Capítulo 755
Dejamos de hablar, volviendo yo al salón para encontrarme a Noelia donde la dejé. Parecía que no se había movido de ahí, aunque no me fiaba de ella. Las horas pasaron y le dije que debía irse a casa, aunque ella no quería hacerlo. Le comenté que se estaba empezando a hacer tarde y que sería mejor que se fuera antes de que dejaran se salir autobuses hasta su pueblo. Me dijo que ya era demasiado tarde y que no iban a salir más, diciéndome que tenía intención de quedarse conmigo en casa, aunque yo le dije que de ninguna manera iba a ser así.
Volvió a pedirme explicaciones de qué me ocurría y por qué me drogaba, sumando como reproche eso de no dejar que se quedara conmigo a dormir, porque según me decía, lo veía necesario al ver en el estado en el que me había encontrado. Me cansé de todo lo que me estaba diciendo, diciéndole que o se marchaba de casa o no me vería más, todo ello sin mirarle a la cara. Ella se medio enfadó también, pero por lo cabezón que me puse y por no entrar en razón cuando ella lo único que quería era ayudar y cuidar de mí según me decía.
Hasta me llegó a agarrar la cara con fuerza para girarla y que la mirara a ella, preguntándome qué era lo que pasaba una vez más, aunque ahora seguía con otra pregunta más, queriendo saber por qué no le miraba a la cara. Le agarré con fuerza de la muñeca, diciéndole que se marchara de una puta vez, manteniéndose ella firme frente a mí. La solté de mala gana y me volví a sentar en el sofá, bastante ofuscado por lo cabezona que era, haciéndolo ella también, aunque no sé cómo estaba, porque no la quería mirar.
Ver su rostro hizo que me entrara mal cuerpo de nuevo, aunque no fue tan malo como yo esperaba. Noelia se dedicó a acariciar mi mano una vez más, haciéndolo después con mi cara y también con mi pecho después de meter una de sus manos por dentro de mi sudadera. Pero yo se la retiré, diciendo que no tenía ganas de nada. Ella fue comprensiva y se echó sobre mi brazo, volviéndole yo a pedir que me dejara tranquilo y que se marchara a casa.
Noelia se volvió a poner seria, preguntándome que si eso era lo que quería. Respondí a una de las preguntas más obvias que me habían hecho en mi vida de manera afirmativa y ella dijo que estaba bien, que se marcharía con una serie de condiciones. Ya me veía venir el marrón, pero ella empezó a recitar sus condiciones, empezando por cenar juntos esa noche, para asegurarse más que nada de que comía algo.
Otra fue que quería mantener contacto conmigo con regularidad para asegurarse de que estaba bien y que no me daba por hacer lo mismo. Y referente a eso último, su última exigencia fue que no lo hiciera más, preguntándole yo dónde había dejado lo que estaba encima de la mesa cuando vino. Ella me contó que lo había guardado todo en la cocina, liándolo bien en varias servilletas, pasando a exigirme que no me drogara nunca más, estando nerviosa y hasta temblorosa.
Puso una cara después de decirme todo aquello que veía que se iba a poner muchísimo más pesada de lo que ya lo era como no aceptara, así que asentí, quedando ella bastante conforme y agarrándome de la mano para llevarme hasta la cocina y preparar algo entre los dos. De pronto se puso muy contenta y hasta me daba abrazos cada pocos minutos.
Terminamos relativamente rápido de preparar la cena para los dos, sentándonos en la mesa de la cocina para hacerlo allí y ensuciar menos pese a no tener yo mucho apetito, pero ella me obligaba a comer y conseguí hacerlo de manera decente. Mientras lo hacíamos, me dijo que quería que le enviara fotos de lo que comía y cenaba cada día, que no se fiaba mucho de mí conforme estaba, asintiendo con pesadez para que se callara. Para amenizar el momento, ella se puso a sacar tema de conversación, pero se vio interrumpida por su madre, quien la llamó al móvil, hablando con ella de manera breve.
Tras cenar, me volvió a decir que no quería que me drogara más, pasando a decir que no entendía por qué lo había hecho, pero que quería saberlo, dejándome unos días para que me tranquilizara, pero que quería hablar conmigo seriamente acerca de aquello y de lo que lo había ocasionado. Hasta sacó todo lo que guardó, preguntándome qué era, aunque no se lo dije. Me contó que se iba a encargar de ello, tirándolo todo a la basura, aunque no sabía muy bien cómo hacerlo, pero le dije que no, que ya lo hacía yo.
Aunque ella se volvió a poner cabezona hasta tal punto que llegaba a ser más insoportable de lo que ya me resultaba de por sí. Así que me dio dos opciones: o la tiraba ella, o lo hacía yo, pero delante de ella, para que viera que no me lo volvía a llevar a casa para seguir drogándome. Le llegué a decir que me estaba empezando a tocar los cojones con tanta exigencia y demás, pero ella se mantenía firme y no cedía un milímetro.
Al final me puse ropa más decente de la que llevaba, abrigándome bien para que viera cómo lo tiraba todo, quedándose ella más tranquila una vez lo hice, aunque me puso frente a ella, tratando yo de evitar mirarla a la cara. Me volvió a decir que quería que le enviara fotos de mis comidas y demás y que quería hablar conmigo diariamente para ver cómo evolucionaba, porque se había asustado mucho al encontrarme así.
También comentó algo de venir a verme en cuanto le fuera posible, porque su madre le había echado la bronca mientras cenábamos y tenía que regresar a casa el día siguiente y ya al otro era Nochebuena, así que no nos podríamos ver hasta la otra semana estando también el día de Navidad entre medias.
Ella decía que le encantaría pasar ambos días conmigo, aunque fuera los dos solos, pero también me volvió a decir que estaría muy bien que fuera a su casa para pasar esas fechas con ella y de paso también con su familia, como sugiriéndolo. No le hice caso, porque no quería empezar una discusión más por lo mismo de siempre, y mucho menos en la calle.
Se empeñó en darme un beso para despedirnos, diciéndome con una voz bastante tonta que yo también lo deseaba, pero no era así, porque me di la vuelta, despidiéndome para volver a casa y que ella se fuera a la suya, pero me dio tal tirón al agarrarme de la mano que casi me tira al suelo, consiguiendo darme ese beso que tanto deseaba, pasando a reírse un poco después.
Me volvió a repetir todas esas condiciones que me había pedido, diciendo que ella había cumplido su palabra al irse de casa, esperando que yo también cumpliera la mía con todas esas cosas que me pidió. Ya por fin la perdí de vista al irnos cada uno a nuestra casa, haciendo un frío increíble y siendo una noche muy cerrada.
Ya sin tantas distracciones me resultaba mucho más difícil mantener la mente en donde no quería tenerla, porque era lo que estaba evitando a toda cosa todo el tiempo, aunque cuando llegué a casa fue mucho más difícil todavía. En casa estuve pensando más detenidamente el momento en el que me la encontré, aunque ella no se percatara de mi presencia, pero mejor así.
La veía muy sonriente, dándome la sensación de que era plenamente feliz. ¿Y cómo no serlo saliendo tan sonriente y sosteniendo un bebé como salía en esa foto? Aquello me daba mucho que pensar, demasiado. Mi mente barajaba posibilidades en las cuales ella estaba con alguien y había decidido tener un bebé.
Obviamente se me vino mi hermano a la cabeza pues, al fin y al cabo, la última vez que la vi en persona estaba junto a él, pero no llegaba a creer que él fuera el padre, ya que me habría tenido que enterar a la fuerza por mi madre por mucho que yo le dijera que no quería saber nada del tema. Además, ella misma fue la que me dijo que no estaban juntos y entonces sí que lo veía imposible, porque de no estar juntos a tener un hijo había un abismo inmenso. Mi hermano era mucho de ir a su bola y de compartir poco los detalles más íntimos, pero de ahí a ocultar que había tenido un hijo... No se me hacía algo posible.
Por lo que la única posibilidad que veía factible era que estuviera con su jefe y que ese bebé fuera de él. Por supuesto que podría haber alguien más al que podría haber conocido en ese lapso de tiempo en el que no la vi más, pero veía claros indicios como para que las probabilidades de que fuera él fueran realmente muy altas. Ya en su día encontré una conversación un tanto sospechosa en el WhatsApp de mi ex que no me gustó nada, sabiendo de sobra que a él le gustaba mucho ella.
También estaba ese detalle de que la ascendieran tan rápido y que se vieran más a raíz de eso, pero a eso ahora se le sumaba estar sentados uno al lado del otro en esa reunión en la que me la encontré, con esa sonrisa que puso él en su cara cuando me vio como guinda del pastel. Cuanto más lo pensaba, más obvio se me hacía que estaban juntos y que habían llegado lejos, aunque por suerte, mi amiga Ángela interrumpió esos pensamientos al llamarme.