Gamber.
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Mi legado.
Te dejo mis días felices, esos que aún no gasté. Te dejo mis días de compartir un banco en el parque sintiendo la brisa en nuestro cabello y el sol en nuestro rostro.
Te dejo el aroma de nuestros abrazos, esos entre los que me quedaba colgada de tu cuello.
Te dejo el suave sonido de mis te quiero, en nuestra almohada. Te dejo las arrugas de las sábanas, desordenadas, para que ordenes nuestras caricias una a una.
Te dejo mis lágrimas, en ellas está la lucha, el miedo, la superación, la desesperanza, la soledad.
Te dejo mis olvidos, en ellos están las discusiones a media tarde, esas que no valían la pena. Te dejo mis horas llenas de vitalidad, esas con las que escalaba los imprevistos y seguía con la mirada al frente, esas horas en las que un salto para cambiar de acera, era volar con nuevas alas de hada.
Te dejo mi sonrisa, para cuando entre tus cajones habite la tristeza. Quiero que recuerdes que no hay mayor sufrimiento que dejarse llevar por el dolor.
Te dejo mi espejo, busca en el mis sueños sin cumplir. En ellos vive la ilusión, el deseo, el destino al que siempre anhele ir y nunca llegué. Encontrarás reflejados los ojos risueños con los que siempre te supe ver.
Te dejo mi espacio preferido, hay un brillante letrero, donde pone pensamiento, en el vives tú.
Te dejo mis días felices, esos que aún no gasté. Te dejo mis días de compartir un banco en el parque sintiendo la brisa en nuestro cabello y el sol en nuestro rostro.
Te dejo el aroma de nuestros abrazos, esos entre los que me quedaba colgada de tu cuello.
Te dejo el suave sonido de mis te quiero, en nuestra almohada. Te dejo las arrugas de las sábanas, desordenadas, para que ordenes nuestras caricias una a una.
Te dejo mis lágrimas, en ellas está la lucha, el miedo, la superación, la desesperanza, la soledad.
Te dejo mis olvidos, en ellos están las discusiones a media tarde, esas que no valían la pena. Te dejo mis horas llenas de vitalidad, esas con las que escalaba los imprevistos y seguía con la mirada al frente, esas horas en las que un salto para cambiar de acera, era volar con nuevas alas de hada.
Te dejo mi sonrisa, para cuando entre tus cajones habite la tristeza. Quiero que recuerdes que no hay mayor sufrimiento que dejarse llevar por el dolor.
Te dejo mi espejo, busca en el mis sueños sin cumplir. En ellos vive la ilusión, el deseo, el destino al que siempre anhele ir y nunca llegué. Encontrarás reflejados los ojos risueños con los que siempre te supe ver.
Te dejo mi espacio preferido, hay un brillante letrero, donde pone pensamiento, en el vives tú.