Capítulo 677
No me replicó cuando yo le dije que entendía por qué tomaba y por qué seguía haciéndolo, diciendo que nos fuéramos ya para acabar con eso cuanto antes, a ver si se me quitaba la tontería una vez la probara. Así que nos fuimos a mi casa, echando un cuarto de hora hasta que llegamos y entramos. Le pregunté si necesitaba algo para prepararlo y me dijo que sí, por lo que vino conmigo a la cocina, preparándole yo una copa para que se tomara después de probar yo aquello, porque dijo que no se quería meter nada para que al menos uno de los dos estuviera en plenas facultades por si pasaba algo. Yo me eché solo un vaso de agua con hielo, por recomendación suya, impidiéndome que bebiera más alcohol, aunque tampoco es que hubiera bebido mucho. Ni siquiera me notaba el punto ni nada por el estilo. Me extrañó que cogiera una cuchara, pero es que yo tampoco tenía ni idea de cómo funcionaba aquello, porque el chaval que me la vendió no me dijo qué usar, pero luego ya encontraría sentido a que la cogiera.
Nos sentamos en el sofá y me pidió que sacara lo que había comprado en lo que él preparaba la jeringuilla y luego le ponía la aguja, mostrándome que estaba todo sellado por si no me fiaba, aunque yo lo hacía, pero es cierto que el uso ese tipo de materiales es algo serio, no siendo nada recomendable utilizarlos si alguien los ha usado antes. Aunque él tampoco tenía ninguna enfermedad ni nada, porque me lo hubiera contado seguro. Cuando le di la sustancia, él abrió el paquetito en la que se encontraba y cogió parte de lo que había en su interior, aunque pensaba que lo debían tener muy bien medido a la hora de venderlo. Efectivamente, salió una dosis normal, porque él sabía cuánto debía tener, cosa que era fácil de medir con la jeringuilla. Pero antes puso aquello sobre la cuchara y la calentó con un mechero hasta que se derritió y poder así recogerla con ella.
Las sensaciones al ver eso no eran muy allá, porque el color era raro, al igual que la textura que parecía tener. Era muy parecido al caramelo líquido: oscuro y algo viscoso. Pero el olor era lo peor de aquello, porque lejos del caramelo, olía bastante fuerte. Como avinagrado. De hecho, me dio asquete, pero era lo normal según me decía él. Lo veía todo bien y no pensara que fuera a haber ningún problema, porque conocía a ese chico de hacía tiempo y nunca le había dado gato por liebre. Una vez se derritió, me pidió que agarrara la cuchara para que él pudiera recoger ese líquido con la jeringuilla, llevando cuidado de hacerlo bien y medir todo bien, dejándola sobre la mesa una vez acabó. Se quedó mirándome, como si me preguntara con la mirada si pensaba seguir con aquello y yo llegué a ponerme indeciso por la mala pinta que tenía aquello visual y olfativamente. Pero al final me decidí a probarla. Hugo me pidió que me remangara para encontrarme una vena en la que poder inyectarme aquello, pero me decía que le costaba diferenciar con los tatuajes y que no se fiaba, por eso me la acabó inyectando en una vena de la mano derecha después de que yo la abriera y cerrara para que se hincharan al circular la sangre por la zona con más fuerza.
Acostumbrado a los tatuajes, esa aguja no era ningún problema y la verdad es que mi amigo llevó mucho cuidado, metiéndola con cuidado y haciéndolo poco a poco, preguntándome en todo momento si me encontraba bien, o más bien si notaba que algo fuera mal. Yo estaba como si tal cosa, sin notar nada más que ese pequeño pinchazo que me metió. La sacó y la dejó sobre la mesa, diciéndome que al ser la primera vez no me iba a meter la dosis completa, por si acaso. El efecto tuvo lugar bastante rápido, como la otra sustancia que tomé anteriormente con él. Es algo complicado de explicar lo que se siente al meter esta droga en tu cuerpo. A grandes rasgos es una relajación instantánea, como si todo el dolor que tuvieras en tu cuerpo desapareciera. Y no solo el físico, porque una vez me empezó a hacer efecto notaba como mi cabeza se despejaba de todo lo malo que había ido pasándome esos últimos meses.
La ruptura con Valentina y lo mal que acabó todo con ella se esfumó, la incapacidad de iniciar una relación que yo deseaba con Ángela por su marcha a Francia también se fue de mi cabeza. La muerte de mi amiga Amaya parecía ser algo muy lejano ahora, como si hubieran pasado muchos años y ya estuviera más que superado. Y las tonterías que hacía Noelia y el acoso que yo percibía que me hacía me parecían ahora tonterías. Era como estar en una nube, muy a gusto y tranquilo. Ya no tenía ese malestar general que llevaba conmigo tantas semanas. Ni el enfado que arrastraba desde la vuelta de Noelia a mi vida. Me parecía increíble que todo eso ya no me incordiara en absoluto. Algo también destacable era el sentir como un cosquilleo por el cuerpo. Es difícil de explicar, porque no es el típico cosquilleo de cuando se te duerme una extremidad o algo así. Era un hormigueo agradable, como esa sensación que se tiene cuando uno se despereza después de despertar. Así, pero prolongado. Por último, algo que también noté fue cómo se me llegó a poner morcillona, causándome hasta risa por no entender por qué y no encontrar una respuesta lógica a eso.
-¿De qué te ríes? ¿Estás bien?
-Sí. ¿Es normal que se te levante con esto? Jajajaja.
-Pues no es raro, la verdad. Jajajaja.
-Buah, tío. Su puta madre...
-¿Qué pasa?
-Pues que ahora entiendo por qué la gente se mete esta mierda.
-Te ha hecho bien, ¿no?
-Joder... Estoy en una nube.
-Pero no puedes meterte más, ¿vale? Me lo has jurado.
-Que sí, tío. Aunque tenemos otra dosis.
-No, Javi.
-Mira, vamos a hacer una cosa. Como la tenemos, la podemos compartir si quieres.
-No. Yo paso de meterme esa mierda.
-Bueno, pues me la quedo yo y ya está. Me parece una tontería tirarla.
-Vale mucho tu palabra por lo que veo...
-No, coño... Estamos negociando.
-Mira, haz lo que quieras, pero conmigo no cuentes más para esto.
-Dices eso, pero luego tú bien que pillas lo tuyo cuando salimos.
-Pero no te ofrezco ni nada. Yo voy a lo mío en ese tema, ¿sabes?
-Tío, no quiero discutir. Ahora mismo estoy muy a gusto. Mira, ya que tengo esa dosis, la uso otro día y ya está. ¿Te parece bien?
-Javi, si no es porque te metas o te dejes de meter. El problema es que te guste demasiado. Que te confías y piensas que controlas y luego es la droga la que te controla a ti.
-No soy gilipollas. Sé lo peligroso que es. Sé lo que le hace a la gente.
-Todos pensamos así cuando las probamos.
-A mí no me gusta ese mundo. Bebo poco alcohol para lo que la gente suele beber. No fumo y estas han sido las primeras veces que he probado esto. No me veo siguiendo por muy bien que me sienta ahora.
-Eso espero. Javi, no me sentaría nada bien que siguieras en esto por mi culpa.
-Tú no me has obligado a nada. De hecho, te has opuesto en todo momento a que pruebe nada. He sido yo el que ha decido probarlas. No te rayes, va.
Dejamos ahí la conversación y pasamos a hablar de otras cosas. Me preguntó por Noelia y yo le conté con detalle todo lo que me pasó con ella desde primera hora como si tal cosa, como si no fuera conmigo todo eso. El efecto de lo que acababa de tomar me evadía mucho y podía hablar de aquello con total normalidad, sin que me enfadara o me entrara el malestar típico cuando empezaba a recordar todo lo sucedido a lo largo de esta historia. Joder, si es que le empecé a hablar de Elena incluso como si no hubiera sufrido nada por ella. Le empecé a contar cómo nos conocimos y cómo empezamos a salir, todas nuestras historias, nuestros enfados, todo lo bueno y lo malo de nuestra relación. Era rarísimo, porque era consciente de lo que estaba haciendo, de todo lo que le estaba contando a mi amigo y veía que era algo que no podía hacer de normal. Estaba muy sorprendido conmigo mismo por estar hablando de algo así tan naturalmente, como si le hubiera pasado a otra persona o si hubieran pasado 30 años de aquello. Raro, porque era consciente de lo que estaba haciendo y a la vez sabía que de normal no lo haría ni en broma. Hasta ese punto te toca esa sustancia como para ponerte en tercera persona y hablar de tu vida como el que cuenta un cuento.
Yo no fui el único que habló de sus penas, porque él también lo hizo con las suyas. Me contó lo mismo que hice yo, pero en lo que a su relación con su exnovia se refería. Joder, si es que acabamos enseñándonos fotos de ellas para que las pudiéramos ver, además de algunas más en las que compartíamos momentos juntos. La verdad es que la novia que tenía Hugo en esos días era espectacular. Me la medio imaginaba por sus descripciones, pero verla en fotos era otra cosa y no mentía en lo guapa y lo atractiva que era. Me enseñó varias fotos en los que estaban de fiesta o en celebraciones y podía ver que era igual de alta que él, aunque con tacones, claro. Guapísima, delgada, pelo largo, caderas marcadas, pechos pequeños pero redondos. Veía perfectamente normal que estuviera con ella, porque era un bombón. Yo busqué en lo más profundo de mi móvil esas fotos que aún conservaba de mi pasado. De hecho, me costó encontrarlas, pero se las acabé enseñando. A Hugo le pareció guapísima Elena, comentando que se parecía mucho a su hermana, la cual habíamos visto hacía unas horas. También me dijo que yo había cambiado bastante, porque se notaba mucho mirando esas fotos.
Así estuvimos un buen rato hasta que me dijo que me iba a acompañar a la cama. Le pregunté que para qué, diciéndome él de broma que para follarme, pero lo cierto es que me veía con los ojos muy entornados y los mantenía cerrados durante bastante rato, aunque era algo de lo que no era consciente del todo. El efecto se me estaba empezando a pasar, por aquello de ser una dosis pequeña, pero me relajé tanto que sí es verdad que me notaba somnoliento. Me dijo que era el momento de irse a dormir, por lo que me ayudó a levantarme y me llevó a mi habitación, donde estuvo hasta que me cambié de ropa y me metí en la cama. Le pregunté si ya se iba a su casa y él me dijo que sí, que en cuanto me durmiera se iba, cosa que iba a ser en nada según decía él. Así que nos despedimos y me dejó en mi habitación para que pudiera dormir, cosa que tuvo lugar casi al instante, porque no recuerdo ni oír la puerta de la calle cerrarse cuando se marchó.