ya sabes... He acabado en tu boca.
-Pues no, no hace falta. Porque me lo he tragado...
-¿Qué? -pregunté atónito, aunque riendo, levantando mi cara para mirarla, aunque no podía verla casi.
-Ha sido sin querer. Has echado mucho y no podía parar. Ha sido un acto reflejo.
-¿Y qué tal?
-Pues bueno...
-¿Te ha gustado?
-Ni me ha gustado, ni me ha desagradado.
-Joder, pues a mí me pone que lo hagas.
-Mmm...
-¿Qué pasa?
-Es que me siento muy vulgar ahora mismo.
-Vaya...
-¿Mmm?
-Yo que creía que iba a ser algo normal ahora...
-Mmm... -murmuraba poco convencida.
-Qué pena.
-Debes pensar que soy una aburrida.
-¿Por?
-Porque no hago todas esas cosas a las que seguro estabas acostumbrado antes de que tú y yo...
-Ya hemos hablado esto. Si algo no te gusta o vas a estar incómoda, no lo hacemos.
-Ya. Pero es que tú no me dices que no a nada.
-Porque no pides nada en la cama.
-Es que ya haces todo lo que me gusta.
-Pues ya está. Yo me lo paso genial contigo y no me aburro, ya te lo digo.
-Vale. ¿Te parece si hacemos estas cosas en ocasiones especiales?
-¿Como lo de jugar con tu culo?
-Shhh. Sí, como eso.
-Ya te he dicho que no hace falta que hagamos esas cosas si tú no vas a estar cómoda.
-Pero también te quiero dar el gusto.
-Bueno, ya veremos.

Valentina se acurrucó unos segundos a mí, pero quería aclarar una duda.

-¿Estás bien?
-¿Yo? Genial. No puedo estar mejor, pero sería mejor que subiéramos.
-Me refería a ahí abajo. A lo mejor me he pasado un poco.
-No. Estoy bien. Es que me has hecho llegar de una manera... Y luego has seguido. Por un momento mi alma ha abandonado mi cuerpo, jejeje.
-Ya. Me he asustado un poco.
-Oh... Pero me ha excitado mucho. Por eso te he buscado después.
-Entonces, puedes seguir, ¿no?
-Sí.
-Mejor, porque esta noche va a ser muy larga.
-Uff...

A los pocos segundos nos levantamos para ponernos bien la ropa, poniéndome yo de pie, aunque estaba algo mareado. Llegados a ese punto no sabía si era por el alcohol que llevaba encima o por el calentón que seguía teniendo, pero la ayudé a levantarse a ella, porque estaba de manera similar a mí. La cogí en brazos, con ella agarrándose a mi cuello y empecé a andar para llegar a las escaleras y subir, haciéndolo con cuidado, porque no estaba la cosa como para bromear. Pero ella sí que lo hizo una vez dejamos las escaleras atrás, empezando a besar mi cuello. Sabía de sobra cómo me ponía cuando hacía eso y le hice un sonido de advertencia, pero ella siguió después de reírse, por lo que la agarré para ponernos cara a cara y ponerla contra la pared. Pareció sorprenderle eso, pero se dejaba llevar, diciéndole yo que estaba jugando con fuego y que se iba a enterar cuando llegáramos a la habitación, aunque lo mismo la follaba ahí mismo. Ella me negaba con la cabeza, haciendo un gesto para que fuéramos a la habitación. Era muy divertido verla así, sin hablar nada, porque yo me puse serio, pero estaba disfrutando mucho de aquello. Para seguir con el juego, la cargué a mi hombro como si fuera un saco de patatas y fui hasta allí, dándole un fuerte azote que causó que ella lanzara un grito.

Al llegar, la dejé caer sobre la cama, con ella rebotando y mirándome bastante descolocada. Yo le dije que se iba a enterar por jugar conmigo como lo había hecho durante todo el día mientras me quitaba la ropa con rapidez. Ella se empezó a desnudar también, pero le dije que se estuviera quieta, porque quería hacerlo yo. Empecé por quitarle sus tacones, de manera lenta. Ahora me podía permitir ir más lentamente al haber desfogado, pero estaba deseando clavársela de nuevo. A estas alturas lo tenía muy claro: a Valentina le gustaba que la follara duro, pero también le encantaba que tuviera mis tiempos y que fuera despacio en los preliminares, justo como estaba haciendo, aunque no sé si esto cuenta como tal haber echado ya un polvo. Pero el caso es que la empecé a desnudar lentamente, siguiendo con su vestido una vez acabé con los tacones y le besé los pies y las piernas.

-¿Cuál es tu secreto?
-¿Qué secreto? -preguntó algo desconcertada, abriendo sus ojos.
-El de estar tan buena con tu edad. Es que me sigue pareciendo increíble.
-¿Me estás llamando vieja?
-Noooooo. No pongas en mi boca palabras que jamás he dicho. Ya sabes que no me importa eso. Pero es que mírate. Con 40 años y estás...
-No tengo ningún secreto. Trato de mantenerme bien -dijo acariciando mi nuca con uno de sus pies mientras yo seguía besando su otra pierna.
-Soy muy afortunado.
-Y yo también.

Seguí besándole las piernas hasta que llegué a su entrepierna, comenzando a besar por la zona, en especial por sus labios y pubis, aunque por encima de la tela de su tanga. Ella se reía y estremecía, pero yo no podía parar, aunque su vestido me estaba empezando a estorbar, por eso se lo quité, para poder seguir. Mientras lo hacía, le dije que me encantó y que esperaba que se lo pusiera más, porque le quedaba muy bien. Ella me daba las gracias con una sonrisa preciosa y la dejé en ropa interior. Estaba tremendamente sexy con un conjunto a juego blanco y con alguna transparencia, aunque no se podían adivinar sus pezones. Lo que sí sé podía entrever era su pubis cubierto por ese triángulo fino de vello negro. Me volvía loco vérselo, pero me quería deleitar un poco más, por lo que le di la vuelta para ver cómo le quedaba el tanga, porque no lo había podido ver aún por la parte de atrás.

No pude evitar lanzar un bufido al ver su culazo así. El hilo que comenzaba en un pequeño triángulo era engullido por sus nalgas y ya empezaba a notar como se me aceleraba el pulso. Para seguir, traté de continuar con el juego de ir despacio con esos besos, aunque ahora me costaba más por las ganas que tenía, que cada vez eran mayores. Pero aun así pude darle unos cuantos por sus nalgas y por su espalda conforme subía, acabando en su cabeza para darle uno, girándola ella mientras murmuraba, pudiendo así darle alguno en la cara. Ella parecía estar a gusto y la verdad es que mejor así, porque iba a ser una noche larga. Así, le quité el sujetador para que estuviera más cómoda y porque quería verle desnudas esas tetazas, aunque no podría ser de momento al estar bocabajo. Pero lo que sí hice fue empezar a bajar de nuevo por su cuerpo, otra vez con esos besos, hasta que llegué a su culo.

Ahí me entretuve algo más, besándolo bastante, apartándome por momentos para manosearlo y apretarlo. Ella estaba superjuguetona con esas risas y ahora moviendo el culo de un lado a otro y eso me envalentonaba para darle una marcha más al momento. Así que empecé a darle algún que otro mordisco, con ella riendo de la misma manera, aunque ahora murmurando también. De la misma manera que le daba algún bocado, también succionaba, como para hacerle algún chupetón y uno sí que le hice en plena nalga, con ella riendo ahora más alto y moviéndolo, tratando de liberarse. Por eso la solté entre risas, aunque no iba a librarse de mí tan fácil, porque con un dedo aparté el hilo de su tanga para exponer todo su sexo a mí mientras le decía que me encantaba cómo le quedaba y lo bonito que era. Ella reía, pero de manera más nerviosa ahora, dándome las gracias por las palabras que le había dicho. Cada vez me costaba más aguantarme sin hacer nada, pero ahora viéndoselo todo, más aún.

Por eso empecé a comerle el coño en esa postura, con ella dando un respingo, aunque relajándose y riendo. Risas que duraron poco por el placer que le estaba dando, pasando a ser gemidos al poco. Valentina estaba deliciosa y el sabor de sus fluidos por el polvo anterior hacía que me gustara más aún cómo sabía. Para hacerlo más intenso, me acomodé bien, tumbándome sobre la cama, pero entre sus piernas y entonces fue cuando, sin parar de comérselo, le agarré las tetas. La postura era muy buena para ambos y la verdad es que no recordaba haberla hecho con ella antes. Y me estaba encantado. Tanto, que cada vez se lo comía con más intensidad. Valentina levantaba su cabeza, aunque no para mirarme, pero empezaba a notarla inquieta. Dio otro respingo cuando me animé a comerle un poco el culo, empezando por pasar mi lengua por él, pero no tardó en relajarse, sobre todo al decirle yo que no se lo iba a follar.
 
"-¿Cuál es tu secreto?
-¿Qué secreto? -preguntó algo desconcertada, abriendo sus ojos.
-El de estar tan buena con tu edad. Es que me sigue pareciendo increíble.
-¿Me estás llamando vieja?
-Noooooo. No pongas en mi boca palabras que jamás he dicho. Ya sabes que no me importa eso. Pero es que mírate. Con 40 años y estás..."
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Javier, si no quieres quedarte semanas a pura mano, no tientes el destino .
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;)
 
Capítulo 607

No tenía pensado hacerlo, aunque reconozco que me moría de ganas. Basta que te prohíban algo, que te digan que no, o que sea algo raro como es en este caso, para que te entren más ganas de hacerlo. Y yo prefería más hacerlo de la manera más convencional, como ya he descrito alguna que otra vez, pero también sabía disfrutar de eso y Valentina tenía un culo increíble como para no querer hacerlo por ahí también. Además, veníamos de haberlo intentado el fin de semana anterior, donde no fue nada mal y rompimos esa barrera que yo jamás pensaba que podríamos traspasar, pero nos quedamos bastante a medias y me gustaría llegar hasta el final. Pero respetaba lo que ella pensaba, con eso de que se sentía muy vulgar haciéndolo así y que prefería dejarlo para ocasiones especiales. Aunque eso tampoco significa que no pudiéramos jugar un poco de esa manera.

Tampoco es que se lo comiera mucho. Tan solo unos segundos para darle un poco de morbo al asunto, volviendo después a su coño. Hasta bromeé con ella, pasando a masturbarla con un par de dedos y diciéndole que para no gustarle hacer cosas con su culo, bien que lo llevaba siempre perfectamente preparado. Ella rio después de sisear por mi manera de hablar, como casi siempre hacía, diciendo que ya me conocía bien y que siempre que íbamos a estar juntos se preparaba bien por si me daba por jugar, como precisamente acababa de hacer. Cambié su postura para ponerla bocarriba, porque quería comérselo y verle la cara y las tetas, por eso la puse así, con ella riendo, siendo ya algo claro que el alcohol tenía que ver. Me preguntó si no le quitaba el tanga para poder hacerlo mejor, pero le dije que no, porque me ponía mucho verla con él puesto, además de que era muy bonito, pero ya habría tiempo para quitárselo.

Así que seguí comiéndoselo de esa manera, viendo las caras de placer que ponía, cómo sus pechos se movían al compás de su respiración acelerada y cómo se estremecía. También veía su vello púbico y ya no podía estar más a tono, por eso se lo empecé a comer más rápidamente, metiéndole dos dedos para masturbarla también, con bastante rapidez. Pero no permití que llegara a su orgasmo de nuevo. Ella me miró sin entender qué pasaba, pasando a preguntar por qué paraba. No le respondí, ni siquiera le hice un gesto. Tan solo me desnudé por completo para metérsela aprovechando lo húmeda que estaba. Lo hice lentamente, con ella suspirando, relajándose después de lo que le molestó que parara justo cuando estaba por acabar. Empecé lento, aunque de vez en cuando le propinaba una embestida con fuerza, lanzando ella un gemido bastante alto. Eso fue de primeras, pasando después a jadear con esos fuertes empujones, pero se notaba que tenía muchas ganas de acabar.

Hasta me ponía ojitos cuando paraba en seco o cuando se la metía muy lentamente. Me encantaba tenerla así, pero la verdad es que yo también tenía ganas de hacerla acabar. Por eso le di la vuelta, poniéndola a cuatro para follarla así, aunque empecé lentamente de nuevo. Ella colaboraba al empujar con su culo, pero esta vez yo no quería que fuera así, por lo que se clavaba lo más profundo que podía, haciendo que parara, deteniéndome yo también. Le advertí que parara y que me dejara a mí, aunque ella no lo llegaba a comprender, siguiendo empujando cuando yo reanudaba la follada. Por eso le solté algún que otro azote con fuerza, con ella gimiendo, teniendo que decirle que se estuviera quieta y que me dejara a mí. Y aguantó bastante sin hacerlo, pasando a tranquilizarse bastante respecto a su orgasmo, separándose de él por las continuas paradas que tenía que hacer y por estimularla muy lentamente.

Pero se le escapó otra vez ese movimiento. Y por la risita que soltó después de hacerlo, yo me lo tomé como una provocación. El resultado de aquello fue que la agarrara del pelo con fuerza después de clavársela profundamente. Ella gritó un poco, pero no llegó a decir nada. Me estaba buscando las cosquillas y me las encontró, por eso me puse más serio y le pregunté si iba a ser buena. Ella jadeaba, pero no respondió, por eso se le volví a preguntar dándole otro nuevo tirón del pelo, aunque ahora más pequeño. Ella afirmó y yo retomé la follada, pasando a preguntarle si le gustaba cómo la follaba. Ella respondía que sí, que le encantaba, haciendo que yo me viniera arriba, diciéndole que abriera los ojos y que viera cómo la follaba, dirigiéndole la cabeza hacia el espejo del armario que teníamos al lado con un nuevo tirón de pelo. Era una pasada tenerla así y poder mirarnos al cruzarse nuestros ojos en el espejo.

Pensaba que por cómo era Valentina, no me quedaba más balas en la recámara en el tema del sexo, especialmente habiendo llegado a hacer anal hacía justo una semana, pero tenerla así era algo bastante nuevo y era fantástico. La veía con cara de placer, con sus cejas caídas por la expresión y cómo achinaba los ojos. Decidí que ya habíamos tenido bastante y le solté el pelo para agarrarla de las caderas y darle con mucha fuerza, como a ella le gustaba. En los últimos momentos pude ver cómo mi polla salía con unos fluidos algo blanquecinos y cerca estuve de acabar, sobre todo al ver sus tetas rebotar de lo fuerte que le daba, aunque ella acabó antes, gimiendo con fuerza y retorciéndose de manera tan exagerada que se derrumbó sobre la cama, con sus piernas temblando mucho y empezando a darle espasmos. Me quedé de rodillas en la cama viendo cómo tenía su orgasmo y se seguía retorciendo, pasando a gemir contra la almohada.

Era una locura verla así y tenía ganas de metérsela de nuevo, pero si lo hacía sabía lo que iba a pasar, por eso la dejé tranquila. Aproveché esos momentos para limpiarme la polla un poco, porque la tenía empapada con muchos de sus fluidos. Ella había empezado a dar un paso más allá al chupármela después de habérsela metido, pero pensaba que así no iba a hacerlo. Preferí ir por la vía rápida al limpiarme con papel y luego con toallitas, haciendo lo mismo con ella, aunque estaba muy sensible. La medio asusté cuando empecé a hacerlo, pero la tranquilicé y seguí para dejarla bien. Luego, puso su cabeza de lado, respirando de manera muy acelerada. Estaba preciosa así no podía evitar acariciar su cuerpo, sobre todo su culo, aunque me tumbé a su lado para mirarla mejor, pasando a darle algún beso por la cara y el hombro. Esperé hasta que su respiración se serenó casi por completo, quedando bastante relajada, habiendo cesado también sus espasmos.

-¿Estás bien? -le pregunté susurrando.
-Sí -me contestó ella de la misma manera-. Ha sido muy intenso...
-Oye, que lo de tratarte así y tirarte del pelo...
-Ya, ya lo sé -dijo abriendo sus ojos para mirarme-. Es un juego.
-Eso es.
-Sé que tú no me tratarías así nunca.
-Bien. Es que a veces me caliento demasiado en la cama. Ya me conoces. A veces me gusta jugar así y lo has hecho muy bien.
-No es nuevo. ¿No te acuerdas de cuando me agarraste del cuello?
-Sí.
-Me lo he tomado igual que eso.
-¿Te gusta?
-Bueno, es divertido. Pero lo que más me gusta es cuando te pones dulce con todos esos besos.
-Pero te gusta que te dé duro... Jajaja.
-Pero me refiero al trato, tonto. Y también me gusta despacito.
-Ya.
-¿Tú no has acabado?
-No. He estado a punto, pero no he llegado.
-Oh...
-No pasa nada, porque esto no acaba aquí. Porque puedes seguir, ¿verdad?
-Ajá. Pero necesito agua.
-Vuelvo en un minuto -dije dándole un beso en la frente.
-Pero ponte los calzoncillos, anda. Por si acaso.
-Vale.

Me levanté de la cama, estirándome un poco y poniéndome los boxers, aunque antes de salir me eché agua en la cara, porque tenía calor. Valentina permaneció quieta en la cama, sin moverse nada, aunque me miró al salir del pequeño baño que teníamos en la habitación. Le guiñé un ojo y ella cerró los suyos poniendo una expresión muy ñoña. Así que la dejé allí para bajar a por agua fresca a la cocina, saliendo de la habitación y cerrando con cuidado por si mis amigos estaban allí ya. Y vaya que si había alguien, porque cuando cerré la puerta vi movimiento, encontrando a Irene sentada en el suelo, con su espalda apoyada en la pared y bien abierta de piernas. Estaba con la parte de arriba de su vestido bajada, teniendo las tetas al aire y también podía ver que sus bragas estaban colgando de una de sus piernas a la altura de su rodilla. Me asustó bastante y sin decir nada, le hice un gesto para preguntarle que hacía.

Como se quedó medio pillada por justamente la pillada que le hice, la agarré de un brazo para levantarla. Fue un poco un espectáculo, porque se notaba que estaba bebida por su manera de moverse, aunque no tanto como para no saber lo que estaba haciendo. Iba con un punto alto de alcohol y no hizo gran cosa por ponerse bien la ropa, por eso tuve que ser yo el que cogió sus bragas del suelo cuando éstas cayeron. Le siseé un poco para que guardara silencio y le cogí de la mano, llevándola hasta el baño más lejano de la planta de arriba, metiéndola en él y dando la luz. Se quedó callada una vez cerré la puerta, subiéndose la parte de arriba de su vestido, aunque con tan poca gana que no lo terminaba de hacer, por eso se lo subí yo, al igual que le di su tanga. Estaba visiblemente acelerada y con unas chapetas que parecía que había estado horas al sol sin protegerse nada la cara.

-¿Se puede saber qué coño haces?
-Para, para -decía haciendo gestos con sus manos para que me calmara y acercándose a mí-. No te enfades.
-¿Qué no me enfade? ¿Pero tú eres consciente de lo que estabas haciendo?
-Sí. Claro que lo sé.
-Y ya está. Te da igual, ¿no?
-Noooooo. Joder, entiéndeme -dijo con fastidio.
-¿Qué tengo que entender?
-Tu novia me pone malísima y ha estado todo el día en bikini. Y encima le he visto las tetas. Estoy que no puedo más, coño.
-Vale, ¿y?
-Pues que estoy deseando... Joder.
-Pero es que no puede ser, Irene. Quítatelo de la cabeza cuanto antes, porque si no, vas a ponerte peor.
-Si es que ya no puedo ir a más. Ya lo próximo es que me cuele en la habitación para veros.
-Ni se te ocurra.
-Noooooo... -dijo sentándose en el váter.
-Irene, está muy feo esto que has hecho, que lo sepas.
-¿Se lo vas a contar?
-¿Estás loca? Ni de coña. No sabes la bronca que me caería. Y de venir aquí y quedar con nosotros te podrías olvidar.
-No, no.
-Irene, lo siento, pero no puedo hacer nada. Ya sabía de sobra que era imposible, pero aun así le hice algún comentario para tantearla, pero de coña para echar unas risas. Y nada.
-Es que es demasiado atractiva. Llevo desde ayer nerviosa perdida... Y cuando se le han salido las tetas... Madre mía. No sé cómo no me he lanzado a ella... Qué suerte tienes.
-Joder, no te pongas ahora triste tampoco.
-Es que ahora que vuelves a tener novia me recuerda mucho a cuando estabas con Elena. Pasamos tantos momentos juntos... -decía con pena- Y muchos de ellos fueron en la cama. Echo mucho de menos esos momentos, la verdad.
-Pero tenéis a Sofía y también me habéis tenido a mí hasta hace poco.
-Ya, y está muy bien. Nos encanta Sofía y también tú. Pero cuando nos juntábamos todos era mucho más especial. Hacíamos nuestros planes de pareja y luego jugábamos. ¿Te acuerdas?
-Claro que me acuerdo.
-Ojalá volver a esos días.
-Eso sí que es imposible.
-¿Te puedes creer que he llegado a pensar que Valentina ha hecho lo de enseñarme las tetas adrede?
-¿Qué? -pregunté riéndome.
-Es verdad. Pero no, no puede ser. Desde que la conocimos cuando vino a la playa estoy como obsesionada con ella. No paro de imaginármela cuando me voy con Mario a la cama.
-Tal vez lo mejor sea que dejemos de vernos durante un tiempo.
-No, por favor.
-Yo creo que es lo que deberíamos hacer. A lo mejor así se te pasa.
-Pero es que estamos muy a gusto con vosotros. Todos. Y Daniela nos ha encantado también. Javi, estoy tan contenta de verte así otra vez... -dijo emocionada, acercándose a mí para abrazarme.
-Bueno, ya está.
-No te enfades, ¿vale? -dijo acariciando mi cara.
-No, no me enfado, pero no ha gustado lo que has hecho.
-Ya, perdona. Pero es que... Uff... Me he puesto muy nerviosa cuando habéis venido. Sabía de sobra que ibais a follar y me ha dado por imaginaros. Me he puesto muy cachonda. No he podido evitar venir diciendo que necesitaba ir al baño. He dejado los tacones abajo para no hacer ruido y he subido muy despacio. Conforme me acercaba oía un poco y me puesto más nerviosa aún.
-Ya...
-Y bueno, ya os he oído bien cuando me he pegado a la puerta y no he podido evitar empezar a tocarme. Cómo gime... ¿Crees que podría echar un vistazo rápido...?
-Al final me vas a enfadar.
-No, no. Ya paro.
-Eso espero.
-También echo de menos jugar contigo... -dijo acariciándome el pecho.
-Bueno, ya está bien. Vamos a bajar y te vas con los demás.
 
Irene no tiene bandera, no respeta a nadie, sólo piensa con el coño.

A Elena tampoco la respetó, si Javi cedía, hubiera follado con él hace tiempo. Sólo basta recordar esa escena dónde se subió encima de él y lo besó, y si él no paraba follaban.

Luego se llena la boca de que son muy importantes para ella jajajajaja
 
Capítulo 608

La agarré de la mano y la llevé hasta abajo, donde efectivamente, encontramos sus tacones colocados contra la pared en el primer escalón de las escaleras. Se los puso y fue a uno de los baños que había abajo para echarse agua, porque me dijo que tenía mucho calor. La esperé por si acaso y es verdad que hizo eso, porque salió sin maquillaje al habérsela lavado bien. Le dije que llevaran cuidado y que no armaran mucho jaleo para no molestarnos cuando dijéramos de dormir, porque tenía pinta de que les quedaba aún bastante rato y no nos veía a Valentina y a mí aguantando tanto como ellos. Y pensaba eso, porque con lo que acababa de pasar con Irene, se me había cortado un poco el rollo. Y eso que había sido excitante verla así, tocándose en esa postura, con sus tetas al aire y con ellas bailando cuando la levanté para llevarla al baño.

Pero me incomodaba por parte de Valentina. A mí me daba igual que me estuviera escuchando, que se tocara mientras lo hacíamos o que incluso participara, pero sabía lo que había con Valentina. Si se moría de vergüenza por si nos pudieran oír, mejor no comprobar qué pensaba si se enteraba de lo que había pasado. Y mucho menos de que Irene dejara echar un ojo. Nada, imposible. Pero ahora me sentía un poco mal por ella, aunque aún seguía con ganas, por lo que no pensaba dejar ahí la cosa. Irene salió, despidiéndose de mí con la mano, sonriéndole yo para que viera que no estaba enfadado, porque más que eso, estaba molesto y no me gustó verla entristecerse por los recuerdos que le vinieron. Y yo aproveché para coger agua y algo más y subir de inmediato a la habitación, porque entre una cosa y otra estaba tardando más de la cuenta.

Al llegar, Valentina me preguntó qué hacía para tardar tanto, dándole yo la excusa de que había ido de nuevo al baño y también porque se me había ocurrido una cosa y volví a la cocina para cogerlo, enseñándoselo de paso. Ella puso una sonrisa y también hizo un gesto como de incredulidad. No era para tanto lo que se me ocurrió, ya que tan sólo se trataba de un bote de nata montada. Lo vi en la nevera cuando cogí agua fresca y pensé que estaría bien usarlo para jugar de una manera diferente a como hacíamos siempre. Riéndome le pregunté si le parecía mal y nada más lejos, solo que nunca había hecho nada con algo así. Ahora el incrédulo era yo, pero eso tenía fácil arreglo, porque de nuevo me entraron ganas al verla tan receptiva, especialmente en cuanto entré, con su típica cara de recién follada, con una expresión tierna con su media sonrisa de siempre y esos preciosos ojos vidriosos y brillantes.

Me senté en la cama, incorporándose ella y le di la botella de agua para que bebiera. Casi tenemos que ir a urgencias, porque mientras lo hacía, le pregunté si la había cagado al no haberle traído un vaso para que no bebiera de la botella directamente por lo remilgada que era, haciéndole reír y, por lo tanto, que se atragantara. Fue un pequeño susto, pero se repuso rápido, empezando ambos a reír después otra vez. Luego la dejé beber bien y me acerqué a ella para besarla y pedirle perdón por haber ocasionado eso. Ella de nuevo, reía, quitándole importancia y participando en el beso. Así, poco a poco empezamos a calentarnos más y no tardamos en empezar a acariciarnos. Ella seguía desnuda por lo pasado antes de que bajara, pero yo seguía con los calzoncillos puestos, aunque me los quité de inmediato en cuanto la cosa empezó a ir a más, sobre todo cuando ella me acariciaba el paquete, el cual se endurecía rápidamente.

Pero me venía a la cabeza el momento de Irene y me daba por pensar que estaba otra vez detrás de la puerta. Incluso me imaginaba que estaban ahí todos en silencio para escucharnos. Pensaba eso y abría mis ojos para mirar a Valentina y no podía evitar ponerme en su lugar y sentir un poco esa incomodidad. Pero ella estaba con muchas ganas y ponía mucho empeño para continuar, tomando un papel más activo que yo en la situación, aunque fui yo el que dijo de empezar a jugar con la nata. Cogí el bote y le eché un poco sobre uno de sus pezones para cubrirlo entero. Ella reía, de manera un poco nerviosa, diciendo también que estaba fría, pero rápidamente se acostumbró. Sin cerrar mis ojos para no perder detalle de su expresión, le chupé dicho pezón, pasando a succionarlo para quitarle toda la nata que había sobre él. Me encantó ver la cara que ponía, por eso lo repetí rápidamente, pero en el otro pezón.

Y luego la tumbé para volver a echar nata sobre ellos y algunos puntos más por su cuerpo, como en su esternón, vientre, ombligo, caderas y muslos. Poco a poco fui limpiando su cuerpo, haciéndolo lentamente y a ella parecía encantarle lo que estaba haciendo, porque ya de últimas se animaba a lanzar pequeños gemidos. Al verla así quise comprobar qué haría cuando le echara nata en el coño, por eso fue lo siguiente que hice. Ella se volvió a estremecer una vez le eché por la zona, tal y como hizo la primera vez que le eché en el pezón, pero yo le dije que se tranquilizara, pasando a poner mi lengua sobre la zona para retirar la nata y de paso lamerle su raja y entretenerme un poco más. Repetí la operación varias veces, estando ella encantada, aunque parecía que la nata ya poco importaba, o eso pensaba yo, porque de repente dijo que quería hacerlo ella ahora, diciéndome casi en forma de orden que me tumbara, quitándome el bote de nata de las manos.

Riendo le hice caso, porque me hacía mucha gracia cuando se ponía así de mandona y la verdad es que en un contexto como ese poco me importaba que se comportara así, por lo que me tumbé y puse mis manos por detrás de mi nuca. Valentina se empezó a reír de manera juguetona y se dedicó a imitar lo que yo hice, echándome primero por los pezones, aunque no era una zona erógena para mí. Pero parecía hacerle ilusión, por lo que no dije nada. Fue muy divertido verla hacer todo eso, aunque cuando me miró con una expresión más juguetona aún la cosa se puso más interesante. Empezó por levantarse de la cama para ir hacia su bolso. No tenía ni idea de qué tenía en mente, pero resultó ser una goma para el pelo. Le pregunté bastante extrañado qué iba a hacer con eso y ella me dijo que necesitaba recoger mi barba para tener mejor acceso a mi cuello, porque le molestaba bastante siempre que decía de jugar por ahí.

Me empecé a reír de nuevo, pero me dejé hacer una vez más. Ella se puso sobre mí, sentándose en mi vientre para hacerme una trenza con la barba de manera habilidosa y rápida. Me dijo que estaba muy mono así y entonces cogió de nuevo el bote de nata para echarme por el cuello después de ser ella misma la que girara mi cabeza hacia un lado. Echó un poco y empezó a pasar su lengua por la zona, aunque después empezó a besarme, siguiendo con unas succiones que hacían que se me erizara la piel. Después de hacerlo un par de veces más se incorporó para decirme que le parecía increíble cómo me ponía cuando me hacía eso y que hasta mis pezones se endurecían, riendo ella al decir que no lo habían hecho cuando jugó con ellos. Pero no se detuvo ahí, porque siguió jugando por el resto de mi cuerpo hasta que llegó a la entrepierna. Ahí, me la puso pegada al vientre y empezó a echar por mis huevos.

Me dijo que le encantaba que me los depilara y empezó a chupar y a succionarlos con nata sobre ellos. Tampoco era algo que me llamara la atención, aunque no dije nada, porque la veía encantada haciéndolo. Pero tampoco tardó mucho en pasar a la polla, donde sí que se entretuvo más, echando por el tronco en varias ocasiones y ya de últimas por el glande. Llegó un punto en el que tiró el bote al suelo y se puso sobre mí para metérsela, empezando a montarme lentamente y creciendo el ritmo de manera progresiva. En pocos segundos lo hacía con bastante rapidez y algún que otro gemido se le escapaba, pero los tapaba con su mano al ponerla sobre su boca. Estaba encendida sobremanera, porque agarró mis manos, entrelazando nuestros dedos para aprisionarlas contra la cama y follarme de manera muy rápida, con nuestras caras muy cerca y mirándome fijamente a los ojos.

Sin que lo esperara, Valentina me preguntó si había visto a alguien por la casa cuando fui a por agua. Algo desconcertado le dije que no y ella se incorporó para apoyar sus manos en mi pecho y follarme como a mí más me gustaba, empezando a gemir. La vi tan encendida que me puse como ella, aunque se me vino de nuevo la imagen de Irene al salir de la habitación, pero estaba muy cerca de acabar y quería hacerlo, por lo que puse mis manos sobre sus caderas para concentrarme en hacerlo. Ella estaba como en trance, porque cerró sus ojos y no paraba de moverse, lanzando de pronto un gemido alto y derrumbándose sobre mí. Era evidente que estaba teniendo su orgasmo, y era otro de los intensos por cómo me apretaba ahí abajo. Pero yo necesitaba un poco más, por lo que la agarré bien para moverme un poco más dentro de ella al levantar nuestros cuerpos. Efectivamente, no tardé nada en acabar dentro de ella después de lanzar un gemido similar al suyo, abrazándola con fuerza después de clavársela todo lo profundo que pude.

Después de descargar dentro de ella, me empecé a relajar, haciendo ella lo propio. Ambos estábamos con la respiración muy acelerada, pero poco a poco nos serenamos y ella se tapó con la mano para no manchar nada, cogiendo yo rápidamente papel y toallitas para limpiarnos, quedado después tumbados y relajados sobre la cama durante varios minutos entre besos y caricias que ya no eran tan sexuales al no buscar nuestros órganos, pero eran igualmente placenteras de todas formas. No dejábamos de mirarnos y a ella se le ponía una sonrisa mona y un poco tonta. Y me encantaba. Por eso la empecé a besar más, pero entonces empezamos a oír ruidos. Parecía que los demás habían decidido retirarse de la piscina para seguir en las habitaciones, porque oíamos muchas risas. Y cada vez con mejor claridad, pareciendo que subían por las escaleras. Nosotros permanecimos en silencio, sin movernos siquiera, aunque yo seguí con los besos cuando oímos cómo se cerraba una puerta.

De primeras, ella parecía algo reticente a seguir jugando, pero poco a poco se animaba por cómo besaba su cuerpo. Tan solo se limitaba a acariciar mi espalda y mis brazos, pero de nuevo se puso como antes al cerrar sus piernas cuando me puse sobre ellas con la intención de comérselo un poco. Yo me hice el loco, pasando a besarle las caderas y su pubis, cosa que le relajaba y que hacía que abriera sus piernas un poco, pero cuando iba a echar mano al asunto, las cerraba de nuevo. Le pregunté cuál era el problema, estando ella cortada para contármelo. Sabía de sobra lo que le pasaba y fui yo mismo el que se lo dije. Tenía vergüenza de seguir con nuestros amigos tan cerca y también le daba vergüenza escucharlos a ellos, porque era algo que hacíamos claramente. Ella negaba lo que le estaba diciendo, pero me acabó dando la razón, diciendo que era algo que no podía evitar.

Le hice ver que aquella vergüenza que tenía en ese momento era algo ridículo, porque ellos no nos podían escuchar. Ni lo iban a hacer ahora que estaban ocupados. Valentina se encogía de hombros, entendiendo lo que le decía, pero es que no podía evitar sentirla. Poco a poco la hice entrar en razón, porque ahora sí estaba seguro de que no había nadie al otro lado de la puerta y me volvieron a entrar unas ganas parecidas como las que tenía al principio. Ella me sonreía de manera encantadora, pasando a abrir bien sus piernas para dejarme hacer. Con alivio, aunque con tono de broma, le dije que menos mal que no me iba a privar de hacer una de las cosas que más me gustaban en la cama. Valentina rio y le empecé a comer el coño, aunque esta vez de manera más lenta, porque ya habíamos desfogado bastante a esas alturas de la noche. Nos pusimos más cariñosos, especialmente ella, por lo que el sexo restante de aquella noche tomó un rumbo diferente al anterior.

Nos lo tomamos con bastante calma, haciéndolo lentamente y en varias posturas, aunque eso no significa que por momentos el ritmo se viera incrementado, ya fuera por su parte o por la mía. Ella lo hacía cuando me montaba, pasando a pegar su cuerpo al mío para mover su culo con suma rapidez hacia arriba y abajo. Era de lo que más me gustaba hacer con ella en la cama, bueno, en realidad era algo que hacía ella, pero me daba mucho placer y me encantaba sentir sus tetas aplastándose contra mi pecho y sus besos por mi cara y mi cuello mientras yo le agarraba el culo con fuerza y hasta dándole algún azote, con ella riñéndome por hacer ruido. Yo lo hacía cuando escuchaba a nuestros amigos venirse arriba. Agarraba sus piernas, pegándolas a mi pecho y le daba con rapidez, o moviéndome con más ímpetu cuando se la metía en el típico misionero.

Pero el momento en el que acabamos la noche fue cuando le di con todo lo que me quedaba estando ella a cuatro sobre la cama. En esos últimos momentos no pude evitar hacerlo así, porque tenía muchas ganas de llegar y la verdad es que era tarde para lo que ella estaba acostumbra, así que la agarré bien y fui con todo. Ella se dio cuenta y puso su cara contra la almohada para amortiguar los gemidos que se les pudiera escapar. También estaba calentito por oír a los demás, jurando que estaban todos juntos por lo diferentes que eran algunos gemidos, aunque los que más oía eran los de Irene. Me acabé vaciando dentro de mi novia después de notar sus temblores y cómo se contraía internamente, siguiéndola cuando pegó su cuerpo a la cama. La abracé sin llegar a salirme de ella para darle cariño en lo que se recuperaba, haciéndolo a los pocos minutos.

De nuevo, cogí papel para limpiarla bien, aunque ya poco me salía, pero por si acaso. Lo hice rápido y ella seguía con sus ojos cerrados, con gesto ya relajado. Esos momentos de estar mirándola después de follar eran geniales para mí. Podía admirar su belleza mejor que en ningún momento y siempre me acercaba lo más que podía a ella para no perder detalle. También era inevitable no darle varios besos por donde pudiera, haciéndolo sobre todo en sus hombros y espalda para no molestarla mucho. Y yo no era el único encantado en esos momentos, porque ella lanzaba sonidos muy encantadores cuando le hacía eso, pasando siempre después a abrir sus preciosos ojos después de estar yo un buen rato así, regalándome una sonrisa también y abrazándose a mí para continuar con esos mimitos, ya más en forma de besos, aunque no dejábamos las caricias de lado, pero no tan intensas como para buscar estimularnos de nuevo.

Tras un rato en silencio, después de dichos mimitos, le pregunté si quería que fuéramos al baño para darnos una ducha y dormir así más cómodos. Ella dudaba, diciendo que no quería pasar por las habitaciones de nuestros amigos, aunque la verdad es que le apetecía darse una para dormir mejor. Al final decidimos darnos una, aunque en uno de los baños de la planta de abajo para evitar algún encontronazo. Para ello, nos vestimos de nuevo, cogiendo una muda limpia y un pijama, aunque yo no lo solía usar en verano, por lo que cogí una camiseta y un pantalón corto. Pasamos rápidamente por donde estaban los demás y entramos al baño para ducharnos juntos. Allí seguimos con los besos y caricias, aunque no buscamos nada más. Estábamos bien saciados, así que no tardamos mucho en salir pese a lo a gusto que se estaba debajo del agua con ella agarrándose a mi cuello para besarme estando de puntillas.
 
Capítulo 609

-Javi... -dijo mientras se terminaba de poner su pijama.
-Dime.
-¿Crees que...? Mmm...
-¿Qué pasa?
-¿Crees que Daniela estaba con...?
-¿Los cuatro juntos? Puede.
-¿Sí?
-Les ha caído muy bien y ya sabes cómo son. A Irene y a Sofía les gustan también las chicas.
-Ya, pero... ¿A Daniela también? No tenía ni idea.
-Yo tampoco lo sé. A ver, sé que es bastante extrovertida y bueno... Cuando nos veíamos para... Pues...
-No te sigo.
-Es que sé que no te gusta que hable de estas cosas. Sobre todo, cuando cuento cómo me he visto con otras chicas y tal...
-Ah... Bueno, pero es para aclararlo. ¿Me puedes contar?
-Digamos que cuando ella y yo lo hacíamos, pues alguna vez jugábamos a imaginar algo.
-¿Algo? ¿Como qué?
-Pues que hacíamos un trío con alguna chica, por ejemplo.
-Ah...
-Pero tampoco sé si le va también eso.
-Ya.
-Aunque no hay ningún problema si le va eso, ¿verdad?
-¿Qué? No, no. Ninguno. Lo único... Me preocupa que estén ahí los cuatro... Por la protección digo. Usarán, ¿no?
-Imagino.
-¿Imaginas?
-Irene y Mario con Sofía no suelen usar protección. Ambas toman pastillas cuando están más activas sexualmente. Bueno, Irene siempre, pero Sofía va por temporadas, aunque ahora sí las toma, porque se ven mucho los tres.
-Ya hablaré con Daniela.
-¿Le vas a dar la chapa?
-¿Cómo?
-Nada, nada. Mejor me callo -dije riéndome.
-Esto es muy serio, ¿eh? No empecemos...
-Pero ella es mayorcita. Seguro que sabe cómo va el tema.
-¿Tú crees? Porque ella fue una con las que lo hiciste sin protección.
-También es verdad.
-Sí, hablaré con ella.

Nos terminamos de vestir y ella se peinó un poco, aunque sin usar secador ni nada, dejando su pelo húmedo. Subimos a la habitación y ya casi llegando, la agarré para darle un pico y cogerla en brazos. Ella siseó, seguramente temiendo que dijera otra vez de hacerlo, pero no tenía en mente hacer nada más, y eso que me podría haber encendido de nuevo al pasar por la puerta de la habitación donde estaban todos, porque seguían dale que te pego. Me volvió a regañar cuando entramos a la habitación, pero le dije que no se preocupara, que solo quería darle un beso. Ella sonrió y me lo devolvió una vez vio que lo que decía iba en serio. Y ya que nos habíamos duchado y cambiado las sábanas, dejando las sucias en el pequeño baño para echarlas a lavar al día siguiente no íbamos a empezar otra vez. Nos tumbamos para dormir, aunque ella me acariciaba el pecho después de dejar caer su cara en mi hombro y haberme desnudado yo para dormir.

-¿Y cómo es hacerlo con otra chica? -preguntó susurrando.
-¿Quieres que te cuente cómo es? -pregunté riéndome.
-Shhh -siseaba ella por haberle preguntado eso en voz alta-. Es que no sé cómo funciona eso.
-¿A qué te refieres? ¿A qué hacen dos chicas?
-Ajá.
-Pues se comen... Se rozan... También pueden usar juguetes.
-Am...
-¿Te ha entrado curiosidad? Si quieres le digo a Irene que te explique mejor, jajajaja.
-Serás... -dijo dándome un manotazo en el pecho.
-Estoy de broma, cariño.
-Ya, pero ya sabes que no me hacen mucha gracia esas bromas.
-Es que no sé a qué viene esto. Me ha hecho gracia.
-Va... Ya está -dijo dándose la vuelta para ponerse cómoda para dormir.
-Pero no te enfades tampoco -dije abrazándola por atrás.
-Nooooo.
-Es que tienes un pronto...
-Y tú con tus bromitas... Tonto.
-Pero te encantan -dije besándole la cabeza.

Pude escuchar cómo Valentina exhalaba aire por su nariz, indicio de que le había hecho gracia, por lo que no estaba enfadada. Y ya no dijimos más, pues nos quedamos en silencio para dormir. Ella lo logró al poco pese al ruido que estaban haciendo todos en la habitación. A mí me estaba costando un poco más, y eso que estaba cansado, pero empecé a recordar lo pasado con Irene cuando la pillé fuera de la habitación y me quedé pensativo. Tenía que hablar con ella muy seriamente para decirle que había estado muy feo lo que había hecho y que no se debía repetir, aunque fue algo que hice en el momento, pero por cómo estaba y por el alcohol que llevaba encima, dudo que se le quedara. Pensé acercarme a la habitación para decirles que no hicieran mucho ruido, porque se estaban colando un poco, pero al final no lo hice por dos razones: para no cortarles el rollo y para evitar cualquier tontería por alguna parte, como Irene diciéndome que me apuntara o por si Valentina se despertaba y se daba cuenta de que no estaba ahí y le daba por pensar cosas que no eran. Así que me acomodé para tratar de dormir y poder descansar, consiguiéndolo al rato, siguiendo los demás de fiesta.

El domingo yo fui el primero en despertarme, haciéndolo temprano para ser tal día, pero me desperté y no pude volver a dormirme por mucho que lo intenté, porque estaba muy a gusto con Valentina abrazada a mí. Y estuve un buen rato allí con ella, pero llegó un punto en el que ya no podía estar en la cama y me tenía que levantar, por eso lo acabé haciendo. Después de lavarme un poco la cara y vestirme bajé a recoger lo que habíamos armado con la fiesta que montamos, aunque lo cierto es que no estaba tan mal como esperaba. Tan solo tuve que recoger un par de botellas vacías y poner las hamacas en su sitio. También aproveché para pasar la red por la piscina y dejarla bien limpia por si se animaban también ese día a darse un baño. Pensé durante un rato si hacer ejercicio, porque estaba atrasado en ese tema, pero no quería darme una ducha al acabar para luego terminar en la piscina y luego darme otra ducha, así que lo dejé estar, pensando en ponerme las pilas entre semana, aunque tenía que encontrar tiempo.

Se estaba muy a gusto a esa hora en la que el sol no pegaba tanto y en la que corría un poco de viento, el cual se enfriaba por la piscina, así que me tumbé un rato en una de las hamacas para hacer tiempo a que los demás se despertaran mientras veía el móvil. Encontré mensajes en el grupo grande de amigos, donde seguían con sus quedadas y al parecer Fátima y Ana estaban más participativas. Seguro que tenía que ver que mis amigos y yo estuviéramos más a otras cosas y no asomáramos mucho por allí. Pero estaba muy contento y ya me daba bastante igual lo que había pasado con las dos. Hasta lo veía lejano como para tratar siquiera de establecer contacto con ellas. También había en el grupillo de amigos del juego, donde vi que se había montado algo para ese fin de semana, pero no me di cuenta, aunque tampoco hubiera ido con el plan que se montó y sin él también, porque hubiera estado con Valentina igualmente.

Era algo que me molestaba mucho cuando un amigo o conocido lo hacía y no me había pasado pocas veces. Alguien se echaba novia y de repente dejaba de existir para los amigos. Y ahora, sin embargo, yo estaba haciendo justo eso, pero es que de lo que más ganas tenía era de estar con ella. Es lo normal cuando se empieza a salir con alguien, pero me entraron ganas de acercarme para jugar, pensando en hacerlo el fin de semana siguiente si se daba la ocasión. Y también tenía que ver que me preguntaran si estaba perdido o si me pasaba algo. Llevaban razón al hacer esas bromas, porque la verdad es que nos llevábamos todos muy bien y no quería perder eso. Lo que más me picó fue leer un mensaje de Sara que decía que tenía que estar intoxicado. Era muy evidente la alusión a Valentina con ese comentario, porque muchas veces la había llamado "la tóxica", así que estaba muy claro por dónde iban los tiros con su comentario.

Pero no se libró de que me metiera con ella en una respuesta que le puse a ese comentario, pero de buen rollo, como siempre. Y las ganas de jugar con ellos se calmaron un poco, porque estando ella, iba a ser difícil estar en lo que tenía que estar, porque la conocía y sabía que iba a estar con insinuaciones y con sus típicas tontadas para llamar mi atención. Me quedé pensativo con la situación que me armó en mi casa viniendo a por todas, aunque por suerte me mantuve fuerte sin ceder y engañar así a Valentina. Y fue justo nada más empezar a ser pareja, aunque seguía siendo así, pues llevábamos apenas dos semanas. Eso me hizo pensar si me mantendría así siempre, porque con su sobrina, Julia, también tuve un momento complicado. La chica era guapa y atractiva y en otras circunstancias me habría lanzado a por ella sin pensarlo, pero no así. No podía hacerle eso a Valentina.

Ya había pensado no decir nada a ninguna de las dos hasta que Valentina estuviera cómoda para hablarle de mí a su familia. Bastante claro tenía lo incómoda que se ponía con el tema cuando mi familia apareció por sorpresa y justo la pilló allí. Su cara era un poema y la verdad es que veía bastante lejos que se abriera en ese aspecto para avanzar en nuestra relación, aunque a mí eso me tenía muy tranquilo. Como digo, tan solo estábamos empezando como para hacer presentaciones y demás. Ya habría tiempo de hacerlo en condiciones y cuando ella estuviera cómoda. Pero pensé que en una situación de emergencia tenía que usarlo a mi favor. Julia se me había insinuado ya un par de veces y de manera descarada. Y había aguantado el tipo, pero era difícil y si se encaprichaba de mí y seguía, más difícil se iba a poner. Así que creí oportuno contarle que estaba con su tía en un momento dado en el que viera que la cosa iba a ser incontrolable, aunque pensaba que era un escenario por el que no tendría que pasar al ver lo concentrada que estuvo en las clases, pero más vale prevenir que curar.

Y por último vi que tenía un mensaje de mi madre que me decía que quería hablar conmigo. Y era de hacía un rato de hecho. Así que la llamé para ver qué quería. Y justo lo que quería era hablar de Valentina. Me contó que tenía muchas ganas de conocerla y que a ver si se la presentaba pronto. Le tuve que decir que ella no estaba cómoda con el tema, pero es que a mi madre le llamó mucho la atención cuando la vio. También me contó que no se imaginaba cómo nos comportaríamos al estar juntos y quería verlo. La notaba contenta, mucho de hecho, porque hasta llegaba a reír con cosas que ella misma decía, pero yo tenía que bajarle las expectativas respecto a conocerla. Le dije que si fuera por mí, lo haría cuanto antes, pero que ella era más reticente y que necesitaba sus tiempos para acostumbrarse un poco a esto, porque era relativamente nuevo para ella.

Tuve que explicarle un poco por encima lo que había pasado, toda la situación en la que su relación con su exmarido había ido evolucionando en los últimos meses hasta que se cansó y decidió cambiarla. También le conté cómo habíamos ido hasta Londres en un viaje relámpago para que pudieran tratar el tema al vivir él allí y volviendo al par de horas. Mi madre estaba alucinando con lo que le estaba contando, preguntándome si me estaba quedando con ella, pero no era así. Pese a pesar de estar bastante desubicada por lo que le contaba, la notaba contenta por ver la importancia que tenía yo en su vida al haberla acompañado y también notaba orgullo por haberme prestado yo a hacerlo para que no se tuviera que enfrentar a la situación sola. De nuevo, me dijo que quería conocerla y más ganas que le entraron de hecho, pero yo le decía lo que había, aunque también le dije que trataría de ir sugiriéndolo de vez en cuando para ver si se animaba.

Cuando terminé de hablar con ella fui a la casa para ver si había alguien ya despierto, encontrando mucho silencio, lo que me hacía pensar que no, pero me acabé encontrando a Daniela en la cocina, con una camiseta de manga corta y al parecer en braguitas por no ver ni rastro de un pantalón, yendo también descalza. Tenía una cara un poco de resaca, aunque yo también bebí y no me levanté tan mal como ella. Daniela, sin embargo, tenía cara de estar reventada, aunque podía ser por otra cosa.
 
De momento la cosa va bien, aunque a Valentina ya le está entrando curiosidad por como sería un trio con 2 mujeres. Veremos a ver si no hay trio con Irene o Daniela, o quién sabe si uno con una y otro con otra.
 
A mí me da que la pica el chichi con Daniela. Veremos como sigue transcurriendo el fin de semana. También creo que Javier tiene que tener una conversación seria con Irene si no quiere que la cosa se complique
 
Sin duda será Daniela quién le abrirá el mundo liberal a Valentina, siendo su mejor amiga, se sentirá más segura y en confianza.

Tendrán sus noches de Lulú para profundizar un tema con la libertad que con Javier aún no logra.

No creo que alcance a nacer alguna complicación con Irene, terminará sucediendo antes.
 
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