Capítulo 627
La volví a besar, estando como drogado por el subidón que tenía en el cuerpo con la situación que se montó en general. Ángela se me abrazó con todas sus extremidades y puso más intensidad al beso, el cual pasó de nuevo a ser un morreo. Me moría de ganas por metérsela ya, pero a la vez, quería esperar un poco más para mentalizarme de hacerlo bien y centrarme en disfrutarlo sin llegar a pensar en nada más. Pero lo más importante era que debía llevar mucho cuidado para que no se me escapara nada dentro de ella, porque se podía quedar embarazada y yo estaba demasiado excitado con ese detalle que tanto me gustó, por la mamada que me hizo antes y por lo que me gustaba mi amiga. Así que pasé a besarle el cuello, dejándose ella hacer para incorporarme después y echar un poco de saliva en mis dedos para esparcirla tanto por su raja, como por mi glande.
Estaba nervioso, muchísimo. Tanto, que sudaba bastante. Ella me miraba con una sonrisa tierna esta vez, como si estuviera muy vulnerable en ese momento. Tras preguntarle si estaba segura de hacerlo así, me dijo que sí, pero que llevara mucho cuidado. Conforme empecé a acariciar su zona más íntima con la mía, Ángela comenzaba a respirar más rápidamente. Estaba cachonda de sobra como para que le fuera placentero, pero también nerviosa, seguramente más que yo. Me rocé con sus labios exteriores e interiores en numerosas ocasiones, volviendo a notar cómo se mojaba ella al segregar fluidos. Y por fin se la empecé a meter. Lo primero, obviamente, el glande, el cual dejé metido en su orificio durante unos segundos, quedándome quieto. Al ver que todo iba bien, lo saqué para volver a meterlo y hacer así una pequeña penetración que me sabía a gloria. Y a ella también por cómo se mordía el labio y cerraba sus ojos. Pero no tardé mucho en meterla por completo a un ritmo más normal que lo lento que cabría esperar en ese momento.
Fue increíble hacerlo así para mí. Notar así a Ángela era tan diferente a como lo habíamos hecho siempre, que parecía que era nuestra primera vez. Sentía un calor tan único para las veces que había entrado ahí ya a esas alturas que me hizo estremecer. También mucha humedad, como ya conocía bien al lubricar ella bastante bien. Ángela por su parte lanzó un extraño gemido una vez llegué al final. Hasta arqueó su espalda, poniendo sus manos en sus tetas. Me quedé apoyado sobre mis manos sobre ella para observarla, estando preciosa, aunque deseaba que abriera los ojos, como acabó haciendo. Mirarnos en ese momento era lo único que necesitábamos para comunicarnos y estaba claro lo que ella quería, que no era algo muy diferente a lo que yo tenía en mente. Por eso me empecé a mover, lento, pero constantemente, haciendo que ella levantara sus piernas para abrirse más a mí.
Era imposible no apretar para darle con más intensidad teniéndola así y viendo lo preciosa que era y lo buena que estaba. Mis ojos recorrían su cuerpo, pero donde más me paraba era en sus ojos, tan raros de color como preciosos y en ese nuevo detalle que me tenía con la sangre hirviendo. Llegamos a un punto en el que la estaba follando de verdad, ocasionando que el cabecero retumbara contra la pared y que nuestras carnes manifestaran nuestro encuentro con ese sonido tan característico de palmadas con cierta humedad. Humedad que notaba chorrear por mis huevos cuando tocaban su cuerpo. Ángela me animaba a seguir e incluso a darle con más fuerza. Y yo encantado lo hacía, porque mi cuerpo como que me pedía más pese a poco poder hacer a esas alturas. Mi amiga gemía de manera algo aguda, cosa que me encantaba y también he de reconocer que a mí se me escapaba alguno que otro bastante alto, algo raro en mí, que siempre me limito a bufar, resoplar o jadear.
Llegados a ese punto, era inevitable que se acercara el clímax y menos mal que era consciente de que estaba muy cerca y de cómo lo estábamos haciendo, porque las consecuencias podrían haber sido desastrosas. Me salí de ella cuando noté un cosquilleo intenso en mis huevos, sacándola de inmediato para no terminar dentro de ella. Ángela murmuró con cierta ternura y molestia a la vez, pasando a dejar su cuerpo relajado sobre la cama mientras yo decía que casi me había corrido dentro de ella. Hasta me levanté de la cama para que se me pasara un poco, viendo como tenía la polla brillante por los fluidos de ella y como se resbalaban por mi cuerpo. También me daba su olor íntimo y la verdad es que no ayudaba a que me calmara, porque me ponía muy burro. Ángela me preguntó si estaba bien, contestándole yo que demasiado, provocando su risa para después decirme que me sentara en la cama y me tumbara a su lado, cosa que hice después de beber agua de la botella que se trajo.
Ángela acariciaba mi sudoroso cuerpo, mirándome con atención y con los ojos muy abiertos para haberse dormido un poco hacía un momento. Yo la miraba, pero cambiaba al techo para tratar de tranquilizarme un poco. La notaba con ganas de seguir, con muchísimas, al igual que yo, pero necesitaba un pequeño respiro. Ella tenía tantas ganas, que echó mano a mi polla para pajearme un poco, pero le tuve que decir que así no ayudaba entre risas. Cambió su manera de tocarme al poner su mano sobre mi pubis y acariciar mi vello, pasando a acercarse más a mi cuerpo para darme algún beso en el hombro o en los labios. Pero la notaba impaciente de seguir y yo me moría de ganas también por hacerlo, pero no veía responsable seguir de esa manera, por eso se lo dije, diciéndome ella que un poquito más y que quería follarme ella a mí. Tras discutirlo un poco, acabé aceptando, pero con la condición de comérselo un poco antes para que se me fuera la sensibilidad que tenía por las zonas bajas. Ella me pidió que no lo hiciera con mucha intensidad, porque tampoco quería acabar de esa manera.
Así que me puse entre sus piernas para pasar mi lengua por su coño. Me resultaba increíble lo empapada que estaba, porque tenía sus ingles y nalgas muy húmedas y hasta algo pegajosas. Se lo comenté y ella reía, pasando yo a besarle el pubis. Ángela se estremecía para no estar recibiendo un estímulo claro, pero era porque le hacía cosquillas. Yo no podía parar de decirle que me encantaba cómo lo llevaba, ganándome sus risas de nuevo. Pero seguí jugando un poco más antes de continuar, pasando mi lengua varias veces más, aunque evitando su clítoris, porque sabía que ahí acabaría la cosa si me centraba mucho en él. Aunque opté por tomar una ruta diferente. Nunca habíamos jugado con su culo. Y no era por falta de ganas por mi parte, pero no terminaba de ver a Ángela disfrutando de ello por cómo era ella, aunque es verdad que cuando nos veíamos de manera más regular yo no era tan atrevido como para sugerir explorar esa zona con una chica.
Ángela lanzó un gritito muy mono, pasando a reír con fuerza cuando pasé mi lengua por su ojete, preguntándome qué hacía. La respuesta no podía ser más clara. Le expliqué que tenía uno de los mejores culos que había visto en mi vida y que tenía esa zona interna muy bonita, provocando que se volviera a reír como si tuviera vergüenza. Después me dijo que era un marrano, aunque con una sonrisa en su cara. Tras volver a alabar su culo le pregunté si no estaba cómoda, reconociéndome ella que no tenía problema y que no le importaba que jugaran con su culo, siendo algo que llegaba a disfrutar, aunque tenían que hacérselo bien. Vi el cielo abierto cuando me dijo eso, pasando a comérselo un poco, aunque no tenía intención de hacer nada con ella por esa zona en ese momento. Cada cosa a su tiempo. En ese momento estábamos disfrutando de algo nuevo entre nosotros y no quería quemar todo lo nuevo con ella tan rápido. Ya tendríamos tiempo de pasarlo bien de otras maneras.
-¿Me vas a follar, o qué? -dije después de comerle un poco el culo, dejándola como atontada al estar centrada en lo que le hacía.
Ángela se incorporó y me movió con fuerza para ponerme bocarriba, agarrando mi polla con fuerza para comérmela durante unos minutos, aunque le recordé que yo había tenido piedad con ella. Ángela, muy risueña, se incorporó para ponerse de rodillas y sentarse sobre sus talones, mirándome con atención y cierto rubor de la excitación que tenía encima. Le hice una señal con un dedo para que se acercara y así lo hizo, abriendo sus piernas para sentarse sobre mis muslos, muy cerca de mi polla. La puso pegada a mi vientre y se empezó a restregar con ella, haciéndolo en unas cuantas ocasiones, aunque no tardó mucho más en ponerla de manera vertical con su mano para apuntar a su agujerito y empezar a encajarla para ir dejando caer su cuerpo muy lentamente, llegando hasta el final y permitiéndome sentir de nuevo ese calor interno de su vagina que me estimulaba con intensidad además del roce que tenía lugar.
-Joder, es que vaya polla tienes... -dijo bajito para luego suspirar.
-Y tú que lo tienes estrechito... -dije muy excitado.
-Ni te imaginas cómo te siento -me reconoció.
-Me puedo hacer una idea, ¿sabes?
Ángela no dijo nada más y se empezó a mover muy lentamente, recordándole yo que solo un poco más para ponerme un condón después y poder hacerlo de manera más segura. Ella asintió y continuó con ese movimiento lento, pasando a botar cada vez con más intensidad sobre mí mientras se apoyaba en mi pecho con sus manos. Por suerte, no tardaría mucho en cambiar su manera de follarme, aunque tengo que admitir que me encantaba ver sus pechos botar de esa manera. Suerte o desgracia, porque pasó a follarme como a mí más me gusta, diciéndomelo ella expresamente de esa manera, porque me conocía muy bien. Desgracia, porque eso iba a acelerar mucho la cosa como para llevarme hasta el final. Verla así, encima de mí era increíble, su manera de moverme, de mirarme, de jadear y gemir... Y debía ser muy placentero para ella también, porque apretaba sus manos en mi pecho y me hincaba las uñas para llegar hasta a arañarme, sintiendo cierto escozor yo por el sudor que tenía por todo mi cuerpo.
Me excitó demasiado, aunque por suerte no tanto como para correrme dentro de ella, pero sí como para moverla bruscamente y ponerla bocarriba para follarla yo con todo lo que tenía. Había entrado como en trance y no calculaba bien el peligro del momento, dejándome llevar, centrándome solo en hacerla disfrutar, en su mirada y su cuerpo y en lo que yo sentía también. Estábamos como al principio, en un misionero en el que no podía darle con más fuerza, con ella gimiendo muy alto y escapándoseme alguno a mí también. Ángela me suplicaba que no parase por lo que más quisiera, aunque me estaba costando mucho, porque estaba ya casi ahí. La última vez que estuve en esa situación casi me cuesta un susto y esta ocasión estaba yendo por ese camino también, pero quería apurar lo máximo posible para ver si ella llegaba, porque también estaba a nada de acabar.
Afortunadamente, no acabé dentro de ella, eso sí, de milagro. Ángela tuvo su orgasmo, el cual manifestó con un grito bastante alto, seguido de gemidos agudos mientras se retorcía, yo tuve el mío en ese preciso instante, sacándola de su coño, casi llegando a expulsar parte dentro de ella, pero al final acabó todo en su pubis mientas decía que me corría a grito limpio. Mi amiga agarraba las sábanas con fuerza y arqueaba su espalda, vibrando sus piernas, pero yo la sujeté para descargar todo sobre dicha zona, pasando a darle unos golpecitos con la polla por ahí cuando acabé de echarlo todo, cosa que hacía que me diera algún espasmo. Tras eso, me derrumbé a su lado para tumbarme bocarriba. Estaba tan mareado como si estuviera borracho, pero no había bebido nada de nada. Tan solo se oían nuestras respiraciones aceleradísimas y algún que otro gemido lastimero de ella, quien cayó dormida en cuanto se terminó de recuperar. Yo no tardé mucho más después de limpiarle la zona con toallitas al menos.
Al día siguiente me desperté estando ella sobre mi brazo izquierdo. Hasta dormido lo tenía, pero era lo único, porque tenía una erección bastante pronunciada para el movimiento que había tenido hacía escasas horas. Aún podía notar el olor a sexo pese a tener la puerta abierta, aunque en realidad, el olor que me daba eran los fluidos resecos de Ángela pegados a mi polla. No era algo muy higiénico, pero desde luego el olor me ponía, porque era más intenso que el que ella desprendía de por sí en esa zona una vez en el tema, aunque no era precisamente desagradable. Por eso me empecé a excitar más de lo que mi cuerpo ya lo estaba con esa erección que tenía. Al estar yo boca arriba me puse de lado, abrazándola desde atrás y encajando mi polla entre sus nalgas. Ella estaba profundamente dormida, pero con los movimientos que hacía por necesidad para que no me doliera el brazo y con los besos y caricias que le di, se despertó, haciéndolo con una risa de estar adormilada, aunque fue muy mona.
Luego se puso ñoña, siguiendo con ese tono, aunque no le hacía ascos a lo que yo le estaba haciendo. Es verdad que se puso algo nerviosa cuando empecé a tocarle las tetas, en especial los pezones, que se les pusieron duros muy rápidamente. Empezó a resoplar y yo mientras le besaba el cuello, con ella poniendo su mano en mi cara, pero no la hice sufrir más al dejar esa zona y bajar por su pecho y vientre hasta su pubis para acariciarlo, siendo yo ahora el que lanzó un pequeño gemido al recordar cómo lo tenía por notar el tacto de su vello. Ángela rio y me empujó un poco con su culo, así que pasé directamente a su raja, la cual no tardó mucho en humedecerse a medida que mis dedos se apoderaban de ella. Poco me importaba ya que mi brazo estuviera dormido con lo que estaba teniendo lugar, pasando yo a coger mi polla para acariciarle la raja ahora con ella. Ángela murmuraba de gusto y yo empujé un poco para meter el glande en su interior, diciéndole que solo un poco.
Al final de un poco nada, porque acabó cayendo un buen polvo mañanero. Otra vez sin protección, pero es que ambos estábamos muy a gusto y nos encendimos demasiado como para pararnos a pensar en eso. Siendo sincero, también me moría por follarla así, porque habiéndola sentido de esa manera la noche anterior, ponerme en ese momento un condón me habría cortado mucho el punto y seguramente no hubiera acabado. En esta ocasión fue rápido e intenso, estando casi todo el tiempo en la postura de la cucharita, conmigo agarrando sus caderas con una mano mientras le empujaba cada vez con más fuerza y ella poniendo su culo en pompa. Sus gemidos cada vez eran más altos, pero ya pasaron a gritos cuando me noté relativamente cerca de acabar y la puse tumbada bocabajo en la cama para hacerle un rápido mete-saca para terminar sacándola y acabar en su culo, llenándoselo con varios hilos de semen que yo me esmeré en sacar de mi polla con movimientos rápidos de muñeca para masturbarme.
En realidad, tuve suerte, no por no haber acabado dentro de ella una vez más, sino por no haberme partido el brazo izquierdo. Cuando la cambié de postura me apoyé en él, olvidando que lo tenía completamente dormido y casi me disloco el codo por lo poco que servía como punto de apoyo. Eso no impidió que acabáramos el polvo, apoyándome en el cabecero de la cama con la otra mano en lo que esa se me despertaba agitándola yo. Ver a Ángela correrse de esa manera era algo especial y excitante. Sus piernas temblaban y hasta levantaba su culo un poco, apretando las sábanas con sus manos e hinchando su cabeza en la almohada. Yo por mi parte, me volví a marear cuando acabé de esa manera en su culo, teniendo que echarme a su lado con la respiración sobrecogida. Estaba vez no llegué a gemir del todo, limitándome a bufar y jadear.
Y otra vez que nos pusimos a sudar mucho. El calor de ese lugar no era normal, porque teníamos puesto el aire y es normal sudar aun así cuando se folla, pero es que parecía que nos íbamos a deshidratar. Por eso quería ir cuanto antes a la ducha. Primero la limpié de nuevo con toallitas, para que no se manchara nada, aunque las sábanas había que lavarlas igual, pero bueno. Le dije que me iba a la ducha, estando ella de acuerdo, aunque me dijo que necesitaba un respiro y que iría después. Así que cogí ropa limpia y me fui al baño, metiéndome rápidamente en la ducha para quitarme todo ese sudor. Al salir noté de nuevo ese calor pegajoso y sofocante. Tan exagerado era el calor que hacía que empezaba a sudar conforme me secaba con la toalla, igual que me pasó la noche anterior. Y tan mal lo pasaba que por eso abrí la puerta del baño, para que hubiera ventilación, pero aun así costaba.
Mientras lo hacía, me pareció que Ángela andaba por allí por notar algo por el rabillo del ojo, pero resultó que no era ella. Bajo el umbral de la puerta me encontré a una chica rubia con un cuerpo muy parecido al de mi amiga. Demasiado. Aunque ahí quedaba la cosa, porque de cara eran bastante diferentes. Ella tenía una cara más redonda, con unas cejas algo más pronunciadas y unos ojos azules bonitos. Era la típica chica alemana que ves de vacaciones por las playas o por los hoteles. Me quedé un poco parado por encontrar a alguien ajeno en casa de mi amiga, llegando a pensar que se había colado en la casa, pero reaccioné tapándome bien con la toalla, sobre todo por la zona baja, aunque ella no se cortó nada en darme un buen repaso. Vi cómo sus ojos paseaban por mi cuerpo y cómo acababan enfrentados a los míos mientras me miraba con una sonrisa pícara en la cara.