Capítulo 820
Necesitaba pensarlo, pero estábamos en un momento muy dulce, el que más desde que nos habíamos vuelto a ver, aunque también es cierto que llevábamos unas cuantas discusiones para lo poco que nos habíamos visto. Incluso se me hacía que habíamos discutido más en estas pocas semanas que en todo lo que estuvimos de pareja, pero me quedaba bastante con lo ocurrido el jueves por la noche, con ella estando tan cariñosa y tan pegada a mí.
Justo como sentí que estaba también ese día al recibirme como lo hizo, teniendo una sonrisa radiante y ahora quedándose dormida sobre mí. Tan solo fueron unos diez minutos los que estuvo durmiendo mientras yo la miraba, sin prestar nada de atención a la televisión. Lo único que hacía era observarla y acariciarle la cara y de pronto se despertó, mirándome algo desorientada, pero sonriendo una vez espabiló. Se desperezó y se abrazó a mí para quedar más cómoda y preguntarme cuánto había dormido.
Le sorprendió bastante la brevedad de su siesta, contándome que había dormido un poco mal. Me dijo que no sabía por qué cuando le pregunté el motivo de aquello, aunque eso era lo de menos, porque teníamos todo el día para descansar, pero ella no se lo quería tomar así, porque se incorporó y se puso sobre mí, sorprendiéndome bastante al sentarse sobre mis muslos, muy por la parte de arriba al pasar una pierna a cada lado de mi cuerpo.
Instintivamente puse mis manos sobre mi culo, aunque no le importó, porque no se le borró esa media sonrisa que tenía antes de hacerlo. Acercó su cara mucho a la mía y frotó su nariz con la mía para luego darme un pico. No salía de mi asombro con ella teniendo en cuenta su comportamiento desde que nos habíamos vuelto a ver, pero parecía que la última bronca que tuvimos se la había tomado en serio como para ahora estar así. Y me encantaba, tanto que fui yo el que la buscó para darnos otro pico.
Pico que dio lugar a un beso más intenso. No tardó en empezar a ponérseme dura con esos gestos de cariño que estábamos teniendo, con su olor y con esos besos que nos estábamos dando. También metí mis manos por dentro de su sudadera, acariciando su espalda desnuda y luego bajando para meterlas por dentro de sus leggings y braguitas, acariciando sus nalgas con suavidad al principio y con más intensidad progresivamente, haciendo presión para estimular mi erección.
Me pidió parar un poco entre risas, rogándole yo que no me dejara así, pero ella dijo que no iba a ser mala y que lo quería era pasar a la habitación para estar más cómodos. Así que me levanté del sofá, con ella colgando de mi cuerpo, pero la acomodé al subírmela al hombro, cosa que hizo que lanzara una carcajada. Al llegar a su habitación, la dejé sobre su cama con cuidado para que no hubiera problema. Y aun así, sonó, cosa que veía que me iba a dar la lata.
Elena me miraba con una sonrisa preciosa y me buscaba con la mirada, acariciándome una pierna con uno de sus pies. Estaba la cosa entre nosotros tan cambiada respecto a las últimas semanas que me parecía metería y hacía que me preguntara si era real todo lo de nuestra separación y demás, porque se sentía como si nunca nos hubiéramos dejado de ver.
Me pidió unos momentos para poner algo de música en el portátil que tenía sobre su escritorio, sacando también una caja de condones que había comprado del primer cajón de éste justo cuando estaba por decirle que iba a bajar al coche para coger los que yo había traído. Cogí la caja, viendo que eran de seis y la tiré a la cama para ponerme detrás de ella en lo que seguía buscando algo de música, estando encorvada. Pegué mi erección a su culo y le dije que podía ver las ganas que tenía de que nos viéramos al estar preparada con esos condones, riendo ella.
Cuando acabó de poner música, la cogí en brazos, agarrándose ella a mis caderas con sus piernas. Le di un beso que ella me siguió con mucho gusto, poniendo sus manos en mi cara, aunque volví a la cama para ponernos sobre ella. Elena me pidió que llevara cuidado, porque la cama sonaba bastante y no quería montar un escándalo, ya que me recordó que vivía en un piso y que estábamos rodeados de vecinos que vivían pared con pared.
Por lo pronto me lo tomé con calma, empezando con besos y con caricias al ponerme sobre ella, entreteniéndome en su cuello mucho, cosa que le gustaba por los sonidos que emitía. La empecé a desnudar y nada más que con eso, la cama sonaba al moverme para quitarle la ropa, siseando ella, aunque le decía que estaba llevando cuidado y que aún no habíamos empezado a hacer nada. Elena reía, diciendo que si con solo eso sonaba, no quería pensar cómo lo haría cuando pasáramos a más.
Le propuse poner el colchón directamente sobre el suelo para que no sonara, pareciéndole a ella bien, por lo que se bajó de la cama y yo puse el colchón en el suelo, riendo ella de nuevo y diciendo que le recordaba a cuando me quedé a dormir un día en su casa, estando toda la familia, poniéndonos tontos y teniendo que hacer lo mismo para que no nos escucharan.
Eso me trajo también recuerdos a mí, pero no estaba para eso en ese momento, porque necesitaba ir a más, por lo que la cogí de la mano para atraerla a mí, pegándola a mi cuerpo para besarla y tumbarnos sobre el colchón. Ya sí que teníamos más libertad por así decirlo, porque no sonaba nada mientras me movía para terminar de desnudarla o para besar diferentes partes de su cuerpo. Recorrí todo su cuerpo con besos, hasta que llegué a sus pies, pero ella me pidió que parara entre risas. Le pregunté cuál era el problema, y no había ninguno, pero no quería empezar tan pronto con eso.
Veía por dónde iban los tiros, por lo que dejé tranquila esa parte de su cuerpo y subí hasta su coño, el cual besé también con mucho cariño, estando ella encantada con cómo lo hacía. Me acariciaba la cabeza y sus gemiditos me alentaban a seguir e incluso a ir más allá, por eso pasé mi lengua por él, haciendo que se estremeciera bastante.
Con una risa algo nerviosa, se incorporó y se pidió que me tumbara como lo estaba ella antes para hacer lo mismo conmigo. Así que me tumbé y ella me empezó a desnudar, continuando con esos besos que le había dado yo antes.
Me decía mucho que le encantaba cómo olía, respondiendo yo siempre que a mí también me encantaba cómo lo hacía ella. Jugó un poco conmigo al besarme por el cuello, provocándome escalofríos, pero siguió bajando hasta llegar a mis caderas donde me dio muchos besos por la polla, moviendo su mano hacia arriba y abajo para masturbarme, aunque muy lentamente.
Me la empezó a chupar con mucho cariño, aunque le pedí que no fuera mala y que no me dejara a mi sin eso, por lo que pasamos a hacer un 69. En lo que se colocaba sobre mí, le dije que me encantaba como llevaba el coño al tener su vello púbico muy bien perfilado y recortado, riendo ella y siguiendo con la mamada que había empezado antes, sumándome yo a aquello al empezar a comerle el coño.
Paramos no mucho tiempo después, porque estábamos demasiado a tono. Sobre todo ella, que se estremecía mucho, por eso se bajó de mí y se puso a mi lado para que nos pudiéramos besar durante un rato y poder así calmarnos, aunque me dijo que tenía muchas ganas de que se la metiera, por eso se acabó poniendo bocarriba, arrastrándome con ella para quedar sobre su cuerpo. Me pidió que la metería, intentando yo alcanzar los condones, pero me dijo que primero un poco sin nada.
Le acaricié la rajita bastante con los dedos y luego con mi polla para meterla no mucho después. Elena se abrazó a mi cuerpo con brazos y piernas, mirándome a los ojos, estando nuestras caras muy pegadas. Yo me quedé quieto, siendo ella la que movía sus caderas ligeramente para que hubiera algo de penetración, aunque acabó parando, preguntándome si pasa algo para que no me moviera.
Le respondí que solo miraba lo guapa que era, haciendo que se pusiera un poco roja y empezando a moverme, aunque no duramos así nada, porque no estaba la cosa como para jugársela, por lo que me salí de ella y me puse un condón.
Ya si teníamos más libertad para hacerlo sin preocupaciones, por lo que la empecé a follar a un ritmo más adecuado, aunque ella me pedía que fuera más lento, pero ya lo hicimos lento el jueves y me apetecía un poco más de marcha.
Así que follamos con más energía, sonando los muelles del colchón, pero ni de lejos tan fuerte como lo hacía antes de que lo dejáramos en el suelo. Elena resoplaba mucho y se le escapaba algún que otro gemido, por lo que tapaba su boca con su mano. Al final se acabó corriendo con un buen orgasmo, el cual provocó el mío, además de ese chupetón que me estaba haciendo en el cuello.
Así fue como ella silenció sus gemidos, haciéndolo yo contra la almohada, porque me resultó muy placentero. Tras ese orgasmo, me aparté un poco para dejarle espacio, quitándome el condón con cuidado y tapándonos bien, porque hacía frío, quedando ahí durante un rato, aunque se me hizo más corto de lo que realmente fue, porque Elena se me pegó para relajarse y me quedé observándola de nuevo. Cuando despertó de su placer, me buscó con la mirada, diciéndome que le había gustado mucho y que estaba muy a gusto así conmigo.
Con la tontería, nos pusimos tontos otra vez y acabamos liándonos para acabar teniendo sexo no mucho más rato después. En esta ocasión nos lo tomamos con más calma, aunque solo fue de primeras, pues conforme pasaba el tiempo, más nos buscábamos para intentar que el otro se corriera. En esta ocasión sí que tuvieron lugar más posturas, empezando haciendo la cucharita, entrelazando Elena y yo los dedos de nuestras manos para sujetarnos bien.
Empezamos lento en esa postura, pero el ritmo subía rápidamente y llegábamos a un punto en el que Elena también colaboraba bastante al empujar con su culo, lo cual, acompañado de mis empujones, ocasionaba cada vez más ruido. Pero no nos importaba mucho en ese momento, aunque sí que acabamos cambiando de postura. Hicimos algunas más, pero acabamos teniéndola yo encima de mí, agarrando sus nalgas y moviendo mis caderas con rapidez desde abajo para follarla lo más deprisa que pudiera.
En esta ocasión acabamos más agotados, porque ella tuvo un orgasmo muy intenso de nuevo, mientras que el mío no lo fue tanto en realidad, porque había descargado no hacía mucho. En lo que ella se calmaba y volvía a la normalidad, yo me encargué de quitarme el condón y tirarlo a la basura, junto al otro que usamos previamente.
También pasé por el baño para lavarme un poco y luego a mirar el móvil, que me había parecido escucharlo, porque lo dejé en el salón. Era Natalia, quien me hablaba un poco y me preguntaba si quería quedar por la tarde para tomarnos un café. Le dije que tendría que ser en otra ocasión, porque el fin de semana lo iba a pasar fuera de casa. Volví con Elena, quien ya estaba consciente, aunque echa un ovillo, sonriendo al verme entrar en la habitación.
Me tumbé a su lado y le pasé su ropa, aunque pasó por el baño también, poniendo yo el colchón en su sitio. Cuando nos encontramos nos preguntamos qué podíamos comer ese día, porque ya se acercaba la hora y habíamos quemado bastante energía, por lo que nos fuimos a la cocina para ver qué podíamos hacer.
Estuvimos bastante entretenidos en ello, ayudándole yo en lo que podía, como siempre habíamos hecho cuando vivíamos juntos cuando éramos pareja. Y sinceramente, parecía que estábamos en las mismas en ese momento, aunque Elena no me había dicho palabra alguna referente a ese tema, el cual ocasionó una de las últimas broncas que tuvimos.
Ni falta que me hacía en ese momento en realidad, porque estaba tan calmado y tan cómodo con ella tan sonriente y cariñosa, que se me hacía como si ya hubiera dado ese paso, aunque sabía que no era del todo así, especialmente después de haber hablado de esto en tantas ocasiones con Ángela, quien me advertía de ir con cuidado y de no agobiarla.
No es que lo estuviera haciendo, pero sentía que faltaba algo, y era su palabra. Pero por lo pronto, me dejé llevar, ayudándole a preparar la comida para los dos y teniendo más tonteo, como el que tuvimos previamente.
En un momento dado, le di la vuelta tras abrazarla por detrás para darle un beso en los labios, cosa a la que ella no se opuso. Hasta le entraba un poco la risa, yendo a más cuando la cogí en brazos para subirla a la encimera y poder besarla mejor sin tener que encorvarme tanto.
La puse sentada en el filo, para acercarla lo máximo posible a mi cuerpo al poner mis manos sobre su culo, siguiendo con ese beso. Elena me dijo de parar, porque teníamos que estar pendientes de la comida y acabábamos de estar así hacía nada como para volver a empezar, terminando con que ya tendríamos tiempo más tarde.
Me quedé con la polla bastante morcillona, pero tenía razón en eso de que lo habíamos hecho hacía nada, pensando yo que quizá necesitaba un poco de tiempo para recuperarse en ese aspecto. Así que terminamos de preparar la comida, poniendo yo la mesa para comer en el salón, como siempre que había comido o cenado allí.