Capítulo 662
Me siguió contando con detalle mientras cenábamos, volviendo a relatarme lo de la entrevista que le hicieron, lo nerviosa que se puso al verlos tan serios, la locura que pensaba que era irse así tan rápido, el cambio tan grande que iba a pegar su vida y las ganas que tenía de empezar. Yo casi que no hablé por obvias razones, pero es que ella tampoco me iba a dejar por lo emocionada que estaba, ya que no paraba de hablar mencionando detalles y curiosidades de la entrevista, que era lo que más le había causado impresión. Le pregunté cuándo se iba, para ir haciéndome a la idea y resultaba que era mucho más pronto de lo que yo pensaba, porque se iba el sábado y estábamos a miércoles por la noche. Así tendría toda una semana para poder instalarse cómodamente, conocer la ciudad, visitar la oficina y hacerse a todo, empezando en el cambio de mes.
Aquí sí que me notó el bajón que me dio, dándole pena por la carilla que había puesto, aunque me prometió que hablaríamos mucho y que vendría siempre que tuviera ocasión para verme a mí, a su familia, a sus amigos... No estaba yo muy conforme con eso, porque no tenía ni idea de cuándo podría ser eso, comentado ella que para Navidad seguro que volvía durante unas semanas. El bajón fue creciendo por todo lo que me contaba y ver que no nos íbamos a ver en meses, pero me empezó a contar alguna que otra cosa más, enseñándome fotos con su móvil y demás, prestando yo atención sin comentar mucho más, porque no me salían las palabras al estar triste por el ostión que me acababa de llevar sin contar con él. No tardamos mucho en acabar de cenar, saliendo para dar un paseo, preguntándome ella si íbamos a mi casa o a la suya. Le respondí que lo que ella quisiera y así acabamos en su casa. Lucía no estaba en ese momento, porque me contó que había salido con sus amigos y que no vendría hasta dentro de un buen rato pese a tener clase al día siguiente.
Ángela me llevo de la mano hasta su habitación para enseñarme con más detenimiento toda la información que tenía en su ordenador. Hasta me mostró el video que había preparado para enviarles. Era divertido y se le veía ilusionada, gustándome mucho cómo salía. Ella estaba de un humor muy bueno y se animó bastante, sentándose en mi regazo para enseñarme aquello mientras me acariciaba la nuca. Una vez acabó el video y comentamos un poco algo de él, me dio un beso, pareciendo estar con muchas ganas. Me volvió a agarrar de la mano para llevarme hasta su cama, sentándome en ella para ponerse sobre mí y poder continuar con los besos. Yo no estaba participativo como solía. De hecho, me estaba costando seguirle el rollo, aunque ella parecía dispuesta a seguir, dándole más intensidad al beso y empezando a desabrochar mi camisa.
Casi sin que me diera cuenta, acabé desnudo, con ella sobre mí tan solo en ropa interior. Hasta tuvo que agarrar mis manos para ponerlas sobre su culo, como siempre que estábamos en ese plan, sobre todo al estar ella sobre mí. Me preguntó si estaba bien al verme tan parado y poco participativo, respondiéndole yo que sí, pero que estaba un poco cansado y que su noticia me había dejado muy despistado. Ella rio con una de sus típicas risas, aunque lo hizo de manera muy mona y continuó besándome. Así acabó haciéndome una mamada en la que me costó un poco más completar la erección. Desde luego, no estaba yo para muchos meneos en ese momento, pero espabilé un poco cuando me di cuenta de que era probable que aquella fuera la última vez que podríamos estar así. Tomé un papel más activo, aunque no fui capaz de disfrutar lo que me hubiera gustado como siempre que acababa en la cama con ella.
Me costó bastante llegar al final, mientras que mi amiga sí que tuvo un par de buenos orgasmos. En esta ocasión acabé sobre su vientre al salirme de ella y que no necesitara limpiarse de manera más interna, porque oímos cómo su hermana llegó a casa, manteniendo silencio y teniendo cuidado de no hacer ruido una vez acabamos. Nos quedamos unos minutos sobre la cama, ambos bocarriba, aunque yo la miraba al girar mi cabeza, estando ella con sus ojos cerrados para tratar de calmarse. Luego me levanté para empezar a vestirme, preguntándome ella si no me quedaba a dormir. Le puse como excusa que debía madrugar al día siguiente mucho para ir al gimnasio y para solucionar un poco de papeleo antes de ir a trabajar, colando bastante por la expresión que puso. Así que me fui a casa, quedando en que nos veríamos de nuevo antes de que se fuera.
El camino a casa fue duro, igual que los momentos que permanecí en la cama tumbado bocarriba mirando al techo una vez llegué y me fui directo a mi habitación, teniendo la suerte de que Andrea ya se había marchado a dormir al encontrar todo apagado. Qué diferencia había entre cómo empezó el día y cómo acabó, porque mi estado de ánimo no podía ser más opuesto. Tan mal encajé su noticia que no pude ni disfrutar bien de lo que probablemente hubiera sido nuestro último encuentro en la cama. ¿Pero cómo hacerlo bajo esas circunstancias? Estaba bastante ilusionado al ver en Ángela una chica que me diera lo que necesitaba y que me permitiera sentar la cabeza de una vez, porque vaya racha llevaba... No pudo ser finalmente y ahora que caía, me lo merecía por haberle hecho yo pasar por algo parecido en el pasado. Seguramente lo mal que yo me sentía no tenía nada que ver con cómo se tuvo que sentir ella en su día, pero eso no quitaba que estuviera disgustado.
Me jodía mucho además no alegrarme por mi amiga con eso de su nuevo trabajo como debería. Era una oportunidad única, de esas que pasan y no vuelven si no las coges. Ella decidió aprovecharla y no me parecía mal, pues ella no parecía darse cuenta de lo que yo sentía. Debería haber celebrado con ella y haberla animado diciéndole que todo saldría bien, pero en lugar de eso, lo único que hice fue estar comedido por pensar solo en mí, llegando a sacarle de hecho algunas pegas. Mi subconsciente me traicionaba al embarrar sus ilusiones con la nueva aventura en la que estaba por embarcarse en pocos días, pero es que no podía remediarlo. Quería que Ángela se quedara conmigo, quería seguir como estábamos de bien hasta antes de que me lo dijera e ir a más incluso. Cometí otro error al pensar cosas que compartir en un futuro, viéndonos como pareja una vez tomé la decisión de contarle lo que pasaba y eso hacía que me doliera más.
Trataba de levantarme el ánimo a mí mismo diciéndome que no era para tanto, que no estaba locamente enamorado de ella hasta tal punto de sentir que se me iba la vida, pero también era verdad que me levantaba sentimientos que no muchas personas habían conseguido despertar. No dejaba de preguntarme si lo nuestro hubiera funcionado, porque ya no tenía pensado decirle nada. Era algo que no iba a traer nada bueno. No podía contarle algo que pudiera entrar en conflicto con la decisión que acababa de tomar. Y si por un casual ella decía de intentarlo, no veía nada bien empezar literalmente una relación a distancia. Es muy difícil que una relación así funcione y no me fiaba de mí mismo por si alguien más se cruzaba en mi vida. Con ella a mi lado me costaría mucho menos, porque se podría venir a vivir fácilmente conmigo, aunque vivíamos cerca, pero en esas condiciones no me veía siéndole infiel. No veía nada que pudiera hacerme caer si estaba con ella y la tenía a mi lado.
En cualquier caso, todo eso era elucubrar, porque no iba a darse en ningún momento. Ángela se iba a otro país y yo no podía irme con ella tampoco, porque tenía mis responsabilidades en donde me encontraba. No podía irme teniendo un buen trabajo en el que varias personas dependían de mí. Sí, podían buscarme un sustituto, pero provocaría mucha molestia. No solo eso, sino que Andrea se quedaría un poco de aquella manera si me iba, porque la casa en la que ambos vivíamos tendría que quedarse libre al irme yo, porque el alquiler era ya más normal, a diferencia de lo barato que lo tenía de primeras y dudaba que ella pudiera pagarlo aun estando becada. Además, me iría mucho más lejos de mi familia y de mis amigos y si ya los echaba de menos de por sí, no quería pensar cómo sería estando en otro país. Otro detalle era que yo no tenía nada asegurado allí en lo que a trabajo de refiere. Aunque conocía bien el idioma, pero nada me aseguraba encontrar algo allí y tendría que depender de Ángela de primeras y puede que más.
El ánimo no se terminó de levantar al día siguiente cuando fui al gimnasio y al trabajo. Me quedaba muy pensativo en la mala suerte que había tenido la noche anterior pese a servirme esas horas de gimnasio como método para despejarme. En el trabajo me dediqué a ponerles tarea, tratando así de llevar un día tranquilo en el que no me dieran mucho trabajo con preguntas y demás. Andrea me lo notó también, preguntándome tanto en el almuerzo como en la cena si me encontraba mal o si me pasaba algo, diciéndole yo que todo estaba bien, aunque no parecía convencerla mucho. Cuando me fui a la cama, estuve pensando tal y como lo hice el día anterior, aunque ya estaba menos en caliente, pero me seguía doliendo lo que había pasado. Recibir un mensaje de Ángela no ayudó mucho a que se me pasara aquello, porque me dijo de quedar al día siguiente para vernos ya por última vez antes de que se marchara, recordándomelo.
Me contó un poco por encima que justamente esa noche se había despedido de sus amigos de allí, contándome entre emoticonos de risas que Finn se había puesto triste pese a no pedirle yo esa información. Me había reído un poco de él previamente, pero ahora le entendía y me ponía en su lugar, no encontrando la gracia a los comentarios que hice acerca de él y de lo que llegué a pensar. Tampoco me dio muchos más detalles de lo que habló con él, y mejor así. Sí me dijo que en general todos se pusieron tristes y que le dijeron que le iban a echar mucho de menos. También me comentó que al día siguiente se iba a acercar a la ciudad de la que éramos para despedirse de su familia y de todas sus demás amistades, entre las que se encontraban Irene, Mario y Sofía. Tenía pensado estar allí todo el día y venirse a media tarde para nuestra quedada, porque sí que percibió que me dio pena que se fuera a marchar y quería que nos pudiéramos despedir bien.
A lo largo de ese viernes pensé que tenía que portarme bien con ella para ponérselo fácil, porque se lo merecía. Lo que estaba a punto de hacer no era nada fácil a pesar de irse con su madre, pero seguía dejando muchas cosas atrás. Así que tenía que ver me alegraba por ella y que podía contar conmigo para lo que quisiera, por si necesitaba apoyo para hablar o lo que fuera. Estuve más optimista al pensar eso en lo que restó de día. Al menos, más de lo que estuve el día anterior. Y regresé a casa con ganas de darme una ducha y vestirme para ir a por ella e irnos por ahí a cenar los dos solos, tal y como hicimos el mismo miércoles en el que no acabé tan contento, pero ahora lo haríamos en un buen restaurante para despedirnos. Lo que no esperaba era encontrarla en casa cuando salí de la ducha, pudiendo oírla perfectamente al estar hablando con Andrea. Asomé la cabeza por el salón para decirle que no tardaba, encontrándola preciosa una vez la vi.
No iba tan provocativa como hacía un par de noches, pero iba preciosa. No llegué a ver mucho, como haría después, pero me gustó lo que vi al ver su espalda, bastante libre al llevar lo que parecía un vestido palabra de honor de color beige, aunque llevaba mangas. Lo que más me gustó fue cómo giró su cabeza hacia atrás para mirarme, haciendo su pelo un bamboleo muy bonito, recibiéndome con una sonrisa preciosa, apreciando que no estaba tan maquillada como la última vez que nos vimos, llevando uno más ligero, pero es que daba igual, estaba genial. No la hice esperar mucho, yendo a arreglarme rápidamente, aunque con la barba sí que me tenía que esmerar más para dejarla bien, pero en un cuarto de hora o así ya estaba listo para irnos, siendo temprano por no ser aún las 10 de la noche. Nos despedimos de Andrea y nos fuimos a un restaurante, bajando por la calle al estar por esa zona de la ciudad.
Efectivamente, iba con un vestido como el que acabo de describir, con una falda ancha de vuelo, siendo un vestido bastante bonito. Y también iba diferente en lo que corresponde al calzado, pues en esta ocasión iba con unas sandalias planas. Yo opté por un polo de los que le gustaba a ella y unos vaqueros. Cuando llegamos al restaurante me dio un buen abrazo que me dejó algo descolocado y que no hacía más que querer estar con ella de otra manera, por lo que correspondí aquel abrazo y hasta le di un beso en la cabeza. Ver su cara tan sonriente cuando se despegó de nuestro abrazo para mirarme era todo un regalo. No presté mucha atención al restaurante ni al servicio, ni casi a la comida, porque me centré en ella y en escucharla. Como tenía pensado, hice el esfuerzo porque no me notara bajo de ánimo, queriendo yo ponérselo más fácil y diría que fue bastante bien. Me contó con más detalle la despedida que tuvo con sus amigos, pasando luego a la que tuvo con los que teníamos en común, cosa que me interesaba más.