Keranos
Miembro muy activo
- Desde
- 22 Jun 2023
- Mensajes
- 1,038
- Reputación
- 7,236
Capítulo 636
Nos volvimos a dar otro abrazo y nos despedimos para marcharme a la academia, aunque era temprano para la hora a la que solía entrar yo en la temporada de verano, pero pude aprovechar el tiempo preparando algunas cosas para las siguientes clases. También pensé en la conversación que acabábamos de tener Daniela y yo y la verdad es que no era para menos, porque daba de sí. Me pude desahogar bastante al contarle todo de manera tan clara, dándole muchos detalles de quién era Ángela para mí. Y me encantó que lo entendiera y su manera de tratarme. No me hubiera extrañado que se hubiera puesto a la defensiva por defender a su amiga, pero por suerte no fue así, portándose como una amiga de verdad. Pero lo que más me dejó trastocado fue su resolución de que estaba enamorado de Ángela. Segunda vez que me lo decía, dejándome el mismo estado: atolondrado y pensativo. No pensaba que fuera así, pero ella tenía una perspectiva desde fuera que podía ser muy concluyente. ¿Y si de verdad era así y no me daba cuenta? No era muy bueno viendo esas cosas cuando estaba yo involucrado, eso creo que está claro a estas alturas. Lo que no estaba claro para mí era si de verdad sentía esas cosas por mi amiga o no. Pero no iba a empezar a comerme la cabeza acabando de salir de una relación. Prefería descansar un poco y pasar tiempo con ella como lo hacíamos en antaño, porque me gustaba pasar tiempo con ella, eso desde luego.
Poco antes de salir de trabajar, Ángela me mandó un mensaje para preguntarme si seguía en pie eso de cenar juntos. Obviamente le contesté que sí, que estaría muy bien, porque me apetecía estar con ella. Acabamos de pasar todo el fin de semana juntos y no me cansaba de tenerla a mi lado. Aunque no podíamos hacer nada, porque me contó que seguía con malestar y que de hecho había pensado ir a mi casa para que pidiéramos algo a domicilio. Me venía bien de todos modos, porque no solía apetecerme entrar en la cocina después de salir de trabajar durante todo el día. Así que a las 9 salí, cuando llegué pasados unos pocos minutos me la encontré en la puerta de mi casa. Estaba echada en la pared mirando el móvil. Para ser un plan la mar de sencillo, iba muy guapa, pero es que ella era increíble se pusiera lo que pusiera. Tampoco iba arreglada, pues llevaba un vestido veraniego con falda de vuelo, la cual le llegaba como a las rodillas de altura. Llevaba un pequeño bolso con un asa muy larga y fina que cruzaba su cuerpo. También iba con unas sandalias y con su típico peinado con esas dos trencitas a los lados de su nuca, quedándole ambas un poco más allá bajando los hombros.
Conforme la vi al girar la esquina le silbé desde la parte alta de la calle. Ella levantó su cabeza para poner una buena sonrisa en cuando se dio cuenta de que era yo y me saludó con la mano. Hasta aceleré el paso para no hacerla esperar, dándole un abrazo y un beso en la cabeza en cuanto llegué a su altura. Mientras lo hacíamos me contó que había terminado de pedir la cena, sabiendo de sobra lo que me tenía que pedir ya a esas alturas de tantas veces que me había quedado en su casa a cenar en otros tiempos. Le di las gracias y le dije que se pusiera cómoda para hacer yo lo mismo al cambiarme de ropa en mi habitación, saliendo con un pantalón corto y una camiseta, la ropa que usaba para estar por casa en esa época del año. Nos estuvimos contando nuestro día y no tardó en venir la cena, cortando la conversación para ir yo a por ella, aunque la reanudamos cuando empezamos a cenar en la mesa grande del salón.
Ángela miraba curiosa la casa, diciendo que aún no se creía que estuviera en ella después de haber pasado tantas veces por ahí anteriormente. Decía que se había imaginado cómo era por dentro, llegando a hacerse una idea, la cual iba evolucionado conforme pasaba en tiempo, pero estaba muy sorprendida de que fuera tan grande, porque a su parecer, no lo parecía para nada desde fuera. También nos contamos cómo nos había ido el día en el trabajo y todo muy bien, sin nada que destacar. Lo que también le pregunté fue si se encontraba mejor del malestar que tenía, aunque por su estado de ánimo podía adivinar que se encontraba mejor. Y llevaba razón, aunque me contó que seguía teniendo malestar y que sería conveniente no hacer nada en un par de días más para ir sobre seguro. Fue algo que consultó con su ginecóloga y ella le recomendó eso al parecer para que la molestia no fuera a más. Se partía de risa contándome lo cortada que estaba en esa conversación, llegando a ponerse hasta roja.
Era una putada no poder hacer nada con ella, porque tenía ganas. Y muchas de hecho pese a todo el movimiento que llevábamos teniendo. Pero estaba tan guapa y tan alegre que me daban ganas con nada. Pero no podía ser, por lo que nos quedamos un rato en el sofá viendo la tele una vez acabamos de cenar. Ángela se descalzó y se tumbó a lo largo del sofá. Yo opté por sentarme, porque lo hice después de que lo hiciera ella por pasar antes por el baño. Me puse sus pies sobre mi regazo y estuvimos un rato callados, comentando tan solo lo que veíamos en la tele hasta que me llamaron al móvil. Estaba muy a gusto y no quería dejar de estarlo, porque sabía que si lo cogía, se me iba a ir la tranquilidad. Ángela me preguntó si no lo cogía y tuve que explicarle que quien me estaba llamando era Cintia para solo ella sabía qué. Mi amiga puso una pequeña sonrisa y también cara de curiosidad, pasando a preguntarme detalles de los encuentros que habíamos tenido en esos últimos meses.
Conocía a mi amiga de sobra y sabía que quería escuchar detalles íntimos, sobre todo ahora que sabía que también le gustaban las mujeres. Le fui contando poco a poco lo que fue pasando con ella, aunque no fui tan gráfico, porque no hacía falta. Sí que le conté detalles que en su día no le dije, como que Cintia tenía pelo ahí abajo cuando la conocí y que ahora sin embargo no llevaba nada de nada. Ella rio bajito, diciéndome con sorna que debió ser una decepción con lo que me gustaba a mí eso. Y le di la razón, aunque no fue algo que me parara una vez empezamos. Ella ya había visto fotos de ella en redes sociales, aunque tenía el perfil en privado, pero la aceptó y pensaba que estaba muy bien. Me decía que pensaba que ahora estaba mejor que cuando la conoció, porque en ese entonces estaba bastante más delgada y ahora tenía unas curvas muy bonitas. En especial las de sus pechos, pero también gastaba buen culo.
Le di la razón a mi amiga, pasando a contarle que teníamos un sexo muy agresivo cuando lo hacíamos por cómo chocábamos por nuestra manera de ser y por cómo era ella ahora. Aquello le llamaba mucho la atención, pasando yo a explicarle la anécdota de cuando me inmovilizó en su casa con intenciones maliciosas. Ángela se partía de risa incrédula de lo que le contaba, pero al ver que no me reía tanto, me creyó. También le conté lo que vi en su portátil y flipaba bastante, sobre todo con lo de las grabaciones. También le dije que había unas pocas con chicas, aunque a ellas ni de lejos las trataba como a los chicos. Con ellas era hasta cariñosa y cuidadosa, aunque se notaba que le gustaba llevar las riendas en el momento igualmente. Con la tontería le empecé a masajear los pies, esos bonitos pies que tanto me gustaban y algo se despertaba en mí. Ella se dio cuenta al instante, pero hacía como si nada, dándome conversación para que le contara más de Cintia, aunque jugaba a estimularme con sus pies un poco al apretar mi bulto.
Le conté un poco más y se me vino a la cabeza que lo tendría muy hecho con ella si quería verla para eso. Aunque no fuera algo que le recomendaba especialmente. Ella se limitaba a reír, diciendo que estaría bien, aunque también tenía que verla en persona antes para ver si le gustaba, porque las fotos esas engañan a veces. Y lo gracioso es que tendría oportunidad de comprobar si le atraía más rápido de lo que pudiéramos imaginar, porque como a los 10 minutos llamaron a la puerta. No había que ser un lince para saber de quién se trataba, por lo que bajé el volumen de la tele y le hice un gesto para que guardara silencio, vocalizando yo que era Cintia. Ángela se tapaba la boca con una de sus manos, riendo bajo ella con una expresión divertida. Volvieron a llamar, pero nos quedamos en el sofá hasta que oímos un taconeo alejarse. Estaba claro que era ella, ahora más con eso de los tacones. Mi amiga se me quedó mirando con una sonrisa y se levantó de golpe.
Le pregunté qué iba a hacer y dijo que no podía desaprovechar la ocasión, por lo que se puso sus sandalias y me dijo que volvía en nada. Me hizo mucha gracia ese arranque que le dio, aunque también es verdad que tenía cierta preocupación por la persona con la que iba a tratar. Le dije que llevara cuidado y que me llamara si pasaba algo. Ella reía mientras decía que volvía enseguida, saliendo de casa con cuidado para no hacer ruido. Me quedé solo y estaba muy a tono, con una erección por el tonteo que teníamos con sus pies y por lo que le estaba contando. No pude evitar tocarme por encima de la ropa, aunque me la acabé sacando al imaginarme a las dos en la cama. Se me venía a la cabeza el olor de ambas y eso ponía mucho más fácil que mi imaginación volara. Las veía enrollándose en mi cama, empezando a comerse las tetas y lo que no son las tetas... Me estaba poniendo muy malo yo solo con lo que estaba montando en mi cabeza, pero me vi interrumpido por el timbre de mi casa.
Sabía que era Ángela, aunque miré por la mirilla por si acaso, pero ella me dijo que se trataba de ella con una voz baja que me hizo mucha gracia. Entró como una niña que acababa de hacer una travesura, a paso ligero y tapándose la boca con las manos. Estaba para comérsela. Ya cuando volví con ella al sofá me empezó a contar, pero soltó un comentario al ver mi erección que también le hizo gracia. Me estuvo contando que lo hizo de manera que pareciera fortuito y que salió muy bien. La encontró simpática para lo que le había contado, cosa que me sorprendió bastante, empezando yo a creer que era verdad eso de que estaba más calmada con ese nuevo tratamiento que había empezado a seguir. Me dijo que le encantó y que estaba superguapa y supersexy. Lo que le llevó a preguntarme si me estaba imaginando a las dos liándose o algo para estar de esa manera. Le dije que me caló por completo y ella se echó a reír, aunque me dijo que había que poner remedio a eso. No sabía a qué se refería del todo, pero me lo dejó claro cuando me dijo que me tumbara en el sofá, haciéndolo ella a mi lado para besarme en los labios de manera delicada mientras me acariciaba las partes bajas.
Mi polla no tardó nada en ponerse dura por completo con eso. Ángela agarró mi camiseta desde abajo para tirar hacia arriba y quitármela, ayudándola yo al incorporarme un poco y levantar los brazos. Le pregunté si quería que me desnudara del todo, asintiendo ella, por lo que mi ropa voló. Me volví a tumbar y nos empezamos a besar ya en condiciones, con su mano acariciando mi pecho. Lo malo era que Ángela no estaba desnuda. Tan solo se había vuelto a quitar sus sandalias, tumbándose a mi lado con su vestido puesto. De primeras estuvimos en silencio, con ella acariciándome bien hasta que me empezó a hablar muy bajito, en susurros y de manera muy dulce para describirme lo que le gustaría hacer con Cintia, empezando a masturbarme lentamente. Entre beso y beso me contaba que se había quedado con las ganas de darle uno como los que nos estábamos dando, cosa que noté por cómo apareció ella con unas ligeras chapetas. Luego me dijo que le encantaría besarle todo el cuerpo, que desnuda tenía que ser increíble, afirmando yo con un pequeño gemido.
Y pegó el acelerón al decirme que se imaginaba con ella en los baños de un pub, liándose y poniéndola contra la pared para ponerse ella de rodillas, subirle el vestido que llevaba puesto en ese momento que la había visto, apartar sus braguitas y comerle el coño. El gemido que solté cuando me dijo eso fue más alto que el anterior, lanzando ella otro y besándome con ardor. Me dijo que se lo comería hasta que se corriera y que luego le encantaría que ella hiciera lo mismo. Ángela señalaba que le gustaría que la pusiera de cara a la pared para comerle el culo mientras le acariciaba el clítoris con los dedos, porque con las uñas que tenía descartaba que se los metiera, cosa que me hizo gracia, pero que no me llegó a cortar el punto para nada. Era lo bueno de Ángela, que me ponía a mil y no paraba de reírme con ella. Después pasó a relatarme que le gustaría llevarla a casa para poder follar en condiciones sin que nadie las molestara, pero que de repente aparecía yo y nos montábamos un trío, regalándome una visión por los detalles que mencionaba que era acompañadas por la sensual voz que estaba poniendo para contarme todo eso.
Describió varias posturas que podríamos hacer, notando yo ya escalofríos, aunque no le decía que estaba cerca de acabar, porque mis labios estaban sobre su cuello o sobre los suyos con los besos que no paraban de tener lugar en lo que ella me contaba todo eso. Pero fue cuando me dijo que finalmente yo acabaría sobre las caras de ambas, llenándolas de leche para luego morrearse entre ellas y limpiar sus caras con sus lenguas para jugar con mi semen mientras se besaban de nuevo. Lancé un gemido impropio de mí y me empecé a correr, descargando en mi pecho por cómo ella me pajeaba a buen ritmo. Me decía que así, que muy bien, que se lo diera todo. Me retorcía de gusto, pasando ella a concentrar los movimientos en mi glande hasta que le tuve que pedir que parara, soltándolo ella para acariciar mi polla a lo largo de manera muy suave y lenta. Yo estaba extasiado, respirando pesadamente y notando como se me ponía la piel de gallina por momentos.
Ella me besaba el hombro y el pecho, yendo finalmente a mis labios hasta que me serené. De repente me dijo que se le había ocurrido una idea: quería que me depilara por completo. Como ella había tenido ese detalle conmigo al dejarse algo de vello en su pubis, ahora le apetecía que le devolviera el favor, porque nunca me había visto así. A mí me parecía bien y mi amiga se animó, diciéndome que me lo quería hacer ella. Me sorprendió y me hizo gracia, pero no me negué a nada, porque sabía cómo iba a acabar eso. Así que le dije que cuando ella quisiera lo hacíamos, poniendo mi amiga una sonrisa y cara de tener muchas ganas. Pero por lo pronto, me fui al baño a darme una ducha rápida para limpiarme bien, estando Ángela ya en mi habitación esperándome, porque se había hecho tarde y los dos madrugábamos, así que se quedó a dormir conmigo.
Cuando llegué estaba mirando las cartas con las que jugaba las cuales estaban encima del escritorio. Le pregunté si le daba una camiseta mía para dormir, respondiéndome ella algo sobresaltada, porque la asusté al parecer. Me respondió que sí y se quitó su vestido para dejarlo bien puesto sobre la silla, quitándose también su sujetador, permitiéndome ver sus preciosas tetas y se la puso. Me di cuenta de que llevaba unas braguitas normales y no un tanga, que era lo normal en ella. Sí que debía tener molestia en la zona para llevar esa prenda, aunque no hice ningún comentario. Ya en la cama, quedándome yo en boxers, como siempre, me estuvo preguntando por el juego, porque al ver las cartas le entró curiosidad, por lo que le empecé a contar. Luego me pidió que le contará de qué iban mis tatuajes y por qué había decidido hacerme esos diseños. Y se lo conté con sumo gusto, aunque ella se quedó dormida por el cansancio que tenía y también por el malestar que le venía de vez en cuando. Yo tardé más en dormirme, quedándome mirándola al estar frente a mí y acariciando su cuerpo por momentos hasta que pude quedarme dormido.
Nos volvimos a dar otro abrazo y nos despedimos para marcharme a la academia, aunque era temprano para la hora a la que solía entrar yo en la temporada de verano, pero pude aprovechar el tiempo preparando algunas cosas para las siguientes clases. También pensé en la conversación que acabábamos de tener Daniela y yo y la verdad es que no era para menos, porque daba de sí. Me pude desahogar bastante al contarle todo de manera tan clara, dándole muchos detalles de quién era Ángela para mí. Y me encantó que lo entendiera y su manera de tratarme. No me hubiera extrañado que se hubiera puesto a la defensiva por defender a su amiga, pero por suerte no fue así, portándose como una amiga de verdad. Pero lo que más me dejó trastocado fue su resolución de que estaba enamorado de Ángela. Segunda vez que me lo decía, dejándome el mismo estado: atolondrado y pensativo. No pensaba que fuera así, pero ella tenía una perspectiva desde fuera que podía ser muy concluyente. ¿Y si de verdad era así y no me daba cuenta? No era muy bueno viendo esas cosas cuando estaba yo involucrado, eso creo que está claro a estas alturas. Lo que no estaba claro para mí era si de verdad sentía esas cosas por mi amiga o no. Pero no iba a empezar a comerme la cabeza acabando de salir de una relación. Prefería descansar un poco y pasar tiempo con ella como lo hacíamos en antaño, porque me gustaba pasar tiempo con ella, eso desde luego.
Poco antes de salir de trabajar, Ángela me mandó un mensaje para preguntarme si seguía en pie eso de cenar juntos. Obviamente le contesté que sí, que estaría muy bien, porque me apetecía estar con ella. Acabamos de pasar todo el fin de semana juntos y no me cansaba de tenerla a mi lado. Aunque no podíamos hacer nada, porque me contó que seguía con malestar y que de hecho había pensado ir a mi casa para que pidiéramos algo a domicilio. Me venía bien de todos modos, porque no solía apetecerme entrar en la cocina después de salir de trabajar durante todo el día. Así que a las 9 salí, cuando llegué pasados unos pocos minutos me la encontré en la puerta de mi casa. Estaba echada en la pared mirando el móvil. Para ser un plan la mar de sencillo, iba muy guapa, pero es que ella era increíble se pusiera lo que pusiera. Tampoco iba arreglada, pues llevaba un vestido veraniego con falda de vuelo, la cual le llegaba como a las rodillas de altura. Llevaba un pequeño bolso con un asa muy larga y fina que cruzaba su cuerpo. También iba con unas sandalias y con su típico peinado con esas dos trencitas a los lados de su nuca, quedándole ambas un poco más allá bajando los hombros.
Conforme la vi al girar la esquina le silbé desde la parte alta de la calle. Ella levantó su cabeza para poner una buena sonrisa en cuando se dio cuenta de que era yo y me saludó con la mano. Hasta aceleré el paso para no hacerla esperar, dándole un abrazo y un beso en la cabeza en cuanto llegué a su altura. Mientras lo hacíamos me contó que había terminado de pedir la cena, sabiendo de sobra lo que me tenía que pedir ya a esas alturas de tantas veces que me había quedado en su casa a cenar en otros tiempos. Le di las gracias y le dije que se pusiera cómoda para hacer yo lo mismo al cambiarme de ropa en mi habitación, saliendo con un pantalón corto y una camiseta, la ropa que usaba para estar por casa en esa época del año. Nos estuvimos contando nuestro día y no tardó en venir la cena, cortando la conversación para ir yo a por ella, aunque la reanudamos cuando empezamos a cenar en la mesa grande del salón.
Ángela miraba curiosa la casa, diciendo que aún no se creía que estuviera en ella después de haber pasado tantas veces por ahí anteriormente. Decía que se había imaginado cómo era por dentro, llegando a hacerse una idea, la cual iba evolucionado conforme pasaba en tiempo, pero estaba muy sorprendida de que fuera tan grande, porque a su parecer, no lo parecía para nada desde fuera. También nos contamos cómo nos había ido el día en el trabajo y todo muy bien, sin nada que destacar. Lo que también le pregunté fue si se encontraba mejor del malestar que tenía, aunque por su estado de ánimo podía adivinar que se encontraba mejor. Y llevaba razón, aunque me contó que seguía teniendo malestar y que sería conveniente no hacer nada en un par de días más para ir sobre seguro. Fue algo que consultó con su ginecóloga y ella le recomendó eso al parecer para que la molestia no fuera a más. Se partía de risa contándome lo cortada que estaba en esa conversación, llegando a ponerse hasta roja.
Era una putada no poder hacer nada con ella, porque tenía ganas. Y muchas de hecho pese a todo el movimiento que llevábamos teniendo. Pero estaba tan guapa y tan alegre que me daban ganas con nada. Pero no podía ser, por lo que nos quedamos un rato en el sofá viendo la tele una vez acabamos de cenar. Ángela se descalzó y se tumbó a lo largo del sofá. Yo opté por sentarme, porque lo hice después de que lo hiciera ella por pasar antes por el baño. Me puse sus pies sobre mi regazo y estuvimos un rato callados, comentando tan solo lo que veíamos en la tele hasta que me llamaron al móvil. Estaba muy a gusto y no quería dejar de estarlo, porque sabía que si lo cogía, se me iba a ir la tranquilidad. Ángela me preguntó si no lo cogía y tuve que explicarle que quien me estaba llamando era Cintia para solo ella sabía qué. Mi amiga puso una pequeña sonrisa y también cara de curiosidad, pasando a preguntarme detalles de los encuentros que habíamos tenido en esos últimos meses.
Conocía a mi amiga de sobra y sabía que quería escuchar detalles íntimos, sobre todo ahora que sabía que también le gustaban las mujeres. Le fui contando poco a poco lo que fue pasando con ella, aunque no fui tan gráfico, porque no hacía falta. Sí que le conté detalles que en su día no le dije, como que Cintia tenía pelo ahí abajo cuando la conocí y que ahora sin embargo no llevaba nada de nada. Ella rio bajito, diciéndome con sorna que debió ser una decepción con lo que me gustaba a mí eso. Y le di la razón, aunque no fue algo que me parara una vez empezamos. Ella ya había visto fotos de ella en redes sociales, aunque tenía el perfil en privado, pero la aceptó y pensaba que estaba muy bien. Me decía que pensaba que ahora estaba mejor que cuando la conoció, porque en ese entonces estaba bastante más delgada y ahora tenía unas curvas muy bonitas. En especial las de sus pechos, pero también gastaba buen culo.
Le di la razón a mi amiga, pasando a contarle que teníamos un sexo muy agresivo cuando lo hacíamos por cómo chocábamos por nuestra manera de ser y por cómo era ella ahora. Aquello le llamaba mucho la atención, pasando yo a explicarle la anécdota de cuando me inmovilizó en su casa con intenciones maliciosas. Ángela se partía de risa incrédula de lo que le contaba, pero al ver que no me reía tanto, me creyó. También le conté lo que vi en su portátil y flipaba bastante, sobre todo con lo de las grabaciones. También le dije que había unas pocas con chicas, aunque a ellas ni de lejos las trataba como a los chicos. Con ellas era hasta cariñosa y cuidadosa, aunque se notaba que le gustaba llevar las riendas en el momento igualmente. Con la tontería le empecé a masajear los pies, esos bonitos pies que tanto me gustaban y algo se despertaba en mí. Ella se dio cuenta al instante, pero hacía como si nada, dándome conversación para que le contara más de Cintia, aunque jugaba a estimularme con sus pies un poco al apretar mi bulto.
Le conté un poco más y se me vino a la cabeza que lo tendría muy hecho con ella si quería verla para eso. Aunque no fuera algo que le recomendaba especialmente. Ella se limitaba a reír, diciendo que estaría bien, aunque también tenía que verla en persona antes para ver si le gustaba, porque las fotos esas engañan a veces. Y lo gracioso es que tendría oportunidad de comprobar si le atraía más rápido de lo que pudiéramos imaginar, porque como a los 10 minutos llamaron a la puerta. No había que ser un lince para saber de quién se trataba, por lo que bajé el volumen de la tele y le hice un gesto para que guardara silencio, vocalizando yo que era Cintia. Ángela se tapaba la boca con una de sus manos, riendo bajo ella con una expresión divertida. Volvieron a llamar, pero nos quedamos en el sofá hasta que oímos un taconeo alejarse. Estaba claro que era ella, ahora más con eso de los tacones. Mi amiga se me quedó mirando con una sonrisa y se levantó de golpe.
Le pregunté qué iba a hacer y dijo que no podía desaprovechar la ocasión, por lo que se puso sus sandalias y me dijo que volvía en nada. Me hizo mucha gracia ese arranque que le dio, aunque también es verdad que tenía cierta preocupación por la persona con la que iba a tratar. Le dije que llevara cuidado y que me llamara si pasaba algo. Ella reía mientras decía que volvía enseguida, saliendo de casa con cuidado para no hacer ruido. Me quedé solo y estaba muy a tono, con una erección por el tonteo que teníamos con sus pies y por lo que le estaba contando. No pude evitar tocarme por encima de la ropa, aunque me la acabé sacando al imaginarme a las dos en la cama. Se me venía a la cabeza el olor de ambas y eso ponía mucho más fácil que mi imaginación volara. Las veía enrollándose en mi cama, empezando a comerse las tetas y lo que no son las tetas... Me estaba poniendo muy malo yo solo con lo que estaba montando en mi cabeza, pero me vi interrumpido por el timbre de mi casa.
Sabía que era Ángela, aunque miré por la mirilla por si acaso, pero ella me dijo que se trataba de ella con una voz baja que me hizo mucha gracia. Entró como una niña que acababa de hacer una travesura, a paso ligero y tapándose la boca con las manos. Estaba para comérsela. Ya cuando volví con ella al sofá me empezó a contar, pero soltó un comentario al ver mi erección que también le hizo gracia. Me estuvo contando que lo hizo de manera que pareciera fortuito y que salió muy bien. La encontró simpática para lo que le había contado, cosa que me sorprendió bastante, empezando yo a creer que era verdad eso de que estaba más calmada con ese nuevo tratamiento que había empezado a seguir. Me dijo que le encantó y que estaba superguapa y supersexy. Lo que le llevó a preguntarme si me estaba imaginando a las dos liándose o algo para estar de esa manera. Le dije que me caló por completo y ella se echó a reír, aunque me dijo que había que poner remedio a eso. No sabía a qué se refería del todo, pero me lo dejó claro cuando me dijo que me tumbara en el sofá, haciéndolo ella a mi lado para besarme en los labios de manera delicada mientras me acariciaba las partes bajas.
Mi polla no tardó nada en ponerse dura por completo con eso. Ángela agarró mi camiseta desde abajo para tirar hacia arriba y quitármela, ayudándola yo al incorporarme un poco y levantar los brazos. Le pregunté si quería que me desnudara del todo, asintiendo ella, por lo que mi ropa voló. Me volví a tumbar y nos empezamos a besar ya en condiciones, con su mano acariciando mi pecho. Lo malo era que Ángela no estaba desnuda. Tan solo se había vuelto a quitar sus sandalias, tumbándose a mi lado con su vestido puesto. De primeras estuvimos en silencio, con ella acariciándome bien hasta que me empezó a hablar muy bajito, en susurros y de manera muy dulce para describirme lo que le gustaría hacer con Cintia, empezando a masturbarme lentamente. Entre beso y beso me contaba que se había quedado con las ganas de darle uno como los que nos estábamos dando, cosa que noté por cómo apareció ella con unas ligeras chapetas. Luego me dijo que le encantaría besarle todo el cuerpo, que desnuda tenía que ser increíble, afirmando yo con un pequeño gemido.
Y pegó el acelerón al decirme que se imaginaba con ella en los baños de un pub, liándose y poniéndola contra la pared para ponerse ella de rodillas, subirle el vestido que llevaba puesto en ese momento que la había visto, apartar sus braguitas y comerle el coño. El gemido que solté cuando me dijo eso fue más alto que el anterior, lanzando ella otro y besándome con ardor. Me dijo que se lo comería hasta que se corriera y que luego le encantaría que ella hiciera lo mismo. Ángela señalaba que le gustaría que la pusiera de cara a la pared para comerle el culo mientras le acariciaba el clítoris con los dedos, porque con las uñas que tenía descartaba que se los metiera, cosa que me hizo gracia, pero que no me llegó a cortar el punto para nada. Era lo bueno de Ángela, que me ponía a mil y no paraba de reírme con ella. Después pasó a relatarme que le gustaría llevarla a casa para poder follar en condiciones sin que nadie las molestara, pero que de repente aparecía yo y nos montábamos un trío, regalándome una visión por los detalles que mencionaba que era acompañadas por la sensual voz que estaba poniendo para contarme todo eso.
Describió varias posturas que podríamos hacer, notando yo ya escalofríos, aunque no le decía que estaba cerca de acabar, porque mis labios estaban sobre su cuello o sobre los suyos con los besos que no paraban de tener lugar en lo que ella me contaba todo eso. Pero fue cuando me dijo que finalmente yo acabaría sobre las caras de ambas, llenándolas de leche para luego morrearse entre ellas y limpiar sus caras con sus lenguas para jugar con mi semen mientras se besaban de nuevo. Lancé un gemido impropio de mí y me empecé a correr, descargando en mi pecho por cómo ella me pajeaba a buen ritmo. Me decía que así, que muy bien, que se lo diera todo. Me retorcía de gusto, pasando ella a concentrar los movimientos en mi glande hasta que le tuve que pedir que parara, soltándolo ella para acariciar mi polla a lo largo de manera muy suave y lenta. Yo estaba extasiado, respirando pesadamente y notando como se me ponía la piel de gallina por momentos.
Ella me besaba el hombro y el pecho, yendo finalmente a mis labios hasta que me serené. De repente me dijo que se le había ocurrido una idea: quería que me depilara por completo. Como ella había tenido ese detalle conmigo al dejarse algo de vello en su pubis, ahora le apetecía que le devolviera el favor, porque nunca me había visto así. A mí me parecía bien y mi amiga se animó, diciéndome que me lo quería hacer ella. Me sorprendió y me hizo gracia, pero no me negué a nada, porque sabía cómo iba a acabar eso. Así que le dije que cuando ella quisiera lo hacíamos, poniendo mi amiga una sonrisa y cara de tener muchas ganas. Pero por lo pronto, me fui al baño a darme una ducha rápida para limpiarme bien, estando Ángela ya en mi habitación esperándome, porque se había hecho tarde y los dos madrugábamos, así que se quedó a dormir conmigo.
Cuando llegué estaba mirando las cartas con las que jugaba las cuales estaban encima del escritorio. Le pregunté si le daba una camiseta mía para dormir, respondiéndome ella algo sobresaltada, porque la asusté al parecer. Me respondió que sí y se quitó su vestido para dejarlo bien puesto sobre la silla, quitándose también su sujetador, permitiéndome ver sus preciosas tetas y se la puso. Me di cuenta de que llevaba unas braguitas normales y no un tanga, que era lo normal en ella. Sí que debía tener molestia en la zona para llevar esa prenda, aunque no hice ningún comentario. Ya en la cama, quedándome yo en boxers, como siempre, me estuvo preguntando por el juego, porque al ver las cartas le entró curiosidad, por lo que le empecé a contar. Luego me pidió que le contará de qué iban mis tatuajes y por qué había decidido hacerme esos diseños. Y se lo conté con sumo gusto, aunque ella se quedó dormida por el cansancio que tenía y también por el malestar que le venía de vez en cuando. Yo tardé más en dormirme, quedándome mirándola al estar frente a mí y acariciando su cuerpo por momentos hasta que pude quedarme dormido.