Capítulo 847
Estaba despampanante cuando me abrió la puerta, yendo bastante maquillada, con su pelo bien alisado y con un vestido acorde al plan que teníamos. Le dije que estaba guapísima, piropeándome a mí ella también al ir bien vestido, respondiéndole yo que tenía que darle las gracias a quien me había enseñado a vestir así, siendo ella esa persona.
Entre risas me hizo pasar, en donde saludé a su madre mientras ella cogía su bolso y su móvil, que dejó cargando. Estuvimos hablando un poco en lo que ella volvía, explicándole yo el plan que teníamos, diciéndonos una vez apareció su hija que lo pasáramos bien. Nos despedimos de ella y salimos de allí, pensando yo que quizá debí haber llevado el coche viendo los tacones tan altos que llevaba puestos, aunque ella dijo que no importaba.
Para remediarlo, le propuse ir a un sitio que no estuviera muy lejos de su casa si ella lo veía bien, no teniendo problema y diciendo que conocía un sitio en el que podíamos cenar y que no quedaba muy lejos, por lo que fuimos para allá.
Tenía en mi cabeza que esa noche iba a ser diferente, sobre todo cuando vi que al final no podía salir con mis amigos, pero me encontré en una noche muy buena en la que compartí una cena con Ángela, en donde no parábamos de hablar, con ella riendo mucho. La veía contenta y eso me ponía contento a mí también.
No pasaban desapercibidas las miradas de muchos hacia ella, no pareciendo importarle a mi amiga. Y eso que no iba especialmente provocativa, ya que su vestido no tenía escote y la falda no era tan corta como en otras ocasiones, pero es que estaba guapa a rabiar.
Estaba seguro de que despertaba envidia en muchos, aunque en realidad estaban equivocados, porque no tenía en mente hacer nada con ella, ni tampoco ella se insinuaba lo más mínimo. Probamos el plato de cada uno, como también lo hicimos con el postre, marchándonos una vez acabamos para ir a algún sitio y tomarnos algo, yendo esta vez a un sitio que conocía yo.
Previamente a salir del restaurante al que fuimos, le mandé un mensaje a Mario para preguntarle cómo iban y por dónde estaban al final. Todo parecía marchar bien, aunque no quería estar mucho tiempo mandando mensajes, tanto para no descuidar a Ángela, como para no arriesgarnos a que Elena se enterara de lo que estaba pasando al poder ver a Mario escribir.
Todo iba según lo planeado, estando ellos muy alejados de nosotros y teniendo en mente ir a un pub que estaba a las afueras de la ciudad, mientras que nosotros estuvimos en uno más céntrico en el que estuvimos un rato y bailamos un poco de hecho, pero tampoco estuvimos hasta muy tarde. Sería la una de la madrugada cuando dijimos de recogernos, acompañándola yo a su casa y despidiéndonos con un buen abrazo, dándole las gracias por proponerme ese plan improvisado con tal de que estuviera distraído.
Ella me dijo que no tenía por qué agradecerlo, porque también disfrutaba mucho de pasar tiempo junto a mí. Quedamos en que hablaríamos por llamada durante los próximos días, aunque eso fue algo que se volvió costumbre, por lo que contaba con ello.
Volví a casa de mis abuelos dando un paseo, estando con el ánimo bastante alto por el día tan bueno que había pasado. Hasta me senté en uno de los bancos que había en la plaza de enfrente para no encerrarme tan pronto. No había ni un alma en la calle en realidad, tan solo yo en esa plaza iluminada con farolas de luz naranja, en donde me crie jugando con mi hermano y más niños que vivían por allí.
Siempre me daba nostalgia andar por allí cuando era de noche y se encendían esas luces, por eso acabé encerrándome, porque a la vez que me gustaba recordar eso, me ponía un poco triste por no poder experimentarlo más, aunque ya en la cama me pasaba lo mismo, pero en esta ocasión era con Elena. Era un sentimiento muy parecido al que tuve en la plaza recordando tantos momentos vividos ahí de pequeño y de adolescente.
Repasaba mucho los buenos momentos de nuestra relación, pero de vez en cuando se me venía alguno malo, sobre todo los vividos en esas últimas semanas, aunque ya no éramos pareja, supongo que sería por la cercanía de éstos, pero aquello empañaba los recuerdos previos.
También me preguntaba mucho si ella habría pasado un día tan bueno como el que había pasado yo, pensando que sí al haber comido con su madre y su abuela y al haber pasado la tarde con todos, cenando con ellos y también tomándose algo, aunque ella ya no bebiera. No me iba a quedar con las ganas de saberlo, pensando en preguntarle a mis amigos al día siguiente.
Al día siguiente me volví a levantar yo el primero, como venía siendo lo usual al quedarme allí en esos tiempos. Caía una lluvia muy fina y el tiempo no animaba mucho a salir a la calle, aunque a mí me hubiera gustado salir a correr un poco, pero no pude hacerlo, porque no llevé tanta ropa como para poder cambiarme de nuevo al volver de hacer ejercicio.
Lo que sí hice fue hacer algo de tiempo mirando la tele y el móvil para ir luego a comprar el desayuno, siendo otra de las costumbres que pillé al dormir por allí. Así que cogí un paraguas y me puse en camino, paseando, sin prisa, porque en realidad no hacía tan mal tiempo, solo que caía agua.
Al volver, desperté a mi madre, aunque ya lo estaba, porque al parecer le desperté al llegar y cerrar la puerta. Le conté que había traído el desayuno, por lo que se encargó de ir levantando a todos para que lo pudiéramos tomar. Fue un día bastante tranquilo el que pasé con ellos durante todo el tiempo. Me sirvió también para distraerme y la verdad es que estuvo muy bien, pues hacía bastante tiempo que no pasaba un día completo por allí.
Le mandé un mensaje a Mario para ver si estaba disponible para hablar y me dijo que sí, pero que Elena había dormido en su casa y que iba a pasar ese día también con ellos. Así que pensé que sería mejor que habláramos más tarde, aunque me dijo que Sofía estaba de camino a su casa, que iba a pasar unos días allí, por si quería hablar con ella, porque sabía de sobra que quería que me contaran cómo había ido.
Así que eso hice, mandándole un mensaje para ver si estaba disponible para hablar, llamándome ella como respuesta. Nos saludamos, interesándose ella también por cómo me había ido a mí el día anterior. Le conté todo, desde que estuve con Mario y con Hugo, como ella ya sabía, hasta que pasé a por Ángela y todo lo que hicimos, pareciéndole muy bien todo lo que le contaba.
Ahora me tocaba a mí preguntar, por lo que lo hice, interesándome por cómo les había ido a ellos la tarde junto a Elena. Me contó que encontraron a Elena un poco desanimada, como lo estaba yo por así decirlo, aunque mencionó que haber visto a su madre y a su abuela le había venido bien. Antes de que siguiera, le pregunté si había comentado algo acerca de su hermana, diciéndome Sofía que no, pasando a preguntarme por qué quería saber de ella con lo que había pasado.
Le expliqué que llevaba mucho sin saber de ella. La poca información que me llegaba era en cuentagotas por parte de Elena, haciendo algunos comentarios como alguna vez que había quedado con su padre para comer juntos, o cuando no lo hacían porque estaba desanimada. Eso era lo único que sabía de ella y pensaba que a ellas les podía haber contado algo más, aunque no era así por lo que me decía mi amiga.
Siguió contándome que vieron la película y que eso la animó un poco, haciéndolo aún más cuando fueron a cenar. Me estuvo contando a dónde fueron, lo que estuvieron cenando y todo con detalle. Mencionó que Elena estuvo callada durante gran parte del tiempo, limitándose a observar, aunque luego ya sí que participaba más en la conversación.
Como también lo hizo cuando salieron a tomar una copa, aunque ella no se pidió nada con alcohol, como ya suponía yo. Bailó un poco con ella y con Irene, aunque no lo hizo con los chicos, apartándose un poco cuando cada pareja bailó con la suya.
Mi amiga se lamentaba de que no pudiéramos estar los dos al mismo tiempo y como habíamos estado en otros tiempos, explicándole yo que eso iba a estar complicado, diciendo ella que ya lo veía, pero no podía dejar de lamentarse por ello. Me explicó también que iba a pasar unos días en casa, con su familia, porque le apetecía bastante, pero que le podía llamar si necesitaba hablar con alguien, aunque dijo que ella misma lo haría de por sí.
También me contó que Hugo se volvería en un par de días, así que podía quedar con él en persona para tomar un café y tener así también compañía, pareciéndome bien. Como iba a estar por mi ciudad, me dijo que me haría una visita de vez en cuando para hacerme algo de compañía, que seguro que me vendría bien. Y ahí dejamos la conversación, porque estaba a nada de llegar a su casa, diciéndole yo que se lo pasara bien y que saludara a su familia de mi parte.
El resto del día siguió tranquilo, aunque cuando estaba por irme a casa, me llamó Ángela por si quería tomarme un café con ella. Eran un poco pasadas las 6 de la tarde, teniendo yo pensado irme de allí para llevar sobre las 8 y tener tiempo de preparar algunas cosas, de lavar la ropa que llevé y de poder hacerme la cena a una hora decente, pero no iba a hacerle el del feo a esa proposición, por lo que me despedí de la familia, dándome mi madre un abrazo muy fuerte y diciendo que me llamaría todos los días, como venía haciendo siempre, sobre todo ahora que estaba en ese duelo en el que la cosa entre Elena y yo no prometía.
Le dije que sin problema y de camino le di las gracias por estar tan pendiente y por preparar para comer lo que más me gustaba, además de hacer también un postre elaborado. Cuando recogí a Ángela, me dio un beso en la mejilla, preguntándome cómo había dormido, diciéndole que bien y haciéndole la misma pregunta a ella. También durmió bien, comentando que le había encantado el día que pasamos juntos al cenar y al salir un poco por ahí. También me preguntó si sabía algo de los demás, contándole lo que me dijo Sofía, pareciéndole a ella todo bien.
En realidad, no tardamos mucho en despedirnos, llevándola yo a su casa de vuelta y despidiéndonos bien antes de que se bajara del coche, con un abrazo y un beso en la mejilla. Me dijo adiós con la mano antes de entrar y me marché de allí para volver a casa. De camino estaba un poco pensativo, porque me había dado la sensación de que Ángela se quedó con las ganas de decirme algo antes de bajar del coche, pero no me dijo nada.
Pensaba que estaba todo bien hablado al respecto, pero al parecer ella estaba con algo dentro que no dejaba salir. También pensé bastante en lo que me dijo Sofía de cómo fue el día anterior con Elena, estando también con el ánimo bajo, aunque fue a mejor a medida que pasó tiempo con ellos.
Me costaba creer que estuviera triste con el cabreo que se pilló conmigo, aunque quizá era más decepción que otra cosa al no ceder en su ultimátum. Lo que más claro tenía en ese momento era que tenía que hablar con Ángela acerca de ese detalle que percibí cuando nos despedimos, pensando que lo mejor sería hablarle en cuanto llegara a casa.