Capítulo 829
El cabreo que tenía al salir de allí no era nada comparado con el que tenía la noche anterior. Poco me faltó para tirarme encima de él y darle una paliza, aunque por otra parte dejaba algunas cosas claras, como que realmente sí que se había acostado con Elena, como yo pensaba.
Podría ser una mentira, pero todos los indicios apuntaban a él. No la veía haciéndolo con otra persona, porque ella no era de tener sexo tan a la ligera. Y si en su día no hizo nada con mi hermano, como me aseguró, pues tenía que ser él. No me había contado nada de otro chico que no fuera ninguno de los dos, por lo que el cerco se cerraba demasiado.
Me fui a casa, porque aún quedaba tiempo hasta que tuviera que ir al trabajo, intentando tranquilizarme allí. Recibí un mensaje de Elena en el que me decía que sentía no haberme contestado la noche pasada, pero es que tenía el móvil en silencio y se fue a cenar y directa a la cama, porque había sido un día muy largo en el trabajo.
No dudaba de su palabra. No contemplaba que me estuviera mintiendo, por lo que descarté que se hubiera acostado con su jefe la noche anterior. Le puse que no importaba, que solo era por charlar y nada más, quedando la cosa bien.
Al final sí que me levantó un poco el ánimo que ella me dijera que ya hablaríamos a lo largo de ese día, dándome las gracias de nuevo por las flores que le envié el día anterior y diciendo que tenía ganas de que llegara el fin de semana para poder juntarnos todos para el cumpleaños de Sofía.
Después de eso, me deseó un buen día en el trabajo y demás, haciendo yo lo propio, quedando ahí la conversación, porque tenía que entrar a la oficina, recogiendo yo un poco también para coger lo mío y marcharme a la academia, donde traté de desconectar por lo ocurrido no hacía mucho, aunque me costaba bastante, pero lo cierto es que esa breve conversación con Elena me lo ponía algo más fácil.
Como ya esperaba, estuve un poco despistado en clases, aunque rápidamente me activaba cuando lo necesitaba. Solamente me quedaba pensativo en los momentos en los que había silencio cuando tenían que resolver algún ejercicio. Pero la cosa no fue a más, por lo que no hubo demasiado problema en ese aspecto.
Aunque el cabreo que tenía encima se hubiera diluido un poco, aún lo tenía, por eso quería hablar con alguien, para desahogarme un poco y de paso para pedir un poco de opinión. En lo que me preparaba la comida, me puse el móvil en manos libres para llamar a Ángela y explicarle lo que me había pasado por la mañana.
Me dijo que le gustó que le hubiera llamado y obviamente le pregunté cómo le había ido el día y demás, porque también me interesaba. Fue un momento de charla bueno, que me ayudó a rebajar aún más ese enfado que tenía, pero ella me notó que algo me pasaba y le empecé a contar, comenzando a calentarme de nuevo.
Ángela flipaba bastante con lo que me había pasado, pensando de primeras que no debería haber ido a su encuentro, porque con lo que le describí se le hacía bastante obvio que era para provocarme. La excusa de que se trataba sobre Elena y que era importante no era mala, pero podría haberlo previsto por ese mensaje inicial y sobre todo por la expresión que puso cuando me encontré a Elena en esa cena de empresa, en dónde él sí me vio.
Ahora lo veía bastante claro todo, pero bueno, al menos no se había salido con la suya, aunque ganas de arrearle no me faltaron. De hecho, seguía con ganas de hacerlo, pidiéndome mi amiga que no me dejara llevar como un niño pequeño y que no le diera ese placer, porque era lo único que buscaba. Si le hacía algo solo me podía traer problemas, por buscarme un lío en sí mismo, pero sobre todo por Elena, porque eso además de sentarle mal, sería darle la razón al idiota de su jefe.
Me hizo un poco de burla al reírse diciendo que vaya suerte tenía para que me pasara eso, aunque lo del jefe de Elena venía ya de lejos, como ella ya sabía. También me preguntó si le iba a comentar algo a Elena, diciendo yo que no lo sabía aún, porque últimamente la cosa con ella estaba yendo demasiado bien como para sacarle un tema así de delicado, no teniendo ni idea de cómo podría reaccionar o qué podría decir.
Le pedí opinión a Ángela sobre la posibilidad de que Elena se hubiera podido acostar con su jefe, más que nada, por el comentario que me hizo él esa misma mañana como respuesta al chascarrillo que le solté por estar en caliente. Ángela trataba de darme largas y de buscar unas palabras que no terminaba de encontrar, lo que me decía cuál era su opinión prácticamente, por lo que le pedí que fuera clara.
Dijo que cada vez había más indicios, pero que también me estaba provocando, por lo que no podíamos tomar su palabra como cierta. Su consejo fue que hablara con Elena del tema si tanto me preocupaba, aunque eso era peligroso.
No acabé con nada en mente sobre qué hacer, porque tenía miedo. Tenía miedo de que cualquier movimiento en falso me llevara a la casilla de salida con ella, habiendo regresado a ella varias veces en las últimas semanas.
Por lo pronto iba a pasar el día para ver si llegaba a algo en claro, pensando que los días que quedaban hasta que nos viéramos el fin de semana me ayudarían a relajarme y a ver si era factible mencionarle algo o no. Aunque ese día acabé hablando con ella, pero sin llegar a tocar nada de aquello.
Como no lo pudimos hacer la noche anterior, me llamó por la noche, poco después de que saliera de trabajar, preguntándome cómo me había ido el día, contándole yo y también preguntándole a ella. Le notaba en el tono de voz que estaba contenta y eso también me ponía contento a mí. No es que estuviéramos hablando mucho tiempo, pero la verdad es que me gustó bastante que me llamara y me sirvió para calmarme mucho más.
Se me pasó comentarle a Ángela una cosa en referencia a la conversación que tuve con el jefe de Elena, por lo que la volví a llamar, preguntándome si todo iba bien. Le comenté que sí, que acababa de terminar de hablar con Elena, pero que se me había olvidado comentarle una cosa.
No le dio demasiada importancia a esas dudas que el jefe de Elena mencionó en esa conversación que tuvimos, porque volvió a aquello de que buscaba provocarme. Aunque también dijo que no debería pillarme de nuevas, porque desde el primer momento en el que nos reencontramos, Elena no hizo más que mostrar dudas respecto a mí y lo que pudiera haber entre nosotros.
Le di las gracias por solventar esas dudas que ahora tenía yo, aunque tampoco es que hiciera mucho según dijo ella. También se alegró de que Elena estuviera contenta en la llamada que acabábamos de tener, siendo eso indicio de que quizá la cosa estaba yendo a mejor.
Se me hicieron algo largos los días que quedaban hasta el fin de semana, pero al final acabó llegando. Pensé en varias ocasiones en lo ocurrido con el jefe de Elena, porque no era para menos con lo que ocurrió, pero no quería que ella me notara nada de aquello, porque quería seguir estando tan bien como lo veníamos haciendo desde la última discusión que tuvimos, por lo que traté de que todo fuera bien en ese aspecto.
Y me mentalicé para ello, poniéndome en camino hacia su casa el sábado por la mañana, llegando no muy temprano, abriendo ella rápidamente. Me recibió con una toalla en la cabeza, haciéndome pasar para que la esperara en el salón. Nos saludamos con un beso en la mejilla, siendo algo muy natural, cosa que me gustó.
Me pidió unos momentos para que terminara de secarse el pelo, preguntándome cómo había ido la semana y cómo había sido el trayecto al ir hacia su casa, pues estaba lloviendo. Le respondí a ambas preguntas y me quedé en el salón, mirando el móvil, aunque también miraba el rincón de Paula.
Me apeteció mucho verla, pero Elena me dijo que no estaban allí, que habían salido de la ciudad para ir a ver a sus abuelos por parte de padre, así que me quedaría sin verla. Elena sonreía, diciendo que le parecía tierno que quisiera ver a Paula y que le preguntara bastante por ella.
No nos demoramos mucho más en irnos, echando una pequeña maleta que se preparó al maletero, pues ese día iba a ser largo y estaríamos todo el fin de semana en mi ciudad. Por el camino me preguntó si ya había echado la mía también, pero le dije que no, que la echaría antes de que nos fuéramos.
No podía evitar mirarla mucho, porque la veía guapísima y eso que iba con ropa de día a día, sin maquillar y con su peinado de siempre, aunque ella lo que hacía más era mirar por la ventana. Por eso me permitía el lujo de mirarla cada pocos segundos, porque sabía que si de daba cuenta, se pondría nerviosa. Lo malo es que cada vez me daban más ganas de agarrar su mano y de más cosas.
Cuando llegamos, dejé el coche aparcado donde solía, preguntándole a Elena si quería desayunar o si no tenía mucho apetito. Sí que lo tenía, porque me lo suplicó, así que fuimos rápidamente a una cafetería cercana, donde estuvimos desayunando muy tranquilamente, haciéndome gracia las caras que ponía, porque estaba realmente hambrienta.
Una vez acabamos, estuvimos dando un pequeño paseo, porque no teníamos prisa. Habíamos quedado con Irene, Mario, Sofía y Hugo para comer y la verdad es que íbamos bastante bien de tiempo, aunque nos fuimos acercando a la calle donde más tiendas había para poder ir a por el regalo de Sofía.
No sabíamos si lo íbamos a encontrar, pues Elena sugirió algo y teníamos bastante en mente lo que buscábamos, pero estábamos seguros de que lo encontraríamos. Así que nos pusimos en marcha y sí que lo pudimos encontrar, por lo que no hubo problema en ese aspecto.
Pedimos que lo envolvieran para regalo y continuamos por la calle, con Elena mirando algunas cosas, pues hacía muchísimo que no pasaba por ahí, aunque la sorpresa más grande me la llevé yo cuando alguien puso su mano en mi hombro.