Capítulo 674
Al fin llegó la comida y nos pusimos a ello, aunque hablando de otras cosas o viendo algo en la tele, poniéndonos con la consola de nuevo hasta que al rato regresó Andrea a casa, quien se cortó un poco al ver a Hugo allí, porque no le conocía. Así que los presenté y cada uno no tardó mucho en irse. Andrea lo hizo yéndose a su cuarto para dejar lo que traía y Hugo a su casa, aunque seguramente nos veríamos al día siguiente en el gimnasio. Y si no era así, seguro que coincidíamos a lo largo de la semana allí. Al quedarme solo en el salón, pues le dije a Andrea que se viniera, pero estaba haciendo cosas, me puse en contacto con Sara, porque estaba tan enfadado y mal de ánimo que llevaba días sin hacerlo, cosa que me hacía sentir mal amigo. Con el otro chico que también estaba mal respecto a ese tema también hablé, aunque él parecía estar mucho mejor en ese aspecto, por lo que nuestra charla no se distendió mucho.
Con Sara, sin embargo, sí estuve hablando varios minutos, en donde nos poníamos al día, aunque yo le decía que todo iba perfecto para no preocuparla, pero en realidad no era así. Ella me decía que también estaba mejor, pero que aún le dolía mucho. No era para menos habiendo pasado poco más de un par de semanas de aquello, aunque me decía que trataba de distraerse con otras amigas que tenía de las clases. Le pregunté si se animaba a ir a la tienda a jugar el próximo fin de semana, pero me dijo que no tenía cuerpo para ello, porque le iba a recordar mucho a Amaya y no quería dar el espectáculo cuando se pusiera a llorar. Tras hablar un poco más para hacernos compañía, nos despedimos, diciéndole yo que me podía llamar para hablar si necesitaba a alguien con quién hacerlo, diciéndome ella lo mismo, aunque con lo que tenía encima la pobre, no quería calentarle más la cabeza con mis problemas, que no eran pocos. Pero también es cierto que me desahogué un poco con Hugo al contarle unas cosas tan destacables de mi vida cuando casi nadie más lo sabía, haciendo él lo propio al contarme sus problemas de adicción y cómo terminó todo con su novia.
El resto del día fue bastante tranquilo. Demasiado de hecho, porque ya que Andrea estaba allí pensaba que me podría distraer más al dar una de nuestras clases improvisadas de francés o jugando a la consola, como parecía gustarle más ahora. Pero no fue así, porque no salió de su habitación hasta que ya era la hora de la cena. Entre los dos preparamos algo y viendo lo callada que estaba le pregunté si le pasaba algo mientras cenábamos. Su respuesta fue breve, diciéndome que no, pero no me convencía, por lo que le insistí, llegando hasta a preguntarle si le había molestado ver a mi amigo por casa. Todo lo contrario, porque no le importó nada en absoluto, diciendo que no había llegado a hablar nada con él como para que estuviera molesta. Tiré por el tema de la familia, por si había ocurrido algo por casa, pero tampoco, porque me dijo que todo estaba bien. Me respondía de manera tan breve y sin ganas que no indagué más viendo el poco interés que tenía en seguir la conversación. Y no es que tuviera más oportunidad, porque una vez acabamos de cenar se fue a su habitación para seguir un poco con lo suyo y luego irse a dormir, por lo que me quedé bastante solo cuando se fue Hugo.
Pensaba que con Andrea de vuelta estaría mejor de ánimo, pero no. Poco a poco, lo bien que me encontraba después de pasar un rato con Hugo se me fue pasando y llegó a un punto en el que me quedé en el salón con todo apagado, a oscuras, porque no me apetecía nada. No se me iban de la cabeza los problemas que había tenido últimamente, donde el que más salía a relucir era el de Noelia, porque le había visto hacía pocas horas. En dos ocasiones. Traté de pensar qué hacer para que se fuera de mi vida, porque la nena no se enteraba diciéndoselo de manera clara. En realidad, el único problema que tenía era que Andrea estaba en medio. Si no hubiera sido por ella, todo hubiera sido más fácil. Pero ya se había molestado al decirle que no quería ver a Noelia en casa. Hasta llegué a pensar maneras de meter mierda entre las dos de manera sutil para que Andrea viera quién era Noelia de verdad, pero haciéndolo solo con Andrea, claro, porque a Noelia no la quería ver más por mucho que ella se empeñara en que fuera al revés.
Conforme más pensaba, más retorcidas se volvían más ideas, aunque también toqué el punto opuesto a ellas, llegando a pensar que tampoco estaba tan mal aguantarla viendo lo dispuesta que estaba a todo. No me creía sus palabras, pero lo decía con tono de ir en serio y lo repetía tanto que a lo mejor era verdad y no seguía encaprichada de mí solamente. Desde luego, lo que me dijo no era nada descabellado. La historia que me explicó en donde me contó cómo se llegó a enamorar de mí no me parecía tan inverosímil, porque en realidad era más simple de lo que yo pensaba: nos conocíamos desde hacía varios meses y estaba claro que atracción había. A mí me duró poco, porque de no ser así no habría acabado en la cama con ella en los primeros días después de conocerla, pero ella siguió así durante muchos meses y estando bajo el mismo techo sí que veía posible que notara ciertas cosas al observarme más de cerca, como ella misma me explicó. A lo mejor ella me podía hacer la compañía que necesitaba y si me relajaba podría incluso disfrutar de algún encuentro más que se pudiera dar entre nosotros, porque en el tema lo que más sentía era rabia, por eso follábamos de esa manera más salvaje que otra cosa.
Sacudí mi cabeza fuertemente, porque estaba viendo que estaba desvariando y llegando a pensar estupideces muy grandes, por lo que me levanté y me fui a dormir. O a intentarlo, porque no había manera. Dormí muy pocas horas y me levanté bastante regular. Sin energía, cansado... Tampoco tenía hambre, por lo que fui directamente al gimnasio, pero sin energía poco podía hacer. De hecho, ese día no hice la mitad de lo que solía, porque no corrí nada por la ciudad. Estuve entrenando un poco allí, porque el día tampoco acompañaba al estar lloviendo. Me encontré a Hugo y estuvimos charlando un poco, notándome él cómo estaba, pasando a preguntarme si estaba bien, aunque con esa manera suya de vacilar. Le dije que solo había dormido mal, aunque no era nada nuevo tampoco, vacilándole yo diciéndole que a lo mejor era por su culpa por lo que probé cuando lo vi a él. Se le cambió la cara, pero no iba en serio y le dije que para vacilar también hay que aguantar que te vacilen. Me dijo que era un capullo, aunque de buen rollo y no tardé mucho en irme a casa para ducharme, desayunar e irme a la academia para trabajar, donde cayeron un par de cafés cargados y largos para tener esa energía que necesitaba.
La llegada a casa fue demasiado caótica, porque tuvimos un problema en la academia y tuve que quedarme bastante más rato del que solía. De hecho, llegué después de Andrea a casa, a quien avisé por mensaje cuando vi que la cosa iba para largo. El gran problema fue que no estaba sola en casa. Exactamente, estaba Noelia también. Y como si tal cosa, aunque la cara de Andrea era un poco de circunstancia. Sin embargo, la de Noelia era muy alegre. Pregunté con palabras textuales qué coño pasaba, a lo que Andrea se quedó callada, con cara de incomodidad, pero Noelia fue la que respondió, diciendo que se había roto la vitrocerámica de su casa y que no podían cocinar, pensando que podía comer en casa con nosotros, habiendo comprado ella todo lo necesario como compensación. Sobra decir cómo me puse al verla por allí y al oír eso, porque ya me ponía de los nervios su sola presencia, pero ver que ahora se iba a quedar a comer en casa ya me cabreaba más de la cuenta. Y no estaba el horno para bollos, porque salía calentito por lo que había pasado en la academia, comiéndome yo el marrón, porque mi jefa tenía que recoger a su niña pequeña en la guardería.
Le pregunté a Noelia si no se le había ocurrido irse a comer fuera ese día o si no había pensado en pedirle ese favor a otra amiga, aunque no le di tiempo a responder, porque me corregí a mí mismo diciendo que qué amigas iba a tener ella. Aquí sí que intervino Andrea, pidiéndome que no le hablara así, aunque Noelia dijo que no pasaba nada. De camino a mi habitación pude oír cómo Andrea le preguntaba por qué dejaba que le hablara así, aunque no pude oír lo que ella le respondió. Ni comer tranquilo podía en mi propia casa. Estaba con ganas de romper algo del mal humor que traía y que había ido a peor al encontrarme ese percal, pero no hice nada. Me puse en el escritorio con el ordenador, mirando cosas para tratar de distraerme y calmarme, pero me resultaba muy difícil. Hasta calor tenía de lo cabreado que estaba. Pero la cosa no quedaría ahí, porque pasados unos minutos, alguien llamó a la puerta, aunque sabía de sobra quién era.
-No estoy -dije para que me dejara en paz.
-Javi, la comida ya está lista. Tiene muy buena pinta. Ven y comes con nosotras -dijo Noelia al otro lado de la puerta.
-No voy a ir a ningún sitio.
-¿Quieres que te la traiga?
-Que no, coño. Lo que quiero es que te vayas a tu casa.
-Venga, sal y ven a comer con nosotras.
-Que no, joder. Que me dejes en paz.
Por suerte se fue y me dejó tranquilo, pero es verdad que tenía hambre, porque no había desayunado tampoco tanto y aparte del café que tomé en la academia no consumí nada más. Las tripas me rugían bastante y esperé todo lo que pude hasta que salí para comer, pensando que ya habrían acabado ellas y yo lo podría hacer en la cocina, pero me las encontré aún sentadas en la mesa, pareciendo estar por acabar. Noelia me vio al estar de cara a mí cuando aparecí y se le iluminó la cara. Sin que pudiera decir nada, pegó un salto de la silla y fue corriendo a la cocina mientras yo miraba a Andrea bastante serio por todo lo que pasaba, aunque ella también lo estaba, cosa que me extrañaba, porque le dejé claro que no quería ver a Noelia por casa y justo la había traído. Apareció en nada con un plato que puso sobre la mesa para mí, a su lado. También puso una servilleta, cubiertos y un vaso, pero yo lo moví todo para quedar al lado de Andrea.
N: ¿Qué tal el día en la academia?
Pero no respondí, limitándome a comer rápido para acabar cuanto antes y volver a mi habitación.
N: ¿Has dado muchas clases? -insistió.
A: Javi, te está hablando -dijo al ver que no le contestaba.
J: Pues hemos tenido un problema y he tenido que estar 2 horas más de lo que me tocaba, así que mal -respondí sin apartar la mirada de mi plato.
A: ¿Pero es grave?
J: No.
N: Espero que se haya arreglado.
A: ¿Y no te dan libre la tarde por eso?
J: No. Tengo que dar clases y estamos todos ocupados. Nadie me puede sustituir.
N: ¿Y qué cursos dais? Estaba pensando en apuntarme al C1.
J: Pues te vas a otra academia, que hay muchas.
A: Javi...
J: Es que ya es lo que me faltaba, vamos...
Tuve la suerte de que el resto del tiempo que estuve allí se calló y no dijo nada más. Pareció captar que cada vez que abría la boca la cagaba y decidió quedarse callada. No tardé mucho más tampoco en recoger lo mío para llevarlo a la cocina y limpiarlo, aunque Noelia me siguió con su plato, diciéndome que no hacía falta que lo hiciera, que ya se encargaba ella. Y ahí la dejé, no porque me quitara ese trabajo, sino por no aguantarla. Me volví a sentar frente al ordenador para ponerme unos cascos y estar a mis cosas hasta que me tocara entrar al trabajo de nuevo, pero no lograba centrarme en lo que estaba haciendo, ya fuera de provecho o con alguna distracción para evadirme. Empezaba a hacer o ver algo y rápidamente se me iba el hilo por lo indignado que estaba con la presencia de Noelia por casa. Y sin esperarlo, alguien me dio un abrazo por la espalda y eso que tenía la puerta cerrada, pero no me enteré de que alguien había entrado.
-¿Qué haces? -le pregunté a Noelia, porque sabía de sobra que era ella y su olor me lo confirmaba.
-Despedirme, que me voy ya a casa. He llamado a la puerta, pero no contestabas. Pensabas que estabas descansando.
-¿Me puedes dejar en paz? -le pedí resignado ya.
-No te enfades, porfa -dijo dándome un abrazo cariñoso-. Te quiero -soltó para darme después un beso en la mejilla.
No me dio tiempo a decirle nada, porque se fue. Y de verdad, ya que oí como se despedía de Andrea y se cerraba la puerta de la calle. Me fui al salón ahora que podía estar por allí, buscando unas explicaciones que Andrea no me quería dar de primeras, aunque mi insistencia hizo que se soltara.
-No le he invitado yo, ¿vale? Me ha pedido este favor y la he visto muy apurada. ¿Qué iba a hacer?
-¿Decirle que no?
-Javi, es mi amiga. Necesitaba mi ayuda y se la he dado. Sin más.
-Sabes de sobra lo que me pasa con ella y que no la soporto.
-Pues no lo entiendo.
-¿El qué no entiendes? Porque ya te lo expliqué.
-No entiendo cómo hablas así de ella y cómo la tratas así. Es que es una chica muy buena. Me da mucha pena que la trates con ese desprecio, porque no se lo merece -decía visiblemente afectada, con sus ojos vidriosos.
-¿Ves? Ya te está manipulando.
-¿Pero qué dices? Serás tonto... -dijo yéndose a su habitación.
No había manera de que ese día mejorara, aunque unos pocos minutos después recibí un mensaje de Ángela para empezar una conversación de esa manera, como solíamos hacer, preguntándome cómo me estaba yendo el día y también contándome el suyo. Le mentí al decirle que me iba bien, porque es bastante obvio que no era así. Ella me contó varias cosas a lo que yo respondía con monosílabos y sin muchas ganas de hablar en realidad, cuando debería haber aprovechado eso para evadirme y contarle todos los problemas que me habían ido surgiendo ese día, pero no quería resultarle pesado, porque parecía algo agobiada y no iba a tardar mucho en volver al trabajo, haciéndolo yo poco después. Pero mi amiga era muy lista y pareció notar que algo no iba bien al responderle yo de esa manera tan vacía y desinteresada y me preguntó de nuevo si me pasaba algo.
-Te echo muchísimo de menos. Vuelve, por favor...