Capítulo 849
La verdad es que me quedé bastante tranquilo al despejar esa duda que tenía y me gustó ese ofrecimiento por parte de mi amiga para hacerme compañía durante unos días al ver el estado en el que estaba. Lo cierto es que no estaba tan mal como para eso, pero tampoco dudaba de su palabra al decirme que me veía mucho mejor cuando tenía a alguien cerca con quién hablar, cosa de la que yo también me había dado cuenta, tanto en ese mismo fin de semana, como en la quedada con los amigos de la tienda para jugar, en donde me distraje bastante también.
Lo bueno de que me ofreciera eso era que sabía de sobra que la convivencia iba a salir muy bien, porque nos llevábamos muy bien y ya en su día vivíamos un poco juntos, sobre todo en época de exámenes, cuando nos preparábamos y pasábamos más tiempo del usual juntos. Y ahora que podíamos estar sin nada de estrés, pues la cosa tendría que ir mucho mejor, y tampoco nos agobiaríamos ni nada por el estilo al tener cada uno su trabajo, así que veía esa posibilidad de vivir juntos con buenos ojos.
Sí es verdad que los problemas que planteó Ángela eran reales, porque podían pasar perfectamente, aunque yo tenía muchas dudas de que Elena se dejara caer alguna vez por allí, sobre todo si salía mal la conversación que tenía pensado tener con ella el próximo sábado.
Le hice caso a mi amiga y me preparé la cena para hacerlo tranquilamente, tratando de no pensar en nada de aquello, cosa que más o menos logré al buscar con qué distraerme. También me tomé algo para ayudarme a dormir y no estar así pensando de por más, funcionándome bastante bien.
La semana se tornó bastante tranquila en realidad, en donde yo seguí con mi rutina de siempre, teniendo poca variación, las cuales consistieron en llamadas por parte de mis amigos, aunque ya se ajustaban más a mi rutina que otra cosa, como también recibía llamadas de mi madre, más de lo mismo. Pero sí que tenía visitas por parte de Hugo, con quien comí un par de días.
Me estuvo contando que él se vino porque tenía que resolver unos papeleos y además, Sofía tenía que trabajar igualmente, por lo que no es que pudieran estar muy a su bola. Así que aprovechó para dejar resuelto todo ese papeleo, viniendo a verme como me dijeron que haría. Estuvo bastante bien, porque me hizo bastante compañía, diciéndole yo que se podía pasar cuando quisiera, que no había ningún problema.
Pero también me resultaba inevitable pensar en Elena pese a todas esas distracciones, ya fueran en forma de llamadas o visitas. Lo hacía sobre todo cuando me iba a dormir, viniéndome mucho a la cabeza una de las últimas ocasiones en las que los habíamos enfadado y nos habíamos reconciliado, diciéndome ella que me quería. Así me costaba mucho tomar una decisión, porque sabía de sobra lo que había, pero también pensaba en ese momento y los otros tantos tan buenos que tuvimos como pareja, o sin serlo.
Así que la decisión la tomaría definitivamente tras la conversación que tenía pensado tener con ella el sábado. Por lo pronto, la cosa no prometía, porque no había recibido ninguna llamada por su parte, como ningún mensaje tampoco. No era un buen indicio de cara a una posible reconciliación para tratar de reconducir la situación y superarla.
Desde luego, con todo lo que estaba pasando, si conseguíamos salir de aquello, podríamos formar una relación bastante sólida, porque habíamos pasado ya por muchas cosas a esas alturas. Solo quedaba ver lo que pasaría el sábado, cosa que empecé a urdir el viernes, pensando en hablarle por la noche cuando saliera de trabajar para ver si le venía bien quedar ese día.
Le costó varios minutos responderme y lo hizo para preguntarme qué quería, diciéndole yo que me gustaría hablar con ella. Ella me preguntó que si otra vez quería que habláramos, diciéndole yo que sí, que era importante, por lo que quedamos. Estaba claro que sus respuestas a mis mensajes no eran prometedoras tampoco.
Ese sábado entrábamos en el mes de abril, haciendo ya casi 3 meses que nos habíamos reencontrado. Solo faltaba ver si seguiría la cosa así o no. Por lo pronto, esa noche dormí bastante regular, porque andaba nervioso, tal y como lo estuve en el rato que estuve corriendo por la ciudad tratando de despejarme.
Ya en casa, tras darme una ducha, intenté desayunar algo, aunque tenía el estómago cerrado, pero hice el esfuerzo para no sentirme mal luego. De los nervios que tenía, a veces me daba algún espasmo por los brazos o las manos, como si tuviera un tic. Ángela tuvo el detalle de desearme suerte en el encuentro que estaba por enfrentar, diciéndome que tenía su apoyo pasara lo que pasara.
Eso me hizo sentir mejor y casi que fui de otra manera a casa de Elena cuando se acercó la hora de nuestra quedada. Aunque me ponía más nervioso conforme más me acercaba, teniendo que esperar un par de minutos en el coche para tranquilizarme después de respirar hondo unas cuantas veces.
-¿Qué quieres que hablemos ahora? -me preguntó Elena en cuanto subí.
-Pues algo importante.
-Eso ya me lo dijiste anoche. ¿Qué es?
-¿Puedo pasar?
-Sí -dijo haciéndose a un lado para dejarme paso.
-¿Me puedes dar un poco de agua? Tengo la boca seca -dije en cuanto me senté en el sofá de su salón.
-Está bien -dijo con cara de agotamiento.
-¿Cómo estás? -le pregunté cuando volvió con el agua.
-Pues bien.
-Sé que el fin de semana pasado estuviste con Irene, Mario, Sofía y Hugo.
-Sí.
-¿Y qué tal? ¿Lo pasasteis bien? -pregunté pese a saber la respuesta.
-¿Esto es lo que era tan importante para hablar?
-No. No es esto, pero me intereso por cómo lo pasasteis.
-Como si no lo supieras ya...
-Quiero que me lo cuentes tú.
-¿Para qué?
-Para ver cómo estás.
-¿Y tú? ¿Te lo pasaste bien con ellos?
-Pues sí. ¿Te lo han dicho?
-A Irene se le escapó algo. No hay que ser muy lista para darse cuenta.
-Estuvimos un rato por la mañana paseando y luego fuimos a comer todos juntos. También nos tomamos un café y fue cuando tú llamaste. Pensé que no querías verme y tampoco quería que fuera incómodo para todos. Y como ya había estado con ellos, pues pensé que lo mejor era no reunirme más con ellos. Bueno, sí que estuve con Mario y con Hugo viendo un partido mientras vosotras estabais en el cine.
-¿Y luego? ¿Te fuiste con tu amiguita Ángela?
-Pues resulta que sí, que estuve un rato con ella, como también lo estuve con mi familia.
-En fin...
-Y de esto te quería hablar.
-¿De qué?
-Pues de todo esto que ha pasado con tu ultimátum.
-¿Qué ha pasado?
-Pues que me he dado cuenta de cosas.
-¿De qué? ¿De que en realidad te gusta Ángela como todos sabemos ya?
-No, Elena. No es como tú piensas.
-¿Entonces? ¿De qué te has dado cuenta? A ver...
-Pues de muchas cosas, de todas las faltas de interés que has mostrado por mí y porque lo que una vez tuvimos se pudiera arreglar de verdad.
-¿Eso piensas?
-Sí, Elena. Eso pienso. El ultimátum ese que me diste fue algo bastante duro y la verdad es que me paré a pensar y vi todas esas cosas que yo justificaba en mi cabeza porque te veía con los mismos ojos que cuando estábamos juntos. Esas faltas de interés eran muy evidentes y ahora me dado cuenta de ellas, como también me he dado cuenta de la desconfianza que tienes en mí, aunque bueno, de eso hace ya tiempo que me di cuenta. La cosa es que yo creo que no te he dado motivos en estas semanas que nos hemos vuelto a ver para que desconfíes de mí hasta tal punto para hacer las cosas que has hecho.
-¿Qué cosas?
-Malos comentarios, malas caras, malos gestos, y varias de esas cosas delante de nuestros amigos o de más gente. Yo entiendo que te duela mucho lo que pasó en su día, que te carcoma lo que me haya vuelto a ver con tu hermana en las últimas semanas previas a nuestro reencuentro y que pienses en que he estado en la cama con una o con otra, pero es que desde que vine aquí después de Navidad, no me he visto con nadie más para absolutamente nada, Elena. No sé cómo decírtelo ya o cómo hacerlo para que me creas y me entiendas tú a mí.
-No tienes ni idea de cómo me ha molestado todo eso.
-A lo mejor sí que me puedo hacer una idea. Me molestó encontrar condones diferentes a los que usamos no hace mucho y ver que los estabas usando. Me molesta que haya sido con tu jefe con quien haya pasado eso después de lo que tuvo lugar mientras tú y yo estábamos juntos, o de que vayas a su casa a dormir allí después de que nosotros hayamos discutido, pero es que no te he liado ninguna como tú me has liado a mí.
-Ah, ¿no?
-Yo considero que no. Por eso pienso que no tienes un interés real en que lo nuestro pueda volver a funcionar. No es nuevo que tengas dudas, porque ese fue otro motivo de discusión entre tú y yo, pero no sé... Es que son muchas cosas las que me dicen que ya no estás enamorada de mí, que no tienes interés, que no me quieres, o quizá me malquieres, no sé...
-¿Eso es lo que piensas?
-Es lo que me estás dando a entender con tus actos. Yo he hecho todo lo posible por ir hacia delante, pero es que así no se puede.
-No lo has hecho todo.
-Elena, el ultimátum que me has puesto no tiene sentido.
-Sí que lo tiene. Esa chica no es buena, te está comiendo la cabeza para quedarse contigo.
-No lo creo, la verdad. La conozco desde hace mucho y le he preguntado varias veces si soy algo más para ella, pero ella me ha dicho varias veces que no, que soy un amigo genial para ella, pero nada más.
-Si tú lo dices...
-Pero es que da igual que sea Ángela, porque si no, será Irene, o Sofía, o cualquier chica que tenga cerca en cualquier momento. Por eso te decía de buscar ayuda, Elena. Tus celos han ido a peor.
-Por tu culpa.
-Pues sí, seguramente -dije resignado-. Pero eso no es motivo para no pedir ayuda. Pensaba que si íbamos juntos sería mejor y que podíamos enfocarlo para que lo nuestro funcionara.
-Solo piensas en lo que quieres tú.
-Pensaba que tú también querías intentarlo. Si no, ¿por qué darme esperanzas y seguir diciendo de vernos?
-Porque no estaba segura.
-No sé, Elena. No se me ocurre qué más podía haber hecho para que fuera mejor. Pensaba que podíamos llegar a estar como cuando éramos pareja, pero se ve que no.
-¿Me estás diciendo que ya no quieres eso?
-Pues, como te he dicho, he abierto los ojos y me he dado cuenta de esas cosas que te he comentado antes. El ultimátum que me has puesto ha sido el punto de inflexión. He perdido la ilusión y estos días no han sido los mejores, la verdad. Tenía dudas respecto a qué hacer, porque sí que ha habido veces que has mostrado más apego hacia mí y también te has comportado como en esos días, pero no sé, decirme de dejar de ver a mi amiga, no bajarte del burro, no llamarme para disculparte, porque esto ha sido un disparate, Elena. No querer buscar ayuda para tratar los problemas, que no te estoy diciendo que solo tengas tú, que yo también tengo lo mío...
-Ni que lo digas...
-Había pensado en tomar una decisión dependiendo de cómo saliera esta conversación, pero está bastante claro lo que tú quieres, así que mi decisión también está clara.
-A ver lo que tarda Ángela en ir corriendo a por ti.
-Pues ya que te interesa tanto, se ha ofrecido a pasar unos días conmigo en casa, porque se ha dado cuenta de que estoy apagado y si tengo a alguien que me haga compañía, estoy mucho mejor, así que lo más probable es que se venga a vivir conmigo una temporada. Prefiero que lo sepas por mí a que te enteres por otra parte.
-Ah, genial. Qué lo paséis muy bien, y usad protección, que luego vienen los sustos.
-Joder, Elena, con todo lo que hemos vivido y que me digas estas cosas...
-Solamente te estoy diciendo la verdad.
-¿Tú crees que después de no poder recuperar al amor de mi vida voy a estar pensando en meterla nada más salga de aquí?
-Viendo tu historial...
-Al final no haces más que darme la razón. Solo hay que ver las cosas que me dices cuando yo siempre he querido lo mejor para ti y que te vaya bien en todo.
-Tú también me estás dando la razón al irte con Ángela.
-No me estoy yendo con ella, Elena. No me voy a ir con nadie.
-Lo que tú digas. Si ya has acabado de decirme lo que me tenías que decir, te puedes ir.
-Pues diría que te he dicho todo lo que te quería decir, así que sí, mejor me voy.
-Sí, mejor.
-Cuídate, ¿vale? -le dije ya en la puerta.