Capítulo 796
Cuando las chicas volvieron, Sofía dijo que estaría bien juntarnos los cuatro para cenar un día y pasar el día juntos. Elena no parecía muy cómoda con esa proposición, interviniendo yo al decirle que ella estaba muy ocupada con su trabajo y que había fines de semana en los que se tenía que pasar por la oficina.
Elena dijo que era cierto, pero que tal vez algún día podíamos juntarnos, quedando Sofía conforme, aunque yo sentí que lo decía para quedar bien más que por otra cosa. Estuvimos hablando un poco más, hasta que Elena miró el reloj, diciendo que se estaba haciendo tarde y que aún tenía un buen recorrido de vuelta a casa, teniendo que preparar unas cosas para el trabajo, además de que solía madrugar mucho.
Por eso, nos acabamos despidiendo, quedándose ellos al final allí un poco más, porque tenían que preparar unas cosas al tener en mente pasar unos días en casa de Hugo, por lo que nos fuimos Elena y yo, montándonos en el coche para regresar de vuelta a casa, volviendo a conducir yo.
Por el camino le dije que no había ido tan mal, diciendo ella que no, que no había sido tan incómodo como ella esperaba. Le pregunté qué había tenido aquello de malo, respondiendo ella con que el momento de la llorera no había sido precisamente cómodo, aunque yo le dije había sido por haberse reencontrado después de tanto tiempo, siendo algo bonito en realidad. También comenté que me extrañó que Sofía no le preguntara la razón de cortar la relación con todos, suponiendo que no lo hizo por no poner la cosa tensa.
Elena me respondió algo molesta que ya sabía la razón por la que cortó toda relación, diciendo yo que sí, pero quise cambiar de tema para no incomodarla después del rato por el que acababa de pasar con tanta emoción. No sabía por qué estaba tan tensa, si había salido todo muy bien con Sofía, quien estaba muy contenta de verla de vuelta y sin haberle reprochado nada. Quizá le hizo demasiadas preguntas respecto a nosotros, pero tampoco era para ponerse así ahora.
-¿Sabes que estuve a punto de irme a vivir a esa casa?
-¿A esa casa?
-Sí.
-¿Cuando te fuiste de casa de tus padres?
-No, no. Mucho antes.
-¿Cuándo?
-La alquilé para irme allí a vivir contigo en su día. Pero fue justo cuando te propusieron el trabajo y nos tuvimos que ir.
-¿En serio?
-Sí. ¿Recuerdas que mi madre me llamó preguntándome un cargo que me hicieron en la cuenta del banco poco antes de irnos?
-Mmm, sí, creo que sí.
-Pues fue porque pagué los primeros meses por adelantado. Pero tuve la suerte de que Sofía se vino a vivir aquí y me pagó ese dinero.
-¿Y por qué no me dijiste nada?
-Porque no quería que te sintieras mal.
-Lo tendrías que haber hecho de todos modos.
-Da igual.
-No. No da igual. Era un paso importante el que estabas dando y me iba a enterar después de haberlo hecho. ¿No te interesaba mi opinión?
-Elena, te quería dar una sorpresa. Eso era todo. Teníamos bastantes problemas de intimidad entre una cosa u otra. En tu casa era difícil y en la mía más todavía, que con la edad que teníamos y estar cada dos por tres usando el coche para echar un polvo... Pues me apetecía algo de tranquilidad.
-¿Y por qué me cuentas esto ahora?
-Era para sacar tema de conversación. Sin más.
Elena se quedó callada y seguimos con nuestro camino, aunque al pasar por la parte alta de la ciudad, se me ocurrió una cosa, por eso acabé pagando el coche en la casa de Mario. Elena me preguntó qué hacíamos ahí, diciéndole yo que viendo lo bien que había ido la cosa con Sofía, pues que podría también verse con Irene y Mario para tratar de establecer el contacto de nuevo con ellos.
Se volvió a poner nerviosa de inmediato. Mucho, de hecho, más que con el momento de Sofía. Le dije que no tenía que estarlo, comentando que la cosa había ido muy bien con Sofía y que estaba seguro de que a ambos les haría mucha ilusión verla de nuevo. No parecía muy convencida, porque sabía que Irene tenía más temperamento que Sofía y que la cosa no podía salir tan bien.
Y es cierto que Sofía era mucho más optimista y permisiva, pero le comenté que Irene la echaba mucho de menos y que no la nombró en Nochevieja por nada. Esa fue la primera excusa que se le vino a la cabeza para poder irse de allí, así que aún pensaba en ella.
Elena se quedó unos segundos meditando qué hacer, echándose hacia atrás en su asiento, apoyando su cabeza y cerrando los ojos. Dijo que estaba bien, que ya que estábamos allí, que podíamos vernos con ellos, por lo que abrió la puerta del coche para bajarse, siguiéndola yo.
En esta ocasión sí que estaba mucho más nervioso que en la anterior, pero no me dio tiempo a pensar nada, porque Elena llamó al timbre de manera mucho más decidida que cuando fuimos a casa de Sofía. Irene fue la que abrió, dando un grito bastante alto al vernos allí, aunque se quedó mirando a Elena fijamente. Mario no tardó en aparecer, quedándose igual de pasmado.
Irene fue la que reaccionó al acercase a Elena para darle un abrazo, haciéndolo también Mario y haciéndola pasar dentro, mientras que en mí no repararon. Viendo el nulo caso que me hicieron, cerré la puerta para irme de allí, porque veía bastante claro que les seguía sobrando.
No sabía muy bien cómo volver a casa, pues habíamos venido en el coche de Elena y le di las llaves cuando nos bajamos de él, aunque no es que fuera a irme en ese coche dejándola a ella allí. Pero se me ocurrió volver a casa de Sofía, pensando en que en lo que tardaba en ir hasta allí, ya estarían preparados para irse, como resultó siendo más o menos, porque poco les quedaba para salir.
Cuando llegué y me abrieron, les conté lo ocurrido, torciendo Sofía el gesto, aunque le quitó importancia, pasando a comentar lo impresionada que estaba de que Elena hubiera dado ese paso. Sofía me confesó que la notó bastante nerviosa y un poco incómoda cuando estuvo allí, pero era algo que entendía perfectamente por lo ocurrido.
Seguimos hablando de aquello por el camino de vuelta, yendo yo en la parte de atrás. En realidad, no es que habláramos mucho de aquello, diciendo Sofía que seguro que la cosa iba a mejor en general al haber tenido Irene esa reacción con Elena, pensando que ésta última haría de puente para que todos volviéramos a estar como antes.
Hugo se mantuvo callado al respecto, imaginando yo que pensaba de forma parecida a mí, porque me dio por imaginarme que tal vez no sería tan así teniendo en cuenta el enfado que tenía Irene conmigo. En cualquier caso, nos pusimos a hablar de cómo había ido el momento en el que fuimos ella y yo hasta allí, estando Sofía muy eufórica por ello.
La veía más contenta de lo normal, yendo con una amplia sonrisa durante todo el camino y diciendo que tenía muchísimas ganas de compartir esa cena entre los cuatro. Hugo sonreía también, aunque al verla a ella así de contenta seguramente.
A mí también me lo pegó un poco en realidad, pero no podía evitar ser un poco pesimista por algunas respuestas que tuvo Elena durante dicha reunión. Nos despedimos dejándome ellos en casa, aunque Sofía se llegó a bajar del coche para darme un fuerte abrazo, pensando yo que le molestaría un poco a Hugo, aunque no fue así para nada.
En casa estuve un tanto pensativo en cómo había ido la tarde, porque estaba como en una montaña rusa, una vez más... El fin de semana empezó bastante bien con esa quedada con Elena para cenar, acabando como acabó. No podía estar más contento con eso pese al trato algo frío que tuvo a la mañana siguiente.
Llevaba varios días sin hacer nada y el cuerpo me lo pedía bastante al estar acostumbrado. Me hubiera encantado prolongar mucho más tiempo aquel momento que tuvimos en la cama, o repetir en la mañana de aquel día, pero no estaba nada mal aun así, porque pensaba que acabar de esa manera me costaría mucho más.
Que se arreglara la cosa con Sofía también me había encantado a pesar de encontrar a Elena un poco rara como he mencionado, de la misma manera que me alegraba mucho de que Irene la hubiera recibido así. Pero no podía evitar pensar que mi amistad con Irene y con Mario tenía difícil arreglo.
Recibí una llamada por parte de Ángela no mucho rato después en donde me preguntaba cómo había ido el fin de semana. Al parecer había hablado con Sofía antes y estaba informada de aquello, pero me pidió a mí que se lo contara y que de paso, le diera mi impresión. Estuve contándole cómo de bien fue la cena dentro de lo que había con ella.
Mi amiga se alegraba mucho de oír lo que le contaba, aunque me dijo que me veía más contento de lo normal. Al final le dejé caer que esa noche había pasado algo más, riendo ella y preguntando un poco, aunque no describí nada de manera gráfica. Tan solo le conté cómo se dio lugar a aquello, nada más.
Ángela se volvía a alegrar mucho por mí, preguntando después por el momento en casa de Sofía. No anduvo con rodeos, preguntándome directamente qué pensaba yo. Le dije la verdad, pensando que Elena había estado fría y distante, aunque Ángela dijo que no lo veía tan raro después del tiempo que había pasado y por toda la situación en general.
Ella creía que con el tiempo la cosa volvería a la normalidad en lo que a su comportamiento con los demás se refería. Ese último comentario hizo que le preguntara qué pensaba que ocurriría respecto a ella y yo. Mi amiga se mantuvo cauta al decir que no tenía mucha idea al no conocer demasiado a Elena.
No podía darme una opinión fundamentada habiéndola visto en persona solo un par de veces y conociendo su comportamiento a través de mí o de lo que le habían contado los demás. Aun así, le volví a preguntar, diciendo ella que iba en serio al decirme que no sabía qué pensar, creyendo que debía ser paciente con ella y no agobiarla, porque me veía con muchas ganas de ella, como efectivamente era.
Pero tuvimos que cortar la conversación repentinamente al llamar alguien a mi puerta, por lo que me despedí de mi amiga, diciéndole que hablaríamos más tarde si a ella le parecía bien, no habiendo ningún problema. Resultó que quien llamó a la puerta era Elena.