Keranos
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Capítulo 648
Con cuidado y pidiéndole que no hiciera ruido, fui hacia mi habitación, cargando con ella. En cuanto llegamos, cerré la puerta de la habitación y la puse contra la pared para comerle la boca con ansia. Ella me devolvía el beso, con muchas ganas también. Pasé mis manos por la parte de abajo de su cuerpo y agarrar su culo con facilidad al llevar ella un tanga. Le pregunté si quería que la follara y ella afirmó con un ruidito bastante mono mientras me volvía a besar, pero me aparté para decirle que me lo pudiera. Lo hizo de manera muy sexy al hablarme muy excitada y mirándome a los ojos, por lo que la eché sobre la cama, desnudándola rápidamente. De la misma manera me desnudé yo a mí mismo para no hacerla esperar y ponerme sobre ella para mirarla a los ojos fijamente, estando serio de nuevo. Ella me devolvía la mirada, aunque con una sonrisa, pasando a poner sus manos en mis caderas para atraerme hacia ella.
Se la metí del tirón, sin frotarme con ella, sin comerle el coño y sin que ella me la chupara. Ángela se estremeció, aunque con lo mojada que estaba, no tuvimos ningún problema. Pensé en usar algo de lubricante que tenía en la mesita, porque la quería follar cuanto antes, pero al ver cómo brillaba esa parte de su cuerpo, lo descarté. No se la metí de manera ruda, aunque tampoco de manera lenta, quedándome dentro de ella por completo una vez llegué hasta el final. Le dije que me pidiera de nuevo que la follara, mirándome ella de manera desafiante, pero acabó por hacerlo al verme que no me movía. Pegué mi cuerpo al suyo y le di un beso, comenzando a follarla al instante. Empecé follándola a un ritmo normal, estando ella ya con sus mejillas muy encendidas, como siempre y con sus pezones de punta. Hasta podía notar cómo se le erizaba la piel de vez en cuando.
-¿Quién es el que mejor te ha follado en tu vida?
Pero Ángela no contestaba, quedándose callada, pero mirándome fijamente, con una pequeña sonrisa en su boca. Le volví a repetir la pregunta, quedándome quieto esta vez, pero ella seguía sin hacerlo, por lo que le di una embestida con firmeza, haciendo que se le escapara un gemido, que rápidamente calló al morderse los labios por dentro.
-¿No me lo vas a decir?
Ángela no decía ni mu, aunque ponía una cara muy mona con una de sus típicas sonrisas. Como no me seguía el juego, me propuse demostrarle que era así, por eso la empecé a follar rápidamente, con ella abrazándose a mí, jadeando con fuerza y mordiendo mi piel para ahogar sus gemidos. Duramos poco en ese misionero en el que la empecé a reventar, porque luego la puse a cuatro, dándole un fuerte cachete en el culo sin poder remediarlo por mucho que lo intentara. No quería hacer ruido para no molestar a Andrea ni para que supiera en lo que estábamos, aunque seguramente lo asumía. Pero es que era imposible no darle uno con ese culazo que casi lo pedía a gritos. Ángela lanzó un gritito y puso de nuevo la cabeza sobre la almohada, siguiendo yo con la follada para reventarla como se merecía, porque no me llegaba a contestar a esa pregunta y no íbamos a acabar hasta que me respondiera lo que yo quería oír.
La tontería que hicimos en el bar me dejó bastante más calentito de lo que ya estaba con la manera que tuvimos de calentarnos las dos noches previas. Y ahora teniéndola así, pues más aún. Fue un polvo bastante intenso que duraría unos 20 minutos, en el que ambos estábamos muy sudados. Y solo me movía yo, porque así lo quería, aunque ella no ponía reparo alguno en que así fuera. Me gustaba mucho cómo mi amiga luchaba por aguantar y no correrse, consiguiéndolo para mi sorpresa, aunque acabó antes que yo, pero yo lo hice como consecuencia de que ella lo hiciera. Fue teniéndola a cuatro mientras agarraba sus caderas. Ángela tenía su espalda arqueada de manera sexy, levantando la cabeza cuando se empezó a correr, jadeando con intensidad, apretando yo todo lo que pude para empezar a descargar dentro de ella, derrumbándonos ambos, quedando tendidos sobre la cama, con mi cuerpo sobre el suyo, aunque me apoyaba en mis codos y en mis rodillas.
-¿Me vas a responder ahora? -le pregunté con la respiración acelerada.
-Sí... -susurró ella.
Cogí papel de la mesita para limpiarnos y taparle a ella el coño, cerrando sus piernas para que no se cayera el papel que le puse, poniéndola yo bocarriba, quedando yo un poco sobre ella aún para darle algún beso, con ella teniendo sus ojos cerrados y una buena sonrisa.
-Pues sí que lo eres... -dijo después de un suspiro.
-No. Dímelo bien.
-Eres el que mejor me ha follado en mi vida -dijo abriendo sus ojos para mirarme.
-¿Ves? No era tan difícil.
-Jajajajaja. Qué serio te pones a veces...
-Es solo un juego.
-Uff... Estoy muerta.
-Pero si no has hecho nada. No te has movido.
-Porque no me has dejado.
-Vaya...
-La próxima vez te voy a follar yo a ti. Verás cómo me dices lo mismo que te he dicho yo.
-A ver si es verdad, jajajaja.
-¿Tienes queja? -preguntó divertida.
-Ni la más mínima.
-Ah... Pensaba.
-Oye, ¿vas a follar con Cintia?
-No lo sé. No creo.
-¿Vas a ir de estrecha cuando lo estás deseando?
-Me gusta hacerme la interesante.
-Ya. Lo acabo de comprobar. Me ha costado sacarte eso que te he preguntado antes.
-Jajajajaja.
-Pero en serio, ten cuidado.
-Que no va a pasar nada, Javi.
-Si pasa algo, me llamas y me presento allí en nada, ¿vale?
-Tú lo que quieres es irte a la cama con las dos.
-Quita, quita. No quiero verme más con Cintia. Siempre me la acaba liando. Paso.
-Pues qué pena. Un trío sería muy divertido.
-No merece la pena.
-Bueno... El sábado seguramente hagamos algo todos.
-Puede. A ver en qué plan está Irene.
-No está enfadada. No me ha dado para nada esa impresión cuando he hablado con ella.
-No lo estará contigo. Conmigo parece que sigue mosqueada.
-Bueno, me voy a marchar a casa.
-¿No te quedas?
-No, Javi. Me da corte que tu compañera de piso vea que he pasado la noche aquí. Además, tengo que madrugar para trabajar.
-Y yo.
-Ya. Pero mi hermana también se va a poner pesada.
-Como quieras.
-¿Me puedo dar una ducha rápida?
-Estás en tu casa.
Ángela se dio una ducha en lo que yo cambiaba las sábanas por lo que habíamos sudado, dejándolas para lavarlas al día siguiente y poniéndome algo de ropa para acompañarla, porque era algo tarde. Ella me dijo que no hacía falta, pero no me gustaba que se fuera sola, porque había gente problemática en calles cercanas. Tampoco quedaba muy lejos su casa, estando de vuelta alrededor de unos 20 minutos más tarde para darme una ducha e irme a la cama para tratar de descansar. En lo que hacía sueño, me quedé pensando en la cita que tenía Ángela con Cintia, esperando que todo fuera bien, porque con esa chica nunca se sabía, aunque es verdad que por lo que pude ver, a las chicas las trataba muy bien, y con eso de que ahora estaba en tratamiento, pues la cosa debería ir mucho mejor aún. También esperaba que marchara bien cuando fuéramos el sábado con mis amigos, porque pensaba que Irene seguía un poco enfadada conmigo por el tema de Valentina, teniendo como prueba que hablábamos menos de lo habitual desde entonces.
Pero antes del fin de semana quedaban un par de días en los que no tuve la ocasión de volver a verme con Ángela por tener algo más de lío de lo habitual en el trabajo según me contó y por tener que recuperar un poco de trabajo de cuando su madre estuvo por casa. Y yo también estuve liado entre el trabajo y el gimnasio, que ahora retomaba por tener un horario más desahogado, sin la necesidad de tener que ir tan temprano. Y cuando tenía tiempo libre, lo invertía con Andrea charlando, viendo alguna película o serie, o jugando con la consola. Tenía pensado llamar a Irene, pero me dio un poco de pereza por poder encontrármela de mal humor aún. Hasta que el viernes por la tarde después de comer, Andrea me contó que Irene le había escrito un mensaje invitándola a ir a su casa ese fin de semana. Le pregunté a mi compañera de piso qué iba a hacer y ella respondió que agradecía mucho la invitación, pero que no iba a ir. La principal excusa que me dio fue que a sus padres no les haría mucha gracia y tampoco quería irse a escondidas por si aparecían por casa con eso de que se acababa de mudar y tal vez le quedaba algo allí olvidado.
La conocía de sobra y sabía que le molestaba que le insistieran, por lo que no dije nada más aparte de que era una lástima que no se apuntara al plan. Ella quedó conforme y dijo que tal vez para la próxima, yéndose a su habitación mientras yo iba a la mía para cambiarme e ir a trabajar. Cuando salí de casa, llamé a Irene para preguntarle si le pasaba algo conmigo o no, porque ya no me parecía normal que se lo dijera a Ángela y a Andrea antes que a mí, porque las conocía mucho menos. En la llamada no percibí gran cosa respecto a su estado de ánimo, aunque me recriminó que la tenía que haber avisado, porque ya estaba en el trabajo. Le pregunté directamente y dijo que no estaba enfadada conmigo, aunque estaba un poco molesta, pero solo eso. Al parecer todo había sido un pequeño malentendido, porque ella pensaba que me lo contaría Ángela y que así me enteraría.
Y ya de paso pues estuvimos comentado qué íbamos a hacer cuando fuéramos. La idea era que Ángela y yo llegáramos a media mañana para irnos a la piscina, porque ese fin de semana iba a ser el último que iba a estar abierta por entrar ya en septiembre. Entre ella y Ángela pensaron pasar allí todo el día y ya de noche salir a cenar por ahí y luego de fiesta un poco. Ahora entendía por completo por qué Andrea había declinado sumarse al plan, porque la excusa que me dio fue bastante mala. En ningún momento me dijo nada más para hacer, ni se lo notaba en la voz, por lo que pensaba que no estaba muy por ese plan, lo que me extrañaba, pero ya me encargaría yo de encenderla como siempre, porque la verdad es que algo de ganas le tenía y estando todo el día con ella en bikini y luego cuando se pusiera guapa de noche, más ganas me iban a entrar, aunque estando Ángela, las ganas que me iban a entrar iban a ser dobles.
Con cuidado y pidiéndole que no hiciera ruido, fui hacia mi habitación, cargando con ella. En cuanto llegamos, cerré la puerta de la habitación y la puse contra la pared para comerle la boca con ansia. Ella me devolvía el beso, con muchas ganas también. Pasé mis manos por la parte de abajo de su cuerpo y agarrar su culo con facilidad al llevar ella un tanga. Le pregunté si quería que la follara y ella afirmó con un ruidito bastante mono mientras me volvía a besar, pero me aparté para decirle que me lo pudiera. Lo hizo de manera muy sexy al hablarme muy excitada y mirándome a los ojos, por lo que la eché sobre la cama, desnudándola rápidamente. De la misma manera me desnudé yo a mí mismo para no hacerla esperar y ponerme sobre ella para mirarla a los ojos fijamente, estando serio de nuevo. Ella me devolvía la mirada, aunque con una sonrisa, pasando a poner sus manos en mis caderas para atraerme hacia ella.
Se la metí del tirón, sin frotarme con ella, sin comerle el coño y sin que ella me la chupara. Ángela se estremeció, aunque con lo mojada que estaba, no tuvimos ningún problema. Pensé en usar algo de lubricante que tenía en la mesita, porque la quería follar cuanto antes, pero al ver cómo brillaba esa parte de su cuerpo, lo descarté. No se la metí de manera ruda, aunque tampoco de manera lenta, quedándome dentro de ella por completo una vez llegué hasta el final. Le dije que me pidiera de nuevo que la follara, mirándome ella de manera desafiante, pero acabó por hacerlo al verme que no me movía. Pegué mi cuerpo al suyo y le di un beso, comenzando a follarla al instante. Empecé follándola a un ritmo normal, estando ella ya con sus mejillas muy encendidas, como siempre y con sus pezones de punta. Hasta podía notar cómo se le erizaba la piel de vez en cuando.
-¿Quién es el que mejor te ha follado en tu vida?
Pero Ángela no contestaba, quedándose callada, pero mirándome fijamente, con una pequeña sonrisa en su boca. Le volví a repetir la pregunta, quedándome quieto esta vez, pero ella seguía sin hacerlo, por lo que le di una embestida con firmeza, haciendo que se le escapara un gemido, que rápidamente calló al morderse los labios por dentro.
-¿No me lo vas a decir?
Ángela no decía ni mu, aunque ponía una cara muy mona con una de sus típicas sonrisas. Como no me seguía el juego, me propuse demostrarle que era así, por eso la empecé a follar rápidamente, con ella abrazándose a mí, jadeando con fuerza y mordiendo mi piel para ahogar sus gemidos. Duramos poco en ese misionero en el que la empecé a reventar, porque luego la puse a cuatro, dándole un fuerte cachete en el culo sin poder remediarlo por mucho que lo intentara. No quería hacer ruido para no molestar a Andrea ni para que supiera en lo que estábamos, aunque seguramente lo asumía. Pero es que era imposible no darle uno con ese culazo que casi lo pedía a gritos. Ángela lanzó un gritito y puso de nuevo la cabeza sobre la almohada, siguiendo yo con la follada para reventarla como se merecía, porque no me llegaba a contestar a esa pregunta y no íbamos a acabar hasta que me respondiera lo que yo quería oír.
La tontería que hicimos en el bar me dejó bastante más calentito de lo que ya estaba con la manera que tuvimos de calentarnos las dos noches previas. Y ahora teniéndola así, pues más aún. Fue un polvo bastante intenso que duraría unos 20 minutos, en el que ambos estábamos muy sudados. Y solo me movía yo, porque así lo quería, aunque ella no ponía reparo alguno en que así fuera. Me gustaba mucho cómo mi amiga luchaba por aguantar y no correrse, consiguiéndolo para mi sorpresa, aunque acabó antes que yo, pero yo lo hice como consecuencia de que ella lo hiciera. Fue teniéndola a cuatro mientras agarraba sus caderas. Ángela tenía su espalda arqueada de manera sexy, levantando la cabeza cuando se empezó a correr, jadeando con intensidad, apretando yo todo lo que pude para empezar a descargar dentro de ella, derrumbándonos ambos, quedando tendidos sobre la cama, con mi cuerpo sobre el suyo, aunque me apoyaba en mis codos y en mis rodillas.
-¿Me vas a responder ahora? -le pregunté con la respiración acelerada.
-Sí... -susurró ella.
Cogí papel de la mesita para limpiarnos y taparle a ella el coño, cerrando sus piernas para que no se cayera el papel que le puse, poniéndola yo bocarriba, quedando yo un poco sobre ella aún para darle algún beso, con ella teniendo sus ojos cerrados y una buena sonrisa.
-Pues sí que lo eres... -dijo después de un suspiro.
-No. Dímelo bien.
-Eres el que mejor me ha follado en mi vida -dijo abriendo sus ojos para mirarme.
-¿Ves? No era tan difícil.
-Jajajajaja. Qué serio te pones a veces...
-Es solo un juego.
-Uff... Estoy muerta.
-Pero si no has hecho nada. No te has movido.
-Porque no me has dejado.
-Vaya...
-La próxima vez te voy a follar yo a ti. Verás cómo me dices lo mismo que te he dicho yo.
-A ver si es verdad, jajajaja.
-¿Tienes queja? -preguntó divertida.
-Ni la más mínima.
-Ah... Pensaba.
-Oye, ¿vas a follar con Cintia?
-No lo sé. No creo.
-¿Vas a ir de estrecha cuando lo estás deseando?
-Me gusta hacerme la interesante.
-Ya. Lo acabo de comprobar. Me ha costado sacarte eso que te he preguntado antes.
-Jajajajaja.
-Pero en serio, ten cuidado.
-Que no va a pasar nada, Javi.
-Si pasa algo, me llamas y me presento allí en nada, ¿vale?
-Tú lo que quieres es irte a la cama con las dos.
-Quita, quita. No quiero verme más con Cintia. Siempre me la acaba liando. Paso.
-Pues qué pena. Un trío sería muy divertido.
-No merece la pena.
-Bueno... El sábado seguramente hagamos algo todos.
-Puede. A ver en qué plan está Irene.
-No está enfadada. No me ha dado para nada esa impresión cuando he hablado con ella.
-No lo estará contigo. Conmigo parece que sigue mosqueada.
-Bueno, me voy a marchar a casa.
-¿No te quedas?
-No, Javi. Me da corte que tu compañera de piso vea que he pasado la noche aquí. Además, tengo que madrugar para trabajar.
-Y yo.
-Ya. Pero mi hermana también se va a poner pesada.
-Como quieras.
-¿Me puedo dar una ducha rápida?
-Estás en tu casa.
Ángela se dio una ducha en lo que yo cambiaba las sábanas por lo que habíamos sudado, dejándolas para lavarlas al día siguiente y poniéndome algo de ropa para acompañarla, porque era algo tarde. Ella me dijo que no hacía falta, pero no me gustaba que se fuera sola, porque había gente problemática en calles cercanas. Tampoco quedaba muy lejos su casa, estando de vuelta alrededor de unos 20 minutos más tarde para darme una ducha e irme a la cama para tratar de descansar. En lo que hacía sueño, me quedé pensando en la cita que tenía Ángela con Cintia, esperando que todo fuera bien, porque con esa chica nunca se sabía, aunque es verdad que por lo que pude ver, a las chicas las trataba muy bien, y con eso de que ahora estaba en tratamiento, pues la cosa debería ir mucho mejor aún. También esperaba que marchara bien cuando fuéramos el sábado con mis amigos, porque pensaba que Irene seguía un poco enfadada conmigo por el tema de Valentina, teniendo como prueba que hablábamos menos de lo habitual desde entonces.
Pero antes del fin de semana quedaban un par de días en los que no tuve la ocasión de volver a verme con Ángela por tener algo más de lío de lo habitual en el trabajo según me contó y por tener que recuperar un poco de trabajo de cuando su madre estuvo por casa. Y yo también estuve liado entre el trabajo y el gimnasio, que ahora retomaba por tener un horario más desahogado, sin la necesidad de tener que ir tan temprano. Y cuando tenía tiempo libre, lo invertía con Andrea charlando, viendo alguna película o serie, o jugando con la consola. Tenía pensado llamar a Irene, pero me dio un poco de pereza por poder encontrármela de mal humor aún. Hasta que el viernes por la tarde después de comer, Andrea me contó que Irene le había escrito un mensaje invitándola a ir a su casa ese fin de semana. Le pregunté a mi compañera de piso qué iba a hacer y ella respondió que agradecía mucho la invitación, pero que no iba a ir. La principal excusa que me dio fue que a sus padres no les haría mucha gracia y tampoco quería irse a escondidas por si aparecían por casa con eso de que se acababa de mudar y tal vez le quedaba algo allí olvidado.
La conocía de sobra y sabía que le molestaba que le insistieran, por lo que no dije nada más aparte de que era una lástima que no se apuntara al plan. Ella quedó conforme y dijo que tal vez para la próxima, yéndose a su habitación mientras yo iba a la mía para cambiarme e ir a trabajar. Cuando salí de casa, llamé a Irene para preguntarle si le pasaba algo conmigo o no, porque ya no me parecía normal que se lo dijera a Ángela y a Andrea antes que a mí, porque las conocía mucho menos. En la llamada no percibí gran cosa respecto a su estado de ánimo, aunque me recriminó que la tenía que haber avisado, porque ya estaba en el trabajo. Le pregunté directamente y dijo que no estaba enfadada conmigo, aunque estaba un poco molesta, pero solo eso. Al parecer todo había sido un pequeño malentendido, porque ella pensaba que me lo contaría Ángela y que así me enteraría.
Y ya de paso pues estuvimos comentado qué íbamos a hacer cuando fuéramos. La idea era que Ángela y yo llegáramos a media mañana para irnos a la piscina, porque ese fin de semana iba a ser el último que iba a estar abierta por entrar ya en septiembre. Entre ella y Ángela pensaron pasar allí todo el día y ya de noche salir a cenar por ahí y luego de fiesta un poco. Ahora entendía por completo por qué Andrea había declinado sumarse al plan, porque la excusa que me dio fue bastante mala. En ningún momento me dijo nada más para hacer, ni se lo notaba en la voz, por lo que pensaba que no estaba muy por ese plan, lo que me extrañaba, pero ya me encargaría yo de encenderla como siempre, porque la verdad es que algo de ganas le tenía y estando todo el día con ella en bikini y luego cuando se pusiera guapa de noche, más ganas me iban a entrar, aunque estando Ángela, las ganas que me iban a entrar iban a ser dobles.