Capítulo 800
Me quedé mirándola a los ojos, bastante nervioso, aunque al final sí que hubo beso. Nos besamos durante unos segundos, de manera bastante tímida por su parte, aunque poco a poco se relajó, acabando ambos tumbados sobre su cama, de lado para continuar con esos besos. Me volví a excitar muy rápidamente, por lo que mi erección no tardó en hacer aparición.
Elena en esta ocasión no es que incitara a que me pusiera así más allá de con su belleza natural, porque llevaba un pijama bastante grueso con motivos infantiles, pero lo que ella despertaba en mí iba más allá de lo físico, por eso me puse de esa manera. Busqué su cuerpo al acariciar por más partes además de por su cara, llegando a su espalda, metiendo yo la mano por dentro de su pijama y hacerlo así piel con piel.
Pasé a besarle en su cuello, preguntándole si estaba cómoda, afirmando ella con un pequeño gemido, por lo que pasé a decirle que necesitaba pasar a algo más si ella lo veía bien. Un nuevo gemido me dio luz verde, pero de pronto recordé que no tenía condones allí.
Por eso le pregunté a ella, aunque tampoco tenía. No me iba a quedar con las ganas, por lo que le dije que iba a comprar. Elena dijo que no hacía falta, que podíamos esperar a otra ocasión, pero yo necesitaba hacerlo, mirándome la erección, siguiéndome ella con la mirada. Le dije que volvía en nada, marchándome corriendo a la habitación en la que estaba para vestirme rápidamente y bajar a la calle en busca de una farmacia que de primeras no tenía ni idea de cómo localizar al no haber estado allí más que para ir a aquella casa.
La poca batería que me quedaba me dio para buscar farmacias cercanas e ir a una de ellas, no necesitando entrar al tener el típico dispensador en la pared. Volví tan pronto como pude a casa de Elena, llamando y abriéndome ella enseguida. El corazón me latía con fuerza, pensando yo que era más por las ganas que tenía que por la rapidez con la que fui y volví.
Por suerte, a Elena no se le quitaron las ganas, siguiéndola yo hasta su habitación, donde me volví a desnudar, pero esta vez por completo para comérmela a besos, desnudándola en cuestión de segundos para besarle por todo el cuerpo, parándome más en sus tetas, las cuales le comí durante un rato, aunque pasé en nada a su coñito.
Me percaté de que lo tenía más arreglado que la última vez que lo vi, llevándolo como solía cuando estábamos juntos, teniendo vello solo en su pubis, y bien recortado. Me entró un calor por el cuerpo, especialmente por la cara, que hizo que resoplara. No me demoré mucho en empezar a comérselo con ansia, causándole algo de incomodidad a ella por el poco cuidado que llevaba.
Bajé la intensidad y se lo seguí comiendo, pareciendo gustarle a ella por la manera en la que me acariciaba la cabeza, jugando con mi pelo. Se me corrió en la boca sin que pudiera remediarlo, aunque no fue algo que restara, porque me encantaba que lo hiciera, pero me acabó apartando al empujar mi cabeza.
Me empecé a masturbar mirando cómo se retorcía y se relamía. Se me había olvidado los intensos que eran sus orgasmos, cosa que me puso nervioso, porque necesitaba seguir cuanto antes. La veía tan preciosa y tan perfecta para la poca luz que había al tener solo la pequeña bombilla de su lámpara de noche encendida que me ardía el pecho. Rápidamente cogí un condón para ponérmelo y preguntarle a Elena si podíamos seguir ya, porque no podía esperar.
No me contestó con palabras, abriendo sus ojos y sus piernas, cosa que interpreté como un sí. Me coloqué entre sus piernas y se la metí lentamente, estremeciéndose ella bastante, aunque llevé cuidado de no causarle la incomodidad que sabía de sobra que sentía en esos casos. Se la metí poco a poco por completo hasta que llegué al final, quedándome quieto y sintiendo cómo de caliente estaba ella ahí abajo.
Era demasiado excitante estar así, aunque no me notaba por acabar. En lo que se terminaba de recuperar, yo solo hacía un poco de presión al apretar los glúteos, pareciendo gustarle a ella la sensación hasta que volvió a abrir los ojos, empezando a moverme de manera más activa.
Al igual que nos pasó el fin de semana anterior, no duramos mucho, porque como a los cinco minutos de unas embestidas que ganaban fuerza y rapidez progresivamente, Elena se acabó corriendo al apretar mucho su coño, como lo hacía con su cara, con gesto que me indicaba un poco de fastidio, como si quisiera durar más. Yo no pude evitar seguirla al sentir su orgasmo, con esos gemidos tan deliciosos y esos temblores tan indicativos de que había llegado a su éxtasis.
Para cuando me quité la goma, me di cuenta de que ella dormía, cosa que me decía que la noche se había acabado, aunque a mí me habría encantado seguir. Pero al menos algo habíamos hecho, así que puse a cargar el móvil y me acomodé a su lado para taparnos bien y abrazarla y tratar de dormir.
En esta ocasión me desperté yo primero, estando abrazándola desde atrás, tal y como me había dormido. Podía percibir que era muy temprano, porque a pesar de que clareaba, las luces de las farolas seguían encendidas, por eso traté de acomodarme para dormir un poco más, pero no podía. Bastante había tenido con dormir todo ese tiempo del tirón, porque no recordaba haberme despertado más aquella noche.
Elena dormía de manera profunda por lo que podía notar y yo procuré no moverme para no despertarla y dejarla descansar un poco más, pero me resultaba imposible no acariciar su cuerpo de vez en cuando, especialmente al llegarme su olor por estar tan cerca de ella, acercándome más de hecho para olerla mejor. Me sentía como cuando tuvimos sexo en mi casa, como si hubiera viajado en el tiempo más de un año atrás, como si aún estuviéramos juntos.
Quizá fue por eso por lo que apreté el abrazo que le estaba dando, haciendo que se despertara. Emitió un sonido muy tierno y muy infantil, haciendo que ese pensamiento que tenía se agudizara más, pues ese sonido me traía recuerdos de las innumerables veces que habíamos dormido juntos de manera similar.
Se hizo la remolona durante un rato, pero se acabó dando la vuelta al final, aunque no me dio un beso ni nada, permaneciendo con sus ojos cerrados, tratando de volver a descansar. Yo me quedé mirándola, no podía hacer otra cosa más que eso y que abrazarla para acariciar su espalda, cosa que a ella le resultaba agradable.
El problema era que mi erección estaba muy presente y no podía ocultarla, sobre todo al estar tan pegados. Ya cuando se espabiló más, empezó a hacer sonidos parecidos al primero que hizo al despertar, continuando yo con esos abrazos y caricias, sumándose ahora varios besos por su cuello que ella recibía bien.
Pronto nos empezamos a besar en los labios, aunque de manera bastante tímida, sobre todo por su parte. Ni siquiera usábamos la lengua, limitándonos a chocar nuestros labios húmedos para darnos cariño de esa manera. Mis manos se dirigieron a su culo, el cual empecé a amasar, apretándolo con fuerza por momentos por lo que me encantaba.
Ella empezaba a gemir un poco cuando mis caricias pasaban a más, por eso me vine arriba y la puse sobre mí, quedando mi polla encajada entre nuestros cuerpos. Así tenía más movilidad y podía sobar mucho mejor su culo, colaborando ella al pasar una pierna por cada lado de mi cuerpo.
No esperaba para nada que quisiera besarme el cuello, como empezó a hacer. Se me erizó la piel al instante, empezando mi respiración a entrecortarse, aunque ella no paraba. Lo hacía con delicadeza, eso sí, pero también sabía de sobra cómo me ponía cuando hacía eso. Quizá era lo que buscaba en realidad. En cualquier caso, yo no me corté nada en decirle que me estaba poniendo demasiado y que necesitaba follarla cuanto antes.
Elena no me terminó de hacer caso, siguiendo con esos besos por la zona mientras que yo le apretaba el culo con más intensidad y apretaba también su cuerpo contra el mío para ejercer algo más de presión sobre mi polla y estimularla así. Ya no pude más y la levanté de mí para coger un condón de los que dejé sobre la mesita de noche, poniéndomelo de inmediato para ponerme otra vez entre sus piernas, como conseguí hacer para metérsela cuanto antes.
Fue algo que también conseguí, encontrándola bastante mojada al hacerlo para no haber jugado con ella ahí abajo. No tuvo estimulación de ningún tipo más que la que nos dábamos con los besos y con mis caricias, aunque no de manera directa sobre su rajita. Elena me miraba a los ojos fijamente, recibiéndome muy bien, pasando a poner cara de placer.
La empecé a follar con muchas ganas, pero me di cuenta de que debía llevar cuidado, porque todos esos besos en mi cuello me habían puesto demasiado a tono y me notaba cerca de acabar. Y tan solo habíamos empezado.
Por eso seguí con cuidado, estando ella de la misma manera, con sus ojos fijos en los míos, aunque con su cara de placer, pero sin decir nada. Cuando llevábamos así unos cinco minutos, Elena me volvió a sorprender al moverme para ponerme bocarriba y ponerse ella sobre mí.
Me volvió a besar, aunque esta vez en los labios, para luego apoyarse en mi pecho y moverse ella hacia arriba y abajo para retomar la follada que poco a poco ganaba intensidad. Me tenía a mil estando así de activa mientras podía apreciarla, aunque cuando se empezó a mover hacia delante y detrás la cosa fue a más.
Tuve que pedirle que parara, porque quería que durara un poco más la cosa, haciéndome ella caso, aunque no me dio mucha tregua, porque empezó con el roce pocos minutos después, entreteniéndonos antes con unos cuantos besos. Elena estaba sedienta, cosa que me sorprendía con lo pasado la noche anterior y lo poco dispuesta que estaba a acabar así, pues en ambas ocasiones en las que nos habíamos acostado, quien lo había buscado había sido yo.
Pero eso daba igual en ese momento, porque Elena me empezó a follar de la misma manera en la que la hacía cuando le pedí que parara un poco. Es que hasta me tenía que concentrar para no acabar tan rápido, aunque también notaba que ella estaba cerca. Tal vez por eso fue por lo que se acercó de nuevo a mí para besarme en los labios y pasar a mi cuello una vez más no mucho más tiempo después.
Ya si no que pude aguantarlo más y me empecé a correr dentro del condón contra mi voluntad, siguiéndome ella al retorcerse y al abrazarse con fuerza a mí. Yo gemía mientras empujaba hacia arriba con tal de que el estímulo se alargara lo máximo posible sin que me resultara demasiado intenso.
Mi cuerpo se estremecía con fuertes espasmos, indicio de que estaba siendo un orgasmo muy intenso. Hasta llegué a perder un poco la noción de todo, quedando un poco mareado, aunque sí noté cómo Elena se bajó de mí para quedar tumbada a mi lado.
Me costó recuperar el aliento, sintiendo punzadas de placer por el cuerpo y cómo el corazón me latía con fuerza, pero poco a poco fui capaz de recuperarme. También noté cómo respiraba ella de fuerte, habiendo tenido también un orgasmo intenso, quedando bocarriba con sus ojos cerrados.
Volví a cerrar los míos para ponerme de la misma manera que ella mientras negaba con la cabeza con una sonrisa en la boca, porque no me creía lo poco que duraba con ella en la cama, y más aún cuando llevaba puesto un condón. Me dio la risa de hecho, notando cómo Elena giraba su cabeza hacia mí, aunque no me preguntó nada.
Con cuidado, me quité la goma para dejarla anudada sobre la mesita de noche. Una vez lo hice, me giré hacia ella, quien parecía seguir recuperándose de su orgasmo. Me quedé mirándola hasta que se calmó del todo y lanzó un suspiro, pasando a abrir sus ojos para mirar al techo, aunque giró su cabeza para mirarme.
-Elena, ¿qué somos? -pregunté sin poder evitarlo.
-Pfff... -resopló tras devolver su mirada al techo.
-Ya te he comentado lo que siento por ti. Pensaba que necesitabas unos días para pensar en ello. Y ya han pasado unos cuantos, no sé...
-No lo sé, Javi. Esa es la respuesta que te puedo dar ahora mismo.
-Pero...
-No me parece que hablar de esto después de echar un polvo sea lo mejor... -dijo levantándose para irse al baño.