Capítulo 803
Volví con Paula para ver con ella la tele y ponernos a jugar un poco más hasta que Elena nos llamó para ir poniendo la mesa, haciéndolo entre los dos, aunque no dándole a Paula nada que se me pudiera caer y que se pudiera romper. Era más que nada para que se sintiera participativa y también para que se acostumbrara desde pequeña a ayudar en casa.
El padre de Elena no tardó en llegar, saludándonos a todos. He de reconocer que estaba bastante nervioso por ese momento, porque no sabía que podía pensar de mí después de que la relación que su hija y yo habíamos tenido llegara a su fin, pero el padre de Elena era muy bueno y me saludó con afecto al estrecharme bien la mano, incluso pasando a darme un abrazo, diciendo que se alegraba mucho de volver a verme.
La comida fue fantástica en general, tanto en lo que preparó Elena como el momento en sí en donde hablamos muchas cosas. No puedo decir ni siquiera que hubiera algún momento incómodo, porque no lo hubo más allá de los nervios que tenía hasta que su padre llegó y nos saludamos.
Cuando acabamos, Elena preparó un café y nos lo tomamos tranquilamente, haciéndole un chocolate a la niña. El padre de Elena no tardó mucho en irse en realidad, porque estaba cansado y quería irse a casa para descansar, aunque Elena le dijo que se podía quedar allí, pero prefería estar más tranquilo y dejar a Paula dormir también, que ya le iba tocando.
Así que se despidió de todos nosotros y se marchó, diciéndole Elena a Paula que tenía que dormir un poco, aunque ella no tenía muchas ganas. Al final la convencimos yendo con ella para leerle un cuento entre los dos, funcionando bastante bien y marchándonos al salón, en donde ella estuvo un poco somnolienta mientras veníamos una película en silencio.
Las ganas que tenía de acurrucarme con ella para estar más cómodo no podían ser más altas, pero preferí salvar las distancias por si acaso. Me moría por tener su olor más cerca de mí, por acariciarla y darle algún beso en la cabeza, pero cuando se me pasaba por la cabeza tener un poco más de acercamiento, se me venía la cara que me puso por la mañana cuando le hice esa pregunta y me retiraba hacia atrás.
Por la tarde también jugamos un poco con Paula una vez se levantó de su siesta, aunque ella no paraba, porque cuando no jugábamos, se iba a su rinconcito para pintar un poco y demás. Aunque también nos dio para dar un paseo y poder conocer yo la ciudad, eso sí, abrigándonos bien.
Al final acabamos en un centro comercial, donde merendamos un poco y acabamos viendo una película al gusto de la niña. Cuando acabó la película, la llevamos a su casa, porque ya se estaba acabando la tarde y lo mejor era que cenara en su casa después de que se bañara para acostarse temprano al tener que ir al colegio al día siguiente.
Elena y yo volvimos a su casa, en donde nos despedimos antes de que se bajara del coche y subiera a su casa. Temía meter la pata de nuevo, pero al final me salió de dentro darle un abrazo que quizá alargué un poco más de la cuenta, pero es que se sentía tan bien tenerla así de cerca y notar su cuerpo...
Le dije al separarnos que había sido un fin de semana muy especial para mí, de los mejores que había tenido en los últimos meses. Elena simplemente dijo que había estado muy bien y que hablaríamos, acercándose para darme un nuevo abrazo, además de un beso en la mejilla, bajándose del coche y despidiéndose con la mano antes de entrar por la puerta de su piso.
La semana transcurrió con mucha normalidad, continuando con la rutina de siempre, aunque es verdad que el martes intenté hablar con Elena para entablar algo de conversación. No tenía en mente preguntarle nada relacionado con lo que ocasionó su mosqueo el domingo pasado por la mañana, sino que más bien era para hablar un poco con ella por gusto ahora que me dijo que hablarle de vez en cuando no es que estuviera tan mal como para agobiarla.
Para ello, aquel día, mientras cenaba, le pregunté cómo había empezado la semana, contándome ella que había mucho movimiento en la oficina por la entrada de nuevos proyectos y que tenía bastante más lío del que solía tener.
Ella ahora se dedicaba más que nada a supervisar a un par de grupos de novatos que tenía asignados para que fueran cogiendo rodaje, tal y como empezó ella. Pero resultaba que ella también tenía que ponerse a trabajar con ellos, porque había demasiadas cosas por hacer, por eso me dijo que andaba un poco estresada.
Iba a preguntarle si le apetecía que nos viéramos el fin de semana nuevamente para que se pudiera despejar, pero recordé que varios fines de semana se tenía que pasar por la oficina para algunas cosas, y tenía mucha pinta de que el próximo iba a ser así, por eso lo dejé estar, aunque le di fuerzas diciéndole que ella podía con ello y con mucho más.
Tan cansada estaba, que la conversación no duró mucho más que esas pocas palabras en las que me contó la situación que tenían en la oficina. Hasta se le pasó preguntarme cómo me había ido a mí. Le notaba el cansancio en la voz y le dije que mejor la dejaba descansar, pareciéndole a ella bien, terminando al darme las buenas noches después de decirme que se iba a preparar algo rápido de cenar y que se iba a marchar a la cama en cuanto acabara.
Me habría encantado hablar más con ella, pero no podía ser y ese momento fue algo que me hizo recordar el momento en el que empezó a trabajar ahí, ya que hasta que se acostumbró, solía regresar bastante cansada a casa, además de aquellos días en los que tenía más movimiento.
Al poco de hablar con ella, me llamó Ángela, para lo mismo para lo que yo llamé a Elena, porque andaba aburrida por casa. Así que estuvimos hablando un rato, contándonos cómo nos iba y qué teníamos de nuevo en el trabajo y demás. Pensaba que ya había hablado con Irene, pero no era así, aunque es cierto que le mandó un mensaje en que le dijo que quería hablar con ella, disculpándose también, cosa que le gustó a Ángela, pensando que había empezado de buena manera ese acercamiento.
Ella aceptó sus disculpas y quedaron en que próximamente se verían para hablar, pareciendo ser el próximo fin de semana. Por lo pronto, ella me sugirió quedar al día siguiente para vernos y poder hablar más tranquilamente lo que había pasado el fin de semana en casa de Elena, en especial lo del domingo por la mañana.
Al final decidimos hacerlo mientras comíamos juntos, por lo que nos veríamos en unas horas, aunque ahí dejamos la conversación, porque con la tontería se nos había hecho algo tarde y ella quería trabajar por la mañana hasta de dijera de venir por casa.
Fue una sorpresa encontrarla en el recibidor de la academia cuando acabé las clases y me disponía a volver a casa. Nos saludamos allí mismo al darnos un abrazo y dos besos, estando ella muy guapa, como siempre.
Cuando salimos me contó que había llegado un poco temprano y que pensó esperarme ahí, llegando a verme dar clase al asomarse un poco en una habitación que usábamos como sala de fotocopias y que tenía contigua a la clase que tenía yo asignada, en donde había un cristal que hacía como ventana.
Yo no me percaté de aquello en ningún momento, seguramente porque se usaba mucho la fotocopiadora y era muy normal que alguien entrara y saliera de ahí. Me dijo que le encantó verme trabajando de esa manera y que lo hacía muy bien, llegando a darme un poco de vergüenza de hecho, cosa que le hizo gracia, por lo que empezó a meterse conmigo, pero no duró mucho aquello al preguntarme qué íbamos a hacer para comer.
La verdad es que no había reparado mucho en aquello y no tenía ni idea. Había varias opciones, pero acabamos por decidirnos por la típica de ir a un restaurante, aunque en esta ocasión fue uno normalito. Nos pusimos en una mesa más apartada para poder hablar con más intimidad de lo que quería tratar conmigo, aunque no faltaron sus típicas fotos a los platos que se pedía, esa cosa que se puso tan de moda en su día.
Hasta lo llegó a hacer con lo que me pedí yo, porque le había gustado mucho cómo lo preparaban y demás, y la verdad es que el sitio aquel nos sorprendió bastante para tener apariencia normal y unos precios bastante razonables. Hasta comentamos que debíamos volver para comer allí, ya fuera juntos, o con otras personas, pero lo importante es que empezamos a hablar de lo que teníamos pendiente mientras comíamos y disfrutábamos de lo que nos ponían.